Dimensiones de La Práctica Docente Cecilia Fierro (Resumen)

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Cecilia Fierro.

Transformando la práctica docente.

Concepto de práctica docente.

La práctica docente trasciende la concepción técnica de quien solo se ocupa de


aplicar técnicas de enseñanza en el salón de clases. El trabajo del maestro está
situado en un punto en que se encuentra el sistema escolar – con una oferta
curricular y organizativa determinada- y los grupos sociales particulares.

En este sentido, su función es mediar el encuentro entre el proyecto político


educativo, estructurado como oferta educativa y sus destinatarios, en una labor
que se realiza cara a cara.

La práctica docente está expuesta a distintos tipos de contradicciones ¿a qué se


debe?

El docente es, al mismo tiempo un trabajador al servicio del Estado y un agente


social.

Como trabajador del Estado: el docente resiente las contradicciones propias del
sistema educativo en términos de la oferta curricular y la organización laboral,
administrativa y material.

Como agente social que desarrolla su labor cara a cara con los alumnos:

El trabajo del docente está expuesto cotidianamente a las condiciones de vida,


características culturales y problemas económicos, familiares y sociales de los
sujetos con quienes labora.

Todo ello hace de su quehacer, una compleja trama de relaciones de diversa


naturaleza.
Entendemos la práctica docente como una praxis social, objetiva e intencional:

En la que intervienen los significados, las percepciones y las acciones de los


agentes implicados en el proceso- docentes, alumnos, autoridades educativas y
padres de familia- así como los aspectos políticos institucionales, administrativos y
normativos que según el proyecto educativo de cada país, delimitan la función del
docente. Este concepto de práctica docente le da cabida al maestro/a y al alumno
en su papel de sujetos que intervienen e interactúan en el proceso educativo y no
solo como insumos o productos del mismo.

Como sujetos que participan en el proceso, los docentes no solo son responsables
de llevarlo a cabo, sino que son también artífices del mismo:

Cada docente tiene en sus manos la posibilidad de recrear el proceso mediante la


comunicación directa, cercana y profunda con los niños/as que se encuentran en
su salón de clases. Tiene también que dar un nuevo significado a su propio
trabajo, de manera que pueda encontrar mayor satisfacción en su desempeño
diario y mayor reconocimiento por los saberes adquiridos.

Con sus colegas, con los padres de familia y con las autoridades educativas, el
docente tiene la posibilidad de compartir y enriquecer un proyecto educativo de tal
forma, que finalmente se refleje en una mejor educación para los alumnos/as, sea
cual sea su origen o su condición socioeconómica.

La práctica docente contiene múltiples relaciones.

 La docencia implica relaciones entre las personas:


La relación educativa con los alumnos/as es el vínculo fundamental
alrededor del cual se establecen otros vínculos con otras personas: los
padres de familia, los demás docentes, las autoridades escolares, la
comunidad.
 Docentes y alumnos se relacionan con el saber colectivo culturalmente
organizado: la escuela como institución propone este saber para el
desarrollo de las nuevas generaciones, a través de una intervención
sistemática y planificada.
 La función del docente esta también estrechamente vinculada a todos los
aspectos de la vida humana: que van conformando la marcha de la
sociedad. La tarea del docente se desarrolla siempre en un tiempo y en un
lugar determinados en los que entra en relación con los procesos
económicos, políticos, culturales más amplios que forman el contexto de su
trabajo y le plantean desafíos.
 El quehacer del docente se desarrolla en un marco institucional, lo que
genera también múltiples relaciones: la escuela es el lugar privilegiado de la
formación permanente del docente. El marco normativo y administrativo que
regula el sistema educativo en su conjunto se recrea también en última
instancia, desde la escuela.
 El docente es además trabajador agremiado: lo que se supone que, como
parte de su actividad profesional, participe en organizaciones sindicales en
las que se negocian sus condiciones laborales.
 El trabajo del docente esta intrínsecamente conectado con un conjunto de
valores tanto personales y sociales como institucionales: ya que la
educación como proceso intencional de formación de personas lleva
siempre implícita una orientación hacia el logro de determinados propósitos,
a través de los cuales se pretende apuntar a la formación de un
determinado tipo de hombre, de ciudadano/a y construir un modelo de
sociedad.

