Yaravies de Mariano Melgar

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YARAVI I YARAVI V

Todo mi afecto puse en una « Donde quiera que vayas


ingrata; Te seguiré mi dueño »
Y ella inconstante me llegó á Así en eco halagüeño
olvidar. Mi bien me consoló!
Si así, si así se trata ¡ O suave, ó dulce acento !
Un afecto sincero, Pero para que canto?
Amor, amor no quiero, Callado, placer tanto
No quiero más amar. Guste mi corazón.

Juramos ser yo suyo y ella mía:


Yo cumplí, y ella no se acordó
más.
Mayor, mayor falsía
Jamas hallar espero,
Amor, amor no quiero,
No quiero más amar.

Mi gloria fue en un tiempo su


firmeza;
Y hoy su inconstancia vil me hace
penar.
Fuera, fuera bajeza
Que durara mi esmero,
Amor, amor no quiero,
No quiero más amar.
YARAVI II
Esta inconstancia
Por más que quiero Cruel y severa
De la memoria Calmar debiera
Borrar la gloria Mi frenesí.
Que poseí; Pero solo hace
Por todas partes Que se acreciente
Cruel me persigue: Mi llama ardiente,
Siempre me sigue, ¡Llama infeliz!
Siempre ¡ay de mí!
Amor infame,
Procuro en vano Dime hasta cuando
No dar oido Quieres vil mando
Á aquel sonido Tener en mí?
Que un dia oí, Borra esa ingrata
Cuando mi prenda Del pecho mío:
Juró ser mía No más impío
Y me decía Me hagas morir.
« Seré de tí ».

Su voz entónces
Fué mi contento:
Su juramento
Me hizo feliz.
Más sus recuerdos
Me son mortales,
Y entre mil males
Llego á gemir.

Por qué ha perdido


Su fiel firmeza,
Y su promesa
Olvidó ruin?
Cuando yo fino
Más la quería,
Me borró impía
Del pecho vil.
YARAVI III
Prenda querida,
La prenda mía, Por quien la vida
En quien tenía Me quita el llanto:
Puesto mi gusto, ¿Por qué me tratas
Hoy me persigue Con rigor tanto?
Con odio injusto.
Daré contento
Ya yo en sus ojos Mi último aliento
Solo hallo enojos; Si esto has querido;
Cuando ántes era Pero no pienses
Su vista sola Que infiel he sido.
Mi dicha entera.
Déme la muerte
Ya su voz suave Tu mano fuerte
Llenar no sabe Con dardo impío,
Mi triste oido; Como al matarme
Sus dulces ecos Digas: « Es mío! »
Ya se han perdido.
Y por divisa
Murió el acento De mi ceniza
En que el contento Pongas delante:
Tuve cifrado: « Bajo esta losa
Ya no me dice, Yace mi amante ».
« Tu eres mi amado: »

Si me escuchara
Yo le clamara,
« Siempre eres mía! »
Y quizá entónces
Se apiadaría.

