Basho Sendas de Oku

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Matsuo Basho - Sendas de Oku 1 Sendas de Oku Matsuo Basho Traduccin de: Octavio Paz y Eikichi Hayashiya SEIX

BARRAL Primera edicin en Seix Barral: noviembre de 1981

Matsuo Basho - Sendas de Oku 2 NDICE NDICE............................................................................ .................. 2 NOTA BIOGRFICA.............................................. ........................... 4 LA TRADICIN DEL HAIK................................ ............................. 5 ADVERTENCIA A LA PRIMERA EDICIN (1957)........... .............. 22 VIDA DE MATSUO BASHO ......................................... .................. 23 LA POESA DE MATSUO BASHO .................................. ............... 25 Sendas de Oku ............................................... ................................ 38 Partida .................................... ........................................................ 39 La posada de Soka... ...................................................................... 40 Muro-n o-Yashima ...................................................................... ..... 41 Nikko.................................................................. ............................. 42 A campo traviesa en Nasu....................... ....................................... 44 Unos das en Kurobane ................. ................................................. 45 La Piedra-que-mata ........ ................................................................ 48 Sauce....... ................................................................................ ....... 49 El paso de Shirakawa ................................................ ..................... 50 La posada del ro Suga................................... ................................ 52 El monte Asaka y hanakatsumi ............... ....................................... 54 Kurozuka y la piedra ................ ....................................................... 55 Ruinas del castillo d e Sato ............................................................. 56 Una noch e en Iizaka .................................................................... ... 57 Minowa y Kasajima........................................................ ................. 58 El pino de Takekuma ....................................... ............................... 59 Cuatro o cinco das en Sendai.................. ...................................... 60 Juncos de Tofu y monumento de Tsubo .. ...................................... 62 Sue-no-Matsuyama, Oku-Johruri......... ........................................... 63 El santuario de Shiogama......... ...................................................... 64 Matsushima ........... ......................................................................... 65

Matsuo Basho - Sendas de Oku 3 Pennsula de Ojima ............................................................... ......... 66 El templo de Zuigan Ishinomaki..................................... ................. 67 Hiraizumi.................................................. ....................................... 69 Paso de Shitomae .................... ...................................................... 71 El monte Ooyama ...... ..................................................................... 72 Obanaza wa.............................................................................. ....... 73 Sosiego en un templo de la montaa .................................... ......... 74 Ohishida........................................................... ............................... 75 El ro Mogami.................................. ................................................ 76 El monte Haguro............. ................................................................ 77 Los montes G essan y Yudono-Yama ............................................. 79 Tsurugaoka y Sokata...................................................................... 8 1 Paisaje de Kisagata .......................................................... .............. 82 Las tierras de Echigo ........................................ .............................. 85 Una noche en Ichiburi......................... ............................................ 86 Mar de Ariso ................... ................................................................ 87 Kanazawa ... ................................................................................ .... 88 El Santuario de Tada ................................................... ................... 89 Viento de otoo en el templo de Nata ...................... ...................... 90 La fuente termal de Yamanaka.......................... ............................. 91 La despedida de la pareja de gaviotas ......... .................................. 92 Una noche en el templo de Zensho.......... ...................................... 93 La ensenada de Yoshizaki.............. ................................................ 94 Templos de Tenryu y Eihei .. ........................................................... 95 La posada de Tosa i ........................................................................ 96 El santuario de Kehi-no-Myo ...................................................... .... 97 La playa de Iro ........................................................ ........................ 98 El pueblo de Ohgaki ................................ ....................................... 99 MAPA: VIAJE DE BASHO ................ ............................................ 100

Matsuo Basho - Sendas de Oku 4 NOTA BIOGRFICA Matsuo Basho naci en Ueno (provincia de Iga, Japn) en 1644, hijo de un samurai al servicio de la familia Todo. El 1653, tambin Basho entr a servir en la familia Tod o en calidad de compaero de estudios del joven heredero Yoshitada. Con l estudi el arte del verso encadenado bajo la gua de Kigin. Basho lleg a ser el ms soberano artf ice del haik y su influencia en la poesa clsica japonesa fue enorme. En 1694, muri vc tima de la disentera, mientras intentaba llegar al sur del Japn en uno de los viaj es que le dieron notoriedad literaria, anlogos al que motiva el presente libro. Se ndas de Oku es, posiblemente, la muestra ms acabada del arte de Basho en un gnero p ropio del siglo XVII japons: el relato de viajes que ana la impoluta nitidez en el relato y la descripcin y el supremo don potico en el verso de diecisiete slabas. E sta exquisita obra maestra ha sido admirablemente vertida al castellano por Octa vio Paz, con la colaboracin de Eikichi Hayashiya, y complementada con extensos es tudios, debidos igualmente a Octavio Paz, sobre la tradicin potica del haik, y sobr e la vida y obra de Basho. El conjunto es, pues, la ms idnea aproximacin a un gran clsico de un momento mayor de las literaturas orientales, a cargo de un gran poet a occidental de ahora, que como pocos ha vivido el Oriente y ha hecho suyas las races de este mbito cultural.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 5 LA TRADICIN DEL HAIK

En 1955 un amigo japons, Eikichi Hayashiya, ante mi admiracin por alguno de los po etas de su lengua, me propuso que, a pesar de mi ignorancia del idioma, emprendis emos juntos la traduccin de Oku no Hosomichi. A principios de 1956 entregamos nuest ra versin a la seccin editorial de la Universidad Nacional Mxico y en abril del ao s iguiente apareci nuestro pequeo libro. Fue recibido con la acostumbrada indiferenc ia, a despecho de que, para avivar un poco la curiosidad de los crticos, habamos s ubrayado en la Advertencia que nuestra traduccin del famoso diario era la primera que se haca a una lengua de Occidente. Ahora, trece aos despus, repetimos el gesto : la apuesta; no para ganar comentarios, Basho no los necesita, sino lectores. A claro: son los lectores, somos nosotros -atareados, excitados, descoyuntados- lo s que ganamos con su lectura; su poesa es un verdadero calmante, aunque la suya s ea una calma que no se parece ni al letargo de la droga ni a la modorra de la di gestin. Calma alerta y que nos aligera: Oku no Hosomichi es un diario de viaje que es asimismo una leccin de desprendimiento. El proverbio europeo es falso; viajar no es morir un poco sino ejercitarse en el arte de despedirse para as, ya ligeros, aprender a recibir. Desprendimientos: aprendizajes. Entre 1957 y 1970 han aparec ido muchas traducciones de la obrita de Basho. Cuatro han llegado a mis ojos, tr es en ingls y una en francs. Por cierto, cada una de ellas ofrece una versin difere nte del ttulo: The narrow road tho the deep North 1; Back roads to far towns 2; La se te troite du bout-du-monde3; y The narrow road through the provinces 4. Tal diversid ad de versiones me pone en la obligacin de justificar la nuestra: Sendas de Oku. En tres de las traducciones que he citado aparece el adjetivo: estrecho; nosotros 1 Introduccin, traduccin y notas de Noboyuki Yuasa. Contiene traducciones de otros c uatro relatos de viaje de Basho. Londres, 1966. 2 3 4 Traduccin y notas de Cid Corman y Kamaike Susum, Nueva York, 1968. Traduccin y not as de Ren Sieffert, nmero 6 de LEmphmre, Pars, 1968. Introduccin, traduccin y notas de Earl Miner. es parte del libro Japanese Poetic D iaries, California University Press, 1966.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 6 lo suprimimos por antipata a la redundancia: todos los senderos son estrechos. La s versiones al ingls dan una idea ms bien realista del viaje de Basho y de su punt o de destino: norte remoto, pueblos lejanos, provincias; la traduccin francesa, a unque ms literal, se inclina hacia lo simblico: fin de mundo. Nosotros preferimos la va intermedia y pensamos que la palabra Oku, por ser extraa para el lector de n uestra lengua, podra quiz reflejar un poco la indeterminacin del original. Oku quie re decir fondo o interior; en este caso designa a la distante regin del norte, en el fondo del Japn, llamada Oou y escrita con dos caracteres, el primero de los c uales se lee Oku. El ttulo evoca no slo la excursin a los confines del pas, por cami nos difciles y poco frecuentados, sino tambin una peregrinacin espiritual. Desde la s primeras lneas Basho se presenta como un poeta anacoreta y medio monje; tanto l como su compaero de viaje, Sora, recorren los caminos vestidos con los hbitos de l os peregrinos budistas; su viaje es casi una iniciacin y Sora, antes de ponerse e n marcha, se afeita el crneo como los bonzos. Peregrinacin religiosa y viaje a los lugares clebres -paisajes, templos, castillos, ruinas, curiosidades histricas y n aturales- la expedicin de Basho y de Sora es asimismo un ejercicio potico: cada un o de ellos escribe un diario sembrado de poemas y, en muchos de los lugares que visitan, los poetas locales los reciben y componen con ellos esos poemas colecti vos llamados haikai no renga. El nmero de traducciones de Oku no Hosomichi es un ejemplo ms de la aficin de los occidentales por el Oriente. En la historia de las pasiones de Occidente por las otras civilizaciones, hay dos momentos de fascinac in ante el Japn, si olvidamos el engouement de los jesuitas en el siglo XVII y el de los filsofos en el XVIII: uno se inicia en Francia hacia fines del siglo pasado y, despus de fecundar a varios pintores extraordinarios, culmina con el imagism de los poetas angloamericanos; otro comienza en los Estados Unidos unos aos despus de la segunda guerra mundial y an no termina. El primer perodo fue ante todo esttico; el encuentro entre la sensibilidad occidental y el arte japons produjo varias ob ras notables, lo mismo en la esfera de la pintura -el ejemplo mayor es el impres ionismo- que en la del lenguaje: Pound, Yeats, Claudel, Eluard. En el segundo pe rodo la tonalidad ha sido menos esttica y ms espiritual o moral; quiero decir: no sl o nos apasionan las formas artsticas japonesas sino las corrientes religiosas, fi losficas o intelectuales de que son expresin, en especial el budismo. La esttica ja ponesa -mejor dicho: el abanico de visiones y estilos que nos ofrece esa tradicin artstica y potica-

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no ha cesado de intrigarnos y seducirnos pero nuestra perspectiva es distinta a la de las generaciones anteriores. Aunque todas las artes, de la poesa a la msica y de la pintura a la arquitectura, se han beneficiado con esta nueva manera de a cercarse a la cultura japonesa, creo que lo que todos buscamos en ellas es otro estilo de vida, otra visin del mundo y, tambin, del trasmundo. La diversidad y an o posicin entre el punto de vista contemporneo y el del primer cuarto de siglo no im pide que un puente una a estos dos momentos: ni antes ni ahora el Japn ha sido pa ra nosotros una escuela de doctrinas, sistemas o filosofas sino una sensibilidad. Lo contrario de la India: no nos ha enseado a pensar sino a sentir. Cierto, en e ste caso no debemos reducir la palabra sentir al sentimiento o a la sensacin; tam poco la segunda acepcin del vocablo (dictamen, parecer) conviene enteramente a lo que quiero expresar. Es algo que est entre el pensamiento y la sensacin, el senti miento y la idea. Los japoneses usan la palabra kokoro: corazn. Pero ya en su tie mpo Jos Juan Tablada adverta que era una traduccin engaosa: kokoro es ms, es el coraz y la mente, la sensacin y el pensamiento y las mismas entraas, como si a los japon eses no les bastase sentir cono solo el corazn5. Las vacilaciones que experimentam os al intentar traducir ese trmino, la forma en que los dos sentidos, el afectivo y el intelectual, se funden en l sin fundirse completamente, como si estuviese e n perpetuo vaivn entre uno y otro, constituye precisamente el sentido (los sentid os) de sentir. En un ensayo reciente Donald Keene seala que esta indeterminacin es un rasgo constante del arte japons e ilustra su afirmacin con el conocido haik de Basho: La rama seca Un cuervo Otoo-anochecer. El original no dice si sobre la ram a se ha posado un cuervo o varios; por otra parte, la palabra anochecer puede re ferirse al fin de un da de otoo o a un anochecer a fines de otoo. Al lector le toca escoger entre las diversas posibilidades que le ofrece el texto pero, 5 Jos Juan Tablada: Hiroshigu, Mxico, 1914.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 8 y esto es esencial, su decisin no puede ser arbitraria. La Capilla Sextina, dice Keene, se presenta como algo acabado y perfecto: al reclamar nuestra admiracin, n os mantiene a distancia; el jardn de Ryoanji, hecho de piedras irregulares sobre un espacio monocromo, nos invita a rehacerlo y nos abre las puertas de la partic ipacin. Poemas, cuadros: objetos verbales o visuales que simultneamente se ofrecen a la contemplacin y a la accin imaginativa del lector o del espectador. Se ha dic ho que en el arte japons hay una suerte de exageracin de los valores estticos que, con frecuencia, degenera en esa enfermedad de la imaginacin y de los sentidos lla mada buen gusto, un implacable gusto que colinda en un extremo con un rigor montono y en el otro con un alambicamiento no menos aburrido. Lo contrario tambin es cie rto y los poetas y pintores japoneses podran decir con Yves Bonnefoy: la imperfec cin es la cima. Esa imperfeccin, como se ha visto, no es realmente imperfecta: es voluntario inacabamiento. Su verdadero nombre es conciencia de la fragilidad y p recariedad de la existencia, conciencia de aquel que se sabe suspendido entre un abismo y otro. El arte japons, en sus momentos ms tensos y transparentes, nos rev ela esos instantes -porque no slo un instante- de equilibrio entre la vida y la m uerte. Vivacidad: mortalidad. El poema clsico japons (tanka o waka) est compuesto d e cinco versos divididos en dos estrofas, una de tres lneas y otra de dos: 3/2. L a estructura dual del tanka dio origen al renga, sucesin de tankas escrita genera lmente no por un poeta sino por varios. A su vez el renga adopt, a partir del sig lo XVI, una modalidad ingeniosa, satrica y coloquial. Este gnero se llam haikai no renga. El primer poema de la secuencia se llamaba hokku y cuando el renga haikai se dividi en unidades sueltas -siguiendo as la ley de separacin, reunin y separacin que parece regir a la poesa japonesa- la nueva unidad potica se llam haik, compuesto de haikai y de hoku. El cambio del renga tradicional, regido por una esttica sev era y aristocrtica, al renga haikai, popular y humorstico, se debe ante todo a los poetas Arakida Moritake (1473-1549) y Yamazaki Sokn (1465-1553). Un ejemplo del estilo rpido y hecho de contrastes de Moritake: Noche de esto: el sol alto despier to, cierro los prpados.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 9 Otro ejemplo de la vivacidad ingeniosa pero no exenta de afectacin del nuevo esti lo es este poemita de Sokn: Luna de esto: si le pones un mango, un abanico! 6 El ha ikai de Sokn y Moritake opuso a la tradicin cortesana y exquisita del renga un sal udable horror a lo sublime y una peligrosa inclinacin por la imagen ingeniosa y e l retrucano. Adems y sobre todo signific la aparicin en la poesa japonesa de un eleme nto nuevo: el lenguaje de la ciudad. No el llamado lenguaje popular vaga expresin c on la que se pretende designar al lenguaje del campo, arcaico y tradicional- sin o sencillamente el habla de la calle: el lenguaje de la burguesa urbana. Una revo lucin potica semejante, en este sentido a las ocurridas en Occidente, primero en e l perodo romntico y despus en nuestros das. El habla del siglo, dira yo, para disting uirla de las hablas sin tiempo del campesino, el clrigo y el aristcrata. Irrupcin d el elemento histrico y, por tanto: crtico, en el lenguaje potico. Matsunaga Teitoku (1571-1653) es otro eslabn de la cadena que lleva a Basho. Teitoku intent regresa r al lenguaje ms convencionalmente potico y atemporal del antiguo renga pero sin a bandonar la inclinacin de sus antecesores por lo brillante. Ms bien la exager hasta una insolencia briosa: 6 Antonio Machado glos este poema en Nuevas Canciones (1925): A una japonesa le dij o Sokn: con la luna blanca te abanicars, con la luna blanca a orillas del mar. A pesar de que una de sus virtudes era la reticencia, en este caso Machado no re sisti a la muy hispnica e hispanoamericana tendencia a la explicacin y la reiteracin . En su parfrasis ha desaparecido la sugestin, esa parte no dicha del poema y en l a que est realmente la poesa.

