Mindfulness y Su Historia

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 10

Mindfulness

Arabella Villalobos, Marta Isabel Díaz y Mª Ángeles Ruiz (Extracto Manual de Técnicas de
Intervención Cognitiva Conductual)

1. Introducción
2. ¿Qué se entiende por mindfulness?
3. Origen de mindfulness y fundamentos teóricos
4. Definición de mindfulness
5. Componentes de mindfulness

1
1. Introducción
La técnica de mindfulness se integra dentro de las intervenciones y terapias de tercera
generación (TTG). Tal y como se expuso en el primer capítulo sobre la historia de la
Terapia Cognitivo Conductual, este nuevo enfoque terapéutico se caracteriza por adoptar
una perspectiva más experiencial, enfatizando la importancia de cambiar la relación con la
experiencia interna (sensaciones, cogniciones o emociones) a través de la aceptación, en
lugar de pretender eliminarla o modificarla. De esta forma, al grupo de terapias que surge
incluyendo los componentes de mindfulness y aceptación, se les ha denominado por
algunos autores terapias de tercera generación (Hayes, 2004; Baer, 2006; Hayes, Luoma,
Bond, Masuda y Lillis, 2006). Se establece así una diferencia con respecto a las formas
anteriores de hacer terapia cognitivo conductual denominadas primera y segunda
generación: la primera generación constituida por terapias y técnicas derivadas de los
principios de aprendizaje, y la segunda generación conformada por aquellos acercamientos
que trabajan en la corrección de patrones de pensamiento para mejorar la salud mental.
Aunque los enfoques terapéuticos basados en el mindfulness y la aceptación tienen una
larga historia (Olendzki, 2005), sólo recientemente ha surgido el interés por el papel de
estos constructos en el campo de la salud mental, integrándose en la psicoterapia a través de
enfoques con una clara vocación empírica. Específicamente, la inclusión de la práctica de
mindfulness en la psicoterapia occidental obedece a la necesidad de ampliar y optimizar los
enfoques terapéuticos existentes para reducir la vulnerabilidad cognitiva al estrés y las
respuestas emocionales negativas. Según diversos estudios, mindfulness da cuenta de
enormes beneficios, tanto para vivir una vida satisfactoria, como para ayudar a afrontar
problemas físicos y psicológicos. Por esta razón, su incorporación dentro del quehacer
terapéutico está cobrando una importancia creciente, siendo numerosos y diversos los
programas de intervención que en la actualidad incluyen la práctica de mindfulness. Para
algunos autores mindfulness es el elemento central e integrador de sus intervenciones,
habiendo desarrollado programas de intervención específicos a partir de esta práctica
(Kabat – Zinn 1990; Segal, Williams y Teasdale, 2002; Marlatt, 2005), para otros (Strosahl
y Wilson, 1999; Wilson y Luciano, 2003; Linehan, 1993), mindfulness es un componente
más dentro de su sistema de tratamiento. En todos ellos, el enfoque terapéutico resulta
novedoso y radicalmente diferente en relación con las generaciones anteriores.
2. ¿Qué se entiende por mindfulness?
Atención plena, o conciencia plena, son los términos en castellano para hacer referencia al
término inglés mindfulness, a su vez mindfulness es la traducción de una antigua palabra
india, Sati, que significa: conciencia, atención y recuerdo. El término mindfulness,
normalmente se refiere tanto al aspecto procedimental, es decir, a la práctica de una antigua
práctica budista de meditación, como también a la genuina experiencia derivada de ella, la
conciencia plena. Siendo así, resulta difícil dar una definición operacional, pues no es fácil
describir la subjetividad de dicha vivencia. No obstante, y a pesar de las controversias sobre
