Tema 2 de Literatura Renacimiento

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TEMA 2 DE LITERATURA

EL RENACIMIENTO. LA POESÍA Y LA NARRATIVA RENACENTISTAS

1. Contexto histórico y cultural


El Renacimiento es un movimiento cultural que abarca todos los aspectos de la actividad
humana. Se inicia a mediados del siglo XIV en las ciudades del norte de Italia y desde allí se
difunde al resto de Europa, donde se desarrolla en el siglo XVI.
Supone un cambio de mentalidad, una nueva valoración del mundo, la persona y la
existencia. El ser humano se sitúa en el centro del universo (antropocentrismo), y el poder de
la razón y el cultivo de la inteligencia lo convierten en la medida de todas las cosas. Con ello,
se abandona el teocentrismo medieval y la idea del mundo como “valle de lágrimas”, y la
naturaleza aparece como lugar de goce y disfrute. Asimismo, la cultura grecolatina se erige
en punto de referencia y estudio.
Precisamente, de la Antigüedad clásica proceden las principales corrientes ideológicas que se
manifiestan en la literatura.
- El escepticismo. Fomenta la actitud crítica frente al dogmatismo medieval.
- El epicureísmo. Invita al goce moderado de la vida y los placeres.
- El estoicismo. Postula un ideal de virtud sustentado en el dominio de las pasiones y en
la imperturbabilidad del ánimo ante las adversidades.
- El neoplatonismo. Defiende la belleza de los seres naturales como reflejo de la
divinidad (esa idea conduce a la idealización del sentimiento amoroso).
- El erasmismo. Propugna una religiosidad íntima, centrada en la pureza de las
costumbres.
En relación a los aspectos históricos más importantes, podemos destacar:
Así pues, podemos definir el Renacimiento como un movimiento cultural que se
origina en Italia en el siglo XIV y se extiende por Europa occidental hasta alcanzar
su plenitud en el siglo XVI, caracterizándose por el renacer del arte grecolatino.
La literatura y el arte renacentistas están marcados por el influjo de un movimiento
intelectual, el humanismo; de una nueva mentalidad, el antropocentrismo, y de una
doctrina filosófica, el neoplatonismo.

EL HUMANISMO
El humanismo renacentista fue un movimiento intelectual que se definió a partir de
dos principios fundamentales:
a. La consideración de la educación y el conocimiento como instrumentos de
perfeccionamiento del ser humano.
b. El estudio y la asimilación de la herencia cultural grecolatina, que constituye un
modelo de imitación artístico y moral.
El interés del humanismo por la Antigüedad clásica presenta diversas facetas: la
recuperación, el comentario y la traducción de los textos originales; la revitalización
de subgéneros literarios de las letras grecolatinas (égloga, oda, epístola) o el
aprovechamiento de la mitología clásica en la literatura y en las artes plásticas.
El humanismo (cuyos primeros representantes fueron las grandes figuras del
Trecento literario: Dante Alighieri, Giovanni Boccaccio y Francesco Petrarca) se vio
favorecido por factores como la invención de la imprenta por Johanes Gutenberg a
mediados del siglo XV o la llegada a Europa occidental de eruditos griegos desde
Constantinopla, tras la caída de la ciudad en manos del Imperio otomano en 1453.

EL ANTROPOCENTRISMO
El Renacimiento trajo consigo una nueva mentalidad basada en la reivindicación de
la dignidad del ser humano y de su lugar central en el cosmos. En obras como el
Discurso sobre la dignidad del hombre, del italiano Pico della Mirandola se afirma la
autonomía del ser humano, dueño de su propio destino, y su capacidad para
conocer y dominar el mundo.
La mentalidad antropocéntrica es indisociable de ciertos fenómenos característicos
del periodo: el desarrollo de la ciencia; la nueva concepción que el ser humano tiene
de sí mismo, de la vida y de su relación con Dios; y las transformaciones sociales
(crisis de la sociedad estamental y desarrollo de la burguesía) que tuvieron lugar en
el tránsito de la Edad Media al Renacimiento.
EL DESARROLLO DE LA CIENCIA
El interés por la naturaleza y la confianza en el ser humano se tradujeron en un
importante impulso de la ciencia. Las disciplinas en las que se observan avances
más notables fueron la astronomía (Nicolás Copérnico, Giordano Bruno, Galileo
Galilei o Johannes Kepler), la medicina (Miguel Servet) o la cartografía, impulsada
por el descubrimiento de América y la apertura de nuevas rutas comerciales.
En este ámbito destaca la figura multifacética de Leonardo da Vinci (1452 – 1519),
genial artista que realizó notables aportaciones en la anatomía, la botánica, la
óptica, la ingeniería y el arte. Leonardo encarna como ningún otro la insaciable
curiosidad propia de la época.