La práctica educativa va más allá del salón de clases.

El trabajo de los docentes está formado por relaciones entre personas con sus
alumnos/as, otros docentes, los padres y madres de familia, las autoridades, la
comunidad, con el conocimiento, con la institución, con todos los aspectos de la
vida humana que van conformando la marcha de la sociedad, con un conjunto de
valores personales e institucionales. Este concepto de práctica docente es
inseparable del de gestión escolar, ya que este último alude a la construcción
social de las prácticas educativas en el seno de la institución escolar.
Gestión escolar.

Conjunto de procesos de decisión, negociación y acción comprometidos en la


puesta en práctica del proceso educativo, en el espacio de la escuela, por parte de
los agentes que en él participan. La gestión escolar destaca la importancia de esta
compleja trama de relaciones y procesos de la vida cotidiana de las instituciones
educativas a través de los cuales cobra vida la práctica educativa.

Dimensiones de la práctica docente.

1) Dimensión personal:

La práctica docente es esencialmente una práctica humana. En ella, la persona


del maestro como individuo es una referencia fundamental. Un sujeto con ciertas
cualidades, características y dificultades que le son propias, un ser no acabado
con ideales, motivos, proyectos y circunstancias de vida personal que imprimen a
la vida profesional determinada orientación. En este nivel se asienta las decisiones
fundamentales del maestro como individuo, las cuales vinculan de manera
necesaria su quehacer profesional con las formas de actividad en las que se
realiza en la vida cotidiana.

Por esto, al reflexionar sobre esta dimensión, invitamos al docente a reconocerse


como ser histórico, capaz de analizar su presente y de construir su futuro, a
recuperar la forma en que se entrelazan su historia personal y su trayectoria
profesional, su vida cotidiana y su trabajo en la escuela: quien es él o ella fuera del
salón de clases, que representa su trabajo en su vida privada y de qué manera
esta se hace presente en el aula. Lo invitamos asimismo a recordar las
circunstancias que lo llevaron a elegir el magisterio como actividad profesional, los
ideales y proyectos que se ha trazado con el paso del tiempo frente a su quehacer
de educador y como estos han ido cambiando con el tiempo junto con sus
circunstancias de vida.

Finalmente, lo invitamos a responder para sus adentros preguntas fundamentales


que todo profesional debería plantearse, por ejemplo el aprecio que siente ahora
por su profesión, así como el grado de satisfacción que experimenta cuando mira
su trayectoria docente.
Lo instamos a recuperar el valor humano de experiencias que han sido más
significativas en su vida como docente, los sentimientos de éxito o fracaso
profesional que lo han acompañado en distintos momentos, lo que actualmente se
propone lograr y la forma en que quisiera verse en un futuro cercano de cara a su
profesión.

2) Dimensión institucional:

La práctica docente se desarrolla en el seno de una organización. En este sentido,


el quehacer del maestro/a es también una tarea colectivamente construida y
regulada en el espacio de la escuela, lugar del trabajo docente. La institución
escolar representa para el maestro, el espacio privilegiado de socialización.

A través de ella entra en contacto con los saberes del oficio, las tradiciones, las
costumbres y las reglas tacitas propias de la cultura magisterial. Es el organismo
vivo que explica el hecho de que la escuela no sea solamente la suma de
individuos y acciones aisladas, sino una construcción cultural en la que cada
docente aporta sus intereses, habilidades, proyectos personales y saberes a una
acción educativa común.

La dimensión institucional reconoce, en suma que las decisiones y las prácticas de


cada docente están tamizadas por esta experiencia de pertenencia institucional y
su vez, que la escuela ofrece las coordenadas materiales, normativas y
profesionales del puesto de trabajo frente a las cuales cada maestro/a toma sus
propias decisiones como individuo.

