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ESTADO DE MEXICO

(CONDICIONES Y CARACTERISTICAS EN LAS QUE VIVEN)

Resumen
La caracterización de la región oriente del Estado de México involucra aspectos
sociales, urbanos, y territoriales que se relacionan con factores como el deterioro
de la calidad de vida de las personas que migran a esta zona, carencia
económica, problemática social y la transformación que experimenta la
población de la región; se observa hegemonía de la concentración económica y
demográfica en el sistema de las grandes ciudades, como es el caso que
comprende la zona metropolitana de la ciudad de México, donde se ubican
gran parte de los municipios de la región oriente del Estado de México. Esta
región comprende gran parte del territorio debido a su proceso de conurbación
cada día más intenso, donde urbanismo y demografía van unidos a la
articulación de estructuras económicas y sociales.

Introducción
Existe una reestructuración del capitalismo a nivel global que impacta en lo
regional, y de manera significativa en lo local. El modelo de acumulación del siglo
XXI cada día asombra con el apoyo de la ciencia y tecnología, diversificando la
localización de regiones que vinculan con zonas y regiones diversas del país. La
vinculación regional del país se inserta en la apertura comercial y adquiere
diversas características, dependiendo del productivo predominante. La idea y
definición de región lleva a diferentes apreciaciones donde se han privilegiado
ciertas características geográficas o económicas: sea desde el estudio de
regiones a partir de la teoría de los precios o del lugar con Von Thümen y
Christaller1, hasta el estudio crítico de la sociología urbana, con Castells, donde la
fragmentación espacial y la articulación obedecen a la lógica de
aprovechamiento por parte de un agente social que opera en el espacio global
(Hiernaux, 1997: 11,14). Las nuevas teorías regionales tienen como premisa integrar
las economías a las regiones en el contexto de lo global con lo local, donde la
temporalidad coexiste y las posiciones hegemónicas cambian en tiempo y
espacio. Recientemente los estudios regionales tienen un vínculo más que
relaciona “lo local”, con “lo global”; la teoría de la globalización adquiere nueva
dimensión donde la globalización puede ser macro, pero también micro en un
proceso de regionalización. Son procesos coexistentes de internalización y
relocalización de la producción, de emergencia de la aldea global y de la
valorización de lo local, donde los procesos de reorganización y relocalización de
la producción son significativos. Para otros analistas la globalización significa
acercamiento mutuo de encuentro y mezcla de cultura, donde los estados-
nación parecen observadores de las nuevas formas de organización, del nuevo
lenguaje, del capital, de la educación, entre otros (Toledo, 1999: 38-39). En
México existen organizaciones y grupos interesados en la región, y a partir de lo
económico, lo geográfico, lo político, lo ambiental, lo urbano, y lo cultural, se
analiza y estudia lo que cambia en el tema regional. Ahora más con los procesos
de apertura económica y el tipo de desarrollo provocado por la interacción de
globalización y de integración económica. Hoy los gobiernos, tanto locales como
del orden federal, están deseosos de mayor inversión extranjera en las distintas
regiones del país; sin embargo, los procesos de regionalización no han sido los
esperados; existen grandes desigualdades regionales, y se sigue privilegiando el
ceder autonomías locales, la alteración de soberanía, y la pertinencia de un
nuevo orden jurídico en los procesos productivos sin la integración de los distintos
actores involucrados en los planes o programas regionales para un estado o
región. El Estado de México, considerado la segunda economía en el contexto
nacional, presenta notables contrastes en cuanto a desarrollo económico y a la
calidad de vida de sus habitantes, siendo evidente el impacto que sobre la
región, ejercen los aspectos urbanos, sociales que han generado sus tendencias
históricas de urbanización, y la reposición de agentes económicos que emergen
en su territorio.

EL PROBLEMA

¿Cuál es el problema social y urbano de la región oriente del Estado de México?