EL AUGE DE LA BURGUESÍA
La nueva mentalidad antropocéntrica se desarrolla ligada a la pujanza de un nuevo
grupo social: la burguesía, cuyos miembros son personas libres (no sujetas a
servidumbre), dedicadas al comercio, a la banca o al ejercicio de una profesión.
El florecimiento de una rica burguesía en las ciudades estado italianas fue un factor
decisivo en el impulso del Renacimiento. Florencia, la capital de la Toscana, estuvo
bajo el dominio de los Médici, cuyo mecenazgo fue determinante en el desarrollo de
la cultura y las artes del periodo. Otras familias que llevaron a cabo una labor
semejante fueron los Borgia en Roma, los Gonzaga en Mantua y los D’Este en
Ferrara.

EL NEOPLATONISMO
La concepción filosófica dominante en el Renacimiento fue el neoplatonismo, que se
difundió gracias a obras como El cortesano (1528), del escritor y diplomático italiano
Baltasar Castiglione, y Los diálogos de amor (1535), del filósofo y poeta judío-
portugués León Hebreo.
La doctrina neoplatónica se resume en los siguientes puntos:
a. Para el filósofo griego Platón, el mundo sensible es un reflejo del mundo de las
ideas, lo que explica la tendencia a la idealización propia del arte y de la literatura
renacentistas: los autores reflejan el mundo ideal (mediante los tópicos del locus
amoenus o de la descriptio puellae) y no del mundo material, que solo constituye
una copia imperfecta de aquel.
b. Se considera que la belleza terrenal es una proyección de la belleza divina. Así
pues, el amor a la belleza de la mujer se convierte en una vía de acercamiento a la
divinidad. Se trata del tópico de la donna angelicata, que está presente ya en la
Divina comedia, del italiano Danta Alighieri. El amor se entiende, por lo tanto, no
como un impulso pecaminoso, sino, por el contrario, como un sentimiento
ennoblecedor.
2. El Renacimiento en España
En España, el Renacimiento se manifiesta con características propias, coexistiendo la
tradición religiosa con la nueva valoración del mundo, y lo nacional con las corrientes
europeas. Por lo que respecta al ámbito literario, se distinguen dos períodos:
a. Primer Renacimiento (1ª mitad del siglo XVI): comprende el reinado de Carlos I de
España y V de Alemania (1516-1556). Es una época de esplendor y prosperidad
económica, abierta a las corrientes culturales europeas. El poeta más destacado es
Garcilaso de la Vega.
b. Segundo Renacimiento (2ª mitad del siglo XVI): coincide con el reinado de Felipe II
(1556-1598). Este monarca, imbuido por el espíritu de la Contrarreforma, ejerce una
fuerte censura con el propósito de evitar el contagio de las ideas protestantes. Los
poetas más relevantes son fray Luis de León y san Juan de la Cruz.
c. En España no se produce el auge de la burguesía como tuvo lugar en otros países de
Europa. El objetivo de los españoles que acumulan riquezas es su integración en la
nobleza, con el consiguiente aumento de los hidalgos y de criados. El Lazarillo de
Tormes es un claro reflejo de esta mentalidad.
d. La expulsión de los judíos en 1492 y la actividad de la Inquisición (tribunal fundado
en 1478 por los Reyes Católicos para garantizar la unidad religiosa que persiguió a
los judeoconversos o cristianos nuevos) dibujan, por otra parte, una sociedad
obsesionada por la limpieza de sangre, que margina a aquellos con antepasados judíos
o musulmanes.
e. El triunfo de la Contrarreforma tras el Concilio de Trento (1545-1563) creó en los
países católicos un clima de espiritualidad que acabaría influyendo en el arte y la
literatura. Así se aprecia en la poesía ascética y mística de fray Luis de León, san Juan
de la Cruz y santa Teresa de Jesús.
f. Abundan mendigos y vagabundos.