Pero enojada
Mi prenda amada,
Ni oirme quiere:
Ya mi esperanza
Del todo muere.
Por buscar precipicios?
YARAVI VI ¿Así abandonar quieres
Vuelve que ya no puedo Tu asiento tan antiguo?
Vivir sin tus cariños: ¿Con que así ha de quererte
Vuelve mi palomita, El corazon herido?
Vuelve á tu dulce nido. Vuelve mi palomita,
Vuelve á tu dulce nido.
Mira que hay cazadores
Que con afan maligno No pienses que haya entrado
Te pondrán en sus redes Aquí otro pajarillo:
Mortales atractivos; Nó, palomita mía,
Y cuando te hayan preso Nadie toca este sitio.
Te darán cruel martirio: Tuyo es mi pecho entero
No sea que te cacen, Tuyo es este albedrío;
Huye tanto peligro. Y por tí sola clamo
Vuelve mi palomita, Con amantes suspiros.
Vuelve á tu dulce nido. Vuelve mi palomita,
Vuelve á tu dulce nido.
Ninguno ha de quererte
Como yo te he querido, Yo solo reconozco
Te engañas si pretendes Tu bello colorido,
Hallar amor más fino. Y solo sabré darle
Habrá otros nidos de oro, Su precio merecido,
Pero nó como el mío : Yo solo así merezco
Por tí vertió mi pecho Gozar de tu cariño;
Sus primeros gemidos. Y tú solo en mí puedes
Vuelve mi palomita, Gozar dias tranquilos.
Vuelve á tu dulce nido. Vuelve mi palomita.
Vuelve á tu dulce nido.
Bien sabes que yo siempre
En tu amor embebido, No seas, pues, tirana:
Jamás toqué tus plumas, Haz las paces conmigo:
Ni ajé tu albor divino; Ya de llorar cansado
Si otro puede tocarlas Me tiene tu capricho,
Y disipar su brillo, No vueles más, no sigas
Salva tu mejor prenda, Tus desviados giros,
Ven al seguro asilo. Tus alitas doradas
Vuelve mi palomita, Vuelve á mí que ya espiro
Vuelve á tu dulce nido. Vuelve que ya no puedo
Vivir sin tus cariños,
¿Por qué, dime, te alejas? Vuelve mi palomita,
¿Por qué con odio impío Vuelve á tu dulce nido.
Dejas un dueño amante
YARAVI VI En mi desvelo
Mi amor y pena
Sin ver tus ojos Suelo decirte:
Mandas que viva Pero estas lejos,
Mi pecho triste; No oyes mi llanto.
Pero el no verte Ni por mí gimes.
Y tener vida
Es imposible. Por largas horas
Mi amarga queja
Las largas horas Mi alma repite,
Que sin tí paso Hasta que el Cielo
Son insufribles, Para mal mío
Vivo violento, De luz se viste.
Nada me gusta,
Todo me aflige. Entónces veo
Ser todavía
El sol me envía Más infelice,
Para alegrarme Porque el desahogo
Luz apecible; Que me dá el llanto
Mas si no trae La luz me impide.
Tu imágen bella,
¿De qué me sirve? ¡ Ay ! Así vivo
Dando á mi pena
En mi retiro Giros terribles;
Aguardo sólo Y así muriera
Hasta que viste Si eterna fuese
De negro luto La ausencia triste,
El orbe entero
La noche horrible. Hacer tú puedes
¡ Ay vida mía !
Miéntras los astros Que yo respire,
Van silenciosos Amando fina
Al mar á hundirse, Á quien tan solo
Yo revolviendo De tu amor vive.
Estoy las penas
Que el pecho oprimen.
YARAVI VII
¿Con que al fin, tirano dueño,
Tanto amor, clamores tantos,
Tantas fatigas,
No han conseguido en tu pecho
Más premio que un duro golpe
De tiranía?

Tú me intimas que no te ame


Diciendo que no me quieres,
¡Ay vida mía!
¡Y que una ley tan tirana
Tenga de observar, perdiendo
Mi triste vida!

Yo procuraré olvidarte,
Y moriré bajo el peso
De mis desdichas;
Pero no pienses que el cielo
Deje de hacerte sentir
Sus justas iras.

Muerto yo, tú llorarás


El error de haber perdido
Un alma fina;
Y aun muerto sabrá vengarse
Este mísero viviente
Que hoy tiranizas.
Á todas horas mi sombra
Llenará de mil horrores
Tu fantasía;
Y acabará con tus gustos
El melancólico espectro
De mis cenizas.
YARAVI IX
¿Con que al fin habeis tomado
La fatal resolucion
De abandonarme?
¿Al rigor de tus crueldades
Al tormento más atroz
Quieres matarme?

Habeis, pues, firmado al fin


La sentencia de mi muerte,
Dueño tirano;
Y yo tendré que beber
El veneno que tus manos
Me han preparado!

Venga el tósigo fatal


Y acabe con mi existencia
Tan miserable
Has logrado ya tu intento,
Pues me ves yerto cadáver,
Y sin aliento.

Cubre, pues, mi amante cuerpo


Con la gala que le es propia
Á aquel que ha muerto;
Pero, cruel, téme á mi sombra
Que con voz horrenda y triste
Siempre te nombra
YARAVI VIII
¿Con qué corazón oirás
Ya mi triste desventura Decir
No deja Que por tí murió quien firme
Esperanza de tener Te quiso?
Alivio; No seas, amada prenda,
Y el buscarlo solo sirve No seas
De darme De mi desdichada vida
El tormento de mirarlo Martirio.
Perdido.

En vano huiré buscando


Regiones
Donde olvidar á mi dueño
Querido:
Con la distancia tendrá
Mi pecho
Sus recelos y su amor
Más fijos.

Lloraré cuando estes lejos


Mis males;
Y emitiré los más tristes
Gemidos;
Y ya no tendré el consuelo
De verte,
Ni que sepas mis crueles
Martirios.

Ay! Dime, querido dueño:


¿Que causa
Pudo mudar ese pecho
Tan fino?
No te mueve á compasión
El verme
Que huyendo de tus crueldades
Espiro?
YARAVI IX
Ya que para mí no vives,
Y no te han de ver mis ojos,
Pues te he perdido;
Daré lugar á mis penas
En la triste soledad
En que hoy me miro.

Tu me intimas el precepto
De que olvide para siempre
Tus atractivos.
Cuando solo con la muerte
Sepultaré esta memoria
En el olvido.

Te lloraré eternamente
Como prenda inseparable
Del pecho mío,
Iras impresa en el alma,
Dejando mi triste cuerpo
Cadáver frío.

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