Ficha. Romero-Manso-Alonso - Sanchez

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P. Romero, J. M. Moreno Manso, J. M. Blázquez Alonso, M. García Bahamonde, M. E. Sánchez.

Psicópatas integrados/subclínicos en las relaciones de pareja: perfil, maltrato psicológico y factores de riesgo.

¿Psicópatas criminales y psicópatas integrados? ¿Qué diferencias existen entre ambos tipos? ¿Son entidades
diferentes? Aquí nos interesa recalcar y matizar que la diferencia fundamental entre los psicópatas criminales y los
psicópatas integrados, subclínicos, “con éxito” o no criminales es la concreta comisión de un delito, del tipo que sea
– estafa, robo, cohecho, prevaricación, delito fiscal, lesiones, violencia en la familia y contra la pareja, homicidio,
asesinato, agresión sexual, etc., puesto que, según los diversos estudios, ambos tipos de psicópatas tienen la misma
estructura básica de personalidad y emociones, difiriendo en la faceta o vertiente conductual (unos son antisociales y
delincuentes; otros, no).
Además, como Marietán ha puesto recientemente de manifiesto, también es importante distinguir a las personas que
son psicópatas de las que simplemente lo parecen. Esta cuestión es muy importante porque no todas las personas que
exhiben ciertos rasgos psicopáticos aislados en concretos o puntuales momentos y/o situaciones son psicópatas
propiamente dichos, sino que, simplemente, se comportan como tales (lo parecen) en tales concretas situaciones.
Por otro lado, la relación de la psicopatía con el maltrato en las relaciones de pareja también ha venido siendo
puesta de relieve por numerosos estudios, y no solamente se concentran, como tiende a pensarse generalmente,
en las investigaciones que abordan la específica problemática de la violencia de género, en la cual se suele hacer
referencia casi exclusiva a los hombres como los únicos maltratadores de sus parejas o ex-parejas. En este artículo
no realizamos distinciones de sexo y/o género, ya que la psicopatía es a-sexual (no es una cuestión de género, es
decir, se da tanto en hombres como en mujeres), y preferimos emplear el término violencia en la pareja porque no
sólo se ciñe a la violencia de tipo física y porque abarca tanto al género femenino como al masculino.
En este sentido, las parejas psicópatas son incapaces de proporcionar una relación íntima basada en el respeto, el
amor, el compromiso, la fidelidad, etc., y es más frecuente su recurso a la violencia psicológica que a la física. El
objetivo de la presente revisión teórica es ofrecer una panorámica actualizada sobre la problemática de la psicopatía
subclínica en las relaciones de pareja. La conclusión fundamental estriba en que las dinámicas relacionales de pareja
de los y las psicópatas integrados/as son muy parecidas, centradas básicamente en mentiras, infidelidades,
manipulaciones y patrones de interacción coactiva de diversa índole, todo lo cual hace pensar que las relaciones
íntimas con psicópatas integrados, a pesar de su encanto y apariencia superficiales, se caracterizan por un tipo de
violencia mayormente de carácter psicológico y son generadoras de sufrimiento para las víctimas.

Psicópatas integrados y maltrato psicológico en la pareja.

El perfil psicosocial o caracterización de los psicópatas integrados o subclínicos.

“Simpático”, “encantador”, “inteligente”, “despierto”, “que causa impresión”, “que inspira confianza” y “un gran éxito
con las/os mujeres/hombres”: éstos son los tipos de descripciones repetidamente empleadas por Cleckley (1976) en
sus ya famosos estudios de casos sobre psicópatas. Pero los y las psicópatas son también, por supuesto,
“irresponsables”, “autodestructivos”, etc. Estas descripciones ponen de relieve las grandes frustraciones, inquietudes
y enigmas que rodean el estudio de la psicopatía: Los psicópatas parecen tener en abundancia los mismos rasgos más
deseados por las personas normales. Cuando tantas personas denominadas como normales asisten a entrenamiento
en asertividad, la imperturbable confianza en sí mismo del psicópata parece casi como un sueño imposible. Cuando
muchos jóvenes sienten la necesidad de entrenamiento en habilidades sociales, la atracción magnética del psicópata
por los miembros del sexo opuesto debe parecer casi sobrenatural.
La hipótesis principal de Cleckley en relación al psicópata es que presenta un déficit afectivo al que denominó afasia
semántica. Este tipo de personas sienten emociones sólo del tipo de lo más superficiales. Hacen cosas extrañas,
autodestructivas y heterodestructivas porque las consecuencias que llenarían a una persona común de vergüenza, de
repudio a sí misma y de desconcierto le mueven al psicópata sólo en un grado insignificante. Lo que para otros sería
algo terrible de hacer, para los psicópatas no es más que una molestia pasajera. Cleckley también expuso argumentos
respecto a que la psicopatía es muy común en la sociedad en general. Por lo general, funcionan con normalidad en la
sociedad como hombres de negocios, médicos e incluso psiquiatras. Widom (1977, 1978) fueron los primeros en
diseñar una metodología propia para evaluar y caracterizar de manera específica a los psicópatas no
institucionalizados (Levenson, Kiehl y Fitzpatrick, 1995), catalogando a los psicópatas criminales como psicópatas “sin
éxito” (por aquello de haber sido apresados y encarcelados por la comisión de algún delito o delitos).
Harrington fue más allá al aseverar que el psicópata es, en realidad, “el hombre del futuro”, el nuevo tipo de persona
que se origina o produce por las presiones evolutivas de la vida moderna. Smith, sin embargo, estableció una serie de
críticas a este punto de vista general, centrándose en las incapacidades reales que el psicópata clínico también padece.
No obstante, el problema principal es que el estudio de la psicopatía a nivel clínico se ha venido asociando de manera
generalizada con los diversos trastornos mentales, tanto con los de carácter psicótico como con los del espectro
neurótico, así como también con los diversos trastornos de la personalidad (con estos últimos comparte algunos rasgos
aislados: por ejemplo, narcisismo, un cierto histrionismo en algunas de sus conductas y en muy concretas personas,
etc., pero poco más).
Desde el punto de vista jurídico-forense, tenemos el concepto de psicopatía criminal. Ciertamente, la psicopatía se
ha venido estudiando mayormente a través de muestras de internos penitenciarios, y generalmente también se han
concentrado estos estudios más en los hombres que en las mujeres. El estado actual de la cuestión viene siendo
diferente hace ya un par de décadas, cuando comenzaron a surgir los primeros autoinformes de evaluación de la
psicopatía integrada o subclínica, los cuales no han necesitado largas entrevistas estructuradas que consumen excesivo
tiempo de aplicación. Las diferencias entre la psicopatía subclínica y la psicopatía criminal son evidentes,
fundamentalmente, en su vertiente conductual. Los dos autores que principalmente han sido los promotores de
ambos conceptos de psicopatía son, respectivamente, el psiquiatra norteamericano Hervey Milton Cleckley y el
psicólogo forense canadiense Robert D. Hare.
A modo comparativo, en la Tabla 1 se exponen los rasgos psicopáticos según la perspectiva de ambos autores. El mayor
problema con que se ha venido encontrando el constructo de psicopatía es el de haber sido constante y
prejuiciosamente relacionado tanto con la conducta antisocial como con la conducta criminal/delictiva, muy a pesar
de que, ya en 1941, Cleckley subrayara que la conducta antisocial no es un síntoma esencial del síndrome de la
psicopatía, entendiendo lo de síndrome, sencillamente, como conjunto de síntomas, y no como sinónimo de cuadro
psicopatológico, ya que la psicopatía también se caracteriza por la total ausencia de cualquier manifestación
psicopatológica.

