Bases de Datos de ADN MBaeta-Jarreta
Bases de Datos de ADN MBaeta-Jarreta
Bases de Datos de ADN MBaeta-Jarreta
net/publication/44605825
[Current status of DNA databases in the forensic field: new progress, new
legal needs]
Article in Revista de derecho y genoma humano = Law and the human genome review · July 2009
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Begoña Martinez-Jarreta
University of Zaragoza
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Begoña Martínez-Jarreta
Laboratorio de Medicina Forense. Universidad de Zaragoza (Zaragoza, España)
Resumen / Abstract: Una de las cuestiones más polémicas en relación con el uso del ácido
desoxirribonucleico (ADN) en el ámbito penal se refiere a la creación de bases de datos de ADN.
Hasta hace relativamente poco tiempo, España carecía de una ley que amparara el
establecimiento de un banco nacional de perfiles de ADN con fines forenses, y que preservara
los derechos fundamentales de los individuos cuyos datos son archivados. La ley reguladora de
la base de datos policial sobre identificadores obtenidos a partir del ADN, aprobada en 2007,
cubre este vacío de la legislación española y responde a la incesante necesidad de adaptar las
leyes a los continuos avances científicos y tecnológicos.
One of the most polemic issues regarding the use of deoxyribonucleic acid (DNA) in the legal
sphere, refers to the creation of DNA databases. Until relatively recently, Spain did not have a law
to support the establishment of a national DNA profile bank for forensic purposes, and preserve
the fundamental rights of subjects whose data are archived therein. The regulatory law of police
databases regarding identifiers obtained from DNA approved in 2007, covers this void in the
Spanish legislation and responds to the incessant need to adapt the laws to continuous scientific
and technological progress.
Desde que en 1985 se utilizara por primera vez la prueba del ADN en la resolución de un
caso forense en Inglaterra [1], la genética forense ha experimentado un espectacular avance
científico y tecnológico, que la ha convertido en uno de los sistemas biométricos de identificación
individual de mayor uso en el ámbito forense. Así, en la actualidad la prueba de ADN, también
conocida como huella genética, constituye una herramienta imprescindible para la resolución de
un amplísimo número de problemas judiciales relacionados con la identidad biológica, tanto en
casuística forense como en paternidades biológicas [2, 3].
El ADN conforma el código genético de cada individuo, identificándonos como seres únicos
e irrepetibles. Consecuentemente, no habrá dos personas con el mismo ADN (excepto en caso
de gemelos univitelinos), por lo que la prueba de ADN posee un elevado poder de
individualización. Esta particularidad permite relacionar a un sospechoso con la escena del
crimen, partiendo de indicios tan pequeños como restos de saliva en una colilla, cabellos
presentes en las ropas o células de la piel, hallados en el lugar del delito.
Las bases de datos de ADN más utilizadas en el ámbito forense son aquellas que se
elaboran con fines de investigación criminal y que algunos autores han venido a denominar
bases de datos ―inteligentes‖. Se trata de archivos que contienen, por un lado, perfiles de ADN
obtenidos de individuos sospechosos o condenados en una causa penal, y por otro lado, perfiles
de ADN anónimos obtenidos de vestigios biológicos encontrados en escenarios de delito. La
búsqueda de posibles coincidencias entre los perfiles de estas bases de datos permitirá una
primera identificación de la procedencia de los vestigios.
Muchos países han desarrollado o están en vías de desarrollar este tipo de bancos de datos
de ADN. A nivel europeo, existen bases de datos operativas en Gran Bretaña, Holanda, Austria,
Alemania, Finlandia, Noruega, Dinamarca, Suiza, Suecia, Grecia, Bélgica, Francia, y España,
entre otros [12, 13]. Inglaterra fue el primer país del mundo en disponer de una base de datos de
ADN (1995), y en la actualidad contiene casi 5 millones de perfiles genéticos registrados, siendo
una de las bases de perfiles genéticos más grande del mundo [14], junto con la de E.E.U.U
(CODIS, Combined DNA Identification System) [15].
