El Amor Nunca Deja de Ser Maestro

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 2

Fuente para El Mundo A. R.

Martínez de la Torre, Ver

El amor nunca deja de ser


Introducción: Muchos nos han confesado dramáticamente: “Se me acabó el amor...”, “Las cosas no se
dieron como yo pensaba...”, “Ya no la (lo) quiero...” Si somos honestos, debemos reconocer que esto le
ocurre a la gran mayoría de los matrimonios, tanto cristianos como no cristianos. Sin embargo, los
cristianos tenemos una ventaja: tras la muerte del amor romántico, carnal, que se mueve al vaivén de
los sentimientos y emociones, emerge el amor de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones, y
que ‘nunca de dejar de ser’.

I. El amor nunca deja de ser

Dios nos ama; nosotros somos sus hijos, y Él, como Padre, es el primer preocupado por el estado de
nuestro matrimonio. Proverbios 13:18. Pero, muchos hijos de Dios pasan por pobrezas y vergüenzas
tan sólo por no poner oído atento al consejo del Señor.

Cuando hablamos de matrimonio en la iglesia, estamos hablando de la unión de dos personas que
tienen a Cristo en su corazón, y que, por tanto, han pasado de muerte a vida. Estos hombres y mujeres
tienen al Señor Jesucristo como su Señor y su vida.

Los que somos de Dios, apelamos a sus recursos, ya sea al trono de la gracia (Heb.4:16) o a la vida
eterna que llevamos dentro (1ª Timoteo 6:12).

II. El amor de Dios vs. nuestro amor. (1ª Cor.13:4-8).

Aquí está descrito el amor ‘ágape’, el amor de Dios, el que nunca deja de ser. ¿Estará este amor muy
lejos de nosotros? Romanos 5:5. ¿Qué se puede esperar de un esposo y una esposa, que son hijos de
Dios, redimidos por la sangre preciosa del Cordero, en quienes habita el Espíritu Santo, el cual los
conduce y los regula? (Gál.4:6; Rom.8:9-11).

Para un esposo o esposa creyente, no está contemplado el abandonar jamás a la mujer de su juventud
(Prov.5:18-19). Es una ingenuidad pensar en un matrimonio sin sufrimientos y/o conflictos de distinta
especie. El que se casa debe estar prevenido y preparado para soportar y ser soportado en muchas (o
muchísimas) cosas. Un hombre en la carne (Rom.8:6-8; Gál.5:19-21) es absolutamente impotente para
soportarlo o sufrirlo todo; sólo buscará su autosatisfacción.

El esposo(a) Cristiano va a valorar y amar a su cónyuge. (Ef.5:25-28). No se puede pretender amar al


Señor y ser despreciativo con la esposo(a). No puedo (o no podemos) amar al Señor, respetarlo,
honrarlo, serle fiel, y no serlo con mi esposa (o con mi esposo).

Hermanos, “La roca de nuestro matrimonio es Dios para siempre”... Esto es verdad, porque ya no
somos más dos. Hemos venido a ser una sola carne, y lo que es verdad para uno, también lo es para con
quien soy uno. ¡Dios, el bendito Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo sostiene y sustenta nuestro
matrimonio!

Hermanos los cristianos, concebimos el matrimonio para toda la vida. Que el mundo haga o piense lo
que quiera; los santos, nos santificaremos todavía (Apoc.22:11).

Pastor: Lic. Sergio Manzanilla Ramiro Página 1


Fuente para El Mundo A. R. Martínez de la Torre, Ver
III. Una aplicación para el matrimonio (Efesios 4:17-32)

Consideremos ahora la palabra de Efesios 4:17-32 aplicada a la vida matrimonial: Ya no tenemos el


entendimiento entenebrecido, ya no se concibe la dureza en nuestro corazón. Hemos sido
alumbrados por el Señor para que ahora se refleje la vida de Cristo en nosotros; es tiempo que se
manifieste cuanto hemos aprendido en Él y con Él.

¿En verdad le hemos oído, y hemos sido por Él enseñados? (vers.4:21). Si no es así, entonces no nos
extrañemos por tantos fracasos. Nada podemos esperar del “viejo hombre” (4:22), pero todo podemos
esperarlo del “nuevo hombre” (4:24), que es Cristo en nosotros (Col.1:27). Si esta palabra es aplicable
a la iglesia en general, ¿cuánto más lo será al matrimonio, donde verdaderamente somos miembros el
uno del otro? (4:25).

Hay una “ira legítima”, un enojo repentino, a causa de cualquier situación de la vida cotidiana, que no
es pecado. Pero, Él Señor nos pone límite: “No se ponga el sol” para que estas “iras” no se acumulen
hasta reventar en un conflicto mayor. “Ni deis lugar al diablo”. Aquí se trata de no abrir una puerta
el enemigo de todo lo que es de Dios. El Señor nos perdone por cuantas veces hemos dado lugar al
diablo. Por esto llegan aquellos enojos, rabias y enemistades; las acusaciones mutuas se multiplican,
se traen a la memoria muchas cosas que la sangre del Señor ya pagó y sepultó.

Hermanos, la vida de la iglesia no termina en la reunión de los creyentes; no tenemos una vida
matrimonial y otra eclesiástica. Llegamos al hogar con nuestra esposa, que es también nuestra
hermana en Cristo. Ya hay dos reunidos en su Nombre: el Señor está aquí (Mateo 18:20). No demos,
entonces, lugar al que viene para destruir. Vamos a la perfección como iglesia, pero también como
matrimonio (Hebreos 6:1).

La voluntad del Señor es que seamos sustentadores de nuestro hogar (4:28), y que no sólo se suplan
nuestras necesidades, sino que tengamos aun para bendecir a otros. Nuestras palabras pueden edificar
o contaminar a quienes nos escuchan. No osaríamos hablar palabras corrompidas en la iglesia.
Tampoco tengo licencia para ser descuidado en el hablar cuando llego a mi casa. En este sentido, no
somos libres; somos esclavos de Jesucristo para vivir siempre en Él y para Él. (Col.3:17).

IV. No contristéis al Espíritu Santo. (4:30)

¿Cómo se siente esta bendita Persona en mi vida matrimonial? ¡Qué tremendo es esto, hermanos!
¡Que .siendo tan poderoso el Consolador nosotros le contristemos y aun lo apaguemos con nuestras
carnalidades! (Ro.7:24). Dios nos dio su Espíritu para honra, gloria, hermosura, poder y victoria, pero
nuestra vanidad y soberbia natural lo contrista.

No lo contristemos más. Dejemos que Él pueda desplegar toda su gracia para hacernos crecer y
avanzar, así en el matrimonio habrá cada vez menos amarguras, enojos, griterías, etc. (4:31)

Conclusión: Esta sección de Efesios termina con una exhortación a la benignidad, a la misericordia y al
perdón (4:32). Aplicado al matrimonio, esto es un fuerte golpe al ‘machismo’ o al “matriarcado”. Los
creyentes, los que son de Cristo, los que viven en el Señor, son capaces de humillarse y pedir perdón
cuantas veces sea necesario, cada vez que tengamos testimonio de haber herido o defraudado a nuestra
esposa o familia. ¡Amados, que nuestro matrimonio sea como una ofrenda de olor fragante! (Ef.5:1-2)

Pastor: Lic. Sergio Manzanilla Ramiro Página 2

También podría gustarte