TABLA 1 LAS CARACTERÍSTICAS DE LA PSICOPATÍA SEGÚN LAS PERSPECTIVAS CLÍNICA Y JURÍDICO-FORENSE.


PSICÓPATA SUBCLÍNICO PSICÓPATA CRIMINAL
(Hervey Milton Cleckley, 1941, 1976) (Robert D. Hare, 1991, 2003)
1. Encanto superficial y notable inteligencia. 1. Locuacidad y encanto superficial.
2. Ausencia de alucinaciones y otros signos de pensamiento 2. Sentido de autovaloración grandilocuente.
irracional. 3. Necesidad de estimulación y propensión al aburrimiento.
3. Ausencia de nerviosismo y/o de manifestaciones 4. Mentira patológica.
psiconeuróticas. 5. Estafador-engañador y manipulador.
4. Indigno de confianza. 6. Ausencia de remordimientos y de sentimientos de
5. Falsedad o insinceridad. culpabilidad.
6. Incapacidad para experimentar remordimiento o 7. Afecto superficial.
vergüenza. 8. Insensibilidad, crueldad y falta de empatía.
7. Conducta antisocial sin aparente justificación. 9. Estilo de vida parásito.
8. Falta de juicio y dificultades para aprender de la experiencia. 10. Pobre control de la conducta.
9. Egocentrismo patológico e incapacidad para amar. 11. Conducta sexual promiscua.
10. Pobres reacciones afectivas. 12. Problemas de conducta en la infancia.
11. Pérdida específica de intuición. 13. Incapacidad para establecer metas realistas a largo plazo y
12. Insensibilidad en las relaciones interpersonales ordinarias. aprender de la experiencia.
13. Conducta exagerada y desagradable bajo el consumo de 14. Impulsividad.
alcohol y, a veces, sin él. 15. Irresponsabilidad.
14. Amenazas de suicidio constantes, pero raramente 16. Incapacidad para aceptar la responsabilidad de sus actos.
consumadas. 17. Relaciones maritales frecuentes y breves.
15. Vida sexual impersonal, frívola y poco estable. 18. Delincuencia juvenil.
16. Incapacidad para seguir cualquier plan de vida. 19. Revocación de libertad condicional.
20. Versatilidad criminal/delictiva.

La conducta criminal/delictiva tampoco es un elemento central o esencial de la psicopatía, como recientemente han
puesto de manifiesto. El problema de todo esto es que se han venido empleando los rasgos de la psicopatía incluidos
en el Psychopathy Checklist-Revised (PCL-R; Hare, 1991, 2003) como si fueran los que caracterizaran de manera
exclusiva a los psicópatas. El PCL-R es la herramienta de evaluación más conocida a nivel internacional y que se
emplea para evaluar la psicopatía específicamente en contextos judiciales y penitenciarios, pero no en la población
general. “El PCL-R es una de las varias herramientas útiles disponibles que ayudan al avance sobre el entendimiento
de la psicopatía” (Skeem y Cooke). Así, pues, si los criterios o rasgos incluidos en el PCL-R fueran los únicos definitorios
del constructo psicopatía, entonces es evidente que estaríamos erróneamente reduciendo y/o circunscribiendo a ésta
en el ámbito de la delincuencia. Finalmente, desde el punto de vista subclínico, sin embargo, no se estudia la
psicopatía como una categoría clínica artificial, sino como un rasgo general de la personalidad en la población
general o civil), y no ni en la población clínica ni en la jurídico-forense. Con este planteamiento, el estudio de los
psicópatas integrados o subclínicos es sencillo de entender: se trata de personas que cumplen los criterios de la
psicopatía y que no se involucran en conductas delictivas; tema aparte es que sean potencialmente delincuentes.

El maltrato psicológico en las relaciones de pareja. Una violencia invisible, pero detectable.

La violencia psíquica ha recibido varias denominaciones: abuso no físico, tortura mental o psicológica, abuso
psicológico, abuso emocional, abuso indirecto, agresión psicológica, maltrato psicológico, abuso verbal, terrorismo
íntimo.
Mientras que la agresión física parece fácilmente delimitable en las relaciones interpersonales debido a que las
secuelas en la víctima son observables, las manifestaciones del maltrato psicológico no son tan evidentes de cara a
su detección. Independientemente de ello, existen manifestaciones y/o indicadores del maltrato psicológico en la
pareja más o menos obvios. Algunos indicadores (como las amenazas, críticas, insultos y humillaciones) contribuyen a
hacerla más obvia; otros, en cambio, tales como la manipulación de la información o la desconsideración de las
emociones de la otra persona, son más sutiles. A su vez, no debemos olvidar que la ausencia de evidencias que señalen
el daño por parte de la persona abusada se produce más que por la inexistencia de las mismas porque, en la mayoría
de los casos, este abuso se asienta en el amor.
No todos los hombres y mujeres que desean controlar a su pareja llegan al extremo de utilizar la violencia física para
conseguir sus propósitos. La realidad nos muestra que ejercer control sobre la pareja es una cuestión que trasciende
a la mera agresión física, cuya expresión en el seno del matrimonio es producto del incremento progresivo de
patrones de interacción coactiva aparecidos en etapas precedentes a la consolidación de la pareja, es decir, durante
el noviazgo. Por tanto, el concepto clave aquí es el de patrones de interacción coactiva, que, trasladado al ámbito de
la psicopatía, se trata del denominado ciclo de manipulación psicopática, un ciclo coactivo/manipulativo en el que,
como veremos más adelante, la violencia psicológica, en sus más diversas manifestaciones, es la tónica general o
modus operandi de las y los psicópatas integrados.
Nos encontramos, pues, ante un tipo de violencia invisible que puede entenderse como cualquier conducta, física o
verbal, activa o pasiva, que atenta contra la integridad emocional de la víctima, en un proceso continuo y sistemático
y con el fin de producir en ella intimidación, desvalorización, sentimientos de culpa o sufrimiento.