Por otro lado, también se han creado bases de datos de ADN para la identificación de
desaparecidos [16]. Estos archivos son de gran utilidad en conflictos bélicos o grandes
catástrofes, ya que facilitan la identificación de restos mediante la comparación de su perfil
genético con perfiles obtenidos de familiares o de muestras ante-mortem del propio individuo
(por ejemplo de cepillos de dientes o peines). Estas bases se usaron con mucho éxito en la
identificación de las víctimas de los ataques terroristas del 11 de Septiembre de 2001 en Nueva
York [17] y del 11 de Marzo de 2004 en Madrid [18], entre otros casos.
3. Marcadores genéticos
Idealmente todas las bases de datos de ADN nacionales deberían incluir los mismos
marcadores genéticos para facilitar el intercambio de información genética a escala internacional.
Por ello, la comunidad científica internacional está realizando importantes esfuerzos para
establecer unas pautas comunes en cuanto a número y marcadores a incluir en las bases de
datos nacionales [19-21]. A pesar de ello, si bien se ha alcanzado un cierto consenso todavía
existen discrepancias derivadas de la gran variedad de marcadores y técnicas disponibles en los
diferentes laboratorios de los distintos países.
Actualmente los marcadores genéticos de elección son los denominados Short Tandem
Repeats (STRs). Se trata de pequeñas regiones ADN (de 100-400 nucleótidos) compuestas por
una secuencia de 2-7 bases que se repite en tándem un número variable de veces. Estos
marcadores presentan una alta variabilidad en el número de repeticiones entre los individuos de
una población, por lo que su determinación ofrecerá un elevado poder de discriminación
individual. Como es de esperar, a mayor número de STRs analizados, mayor poder de
discriminación se obtendrá. Por ello, el uso de kits forenses, como Identifiler (Applied
Biosystems) o Powerplex® 16 (Promega Corporation), ha supuesto un gran avance en la
identificación individual, ya que permite estudiar simultáneamente más de 15 STRs y el marcador
de Amelogenina (determinación del sexo) en un único análisis. Además, la utilización de los
mismos kits comerciales facilita la estandarización de la misma batería de marcadores genéticos
[22].
El incremento del número de STRs incluidos en las bases de datos, así como la
implementación de marcadores de menor tamaño como los miniSTRs [23], permitirán aumentar
notablemente la información genética ya existente. De esta manera se mejorará el poder de
discriminación del sistema, la sensibilidad en el análisis de pequeñas cantidades de ADN, y
finalmente la solvencia y el rendimiento de los procedimientos de identificación en los que estos
bancos se utilicen [24].
La gran repercusión mediática que ha tenido la creación de las bases de datos de ADN en
el ámbito forense, ha dado paso a un interesante debate entre sus defensores y detractores [25].
Muchas han sido las opiniones que se han mostrado favorables a la creación de bases de
datos de ADN con fines de investigación criminal. En primer lugar, se señala su gran utilidad a la
hora de facilitar la resolución de delitos, tanto en la determinación de la autoría, como en la
exculpación de inocentes injustamente implicados en los mismos. La comparación de un perfil
genético ―anónimo‖ obtenido en una escena de un crimen con los perfiles genéticos presentes en
las bases de datos de ADN, puede clarificar quien es el autor de dicho crimen, así como
relacionar distintos crímenes con un mismo autor, algo que de otro modo sería extremadamente
difícil.
