Funciones Del AT
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Actualización Teórico-Clínica
ABORDAJES MULTIPLES.
EL LUGAR DEL ACOMPAÑANTE TERAPEUTICO
¿De que cuidado hablamos cuando pensamos en el AT? Una pregunta así nos lleva
necesariamente a plantearnos el problema plural, ya que nos resulta insuficiente
pensar el acompañamiento terapéutico en singular; pero no solo porque sus
aplicaciones son múltiples sino porque las acepciones del cuidado son disímiles.
Pero el tramo también puede ser un módulo, una unidad que forma parte de una
trama. Este modo de concebir el tramo implica una ruptura epistemológica con la
idea de la continuidad sustancial. Cada tramo tiene valor de producción por sí
mismo. A cada tramo corresponde una construcción del dispositivo. Así resulta
evidente que las ideas de tramo-trama y construcción del dispositivo resultan
solidarias. Pero un tramo no es una parte de un todo, ni el segmento de una recta,
de modo tal que se puede variar el dispositivo sin que el abordaje clínico pierda
consistencia, dado que su coherencia estratégica está regulada por el principio del
a posteriori.
El equipo terapéutico
Refiriéndose a los casos difíciles que ponen a prueba al profesional, dice Andre
Green, que tratamos de ser poliglotas, pero nuestras fuerzas son limitadas. Para
comprender sus dialectos es necesario hablar varios idiomas. Dispositivos clínicos
de múltiple abordaje, son propuestas clínicas que se ofrecen buscando integrare las
diversas lenguas en un cuerpo de equipo. Nuestras limitadas fuerzas nos
impulsaron en 1971 a trabajar en esta dirección, en un equipo especializado en las
denominadas terapias de abordaje múltiple. Dicho equipo tomaba a su cargo
pacientes severamente perturbados que, por lo general, promovían las consultas en
momentos de crisis, Muchos de ellos presentaban historias de tratamientos
anteriores fracasados, y oponían marcadas resistencias a someterse a cualquier
tipo de psicoterapia.
Para el abordaje múltiple sea factible es necesario, por un lado, que el profesional
al que consulta el paciente y/o su familia pueda instrumentar múltiples recursos y, a
su vez, que ambos paciente y familia, se presten a ello.
El equipo está integrado básicamente por un psicoterapeuta, que se hace cargo del
abordaje familiar, un administrador psiquiátrico, que coordina la tarea médica si ello
es necesario; un psicoterapeuta individual; uno o más acompañantes terapéuticos
de acurdo a los requerimientos del paciente. Más adelante, cuando el paciente ya
esté en condiciones de comenzar a responder a las propuestas terapéuticas que se
le formulen, podrán incluirse profesores especializados para alentar y encauzar sus
inquietudes. Conviene que los profesores tengan una preparación especial –es
decir que estén psicoterapéuticamente capacitados- ya que no deben encarar el
suministro de su asignatura sino como una actividad destinada a organizar el
aprendizaje mediante un nuevo lenguaje dirigido al paciente psicótico. Este sufre
generalmente severos trastornos y requiere, por ende, de la instrumentación de
técnicas especializadas para poder superar sus dificultades de asimilación.
Desde que comenzamos nuestra tarea, trabajamos con la idea de abordar a los
pacientes en diferentes aspectos de su vida diaria, intentando crearles un medio
ambiente terapéutico, participando activamente en sus diferentes grupos de
pertenencia, visitando sus casas, conociendo a sus amigos, reuniéndonos, con los
maestros o directores de escuela cundo lo considerábamos oportuno.
Dada la complejidad de su trama y los múltiples recaudos que exige, es fácil advertir
que le abordaje múltiple se aplica a pacientes graves con tendencia a interrumpir el
tratamiento.
“Para que exista un equipo psicoterapéutico es necesario que por lo menos dos
personas se ocupen de un paciente o –más exactamente- del paciente y de su
entorno, comunicándose con regularidad constante y confiable. Además esta
comunicación intra-equipo debe ser conocida por el paciente y su familia”.
Lo expuesto hasta aquí muestra no sólo las ventajas del cambio de denominación,
sino también evidencia las des ventajas que puede acarrear la tentación (muy
frecuente en el acompañante desprevenido) de presentarse frente al paciente como
un amigo más, para allanar las dificultades que, inevitablemente, aparecen en el
establecimiento de todo vínculo terapéutico. Lo que en un principio se perfila como
un componente que propende a facilitar el vínculo, se torna, luego un elemento
distorsionador del proceso terapéutico. Puede, incluso conducir a la interrupción del
mismo. Creemos que cuando el AT, ya sea consciente o inconscientemente, da
lugar a que se borren las diferencias mutuas, genera un tipo de vínculo ilusorio, con
alto grado de ambigüedad, que a la larga o a la corta, resiente el trabajo.
Consecuentemente, lo que aquí conviene poner en juego es la habilidad personal
necesaria para poder establecer un buen vínculo con el paciente, desde el
posicionamiento que se tiene y desde el lugar que realmente se ocupa, y no desde
el lugar en el cual el paciente desea situarnos.
1. Contener al Paciente
La contención es fundamental y constituye la primera función del AT, cualquiera sea
el momento del proceso en que se hallen los pacientes. El AT se ofrece como
sostén, auxiliando al paciente en su imposibilidad de delimitarse a sí mismo.
Acompaña y ampara al paciente en su desvalimiento, su angustia, sus miedos, su
desesperanza, e incluso en aquellos momentos de mayor equilibrio.
Los aportes de Didier Anzieu, en torno a las “envolturas psíquicas”, como planos de
demarcación entre mundo interior y exterior, entre mundo psíquico interno y mundo
psíquico de otro, se inscriben también en la serie de instrumentos conceptuales
afines a este planteo.
3. Ayudar a “Reinvestir”
Por ejemplo, fue tarea de una AT ayudar a una mujer joven que se externaba a
retomar la organización de su casa y hacerse nuevamente cargo del cuidado de sus
hijos pequeños. Su responsabilidad incluía tareas que iban desde la confección de
la lista de compras diarias para la casa hasta la orientación concreta en cuanto al
manejo de los niños. Y también debió ayudarla a metabolizar las ansiedades que le
produjeron todos estos cambios (externación, vuelta al hogar y asunción del rol
materno). Una lucha en dos frentes, realidad psíquica y realidad exterior.