Los indicadores de maltrato psicológico (IMP) y/o mecanismos encubiertos y manifiestos de abuso
emocional.

Son varios los factores y subfactores o indicadores/manifestaciones de maltrato psicológico (IMP) en la pareja que ya
comienzan a manifestarse incluso en la misma etapa de noviazgo entre los que se encuentran los siguientes:
humillaciones, descalificaciones o ridiculizaciones, tanto en público como en privado; aislamiento social y económico;
amenazas de maltrato a la pareja o a sus seres queridos; destrucción o daño a propiedades valoradas por la víctima
(objetos o animales); amenazas repetidas de divorcio o abandono, etc. También lo son la negación de la violencia y la
atribución de responsabilidad absoluta a la víctima en los episodios de maltrato, así como todos aquellos
comportamientos y actitudes en los que se produce cualquier forma de agresión psicológica. Taverniers ha recogido
un amplio listado de IMP (que son los que se exponen en la Tabla 2), y los ha categorizado según el grado de evidencia
de los mismos. Más adelante, los ponemos en estrecha relación con los rasgos psicopáticos.

TABLA 2 LOS IMP, SEGÚN TAVERNIERS (2001)


FACTORES SUBFACTORES

1. DESVALORIZACIÓN 1. Ridiculización 2. Descalificaciones 3. Trivializaciones 4.


Oposiciones 5. Desprecio

2. HOSTILIDAD 1. Reproches 2. Insultos 3. Amenazas


3. INDIFERENCIA 1. Falta de empatía y de apoyo 2. Monopolización
4. INTIMIDACIÓN 1. Juzgar, criticar, corregir, etc. 2. Posturas y gestos
amenazantes 3. Conductas destructivas
5. IMPOSICIÓN DE CONDUCTAS 1. Bloqueo social 2. Órdenes 3. Desviaciones 4. Insistencia
abusiva 5. Invasiones en la privacidad 6. Sabotajes
6. CULPABILIZACIÓN 1. Acusaciones 2. Gaslighting (luz de gas) 3.
Negación/desmentida
7. BONDAD APARENTE 1. Manipulación de la realidad

Asimismo, como nos informan Blázquez et al. (2009), varios estudios han considerado como categorías diferenciales
del maltrato psicológico formas de violencia tales como las siguientes:
✔ El maltrato económico: que apunta el control absoluto de los recursos económicos de la víctima.
✔ El maltrato estructural: que alude a las diferencias y relaciones de poder que generan y legitiman la desigualdad.
✔ El maltrato espiritual: que sugiere la destrucción de las creencias culturales o religiosas de la víctima o a obligarla a
que renuncie a sus creencias personales y acepte un sistema de creencias determinado.
✔ El maltrato social: que se refiere al bloqueo social de la víctima, al aislamiento de sus relaciones interpersonales y
la degradación de éstas.
Sin embargo, se prefiere considerar a estos tipos de maltrato como subcategorías del maltrato psicológico, ya que
se dirigen al expolio de la pareja a través de la creación de un arraigado sentimiento de desvalorización que destruye
la autoestima y genera un estado de indefensión en la misma.
Finalmente, hay que matizar que Asensi (2008) sostiene la inclusión del maltrato económico en el maltrato
psicológico como una forma de controlar a la víctima, y engloba los IMP señalados por Taverniers (2001) bajo la
categoría de mecanismos encubiertos y manifiestos de abuso emocional (véanse en la Tabla 3). Al igual que para el
caso de los IMP de Taverniers (2001), más adelante también ponemos en estrecha relación a estos mecanismos de
abuso emocional con los rasgos psicopáticos.

TABLA 3 MECANISMOS ENCUBIERTOS Y MANIFIESTOS DE ABUSO EMOCIONAL, SEGÚN ASENSI (2008)


MECANISMOS ENCUBIERTOS
✔ Descalificar
✔ Negar
✔ Proyectar/acusar
✔ Desmentir el abuso por parte del abusador
✔ Connotar negativamente
✔ Amenazar sutilmente con abandono físico o emocional
✔ Abandonar en realidad, física o emocionalmente.
MECANISMOS MANIFIESTOS
✔ Despreciar
✔ Gritar
✔ Insultar o expresar malas palabras
✔ Criticar
✔ Ordenar
✔ Mostrar malhumor
✔ Negar y retener afecto
✔ Ignorar
✔ Aislar a la víctima de sus familiares y amigos
✔ Monitorear el tiempo y las actividades de la víctima
✔ Intentar restringir recursos (finanzas, teléfono, etc.)
✔ Interferir con oportunidades (trabajo, atención médica, educación, etc.)
✔ Acusar a la víctima de estar involucrada en conductas repetidas e intencionalmente dañinas.
✔ Tirar objetos, no necesariamente hacia la víctima
✔ Golpear objetos, dar portazos
✔ Ridiculizar a la víctima
✔ Expresar asco hacia la víctima
✔ Amenazar con dejarla (física o emocionalmente)
✔ Expresar celos excesivos
✔ Amenazar la vida, las mascotas, la propiedad o la familia de la víctima
✔ Exponer a la víctima a escenas de abuso hacia sus hijos, mascotas, padres, etc.
✔ Obligar a la víctima a que realice actividades ilegales
✔ Provocar a la víctima para que se defienda
Los psicópatas integrados en las relaciones de pareja.

El perfil general del psicópata integrado en las relaciones de pareja. La violencia psicológico-emocional
como recurso principal: Un perfil cognitivo-conductual compartido con la Tríada Oscura de la personalidad.