Matsuo Basho Ao del tigre: niebla de primavera tambin rayada! - Sendas de Oku 10 Esta manera crispada puede producir poemas menos ingeniosos y ms verdaderos, como este de Nishiyama Soin (1605-1682), fundador de la escuela Danrin: Lluvia de ma yo: es hoja de papel el mundo entero. Sin duda Basho tena en la mente este poema cuando dijo: si no hubiese sido por Soin todava estaramos lamindole los pies al viej o Teitoku. A Basho le toc convertir estos ejercicios de esttica ingeniosa en experi encias espirituales. Al leer a Teitoku, sonremos ante la sorprendente invencin ver bal; al leer a Basho, nuestra sonrisa es de comprensin y, no hay que tenerle mied o a la palabra, piedad. No la piedad cristiana sino ese sentimiento de universal simpata con todo lo que existe, esa fraternidad en la impermanencia con hombres, animales y plantas, que es lo mejor que nos ha dado el budismo. Para Basho la p oesa es un camino hacia una suerte de beatitud instantnea y que no excluye la irona ni significa cerrar los ojos ante el mundo y sus horrores. En su manera indirec ta y casi oblicua, Basho nos enfrenta a visiones terribles; muchas veces la exis tencia, la humana y la animal, se revela simultneamente como una pena y una terca voluntad de perseverar en esa pena: Carranca acerba: su gaznate hidrpico la rata engaa. Al expresionismo de este cuadro de la rata con la garganta reseca bebiend o el agua helada del albaal, suceden otras visiones -no contradictorias sino en o posicin complementaria- en las que la contemplacin esttica se resuelve en visin de l a unidad de los

Matsuo Basho - Sendas de Oku 11 contrarios. Una experiencia que es percepcin simultnea de la identidad de la plura lidad y de su final vacuidad: Narciso y biombo: uno al otro ilumina, blanco en l o blanco. El poeta traza en tres lneas la figura de la iluminacin y, como si fuese un copo de algodn, sopla sobre ella y la disipa. La verdadera iluminacin, parece decirnos, es la no-iluminacin. Una rplica en negro, tanto en el sentido fsico de la palabra como en el moral, del poema de Basho es este de Oshima Ryata (17181787) : Noche anochecida, oigo al carbn cayendo, polvo, en el carbn. Recursos de Ryata: contra lo negro, lo verde; contra la clera, el rbol: Vuelvo irritado mas luego, en el jardn: el joven sauce. Rivaliza con el poema que acabo de citar un haik de Enam oto Kikaku (1661-1707), uno de los mejores y ms personales discpulos de Basho. En el poema de Kikaku hay una valiente y casi gozosa afirmacin de la pobreza como un a forma de comunin con el mundo natural: Ah, el mendigo! El verano lo viste de tie rra y cielo.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 12 En un haik de otro discpulo de Basho, tambin excelente poeta: Hattori Ransetsu (165 4-1707), hasta la sombra adquiere una diafanidad cristalina: Contra la noche la luna azules pinos pinta de luna. La noche y la luna, luz y sombra que se interpe netran, victoria cclica de lo oscuro seguida por el triunfo del da: El Ao Nuevo: cl area y los gorriones cuentan sus cuentos. (La otra madrugada me despertaron, ms t emprano que de costumbre, el alba y los pjaros. Cog un lpiz y sobre un pedazo de pa pel escrib lo siguiente: Clarea: cuentan sus cuentos los gorriones; es Ao Nuevo?) E ntre los sucesores de Basho hay uno, Kobayashi Issa (17631827), que rompe la ret icencia japonesa pero no para caer en la confesin a la occidental sino para descu brir y subrayar una relacin punzante, dolorosa, entre la existencia humana y la s uerte de animales y plantas; hermandad csmica en la pena, comunidad en la condena universal, seamos hombres o insectos: Para el mosquito tambin la noche es larga, larga y sola.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 13 El regreso al pueblo natal, como siempre, es una nueva herida: Mi pueblo: todo l o que me sale al paso se vuelve zarza. Quin no ha recordado, ante ciertas caras, a l animal inmundo? Pero pocos con la intensidad y naturalidad de Issa: En esa car a hay algo, hay algo qu? Ah, s, la vbora. Si el horror forma parte del sentimiento d el mundo de Issa, en su visin hay tambin humor, simpata y una suerte de resignacin j ubilosa: Al Fuji subes despacio -pero subes, caracolito. Miro en tus ojos, cabal lito del diablo, montes lejanos. Maravilloso: ver entre las rendijas la Va Lctea. No me referir a la influencia de la poesa japonesa en las de lengua inglesa y fran cesa: es una historia muy sabida y ha sido contada varias veces. La historia de esa influencia en la poesa de nuestro idioma, lo mismo en Amrica que en Espaa, es m uchsimo

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menos conocida y todava no existe un buen estudio sobre el tema. Una deficiencia, otra ms, de nuestra crtica. Aqu me limitar a recordar que entre los primeros en ocu parse de arte y literatura japoneses se encuentran, a principios de siglo, dos p oetas mexicanos: Efrn Rebolledo y Jos Juan Tablada. Ambos vivieron en Japn, el prim ero varios aos y el segundo, en 1900, unos cuantos meses. Su aficin naci sin duda p or contagio francs: el libro que tablada consagr a Hiroshigu -quiz el primer estudio en nuestra lengua sobre ese pintor- est dedicado a la venerada memoria de Edmundo de Goncourt. A pesar de que Rebolledo conoci ms ntimamente el Japn que Tablada, su p oesa nunca fue ms all de la retrica modernista; entre la cultura japonesa y su mirada se interpuso siempre la imagen estereotipada de los poetas franceses de fin de s iglo y su Japn fue un exotismo parisino ms que un descubrimiento hispanoamericano. Tablada empez como Rebolledo pero pronto descubri en la poesa japonesa ciertos ele mentos -economa verbal, humor, lenguaje coloquial, amor por la imagen exacta e in slita- que lo impulsaron a abandonar el modernismo y a buscar una nueva manera. E n 1918 Tablada public Al sol y bajo la luna, un libro de poemas con un prlogo en v erso por Leopoldo Lugones. En aquellos aos el escritor argentino era considerado, con razn, como el nico poeta de la lengua comparable a Daro; su poesa (ahora lo sab emos) anunciaba y preparaba a la de vanguardia. El libro del mexicano era todava modernista y su relativa novedad resida en la aparicin de esos elementos irnicos y coloquiales que los historiadores de nuestra literatura han visto como constitut ivos de esa tendencia que llaman, con notoria inexactitud, postmodernismo. Esa t endencia es una invencin de los manuales: el postmodernismo no es sino la crtica q ue, dentro del modernismo y sin rebasar su horizonte esttico, hacen al modernismo algunos poetas modernistas. Es la descendencia, va Lugones, del simbolista antis imbolista Laforgue. Adems de esta nota crtica, haba otro elemento en el libro de Ta blada que anunciaba su futuro, inminente cambio: el crecido nmero de poemas con a sunto japons, entre ellos uno, muy celebrado en su tiempo, dedicado a Hokusai. Al ao siguiente, en 1919, Tablada public en Caracas un delgado libro: Un da Era casi u n cuaderno y estaba compuesto exclusivamente por haik, los primeros que se hayan escrito en nuestra lengua. Un ao despus aparece Li-po, un volumen de poemas ideogrf icos en los que Tablada sigue de cerca al Apollinaire de Calligrammes (aunque ta mbin figuran en esa coleccin poemas ms personales, entre ellos el inolvidable y per fecto Nocturno alterno). En 1922, en Nueva

Matsuo Basho - Sendas de Oku 15 York: El jarro de flores, otro volumen de haik. En esos aos Vicente Huidobro publi ca Ecuatorial, Poemas rticos y otros muchos textos poticos, en espaol y en francs, q ue inician el gran cambio que experimentara unos pocos aos despus la poesa de lengua castellana. En la misma direccin de exploracin y descubrimiento se sita la poesa de Tablada. El mexicano fue lo que se llama un poeta menor, sobre todo si se le comp ara con Huidobro, pero su obra, en su estricta y querida limitacin, fue una de la s que extendieron las fronteras de nuestra poesa. Y la extendieron en dos sentido s: en el espacio, hacia otros mundos y civilizaciones; en el tiempo, hacia el fu turo: la vanguardia. Doble injusticia: el nombre de Tablada no figura en casi ni nguno de los estudios sobre la vanguardia hispanoamericana ni su obra aparece en las antologas hispanoamericanas. Es lamentable. Sus pequeas y concentradas compos iciones poticas, adems de ser el primer trasplante al espaol del haik, fueron realme nte algo nuevo en su tiempo. Lo fueron a tal punto y con tal intensidad que, tod ava hoy, muchas entre ellas conservan intactos sus poderes de sorpresa y su fresc ura. De cuntas obras ms presuntuosas puede decirse lo mismo? Tablada llam siempre a sus poemas haikai y no, como es ahora costumbre, haik. En el fondo, segn se ver, no le falta razn. Sus breves composiciones, aunque dispuestas generalmente en secue ncias temticas, pueden considerarse como poemas sueltos y en este sentido son hai k; al mismo tiempo, por su construccin ingeniosa, su irona y su amor por la imagen brillante, son haikai: Pavo real, largo fulgor: por el gallinero demcrata pasas c omo una procesin. Tablada casi siempre est ms cerca de Teitoku que de Basho: Insomn io: en su pizarra negra suma cifras de fsforo. Por nada los gansos

Matsuo Basho tocan alarma - Sendas de Oku 16 en sus trompetas de barro. El poeta mexicano conserva la estructura tripartita d el haik aunque poqusimas veces se ajusta a su esquema mtrico (17 slabas: 5/7/5). Per o hay un ejemplo de perfecta adaptacin mtrica y de real poesa: Trozos de barro: por la senda en penumbra saltan los sapos. Una objetividad casi fotogrfica que, por su precisin misma, libera ese sentimiento indefinible que nos produce el recordar una caminata al atardecer por un sendero mojado. En sus momentos ms afortunados la objetividad de tablada confiere a todo lo que sus ojos descubren un carcter re ligioso de aparicin: Tierno saz: casi oro, casi mbar, casi luz. A la imagen visual yuxtapone con exquisita maestra la friccin de las slabas y los fonemas: Peces volad ores: al golpe del oro solar estalla en astillas el vidrio del mar. Tablada conc ibe el haik como la unin de dos realidades en unas cuantas palabras, potica tan cer ca de Reverdy como de sus maestros japoneses. Citar ahora dos poemas que son dos visiones absolutamente modernas, el primero por la alianza de lo cotidiano y lo inslito, el segundo por el humor y las asociaciones verbales y visuales entre la luna y los gatos:

Matsuo Basho - Sendas de Oku 17 Juntos en la tarde tranquila vuelan notas de ngelus, murcilagos y golondrinas. Baj o mi ventana la luna en los tejados y las sombras chinescas y la msica china de l os gatos. Casi nunca sentimental ni decorativo, el poeta mexicano alcanza en uno s cuantos de sus haik una difcil simplicidad que tal vez habra merecido la aprobacin de Basho. En ellos el humor se vuelve complicidad, comunidad de destino con el mundo animal, es decir, con el mundo: Hormigas sobre un grillo inerte. Recuerdo de Gulliver en Liliput. Mientras lo cargan suea el burrito amosquilado en parasos de esmeralda. El pequeo mono me mira quisiera decirme algo que se le olvida! La ob ra de Tablada es breve y desigual: vivi del periodismo y el periodismo acab por de vorarlo. Muri en 1945 y todava no ha sido posible que en Mxico se publique un volum en con sus poemas y aquellos pocos textos en prosa (crnicas y crtica de arte) que valga la pena rescatar. Su ltimo libro de poemas, La Feria, apareci en 1928. Debe haber poemas no recogidos en volumen. A m me toc descubrir uno, en francs: La croix de Sud; es la segunda parte de

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Offrandes, una cantata que compuso Edgard Varsse en 1922; para la primera parte V arsse se sirvi de un poema de Huidobro, tambin en francs7 Hasta hace poco, a ms de ju gar su poesa insignificante, se tena a Tablada por un semi-letrado ingenuo y vctima de un orientalismo descabellado. La acostumbrada, inapelable condenacin en nombr e de la cultura clsica y del humanismo grecorromano y cristiano. Una cultura en d escomposicin y un humanismo que ignora que el hombre es los hombres y la cultura las culturas. Cierto, las ideas filosficas y religiosas de Tablada eran una curio sa mixtura de budismo real y de ocultismo irreal pero qu decir entonces de Yeats y de Pessoa? No es posible dudar de su familiaridad con la cultura japonesa aunqu e, claro, la suya no haya sido la familiaridad del erudito o del scholar. Su con ocimiento de la escritura japonesa debe haber sido rudimentario, pero sus libros y artculos revelaron un trato directo con la gente, el arte, las costumbres, las ideas y las tradiciones de ese pas. Si es excepcional haber escrito, en 1914 y e n Mxico, un libro sobre Hiroshigu, ms lo es que en ese libro Tablada hablase tambin, con discrecin y gusto, del teatro N y de Basho, de Chicamatsu y de Takizawa Bakin . Otro dato de inters: gran aficionado a las artes plsticas, logr reunir en su casa de Coyoacn ms de mil estampas de artistas japoneses, una coleccin que dispers al ab andonar el pas, hacia 1915. Dicho todo esto, repito: Tablada no es memorable por su erudicin sino por su poesa. Cules fueron los modelos que inspiraron su adaptacin d el haik al espaol? Si hemos de creerle, su tentativa fue independiente de las que por esos aos se hacan en Francia y en lengua inglesa. Como su testimonio puede ser tachado de parcial, vale ms atenerse a los datos de la cronologa: los experimento s franceses fueron anteriores a los de los imaginistas angloamericanos y a los de Tablada; as pues es posible que Tablada haya seguido el ejemplo de Francia aunque , hay que decirlo, los haik del mexicano me parecen ms frescos y originales que lo s de los poetas franceses. O sea: hubo estmulo, no influencia ni imitacin. Por lo que toca al imagism de Pound, Hulme y sus amigos ingleses y norteamericanos: Tabla da conoca bien el ingls pero no creo que en esos aos le interesase mucho la poesa in glesa. En cambio, por su correspondencia con Lpez Velarde sabemos que segua muy 7 En 1971 se publicaron las poesas completas de Tablada (Universidad Nacional de Mxi co) pero aun falta la prosa.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 19 de cerca lo que ocurra en Pars. Fue uno de los primeros hispanoamericanos que habl de Apollinaire y sus caligramas lo entusiasmaron; nada ms natural: vea en ellos lo que l mismo se propona hacer, la unin de la vanguardia con la poesa y la caligrafa d el Oriente. En suma, Tablada recoge y expresa las tendencias de la poca pero sera falso hablar de imitacin y an de influencia. Las fuentes de su haik no fueron los e scritos por poetas franceses y angloamericanos sino los mismos textos japoneses. En primer trmino, las traducciones al ingls y al francs; en seguida, la lectura ms o menos directa de los originales con la ayuda de amigos y consejeros japoneses. La influencia de Tablada fue instantnea y se extendi a toda la lengua. Se le imit muchsimo y, como siempre ocurre, la mayora de esas imitaciones han ido a parar a l os inmensos basureros de la literatura no leda. Pero hubo algo ms y mejor que las imitaciones descoloridas y las exageraciones caricaturescas: los poetas jvenes de scubrieron en el haik de Tablada el humor y la imagen, dos elementos centrales de la poesa moderna. Descubrieron asimismo algo que haban olvidado los poetas de nue stro idioma: la economa verbal y la objetividad. La correspondencia entre lo que dicen las palabras y lo que miran los ojos. La prctica del haik fue (es) una escue la de concentracin. En la obra juvenil de muchos poetas hispanoamericanos de esa p oca, entre 1920 y 1925, es visible el ejemplo de Tablada. En Mxico la leccin fue r ecogida por los mejores: Pellicer, Villaurrutia, Gorostiza. Aos despus el poeta ec uatoriano Jorge Carrera Andrade redescubri por su cuenta el haik y public un precio so librito: Microgramas (Tokio, 1940). En Espaa el fenmeno es un poco ms tardo que e n Amrica: hay un momento japons en Juan Ramn Jimnez y otro en Antonio Machado; ambos han sido poco estudiados. Lo mismo sucede con la poesa juvenil de Garca Lorca. En los tres poetas hay una curiosa alianza de dos elementos dispares: el kaik y la copla popular. Dispares por el espritu, no por la mtrica: tanto la seguidilla como el tanka y el haik estn compuestos por versos de cinco y siete slabas. La diferenc ia es que el tanka es un poema de cinco lneas, el haik de tres y la seguidilla de cuatro (7/5/7/5). No obstante, en la segunda estrofa de una combinacin menos frec uente, la seguidilla compuesta, aparece una duplicacin del haik: 7/5/7/5: .5/7/5. La analoga mtrica no hace, por lo dems, sino subrayar las diferencias profundas ent re estas dos formas: en la seguidilla la poesa se ala a la danza, ese canto y bail e, en tanto que en el haik la palabra se resuelve en silenciosa contemplacin, sea pictrica como en Buson o espiritual como en Basho. Ninguno

Matsuo Basho - Sendas de Oku 20 de los tres poetas espaoles -Jimnez, Machado y Garca Lorca- se inspiraron en el hai k por su parecido mtrico con la seguidilla, aunque esta semejanza sin duda debe ha berles impresionado, sino porque vieron en esa forma japonesa un modelo de conce ntracin verbal, una construccin de extraordinaria simplicidad hecha de unas cuanta s lneas y una pluralidad de reflejos y alusiones. Haban ledo los poemas de Tablada? Parece imposible que los ignorasen. Un indicio: Enrique Diez-Canedo, el primero en sealar la influencia del haik en las Nuevas canciones de Antonio Machado, conoca y admiraba a la poesa de Tablada. Es revelador, por otra parte, que el haik haya sido para Tablada, a la inversa de los poetas espaoles, una ruptura de la tradicin y no una ocasin para regresar a ella. Actitudes contradictorias (complementarias ) de la poesa espaola y de la hispanoamericana. Despus de la segunda guerra mundial los hispanoamericanos vuelven a interesarse en la literatura japonesa. Citar, en tre otros muchos ejemplos, nuestra traduccin de Oku no Hosomichi, el nmero consagr ado por la revista Sur a las letras modernas del Japn y, sobre todo, las admirabl es traducciones de un traductor solitario pero que vale por cien: Kasuya Sakai. Ya seal que la actitud contempornea difiere de la de hace cincuenta aos: no slo es me nos esttica sino que tambin es menos etnocntrica. El Japn ha dejado de ser una curio sidad artstica y cultural: es (fue?) otra visin del mundo, distinta a la nuestra pe ro no mejor ni peor; no un espejo sino una ventana que nos muestra otra imagen d el hombre, otra posibilidad de ser. Dentro de esta perspectiva lo realmente sign ificativo no es quiz la traduccin de textos clsicos y modernos sino la reunin, en ab ril de 1969, en Pars, de cuatro poetas con el objeto de componer un renga, el pri mero en Occidente. Los cuatro poetas fueron el italiano Eduardo Sanguineti, el f rancs Jacques Roubaud, el ingls Charles Tomlinson y el mexicano Octavio Paz. Un po ema colectivo escrito en cuatro lenguas pero fundado en una tradicin potica comn. N uestra tentativa fue, a su manera, una verdadera traduccin: no de un texto sino d e un mtodo para componer textos. No son difciles de adivinar las razones que nos m ovieron a emprender esa experiencia: la prctica del renga coincide con las preocu paciones mayores de muchos poetas contemporneos, tales como la aspiracin hacia una poesa colectiva, la decadencia de la nocin de autor y la correlativa preeminencia del lenguaje frente al escritor (las lenguas son ms inteligentes que los hombres que las hablan), la introduccin deliberada del azar concebido como un homlogo de la antigua inspiracin, la indistincin entre traduccin y obra original

