Agua Vien To

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 110

AGUAVIENTO

AGUAVIENTO

OLIMPIA BADILLO IRACHETA


Juan Manuel Carreras López
Gobernador Constitucional del Estado
Armando Herrera Silva
Secretario de Cultura
Manuel Gameros Hidalgo Monroy
Director General de Desarrollo Cultural
José Armando Adame Domínguez
Director de Publicaciones y Literatura

Primera edición, 2016

Por la presente edición:


D.R. © 2016, Gobierno del Estado de San Luis Potosí
Secretaría de Cultura
Dirección de Publicaciones y Literatura
Vallejo núm. 300, Barrio de San Miguelito
C.P. 78330 | Tel: 01 (444) 814 07 58

D.R. © 2016, Olimpia Badillo Iracheta

ISBN: 978-607-7996-94-1

Producción editorial:
Dirección de Publicaciones y Literatura
Cuidado de la edición: Olimpia Badillo Iracheta
Edición y diseño: Beatriz Gaytán

Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción


total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,
comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la
fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por escrito de
la Dirección de Publicaciones y Literatura del Gobierno del Estado
de San Luis Potosí

Impreso en México / Printed in Mexico


Aguaviento

El agua puede ser río, o represa, o laguna quieta,


pero el agua de este libro fluye de los ríos al mar,
desde la génesis en la creación del universo a la
represa en donde el hombre, los hombres y mu-
jeres primeros habitantes del mundo, en un ama-
necer de los primeros días conocen el miedo, y
se mueven en medio de todo el conocimiento
inicial del universo. En el transcurso, florece en
ellos la conciencia y nace la palabra y la poesía.
En la segunda etapa, de antigénesis, el río pa-
rece conducir al mar, que es el morir, como ame-
naza a la especie, y el nacimiento del hombre
humo.
El viento parece ser el que ahora impulsa a la
especie humana hacia lo que verdaderamente la
amenaza en nuestro tiempo: el poder del dinero,
uno de los elementos importantes que pretende
conducir a una vida inhumana.
Si en la génesis asistimos a la primera aurora
del mundo, en el antigénesis el hombre experi-
menta el desamparo y el miedo.
«Principio y fin», es un poema que destaca
por su fuerza expresiva, religioso enfoque del
hombre en el mundo que, sin Dios y sin amor,
aprendió pronto a luchar contra el otro y cono-
cer la guerra, decidió ser juez y se convirtió en
reo de sí mismo:
Sólo él
hombre desierto
hombre fusil
hombre oro verde,
hombre humo,
¡hombre humo!

Hombre humo con vocación de sed.

Dentro de esta serie, y para finalizarla, leo


el último poema «Tic tac en retroceso», y lo
tomo especialmente para comentarlo: en él está
la poesía plenamente lírica, la que tiene la voz
íntima de la autora, proveniente de lo que está
más cerca de sus raíces emotivas y de sus sueños
que persiguen lo más alto, lo más próximo al
amor religioso, al amor humano y las barreras
que lo defienden del humo.
En este poema, que tiene como epígrafe
excelente un mantra maya, Olimpia Badillo Ira-
cheta se coloca plenamente en el camino lumi-
noso de la poesía lírica, sus versos fluyen en un
ritmo de plegaria, y trasciende por la fuerza es-
pecial de las imágenes, la de una mujer en el
mundo contemporáneo, el cual forma parte de
su profunda experiencia personal.
Poemas que reúne con el título de «Mujeres»,
«Variaciones desde una misma sangre» y el
subtítulo de «Mujeres más, mujeres menos», nos
introducen a la intimidad de las mujeres poetas:
Me vuelvo espejo de todas las que como yo
sobreviven a la intemperie de una página

…Soy mujer y basta


es suficiente para decir que más que una
soy dos
y tres
y muchas
y todas las que de una hoja en blanco
sostienen su destino..

