La Narrativa Hispanoamericana

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TEMA 67.

LA NARRATIVA HISPANOAMERICANA EN EL SIGLO XX

ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN
2. LAS TENDENCIAS REGIONALISTAS
3. LA NUEVA PROSA LATINOAMERICANA (A PARTIR DE 1940)
4. EL FENÓMENO DEL BOOM.
5. CONCLUSIÓN
6. BIBLIOGRAFÍA

1. INTRODUCCIÓN.

En el estudio de la literatura hispanoamericana tenemos que tener en cuenta que se trata de un


discurso literario múltiple que recoge voces de estratos paralelos, que la mayoría de las veces, no tienen
interconexión, y que además varían según las regiones. Se trata, pues de un discurso global formado por
tres sistemas culturales bastantes diferenciados: un sistema erudito, en español, un sistema popular en la
expresión de la lengua de la metrópoli y un sistema en la lengua nativa.
En este tema, nos ocuparemos de la expresión narrativa hispanoamericana del siglo XX. Debido a la
vastedad de contenidos que se pueden aunar bajo dicha denominación, solamente atenderemos, a grandes
rasgos, a manifestaciones de la novela regionalista, a la nueva prosa americana (a partir de 1940), a la
literatura “del Boom”, así como a una selección de los autores más significativos de cada una de estas
corrientes.

2. LAS TENDENCIAS REGIONALISTAS

La novela de la tierra.

Si consideramos que el concepto de Hispanoamérica es un conglomerado de países con su propia


idiosincrasia, pero con una historia de conquistadores e independencias muy similar, se entiende que la
primera gran preocupación de la narrativa sea la búsqueda de la identidad nacional.
En la primera década del siglo XX, los novelistas cobran conciencia del peculiar entorno geográfico que los
rodea, así como de la fuerte relación del medio natural con sus habitantes. Surge entonces una labor de
análisis de los mitos nacionales, planteando a su vez la lucha del hombre con el medio. La pampa argentina,
la llanura venezolana o la selva colombiana tienen sus propios cronistas. Con estos presupuestos nace la
novela regionalista.

La trilogía representativa de esta novela de la tierra la componen:


 La Vorágine (1924), del colombiano José Eustaquio Rivera, esbozo un tópico de esta literatura: la
dicotomía entre barbarie y civilización.
 Don Segundo Sombra (1926), del argentino Ricardo Güiraldes (ejemplo de novela gauchesca).
 Doña Bárbara (1929), símbolo de la barbarie, del venezolano Rómulo Gallegos.

La novela indigenista.

La excesiva atención a lo puramente estético antes que lo documental, ha venido a desmerecer el valor de
las obras de muchos novelistas que, influidos por la novela rusa, hicieron de la narracón un medio de
denuncia contra la explotación y en defensa de los oprimidos. En este grupo se encuentran los indígenas
hispanoamericanos.
La crítica denomina “novela indigenista” a aquella que se aleja de la visión exótica del indígena y retrata sus
modos de vida en sus paupérrimas condiciones. Se trata de una novela con fuertes influjos de la
antropología, la etnografía y un marcado carácter reivindicativo.

Se suelen distinguir entre tres modos de plasmación del indígena en la literatura:

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 Indianismo: se trata de los primeros testimonios, del siglo XIX, como Aves sin Nido, de Clorinda
Matto de Turner, donde la visión del indígena está muy idealizada. Es un arquetipo del tópico del
buen salvaje.

 Indigenismo: la literatura presta su voz a los indígenas como vehículo de denuncia de los oprimidos.
El carácter de protesta solapa, en algunos casos, el valor literario. Su máximo exponente es el
ecuatoriano Jorge Icaza, con su novela Huasipungo.

 Neoindigenismo: supone el logro literario de esta corriente, pues, si bien no pierde su carácter
reivindicativo, no descuida los elementos estéticos. Uno de sus máximos representantes es Jose Mª
Arguedas con su obra Los ríos profundos.

La novela de la revolución mexicana.

Aunque la agitación social y su manifestación literaria son anteriores, es en 1910 cuando estalla la
revolución mexicana contra el régimen dictatorial de Porfirio Díaz, movimiento encabezado por Madero.
Mariano Azuela escribe la gran novela de la revolución, Los de Abajo. En ella, se muestra partidario de
Madero y narra la ascensión a general de un campesino.
Los narradores de la causa mexicana intentaron descifrar, a lo largo de treinta años, el significado y las
consecuencias de un hecho histórico que, al tiempo que se producía la revolución rusa, se terminó viendo
ante los ojos de todo el mundo como otro ejemplo revolucionario con características propias.