La psicopatía subclínica es uno de los tres miembros que configuran la denominada “Dark Triad of personality”
(Tríada Oscura de la personalidad (TRÍOPE)); los otros dos miembros de esta tríada son el maquiavelismo y el
narcisismo, ambos también evaluados y caracterizados a nivel subclínico, con los cuales comparten muchas
características cognitivo-conductuales, aunque se trate de constructos independientes. Aunque la TRÍOPE no es objeto
específico de análisis en el presente artículo, es preciso saber que ésta ha venido siendo estudiada en numerosas
investigaciones sobre las relaciones íntimas y el maltrato psicológico, constatándose, por ejemplo, que las personas
con TRÍOPE:
✔ Buscan venganza y se vengan de aquellos que los han ofendido.
✔ Acosan a sus objetivos románticos.
✔ Actúan en función de sus fantasías sexuales desviadas.
✔ Promueven y mantienen relaciones íntimas y/o de pareja desastrosas, contraproducentes e incluso peligrosas.

El punto en común que comparten estos tres tipos de personalidades “oscuras” es que no suelen utilizar la violencia
física para conseguir sus objetivos a menos que perciban que no les quedan más recursos o tretas a través de los
cuales obtenerlos. Es la violencia psicológico-emocional el principal recurso que emplean estas personalidades con
sus víctimas: mienten, engañan, manipulan, extorsionan, cosifican, etc.
Los motivos que hay detrás de todas estas execrables conductas que desestabilizan a sus víctimas son muy personales
y de lo más variopinto, y habría que estudiar caso por caso para concretarlos; de todas formas, generalmente agreden
psicológica y/o emocionalmente con el propósito de ejercer control y poder sobre las víctimas, ya que perciben que
ésta es una de las maneras más fáciles de aprovecharse de las mismas y poder sacar beneficio.
Por tanto, las parejas psicópatas tienen un perfil cognitivo-conductual específico que coincide en algunos puntos
con el perfil del maltratador generalmente violento, pero sin connotaciones psicopatológicas que no hacen otra cosa
que tratar de exculparlos de sus actos.
A continuación revisamos algunos de esos rasgos cognitivo-conductuales y sus dinámicas relacionales. Antes que nada,
es importante volver a recordar una vez más que no todos los varones y mujeres que desean controlar a su pareja
(este deseo de control es otro indicativo potentemente explicativo) llegan a utilizar el extremo de la violencia física
para conseguir sus propósitos; no obstante, algunos trabajos de investigación han señalado que los agresores tienden
a presentar mayor necesidad de control sobre los demás que otras personas. Si se da violencia, ésta suele aparecer en
las relaciones de forma gradual, a medida que aumenta el compromiso entre los miembros de la pareja. No obstante,
antes de que pueda darse violencia, hay una serie de indicios que deberían alertar a quienes comienzan una nueva
relación de pareja, siendo los siguientes factores antecedentes algunos de los predictores explicativos de la
agravación que podría acontecer en una fase avanzada de la relación:
✔ Intentos de control y aislamiento: quiere saber todo lo que haces, exige explicaciones por todo, formula
prohibiciones y amenazas, impone reglas, impone “jueguecitos” infantiloides y aparentemente divertidos e inocuos
que le aseguren el control sobre la víctima (tretas psicológicas, pretende que no tengas secretos para él/ella, critica a
las personas con las que te relacionas e intenta, además, dar una justificación “razonada” sobre por qué no debes
andar “con esa gente”), te exige que le dediques la mayor parte de tu tiempo, etc. En muchos casos, las conductas que
despliega para controlar a la víctima son, fundamentalmente, la coerción y la intimidación, asegurándose con ello “el
silencio de la víctima”.
✔ Agresividad manifiesta y encubierta: muestra enojo con frecuencia y es verbalmente agresivo/a,
independientemente de que no empleé violencia física.
✔ Desprecio y humillación: deja de hablar o desaparece sin dar explicaciones, llega tarde, se burla, utiliza lo que sabe
de tu vida para hacerte reproches, se muestra seductor con otras personas para hacerte daño, etc.
✔ Manipulación: te pone trampas para averiguar si mientes o hasta qué punto le quieres, miente de forma reiterada
y, aun a sabiendas de que sabe que la historia que cuenta será inverosímil, trata de ajustar la historia para que encaje
mejor si le pillas en la mentira, y generalmente suele tener alguna rectificación que hacer a tus ideas o comentarios,
etc.
✔ Negación de los errores y culpabilización externa: no pide disculpas (y si las pide, no las siente en realidad, ya que
volverá a hacerlo: es cuestión de tiempo), se niega a discutir las cuestiones que te preocupan, te culpabiliza, etc.
Cuando culpan a los demás, llegan a presentarse en la mayoría de los casos como si fueran las víctimas, intentando
con ello desviar la atención hacia el comportamiento de su víctima, a la que intenta hacer ver como “un/ a loco/ a y
mentiroso/ a”.
✔ Fachada externa de buena apariencia: existen grandes discrepancias entre el comportamiento que muestran en
público y el que mantienen en privado.

A la vista está que el perfil cognitivo-conductual del psicópata integrado es multifacético. Además, todos los
indicadores o factores de riesgo que hemos expuesto ponen de manifiesto que la agresión más frecuentemente
perpetrada por estas personas contra sus víctimas es de carácter psicológico-emocional. Los psicópatas integrados se
caracterizan por mentir de forma brillante, en ocasiones por el puro placer de hacerlo y sin que haya nada obvio que
ganar, y también aparentan ser tipos encantadores. Sin embargo, esa capacidad de fascinar es sólo su modo de captar
el interés de potenciales parejas/víctimas; no hay nada genuinamente humano detrás de esa máscara/fachada. En
este sentido, habitualmente, la potencial víctima solamente será otra más de las que se habrá aprovechado en su vida,
independientemente de que la relación de pareja haya durado unas semanas o muchos años, tiempo durante el cual
se ejerce un maltrato psicológico reiterado que puede llegar a ser posteriormente casi intratable/incurable para la
víctima.
Los efectos de este tipo de maltrato perpetrado por psicópatas son realmente perniciosos para sus víctimas:
Desde luego, los agresores habituales atacan emocionalmente a sus parejas, buscando erosionar su autoestima y
avergonzarlas, todo ello con el fin de aumentar su grado de control y su poder sobre ellas, y también por el mero
placer de hacer daño y/o de “devolver el golpe”. El abuso físico está muy unido al emocional, y es muy improbable
que se dé el primero sin el segundo (de hecho, podríamos decir que todo abuso físico es también una herida emocional,
ya que cuando somos golpeados sentimos necesariamente rabia y humillación). Ambos son medios para lograr el
control y el dominio de la víctima.

