Teoría I Resumen
Teoría I Resumen
Teoría I Resumen
Introducción
En este curso abordamos los distintos paradigmas que se han desarrollado en la antropología.
Por eso, este resumen será organizado mediante los paradigmas y sus respectivos autores que
se vieron en el curso. Eso sí, la interrogante general que este ramo desarrolló es la relació n que
existe entre el individuo y la sociedad, como se entienden ambos conceptos, como se vinculan y
como se van interpretando y entendiendo en las distintas épocas en las que se van investigando
ambos conceptos.
La teoría de la alianza
Es el antropó logo francés Claude Lévi-Strauss (1908-2009) considerado el precursor y
principal pensador de la escuela del estructuralismo. Si bien no desarrolló grandes escritos
teó ricos en los que definiera el programa de la pesquisa estructuralista, sus puntos centrales si
pueden verse trabajados profusamente a lo largo de toda su obra. Principalmente, es una
manera de acercarse a elementos empíricos de la naturaleza humana, que presupone que no se
los puede pretender entender ú nicamente acercá ndose a ellos por separado, sino que se debe
tratar de entender las reglas y relaciones entre ellos.
No se trata, de todas formas, del primer en utilizar estos términos. Cuando Lévi-Strauss
escribía ya existían dos nociones previas de estructura: una de cará cter arquitectural, que
apuntaba a la interconexió n de partes en un todo; y una como metá fora bioló gica, que
contempla una unidad orgá nica de los elementos que la estructura ordena. Entonces,
estructura es una unidad formada de fenó menos interconectados, cuyos elementos solo pueden
ser (comprendidos) en relació n a los otros. Radcliffe-Brown fue uno de los primeros en utilizar
el término en la antropología, entendiéndolo como un conjunto de relaciones sociales
organizadas en un sistema.
La originalidad del estructuralismo es que si bien todavía contempla a la estructura
como principio organizativo, como lo hacían sus predecesores, no se trata de una forma
desconectada del contenido, sino que es contenido en sí misma. La estructura no es
fundamental en tanto forma, sino en tanto fundamento de la organizació n social. Cada elemento
a estudiar tiene distintos niveles e interesa el estudio entre estos distintos niveles. Así, Lévi-
Strauss aplicó su propuesta principalmente al estudio de los mitos y el parentesco, bajo una
metodología científica.
Una de las principales influencias de Lévi-Strauss fue la lingü ística de Saussure. Su
concepció n estructural del signo lingü ístico le permitió pensar el parentesco en términos
similares, descartando así explicaciones difusionistas y evolucionistas; las cuales buscando dar
cuenta del cambio social quedaban cortas a la hora de entender las diná micas al interior de los
diversos grupos. La noció n de estructura del estructuralismo se basa en la distinció n entre la
expresió n contingente y las reglas ló gicas y gramaticales que determinan el lenguaje. Entonces,
la estructura es una forma de pensamiento ló gico que se caracteriza por basarse en
combinaciones de oposiciones (dentro/fuera, crudo/cocido, propio/extrañ o, etc.). Para Boas, la
sociedad no es só lo un conjunto de instituciones o relaciones políticas, sociales y econó micas
como sería para Durkheim, y la escuela francesa, sino que la sociedad puede ser definida como
el resultado de algo abstracto, como la cultura. De forma similar, Lévi-Strauss cree que la
sociedad va má s allá de ser la expresió n de una estructura social como conjunto de relaciones.
La diferencia está en que este ú ltimo habla de estructura, no de cultura.
Por ejemplo, en el estudio de los mitos, lo que es importante no es la figura en el mito, si
no el sistema de sus diferencias y relaciones recíprocas. Así también, la noció n de estructura
tiene una aplicació n principal en estudios de parentesco, ya que permite reconocer elementos
contantes en distintos lugares y momentos. La pregunta fundamental en este sentido es ¿cuá l
es el fundamento comú n de todo ser humano, cuá les son las estructuras que permiten la vida
social en cualquier contexto?
Levi-Strauss afirma que la estructura social no tiene nada que ver con la realidad
empírica, sino que con modelos construidos a partir de ella. Por ende, la estructura social no se
tiene que confundir con las relaciones sociales que son el material con el cual se construye el
modelo. Se trata, má s bien de un grupo de relaciones invariables entre términos, cuya
comprensió n es facilitada mediante la construcció n de modelos. Esta es, nuevamente, la
novedad del concepto de estructura social levistraussiano, respecto de la estructura social del
estructural-funcionalismo, por ejemplo. El modelo es un aparato teó rico que revela la
estructura, porque esta no está aparente, por cierto es real, pero no es objeto de experiencia
inmediata. No es, por tanto, empíricamente observable. Para que un modelo pueda
considerarse como adecuado en el aná lisis estructural debe permitir abarcar los aspectos
productivos y reproductivos de la estructura; de recoger las transformaciones que conduzcan a
una serie de modelos del mismo tipo, y de ser capaz de prever las reacciones en caso de
alteraciones.
Quizá s el mayor trabajo que desarrolló Lévi-Strauss como aná lisis estructural, y el que
definitivamente deja má s clara su noció n de estructura es su teoría del parentesco construida a
partir de la constatació n de la universalidad del tabú del incesto: la teoría de la alianza. El caso
del matrimonio preferencial entre primos cruzados para los grupos que Lévi-Strauss investigó ,
quedando restringidos así los matrimonios entre primos paralelos, se fundaba en la definició n
de las categorías cruciales de afines y consanguíneos. Considerados estos ú ltimos como parte
del grupo familiar, y cuyas relaciones se fundan en la fraternidad, se incluían entre ellos a los
primos paralelos. Como afines quedaban, por el otro lado, los primos cruzados, pese a tener el
mismo grado de proximidad bioló gica.
