Barbeito Guiomar
Barbeito Guiomar
LICENCIATURA EN GRABADO
MA
Guiomar Barbeito
2021
Índice
Introducción 1
Dibujos 2
Poemas 8
Collages 10
Objetos 19
Tejidos 23
Lecturas 29
Conclusiones 33
Bibliografía 34
Anexo 35
Introducción
Este texto expone mis reflexiones sobre producciones que realicé en los últimos
años, partiendo de un análisis de la materialidad y los procesos creativos. Estudio artes
visuales desde hace demasiado tiempo (durante el cual mi principal actividad fue la
crianza de mis hijes) pero a lo largo de gran parte de este recorrido académico estuve
interesada exclusivamente en los aspectos teóricos del arte. Cuando empecé a
producir, lo hice impulsada por situaciones particulares de mi vida y sin concederle al
trabajo artístico un sentido más allá de las circunstancias que rodeaban su realización.
Desandar los motivos de mi inseguridad me llevó a acercarme al feminismo y a
reconocer cuestiones de género en mi obra.
En todo este camino estuve acompañada por mujeres que fueron guiándome
muy amorosamente. En primer lugar, Aylén Bartolino Luna, amiga inseparable y
compinche en estos derroteros creativos. Más adelante hubo debates afectuosos pero
precisos en el equipo de investigación Prácticas, discurso e institucionalidad en el Arte
Contemporáneo de Córdoba, dirigido por Carina Cagnolo; actividades reveladoras en La
Escuela de la Sospecha, taller dictado por Eugenia González Mussano; la experiencia
sorprendente de Escuela de Maestras, una clínica para artistas mayores de cuarenta
años realizada en el marco de la Bienalsur: todas instancias que fueron mostrándome
una cara del feminismo que no imaginaba, y, paralelamente, reconciliándome con la
posibilidad de mostrar mi trabajo.
En el 2020 recibí una invitación para exponer en el Museo de las Mujeres, pero
por la cuarentena quedó en suspenso y se reprogramó para 2021. La exposición se
tituló ma, un término japonés que nombra el espacio negativo, ese vacío
necesario para poder percibir las formas. La fecha prevista de apertura al público
era el 28 de mayo, pero nuevamente se suspendió (con el montaje a medio camino) a
partir de las nuevas restricciones. Finalmente se inauguró el 16 de julio y permaneció
hasta octubre. Esta muestra, que reunió las producciones analizadas en este escrito,
pudo ser visitada y evaluada presencialmente por el tribunal.
En los siguientes apartados desarrollaré mis consideraciones en torno a cada
una de las series que conforman mi trabajo final. Están organizadas de acuerdo a
cuestiones materiales y técnicas, pero eso coincide en gran medida con el
orden cronológico de su realización.
1
Dibujos
La serie Márgenes está compuesta por más de noventa dibujos realizados con
microfibra negra sobre hojas rayadas tamaño Rivadavia. Son hojas que encontré sin
usar entre las carpetas viejas de mis hijes por lo que, aunque están todas sanas, se
advierten diferencias en los tonos del papel. Dibujo cada hoja solamente en el margen
izquierdo, que está delimitado por dos líneas rojas que vienen impresas en la página, y
en el margen superior, que aparece como un espacio en blanco, sin renglones. Algunos
de los dibujos representan flores u hojas estilizadas, pero en la mayoría de los casos
configuran tramas formadas por la repetición de pequeños trazos contenidos: círculos
o semicírculos, curvas que se reiteran modificándose levemente y, con menor
frecuencia, patrones compuestos por líneas rectas. Esos elementos mínimos se
extienden hasta ocupar el espacio limitado del margen, creando en algunos casos
ilusión de volumen o superposiciones. Son el tipo de dibujo que una realiza
automáticamente mientras toma apuntes, sin embargo, hay un control mayor: los
límites nunca son excedidos, los trazos se extienden prolijamente. En el conjunto se
advierte que los diseños que más se repiten son los conformados por la iteración de
gestos sencillos. Esta preferencia hacia los trazos que requieren un menor esfuerzo para
cubrir el soporte se puede asociar al automatismo con el que los fui realizando. En todos
los casos el sector de los renglones, el que habitualmente se utiliza para escribir, queda
vacío.
Los dibujos en los márgenes empezaron como un ejercicio para destrabar lo que
yo vivía como una incapacidad de dibujar. Una especie de bloqueo relacionado en cierta
medida al respeto que impone la hoja en blanco. Una obligación latente, con más razón
si es un papel de buena calidad, de que ese tiene que ser EL dibujo, el mejor, el
definitivo. Un resabio de la noción moderna de obra aurática1, que —a pesar de
entender que es cuestionada sistemáticamente desde el arte contemporáneo— seguía
en algún nivel frenando mi hacer. Sin embargo, mis cuadernos y libretas de anotaciones
estaban (siguen estando) llenos de dibujos ocupando todos los rincones posibles. Un
día comprendí que el movimiento que debía hacer no era el de empezar a dibujar sino
el de reconocer que estaba dibujando todo el tiempo, alrededor de todos mis apuntes,
en cualquier papelito que usaba para anotar algo, para sacar una cuenta. Lo que debía
lograr era concederles importancia a esos dibujos. Así que la estrategia fue llevar esos
mismos garabatos insignificantes de manera metódica a los márgenes de hojas
escolares, convirtiendo así ese gesto inconsciente en una práctica controlada. De este
modo lo que se daba de forma accidental se transformó en un ejercicio dirigido,
repetido deliberadamente.
