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Introducción
En este capítulo se busca reflexionar acerca de distintas teorías, enfoques
y metodologías para el análisis de las organizaciones públicas como objeto de
estudio de las ciencias sociales, preguntándonos acerca de las formas de apro-
ximación y conocimiento a los múltiples fenómenos que atraviesan actual-
mente a este tipo de organizaciones. Así, y a partir de la definición de análisis
organizacional que realiza Schlemenson (1990), concebimos a estas teorías
como un objeto de conocimiento, un conjunto de métodos de investigación y
un sistema de valores que atraviesan una práctica profesional.
En este trabajo se presenta por un lado, un breve recorrido por las dife-
rentes teorías y enfoques sobre las organizaciones públicas, y por otro lado,
se reflexiona acerca del uso de metodologías y técnicas a partir de una serie
de recomendaciones –en función de la experiencia de las autoras–, para su
utilización en estudios en las organizaciones de la administración pública1,
1
En el artículo nos referiremos a las organizaciones estatales en general, sin embargo es ne-
cesario que el analista tenga en cuenta la variedad que existe en torno a las mismas, y reconozca
sus diferencias ya sea por sus características jurisdiccionales (organizaciones nacionales, provin-
ciales o locales), sectoriales (salud, educación, justicia, seguridad, etc.), su relación con la ciuda-
danía (organizaciones que brindan servicios o aquellas orientadas a brindar productos internos al
aparato estatal (áreas de personal, legales, etc.), según su composición (públicas, mixtas), el tipo
de organización administrativa (centralizada, descentralizada, entes autárquicos, organismos de
la Constitución, etc.), el poder del que dependen (Ejecutivo, Legislativo, Judicial), entre otras.
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A lo largo del trabajo nos referiremos indistintamente al analista como rol, teniendo
en cuenta que los estudios organizacionales pueden ser llevados a cabo por grupos de ana-
listas, conformados por personas con diferentes pertenencias institucionales y disciplinares.
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Según Bañón (1997) los primeros estudios sobre las organizaciones públicas se defi-
nen por su perspectiva jurídica.
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está influenciado por las normas y los valores de los grupos sociales en que
se desarrollan.4
Es recién en la etapa de institucionalización de la teoría organizacio-
nal (Ibarra Colado, 2006a) a mediados de los años cincuenta, que se amplía
el análisis a otro tipo de organizaciones (religiosas, escuelas, prisiones,
hospitales, ejército, administración pública, sindicatos, partidos políti-
cos). Harmon y Meyer (1999) señalan que, en los inicios se consolida una
“teoría genérica” de las organizaciones donde no existe distinción entre
organizaciones públicas y privadas, y donde asimismo, no se consideran
en el análisis las variables de tiempo, lugar, contexto social y político don-
de se desarrollan las acciones. Esto se debió especialmente a la búsqueda
de principios universales y de explicaciones científicas libres de valores.
El carácter de lo público se asociaba a lo político –entendido en un sen-
tido negativo– y se consideraba que la administración debía mantenerse
separada de la misma, por lo que la ciencia debía incluir como objetos de
estudio otro tipo de organizaciones o abordar la administración dejando
por fuera del análisis su constitución política. Bajo esta perspectiva, “las
cuestiones de valor político podían y debían excluirse de tal empresa y
una vez excluidas, el análisis científico descubriría toda conducta organi-
zacional que fuera constante en todos los medios organizacionales, fuesen
públicos o privados” (Harmon y Meyer, 1999, p. 51). Es en los años cuaren-
ta cuando comienza a romperse esta visión con los trabajos de Appleby,
Dahl y Waldo, y la administración pública empieza a ser concebida desde
el diseño de políticas, donde lo político es considerado como inherente a
este tipo de organizaciones. El gobierno, entonces, es considerado como
algo distinto de los negocios, ya que el énfasis está puesto en los servicios
y no en las ganancias, y donde la responsabilidad presenta un carácter
eminentemente político más que racional.
4
Como se observa, este es un ejemplo del colonialismo de los estudios organizaciona-
les que señalamos en la Introducción del capítulo, donde la mayoría de los autores locales
se refiere a estas corrientes organizacionales sin mayor referencia a los procesos propios de
América Latina. En este sentido, se recomienda la lectura de Novick (2006) que caracteriza
una llegada del taylorismo a América Latina con particularidades distintivas en un proceso
de sustitución de importaciones y con un rol central de los sindicatos y la re taylorización,
en el aspecto del control durante la dictadura (1976-1983). Luego, durante los años ochenta,
señala la coexistencia de sistemas preindustrializados con formas de organización fordista y
fábricas que aplican la flexibilización.
