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Miercoles de Ceniza

El documento habla sobre el significado de la imposición de cenizas en el Miércoles de Ceniza. Explica que la ceniza simboliza la mortalidad humana y la necesidad de conversión. También describe los ritos y oraciones de la liturgia del Miércoles de Ceniza, incluyendo la reflexión sobre el significado espiritual de la ceniza y el llamado a la penitencia y el cambio durante la Cuaresma.
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Miercoles de Ceniza

El documento habla sobre el significado de la imposición de cenizas en el Miércoles de Ceniza. Explica que la ceniza simboliza la mortalidad humana y la necesidad de conversión. También describe los ritos y oraciones de la liturgia del Miércoles de Ceniza, incluyendo la reflexión sobre el significado espiritual de la ceniza y el llamado a la penitencia y el cambio durante la Cuaresma.
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Imposición de la Ceniza

El Sentido de la Ceniza

“El comienzo de los cuarenta días de penitencia”, en el Rito romano, se caracteriza por el
austero símbolo de las Cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los
antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el
gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad,
que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente
exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada
bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que
acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este
gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual.

Cabe recordar entonces, que ha llegado a formar parte de la Liturgia del Miércoles de Ceniza,
de manera armoniosa y fructuosa. Sin embargo, la imposición de la ceniza no es en sí un
sacramento, sino solo un sacramental, que no tiene carácter de obligación, pero puede ser una
ayuda idónea para la conversión y la vida espiritual. Podemos decir con toda claridad, que hay
compromiso de asistir a la Misa del Miércoles de Ceniza, pero no así de imponerse la ceniza.
Sin embargo, imponerse ceniza es un signo que ayuda a impregnar nuestra preparación
cuaresmal de un espíritu de arrepentimiento y conversión necesarios para vivir la Pascua.

¿Qué significa el Miércoles de ceniza?

La cruz de ceniza es un símbolo para recordar el comienzo de los 40 días de penitencia.

El simbolismo de la ceniza se relaciona con el hecho de ser el residuo frío y pulverulento de la


combustión, lo que persiste luego de la extinción del fuego. La ceniza simboliza la muerte, la
conciencia de la nada y de la vanidad de las cosas, la nulidad de las criaturas frente a su
Creador, el arrepentimiento y la penitencia.

De allí las palabras que Abraham pronuncia en el Génesis:

Aunque soy polvo y ceniza me atrevo a hablar a mi Señor.

Génesis 18:27
Ritos iniciales

V. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

R. Amén

Continúa:

V. Bendigamos juntos al Señor, que en su infinita misericordia nos invita benignamente a la


mesa de su palabra. Digamos todos juntos: Bendito seas por siempre, señor.

R. Bendito seas por siempre, Señor.

El guía invita a todos a orar en silencio durante unos momentos. Después dice:

V. Ahora, pidámosle en silencio a Dios la gracia de la conversión.

Oremos.

Se guarda un momento de silencio; después, continúa:

Que el día de ayuno con el que iniciamos, señor esta Cuaresma, sea el principio de una
verdadera conversión a ti, Y que nuestros actos de penitencia nos ayuden a vencer el espíritu
del mal. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu
Santo, Y es Dios, por los siglos de los siglos.

R. Amén.

Liturgia de la Palabra

Evangelio

Guía: Escuchemos ahora las palabras del santo

Evangelio según san Mateo. (6, 1-6.16-18)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar sus obras de
piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con
su Padre celestial. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen
los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro
que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepa tu mano
izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu padre, que ve lo
secreto, te recompensará. Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, A
quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea
la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar,
entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre,
que ve lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos
hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están
ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes,
perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás y ayunando, sino tu
Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará”.

Palabra del Dios.

R. Te alabamos señor.
Reflexión en torno a la ceniza

El guía hace la siguiente reflexión:

Nos sentamos.

Con el “Miércoles de Ceniza” iniciamos la cuaresma, que es un tiempo especial, en el que la


Iglesia nos invita a la conversión personal, como camino de preparación para nuestra fiesta más
grande: la Pascua de Resurrección. El miércoles de ceniza es un día especial, donde volvemos
nuestro rostro hacia Dios, dejando que su llamado a cambiar de vida toque nuestro corazón. En
este día, miramos hacia nuestro interior, para reconocer con sinceridad nuestras faltas. En este
tiempo de confinamiento que nos toca vivir, la iglesia nos propone a cada uno buscar la
reconciliación con Dios, a través de la reconciliación con el prójimo, y más concretamente, con
los miembros de nuestra familia. Esta preparación dura cuarenta días, porque cuarenta es un
número simbólico usado en la Sagrada Escritura para manifestar tanto la plenitud de la vida y la
voluntad humanas (los 40 años), como para señalar un periodo de preparación para una
misión. Así, el antiguo Pueblo de Dios peregrinó durante 40 años antes de entrar a la tierra
prometida; Moisés y Elías se prepararon durante 40 días por medio del ayuno y la oración
antes de encontrarse con Dios; y el mismo Señor Jesucristo tuvo un periodo de 40 días de
preparación antes de iniciar su vida pública. El sentido de la ceniza es recordarme que necesito
a Dios en mi vida y que quiero restablecer la amistad con Él, a través de un cambio de vida: la
Conversión. Esto es, en primer lugar, arrepentirme de lo malo que he cometido y que ofende a
Dios; es también renunciar voluntariamente al pecado, entendido como aquellas cosas que me
apartan de Él. Junto al deseo de reconciliación, el arrepentimiento y la renuncia al pecado, con
la penitencia fortalecemos nuestro interior, mediante los ejercicios de ayuno y abstinencia, la
limosna y las obras de caridad. Por esta razón, al ponerme ceniza en la cabeza, manifiesto al
todo el que me vea, mi decisión de volver mis pasos hacia Dios, hacia la purificación de mis
pecados, hacia la Pascua, al encuentro con Cristo que muere en la cruz y que resucita,
ofreciéndome vida nueva. La ceniza no puede ser sólo una tradición pintoresca y simpática.
Ponerme ceniza debe ser un signo visible de mis creencias, expectativas y convicciones en
relación con Dios, y con mis hermanos. Este gesto debe ayudarme a concretar un cambio de
vida, y a experimentar la realidad del encuentro con Dios. Finalmente, aunque acercarme al
sacramento de la reconciliación en este tiempo de confinamiento es complicado, si puedo
hacer un examen de conciencia a profundidad, para pedir a Dios me perdone de mis pecados, y
así experimentar la vida de la gracia; siempre con el compromiso de confesarme a la primera
oportunidad.

