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Un movimiento de largo plazo

por la alimentación:
Transformar los sistemas alimentarios
para 2045
Autores principales: Pat Mooney, Nick Jacobs, Verónica Villa, Jim
Thomas, Marie-Hélène Bacon, Louise Vandelac y Christina Schiavoni.

Grupo Asesor: Molly Anderson, Bina Agarwal, Million Belay, Jahi


Chappell, Jennifer Clapp, Fabrice DeClerck, Matthew Dillon, Maria
Alejandra Escalante, Ana Felicien, Emile Frison, Steve Gliessman,
Mamadou Goïta, Shalmali Guttal, Hans Herren, Henk Hobbelink,
Lim Li Ching, Sue Longley, Raj Patel, Darrin Qualman, Laura Trujillo-
Ortega y Zoe VanGelder.

Este texto fue aprobado por IPES-Food y por el Grupo ETC en marzo
de 2021.

Cita: IPES-Food y Grupo ETC, 2021. Un movimiento de largo plazo


por la alimentación: transformar los sistemas alimentarios para 2045.

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Agradecimientos
Los autores principales desarrollaron y redactaron el presente informe organizados en un
Comité de gestión encabezado por Nick Jacobs, (director del IPES-Food), y Pat Mooney,
(líder del proyecto, miembro del IPES-Food y cofundador del Grupo ETC). Anna Paskal
brindó su valioso apoyo durante las fases finales de la investigación y la redacción. A lo largo
del proyecto, el Comité de gestión se guio por las contribuciones de un Grupo Asesor de 21
miembros procedentes de diversas regiones, organizaciones y colectivos (incluidos pueblos
indígenas, organizaciones campesinas, trabajadores del sector alimentario y jóvenes activistas
por el clima), así como de instituciones multilaterales, de una amplia variedad de disciplinas
científicas y del sector empresarial. Aunque estos expertos han contribuido ampliamente
a orientar el análisis, su participación en el Grupo Asesor no implica necesariamente que
aprueben el contenido del informe o que compartan determinadas ideas que se exponen en
el mismo. El Comité de gestión quiere expresar su sincero agradecimiento a los miembros
del Grupo Asesor por su invaluable capacidad de compromiso y por haber compartido sus
conocimientos en la materia. Asimismo, el Comité desea reconocer el papel fundamental
que ha desempeñado el IPES-Food en su conjunto en la configuración y el desarrollo de este
proyecto, así como las numerosas aportaciones del equipo del Grupo ETC a las labores de
investigación y revisión, con un agradecimiento especial a Neth Daño y Zahra Moloo. El diseño
y la producción del informe estuvo a cargo de Chantal Clément, Ronnie Hall, Jim Thomas y
Mathieu Carey, las ilustraciones son obra de Isabelle Morgan, la gráfica de la portada es de Stig
(Shtig.net) y el diseño gráfico de Hearts & Minds. A todos ellos, gracias por su compromiso y
su visión. InBoca (www.inboca.es) realizó la traducción. Melodie Tamer, Kiran Bains, Joana
Chelo y Samara Brock también han contribuido al buen desarrollo del proyecto con su apoyo
en labores administrativas y de investigación. El Comité de gestión también desea reconocer
la invaluable colaboración de Sarah Hobson y Henk Hobbelink en la conceptualización y la
búsqueda de apoyos para este proyecto. Por su parte, 11th Hour Project ha jugado un papel
importantísimo sin el que no hubiera sido posible sacar el proyecto adelante. Gracias por su
confianza y generoso apoyo financiero. Para finalizar, los autores quieren expresar su gratitud
a su principal fuente de inspiración: las numerosas organizaciones e individuos que dan vida
a movimientos por la alimentación valientes y dinámicos en todo el mundo.

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Resumen ejecutivo
En 2021, quienes trabajamos en la construcción de sistemas alimentarios justos, equitativos
y que operan dentro de los límites planetarios, tenemos mucho trabajo por hacer. El cambio
climático, la pérdida de biodiversidad y la rápida disminución de la fertilidad del suelo
están dañando seriamente la salud de las personas y del planeta, dislocando a las sociedades
y amenazando los sistemas alimentarios de todo el mundo. Hace cinco años se alcanzó un
compromiso a escala mundial para eliminar el hambre en 2030, pero desde entonces hemos
perdido mucho terreno. Se estima que 690 millones de personas pasaban hambre en 2019
y más de 2 mil millones carecían de acceso a alimentos seguros, nutritivos y suficientes de
manera regular. Y esto antes de que la pandemia de la COVID-19 sumara aproximadamente
130 millones al número de personas que padecen hambre, empujara a innumerables millones
más al borde de la hambruna y pusiera en riesgo un tercio de los medios de subsistencia de las
personas involucradas en la producción agroalimentaria.

Al mismo tiempo, las relaciones de poder en los sistemas alimentarios y en la economía


mundial en general están cambiando a una velocidad vertiginosa. En 2008, las empresas más
poderosas del mundo eran las que hacían perforaciones de pozos petroleros y comerciaban
con sus valores. Doce años después, los cinco titanes corporativos del mundo comercian con
datos intangibles y tienen un valor de mercado que supera el PIB de continentes enteros.
Los nuevos gigantes biodigitales están preparados para dar el siguiente paso: desplegar los
datos masivos y el ADN digital en la industria farmacéutica, los mercados de alimentos y los
sistemas financieros de todo el mundo. El “multisectorialismo” se encuentra en todos lados a
medida que las corporaciones —conscientes de los puntos de inflexión social y ambiental que
se avecinan— tratan de atraer a gobiernos, científicos y un puñado de organizaciones de la
sociedad civil a un nuevo multilateralismo artificial.

Ante este panorama, nos planteamos cómo serían los sistemas alimentarios en 2045 si
permitimos que sigan los agronegocios de siempre. Pero también nos imaginamos lo que
podría ocurrir si, por el contrario, la sociedad civil y los movimientos sociales tomaran la
iniciativa —desde las organizaciones de base hasta las ONG internacionales, pasando por
grupos, cooperativas y sindicatos de agricultores, ganaderos y pescadores. Consideramos lo
que podría conseguir este “movimiento de largo plazo por la alimentación” si se logra pensar
con décadas de anticipación, colaborar entre sectores y escalas, asumir diferencias estratégicas,
trabajar con los gobiernos y presionarlos para que actúen, y transformar los flujos financieros,
las estructuras de gobernanza y los sistemas alimentarios desde la base.

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Horizonte 2045: Agronegocios como siempre (Escenario 1)
Primero imaginamos un sistema alimentario sin cambios respecto al actual y analizamos su
posible evolución en el próximo cuarto de siglo, a medida que las empresas y los gobiernos
responden al colapso ambiental, la dislocación social, las reconfiguraciones geopolíticas y
una amplia gama de posibilidades tecnológicas. En este escenario, las relaciones de poder
permanecen en gran medida inalteradas y la sociedad civil —atorada también en lo mismo de
siempre— consigue impugnar la agenda y evitar los peores excesos, pero no alcanza a provocar
un verdadero cambio de rumbo.

A lo largo de la década de 2020, los avances en materia de digitalización, automatización,


biología sintética y tecnologías moleculares prometen eliminar los riesgos —y a las personas—
de los sistemas alimentarios. Los nuevos actores sostienen que el camino hacia la resiliencia
(y la rentabilidad) pasa por producir proteínas en placas de Petri, dejar que la inteligencia
artificial gestione las granjas o manipule con total discreción el comportamiento de los
consumidores, inventar nuevos alimentos ultraprocesados o respaldar la geoingeniería. Ante
el cambio climático, la degradación ambiental y las pandemias causando estragos en los
sistemas alimentarios en los próximos años, estas soluciones “milagrosas” resultan irresistibles
para elaboradores de políticas en pánico. Se entregan las llaves del sistema alimentario a
megacorporaciones biodigitales, plataformas de datos y empresas de capital privado que,
aprovechando la proliferación de los acuerdos de fusión, se convierten en los gigantes
agroalimentarios del mañana.

Se recurre a algoritmos para determinar las condiciones de crecimiento de cada metro cuadrado
fértil sobre la faz de la tierra, los cultivos y el ganado se hacen (y se modifican) a la medida
para adaptarse a dichas condiciones y los ecosistemas se diseñan en función de los datos
recabados con el fin de alcanzar un rendimiento óptimo. Los tractores robóticos y los drones
para fumigación y vigilancia —una suerte de “internet de las cosas agrícolas”— van ganando
terreno tan rápido como lo permiten las infraestructuras físicas y digitales (Tendencia #1).

Dejar la seguridad alimentaria a merced de las redes digitales y de posibles problemas técnicos
de datos preocupa por igual a gobiernos y movimientos por la alimentación. También resulta
inquietante la situación de los agricultores que se ven obligados a abandonar sus tierras para
trasladarse a “ciudades inteligentes” y pueblos de comercio electrónico, o se ven reducidos a
convertirse en meros jornaleros digitales. Aun así, la promesa de un futuro “climáticamente
inteligente” y “sin riesgos” convence a muchos países con ingresos bajos y medios de poner la
tierra, los recursos y los datos en manos de aquellos que suministran las tecnologías y ofrecen
comprar sus cosechas por anticipado.

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Como resultado, los gobiernos más poderosos y sus corporaciones afines tienen a su disposición
redes internas de logística que utilizan para controlar los recursos y los suministros alimentarios
a lo largo de enormes corredores económicos. A diferencia de los anteriores Tratados de Libre
Comercio (TLC) que abrían nuevos mercados, los TLC de las décadas de 2020 y 2030 sirven
principalmente para asegurar el acceso a los recursos, proteger los derechos de explotación de
los datos corporativos y poner las regulaciones desfavorables en la congeladora. Al considerar
los alimentos como un activo estratégico, se pone en marcha una nueva ola de acaparamiento
de tierras, océanos y recursos, y se militarizan cada vez más los puntos de congestión comercial
(Tendencia #2).

Al final de la cadena, en el extremo del consumidor, los datos recolectados de las actividades
en línea están siendo combinados con los metadatos generados por el uso de carteras digitales,
servicios de comida automatizados y otras actividades cotidianas. Interconectar estas fuentes
de datos abre nuevas oportunidades para rastrear, enfocar al detalle y manipular de manera
invisible los hábitos alimentarios de las personas y reconfigurar las culturas alimentarias. La
industria alimentaria destina cada vez más recursos a ofrecer nuevos barnices de consumismo
ético y sustentable, confundiendo a los ciudadanos con una abrumadora variedad de
argumentaciones y con cadenas de suministro cada vez más opacas (Tendencia #3).

Horizonte 2045: Sociedad civil como nunca (Escenario 2)


El deterioro del medio ambiente, las amenazas a la seguridad alimentaria y el impulso de las
nuevas tecnologías basadas en datos forman parte de cualquier escenario realista para los
próximos 25 años. Sin embargo, no hay nada inevitable en estas trayectorias impulsadas por la
agroindustria. Lo que ocurrirá en realidad es que aumentarán las divisiones entre las grandes
corporaciones y también entre empresas, trabajadores y consumidores, ya que los ecosistemas se
niegan a ser domesticados, las personas se resisten a ser manipuladas, las tecnologías presentan
fallas y se avecinan verdaderos puntos de inflexión ambiental y social. Mucho dependerá de
la medida en que las corporaciones más poderosas —en nombre del “multisectorialismo”—
consigan hacerse con el control de la gobernanza del sistema alimentario.

En este segundo escenario, la sociedad civil toma la iniciativa y desarrolla colaboraciones que
resultan ser más profundas, amplias y eficaces que nunca. De hecho, hace tiempo que se está
gestando un movimiento de largo plazo por la alimentación. Numerosos ejemplos, que van
desde las actuales luchas indígenas contra la colonización hasta las protestas antiglobalización
que dieron lugar al concepto de soberanía alimentaria, demuestran que la sociedad civil —en
su diversidad de formas y escalas de acción— puede ser un motor de cambio muy poderoso.

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A la luz de esas experiencias, es posible identificar cuatro procesos básicos que los movimientos
por la alimentación necesitarán llevar a cabo para impulsar la transformación en el próximo
cuarto de siglo: 1) colaborar a múltiples escalas; 2) ampliar las alianzas y restructurar las
relaciones; 3) conectar el compromiso a largo plazo con un amplio “escaneo del horizonte”; y
4) prepararse para el cambio y las situaciones disruptivas.

Estas dinámicas ya están generalizadas en los movimientos por la alimentación actuales, pero
deberíamos desplegarlas de una forma más sistemática. En particular, la sociedad civil tendrá
que prepararse mejor para las numerosas crisis que se avecinan en el próximo cuarto de siglo:
los denominados “cisnes grises”, acontecimientos que no pueden predecirse en cuanto a su fecha
o sus características concretas, pero para los que sí es posible prepararse. En este escenario,
imaginamos cuatro caminos posibles e interrelacionados de reforma y transformación de los
sistemas alimentarios:

Trayecto 1. Enraizar los sistemas alimentarios en la diversidad, la agroecología


y los derechos humanos

A lo largo de la década de 2020, los sistemas alimentarios basados en la diversidad han demostrado
una gran resiliencia frente a las crisis. Los mercados territoriales siguen extendiéndose y las dietas
se orientan hacia opciones éticas y saludables. Con un claro consenso en torno a la soberanía
alimentaria y la agroecología, el movimiento de largo plazo por la alimentación consigue defender
los derechos de los excluidos y amplificar sus voces a través de procesos inclusivos, promoviendo
sistemas diversificados y agroecológicos y acelerando el surgimiento de mercados alternativos y
cambios en las dietas.

Oportunidad #1
Construir resiliencia a través de la diversidad y la agroecología. A lo largo de la década de
2020, se valoran cada vez más los suelos sanos, la diversidad de variedades en cultivos y razas
de ganado y los ecosistemas acuáticos y agrícolas dinámicos. Los impactos de los diferentes
sistemas de producción se vuelven más fáciles de medir y para 2030 los sistemas agroecológicos
están establecidos y consiguen mejores resultados que la agricultura industrial en múltiples
escalas. Los pueblos indígenas y los campesinos siguen salvaguardando los paisajes y cultivando
especies olvidadas y desaprovechadas, así como otras variantes silvestres de los cultivos, a través
de la ampliación de los bancos genéticos y las colecciones vivas comunitarias, los intercambios
entre pescadores y campesinos de ecosistemas vecinos y las escuelas agroecológicas de campo.

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Se recuperan alimentos tradicionales —incluyendo cultivos más pequeños con alta tolerancia
al clima y las enfermedades y con un alto valor nutricional— gracias a los esfuerzos conjuntos
de movimientos sociales, chefs, los responsables de las compras públicas y los elaboradores
de políticas. Sin embargo, las estrategias de los campesinos para proteger la diversidad siguen
siendo atacadas, amenazando y poniendo en riesgo su capacidad de garantizar la seguridad
alimentaria hasta 2045. También se consolidan diversos apoyos políticos a la agroecología.
Basándose en el Tratado internacional sobre recursos fitogenéticos para la alimentación y la
agricultura (tratado de semillas de la FAO), la sociedad civil logra que se negocie un protocolo
sobre diversidad genética, al tiempo que salvaguarda la investigación hecha por campesinas
y campesinos, y el intercambio de sus semillas y variedades, incluso a través de las fronteras.

Oportunidad #2
Defender los derechos humanos, los derechos de la naturaleza y renegociar el contrato
entre el Estado y la sociedad. Las crisis incesantes y la creciente precariedad del próximo
cuarto de siglo hacen que los derechos humanos sean más importantes que nunca como
brújula que guíe a los movimientos por la alimentación. En la década de 2020 proliferan
nuevos modos de protección social y la sociedad civil lucha para que los derechos sean plenos
y no estén sometidos a la vigilancia de datos masivos. Con el nuevo reconocimiento del que
gozan los “trabajadores esenciales” en los sistemas alimentarios, se garantizan los derechos
laborales mediante una serie de leyes nacionales y reglamentos internacionales reforzados.
Pero esto no es suficiente: para la década de 2030, los movimientos por la alimentación piden
al Estado que defienda el acceso básico universal a los derechos y recursos (tierra, semillas,
agua, cultura) y a la producción dirigida por personas, frente a la expansión de los grandes
complejos agroindustriales y la automatización masiva. Al poner los derechos en el centro,
los gobiernos se ven obligados a vincular el próximo conjunto de objetivos de desarrollo —la
“Agenda 2045”— a un nuevo acuerdo financiero entre el Norte y el Sur. Paralelamente, los
movimientos por la alimentación exploran una serie de vías legales: aumentan el apoyo a los
defensores de los derechos civiles y lanzan poderosas campañas a gran escala para establecer
los derechos de los ríos, las cuencas hidrográficas, los ecosistemas y el planeta, garantizando
al mismo tiempo que dichos derechos no se utilicen para expulsar a las comunidades de sus
tierras. Para la década de 2040, la hambruna, el hambre, la malnutrición, los problemas de
salud y la degradación ambiental supondrán una violación penal de los derechos humanos que
podrá llevarse ante el Consejo de Derechos Humanos (o ante una Corte Penal Internacional
reestructurada).

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Oportunidad #3
Acelerar la transición hacia las cadenas de suministro territoriales y el consumo ético. Los
mercados territoriales —que ya son la norma para muchos productores y consumidores a
pequeña escala en el Sur global— siguen creciendo como consecuencia de la COVID-19. En
las décadas de 2020 y 2030 —con un mayor énfasis en la resiliencia y un apoyo creciente de
los municipios y las regiones— asistimos al auge de las iniciativas de cadenas de suministro
cortas, crece la producción de alimentos en las comunidades y los hogares y se multiplican las
cooperativas de productores y consumidores. Estas tendencias convergen en una explosión
de compras éticas, ecológicas y locales y una transición progresiva hacia dietas vegetarianas
y flexitarianas, adoptadas hasta por el 80% de las personas de grupos de población que antes
consumían mucha carne (los más acomodados). Para 2045, alrededor del 25% del consumo
mundial de ganado y de frutas y verduras procederá de hogares y granjas urbanas, otro 25%
de las centrales de abastos regionales y hasta la mitad de la oferta de la industria alimentaria
se comercializará de forma justa, a juicio de los productores campesinos. Los agricultores
y los movimientos sociales encuentran una causa común en su oposición a los nuevos
sucedáneos de la carne y los productos lácteos, y consiguen impedir la introducción masiva
de estos productos en los mercados mundiales. Para 2045, los consumidores —armados con
sofisticadas herramientas de análisis de datos públicos y aplicaciones de verificación de datos,
contabilidad de costos reales y transparencia— ya son capaces de distinguir rápidamente
entre las corporaciones que operan “como de costumbre”, haciendo los negocios “de siempre”
( “A-corps”), las empresas que asumen un compromiso permanente con la responsabilidad
corporativa (“B-corps”) y los emprendimientos cooperativos sustentables (“C-corps”).

Trayecto 2: Transformar las estructuras de gobierno

A lo largo de los años, el movimiento de largo plazo por la alimentación lucha contra el dominio
corporativo del sistema multilateral y logra forzar una reconfiguración radical de la gobernanza.
Y ante las crisis semipermanentes, la sociedad civil consigue que se adopten disposiciones urgentes
en materia de seguridad alimentaria que desbancan las normas comerciales y los contratos de
acaparamiento de tierras, y se toman medidas estrictas contra la concentración y los remiendos
tecnológicos de la agroindustria. Estos cambios se ven respaldados por la continua proliferación
de consejos sobre política alimentaria, los procesos de reflexión compartida y otros mecanismos
que refuerzan la participación de los movimientos sociales, los pueblos indígenas y las ONG en la
gobernanza del sistema alimentario.

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Oportunidad #4
Revisar, reformar y reconfigurar los organismos agroalimentarios de la ONU. A pesar de
los muchos defectos de las instituciones multilaterales, los movimientos por la alimentación
coinciden en querer evitar el secuestro de la ONU y de sus organismos con sede en Roma
por parte de las grandes corporaciones, y empiezan por movilizarse en torno a la polémica
Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU en 2021. Aprovechando el inevitable vacío
posterior a la Cumbre, la sociedad civil presiona para que se reunifique la labor fragmentada
de dichos organismos y al mismo tiempo se refuercen los procesos regionales. Para la década
de 2030, la sociedad civil ha defendido la reforma basándose en revisiones independientes de
los organismos de la ONU con sede en Roma, en las que se revelan numerosas ineficiencias
y tergiversaciones. También ha conseguido el apoyo de gobiernos y secretarías de la ONU
afines, y ha utilizado su creciente capacidad de planificación para influir en la elección de los
directores de dichos organismos. Las reformas resultantes reunifican los tres organismos de
la ONU con sede en Roma bajo el paraguas de un Comité de Seguridad Alimentaria Mundial
(CSA) rejuvenecido y altamente incluyente, que actúa como órgano de gobierno de facto, y
vuelven a alinear al CGIAR (Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional,
conocido como CGIAR por sus siglas en inglés) con el resto de las agencias (convirtiéndolo en
el cuarto organismo de la ONU con sede en Roma).

Y lo que es más importante, la formulación de políticas se descentraliza y democratiza a través


de los nuevos foros regionales del CSA, que facilitan el diálogo “desde la base hasta Roma”;
se reactivan los grupos de trabajo interinstitucionales y no jerárquicos; y se generalizan los
procesos de reflexión compartida. Estas reformas contribuyen a trasladar las deliberaciones
globales (por ejemplo, sobre agroecología, mercados territoriales y tierra) a la esfera nacional,
a construir diálogos mundiales y nacionales en torno a las realidades locales y las lecciones
aprendidas, y a salvar la brecha entre las organizaciones de la sociedad civil que trabajan a
nivel local y las de alcance global.

Oportunidad #5
Acabar con la impunidad corporativa y sus remiendos tecnológicos. A lo largo de los
próximos años y décadas, los movimientos por la alimentación impulsan leyes nacionales y
un tratado de la ONU para supervisar, regular o retirar del mercado las tecnologías peligrosas
o deficientes —en particular los sistemas de datos masivos en los que se basan las estrategias
de las agroindustrias. La impunidad corporativa se ve amenazada desde diversos frentes: se
intensifica la presión para conseguir un tratado que limite el poder de las corporaciones; las
iniciativas en torno a las políticas de competencia y las normas antimonopolio cobran fuerza;
se eliminan de los acuerdos comerciales las protecciones a inversionistas; y los países se unen
para presentar demandas colectivas contra las empresas agrícolas.

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Para acelerar el progreso, los movimientos por la alimentación se asocian con gobiernos
y secretarías de la ONU afines. Los debates internacionales no tardan en abrir la puerta a
acuerdos antimonopolio y fiscales que empiezan aplicándose a los gigantes digitales para
finalmente llegar a todos los sectores. Para la década de 2030, las negociaciones han dado lugar
a una serie de tratados/protocolos diseñados para limitar la impunidad corporativa. A pesar de
que estos acuerdos solo los ratifican algunas decenas de países, y aunque algunas demandas se
resuelvan finalmente fuera de los tribunales, el efecto combinado de ambos (y su influencia en
el mercado) es suficiente para generar un cambio en las prácticas de las corporaciones globales.

Oportunidad #6
Adoptar un acuerdo internacional en materia de emergencias alimentarias. Ante el aumento
de las emergencias alimentarias durante la década de 2020, los gobiernos empiezan a tomarse
en serio la prevención de desastres y los grupos de trabajo de la sociedad civil recuperan los
marcos ya existentes y desarrollan nuevos modelos que priorizan la seguridad alimentaria
por encima de los acuerdos comerciales, los contratos de compraventa de tierras abusivos y
otros aspectos comerciales o de políticas. En la década de 2030, un gran número de gobiernos
aplican leyes modelo, y ante los casos de crisis alimentarias prolongadas, existe una voluntad
firme de acelerar las negociaciones internacionales. El recuerdo de la lucha por el acceso a las
vacunas contra la COVID-19 y las barreras provocadas por las normas de propiedad intelectual
contribuyen a multiplicar los apoyos al proceso. Con la OMC dividida y los países con mayor
vocación comercial reorientados hacia la autosuficiencia estratégica, el tratado se aprueba y
un buen número de países y regiones deciden adoptar además protocolos para eliminar los
posibles obstáculos restantes. La agroindustria intenta revocar los acuerdos, pero a lo largo de
la década de 2030, las organizaciones de la sociedad civil convencen a los gobiernos de que la
crisis es indefinida y los acuerdos en materia de emergencias deben seguir vigentes.

Oportunidad #7
Poner en marcha políticas alimentarias, consejos de política alimentaria y nuevas formas
de participación ciudadana. En paralelo a los esfuerzos que despliegan a nivel internacional,
los movimientos por la alimentación también trabajan en la consolidación y difusión de las
políticas alimentarias democráticas, los procesos de reflexión compartida y los modelos de
gobernanza multisectorial forjados en las ciudades y municipios, y a principios de la década
de 2020 empiezan a ganar terreno a nivel nacional. A lo largo de la década, los movimientos
por la alimentación acumulan victorias de manera constante, aprovechando la experiencia
de las autoridades municipales y los grupos de la sociedad civil, las redes consolidadas de
actores pioneros y la creciente visibilidad de las ciudades y regiones en las conversaciones
internacionales sobre el clima. Para la década de 2030, los nuevos procesos deliberativos
del CSA (ver Oportunidad #4) están vinculados a otros espacios de gobernanza mundial y,
como resultado, las directrices internacionales para el desarrollo de procesos y organismos de
gobernanza alimentaria inclusivos reflejan los aprendizajes de las experiencias locales.

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Trayecto 3. Reorientar los flujos financieros

La combinación de emergencias climáticas, epidemias relacionadas con los alimentos y los riesgos y
fallas tecnológicas prenden la mecha y hacen que se exija con más fuerza que nunca la reorientación
de los flujos financieros existentes. El movimiento de largo plazo por la alimentación se enfoca en
tres áreas: i) objetivos fáciles (o “frutas al alcance de la mano”) como las líneas presupuestarias
administrativas y de investigación; ii) el objetivo difícil de las subvenciones a los principales productos
básicos; y iii) las “externalidades” no gravadas y los ingresos de las corporaciones.

Oportunidad #8
Reorientar las líneas presupuestarias técnicas y de I+D hacia sistemas alimentarios
sustentables. En los próximos años, la sociedad civil se enfoca en acceder a aquellas fuentes de
financiación que pueden reasignarse sin necesidad de un gran debate político. Empiezan con
la FAO y el FIDA, donde se calcula que los responsables de los organismos y los funcionarios
afines pueden reasignar un tercio de los gastos entre los diferentes departamentos o líneas
presupuestarias. Animado por su premio Nobel, el Programa Mundial de Alimentos (PMA)
de la ONU accede a incrementar su proporción de abastecimiento local sustentable (con el
objetivo de alcanzar el 90% en 2030 como máximo), con una oposición relativamente baja. En
paralelo, la sociedad civil trabaja en la recuperación de los dudosos flujos de ayuda que subsidian
las misiones comerciales, facilitan la inversión extranjera del sector extractivo o contribuyen
a los objetivos geopolíticos de los donantes (en otras palabras, las formas residuales de “ayuda
condicionada”). Se consigue recuperar sumas más elevadas a medida que los movimientos por
la alimentación aumentan la presión sobre los donantes bilaterales, exigiéndoles que reorienten
los proyectos de investigación en países del Sur hacia la agroecología, que alineen los objetivos
de los centros de investigación globales (el GCIAI) y que reformen sus propios programas de
investigación agrícola.

Oportunidad #9
Reformar los subsidios a los principales productos básicos. La sociedad civil apuesta por
redirigir la mayor parte posible de los 720 mil millones de dólares anuales de subsidios a
los productores, para que en lugar de que acaben en el sector de la agricultura industrial se
destinen a la producción sustentable de alimentos. Al igual que las alianzas intersectoriales
que desafiaron a la OMC algunos años atrás, en el próximo cuarto de siglo los movimientos
por la alimentación, el comercio y el clima se unen a los grupos de agricultores, ganaderos,
pescadores y trabajadores de la alimentación. Exigen una reforma de los subsidios, precios
justos y salarios dignos.

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En un contexto de puntos de inflexión ambiental en el horizonte, aumento de la obesidad y
mayor visibilidad de los casos de abusos laborales en las plantaciones, los buques pesqueros
y las granjas industriales, estos esfuerzos comienzan a dar sus frutos a finales de la década de
2020. Las subvenciones al combustible de los buques pesqueros de arrastre son las primeras
en caer, y posteriormente se cortan los subsidios al cacao, el azúcar, el aceite de palma y las
explotaciones industriales de piensos. Las oportunidades de reforma se multiplican también
a nivel mundial, a medida que las subidas del precio de los alimentos y la volatilidad del
comercio se convierten en el pan de cada día. Tirando de los mismos hilos que utilizaron en
2009 para reactivar el CSA, las organizaciones de la sociedad civil se proponen aprovechar
la próxima crisis mundial de los precios de los alimentos para recapitalizar el Fondo Común
para los Productos Básicos de la ONU y reorientarlo hacia el apoyo a la diversificación. Para la
década de 2030, un grupo reducido de donantes bilaterales y fondos globales lideran el desvío
de inversiones lejos de los enfoques de la “nueva revolución verde” y hacia la agroecología.

Oportunidad #10
Gravar la comida chatarra y fijar impuestos justos a las empresas. Durante el próximo
cuarto de siglo, se multiplican las voces que reclaman más impuestos para la industria
agroalimentaria, sus productos insanos y sus impactos más contaminantes. Animados por el
éxito de las severas medidas contra la comida chatarra en México y Chile, los movimientos por
la alimentación despliegan su arsenal de estrategias de campaña a lo largo de la década de 2020
y acumulan victorias en todas las regiones del mundo. Como resultado, consiguen rescatar
nuevos ingresos fiscales, hacen mella en las ganancias de la agroindustria (y, por ende, en su
capacidad para marcar la agenda) y generan un ahorro considerable en atención sanitaria.
En la década de 2030, se han establecido nuevas conexiones con movimientos por la fiscalidad
ambiental, mientras que los consumidores tienen la posibilidad de conocer los “costos
reales” de la agricultura industrial a través de aplicaciones móviles. Los impuestos que se van
sucediendo —sobre el CO2, las toxinas, los envases de plástico y los residuos alimentarios—
son en ocasiones insignificantes. Pero, al igual que con los subsidios, los primeros en tomar la
iniciativa exigen cambios similares a sus socios comerciales, desencadenando así una cascada
de reformas y una nueva norma a escala mundial. Animados por estos logros, el movimiento de
largo plazo por la alimentación y sus aliados de otros sectores dirigen su atención a la evasión
y elusión fiscal corporativa y emprenden una cruzada contra las nuevas formas de mala praxis
de los gigantes biodigitales que ahora dominan el sector agroalimentario. Así descubren que
muchos gobiernos están llegando a un punto de inflexión en esta cuestión y están dispuestos
a tomar medidas.

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Trayecto 4. Repensar las modalidades de colaboración de la sociedad civil
Para hacer avanzar en los trayectos 1, 2 y 3, la sociedad civil debe actuar de forma más
colaborativa que nunca. Esto implica lidiar con rivalidades de históricas, prioridades divergentes
y competencia por la financiación. Existen ya numerosos de procesos colaborativos exitosos
que marcan el rumbo y el agravamiento de las crisis sociales y ambientales evidencia nuevas
oportunidades para el trabajo conjunto.

Oportunidad #11
Generalizar la colaboración intersectorial. Los movimientos por la alimentación centran sus
esfuerzos en superar los diversos obstáculos a la colaboración y conseguir que la aplicación
de enfoques intersectoriales a las estrategias se convierta en la norma. Con el futuro de la
gobernanza mundial en juego (y ante el riesgo de que sean las corporaciones quienes la
dominen), la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios de 2021 acelera las convergencias de la
sociedad civil. En paralelo a la digitalización de los sistemas alimentarios, los activistas de la
alimentación aprenden de las luchas de los activistas de la justicia digital y viceversa, además de
multiplicar sus alianzas con los movimientos de justicia climática y ambiental. Para la década
de 2030, el sentimiento de objetivo compartido anima a las organizaciones de la sociedad
civil, las fundaciones y las redes a sincronizar sus calendarios (desde las reuniones anuales
de la junta directiva hasta los horarios de las conferencias) con vistas a facilitar los diálogos
intersectoriales, la planificación estratégica y las oportunidades de cofinanciación. Siguen
existiendo tensiones entre la adopción de medidas de supervivencia de emergencia (ante la
multiplicación de las crisis) y la elaboración de estrategias a más largo plazo. Para 2045 se
han logrado avances significativos, pero la búsqueda de una colaboración más estrecha sigue
siendo un trabajo en curso, sujeto a constantes negociaciones.

Oportunidad #12
Desarrollar nuevas herramientas para bloquear las cadenas corporativas de productos
básicos e infiltrarse en las negociaciones a puerta cerrada. Desde inicios de la década de 2020,
los movimientos por la alimentación amplían y comparten sus actividades de vigilancia de las
corporaciones, trabajando primero con aliados cercanos para después llegar a organizaciones
sociales de prácticamente todos los sectores. En aquellos lugares donde la expansión del
sector ganadero contribuye a la deforestación y la apropiación de tierras, las comunidades
indígenas, por ejemplo, se conectan con trabajadores agrícolas y del sector alimentario que
han manifestado su preocupación sobre las mismas empresas, y trabajan con organizaciones
locales de consumidores y de salud para “bloquear las cadenas” y proteger los medios de
subsistencia. En la década de 2030, los movimientos por la alimentación también aportan
herramientas digitales en búsqueda de una mayor colaboración.

14
La plataforma “Agropedia” ayuda a facilitar los flujos de información sobre productos básicos,
empresas o compromisos; los algoritmos de documentos y las aplicaciones de los medios de
comunicación permiten a las organizaciones de la sociedad civil descifrar los textos de las
negociaciones e identificar a los actores que lideran y dominan esas discusiones; y se desarrollan
herramientas para conectar a las comunidades y organizaciones interesadas con las salas de
conferencias y los textos de las negociaciones, desde los ayuntamientos hasta las asambleas de
la ONU.

Oportunidad #13
Crear nuevas asociaciones para financiar un cuarto de siglo de transformación del sistema
alimentario. Con las empresas agrícolas desplegando a toda prisa sistemas alimentarios
basados en inteligencia artificial y datos masivos, y una vez superados los límites planetarios,
se hace patente que las ganancias que generan los movimientos por la alimentación son
escasas y llegan demasiado tarde. Huyendo de la trampa de los filantrocapitalistas por un
lado y los cleptofilántropos por otro, los movimientos por la alimentación recurren a los
donantes bilaterales y las fundaciones progresistas y les proponen considerar nuevas formas
de colaboración y rendición de cuentas. Como consecuencia, para la década de 2030,
los financiadores aliados pasan de las subvenciones a corto plazo por proyecto a ciclos de
financiación de cinco años, duplican su financiamiento al menos cada 10 años y se abren a
iniciativas experimentales, especulativas, interseccionales y de preparación de cara al futuro.
Y lo más importante, se muestran dispuestos a utilizar su dinero y su influencia para catalizar
cambios más grandes en los ámbitos financiero y político.

15
Conclusiones
Queda claro que en un futuro liderado por la agroindustria sería imposible devolver al planeta
y a sus sistemas alimentarios a un espacio operativo seguro. De hecho, se seguirían generando
desigualdades galopantes, se agudizarían las presiones sobre los medios de subsistencia y la
inseguridad alimentaria, y se generarían nuevos impactos negativos sobre el medio ambiente.
En contraste con ese escenario, cuatro trayectos de transformación de los sistemas alimentarios
impulsados por la sociedad civil permitirían desviar 4 billones de dólares de la cadena industrial
a la soberanía alimentaria y la agroecología, reducir el 75% de las emisiones de gases con
efecto de invernadero de los sistemas alimentarios y generar beneficios incalculables para las
vidas y los medios de subsistencia de miles de millones de personas en los próximos 25 años.

No obstante, Un movimiento de largo plazo por la alimentación estaría unido a una serie
de riesgos, retos e incógnitas para los grupos de la sociedad civil. En primer lugar, implica
oportunidades inciertas y costos operativos imposibles de calcular (por ejemplo, la pérdida de
tiempo y recursos para las campañas que se realizan día a día). En segundo lugar, la combinación
del implacable cabildeo con procesos gubernamentales e intergubernamentales opacos significa
que las victorias quizás siempre sean temporales. En tercer lugar, existe un riesgo de cooptación
inherente a cualquier estrategia, incluyendo las que se han descrito aquí. Por último, aunque
mejoren en gran medida los resultados de “los negocios de siempre”, incluso estas estrategias
pueden resultar insuficientes para devolver a la humanidad a un espacio operativo seguro. En
este contexto, es comprensible que las organizaciones de la sociedad civil desplacen sus recursos
a la primera línea de lucha por la supervivencia o de respuesta a las posibles crisis.

En cualquier caso, los argumentos a favor de Un movimiento de largo plazo por la alimentación
siguen siendo convincentes. De entrada, no exige que se cambien las estrategias a corto plazo
para luchar contra el acaparamiento de tierras por campañas a favor de la firma de un nuevo
tratado internacional. En vez de eso, Un movimiento de largo plazo por la alimentación insta a
los grupos de la sociedad civil a distribuir una serie de objetivos y acciones a lo largo de una
hoja de ruta a 25 años, adoptando una visión de conjunto a la vez que se enfrentan a campañas
de gran alcance, rupturas ambientales y sociales potencialmente rápidas y el tsunami de la
agenda corporativa. En un contexto de amenazas y puntos de inflexión sin precedentes, no
asumir riesgos equivale a un fracaso seguro.

La sociedad civil puede y debe transformarse. La historia demuestra que, ante oportunidades o
situaciones de necesidad, el ser humano es capaz de adaptarse casi de la noche a la mañana. Las
guerras, los embargos, los golpes de Estado y las catástrofes naturales pueden transformar los
patrones de producción y consumo y dar lugar a nuevas redes de comunicación y cooperación.
Los enormes cambios experimentados a medida que la sociedad se ha ido adaptando a la
COVID-19, que hubieran parecido ingenuamente optimistas hace tan solo un año, nos
demuestran que mañana todo es posible.

16
Prólogo
En 2021 los sistemas alimentarios
se encuentran en un punto de inflexión
cuyo eje central es la sociedad civil
Este informe parte de la constatación de que los movimientos por la alimentación se
encuentran en una coyuntura potencialmente crítica. Y es que las épocas de mayor agitación
pueden dar paso a momentos de profunda transformación. Las pandemias que coincidieron
con alteraciones del clima en el Imperio otomano, durante las dinastías Han y Tang y en la
Edad Media europea propiciaron de manera repentina profundas transformaciones sociales.
En las primeras décadas del siglo XX, en un rincón privilegiado del planeta se gestaron a
la vez una guerra mundial, una pandemia y una depresión global. Los impactos fueron tan
atroces que se desmantelaron los monopolios corporativos, se legislaron sistemas de bienestar
social, se redujo significativamente la brecha entre los más ricos y los más pobres —al menos
en las costas del Atlántico Norte— durante algunas décadas, y decenas de países lograron
independizarse de sus opresores coloniales, aunque solo fuera sobre el papel.

Es posible que hoy nos encontremos de nuevo en un punto de inflexión similar, motivado
en un primer momento por la crisis financiera y la crisis de los precios de los alimentos de
2008 y acelerado después por la pandemia de la COVID-19, y con incesantes emergencias
ambientales y niveles históricos de desigualdad como telón de fondo. La dependencia mutua
entre nuestra salud y la del planeta es más evidente que nunca. El caos climático, el colapso
de la biodiversidad y las desastrosas estrategias de enriquecimiento económico han dado
lugar a una pandemia que está poniendo a prueba nuestros sistemas sanitarios y alimentarios,
disparando el número de personas que pasan hambre y destruyendo vidas y medios de
subsistencia. Los plásticos y la contaminación inundan los océanos, y de ahí pasan a los peces y,
asombrosamente, también a nuestras células. En 2020, los meteorólogos que ponen nombre a
los huracanes del Atlántico agotaron todas las letras del alfabeto. Y puede que nosotros también
lo hayamos hecho. El esperma de la generación Z tiene la mitad de espermatozoides que el de
la generación Y, y según un estudio de 2020, si se mantiene esta tendencia, nuestro conteo se
reducirá a cero precisamente en 2045. Existen claras sospechas de que ya hemos superado la
mitad de los límites planetarios. Hemos recorrido ya más de medio camino hacia el aumento
de la temperatura en 2ºC. Hemos perdido o estamos perdiendo la mitad de nuestras lenguas y
culturas, así como cerca de la mitad de nuestros suelos y bosques, y los multimillonarios están
a medio camino de duplicar el nivel de riqueza anterior a la pandemia.

17
Pero los puntos de inflexión pueden inclinarse en cualquier dirección, y son muchos los
actores que se disputan el control del eje central. Las empresas perciben el peligro y se
apresuran a construir un nuevo duopolio corporativo-estatal disfrazado de "multilateralismo"
y "capitalismo de las partes interesadas". La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de 2021,
convocada con la intención expresa de restructurar el entorno reglamentario de la alimentación
y la agricultura, puede anunciarnos las batallas que se avecinan. En nombre del controvertido
logro que suponen las vacunas contra la COVID-19, las empresas reclaman luz verde para
desplegar la IV Revolución Industrial en nuestras farmacias, mercados de alimentos y sistemas
financieros.

Aplicada a la agroindustria, esta revolución implica el uso de datos digitales y ADN, inteligencia
artificial y aprendizaje automático, sensores e imágenes hiperespectrales conectados a robots,
drones y satélites que almacenan todo en nubes virtuales. Escenarios gamer de batallas
sangrientas por la alimentación: Fortnite se convierte en Food Fight. Traducido al mundo real,
esto podría implicar el abandono masivo de 300 millones de granjas, la migración forzada de
más de mil millones de personas y el desmantelamiento de las redes alimentarias diversificadas
que sostienen al 70% de la población mundial, así como poner la seguridad alimentaria de miles
de millones de personas en manos de tecnologías no probadas, bajo el control de empresas
privadas que tienen muy poco que perder en este juego.

Pero la sociedad civil también está cambiando y preparándose para las batallas que se
avecinan. El movimiento por el clima que se comprometió en París en 2015 no es el mismo
que emerge hoy de calles y escuelas y que rodea los parlamentos y los bancos. Los defensores
de la soberanía alimentaria que hoy se oponen a la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de
2021 son mucho más fuertes que los dispersos aliados de la primera cumbre de hace 25 años.
La sociedad civil y los movimientos por la alimentación actuales —desde el nivel local hasta el
global— están bien informados, colaboran y se mantienen conectados entre sí, desarrollan un
pensamiento crítico y son capaces de utilizar los ejes de apoyo para inclinar el mundo hacia
un lugar más seguro. Estos actores reconocen que el papel de los gobiernos es importante y
que, en la medida de lo posible, deben trabajar juntos para construir sistemas alimentarios
sustentables (y evitar verse atrapados en un nuevo y pretencioso “multisectorialismo”).

La pregunta es: ¿los movimientos por la alimentación están consiguiendo adaptarse lo


suficientemente rápido? Comenzamos este proyecto a mediados de 2019 con la sensación
de que la sociedad civil —aún trabajando mucho y bien— funciona mayoritariamente a la
defensiva y con planificaciones que no suelen ir más allá de los dos o tres años.

18
También nos preocupaba que los lectores encontraran inverosímil una planificación a 25
años, por mucho que entiendan que es prudente pensar en el futuro. Pensemos en los trece
años que han transcurrido entre las crisis alimentaria y financiera de 2008 y el actual caos de
amenazas que se cierne sobre nosotros. Basta con contrastar las miserables promesas de los
políticos en París con los incendios, los tifones y las olas de calor que vivimos en 2020. Sin
olvidar el estremecedor ascenso de las pseudodictaduras xenófobas y la repentina fragilidad
de los Estados supuestamente democráticos. En 2008, las empresas más poderosas del mundo
perforaban pozos y negociaban acciones. Doce años después, los cinco mayores gigantes
empresariales comercian con datos intangibles y —junto con un par de gestoras de activos—
acumulan más riqueza que continentes enteros. ¿Cómo nos atrevemos entonces a planificar
el futuro?

La respuesta es sencilla: o planificamos el futuro o morimos aplastados por el terremoto de


cambios que se avecina. Ahora entendemos que, de hecho, hubiera sido posible predecir las
sacudidas de los últimos trece años, no tanto en cuanto a fecha o detalles, pero sí en términos
de parámetros y probabilidad. Los acontecimientos inmediatos están poniendo de manifiesto
la absoluta necesidad de iniciativas diversas y descentralizadas (y, por ende, resilientes), así
como el valor de la cooperación entre ellas, desde lo local a lo global y viceversa. Y si ese fuera
el caso, ¿no estaríamos predicándole al coro? En absoluto, puesto que no hay coro. Lo que
tenemos son cuartetos de jazz y conjuntos de folk, solistas y bandas de música y orquestas
enteras, y así es como debe seguir siendo. Lo único que estamos proponiendo es que de vez en
cuando actúen todos en el mismo festival, que se unan para tocar los mismos temas y que se
sindicalicen en defensa de los derechos humanos.

A lo largo de estos 20 meses de discusiones e investigación hemos identificado una serie de


medidas políticas y legales que podrían contribuir al fortalecimiento de la soberanía alimentaria
en este siglo de crisis. También hemos descubierto que existen nuevas oportunidades para
proteger los sistemas campesinos, las comunidades de pesca artesanal y las tierras indígenas,
y para limitar el poder de las corporaciones. Hemos comprobado que es posible trasladar al
nivel global los procesos de reflexión compartida que con tanta eficacia se han desarrollado
en el ámbito local. Y sería posible restructurar y darle un nuevo impulso a la arquitectura
de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura. Según nuestras conclusiones,
como máximo en 2045, la sociedad civil será capaz de reducir los dramáticos daños sanitarios
y ambientales asociados a la cadena alimentaria industrial, además de reorientar los flujos
de financiación improductivos o contraproducentes hacia los mercados territoriales y la
agroecología. El impacto anual combinado de estas acciones sería de al menos 4,1 billones de
dólares, y se conseguiría una reducción estimada del 75% de las emisiones de gases con efecto
de invernadero (GEI) de la cadena alimentaria industrial. También hemos descubierto que es
posible trazar las rutas, pero que los hitos del camino pueden ir cambiando.

19
Hace veinte meses, los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) ocupaban un lugar central
en nuestra planificación (de ahí que los horizontes fueran 2030 y 2045), pero ahora sabemos
que las emergencias ecológicas, las pandemias y las injusticias históricas pueden llegar a copar
la agenda mundial y dejar en espera cualquier otro plan.

Los desafíos que tenemos por delante son extraordinarios, y nuestra preocupación es ahora
mayor que cuando empezamos. Nuestra casa está en llamas y los cimientos se empiezan a
desmoronar. Si este informe no consigue que todos nos sintamos incómodos, insatisfechos
y deseosos de asumir mayores riesgos, entonces habremos fracasado. Al mismo tiempo,
nuestra motivación es grande. Estos 20 meses han sacado a la luz historias olvidadas: fracasos
no estudiados y victorias no celebradas que, a fin de cuentas, demuestran que la sociedad
civil tiene la capacidad necesaria para llevarnos hacia sistemas alimentarios sustentables y
equitativos. Pero es crucial que los movimientos por la alimentación aprendan esas lecciones
y, lo que es más importante, se replanteen por completo el alcance, las escalas y la estructura
de su trabajo. En otras palabras, que se conviertan, esta vez con más razón que nunca, en un
Movimiento de largo plazo por la alimentación.