3. LA NUEVA PROSA LATINOAMERICANA (A PARTIR DE 1940).

Como afirma Giuseppe Bellini, “la narrativa hispanoamericana entra en crisis después de la etapa
fecunda del regionalismo, el realismo y la protesta”.
Paralelamente a la renovación que en la poesía se da con el modernismo y la irrupción de las vanguardias,
se desarrolla en prosa, hacia los años cuarenta, un proceso de profunda renovación, sobre todo en el
género narrativo. De un lado, sus cultivadores viven en el exilio, empapándose de las corrientes europeas:
así se inicia el cosmopolitismo literario. Por otra parte, los nuevos narradores, sin abandonar la intención de
crear las respectivas novelas nacionales, desbordan el mero nacionalismo. Frente a la novela europea o
norteamericana, la imaginación será su peculiaridad más importante. La concepción de la prosa de estos
nuevos creadores responde a una ambición artística que supone el abandono de la obsesión documental de
sus predecesores.

A partir de 1940 podemos distinguir cuatro generaciones de escritores en Hispanoamérica:

 Primera Generación: son los encargados de romper con los moldes clásicos que caracterizan al
regionalismo. Logran la simbiosis perfecta entre los postulados estéticos de vanguardia y la
preocupación por la búsqueda de la identidad americana. Entre sus miembros más destacados
podemos señalar a M. A. Asturias, J. L. Borges o A. Carpentier.

 Segunda Generación: la mayoría de estos autores pasan un tiempo en Europa, donde aprenden las
nuevas técnicas narrativas, al tiempo que leen a los maestros de la Generación perdida
norteamericana. Destacan J. C. Onetti, Lezama Lima, Jose Mª Arguedas, Julio Cortázar y Juan Rulfo.

 Tercera Generación: Carlos Fuentes, García Márquez, Cabrera Infante y Vargas Llosa, entre otros,
renuevan el realismo maniqueo de la novela regionalista.

 Cuarta Generación: pertenecientes a este grupo como Reinaldo Arenas, J. E. Pacheco o Manuel Puig
rechazan a los maestros de la generaciones precedentes y luchan por la renovación formal. Su finalidad
es puramente estética.

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El realimo mágico: Alejo Carpentier y M. A. Asturias.

Se trata de una forma de entender la literatura y, en general el arte, autóctona de Hispanoamérica. La


convivencia entre los indígenas, la población procedente de África y los herederos de los criollos convierte a
Hispanoamérica en un crisol de culturas. La historia y el mito se mezclan para explicar los fenómenos, lo
que cobra su forma en el realismo mágico.
En 1943, Alejo Carpentier acuña el sintagma “lo real maravilloso” en el prólogo a El reino de este mundo,
para referirse al profundo sentido de los mitos y su enraizamiento en la historia y en lo cotidiano, a la
irrupción inesperada de lo maravilloso en la realidad. Esto se traduce en literatura en una alteración de la
realidad lógica, incluso en el ritmo narrativo, y en una integración del mito como categoría válida para
explicar el mundo, sin que parezca anacrónico, pues apoya la propia identidad americana.

Miguel Ángel Asturias.

La obra del guatemalteco, premio Nobel de Literatura, discurre en dos planos complementarios. De un
lado, una zona importante de sus mundos narrados responde a inquietudes políticas y sociales; de otro, en
estos mismos mundos podemos percibir la atención hacia la faceta maravillosa de la realidad americana.
En 1930 publica Leyendas de Guatemala, testimonio de su interés por la cultura maya. Sin duda, su obra de
mayor renombre es Señor Presidente (1946), sobre la dictadura del general Estrada Cabrera, bajo la cual
tuvo que exiliarse a París. Siguió aplicando su conocimiento sobre los mitos en Hombres de maíz y Mulata
de tal.
Su conocida “trilogía bananera” engloba las obras Viento fuerte, El papa verde y Los ojos de los enterrados,
basadas en las condiciones de vida de los cultivadores de bananas.

Alejo Carpentier

Las novelas del cubano no son exactamente históricas, aunque algunas de ellas supongan un esfuerzo de
reconstrucción de una realidad del pasado, como por ejemplo la lucha de los esclavos negros por su
emancipación. En El reino de este mundo se contraponen dos mundos: el iluminismo francés con el impulso
espontáneo y natural del mundo afroamericano; oposición entre los blancos opresores y los esclavos
negros. Recoge la lucha por la independencia en Haití, al mismo tiempo de la Revolución francesa.
La música adquiere un lugar importante también en su obra más conseguida El siglo de las luces, basada en
la biografía de Víctor Hugues, un revolucionario francés que llevó a Haití ideas libertadoras.