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Los estudios sobre la burocracia se abordan desde diversas perspectivas. En los trabajos
de Oszlak (1977) y Barestein (1981) se menciona la corriente administrativo-organizacional,
frente al enfoque histórico-estructural. La primera concebida como instrumental, basada en
la eficiencia, y la otra, como análisis político, que reconoce el juego de intereses y conflictos,
donde la burocracia no es neutral ni tan solo intermediaria entre gobernados y gobernantes.
Autores como Olsen (2005) la enfatizan como institución, basada en las normas y la cultura,
mencionando una tercera vertiente desde una visión más antropológica (Etkin, 1986).
6
Por ejemplo Barestein (1981) se refiere a la sobre-organización cuando es excesivo
el apego a las rutinas burocráticas y se generan disfunciones o desviaciones, que impactan
a nivel de resultados organizacionales a partir de un desplazamiento de objetivos, donde la
burocracia se convierte en un fin en sí misma.
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Los momentos de una política pública difieren según los autores, sin embargo, po-
demos encontrar algunas etapas comunes (Aguilar Villanueva, 1993): 1) definición del pro-
blema/conformación de la agenda, 2) formulación de alternativas, 3) toma de decisiones, 4)
implementación, 5) evaluación.
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Para profundizar los postulados de la Nueva Gestión Pública se recomienda la lectura
de Osborne y Gaebler (1994).
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El de gobernanza es un concepto bifronte: surge por un lado como consecuencia de la
crisis del Estado Social, en la que se evidencia que no alcanza solo con el Estado para dirigir
la vida social y, por el otro lado, como consecuencia de la creciente diferenciación interna de
los ámbitos de la esfera de acción de la sociedad contemporánea. “El concepto de Gobernanza
es un concepto poscrisis, en tanto que la crisis y sus secuelas hicieron posible distinguir entre
la acción del gobierno y la gobernación de la sociedad o dirección efectiva de la sociedad”
(Villanueva, 2006, p. 80).
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Los conceptos de participación, colaboración y transparencia constituyen los tres ejes
de lo que se conoce más recientemente como el paradigma del Gobierno Abierto (Calderón
y Lorenzo, 2010).
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D´Amico, 2013), sobre las experiencias de los trabajadores estatales (Gil García,
2014; Diana Menéndez, 2009), colocando la mirada en los destinatarios de los
distintos programas (Raggio, 2003; Hoop, 2015). Estos estudios, basados en me-
todologías cualitativas, introducen el enfoque de la perspectiva del actor (Guber,
2005) como pilar para la construcción del conocimiento social, recuperando las
prácticas, las acciones y las experiencias tal como son sentidas, vividas y signi-
ficadas por los propios actores, y que operan como marcos para comprender la
acción social. Como resultado de estas etapas, y como señala Felcman,
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En este punto, recomendamos la lectura del artículo de Camou y Mateo, donde se anali-
zan las transformaciones en la provincia de Buenos Aires del área social frente a la estabilidad del
Ministerio de Economía, identificando un contrapunto analítico y empírico con un área institu-
cional consolidada. Respecto del primero se afirma: “sucede que en las poco más de dos décadas
de recuperada vida democrática los organismos encargados de la política social provincial cam-
biaron una decena de veces de denominación, sus estructuras orgánicas y sus programas de ac-
ción se dispersaron, unificaron, o redefinieron al compás de los más diversos vientos, y sus distin-
tas oficinas deambularon por la simétrica geografía platense sin orden ni concierto” (2007, p. 129).
12
Por ejemplo Mintzberg (1992) se refiere específicamente a las relaciones de poder y
de comunicaciones no escritas, identificando la existencia de un sistema de comunicación
informal. Más recientemente, los trabajos referidos a la implementación de políticas públi-
cas señalan las adaptaciones que los trabajadores realizan durante la etapa de ejecución de
programas. En esta línea, por ejemplo, Crojethovic (2010) analiza el efecto de la informalidad
en la dinámica organizacional, en el caso de hospitales públicos, a partir de lo que denomina
las iniciativas no regladas llevadas a cabo por profesionales y trabajadores de la salud, como
parte del proceso de construcción de políticas públicas desde abajo.