Contrario a las explicaciones funcionales, por costumbre, herencia o difusió n, para Lévi-
Strauss este fenó meno tiene que ver con la naturaleza humana propiamente tal, e incluso le
atribuye una importancia tal que lo asume como aquello que inaugura la cultura y separa al ser
humano de la naturaleza. La definició n rígida de grupos, de lo propio y lo ajeno, permite un
marco conceptual que abre la posibilidad a la socialidad con quienes está n má s allá del grupo
propio. Siguiendo las ideas de Mauss, para Lévi-Strauss esa forma de socialidad se construye
principalmente a través del intercambio. Y de acuerdo con él, la forma primera de intercambio
fue el intercambio de mujeres. Con tal de garantizarse para sí mismo una esposa con quien
generar descendencia, por un lado, y de mantener relaciones armoniosas e incluso de beneficio
mutuo con los grupos vecinos; un hermano o padre intercambiaba a su hermana o hija con otro
hombre fuera del grupo de linaje, inaugurando así una relació n con éstos.
Existen diversas formas del intercambio de mujeres, algunas con grado de complejidad
sumamente elevada, pero, Lévi-Strauss afirma, todas mantienen la misma estructura bá sica, el
mismo fundamento invariable de relació n: basadas en el tabú universal del incesto se
establecen las relaciones invariables entre lo propio y lo extrañ o, consolidando la exogamia
como estructura universal que permite la reproducció n de la sociedad en la generació n de
nuevos grupos de alianza e intercambio.
Marx y la antropología
Karl Marx (1818-1883) es uno de los pensadores má s importantes del siglo XIX, y su
obra ha sido extremadamente influyente en la mayoría de las ciencias sociales, incluida la
antropología. En esta, uno de los grandes temas ha sido la relació n entre universalismo y
particularismo que se desprende de su trabajo. Algunos antropó logos importantes con
influencia marxista son Bloch, Godelier, Sahlins (en todos ellos converge el estructuralismo de
Lévi-Strauss y el estructuralismo marxista) y Friedman.
Su pensamiento recoge ciertos elementos de la filosofía idealista de Hegel, la cual invita
a ocultar los elementos materiales de la experiencia humana. Marx acoge los principios de la
relació n dialéctica que esta propuesta elabora, pero plantea una relació n entre estructura y
superestructura contraria a la hegeliana: la inversió n marxista estriba en la reproducció n
superestructural de las relaciones de producció n material, ocultando el proceso de alienació n
que estas ú ltimas acarrean. Explica así la relació n entre clases sociales, como una entre
oprimidos y opresores.
Por otra parte, construye las bases del materialismo histó rico en las Tesis sobre
Feuerbach (1845), donde afirma que “los filó sofos han interpretado de los modos má s diversos
el mundo, pero de lo que se trata es de cambiarlo”. El presupuesto clave es que cualquier forma
de producció n filosó fica, intelectual, artística, religiosa es producto de á mbitos histó ricos
particulares. Estos elementos impiden ver la condició n material de la existencia humana, la
ocultan. Desarrolla, entonces, una historia de las sociedades humanas, segú n la cual, el Estado
original era una suerte de comunismo primitivo, caracterizado por igualdad entre grupos
sociales. Luego, en las sociedades tribales, se generan las primeras formas de propiedad, que se
afirman en la sociedad antigua con la expansió n de la producció n en base a la esclavitud. Con el
paso al feudalismo, la relació n de opresió n es clara en las imá genes del señ or y el siervo (esta
dialéctica la desarrolla Hegel). Por ú ltimo, en la modernidad, tras la revolució n industrial, llega
el capitalismo, donde se genera dominació n de los capitalistas sobre los proletarios. Lo que se
espera es superar esto, y llegar al socialismo, donde se resuelven las diferencias entre clases.
Cimenta su crítica al idealismo en el concepto de ideología, que involucra la inversió n
entre las superestructuras sociales y los medios de producció n material, llevando a que
aspectos de la vida intelectual, filosó fica, artística o religiosa oculten los procesos de alienació n
y dominació n que se producen conforme a las relaciones de producció n. Este ocultamiento
lleva a que se naturalicen, se tomen como dadas, las formas de explotació n.
Su programa de aná lisis econó mico toma como punto de partida la teoría de la plusvalía,
desarrollada en su largo escrito en volú menes, “El capital” (1864-1877). Esta señ ala que el
capital acumulado por los dueñ os de los medios de producció n es, en realidad, la sustracció n
del valor agregado sobre los bienes que generan los obreros a partir de su fuerza de trabajo.
Cualquier producto monetarizado (mercancía) es el conjunto de la fuerza laboral puesto en la
producció n del producto. Así un buen adquiere un Valor de uso (típico de cualquier forma de
intercambio no monetaria, no hay acumulació n de capital) y un valor de intercambio. Con
capital compro mercancía, la vendo y acumulo má s capital, agrega valor a la mercancía má s allá
de la fuerza laboral. Ya que la producció n es caracterizada por la fuerza laboral, el valor debería
ser conmensurable con esto. Por tanto, si es el proletario quien, mediante su trabajo, agrega
valor al bien trabajado, debiera corresponder a él ese nuevo valor generado, no al capitalista.
La acumulació n de capital y la economía monetarizada ha llevado a una exacerbació n del
fetichismo de la mercancía, segú n la cual se le reconoce a una objeto tener poder econó mico.
No se sabe reconocer el valor efectivo de la mercancía –en base a la fuerza laboral
invertida en su producció n. Es, entonces, una forma de impedir conocimiento de cuanta fuerza
laboral se pone en la producció n, ya que atribuye agencia a la mercancía misma y no a personas
que controlan el capital relativo a ese bien.
Uno de los puntos que genera mayor discusió n respecto de la teoría marxista, es que se
la critica fuertemente por su acento marcadamente universalista, y fundado en ideas modernas
de progreso y desarrollo. Propone un modelo teleoló gico de la historia, que hasta se presta para
ser tildado de evolucionista. Sin embargo, y sin desconocer la existencia de trabajos
marcadamente universalistas, Marx también generó escritos histó ricos en los que desarrollaba
sus teorías en funció n de un contexto particular.
