Arte y Primera Guerra Mundial

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LA RAZÓN HISTÓRICA. Revista hispanoamericana de Historia de las Ideas. ISSN 1989-2659

Número 35, Año 2017, páginas 102-112. www.revistalarazonhistorica.com

El genocidio de nuestro tiempo.

Roberto Javier Rodríguez Santiago.

Pensador, escritor y poeta (Puerto Rico).

Desde hace más de cinco años atrás se está implementando un lento


genocidio planetario. Pero, ¿quién, cómo y por qué? Vayamos a la historia. Los
problemas actuales del cristianismo, que favorecen este genocidio, comenzaron
con el Edicto de Mediolanum (313) de tolerancia de la fe cristiana, de todas las
religiones, promulgada por el emperador Constantino, que en política era el
reconocimiento del imperio romano de su derrota para reunificar el imperio en
torno al paganismo. Dicho edicto era imposible que durara: o el imperio romano
reconocía la victoria de la fe cristiana contra sus planes de unidad religiosa pagana
y la convertía en su religión oficial (como ocurriría bajo el emperador Teodosio
(381) tal vez aconsejado por San Ambrosio) o volvía a las persecuciones contra los
cristianos para intentar reunificar el imperio romano bajo el paganismo, pero eso
era imposible porque los paganos ya no apoyaban las persecuciones contra los
cristianos, que fue lo que ocurrió durante las persecuciones desatadas contra los
cristianos por los emperadores Diocleciano y Maximiano. El imperio romano,
construido por el dictador perpetuo Cayo Julio César y por el triunviro vencedor
Octavio (siguiendo la tradición pagana de unión entre estado y religión, política y
religión) era un orden político y religioso a la vez y no podía sobrevivir con
múltiples religiones oficiales sin a la misma vez dividir el imperio en múltiples
órdenes políticos y religiosos en potencial hostilidad y guerra (como ocurriría
cuando en tiempos del reinado de Justiniano los monofisitas egipcios y
mediorientales y los nestorianos reconocieron como autoridad al rey persa
sasánida y a los invasores persas). El emperador romano Constantino, al darle
poderes imperiales a la Iglesia y convocar el Concilio ecuménico de Nicea (325)
por la disputa entre San Atanasio y Arrio, pretendía unir a los cristianos para,
mediante ellos, mantener el orden del imperio romano y reinar. El fracaso político
del Concilio de Nicea trajo mayores divisiones y hostilidades entre los cristianos,

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divididos entonces mayormente entre católicos ortodoxos, donatistas,


circumceliones y arrianos. Para frenar la intensificación de las divisiones, el
emperador Constantino desterró a San Atanasio, rehabilitó a Arrio, y trató de
llegar a acuerdos para apaciguar a los arrianos. Para encaminar el imperio romano
a la unidad con el cristianismo y así crear un imperio romano que sería a la vez
cristiano (el futuro imperio bizantino) creó y fundó la nueva capital del imperio
romano, Konstantinopolis (Constantinopla), en las ruinas de la vieja ciudad griega
de Bizancio destruida por el emperador romano Séptimo Severo.

Nuevas divisiones entre los cristianos convirtieron a los católicos ortodoxos en


minoría de los cristianos mediorientales y egipcios. El monofisimo sería la doctrina
de la mayoría de los cristianos egipcios y mediorientales, seguido por el
nestorianismo. El imperio romano (oficialmente cristiano desde el año 381) estaría
dividido social, política y religiosamente hasta el año 843, cuando el emperador
Miguel proclamó definitivamente la fe católico ortodoxa (con su iconodulismo)
como la religión oficial del imperio, entre donatistas, católicos ortodoxos,
circumceliones, arrianos, monofisitas y nestorianos, con los circumceliones
persiguiendo y matando a católicos ortodoxos, convirtiendo la guerra espiritual de
la que hablaba San Pablo Apóstol en guerra física contra sus adversarios cristianos
(los circumceliones no fueron precursores del Islam, pero, como los musulmanes
después, tradujeron la guerra espiritual de San Pablo Apóstol a guerra física, como
también harían los cruzados cristianos católicos y la inquisición europea, sobre
todo la española, así como el rey Felipe II de España, la fe cruzada católica española
y el Duque de Alba en los Países Bajos). A estas divisiones entre los cristianos se
unieron las invasiones visigodas, francas, anglas, sajonas, burgundias, ostrogodas,
suevas, vándalas, hérulas, bávaras, ávaras, normandas y de otras tribus germánicas
que invadieron y destruyeron la Pars Occidentalis del imperio romano, ya sea
como voluntarios generales y legionarios, ya sea como abiertos invasores,
atomizándola social, política y económicamente, devastándola a fuego, sangre,
espada y hambre por casi mil años (a esto se quería referir el poeta florentino
Francesco Petrarca cuando criticaba la Edad Media). El caos político y social de la
antigua Pars Occidentalis favoreció que el Obispo de Roma fuese el hombre más
poderoso de Occidente, y tuviese y ejerciese tanto el poder religioso como el poder
político (éste último obtenido legítimamente de los emperadores romanos como
poder imperial). Las tribus y naciones germanas, magiar y eslavas no sólo veían en
el Obispo de Roma un poder espiritual, sino que también solían verlo como una
especie de emperador romano, lo que contribuyó parcialmente a su conversión a la
fe cristiana católica, tratando los germanos de adaptar la fe a su impulsividad bajo
el ‘ora et labora’ benedictino (orden monástica que comenzó la misión de
convertirlos), a su impulso homicida mediante la guerra en defensa de la fe
cristiana, las cruzadas y la inquisición, a su impulso latrocino mediante el
feudalismo, el capitalismo y las cruzadas, todo en nombre del egoísmo y
egocentrismo genético de los germanos, que gracias a la idealización platonizante
de la antigüedad grecorromana de los florentinos y otros italianos y la
emancipación luterana del Obispo de Roma y sus autoridades, crearon su

