Suarez, Patricia. Sentíme Dorita
Suarez, Patricia. Sentíme Dorita
Suarez, Patricia. Sentíme Dorita
Patricia Suárez
VERSION CRISTINA SANCHEZ 2022
SENTIME, SENTIME…..
Si dejaras de quererme
hasta el sol que brilla tanto,
para mí no brillaría
Francisco Lomuto
Escenario
Reparito en un taller de compostura de muñecas.
Una estantería con potes con ungüentos, carretes de hilos, pinzas, frascos con ojos.
Pedazos de muñecas.
Una mesa cuadrada, dos sillas.
Un reloj cucú./ u otro teatral
Entra Pascual, arrastrando por el cuello una muñeca de trapo tamaño natural. La tira
encima de una silla y procede a cerrar las ventanas, los postigos.
PASCUAL
Sentíme, calláte ahora.
Vos tenés la culpa de todo al final.
Se sienta, agitado.
Ahora vendrá por allí o por allí el marido, el matón que mande el marido, o la policía.
¡Cuánta desgracia junta!
Desesperado
1
Qué te duele a vos?
Vení que te coso. No me hagas ni pensar, Dorita.
Vos sabés lo que ella fue. ¡No haber tenido un arma!
Se te sale la estopa por el pecho. Hubiera sido mejor la pluma.Tenes algo roto
Vení, abre la blusa de la muñeca y cose, qué biaba te dieron.
Sabés que no me gusta que me contradigan, que te metas en medio como una vieja
suplicando.
Te la buscaste; guardáte los reproches, Dorita . Querés que te ponga un relojito dentro?
Podés hacer de cuenta que es un corazón. O que es una bomba. Sentíme: te pongo un
cascabelito…?
Ya tenés cosida el alma, Dorita RITA
Desesperanza
2
hijos. Capaz que por desprecio, capaz que yo no era bueno para ella. Ella no era buena
para mí.
Qué desatino todo. Y viene esta insulsa… Esta cretina y me dice…
No puede que sea mío.
Alguno vendrá a matarme en cualquier momento.
No tiene la menor importancia. De veras.
Antes venga, mejor.
Mantiene un dialogo con Efrain.( Crear el personaje de Efrain )(y el personaje del
padre )
Vino el Efraín y me dice:
-“Te volviste loco, Pascual?”.( Me vino coraje de oírlo. Así que le contesto: )
-“¿Yo, volverme loco? Yo estoy más cuerdo que nunca, Efraín”.
-“Te viera tu padre, que está en el Cielo, y se muere de nuevo”.
-Para empezar el difunto papá no está en el Cielo porque nunca creyó en supercherías,
era ateo y anarquista. Nos tenía hasta acá con el anarquismo. Vos le mentabas a la
Virgen o al Cristo y él te metía un soplamocos que te aflojaba los dientes.
-Por pelotudo infeliz,( te decía. ) con la voz del padre
-Segundo, si cuando el difunto papá vivía, iba algún cándido y le preguntaba al papá si
era mejor noviar con una muchacha y no llegar a nada o casarse y formar una familia, el
papá largaba el resoplido del gato
-“Vos querés un consejo?”,( decía,) “te doy un consejo: hagas lo que hagas, te vas a
arrepentir igual”. Con la voz del padre
3
Abraza a la muñeca
Así que el papá estaría contento de verme bailar valses y milongas con vos, que sos una
Muñeca de trapo, y no con aquella ave de rapiña que decia que me quería.
Por ahí dicen que las marionetas no saben besar.
Que las muñecas no saben besar.
Pero yo le dije a todo el mundo que tus besos son los mejores, que son los de la fruta
dulce. Y lo dije bien alto, para que la cretina parara de conversar con los copetudos
amigos del marido, el socio de la fábrica de pastas, todos esos infelices que fueron
hechos por error una mala noche por una mala hembra, dije: “Y cómo besa dulce la
Dorita!”
Ríe
Qué silencio todos los italianos juntos, se les apagaron las mandolinas…
Cómo le molestó eso a ella. Antes, antes del baile. Cuando creía que yo tenía otra mujer
y que esa mujer no eras vos, Dorita¡¡ Hasta que te vio en el baile y supo que eras una
muñeca, casi se vuelve loca: hasta entonces meta mandar papelitos, la manda a la
mucamita con la fotografía de cuando fuimos al parque juntos, para que la recuerde dice
la estúpida… Ella arriba del petiso, y yo le doy la mano, haciendo el payaso triste. ¡Qué
bronca me da!
