SERMON EXPOSITIVO

TITULO ENFERMEDADES CRONICAS TEMA LA LEPRA SE ASEMEJA AL PECADO TEXTO O PERICOPA 2 REYES 5 INTRODUCCION La lepra es una enfermedad infecciosa, de no transmisible cuando est debidamente tratada, aunque los pacientes que no reciben tratamiento, o este es inadecuado, s constituyen una fuente de contagio, antiguamente se la consideraba como un castigo, la gente era marginada y excluida de la sociedad por miedo al contagio, de igual manera el pecado es una enfermedad que carcome el alma y el espritu de la persona, pero as como mucha gente de la antigedad como Naamn fue sanado de la lepra, hoy podemos ser sanos y libres del pecado, veamos como:

I. La enfermedad
a) La enfermedad se asemeja al pecado. Rom 3:23, Gnesis 3:16-19 b) Es inherente al hombre cado. Rom 5:12, 2 Reyes 5:1 c) Trae inevitablemente un desastroso fin. Rom 6:23,

II. El inicio de la sanidad

a) Comienza al escuchar a Dios 2 Reyes 5:3 b) Tener el corazn dispuesto 2 Reyes 5:4 c) Definido por los servidores de Dios 2 Reyes 5:8,9

III. La cura definitiva

a) Obedecer aunque no sea agradable 2 Reyes 5:10 b) No por dinero. Mateo 10:8; Hechos 8:20; 1 Pedro 1:18. c) No por influencia: Juan 2:4; 2 Reyes 5:8 d) No considerar otras cosas mejores que lo que Dios ha revelado 2 Reyes 5:12,13

IV. Una nueva vida

a) Obediencia total 2 Reyes 5:14 b) Vivir en la presencia de Dios 2 Reyes 5:17 c) Vivir sin compromisos mundanos 2 Reyes 5:18,19

CONCLUSION Hoy hemos podido comparar la enfermedad con el pecado, ambos hacen dao a nuestra vida y sabemos que solamente un especialista puede ayudarnos en ambas situaciones, en el caso de la enfermedad un doctor y con el pecado solamente Dios por medio del sacrificio de Cristo. Queda en nosotros disponer nuestro corazn y someternos en obediencia a Dios aunque a veces no nos parezca lo correcto, pues Dios en su omnisciencia sabe lo que es mejor para nosotros. Permitamos que Dios obre en nuestras vidas y nos sane del pecado para as poder vivir una vida plena con la presencia de Dios acompandonos a cada momento.

ENSAYO EXEGETICO
1.Lepra De Wikipedia, la enciclopedia libre
La lepra es una enfermedad infecciosa, de nula transmisibilidad cuando est debidamente tratada, aunque los pacientes que no reciben tratamiento, o este es inadecuado, s constituyen una fuente de contagio. Puede estar producida por la bacteria Mycobacterium leprae o por Mycobacterium lepromatosis.1 2 Mycobacterium leprae fue descubierto en 1874 por el mdico noruego Gerhard Armauer Hansen, debido a lo cual se lo denomina bacilo de Hansen, Mycobacterium lepromatosis es otra bacteria que tiene muchas similitudes con mycobacterium leprae y fue identificada en el ao 2008 en la Universidad de Texas.3 La lepra fue histricamente incurable, mutilante y vergonzosa, al punto de que, entre otras medidas, se decret en 1909, por demanda de la "Sociedad de Patologas Exticas, la exclusin sistemtica de los leprosos y su reagrupamiento en Leproseras como medida esencial de profilaxis. Se sabe que la lepra afecta a la humanidad desde al menos el 600 a. C., y fue bien diagnosticada en las civilizaciones de la Antigua China, Antiguo Egipto e India.4 En 1995, la Organizacin Mundial de la Salud (OMS) estimaba que entre dos y tres millones de personas en todo el mundo estaban discapacitados de forma permanente por lepra.5 Aunque las forzadas cuarentenas o segregacin de pacientes, constituyen medidas innecesaria y no ticas, an se mantienen leprosarios en pases como Brasil, Espaa6 7 , India,8 China,9 Japn,10 Egipto, Rumania,11 Nepal, Somalia, Tanzania, Liberia, Vietnam12 y Repblica Dominicana. Actualmente se sabe fehacientemente que muchas de esas personas que fueron segregadas en esas comunidades, y presumidos de tener lepra, en realidad padecian sfilis,13 que s es altamente contagiosa.

2.Revista Peruana de Epidemologa Vol. 7 N 1 Julio 1994

LA LEPRA EN LA BIBLIA Neyra J* Es conocida la antigedad de la enfermedad de Hansen en el mundo. Desde las ms remotas pocas se ha hablado de ella, ya sea en la Biblia, en los relatos de las Cruzadas o de las expediciones en la Edad Media y luego en la Epoca Moderna y del Renacimiento. La intencin de este artculo al efectuar una minuciosa revisin de la Biblia es de hacer notar una vez ms que no todo lo que se seal como lepra en los escritos del Antiguo y Nuevo Testamento fue o tuvo que ver algo con la enfermedad de Hansen tal como la conocemos en la actualidad. Hemos revisado cada uno de los libros detenindonos ms atentamente en aquellos en los que se seala la palabra lepra o se hace mencin a ella y a la verdad no podramos afirmar con certidumbre si aquello de lo que se habla o menciona corresponde a lepra. Confirmara entonces la opinin ya emitida por distinguidos investigadores de la enfermedad que en aquellas remotas pocas se llamaba o calificaba como lepra o cualquier manifestacin dermatolgica, quizs sarnas, piodermitis y hasta vitiligo como veremos despus. Hemos notado que en ninguno de los casos sealados se hace mencin a uno de los sntomas y signos mayores de la Hanseniasis como es la anestesia o en el mejor de los casos ala presencia de ndulos, tubrculos o retracciones tendinosas, mano en garra, etc. Casi todos los casos sealados son de llagas o lceras difusas, manchas blancas en el cuerpo pero que se deben asociar con cabellos tambin despigmentados lo cual da una evidencia clara que se est hablando de vitiligo. Hecho este breve exordio procedamos con orden en la revisin de los textos bblicos.

