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Los ámbitos de Intervención Social en Trabajo Social son tres: Individuo - Familia, Grupo y
Comunidad, siendo el eje central en la relación e interacción de los individuos las
problemáticas sociales (violencia intrafamiliar, bullying, desigualdad en los sueldos, consumo
de drogas, Obesidad, etc). Por lo tanto se puede mencionar que son innumerables las
problemáticas sociales que están presente en el interior de la familia, y que estas no son
capaces de resolver por sus propios medios, sino que solicitan atención y orientación de un
tercero para que intervenga en su realidad y de esa manera producir los cambios necesarios
que les permitan una mejor calidad de vida.
Por tal razón es necesario que el Trabajador Social o Profesional que realice una
intervención familiar considere la diversidad cultural y social que existe en cada uno de los
miembros que integran una familia, reflexionando sobre el funcionamiento interno y externo
para una adecuada intervención y toma de decisiones.
Existe una fuerte interacción entre lo económico, lo natural y lo Social que afecta directamente
a las personas, lo que genera una problemática, que en muchos casos un individuo la visualiza
como una situación negativa y no como un hecho que le permita mejorar algún aspecto de su
proyecto de vida.
La persona tiene necesidades que debe suplir alimentación, vestuario, salud, educación, para
ello vende su fuerza de trabajo y crea una relación con otros sujetos que desencadena en
sociabilización. Basándose en la premisa que la sociedad es cambiante, dinámica y
compleja, debido al aceleramiento con que las personas viven la vida, situación que caracteriza
plenamente a Chile y marca una serie de interrogantes hacia la intervención en lo social desde
la perspectiva individuo - familia.
Se puede mencionar que los cambios se observan desde diferentes esferas: políticas,
sociales, económicas, religiosas, hasta el sentido de la vida cotidiana en las diversas y
heterogéneas situaciones.
En los distintos espacios que se encuentra inserto un individuo como en la familia, el barrio,
la escuela, la Universidad o el trabajo, este da cuenta el surgimiento de interpelaciones o
demandas dirigidas especialmente en su sentido, a la posibilidad y necesidad de una
reconfiguración de la cual se es testigo en forma desorientada y que genera dificultad en su
accionar.
A menudo, las necesidades de ayuda de individuos y familias las comparten otras personas
de la comunidad o de la sociedad. Por ejemplo, las políticas sociales de apoyo a los
cuidadores o a las personas con dificultades de salud mental abordan, en el nivel colectivo,
unos problemas que también se encuentra en el ámbito individual y en el familiar,
denominándolas problemáticas sociales.
Provocando que la necesidad de ayuda de una persona sólo se convierte en un problema para
los trabajadores sociales cuando esa necesidad no se puede satisfacer dentro de la familia o
de la comunidad local. Es entonces cuando entran en acción las organizaciones de asistencia
social que existen alrededor y que se denominan redes secundarias o apoyos institucionales.
Un enfoque eficaz de la práctica debe tener presentes las interconexiones esenciales entre lo
que ocurre en diferentes facetas de las relaciones inmediatas de la persona, sus redes
primarias, secundarias (En varios casos están redes son la familia o las instituciones sociales
y políticas más generales en las que están inmersas las personas).
A continuación, se señala una problemática social que afecta al individuo en primera instancia
y posteriormente a la familia completa, allí podrá visualizar la real importancia de las
problemáticas sociales y que luego generan la creación de políticas sociales para poder suplir
la necesidad de las personas por parte del Estado o un particular en caso de aquellas que
afectan a un individuo solamente.
El Endeudamiento:
A inicios de los años 80, el acceso al crédito para facilitar el consumo de las personas va
adquiriendo una progresiva importancia en la población nacional, pues permite en cierta
medida a través de una tarjeta adquirir un bien. Sin embargo, la contratación de créditos por
encima de la capacidad de ingresos familiares destinables al pago de deudas, han ido
ocasionado la problemática del endeudamiento, la que afecta, especialmente a los
consumidores de los estratos C2 y C3.
Con el ejemplo anterior se visualiza que las problemáticas se pueden dar en los distintos
estratos sociales, por ello se considera necesario señalar la clasificación de los grupos
socioeconómicos en Chile.
