Fallo Neuquen
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obligatoria de la niña sin necesidad de intervención
judicial.
Finaliza diciendo que la pretensión entablada no
puede ser admitida por tratarse de una cuestión que no es
justiciable, en tanto es de competencia de las autoridades
administrativas legalmente facultadas al efecto.
En virtud de los fundamentos expuestos, resuelve
rechazar por inadmisible la acción promovida.
3. A fs.16/17 la Sra. Defensora del Niño apela la
sentencia por considerar que causa gravamen irreparable al
derecho a la educación de su representada, la niña E.B.
Sostiene que el resolutorio incurre en errónea
aplicación de las normas jurídicas y aplica normas que han
quedado derogadas por otras posteriores.
Señala que las previsiones constitucionales de la
acción expedita de amparo, que tiene raigambre convencional
en el artículo 8 de la Convención Americana de Derechos del
Hombre, no exigen que se agoten las vías administrativas.
Precisa que esa prescripción, sí la contiene la
Ley provincial 1.981, en su artículo 3, pero ha quedado
derogada por las Constituciones Nacional y provincial, que en
sus Arts.43 y 59, respectivamente, establecen que la vía del
amparo se aplica para proteger vulneración de derechos
constitucionales, cuando no exista otra vía judicial más
idónea. Y dice que con ello quedo zanjada la histórica
discusión doctrinaria acerca de los requisitos para habilitar
la vía del amparo.
Sostiene que la solución que brinda el decisorio
dictado por la Jueza de primera instancia, es la aplicación
del Art. 23 de la Ley provincial 242 de creación del Consejo
Provincial de Educación. Expresa que esta ley de 1962
instituye un sistema de multas para los padres que no
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Más aún, cuando lo resuelto obtura la posibilidad
de acceso a la jurisdicción de la Defensoría del Niño, quien
ejerce la acción ante la existencia de intereses
contrapuestos entre la niña y su progenitora, en tanto se
denuncia que la conducta materna es el acto manifiestamente
arbitrario e ilegal que vulnera el derecho constitucional de
la niña, lo que conlleva incumplimiento de la
responsabilidad parental en lo atinente a la educación de su
hija (Art. 103 b), II) del Código Civil y Comercial, por lo
cual la intervención judicial deviene imprescindible.
Es importante recordar que en ningún caso, la
búsqueda de soluciones alternativas a la judicialización de
los conflictos - que por otro lado, consta en autos se ha
llevado a cabo, aunque con resultado negativo-, puede ser
motivo para no atender a quien acude en busca de tutela
judicial efectiva.
También se debe considerar que la demora en la
urgente satisfacción del derecho cuya vulneración se
denuncia, ocasiona un perjuicio grave actual y futuro a la
niña titular (teniendo en cuenta que al presente tiene casi 8
años y no asiste a la escuela primaria).
En ese aspecto cabe recordar que la determinación
de los derechos de la persona en un tiempo razonable impone
al Estado diligencia y celeridad en los procedimientos que
involucran la especial protección de los Derechos Humanos de
Niños, Niñas y Adolescentes a fin de no incurrir en
responsabilidad internacional.
Por todo lo expuesto, concluyo que hay infracción
constitucional en tanto la judicatura en las instancias
anteriores omite total y absolutamente su obligación de
brindar atención primordial al interés superior del niño
contemplada en el artículo 3.1 de la Convención Internacional
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c) el derecho de la niña a ser oída y a que su
opinión sea tenida en cuenta de acuerdo a su edad y grado de
madurez, considerando que conforme expresa la Lic. Graciela
Parada le “manifestó que le había solicitado no concurrir más
a la escuela, ya que deseaba „estar con su mamá‟”.
d) derecho a la tutela judicial efectiva, que
debe ser garantizado además por la calidad de persona en
situación de vulnerabilidad de la niña y por los intereses
contrapuestos con su progenitora, dado el incumplimiento de
su responsabilidad parental en el aspecto referido.
Ahora bien, una vez cumplida la evaluación de los
derechos, procedo a sopesarlos y determinar concretamente el
interés superior de la niña E.B.
Así, concluyo que en este marco, el interés
superior de la niña E.B. cuya efectivización resulta
primordial, es su derecho –y obligación- a la escolarización.
Éste prevalece sobre la opinión que la madre
pueda tener respecto del sistema de educación formal. Ello
así, pues la decisión de excluirla de la escuela conlleva
consecuencias dañosas para el presente y futuro de la niña
E.B., quien –redunda decirlo- es una persona diferente de la
madre y no debe cargar con las consecuencias de decisiones
que se fundan en opciones personales de vida.
Sin perjuicio de ello, el derecho que asiste a la
progenitora de brindarle una educación de acuerdo a los
valores familiares y/o religiosos, podrá ser satisfecho en el
seno del hogar, en forma simultánea a la escolarización.
Respecto de la opinión de la propia niña –vertida
ante la Lic. Graciela Parada en la Defensoría de los Derechos
del Niño y también transmitida por la madre –que siempre ha
señalado que fue la niña quien decidió no ir más a la
escuela-, la he considerado, mas estimo que en función de su
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