UNIVERSO
UNIVERSO
UNIVERSO
El universo es el conjunto de todas las entidades físicamente detectables que interactúan entre
ellas dentro del espacio-tiempo de acuerdo a las leyes físicas definidas. Sin embargo, el término
también se utiliza informalmente en sentidos contextuales ligeramente diferentes y alude a
conceptos como cosmos, mundo, naturaleza o realidad.1 Su estudio, en las mayores escalas, es
el objeto de la cosmología, disciplina basada en la astronomía y la física, en la cual se describen
todos los aspectos de este universo con sus fenómenos. Las ciencias físicas modelizan el
universo como un sistema cerrado que contiene energía y materia adscritas al espacio-tiempo y
que se rige fundamentalmente por principios causales. Basándose en observaciones
del universo observable, los físicos intentan describir el continuo espacio-tiempo en el que nos
encontramos, junto con toda la materia y energía existentes en él.
Los experimentos sugieren que el universo se ha regido por las mismas leyes físicas,
constantes a lo largo de su extensión e historia. Es homogéneo e isotrópico. La fuerza
dominante en distancias cósmicas es la gravedad, y la relatividad general es actualmente la
teoría más exacta para describirla. Las otras tres fuerzas fundamentales, y las partículas en las
que actúan, son descritas por el modelo estándar.
El universo tiene por lo menos tres dimensiones de espacio y una de tiempo, aunque
experimentalmente no se pueden descartar dimensiones adicionales. El espacio-tiempo
parece estar conectado de forma sencilla, y el espacio tiene una curvatura media muy pequeña o
incluso nula, de manera que la geometría euclidiana es, como norma general, exacta en todo el
universo.
La teoría actualmente más aceptada sobre la formación del universo fue teorizada por el
canónigo belga Georges Lemaître, a partir de las ecuaciones de Albert Einstein. Lemaître
concluyó (en oposición a lo que pensaba Einstein) que el universo no era estacionario, sino
que tenía un origen. Este es el modelo del Big Bang, que describe la expansión del espacio-
tiempo a partir de una singularidad espaciotemporal. El universo experimentó un rápido periodo
de inflación cósmica que arrasó todas las irregularidades iniciales. A partir de entonces el
universo se expandió y se convirtió en estable, más frío y menos denso. Las variaciones
menores en la distribución de la masa dieron como resultado la segregación fractal en
porciones, que se encuentran en el universo actual como cúmulos de galaxias.
Las observaciones astronómicas indican que el universo tiene una edad de 13 799±21 millones
de años (entre 13 778 y 13 820 millones de años con un intervalo de confianza del 68%) y por
lo menos 93 000 millones de años luz de extensión.2
Debido a que, según la teoría de la relatividad especial, la materia no puede moverse a
una velocidad superior a la velocidad de la luz, puede parecer paradójico que dos objetos del
universo puedan haberse separado 93 000 millones de años luz en un tiempo de únicamente
13 000 millones de años; sin embargo, esta separación no entra en conflicto con la teoría de
la relatividad general, ya que esta solo afecta al movimiento en el espacio, pero no al espacio
mismo, que puede extenderse a un ritmo superior, no limitado por la velocidad de la luz. Por lo
tanto, dos galaxias pueden separarse una de la otra más rápidamente que la velocidad de la
luz si es el espacio entre ellas el que se dilata.
Observaciones recientes han demostrado que esta expansión se está acelerando, y que la
mayor parte de la materia y la energía en el universo son las denominadas materia
oscura y energía oscura; la materia ordinaria (bariónica) solo representaría algo más del 5 % del
total.3
Las mediciones sobre la distribución espacial y el desplazamiento hacia el rojo (redshift) de
galaxias distantes, la radiación cósmica de fondo de microondas y los porcentajes relativos de
los elementos químicos más ligeros apoyan la teoría de la expansión del espacio, y más en
general, la teoría del Big Bang, que propone que el universo en sí se originó en un momento
específico en el pasado.