• “ABC1: Comprenden a la clase alta y está integrada por familias con alto nivel
de ingresos, estudios terciarios (en su mayoría, universitarios) y una gran cantidad
de bienes (en promedio, 9,2 de los 10 mencionados). El salario familiar ronda entre
los $ 1.986.000 y los $ 6.452.000 pesos chilenos.
• C2: Corresponde a la clase media alta, integrada en su mayoría por familias de
ingresos sustentables, profesionales en su mayoría con estudios superiores
(técnicos y universitarios) y un promedio de 7,2 bienes de la canasta. El ingreso promedio del
hogar es 1.360.000
• C3: El jefe de hogar suele haber terminado
la enseñanza media y también muchos han realizado algunos estudios superiores.
Si bien el sueldo promedio de $899.000 es sustentable para una familia y permite tener unos
5 de los 10 bienes mencionados.
• D: Corresponde a la clase media baja. En este grupo, el jefe de hogar suele
haber llegado a la enseñanza media, sin necesariamente terminarla. El ingreso promedio del
hogar es 562.000 y tiene al menos de los 4 bienes, usualmente los de mayor necesidad.
• E: Alude a la clase baja que integra a familias, en su mayoría, pobres y con
Ingreso promedio de 324.000. Pocos han terminado sus estudios. La cantidad de bienes no
es sustentable y la necesaria escasea.
• F: Pobreza máxima. Familias sin estudios en su mayoría y sueldos que ni
siquiera alcanzan para lo básico. Este grupo suele no ser incluido debido al bajo
porcentaje de individuos en esta condición”1
En fin, las problemáticas sociales constituyen las cuestiones inquietantes que se dan en el
seno de una sociedad y en relación a los cuales se tiene conciencia de la necesidad de
encontrarles soluciones.
A medida que transcurre el tiempo la familia y la sociedad van pasando por distintos episodios,
por ejemplo: cambios sustanciales, guerras, depresiones que afectan a la estructura familiar.
El cambio más grande que se ha dado es a nivel ideológico o mejor dicho tratado de generar,
es el de aceptación al otro tal cual es.
Este simple cambio en sí, es transcendental ya que se puede observar cómo afecta una
problemática social en el ambiente familiar, puede ser de manera positiva o tal vez negativa,
pero ese hecho permite un repensar y reflexionar del accionar al interior de la familia.
2 ROZAS, Margarita. “La intervención profesional en relación con la cuestión social”. Espacio Edit. BuenosAires. 2001.
El concepto ilegitimidad ha sido abolido para todas intenciones y propósitos. Sin embargo, la
mayoría de las políticas aun consideran como equivalentes el ser miembro de la familia y del
hogar a nivel nuclear, aunque menudo ya no lo son.
Como consecuencia, los núcleos familiares son, para muchos considerados como la unidad
básica de administración, lo cual lleva a un número de problemas involuntarios no anticipados.
El Derecho de Familia asigna a esposos y esposas las mismas funciones económicas. Ambos
son considerados responsables de su propio bienestar económico, así como también del de
su cónyuge y su descendencia
El hecho de que la familia extensa haya predominado por mucho tiempo en más de un hogar,
tanto históricamente como en el presente, no es importante en este contexto para ninguno de
los modelos. El enfoque aquí es en padres y madres.
Las esposas ya no son conceptualizadas como dependientes, sino como iguales al marido, y
la familia en Derecho es vista como dependiente de ambos.
Esto no siempre es así en la realidad económica, social y política. Se asume legalmente que
padres y madres son igualmente responsables del cuidado de los hijos, aunque en la práctica
no es así habitualmente.
Esto tiene un efecto paradójico: como ambos, padre y madre, se supone tiene capacidad de
cumplir las funciones de cuidado y de mantención. De aquello se deduce que uno u otro
deberían poder encargarse de ambas funciones. En contraste, bajo el modelo patriarcal, sólo
una persona se suponía que cumpliría la función económica o la de cuidado de los hijos.
Sin embargo, por la tendencia a tratar como equivalentes el ser miembro de la familia y el ser
miembro del hogar, el padre o madre ausente (por lo general el padre) es tratado como si no
lo fuera en muchas políticas.
2. Los matrimonios legales ya no son la única unidad básica constituyente de una familia.
En su lugar, se admite que las relaciones funcionales crean esta unidad básica. En
consecuencia, el y la compañera en una relación de hecho se tienen como responsables del
sustento económico de una y otro, tanto durante la unión como después de que ésta termina.
