Cada Cosa en Su Lugar
Cada Cosa en Su Lugar
Cada Cosa en Su Lugar
Personajes:
Lugar, Una casa modesta, representa cocina y comedor. Dos entradas, una
de la cocina a la calle, otra del comedor a las habitaciones. Un biombo y
división en medio. Todo en la casa en desorden, todo tirado, las cosas más
inverosímiles regadas por el suelo. Se podría pensar que nadie recoge nada.
El apartamento es pequeño.
ACTO ÚNICO
Matilde: Imposible señor. ¿No ve que si subo las manos se bajará el turrón?
Mat: No. Es para cuatro órdenes, hoy viene a cenar el jefe de mi esposo con
su esposa.
Rubén: Me refiero a que le acabo de dar una orden. ¡Suba las manos!
Mat: Bueno, dentro de un momento, cuando acabe con esto con mucho gusto
lo haré.
Matilde: Mucho gusto señor al revés, me llamo Matilde (Le extiende la mano.
Totalmente atolondrado, con la pistola en ella, Rubén la extiende también,
ella recapacita, se limpia la mano en el delantal y lo saluda tomándolo por la
pistola). Ahora que ya nos conocemos, ayúdeme por favor, mi esposo dice
que cada cosa en su lugar y cada lugar con sus cosas, y es muy cierto, por
eso yo procuro ser siempre muy ordenada. Quite por favor el andador de en
medio, alguien se puede tropezar.
Rubén: (la quita) Está bien pero suba las manos (se oye el llanto de un niño)
Matilde: ¡Ay el niño!, estas criaturitas del señor se despiertan cuando menos
deben, siga moviendo aquí para que no se baje el turrón (señala la pistola),
deje eso por ahí. Cada cosa en su lugar, recuérdelo. (Va a la habitación con
una mamila en la mano. Rubén pone la pistola sobre la mesa y suspirando
empieza a batir el turrón. Se oye una sirena de policía y se esconde tras el
biombo sacando solo la cabeza, sin dejar de batir el turrón, la sirena se
aleja, regresa Matilde)
Matilde: ¡Claro que me doy cuenta!, la anda usted dejando por todas partes
Matilde: Bueno, está bien, y… si yo subo las manos ¿quién abre? ¿usted?
Matilde: (abre y aparece la vecina sorda) ¡Buenas tardes, que alegría vecina,
usted por aquí, que milagro!
Vecina: No, vecinita, lo siento, pero no tengo limones agrios, vengo por un
poco de azúcar
Vecina: ¡Ay! ¡Que maravilla!, ¡me encantan las estolas!... quiero verlas (se
mete) (Rubén guarda la pistola apresuradamente)
Vecina: Sí, claro que las estolas van con vestido largo
Vecina: ¿En camisón? ¡Ay por dios vecinita! ¡qué ocurrencia! ¡cómo voy a
probármela con un camisón! No, tiene que ser con un vestido de noche.
Rubén: ¡Yo no vendo eso!, ¡No vendo nada!, entiéndame… ¡van a volverme loco
entre las dos!
Vecina: Anda ya, que no. Apenas son las 11 y cuarto, quizá si como dice
cierran a las dos, le de tiempo de ir y venir
Vecina: Si, mi marido tiene dinero, puede comprarme la estola, estoy segura
Rubén: (gritando desesperado) no dije eso, dije que no vendo nada, no soy
vendedor
Vecina: ¿Un fiador?, con mucho gusto, no creo que haya problema
Rubén: ¿Por qué dios mío? ¿por qué? ¿por qué me metería en esta casa de
locas?
Vecina: ¡Ah no!, las de foca me dan alergia, me gustan más las de Chinchilla,
pero si no tiene puede ser de otra cosa
Rubén: No la ayudo a nada (gritando) soy malo, muy malo, soy un ladrón de
categoría, vengo a refugiarme de la policía y usted es mi prisionera y si no
me haces caso (amenazante) le juro que.. (saca la pistola)
Matilde: ¿Dígame?
Carmen: ¡Ay… que me dice… pero si son igualitos, tienen el aire de familia!
Rubén: (advirtiendo que Carmen ha notado que él tiene algo escondido) ¿Si
verdad?
