La Sorpresa. Marcelli
La Sorpresa. Marcelli
La Sorpresa. Marcelli
Texto: La suprise.
Capitulo 6.
Ed: Michel Albin. Francia: 2000
EL RITMO EN LA TEMPORALIDAD
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rol de un reloj regulador que da al niño una energía, un "impulso" regular y
regulador.
Esta regularidad, esta repetición que todos los autores constatan
observando a los recién nacidos, organiza el tiempo. Cosa sorprendente,
este tiempo no se toma en cuenta realmente en las hipótesis de inspiración
psicoanalítica, al buscar elaborar las bases de la función de pensar. Entre el
campo del inconciente, fuera de la temporalidad y el dominio de la conciencia
sumergido en la temporalidad, las relaciones para el psicoanálisis son
escencialmente de figurabilidad, de imaginería con todas sus sustituciones
metafóricas o metonímicas posibles. Pero no hay en la obra de Freud lugar
para una teoría metapsicológica de la memoria. La representación simbólica
estaría fuera del tiempo? Es lo que sugiere Jung con los arquetipos, o Bion
con las preconcepciones innatas, o Freud mismo cuando evoca la regresión
filogenética, apoyándose en un pasado siempre más lejano y mitológico, el
origen del simbolismo más primitivo?
LA ANTICIPACIÓN
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big bang, un tiempo cósmico que se desparrama y en el seno del cual el
hombre se siente amenazado por la finitud.
Porqué les gusta a la madres engañar a sus bebés? para hacerlos reír,se
podría responder primero. Ciertamente la risa es una recompensa y la
ocasión de un reparto emocional. Pero antes de la risa , nos parece que la
madre siente placer en sorprender a su bebé , en leer en su mirada ese
instante fugaz de perplejidad, ese momento paradojal de conflicto de deseo
entre el enganche y la retirada, y la posiblidad de "fallarle", aunque sería
fugazmente.
Haciendo esto, ella permite a su niño investir la espera, la incertidumbre y el
conflicto psíquico del deseo.
La sorpresa, en el sentido de la espera engañada, implica una falla que
puede volverse fuente de cierto placer o ser investida por el pensamiento
como símbolo de una espera potenciamente gozosa, como la cosquilla
permite el investimiento libidinal difuso del cuerpo por la mano. Lo faltante
transforma la necesidad en deseo.
Además, sorprendiendo a su bebé, la madre le muestra su propia libertad y
su apego a un tercero. Aquí el niño gana la libertad de su deseo, que
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adquiere gracias a las engañifas lúdicos de la madre. En efecto, por su
capacidad de fallarle, de no estar donde ella es esperada, la madre abre la
brecha en la continuidad de las anticipaciones esperadas del lactante,
creando un flujo particular que es la escencia misma del ritmo.
Pero qué queremos decir con fallas ? Si la falta es el símbolo de la
ausencia, la falla es el símbolo del defecto : es el hecho de faltar a sus
obligaciones. Es de esto de lo que se trata: la madre debe aceptar la idea de
fallarle a su bebé. En el instante mismo de este falla y gracias a la sorpresa
que de ella resulta, la vacilación de la relación da al niño, por una fracción de
segundo, la actividad subjetivante que le permitirá seguidamente, librarse de
la simbiosis tan dulce y dichosa con su madre que los psicoanalistas llaman
"objeto primario"
Mucho tiempo se confundió el registro de la falta y la falla. La madre que
falta está ausente, la madre que no comparece, no está donde el niño la
espera, sino justo al lado. La falta conduce a una anticipación vana y vacía,
la falla conduce a una anticipación engañada. La falla introduce en la
interación madre-niño un tercero simbólico.