Así, en «Variaciones de una misma sangre»,


los breves y hermosos poemas eróticos, amorosos,
son un buen ejemplo de lo que puede tratarse en
forma profunda. Una experiencia fundamen-
talmente humana; no de mantis religiosa, no de
insectos, o tigres, o peor aún, mecánica, sino
de un amoroso erotismo de amorosa interacción
e integración.
Entre los poemas destaca, por la atmósfera y
el tono nostálgico que lo acompañan, «Con
sentido». «Presagio» expresa esencialmente un
sencillo episodio, una estructura vertical. Esplén-
didas imágenes sujetas a dos objetos:

[…] una vasija verde con mi nombre.


Bastó un movimiento para verla caer
sujetándose al vacío
aferrándose al tiempo
a las siete letras que por años nos unieron
Y la excelente estrofa final:

Nadie sabrá que el tiempo no fluye con


[las olas
y que no es un buen presagio guardar
una taza hecha añicos
o navegar en una barca de ilusión
verde también.

¿Acaso la poesía lírica no nace en medio de


la nostalgia de vivir sin alcanzar no sólo la
plenitud de un instante, sino la duración en el
tiempo, su vida perdurable?
«Aguaviento», en la línea de la excelente líri-
ca, se sitúa plenamente en la ensoñación poética,
en la auténtica voz de la niña y el desenvolvi-
miento de un destino, en el que «el silencio con
ganas de hablar» está presente y activo. Testimo-
nio de ello es este poema, «Aguaviento», además
de una plena experiencia y múltiples formas de
señalar la proximidad del último paso al límite,
de un mundo convertido en fragmentos (tales co-
mo los de la vasija verde), mundo de los podero-
sos y finalmente de sus víctimas también.
Un libro conmovedor en lo plenamente lírico,
y aleccionador en el conocimiento de las posibles
catástrofes. Libro que va de esta a la otra orilla,
de lo vivido en la experiencia del tiempo a lo que
avanza en la trama del sueño y asciende hacia el
ideal de la utopía.
He leído y releído Aguaviento. Sé que fluye
como el agua su lectura, que nos envuelve, en
sus poemas plenamente líricos, en una atmósfera
que perdura y, por otra parte, como los profetas
bíblicos, señala errores y peligros con fuerza ex-
presiva, o emplea el arma finísima de la ironía
o el relámpago del sarcasmo.
Libro religioso (si recordamos que religare es
reencontrarse con el origen de toda vida en el
mundo). Libro de reflexión profunda, que va des-
de lo íntimo y personal de un ser humano en la
plenitud de su experiencia como tal, hasta la ex-
presión de plena emotividad o la adquisición de
consciencia sobre lo que amenaza la vida del Ser
y aun la del existir.