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cristianismo germánico (protestante) que justificara su impulsividad como cultura


del trabajo, su impulso homicida en guerras civiles e internacionales, ya sea en
nombre de intereses económicos y/o políticos, o de ideologías egoístas o
colectivistas, su impulso latrocino en el librecambismo o el socialismo,
construyendo su religión ideal en la ideología y el individualismo para legitimar su
egoísmo y egocentrismo genético.

Pero la pretensión del emperador Constantino de convertir el imperio romano en


cristiano implicaba que la iglesia cristiana sería la estructura religiosa imperial,
unida a las estructuras burocráticas y militares imperiales bajo el yugo del
emperador romano. Tal y como se puede observar en los mosaicos bizantinos de
Ravena. En la Pars Occidentalis, San Ambrosio, el Papa Gelasio y el Papa Gregorio
Magno defendieron la superioridad de la iglesia cristiana sobre las estructuras
imperiales romanas, que estaban muy debilitadas por el cambio de capital imperial
y las invasiones germánicas que destruyeron toda estructura imperial romana,
concretada en el destronamiento del último emperador romano occidental Rómulo
Augústulo por el general hérulo Odoacro, que enviaría las insignias imperiales al
emperador de Constantinopla. La reconquista militar y política de la Pars
Occidentalis lanzada por el emperador Justiniano fracasaría a largo plazo,
reforzando su anarquía social y política, favoreciendo un mayor poder de las
estructuras eclesiásticas bajo el mando efectivo o teórico del Obispo de Roma. El
Imperio Romano de Constantinopla, con el costo elevado en vidas, dinero,
empobrecimiento y peste bubónica, se debilitaría política y militarmente,
favoreciendo la pérdida territorial de gran parte de la península balcánica a manos
de eslavos y búlgaros, y la pérdida de poder político y religioso en Egipto y
Medioriente. El ascenso del enérgico general, estratega y político Heraclio al trono
imperial de Constantinopla trajo resultados pírricos a pesar de sus trajanescas
victorias contra el Imperio Persa Sasánida, al que dejó impotente políticamente y
militarmente de por vida. El Imperio de Constantinopla quedó agotado política,
militarmente y económicamente tras innumerables campañas militares contra los
persas sasánidas, y Heraclio, para tratar de recuperar el poder político y religioso
sobre Egipto y Medioriente, decretó un edicto religioso llamado Henoptikon, mejor
conocido como doctrina monotelista, que pretendía armonizar el catolicismo
ortodoxo con el monofisismo, que en vez de cerrar las tensiones entre los
cristianos, las incrementó al recibir la condena simultánea del Obispo de Roma, el
Patriarca de Jerusalén y el Patriarca de Alejandría. En este contexto histórico ‘sui
generis’del imperio persa sasánida agonizando política, militar y religiosamente,
del imperio de Constantinopla dividido social, política y religiosamente entre el
emperador de Constantinopla, el Patriarca de Jerusalén, el Obispo de Roma y el
Patriarca de Alejandría, los terratenientes, los acaudalados, los jerarcas
eclesiásticos, los ascetas y místicos, los campesinos, las legiones, la clase artesanal
y mercader, la plebe urbana, las diferencias entre helenizados, mediorientales, los
coptos y los africanos latinizados, amenazado por las invasiones eslavas, búlgaras,
visigodas y longobardas, una nueva religión, estrictamente monoteísta y
férreamente militarista, el Islam, con el apoyo de los monofisitas y nestorianos en

