La Participación Ciudadana y Su Importancia

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La participación ciudadana y su importancia para la vida en una sociedad

democrática

La Constitución Nacional y la construcción del Estado argentino


En la segunda mitad del siglo XIX se produjo el complejo proceso de construcción del Estado
argentino. Como base de ese proceso fue muy importante el acuerdo logrado para la sanción
de la Constitución de la Nación Argentina en 1853, por parte de la Confederación (formada
entonces por trece provincias), y de su reforma y la adhesión de Buenos Aires, en 1860. A
partir de allí fueron configurándose las instituciones y normas que dieron forma al Estado
Nacional. También se amplió, delimitó y organizó su territorio.
La forma de organización básica de nuestro país está planteada en la Constitución Nacional,
que es nuestra ley máxima. La forma de gobierno que allí se establece es la representativa,
republicana y federal. Es representativa porque gobiernan los representantes del pueblo;
republicana porque los representantes son elegidos a través del sufragio (elección mediante
votación) y porque se establece la división de poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Los tres
poderes se controlan unos a otros para garantizar que el poder no se centralice. Es federal
porque los estados provinciales conservan su autonomía, a pesar de estar reunidos bajo un
gobierno común (gobierno nacional).

La Argentina agroexportadora y conservadora


Para fines del siglo XIX, Argentina se caracterizaba por la consolidación del modelo
agroexportador y por un orden político conservador. El país se insertó en el mercado mundial
como productor de materias primas y alimentos, y dependía de la importación de manufacturas
y de las inversiones de capitales de los países industrializados. En el orden conservador, la
participación política en los actos electorales estaba muy restringida. Por lo general, la
sucesión presidencial estaba controlada por el presidente saliente que designaba a un
candidato, el voto era público y voluntario, y las elecciones eran fraudulentas. Es decir que los
votos se manipulaban para favorecer al partido gobernante (en ese entonces, el Partido
Autonomista Nacional).
Sin embargo, la participación ciudadana no se limitaba a los actos electorales. Hacia fines del
siglo XIX existían múltiples formas de participar en la vida colectiva. Ejemplo de ello son las
variadas formas de asociaciones que se crearon en ese período. Las de ayuda mutua
buscaban proteger y ayudar a sus miembros ante situaciones de dificultad –como la
enfermedad y la falta de trabajo– así como ofrecer actividades sociales, educativas y culturales.
Esas asociaciones, en general, se daban en torno al agrupamiento por oficios o a las
comunidades de inmigrantes que llegaban masivamente a la Argentina en esos años.
Expresiones de una activa participación fueron también el desarrollo del movimiento anarquista
y del Partido Socialista, que llevaron adelante diferentes estrategias tendientes a transformar
las condiciones de vida de las trabajadoras y los trabajadores.

La oligarquía y el orden conservador

En esta etapa que comenzó en 1880 y finalizó en 1916, la Argentina fue gobernada por una
oligarquía, es decir, un grupo reducido, rico y poderoso de personas que se consideraban las

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más capacitadas para conducir al país. Sus integrantes eran dueños de grandes extensiones
de tierras y defendían el modelo agroexportador.
Este grupo combinaba al mismo tiempo un pensamiento político conservador y un pensamiento
económico liberal. Eran liberales porque defendían la propiedad privada y admitían el libre
ingreso de capitales extranjeros al país. Eran conservadores porque no creían en el sufragio
universal y porque pensaban que la minoría de la que formaban parte era la única capaz de
ejercer responsablemente el poder y hacer de la Argentina un país organizado y próspero
Por ello este período suele ser calificado como una república conservadora o una "democracia
restringida".
Todos los presidentes del periodo pertenecieron al PAN (Partido Autonomista Nacional), creado
por Julio A. Roca, integrado por las élites dirigentes de distintas provincias, Roca fue presidente
en dos ocasiones: entre 1880 y 1886 y entre 1898 y 1904.
Para mantenerse en el poder, gobiernos oligárquicos controlaron la sucesión presidencial, lo
que significaba que el presidente del momento podía elegir personalmente a su sucesor. De
este modo, el candidato que triunfaba en las elecciones pertenecía siempre al oficialismo.
En otras palabras, los miembros del PAN recurrían al fraude electoral: se alteraba el registro o
padrón, se compraban sufragios o no se permitía votar a opositores. Esto se lograba gracias al
control de las mesas electorales y a que el sufragio no era ni obligatorio ni secreto. También se
ofrecían beneficios económicos o promesas de futuros trabajos para que los votantes eligieran
a los candidatos del PAN.
Mediante estas acciones el ejercicio del gobierno quedó en manos de una minoría que
restringía la participación de otros sectores, contradiciendo en la práctica los principios que en
teoría decía defender.
La mayoría de la población en condiciones de votar no concurría a los comicios porque ya
conocía de antemano el resultado electoral y quería evitar la violencia.

