Viacrucis 16 Estaciones
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INTRODUCCIÓN
Canto de Introducción
SACERDOTE
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo…
Hermanos y hermanas, contemplemos ahora el camino de
Cristo hacia su muerte en la Cruz. Siempre queremos estar cerca
de Jesús, no queremos dejarlo solo. Queremos ir acompañados
de María, Madre de Dios, Madre nuestra también.
Queremos ser como San Juan, el Apóstol más joven, tan joven
como a nosotros. El discípulo que Jesús amaba. El Apóstol
que no lo abandonó. Queremos rezar por la paz en el mundo
que no haya más guerras, que Dios, que es Amor, reine en los
corazones de toda la humanidad.
PRIMERA ESTACIÓN
JESÚS ORA EN EL JARDÍN DE LOS OLIVOS
(breve silencio)
SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús es condenado a muerte
(breve silencio)
TERCERA ESTACIÓN
Jesús con la cruz a cuestas
(breve silencio)
CUARTA ESTACIÓN
Jesús cae por primera vez
(breve silencio)
QUINTA ESTACIÓN
Jesús encuentra a su Madre
(breve silencio)
SEXTA ESTACIÓN
Jesús es ayudado por el Cireneo a llevar la cruz
(breve silencio)
SEPTIMA ESTACIÓN
La Verónica enjuga el rostro de Jesús
(breve silencio)
OCTAVA ESTACIÓN
Jesús cae por segunda vez
(breve silencio)
NOVENA ESTACIÓN
Jesús encuentra a las mujeres
(breve silencio)
Canto
Via Crucis Parroquial | Cuaresma 2024
DECIMA ESTACIÓN
Jesús cae por tercera vez
(breve silencio)
(breve silencio)
(breve silencio)
(breve silencio)
(breve silencio)
(breve silencio)
Esto implica una lucha, que el libro del Éxodo y las tentaciones de Jesús en el
desierto nos narran claramente. A la voz de Dios, que dice: «Tú eres mi Hijo muy
querido» (Mc 1,11) y «no tendrás otros dioses delante de mí» (Ex 20,3), se oponen
de hecho las mentiras del enemigo. Más temibles que el Faraón son los ídolos;
podríamos considerarlos como su voz en nosotros. El sentirse omnipotentes,
reconocidos por todos, tomar ventaja sobre los demás: todo ser humano siente
en su interior la seducción de esta mentira. Es un camino trillado. Por eso,
podemos apegarnos al dinero, a ciertos proyectos, ideas, objetivos, a nuestra
posición, a una tradición e incluso a algunas personas. Esas cosas en lugar de
impulsarnos, nos paralizarán. En lugar de unirnos, nos enfrentarán. Existe, sin
embargo, una nueva humanidad, la de los pequeños y humildes que no han
sucumbido al encanto de la mentira. Mientras que los ídolos vuelven mudos,
ciegos, sordos, inmóviles a quienes les sirven (cf. Sal 115,8), los pobres de espíritu
están inmediatamente abiertos y bien dispuestos; son una fuerza silenciosa del
bien que sana y sostiene el mundo.
Francisco
1 Cf. Ch. Péguy, El pórtico del misterio de la segunda virtud, Madrid 1991, 21-23.