3. La poesía del Renacimiento


La lírica culta del Renacimiento nace de la confluencia de dos corrientes: la tradición
castellana de los cancioneros y la poesía italianizante. Y las dos procedían, en última
instancia, de una misma fuente: la lírica provenzal.

3.1. Métrica y lenguaje poético


El Renacimiento emplea, combinado con el heptasílabo, el verso endecasílbo. Se trata de un
metro que, por su flexibilidad rítmica, resulta muy apto para la expresión de ese nuevo
lirismo más hondo y conmovedor. Estos dos metros constituyen la base de modelos estróficos
desconocidos hasta entonces en la poesía española. Son los siguientes:
a. Estrofas:
- La lira (7a –11B – 7a – 7b – 11B).
- La octava real (11A – 11B – 11A – 11B – 11C – 11C).
- Tercetos encadenados (11A – 11B – 11A- / 11B – 11C – 11B / 11C – 11D – 11C).
- Estancia: combinación de versos heptasílabos y endecasílabos distribuidos a gusto del
poeta.
- La rima es consonante.

b. Poemas estróficos:
- Canción: constituida por un número variable de estancias.
- El soneto: poeta de 14 versos endecasílabos, distribuidos en dos cuartetos (ABBA /
ABBA) y dos tercetos (en estos, la disposición de las rimas varía).
- La rima es consonante.
En cuanto al lenguaje poético, los poetas del Renacimiento siguen el precepto clásico de
ajustarse a las leyes de la naturaleza, huyendo siempre de la afección y el amaneramiento.
Ello se traduce en un estilo marcado por la sobriedad expresiva, la naturalidad, la selección y
la elegancia. Este ideal clásico persiste a lo largo del siglo XVI y se manifiesta en Garcilaso,
fray Luis o san Juan de la Cruz. Pero en la segunda mitad, y en torno a Fernando de Herrera,
los poetas de la escuela sevillana intensifican los recursos formales, iniciando así la ruptura
del equilibrio clásico entre expresión y contenido, y dando lugar a una tendencia estilística
denominada manierismo, precursora del culteranismo barroco.

3.2. Temas y tendencias poéticas


Si tenemos en cuenta los temas que cultiva, podemos clasificar la lírica culta del
Renacimiento en las siguientes tendencias:
- La poesía petrarquista: el amor, la naturaleza y la mitología.
- La poesía ascética-moral: la huida del mundo y el ansia de trascendencia.
- La poesía mística: la unión del alma con Dios.
- La poesía patriótica y la épica culta: el ideal patriótico.

Desarrollemos algunos de estos temas en el apartado siguiente.

4. La poesía petrarquista
Con el petrarquismo culmina el proceso de espiritualización que experimenta el amor cortés
de los trovadores provenzales. Ese proceso se inicia con el dolce stil nuovo a finales del siglo
XIII. Petrarca, a mediados del siglo XV, incorpora elementos innovadores: el análisis
minucioso de las galerías del alma, la fusión lírica con la naturaleza y la sinceridad en la
expresión del sentimiento.
Por último, los seguidores italianos de Petrarca de principios del XVI enriqucen esa tradición
poética con los componentes neoplatónicos.
Varios temas son recurrentes en esta tendencia poética: el amor, el tópico del carpe diem, la
naturaleza y la mitología.

EL AMOR
El amor es anhelo de belleza: según la filosofía neoplatónica, Dios, que es
belleza y la bondad supremas, se proyecta sobre todas las criaturas. La
amada es, pues, un reflejo de la divinidad: su belleza y su bondad son
destellos de la belleza y la bondad divinas.
Esa divinización de la amada conduce a la consideración del amor como un
acto de adoración, de veneración, de culto casi religioso que impulsa al poeta
a proclamar las perfecciones físicas y espirituales de la dama.
Ante los requerimientos del poeta, la amada responde con la indiferencia:
adoptando una actitud esquiva, distante. El enamorado, afligido por la
condición inalcanzable de su amor y consciente de la imposibilidad de dejar
de amar, experimenta un dolor insufrible, pero, al mismo tiempo, gozoso.
Reaccionará así de diferentes maneras:
- Le reprocha a su amada su condición esquiva.
- Rehúye toda compañía y se refugia en la naturaleza.
- Se recluye en sí mismo y analiza sus estados de ánimo.

