La Educación para La No Violencia
La Educación para La No Violencia
La Educación para La No Violencia
1. Justificación
La educación para la paz no es una opción más sino una necesidad que toda institución
educativa debe asumir. Los principios para una convivencia pacífica entre pueblos y grupos
sociales se han convertido en un imperativo legal. Ahora se trata de conseguir que el derecho
formal de la paz se convierta en un derecho real.
Educar para la paz es una forma de educar en valores. La educación para la paz lleva implícitos
otros valores como: justicia, democracia, solidaridad, tolerancia, convivencia, respeto,
cooperación, autonomía, racionalidad, amor a la verdad... La educación en valores es un factor
importantísimo para conseguir la calidad que propone nuestro sistema educativo.
Podemos realizar una breve retrospectiva histórica, recordando que la educación para la paz se
inicia con el movimiento de la Escuela Nueva, recibe el apoyo institucional de la UNESCO, se
enriquece con el ideal de no-violencia y continúa su andadura a través de la Investigación para
la Paz y el Desarrollo. Superada la clásica oposición paz contra guerra, actualmente se propone
la paz como antítesis de la violencia, la llamada paz positiva. Este aspecto encuentra su mejor
marco de actuación pedagógica dentro del modelo sociocognitivista de Vigotsky (1979).
La moderna educación para la paz asume creativamente el conflicto como un proceso natural y
consustancial a la existencia humana. La educación para la paz ayuda a la persona a desvelar
críticamente la realidad compleja y conflictiva para poder situarse en ella y actuar en
consecuencia. Educar para la paz es invitar a actuar en el microcosmos escolar y en el
macronivel de las estructuras sociales. Los componentes de la educación para la paz son: la
comprensión internacional, los derechos humanos, el mundo multicultural, el desarme, el
desarrollo, el conflicto...
Las reformas educativas insisten en la necesidad de una educación para la ciudadanía y los
valores en general. Todas estas buenas intenciones deben concretarse en disposiciones
legales positivas. Por ejemplo, en el Estado Español, la ley orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de
Educación (Boletín Oficial del Estado, n.º 106, de 4 de mayo de 2006) establece que los
alumnos de Enseñanza Primaria estudiarán "Educación para la ciudadanía y los derechos
humanos", que en 4.º de Enseñanza Secundaria Obligatoria se estudiará "Educación Ético-Cívica,
y que en Bachillerato se impartirán enseñanzas sobre "Filosofía y Ciudadanía". Confiamos en
que esta ley y sus inminentes desarrollos curriculares sirvan para impulsar una convivencia
pacífica y enriquecedora de todos los ciudadanos. La enseñanza de contenidos específicos
debe estar unida a la formación de hábitos y habilidades sociales, desarrollando programas
adaptados a las diferentes situaciones.
La educación para la paz, como tema transversal aplicable en las distintas áreas y momentos
del aprendizaje, sintetiza ambas posturas, distinguiendo la naturaleza de los problemas a
investigar y aplicando a cada uno el método más adecuado para indagar en la realidad natural o
sociopolítica. Se produce un interés crítico por el conocimiento. Se busca la ciencia de la
diferencia y de la democracia participativa. La aceptación de las diferencias no sólo es una
obligación moral y política, sino que se puede convertir en un excelente medio de
enriquecimiento personal y social. Se trata más bien de mejorar las cosas, no tanto de
dominarlas. El objetivo global es favorecer la emancipación de la persona y de la humanidad en
su conjunto.
Vemos que se ha producido un cambio axiológico desde el racionalismo moderno, pasando por
el vitalismo postmoderno, hasta llegar a la visión integral de los temas transversales. Al hablar
de una visión integral, nos referimos a una visión entera. La transversalidad favorece una visión
entera o global del ser humano y de la naturaleza en general, armonizando todas las
dimensiones factoriales de la persona.