Relaciones entre los IMP y los rasgos de la psicopatía subclínica: Factores de riesgo.

Además de lo dicho anteriormente, si prestamos especial atención a los IMP y a los mecanismos encubiertos y
manifiestos de abuso emocional que ya revisamos con anterioridad (véanse las Tablas 2 y 3), enseguida nos
apercibiremos de que las similitudes con los rasgos psicopáticos (y también con varios de los narcisistas y
maquiavélicos) son ostensiblemente evidentes. La mayoría de estos indicadores y/o mecanismos de maltrato
psicológico-emocional se incardinan dentro de la esencia misma de los distintos rasgos psicopáticos,
fundamentalmente aquellos que tienen que ver con el Factor 1 del PCL-R o rasgos de personalidad/interpersonales y
emocionales, y también, aunque en menor medida y no siendo estrictamente necesarios, con algunos de los rasgos
del Factor 2 del PCL-R o rasgos conductuales/estilo de vida.
De especial relevancia para los propósitos de este apartado es el reciente artículo de investigación titulado
Psychological Abuse in Young Couples: Risk Factors (Moreno et al., 2011). En un estudio realizado en la Universidad de
Extremadura, estos autores evaluaron a 648 estudiantes universitarios (277 hombres y 371 mujeres) procedentes de
distintas Facultades y con edades entre 17 y 23 años para identificar las manifestaciones de maltrato psicológico o IMP
previos a la consolidación del estado civil (por ejemplo, matrimonio, inicio de la convivencia). Para evaluar el abuso
psicológico en las relaciones íntimas de los estudiantes, Moreno et al. (2011) crearon un Cuestionario de Maltrato
Psicológico (CMP), basado en numerosas encuestas e instrumentos de cribado y diagnóstico nacionales e
internacionales que han estudiado la problemática de la violencia doméstica. Los resultados mostraron patrones
coercitivos de interacción en las relaciones de noviazgo de los estudiantes, estando entre los IMP la hostilidad, la
culpabilización, la insistencia abusiva, la bondad aparente, la indiferencia y el menosprecio. Algunos de los ítems
incluidos en el CMP son los siguientes:
✔ Comportamiento Destructivo y Reproches: “Mi pareja a menudo me decía, de manera repetida, las cosas que no le
gustan de mí” y “Mi pareja con frecuencia sacaba a relucir las cosas del pasado para burlarse de mí”.
✔ Gaslighting o “luz de gas”: “Mi pareja negaba haberme dicho cosas que realmente me había dicho” y “Mi pareja me
acusaba constantemente de imaginar cosas que no habían sucedido”.
✔ Denegación/Refutación/Desmentimiento: “Mi pareja me aseguró que nunca haría daño a nadie, y menos a mí” y
“Mi pareja me acusó de inventarme el hecho de que él/ella me hizo daño”.
✔ Culpabilización: “Mi pareja me acusaba de estar constantemente imaginando cosas que nunca ocurrieron”.
Además de lo ya analizado hasta aquí, sigamos poniendo en relación los IMP y los mecanismos manifiestos y
encubiertos de abuso emocional con los rasgos psicopáticos. Por ejemplo, el IMP bondad aparente se corresponde en
gran medida con el rasgo psicopático locuacidad y encanto superficial, y también con el rasgo psicopático
manipulación. El subfactor manipulación de la realidad que incluye el IMP bondad aparente puede tener varias
lecturas. Por lo general, los psicópatas tratan de iniciar un contacto íntimo presentándose como buenas personas, con
gran bondad, etc., pero siempre manipulando la realidad, ya que realmente no son así, aspectos que las víctimas no
perciben hasta que sus parejas psicópatas se quitan la máscara, es decir, hasta que cambian de comportamientos y
comienzan a mostrarse tal como son. Esta manipulación de la realidad va in crescendo cuando el miembro agresor/a
de la pareja inicia o perpetra al mismo tiempo el insidioso proceso del gaslighting, que consiste en hacer que la víctima
pierda incluso la cordura.
Tal y como señala Taverniers, las descalificaciones son la forma de maltrato psicológico en que típicamente se descarta
la parte femenina/masculina de la víctima, así como sus habilidades, realidad y experiencia. Se trata de «un mecanismo
base dirigido a infundar los sentimientos de inferioridad necesarios para que se establezca la relación asimétrica que
propicia la aparición de otras manifestaciones violentas en la pareja, ya sea de forma enmascarada o explícita». Este
subfactor de los IMP queda reflejado en la investigación de Moreno et al. en críticas corrosivas, humillaciones y
frecuentes conductas de desautorización que facilitan la puesta en práctica de actitudes muy sutiles que ponen en tela
de juicio la relevancia de cada una de las acciones que efectúa el sujeto a diario mediante la trivialización de las mismas.
En este punto, no hay que olvidar que los psicópatas, al igual que los narcisistas, se caracterizan por un sentido
grandilocuente de autovaloración, el cual suelen obtenerlo por sí mismos e incrementarlo cuando humillan a sus
parejas, familiares, amigos, empleados, conocidos, etc.
En cuanto al subfactor trivialización, los IMP encontrados por Blázquez et al. y por Moreno et al. aluden a comentarios
de infravaloración y conductas de no reconocimiento del éxito personal recogido por la pareja. Instaurada esta
dinámica relacional, cuyo objetivo se centra en establecer continúa y sistemáticamente el control sobre la víctima, la
aparición de conductas destructivas con ánimo de atemorizar a la misma y obligarla a mantenerse en el seno de la
pareja es una estrategia frecuente que, a juzgar por los IMP en las relaciones íntimas, se materializa en diversas
puestas en escena que van desde la destrucción de objetos de valor económico o afectivo para la víctima hasta el
maltrato de sus animales domésticos.
A este respecto, varias investigaciones también han encontrado que tanto los psicópatas subclínicos como las personas
con altas puntuaciones en la TRÍOPE emplean tácticas de retención de parejas para sus propios beneficios, tanto
económicos como sociales y sexuales, reteniéndolas hasta que las exprimen al máximo o se aburren de las mismas.
Por otro lado, como decíamos anteriormente, los motivos más frecuentes por los cuales las parejas psicópatas
ejercen maltrato psicológico contra sus parejas/víctimas estriban en obtener el poder y el control sobre las mismas,
y para ello, frecuentemente, las aíslan de cualquier contacto (social, amistades y familiares) que pudiera impedirlo.