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El haik fue una crtica de la explicacin y la reiteracin, esas enfermedades de la poe sa; el renga es una criticadle autor y la propiedad privada intelectual, esas enf ermedades de la sociedad. Sendas de Oku aparece ahora en una versin revisada. Com paramos nuestra traduccin con las otras al ingls y al francs pero adems Eikichi Haya shiya tuvo oportunidad de consultar las nuevas ediciones crticas de Oku no Hosomi chi publicadas en Japn durante los ltimos aos. Al corregir las versiones de los poe mas he procurado ajustarme a la mtrica de los originales. En todos los casos pres cindo de la rima: la poesa japonesa no la usa, a pesar de que abunda en paronomas ias, aliteraciones y otros juegos verbales. Tambin son nuevas las versiones de lo s poemas que cito en La poesa de Basho. Por ltimo: hemos aadido muchas notas a las 70 de Eikichi Hayashiya que contena la primera edicin. En verdad, esta edicin es ot ro libro Despus de estas aclaraciones debera cortar este prlogo sinuoso y prolijo, pero me pareca traicionar a Basho si no aado algo ms: su sencillez es engaosa, leerl o es una operacin que consiste en ver al travs de sus palabras. El poeta Mukai Kyo rai (1651-1704), uno de sus discpulos, explica mejor que yo el significado de la t ransparencia verbal de Basho. Un da Kyorai le mostr este haik a su maestro: Cima de la pea: all tambin hay otro husped de la luna. En qu pensaba cuando lo escribi?, le egunt Basho. Contest Kyorai: Una noche, mientras caminaba en la colina bajo la lun a de verano, tratando de componer un poema, descubr en lo alto de una roca a otro poeta, probablemente tambin pensando en un poema. Basho movi la cabeza: Hubiera s ido mucho ms interesante si las lneas: all tambin hay otro/husped de la luna se refi sen no a otro sino a usted mismo. El tema de ese poema debera ser usted, lector. Octavio Paz Cambridge, 22 de marzo de 1970.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 22 ADVERTENCIA A LA PRIMERA EDICIN (1957) A pesar de que los poemas de Basho han sido traducidos a casi todos los idiomas europeos y han influido en varios movimientos poticos modernos y en algunos poeta s ingleses, norteamericanos y franceses (para no hablar del mexicano Jos Juan Tab lada, introductor del haik en Amrica y Espaa), la traduccin que ahora publicamos es la primera que da a conocer, en una lengua occidental, el texto completo del cleb re diario de viaje: Oku no Hosomichi. Los traductores se han acercado con respet o y amor al original, aunque sin hacerse excesivas ilusiones sobre la posibilida d de trasplantar al espaol un texto que es elusivo aun en japons. Esperan, de todo s modos, que su versin d una idea de la sencillez y movilidad de Basho, que proced e por alusiones y cuyo lenguaje, posedo por un infinito respeto al objeto, no se detiene nunca sobre las cosas sino que se contenta con rozarlas. La traduccin de los poemas -sacrificando la msica a la comprensinno se ajusta a la mtrica tradicion al del haik pero en muchos casos se ha procurado encontrar equivalentes en espaol de la concentracin potica del verso japons y de sus medidas silbicas. Acompaan al tex to 70 notas, que lo aclaran y dan ms de una noticia interesante o curiosa. Todas ellas son fruto del paciente trabajo del seor Eikichi Hayashiya. El profesor Eiji Matsuda, de la Universidad Nacional de Mxico, amablemente identific y tradujo los nombres de las plantas y flores japonesas que se citan en el libro. El invierno pasado, en Nueva York, Donald Keene ley nuestra traduccin y me hizo algunas suger encias que mejoraron nuestro texto. Doy aqu las ms cumplidas gracias a tan generos o amigo. Octavio Paz.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 23 VIDA DE MATSUO BASHO Matsuo Basho (o a la occidental: Basho Matso) naci en 1644, en Ueno. Basho fue su l timo nombre literario; Kinkasu fue su nombre de nacimiento. Su padre era un samu rai de escasos recursos al servicio de la poderosa familia Todo. A los nueve aos Basho fue enviado a casa de sus seores, como paje de Yoshitada, el heredero de lo s Todo; el joven Yoshitada era apenas dos aos mayor que Basho, de modo que pronto los uni una estrecha amistad, originada y fortalecida por su comn aficin a la poesa . Los dos muchachos estudiaron el arte de la poesa con Kitamura Kigin (1624-1703) , discpulo de Teitoku y l mismo poeta de distincin. Se conservan poemas de esa poca firmados por Sengin y Sobo, nombres literarios del joven seor y de su paje y amig o. Sengin muere en 1666 y Basho, apenado por esta muerte prematura, pide separar se del servicio de la familia; rechazan su peticin y el poeta huye a Kyoto. Nuevo s estudios de poesa y caligrafa; lectura de los clsicos chinos y japoneses; amores con Juteini, aunque poco se sabe de este episodio y casi nada sobre ella. En 167 2 Basho se instala en Edo (Tokio). En 1675 conoce al poeta Soin y durante algn ti empo es miembro de su escuela potica (Danrin). Cambia su nombre literario por el de Tosei y su lenguaje potico por uno ms fluido y menos literario. Publica varias antologas. Ya libre de influencias, crea poco a poco una nueva poesa y pronto lo r odean discpulos y admiradores. Pero la literatura es tambin y sobre todo experienc ia interior; intensa bsqueda, aos de meditacin y aprendizaje bajo la direccin del ma estro de Zen, el monje Buccho (1643-1715). Uno de sus admiradores, Sampu, hombre acomodado, le regala una pequea casa cerca del ro Sumida, en 1680. Ese mismo ao ot ro de sus discpulos le ofrece, como presente, una planta de banano (Basho). La pl anta da nombre a la ermita y luego al poeta mismo. Perodo de meditacin y de lenta conquista, contra angustia psquica y males del cuerpo, de una siempre precaria se renidad. Su influencia crece, lo mismo que el renombre de sus libros y de las an tologas que publica con sus discpulos. Kikaku, Sora, Sampu, Boncho, Kyori, Joso, R ansetsu Viajes, solo o acompaado; viajes a pie como un monje pero asimismo como un extrao sembrador de poesa. En 1683 publica su primer diario de viaje; en 1687 escri be un relato de su excursin al santuario de Kashima y un poco despus emprende

Matsuo Basho - Sendas de Oku 24 una nueva y larga excursin de once meses, origen del tercer y cuarto diario. En 1 689 se inicia la peregrinacin que relata Oku no Hosomichi. Basho tena cuarenta y c inco aos y el viaje dur dos aos y medio, aunque el texto tiene por materia slo los s eis primeros meses. Para darse cuenta de lo que signific esa expedicin debe sealars e que para los japoneses del siglo XX esa regin es considerada todava como un pas r emoto y abrupto. En 1691 Basho regresa a Edo. Nuevas ermitas: Choza de la Visin, Cabaa de la AnonimidadEn 1694, otra excursin, ahora a Nara y Osaka. En esta ltima ci udad cae enfermo, en el curso de una comida en casa de Ono, su discpula; sus amig os lo transportan a casa de un florista, donde muere, el 12 de octubre. Est enter rado en Otsu, a la orilla del lago Biwa. Octavio Paz

Matsuo Basho - Sendas de Oku 25 LA POESA DE MATSUO BASHO Tras una larga serie de guerras intestinas, durante las cuales la antigua capita l, Kyoto, es casi destruida, Japn conoce un largo perodo de paz. Al iniciarse el s iglo XVII la familia Tokugawa asume la direccin del Estado, que no dejar hasta la restauracin del poder imperial, a mediados del siglo pasado. La residencia de los Shogunes (gobernantes supremos, frente al poder puramente simblico de los empera dores) se traslada a Edo (la actual Tokio). El Japn cierra sus puertas al mundo e xterior y vive dentro de las normas de una rgida disciplina poltica, social y econm ica que a veces hace pensar en las modernas sociedades totalitarias o en el Esta do que fundaron los jesuitas en Paraguay. Pero desde mediados del siglo XVII una nueva clase urbana empieza a surgir en Edo, Osaka y Kyoto. Son los mercaderes, los chonines u hombres del comn, que si no destruyen la supremaca feudal de los mi litares, s modifican profundamente la atmsfera de las grandes ciudades. Esta clase se convierte en patrona de las artes y la vida social. Un nuevo estilo de vida, ms libre y espontneo, menos formal y aristocrtico, llega a imponerse. Por oposicin a la cultura tradicional japonesa -siempre de corte y cerrado crculo, aristocrtica o religiosa- la nueva sociedad es abierta. Se vive en la calle y se multiplican los teatros, los restaurantes, las casas de placer, los baos pblicos atendidos po r muchachas, los espectculos de luchadores. Una burguesa prspera y refinada protege y fomenta los placeres del cuerpo y del espritu. El barrio alegre de Edo no slo e s un lugar de libertinaje elegante en donde reinan las cortesanas y los actores sino que, a diferencia de lo que pasa en nuestras abyectas ciudades modernas, ta mbin es un centro de creacin artstica. Genroku -tal es el nombre del perodose distin gue por una vitalidad y un desenfado ausentes en el arte de pocas anteriores. Est e mundo brillante y popular, compuesto por nuevos ricos y mujeres hermosas, por grandes actores y juglares, se llama Ukiyo, es decir, el Mundo que Flota y que p asa como las nubes de un da de verano. El grabado en madera -Ukiyoe: imgenes del m undo fugitivo- se inicia en esta poca. Arte gemelo del Ukiyoe, nace la novela pic aresca y pornogrfica: Ukiyo-Soshi. Las obras licenciosas -llamadas con elptico ing enio: Libros de Primavera- se vuelven tan populares como la literatura libertina de fines del siglo XVIII europeo. El teatro Kabuki, que combina el

Matsuo Basho - Sendas de Oku 26 drama con el ballet, alcanza su medioda y el gran poeta Chikamatzu escribe para e l teatro de muecos obras que maravillaron a sus contemporneos y que todava hieren l a imaginacin de hombres como Yeats y Claudel. La poesa japonesa, gracias sobre tod o a Matso Basho, alcanza una libertad y una frescura ignoradas hasta entonces. Y, asimismo, se convierte en una rplica al tumulto mundano. Ante ese mundo vertigin oso y lleno de colorido, el haik de Basho es un crculo de silencio y recogimiento: manantial, pozo de agua oscura y secreta. Basho no rompe con la tradicin sino qu e la contina de una manera inesperada; o como l mismo dice: No sigo el camino de lo s antiguos: busco lo que ellos buscaron. Basho aspira a expresar, con medios nuev os, el mismo sentimiento concentrado de la gran poesa clsica. As, transforma las fo rmas populares de su poca (el haikai no renga) en vehculos de la ms alta poesa. Esto requiere una breve explicacin. La poesa japonesa no conoce la rima ni la versific acin acentual y su recurso principal, como en la francesa, es la medida silbica. E sta limitacin no es pobreza pues es rica en onomatopeyas, aliteraciones y juegos de palabras que son tambin combinaciones inslitas de sonido y sentido. Todo poema japons est compuesto por versos de siete y cinco slabas; la forma clsica consiste en un poema corto -waka o tanka- de treinta y una slabas, dividido en dos estrofas: la primera de tres versos (cinco, siete y cinco slabas) y la segunda de dos (amb os siete slabas). La estructura misma del poema permiti, desde el principio, que d os poetas participasen en la creacin de un poema: uno escriba las tres primeras lne as y el otro las dos ltimas. Escribir poesa se convirti en un juego potico parecido al cadver exquisito de los surrealistas; pronto, en lugar de un solo poema, se empe zaron a escribir series enteras, ligados tenuemente por el tema de la estacin. Es tas series de poemas en cadena se llamaron renga. El gnero ligero, cmico o epigramt ico, se llam renga haikai y el poema inicial hokku. Basho practic con sus discpulos y amigos dndole nuevo sentido- el arte del renga haikai o cadena de poemas, adel antndose as a la profeca de Lautramont y a una de las tentativas del surrealismo: la creacin potica colectiva. Cualquiera que haya practicado el juego del cadver exquis ito, el de las cartas rusas o algn otro que exija la participacin de un grupo de pers onas en la elaboracin de una frase o de un poema, podr darse cuenta de los riesgos : las fronteras entre la comunin potica y el simple pasatiempo mundano son muy frgi les. Pero si, gracias a la intervencin de ese magnetismo o poesa objetiva que

Matsuo Basho - Sendas de Oku 27 obliga a rimar una cosa con otra, se logra realmente la comunicacin potica y se es tablece una corriente de simpata creadora entre los participantes, los resultados son sorprendentes: lo inesperado brota como un pez o un chorro de agua. Lo ms ex trao es que esta sbita irrupcin parece natural y, ms que nada, fatal, necesaria. Lib ertad y necesidad coinciden en un punto de interseccin incandescente. Los poemas escritos por Basho y sus amigos son memorables y la complicacin de las reglas a q ue deban someterse no hace sino subrayar la naturalidad y la felicidad de los hal lazgos. Cito, en pobre traduccin, un fragmento de uno de esos poemas colectivos: El aguacero invernal, incapaz de esconder a la luna, la deja escaparse de su puo. Mientras camino sobre el hielo piso relmpagos: la luz de mi linterna. Al alba lo s cazadores atan a sus flechas blancas hojas de helechos. Abriendo de par en par la puerta norte del Palacio: la Primavera! Entre los rastrillos y el estircol de los caballos humea, clido, el aire. (Kakei) 8 (Basho) (Yasui) (Jugo) (Tokoku) El poema se inicia con la lluvia, el invierno y la noche. La imagen de la camina ta nocturna sobre el hielo convoca a la del alba fra. 8 Utilizo para mi traduccin la versin inglesa de Donald Keene (Japanese Literatura: An Introduction for Western Readers. London, 1953).

Matsuo Basho - Sendas de Oku 28 Luego, como en la realidad, hay un salto e irrumpe, sin previo aviso, la primave ra. El realismo de la ltima estrofa modera el excesivo lirismo de la anterior. El poema suelto, desprendido del renga haikai, empez a llamarse haik, palabra compue sta de haikai y hokku. Un haik es un poema de diecisiete slabas y tres versos: cin co, siete y cinco slabas.9 Basho no invent estas formas; tampoco las alter: simplem ente transform su sentido. Cuando empez a escribir, la poesa se haba convertido en u n pasatiempo: poema quera decir poesa cmica, epigrama o juego de sociedad. Basho re coge este nuevo lenguaje coloquial, libre y desenfadado, y con l busca lo mismo q ue los antiguos: el instante potico. El haik se transforma y se convierte en la an otacin rpida -verdadera recreacin- de un momento privilegiado: exclamacin potica, cal igrafa, pintura y meditacin, todo junto. El haik de Basho es ejercicio espiritual. Discpulo del monje Buccho -y l mismo medio ermitao que alterna la poesa con la medit acin- acaso no sea impertinente detenerse en la significacin del budismo Zen en su obra y en su vida. Tanto en su forma primera (Hinayana) como en la tarda (Mahaya na), el budismo sostiene que la nica manera de detener la rueda sin fin del nacer y del morir y, por consiguiente, del dolor, es acabar con el origen del mal. Fi losofa antes que religin, el budismo postula como primera condicin de una vida rect a la desaparicin de la ignorancia acerca de nuestra verdadera naturaleza. Slo si n os damos cuenta de la irrealidad del mundo fenomenal podemos abrazar la buena va y escapar del cielo de las reencarnaciones, alimentado por el fuego del deseo y el error. El yo se revela ilusorio: es una entidad sin realidad propia, compuest a por agregados o factores mentales. El conocimiento consiste ante todo en perci bir la irrealidad del yo, causa principal del deseo y de nuestro apego al mundo. As, la meditacin no es otra cosa que la gradual destruccin del yo y de las ilusion es que engendra; ella nos despierta del sueo o mentira que somos y vivimos. Este despertar es la iluminacin (Sambodhi en snscrito y Satori en japons). La iluminacin nos lleva a la liberacin definitiva (Nirvana). Aunque las buenas obras, la compas in y otras virtudes forman parte de la tica budista, lo esencial consiste en los e jercicios de meditacin y contemplacin. El estado satori implica no tanto un saber la verdad como un estar en ella y, en los casos supremos, un ser la verdad. El haik se constituye como una forma propiamente autnoma hasta principios del sigl o XIX. 9

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Algunas sectas buscan la iluminacin por medio del estudio de los libros cannicos ( Sutras); otras por la va de la devocin (ciertas corrientes de la tendencia Mahayan a); otras ms por la magia ritual y sexual (Tantrismo); algunas por la oracin y aun por la repeticin de la frmula Namu Amida Butsu (Gloria al Buda Amida). Todos esto s caminos y prcticas se enlazan a la va central: la meditacin. La doctrina Zen -y e sto la opone a las dems tendencias budistasafirma que las frmulas, los libros canni cos, las enseanzas de los grandes telogos y aun la palabra misma de Buda son innec esarios. Zen predica la iluminacin sbita. Los dems budistas creen que el Nirvana slo puede alcanzarse despus de pasar por muchas reencarnaciones; Gautama mismo logr l a iluminacin cuando ya era un hombre maduro y despus de haber pasado por miles de existencias previas que la leyenda budista ha recogido con gran poesa (Jatakas). Zen afirma que el estado satori es aqu y ahora mismo, un instante que es todos lo s instantes, momento de revelacin en que el universo entero -y con l la corriente de temporalidad que lo sostiene- se derrumba. Este instante niega al tiempo y no s enfrenta a la verdad. Por su misma naturaleza el momento de iluminacin es indec ible. Como el taosmo, a quien sin duda debe mucho, Zen es una doctrina sin palabra s. Para provocar dentro del discpulo el estado propicio a la iluminacin, los maestr os acuden a las paradojas, al absurdo, al contrasentido y, en suma, a todas aque llas formas que tienden a destruir nuestra lgica y la perspectiva normal y limita da de las cosas. Pero la destruccin de la lgica no tiene por objeto remitirnos al caos y al absurdo sino a travs de la experiencia de lo sin sentido, descubrir un nuevo sentido. Slo que este sentido es incomunicable por las palabras. Apenas el humor, la poesa o la imagen pueden hacernos vislumbrar en qu consiste la nueva vis in. El carcter incomunicable de la experiencia Zen se revela en esta ancdota: un ma estro cae en un precipicio pero puede asir con los dientes la rama de un rbol; en este instante llega uno de sus discpulos y le pregunta: en qu consiste Zen, maestr o? Evidentemente, no hay respuesta posible: enunciar la doctrina implica abandon ar el estado satori y volver a caer en el mundo de los contrarios relativos, en el esto y el aquello. Ahora bien, Zen no es ni esto ni aquello sino, ms bien, est lo. As, para emplear la conocida frase de Chuangts: el verdadero sabio predica la do ctrina sin palabras. La actitud Zen ante los problemas filosficos puede ejemplific arse tambin con un dilogo que hace tiempo me refiri el doctor Erich Fromm. Parece q ue el profesor Suzuki -el gran expositor de Zen- visit hace aos a Martin