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Esta dimensión, como la siguiente, fueron introducidas de forma más reciente en los
estudios organizacionales que Ibarra Colado (2006a) identifica dentro de la “etapa de desa-
rrollo”. Como señalamos en el apartado anterior, el recorrido en los trabajos sobre la admi-
nistración pública continuaron con esta tendencia, siendo tradicionales los estudios sobre
variables normativas y de estructuras formales, incorporando más recientemente las dimen-
siones subjetivas y sus implicancias.
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Sobre desarrollo y carrera laboral se puede consultar el trabajo de Iacoviello, Zu-
vanic y Tommasi (2009) para el caso de la administración nacional y de García y Quintans
(2015) sobre el empleo público en la provincia de Buenos Aires. Sobre condiciones laborales
es amplia la bibliografía respecto del sector educación y salud (por citar algunos ejemplos, el
artículo de Dirie y Pascual (2014) y de Horrac, Occhi, Aranda y Rodríguez (2014) y siguiendo
con otros ejemplos, la ponencia de Pagani y Urtizberea (2013) sobre riesgos psicosociales en
un caso de trabajadores municipales.
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Para Vilas (2011) existe una impronta normativa en gran parte de la literatura de-
dicada al tema, que formula recomendaciones sobre cómo deberían ser producidas. Esto no
suele ir acompañado por una explicitación de los supuestos axiológicos a partir de los que las
recomendaciones se formulan.
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Se trata de un proceso de conocer y actuar, ya que los actores acrecientan su conoci-
miento sobre la organización y actúan para cambiarla; gira en torno a problemas concretos
de la organización, donde los actores participan en todo el ciclo del proceso, teniendo control
sobre el mismo (Krieger y Fassio, 2016).
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Dentro de esta línea encontramos por ejemplo el Programa de subsidios para pro-
yectos de investigación, desarrollo y transferencia con organismos de la provincia de Buenos
Aires, impulsado por la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC).
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Para el análisis estratégico se recomienda realizar un mapa de actores, identificando
posiciones, intereses, posibilidades de generar relaciones con otros actores .Se recomienda
profundizar esta técnica a partir de la propuesta de Rofman y Villar (2008) y Tapella (2007).
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“En cuanto a la regulación científica, el Conicet (2006) elaboró una serie de princi-
pios de la ética que adaptamos a nuestro eje de análisis (...): a) con relación a las personas/
organizaciones públicas, sujetos de diagnóstico, se establece que las personas no pueden ser
sometidas a perjuicio, riesgo o presión de ningún tipo; que se debe tener el consentimiento
informado y libre de los participantes; respetar la privacidad de las personas, así como brin-
darles la información necesaria para que puedan evaluar las consecuencias de su participa-
ción en el proceso de diagnóstico e intervención, sin que eso implique la generación de falsas
expectativas por parte de los participantes, ni que se vulnere su derecho de abandonar el
proyecto cuando deseen hacerlo. Los investigadores tienen que informar sobre los hallazgos
de la investigación diagnóstica cuando se soliciten” (Fassio y Pascual, 2016, p. 70).
20
Para mayor profundidad sobre este punto ver Marradi, Archenti y Piovani (2010).
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Algunos autores como Schlemenson (1990) señalan que existen algunos temas y/o pro-
blemas típicos por los cuales los organismos realizan demandas de análisis, como ser: proble-
mas de comunicación, falta de capacitación, existencia de malestar entre el personal y/o con
los directores que afectan el funcionamiento de la organización, etc. Estas demandas de cambio
son interpretaciones que realiza un sector de la organización (por lo general la alta dirección) y
suelen ser acompañadas del planteo de un cambio en la organización para revertirlos.
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“Consensuadas las propuesta de mejora, se pasa a los planes, programas o proyectos
de cambio, con responsables y un equipo de trabajo para cada uno. Se formulan los progra-
mas, se los costea y se los cronograma. Estos equipos también son los responsables de imple-
mentar los programas y de monitorear el proceso” (Kriger y Fassio, 2016, p. 88).
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El análisis documental
El análisis documental es una de las primeras estrategias de estudio que
el analista implementa en una etapa de “exploración preliminar” (Petit, 1984).
