6.1. El Reinado de Isabel II (1833-1868) - La Primera Guerra Carlista.

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BLOQUE 6.

La conflictiva construcción del Estado Liberal (1833-1868)

6.1. El reinado de Isabel II (1833-1868): la primera guerra carlista. Evolución política, partidos y
conflictos. El Estatuto Real de 1834 y las Constituciones de 1837 y 1845.

6.2. El reinado de Isabel II (1833-1868): las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz. De la sociedad


estamental a sociedad de clases.

6.3. El Sexenio Democrático (1868-1874): la constitución de 1869. Evolución política: gobierno


provisional, reinado de Amadeo de Saboya y Primera República.

6.1. El reinado de Isabel II (1833-1868): la primera guerra carlista. Evolución política, partidos y
conflictos. El Estatuto Real de 1834 y las Constituciones de 1837 y 1845.

Fernando VII enviudó de sus tres primeros matrimonios, de los que no sobrevivieron hijos.
Durante estos años su hermano, en infante Carlos María Isidro se pensaba como el posible sucesor, de
seguir así las cosas. Cuando Fernando VII se casa por 4ª vez, su esposa, Mª Cristina de Nápoles,
queda embarazada y, en prevención de que naciera una niña, el rey derogó la Ley Sálica que excluía
del trono a las mujeres. Efectivamente, tiene una hija a la que llaman Isabel, la futura Isabel II. Su último
gobierno, presidido por el reformista Cea Bermúdez, se acercó a los liberales concediendo una
amnistía, ya que necesitaban su apoyo frente a los “carlistas”. Los liberales vieron en ello una
oportunidad de acercarse a un futuro ejercicio del gobierno.
Los carlistas eran enemigos del liberalismo. Defendían el Antiguo Régimen, la monarquía
de origen divino (“Dios, Patria y Rey”). Reivindicaban el mantenimiento de los fueros o leyes
propias de Vascongadas y de Navarra, frente a la política centralizadora y uniformizadora de los
liberales.
Los liberales eran partidarios de la libertad política, económica y social, así como de la
uniformidad legal de todo el territorio nacional y del laicismo.

En septiembre de 1833 murió Fernando VII, mientras don Carlos María Isidro, autoexiliado en
Portugal, se negaba a reconocer a su sobrina Isabel II como reina. Cada bando tenía sus seguidores y
comenzó el conflicto conocido como guerra carlista.

El levantamiento de las partidas (= grupos pequeños de personas armadas) carlistas dio comienzo a
una guerra civil que enfrentó a carlistas (absolutistas) contra isabelinos o cristinos (que eran los
liberales apoyando a la reina, menor de edad), cada uno de ellos representantes de dos sectores de
la sociedad española con intereses ideológicos, políticos y económicos opuestos:

 Los isabelinos agrupaban a las altas jerarquías del ejército, de la Iglesia y del Estado, a la
burguesía de los negocios y a las clases medias urbanas, que componían el núcleo del sector
liberal, tanto moderado como radical.

 Los carlistas integraron a todos aquellos que sentían amenazados sus intereses tradicionales,
como la nobleza rural, parte del bajo clero, militares reaccionarios, pequeños propietarios de
Navarra y buena parte del campesinado, influido por los sermones de sus párrocos para los
que el liberalismo suponía un aumento de impuestos y una pérdida de sus derechos
tradicionales. Tenía fuerte presencia en el País Vasco, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo
castellonense. Su programa ideológico podía sintetizarse en el lema “Dios, patria, fueros y
rey”, siendo sus principios ideológicos: la defensa del Antiguo Régimen; el integrismo religioso

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opuesto a las desamortizaciones; el mantenimiento de los fueros vascos y navarros y la
oposición a cualquier reforma económica y al nuevo capitalismo industrial.

El conflicto se extendió a lo largo de 8 años a causa de la crisis económica que atravesaba el


estado y de las dificultades del ejército liberal para sofocar los primeros levantamientos.

Las fases de la guerra fueron tres:

 1833-1835. El ejército carlista estaba dividido en dos grupos: el del norte, al mando del general
Zumalacárregui y el de levante, comandado por el general Cabrera, cuyo objetivo fundamental
era conquistar una gran ciudad que se convirtiera en la capital carlista, pero fracasaron y fue la
población navarra de Estella la elegida. Durante este periodo apenas hubo combates en la mitad
sur peninsular. La muerte de Zumalacárregui en el sitio para conquistar Bilbao puso fin a esta
etapa, al quedarse el ejército carlista sin el general que unificó todos sus esfuerzos.

