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UN AÑO SIN KOBE BRYANT

27 DE ENERO, PRIMER ANIVERSARIO DE SU TRÁGICA MUERTE.

A la venta desde el 13 de enero de 2020


SHOWBOAT
| ROLAND LAZENBY |
La biografía definitiva de Kobe Bryant, uno de
los mejores jugadores de la NBA de toda la historia
Hace un año, el 27 de enero de 2020, Kobe Bryant fallecía en un trágico accidente de
helicóptero junto con otras ocho personas, entre ellas su hija de 13 años. Su muerte
causó una auténtica conmoción en el mundo del deporte. Un año después Libros
Cúpula publica en español Showboat, su biografía definitiva.

Dieciocho veces All-Star, anotador de 81 puntos en un mismo partido, MVP 2007-08, dos
premios MVP de las Finales, 15 selecciones de equipos de la NBA, tercero en la lista de
anotadores de la historia de la NBA, cinco Anillos de Campeonato en el bolsillo y uno de
los mejores escoltas en la historia de la liga estadounidense, Kobe Bryant es considerado
uno de los mejores jugadores de baloncesto de todos los tiempos, con una personalidad
compleja y fascinante que el legendario y reconocido periodista deportivo Roland Lazenby
disecciona en profundidad para revelar con toda su complejidad a la enigmática estrella
de los Lakers.

Incluso un equipo lleno de estrellas como Los Angeles Lakers, donde jugó toda su carrera,
Bryant, conocido con el apodo de Showboat, siempre fue el centro de atención y su juego
cautivó al mundo del baloncesto. Roland Lazenby, indaga en profundidad para ver más allá
de la imagen pública del jugador a través de decenas de entrevistas que revelan una visión
completa, desde la infancia hasta sus años como jugador y su trágica pérdida.

Una lectura imprescindible para conocer a fondo la vida de Kobe Bryant, sus logros y zonas
oscuras, su complicada vida personal, su explosiva relación en la pista y otras muchas
historias sobre este personaje complicado y fascinante a la vez, que afirmaba saber desde
pequeño que cuando creciera sería mejor que Michael Jordan.
YA HAN DICHO DE SHOWBOAT…
«La detallada investigación de Lazeby y su fantástica redacción pintan un complejo y
cautivador retrato de uno de los grandes de la NBA.»
Kurt Helin, Pro Basketball talk, NBC Sports

«Con una precisión quirúrgica, Roland Lazenby disecciona de un modo experto la vida del
jugador de baloncesto más fascinante de su generación. Nos muestra con una obra
magistral una visión íntima de los obstáculos, los logros y las tribulaciones de Kobe
Bryant.»
Jonathan Abrams, autor de Boys Among Men

«Con la publicación de Showboat, ya va siendo hora de que se reconozca al autor Roland


Lazenby por lo que ha logrado ser: el mejor biógrafo deportivo de nuestro tiempo.
Primero con la sorprendente Michael Jordan: The Life y ahora con esta nueva biografía,
que supone una investigación increíble y muy bien escrita de la enigmática superestrella
Laker, Lazenby ha conseguido una atmósfera enrarecida: te sorprendes tanto de lo que
vas leyendo que no puedes parar.»
Peter Golenbock, autor superventas del New York Times

«Hay análisis de sobras de los logros de Bryant en la pista para satisfacer a los fanáticos
del baloncesto, pero el material más jugoso son las dinámicas familiares de Bryant. Una
mirada esclarecedora a una vida complicada.»
Phil Taylor, Washington Post

«Igual que el libro reciente de Lazenby sobre Michael Jordan, Showboat busca nuevos
ángulos para acercarse a personas a las que hemos estado viendo a diario a lo largo de
sus carreras. Lazenby sabe centrar la mayor parte del libro en los últimos años de la
carrera de Bryant.»
Will Leitch, Wall Street Journal