qué es o no es mindfulness, los clínicos e investigadores comparten la afirmación de que es
una experiencia caracterizada por la conciencia del momento presente, sin juicios y con
aceptación. La experiencia de mindfulness guarda relación con el hecho de estar en
2
contacto, de examinar quien somos, de cuestionar nuestra visión del mundo y de cultivar la
capacidad de apreciar plenamente cada momento de la vida (Kabat-Zinn, 1994). Se trata de
una estrategia de meditación que pretende la conexión con el aquí y ahora, o simplemente
de prestar atención cotidianamente, haciéndonos conscientes de lo que estamos sintiendo,
pensando y haciendo en el momento presente, pues la divagación de la mente por los
derroteros inciertos del futuro e irrecuperables del pasado suele llevar al abandono de lo
que único que es real para el ser humano: su capacidad de actuar en el momento y sobre el
contexto presente. Alcanzar el estado de mindfulness requiere una práctica diligente. El
hábito diario de meditación va facilitando la suspensión del juicio, la observación y la
aceptación, sin pretender nada más que observar, sin querer cambiar los procesos
cognitivos y emocionales que resultan en las distintas esferas de nuestra experiencia. En
definitiva el objetivo de mindfulness es cambiar las relaciones que las personas establecen
con los pensamientos, sentimientos y sensaciones físicas que activan y mantienen los
estados del trastorno mental.
3. Origen de mindfulness y fundamentos teóricos
Al hablar de Mindfulness es necesario hacer referencia a las técnicas de meditación
orientales, Vipassana y meditación Zen, que son prácticas habituales dentro del budismo.
De hecho, para algunos autores mindfulness es “el corazón de la meditación budista”
(Thera, 1992; Kabat-Zinn, 2003), no obstante, en su adaptación a occidente, minfulness no
se identifica solamente con la meditació, sino que se concibe también como un estado de
conciencia con la atención abierta y receptiva hacia la experiencia y los acontecimientos
que están ocurriendo (Brown y Ryan (2003), o bien se considera como un proceso de
observación no enjuiciadora de la corriente de estímulos internos y externos, tal y como
éstos surgen (Baer, 2003). Aunque existen otras tradiciones budistas (Mahayana y
Vajrayana) se considera mindfulness como la piedra angular del budismo Theravada
difundido hace 2500 años por el buda Siddharta Gautama en Asia meridional y sudoriental.
Theravada es una palabra del idioma pali, compuesta por thera que significa antiguo y vada
que se traduce como doctrina, y significa la doctrina o enseñanza de los antiguos. En la
doctrina budista, la mente es el punto inicial y lo que se pretende es liberarla y purificarla.
Para ello una de las principales técnicas de meditación, Vipassana, que es clave para
alcanzar el nirvana y supone una experiencia directa de nuestra realidad, constituyendo una
técnica de auto-observación. En el idioma que se utilizaba en la India en la época del Buda
passana significaba ver las cosas de forma corriente, con los ojos abiertos, mientras que
vipassana es observar las cosas tal y como son, no como parecen ser. En esta meditación se
describen varios pasos:
1.- El primero consiste en abstenerse de cualquier acto físico o verbal que pueda perturbar
la paz y la armonía de los demás. Se establece el compromiso de no matar, no robar, no
tener una conducta sexual inadecuada, no mentir y no tomar sustancias tóxicas. Así se
posibilita la serenidad suficiente como para poder continuar.
2.- El segundo paso es aprender a controlar la mente adiestrándola para que se concentre
en un único objeto, se puede usar como objeto de observación la respiración, los objetos

