Derecho de Petición

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El artículo 1°.

De nuestra Carta Magna señala que “todo individuo gozará de las garantías que
otorga esta Constitución”; esto significa que los derechos que todo ser humano goza, están
reconocidos pero su validez está sujeta a que sean asegurados o garantizados, a través de normas
que los Poderes del Estado deben emitir, aplicar y hacer cumplir.

Los principios generales del derecho permiten clasificar las garantías individuales en tres grupos: de
seguridad jurídica; de igualdad; y de libertad. El objeto de las garantías de seguridad jurídica, a las
cuales pertenece el derecho de petición, tema de esta iniciativa, es que las autoridades no apliquen
arbitrariamente el orden jurídico a las personas; con ello se salvaguarda la libertad y dignidad de
las personas.

Esta iniciativa tiene como objetivo garantizar a toda persona el pleno ejercicio del derecho de
petición, el cual se encuentra consagrado en el artículo 8°.de nuestra Constitución, que a la letra
señala:

“Artículo 8o. Los funcionarios y empleados públicos respetarán el ejercicio del derecho de petición,
siempre que ésta se formule por escrito, de manera pacífica y respetuosa; pero en materia política
sólo podrán hacer uso de ese derecho los ciudadanos de la República.

A toda petición deberá recaer un acuerdo escrito de la autoridad a quien se haya dirigido, la cual
tiene obligación de hacerlo conocer en breve término al peticionario.”

La falta de regulación y aplicación de este precepto constitucional ha sido una demanda constante
por parte de la ciudadanía, ya que las autoridades administrativas encargadas de su observancia no
cuentan con términos legales ni disposiciones sobre las que deba de sustanciarse la aplicación de
esta garantía individual y el Estado debe garantizarle al gobernado el ejercicio pleno de este
derecho.

El fundamento del derecho de acción, considerado como un derecho propio del ser humano, casi
connatural a su existencia y pertenencia al interior de un grupo social jerárquicamente ordenado.
Como advierte Anaya en sus Lecciones de Elocuencia Forense, el derecho de acudir a los poderes
soberanos está hoy expresamente consignado en la Constitución y, aunque no tuviera lugar en el
texto de nuestra Constitución, no por ello dejaría de ser necesario, sagrado, imprescriptible. Es un
derecho natural y, por lo tanto, no es posible que su aplicación quede a discreción de la autoridad
administrativa.

El primer antecedente histórico sobre el derecho de petición lo encontramos en la Constitución de


Apatzingán. En ésta se establecía el derecho de reclamar cualquier derecho ante cualquier
autoridad. Una segunda referencia, la encontramos en la Constitución de 1838, en la cual se limita
este derecho solo a una petición y también se contempla el derecho para presentar iniciativas ante
el Congreso. Por otro lado, en la Constitución de 1847, durante el periodo de Mariano Otero, se
consagra el derecho de petición con rasgos al ámbito jurisdiccional.
En las Constituciones de 1857 y de 1917 se consagra el derecho de petición y el derecho a recibir
una respuesta. En sus textos se precisan sus elementos esenciales:

Activos.- Los particulares del territorio nacional. Excepto en materia política, los activos deben ser
ciudadanos (mayores, nacionales, capaces). El procedimiento es relativo a la elección de
autoridades, busca tener influencia sobre la toma de decisiones.

Pasivos.- Funcionarios y empleados públicos con poder de decisión. Sus obligaciones son: No
impedir el ejercicio del derecho y dar una respuesta. Este derecho es limitado. En materia judicial
se actualiza constantemente.

Requisitos.- Por escrito; de manera pacífica; de manera respetuosa; señalar domicilio para
notificar, en caso de no contar con éste, la respuesta se dará en la oficina del funcionario.

Respuesta.- Debe ser congruente y debe ser notificada en un breve término. Nuestra Constitución
prevé que se debe dar respuesta en breve término, sin embargo, esta disposición deja en total
estado de indefensión al gobernado, ya que la autoridad cuenta con tiempo ilimitado para
responder. Por ello, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en principio, señaló que un “breve
término” eran tres meses y posteriormente consideró que “el término se debía establecer en
atención a la naturaleza de la petición”.