«Este libro seguramente acabará formando parte de alguna lista de lecturas obligatorias
para todo fan de los Lakers. He leído Once anillos de Phil Jackson, Laker Girl de Jeanie
Buss, y Madmen’s Ball, pero ninguno de ellos se puede comparar a Showboat. Buscad el
libro y conseguid un ejemplar.»
Lakers Outsiders

«Lazenby cuenta extraordinariamente bien la historia de Bryant. Está destinada a ser la


mejor biografía de Kobe Bryant en mucho tiempo.»
Kirkus Reviews
PRÓLOGO DEL AUTOR

«Lo que sigue es Showboat, mi esfuerzo para capturar esa historia


fascinante, en muchos sentidos una fábula moralizadora, contada
por muchos testigos a lo largo de los años».
ROLAND LAZENBY

Al principio daba la impresión de ser solo un chico con ganas de divertirse. No lo era, por
supuesto. Kobe Bean Bryant tuvo que trabajar muy duro para demostrar que nada podría
desviarlo de su objetivo. Especialmente durante la turbulenta temporada en la que debutó
en la NBA. Yo estaba presente la noche que anotó su primer tiro de campo en la NBA, un
triple que encestó en el Charlotte Coliseum en diciembre de 1996.

Después del partido entró en el vestuario saltando y me saludó varios pasos sin tener ni la
más remota idea de quién era yo. Uno más de los que van a todas partes con el cuaderno
y la grabadora. Pero en ese momento le daba igual, estaba ansioso por presentarse ante
el mundo. Más adelante, durante esa misma temporada, me senté a solas con él en un
vestuario vacío de Cleveland. Ese año se celebró la quincuagésima edición del All-Star
Weekend y Bryant estaba a punto de participar en el concurso de mates, por lo que
decidimos aprovechar el rato que quedaba antes de que saliera a escena.

Estuvimos hablando sobre su condición de símbolo para una generación de nuevos


talentos que acababa de llegar a la NBA, la mayoría muy jóvenes, los más jóvenes que
jamás llegarían a la liga. Me habló sobre las dificultades, las expectativas, los riesgos y las
numerosas tentaciones de una ciudad tan grande y peligrosa como Los Ángeles para un
jugador de solo dieciocho años. Me contó hasta qué punto le había afectado la noticia de
que Magic Johnson había contraído el VIH en 1991, cuando él tenía trece años, y me
aseguró que él pensaba evitar esas tentaciones que, según admitió Johnson al cabo de un
tiempo, lo llevaron a acostarse con entre trescientas y quinientas personas cada año. «En
mi caso, es sencillo —me dijo Bryant—, porque quiero conseguir muchas cosas en la
vida».

Efectivamente, solo minutos más tarde abandonó aquella conversación relajada y amable
que mantuvimos en el vestuario para deslumbrar a los espectadores con una actuación
muy enérgica que le sirvió para ganar el concurso de mates, lo cual encendió la llama de
su ya candente ambición.

Al cabo de un año recibió los votos necesarios para ser titular en el partido del All-Star a
pesar de no haber entrado todavía en el cinco inicial de los Lakers. A eso seguiría la
desastrosa temporada de 1999, en la que Jerry Buss, el propietario de los Lakers, amplió
el equipo hasta reunir un talento extremo pero sin rumbo aparente. En medio del caos de
su tercera temporada, Bryant era un chico de veinte años que se sentía muy perdido, solo
y frustrado. «Solo quiero ser el más grande —dijo, reafirmando su objetivo de convertirse
en el mejor jugador de la NBA—. No sé cómo voy a llegar a serlo. Solo tengo que encontrar
la manera». Y lo consiguió, a pesar de lo
poco probable que parecía aquel
objetivo en su momento. A medida que
se acercaba el fin de su carrera, en 2016,
Bryant pudo hacer balance de las cifras
que había acumulado a lo largo de
veinte temporadas y llegar a la
conclusión de que se había ganado «un
lugar en la mesa» con los más grandes
del baloncesto. En 2015 ya había
adelantado a su ídolo, Michael Jordan,
colocándose tercero en la lista de los
mejores anotadores de la historia de la
liga, solo por detrás de Kareem Abdul-
Jabbar y Karl Malone. Y lo que todavía
era más importante: Bryant había
ayudado a los Lakers a coronarse como campeones de NBA en cinco ocasiones, había sido
All-Star dieciocho veces y había ganado dos medallas de oro olímpicas.