“El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado” (1884), escrito por Engels en
base a la obra de Marx, es un claro ejemplo del primer caso. Inspirado por “Antigua sociedad”
(1877) de Morgan, profundiza en la descripció n de distintos estadios evolutivos –salvajismo,
barbarie y civilizació n, cada una con etapas transicionales entre ellas– y cuya transició n está
marcada por transformaciones econó micas y tecnoló gicas. La escritura es la forma mediante la
cual se garantiza de forma estable la concentració n de poder, que se inaugura con la divisió n de
tierras en el mundo pastoril y la agricultura: emergen las primeras formas de propiedad. La
forma en que nos organizamos socialmente tiene relació n con la propiedad privada. Engels
idealiza la sociedad primitiva, un estadio social basado en la familia monó gama, cuyas
relaciones no se basaban en intereses econó micos. Esto cambia con la introducció n de la
propiedad privada, y las relaciones econó micas aparecen, por ejemplo, la prostitució n.
La formació n del Estado es la ú ltima etapa de formació n de sociedad humana. No es solo
el resultado de la voluntad de los sujetos –como plantearan los contractualistas– sino que es un
producto de la sociedad cuando llega a grado de desarrollo determinado; el Estado es el
resultado de imposibilidad de conjugar intereses distintos y divisiones de clase. Implica, de esta
manera, una divisió n territorial y no gentilicia, la creació n de fuerzas de orden pú blicas y el
desarrollo de un sistema de impuestos particular. El Estado, por tanto, surge en base a 4
procesos histó ricos: 1) Es el resultado de la consolidació n del sistema de intercambio
monetario. 2) Surgen, de esta forma, mercaderes. 3) Precisa de la instauració n de la propiedad
privada de la tierra, y de un sistema de crédito e hipoteca. 4) Finalmente, requiere del esclavo o
del trabajo asalariado, para permitir el desarrollo de la acumulació n de capital. La idea, en
definitiva, es asociar al Estado a un concepto de clase social, y asociar su formació n a la
afirmació n del poder de la clase dominante. Esta es una mirada totalizante y universal, en la
que toda sociedad es encajada en sistemas preconcebidos y evolutivos. En la realidad social no
se ve esta drasticidad. Este tipo de esquema nos lleva a olvidar el aná lisis particular, histó rico.
“El 18 brumario de Luis Bonaparte, por el contrario, es un texto sociohistó rico sobre los
acontecimientos entre 1848 y 1851 en Francia. En 18 de brumario comienza el primer imperio
francés, en 1851, con la toma de poder de Luis Bonaparte en un golpe de estado. La idea es que
la historia se repite de forma cíclica. En 1848, hay mú ltiples revoluciones en Europa las cuales
en principio se mostraban contrarias a monarquía francesa, pero terminan proclamando como
el segundo imperio francés –pese a que Luis Bonaparte defendía los intereses de la alta
burguesía. Marx intenta explicar este fenó meno. Propone para ello un concepto interesante, el
de lumpen proletariado. Se trata de grupos de personas sin conciencia de clase, como el
campesinado francés. É stos, ante la imposibilidad de formarse y organizarse como clase social,
debido a su falta de identidad, quedan sometidos a la representació n política por medio de los
representantes de la clase dominante. Como podemos ver, en esta obra Marx lleva a cabo un
aná lisis específico del poder y la economía en un momento particular de la historia. No es,
simplemente, un esquema universal; siendo a la vez una forma en la que los hombres son
determinados.
El Estructuralismo marxista nace a partir de la lectura crítica de Marx. Es distinto de la
ecología cultural y del funcionalismo en sus énfasis y objetivos. Lo que se pretende es estudiar
fenó menos sociales en cuanto a la producció n y reflejo de las estructuras econó micas, lo que si
bien ha probado tener un poder explicativo importante para ciertos fenó menos sociales, corre
el riesgo de reducir la cultura a ideología. Se pone un énfasis del estructuralismo marxista hacia
el estatus quo, con lo que el rol del individuo en este esquema queda, tal vez, un poco ausente.
Marx pone énfasis en aspectos materiales, y la antropología sigue poniendo relevancia en eso,
aunque menos determinista. Se estudia la relació n base-superestructura y el rol de
instituciones políticas y econó micas en determinar conducta del individuo.
La teoría de la práctica
Tras la preocupació n planteada por Edmund Leach, en los añ os posteriores se levantó un
interés creciente en el rol que cumple el individuo má s allá del concepto de estructura. Surgen
dos principales propuestas al respecto. La primera, es que las estructuras son algo anterior,
preestablecido, frente a lo cual el individuo puede adaptarse. Autores como Goffman así lo
piensan; la estructura es un marco de interacció n, y el individuo es relativamente libre de elegir
entre distintas opciones a partir de dicho marco. Este tipo de pensamiento, responde a
una teoría que es esencialmente individualista: la estructura existe en cuanto posibilidad del
individuo, y la discusió n no está en có mo el individuo interioriza la estructura. La alternativa, es
la que se sigue de corrientes de pensamiento como el estructuralismo, y que partiendo del
presupuesto de que existe una estructura, se sindica a los individuos como reproductores de la
misma. El individuo, en esta línea teó rica, es visto como un epifenó meno, como reflejo
subyacente de un proceso má s amplio. Como expresió n particular y pequeñ a de algo general y
social. Esta idea se expresa con el término hipostasis; el individuo como hipostasis de la
estructura. La libertad de interacció n sería, por lo tanto, solo una posibilidad estructural.
Ante este contexto, el desafío que se plantean Bourdieu y Giddens es el de dejar de
pensar en ambos conceptos como si estuvieran en mutua oposició n, para poder pensar la
relació n entre estructura y agencia como una de retroalimentació n. La bú squeda, en este caso,
es situarse en el medio de estas dos grandes ideas. Claramente la pregunta sobre estructura y
agencia no es una novedad, es una pregunta antigua, pero su separació n persiste. Superar esta
dualidad es la apuesta de la teoría de la prá ctica de Bourdieu y la teoría de la estructuració n de
Giddens.