La educación para la paz armoniza lo personal (educación moral, sexual y de la salud) lo social
(educación vial, del consumidor e intercultural) y lo ambiental (educación ambiental).
Al fijar esta finalidad básica de la educación, así como al señalar la educación en valores como
un principio rector del sistema educativo, se responde a una demanda social hoy generalizada:
la de que la educación formal constituya una escuela de ciudadanía y de actitudes éticas
valiosas. Nuestra sociedad pide a la escuela que no se limite a transmitir conocimientos; le pide
que forme personas capaces de vivir y convivir en sociedad, personas que sepan a qué atenerse
y cómo conducirse. (cfr.: Centros educativos y calidad de la Educación. Ministerio de Educación
y Ciencia. l994).
La educación en valores forma parte ineludible del pleno desarrollo de la personalidad, objetivo
básico de nuestro sistema educativo. Por ello se incluyen las actitudes en las enseñanzas
mínimas del currículo, junto a los conceptos y procedimientos. Las actitudes, en los temas
transversales y en la educación moral y cívica, que es transversal en todo el currículo, son el
instrumento básico para desarrollar la educación en valores. Educar supone ejercitar los valores
que posibilitan la vida social, el respeto a los derechos y libertades fundamentales y el
desarrollo de hábitos de convivencia democrática. La educación en valores incluye la
dimensiónmoral y cívica de la persona y las otras dimensiones que se concretan en los temas
transversales.
El Consejo Escolar del Estado, sensible a la relevante importancia de uno de los aspectos más
novedosos de la reforma educativa, el relativo a la transversalidad, considera que las
Administraciones Educativas deben promover, con mayor intencionalidad, actividades
formativas para el conjunto del profesorado sobre las materias transversales (salud, consumo,
civismo, afectividad, sexualidad…) con el objeto de que no queden relegadas a un aspecto
meramente tangencial del currículum e incorporarlas a la función docente de un modo rutinario.
(cfr.: Informe del Sistema Educativo Español. Ministerio de Educación y Ciencia. Centro de
Investigación y Documentación Educativa. l995).
Una educación para la paz, la no violencia y la convivencia tiene que asumir sistemáticamente
la tarea de analizar el currículo oculto, procurando que afloren aspectos como: trato,
comunicación, participación, atuendo, información, etc. De esta forma se podrá diagnosticar el
modelo educativo subyacente y buscar soluciones correctas, analizando y resolviendo
conflictos. Es preciso enfrentarse con buen ánimo a situaciones nuevas y desconocidas,
favoreciendo la autoafirmación y la creatividad. Es fundamental educar en el respeto a las
normas cuando son justas y en la desobediencia cuando son injustas. Todos somos
responsables de la educación para la paz, tanto a nivel personal como social, local e
internacional. La educación para la paz supera el marco de lo extracurricular o complementario
y, a través de los distintos niveles del sistema educativo, se va identificando con el mismo
concepto de la educación como tal.
Implantar la educación para la paz en el proceso de enseñanza puede ser fruto del temor a la
guerra y sus consecuencias o, mejor aún, de la convicción ante la llamada de la historia y el
concepto de la dignidad del hombre sobre la tierra. Los grandes retos educativos son aprender
a ser, a hacer, a pensar y a convivir. Fernando Lucini (l994), en Temas transversales y áreas
curriculares, señala once objetivos de educación para la paz que pueden ser muy útiles.
Es importante y útil conocer las muchas experiencias que se están llevando a cabo, tanto en el
ámbito privado (pionero muchas veces en estos temas) como desde el ámbito público.
El Instituto Nacional de Calidad y Evaluación, en el informe del año 2000 sobre el sistema
educativo español, señala los siguientes aspectos referidos a la convivencia en los centros:
Existe un buen ambiente entre los profesores y las relaciones entre el alumnado son buenas. El
tema de la violencia preocupa a la cuarta parte de los encuestados, mientras que el 8% lo
considera como un tema grave.