El análisis de esta dimensión, centra la atención en los asuntos que ponen de


manifiesto el tamiz que la institución escolar representa en la práctica de cada
maestro y que imprime una dimensión colectiva al quehacer individual:

Las normas de comportamiento y de comunicación entre colegas y autoridades


que en cada escuela se construyen y que su vez forman parte de una cultura
profesional, determinados saberes y prácticas de enseñanza que se socializan al
interior del gremio y que los maestros van asimilando a partir del contacto con sus
colegas en su paso por distintas escuelas, costumbres y tradiciones, estilos de
relación, ceremonias y ritos, modelos de gestión directiva que establecen
determinadas pautas de organización en la escuela y que influyen entre otros en la
manera en que cada docente trabaja en su salón de clases y en los criterios de
trabajo predominantes.

3) Dimensión interpersonal:

La función de maestro como profesional que trabaja en una institución esta


cimentada en las relaciones entre las personas que participan en el proceso
educativo: alumnos, docentes, directores, madres y padres de familia. Estas
relaciones interpersonales que ocurren dentro de la escuela son siempre
complejas, se construyen sobre la base de las diferencias individuales en un
marco institucional, estas diferencias no solo atañen a la edad, el sexo o la
escolaridad, sino a cuestiones menos evidentes a primera vista pero de igual o
mayor importancia: la diversidad de metas, los intereses, las ideologías frente a la
enseñanza y las preferencias políticas por ejemplo.

La construcción social que es el resultado de la actuación individual y colectiva en


el seno de la escuela y que se produce de cara al quehacer educativo institucional,
reconociendo que individuos y grupos tienen diversas perspectivas y propósitos
respecto de este último, constituye el contenido de análisis de la dimensión
interpersonal de la práctica docente. Su importancia para la práctica docente y
para la experiencia educativa en su conjunto es enorme en muy diversos sentidos.

Cuando se habla por ejemplo del “clima institucional”, se hace alusión a la manera
en que se entretejen las relaciones interpersonales, que dan por resultado un
ambiente relativamente estable de trabajo. El ambiente a su vez, influye de
manera importante en la disposición y el desempeño de los maestros como
individuos. Todos sabemos que un clima hostil o indiferente empobrece las
posibilidades de actuación de los docentes, la experiencia educativa de los
alumnos también se alimenta de este clima institucional.

La dimensión interpersonal no es importante solamente como resultado. Es, en


esencia el esfuerzo diario de cada docente y proviene del hecho de que no trabaja
solo, sino en un espacio colectivo que lo pone continuamente en la necesidad de
ponerse de acuerdo con otros, de tomar decisiones conjuntas, de participar en
Acciones, de construir proyectos o de disentir frente a lo que otros colegas dicen o
hacen, que le exigen encarar diversos tipos de problemas y ocupar determinada
posición ante los alumnos, los demás compañeros y autoridades de la escuela.

Siendo esta dimensión, un componente de la vida institucional y dada su


importancia, merece ser analizada por separado. Maestros/as, alumnos/as,
padres, directivos y autoridades del sistema son todos actores, desde distintas
plataformas, de este acontecer que se construye día a día en la escuela y que en
sí mismo constituye una experiencia educativa fundamental para todos los que en
ella participan. En este caso, invitamos a los docentes a analizar cuestiones como:

 El clima institucional o ambiente de trabajo que prevalece en la escuela.


 Los espacios y estructuras de participación interna, los estilos de
comunicación formal e informal.
 Los tipos de problemas que se presentan y las formas en que se resuelven.

También se insta a los docentes a caracterizar el tipo de convivencia que se da en


la escuela, así como el grado en que los distintos miembros se encuentran
satisfechos con las formas de relación que prevalecen. Por último, se les pide
analizar cómo repercute el clima de relaciones de la escuela en la disposición y el
entusiasmo de los distintos agentes, maestros, alumnos, directivos,
administrativos y padres de familia.