1
Vinculada además a una noción romántica del artista como genio creador —figura masculina por
excelencia— perpetuada por la historia del arte.
3
Esta idea de dibujar los márgenes fue parte de un largo proceso (acompañado
de terapia) en el que puse en cuestión no sólo mi producción, sino muchas otras
situaciones de mi vida. Uno de mis grandes complejos era el hecho de haber dejado de
lado mi carrera por dedicarme a la familia, en un rol bien estereotípico de madre (de
cinco hijos) y ama de casa. Mi frustración se enraizaba en lo escaso de mi currículum y
esto derivaba a su vez en un círculo vicioso de no empezar nada porque me daba
vergüenza no haber hecho antes lo suficiente. Tenía la sensación de que todo lo que
había logrado en mi vida se reducía a lo que aparecía escrito, con letras negras sobre
fondo blanco, en esas humildes paginitas.
Este trabajo me ayudó a dilucidar estos entuertos en un proceso que sólo pude
esclarecer posteriormente. En un artículo que leí hace poco, Silvio Lang describe un
fenómeno que se parece bastante a lo que yo estoy intentando exponer. En Manifiesto
de la práctica escénica propone hablar de prácticas artísticas en lugar de obras y las
piensa como investigaciones:
Márgenes. Detalle.
Algo nos pasa, no sabemos por qué nos afecta tanto. Qué pensar, qué
hacer con eso. De una situación indecidible, una zona de investigación
se abre. Ahora bien, esta afección en situación no es individual: las
afecciones son fuerzas que vienen del diagrama social. Somos seres
individuados por afecciones sociales. Lo que llamamos vida se dirime
en un campo de fuerzas que Foucault llamó “poder”. Somos
individuos sociales, somos multitud. Esa individuación social en
nosotres es constante, dinámica y mutante: nos compone y nos
descompone desde nuestras partículas más indetectables. (2019,
p.119)
2
Artista argentina (Rosario, 1958) que vive y trabaja en México. En sus trabajos, que presentan una
tensión entre lo íntimo y lo social, aborda diferentes formas de la violencia.
6
capas de sentido que aparece es la de estas tareas de cuidado (no necesariamente
ligadas a la maternidad), mencionadas también en el listado de ocupaciones que tuvo a
lo largo de su vida laboral.
Por supuesto que reconocer estas exclusiones y visibilizarlas es necesario, esto
no quiere decir, sin embargo, que el paso siguiente sea un reclamo acrítico que busque
acceder igualitariamente a estos sistemas de poder que perpetúan desigualdades.
Porque la toma de poder es, precisamente, la característica que define a la cultura
patriarcal y escapar de esta lógica nos da otra potencia: “Quien no pertenece a la
dialéctica amo-esclavo toma conciencia e introduce en el mundo el Sujeto imprevisto”
(Lonzi, p. 55).
Siguiendo esta misma dirección que se aleja de la racionalidad del dominio,
podemos decir que escribir al margen es, también, acotar cosas que no merecen estar
en el texto principal. O quizás una manera de ir planteando ideas que aún no tienen una
forma tan clara como para desarrollarlas en el cuerpo del texto. También es el lugar para
citas, detalles, derivas, aclaraciones, ramas que proliferan alejándose del núcleo y que
lo complejizan o contradicen. A veces en los márgenes aparecen los comentarios de
quienes leen, las correcciones, las burlas. Es un espacio de mayor libertad porque no
aparece como lo oficial o lo definitivo. Funciona, en este sentido, como una forma de
materializar una elección (o una aceptación, en todo caso) de un lugar periférico en la
escena, donde poder moverme con la espontaneidad de quien se sabe protegida por las
sombras.
7
Poemas
3
Entre otros motivos porque participé del Taller de escritura creativa dictado por Pablo Natale en Casa
Trece.
8
Descubro en mi escritura una relación con el quehacer del artesano. Richard
Sennet menciona en El artesano (2009) un ejemplo de la Grecia arcaica, cuando se
valoraba al artesano por su habilidad, transmitida de generación en generación: un
himno a Hefestos en el que se incluye a los poetas como una clase de artesano. También
dice que Platón afirmaba que todos los artesanos son poetas, indicando que la palabra
“poesía” y la palabra “habilidad” comparten —en griego— la misma raíz lingüística
(poiéin, que significa hacer). Y que, por ser llamados de diferentes maneras, de acuerdo
a aquello en lo que se especializan, es difícil reconocer lo que tienen en común: el hacer
impulsado por la calidad (p. 20). Yo percibo en mi escritura un procedimiento semejante
al que despliego en otros trabajos: una construcción laboriosa, que requiere
determinado tiempo de maceración y unos cuantos repasos para alcanzar la forma
definitiva. Algo que también describe Sennet cuando pone en cuestión la ficción del
talento innato sin entrenamiento: “(...) volver una y otra vez a una acción permite la
autocrítica” (p.29).