La oposición al régimen

Distintos sectores se opusieron al gobierno conservador. Los principales fueron los socialistas,
los anarquistas y los radicales, quienes expresaron sus reclamos con métodos muy distintos.
Los radicales realizaron una fuerte crítica a la oligarquía por no respetar la Constitución
Nacional. Reclaman elecciones limpias y denunciaron hechos de corrupción. Y como forma de
denunciar el fraude, decidieron no presentarse a las elecciones (abstención electoral) hasta
que se modificara el sistema electoral. En 1893 y 1905 también organizaron movimientos
armados, que fracasaron.
Los radicales estaban organizados en un partido, la Unión Cívica Radical (UCR), fundado en
1891 y liderado por Leandro N. Alem junto con algunos sectores de la elite dirigente,
disconformes con la forma de gobernar, además de importantes sectores de la clase media
(abogados, ingenieros, médicos, docentes y empleados).
En 1896, Juan B. Justo fundó el Partido Socialista (PS), que buscaba defender los intereses de
la clase obrera. La propuesta de este grupo era presentarse en las elecciones con el objeto de
introducir legisladores en el Congreso para generar reformas graduales y mejorar así las
condiciones de vida de los trabajadores. Entre sus principales reivindicaciones se
pueden mencionar la jornada de trabajo de ocho horas, el aumento de los salarios, el
reconocimiento del derecho a huelga y el descanso dominical.

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Los líderes socialistas solían provenir de los sectores medios, y la gran mayoría de sus
afiliados eran trabajadores.
Los anarquistas también luchaban por los intereses de los trabajadores, pero de un modo muy
diferente: se oponían a la existencia de un Estado centralizado y criticaban la organización
capitalista de la sociedad. En vez de organizar un partido y presentarse a elecciones, buscaron
mejorar la situación inmediata de los trabajadores con la creación de asociaciones, como
bibliotecas, clubes y sindicatos. Pero también organizaron huelgas o realizaron atentados
violentos contra el poder político y económico. Muchos líderes del anarquismo eran
trabajadores e inmigrantes.

Las transformaciones en el sistema electoral, La Ley Sáenz Peña


Diversos factores hicieron posible la sanción de la llamada Ley Sáenz Peña en 1912, que
cambió profundamente el sistema político argentino.
Hacia principios del siglo XX, la pérdida de legitimidad del régimen político oligárquico llevó a
que sus propios representantes buscaran transformarlo, a partir de una ampliación de la
participación política que apuntaba a canalizar las demandas sociales por caminos
institucionales, alejándolas de las estrategias de acción directa –como la huelga– impulsadas
por las organizaciones obreras.
La Ley 8.871 sancionada en febrero de 1912 fue impulsada por el presidente Roque Sáenz
Peña (1910-1914). Con esta ley llamada Ley Sáenz Peña se produjeron importantes
transformaciones en la vida política de la época.
La reforma electoral estableció que el voto, además de ser “universal”, debía ser secreto y
obligatorio. El carácter secreto del sufragio buscaba evitar el fraude electoral, mientras que el
carácter obligatorio apuntaba a aumentar el número de votantes comprometiendo a la
ciudadanía a participar de las elecciones de sus representantes. Asimismo, la reforma electoral
aseguró la participación legal de la oposición, permitiendo la representación de las minorías.
Quedaban excluidas las mujeres, y también los extranjeros, los dementes, los sordomudos, los
presos, los mendigos, los eclesiásticos, los militares y los policías. A pesar de que más de la
mitad de la población quedaba excluida del derecho a votar, la Ley Sáenz Peña transformó la
vida política de la época y permitió a la Unión Cívica Radical llegar al poder a través de las
urnas en 1916, dando inicio a un período de presidencias radicales que llegó a su fin en 1930.