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Heidegger. El filsofo alemn mostr inters por saber cul era la posicin del budismo Zen frente al problema del Ser. Suzuki repuso que no poda darle ninguna contestacin ca tegrica pero que le contara una ancdota que respondera a su interrogacin: un discpulo se acerca a un maestro y, antes de hablarle, le hace una reverencia. En lugar de contestar el saludo, el maestro lo golpea con su bastn. Pero por qu me pegas si an n o he hablado? A lo que el monje responde: No era necesario esperar a que lo hicies es. Para Zen no slo salen sobrando las respuestas sino tambin las preguntas Y no obs tante, hay una indudable y extraa analoga entre el budismo Zen y las meditaciones de Heidegger sobre el tiempo y la nada. Desde el perodo Muromachi (1333-1600) la cultura japonesa se impregna de Zen. Para los samurais, Zen era el otro platillo de la balanza. En un extremo, el estilo de vida bushido, es decir, el estilo de l guerrero vertido hacia el exterior; en el otro, la Ceremonia del t, la decoracin floral, el Teatro N y, sustento al mismo tiempo que cima toda esta vida esttica, cara al interior, la meditacin Zen. Segn Issotei Nishikawa esta vertiente esttica s e llama furyu o sea diversin elegante10. Las palabras diversin y elegante tienen aq entido peculiar y no denotan distraccin mundana y lujosa sino recogimiento, soled ad, intimidad y renuncia. El smbolo de furyu sera la decoracin floral (ikebana) cuy o arquetipo no es el adorno simtrico occidental, ni la suntuosidad o la riqueza d e colorido sino la pobreza, la simplicidad y la irregularidad. Los objetos imper fectos y frgiles -una piedra rodada, una rama torcida, un paisaje no muy interesa nte por s mismo pero dueo de cierta belleza secreta- poseen una calidad furyu. Bus hido y furyu fueron los dos polos de la vida japonesa. Economa vital y psquica que nos deja entrever el verdadero sentido de muchas actitudes que de otra manera n os pareceran contradictorias. Gracias al budismo Zen la religiosidad japonesa se ahonda y tiene conciencia de s misma. Se acenta el lado interior de las cosas: el refinamiento es simplicidad; la simplicidad, comunin con la naturaleza. Las almas se afinan y templan. El culto al mundo natural, presente desde la poca ms remota, se transforma en una suerte de mstica. El octavo Shogn Ashikaga (Yoshimasa) intro duce la Ceremonia del T, regida por los mismos principios: simplicidad, serenidad , desinters. En una palabra: quietismo: Pero nada ms lejos del quietismo furibundo y contrado de los msticos 10 Floral art of Japan, Tokio, 1936.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 31 occidentales, desgarrados por la oposicin inconciliable entre este mundo y el otr o, entre el creador y la criatura, que el de los adeptos de Zen. La ausencia de la nocin de un Dios creador, por una parte, y la de la idea cristiana de una natu raleza cada, por la otra, explican la diferencia de actitudes. Buda dijo que todo s, hasta los rboles y las yerbas, algn da alcanzaran el Nirvana. El estado bdico es u n trascender la naturaleza pero tambin un volver a ella. El culto a lo irregular y a la armona asimtrica brotan de esta idea de la naturaleza como arquetipo de tod o lo existente. Los jardineros japoneses no pretenden someter al paisaje a una a rmona racional, como ocurre con el arte francs de Le Ntre, sino al contrario: hacen del jardn un microcosmos de la inmensidad natural. La actitud zen ha influido en todas las artes, desde la pintura y la poesa hasta el teatro y la msica. Zen es a lusivo y elusivo, Chicamatzu nos ha dejado una excelente definicin de esta esttica : El arte vive en las delgadas fronteras que separan lo real de lo irreal. Y en ot ra parte expresa: El poeta no dice: esto es triste sino que hace que el objeto mi smo sea triste, sin necesidad de subrayarlo. El artista muestra; el propagandista y el moralista demuestran. Tambin las reflexiones crticas de Zeami -el gran autor del teatro N- estn impregnadas del espritu Zen. En un pasaje nos habla de que hay tres clases de actuacin teatral: una es para los ojos, otra para los odos y la ltim a para el espritu. En la primera sobresalen la danza, los trajes y los gestos de los actores; en la segunda, la msica, la palabra y el ritmo de la accin, en la ter cera, se apela al espritu: un maestro del arte no mover el corazn de su auditorio si no cuando ha eliminado todo: danza, canto, gesticulaciones y las palabras mismas . Entonces, la emocin brota de la quietud. Esto se llama: la danza congelada. Y ag rega: Este estilo mstico, aunque se llama: N que habla al entendimiento, tambin poda llamarse: N sin entendimiento. La conciencia se ha disuelto en la quietud. Zeami m uestra la transicin de los estados de nimo del espectador, verdadera escala del xta sis, de este modo: El libro de la crtica dice: olvida el espectculo y mira al N; olv ida el N y mira al actor; olvida al actor y mira la idea; olvida la idea y compre nders al N.11 El arte es una forma del conocimiento. Y este conocer, con todas nues tras potencias y sentidos, s, pero tambin sin ellos, suspendidos en arrobo inmvil y vertiginoso, culmina en un instante de comunin: ya no hay nada que contemplar po rque nosotros mismos nos hemos 11 Citado por Arturo Waley en The N plays of Japan. Londres, 1950.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 32 fundido con aquello que contemplamos. Slo que la contemplacin que nos propone Zeam i posee un carcter distinto del xtasis occidental; la diferencia es capital porque para la esttica del N, el arte no convoca a una presencia sino, ms bien, a una aus encia. La cima del instante contemplativo es un estado paradjico: es un no ser en el que, de alguna manera, se da el pleno ser. Plenitud del vaco. Un sucesor de B asho, el poeta Oshima Ryota (1718-1787), alude a esta suspensin del nimo en un poe ma admirable: No hablan palabra el anfitrin, el husped y el crisantemo. Yosa Buson (1716-1783), pintor, calgrafo y poeta, uno de los cuatro maestros del haik (los o tros son Basho, Issa y Shiki), expresa la misma intuicin aunque con una irona ause nte en el poema de Ryota y que es una de las grandes contribuciones del haikai: Llovizna: pltica de la capa de paja y la sombrilla. A lo que responde Misoaka Shi ki (1867-1902): Ah, si me vuelvo ese pasante ya no es sino bruma. Desde un punto de vista formal el haik se divide en dos partes: una de la condicin general y la ubicacin temporal o espacial del poema (otoo o primavera, medioda o atardecer, un rb ol o una roca, la luna, un ruiseor); la otra, relampagueante, debe contener un el emento activo. Una es descriptiva y casi enunciativa; la otra, inesperada. La pe rcepcin potica surge del choque entre ambas. La ndole misma del haik es favorable a un humor seco, nada

Matsuo Basho - Sendas de Oku 33 sentimental, y a los juegos de palabras, onomatopeyas y aliteraciones, recursos constantes de Basho, Buson e Issa. Arte no intelectual, siempre concreto y antil iterario, el haik es una pequea cpsula cargada de poesa capaz de hacer saltar la rea lidad aparente.12 Un poema de Basho -que ha resistido, es cierto, a todas las tr aducciones y que doy aqu en una inepta versin- quiz ilumine lo que quiero decir: Un viejo estanque: salta una rana zas! chapaleteo. Nos enfrentamos a una casi prosa ica enunciacin de hechos: el estanque, el salto de la rana, el chasquido del agua . Nada menos potico: palabras comunes y un hecho insignificante. Basho nos ha dado simples apuntes, como si nos mostrase con el dedo dos o tres realidades inconexa s que, de algn modo, tienen un sentido que nos toca a nosotros descubrir. El lector debe recrear el poema. En la primera lnea encontramos el elemento pasivo: el vie jo estanque y su silencio. En la segunda, la sorpresa del salto de la rana que r ompe la quietud. Del encuentro de estos dos elementos debe brotar la iluminacin p otica. Y esta iluminacin consiste en volver al silencio del que parti el poema, slo que ahora cargado de significacin. A la manera del agua que se extiende en crculos concntricos, nuestra conciencia debe extenderse en oleadas sucesivas de asociaci ones. El pequeo haik es un mundo de resonancias, ecos y correspondencias: Tregua d e vidrio: el son de la cigarra taladra las rocas. El paisaje no puede ser ms ntido . Medioda en un lugar desierto: el sol y las rocas. Lo nico vivo en el aire seco e s el canto de las cigarras. Hay un gran silencio. Todo calla y nos enfrenta a al go que Sobre el haik, su tcnica y sus fuentes espirituales, lase la obra que, en cuatro vo lmenes, ha dedicado R. H. Blyth al tema: Haik, Hokuseido, 1951. 12

Matsuo Basho - Sendas de Oku 34 no podemos nombrar: la naturaleza se nos presenta como algo concreto y, al mismo tiempo, inasible, que rechaza toda comprensin. El canto de las cigarras se funde al callar de las rocas. Y nosotros tambin quedamos paralizados y, literalmente, petrificados. El haik es satori: El mar ya oscuro: los gritos de los patos apenas blancos. Aqu predomina la imagen visual: lo blanco brilla dbilmente sobre el dors o oscuro del mar. Pero no es el plumaje de los patos ni la cresta de las olas si no los gritos de los pjaros lo que, extraamente, es blanco para el poeta. En gener al, Basho prefiere alusiones ms sutiles y contrastes ms velados: Este camino nadie ya lo recorre, salvo el crepsculo. La melancola no excluye una buena, humilde y s ana alegra ante el hecho sorprendente de estar vivos y ser hombres: Bajo las abie rtas campnulas comemos nuestra comida, nosotros que slo somos hombres. Un poema de Issa contiene el mismo sentimiento, slo que teido de una suerte de simpata csmica: Luna montaesa: tambin iluminas al ladrn de flores.

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El haik no slo es poesa escrita -o, ms exactamente, dibujadasino poesa vivida, experi encia potica recreada. Con inmensa cortesa, Basho no nos dice todo: se limita a en tregarnos unos cuantos elementos, los suficientes para encender la chispa. Es un a invitacin al viaje pero a un viaje que debemos hacer con nuestras propias piern as; como l mismo dice: No hay que viajar a lomos de otro. Piensa en el que te sirv e como si fuese otra y ms dbil pierna tuya. Y en otro pasaje agrega: No duermas dos veces en el mismo sitio; desea siempre una estera que no hayas calentado an. Los d iarios son un gnero muy antiguo y popular en la literatura japonesa. Zeami escrib i uno -El libro de la Isla de Oro- en el que entrevera pensamientos sueltos, poem as y descripciones. Basho escribi cinco diarios de viaje, verdaderos cuadernos de bocetos, impresiones y apuntes. Estos diarios son ejemplos perfectos de un gnero en boga en la poca de Basho y del cual l es uno de los grandes maestros: el haibu n, texto en prosa que rodea, como si fuesen islotes, a un grupo de haik. Poemas y pasajes en prosa se completan y recprocamente se iluminan. El mejor de esos cinc o diarios de viaje es, segn la opinin general, Oku no Hosomochi. En ese breve cuad erno hecho de veloces dibujos verbales y sbitas alusiones -signos de inteligencia que el autor cambia con el lectorla poesa se mezcla a la reflexin, el humor a la melancola, la ancdota a la contemplacin. Es difcil leer un libro -y ms an cuando casi todo su aroma se ha perdido en la traduccin- que no nos ofrece asidero alguno y q ue se despliega ante nuestros ojos como una sucesin de paisajes. Quiz haya que lee rlo como se mira al campo: sin prestar mucha atencin al principio, recorriendo co n mirada distrada la colina, los rboles, el cielo y su rincn de nubes, las rocas De pronto nos detenemos ante una piedra cualquiera de la que no podemos apartar la vista y entonces conversamos, por un instante sin medida, con las cosas que nos rodean. En este libro de Basho no pasa nada, salvo el sol, la lluvia, las nubes, unas cortesanas, una nia, otros peregrinos. No pasa nada, excepto la vida y la m uerte, Es primavera: la colina sin nombre entre la niebla.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 36 La idea del viaje -un viaje desde las nubes de esta existencia hacia las nubes d e la otra- est presente en toda la obra de Basho. Viajero fantasma, un da antes de morir escribe este poema: Cado en el viaje: mis sueos en el llano dan vueltas y v ueltas. En una forma voluntariamente antiheroica la poesa de Basho nos llama a un a aventura de veras importante: la de perdernos en lo cotidiano para encontrar l o maravilloso. Viaje inmvil, al trmino del cual nos encontramos con nosotros mismo s: lo maravilloso es nuestra verdad humana. En tres versos el poeta insina el sen tido de este encuentro: Un relmpago y el grito de la garza, hondo en lo oscuro. E l grito del pjaro se funde al relmpago y ambos desaparecen en la noche. Un smbolo de la muerte? La poesa de Basho no es simblica: la noche es la noche y nada ms. Al mi smo tiempo, s es algo ms pero es un algo que, rebelde a la definicin, se rehsa a ser nombrado. Si el poeta lo nombrase, se evaporara. No es la cara escondida de la r ealidad: al contrario, es su cara de todos los das y es aquello que no est en cara alguna. El haik es una crtica de la realidad: en toda realidad hay algo ms de lo qu e llamamos realidad; simultneamente, es una crtica del lenguaje: Admirable aquel q ue ante el relmpago no dice: la vida huye Crtica del lugar comn pero tambin crtica a uestra pretensin de identificar, significar y decir. El lenguaje tiende a dar sen tido a todo lo que decimos y una de las misiones del poeta es hacer la crtica

Matsuo Basho - Sendas de Oku 37 del sentido. Si decimos que la vida es corta como el relmpago no slo repetimos un lugar comn sino que atentamos contra la originalidad de la vida, contra aquello q ue efectivamente la hace nica. La verdad original de la vida es su vivacidad y es a vivacidad es consecuencia de ser vida mortal, finita: la vida est tejida de mue rte. Pero al decirlo convertimos en dos conceptos, vida y muerte, la vivaz y fneb re unidad vida-muerte. Hay un lenguaje que diga, sin decirla, esa unidad? S, el ha ik: una palabra que es la crtica de la realidad, un lenguaje que es la burla oblic ua de la significacin. El haik de Basho nos abre las puertas de satori: el sentido y la falta de sentido, vida y muerte, coexisten. No es tanto la anulacin de los contrarios ni su fusin como una suspensin de nimo. Instante de la exclamacin o de la sonrisa: la poesa ya no se distingue de la vida, la realidad reabsorbe a la sign ificacin. La vida no es ni larga ni corta sino que es como el relmpago de Basho. E se relmpago no nos avisa de nuestra mortalidad; su misma intensidad de luz, semej ante a la intensidad verbal del poema, nos dice que el hombre no es nicamente el esclavo del tiempo y de la muerte sino que, dentro de s, lleva a otro tiempo. Y l a visin instantnea de ese otro tiempo se llama poesa: crtica del lenguaje y de la re alidad: crtica del tiempo. La subversin del sentido produce una reversin del tiempo : el instante del haik es inconmensurable. La poesa de Basho, ese hombre frugal y pobre que escribi ya entrado en aos y que vagabunde por todo el Japn durmiendo en er mitas y posadas populares; ese reconcentrado que contemplaba largamente un rbol y un cuervo sobre el rbol, el brillo de la luz sobre una piedra; ese poeta que des pus de remendarse las ropas radas lea a los clsicos chinos; ese silencioso que habla ba en los caminos con los labradores y las prostitutas, los monjes y los nios, es algo ms que una obra literaria: es una invitacin a vivir de veras la vida y la po esa. Dos realidades unidas, inseparables y que, no obstante, jams se funden entera mente: el grito del pjaro y la luz del relmpago. Octavio Paz. Mxico, 1954.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 38 Sendas de Oku Los meses y los das son viajeros de la eternidad. El ao que se va y el que viene t ambin son viajeros. Para aquellos que dejan flotar sus vidas a bordo de los barco s o envejecen conduciendo caballos, todos los das son viaje y su casa misma es vi aje. Entre los antiguos, muchos murieron en plena ruta. A m mismo, desde hace muc ho, como girn de nube arrastrado por el viento, me turbaban pensamientos de vagab undeo. Despus de haber recorrido la costa durante el otoo pasado, volv a mi choza a orillas del ro y barr sus telaraas. All me sorprendi el trmino del ao; entonces me ieron las ganas de cruzar el paso Shirakawa y llegar a Oku cuando la niebla cubr e cielo y campos. Todo lo que vea me invitaba al viaje; tan posedo estaba por los dioses que no poda dominar mis pensamientos; los espritus del camino me hacan seas y no poda fijar mi mente ni ocuparme en nada. Remend mis pantalones rotos, cambi las cintas a mi sombrero de paja y unt moka quemada en mis piernas, para fortalecerl as. La idea de la luna en la isla de Matsushima llenaba todas mis horas. Ced mi c abaa y me fui a la casa de Sampu,13 para esperar ah el da de la salida. En uno de l os pilares de mi choza colgu un poema de ocho estrofas.14 La primera deca as: Otros ahora en mi choza - maana casa de muecas.15 13 Sugiyama Sampu (1648-1733). Comerciante acomodado de Edo (Tokio), protector de B asho y discpulo suyo. Fue poeta de cierta distincin. Ms exactamente: una serie de ocho poemas (renga haikai). Basho cita solamente el poema inicial (hokku). Era costumbre colgar en un pilar de la casa el renga. 15 14 Las familias con nias celebran la Fiesta de las Muecas el da tercero del tercer Mes de cada ao. En esa fecha se colocan las muecas tradicionales, que se conservan de generacin en generacin, en el saln principal de la casa, adornado con flores. Bash o piensa en la metamorfosis de su choza, hasta entonces habitada por un poeta qu e haca vida de ermitao.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 39 Partida Salimos el veintisiete del tercer Mes. El cielo del alba envuelto en vapores; la luna en menguante y ya sin brillo; se vea vagamente el monte Fuji. La imagen de los ramos de los cerezos en flor de Ueno y Yanaka me entristeci y me pregunt si al guna vez volvera a verlos. Desde la noche anterior mis amigos se haban reunido en casa de Sampu, para acompaarme el corto trecho del viaje que hara por agua. Cuando desembarcamos en el lugar llamado Senju, pens en los tres mil ri de viaje que me aguardaban y se me encogi el corazn.16 Mientras vea el camino que acaso iba a sepa rarnos para siempre en esta existencia irreal, llor lgrimas de adis: Se va la prima vera, quejas de pjaros, lgrimas en los ojos de los peces. Este poema fue el primer o de mi viaje. Me pareci que no avanzaba al caminar; tampoco la gente que haba ido a despedirme se marchaba, como si no hubieran querido moverse hasta no verme de saparecer. Senju era la primera posada en el camino del norte. Ri: medida antigua de longit ud; cada ri estaba compuesto de 36 cho; un cho equivale a 109 metros y un ri a 3 ,92 Km. Tanto en la poesa china como en la japonesa, la expresin tres mil ri equival e a gran distancia. 16

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La posada de Soka Sin muchas cavilaciones decid, en el segundo ao de la Era de Genroku (1689), empre nder mi larga peregrinacin por tierras de Oou. Me amedrentaba pensar que, por las penalidades del viaje, mis canas se multiplicaran en lugares tan lejanos y tan c onocidos de odas, aunque nunca vistos; pero la violencia misma del deseo de verlo s disipaba esa idea y me deca: he de regresar vivo!. Ese da llegu a la posada de Soka Me dolan los huesos, molidos por el peso de la carga que soportaban. Para viajar debera bastarnos slo con nuestro cuerpo; pero las noches reclaman un abrigo; la l luvia, una capa; el bao, un traje limpio; el pensamiento, tinta y pinceles. Y los regalos que no se puedan rehusar Las ddivas estorban a los viajeros.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 41 Muro-no-Yashima Visitamos el santuario de Muro-no-Yashima. Sora,17 mi compaero, me dijo que la di osa de este santuario se llama Konohana Sakuyahime (Seora de los rboles Floridos) y que es la misma del monte Fuji. Es la madre del prncipe Hikohohodemino-Mikoto.1 8 Para dar a luz se encerr en esa casa tapiada y se prendi fuego. Por eso el santu ario se llama Muro-no-Yashima, que quiere decir: Horno de Yashima. As se explica la costumbre de mencionar al humo en los poemas que tienen por tema este lugar. Ta mbin se conserva una tradicin que prohbe comer los peces llamados konoshiro.19 Iwanami (despus: Hawai) Sora (1649-1710), discpulo de Basho. Lo acompa en este viaje y en otro anterior (Una visita al santuario de Kashima). 18 17 Hikohohodemi-no-Mikoto es el nombre del Primer Emperador (Jinmu), antes de su as censin al trono. Segn el relato mitolgico (Nihon-Shoki, primera cronologa de Japn), l a gran diosa-sol, Amaterasu, enva a su nieto, el Prncipe Ninigi, a gobernar las is las japonesas. Ninigi contrae matrimonio con la Princesa Konohana-Sakuya y sta co ncibe la misma noche de la boda. El Prncipe duda de la legitimidad de su hijo; la Princesa se encierra en una cueva tapiada y se prende fuego; si el ser que va a nacer no es hijo de Ninigi, se incendiar; si lo es, ni el fuego podr hacerle dao. As naci el Prncipe Hikohohodemi (nacido del Fuego o Visible por el Fuego). En el siglo VII, al ser descubierta una conspiracin contra el Emperador, se desti erra al prncipe Arima a Shimotsuke. All se enamora de la hija de un rico, prometid a ya al Gobernador del lugar; el prncipe visita con frecuencia a la joven, hasta el da en que se descubre que la muchacha est encinta. Mientras tanto, el Gobernado r apremia al padre para que se lleve a cabo el matrimonio. El rico no encuentra otra excusa que decir al prometido que la joven ha muerto repentinamente. Para c onsumar el engao colocan en el atad, en lugar del cuerpo de la muchacha, un pescad o que al quemarse despide un olor parecido al que se desprende del cuerpo humano al ser incinerado. Desde entonces a esta clase de pescados se les llama konoshi ro, que quiere decir en lugar del hijo. 19

