Biologia 1

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¿Qué es la diabetes?

La diabetes es una enfermedad crónica (de larga duración) que afecta la forma en que el cuerpo
convierte los alimentos en energía.

Su cuerpo descompone la mayor parte de los alimentos que come en azúcar (también llamada
glucosa) y los libera en el torrente sanguíneo. El páncreas produce una hormona llamada insulina,
que actúa como una llave que permite que el azúcar en la sangre entre a las células del cuerpo
para que estas la usen como energía.

Tipos de diabetes
Diabetes tipo 1. Suele aparecer con mayor frecuencia en la infancia o la juventud, aunque es
posible que se manifieste más tardíamente. Aunque su origen todavía no esta muy claro, se
sospecha que existe una reacción autoinmune que provoca que las defensas del propio organismo
ataquen a las células productoras de insulina del páncreas, lo que da lugar al déficit de esta
sustancia. Las personas que la padecen necesitan inyecciones diarias de insulina para controlar sus
niveles de glucosa en sangre, sin las que no podrían sobrevivir.

Diabetes tipo 2. Es el tipo más común de diabetes, pues abarca, según datos de la Fundación para
la Diabetes, entre el 85% y el 90% del total de los casos. Cuando se sufre diabetes tipo 2, el
organismo puede producir insulina, pero no lo hace en la cantidad adecuada o no es capaz de
responder a sus efectos, lo que provoca la acumulación de la glucosa en la sangre. Al principio, los
pacientes no requieren insulina para sobrevivir, aunque a menudo acaban necesitándola. Suele
aparecer en adultos, muchas veces con obesidad o hipertensión, pero cada vez se dan más casos
en niños y adolescentes. En ocasiones, tarda años en diagnosticarse porque pueden no existir
síntomas que alerten de este problema.

Diabetes gestacional. Durante el embarazo puede ocurrir que los cambios hormonales propios de
este estado originen un bloqueo de la función de la insulina. Cuando esto sucede, los niveles de
glucosa se pueden incrementar en la sangre de una mujer embarazada. Suele presentarse en una
etapa avanzada de la gestación y afecta a alrededor del 5% de las mujeres embarazadas. Aunque
normalmente desaparece tras dar a la luz, constituye un factor de riesgo para desarrollar diabetes
tipo 2 en el futuro, tanto para las madres como para sus hijos.

Diabetes tipo LADA. La Fundación para la Diabetes advierte de que en los últimos años se está
prestando atención a un tipo de paciente con diabetes tipo 2, pero que, al mismo tiempo,
presenta los anticuerpos positivos característicos del tipo 1. Probablemente, este tipo de
diabéticos acabe necesitando tratamiento con insulina.

causas
Aunque los factores de riesgo que provocan la diabetes tipo 1 no están bien definidos, sí se sabe
que están implicados aspectos genéticos, autoinmunes y ambientales, y que los pacientes tienen
tendencia a sufrir otras alteraciones del sistema inmunológico. En el caso de la diabetes idiopática,
de la que se desconoce la causa, el factor hereditario parece ser crucial.
Por su parte, la diabetes tipo 2 aparece cuando el organismo se hace resistente a la insulina. Esto
sucede cuando los tejidos corporales (por ejemplo, el músculo) no responden completamente a la
insulina y, por tanto, no pueden usar la glucosa de la sangre para obtener energía. El páncreas
responde produciendo más insulina y el hígado, donde se almacena la glucosa, libera más cantidad
de ésta para tratar de aumentar su disponibilidad. Finalmente, el páncreas se vuelve incapaz de
producir suficiente cantidad de insulina y los tejidos se hacen más resistentes a ella. En
consecuencia, los niveles de glucosa en sangre comienzan a aumentar paulatinamente.

Tampoco se conocen las razones que llevan a desarrollar la diabetes tipo 2, pero la obesidad,
presente en el 80% de los casos, constituye uno de los principales factores de riesgo, al igual que la
hipertensión y la hipercolesterolemia. También influyen en el desarrollo de esta enfermedad la
edad, la mala alimentación o la falta de actividad física, así como los factores genéticos, los
antecedentes familiares, el origen étnico y una nutrición inadecuada durante el embarazo. Por
último, tienen más probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2 las mujeres que han sufrido
diabetes gestacional, así como aquellas personas que padecen alteración de la tolerancia a la
glucosa (ATG) o alteración de la glucosa en ayunas (AGA).

Síntomas
Por un lado, cuando los niveles de azúcar están altos, el paciente tiene una sensación continua de
mucha hambre y sed. A pesar de ello, puede incluso perder peso. También es habitual la necesidad
de orinar muy a menudo y sentir un gran cansancio. Estos síntomas pueden ser los primeros
signos de diabetes tipo 1. Además, en caso de unos niveles extremadamente altos de azúcar en
sangre, puede aparecer la cetoacidosis diabética, que se caracteriza por una respiración profunda
y rápida, aliento con olor a fruta, náuseas y vómitos, incapacidad de retener líquido y dolor de
estómago. Todos estos síntomas pueden ser de gravedad y requieren ingreso hospitalario.

Así mismo, a veces puede darse la circunstancia contraria, sobre todo en pacientes en tratamiento
con insulina: el azúcar está demasiado bajo en la sangre (hipoglucemia), lo que se manifiesta con
temblores, sudoración, debilidad, nerviosismo, hambre, y latidos cardíacos rápidos
(palpitaciones).

Por otra parte, las personas con diabetes tipo 2 generalmente no presentan síntomas al principio,
y es posible que no los tengan durante muchos años. En estos casos, la detección de la diabetes
suele llegar por análisis de sangre, pero el paciente puede reconocer la enfermedad ante signos
como visión borrosa, disfunción eréctil, y dolor o entumecimiento en los pies o las manos.

tratamiento
En aquellos pacientes que ya han sido diagnosticados de diabetes, lo más importante para
establecer un tratamiento es hablar con el médico sobre cuáles son los niveles óptimos de azúcar,
colesterol y tensión arterial que debe tener la persona diabética. A partir de ahí el objetivo
principal será mantenerlos dentro de la normalidad, sobre todo los niveles de glucosa en sangre,
para minimizar el riesgo de complicaciones.
El actual Consenso Europeo presenta unas recomendaciones del control de la glucemia basadas en
tres variables:

Hemoglobina glicosilada HbA1c menor o igual 6,5 (indica los niveles medios de glucosa en sangre
durante los últimos tres meses).

Glucemia (plasma venoso) en ayunas menor 110 mg/dl.

Autoanálisis domiciliarios antes de las comidas de 100 mg/dl y dos horas después de las comidas
de 135 mg/dl.

Además, el tratamiento también pretende evitar las hipoglucemias (bajadas de glucosa); eliminar
los síntomas; controlar los factores de riesgo cardiovascular para retrasar la aparición de
complicaciones cardiovasculares, y prevenir las de cualquier otro tipo; establecer una nutrición
adecuada, promover el autocuidado y mejorar la calidad de vida del paciente diabético.

Para ello, el tratamiento de la diabetes se basa en cinco pilares:

Dieta.

Ejercicio físico.

Autocontrol analítico en el domicilio.

Comprimidos o insulina.

Educación en diabetes.

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