La comunidad educativa está bien informada sobre derechos y deberes de los alumnos.
El 80% de los encuestados ha vivido situaciones de indisciplina en sus centros durante los
últimos tres años. Los casos más frecuentes se relacionan con alborotos dentro y fuera del
aula y con faltas de respeto a compañeros. Las causas principales de la indisciplina son el
desinterés de los alumnos y los problemas familiares.
En el 30% de los centros, se han impuesto sanciones en materia de disciplina en los últimos
tres años, previa incoación de expediente disciplinario.
El 59% de los encuestados afirma que existen agresiones en los centros con una frecuencia
alta (71%), media (22%) y baja (7%).
En 1997, se realizó una investigación en Sevilla sobre La cara oculta de la escuela en l997. En
ella se afirma que el 5% de los alumnos de los Institutos de Educación Secundaria es
maltratado frecuentemente, el 33% lo es alguna vez y el 27% dice que es habitual sufrir
agresiones de compañeros.
La Fundación Encuentro realizó en 1996 un informe sobre una muestra de 409 entrevistas. En él
se afirma que el 54% de los profesores españoles reconoce que, en algún momento de su
profesión, se ha encontrado con situaciones agresivas. Según el director de la encuesta, las
cortapisas legales, el miedo a los padres o el temor a repercusiones personales bloquean las
respuestas de los docentes ante problemas disciplinarios.
El Defensor del Pueblo afirma, en su informe de l998, que no existe un estudio fiable ni una
estadística buena sobre el problema de la violencia infantil y juvenil.
La Asociación Jóvenes contra la Intolerancia, que trabaja sobre la violencia escolar en quince
comunidades autónomas, propone un plan integral para abordar este fenómeno multicausal,
con el fin de ayudar a padres, profesores y alumnos.
Hay gente que considera normal la violencia escolar que se manifiesta en peleas, agresiones,
rechazos, insultos, etc. Para prevenir, evitar o disminuir este tipo de violencia, se pueden
trabajar los contenidos actitudinales de los temas transversales como la amistad, el respeto, la
tolerancia, la no violencia, la igualdad, etc.
Para reflexionar sobre este tema, podemos consultar el artículo publicado por el profesor
Alfonso Fernández en la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado (n.º 22,
enero/abril de l995, pp. 21-38) y el capítulo primero del libro del profesor Merino (2006).
Existen diferentes causas personales y sociales que impiden el ejercicio libre de la mente
humana. El análisis de estas causas nos ayudaría a configurar una tipología de la violencia
humana, que nos será de gran utilidad para nuevas propuestas de mejora.
VIOLENCIA CON RESPECTO AL ENTORNO: Se produce cuando los centros viven de espaldas al
entorno social y natural en el que se encuentran.
VIOLENCIA POR RAZÓN DE GÉNERO: Se da cuando se utiliza el criterio del sexo (diferenciación
biológica) para la atribución de roles de género (diferenciación social, con base psicológica y
cultural).
Con estas formas de violencia, difícilmente podremos afirmar que los centros escolares estén
preparando a las personas para responder a los grandes desafíos del presente. Además de
estos problemas globales, existen otros como la construcción de una cultura interior para los
individuos y los grupos, basada en una red de valores que les hagan resistentes a la
socialización de contravalores de nuestra civilización (consumismo, mercantilización,
materialismo, hedonismo, dinero, superficialidad, cultura del entretenimiento, etc.). Todo ello
genera una serie de consecuencias evidentes en nuestra sociedad como, por ejemplo, la
pérdida de autoridad en las familias, cuando los padres no saben decir no y los hijos no toleran
la frustración.
En el ámbito escolar también puede influir una legislación restrictiva y poco ágil y un
desprestigio de las calificaciones, consideradas sólo como medio de control disciplinario.