Pat Mooney
Líder del proyecto, miembro del IPES-Food
y cofundador del Grupo ETC

20
Índice
Resumen ejecutivo 4

Prólogo
En 2021 los sistemas alimentarios se encuentran en un punto de inflexión
cuyo eje central es la sociedad civil 17

Sección 1.
Una nueva anormalidad: pandemias, límites planetarios y sistemas
alimentarios bajo amenazas sin precedentes 24

Sección 2.
La sociedad civil como agente de cambio del sistema alimentario: los cuatro
ingredientes básicos de un "Movimiento de largo plazo por la alimentación" 37
Ingrediente #1. Colaborar a múltiples escalas 42
Ingrediente #2. Ampliar las alianzas y reestructurar las relaciones 46
Ingrediente #3. Conectar el compromiso a largo plazo con un amplio "
escaneo del horizonte" 49
Ingrediente #4. Prepararse para el cambio y las situaciones disruptivas 53

Sección 3.
Horizonte 2045: Agronegocios como siempre (Escenario 1) 59
Preparando la escena: trayectorias tecnológicas, consolidación empresarial
y la llegada de nuevos gigantes agroalimentarios biodigitales 61
Tendencia #1. Ecosistemas de ingeniería de precisión e internet de las cosas agrícolas 72
Tendencia #2. Corredores logísticos, conflictos por los recursos y la nueva
geopolítica de los datos 77
Tendencia #3. Híper-persuasión, dietas personalizadas y nuevas fronteras en la
configuración de la experiencia alimentaria 86
Conclusiones: fisuras y contradicciones de un futuro liderado por la agroindustria 93

Sección 4.
Horizonte 2045: Sociedad civil como nunca (Escenario 2) 96
Trayecto 1. Enraizar los sistemas alimentarios en la diversidad, la agroecología
y los derechos humanos 99
Oportunidad #1. Construir resiliencia a través de la diversidad y la agroecología 100

21
Oportunidad #2. Defender los derechos humanos, los derechos de la naturaleza
y renegociar el contrato entre el Estado y la sociedad 106
Oportunidad #3. Acelerar la transición hacia las cadenas de suministro
territoriales y el consumo ético 110

Trayecto 2. Transformar las estructuras de gobierno 117


Oportunidad #4. Revisar, reformar y reconfigurar los organismos
agroalimentarios de la ONU 118
Oportunidad #5. Acabar con la impunidad corporativa y sus remiendos tecnológicos 124
Oportunidad #6. Adoptar un acuerdo internacional en materia de emergencias
alimentarias 128
Oportunidad #7. Poner en marcha políticas alimentarias, consejos de política
alimentaria y nuevas formas de participación ciudadana 130

Trayecto 3. Reorientar los flujos financieros 135


Oportunidad #8. Reorientar las líneas presupuestarias técnicas y
de I+D hacia sistemas alimentarios sustentables 137
Oportunidad #9. Reformar los subsidios a los principales productos básicos 140
Oportunidad #10. Gravar la comida chatarra y fijar impuestos justos a las empresas 144

Trayecto 4. Repensar las modalidades de colaboración de la sociedad civil 151


Oportunidad #11. Generalizar la colaboración intersectorial 152
Oportunidad #12. Desarrollar nuevas herramientas para bloquear las cadenas
corporativas de productos básicos e infiltrarse en las negociaciones a puerta cerrada 155
Oportunidad #13: Crear nuevas asociaciones para financiar un cuarto de siglo de
transformación del sistema alimentario 157

Sección 5.
Conclusiones: ¿caminar a paso lento hacia un Movimiento de largo plazo
por la alimentación? 159

Anexo 1. Glosario de tendencias tecnológicas: términos de interés


para los movimientos por la alimentación 170
Anexo 2. Vías para reformar los organismos de la ONU con sede en Roma:
¿del Circo Máximo al Foro Romano? 176
Anexo 3. Grupo Asesor del Movimiento de largo plazo por la alimentación 179
Bibliografía 182

22
Un movimiento de largo
plazo por la alimentación:
transformar los sistemas
alimentarios para 2045
Este informe sostiene que necesitamos urgentemente un “Movimiento de largo
plazo por la alimentación”. La sociedad civil debe desarrollar estrategias de
transformación plurianuales diseñadas específicamente para activar la palanca
del cambio de largo plazo, cuya proyección abarque la consecución de los
Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030 y se extienda hasta una hipotética
tercera ronda de objetivos de desarrollo (¿2030-2045?). Para hacer esto de
manera eficaz, la sociedad civil tiene que llevar a cabo una reflexión mucho más
profunda (que conecte las luchas a diferentes escalas), más amplia (que incluya el
escaneo de vastos horizontes y la planificación de cara a perturbaciones futuras)
y con un mayor alcance (en colaboración con nuevos actores). A lo largo de
este informe exploramos las amenazas sin precedentes que se ciernen sobre los
sistemas alimentarios (Sección 1); los ingredientes básicos para la transformación
de los sistemas alimentarios liderada por la sociedad civil (Sección 2); lo que nos
depara el próximo cuarto de siglo si permitimos que los agronegocios sigan como
siempre (Sección 3); y cómo podrían ser los sistemas alimentarios en 2045 si, por
el contrario, la sociedad civil consigue planificar el futuro y colaborar con más
eficacia que nunca (Sección 4).

23
Sección 1.
Una nueva anormalidad:
pandemias, límites
planetarios y sistemas
alimentarios bajo
amenazas sin
precedentes
En 2021, quienes
trabajamos en la
construcción de sistemas
alimentarios justos, equitativos
y que operan dentro de los
límites planetarios, tenemos mucho
trabajo por hacer. El cambio climático,
la pérdida de biodiversidad y la rápida
disminución de la fertilidad del suelo están
dañando seriamente la salud de las personas y del
planeta, dislocando a las sociedades y amenazando los
sistemas alimentarios de todo el mundo. Hace cinco años
se alcanzó un compromiso a escala mundial para eliminar el
hambre en 2030, pero desde entonces hemos perdido mucho
terreno. La inseguridad alimentaria va en aumento: se estima
que 690 millones de personas padecían hambre en 2019 y más de
2 mil millones carecían de acceso a alimentos seguros, nutritivos y
suficientes de manera regular (FAO et al. 2020). Y esto antes de que la
pandemia de la COVID-19 estallara a escala global en 2020, sumando
aproximadamente 130 millones al número de personas que padecen
hambre (HLPE, 2020), empujando a innumerables millones más al borde
de la hambruna y poniendo en riesgo un tercio de los medios de subsistencia
(HLPE, 2020), mientras que los beneficios de la agroindustria no han dejado
de aumentar.

La pandemia, en la que seguimos inmersos en la fecha de publicación de


este informe, ha puesto de manifiesto la incapacidad de la sociedad para
abordar la alimentación desde una perspectiva de largo plazo. En primer
lugar, hizo aún más evidentes las extremas desigualdades que azotan las
fronteras y el conjunto del sistema alimentario. Las comunidades negras e
indígenas marginadas, ya sea en el Norte o en el Sur globales, tienen más
probabilidades de morir a causa de la COVID-19 debido a una deficiente
atención sanitaria, dificultades para acceder a dietas saludables y altos
índices de enfermedades relacionadas con la alimentación (Red
Mundial por el Derecho a la Alimentación y a la Nutrición, 2020). En
el Norte global, se ha considerado que muchos trabajadores de
la cadena alimentaria eran lo suficientemente "esenciales"
como para arriesgar sus vidas para alimentarnos,
a pesar de que las plantas de envasado de carne y las comunidades
de trabajadores agrícolas han sido focos de contagio del virus.
Y, paradójicamente, estos mismos trabajadores se ven a menudo
invisibilizados ante la ley o criminalizados por su situación
migratoria1, y se cuentan entre los 4 mil millones de personas de
todo el mundo que carecen de seguridad social (ACNUDH, 2020).
Los trabajadores de los países del Sur global se enfrentan a amenazas
especialmente graves: solo en la India, se calcula que hubo 139
millones de desplazamientos de migrantes dentro del país como
resultado del repentino confinamiento que les impidió acceder a sus
medios de subsistencia (Bello, 2020b). Los vendedores ambulantes y
otros trabajadores informales de todo el sistema alimentario forman
parte de los grupos más afectados por la crisis. Además, los impactos
de la pandemia de la COVID se han agravado con la desigualdad de
género, lo que pone de manifiesto la desproporcionada —y a menudo
invisible— carga de trabajo doméstico que soportan las mujeres en
relación con la provisión de alimentos y cuidados (Agarwal, 2021).
Esto se suma a las múltiples injusticias interseccionales a las que
se enfrentan las mujeres, incluida la distribución desigual de los
alimentos en los hogares.

La pandemia también ha puesto el foco en la extrema vulnerabilidad


del sistema alimentario industrial globalizado. Los cierres de puertos,
las prohibiciones a la exportación y las terribles pérdidas de alimentos
por la imposibilidad de hacerlos llegar a los mercados (evitadas en
algunos casos gracias a soluciones creativas de los agricultores) son
la prueba de que las cadenas de suministro globalizadas que antes
considerábamos "eficientes" y "racionales" son cualquier cosa menos
eso. El sistema no solo ha demostrado ser altamente sensible a las
situaciones disruptivas, sino que además está generando condiciones
favorables para la gestación de nuevas pandemias, que las cadenas
de suministro globalizadas ayudan a propagar, como la pérdida
de hábitats, las nuevas tecnologías genéticas y otros riesgos de
bioseguridad (Bello 2020a; IPES-Food, 2020a).

En respuesta, algunos gobiernos han dado prioridad a las


transferencias de dinero y alimentos a los ciudadanos con
menos ingresos, reconociendo así el aumento de la pobreza y la
inseguridad alimentaria. Otros han adoptado programas de apoyo

26
a la vivienda, al empleo o a las rentas, pero por importes no muy
superiores a los destinados a rescatar a las empresas. Mientras esto
ocurre, las autoridades de algunos lugares del mundo imponen
severas restricciones a los campesinos, los pescadores artesanales y
los mercados territoriales a los que éstos abastecen, al tiempo que
conceden privilegios adicionales a las empresas (Red Mundial por el
Derecho a la Alimentación y a la Nutrición, 2020).

Muchos de los que están en primera línea de la crisis prefieren "saltar


hacia adelante" en lugar de "reconstruir mejor". Comunidades y
movimientos sociales de todo el mundo están tomando la iniciativa
para cubrir lagunas y responder a las vulnerabilidades que han causado
los sistemas convencionales. Acciones que van desde las redes de
ayuda mutua hasta el abastecimiento de alimentos relocalizado y los
programas de distribución de alimentos de emergencia para reducir
la brecha entre las zonas urbanas y rurales (FIAN, 2020). Algunos
de estos esfuerzos son retomados por los gobiernos y las autoridades
locales, como en el caso de la coalición popular C-19 People’s
Coalition en Sudáfrica (Monjane, 2020). Una de las claves es que se
están forjando nuevas conexiones, fruto de las interacciones entre
movimientos populares más recientes y principalmente urbanos,
como el Black Lives Matter (BLM), el #MeToo, Fridays for Future o
Extinction Rebellion, y movimientos agrarios, ambientales, laborales
y feministas de larga data (Tramel, 2020). A principios de 2021, estas
nuevas y poderosas convergencias pusieron el foco en las herencias
de la esclavitud, la colonización y el racismo estructural sobre los
sistemas alimentarios, algo que se consiguió gracias a que las protestas
del BLM conectaron transversalmente con las de movimientos por
la justicia alimentaria, los derechos indígenas o la agroecología en
todo el mundo (Belay, 2020). También consiguieron apoyo global
para las protestas de los agricultores en la India, y reunieron a los
movimientos sociales de todo Brasil para denunciar el aumento del
hambre durante la pandemia y reclamar el derecho a la alimentación2.

Lógicamente, estas respuestas son el resultado de un intenso trabajo


previo. En el cuarto de siglo transcurrido desde la Cumbre Mundial
sobre la Alimentación de 1996, los movimientos por la alimentación
han cosechado importantes logros. Estos éxitos (que recapitulamos y
analizamos en detalle en la Sección 2) van desde las campañas contra

27
los transgénicos hasta la inclusión del Derecho a la Alimentación
en las negociaciones intergubernamentales, pasando por el fomento
de las líneas de tendencias que apuestan por las dietas orgánicas, de
comercio justo y vegetarianas o la adopción de la Declaración de las
Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos (UNDROP)3
y la reforma y reactivación del Comité de Seguridad Alimentaria
Mundial (CSA) de las Naciones Unidas.

Si viviéramos en un mundo con tiempo y recursos ilimitados, habría Ninguna de


razones para celebrar. Sin embargo, como bien saben los movimientos las líneas de
por la alimentación, ese no es el caso. Ninguna de las líneas de
tendencias —
tendencias —para ningún sector— sitúa a la humanidad en un lugar
seguro de aquí a 25 años. La sociedad civil es muy consciente de que
para ningún
la emergencia climática, agravada por la pérdida de biodiversidad y sector— sitúa a la
la degradación del agua y del suelo, amenaza la supervivencia humanidad en un
humana. A lo largo del próximo cuarto de siglo, podría verse lugar seguro de
comprometida la seguridad alimentaria de la mitad de la población aquí a 25 años
mundial, o incluso más.

Hace poco más de diez años, el Centro de Resiliencia de Estocolmo


identificó nueve límites planetarios que no deberíamos atrevernos
a cruzar (ver Recuadro 1). Para la celebración de la Conferencia
sobre el Clima de París de 2015, al menos cuatro de los nueve límites
planetarios se habían superado ya, y la situación de otros dos estaba
en duda. Según la literatura científica, ocho de los nueve límites se
han ido haciendo mucho más frágiles en la última década, e incluso
el noveno (el agotamiento del ozono estratosférico) podría estar en
peligro. La reflexión sobre los límites ha sido una prioridad para
nosotros desde que iniciamos la elaboración de este informe: El
CREPPA, un grupo de investigación de la Universidad de Quebec
en Montreal, elaboró un documento de referencia4 sobre el marco de
los límites planetarios. En este documento, los sistemas alimentarios
mundiales se identifican como un vector esencial para la superación
de dichos límites y se concluye también que los sistemas alimentarios
se verán a su vez considerablemente afectados en caso de rebasarse
los límites, al igual que las sociedades y la vida en la Tierra (Bacon y
Vandelac, 2020).

28
Recuadro 1
¿Qué son los límites planetarios y de qué lado estamos nosotros?

Para ayudar a los elaboradores de políticas a encontrar un "espacio operativo seguro"


para el "desarrollo de la sociedad global", en 2009 un equipo de científicos liderado por
Johan Rockstrom, del Centro de Resiliencia de Estocolmo, desarrolló el marco de límites
planetarios (Centro de Resiliencia de Estocolmo, s.f.). El marco tiene como objetivo orientar
a los responsables de la toma de decisiones en relación con los desafíos globales actuales,
mediante la realización de un análisis científico del impacto de las actividades humanas
sobre los sistemas de la Tierra. Esto incluye la identificación de los umbrales de impacto
en los que los sistemas se desestabilizan y en los que existe riesgo de sobrepasar los límites.
Se han identificado un total de nueve límites: (1) el cambio climático; (2) la integridad de
la biosfera (diversidad genética y funcional); (3) la acidificación de los océanos; (4) el uso
de agua dulce; (5) los cambios en el sistema de tierras (incluida la deforestación); (6) los
ciclos biogeoquímicos (fósforo, nitrógeno); (7) el agotamiento del ozono estratosférico; (8)
la carga de aerosoles atmosféricos; (9) las entidades nuevas (por ejemplo, los pesticidas, los
transgénicos, los nanomateriales, los plásticos, etc.). En 2015, se habían transgredido cuatro de
los nueve límites (cambio climático, integridad de la biosfera, cambios en el sistema de tierras
y flujos biogeoquímicos). Las tendencias de los demás (cuando se han definido variables de
control global) son extremadamente preocupantes, salvo en el caso del agotamiento de la
capa de ozono, que se inclina tímidamente hacia la mejora. Las interrelaciones entre estos
límites planetarios apuntan a una cascada de puntos de inflexión en un futuro muy próximo,
con consecuencias irreversibles para las sociedades y el planeta (Bacon y Vandelac, 2020).

Según cálculos conservadores, la cadena de suministro de alimentos actual emite


aproximadamente el equivalente a 13 700 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono
equivalente (CO2eq), lo que representa el 26% de las emisiones antropogénicas de GEI. Otros
2800 millones de toneladas métricas de CO2eq (un 5% adicional) pueden atribuirse a cultivos no
alimentarios y otros factores de deforestación. Tanto GRAIN como muchas otras organizaciones
de la sociedad civil (OSC) consideran que un cálculo completo de todos los eslabones de la
cadena industrial podría elevar la contribución de los sistemas alimentarios a las emisiones
mundiales de GEI por encima del 50%. Es importante destacar que la inmensa mayoría de estas
emisiones proceden de sistemas alimentarios industriales y comerciales.

Como bien saben sus creadores, el enfoque de los límites planetarios solo puede ofrecer
una visión imperfecta de un rompecabezas global cambiante, multidimensional y altamente
complejo. Por lo tanto, es un enfoque inevitablemente incompleto y tiene sus detractores. La
"economía del donut" de Kate Raworth trata de casar este enfoque estrictamente geofísico con
un enfoque más social en el que también se rastrean límites sociales (como la alimentación, la
salud y la equidad social) (Raworth, 2018).

29
Integridad de
la biosfera
E/MSY
Bil
(sin cuantificar) Climate Change

Entidades nuevas
(sin cuantificar)

Cambios en el
uso del suelo

Destrucción de la
capa de ozono

Uso del
agua dulce
Carga atmosférica
de aerosoles

Acidificación
P Oceánica Por abajo del límite (sin riesgo)
Zona de incertidumbre (riesgo en aumento)
N
Más allá de la zona de incertidumbre (riesgo alto)
Flujos
biogeoquímicos

Fuente: J. Lokrantz/Azote based on Steffen et al. 2015.

Salvo excepciones, los movimientos por la alimentación tienen


conocimientos sobre aquellos límites que les resultan más cercanos,
pero no han llegado a comprender la rapidez con la que cambian, ni
cómo interactúan entre ellos los nueve límites.

Sin embargo, las devastadoras consecuencias de sobrepasar de


manera interconectada estos límites son cada vez más difíciles de
1/3
ignorar. En 2020, el primer informe mundial sobre los suelos advirtió de los suelos agrícolas
que un tercio de los suelos agrícolas presentan un nivel de erosión presentan un nivel de
tan elevado como para poner en riesgo su fertilidad: 12000 años de erosión tan elevado
cosechas que podrían llegar a su fin en tan solo 100 años más5. como para poner en
riesgo su fertilidad
Gracias al informe supimos también que estos mismos suelos son
tan fundamentales para el secuestro de CO2 como la vida vegetal que
albergan (Carrington, 2020a), y que los suelos fértiles son la «piel»
de un planeta que la era industrial está literalmente desollando vivo.
Según otro estudio, el ritmo de privatización y homogeneización de

30
© Wesley Tingey

nuestros suelos es excesivo: solo el 1% de los 300 millones de granjas 80% de los
que hay repartidas en todo el mundo concentran el 70% de las tierras bosques que
de cultivo, los pastos y los huertos (Watts, 2020).
quedan en el
mundo están
En 2020, el mundo también descubrió los pirocumulonimbos —
incendios hasta ahora impensables— que sembraron el terror en el
protegidos por
sur de Australia, la costa oeste de Norteamérica, la Península Ibérica 370 millones
o la tundra ártica, entre otros lugares. La quema intencional también de indígenas
ha devastado los bosques amazónicos y los suelos del Cerrado (para
dejar paso al ganado y la soya de exportación en América Latina),
la cuenca del Congo (para la exportación de carne y minerales), el
África occidental (para la producción de cacao) y el sur de Asia (para
las plantaciones de aceite de palma). Estos incendios no solo están
destruyendo los grandes pulmones del planeta: su intensidad es tal
que durante meses expulsan ceniza que llega hasta la estratosfera,
con terribles consecuencias para el clima y los pulmones de quienes
respiran este aire. El 80% de los bosques que quedan en el mundo
están protegidos por 370 millones de indígenas (Maffi, 1999)6, cuyas
tierras soberanas se enfrentan a la amenaza de mineros, ganaderos,
propietarios de plantaciones y sus aliados en los gobiernos. A medida
que los pueblos indígenas son expulsados, desaparece también su
profundo conocimiento ecológico. Un tercio de los territorios de

31
América Latina ya no tiene hablantes de las lenguas originarias que el número de
puedan explicarlos, y un tercio de las lenguas del mundo cuentan con “zonas muertas”
menos de mil hablantes (Maffi, 1999).
con déficit de
oxígeno en el
A los científicos les preocupa ahora que, en lugar de absorber dióxido
de carbono, el Amazonas se convierta próximamente en un emisor
océano ha pasado
neto (Vaughan, 2019); que la tundra ártica pueda estar ya emitiendo de 45 a más
dióxido de carbono y otros gases con efecto de invernadero; y que la de 700
capacidad de los océanos para absorber CO2 esté llegando a su punto
de saturación, coincidiendo con la disminución de su capacidad
para liberar oxígeno (Mooney y Denis, 2019). Desde la Cumbre de la
Tierra de 1992, el número de "zonas muertas" con déficit de oxígeno
en el océano —consecuencia fundamentalmente de la escorrentía de
productos agroquímicos— ha pasado de 45 a más de 700 (IPBES,
2019). Aunque los datos no son claros, algunos investigadores insisten
en que los océanos podrían llegar a acumular un volumen mayor de
plástico que de peces hacia mediados de siglo. Esto socava los medios
de subsistencia de los 30 millones de personas que sobreviven de la
pesca artesanal y trabajadores y trabajadoras del sector pesquero de
todo el planeta, que producen y procesan casi la mitad del pescado
que comemos (IPBES, 2019), y pone en peligro una quinta parte de
nuestras proteínas. Además, a finales de 2020, las Naciones Unidas
concedieron cientos de licencias de explotación minera de los fondos
marinos que, por primera vez, expusieron el suelo oceánico (y las aguas
que lo cubren) a una destrucción absolutamente incomprensible.
Pero las catástrofes ligadas al agua no acaban aquí: si se mantiene
el ritmo actual de extracción de los acuíferos subterráneos, en 2050
habrá 5700 millones de personas que se enfrenten regularmente a
escasez de agua (Naciones Unidas, 2018).7 habrá

Las implicaciones en términos de justicia global son muy graves. Los


5700 millones
de personas que
movimientos y los científicos señalan que las amenazas al suministro
se enfrenten
de alimentos, como la pandemia de la COVID-19, afectarán más a
las personas y comunidades pobres. Están especialmente en riesgo
regularmente
los agricultores en pequeña escala, los habitantes de los bosques, los a escasez de agua
pastores, las comunidades costeras, los pueblos indígenas, las mujeres en 2050
y todos aquellos cuyas vidas y medios de subsistencia dependen
de ecosistemas vulnerables. Los pueblos indígenas, en particular,
se enfrentan a impactos devastadores derivados de los cambios

32
climáticos y otros estresores múltiples que afectan a zonas críticas
para la diversidad biológica y cultural, limitando su capacidad para
reconstruir la resiliencia a través de la diversidad.

Las crisis del futuro estarán cada vez más interconectadas y se


reforzarán mutuamente. La crisis climática ya está impulsando flujos
migratorios, nuevas desigualdades económicas y propagación de
enfermedades. La ola mundial de autoritarismo también se alimenta
de estas crisis, y la pandemia de la COVID-19 se utiliza como pretexto
para restringir aún más todo tipo de derechos, cerrar los espacios
democráticos, reprimir a los defensores de derechos8 y utilizar los
alimentos como armas (Naciones Unidas, 2019b).

El panorama general no deja lugar a dudas sobre las graves amenazas


que se ciernen sobre los sistemas alimentarios. Como veremos en las
siguientes secciones, ni los agronegocios funcionando como siempre
ni la sociedad civil en su formato actual pueden evitar que se sigan
sobrepasando límites. Tampoco pueden hacer nada para regresar a
niveles seguros los límites rebasados. Este es el durísimo telón de
fondo de nuestra sociedad humana, independientemente de cómo
intentemos enfrentarnos al cambio en las próximas décadas.

© Patrick Hendry

33
Un movimiento de largo plazo por la alimentación:
Por qué, cómo y qué sigue

Como sugiere su título, este proyecto parte de la premisa de que la sociedad civil, y en
particular los movimientos por la alimentación constituyen un punto focal esencial y un
motor de la transformación del sistema alimentario. El término "sociedad civil" se utiliza a lo
largo de este informe para referirse a las redes organizadas, ya sea formal o informalmente,
que reúnen a actores no estatales, incluidos los movimientos sociales, las organizaciones no
gubernamentales (ONG), los productores en pequeña escala, los sindicatos, las organizaciones
comunitarias y otros aliados que contribuyen a la promoción de sistemas alimentarios al
servicio del bien común, basados en los derechos humanos y que intentan operar dentro de
los límites planetarios. También utilizamos la expresión "movimientos por la alimentación" en
el mismo sentido. Los pueblos indígenas que han proclamado o están actualmente en lucha
por su autogobierno gozan de una identidad legal y una voz propias, incluso cuando deciden
alinear su labor de reivindicación con la de la sociedad civil. No obstante, conviene precisar que
la sociedad civil es en la práctica una realidad más amplia que aquella a la que nos referimos
con esta expresión en el presente informe, y que en ella se incluyen también grupos que se
oponen directamente a la transformación de los sistemas alimentarios9.

La segunda premisa clave en la elaboración de este informe ha sido la importancia de aplicar


un enfoque de largo plazo a la transformación de los sistemas alimentarios. El título del
proyecto es un guiño amable, aunque descarado, al conocido movimiento de Slow Food, que
no tiene aspiraciones académicas pero sí cierta complicidad con la sociedad civil. El término
"largo" también pretendía transmitir la importancia de una colaboración estratégica durante
todo un cuarto de siglo, corta en términos históricos y de movimiento, pero larga en el sentido
en que, como sostenemos, la sociedad civil se ha acostumbrado a planificar solo a dos o tres
años. Sin embargo, como han señalado algunos de nuestros revisores, si no comprendemos
antes de dónde venimos, planificar el futuro puede ser lo mismo que empezar la casa por el
tejado. Podría decirse que nuestras proyecciones hacia atrás y hacia delante no han sido lo
suficientemente "alargadas" como para captar la naturaleza epocal de los procesos de cambio.

La noción de una perspectiva de largo alcance para el trabajo y las estrategias de los movimientos
por la alimentación se venía gestando desde una reunión mundial de organizaciones de la
sociedad civil que el AgroEcology Fund celebró en Uganda en 2016. La idea se hizo realidad
en mayo de 2019, cuando la retomaron IPES-Food y el Grupo ETC con el apoyo financiero
de 11th Hour Project. Las dos organizaciones colaboradoras recurrieron a CREPPA, un grupo
de investigación de la Universidad de Quebec en Montreal, que aceptaron estudiar los límites
planetarios en relación con los límites sociales sobre los que ya estaban investigando. Juntas,
las tres organizaciones constituyeron un Comité de gestión.

34
Desde el principio se tuvo claro que este informe debía plantearse como una llamada
de atención y no como una receta infalible, y que debía concluirse en un plazo breve, sin
pretensiones de exhaustividad. A medida que el trabajo avanzaba y nos dábamos cuenta de
los profundos cambios que afectan a los sistemas alimentarios, el informe ha ido tomando
un carácter marcado por la urgencia. A una pandemia que ha hecho mucho más patentes las
emergencias relacionadas con el clima y la biodiversidad, hay que añadir que las respuestas
de la agroindustria —en particular las que surjan de la próxima Cumbre sobre los Sistemas
Alimentarios— a las diversas crisis, cada vez más graves, deberán implicar necesariamente
consideraciones inmediatas y también de largo plazo.

Las perspectivas y las orientaciones estratégicas de una amplia gama de grupos de la sociedad
civil se incorporaron al análisis a través de tres canales: i) revisión de los sitios web y la literatura
de las OSC; ii) entrevistas y diálogos con grupos de la sociedad civil que trabajan en espacios
de gobernanza mundial, y iii) opiniones de un Grupo Asesor integrado por representantes de
múltiples sectores, organizaciones y continentes (ver Anexo 3).

Un informe de este alcance presenta inevitablemente ciertas limitaciones y, aunque se abordan


a lo largo del mismo, conviene mencionar algunas:

•N
 os hemos enfrentado al reto de presentar un informe que sea pertinente a escala
mundial y que, al mismo tiempo, refleje la disparidad de condiciones y realidades de
nuestro mundo (especialmente las diferencias entre el Sur y el Norte globales). Aunque a
lo largo de las sucesivas revisiones se ha conseguido afinar la manera en que se abordan
estas cuestiones, la limitación persiste y entendemos que en el futuro habrá que hacer un
análisis más detallado y específico de cada región;

•A
 pesar de que en el informe se insiste repetidamente en la importancia de la coordinación
y la organización a múltiples escalas, no ha sido posible prestar la misma atención a los
niveles local, nacional, regional y mundial, y el informe presenta un sesgo orientado
hacia la escala mundial;

•P
 or otro lado, por mucho que hayamos intentado localizar y revisar el trabajo del mayor
número posible de grupos de la sociedad civil, es imposible que este estudio llegue a ser
completo. En concreto, debido a las limitaciones asociadas al tiempo y la investigación
como tal, no ha sido posible explorar suficientemente las iniciativas y propuestas de
la sociedad civil más allá del ámbito de la alimentación y la agricultura, aunque sí
destacamos la importancia de las colaboraciones transversales.

35
Hoy en día es muy habitual (casi obligatorio) que entre los objetivos de los informes figure
también la "apertura de un diálogo". Sin embargo, somos muy conscientes de que en este caso
el diálogo está ya muy avanzado. En los próximos meses, esperamos compartir este informe
tanto en persona como de manera virtual con amigos y aliados en diversos foros regionales y
mundiales. Y si este trabajo tiene algún valor, es posible que en algún momento de los próximos
años se vea modificado por completo a la luz de las revisiones, adaptaciones u objeciones que
propongan los movimientos por la alimentación y cualquier otro aliado que decida analizarlo
en mayor o menor detalle desde su propio contexto. Veremos qué pasa después.

36
Sección 2.
La sociedad civil
como agente de
cambio del sistema
alimentario:
los cuatro
ingredientes básicos
de un «Movimiento
de largo plazo por
la alimentación»
¿Será capaz la sociedad civil ponerse a la altura
de este reto? Nuestra conclusión es que el
cambio liderado por la sociedad civil no solo
es nuestra mejor apuesta para salvar un planeta
a la deriva, sino que además, y esto es aún más
importante, todavía es posible conseguir avances
verdaderamente revolucionarios que nos permitan
cambiar de rumbo. La historia nos enseña que las
organizaciones de la sociedad civil acumulan tanto
éxitos sorprendentes como deficiencias persistentes.
A partir de esas observaciones, identificamos cuatro
ingredientes básicos que han sustentado los éxitos
del pasado y que la sociedad civil necesitará para
impulsar una transformación sin precedentes del
sistema alimentario en el próximo cuarto de siglo:
1) colaborar a múltiples escalas; 2) ampliar las
alianzas y restructurar las relaciones; 3) conectar el
compromiso a largo plazo con un amplio "escaneo
del horizonte"; y 4) prepararse para el cambio y las
situaciones disruptivas.
Frente a la inaudita combinación de mega amenazas
que se cierne sobre la humanidad, no sabemos con
exactitud qué hay que hacer ni a quién le corresponde
hacerlo. También desconocemos hasta qué punto
las amenazas a la seguridad alimentaria pueden
abordarse solo desde la reforma de los sistemas
alimentarios, teniendo en cuenta el carácter
interconectado de los sistemas terrestres.
Pero sin una sociedad civil fuerte (y que ejerza
una presión constante sobre los gobiernos
para que actúen en pro del interés público), y
sin un compromiso renovado de colaboración
de largo plazo entre los movimientos por la
alimentación, nos resulta difícil imaginar una
transformación de los sistemas alimentarios en
la escala en la que se requiere. Muchos de los
cambios que se describen a continuación han
emergido íntegramente desde la sociedad civil,
pero independientemente del nivel en el que se
iniciaran, siempre acabaron alcanzando también
a otros actores: gobiernos y partidos políticos,
científicos, empresas, fundaciones y una amplia
gama de otras comunidades e individuos. Aunque
cada pieza del rompecabezas merece un análisis
individualizado, en este caso nos centramos
esencialmente en el potencial de transformación
dirigida por la sociedad civil.

Hace ya mucho tiempo que empezó a gestarse un


Movimiento de largo plazo por la alimentación,
algo crucial que nos obliga a mirar atrás y hacer
balance de lo que la sociedad civil ha logrado hasta
ahora. Desde las continuas luchas indígenas contra
la colonización hasta las protestas antiglobalización
que dieron lugar al movimiento por la soberanía
alimentaria, existe una vibrante historia de lucha
colectiva, resistencia y demostración de formas
alternativas de avanzar que ha allanado el camino
para la construcción y organización de los
movimientos actuales.
En las últimas décadas, los movimientos por la alimentación se han
anotado una serie de victorias internacionales de alto nivel. La
sociedad civil ha frenado la propagación de los transgénicos y ha
presionado a los gobiernos que forman parte del Convenio sobre
la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas para que adopten
protocolos que regulen su comercio y regulen la distribución de los
beneficios de la biodiversidad. Los movimientos por la alimentación
también defendieron con éxito la adopción de la UNDROP y forzaron
las negociaciones sobre la impunidad de las empresas en el Consejo de
Derechos Humanos, el debate sobre la agricultura en las negociaciones
sobre el clima, la concentración de la agroindustria en la UNCTAD,
y tres moratorias de la ONU sobre tecnologías relacionadas con
la agricultura en el Convenio sobre la Diversidad Biológica y los
protocolos del Derecho del Mar. Los movimientos campesinos y los
sindicatos —con el apoyo de otras OSC y respaldados por aliados del
ámbito académico— pusieron en jaque a la Organización Mundial de
Comercio en Seattle, lo volvieron a hacer en Cancún y de nuevo en
Hong Kong.

Otros éxitos igualmente importantes se han conseguido a escala


nacional y local (y a veces fuera del radar). Entre ellos se encuentran
las incansables luchas de los movimientos campesinos, los sindicatos,
los organizadores comunitarios, los ayuntamientos, las organizaciones
sin ánimo de lucro y los académicos que se unieron para poner en pie
mercados orgánicos locales y programas de alimentación en Brasil;

© Li An Lim

39
para fomentar la adopción de la agroecología a escala regional en el
sur de la India; para institucionalizar las políticas alimentarias locales
y nacionales (y sus correspondientes consejos) en Canadá; para gravar
con impuestos la comida chatarra en México y Chile; y para exigir
responsabilidades por los transgénicos y el acaparamiento de tierras,
a través de procesos de reflexión compartida y jurados ciudadanos
en Senegal y Mali. Igual que los políticos retirados y los funcionarios
jubilados de las Naciones Unidas se ponen sentimentales hablando
de las guerras que la diplomacia evitó, las organizaciones de la
sociedad civil también tienen infinidad de triunfos no reconocidos,
más meritorios porque ocurren en rincones sumamente aislados
geográficamente, en medio de cascadas y selvas, desafiando a los
tiranos locales. Frente a las intervenciones de elocuentes portavoces
en foros de la ONU, estas son las experiencias que han vivido y que
han compartido los "militantes indocumentados" de las comunidades
locales, los líderes indígenas y los organizadores campesinos —desde
América Central hasta el sur de Asia— cuyas luchas y cuyas muertes
han sacudido a sociedades y gobiernos.

Son, en muchos casos, éxitos conseguidos contra todo pronóstico.


Tanto a Estados como a empresas les pilló por sorpresa que medio
millón de campesinos y manifestantes en Nueva Delhi se unieran
a otros miles de manifestantes campesinos en Curitiba, a los miles
de participantes que se sumaron a la campaña de envío de cartas
en Canadá y a cientos de parlamentarios en Bruselas para defender
la moratoria sobre la tecnología Terminator. Asimismo, resultó
igualmente impactante que las OSC, de la mano de científicos de
la agricultura y elaboradores de políticas, se les echaran encima y
acabaran abochornando a los representantes de la agroindustria
y los principales gobiernos en un debate de varios años sobre las
tecnologías agrícolas adecuadas (la IAASTD).

Pero este nunca ha sido un camino de rosas, y al igual que los


éxitos, muchos de los fracasos y las oportunidades perdidas pasan
desapercibidos. Durante esas mismas décadas, la malnutrición se
ha disparado y el ritmo al que se expulsa a los campesinos de sus
tierras ha alcanzado niveles históricos. Se han arrasado las zonas de
pesca costera, los medios de subsistencia de los trabajadores agrícolas
y de la alimentación (incluidos los trabajadores migrantes) se han

40
estancado o están en declive, y el trabajo en condiciones de esclavitud
no solo sigue existiendo, sino que va en aumento10.

Aunque no podemos culpar de esta situación a la sociedad en abstracto,


es cierto que en ocasiones las OSC han tardado demasiado en Si queremos
denunciar e incluso más aún en reaccionar. La sociedad civil no hizo que estos logros
nada para denunciar (y mucho menos impedir) el desmantelamiento
perduren, si
del Centro de las Naciones Unidas sobre Empresas Transnacionales
y el Centro de las Naciones Unidas de Ciencia y Tecnología para
queremos
el Desarrollo, o el abandono del trabajo pionero de la UNCTAD entretejerlos —
para poner en cuestión los derechos de propiedad intelectual, las como una maraña
prácticas comerciales restrictivas y los cárteles de productos básicos. de hilos que se
¿Consideramos un logro el hecho de que las OSC se coordinen ahora convierte en un
para luchar contra la impunidad de las empresas en el Consejo de tapiz—, la sociedad
Derechos Humanos; o bien estamos ante un fracaso porque no han civil tendrá que
hecho casi nada para oponerse a la concentración de la agroindustria
replantearse en
que llevan documentando desde los años 70? ¿Es la reactivación del
Comité de Seguridad Alimentaria Mundial un motivo de celebración,
términos radicales
o deberíamos preguntarnos por qué se ha tardado tanto en llevar a sus planes,
la práctica una idea que se propuso por primera vez en 1974? ¿Hace prioridades y
falta una pandemia para que los movimientos por la alimentación horizontes
empiecen a colaborar de manera efectiva con los movimientos por la
salud, el clima y el medio ambiente?

El desafío para la sociedad civil, por lo tanto, no se limita únicamente


a intentar emular las protestas de Seattle, las campañas contra los
transgénicos o la creación del Foro Social Mundial impulsada por
los movimientos sociales11. Si queremos que estos logros perduren,
si queremos entretejerlos —como una maraña de hilos que se
convierte en un tapiz—, la sociedad civil tendrá que replantearse en
términos radicales sus planes, prioridades y horizontes (e incluso su
concepción del éxito). A continuación, basándonos en entrevistas
con personas implicadas en el movimiento alimentario, consultas con
OSC y nuestra revisión de la literatura, identificamos y exploramos
los cuatro ingredientes básicos para un Movimiento de largo plazo
por la alimentación, a saber, lo que ha necesitado la sociedad civil
para convertirse en un agente de cambio eficaz en el pasado, y lo que
necesitará para que las OSC consigan impulsar la transformación sin
precedentes del sistema alimentario (y por extensión, de la sociedad)
que tanto necesitamos a lo largo del próximo cuarto de siglo.

41
Cuatro ingredientes básicos para un Movimiento de largo
plazo por la alimentación
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INGREDIENTE #1
Colaborar a múltiples escalas

Para muchos, la organización en múltiples escalas es la clave para


que la sociedad civil consiga provocar un verdadero cambio (Gaventa
y Tandon, 2010). Los desafíos a los que se enfrentan los sistemas
alimentarios trascienden cada vez más las fronteras nacionales, por
lo que conseguir un compromiso global se vuelve más estratégico y
necesario. La mayoría de las victorias recientes de los movimientos
por la alimentación se han producido gracias a un intenso "diálogo
vertical", es decir, gracias al intercambio de información e ideas de lo
local a lo global y viceversa.

Muchos de los logros se han luchado y se han conseguido a nivel


local o nacional en un primer momento, y su traslado al nivel global
ha llegado más tarde. Por ejemplo, gracias a las sucesivas campañas
de la sociedad civil se ha conseguido que en países como Chile,
México y el Reino Unido se adopten medidas estrictas contra la

42
comida chatarra; que los municipios de todo el mundo hayan puesto
en marcha programas de contratación pública local/sustentable; y
que los gobiernos locales y nacionales (el más reciente, el de Canadá)
establezcan políticas públicas y comités de alimentación. Los procesos
de reflexión compartida, la eliminación de cultivos transgénicos o la
oposición a las patentes sobre formas de vida encontraron su punto
de partida en los ámbitos local o nacional, para luego trasladarse a
campañas regionales y mundiales. Los transgénicos y otras amenazas
identificadas tempranamente mediante revisión del horizonte por
organizaciones de la sociedad civil, se volvieron parte crucial de las
discusiones globales.

A menudo, las iniciativas locales van beneficiando a mayor número de


personas y comunidades porque las cosas que funcionan se copian y
repiten en más lugares. Sin embargo, adoptar modalidades de acción
a escala múltiple sería esencial para "conectar de manera eficaz los
derechos y las reivindicaciones, de arriba a abajo y viceversa, de lo
local a lo global" (Gaventa y Tandon, 2010), o para superar obstáculos
locales (por ejemplo, un régimen represivo) por medio de la creación
de alianzas más amplias, la obtención de visibilidad en los medios
de comunicación y la conquista de la legitimidad internacional
para luego volver a casa reforzados, como describen las llamadas
"estrategias boomerang" (Keck y Sikkink, 1999).

De manera inversa, las alianzas tecnológicas y comerciales suelen


desplazarse de lo global a lo local. Desde los acuerdos comerciales
hasta los datos masivos y la biopiratería, las comunidades se
ven inmersas en batallas inentendibles desde frentes totalmente
inesperados. Conversaciones verticales (local-globales) son de
enorme ayuda siempre y cuando la información circule en ambos
sentidos, para evitar que los avances locales se pierdan. De lo
contrario, se impondrá el interés de solo una parte. Por ejemplo, los
grupos de presión comerciales han conseguido anular leyes locales
con regulaciones nacionales o normas de comercio internacional,
como es el caso del sector de bebidas no alcohólicas y su defensa de las
"leyes de prioridad" a nivel estatal en Estados Unidos para invalidar las
prohibiciones locales a las bebidas azucaradas. El sector agroquímico
ha realizado esfuerzos similares para derogar las prohibiciones locales
a los plaguicidas (Fang, 2020; White, 2019).

43
Sin embargo, la colaboración en múltiples escalas se ve sometida
a una serie de tensiones. La cooperación de lo local a lo global y
viceversa suele ser más fuerte dentro de los movimientos sociales y
más débil entre ONG. Aunque la inmensa mayoría de los actores de la
sociedad civil están integrados en las comunidades y en las luchas de
primera línea, son los actores del nivel global quienes suelen acumular
los recursos y la visibilidad, lo que a veces distorsiona y desempodera
a las comunidades. Además, las comunidades suelen preferir que las
OSC globales utilicen sus escasos recursos para apoyar las luchas
inmediatas en lugar de alertar sobre amenazas aparentemente lejanas
o gastar energías en negociaciones opacas en las Naciones Unidas.

La política de la representación adquiere una importancia fundamental,


La política de la
especialmente cuando entran en juego una gran diversidad de grupos
de la sociedad civil y esferas de acción. Muchos observadores han
representación
subrayado la importancia de contar con mecanismos de mediación adquiere una
eficaces para conectar las escalas y los ámbitos de implicación, importancia
promover la rendición de cuentas y evitar la desconexión respecto fundamental,
de las bases (Gaventa y Tandon, 2010). En última instancia, los especialmente
movimientos por la alimentación deben seguir adoptando acciones cuando entran
diferenciadas y diversas (incluyendo estrategias internas y externas), en juego una
a pesar de que éstas puedan implicar tensiones a corto plazo.
gran diversidad
de grupos de la
Los movimientos por la alimentación han demostrado ser capaces
de desarrollar una colaboración eficaz a múltiples escalas. El Comité
sociedad civil y
Internacional de Planeación para la Soberanía Alimentaria y el esferas de acción
Mecanismo de la Sociedad Civil (ambos en Roma, y centrados en el
apoyo a la participación de las comunidades que trabajan a diferentes
escalas) han trabajado duro para conseguir este equilibrio, y su
ejemplo —aunque imperfecto— es digno de ser estudiado por otras
organizaciones y foros.

44
Recuadro 2
¿De verdad todos los caminos llevan a Roma? Colaboración
con los organismos de la ONU con sede en Roma

La relación coste-beneficio de la colaboración institucional a nivel global no siempre está clara


para las organizaciones de base, sobre todo cuando se trata de los organismos de la ONU con sede
en Roma, que en el ámbito de la sociedad civil se conocen como "RBA" (Rome based agencies).
Más concretamente, se trata de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y
la Alimentación (FAO), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Fondo Internacional de
Desarrollo Agrícola (FIDA) y el reformado Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA). Desde
luego, sobran los motivos para mantenerse escéptico ante la sopa de siglas de la ONU: la manipulación
geopolítica de la supuesta máxima "un país, un voto" de la ONU; la influencia omnipresente de las
instituciones de Bretton Woods que no pertenecen a las Naciones Unidas y de las corporaciones
globales; y la inercia endémica de los organismos multilaterales con financiación opaca y estrictas
cuotas de empleo. Mientras redactamos este informe, el CSA se ve amenazado por el riesgo interno
de apropiación y cooptación corporativa, así como por una Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios
de la ONU que ha intentado (al menos inicialmente) ignorarlo por completo.

A pesar de estas limitaciones, muchos actores de la sociedad civil, incluidos movimientos sociales
globales como La Vía Campesina, siguen dedicando valiosos recursos a las batallas de la ONU.
Esto puede deberse, en parte, a que las RBA disponen de más recursos, flexibilidad e influencia
de lo que parece. Además, los organismos con sede en Roma no son monolíticos y sus secretarías
gozan de mucha experiencia y buena voluntad. Para muchos, el sistema de las Naciones Unidas,
y más concretamente el renovado CSA, por lo menos reúnen las características de lo que podría
ser una gobernanza agroalimentaria equitativa12. De hecho, las organizaciones de la sociedad
civil han demostrado su capacidad para influir en las discusiones de las RBA y para transformar
estas instituciones en el proceso. Algunos ejemplos notables son la creación, encabezada por
agricultores del mundo, del Instituto Internacional de Agricultura (1908) que dio lugar a la
FAO (1945); la creación del Fondo Común para los Productos Básicos de la UNCTAD (1976)
y de la Comisión de Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura de la FAO
(1983); la influencia de cumbres y procesos históricos, como la campaña de la FAO "Freedom
from Hunger" (1960-1990), la Conferencia Mundial de la Alimentación de la ONU (1974),
las Cumbres Mundiales de la Alimentación (1996, 2002, 2008) y la Conferencia Internacional
sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural (ICCARD) (2006); la reforma de 2009 del Comité
de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) de la ONU, que incluye el establecimiento de un
mecanismo de participación autónoma y activa de la sociedad civil (Mecanismo de la Sociedad
Civil y los Pueblos Indígenas - MSC); y la adopción de las Directrices sobre la tenencia de la
tierra (Brent et al., 2017; Tramel, 2019). Estos avances no solo están cambiando las normas de
gobernanza, sino que también tienen una influencia sobre el conocimiento y las narrativas, tal y
como lo demuestra el reconocimiento mundial de la agroecología en los últimos años.

45
INGREDIENTE #2
Ampliar las alianzas y reestructurar las relaciones

Es imprescindible desarrollar "diálogos horizontales" en complemento


a los verticales. La construcción y el mantenimiento de alianzas
eficaces aparecen como elementos recurrentes asociados a los
principales avances de la sociedad civil. Los movimientos por la
alimentación operan en un campo de batalla en constante evolución,
y puede ocurrir que las OSC en ocasiones luchen por conseguir un
objetivo concreto de la mano de aliados improbables que pueden
proporcionarles importantes ventajas estratégicas (las llamadas
"alianzas objetivas") (Fox, 1993; Migdal, Kohli y Shue, 1994). La
sociedad civil puede servirse de estas relaciones para aprovechar
oportunidades políticas y forjar nuevas aperturas donde (todavía)
no existen. Se puede aprender mucho de aquellas experiencias
comunitarias en las que las OSC han sabido colaborar con grupos
centrados en cuestiones de salud, vivienda, seguridad laboral y
empleo, así como para establecer una coordinación (o, al menos,
negociar) con las autoridades y empresas locales. Son muchos
los movimientos sociales que, estirando al máximo sus recursos,
consiguen vincular su agenda alimentaria con su labor en materia de
acuerdos comerciales, salud, clima o cuestiones de biodiversidad. Sin
embargo, siguen existiendo múltiples desconexiones (ver Recuadro 3).

© Felton Davis

46
Recuadro 3
Las conexiones pendientes
Los movimientos por la alimentación siguen presentando debilidades y lagunas relacionadas
con el trabajo, la salud, la descolonización, el comercio y el clima, así como una atención
inadecuada al decisivo papel de las mujeres, las comunidades racializadas, las comunidades
LGTBIQ+ y la juventud. También se observa una tendencia a prestar más atención al
campesinado que a otros tipos de proveedores de alimentos (por ejemplo, pescadores o
pastores) y, del mismo modo, a centrarse en los proveedores de alimentos más que en otras
comunidades y trabajadores marginados. Por ejemplo, los esfuerzos colaborativos en el campo
de la diversidad genética de los cultivos son considerables, mientras que existen menos apoyos
para esfuerzos enfocados a la pesca o la ganadería. Los movimientos por la alimentación
también se ven afectados por la brecha —principalmente en términos de comprensión y en la
práctica— que separa a los movimientos sociales de otras organizaciones de la sociedad civil.
Otro de los desafíos consiste en crear alianzas más fuertes y estratégicas entre los movimientos
por la alimentación y los de trabajadores para abordar los abusos de la cadena alimentaria,
desarrollar campañas para exigir salarios dignos y defender que el control y la propiedad
de los componentes del sistema alimentario estén en manos de trabajadores y trabajadoras.
También es prioritario reforzar los vínculos entre alimentación, clima y biodiversidad.

A pesar de que éste se ha visto considerablemente debilitado en las


últimas décadas, la sociedad civil necesita cierto nivel de apoyo e
implicación por parte del Estado para lograr cambios ambiciosos,
desde la reforma agraria hasta la protección social, pasando por la
financiación pública de la investigación y la formación agroecológicas
(Shattuck et al., 2015), así como para exigir responsabilidades a las
empresas, por ejemplo, a través de los instrumentos de protección de
los derechos humanos (Suárez, 2013). Muchos (tal vez la mayoría) de
los éxitos de los movimientos por la alimentación —y en particular
las victorias políticas a nivel nacional— han sido impulsados por
colaboraciones estratégicas con municipios, gobiernos nacionales o
incluso partidos políticos (Fox, 1993; Gaventa y McGee, 2010).