4) Dimensión social:

El trabajo docente es un quehacer que se desarrolla en un entorno histórico,


político, social, geográfico, cultural, económico particular. Este entorno le imprime
ciertas exigencias, es el espacio de incidencia más inmediato de su labor. Dicho
entorno, supone de manera genérica, un conjunto de condiciones y demandas
para la escuela, representa no obstante para cada maestro, una realidad
especifica derivada de condiciones familiares y de vida de cada uno de los
alumnos. La dimensión social de la práctica docente intenta recuperar un conjunto
de relaciones que se refieren a la forma en que cada docente percibe y expresa su
tarea como agente educativo cuyos destinatarios son de diversos sectores
sociales.
Asimismo, esta dimensión procura analizar la forma en que parece configurarse
una demanda social determinada para el quehacer docente, en un momento
histórico dado y en contextos geográficos y culturales particulares, la cual no
necesariamente corresponde con lo que el maestro considera su aportación a la
sociedad.

El alcance social de las prácticas pedagógicas que ocurren en el aula:

Entendemos por “repercusión social de la práctica docente en el aula” el conjunto


de decisiones y de prácticas de los docentes ante la diversidad de condiciones
culturales y socioeconómicas de sus alumnos y que los colocan en situaciones de
desigualdad frente a la experiencia escolar. Este es, sin duda el espacio donde se
pone en juego de manera más clara la igualdad de oportunidades educativas.

La equidad que la escuela pública asume como compromiso constitucional, se


expresa en última instancia en lo que ocurre en cada salón de clases y en cada
escuela. El contenido general de análisis de esta dimensión se basa en
reflexionar, junto con el docente, sobre el sentido de su quehacer en el momento
histórico que vive y desde el entorno particular en el que se desempeña, así como
las expectativas que pesan sobre él y las presiones que recibe tanto por parte del
sistema como de los destinatarios de su tareas.

De manera particular, cabe revisar aquí la forma en el que en el salón de clases se


manifiesta la desigual distribución de oportunidades, por la necesidad que muchos
niños enfrentan de apoyar el sostenimiento familiar desde muy temprana edad.

Las actitudes y prácticas de enseñanza dirigidas hacia los niños que presentan
problemas de rendimiento académico son una forma cotidiana, en general, poco
reflexionada, de responder a uno de los desafíos más claros de tipo social que se
manifiestan en la tarea docente.
5) Dimensión didáctica:

La dimensión didáctica hace referencia al papel del maestro como agente que, a
través de los procesos de enseñanza, orienta, dirige, facilita y guía la interacción
de los alumnos con el saber colectivo culturalmente organizado para que los/as
alumnos/as construyan su propio conocimiento.

Desde una perspectiva constructivista, suponemos que siempre que hay


aprendizaje autentico, hay también un proceso de reconstrucción por parte del
sujeto que aprende, el cual está descubriendo ese nuevo conocimiento aunque
este ya sea parte de la historia. Por ello, ante cada grupo de estudiantes, la tarea
específica del maestro consiste en facilitarles el acceso al conocimiento, para que
se apropien de él y lo recreen hasta que logren “decir su palabra frente al mundo”.

Paulo Freire utiliza esta expresión para referirse a la libertad necesaria para que
cada ser humano logre situarse frente al mundo, la libertad a la que la educación
puede contribuir notablemente. Lo anterior será de gran importancia para
determinar la naturaleza y la profundidad de los aprendizajes que los alumnos
adquieran, no solamente en términos de conocimientos e información adquirida,
sino también de habilidades y competencias para allegarse información, analizar,
sintetizar, formular juicios, estructurar de manera lógica su pensamiento y
expresar de manera oral o escrita, para trasladar lo aprendido a otras esferas,
aplicarlo, recuperar y evaluar su propio proceso de aprendizaje.