Antiguo Testamento El levtico. Es el que nos da ms precisiones o donde se menciona ms lepra. Hay un captulo entero a tratar sobre le enfermedad: Y habl el Seora Moiss y Aaron diciendo ... ; y en el texto que hemos consultado hay hasta 59 instrucciones sobre la enfermedad entre las que se anota: el hombre en cuya piel apareciera color extrao o postema o espacio de mancha reluciente .... ntese que no se menciona la anestesia sntoma fundamental que hubiera sido detectado por tan magnficos observado-res, y se agrega: el cual si viere lepra en la piel con el vello mudado en color blanco sntoma importante de vitiligo. Y as sucesivamente siguen las indicaciones del Seor para que el presunto enfermo sea puesto a disposicin del Sacerdote quien lo examinar y controlar, dira-mos ahora, dos veces cada siete das para observar la evolucin y si las manchas persisten con el carcter de hundidas o deprimidas, el individuo ser declarado leproso y sometido al rgimen draconiano destinado a "los inmundos . Por otro lado, en las mismas instrucciones se hace saber que el hombre o la mujer en cuyo cutis aparecen manchas blancas y si esto tiende a oscurecerse sepa que no es lepra sino ciertas manchas de color blanquecino y que la persona est limpia. Lo cual nos hace ver que si bien se haca diagnsticos errneos de lepra, tambin se tena cuidado de establecer cierto grado de diagnstico dife-rencial. No pretendemos ser exhaustivos en este comentario sobre las instrucciones sobre la Hanseniasis que dio el Seor a Moiss y Aaron para que tengan cuidado de despistar la enfermedad en el pueblo judo y mencio-nemos ahora las 57 indicaciones que da el Seor, en relacin a la Purificacin de la lepra. Habl el Seor a Moiss diciendo: este es un rito para la purificacin del leproso: ser llevado al Sacerdote y siguen las indicaciones sobre el sacrificio de pjaros vivos, las condiciones de la casa en que habit el enfermo y detalles minuciosos que sera largos el mencionar pero que terminan con estas palabras sta es la ley acerca de toda especie de lepra y de llaga que degenera en lepra. En Nmeros. Aqu notamos que ms bien la lepra la considera el Seor como un castigo sin dar mayores detalles en relaciona la sintomatologa pues Mara mujer de Aaron es castigada por haber hablado mal de Moiss que se haba casado con una mujer de tez oscura que era la Etiopisa, en esas condiciones Mara se vio cubierta de lepra blanca como la nieve y fue echada del pueblo durante siete das y san gracias a la intercesin de Moiss. En los Reyes. En el libro IV se menciona que Elseo, heredero del profeta Elas cur a Naaman Siro que era general de los ejrcitos de Siria y un hombre de gran consideracin y tambin cur a Gizei el criado infiel que haba cometi-do impostura. En este libro nuevamente se vuelve a mencionar la enfermedad como castigo. En Crnicas 26. Se menciona la lepra en la siguiente forma: Uzias u Ozias, descendiente de Salomn, tuvo ira contra los Sacer-dotes y le brot la lepra en su frente y al mirarlo al sumo Sacerdote vio la lepra en su frente y as el rey Uzias fue leprosa hasta su muerte, lo sepultaron con sus padres en el campo de los sepulcros reales pero fuera de ellos porque dijeron leproso es. Libro de Job. A quien tanto se ha sindicado como leproso. Aqu se dice: Satans hiri a Job con lcera horrible que iba de los pies a la cabeza. No se menciona algo ms orientador de la enfermedad de Hansen.

3.La Curacin de Naamn Lecciones de 2 Reyes 5

Ve y lvate... y sers limpio 2 Reyes 5:10,13 El que est lavado... est todo limpio Juan 13:10