Erróneamente se puede pensar que las bases de datos, y la prueba de ADN en sí,
únicamente favorecen a la identificación de culpables de hechos delictivos, cuando en realidad,
se trata de una herramienta fundamentalmente exculpatoria. Su uso ha permitido el cierre de
numerosas causas pendientes que mediante los métodos convencionales de investigación no se
habían podido resolver. En EE.UU, desde 1992 hasta el momento actual, se calcula que
alrededor de 250 presos acusados, juzgados y condenados por distintos delitos han sido
finalmente absueltos gracias a exámenes comparativos de ADN (The Innocence Project) [26]. En
España, la prueba del ADN también ha sido fundamental en la exoneración de inocentes, como
sucedió en el ya citado caso del asesinato de Rocío Wanninkhof, en el que mediante el estudio
de ADN se pudo exculpar a Dolores Vázquez, única acusada por el crimen, a pesar de que todo
apuntaba hacia su culpabilidad. En este caso el análisis genético jugó un papel crucial para
identificar el auténtico autor del asesinato de Wanninkhof, el británico Tony King. Esto fue posible
gracias a la conexión de este crimen con otro asesinato, el de Sonia Caravantes, cuya resolución
fue fundamental para probar la participación de Tony King en ambos sucesos.
En esta investigación se logró, por un lado, identificar el perfil genético del británico a partir
de restos de piel hallados bajo las uñas de la víctima, y, por otro lado, establecer una
coincidencia con el perfil obtenido de una colilla recogida en la escena del primer crimen,
revelando la implicación del británico en ambos delitos.
Por otro lado, la creación de bases de datos genéticos cumple con otro objetivo de gran
importancia en la lucha criminal: lograr un efecto disuasorio, muy particularmente frente a la
reincidencia criminal. Indudablemente, se valora el elevado poder desalentador que pueda tener
en los delincuentes a la hora de cometer una segunda ofensa, especialmente, en aquellos
condenados por delitos contra la libertad sexual y otros delitos violentos de elevada tasa de
reincidencia [28].
También a nivel internacional las bases de datos se han convertido en una herramienta
de gran utilidad ya que, como se ha comentado anteriormente, facilitan la cooperación entre
países en la reducción y prevención del crimen, al permitir el intercambio de información
transfronterizo y la subsiguiente identificación de criminales en un contexto como el actual de
globalización y elevada movilidad de la población [29].
Por todo lo que se ha expuesto en los anteriores puntos, resulta lógica la postura de los
defensores de las bases de datos de ADN, ya que su creación y puesta en marcha ha
demostrado ser beneficiosa para la sociedad, al comportar un aumento de la eficacia policial y,
consecuentemente, una mayor percepción pública de seguridad. A pesar de ello, hay detractores
que se oponen al establecimiento de estos bancos de datos.
Desde momentos iniciales se entendió que el procedimiento a adoptar debiera ser acorde
con el principio de proporcionalidad, es decir, sería necesario ponderar en cada caso:
De manera que tan solo cuando los intereses sociales o colectivos hubieran de prevalecer
sobre los individuales, en virtud de este principio, la toma de muestras quedaría plenamente
justificada y legitimada [32].
En todo caso, si bien la toma de muestras puede requerir una pequeña intervención
corporal, ésta es mínima (bastará con saliva, un pelo, etc.). Por lo tanto, tal intervención sería
comparable a la realización de una prueba de alcoholemia o a una prueba radiológica para
detectar si una persona porta drogas en el organismo; que por otro lado son pruebas de obligado
cumplimiento por el individuo y no cuestionadas.
Otros de los derechos individuales que podrían verse limitados por la práctica de la toma de
muestras son los derechos a no declarar contra uno mismo y de presunción de inocencia. En
estos casos, la jurisdicción ha sido constante a la hora de considerar que estos derechos no se
verían afectados de modo alguno por el hecho de que se solicite o compela al sospechoso a
proporcionar una muestra corporal para el análisis de ADN para los fines del procedimiento [33].
Tal y como ocurre en otros casos «Esta actuación no puede ser entendida como un acto
encaminado a lograr el reconocimiento del sujeto de determinados hechos o su interpretación o
valoración de los mismos, sino como simples pericias de resultado incierto, que no pueden
catalogarse como obligaciones de autoincriminarse, es decir, como aportaciones o
contribuciones del sujeto que sostengan o puedan sostener directamente su propia imputación
penal o administrativa (STS 161/97).