Estos poemas iluminan instantes que pasaron desapercibidos. Períodos que
desaparecen en el recuerdo informe de una rutina sin altibajos son revisitados con una
nueva mirada para rescatar destellos aislados. Pero la paradoja de la escritura es que, a
la vez que se recupera ese recuerdo y se lo elige para ser atesorado, también se lo suelta
de algún modo, objetivándolo por medio del lenguaje y dándole una existencia distinta
y separada de mí. Deleuze y Guattari (2006) dicen que la obra se independiza de su
creador, para existir en sí como un bloque de sensaciones. Lo que se conserva del arte
no es el material, sino los perceptos y los afectos que los artistas, por diferentes
procedimientos, extraen de las percepciones y las afecciones4 que experimentan para
conformar un compuesto que se sostenga a sí mismo: “Las sensaciones, perceptos y
afectos son seres que valen por sí mismos y exceden cualquier vivencia” (p. 165).
4
Aquellas afecciones que les dieron origen, de las que hablaba Silvio Lang.
9
Collages
Los Poemas menores son collages en los que reúno palabras y frases para
componer una poesía. Los recortes, escritos a mano con lápiz o lapicera, presentan
diferencias en el tamaño y la prolijidad de las letras. Todos los fragmentos provienen de
hojas rayadas como las que sirven de soporte a los collages, específicamente de las
carpetas del colegio de mis cinco hijes. Tengo guardadas gran parte de estas carpetas.
En realidad, están desarmadas, ahora son simplemente pilas y pilas de hojas tamaño
Rivadavia, rayadas, cuadriculadas y lisas, repletas de palabras y dibujos. Con los años se
han ido mezclando y ya no sé muy bien cuál perteneció a cada une.
10
Estos archivos cuantiosos me son familiares porque siempre estuve muy
presente en la etapa escolar, ayudando con las tareas, acompañando en el aprendizaje.
En estos montones de papeles escritos y descartados también hay mucho de mi
tiempo. Ahora son desechos. En la mayoría de las familias se rescata algún cuaderno
para conservar como recuerdo y el resto se recicla o se tira simplemente a la basura, yo
las he ido acumulando.
En estos años, además, las he recorrido y he ido recortando palabras o frases
que fueron llamando mi atención. Es un proceso placentero porque siempre se mezcla
un poco de ternura y de nostalgia. Recupero en la memoria momentos particulares,
sonrío al encontrar errores simpáticos o dibujos inspirados. Cada tanto una frase me
resulta graciosa, me intriga o sorprende por el motivo que sea y la corto. Guardo esos
fragmentitos en sobres, organizados en algunas categorías que van modificándose. A
veces los agrupo por lo que dicen, a veces por errores de ortografía o por el tipo de letra.
Otras veces decido que me interesa una característica o un tema diferente y reacomodo
mi selección.
Con estos recortes armo collages sobre hojas sin usar, pero también
recuperadas de esos montones. Me apropio de esas palabras escritas hace muchos años
en el colegio para decir con ellas lo que yo quiero. En cada soporte, el conjunto de
fragmentos se organiza como si fuera un texto escrito sobre la página, siguiendo la
lógica de la lectura y no alguna otra intención compositiva. Generalmente lo dispongo
centrado y dejando un renglón libre entre cada recorte, siempre cuidando al momento
de pegar que las líneas coincidan con las de la hoja. Es un proceso que considero abierto,
hasta el momento la serie está formada por unos quince collages.
12
la teoría feminista para oponerse al de experimento, entronizado por las ciencias
naturales. “La experiencia, como herramienta epistémica y política, fue el gran aporte,
y la gran piedra en el zapato, introducida por los estudios de género al saber académico”
(Trebisacce, 2016). Esta incorporación no busca completar el conocimiento científico y
preservar así la ficción de la progresividad de la ciencia, sino cuestionar precisamente
su pretensión de universalidad y neutralidad. La experiencia produce un conocimiento
que se sabe singular y situado.5
Algunos de los escritos comparten el tono íntimo y cálido de los poemas. Otros
se despegan de lo hogareño y juegan más libremente con las palabras, armando frases
absurdas o disparatadas. Hay una fragilidad en su manufactura que conecta con lo que
relatan verbalmente y que los emparenta también con los poemas. Además, el hecho
mismo de escudriñar estas pilas de papeles guardados desde hace tanto tiempo para
rescatar palabritas sueltas, funciona como descripción del modo en que escribo mis
poemas.