3
mentales, las sensaciones o todo a la vez. La mente está atenta a su tarea registrando lo que
ocurre de forma clara y totalmente desapegada. No involucrarse con los acontecimientos o
la ecuanimidad son las claves para ver la realidad tal cual es.
3.- El tercer paso completa los anteriores y consiste en purificarse desarrollando la visión
cabal de la propia naturaleza. Esta es la culminación de la enseñanza de Buda: la auto –
purificación, a través de la auto – observación
Como se ha indicado, la aplicación de mindfulness también incluye prácticas de la
meditación Zen. La palabra Zen es la pronunciación en japonés de la palabra china Chan,
que a su vez deriva del sánscrito Dhyana que puede traducirse por meditación. Esta
meditación se centra en la respiración y en las posiciones del cuerpo (caminar, estar sentado
y tumbado). Una adaptación de estas prácticas se emplea en los programas Mindfulness
Based Stress Reduction (MBSR, Kabat-Zinn, 1990) y Mindfulness Based Cognitive
Therapy (MBCT, Segal et al., 2002 y 2007), que hacen de mindfulness su elemento central.
Posiblemente la divulgación de mindfulness se debe sobre todo al monje budista vietnamita
Tich Naht Hanh, exiliado en Francia, que utiliza por primera vez el término en su libro El
milagro de mindfulness (1975), y que tuvo gran resonancia en el mundo occidental. Su
desarrollo en los años posteriores y especialmente a partir del 2002 evidencia, no sólo el
interés de muchos autores de estudiar la eficacia de los enfoques terapéuticos que lo
incorporan, sino también la necesidad de realizar cambios en los procedimientos
terapéuticos tradicionales (centrados en el control y la eliminación de síntomas) que
resultaban restrictivos e ineficaces a la hora de abordar trastornos complejos, graves o
especialmente resistentes. Se ha señalado cómo la tercera generación de terapeutas de
conducta se adscribe a un marco conceptual diferente en la forma de abordar los problemas
y su concepción de la psicopatología, y que las nuevas terapias conductuales pertenecientes
a esta tercera generación toman la aceptación como un elemento nuclear de sus
intervenciones. Estas terapias parten de que un acercamiento más amplio y flexible a las
experiencias emocionales propias pueden promover una sensación de bienestar, a pesar de
que dichas experiencias resulten profundamente molestas y dolorosas. De hecho, la
reticencia a entrar en contacto con estas experiencias, la búsqueda permanente de modos de
escape y evitación (evitación experiencial), así como la rigidez y los juicios peyorativos a la
hora de valorar esas experiencias, se han propuesto como los factores clave del
mantenimiento de los problemas emocionales. La conceptualización de salud y trastorno
que manejan estas TTG contiene de forma implícita la noción de que las experiencias
emocionales intensas, percibidas por el sujeto como fuera de su control, retan el sentido de
eficacia del individuo, en su acercamiento a los estímulos cotidianos. El afrontamiento de
las situaciones cotidianas conlleva numerosas respuestas emocionales, todas ellas
explicables y normales, pero no todas aceptadas. La psicopatología aparecería cuando los
sujetos no admiten las experiencias de malestar como resultado de la interacción con el
contexto, e incrementan los problemas intentando evitar el dolor o malestar emocional que
producen. Estos nuevos planteamientos suponen además un acercamiento novedoso en
TCC a la respuesta emocional. Las emociones no se consideran inadecuadas simplemente
por el hecho de ser molestas, incómodas o dolorosas, pues de hecho, forman parte del