a. La lepra de Naamn 2 Reyes 5:1 En este librito consideraremos la lepra de Naamn y su curacin desde la perspectiva del Nuevo Testamento. Su purificacin ofrece una clara ilustracin de la purificacin del pecador del pecado. Despus de conocer en primer lugar brevemente a los personajes de este captulo de la Biblia, nos ocuparemos de la pregunta por qu la lepra es figura del pecado. Los personajes principales Realmente, esta conocida historia es una obra maestra del poder narrativo. Se describe aqu a un nmero de personas de modo ms claro y definido que en la novela ms fascinante. Esto no nos sorprende, puesto que es la Palabra de Dios, viva y poderosa. En primer lugar, presentemos a los personajes principales: (1) Naamn, general del ejrcito sirio: un hombre muy apreciado y querido a los ojos de ambos su seor y sus criados (v. 1, 13). Ahora bien, tena un problema imposible de solucionar: era leproso. (2) Una joven de la tierra de Israel. Viva exiliada en un pas extranjero, pero permaneci fiel al Dios de Israel. Tena gran fe y amaba a sus enemigos (v. 3). Esta joven queda en el anonimato, pero es bastante notable a causa de sus cualidades espirituales. (3) El rey de Israel. Su nombre no se menciona tampoco, pero deducimos que era Joram, el hijo del malvado Acab. Era caracterizado por la incredulidad, la exasperacin y la sospecha (v. 7). (4) El profeta Eliseo, el portavoz del Dios viviente. Es el personaje central de este captulo, y sobresale por su simplicidad y capacidad de decisin hacia ambos los jefes de la tierra y su propio criado Giezi. (5) Giezi, el criado del profeta. Destaca aqu en agudo contraste con su seor como consecuencia de su ambicin, ignorancia y mundanera. Las emociones ms profundas de su corazn son puestas al descubierto, como precisamente ms tarde un Judas sera dejado en evidencia por el Seor mismo. El captulo termina como empieza: con un leproso! La lepra de Naamn se pegara para siempre a Giezi y a su descendencia (v. 27). Naamn, general del ejrcito sirio Naamn era un hombre muy apreciado y popular. Su nombre tambin significa agradabilidad o amistad. El respeto que otros tenan por l puede deberse a su carcter de altos principios. Tanto su seor como sus criados parecen haber sido sinceramente comprensivos hacia l (v. 4-5, 13). No obstante, en el primer versculo, el favor de que gozaba estaba relacionado con sus xitos militares, porque por medio de l haba dado Jehov salvacin a Siria. Esta ltima declaracin es muy reveladora. Viene a decir, en realidad, el Seor reina! Dios no gobierna solamente a su propio pueblo, sino tambin a las naciones de la tierra. Y tal es el caso, aunque Su gobierno es con frecuencia incomprensible y Sus caminos inexcrutables. Esta es la primera leccin que aprendemos aqu. Dios no es un dios local, un dios de las montaas o un dios de las llanuras, o de uno de los elementos. Esto es lo que se pensaban los gentiles; esto es lo que los sirios tambin crean (1 Reyes 20:23). Pero era un error. Dios es el Dios viviente, el Seor de los cielos y de la tierra. l sostiene el mundo entero en Sus manos. Como decimos a continuacin, l usa a las naciones, si es preciso, para juzgar a Su propio pueblo. Aram (Siria) era una vara de disciplina en los das del malvado Acab y sus sucesores. Y Asiria, la potencia mundial que entonces surga, sera lo mismo en una medida incluso mayor (Isaas 10:5). Aram haba ya estado amenazando a Israel desde el norte desde los tiempos de Salomn (1 Reyes 11:25). No siempre haban guerras continuas entre los dos pequeos estados, ya que algunas veces haran tratados de paz (comparar el tratado entre Acab y Ben-adad en 1 Reyes 20:34). Las relaciones entre Siria e Israel en ese tiempo parecan ms una paz armada. El mismo caso ocurra aqu, puesto que el rey de Israel vio un pretexto para una nueva guerra en esta carta del rey de Siria (v. 7).

Dios, por lo tanto, us a este enemigo del norte como la vara de Su furor. Aram significa alto o elevado. En Aram vemos una figura del mundo como el adversario fatuo del pueblo de Dios, un enemigo convencido de su propia excelencia y que habla de modo autocomplaciente sobre sus propias posibilidades (vase la actitud de Naamn en el v. 12). Si el pueblo de Dios se encuentra a s mismo en una mala condicin, deber optar por la derrota en su confrontacin con el mundo. Y hoy, todava es este el caso. Somos conscientes de ello? Suponemos que la victoria de Naamn fue obtenida efectivamente sobre Israel, aunque eso no sea dicho con tantas palabras. Existe una interesante tradicin juda que dice que Naamn era el arquero que hiri al rey Acab en la batalla cerca de Ramot en Galaad (1 Reyes 22:34). Otros piensan en una victoria de Aram sobre Asiria. El segundo Libro de Reyes, no obstante, pone de relieve que Eliseo jug un papel importante en las guerras entre Aram e Israel. El profeta apareci incluso en Damasco y se vio involucrado en el nombramiento de Hazael como rey de Aram (2 Reyes 8:7-15). Todo esto perteneca al plan de Dios para castigar a Su pueblo que se haba desviado, y llamarlos al arrepentimiento. Naamn, el general del ejrcito sirio, era por tanto un gran hombre. Todo el mundo estaba favorablemente dispuesto para l. Hasta haba sido un instrumento en las manos del Seor. Diramos que tena xito en todas las cosas. Pero todo era apariencia. Era nicamente el lado externo de su vida. Su lepra Naamn tena un problema oculto. La bonita descripcin del versculo 1 es perjudicada por un grave pero. Se dice de modo sorprendente: pero leproso. Tena una enfermedad incurable, y nadie poda ayudarlo. Es posible que la enfermedad estuviese an en su fase primaria, ya que el versculo 11 habla del lugar afectado de su cuerpo. Pero la enfermedad se extendera insidiosamente y cada vez ms afectara varias partes de su cuerpo. Esta era una perspectiva terrible. Qu le aguardaba en adelante? Cmo podra seguir viviendo con este problema? Qu quiere decir la Biblia con la lepra? Parece que ha sido un trmino amplio, el cual se aplicaba tambin a los vestidos y a las casas (Levtico 13-14). Segn algunas personas, inclua toda clase de erupciones y enfermedades de la piel. Pero la ley tocante a la lepra misma distingue entre la llaga de lepra y la erupcin inofensiva (Levtico 13:39). Cuando se refiere a las personas, tendremos que pensar exclusivamente en la lepra, siendo el caso de Naamn y Giezi, y el de Miriam (Nmeros 12). Vemos otros ejemplos de ello en las vidas de Moiss (xodo 4:6), el rey Azaras o Uzas (2 Reyes 15:5; 2 Crnicas 26:16-21). Sabemos que la enfermedad y la muerte, el dolor y la tristeza, son todos consecuencia del pecado (vase Gnesis 3:16-19). La muerte entr en el mundo por el pecado (Romanos 5:12). La relacin entre el pecado y la enfermedad es, sin embargo, un asunto muy complicado. Pero referente a la lepra, puede decirse que esta enfermedad ofrece una imagen muy impresionante del pecado y de sus consecuencias mortales, destructivas. Se pueden mencionar las razones siguientes para apoyar esto: (1) La lepra era una enfermedad infecciosa que continuaba extendindose con insidia y afectaba al cuerpo entero. Sabemos que nada bueno mora en nuestra carne de pecado (Romanos 7:18). (2) El leproso era considerado casi muerto. Aarn habl de su hermana no quede ahora ella como el que nace muerto... que tiene ya medio consumida su carne (Nmeros 12:12). Como pecadores, somos muertos en nuestros delitos y pecados, y ajenos de la vida de Dios (Efesios 2:1; 4:18). Slo Dios puede darnos vida (vase 2 Reyes 5:7). (3) El leproso era juzgado inmundo. Tena que rasgar sus vestidos como seal de duelo y gritar: Inmundo!, inmundo! (Levtico 13:45). De la misma manera, la inmundicia y la verecundia del pecado se retienen en nosotros por naturaleza. (4) El leproso quedaba fuera del campo a causa de su inmundicia, fuera del lugar donde un Dios Santo moraba en medio de Su pueblo (Levtico 13:46; Nmeros 5:2; 12:14; 2 Reyes 7:3; 2 Crnicas 26:21). De la misma manera, vivamos sin Dios en el mundo, siendo enemigos de l. (5) El leproso no era curado por un mdico, sino limpiado en presencia del sacerdote. La ceremonia para la purificacin, sobre la base de los sacrificios prescritos (entre ellos la ofrenda por el pecado para hacer expiacin