Hay una obra de Liliana Porter6 que recuerdo especialmente: una hoja arrancada
de un cuaderno anillado y, sobre ella, dos partecitas de una hoja mucho más vieja,
acomodadas para coincidir en los bordes y los renglones. Como el título es Arqueología7,
una imagina la operación desde el otro lado. El encuentro (el hallazgo) de un fragmento
valioso, único, digno de ser preservado y el uso de una hoja nueva y sin valor para
reconstruir lo que se había perdido. Sin duda hay varios puntos en común con el proceso
que yo hago con las carpetas de mis hijes. Por un lado, en la materialidad misma, un
papel común, sacado de un cuaderno o de una libreta, viejo, amarillento, roto. Por el
otro, en la operación de rescatar ese pedacito que podríamos suponer sin valor y
restaurarlo para ser conservado. Me parece interesante pensar que la conservación de
la que hablamos en este caso no es la de un espécimen en un museo, sino la que Deleuze
y Guattari postulan como el fin perseguido por el arte cuando se preguntan: “¿Cómo
hacer para que un momento del mundo se vuelva duradero o que exista por sí mismo?”
(2006. p. 173).
Se puede también pensar en una relación con La letra de B., 2012, o Manuscritos,
2005, obras en las que Leticia Obeid8 indaga en las fronteras entre dibujo y escritura,
dedicándose a reproducir la letra de Benjamin, entre otros autores (La letra de B., 2012;
Manuscritos, 2005). En éstas, se apropia también de una letra ajena y, si bien en la
reproducción que ella hace de la escritura los textos aún conservan el significado
original, algo del sentido se desplaza. En ambos casos merodea un interés por indagar
esa zona fronteriza en la que los procedimientos y las funciones de la escritura y el
dibujo se superponen.
5
Silvio Lang también habla de investigaciones situadas. (2019, p.115)
6
Artista argentina (Buenos Aires, 1941). Reside y trabaja en New York. Su obra, siempre atravesada por
el humor, reflexiona sobre la representación, la realidad y el tiempo. http://lilianaporter.com/
7
La vi en el Museo Caraffa en el 2016, pero no encuentro ahora el año de realización.
8
Artista y escritora argentina (Córdoba, 1975). Vive y trabaja en Buenos Aires. En sus trabajos
reflexiona, entre otros temas, sobre los lenguajes y las traducciones, la escritura y sus rasgos materiales
y la lectura como percepción de la realidad. https://leticiaobeid.com/portfolio/#post-2592
13
S/T de la serie Poemas menores. Collage sobre papel. 2020.
Esos montones de hojas escritas con esmero durante años reflejan horas de
dedicación. Tiempo dedicado a aprender, pero también tiempo de acompañamiento,
de quien repite cosas que ya sabe para que otre aprenda. En otro nivel, así como rescato
estas palabras sueltas de la multitud de carpetas, también redimo con ellas un período
de mi vida que consideraba improductivo. Pero el movimiento no es el de revalorizar
esa etapa por incorporarla a lo artístico (y hacerla productiva, de algún modo) sino
cuestionar la lógica misma de la productividad.
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El título (Poemas menores) es un guiño, en primer lugar, a mi costumbre de
utilizar el diminutivo para referirme a mis trabajos. El término también alude, de algún
modo, a les niñes que escribieron esos poemas sin saberlo. Pero además hace
referencia a una denominación con la que se excluía ciertas prácticas provenientes del
ámbito doméstico (pienso en costuras, bordados, tejidos) del paradigma artístico. A
pesar de que desde hace años estas categorías han dejado de ser pertinentes, hay una
tendencia reciente a poner la lupa sobre trabajos que utilizan estos saberes asociados
al ‘universo femenino’ con la sospecha de que reafirman estereotipos de género. Elijo
inscribirme en esta tradición y reclamar la posibilidad de hacer desde aquí un arte que
también reflexione críticamente sobre estas cuestiones.
En otra serie de collages (S/T, 2020) cubro la superficie de la hoja con una misma
palabra que se repite. Son los términos que aparecían con más frecuencia mientras
hojeaba las carpetas y que fui recortando y conservando en sobres. A veces no es
exactamente la misma palabra sino expresiones dentro del mismo campo semántico
(recordar, para no olvidar, recordamos). Están pegadas una al lado de la otra, dejando
un renglón de por medio libre.
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Cada pieza reúne dos hojas en un mismo marco. La repetición de las palabras,
acomodadas minuciosamente una al lado de la otra, hace que las pequeñas diferencias
de caligrafía y materiales aparezcan con más fuerza. Como cuando repetimos una frase
(un mantra, una letanía) hasta que cada palabra pierde su significación y se funde con
las otras en la correntada del murmullo: después del primer vistazo ya no pensamos en
lo que dicen y nos zambullimos en lo puramente formal. Empezamos a notar si fue
trazada con una mano insegura, si hay un esmero por la prolijidad, si refleja desgano.
La escritura se reconoce como dibujo. El hecho de que cada pieza esté conformada por
dos hojas reunidas en un mismo marco acentúa todos estos aspectos e incita a hacer
foco en la disposición interna de los recortes. El mismo hecho de estar enmarcadas y
de exhibirse en la pared —a diferencia de los Poemas menores— destaca
estas características formales por sobre lo textual.
16
los bordes rectos de los materiales, lo regular o mecánico y la irregularidad propia de lo
artesanal, emerge con frecuencia en mis trabajos. Creo que se puede interpretar como
una metáfora de los pequeños movimientos posibles dentro de las constricciones de
cualquier sistema.