Por otro lado, no debemos olvidar que de forma paralela a los bancos de perfiles de ADN
también se están creado archivos de muestras y materiales biológicos. Esto genera una
situación de riesgo ya que dichas muestras podrían ser utilizadas en el futuro para desvelar
datos personales sensibles, si no se produce una correcta regulación legislativa al respecto [33].
Otra cuestión que preocupa acerca de la creación de este tipo de bancos de ADN es el
hecho de que los perfiles contenidos no ofrecen únicamente los datos del individuo en cuestión,
sino también del conjunto de familiares que comparten una misma herencia genética [35]. Bien
sabido es que la probabilidad de que dos personas emparentadas presenten en común un
determinado alelo es mayor que la correspondiente a dos individuos elegidos al azar, por
ejemplo, personas con relaciones de parentesco de primer grado (hermanos, padres-hijos)
comparten una media del 50 % de la herencia genética. En consecuencia, si en una
investigación policial se realiza una búsqueda de un perfil no identificado en la base de datos, y
se produce una coincidencia parcial (de algunos marcadores) con alguno de los perfiles
almacenados, se puede llegar a concluir que la persona a identificar es familiar de la ya fichada,
reduciendo así el cerco de investigación. Por lo tanto, en cierto modo, cuando se incorpora el
perfil genético de una persona en la base de datos, su entorno familiar también queda incluido en
ella.
El uso del método de investigación por familias, conocido como “familial searching”, ha sido
utilizado ya con éxito probado y notorio por la Policía en algunos países, a pesar del debate ético
surgido a su alrededor. Así ha permitido resolver algunos casos policiales reabiertos como la
violación y asesinato de una mujer de Carolina del Norte (USA), crimen por el que Darryl Hunt
fue condenado erróneamente en 1984. Tras 18 años en prisión fue liberado gracias al análisis
retrospectivo en muestras de ADN de la escena del crimen, al no coincidir con su perfil.
Posteriormente al comparar el ADN de muestras halladas en la escena del crimen con 40.000
perfiles de la base de datos estatal no se dio ninguna coincidencia, así que se buscaron
coincidencias incompletas, es decir, de algunos alelos de los marcadores genéticos estudiados.
De esta forma se obtuvo una coincidencia parcial, Anthony Brown. Tras descartar la autoría del
crimen por parte de dicho individuo, se procedió al análisis del ADN de su hermano Willard, que
en este caso sí presentó una coincidencia perfecta con las evidencias halladas en el crimen.
Desde el punto de vista ético y legal, el uso de este método indirecto de identificación ha
sido criticado por la posible vulneración de derechos individuales básicos como el derecho a la
intimidad, la propia presunción de inocencia y el derecho a no declarar contra uno mismo. A
modo de ejemplo, se puede tomar como referencia Gran Bretaña, país en el que el uso de este
método es bastante rutinario. La base de datos británica incluye el perfil de todos los individuos
arrestados, por lo que estaríamos hablando de más de 4.500.000 de personas ―fichadas‖ (más
del 8% de la población). Con este nivel de inclusión tan elevado, la práctica del “familial
searching” fácilmente podría derivar en posibles casos de intromisión individual y familiar [36].
Por todo lo anteriormente comentado, es imprescindible y debe exigirse que cada país tome
las cautelas necesarias para evitar riesgos conocidos y evitables, de manera que se genere un
marco de seguridad jurídica estable que garantice el correcto uso de los bancos de datos. Lograr
que estas potenciales vías de vulneración de bienes individuales no supongan un peligro real en
la práctica es un objetivo asumible y exigible.
Casi todos los países europeos cuentan con un marco jurídico específico que atiende a estas
circunstancias y permite optimizar el desarrollo y buen funcionamiento de las bases de datos.
