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Juego Winnicott

El documento analiza el juego como espacio transicional para el niño a través del cual elabora conflictos como la pérdida del objeto. Describe casos clínicos donde niños expresan a través del juego situaciones como la muerte del padre y el conflicto edípico. También aborda la inhibición de la función lúdica como síntoma y las fases del desarrollo según Mahler.

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Chiara Colombo
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Juego Winnicott

El documento analiza el juego como espacio transicional para el niño a través del cual elabora conflictos como la pérdida del objeto. Describe casos clínicos donde niños expresan a través del juego situaciones como la muerte del padre y el conflicto edípico. También aborda la inhibición de la función lúdica como síntoma y las fases del desarrollo según Mahler.

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El juego es el espacio transicional por excelencia, allí es donde puede crear con total

libertad fantasmática. El espacio transicional da lugar a juego. El juguete es el objeto


transicional que permite el pasaje de la subjetividad radical incomunicable al contacto con la
realidad. Winnicott ve al juego como un generador de subjetividad, a través de él, el niño se
comunica cuando todavía no tiene palabras.
El jugar, es el estructurante del psiquismo y no hay nada en lo psíquico que no se
organice en la forma de jugar, porque a través del juego conoce el mundo, construye
estructura psíquica, canaliza sus deseos y necesidades, se interrelaciona con otros, explora su
alrededor y de esta forma encuentra caminos para resolver las dificultades que se le
presentan.
Como vemos en el caso Jorge, la analista interviene mediante el juego, hace que el
niño juegue y ella lo interpreta. Como vemos con otros autores, el juego es el modo
privilegiado que tiene el niño de elaborar lo traumático. Mediante el juego el niño pasa de la
pasividad a la actividad, controla, domina lo displacentero, lo intolerable. En el juego el niño
rearma las marcas que han quedado en él para crear otro mundo más placentero.

Mediante el juego de la persiana el escenifica la perdida del objeto (en este caso el padre):

o Negación y aceptación de la muerte:


 Juego de la persiana: bajar la persiana lentamente mientras decía “te veo poco, ahora
menos, ahora ya no te veo” y cuando llegaba a una completa oscuridad la volvía a subir.

El núcleo central de este juego era el hacer desaparecer y reaparecer activamente el objeto – hacer
la luz –, lo que para el icc del niño correspondía a perderlo y recuperarlo. Pero en este juego, al lado
de la necesidad de seguir negando la muerte a través del sentir en sí mismo la capacidad de resucitar
al objeto – hacer la luz –, aparecía el primer indicio de aceptación de la muerte – oscuridad –, esto le
permitirá, valiéndose de la situación transferencial, empezar a elaborar la pérdida (del analista-padre
que desaparece en la oscuridad), pero poco a poco y no de golpe como en la realidad.

Esto también se observa en el juego de la plastilina, donde el al final de este, se “queda con
la mamá”, al principio muestra lo displacerlo que seria que el papa no lo deja estar con la mamá.
Puede cambiar los roles y ahí se satisface el deseo (estar con la madre)

o Rivalidad edípica. Intención de cambiar los roles


 Juego con la plastilina – viboritas. J: con dificultad hizo tres viboritas de distintos tamaños y
las colocó así  pequeña, mayor y mediana. Luego estira la más pequeña hasta hacerla la
más larga. Interpretación: “Sentías que la viborita-papá te separaba de la viborita-mamá y
por eso a veces deseaste que tu papá muriera. Querías ser como tu papá y tener un pito
más grande que el suyo (viborita chica que pasa a ser la más grande), pero como esto no
ocurría te enojaste mucho y quisiste que el pito de tu papá se rompiera (cisne con la cabeza
rota).
 A través de su juego, J expresó la situación triangular y el conflicto edípico que intentó
solucionar deseando la muerte del padre, fantasía que coincidió con la realidad.
 Simbolizó además la erección de su pene frente a la escena primaria (observación por
parte del niño del acto sexual entre adultos -los padres- esto origina en el niño
excitación sexual, y a su vez, la idea de que la sexualidad es peligrosa) (viborita que se
alarga).
 Simbolizó además los deseos de volver a dar vida a su padre destruido, motivo por el
cuál eligió un juego en el que debía construir – hacer viboritas – como antítesis del
destruir.
 El mencionar abiertamente la muerte del padre, no repitiendo la actitud de sus
familiares, permitió tener a J la primera vivencia de rectificación de la situación, interna y
externa.
 Frecuentemente aparecía en el material dado por J la vivencia de que sus impulsos
destructivos, nacidos de la situación edípica, habían destruido a su padre, lo que
determinó la necesidad de reprimirlos y ésta pudo ser interpretada cuando la revivió a
través de la situación transferencial.

En la clínica, algo muy importante a tener en cuenta es identificar si hay carencia


lúdica o inhibición en la función lúdica. Consideramos que en el caso Jorge hay una
inhibición, ya que él niño solía jugar y luego pierde el interés por esta actividad. Esto
pareciera ser un síntoma que surge del conflicto en la elaboración del duelo que padece
Jorge. Esto se puede pensar desde Freud como una inhibición, esta se define como una
restricción funcional del yo, como medida de precaución o causa de un empobrecimiento de
energía.
Otra intervención fue:
 Juego de los autitos: jugaban a las carreras. Durante una de estas el autito de J golpeo el de
la analista y lo tiro. J: “que desastre”. A partir de ese momento no quería ganar más, quería
que empaten.
 Interpretación: “El autito amarillo (J) quería ganar al autito plateado (analista-papá) y
como no pudo quiso que el autito-papá tuviese un “desastre”. Cuando tu papá murió de
verdad, te asustaste mucho del desastre. No te gustaría que eso volviera a ocurrir
conmigo, por eso quieres que nuestros autitos empaten, así no pasa nada.”
 Cuando no conseguía empatar, me obligaba a determinar el ganador. De este modo
evitaba mágicamente el desastre (muerte del padre rival), a la vez que descargaba la
responsabilidad de sus actos en mí.