Matsuo Basho - Sendas de Oku 42 Nikko El da treinta nos hospedamos en una posada situada en la falda del monte Nikko. E l dueo se la posada me dijo que se llamaba Gozaemon y que, por su rectitud, la ge nte lo nombraba Gozaemon del Buda. Reposen sosegados esta noche, nos dijo, aunque s u almohada sea un manojo de hierbas. Preguntndome qu Buda haba reencarnado en este m undo de polvo y pecado para ayudar a tan pobres peregrinos como nosotros, me ded iqu a observar la conducta del posadero. Aunque ignorante y tosco, era de nimo abi erto. Uno de esos a los que se aplica el Fuerte, resuelto, genuino: un hombre as, est cerca de la virtud.20 En verdad, su hombra de bien era admirable. El da primero del Cuarto Mes oramos en el templo de la montaa sagrada. Antiguamente la montaa se llamaba Futara, pero el gran maestro Kukai,21 al fundar el templo, cambi su nomb re por el de Nikko, que quiere decir: Luz del Sol. El gran sacerdote adivin lo que ocurrira mil aos despus, pues ahora la luz de esta montaa resplandece en el cielo, s us beneficios descienden sobre todos los horizontes y los cuatro estados viven p acficamente bajo su esplendor.22 La discrecin me hace dejar el tema.23 Mirar, admi rar hojas verdes, hojas nacientes entre la luz solar. 20 21 Cita de las Analectas de Confucio. Kukai (774-835), ms conocido por su nombre pstumo: Kobo Daishi. Fue el fundador de la secta Shigon y es uno de los grandes santos del budismo japons. Los cuatro es tados o clases del Japn en el siglo XVII: soldados, campesinos, artesanos y comer ciantes. 23 22 En este monte, hoy Santuario Toshogu, se venera al primer Shogn de la familia Tok ugawa, Ieyasu. Dice el poeta que la discrecin le hace dejar el tema por tratarse de un antepasado de la familia del Shogn reinante.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 43 La niebla envolva al monte Cabellera Negra y la nieve no perda an su blancura. Sora escribi este poema: Rapado llego a ti, cabellos Negros: mudanza de hbito.24 Sora es de la familia Hawai y su nombre de nacimiento es Sonoro. Vive ahora cerca de mi casa, bajo las hojas de Basho,25 y me ayuda en los quehaceres diarios. Desean do ver los panoramas de Matushima y Kisagata, decidi acompaarme y as prestarme auxi lio en las dificultades del viaje. En la madrugada del da de la partida afeit su c rneo, cambi su ropa por la negra de los peregrinos budistas y cambi la escritura de su nombre por otra de caracteres religiosos.26 Estos detalles explican el signi ficado de su poema. Las palabras con que alude a su mudanza de hbito dicen mucho sobre su temple. En la montaa, a ms de veinte cho (2180 metros de altura), hay una cascada, desde el pico de una cueva se despea y cae en un abismo verde de mil ro cas. Penetr en la cueva y desde atrs la vi precipitarse en el vaco. Comprend porqu la llaman Cascadavista-de-espaldas. Cascada - ermita: devociones de esto por un insta nte.27 Antes del viaje, Sora se afeita el crneo, a la manera de los bonzos budistas. Los dos viajeros llegan al monte Kuro Kami, que quiere decir Cabello Negro, justame nte en la poca de cambiar el hbito de primavera por el de verano. Juego de palabra s: Sora cerca de la casa del poeta y bajo su proteccin; Basho, seudnimo del poeta, tambin es el nombre de un rbol parecido al banano. 26 25 24 Transformado en peregrino, Sora escribe su nombre con signos distintos y que pos een una significacin religiosa aunque la pronunciacin sea la misma. La segunda lnea alude a la poca en que dan comienzo los ejercicios espirituales de verano de los bonzos, perodo de encierro total. 27

Matsuo Basho - Sendas de Oku 44 A campo traviesa en Nasu Tengo un conocido en un sitio llamado Kurobane, en Nasu. Por buscarlo, atraves en lnea recta los campos en lugar de ir por los senderos. A lo lejos se vea un puebl o pero de pronto empez a llover y se vino encima la noche; me detuve en casa de u n campesino, que me dio alojamiento. Al da siguiente cruc de nuevo los campos. Enc ontr un caballo suelto y a un hombre que cortaba yerbas, a quien ped auxilio. Aunq ue rstico, era persona de buen natural y me dijo: Es difcil encontrar el camino por que los senderos se dividen con frecuencia; un forastero fcilmente se perdera. No quisiera que esto le ocurriese. Lo mejor que puede hacer es tomar este caballo y dejarse conducir por l hasta que se detenga; despus, devulvamelo. Mont el caballo y continu mi camino. Dos nios me siguieron corriendo durante todo el trayecto. Uno e ra una muchacha llamada Kasane: nombre extrao pero elegante. Kasane, dices? El nom bre debe ser del clavel doble.28 A poco llegu al pueblo. En la silla de montar pu se una gratificacin y devolv el caballo. 28 Kasane: quiere decir doblar o doble.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 45 Unos das en Kurobane Visitamos al administrador del Seoro de Kurobane, un tal Joboji. No nos esperaba y esto pareci redoblar la alegra con que nos recibi. Pegamos la hebra y pasamos char lando das y noches. Su hermano Tohsui tambin nos visit con frecuencia, nos llev a su casa y nos present a su familia. Todos nos hacan invitaciones. Al cabo de unos das de descanso, recorrimos los alrededores y visitamos el lugar en donde se ejerci taban en la cacera de perros.29 En el llano de bambes de Nasu visit la tumba de la Seora Tamamo30 y el Santuario de Hachiman. Me enter de que Yoichi, cuando flech el abanico, invoc especialmente a Hachiman, patrn de su pas. El dios de este Santuario es precisamente aquel al que pidi ayuda Yoichi.31 Todo esto me conmovi. Al poners e el sol, regres a casa de Tohsui. Cerca hay un monasterio Shugen, llamado Komo-j i. Nos llevaron all y en la ermita de Gyojya, ante sus sandalias gigantescas, com puse lo siguiente: 29 La cacera de perros era un deporte popular entre los guerreros de la poca de Kamak ura (1192-1221). Montados a caballo, los jinetes flechaban a los perros que solt aban en un lugar cercado. Tamamo-no-mae era la amante del Emperador Konoe. Una noche la tierra tembl y se a pagaron todas las luces del palacio; en la oscuridad se vio brotar un relmpago de l cuerpo de la muchacha y desde esa noche enferm gravemente el Emperador. El Adiv inador Imperial declar que la culpable era Tamamo-no.mae; descubierta, la joven s e convirti en una zorra de pelo color de oro con nueve rabos y huy a Nasu. Miura-n osuke-Yoshiaki fue nombrado Capitn de caceras y logr matar a la zorra color de oro, pero el espritu de la hechicera se convirti en una piedra dotada de una extraa pro piedad: los insectos que la rozaban, moran. 31 30 Nasu-no-Yoichi fue un guerrero oriundo de ese lugar, contemporneo de las luchas e ntre los clanes Taira y Minamoto (1156-1192). Yoichi perteneca al ejrcito mandado por el famoso Minamoto-mo-Yoshitsune. En la batalla naval de Yashima se destac de la escuadra de los Taira un barco en cuyo mstil se haba atado un abanico, decorad o con un dibujo del sol. En el barco iban slo un remero y una mujer, lujosamente ataviada, en seal de burla y menosprecio. Yoshitsune orden a Yoichi tirar contra e l abanico y derribarlo. Los Taira fueron derrotados y as se inici una nueva poca de la historia japonesa.

Matsuo Basho Sandalias santas: - Sendas de Oku 46 me inclino: a mi me aguardan verano y montes.32 En esta regin, atrs del templo del Risco entre las Nubes, perdida en la montaa, se encuentra la ermita del Venerabl e Buccho.33 Una vez l me dijo que haba escrito sobre la roca, con carbn de pino, es to: Mi choza de paja: ancho y largo menos de cinco shaku.34 Qu carga poseerla! Per o la lluvia Para ver lo que quedase de la cabaa me dirig al templo. Algunas gentes, la mayora jvenes, vinieron a ofrecerse como guas. Conversando animadamente y sin d arnos cuenta llegamos a la falda de la montaa. La espesura era impenetrable y slo se vean a lo lejos los distintos senderos del valle; pinos y cedros negros; el mu sgo goteaba agua y estaba fro an en el cielo del Cuarto Mes. Tras de contemplar lo s Ros Panoramas, cruzamos el puente y pasamos el Prtico pero dnde estaban las ruinas de la ermita de Buccho? Al fin, trepando la montaa por detrs del templo, descubrim os frente a una cueva una pequea choza colgada sobre la roca. Sent como si me enco ntrase en presencia de la Puerta de El fundador de la secta Shugen, el asceta En-no-Gyoya, recorri el pas a pie, predi cando la doctrina y calzado con sandalias de madera (guetas). La estatua de Gyoy a, objeto del kaik de Basho y de su plegaria, est calzada de inmensas guetas. Bucc ho Osho (1643-1715), monje y maestro Zen. Fue director espiritual de Basho duran te algunos aos. 34 33 32 Un shaku equivale a 30,3 cm.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 47 la Muerte del Gran Bonzo Myo o de la Celda de Piedra del Maestro Houn.35 Escrib e stos versos all mismo y los dej pegados en uno de los pilares de la ermita: Ni t la tocars pjaro carpintero: oquedad en verano. La Puerta de la Muerte del Gran Bonzo Myo es la cueva donde medit durante quince aos Yuen-Miau (Myo en japons), monje budista chino de la poca Sung; la Celda de Pie dra del Maestro Houn es la celda de Fa-yun (Houn en japons), monje chino del perod o Liang. 35

Matsuo Basho - Sendas de Oku 48 La Piedra-que-mata Cerca de Kurobane se encuentra la Piedra-que-mata.36 Como decidiese ir a verla, el administrador del Seoro me prest un caballo y un palafrenero. Durante el trayect o aquel hombre de ruda apariencia me rog que compusiese un poema. Me sorprendi tan ta finura y escrib lo siguiente: A caballo en el campo, y de pronto, detente: el r uiseor! Detrs de la montaa, junto al manantial de aguas termales, se halla la Piedr a-que-mata. El veneno que destila sigue siendo de tal modo activo que no se pued e distinguir el color de las arenas en que se asienta, tan espesa es la capa for mada por las abejas y mariposas que caen muertas apenas lo rozan. 36 Ver la nota 30.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 49 Sauce En el pueblo de Ashino estn los sauces temblando en el agua clara.37 Se les ve entr e los senderillos que dividen un arrozal de otro. Tobe, el alcalde de este lugar , nos haba prometido muchas veces que un da nos los mostrara. Ahora por fin poda con templarlos. Pas un largo rato frente a un sauce: Qued plantado el arrozal cuando l e dije adis al sauce. 37 En la coleccin Shinkokin (antologa de poemas waka, recopilada por orden imperial e n el ao de 1205), hay un poema del bonzo Saigyo (1118-1190) que dice: El sauce ti embla en el agua corriente. Bajo su sombra rumores y reflejosun momento reposo.

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El paso de Shirakawa Haba estado varios das inquieto pero mi ansiedad errante se apacigu cuando llegamos al Paso de Shirakawa. Cunta razn tena aquel poeta que al llegar a este lugar dijo: si slo pudiera darles un vislumbre de esto a los de la capital!38 El Paso de Shirak awa es uno de los tres ms famosos del Japn y es el ms amado por los poetas. En mis odos soplaba el viento del otoo,39 en mi imaginacin brillaban sus hojas rojeantes,40 ro ante mis ojos, delicia de la vista, manchas reales de verdor se extendan aqu y all. Blancas como lino las flores de U41 y no menos blancos los espinos en flor era como si caminsemos sobre un campo de nieve. Kiyosuke cuenta que hace muchos ao s, al atravesar este paraje, un viajero se visti con su traje de corte y se coloc en la cabeza el sombrero de ceremonia.42 Aludiendo a este episodio, Sora escribi estos versos: 38 39 Taira no Kanemori ( ?-990), poeta del perodo Heian. Alude al poema del maestro Noi n: Dej la capital con niebla de primavera; el viento del otoo sopla ahora aqu, en e l paso de Shirakawa. 40 Alude al poema de Yorimasa Minamoto (1104-1180): En la capital vi los arces verd es; hoy veo caer rojeantes sus hojas: Paso de Shirakawa. 41 Flor U: Deutzia Scabra Thumb. Se da tambin en Mxico y es una planta parecida a la hortensia blanca. Fujiwara no Kiyosuke (1100-1177), poeta y erudito. El viajero se viste de gala en homenaje al maestro Noin y a su poema sobre este lugar (ver nota 39). 42

Matsuo Basho - Sendas de Oku 51 La flor U en mi sombrero. Para cruzar Shirakawa no hay mejor atavo.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 52 La posada del ro Suga Con nimo indiferente pasamos el ro Abukuma. A la izquierda, las cimas de Aizu; a l a derecha, los caseros de Iaki, Soma y Miharu; a lo lejos, las cadenas de montaas q ue dividen Hitachi de Shimosuke. Bordeamos la Laguna de los Reflejos: como el da estaba nublado, nada se reflejaba en ella.43 En la posada del ro Suga visitamos a cierto Tokyu, que nos detuvo cuatro o cinco das. Lo primero que hizo al verme fu e preguntarme: Cmo atraves el paso de Shirakawa?. En verdad, desasosegado por viaje t an largo y el cuerpo tan cansado como el espritu; adems, la riqueza del paisaje y tantos recuerdos del pasado me turbaron e impidieron la paz necesaria a la conce ntracin. Y no obstante: Al plantar el arroz cantan: primer encuentro con la poesa. Al decirle estos versos, agregu a guisa de comentario: Imposible pasar por ah sin que fuese tocada mi alma. Mi poema le gust a Tokyu, quien escribi a continuacin un s egundo, Sora aadi otro y as compusieron una trada. Al lado de la posada haba un gran castao, a cuya sombra viva un solitario. Record a aquel que haba vivido de las bello tas que encontraba y anot la siguiente reflexin: El ideograma de castao est compuesto por el signo de Oeste y el signo de rbol, de modo que alude a la Regin Pura de Oc cidente. Por eso el cayado y los pilares de la ermita del bonzo Gyoki eran de ma dera de castao.44 La Laguna de los Reflejos est a 25 kilmetros del Paso de Shirakawa. A principios d el siglo XIII destierran a este lugar un cortesano. Su mujer emprende el viaje d esde la capital para unirse a l, pero al llegar encuentra que lo han ejecutado y entonces se arroja al agua. Los reflejos de la Laguna son los del espejo que lle vaba en el pecho suicida. 44 43 El Paraso de Buda Amida-Kyoki: bonzo de la poca de Nara (668-749).

Matsuo Basho Sobre el tejado: flores de castao. El vulgo las ignora. - Sendas de Oku 53

Matsuo Basho - Sendas de Oku 54 El monte Asaka y hanakatsumi Aproximadamente a cinco ri de la casa de Tokyu est la posada de Hiwada y cerca de ella, bordeado por el camino, el monte Asaka. Abundan las lagunas. Se aproximab a la poca de la cosecha de katsumi, por lo que pregunt a la gente: cul es la planta que llaman hanakatsumi?45 Nadie lo saba. La busqu a la orilla de las lagunas, volv a preguntar a los nativos y as anduve indagando por katsumi y katsumi. Mientras ta nto, el sol rozaba la cresta de la montaa. 45 Zizania Latifolia, especie de avena local. Basho confunde, segn Ren Siefert, esta planta con una variedad de iris que tambin se llama Katsumi. Es palabra que apare ce con frecuencia en los poemas clsicos.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 55 Kurozuka y la piedra Torciendo a la derecha desde Nihonmatsu, fuimos a echar un vistazo a la cueva de Kurozuka.46 Nos hospedamos en Fukushima. Al amanecer salimos rumbo a Shinobu, p ara contemplar la piedra con que imprimen los dibujos en las telas.47 La encontr amos, medio cubierta de tierra, en un pueblo en la falda de la montaa. Los muchac hos del lugar se acercaron y nos dijeron: Antes estaba en la punta del cerro pero las gentes que pasaban por aqu cortaban las plantas de cebada, que luego machaca ban con la piedra. Los campesinos se enojaron y la echaron al valle. Por eso la piedra est boca abajo. Manos que hoy plantan el arroz: ayer, diestras, dibujos imp riman con una piedra. 46 47 En la cueva de Kurozuka viva un demonio, famoso en la leyenda. En Shinobu se fabrican ciertos tejidos; para teirlos se colocaban yerbas silvestr es sobre una piedra y sobre ellas la tela; despus, con otra piedra, se haca presin hasta machacar las yerbas y lograr que los relieves quedasen impresos en la tela , formando desordenados y extraos dibujos. El mtodo no es distinto al frottage de los pintores surrealistas, especialmente de Max Ernst. En la antigua poesa japone sa con frecuencia se compara el sentimiento del amor perdido -corazn destrozadocon el dibujo obtenido por las piedras impresoras, hecho de lneas rotas.