En cuanto a su destino final, las pruebas indican que el universo es la totalidad del espacio y
del tiempo, de todas las formas de la materia, la energía, el impulso, las leyes y constantes
físicas que las gobiernan, las cuales parecen apoyar las teorías de la expansión permanente
del universo (Big Freeze o Big Rip, Gran Desgarro), que indica que la expansión misma del
espacio provocará que llegue un punto en que los átomos mismos se separarán en partículas
subatómicas. Otros futuros posibles que se barajan especulan sobre la posibilidad de que
la materia oscura pueda ejercer la fuerza de gravedad suficiente para detener la expansión y
hacer que toda la materia se comprima nuevamente; algo a que los científicos denominan
el Big Crunch o la Gran Implosión, aunque las últimas observaciones van en la dirección del
Gran Desgarro.
Porción observable o visible[editar]
El hecho de que el universo esté en expansión se deriva de las observaciones del corrimiento al
rojo realizadas en la década de 1920 y que se cuantifican por la ley de Hubble. Dichas
observaciones son la predicción experimental del modelo de Friedmann-Robertson-Walker,
que es una solución de las ecuaciones de campo de Einstein de la relatividad general, que
predicen el inicio del universo mediante el big bang.
El "corrimiento al rojo" es un fenómeno observado por los astrónomos, que muestra una
relación directa entre la distancia de un objeto remoto (como una galaxia) y la velocidad con la
que este se aleja. Si esta expansión ha sido continua a lo largo de la vida del universo,
entonces en el pasado estos objetos distantes que siguen alejándose tuvieron que estar una
vez juntos. Esta idea da pie a la teoría del Big Bang, el modelo dominante en la cosmología
actual.
Durante la era más temprana del Big Bang, se cree que el universo era un caliente y
denso plasma. Según avanzaba la expansión, la temperatura decrecía hasta el punto en que
se pudieron formar los átomos. En aquella época, la energía de fondo se desacopló de la
materia y fue libre de viajar a través del espacio. La energía remanente continuó enfriándose
al expandirse el universo y hoy forma el fondo cósmico de microondas. Esta radiación de fondo
es remarcablemente uniforme en todas las direcciones, circunstancia que los cosmólogos han
intentado explicar como reflejo de un periodo temprano de inflación cósmica después del Big
Bang.
El examen de las pequeñas variaciones en el fondo de radiación de microondas proporciona
información sobre la naturaleza del universo, incluyendo la edad y composición. La edad del
universo desde el Big Bang, de acuerdo a la información actual proporcionada por el WMAP de
la NASA, se estima en unos 13,700 millones de años, con un margen de error de un 1 % (137
millones de años). Otros métodos de estimación ofrecen diferentes rangos de edad, desde
11 000 millones a 20 000 millones.
Sopa primigenia[editar]
Hasta hace poco, la primera centésima de segundo era más bien un misterio, impidiendo a los
científicos describir exactamente cómo era el universo. Los nuevos experimentos en el RHIC,
en el Brookhaven National Laboratory, han proporcionado a los físicos una luz en esta cortina de
alta energía, de tal manera que pueden observar directamente los tipos de comportamiento
que pueden haber tenido lugar en ese instante.7
En estas energías, los quarks que componen los protones y los neutrones no estaban juntos, y
una mezcla densa supercaliente de cuarks y gluones, con algunos electrones, era todo lo que
podía existir en los microsegundos anteriores a que se enfriaran lo suficiente para formar el
tipo de partículas de materia que observamos hoy en día.8
Protogalaxias[editar]
Artículo principal: Protogalaxia
Los rápidos avances acerca de lo que pasó después de la existencia de la materia aportan
mucha información sobre la formación de las galaxias. Se cree que las primeras galaxias eran
débiles "galaxias enanas" que emitían tanta radiación que separarían los átomos gaseosos de
sus electrones. Este gas, a su vez, se estaba calentando y expandiendo, y tenía la posibilidad
de obtener la masa necesaria para formar las grandes galaxias que conocemos hoy.910
Destino final[editar]
Artículo principal: Destino final del universo
El destino final del universo tiene diversos modelos que explican lo que sucederá en función
de diversos parámetros y observaciones. De acuerdo con la teoría general de la relatividad, el
destino final más probable dependerá del valor auténtico de la densidad de materia. En
función de ese parámetro se barajan dos tipos de finales:
El Big Crunch (Gran Implosión), que sucederá si el universo tiene una densidad de
materia por encima de la densidad crítica, al punto de que sea capaz de decelerar su
expansión hasta detenerla y llegar a invertirla. Así, la materia recondensaría en una
gran implosión guiada por la gravedad.
