La Perseverancia de Los Santos

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Jacobus Arminius

Jacobus Arminius, fundador de la doctrina. El arminianismo es una doctrina fundada


por Jacobus Arminius y formada a partir de la impugnación del dogma calvinista de la
doble predestinación. Específicamente esta teología sustenta la salvación en la fe del
Hombre y no en la Gracia (Jesucristo) es decir si pierdes la fe, pierdes la salvación,
negando así la presencia de Dios como conocimiento de quien se salva y quien no se
salva (elección o predestinación)1. Sus principios se formularon en el manifiesto de
cinco puntos, Remosntrans, publicado en 1610. Los arminianos daban especial
importancia al libre albedrío y la doctrina encontró adeptos entre la burguesía mercantil
y republicana de los Países Bajos.

En 1618 fue condenada por el sínodo de Dordrecht a instancias de los calvinistas


intransigentes y monárquicos. Van Olderbarnevelt y otros dirigentes principales fueron
entonces ejecutados mientras otros muchos, entre los que se encontraban Hugo Grocio y
Simón Episcopus, tuvieron que exiliarse. La teología arminiana contribuyó a la
aparición del Metodismo en Inglaterra. Sin embargo, no todos los predicadores
metodistas del siglo XVIII fueron arminianos, pero sí John Wesley y el grupo más
grande de los metodistas ha sido arminianos.

Otras denominaciones arminianas son algunas Iglesias Pentecostales (Metodista


Pentecostal de Chile); Presbiterianos; los Adventistas del séptimo día; las Iglesias de
Cristo y otras del movimiento restauracionista; y las Iglesias Bautistas Generales.
Muchos anglicanos también. La Iglesia Católica Romana cree en la libertad de la
voluntad humana y que toda persona tiene la posibilidad de recibir salvación y que una
vez que recibe la salvación, también la puede perder.
Juan Calvino

Juan Calvino, nacido como Jean Cauvin en Noyon, Picardía, Francia, era hijo de Gérard
Cauvin y Jeanne Lefranc. Fue excelente en sus estudios y profundamente religioso
desde su juventud.

Sus primeros estudios estuvieron destinados a la carrera eclesiástica. Así es que recibió
formación inicial en el College de la Marche y en el College de Montaigne. El padre de
Calvino era abogado y en 1523 envía a su hijo, que por entonces tenía 14 años, a la
Universidad de París a estudiar humanidades y leyes. A instancias de su padre que
pretendía que Juan Calvino siguiera el camino de las leyes, se enroló en las
universidades de Orleáns y Bourgues. En 1532, se doctora en leyes en Orléans. Durante
su paso por los claustros universitarios tomó contacto con las ideas humanistas y
reformadas. En abril de 1532, cuando Calvino contaba con 22 años de edad, publicó un
comentario sobre el De Clementia de Séneca, trabajo que puso en evidencia sus dotes
como pensador. No está claro, del todo, cuándo Calvino se convierte al protestantismo.

Su conversión

En 1535 tuvo una experiencia personal que marcaría su destino. Con poco más de 20
años adoptó los puntos de vista de Lutero: negación de la autoridad de la iglesia de
Roma por derecho divino, negando la sucesión apostólica desde el apóstol Pedro, y
dando primordial importancia de la Biblia como única regla de fe y conducta,
destacando la doctrina de la justificación del hombre por medio de la gracia, mediante la
fe, y no por las obras.

Calvino en Ginebra

La reforma se asentaba en Europa gracias a la obra de algunos reformados. Tal vez uno
de los más extraordinarios fue el pastor de origen francés William Farel, quien después
de ser perseguido y apedreado, gracias a su voluntad y a su capacidad destructiva
desacreditó y expulsó de Ginebra a la antigua fe católica. Así, el 21 de mayo de 1536
consiguió en la plaza pública de Ginebra, mediante la institución de la teocracia, que
todos aceptaran vivir "según el Evangelio y la palabra de Dios", lo cual le abre las
puertas de un poder enorme: el de unir el Evangelio y la palabra de Dios al gobierno.

Al enterarse Farel de que Calvino en su viaje a Saboya pernoctaba en Ginebra, lo visitó


donde éste se hospedaba y lo convenció de que permaneciese en Ginebra para realizar la
obra que Farel reconocía superior a sus fuerzas. Calvino, de 26 años, era ya reconocido
en toda Europa por su obra recién publicada y que trataba sobre el asentamiento
institucional del cristianismo reformado.