Dolores Castro
Aguaviento. Variaciones desde una misma sangre,
de Olimpia Badillo, es un poemario que desde
el título mismo alude a los elementos primor-
diales de la vida, a su raíz hecha de tiempo y
memoria, fugacidad y dolor; al viento que em-
puja nuestra frágil embarcación por meandros
imprevistos y barre la existencia; a la sangre
enardecida, enamorada, amotinada: insurrec-
ción e incandescencia, dolor de la caída, la pér-
dida y la desolación.
Libro de gran aliento y hondura poética, de
resonancias teológico-cosmogónicas, particular-
mente, en la sección Hombre humo. Se narra aquí
la génesis del hombre, criatura altiva, ser de
palabras que enciende una tea libertaria y em-
prende una rebelión condenada al fracaso y la
caída. El poeta, sin embargo, alcanza a través de
ese gesto la grandeza; sabe clamar a Dios des-
de el fondo del abismo, atisba la luz y se redime:
Protégeme, Señor: / amanecí poeta
(«Con el vaho de Dios»)
La voz poética asume resonancias profundas,
hay algo aquí del gran aliento de Whitman y el
salmista. Voz de poeta y de profeta, voz que no
trina: truena; voz que se alza sobre el tiempo de
la historia para contar un relato cosmogónico e
instaurar un tiempo mítico:
Y entonces Él, habiendo terminado
[su obra dijo:
Escúchense en una sola voz todos
[los sonidos:
los del viento y de la noche
los del agua y de las aves
los del llanto y del silencio.
Reúnanse todos en Mi nombre
Y nazcan los poetas en el mejor
[de mis días.
(Epígrafe inicial)
Aguaviento es también la celebración de la
sensualidad y del deseo, del fuego que nos deja
bienheridos, nos consume y purifica. Olimpia Ba-
dillo escribe desde la memoria del placer, desde
la ronda del deseo, desde el lugar donde el placer
y la felicidad se intersectan y confunden:
He visto huir de mí la cordura
cada que el amanecer llega.
He roto el hilo del pudor cada verano
y cada noche escucho cómo canta
[de placer mi cuerpo
¡Soy feliz!
(«Otra vez cualquier historia»)
Vemos a la poeta arder e iluminarse, recibir el
don del éxtasis y el fuego como un regalo remiso,
como un presente de la vida cuando parecía ya
que la yesca no ardería: «me hizo suya cuando
todos miraban en mí/ piel-lagos hundidos/ en
la sumisión de mis aguas/ de mi orgullo/ de mi
destejida tela». Sus poemas nacen del fuego que
arrasa las praderas de su piel y de su cuerpo, por
eso nos tocan y nos queman. Olimpia rememora
y conmemora sus incendios, los evoca y los con-
voca, y así como el viento aviva las pavesas, ella
hace florecer la llama en el poema. Olimpia co-
noce y ejerce el poder de las palabras, un poder
capaz de reconstruir un mundo o conjurarlo. La
palabra poética es palabra de poder, dijo la ar-
gentina Olga Orozco.
Sus poemas dictados por el amor son conmo-
vedores y bellos. Escribe Olimpia: «Hice de
todo/ Me soñé luna y bajé a los ríos cada noche/
murmuré tu nombre/ bañé junto conmigo a
todas las que lloran/ no por los hijos que
perdieron en sus aguas/ sino por el hombre que
encontraron/ y no atrapan» («Insistencia»). En
otra parte del poema, dice: «y me descubrí a tus
pies/ a tus rodillas/ a tus muslos/ y un poco más
arriba…».
¿Erotismo? Sí, erotismo, cerco de fuego, se-
milla de incandescencia; pero también medita-
ción sobre la pérdida del amor y la desolación:

