Adoración 1

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Adoración Espíritu Y Verdad Parte 1

Juan 4- 23, 24 Traducción Lenguaje Actual


23-24. Dios es espíritu, y los que lo adoran, para que lo adoren
como se debe, tienen que ser guiados por el Espíritu. Se acerca el
tiempo en que los que adoran a Dios el Padre lo harán como se
debe, guiados por el Espíritu, porque así es como el Padre quiere
ser adorado. ¡Y ese tiempo ya ha llegado!

Adoración es una noción que proviene del vocablo latino adoratĭo.


Esta palabra latina puede traducirse como “acción y efecto de
rendir culto a Dios”
Se trata del acto de adorar: rendir tributo y homenaje o hacer
reverencia a una persona o a una divinidad.
Diferentes tipos de acciones
Las personas religiosas consideran que adorar a Dios no solo es una
demostración del amor que se siente hacia él y también del
compromiso que se le manifiesta, es mucho más. En concreto,
exponen que es la mejor manera posible de poder conseguir reunir
la fortaleza suficiente para poder llevar a cabo el cumplimiento de
todos y cada uno de los mandamientos establecidos.
Más allá de la adoración que se realiza en público, la acción
también puede desarrollarse en privado y en silencio. Hay personas
que optan por adorar a sus dioses en la intimidad de su casa, sin
expresiones públicas de ningún tipo.
Adoración como gusto o afecto
Dejando de lado el terreno de la religión y de la espiritualidad, la
idea de adoración se puede usar con referencia a gustar mucho de
alguna cosa o a amar de manera intensa.
El significado de la palabra griega en el Nuevo Testamento
traducida más a menudo como "adoración" (proskuneo) es
"postrarse delante" o "arrodillarse delante."
La adoración es una actitud del espíritu.
Debido a que es una acción interna e individual, los cristianos
adoran constantemente, los siete días de la semana. Cuando los
cristianos se reúnen formalmente en el culto, el énfasis aún debe
estar en adorar individualmente al Señor. Aún como parte de una
congregación, cada participante debe estar consciente de que está
adorando a Dios en un plano individual.

La naturaleza de la adoración cristiana es de adentro hacia afuera, y


tiene dos cualidades igualmente importantes. Debemos adorar "en
espíritu y en verdad" (Juan 4:23-24). Adorar en espíritu no tiene
nada que ver con nuestra postura física. Tiene que ver con lo más
hondo de nuestro ser y requiere varias cosas.
Primero, debemos nacer de nuevo. Sin el Espíritu Santo habitando
dentro de nosotros, no podemos responder a Dios en adoración,
porque no lo conocemos. ""Nadie conoció las cosas de Dios, sino el
Espíritu de Dios" (1 Corintios 2:11). El Espíritu Santo dentro de
nosotros es quien vigoriza la adoración, porque en esencia está
glorificándose a Sí mismo, y toda verdadera adoración glorifica a
Dios.
En segundo lugar, adorar en el espíritu requiere de una mente
centrada en Dios y renovada por la verdad.
Pablo nos exhorta a "presentar vuestros cuerpos en sacrificio vivo,
santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os
conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento" (Romanos 12:1, 2). Sólo
cuando nuestras mentes dejan de estar centradas en las cosas
materiales para centrarse en Dios, podemos adorar en el espíritu.
Distracciones de todo tipo pueden inundar nuestras mentes cuando
tratamos de alabar y glorificar a Dios, dificultando nuestra
verdadera adoración.
En tercer lugar, sólo podemos adorar en el espíritu si tenemos un
corazón puro, abierto y arrepentido. Cuando el corazón del Rey
David estaba lleno de culpa por su pecado con Betsabé (2 Samuel
11), se dio cuenta de que no podía adorar. Sentía que Dios estaba
lejos de él, y "gemía todo el día," sintiendo que la mano de Dios se
agravaba sobre él (Salmo 32:3, 4). Pero cuando confesó su pecado,
la comunión con Dios fue restaurada y le brotaban la adoración y la
alabanza. Comprendió que "los sacrificios de Dios son el espíritu
quebrantado; el corazón contrito y humillado" (Salmo 51:17). La
alabanza y la adoración a Dios no pueden provenir de corazones
llenos de pecados inconfesos.

La segunda cualidad de la adoración verdadera es que es hecha


"en verdad." Toda adoración es una respuesta a la verdad, ¿y qué
mejor medidor de la verdad que la Palabra de Dios? Jesús le dijo a
Su Padre: "Tu palabra es verdad" (Juan 17:17). El Salmo 119 dice:
"Tu ley es verdad" (v. 142) y "Tu palabra es verdad" (v. 160). Para
adorar verdaderamente a Dios, debemos comprender quién es y lo
que ha hecho, y el único sitio donde esto se ha revelado
enteramente es en la Biblia.