No existen distinciones legales entre descendencia legítima e ilegítima.
5. Marido y esposa son igualmente responsables del bienestar económico propio, del él o la
cónyuge y de la familia dependiente. La descendencia es considerada dependiente de madre
y padre él y la cónyuge son considerados económicamente interdependientes, más que una
como dependiente y el otro como jefe de familia.
Varios autores como Giberti, Jelin, Grosman, Winerman señalan que las problemáticas
sociales afectan el ámbito familiar (La familia tiene crisis, la familia tiene cambios).
Definiendo a la problemática como un malestar identitario, es decir, formar parte de una familia
implicaba una serie de cuestiones constitutivas de la identidad la que ofrecía un punto de
equilibrio al individuo, al mismo tiempo que lo insertaba en un espacio de sostén social y
redistribución económica.
Según Alicia Stolkiner, en Buenos Aires, casi el 45% de las familias en los sectores con
necesidades básicas insatisfechas, tiene por cabeza a una mujer; Podría afirmarse que se
tiende a una configuración familiar que tiene a una mujer como cabeza principal soporte
económico y en donde el varón ocupa un lugar periférico o circunstancial.
Todos estos aspectos implican nuevos desafíos para las prácticas y las instituciones, ya que
las mismas se construyeron sobre otras bases económicas y políticas.
La socióloga Elizabeth Jelin sostiene que la familia está perdiendo sus funciones como
institución y que está dejando de ser una institución total. Desde la perspectiva del individuo y
su curso de vida, más que hablar de la familia lo que permanece son una serie de vínculos
familiares: vínculos entre madres y padres e hijos/as; vínculos entre hermanos; otros vínculos
de parentesco más lejanos.
Según la autora Elizabeth Bianchedi señala que la familia de estos últimos 25 años el factor
causal como culpabilidad por el cual el sujeto establece relación con alguna problemática,
ejemplo con las drogas son los factores condicionantes ya sean individuales, familiares y
sociales que pueden facilitar el consumo de drogas.
Dichos factores permiten hablar de grupos más vulnerables, es decir, que puede existir mayor
probabilidad frente a determinadas situaciones se pueda acceder a las drogas.
Los factores personales suponen incapacidad para superar las dificultades, la frustración o
insatisfacción, la poca confianza en uno mismo, el estado de tensión continuo, la pasividad y
dependencia, la dificultad para establecer relaciones, el no ver sentido a la vida, el
egocentrismo, la incapacidad para posponer las satisfacciones y mirar al futuro, etc.
El concepto de jefe de hogar se utiliza en encuestas y censos a fin de identificar a una persona
del hogar que sirva como referencia para obtener información sobre las personas que lo
componen y así conocer los vínculos de parentesco que los unen.
Por lo tanto, la definición empleada para obtener información no coincide necesariamente con
la persona que toma decisiones en el hogar y sustenta económicamente.
Por esta razón, suele subestimarse el número de mujeres jefas de hogar, y generalmente la
mujer solo se reconoce o se autodesigna como jefa cuando está ausente un hombre adulto
(Naciones Unidas, 1997).
En los países de América Latina, los hogares con jefatura femenina se distinguen
principalmente por la ausencia de cónyuge en el hogar; según el promedio urbano para el
2002, cerca de un 89% de las jefas vivía sin cónyuge, en contraposición con los jefes de hogar,
de los cuales un 87% convivía con su cónyuge o pareja.
Este aumento notable de las familias nucleares frente a las extendidas tuvo lugar al tiempo
que creció ligeramente el número de familias que se registran viviendo en un mismo hogar, lo
que estaría reflejando un problema de insuficiencia de viviendas.
En Chile, uno de cada cinco hogares tiene como jefe a una mujer y esto va variando durante
los años, oscilando en torno al 21%. Este hecho se puede observar consistentemente tanto
mediante el Censo de 1982 como a través de las diferentes Encuestas Nacionales de Empleo
durante esa década. La proporción de hogares con jefatura femenina es mayor en las ciudades
que en las zonas rurales: 23% y 14% respectivamente.
El aumento en la jefatura de hogar femenina, sobre todo en los tramos más vulnerables, lo
señala la Ministra del Trabajo Evelyn Matthei
Considerando los resultados de la “Encuesta Casen 2011, los hogares con jefatura femenina
en Chile subieron de un 33% en 2009, a un 39% en 2011. Esta cifra muestra que en los últimos
20 años las jefas de hogar se han duplicado, pasando de 20% en la CASEN 1990 a 39% hoy.