Pierre Bourdieu es un soció logo y antropó logo francés, tremendamente influyente,
interesado por las implicancias de las prá cticas. Anthony Giddens, por el otro lado, prefiere
plantearse en términos de agencia, diferencia que esta clase busca explorar. La obra
fundamental del primero fue llevada a cabo entre las décadas de los ’70 y ’80, y otros temas
cruciales en ella son el del poder, y el cruce entre antropología y sociología. Su primera gran
influencia es el estructuralismo de Lévi-Strauss, como puede evidenciarse claramente en textos
tempranos suyos, como “La casa kabile”, y por lo mismo, termina siendo su proyecto uno de
crítica y superació n a su escuela. De todas formas, ya en este trabajo temprano es evidenciable
como Bourdieu comienza a destacar la importancia de la socializació n en la incorporació n de
las formas estructurales y la organizació n cosmoló gica dicotó mica del espacio de la casa y que
ordena las relaciones de género.
Son las prá cticas mundanas y espaciales las que permiten la incorporació n de valores y
formas culturales fundamentales, como sentidos comunes objetivados. Esa incorporació n es a
la que apunta cuando propone el concepto de habitus, que desarrolla en profundidad en su
texto “El sentido prá ctico”. Su pretensió n en este trabajo es el de superar la distinció n entre
objetivismo y subjetivismo. La primera idea nace a partir de la separació n del observador de la
realidad social que se está observando. Pero esa realidad social, esa estructura, no existe fuera
de la prá ctica, por lo que el pretendido des involucramiento es una imposibilidad social. Es en
la prá ctica, afirma Bourdieu, donde se constituye la relació n estructural, y si existe es como una
constante acció n. No puede tratarse, por lo tanto, de un hecho observable externamente. Hay
gestos del conocimiento social, que de cierta forma quedan en el individuo grabados y
acompañ an su proceso de observació n, que es necesariamente acció n, involucramiento.
El objeto de conocimiento es construido, mediante la interacció n de individuos. La teoría
de la prá ctica, por ende, se plantea como abiertamente en contra del materialismo positivista,
“los efectos del conocimiento son construidos y no bá sicamente registrados, y contra el
idealismo intelectualista y que el principio de dicha construcció n es el sistema de las
disposiciones estructuradas y estructurantes, que se constituyen en la prá ctica”. Con
influencias de ambos, pero en un intento de superar sus premisas epistemoló gicas, discute
tanto al estructuralismo levistraussiano como el estructuralismo marxista. Cualquier tipo de
conformació n de estructura tiene que ver con la puesta en prá ctica de disposiciones. É stas son
estructuradas –derivan de experiencias anteriores y tienen un cierto patró n– y son
estructurantes –existe una retroalimentació n entre estructura y agencia. La idea de
disposiciones introduce a la noció n de habitus, que refiere al rol que cumple el pasado, como
conjunto de experiencias estructuradas, en orientar al individuo y su acció n en el presente. En
su lectura diacró nica, somos, en consecuencia, má s que un resultado de experiencias pasadas, y
má s también que las contingencias del presente. Los condicionamientos asociados a una clase
particular producen habitus, sistemas de disposiciones, estructuras estructuradas dispuestas a
funcionar como estructuras estructurantes. Es decir, como principios organizadores de
prá cticas y representaciones que pueden ser objetivamente adaptadas a su meta, sin suponer el
propó sito consciente, ni el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlas y
sin ser, para nada, el producto de la obediencia a determinadas reglas.
Lo importante de esta definició n en negació n es subrayar las ideas de disposiciones y de
propó sito consciente. El habitus no es ni subconsciente ni consciente, los actores tienen
reflexividad y saben pensar lo que está n haciendo, pero al mismo tiempo actú an de una forma
que no es simplemente intencional. El pasado actú a en el presente sin que el individuo sea la
interiorizació n de la estructura por completo. El habitus facilita nuestra conducta diaria,
limitando y engendrando posibilidades en la semi automatizació n de la acció n que propicia la
incorporació n de las disposiciones aprendidas e incorporadas. No es una teoría existencialista,
se está hablando de limitaciones de lo que el individuo pueda ser, pero estas no se dan como
una simple estructura, sino una adaptació n a prá cticas pasadas y presentes. Má s que una
explicació n agonística, para Bourdieu el habitus tiene que ver con la forma en que la prá ctica se
relaciona a un conjunto de posibilidades políticas. Utiliza, al respecto, el concepto de capital
simbó lico, que refiere a una bú squeda de los seres humanos por aumentar su prestigio, su
estatus social, mucho má s que el capital econó mico. De esta forma, el habitus no es igual para
todos, sino que clases sociales, grupos políticos, afiliaciones diversas van conformando un
habitus individual particular, con continuidades y discontinuidades respecto del resto de las
personas con las que interactuamos. Los deseos y las aspiraciones de los grupos son distintas, y
el habitus actú a conforma a aquello. Ahora, ¿qué concepto de norma, regla e institució n deriva
de aquello? Las instituciones son aquel conjunto de prá cticas que refuerzan de la forma má s
durable posible el habitus, algo que tiene que ver con una costumbre. El habitus es incorporado,
y funciona en clave fenomenoló gica como un esquema de percepciones que existe en las
prá cticas mismas de las experiencias corporales. No es, por consiguiente, un conjunto de
normas que seguimos. En la sociología, la regla y la norma se han presentado histó ricamente
como autó nomas (como los hechos sociales de Durkheim), como absoluta y determinante
respecto del individuo. En la teoría de la prá ctica las reglas funcionan como procesos vitales, y
son fundamentales en la medida que forman parte del proceso de incorporació n. La norma es
importante má s allá de ser el resultado de una simple adaptació n, y es un proceso mó vil, no un
hecho trascendente.
El derecho como conjunto de normas institucionalizadas es una forma de monopolizar el
provenir, es un concepto implícito el habitus. Sin embargo, los seres humanos tienen
posibilidad de adaptar las normas con miras a ciertos fines. Aquí tiene una importancia
fundamental el concepto de campo. Cada sociedad, cada grupo social, necesariamente se
configura como un campo, donde lo que está en juego son las posibilidades que tiene el
individuo de moverse a través de este espacio. Este campo no es neutral, es político y tiene que
ver con las posibilidades dadas al individuo.