Y ahora
qué hago con este amor que nadie quiso
dónde lo pongo
a quién se lo ofrezco
con qué luna lo cobijo
a cuál sol se lo encargo para que lo seque
en la penumbra de esta larga noche
en que no muero.
Raíz de amor, raíz de dolor: pulsión de vida
y pulsión de muerte. Y después de los incendios,
más allá de la estela de humo y las cenizas, la
contemplación del campo devastado, el orgullo
triste, el sabor de la traición, el recuento de lo
ganado y lo perdido, la mirada final del sobre-
viviente, del último testigo. Especialmente duele
la traición. La poeta quisiera retirar su propio
nombre de los labios del amado:
Todos los nombres menos el mío
[que te pesa
No el que te acuse de engaño
No el que te recuerde mi olvido
ni aquel con el que confundiste
[la oscuridad
de otras manos que mienten con uñas
[de artificio
para dejarte sólo cicatrices en la piel.
Y más adelante, en el mismo poema:
y repetirás mi nombre ahora que te pido
que me inventes el nombre de la muerte
y me llames por amor
sólo ceniza.
(«Todos los nombres»)
Hay también en el poemario de Olimpia, en
la sección Mujeres más/ Mujeres menos, una asun-
ción radical de la vivencia de lo femenino y de la
condición de género; una asunción a través de
la cual la poeta mira el mundo, lo siente y lo
interpreta. Olimpia trasciende su yo particular
para universalizar su yo poético, se vuelve la mu-
jer genérica, la mujer que escribe, que libra su
combate, que es una y que es muchas a la vez,
todas las mujeres que acometen las palabras y
ponen de manifiesto su diferencia a través de la
escritura. Mujer con doble don: dadora de la vi-
da y del lenguaje.
Olimpia mira a la mujer negada, relegada a
una condición subalterna, sometida, pero siem-
pre esencial, primordial, imprescindible; no hace
una denuncia: se reconoce a sí misma, se rebela,
siente, testifica. Como contraparte, nuestra poeta
es consciente de los poderes de atracción y se-
ducción que poseen las mujeres, del poder de su
canto que esclaviza a los hombres y los somete
día y noche a los «abrazos de agua-madre» de
ellas, a «su carne y a su polvo», a su «luz y a su
muerte», a sus «llagas y perfumes». Olimpia da
nombre exacto a la experiencia femenina, des-
cribe el significado de la presencia de lo masculino
desde la piel de las mujeres, recrea lo mascu-
lino visto y sentido desde la mirada femenina.
Olimpia, capaz de dotar a su poesía de reso-
nancias cosmogónicas, bíblicas y homéricas, de
encarnar en una voz universal a la mujer gené-
rica, de dar voz a la condición femenina y a la
mujer que escribe, se permite la ligereza y la gra-
cia, el sarcasmo y el humor, jugar con las pala-
bras. En las secciones Trociscos dedicados, A los que
bien escriben y Epílogo breve, escribe poemínimos, a
la manera de Efraín Huerta, pequeñas pincela-
das irónicas, humorísticas, gestuales que le sir-
ven para nombrar las variadas circunstancias de
la vida desparpajadamente, sin solemnidad. Fór-
mulas breves, directas, coloquiales e ingenio-
sas, a veces no exentas de profundidad y de un
humor amargo. Aquí dejo unos ejemplos: A un
sabio: «¿Follaje es follar/ o faje?»; A la luna: «A la
única luna que le temo/ es a la del espejo»; Para
los renegados: «Yo no escribo poesía para niños/
porque los niños son poesía»; «Ni voy a escribir
un poema a mis manos/ porque ellas están apren-
diendo a decir mi edad».
Aguaviento. Variaciones desde una misma san-
gre, es el libro de una poeta dotada de talento
que sabe blandir la palabra con hondura, que es
capaz de abrasarse en el fulgor de sus palabras y
conmovernos profundamente. El libro es tam-
bién el testimonio de una mujer que escribe sin
embozo la confesión del placer que llegó a su
vida como una flor tardía; de una poeta que
otorga resonancias universales a su experiencia
personal. Don de poeta verdadero.
Eudoro Fonseca
A dos mujeres de palabra

Enriqueta Ochoa
Porque desde su otra dismensión
aún me envía la claridad de sus lecciones
y el poder de su poesía.

Dolores Castro
Por seguir celebrando la vida,
compartiendo su poesía y formando
nuevas generaciones de poetas.
A Eudoro Fonseca Yerena
Por su sangre sereña de poeta
y su lealtad con la palabra
AGUAVIENTO
Hombre humo

Y entonces Él, habiendo


terminado su obra dijo:
Escúchense en una sola voz
todos los sonidos:
los del viento y de la noche
los del agua y de las aves
los del llanto y del silencio.
Reúnanse todos en mi nombre
y nazcan los poetas en el mejor
de mis días.
–IV:89–
Principio y fin
(Antigénesis)

La creación extasiada
enredaba su música en la tez de un espejo.
¡Oh, certeza del alba!
Enriqueta Ochoa

Uno

Y sopló el viento
lo mismo que si la mano de Dios
se hubiera puesto a hacer justicia.

Dejó de sonreír el alba


y las flores se sacudieron el rocío.

Fue un claro grito desde la aridez del hombre,


un destemplado aullido como de la muerte
cuando no puede llegar y se le llama.

Fue la oscuridad del cielo en Viernes Santo,


el demudado rostro de María
pendiente de la voz que otras cruces le trajeron.

Fueron una noche y un día juntos y eternos


una aflicción sin acabarse
una palidez sin rostro
lacerada y eterna.