 1836-1837. Tras su éxito defendiendo Bilbao, el general Baldomero Espartero se pone al mando
del ejército liberal. Los carlistas emprendieron campañas por toda la Península para aliviar la
presión en el norte y atraerse el apoyo de otras regiones a su causa. El general carlista Gómez
llegó hasta Cádiz, Zaritiegui ocupó Segovia y el propio don Carlos se presentó ante
Madrid, pero sus intentos de entrar en la ciudad fracasaron.

 1838-1840. El carlismo, desmoralizado y debilitado por los enfrentamientos internos, sufrió


continuos reveses, llegando a escindirse en dos facciones: la ultra, integristas y extremistas, que
se negaban a aceptar cualquier intento de solución pacífica del conflicto; y la moderada,
favorable a un pacto con los isabelinos. Fue el general Maroto quien inició las negociaciones sin
contar con Don Carlos, llegando incluso a detener y fusilar como traidores a varios generales
ultras (Guergué, Uriz y Carmona). En 1839 se produce el Abrazo o Paz de Vergara (TEXTO)
entre los generales Maroto (carlista) y Espartero (liberal), que pone fin a la guerra, aunque
algunos cientos de combatientes carlistas continuaron una guerra de guerrillas en Aragón y
Cataluña, hasta 1840. Don Carlos, por fin, abandonó España y se exilió en Francia.

Internacionalmente, Rusia, Austria, Prusia y Nápoles, monarquías absolutistas, apoyaron moral e


ideológicamente al bando carlista. Por su parte, el Vaticano, se mantuvo neutral. El apoyo diplomático a
los isabelinos se concretó en la firma del Tratado de la Cuádruple Alianza entre Francia, Gran Bretaña,
Portugal y la España Isabelina de 1834.

El Abrazo o Convenio de Vergara (1839) fue en realidad un compromiso firmado entre Maroto y
Espartero en la búsqueda de la reconciliación entre ambos bandos y el deseo de reintegrar a los
derrotados carlistas en el nuevo orden liberal. Los isabelinos reconocieron los grados de los oficiales
y mandos que habían servido en el ejército carlista. Al mismo tiempo, contenía una vaga promesa de
mantenimiento de los privilegios forales de vascos y navarros.

La 1ª guerra carlista y la derrota final supuso el final definitivo del Absolutismo, un


descalabro humano y económico enorme y un retraso en el cambio económico en el norte de
España. También significó el comienzo del protagonismo de los militares en la vida política
española.

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EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL REINADO DE ISABEL II

Se divide en dos periodos: la minoría de edad o Regencia de María Cristina de Nápoles o de


Borbón y posteriormente de Espartero (1833-1843), y la mayoría de edad o Reinado efectivo (1843-
1868).

LA MINORÍA DE EDAD DE ISABEL II O LAS REGENCIAS:

1) LA REGENCIA* DE MARIA CRISTINA (1833-1840) coincide con la Primera Guerra Carlista. La


regente se apoya en los liberales, pese a que sus ideas eran absolutistas.
Con Cea Bermúdez como Jefe de Gobierno se llevó a cabo la división provincial de España
en 49 provincias, obra del ministro Javier de Burgos a finales de 1833, para centralizar y unificar el
territorio que antes tenía muchas jurisdicciones señoriales, eclesiásticas y reales.
Como sus reformas eran insuficientes para los liberales, María Cristina se vio obligada a nombrar
como jefe de gobierno a Martínez de la Rosa, un liberal moderado, cuyos principales objetivos
fueron realizar la transición hacia el liberalismo y detener la insurrección carlista.
En 1834 la regente promulga el ESTATUTO REAL, una carta otorgada* concedida por la
Regente en la que se conceden las siguientes reformas:

• Cortes bicamerales formadas por una Cámara de los Próceres (Grandes de España,
arzobispos y otros designados por la Regente con carácter vitalicio) y Cámara de
Procuradores, elegida por sufragio censitario restringido* (sólo podían elegir varones
mayores de 30 años con una renta superior a 12.000 reales anuales (unas 16.000 personas en
toda España).
• Las funciones de las Cortes eran muy limitadas: asesorar a la Corona. Cualquier ley,
además de la aprobación de las Cámaras necesitaba el consentimiento del rey (derecho de
veto*). El monarca retenía la capacidad de convocar y suspender las Cortes a su antojo.