para el leproso sanado), sealaba la obra de Cristo. Solamente su obra redentora pudo quitar la mancha del pecado. Adems, como personas que hemos sido limpiadas por Su muerte, hemos de caminar en novedad de vida por el poder de Su resurreccin. La uncin del Espritu Santo (el aceite) nos permitir hacerlo as. Cuando miramos al leproso Naamn, vemos en realidad la imagen de nosotros mismos. Podemos tener toda clase de talentos; podemos tener xito; la gente puede apreciarnos. Aun as, en la vida de todos existe un grave pero, es decir, el problema del pecado. La enfermedad del pecado nos afecta y nos arruina. Nosotros solos no podemos solucionar ese problema mortal que destruye nuestras vidas. Pero lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. b. Un consejo inesperado 2 Reyes 5:2-9 Vimos en el primer captulo que la lepra es figura del pecado. Veremos ahora cmo una joven de la tierra de Israel mostr el camino de la salvacin al general leproso del ejrcito sirio. Podemos ver aqu que nadie poda ayudar a Naamn, ni el rey de Aram ni el rey de Israel. Los dioses de Damasco tampoco podan poner remedio. La salvacin poda solamente encontrarse en el Dios de Israel. Ello explica por qu Naamn tuvo que ir a Eliseo, el representante del Dios vivo y verdadero. Una joven de la tierra de Israel Hablando humanamente, el problema de Naamn era imposible de solucionar. Pero por su curacin queda completamente claro que la salvacin se encuentra en el Dios de Israel. l solo poda limpiar a Naamn de su lepra. S, l nos salva hasta de los dolores del pecado. Pero tenemos que venir a l con fe, y no esperar nuestra salvacin de los mdicos de este mundo (vase v. 11). Es el Dios vivo y verdadero quien nos puede ayudar. Es conmovedor el hecho de que, una joven de la tierra de Israel, mostrara el camino de la salvacin al poderoso general del ejrcito de Siria. En presencia de su seora, dio muy sencillo testimonio de su fe: Si rogase mi seor al profeta que est en Samaria, l lo sanara de su lepra (v. 3). Grupos de atacantes sirios la haban secuestrado y vendido en el mercado de esclavos de Damasco. En realidad, esa era una de las maldiciones que haban sobrevenido al pueblo de Dios. Moiss ya lo haba predicho: Tus hijos y tus hijas sern entregados a otro pueblo, y tus ojos lo vern, y desfallecern por ellos todo el da; y no habr fuerza en tu mano (Deuteronomio 28:32). De tal manera esta joven vino a encontrarse en la familia del general del ejrcito sirio (v. 2). La mujer de Naamn se haba convertido en su seora. Dios permiti esto y tambin lo plane de este modo, ya que l tiene sus propias razones para ello. Afortunadamente, esta chica no dej llevarse por los sentimientos o el odio de su nuevo escenario. Pese a su corta edad y a las difciles circunstancias en que se encontraba en el pas extranjero, dio testimonio del Dios viviente y amaba incluso a sus enemigos. Asimismo, nosotros como creyentes somos representantes, embajadores de Cristo, y debemos dar testimonio de la esperanza que hay en nosotros (2 Corintios 5:20; 1 Pedro 3:15). Somos conscientes de este elevado llamamiento? Esta joven posea una gran fe en su Dios y en Su profeta. Cmo saba que Eliseo estaba dispuesto y era capaz de curar al General Naamn de su lepra? Fue slo su fe que le susurraba al odo. Eliseo haba realizado todo tipo de milagros, pero an no haba curado a un leproso. Podemos leer eso en el Nuevo Testamento. Aunque haba muchos leprosos en Israel en tiempos de Eliseo, ninguno de ellos estaba limpio (Lucas 4:27). Despus de todo, Dios tuvo que castigar a Su pueblo porque servieron a los dolos. Ni uno de los israelitas fue limpiado aquellos das salvo Naamn el sirio. La gracia de Dios alcanz as a los gentiles. De camino hacia el rey de Israel La mujer de Naamn crey las palabras de su pequea esclava fmina y se las comunic a su marido. Y Naamn se las transmiti a su seor, el rey de Siria (v. 4). Mientras tanto, la enfermedad del general del ejrcito haba trascendido pblicamente. Una cosa llev a la otra, y el asunto fue tratado de manera diplomtica (lo cual, en los asuntos mdicos tambin, parece haber sido costumbre en el mundo antiguo).