La colaboración entre el Estado y los OSC ha dado lugar también


al surgimiento de nuevos espacios de gobernanza. Por ejemplo,
los movimientos sociales de Brasil han colaborado eficazmente
con los gobiernos estatales (y, a veces, nacionales) en la creación y
la consolidación del Foro Social Mundial, con sus correspondientes
equivalentes municipales, nacionales y hemisféricos (Conway, 2012;

47
Smith, Byrd, Reese y Smythe, 2015). En ocasiones, las relaciones
con el Estado son inevitablemente conflictivas (son raros los casos
en los que las autoridades tirotean o atacan a los empresarios con
gas lacrimógeno); y, en otros casos, la colaboración positiva puede
limitarse a cuestiones específicas, por ejemplo, las dimensiones
humanitarias de la seguridad alimentaria.

También es posible encontrar aliados importantes en las


instituciones internacionales. A pesar de las complejidades de la
participación a nivel de la ONU (ver Recuadro 2), los movimientos
por la alimentación han logrado introducir formatos innovadores
desde los que impulsar sus agendas en estos contextos. Fue la
sociedad civil quien promovió las coaliciones de gobiernos con la
secretaría de la ONU que después confluyeron en la Comisión de
Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura de la FAO,
a la que siguió la firma de un tratado sobre semillas en el que se
incluyen los derechos de los agricultores. Y la renovación del CSA
se fraguó en el marco de una colaboración poco ortodoxa de los
campesinos con funcionarios de las Naciones Unidas y el embajador
de Estados Unidos. Los movimientos por la alimentación también
se han alineado con otros interlocutores de las OSC, académicos y
gobiernos afines para forzar la ya citada moratoria tecnológica y las
negociaciones sobre la impunidad de las empresas y la concentración
de la agroindustria.

Ha habido ocasiones —controvertidas y aún sin resolver— en las que


la sociedad civil se ha aliado con el sector agroalimentario para
ejercer una mayor presión sobre los gobiernos o los organismos de
la ONU. En el inicio de las negociaciones internacionales sobre el
control de las semillas, por ejemplo, las OSC aprovecharon largos
años de diálogo entre las distintas partes interesadas para conseguir
una mayor difusión y legitimidad para sus argumentos. Y con ocasión
de un diálogo similar en torno a la propiedad intelectual, las OSC
tuvieron la oportunidad de defender su oposición a las patentes sobre
las formas de vida ante los responsables políticos. Los movimientos
por la alimentación suelen trabajar bien con las pequeñas empresas
locales. Por ejemplo, han encontrado una causa común con el sector
de los productos naturales (que se opone al uso de la biología sintética
en alimentos, sabores y aromas), las empresas de semillas ecológicas
(en contra de determinadas patentes específicas o regímenes de

48
patentes) y otras empresas más pequeñas de la cadena alimentaria
industrial (que luchan contra las fusiones de agroempresas). También
suele haber buena sintonía entre los movimientos por la alimentación
y las cooperativas de productores y consumidores.

En general, los movimientos por la alimentación han seguido una Aquellos que
trayectoria de altibajos a la hora de abordar los múltiples desafíos
intentan escapar
que plantea la creación de alianzas intersectoriales. Aquellos que
intentan escapar del aislamiento que representan los silos sectoriales
del aislamiento
han sido en ocasiones acusados de "desviarse del objetivo" por parte de que representan
otros interlocutores que reciben apoyo de los mismos financiadores, los silos sectoriales
y muy a menudo estas tensiones se ignoran. La colaboración con el han sido en
sector privado es quizá la más compleja, y en este caso el impulso suele ocasiones acusados
venir del exterior. Aparentemente ajenos a los desequilibrios de poder de “desviarse
y a los riesgos que éstos entrañan, los gobiernos, los financiadores y del objetivo” por
las empresas (o las asociaciones comerciales) han presionado para
parte de otros
que se celebren mesas redondas sobre productos básicos y "diálogos
multilaterales" con representación de políticos, empresas y OSC.
interlocutores

El compromiso con el sector privado en Roma ha sido especialmente


polarizador. Mientras que para algunas OSC la participación de la
industria supondría el fin del Comité sobre Seguridad Alimentaria,
otras pensaban que sin ella los gobiernos perderían el interés en
una organización de este tipo. Detrás de estas decisiones sobre
la pertinencia de involucrarse con unos u otros actores subyacen
aspectos cruciales en materia de representación, cooptación y costes
de oportunidad (en tiempo y recursos humanos). Quienes han vivido
los momentos álgidos de la colaboración de los movimientos por la
alimentación tienen mucho que contar sobre tensiones, divisiones,
cooptación y exclusión.

INGREDIENTE #3
Conectar el compromiso a largo plazo con un am-
plio "escaneo del horizonte"

Una de las mayores fortalezas de la sociedad civil es su capacidad


de resistencia en el largo plazo. Los diplomáticos y burócratas van
y vienen, al igual que sus gobiernos. Las empresas agroalimentarias,
como diría Napoleón, "marchan sobre su estómago" —atendiendo

49
a necesidades de corto plazo para cumplir objetivos trimestrales—, La sociedad civil
adquiriendo o segregando filiales, canibalizando unidades de negocio, deberá encontrar
y prescindiendo de presidentes y directores ejecutivos al gusto de
un equilibrio
los accionistas13. Por el contrario, el compromiso a largo plazo, la
memoria institucional y los contactos que mantienen los movimientos
entre el exceso
por la alimentación les permiten impulsar cambios significativos en de optimismo y el
plazos de tiempo inmejorables. Esto significa que la sociedad civil exceso de cautela,
es capaz de sobrevivir no solo a los imperativos más urgentes de puesto que ambos
crecimiento trimestral de la industria agroalimentaria, sino también podrían conducir a
a las trayectorias tecnológicas plurianuales y a las estrategias de posibles fracasos en
mercado en las que éstas se basan (ver Sección 3). La sociedad civil términos de visión
también cuenta con la ventaja de que el tiempo suele darle la razón
o aspiraciones
(por ejemplo, muchas de las tendencias que observamos hoy en día
en torno al cambio climático, la pérdida de biodiversidad y las nuevas
tecnologías ya las había identificado mucho antes la sociedad civil).

La multitud de actores que confluyen hoy en torno a la soberanía


alimentaria y la agroecología está dando forma a una visión
compartida entre los movimientos por la alimentación actuales (ver
Recuadro 4). Este sentido colectivo del rumbo a seguir es esencial para
sacar el máximo partido a los beneficios que conlleva la planificación
de largo plazo. Para profundizar en esta alineación, la sociedad civil
deberá encontrar un equilibrio entre el exceso de optimismo y el
exceso de cautela, puesto que ambos podrían conducir a posibles
fracasos en términos de visión o aspiraciones.

Recuadro 4
Soberanía alimentaria y agroecología: ¿una visión
compartida para un Movimiento de largo plazo por
la alimentación?

A pesar de la diversidad de prioridades y planes entre los grupos de la sociedad civil, sus
visiones sobre los futuros sistemas alimentarios son en gran medida convergentes. Para
muchos, este futuro se basa en la soberanía alimentaria, definida por los movimientos
sociales como "el derecho de los pueblos a alimentos saludables y culturalmente apropiados
producidos mediante procesos ecológicos y sustentables, así como el derecho a definir sus
propios sistemas alimentarios y agrícolas" (Maitreuweb, 2007). El concepto de soberanía
alimentaria surge por primera vez de la mano del movimiento mundial La Vía Campesina
coincidiendo con la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996, aunque al margen de la

50
misma. Una década después, el concepto se había extendido mucho más allá de sus orígenes
campesinos, tal y como demostraron los movimientos de consumidores, agricultores
urbanos, trabajadores, mujeres, pueblos indígenas, pescadores o pastores, entre otros, que
se dieron cita en el Foro Mundial de Soberanía Alimentaria de Nyéléni 2007 en Mali. Ahora,
un cuarto de siglo después, la soberanía alimentaria representa un marco unificador para un
amplio abanico de movimientos frente a las crisis convergentes (Tramel, 2018). Como visión y
propuesta para transformar los sistemas alimentarios, la soberanía alimentaria se basa en los
siguientes seis principios: 1) se centra en los alimentos de calidad para los pueblos; 2) valora
a los proveedores de alimentos; 3) localiza los sistemas alimentarios; 4) sitúa el control a nivel
local; 5) promueve el conocimiento y las habilidades; y 6) es compatible con la naturaleza14.

Por su parte, la agroecología es sinónimo del sexto principio de la soberanía alimentaria ("es
compatible con la naturaleza"), puesto que implica la aplicación de principios ecológicos a
la agricultura y los sistemas alimentarios. Esto la convierte en un componente central de la
soberanía alimentaria, además de ser una ciencia, una práctica y un movimiento en pleno
auge por derecho propio15, y un marco unificador para amplios sectores de la sociedad civil
mundial.

Existen, además, otros marcos que complementan y/o amplían los de la soberanía alimentaria
y la agroecología. El derecho a la alimentación —que coincide en gran medida con el primer
principio de la soberanía alimentaria— pone el foco en las personas más vulnerables al hambre
en tanto que son titulares de derechos, y subraya la responsabilidad del Estado de garantizar el
acceso de las personas a alimentos saludables y/o a los recursos necesarios para producir sus
propios alimentos. Otro marco destacado es el de la justicia alimentaria (y, por asociación, la
justicia económica), que se promueve principalmente desde movimientos urbanos de países
del Norte, y que suele estar vinculado con las desigualdades derivadas del racismo estructural
y la colonización.

Existen, además, una serie de movimientos por el derecho a la tierra, principalmente en el


Sur global, que conectan transversalmente con el cuarto principio de la soberanía alimentaria
sobre el control local de los recursos. Para algunos, la defensa del modelo de parcela familiar
es problemática a la luz de las desigualdades de género que operan en el interior de los hogares
(Agarwal, 2010a, 2014; Agarwal, Anthwal y Mahesh, 2021), y prefieren promover modelos
cooperativos que permiten a las mujeres escapar de estos sistemas rígidos (Agarwal, 2020). Los
movimientos que trabajan en el cruce entre la diversidad sexual/LGTBIQ+ y las cuestiones
alimentarias ven igualmente la transformación de las normas de género y las estructuras
patriarcales como un aspecto esencial de la transformación de los sistemas alimentarios. Por
su parte, los que están más comprometidos con las luchas indígenas han hecho extensivos los
diálogos en torno a la tierra y los recursos al concepto de territorio, introduciendo además

51
conceptos como el de "buen vivir". Al igual que el movimiento por la soberanía alimentaria,
los movimientos de localización y descentralización se concentran fundamentalmente en el
control de los recursos, y aplican esta lógica a la energía, las finanzas y otros elementos más
allá de los alimentos.

Estos marcos no son excluyentes entre ellos. Por ejemplo, muchas OSC hacen un uso
estratégico de los marcos de la soberanía alimentaria y los derechos humanos, en especial en
los espacios de gobernanza mundial (Claeys, 2015), como se verá en la Sección 4.

Aunque los movimientos por la alimentación han tenido cierto éxito


en la creación de alianzas, hay que reconocer que no les ha ido tan
bien en lo que se refiere a la planificación de largo plazo y el "escaneo
de horizontes". El desafío va mucho más allá de establecer objetivos
de largo plazo: los movimientos por la alimentación solo pueden
planificar eficazmente si lo hacen de manera contextualizada, es
decir, mirando al futuro y teniendo en cuenta las implicaciones de
los cambios políticos, económicos y ambientales. Salvo excepciones,
las OSC ven el mundo tal y como es, y luego elaboran programas
para construir un mundo mejor en los dos o tres años siguientes.
Pocas organizaciones tienen en cuenta que todas las piezas del
rompecabezas están cambiando simultáneamente y que, para cuando
finalicen sus proyectos, el mundo podría ser totalmente diferente.
Esto explica que, con frecuencia, las OSC no dispongan de recursos
suficientes y se vean sobrepasadas por las realidades cotidianas (Hoey
y Sponseller, 2018). De la misma manera que las ONG de desarrollo
que surgieron tras la Segunda Guerra Mundial se centraron en cavar
pozos, construir escuelas o adoptar niños, las OSC progresistas de
hoy luchan contra las amenazas más inmediatas que suponen el
acaparamiento de tierras, los pesticidas o el ADN digital.

El instinto natural de cooperar y planificar a largo plazo encuentra


aún más obstáculos debido a la competición por los recursos y los
caprichos de los financiadores. Para muchas OSC, las pequeñas
subvenciones y los plazos de financiación cortos suponen obstáculos
al desarrollo de estrategias eficaces de largo plazo. En general, estas
dificultades han aumentado en la última década, obligando a las
OSC a desarrollar una estrategia más defensiva de reacción ante las
amenazas en lugar de dedicarse a buscar nuevas oportunidades. Esta

52
realidad se manifiesta de forma diferente para las OSC orientadas
a las políticas (obligadas a adoptar una posición defensiva) y las
orientadas a los proyectos (que suelen buscar apoyos para crecer),
mientras que en el caso de las organizaciones de base la cuestión
se reduce básicamente a la insuficiencia de los recursos (sean o no
condicionados).

INGREDIENTE #4
Prepararse para el cambio y las situaciones disruptivas

Refiriéndose a la crisis financiera de 2007-09, Nassim Taleb acuñó el


término "cisne negro" para describir un acontecimiento inesperado
que lo cambia todo, al tiempo que insistía en que el colapso del mercado
era, en realidad, totalmente predecible. El término se impuso, pero
Gran parte de
la definición de Taleb ha caído en el olvido para la gran mayoría,
permitiendo a banqueros, ejecutivos y políticos invocar la excusa del
los cambios más
cisne negro como quien utiliza la tarjeta de "salida de la cárcel" (a graves, como la
veces, de hecho, literalmente). Donald Rumsfeld se anticipó en cierto pérdida acelerada
modo a Taleb cuando habló de "las cosas que no sabíamos que no de la fertilidad
sabíamos". Cuando la realidad era, llanamente, que los gobiernos no del suelo a nivel
estaban preparados (Ale, Hartford y Slater, 2020). mundial y las
extinciones masivas
Por otro lado, además de cisnes negros, existen también cisnes de especies, eran
grises, las cosas que los movimientos por la alimentación no saben que
previsibles.
saben, y cuya posición les permite utilizarlas en su beneficio. Ahora
entendemos que, de hecho, hubiera sido posible predecir las crisis de
El futuro también
los últimos doce años. Gran parte de los cambios más graves, como podría ser más
la pérdida acelerada de la fertilidad del suelo a nivel mundial y las predecible de lo
extinciones masivas de especies, eran previsibles no tanto en cuanto que pensamos
a fecha o detalles, pero sí en términos de parámetros y probabilidad.
El futuro también podría ser más predecible de lo que pensamos. Las
fechas y los detalles pueden ser inciertos, pero los cisnes grises surgen de
condiciones plausibles y vienen acompañados de riesgos y oportunidades
relativamente predecibles (y generalmente combinados): a los huracanes,
las inundaciones y las sequías les siguen epidemias y hambrunas; la
insuficiencia de alimentos suele tener múltiples causas16; y es más que
razonable suponer que todos y cada uno de los desastres llamados
"naturales" a gran escala provocan a su vez un desastre económico que
puede desencadenar periodos de inestabilidad política.

53
La diferencia entre los cisnes negros y los cisnes grises se reduce a dos
condiciones: que los movimientos por la alimentación dispongan de
un sistema de alerta precoz que les permita anticiparse y reconocer las
perturbaciones que se avecinan; y, en segundo lugar, que cuenten con
un sistema de escucha temprana, es decir, una estrategia de respuesta
negociada internamente para atender las crisis urgentes, además de
un plan y destinatarios para la reestructuración posterior. No hay
razón (ni excusa) para que los movimientos por la alimentación y
sus financiadores no estén preparados para los cisnes grises que nos
visitarán en los próximos años. En el Recuadro 5 se incluyen algunos
ejemplos de cómo podrían ser estos acontecimientos y las posibles
respuestas a los mismos. Por otro lado, muchas de las oportunidades
de acción futuras que se exponen en la Sección 4 se basan en la
utilización de los cisnes grises para hacer avanzar la agenda de la
sociedad civil.

© Archivo Gráfico

54
Recuadro 5
Control de daños: preparación para los próximos
cisnes grises

A continuación, presentamos cuatro ejemplos de cómo puede prepararse la sociedad civil


frente a posibles acontecimientos que constituyan cisnes grises:
•R  econociendo que una nueva crisis de precios de los alimentos en los próximos años
(inducida por un hecho climático o financiero) es inevitable, los movimientos por la
alimentación podrían: (1) tener preparado un registro documentado de la eficacia de los
mercados territoriales y las prácticas agroecológicas para cubrir las necesidades locales; y
(2) tener un plan aplicable a nivel práctico para fortalecer la seguridad alimentaria local, y
suspender todas las regulaciones comerciales, los contratos de acaparamiento de tierras y
las restricciones reglamentarias para favorecer los sistemas alimentarios territoriales;
•A  nticipándose a las enfermedades de los cultivos y/o del ganado en las cadenas alimentarias
industriales, y a las posteriores demandas de eliminación selectiva de las especies locales, los
movimientos por la alimentación podrían: (1) aportar pruebas documentadas de los riesgos
de la uniformidad genética de las razas industriales y de la tolerancia a las enfermedades
de las especies locales; y (2) presentar un plan para incrementar la diversidad genética en la
producción local;
• S abiendo que llegará el momento en que un número suficiente de gobiernos alcance un
punto de inflexión en sus críticas a los organismos con sede en Roma, los movimientos por
la alimentación podrían: (1) preparar y mantener actualizada una revisión independiente
de los RBA; y (2) activar una estrategia definida previamente para conseguir el apoyo
gubernamental a las recomendaciones;
•A  sumiendo que es posible que se produzcan ciberataques u otros fallos asociados a los datos
masivos, los movimientos por la alimentación podrían: (1) documentar previamente las
vulnerabilidades; y (2) implementar una estrategia de información/transporte independiente
que ponga en contacto a los proveedores de alimentos con los mercados locales.

La necesidad de reconocer los puntos de inflexión social que pueden


impulsar transformaciones a gran escala lideradas por la ciudadanía
está estrechamente relacionada con la preparación frente a los
cisnes grises. La historia está llena de acontecimientos que, para
bien o para mal, desencadenaron transformaciones radicales en la
política, la moral o la economía. Pensemos en la Edad Dorada en
Estados Unidos, cuando la brecha entre el 1% más rico y el resto de la
población era tan acusada como hoy; cuando los cárteles del cereal, el
ferrocarril, el petróleo y el acero funcionaban de la misma manera que
las plataformas tecnológicas actuales; y cuando una guerra mundial

55
seguida de una depresión y una pandemia obligaron a los gobiernos
El trabajo actual
de Europa y Norteamérica a poner en pie sistemas de protección
social sin precedentes. Un siglo más tarde, otra pandemia —esta vez
de los movimientos
combinada con una crisis ambiental y otra financiera a la vuelta de la por la alimentación
esquina— vuelve a generar un escenario similar. consiste en
aprovechar las
Como se demuestra en un número cada vez mayor de investigaciones oportunidades de
conductuales (Centola et al., 2018; Otto et al., 2020; Robson, 2019; desarrollar una
Tàbara et al., 2018), para llegar a un punto de inflexión que dé planificación de
lugar a una transformación profunda basta con que un 25% de la futuro, y esto
población adopte una determinada idea. Algo que también se puede
exige niveles de
conseguir mediante las protestas o la movilización de un 3 o 4% de
la población. Esto apunta a la necesidad de que la sociedad civil se
coordinación y
mantenga alerta y ayude a acelerar los cambios culturales que pueden adaptabilidad sin
preceder y desencadenar (a veces muy rápidamente) cambios de precedentes, así
comportamiento y nuevas realidades políticas, más aún cuando las como una enorme
empresas encuentran nuevas formas de moldear el comportamiento capacidad de trazar
y las preferencias culturales (ver la Sección 3). estrategias de largo
plazo
Si bien es cierto que las OSC tienen mucha experiencia en el ámbito de
la respuesta a los desastres, hay que tener en cuenta que la naturaleza
y la frecuencia de estas situaciones disruptivas están cambiando.
Con importantes excepciones, la sociedad civil tiende a moverse
institucionalmente (es decir, lentamente) cuando se enfrenta a
problemas nuevos.

© Piyaset

56
Como hemos visto en la Sección 1, aunque los movimientos por
la alimentación son muy conscientes del caos climático actual y se
muestran alarmados ante la pérdida de biodiversidad, por lo general,
desconocen los detalles y las interconexiones de estas problemáticas.
Son pocas las organizaciones que están al día de los avances
tecnológicos o siguen las líneas de tendencia de las empresas. Y, en
consecuencia, existe un riesgo de que las iniciativas incrementales
se queden cortas para hacer frente a la serie de emergencias que se
avecinan.

El camino a seguir: convertir los ingredientes del


cambio en la receta para un Movimiento de largo
plazo por la alimentación

No se puede decir que la colaboración amplia y multinivel, la visión


de largo plazo o la adaptabilidad estratégica sean condiciones
por defecto en el funcionamiento de la sociedad civil (ni como
organizaciones individuales ni cuando actúan en colectivo). Sin
embargo, estos ingredientes sí caracterizan a los movimientos
por la alimentación, tanto del pasado como actuales. Además, tal y
como se desprende de las entrevistas con las OSC, los movimientos
por la alimentación se ven frenados por las limitaciones de tiempo
y recursos, son conscientes de la importancia de otros movimientos
y están interesados en desarrollar nuevas formas de colaboración.
Más concretamente, muchos grupos han identificado la necesidad
de colaboraciones entre plataformas para abordar ámbitos como el
comercio, la salud, el clima, la biodiversidad, la justicia racial, los
datos, la descolonización o los derechos humanos, entre otros.

La necesidad de tender la mano y replantear las estrategias no


hará sino aumentar en los próximos años, agravada por el colapso
ambiental que se avecina. La mayoría de las OSC consideran que la
posición de la sociedad civil se está debilitando en el actual contexto
político. El trabajo actual de los movimientos por la alimentación ya
no consiste únicamente en responder a los desafíos que acabamos
de ver, sino también en aprovechar las oportunidades de desarrollar
una planificación de futuro, y esto exige niveles de coordinación y

57
adaptabilidad sin precedentes, así como una enorme capacidad de
trazar estrategias de largo plazo.

También corresponderá a los gobiernos reflexionar sobre cómo


abordar los desafíos que vienen, hasta ahora desconocidos, y
superar las barreras estructurales. Las dinámicas entre el Estado
y la sociedad serán cada vez más fluidas. Tomemos el ejemplo de
Brasil, donde el gobierno de Bolsonaro está desmantelando algunos
de los logros más innovadores del mundo en materia de derecho a
la alimentación, fruto de la colaboración entre la sociedad civil y el
Partido de los Trabajadores ( PT), entidades en ocasiones difíciles
de distinguir (Wolford y French, 2016; Red Mundial por el Derecho
a la Alimentación y la Nutrición, 2020). No podemos confiar en
que los viejos aliados lo seguirán siendo, ni podemos descartar que
surjan socios insólitos en determinadas circunstancias. La sociedad
civil tiene que ser capaz de ver todas las "victorias" y "derrotas" como
provisionales. Con cada "victoria" se abrirá una nueva etapa de lucha,
que es importante anticipar y preparar (Gaventa y McGee, 2010).

Seguimos confiando en que la transformación de los sistemas


alimentarios liderada por la sociedad civil es posible en los próximos
25 años, y que la sociedad civil puede ser más eficaz y colaborativa
que nunca. Tenemos la esperanza de que, al mostrar lo mucho que los
movimientos por la alimentación podrían lograr en los próximos 25
años, la visión de la "sociedad civil como nunca" que se presenta en la
Sección 4 de este informe alimente el entusiasmo por trabajar juntos
en nuevos horizontes de tiempo y acción. Pero antes es necesario
analizar lo que podría ocurrir si la sociedad civil —y la industria
agroalimentaria— se mantienen como siempre.

58
Sección 3.
Horizonte 2045:
Agronegocios como siempre
(Escenario 1)
En esta sección, imaginamos un sistema alimentario sin cambios
respecto al actual y analizamos su posible evolución en el próximo
cuarto de siglo, a medida que las empresas y los gobiernos responden
al colapso ambiental, la dislocación social, la reconfiguración
geopolítica y una amplia gama de posibilidades tecnológicas.
En el mundo que imaginamos en este escenario, las
relaciones de poder permanecen en gran medida
inalteradas, a pesar de que las granjas, las cadenas de
suministro de alimentos y la industria alimentaria
sí experimentan alteraciones radicales. Las
trayectorias dominantes están dirigidas por
los agronegocios. La sociedad civil, atorada
también en lo mismo de siempre,
consigue impugnar la agenda y
evitar los peores excesos, pero
no alcanza a provocar un
verdadero cambio de
rumbo.
Nos centramos en particular en
las corporaciones multinacionales
cuyas actividades se extienden a
través de los múltiples nodos de la
cadena alimentaria, impregnan los
sectores emergentes de la economía y
alcanzan simultáneamente varias regiones
del mundo. Además, cabe destacar que
la agroindustria también corre el riesgo de
convertirse en un mero apéndice de las estrategias
de otros actores económicos dominantes, como
los gigantes de los datos y las finanzas. En primer
lugar, identificamos las megatendencias de desarrollo
tecnológico y consolidación empresarial que ya están en
marcha, y posteriormente, analizamos otras tres tendencias
que podrían llegar a caracterizar los sistemas alimentarios
de 2045 si finalmente prevalece una visión dirigida por la
agroindustria:

•T
 endencia #1: Ecosistemas de ingeniería de precisión e internet de
las cosas agrícolas
•T
 endencia #2: Corredores logísticos, conflictos sobre los recursos y la
nueva geopolítica de los datos
 endencia #3: Híper-persuasión, dietas personalizadas y nuevas fronteras
•T
en la configuración de la experiencia alimentaria

Estas hipótesis no pretenden determinar cuál es el mejor o el peor escenario


posible, sino más bien conocer hacia dónde va el camino en el que estamos. En
este análisis de lo que ocurrirá dentro de 25 años, es importante recordar que,
aunque ciertas cosas han cambiado en el último cuarto de siglo, algunos de los
elementos más importantes se mantienen inalterados. Hace 25 años, el 80% de la
energía mundial procedía de los combustibles fósiles, exactamente igual que a día
de hoy (y el volumen real de consumo de petróleo, carbón y gas ha aumentado). En
2019, las emisiones mundiales aumentaron en un 4% en comparación con los datos
registrados durante la conferencia de París en 2015. Actualmente, se han reducido las
emisiones y los cielos están más limpios en la mayoría de los Estados de la OCDE, pero
esto se debe principalmente a que dichos países han deslocalizado la mayor parte de su
sector manufacturero. Solo 14 de las 72 empresas de los sectores del papel, el cemento, el
acero y el aluminio disponen de planes —que no acciones— para conseguir una reducción
de emisiones acorde con el objetivo de París de 2 °C.
La agroindustria se ha fijado objetivos elevados y los ha incumplido
sistemáticamente (por ejemplo, en materia de plásticos y reciclaje,
nutrición y desperdicio de alimentos, trabajo infantil y esclavitud,
deforestación y gestión del agua). Ya en la década de 1890, Bayer afirmó
que sería capaz de eliminar los fertilizantes artificiales para cultivos
no leguminosos mediante un nuevo paquete microbiano fijador de
nitrógeno. Y aunque esa afirmación fue rápidamente desmentida, la
empresa, en colaboración con el fabricante de microbios sintéticos
Ginkgo Bioworks, formuló exactamente la misma promesa en 2020.
Por otra parte, el Wall Street Journal reveló recientemente que Coca-
Cola sigue sin cumplir con la obligación, dictada por un tribunal
en 1999, de rectificar la discriminación laboral de las minorías en
toda la empresa y, a pesar de algunos avances iniciales, ha vuelto
prácticamente a la casilla de salida (Linebaugh y Knutson, 2020).
Los diálogos entre las múltiples partes interesadas (desde el cacao
hasta el bacalao) han resultado ser totalmente improductivos (MSI
Integrity, 2020), y responden al patrón recurrente del greenwashing
o ecoblanqueo. Todo ello nos lleva a contemplar las trayectorias
dirigidas por la agroindustria con grandes dosis de escepticismo.

Preparando la escena: trayectorias tecnológicas,


consolidación empresarial y la llegada de nuevos
gigantes agroalimentarios biodigitales

A lo largo de la década de 2020, los avances en materia de digitalización,


automatización, biología sintética y tecnologías moleculares prometen
eliminar los riesgos —y a las personas— de los sistemas alimentarios.
Los nuevos actores sostienen que el camino hacia la resiliencia (y la
rentabilidad) pasa por producir proteínas en placas de Petri, dejar
que la inteligencia artificial gestione siembras y cosechas o manipule
con total discreción el comportamiento de los consumidores, inventar
nuevos alimentos ultraprocesados o respaldar la geoingeniería.
Ante el cambio climático, la degradación ambiental y las pandemias
causando estragos en los sistemas alimentarios en los próximos años,
estas soluciones "milagrosas" resultan irresistibles para elaboradores de
políticas en pánico.

61
Se entregan las llaves del sistema alimentario a megacorporaciones
biodigitales, plataformas de datos y empresas de capital privado que,
aprovechando la proliferación de los acuerdos de fusión, se convierten
en los gigantes agroalimentarios del mañana.

Como vimos en la Sección 1, la degradación ambiental será una


constante en los próximos 25 años. En este contexto, los gobiernos
buscarán cada vez más avances tecnológicos "disruptivos" para la
agroindustria. Y se abrirá ante ellos una gran variedad de soluciones
potenciales: podría incluso afirmarse que más que nunca en la
historia, se tiene la impresión de que el cambio tecnológico alberga un
gran poder. El Foro Económico Mundial ha declarado que la "cuarta
revolución industrial" (4RI) del cambio tecnológico exponencial
está transformando todos los sectores económicos, incluidos el
alimentario y el agrícola.

Recuadro 6
FEM 2021: Vuelos a un mundo fantástico

La coincidencia de las fronteras físicas y sociales —así como la influencia que las tendencias
industriales y tecnológicas ejercen sobre ambas— se hizo palpable en 2021 cuando la
COVID-19 obligó a trasladar el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza), donde se había
celebrado los últimos 50 años, a Singapur. Los asistentes del FEM que vuelen al aeropuerto
de Changi se verán inmediatamente inmersos en la cuarta revolución industrial que, según
el propio FEM, podría salvar al planeta. De camino a las cintas transportadoras, pasarán
por el Valle del Bosque, 900 árboles envueltos en la cascada interior más alta del mundo y el
Jardín de Mariposas (Mooney y Denis, 2019). En el centro de la ciudad, los delegados podrán
resolver el problema de la seguridad alimentaria mientras recorren la granja hidropónica
más alta del mundo y podrán reajustar la cadena de producción mientras comen nuggets
de pollo de placas de Petri en el primer restaurante de carne cultivada de Singapur y del
mundo (Carrington, 2020b). Si traen a sus familias, los niños podrán hacer glamping durante
la noche en el bosque del aeropuerto e incluso coger un vuelo de Singapore Airlines que dure
el tiempo suficiente para comer en primera clase antes de aterrizar de nuevo en Singapur
(Moore, 2019). El tema del FEM para 2021, "El gran reinicio", es un buen reflejo de su visión
post-Covid sobre la gobernanza mundial. Uno de los puntos prioritarios de la agenda del
Foro es la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios que se realizará en el marco de la ONU.
A diferencia del bosque en el aeropuerto, es probable que la iniciativa de plantar un billón de
árboles que lanzó el FEM en 2020 no reciba demasiada atención (Heathcote, 2020).

62
De hecho, aquellos europeos que se identifican con la "vergüenza de volar" o los que están
preocupados por la noticia de que cada minuto se destruye una superficie forestal del tamaño
de 35 campos de fútbol (Hook, 2020) también podrían haber tomado un tren hasta Klagenfurt
(Austria), donde el curador de museo Klaus Littmann plantó 300 árboles en el estadio de
fútbol e invitó a los ciudadanos a acudir para despedirse (Heathcote, 2020).

La naturaleza de estas tecnologías demuestra que, en realidad, que se Algunos de


mantengan los (agro)negocios como siempre en el próximo cuarto nuestros supuestos
de siglo no es factible. Estos avances alterarán por completo algunas
básicos sobre
de nuestras hipótesis básicas de partida, tales como que los alimentos
se producen a partir de la tierra y la luz solar o que las cadenas
los sistemas
de suministro de alimentos requieren agricultores y empresas alimentarios
alimentarias. Existen principalmente cuatro ámbitos, que se traslapan serán trastocados
entre sí, en los que es muy probable que se produzcan innovaciones por los actuales
altamente disruptivas en los próximos 25 años: la digitalización, la desarrollos
automatización, las tecnologías moleculares y la modificación de tecnológicos
la naturaleza (o DAMN, por sus siglas en inglés – ver Recuadro 7).
De cara a los elaboradores de políticas, estas innovaciones prometen
principalmente ofrecer soluciones de "resiliencia climática" y "basadas
en la naturaleza". Sin embargo, en un mundo postpandémico, la idea,
antes distópica, de una cadena alimentaria totalmente automatizada
sin trabajadores humanos empieza también a plantearse como una
solución para la seguridad alimentaria, la higiene y la resiliencia
frente a las crisis sociales.

© Cameron Venti

63
Recuadro 7
DAMN: Los cuatro ámbitos de la innovación tecnológica
destinados a transformar los sistemas alimentarios

Digitalización: Los datos masivos o macrodatos son, cada vez más, una mercancía valiosa
por derecho propio, lo que ha provocado el rápido ascenso de las plataformas de datos
en la industria agroalimentaria y la reducción a códigos y bits de todos los aspectos de la
alimentación, la agricultura, la salud, el medio ambiente y los ámbitos relacionados. Los datos
están transformando cada uno de los eslabones que componen la cadena, tanto en sentido
ascendente como descendente, impulsando estrategias de reproducción e ingeniería genética,
sistemas de logística alimentaria y envíos de materias primas intermediados por datos (como
el uso de blockchains) y la digitalización del comercio minorista (Mooney, 2018). Los nuevos
desarrollos informáticos cuánticos y biológicos ampliarán aún más la capacidad de procesar
y extraer información de los datos.

Automatización: Robots de uso personal, impresoras 3D, drones de reparto o coches que se
conducen solos son algunas de las imágenes icónicas de la denominada "cuarta revolución
industrial". Sin embargo, la automatización ya es una realidad en el trabajo en las granjas
y en los servicios alimentarios. Se espera que el valor del sector de la automatización de la
industria alimentaria a nivel mundial pase de 9.700 millones de dólares en 2020 a 14.200
millones de dólares en 2027 (Global Industry Analysts, 2020). Las nuevas redes de datos de
transmisión rápida (5G, redes periféricas, y más allá) se despliegan ahora por las tierras de
cultivo o amplían su alcance gracias a las transmisiones de internet vía satélite y por fibra
aérea. Para 2045, la miniaturización e incorporación de sensores y la reingeniería de procesos
vitales en forma de máquinas vivas programables darán lugar a una automatización cada vez
más biodigital17 (a medio camino entre los sistemas biológicos y los informáticos).

Tecnologías moleculares: Aunque las tecnologías moleculares (químicas y genéticas) se


asocian más a la producción de cultivos (como los plaguicidas o las plantas modificadas
genéticamente) o a los alimentos sintéticos (como los aromas artificiales), los avances
derivados de la biología sintética transformarán cada eslabón de la cadena alimentaria.
Dentro de un cuarto de siglo, la manipulación molecular —una forma de nanotecnología—
y la ingeniería genética podrían impulsar cambios tan revolucionarios como los que están
teniendo lugar ahora con las plataformas basadas en datos (creando a su vez monopolios
similares a los de Facebook y Google). Los nuevos desarrollos en este ámbito incluyen los
pesticidas genéticamente activos (como los aerosoles de ARN que intervienen en tiempo
real la genética de los organismos), la biosíntesis de ingredientes en cubas biotecnológicas,
la edición genética, los organismos impulsores genéticos, la modificación transitoria, la
cría dirigida por inteligencia artificial y las estrategias metagenómicas (que manipulan

64
comunidades enteras de microbios), y los alimentos personalizados según los microbiomas
de las personas. Dentro de 25 años, cabe esperar que los datos (incluidos los de las granjas) se
transporten, almacenen y manipulen por sí mismos progresivamente en moléculas biológicas
mediante comunicación molecular (Farsad, Guo y Eckford, 2013).

Modificación de la naturaleza: La acumulación masiva de datos para modelización, incluidos


los datos medioambientales, biológicos y agrícolas, abre nuevas estrategias que permiten
intervenir y manipular los procesos del sistema terrestre, como la reingeniería del ciclo del
carbono, el ciclo del nitrógeno, los flujos de nutrientes o la ecología del suelo. Si se realizan
en escalas mayores, intervenciones genómicas tales como la alteración del agro-genoma
(con recursos genómicos microbianos, impulsores genéticos y agricultura de precisión),
se convierten en tecnologías de ingeniería de los ecosistemas. Los desarrollos paralelos
relacionados con la modificación de las condiciones climáticas, la geoingeniería del clima y el
diseño del ciclo de nutrientes también repercutirán en los sistemas alimentarios (Grupo ETC,
2018a).

Aviso: glosario tecnológico disponible. A lo largo la Sección 3


mencionamos una serie de desarrollos tecnológicos emergentes
que quizá no les resulten familiares a muchos lectores. Por este
motivo, en el Anexo 1, hemos incluido un completo glosario de
términos de este tipo que van desde la regulación génica y la
Inteligencia Artificial hasta la expresión transitoria, pasando por
las granjas verticales.

Estas tecnologías están cambiando la fisonomía del sector


agroalimentario al impulsar una consolidación empresarial sin
precedentes, una tendencia que no muestra ningún indicio de
desaceleración. Los matrimonios entre gigantes empresariales
del sector agrícola no han hecho más que cambiarle el nombre a
los actores que ya existían. En la actualidad, solo cuatro empresas
acumulan el control sobre los intereses consolidados de todo el
sector de semillas comerciales y productos agroquímicos. La fusión
de Dow y DuPont en 2016 dio lugar a Corteva Agriscience en 2019.
SinoChem, ChemChina y Adama consolidaron sus activos agrícolas
en enero de 2020 dando paso al enorme Grupo Syngenta, con sede
en Suiza. Bayer ha absorbido los activos y las infames deudas de
Monsanto, después de ceder a BASF intereses sustanciales en los
mercados de semillas vegetales y cultivos transgénicos.

65
En el sector de los fertilizantes sintéticos, las 10 principales
empresas representan más del 50% de las ventas mundiales. Solo
dos empresas abastecen a todo el mercado norteamericano de
potasa, y tres productores acumulan una cuarta parte del suministro
mundial de fertilizantes fosfatados (Yara, 2018). Los grandes actores
siguen al acecho de nuevas alianzas y las empresas de fertilizantes
de especialidad constituyen un objetivo particularmente atractivo.
La concentración del mercado en el sector de la genética animal es
más elevada en el caso de las aves de corral, seguidas por el ganado
porcino y el vacuno. Prácticamente el total de la producción avícola
del mundo está en manos de tres empresas (Grupo ETC, 2019a). Las
6 principales empresas de maquinaria agrícola representan el 52%
del mercado mundial, y el mercado norteamericano está dominado
por tan solo 3 grandes corporaciones.

Concentración empresarial en los sistemas alimentarios actuales


Semillas y Genética animal:
productos
agroquímicos:
Las 4 empresas más
Pollos:
grandes del mundo
las 3 empresas más Cerdos:
controlan más del
grandes controlan casi Las 3 empresas más grandes
70% del mercado
el 100% controlan casi el 50%

Fertilizantes: Maquinaria agrícola:


Las 5 empresas más Las 6 corporaciones más grandes controlan 52%
grandes controlan
más del 50%

Y nuevos actores están ganando el control de los sistemas alimentarios

Empresas de gestión de activos: Empresas Empresas de Mercados


5 poseen entre el 10 y el 30% tecnológicas procesamiento de venta
de las principales empresas de datos electrónica
agroalimentarias

66
Sin embargo, el mayor cambio es la llegada de nuevos actores. Tal
vez lo más destacable en los próximos años sea la unión entre la
gran industria agrícola (o Big Ag) y las plataformas de datos. Para las
empresas agroalimentarias, las estrategias de datos no son solo un
medio para descubrir y captar nuevas eficiencias en los alimentos,
sino que también son el resultado de diversas transformaciones
orientadas al "capitalismo de vigilancia", en el que los gigantes de los
datos acumulan y explotan conjuntos de datos como nueva forma de
capital (Biddle, 2019). Amazon y Microsoft proporcionan la mayor
parte de la infraestructura de computación en la nube del mundo y
se están asociando con plataformas de agricultura digital dirigidas por
la agroindustria para suministrar cantidades ingentes de exabytes de
datos meteorológicos, agronómicos y de producción que se generan
para y desde los sistemas de agricultura de precisión. Los gigantes de
la maquinaria agrícola se están sumando a la ola de digitalización y
están incorporando en sus tractores y cosechadoras el hardware y el
software de la llamada agricultura de "precisión" o "digital".

La digitalización también está empujando a los agronegocios


(incluidas las grandes firmas agroquímicas y de semillas) a establecer
asociaciones con empresas tecnológicas especializadas, por ejemplo,
fabricantes de drones y de sensores hiperespectrales. Según Goldman
Sachs, el sector agrícola será el segundo, solo después del militar,
en el uso de drones en los próximos cinco años (Begemann, 2019).
Mientras tanto, los titanes de las materias primas están forjando
alianzas en torno al desarrollo de tecnologías digitales emergentes
(especialmente blockchain e IA) para automatizar el comercio de
cereales y semillas oleaginosas, y como herramienta general de
trazabilidad, transparencia y control de las infraestructuras (por
ejemplo, silos, puertos, embarcaciones, vagones de ferrocarril e
instalaciones de trituración/procesamiento) (Demaree-Saddler,
2018).

La prisa por acceder a nuevos mercados de venta electrónica y de


suministro de alimentos, acelerada por la pandemia de la COVID-19,
también está favoreciendo el surgimiento de nuevos gigantes de la
industria alimentaria. Las empresas de comercio electrónico lideradas
por Amazon (que compró Whole Foods en 2017) y la china JD.com
se encuentran ahora entre los diez principales minoristas del mundo.

67
Nuevos colosos ven la luz como resultado de las fusiones de las
empresas de logística alimentaria y las plataformas de datos del Norte
global con los líderes del comercio electrónico de los mercados
emergentes. La compra de la empresa india Flipkart por parte de
Walmart en 2018, la reciente inversión de Facebook en la plataforma
india Jio (propiedad de Reliance, el mayor proveedor de telefonía
móvil), y la adquisición por parte de Alibaba de una participación
sustancial en los «unicornios»18 del comercio electrónico indio —
más concretamente, la tienda de comestibles en línea BigBasket y la
aplicación de comida a domicilio Zomato— son indicios de cómo el La creciente
Big Tech o los gigantes tecnológicos se transformarán en el Big Food financiarización
o gigantes alimentarios en el subcontinente (Phartiyal, 2018). Alibaba del sistema
y Tencent también han estado comprando plataformas de comercio alimentario
electrónico más pequeñas, e invirtiendo en tiendas de conveniencia
también está
para recopilar más datos de los consumidores y ofrecer servicios
sin personal en la India, Indonesia y otras economías emergentes.
creando una nueva
Amazon, Alibaba, Microsoft, Google (a través de su Alphabet X) y clase de gigantes
Baidu también se están adentrando en el segmento de producción agroalimentarios,
de la cadena alimentaria, con empresas de agricultura digital muy en gran medida
dependientes de sus servicios de nube, IA y procesamiento de datos invisibles
(ver Recuadro 8).

La creciente financiarización del sistema alimentario, unida a la


oferta de nuevas tecnologías, también está creando una nueva
clase de gigantes agroalimentarios, en gran medida invisibles. En
la actualidad, un puñado de megaempresas de capital dispone de
sensores, flujos de datos y algún tipo de control financiero en todos y
cada uno de los puntos de la cadena alimentaria (Grupo ETC, 2018b;
Mooney, 2018). A juzgar por los recientes acontecimientos en los
sectores de las semillas y los productos agroquímicos, las empresas
de gestión de activos se han lanzado a comprar participaciones en
todas las empresas más grandes dentro de un sector del mercado.
Algunos analistas alertan sobre esta práctica, que se conoce como
participación horizontal, como "la mayor amenaza anticompetitiva
de nuestro tiempo" (Elhauge, 2019), tras comprobar que contribuyó
a la subida de los precios de las semillas en Estados Unidos (Torshizi
y Clapp, 2020). Las principales empresas de gestión de activos, como
Blackrock, Vanguard, State Street, Capital Group y Fidelity, han
designado fondos para inversiones en alimentación y agricultura, por

68
lo que los inversores están irrumpiendo en el sector de la agricultura
sin poseer tierras. Estas cinco empresas de gestión de activos son
titulares de entre el 10 y el 30% de las acciones de las principales
empresas agroalimentarias, y mantienen participaciones similares
en comercio electrónico y servicios en la nube (Clapp, 2019). Otros
gestores de activos que controlan los fondos de cobertura (por ejemplo,
Blackstone) han estado invirtiendo agresivamente en empresas
agroalimentarias y tierras agrícolas en países del Sur global, incluido
Brasil, donde la empresa fue identificada como impulsora directa
de la deforestación del Amazonas (Grim, 2019). La combinación de
datos masivos e inteligencia artificial aporta a los fondos de cobertura
novedosos conocimientos instantáneos que favorecen la especulación
con productos básicos, el denominado comercio de alta frecuencia. Es muy probable
El reciente aumento de las empresas llamadas "cheque en blanco" que los grandes
o empresas de adquisición con fines especiales (SPAC, por sus siglas de la alimentación
en inglés), que se crean sin otro propósito que el de participar en para 2045 sean
fusiones y adquisiciones, podría dar lugar a una nueva generación de
las empresas de
consolidación empresarial en el sector agroalimentario (Scott, 2020).
procesamiento de
Estas tendencias se verán amplificadas por la "fintech" o tecnología
datos
financiera, es decir, los pagos electrónicos, las criptomonedas y los
préstamos electrónicos que están cambiando la manera de entender
y utilizar el dinero. Los superordenadores necesarios para impulsar
la tecnología financiera son administrados por grandes empresas
—a menudo financieras— que disponen de los medios para, por
un lado, crear blockchains y, por el otro, prestar servicios bancarios
para el consumidor. Mientras tanto, la tecnología blockchain se
está convirtiendo en una herramienta que permite a las empresas
recopilar datos sobre el comportamiento de los consumidores y a la
vez transformar (a su favor) los sistemas de logística, manipulación y
producción que dirigen las cadenas alimentarias, sin tener en cuenta
los impactos en términos de empleo, equidad o ecología.

Como resultado de estas tendencias, lo más probable es que los grandes


nombres visibles de la alimentación en 2045 sean los procesadores de
datos actuales, tales como Amazon, Alphabet (Google), Microsoft y
Alibaba, así como las empresas de telecomunicaciones que controlan
los ductos de datos y las redes 5G. Estos servicios en la nube ya
procesan la mayor parte de los datos que proceden de sensores de la

69
agricultura digital. Por otro lado, estos y otros gigantes de los datos
también están acaparando y sumándose a una red de cables, fibras,
5G, móviles, satélites y redes periféricas (es decir, internet en sus
formas evolutivas) que crece a un ritmo vertiginoso. Mientras tanto,
las compañías de telecomunicaciones tradicionales, como AT&T,
Deutsche Telecom y NTT, son las propietarias de la infraestructura
básica de internet, la fibra y las redes 5G, cuyo alcance es cada vez
mayor. Utilizan sus servicios de streaming, como por ejemplo Netflix,
para competir por el control de las redes de "edge computing" o
computación de borde, que serán igualmente importantes para
la obtención de datos en streaming procedentes del campo. Otras
empresas, como Tesla de Elon Musk, están desplegando satélites de
transmisión de internet con vistas a dominar la agricultura digital
desde el cielo. Paralelamente, conocidas empresas agrícolas como
Bayer, Yara y John Deere se están reinventando como proveedores de
datos masivos y están configurando estrategias biodigitales en las que
combinan datos y biotecnología (Grupo ETC, 2019a). Con el tiempo,
puede que no sea la nube, el hardware, la red o la capa interestelar
la que tire del carro de la cadena alimentaria digital, sino que serán
más bien las obscuras empresas de gestión de activos las que muevan
los hilos en la sombra. Y si las distintas formas de consolidación
corporativa mantienen el ritmo, de aquí a 2045, los grandes nombres
serán bastante más grandes y poderosos de lo que lo son hoy.

70
Recuadro 8
De la mesa al campo: Las plataformas de comercio
electrónico entran en el mundo de la producción alimentaria

•B
 aidu (el "Google de China") está colaborando con MCFLY, de reciente creación, en el
desarrollo de tecnologías de visión hiperespectral para la agricultura inteligente, que
funcionan acopladas a drones y sirven para detectar y analizar plagas y enfermedades
directamente sobre el terreno (Global Drone Uav, 2018);
•E
 l minorista líder de China, JD.com, trabaja conjuntamente con Mitsubishi Chemical en la
construcción de la mayor "fábrica de plantas" del mundo mediante el uso de la hidroponía
(Neo, 2019), además de estar desarrollando una tecnología de reconocimiento facial en
cerdos que permita una mejor gestión de las granjas y la creación de una "comunidad de
desarrollo de la agricultura inteligente" (JD Corporate Blog, 2018);
•A
 mazon colabora con las principales cooperativas agrícolas de la India y procesa datos para
el sistema Climate Fieldview de Bayer, que se utiliza actualmente en más de 60 millones de
hectáreas;
•A
 libaba y Tencent —que recientemente lanzó sus invernaderos autónomos controlados
por IA (Tencent, 2020)— se están asociando con pequeñas empresas agrícolas en China
para adaptar la producción de alimentos a las preferencias de los habitantes de las ciudades
(ChinaPotion, 2020);
•L
 a megacorporación de juegos en línea NetEase ha empezado a criar cerdos ecológicos con
música relajante y los subasta en su página, Kaola, (que recientemente se fusionó con la
plataforma de Alibaba denominada TMall) (Juan, 2019).

