Fuentes Revolución Boliviana
Fuentes Revolución Boliviana
Fuentes Revolución Boliviana
Tesis de Pulacayo, Nacionalización de las Minas, Reorganización de las Fuerzas Armadas, Tesis de
Telemayu, MNR Frente Nacional
Tesis de Pulacayo.
(Fragmentos)
I. FUNDAMENTOS
1.- El proletariado, aún en Bolivia, constituye la clase social revolucionaria por excelencia. Los trabajadores de
las minas, el sector más avanzado y combativo del proletariado nacional, definen el sentido de lucha de la
FSTMB.
2.- Bolivia es país capitalista atrasado. Dentro de la amalgama de los más diversos estadios de evolución
económica, predomina cualitativamente la explotación capitalista, y las otras formaciones económico-sociales
constituyen herencia de nuestro pasado histórico. De esta evidencia arranca el predominio del proletariado en la
política nacional. (…)
4.- La particularidad boliviana consiste en que no se ha presentado en el escenario político una burguesía capaz
de liquidar el latifundio y las otras formas económicas pre-capitalistas; de realizar la unificación nacional y la
liberación del yugo imperialista. Tales tareas burguesas no cumplidas son los objetivos democrático-burgueses
que inaplazablemente deben realizarse. Los problemas centrales de los países semicoloniales son: la revolución
agraria y la independencia nacional, es decir, el sacudimiento del yugo imperialista; tareas que están
estrechamente ligadas las unas a las otras. (…)
6.- Los países atrasados se mueven bajo el signo de la presión imperialista, su desarrollo tiene un carácter
combinado: reúnen al mismo tiempo las formas económicas más primitivas y la última palabra de la técnica y
de la civilización capitalista. El proletariado de los países atrasados está obligado a combinar la lucha por las
tareas demo-burguesas con la lucha por las reivindicaciones socialistas. Ambas etapas -la democrática y la
socialista- “no están separadas en la lucha por etapas históricas sino que surgen inmediatamente las unas de las
otras”.
7.- Los señores feudales han amalgamado sus intereses con los del imperialismo internacional, del que se han
convertido en sus sirvientes incondicionales. De ahí que la clase dominante sea una verdadera feudal-burguesía.
Dado el primitivismo técnico sería inconcebible la explotación del latifundio si el imperialismo no fomentara
artificialmente su existencia arrojándole migajas. La dominación imperialista no se la puede imaginar aislada de
los gobernantes criollos. La concentración del capitalismo se presenta en Bolivia en un alto grado: tres empresas
controlan la producción minera, es decir, el eje económico de la vida nacional. La clase gobernante es mezquina
en la misma medida en que es incapaz de realizar sus propios objetivos históricos y se encuentra ligada tanto a
los intereses del latifundismo como a los del imperialismo. El Estado feudal-burgués se justifica como un
organismo de violencia para mantener los privilegios del gamonal y del capitalista. El Estado es un poderoso
instrumento que posee la clase dominante para aplastar a su adversaria. Solamente los traidores y los imbéciles
pueden seguir sosteniendo que el Estado tiene la posibilidad de elevarse por encima de las clases sociales y de
decidir paternalmente la parte que corresponde a cada una de ellas.
8.- La clase media o pequeña-burguesía, es la más numerosa y, sin embargo, su peso en la economía es
insignificante. Los pequeños comerciantes y propietarios, los técnicos, los burócratas, los artesanos y los
campesinos, no han podido hasta ahora desarrollar una política de clase independiente y menos lo podrán en el
futuro. El campo sigue a la ciudad y en ésta el caudillo es el proletariado. La pequeña burguesía sigue a los
capitalistas en las etapas de “tranquilidad social” y cuando prospera la actividad parlamentaria. Va detrás del
proletariado en los momentos de extrema agudización de la lucha de clases (ejemplo: la revolución) y cuando
1
tiene la certeza de que será el único que le señale el camino de su emancipación. En los dos extremos la
independencia de clase de la pequeña burguesía es un mito. Evidentemente, son enormes las posibilidades
revolucionarias de amplias capas de la clase media, basta recordar los objetivos de la revolución democrático-
burguesa, pero también es cierto que no pueden realizar por sí solas tales objetivos.
9.- El proletariado se caracteriza por tener la suficiente fuerza para realizar sus propios objetivos e incluso los
ajenos. Su enorme peso específico en la política está determinado por el lugar que ocupa en el proceso de la
producción y no por su escaso número. El eje económico de la vida nacional será también el eje político de la
futura revolución.