Un silencio.
La cosa es que esa vez, el gitano dispara la máquina, tiene el magnesio húmedo y
salimos como dos negros del África. A ella se le ven los dientes y las bolitas de los ojos.
Si fuéramos artistas del Sarrasani con esa pinta seríamos millonarios.
Resopla, fastidios.
Vuelvo al paseo hace dos o tres días, por ver si me la encuentro. ¡Ahí vuelve el cornudo,
el abandonado de la malafémena esa! Que ahora debe salir de paseo con otro o con el
cancerbero del marido o con alguno de los trescientos amantes que debe tener
escondidos. Yo, paseo solo, y lo veo al Gitano que muestra el diente de oro. Se acuerda
que yo vine.
Me dice: “Conserva la fotografía con la señorita?”
“¡No!”, le digo. “No sé de qué señorita me habla.”
“Esa con que usted paseaba, haciendo el tortolito.”
“No tengo idea; me confunde con otra persona.”
“Esa, la rubiecita con la que hacían manitos en el banco al lado de las rosas.”
Viejo ridículo, le faltó decirme.
Me marcho ofendido, hago dos pasos y entierro el pie hasta el tobillo en bosta de perro.
¿Cómo puede ser que los perros caguen tanto?
Sonido de pasos.
4
Permanece atento.
No puedo ni decirlo.
Vos estás pálida también, Dorita
O te pongo colorete en las mejillas o te hago un té que te levante.
A ver si podés ser la de antes…
Sentíme: podemos salir a tomar un té y que los matones me acaben en un café. Es lo
mismo donde uno viene a morir.
No hay por qué estar recordando a esta zanguanga. (Por una carta) Esta, la última, ¡hace
dos meses! “Si usted me abandona, yo muero de amor al día siguiente.” Escupe:
¡Grupo! La agarro cuando sale de Misa: “¿Por qué me dejás? ¿Pasó que te cansaste?
Decímelo, estoy grande, no me voy a espantar por escuchar una verdad de labios de una
mujer como vos”. Me dice…, no le entiendo lo que masculla. Lloriquea con ese llantito
asqueroso de la mujer culpable; me dan ganas de darle un bofetón.
Al final larga Que no puede verme más. Que después de todo yo nunca le ofrecí algo
mejor. “¿Qué esperás”, le digo, “que nos fuguemos como dos chiquilines a vivir de la
caridad en un pueblo de mala muerte?”
Sigue llorando, ¡qué asco, qué rabia que me da tanta querella!
5
Que yo soy un hombre malo, dice, que soy el culpable de su pecado.
Y le pego el bofetón.
Un silencio.
La tormenta, el viento.
Un perro aúlla, lejos.
Tacos de mujer contra el empedrado.
Pascual mira.
Muy angustiado.
Mirá a qué hora sale de la taberna; esa no es vida para una mujer. Por algo no se le
conoce marido. Vení, hagamos pasar un poco el tiempo.
Te canto un poquito. Sentíme: ¿no querés que te cante?
Señalando Dos veces me la tiró el papá; miento: una me la tiró y una me la quiso
vender. Lo agarré justo con los billetes en la mano. Le armé un lío. Él me decía:
Pascual, no seas tarambana: la música te va a perder. Sosegáte, leé a Carlos Marx. Leé
El Capital. Leé a Errico Malatesta.
Yo me iba por ahí, con la guitarra; tenía el berretín de ser guitarrista famoso.
Mierda, nada.
Te canto.
CANTA Nada. (Acordar que cantar con el actor, respetando la época en la que
transcurre) UN TANGO O MILONGA
Luego:
Yo no quiero querer más.
Nunca, a ninguna, nunca más.
Se desata la tormenta.
No vendrán con esta lluvia.
Los matones no salen si llueve de esta manera.
Se les moja la pólvora.
6
Estos ojos son mejores: bamboleantes, lo más moderno en ojos para muñecas.
Fabricados por Américo Bolner en Rosario.
Le arranca los ojos anteriores y le va poniendo los nuevos, con los dedos y con pinzas.