Otro grave problema al que se enfrenta el peticionario es la ambigüedad en la respuesta. La


autoridad tiene la obligación de dar una respuesta a la petición, sin embargo no es ético que su
respuesta sea evasiva, que sólo pretenda dar largas al asunto. En caso de que la autoridad
considere improcedente o infundada la petición debe, en forma clara y congruente, explicar el
porqué se considera como tal. Es preciso que las autoridades resuelvan las peticiones en forma
clara y concreta. De igual forma, en caso de negativa en la petición, es necesario que al solicitante
se le otorgue la razón completa del porqué no se le concede lo solicitado, además se le deben dar
los elementos para aceptar o impugnar la negativa. De esta manera, la autoridad y el gobernado
contarán con los elementos suficientes para resolver los conflictos que podrían surgir entre ellos.

En síntesis, podemos destacar que los requisitos del derecho de petición son que el peticionario
debe formular su solicitud ante la autoridad por escrito; se debe hacer de forma pacífica y de
manera respetuosa. Asimismo, la autoridad tiene la obligación de contestar esta petición por
escrito, de forma congruente con lo pedido, en un breve término y debe cerciorarse de que la
respuesta al peticionario sea notificada del contenido del acuerdo que determinó sobre la solicitud
que se le formuló.

La respuesta es un segundo acto dentro de lo que se puede considerar el procedimiento petitorio. Y


remitiéndonos al constitucionalista González Pérez, éste afirma que en el procedimiento
administrativo, la petición viene a ser, por una parte, el acto fundamental que delimita el ámbito
objetivo de un procedimiento; por otra, el primero de los actos del mismo.
El respeto del derecho de respuesta a una petición, representa el respeto de un estado de derecho.
Se vislumbra el deber insoslayable de los órganos y servidores públicos de que su actuación sea de
buena fe, a pesar de estas previsiones, la práctica plantea numerosas dudas, mismas que han sido
dilucidadas por los tribunales federales, cuyos criterios hemos abordado al explorar los elementos
del derecho de respuesta, el cual también cuenta con elementos sustantivos para la aplicación del
mismo.

El primer elemento a legislar es que recaiga un acuerdo por escrito. “A toda petición deberá recaer
un acuerdo escrito de la autoridad a quien se haya dirigido”

Se considera necesario que el acuerdo sea escrito en idioma español, salvo excepciones de lenguas
indígenas que sean reconocidas con el carácter de nacionales y que deberán contar con una
respuesta bilingüe.

Además el acuerdo debe contener:

 Sentido del acuerdo y respuesta


 Congruencia con la petición
 Competencia del órgano o servidor público
 Estilo del acuerdo y respuesta
 Plazo para acordar
 Acuerdo por cada una de las peticiones hechas
 El fundamento legal en el que versa la petición

Hemos establecido que la referencia constitucional al derecho de petición, stricto sensu, se


encuentra en el primer párrafo del artículo 8º. y que en el segundo apartado se garantiza un
derecho a que los órganos públicos den una respuesta a la petición, el denominado derecho de
respuesta.

Los elementos que deberán integrar la institución del derecho de respuesta son:

1. La obligación de los órganos o servidores públicos de acordar la petición.


2. Que este acuerdo sea por escrito.
3. Que se dé a conocer al peticionario en un término de tres meses el acuerdo recaído.
4. El fundamento legal en el que versa la facultad de dar respuesta.
Es importante hacer hincapié al criterio emitido por el Primer Tribunal Colegiado en materia
administrativa del Primer Circuito, en cumplimiento irrestricto de este derecho, resolvió:

1. Sentido del acuerdo y respuesta. El derecho de respuesta no presupone que ésta deba ser
favorable a la petición hecha, tampoco que deba ocuparse sobre el fondo de la cuestión. El derecho
de respuesta opera como una garantía al peticionario de que el órgano o servidor público ha
conocido de la petición, y ha dictado un acuerdo sobre tal conocimiento de la misma. Este acuerdo
ofrece los más variados contenidos dependiendo del tipo de petición: proporcionar información,
expedir documentación, realizar una inscripción, eliminar un registro, otorgar una prestación,
conceder un permiso o licencia, restringir una actividad pública o privada, otorgar un beneficio,
conocer de una queja, que se adopte una posición respecto a un ámbito del interés público, entre
otros. En cualquier caso, la obligación constitucional pone de relieve que lo que se hace del
conocimiento del peticionario es el acuerdo tomado por el órgano o servidor público respecto de la
petición, y no la satisfacción del objeto de la misma. La Segunda Sala de la Suprema Corte ha
señalado tal distinción al resolver: “PETICIÓN. Una cosa es la falta de contestación a una petición
hecha por escrito y en forma pacífica y respetuosa y otra muy distinta la falta de entrega de
determinada documentación”.