Las reformas de Martínez de la Rosa provocaron el descontento, tanto de los sectores


reaccionarios, como liberales. Este hecho, junto a la guerra contra los carlistas y la epidemia de cólera
explican la división de los liberales en LIBERALES MODERADOS y LIBERALES PROGRESISTAS
y los disturbios populares que se produjeron en el país: quema de conventos, asesinatos de
frailes, acusados de inmovilismo absolutista, e incendio de fábricas como la de Bonaplata en
Barcelona (una de las primeras manifestaciones del movimiento obrero, el luddismo).

En el verano de 1835 surgen Juntas en las principales ciudades del país, exigiendo
mayores medidas liberales como la convocatoria de Cortes constituyentes, libertad de prensa,
aumento de la milicia urbana, desamortización eclesiástica y exclaustración del clero regular. Ante esta
situación, la Regente nombra como jefe de gobierno a JUAN ÁLVAREZ MENDIZÁBAL, liberal
progresista, que inicia una serie de reformas, siendo la más conocida la DESAMORTIZACIÓN* de los
bienes del clero regular para sufragar los gastos de la guerra (con ello consiguió rebajar en un
40% la deuda pública). Además, reorganizó el ejército, creó las diputaciones provinciales, suprimió la
Inquisición y los gremios, las pruebas de nobleza para acceder a cargos públicos y la Mesta y una ley
electoral que ampliaba el derecho al voto. Pero las revueltas no terminaron.

En 1836 un grupo de suboficiales se sublevó en La Granja (Segovia), forzando a la reina


Regente a suspender el Estatuto Real y a restablecer la Constitución de 1812. La Regente
nombró entonces como jefe de gobierno a JOSÉ MARÍA CALATRAVA, quien eligió como a
Mendizábal como ministro de Hacienda para continuar su labor de acabar con los restos del
Antiguo Régimen y convocaron elecciones a Cortes Constituyentes.

En 1837 se aprobó una Constitución de carácter progresista que establecía una monarquía
constitucional cuyas principales características eran las siguientes:

• El poder legislativo compartido entre las Cortes y el rey

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• El rey tenía amplios poderes: iniciativa legislativa, veto ilimitado, nombraba a los
senadores; nombraba al gobierno y este debía proceder del partido más votado de las
Cortes
• Cortes bicamerales: los diputados del Congreso son elegidos por voto directo y sufragio
censitario, (aumentó el número de votantes hasta los 260.000 españoles). Los miembros del
Senado eran designados por el rey entre los elegidos por los electores.
• Se incorporaba una declaración de derechos individuales, se implantaba la Milicia
Nacional y el jurado en los juicios.
• No se declaraba la confesionalidad del Estado, pero reconocía que la religión católica era
la que profesan los españoles y se obligaba a la Administración a mantener el culto y el
clero.

Las nuevas Cortes promulgaron una serie de leyes entre las que se encontraron: la disolución
del régimen señorial y los mayorazgos, la abolición del diezmo eclesiástico, la continuación de la
desamortización, la elección de alcaldes y concejales por los vecinos y el control de la Milicia
Nacional por los ayuntamientos.

Publicada la Constitución, se procedió después a las elecciones de unas Cortes Legislativas, a


partir de las cuales se formó nuevo gobierno.

2) LA REGENCIA DEL GENERAL ESPARTERO (1840-1843)

Tras las elecciones de 1838 ganaron los moderados y tomaron medidas para frenar las
reformas, lo que motivó que se constituyeran Juntas revolucionarias progresistas en ciudades y
pueblos. El general Espartero asumió las demandas de las Juntas y obligó a María Cristina, la
regente, a abandonar su cargo, tras lo cual él mismo fue nombrado Regente. Con Espartero se
inició una práctica común en España hasta 1875: el control del poder político por parte de los
militares.

Su forma de gobierno autoritaria sirvió para reprimir con dureza los pronunciamientos de
militares moderados, como el de Diego de León, y a provocar el descontento de los progresistas, a
los que marginó del poder.

En 1842 firmó un tratado de libre comercio con el Reino Unido* y se produjo la revuelta en
Barcelona, en la que confluían los perjuicios que el acuerdo ocasionaba a la industria textil catalana, a la
burguesía manufacturera y a los obreros. La represión que Espartero ejerció sobre Barcelona fue
desmedida e incluyó el bombardeo de la ciudad condal. Su actuación le hizo perder notables apoyos,
formándose una alianza en su contra en la que se integraron moderados y progresistas, que en el
verano de 1843 realizarán un pronunciamiento militar que forzará la salida de Espartero de la
regencia y pondrá al frente del país al general Narváez (moderado).