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Egipto y el Medioriente, de los moros de África, de los visigodos arrianistas y los


judíos de Hispania, redujo los territorios bajo control efectivo de Constantinopla a
Grecia y Anatolia, lo que consumó la helenización o grecización del Imperio
Romano, transformación cuyo resultado es mejor conocido como Imperio
Bizantino, anuló el poder político y religioso de los Patriarcas de Alejandría,
Antioquía y Jerusalén, e impuso un muro de contención a la expansión territorial
de Constantinopla y a la evangelización del Obispo de Roma. Ante el avance casi
indetenible de los musulmanes, los emperadores bizantinos de la dinastía Isáurica,
originarios de la Siria monofisita y nestoriana, destacados generales, al parecer
creyendo que el Islam era un castigo al permisivismo de las imágenes y esculturas
religiosas, decretaron la prohibición de las imágenes y esculturas religiosas, lo que
puso al Imperio de Constantinopla en guerra civil entre los que favorecían las
imágenes y esculturas religiosas y los que se oponían, provocando la emancipación
abierta y definitiva del Obispo de Roma del emperador de Constantinopla (que
desembocaría en la ruptura total entre los católicos latinos y los ortodoxos
bizantinos en el año 1054), y que el Obispo de Roma, para hacer frente a bizantinos
y longobardos, buscara protección política y militar en los francos, creando luego
la anacrónica institución política del Sacro Imperio Romano para enfrentar al
Imperio de Constantinopla. Las invasiones normandas, la decadencia moral del
Obispo de Roma y las divisiones internas en el mundo islámico fueron
aprovechadas por los emperadores militaristas de Constantinopla de la dinastía
Macedonia (de origen armenio) para reconquistar temporeramente Siria,
Palestina, el sur de Italia, Sicilia y teritorios de los eslavos y búlgaros, a los que
convirtieron (especialmente a los rusos y serbios) al cristianismo helenista bajo la
égida del emperador de Constantinopla. Los normandos, como antes otras tribus
germánicas, y luego los magiares y los eslavos occidentales, fueron convertidos al
cristianismo teórica o efectivamente bajo mando del Obispo de Roma. Tras estas
conversiones y el fin de las invasiones normandas, nacieron o renacieron
numerosas ciudades artesanales, comerciales y de navegación en toda la antigua
Pars Occidentalis, y con ellas nació la lucha por la supremacía religiosa y política
entre el emperador del Sacro Imperio Romano y el Obispo de Roma que terminó
con el vaciamiento de poder efectivo del emperador del Sacro Imperio Romano y la
disminución del poder del Obispo de Roma sobre su Iglesia en favor de la
aristocracia alemana, la burguesía italiana y el crecimiento exponencial del poder
político, religioso y militar del rey de Francia, el rey de Inglaterra, el rey de Castilla,
el rey de Aragón, el rey de Portugal y de los sacros emperadores romanos de la
dinastía Habsburgo en sus dominios de Europa Central y Oriental, luego conocido
como Imperio Austríaco, así como del ahogamiento turco del Imperio de
Constantinopla y del mundo islámico. El aumento del poder burgués en Italia
favoreció la creación de las primeras ideologías occidentales o europeas: el
humanismo (basado en interpretaciones platonizantes de la civilización
grecorromana y adverso al cristianismo medieval) y el individualismo. El poder
político del Obispo de Roma quedó restringido a Roma y el centro de Italia, que
mantuvo más con el poder militar que religioso, y su poder religioso lo compartía
con altos jerarcas eclesiásticos europeos y poderosos reyes europeos. Todo lo cual

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debilitó la espiritualidad cristiana entre los europeos. Contra este debilitamiento,


emergieron las personas de Savonarolla y Lutero, ambos en lucha contra la
corrupción espiritual y moral, y contra los jerarcas eclesiásticos corruptos.
Solamente Lutero sobreviviría al poder del Obispo de Roma, gracias al apoyo de la
aristocracia alemana, que lo usó en parte para emanciparse del Obispo de Roma.
Lutero creó el cristianismo protestante, cristianismo autocrítico cuyas armas son
la libre interpretación de las Sagradas Escrituras, la sola fe para la salvación eterna
y los soldados del sacerdocio universal. Calvino continuó a Lutero y sería la
principal referencia de muchas iglesias y sectas protestantes. Dictaminó la doctrina
de la doble predestinación divina: a la salvación y a la condenación. La influencia
de esta doctrina puede rastrearse en la filosofía de René Descartes, en la física de
Isaac Newton, en el puritanismo, en el librecambismo de Adam Smith y en la
filosofía de Arthur Schopenhauer.