La madre no está exactamente donde el niño la espera y este desfasaje que
produce la sorpresa permitirá también al niño tolerar en adelante la pérdida
entre lo esperado y lo que vendrá: es el lugar del "otro". En esta pérdida, la
angustia siempre amenaza con surgir, porque el individuo afronta la soledad
potencial y porque la falta puede suceder a la falla
:la falla se vuelve persecutoria porque anuncia la ausencia. Pero cuando a la
falla suceden los reencuentros, entonces la pérdida se vuelve placer, júbilo,
preludio de la risa y la distensión. La repetición de esos juegos interactivos,
como los del cucú o de la pequeña bestia, donde alternan sorpresas y
engañifas seguidos de reencuentros y risas, permite que la pérdida sea
investida de placer ( son estos indicadores de divergencia que serán
transformados luego en el juego de los dos dibujos "buscar el error") . Por
medio de estos juegos interactivos precoces, el bebé inviste el tiempo de
espera por una parte y la sorpresa por la otra de una cualidad afectiva
positiva: es desde nuestro punto de vista la matriz de la capacidad de tolerar
la frustración en el plano pulsional y tolerar la incertidumbre en el plano
cognitivo.
Al comienzo, una parte solamente de la madre no comparece: la mano
que cosquillea no viene exactamente al lugar esperado, pero justo al costado,
el dedo marioneta surge "por detrás", cuando era esperado por "delante, etc.
En la cosquilla, madre y bebé se miran, el rostro de la madre expresando
sorpresa antes que el bebé la exprese; en el juego del cucú, la mirada del
bebé va del dedo-marioneta a la mirada de la madre , cuyo rostro ya expresa
por anticipación la sorpresa. Se puede considerar que este juego de miradas
representa uno de los precusores de la atención compartida luego de la
atención conjunta. En fin, el explotar de risa que marca comunmente la
secuencia lúdica en la que la madre ha engañado a su bebé traduce la
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distensión secundaria a la subida tensional provocada por la espera, pero
permite también que la "libido" marque con su sello ese tiempo de espera:en
adelante la realidad puede ser ligeramente diferente de lo que se espera sin
que esto sea una catástrofe. El bebé puede incluso encontrar cierto placer en
esa pérdida.
Stern subraya que es para compartir sus emociones que madre y bebé
juegan de esta forma. Ciertamente, pero porqué este compartir debe terminar
en una secuencia en la que la madre, de alguna forma, engaña a su bebé?.
Se puede incluso llegar a decir que el conjunto del juego parece estar
organizado para crear una regla que la madre va a violar. Esta engañifa no
es para los dos partenaires el medio de verificar sus diferencias?. Ellos no
están confundidos, las esperas de uno no encuentran sistematicamente las
esperas del otro y viceversa. Sin embargo, la madre no puede autorizarse
esas fallas si ella misma no se siente totalmente colmada por su bebé y si
ella no está convencida de ser ella sola y la única en poder satisfacerlo. En
otras palabras, en estas representaciones psíquicas un tercero es investido y
presente: el bebé no la colma totalmente. Por sus propias fallas ella le
muestra que puede incluso no comparecer: juega a eso. Este espacio lúdico,
Winnicott lo llama "espacio transicional", precursor de la función del tercero
necesaria inclusive en el espacio psíquico maternal.
La sorpresa toca y afecta al sujeto, lo desconcentra y lo "toma por
improviso" como si fuera atacado y tomado por otro. Es en esta ruptura, en lo
que hemos llamado la "vacilación de la relación" que la actividad subjetivante
del otro puede aparecer. Puget encuentra allí la huella a través de esta
reflexión: "Lo más problemático y que se vuelve fuente de angustia en un
vínculo, es lo inasequible del otro con lo que, sin embargo, el investimiento es
una condición necesaria para que se vuelva sujeto. Y como por lo demás el
otro debe ser necesariamente diferente, desconocido, inasible para que el
vínculo pueda establecerse, estamos de lleno en la paradoja inherente a la
constitución del vínculo. La cualidad de " diferente" pone al otro no solo en el
lugar de lo que el sujeto desea ser o tener, sino también en el deseo de
conocer lo incognosible y salva de esta forma de la fusión narcisista.".El
juego de la sorpresa con espera engañada, y lo que resulta de ello, es decir
la falla de la madre, (no está exactamente donde su bebé la espera, sino
justo al costado), abre precisamente esta brecha, esto inasible del otro que
permite que se establezca el vínculo, y a los dos partenaires liberarse de la
fusión. Aunque Jaitin desarrolle un concepto criticable del ritmo reducido a la
sola cadencia, anota sin embargo: "Esas estructuras protorítmicaas
funcionan como espacios de apoyo cuando guardan un ritmo constante y
como espacios de desequlibrio cuando son arrítmicas. " Si cuestionamos la
noción de arritmia comprendida como una simple ausencia de ritmia
repetitiva, en cambio el rol de desunión, de desequilibrio que puede tener un
quiebre de la repetición es perfectamente pertinenente.. Este desunión está
unicamente en condiciones de abrir el espacio al otro. En las interacciones
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del juego, este otro no puede ser más que el "otro" de la madre, ese a quien
ella espera, en el que piensa al mirar a su bebé, ese bebé que no es más
que una incompleta reproducción de él. Para la madre, sorprender a su
bebé, es hacerle correr el riesgo de ser tomado por un otro distinto de ella, y
para ella, correr el riesgo de ver a ese otro instalarse entre ellos dos. Cuando
la sorpresa aparece entre dos personas, es que hay un espacio potencial
entre ellas.