De la encuesta de puede realizar el siguiente análisis que en los últimos 2 años el número de
hogares a cargo de una mujer aumentó en 390 mil, llegando a casi 2 millones de hogares.
En los restantes casos, factores culturales inclinan las declaraciones familiares a asociar
jefatura de hogar con identidad masculina. Por ello, se estima que la proporción de mujeres
jefas de hogar podría ser apreciablemente más alta. Además, en el interior de los hogares
aparecen núcleos familiares secundarios, formados por parejas jóvenes o mujeres con hijos,
que aumentarían así la proporción total de mujeres que dirigen familias.
Las características de estos hogares que tienen como jefe a una mujer son: una marcada
pobreza, el menor nivel de estudio, el predominio de mujeres en edades avanzadas y la gran
cantidad de familias incompletas que los constituyen.
Los niveles de estudio de las jefas de hogar son menores que los de la población femenina
en general y que los de los jefes de hogar varones. En la población femenina total mayor de
15 años, sólo el 7,4% no tenía estudios, en tanto estaban en esa situación el 12,3% de las
jefas de hogar. De igual forma, el 54,3% de la población femenina general tenía más de seis
años de estudio, mientras sólo había superado ese nivel el 39,9% de las mujeres jefas de
hogar.
En 2011 según la encuesta CASEN para la ciudad de Santiago muestran cómo la jefatura de
hogar de la mujer también se concentra en los hogares de más bajos ingresos: de los que
tienen jefatura femenina, el 53,6% está por debajo de esa línea de pobreza (bajo el segundo
quintil de ingresos), mientras en los hogares con jefes hombres sólo el 36% está en esas
condiciones.
Por el contrario, los jefes de hogar hombres son fundamentalmente jóvenes: el 51% tiene entre
25 y 45 años y sólo un 16% tiene más de 60 años. Esa tendencia etaria se correlaciona con la
pobreza, pero de forma diferente según sexo: en los hogares encabezados por hombres
sucede que los de menores ingresos presentan una composición más joven, mientras en los
hogares con jefatura femenina se produce un correlato mayor entre pobreza y edad avanzada,
especialmente en el primer quintil de ingresos, donde el 45% de ellos está formado por mujeres
de 60 y más años.
Entre los aspectos sociales se debe considerar el aumento de la educación femenina, entre
los económicos el incremento de la participación femenina en el mercado laboral y por ende
en los ingresos, lo que proporciona las bases materiales para sustentar un hogar de manera
independiente.
Otra interrogante es ¿Qué consecuencias tienen estos cambios para el diseño de políticas?
La transición a nuevas formas de familia y el aumento del desempeño de las mujeres en el
mercado laboral requieren de una redefinición fundamental de las relaciones de género en la
sociedad chilena. Estos elementos son centrales para el diseño de políticas y programas
dirigidos hacia la democratización de las familias, las que requieren modificar el actual balance
entre derechos y obligaciones de hombres y mujeres en el ámbito familiar. Se necesita una
atención específica hacia el cuidado de niños (que cada vez serán menos por familia) y adultos
mayores (cada vez más numerosos), que en la mayoría de los casos son atendidos por
mujeres en sus casas y como parte del trabajo doméstico de las mujeres chilenas.
5 aun cuando el censo mide el aumento de los aparatos de TV en los hogares que indicaría una extensión de la exposición a los mensajes mediáticos
y por tanto a los cambios culturales
El Programa fue implementado como una experiencia piloto en el año 1992 y a partir de 1994
se expandió paulatinamente a lo largo del país, alcanzando una cobertura cercana a las 60
000 personas hasta el año 2001 cuando finalizó sus actividades se verá, desde el año 2007
se ejecuta el Programa Mejorando la Empleabilidad y Condiciones Laborales de las Mujeres
Jefas de Hogar, que recoge buena parte del modelo metodológico y estructura de
funcionamiento del Programa inicial).