Existen varias formas de abordarlo; este trabajo no pretende dar una solución
acabada, ni ser respuesta a una problemática tan compleja, pero sí conocer las
características que pueden ayudar a explorar y describir una región. Se parte de
la idea de que esta región tiene grande vínculo con la metrópoli, ya que la gran
concentración de población da paso a una economía de carácter urbano y de
interdependencia entre el macrocentro urbano que representa a la ciudad y la
periferia que se asocia a los municipios cercanos. Esta realidad presenta una
problemática, toda vez que la región por un lado es territorio que pertenece
jurídica y administrativamente al Estado de México, y por otro es parte de una
gran ciudad, con mayor importancia regional-nacional, más no del todo
reconocida como global. Esta categoría corresponde con las denominadas
megaciudades, las cuales son centros metropolitanos de gran tamaño y grandes
cantidades de población que concentran funciones económicas, políticas,
sociales y culturales, cuya principal característica es su carácter subdesarrollado o
periférico (Iracheta, 2001: 69). La región tiene características muy particulares,
como es la cercanía al mayor centro económico del país, por lo cual adquiere
otra dimensión en el estudio y análisis. Este territorio es el referente de la
inadecuada planeación por parte del Estado de las disparidades espaciales, que
se evidencian en el desarrollo económico, de que cada día la región tiende a ser
el “gran centro” receptor de población de escasos recursos económicos, de
habitantes que migran con empleos mal remunerados en la búsqueda de
vivienda “económica”. Se presenta como alternativa a los grandes grupos
poblacionales que demandan un lugar donde asentarse, y para otros es visto
como “oportunidad” de construir y reactivar una economía regional. La gran
Zona Metropolitana de la Ciudad de México manifiesta desigualdades
territoriales, que se muestran en la infraestructura, vivienda, transporte,
contaminación ambiental, empleo y pobreza, y comparte la región oriente del
Estado de México.

LA REGION

En muchas regiones de América Latina y de México las grandes zonas


económicas y metropolitanas se caracterizan por presentar un patrón de
crecimiento y desarrollo económico poco planificado; las desigualdades sociales
y territoriales, y la escasa planificación de la actividad social y económica son
una realidad; las diferencias en los estilos de vida, la pobreza, y la insuficiente
infraestructura, la carencia de vivienda, el pésimo transporte y diversos problemas
ambientales caracterizan a la periferia de la gran ciudad. Las grandes
disparidades se asocian con la excesiva concentración económica y poblacional
de la zona metropolitana (Calva, 1996). Sin embargo, no es exclusivamente un
problema de crecimiento poblacional, sino de características que adquiere este
padrón de desarrollo socioeconómico. Cuando se refiere al estudio de una región
es necesario contar con referentes sociales, geográficos, económicos; en el último
decenio es fundamental contar también con indicadores estadísticos
internacionales, nacionales, estatales y/o locales2. Las cifras que presentan un
avance o retroceso en la región generalmente están acompañadas de un
preliminar diagnóstico que ayuda a identificar de mejor manera una región del
país o de un estado federado. Es indudable que el proceso de globalización de la
economía le ha otorgado nuevas connotaciones al concepto de región,
ampliando y colocando sus límites más allá de las fronteras de los estados
nacionales (Ziccardi, 2000). Se considera de particular importancia las relaciones
que existen entre las regiones y el federalismo. Ante el debilitamiento o
destrucción del moderno Estado burocrático autoritario, existe en la Unión
Europea un movimiento federalista que promueve la recuperación y la
revalorización de las identidades y formas de gobierno que se han dado los
ciudadanos en sus regiones y/o ciudades en las que habitan. En este sentido se
recupera el concepto de autonomía autogobierno regional. En México estas
ideas se vinculan a las propuestas surgidas ante el conflicto chiapaneco en los
años ochenta y noventas, donde se buscó el reconocimiento de regiones
autónomas pluriétnicas, donde la autoridad fuera el gobierno regional (Ziccardi,
2000: 21). La misma Alicia Ziccardi, sostiene que la construcción de regiones tiene
una particular utilidad para el diseño de las políticas públicas y en las mismas
debería darse cabida a la participación de los gobiernos locales. Sin embargo, las
políticas económicas son diseñadas por instancias del gobierno federal, con
escasa injerencia de los gobiernos locales y nula participación de los gobiernos
municipales. Por ello, aunque en materia de política social se ha avanzado en la
descentralización de recursos y responsabilidad de los gobiernos locales, la
naturaleza de estas principalmente su corte asistencialista- y su escasa
vinculación con la política económica le restan eficacia a la acción
gubernamental (Ziccardi, 2000: 22).

