Ensayo Santo Tomas

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Universidad Nacional Autónoma de México.

Facultad de Estudios Superiores de Acatlán.

Licenciatura en Filosofía.
Sobre los fundamentos de la ley humana.

Grupo: 1301.

Monográfico Santo Tomas de Aquino

Semestre: Tercero.

Fecha de entrega: 22 de noviembre del 2023


Introducción:
Depender de las leyes para una convivencia en sociedad, ha sido el tema e incluso, el
máximo fundamento para la conformación de un Estado. Aunque, saber quién es el que
debe de formular las leyes, no es tarea sencilla, ya que, para empezar; tendríamos primero
que preguntarnos por su origen y sobre que son las leyes, quien o quienes las regulan, bajo
que parámetros o máximas se puede crear ley alguna, entre otras. Pero el verdadero
objetivo que nos atañe durante este ensayo será encontrar los fundamentos de la ley humana
e incluso, hacer una necesaria crítica sobre algunos puntos que Tomás de Aquino expone en
las cuestiones 90-95.

Así, ante lo dicho, este trabajo tiene la intención de plantear una, de las tantas maneras que
hay, el pensamiento que este filósofo tiene sobre las leyes; aunque, confieso, no me gustaría
darle la razón de que las cosas son tal cual las dice o incluso replicar lo que ya nos expone
en su texto, si no, que me propongo a cuestionarlo en varios aspectos, ya que, la ley, tan
compleja como es, no es capaz de regular a todo y todos de una misma manera o del mismo
modo (si así se le quiere decir). Este sería el principal problema con el que me encuentro, el
cual, me encargaré de desarrollar a lo largo de este escrito.

Para ello, lo primero que hare, será observar que es lo que entendemos por ley, es decir,
¿qué es la ley? afirmar si este concepto de verdad pertenece a la razón o incluso negar (si es
necesario) este sentido de pertenencia. El segundo aspecto que abordaré se tratara sobre su
origen y cómo es que logramos percibir a la ley, aunque, ¿de verdad todos los seres
humanos racionales la percibimos? El tercer punto que me gustaría tocar es sobre el quién
puede proponer o crear leyes, e incluso, como consecuencia, ¿qué se necesita para que se
lleven a cumplimiento cada una de ellas? Así, el cuarto y último paso, es identificar el o
más bien, los fundamentos que existen para la ley humana.

Toda esta investigación, la realizaré en base a la suma teológica de Tomás, concretamente


en las cuestiones 90, 91 y 95. A su vez, la complementaré con algunas ideas que surgieron
durante las clases o dudas que no se resolvieron a lo largo del curso, ya que, esto facilitará
en gran medida a una exposición fluida de las ideas que tenga en mente, el cuestionar al
autor siempre ayuda a tener una facilidad a la hora de escribir.
¿Qué es y de dónde viene la ley?

Hemos pasado a lo largo del tiempo viviendo en comunidades, rigiéndonos por leyes que
nos ayudan a organizarnos cómo sociedad, permiten que no existan conflictos que atenten
contra un Estado o al menos eso es lo que se cree; aunque muy pocas veces nos
preguntamos ¿De qué se tratan? ¿Qué son realmente las leyes?

Sé que no tendría que iniciar con una cita en la prematuridad del texto, pero, ante estas
preguntas, me obligan a recordar algo que menciona Santo Tomás “[…] el principio
exterior que nos mueve al bien es Dios, que nos instruye mediante la ley […]” 1 y, algo que
me gustaría cuestionar de esto es, ¿acaso no elegimos el bien por nuestra misma voluntad?
Parece que no, cosa que ya se vuelve un problema terrible, porque si dependemos
necesariamente de algo exterior para conocer el bien, es probable que jamás lo conozcamos
si no se nos guía en este caso, por la palabra de Dios.

En consecuencia, lo demás que asumimos cómo “bien” por nuestra propia cuenta, no iguala
a lo que se entiende por bien cuando Dios es el causante de ello como principio exterior
(desde que asumimos algo, podríamos decir que sí, sí que tenemos voluntad), que claro, no
se trata de que este ser divino baje y te tome de la mano para encaminarte a lo que tienes
que hacer, si no, que me parece, esa idea de “bien” que tenemos es la más sencilla de todas,
se trata del querer vivir plenamente, dicho de otro modo, ser felices como individuos.