La característica de los juegos interactivos precoces entre la madre y el
bebé es instalar la sorpresa entre estos dos partenaires; esta sorpresa
participa en el investimiento de una temporalidad particular donde los
acontecimientos que se repiten y los que sorprenden son al mismo tiempo de
de manera aparentemente paradojal investidos. Estos juegos en los que
alternan repetición y sospresa constituyen la trama misma del ritmo, y la
sorpresa es el instrumento del cual se sirve el ritmo para llegar a desenlazar
el tiempo circular y abrir al ser humano al tiempo lineal.
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Haciendo camino, definimos de esta forma dos tipos de organización del
tiempo; los "macrorritmos" y los "microrritmos", relativos a dos dominios
diferentes:
- el dominio de las interacciones de cuidado, el dominio de las
anticipaciones confirmadas; es todo lo que concierne a las relaciones de
cuidado inscriptas en los macrorritmos de lo cotidiano:el levantarse, la
comida, el aseo, los paseos, el baño, el acostarse...Todas estas actividades
relativamente fijas de una jornada a la otra, necesarias para el bienestar del
bebé llegan cuando éste las espera, porque rapidamente los "indicadores de
cualidad" le permiten anticipar la llegada inmediata de ellas. Llamamos
"indicadores de cualidad" a lo que es percibido en el entorno como idéntico a
lo que ha sido percibido en el pasado. Es así que cuando el bebé espera,
esto se realiza. Esto es tanto más cierto cuando la madre "abre o cierra "
estas actividades por un indicador facilmente reparable por el niño, indicador
que conjuga en general un afecto de "vitalidad" (sacar al bebé de su cuno,
instalarlo sobre su asiento de comer, depositarlo sobre la mesa de cambiarle
los pañales, tomarlo en sus brazos..)y un comentario de la madre sobre lo
que está por hacer, formulado en voz dulce, melodiosa y comodamente
reconocible. Estas anticipaciones confirmadas dan poco a poco al bebé el
sentimiento de que es el creador de su entorno, de donde crece el
sentimiento de omnipotencia y la ilusión de crear el mundo. El narcisismo del
bebé y el "bien temperado" del futuro adulto reposan en esta ilusión. A traves
de este tiempo repetitivo y circular de las interacciones de cuidado se
desarrolla el sentimiento de seguridad narcisística. Sin embargo en este
dominio, lo que está en juego es procurar el apaciguamiento: es la
nacesidad corporal y fisiológica del bebé que la madre debe "colmar" sin
defectos ni fallas mayores. Satisfecho, el bebé se calma y se duerme. En
este apaciguamente de la necesidad, el bebé pierde algo: el alerta de su
psiquis (no sabremos jamás en que sueñan los bebés antes de que puedan
hablar!). De esta forma están ligados : ritmo nictemeral - relaciones de
cuidado - anticipaciones confirmadas - apaciguamiento de la necesidad -
capacidad de memorización. Este conjunto define los macrorritmos ,
marcados por su recurrencia inscripta en la circularidad del tiempo.
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