Calvino se instaló en Ginebra e hizo declarar a todo el pueblo, bajo juramento, el


asentimiento a una confesión de fe que contenía la renuncia al papismo. Después indicó
que no podría someterse a una normativa que había promulgado el cantón de Berna. Por
ello los síndicos de Ginebra convocaron una asamblea y se ordenó que tanto Calvino
como Farel abandonaran la ciudad, por rehusar a administrar los sacramentos. Calvino
se retiró a Estrasburgo (Francia) y estableció allí una iglesia francesa; también fue
profesor de teología.
El regreso de Calvino

El 13 de septiembre de 1541 los ginebrinos volvieron a llamarle y, esta vez, Calvino no


se limitó a predicar y a tratar de influir en las costumbres, sino que asumió un verdadero
poder político, que ejercería durante 25 años, hasta su muerte. Estableció una forma de
disciplina eclesiástica y una jurisdicción consistorial con el poder de infligir censuras y
castigos canónicos, incluyendo la excomunión.

Un consistorio de ancianos y de pastores, dotado de amplios poderes para castigar,


vigilaba y reprimía algunas conductas: fueron prohibidos y perseguidos el adulterio, la
fornicación, el juego, la bebida, el baile y las canciones obscenas; hizo obligatoria la
asistencia regular a los servicios religiosos.

El Consistorio de Ginebra condenó a Miguel Servet por negar la Trinidad. Pese a que
frecuentemente se hace recaer sobre Calvino la condena a muerte a Miguel Servet, sus
cartas muestran que luchó para que rectificase y mitigar su condena. “Quiero que se
remita la severidad del castigo”, sostuvo. Dice Turritine: "Los historiadores no afirman
en lugar alguno, ni se desprende de ninguna consideración, que Calvino instigara a los
magistrados a que quemaran a Servet..." Sin embargo, es claro que Calvino defendía la
tesis de que los herejes que no se retracten deben ser ejecutados, aunque no mediante
hogueras o tormentos. Por ello, desde el mismo momento en que Servet fue llevado a la
hoguera, se discutió vivamente en Ginebra sobre el tipo de castigo para quienes no
compartían sus opiniones en materia de fe. Calvino publicó de inmediato Defensa de la
legítima fe y de la Trinidad contra los espantosos errores de Servet.

Sin embargo, Sebastian Castellio, otro reformador francés radicado en Ginebra, escritor
y teólogo, escribió en 1554 De herectis an sint persequendi, el "Manifiesto de la
tolerancia", una refutación de la tesis según la cual los herejes deben ser ejecutados,
donde denuncia que Servet fue víctima de la intolerancia de Calvino: "Matar a un
hombre no es nunca defender una doctrina, sino matar a un hombre". Casiodoro Reina
tradujo este texto al castellano y se ganó con ello la animadversión de los calvinistas.

El calvinismo

Era más fuerte que el luteranismo. Se simplificó la celebración religiosa católica, que
utilizaba música, vitrales con imágenes de episodios bíblicos, de apóstoles y de santos.
Se apagó el sonido de las campanas, se retiraron los instrumentos musicales, el arte
religioso y todo ornato. El culto se redujo a la oración y a la recitación de salmos, y en
templos extremadamente austeros también fueron eliminados los altares. La lucha por
imponer todas estas innovaciones se prolongó hasta con persecuciones, destierros y
ejecuciones. Después de la muerte de Lutero, el propio Calvino se esforzó hasta el final
de su vida por hacer proselitismo, extendiendo su influencia religiosa, especialmente
hacia Francia. Muerto Zuinglio en 1531, Calvino se había erigido en el principal
dirigente del protestantismo europeo, capaz de hacer frente a la Contrarreforma católica-
romana. El calvinismo superó pronto en influencia al luteranismo (limitado al norte de
Alemania y los países escandinavos): calvinista fue el protestantismo dominante en
Suiza y en Holanda, así como el de los hugonotes franceses, los presbiterianos
escoceses o los puritanos ingleses (que después emigraron a Norteamérica), y otras
comunidades importantes de tendencia calvinista surgieron en países como Hungría,
Polonia y Alemania.
Calvino se opuso siempre a la fusión de las iglesias reformadas inspiradas por él con las
de inspiración luterana, alegando irreductibles diferencias teológicas, singularmente la
de la predestinación: según Calvino, citando a San Pablo (Efesios 1:11; Romanos 8:29-
30, etc.), Dios conoce de antemano y llama a quiénes se salvarán, por la predicación del
Evangelio; pues mediante la gracia irresistible, éstos son atraídos a él, y las buenas
obras no constituyen ningún mérito ante Dios para salvarse, sino una conducta también

El testamento de Calvino

Ante la proximidad de su muerte, Calvino redactó su testamento, diciendo: «Doy


testimonio de que vivo y me propongo morir en esta fe que Dios me ha dado por medio
de Su Evangelio, y que no dependo de nada más para la salvación que la libre elección
que Él ha hecho de mí. De todo corazón abrazo Su misericordia, por medio de la cual
todos mis pecados quedan cubiertos, por causa de Cristo, y por causa de Su muerte y
padecimientos. Según la medida de la gracia que me ha sido dada, he enseñado esta
Palabra pura y sencilla, mediante sermones, acciones y exposiciones de esta Escritura.
En todas mis batallas con los enemigos de la verdad no he empleado sofismas, sino que
he luchado la buena batalla de manera frontal y directa.»