EL REINADO EFECTIVO DE ISABEL II (1844-1868):

LA DÉCADA MODERADA (1844-1854)

A finales de 1843 se decidió declarar a Isabel II mayor de edad con solo 13 años. Desde el
principio ella demostró una gran inclinación hacia los moderados y solo se inclinará por los
progresistas en momentos críticos, como la falta de participación en las elecciones o ante
pronunciamientos militares apoyados por insurrecciones populares.

En mayo de 1844 se formó un gobierno presidido por el general Ramón María Narváez, cuyas
primeras medidas fueron: la supresión de la Milicia Nacional y la supresión de la Ley de
Ayuntamientos. El objetivo era acabar con los principales soportes de los progresistas. Se creó en

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1844 la Guardia Civil, un cuerpo armado de estructura militar, encargado del mantenimiento del
orden en las zonas rurales y la defensa de la propiedad contra los movimientos de campesinos y
jornaleros.

En 1845 se aprueba la CONSTITUCIÓN MODERADA, cuyas principales características


fueron:

• Se consagra la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, con clara preeminencia de
la Corona.
• Cortes bicamerales, aunque los miembros del senado son designados en su totalidad por
la corona.
• Contiene una declaración de derechos similar a la de la Constitución de 1837, limitados
por la legislación posterior, especialmente el de libertad de prensa.
• Se proclama la confesionalidad católica de la nación española.

En los años siguientes se publicarán leyes en consonancia con esta constitución:

 El nuevo sistema fiscal de 1845, elaborado por el ministro Alejandro Mon, fue más eficaz y
moderno y puso punto final al sistema impositivo del Antiguo Régimen: estableció dos tipos de
impuestos, los directos (actividades industriales y comerciales, contribución territorial, el 25%
de los ingresos) y los indirectos (tarifas aduaneras, transmisión de bienes y el de consumos).

• La Ley Electoral de 1846 configura un verdadero régimen oligárquico, con un sufragio


restringido que limitó el número de votantes a 97.000 varones de más de 25 años.

• Reducción del déficit público mediante la conversión de la deuda afectada, realizada por Bravo
Murillo en 1851.

• Firma del Concordato con la Santa Sede en 1851, que da por válidas las expropiaciones a
cambio de que el Estado mantenga el culto y al clero. La Iglesia se reserva el derecho de educar
a los jóvenes a través del catecismo y la asignatura de religión y todos los libros pasarán por la
censura eclesiástica (“nihil obstat” o “imprimatur”).

La Segunda guerra carlista (1846-1849) se desencadena y los carlistas se levantan al mando del
general Cabrera (“el tigre del Maestrazgo”) en la zona pirenaica. Son derrotados.

También a finales de la década de los cuarenta, coincidiendo con las revoluciones europeas de
1848, se producen diversas alteraciones sociales que Narváez reprimió con dureza.

En 1851 dimite Narváez debido a la crisis financiera y a su enfrentamiento con la camarilla


real. Le sustituyen Bravo Murillo y Sartorius con los que se producirá la quiebra del poder de los
moderados, ya que ejercieron el gobierno de forma autoritaria, por decreto, sin control de las Cortes y
con escándalos de corrupción relacionados con la concesión de licencias para la construcción del
ferrocarril. Su gobierno acaba en 1854.

EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856).

La crisis económica y social, la debilidad política de los moderados y los deseos de que
cambiara el gobierno, motivaron el pronunciamiento del general Leopoldo O´Donnell, que mantuvo
un enfrentamiento con las tropas gubernamentales en Vicálvaro (Madrid) en 1854 (= LA
VICALVARADA). La necesidad de contar con más apoyos obligó a O´Donnell a publicar el
MANIFIESTO DE MANZANARES, redactado por Antonio Cánovas del Castillo. En él se recogía la
demanda de reformas en profundidad, como la reinstauración de la Milicia Nacional, la ampliación del
derecho al voto, una ley de imprenta, una convocatoria a elección de nuevas Cortes y una mayor

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descentralización. A este movimiento político de O´Donnell se unen progresistas y demócratas que
habían formado Juntas de Salvación en las ciudades.

Ante la incierta situación, Isabel II llama a Espartero para formar un gobierno con
progresistas y moderados. Así, lo que en un principio era una petición de cambio de gobierno, se
convirtió en una revolución política. El nuevo gobierno de Espartero se fijó dos objetivos
fundamentales: la redacción de una nueva Constitución y la puesta en marcha de un conjunto de
medidas económicas que modernizaran el país.

La CONSTITUCIÓN NONNATA (que no llegó a promulgarse) de 1856 recogía los principios del
ideario progresista: soberanía nacional, limitación del poder del monarca, reforzamiento de las Cortes,
ampliación de derechos y libertades, tolerancia religiosa y una masa electoral más amplia.