El sufragio para el funcionamiento de la democracia

La participación ciudadana a través del voto es fundamental para el funcionamiento de una


democracia representativa. Es a través de las elecciones como elegimos a quienes hacen las
leyes (diputados y senadores) y a quienes las ejecutan en el país (presidente), en los estados
provinciales (gobernadores) y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (jefe de gobierno). Pero
delegar la representación no significa dejar de participar: las y los votantes controlan a sus
representantes y pueden exigirles que cumplan lo que prometieron para ser elegidas o
elegidos.
La democracia como forma de gobierno pone en el centro la participación ciudadana en las
elecciones que se dan periódicamente. La democracia como forma de vida apunta al valor de
la participación ciudadana como parte constitutiva del desarrollo de las sociedades; implica la
acción cotidiana con otras y otros para la construcción de proyectos colectivos. La democracia
como forma de gobierno y como forma de vida se complementan, en tanto se basan en la
capacidad que tiene el pueblo de deliberar –reflexionar antes de tomar decisiones– y actuar.
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Actividades

1.- ¿Por qué pensás que la Constitución Nacional es nuestra ley máxima?

2.- La forma de gobierno que establece nuestra Constitución es la representativa, republicana


y federal, ¿Qué significa?

3.- Anoten en sus carpetas quiénes eran las fuerzas opositoras al orden conservador y qué las
diferenciaba. Luego escriban un breve texto que dé cuenta de qué cambió y qué no, con la Ley
Sáenz Peña.

4.- a)¿Qué información aporta el texto sobre cómo era la participación política a fines del siglo
XIX?
b) Observen las siguientes imágenes (son del siglo XX) y tomen notas en sus carpetas. ¿Qué
están haciendo las personas? ¿Qué formas de participación ciudadana se observan? ¿Les
parecen importantes para el funcionamiento de la democracia? ¿Por qué?

5.- En sus carpetas, expliquen la siguiente frase: “La participación ciudadana a través del voto
es fundamental para el funcionamiento de una democracia representativa”.

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Democracias y dictaduras en la historia argentina

En el transcurso del siglo XX, además de gobiernos constitucionales, elegidos por la


ciudadanía, hubo en la Argentina gobiernos dictatoriales. Esto quiere decir, gobiernos no
elegidos por el pueblo sino impuestos por la fuerza. Durante esas dictaduras, unos pocos
decidían sobre toda la sociedad y perseguían a quienes pensaban diferente.
El primer golpe de Estado que dio lugar al inicio de una dictadura tuvo lugar en nuestro país el
6 de septiembre de 1930. El general José Félix Uriburu, al mando del ejército y con el apoyo de
grupos conservadores opositores al gobierno constitucional del presidente radical Hipólito
Yrigoyen, tomó el poder por la fuerza. Otros golpes militares tuvieron lugar en 1943, 1955,
1962, 1966 y 1976. Para llevar adelante la instauración de estos regímenes dictatoriales, los
militares siempre contaron con el apoyo de sectores de la sociedad civil. La última dictadura en
la Argentina comenzó en 1976 y terminó en 1983. A partir de entonces, todos los gobiernos
fueron elegidos por la ciudadanía.