71
TENDENCIA #1
Ecosistemas de ingeniería de precisión
e internet de las cosas agrícolas
Los algoritmos se usan para determinar las
condiciones de crecimiento de cada metro
cuadrado fértil sobre la faz de la tierra; los
cultivos y el ganado se hacen (y se modifican) a
la medida para adaptarse a dichas condiciones y
los ecosistemas se diseñan en función de los datos
recabados con el fin de alcanzar un rendimiento
óptimo. Los tractores robóticos y los drones para
fumigación y vigilancia —“internet de las cosas
agrícolas”— van ganando terreno tan rápido como lo
permiten las infraestructuras físicas y digitales.

En las próximas décadas, los agronegocios competirán por utilizar


las nuevas tecnologías —desde el rápido avance de la IA hasta la
digitalización generalizada— para acelerar la generalización de
sistemas de producción "climáticamente inteligentes". Para 2045,
se espera que se hayan revolucionado (y monetizado) todos y cada
uno de los aspectos de la agricultura. Los algoritmos serán capaces de
determinar las condiciones de crecimiento de todas las zonas fértiles
del planeta; los cultivos estarán hechos (y modificados) a la medida
para adaptarse a esas condiciones; los ecosistemas estarán diseñados
para garantizar un rendimiento óptimo; y se podrá mapear, detectar,
secuenciar, procesar y actuar según indiquen los datos a lo largo de
toda la cadena alimentaria.

A día de hoy, la IA está cartografiando cada kilómetro cuadrado del


planeta (incluido cada centímetro cuadrado de tierra de cultivo) y
registrando datos relativos al suelo, los nutrientes, la humedad y la luz
solar, con el fin de combinarlos posteriormente con datos masivos de

72
© Kung Tom

genómica que permitan proponer agroecosistemas "climáticamente


inteligentes" diseñados por máquinas y que se desarrollan a partir del
ADN (Oak Ridge National Laboratory, 2019). También se desarrollarán
algoritmos para diseñar mutaciones genéticas o aerosoles de RNA
(para modificaciones transitorias) a entornos de cultivo específicos
(Tencent, 2020), a la vez que las empresas de semillas y productos
agroquímicos invierten en nuevas técnicas de edición genética que
recurren a la información de la secuencia digital y la síntesis asistida
por ordenador19. El aumento masivo de la modelización de datos
ambientales, biológicos y agrícolas también allanará el camino para la
manipulación de los procesos a escala de los ecosistemas (así como la
geoingeniería del clima). La modificación a escala de los ecosistemas
ya se está abriendo paso a través de las propuestas de utilización
de impulsores genéticos —una tecnología que persigue la rápida
propagación de rasgos modificados genéticamente, transformando
poblaciones y ecosistemas enteros— y la ingeniería de los microbios
mediante la alteración del microbioma agrícola y humano (Grupo
ETC, 2018c). De este modo, modificar los sistemas en su totalidad,
en lugar de limitarse a alimentos específicos, permite a la industria
eludir la oposición del público, puesto que técnicamente ya no es el
producto que llega al plato el que está "modificado" (ver Recuadro 9).

73
Recuadro 9
Biotecnología sin OGM

En los últimos 25 años, hemos sido testigos de un movimiento mundial sostenido contra el
uso de alimentos transgénicos. Ahora, la industria biotecnológica busca activamente enfoques
que esquiven la oposición de los consumidores a los alimentos transgénicos eludiendo
técnicamente la definición de OGM, con lo que se evita también el etiquetado y la supervisión.
Se prevé que se produzcan grandes flujos de inversión en estrategias biotecnológicas que
no modifiquen el ADN del producto alimentario en sí, sino que modifiquen elementos de
los agroecosistemas tales como el ecosistema del suelo, los insectos o las malas hierbas. A
nivel comercial y reglamentario, se preferirá optar por innovaciones biotecnológicas que
deliberadamente no incorporen ADN modificado en el producto final que se vende a los
consumidores. Las estrategias de ingeniería genética que supuestamente no incluyen OGM
se basan en enfoques tales como la "modificación transitoria", y los aerosoles de ARNi, en los
que un compuesto o molécula activo diseñado genéticamente puede invadir e intervenir el
funcionamiento genético de un organismo durante un tiempo limitado, y ello supuestamente
sin modificar su ADN hereditario. Los cultivos de raíces peludas, la biosíntesis y las estrategias
de cultivo basadas en macrodatos, como TILLING (Targeting Induced Local Lesions in
Genomes), son algunos ejemplos más de enfoques biotecnológicos que la industria trata
de vender a los legisladores como productos libres de OGM (Slade et al., 2005). Con estos
argumentos, las empresas de biotecnología intentan evitar a toda costa que los organismos
editados genéticamente se vean sujetos a la normativa de aplicación en materia de OGM.

Además, las nuevas tecnologías también permiten que los sistemas


de gestión agrícola totalmente automatizados y digitalizados sean
una aspiración viable para las empresas agrícolas. Los robots en las
explotaciones, los drones para fumigación y vigilancia o los tractores
Más paquetes
autodirigidos, todos ellos relacionados con un "internet de las cosas
completos de
agrícolas" (Meola, 2021), ya forman parte de los sistemas alimentarios servicios agrícolas
(The Economist, 2017). En un contexto en el que los agronegocios remotos se venderán
miran al cielo en busca de nuevas inversiones y los fabricantes cablean a los agricultores
equipos para que permitan la transmisión de datos, se venderán como solución frente
cada vez más paquetes completos de servicios agrícolas remotos a a las amenazas
los agricultores como solución frente a las amenazas climáticas, climáticas, las plagas
las plagas y la escasez de mano de obra rural. Los gigantes de la y la escasez de mano
industria agrícola ya están lanzando sus plataformas de agricultura de obra rural
digital y las presentan como la clave para desarrollar una agricultura
"regenerativa", ya que supuestamente pueden rastrear (y por tanto
comercializar) el carbono del suelo.

74
En la economía pospandémica, la estrecha vigilancia de los datos del
sistema alimentario se defenderá argumentando que aporta beneficios
a la seguridad alimentaria y a la salud, que sirve para controlar los
"desbordamientos" de las enfermedades zoonóticas y que facilita la
gestión de los brotes de enfermedades. A los gigantes corporativos
de los sectores avícola y ganadero, esta narrativa les conviene y, por
ello, ya están adoptando los datos masivos, la inteligencia artificial y
el internet de las cosas para reducir la mano de obra y maximizar los
beneficios. Los agricultores y trabajadores también se enfrentarán a
otro tipo de vigilancia y control gracias a las tecnologías financieras
(ver Recuadro 10).

En respuesta a la demanda de soluciones locales y de menor escala, las


empresas de maquinaria agrícola podrían comercializar su paquete de
macrodatos, sensores y máquinas como solución para los pequeños
centros de producción diversa (por ejemplo, pequeñas explotaciones
o viveros de peces). En lugar de las gigantescas plantadoras y
cosechadoras robóticas que se desplazan por enormes campos,
algunas voces afirman que éstos podrían desagregarse en enjambres
de pequeños robots que se dediquen a plantar una multiplicidad
de cultivos y variedades en diferentes suelos y pendientes. XAG
y DJI, ambos líderes mundiales en tecnología de drones, están
desarrollando ahora vehículos agrícolas autónomos y robots agrícolas
multifuncionales equipados con cámaras hiperespectrales diseñadas
para navegar por pequeños terrenos, y pensadas también para evitar
la incipiente normativa sobre drones (Bloomberg News, 2019).

75
Recuadro 10
Sin dinero y sin poder. Tecnologías financieras
contra los agricultores

CROWDE, una plataforma móvil de crowdfunding, permite a los usuarios realizar inversiones
a partir de un dólar en miles de parcelas de toda Indonesia. Sin embargo, en lugar de dinero en
efectivo, los agricultores reciben herramientas, semillas y fertilizantes que CROWDE compra
a un coste reducido a los proveedores agrícolas, de manera que los productores pierden el
control sobre las opciones de producción (Thomson Reuters Foundation, 2018). En México,
el crédito y los subsidios para las familias rurales más pobres se entregan ahora a través de
depósitos electrónicos a los que solo se puede acceder en ciertas tiendas que también son
bancos, donde se compran insumos, bienes de consumo, teléfonos móviles y paquetes de
datos. Si el agricultor solicita dinero en efectivo, el banco le ofrece una tarjeta de crédito de
esa misma tienda. En este caso, el pago y los intereses se deducen de las subvenciones del
gobierno20.

76
TENDENCIA #2
Corredores logísticos, conflictos
por los recursos y la nueva geopolítica
de los datos

Dejar la seguridad alimentaria a


merced de las redes digitales y de posibles
problemas técnicos preocupa por igual a
gobiernos y movimientos por la alimentación.
También resulta inquietante la situación de los
agricultores que se ven obligados a abandonar sus
tierras para trasladarse a "ciudades inteligentes" y
pueblos de comercio electrónico, o se ven reducidos
a convertirse en meros jornaleros digitales. Aun así,
la promesa de un futuro “climáticamente inteligente” y
“sin riesgos” convence a muchos países con ingresos bajos
y medios de poner la tierra, los recursos y los datos en manos
de aquellos que suministran las tecnologías y ofrecen comprar
sus cosechas por anticipado. Como resultado, los gobiernos más poderosos y sus corporaciones
afines tienen a su disposición redes internas de logística que utilizan para controlar los recursos
y los suministros alimentarios a lo largo de enormes corredores económicos. A diferencia de
los anteriores Tratados de Libre Comercio (TLC) que abrían nuevos mercados, los TLC de las
décadas de 2020 y 2030 sirven principalmente para asegurar el acceso a los recursos, proteger
los derechos de explotación de los datos corporativos y poner las regulaciones desfavorables en
la congeladora. Al considerar los alimentos como un activo estratégico, se pone en marcha una
nueva ola de acaparamiento de tierras, océanos y recursos, y se militarizan cada vez más los
puntos de congestión comercial.

Armados con los dividendos tecnológicos de la cuarta revolución


industrial, los nuevos gigantes agrobiodigitales confían en que
podrán transformar la agricultura en los próximos 25 años. Pero la
agricultura de precisión impulsada por la inteligencia artificial solo
podrá desplegarse a la velocidad que permitan las infraestructuras
físicas y digitales. Y esto implica que los Estados se conviertan
también en aliados en esta batalla y pongan sus recursos al servicio
de la misma. Aunque a algunos gobiernos les preocupa la perspectiva
de poner la seguridad alimentaria a merced de sistemas de datos de
propiedad extranjera, el argumento de un futuro "resiliente al clima"

77
y "libre de riesgos" podría ser suficiente para convencer a los países
de ingresos bajos y medios para que entreguen sus tierras, recursos
y datos.

Los campesinos, cuyas tierras adquieren un nuevo valor al ser más


fácilmente accesibles gracias a los equipos agrícolas robotizados,
son vulnerables a nuevos acaparamientos de tierras. Para facilitar
una mayor agregación de tierras, los campesinos seguirán siendo
forzados a trasladarse a ciudades o suburbios también digitales, o
a lugares similares a las aldeas rurales de comercio electrónico de
Alibaba, que ahora se promocionan en el extranjero en el marco
de la Belt and Road Initiative o Iniciativa de la Franja y la Ruta
(Jingwen, 2020). Los agricultores que permanecen en la tierra se
verán reducidos a meros cultivadores digitales subcontratados
y completamente desempoderados. Los trabajadores también se
vuelven más vulnerables, pierden cada vez más habilidades y se
transforman en empleados “mejorados” con gadgets o se les sustituye.
En otras palabras, el fin de la agricultura como opción productiva,
que vaticinan hace tiempo actores poderosos, se ve acelerada por la
digitalización del campo.

Mientras tanto, a los agronegocios no les costará mucho conseguir


el apoyo de sus gobiernos nacionales. China y Rusia han sido las
más explícitas en cuanto a sus objetivos, pero muchas naciones
poderosas ven ahora los alimentos como un activo estratégico más
que como productos básicos estándar (Paskal, House y Furrie, 2011),
y han comprendido las ventajas geopolíticas que implica controlar
los recursos y el suministro de alimentos en áreas extensas. En los
próximos 25 años, Estados Unidos y China intensificarán sus rutas de
la seda digitales y físicas (ver Recuadro 11 sobre la Iniciativa china de
la Franja y la Ruta). Otros países seguirán su ejemplo, trabajando codo
con codo con las corporaciones abanderadas para asegurar los recursos
a través de corredores económicos y planes de infraestructuras
masivas basados en un "internet de la logística". Los Estados y
las corporaciones también darán prioridad a la infraestructura
tecnológica y de datos que sustenta las "internets de logística", es
decir, el uso de la automatización en los sectores de la logística y el
transporte para permitir que las mercancías se intercambien en los
sistemas de manipulación locales y globales de forma más eficiente y

78
sin interferencia humana. Mediante el intercambio de datos a través
del blockchain y otros programas e infraestructuras cibernéticas,
las redes internas de logística garantizan que los alimentos (y otros
productos básicos) seguirán orientándose de forma automática
hacia los mercados ricos mientras siguen ocurriendo perturbaciones
sociales, el cambio climático o las pandemias.

La creciente rivalidad entre Estados Unidos y China, y la competencia


por el control físico y digital de las arterias comerciales del planeta,
acelerarán la concentración de la agroindustria a ambos lados del
Pacífico. Cargill y ADM ya han constituido la empresa Grainbridge,
cuyo objetivo es ofrecer una plataforma tecnológica común a los El comercio
productores de cereales norteamericanos (Cargill, 2019). Mientras
Sur-Sur representa
tanto, resultado de las últimas ampliaciones de la IFR (Iniciativa de la
Franja y la Ruta) de China, grandes regiones de Kazajistán y Pakistán
ahora una 4a
han quedado atrapadas en la producción de productos agrícolas de parte de los flujos
alta tecnología para su exportación a China. comerciales
agrícolas
En los próximos años y décadas, una parte de los países emergentes totales
se unirá a las antiguas potencias en la competencia por el control de
los alimentos y las tierras de cultivo. El centro de gravedad mundial
ya está cambiando, y el comercio Sur-Sur representa ahora una
cuarta parte de los flujos comerciales agrícolas totales (Lee, Bellman
y Hepburn, 2019). Se prevé que Brasil supere a la UE y a Estados
Unidos como exportador de productos agrícolas en 2030 (Lee,
Bellman y Hepburn, 2019), mientras que Asia (así como otros países
de la talla de México y Nigeria) va camino de convertirse en la nueva
potencia de las importaciones agrícolas. El dominio angloamericano
sobre el comercio de productos básicos —que ya ha sido desafiado
por los nuevos actores chinos— se verá cada vez más erosionado en
las próximas décadas21.

79
Recuadro 11
Expansión del complejo agroindustrial chino a través
de la Iniciativa de la Franja y la Ruta

Amplias extensiones de Asia, África y Europa podrían transformarse en grandes zonas de


producción y distribución en el marco del plan chino de megainfraestructura que se conoce
como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR). Esto conduciría a un aumento del control
por parte de China sobre las tierras de cultivo en todo el mundo. El modelo de crecimiento
impulsado por las infraestructuras de la IFR implica la apropiación de grandes extensiones de
tierra y su transformación en corredores económicos, a expensas de los medios de subsistencia
y los sistemas agrícolas tradicionales22.

En Asia central, Kazajistán es el punto focal de los planes agrícolas chinos, con infraestructuras
ya establecidas. Los inversionistas chinos ven el país como una nueva fuente de trigo, azúcar,
carne y aceite vegetal; y por su parte, los inversionistas de Kazajistán ven a China como un
mercado para las exportaciones agrícolas como la carne de vacuno, el trigo y los productos
lácteos. China también está desarrollando una Ruta de la Seda Digital (RSD) en paralelo a la
IFR. La RSD consiste en un importante programa de ayuda tecnológica, inversión y mejora
de las infraestructuras digitales para los países clientes que utilizan hardware chino. China
pretende incluir a África Occidental en la IFR, y se serviría de Senegal como trampolín para
la industria china en toda el África Occidental.

Es probable que el creciente dominio de China en la agroindustria mundial logre concentrar


toda la producción y distribución de alimentos a nivel mundial, además de definir los mercados
de importación y exportación de productos básicos, dejando al margen a agricultores,
pescadores, habitantes de los bosques y comunidades rurales. El sector privado lidera
cada vez más las inversiones: las empresas chinas ya invierten 43 mil millones de dólares
estadounidenses en la producción agrícola fuera de las fronteras chinas (GRAIN, 2019a). Esta
cifra podría aumentar aún más con acuerdos bilaterales como el Corredor Económico China-
Pakistán (CECP). Desde 2015, el CECP ha conectado a China con Baluchistán mediante
carreteras, ferrocarriles y otras infraestructuras. El plan a largo plazo es sustituir la agricultura
tradicional pakistaní por una agricultura de alta tecnología, sistemas de comercialización y
un complejo agroindustrial a gran escala.

80
Uno de los requisitos básicos para mantener los corredores logísticos
del futuro serán los mercados desregulados, y las empresas seguirán
exigiendo la liberalización del comercio. Pero a diferencia de los
Tratados de Libre Comercio (TLC) que abrieron nuevos mercados
a principios del siglo XXI, los TLC de las décadas de 2020 y 2030
servirán principalmente para garantizar el acceso a los recursos,
proteger la propiedad de los datos corporativos y poner cualquier
normativa desfavorable (por ejemplo, la que regula las nuevas
tecnologías genéticas) en la congeladora.

Ya se vislumbran grandes acuerdos regionales. El Acuerdo de


Libre Comercio Continental Africano (AfCFTA), ya ratificado
por la mayoría de los gobiernos, pretende crear un mercado único
liberalizado de bienes y servicios en toda África. Al mismo tiempo,
15 grandes economías de la región de Asia-Pacífico firmaron en
noviembre de 2020 el mayor acuerdo comercial del mundo: la
Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas
en inglés). Estos y otros acuerdos comerciales pueden limitar la
capacidad de los gobiernos para proteger los sistemas alimentarios
locales y actuar contra el cambio climático, al tiempo que permiten a
las potencias regionales exportar su modelo de agricultura corporativa
o externalizar las emisiones y la destrucción del medio ambiente a
otras partes del mundo, una tendencia que ya está en marcha (ver
Recuadro 12).

Recuadro 12
Externalización de las emisiones al Sur global
Aunque la política agroalimentaria se regirá cada vez más por la política del carbono y del
clima, algunas de las supuestas medidas de reducción de carbono podrían ser, en realidad,
meras estrategias para deslocalizarlo. Cerca del 30% de los fertilizantes sintéticos acaban en
productos destinados a la exportación, y casi la mitad se utiliza para alimentar al ganado,
haciendo que los daños que provoca la escorrentía de los fertilizantes se desplacen desde Europa
y América del Norte (donde se destina la proteína) hacia América Latina (donde se produce
la contaminación) (Acción por la Biodiversidad, 2020; Fundación Heinrich Böll y Amigos de
la Tierra Europa, 2014). El 50% de las emisiones de óxido nitroso (265-298 veces más potente
que el CO2) proviene de los fertilizantes sintéticos empleados en solo tres países (China,
India y Estados Unidos) (Ramankutty et al., 2018). Las emisiones de metano (procedentes
de la fermentación entérica del ganado) proceden de la India, África subsahariana, Brasil y

81
Europa occidental, y alrededor del 60% del metano (procedente del arroz) lo emiten la India,
China y Vietnam. Entre el 72 y el 80% del total de las emisiones agrícolas procede del ganado
(Bowles, Alexander y Hadjikakou, 2019; Springmann et al., 2018a) y/o de su alimentación,
ganado criado en Sudamérica y consumido en el Norte global. Las emisiones de la IFR china
(ver Recuadro 11) no parecen ser contabilizadas de forma coherente, ni por China ni por los
destinatarios de su generosidad.

Se prevé que el acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur23 impulse el comercio de los


principales productos agrícolas que afectan al clima. Al importar productos de soya y etanol
baratos con el fin de cumplir sus objetivos en materia de cambio climático, las políticas del
gobierno de la UE pueden favorecer el acaparamiento de tierras y el aumento de la deforestación
en países como Brasil, Ecuador y Perú, lo que conduciría finalmente a una mayor destrucción
del clima (Illegal Deforestation Monitor, 2019). GRAIN, por ejemplo, estima que el acuerdo
UE-Mercosur aumentará las exportaciones de carne de vacuno a Europa en un 50%, las de
arroz en un 60% y las de etanol en un 540%, aumentando potencialmente las emisiones del
Mercosur en un 34% (GRAIN, 2019b). Mientras tanto, el acuerdo socavará los medios de
subsistencia de los agricultores en pequeña escala de ambas partes, creando una "carrera
hacia el abismo" en términos de precios de producción, y agravando la deuda y la bancarrota
en las zonas rurales (GRAIN, 2019b). A medida que los datos se conviertan en un insumo
clave para la agricultura, y que la infraestructura digital mundial crezca hasta engullir una
quinta parte de la electricidad mundial, la deslocalización de grandes cantidades de datos
agrícolas y genómicos hacia paraísos de datos más baratos y fríos se convertirá en otra forma
de deslocalización de las emisiones de carbono (y de colonialismo de datos). La mayoría de
los nuevos acuerdos de libre comercio incluyen capítulos sobre comercio digital y circulación
de datos que van en esta línea.

Sin embargo, la negociación no es el único escenario posible. Lo que


los gobiernos llaman ahora retóricamente "emergencia climática"
les empujará a actuar de forma agresiva mucho antes de 2045. Los
gobiernos y, cada vez más, las empresas utilizarán tácticas más
enérgicas para hacerse con el control de los recursos destinados
a la producción de alimentos. En toda Asia, en la última década,
unos 9,6 millones de hectáreas de tierras de cultivo —una extensión
del tamaño de Malawi o Hungría— han pasado de las manos de las
comunidades rurales a las de corporaciones extranjeras (especialmente
en Camboya, Indonesia y Laos). Es probable que estas tendencias,
que también afectan a Australia, se intensifiquen con el acuerdo
comercial RCEP (GRAIN, 2019c). África también es un objetivo
importante en términos de acaparamiento de tierras agrícolas a

82
gran escala, ya que entre 2000 y 2016 se han firmado más de 420
acuerdos que afectan a diez millones de hectáreas (Goedde, Ooko-
Ombaka y Pais, 2019). Aunque en muchos casos se ha optado por
mantener la tierra en lugar de explotarla, es probable que el cambio
climático acelere la búsqueda de tierras (y agua) en el extranjero por
parte de los gobiernos para producir alimentos para sus poblaciones,
como ya están haciendo los países de Oriente Medio y el norte de
África en Sudán (Schwartzstein, 2019).

También es probable que el acaparamiento de islas y océanos se


intensifique a medida que los países traten de consolidar su influencia,
sus cadenas de suministro de alimentos y sus redes globales de
Es probable
abastecimiento y distribución. En la región del mar Rojo, los conflictos que las crisis de
por la pesca y otros recursos marinos están poniendo en peligro su abastecimiento,
rica biodiversidad (Kleinhaus et al., 2020). Mientras tanto, en el mar las subidas
de China Meridional, que se considera una de las zonas con mayor de precios y
biodiversidad marina del planeta, China ha estado construyendo la escasez de
pistas de aterrizaje, puertos y otras instalaciones en islas y arrecifes en
alimentos se
disputa, con el objetivo aparente de establecer bases militares (Ives,
conviertan en
2016). Ya se están produciendo conflictos por los recursos marinos
en el sur y el noreste de Asia, en América Central y del Sur y frente algo habitual,
al Cuerno de África (Bergenas, 2016), y podrían intensificarse en el ya que varias
Pacífico, donde se encuentran algunas de las poblaciones de atún tendencias
más numerosas del mundo (Banco Mundial, 2016). A medida que chocarán entre
el cambio climático afecte a los arrecifes de coral y a las poblaciones sí en los próximos
de peces, es probable que estos conflictos aumenten, por lo que los años
pescadores en pequeña escala tendrán cada vez más dificultades a la
hora de alimentarse a sí mismos y a sus comunidades.

Aunque los países y las empresas consigan apropiarse de los recursos,


seguirán teniendo que lidiar con una volatilidad extrema. Es
probable que las crisis de abastecimiento, las subidas de precios y
la escasez de alimentos se conviertan en algo habitual, ya que varias
tendencias chocarán entre sí en los próximos años. Es probable que
en los próximos años y décadas proliferen una serie de enfermedades
zoonóticas y de transmisión alimentaria, derivadas sobre todo
de la cadena alimentaria industrial y, más concretamente, de las
explotaciones ganaderas industriales. Al igual que la COVID-19,
las futuras pandemias podrían afectar a las cadenas de suministro

83
locales (territoriales) y mundiales (IPES-Food, 2020a). También es
probable que el uso continuado de antibióticos en el ganado dé lugar
a superbacterias resistentes a los antibióticos, un fenómeno que ya se
está produciendo en campos de todo el mundo (Harvey, 2019). Como
se indica en la Sección 1, los incendios forestales, las sequías y las
inundaciones se producirán con tal regularidad que regiones enteras
se enfrentarán a cambios irreversibles en la vegetación, pérdidas de
tierra fértil y de la capa superior del suelo, y a una reducción de la
capacidad de producción de alimentos, o incluso a crisis múltiples en
las que varias regiones consideradas "graneros del mundo" colapsan
a la vez.

Estas crisis aumentarán la presión sobre los "puntos de congestión"


críticos para el comercio mundial de alimentos, es decir, los
centros de las redes mundiales de distribución/logística de alimentos
descritos anteriormente. La creciente concentración de la producción
de cultivos básicos en un puñado de países (Clapp, 2017), unida al
continuo crecimiento del comercio internacional de los principales
cultivos24, está aumentando la presión sobre los puntos de unión
por los que transitan diariamente grandes volúmenes de productos
básicos (por ejemplo, corredores marítimos como el Canal de Panamá
y el Estrecho de Malaca25, infraestructuras costeras e infraestructuras
de transporte interior en las zonas de exportación de cultivos). Las
interrupciones en estos puntos de congestión podrían dar lugar a
la escasez de suministros y el consiguiente aumento de los precios,
lo que constituye un "riesgo poco explorado" para la seguridad
alimentaria (Wellesley, Walsh y Tucci, 2017). Las consecuencias
serían especialmente graves para las regiones altamente dependientes
de las importaciones, como Oriente Medio y el Norte de África, y para
los países pobres con vulnerabilidades estructurales. Japón y Corea
del Sur también están en riesgo, ya que dependen en gran medida
de importaciones de alimentos que pasan por uno, dos o hasta tres
puntos de congestión.

84
Es probable que las respuestas políticas se vuelvan cada vez más
populistas y autoritarias. Las restricciones a las exportaciones y el
cierre de fronteras podrían convertirse rápidamente en la norma,
superando con creces las medidas adoptadas durante la crisis de la
COVID-19. Los propios puntos de congestión podrían militarizarse
cada vez más. Y en lugar de relocalizar sus cadenas de suministro,
los grandes actores mantendrán sus apuestas forjando nuevas rutas
de suministro globales. Con tanto en juego, no habrá nada que se
interponga en su camino, ni tan siquiera las plataformas de hielo.
Pekín, por ejemplo, busca un punto de apoyo en Groenlandia para
asegurarse el acceso al paso del Ártico y reducir la exposición de sus
redes de mercancías a los actuales puntos de congestión comercial.
Por su parte, los comerciantes euroasiáticos esperan que la vía
navegable E40 —una ruta marítima interior de 2000 kilómetros que
une el mar Negro con el Báltico— supere los obstáculos políticos y
ecológicos y consiga convertirse en una realidad.

85
TENDENCIA #3
Híper-persuasión, dietas
personalizadas y nuevas fronteras
en la configuración de la
experiencia alimentaria
Al final de la cadena, en el extremo del consumidor,
los datos recolectados de las actividades en línea
están siendo combinados con los metadatos
generados por el uso de carteras digitales, servicios
de comida automatizados y otras actividades
cotidianas. Interconectar estas fuentes de datos
abre nuevas oportunidades para rastrear, enfocar
al detalle y manipular de forma invisible los
hábitos alimentarios de las personas y reconfigurar
las culturas alimentarias. La industria alimentaria
destina cada vez más recursos a ofrecer nuevos
barnices de consumismo ético y sustentable,
confundiendo a los ciudadanos con una
abrumadora variedad de argumentaciones y con
cadenas de suministro cada vez más opacas.

Las reconfiguraciones tecnológicas y geopolíticas descritas


anteriormente se extenderán a lo largo de la cadena alimentaria
durante el próximo cuarto de siglo. La industria alimentaria, y sus
nuevos actores, competirán por transformar todos los aspectos de la
experiencia alimentaria y por ampliar su alcance a nuevas fronteras
en el Sur global. Una serie de avances —desde la penetración masiva
de los teléfonos móviles y el "internet de las cosas" a las carteras
digitales y la automatización del sector de la alimentación— harán
que todo esto sea una posibilidad cada vez más realista.

Las situaciones disruptivas están claramente a la orden del día. Los


mayores fabricantes de alimentos y bebidas del mundo se enfrentan a

86
múltiples desafíos, que van desde los consumidores que rechazan los
alimentos altamente procesados en favor de alternativas más sanas y
baratas, hasta la aparición de gigantescos minoristas de comestibles
que llenan los supermercados de productos de marca blanca mientras
maximizan las ventas de alimentos en línea.

La industria alimentaria considera el año 2020 como un punto de


inflexión, debido a que los minoristas online alcanzaron unas
ventas sin precedentes en los seis primeros meses de la pandemia
originada por la COVID-19. Durante el confinamiento, alrededor
del 28% de los europeos residentes en zonas urbanas han utilizado
la compra online como canal principal para adquirir alimentos, y
más del 80% de los nuevos compradores online planean mantener
este nuevo hábito (Ecommerce News, 2020). En Estados Unidos
y China, el auge del comercio minorista electrónico fue aún más
pronunciado y los mercados de comercio electrónico, anteriormente
50%
lentos, experimentaron una gran transformación. Las ventas online de la ingesta
aumentaron un 66% en Brasil durante 2020, y se prevé que lleguen media diaria de
incluso a triplicarse y alcancen un mercado de 100 000 millones de alimentos y bebidas
dólares en la India para 2024 (Bloomberg Report, 2021). Y al igual que en Estados Unidos
el internet de las cosas agrícolas descrito en la Tendencia #1, asistimos son aperitivos
a un rápido crecimiento del mercado de los robots diseñados para
y “botanas
sustituir a los trabajadores de la alimentación y satisfacer la creciente
demanda de servicios de alimentación ultrarrápidos. En palabras de
funcionales”
uno de los aspirantes a liderar el mercado: "Cocinas robotizadas,
cocina impulsada por robots, ChefBots, cocina de precisión, robots
autónomos impulsados por IA, restauroides, robots baristas, robots
comestibles... esto es solo el principio"26.

El potencial de extraer datos y monitorizar el comportamiento


en múltiples nodos de la cadena está permitiendo que la industria
alimentaria cultive nuevos mercados emergentes. La creciente
demanda de comidas listas para consumir, bebidas y una amplia
variedad de bienes de consumo inmediato (productos que se venden
rápidamente a un coste relativamente bajo) ha contribuido al rápido
crecimiento de las tiendas de conveniencia en Asia y América Latina
en la última década (Kantar, 2019). Los aperitivos y las botanas
funcionales —alimentos dirigidos a solteros, mujeres trabajadoras y
estudiantes— representan ahora el 50% de la ingesta media diaria
de alimentos y bebidas en Estados Unidos (Hartman Group, 2016).

87
El mercado mundial de aperitivos crecerá un 5,34% anual de aquí a
2025, y la mayor parte de esa expansión tendrá lugar en la región de
Asia-Pacífico (Mordor Intelligence, 2020).

Las culturas alimentarias tradicionales y no occidentalizadas


representan una barrera para la expansión global de la oferta de
la industria alimentaria, pero gracias a los TLC se están creando
empresas comerciales y los alimentos altamente procesados se
están imponiendo en los nuevos mercados del Sur global, y con
ellos la espiral de las tasas de obesidad y ENT27. A medida que se
desmantelan las estrategias nutricionales locales y se erosionan los
conocimientos sobre la cocina y las propiedades de los alimentos,
las empresas consiguen ejercer "un dominio absoluto en el punto de
venta" (GRAIN, 2015). Y con el estancamiento de los salarios y el Las nuevas
aumento de las horas de trabajo, las poblaciones con bajos ingresos proteínas
del Norte y el Sur globales son cada vez más dependientes de la representan
comida rápida barata, y a menudo se ven enajenadas de sus propias un mercado en
culturas alimentarias. crecimiento y
un ámbito que
Las nuevas proteínas también representan un mercado en crecimiento suscitará cada
y un ámbito que suscitará cada vez más atención por parte de los
vez más atención
inversores, las empresas alimentarias y los responsables políticos en
las próximas décadas. Dos "soluciones" propuestas para reducir los por parte de los
impactos ambientales asociados al ganado —la carne cultivada en inversores, las
laboratorio y los sucedáneos de carne28— se convierten también empresas y los
una fuente de crecimiento potencial del mercado y de situaciones responsables
disruptivas en las próximas décadas. Para 2045, el escenario más de las políticas
probable es el de la creación de un nuevo mercado de proteínas en el alimentarias en
que los envasadores de carne ya establecidos, como Tyson y Cargill,
las próximas
engullen directamente o bien se asocian con empresas emergentes de
"comida falsa" como Just Foods e Impossible Foods29. Estos nuevos
décadas
gigantes de la proteína promoverán la venta a granel de productos
proteicos diversificados (y a menudo mezclados30) de diferentes
fuentes, manteniendo el monopolio del mercado y abarcando todos
los nichos31.

Pero la carne no es lo único que se está trasladando a los laboratorios


de las ciudades. Conscientes de los crecientes riesgos relacionados
con la interrupción de la cadena de suministro, los planes de las

88
"ciudades inteligentes" incluirán cada vez más cultivos hidropónicos
de interior, así como "granjas verticales" automatizadas de alto
consumo energético y de nutrientes, y biorreactores de ingredientes
alimentarios. Algunos biorreactores utilizan microbios manipulados
genéticamente y alimentados con metano o cultivos celulares
para proporcionar proteínas, aceites y sabores de alta tecnología
"elaborados localmente" o "artesanales" y destinados a la industria de
alimentos procesados.

Los nichos de mercado de este tipo podrían estar a punto de empezar


a proliferar. En el próximo cuarto de siglo, la industria alimentaria
ofrecerá un abanico cada vez más amplio de estrategias de "nutrición
personalizada" a los consumidores más ricos del Norte y el Sur
global. Aunque las dietas de moda no son ninguna novedad, en la
actualidad se están extendiendo rápidamente por las redes sociales,
con influencers que afirman que comer es una pérdida de tiempo,
iconos de Silicon Valley que abrazan nuevas dietas radicales (Mahdawi,
2019), y el fenómeno de la ortorexia —un trastorno alimentario que
se caracteriza por una obsesión insana por comer sano— en aumento
(NEDA, s.f.). Algunos ejemplos son la dieta Optitavia de Medifast,
basada en "repostar"; la dieta Lemonade, cuyo lema es "despídete
de los alimentos sólidos durante 20 días"; las dietas extremas de
restricción de carbohidratos; las dietas de aperitivos basadas en la
ingesta frecuente de alimentos para acelerar el ritmo metabólico;
Soylent (una bebida proteica artificial); y las dietas Paleo y Keto, que
incluyen un consumo de carne elevado. Se anima a los consumidores
a adoptar estas dietas y a tomar el control de su salud, basándose en la
promesa de un rendimiento físico y mental técnicamente mejorado.

En paralelo a estos productos dietéticos está surgiendo una


nueva generación de dispositivos y aplicaciones de asistentes de
inteligencia artificial diseñados para hacer un seguimiento de los
hábitos alimentarios, los indicadores biológicos y la actividad física.
Ahora mismo, los smartphones ya son capaces de contar los pasos

© EthelJay

89
y medir la distancia recorrida, la frecuencia cardíaca, las horas de
sueño y el tiempo que se pasa mirando una pantalla. La siguiente
fase de la "agenciación digital" (Baum, 2018) se basa en liberar al
usuario de la 'carga cognitiva' que requiere proveerse a sí mismo de
alimentos a la hora de comer, y confiar en los asistentes de IA para
"lograr la ingesta perfecta de alimentos analizando factores como la
información genética, la etapa vital, el historial personal y familiar,
el estado de ánimo, el perfil de gustos, las necesidades energéticas,
los valores, los impactos ambientales, los costes y otras condiciones
externas" (Allen, 2017; Greatist, s.f.). A medida que el "internet de
las cosas" se afiance, esos sistemas de monitorización de datos se irán
incorporando a los electrodomésticos de la cocina, los envases y los
cubos de reciclaje y de basura. Algunas empresas pretenden incluso
monitorizar el sistema digestivo del cliente (ver Recuadro 13).

Recuadro 13
Hackers ingeribles
Según el concepto de biohacking, nuestros cuerpos son sistemas que pueden ser optimizados
mediante entrenadores digitales y dispositivos comestibles. Una vez recogidos los datos de
nuestros órganos, es posible proponernos recomendaciones nutricionales personalizadas
(Faguet, 2017). Las empresas que están invirtiendo en tecnologías de biohacking argumentan
que quieren ponerse al servicio de las personas satisfaciendo las necesidades individuales. Para
ello, están desarrollando dispositivos como los "sensores ingeribles", una especie de píldoras
rellenas de bacterias transgénicas brillantes que viajan por nuestros intestinos para medir
la temperatura, la acidez, la presencia de moléculas médicas y las hemorragias estomacales
(Molteni, 2018). Posteriormente, los datos se envían a nuestros smartphones y a las empresas
de biohacking. Las empresas que están detrás de estas tecnologías dicen que quieren pasar "de
las transacciones a las relaciones", y para ello "promueven la comercialización de alimentos
inocuos para el microbioma, con la esperanza de "construir una base mayor de clientes fieles"
(Institute for the Future y Fundación Bill y Melinda Gates, 2018).

90
Estas tendencias irán acompañadas de un sofisticado conjunto de
técnicas destinadas a dirigir o empujar a los consumidores hacia
comportamientos y productos específicos. La misma infraestructura
de datos que impulsa la agricultura digital permitirá que el "internet
de las cosas" comunique datos tanto en el hogar como en movimiento,
por lo que los minoristas del sector de la alimentación podrán extraer
mejor los datos de los consumidores, saber a qué distancia se encuentran
e intentar programar su comportamiento de consumo de alimentos.
Los planificadores de las "ciudades inteligentes" estarán encantados
de recurrir a los gigantes de los datos para que les ayuden a gestionar
los repartos de alimentos en la ciudad, al tiempo que obtienen cada
vez más datos sobre la movilidad y el consumo. Se espera que más del
92% de la población mundial posea un teléfono móvil en 2024 (Dea,
2020), lo que permitirá a las empresas conocer las preferencias de
grandes grupos de clientes que antes resultaban inaccesibles. Mientras
tanto, la tecnología financiera tiene importantes implicaciones tanto
para los consumidores como para los agricultores. A medida que
los objetos habilitados para internet ejecutan automáticamente las
transacciones (a través de "contratos inteligentes" preprogramables,
y utilizando tokens y criptomonedas), la autonomía de las personas
sobre sus compras de alimentos puede verse erosionada, y las cadenas
alimentarias cada vez más financiarizadas (Mooney, 2018).

Los "nudges" (pequeños empujones o persuasiones) que estos


desarrollos hacen posibles van desde los cupones electrónicos más
tradicionales y los productos a la venta en el punto de registro
electrónico, hasta el seguimiento del historial de compras y de las
redes sociales del consumidor para proponerle nuevos productos
en función de sus gustos, su estilo de vida y sus ingresos. Todo
esto requiere compradores con tarjetas de débito/crédito que estén
conectados a internet, aunque en algunos casos unos sensores
instalados en los expositores pueden ser suficientes (Howard,
2021). Walmart, Amazon Fresh, CostCo, Freshdirect, LocalHarvest,
ShopFoodEx, GoBIO, Safeway y mySupermarket ya han avanzado
mucho en su búsqueda del "pequeño empujón" perfecto (Fisher,
2021). La híper-persuasión, que combina los datos masivos con
la ciencia del comportamiento, es una herramienta que podría
permitir a las empresas alimentarias ejercer un mayor control sobre
los consumidores y los mercados mediante el análisis predictivo del
comercio minorista (ver Recuadro 14).

91
Recuadro 14
Hyper-nudging o la "Teoría del empujón": la próxima
frontera en la captación de consumidores

Las críticas a las plataformas de datos suelen centrarse en el aspecto de la "vigilancia" del
capitalismo digital, pero el compañero más siniestro del gran hermano es el gran "nudge" o
empujón. La digitalización masiva en todos los ámbitos de la economía hace que los seres
humanos no solo sean rastreables, sino que además sea cada vez más fácil prescribirles
consumos y comportamientos, puesto que estamos continuamente emitiendo flujos de
"metadatos" que revelan mucho sobre nuestros intereses, motivaciones y debilidades. El hyper-
nudging o la híper-persuasión (a veces también llamado "psicografía") es una práctica que
combina deliberadamente los macrodatos con las ciencias del comportamiento para modificar
el comportamiento individual y colectivo (Yeung, 2016). Aunque las empresas alimentarias
llevan mucho tiempo tratando de manipular el deseo de los consumidores recurriendo al
marketing de masas, la gran cantidad de datos de que se dispone sobre los individuos abre
ahora la puerta al diseño de estrategias de manipulación individualizadas gestionadas con IA.
La persuasión puede adaptarse automáticamente a los perfiles psicográficos, en función de las
emociones, los factores desencadenantes y los perfiles psicológicos de cada persona, no solo
en el punto de venta, sino también a través de las redes sociales, los entornos digitalizados y
el "internet de las cosas".

Recientemente se han puesto de manifiesto controvertidas estrategias de hyper-nudging en el


ámbito político (una de las más infames es la microdirección psicológica del comportamiento
de millones de votantes en las elecciones estadounidenses de 2016 y en los referéndums
sobre el Brexit en el Reino Unido por parte de Cambridge Analytica). Además, esas mismas
empresas también tienen clientes en la industria de la alimentación y las bebidas. Este enfoque,
a menudo invisible, de "personalización masiva" de la persuasión también se está poniendo
en práctica en nombre de los operadores comerciales, lo que hace que estas técnicas se erijan
como la principal tendencia, y la menos discutida, en lo que respecta a los consumidores en
las próximas décadas. Las corporaciones que despliegan estrategias de hyper-nudging para
alterar el comportamiento pueden establecer tendencias y construir entornos completos en
los que las personas pensarán y actuarán "más como consumidores y menos como ciudadanos,
lo que amenaza aún más la posibilidad de que los individuos y las comunidades recuperen el
control de un paisaje alimentario altamente corporativizado y concentrado" (Carolan, 2018).

El hyper-nudging promete un control muy preciso de los mercados futuros mediante el


análisis predictivo y la posterior manipulación de los datos del comercio minorista y de otro
tipo. La generación exponencial de datos ya se vislumbra como el próximo gran hito para los
mercados (especialmente las marcas de compra en línea o mediante suscripción), con una

92
tasa anual de crecimiento del 11,7% desde 2017 (Carolan, 2018). Debido a su invisibilidad y a
su potencial de control, el hyper-nudging puede allanar el camino para la extinción de algunos
sistemas alimentarios y el dominio de otros.

Conclusiones:
fisuras y contradicciones de un futuro liderado
por la agroindustria
Existe una incertidumbre considerable en torno a cada una de estas Y mientras
tendencias y subtendencias. Pero está claro que los agronegocios
sigan obviando
(y quizá también los gobiernos) están planificando, a su manera,
un futuro plagado de crisis ambientales, dislocación social y
la necesidad
oportunidad tecnológica, y ello mediante el afianzamiento de de devolver
corredores económicos, el diseño y el manejo de agroecosistemas o la humanidad
la manipulación del comportamiento de los consumidores. Está claro a un espacio
que la suma de estos avances no permitirá en ningún caso devolver al operativo seguro,
planeta y a sus sistemas alimentarios a un espacio operativo seguro, las industrias
y algunas tendencias como la rápida digitalización —además de todo destinarán cada
lo que implica en materia de equidad social y dignidad— generarán
vez más recursos
impactos ambientales perjudiciales por sí mismas (por ejemplo, la
energía, la extracción de recursos, el uso del agua).
a ofrecer una falsa
sustentabilidad
Lo que promueve esas diversas vías de innovación no es tanto la
urgencia de las crisis climática y ecológica, ni las necesidades de
la mayoría de los actores del sistema alimentario, sino más bien la
búsqueda de nuevos mercados en crecimiento y nuevas justificaciones
para vender en Apps los últimos avances en ciencia de datos y biología
molecular. Los principales actores se están centrando en eliminar
los factores vulnerables (por ejemplo, las personas, los suelos) de las
cadenas de suministro, en amortiguar los impactos más duros sobre
el clima o la salud que sufren determinadas poblaciones mediante
la implantación de vastos complejos agroindustriales "a prueba de
golpes", y en deslocalizar los daños ambientales de la producción
industrial de productos básicos. Y en lugar de promover cambios
profundos de comportamiento y un sentido de responsabilidad

93
colectiva, las empresas alimentarias optan por invitar a los
consumidores privilegiados a renunciar a su capacidad de decisión
sobre lo que comen y adoptar soluciones personalizadas que se
pueden encauzar o dirigir a base de "persuasiones", a la vez que siguen
erosionando las culturas alimentarias existentes y homogeneizando
las dietas de millones de personas. Y mientras sigan obviando la
necesidad de devolver la humanidad a un espacio operativo seguro,
las industrias destinarán cada vez más recursos a ofrecer una falsa
sustentabilidad, cargando a los ciudadanos —ya bombardeados por
las "fake news"— con la ardua tarea de dotar de sentido a unas cadenas
de suministro cada vez más opacas y colocándoles ante un abanico
abrumador de productos supuestamente sustentables y con "etiqueta
limpia". A los pequeños agricultores se les vende que la agricultura
"climáticamente inteligente", "basada en la naturaleza", digital y
genómicamente mejorada es una solución favorable para los pobres,
y simultáneamente, se refuerza el control de las megacorporaciones
sobre las tecnologías, los recursos y las futuras decisiones agrícolas.

De este modo, la capacidad de las poblaciones más pobres para


producir o adquirir alimentos se verá mermada en todos los frentes.
La liberalización del comercio (y sobre todo del comercio digital),
que aboga por eliminar las fronteras en los mercados de servicios
alimentarios y de suministro, podría acabar con las pocas fuentes
de alimentos nutritivos disponibles a los que tienen acceso amplias
franjas de la población (como son las redes locales de subsistencia,
los mercados territoriales o los puestos de comida en la calle). En un
contexto de crecientes amenazas climáticas, pérdida de biodiversidad
y migraciones masivas, es probable que estos sistemas locales de
abastecimiento estén fragilizados y sean muy vulnerables a las
perturbaciones externas. El suministro digital de alimentos puede
resultar precario en otros aspectos, ya que hace que la población sea
muy dependiente de los productos procesados de menor calidad y
de la ayuda alimentaria, es decir, de dietas que presentan muchas
carencias en términos de diversidad y micronutrientes.

Pero no hay nada inevitable en estas tendencias. Las corporaciones


y los gobiernos podrían estancarse en círculos viciosos muy difíciles
de romper mucho antes de 2045. En primer lugar, los agronegocios
adolecen de una gran división interna, y no están tan convencidos

94
de las respuestas que están aportando, a diferencia de la imagen
que quieren transmitir públicamente. Las tecnologías y tendencias
descritas anteriormente reflejan las aspiraciones de aquellos que más
confían en los macrodatos. Pero estas estrategias no benefician a
todos los sectores empresariales por igual, y muchos de los actores
del sector privado se negarán a seguir este guión. Es probable que
las divisiones entre las corporaciones aumenten a medida que los
ecosistemas se nieguen a ser domesticados, las personas rechacen ser
manipuladas, los agricultores pirateen su hardware, las tecnologías
empiecen a fallar, los riesgos aumenten y los puntos de inflexión
ambientales y sociales salgan a la luz.

En segundo lugar, los sistemas agroalimentarios del futuro que


dependen de los datos pueden verse atrapados por los límites y
vulnerabilidades de la propia infraestructura de datos. Los elevados
costes, en su mayoría ocultos, de extracción de energía, agua y minerales
que conlleva el crecimiento exponencial de la internet podrían frenar
los sistemas alimentarios digitales y poner en entredicho sus promesas
de "bajas emisiones". Además, los ciberataques deliberados, los fallos
inesperados de la inteligencia artificial, la interrupción del flujo de
datos en los "puntos de congestión digital" de la red mundial de
información y los cortes en los servidores podrían provocar escasez
de alimentos y poner de manifiesto la vulnerabilidad de las cadenas
alimentarias basadas en lo digital.

En tercer lugar, los puntos de ruptura social pueden desencadenarse


antes de 2045, y potencialmente incluso antes de que se alcancen los
puntos de inflexión ambientales. Esto depende de hasta qué punto las
sociedades puedan tolerar las grandes desigualdades sin dividirse. Si
se produce una ruptura social, seguramente lo hará de forma rápida
e imprevisible, provocando cambios repentinos en las relaciones de
poder y, por tanto, impidiendo que todo siga igual.