El objetivo era que el rey de Israel se acercara posteriormente al profeta en Samaria quien, al fin y al cabo, era su subordinado segn el modelo terrenal. Naamn tena unas cartas de su rey, al igual que un regalo generoso. El rey de Siria estaba dispuesto a compartir personalmente sus riquezas a fin de echar una mano a uno de sus mejores sbditos. El regalo consista de una cantidad de trescientos cuarenta kilogramos de plata, setenta kilogramos de oro y diez mudas de vestidos (v. 5). Eso representaba una fortuna enorme. El oro y la plata tenan un valor de millones de pesetas. Naamn lleg a Samaria, con las cartas que decan: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envo a ti mi siervo Naamn, para que lo sanes de su lepra (v. 6). Su llegada ocasion bastante agitacin en la corte del rey de Israel, puesto que vio en esa carta algn tipo de excusa, una provocacin de guerra (v. 7). Exasperado, rasg sus vestidos. Una reaccin tan pesimista poda esperarse del rey Joram (vase 3:13). El rey saba muy bien que l no era un hijo de los dioses a quienes se les poda atribuir el poder de curar (as es como las naciones paganas, demasiado a menudo, contemplaban a sus reyes). Pero, desgraciadamente, tom el nombre de Dios en vano al decir: Soy yo Dios, que mate y d vida, para que ste enve a m a que sane un hombre de su lepra? Realmente esto indica la gravedad de la situacin: slo Dios, quien haba enviado la afeccin mortal, poda dar un remedio y dar vida al muerto. A Eliseo Segn parece, el rey Joram no se acordaba de Eliseo en absoluto, pese a que en aquellos tiempos el profeta fuera el conducto de la bendicin de Dios. Dios extendi su brazo de salvacin a Israel por medio de Su siervo. Pero el profeta no era honrado en su propia tierra. Por lo visto, Eliseo viva de nuevo en la capital (vase 2:25; 6:32). Tuvo que tomar la iniciativa l solo. As, envi el siguiente mensaje al rey: Por qu has rasgado tus vestidos? Venga ahora a m, y sabr que hay profeta en Israel (v. 8b). Entonces Naamn vino finalmente a Eliseo el profeta, quien es llamado tambin aqu el varn de Dios (v. 8a). Ahora haba venido a la persona indicada, ya que el varn de Dios era el representante del Dios viviente, quien tiene efectivamente el poder de matar y de dar vida. Exista an, sin embargo, otro problema. Naamn era consciente de su elevada posicin. Vino en su propia dignidad, con sus caballos y su carro (v. 9). Lleno de orgullo permaneci a la puerta de la casa de Eliseo. Pero no podemos venir a Dios de esa manera. Naamn no poda recibir ayuda en sus propias condiciones, sino slo en las condiciones que Dios le ofreca. Le fue necesario aprender esto, como veremos. Eso es precisamente lo que cada creyente debe aprender: acercarse a Dios, consciente de su propia indignidad. No tiene sentido que intente medrar o ganar la salvacin por mis propios mritos. Debo venir tal como soy, como un pecador perdido, y as es como Dios me aceptar. Lo hace as por gracia gratuita. c. La inmersin de Naamn en el Ro Jordn 2 Reyes 5:10-14 Ahora veremos cmo Naamn se humill y se sumergi siete veces en el ro Jordn. Sin embargo, no permaneci en esa tumba, sino sali una persona nueva. Este es un ejemplo magnfico para nosotros como cristianos, pues tambin experimentamos una renovacin completa vistindonos del nuevo hombre. Ve y lvate en el Jordn Eliseo no crey conveniente hablar con Naamn personalmente. Tena sus sabias razones para actuar de ese modo, como pronto llegara a evidenciarse, ya que Naamn tuvo que aprender a humillarse a s mismo. Su orgullo tuvo que doblegarse. El profeta no sali de su casa, sino simplemente envi un mensajero a l con el mandato: Ve y lvate en el Jordn siete veces (v. 10a). A la vez, aadi la llana promesa: ... y tu carne se te restaurar, y sers limpio (v. 10b). Literalmente dice: ... y tu carne vendr de nuevo a ti. Al final, una de las terribles consecuencias de la lepra es que la carne de la persona enferma se consume poco a poco. Al poderoso general del ejrcito sirio, no obstante, no le gust esta orden. Naamn interpret el mensaje del profeta de improperio a su persona. Haba esperado un trato completamente distinto, un ritual complejo, como estara probablemente acostumbrado con los magos paganos de su pas (v. 11).