Tematiza la idea de campo a partir del estudio del parentesco. Tradicionalmente, el
parentesco era un fenó meno social que se estudiaba como un sistema, ya sea en el modelo de la
teoría de la descendencia o en del al teoría de la alianza. Ambas veían el parentesco como un
conjunto de reglas fijas, y que era estudiable científicamente a través de modelos. Para
Bourdieu, el parentesco se juega como un parentesco prá ctico, como un conjunto de acciones
en un determinado campo. Ejemplifica por medio del problema etnográ fico del matrimonio
entre primos paralelos. Distingue entre matrimonios ordinarios y matrimonios extraordinarios,
siendo estos ú ltimos preferibles al permitir mantener o aumentar el prestigio social y proteger
la indivisibilidad del patrimonio. Hay diferencias sociales, respecto de diversos tipos de capital
y que se juegan en el campo respecto a las posibilidades de entablar aquellos matrimonios. Una
familia má s poderosa contará con má s posibilidades de incurrir en un matrimonio
extraordinario y así proteger su capital simbó lico y econó mico. Y esa es una posibilidad que se
da etnográ ficamente, y que ocurre pese al modelo formal de la teoría de intercambio como la
propuso Lévi-Strauss. Vemos entonces una gran diferencia entre el discurso y las prá cticas, un
parentesco de representació n y uno prá ctico. Ello refleja como el habitus actú a como una serie
de disposiciones sin necesariamente ser determinado, y disfraza de algo ideal algo que no es
ideal.
¿Por qué en muchos casos creemos que el matrimonio representa deseos íntimos
cuando está generado por un habitus? El amor especialmente aprobado y predispuesto al éxito,
no es otra cosa que el propio destino social, las relaciones amorosas tienen que ver con las
presiones exteriores. Otra característica del matrimonio es que nunca es un acto que pueda ser
dividido de otros matrimonios, siempre se relacionan entre sí. Un matrimonio es distinto en
base a las relaciones que se establezcan. Por las mismas razones que en muchos países el hijo
menor debía volverse cura, porque había una jerarquía de edad en base a la posibilidad de
contraer matrimonios, el matrimonio de un hijo depende de su posició n y del conjunto de los
otros matrimonios. De una cierta forma existen presiones sociales para que hayan ciertos usos
del parentesco, en este caso significa hablar de matrimonio.
Relativamente contemporá neo a Bourdieu, Giddens es conocido por el estudio de la
modernidad y el campo social –clá sica pregunta socioló gica. Su obra principal es “La
constitució n de la sociedad”, donde elabora la idea de estructuració n. Para su caso, no debiera
sorprendernos que la bú squeda por la agencia en la estructura es, en ú ltimo término, una
bú squeda por alternativas políticas. Así, la teoría de la estructuració n nace a partir de una
crítica a la sociología naturalista, a la presunció n de que la estructura es previa al individuo. Si,
como Durkheim, creemos que el orden social existe de forma exterior, dejamos al individuo con
pocas posibilidades de modificació n. La intenció n es decir que el individuo puede reiterar y
cambiar el orden social. La pretensió n naturalista es la de aplicar sus esquemas conceptuales a
sociedades complejas, y en este punto Giddens –a diferencia de Bourdieu– tuvo una importante
influencia de la hermenéutica en sociología. Por eso, la idea fundamental de la estructuració n es
que la estructura social funciona dualmente; siendo, al mismo tiempo, un medio para la acció n
y el resultado de ésta. Esto acarrea que la estructura es algo profundamente diná mico, y no
preexiste a la acció n del individuo. Pero también es una alternativa a la preeminencia del sujeto
a la estructura. Por lo tanto, el dominio primario de estudio de las ciencias sociales no debiera
ser ni la inminencia del actor individual, ni la existencia de alguna forma de totalidad societal;
sino prá cticas sociales ordenadas en un espacio humano.
Las actividades sociales humanas que se autoreproducen son recursivas, lo que equivale
a decir que los actores no les dan nacimiento, sino que las recrean a través del mismo medio.
Pero ello no implica que sean preexistentes, sino que residen en la acció n y se expresan en
tanto actores. En sus actividades los agentes reproducen las condiciones que hacen posibles
dichas actividades, y con ello van reproduciendo la estructura en la medida que es utilizada
como un medio. Un punto fundamental para Giddens es que la acció n de cualquier tipo es tanto
subconsciente como reflexiva, es decir, sabemos racionalizar y teorizar sobre nuestras mismas
acciones, y esto las direcciona, pero a la vez también hacemos cosas sin razó n. Entonces, existen
elementos de má s larga duració n, tanto individuales como sociales, que influyen en las acciones
má s reflexivas sin que exista una claridad respecto a có mo exactamente. Plantea, por ejemplo,
una divisió n entre motivos, consciencia prá ctica y consciencia discursiva. Hay motivos que no
son explicables, una consciencia prá ctica que es racional y una consciencia discursiva que
permite a los actores teorizar acerca de los motivos de su acció n pese a que en muchos casos
son irracionales. El individuo es capaz de tener muchas posibilidades sociales, sin embargo, es
caracterizado por lo que él define como obrar: un tipo de acció n que es consciente e
inconsciente a la vez. Sin embargo, que no haya intencionalidad no quiere decir que no haya
agencia, obrar no denota las intenciones agentivas, sino la posibilidad de hacer cosas.
La estructura, para Giddens, es un conjunto de predisposiciones y recursos. No está del
todo interesado en el poder, pero reconoce que las posibilidades de diferencia política –que
define como recursos– no son ú nicamente dispersos (como diría Foucault, productos de
discursos histó ricos), ni ú nicamente el resultado de una intencionalidad; el poder es tanto
disperso como concentrado. Los recursos son propiedades estructurales de sistemas sociales
que agentes entendidos utilizan y reproducen. No son nunca individuales, pese a que podemos
utilizarlos y reproducirlos, dependen siempre de la estructura. Finalmente, son los medios a
través de los cuales se ejerce poder, o pueden funcionar como un elemento de la rutina, de la
actualizació n de la conducta en una reproducció n social.