4. EL FENÓMENO DEL BOOM.

Se conoce por escritores del boom a una nómina de grandes narradores, en su mayoría de países diversos,
pero todos latinoamericanos que, a partir de 1960, empiezan a publicar toda una serie de novelas que
pueblan el universo literario en habla hispana de magníficas renovaciones formales y temáticas, alcanzando
además éxitos de ventas mundiales sin precedentes. No se trata de una generación literaria de corrientes
estéticas predefinidas, pues el boom no es más que un fenómeno extraliterario ligado al proyecto de la
editorial Seix-Barral. Dada la popularidad del término, nos servirá para aglutinar a grandes personalidades
literarias que tienen en común la magnificiencia de sus obras literarias, que todos son hispanoamericanos y
escriben en español, y todos alcanzan renombre universal en la década de los sesenta. Destacaremos
nombres como Borges, Lezama Lima, Onetti, Cortázar, García Márquez o Vargas Llosa, todos
extraordinarios, aunque sólo podamos detenernos en algunos de ellos.

Jorge Luis Borges.

La personalidad literaria del argentino se caracteriza por su vasta cultura y su formación intelectual gestada
entre Europa y América.

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Su interés por la literatura fantástica, la policíaca, la literatura anglosajona, germánica, las culturas
semíticas, árabes, etc., hacen de su obra un crisol maravilloso donde confluyen todo tipo de culturas.
El jardín de los senderos que se bifurcan y El Aleph son dos ejemplos de su maestría como narrador de
literatura fantástica. El cuento es el género más cultivado por el argentino y su obra contribuye a su
renovación. Elabora un mundo personal, con imágenes propias, plagado de símbolos tales como espejos,
laberintos, bibliotecas, etc.
La obra de Borges constituye una de las aportaciones más importantes y universalmente reconocidas de la
literatura en castellano.

Julio Cortázar.

Maestro de la literatura fantástica, en sus primeros libros de relatos: Bestiario, Final del juego, Todos los
fuegos, el fuego, etc., difumina las fronteras entre los géneros literarios y da al lector la posibilidad de
construir un mundo, practicando la teoría del pacto tácito de lectura. Adepto al surrealismo en su juventud,
participa de sus logros y los usa desde su primera novela, Los premios (1961), hasta su obra más ambiciosa,
Rayuela (1963), una novela abierta que, en un juego alternativo, ofrece al lector la posibilidad de varias
lecturas.

García Márquez

El colombiano es, sin duda, el más popular de los narradores latinoamericanos. Su obra transcurre en su
imaginado Macondo.
El coronel no tiene quien le escriba, La mala hora y Los funerales de la mama grande, de gran originalidad,
son la antesala de su obra maestra Cien años de soledad. Los temas de esta novela son los grandes mitos de
nuestra civilización, a la vez que se relata una historia personal de Colombia. Encontramos abundantes
referencias bíblicas, con una concepción del tiempo circular y múltiples referencias autobiográficas.
Podemos decir que con la familia Buendía estamos asistiendo a una fabulosa historia de la Humanidad, con
sus grandezas y defectos, sus dosis de amor y de violencia.
Otras novelas destacadas son El otoño del patriarca, donde analiza la tiranía y la soledad del dictador, y
Crónica de una muerta anunciada, reflejo del mundo rural de prejuicios que condenan al hombre a su
destino trágico.

Vargas Llosa.

La novela del peruano, La ciudad y los perros, es la principal responsable de su fama. En ella introduce
varias técnicas de la nueva narrativa, como el uso del monólogo interior. Su siguiente novela, La casa verde,
trata sobre la selva, desde una perspectiva similar al realismo mágico. En Conversación en la catedral,
indaga sobre las causas políticas de la dictadura.

5. CONCLUSIÓN.

El primer problema de base que se encuentra latente en un tema con un título tan amplio es evidente, pues
sólo hallamos dos rasgos comunes para englobar bajo este término tanta extensión geográfica: el hecho de
ser países que pertenecieron a la colonia española tras la conquista de América, iniciada en 1492, y el tener
como lengua materna el español.
La amplitud del tema nos ha obligado a hacer una selección de autores, dejando fuera a otros que bien
merecerían una mención especial. Tal es el caso de Carlos Fuentes, Lezama Lima, Onetti, J. Donoso, etc., o
aquellos nombres femeninos agrupados bajo la denominación “narrativa de mujeres”: Laura Esquivel
(Como agua para chocolate), Isabel Allende (La casa de los espíritus, Los cuentos de Eva Luna) o Ángeles
Mastretta (Arráncame la vida) inauguran una tradición literaria de mujeres, dado que la literatura
tradicional las había silenciado, donde cuentan las mismas grandes historias desde la perspectiva de la
mujer, creando espacios desde los que poder alzar la voz femenina, sus anhelos, dificultades y esperanzas.

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6. BIBLIOGRAFÍA

 Amorós, A.: Introducción a la novela hispanoamericana actual. Madrid, Anaya, 1971.


 Bellini, G.: Historia de la literatura hispanoamericana. Madrid, Castalia, 1985.
 Donoso, J.: Historia personal del boom. Madrid, Alfaguara, 1999
 Franco, J.: Historia de la literatura hispanoamericana. Barcelona, Ariel, 1975.
 Shaw, D: Nueva narrativa hispanoamericana. Madrid, Cátedra, 2005.

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