Nuestra escuela es una metáfora de nuestra sociedad, donde predomina el consumismo como
alternativa a las carencias afectivas, donde existe una violencia ambiental, donde se producen
situaciones desestructuradas (paro, separación, divorcio, enfermedad, etc.), y donde los medios
de comunicación influyen negativamente. A todo ello podemos añadir la prolongación de la
edad de escolarización obligatoria sin la correspondiente motivación, al mismo tiempo que se
produce un deterioro social del rol del docente. En los centros escolares son frecuentes las
amenazas verbales, los rumores, las agresiones físicas, los deterioros en los coches y el
mobiliario, los robos, etc. La profesora María José Díaz-Aguado (1996), que aplica programas
de prevención de violencia dirigidos a profesores, afirma que la violencia en los centros es un
espejo de la que genera la sociedad.
La educación para la paz ha inspirado toda una serie de experiencias prácticas, recogidas en las
sucesivas reformas parciales del sistema educativo y la inclusión de los temas transversales y
la educación en valores. Estas se han ido divulgando en escuelas de verano, encuentros de
educadores para la paz desde la no violencia, seminarios de formación, movimientos de
renovación pedagógica... Es frecuente encontrar en los centros escolares o en las aulas
actuaciones puntuales referidas a temas como la igualdad de sexos, el respeto a los derechos
humanos, la paz, el medio ambiente, la xenofobia, la desigualdad socio-económica, el desarrollo
de los pueblos... Estos temas se suelen tratar de manera aislada o circunstancial.
Ahora existe la posibilidad de realizar planteamientos globales, con un tratamiento didáctico
continuado e integrado en la actividad escolar. Los centros escolares pueden trabajar
coordinadamente con otras instituciones, organismos y entidades como los departamentos
ministeriales, los departamentos autonómicos, los institutos oficiales, los ayuntamientos y
organizaciones no gubernamentales.
Cada centro, partiendo de las decisiones expresadas en los proyectos curriculares y de acuerdo
con lo propuesto en el Proyecto educativo, puede reflejar en su Plan General Anual proyectos de
innovación, ligados a programas de formación del equipo docente. Desde la formación del
profesorado se pueden abordar sistemáticamente los temas transversales, como la educación
para la paz, que siempre se han tratado de forma más bien intuitiva y por motivaciones
personales.
Actualmente abundan los estudios y seminarios sobre la educación para la paz, la no violencia y
la convivencia y se escriben muchos artículos y libros; pero quizá habría que potenciar más la
creación de materiales prácticos realizados por los propios educadores.
El profesor Merino (2006) nos ofrece unas propuestas de acción socioeducativa para la
prevención y el tratamiento de conflictos violentos a lo largo de tres niveles. Entre los recursos
metodológicos que nos presenta, podemos destacar: la educación en valores sociales, la
utilización del conflicto como recurso de aprendizaje, la mediación y el diseño de programas de
convivencia.
Allan L. Beane (2006) nos ofrece más de cien estrategias de prevención e intervención contra el
acoso escolar. Algunas de ellas están aplicadas en las experiencias más significativas que
señalamos a continuación:
10) El Seminario de Educación para la Paz (Asociación Pro Derechos Humanos) ha publicado
una serie de unidades didácticas de fácil aplicación en los centros escolares.
11) La profesora Ana Bastida ha elaborado una unidad didáctica incorporando la enseñanza de
la guerra a la educación escolar, como parte sustancial de la educación para la paz. Ha sido
publicada en la revista Cuadernos de Pedagogía, n.º 227.
13) Podemos destacar igualmente otras experiencias que se están aplicando en centros
españoles:
Hacia la escuela que soñamos (proyecto sobre la diversidad, solidaridad y paz). Instituto de
Educación Secundaria Ramiro de Maeztu de Madrid.
Existe una Plataforma de educación para la paz dentro de la Oficina de cooperación para
actuaciones preferentes de la Comunidad de Madrid.