El Big Rip (Gran Desgarramiento), que sucederá si finalmente la densidad está por
debajo de un valor crítico. En este escenario los cúmulos de galaxias acabarían
acercándose y formando grandes agujeros negros, del tipo que se supone que
existe en el centro de muchas galaxias. Esos agujeros negros pueden considerarse
como un rasgado o desgarramiento del espacio-tiempo.
A partir de los años 1990 se comprobó que el universo parece tener una expansión acelerada,
hecho que dentro de la relatividad general solo es explicable acudiendo a un mecanismo de
tipo constante cosmológica. No se conoce si ese hecho puede dar lugar a un tercer tipo de final.
Big Crunch o la Gran Implosión[editar]
Según algunos teóricos del universo oscilante, el Big Bang fue simplemente el
comienzo de un período de expansión al que siguió un período de contracción. Desde
este punto de vista, se podría hablar de un Big Crunch, seguido de un Big Bang, o, más
sencillamente, un Gran Rebote. Esto sugiere que podríamos estar viviendo en el
primero de todos los universos, pero es igualmente probable que estemos viviendo en
el universo dos mil millones (o cualquiera de una secuencia infinita de universos).
Descripción física[editar]
Muy poco se conoce con certeza sobre el tamaño del universo. Puede tener una longitud de
billones de años luz o incluso tener un tamaño infinito.11 Un artículo de 200312 dice establecer
una cota inferior de 24 gigaparsecs (78 000 millones de años luz) para el tamaño del universo,
pero no hay ninguna razón para creer que esta cota está de alguna manera muy
ajustada (Véase forma del universo).
El universo observable (o visible), que consiste en toda la materia y energía que podría
habernos afectado desde el Big Bang dada la limitación de la velocidad de la luz, es ciertamente
finito. La distancia comóvil al extremo del universo visible ronda los 46,500 millones de años luz
en todas las direcciones desde la Tierra. Así, el universo visible se puede considerar como
una esfera perfecta con la Tierra en el centro, y un diámetro de unos 93 000 millones de años
luz.13 Hay que señalar que muchas fuentes han publicado una amplia variedad de cifras
incorrectas para el tamaño del universo visible: desde 13 700 hasta 180 000 millones de años
luz. (Véase universo observable).
En el universo las distancias que separan los astros son tan grandes que, si las quisiéramos
expresar en metros, tendríamos que utilizar cifras muy grandes. Debido a ello, se utiliza como
unidad de longitud el año luz, que corresponde a la distancia que recorre la luz en un año.
Anteriormente, el modelo de universo más comúnmente aceptado era el propuesto por Albert
Einstein en su Relatividad General, en la que propone un universo "finito pero ilimitado", es decir,
que a pesar de tener un volumen medible no tiene límites, de forma análoga a la superficie de
una esfera, que es medible pero ilimitada. Esto era propio de un universo esférico. Hoy,
gracias a las últimas observaciones realizadas por el WMAP de la NASA, se sabe que tiene
forma plana. Aunque no se descarta un posible universo plano cerrado sobre sí mismo. Estas
observaciones sugieren que el universo es finito14.
Forma[editar]
Artículos principales: Forma del universo y Estructura a gran escala del universo.
Universum, Grabado Flammarion, xilografía,
publicada en París en 1888.
Mientras que la estructura está considerablemente fractalizada a nivel local (ordenada en una
jerarquía de racimo), en los órdenes más altos de distancia el universo es muy homogéneo. A
estas escalas la densidad del universo es muy uniforme, y no hay una dirección preferida o
significativamente asimétrica en el universo. Esta homogeneidad e isotropía es un requisito de
la métrica de Friedman-Lemaître-Robertson-Walker empleada en los modelos cosmológicos
modernos y que se muestra de acuerdo con el principio cosmológico.18
La cuestión de la anisotropía en el universo primigenio fue significativamente contestada por el
WMAP, que buscó fluctuaciones en la intensidad del fondo de microondas.19 Las medidas de
esta anisotropía han proporcionado información útil y restricciones sobre la evolución del
universo.