Estructura denota, entonces, las propiedades articuladoras que consciente la ligazó n de
un espacio-tiempo en determinados sistemas sociales. Para Bourdieu hay una diferencia entre
estructura y sistema; sistema es un conjunto de prá cticas visibles que tienen cierto patró n,
estructura los principios que determinan la acció n. La estructuració n son aquellas condiciones
que gobiernan la continuidad o la transmutació n de estructuras, en consecuencia, la
reproducció n de sistemas sociales. No es simplemente algo social, pero si es considerada como
algo social. Por ende, existe una idea de estructura como un conjunto de prá cticas que no son
simplemente resultado de una sociedad sino que son resultado de un proceso en espacio y
tiempo. Allí hay una clara influencia de la fenomenología en Giddens, evidente en el concepto de
distintas duraciones. Existen duraciones de experiencias cotidianas, existe un tiempo
irreversible –que es la experiencia de vida de un individuo, obviamente limitada– y existe una
larga duració n de las instituciones. Estos tres procesos son los que determinan al individuo. La
institució n, en este caso, no es algo definible, solo es principios estructurales que tienen larga
duració n.
Para concluir, otro punto relevante. Para Bourdieu, esta diferencia entre estructuras,
sistema y estructuració n, es una diferencia existente entre estructura, modalidad y una
interacció n; que no son determinados entre sí sino retroalimentados, por medio de la
dominació n, significació n y legitimació n. Significació n tiene que ver con la comunicació n,
dominació n se concretiza en interacciones donde evidencia el poder y la legitimació n tiene que
ver con la sanció n. El punto fundamental es que, para Giddens, la estructura existe tanto como
teoría y en cuanto a institució n. Se puede decir, entonces, que existe una teoría de la
significació n pero también ó rdenes simbó licos, como procesos sociales que rectifican sus
principios teó ricos.
La sociedad imaginada
Lo que plantea Anderson es que en la nació n moderna, nace a partir de ciertos medios y
representaciones, para que los miembros de una nació n se sientan parte de una comunidad. En
el texto van a leer un estudio clá sico de un pueblo españ ol, donde existe una muy fuerte
identificació n con el pueblo unido, esto oculta profunda desigualdad, entre los dueñ os de tierra
y el pueblo, sin embargo esto es solucionado con la exacerbació n de las diferencias con otros
pueblos, el sentido de comunidad se refiere a las diferencias estereotipicas, sin embargo estas
diferencias son simplificaciones, la vida dentro de la comunidad tiene una diferencia que va
má s allá del estereotipo, pero este estereotipo entrega una vocabulario de valores por medio de
las cuales las personas se identifica, aunque en la prá ctica no se cumpla, el poder de la
comunidad es a través de esta institució n que se permite que la gente de sentido a su vida
social. Un ejemplo como en Dumont el sentido de la casta es dado porque no es la otra casta. El
concepto de comunidad es má s fuerte donde no existe comunidad, lo que ocurre es que se
produce una necesidad moderna de generar pertenencia, la comunidad es resultado de la
sociedad moderna y no su fin. ¿Cuá l es el rol que cumple el individuo en este contexto? En
cierta forma existe un desplazamiento de la agencia, hacia la comunidad, los individuos lo que
tienen capacidad de hacer es ocupar los recursos simbó licos para entregar sentido a su misma
vida, sin embargo esta libertad consiste porque la comunidad existe independientemente de lo
que hagan los individuos, el estereotipo sigue reproduciéndose en términos tanto positivos
como negativos, esta una tesis es simbó lica, lo ú nico que es estructural es la posibilidad de que
la comunidad existe en cuanto relaciones simbó licas entre comunidades, es una cierta crítica al
nominalismo, que significaría pensar la comunidad como cosa, pero es producció n mental. Los
puntos en comú n entre los autores son difusos, lo que se observa en relació n Cohen con
Castoriadis es el rol que cumplen los aspectos no materiales y a la vez sociales del imaginario, el
imaginario es justamente el objeto de estudio de Castoriadis.
El texto que han leído, es un capítulo de la segunda parte, de “Institució n Imaginaria de
la Sociedad” este título es emblemá tico, la sociedad es producto de la fantasía, en realidad no
existe, esta interpretació n inicial es verdadera y falsa en relació n de la tesis central de
Castoriadis, él es un filó sofo, sin embargo su obra ha sido fundamental en cuanto redescubre un
significado social del imaginario, el imaginario es algo bastante curioso en un autor que en un
principio se definía a sí mismo como marxista. La idea fundamental de Castoriadis es ver las
formas sociales políticas y econó micas que constituyen el imaginario sin caer en un
determinismo material, retoma mucho del marxismo, sin embargo también plantea una crítica
muy fuerte al marxismo ortodoxo, el marxismo en sí mismo observa un cará cter de una elite
burocrá tica, esto es un eje fundamental al hablar de la diferencia entre autonomía y
heteronomía, que explicaremos luego. Lo que le interesa, es la relació n entre sociedad y
ontología, lo que parece casi una contradicció n, se entiende que la ontología trasciende lo
social, lo que plantea Castoriadis, es que el imaginario es lo que permite ver la relació n histó rica
con lo que es la pregunta por el ser y la sociedad. Primero antes que nada, imaginació n es una
palabra muy distinta a imaginario, sin embargo, en su sentido bá sico, imaginació n tiene que ver
mucho con la palabra imago o sea imagen, que no es una representació n posterior de la
realidad, sino la forma de la realidad, la imaginació n es como el ser se presenta en su forma
bá sica, esto tiene que ver con una crítica bastante de largo aliento respecto a la dimensió n
clá sica, en base a dos autores en particular, Aristó teles y Kant, para el primero la imaginació n
era una forma de reunir, representar y explicar de forma coherente las sensaciones, lo que
ocurre es que la imaginació n reú ne estas representaciones en forma posterior, Kant plantea
algo parecido, en que no existe ningú n tipo de conocimiento a priori de la realidad, el
conocimiento que necesita ser analizado en base a los sentidos, para Kant la imaginació n es una
forma posterior del pensamiento que no es ilusoria, sino que fundamental, la imaginació n
puede ser puesta bajo un aná lisis racional. Para Catoriadis estas tesis evitan ver la imaginació n
en cuanto creatividad imaginaria, la imaginació n no es una forma de representar el mundo, sino
una forma de crear el mundo, el ser es por ende un ser como creació n, no existe un ser
determinado que puede ser capturado por aná lisis, ni racional ni fenomenoló gico, sino que es
un producto de la creació n constante de la imaginació n, la imaginació n no es un trabajo de
fantasía o representació n falsa o poco científica de la realidad, sino que es la realidad misma,
hay un interés profundo en el ser, el ser en sí mismo no existe fuera de la imaginació n, tiene
sentido solo dentro de esta, el ser por ende es una creatividad y
creació n constante, es un proceso de devenir, una creació n exnihilo que significa de la nada, no
es una reproducció n de lo que existe, ni es una modificació n de lo existente porque no existe
nada que no sea imaginació n. Por ende la imaginació n no es producció n, que es una palabra
típica que significa transformar algo en algo distinto, la imaginació n es un proceso constante,
siempre algo nuevo, es una tesis histó rica, el ser existe solo en cuanto creació n histó rica, y no
en cuanto un momento sino constante, otro punto fundamental es que nos permite hablar de
sociedad, este concepto de imaginació n que es colectiva y social, tiene mucho que ver con una
indeterminació n, el ser no puede ser determinado en base a relaciones preexistentes, no es
regeneració n, por lo que cualquier estudio de la sociedad es un estudio de la indeterminació n,
ahora, sin entrar en detalles, Castoriadis esta interesado en el psicoaná lisis, él plantea que hay
una imaginació n radical persona y una imaginació n má s social, ambos son partes del mismo
proceso y no al revés, como en Freud, que existe la idea de una autonormativa social para
reprimirme, para Castoriadis individuo y sociedad son parte del mismo proceso imaginario,
esto es muy importante, porque se pone un énfasis muy importante en el concepto de tiempo.