Supone el abordaje de los registros escritos que dan cuenta del funcionamien-
to de la organización (normativa que la organiza, Plan institucional, Memorias
de gestión, página web, estructura, manual de puestos, entre otros). Se reco-
mienda iniciar su búsqueda antes del primer acercamiento a la institución, ya
que ofrece información valiosa sobre la misión, visión, funciones y activida-
des que se realizan en la misma (cómo se encuentra organizada, cuáles son
sus principales servicios, sus líneas de acción y los resultados alcanzados). Al
mismo tiempo, estas fuentes permiten reconstruir el discurso oficial acerca
23
En este apartado nos concentramos en las recomendaciones para la utilización de las
distintas técnicas, sin embargo, resulta importante destacar que la adopción de una o más téc-
nicas de análisis no se realiza en el vacío, sino que se vincula estrechamente con la delimitación
del problema a analizar, los objetivos del análisis y la adopción de distintos marcos conceptua-
les (Sautú, 2003). En esta línea, el analista no elige una técnica o un enfoque metodológico,
sino que los mismos se circunscriben al problema de investigación construido. Así, “los debates
metodológicos no deben ser separados de las tradiciones teóricas en que se fundan. Los asuntos
metodológicos están siempre articulados, no sólo con los supuestos y convenciones paradig-
máticas, sino también con la perspectiva teórica con la que se define el objeto de las ciencias so-
ciales. El método y los cortes cualitativo y cuantitativo de la realidad quedan subordinados a las
visiones que sobre la sociedad y el ser humano se desprenden de la teoría. Así, es posible hacer
diferentes cortes de la realidad donde los métodos cualitativos y cuantitativos pueden ser uti-
lizados indistintamente por el analista, siempre y cuando tenga sentido teórico” (Tarrés, 2001).
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Nos referimos aquí al tipo de triangulación metodológica (Denzin, 1970 en Ruíz Ola-
buénaga, 2003). Este tipo de combinación intra e inter método se realiza con el propósito de
verificar conclusiones dudosas, fortalecer la validez de conclusiones y enriquecer el conte-
nido de las mismas (aumentando la confiabilidad de estas, afinando el nivel de precisión y
contrastando la consistencia interna).
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En estos casos, deberá tener en cuenta la temporalidad de las fuentes y remitirse, en
los casos en que se requiere, a fuentes actualizadas (como en el caso de la estructura orga-
nizativa), teniendo cuidado de no trabajar en función de fuentes desactualizadas. Se asiste
así a la interpretabilidad múltiple y cambiante del material, ya que los documentos, al estar
producidos en un contexto determinado, pueden variar de significado a lo largo del tiempo.
En esta línea, será importante establecer un nexo de confianza con informantes clave que
puedan proveer información de utilidad y actualizada para el desarrollo del estudio.
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Las entrevistas
Es una de las técnicas más utilizadas en los estudios sociales y en el análi-
sis de las organizaciones públicas por su potencial para producir información
relevante de “primera mano”26, así como por la posibilidad de combinar con
otras técnicas. Supone un proceso de conversación con cierto grado de estruc-
turación y guía y/u orientación para la producción de información relevante a
los fines cognitivos del estudio (Alonso, 1998). Según su grado de estructura-
ción, encontramos entrevistas estructuradas, semiestructuradas o no estruc-
turadas27, entendiendo a estas últimas dos como entrevistas en profundidad
(Guber, 2005; Marradi, Archenti y Piovani, 2010).
Esta técnica permite acceder y profundizar sobre un conjunto de dimen-
siones de análisis previamente relevadas con otras herramientas (análisis do-
cumental y observación), con distintos actores de la organización, en sus dife-
rentes niveles. La misma resulta de utilidad para el análisis de la historia28 y el
contexto de la organización, así como para indagar sobre las relaciones inter-
personales y de poder, las debilidades y fortalezas de la institución, el proyec-
to institucional y la visión sobre la institución en general, desde el punto de
vista de los propios actores. En aquellos casos en que se trate de entrevistas
semiestructuradas que compartan un guion común, las mismas facilitarán la
puesta en común y comparación de distintos puntos de vista, clarificando el
mapa de actores y sus posicionamientos frente a temas o problemas comunes.
Para su utilización es necesario considerar aspectos referidos a la prepara-
ción de la misma (guion de preguntas o temas a abordar, de forma de no perder
26
Refiere a la posibilidad de generar propia información producida por el analista para los
objetivos propuestos en el relevamiento. Se diferencia de otro tipo de técnicas, como el análisis
documental, a las que referimos como herramientas que producen información de “segunda
mano”, porque fue elaborada por otras personas bajo contextos y objetivos distintos.
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Por ejemplo, podemos considerar aquí a las conversaciones informales que el analista
mantiene con distintos actores dentro de la institución. Las mismas revelarán dimensiones de
análisis para ser incorporadas por medio de otras técnicas de producción de la información.