Ciertamente era merecedor de un trato honorable. A pesar de todo, no era l de gran importancia? Por cierto que recompensara generosamente a Eliseo por sus servicios. Qu orden: Ve y lvate en el Jordn siete veces! Qu humillacin! No eran los difanos y caudalosos ros de Damasco, el Abana (o Amana) y el Farfar, mejores que el estrecho y cenagoso Jordn? No poda el general haber tomado un bao en su casa? Naamn podra haber ideado ese remedio l mismo (v. 12). No obstante, no quiso abandonar los ros ni a los dioses de Damasco. Slo ms tarde aceptara que no haba Dios en toda la tierra, excepto en Israel (v. 15). Naamn se enoj y se sinti zaherido. Ya poda orse la orden a su carrero: Coge las riendas! Nos vamos a casa! Debi de haber sido una procesin tranquila que empez all en una direccin al norte y descendi de las montaas de Samaria. Tal vez ocurri en un lugar de descanso no lejos del Jordn que los criados de Naamn tuvieron el valor de dirigirse a su seor (v. 13). Lo hicieron con mucho tacto y con el preciso respeto. Ellos honraban a su general como a un padre. Dieron un consejo que no se pidi, pero fue muy acertado y bueno. Si a Naamn se le hubiera encomendado el servicio de hacer algo difcil, no lo habra hecho as? No habra empleado todos los medios posibles para recobrar la salud? Ahora, sin embargo, el profeta haba dado una orden sencilla: Ve y lvate. Por qu no escuchar aquellas simples palabras del varn de Dios? Vida nueva en Cristo Naamn se hace acreedor al querer escuchar las palabras de sus subordinados. No actu con altivez: l entonces descendi, y se zambull siete veces en el Jordn, conforme a la palabra del varn de Dios (v. 14a). Con todo, debi de haber sido muy difcil para l humillarse tanto en presencia de sus inferiores. Tuvo que descender del carro elevado, quitarse la ropa y hundirse en el Jordn. Por aadidura, l no lo hizo slo por complacer a sus criados. No solamente los escuch, sino que cumpli con el dicho del varn de Dios, como dice nuestro versculo. Obedeci a Dios. Este es un precioso ejemplo del camino de la salvacin. Debemos ser conscientes de nuestro bajo estado, de nuestra pecaminosidad y de nuestra condicin leprosa ante Dios. Debemos humillarnos delante de l y bajar del carro elevado de nuestro orgullo natural y prepotencia. Debemos seguir el camino que l nos indica en Su Palabra. El remedio divino es que confesemos nuestros pecados, nos despojemos del viejo hombre y nos metamos dentro del ro de la muerte. En otras palabras, tenemos que identificarnos en fe con un Cristo que muri por nuestros pecados. No hay otra alternativa para ser salvo, limpio y recibir una vida nueva. Nadie viene al Padre sino por M, dice el Seor Jess (Juan 14:6). Naamn fue obediente y se sumergi siete veces en el ro Jordn. El nombre Jordn significa ir abajo o ir curso abajo. El ro nace entre el Lbano y el monte Hermn y sigue su curso al Mar Muerto, situado muy por debajo del nivel del mar. Esta es una maravillosa figura de la muerte de Cristo, ya que descendi de las alturas despojndose a S mismo. Se humill a S mismo y se hizo obediente hasta la muerte. El nmero siete habla de la perfeccin. Naamn tuvo que sumergirse siete veces en el Jordn. Tuvo que ir abajo por completo. Nada poda quedar del viejo hombre. Tambin nosotros como creyentes fuimos sepultados con Cristo a muerte por el bautismo. Hemos sido unidos juntamente con l en la semejanza de Su muerte (Romanos 6:4-5). Pero Naamn no permaneci en la tumba de agua. Sali una nueva criatura: ... y su carne se volvi como la carne de un nio, y qued limpio (v.14b). Esto es una imagen de la nueva vida que hemos recibido como cristianos. No slo hemos muerto con Cristo, sino tambin hemos resucitado con l a una vida nueva. Una bendicin de siete aspectos Parte del texto arroja luz sobre un nmero de verdades importantes del Nuevo Testamento (ms o menos hacindolos coincidir, he sacado siete puntos). El bautismo de Naamn en el Jordn explica que: (1) Hemos sido limpiados de los pecados e iniquidades que nos asan y amancillaban a los ojos de un Dios santo (Juan 13:10; Hebreos 10:22; 1 Pedro 1:22);

(2) Hemos sido librados del poder del pecado que nos destrua y se extenda insidiosamente en nuestras vidas (Romanos 8:2); (3) Hemos nacido de nuevo (Juan 3:3+5); (4) Tenemos vida juntamente con Cristo (Efesios 2:5; Colosenses 2:13); (5) Si alguno est en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron (2 Corintios 5:17; Tito 3:5); (6) Nos hemos despojado del viejo hombre y nos hemos vestido del nuevo hombre (Glatas 3:27; Efesios 4:22-24; Colosenses 3:9-10); (7) A partir de ahora podemos vivir en novedad de vida (Romanos 6:4). Aqu tambin aparece que las Escrituras hablan con frecuencia de la purificacin del leproso y casi nunca de su curacin. Asimismo, el pecado nos convierte en inmundos delante de Dios, quien es muy limpio de ojos para ver el mal. La promesa del profeta fue: ... y sers limpio (v. 10b). Al mantener esto, leemos aqu: ... y qued limpio (v. 14b). Tambin nosotros, como discpulos de Cristo, somos completamente limpios (Juan 13:10). d. Andar en novedad de Vida 2 Reyes 5:15-19 En este cuarto captulo veremos cmo Naamn, despus de haber sido limpiado, su deseo era slo servir al Dios de Israel. Esta es una leccin importante para nosotros, pues como cristianos tambin deseamos servir y adorar al Dios vivo y verdadero. La nueva vida de gratitud de Naamn Cul fue la reaccin de Naamn a su curacin y purificacin? Volvi a Eliseo a fin de mostrarle su gratitud (v. 15a). A este respecto, l es la semejanza perfecta del samaritano en Lucas 17, un extranjero que tambin se volvi para agradecer a Dios despus de ser limpiado de su lepra. Nosotros tambin deberamos hacer eso como los redimidos del Seor. Deberamos caer a las plantas de nuestro Salvador y darle honra por nuestra salvacin. Despus de nuestra conversin, deberamos igualmente mostrar una nueva obediencia. Aqu vemos una figura de ello. No hubo huella alguna de soberbia en Naamn cuando se volvi al varn de Dios, l y toda su compaa. No permaneci sentado en su carro, como hiciera en su primer encuentro, sino fue a la casa del profeta. Muy abyecto, le habl de s como si fuera criado de Eliseo: He aqu ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algn presente (lit. bendicin) de tu siervo (v. 15b). Naamn haba llegado a conocer al Dios verdadero, al Dios de Israel, el Creador del cielo y de la tierra. Reconoci que todos los dems dioses eran dolos, que no tenan poder alguno para salvar (Isaas 45:20). Quera mostrar su gratitud a Dios, ofreciendo un presente a Eliseo. Lo hizo con buena intencin, pero tuvo que aprender que la gracia de Dios era completamente gratuita. Lo mismo se puede decir de nosotros acerca de este principio. No podemos pagar nada por nuestra salvacin. La salvacin en Cristo es de balde. La verdadera bendicin es exclusivamente de arriba, y desciende del Padre de las luces. Ello explica por qu el profeta rechaz la recompensa con determinacin. Era un siervo del Dios viviente y no poda aceptar nada por el milagro de la purificacin de Naamn. Pese a que ste ltimo insisti en que aceptara algo, sigui negndose (v. 16). Este principio tambin vale para nosotros: de gracia recibisteis, dad de gracia (Mateo 10:8). Es una manera perniciosa de pensar o suponer que la piedad, a saber, el servicio de Dios, es un medio de ganancia (1 Timoteo 6:5). No obstante, Giezi era una persona que haba perdido el camino de la verdad, como podremos ver.

