Federico García Lorca
Federico García Lorca
Federico García Lorca
Estilo
Los símbolos: de acuerdo con su gusto por los elementos tradicionales, Lorca utiliza
frecuentemente símbolos en su poesía. Se refieren muy frecuentemente a la muerte
aunque, dependiendo del contexto, los matices varían bastante. Son símbolos centrales en
Lorca:
La luna: es el símbolo más frecuente en Lorca. Su significación más frecuente es la de
muerte, pero también puede simbolizar el erotismo, la fecundidad, la esterilidad o la
belleza.
El agua: cuando corre, es símbolo de vitalidad. Cuando está estancada, representa la
muerte.
La sangre: representa la vida y, derramada, es la muerte. Simboliza también lo fecundo, lo
sexual.
El caballo y su jinete: está muy presente en toda su obra, portando siempre valores de
muerte, aunque también representa la vida y el erotismo masculino.
Las hierbas: su valor dominante, aunque no único, es el de ser símbolos de la muerte.
Los metales: también su valor dominante es la muerte. Los metales aparecen bajo la forma
de armas blancas, que conllevan siempre tragedia.
La metáfora: es el procedimiento retórico central de su estilo. Bajo la influencia de
Góngora, Lorca maneja metáforas muy arriesgadas: la distancia entre el término real y el
imaginario es considerable. En ocasiones, usa directamente la metáfora pura. Sin embargo,
a diferencia de Góngora, Lorca es un poeta conceptista, en el sentido de que su poesía se
caracteriza por una gran condensación expresiva y de contenidos, además de
frecuentes Elipsis. Las metáforas lorquianas relacionan elementos opuestos de la realidad,
transmiten efectos sensoriales entremezclados, etc.
El Neopopularismo: aunque Lorca asimila sin problemas las novedades literarias, su obra
está plagada de elementos tradicionales que, por lo demás, demuestran su inmensa
cultura literaria. La Música y los Cantos tradicionales son presencias constantes en su
poesía. No obstante, desde un punto de vista formal no es un poeta que muestre una gran
variedad de formas tradicionales; sin embargo, profundiza en las constantes del espíritu
tradicional de su tierra y de la gente: el desgarro amoroso, la valentía, la melancolía y la
pasión.
Teatro
Entre las Farsas, escritas entre 1921 y 1928, destacan La zapatera prodigiosa, en la que el
ambiente Andaluz sirve de soporte al conflicto, Cervantino, entre imaginación y realidad,
y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, complejo ritual de iniciación al amor, que
anuncia los «dramas irrepresentables» de 1930 y 1931: El público y Así que pasen cinco años,
sus dos obras más herméticas, son una indagación en el hecho del Teatro, la Revolución y la
presunta Homosexualidad —la primera— y una exploración —la segunda— en la persona
humana y en el sentido del vivir.
Consciente del éxito de los dramas rurales poéticos, Lorca elabora las tragedias Bodas de
sangre (1933) y Yerma (1934), conjugación de mito, poesía y sustancia real.
Los problemas humanos determinan los dramas. Así, el tema de la «solterona» española (Doña
Rosita la soltera, 1935), o el de la represión de la Mujer y la Intolerancia en La casa de
Bernarda Alba, para muchos la obra maestra del autor.
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