28
En este sentido, Taylor y Bodgan (1992) señalan el hecho de que en las entrevistas
media la memoria del informante que puede ocasionar algunos errores. Para Alonso (1998) la
información que se obtiene no debe interpretarse como falsa o verdadera, sino que se requiere
localizarla, contextualizarla y contrastarla. El entrevistador no debe esperar una descripción
de hechos pasados, sino la apropiación que el informante realiza sobre ellos. Por ello se reco-
mienda al momento de reconstruir los orígenes del organismo o los hitos más significativos
en su trayectoria, complementar la información con otros relatos y con fuentes documentales.
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Hay personas que por su función se convierten en informantes clave, por ejemplo
las secretarias, la persona de mesa de entradas, una persona con mucha antigüedad en la
organización, etc. En el caso de entrevistar a jefes debe tenerse en cuenta que darán una
información más abarcadora y general, que seguramente es la versión oficial sobre el fun-
cionamiento de la organización y que es necesario completar y verificar con la otorgada por
otros informantes (Fernández, 2000).
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Becker (2009) resalta las posibilidades de conocimiento en la elección de un caso
atípico o marginal, más que en un caso típico.
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Para indagar acerca de las diferencias entre ambos tipos, ver Weller (2011).
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La observación
Se trata de una técnica de origen antropológico (Guber, 2005) cuyo uso
es extendido en el campo de las ciencias sociales, ya que permite acceder a
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Para las diferencias entre el rol del moderador en los focus group y en los grupos de
discusión, ver Weller (2011).
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En contexto de observación con participación es posible además llevar adelante una
serie de conversaciones informales con informantes clave, que permitirán al analista profundi-
zar en distintas dimensiones de lo observado en la práctica en los espacios de trabajo (Serlín,
2013). Estas conversaciones brindan pistas de análisis y variables que podrán ser profundizadas
por el analista en distintos momentos del estudio por medio de otras técnicas de producción de
datos como las entrevistas y las encuestas. Estas conversaciones facilitan el acceso al lenguaje
nativo de la organización y al conocimiento de distintos actores que podrán ser contactados
posteriormente para su participación en entrevistas grupales, por ejemplo.
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Las encuestas
Las encuestas son utilizadas cuando se quiere conocer el punto de vista de
toda o una parte de la organización, sobre uno o más temas en particular. Esta
herramienta consiste en la recolección de información estandarizada mediante
un cuestionario en base a un conjunto ordenado y sistemático de preguntas y
respuestas planteadas a personas acerca de determinado tema de estudio (Glock,
1973). El objetivo de los relevamientos con encuestas estandarizadas es la com-
paración de las respuestas, por lo que se debe aplicar el mismo cuestionario a to-
dos o parte de los miembros de la organización. A partir de la implementación de
esta técnica, el analista puede obtener gran cantidad de información en un mis-
mo momento acerca de distintas características de la institución, sus procesos de
trabajo, las tareas que desarrollan las personas, sus opiniones y sus valoraciones,
etc. Paralelamente, resulta una técnica especialmente valiosa cuando se trata
de organizaciones grandes o cuando sus áreas se encuentran dispersas geográ-
ficamente (Rodríguez Mansilla, 1992), ya que permite obtener gran cantidad de
34
Ante esta cuestión, Serlín se plantea la pregunta de si es posible, en contextos de
análisis organizacional, utilizar la etnografía como técnica de análisis rápida, a diferencia de
la etnografía académica, caracterizada por la presencia prolongada en los espacios donde el
antropólogo realiza la observación. En esta línea, considera que la etnografía organizacional
produce resultados valiosos, a pesar de que sus tiempos en el campo sean más acotados. “El
advenimiento de la etnografía organizacional ha producido una distinción entre etnografía
de una organización y etnografía para una organización. Los etnógrafos organizacionales
hacen esfuerzos académicos diseñados para incrementar el conocimiento de organizaciones,
mientras que los etnógrafos para organizaciones tienen como mira los propósitos organiza-
cionales produciendo recomendaciones de acción y de cambio” (2013, p. 240).
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Reflexiones finales
En este trabajo hemos reflexionado acerca de distintas teorías, enfo-
ques y metodologías para el análisis de las organizaciones públicas como
objeto de estudio de las ciencias sociales, reflexionando sobre las diferentes
formas de aproximarnos a los múltiples fenómenos que atraviesan actual-
mente a las instituciones.
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Barestein, J. (1981). El análisis de la burocracia estatal desde la perspectiva
weberiana. México: CIDE.
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Se denomina de esta manera a experiencias tomadas de otros países que se replican
sin ningún tipo de adaptación bajo la justificación de los resultados satisfactorios alcanzados
en su lugar de implementación.
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