Contra Lutero y Calvino emergió la orden religiosa de San Ignacio de Loyola, los
jesuitas, totalmente leales y obedientes a las órdenes del Obispo de Roma, el
Concilio de Trento y el imperio español. El rey Enrique VIII aprovechó estas
circunstancias para justificar sus políticas matrimoniales no aprobadas por el
Obispo de Roma para separar a Inglaterra de la Iglesia Católica y crear su propia
iglesia, la iglesia Anglicana, imitación del ceremonial, ritual y jerarquía católica,
pero con el rey de Inglaterra como cabeza, y anular todas las órdenes religiosas y
vender sus tierras y propiedades a la aristocracia inglesa, haciéndola más
poderosa. La iglesia Anglicana sería modificada por posteriores reyes para frenar
tanto el catolicismo como el protestantismo en Inglaterra. El rey Francisco I de
Francia, viéndose rodeado por los territorios de Carlos V y su poder, se alió con el
sultán turco, concediéndole bases navales en territorio francés. La antigua Pars
Occidentalis ahora estaba también dividida religiosamente. El fracaso de la política
recatolizante y protomedievalista de Carlos V, Felipe II y del Imperio Español en
Europa, y el escepticismo generalizado hacia el cristianismo por las guerras y
matanzas entre cristianos, debilitó el poder religioso del cristianismo, de cualquier
orden, en Francia, Inglaterra, Alemania, Escocia, Holanda, Flandes, Valonia y Suiza,
aumentando el poder político y militar sobre todo del rey de Francia, de la
aristocracia inglesa y alemana, y de la burguesía artesanal y mercader de Holanda,
Flandes, Valonia y Suiza, en detrimento del poder del Obispo de Roma y la Iglesia
Católica y de las iglesias protestantes. En este contexto se impuso la ideología
absolutista en la política continental europea. El Imperio Español entró en crisis
por su incapacidad de dominar Europa e imponerle la fe católica. En Inglaterra
estallaron guerras civiles entre puritanos y absolutistas, que terminaron
permitiendo el triunfo de la aristocracia inglesa sobre el rey, imponiendo la
monarquía parlamentaria y la iglesia Anglicana (por miedo de perder sus
propiedades y tierras compradas al rey Enrique VIII de la Iglesia Católica). Esta
misma aristocracia inglesa, por intereses anticatólicos, promovió la fundación de la
masonería (rito escocés), de la que se desprendió la masonería francesa (Logia de
Oriente) que ha promovido y apoyado numerosas revoluciones sociales, para unir
al protestantismo y la herencia pagana contra el poder y la influencia de la Iglesia

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Católica, así como dicha aristocracia sirvió de inspiración al movimiento intelectual


anticristiano y antiabsolutista de la Ilustración. La aristocracia y la burguesía
inglesas aprovecharon la ciencia de Galileo y Newton, así como el librecambismo
de Adam Smith, para inaugurar la Revolución Industrial. Italia pasó del dominio
español al austríaco. Alemania quedó dividida entre la aristocracia y la burguesía.
Francia salió temporeramente favorecida por la crisis religiosa y las divisiones
políticas posteriores a la Batalla de Rocroi, y su rey Luis XIV emergió como el
hombre más poderoso del mundo en su época, pretendiendo controlar la Iglesia
Católica y expandir sus territorios, e imponiendo a uno de sus nietos como
autócrata del Imperio Español, transmitiéndole el absolutismo francés e,
inconsciente e involuntariamente, la Ilustración, que contribuiría a la
desintegración del Imperio Español, que a su vez favoreció la supremacía naval
mundial de Inglaterra hasta la Guerra del Canal de Suez (1956). Con el cristianismo
desacreditado en Europa, la división de la política europea entre la aristocracia y la
burguesía, la desintegración del Imperio Español, el predominio naval, industrial,
económico y político de Inglaterra alrededor del mundo, la desintegración del
Imperio Turco, las constantes intervenciones del autócrata ruso en Europa, un
déspota asiático con el mayor imperio territorial del mundo y la supremacía
militar mundial, cabeza del cristianismo bizantino ruso, la decadencia del poder
efectivo del rey de Francia y la excesiva influencia de la Ilustración entre la
aristocracia y la burguesía europea, la masonería emergería gradualmente de ser
el principal poder inglés (en el siglo XVIII) a ser el principal poder europeo (siglo
XX) y de ahí a ser el principal poder mundial (a partir del año 1989 con la caída del
Muro de Berlín), y ahora (en el siglo XXI) aspira a remodelar a todos los seres
humanos conforme a sus planes megalómanos y perversos.

