Pesebre Viviente V4-2023
Pesebre Viviente V4-2023
Pesebre Viviente V4-2023
Un día, el emperador romano César Augusto decidió ordenar un censo para llevar un registro de
todos los habitantes del Imperio Romano. Este censo se llevaría a cabo en todas las provincias y
regiones del Imperio, y requería que lodos los ciudadanos volvieran a sus ciudades o pueblos de
origen para ser contabilizados.
En ese tiempo, Herodes el Grande era el rey de Judea, una región situada en la costa este del
Mediterráneo que estaba bajo el control romano.
Como parte del censo, todos los habitantes de Judea debían volver a sus ciudades o pueblos de
origen para ser contabilizados.
Uno de los habitantes de Judea que se vio afectado por este censo fue un hombre llamado
José, que era un descendiente de la familia real de David.
José y su esposa María, que estaba embarazada, vivían en la ciudad de Nazaret, pero debido al
censo, tuvieron que viajar a la ciudad de Belén, que era el lugar de origen de José.
Al llegar a Belén, José y María no encontraron lugar en ningún albergue y tuvieron que pasar la
noche en un establo, donde María dio a luz a un niño, al que llamaron Jesús.
Hoy en familia, vamos a recordar aquellos sucesos que nos trajo la vida nueva de hijos de Dios.
1
María: El ángel me dijo que el Espíritu Santo vendrá sobre mí y que el niño será el Hijo de
Dios. José: (pensativo) Esto es algo muy importante, María. Tendremos que ser muy
cuidadosos y seguir la voluntad de Dios.
María: El Ángel también dijo que mi prima Isabel está encinta en su tercer mes. Debo ir a
ayudarla.
Escena: José y el Ángel
Pero José, estaba afligido. Y esa noche, un ángel lo visitó en sueños y recibió a María por
esposa y al niño Dios le ofrendó su paternidad.
(María y José caminan por el escenario, cargando sus pertenencias y hablando entre ellos)
María: ¡Qué largo ha sido este viaje, José! No puedo esperar a llegar a Belén y descansar un
poco.
José: Sí, ha sido duro. Pero recuerda, tenemos que inscribirnos en el censo y cumplir con la
orden del emperador.
2
María: Ya lo sé, pero estoy cansada y tengo dolor de cabeza. ¿Cuánto falta para llegar al
pueblo?
José: No mucho más, mi amor. Ya casi hemos llegado. (María y José llegan a Belén y se
detienen en el escenario)
Era una noche fría y húmeda en Belén. Pero al llegar a la ciudad, se encontraron con un grave
problema: no había lugar en ningún albergue.
José y María se acercaron a una casa y llamaron a la puerta.
Una señora de mediana edad abrió la puerta y les preguntó qué querían. José le explicó que
necesitaban un lugar donde pasar la noche, ya que María estaba embarazada y a punto de
parir.
La mujer les miró con desdén y les dijo: "Lo siento, no tengo lugar para ustedes. Estoy lleno".
Y cerró la puerta de golpe.
José y María se fueron a otra casa, pero allí también les dijeron que no podían alojarlos. Y así
fue en la tercera casa y en la cuarta.
Ningún habitante de Belén quena tener a que ver con ellos. Finalmente, José y María
encontraron un lugar donde pasar la noche: un pequeño establo que estaba al final de la
dudad.
Esta es una región de pastores, son los primeros en recibir la gran noticia. Escucharon este
canto:
Ángeles: ¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!
Pastores: ¿Qué es eso que escuchamos? ¿Una voz celestial?
3
Ángeles: Sí, somos ángeles de Dios y venimos a darles la buena noticia.
Ángeles: Hoy, en la ciudad de David, ha nacido el Salvador, Cristo el Señor.
Pastores: ¿El Salvador ha nacido? ¡Qué noticia tan maravillosa!
Ángeles: Vayan, al establo y encontrarán al niño envuelto en pañales y acostado en un
pesebre.
Pastores: ¡Gracias por el anuncio, ángeles! ¡Nos vamos a Belén inmediatamente!
Ángeles: ¡Vayan con fe y esperanza! ¡Que la paz de Dios los acompañe en el camino!
De Oriente y Occidente, de Norte y Sur, los reyes de la tierra, guiados por la estrella y su
ardiente resplandor, llegaron a Belén y adoraron al salvador.
Reyes Magos: ¡Salve, oh Dios encarnado! ¡Te adoramos con todo nuestro corazón!
María: ¡Qué honor es recibir a estos sabios reyes! ¡Bienvenidos a este humilde pesebre!
José: ¿De qué regiones tan lejanas habéis venido para encontrar a nuestro hijo?
Reyes Magos: Hemos seguido la estrella que nos guio hasta aquí, y hemos traído regalos para
el Rey de los Judíos: oro, incienso y mirra.
Reyes Magos: ¡Esperamos que nuestros dones te sean agradables, oh niño divino!
María: ¡Qué día tan especial es este, en el que nuestro hijo es honrado por los reyes!
José: ¡Sí, es un día de gran alegría! ¡Gracias por vuestra visita, Reyes Magos!
Rey Melchor: (sosteniendo una caja de regalos) ¡Feliz noche, queridos espectadores! Somos
los Reyes Magos y hemos venido de Oriente para adorar al niño Jesús.
Rey Gaspar: (sosteniendo una caja de incienso) Sí, Melchor. Hemos seguido una estrella muy
especial que nos ha guiado hasta aquí. Estamos emocionados de conocer al Mesías prometido.
Rey Baltasar: (sosteniendo una caja de mirra) ¡Y qué bendición es poder entregar nuestros
regalos al niño que traerá esperanza y salvación al mundo!
(Los Reyes Magos avanzan hacia el pesebre, donde se encuentra un niño interpretando a
Jesús)
Rey Melchor: (arrodillándose) Querido niño Jesús, te traemos oro como símbolo de tu realeza
y divinidad.
Rey Gaspar: (arrodillándose) Te ofrecemos incienso, como símbolo de tu santidad y de nuestra
adoración.
Rey Baltasar: (arrodillándose) Y te presentamos mirra, como símbolo de tu sufrimiento y
sacrificio.