Hasta el límite de la potencia de observación de los instrumentos astronómicos, los objetos
irradian y absorben la energía de acuerdo a las mismas leyes físicas a como lo hacen en
nuestra propia galaxia.20 Basándose en esto, se cree que las mismas leyes y constantes
físicas son universalmente aplicables a través de todo el universo observable. No se ha
encontrado ninguna prueba confirmada que muestre que las constantes físicas hayan variado
desde el Big Bang.21
Composición[editar]
El universo observable actual parece tener un espacio-tiempo geométricamente plano,
conteniendo una densidad masa-energía equivalente a 9,9 × 10−30 gramos por centímetro
cúbico. Los constituyentes primarios parecen consistir en un 73 % de energía oscura, 23 %
de materia oscura fría y un 4 % de átomos. Así, la densidad de los átomos equivaldría a un
núcleo de hidrógeno sencillo por cada cuatro metros cúbicos de volumen.22 La naturaleza
exacta de la energía oscura y la materia oscura fría sigue siendo un misterio. Actualmente se
especula con que el neutrino (una partícula muy abundante en el universo) tenga, aunque
mínima, una masa. De comprobarse este hecho, podría significar que la energía y la materia
oscura no existen.
Nebulosa del Águila
Durante las primeras fases del Big Bang, se cree que se formaron las mismas cantidades de
materia y antimateria. Materia y antimateria deberían eliminarse mutuamente al entrar en
contacto, por lo que la actual existencia de materia (y la ausencia de antimateria) supone una
violación de la simetría CP (Véase Violación CP), por lo que puede ser que las partículas y las
antipartículas no tengan propiedades exactamente iguales o simétricas,23 o puede que
simplemente las leyes físicas que rigen el universo favorezcan la supervivencia de la materia
frente a la antimateria.24En este mismo sentido, también se ha sugerido que quizás la materia
oscura sea la causante de la bariogénesis, al interactuar de distinta forma con la materia que con
la antimateria.25
Westerlund 2
Antes de la formación de las primeras estrellas, la composición química del universo consistía
primariamente en hidrógeno (75 % de la masa total), con una suma menor de helio-4 (4He)
(24 % de la masa total) y el resto de otros elementos.26 Una pequeña porción de estos
elementos estaba en la forma del isótopo deuterio (²H), helio-3 (³He) y litio (7Li).27 La materia
interestelar de las galaxias ha sido enriquecida sin cesar por elementos más pesados,
generados por procesos de fusión en las estrellas, y diseminados como resultado de las
explosiones de supernovas, los vientos estelares y la expulsión de la cubierta exterior de
estrellas maduras.28
El Big Bang dejó detrás un flujo de fondo de fotones y neutrinos. La temperatura de la radiación
de fondo ha decrecido sin cesar con la expansión del universo y ahora fundamentalmente
consiste en la energía de microondas, equivalente a una temperatura de 2,725 K.29 La
densidad del fondo de neutrinos actual es de 150 por centímetro cúbico.30
Véase también: Abundancia de los elementos químicos
Estructura cuántica[editar]
Según la física moderna, el universo es un sistema cuántico aislado, un campo unificado de
ondas que entra en decoherencia al tutor de la observación o medición. En tal virtud, en última
instancia, el entorno del universo sería no local y no determinista.
Multiversos[editar]
Artículos principales: Multiverso y Universos paralelos.
Los cosmólogos teóricos estudian modelos del conjunto espacio-tiempo que estén conectados, y
buscan modelos que sean consistentes con los modelos físicos cosmológicos del espacio-
tiempo en la escala del universo observable. Sin embargo, recientemente han tomado fuerza
teorías que contemplan la posibilidad de multiversos o varios universos coexistiendo
simultáneamente. Según la recientemente enunciada Teoría de Multiexplosiones se pretende
dar explicación a este aspecto, poniendo en relieve una posible convivencia de universos en
un mismo espacio.31
El universo, ¿una ilusión?[editar]
Científicos del King's College de Londres lograron recrear las condiciones inmediatamente
seguidas al Big Bang a través del conocimiento adquirido durante dos años de la partícula de
Higgs y llegaron a la conclusión de que, posiblemente, el universo colapsó, hasta dejar de
existir casi tan pronto cuando empezó,32 lo que plantea la idea de que todo lo que vemos no
existe y solo es el pasado de los astros.33
Estructuras del universo[editar]
Las galaxias[editar]
Artículo principal: Galaxia
Están constituidas por un núcleo central y dos o más brazos en espiral, que parten del núcleo.