La masonería es una sociedad secreta, exclusiva y elitista que pretende hacer un


sincretismo de todas las religiones y que hace creer a sus miembros que pueden
encontrar la divinidad en sí mismo volviéndose arquitectos de sí mismos y de los
demás. La Independencia de Estados Unidos de América es su primer y gran
proyecto de ingeniería social exitoso. Haciendo creer a sus ciudadanos no masones
que son ciudadanos de una democracia, los utilizan y manipulan a favor de sus
intereses y ambiciones mediante los partidos republicano y demócrata, la
propaganda patriotera, los medios masivos de comunicación, la constitución, las
instituciones políticas, los deportes y las modas. Aprovechando los anhelos
vengativos ingleses contra franceses y españoles por cooperar con la separación de
sus trece colonias americanas, la masonería promovió la Revolución Francesa
como cabeza de entrada europea de ideas y creencias conformes a su engañosa
filantropía por toda Europa. Solamente Prusia, Rusia, el Imperio Austríaco en
Europa Oriental y el Imperio Turco resistieron a la masonería. Tras la derrota de
Napoleón Bonaparte en la Batalla de Waterloo, el banquero masón alemán
Amschel Rothschild y su familia serían los masones más poderosos de Europa. En
Estados Unidos de América, sus agentes principales, la familia masona de
empresarios del petróleo Rockefeller, se volverían los masones más poderosos del
mundo. La masonería, sobre todo inglesa, aprovechando los anhelos de venganza

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inglesa, apoyó y financió la desintegración del Imperio Español (mediante las


Independencias) y guerras civiles en España.

El Príncipe de Metternich, consciente de que la Revolución Francesa y el Imperio


Napoleónico eran vehículos de la destrucción del orden social y político heredado
de la Edad Media y del orden religioso y cultural heredado de la Iglesia Católica,
decide promover el legitimismo dinástico en política internacional y aumentar el
rol protagónico de los cristianos de diversas iglesias mediante la Santa Alianza.
Pero ya era tarde. La burguesía, en la medida que se industrializaba y enriquecía,
exigía mayor poder político, lo que se podía traducir en revoluciones sociales que
socavaban el poder aristocrático, de la burguesía artesanal y mercader, y de las
iglesias cristianas, introduciendo ideas y creencias conformes a sus intereses,
sobre todo la ciencia newtoniana, el liberalismo lockeano y la economía de Adam
Smith, haciendo ingeniería social a pequeña escala con los campesinos en las
fábricas, transformándolos en miserables trabajadores explotados y resentidos,
caldo de cultivo para planes de ingeniería social igualitaristas y sus activistas
políticos.

Tras el fracaso de la mayoría de las revoluciones del año 1848, la masonería se


percató que la mayor amenaza a su poder era el autócrata ruso y los rusos, no
solamente por su poder militar a favor del orden legitimista, también por su
ferviente misticismo cristiano bizantino, ahora más amenazante que el Obispo de
Roma y la Iglesia Católica. El poder naval y la industrialización inglesas eran
insuficientes para los planes masones de dominio mundial. Era necesario
industrializar masivamente a Estados Unidos, Alemania y Japón, unificar Alemania
bajo Prusia (nunca bajo la Austria de los católicos Habsburgo), y convertir a
Estados Unidos de América en una gran potencia industrial, económica, política,
militar y naval, a Alemania en una gran potencia industrial, económica, política y
militar y a Japón en una gran potencia industrial, económica, política y naval. Todo
esto para frenar, arrinconar y destruir la Rusia Zarista y al zar mismo, si es posible.
Sus pecados: ser fervientes cristianos bizantinos salvajes altamente peligrosos
para la masonería. Había que impedir que Rusia y su zar recristianizaran Europa y
cristianizaran el mundo. Luego, destruir a Rusia e imponerle el mayor proyecto de
ingeniería social igualitarista, la antítesis de Estados Unidos de América, la Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas (borrando mundialmente el nombre de Rusia,
tan o más odiado por la masonería que el de la Iglesia Católica o el Obispo de
Roma), y masacrar criminalmente al zar y su familia, por ser más Papa que el Papa.
Para lograrlo financiaron los planes expansionistas de Otto von Bismarck contra
Dinamarca, Austria y Francia, cuyo emperador Napoleón III Bonaparte se les había
vuelto un obstáculo, financiaron la unificación de Alemania y los planes imperiales
del Káiser Guillermo II, para que derrotara a Rusia, a la vez que industrializaron
mínimamente a Rusia para crear el caldo de cultivo para la desintegración de la
Rusia Zarista y la financiaron en la Primera Guerra Mundial para que derrotara al
Imperio Austro-Húngaro, debilitado por el nacionalismo financiado por la
masonería, y produjese su desintegración. Asegurados los colapsos de Austria,

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Rusia y Turquía, financiaron la entrada de Estados Unidos de América en la


Primera Guerra Mundial para derrotar y hacer colapsar el Imperio Alemán.