En su formulación inicial, el Programa tenía por objetivo hacer frente a dos problemas
prioritarios de la política social; incidir en la disminución de la extrema pobreza y favorecer un
escenario que limitara las discriminaciones de género. Para tal efecto, la propuesta incluía
acciones innovadoras en comparación con la política social precedente: “la propuesta del
programa es innovadora desde dos ángulos: primero, está doblemente focalizado, pues
incorpora dos dimensiones tradicionalmente no consideradas en los programas de formación
profesional, la pobreza y la condición de mujeres. Segundo, es un programa que se basa en
la articulación de medidas sectoriales que implementan diversos ministerios, con programas
locales que realizan los municipios.
En este sentido, el programa no solo promueve un acceso más igualitario de las mujeres
pobres (doblemente excluidas) a la capacitación e inserción en el mercado del trabajo, sino
también promueve el dialogo social entre actores diferentes”6.
4- PATERNIDAD AUSENTE
Los papás juegan un papel fundamental en el crecimiento y desarrollo del niño, pero en una
sociedad donde más familias están siendo separadas por el divorcio, más y
6 Márquez, F. “Innovación institucional en la formación laboral con perspectiva de género: El Programa de Habilitación Laboral para Mujeres de Escasos Recursos, Chile”
en Posthuma, A. (2002) Dialogo Social, Formación Profesional e Institucionalidad”; CINTERFOR; Herramientas para la Transformación nº 17; Montevideo.
Países como Canadá, Gran Bretaña, Colombia, Chile, España y otros han tenido a
sus agencias de gobierno y a profesionales de la conducta dedicados a este tema durante
años. La ausencia paterna como a modo de ejemplo cuesta a los Estados Unidos miles de
millones de dólares, directa e indirectamente, en ayudas para las madres solteras y sus hijos,
y en los sistemas judicial, administrativo y educativo debido a las consecuencias de la falta de
padre. Según las estadísticas en Estados Unidos, uno de cada tres niños hispanos se cría sin
su padre biológico.
Se ha asociado el término figura paterna como suficiente remplazo del padre biológico.
Las madres / mujeres que se ven obligadas a criar solas hacen una labor impecable, y las
llaman madre y padre de sus hijos. En decenas de miles de hogares, las mujeres han hecho
unos esfuerzos dignos de admiración por superar la falta de quien debió ayudarlas.
Resolvieron las vidas de sus hijos y resolvieron sus vidas.
Considerando que todo problema social, hay que atacarlo en la base de la sociedad: 1.- La
familia y luego 2.- El individuo.
serie de situaciones que pueden atentar tanto contra la salud de la madre como la del hijo, y
constituirse en un problema de salud, que no debe ser considerado solamente en términos del
presente, sino del futuro, por las complicaciones que acarrea”11.
Dicha situación produce un serio problema biomédico ya que presenta altas tasas de
morbilidad y mortalidad materna, perinatal y neonatal, agregándose el impacto que produce a
nivel sociocultural y psicológico con un elevado costo a nivel personal, educacional, familiar y
social.
Existen múltiples estudios que refieren que los factores de riesgo del inicio precoz de la
actividad sexual son multifactoriales, y están dados por la biología propiamente tal, factores
del desarrollo puberal, factores familiares, influencia de los pares y de los medios de
comunicación. Es así como se sabe que ”en las mujeres, hay una clara asociación entre
maduración precoz y edad precoz de menarquía y en los hombres se postula un umbral de
nivel de testosterona sobre el cual aparece un incremento de la líbido y el interés sexual”12
Este inicio precoz de la actividad sexual se relaciona con el embarazo adolescente,
considerado una problemática social, que tiene como consecuencia, falta
11 Ruoti M, Ruoti A. Sexualidad y embarazo en adolescentes. Instituto de Investigaciones de Ciencias de Salud. Paraguay: Universidad de
Asunción, 1992 12 Zubarew, T. Sexualidad en el Adolescente. Diploma Desarrollo y Salud Integral del Adolescente. 2010
El embarazo adolescente, “se ha vinculado a múltiples determinantes sociales, entre las que
se encuentran, bajo nivel socioeconómico, bajo nivel de escolaridad, ausencia de proyecto de
vida, así como también se le ha relacionado con inequidades en el acceso a servicios de salud
sexual y reproductiva”13
Según información obtenida del DEIS, a diciembre del 2012, la población bajo control, según
método de regulación de la fecundidad, correspondió a 1.339.444 personas entre 0 y 54 años.
De estas, un 1% corresponden a adolescentes menores de 15 años (12.767), y un 12,9% a
adolescentes de 15 a 19 años (172.850).