Las diferencias entre las distintas legislaciones son sustanciales [37], especialmente en cuanto al
tipo de delitos que dan lugar al registro del perfil de ADN, a las personas a incluir y a los plazos
de cancelación. Por ejemplo, mientras que en Alemania tan solo se incluyen los perfiles de
condenados o sospechosos susceptibles a volver a cometer unos determinados delitos
(enumerados en su legislación), en el Reino Unido, con una legislación más permisiva, se
incorporan los perfiles tanto de sospechosos como de condenados por sentencia firme, sin hacer
excepción por tipo o gravedad de delito.
Hasta muy recientemente en España existían varías bases de datos genéticos para fines de
investigación criminal (de la Policía Nacional, de la Guardia Civil, del Instituto Nacional de
Toxicología y Ciencias Forenses y de la Ertzaintza), todas ellas declaradas ante la Agencia de
Protección de Datos y publicadas en el BOE (o bien en el Boletín Oficial del País Vasco en el
caso de la base de datos de la Ertzaintza). No obstante, no había ninguna normativa específica
que amparará la creación de una base de datos genéticos a nivel nacional en la que se
integrarán todos los ficheros de las Fuerzas y Cuerpos del Estado.
Con esa finalidad, en 1998 el Ministerio de Justicia crea un grupo multidisciplinar de trabajo
que establece las bases para una futura ley con la elaboración del borrador de Anteproyecto de
Ley Reguladora de las Bases de Datos [38]. Como anteriormente se ha comentado, en el 2003
se modifica la Ley Orgánica 10/1995, del Código Penal, introduciendo algunos cambios en los
artículos 326 y 363 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal [31], a fin de proporcionar cobertura
jurídica a determinadas prácticas de investigación mediante el ADN. En primer lugar, en
referencia a la problemática anteriormente comentada de la toma de muestras sin
consentimiento del implicado, se establece que «siempre que concurran acreditadas razones
que lo justifiquen, el Juez de Instrucción podrá acordar, en resolución motivada, la obtención de
muestras biológicas del sospechoso que resulten indispensables para la determinación de su
perfil de ADN. A tal fin, podrá decidir la práctica de aquellos actos de inspección, reconocimiento,
o intervención corporal que resulten adecuados a los principios de proporcionalidad y
razonabilidad». Por otro lado, se regula la posibilidad de que los perfiles de ADN obtenidos a
partir de muestras biológicas del lugar del delito o extraídas de sospechosos, puedan ser
incorporados a una base de datos para su empleo en esa investigación en concreto. Pese a los
cambios introducidos, esta reforma no contempla otros aspectos importantes, como la posibilidad
de crear una base de datos que preserve los perfiles de ADN para poder ser utilizados en
investigaciones distintas o futuras, incluso sin el consentimiento expreso del individuo.
Esta novedosa ley contempla la creación de una base de datos policial de identificadores
obtenidos a partir del ADN, que integrará los ficheros de esta naturaleza de titularidad de las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, tanto para la investigación y averiguación de delitos
como para los procedimientos de identificación de restos cadavéricos o de personas
desaparecidas. Esta base de datos policial dependerá del Ministerio del Interior, a través de la
Secretaría de Estado de Seguridad (Art. 2).
Se define el tipo de identificadores obtenidos a partir del ADN que se incluirán en la base de
datos policial, que dependerá de la gravedad y naturaleza del delito cometido (Art. 3). Así se
inscribirán en la base de datos los siguientes datos:
a) Los datos identificativos obtenidos del ADN de muestras o fluidos que, en el marco de una
investigación criminal, hubieran sido hallados u obtenidos del sospechoso, detenido o
imputado, cuando se trate de delitos graves que afecten a derechos fundamentales como la
vida, la libertad, la indemnidad o libertad sexual, la integridad de las personas, el patrimonio
siempre que fuesen realizados con fuerza en las cosas o violencia o intimidación en las
personas, así como en los casos de la delincuencia organizada.