Mediante la Primera Guerra Mundial, la masonería movió sus peones políticos y


económicos (si eran conscientes de ello o no es otra cosa) para destruir Austria,
Rusia, Turquía y Alemania, las grandes potencias del monoteísmo, Austria
(católica), Rusia (ortodoxa), Turquía (Islam) y Alemania (protestante). En su lugar,
promovió la división y discordia en Europa Oriental, poniéndola bajo la
prepotencia política y militar nazi, luego soviética y finalmente contrapeso de la
renacida Rusia cristiana y la posibilidad de que Rusia recristianice la Europa
Occidental descristianizada ahora bajo el yugo de la familia Rothschild y su fachada
que es las Unión Europea; la ingeniería social comunista genocida de Lenin y Stalin
sobre las ruinas de la Rusia Zarista; la fragmentación de los musulmanes en
naciones artificialmente creadas; y la anarquía de la República de Weimar en
Alemania que fue caldo de cultivo de los nazis y Adolf Hitler. Aparte, mediante la
Unión Soviética, le crearon una antítesis a Estados Unidos cuya síntesis, sí, síntesis,
monstruosa y frankensteniana síntesis, es la Alemania Nazi, el modelo que ahora,
después de la caída del socialismo real en Europa Oriental, la masonería quiere
implementar a nivel mundial. La masonería financió la creación de imperios
europeos y del estadounidense y del japonés para, mediante sus colonias, unidas o
usadas por la masonería mediante la Sociedad de Naciones o la ONU, implementar
su plan de ingeniería social a escala planetaria. Tanto Estados Unidos de América,
como la Unión Soviética y la Alemania Nazi han sido los más grandes laboratorios
de ingeniería social de la masonería. Esto es debido a su naturaleza secreta,
esotérica, conspirativa, cínica y elitista. Que los líderes estadounidenses, soviéticos
y nazis no lo supieran es la mejor coartada para la masonería cubrir su mano
izquierda con la derecha. Ha financiado la derrota y demolición tanto de la
Alemania Nazi como de la Unión Soviética. Para el primer trabajo bastaron
Winston Churchill (masón) y su primo también masón Franklin Delano Roosevelt.
Para el segundo bastaron el consejero de Seguridad Nacional del gobierno del
presidente de Estados Unidos Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski (masón) como el
masón de alto grado George H. W. Bush (con sus poderosas conexiones en los
servicios de inteligencia estadounidense y sus poderosas conexiones en las altas
finanzas mundiales). No se puede dudar que en un futuro la masonería financie la
destrucción de Estados Unidos de América, ya sea mediante su fusión con otros
países (tipo Unión Soviética o Unión Europea), ya sea mediante guerra civil, ya sea
mediante otra forma de desintegración. La masonería seguramente financió al
Presidente Abraham Lincoln para ponerla en contra de Rusia y Alemania, sin que
él nunca lo supiera. La masonería financió a Benito Mussolini (sin él saberlo) para
que creara la síntesis entre Estados Unidos de América y la Unión Soviética.
Mussolini le sirvió de modelo de referencia a Hitler. Lenin también. Y Stalin
cooperó entre los años 1939 y 1941 con Hitler. Tanto Lenin como Mussolini
sirvieron de referencia a Franklin Delano Roosevelt y su New Deal (estado de
beneficencia) que le haría contrapeso a la Unión Soviética y otros países socialistas.
Estado de beneficencia que funcionaba mientras el estado o gobierno ganaba

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guerras que dejaran sustanciosas ganancias a los empresarios, banqueros e