Vivir en la presencia de Dios Pero el corazn de Naamn se mantena en el lugar correcto. No importa cmo, l quera servir al Dios de Israel. Aunque no poda pagar nada al profeta por su lavamiento, poda preguntarle algo. Pues Naamn realmente quera empezar una vida nueva. Esto es tambin verdad para nosotros. Despus de haber sido levantados con Cristo a una nueva vida, debemos caminar en las buenas obras que Dios nos ha preparado de antemano (Efesios 2:10). El general del ejrcito sirio tena el siguiente deseo: Te ruego, pues, de esta tierra no se dar a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aqu en adelante tu siervo no sacrificar holocausto ni ofrecer sacrificio a otros dioses, sino a Jehov (v. 17). Tenemos aqu una prueba clara de su conversin, un bonito fruto de la nueva vida que haba recibido. Cuando nos volvimos de los dolos a Dios, a partir de ese instante nuestro deseo fue servir al Dios vivo y verdadero (vase 1 Tesalonicenses 1:9). Debemos servirle segn Su voluntad revelada, sobre una base que responda a Su santidad tal como Naamn dese servirle sobre terreno puro. Probablemente que de esta carga de tierra hiciera un altar de tierra para el Seor y sacrific en l sus holocaustos y ofrendas de paz (vase xodo 20:24). Los patriarcas de Israel haban procedido del mismo modo. Con frecuencia hacan altares de tierra, como vemos en el libro del Gnesis. El servicio del verdadero Dios va tomando forma en nuestro culto personal, en nuestra conducta privada, pero tambin en nuestra adoracin pblica. Poseemos un altar as donde invocar el nombre del Seor? Como cristianos s tenemos un altar, como Hebreos 13:10 nos ensea. Este no es un altar de tierra, en el sentido pleno de la palabra, o uno de oro o de bronce, sino un altar en su sentido simblico. Tenemos un lugar donde nos encontramos con Dios, o a decir verdad, una Persona por la cual nos acercamos. Cristo mismo es el verdadero Centro de nuestro culto y por l tenemos acceso a Dios y libertad para entrar en el Lugar Santsimo (Hebreos 10:19; 13:15). Servimos a nuestro Dios con un corazn agradecido, particular y colectivamente con los dems? Nos acercamos a l como sacerdotes? Ofrecemos sacrificios de alabanza a Dios, es decir, el fruto de nuestros labios, dando gracias a Su nombre? Le pagamos tributo por Su gran salvacin? Entendemos que slo a l le debemos nuestra purificacin? Vivir sin compromisos mundanos Aqu vemos algo ms. Una vida tal en presencia de Dios, de cierto traer dificultades, pues no podemos servir ambos a Dios y al mundo. La gente que nos rodea insistir en que hagamos un compromiso. Naamn tambin tuvo este problema. Al instante se dio cuenta, y se lo mencion con toda sinceridad a Eliseo (v. 18). Su seor, el rey de Siria, se quedara probablemente sirviendo a los dolos. Debera l entrar en el templo del dolo como el siervo en cuyas manos depositaba el rey su confianza? (vase 2 Reyes 7:2). Lo perdonara Dios si, como parte de sus obligaciones, fuera a inclinarse ante Rimn? (Rimn era el dios de los sirios, y el dios asirio del trueno. Era el mismo que Hadad, de quien se deriva el nombre de Ben-adad. A veces, ambos nombres aparecen juntos en el orden Hadad-rimn Zacaras 12:11). No recibi una contestacin rebuscada. El profeta simplemente dijo Ve en paz (v. 19). Ello no quiere decir que Eliseo aprobara tal ambigedad. Era imposible servir ambos a Dios y a Rimn, aunque ste slo resultara de la tradicin. Dios no quiere que un creyente tenga comunin con los dolos (1 Corintios 10:14-22). Pero l salvara esta dificultad a Su tiempo y a Su manera. Eliseo estaba convencido de ello, e incluso poda tranquilizar la conciencia de Naamn. Naamn poda seguir su camino gozoso, como se dice tan maravillosamente del eunuco etope (Hechos 8:39). Nadie poda quitarle la paz que haba hallado. Por eso fue tambin una respuesta muy acertada. Las personas que acaban de convertirse no deben pugnar con una larga lista de normas y regulaciones. Deben aprender a caminar por la fe. Dios mismo los lleva por las sendas de justicia por amor de Su nombre, y los ayudar a resolver sus problemas.