4
funcionamiento efectivo y saludable del individuo (tanto las percibidas como negativas
como las positivas). Las TTG toman como referencia las nociones sobre el proceso
emocional que aporta la psicología básica o experimental (Ekman y Davidson, 1994a y
1994b), desde donde se entienden los procesos emocionales, no como entidades disruptivas
del funcionamiento del individuo que deben ser controladas, sino como expresiones
legítimas de comportamiento con un sentido adaptativo. En este punto existe una clara
diferencia con los enfoques cognitivo-conductuales clásicos donde la consideración de la
emoción se realiza desde una perspectiva racional y de control. Es de esta forma, como el
mindfulness entronca con las llamadas terapias de tercera generación que se exponen en el
capitulo 11, al proporcionar un medio que no pretende controlar sino facilitar la aceptación
radical de las experiencias internas y externas, y promover el contacto con el momento
presente, único escenario de la vida.
4.- Definición de Mindfulness
A pesar de la dificultad, diversos autores han procurado definir que és y en que consiste el
mindfulness. Han tratado así de proveer un sustrato conceptual y operacional que distinga o
caracterice este proceso experiencial, y lo han hecho a partir del análisis de conductas
concretas, manifestaciones experienciales y procesos psicológicos implicados (Bishop, Lau,
Shapiro, Carlson, Anderson, Cardomy et al., 2004)
Ese proceso definitorio tiene implicaciones, pues la clarificación de sus elementos puede
facilitar la exploración de sus mecanismos de acción y le hace más susceptible de
investigación controlada experimentalmente.
Las definiciones existentes se centrar en tratar de describir la experiencia subjetiva que
conlleva la práctica del mindfulnes y sus componentes asociados, entre ellas, en nuestro
país, cabe destacar la de Vallejo (2006), para él mindfulness ”puede entenderse como
atención y conciencia plena, presencia atenta y reflexiva. Los términos atención, conciencia
y referencia al momento concreto están incluidos de lleno en su significado. Viene a
plantear, por tanto, un empeño en centrarse en el momento presente de forma activa y
reflexiva. Una opción por vivir lo que acontece en el momento actual, el aquí y el ahora,
frente al vivir en la irrealidad, el soñar despierto”. Siguiendo con la descripción de la
experiencia proporcionada por la práctica de mindfulness, Simón (2007) indica que es
“algo muy simple y familiar, algo que todos nosotros hemos experimentado en numerosas
ocasiones de nuestra vida cotidiana. Cuando somos conscientes de lo que estamos
haciendo, pensando o sintiendo, estamos practicando mindfulness. Lo que sucede es que
habitualmente nuestra mente se encuentra vagando sin orientación alguna, saltando de unas
imágenes a otras, de unos a otros pensamientos. mindfulness es una capacidad humana
universal y básica, que consiste en la posibilidad de ser conscientes de los contenidos de la
mente momento a momento. Es la práctica de la autoconciencia. La definición de Simón, al
igual que la anterior, hacen referencia a los elementos de atención y conciencia sobre el
momento presente, y destaca que la experiencia de mindfulness no tiene necesariamente
que estar asociada a la práctica de la meditación, siendo algo más cercano, simple y
cotidiano de lo que a priori pueda parecer (KabatZinn, 1994). En este sentido, es interesante