CARPE DIEM
Uno de los tópicos más difundidos durante el Renacimiento es el carpe diem
“aprovecha el día”, que adapta al ámbito amoroso el precepto horaciano del
disfrute del momento presente. Su concreción literaria se formula en estos
términos: el poeta se dirige a una joven, instándola a gozar de la juventud
antes de que el tiempo marchite su belleza.

LA NATURALEZA
La naturaleza renacentista es apacible, agradable, armoniosa, poéticamente
idealizada con arreglo a los presupuestos estéticos del neoplatonismo que ve
reflejada en ella la belleza del Creador.
Los elementos que conforman ese paisaje estilizado (locus amoenus) son,
habitualmente: una espesa arboleda poblada de sauces, pinos, robles y
encinas por cuyos troncos trepa la hiedra hasta lo mas alto y a cuya sombra
crecen las flores que impregnan con su delicado aroma el paisaje; de una
fuente cercana brota un arroyo de agua cristalina que discurre lentamente por
el prado produciendo un manso ruido; allí se posan las aves que, con sus
dulces trinos, inundan de armonía el paraje invitando al ser humano a
sumirse en un plácido sueño.
Este remanso de paz y armonía, cuyos referentes literarios más directos
están en las Bucólicas del poeta latino Virgilio, se erige en testigo del
sufrimiento amoroso del poeta, disfrazado de pastor; en su presencia el
enamorado eleva sus quejas pro el rechazo y la indiferencia de su amada. La
naturaleza se muestras, unas veces, impasible y distante, ajena la dolor
humano; otras, en cambio, se conmueve y resulta la confidente ideal de su
aflicción.

LA MITOLOGÍA
El mundo fascinante de la mitología clásica impresiona al hombre
renacentista por su desbordante vitalismo, su sensualidad y su belleza, y así
descubre en las Metamorfosis de Ovidio una fuente inagotable de motivos de
inspiración. Los mitos clásicos cumplen, pues, una función estética,
ornamental, pero no solo eso: cuando acude a ellos para inspirarse, el poeta
escoge aquellos episodios cuyo significado mantenga alguna relación con su
propio conflicto sentimental. Así, la historia de Dafne, transformada en laurel
cuando el dios Apolo, enamorado de ella, la perseguía, simboliza el amor
inalcanzable; el viaje del músico Orfeo a los infiernos en busca de su amada
esposa Eurídice, muerta por la mordedura de una serpiente, representa la
inquebrantable fidelidad amorosa, que es capaz de vencer la muerte.

4.1. Rasgos de la poesía petrarquista


Los poetas petrarquistas no pretendieron ser originales, en el sentido en el que se
utilizará este término siglos después, como equivalente a la capacidad de configurar
una obra radicalmente nueva o singular. Para ellos, la poesía debía estar basada en
la imitación, es decir, en la recreación de modelos prestigiosos. Además, el autor
debía inspirarse en fuentes diversas, practicando la imitación compuesta. Así,
Garcilaso (y otros poetas petrarquistas españoles) imitará a los poetas latinos
(Virgilio, Horacio…), a Petrarca y a los petrarquistas italianos del siglo XVI, a
quienes conoció durante su estancia en Nápoles.
El tema fundamental de la lírica petrarquista es la experiencia amorosa. Se trata, sin
embargo, de una nueva concepción del amor, marcada por el neoplatonismo: la
belleza de la amada, descrita en los poemas de forma idealizada mediante al tópico
de la descriptio puellae (descripción de la amada enumerando los rasgos de la
amada de forma descendente e idealizando su belleza), es decir, para los
neoplatónicos, reflejo o proyección de la belleza divina.
La temática amorosa aparece, a menudo, asociada a dos motivos: la mitología
grecolatina y la descripción de una naturaleza idealizada (tópico del locus
amoenus), como marco de expresión de esos sentimientos.
Formalmente, la poesía petrarquista incorporó nuevos metros (endecasílabo y
heptasílabo), estrofas (lira, octava real, estancia, tercetos encadenados) y poemas
estróficos (soneto).