En la Sección 4, exploramos de qué manera podría la sociedad


civil resistir, responder y potencialmente revertir estas tendencias
durante el próximo cuarto de siglo, incluyendo algunas pistas sobre
cómo las deficiencias de los sistemas alimentarios biodigitales
hiperindustrializados del futuro pueden aprovecharse para defender
un tipo diferente de transformación.

95
Sección 4.
Horizonte 2045:
Sociedad civil como nunca
(Escenario 2)
El deterioro del medio
ambiente, las amenazas a
la seguridad alimentaria y el
impulso de las nuevas tecnologías
basadas en datos forman parte de
cualquier escenario realista para los próximos
25 años. Sin embargo, no hay nada inevitable
en las trayectorias impulsadas por la agroindustria
descritas anteriormente. Es más, siempre cabrá la
posibilidad de reorientar los sistemas alimentarios hacia
resultados muy diferentes. En esta sección, pasamos del
pesimismo a un optimismo prudente. Ahora, imaginamos que
un "movimiento de largo plazo por la alimentación" da un paso
más, dispuesto a adoptar un enfoque más amplio y exhaustivo que
nunca. Y nos planteamos cómo podrían ser los sistemas alimentarios en
2045 si la sociedad civil consigue potenciar la colaboración entre sectores
y escalas, y asumir diferencias estratégicas, desarrollando campañas cada
vez más eficaces en un horizonte de 25 años. En este escenario, imaginamos
cuatro caminos posibles e interrelacionados de reforma y transformación de
los sistemas alimentarios:

•T
 rayecto #1. Enraizar los sistemas alimentarios en la diversidad, la agroecología
y los derechos humanos
•T
 rayecto #2. Transformar las estructuras de gobierno
•T
 rayecto #3. Reorientar los flujos financieros
•T
 rayecto #4. Repensar las modalidades de colaboración de la sociedad civil

Las oportunidades estratégicas que describimos en cada uno de estos trayectos


se basan en lo que ya está ocurriendo, en lo que se está planificando o en lo
que se puede lograr si se profundiza en las fortalezas existentes y se aprovecha
la voluntad de colaborar más. Aunque suponemos que se producirá una
mayor cooperación, no prevemos que las actividades de la sociedad civil
queden milagrosamente (y peligrosamente) subsumidas a un único
plano. La diversidad no solo es vital en la agricultura, también es una
característica inherente a la sociedad civil.
Cuando hablamos de un "movimiento de largo plazo por la
alimentación", nos referimos a las actividades colectivas y a las
estrategias globales de los movimientos por la alimentación que
seguirán siendo diversos e independientes, aunque sus estrategias
estén —esperamos— cada vez más alineadas. En los trayectos que se
exponen a continuación, nos planteamos cómo podría intensificarse
esa colaboración en los próximos años y décadas, con diferentes luchas
vinculadas entre sí en diversos plazos y escalas, y un espectro cada
vez más amplio de actores que se identifiquen con un movimiento de
largo plazo por la alimentación más general.

Los trayectos que presentamos no son exhaustivos. Ofrecemos


algunos ejemplos y perspectivas, pero estas pocas páginas no pueden
abarcar la enorme variedad de luchas y visiones relacionadas con
el futuro de los sistemas alimentarios en todo el mundo. Y aunque
presentamos oportunidades claramente definidas, esto no implica
en ningún caso que sea posible gestionar hasta el mínimo detalle el
progreso hasta 2045. Estos trayectos deberán construirse, afianzarse y
recorrerse con todos y cada uno de los aliados, y evaluarse en relación
con otras luchas.

98
Trayecto 1
Enraizar los sistemas alimentarios en la diversidad,
la agroecología y los derechos humanos
A lo largo de la década de 2020, los sistemas alimentarios basados
en la diversidad han demostrado una gran resiliencia frente a las
crisis, los mercados territoriales siguen extendiéndose y las dietas se
orientan hacia opciones éticas y saludables. Aún así, estas tendencias
siguen siendo vulnerables ante un clima inestable, imperativos
políticos contrapuestos, tecnologías excluyentes y la cooptación por
parte de una industria agroalimentaria agresiva, basada en datos
y centrada en el consumidor. Con un claro consenso en tono a la
soberanía alimentaria y la agroecología, el Movimiento de largo plazo
por la alimentación consigue defender los derechos de los excluidos
y amplificar sus voces a través de procesos incluyentes, promoviendo
sistemas diversificados y agroecológicos y acelerando el surgimiento de
mercados alternativos y cambios en las dietas.

Tras conocer las virtudes de la resiliencia y ante el éxito de los primeros


esfuerzos por defender y recuperar la diversidad en la agricultura y la
ganadería, los productores siguen optando por una transición hacia
la agroecología. Sobre todo en el Sur global, los países diversifican
sus opciones alimentarias, mejoran su nutrición y, con sorprendente
rapidez, se invierte la tendencia que los encauzaba hacia el consumo de
productos lácteos y cárnicos industriales y alimentos baratos. Entre las
poblaciones más ricas, la tendencia a consumir "menos carne pero de
mejor calidad" y alimentos integrales no procesados continúa durante
las décadas de 2020 y 2030 hasta el punto de que la mayoría de los
consumidores adoptan dietas flexitarianas o vegetarianas. Mientras
tanto, una sucesión de fracasos económicos aumenta la sensibilidad
de los consumidores (y, por tanto, de los gobiernos) en aspectos
relacionados con los salarios, las condiciones laborales y los derechos de
los trabajadores agrícolas y alimentarios. Con el tiempo, los sindicatos,
que no cesan de crecer, logran defender más derechos, y ganan respeto
e influencia en las mesas de negociación.

A pesar de absorber las marcas locales y artesanales y explotar nichos


oportunistas, los mayores procesadores de alimentos del mundo siguen
perdiendo fuerza en el mercado e influencia política. A nivel nacional

99
e internacional, los sistemas de comercio justo y adaptados al clima,
bajo el control de comunidades y productores, provocan una drástica
reducción de los beneficios de los intermediarios del comercio de
productos básicos, acaparando una parte cada vez mayor del comercio
transfronterizo. Afectadas por la preocupación de los consumidores por
una alimentación segura y saludable, las cadenas de comida rápida
convencionales luchan por sobrevivir, mientras que los vendedores
barriales de comida y los mercados de agricultores ganan terreno.

OPORTUNIDAD #1
Construir resiliencia a través de la diversidad
y la agroecología
En la década de 2020, el caos climático y la pérdida de biodiversidad
siguen minando la productividad agrícola. Aunque de entrada
resultan convincentes, las soluciones que propone la agroindustria
—desde los drones polinizadores hasta la modificación genética de
los ecosistemas— se quedan cortas en comparación con los sistemas
agrícolas diversificados. Se valoran los suelos sanos32, la diversidad de
variedades de cultivos y razas de ganado, y los ecosistemas acuáticos
y agrícolas dinámicos. Ante la dificultad de conseguir nuevas tierras
de cultivo, la restauración y regeneración de las tierras cultivables
disponibles se convierte en una prioridad.

Para muchos productores de alimentos a pequeña escala de todo el Para muchos


planeta, la respuesta lógica consiste en crear resiliencia a través de la productores
diversidad. A pesar de existir riesgos bien documentados, durante las de alimentos
décadas de 2020 y 2030 la diversidad de especies continúa su peligroso
a pequeña
declive en los sistemas alimentarios industriales (ver Recuadro 15).
En contraste, los pueblos indígenas y los campesinos hacen gala
escala de todo
una vez más de su rápida capacidad de innovación y adaptación33: el planeta, la
salvaguardan los paisajes y alimentan una amplia gama de cultivos respuesta lógica
y sus variedades silvestres emparentadas a través de la proliferación consiste en
de bancos de genes comunitarios, colecciones vivas e intercambios crear resiliencia
entre agricultores y pescadores en ecosistemas vecinos. A lo largo de a través de la
la década de 2020 se realizan importantes avances en la proliferación diversidad
de escuelas de agroecología, primero en América Latina y después en
África y Asia (La Vía Campesina, 2019).

100
Recuadro 15
Pérdida de diversidad agrícola, ganadera y acuática

A pesar de que los campesinos han sido capaces de recopilar y domesticar 7000 especies
vegetales diferentes, la cadena alimentaria industrial se enfoca en solo 16 cultivos para el
86% de su producción mundial de alimentos (Grupo ETC, 2017). Se estima que el 45% de
la producción vegetal con fines comerciales se centra en un solo cultivo: el maíz. Del mismo
modo, aunque los pastores y ganaderos han domesticado un número desconocido de especies
(de las que solo 38 han llamado la atención de los científicos), la industria limita a cinco las
consideradas importantes a escala comercial para la producción de carne, productos lácteos
y huevos. Y, a pesar de la existencia de decenas de miles de especies acuáticas©yUNmarinas,
Women

la cadena centra toda su actividad de Investigación y Desarrollo (I+D) en 25 especies. La


limitada base genética de estos cultivos, razas y peces industriales los hace vulnerables a
las plagas, las enfermedades y las crisis climáticas. Dentro de estas especies dominantes, en
un primer momento se estimó que el 75% de su diversidad genética se ha extinguido. Los
primeros cálculos de la década de 1980 se basaban en la superficie terrestre. En cambio, el
Grupo ETC, otras OSC y organizaciones campesinas consideran ahora que una estimación
real de la diversidad genética restante debería estar en relación con el número de comunidades
agrícolas y de pesca que protegen y utilizan esta diversidad.

101
En este segundo escenario, a lo largo de la década de 2020, proliferaron
otros tipos de sistemas agroecológicos. A finales de la década, surgieron
nuevas herramientas para medir la salud del suelo, el secuestro de
carbono y la biodiversidad —una ventaja colateral de la "agricultura
de precisión" que los agricultores supieron aprovechar para
identificar qué sistemas de producción son realmente sustentables.
En paralelo, el conocimiento ecológico tradicional relacionado con
los sistemas alimentarios goza de un reconocimiento cada vez mayor
y experimenta un nuevo auge. A medida que la COVID-19 y otras
epidemias posteriores obligan a los países en desarrollo a desviarse
del camino hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS),
los gobiernos se interesan cada vez más por la agroecología como
vía para conciliar la respuesta al hambre, la pobreza y los objetivos
ambientales.

Pero las políticas nacionales tardan en cambiar, y algunos no están


dispuestos a esperar. Conscientes de que los agricultores ya tienen
muchas de las herramientas en sus manos, los gobiernos provinciales y
estatales, en colaboración con cooperativas agrícolas y universidades,
ponen en marcha programas regionales de gran envergadura para
garantizar que los agricultores obtengan las semillas que desean,
insumos orgánicos y servicios de asesoramiento agroecológico.
Ante las crecientes deficiencias de micronutrientes34, se aboga
por una rediversificación de las dietas, lo que refuerza el apoyo
gubernamental a la agroecología. Partiendo de antiguas campañas de
la sociedad civil y de victorias inspiradoras (ver Recuadro 16), los
alimentos tradicionales —y los sistemas de conocimientos que los
sustentan— se reactivan durante los 25 años siguientes gracias a los
esfuerzos combinados de múltiples actores y aliados del movimiento
por la alimentación, entre ellos agricultores, pescadores, movimientos
sociales, cocineros, funcionarios de compras públicas y responsables
políticos. Entre los alimentos recuperados se incluyen cultivos
menores con alta tolerancia al clima y a las enfermedades y de alto
valor nutricional35, y especies de pescado infravaloradas.

En las próximas décadas, la agroecología también gana terreno en


los países y sistemas agrícolas industrializados. Los pequeños y
medianos agricultores del Norte global se plantan ante los elevados
costes de los insumos, los bajos precios de los productos agrícolas y

102
los subsidios gubernamentales "perversos" (que apenas les permiten
alcanzar un equilibrio). La alteración del medio ambiente socava
aún más la productividad y los beneficios: a mediados de la década,
la adopción de la agroecología se convierte en una necesidad
económica36. Para la década de 2030, la reforma de los subsidios
desincentiva aún más la producción industrial de productos básicos
(ver Trayecto 3). Las campañas de la sociedad civil para reorientar los
gastos de I+D del sector público (Trayecto 3) y para acabar con las
tecnologías excluyentes (Trayecto 2) también están dando sus frutos:
las nuevas plataformas de acceso abierto, sin ánimo de lucro y de La soberanía
propiedad cooperativa permiten a los agricultores agroecológicos alimentaria ha
de todo el mundo gobernar y beneficiarse de los datos por satélite, dejado de ser
la información sobre la cadena de suministro y el mercado, las un concepto
cosechadoras automatizadas y los drones en pequeña escala para
exclusivo de los
complementar el trabajo de cuidado de las siembras.
productores y
A lo largo de las décadas, estos avances viven bajo la amenaza se considera
constante de ser revertidos. Pero los movimientos por la alimentación una visión
de todo el mundo están cada vez más unidos. Tras las conferencias unificadora para
de Nyéléni de 2007 y 2015, la soberanía alimentaria ha dejado de ser una amplia
un concepto exclusivo de los productores y se considera una visión variedad de
unificadora para una amplia variedad de grupos de la sociedad civil grupos de la
(ver Recuadro 4). Las ediciones posteriores a Nyéléni refuerzan
sociedad civil
esta visión y se convierten en un trampolín para las campañas de
desarrollo de un protocolo negociado basado en el Tratado sobre
recursos fitogenéticos de la FAO (TIRFAA) y en la Declaración de
las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y Otras
Personas que Trabajan en Zonas Rurales. El acuerdo resultante
establece los términos y condiciones para el intercambio de semillas
y razas (también entre fronteras) salvaguardando al mismo tiempo la
investigación hecha por campesinos y campesinas, así como el acceso
a los beneficios y la distribución de los mismos, y la gestión de los
registros de datos digitales.

Paralelamente, el Movimiento de largo plazo por la alimentación sigue


trabajando durante la década de 2020, defendiendo la agroecología y
consiguiendo nuevos apoyos políticos (ver Trayecto 2). La incansable
labor de cabildeo garantiza que las victorias, a veces simbólicas, de
la década anterior —desde los simposios sobre agroecología de la

103
© Rawpixel.com

FAO37 hasta la publicación de un informe del Grupo de Expertos de


Alto Nivel sobre el tema (HLPE, 2019)— se traduzcan en cambios
significativos en la estructura y la financiación del sistema alimentario
multilateral.

A pesar de los avances, la erosión de los límites planetarios continúa


y las amenazas de un escenario de "agronegocios como siempre" no
desaparecen. Para la década de 2030, los principales procesadores y
minoristas de alimentos del mundo han generalizado una versión
descafeinada de la "agricultura regenerativa". La cooptación y la
distorsión ponen en peligro la solidaridad de la sociedad civil, y
existe una amenaza real de que los movimientos por la alimentación
se fracturen y pierdan la iniciativa. Pero los diálogos intersectoriales
sobre agroecología, basados en las conversaciones actuales entre
grupos y comunidades agrícolas, pesqueras e indígenas (KNTI y
WFFP, 2017), ayudan a construir una causa común entre sectores, a
lo largo de la cadena, y entre quienes se autodenominan productores
regenerativos, permaculturalistas, biodinámicos u orgánicos.
Para ello, en lugar de ignorarlos, se enfrentan a los problemas
fundamentales (incluidas cuestiones de raza, etnia y género) que
afectan a los trabajadores de la agricultura, la pesca y la industria
alimentaria. En particular, la cooperación con los movimientos
laborales —integrando diálogos sobre el trabajo y la dignidad en
el seno de las transiciones agroecológicas— resulta esencial para
ampliar su base de apoyo.

104
Recuadro 16
Reactivación de cultivos y dietas tradicionales:
ejemplos de tres continentes

•D
 esde finales de la década de 1990, en las escuelas del país se sirve un menú tradicional
coreano compuesto por frutas y verduras, kimchi y carnes magras con gran variedad de
cereales y legumbres, y uso moderado de sal, aceites y grasas. Una encuesta realizada en
2010 reveló que el 50% de los adultos surcoreanos seguía esta dieta tradicional, el 40%
seguía una dieta de estilo mediterráneo y solo el 10% optaba por una dieta "occidental",
lo que representa un claro descenso en comparación con el 35% de 1998 (Greenberg y
Deckelbaum, 2016).

•E
 n el año 2000, seis comunidades quechuas de la región andina de Perú crearon el Parque
de la Papa para garantizar la supervivencia de miles de variedades tradicionales de papa
que habían desaparecido con el auge de la producción masiva. Los tubérculos se habían
conservado en una colección de cultivo de tejidos y, con la colaboración de muchas partes
interesadas, se consiguió que las comunidades nativas —que las habían cultivado durante
miles de años— se reapropiaran de unas 410 variedades de papa indígenas (Argumedo,
2020). En paralelo, el Gobierno peruano busca incluir la cocina tradicional peruana en la
lista del Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad de la UNESCO (Andina, 2019).

• S udáfrica, al igual que gran parte del continente, tiene una rica historia de cultivos autóctonos
altamente nutritivos y dietas basadas en una gran variedad de legumbres, frutos secos,
cereales, frutas y verduras. Sin embargo, la rápida transición a dietas de estilo occidental está
disparando la obesidad. En respuesta, una serie de dinámicos movimientos encabezados por
chefs están desarrollando una cocina fusión con ingredientes y recetas indígenas, algunas de
las cuales se perdieron durante el periodo del apartheid (Teagle, 2018). Mientras tanto, los
gobiernos de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC) se han comprometido
a seguir promoviendo las dietas indígenas en el marco de estrategias de amplio alcance
contra la obesidad38.

105
OPORTUNIDAD #2
Defender los derechos humanos, los derechos de la
naturaleza y renegociar el contrato entre el Estado
y la sociedad

Durante el próximo cuarto de sigo, ante la degradación del medio


ambiente y la continua pérdida de acceso a la tierra y a los recursos,
enormes poblaciones se ven enfrentadas a amenazas sistemáticas a
sus medios de subsistencia y a su capacidad de producir y obtener
alimentos. Las consecuencias de la COVID-19 se extienden
durante toda la década de 2020. Las respuestas que ofrecen por
defecto gobiernos y empresas (bancos de alimentos, producción,
procesamiento y entrega automatizados, y vigilancia basada en
datos en cada eslabón de la cadena) no logran más que empeorar
la situación. Un número cada vez mayor de personas sufre hambre,
pobreza extrema o pérdida de medios de subsistencia y se ve forzado Los derechos
a migrar a los núcleos urbanos. humanos
adquieren más
En los próximos 25 años, los derechos humanos adquieren más importancia
importancia que nunca, y se erigen como la brújula que guíe a los que nunca,
movimientos por la alimentación, la base para cuestionar los modelos
y se erigen
económicos no equitativos y la herramienta jurídica para la defensa
de la sociedad y el medio ambiente. La indivisibilidad de los derechos
como la brújula
políticos (derecho a protestar y organizarse), los derechos económicos que guíe a los
(derecho a la alimentación, al agua y la tierra) y los derechos sociales movimientos por
y culturales se hace más evidente ante las amenazas existenciales que la alimentación
pesan sobre las comunidades productoras de alimentos y muchas
otras.

Algunas de las primeras batallas de la próxima década están


relacionadas con protecciones y derechos fundamentales. Tras
las crisis de seguridad alimentaria y de medios de subsistencia
derivadas de la COVID-19, las organizaciones de la sociedad civil
(OSC) luchan por reformar y revitalizar los servicios públicos, y
exigen medidas audaces para abordar la inseguridad económica y
la desigualdad. Las transferencias de efectivo condicionadas siguen
siendo la respuesta elegida por muchos gobiernos, y ofrecen cierto
alivio a corto plazo. Sin embargo, estos planes también permiten a
los empresarios mantener salarios bajos, afianzar los subsidios a las

106
empresas y normalizar el espionaje vinculado a las carteras digitales y
los créditos de la seguridad social. En la década de 2020, los embates
de las pandemias regionales y mundiales, junto con las pérdidas de
cosechas por alteraciones climáticas, provocan la indignación de los
ciudadanos y animan a la sociedad civil a exigir —y conquistar—
derechos humanos equitativos. Entre ellos, se incluyen formas de
renta "básica universal"39, acompañada, necesariamente de garantías
a la privacidad digital.

Por fin los gobiernos se toman en serio la "economía de los cuidados"


y los nuevos derechos ayudan a aliviar la doble carga de trabajo
productivo y reproductivo a la que se enfrentan muchas personas
(en su mayoría mujeres). Tras conseguir importantes logros a nivel
nacional, amplias coaliciones de actores sociales abren el campo de
batalla desde los países industrializados hasta la ONU, luchando Una visión global
por los mismos principios basados en los derechos humanos y del trabajo, los
aplicándolos no solo a la ayuda exterior sino a todos los compromisos cuidados, el buen
a escala mundial.
vivir y los derechos
es compartida
Durante la década de 2020, los derechos laborales siguen siendo un
foco de tensión, en un clima de indignación creciente ante las terribles
y defendida
condiciones de los trabajadores migrantes del campo y de la industria por todos los
alimentaria. Con el nuevo reconocimiento del que gozan los "trabajadores movimientos por
esenciales" tras la COVID-19 se multiplican las huelgas, que a su vez la alimentación
promueven una mayor sindicalización y avances en la legislación. A
finales de la década, los derechos laborales se ven garantizados en
muchos países gracias a toda una serie de leyes nacionales, que serán
reforzadas además mediante tratados internacionales.

Pero esto no es suficiente: en la década de 2030, los movimientos por


la alimentación están multiplicando sus esfuerzos para lograr que los
Estados consagren el derecho universal de los pueblos a los recursos
(tierra, semillas, agua, cultivos) y a controlar la producción,
frente a la expansión de los grandes complejos agroindustriales
y la automatización masiva. La sociedad civil apoya de manera
generalizada la reivindicación de los derechos de las comunidades
indígenas sobre sus tierras más allá de las fronteras que impusieran las
fuerzas coloniales, así como su derecho a la libre circulación. Tanto en
los sistemas alimentarios como fuera de ellos, las cuestiones laborales

107
y el control de los recursos (incluidos la tierra y los datos) se convierten
en una consigna moral para la movilización interconectada.

Para la década de 2030, estas luchas se fusionan en una visión global del
trabajo, los cuidados, el buen vivir y los derechos, que es compartida
y defendida por todos los movimientos por la alimentación. Al poner
los derechos en el centro, los gobiernos se ven obligados a vincular
el próximo conjunto de objetivos de desarrollo —la “Agenda 2045”—
a un nuevo acuerdo financiero entre el Norte y el Sur globales40.
Durante la década de 2020, ante la presión de una sociedad civil
cada vez más reivindicativa e interconectada a escala mundial (que
incluye movimientos por el clima, la biodiversidad, y la justicia racial
y social, todos ellos trabajando estrechamente con y dentro de los
movimientos por la alimentación), con niveles de hambre y pobreza Las herramientas
estancados (e incluso en aumento en algunos lugares) y viendo cómo legales se
podría desencadenarse una mayor inestabilidad en sus corredores de convierten en una
suministro, los países ricos finalmente ceden. El acuerdo incluye la
parte fundamental
cancelación o restructuración de la deuda41, el aumento por la vía
del arsenal de
rápida del financiamiento para luchar contra el cambio climático
(considerado por algunos como una "reparación" de facto42) y un resistencia
nuevo pacto sobre migración (por motivos ambientales). Estos
elementos no dejan de ser imperfectos y, como advierte la sociedad
civil, puede que sea demasiado tarde. Pero se establece una nueva
lógica, y la sociedad civil consigue fortalecerse para presionar en
favor de sistemas alimentarios justos.

Los movimientos por la alimentación no caen en la trampa de confiar


únicamente en los objetivos internacionales de desarrollo, y siguen
una serie de estrategias paralelas. Gracias a las nuevas herramientas
colaborativas (ver Trayecto 4), se establecen conexiones entre las
comunidades situadas en cada uno de los extremos de los vastos
corredores de exportación y las "rutas de la seda digitales", y
sus luchas ocupan los titulares en los países de los gobiernos y las
empresas expropiadoras. La presión de ciudadanos y consumidores
logra poner fin a los proyectos más controvertidos.

Las herramientas legales se convierten en una parte fundamental del


arsenal de resistencia, y constituyen una de las vías más positivas para
avanzar. Ante el aumento del autoritarismo en la década de 2020, los

108
movimientos por la alimentación —en colaboración con aliados de la
sociedad civil de todos los ámbitos— refuerzan las estrategias legales
y los mecanismos de apoyo para defender los derechos políticos
civiles de las comunidades, los sindicatos y quienes organizan los
movimientos. Asistimos asimismo a un despliegue de herramientas
legales para proteger la naturaleza. Animados por las prometedoras
victorias que ya se habían conseguido en 202043, los movimientos por
la alimentación trabajan con organizaciones de base y aliados de otros
sectores para salvaguardar los derechos de la naturaleza y bloquear
desarrollos perjudiciales mediante recursos legales. Para 2030, gracias
a un observatorio jurídico que apoye estas iniciativas, los "nuevos
animistas" habrán conseguido conquistar derechos para los ríos, las
cuencas hidrográficas, los ecosistemas y el planeta. Las coaliciones de
la sociedad civil hacen retroceder los derechos de las empresas, tales
como la "personalidad corporativa”, y ponen en jaque los esfuerzos de
algunos gobiernos, municipios y organizaciones medioambientales
por utilizar su condición de "personas naturales" para reivindicar su
autoridad sobre los derechos de los pueblos indígenas y campesinos.

Se exploran otras vías legales para proteger los derechos44, desde la


figura de la defensoría del pueblo hasta mecanismos de derechos
nacionales y regionales, e incluso tratados y protocolos de la ONU
poco utilizados o inactivos, como la Convención sobre Modificación
Ambiental de 1978 (ENMOD)45. Aunque muchas OSC ven el trabajo
jurídico como una labor tediosa, ardua y costosa por naturaleza,
descubren que las preguntas administrativas planteadas por los
organismos de la ONU a la Corte Internacional de Justicia pueden
servir para hacer avanzar la agroecología o limitar la hegemonía de
los agronegocios, y pueden resolverse con relativa rapidez y a un coste
mínimo. Para finales de la década de 2020, la sociedad civil también
pretende ampliar el mandato del Consejo de Derechos Humanos con el
objetivo de perseguir las violaciones flagrantes de derechos en los sistemas
alimentarios. La Corte Penal Internacional (CPI) ofrece otra vía potencial,
aunque la sociedad civil y muchos gobiernos siguen desconfiando de ella
debido a sus sesgos y deficiencias. No obstante, el impulso crece y, para la
década de 2040, la hambruna, el hambre, la malnutrición, la mala salud
y la degradación del medio ambiente constituyen delitos penales que
pueden llevarse ante el Consejo de Derechos Humanos reformado (o la
Corte Penal Internacional restructurada).

109
OPORTUNIDAD #3
Acelerar la transición hacia las cadenas de
suministro territoriales y el consumo ético

La consecución de sistemas agroecológicos diversificados


(Oportunidad #1) y de medios de subsistencia justos para las
comunidades agrícolas (Oportunidad #2) depende de un cambio
importante en los mercados de consumo de alimentos y en los hábitos
dietéticos. En la década de 2020, una serie de tendencias convergentes
ofrece oportunidades sin precedentes para relocalizar y rediseñar las
cadenas de suministro de alimentos.

En el Sur global, para 2021, los mercados territoriales son ya la una serie de
norma para muchos productores y consumidores en pequeña escala. tendencias
Aunque adoptan diversas formas, rara vez están dominados por
convergentes
actores corporativos globales, y un nicho pequeño pero creciente
son los mercados intencionalmente agroecológicos, es decir,
ofrece
caracterizados por conexiones más estrechas con los consumidores, oportunidades
cadenas de suministro más cortas (con menos intermediarios) y sin precedentes
una colaboración basada en un compromiso común a favor de la para relocalizar
sustentabilidad y la equidad (FAO e INRA, 2018). Mientras tanto, los y rediseñar las
sistemas de compras públicas (tales como los servicios de comedor cadenas de
escolar) también apoyarán a los productores locales en pequeña suministro de
escala, como ya ocurre, por ejemplo, en los programas estatales de
alimentos
Brasil e India (De Schutter, 2014).

110
Recuadro 17
Mercados territoriales

Los "mercados territoriales" son "los mercados clave en los que operan los pequeños
agricultores, y en los que se alimenta la mayor parte del mundo, en zonas rurales, periurbanas y
urbanas". El término hace referencia a los alimentos producidos, procesados, comercializados
y consumidos dentro de los sistemas alimentarios locales, regionales y/o nacionales. "Pueden
ser informales, formales o de naturaleza mixta. En mayor o menor medida, todos tienen algún
tipo de vínculo con los organismos públicos correspondientes y con el Estado a través de la
recaudación de impuestos o de las inversiones públicas. Los mercados territoriales permiten
retener, redistribuir y devolver a los productores y a las economías locales una proporción
mayor de la riqueza creada", en comparación con las cadenas globales formales. También
involucran y apoyan a otros actores en pequeña escala como comerciantes, transportistas,
procesadores y cooperativas. Las mujeres son clave en los mercados territoriales.
(Ver MSC, 2016).

En este segundo escenario, a lo largo de las décadas de 2020 y


2030 —con mayor énfasis en la resiliencia y un apoyo creciente
de los municipios y las regiones— asistimos al auge de los grupos
de Agricultura Sostenida por la Comunidad y otras iniciativas de
cadenas de suministro cortas, crece la producción de alimentos en
las comunidades y en los hogares, y se multiplican las cooperativas de
productores y consumidores. Los mercados territoriales se vuelven
más agroecológicos (en cuanto a los productos vendidos y los valores
que los sustentan); se confirman los informes sobre el éxodo urbano
a las zonas rurales en respuesta a la pandemia, lo que transforma las
economías agrícolas y alimentarias locales tanto en las ciudades como
en el campo y, en última instancia, fortalece los mercados territoriales
basados en las ciudades secundarias y las comunidades más remotas.

Ante las nuevas interrupciones de las cadenas de suministro


mundiales provocadas por la pandemia y el cambio climático,
campesinos y campesinas del Sur global siguen reconectando con
los clientes locales y garantizando la distribución local a pesar de
los confinamientos obligatorios (IIED, 2020). Y mientras la amenaza
que la COVID-19 supone para la seguridad alimentaria se hace notar
en los gobiernos, los huertos comunitarios y domésticos —que ya

111
rivalizan con los Huertos de la Victoria del siglo pasado (Brimm,
2020)— siguen floreciendo y mejorando las opciones de acceso
a alimentos frescos. Para 2045, alrededor del 25% del consumo En este nuevo
mundial de ganado y de frutas y verduras procederá de hogares y contexto, las
granjas urbanas, y otro 25% de las centrales de abastos regionales46. empresas corren
el riesgo de ser
Estos avances se producen sobre el terreno gracias a los grupos de boicoteadas si no
base/comunitarios, y se ven reforzados por las batallas políticas que pueden demostrar
se libran a escala mundial. Aprovechando la agenda de resiliencia
que sus productos
posterior a la pandemia de la COVID-19, la sociedad civil trabaja
durante la década de 2020 para que se apoyen los mercados territoriales
son de origen
y se fomente el proceso político de la ONU que aspira a "conectar sustentable y de
a los pequeños agricultores con los mercados" (CSM, 2016). Los comercio justo
movimientos por la alimentación se hacen eco de esta labor en el
PMA, donde se avanza en la reorientación de las compras públicas
de ayuda alimentaria hacia una producción local y sustentable (ver
Oportunidad #8).

© Alex Hudson

112
En la década de 2020, estas tendencias convergen con una explosión
de compras éticas, orgánicas y "locales" entre las poblaciones más
ricas, basándose en las tendencias positivas de la década anterior (ver
Recuadro 18). En este nuevo contexto, las empresas corren el riesgo
de ser boicoteadas si no pueden demostrar que sus productos son de
origen sustentable y de comercio justo. En los mercados mundiales
aumenta la presión para que las multinacionales apliquen medidas
de "diligencia debida" a todos los productos agrícolas importados.
El aumento del consumismo ético y las regulaciones concomitantes
garantizan que, para 2045, hasta la mitad de la oferta de la industria
alimentaria sea de comercio justo, o al menos así lo consideran los
productores en pequeña escala47.

Recuadro 18
El auge del consumo ético

• En 2020, el número de veganos se duplicó en algunos países.


•E l gasto de los consumidores "éticos" se multiplicó casi por cuatro en las dos últimas décadas
(Smithers, 2019).
•P ara 2018, las ventas mundiales de productos orgánicos superaron los 100 000 millones de
dólares al año; y las tierras bajo producción orgánica aumentaron en más de dos tercios en
la Unión Europea entre 2009 y 2019 (Willer et al., 2020), y en casi 45% en Canadá durante
un periodo similar (SimFRUIT, 2019).
•P ara 2018, los ingresos de los productos de Fairtrade International se aproximaron a los
10 000 millones de dólares, triplicando de largo su valor en diez años (Coppola, 2021).
•C on una cobertura cada vez mayor en todas las regiones, se estima que hay más de 3 millones
de programas de Agricultura Sostenida por la Comunidad en marcha en todo el mundo.
•E n Estados Unidos, las ventas directas del campo al consumidor aumentaron su valor en
más del doble entre 2012 y 2017 (USDA, 2012).
•E n una batalla perdida contra los recién llegados, las mayores empresas de bienes de
consumo vieron caer sus beneficios operativos del 6,1% al 2,6% entre 2007 y 2019 (Evans,
2020). Algunas encuestas sugieren que hasta un tercio de los consumidores del Reino Unido
compran más alimentos producidos localmente (Ewing-Chow, 2020).

113
Entre las poblaciones más acomodadas, la tendencia a abandonar la
carne y los lácteos también sigue en aumento —aunque a un ritmo
cada vez menor— y cerca del 38% de la población de los países ricos
pasa a identificarse como vegana o vegetariana. A esto hay que añadir
que otro 50% de los ciudadanos se declaran flexitarianos, por lo que
este tipo de cambios en la dieta se producen hasta en un 80% de las
personas pertenecientes a los grupos de población (más ricos) que
antes consumían mucha carne. La reducción del consumo de carne
roja y procesada supone por sí sola un ahorro de unos 250 800 millones
de dólares al año en materia de salud a nivel mundial (Springmann
et al., 2018b).

Recuadro 19
Los vegetarianos muestran su músculo

Un análisis de 2019 estima que aproximadamente el 13% (mil millones de personas) de la


población mundial —aunque principalmente en la India— se considera vegetariana o vegana.
En un país como Alemania, con 81 millones de habitantes, 9,3 millones (11,5%) son veganos
o vegetarianos y su número aumenta en más de 800 000 personas al año. Si esta tendencia
continúa, para 2045 hasta el 42% de los alemanes tendrá una dieta basada en alimentos
vegetales. Si consideramos Alemania como un país representativo de la tendencia general
de los países industrializados ricos, entre 550 y 630 millones de personas serán vegetarianas
o veganas para 2045. Teniendo en cuenta la necesidad de mejorar la nutrición (incluidas
las proteínas) en el Sur global, así como una probable tendencia de la clase media hacia el
vegetarianismo, quizás una cuarta parte, es decir unos 2000 millones de personas, en el Sur
serán vegetarianas para 2045. El número de flexitarianos será mucho mayor. Incluso sin
ahondar en el claro riesgo de cooptación por parte de la agroindustria, esta tendencia positiva
sigue siendo insuficiente para hacer frente a nuestras amenazas sanitarias y ambientales en
2045 (Hagen y Masser, 2019).

114
La aversión a la carne de las granjas industriales refuerza la pesca y
la ganadería locales y sustentables, así como los cultivos con mayor
contenido protéico. Pero también despierta el interés del capital
riesgo por la carne de laboratorio, los sucedáneos de la carne
y los huertos hidropónicos de gran altura, ya que las empresas
emergentes predicen una reducción de los costes de producción.
Aunque los alimentos "de la placa de Petri al plato" se presentan como
soluciones limpias, "climáticamente inteligentes" y asequibles para
cubrir las proteínas y otras deficiencias nutricionales, su uniformidad
genética y los requisitos de producción de hiperesterilidad acaban Aunque los
por elevar los costes y los riesgos de enfermedades. Ante el temor a alimentos
sufrir grandes pérdidas financieras, los inversionistas y las empresas “de la placa de
emergentes presionan a los gobiernos para que concedan subsidios
Petri al plato”
y reorienten la investigación pública hacia sus problemas privados.
Al principio, algunas de las principales organizaciones ambientales
se presentan como
respaldan los nuevos alimentos, pero acaban rindiéndose ante la soluciones limpias,
oposición generalizada de los consumidores. Los defensores de “climáticamente
la salud contrarios a los alimentos ultraprocesados, los grupos de inteligentes” y
defensa de los derechos laborales, los pescadores a pequeña escala, asequibles, su
los acuicultores, los pastores, los ganaderos y los defensores de las uniformidad
dietas (convencionales) basadas en alimentos vegetales advierten genética y los
de los peligros de poner el suministro de alimentos del futuro en
requisitos de
manos de unos pocos agronegocios y gigantes tecnológicos. Como
resultado de esta campaña intersectorial, la sociedad civil logra
producción de
impedir la introducción masiva de nuevos sucedáneos de carne y de hiperesterilidad
los productos lácteos en los mercados mundiales. acaban por
elevar los costes
En todo el mundo, las políticas sobre entornos alimentarios y los riesgos de
saludables —reclamadas desde hace tiempo por los grupos de la enfermedades
sociedad civil48— se adoptan gradualmente en las décadas de 2020
y 2030, reforzando la transición hacia la compra de alimentos
saludables, sustentables y éticos. Con el tiempo, estas medidas se
traducen en cambios significativos en la planificación urbana y las
normas de comercialización, la zonificación, la concesión de licencias,
las compras públicas y otras políticas que influyen en la dieta de las
personas y en las opciones que se ponen a su disposición.

115
Junto con las campañas de educación pública dirigidas por la sociedad
civil, estos esfuerzos fomentan una mayor sensibilización pública
y un mayor interés por los alimentos producidos de forma local,
sustentable y ética, lo que repercute en todo el sistema alimentario.

La agroindustria atiende a las señales y se apresura a imitar y comprar


nuevas empresas innovadoras que abastecen a los mercados locales, y
a poner en marcha nuevas estrategias para captar a los consumidores
(ver Sección 3). Pero para 2045, las corporaciones ya no podrán
esconderse detrás de sus marcas blancas. Armados con sofisticadas
blockchains públicas y aplicaciones de verificación de datos,
contabilidad de costos reales y transparencia, los consumidores
pueden clasificar rápidamente a las empresas en tres categorías
fundamentales: las corporaciones alimentarias biodigitales, de alto
costo externo y que operan "como de costumbre" ("A-corps"49);
las empresas "legalmente obligadas a considerar el impacto de sus
decisiones en sus trabajadores, clientes, proveedores, comunidad y
medio ambiente" ("B-corps"), y los emprendimientos cooperativos
sustentables y de costo real que funcionan dentro de la economía
solidaria ("C-corps"). El impacto conjunto de estas tendencias se
traduce en que, en el cuarto de siglo que va de 2021 a 2045, los diez
principales minoristas están perdiendo una cuota de mercado anual
de unos 248 000 millones de dólares50.

116
Trayecto 2
Transformar las estructuras de gobierno
La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU de 2021 lanza
un "cisne gris" a las OSC. Los controvertidos orígenes de la Cumbre,
combinados con la pandemia, no solo hacen que las organizaciones
de la sociedad civil cuestionen el proceso, sino que además desconfíen
de los resultados de un evento (potencialmente) virtual. La Cumbre
es solo una de las piezas del rompecabezas de la toma de control de
las corporaciones sobre la agenda multilateral. Tras sus respectivos
75 aniversarios, la ONU y las instituciones de Bretton Woods están
siendo sometidas a un profundo cuestionamiento y potencialmente
restructuradas en un nuevo sistema gobernado —en apariencia— por
los Estados, el sector privado y la sociedad civil, pero que en realidad
funciona bajo un nuevo bilateralismo estatal-corporativo.

Con el paso de los años, el Movimiento de largo plazo por la alimentación


contraataca y se vuelve aún más radical en su perspectiva de la
gobernanza. Basándose en la agenda de los "sistemas alimentarios",
las OSC proponen una restructuración total del sistema multilateral
de políticas y programas alimentarios y agrícolas. Esto incluye la
reunificación de los organismos con sede en Roma (incluida la
integración del CGIAR), la ampliación de los procesos de gobernanza
regional y el desarrollo de sistemas presupuestarios, electorales y de
evaluación transparentes.

Frente a las crisis semipermanentes, la sociedad civil consigue que se


adopten disposiciones urgentes (a nivel nacional y comunitario). Esto
implica una serie de acciones interconectadas: suspender las normas
comerciales, resistirse a la concentración de la agroindustria, exigir la
evaluación de las tecnologías agrícolas y promover la agroecología, la
soberanía alimentaria y los mercados territoriales. Estos cambios se
ven respaldados por la continua proliferación de consejos sobre política
alimentaria, los procesos de reflexión compartida y otros mecanismos
que refuerzan la participación de los movimientos sociales, los pueblos
indígenas y las ONG. Aunque se propusieron por primera vez tras la
Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios con poca aceptación por parte
de los gobiernos, las carencias de la Cumbre acabaron por impulsar las
propuestas y se estableció una fórmula de negociación.

117
Con el tiempo, las tensiones van y vienen entre las OSC comprometidas
a trabajar con los gobiernos y las instituciones intergubernamentales, y
otros movimientos sociales que representan a las poblaciones afectadas
junto con las ONG aliadas, que abogan por sus propias formas de
gobernanza y reivindican cambios más profundos. Los espacios
multinivel e intersectoriales hacen posible, en gran parte (aunque no
siempre), que los actores internos y externos del Movimiento de largo
plazo por la alimentación coordinen sus estrategias.

OPORTUNIDAD #4
Revisar, reformar y reconfigurar los organismos
agroalimentarios de la ONU

En octubre de 2020, el mundo celebró el 75º aniversario de la fundación


de las Naciones Unidas. En medio de una pandemia, una crisis
mundial de medios de subsistencia y la transición de superpotencias
más tumultuosa de los tiempos modernos, el aniversario pasó casi
desapercibido. Podría decirse que el acontecimiento más importante
tuvo lugar un año antes: el 75º aniversario de Bretton Woods y la
creación de la infraestructura financiera mundial de la posguerra,
incluidos el Banco Mundial, el FMI y el organismo precursor de la
OMC51.

Entre estos hitos, la gobernanza mundial dio otro giro trascendental:


el Foro Económico Mundial, con sede en Davos, y el Secretario
General de la ONU firmaron un Memorando de Entendimiento en el

© United Nations Photo

118
que se comprometían a estrechar la cooperación y a sentar las bases
para la celebración de una Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios en
2021, lo que, según las OSC, supondría la primera cumbre convocada
por el sector privado (ver Recuadro 20). La noticia se produjo poco
después de las propuestas de reunificar los 15 centros del Grupo
Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR, por
sus siglas en inglés) en una sola entidad jurídica (ver Recuadro 21), lo
que supone, de facto, la mayor toma de poder sobre bienes públicos
agrícolas a escala internacional de la historia.

Recuadro 20
La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios: ¿una toma de
poder hostil de la gobernanza de los sistemas alimentarios?

En diciembre de 2019, la ONU anunció oficialmente el lanzamiento de la Cumbre sobre los


Sistemas Alimentarios de 2021, con el objetivo de "sensibilizar a la opinión pública mundial
y entablar compromisos y medidas mundiales que transformen los sistemas alimentarios, no
solo para erradicar el hambre, sino también para reducir la incidencia de las enfermedades
relacionadas con la alimentación y curar al planeta" (Naciones Unidas, 2020). Una nota
conceptual distribuida en el Foro político de alto nivel de Nueva York en 2019 señalaba que el
Foro Económico Mundial (FEM) —registrado formalmente como asociación empresarial—
participará en la organización de la Cumbre. También se anunció que Agnes Kalibata,
presidenta de la Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA), sería la enviada
especial del Secretario General para la Cumbre. Estos acontecimientos han provocado una
condena generalizada de la Cumbre por parte de los grupos de la sociedad civil (CIP, 2020).
La medida también suscitó preocupación en torno a una incipiente toma de control de la
agenda multilateral por parte de las empresas, y un intento de dejar de lado al recientemente
reformado Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) de la ONU, que los gobiernos
consideran "la plataforma internacional e intergubernamental más incluyente" (De Schutter y
Yambi, 2020; Global Policy Forum, 2020; CIP, 2020; Karamichalis, 2019). En octubre de 2020,
550 organizaciones firmaron una carta dirigida al Secretario General de la ONU en la que
condenaban la gobernanza y el liderazgo de la Cumbre.

119
A pesar de todas las deficiencias de las instituciones multilaterales, las
OSC están unidas en su decisión de evitar que la ONU y sus organismos
con sede en Roma caigan en manos de las empresas, y buena muestra
de ello son las movilizaciones en torno a la Cumbre sobre los Sistemas
Alimentarios de la ONU de 2021. En un principio, las OSC se ven las OSC están
desconcertadas por este "cisne gris" que surge del corazón mismo de la unidas en su
gobernanza mundial. Pero rápidamente se reagrupan, apoyándose en decisión de evitar
décadas de incansable movilización "interna y externa", y consiguen
que la ONU y sus
poner en cuestión el propósito de la Cumbre y reducir algunas de
sus ambiciones. En los años siguientes, la sociedad civil aprovecha
organismos con
el vacío posterior a la Cumbre para presionar a favor de sus propias sede en Roma
reformas de gobernanza. El caso de la Cumbre sobre los Sistemas caigan en manos
Alimentarios es un claro recordatorio del problemático legado de de las empresas
la Conferencia Mundial de la Alimentación de 1974: la división de
las funciones de gobernanza del sistema alimentario entre varios
organismos. El Movimiento de largo plazo por la alimentación aboga
por "RBA 3.0", es decir, por la restructuración y la reunificación de
los organismos de la ONU con sede en Roma, junto con medidas
para vincular los diferentes niveles de gobernanza (en torno a las
conferencias regionales del CSA) y promover una toma de decisiones
más participativa.

Para la década de 2030, la sociedad civil ha defendido la reforma


basándose en revisiones independientes de los organismos de la
ONU con sede en Roma (así como del CGIAR). Estas revisiones
sacan a la luz las desigualdades del mecanismo de financiación de la
ONU (en particular, las distorsiones institucionales que se derivan de
la financiación de proyectos designados frente a las contribuciones
obligatorias de los miembros). También ponen de relieve las
debilidades y la opacidad de la burocracia de la ONU, la corrupción a
nivel estatal en los procesos de elección institucional y las numerosas
oportunidades para una colaboración más coordinada (y menos
costosa).

Los movimientos por la alimentación también han encontrado


aliados influyentes. La eficacia de las OSC, durante y después de
la Cumbre, refuerza su influencia entre los diplomáticos de los
organismos de los RBA, lo que les permite emprender diversas
acciones independientes o autorizadas con vistas a reformar dichos

120
organismos. Tras los debates que se iniciaron en torno a la Cumbre,
las OSC trabajan con algunos gobiernos y otras organizaciones
para retroceder la toma de control de los 15 centros del CGIAR y
la consiguiente apropiación de los bienes públicos de investigación
agrícola (ver Recuadro 21).

Hacia finales de la década de 2020, las OSC y los gobiernos afines


esgrimen los resultados de las revisiones independientes de los
organismos de la ONU con sede en Roma para exigir la convocatoria
de un Congreso Mundial de la Alimentación más incluyente. A
pesar de que, una vez más, el éxito de la sociedad civil no es completo,
el Congreso impulsa el apoyo a la reforma de los organismos de la
ONU con sede en Roma y eleva la posición del CSA.

Antes de que termine la década, la sociedad civil también logra


incidir en la elección de los dirigentes de los organismos con sede
en Roma y otras instancias del aparato de la ONU. Gracias a una
mejor planificación, una amplia gama de grupos está compartiendo
información y aprovechando las relaciones internas para promocionar
a los candidatos favorables (e investigar a los menos favorables) en los
momentos oportunos.

121
Para la década de 2030 (si no antes), estos acontecimientos han
sentado las bases para los cambios de gobernanza mundial más
importantes desde la reactivación del CSA en 2009. Las reformas
resultantes reunifican los tres organismos de la ONU con sede en
Roma bajo el paraguas de un Comité de Seguridad Alimentaria
Mundial (CSA) rejuvenecido y altamente incluyente, que actúa como
órgano de gobierno de facto. Asimismo, vuelven a alinear el CGIAR
con las demás agencias, haciendo que en la práctica pase a ser el
cuarto organismo de la ONU con sede en Roma y convirtiendo sus
centros en el sistema de investigación regional de los RBA 3.052. Y lo
que es más importante, la formulación de políticas se descentraliza
y democratiza a través de los nuevos foros regionales del CSA, que
facilitan el diálogo “desde la base hasta Roma”53; se reactivan los
grupos de trabajo interinstitucionales y no jerárquicos; se generalizan
los procesos de reflexión compartida; y se establece un Consejo
Digital de la ONU para la Alimentación y la Agricultura en el marco
del "Nuevo Foro Romano"54.