5
destacar la opinión de Brown y Rayan (2004) sobre la conciencia plena, considerándola una
capacidad natural del ser humano, habiendo personas que tienen esta capacidad más
desarrollada sin haber practicado la meditación. Destacan también variaciones individuales
en cuanto a la capacidad de darse cuenta y mantener la atención en lo que ocurre en el
momento presente, variando esta capacidad dependiendo de diversos factores, por lo que la
consideran tanto un rasgo como un estado.
Bishop et al. (2002 y 2004) han propuesto una definición en función de sus componentes,
siendo éstos: (1) la autorregulación de la atención hacia (2) la experiencia inmediata,
estando caracterizada esa atención por la apertura, la curiosidad y la aceptación. De esta
forma, el mindfulness incluye tanto la conciencia del momento presente, como la forma
particular de dicha conciencia (no reactiva y sin juicios de valor). Jon Kabat-Zinn (1990), el
autor probablemente más reputado internacionalmente en mindfulness lo defines como
“prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar” y señala, además,
tomándolos del Zen los siguientes elementos fundamentales relacionados con la actitud de
la práctica de la atención plena:
a) No juzgar: Implica abandonar la tendencia a categorizar y a juzgar la experiencia como
buena o mala y a reaccionar mecánicamente a la etiqueta que hemos puesto en vez de a
la experiencia en sí misma
b) Paciencia: significa ser capaces de respetar los procesos naturales de los
acontecimientos y de los eventos internos y no pretender precipitarlos ni forzarlos.
Según Kabat-Zinn (1990) consiste en estar abierto a cada momento sabiendo que las
cosas se descubren cuando les toca.
c) Mente de principiante: Se trata de permanecer libres de las expectativas basadas en
experiencias previas. Ser conscientes de que con frecuencia nuestros pensamientos y
creencias sobre lo que ya sabemos impiden ver las cosas tal y como son.
d) Confianza: Se refiere a responsabilizarnos de ser nosotros mismos y aprender a
escuchar nuestro propio ser y tener confianza en él
e) No esforzarse: Se trata de abandonar el esfuerzo por conseguir resultados. Con la
práctica regular de la conciencia plena, encaminada hacia los propios objetivos, el
resultado se producirá por si mismo
f) Aceptación: Significa ver las cosas como son en el presente. Supone aceptarnos como
somos antes de pretender cambiar. Habitualmente la aceptación es el paso final de un
proceso emocional intenso en el que primero negamos lo que nos ocurre , después nos
llenamos de ira y finalmente ya vencidos, logramos aceptarlo. Este proceso tan
costoso, puede cambiarse por el cultivo intencional la aceptación. No se trata de que
nos tenga que gustar todo o de adoptar una postura pasiva, sino de llegar a la voluntad
de ver las cosas como son.
Aunque se pueden agregar otras definiciones, todas ellas tratan de poner palabras las
vivencias a las que se suele llegar con la práctica del mindfulness, y coinciden en los
elementos de atención, conciencia y aceptación de la experiencia presente. Kabat-Zinn
insiste, además, en la relevancia del compromiso la autodisciplina y la intencionalidad
durante la práctica. Es importante advertir que el hecho de que la definición mindfulness
6
contenga el término intencional significa, como señala Vallejo (2006), que la persona elige
de forma activa en qué implicarse y sobre qué centrarse dependiendo de los objetivos o
valores propios, y una vez que una situación es elegida se vive tal y como es, con
aceptación. La mayoría de los autores señalan que para comprender mindfulness la clave es
la práctica; no hay otra forma de conocer cómo puede transformar la vida y la relación con
el miedo, la ansiedad, la depresión o el pánico (Brantley 2010). En definitiva, supone
asumir un compromiso, disponer de la energía y disciplina suficiente para practicar,
prestando una cuidadosa atención con actitud cordial y sin juicio previo. Durante la práctica
se aprende a centrar la atención donde se quiera, evitando que sensaciones, preocupaciones,
pensamientos, etc., nos aparten del presente. En esencia, mindfulness puede considerarse
como un fin en sí mismo, una forma de vivir, practicando mientras realizamos nuestras
actividades habituales el ser conscientes de lo que estamos haciendo. Ahora bien, mantener
la atención en lo que ocurre sin pretender cambiarlo y aceptándolo es algo difícil. Llegar a
la conciencia plena, exige mucho esfuerzo para cambiar los hábitos de falta de atención y
distracción que hemos desarrollado a lo largo de toda una vida (Brantley, 2010). Por otro
lado, es difícil detenerse y sentir el momento presente en toda su plenitud, especialmente
cuando nos abrimos para acoger lo doloroso e indeseable que hay en nuestra vida, ya que
habitualmente practicamos lo que algunos autores denominan mindlessness, un estado en el
que no prestamos atención al realizar las actividades, no percibimos las sensaciones que
ocurren en nosotros y nos preocupamos del futuro o permanecemos dándole vueltas al
pasado, actitud que podría interpretarse como una estrategia de evitación para no atender un
pensamiento, emoción u objeto de percepción (Brown y Ryan, 2003).
5. Componentes de Mindfulness
Conseguir llegar a las experiencias descritas de mindfulness, requiere implicarse en una
serie de conductas que conllevan cambios cognitivos y actitudinales importantes en
relación con nuestra forma habitual de relacionarnos con nuestros eventos internos y
contexto externo. Estas conductas intencionales pueden considerarse los componentes
esenciales de la práctica de mindfulness. Aunque la atención plena, no es un fenómeno
exclusivamente cognitivo, sí se caracteriza por dos componentes de ese carácter, el cultivo
de la atención y de la concentración (Simón, 2006). Entre las propuestas realizadas, Bishop
et al. (2002) proponen un modelo muy exhaustivo que incluye los siguientes componentes:
autorregulación de la atención y orientación hacia las propias experiencias en el momento
presente, caracterizada por curiosidad, apertura y aceptación.
a. Autorregulación de la atención En el contexto de mindfulness la autorregulación de la
atención, se refiere a mantener la atención en la experiencia inmediata, sin buscar su
control, permitiendo, de esta forma, un mayor reconocimiento de los acontecimientos
mentales en el momento presente. Para ello es necesario cultivar las siguientes habilidades:
a) Atención sostenida: Se refiere a la capacidad de mantener un estado de vigilancia durante
periodos prolongados de tiempo Por ejemplo, la atención sostenida en la respiración
mantiene la atención ligada a la experiencia actual, de modo que los pensamientos,