Entre las medidas económicas del bienio progresista destaca la Ley de desamortización de
Pascual Madoz, que pone en venta los bienes de propios y comunes municipales.

Otras medidas que perseguían la expansión del capitalismo en España fueron la Ley de
ferrocarriles de 1855, la Ley de crédito y banca y la Ley de sociedades anónimas.

Pero la inestabilidad continúa entre 1855-1856, agravada por el levantamiento carlista, la crisis
agraria de 1855 con la consiguiente subida de los precios y motines de subsistencia, y las medidas
librecambistas de Espartero que provocaron el descenso de la producción textil y las primeras huelgas
generales del movimiento obrero. Los moderados conspiran contra Espartero y la reina lo desautoriza,
así que dimite.

EL GOBIERNO DE O´DONNELL (1856-1858)

O´Donnell, que había sido ministro de guerra, sustituye a Espartero a mediados de 1856,
restableciendo el orden con una dura represión del movimiento obrero y la disolución de la Milicia
Nacional. También frenó las reformas progresistas y restableció la Constitución de 1845, así que sus
medidas acabaron con la revolución que él mismo había contribuido a iniciar. Su gobierno dura hasta
1858.

LA VUELTA DE LOS MODERADOS (1856-1858)

Desavenencias entre O´Donnell e Isabel II devolvieron el gobierno a los moderados con


Narváez al frente. Lo más destacado fue la promulgación de la LEY MOYANO (1857) DE
INSTRUCCIÓN PÚBLICA que hacía obligatoria la enseñanza entre los 6 y los 9 años.

Mientras, en torno a O, Donnell se constituía un grupo político de centro que reunía a los
políticos situados más a la izquierda de los moderados y más a la derecha de los progresistas. Era el
partido llamado la Unión Liberal. Entre moderados y unionistas se produjo una alternancia en el poder
durante los últimos años del reinado de Isabel II.

EL GOBIERNO “LARGO” DE LA UNIÓN LIBERAL (1858-1863).

Estos años de gobierno de O´Donnell fueron de estabilidad social gracias a la prosperidad


económica que vivía Europa, lo que motivó una importante construcción ferroviaria y el impulso de la
industria gracias a la entrada de capital extranjero. Pero lo más destacable fue su actuación exterior en
la idea de recuperar el prestigio internacional con intervenciones militares en Cochinchina (1858),
Marruecos (1859-1869), Santo Domingo, Méjico y Perú.

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Un nuevo enfrentamiento entre O’Donnell y la reina hará caer el gobierno de la Unión Liberal en
1863 y vuelve a llamar a Narváez para formar gobierno.

LA CRISIS DEL MODERANTISMO (1863-1868)

El regreso de Narváez supone no solo la quiebra del moderantismo implantado en 1845, también
el descrédito de la corona, incapaz de integrar en el sistema político a las diferentes tendencias políticas
y sociales.

Se produjeron dos hechos significativos: la Noche de San Daniel de 1865 (12 muertos y 200
detenidos) y la sublevación del cuartel de San Gil en Madrid, (200 muertos). Muchos intelectuales y
militares se alejan y dejan de apoyar a la reina.

Entre 1865 y 1868 la crisis se agrava y se ensancha el número de los enemigos del moderantismo
y de la propia Corona. En 1866, tiene lugar el PACTO DE OSTENDE entre progresistas, demócratas
y unionistas para derribar a la Corona y poner fin al régimen moderado de 1845.

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TEXTO HISTÓRICO

EL CARLISMO: CONVENIO O ACUERDO O PAZ DE VERGARA. 1839. IMPORTANTE.

Convenio celebrado entre el Capitán General de los Ejércitos Nacionales D. Baldomero Espartero y el
Tte. General D. Rafael Maroto.

“Art. 1.- El Capitán General D. Baldomero Espartero recomendará con interés al gobierno el
cumplimiento de su oferta de comprometerse formalmente a proponer a las Cortes la concesión o
modificación de los fueros.

Art. 2.- Serán reconocidos los empleos, grados y condecoraciones de los generales, jefes y oficiales, y
demás individuos dependientes del ejército del mando del Teniente General D. Rafael Maroto, quien
presentará las relaciones con expresión de las armas a que pertenecen, quedando en libertad de
continuar sirviendo defendiendo la Constitución de 1837, el trono de Isabel Segunda y la Regencia de
su Augusta Madre, o bien de retirarse a sus casas los que no quieran seguir con las armas en la mano.