En estos dos casos no se precisará el consentimiento del afectado, el cual será informado
por escrito de todos los derechos que le asisten respecto a la inclusión en dicha base, quedando
constancia de ello en el procedimiento.
Igualmente, podrán inscribirse los datos identificativos obtenidos a partir del ADN cuando el
afectado hubiera prestado expresamente su consentimiento.
También se regula el modus operandi del procedimiento forense (Art. 5). Las muestras o
vestigios recogidos que deban ser analizados se remitirán a los laboratorios debidamente
acreditados por la Comisión Nacional para el uso forense del ADN, para realizar los análisis
biológicos. La autoridad judicial se pronunciará sobre la ulterior conservación de esas muestras.
Sólo podrán realizar el análisis del ADN para identificación genética los laboratorios
acreditados a tal fin por la Comisión Nacional para el uso forense del ADN que superen los
controles periódicos de calidad correspondientes.
La remisión de los datos identificativos obtenidos a partir del ADN, para su inscripción en la
base de datos policial, será efectuada por la Policía Judicial, con todas las garantías legales que
aseguren su traslado, conservación y custodia (Art. 6).
Los datos de la base única podrán utilizarse, en la investigación de los delitos señalados,
por las Unidades de Policía Judicial de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (Policía y
Guardia Civil), así como por las Autoridades Judiciales y Fiscales. En el caso de datos obtenidos
de la identificación de cadáveres o la averiguación de personas desaparecidas, sólo podrán ser
utilizados en la investigación para la que fueron obtenidos.
Podrán cederse los datos a las autoridades judiciales, fiscales o policiales de terceros
países (de acuerdo con lo previsto en los convenios vigentes internacionales ratificados por
España) y a las fuerzas policiales de las respectivas comunidades autónomas, así como al
Centro Nacional de Inteligencia - como elemento de prevención criminal (Art. 7).
Todos los ficheros que integran la base de datos de ADN están sometidos al nivel de
seguridad alto, de acuerdo con lo establecido en la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre
(Art. 8).
Los datos de personas fallecidas se cancelarán una vez se tenga conocimiento del
fallecimiento, excepto en casos de identificación de cadáveres o desaparecidos, en los que no se
cancelarán mientras sean necesarios para la finalización de los correspondientes
procedimientos.
La nueva ley además de regular la creación de una base de datos centralizada que
almacene los perfiles genéticos y permita su utilización en distintas investigaciones, también
responde a los compromisos internacionales que España ha adquirido a través de tratados como
el firmado en Prüm en 2005 [29]. Este tratado establece un marco legal para incrementar la
cooperación entre los Estados miembros en la lucha contra el terrorismo, la delincuencia
transfronteriza y la inmigración ilegal. Con esta finalidad se fomenta el intercambio transfronterizo
de perfiles de ADN y otros datos importantes para la persecución de delitos.
La nueva base de datos se inspira en el modelo CODIS utilizado por el FBI en EE.UU. [40].
Este sistema permite el registro de perfiles y su comparación sistemática con todos los perfiles
de la base de datos de interés en el caso, indicando las posibles coincidencias. Así se equipara
nuestro país a otros países del entorno que ya cuentan con este sistema, facilitando el
intercambio de información transfronterizo.
Antes de la creación de esta base de datos de ADN, los registros de la Policía y la Guardia
Civil contaban con aproximadamente 32.000 y 11.000 perfiles genéticos, respectivamente. De
ellos, aproximadamente el 90% eran anónimos, correspondientes a muestras recogidas
habitualmente en meras inspecciones oculares en el escenario del crimen. De todos ellos, sólo
unos 6.000 estaban identificados. Se estima que con esta ley, a través del cruce de estos perfiles
con los que se obtengan de los sospechosos o imputados por los delitos de especial gravedad
anteriormente señalados, se pueden llegar a tomar entre 20.000 y 30.000 muestras indubitadas
al año e identificar más del 50% de los perfiles que están actualmente en los ficheros. Esto
permitirá la identificación de un número significativo de autores de delitos cuyos perfiles
genéticos se encuentran en la base de datos, pero que actualmente no están identificados. En
una estimación aproximada se calcula que se podrán esclarecer hasta 5.000 casos pendientes al
año [41].