El aislamiento o bloqueo social también es otro de los IMP encontrados en las relaciones íntimas de las parejas
jóvenes, consiguiendo con ello el control total sobre la víctima, lo que ha llegado a conseguir a través de un insidioso
y denominado ciclo de manipulación psicopático: El agresor/a alcanzará el control total sobre la víctima cuando le
impone conductas de bloqueo social que la aíslan de familiares, amigos y cualquier contacto que ésta pueda
entablar con un mundo exterior que no esté al alcance de su control y manipulación.
Las manifestaciones de este subfactor aquí recogidas se sintetizan en intentos de restricción continua, ya sean de tipo
afectivo o social, hasta límites degradantes. Los reproches, según Taverniers, probablemente constituyan la forma más
frecuente de hostilidad entre las formas de violencia dentro de las parejas, instalándose como parte de la relación
disfuncional de la pareja en la vida diaria.
El reproche abarca varios significados: Se entiende como un mecanismo violento, aunque no de agresión explícita,
que consiste en exigir al otro/a de forma rígida y estereotipada que se adapte a las propias expectativas de cómo ha
de ser y actuar, ignorando la individualidad de la víctima. Esta variable puede verse en nuestro estudio al observar las
recriminaciones sobre hechos que sucedieron en el pasado, repetidas quejas sobre aspectos que le insatisfacen de su
persona, comentarios maliciosos cuyo único objetivo es alterar intencionadamente el bienestar de la pareja y, el más
representativo, la constante censura de la conducta llevada a cabo por la víctima y en virtud de la cual, arbitrariamente,
estima como apropiada. Los reproches constantes y maliciosos suelen ser característicos en las personas egoístas; las
personas maquiavélicas son extremadamente egoístas, corrosivas y censuradoras, y también es bien conocido que
uno de los rasgos esenciales de la psicopatía es el tremendo egocentrismo que perfilan en su vida ante los demás.
Recriminar aspectos del pasado que en realidad no le sucedieron a la víctima es una de las tácticas frecuentemente
empleadas por las parejas psicópatas hasta el extremo de intentar y llegar hacerles creer que, finalmente, les sucedió,
aunque así no fuera, con objeto de volver a insistir de manera insidiosa en reproches que rozan incluso lo absurdo.
Otro subfactor incluido en el factor principal de la culpabilización es el referido a las acusaciones. Se trata de un IMP…:
(…) empleado por los sujetos para instilar un sentido de oprobio en las víctimas. Así, la víctima se convierte en el
objetivo de los ataques de rabia o sentimientos de inseguridad de la pareja y en el objetivo sobre el que el sujeto
proyecta de manera indiscriminada su propia falta de satisfacción. La incontrolable naturaleza de estas acusaciones
por parte de la víctima, que se encuentra a sí misma criticada independientemente de su comportamiento, será
suficiente para que llegue a aprender a vivir en un perpetuo estado de indefensión, que a su vez produce un desgaste
psicológico y un deterioro de su personalidad. Las acusaciones que se producen con mayor frecuencia en nuestro
estudio son la de culpabilizar exclusivamente a la víctima por cualquier situación problemática que la pareja pueda
estar pasando, la atribución generalizada de connotaciones ofensivas a los comentarios irrelevantes de todos los días,
las afirmaciones sentenciosas que determinan la anormalidad del sujeto con respecto a los hombres y las mujeres que
se toman como punto de referencia, y, por último, la descalificación masiva de las acciones que la víctima puede llevar
a cabo en cualquier ámbito que sea.
A este respecto, hay que recordar que otro de los rasgos esenciales de la psicopatía es la ausencia de culpabilidad y/o
de remordimientos por las acciones que comete; así, una persona que no se siente culpable ni le remuerde la
conciencia por las consecuencias negativas de sus actos está libre de los “frenos morales” que a los demás nos hacen
recapacitar, pedir disculpas y no volver a cometer la misma acción. Unido a todo esto también hay que subrayar la
ausencia de vergüenza y/o de escrúpulos tan característicos de los psicópatas, por lo que lanzar acusaciones contra
su pareja u otras personas no les supondrá mayores reparos.
Finalmente, vamos a revisar el subfactor insistencia abusiva, que se enmarca en el factor principal imposición de
patrones de conducta. Siguiendo de nuevo a los autores del estudio aquí tomado como referencia, veamos en qué
consiste este subfactor: En cuanto a la insistencia abusiva, debemos destacar que es una forma de imposición de
conducta que se caracteriza por reiterar las demandas personales a la pareja hasta obtener de ella los propósitos
marcados a través de generarle cansancio. La evidencia de nuestro estudio indica que el sujeto reclama
persistentemente tener la razón ante cualquier situación de discrepancia, induce a la pareja a realizar sexo aun cuando
ésta no quiera, presiona a su pareja hasta que ésta desista de hacer sus propios planes en virtud de los suyos, y, por
último, persiste obstinadamente en hacer que la pareja o víctima cumpla con todos sus deseos.
Los psicópatas también se caracterizan por una vida sexual impersonal y/o poco integrada, y aquí caben tanto el
forzar a las parejas a mantener relaciones sexuales a pesar de no desear tenerlas como el insistirles en que realicen
prácticas sexuales incluso degradantes.
La insistencia abusiva comienza a aparecer por parte de las parejas psicópatas cuando éstas ya llevan un cierto
tiempo de relación con sus víctimas, suele estar a menudo centrada en requerimientos sexuales frívolos y se
enmarca en una fase intermedia del ciclo de manipulación psicopática.
Finalmente, hay que señalar que todos estos rasgos y conductas del psicópata que se relacionan con los diversos IMP
van a estar en función del tipo de relación que pretendan entablar, así como según el tipo de víctima al que traten de
parasitar. Al mismo tiempo, también van a aparecer, si la relación ya está iniciada, en según qué fases del denominado
generalmente como ciclo de la manipulación psicopática, que abarca desde el acecho y estudio de las potenciales
víctimas hasta la ruptura misma de la relación.