Art. 3.- Los que adopten el primer caso de continuar sirviendo, tendrán colocación en los cuerpos del
ejército, ya de efectivos, ya de supernumerarios según el orden que ocupen en la escala de
inspecciones a cuya arma correspondan.

Art. 4.- Los que prefieran retirarse a sus casas siendo generales y brigadieres obtendrán su cuartel para
donde lo pidan con el sueldo que por reglamento les corresponda.

Art. 5.- Los que pidan licencia temporal para el extranjero (...) el Capitán General D. Baldomero
Espartero les facilitará cuatro pagas (...).

Art. 6.- Los artículos precedentes, comprenden a todos los empleados civiles, que se presenten a los
doce días de ratificado este convenio.

Art. 7.- Si las divisiones de Navarra y Álava se presentasen en la misma forma que las divisiones
Castellana, Vizcaína y Guipuzcoana, disfrutarán de las concesiones que se expresan en los artículos
precedentes.

Art. 8.- Se pondrán a disposición del Capitán General D. Baldomero Espartero, los parques de artillería,
maestranzas, depósitos de armas, de vestuario y víveres, que estén bajo la dominación del Teniente
General D. Rafael Maroto.

(...) Ratificado este convenio en el cuartel general de Vergara a 31 de agosto de 1839.-


El Duque de la Victoria .-
Rafael Maroto.-
Es copia.-

8
Vitoria Boletín Oficial de Pamplona, n. 67 (5 de noviembre de 1839) En Textos y documentos de
Historia Moderna y Contemporánea. Tomo 12 de la Historia de España, Editorial Labor. Barcelona,
1985”.

ESTATUTO REAL (1834)

“[...]

Art. 2º. Las Cortes generales se compondrán de dos Estamentos: el de Próceres del Reino y el de
Procuradores del Reino.

Art. 3º. El Estamento de Próceres del Reino se compondrá: 1. De muy reverendos arzobispos y
reverendos obispos. 2. De Grandes de España. 3. De Títulos de Castilla. 4. De un número
indeterminado de españoles [...] que sean o hayan sido secretarios del Despacho, procuradores del
Reino, consejeros de Estado, embajadores o ministros plenipotenciarios, generales de mar o de tierra o
ministros de los tribunales supremos. 5. De los propietarios territoriales o dueños de fábricas,
manufacturas o establecimientos mercantiles que reúnan a su mérito personal y a sus circunstancias
relevantes, el poseer una renta anual de sesenta mil reales, y el haber sido anteriormente procuradores
del Reino.

Art. 14º. Para ser Procurador del Reino se requiere: [...] 3. Estar en posesión de una renta propia anual
de doce mil reales.

Art. 16º. Los procuradores del Reino obrarán con sujeción a los poderes que se les hayan expedido al
tiempo de su nombramiento, en los términos que prefije la Real Convocatoria.

Art. 17º. La duración de los poderes de los procuradores del Reino será de tres años, a menos que
antes de este plazo haya el Rey disuelto las Cortes.

Art. 24º. Al Rey toca exclusivamente convocar, suspender y disolver las Cortes. Art. 31o. Las Cortes no
podrán deliberar sobre ningún asunto que no se haya sometido expresamente a su examen en virtud de
un Decreto Real.

Art. 33º. Para la formación de las leyes se requiere la aprobación de uno y otro Estamento y la sanción
del Rey.

Art. 37º. El Rey suspenderá las Cortes en virtud de un decreto refrendado por el Presidente del Consejo
de Ministros; y en cuanto se lea aquél, se separarán uno y otro Estamento, sin poder volver a reunirse ni
tomar ninguna deliberación ni acuerdo”.

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CONSTITUCIÓN DE 1837

PREÁMBULO

Siendo la voluntad de la Nación revisar en uso de su Soberanía, la Constitución política promulgada en


Cádiz el 19 de marzo de 1812, las Cortes Generales congregadas a este fin, decretan y sancionan la
siguiente Constitución:

Título I. De los españoles […]

Artículo 2. Todos los españoles pueden imprimir y publicar libremente sus ideas sin previa censura, con
sujeción a las leyes. La calificación de los delitos de imprenta corresponde exclusivamente a los
jurados. […] * Libertad de prensa.

Artículo 4. Unos mismos códigos regirán en toda la Monarquía, y en ellos no se establecerá más que un
solo fuero para todos los españoles en los juicios comunes, civiles y criminales. […] * Unificación
jurídica.
Artículo 5. Todos los españoles son admisibles a los empleos y cargos públicos, según su mérito y
capacidad.