La última dictadura
El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas protagonizaron el último golpe de Estado que se
produjo en nuestro país. El gobierno dictatorial, formado por una Junta Militar, suspendió las
garantías constitucionales: los instrumentos que la Constitución Nacional da a los habitantes
para sostener y defender sus derechos frente a las autoridades, individuos o grupos sociales.
También disolvió el Congreso Nacional y las legislaturas provinciales y municipales
(instituciones del Poder Legislativo), prohibió la actividad política y sindical, y removió a los
miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina (máximo tribunal del Poder
Judicial). Es decir, suprimió las principales instituciones del Estado y los mecanismos para el
normal funcionamiento de la democracia. Esas medidas también habían sido tomadas por otras
dictaduras, pero la última dictadura se diferenció de las anteriores por ser la más represiva de
la historia de nuestro país.
Con el objetivo de impedir cualquier forma de oposición política y transformar la estructura
económica y social que el país había tenido en los últimos 30 años –que llevó al cierre de
muchas industrias nacionales y el consiguiente aumento del desempleo–, la dictadura se
propuso instalar el terror como forma de disciplinar a toda la sociedad. Para eso, implementó
una feroz represión que condujo a la violación sistemática de los derechos humanos (como el
derecho a la vida, a la identidad, a la integridad física, entre otros). El Estado, en manos de la
Junta Militar de gobierno, actuaba de forma secreta e ilegal llevando a cabo la persecución
política y la desaparición forzada y masiva de personas que consideraba opositores del
régimen. Asimismo, la dictadura llevó adelante la apropiación ilegal de hijas e hijos de las
personas que perseguía y secuestraba, y el robo de sus bienes.
En los años de la última dictadura, muchas personas fueron secuestradas, torturadas,
asesinadas
y desaparecidas por el Estado. Por todo esto, el ejercicio criminal del poder del Estado en el
período de la última dictadura recibe el nombre de “terrorismo de Estado”.
El régimen represivo que impuso la última dictadura alcanzó dimensiones sin precedentes en la
historia nacional. Esa tragedia colectiva nos conduce a una necesaria reflexión sobre el valor
de la democracia y de sus instituciones para garantizar los derechos humanos, así como sobre
la importancia de la participación ciudadana para el funcionamiento de la democracia.

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Actividades
1.- Verdadero o falso. Justificar las falsas
a.- Hipólito Yrigoyen tomó el poder por la fuerza, derrocando al entonces presidente
constitucional
José Félix Uriburu._____
b.- El último golpe militar fue en el año 1955.___
c.- En nuestro país hubo 6 golpes de estado.___
d.-Durante la última dictadura militar los ciudadanos estaban protegidos por los derechos y
garantías de la Constitución Nacional._____
2.- ¿Cuáles son las diferencias entre los gobiernos democráticos y los dictatoriales. ¿Qué
piensan acerca del lugar que ocupa la participación ciudadana en unos y en otros?
3.- Busca información y pegala en la carpeta sobre uno de los golpes de estado ocurridos en
1930, 1943 o 1955.

El movimiento de derechos humanos


El poder represivo de la dictadura encontró resistencias. Frente al miedo, las personas
comenzaron a organizarse y a actuar para ponerle fin al gobierno militar. Los organismos de
derechos humanos tuvieron su origen en la organización de los familiares de los detenidos
desaparecidos por el Estado. Desde los años de la dictadura realizan numerosas acciones
colectivas por conocer la verdad, que se haga justicia y por mantener la memoria de lo ocurrido
para que no se repita nunca más. Construyeron formas de participación ciudadana en la
resistencia y denuncia de los crímenes de Estado, y fueron fundamentales para la recuperación
de la democracia en 1983 y su posterior consolidación.

La vuelta a la democracia

El candidato a presidente por la Unión Cívica Radical, Raúl Alfónsín, quien ganó las elecciones
en la vuelta a la democracia en 1983, decía «con la democracia no solo se vota, con la
democracia se come, se cura, se educa». ¿Qué nos dice esa frase sobre la democracia? ¿Por
qué creen que tuvo mucha repercusión en ese contexto?