Este se halla formado por multitud de estrellas y apenas tiene materia interestelar, mientras
que en los brazos abunda la materia interestelar y hay gran cantidad de estrellas jóvenes, que
son muy brillantes. Alrededor del 75 % de las galaxias del universo son de este tipo.
Galaxia espiral barrada[editar]
Es un subtipo de galaxia espiral, caracterizado por la presencia de una barra central de la que
típicamente parten dos brazos espirales. Este tipo de galaxias constituyen una fracción
importante del total de galaxias espirales. La Vía Láctea es una galaxia espiral barrada.
Galaxias irregulares[editar]
Incluyen una gran diversidad de galaxias, cuyas configuraciones no responden a las cuatro
formas anteriores, aunque tienen en común algunas características, como la de ser casi todas
pequeñas y contener un gran porcentaje de materia interestelar. Se calcula que son
irregulares alrededor del 5 % de las galaxias del universo.
La Vía Láctea[editar]
Artículo principal: Vía Láctea
La Vía Láctea es nuestra galaxia. Según las observaciones, posee una masa de 1012 masas
solares y es de tipo espiral barrada. Con un diámetro medio de unos 100 000 años luz se
calcula que contiene unos 200 000 millones de estrellas, entre las cuales se encuentra el Sol.
La distancia desde el Sol al centro de la galaxia es de alrededor de 27 700 años luz (8,5 kpc).
A simple vista, se observa como una estela blanquecina de forma elíptica, que se puede
distinguir en las noches despejadas. Lo que no se aprecian son sus brazos espirales, en uno
de los cuales, el llamado brazo de Orión, está situado nuestro sistema solar, y por tanto
la Tierra.
El núcleo central de la galaxia presenta un espesor uniforme en todos sus puntos, salvo en el
centro, donde existe un gran abultamiento con un grosor máximo de 16 000 años luz, siendo
el grosor medio de unos 6000 años luz.
Vía Láctea
Todas las estrellas y la materia interestelar que contiene la Vía Láctea, tanto en el núcleo
central como en los brazos, están situadas dentro de un disco de 100 000 años luz de
diámetro, que gira sobre su eje a una velocidad lineal superior a los 216 km/s.34
Las constelaciones[editar]
Artículo principal: Constelación
Constelación Andrómeda
Tan solo tres galaxias distintas a la nuestra son visibles a simple vista. Está la Galaxia de
Andrómeda, visible desde el Hemisferio Norte; la Gran Nube de Magallanes, y la Pequeña Nube de
Magallanes, en el hemisferio sur celeste. El resto de las galaxias no son visibles al ojo desnudo
sin ayuda de instrumentos. Sí que lo son, en cambio, las estrellas que forman parte de la Vía
Láctea. Estas estrellas dibujan a menudo en el cielo figuras reconocibles, que han recibido
diversos nombres en relación con su aspecto. Estos grupos de estrellas de perfil identificable
se conocen con el nombre de constelaciones. La Unión Astronómica Internacional agrupó
oficialmente las estrellas visibles en 88 constelaciones, algunas de ellas muy extensas,
como Hidra o la Osa Mayor, y otras muy pequeñas como Flecha y Triángulo.
Las estrellas[editar]
Artículo principal: Estrella
Son los elementos constitutivos más destacados de las galaxias. Las estrellas son enormes
esferas de gas que brillan debido a sus gigantescas reacciones nucleares. Debido a la fuerza
gravitatoria, la presión y a la temperatura del interior de una estrella que sea suficientemente
intensa, se inicia la fusión nuclear de sus átomos, y comienzan a emitir una luz roja oscura, que
después se mueve hacia el estado superior, que es en el que está nuestro Sol, para
posteriormente, al modificarse las reacciones nucleares interiores, dilatarse y finalmente
enfriarse.