El movimiento minero boliviano es uno de los más avanzados de América Latina. El reformismo argumenta que
no puede darse en el país un movimiento social más adelantado que el de los países técnicamente más
evolucionados. Tal concepción mecanicista de la relación entre la perfección de las máquinas y la conciencia
política de las masas ha sido desmentida innumerables veces por la historia.
El proletariado boliviano, por su extrema juventud e incomparable vigor, por haber permanecido casi virgen en
el aspecto político, por no tener tradiciones de parlamentarismo y colaboracionismo clasista y, en fin, por actuar
en un país en el que la lucha de clases adquiere extrema beligerancia, decimos que por todo esto el proletariado
boliviano ha podido convertirse en uno de los más radicales. Respondemos a los reformistas y a los vendidos a
la rosca que un proletariado de tal calidad exige reivindicaciones revolucionarias y una temeraria audacia en la
lucha.
1. Los trabajadores del sub-suelo no insinuamos que deben pasarse por alto las tareas democrático-burguesas:
lucha por elementales garantías democráticas y por la revolución agraria anti-imperialista. Tampoco negamos la
existencia de la pequeña burguesía, sobre todo de los campesinos y de los artesanos. Señalamos que la
revolución democrático-burguesa, si no se la quiere estrangular, debe convertirse sólo en una fase de la
revolución proletaria.
Mienten aquellos que nos señalan como propugnadores de una inmediata revolución socialista en Bolivia, bien
sabemos que para ello no existen condiciones objetivas. Dejamos claramente sentado que la revolución será
democrático-burguesa por sus objetivos y únicamente un episodio de la revolución proletaria por la clase social
que la acaudillará.
La revolución proletaria en Bolivia no quiere decir excluir a las otras capas explotadas de la nación, sino la
alianza revolucionaria del proletariado con los campesinos, los artesanos y otros sectores de la pequeña-
burguesía ciudadana. (…)
(…) 2. Todo intento de colaboración con nuestros verdugos, todo intento de concesión al enemigo en nuestra
lucha, es nada menos que una entrega de los trabajadores a la burguesía. La colaboración de clases quiere decir
renunciamiento de nuestros objetivos. Toda conquista obrera, aun la más pequeña, ha sido conseguida después
de cruenta lucha contra el sistema capitalista. No podemos pensar en un entendimiento con los sojuzgadores
porque el programa de reivindicaciones transitorias lo subordinamos a la revolución proletaria. (…)
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3. Rechazamos la ilusión pequeño-burguesa de solucionar el problema obrero dejando en manos del Estado o de
otras instituciones que tienen la esperanza de pasar por organismos equidistantes entre las clases sociales en
lucha. (…)
(…) 3. La política imperialista, que define la orientación de la política boliviana, está determinada por la etapa
monopolista del capitalismo. (…) Los yanquis no se conforman con señalar el destino de las composiciones
ministeriales, van más lejos: han tomado para sí la tarea de orientar la actividad policial de los países
semicoloniales, no otra cosa significa la anunciada lucha contra los revolucionarios anti-imperialistas.
1. Nuestra lucha contra el imperialismo tiene que ser paralela a nuestra lucha contra la feudal-burguesía
entreguista. El antifascismo se convierte, en la práctica, en un aspecto de tal lucha: la defensa y consecución de
garantías democráticas y la destrucción de las bandas armadas y mantenidas por la burguesía. (…)
1(…) Los trabajadores mineros hacen bien en colocarse a la expectativa frente a los gobernantes y exigirles
obliguen a las empresas a cumplir las leyes que rigen en el país. No podemos ni debemos solidarizarnos con
ningún gobierno que no sea el nuestro propio, es decir, obrero. (…)
2. Los ministros “obreros” no cambian la naturaleza de los gobiernos burgueses. Mientras el Estado defienda a
la sociedad capitalista, los ministros “obreros” se convierten en vulgares proxenetas de la burguesía. El obrero
que tiene la debilidad de cambiar su puesto de lucha en las filas revolucionarias por una cartera ministerial
burguesa, pasa a las filas de los traidores. La burguesía idea a los ministros “obreros” para poder engañar mejor
y más fácilmente a los trabajadores, para conseguir que los explotados abandonen sus propios métodos de lucha
y se entreguen en cuerpo y alma a la tutela del ministro “obrero”.