industriales más poderosos. La derrota de Vietnam hizo que la masonería
desechara el estado de beneficencia por el neoliberalismo, sometido a prueba por
los ingenieros sociales de los Chicago Boy’s en Chile bajo la dictadura de Augusto
Pinochet, a la vez que descubría que el mercado libre de restricciones morales y
espirituales (libre mercado, capitalismo neoliberal) es mejor modelo para abolir
todas las trabas de los seres humanos que le impiden a la masonería usarlos como
sus conejillos de India de su laboratorio planetario, rastreado por chips
implantados en sus cuerpos, satélites en el espacio rastreando sus vidas y sus
movimientos, cámaras de vigilancia en cada calle o avenida, los datos personales
de los seres humanos voluntariamente provistos en internet y monitoreados por
los publicistas para decirle a las empresas, bancos e industrias qué la gente quiere,
cuánto dinero necesita y cuántos artículos producir bajo la ingeniería social
capitalista en fábricas explotadoras en el tercer mundo, lejos de las cámaras y
noticias del primer mundo, datos personales mismos que los servicios de
inteligencia y la policía usarán tanto para encarcelar o asesinar críticos del sistema
mundial creado por la masonería como para evitar crímenes o delitos, llamadas
telefónicas y cartas electrónicas o postales intervenidos y vigilados a través de
chips, satélites, cámaras y/o internet por los servicios de inteligencia de cualquier
país y los publicistas. Y falta el ‘frostee’ del ‘cake’ o bizcocho: el mayor genocidio de
la historia de la humanidad, que ha comenzado pero no terminado, un genocidio a
escala planetaria inducido por la legalización del aborto (bajo pretexto feminista),
encarcelamiento o asesinato de críticos del sistema mundial (bajo pretexto de la
guerra contra el terrorismo), la legalización de matrimonios de homosexuales,
lesbianas y transgéneros (bajo pretexto de igualdad social) porque no se pueden
reproducir, menos pérdida económica para la masonería que gobierna como
oligarquía financiera mundial [aunque hay muchos masones de la aristocracia
europea, sobretodo de las familias reales holandesas y británicas, masones
empresarios, banqueros e industriales japonés ¿y quién sabe, fuera de Dios,
quiénes más son masones?], la legalización de la eutanasia (bajo pretexto de la
muerte digna), producción masiva de programas televisivos, radiales, películas de
cine y videos mediáticos con contenido de violencia excesiva, pornografía oculta
bajo romanticismo o dentro de dibujos animados, apologías abiertas u ocultas de
homosexuales, lesbianas, transgéneros, rebeldes, asesinos, sádicos, genocidas,
satánicos, narcotraficantes y pedófilos, ridiculización y exageración de los puntos
débiles de los valores familiares y comunitarios, burla obscena o apabullante sátira
o parodia contra personas virtuosas, bondadosas y santas, tergiversación masiva
de la historia, de biografías y de la naturaleza, para destruir los matrimonios, las
familias y las comunidades, hacerlos desconfiar entre ellos y hasta pelearse y
matarse, producción masiva de alimentos y bebidas carentes de nutrientes o con
efectos secundarios mortales, producción de medicamentos que curan o controlan
determinadas patologías mientras producen como efecto secundario peores
patologías, sistemas educativos públicos para poner en duda la espiritualidad y los
valores morales y sustituirlos por la ciencia utilitarista y los vicios del libre
mercado, sistemas educativos públicos vendidos a o con participación económica

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de empresas, bancos e industrias para educar a los niños en favor de ideología(s)


antifamiliares, anticomunitarias y antividas y para formarlos en profesiones
técnicas o laborales carentes de valores humanos, como mercancías vivientes del
libre mercado y para transmitir ideas y creencias materialistas, hedonistas,
monetaristas, inmorales e inhumanas, y para completarlo todo el estudio
encargado por el secretario de Estado estadounidense bajo las presidencias de
Richard Nixon y Gerald Ford, Henry Kissinger, sobre demografía que recomienda
promover la reducción demográfica masiva en África para que las empresas,
bancos e industrias puedan obtener materias primas africanas sin necesidad de
pagarlas a los africanos, porque eso es ganancia para los empresarios, banqueros e
industriales (y luego dicen que el capitalismo es bueno). Ese informe es el que a
escala planetaria quiere implementar la oligarquía financiera mundial
(masonería), verdaderos vencedores del fascismo, nazismo y comunismo, pero
también verdugos del rey Luis XVI de Francia y su esposa la reina María Antonieta
Habsburgo, del zar Nicolás II de Rusia y su familia, no por despóticos (que lo eran)
sino por representar y defender imperfectamente la cristiandad. Y para que este
genocidio sea asimilable tienen un buen pretexto: el calentamiento global. Un
pretexto perfecto para el genocidio global porque es verdadero. Una verdad que
será usada por la masonería, comenzando por David Rockefeller, su familia y
clientela, la familia Rothschild y su clientela, la familia Bush y su clientela, la familia
real holandesa y su clientela, el ex vicepresidente de Estados Unidos de América, Al
Gore (con su doblez o hipocresía detrás de su defensa de la ecología, como la del
esposo de la Reina de Inglaterra, detrás de su documental ‘An inconvenient truth’),
para justificar, legitimar y planificar la reducción (por todos los medios posibles,
sean buenos o malos, crudos o sofisticados) de la población mundial actual de más
de siete billones de seres humanos a quinientos millones de seres humanos (o
mucho menos es mejor para la masonería). La verdadera razón de este genocidio
planetario perpetrado y que perpetrará la masonería o la oligarquía financiera
mundial: siete billones de seres humanos o más son una amenaza a su riqueza,
ambiciones, codicia y poder, ya sea mediante el pacífico pago de altas tasas
contributivas por ingresos para asistencia social y económica de los necesitados,
ya sea por las tediosas reformas redistributivas de riquezas, ya sea por belicosas
rebeliones sociales hechas por los necesitados, miserables y explotados como
única manera de sobrevivir y de que sus amigos, familia, vecinos o hijos
sobrevivan. Ahora puede ver al fin el rimbombante progreso de la luz (progreso
dado por Lucifer-Prometeo) a que la masonería (oligarquía financiera mundial)
nos quiere conducir. Si esto no es la más grande obra diabólica y/o del Anticristo,
entonces no sé qué pueda ser. El exterminio carnicero y/o sofisticado de seis mil
quinientos millones o más de seres humanos porque son una gran carga
económica para los más ricos y poderosos y una amenaza política a su poder
mercurial. El exterminio carnicero y/o sofisticado de seis mil quinientos millones o
más de seres humanos en nombre de la riqueza y poder de la oligarquía financiera
mundial (masónica), por los próximos quince a cincuenta años, ¿qué es para usted?
¿Qué usted hará?

