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Introducción
Juan 8:32 = y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
2 Timoteo 3:16 = Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para
enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia,
Salmos 119:105 = Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera
a mi camino.
Marcos 16:15 = Id por todo el mundo y predicad el evangelio a
toda criatura. Capítulo 01: ORIGEN DEL MAL
“1 JUAN 4:16=Dios es amor.” Su naturaleza y su ley son amor.
Lo han sido siempre, y lo serán para siempre. PORQUE ESTA ESCRITO EN ISAÍAS 57:15 QUE EL ES “El Alto y Sublime, el que habita la eternidad,” EN HABACUC 3:6 DECLARA QUE SUS “caminos son eternos,” QUE no cambia. EN SANTIAGO 1:17 INDICA QUE En él “no hay mudanza, ni sombra de variación.” QUE FINALMENTE, EL SEÑOR ES ETERNO Y SU NATURALEZA ES DE AMOR ASI COMO SU LEY. PERO EL SOBERANO DEL UNIVERSO NO ESTABA SOLO EN Juan 1:1, 2 “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios.” Cristo, el Unigénito de Dios, era uno solo con el Padre eterno, uno solo en naturaleza, en carácter y en propósitos; era el único ser que podía penetrar en todos los designios y fines de Dios. DEL SEÑOR JESUS ESTA ESCRITO EN Isaías 9:6= “Y llamarás su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.” EN Miqueas 5:2=HABLA SOBRE EL NACIMIENTO DEL SEÑOR JESUS EN BELEN, DICE “Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” EL HIJO DE DIOS HABLANDE DE SI MISMO, DECLARA Proverbios 8:22-30 “Jehová me poseía en el principio de su camino, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado.... Cuando formaba los cielos, allí estaba yo, Cuando afirmaba las fuentes del abismo; allí estaba yo, Cuando establecía los fundamentos de la tierra; con él estaba yo ordenándolo todo; y fuí su delicia todos los días, teniendo solaz delante de él en todo tiempo.” EL SEÑOR ES NUESTRO CREADOR Y CREADOR DE El de todos los seres celestiales Colosenses 1:16 DECLARA QUE “en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. A SI QUE, TAMBIEN LOS ANGELES FUERON CREADOS POR EL SEÑOR. Los ángeles son los ministros de Dios, que, irradiando la luz que constantemente dimana de la presencia de él y valiéndose de sus rápidas alas, se apresuran a ejecutar la voluntad de Dios. Pero el Hijo, el Ungido de Dios, “la misma imagen de su sustancia,” “el resplandor de su gloria” y sostenedor de “todas las cosas con la palabra de su potencia,” tiene la supremacía sobre todos ellos. Mientras todos los seres creados reconocieron la lealtad del amor, hubo perfecta armonía en el universo de Dios.
Siendo la ley del amor el fundamento del gobierno de Dios, la
felicidad de todos los seres inteligentes depende de su perfecto acuerdo con los grandes principios de justicia de esa ley. Dios desea de todas sus criaturas el servicio que nace del amor, de la comprensión y del aprecio de su carácter. No halla placer en una obediencia forzada, y otorga a todos libre albedrío para que puedan servirle voluntariamente. Mientras todos los seres creados reconocieron la lealtad del amor, hubo perfecta armonía en el universo de Dios. Cumplir los designios de su Creador era el gozo de las huestes celestiales. Se deleitaban en reflejar la gloria del Todopoderoso y en alabarle. Y su amor mutuo fue fiel y desinteresado mientras el amor de Dios fue supremo. No había nota discordante que perturbara las armonías celestiales. PERO EN UNA OCACION SE PRODUJO UN CAMBIO EN ESTE estado de felicidad. Hubo uno que pervirtió la libertad que Dios había otorgado a sus criaturas. El pecado se originó en aquel que, después de Cristo, había sido el más honrado por Dios y que era el más exaltado en poder y en gloria entre los habitantes del cielo. ESTAMOS HABLANDO DE Lucifer, el “hijo de la mañana,” era el principal de los querubines cubridores, santo e inmaculado. Estaba en la presencia del gran Creador, y los incesantes rayos de gloria que envolvían al Dios eterno, caían sobre él. EN Ezequiel 28:12-15 Así ha dicho Jehová el Señor SOBRE LUCIFER: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. Poco a poco Lucifer llegó a albergar el deseo de ensalzarse. Las Escrituras dicen: “Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu resplandor.” Vers. 17. Isaías 14:13, 14 “Tú que decías en tu corazón: ... Junto a las estrellas de Dios ensalzaré mi trono y en el monte del testimonio me sentare, a los lados del norte, sobre las alturas de las nubes subiré y seré semejante al Altísimo.”. Aunque toda su gloria procedía de Dios, este poderoso ángel llegó a considerarla como perteneciente a sí mismo. Descontento con el puesto que ocupaba, a pesar de ser el ángel que recibía más honores entre las huestes celestiales, se aventuró a codiciar el homenaje que sólo debe darse al Creador. En vez de procurar el ensalzamiento de Dios como supremo en el afecto y la lealtad de todos los seres creados, trató de obtener para sí mismo el servicio y la lealtad de ellos. Y codiciando la gloria con que el Padre infinito había investido a su Hijo, este príncipe de los ángeles aspiraba al poder que sólo pertenecía a Cristo. Ahora la perfecta armonía del cielo estaba quebrantada. La disposición de Lucifer de servirse a sí mismo en vez de servir a su Creador, despertó un sentimiento de honda desconfianza cuando fue observada por quienes consideraban que la gloria de Dios debía ser suprema.
Reunidos en concilio celestial, los ángeles rogaron a Lucifer que
renunciase de su intento. El Hijo de Dios presentó ante él la grandeza, la bondad y la justicia del Creador, y también la naturaleza sagrada e inmutable de su ley. Dios mismo había establecido el orden del cielo, y, al separarse de él, Lucifer deshonraría a su Creador y acarrearía la ruina sobre sí mismo. Pero la amonestación, hecha con misericordia y amor infinitos, solamente despertó un espíritu de resistencia. Lucifer permitió que su envidia hacia Cristo prevaleciese, y se afirmó más en su rebelión. El propósito de este príncipe de los ángeles llegó a ser disputar la supremacía del Hijo de Dios, y así poner en tela de juicio la sabiduría y el amor del Creador.
La discordia que su proceder había causado en el cielo, Satanás la
atribuía al gobierno de Dios. Todo lo malo, decía, era resultado de la administración divina. Alegaba que su propósito era mejorar los estatutos de Jehová. Por consiguiente, Dios le permitió demostrar la naturaleza de sus pretensiones para que se viera el resultado de los cambios que él proponía hacer en la ley divina.
El que gobierna en los cielos ve el fin desde el principio.
La propia labor de Satanás había de condenarle. Satanás había dicho desde el principio que no estaba en rebeldía. El universo entero había de ver al engañador desenmascarado. EL SEÑOR PERMITIO QUE SATANÁS DESARROLLARA MÁS AMPLIAMENTE SUS PRINCIPIOS: para que todos los seres creados pudieran reconocer la naturaleza de sus acusaciones contra el gobierno divino. y para que la justicia y la misericordia de Dios y la inmutabilidad de su ley quedasen establecidas para siempre. Y esto lo entenderán algún día todos los habitantes del universo, tanto los leales como los desleales. Salmos 97:2: Aunque haya “nubes y oscuridad alrededor de él; justicia y juicio son el cimiento de su trono”. Deuteronomio 32:4. “Él es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectos. Es un Dios de verdad y no hay maldad en él; es justo y recto”.