A partir de la intervención de la analista, Jorge consigue, entre otras cosas, elaborar el duelo. Nos
damos cuenta de esto porque: acepta le pérdida, no se identifica con la causa de la muerte del padre
y la muerte no reaviva una pérdida anterior no metabolizada (Criterios de Donzino)
Área transicional: se ubica entre la subjetividad radical-total y el contacto con la realidad,
donde puede crear con completa totalidad fantasmática

Las fases del desarrollo


Mahler piensa que el nacimiento psicológico no coincide con el biológico. ¿Cuándo ocurre este “segundo
nacimiento” y a qué se debe? ¿Qué pasa antes de que suceda? Trató de responder estas preguntas con la
descripción de fases por las que pasa el desarrollo psicológico y emocional del niño.
Primera fase. Autismo normal
En esta etapa de la vida que transcurre entre el momento del nacimiento y el primer mes, los fenómenos
biológicos predominan sobre los psicológicos. El niño puede estar sumido en un estado de somnolencia. La
investidura libidinal es básicamente interna, visceral, similar a la de la vida intrauterina. Esto implica que los
estímulos que provienen del exterior carecen de importancia en comparación con los provenientes de sus
órganos internos.
El niño en el primer mes de vida es incapaz de distinguir si la satisfacción de sus necesidades proviene de las
actividades que el mismo realiza o si son el resultado de cuidados proporcionados por la madre. Podemos
concebir al “neonato como un sistema monádico, cerrado, autosuficiente, con la realización alucinatoria de
deseos”
Esta es, para la autora una fase anobjetal: en la medida en que no hay capacidad para percibir el objeto externo
satisfactor, este no “existe”. Avala su hipótesis con la teoría del narcisismo primario propuesta por Freud.
¿Qué es lo que le permite al infante evolucionar hacia la fase siguiente? La autora involucra dos elementos: el
primero de ellos es el ser maternal: una condición innata en el ser humano que lo impulsa hacia el vínculo con
el medio ambiente y le permite percibir y aceptar los cuidados que la madre le proporciona.
El otro elemento es la maternación: proceso mediante el cual la madre le proporciona efectivamente los
cuidados para cuya recepción el individuo esta genéticamente preparado. Los cuidados y estímulos
proporcionados por la madre permiten el desplazamiento de las cargas libidinales desde dentro del cuerpo
hacia la periferia. Las catexias predominantemente viscerales pasan poco a poco a libidinizar los órganos de los
sentidos y así el tacto, el olfato, el oído y la vista.
La capacidad innata que faculta al bebé para percibir los estímulos es explicada por Mahler con el concepto de
yo autónomo elaborado por Hartmann.
Segunda fase. Simbiosis normal
La cualidad específica de la relación simbiótica es que ninguno de los dos participantes puede prescindir del
otro.
En realidad, la aplicación del término a la relación madre- hijo es, hasta cierto punto, un tanto erróneo. En esta
pareja sólo uno de los dos participantes necesita del otro al punto de no poder sobrevivir sin él, el bebé.
La necesidad de la madre por parte del infante es absoluta mientras que la de la madre es relativa.
El concepto de “simbiosis” así aplicado es una metáfora. Mencionamos que mahler no es la única psicoanalista
que empleó este término para referirse al momento del desarrollo emocional en el que el niño está fusionado
con su madre en una matriz única e indiferenciada.
Como resultado de la maduración neurofisiológica y de su dotación innata, el niño puede romper la coraza que
lo mantenía como ente monádico y autosuficient. Comienza a sentirse partícipe de una diada, también
omnipotente, pero cuyos integrantes son el y su madre. Entre el primero y los cuatro meses vive una fusión
ilusoria con la madre. Los estímulos con el objeto de mantener intacta la diada simbiótica, son proyectados
afuera de la unidad madre- hijo. Pero su percepción dejan una profunda huella en el infante y permiten la
maduración de un paso importante: la demarcación del “yo corporal”
¿Qué sucede con las catexias libidinales ya agresivas? En la fase autista estaban volcadas principalemnte hacia
el interior del cuerpo, ahora al comenzar a romperse el cascarón, las percepciones del mundo externo cobran
cada vez mayor importancia y con ellas la madre como objeto productor de estos estímulos.
El logro más importante en la fase simbiótica es la catexis de la madre. En un principio ella no es percibida
como objeto y por eso mahler, siguiendo a spitz, opina que se trata de una fase pre- objetal.
Al finalizar el cuarto mes, el niño esta adaptado a una fusión simbiótica con su madre. Matriz dual percibida
por el omnipotente y su madre catectizada por energía libidinal, lo que la transforma en objeto parcial, en
tanto existe sólo como parte de esta relación dual omnipotente.
Tercera fase. Separación- individuación
La autora le dio una doble denominación a este momento del desarrollo, porque distingue el proceso de
separación del de individuación. “uno es el carril de la individuación, la evolución de la autonomía
intrapsiquica, el otro es el carril evolutivo intrapsiquico de la separación, que sigue la trayectoria de la
diferenciación, el distanciamiento, la formación de límites y la desvinculación de la madre”
Esta fase comienza alrededor del quinto mes de vida y concluye idealmente en el tercer año de edad. Es
posible que este proceso se continué a lo largo de toda la vida, en el tratamiento psicoanalítico de adultos
neuróticos se busca resolver dificultades en los procesos de separación e individuación.

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