Y necesariamente, aunque aún no la conozcas e incluso, no llegues a definir todavía al


“bien” cómo bien, al final de cuentas la idea ya está en ti, pareces saberla ya desde tu
nacimiento, tal vez esto es a lo que se refiere Aquino cuando menciona el “mueve”, ya que,
desde el principio de tu existencia sabes lo que es el bien, solo te falta dirigirte hacia el
mismo.

¿Y cómo logramos movernos hacia el bien? Asistiendo a lo que menciona Aquino,


mediante instrucciones claras de lo que se debe hacer para llegar a ese bien, es decir
mediante las leyes que regulen el comportamiento humano. En consecuencia, al menos en
mi opinión, las leyes sí que se tratan de un producto de la razón, pero no por ser una

1
Tomas Aquino, <<De la esencia de la ley>> Suma teológica. (Trad. ns. Jesús María Rodríguez Arias y Antonio
Osuna Fernández-Largo). Biblioteca de Autores Cristianos: Madrid. Pp. 703.
medida, si no, por la simple identificación de estas mismas, ya que, hasta para no seguirlas
hay que estar conscientes de que existen.

Esto a mi parecer, hace que las leyes pertenezcan a la razón, simplemente por poderlas
reconocer, e incluso, aunque no se logre este reconocimiento en un primer momento (cómo
sucede con la ley natural), después nos daremos cuenta de que pertenecíamos a ciertas leyes
sin darnos cuenta de ello, solo hasta que la razón nos ayuda a desvelar estas normas; cosa
que sucede con las leyes universales (la gravedad, la termodinámica, entre otras.) Diremos
por el siempre hecho que exista un principio de razón suficiente será lo necesario para
conocer las leyes, es decir, que ante nuestras acciones tiene que existir algo que las regule.

Aunque estas normas reguladoras del orden tengan un origen más cercano al de la razón, la
verdad es que no lo tienen (al menos desde el pensamiento tomista), ya que, como se
menciona en la cita, Dios es quien se encarga de instruirnos bajo la ley. Y he aquí su origen,
pero de ello se hablará más adelante.

Siendo honestos, no me convence en absoluto esa idea, debido a que se desmerita tanto a la
razón, por favor, hay que darle todo el crédito de nuestras leyes a nuestro propio raciocinio,
ya que, ni siquiera las que supuestamente dio Dios al hombre han servido demasiado o es
que ni siquiera las hemos entendido, ¿cómo vamos a entender la lengua de una divinidad?

Ante esto, solo queda preguntarnos, ¿de verdad las leyes son producto de la razón? ¿Por
qué Dios no le dio estas normas a todo un pueblo y se las encargo a un solo hombre para
que las diera a conocer? ¿Acaso el resto del mundo no tenía el suficiente uso de razón para
que las conociera en palabra del señor? ¿No basta ser humano para tener raciocinio e
incluso aplicar la conclusión de esas ideas del pensamiento en la vida diaria?

¿Quién propone las leyes y cómo logra que se cumplan?

Dejemos a Dios fuera de este apartado, ya dejemos de molestarlo; ya que, cuando me


pregunto sobre quién puede crear las leyes en un Estado o mejor aún, en una comunidad
pequeña, me refiero a un ser racional, el cual, le sea posible llevar a cabo los pensamientos
bien fundados que logro crear en su pensamiento, a este mundo; es decir, que mediante sus
premisas lleve a una práctica su conclusión, que ejerza lo que no cree, si no que asegura
será lo mejor para el grupo del cual está a cargo.
Aunque, sin siquiera notarlo, está ejerciendo leyes, lo que Tomás llama como leyes
naturales;

Cualquier operación de la razón y de la voluntad surge en nosotros a partir


de algo que nos es natural, porque todo raciocinio parte de principios
naturalmente conocidos, y todo apetito relativo a los medios deriva el
apetito natural del fin último. 2

¿Y qué se refiere a aquello que nos es natural? ¿Cuáles son los principios naturalmente
conocidos y, concretamente, a qué se le llaman principios? Oh mejor aún, ¿a qué se le llama
ley natural? Antes de tratar de desarrollar e incluso, atreverme a responder preguntas de tal
envergadura, hay algo que me gustaría señalar, ya que, parece que el razonamiento solo se
emplea o lo utilizamos para querer algo, ciertamente que por sí solo no satisface la razón,
hacer una cuenta tan simple para dar bien el cambio no nos provoca nada, al menos que lo
hayas dado mal.