Estas reformas contribuyen a trasladar las deliberaciones globales


(por ejemplo, sobre agroecología, mercados territoriales, reforma
agraria y digitalización) a la esfera nacional allí donde la sociedad
civil no ha podido o los gobiernos no han querido hacerlo; a
construir diálogos globales y nacionales en torno a las realidades
locales y las lecciones aprendidas (ver Oportunidad #7); y a salvar la
brecha entre las OSC que trabajan a nivel local y las de alcance global.
Asimismo, la restructuración hace que sea lógico —y urgente—
adaptar las configuraciones de la sociedad civil. En la década de
2030, los movimientos por la alimentación realizarán intervenciones
coordinadas e influyentes en los debates de los RBA.

En el anexo 2 se describen detalladamente las estrategias


expuestas, así como otros posibles enfoques para la reforma
de dichos organismos.

122
Recuadro 21
Sometimiento de los centros internacionales
de investigación agrícola

Desde su creación en el momento álgido de la "Revolución Verde" en 1971, el Grupo Consultivo


para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR) y sus 15 Centros Internacionales
de Investigación Agrícola han facilitado la distribución de variedades vegetales de alto
rendimiento (que incluye mayor respuesta a los agroquímicos) para un puñado de cultivos
considerados importantes, especialmente en Asia y América Latina. Con 8000 científicos y
técnicos en nómina y cerca de 800 000 variedades de cultivos de origen campesino en sus
11 bancos de genes, el CGIAR es una pieza clave en el panorama del desarrollo agrícola. La
restructuración que se está llevando a cabo, si llega a concluirse, cambiará fundamentalmente
el funcionamiento del CGIAR y podría subrayar más, si cabe, sus principales deficiencias. El
proceso de unificación de los centros de investigación, "One CGIAR" (IPES-Food, 2020b),
que han puesto en marcha la Fundación Bill y Melinda Gates (BMGF), el Banco Mundial y los
gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido, tiene como objetivo la fusión de los 15 centros de
investigación agrícola internacionales, legalmente independientes, del CGIAR —con sede en
14 países— en una única entidad legal con una única junta directiva y una presencia operativa
unificada. También supondría un aumento del presupuesto, que pasaría de 850 millones a 2000
millones de dólares anuales, y la decisión de asignar dicho financiamiento estaría en manos de
la cúpula directiva. La restructuración se ha propuesto de forma coercitiva y se amenaza con
aplicar recortes presupuestarios si los respectivos centros individuales se niegan. Los gobiernos
y los institutos agrícolas del Sur global, supuestos beneficiarios principales del CGIAR, no han
sido consultados adecuadamente y desconocen la fusión o están mayoritariamente en contra,
mientras que los grandes financiadores y la agroindustria se posicionan a favor. No se han
fomentado los enfoques que defienden los agricultores, la sociedad civil y los investigadores
públicos del Sur global. Como consecuencia, el proyecto "One CGIAR" estaría dejando de lado
la principal práctica histórica del CGIAR consistente en desarrollar el llamado "germoplasma
mejorado" para los principales cultivos ofrecidos a los programas nacionales de investigación,
y en su lugar desarrollaría variedades acabadas de nueve cultivos (además de establecer las
condiciones para su distribución por países y regiones). Aunque este cambio de política se
describe como "consultivo" (entre One CGIAR y los programas nacionales), a los investigadores
públicos ávidos de financiamiento, especialmente en África, se les hace una oferta que no pueden
rechazar. Bajo el control de la BMGF, el cambio del enfoque del CGIAR, que pasa de la mejora
del germoplasma al lanzamiento de productos, se centra en el despliegue masivo de tecnologías
de datos masivos y de ADN digital que dejan fuera a todos salvo a los principales investigadores
del sector público y a las empresas multinacionales de semillas y productos químicos. "One
CGIAR" no solo subordina la investigación agrícola nacional y regional, sino que socava la
investigación transdisciplinar, dirigida por los agricultores y adaptada al contexto, tan necesaria
para construir sistemas alimentarios resilientes y sustentables.

123
OPORTUNIDAD #5
Acabar con la impunidad corporativa
y sus remiendos tecnológicos

A principios de la década de 2020, los enfrentamientos de alto nivel


entre la agroecología y la agricultura de precisión "climáticamente
inteligente" ponen el foco en un floreciente conjunto de tecnologías
agrícolas (basadas en datos) y en la necesidad de control y regulación
de las mismas. Controlar la digitalización de los sistemas alimentarios
se convierte en una cuestión en la que es necesario actuar ahora o
nunca, tal y como ocurre con el cambio climático. Los riesgos que
rodean a las nuevas tecnologías biodigitales pasan a ocupar portadas
cuando las infraestructuras de datos que se están desplegando en los
sistemas alimentarios empiezan a fallar. La sociedad civil está bien
posicionada para aprovechar estas oportunidades. Desde 2015, las Se intensifican
OSC han creado plataformas regionales de evaluación tecnológica los esfuerzos
en América Latina, África y Asia para realizar evaluaciones
para identificar,
multisectoriales de las tecnologías emergentes55.
supervisar, regular
o incluso retirar
A partir de la década de 2020, el Movimiento de largo plazo por la
alimentación impulsa una nueva generación de tratados de la ONU56 del mercado
y de leyes nacionales para limitar las tecnologías dirigidas por las las tecnologías
empresas y poner fin a la impunidad corporativa. En primer lugar, se que se perciben
intensifican los esfuerzos para promover leyes nacionales y un Tratado como peligrosas
de la ONU sobre Evaluación Tecnológica (o Protocolo, según o fallidas
corresponda), para identificar, supervisar, regular o incluso retirar del
mercado las tecnologías que se perciben generalmente como peligrosas
o fallidas. En el centro de este debate están los riesgos asociados a los
macrodatos, relacionados con el debilitamiento de la resiliencia, la
vulneración de la dignidad o la privacidad, y la transformación de
las economías en detrimento de los agricultores en pequeña escala y
los trabajadores del sector de la alimentación. En segundo lugar, se
intensifica la presión en el Consejo de Derechos Humanos para que
concluyan las negociaciones en curso y se promulgue un tratado que
contrarreste el poder de las empresas (un "Tratado vinculante sobre
las empresas"57), basándose en la Campaña mundial para acabar con la
impunidad de las empresas58. En tercer lugar, la sociedad civil acelera
el trabajo que se está realizando en múltiples frentes para impulsar la
política antimonopolio y de competencia a través de iniciativas de la
ONU, regionales y nacionales, impulsadas por la creciente influencia

124
del Nuevo Movimiento Brandeis en Europa y Norteamérica (Khan,
2018).

Para acelerar el progreso, las OSC se asocian con determinados


aliados institucionales. En 2020, la sociedad civil, algunos gobiernos
y las secretarías afines al CSA, la UNCTAD, la OIT y el CDH ya
estaban debatiendo la viabilidad de varios tratados y protocolos para
contrarrestar el poder empresarial. La cooperación intersectorial de
las OSC tras la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU
acelera este diálogo y abre nuevas oportunidades en la década de 2020.
La resistencia de la UE a las plataformas de macrodatos tiene eco
en la nueva Administración estadounidense. Ya en 2021, los debates
internacionales inician un proceso que conduce a acuerdos globales
antimonopolio, fiscales y de fusiones y adquisiciones que se extienden
desde las empresas de plataformas a todos los sectores económicos.
Con los estados de la OCDE divididos, las oportunidades se impulsan a
nivel nacional y regional, con el apoyo de un pequeño número de estados
comprometidos, y a menudo sin el auspicio formal de la ONU.

A lo largo de una década, estas negociaciones silenciosas dan lugar


a una serie de tratados/protocolos para limitar la impunidad de
las empresas, incluido un acuerdo jurídicamente vinculante sobre
Competencia (junto con protocolos sobre Fiscalidad transnacional
y Evaluación tecnológica), y un tratado relacionado que afirma
la supremacía de los derechos humanos sobre los derechos de los
accionistas (negociado por el Consejo de Derechos Humanos). Aunque
estos acuerdos solo han sido ratificados por unas pocas docenas de
países, las corporaciones transnacionales corren el riesgo de perder
el acceso a mercados considerables y se ven obligadas a cambiar
sus prácticas globales para cumplir con las normas regionales. Por
ello, las grandes corporaciones presionan a los Estados de la OCDE
para que se adhieran a los acuerdos con la intención de debilitar sus
disposiciones. Sin embargo, las OSC consideran que los resultados
son positivos y trabajan con algunas regiones y subregiones para
contraatacar con protocolos más fuertes.

A lo largo de estos debates, las protecciones especiales concedidas a los


inversores también se sitúan en el punto de mira. En la década de 2030,
amplias coaliciones de la sociedad civil han obligado a los gobiernos a
eliminar las cláusulas de solución de controversias entre inversores

125
y Estados de los acuerdos comerciales, están pidiendo una mayor
transparencia en los diversos foros que rigen las inversiones extranjeras
y siguen avanzando en sus campañas contra los derechos de propiedad
intelectual.

Paralelamente, el Movimiento de largo plazo por la alimentación


multiplica las acciones legales contra las corporaciones, basándose
en las decenas de miles de procedimientos judiciales en curso contra
Bayer (y su holding de reciente adquisición, Monsanto)59. Bayer
y otros gigantes de la agroindustria sobreviven a los juicios de la
década de 2020, entre los que se incluyen acuerdos multimillonarios
de acción colectiva. Pero incluso los procedimientos en los que los
demandantes técnicamente pierden resultan ser beneficiosos en
términos de relaciones públicas60, y en ciertos casos conducen a la
desinversión de algunas participaciones y a que se dé marcha atrás en
los mayores excesos de la concentración corporativa.

Recuadro 22
Cómo desafiar al poder empresarial:
diversas tácticas para el cambio

Aunque el Consejo de Derechos Humanos parece ser el que desarrolla las negociaciones más
amplias en relación con todos los aspectos de la impunidad corporativa, la sociedad civil no
puede permitirse apostarlo todo a una carta. Existen al menos otras ocho vías —algunas ya han
sido analizadas en detalle anteriormente— desde las que los movimientos por la alimentación
y otros aliados podrían desafiar el poder corporativo:

1. Criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG): En el momento de redactar este


documento, tanto la UE como los Estados Unidos están elaborando leyes y reglamentos que
exigen a las empresas, los bancos y los grupos de inversores que informen periódicamente
sobre el cumplimiento de los criterios ambientales sociales y de gobernanza (conocidos como
Environmental and Social Corporate Governance o ESG). Una vez sentado el precedente a
nivel nacional, las OSC podrían exigir que los organismos de la ONU (y los partenariados de
la ONU con corporaciones) mejoren el cumplimiento de los criterios ESG.

2. Acuerdo global sobre fiscalidad: Muchos gobiernos nacionales, así como la UE y la OCDE,
están estudiando nuevas leyes y tratados que impidan los paraísos fiscales y garanticen unos
niveles de imposición justos y más exhaustivos. La nueva administración de Estados Unidos ha

126
transmitido a la UE y a la OCDE su voluntad de llegar a un acuerdo rápido sobre el control de
los paraísos fiscales y sobre el desarrollo de un régimen fiscal internacional para las empresas
de alta tecnología.

3. Contabilidad de costos totales: Los actuales requisitos de auditoría no exigen la plena


revelación de información, por lo que las empresas pueden beneficiarse de lagunas fiscales y la
carga del control de las mismas acaba recayendo sobre las OSC y los gobiernos. Esta iniciativa
política que goza de gran popularidad puede darse tanto a nivel nacional como internacional.

4. Prácticas comerciales restrictivas: Este término ha sido acuñado por la UNCTAD para englobar
una amplia gama de estrategias empresariales dudosas, tales como los precios de transferencia, los
cárteles, etc., que podrían encontrar apoyo político a nivel nacional y en la ONU.

5. Fusiones y adquisiciones: La ley modelo que contempla la UNCTAD es débil, por lo que
podría reforzarse y renegociarse. Muchos gobiernos reconocen que sus normas en materia
de fusiones y adquisiciones necesitan una actualización. También hay razones de peso para
regular las adquisiciones de empresas a nivel mundial mediante un tratado internacional.

6. Integración vertical: Si los esfuerzos por reformar la política nacional sobre competencia
o por establecer un tratado internacional sobre fusiones y adquisiciones son lentos (o los
resultados son inadecuados), puede ser más fácil cambiar la normativa o conseguir un
acuerdo internacional en torno a los riesgos que supone la integración vertical (cuando
la agroindustria asciende y/o desciende en la cadena alimentaria poniendo en peligro la
seguridad alimentaria).

7. Plataformas y gestión digital: La preocupación pública y política por las plataformas


tecnológicas y la gestión de datos masivos ocupa un lugar destacado en la agenda de los
gobiernos nacionales y los organismos regionales. Aunque por regla general la sociedad civil
se queda fuera de estas negociaciones, existen muchas razones para animar a los gobiernos
a integrar a los movimientos por la alimentación. El actual desarrollo de un consejo u
organismo especializado en macrodatos que trabaje también con datos agrícolas ofrece una
gran oportunidad.

8. Evaluación de la tecnología: La creciente preocupación popular y política por las cadenas


de bloques o blockchains, las criptomonedas, los datos masivos y la automatización debería
favorecer la adopción de nuevas regulaciones nacionales y —quizás partiendo de la iniciativa
de la UNCTAD y el Foro sobre Ciencia y Tecnología para la Innovación de la ONU— tratados
regionales o internacionales. Sin embargo, es esencial que la sociedad civil participe en la
evaluación de la tecnología.

127
OPORTUNIDAD #6
Adoptar un acuerdo internacional en materia de
emergencias alimentarias

Durante décadas, la sociedad civil ha advertido sobre la amenaza que


supone para la seguridad alimentaria la imposición de restricciones a
los pequeños agricultores a través de acuerdos comerciales, barreras
de mercado, derechos de propiedad intelectual y leyes sobre semillas.
En 2020, muchas de estas preocupaciones alcanzaron su punto álgido
cuando la COVID-19 puso de manifiesto los puntos débiles de la
cadena de suministro que afectan a prácticamente todos los países
y regiones. En la década de 2020, en respuesta a las persistentes
perturbaciones relacionadas con el clima y las enfermedades, los
estados industrializados se esfuerzan por reducir la vulnerabilidad
de las materias primas y ampliar sus corredores de suministro
(ver Sección 3). Mientras tanto, los acuerdos, contratos y tratados
comerciales impiden que los gobiernos y las comunidades del
Sur Global estén preparados y sean capaces de dar respuesta a las
emergencias alimentarias. En todas las regiones, los agronegocios
(y los gigantes tecnológicos con los que están cada vez más
interconectados) defienden los sistemas de sensores basados en datos
específicos y la agricultura digital/de precisión en gran escala como
la mejor (o la única) manera de aumentar la producción rápidamente
y mantener a raya las emergencias.

En respuesta, el Movimiento de largo plazo por la alimentación recurre


a estrategias de reducción del riesgo de catástrofes y a protocolos
de seguridad alimentaria de emergencia61. Los grupos de trabajo de
la sociedad civil presentan los marcos existentes (ver Recuadro 23),
identifican los puntos conflictivos y comienzan a desarrollar leyes
modelo que garanticen que la seguridad alimentaria se sitúe por
encima de otras consideraciones comerciales o políticas, incluidos
los acuerdos comerciales, los contratos de tierras y las disposiciones
regulatorias.62 La sociedad civil aprovecha la conferencia sectorial
de la UNDRR sobre la sequía de 2021/2022 como trampolín para
empezar a aplicar el Marco de Sendai e intensificar los debates en
torno a nuevos protocolos sobre desastres.

128
Recuadro 23
Directrices de emergencia: el Marco de Sendai
y otros marcos mundiales

La preparación para las catástrofes ha sido, durante cierto tiempo, un tema de debate en el
seno de la FAO y el PMA. En 2015, la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del
Riesgo de Desastres (UNDRR) consiguió que 160 países aprobaran su Plan global para la
reducción del riesgo de desastres: el Marco de Sendai. En él, la UNDRR establece una serie
de prioridades, procedimientos y herramientas para prepararse ante emergencias nacionales,
pero no aborda qué políticas, protocolos o tratados normativos, de intercambio o comerciales
relevantes podrían acelerarse o suspenderse en caso de crisis. Aparte de la UNDRR, es probable
que la mayoría de los organismos y programas especializados de la ONU hayan desarrollado
algunas directrices o procesos de emergencia. Casi por definición, la CMNUCC y el PMA son
organismos creados específicamente para abordar la inseguridad alimentaria y otras crisis.
La FAO y el PMA han elaborado directrices y listas de comprobación, por ejemplo, pero,
una vez más, éstas no abordan los tratados internacionales ni las consideraciones normativas
nacionales. Se han celebrado debates informales a través de la Comisión de Recursos
Genéticos para la Alimentación y la Agricultura de la FAO y su Tratado sobre recursos
fitogenéticos (TIRFAA), estrechamente vinculado, pero esto no ha dado lugar a compromisos
internacionales.

A medida que las emergencias alimentarias se hacen más habituales,


más intensas y más prolongadas durante la década de 2020, los
gobiernos comienzan a contemplar medidas que podrían entrar en
conflicto con la legislación, los contratos o los tratados existentes.
Paralelamente, se inician negociaciones internacionales, a través
de la CMNUCC, el CSA, la Conferencia de la FAO o alguno de sus
comités. A finales de la década, los gobiernos simpatizantes adoptan
leyes modelo. Cuando se produce una crisis alimentaria, a los gigantes
de la agroindustria les pilla desprevenidos y se despierta en ellos un
ímpetu repentino por acelerar las negociaciones internacionales. Esto
da lugar a propuestas para alcanzar un compromiso internacional
sobre emergencias alimentarias, ya sea en forma de un Acuerdo
Agrícola de Emergencia, o un Pacto de la ONU que se base en acuerdos
nacionales previamente negociados. Con la creciente preocupación
por la propiedad intelectual y los beneficios corporativos, y con el vivo
recuerdo de la lucha por garantizar el acceso universal a las vacunas
contra la COVID-19, el proceso cobra impulso a nivel político.

129
Con la OMC dividida y los países con mayor vocación comercial
reorientados hacia la autosuficiencia estratégica —entre ellos la
UE, los Estados Unidos, China o Australia— finalmente el tratado se
aprueba, y algunos países y regiones optan por adjuntar protocolos
que sustituyen las normas comerciales63. La agroindustria intenta
revocar los acuerdos, pero a lo largo de la década de 2030, las OSC
convencen a los gobiernos de que la crisis es indefinida y los acuerdos
en materia de emergencias deben seguir vigentes.

Sin embargo, esto no es suficiente para salvaguardar la seguridad


alimentaria de todas las poblaciones, en un contexto de corredores
de suministro opacos gestionados por la IA. Se libran nuevas batallas
sobre si el código informático sustituye a las leyes y reglamentos
nacionales. Estas batallas, que seguirán librándose en la década
de 2040, obligan a los movimientos por la alimentación a ampliar
continuamente sus capacidades técnicas y sus colaboraciones.

OPORTUNIDAD #7
Poner en marcha políticas alimentarias,
consejos de política alimentaria y nuevas formas
de participación ciudadana

En paralelo al diseño de estrategias para el próximo cuarto de siglo, las


OSC sacan partido a los principales avances de décadas anteriores en
materia de participación directa de los ciudadanos en la gobernanza
de los sistemas alimentarios locales y nacionales. En todo el mundo,
los movimientos por la alimentación han promovido y participado
en procesos de reflexión compartida64, jurados de ciudadanos/
agricultores65, asambleas populares, sociedades de ayuda mutua (que
han resurgido tras la COVID-19) y consejos de política alimentaria,
algunos de los cuales llevan muchos años funcionando y ejerciendo
una influencia significativa o incluso actuando como autoridad
reguladora. A principios de la década de 2020, las dinámicas que
ya se habían iniciado en unas pocas ciudades, municipios y países
empezaban a ganar fuerza a múltiples niveles en todo el mundo.
Desde Brasil a Kenia, pasando por Suecia o Canadá, la sociedad
civil ha conseguido presionar a los gobiernos nacionales, estatales o
provinciales para que establezcan políticas alimentarias y comités o
consejos multisectoriales encargados de aplicarlas.

130
A lo largo de la década de 2020, las OSC de base seguirán construyendo
espacios de gobernanza democrática en el ámbito de la alimentación
en ciudades, regiones y países de todo el mundo, garantizando un
flujo constante de victorias. Gracias a que los sistemas de distribución
y compra pública recurren cada vez más al abastecimiento local y
debido al auge de las cooperativas (ver Oportunidad #3), los sistemas
alimentarios territoriales y las cadenas de suministro cortas están
echando raíces en un número creciente de ciudades, regiones y
provincias. Estos vínculos económicos ayudan a sentar las bases de
los organismos locales de gobernanza alimentaria, y viceversa.

A lo largo de la década de 2020, estos esfuerzos se ven acelerados


por intercambios de lo local a lo local cada vez más sistemáticos:
las comunidades que luchan por una gobernanza alimentaria local
democrática aprovechan la experiencia de ICLEI, C40 y el Pacto de
política alimentaria urbana de Milán y otras redes experimentadas.

131
Se desarrollan códigos de conducta para fomentar esfuerzos similares
en todo el mundo, aunque reconociendo al mismo tiempo que los
sistemas de gobernanza presentan diferencias según el país y la región.

Las OSC centradas en el ámbito internacional ven las iniciativas de


base como el sumun de la soberanía alimentaria y como el interlocutor
natural de la arquitectura de gobernanza alimentaria regionalizada En todo el
que están tratando de construir (ver Oportunidad #4). Los avances en mundo, los
la creación de sistemas alimentarios sustentables a nivel subnacional movimientos por
también refuerzan los argumentos para que las comunidades y los
la alimentación
gobiernos locales tengan más voz en las conversaciones sobre el
clima66. han promovido
y participado
Para la década de 2030, los nuevos procesos deliberativos del CSA (ver en procesos
Oportunidad #4) están vinculados a otros espacios de gobernanza de reflexión
mundial y, como resultado, las directrices internacionales para compartida,
el desarrollo de procesos y organismos de gobernanza alimentaria asambleas
incluyentes reflejan los aprendizajes de las experiencias locales.
populares,
A medida que van adoptando estas directrices, los gobiernos
contribuyen a sostener las iniciativas de reflexión compartida y a
sociedades de
evitar la apropiación corporativa, y las OSC logran, por lo general, ayuda mutua
establecer la primacía de los movimientos sociales y de los pueblos y consejos
más amenazados y marginados como partes en los órganos nacionales de política
y extranacionales. alimentaria

132
Recuadro 24
Pensamiento multilateral: aprovechar los espacios
intergubernamentales subestimados

El sistema multilateral está repleto de foros intergubernamentales, como comités,


Conferencias de las Partes (COP) y tratados. Al realizar reuniones periódicas a nivel mundial
y regional, éstos suelen ser bastante accesibles para la sociedad civil. Además, sus mandatos
se solapan, lo que hace posible que las OSC lleven a otro foro una cuestión que ha sido
previamente bloqueada en un foro anterior. La biopiratería de líneas celulares humanas
indígenas, por ejemplo, se abordó en el Convenio sobre la Diversidad Biológica en lugar de
en el Consejo de Derechos Humanos. Las estructuras multilaterales que hoy parecen carentes
de recursos o irrelevantes podrían, en las circunstancias adecuadas, convertirse en una fuerza
motriz del mañana (el propio CSA estuvo prácticamente estancado de 1974 a 2008). La lista
que figura a continuación no es exhaustiva y viene acompañada de una advertencia sanitaria: el
sistema multilateral puede convertirse en un cementerio donde las OSC acudan para enterrar
sus presupuestos, su inocencia y su credibilidad. Cualquier compromiso con un organismo
multilateral desconocido exige una planificación cuidadosa, colectiva y estratégica tanto de
entrada como de salida.

1. Conferencias regionales (por ejemplo, las reuniones regionales de la Asamblea de


las Naciones Unidas para el Medio Ambiente): La FAO y muchos otros organismos
multilaterales celebran conferencias regionales de diversa índole: algunas se limitan
a simples cócteles bastante costosos y otras en cambio sí acaban generando órganos de
decisión que influyen en las políticas mundiales. En general, están muy abiertas a la
participación de la sociedad civil. Las reuniones regionales no solo abordan cuestiones
globales, sino que pueden ser una plataforma de lanzamiento para las reformas de políticas
regionales y nacionales.

2. Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMD): El Banco Mundial y los bancos regionales


de desarrollo, presionados por las comunidades indígenas y la Cumbre de Río de 1992,
establecieron procedimientos de resolución de conflictos a los que pudieran acceder las
comunidades afectadas. Desde 1994 se han abierto casi 1100 casos. Un estudio de casi 400
casos muestra que los procedimientos han tenido un valor limitado para las comunidades,
aunque a veces han provocado cambios de política a largo plazo en las propias entidades
bancarias. Algunos de los elementos objeto de dichos procedimientos han resultado útiles
(acceso a los recursos y a la información, etc.), y podrían convertirse en un modelo para
mejorar los mecanismos de supervisión y resolución de conflictos entre los organismos de
la ONU con sede en Roma y el CGIAR (Park, 2020).

133
3. Corte Internacional de Justicia (CIJ): Más allá de las disputas fronterizas, la Corte
Internacional de Justicia juega un papel importante al responder a las consultas de los
organismos de la ONU sobre jurisdicción, mandato, procedimientos y demás. La Corte trata
de responder en un plazo de 12 meses y sus decisiones rara vez son ignoradas (los centros
del CGIAR propusieron una vez que la Corte asesorara sobre la propiedad intelectual de
las variedades vegetales, pero sus financiadores se opusieron). El acceso a la Corte depende
de las normas de cada organismo, y el potencial de la sociedad civil ha sido claramente
infravalorado.

4. Codex Alimentarius: Conjuntamente con la FAO y la OMS, las decisiones del Codex
—establecido en Roma— tienen peso en la OMC por tratarse de consideraciones sobre
seguridad alimentaria de amplia interpretación. Aunque es de difícil acceso para la sociedad
civil, su complejidad puede esconder oportunidades.

5. Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD): La


Convención, la gran olvidada de la Agenda 21, es importante para los pastores y otras
comunidades indígenas, y sus decisiones podrían afectar a los productores campesinos de
las regiones semiáridas. Ya que ha sido subestimada políticamente, podría representar un
vacío de poder que se puede aprovechar.

6. 
Servicio de Enlace con las organizaciones No Gubernamentales de las Naciones
Unidas (conocido como UN-NGLS, por sus siglas en inglés): Creado por las agencias
de la ONU a mediados de la década de 1970 y con oficinas en Ginebra y Nueva York, este
pequeño organismo adolece de recursos limitados y abandono institucional. Sin embargo,
desempeñó un papel fundamental en las primeras reivindicaciones de la sociedad civil
sobre fórmulas infantiles, plaguicidas y semillas, y ha apoyado más recientemente la
campaña para establecer el Foro de la ONU sobre Ciencia, Tecnología e Innovación. Con
un apoyo estratégico, el UN-NGLS podría mejorar la eficacia de las OSC, reducir los costos
operativos y proporcionar información fundamental.

7. Fondo Común de las Naciones Unidas para los Productos Básicos: Iniciado por la
UNCTAD en los años 70, y con una amplia lucha detrás por parte de las OSC, la misión
del Fondo es ayudar a los países dependientes de la exportación de productos básicos a
diversificarse, cabe suponer que apoyando a los productores y fomentando los mercados
locales. Actualmente está muy debilitado.

134
8. Convención sobre modificación ambiental (Convención ENMOD): Ratificada por los
principales gobiernos en la década de 1970, la Convención tiene por objeto impedir la
instrumentalización del medio ambiente (es decir, la geoingeniería), aunque también se
han hecho tibios esfuerzos por ampliar su mandato a los pesticidas y los vertidos tóxicos.
Los vínculos diligentes de la Convención con la Asamblea General de la ONU y la Corte
Internacional de Justicia podrían convertirla en una opción convincente para abordar la
emergencia climática.

9. Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR):
Aunque se considera que ofrece un servicio más que una función normativa, la Oficina
podría resultar importante para trabajar con los gobiernos locales y nacionales y/o para
empujar a la CMNUCC, la FAO, etc. a adentrarse en un territorio político controvertido.

Trayecto 3
Reorientar los flujos financieros
Hasta la década de 2020, los fracasos de los sistemas alimentarios
industriales impulsan la resistencia pública y la acción gubernamental,
y el apoyo a la transformación del sistema alimentario se acelera a
pesar de la competencia y de la amenaza continua de cooptación. La
combinación de emergencias climáticas, epidemias relacionadas con
los alimentos y los riesgos y fallas tecnológicas obligan a descartar por
completo la posibilidad de encontrar nuevos recursos. Pero también
prenden la mecha y hacen que se exija con más fuerza que nunca la
reorientación de los flujos financieros existentes.

Teniendo en cuenta la línea de tendencia de los agronegocios (Sección 3),


el Movimiento de largo plazo por la alimentación desarrolla estrategias
en tres áreas: i) objetivos fáciles (o "frutas al alcance de la mano")
como las líneas presupuestarias administrativas y de investigación; ii)
el objetivo difícil de los subsidios a los principales productos básicos;
y iii) las "externalidades" no gravadas/subgravadas y los ingresos de
las corporaciones. La compleja interacción entre los objetivos "fáciles" y
"difíciles" hace que los avances sean incoherentes y desiguales. Un paso
relativamente pequeño para algunos resulta imposible para otros. En
el mejor de los casos, los nuevos impuestos sobre la comida chatarra

135
mejoran la salud y reducen los costes sanitarios, pero los beneficios
fiscales siguen corriendo el riesgo de convertirse en nuevas formas de
subsidio a la agroindustria y la industria alimentaria.

Sin embargo, la oposición a dichas tendencias y el impulso para la


acción no paran de crecer, al igual que la suma de dinero reclamado, y
cada victoria hace mella en la agroindustria y permite ejercer presión e
influir en la política alimentaria. El sólido punto de apoyo construido
a lo largo de 25 años de colaboración de las OSC (que trabajan con
académicos progresistas, secretarías multilaterales y algunos gobiernos)
contribuye a desafiar un sistema alimentario industrial cuyo fracaso
estructural y tecnológico lo hace cada vez más vulnerable frente a las
sucesivas crisis. En este segundo escenario, donde la sociedad civil se
articula como nunca, para 2045, el Movimiento de largo plazo por la
alimentación ha conseguido reorientar al menos 4,1 billones de dólares
de los costos anuales de la cadena alimentaria industrial (incluidos los
daños a la salud y al medio ambiente), bien en forma de apoyo directo
a la soberanía alimentaria y la agroecología o bien como resultado
de reducir los daños. La sociedad civil también consigue reducir las
emisiones de GEI de la cadena industrial hasta en un 75%. Estos avances
se complementan con otras formas de redistribución de la riqueza en
el seno de las regiones del mundo y entre ellas (como se analiza en los
Trayectos 1 y 2), y con medidas radicales para desfinanciar los sistemas
alimentarios.

136
OPORTUNIDAD #8
Reorientar las líneas presupuestarias técnicas
y de Investigación y Desarrollo hacia sistemas
alimentarios sustentables

En la actualidad, algunas partidas de dinero público están


ferozmente vigiladas (ver a continuación), mientras que otras pasan
desapercibidas para la mayoría de los actores del sistema alimentario.
En muchas jurisdicciones67, las líneas presupuestarias de investigación,
administrativas y técnicas, por ejemplo, atraen relativamente poca
atención y son objeto de escaso debate político. En la década de 2020,
la sociedad civil se enfoca en estos fondos, empezando por la FAO y
el FIDA, donde se estima que los responsables de estos organismos Realizar esta
y los funcionarios afines pueden reasignar hasta un tercio del gasto
operación con
sin ser detectados. Realizar esta operación con éxito significaría que
aproximadamente 1000 millones de dólares al año podrían reorientarse
éxito significaría
hacia la pesca en pequeña escala, las prácticas agroecológicas y otras que aproximad-
formas vitales de apoyo a la producción sustentable de alimentos. amente 1000
millones de
A lo largo de la década de 2020, la sociedad civil también presta dólares al
atención a la ayuda alimentaria. Animado por su premio Nobel, año podrían
el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU accede a reorientarse
incrementar su proporción de abastecimiento local sustentable hacia la
(con el objetivo de alcanzar el 90% en 2030 como máximo), con
producción
una oposición relativamente baja68. Gracias a ello, se reorientan 640
millones de dólares adicionales hacia las comunidades agrícolas de
sustentable de
los países en desarrollo, apoyando a los pequeños agricultores para alimentos
que sigan produciendo o hagan una transición hacia modos de
producción sustentables.

En paralelo, la sociedad civil trabaja en la recuperación de los dudosos


flujos de ayuda que subsidian las misiones comerciales, facilitan la
inversión extranjera del sector extractivo o contribuyen a los objetivos
geopolíticos de los donantes (en otras palabras, las formas residuales
de “ayuda condicionada”), a través de las cuales los donantes han
dado salida históricamente a sus excedentes de manufacturación
o del ámbito agrícola. One, una ONG fundada por Bono, estimó
recientemente que aproximadamente el 10% del presupuesto de ayuda
exterior del Reino Unido entra en esta categoría y debería reorientarse

137
hacia fines realmente beneficiosos69. Si se aplicara esta lógica en todos
los países de la OCDE, se podrían reasignar hasta 10 000 millones de
dólares de ayuda bilateral hacia sistemas alimentarios sustentables.

A finales de la década de 2020, se consigue recuperar sumas más


elevadas a medida que los movimientos por la alimentación aumentan
la presión sobre los presupuestos de investigación de gran cuantía
(y a menudo de bajo perfil). Los desembolsos gubernamentales en
I+D en el sector agroalimentario —que actualmente ascienden a
unos 38 000 millones de dólares al año70— se someten a un control
cada vez más estricto, en particular los proyectos de investigación
agrícola de los donantes en el Sur global. Solo en 2020, tres informes
distintos destacaron el fracaso de los principales donantes bilaterales
y mundiales a la hora de proporcionar suficiente apoyo a los proyectos
agroecológicos en los países en desarrollo (Biovision, IPES-Food e IDS,
2020; CIDSE, 2020; Vermeylen y De Schutter, 2020). La COVID-19 ha
multiplicado las dificultades económicas y ejercido una gran presión
sobre los recursos públicos en la década de 2020, y a raíz de ello,
todos los gastos se someten a un mayor escrutinio. La sociedad civil
aprovecha esta circunstancia para señalar el despilfarro de aquellos
proyectos que siguen "como de costumbre" y que apenas contribuyen
a la consecución de los ODS. Los movimientos por la alimentación
consiguen que varios donantes bilaterales estén dispuestos a
replantearse sus estrategias de agrodesarrollo71 y les convencen para
que reorienten importantes partidas de financiación hacia proyectos
agroecológicos dirigidos por institutos de investigación y OSC del
Sur global.

© Jen Theodore

138
Tras evitar que las corporaciones y los filantrocapitalistas se hicieran
con el control de los centros de investigación agrícola mundiales
en la década de 2020 (el "CGIAR", ver Trayecto 2), la sociedad civil
convence a los gobiernos afines para que utilicen su influencia —
como principales contribuyentes a su presupuesto— para realinear
la programación del CGIAR con la agenda agroecológica que han
adoptado en sus propias iniciativas de ayuda bilateral. La sociedad civil
también se suma a los esfuerzos de aquellos que abogan por reducir
costes dentro de la organización. Juntos contribuyen a transferir
parte de los gastos administrativos del CGIAR —que según afirman
ascienden al 40% de su presupuesto— a fondos para proyectos. Estas
medidas consiguen situar al menos la mitad del presupuesto (425
millones de dólares) en el lugar correcto.

En la década de 2030, el gasto nacional en investigación agrícola


también está empezando a cambiar, ya que los responsables de la toma
de decisiones desconfían de la línea de tendencia de la agroindustria.
También son conscientes de la creciente desconfianza de la opinión
pública respecto a esas tendencias y tecnologías, y se sienten
frustrados por la ineficacia de las inversiones, demasiado localizadas,
en materia de productividad agrícola. El éxito depende en gran
medida de la política y las presiones a escala nacional y local. Aunque
con diferencias en función del país o el campus, cabría esperar que
cerca de 19 000 millones de dólares —o aproximadamente la mitad
del presupuesto anual del sector público nacional— puedan pasar a
la columna positiva durante el próximo cuarto de siglo, manteniendo
además gran parte del dinero restante alejado de las manos de la
agroindustria y evitando que su único propósito sea el de atraer la
inversión extranjera directa e impulsar el crecimiento del PIB.

A lo largo de las décadas de 2020 y 2030, la sociedad civil también


pone en el punto de mira los fondos de pensiones (otro tipo de flujo
de financiación que pasa desapercibido), lo que se traduce en la
desinversión de algunos acaparamientos de tierras (no todos) y otras
prácticas perjudiciales72. A medida que los aliados del Movimiento
por la Paz consiguen reducir los gastos militares, se abandonan las
bases militares y, previo acuerdo con los gobiernos, las "espadas"
se convierten en "rejas de arado" y se entregan tierras libres de
ordenanzas y toxinas a los campesinos y a los organizadores locales

139
de los mercados territoriales. Los ministerios de defensa también
acceden a contratar a productores campesinos agroecológicos para
alimentar al personal militar.

OPORTUNIDAD #9
Reformar los subsidios a los principales
productos básicos

Vistos desde la perspectiva de 2021, los flujos financieros más


difíciles de redirigir son los subsidios a los principales productos
básicos. Cada año se pagan unos 720 000 millones de dólares en
subsidios a los productores73. Una parte importante corresponde
a las grandes industrias del azúcar, el tabaco, el algodón, el aceite
vegetal y los biocombustibles, y la mayoría de estos sectores se
benefician, además, de tarifas especiales a la importación, cuotas y
otras protecciones comerciales. Por otra parte, los subsidios a la pesca De los 720.000
representan por sí solos unos 35 400 millones de dólares (Sumaila millones de
et al., 2019), de los cuales entre 18 000 y 20 000 millones de dólares dólares de
han sido clasificados como "perjudiciales" por el Enviado Especial
subvenciones a
del Secretario General de las Naciones Unidas para los Océanos, sin
olvidar las subvenciones al combustible de los buques pesqueros de
los productores
arrastre (Thomson, 2019). que se pagan
anualmente, una
A lo largo del próximo cuarto de siglo, el objetivo de la sociedad civil parte notable
es trasladar el mayor volumen posible de estos fondos de la agricultura corresponde
de productos básicos intensivos en insumos y la pesca industrial a la a las grandes
producción sustentable de alimentos. Desde la creación de la OMC industrias
hace 25 años, un amplio abanico de OSC con actividad en distintos
del azúcar,
sectores se han unido para ofrecer una resistencia eficaz a los subsidios
el tabaco, el
y el comercio. En la década de 2020 se abren nuevos frentes con una
fuerza y magnitud similares, y empieza a tomar forma una dinámica algodón, el aceite
de trabajo intersectorial en torno al eje alimentación-comercio- vegetal y los
clima. Con el tiempo, los grupos de cabildeo también profundizan en biocombustibles
su colaboración con las organizaciones de agricultores, pescadores
y trabajadores de la alimentación, así como con las asociaciones de
consumidores, formando un frente común para exigir la reforma de los
subsidios, precios justos y salarios dignos74. De este modo, la sociedad

140
civil se arma de argumentos para presentar los grandes subsidios a
los productos básicos como una amenaza para el agricultor/pescador
medio (mediante el dumping de productos baratos subvencionados
en los mercados mundiales) y una ventaja para las multinacionales
de la agroindustria. Los consumidores, que ahora son capaces de
reconocer a estos beneficiarios como "A-Corps" (ver Trayecto 1),
también asimilan la idea.

Con los puntos de inflexión medioambientales asomando en el


horizonte, el aumento de la obesidad y la repentina visibilización
de los abusos laborales en plantaciones, buques pesqueros y granjas
industriales, estos esfuerzos empiezan a dar frutos ya a finales de la
década de 2020. En un primer momento, se suprimen las subvenciones
al combustible de los buques de arrastre, una medida exigida por
coaliciones de ONG medioambientales, pescadores en pequeña escala
y acuicultores, entre otros, y que goza de un amplio apoyo público.

© UN Women

141
A continuación, se recortan los subsidios a las plantaciones de cacao,
azúcar y aceite de palma. Las ayudas a los criaderos industriales75,
cuestionadas desde principios de la década, pasan directamente al
punto de mira gracias a las incansables campañas de la sociedad
civil. La crisis de la COVID-19 promueve una mayor concienciación
pública sobre las condiciones de trabajo inseguras en las cadenas
de suministro de carne y pescado, y aumenta la presión sobre los
consumidores.

En paralelo a lo anterior, la sociedad civil busca oportunidades de


reforma a nivel mundial. Para responder a las frecuentes subidas de
precios de los alimentos y la volatilidad del comercio que caracterizan
la década de 2020, el Movimiento de largo plazo por la alimentación
insiste en la urgencia de que los países en desarrollo diversifiquen
su agricultura y sus economías. Tirando de los mismos hilos
que utilizaron para reactivar el CSA en 2009, las OSC aprovechan
el próximo colapso de los sistemas alimentarios mundiales para
presionar a favor de la recapitalización del Fondo Común de las
Naciones Unidas para los Productos Básicos, con un mandato
renovado de apoyo a la diversificación de los productos básicos. Este
apoyo financiero se destina a la diversificación de los cultivos y el
ganado (y el abandono de los productos básicos vulnerables a las
crisis de precios), así como al refuerzo de la investigación agrícola y
el apoyo a las cooperativas locales de alimentos.

La sociedad civil también aumenta la presión sobre los financiadores


del desarrollo agrícola. Algunos objetivos quedan fuera de alcance: los
filantrocapitalistas y sus asociaciones público-privadas aprovechan
la crisis climática para canalizar más fondos hacia la digitalización
y la mejora de la productividad de los grandes sistemas de (mono)
cultivo. Pero, por otro lado, la agroecología empieza a generar
resultados convincentes y, aunque modesta, la inversión de los
fondos de recuperación de la COVID-19 en las cadenas de suministro
cortas también da sus frutos, lo que abre la puerta a nuevas cajas de
financiación. Para la década de 2030, algunos fondos mundiales (por
ejemplo, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial y el Fondo Verde
para el Clima) y donantes bilaterales empiezan ya a redirigir sus
inversiones de los enfoques de la "nueva revolución verde" hacia
la agroecología, y otros actores se plantean seguir su ejemplo. Estas

142
tendencias se ven reforzadas por la transición acelerada del PMA
hacia la contratación local sustentable (ver Oportunidad #8).

Sin duda se trata de un camino plagado de complejidades, en el que


cada "victoria" marca el comienzo de una nueva batalla. Incluso
cuando se consiguen rescatar los subsidios de la agroindustria, el
Movimiento de largo plazo por la alimentación se enfrenta a una batalla
igualmente dura para reasignarlos a fines mejores. La inversión en la
transición agroecológica dirigida por los pequeños agricultores entra
en competencia con otras prioridades. Entre ellas, la reconstrucción
de la autosuficiencia en sectores estratégicos y la reorientación de la
ayuda al desarrollo hacia las prioridades nacionales tras la pandemia
de la COVID-19, así como la creación de infraestructuras de datos
para una agricultura "climáticamente inteligente".

Todo ello obliga a la sociedad civil a afrontar la dura realidad:


acabar con los subsidios injustos en los países ricos no beneficia
necesariamente al Sur global76, y desde luego no de manera inmediata.
La sociedad civil redobla sus esfuerzos por trabajar eficazmente de
forma intersectorial y en múltiples frentes, con acciones que van
desde la concienciación sobre el despilfarro y las desigualdades de
los subsidios convencionales hasta la promoción de los mercados
territoriales. Esto ayuda a garantizar que el fin de los subsidios a la
Big Ag traiga consigo nuevas formas de remuneración para aquellos
que practican la agricultura sustentable en pequeña escala en el Norte
y el Sur globales.

Independientemente de los riesgos e incertidumbres, es razonable


prever que entre 2020 y 2045, estarán disponibles dos tercios de
los subsidios globales a los productores, unos 470 000 millones de
dólares. Incluso aunque la mitad de los subsidios a los productores
se desviaran a otros fines (que veremos más adelante), esto podría
suponer unos 235 000 millones de dólares de apoyo a los mercados
territoriales y la agroecología cada año.

143
OPORTUNIDAD #10
Gravar la comida chatarra y terminar con la evasión
de impuestos de las empresas

Durante el próximo cuarto de siglo, se multiplican las voces que


reclaman más impuestos para la industria agroalimentaria, sus
productos insanos y sus impactos más contaminantes. Y el punto
de entrada más evidente es el establecimiento de impuestos a la
comida chatarra. De manera sistemática, la sociedad civil ha tomado Efectos de
la iniciativa y ha desempeñado un papel crucial en la formación de impuestos
opinión pública respecto a los cambios que se han ido extendiendo a a la comida
un número de países cada vez mayor. Un poderoso ejemplo es Chile, chatarra:
donde el consumo de bebidas azucaradas se redujo casi un 25% en
los 18 meses posteriores a la adopción de una serie de regulaciones Caída del
por parte del Gobierno en 2016. Entre ellas se incluían restricciones a
la publicidad de alimentos poco saludables, etiquetas de advertencia 25% del
en la parte frontal de los envases y la prohibición de servir comida consumo en 18
chatarra en las escuelas. En 2014, México aprobó un impuesto meses en Chile
del 10% sobre la venta de bebidas azucaradas, lo que provocó un
descenso del 12% en las ventas a finales de año. En octubre de 2020,
el estado mexicano de Oaxaca prohibió la venta de comida chatarra Caída del
a los niños (BBC News, 2020). Perú, Uruguay e Israel también han
adoptado medidas similares a las de Chile, y se espera que Brasil siga
12%
en las ventas
su ejemplo (Jacobs, 2020).
en 12 meses
Animados por estos éxitos, y como respuesta a los esfuerzos renovados
en México
de la agroindustria por desenterrar nuevos mercados de alimentos
procesados (ver Sección 3), los movimientos por la alimentación
despliegan su arsenal de estrategias de campaña durante la década
de 2020 y acumulan victorias en todas las regiones del mundo. Como
resultado, consiguen rescatar nuevos ingresos fiscales, hacen mella
en las ganancias de la agroindustria77 (y, por ende, en su capacidad
para marcar la agenda) y generan un ahorro considerable en atención
sanitaria. Reducir a cero el consumo mundial de bebidas azucaradas
y otros alimentos chatarra ultraprocesados podría suponer una
disminución de los costes sanitarios de alrededor de 1,62 billones de
dólares al año, e incluso una reducción de solo el 75% en la línea de
tendencia mundial podría llegar a suponer 1,22 billones de dólares
(van Nieuwkoop, 2019).

144
Aprovechando la ventaja de ser los primeros en actuar, los movimientos
por la alimentación consiguen enfrentarse a la dura competencia y
reclaman aproximadamente la mitad de los nuevos impuestos para
invertirlos en sistemas alimentarios sustentables y saludables. La
sociedad civil, consciente del riesgo de que se produzcan retrocesos
en las políticas, dedica grandes esfuerzos a la lucha por la reinversión
de los ingresos, y defiende con firmeza los planes integrales de
prevención en materia de salud pública con participación de las
organizaciones comunitarias de base78.

A finales de la década de 2020, se han establecido nuevas conexiones


con movimientos por la fiscalidad ambiental, al tiempo que los
consumidores tienen la posibilidad de conocer los "costos reales"
de la agricultura industrial a través de aplicaciones móviles y
empiezan a preguntarse por qué las autoridades públicas no gravan
estas "externalidades" (ver Trayecto 1). Los impuestos que se van
sucediendo —sobre el CO2, las toxinas, los envases de plástico y el
desperdicio de alimentos— son en ocasiones insignificantes. Pero, al
igual que con los subsidios, los primeros en tomar la iniciativa exigen
cambios similares a sus socios comerciales, desencadenando así una
cascada de reformas y una nueva norma a escala mundial.

Animados por estos logros, el Movimiento de largo plazo por la


alimentación y sus aliados de otros sectores dirigen su atención
a un objetivo cuyos beneficios son prácticamente incalculables:
la evasión y elusión fiscal corporativa. Se calcula que, cada año,
quedan impagados alrededor del 40% de los beneficios imponibles
de las empresas multinacionales, lo que supone hasta 200 000
millones de dólares de ingresos no percibidos al año, de los cuales
unos 67 000 millones de dólares anuales los pierden los países en
desarrollo79. Prácticas como la fijación de precios de transferencia80
están muy extendidas en el sector agroalimentario (ver Recuadro
25). Por su parte, los nuevos actores del sector alimentario, como
Amazon, son capaces de ejercer un inmenso poder coercitivo (y
posiblemente aplicar también inteligencia artificial) para evitar pagar
una tributación justa81.

145
Recuadro 25
Evasión de impuestos del sector agroalimentario

Escándalos recientes han revelado que las multinacionales agroalimentarias no tienen reparos en
utilizar una amplia variedad de técnicas de evasión fiscal para proteger sus beneficios. Por ejemplo:
•A
 raíz de una investigación realizada en 2011, se destapó que determinados comerciantes
mundiales de cereales como Cargill y Bunge "triangulaban" sus exportaciones utilizando
empresas ficticias en terceros países para evitar millones de dólares de impuestos en
Argentina (Associated Press, 2011);
•M
 HP, uno de los mayores productores avícolas de Europa, consiguió eludir la totalidad del
impuesto sobre la renta correspondiente a sus 3000 millones de dólares de beneficios anuales
gracias a las devoluciones de impuestos en su país de origen (Ucrania) y a la ubicación
de su empresa matriz en paraísos fiscales (primero Luxemburgo y luego Chipre) (Counter
Balance, 2020);
•L
 a multinacional con sede en India Karuturi Global, el mayor productor de rosas cortadas
del mundo, utilizó precios de transferencia indebidos para evitar pagar al gobierno de Kenia
alrededor de 11 millones de dólares en concepto de impuesto sobre las sociedades (Tax
Justice Network, 2013);
•L
 os agronegocios y los narcotraficantes utilizan habitualmente el blanqueo de dinero y otras
estrategias de evasión fiscal en Brasil, Colombia, México, Guatemala y Estados Unidos. Se
suele conocer como la Paper Cow Strategy o estrategia de la "vaca de papel", y consiste en
comprar y vender ganado ficticio, pudiendo incluso exportarlo internacionalmente. En un
caso, se llegó a vender y sacrificar en repetidas ocasiones un mismo rebaño de 450 000 reses
(De Sanctis, 2017).