Para Sánchez Almanza (2007), en la historia reciente de México la desigualdad ha


sido una característica de su sociedad y su territorio, donde existen varios rezagos
en las condiciones de vida de la población y su manifestación se expresa de
manera regional con datos socioeconómicos, políticos, territoriales entre los más
significativos. Considera que existen Franjas que ayudan a ubicar dicha
desigualdad. Por ejemplo la Franja Centro del país, donde ubica con significativo
nivel económico en términos absolutos, una amplia red de centro urbanos y
regiones altamente densificados en expansión física y funcional con una industria
manufacturera industrial, así como grandes zonas metropolitanas que desarrollan
sus sectores de comercio y servicios -aun el terciario superior-, lo que les permite
integrarse mejor a los mercados mundiales, aunque todavía en un rango
secundario, con un importante sector agrícola de tecnificación media y formas
de economía campesina, con grupos culturalmente diversos, con una distribución
desigual del ingreso y grandes rezagos sociales (Almanza, 2007: 315). También se
menciona que, con el surgimiento del neoliberalismo, la globalización y la
redefinición posmoderna de la sociedad, la dimensión territorial se ha reafirmado
en sus diferentes escalas, y a partir de alguna de ellas se le ha dado prioridad a
elementos fundamentales para la producción como algunas regiones, o bien
para el consumo como son las ciudades y, sobre todo las metrópolis. Existen dos
visiones que integran modernistas y planificadores, que tienden a ver la
posibilidad de cambio exclusivamente a partir de una adecuación de los
territorios a la globalización, o bien a la acción de gestión de los gobiernos locales
en su necesidad de integrarlos al mercado global (Ramírez, 2007: 126). La misma
Ramírez considera que en la escala regional el problema es diferente al de otros
territorios, ya que no hay una instancia estatal que tenga la responsabilidad
directa de su transformación, o al estar conformada por diversas unidades
estatales o municipales, presenta una fragmentación, a veces fuerte, de las
instancias encargadas de su transformación. Así, para la estrategia regional
identificamos dos dimensiones importantes: por un lado, reconocer los entornos
regionales que deben ser primordiales y apoyados con las conurbaciones
nacionales o las cuencas hidrológicas y sus recursos, importantes para lograr la
sustentabilidad ambiental del país y de las ciudades. Por el otro lado, aunado a la
tarea de integrar visiones y condensar proyectos, en la escala regional es
necesario generar instancias institucionales de gobierno que eviten la
balcanización de las estrategias y puedan, en un ejercicio complejo de
concertación y gestión conjunta, integrar las funciones y actividades
fundamentales para lograr el desarrollo de estos territorios caracterizados
precisamente por la suposición de agentes estatales y carentes de una cabeza
que direccione el desarrollo de la zona. En este caso, y en los ámbitos urbano y
nacional también, la articulación entre instancias de gobierno federal, estatal y
municipal, y agregando la local, son de fundamental importancia para conjuntar
estrategias, objetivos, metas y acciones para implementar el desarrollo territorial
multiescalar y multidimensional diferenciando al país (Ramírez, 2007: 134). En este
sentido la región oriente del Estado de México tiene necesidad de relacionar los
diversos procesos urbanos, sociales, culturales, económicos, en contraste al
paradigma malthusiano o neoliberal que sigue siendo para muchos una
explicación limitada al desarrollo de la región. La región sigue vinculada a
factores tales como deterioro de la calidad de vida de las personas que migran a
esta zona, carencia económica en el lugar de origen, problemática social y
familiar que para muchos se asocia “para salir adelante” en sus necesidades más
elementales como son alimentación y vivienda.