«Showboat» fue el apodo con el que O’Neal bautizó a Bryant cuando este no era más
que un rookie ansioso por demostrar su talento con los mates y su capacidad de llegar
hasta el aro. Bryant detestaba este apodo con todas sus fuerzas. Pensaba que lo reducía a
una persona sin integridad competitiva, un defecto que se le había atribuido a menudo a
su padre años atrás y que se había comentado sobre todo a media voz dentro del mundo
del baloncesto profesional. Aun así, el apodo también representa el amor prodigioso por
este deporte que Bryant compartía con su padre y el placer que experimentaban jugando
de un modo llamativo y espectacular.
TODO UN PRODIGIO

«Siempre se ponía muy serio cuando jugaba — recordaba Michella Rotella, un chico mayor
que a menudo jugaba contra el joven Bryant en una pista del pueblo montañoso de la
Toscana de Cireglio —. Ni una sonrisa, era todo determinación».

«Siempre estaba muy serio en todo lo que tenía que ver


con el deporte, siempre se lo tomaba con mucha
intensidad», recordaba Sharia, su hermana.

«La mentalidad de Kobe era de máxima concentración,


lo importante era ganar, ganar y ganar», diría Jacomo
Vittori, otro amigo de infancia de la época de Italia.
«Cuando tenía ocho años y yo once, estábamos en la
misma liga de baloncesto -recordaba Sharia en 1999-. El
resto de los niños solo querían jugar y él solo quería
ganar. Una vez no quedaban más que treinta segundos,
perdíamos por dos y dijo: “Dadme la bola”. De verdad, se lo tomaba muy a pecho. Siempre
fue así»

Bryant afirmaba haberse dado cuenta de que podía hacerse cargo de los partidos solo
«desde muy jovencito, cuando tenía nueve o diez años y jugaba en ligas infantiles. Cuando
el partido está en la cuerda floja y me encuentro en esa situación, entre la espada y la
pared, me sale la vena luchadora. Es esa mentalidad de luchar o huir, y yo siempre he
sido un luchador».

ITALIA

Años más tarde, a ojos de los


entrenadores de Los Angeles Lakers,
Italia se consideró el lugar en el que
había aprendido a menospreciar a los
compañeros de equipo que mostraban
menos experiencia o menos talento, y
a confiar solo en sus propias
capacidades. Cuando se ponía a jugar
de forma egoísta como miembro de los
Lakers, algunos de sus entrenadores
comentaban en voz baja que Kobe
Bryant había «regresado a Italia».

«Era realmente egoísta — recordaba Jacomo Vittori, añadiendo que ese egoísmo surgía
del hecho de que Kobe era mucho mejor que el resto de los jugadores —. Todo el mundo
se daba cuenta. Era el único chico negro allí. Era imposible no darse cuenta, era muy
bueno».
«Nos sentíamos muy cómodos allí — recordaba Kobe —. Nos sentimos bien enseguida. Esa
es la clase de actitud que aprendimos en Italia. La espina dorsal es la familia. Una vez
resuelto eso, el resto es más sencillo. Tanto si anotas cincuenta puntos como si no metes
ni una sola canasta, se trata de saber que la familia estará a tu lado. Los italianos hacen
lo mismo, son gente muy cariñosa».