Se exhiben las palabras propias del ámbito educativo y sus iteraciones,
necesarias para reafirmar el conocimiento. En relación a esto, el procedimiento mismo
de recortar y pegar —con el antecedente de recorrer la carpeta hoja por hoja para elegir
las palabras y las frases— supone un repertorio acotadísimo (otro tipo de repetición) de
movimientos contenidos que vuelven a situarnos en el ambiente de la enseñanza.
Sentada, tratando de mantener una postura erguida para evitar futuros dolores de
espalda, manipulo con cuidado los materiales que tengo desplegados en la mesa frente
a mí, en un simulacro de la situación de los alumnos en el aula. Manifiesto así un
disciplinamiento del cuerpo que también se incorpora paulatinamente y en paralelo con
otros aprendizajes durante el paso por la escuela.
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Muchos de los detalles que descubro al construir los collages remiten al paso
del tiempo. El tiempo que tarda un papel en amarillearse, una lapicera en gastarse, una
hoja en llenarse de palabras. También está latiendo por ahí el tiempo que me llevó
recorrer las carpetas buscando esas palabras para recortarlas y el tiempo que tardo en
acomodarlas en la hoja y pegarlas. Todos períodos cortos si los comparamos con lo que
se tarda en transformar unas líneas inseguras en una caligrafía prolija, ejercitando en
tardes indistinguibles unas de otras. Encuentro aquí otro punto de contacto con la obra
de Liliana Porter. Pienso en algunas piezas de la serie Cuarenta años (2013)9 en las que
una línea une dos fotografías de su mano sacadas con años de diferencia. Al igual que
en aquellas, en estos collages, diferentes temporalidades son convocadas en el
presente de la obra por la reunión de estos elementos.
En los collages de la serie Respuestas (2020), realizados con el mismo
procedimiento que los anteriores, utilizo oraciones afirmativas sobre temas variados de
la currícula escolar. Agrupo oraciones similares en su estructura gramatical pero muy
diferentes en cuanto a la caligrafía y a los temas que abordan. Están reunidas en
conjuntos de a cinco, jugando con el hecho de que cada una trae un tono y un grado de
complejidad distinto, para lograr encuentros inesperados. Las diferentes procedencias
se hacen evidentes en este caso, no solamente por la variedad de caligrafías y de
materiales sino también por la multiplicidad de tópicos tratados y el mayor o menor
nivel de dificultad en las respuestas. Nuevamente, pongo el acento en lo textual. La
organización del montaje responde a la de un listado de respuestas a cualquier
cuestionario o ‘guía de estudio’ del nivel primario o secundario.
Esta colección de afirmaciones contundentes pretende exponer con buen
humor (mediante el recurso del contraste que se acentúa en la yuxtaposición) la
multiplicidad de verdades que se aprenden en la escuela poniendo de relieve sus
contradicciones.
9
http://lilianaporter.com/pieces/674/assets/610
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Objetos
Una vez lograda esta soltura, confeccionar estas madejitas de papel se volvió la
tarea ideal para realizar mientras participaba de video llamadas en la cuarentena. Estos
son los primeros objetos tridimensionales que realicé con estos materiales, son
autoportantes. Presentan una sorprendente resistencia a pesar de la fragilidad
intrínseca del papel y son sumamente atractivas para manipular ya que todos los
componentes del objeto terminado mantienen su movilidad. Tienen apariencia de
juego de ingenio, como si hubiera algo que desentrañar en la manera en que están
armadas, y también algo de chiche anti estrés. Cuando una las hace girar entre las
manos producen un sonido sordo muy suavecito, que también tiene algo de relajante.
De toda mi producción, estos objetos son los más resueltamente no auráticos:
se mimetizan con el entorno doméstico, parecen ovillos de lana o sonajeros. Una
chuchería para juguetear mientras se piensa en otra cosa, sin prestarle demasiada
atención. Esta característica se ve acentuada por la cantidad. Si bien en otros casos la
acumulación de pequeños elementos puede terminar conformando un conjunto
imponente, en el caso de las bolitas solo acentúa su precariedad.
Las Pezoneras (2019) están realizadas con papel rayado, cubiertas con recortes
de las palabras madre o mamá y terminadas con flecos y pasamanería rojos.
Formalmente, con la introducción de los elementos textiles (y el color rojo intenso) se
alejan de la estética ligada a lo escolar de los otros objetos, incorporando algo de la
vulgaridad de un sex shop.
Aquí aparece también un atisbo de tridimensionalidad, pero, quizás porque remiten a
una funcionalidad específica, no resultan tentadoras para manipular lúdicamente como
las bolitas de hojas cuadriculadas. Se apoyan sobre un pequeño estante forrado con
plush negro, que con su suavidad aporta un componente táctil.
Son objetos híbridos que desconciertan por la confluencia de la caligrafía infantil
y una función asociada a lo erótico. Además, hacen un comentario sobre un tema serio
con una dosis de picardía, alejándose de la solemnidad.