En esta transformación que experimenta la región se observa una hegemonía de


la concentración económica y demográfica en el sistema de las grandes
ciudades, que es el caso que comprende la Zona Metropolitana de la Ciudad de
México (ZMCM)3, donde se ubican gran parte de los municipios de la región
oriente del Estado de México. Esta región es parte de un proceso de conurbación
cada día más intenso, donde la transformación urbana y sociodemográfica va
unida a la articulación de las estructuras económicas y sociales; donde el
crecimiento económico no ha permitido asimilar la realidad de crecimiento
urbano y demográfico, y de contrastes económicos toda vez que existe una
economía informal creciente, mayor subempleo y crecimiento de pobreza y
marginación. También existen rezagos en alimentación, educación, servicios de
salud, vivienda, infraestructura. La región está ahora impactada por los ciclos
ambientales, que, junto con los asentamientos humanos y el crecimiento urbano,
han generado un cambio de uso de suelo, de rural o ejidal a suelo urbano, sin el
adecuado ordenamiento territorial ambiental de los municipios de la región. Se
viven cambios de actividades productivas y de consumo que generarán una
redistribución de la población sobre la “capacidad de carga”, sobre un espacio
territorial definido; por tanto, es importante conocer nuevos factores que
expliquen la expulsión y atracción de la población generados por los actuales
procesos de migración, que cada día son más importantes en la región. Se busca
conocer las condiciones que afectan su economía, su ambiente, su cultura y su
impacto en la sociedad. Lo anterior permitirá crear nuevas políticas públicas en
materia social, urbana, económica y ambiental donde la finalidad esté fincada
en el desarrollo sustentable4 de la región.
CARACTERISTICAS
Hablar del oriente del Estado de México es considerar una región del país;
aunque pertenece a una sola entidad se encuentra sobre una cuenca cerrada
de manera natural, y que a su vez físicamente está dividida en tres subregiones:
La parte sur de Chalco, la parte central de Texcoco y la parte norte de
Temascalapa, que abarca los 37 municipios que a continuación se citan:

Estos municipios tienen una superficie cercana a los 4,000 Km², lo que representa
17% del total de la entidad mexiquense e incluye a más de 653 localidades de las
cuales 86 son urbanas y 567 rurales (Rebora, 2000: 37). En estos territorios se
observan elementos importantes para el análisis. Uno de ellos es que el municipio
de Texcoco es el más grande territorialmente de la Zona Metropolitana de la
Ciudad de México. Ecatepec es el municipio más densamente poblado del país y
con gran dinámica poblacional y efecto importante en lo urbano, lo social, lo
económico y lo político, toda vez que tiene el padrón de electores más
importante del Estado de México. También existen municipios como
Netzahualcóyotl y Chimalhuacán, que son territorios conurbados con influencia
en los procesos comerciales, de servicios, de transporte, de empleo y de
configuración espacial de una región, que se asocia con la periferia de la Ciudad
de México en su parte oriente. El siguiente mapa muestra las colindancias
importantes como es el caso de Chimalhuacán, Texcoco, Chicoloapan,
Ixtapaluca, Los Reyes, Atenco, Netzahualcóyotl, mismos que comparten un
territorio con problemáticas propias de la metrópoli.