Debido a los avances en materia de elusión y evasión fiscal corporativa,


es necesario intensificar aún más las campañas intersectoriales y
de redes internacionales (incluida la coordinación con gobiernos
nacionales deseosos de mejorar y el enlace con secretarías de las
Naciones Unidas y académicos afines). En 2021, muchos gobiernos
ya estaban llegando a un punto de inflexión en esta cuestión, y
el nuevo presidente de Estados Unidos. prometía duplicar los
impuestos sobre los ingresos en divisas de las empresas ubicadas
en paraísos fiscales, además de incrementar el impuesto sobre las
sociedades en un tercio (Nutall, 2020). El estado de ánimo general
obliga a los responsables políticos a pasar a la acción: a lo largo de
la década de 2020, las corporaciones han agotado la paciencia del
público a fuerza de aceptar rescates por la crisis de la COVID-19 al
tiempo que se negaban a pagar los correspondientes impuestos82.

146
La incipiente escisión entre las "A-corps", las "B-corps" y las "C-corps"
(ver Trayecto 1) convence a algunas empresas de mejorar su
transparencia fiscal en aras de darle un nuevo brillo a sus credenciales
éticas en el lugar donde operan. A finales de la década de 2020, la
resistencia de las empresas y los cambios políticos siguen retrasando
el endurecimiento del impuesto sobre las sociedades, o bien diluyendo
el impacto de las medidas tras su adopción. Cuando se producen
verdaderos avances, éstos desencadenan círculos virtuosos: aportan Los movimientos
nuevos ingresos a las arcas públicas y limitan el poder de las empresas por la
para ejercer presión y corromper a los gobiernos. alimentación
se dedican
Paralelamente, los movimientos por la alimentación se dedican a
a elaborar
elaborar estrategias más amplias para "desfinancializar" el sistema
alimentario. Para ello, tienden puentes cada vez más sólidos con los
estrategias más
movimientos por la justicia financiera y económica. En las décadas amplias para
de 2020 y 2030, los movimientos por la alimentación se encuentran “desfinancializar”
entre los más acérrimos defensores de las tasas a las transacciones el sistema
transfronterizas y exigen la adopción de medidas enérgicas contra las alimentario
inversiones especulativas en materias primas, la inversión financiera
en fondos de renta variable que contribuyen a la concentración
empresarial, y los flujos de inversión extranjera directa perjudiciales,
incluida la inversión de fondos de cobertura privados y de fondos
de pensiones en tierras de cultivo (Morril, 2019). Estas estrategias
demuestran ser fundamentales para acelerar la reforma de los
sistemas alimentarios.

Recuadro 26
Enfoques de financiación alternativos

En todo el mundo, una serie de enfoques de financiación alternativos están ayudando a conseguir
créditos y recursos para la agricultura sustentable (normalmente, en pequeña escala) y liberando
a los agricultores de las restricciones que conllevan las opciones de financiación convencionales:

•A
 gricultura sostenida por la comunidad (CSA, por sus siglas en inglés): A veces también
conocidas como "cultivos compartidos", las iniciativas de CSA permiten a los consumidores
abonarse a la cosecha de una determinada granja o grupo de granjas. Aunque hay una gran
diversidad de modalidades de acuerdos entre los más de 3 millones de grupos de CSA que

147
existen en todo el mundo, los pagos de las cuotas por los alimentos que se irán obteniendo
se suelen realizar varios meses antes del comienzo de la temporada agrícola, con el objetivo
de mejorar el flujo de caja del agricultor y compartir el riesgo. El enfoque en la agricultura
orgánica es el habitual, tal y como se ilustra en la visión de la Alianza de CSA de África
Oriental, que persigue "mejorar la productividad, la seguridad alimentaria, la rentabilidad
de las explotaciones y los sistemas agrícolas sustentables" (FAO, s.f.).

•F
 ideicomisos de tierras: Los fideicomisos de tierras tienen como objetivo eliminar las
barreras de acceso a las tierras agrícolas, que suelen afectar especialmente a los agricultores
nuevos, jóvenes e inmigrantes. Los fideicomisos de tierras reciben en donación, compran,
mantienen en propiedad y protegen tierras que pueden ponerse a disposición de los
agricultores mediante diferentes acuerdos. Algunas organizaciones, como el Agrarian
Trust de Estados Unidos, exigen a los agricultores en régimen de fideicomiso que apliquen
prácticas orgánicas.

 inanciación colectiva o Crowdfunding (donaciones y préstamos): Desde las plataformas


•F
de crowdfunding se gestionan aportaciones económicas de particulares (o grupos,
organizaciones, empresas, etc.) destinadas a apoyar actividades e iniciativas concretas.
Existe un número creciente de plataformas que proponen proyectos relacionados con la
alimentación, como la estadounidense Barnraiser, dedicada específicamente a financiar
iniciativas de agricultura sustentable, que ha recaudado más de 2 millones de dólares,
con una contribución media por proyecto de 12 000 dólares. También hay plataformas de
crowdfunding para préstamos, en las que se prestan pequeñas sumas de dinero a un agricultor
para un fin concreto (por ejemplo, la compra de una vaca). Ésta último devuelve el préstamo
en una fecha determinada o cuando consiga alcanzar algún hito en particular.

•F
 inanciación social: La financiación social explota capital privado para obtener resultados
sociales y medioambientales, también en el marco de iniciativas de agricultura sustentable.
La sociedad civil se ha mostrado crítica con la financiación social, y los beneficios (o
inconvenientes) que este enfoque pueda aportar a las iniciativas del movimiento por la
alimentación suelen depender de los detalles de cada caso, como, por ejemplo, los aspectos
relacionados con las garantías, los tipos de interés y las normas de sustentabilidad.

 tros enfoques emergentes son el dinero lento, las finanzas no extractivas y las cooperativas
•O
de trabajadores y comunitarias.

148
Recuadro 27
¿Más que la suma de las partes? Cálculo de beneficios
financieros que reportaría un Movimiento de largo plazo
por la alimentación

Calcular los beneficios financieros acumulativos que un Movimiento de largo plazo por
la alimentación podría aportar a las personas y/o el planeta puede parecer una empresa
descabellada. Para empezar, convencer a los gobiernos para que pongan fin a los subsidios
a la agroindustria, graven la comida chatarra o eliminen los paraísos fiscales no garantiza
que el dinero vaya a acabar destinándose a fines sustentables. Que el gasto público "negativo"
de hoy pueda pasar a la columna de "positivo" el día de mañana depende de la presión que
sea capaz de ejercer la sociedad civil a través del cabildeo, de su capacidad para mantener el
rumbo y controlar los resultados, y de muchos otros factores. El hecho de que, con el tiempo
y si funcionan, los impuestos a la comida chatarra terminen por conducir a una disminución
del consumo de comida chatarra (y, en consecuencia, de los ingresos fiscales) complica aún
más las cosas. Por otro lado, la ayuda al desarrollo en el extranjero (también conocida como
"reparaciones") seguirá fluyendo en las próximas décadas. Sin embargo, es probable que
cualquier aumento real de las transferencias totales del Norte al Sur globales se produzca en
forma de inversiones en "bienes públicos globales" más que en ayuda propiamente dicha, con
implicaciones (en términos de transferencias económicas totales y de sustentabilidad) difíciles
de predecir. Del mismo modo, la eliminación de los paraísos fiscales y la restructuración
de las relaciones fiscales entre los países están plagadas de "humo y espejos", y no ofrecen
ninguna garantía de equidad.

No obstante, es razonable esperar que un movimiento capaz de impulsar cambios significativos


en las políticas y prácticas tenga la fuerza y la resistencia necesarias para conseguir que una
parte importante de los beneficios se destinen a la soberanía alimentaria. Teniendo en cuenta
estas advertencias, he aquí algunas estimaciones aproximadas:

 os 41 000 millones de dólares que actualmente se destinan al gasto anual del sector público
•L
en apoyo a los organismos de la ONU con sede en Roma (incluido el CGIAR), la asistencia
internacional para la agricultura y el desarrollo rural y la I+D agrícola del sector público
podrían, de aquí a 2045, transferirse de actividades contraproducentes o que suponen un
despilfarro administrativo a otros objetivos mejores.

 os gobiernos también podrían recuperar un total de 1,1 billones de dólares del gasto anual
•L
actual si se decreta un superimpuesto del 25% a la industria mundial de alimentos y bebidas
chatarra y una reducción del 75% de los subsidios a la agroindustria.

149
 or último, una reducción masiva de 3 billones de dólares en los daños anuales a la salud
•P
y al medio ambiente derivados del desperdicio y el sobreconsumo de alimentos en las
sociedades ricas no solo sería una enorme ayuda para las personas y el planeta, sino que
dotaría a todos los niveles de gobierno de una mayor flexibilidad financiera. Esta estimación
parte de un descenso del 85% en el sobreconsumo, y de solo un 80% en otras pérdidas de
alimentos (que serán más difíciles de controlar debido a la crisis climática).

En resumen, cabría esperar que el Movimiento de largo plazo por la alimentación genere
grandes beneficios para los proveedores de alimentos en pequeña escala y los pueblos
marginados, y que reduzca, al mismo tiempo, los daños globales a la salud y al medio ambiente,
lo que representaría en conjunto un valor total de más de 4,1 billones de dólares. En términos
más generales, estos cambios financieros tendrán un impacto incalculable sobre el respeto de
los límites planetarios (especialmente los relativos a biodiversidad, suelo y agua), y reducirán
las emisiones de GEI de la agricultura industrial en al menos un 75% (lo que supone una
reducción de las emisiones totales mundiales en un 23-35%).

150
Trayecto 4
Repensar las modalidades de colaboración
de la sociedad civil
Para transformar la gobernanza, redirigir los flujos financieros y
avanzar hacia sistemas alimentarios alternativos, la sociedad civil debe
actuar de forma más colaborativa que nunca. Pero el camino de 2021
a 2045 está plagado de obstáculos, estrategias políticas y desvíos. Las
rivalidades históricas, las prioridades divergentes y la competencia
por la financiación siguen a la orden del día. Sin embargo, existen ya
numerosos procesos colaborativos exitosos que marcan el rumbo y están
contribuyendo a superar algunos de estos desafíos.

El agravamiento de las crisis sociales y medioambientales ha abierto


el paso a un nuevo espacio político que las OSC deben aprovechar
para intensificar sus colaboraciones. El desarrollo y la difusión de
nuevas herramientas y enfoques organizativos permiten a un amplio
abanico de grupos aliados sincronizar sus calendarios (aunque no
necesariamente sus programas), dar la voz de alarma sobre las crisis
emergentes y recabar apoyo internacional para sus luchas localizadas.
Trabajar conjuntamente de forma más estratégica también permite
a los movimientos ejercer una mayor influencia en los espacios de
gobernanza compartiendo, transponiendo y traduciendo rápidamente
la información, vigilando las cadenas de productos básicos y bloqueando
aquellas que son abusivas, e incorporando a su labor imperativos
compartidos a largo plazo. Las colaboraciones en torno a los datos se
vuelven aún más decisivas (tanto las dirigidas por la sociedad civil
para compartir/recopilar datos como las destinadas a bloquear la
apropiación de datos por parte de la industria). Con el tiempo, se vuelve
habitual que grupos de OSC distintas entre ellas se reúnan en consorcios
para perseguir objetivos específicos (a corto, medio y largo plazo). Estas
iniciativas convencen a un número importante de financiadores para
que se comprometan con relaciones plurianuales basadas en programas.

Para 2045, las modalidades de colaboración de las OSC han cambiado


sustancialmente, al igual que su papel en la toma de decisiones. Los
gobiernos y la industria, que en la década de 2020 imponían los
términos en los que permitían participar a la sociedad civil, ahora se

151
ven obligados a negociar con ella, convertida en una tercera fuerza de
pleno derecho en la década de 2030. Y que en 2040 es, además, una
aliada fundamental de la buena gobernanza y una eficiente enemiga del
capital internacional. En algunos países, los gobiernos institucionalizan
el apoyo a las OSC (similar a las ventajas fiscales de las que ya gozan
las organizaciones en algunos países actualmente). La gobernanza con
la sociedad civil se convierte en la norma. A medida que se produce esta
institucionalización, algunos grupos toman distancia para garantizarse
la posibilidad de desarrollar una agenda más autónoma. El Movimiento
de largo plazo por la alimentación mantiene una tensión dinámica
entre los vínculos institucionales y un tipo de organización más radical.

OPORTUNIDAD #11
Generalizar la colaboración intersectorial

En los próximos años, los movimientos por la alimentación centran


sus esfuerzos en superar los diversos obstáculos a la colaboración
y conseguir que la aplicación de enfoques intersectoriales a las
estrategias se convierta en la norma, partiendo de aquellas redes
que ya iniciaron colaboraciones intensas en 202183. Existen diversos
grados de alineación en términos de políticas y valores, e incluso en los
casos de mayor alineación, las tensiones son frecuentes. Los ejemplos
incluyen diferencias significativas en los importes de financiación —y,
por ende, diferencias de poder—, especialmente entre las ONG más
grandes y los movimientos sociales de las poblaciones directamente
afectadas. Esto, a su vez, conecta con la política de representación,
tanto entre las ONG y los movimientos sociales, como dentro de los
movimientos sociales y otras formaciones de la sociedad civil (que
por naturaleza suelen ser muy heterogéneas). A lo largo de la década
de 2020, se hace imperativo prestar una atención muy particular a la
construcción de esta conciencia en el marco de las estrategias para el
cambio. El Movimiento de largo plazo por la alimentación trabaja para
dar respuesta a problemáticas de poder y privilegio relacionadas con
la raza, la clase, el género y otras formas de opresión que abundan
dentro de los movimientos, así como para lidiar con acusadas
diferencias políticas y tácticas.

152
Con el futuro de la gobernanza mundial en juego, la Cumbre sobre
los Sistemas Alimentarios de 2021 acelera las convergencias de la
sociedad civil84. El Foro Social Mundial temático de 2021 se convierte
también en una nueva oportunidad de colaboración. En ambos casos,
los movimientos por la alimentación trabajan conjuntamente con
otros movimientos sociales para impulsar mensajes clave relacionados
con la importancia de la gobernanza participativa y la incipiente toma
de control de los sistemas multilaterales por parte de las empresas. En
paralelo a la digitalización de los sistemas alimentarios, los activistas
de la alimentación aprenden de las luchas de los activistas de la
justicia digital y viceversa, además de multiplicar sus alianzas con
los movimientos de justicia climática y ambiental.

Para la década de 2030, el sentimiento de objetivo compartido


anima a las organizaciones de la sociedad civil, las fundaciones y las
redes a sincronizar sus calendarios (desde las reuniones anuales de
la junta directiva hasta los horarios de las conferencias) con vistas
a facilitar los diálogos intersectoriales, la planificación estratégica y
las oportunidades de cofinanciación. Como resultado, el Movimiento
de largo plazo por la alimentación consigue establecer un patrón
(relativamente) coherente de encuentros local-global. Estas
reuniones, estratégicamente planificadas, tienen lugar cada dos

153
años a nivel regional y mundial, y se celebran de forma consecutiva El Movimiento de
o sustituyen a las conferencias periódicas de financiadores y redes. largo plazo por
En ellas se intercambian ideas, se monitorizan progresos, se adoptan
la alimentación
compromisos con los responsables políticos y las secretarías, y se
actualizan las estrategias, incluidas las colaboraciones con otros
trabaja para
sectores de las OSC. Todas incluyen modalidades de participación dar respuesta a
virtual seguras, multilingües y eficaces destinadas a superar las problemáticas de
barreras de un mundo marcado por la vigilancia digital, los cierres poder y privilegio
por pandemia y los viajes con limitaciones de carbono. relacionadas
con la raza, la
Pero los avances siguen siendo frágiles. Todavía existen tensiones clase, el género
entre la adopción de medidas de supervivencia de emergencia (ante
y otras formas
la multiplicación de las crisis) y la apuesta por estrategias de más
largo plazo. La colaboración transversal dentro de los movimientos
de opresión
por la alimentación y entre ellos conlleva costos operativos, lo que que abundan
suscita inquietud ante una posible ventaja comparativa para las dentro de los
OSC con más recursos y más cercanas al poder. Incluso cuando la movimientos, así
colaboración tiene éxito, los esfuerzos para coordinar y sacar partido como para lidiar
de las reuniones nacionales e internacionales ya financiadas siguen con acusadas
requiriendo un trabajo considerable de planificación y organización. diferencias
El cambio a procesos de gobernanza "multilaterales" y virtuales, en
políticas y
contraste a las negociaciones en persona, plantea nuevas dificultades
ligadas a generación de confianza. Para 2045 se han logrado avances
tácticas
significativos, pero la búsqueda de una colaboración más estrecha
sigue siendo un trabajo en curso, sujeto a constantes negociaciones.

154
OPORTUNIDAD #12
Desarrollar nuevas herramientas para bloquear
las cadenas corporativas de productos básicos e
infiltrarse en las negociaciones a puerta cerrada

Aunque las organizaciones de la sociedad civil siguen la actualidad


geopolítica tanto a nivel mundial como en los países en los que
operan, la mayoría no tienen la capacidad necesaria para vigilar las
tendencias de concentración de la agroindustria, la logística comercial
o las tecnologías nuevas y emergentes, a pesar de las enormes
implicaciones que estas dinámicas tienen para los movimientos por
la alimentación.

En consecuencia, a principios de la década de 2020, las OSC identifican Se intensifica


el intercambio intensivo de información como un requisito el intercambio
imprescindible para mejorar la capacidad intelectual colectiva de la de información
sociedad civil y desafiar las trayectorias dirigidas por las empresas
para desafiar
antes de que sea demasiado tarde. Así, una vez que toman conciencia
de que la oposición a las multinacionales de la agroindustria es de
las trayectorias
alto riesgo, de alto perfil y multisectorial, los movimientos por la lideradas por
alimentación amplían y comparten sus actividades de vigilancia de las empresas
las corporaciones, trabajando primero con aliados cercanos para antes de que sea
después llegar a organizaciones sociales de prácticamente todos los demasiado tarde
sectores. A medida que los agronegocios refuerzan sus plataformas
y llevan la integración horizontal a nuevos niveles, la lógica de una
colaboración amplia cobra aún más fuerza.

Paralelamente, las ventajas de la vigilancia conjunta y el intercambio


de información frente a las actividades corporativas son cada
vez más evidentes para los consumidores, los productores y
los trabajadores. En aquellos lugares donde la expansión del
sector ganadero contribuye a la deforestación y la apropiación de
tierras, las comunidades indígenas, por ejemplo, se conectan con
trabajadores agrícolas y del sector alimentario que han manifestado
su preocupación sobre las mismas empresas. Juntos, trabajan con
organizaciones locales de consumidores y de salud en el desarrollo
de estrategias para “bloquear las cadenas”. Del mismo modo, los
productores y trabajadores del sector de los productos básicos entran
en contacto con los consumidores para acabar con las condiciones de

155
trabajo infantil y esclavo, así como para garantizar mejores precios y
salarios dignos, y luchar contra los reemplazos sintéticos. Los éxitos
conseguidos animan a productores y trabajadores a solventar sus
diferencias históricas.

Para la década de 2030, los movimientos por la alimentación también


aportan herramientas digitales para superar las barreras técnicas y
de competencias que dificultan la elaboración conjunta de estrategias
y la acción a múltiples escalas. La plataforma Agropedia ayuda a
facilitar los flujos de información sobre productos básicos, empresas
o compromisos (por ejemplo, en relación con la gestión marítima, el
aceite de palma, la ganadería industrial o el trabajo infantil). Inspirada
en Wikipedia (o quizás más bien en WikiLeaks), la plataforma
también sirve para poner a prueba la veracidad de las promesas
corporativas de "bloquear cadenas" para rastrear el movimiento de
los mangos de México a Minnesota, o de los tomates de Italia al
Reino Unido85. Estas conexiones experimentales entre productores
y consumidores —que dan lugar a informes bien difundidos,
publicados en el momento oportuno y centrados en las materias
primas y las empresas adecuadas— generan impactos significativos.
También ayudan a mejorar los procedimientos de seguimiento del
recién creado Consejo Digital Internacional para la Alimentación y
la Agricultura de la FAO (ver Oportunidad #4).

Por otro lado, los nuevos algoritmos de documentos y las aplicaciones


de los medios de comunicación permiten a las organizaciones de la
sociedad civil descifrar (o "traducir") los textos de las negociaciones e
identificar a los actores que lideran y dominan esas discusiones (por
gobierno, sector, región, género, etc.). Trabajando, una vez más, con
compañeros afines del ámbito de las tecnologías de la información,
los movimientos por la alimentación desarrollan y despliegan,
además, herramientas para dar acceso a las comunidades y
organizaciones interesadas a las salas de conferencias y los textos de
las negociaciones, desde los ayuntamientos hasta las asambleas de la
ONU. A medida que estas herramientas se vayan perfeccionando en
las décadas de 2020 y 2030, permitirán a un número creciente de OSC
supervisar o participar en las negociaciones y aportar transparencia
a una serie de foros.

156
OPORTUNIDAD #13
Crear nuevas asociaciones para financiar un cuarto
de siglo de transformación del sistema alimentario

La estrategia corporativa para establecer gobiernos marcados por el


"multilateralismo" requiere también la captación de organizaciones
de la sociedad civil. Desde principios de siglo, las fundaciones más
tecnocráticas (también conocidas como "filantrocapitalistas") han
pasado de financiar a otros a financiarse a sí mismas. En cuanto
descubrieron el potencial a su alcance, las empresas empezaron a
establecer sus propias filantropías internas tanto en el Norte como en
el Sur global, financiando directamente iniciativas alineadas con la
agenda de los accionistas.

Huyendo de la trampa de los filantrocapitalistas por un lado y Los niveles


los cleptofilántropos por otro, a lo largo de la década de 2020, los actuales de
movimientos por la alimentación recurren a los donantes bilaterales financiamiento
y las fundaciones progresistas y les proponen considerar nuevas
que se van
formas de colaboración y rendición de cuentas. También se esfuerzan
por transmitir un nuevo sentido de urgencia. Con las empresas
poniendo a
agrícolas desplegando a toda prisa sistemas alimentarios basados disposición
en inteligencia artificial y datos masivos, y una vez superados los de forma
límites planetarios, se hace patente que las ganancias que generan fragmentada,
los movimientos por la alimentación son escasas y llegan demasiado con ayudas
tarde. El mensaje es claro: los niveles actuales de financiamiento que a corto plazo
se van poniendo a disposición de forma fragmentada, con ayudas a orientadas a
corto plazo orientadas a problemáticas históricas aisladas y objetivos
problemáticas
"SMART" son el camino directo al fracaso. La sociedad civil y sus
financiadores aliados deben alcanzar un nuevo acuerdo.
históricas
aisladas, son el
De estos mensajes se hacen eco los numerosos responsables de los camino directo
organismos bilaterales y las fundaciones filantrópicas que ya están al fracaso
comprometidos a favor de la transformación del sistema alimentario
y son plenamente conscientes de sus limitaciones institucionales.
Sin embargo, necesitan apoyo para transmitir los mensajes a los
responsables de la toma de decisiones en sus propias organizaciones,
que tal vez no son capaces de ver hasta qué punto sus normas
representan un serio obstáculo para el progreso.

157
A lo largo de la década de 2020, los donantes bilaterales y del sector
de la filantropía pasan de las subvenciones a corto plazo por proyecto
a ciclos de financiación de cinco años, duplican su financiamiento
al menos cada 10 años y se abren a iniciativas experimentales,
especulativas, interseccionales y de preparación de cara al futuro.
Y lo más importante, se muestran dispuestos a utilizar su dinero y
su influencia para catalizar cambios más grandes en los ámbitos
financiero y político. Estos esfuerzos juegan un papel esencial en la
consolidación de las acciones de la sociedad civil descritas en este
informe y, por ende, en la redirección de un volumen considerable de
recursos fuera de los sistemas alimentarios industriales (ver Recuadro
27).
A medida que surgen nuevos recursos y modalidades de
financiamiento, los movimientos por la alimentación insisten en que
se amplíe el trabajo de base y, en la medida de lo posible, que éste
reciba ayudas directas. El "escaneo de horizontes" y las actividades de
planificación a largo plazo —así como la ayuda para cubrir los costos
operativos— (de nuevo a todos los niveles) ganan apoyos. Y, aunque
la financiación de la alimentación, la agricultura y el desarrollo rural
son obviamente fundamentales para el Movimiento de largo plazo
por la alimentación, también se anima a los financiadores a apoyar el
trabajo relacionado que desarrollan los colaboradores aliados en otros
sectores. Al poner el foco en el cierre de los espacios democráticos,
la sociedad civil subraya también la necesidad de financiar a los
defensores de los derechos, los organismos de control y el periodismo
independiente.

158
Sección 5.
Conclusiones: ¿caminar a paso
lento hacia un Movimiento de
largo plazo por la alimentación?
Si comparamos el escenario optimista de la Sección 4 con las líneas de tendencia pesimistas
de los "agronegocios como siempre" de la Sección 3, queda claro que la situación podría
evolucionar hacia cualquiera de las dos direcciones. Y, probablemente, lo hará en ambos
sentidos, al menos durante los primeros años. En este contexto, las organizaciones de la
sociedad civil se enfrentarán a una serie de decisiones difíciles.

En primer lugar, un Movimiento de largo plazo por la alimentación implica oportunidades


inciertas y costos operativos imposibles de calcular (por ejemplo, el tiempo y los esfuerzos
que se dedican al establecimiento de colaboraciones y la elaboración conjunta de estrategias).
Por muy significativos que sean los avances estratégicos y logísticos, la participación en el
trabajo intersectorial del movimiento por la alimentación supondrá inevitablemente una carga
para los recursos humanos de las OSC. Además, nuestra visión de la transformación liderada
por la sociedad civil (en concreto el Trayecto 2) apuesta por la importancia de los procesos
globales. Las campañas globales son a veces opacas (implican estrategias "internas") y requieren
una negociación diaria en términos de poder e intereses. También pueden distorsionar las
prioridades, o restar tiempo y recursos a otros objetivos externos urgentes, obligando a las
OSC a funcionar al ritmo de una agenda de la ONU en lugar de la suya propia. Todo ello en un
momento en el que la pandemia de la COVID-19 ha puesto de relieve la imperiosa necesidad
de dar prioridad al trabajo comunitario/local.

En segundo lugar, el conjunto de trayectos entretejidos que destacamos a lo largo del


informe no ofrece garantías de éxito. Desde el cambio climático hasta la regulación y el
desmantelamiento de las grandes empresas tecnológicas, los gobiernos y los mecanismos
multilaterales parecen, en general, mal equipados para abordar los complejos desafíos de
nuestro mundo y se muestran vulnerables a los caprichos de los actores más fuertes. Enfrentarse
a la fuerza más poderosa del planeta, las corporaciones multinacionales (incluidos los nuevos
gigantes agrodigitales), también conlleva grandes costos operativos y ninguna garantía de
éxito. La confrontación se ve a veces como una estratagema negativa que resta recursos a otras
oportunidades positivas.

159
Los recursos legales son también un arma de doble filo, ya que ofrecen la posibilidad de cambiar
las reglas del juego, pero también conllevan el riesgo de meterse en honduras que impliquen la
pérdida de ingentes cantidades de tiempo y dinero.

En tercer lugar, la combinación del implacable cabildeo empresarial con procesos


gubernamentales e intergubernamentales opacos significa que las victorias quizás siempre
sean temporales. Los ataques a los principales subsidios, por ejemplo, provocarán reacciones
inmediatas y continuadas por parte de la agroindustria (incluidos los gigantes de los datos, las
empresas financieras y otros nuevos y poderosos actores del sector). Un escenario de gobernanza
fragmentada, en el que los países prefieren mirar hacia dentro en lugar de construir acuerdos
globales, aumenta el grado de vulnerabilidad frente a este tipo de ataques. Como se ha descrito
en la Sección 2, se podrían llegar a desmantelar incluso determinadas instituciones que son el
resultado de intensas luchas de la sociedad civil. El CSA podría ser el siguiente en la lista. Los
principales estados de la OCDE están cuestionando, limitando su financiación y socavando el
renovado comité, incluso cuando el sector privado utiliza los procedimientos de las OSC que
tanto costó construir para apoyar su propia representación y subvertir la participación real de
los movimientos sociales.

En cuarto lugar, varias de las estrategias destacadas están expuestas a riesgo de cooptación.
El trabajo en los mercados territoriales, por ejemplo, podría acabar bajo el control de
corporaciones globales. La cerveza es un buen ejemplo a modo de advertencia. Tres empresas
cerveceras globales se han hecho con el control de las empresas comerciales y las ventas de
cerveza de todo el mundo, incluyendo cientos de las denominadas "cervecerías artesanales",
que muchos consumidores confunden con empresas locales. Las definiciones de soluciones
"agroecológicas", "regenerativas", "de comercio justo", "climáticamente inteligentes" y "basadas
en la naturaleza" también se exponen a un riesgo permanente de cooptación y manipulación.
Frente a la disminución de su cuota de mercado, los principales actores siempre pueden desplegar
ingentes presupuestos de marketing y cabildeo para manipular las marcas, la publicidad,
las normativas y las ordenanzas locales a favor de sus intereses. Otra táctica consiste en la
cooptación de la propia sociedad civil. A medida que las OSC se involucran en los procesos de
gobernanza mundial, existe el peligro permanente de que se construyan apresuradas alianzas
de arriba abajo entre gobiernos y organismos de la ONU con una sociedad civil impostada
(por ejemplo, la Alianza de Acción Alimentaria del Foro Económico Mundial) (FEM, 2020),
mientras que los auténticos movimientos sociales se limitan a defender el papel y los espacios
que ya ocupan en lugar de ejercer la influencia que les corresponde. Pero aún así, si asumimos
que el riesgo de cooptación estará siempre presente, la solución pasa necesariamente por
arriesgar.

160
En quinto lugar, aunque se ejecuten con la máxima celeridad, incluso estas estrategias
pueden resultar insuficientes para devolver a la humanidad a un espacio operativo seguro.
Las emisiones de gases con efecto de invernadero tendrían que reducirse en un 7,6% anual
desde ahora hasta 2030 para evitar que las temperaturas aumenten más de 1,5°C (ONU
Medio Ambiente, 2019), y para mantenernos por debajo de un aumento de 2°C, las empresas
energéticas tendrían que reducir su producción en un tercio antes de 2040. En este contexto,
es comprensible que las OSC decidan dirigir parte de sus recursos a las luchas de primera línea
por la supervivencia y como respuesta a las crisis.

En sexto lugar, un Movimiento de largo plazo por la alimentación podría verse arrastrado a
las guerras culturales. La infame "doctrina Breitbart" —según la cual la política se encuentra
corriente abajo de la cultura— constituyó un fenómeno que los nacionalistas autoritarios de
las últimas décadas se tomaron muy en serio, instrumentalizando las emociones culturales
mediante una híper-persuasión selectiva (ver Tendencia 3) dirigido a transformar el entorno
político, especialmente en Norteamérica. Los movimientos por la alimentación actuales, con
una tradición de varias décadas de proyectos contraculturales y culturas centenarias de los
pueblos rurales y obreros, han alcanzado ahora la madurez suficiente como para que los actores
corporativos y políticos los exploten. Los actores que disponen de medios digitales consiguen
fabricar subculturas instantáneas para socavar la organización política mediante la activación
y la explotación de las emociones culturales que rodean a la comida y la alimentación86.
A pesar de estos riesgos e incertidumbres, los argumentos a favor de Un movimiento de largo
plazo por la alimentación siguen siendo convincentes. De entrada, no exige que se modifiquen
las estrategias a corto plazo para luchar contra el acaparamiento de tierras por campañas a
favor de la firma de un nuevo tratado internacional. La idea no es que todos los actores adopten
la misma posición, sino ayudarles a reconocer y acoplar sus posiciones diferenciadas en un
poderoso plan de acción hacia 2045. Un Movimiento de largo plazo por la alimentación insta a
los grupos de la sociedad civil a distribuir una serie de objetivos y acciones a lo largo de una
hoja de ruta a 25 años, adoptando una visión de conjunto a la vez que se enfrentan a campañas
de gran alcance, rupturas ambientales y sociales potencialmente rápidas y el tsunami de la
agenda corporativa.

Los flujos de trabajo colaborativos que se inician ahora podrían ayudar a evitar el sabotaje a
una COP crucial sobre el clima o la biodiversidad dentro de cinco años. Y la anticipación de
cara a los planes de expansión de una cadena de productos básicos de la agroindustria, o el
surgimiento de nuevos actores biodigitales, podría ser lo que ayude a los defensores de los
derechos a detener el acaparamiento de recursos que ya está en marcha. En las cadenas de
suministro desmaterializadas, digitalizadas e hiperconectadas del futuro próximo, los límites
entre la acción global, local y cibernética pueden volverse cada vez más difusos.

161
Además, no reaccionar ha dejado de ser una opción. Suponiendo que tan solo una pequeña
parte de la Sección 3 sea cierta, en los próximos años y décadas se incrementará la presión
para debilitar la cooperación multilateral, tal y como anuncian ya las cortinas de humo del
multilateralismo. Por otro lado, desde los procesos virtuales "Zoombies" que ha traído la
pandemia de la COVID-19 hasta la toma de facto de la economía por parte de los gigantes
de los datos, todo apunta a que podríamos estar entrando ya en una era especialmente opaca
para la influencia de la sociedad civil a nivel mundial. En los próximos años, es posible que
se entreguen más espacios, que los actores corporativos invadan cualquier hueco libre y que
incluso los espacios de gobernanza semifuncionales actuales dejen de estar disponibles.

El terreno ya está cambiando: está más que claro que 2021 representa una importante
encrucijada para los sistemas alimentarios. Ninguna de las iniciativas específicas esbozadas
anteriormente abarca por completo las oportunidades que tenemos ante nosotros. El mundo
sufre el azote de una pandemia sanitaria global que está desencadenando una crisis alimentaria,
consecuencia, al menos en parte, de la emergencia climática y ecológica y de los fracasos de
la industria (no solo de la agroindustria, sino también de la sanidad y la informática) a la
hora de reconocer o responder a los desafíos que actualmente afectan a la humanidad. En
los próximos 12 a 24 meses (dependiendo de la crisis de la COVID-19 y sus secuelas, y las
consiguientes crisis alimentaria y económica), las OSC participarán en conferencias cruciales
sobre sistemas alimentarios, nutrición, clima y biodiversidad. Todo ello tendrá como telón de
fondo los prodigios de las nuevas tecnologías y el impulso de un nuevo bilateralismo en el que
converjan empresas y gobiernos. Y, tal y como han advertido el Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y el IPBES, es probable que lo que ocurra en esta
década sea decisivo para evitar un cambio climático galopante y frenar la sexta gran extinción.

Los costos operativos no pueden reducirse a cero, ni tampoco los riesgos de cooptación o
dominación por parte de organizaciones o actores políticos de mayor peso, pero los obstáculos
a la participación pueden abordarse directamente como parte intrínseca del proceso. Podría
decirse que el desarrollo de nuevas modalidades de colaboración (es decir, el Trayecto 4) es el
único elemento innegociable de lo expuesto anteriormente.

Faltan muchas cosas en el cuadro que hemos pintado en este informe, y los autores seguimos sin
estar satisfechos. Hemos reconocido —aunque sin darles respuesta— las amenazas crónicas del
nacionalismo xenófobo, el racismo, el patriarcado, el acaparamiento de tierras, la degradación
de los suelos, la destrucción de la biodiversidad y el colapso de los climas. Tampoco hemos
abordado toda la complejidad de las relaciones entre la sociedad civil y los gobiernos. Y, de
manera similar, el informe enfrenta a la sociedad civil con las empresas, pero toca de manera
muy superficial las formas de negocio alternativas (cooperativas, industrias propiedad de los
trabajadores, etc.) que ofrecen visiones diferentes para el futuro del sector "privado".

162
Las OSC, los movimientos sociales, los gobiernos y el sector privado pueden y deben
transformarse en las próximas décadas. Las profundas transformaciones estructurales que
necesitamos se mencionan en los trayectos, pero el tiempo, los recursos y nuestras propias
imaginaciones han limitado, hasta ahora, nuestra capacidad para explorarlas en su totalidad.

Este informe habrá fracasado si no nos obliga a todos a profundizar en nuestras capacidades
colectivas para repensar el cambio. Esperamos que los lectores se inspiren del mensaje general
del informe: que la sociedad civil dispone de un enorme potencial sin explotar para lograr
un cambio profundo y transformador, que pasa necesariamente por funcionar de manera
más organizada, proactiva y orientada al futuro.

Se dice que la transformación fundamental de la estructura corporativa y los sistemas de


opresión solo es posible "tras la revolución". Sin embargo, frente al objeto inamovible del poder
corporativo y las culturas históricas de opresión está la fuerza imparable de la energía social. La
historia demuestra que, ante oportunidades o situaciones de necesidad, el ser humano es capaz
de adaptarse casi de la noche a la mañana. Las guerras, los embargos, los golpes de Estado y las
catástrofes naturales pueden transformar los patrones de producción y consumo y dar lugar a
nuevas redes de comunicación y cooperación. Los enormes cambios experimentados a medida
que la sociedad se ha ido adaptando a la COVID-19, que hubieran parecido ingenuamente
optimistas hace tan solo un año, nos demuestran que mañana todo es posible.

163
Notas
1 Más del 25% del trabajo agrícola mundial lo realizan trabajadores migrantes (Bello, 2020a).
2 Campaña nacional: “Gente é pra brilhar não pra morrer de fome” (“La gente está hecha para brillar, no para morir de
hambre”).
3 Gracias a las movilizaciones en favor de la UNDROP, que finalmente dieron lugar a su adopción, se está recuperando
el término “campesino” (aunque con diferentes connotaciones en función de las diferentes partes del mundo y todavía
con matices peyorativos para algunos). En el presente informe, utilizamos esta voz de manera deliberada, tal y como lo
hacen los que empiezan a hablar también de “recampesinización” (ver, por ejemplo, van der Ploeg, 2018).
4 El informe completo del CREPPA puede consultarse en: www.ipes-food.org/pages/LongFoodMovement
5 La erosión del suelo ya está afectando a 3200 millones de personas, con el 33% de las tierras de cultivo de todo el
mundo en un estado de moderadamente a muy degradado, lo que ha provocado una caída de la productividad terrestre
a nivel mundial del 23% (ver Loconto, Jiménez y Vandecandelaere, 2018).
6 En la India, Nepal y muchos otros lugares, miles de comunidades rurales luchan por proteger los bosques (ver Agarwal,
2010b).
7 Ya son más de 2 mil millones de personas las que viven en países con un alto nivel de estrés hídrico, y cerca de 4 mil
millones de personas sufren “escasez grave de agua durante al menos un mes al año” (ver Naciones Unidas, 2019a).
8 Según se informó al Memorial de Defensores y Defensoras de los Derechos Humanos, el 40% de los defensores de los
derechos humanos asesinados en 2019 trabajaban en el ámbito de los derechos sobre la tierra, los pueblos indígenas y
el medio ambiente (Front Line Defenders, 2020).
9 Los actores no estatales más poderosos de la actualidad pueden ser fundaciones filantrópicas capitalistas,
organizaciones religiosas fundamentalistas, o incluso fuerzas armadas informales que ejercen más poder que
algunos gobiernos. Cada vez es más común que las empresas con fines comerciales creen fundaciones corporativas.
Asimismo, algunas OSC están empezando a adoptar el lenguaje (y a veces la forma de actuar) de las corporaciones
multinacionales: amplían sus plataformas intersectoriales, adquieren a su competencia, gestionan programas
multimillonarios y se asocian con gobiernos y empresas.
10 La OIT calcula que la esclavitud ha aumentado en un 18% en los últimos años. Según el Índice Global de Esclavitud,
en la actualidad existen 45 millones de personas esclavizadas. Ver: https://www.globalslaveryindex.org.
11 La creación del Foro Social Mundial (FSM) estuvo liderada por movimientos sociales como La Vía Campesina, y
ejemplificó la capacidad de la sociedad civil para auto organizarse desde el nivel local al global, y en todos los sectores
de la justicia social. El movimiento Dalit, por ejemplo, estrechó lazos con el MST (el Movimiento de los Sin Tierra de
Brasil) a través de los eventos del FSM de Porto Alegre, lo que le dotó de una mayor fuerza política en su país, como
se analiza en Smith, 2016.
12 Al igual que las leyes tienen un potencial prefigurativo en el que “las construcciones legales dan forma a nuestras
propias capacidades para imaginar posibilidades sociales o políticas”, a través del renovado CSA y el Mecanismo de
la Sociedad Civil (MSC), la sociedad civil está trabajando activamente para construir una arquitectura de gobernanza
agroalimentaria global con el potencial de impulsar la soberanía alimentaria (ver McCann, 2006).
13 De 24 corporaciones consideradas líderes sociales responsables a mediados de la década de 1980, solo tres mantenían
su configuración inicial a finales de siglo (ver Giridharadas, 2018; O’Toole, 2019).
14 The Indigenous Circle, en colaboración con el proyecto People’s Food Policy, con sede en Canadá, introdujo un
séptimo principio: “la comida es sagrada” (ver Food Secure Canada, 2015).
15 Para más información sobre la agroecología, ver FAO (s.f.); IPES-Food (s.f.).
16 En la década de 1840, se perdieron simultáneamente las cosechas de papas y centeno en Bélgica; en la década de 1880,
los cultivos de café y caña de azúcar de Java se vieron afectados por enfermedades, la peste bovina atacó al ganado, el
mercado de exportación de azúcar de la isla colapsó y Java no pudo importar arroz de sus vecinos; las langostas y la
legionaria atacan hoy los cultivos africanos.

164
17 Esto implica que la automatización se programará en la genética de los seres vivos (también para la producción de
alimentos), a los que se tratará más como máquinas biológicas e internets vivas (ver Basnet y Bang, 2018).
18 Se denomina “unicornios” a las empresas emergentes privadas valoradas en más de mil millones de dólares
estadounidenses.
19 Al parecer, Corteva Agriscience es el mayor propietario de patentes sobre la técnica genética CRISPR y sus
aplicaciones en todo el mundo. Abogan por “una amplia adopción de esta tecnología en la agricultura”. Syngenta,
Bayer y BASF también tienen importantes participaciones de propiedad intelectual en las aplicaciones agrícolas de la
edición del genoma CRISPR, ya sea en forma de licencias o de patentes.
20 Testimonios de la Red de Maíz en México, reunión vía Zoom celebrada el 6 de noviembre de 2020.
21 Durante décadas, todas las grandes empresas de comercio de productos básicos que dominan la producción, el
procesamiento, el transporte, la financiación y el comercio de alimentos han tenido su sede en Estados Unidos
o Europa. La entrada de la empresa china COFCO en el comercio mundial de productos básicos, y la anterior
adquisición de Smithfield Foods por parte del Grupo WH (antes Shuanghui) con el objetivo de ganar terreno a nivel
mundial en el procesamiento de carne, suponen un claro desafío al dominio británico-estadounidense sobre los
mercados alimentarios mundiales.
22 En Laos, un proyecto ferroviario (iniciado antes de la IFR, pero que luego se ha acogido a este plan) está acaparando
las tierras de más de 4.400 familias de agricultores, que están siendo desplazadas sin compensación alguna. Muchas
de estas familias estuvieron esperando una indemnización durante más de dos años, y algunas se vieron obligadas a
emigrar a países vecinos para encontrar trabajo tras perder sus campos y explotaciones (ver Radio Free Asia, 2019).
23 El bloque Mercosur está compuesto por Argentina, Paraguay, Brasil y Uruguay.
24 La producción de maíz, trigo, soya y arroz —normalmente para consumo no humano— está cada vez más
concentrada. La naturaleza del comercio mundial también ha cambiado: los productos como el aceite de palma,
los zumos de frutas y algunos productos procesados generan la expansión más rápida y el comercio de bebidas
azucaradas crece a un ritmo del 8% anual o incluso mayor. Las exportaciones tradicionales, como el trigo y el café,
crecen a un ritmo más lento, en torno al 2% anual.
25 Los principales puntos de congestión son el Canal de Panamá y el Estrecho de Malaca, ambos clave para conectar
los mercados occidentales y asiáticos, el Estrecho de Turquía (especialmente para el trigo), y otros puntos de los
Estados Unidos, Brasil y el mar Negro. Se dice que la dependencia de los estrechos turcos está aumentando debido al
crecimiento de las exportaciones de la región del mar Negro, especialmente de trigo. El mar Negro, el mar Báltico y el
Canal de Suez conectan continentes y también podrían ser puntos de congestión críticos en el futuro.
26 Anuncio de Food by Robots, “una empresa pionera que pretende crear disrupción repensando, prototipando,
diseñando y promoviendo la automatización colaborativa en el sector de la hostelería” (ver https://www.foodbyrobots.
com).
27 La avalancha de alimentos procesados de los TLC en América Latina en la década de 1990 vino acompañada de
un crecimiento constante de la obesidad en Chile, Argentina, Paraguay, México y América Central. Tendencias
mundiales del índice de masa corporal, el peso por debajo del apropiado, el sobrepeso y la obesidad de 1975 a
2016: un análisis combinado de 2.416 estudios de medición basados en la población en 128,9 millones de niños,
adolescentes y adultos (ver NCD Risk Factor Collaboration (NCD-RisC), 2017; OPS, 2019).
28 Los sucedáneos de carne son nuevos productos vegetales derivados de levaduras, bacterias o algas, modificados
genéticamente para producir compuestos que imitan el contenido proteico y otras cualidades de la carne, los
productos lácteos o los huevos mediante un proceso cerrado de fermentación industrial.
29 Impossible Foods lanzó una “hamburguesa imposible” en 2016. La hamburguesa se desarrolló con una inversión total
de 372 millones de dólares procedentes de diversas fuentes tales como Google Ventures, Bill Gates, Li Ka-shing y el
banco de inversión suizo UBS (ver Grupo ETC y Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación, 2019).
30 Una de las tendencias más importantes es la de los productos “mezclados”, que los grandes envasadores de carne
fabrican mezclando carne procesada con rellenos baratos de origen vegetal para luego venderlos a un precio más
elevado a los consumidores que buscan reducir su consumo de carne.
31 Ya hay al menos 25 empresas emergentes de sucedáneos de carne que desarrollan este tipo de productos en
Estados Unidos, Europa, Israel y Japón. Lejos de suponer un desafío para la gran ganadería, estas iniciativas son
complementarias a la agroindustria.

165
32 La salud del suelo ya se ha establecido como prioridad fundamental a nivel de la UE: “La salud del suelo y la
alimentación” fue identificada por la Comisión Europea como una de las cinco misiones clave para la política de
investigación europea posterior a 2020 (ver Comisión Europea, 2021).
33 Sin que medien combustibles fósiles ni comunicaciones electrónicas, los cultivos y las especies ganaderas se han ido
transfiriendo y adaptando a lo largo y ancho de océanos y continentes de una temporada de cultivo a otra o entre
generaciones de agricultores. Históricamente —y en la actualidad— los campesinos y ganaderos han recurrido a sus
propias variedades de cultivos y razas y al intercambio de las mismas para mantener la diversidad genética y adaptarse
a las condiciones cambiantes.
34 En la actualidad, alrededor de 2000 millones de personas presentan deficiencias de micronutrientes esenciales, como
el hierro o las vitaminas, necesarios para su desarrollo y salud (Hunter et al., 2019; IPBES, 2019).
35 Aunque se suelen calificar erróneamente como descuidados o infrautilizados, estos cultivos y sus parientes silvestres
se dan con frecuencia en los huertos familiares y/o son protegidos por las comunidades para usos específicos.
36 La viabilidad económica de la agroecología en Europa está cada vez más documentada y demostrada (ver, por
ejemplo, Van der Ploeg et al., 2019).
37 Entre 2014 y 2018, el Diálogo Global sobre Agroecología de la FAO se desarrolló en dos simposios internacionales
y seis regionales, en los que participaron 170 países. A esto le siguió la Iniciativa para ampliar la escala de la
Agroecología de la FAO, cuyo objetivo era acompañar y apoyar los procesos nacionales de transición agroecológica.
38 Los 16 países de la SADC asumieron estos compromisos durante un diálogo con la FAO en 2019 (ver FAO, 2019).
39 Togo, por ejemplo, introdujo una forma de renta básica universal a mediados de 2020 en respuesta a la COVID-19.
El plan, que vincula un monedero electrónico a los teléfonos móviles de los ciudadanos, ya cuenta con 1,3 millones
de personas registradas y ha enviado dinero a 500 000 beneficiarios en la región del Gran Lomé, tan solo en Togo, la
capital (Duflo y Banerjee, 2020).
40 Los autores reconocen que la división Norte/Sur podría tener implicaciones diferentes en 2045, aunque asumen que
seguirá teniendo cierta relevancia (a la luz de las arraigadas jerarquías de poder, influencia y riqueza).
41 “Los países en desarrollo han desembolsado más de 4,2 billones de dólares solo en concepto de intereses desde 1980,
lo que supone una transferencia directa de efectivo a los grandes bancos de Nueva York y Londres que eclipsa por
completo la ayuda que recibieron durante el mismo periodo” (Hickel, 2017).
42 La reparación, antes considerada como una opción poco realista, está ganando fuerza política: se ha debatido en el
parlamento belga y algunas universidades sostienen que es la solución. Las reparaciones corporativas por los crímenes
contra la humanidad de la Segunda Guerra Mundial y las medidas de algunos gobiernos (por ejemplo, Francia) y
de museos para repatriar bienes culturales han abierto el debate. Las estimaciones de las indemnizaciones asociadas
oscilan entre varios cientos de miles de millones y varios billones de dólares.
43 Dos iniciativas legales cobran fuerza. Por un lado, desde Ecuador hasta Bangladesh, las ciudades y los gobiernos
nacionales están reivindicando los derechos legales de los ríos, las cuencas hidrográficas y los ecosistemas. Y por otro,
las demandas colectivas de comunidades y niños y niñas contra los gobiernos, acusándolos de poner en peligro sus
vidas y sus medios de subsistencia por la inacción ante la pérdida de clima y biodiversidad, empiezan a encontrar
respuestas empáticas en tribunales de todo el mundo.
44 Basado en UNDRIP y UNDROP.
45 La Convención ENMOD ha sido ratificada por la mayoría de los principales gobiernos. Cuando se invoca la ENMOD,
el Secretario General de la ONU está obligado a convocar una reunión de sus Estados miembros en los 40 días
siguientes a la presentación de una demanda. Los gobiernos ya han intentado ampliar la ENMOD para incluir en la
agenda los vertidos de residuos tóxicos y los plaguicidas, y las cuestiones relacionadas con el clima y la biodiversidad
podrían también tener cabida. Abogados y grupos de la sociedad civil han estudiado la ENMOD en los últimos años
para analizar cómo podría aplicarse en el contexto actual.
46 Esta hipótesis cuenta con que ciudades de diversas regiones del mundo hayan logrado un rápido crecimiento de la
agricultura urbana. Por ejemplo, en Cuba, la agricultura urbana (prácticamente libre de productos químicos) ha
florecido, y ahora suministra hasta el 70% de las verduras frescas en las ciudades más grandes de todo el país (ver
Altieri, 2016).