En una de esas relaciones directas entre terapia y producción, las Pezoneras
ilustran mis esfuerzos por pensar la condición femenina, entrecruzando roles
estereotipados (la mamá, la femme-fatale) que suelen percibirse como contrapuestos.
20
También visibilizan la existencia de una erótica presente en la maternidad misma, como
el placer de dar de mamar, por ejemplo. Ponen así de manifiesto algunas grietas en el
modelo monolítico de la madre como una figura abnegada e incluso sufriente.
21
Durante mucho tiempo pensé en utilizarlas para una foto performance:
desnudarme y sacarme fotos con las pezoneras puestas. Lo relato acá porque entiendo
que es más lo que manifiestan de mi reflexión sobre el cuerpo (por lo menos del estado
de mis reflexiones en este momento) así, sueltas, que si yo me mostrara usándolas. Ellas
están hablando de un cuerpo que todavía no está ahí, que es convocado desde la
ausencia. En esta instancia, exhibo lo limitado de estos estereotipos de la femineidad,
intento resquebrajarlos con este objeto que los contradice, pero aún no lo hago desde
la corporalidad. “Crear lo por-venir, siendo” dice Lang (2019, p.122), y creo que puedo
pensar estas piezas así: como un paso en medio de un proceso que me permita ir
desarmando otras certezas en el futuro.
Aun reconociendo estos límites en la exploración del problema que las origina,
encuentro también en las pezoneras un ejemplo del tipo de investigación delirante que
propone Lang en el artículo citado. Una búsqueda que nace por un malestar en relación
a los modelos que se nos dan y que no logramos resolver intelectualmente. Empieza así
una exploración que busca sus propios materiales y procedimientos para descifrar estas
situaciones: “De las gradaciones del blanco y negro de la vida heterosexual y machista
normalizada, nos hacemos un plan afectivo y de pensamiento que excede las tristes
condiciones que nos cercan” (2019, p.119).
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Tejidos
Los tejidos están confeccionados con cintas riboné, esas cintas que se usan para
hacer moños para regalos: son de algún material plástico, vienen en diferentes anchos
y en una limitada variedad de colores. Los tejidos son de diferentes tamaños, desde
pruebas de unos treinta por treinta centímetros hasta uno de más de dos metros de
lado. Están realizados con cintas desde un centímetro hasta cinco centímetros de
ancho. Los primeros que hice (con un rollo viejo de cinta que tenía en casa) son de un
color ocre que por la terminación satinada de la cinta se ve como si fuera dorado. Todos
los otros son blancos, negros o grises.
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Son tejidos en su versión más básica, construidos del mismo modo que se harían
en un telar, formando una trama que se sostiene a sí misma. Para esto cuelgo las cintas
verticales una al lado de la otra pegando el extremo superior a la pared y una vez que
alcanzo el ancho total empiezo a pasar las cintas horizontales por delante y por detrás
de las verticales, de manera alternada. Este paso se puede variar levemente para lograr
diferentes patrones. Cada pieza está realizada con cintas de un mismo color, así que los
patrones se forman por la alteración en la incidencia de la luz según la orientación de la
cinta.
En el caso de las cintas más anchas es necesario un poco de pegamento para que
se mantengan unidas, a las más finas suelo asegurarlas con cinta al principio y cuando
ya hay varias hileras deja de ser necesario y se mantienen por el propio roce. Por
supuesto que esto hace que la construcción sea frágil.
En algunas combiné cintas de diferentes anchos, logrando patrones a veces
regulares, a veces aleatorios. En este caso, a diferencia de los collages, no trabajé con
desechos, pero sí con un elemento barato, fácil de conseguir. Como se usa para
confeccionar adornos de baja calidad en salones de eventos y envoltorios de regalos, es
un material que se asocia a lo festivo, pero también a lo efímero, incluso a lo
descartable. En algunas de las piezas terminadas este carácter se pierde casi por
completo porque es difícil reconocer el material (sobre todo cuando es blanco o negro).
Estos trabajos también se construyen con la repetición de una serie limitada de
movimientos sencillos, no requieren ninguna destreza muy refinada, sólo paciencia y
perseverancia. Y la repetición que se lleva a cabo en este caso, se separa un poco de
aquella que se da en la ejercitación para reafirmar lo aprendido. Esta es una repetición
menos reflexiva que, una vez automatizado el movimiento para lograr la tensión
deseada, se realiza sin pensar, confiando en la habilidad de las manos. Los de gran
tamaño requieren un mayor esfuerzo físico; tengo que subirme a una escalera para las
primeras hileras y desplazarme de lado a lado cada vez. En eso se diferencian de todas
las otras producciones realizadas con papel.
24
S/T de la serie Tejidos. Cinta riboné. 2020/2021.