Artículo 7. No puede ser detenido ni preso, ni separado de su domicilio ningún español, ni allanada su
casa, sino en los casos y forma que las leyes prescriban.

Articulo 9. Ningún español puede ser procesado ni sentenciado sino por el juez o el tribunal competente
(...).

Artículo 10. No se impondrá jamás la pena de confiscación de bienes, y ningún español será privado de
su propiedad sino por causa justificada de utilidad común, previa la correspondiente indemnización. *
Propiedad privada.

Artículo 11. La Nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la Religión Católica que profesan
los españoles. * Mantenimiento del Clero con asignación al Presupuesto.

Título II. De las Cortes

Artículo 12.- La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey. * Poder legislativo

Artículo 13.- Las Cortes se componen de dos cuerpos colegisladores, iguales en facultades: el Senado y
el Congreso de los Diputados. […] * Bicameralismo.

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Artículo 17. Para ser Senador se requiere ser español, mayor de 40 años y tener los medios de
subsistencia y las demás circunstancias que determine la ley electoral.

Artículo 23. Para ser Diputado se requiere ser español, del estado seglar, haber cumplido 25 años y
tener las demás circunstancias que determine la ley electoral. * Ciudadanos y electores propietarios.
Ley electoral de 1837.

Título VI. Del Rey […]

Artículo 45.- La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el Rey, y su autoridad se extiende a todo
cuanto conduce a la conservación del orden público en lo interior, y a la seguridad del Estado en lo
exterior […]. *Poder ejecutivo.

Artículo 46.- El Rey sanciona y promulga las leyes. *Atribuciones del monarca.

Artículo 50. La Reina legítima de las Españas es doña Isabel II de Borbón.

Artículo 63. A los Tribunales y Juzgados pertenece exclusivamente la potestad de aplicar las leyes en
los juicios civiles y criminales. * Poder judicial.

CONSTITUCIÓN DE 1845

PREÁMBULO:

DOÑA ISABEL II, por la gracia de Dios y la Constitución de la Monarquía española, Reina de las
Españas; a todos los que la presente vieren y entendieren, sabed: Que siendo nuestra voluntad y la de
las Cortes del Reino regularizar y poner en consonancia con las necesidades actuales del Estado los
antiguos fueros y libertades de estos Reinos, y la intervención que sus Cortes han tenido en todos los
tiempos en los negocios graves de la Monarquía, modificando al efecto la Constitución promulgada en
18 de junio de 1837, hemos venido, en unión y de acuerdo con las Cortes actualmente reunidas, en
decretar y sancionar la siguiente: CONSTITUCIÓN DE LA MONARQUIA ESPAÑOLA (...)

Título I. De los Españoles.


Art. 4. Unos mismos códigos regirán en toda la Monarquía (...).
Art. 6. Todo español está obligado a defender la Patria con las armas cuando sea llamado por la ley, y a
contribuir en proporción de sus haberes para los gastos del Estado.
Art. 11. La Religión de la Nación española es la católica, apostólica, romana. El Estado se obliga a
mantener el culto y sus ministros (...).

Título II. De las Cortes.


Art. 12. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey.
Art. 13. Las Cortes se componen de dos Cuerpos Colegisladores, iguales en facultades: El Senado y el
Congreso de los Diputados.

Título III. Del Senado.


Art. 14. El número de Senadores es ilimitado: su nombramiento pertenece al Rey.
Art. 17. El cargo de Senador es vitalicio.

Título IV. Del Congreso de los Diputados.


Art. 20. El Congreso de los Diputados se compondrá de los que nombren las juntas electorales en la
forma que determine la ley. Se nombrará un Diputado a lo menos por cada cincuenta mil almas de la
población.

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Art, 22. Para ser Diputado se requiere ser español del estado seglar, haber cumplido veinticinco años,
disfrutar la renta procedente de bienes raíces, o pagar por contribuciones directas la cantidad que la ley
electoral exija […]

Título V. De la celebración y facultades de las Cortes.


Art. 35. El Rey y cada uno de los cuerpos colegisladores tienen la iniciativa de las leyes.
Art. 36. Las leyes sobre contribuciones y crédito público se presentarán primero al Congreso de los
Diputados. […]
Art. 45. Además de las prerrogativas que la Constitución otorga al Rey, le corresponde (...) Nombrar y
separar libremente los ministros (...)

Título XI. De las Diputaciones provinciales y de los Ayuntamientos.


Art. 72. En cada provincia habrá una Diputación provincial, elegida en la forma que determine la ley, y
compuesta del número de individuos que esta señale. […]
Art. 73. Habrá en los pueblos Alcaldes y Ayuntamientos. Los Ayuntamientos serán nombrados por los
vecinos a quienes la ley confiera este derecho.