7
sentimientos y sensaciones se detectan a medida que surgen en la corriente de la
conciencia.
b) Cambio atencional: Consiste en llevar la atención a la respiración cuando se reconocen
los pensamientos, sentimientos o sensaciones. Supone la flexibilidad de la atención para
que se pueda dirigir de un objeto atencional (un determinado pensamiento, sentimiento,
etc.) a otro (e.g. la respiración).
c) No elaborar pensamientos, sentimientos y sensaciones a medida que surjan. No se trata
de suprimirlos sino de que al considerarlos objetos de observación no capten totalmente la
atención y, una vez que son reconocidos, se dirija la atención nuevamente a la respiración y
se evite la elaboración de esos pensamientos, sentimientos y sensaciones.
La actividad de la autorregulación de la atención tiene la capacidad de ampliar los límites
de la propia atención (Schneider y Shiffrin, 1977). De esta forma se facilita el acceso a
información que de otro modo podría permanecer fuera de la conciencia, y se produce una
perspectiva más amplia sobre la experiencia. En lugar de observar lo que ocurre a través del
filtro, de nuestras creencias, suposiciones, expectativas y deseos, la atención se centra en
una observación directa y depurada, de diversos objetos como si fuera la primera vez,
cualidad que se denomina la mente principiante. Es curioso observar en esta práctica una
actitud frente a los datos de la experiencia que recuerda a la desarrollada y defendida por el
análisis conductual aplicado que desde los tiempos de Skinner defiende un acercamiento
inductivo para la obtención del conocimiento, es decir, una aproximación a la realidad
limpia y directa, desprovista de todo entramado teórico o ideológico.
b. Orientación hacia la experiencia Esta orientación se inicia con el compromiso de
mantener una actitud de curiosidad, abriendo la mente a la detección de cada uno de los
pensamientos, sentimientos y sensaciones que surjan, permitiéndolos de forma que se
reduzcan las estrategias que se usan para evitar tales aspectos. En otras palabras, supone
acercarse a la experiencia con una orientación de aceptación y curiosidad,
independientemente de la valencia emocional de la misma. El componente de aceptación
radical, que Bishop et al. (2002) incluyen en la orientación a la experiencia, es
probablemente el componente más importante de la experiencia de mindfulness, al menos a
nivel terapéutico. La aceptación de cualquier tipo de respuesta cognitiva o emocional, como
producto de nuestra transacción con el medio es el punto de partida para el cambio que
muchas personas desean realizar en su vida, habiéndolo intentado hasta ese momento a
través de la evitación (no aceptación), por considerar esas vivencias patológicas o
inaceptables. Esta aceptación radical recuerda en cierto modo, y con todas las matizaciones
que puedan hacerse al tratarse de un enfoque epistemólogica y procedimentalmente muy
diferente, a la distinción de Ellis en su Terapia Racional Emotiva Conductual entre
problemas primarios y secundarios. Para Ellis, los problemas secundarios son producto de
la no aceptación de los problemas primarios, siendo imprescindible abordar estos
problemas secundarios antes de los primarios. De forma muy similar al modelo anterior,
Germer (2005a) destaca ocho cualidades que podrían considerarse como elementos claves,