Caracterización de las relaciones íntimas de los psicópatas integrados con sus parejas/víctimas.

Se pueden observar las relaciones entre los diversos IMP y los rasgos psicopáticos al revisar la literatura científica
específica al respecto. Para los propósitos de este concreto apartado es de especial relevancia la ponencia titulada
Sex, Lies, and More Lies: Exploring the Intimate Relationships of Subclinical Psychopaths que Williams et al. (2005)
presentaron en la 1ª conferencia de la Society for the Scientific Study of Psychopathy. En esta ponencia, que seguimos
de forma expresa, se expusieron los resultados hallados en un estudio de investigación sobre el tema.
Los problemas en las relaciones íntimas son de interés tanto para los investigadores como para el público en general,
y entre estos problemas se encuentran la violencia en la relación.
Según las investigaciones clásicas, entre las distintas variables individuales identificadas como predictores de los
problemas de relación se encuentran el trastorno límite de la personalidad, el uso de sustancias y la ira como rasgo.
Sin embargo, una variable importante de la personalidad y especialmente destructiva se ha descuidado mucho en
esta línea de investigación: la psicopatía subclínica. La psicopatía subclínica comparte las principales características
de su contraparte jurídico-forense, si bien tienden a ser menos extremas que las de la psicopatía criminal.
La relación entre la psicopatía y la violencia en las relaciones íntimas puede ser obtenida de la investigación sobre
los maltratadores de mujeres. Aunque los académicos suelen variar con respecto al etiquetado de los subgrupos de
maltratadores de mujeres, existen una razonable consistencia o acuerdo sobre los rasgos de personalidad, la
psicopatología y los patrones de maltrato que definen a estos subgrupos.
Uno de estos subgrupos se conoce como el generalmente violento/antisocial. A la luz de las sorprendentes
similitudes entre los maltratadores generalmente violentos/antisociales y los hombres con psicopatía, puede ser
que la psicopatía criminal sea un buen candidato como correlato de los problemas en muchas relaciones íntimas.
En el estudio de Williams et al. (2005) se critica que se haya obviado a “la personalidad más destructiva (la psicopatía
subclínica)” (p. 1) en los estudios sobre los problemas en las relaciones íntimas. Estos autores estudiaron la influencia
de la psicopatía subclínica en las relaciones íntimas de 612 estudiantes universitarios, y para ello emplearon la tercera
versión de la Self-Report Psychopathy Scale (SRP-III), de Paulhus, Neumann y Hare (en prensa), que es un autoinforme
de psicopatía subclínica con 44 ítems y derivado del original PCL-R. A grandes líneas, Williams et al. (2005) hallaron
que la psicopatía subclínica se relacionaba con una amplia gama de conductas sexuales arriesgadas y violentas, con
diversas actitudes y cogniciones negativas hacia sus parejas y hacia las relaciones íntimas en general, así como también
con diferentes indicadores de infidelidad.
En conjunto, estos resultados sugieren que las relaciones íntimas de los psicópatas subclínicos son extremadamente
abusivas y volátiles con respecto tanto a las actitudes/posturas como a los comportamientos. Veamos un poco más
en detalles los resultados estadísticos de este interesante estudio de investigación.
Con respecto a la variable conductas arriesgadas/peligrosas/aventuradas y violentas, ésta fue medida a través del
Violence Assessment Index, el Aggressive Sexual Behavior Inventory y la HIV/AIDS Risk Behavior Form (Huba et al.,
2000).
En su estudio, Williams et al. (2005) hallaron correlaciones con la SRP-III, siendo todas significativas en p < 0.01. Las
puntuaciones totales de la SRP-III correlacionaron fuertemente con la conducta sexual coercitiva (r = 0.38), con la
conducta sexual arriesgada (r = 0.37) y con la violencia en la relación íntima (r = 0.32). Un análisis más detallado de
estas correlaciones reveló que cada una de las cuatro subescalas de la SRP-III (Insensibilidad Afectiva, Manipulación
Interpersonal, Estilo de Vida Errático y Conducta Antisocial) correlacionaba significativamente y en diversos grados
con las diferentes medidas dependientes o instrumentos de auto-informe que sirvieron para evaluar las variables que
aquí estamos revisando de este estudio.
Por otro lado, en cuanto a la variable actitudes/posturas hacia las relaciones y hacia la pareja, ésta fue medida a
través de la Rape Supportive Attitudes Scale, el Perceived Relationship Quality Component y el Relationship
Questionnaire. También se hallaron en el estudio de Williams et al. (2005) correlaciones entre la SRP-III y las escalas
de actitudes mentadas. Estos autores encontraron que la SRP-III correlacionaba positivamente con la aceptación de
los mitos de la violación (r = 0.33) y con un estilo de apego indiferente (r = 0.10, p < 0.05). También se observaron
correlaciones negativas entre las puntuaciones de la SRP-III y los sentimientos tanto de compromiso (r = -0.32) como
de confianza (r = -0.23, p < 0.05) hacia la pareja.
Dos subescalas del SRP-III, la de Insensibilidad Afectiva y la de Conducta Antisocial, mostraron fuertes correlaciones
con la ausencia de compromiso, mientras que la correlación más fuerte de la subescala Conducta Antisocial fue sólo
con respecto a la desconfianza.
Por otra parte, la subescalas Insensibilidad Afectiva y Manipulación Interpersonal mostraron las asociaciones más
fuertes con la aceptación de los mitos de la violación, y fue concretamente la subescala Manipulación Interpersonal la
que correlacionó más fuertemente con el estilo de apego indiferente.
Finalmente, la tercera variable estudiada por Williams et al. (2005) en relación con la psicopatía subclínica fue la
infidelidad, la cual fue medida a través de la HMP Attraction Survey, la Anonymous Romantic Attraction Survey y el
Sociosexual Orientation Inventory. Los autores hallaron sólidas correlaciones entre la SRP-III y las fantasías de engaño
(r = 0.42) y las conductas de engaño (r = 0.39). Aunque los psicópatas eran más propensos a intentar “cazar
furtivamente/pisar” a un compañero íntimo (r = 0.41), no hubo relación con la variable caza furtiva éxitosa (r = 0.11, p
> 0.05). Las personas con puntuaciones altas de psicopatía subclínica también eran más propensas a la búsqueda de
parejas a corto plazo (r = 0.36) y a considerar la posibilidad de tener relaciones sexuales con alguien que acaban de
conocer (r = 0.34).
En diversos grados, todas las suescalas de la SRP-III mostraron correlaciones significativas con los diversos
instrumentos o medidas de infidelidad. Por último, y en contra de lo que tiende a pensarse coloquialmente (unos
piensan que los hombres son más infieles, mientras que otros piensan lo mismo con respecto a las mujeres), estos
autores hallaron que “las diferencias de género en cualquiera de los patrones de correlación mencionados fueron
mínimas”.
Discusión y conclusiones.