Comparado con años anteriores, se puede señalar que desde el año 2008 en adelante, se
presenta un leve aumento, pero sostenido, de población menor de 15 años y de 15 a 19 años
bajo control de regulación de fecundidad. Si se compara con el año 2005, este aumento es de
un 400% en el grupo menor de 15 años y de un 35,7% en el grupo de 15 a 19 años.
La información ausente en el grupo de 45 a 54 años entre los años 2005 y 2009, se debe a un
cambio en el registro de los grupos etarios, que hasta esa fecha registraba de 35 y más; en el
año 2010 el registro cambió desagregando en los actuales 5 grupos etarios.
13 Dides, C., Benavente, M., y Morán, J. Diagnóstico de la situación del embarazo en la adolescencia en Chile, 2008 14 Normas Nacionales sobre
Regulación de la Fertilidad, MINSAL 2007.
“En el año 2012”15, el número total de nacidos vivos fue de 242.142; de estos, el 14,42%
(34.906) correspondió a nacidos vivos de madres adolescentes. Al desagregar por grupo
etario, observamos que el 14,05% (34.033) corresponden a madres adolescentes de 15-19
años y el 0,36% restante (873) a adolescentes de 10-14 años.
Los datos siguientes implican observar las cifras absolutas de este fenómeno, lo cual permitirá
saber si el embarazo en la adolescencia se encuentra en aumento o en disminución dentro del
país.
Como se observa en la siguiente tabla desde el año 2005 hasta el 2008, las cifras totales de
embarazos en adolescentes a nivel país tuvieron un incremento anual de cerca de mil
embarazos por año, siendo estos embarazos en su mayoría, de adolescentes de más de 15
años. Al analizar el trienio 2007-2009, en las adolescentes menores de 15 años se produjo un
aumento en los dos últimos años de 7,3% y 5.2% respectivamente.
Desde el año 2010, esta situación se revierte, observándose una disminución de un 10,4%
respecto del año anterior, tendencia que continua en descenso observándose para el trienio
2009-2012 una disminución del 19% (Análisis propio a partir de datos preliminares DEIS, 2013)
Una cifra considerable (34,5%, n= 332) no registra dato de edad del padre.
Éstas son algunas de las razones que explican por qué cada año, unas 36 mil jóvenes
chilenas mayores de 19 años se embarazan. “La mayor cantidad de estos embarazos ocurre
entre los 15 y 19 años, aunque este segmento ha tenido una disminución, no así el grupo de
14 años y menos, donde incluso ha aumentado”, comenta la doctora Zajer.
Asimismo, indica que muchas de ellas no conocen bien los nombres de su anatomía, cómo
funciona y con qué actividades pueden embarazarse. Esta es una realidad que se da en todo
nivel social, pero lamentablemente es más común en los sectores bajos. “En Chile, un 65% de
los embarazos se producen en los estratos más bajos (D y E) y 2% en el más alto. Las
adolescentes de más recursos, además de una educación sexual "más completa" (entre
comillas, porque tampoco es buena), tienen un mayor acceso a métodos anticonceptivos”.
Otra razón que argumentan las propias adolescentes es que muchas veces sienten
vergüenza a pedirle a su pareja que use algún método, como el preservativo. En ese contexto,
la especialista llama a tener en cuenta que, en nuestro país, la responsabilidad de prevenir un
embarazo aún recae principalmente en la mujer, cuando en realidad es un asunto que debe
preocupar a ambos sexos por igual.
Repitiendo el patrón
Diversos estudios muestran que las hijas de madres adolescentes repiten el patrón, siendo
madres antes de los 19 años (alrededor del 60%). Otros estudios muestran que los hijos de
estas madres son más vulnerables a sufrir maltrato infantil, drogadicción y alcoholismo.
Por su parte, los adolescentes que son padres tienen tasas de deserción escolar
significativamente mayores que aquellos que no lo son, lo que a largo plazo repercutirá sobre
sus ingresos y calidad de vida, perpetuando el circulo de la pobreza, recalca la doctora Zajer.
Hay que recordar también que las adolescentes tienen más complicaciones obstétricas (bajo
peso al nacer, parto prematuro y mayor frecuencia de parto operatorio), con mayores tasas de
mortalidad neonatal que las mujeres de entre 20 y 34 años.