Leyendas CD Hidalgo
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En la acogedora y rústica cocina de la casa de don Pantaleón Jacobo ( “ Don. Pantaleón el de las
pastas ” ), como era conocido popularmente, mientras saboreaba un rico “taco” de chicharrón con
chile y la señora de las casa vigilaba a la aromática “cocada” que hervía en un caso sobre el
“fogón” de ladrillos, don “ panta ” boleaba las “pastitas” de leche y nos obsequiaban con una de
sus fantásticas y sabrosas pláticas sobre “ muertos ”, “espantos. Hubo una que recuerdo siempre
cuando viajo rumbo al oriente cuyo paso obligado por la carretera hacia la capital del país, Nico
hace contemplar el vetusto en un tiempo famoso “Molino de Santa Rosa”. Este molino de trigo
pertenecía a la hacienda de Santa Rosa Jaripeo jurisdicción de nuestra antigua Taximaroa.
Nos platicaba “ Don Panta ” que cuando estaba recién casado, tenía un compadre que trabajaba
como “ velador ” en dicho molino y que ya quería renunciar al empleo porque seguido lo “
espantaba ” un “ muerto ” que lo dejaba “ Trabado ” del susto y que a pesar de que le hablaba
nunca le pudo entender nada. “ Don Panta ” le aconsejó que se armara de valor y se hiciera a
acompañar de el mismo porque tenía seguridad de que él quería, enseñarle o darle algo valioso.
Así lo hicieron, pero al tratar de levantar la gran olla esta solamente se movía unos cuantos
centímetros por lo que sudorosos y fatigados los sorprendió el amanecer y ¡oh sorpresa y
desilusión!, cuando lograron llegar al “Camino Real” ya, con el sol como media “garrocha” de alto
destaparon la olla que habían cubierto con sus “yompas” (especie de camisas de mezclilla) y ante
sus azorados ojos, las monedas de oro fueron transformándose en carbón.
Así terminó su relato el buen “Don Panta” diciendo: toda la culpa la tuvo el ambicioso de mi
compadre al que, desde entonces, le negó el habla”.
El agua envenenada
toda la historia versa sobre los hechos beligerantes desencadenados por un rumor. el
principal personaje de esta historia don Aquiles de la peña, un prominente personaje que
además de político controló esa región como cacique durante 40 años con sus diversos
negocios, rico, poderoso y relacionado estrechamente con gente de alto nivel en el
gobierno como el general lázaro cárdenas. en ese entonces algunos estudiantes de ciudad
hidalgo, que realizaban sus estudios fuera de la población, en la ciudad de México y en
morelia, se unieron para formar la asociación juvenil de jóvenes ciudad hidalguenses, cuya
finalidad era derrocar a las autoridades municipales, o sea los ”colaboradores de don
Aquiles”, a quienes empezaron a hostigar al grado de que en una ocasión los tiraron a la
pila de agua de la plaza principal, después se dieron a la tarea de esparcir el rumor
infundado de que don Aquiles había envenenado el agua del pueblo y como es de
saberse que no había redes sociales, fue con un carro con altavoz como difundieron por
todo el pueblo que el agua de la región estaba envenenada. aunque se hicieron estudios
del agua para comprobar que no era cierto que estaba envenenada, la psicosis colectiva
provocó que el pueblo linchara un funcionario público municipal, pues hasta hubo un
médico que se prestó para decir que un joven ya presentaba los síntomas de
envenenamiento. incluso el sacerdote del pueblo trató de calmar los ánimos alterados sin
éxito. don Aquiles de la peña quien estaba en su casa enterado de todo, se preparó para
enfrentar con su gente equipada con armas de fuego a la multitud enardecida armada
solo con palos y piedras pero con la intención de incendiar su casa. el caso es que en este
escenario don Aquiles de la peña murió esa misma noche, corren algunas versiones de
cómo sucedió y una es que uno de sus propios hombres lo mató por la espalda al ver la
masacre que ocurriría de no impedirlo.
CIUDAD HIDALGO, Mich., 23 de septiembre de 2014.- César, el único sobreviviente
del ataque donde murieron tres menores la madrugada del domingo, relata lo sucedido y
afirma que quienes le dispararon fueron policías, justamente porque su amigo Ricardo no
atendió un llamado a detener el automóvil que conducía. Consternado, el preparatoriano
explica que el sábado por la noche habían acudido a una fiesta y al terminarse decidieron
dar una vuelta en el municipio, primero acudieron a la tenencia de San Pedro para luego
recorrer las calles del pueblo. César recuerda que compraron una botella y se la tomaban
dando la vuelta en el pueblo. Dentro de lo que recuerda dice que al llegar al cruce de las
calles de Simón Bolívar y Melchor Ocampo, se encontró una patrulla y unos policías les
dijeron que se pararan, sin embargo su amigo no atendió el llamado. “Mi amigo dio
marcha al auto y avanzó unos metros cuando sólo comenzamos a escuchar disparos de
arma de fuego de parte de los policías, yo me agaché con las manos en la cabeza, pero el
sonido de las balas provocó que saliera aturdido” dijo el joven de tan sólo 17 años. El
menor relata cómo vio a uno de sus amigos y mal herido le dijo que no se fuera, que se
quedara, en una forma desesperada de que salvara la vida, sin embargo los policías lo
quitaron del lugar y le gritaron que no los moviera. César, dice que después de eso lo
llevaron a la barandilla ahí un policía a quien llamo de ‘buena gente’ lo dejó hacer una
llamada telefónica, por lo que se comunicó con sus padres quienes ya aguardaban en las
afueras del lugar, sin embargo no les dejaban verlo. En manos de los policías, el
adolescente fue llevado a las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia del
Estado (PGJE) donde vio a quienes le dispararon, los reconoció de inmediato, ellos al verlo
dice que bajaron la mirada. Ahí también se enteró de que sus amigos habían fallecido, sin
embargo aún permanecía retenido en la agencia del Ministerio Público donde declaró
todo lo que vivió. El menor acepta que a ellos les gustaba el ‘desmadre’ lo que todo
mundo hace a su edad, por lo que negó traer un arma de fuego, como los policías quieren
hacer ver, porque ellos sólo salían de una fiesta y andaban dando ‘el rol’ como se le dice
en Ciudad Hidalgo. Con tristeza dice que sus amigos eran gente de bien, por eso las
manifestaciones que se han registrado en el municipio ya que los conocían al igual que a
sus familias, Ricardo, Sergio y Andrés, ellos no pudieron contar la historia, ese recuerdo le
quedó a César quien los vio morir.