Es por ello que en la propuesta de Ley Reglamentaria del artículo que nos ocupa, propongo los
requisitos y excepciones que se deben de reunir para que la autoridad a la que se eleva una
petición, notifique al peticionario su respuesta.

Los requisitos son:

1. Notificación por escrito


2. Notificación hecha por autoridad distinta
3. Dentro de los tres meses siguientes a su presentación, contados de forma natural.
4. Notificaciones de trámites sucesivos
5. Aclaraciones a la respuesta obtenida

Las excepciones son:

1. Aceptación tácita de la petición


2. Notificación por medios electrónicos de comunicación
3. No haber dado cumplimiento a una prevención.

En correspondencia a la aceptación tácita de la petición, el derecho de respuesta no es vulnerado,


se da cuando la autoridad ha resuelto favorablemente la petición. Es decir, en aquellos supuestos
en que el peticionario ha visto satisfecha la solicitud dirigida al órgano o servidor público. Así lo ha
entendido el pleno de la Suprema Corte de Justicia en México, desde 1920:

“DERECHO DE PETICIÓN. No puede alegarse que se ha violado por las autoridades, si éstas han
resuelto implícitamente sobre el asunto materia de la petición”. Aunque no se le haya notificado
personalmente.

Con relación a la segunda excepción, corresponde a la notificación de la respuesta por algún medio
electrónico o distinto de la notificación escrita y apegándonos al criterio de nuestro órgano máximo
de control constitucional emitido por el Primer Tribunal Colegiado en materia administrativa del
Primer Circuito, SJF7,t. 127-132, sexta parte, p. 118. Conforme al artículo 35 de la Ley Federal de
Procedimiento Administrativo:
“las notificaciones, citatorios, emplazamientos, requerimientos, solicitud de informes o documentos
y las resoluciones administrativas definitivas podrán realizarse: I. Personalmente con quien deba
entenderse la diligencia, en el domicilio del interesado; II. Mediante oficio entregado por mensajero
o correo certificado, con acuse de recibo. También podrá realizarse mediante telefax, medios de
comunicación electrónica o cualquier otro medio, cuando así lo haya aceptado expresamente el
promovente y siempre que pueda comprobarse fehacientemente la recepción de los mismos , y III.
Por edicto, cuando se desconozca el domicilio del interesado o en caso de que la persona a quien
deba notificarse haya desaparecido, se ignore su domicilio o se encuentre en el extranjero sin
haber

dejado representante legal. Tratándose de actos distintos a los señalados anteriormente, las
notificaciones podrán realizarse por correo ordinario, mensajería, telegrama o, previa solicitud por
escrito del interesado, a través de telefax, medios de comunicación electrónica u otro medio
similar. Salvo cuando exista impedimento jurídico para hacerlo, la resolución administrativa
definitiva deberá notificarse al interesado por medio de correo certificado o mensajería, en ambos
casos con acuse de recibo, siempre y cuando los solicitantes hayan adjuntado al promover el
trámite el comprobante de pago del servicio respectivo”.

Ahora bien, la jurisprudencia ha sido uniforme en tal sentido y ha dictado numerosas resoluciones
que ponen de relieve que el derecho de respuesta no presupone la contestación favorable a los
intereses del peticionario. Así, tempranamente en 1918 el pleno de la Suprema Corte señaló:

“DERECHO DE PETICIÓN. Resolver un asunto contra las pretensiones del peticionario, no es violar
ese derecho”. Y en 1920, reiteró tal criterio, al sostener: “DERECHO DE PETICIÓN. Las garantías
del artículo 8o. constitucional, tienden a asegurar un proveído sobre lo que se pide, y no a que las
peticiones se resuelvan en sentido determinado”. Y en 1927, en forma tajante se advirtió:
“DERECHO DE PETICIÓN. No puede considerarse violado, si el peticionario ha obtenido una
contestación cualquiera”.

El derecho de respuesta se satisface cuando se acuerda por escrito la petición, ya sea en forma
favorable o desfavorable, pero, además, indicando en los supuestos que lo exijan, los requisitos o
trámites que deben seguirse para que la petición sea procedente.