Rubén: gracias (trata de meter la pistola dentro del cinturón pero se le cae)
Carmen: (feliz) ¡Qué hombre! Si hasta usa pistola, con lo que yo he soñado
con un hombre así
Rubén: ¡Basta!... ¡arriba las manos! ¡no se mueva ni grite! (Carmen lo hace
todo muy feliz)
Carmen: que emoción (divertida y feliz), pero creo que es inútil que me
amenace, si quiere seducirme solo diga “te deseo” y yo no tendré
inconveniente en correr hacia usted, pero ¿por qué vino aquí? La señora es
casad en cambio yo soy soltera, sol – te – ri – ta ¿Cuándo va a asaltarme a
mi? (lo toma de los hombros y Rubén se separa)
Carmen: ¡qué lástima que tenga que irme! Pero cuando guste visitarme tiene
su casa en Colón 26 (Matilde la empuja y la dirección la grita casi afuera)
Matilde: ¡qué barbaridad! Con todo lo que tengo que hacer y ella todavía
dándole su dirección. El niño, que se despertó y no quería dormirse, y en el
botiquín del baño no estaba el dinero, hasta que me acordé que anoche lo
quité de ahí y lo puse en la bañera del niño… (Rubén está reclinado en la
mesa a punto de llorar)… pero, por dios, que hace usted.
Rubén: Eso es lo que yo digo ¿qué hago aquí? Quiero asaltar, amenazar, y
nadie me hace caso (desesperado)
Matilde: ¿dígame?
Vendedor: ca – ca
Matilde: (distraída) ¡Ah! Pues si Cuca le compró, déjeme uno a mi. Esa vecina
siempre nos anda presumiendo (el vendedor deja el frasco sobre la mesa y
continúa muy apurado)
Matilde: ¿qué?
Vendedor: ¡Mi ca –caja! (la toma y sale)
Portero: ¿no has oído nada? Yo en cuanto lo supe me dije ¡hombre de dios,
vuela y dile a tus amigos que tengan mucho cuidado. Por eso vengo a ver tu
esposo
Rubén: eso es lo que yo pregunto a usted, ¿de donde salió con esa facha?
Portero: si, si, desde luego se le nota, seguro que está aquí para protegerse
de ese terrible bandido y menos mal que vine, porque así con usted estamos
bien seguras (tose) seguros… (lo toma del brazo y Rubén se zafa
rápidamente)
Rubén: pues yo opino que debe bajar a su pisito a ver a su mujer, no sea
que…
Portero: no, yo no voy. No es que tenga miedo, pero el ladrón puede que al
verme cambie de opinión y en vez de robar quiera aprovecharse de mi…
(emocionado y feliz fingiendo temor) ¡solo de pensarlo me estremezco!
¡imagínese deshonrado! ¡ay no, prefiero morir! (esa última frase la dice
gritando y en un gesto exagerado con la mano a la frente)No, no. Yo me
quedo y me quedo. Con usted me siento seguro.
Rubén: (A Matilde que sigue trabajando), haga algo para que se largue
Matilde: Está bien, le voy a ayudar, aunque pierda tiempo. Usted me cae
bien (se asoma a la ventana) Un hombre muy guapo está tocando su puerta
Ambos: ¿qué?
Matilde: es muy guapo, de ojos azules, tiene como aire americano y lleva un
cuaderno, creo que quiere una encuesta o algo así
Portero: ¿sí?, bueno, nos vemos, debo ir a cumplir con mis obligaciones
(suspira y dice para sí) ¡Oh, a lo mejor es un cowboy (sale cantando)
Rubén: ¿a mí?
Matilde: ¿usted me lo pidió no?... bien ya está todo listo. Ahora solo debo
arreglarme ¿se queda a comer con nosotros? Mi esposo no debe tradar…
Matilde: (le grita) ¡cierre bien la puerta por favor, no sea que se meta
alguien! (soliloquio sin dejar de arreglar las cosas) ¡pobre hombre!, de haber
venido otro día le habría atendido mejor, hubiera levantado las manos y
hasta me hubiera asustado, pero con tanto trabajo… ¡imposible!... voy a
arreglarme para estar lista (sale hacia las habitaciones)