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Ruinas del castillo de Sato Despus de haber atravesado el vado de Tsukinowa llegamos a la posada de Senote. C erca de la montaa, a ri y medio a la izquierda, se hallan las ruinas de la mansin de Shoji-Sato.48 Como nos dijeran que estaban en Sabano de Iitsuka, nos echamos a andar y preguntando por los caminos llegamos hasta Maruyama: ah est el antiguo c astillo de Shoji. Nos ensearon lo que quedaba de la Gran Puerta en la falda del m onte y los ojos se me humedecieron. En un viejo monasterio cercano se conservan todava las estelas de la familia entera. Me conmovieron sobre todo los epitafios de las dos nueras. El llanto mojaba mis mangas mientras pensaba cmo estas dos muj eres, no obstante su sexo, haban inscrito sus nombres en los anales del valor.49 La estela que contemplaba mereca llamarse como aqulla de la antigua China: Lpida gra bada con lgrimas. Entr en el templo y ped una taza de t. Ah ensean como tesoros la e da de Yoshitsune y el morral de Benkei.50 Hoy es el primero del Quinto Mes. Espa da y morral: Fiesta de Muchachos, banderas de papel 51 48 Consumada la derrota de los Taira, renace la discordia entre los dos hermanos Mi namoto: Yoritomo y Yoshitsune. Yoritomo duda de la lealtad de su hermano menor; Yoshitsune huye y se hace fuerte en la tierra de Shoji Sato, su partidario y ami go, cuyos dos hijos haban dado la vida combatiendo por su seor. Shoji Sato tambin m uere trgicamente, mostrando su lealtad. Para consolar a su suegra -que se lamenta ba de haber perdido a sus dos hijos y de no poder as contribuir a la causa de Yos hitsune- las viudas de Tsugunobu y Tadanobu se ponen los cascos y los yelmos de sus maridos, ya fallecidos, y le muestran que ellas pueden sustituirlos en los c ombates. 49 En China haba una estela de piedra que conmemoraba las virtudes de Yang Mu (221-2 78), conocida como el Monumento de las Lgrimas. El da cinco del Quinto Mes es la F iesta de los Varones. Las familias con nios tienen la costumbre de colocar muecos vestidos de guerreros, yelmos y otros arreos blicos en el saln principal de la cas a, adornado con astas de 51 50

Matsuo Basho - Sendas de Oku 57 Una noche en Iizaka Esa noche nos hospedamos en Iizaka; all nos baamos en las aguas termales. La casa en donde nos dieron posada era miserable y su piso era de tierra. Como no haba si quiera una lmpara, arregl mis alforjas al resplandor del fuego del hogar y extend s obre el suelo mi estera. Apenas cay la noche se desat la tormenta y empez a llover a cntaros. El agua se colaba por los agujeros del techo y me empapaba; adems, las pulgas y los mosquitos me martirizaban sin que me dejasen cerrar los ojos. Enton ces mi vieja enfermedad se despert, volvi a atacarme y sufr tales clicos que cre mori r. Pero las noches de esta poca son cortas y poco a poco el cielo comenz a aclarar se. Partimos con la primera luz. No me senta bien y el dolor no me dejaba. Alquil amos caballos y nos dirigimos hacia Koori. Con un viaje an largo en perspectiva, mi estado me desasosegaba aunque el andar de peregrino por lugares perdidos, me deca, es como haber dejado ya el mundo y resignarse a su impermanecencia: si muer o en el camino, ser por voluntad del cielo. Estos pensamientos me dieron nimos y z igzagueando de aqu para all por las veredas dejamos atrs la Gran-Puerta-de-Madera d e Dale. banderas y grandes carpas de tela. La carpa, que nada contra la corriente, es smb olo del valor.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 58 Minowa y Kasajima Pasamos por el pueblo de Abumizuri y el castillo de Shiraishi y llegamos al depa rtamento de Kasajima. Preguntamos a la gente por la tumba de Sanekata Tonochujo. 52 Nos indicaron que all lejos, a la derecha, al pie de la montaa, entre dos lugare s llamados Minowa y Kasajima, existen an el Santuario del Dios de los Caminos y l os Juncos del Recuerdo.53 Las lluvias de mayo haban deshecho los senderos y estbamo s muy fatigados, de modo que nos contentamos con ver desde lejos aquellos sitios . Mientras caminaba se me ocurri que Minowa (capa) y Kasajima (sombrero) eran nom bres que tenan indudable relacin con las lluvias del mes: El Quinto Mes, sus camin os de lluvia: dnde estar Kasajima? Nos hospedamos en Iwanuma. 52 Sanekata Tonochujo ( ?-998), poeta de la poca del emperador Ichijyo y Comandante d e la Guardia Imperial. Un da, encontrndose en el Palacio, Sanekata discute sobre t emas de poesa con el famoso poeta Kohsei Fujiwara; la discusin llega a mayores y S anekata comete actos de violencia. El Emperador lo destituye y lo destierra en M utsu, la tierra de que tanto hablaban los poetas. La leyenda quiere que el poeta pase sin detenerse ante el templo del Dios de los Caminos; la divinidad, en cas tigo, lo fulmina. El bonzo Saigyo (?-1190), a quien tantas veces alude Basho y po r el que senta veneracin, al pasar por estas tierras haba visitado tambin la tumba d e Sanekata Tonochujo. Al ver unos juncos secos junto a la tumba, compuso este po ema: Todava erguidos, aunque de juncos slo guarden el nombre, guardan el suyo: jun cos del recuerdo. 53

Matsuo Basho - Sendas de Oku 59 El pino de Takekuma Al ver el pino de Takekuma, de veras sent como si despertara. Desde la raz el rbol se divide en dos troncos; segn nos dijeron, la forma de ahora es la misma que tena hace siglos. Record al maestro Noin.54 Hace mucho pas por este lugar un seor que i ba a tomar posesin de la gubernatura de Mutsu y cort el rbol, para usarlo como pila r del puente del ro Natori; y a esto alude la poesa de Noin: no hay ya ni restos de l famoso pino. Una generacin lo corta y otra lo vuelve a plantar; ahora, crecido d e nuevo, parece como si tuviese mil aos de edad. Realmente es hermoso: Ya que no vuestras flores, mostradle, cerezos tardos, el pino de Takekuma. Un discpulo llama do Kyohaku me dedic, al despedirme, este poema. As le respond: De los cerezos en fl or al pino de dos troncos: tres meses ya. 54 Noin Hoshi (988- ?), religioso y poeta del perodo Heian. Su poesa ejerci influencia sobre la de Saigyo que, a su vez, influy en Basho. En dos ocasiones Noin visit Tek ekuma y en su segunda visita, al no ver al clebre pino (pasaba por vivir mil aos), escribi este poema: Del pino aquel ahora, en Takekuma, ni una traza. Desde que vi ne habrn pasado ya mil aos?

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Cuatro o cinco das en Sendai Cruzamos el ro Natori y llegamos a Sendai. Era el da en que adornan los tejados co n hojas de lirios crdenos.55 Encontramos una posada y all nos alojamos cuatro o ci nco das. En esta villa vive un pintor llamado Kaemon. Nos haban dicho que era un h ombre sensible; lo busqu y nos hicimos amigos. El pintor me dijo que se ocupaba e n localizar los lugares famosos que mencionan los antiguos poetas y que, por el paso de los aos, ya nadie sabe dnde se encuentran. Un da me llev a visitar algunos: en Miyagino los campos estaban cubiertos de hagi56 e imagin su hermosura en otoo; en Tamada y Yokono, lugares renombrados por sus azaleas, floreca el asebi;57 pene tr en un bosque de pinos adonde no llegaba ni una brizna de sol, paraje que llama n Penumbra de rboles, tan hmedo por el roco de la arboleda que dio lugar a aquella po esa que comienza: Ea, los guardias! Su sombrero!58 Despus de orar en el templo de Yak si-yi y en el santuario de Tenjin, contemplamos la puesta de sol. El pintor me r egal pinturas de paisajes de Matsushima y tambin, como despedida, dos pares de san dalias de cordones azules. Su gusto era perfecto y en esto se revel tal cual era: El da cinco de mayo, en la fiesta a que se alude en la nota 47, tambin se acostumb ra adornar con hojas de lirio los tejados. Sus hojas tienen la virtud de alejar a los demonios. Por la noche la gente se baa en el agua en que se sumerge a las h ojas. La costumbre perdura todava. 56 55 Hagi. Lespedeza bicolor Turez. Es una planta con flores purpreas; florece en el o too. Asebi: Pieris Japonica D., Don. Arbusto que da flores blancas y es parecido al madroo del Valle de Mxico. Poema annimo de la antologa Kokinshu: Ea, los guardias! Decidle al amo que se ponga el sombrero: roco en Migayino, chubasco y no roco! 57 58

Matsuo Basho Ptalos de lirios atarn mis pies: - Sendas de Oku 61 correas de mis sandalias!

Matsuo Basho - Sendas de Oku 62 Juncos de Tofu y monumento de Tsubo Siguiendo el trazado del mapa que nos haba hecho aquel pintor, llegamos al sender o de Oku. A un lado del sendero, cerca de la montaa, se hallan los juncos de Tofu . Nos contaron que los lugareos, todos los aos, todava tejen una estera y se la ofr ecen como homenaje al Gobernador.59 La estela de Tsubo est en el castillo de Taka , en el valle de Ichikawa. Mide un poco ms de seis shaku de largo y cerca de tres de ancho. A travs del musgo que la cubre se distingue apenas una inscripcin. Prim ero indica las distancias que hay desde este sitio hasta todas las fronteras y d espus dice: Este castillo fue edificado en el primer ao de Jinki (724) por el Inspe ctor y Capitn General Azumaito Ohno y fue reconstruido en el sexto ao de Tempyo-Ho hji (762) por el Consejero de la Corte, Visitador y Capitn General Asakari Emi. P rimer da de la decimosegunda luna. Pertenece a la poca del Emperador Shomu. Al visi tar muchos lugares cantados en viejos poemas, casi siempre uno se encuentra con que las colinas se han achatado, los ros han cambiado su curso, los caminos se de svan por otros parajes, las piedras estn medio enterradas y se ven pimpollos en lu gar de los rboles aquellos antiguos y venerables. El tiempo pasa y pasan las gene raciones y nada, ni sus huellas, dura y es cierto. Pero aqu los ojos contemplan c on certeza recuerdos de mil aos y llegaba hasta nosotros el pensamiento de los ho mbres de entonces. Premios de las peregrinaciones El placer de vivir me hizo olvi dar el cansancio del viaje y casi me hizo llorar. En una laguna que est en Tofu crecen unos juncos especiales. Los habitantes de es te lugar tenan por costumbre tejer una estera que obsequiaban todos los aos al seor de la regin. 59

Matsuo Basho - Sendas de Oku 63 Sue-no-Matsuyama, Oku-Johruri Despus visitamos el ro Tama de Noda y la roca de Oki. En Sueno-Matsuyama hay un mo nasterio llamado Masshozan. Entre los pinos hay muchas tumbas. Ver que en esto t erminan todos esos juramentos y promesas de vivir como el pjaro de dos cabezas o los rboles de ramas unidas 60 aument mi tristeza. Cuando llegamos a la baha de Shiogama , taan las campanas del crepsculo repitindonos que nada permanece. El cielo lluvioso del Quinto Mes se aclar levemente y la luna del atardecer se mostr plida. La isla de Magali pareca al alcance de la mano: tan cerca se vea. Los pescadores remaban e n sus barquitas, todas formadas en hilera y se oan las voces de los que repartan l os peces. Record el verso: atados con sogas.61 Comprend al poeta y me conmov. Esa noc he o a un bonzo ciego cantar en el estilo del norte llamado Oku-Johruri, acompaado por el instrumento biwa.62 Su estilo no era el usual del acompaamiento de las ba ladas guerreras o de los cantos para danzar. El son era rstico y como tocaban cer ca de donde reposaba me pareci demasiado ruidoso. Pero era admirable que en tierr as tan lejanas no se hubiese olvidado la tradicin y se cantasen esos viejos roman ces. 60 Alude a un poema del famoso poeta chino Po-chu-i (772-846) que habla del amor en tre el Emperador Hsuan-Tsung y Yang Kuei-fei: Desearon ser, en el cielo, como el pjaro de dos cabezas; y en la tierra, como dos rboles que juntan sus ramas. 61 Alude a un viejo poema de autor desconocido: En Michino Oku todos los paisajes s on hermosos, pero ninguno como el de Shiogama: en filas los barcos atados con so gas. Biwa: instrumento musical de cuatro cuerdas, parecido a la guitarra. OkuJohruri: suerte de cantar de juglares que cantan los bonzos en el norte. 62

Matsuo Basho - Sendas de Oku 64 El santuario de Shiogama En la madrugada fui al Santuario de Shiogama. Reconstruido por el actual Goberna dor, sus columnas son suntuosas y pesadas; las vigas de la techumbre relucen pin tadas de colores brillantes y los peldaos de su escalera de piedra se repiten has ta perderse de vista. El sol temprano chisporroteaba sobre las balaustradas de l aca roja. Me impresion que en rincones tan apartados de este mundo manchado, la d evocin a los dioses estuviese tan viva. Esto es algo muy de la tradicin de mi pas. Frente al santuario hay una antigua linterna con una pequea puerta de hierro que dice: Ofrenda de Saburo Izumi, ao tercero de Bunji (1187). Cmo sera todo esto hace qu inientos aos Este Izumi fue un guerrero valiente, fiel y leal; su nombre an es vene rado y todo el mundo lo recuerda con amor. La verdad de los clsicos resplandece: L eal a tu ley y a tu palabra: la fama te seguir. Cerca ya del medioda, tomamos un ba rco que nos condujo a Matsushima, que est a unos dos ri de distancia, y desembarc amos en la playa de Ojima.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 65 Matsushima Ya es un lugar comn decirlo: el paisaje de Matsushima es el ms hermoso del Japn. No es inferior a los de Doteiko y Seiko, en China. El mar, desde el sureste, entra en una baha de aproximadamente tres ri, desbordante como el ro Sekiko de China. E s imposible contar el nmero de las islas: una se levanta como un ndice que seala al cielo; otra se tiende boca abajo sobre las olas; aqulla parece desdoblarse en ot ra; la de ms all se vuelve triple; algunas, vistas desde la derecha, semejan ser u na sola y vistas del lado contrario, se multiplican. Hay unas que parecen llevar un nio a la espalda; otras como si lo llevaran en el pecho; algunas parecen muje res acariciando a su hijo. El verde de los pinos es sombro y el viento salado tue rce sin cesar sus ramas de modo que sus lneas curvas parecen obra de un jardinero . La escena tiene la fascinacin distante de un rostro hermoso. Dicen que este pai saje fue creado en la poca de los dioses impetuosos, las divinidades de las montaa s. Ni pincel de pintor ni pluma de poeta pueden copiar las maravillas del demiur go.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 66 Pennsula de Ojima Ojima es una estrecha lengua de tierra que penetra en el mar. Todava hay vestigio s de la ermita del bonzo Ungo y an puede verse la roca sobre la cual meditaba. Se entreven algunos devotos que viven a la sombra de los pinos, retirados de la vi da mundana. Habitan apaciblemente en chozas de paja, de las que sale continuamen te el humo de los conos de pino y hojas secas que queman. Aunque no saba qu clase de gente realmente era aqulla, sent unas extraas ganas de conocerlos, pero cuando m e acercaba a una de sus chozas me detuvo el reflejo de la luna sobre el mar: el paisaje de Matsushima se baaba ahora en una luz diferente a la del da anterior. Re gres a la playa y me hosped en su parador. Mi cuarto estaba en el segundo piso y t ena grandes ventanas. Dormir viajando entre nubes, mecido por el viento. Extraa, d eliciosa sensacin. En Matsushima sus alas plata pdele, tordo, a la grulla! (Sora) Me acost sin componer poesa pero no pude dormir. Record el poema chino sobre Matsus hima que Sodo me regal al abandonar mi choza. Tambin Anteki Hara me haba dedicado u n tanka con el mismo tema. Abr mi alforja e hice de esos dos poemas los compaeros de mi insomnio. Haba tambin los haik de Sampu y Dakushi.63 63 Yagamuchi Sodo (1647-1716), poeta en haikai; Hara Antequi (se desconocen las fec has de su nacimiento y muerte), poeta en tanka; Sampu (vase nota nmero 13); Nakaga wa Dakushi (tampoco se saben las fechas de su nacimiento y muerte), poeta y discp ulo de Basho.

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El templo de Zuigan Ishinomaki El da once practicamos nuestras devociones en el templo de Zuigan. El trigsimo seg undo patriarca, Heishiro de Makabe, a su regreso de China, fund este templo. Desp us, gracias al Maestro de Zen, el bonzo Ungo, se hermosearon los edificios princi pales, resplandecieron sus oros y azules y el templo se convirti en una construcc in que parece la rplica del Paraso. Cul sera, entre todas estas construcciones, la de aquel santo Kenbutsu?64 Da doce. Desebamos ir a Hiraizumi y en el camino preguntam os por el pino de Aneha y el puente de Odae,65 a los que tantos poemas se refier en. Como apenas si pasa gente por esos senderos, veredas para cazadores y leadore s, nos extraviamos, confundimos el camino y sin quererlo llegamos al puerto de I shinomaki. Desde all se ve, al otro lado del mar, el monte Kinkazan, del que un a ntiguo poeta dijo: el monte donde florece el oro 66 Cientos de barcos se apian en la baha; las casas se apeuscan unas contra otras y el humo de sus chimeneas enturbia el cielo. Me dije: yo no quera venir a este lugar. Buscamos posada para pasar la no che pero nos rechazaron en todas partes. Al fin logramos albergue en una cabaa mi serable y al da siguiente continuamos nuestro camino, sin saber a ciencia cierta qu direccin deberamos tomar. Caminamos por los bordes del ro y, sin detenernos, echa mos un vistazo al vado de Sode, la dehesa de Obuchi y el caaveral de 64 65 Kenbutsu: asceta de la poca del Emperador Toba (1107-1158). El pino de Aneha es muy famoso por su hermosura y desde la antigedad muchos poeta s lo celebraron. Estaba cerca de la carretera de Ou. El pequeo puente de Odae era de madera y tambin fue tema potico. Yakamochi Ohtomo (718-745) que felicita en su poema al emperador Shomu (720-749) , con motivo del primer hallazgo de oro en ese lugar: Para honrar la Era Imperia l, en el Este, en un monte de Michinoku, florece el oro. Kinkazan quiere decir M onte de las Flores de Oro. 66

Matsuo Basho - Sendas de Oku 68 Mano. Ms tarde, con el corazn en un puo, recorrimos las orillas de un inmenso panta no. Pasamos una noche en Toima y llegamos al fin a Hiraizumi. Creo que caminamos ms de veinte ri.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 69 Hiraizumi El esplendor de tres generaciones de Fujiwara dur el sueo de una noche. Los restos de la entrada principal de la mansin estn a la distancia de un ri del conjunto de las ruinas. El palacio de Hidehira67 es un erial y slo queda en pie el monte Gal lo de Oro. Sub a las ruinas del palacio Takadate. Desde all se ve al Kitakami, gra n ro que viene del sur; el ro Koromo, tras de ceir al castillo de Izumi, se le une bajo el palacio Takadate; las ruinas del castillo de Yasuhira, con el paso de Ko romo, que est ms adelante, guardan la entrada del sur y constituyen una defensa co ntra toda invasin. Aqu se encerraron los fieles elegidos.68 De sus hazaas nada qued a sino estas yerbas. Recuerdo el antiguo poema: Las patrias se derrumban, ros y m ontaas permanecen; sobre las ruinas del castillo verdea la hierba, es primavera.6 9 Me siento sobre mi sombrero y lloro, sin darme cuenta del paso del tiempo: Hidehira, penltimo de los cuatro generales de la familia Fujiwara que rein sobre e sa parte del Japn (Michino Oku) a mediados del siglo XII. La sede de los Fujiwara estaba en Hiraizumi, ciudad que pudo mantener su prosperidad muchas veces compa rada con la de Kyoto- por haber guardado cierta neutralidad durante la lucha ent re los Taira y los Minamoto. Cuando triunfan los ltimos y estalla la pelea entre los dos hermanos, Yoshitsune, el menor, se refugia cerca de Yasuhira (1155-1189) , el cuarto de la familia Fujiwara, que se haba mostrado su amigo y partidario. Y asuhira, al ver que la suerte se inclinaba a favor de Yoritomo, traiciona a Yosh itsune y le da muerte en el castillo de Koromogawa, esperando as obtener la prote ccin del vencedor. Yoritomo se limit a comentar la traicin con esta frase: demasiado tarde. Sus hombres arrasaron Hiraizimi, dando trmino a una grandeza que haba durad o siglos. La gloria de los tres reinos se refiere a los tres primeros seores de la familia Fujiwara: Kiyohira, Motohira e Hidehira. 68 69 67 Alude a los que lucharon con Yoshitsune contra las fuerzas de Yasuhira. Basho pa rafrasea un conocido poema del poeta chino Tu-Fu (712-770).