En el Colegio Público Concha Espina (Nuevo Palomeras, Madrid), asesorado por el Centro de
Apoyo al Profesorado de Vallecas y por la Universidad Complutense, se ha aplicado un
programa de acogida, otro sobre Centros de interés intercultural y otro sobre educación en
valores para tutores.
En la Escuela Infantil El Rincón de Leganés, la celebración del carnaval sirve para conectar
con el espíritu y la letra de la educación para la paz.
15) Existen otras formas complementarias de formación, más flexibles y que permiten un
mayor protagonismo de otros grupos sociales. Frecuentemente se ponen en marcha proyectos
alternativos (actividades extraescolares, educación no formal, asociacionismo, formación en
empresas, etc.), que alivian los gastos y la excesiva responsabilidad del sistema formal y, a la
vez, soslayan su inevitable rigidez y lentitud de respuesta a las nuevas necesidades formativas.
Se trata de otros modos de mejorar la educación sin grandes gastos ni cambios drásticos.
El sistema educativo también está integrando una serie de actuaciones que nacieron fuera de él.
Esto ha ocurrido con los servicios de orientación, los centros de recursos, las actividades
16) En muchos centros educativos se están realizando periódicamente a lo largo del año
escolar muchas actividades relacionadas con la educación para la paz y la no violencia,
aprovechando la celebración de las siguientes efemérides:
21-III: Día internacional para la eliminación de todas las formas de discriminación racial.
Actos intercentros: pintura al aire libre, marcha por la paz, fiesta por la paz, programas de
radio, publicaciones, correspondencia, intercambios...
18) Se puede participar, a través de Internet, en un debate abierto sobre la violencia escolar.
Síntesis
El sistema educativo español ofrece la posibilidad de trabajar ciertos valores humanos como la
paz, desde la perspectiva de la transversalidad en el currículo. Es decir, que cada profesor
puede y debe introducir, en el ámbito de su materia de enseñanza, la educación para la paz y la
convivencia, permitiendo y favoreciendo, en lo posible, la coordinación interdepartamental de
las programaciones didácticas.
Además, estos temas pueden ser tratados específicamente en otras áreas de aprendizaje como
la Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, la Educación Ético-Cívica, la Filosofía
y Ciudadanía, la Literatura, la Historia...
En este contexto, se puede tratar con mayor sentido y eficacia el fenómeno de la violencia en
los centros escolares. La mejor forma de evitar la violencia escolar es posibilitar mecanismos
de prevención, fomentando actitudes y hábitos de convivencia pacífica y de respeto a las
libertades individuales y los derechos de los ciudadanos.
No es menos cierto que todavía existen importantes carencias en la formación inicial y continua
del profesorado sobre los modos de prevenir y tratar los crecientes fenómenos de violencia
escolar. En este sentido, cobra especial importancia la aplicación de ciertos programas de
educación para la paz, la convivencia y la no violencia en los centros educativos, promovidos
por instituciones públicas y privadas de ámbito nacional e internacional.
Las medidas disciplinarias no siempre son el medio más adecuado ni el único para enfrentarse
a la violencia escolar. Este complejo fenómeno implica un tratamiento mucho más integral, un
análisis exhaustivo de la situación y de sus posibles causas, una serie de propuestas globales
de los diferentes sectores sociales, un seguimiento y una evaluación de los programas
aplicados...
Desde los sistemas educativos formales y la educación no formal e informal se deben aunar y
coordinar esfuerzos para hacer posible una convivencia pacífica de todos los ciudadanos, que
supere todo brote de racismo, xenofobia, delincuencia e injusticia social. El conocimiento e
intercambio de experiencias positivas podrá enriquecer y hacer más eficaz el esfuerzo que
hagamos para prevenir y erradicar la violencia escolar, promoviendo estímulos para favorecer la
convivencia pacífica que todos deseamos y necesitamos. Gracias a las tecnologías de la
información y de la comunicación, problemas como el que nos ocupa pueden ser abordados
desde una perspectiva global.