La adoración es una expresión de alabanza desde lo más hondo de


nuestros corazones a un Dios que es comprendido a través de Su
Palabra. Si no tenemos la verdad de la Biblia, no conocemos a Dios
y no podemos adorar verdaderamente.,

Debido a que las acciones externas son secundarias en la adoración


cristiana, no existe ninguna regla con respecto a si debemos
sentarnos, pararnos, postrarnos, estar en silencio, o cantar
alabanzas estentóreamente cuando adoramos corporativamente.
Estas cosas deben decidirse basándose en la naturaleza de la
congregación. Lo más importante es que adoremos a Dios en
espíritu (en nuestros corazones) y en verdad (en nuestras mentes)

La idea de adorar al señor "en espíritu y en verdad" viene de la


conversación que tuvo Jesús con la mujer en el pozo en Juan 4:6-
30. En la conversación, la mujer estaba discutiendo sobre los
lugares de adoración con Jesús, diciendo que los judíos adoraban
en Jerusalén, mientras que los samaritanos adoraban en el monte
Gerizim.

Jesús acaba de revelar que él sabía acerca de sus muchos maridos,


así como el hecho de que el hombre con el cual vivía no era su
marido. Esto hizo que ella se sintiera incómoda, por lo que ella
intentó desviar su atención de su vida personal y pasar a temas
religiosos. Jesús no quiso distraerse de la lección que quería darle
sobre la verdadera adoración y llegó al punto central del asunto:
"Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre
tales adoradores busca que le adoren" (Juan 4:23).

La lección general sobre la adoración al señor en espíritu y en


verdad, es que no debe limitarse a una única ubicación geográfica
ni necesariamente debe ser regulada por las disposiciones
transitorias de la ley del antiguo testamento. Con la venida de
Cristo, la separación entre judíos y gentiles ya no era pertinente, ni
tampoco lo era la centralidad del templo en la adoración. Con la
venida de Cristo, todos los hijos de Dios adquirieron igual acceso a
Dios a través de él. La adoración se convirtió en un asunto del
corazón, no de las acciones exteriores, y dirigida por la verdad y no
por una ceremonia.

En Deuteronomio 6:5, Moisés establece para los Israelitas cómo


amar a su Dios: "Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de
toda tu alma, y con todas tus fuerzas". Nuestra adoración de Dios
es dirigida por nuestro amor hacia él; cuando amamos, adoramos.
Ya que la idea de "fuerza" en hebreo indica totalidad, Jesús amplió
esta expresión a la "mente" y "con todo lo que eres" (Marcos 12:30;
Lucas 10:27). Adorar a Dios en espíritu y en verdad implica
necesariamente amarlo con todo el corazón, el alma, mente y
fuerza.

La verdadera adoración debe ser "en espíritu", es decir, que


involucre todo el corazón. A menos que exista una verdadera
pasión por Dios, no hay adoración en espíritu.

Al mismo tiempo, la adoración debe ser "en verdad", es decir,


debidamente fundamentada. Si no tenemos conocimiento del Dios
que adoramos, no hay adoración en verdad. Ambas son necesarias
para satisfacer y honrar a Dios en adoración.
Dios quiere que le adoremos, pero también quiere, que Sepamos
Porque Le adoramos,
No Debemos Ser Ignorantes
La Calidad de Adoración, depende Del conocimiento De Lo Que
Hago,
Mientras Mas Sepamos de El, Mas Motivos habrán para Adorar
No Podemos Amar de Verdad lo que no conocemos
Mas lo conoces, mas Lo Amas, menos lo conoces menos te
importa
Espíritu sin verdad conduce a una experiencia emocional y
demasiado superficial que puede ser comparado a un nivel alto.
Tan pronto como se termine la emoción, cuando el fervor se enfría,
se enfría también la adoración. La verdad sin espíritu puede
resultar en un encuentro seco y sin pasión que fácilmente puede
conducir a una forma triste de legalismo. La mejor combinación de
ambos aspectos de la adoración se traduce en un reconocimiento
gozoso de Dios fundamentado por las escrituras. Cuanto más
sabemos acerca de Dios, más lo apreciamos. Entre más lo
apreciamos, más profunda es nuestra adoración. Entre más
profunda sea nuestra adoración, mayormente será Dios glorificado.

Que lo sagrado no se vuelva común,

El Fracaso De La Adoración,

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