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La participación ciudadana como derecho y responsabilidad
Las ciudadanas y los ciudadanos actúan responsablemente cuando realizan acciones públicas con el fin
de que la calidad de vida sea mejor para todas y todos, aun cuando no tengan la obligación de hacerlo.
Al participar nos ocupamos de las y los demás, pero también de nosotras y nosotros mismos, porque los
problemas son nuestros en la medida en que vivimos en sociedad. Esto quiere decir que la
responsabilidad va más allá de la obligación.
En una sociedad democrática, cada habitante tiene derechos reconocidos por la ley. Tener derechos
significa que podemos reclamar a las instituciones del Estado que cumplan con sus responsabilidades.
Las manifestaciones colectivas son formas de participación ciudadana.
Son muchas las personas que participan de reclamos colectivos para defender y ampliar derechos:
mejorar la educación, ampliar la conciencia ambiental, mejorar las condiciones habitacionales y
laborales de la gente, entre otros. Una forma de participar es la de manifestarse colectivamente.

Diversas formas de participación ciudadana


Además de la participación en las periódicas elecciones de representantes y de las
movilizaciones colectivas para reclamar, existen otras formas de participar que fortalecen la
vida en democracia.
La participación comienza cuando observamos que existen problemas comunes y nos
involucramos buscando, con otras y otros, formas de intentar solucionarlos. Para resolver los
problemas comunes es importante construir soluciones de modo colectivo. Estas acciones
colectivas repercuten en la vida social y favorecen la convivencia.
Las organizaciones barriales, los centros de estudiantes, las cooperativas, los centros
comunitarios, los partidos políticos y las organizaciones ambientales son ejemplos de
agrupamientos creados para
dar solución a problemas sociales. Más allá de sus especificidades, tienen en común la
preocupación por lo comunitario. A continuación, nos detendremos en algunas de ellas para
conocer un poco más.

Las organizaciones ambientales


Este tipo de organizaciones buscan proteger el medio ambiente de malos usos que hacen de él
los seres humanos, así como también generar conciencia ambiental en las sociedades.

Un testimonio sobre la participación en organizaciones ambientales


Mi nombre es Jazmín, tengo 25 años, estoy terminando la licenciatura en Química y soy parte de
diversas organizaciones ambientales. Participo de proyectos de extensión universitaria,
en los cuales estudiantes y docentes trabajan en forma conjunta con organizaciones de vecinas y
vecinos de distintos territorios, que se unen para defender los recursos naturales que les
permiten subsistir, disfrutar de la conexión con la naturaleza y mejorar su calidad de vida.
Uno de los problemas socioambientales que más afectan a nuestro país es la contaminación del
agua, que puede ser de origen industrial, domiciliario o de la producción agropecuaria.
Como el agua es un bien común, no pertenece a nadie y a la vez nos pertenece a todas y todos.
Además, el acceso al agua es un derecho humano básico y tenemos que poder tenerla en la
calidad y cantidad adecuadas.
También participo en redes de voluntarias y voluntarios que trabajamos de forma horizontal, con el
objetivo de generar espacios de educación y comunicación de las problemáticas socioambientales
que más nos ocupan en nuestra región.

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Los centros de estudiantes
Los centros de estudiantes son una herramienta de participación en las escuelas, sobre todo
en las secundarias, y tienen diversos modos de organizarse. En general las y los miembros de
los cursos eligen entre las compañeras y compañeros a sus representantes.
La delegada o delegado del grupo, lo representa frente a los otros cursos y las autoridades.
También existen instancias colectivas de diálogo, reflexión, discusión y construcción de
acuerdos: las asambleas estudiantiles.