5. LA POESÍA ASCÉTICO-MORAL
Durante el segundo Renacimiento (segunda mitad del siglo XVI) se produce,
favorecida por el clima de espiritualidad que vive la época, la cristianización de las
tendencias paganizantes que habían inspirado las creaciones literarias de la primera
mitad del siglo. Como consecuencia de ello, aparecen dos manifestaciones poéticas
de carácter religioso: la mística y la poesía ascético-moral.
5.1. Poesía ascético-moral
En esta última confluyen, cristianizadas, una amalgama de corrientes filosóficas (el
platonismo, el epicureísmo horaciano, el estoicismo y el pitagorismo) cuyo
tratamiento literario se centra en la huida del hombre de este mundo y su deseo de
trascender y de fundirse con la eternidad.
El hombre vive encarcelado en la prisión del mundo, donde imperan el caos y la
discordia, los vicios y los bienes engañosos, la inquietud y el desasosiego. Para
evadirse de la cárcel terrenal debe iniciar un recorrido purificador a través de:
a. La práctica de la virtud (fortaleza, prudencia, templanza).
b. La dedicación al estudio y al trabajo intelectual, en busca del conocimiento de las
cosas.
C. El contacto directo con la naturaleza, que constituye el refugio acogedor para
aquel que, huyendo del mundanal ruido, busca en ella el sosiego y la paz espiritual.
El tópico utilizado en esta poesía será el beatus ille “dichoso o feliz aquel”.

5.2. La poesía mística


La poesía mística describe la experiencia, difícilmente expresable, de la unión del
alma con Dios. Esa experiencia mística:
a. Exige un proceso previo de purificación (ascética), a través del cual el alma, con
renuncia y penitencia, se desentiende del mudo y busca la perfección moral.
b. No depende de la voluntad humana: es una gracia divina; solo unos cuantos
elegidos están llamados a vivir la unión mística con Dios.
c. Es extática (de éxtasis): el alma, al fundirse con la divinidad, se sumerge en un
estado de arrobamiento, de embelasimiento en el que cesa la actividad de los
sentidos y se desconecta del mundo que le rodea.
d. Es inefable: el poeta es incapaz de encerrar en palabras el cúmulo de
sensaciones vividas en ese estado de enajenación mística. Para describirlo, recurre
al símblo, la alegoría, la paradoja y la antítesis.

6. GARCILASO DE LA VEGA
6.1. Vida
Nace en Toledo hacia 1501 y, desde muy joven, participa en acciones bélicas al
servicio del emperador Carlos V. En 1525 contrae matrimonio con Elena de Zúñiga
y, un año más tarde, conoce a la que será su musa inspiradora, una dama
portuguesa llamada Isabel Freire, de la que se enamora y que ha venido a España
en el séquito de la infanta doña Isabel de Portugal con motivo de su boda con el
emperador. Viaja, en misiones diplomáticas por diversos países de Europa. Vive en
Nápoles entre 1532 y 1534, y allí entra en contacto con la cultura italiana, hecho que
reviste suma importancia, pues acelera el proceso de maduración de su obra
poética. Tras su estancia en Italia reanuda su actividad militar y participa en la
campaña de Provenza contra los franceses. En el asalto a la plaza fuerte de Muy es
herido y muere poco después en Niza, en octubre de 1536.

6.2. Obra
Garcilaso es un representante de la poesía petrarquista del primer Renacimiento. Su
producción literaria es exclusivamente poética y poco extensa. La forman:
- Tres églogas.
- Treinta y ocho sonetos.
- Cinco canciones.
- Una epístola.
- Dos elegías.
- Ocho composiciones de tipo tradicional.
Los sonetos son, en su mayor parte, de tema amoroso: destacan, entro otros, el X
(¡Oh dulces prendas por mí mal halladas!), el XIII (A Dafne ya los brazos le crecían)
y el XXIII (En tanto que de rosa y azucena). Pero las obras que revelan una mayor
perfección artística son la Égloga I y la Égloga III. En la primera, el poeta se hace
eco del lamento de dos pastores: Salicio se queja del desdén de Galatea, mientras
que Nemoroso llora la muerte de su amada Elisa. La Égloga III, escrita en octavas
reales, describe un paisaje idílico, como por ejemplo “A orillas del Tajo” en el que
varias ninfas bordan en ricas telas algunas escenas mitológicas.

7. SANTA TERESA DE JESÚS


7.1. Vida
Teresa de Cepeda y Ahumada nació en Ávila en 1515. Llevó a cabo la reforma de la
orden de las Carmelitas. Mujer comprometida y luchadora, escribió varios libros
fundamentales para entender su tiempo y la literatura religiosa.

7.2. Obra
7. FRAY LUIS DE LEÓN

8. SAN JUAN DE LA CRUZ

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