Sentíme: estos otros ojitos no estaban buenos, Dorita. Eran de una Santa Cecilia. Un
adefesio que creó el difunto papá a lo último. Vienen del Hospital Santa Lucía y le
dicen: “Don Florencio, ¿puede hacernos una imagen para la capillita?” “Claro”, dice el
papá, comedido, mandado a hacer. Estamos comiendo y nos pregunta a la Laura y a mí,
que entonces ella vivía (no te pongas celosa, Dorita, ya hace mucho que está bajo tierra
la pobrecita) “¿las santas son muy distintas de la muñecas?” “Sí, papá”, le contesta la
Laura. Ella le decía papá. “Las santas hacen milagros”. El difunto papá le hace así con
los hombros; total, él es ateo y es anarquista. Se pone a cocinar la pasta, le hace boquita
de corazón, va a la Casa Nené y busca una ropita que ni pintada. Después quiere
conseguir los ojos de las muñequitas francesas, que son de sulfuro. Paperweight. Se
caminó toda Buenos Aires atrás de los paperweight. Al final, le puso los durmientes
estos, le pinta un laúdcito de papel y se la lleva a los del hospital, que eran amigos
suyos. “¿Qué hizo, don Florencio?”, le preguntan. “Esta es una santa Cecilia; nosotros
necesitamos una santa Lucía”. “¿Cuál es la diferencia?”, dice el. “Una tiene un platito
con los ojos y la otra es música”. “Ya entiendo”, dice el papá. Le saca los ojos a la santa
Cecilia y les dice, “Le hacemos una bolsita para los ojos y listo. El laúd no se lo
sacamos, porque la santa Lucía puede ser ciega, pero no es sorda también. ¿O era una
mártir cristiana de esas que estaban todas estropeadas?” Medio que lo sacaron a patadas
del hospital con la santa a cuestas y él se cabreó y la arrumbó en el desván, de cara a la
pared, en reprimenda.
Pero estos ojitos son mejores que los de ella.
A ver, miráme, Dorita.
Estás linda, eh.
Silencio
7
No me acuerdo cómo sigue, hablamos y hablamos un montón: los extraños no deben
hablar tanto. Ella dice que no es feliz en el matrimonio. Ay, maldición de Dios. Si el
matrimonio no se ha hecho para ser felices. ¡La lotería se hizo para ser felices! Pero,
¿quién se lo hace entender a las mujeres?
Pero… pero ahí va el otario a consolarla.
Maldito sea el día que nací, ¡que la consuelo!
Sentíme, vos: ¡ese era el punto para matarla o para suicidarme! Pero no, no, yo me
metejoneo hasta la verija o porque ella es bruja y me hipnotiza como la serpiente al
pajarito para zampárselo o porque estoy desorbitado o porque nada se me da bien y este
es mi destino.
Después, ella viene por meses y hace brillar el sol para mí.
Es lo oscuro, viene por la noche cuando el marido sale, revisa las máquinas de hacer
fideos; viene y cada vez que viene hace brillar el sol.
Después, ella me echó en cara que yo le dije que no cometiera la estupidez de quererme.
¡Haberle dicho eso yo! ¡Antes me cortaba la lengua! Y por ahí se lo dije, porque la
Laura antes de morir, mucho antes de morir, antes de enfermarse, me dijo, torva:” Lo
peor que me pasó fue conocerte, Pascual.”
Capaz que a esta malvada, que ahora se debe debatir entre cielo e infierno, quise
advertirla; porque cuando uno, un hombre, un ser humano, vive en su casa lleno de
reproches al final piensa que algo de esos reproches deben ser cierto.
No era mala la Laura, era una fierecilla sin domesticar. Pero hay que ver las cosas que
decía, le paraban los pelos a más de cuatro. Tenía delirios de grandeza, quería viajar por
todo el mundo, odiaba el taller. Pero yo nunca le prometí que la iba a hacer princesa. Y
tampoco era que estaba loco por ella, que hubiera hecho cualquier cosa por ella, besarle
el ruedo del vestido.
No: yo la quería bien, la respetaba. Una tarde, cuando era soltero, estábamos con el papá
en el taller, en la puerta, y pasó la Laura del brazo con la hermana. El papá me la señaló:
Mirá, Pascual: ahí tenés tu Linda Miranda, que camina y anda.
Y después, me recita el versito, el aviso que ponían en la Billiken los fabricantes de la
Linda Miranda.