Pero a lo que me refiero es que, tiene que existir un estímulo positivo necesario, es decir;
un problema en el que nos enfrentemos a la vida cotidiana, el cual, necesita una solución
inmediata, ejemplo de ello sería la imposibilidad de poder abrir una botella de agua por que
esta está enroscada fuertemente, ante ello pensamos en cómo podemos abrir esa botella,
pensamos y pensamos, hasta que le hayamos un sentido que sea práctico, calentar lo
suficiente la tapa para que se afloje un poco.

Es mediante a la solución del problema en el cual podemos beber agua, hemos logrado
satisfacer una necesidad enorme para el ser humano, se diría que es hasta indispensable.
Pero no demos tanta atención a la finalidad de este acto, si no, que es preciso dar gran
importancia a la finalidad que este acto propició; aquello a lo que me refiero, es a la
felicidad de lograr solucionar un problema para satisfacer una necesidad vital, te siente
hasta gustoso por haber tenido una idea, realmente usaste uso de la razón práctica, de un
silogismo practicó.

Y sin darme cuenta, creo, ya haber respondido dos, no, más bien a todas las preguntas que
me he planteado sobre esta cita, ya que, a lo que se refiere Tomás con lo que nos es natural,
es a la vía del bien, pero no solo del estar, sino que también del serlo, en consecuencia se
encontrará una felicidad de la cual no se pueda poner en duda, se es auténticamente feliz
2
Idem. Pp. 711.
cuando no se le imposibilita ciertos recursos (este es el estar bien) y, por ende, logra llegar a
un estado en el que sus actos también serán buenos, no existirá una inconformidad. Si lo
resumimos en dos cosas, estas serían la razón y los hábitos (el estar y el ser).

Estos son los principios naturalmente conocidos, es decir, se tratan de los fines, aunque
concretamente se refiere al bien e incluso a la felicidad; pero para llegar a eso, es necesario
llegar a saber que existe un bien, ya que este posibilita el manifiesto de la voluntad. En
consecuencia, podremos decir que el bien está o debe de estar fundamentado en la realidad
sobre cosas que por necesidad nos hagan dirigir hacia nuestro bienestar.

¿Y que hay sobre las leyes naturales? Que parece no estar tan claro a pesar de asegurar que
ya se ha resuelto la tercera pregunta de esta cita, que, por cierto, queda claro que somos
seres racionales, de eso no hay duda, ya que podemos identificar estas leyes a pesar de
todo, es decir, por nuestros actos y fines, queremos algo, anhelamos estar y ser buenos o
eso se supone, pero para resolver esta cuestión sobre la ley natural, hay un apartado que
lograría resolverlo mejor de lo que yo pudiera hacerlo

[…] la criatura racional se encuentra sometida a la divina


providencia de una manera muy superior a las demás, […]. Por lo
mismo, hay también en ella una participación de la razón eterna en
virtud de la cual se encuentran naturalmente inclinada a los actos y
fines debidos. Y esta participación de la ley eterna en la criatura
racional es lo que se llama ley natural. 3

Creo que se ve claramente lo que es la ley natural, aunque no me gustaría afirmar que
estamos sometidos a la divina providencia, no es que tengamos otra opción a elegir, al
menos que encontremos el mal; pero, esta simple premisa posee un argumento muy fuerte,
es decir, que toda criatura que sea racional participa ya de algo superior, ¿y cuál es esa
participación que tenemos? No es otra más que la inclinación de los actos e incluso los
fines, pero que no se me confunda, esta no es la ley natural, si no, que es lo que sucede
después de esas inclinaciones, es decir, la razón humana también es fuente reguladora y
preceptiva de la ley, como lo es la razón eterna. Ese momento en el que aprende a distinguir
las leyes, por medio de la ley eterna, se le llama ley natural o eso quiero creer.