La ley reguladora de la base de datos policial sobre identificadores obtenidos a partir del
ADN ha supuesto un importante avance en materia legislativa en el ámbito forense. Esta
reforma, largamente reclamada por la comunidad forense española, cubre en gran parte las
carencias legales surgidas a raíz del avance científico y tecnológico en el campo de la genética
forense, a la vez que permite cumplir con los compromisos internacionales adquiridos por
nuestro país en materia de intercambio de perfiles de ADN para las investigaciones de
determinados delitos.
Por otro lado, la ley trata con brevedad un aspecto clave como es la conservación de
muestras o vestigios tras la obtención de los perfiles genéticos. La normativa sólo indica que
deberá ser la autoridad judicial la que se pronuncie al respecto, sin entrar en más detalle en
cuanto a la posible creación de bancos de muestras para futuros análisis.
Finalmente, otro problema evidente que se generó con esta reforma legislativa fue el
derivado de la inmediatez con la que entró en vigor. Esto conllevó importantes dificultades
técnicas en cuanto a la creación, validación y posterior aplicación de los protocolos de
consentimiento informado previstos en esta ley, así como de los escritos para informar a los
implicados de los derechos que le asisten respecto a la inclusión en dicha base.
A pesar de todas esas limitaciones es indudable que esta ley constituye un gran avance
en cuanto a la aplicación del ADN en la Justicia Penal. El reto consiste ahora en coordinar
esfuerzos para su correcta aplicación y formular las reformas legislativas necesarias que puedan
surgir a raíz de los nuevos avances científicos. En esta misma línea debe valorarse muy
positivamente la puesta en marcha de la Comisión Nacional para el uso forense del ADN [43],
que debe aportar seguridad jurídica a los análisis de ADN en los procesos penales, y establecer
los criterios científicos y técnicos a seguir en la realización del análisis de ADN, incluyendo la
formulación de propuestas para mejorar la eficacia de la pericia forense.
6. Conclusión
Uno de los desafíos más importantes en esta época de continuos avances científicos es
hallar el necesario equilibrio entre el imparable devenir y evolución de la ciencia y el respeto a los
derechos individuales. El establecimiento de un marco legal y ético que sea suficientemente
flexible para conciliar el progreso científico y tecnológico con el respeto a la dignidad humana
constituye todo un reto y una necesidad incuestionable. Ciertamente, el vertiginoso ritmo de la
ciencia genera momentos de evolución no sincrónica que precisan de ajustes legales continuos,
por ello el derecho no puede sino intentar compensar continuamente los frecuentes e
importantes vacíos legales que puedan producirse.
La nueva ley reguladora de la base de datos policial sobre identificadores obtenidos a partir
del ADN ha supuesto un gran paso a la hora de cubrir las necesidades legislativas surgidas a
raíz de los avances del campo de la genética forense y de la importante demanda social a este
respecto. Con esta reforma legislativa se pretende amparar, dentro del correspondiente marco
jurídico, la creación y el uso de bases de datos de ADN con fines de investigación criminal, y
asegurar su buen funcionamiento y el respeto a los derechos fundamentales de todos los
ciudadanos que puedan verse afectados. La puesta en práctica de esta nueva ley demostrará su
eficacia y evidenciará la necesidad o no de realizar modificaciones para clarificar o ampliar
determinados artículos.
Con esta regulación de nuevo viene hacerse patente la vigencia de la antigua frase de
Esquilo: ―Cada época tiene un sentido según el cual el derecho se desplaza‖.
Bibliografía