La Razón Histórica, nº35, 2017 [102-112] ISSN 1989-2659. © IPS. Instituto de Política social.
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Postdata: 1)La anexión de toda la península itálica, incluyendo los estados papales,
bajo el reino del Piamonte-Cerdeña fue financiado por la masonería para destruir
al Obispo de Roma y la Iglesia Católica mediante sus agentes masones activos y
conscientes el Conde de Cavour, Ministro del Reino de Piamonte-Cerdeña, y su
rival, el también activista político masón Giuseppe Garibaldi. 2) El ‘new age’ se
origina de la teosofía de Madame Blavatsky, y la masonería lo promueve para crear
una religión mundial, mediante el sincretismo de la mayoría de las religiones, sino
de todas. El ‘new age’ es promovido para abolir todas las trabas religiosas (la
masonería, desde el siglo XIX, prefiere como su filosofía política y social la de
Hegel, Marx y la de los filósofos de la escuela de Francfort) de la humanidad, es
decir, todas las religiones tradicionales, de manera que la humanidad pueda ser
fácilmente manipulable por los medios masivos de comunicación, el libre mercado,
la eugenesia y la experimentación genética. 3) La masonería suele financiar ambos
bandos de la guerra, incluso si uno de ellos es contrario a la masonería, pero en tal
caso se asegura de que el bando contrario a la masonería pierda. Así fue como
ayudó a la derrota de la Rusia Zarista en la Primera Guerra Mundial: no
proveyéndole la suficiente cantidad de municiones que necesitaba para vencer a la
Alemania del Káiser. 4) El bando ganador le puede pagar con al menos parte del
botín. El bando perdedor le paga haciendo reformas sociales, políticas o
económicas favorables a la masonería, poniendo agentes voluntarios o
involuntarios de la masonería para hacer dichas reformas, permitiendo a la
masonería controlar la emisión de dinero en forma de deuda y/o recobrando la
deuda mediante inversiones privilegiadas. 5) Al Qaeda e ISIS son, en gran medida,
reacciones ultraislámicas contra las intervenciones y proyectos de la masonería en
el Medioriente y el Norte de África. La masonería los usa de pretexto para lucrarse
con la guerra contra el terrorismo, ya sea vendiendo armamento y equipo bélico a
escala masiva, ya sea dando préstamos a naciones o tribus para que se declaren la
guerra mutuamente (como hizo promoviendo que el dictador de Irak Saddam
Hussein le declarara la guerra al Irán del Ayatollah Khomeini en la década de 1980
para impedir la intervención política y militar iraní en Afganistán que hubiera sido
tanto antisoviética como antiestadounidense, es decir, tanto contra la intervención
soviética probablemente lanzada por el jefe de la KGB, Yuri Andropov, el
verdadero autor, junto a Mao Tsé Tung, de la intervención soviética en Hungría en
el año 1956 como Embajador soviético en Hungría, tal vez contra la voluntad del
enfermo líder soviético Leonid Brezhnev y sus testaferros, como contra la venta de
armamento a los muyahidines afganos por parte del consejero de Seguridad
Nacional del gobierno del presidente de Estados Unidos Jimmy Carter, Zbigniew
Brzezinski [masón]), y para implementar e incrementar el poder totalitario
(ingeniería social globalizadora) en Europa y Estados Unidos de América.

La Razón Histórica, nº35, 2017 [102-112] ISSN 1989-2659. © IPS. Instituto de Política social.

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