Los planetas son cuerpos que giran en torno a una estrella y que, según la definición de
la Unión Astronómica Internacional, deben cumplir además la condición de haber limpiado su
órbita de otros cuerpos rocosos importantes, y de tener suficiente masa como para que su
fuerza de gravedad genere un cuerpo esférico. En el caso de cuerpos que orbitan alrededor
de una estrella que no cumplan estas características, se habla de planetas
enanos, planetesimales, o asteroides. En nuestro Sistema Solar hay 8
planetas: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, considerándose
desde 2006 a Plutón como un planeta enano. A finales de 2009, fuera de nuestro Sistema
Solar se habían detectado más de 400 planetas extrasolares, pero los avances tecnológicos
están permitiendo que este número crezca a buen ritmo.
Los satélites[editar]
Artículo principal: Satélite natural
Los satélites naturales son astros que giran alrededor de los planetas. El único satélite natural
de la Tierra es la Luna, que es también el satélite más cercano al Sol. A continuación se
enumeran los principales satélites de los planetas del sistema solar (se incluye en el listado
a Plutón, considerado por la UAI como un planeta enano).
C/2014 Q2 (Lovejoy)
En aquellas zonas de la órbita de una estrella en las que, por diversos motivos, no se ha
producido la agrupación de la materia inicial en un único cuerpo dominante o planeta, aparecen
los discos de asteroides: objetos rocosos de muy diversos tamaños que orbitan en grandes
cantidades en torno a la estrella, chocando eventualmente entre sí. Cuando las rocas tienen
diámetros inferiores a 50 m se denominan meteoroides. A consecuencia de las colisiones,
algunos asteroides pueden variar sus órbitas, adoptando trayectorias muy excéntricas que
periódicamente les acercan la estrella. Cuando la composición de estas rocas es rica en agua
u otros elementos volátiles, el acercamiento a la estrella y su consecuente aumento de
temperatura origina que parte de su masa se evapore y sea arrastrada por el viento solar,
creando una larga cola de material brillante a medida que la roca se acerca a la estrella. Estos
objetos se denominan cometas. En nuestro sistema solar hay dos grandes discos de
asteroides: uno situado entre las órbitas de Marte y Júpiter, denominado el Cinturón de
asteroides, y otro mucho más tenue y disperso en los límites del Sistema Solar, a
aproximadamente un año luz de distancia, denominado Nube de Oort.
Mapa del universo observable con los objetos astronómicos notables conocidos en la actualidad.
Los cuerpos celestes aparecen con el tamaño agrandado para poder apreciar su forma.
Indicios de un comienzo[editar]
La teoría general de la relatividad, publicada por Albert Einstein en 1916, implicaba que el cosmos
se hallaba en expansión o en contracción. Pero este concepto era totalmente opuesto a la
noción de un universo estático, aceptada entonces hasta por el propio Einstein. De ahí que
este incluyera en sus cálculos lo que denominó “constante cosmológica”, ajuste mediante el cual
intentaba conciliar su teoría con la idea aceptada de un universo estático e inmutable. Sin
embargo, ciertos descubrimientos que se sucedieron en los años 1920 llevaron a Einstein a
decir que el ajuste que había efectuado a su teoría de la relatividad era el ‘mayor error de su
vida’. Dichos descubrimientos se realizaron gracias a la instalación de un enorme telescopio de
254 centímetros en el monte Wilson (California). Las observaciones formuladas en los años 20
con la ayuda de este instrumento demostraron que el universo se halla en expansión.
Hasta entonces, los mayores telescopios solo permitían identificar las estrellas de
nuestra galaxia, la Vía Láctea, y aunque se veían borrones luminosos, llamados nebulosas, por
lo general se tomaban por remolinos de gas existentes en nuestra galaxia. Gracias a la mayor
potencia del telescopio del monte Wilson, Edwin Hubble logró distinguir estrellas en
aquellas nebulosas. Finalmente se descubrió que los borrones eran lo mismo que la Vía
Láctea: galaxias. Hoy se cree que hay entre 50 000 y 125 000 millones de galaxias, cada una
con cientos de miles de millones de estrellas.