Fue la presencia de una vez y para siempre


de todos los miedos juntos:

25
el miedo a la sequía del alma
al de las manos sin líneas ni destino
miedo a carecer de lágrimas
miedo a las heridas sin dolor
a la luz que no encuentra la noche,
miedo al tiempo
miedo a rezar sin miedo
miedo al vacío que se abre más allá del vacío
miedo a la aurora y al ocaso cuando suenan a
doble las
[campanas
miedo al equilibrio que vela por el hombre lejos
del infierno
miedo al fondo del infierno
miedo a no poder explicarse el hombre mismo
esa testarudez que lo volvió pasivo frente al niño
sicario
que esperaba asirse a su mano
y a la mujer sobreviviendo otro holocausto
con una rosa huérfana de tumbas.

Así fueron el Principio y el Fin.

Dos

Por su secreta geografía se paseó el hombre


doce veces
doce soles
doce rumbos sin hallarse.

26
Tierra
agua
aire
fuego y sequía lo bañaron por fuera y por dentro.

Y no se dio por enterado.

No supo que sal y amor forman un salmo,


no se percató de que David habitaba dentro de él
a pesar del Goliat que lo gobierna.

Sólo se contempló a sí mismo.


Fue constante en su muerte
y no se dio por enterado.

Floreció sin nacer


guardó los vestigios de su honra para otro día
y no se dio por enterado.
Dejó que le creciera el rencor por los surcos de
la mano
en lugar del amor con la luz desde su frente.

Quiso confundir a Dios


y se quedó vacío de Él.

Creó la soledad en el disparo


en la guerra
en el signo de los signos de otra mano,
de otros surcos sin promesas
sin vientres
sin calor

27
sin sonrisas
ni liturgias para amasarse hombre.

Decidió ser juez y se volvió reo de sí


después de incubarse en su madriguera de
veinticuatro
tiempos iguales.
Volvió a ser dueño de su propia tortura.
Y no se dio por enterado.

Tres

Ni un asomo de pena
ni una señal de apuro
sólo él
y su exilio en el tumulto
dándose la cara.

Sólo él queriendo redimirse en el placer de la


blasfemia
sólo él
hombre preso de estrellas en montón
y barras hechas muro.

Sólo él
hombre desierto
hombre fusil
hombre oro-verde
hombre-humo
hombre
humo.

28
Con vocación de sed

Qué nudo ciego le atajó la voz al hombre.


Qué albedrío le arrancó la verdad de su palabra.
Cuál daga le atravesó el pensamiento
alumbrado
por la luz de su conciencia.

Cuándo
y para quién cedió el fuego que le hizo inmune
[la sinraíz
y el sinorigen
hasta lamer la hostia envenenada.

El sudor ya no es de su frente
ni de la sangre
el sudor es de hambre y de hombre
que en cada línea
de la frente
aumenta su vocación de sed.

29
Todos los gritos

Sólo tengo una voz dolorosa y antigua para gritar


cómo me duele el hombre y la cruz que carga,
tan heredada y obediente
tan de sepulcro adelantado.
Se me agrieta el silencio
se abre herido y enrojece otra vez
[por el costado izquierdo
haciéndome cómplice del aullido que duele más
no sé si por la llaga nueva
o por la zanja que tiene todos los dolores juntos
de mi grito.
Sólo tengo esta muerte que me vive
y taladra a preguntas mi camino:
Quién se llevó las flores que cubrieron el mar
y las dejó en las tumbas de todos los desiertos.
Quién arrancó de tajo el árbol del pecado
y fue a plantarlo a fuego lento en el bosque
[de artificio.
Quién llenó de grafiti el ocaso
cuando quise hablar de los siete colores
con la única palabra que traía en la mano.
Quién guardó en su bolsillo la llave
que abría todos los gritos.
Quién.
Quién fue el último en salir de casa ajena,
¿el que cerró la puerta falsa
echó la llave última en otra cerradura

30
y apagó la luz de Dios
que ya era nuestra?
Quién se apropió mi grito de vergüenza.
Quién.