Ahora, uno de los conceptos claves que usa Castoriadis, es el de “magma”, para él lo que
ocurre es que cualquier fenó meno es un conjunto de energía indeterminado, esto es lo que
existe y puede ser un fenó meno del pensamiento, de la sociedad, cualquier tipo de fenó meno lo
que ocurre es que de una cierta forma hay una afá n en determinar algo que es indeterminado,
por ende, el magma se transforma teó ricamente mediante un pensamiento, una visió n de
determinació n respecto a algo indeterminado, esto funciona mediante una “ló gica heredada”,
eso es esencialmente un tipo de ló gica que plantea una continuidad en el tiempo, determinista,
y también en un sentido identitario, lo que en este caso se refiere a la posibilidad de que se
puedan reducir ciertos fenó menos a algo idéntico, es un poco lo que es muy relevante, hay una
tradició n muy amplia en la filosofía que es heredada que pone énfasis en un tipo de ontología
conjunto identitaria o heredada, es la tradició n clá sica, y lo que plantea Castoriadis con su idea
de imaginario es una ontología histó rica social, esta es su novedad, el pensamiento lo que
debería hacer es reconocer el ser como algo en un proceso de creació n y no como algo
determinado que nosotros mismos lo identificamos. El énfasis se vuelve no al mundo de las
ideas sino de la sociedad y la historia, la diferencia fundamental es que se interesa en la historia
en cuanto principio de causalidad, es decir que lo que ocurre ahora no debe ser explicado a
partir de concatenamientos, el problema de esta causalidad, es que es siempre negació n de la
alteridad, afirmació n de una doble identidad, puesto que una y otra se pertenece necesaria y
recíprocamente, alteridad no refiere a un fenó meno social sino un fenó meno ontoló gico. Nos
referimos a la institució n del Legein y Tekhein, son dos caras de la misma moneda que tiene
que ver con la forma que la institució n entrega una ontología, componentes ineliminable de la
acció n social, el primero refiere a la ley y el segundo a la técnica, uno refiere al representar y
decir social, la forma en que se dicen cosas, como distinguir, relatar. El otro es la producció n
identitaria del quehacer social, es decir, que en la prá ctica quien permite la consolidació n de
una ontología conjunto identitaria, tiene que ver con las acciones de adaptar, fabricar,
construir, que son aspectos que Castoriadis define como institució n, que se refiere al poder de
estos dos conceptos de determinar una ontología conjunto identitaria. Ahora ¿qué es la
sociedad? La sociedad no es cosa, no es sujeto, ni idea, ni colecció n de cosas, sujetos o ideas. La
sociedad no es un conjunto de individuos, porque no tiene sentido suponer que el lenguaje
producció n, reglas sociales serían propiedades adicionales que emergerían en el caso de
yuxtaponer una cantidad suficiente de tipos, estos individuos no solo serían diferentes, sino
que inexistentes o inconcebibles al margen de estas identidades colectivas o con anterioridad a
ellas, y que por ello se le pueda reducir a dichas propiedades, suponer la sociedad como
conjunto de individuo, implica suponer al individuo como algo determinado, es colocar un
cará cter finalista, un principio de determinació n contractual, la idea de que la sociedad pueda
servir a un individuo. Si la sociedad no es nada de lo que podamos pensar de qué se trata la
sociedad, la sociedad no existe en un sentido material, sino que existen imaginarios sociales, no
hay articulació n de lo social que se dé de una vez para siempre, la sociedad es creació n
constante, una génesis ontoló gica, el imaginario es una forma constante de creació n a partir de
generalidades, no puede ser reducido por ende a la sociedad como conjunto de individuos, la
sociedad no se reproduce sino que se crea, esta autocreació n es lo que Castoriadis plantea
como una poiesis.