En los supuestos en que la autoridad sea incompetente para resolver sobre el fondo del asunto o
sobre la procedencia formal de la petición no se le exime del deber de acordar; en su momento
debe hacer del conocimiento del peticionario el acuerdo que ha recaído a su petición. A semejanza
de lo manifestado al revisar el sentido del acuerdo, debe señalarse que el acuerdo escrito es
obligación ineludible y, en los supuestos de incompetencia, es ese precisamente el contenido del
mismo.

Otro punto sobre el que se debe de legislar, es el hecho de que debe revisarse si los órganos y
servidores públicos deben consignar o no los fundamentos en que se apoya su competencia para
resolver, para así dar cumplimiento al principio de legalidad y certeza jurídica de la emisión de los
actos de autoridad. En este mismo sentido, se debe de señalar que la respuesta no sea ambigua,
es decir, el estilo utilizado para hacer del conocimiento del peticionario el acuerdo recaído debe ser
claro y preciso. Lo ambiguo es aquello que puede admitir interpretaciones distintas, y por extensión
es lo dudoso, lo incierto, en suma, lo poco claro.
Igualmente es importante establecer los plazos para emitir el acuerdo de petición, toda vez que,
hoy en día, sólo se cuenta con los plazos que señalan las jurisprudencias emitidas por la Suprema
Corte de Justicia de la Nación en el sentido de que por el hecho de que no se fije un plazo
determinado en la Constitución, no es motivo para que tal acuerdo permanezca indefinidamente
aplazado ya que la misma Constitución impone a toda autoridad la obligación de contestar en breve
tiempo a los peticionarios y ordena que a cada petición recaiga un acuerdo.

Ya que como hemos observado en el texto del artículo 8o. Constitucional se habla de “breve
término”, sin embargo, no establece una definición de lo que debe entenderse por breve término.

Por ello, se considera oportuno establecer que el plazo que debe otorgarse a las autoridades para
dictar el acuerdo escrito sea aquel en que individualizado al caso concreto, sea el necesario para
que la autoridad estudie y acuerde la petición respectiva sin que, desde luego, en ningún caso
exceda de tres meses. Sobre este criterio que fija como plazo máximo para que la autoridad dicte el
acuerdo vale la pena traer a cuenta dos criterios que emitió la Corte que prevé de tres meses, lo
cual ha resultado muy amplio en relación a las necesidades de la sociedad, para obtener respuesta
a su petición.

El primero de ellos, dictado en 1965 por la Segunda Sala, había señalado:

PETICIÓN, DERECHO DE. La tesis jurisprudencial número 767 del Apéndice de 1965 al Semanario
Judicial de la Federación, expresa: “Atento lo dispuesto en el artículo 8o. de la Constitución, que
ordena que a toda petición debe recaer el acuerdo respectivo, es indudable que si pasan más de
cuatro meses desde que una persona presenta un ocurso y ningún acuerdo recae a él, se viola la
garantía que consagra el citado artículo constitucional”. De los términos de esta tesis no se
desprende que deban pasar más de cuatro meses sin contestación a una petición, para que se
considere transgredido el artículo 8o. de la Constitución Federal, y sobre la observancia del derecho
de petición debe estarse siempre a los términos en que está concebido el repetido precepto.

En el mismo sentido está el criterio impuesto por el Primer Tribunal Colegiado en materia
administrativa del Primer Circuito en julio de 1975:

PETICIÓN. BREVE TÉRMINO. Es cierto que la tesis de jurisprudencia visible con el número 188 en
la página 226 de la tercera parte del Apéndice al Semanario Judicial de la Federación publicado en
1965 (tesis 470, pág. 767, misma parte, del Apéndice 1917-1975), dice que es indudable que se ha
violado el derecho de petición consagrado por el artículo 8o. constitucional cuando han pasado más
de cuatro meses de la presentación de un ocurso sin que le haya recaído acuerdo alguno. Pero
resulta absurdo pretender interpretar esto a contrario sensu, en el sentido que no se viola el
derecho de petición antes de cuatro meses . La interpretación a contrario sensu sólo cabe, en
efecto, cuando no hay más que dos afirmaciones contrarias posibles, de manera que la adopción de
una bajo ciertas condiciones, obligan a la elección de la otra, bajo las condiciones opuestas. Pero
cuando hay varias posibles afirmaciones, la elección de una, bajo ciertas condiciones, de ninguna
manera implica necesariamente la elección de ninguna otra, bajo condiciones diferentes. O sea que
la interpretación a contrario sensu es la más delicada de aplicar, y de ninguna manera debe
pretender abusarse de ella. De que se estime indudablemente extemporáneo un amparo promovido
después de cuatro meses de conocer el acto reclamado, no podría concluirse, a contrario sensu,
que es procedente todo amparo promovido antes de cuatro meses.”