2. Con la pequeña burguesía como clase y no con sus partidos políticos, podemos forjar bloques y firmar
compromisos. El frente de izquierda, la Central Obrera, son ejemplos de tales bloques, pero teniendo cuidado de
luchar porque el proletariado sea el director del bloque. Si se pretende que vayamos a remolque de la pequeña
burguesía debemos rechazar y romper los bloques.
1
Extraído de Dunkerley, James, Rebelión en las venas: la lucha política en Bolivia 1952- 1982, La Paz, Ed. Quipus, 2003.
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Ibídem
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¿Qué mejor ejército que el pueblo? Para desterrar definitivamente las masacres debemos repetir una y cien
veces que no queremos ejército… es precisamente un abogado de una gran empresa minera el que en cierta
oportunidad dijera la frase que repito ahora: ‘No hay general que aguante el cañonazo de un millón de
bolivianos’”3
Jefe del Estado Mayor General, Coronel Delfín Cataldi, 16 septiembre de 1952
“…la mentalidad del oficial nacionalista se identifica, pues, plenamente con el verdadero sentido de la
Revolución Nacional: contra la Rosca y contra el Comunismo”.4
Tesis de Telemayu
Presentadas en el X Congreso Nacional Minero de Telemayu, junio de 1959
“La Tesis de Pulacayo correspondió a una época en la que el Estado era un instrumento de castas latifundistas
mineras y en lo que las aspiraciones específicamente proletarias habían impuesto la subestimación de la
naturaleza y objetivos de la Revolución Nacional; pero en las actuales circunstancias es una expresión del
pueblo -concebido como una alianza de clases trabajadoras- la gran tarea que llena la historia de nuestro tiempo
no es la Revolución Proletaria sino la Revolución Nacional (...) Frente a la Revolución Nacional, el proletariado
tiene dos caminos: el de convertirse en el núcleo político de esa Revolución, aún cuando sin pretender la
hegemonía y el ejercicio de la dictadura, o la de conspirar contra ella, no importa que sea a título del
internacionalismo proletario (...) Este es el dilema que afronta el proletariado boliviano y no sólo la clase
trabajadora minera: si está con la Revolución Nacional o contra ella con todas sus consecuencias (...)
(...) "Si la Tesis de Pulacayo afirmaba que el programa de reivindicaciones transitorias debía subordinarse a la
Revolución Proletaria, la nueva tesis nacionalista sindicalista debe afirmar, sin reticencias, ya que se juega el
porvenir de la Revolución, de todas las clases trabajadoras y el destino de Bolivia como nación soberana y libre,
que nuestras reivindicaciones transitorias deben subordinarse a las necesidades de la Revolución Nacional".
(...) "El Estado actual es un Estado popular y nacionalista; las clases trabajadoras y los sindicatos no pueden
tratarle como si fuese una continuación del antiguo Estado patronal y de casta. Esta no es sólo una equivocación
teórica, sino una actitud que de continuar podrá tener una desembocadura inevitable: –el aplastamiento de la
revolución desgarrada internamente por una contrarrevolución cada día más compacta y monolítica-“(…)
Es la expresión del pueblo boliviano expresada por medio de la aplicación revolucionaria del voto universal
(...) Esta situación es la que nos lleva a plantear la necesidad de superar la Tesis de Pulacayo por la Tesis de
Telamayo, no afirmando la inutilidad de la primera, sino la inadecuación política para la etapa que estamos
viviendo: La Revolución Nacional".5
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Ibídem
4
Ibídem
5
Extraído de Justo, Liborio, Bolivia: La revolución derrotada, Buenos Aires, RyR, 2007
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experiencia internacional que prueba que nunca y en ningún país del mundo la clase obrera pudo hacer sola la
revolución. Este sectarismo verdaderamente peligroso, atenta contra la unidad .del Partido. Y aquí hay que
formular las condiciones sobre frente y partido.
Somos un partido formado por varias clases sociales. Dicho sea de paso, la presencia masiva de una clase no es
el requisito esencial para que ese partido responda a la ideología de esa clase. En el MNR hay varias clases
sociales, con predominio de la obrera. Por otra parte los campesinos no constituyen una clase homogénea, son
un complejo de clases medias. En el MNR militan obreros, gente de la clase media en sus diversas capas y
campesinos en sus diversas capas. Más que un partido, parece que fuésemos un frente nacional".6
6
Extraído de Frontaura Argandoña, Manuel, La revolución boliviana, La Paz, 2012
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