Calvino mantuvo su salario de cien coronas y rehusó aceptar más. Después de vivir 55
años, sólo dejó 300 coronas a sus herederos, incluyendo el valor de su biblioteca, que se
vendió a gran precio. Cuando Calvino abandonó Estrasburgo para volverse a Ginebra,
quisieron darle los privilegios de ciudadano libre de su ciudad y el salario de un
prebendado, que le había sido asignado. Aceptó lo primero, pero rehusó rotundamente
lo segundo. Llevó consigo a uno de sus hermanos a Ginebra, pero jamás se esforzó por
que se le diera un puesto honorífico, como hubiera hecho cualquiera que poseyera su
posición. Desde luego, se cuidó de la honra de la familia de su hermano, consiguiéndole
la libertad de una mujer adúltera y licencia para que pudiera volverse a casar. Pero
incluso sus enemigos cuentan que le hizo aprender el oficio de encuadernador de libros,
en lo que trabajó luego toda su vida.
Cinco puntos del Arminianismo

1. Libre albedrio

Arminio creía que la caída del hombre no fue total, creyendo que existía todavía
suficiente bien en el hombre para que él pudiera aceptar la salvación de Jesucristo.

2. Eleccion condicional

Arminio creía que la elección para la salvación de los creyentes estaba basada en el
preconocimiento de Dios, es decir que Él sabría quienes creerían. Cada hombre en el
uso de su libre albedrío aceptaría o rehusaría a Jesús, y Dios sabría la respuesta de cada
individuo.

3. Expiación universal

Arminio sostenía que Dios quiere la salvación de todos, que Cristo murió por cada
persona y Dios no desea que nadie perezca. La muerte de Cristo provee la salvación
para todos los hombres, pero al mismo tiempo cada uno debe ejercer su libre albedrío
para obtener así la salvación.

4. Gracia obstructible

Arminio creía que debido a que Dios quería la salvación de todos los hombres, Él envió
al Espíritu Santo para instar a todos a acercarse a Jesús, pero el hombre en su libre
albedrío podía resistirse a la voluntad de Dios para su vida. La finita voluntad del
hombre puede frustrar la voluntad de Dios.

5. Cayendo de la gracia

El hombre no puede ser salvo al menos que él deseé ser salvo y para continuar en la
salvación debe seguir deseándolo.
Cinco puntos del Calvinismo

Juan Calvino, el reformador francés, no formuló lo que hoy se conoce como los cinco
puntos del Calvinismo. Estos puntos fueron el resultado de los Cánones del Concilio de
Dort (1618) y lo emitido por las confesiones reformadas sobre estos asuntos.

El Calvinismo ha sido dado a conocer por destacados teólogos y predicadores como


John Owen, George Whitefield, Charles Hodge, Charles Spurgeon y otros. He aquí un
resumen de estos puntos:

1. Depravación total

Los calvinistas afirman que el hombre se encuentra absolutamente entregado al pecado


y a Satanás, incapaz de ejercer su propia voluntad para confiar en Jesucristo sin la ayuda
de Dios.

2. Elección incondicional

La elección de los que van a ser salvos está basada en el plan y propósitos de Dios y no
en la decisión del hombre. Dios elige a quién Él quiere.

3. Expiación limitada

Jesús murió en la cruz sólo por aquellos elegidos por el Padre, sólo ellos serán salvos y
todos aquellos por los cuales Él no murió, los no elegidos, se perderán.

4. Gracia irresistible

Los Calvinistas cren que la voluntad del hombre es incapaz de oponerse a la voluntad de
Dios y a impedir su salvación. El hombre elegido por Dios para salvación así no lo
quiera igual será salvo y aquel no elegido que quiera la salvación nunca la alcanzará.
Dios es el que llama y nadie se le puede resistir.

5. Perseverancia de los Santos

La salvación es obra completa de Dios y el hombre no tiene que ver nada en el proceso.
Los salvos perseverarán porque Dios siempre termina la obra que empezó.

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