En general, los estudios han revelado y descrito al psicópata subclínico como una persona con un ideal de auto-
concepto bastante similar al que tienen muchas personas de la población general. Ray y Ray (1982) ironizaban respecto
a que, de hecho, “el psicópata es [un tipo de persona] demasiado bueno para ser cierto” (p. 140); no fue casualidad
que a su artículo lo titularan Algunas Ventajas Aparentes de la Psicopatía Subclínica. Sin duda alguna que, como la
imagen que dan estas personas, esas “ventajas” no son más que apariencias, aspecto que también han remarcado
autores como Cleckley (1941, 1976), Hare (1993), Lykken (1995) y Garrido (2000), entre otros, al comprobar, tras
muchos años de investigación poniéndose al frente de casos reales, que la psicopatía integrada es especialmente
prominente en personas de alto estatus socioeconómico y profesional, citando ejemplos/casos de médicos,
profesores, políticos, artistas, empresarios, etc.
Más recientes son las investigaciones que durante las dos últimas décadas han venido corroborando la presencia de
la psicopatía subclínica en la población general a través del estudio de los rasgos y modelos de personalidad normal.
Por otro lado, y como hemos señalado, son varios los factores y subfactores que configuran los IMP en la pareja que
ya comienzan a manifestarse incluso en la misma etapa de noviazgo. Todo parece indicar que la presencia de cada
uno de estos indicadores o manifestaciones de violencia emocional como elementos reguladores de la interacción
conyugal puede irrumpir en cualquier momento de la vida en pareja, adquiriendo diferentes formas de expresión
que se irán transformando en función de la evolución de la propia pareja.
De esta forma, aunque partimos de la existencia de propiedades inherentes a la dinámica de maltrato, tales como el
carácter cíclico y la intensidad creciente de las agresiones, también se ha comprobado la existencia del empleo
diferencial de los IMP según la edad en que se encuentra el sujeto, siendo puestos en práctica en mayor medida por
los y las jóvenes de 17-18 años.
Tema aparte es la posible relación entre los IMP y los rasgos psicopáticos, trabajo que habría que comprobar
empíricamente y, aún así, tomar con cautela los resultados obtenidos a través de estudios meramente correlacionales,
ya que las interpretaciones que pudieran hacerse al respecto podrían ser aventuradas. En este sentido, por supuesto,
nosotros no sostenemos la idea de que los miembros de la pareja que ejerzan manifestaciones de maltrato
psicológico contra sus compañeros/as íntimos/as sean, a su vez, psicópatas (ni integrados ni potencialmente
delincuentes). Así, es preciso volver a insistir que una persona podría ser diagnosticada como psicópata sólo cuando
se le haya evaluado con los instrumentos de evaluación específicos creados al efecto, y esto independientemente de
si ha tenido, tiene o no relaciones de pareja.
Por tanto, psicopatía y maltrato psicológico deben evaluarse de forma independiente, y también puede y debe
estudiarse la posible relación que existe entre ambos y que varias investigaciones ya han puesto reiteradamente de
manifiesto. Lo que sí ha quedado claro, de acuerdo a la literatura científica afín, es que los/as psicópatas
integrados/as mantienen relaciones de pareja en las que aparecen la mayoría de los IMP aquí revisados.
El estudio que ya revisamos de Williams et al. (2005) es una muestra de ello; volvamos una vez más al mismo para
trasladar aquí, literalmente, sus propias conclusiones: La psicopatía ha mostrado correlaciones fuertes y consistentes
con una amplia gama de comportamientos problemáticos de relación. No sólo son los psicópatas más propensos a
involucrarse en conductas sexuales de riesgo, sino también más propensos a utilizar tácticas coercitivas para obtener
sexo, incluyendo el uso de drogas o actos de intimidación física o verbal.
Este último indica que los psicópatas utilizan el miedo y otras tácticas de manipulación para dominar y controlar a sus
parejas. La violencia que impregna la vida de los psicópatas parece extenderse a sus relaciones íntimas. La psicopatía
también se asoció con varias actitudes negativas con respecto a sus parejas y las relaciones en general. Es de notar
que muchas de estas mismas actitudes y cogniciones han sido reconocidas como factores de riesgo de agresión sexual.
En particular, los psicópatas muestran menos compromiso y confianza hacia su pareja, y tienen un estilo de apego más
despectivo en general. Aún más inquietante es el hecho de que los psicópatas son más receptivos a los mitos de la
violación y se mantienen más a favor de las actitudes de violación. En conjunto, es posible que estas actitudes y
cogniciones siembren las semillas de la violencia de los psicópatas hacia los compañeros íntimos.
Por último, la psicopatía mostró relaciones consistentes con otra cuestión fundamental de la relación íntima: la
infidelidad. Los psicópatas parecen estar contemplando constantemente o buscar activamente oportunidades
sexuales a corto plazo, independientemente de su estado civil y del de sus posibles objetivos. Los psicópatas también
se despreocupan de si su objetivo hace trampa, lo que sugiere que el objetivo bien podría ser un extraño anónimo.
Este estilo de apego indiferente y la falta de compromiso hacia su pareja tienden a jugar un papel en su infidelidad.
Sobre la base de las correlaciones entre la psicopatía subclínica y la violencia en las relaciones, parece que la relación
entre los maltratadores de mujeres y la psicopatía criminal puede también ser generalizada a la psicopatía subclínica.
Además del actual comportamiento auto-informado, la psicopatía subclínica también se asocia con varias actitudes y
cogniciones que se consideran factores de riesgo del abuso.
Las relaciones íntimas de los psicópatas parecen ser un ambiente peligroso para sus parejas, lleno de desapego,
desconfianza y abuso. Suele decirse que no hay dos personas iguales; tampoco dos psicópatas iguales. Partiendo de la
propia idiosincrasia de cada persona en particular, parece lógico pensar que las dinámicas relacionales que mantienen
los/as psicópatas subclínicos/as con sus parejas o potenciales parejas deben ser muy diferentes.
No obstante, los resultados de investigación han demostrado que, a pesar de lo dicho, la mayoría de las dinámicas de
relación de pareja que llevan este tipo de personas son muy parecidas, fundamentalmente orientadas a la selección
de parejas a corto plazo, a crear un ambiente de relación volátil y a maltratar psicológicamente a sus parejas si la
relación perdura. Estas personas comparten muchos aspectos en común, lo que puede facilitar a los profesionales
trazar un perfil relativamente prototípico de este tipo de agresor/a psicológico/a de pareja y, asimismo, delinear
directrices básicas de prevención para las víctimas y potenciales víctimas.

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