26
Sin embargo, si bien es cierto que aparecen las líneas horizontales, en realidad
se encuentran interrumpidas por las cintas que las atraviesan verticalmente. Lo que
vemos es una trama, un tejido; el orden estricto de la biblioteca y de los renglones está
aquí levemente alterado. No me parece casual, además, que estas tramas hayan
aparecido en paralelo con mi acercamiento e ingreso en el colectivo Trabajadorxs del
arte feministas de Córdoba (TAF). Creo, por el contrario, que algunas hebras de sentido
de estas piezas pueden vincularlas con estas experiencias. Para empezar, el tejido es
una actividad históricamente considerada femenina, englobada dentro de las artes
aplicadas como una categoría subsidiaria, de menor importancia. Por el otro lado, la
trama es la metáfora por excelencia para hablar de lo social, de las relaciones
comunitarias. En particular de aquellas en las que la comunidad (la colectiva, en este
caso) se construye sobre la participación igualitaria de sus miembres, sin estructuras
jerárquicas. En ese sentido utilizan el término Verónica Gago y Raquel Gutiérrez Aguilar
en el prólogo de Escupamos sobre Hegel y otros escritos (2018):
10
Fragmento extraído del Manifiesto de TAF.
27
ambos casos se da una relación entre dos elementos muy similares, aunque no
idénticos. Por el otro, el texto habla de casamiento, y los tejidos, por ser blancos y tener
esta cualidad ornamental conferida por la minuciosidad del entretejido, pueden
asociarse a lo nupcial. Todo esto se enlaza, además, con las circunstancias que rodearon
(o dispararon) su construcción.
28
Lecturas
29
cuenta de otros aspectos de este trabajo. La escucha de los audios11, por el otro lado,
hace presente el texto, y quizás hasta cierto punto algo de la disposición afectuosa con
la que fue leído, pero aún deja afuera la recepción para la cual fue pensado en un primer
momento. Si bien las Lecturas siguen como proceso en marcha y pueden tomar
diferentes formas para exhibirse, para la presentación del trabajo final decidí grabar un
video, que funciona como otra obra.
Este video12 intenta hacer presente ese momento en que el acto de lectura
cobra su sentido. En él, mientras escucho el texto leído por Aylén, realizo uno de mis
collages, acomodando sobre una hoja varios recortes con palabras como recordar o
recordamos. El video tiene la misma duración que la lectura. Se expone además el
entorno doméstico donde realizo mis producciones. El texto que Aylén me lee (Habitar
el vacío de Leticia Obeid) desentraña cuestiones en torno al arte contemporáneo y sus
posibilidades de enseñanza.
Las lecturas incorporan lo afectivo a través del tiempo dedicado a leer para la
otra. Es una manera de compartir algo que nos maravilló, pero también de posibilitar
que escuchemos los textos en situaciones en las que no tendríamos suficiente tiempo
para leerlos. Como en los collages, hay una asistencia, un acompañamiento a quien está
aprendiendo, un tiempo dedicado desinteresadamente a la otra.
Además, hay un cruce medio raro entre lecturas teóricas y cuestiones vitales, un
modo más emocional de conectarse con la teoría o quizás una necesidad de encontrar
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Carpeta de drive con los audios de la lectura de Manifiesto de la práctica escénica, de Silvio Lang
https://drive.google.com/drive/folders/1LZc-dPSlzc2q4DZP_lYptFyVWp5kGUXz?usp=sharing
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https://youtu.be/Nc-z9S0raJY
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respuestas intelectuales también para los conflictos afectivos. Nuevamente encuentro
aquí un vínculo con lo que describe el Manifiesto de la práctica escénica: las afecciones
como punto de partida y las prácticas que inventamos para enfrentarlas, para pensarlas
y desarmarlas, diseñando maneras nuevas de entender lo que nos pasa, o de
relacionarnos con lo que nos rodea. “Inventar una práctica implica proveerse de los
recursos para transformar y fabricar el estado material de una situación que nos
implica.” (p. 114) dice Lang. Es mínimo lo que hay de invención en esta acción, un
corrimiento pequeñísimo de la situación diaria de leer. A pesar de la modestia del gesto,
la teoría se contagia de la ternura con que la leemos y se incorpora a las ocupaciones
cotidianas de quien escucha, inmiscuyéndose efectivamente en la vida.
Hay mucho del arte que nos conmueve y nos pasó con algunos de estos textos,
con los que seguimos enganchadas tiempo después, porque nos seguían dando letra
para desentrañar situaciones diversas. El de Leticia Obeid que Aylén me lee en el video
es uno de esos. El artículo habla también de instancias de aprendizaje (en relación al
arte contemporáneo), lo que crea una relación con el collage que estoy elaborando, así
como con el resto de la serie.
Los textos leídos son libros o artículos en su gran mayoría relacionados al arte
contemporáneo y escritos por autorxs sumamente legitimades y con gran difusión en
nuestro medio. Como la lista fue creciendo sin premeditación (porque la fuimos
armando guiadas por nuestro deseo de leer y compartir) es probable que no resista una
revisión que tenga en cuenta la inclusión de diversidad de autorxs. Sin embargo, cuando
la analizamos cronológicamente podemos reconocer un incremento en la presencia
femenina y en los temas en relación al feminismo. También es interesante que varios
de los textos que leí para Aylén integran la bibliografía de este trabajo final. Así que en
este caso la teoría y la obra se solapan, se superponen.