e. El Final de Giezi 2 Reyes 5:20-27 Despus de ver cmo Naamn fue limpiado y de cmo dedic su vida a Dios, prestaremos atencin ahora al final infeliz de Giezi. Este es un serio aviso para los cristianos nominales. La ambicin de Giezi El final de este captulo bblico forma el negro equivalente de la historia de la purificacin de Naamn. La ambicin de Giezi contrast agudamente con el altrusmo de Naamn. Las mentiras del criado acentuaron la sinceridad de su seor an con ms intensidad. Vemos igualmente aqu que Dios prueba los corazones y las mentes (Salmos 7:9; Jeremas 11:20). Discierne los pensamientos y las intenciones del corazn (Hebreos 4:12). Hasta saca a la luz lo oculto de las tinieblas y manifiesta los propsitos de los corazones (1 Corintios 4:5). Tiene la potestad de dejar al desnudo a los hipcritas, pues l conoce todo. Luego aqu omos lo que Giezi pensaba y el plan que traz (v. 20). Pens que su secreto quedara oculto. No tom en cuenta al Dios viviente. Qu fallo de cuentas, qu error pensar que poda abusar de su posicin y de la autoridad del varn de Dios sin sus serias consecuencias! Giezi, llevado por el deseo de riqueza y dinero, fue de pecado en pecado. Es una amarga lista de mentiras de pecado y trampas, de menosprecio a su seor y abuso de la autoridad de ste. En efecto, el amor al dinero es la raz de todos los males (1 Timoteo 6:10). La codicia no es nada menos que idolatra (Colosenses 3:5). Giezi tuvo incluso la fuerza de jurar a Dios que correra tras Naamn y tomara algo de l: ...Vive Jehov. Qu falso juramento ms descarado! Giezi dio la impresin de ser piadoso, pero pronto fue puesto al descubierto. El criado del profeta tena poco respeto por los tratos de su seor. Era incomprensible para l que su seor hubiera ayudado a ese sirio, a ese enemigo de Israel, sin compromiso alguno. Segn parece, daba poca importancia al hecho de que con motivo de ello, Naamn haba llegado a conocer al Dios de Israel y haba aprendido a vivir por gracia. Sera una lstima perder una oportunidad as! Rpidamente corri tras l para compensar este descuido! Naamn vio a alguien que corra tras l. Salt de su carro y dijo preocupado: Va todo bien? (v. 21). Giezi tena su mentira a punto. Dos profetas (pobres) haban venido a Eliseo. La cuestin, ahora, era si ellos tenan un talento de plata y dos vestidos nuevos. Pues claro, contest Naamn. Estaba contento de poder mostrarle su gratitud al respecto, y le dio el doble de la cantidad de plata que pidi. Con el auxilio de los criados de Naamn, Giezi se llev todo a la colina cerca de la casa de Eliseo. All se despidi de los hombres. Escondi el tesoro en lugar seguro (v. 22-24). Su confrontacin con Eliseo Como si nada hubiera ocurrido, Giezi entr y permaneci delante de su seor. Fingi ser un criado fiel. Eliseo hizo una pregunta reveladora: A dnde fuiste, Giezi? (v. 25a). Preguntas as de penetrantes son caractersticas de las Escrituras. En el libro del Gnesis, por ejemplo, existen tres preguntas vitales: Dnde ests t? Qu has hecho? De dnde vienes t, y a dnde vas? (Gnesis 3:9; 4:10; 16:8). Con una ltima mentira, Giezi intent ocultar su engao: Tu criado no ha ido a ninguna parte (v. 25b). Literalmente, dice que no fue por tal ni cual camino. Luego sigue su desenmascaramiento, pues Dios haba revelado la verdad a Eliseo. Vio lo que ocurri: No estaba tambin all mi corazn, cuando el hombre volvi de su carro a recibirte? (v. 26a). Eliseo an plante una pregunta indagadora: Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, vias, ovejas, bueyes, siervos y siervas? (v. 26b). Giezi pens, en efecto, que sta era una oportunidad nica para edificar una vida para l solo. Pero aun hoy, muchos creyentes estn fcilmente influenciados por la prosperidad material!

Pero si nos servimos de esta pregunta de manera algo ms tolerante, vemos aqu que Giezi no reconoci la naturaleza real de los das en que viva. No cay en la cuenta de que eran tiempos en que el juicio estaba cercano (vase Lucas 12:56). No entendi que era mejor vivir en vituperio con el varn de Dios que vivir en prosperidad. Y qu hay de nosotros? Nos damos cuenta de que vivimos en los ltimos tiempos? Poseemos conocimiento de los tiempos, para saber lo que Israel debera hacer? (vase 1 Crnicas 12:32). Deseamos ser fieles siervos del Seor, quienes aman Su venida? Su castigo Giezi fue castigado equitativamente con la misma enfermedad de la que se haba curado Naamn. Ahora que se haba apropiado con equvoco de la plata de Naamn, tambin recibi su enfermedad. Adems, fue un castigo colectivo (vase Josu 7:24; Daniel 6:24). La lepra de Naamn se pegara a l y a sus descendientes para siempre (v. 27a). Despus Giezi dej a su seor: y sali de delante de l, leproso como la nieve (v. 27b; vase xodo 4:6; Nmeros 12:10). Totalmente marcado por la enfermedad, sali de delante de l. Era una imposibilidad moral para l permanecer cerca de Eliseo, aunque poda declarrsele limpio segn la ley con respecto a la lepra (Levtico 13:13). Este severo castigo fue de acuerdo con la gravedad de sus pecados: (1) (2) (3) (4) (5) (6) No tom en cuenta que el amor hacia el dinero era la raz de toda suerte de males. Cedi a sus deseos carnales de dinero y riquezas. Abus de la autoridad del varn de Dios ante Naamn. Minti al profeta. Manch la reputacin de la misericordia divina delante de un no israelita. No mostr una comprensin correcta del fin de los das en que viva.

Pero qu terrible para alguien que haba vivido tan cerca de Eliseo tener que marchar de la presencia del profeta de esa manera! No sabemos si jams lo volvi a ver. Este es un serio aviso para los cristianos profesantes, pues todos los que estn familiarizados con Cristo, el varn de Dios, todava no lo conocen en sus corazones. El final de Giezi nos hace pensar de lo que Pablo, profeta importante del Nuevo Testamento, escribi a los corintios que profesaban conocer al Seor: El que no amare al Seor Jesucristo, sea anatema. El Seor viene (1 Corintios 16:22). Una persona as debe enfrentarse al castigo eterno, a la destruccin eterna de la presencia del Seor y de la gloria de Su poder (2 Tesalonicenses 1:9).