Por consiguiente, la familia se


convirtió en el fundamento de
esa confianza en la que tanto
insistía el padre. Joe Bryant
explicaría más adelante que
siempre había lamentado no
haberse sentido más seguro de sí
mismo, una actitud con la que
justificaba sus fracasos. Parecía
decidido a que su hijo creciera sin
esa debilidad.

Además, otro hecho que contribuyó a disparar la seguridad del joven Kobe fue el hecho de
estar expuesto al deporte desde tan joven, incluyendo los desplazamientos del equipo en
los que acompañaba a su padre en autocar. Cada equipo profesional tenía cantera propia,
y jugar en las categorías inferiores y asistir a los entrenamientos de su padre le sirvió para
comprender muy bien el juego desde la base.

En retrospectiva, el tiempo que pasó en Italia se convirtió en la mejor escuela de


baloncesto imaginable. «Empecé a jugar allí — dijo —, lo que fue genial, porque empecé
aprendiendo los fundamentos. Creo que la mayoría de los chicos que crecen aquí, en
Estados Unidos, aprenden más bien a driblar y hacer trucos. En Italia te enseñan primero
la base y se olvidan de las tonterías».

«NADA LE IMPORTABA UNA MIERDA»

Sam Rines, el entrenador del equipo de Bryant en la AAU, los Sam Rines All-Stars, en una
entrevista concedida en el 2015, se dedicó a entrenar al hijo de Joe Bryant desde marzo
hasta octubre cada año, mientras Gregg Downer disponía de él solo unos cuantos meses,
desde finales de octubre hasta principio de marzo.

«Solíamos jugar con solo nueve jugadores porque intentábamos mantener a Kobe en la
pista en todo momento — admitió Rines en una entrevista del 2015 —. Le encantaba jugar
y lo sabíamos perfectamente. Sabíamos que no podíamos sustituir al cinco inicial por
completo como solíamos hacer siempre, porque Kobe no querría salir de la pista. Kobe
era Kobe. Quiero decir que quería ofrecer su espectáculo. Creo que no he visto en mi vida
a un chico más concentrado que Kobe en la pista de baloncesto. Nada de tonterías, nada
de relajarse o de sonreír. Salía dispuesto a matar desde el principio al final, sin piedad.
Nada le importaba una mierda».
CONTENIDOS DEL LIBRO

• Sumario • Hacia el estrellato


• Prólogo • Pacific Palisades
• Introducción • La fábula continúa
• La teoría del caos
• El fiasco • Estrellas de California
• Paternidad • Campanadas de boda y otras
• Los más chulos de la fiesta melodías tristes
• Pam y Jelly • Tobillos fracturados y corazones
• El Escuadrón de Bombarderos rotos
• Kobe Bean • Montañas Rocosas
• El gracioso • El daño
• Italia • La revolución
• La bicicleta roja • El legado
• Lower Merion • El más grande
• La onda
• Amor de verano • Conclusión
• El ascenso • In Memoriam
• Chico malo • Agradecimientos
• Come together • Notas y fuentes
• Team Bryant • Índice onomástico

“Me llevo todo


lo que aprendí
con el juego, y
lo utilizaré en
lo que venga
después”

KOBE BRYANT
ROLAND LAZENBY es un periodista
deportivo que ha pasado más de 30 años
cubriendo la actualidad de la NBA para
diversos medios. Es el autor de las
biografías definitivas más vendidas de
Michael Jordan y Jerry West, entre otros.
Ha publicado docenas de ensayos, varios
de los cuales dedicados a leyendas de la
NBA como Jerry West, Phil Jackson o Kobe
Bryant. Vive en Salem, Virginia (EEUU).

SHOWBOAT
ROLAND LAZENBY
Libros Cúpula, 2021
15 x 23 cm. 656 páginas
Rústica c/ solapas
PVP c/IVA: 22,90 €
A la venta desde el 13 de enero de 2021

Para más información a prensa:


Lola Escudero. Directora de Comunicación Libros Cúpula
Tel: 91 423 37 11 - 680 235 335
[email protected]

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