A finales de los años 20, Hubble también descubrió que las galaxias se alejan de nosotros, y
que lo hacen más velozmente cuanto más lejos se hallan. Los astrónomos calculan la tasa de
recesión de las galaxias mediante el espectrógrafo, instrumento que mide el espectro de la luz
procedente de los astros. Para ello, dirigen la luz que proviene de estrellas lejanas hacia
un prisma, que la descompone en los colores que la integran.
La luz de un objeto es rojiza (fenómeno llamado corrimiento al rojo) si este se aleja del
observador, y azulada (corrimiento al azul) si se le aproxima. Cabe destacar que, salvo en el
caso de algunas galaxias cercanas, todas las galaxias conocidas tienen líneas espectrales
desplazadas hacia el rojo. De ahí infieren los científicos que el universo se expande de forma
ordenada. La tasa de dicha expansión se determina midiendo el grado de desplazamiento al
rojo. La conclusión que se ha extraído de la expansión del cosmos se puede ilustrar de la
siguiente forma: un científico invitó al público a analizar el proceso a la inversa —como una
película de la expansión proyectada en retroceso— a fin de observar la historia primitiva del
universo. Visto así, el cosmos parecería estar en recesión o contracción, en vez de en
expansión, y retornando finalmente a un único punto de origen.
El físico Stephen Hawking concluyó lo siguiente en su libro Agujeros negros y pequeños
universos (y otros ensayos), editado en 1993: «La ciencia podría afirmar que el universo tenía
que haber conocido un comienzo». Pero hace años, muchos expertos rechazaban que el
universo hubiese tenido principio. El científico Fred Hoyle no aceptaba que el cosmos hubiera
surgido mediante lo que llamó burlonamente a big bang («una gran explosión»). Uno de los
argumentos que esgrimía era que, de haber existido un comienzo tan dinámico, deberían
conservarse residuos de aquel acontecimiento en algún lugar del universo: tendría que haber
radiación fósil, por así decirlo; una leve luminiscencia residual.
El diario The New York Times (8 de marzo de 1998) indicó que hacia 1965 «los astrónomos Arno
Penzias y Robert Wilson descubrieron la omnipresente radiación de fondo: el destello residual de
la explosión primigenia». El artículo añadió: «Todo indicaba que la teoría [de la gran explosión]
había triunfado».
Pero en los años posteriores al hallazgo se formuló esta objeción: Si el modelo de la gran
explosión era correcto, ¿Por qué no se habían detectado leves irregularidades en la
radiación? (La formación de las galaxias habría requerido un universo que contase con zonas
más frías y densas que permitieran la fusión de la materia.) En efecto, los experimentos
realizados por Penzias y Wilson desde la superficie terrestre no revelaban tales
irregularidades.
Por esta razón, la NASA lanzó en noviembre de 1989 el satélite COBE (siglas de Explorador
del Fondo Cósmico, en inglés), cuyos descubrimientos se calificaron de cruciales.
“Las ondas que detectó su radiómetro diferencial de microondas correspondían a las
fluctuaciones que dejaron su impronta en el cosmos y que hace miles de millones de años
llevaron a la formación de las galaxias”.
Otros términos[editar]
Diferentes palabras se han utilizado a través de la historia para denotar "todo el espacio",
incluyendo los equivalentes y las variantes en varios lenguajes de "cielos", "cosmos" y
"mundo". El macrocosmos también se ha utilizado para este efecto, aunque está más
específicamente definido como un sistema que refleja a gran escala uno, algunos, o todos
estos componentes del sistema o partes. Similarmente, un microcosmos es un sistema que
refleja a pequeña escala un sistema mucho mayor del que es parte.
Aunque palabras como mundo y sus equivalentes en otros lenguajes casi siempre se refieren
al planeta Tierra, antiguamente se referían a cada cosa que existía (se podía ver). En ese
sentido la utilizaba, por ejemplo, Nicolás Copérnico. Algunos lenguajes utilizan la palabra
"mundo" como parte de la palabra "espacio exterior". Un ejemplo en alemán lo constituye la
palabra "Weltraum".