Nos hicimos novios y me casé con la Laura. Andando el tiempo, empiezo a creer que el
papá me había señalado a la hermana de la Laura, a mi cuñada, a la Hilda, no a la Laura.
El viejo era zorro, no me lo aclaró nunca. Pero a mí se me metió eso en la cabeza, que él
me marcó a la Hilda, y le empecé a arrastrar el ala a la Hilda. Después de casado; por
eso la Laura me agarró inquina.
El versito que el viejo me recita cuando pasa la eterna disconforme de mi mujer, dice…
Oí a ver si te gusta a vos, Dorita:
8
Es un gracioso lorito
Parlanchín y peluquero.
Una dulce hada madrina
Le dio gracia en el andar,
Como Lindita camina
Nadie puede caminar.
Qué bien vestidita queda
Con la ropa que le hicieron
Un gusanito de seda
Y un picaflor tintorero.
Pero después te hice a vos. Cambueca( muñeca) fatal, todo me sale así.
Cómo se llama, cómo se llama?, dicen
¿Te acostás con ella?
¿A quién se parece? ¿Se parece a alguna que conociste antes?
Grito a todos lados: Ésta es Dorita, la más fiel de las mujeres. Y sí, se parece a una que
andaba conmigo. Una de esas que hacen cornudos a los maridos nomás porque les pica
abajo, que arruinan una familia, los hijitos, que rompen los muñecos… Pero aprovechan
y con el cuento del marido viejo le hacen felonía tras felonía al marido y al amante…
Silencio
Retoma
¿Cómo me pasó?
Ella sale y el corazón, este hijo de puta, esta piraña, que me anida dentro, se me dá
vuelta y me arrojo a sus pies. Tengo pudor de memorar las palabras que le dije.
9
Besa las manos de Dorita.RITA
Y ella me pide que pare de hacer el loco. Que deje de llevarte a todas partes.. De
ponerla en ridículo a ella con vos, de terminar avivando al marido de que ella me quiso!
Sentíme, Dorita: ella está celosa de vos
Le voy atrás como un perro.
Y entonces…
Entonces…
Triste
Vos decís, vos sabés, que me tiente con la fruta no quiere decir que esté pisando la
trampa. ¡Infeliz! Sos un infeliz. Y después te ponés a buscar como un loco si atrás de
esa carne que se mustia, con la que te das un banquete, hay un alma dispuesta para vos.
No te basta con querer, ¡querés que te quieran!
A qué estupideces nos reduce la naturaleza.
Pero, mientras dura, te afanás en el amor.
Ella, se afana en el amor.
Porque se le llama Amor.
Pero un Juguetero le llamaría Desperfecto.
Acá chiquitos se ven todo el día y son uno peor que el otro.
A cuál más malcriado, más egoísta.
Por eso con la Laura no quisimos tener hijos.
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Porque hay que ser muy bueno, para tener hijos buenos.
Parece que en eso estábamos de acuerdo con la Laura.
O a lo mejor no los quiso tener conmigo de rabia. Porque me enamoré de la Hilda. No
sé si estaba enamorado de la Hilda; capaz que sí. Cuestión que hijos no tuvimos; no
tengo ninguno.
Final
Muy bajo.
Me dice:
Dejáme tranquila, Pascual.
“No entendés que no quiero verte. Que estoy esperando un hijo.”
“Con vos no se puede ser bueno!”, le largo. “Sucia! Me dijiste que no te acostabas con
tu marido! ¡Me dijiste que eras mía!” Veo todo negro; ella es una cosa chiquita así
(señala la estatura) y la sacudo, para quitarle la pavada, la sacudo, sube la mucamita,
grita, sube el Efraín que me la va a quitar de las manos parece…
Pero yo sigo y la echo escalera abajo…, de la rabia.
Cuesta abajo dos pisos.
Silencio
Ya está hecho.
Todo el daño que se podía hacer ya está hecho
Y capaz que el crío era mío.
Los postigos se golpean con fuerza por la tormenta; los abre, se asoma.
Nomás es la tormenta.
¿Vos ves a alguno?
Por esta (besa la cruz de sus dedos) que nunca vuelvo a querer a nadie.
Sentíme, Dorita: hoy no viene a matarme ninguno, ¡con lo que yo me quiero morir!
Apagón
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