Yaravies de Mariano Melgar
Yaravies de Mariano Melgar
Yaravies de Mariano Melgar
Su voz entónces
Fué mi contento:
Su juramento
Me hizo feliz.
Más sus recuerdos
Me son mortales,
Y entre mil males
Llego á gemir.
Si me escuchara
Yo le clamara,
« Siempre eres mía! »
Y quizá entónces
Se apiadaría.
Pero enojada
Mi prenda amada,
Ni oirme quiere:
Ya mi esperanza
Del todo muere.
Por buscar precipicios?
YARAVI VI ¿Así abandonar quieres
Vuelve que ya no puedo Tu asiento tan antiguo?
Vivir sin tus cariños: ¿Con que así ha de quererte
Vuelve mi palomita, El corazon herido?
Vuelve á tu dulce nido. Vuelve mi palomita,
Vuelve á tu dulce nido.
Mira que hay cazadores
Que con afan maligno No pienses que haya entrado
Te pondrán en sus redes Aquí otro pajarillo:
Mortales atractivos; Nó, palomita mía,
Y cuando te hayan preso Nadie toca este sitio.
Te darán cruel martirio: Tuyo es mi pecho entero
No sea que te cacen, Tuyo es este albedrío;
Huye tanto peligro. Y por tí sola clamo
Vuelve mi palomita, Con amantes suspiros.
Vuelve á tu dulce nido. Vuelve mi palomita,
Vuelve á tu dulce nido.
Ninguno ha de quererte
Como yo te he querido, Yo solo reconozco
Te engañas si pretendes Tu bello colorido,
Hallar amor más fino. Y solo sabré darle
Habrá otros nidos de oro, Su precio merecido,
Pero nó como el mío : Yo solo así merezco
Por tí vertió mi pecho Gozar de tu cariño;
Sus primeros gemidos. Y tú solo en mí puedes
Vuelve mi palomita, Gozar dias tranquilos.
Vuelve á tu dulce nido. Vuelve mi palomita.
Vuelve á tu dulce nido.
Bien sabes que yo siempre
En tu amor embebido, No seas, pues, tirana:
Jamás toqué tus plumas, Haz las paces conmigo:
Ni ajé tu albor divino; Ya de llorar cansado
Si otro puede tocarlas Me tiene tu capricho,
Y disipar su brillo, No vueles más, no sigas
Salva tu mejor prenda, Tus desviados giros,
Ven al seguro asilo. Tus alitas doradas
Vuelve mi palomita, Vuelve á mí que ya espiro
Vuelve á tu dulce nido. Vuelve que ya no puedo
Vivir sin tus cariños,
¿Por qué, dime, te alejas? Vuelve mi palomita,
¿Por qué con odio impío Vuelve á tu dulce nido.
Dejas un dueño amante
YARAVI VI En mi desvelo
Mi amor y pena
Sin ver tus ojos Suelo decirte:
Mandas que viva Pero estas lejos,
Mi pecho triste; No oyes mi llanto.
Pero el no verte Ni por mí gimes.
Y tener vida
Es imposible. Por largas horas
Mi amarga queja
Las largas horas Mi alma repite,
Que sin tí paso Hasta que el Cielo
Son insufribles, Para mal mío
Vivo violento, De luz se viste.
Nada me gusta,
Todo me aflige. Entónces veo
Ser todavía
El sol me envía Más infelice,
Para alegrarme Porque el desahogo
Luz apecible; Que me dá el llanto
Mas si no trae La luz me impide.
Tu imágen bella,
¿De qué me sirve? ¡ Ay ! Así vivo
Dando á mi pena
En mi retiro Giros terribles;
Aguardo sólo Y así muriera
Hasta que viste Si eterna fuese
De negro luto La ausencia triste,
El orbe entero
La noche horrible. Hacer tú puedes
¡ Ay vida mía !
Miéntras los astros Que yo respire,
Van silenciosos Amando fina
Al mar á hundirse, Á quien tan solo
Yo revolviendo De tu amor vive.
Estoy las penas
Que el pecho oprimen.
YARAVI VII
¿Con que al fin, tirano dueño,
Tanto amor, clamores tantos,
Tantas fatigas,
No han conseguido en tu pecho
Más premio que un duro golpe
De tiranía?
Yo procuraré olvidarte,
Y moriré bajo el peso
De mis desdichas;
Pero no pienses que el cielo
Deje de hacerte sentir
Sus justas iras.
Tu me intimas el precepto
De que olvide para siempre
Tus atractivos.
Cuando solo con la muerte
Sepultaré esta memoria
En el olvido.
Te lloraré eternamente
Como prenda inseparable
Del pecho mío,
Iras impresa en el alma,
Dejando mi triste cuerpo
Cadáver frío.