Conocer las características sociales y urbanas de la sociedad mexiquense en la


región oriente del Estado de México permite ubicar su contexto espacial y
comportamiento económico, así como delinear estrategias para mejores niveles
de vida. Han sido muchas las tentativas para resolver el problema urbano y social
en la región, pero es a partir de los últimos dos decenios que se vincula con el
tema socioambiental y económico. Una de las problemáticas se refleja en sus
servicios, en el empleo, en la calidad de vida de sus habitantes y, más reciente,
en el llamado “impacto ambiental”, provocado por los procesos productivos y de
la transformación de la naturaleza por el hombre. Ejemplo son las constantes
inundaciones provocadas por la temporada de lluvias y el manejo del recurso
hídrico en esta región5 ; que seguirá siendo problema en los próximos años si no
surgen verdaderos acuerdos con los distintos niveles de gobierno y se invierte
dinero en obras de infraestructura que no se ven, ni tienen impacto inmediato en
el voto ciudadano, sino que son obras de otra magnitud y con otras dimensiones,
que no son la inmediatez política electoral que ha caracterizado a la región en
los últimos tres decenios.

Las expectativas de la población de esta región se originan al momento de


plantear los desequilibrios en la interacción de los recursos sociales, materiales,
naturales y la relación que guardan con indicadores socioeconómicos7 e
instituciones que desarrollan un equilibrio social con fines económicos, políticos,
de ordenamiento territorial y/o de utilización de recursos naturales. La economía
espacial clásica de localización considera que dentro del análisis regional, la
empresa se “localiza” de manera cercana a los grupos poblacionales para
maximizar sus beneficios. Esto es porque el nivel de servicios, infraestructura
terrestre, transporte, permiten reducir costos de operación. Así, los grandes grupos
poblacionales migran a donde se ubican los principales centros de trabajo, de tal
manera que pueden satisfacer necesidades básicas como alimentación, salud y
vivienda.

Conclusión
La idea de investigar temas como la caracterización sociourbana de la región
oriente del Estado de México, va unida al aspecto económico y territorial, su
análisis se complejiza, ya que estudiar una región significa abordar el tema no tan
sólo desde una dimensión, sino ubicarlo a partir de las fuerzas que lo moldean y
mueven como sociedad fraccionada, dividida territorial, política y culturalmente.
El desarrollo urbano de esta zona implica el uso intensivo de los recursos naturales
y, por consecuencia, la generación de emisiones contaminantes sólidas y líquidas.
La erosión y degradación del territorio es una realidad, que se observa en todos
los centros urbanos del oriente de la entidad, así como en sus principales avenidas
y carreteras que comunican al estado en la región. Uno de los desafíos más
importantes que enfrentan los gobiernos municipales en la región es el diseño e
implementación de políticas públicas que hagan compatible el desarrollo urbano,
el económico y de mayor relevancia el tema ambiental, que articula los principios
rectores de un “nuevo desarrollo” para la región. Es evidente que esta región se
ha convertido en un centro de migración de la mayor relevancia para la Zona
Metropolitana del Valle de México, donde las familias y personas buscan ampliar
sus oportunidades de desarrollo económico social, lo cual ha provocado que sea
una zona con fuerte presión demográfica. El patrón de asentamientos de la
población tiene implicaciones en las oportunidades de desarrollo y la calidad de
vida de las personas; existe una creciente expansión físicaterritorial, donde se
enfrenta mayor dificultad, escasez de agua y suelo apto para el desarrollo
urbano, la ocupación de suelo irregular, el deterioro ambiental con el
consecuente deterioro ecológico. Se requiere fomentar una distribución espacial
más equilibrada de la población y de los procesos urbanos, que integre a la
región a nuevas metodologías de análisis en la realización del ordenamiento
territorial-urbano, donde las políticas públicas, la cultura y la diversidad social
tengan como finalidad un crecimiento más equilibrado en la conformación de la
misma, con instrumentos normativos e institucionales que promuevan actividades
de acuerdo al potencial de recursos, vocación productiva, diversidad ecológica,
donde el ciudadano tenga un rol importante en la articulación de los procesos de
desarrollo, primero a nivel local, sin dejar de considerar las posibles ventajas
competitivas de la región oriente del Estado de México.

JULIAN MANUEL ZAVALA


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18/03/2024 ACTIVIDAD 3

PROYECTO MENSUAL

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