8
componentes o procesos cognitivos implicados en lo que denomina el momento
mindfulness:
a)No-conceptual: implica no elaborar los pensamientos sino tomar conciencia de ellos.
b) Centrado en el presente: es decir, permanecer en la experiencia del momento.
c) No condenatorio: sin juicios de valor negativos sobre lo que acontece.
d) Intencional: implica poner la atención en un objeto atencional y volver a él
sistemáticamente cuando hay distracciones.
e) Observación participante: se trata de observar lo que ocurre implicándose plenamente en
ello sin distanciarse como si fuera algo ajeno a la propia experiencia.
e) No-verbal: en la experiencia el referente es emocional y sensorial.
f) Exploratorio: abierto a la experiencia y a lo que la misma conlleve.
g) Liberador: se trata de una experiencia que libera los hábitos de malestar producidos por
los juicios de valor negativos, la proyección al pasado y al futuro y la necesidad de evitar
las sensaciones y emociones.
Vemos que en estas cualidades se mezclan conductas intencionales durante la práctica (e.g.
observación participante o centrado en el presente), con lo que pueden considerarse
resultados de dicha práctica (cualidad de liberador) o con caracterizaciones de la
experiencia de mindfulness (no-verbal). Otra aportación la hacen Pérez y Botella (2007)
señalando una serie de aspectos interdependientes que provienen del Zen, pero que en
esencia coinciden con los componentes señalados por otros autores:
a) Atención al momento presente: Este componente aparece en todos los modelos de
Conciencia Plena si bien se ha debatido largamente sobre si la atención se centra en
los sucesos internos (Bishop et al., 2004) o en las actividades de la vida diaria como
sostienen Brown y Ryan (2004). Realmente el objeto de atención puede variar en
función del momento, por lo que se pueden compatibilizar ambos planteamientos.
b) Apertura a la experiencia: significa observar los eventos sin la contaminación de las
propias creencias o prejuicios, como si fuera la primera vez. Se llama “mente del
principiante” que es una de las actitudes que señala Kabat-Zinn
c) Aceptación: significa experimentar los eventos plenamente y sin defensas, tal como
son” (Hayes, 1994). Este aspecto lo incluyen todos los enfoques de conciencia
plena.
d) Dejar pasar: Consiste en no dejarse atrapar por pensamientos, sentimientos,
sensaciones o deseos, no identificarse ni involucrarse con ellos. Este elemento es
central en los procedimientos de intervención que tienen como base o incluyen la
conciencia plena, pues las personas tienden a involucrarse en sus experiencias,
impidiendo de esta forma, su alejamiento.
e) Intención: Tal y como ya se señaló anteriormente, se refiere a lo que cada persona
persigue cuando practica la conciencia plena. Es decir, mindfulness tiene un

9
propósito y su práctica es intencional, no es posible llegar a las experiencias
descritas sin la intención y tesón de la práctica.
Resumiendo, y aún teniendo en cuenta los diferentes matices que los diversos autores
mantienen en cuanto a la delimitación de los componentes de mindfulness, se pueden
destacar los siguientes elementos comunes:
Atención orientada al presente. Aceptación radical de cualquier experiencia, sin evaluación
ni juicio previo. Apertura a la experiencia sin elaborar los contenidos de pensamientos que
se observan. Intencional, que supone elegir de forma activa en que implicarse.

10

También podría gustarte