Matsuo Basho - Sendas de Oku 70 Hierba de esto: combates de los hroes, menos que un sueo. Soro escribe otro poema: Flores de U: Ah, canas del hroe Kanefusa!70 Me haban encomiado mucho las dos famosa s capillas. Ambas estaban abiertas; en la de los Sutras estn las estatuas de los tres capitanes y en la de la Luz71 yacen tres atades, tres Budas velan. Los Siete Tesoros72 se han dispersado, el viento ha roto las puertas incrustadas de perla s y las columnas doradas se pudren bajo la escarcha y la niebla. Hace tiempo que todo se habra derrumbado, agrietado por el abandono y comido por las plantas sal vajes, pero han levantado nuevos muros y han construido un techo contra el agua y el viento. Estos monumentos, viejos de mil aos, todava afrontarn al tiempo: Terco esplendor: frente a la lluvia, erguido templo de luz. 70 Kanefusa era un fiel servidor de Yoshitsune que, a pesar de su avanzada edad y d e su cabello cano, luch hasta el ltimo momento. Al ver el fin de Yoshitsune, Kanef usa y su hermano se lanzan contra el enemigo y mueren. Hikarido es el edificio p rincipal del templo de Chuson y quiere decir: Templo de la Luz. Se le dio este nom bre por sus muros decorados con oro. Los libros budistas hablan de siete tesoros : oro, plata, ncar, gata, esmeralda, perla y lapislzuli. 71 72

Matsuo Basho - Sendas de Oku 71 Paso de Shitomae Mientras a lo lejos se vea el camino de Nambu, llegamos al pueblo de Iwate, en do nde pernoctamos. Recorrimos despus Ogurosaki y las islas de Mizu; tras de pasar p or las fuentes termales de Naruko, intentamos penetrar en la provincia de Dewa p or el paso de Shitomae. Como por ese camino son pocos los viajeros, los guardias nos observaron con desconfianza y nos detuvieron bastante tiempo. Ya haba oscure cido cuando nos acercamos al monte Ooyama, de modo que, pasando cerca de la casa de un guardia, nos aproximamos y le pedimos albergue por la noche. Se desat un t emporal y durante tres das nos vimos obligados a quedarnos en esas ariscas soleda des. Piojos y pulgas; mean los caballos cerca de mi almohada.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 72 El monte Ooyama El dueo de la posada nos advirti que el camino hacia la provincia de Dewa no era m uy seguro, pues haba que cruzar el monte Ooyama, y nos recomend que contratsemos un gua. Como asintisemos, l mismo se encarg de conseguirlo y al poco tiempo se present con un rollizo joven, daga curva al cinto y en la diestra un grueso bastn de robl e. El mocetn marchaba delante de nosotros. Mientras trotaba a su zaga, me deca: aho ra s de seguro nos acecha un percance. Segn lo haba anunciado el posadero, la montaa era abrupta y hostil. Ni el grito de un pjaro atravesaba el silencio ominoso; al caminar bajo los rboles la espesura del follaje era tal que de veras andbamos entr e tinieblas; a veces pareca caer tierra desde las nubes.73 Hollamos matas de bamb enano, vadeamos riachuelos, tropezamos con peascos y, con el sudor helado en el c uerpo, culebreamos sin parar hasta llegar a la villa de Mogami. Al despedirse, e l gua nos dijo sonriendo: en este camino siempre suceden cosas inesperadas y ha si do una fortuna traerlos hasta aqu sin contratiempos. An me dan fro sus palabras. 73 Alusin a un poema de Tu Fu.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 73 Obanazawa En Obanazawa visitamos a un tal Seifu. Hombre nada vulgar, a pesar de su riqueza . Como de vez en cuando sus negocios lo llevaban hasta la capital, comprenda las necesidades de los viajeros y las penalidades que sufren en sus viajes. Nos dej s u casa por unos das y, no satisfecho con dar reposo a nuestros quebrantados cuerp os, nos ofreci muchos entretenimientos. En la frescura me tiendo y sesteo como en mi lecho. Sal, no te escondas bajo la Kaiya en sombra vocea el sapo.74 Flor carmn , cardo que recuerda al pincel para las cejas.75 Cran gusanos de seda pero en sus ropas: aroma de antigua inocencia.76 (Sora) 74 75 Kaiya: criadero de gusanos de seda. Flor carmn (Beni): planta de cuya flor se sacaba el colorete para las mujeres. Las mujeres que se dedican a la crianza de los gusanos de seda no se arreglan el cabello ni se pintan los labios y visten ropas ordinarias. Al poeta le parece q ue esta sencillez es semejante a la de los antiguos. 76

Matsuo Basho - Sendas de Oku 74 Sosiego en un templo de la montaa En el Seoro de Yamagata hay un templo en la montaa llamado Ryusyaku. Lo fund el gran maestro Jikaku77 y es un lugar famoso por su silencio. Como me recomendaron que fusemos a verlo, tuvimos que regresar a Obanazawa y caminar cerca de siete ri. E l sol no se ocultaba an y pedimos hospitalidad en uno de los asilos para los pere grinos que se encuentran en las estribaciones del monte. Despus subimos al santua rio, que est en la cumbre. La montaa es un hacinamiento de rocas y peas, entre las que crecen pinos y robles envejecidos; la tierra y las piedras estaban cubiertas por un musgo suave y todo pareca antiqusimo. El templo est construido sobre la roc a; sus puertas estaban cerradas y no se oa ningn ruido. Di la vuelta por un risco, trep por los peascos y llegu al santuario. Frente a la hermosura tranquila del pai saje, mi corazn se aquiet: Tregua de vidrio: el son de la cigarra taladra rocas.78 77 78 Jikaku: Patriarca de la secta Tendai. Mi traduccin es tal vez demasiado libre. An tes haba traducido as: Quietud: los cantos de la cigarra penetran en las rocas. Procurar justificar ahora mi versin (antes ha anotado otras versiones en ingls). Ba sho opone, sin oponerlos expresamente, lo material y lo inmaterial, lo silencios o y lo sonoro, lo visible y lo invisible, la quietud del campo frente a la agita cin humana, la extrema dureza de la piedra y la fragilidad del canto de las cigar ras. Doble movimiento: la conciencia intranquila del poeta se sosiega y aligera al fundirse en la inmovilidad del paisaje; el berbiqu sonoro de la cigarra penetr a en la roca muda; lo agitado se calma y lo ptreo se abre; lo sonoro invisible (e l chirriar del insecto) atraviesa lo visible silencioso (la roca). Todas estas o posiciones se resuelven, se funden, en una suerte de fijeza instantnea que dura l o que duran las diecisiete slabas del poema y que se disipa como se disipan la ci garra, la roca, el paisaje y el poeta que escribe Se me ocurri que la palabra treg ua -en lugar de quietud, sosiego, calma- acenta el carcter

Matsuo Basho - Sendas de Oku 75 Ohishida Habamos planeado hacer la travesa en barca por el ro Mogami y en el lugar llamado O hishida hicimos alto en espera de que el tiempo mejorase. All me dijeron: Las semi llas de la vieja escuela de haikai cayeron hace mucho en esta tierra; los das de su florecimiento no han sido olvidados y todava conmueve a la soledad en que vive n los poetas de Ohishida el sonido de las flautas monglicas Queremos marchar junt os por el camino de la poesa; vacilamos entre el nuevo y el viejo estilo porque n o tenemos a nadie que nos gue: quiere ayudarnos? No pude rehusarme y me un a ellos p ara componer juntos una serie de poemas. De todas las reuniones poticas de mi via je, esta fue la que dio mejores frutos.79 instantneo de la experiencia que evoca Basho: momento de suspensin y armisticio lo mismo en el mundo natural que en la conciencia del poeta. Ese momento es silenc ioso y ese silencio es transparente: el chirrido de la cigarra se vuelve visible y traspasa a la roca. As, la tregua es de vidrio, una materia que es el homlogo v isual del silencio: las imgenes atraviesan la transparencia del vidrio como el so nido atraviesa al silencio. Creo que las dos otras lneas de mi versin se defienden solas 79 He aqu la serie de poemas (renga) a que se refiere Basho, traduccin de la versin in glesa de Donald Keene: Apacentado aguas del quinto mes hacia el mar, el Mogami. (Basho) Los botecitos de los pescadores anudan sus luces de lucirnaga a la ribera . (Ichiel) Los campos de melones aguardan a la luna titubeante en el cielo. (Sor a) A la salida del pueblo: un sendero entre las zarzamoras. (Sensui)

Matsuo Basho - Sendas de Oku 76 El ro Mogami El ro Mogami sale del Seoro de Michinoku, deja atrs Yamagata y bordeando el costado norte del monte Itajiki, desemboca en el mar de Sakota. En su trayecto fluye ent re gargantas angostas y erizadas, como Goten y Hayabusa. A la izquierda y a la d erecha las montaas parecan juntarse sobre nuestras cabezas, mientras el barco se d eslizaba bajo la espesura de los rboles que crecen a sus flancos. A barcos como e l nuestro los llamaban barcos de arroz.80 Vimos despearse a la cascada de Shiraito entre el verde follaje y a la orilla, colgado de un faralln, al Templo del Ermitao . Por la crecida, la navegacin era ardua: Junta las lluvias del Quinto Mes el roy al mar las lanza. 80 Alude a un viejo poema annimo que figura en la antologa clsica Kokinshu: Por el ro M ogami suben y bajan las barcas de arroz: no lo tomes por desdn, slo que este mes El poema gira sobre un juego de palabras, arroz y desdn, intraducible.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 77 El monte Haguro El tercer da del Sexto Mes subimos al monte Haguro. Preguntamos por uno que se ll ama Sakichi Zushi, poeta en haikai. l nos llev ante el abad Egaku, Prior del monas terio, quien despus de recibirnos orden que se nos hospedase en uno de los templos dependientes de Minamidani. All fuimos atendidos con exquisita cortesa. El da cuat ro, en el templo principal, celebramos una reunin de renga-haikai. Mi estrofa ini cial: Qu cortesa! Hasta la nieve es fragante en Minamidani. El da cinco oramos en el gran Santuario. No se sabe en qu poca vivi su fundador, el sacerdote Nohjo. En los Ritos de Engi81 aparece como el Santuario de Ushusatoyama; el nombre original deb e haber sido Ushukuro-yama y, abrevindolo, lo convirtieron en Haguro-yama (Monte Haguro). La razn de que esta provincia se llame Dewa (rica en plumas) es que, segn dice la crnica, fue aqu donde se hizo la ofrenda de las plumas de ave a la Casa I mperial.82 El paraje se llama Tres Montes, aludiendo a Haguro, Gassen y Yudono. Actualmente el Santuario est bajo la jurisdiccin del templo de Kanei, en Edo. En e ste monasterio la doctrina del budismo Tendai -la negacin conduce al conocimientobrilla como una luna lmpida y su prdica de la conquista de la serenidad por medio de la identidad (de los contrarios) es como una lmpara que no se apaga nunca. Las celdas no estn apartadas sino juntas y los monjes peregrinos que Los Ritos de Engi es una obra en 50 volmenes -escrita o fechada el ao 967, poca del Emperador Daigo- en la que se consignan las ceremonias de la corte y se mencion an los santuarios del pas. 82 81 El nombre de Dewa se escribe con dos caracteres: uno significa salir y el otro, pluma. En el santuario del Monte Haguro se venera desde antiqusimos tiempos a una divinidad (gongem) de la religin shinto. Los budistas la han transformado en una encarnacin de un bodisatva.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 78 pasan por aqu rivalizan en rigor asctico con los que viven en permanencia. Todo lo que se ve es prueba del milagroso poder de este lugar santo y mueve a la piedad . La montaa, admirada y venerada por todos, difunde su poder sagrado en toda la r egin.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 79 Los montes Gessan y Yudono-Yama El da octavo escal el monte gestan. Llevaba una bufanda de algodn en los hombros y una capucha blanca en la cabeza; conducido por el gua camin ocho ri sobre nieves, bajo nubes y entre nieblas. Era como andar por esos pasos de bruma en las rutas del sol y de la luna. Al llegar a la cumbre, el cuerpo helado y la respiracin cor tada, el sol se pona y la luna se asomaba, me tend y esper a que amaneciera. Cuando las sombras se abrieron y el sol apareci, me incorpor e inici mi marcha hacia Yudo no. En un rincn del valle se encuentra la cabaa de los forjadores. En esta provincia los forjadores usan agua sagrada del valle para sus ritos de purificacin y slo de spus de cumplirlos baten sus espaldas, a las que estampan la marca Gessan, de gra n renombre en su tiempo. Seguramente siguen el ejemplo de aquellos chinos que ci nglaban sus espadas en la fuente del Dragn; la devocin de estos herreros por su of icio los ha llevado a forjar sables dignos de los ms famosos, como Kansyo y Bakuy a.83 Me sent sobre una roca y mientras descansaba descubra un rbol de cerezo de tre s shaku de altura, sus capullos estaban entreabiertos! Maravillosa leccin la de es e cerezo tardo que no olvidaba a la primavera ni aun sepultado bajo la nieve. Flo res y hielo me recordaron a aquellas flores de ciruelo bajo un cielo incandescen te de que habla una poesa china; y tambin me hicieron pensar en el poema del maest ro Gyoson -y an con mayor intensidad-.84 En todo este prrafo, loa la habilidad de los herreros japoneses tanto como de su piedad religiosa, Basho los compara con los chinos. La Fuente del Dragn: Lung Shan (en japons Ryusen). Kansyo y Bakuya (Kan Chiang y Mo Yeh) pareja de forjadores ch inos de la dinasta Wu. 84 83 La poesa de Gyoson 7). Cuando el bonzo undidades del monte silvestre: nadie me (1057-1135) a que se refiere, figura en la coleccin Kinyoh (112 Gyoson se entregaba a sus ejercicios religiosos, en las prof Yoshino, escribi este poema: Haz como yo y comprndeme, cerezo conozca,

Matsuo Basho - Sendas de Oku 80 Segn las leyes de los peregrinos budistas, est prohibido dar pormenores de lo que ven los ojos en este monte; obedezco y me callo regres al templo que nos serva de p osada y a peticin del Prior escrib los siguientes poemas sobre nuestra peregrinacin a los tres montes: Ah, la frescura! La luna, arco apenas sobre el Ala Negra.85 P icos de nubes sobre el monte lunar: hechos, deshechos.86 Sobre Yudono ni una pal abra: mira mis mangas mojadas.87 Sora escribi este poema: Yudono: piso la senda d e monedas corren mis lgrimas.88 salvo tus flores. 85 86 Ala Negra: el monte Haguro. Monte Gestan: Monte de la Luna. Una versin anterior: Entre los derrumbados picos de las nubes: el Monte de la Luna. 87 88 Mangas mojadas: se sobreentiende con mis lgrimas. En el camino al monte Yudono los peregrinos dejan caer monedas como ofrendas. El poeta las pisa y se emociona.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 81 Tsurugaoka y Sokata Salimos de Haguro y llegamos al pueblo que est al pie del castillo de Tsurugaoka. Paramos en casa de un samurai, Shigeyuki Nagayama. All compusimos un renga haika i. Hasta aqu nos acompa aquel Sakichi Zushi. En barco fuimos al puerto de Sakata y nos alojamos en casa de un mdico llamado Fugyoku Enan. Rueda del monte al mar, de Atsumi a Fuko, la tarde fresca.89 Ro Mogami: tomas al sol y al mar lo precipitas . 89 Hay un juego de palabras entre atsu, calor, y fuku sopla (el viento).