166
47 Sin embargo, investigaciones recientes advierten de que no se lleva un buen seguimiento de los intermediarios y
las granjas de comercio justo, por lo que es frecuente que se produzcan fallos y distorsiones importantes. Esto se ha
visto agravado por el hecho de que los mayores procesadores y minoristas de alimentos del mundo se han pasado al
etiquetado de comercio justo “interno”, con una transparencia aún menor y resultados más que dudosos. No obstante,
el impresionante apoyo al comercio justo es un claro indicio de que los consumidores están dispuestos a pagar más
por jugar limpio, y corresponde a la sociedad civil y a los reguladores gubernamentales exigir responsabilidades a la
agroindustria.
48 Los entornos alimentarios se mencionan en la estrategia “De la granja a la mesa” de la UE, gracias a la sensibilización
y a la labor de incidencia política de la sociedad civil.
49 B Lab concede la certificación B corporation (o B-corp) a aquellas instituciones con ánimo de lucro que han
demostrado valorar la transparencia y la responsabilidad y tener en cuenta las cuestiones sociales y ambientales en
sus negocios. En la actualidad, 3500 empresas han obtenido la certificación B-corp en unos 70 países, con ámbitos de
especialización tan diversos como los de la moda, la alimentación y las bebidas, o las finanzas. Algunos ejemplos de
empresas alimentarias con certificación B-corp son Danone, Bledina, Ben & Jerry’s, Seventh Generation y Valrhona.
50 Basado en las cifras de 2018 (ver Grupo ETC, 2019a).
51 En 2019 se celebró el aniversario de las instituciones de Bretton Woods (el FMI, el Banco Mundial y la OMC), y en
2020 el de la ONU.
52 Los comités y comisiones de la FAO (por ejemplo, sobre silvicultura, productos básicos, agricultura, pesca y recursos
genéticos para la alimentación y la agricultura) suelen reunirse cada dos años para revisar el trabajo realizado,
adoptar nuevos programas de trabajo y analizar los presupuestos, así como las resoluciones especiales. En el marco
de una fusión de los RBA 3.0, los centros del CGIAR podrían estar sujetos a supervisión por parte de los comités o
comisiones existentes más relevantes en la materia.
53 Estas orientaciones ya se sugirieron en la última evaluación del CSA (ver CSA, 2017).
54 Paralelamente a la puesta en marcha del proceso de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU, el
gobierno alemán presentó en la FAO propuestas para crear un Consejo Digital Internacional para la Alimentación y la
Agricultura, con el fin de adelantarse a otras iniciativas de fundaciones filantrocapitalistas.
55 Estas iniciativas han reunido a proveedores de alimentos, sindicatos, científicos, ONG especializadas y académicos,
lo que ha reforzado su capacidad para influir en el Mecanismo de Facilitación de la Tecnología de la ONU y en la
plataforma de Ciencia y Tecnología para la Innovación (CTI) establecida por el Secretario General después de Río+20
(ver Grupo ETC, 2019b).
56 Existen al menos ocho instrumentos de negociación a disposición de la sociedad civil para poner freno a los
agronegocios transnacionales: el proyecto de Código de conducta de las empresas transnacionales; la Declaración
tripartita de principios sobre las empresas multinacionales y la política social de la Organización Internacional
del Trabajo; las líneas directrices de la OCDE para empresas multinacionales; el Conjunto de principios y normas
equitativos convenidos multilateralmente para el control de las prácticas comerciales restrictivas de la UNCTAD; el
proyecto de Normas sobre las responsabilidades de las empresas transnacionales y otras empresas comerciales en la
esfera de los derechos humanos; el marco de los Tratados Bilaterales de Inversión; el Pacto Mundial de las Naciones
Unidas; y los Principios rectores sobre las empresas y los derechos humanos.
57 Véanse, por ejemplo, los llamamientos a un tratado vinculante realizados por Amigos de la Tierra (Amigos de la
Tierra Internacional, 2020).
58 La Campaña mundial para acabar con la impunidad de las empresas reúne ya a más de 250 OSC nacionales e
internacionales. Al mismo tiempo, está impulsando un Tratado Internacional de los Pueblos para apoyar a los
movimientos y comunidades en su resistencia frente al poder de las empresas y aboga por un tratado vinculante
del Consejo de Derechos Humanos de la ONU que regule las empresas, ponga fin a las violaciones de los derechos
humanos y garantice el acceso a la justicia de las comunidades afectadas.
59 Muchos de los procedimientos judiciales en curso contra Bayer están relacionados con los efectos sobre la salud
los productos de Monsanto, y existen demandas en distintos puntos del planeta desde Sri Lanka hasta Australia,
pasando por Francia y Estados Unidos. Algunos de estos casos han tenido un éxito extraordinario (ver, por ejemplo,
International Monsanto Tribunal, 2019; US Right to Know, 2021).

167
60Los ganadores también pueden ser perdedores. En la década de 1970, Nestlé ganó un juicio por su leche de
fórmula, pero el juicio paralelo de la opinión pública llevó a la OMS a pronunciarse en contra de este producto. Más
recientemente, Monsanto llevó a los agricultores ante los tribunales por el uso de sus semillas patentadas y salió
victorioso, pero acabó convertido en un paria mediático, y posteriormente la empresa fue adquirida por Bayer.
61 Es poco probable que las emergencias alimentarias derivadas de guerras, ocupaciones y otras situaciones de conflicto
se aborden con los protocolos aquí descritos.
62 En la práctica, esto podría significar dejar de lado todas las barreras reguladoras del mercado y de los derechos de
propiedad intelectual que dificultan a los pequeños proveedores de alimentos la reproducción, el almacenamiento,
el intercambio o la comercialización de los cultivos, el pescado y el ganado (prestando especial atención al acceso a
los mercados territoriales); suspender cualquier barrera del mercado (incluida la “personalidad” corporativa) que
ponga en peligro los bienes públicos; garantizar que las mujeres y los jóvenes tengan acceso a la tierra y a los recursos,
así como a la formación; erradicar las barreras legales o reguladoras a la diversificación de los alimentos; y facilitar
un acceso a los mercados que sea estable y equitativo, de acuerdo con los imperativos existentes en el marco de la
UNDROP.
63 En virtud de las normas comerciales vigentes y de las normas de la OMPI, el Estado puede conceder licencias
obligatorias que permiten suspender las patentes en beneficio público. Del mismo modo, los Estados pueden invocar
razones de seguridad nacional para bloquear las importaciones o exportaciones. Además, otras disposiciones del
Codex Alimentarius permiten al Estado intervenir para garantizar la seguridad pública. En la mayoría de los casos,
probablemente no sea necesario un enfrentamiento directo con la OMC u otros acuerdos de libre comercio.
64 En lugar de presentaciones o debates unilaterales, los procesos de reflexión compartida permiten que actores con
diferentes puntos de vista expongan sus argumentos y luego respondan a las preguntas del público, ya sea en una sola
reunión o en varias. Los procesos de reflexión estarían organizados por la sociedad civil y seguirían siendo “eventos
paralelos”, en la jerga de la ONU.
65 Estos procesos han logrado importantes impactos políticos, desde el Jurado de Agricultores de Mali (L’ECID) que
dinamizó un debate nacional sobre los transgénicos y retrasó su introducción en el país, hasta las comunidades
agrícolas que mantienen un registro de la asignación de recursos locales en Uganda por medio de encuestas
deliberativas (Bryant, 2009; Fishkin et al., 2017).
66 Véase la Declaración de Glasgow sobre la alimentación y el clima (IPES-Food, 2021).
67 Por ejemplo y aunque con importantes excepciones, las asignaciones federales para la investigación han sido
duramente cuestionadas por las OSC en los Estados Unidos.
68 En 2019, el PMA, con un presupuesto destinado a la adquisición pública de alimentos de 1600 millones de dólares,
solo compraba la mitad de los alimentos en el país (Supply Chain Division, 2019). El PMA se ha comprometido
a seguir mejorando esta cifra y de momento su principal obstáculo sería la oposición de un único país (Estados
Unidos), por lo que parece un objetivo bastante plausible para las campañas de la sociedad civil (Park, 2019).
69 Es algo que parece poco probable en un futuro próximo en el Reino Unido, por ejemplo, ya que lo que se esperan son
más bien recortes en materia de ayuda exterior.
70 La estimación aportada por Pardey et al. (2018) es de 38 800 millones de dólares, pero le hemos restado la parte
correspondiente a la I+D internacional (1,7%) para obtener una estimación de la I+D nacional total.
71 Suiza, Francia y Alemania son algunos de los países que apuestan cada vez más por la agroecología en sus políticas de
agrodesarrollo (Biovision, IPES-Food e IDS, 2020).
72 El Financial Times (edición estadounidense) del 17 de enero de 2021 señala que la nueva normativa de la UE exigirá,
entre otras cosas, que los fondos de pensiones apliquen criterios ESG.
73 Según la OCDE, en 2016-18, las políticas agrícolas de 53 países inyectaron un total de 705 000 millones de dólares
anuales en sus sectores agrícolas. Alrededor de tres cuartas partes de estas ayudas, 528 000 millones de dólares
al año, fueron directamente a manos de productores individuales. Los 53 países analizados representan casi tres
cuartas partes del valor añadido bruto de la industria agrícola mundial. Según nuestras estimaciones, el total de
transferencias/subsidios agrícolas directos a los productores a nivel mundial asciende a unos 700 000 millones de
dólares al año (OCDE, 2019).
74 La National Family Farm Coalition de Estados Unidos, por ejemplo, insiste en que el antídoto más eficaz contra los
subsidios —y contra el desmesurado poder de las grandes corporaciones de productos básicos— es la adopción de
normativas que garanticen precios justos a los agricultores (National Family Farm Coalition, 2020).

168
75 Por ejemplo, los fondos de la Política Agrícola Común de la UE pueden ser utilizados por los Estados miembros para
proporcionar pagos “asociados” por cabeza de ganado (ver IPES-Food, 2019).
76 Aunque representan sumas menos importantes, por lo general, los subsidios a los productos básicos en los países
del G-77 han beneficiado, de manera directa o indirecta, a los intermediarios o procesadores de productos básicos
multinacionales, por lo que redirigir estos recursos hacia las granjas sustentables en pequeña escala que abastecen los
mercados locales podría ser incluso más urgente.
77 A nivel global, las ventas de bebidas azucaradas representan unos 646 600 millones de dólares, y las de productos de
confitería y snacks la friolera de 1,2 billones de dólares (Statista, 2019).
78 Diferentes estudios han demostrado que los ingresos fiscales y el ahorro sanitario deben reinvertirse en medidas
positivas para promover dietas saludables y sustentables, a fin de garantizar un conjunto de intervenciones coherente,
eficaz y políticamente vendible (Wright, Smith y Hellowell, 2017).
79 Estimaciones extraídas de Cobham, 2019.
80 Los “precios de transferencia” hacen referencia a las prácticas que pueden utilizar las empresas multinacionales
para reducir su responsabilidad fiscal trasladando los beneficios a jurisdicciones de menor imposición, por ejemplo,
sobrefacturando las operaciones entre diferentes sucursales de la misma empresa.
81 Amazon tiene su sede en Seattle, la tercera ciudad de Estados Unidos en cuanto a población de personas sin hogar.
En 2018, Amazon tumbó una propuesta del Ayuntamiento de Seattle de establecer un impuesto a los principales
empleadores de la ciudad cuya recaudación iría destinada a las personas sin hogar. La empresa detuvo sus proyectos
de construcción y amenazó con deslocalizar parte de su mano de obra local. Consiguieron evitar el impuesto, lo que
implicó la pérdida de 53 millones de dólares al año para proyectos dirigidos a personas sin hogar. Un año después,
Amazon hizo una donación puntual de 5 millones de dólares a organizaciones benéficas para personas sin hogar.
Además, al tratarse de una empresa tecnológica, Amazon también puede reducir sus obligaciones fiscales deduciendo
gran parte de sus ingresos como créditos de I+D (ver Lobo, 2020).
82 Ver el ejemplo de Virgin Atlantic (Stupples, 2020).
83 Por ejemplo, en ámbitos como: el comercio, el clima y la alimentación; la concentración de empresas multinacionales;
los desafíos al multilateralismo; la agroecología; los consejos y coaliciones de política alimentaria; los enfoques del
tipo “Green New Deal”; la evaluación de la tecnología regional; y las convergencias más amplias de los movimientos
sociales.
84 Los miembros del Comité Internacional de Planeación para la Soberanía Alimentaria y el Mecanismo de la Sociedad
Civil están desarrollando actualmente estrategias para abordar el tema de la Cumbre.
85 La información que se transporta en las blockchains gestionadas de forma privada está restringida por las propias
corporaciones, y es vulnerable a la piratería informática (ver Bas Van Leeuwen, 2020).
86 El nacionalismo, por ejemplo, es una fuerza cultural capaz de sabotear las alianzas internacionales entre los
movimientos que luchan por la alimentación y la agricultura fuera de las fronteras. Las premisas patriarcales,
coloniales y de supremacía blanca respecto de quién goza de experticia o legitimidad dentro del sistema alimentario
pueden explotarse, de la manera más cínica, mediante propuestas de dietas y agricultura “sustentables”. Si bien las
divisiones y discrepancias de los ecologistas radicales (ya sean Vegan-warriors o defensores de la Dieta Paleo) en
torno a los valores alimentarios en nombre de la salud del planeta pueden generar a su vez brechas en las alianzas
políticas, en el caso de los comerciantes corporativos no ocurre así, ya que ellos siempre seguirán sacando beneficios y
consiguiendo victorias políticas en ambos frentes de estas luchas.

169
ANEXO 1.
Glosario de tendencias tecnológicas:
términos de interés para los
movimientos por la alimentación
Regulación génica, impulsores genéticos y agentes de alteración genética horizontal del
medioambiente (HEGAA, por sus siglas en inglés): estrategias de ingeniería genética para
eliminar las barreras reproductivas naturales y en las que nuevos rasgos manipulados se
introducen de manera activa en el ambiente para su posible propagación. Un ejemplo de ello
serían el uso de impulsores genéticos, que consiste en modificar genéticamente un organismo
para que siempre transmita un rasgo determinado a su descendencia. Los impulsores
genéticos aplicados específicamente a especies de reproducción rápida (por ejemplo, insectos
o nematodos) pueden propagarse rápidamente en la naturaleza y en los agroecosistemas,
transformando poblaciones y ecosistemas enteros. Los impulsores genéticos también pueden
utilizarse para acelerar y dirigir la reproducción agrícola. Otro ejemplo son los HEGAA, que
permiten manipular un insecto para que sea portador de un virus transgénico en el ambiente,
el cual, a su vez, altera genéticamente los organismos con los que entra en contacto.
Robótica agrícola: utilización de robots autónomos (incluidos los enjambres de robots)
en la producción agrícola, en particular en el campo para desbrozar, pulverizar productos
agroquímicos, recoger, cosechar y vigilar los cultivos.
Sensores agrícolas: utilización de la tecnología de sensores digitales en la agricultura.
Comprende el uso de pequeños sensores distribuidos y conectados por internet (es decir,
internet de las cosas) para monitorizar en tiempo real el suelo, el agua, las plagas o la salud del
ganado, entre otros parámetros.
Inteligencia artificial (IA), aprendizaje automático (Machine learning o ML) y aprendizaje
profundo (Deep learning o DL): utilización de algoritmos programados y evolucionados
para detectar patrones y hacer predicciones y tomar decisiones de diseño. En el aprendizaje
automático y el aprendizaje profundo, las computadoras utilizan circuitos electrónicos
inspirados en los circuitos neuronales del cerebro para procesar los datos y entrenar al propio
dispositivo en la búsqueda de patrones útiles para la toma de decisiones.

170
Reproducción mediante IA/Lesiones locales inducidas dirigidas a objetivos en genomas
(TILLING, por sus siglas en inglés): las TILLING son un ejemplo de cómo combinar las
antiguas técnicas de mutagénesis con las nuevas formas de secuenciación del ADN y los
macrodatos para realizar una selección rápida de las mutaciones que conducen a un fenotipo
previsto. Por lo general, los criadores genómicos están utilizando sistemas de inteligencia
artificial para determinar las mutaciones genómicas que quieren aplicar a sus variedades o
razas.
Biointeligencia y biofundiciones: La biointeligencia consiste en la recopilación a gran escala
de datos genómicos digitales para entrenar sistemas de IA y en la aplicación asociada de la
IA para diseñar nuevos sistemas de ingeniería genética (por ejemplo, mediante la biología
sintética o la edición genética). Las instalaciones que llevan a cabo el diseño y la construcción
automatizados de nuevos organismos sintéticos suelen denominarse "biofundiciones".
Cadena de bloques o blockchain, criptomonedas y contratos inteligentes: Una cadena de
bloques es un libro de contabilidad digital o registro de operaciones que existe y se modifica
simultáneamente en múltiples computadoras conectadas en red, como medio para realizar
transacciones digitales automatizadas "de confianza". Aunque tiene muchas otras aplicaciones,
la cadena de bloques se conoce principalmente por ser la tecnología con la que funcionan las
criptomonedas: fichas digitales, registradas en la cadena de bloques, que pueden intercambiarse
directamente entre individuos sin que una institución intermedia de confianza verifique la
transacción, imitando así el intercambio de moneda física entre individuos. Los contratos
inteligentes son programas cortos codificados en la cadena de bloques que permiten a los
dispositivos automatizados intercambiar criptodivisas o realizar otras transacciones entre
ellos bajo condiciones acordadas, de nuevo sin intermediación humana.
Agricultura celular y cultivos de raíces peludas: la agricultura celular es el intento de cultivar
ingredientes alimentarios de alto valor mediante cultivos celulares enfocados principalmente
a las células madre. La mayoría de los esfuerzos se dedican a la "carne in vitro" cultivada
en laboratorio y otras proteínas artificiales sustitutivas de las proteínas animales, pero la
tecnología también se utiliza para cultivar células vegetales, como las de las bayas, como fuente
alimentaria. Los cultivos celulares se prestan a nuevos enfoques de ingeniería genética, como
los "cultivos de raíces peludas", en los que una célula de la raíz se infecta con una bacteria del
suelo, modificada o no, y se cultiva para producir sabores, aromas y compuestos alimentarios.
Síntesis orgánica asistida por computadora (CAOS): los químicos están aplicando programas
de CAOS al diseño de compuestos sintéticos. En este enfoque, el aprendizaje automático y el
software de computación de macrodatos sugieren nuevas rutas de procesamiento químico
para transformar sustancias de ingredientes más baratos en compuestos de alto valor, incluidos
alimentos.

171
Genómica ambiental, metagenómica, microbios y microbioma: el microbioma es el conjunto
de microbios que convive en un entorno específico. Independientemente de si se trata de los
microbios del suelo de un campo o los que están presentes en la piel, los órganos y las cavidades
del cuerpo humano, estos microbios regulan gran parte de las funciones esenciales tanto en la
agricultura como en el cuerpo, y la alteración del microbioma puede desencadenar cambios en
los resultados sanitarios y agrícolas. El auge de la metagenómica —que secuencia la genética de
poblaciones microbianas enteras y luego las reconstruye digitalmente mediante herramientas
bioinformáticas y estudia sus interacciones, funciones y relaciones— ha permitido a los
científicos describir cómo se construyen determinadas comunidades microbianas específicas y
proponer la alteración del microbioma a diferentes niveles de intervención, también mediante
nuevos "microbios" modificados genéticamente. La genómica ambiental utiliza todos los
niveles de datos sobre la biodiversidad (datos genómicos y ambientales combinados) para
diseñar nuevos organismos modificados e intervenciones para la agricultura específicamente
adaptados a cada localización.
Inteligencia artificial explicable (XAI): hace referencia a métodos y técnicas en la aplicación
de tecnología de inteligencia artificial (IA) que posibilitan que el razonamiento subyacente a
los resultados del proceso sea comprensible para los humanos. Contrasta con el concepto de
la "caja negra" asociado al aprendizaje automático (machine learning), en el que incluso los
propios diseñadores son incapaces de explicar por qué la IA llega a una decisión determinada.
Fintech: voz resultante de la expresión "tecnología financiera", se refiere al sector tecnológico
que aplica nuevos programas informáticos, dispositivos, aplicaciones y procesos a los asuntos
financieros. La fintech incluye las criptomonedas, los préstamos y operaciones digitales, los
libros de contabilidad digital o la inversión y el comercio automatizados, entre otras actividades.
Impresoras de alimentos y bioimpresión: una impresora de alimentos es un dispositivo que
construye un alimento procesado acabado capa a capa mediante técnicas de fabricación aditiva,
como boquillas de pulverización o impresión 3D. Las bioimpresoras fabrican estructuras
similares a tejidos que imitan a los naturales, por ejemplo, pueden imprimir cultivos celulares
artificiales con un entramado al que incorporan nutrientes añadidos para crear carnes
artificiales.
Escáneres de alimentos: se trata de dispositivos que utilizan la tecnología de escaneo óptico
y la IA para ofrecer un análisis en tiempo real de los nutrientes que contiene un alimento, así
como los alérgenos, las toxinas, etc.

172
Edición genética (o genómica) y repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente
espaciadas o CRISPR: las técnicas de edición genética, como por ejemplo, CRISPR CAS9,
TALENS, o la "edición primaria", son enfoques de ingeniería genética que modifican el
ADN de un organismo de manera que la modificación se convierta en un rasgo hereditario.
Las técnicas de edición genética utilizan enzimas dirigidas que cortan y luego eliminan o
sustituyen pequeños segmentos de la molécula de ADN a un ritmo de desarrollo más rápido
que los antiguos enfoques "transgénicos", más lentos y menos dirigidos. Es posible "editar" los
organismos muy rápidamente en múltiples puntos simultáneos del genoma, lo que permite
realizar cambios bastante complejos y significativos en el funcionamiento genético, incluida la
creación de impulsores genéticos.
Geoingeniería, eliminación de dióxido de carbono (CDR), gestión de la radiación solar
(SRM), bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS) y manipulación del
clima: la geoingeniería hace referencia a la modificación intencionada a gran escala de los
sistemas y procesos terrestres, como el sistema climático o los ciclos globales del nitrógeno y
del agua. La mayor parte del desarrollo de la geoingeniería se centra en intentar contrarrestar
el calentamiento derivado del cambio climático antropogénico mediante dos estrategias: en
primer lugar, la SRM, con la que los geoingenieros intentan reflejar la luz solar de vuelta hacia
el espacio (por ejemplo, colocando partículas en la atmósfera o aumentando la reflectividad
de las nubes, los mares, la tierra y el cielo); en segundo lugar, la CDR, en cuyo caso los
geoingenieros utilizan medios mecánicos y biológicos para eliminar los gases con efecto de
invernadero de la atmósfera. Una técnica de RCD estrechamente vinculada a la agricultura
es la que se conoce como BECCS, en la que se cultiva biomasa, incluida biomasa de cultivos,
que posteriormente se transforma en biocombustibles o electricidad. Los gases con efecto de
invernadero resultantes del proceso se capturan y, en teoría, se secuestran. La manipulación del
clima (por ejemplo, mediante la supresión de nubes de tormenta) también puede considerarse
una técnica de geoingeniería.
Hyper-nudging o híper-persuasión: consiste en la utilización deliberada de grandes conjuntos de
datos (por ejemplo, sobre los consumidores y su comportamiento de compra) en combinación
con perfiles psicográficos y algoritmos de IA para diseñar y dar "pequeños empujones", a veces
imperceptibles, específicamente diseñados para modificar el comportamiento de un individuo
de manera selectiva, incluyendo los relacionados con dietas, hábitos de compra de alimentos,
actitudes culturales hacia la comida, etc.
Comunicación molecular y nanobiónica: la comunicación molecular se refiere a la
codificación de datos en moléculas —en particular en moléculas biológicas como el ADN
o las feromonas— y el posterior aprovechamiento de mecanismos naturales para distribuir
y procesar esa versión molecular de los datos. Algunos ejemplos son el envío de mensajes
a distancia mediante feromonas o el almacenamiento de bibliotecas de información digital
en ADN sintético. La nanobiótica es una tecnología emergente estrechamente vinculada a la
comunicación molecular. Los investigadores han estado diseñando nanopartículas sensoras

173
capaces de ser absorbidas por las plantas que detectan cambios ambientales y transmiten datos
a dispositivos digitales como los smartphones. En un escenario futuro, las plantas nanobiónicas
podrían monitorizar los suelos y el agua y transmitir datos digitales a plataformas electrónicas.
Nanotecnología, nanopartículas y nanomateriales: la nanotecnología se refiere a la ingeniería
de la materia a escala del nanómetro (la escala de los átomos y las moléculas) y también
al aprovechamiento de las inusuales propiedades cuánticas de la materia a esa escala. Las
nanopartículas son pequeños grumos de material a nanoescala que presentan propiedades
novedosas y pueden moverse libremente en el cuerpo y el ambiente debido a su diminuto
tamaño. Otros materiales pueden ser descritos como nanomateriales cuando presentan uno
o más aspectos en escala nanométrica: por ejemplo, los revestimientos de superficies o las
formas moleculares novedosas se denominan nanomateriales.
Nuevos plaguicidas (por ejemplo, degradadores proteícos, biotensoactivos y
nanoemulsiones): los compuestos degradadores de proteínas son moléculas que actúan
sobre proteínas diana muy específicas de cultivos e insectos y posteriormente hacen que el
organismo las degrade. Esta técnica podría utilizarse para evitar la resistencia a los herbicidas,
así como para atacar las malas hierbas y los insectos de otras maneras. Los biotensoactivos
(materiales activos de superficie) son una clase de sustancias químicas muy utilizadas en los
productos agroquímicos que suelen sintetizarse a partir del petróleo, aunque en la actualidad
cada vez se desarrollan más a partir de microbios (incluidos los modificados genéticamente)
como biotensoactivos. Las empresas también están reformulando sus productos agroquímicos
en forma de nanoemulsiones, es decir, minúsculas gotitas nanoscópicas de producto químico
en aceite, que presentan una mayor actividad, mayor adherencia a la superficie de las plantas
y mayor absorción en las células.
Nutrición personalizada, nutrigenómica y dietas genómicas: los defensores de la nutrición
personalizada y la nutrigenómica sostienen que la recopilación de grandes cantidades de datos
genómicos humanos y alimentarios (además de otros datos personales) puede facilitar la
elaboración de dietas personalizadas y optimizadas completamente adaptadas a la composición
genómica del consumidor o a su microbioma. En teoría, los alimentos pueden modificarse
genéticamente para adaptarse al perfil genómico del consumidor o de sus microbios residentes.
Agricultura, pesca y silvicultura de precisión o digital e internet de las cosas: la agricultura
"de precisión" o "digital" se refiere a un sistema de producción basado en datos en el que
una combinación de datos ambientales y de campo (procedentes tanto de sensores como de
internet) orienta las decisiones agronómicas, como por ejemplo las relativas a la siembra o la
aplicación de pesticidas. Además de las herramientas de software digital para el mapeo y la
monitorización de las parcelas, los agricultores digitales también pueden incorporar drones,
robots agrícolas, sensores y otros elementos de automatización en la granja conectados en red
en un "internet de las cosas agrícolas". Otras estrategias similares basadas en datos para la pesca
y la silvicultura de precisión también utilizan modelos y mapeo de datos en combinación con

174
la automatización para maximizar la extracción de recursos naturales o gestionar ecosistemas
sensibles.
Biología sintética y biosíntesis: la biología sintética es considerada la nueva frontera de la
innovación biotecnológica y consiste en diseñar secuencias genómicas por computadora
y posteriormente utilizar ADN sintético o técnicas de edición genética para "programar"
organismos vivos. En concreto, se rediseñan genéticamente microorganismos de producción,
como levaduras, algas y bacterias, para que produzcan biosintéticamente compuestos de
alto valor, normalmente en sistemas de fermentación en grandes cubas similares a los que se
utilizan para la producción de etanol. Estos microbios modificados de rápido crecimiento, que
se alimentan de azúcar o gas natural, pueden producir compuestos sintetizados de sabores e
ingredientes, proteínas y grasas, productos agroquímicos, medicamentos veterinarios, piensos
animales, etc.
Expresión transitoria, aerosoles de ARN de interferencia (ARNi), organismos
"transitoriamente modificados" (OTM): la modificación transitoria describe técnicas en las
que se introduce material genético en un organismo para intervenir funciones celulares, pero
sin que éstas se integren ni se transmitan a las generaciones futuras. El ejemplo más destacado
son las pulverizaciones de ARNi, en las que se rocía un cultivo con pequeñas cantidades de ARN
manipulado (el mensajero que transcribe el ADN) para conseguir que la planta en cuestión
(o los insectos) expresen artificialmente determinados compuestos. Esto da lugar a los OTM,
en los que la genética se modifica únicamente en la generación actual. Los OTM también se
están utilizando como plataforma de producción de productos naturales, por ejemplo, con
casos como el de las hojas de tabaco, que se infectan transitoriamente con bacterias del suelo
modificadas para que las hojas empiecen a producir artificialmente compuestos inéditos.
Granja vertical: las granjas verticales o de interior son entornos de cultivo intensivo de
alimentos tecnificados que pueden instalarse en pueblos y ciudades, normalmente alojados
en una estructura construida. Las granjas verticales suelen estar equipadas con tecnologías de
cultivo hidropónico artificial (sin suelo) y de ciclado de nutrientes y agua, y presentan niveles
elevados de monitorización y automatización digitales.

175
ANEXO 2.
Vías para reformar los organismos de
la ONU con sede en Roma: ¿del Circo
Máximo al Foro Romano?
Las siguientes nueve iniciativas —ordenadas de las más modestas a las más significativas—
son propuestas que los agentes de la sociedad civil podrían desarrollar como vías de reforma
de los organismos con sede en Roma (también denominados los "RBA 3.0", ver Oportunidad
#4). En función de las circunstancias (y de los cisnes grises), las nueve iniciativas podrían
evolucionar de manera secuencial, simultánea o espontánea. Cada pequeño paso facilita los
siguientes. El éxito depende esencialmente de la preparación: acordar previamente el objetivo
y los parámetros de cada iniciativa y comprender bien el proceso para hacer avanzar las
iniciativas a medida que surjan las oportunidades.

1. Procesos de reflexión compartida: Los negociadores locales, nacionales e internacionales


están más que familiarizados con los "eventos paralelos" cuya mayor virtud es la de ofrecer
almuerzos gratis a los agobiados diplomáticos, y que en realidad constituyen un espacio en el
que dinamizar las relaciones públicas de la organización o promover perspectivas unilaterales
sobre un tema de negociación. Además de estos eventos de corte más tradicional, la sociedad
civil podría organizar y acoger procesos de reflexión compartida que reúnan a las personas más
afectadas por un tema determinado con académicos y (tal vez) funcionarios del gobierno, que
podrían compartir documentos introductorios antes de los encuentros y prestarse a responder
a las preguntas de los participantes de la conferencia. En los casos en los que se detecte que los
observadores de la agroindustria se ven afectados por conflictos de intereses, no se les invitará
a compartir información. A medida que vaya creciendo la aceptación, podrían desarrollarse
procesos de reflexión compartida cada vez más exhaustivos, como los que se han aplicado ya
en numerosos países.

2. Grupos de trabajo transversales informales: A principios de este siglo, la FAO autorizó


o facilitó la formación de grupos de trabajo transversales compuestos por miembros del
personal interesados en temas tanto amplios como específicos. Los grupos de trabajo, de
carácter informal, solían reunirse a la hora del almuerzo y se autogestionaban sin atender a
criterios jerárquicos. Los resultados fueron diversos: algunos acabaron siendo captados por
instancias superiores, otros se fueron apagando, y de otros salieron ideas interesantes que se
incorporaron a programas y negociaciones. Ahondando algo más en este concepto, la sociedad
civil podría proponer que dichos grupos de trabajo sean transversales a los RBA y al CGIAR,
que incluyan a partes interesadas de la sociedad civil, y que se reúnan en horario de oficina.

176
También se podría invitar a representantes de los gobiernos, en función de lo que sea más
conveniente en cada caso.

3. Herramientas de participación: Para facilitar la participación informada de la sociedad


civil y de otros observadores que no estén familiarizados con los procedimientos de la ONU
o que no puedan asistir a las reuniones en persona, la sociedad civil podría proporcionar
recursos digitales, facilitando la interpretación a idiomas que no sean de la ONU, adaptando
los textos de las negociaciones a un lenguaje más sencillo y explicando las implicaciones
de cada enmienda al texto, y supervisando la dinámica de poder de la sala de conferencias,
identificando a los oradores y programando las intervenciones, etc. No cabe duda de que este
servicio también sería de interés para los propios negociadores.1

4. Procesos de selección transparentes para los puestos de jefatura de los organismos: Aunque
los procedimientos de selección/elección de los jefes de cada uno de los organismos con sede
en Roma y del CGIAR difieren, todos implican procesos de nominación, campañas que en
ocasiones pueden ser agresivas, presentaciones públicas, y una decisión/votación final. Excepto
en la última, la sociedad civil podría participar activamente en todas las fases del proceso, por
ejemplo, a través de una página web específica e independiente, mediante el análisis de los
posibles candidatos, la organización de presentaciones y debates, e incluso sugiriendo criterios
para el puesto de trabajo. La mejor manera de poner en marcha una iniciativa de este tipo es
cuando el titular del cargo tiene asegurada la reelección. Esto permite que los gobiernos y las
secretarías se sientan cómodos con el proceso posteriormente, en el momento en que sí sea
probable un cambio de liderazgo.

5. Conferencias regionales bianuales de la FAO: Consideradas durante mucho tiempo


como irrelevantes para los programas y las políticas, las reuniones regionales, sin embargo,
convocan a los ministros de agricultura regionales y a un número cada vez mayor de miembros
de la sociedad civil. La sociedad civil podría ganar protagonismo y relevancia elaborando
documentos de posición y celebrando reuniones nacionales previas con los gobiernos
interesados, y organizando procesos de reflexión compartida y actos paralelos coincidiendo
con las conferencias. El objetivo general sería convertir las reuniones bianuales en un proceso
que vaya de lo nacional a lo regional y a lo global, y que esté abierto a los organismos con
sede en Roma y al CGIAR. Algunas regiones ya se muestran muy receptivas a la participación
de la sociedad civil, pero esta iniciativa reforzaría considerablemente las posiciones de las
OSC, al tiempo que convertiría una estructura costosa y en gran medida irrelevante en una
participación regional más fuerte en cuestiones globales.

1
Sin embargo, en la nueva realidad de las negociaciones digitales, también existe una necesidad urgente de herramientas y modalidades
en las que los agentes de la sociedad civil no queden eternamente silenciados, cual “Zoombies”, en las salas y reuniones de Zoom.

177
6. Evaluaciones regulares de organismos externos independientes: En la actualidad, las
evaluaciones externas de los RBA y el CGIAR son esporádicas y solo se llevan a cabo cuando
se dispone de financiación directa de una o más fuentes. La sociedad civil podría promover, de
forma más económica en comparación, evaluaciones completas o metaevaluaciones periódicas
de cada uno de los RBA, que se completarían y presentarían con anterioridad a la celebración
de eventos cruciales o de elecciones. Estas evaluaciones podrían contar con la participación
de los gobiernos de todas las regiones, así como de la Secretaría y los sindicatos del personal,
además de los usuarios finales, y probablemente serían bien recibidas por los gobiernos y muy
influyentes a la hora de establecer el curso futuro de una organización.

7. Procedimientos de resolución de conflictos: El FMI, el Banco Mundial y los bancos


regionales de desarrollo cuentan con procedimientos de resolución de conflictos en los que las
comunidades afectadas por las decisiones o los proyectos del banco pueden exigir restituciones.
En principio, las comunidades tienen derecho a acceder a la información del banco y pueden
recibir apoyo financiero para el proceso de negociación. Desde la década de 1990 han surgido
varios centenares de casos, y los revisores sostienen que han tenido cierta repercusión en las
actividades bancarias a largo plazo, aunque por lo general no se haya dado una respuesta a las
preocupaciones inmediatas de las comunidades. Cabe destacar que las comunidades también
pueden exigir la reparación de aquellos daños ambientales que no les afectan de manera
directa. La sociedad tiene muchas posibilidades de éxito en los procedimientos de resolución
de conflictos si interviene de forma colectiva a través de las RBA. Sin embargo, sería importante
estudiar la experiencia de las comunidades y los bancos para mejorar los procedimientos.

8. Procedimientos de participación y conflicto de intereses: La sociedad civil podría


presionar a los organismos con sede en Roma (individual o colectivamente) para que negocien
y adopten acuerdos en materia de conflictos de intereses que prohíban la intervención de
aquellas empresas privadas, o asociaciones comerciales de estas últimas, que tengan intereses
comerciales (incluidos los de los accionistas) en alguno de los puntos de la agenda.2

9. Coherencia de la misión de los organismos con sede en Roma: Los RBA y el CGIAR tienen
intereses que se superponen y a menudo se complementan. La sociedad civil, tras llevar a cabo
una ronda de evaluaciones externas, podría poner en marcha un proceso de investigación
destinado a evitar el solapamiento de las misiones y mejorar la eficiencia, analizando las formas
en que los RBA podrían organizarse más estrechamente. El resultado sería una integración de
facto de los tres RBA y el CGIAR en una sola organización en la que el CSA (o su sucesor
reforzado) se convierta en el único órgano de gobierno del "Nuevo Foro Romano".

2
Existe un precedente a nivel de la ONU en el Convenio sobre la Diversidad Biológica, en el que la sociedad civil presionó con éxito
para que se establecieran requisitos en materia de conflicto de intereses en los procesos de los expertos tras revelarse información sobre
casos de cabildeo por parte de corporaciones. También hay precedentes a nivel nacional: Canadá puso un cortafuegos entre la industria
y el proceso de revisión de su guía alimentaria de 2019.

178
ANEXO 3.
Grupo Asesor del Movimiento de largo
plazo por la alimentación
Anderson, Molly (EUA, Middlebury College)* es la titular de la cátedra William R. Kenan
Jr. Chair in Food Studies en el Middlebury College de Vermont. Es especialista en hambre,
sistemas alimentarios y colaboraciones multiactores en pro de la sustentabilidad.
Agarwal, Bina (India, Universidad de Manchester)* es profesora de Economía del
Desarrollo y Medioambiente en la Universidad de Manchester. Ha obtenido numerosos
reconocimientos, entre ellos el Premio Internacional Balzan en 2017 y el Premio Leontief
en 2010, por sus escritos sobre los derechos a la Tierra, la seguridad alimentaria, la
conservación de los bosques y la desigualdad de género.
Belay, Million (Etiopía, AFSA)* es el fundador de MELCA - Etiopía y coordinador de
la Alianza para la Soberanía Alimentaria en África. Es experto y activista en materia de
conservación de los bosques, medios de subsistencia indígenas y soberanía alimentaria y de
semillas.
Chappell, Jahi (EUA, Southeastern African-American Farmers Organic Network) es el
director ejecutivo de SAAFON, además de desarrollar una labor académica y de activismo
centrada en la soberanía alimentaria, la agroecología y la política agrícola y de seguridad
alimentaria en Estados Unidos y Brasil. Es autor del galardonado Begin to End Hunger: Food
and the Environment in Belo Horizonte, Brazil and Beyond.
Clapp, Jennifer (Canadá, Universidad de Waterloo)* es titular de la cátedra de investigación
Canada Research Chair in Global Food Security and Sustainability, y ejerce como profesora
en la Facultad de Medioambiente, Recursos y Sostenibilidad de la Universidad de Waterloo,
Canadá. Acumula un nutrido número de publicaciones en materia de gobernanza mundial,
seguridad alimentaria y sistemas alimentarios.
DeClerck, Fabrice (Bélgica/EUA, EAT/OneCGIAR) ha trabajado con agricultores
de muchas partes del mundo y está especializado en dietas saludables de producción
regenerativa. Ocupa un cargo conjunto en la alianza Bioversity International/Centro
Internacional de Agricultura Tropical, como científico principal, y también es director
científico en el Foro EAT.

179
Dillon, Matthew (EUA, Clif Bar & Company/Seed Matters) es el Vicepresidente de
Relaciones Gubernamentales e Impacto Social de Clif Bar & Company. Anteriormente fundó
Organic Seed Alliance, responsable del lanzamiento de los primeros programas de cultivo
de plantas orgánicas del país, y fue nombrado miembro del Consejo Consultivo Nacional de
Recursos Genéticos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos.
Escalante, María Alejandra (Colombia, Jóvenes Feministas por la Justicia Climática/
Tierra y Libertad) es feminista, miembro activo del movimiento por la justicia climática y
cofundadora de TierrActiva Colombia, una plataforma liderada por jóvenes que trabaja por
el cambio sistemático a nivel nacional y regional.
Felicien, Ana (Venezuela, Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas/Semillas del
Pueblo) trabaja en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, forma parte del
movimiento nacional de semillas que participó en el proceso de creación de la ley nacional
de semillas y colabora con varios movimientos de soberanía alimentaria en Venezuela. La
agroecología y la soberanía alimentaria están entre sus principales intereses.
Frison, Emile (Bélgica, ex-Biodiversity International)* es experto en conservación y
biodiversidad agrícola. Dirigió durante diez años la organización mundial de investigación
para el desarrollo Biodiversity International, tras ocupar altos cargos en varios institutos de
investigación internacionales.
Gliessman, Steve (EUA, ex-Universidad de Santa Cruz)** es agroecólogo y cuenta con más
de 40 años de experiencia en la docencia, la investigación y sobre el terreno. Es cofundador
y Presidente del consejo de la Red de Agroecología Comunitaria (CAN), organización
sin ánimo de lucro. Es editor de la revista Agroecology and Sustainable Food Systems.
Anteriormente fue profesor de Agroecología en la Universidad de California, Santa Cruz.
Goïta, Mamadou (Mali, IRPAD /ROPPA)* es Director Ejecutivo del Instituto de
Investigación y Promoción de Alternativas en el Desarrollo (IRPAD), y anteriormente fue
secretario ejecutivo de la Organización de Agricultores y Productores de África Occidental
(ROPPA). Es miembro fundador de la Coalición para la Protección del Patrimonio Genético
Africano (COPAGEN) y la Alianza para la Soberanía Alimentaria en África (AFSA).
Guttal, Shalmali (India, Focus on the Global South)* es la Directora Ejecutiva de Focus
on the Global South. Sus investigaciones se centran en el desarrollo económico y social,
los derechos sobre los recursos comunitarios, los derechos de las mujeres, la soberanía
alimentaria, la reforma agraria y la democratización de la gobernanza en Asia, especialmente
en la región del Mekong y en India.
Herren, Hans (Suiza, Fundación Biovision)* es el Presidente y Director General del
Millennium Institute de Estados Unidos. En 2013 fue galardonado con el Premio Right
Livelihood y en 1995 recibió el Premio Mundial de la Alimentación. Su área de especialización
son los proyectos de investigación y desarrollo sobre agricultura y sistemas alimentarios
holísticos, integrados y sustentables.

180
Hobbelink, Henk (Países Bajos, GRAIN) fue cofundador de GRAIN en 1990, organización
de la que ahora es coordinador y responsable del funcionamiento general, así como de la
realización de investigaciones, publicaciones y actividades de divulgación.
Lim Li Ching (Malasia, Red del Tercer Mundo)* es investigadora principal de la Red del
Tercer Mundo, y tiene experiencia en agricultura sustentable, biotecnología y bioseguridad.
Fue autora principal regional de la Evaluación Internacional del papel del Conocimiento, la
Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola (IAASTD).
Longley, Sue (Reino Unido, UITA) es Secretaria General de la Organización sindical
internacional alimentaria, agrícola, hotelera y más aún (UITA), la primera mujer que ocupa
el cargo. Antes de su elección en 2017, ocupó los cargos de Secretaria General Adjunta y
Coordinadora Internacional de Agricultura y Plantaciones, ambos también en la UITA.
Patel, Raj (Reino Unido/EUA, Universidad de Texas)* es profesor de investigación en la
Facultad de Asuntos Públicos Lyndon B. Johnson de la Universidad de Texas, Austin, e
investigador asociado principal en el Departamento de Humanidades de la Universidad
de Rhodes (UHURU), en Sudáfrica. Sus investigaciones sobre ecología política y sistemas
alimentarios han sido ampliamente traducidas y enseñadas, en particular su publicación de
2008: Stuffed and Starved: The Hidden Battle for the World Food System.
Qualman, Darrin (Canadá, ex-Sindicato Nacional de Agricultores) es investigador y
escritor independiente, y autor de Civilization Critical: Energy, food nature and the future.
Anteriormente trabajó para la Unión Nacional de Agricultores de Canadá como Director de
Investigación y Secretario Ejecutivo (Director Ejecutivo).
Trujillo-Ortega, Laura (México, Universidad de Chapingo)** es experta en ecología política
y economía de las redes alimentarias globales. Fue cofundadora y dirigió las dos primeras
carreras de Agroecología y Redes Agroalimentarias en México, así como un Programa de
Doctorado en Desarrollo Rural en la Universidad de Chapingo. Actualmente es profesora
titular en la Universidad de Chapingo e investiga sobre la creación y apropiación de valor
agroalimentario a lo largo de las redes mundiales de alimentación.
VanGelder, Zoe (EUA, movimientos juveniles) es etnógrafa y ecologista política y acumula
más de una década de experiencia investigando y apoyando a movimientos sociales agrarios,
organizaciones feministas y ONG internacionales en diversas iniciativas.

*Miembros actuales del IPES-Food.


**Antiguos miembros del IPES-Food (2015-2020).

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198
ACERCA DE IPES-FOOD
El Panel Internacional de Expertos en Sistemas de Alimentación Sostenible (IPES-Food) tiene
por objetivo informar los debates sobre la reforma de los sistemas alimentarios a través de la
investigación orientada a las políticas y la implicación directa en procesos de formulación
de políticas en todo el mundo. El panel de expertos reúne a científicos medioambientales,
economistas del desarrollo, nutricionistas, agrónomos y sociólogos, así como a profesionales
con amplia experiencia en el ámbito de la sociedad civil y los movimientos sociales. El panel
está copresidido por Olivier De Schutter, relator especial de las Naciones Unidas sobre la
pobreza extrema y los derechos humanos, y Maryam Rahmanian, experta independiente en
agricultura y sistemas alimentarios.

www.ipes-food.org

SOBRE EL GRUPO ETC


El Grupo ETC centra su actividad en las cuestiones socioeconómicas y ecológicas relacionadas
con las nuevas tecnologías que podrían generar un impacto en la población más vulnerable
del planeta. El Grupo ETC investiga acerca de la erosión ecológica (incluida la erosión de
las culturas y los derechos humanos); el desarrollo de nuevas tecnologías (especialmente
agrícolas, pero también otras tecnologías que trabajan con la genómica y la materia); y la
supervisión de cuestiones de gobernanza mundial, incluida la concentración empresarial
y el comercio de tecnologías. Su acción se desarrolla en el ámbito político internacional y
mantiene una estrecha colaboración con organizaciones de la sociedad civil y movimientos
sociales, especialmente en África, Asia y América Latina. El Grupo ETC es un colectivo de
profesionales con sede en Canadá y Filipinas, y cuenta con colaboradores en México, Kenia,
Uruguay, Reino Unido y Estados Unidos.

www.etcgroup.org

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