Un testimonio sobre la participación en un centro de estudiantes


Mi nombre es Sol, tengo 21 años y estoy estudiando para ser maestra. Si me preguntan
sobre mi paso por la secundaria, diría que el centro tuvo mucho que ver.
Desde el primer año me acuerdo de las “pasadas” que hacían lxs integrantes de distintas
agrupaciones, alumnxs de la escuela que daban su punto de vista sobre algo que se iba a
discutir o sólo para informar cuestiones de la escuela. Sin embargo, llegando al mes de
octubre se hacía presente “la campaña”: las elecciones del Centro de Estudiantes. Duraba
dos semanas y terminaba con el voto de todo el estudiantado.
La escuela se pintaba de colores llamativos, las agrupaciones copaban el patio con sus
mesitas y se notaba la alegría y la participación. Todxs esperábamos esas dos semanas.
Otros de los momentos muy representativos de la secundaria, eran los de la asamblea por
turnos. Durante un módulo entero todxs íbamos al patio de la escuela, en donde nos
sentábamos y, por turnos hablábamos sobre cuestiones relevantes para lxs estudiantes. Al
final se votaban las “mociones”. Lx presidente del Centro de Estudiantes nombraba las
propuestas y el alumnado a través de la mano alzada decidía: a favor o en contra (también
había abstenciones).
En tercer año empecé a militar en una agrupación. Desde ese momento empecé a mirar el
Centro como un lugar de transformación. Si bien no es necesario militar para pertenecer,
porque el Centro es de y para los estudiantes, la militancia se encarga de fomentar y hacer
llegar esta participación. Creo muy necesaria la participación de todo el alumnado en estos
centros, es un único lugar de encuentro, en donde todxs somos iguales y encaramos para el
mismo lado. Es un espacio que se encarga de defender los derechos de lxs estudiantes,
porque si nosotrxs no luchamos por ellos, ¿Quién lo hará? Mientras más seamos, más fuerza
tendremos. Participar activamente del Centro de Estudiantes me hizo ver que aún teniendo
quince años era parte de un todo muy fuerte. Un todo que incluye a otros secundarios,
capaces de copar las calles, marchando por nuestros derechos. Es un lugar de
transformación porque es un punto de partida hacia una vida de lucha.

Las organizaciones barriales


En muchos barrios se forman organizaciones vecinales que buscan dar solución a problemas y
necesidades que existen en el territorio. Las preocupaciones de las vecinas y vecinos pueden
ser muy diversas. Por ejemplo, pueden partir de necesidades de acceso a los servicios, de
problemas ambientales que aquejan a la población del barrio, de la necesidad de construir
espacios de encuentro e intercambio cultural, entre muchas otras.

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Un testimonio sobre la participación en una organización barrial
Mi nombre es Marilina, soy parte de un movimiento popular donde, junto a miles de compas
nos disponemos a «cambiar todo lo que deba ser cambiado» para que todxs podamos vivir
con dignidad. La militancia me llevó a ser parte de un espacio de nuestra organización que es
un jardín comunitario, barrial y popular, proyecto que se construye y deconstruye
constantemente para acompañar a las niñeces y sus familias a transitar los primeros años de
vida con ternura, respeto y autonomía. Desde allí
creamos otra forma de relacionarnos entre lxs niñxs, familias y educadorxs, valorando lo que
cada unx trae para co-construir la educación en esta etapa tan importante de la vida.
Creemos que la democracia no se ejerce solo en algunos lugares del Estado sino que debe
ser una construcción constante, por ello prefiguramos estos espacios donde demostramos
desde una experiencia realmente participativa y auténtica que es posible organizarse de
forma en que todas las voces tengan lugar. Nos mueven la
pedagogía de la ternura, de la pregunta y el deseo de terminar con todos los sistemas de
opresión, sabiendo que en esta sociedad capitalista, patriarcal, colonialista y adultocentrista
las niñeces son las que menos espacio tienen para ejercer sus derechos y por lo tanto la
democracia.

Actividades

1.- ¿Conocen alguna organización con propósitos similares a la que participa Jazmín?

2.- ¿Qué les llama la atención de lo que comenta Sol sobre la experiencia de participar en un
centro de estudiantes?, ¿qué les aporta el testimonio sobre la participación ciudadana?

3.- ¿Qué les llama la atención de lo que comenta Marilina acerca de la experiencia de participar
en una organización comunitaria?, ¿qué les aporta el testimonio sobre la participación
ciudadana?

4.- Conversen con familiares, vecinas o vecinos si conocen o participan en alguna organización
barrial. Si pueden, averigüen sobre su historia, ¿qué acciones llevan a cabo sus miembros?,
¿cuál es su impacto en el barrio?

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