Matsuo Basho - Sendas de Oku 82 Paisaje de Kisagata Ros o montes, playas o valles: haba visto muchos y admirables pero ahora la idea d e ver a Kisagata me atenazaba. Desde el puerto de Sakata caminamos y caminamos, subiendo y bajando colinas, hollando sableras, bordeando litorales y no habamos a vanzado ms de unos diez ri cuando, el sol ya a ras del horizonte, el viento de al ta mar amotin las arenas y empez a llover as vimos esfumarse el perfil del monte Ch okai. Me dijo que si el paisaje con lluvia era hermoso -como ver algo en la penu mbra- lo sera tambin sin ella. Con esta idea pernoctamos en la choza de un pescado r, esperando que cesase de llover. Al da siguiente por la maana el cielo estaba de spejado y la luz del sol matinal luca radiante. Nos embarcamos en la baha de Kisag ata. Primero nos acercamos a la isla de Noin y visitamos el lugar en donde el Ma estro estuvo recluido durante tres aos;90 despus desembarcamos en la orilla opuest a: all todava est un viejo rbol de cerezo, sobre el cual el Maestro Saigyo escribi el poema Reman sobre las flores.91 Muy cerca, a la orilla del agua, se encuentra un mausoleo que dicen es de la Emperatriz Jingu. El monasterio vecino se llama Kanm anju; nunca he odo que la Emperatriz hubiese visitado ese lugar. No es extrao? En l a celda del Prior del templo me siento y corro la cortina de bamb: la baha entra p or mis ojos. Al sur, el monte Chokai sostiene al cielo y la imagen de su mole fl ota sobre las aguas; al oeste, la barrera de Muyamuya cierra el paso a la ruta; al este hay un dique y, ms all, se ve el camino hacia Akita, que se adelgaza hasta desvanecerse; la mar se tiende al norte y el paraje golpeado por las olas se ll ama 90 Se dice que el bonzo Noin estuvo encerrado en esta isla durante tres aos, entrega do a la prctica de ejercicios espirituales. El poema: Baha Kisa: los cerezos en fl or cubren las olas. Sobre las flores reman los barquitos pesqueros. 91

Matsuo Basho - Sendas de Oku 83 Shiogshi. La baha tiene un ri aproximadamente de ancho y de largo. Se parece a Ma tsushima y es distinta. Matsushima se re y Kisagata frunce el entrecejo; a la ser enidad une la melancola y la quietud del paisaje pesa sobre el alma: Baha Kisa: Se ishi duerme en la lluvia, mimosas hmedas.92 Mojan las olas Shiogoshi Las patas de las grullas Qu fresco el mar!93 Sobre el Festival, Sora escribi este poema: En est a Kisa Qu guisos comern, el da del Festival?94 Un comerciante de la provincia de Min o, Teiji, escribi este otro: Frente a su choza, sobre la tabla echado: sobre el f rescor.95 El poeta Su Tung-Po (1036-1101) comparaba el paisaje del Lago Si Hu con la belle za de una mujer de la poca. Hsi-tz (Seishi). Basho, al contemplar la baha de Kisaga ta, imagina el paisaje del Lago Si Hu y recuerda al poema chino y a Seishi. 93 92 El nombre de Shiogoshi se escribe con dos caracteres: uno quiere decir pasar; ot ro, olas. Sora se pregunta qu podrn comer las gentes el da del Festival, en lugar tan pobre y aislado. 94

Matsuo Basho - Sendas de Oku 84 Sora hall un nido de pjaros misago y compuso lo siguiente: Nido del guila: amores q ue no alcanzan los oleajes.96 En las casas de los pueblos se usan tablas corredizas en lugar de puertas. Los p escadores toman el fresco sentados o tendidos sobre esas tablas, que quitan de s u lugar y colocan en el suelo. 96 95 Se refiere a las guilas de mar. Otra versin: Nido del guila: juraron no mojarlo los oleajes.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 85 Las tierras de Echigo Se nos haca imposible irnos de Sakata y en ese embeleso se pasaron unos das. Al fi n, me despert la idea de los caminos del norte cubiertos de nubarrones y me oprim i el pecho calcular la distancia que an nos faltaba para recorrer: haba ms de ciento treinta ri, nos dijeron, hasta la capital de la Provincia de Kaga. Transpuesto el paso de Nezu, entramos en tierras de Echigo; luego de nueve das llegamos al pa so de Ichiburi, en la Provincia de Etchu; el calor y la humedad me martirizaban y la enfermedad de siempre volvi a atacarme. No escrib nada, excepto estos poemas: Sptima luna: la noche del seis no es como las otras97. Tendido fluye del mar bra vo a la isla: ro de estrellas.98 97 El da siete del Sptimo Mes es la Fiesta de las estrellas. Segn la leyenda, en este da se juntan dos estrellas enamoradas que viven en orillas opuestas del Ro del Cie lo (Va Lctea). La isla es la de Sado. 98

Matsuo Basho - Sendas de Oku 86 Una noche en Ichiburi Despus de atravesar los lugares ms abruptos del pas del norte (esos con nombres com o Hijo que reniega del Padre, Hurfano abandonado, Vuelta del Perro, Regreso del p otro) me sent agotado y me acost en seguida. En la habitacin contigua se oan voces q ue parecan ser de dos mujeres; despus se les uni la de un anciano. Al escucharlas, adivin que se trataba de cortesanas de Niigata; se dirigan al Santuario de Ise y e l viejo las haba acompaado hasta Ichiburi; al da siguiente regresara aquel hombre a su tierra y ellas escriban recados y le daban pequeos encargos. Casi dormido segua oyendo sus conversaciones: somos hijas de pobres pescadores, esas que llaman blan cas olas que corren a su ruina al caer sobre la playa, cada noche una unin distint a y ninguna duradera, no hay promesas ciertas, malhaya sea nuestra suerte, qu hici mos en nuestras vidas pasadas para merecer esto? A la maana del otro da, al salir de nuestro albergue, nos dijeron llorando: No conocemos el camino y nos da miedo el largo viaje; quisiramos seguirlos, aunque sea a distancia; sean benvolos, lleva n ropas de monjes peregrinos, aydenos a encontrar la senda del Buda. Sent piedad pe ro las dejamos dicindoles: Nos da mucha pena: tenemos que visitar muchos lugares y sera mejor que ustedes se uniesen a otros viajeros. Anden tranquilas, los dioses las protegen y las harn llegar sanas y salvas a su destino. Y al despedirlas con estas palabras apenas poda contener mi compasin. Dije a Sora este poema y l lo escr ibi en su libro: Bajo un mismo techo durmieron las cortesanas, la luna y el trbol. 99 99 La luna simboliza al poeta-monje y el ramo de trboles a las cortesanas. Otra vers in: Monje y rameras alberga el mismo techo: trbol y luna.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 87 Mar de Ariso Dicen que el ro Kurobe tiene cuarenta y ocho rabiones y yo creo que los cruzamos todos y otros ms, hasta que al fin fuimos a dar a una rada que nombran Nogo. Aunq ue haba pasado la primavera, nos dijimos que las clebres glicinas de Tako bien mer ecan que las contemplsemos en el otoo temprano. Indagamos con la gente y nos contes taron: desde aqu son unos cinco ri. Hay que pasar por la playa y en la falda de la montaa las encontrarn; pero como no hay sino unas cuantas chozas de pescadores, s er muy difcil que puedan hallar un lugar en donde pasar la noche. Me asust y decid se guir hasta la Provincia de Kaga: Penetro en el aroma del arrozal temprano. El ma r de Ariso late, a mi derecha100. 100 Ariso Umi: el mar furioso. Ofrezco otras tres versiones, otras tres aproximacion es: Entro en el aroma precoz del arrozal. Ariso al lado. Ando entre el precoz ar oma del arrozal y el mar colrico. Entre el aroma precoz del arrozal y el mar colri co

Matsuo Basho - Sendas de Oku 88 Kanazawa Cruzamos los montes de Hanayama y el valle de Kurikara y llegamos a Kanazawa el da quince del Sptimo Mes. Un comerciante que vena de Osaka, de nombre Kasho, se alo j en la misma posada que nosotros. Era poeta tambin. Viva en esta ciudad un seor lla mado Isshoo; su aficin a la poesa le haba dado cierto renombre entre los entendidos pero haba muerto el invierno pasado. Su hermano organiz una reunin para recordarlo . He aqu uno de mis poemas: Muvete, tumba, oye en mis quejas al viento de otoo. Al visitar una ermita: Frescor de otoo. Meln y berenjena a cada husped. En el camino c ompuse otro: Arde el sol, arde sin piedad - ms el viento es del otoo. En un lugar llamado Komatsu, que quiere decir pino enano: El nombre es leve: viento entre pi nos, trboles, viento entre juncos.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 89 El Santuario de Tada Visitamos el Santuario de Tada, que guarda el yelmo y parte de la armadura de Sa nemori.101 Dicen que fue un regalo de Yoshitomo Minamoto, cuando Sanemori perten eca al clan de Minamoto. En efecto, no son armas de un simple samurai. En la vise ra y las partes laterales del yelmo est grabada una guirnalda de crisantemos de o ro; el frente ostenta una cabeza de dragn, junto con dos cuernos salientes en for ma de arado. Se cuenta que, muerto Sanemori, las dos reliquias fueron enviadas a l Santuario, con una carta suplicatoria, por el mismo que lo mat, Kiso Yoshimaka. Su secuaz, Jiro Higuchi, fue el mensajero.102 Qu irrisin! Bajo el yelmo canta un g rillo. Sanemori Saito fue un guerrero del clan Minamoto. Al ser derrotado Yoshitomo Min amoto por Munemori Taira, pas al clan Taira. Al comenzar la lucha contra Yoshinak a Minamoto, Sanemori, que entonces contaba setenta y tres aos de edad, luch bajo l as rdenes de Koremori Taira. Para l este combate, librado en las cercanas de Kanaza wa, sera el ltimo. Los guerreros de Minamoto vieron, extraados, que el cadver tena ca bello negro y no las canas que luca en vida. Para asegurarse de que realmente era el cadver de Sanemori, lavaron la cabeza y descubrieron que se haba teido el pelo: el viejo soldado encontraba indecoroso morir tardamente y con el cabello blanco. Los guerreros de esta poca frecuentemente perfumaban su yelmo, para impedir o at enuar el hedor que despediran sus cadveres. Mostraban as que no pensaban regresar c on vida. 102 101 Jiro Higuchi, uno de los cuatro generales de Yoshinaka Minamoto, fue el que mat a Sanemori.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 90 Viento de otoo en el templo de Nata Mientras nos dirigamos a la fuente termal de Yamanaka contemplamos el monte Shira ne, que dejbamos atrs de nosotros. A la izquierda, a la orilla de la montaa, se lev anta un templo dedicado a Kannon.103 El emperador y monje Kazan, despus de hacer una peregrinacin por los treinta y tres lugares santos, coloc la estatua de la Pie dad en este templo y lo llam Nata. Form el nombre uniendo las slabas iniciales de d os lugares: Nachi y Tanigumi. En estos parajes hay rocas de formas extraas y viej os pinos. Una pequea ermita con tejado de yerbas secas se yergue sobre una roca. Un sitio memorable: Viento de otoo: ms blanco que tus piedras, Monte de Rocas. 103 Bodisatva de la misericordia -concebido popular y generalmente en forma femenina -. En chino: Kuan Ying.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 91 La fuente termal de Yamanaka Me ba en la fuente termal. Dicen que su eficacia slo le cede a la de Arima: Aroma d e aguas. Intil ya cortar un crisantemo104. El dueo de la posada se llamaba Kumenos uke y an era un muchacho. Su padre haba sido un aficionado del estilo haikai y se cuenta que cuando Teishitsu de Kyoto, an joven, visit este lugar, tuvo una disputa con l y el posadero-poeta le mostr cun ignorante era.105 Despus de su regreso a Kio to, Teishitsu se afili a la escuela de Teitoku y se hizo un nombre. Ya clebre, no quiso nunca aceptar los honorarios de la gente de este lugar, a quienes correga l os poemas. Todo esto ya se volvi ancdota. En Oriente el crisantemo ha sido siempre smbolo de larga vida y en China se beba u n licor de crisantemos el da nueve de septiembre. 105 104 Teishitsu de Kyoto (1571-1653). Discpulo de Teitaku Matsunaga y poeta de nombrada.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 92 La despedida de la pareja de gaviotas A Sora se le ocurri enfermarse del vientre. Tiene un pariente en Nagashima en la provincia de Ise, y decidi adelantarse. Al partir me dej este poema: Ando y ando. Si he de caer, que sea entre los trboles. La pena del que ya se va y la tristeza del que se queda son como la pareja de gaviotas que, separadas, se pierden en la altura. Yo tambin escrib un poema: Hoy el roco borrar lo escrito en mi sombrero106.

Los peregrinos budistas llevaban ropas blancas y sombrero de paja. En el sombrer o, una inscripcin deca: Somos dos, alusin al Santo Kobo Daishi (vase nota nmero 19). sho alude aqu no al santo sino a Sora. Roco: lgrimas. 106

Matsuo Basho - Sendas de Oku 93 Una noche en el templo de Zensho Me hosped en el suburbio de Daishoji, en un monasterio llamado Zensho. Este sitio pertenece todava a la provincia de Kaga. Sora tambin se haba hospedado en ese temp lo la noche anterior y haba dejado este poema: Viento de otoo: lo o toda la noche e n la montaa. Nos separaba la distancia de unas horas pero me pareci que entre noso tros haba ya ms de mil ri. Yo tambin, escuchando el viento otoal, me acost en el dorm itorio destinado a los novicios. Al romper el alba se oyeron rezos, son la campan a y me apresur a entrar en el refectorio. Ahora a Echizen!, me dije con bro y sal a toda prisa del templo, mientras unos jvenes bonzos me perseguan con papel y pincel es hasta el pie de la escalera. En ese momento caan las hojas de los sauces en el jardn. Al ponerme las sandalias, y aparentando ms prisa de la que tena, trac estas lneas: Antes de irme barro el jardn hojoso, sauces pelados?

Matsuo Basho - Sendas de Oku 94 La ensenada de Yoshizaki En la frontera de Echizen me embarqu para visitar la ensenada de Yoshizaki y ver los pinos de Shiogoshi. El maestro Saigyo compuso un poema sobre este lugar: Tod a la noche amotina las olas el viento en clera. Y los pinos chorrean hmeda luz de luna. El poema dice todo sobre este paisaje. Si aado algo ms sera como aadir otro de do a la mano.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 95 Templos de Tenryu y Eihei Visit al gran bonzo de Tenryu-ji de Maruoka, viejo amigo mo. Un tal Hokushi de Kan azawa quiso caminar conmigo un trecho y al fin me acompa hasta all. Durante el tray ecto me ense lugares pintorescos, aadiendo de vez en cuando alguna ingeniosa improv isacin en verso. Al decirle adis improvis, a mi vez, un poema: Este abanico hay que tirarlo - pero mis garabatos Despus de caminar cincuenta cho me intern en la colin a y cumpl con mis devociones en Eihei-ji, en el monasterio fundado por el maestro de Zen, el monje Dohgen. Dicen que un da huy de la capital y se refugi en estas mo ntaas, en busca de la serenidad annima. No obstante, al fundar, por motivos admira bles, este templo, dej huellas de su paso en este mundo.107 El bonzo Dohgen (1200-1253), hijo de un gran noble, tom las rdenes a los catorce ao s; a los veinticuatro sali para China y a su regreso fund ese templo. Dicen que es cogi un lugar parecido a aquel en donde hizo sus estudios y por eso el Santuario se encuentra tan alejado de la capital. 107

Matsuo Basho - Sendas de Oku 96

La posada de Tosai La distancia que me separaba de Fukui era slo de tres ri, de modo que despus de la cena me puse en camino. La caminata en el crepsculo fue lenta. En Fukui vive un anciano ermitao llamado Tosai. Hace ya mucho, tal vez unos diez aos, fue a Edo a v isitarme. Aunque tema que estuviese muy viejo o que hubiese muerto ya, pregunt por l a la gente. Me ensearon el lugar donde an viva. Su morada se hallaba situada en l as afueras de la ciudad; era una casita extraa, cubierta de enredaderas de flores de yugao, hechima, feito y hahakigi.108 Las ramas cubran la puerta. Aqu debe ser, p ens. Llam y sali una mujer de humilde apariencia, que me dijo: De dnde viene usted, r verendo? Mi dueo fue a casa de un seor que vive cerca. Si quiere verlo, bsquelo all. Pareca una de esas figuras de los cuentos antiguos y presum que era su esposa. Bus qu a mi amigo, lo encontr y pas dos noches en su casa. Al despedirme, le dije que d eseaba ver la luna llena en el puerto de Tsuruga. Por toda respuesta Tosai dobl l a falda de su kimono y, muy contento de ser mi gua, se fue conmigo. Yugao: Lagenaria vulgaris Ser; tiene una flor parecida a la que en Mxico llaman c ampanera. Hechima: Lugga Cylindrica Roem; en Mxico: estropajo. Feito: Celosa Crist ata L; en Mxico: manto. Hahakigi: Kochia seoparia Schrad; sus tallos se usaban co mo escobas. 108

Matsuo Basho - Sendas de Oku 97 El santuario de Kehi-no-Myo Las nubes cubrieron al Monte Blanco pero del otro lado apareci el monte de Hina; cruzamos el puente de Asamutsu y llegamos a Tamae; las caas de Tamae ya ostentaba n henchidas espigas; atravesamos el Paso del Ruiseor y el de la montaa de Yunoo y llegamos al castillo de Hiuchi; en el monte Kaeru omos los primeros gritos de los gansos salvajes y en el puerto de Tsuruga, la tarde del da catorce del Octavo Me s, encontramos alojamiento. Esa noche la luna luca extraordinariamente clara. Le dije al dueo de la posada: Ojal aparezca tan clara la de maana, que es la luna llena. Me contest: En estas tierras del norte no se sabe nunca cmo ser la luna de maana, y os sirvi sak. Ms tarde fui a visitar el Santuario de Kehi-no-Myo-jin, que fue del e mperador Chuai. Es imponente. La luz de la luna atravesaba los pinos y caa sobre las blancas arenas, frente al santuario. Era como si hubiese cado una helada. El posadero me cont que el segundo bonzo Yugyo, hace mucho, haba hecho el voto de arr eglar la senda y l mismo haba cortado las yerbas y apisonado las piedras y la tier ra. Desde entonces los bonzos de este templo siguen su ejemplo, llevan arena al santuario y hoy los visitantes encuentran un camino sin asperezas: Sobre la aren a esparcida por Yugyo luna clarsima. El da quince, como haba anunciado el dueo de la posada, llovi. Luna de otoo? Promesas y perjurios, Norte cambiante.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 98 La playa de Iro El da diecisis se aclar el cielo. Quise recoger conchitas rojas en la ribera y fui en barco hasta la playa de Iro.109 No hay ms de siete ry por mar. Un seor llamado Tenya prepar la comida y botellas de sak e hizo que nos acompaase mucha servidumbre . El barco lleg en un instante a la playa, gracias al viento favorable. Ah no haba ms que unas cuantas chozas de pescadores; tomamos el t y calentamos el sak en un po bre monasterio llamado Hokke. El triste atardecer penetr en nuestros corazones: M elancola ms punzante que en Suma, playa de otoo.110 La ola se retira: trboles en ped azos, conchas rojas, despojos. Rogu a Tosai que escribiese los pormenores de esta tarde y dejamos en el libro del templo nuestras impresiones escritas. La playa se llamaba, por sus famosas conchas de color, Iro no hama (playa de los colores). Hay un poema de Saigyo sobre ellas. Suma es un pasaje cercano a Kobe, citado en la literatura antigua como un lugar triste. 110 109

Matsuo Basho - Sendas de Oku 99 El pueblo de Ohgaki Rotsu vino a buscarme hasta ese puerto y me acompa a la provincia de Mino. A cabal lo entramos en el pueblo de Ohgaki. Sora vino desde Ise; Etsujin, tambin a caball o, se reuni con nosotros y todos nos encontramos en la casa de Jokoh. Da y tarde m e visitaban Zensenshi, Keiko, su hijo y los otros ntimos. Su regocijo al verme er a como el de aquellos que se encuentran en presencia de un resucitado.111 Lleg el seis del Noveno Mes y aunque todava no me recuperaba del cansancio del viaje, co mo quera estar en Ise para presenciar el traslado del Gran Santuario,112 me embar qu otra vez: De la almeja se separan las valvas; hacia Futami voy con el otoo.113 Todos los nombres que aparecen en este prrafo son de discpulos de Basho. 112 113 111 Cada veinte aos se reconstruan los templos de Is. El original del poema es como sig ue: Hamagurino Futamini wakare Yuku akizo.

Hamagurino quiere decir de la almeja. Futamini: dos partes o sea dos valvas. Pero Fut mini es asimismo el nombre de la baha a que Basho se dirige.

Matsuo Basho - Sendas de Oku 100 MAPA: VIAJE DE BASHO

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