Captura del Drive con el listado de textos leídos y versiones del video.
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Nuevamente aparece aquí la apropiación de escritos ajenos, pero en este caso
desde la lectura. No modificamos nada del contenido original de lo que leemos, salvo
algún error involuntario (en la pronunciación de palabras en otros idiomas, por ejemplo)
o la omisión de alguna nota a pie de página. En algunas contadísimas oportunidades,
incorporamos algún comentario personal sobre lo que estamos leyendo. Son las
circunstancias en las que las Lecturas fueron grabadas y en las que son escuchadas las
que confieren sentido al trabajo, alejándolo de las cuestiones teóricas que los audios
comunican y desplazándolo al terreno de las relaciones afectivas.
En el prólogo de Escupamos sobre Hegel, las autoras afirman que el doble
movimiento necesario en la rebelión femenina es, primero reconocer el lugar de
sumisión en el que se nos ha colocado y luego rechazarlo evitando, sin embargo,
ubicarse en el lugar del dominador:
Me gusta pensar que la pequeña acción de ofrenda de las Lecturas (de los textos
apropiados y del tiempo que nos toma leerlos) es también una mínima insurrección y
puede entenderse como una de estas operaciones subjetivas. Una manera diferente de
relacionarse con esos conocimientos y entre nosotras.
También las entiendo en vínculo con lo que plantea Assumpta Bassas Vila en un
artículo sobre las relaciones entre la historia del arte y el feminismo. Luego de explicar
que en un primer momento el feminismo utilizó el paradigma de lo social para oponerlo
al paradigma de lo artístico que regía la historia del arte, expresa por qué tampoco aquél
resultaba suficiente para reformular su relación con la historia. El motivo es que en ese
paradigma queda fuera todo lo que no tiene que ver con las relaciones de poder. Por
eso propone
Esto conlleva una transformación simbólica que trae a escena todo un nuevo
espectro de experiencias que quedaban fuera del relato de la historia.
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Conclusiones
Bassas Vila A. 2005. ¿Puede y quiere el feminismo “salvar” a la Historia del arte? Del
“paradigma de lo social” al “paradigma de la diferencia sexual” en la Historia del arte.
En Papers d’Art, n°90, segundo semestre de 2005 (pp. 44-49).
Lonzi, C. 2018. Escupamos sobre Hegel y otros escritos. Tinta Limón. (Trabajo original
publicado en Rivolta Femminile, 1970).
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Anexo: La exposición
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Finalmente, la muestra abrió sus puertas al público el 16 de julio y permaneció abierta hasta el 9 de
octubre, por lo que los integrantes del tribunal sí pudieron acceder a la misma presencialmente.
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En la pared opuesta a esa coloqué los Márgenes, dispuestos ortogonalmente en seis filas
de trece dibujos cada una. Esta disposición horizontal se contraponía a la dirección
vertical marcada por el tejido negro. También había un juego interesante entre la
presencia imponente del tejido —que aparecía como un plano negro de gran tamaño—
y la más sutil de los dibujos, que ocupaban también una gran superficie pero
conformada por muchas pequeñas hojas blancas sobre el fondo blanco de la pared y
cuyos detalles invitaban a acercarse.
Para cortar esa dualidad me parecía importante colocar en esa misma sala las
Hojas cuadriculadas, que, lejos de toda grandiosidad, traían un elemento lúdico y
exiguo. Para acentuar estas características, alejadas de lo aurático, la idea era
instalarlas en un estante cerca del piso que reconstruyera la situación de la obra en el
ámbito doméstico. Construimos el estante con Durlock en un rincón de la sala, pero se
arqueó antes de la inauguración, por lo que decidimos quitarlo. En definitiva, presenté
los objetos dispuestos en un montoncito sobre una base de madera que, por su altura y
posición, dialogaba con los dibujos de la pared y por su materialidad, con los
dispositivos de montaje de los poemas.
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También sirvió para brindar variedad, ya que el resto de las piezas se disponían en las paredes.
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contrastaba con los otros collages que estaban dispuestos en la pared y enmarcados lo
que, en mi opinión, ponía el acento en los aspectos plásticos sobre los escriturales.
En otra pared, en un estante pequeño cubierto con un paño negro, se disponían
las Pezoneras, y en la restante uno de los tejidos pequeños, de color ocre.
El diseño de montaje era austero, aludiendo a lo mínimo que es una
característica que recorre mi trabajo. Esta opción por una puesta tradicional, de cubo
blanco, trajo algunas paradojas. Por un lado, es una elección que jerarquiza las piezas y
podríamos incluso hablar de una legitimación asociada a este tipo de instalación. Por el
otro, deja de lado una relación con lo afectivo muy presente también en estas
producciones. Podría haberse optado por un entorno más doméstico, o por recrear algo
de esa domesticidad en el montaje, pero esto hubiera significado volver a confinar lo
tradicionalmente asociado a lo femenino a ese ámbito. Hay una tensión en estas
decisiones que refleja algunas de las cuestiones —desarrolladas en el texto— intrínsecas
a mi producción.
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