Del conjunto de decisiones y de prácticas de cada maestro en este ámbito


dependerá que este proceso se reduzca a la simple transmisión y repetición de
información o que se constituya en una experiencia constructiva y enriquecedora.

Al considerar esta dimensión, cada docente tiene la oportunidad de analizar la


forma en que se acerca al conocimiento para recrearlo frente a sus alumnos, así
como la manera de conducir las situaciones de enseñanza en el salón de clases y
de entender el proceso de aprendizaje de sus alumnos.
Invitamos al docente a recuperar y analizar cuestiones como:

 Los métodos de enseñanza que utiliza.


 La forma en que organiza el trabajo con sus alumnos/as.
 El grado de conocimiento que tiene de ellos/as.
 Las normas que rigen el trabajo en el aula.
 Los tipos de evaluación que emplea.
 La manera en que enfrenta los problemas académicos de sus alumnos/as y
los aprendizajes adquiridos por ellos/as.

6) Dimensión valoral:

La práctica docente en cuanto acción intencionalmente dirigida hacia el logro de


determinados fines educativos, contiene siempre una referencia axiológica, es
decir a un conjunto de valores. El proceso educativo nunca es neutral, siempre
está orientado hacia la consecución de ciertos valores, que se manifiestan en
distintos niveles en la práctica docente. La práctica de cada docente da cuenta de
sus valores personales a través de sus preferencias conscientes e inconscientes,
de sus actitudes, de sus juicios de valor, todos los cuales definen una orientación
acorde a su actuación cotidiana, que le demanda de manera continua la necesidad
de hacer frente a situaciones diversas y a tomar decisiones. Es así, como cada
maestro/a, de manera intencional o inconsciente, está comunicando
continuamente su forma de ver y entender el mundo, de valorar y entender las
relaciones humanas, de apreciar el conocimiento y de conducir las situaciones de
enseñanza, lo cual tiene gran trascendencia en la experiencia formativa que los/as
alumnos/as viven en la escuela. De ahí surge la certeza de que el docente influye
de manera especial en la formación de ideas, actitudes y modos de interpretar la
realidad de sus alumnos.

Las normas que rigen la convivencia escolar – lo que está permitido hacer, lo que
se prohíbe, lo que se considera “adecuado” o “inadecuado”, valioso o deseable y
el tipo de relaciones que se establece entre los diversos agentes que en ella
participan – son espacios de formación de valores, aunque muchas veces esta no
es intencionada. La actuación de cada maestro esta también tamizada por este
marco valoral particular de la escuela en la que labora.
Por último, la labor del docente en su carácter de trabajador de la educación, tiene
que ver con los valores institucionales expresados en el marco jurídico político del
sistema educativo, que define las directrices del sistema educativo. Estas
orientaciones valórales no solamente están expresadas en los documentos
normativos, sino que además forman el marco más amplio en el que se insertan
los planes de estudio, que son los referentes más próximos a partir de los cuales
cada docente diseña las situaciones de enseñanza.

Al considerar esta dimensión, invitamos a los maestros a hacer un análisis de sus


valores, esencialmente a través de sus actos, ya que estos manifiestan los valores
con mucha más fuerza que las palabras.

 Su manera de resolver problemas evidencia los valores a los que ha dado


preferencia en determinada situación en la que era necesario elegir.
 Las opiniones que expresa frente a situaciones de enseñanza o de vida que
los niños manifiestan.
 Lo que considera y afirma como valioso y en suma, lo que comunica a
través de sus palabras y de sus actos.

Asimismo al reflexionar sobre los valores personales que dan un significado


particular a la vida profesional, es necesario plantearse en qué medida la propia
practica refleja estos valores asumidos, enriqueciéndolos o, por el contrario,
relegándolos poco a poco por la inercia del funcionamiento burocrático.

A partir de este primer nivel de análisis, también será importante examinar la vida
cotidiana de la escuela, para descubrir qué tipo de valores se están formando a
través de la estructura de relaciones y de organización, y cuáles son los valores
asumidos de manera tácita.

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