Estos criterios emitidos por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, confirman que es necesaria
la existencia de una disposición legal que prevea nuestra legislación para que tengan aplicatoriedad
general. Por lo que en apoyo y en congruencia a la ley administrativa en México, debemos de
establecer un plazo de tres meses para que la autoridad dé respuesta al peticionario, esto en
correlación al ámbito administrativo que se prevé en la Ley Federal del Procedimiento
Administrativo que señala en su numeral 17 que “salvo que en otra disposición legal o
administrativa de carácter general se establezca otro plazo, no podrá exceder de tres meses el
tiempo para que la dependencia u organismo descentralizado resuelva lo que corresponda”.

Por lo que la propuesta que se incorpora es que la autoridad deberá de resolver dentro de los tres
meses siguientes a la recepción de la solicitud. Asimismo, se legislará sobre aquellos supuestos en
que el peticionario presente varias solicitudes. No se trata de aquellos casos en que las peticiones
se encuentren en un escrito de peticiones común, sino cuando el mismo peticionario en diferentes
ocursos dirige solicitudes distintas al órgano o servidor público. En tal supuesto se ha considerado
que se debe contestar cada una de las solicitudes formuladas. Es innegable que la autoridad
responsable está obligada a dar contestación a cada una de las peticiones dirigidas por el agraviado
haciéndole saber en breve término el trámite o destino que se dio a las solicitudes formuladas,
porque el precepto constitucional que otorga la garantía individual, claramente precisa que a toda
petición deberá recaer un acuerdo escrito de la autoridad a quien se haya dirigido. De lo que se
deduce que lo establecido por el precepto constitucional no puede referirse únicamente a un
acuerdo común, sino que debe proveerse cada una de las solicitudes.

Esta propuesta se refuerza con el contenido del artículo 16, fracción X, de la Ley Federal de
Procedimiento Administrativo que señala la obligación a la administración pública federal de “dictar
resolución expresa sobre cuantas peticiones le formulen... debiendo dictarla dentro del plazo fijado
por la ley”. Otro supuesto es el que tiene por cuestión el de sí las autoridades deben resolver en el
caso de cuestiones planteadas a mayor abundamiento. En estos casos se ha propuesto: PETICIÓN,
DERECHO DE. CUESTIONES PLANTEADAS A MAYOR ABUNDAMIENTO. Si una cuestión se planteó a
mayor abundamiento ante la autoridad, ésta resulta obligada por el artículo 8o. constitucional a
resolver al respecto lo que legalmente proceda, sin que pueda guardar silencio sobre dicha
cuestión, sin violar la garantía señalada, pues no hay razón legal para dejar de ocuparse de las
cuestiones aquí planteadas.

Ante la posibilidad de que se solicitara una misma petición en reiteradas ocasiones, es evidente que
el órgano o servidor al contestar podrá denegar lo solicitado aduciendo el cumplimiento anterior de
la petición o la denegación, también anterior de la misma. En todo caso quedaría la cuestión de
determinar cuántas veces constituye el concepto reiteradas ocasiones, y sobre todo, la obligación
que tendría el órgano o servidor de cumplir con ciertos requisitos para evitar infringir el precepto
constitucionalidad de legalidad.

Además propongo legislar sobre la forma de notificar al peticionario el derecho de respuesta,


contemplando la obligación de los órganos o servidores públicos de hacer conocer al peticionario
dentro de los tres meses el acuerdo recaído a su petición. Este elemento ofrece algunos matices
que es preciso señalar, entre los que destacan: el carácter escrito, los supuestos en que la
notificación es hecha por autoridad distinta de aquélla a la que se dirigió la petición, consignado en
la redacción constitucional y la notificación de los trámites sucesivos, esto basado en criterios
jurisprudenciales emitidos por nuestra más alta Institución interpretativa de la Ley, que es la
Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Entendemos que el contenido del derecho de respuesta se cumple cuando la autoridad que ha
conocido de la petición hace del conocimiento del peticionario el acuerdo escrito que ha recaído a
su solicitud. Dada la amplitud de criterios sostenidos, a continuación señalaremos de manera
resumida los supuestos, revisados por los tribunales federales y resueltos en tesis jurisprudenciales,
en los que no se cumple con la obligación constitucional de dar respuesta a las peticiones
formuladas. Conforme a tales criterios “no se cumple con el hecho de que la autoridad transcriba
por oficio a otra, la petición del propio interesado”, tampoco con “el simple envío de una copia al
carbón a los peticionarios que se dirigen a una autoridad”, asimismo se ha señalado que “la
garantía consagrada por el artículo 8o. constitucional no queda satisfecha por la circunstancia de
que una notificación, cuya realidad no se ha comprobado, deba estimarse inminente”. Se ha
entendido que esta notificación deba tener el carácter de personal, tal y como lo apunta el Tribunal
Colegiado del Vigésimo Circuito en la siguiente tesis:

DERECHO DE PETICIÓN. DEBE NOTIFICARSE EN FORMA PERSONAL LAS FASES DEL TRÁMITE
PARA CONTESTAR LA SOLICITUD CORRESPONDIENTE. Por encima de cualesquiera norma
secundaria o decreto, se debe atender el texto del artículo 8o. Constitucional, que no admite más
interpretación que la literal derivada de su simple lectura, de donde se obtiene que es necesario
notificar el acuerdo recaído a una petición, en forma personal , notificación que incluye la de todas
las fases del trámite requerido para contestar la solicitud.

Otro criterio que llama la atención, sostenido por la Segunda Sala en 1958, explicita el hecho de
que entraña una obligación para la autoridad a quien se dirigió la petición que la notificación conste
fehacientemente:

PETICIÓN, DERECHO DE. No se cumple con la garantía que consagra el artículo 8o. Constitucional,
dictando el acuerdo correspondiente a la petición, sino que es necesario hacérselo saber en breve
término al peticionario, y el argumento en el sentido de que no está obligada la autoridad
responsable a justificar que ha hecho saber en breve término al peticionario el acuerdo recaído a su
solicitud, ya que la autoridad es digna de crédito por la potestad federal, en su calidad de órgano
del poder público que se presume que obra de buena fe, carece de sustentación legal, porque no
dice qué disposición legal concede fe plena a las simples aseveraciones de las autoridades. Como
mencione anteriormente, el derecho de respuesta se cumplirá plenamente cuando la autoridad que
ha conocido de la petición dicte un acuerdo escrito y lo hace del conocimiento del peticionario. Sin
embargo, este hacer del conocimiento implica una obligación para la autoridad: la de notificar al
peticionario, dado que se ha resuelto que no puede entenderse el texto constitucional en el sentido
de que “ordena que los peticionarios gestionen que se les haga conocer el referido acuerdo ”.
1. Notificación por escrito. Un punto que mueve a discusión es el de que la notificación del acuerdo
sea hecha por escrito. Si bien el texto constitucional prevé que el acuerdo que recaiga a la petición
debe ser de tal carácter, no expresa de manera inequívoca tal supuesto para la notificación. Ante
tal divergencia, los tribunales federales han sustentado en algunos casos, de manera expresa, que
tal notificación se haga en forma escrita. Así, la Tercera Sala señala que el artículo 8o.
constitucional “no ordena que en una sola resolución se resuelvan... las peticiones... sino
únicamente a que se conteste por escrito, en breve término, y que se haga saber al peticionario lo
que proceda en el caso”. De la lectura de la última parte de la oración puede presumirse que lo que
pretendió advertirse era que se acuerde por escrito, sin embargo se prefirió utilizar la
expresión conteste, con la consecuencia hermenéutica apuntada.

En otra tesis, igualmente polémica, la Segunda Sala consideró que “se viola la garantía que
consagra el artículo 8o. constitucional cuando no se comunica por escrito algún acuerdo recaído a
la solicitud”.
Por lo que en mi propuesta planteo que ésta sea personal o a través de los medios electrónicos de
comunicación, como lo son: el teléfono, fax, correo electrónico, sesiones de orientación en línea,
etcétera, con que se cuenten, en base a los avances tecnológicos como mecanismos de
comunicación procesal y administrativa, en tal sentido, cabe afirmar que la autoridad que tiene a
cargo notificar la respuesta a una petición, debe hacer constar fehacientemente que ésta se llevó a
cabo o, en su caso, hacer constar las razones o motivos que impidieron tal evento.

En el caso de las comunicaciones telefónicas podemos afirmar que se trata de mecanismos de


comunicación totalmente admitidos. En el ámbito procesal gozan de certeza jurídica y su utilización
en la actualidad no es nada novedosa.