3
Idem. Pp. 710.
Conclusión:

A mi parecer, Santo Tomás si cree que la ley humana se fundamenta en principios, pasos o
en algún orden; empezando por la providencia de la divinidad, su ley eterna muy superior a
la nuestra, aunque hacen lo mismo; ambas son reguladoras de algo, aunque, claro, esta ley
divina, no puede regularse a sí misma ya que forzosamente las cosas que no tienen
conocimiento no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con inteligencia. Así es cómo
Dios tiene un sometimiento de todo lo que por sí mismo no puede conocer nada, entre ellos
está el ser humano.

En consecuencia, el segundo fundamento es el de la ley natural, el cual permite que el ser


racional o, en este caso el ser humano, participe en los actos y fines que puede realizar de la
ley eterna, aunque claro, de menor calidad. Se trata del peldaño que nos permite
plantearnos la idea de querer el querer vivir bien e incluso llegar a ser felices. Ya que, no
participamos del mismo modo que la razón divina, lo hacemos en la medida de nuestras
posibilidades y también de nuestras oportunidades.

Esto debido a lo que menciona Aquino, “la razón humana por sí misma no es regla y
medida de las cosas”4. Entonces, ¿la razón es de suma importancia para el fundamento o
creación de las leyes? Al parecer, solo para la divinidad, quien sí puede regular e incluso
medir todas las cosas en todos los lados, en cambio, la nuestra solo nos sirve para
identificar las leyes naturales, porque ni siquiera podremos comprender la ley eterna,
estamos mal hechos para proclamar galardones de ello.

Lo único que nos han dejado estos fundamentos para la ley humana, es tener puesta la
mirada al bien, si Dios crea al hombre o al ser racional, sin duda que será para vivir bien en
un mundo bueno (ya que él si lo puede hacer). Aunque lo que nuestras leyes nos dejan o lo
que tratarían de dejarnos, sería el buscar un bien común, que la finalidad de la ley no sea
solo el querer que los ciudadanos sobrevivan, si no que vivan bien. Por consecuencia el
bien común sería todo aquello que propicie la felicidad de los individuos, prohibiendo y
permitiendo ciertas leyes bajo una legislación, nosotros no podemos ser perfectos. Así el
Estado forma y pone las condiciones para que el individuo se desarrolle de la mejor manera

4
Idem. Pp. 712.
posible, pero solo lo lograra mediante los fundamentos (la ley eterna y la ley natural) que
posee la ley humana.

Tal vez el fundamento que tiene mayor importancia es sobre lo natural o, mejor dicho,
sobre la ley natural, lo que nos ayuda a participar en el que se diría es el fundamento
“principal”, pero no lo creo así, por el simple hecho de que la ley eterna no participa con
nosotros directamente, parece que se oculta y a muy pocos se les deja ver, tal es el caso de
Moisés. No basta solo el ser seres racionales para lograr que nuestras leyes se parezcan si
quiera un poco.

Debe hacerse el bien y evitarse el mal, parece fácil, pero gracias a nuestra disposición
natural de nuestro carácter no se puede lograr, algunos lo acatan e incluso lo que se necesita
para hacerlo es una legislación, pero para aquellos que no lo entienden, la legislación es lo
que siempre se debe de pensar para el bien de los demás, al menos en las leyes humanas.
Que sea nuestro principio de mediación para el bien de aquello que podemos regular en
nuestras condiciones humanas y que la finalidad sea lo que se justifique con todo lo que se
conoce por bienestar e incluso por bien ser.

Bibliografía:

Tomás Aquino, <<De la esencia de la ley>> Suma teológica. Pp. 703-708 (trad. ns. Jesús
María Rodríguez Arias y Antonio Osuna Fernández-Largo). Biblioteca de Autores
Cristianos: Madrid. 1993.

Tomás Aquino, <<De las distintas clases de leyes>> Suma teológica. Pp. 709-717 (trad. ns.
Jesús María Rodríguez Arias y Antonio Osuna Fernández-Largo). Biblioteca de Autores
Cristianos: Madrid. 1993.

Tomás Aquino, <<De la ley humana>> Suma teológica. Pp. 740-746 (trad. ns. Jesús María
Rodríguez Arias y Antonio Osuna Fernández-Largo). Biblioteca de Autores Cristianos:
Madrid. 1993.

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