Fuente: De Esteban, J, "Constituciones de España" (Constitución de 1845). Centro de Estudios


P.y.C.

MANIFIESTO DE MANZANARES (1854).

Españoles: La entusiasta acogida que va encontrando en los pueblos el Ejército liberal; el esfuerzo de
los soldados que le componen, tan heroicamente mostrado en los campos de Vicálvaro; el aplauso con
que en todas partes ha sido recibida la noticia de nuestro patriótico alzamiento, aseguran desde ahora
el triunfo de la libertad y de las leyes que hemos jurado defender.

Dentro de pocos días, la mayor parte de las provincias habrán sacudido el yugo de los tiranos; el
Ejército entero habrá venido a ponerse bajo nuestras banderas, que son las leales; la nación disfrutará
los beneficios del régimen representativo, por el cual ha derramado hasta ahora tanta sangre inútil y ha
soportado tan costosos sacrificios. Día es, pues, de decir lo que estamos resueltos a hacer en el de la
victoria.

Nosotros queremos la conservación del trono, pero sin camarilla que lo deshonre; queremos la práctica
rigurosa de las leyes fundamentales, mejorándolas, sobre todo la electoral y la de imprenta; queremos
la rebaja de los impuestos, fundada en una estricta economía; queremos que se respeten en los
empleos militares y civiles la antigüedad y los merecimientos; queremos arrancar los pueblos a la
centralización que los devora, dándoles la independencia local necesaria para que conserven y
aumenten sus intereses propios, y como garantía de todo esto queremos y plantearemos, bajo sólidas
bases, la Milicia Nacional. Tales son nuestros intentos, que expresamos francamente, sin imponerlos
por eso a la nación.

Las Juntas de gobierno que deben irse constituyendo en las provincias libres; las Cortes generales que
luego se reúnan; la misma nación, en fin, fijará las bases definitivas de la regeneración liberal a que
aspiramos. Nosotros tenemos consagradas a la voluntad nacional nuestras espadas, y no las
envainaremos hasta que ella esté cumplida.

Cuartel general de Manzanares, a 6 de julio de 1854. El general en jefe del Ejército


constitucional, Leopoldo O’Donnell, conde de Lucena.

LEY GENERAL DE FERROCARRILES (1855)

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Art. 1º. Los ferrocarriles se dividirán en líneas de servicio general y de servicio particular.

Art. 2º. Entre las líneas de servicio general se clasificarán como de primer orden las que, partiendo de
Madrid, terminen en las costas o fronteras del reino.

Art. 3º. Todas las líneas de ferrocarriles destinadas al servicio general, son del dominio público, y serán
consideradas como obras de utilidad general.

Art. 4º. La construcción de las líneas de servicio general podrá verificarse por el Gobierno, y en su
defecto por particulares o compañías. […]

Art. 6º. Los particulares o compañías no podrán construir línea alguna, bien sea de servicio general,
bien de servicio particular, si no han obtenido previamente la concesión de ella. […]

Art. 8º. Podrá auxiliarse con los fondos públicos la construcción de las líneas de servicio general:
1. Ejecutando con ellos determinadas obras.
2. Entregando a las empresas en períodos determinados una parte del capital invertido,
reconociendo como límite mayor de éste el presupuestado.
3. Asegurándoles por los mismos capitales un mínimo de interés o un interés fijo, según
convenga y determine en la ley de cada concesión. [..]

Art. 19º. Los capitales extranjeros que se empleen en la construcción de ferrocarriles o en empréstitos
para este objeto, quedan bajo la salvaguardia del Estado, y están exentos de represalias,
confiscaciones o embargos por causa de guerra.

Art. 20º. Se conceden desde luego a todas las empresas de ferrocarriles:


1. Los terrenos de dominio público que hayan de ocupar el camino y sus dependencias […]
4. La facultad exclusiva de percibir mientras dure la concesión, y con arreglo a las tarifas
aprobadas, los derechos de peaje y los de transporte […]
5. El abono, mientras dure la construcción y diez años después, del equivalente de los
derechos marcados en el Arancel de Aduanas, y de los de faros, portazgos, pontazgos y
barcajes que deban satisfacer las primeras materias, efectos elaborados, instrumentos,
útiles, máquinas, carruajes, maderas, coke y todo lo que constituye el material fijo y móvil
que deba importarse del extranjero, y se aplique exclusivamente a la construcción y
explotación del ferrocarril concedido.”

Ley General de Ferrocarriles, 3 de junio de 1855

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