En el ámbito de ejercicio del derecho de petición considero que este medio de comunicación
deviene efectivo y además permitido en dos supuestos:

1. Cuando el peticionario incluye domicilio y número telefónico, y


2. Cuando únicamente señala número telefónico.

En ambos supuestos estamos ante una tácita aceptación de que la notificación sea hecha por vía
telefónica. De esta apreciación surge la pregunta: ¿Esta notificación telefónica puede suplir la
notificación escrita? Considero que sí dado que el propio peticionario puede, en algunos supuestos,
darse por satisfecho con la respuesta conseguida y cuyo contenido ha sido objeto de notificación
por vía telefónica. Sin embargo, la notificación en tales términos podría crear incertidumbre para el
órgano o servidor público, pues en el momento de la notificación no se registra físicamente que
ésta fue hecha, a menos que la dependencia realice un registro magnetofónico de las notificaciones
efectuadas; actividad completamente inusual en el ámbito administrativo mexicano.

Por otra parte, puede entenderse que esta notificación reúne las características de una
comunicación verbal, con lo cual se puede considerar como violatoria del derecho de respuesta, al
tenor de la tesis sustentada por la Tercera Sala que ya hemos mencionado: “La contestación verbal
a toda petición que se presenta, es violatoria de los artículos 8o. y 16 constitucionales”. A pesar de
tal consideración, el estado actual de las tecnologías de comunicación puede llevarnos a crear
mecanismos que propicien certidumbre tanto para el órgano o servidor público como para el
peticionario.

Con el avance de la tecnología, es razonado que las oficinas públicas podrían contar con
grabadoras que registren fehacientemente la comunicación que ha sido transmitida, ofertando
certidumbre al Estado y a la sociedad sobre el cumplimiento del mandato contenido en el artículo
8°. Constitucional. Tampoco debe soslayarse la importancia que tienen los registros de llamadas
que hacen las centrales telefónicas y que también pueden utilizarse para demostrar la existencia de
la notificación o, al menos, ofrecer indicios en los casos litigiosos.

Otro mecanismo que la tecnología pone a nuestro alcance es el correo electrónico. Desde su
aparición este medio de comunicación ha generado una industria de gigantescas proporciones y se
ha posicionado como un medio de comunicación efectivo que permite generar certidumbre, para
quien envía y para quien recibe existen formas de acreditamiento. En el ámbito administrativo, los
órganos y servidores públicos tienen la posibilidad de solicitar el acuse de recibo automático, el cual
se genera al momento de que el mensaje es leído. Otra posibilidad es enviar una copia del mensaje
a una cuenta creada ad hoc para almacenar los envíos de este tipo de información. En cualquier
caso, los órganos o servidores tienen la certidumbre de que el acuerdo recaído a la petición se ha
dado a conocer al peticionario. La creación de bancos de datos con los registros de tales
comunicaciones es factible hoy en día.

Otro tema que se incluye en la presente iniciativa, es el relativo a las aclaraciones a la respuesta
obtenida por parte de la autoridad a la que se elevó la petición. Esta aclaración puede ser solicitada
tanto al órgano o servidor público que la emitieron como al superior jerárquico de éstos. En el
segundo supuesto se ha señalado que tal obligación del superior entraña el cumplimiento del
derecho de respuesta y se basa en la presunción de que el superior conoce, o al menos debe
conocer, la respuesta que ha dado el inferior jerárquico y puede emitir una aclaración al
peticionario. La negativa a hacerlo implica una violación al derecho constitucional y así lo ha
entendido el Primer Tribunal Colegiado en materia administrativa del Primer Circuito:

PETICIÓN, DERECHO DE. ACLARACIONES. Conforme al artículo 8o. constitucional, a toda petición
deberá recaer un acuerdo escrito, que debe hacerse saber en breve término al peticionario. Los
derechos de los individuos que han sido garantizados en forma especial mediante su inclusión
expresa en la Constitución Federal, deben ser interpretados por el juez de amparo de manera que
el derecho constitucional resulte eficaz, y no de manera que resulte meramente teórico. Pues de lo
contrario se vendría a privar de eficacia a la Constitución misma y a la esencia de nuestro sistema
democrático. Así pues, el artículo 8o. constitucional debe ser interpretado y acatado en forma eficaz
y generosa, que permita al peticionario tener una respuesta cabal y clara en breve término,
satisfactoria si no en cuanto a su resultado, al menos en cuanto a proporcionar al gobernado la
información exacta y precisa que desea, cuando esto está al alcance real del funcionario, sin
interpretaciones rigurosas que menoscaben el contenido del derecho de petición y sin reenvíos que
no sean absoluta y estrictamente indispensables. En consecuencia, si al quejoso se le comunica una
resolución que le afecta en forma personal, y pide al respecto una aclaración al superior de quien le
hizo la comunicación, es manifiesto que el superior o debe, o en todo caso puede, estar al tanto del
contenido y alcance de la resolución comunicada, y también puede informarse al respecto, si es
necesario, en breve término, y también en breve término hacer saber al quejoso la respuesta. Pero
si en vez de hacer esto, o de al menos enviar la petición al subordinado para que la conteste,
haciéndolo saber esto al peticionario (todo ello en breve término), se limita a decirle, sin informarle
nada y sin hacer que la petición avance, que se dirija al subordinado para obtener la información
que desea, se le está violando el derecho constitucional de petición. Pues en primer lugar, el
superior puede y debe proporcionar la información que se le pide y, en segundo lugar, si la
comunicación del subordinado lo afecta, el quejoso tiene derecho a saber, en la mejor opinión del
superior, cuál es el contenido y alcance de la resolución, y más aún si sus términos son imprecisos.

En el tema de las excepciones que propongo sean incluidas en la Ley Reglamentaria, la aceptación
tácita de la petición: al realizar la solicitud fundada en motivos concretos y razonables del cambio
de dirección en la circulación vehicular de una calle. Si la autoridad correspondiente considera que
hay motivos suficientes para realizar tal cambio, y lo hace sin notificar al peticionario que su
solicitud ha sido acordada y llevada a la práctica, es evidente que no se vulnera el derecho de
respuesta. Hay una respuesta implícita en la consecución de la conducta o actividad administrativa
solicitada.
A primera vista puede advertirse una serie de incongruencia con lo ya citado, dado que se trata de
una obligación constitucionalmente impuesta a los órganos del poder público. Sin embargo, es
evidente que tal exigencia tiene una justificación en tanto se constituye en un mecanismo que
opera para obligar a la autoridad en la atención de los asuntos o solicitudes en los que la
ciudadanía está interesada y pone especial atención. Así, si la autoridad atiende tales peticiones y
las satisface, es evidente que cumple sobradamente con el espíritu que anima el derecho de
respuesta.

Desafortunadamente, no todos los casos que involucran tales supuestos fácticos pueden ser tan
simples como el ejemplo transcrito y ante una posible controversia, siempre serán los tribunales los
que de manera casuística decidan sobre el particular.

Dado que en nuestro país no existen límites del derecho de petición y, en consecuencia, del
derecho de respuesta, es importante emitir una ley que regule este derecho, así como el actuar de
la autoridad y del gobernado, esto con el fin de evitar tanto los abusos del poder como los excesos
de los particulares.

Por lo antes expuesto, me permito poner a consideración de esta Honorable Asamblea la siguiente
Iniciativa con proyecto de decreto por el que se expide la Ley Reglamentaria del artículo 8 de
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de derecho de
petición.

Artículo Único.- Se expide la Ley Reglamentaria del artículo 8 de la Constitución Política de


los Estados Unidos Mexicanos, en materia de derecho de petición, para quedar como
sigue:

Ley Reglamentaria del Artículo 8 de la Constitución Política de los Estados Unidos


Mexicanos, en materia de Derecho de Petición

Capítulo I

Disposiciones Generales

Artículo 1. La presente ley es reglamentaria del artículo 8 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos. Es de orden público y de observancia en todo el territorio nacional; tiene por
objeto:

I. Garantizar el ejercicio pleno del derecho de petición.


II. Definir las obligaciones de los funcionarios y empleados públicos con respecto al derecho
de petición.
III. Otorgar certeza jurídica a los peticionarios en cualquier etapa del procedimiento
correspondiente para el ejercicio del derecho de petición.

Artículo 2. Son titulares del derecho de petición:


I. Todos los individuos que se encuentren en el territorio nacional. Los menores de edad
deberán acudir a través de padre, madre o tutor.
II. Todas las personas morales legalmente constituidas.

En materia política no podrán hacer uso de este derecho los extranjeros.

Artículo 3. El derecho de petición se ejercerá individual o colectivamente.

Artículo 4. Son sujetos obligados:

I. Los funcionarios y empleados públicos.

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