Habiendo hecho esta experiencia del ayuno, puedo sentirme profundamente agradecido con el
Señor, que tanto me ha amado, y orar: agradeciéndole por lo que ahora me doy cuenta que ha
hecho por mí; pidiendo su perdón porque me doy cuenta que no siempre he sabido
aprovecharlo, que incluso he llegado a desperdiciarlo o despreciarlo; orando para que, de
ahora en adelante, pueda yo ver, valorar y aprovechar todo lo que me da.
Después de la reflexión se les invita a decir el Yo confieso….

Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de
pensamiento, palabra, obra y omisión.

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor.

Amén.

Oración Universal

V. Puestos de pie, vamos a presentar nuestras oraciones a Dios nuestro Padre que, rico en
misericordia, no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva.

A cada petición diremos: Escúchanos, Padre.

R. Escúchanos, Padre.

1. Para que todos los cristianos vivamos intensamente este tiempo de cuaresma como un
encuentro con Dios vivo, y sigamos más de cerca a Jesucristo. Oremos. R.
2. Para que los que están alejados de la fe, participen en este tiempo de la llamada alegre
de la Iglesia y puedan experimentar el amor de Dios. Oremos. R.
3. Para que encuentren nuestro amor y consuelo todos aquellos que a causa de esta
Pandemia, experimentan tristeza, soledad, desesperación, enfermedad y muerte.
Oremos. R
4. Para que los que viven hundidos bajo el peso del pecado encuentren la ayuda
necesaria para convertirse y cambiar de vida. Oremos. R.
5. Para que los que hoy nos hemos reunido aquí para recibir el signo de la ceniza, nos
dispongamos a una conversión sincera, que de abundantes frutos de amor y caridad
durante esta cuaresma y siempre. Oremos. R.

Las personas pueden hacer sus propias peticiones. Luego, el guía concluye la oración diciendo:

V. Acoge, Padre misericordioso, nuestras plegarias, y renuévanos con tu gracia amorosa. Por
Jesucristo, nuestro señor.

R. Amén.
Padre nuestro

V. Hermanos: Unidos con Jesucristo, con toda confianza Oremos a Dios, nuestro Padre, para
implorar su perdón, su fuerza para vencer al mal y renunciar al pecado. Por eso, nos atrevemos
a decir: Padrenuestro…

Padre nuestro que estás en cielo, santificado sea tu nombre venga a nosotros tu reino hágase
señor tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día perdona
nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden no nos dejes caer en
tentación y líbranos de todo mal amén.

Rito de la bendición e imposición de la ceniza

En este momento, se pone en el altar el recipiente con la ceniza, y el guía de la celebración,


invita a todos a orar a Dios:

V. Queridos hermanos, pidamos humildemente a Dios Padre que bendiga con su gracia esta
ceniza que, en señal de penitencia, cada uno se impondrá en la cabeza. Y, después de un breve
momento de oración en silencio, y juntando las manos, dice:

V. Señor Dios, que te apiadas de quien se humilla y te muestras benévolo para quien se
arrepiente, inclina piadosamente tu oído a nuestras súplicas y derrama la gracia de tu
bendición en este momento, todos hacen el signo de la bendición sobre las cenizas. Sobre esta
familia tuya, que va a recibir la ceniza, para que, perseverando en las prácticas cuaresmales,
merezcan llegar, purificada su conciencia, a la celebración del misterio pascual de tu Hijo. Él,
que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén.

Al disponernos a recibir sobre nuestras cabezas esta ceniza, que ella nos recuerde que, para
seguir al Señor, hemos de dejar ciertos caminos que nos alejan de Él, de sus mandamientos y
de nuestros prójimos. Que esta ceniza, nos ayude a caer en la cuenta que tenemos que pedir
perdón, perdonar y ser más amigos de Dios y De los demás.

Se les invita a ponerse de pie para disponer de a recibir la ceniza

Imposición de la Ceniza

Cuando cada uno se acerca, el guía le dice:

Arrepiéntete y cree en el Evangelio.

Oración final

Terminada la imposición de la ceniza, el guía invita a todos a dar gracias.

V. Señor, haz que nos convirtamos a ti de todo corazón, pues si nos defiendes cuando pecamos,
con mayor razón nos proteges cuando sinceramente nos entregamos a ti. Por Jesucristo,
nuestro Señor.

R. Amén.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal, Y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

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