La institució n es fundamentalmente una institució n social del tiempo, lo que tiene que
ver con la forma en que distintas sociedades producen el tiempo, el tiempo es un tiempo legal,
este tiempo tiene que ver en muchos casos con las condiciones socioeconó micas que plantea en
la sociedad, ejemplo claro es el capitalismo, que tiene que ver con una forma de organizar el
tiempo, entender como funciona este flujo significa poder modificar las condiciones de
existencia, esta es una cercanía con Marx al no separar teoría y prá ctica, por ejemplo, el tiempo
capitalista, es un flujo mesurable, es uniforme, es aritmético, nosotros estamos acostumbrados
a este tiempo como el tiempo natural, sin embargo para Castoriadis hablar de imaginació n
significa que el tiempo es só lo y necesariamente producto del ser humano, y no existe otro
tiempo que no sea del ser humano, no existe otro tiempo que no sea parte del hacer sociedad
particular en el que se constituye, o sea hablar de tiempo cíclico no significa que otras
sociedades imponen ló gicas propias, sobre lo lineal y aritmético, sino que son distintas formas
de crear el ser mediante la imaginació n. Las consecuencias de esto, es que la sociedad es
esencialmente indeterminada, lo que podemos hacer es describir la forma en que la sociedad se
determina a partir del tiempo, y no como determinada, no es tratar de ver la causalidad, sino de
entender el flujo, que se ve determinada por cierta institució n, este es el aná lisis es fisicalistas,
esto es la idea de que la sociedad se puede estudiar en comparació n con el mundo físico
natural, parecido a la tesis funcionalistas, la misma oposició n ló gica podría mostrar la totalidad
de la realidad. En segunda instancia, individuo y sociedad está n vinculados en Castoriadis de
forma no mecá nica, la sociedad no es el conjunto de individuos, ni el conjunto de individuos son
el conjunto de la sociedad, ambos son elementos indeterminados del ser como creació n y de la
creatividad imaginaria. El tercer punto ¿Cuá l es el rol político de este tipo de aná lisis? Para este
autor las sociedades se dividen entre sociedades con autonomía y heteronomía, autonomía son
sociedades que reconocen su misma ley como necesarias y las mantienen, son sociedades
precapitalistas. Sociedades complejas tienen un cará cter heteronó mico, son de un tiempo
capitalista es visto como naturalizado en base a algo externo, es impedir ver el cará cter
institucional de lo que parece natural, esta norma se refleja en una forma de organizació n del
tiempo. Hay una valorizació n positiva de la autonomía en cuanto comprensió n crítica de la
misma forma en que no entregan una responsabilidad a factores externos de la sociedad (dios,
ciencia, etc.)
Deleuzze su obra es parte de un libro “Mil Mesetas” que es el segundo tomo del “Anti
edipo” , que pertenecen a Capitalismo y esquizofrenia, la pregunta por la inmanencia, que se
opone a la trascendencia, la idea de un algo trascendentes de la realidad empírica. Deleuzze
postula una tesis antiempiricista, el empiricismo de Deleuzze es plantear una filosofía que
renuncie a una intenció n trascendental, un nivel en el cual existe só lo una substancia
compartida, el conocimiento no puede llegar a ningú n tipo, no existen esencias, no existe algo
aislable, lo que existe son relaciones, esto es un poco el contexto general, en el rizoma hay
relaciones. Esta propuesta genera posibilidades como la Latour de una sociedad de redes.
Ahora, no hablar de esencias significa invertir la relació n clá sica sobre identidad y diferencia,
primero existe algo idéntico y después algo diferente. En base a esta idea de fragmentació n,
para Deleuzze todo lo que existe es diferencia, cualquier tipo de identificació n es una
imposició n, mientras que lo real es que hay que priorizar la diferencia. Lo que comienza es la
diferencia no la identidad. Por ejemplo, no existe diferencias a priori entre humano y no
humano, lo que la diferencia son prá cticas, las sociedades está n caracterizadas no por el ser,
sino por el devenir. El libro Capitalismo y Esquizofrenia, es una crítica al psicoaná lisis como
una represió n del deseo, el deseo es algo productivo que permite nuevas formas, el capitalismo
sería una forma má s de reprimir el deseo, sin embargo el rizoma no es una tesis sobre el
capitalismo, sino sobre el pensamiento, sociedad y la producció n literaria, es posible esta
aplicació n porque nada es trascendental, sino que todo es inmanente. La metá fora es que el
rizoma no tiene un centro, a diferencia de los á rboles (recordemos que la metá fora es botá nica)
Este libro no es una explicació n de lo que ocurre en la realidad, sino que es una línea má s de
una estructura rizomatica, es creativo, el rizoma es un grupo de relaciones indeterminadas, es
una má quina, una má quina puede ser una sociedad o individuos, pero puede ser má s que eso,
lo importante no es relevante la identidad sino la relació n, la agencia es desplazada hacia la
relació n, o hacia lo entes, ahora, otro concepto relevante, es el concepto de
desterritorializació n, asociado a un concepto de má quina que es el del “cuerpo sin ó rgano” que
es otra metá fora de un cuerpo sin estructura estable, un cuerpo desestructurado. Veremos
algunos de los principios de la definició n de rizoma, escribir no tiene que ver con significar,
sino que describe las relaciones. Y es distinto al libro raíz que es una idea con raíces que existe
en niveles. 1) principio de heteregoneidad y relació n, cualquier punto del rizoma puede ser
conectado con cualquier otro pero debe ser conectado. 2) multiplicidad, solo cuando lo mú ltiple
es tratado como sustantivo deja de ser tratado como uno. Lo que es mú ltiple en el á rbol
siempre es unívoco, una multiplicidad no tiene ni sujeto ni objeto, solo tiene tamañ os,
dimensiones. 3) principio de ruptura asignificante, un rizoma puede ser roto, interrumpido,
pero siempre recomienza en su línea. 4) principio de cartografía, no tiene una estructura que
puede explicar el á rbol hace calco, el rizoma es mapa y no calco, si el mapa se opone al calco es
porque está dirigido a la experimentació n, el mapa es abierto, desmontable, puede ser roto,
alterado, el rizoma funciona como una cartografía en proceso, la diferencia entre rizoma y
á rbol, que conecta cualquier punto con otro cualquiera. El á rbol puede ser explicado desde el
Estado, entendido como una forma de imponer forma a un rizoma, es un ideal de nomadismo,
lo que es la posibilidad de abrir nueva línea, un nó made abre líneas sin determinació n, el
rizoma es un proceso de territorializació n, y el Estado es el que impone desterritorializació n,
el nomadismo es crear las líneas del territorio, también necesita guerra como el Estado, la
nomadología corresponde esencialmente a una má quina de guerra contra el Estado, desde
siempre el Estado es el modelo del libro y del pensamiento. ¿Có mo trasladamos el rizoma a la
antropología? Fueron los mismo antropó logos los que sugirieron esta idea de Deleuzze, má s
que buscar la razó n de lo social, se estudia lo social en base a relaciones.