31
A Javier Sicilia

El llanto era fértil


fértil el hilo del agua que corría hasta los labios
y dejaba ese sabor a sal que atrajo a la muerte
en un descuido de la vida

Una línea de sombras en lugar de los cuerpos


Un pensamiento fértil también
llegó
envainado en la conciencia durante la inutilidad
[del tiempo
Llegó con la pregunta y la respuesta:
por dónde y por qué se fueron los barcos
si el faro aquel aún no se orientaba
No existe
No, el hombre es de Dios
las sombras son de Dios que se repite
porque el hombre lo negó
y la fertilidad
emponzoñada
abrió el dique y dejó pasar
las aguas turbias.

32
Verticales de sangre

Tu desnudo esplendor.
Tu cuerpo que es el mío, mi Señor.
Tu cuerpo que es el del otro.
Tu cuerpo, el de mi padre,
/ simplemente el tuyo
Tu cuerpo cuerpo, oscuro potro.
Tu cuerpo, cual arrullo
Javier Sicilia

Qué desnudez del alma dolida y pobre trae Dios


como si por dentro se le diluyera su otro yo
como si un relámpago desde el averno viniera
[y le arrancara de tajo
las estrellas que por dentro le brillaban

Cuánto espejo en soledad busca el inasible rostro


de ese: El que fue
ha sido
y ya no Es.
Cuánto golpe de pecho inútilmente heredado
habita en su conciencia de Yo pecador
tú pecador
Él y todos pecadores fuimos en el impensado enojo
por haber nacido
y me confieso –digo–
me confieso ante el infierno que estalla en mí
cuando la tristeza de Dios
me alegra
Confieso que he arrojado sobre su alma herida

33
un montón de piedras no libres de pecado
y he picoteado las más de siete llagas de su hijo
porque en su escrutinio me encontró culpable
de querer ser
Confieso que desde que vendí su túnica
[a los tuertos
vivo la vida leve, con todo el goce de mi cuerpo.
y la gracia de mi piel

¡Ah! Qué alivio es confesarse


frente a la desnudez de Dios.

II

Llevo diezmos no entregados a Su Nombre


tengo deudas con Él acumuladas como
[una llaga lenta
por donde brotan granos de sal para llamarlo
aval de mi libertad condicionada.
Y lo llamo
muchas veces lo llamo
y digo Su Nombre
de espinas y río crucificado
Su Nombre
de sangre condenada a la sordera para oírme
Su Nombre sin omitir un segundo del destino
que me tocó vivir
desde que digo Su Nombre
por los siglos de los siglos
Su Nombre
el de Él y de todos los que con Él se fueron

34
a sufrir el juicio
en el horóscopo del fuego
cuando junio era un beso del alba
y Pellicer volvía a las andadas
a tientas
buscando cuarenta y tantas voces párvulas
que cantaron con Él los versos de la estación
[en llamas
«Mambrú se fue a la guerra
qué dolor / qué dolor / qué pena
Mambrú se fue a la guerra
y nunca más volvió».
Su Nombre de origen carcomido
taladrando mi piel con su pureza
esperando que por cada poro se me escape Dios
Pero no
Dios no quiere saber de mí ni de nadie
Dios con todo y su tristeza busca sufrir más
para desmoronar su conciencia
para no confesarse
para seguir refugiándose dentro de nosotros

III

La luna llega al quebrantado río


lo huele
lo recorre
lo paladea con sus manchas y se baña en él
para agradarle a Dios
sólo que Dios no la siente, no la ve

35
Su rostro fragmentado en verticales
es sangre
sangre por espinas
espinas / sangre / barrotes que bajan de su frente
y lo veo
desde mi cárcel de luna llena
tras la reja
lo veo
en su calidad del primogénito que busca
[las espinas
para hollarlo
para lavarse en Él hasta hacerlo feliz

IV

En un segundo van a colgarme


este sábado de Gloria
No por haber vendido a Su Hijo
tampoco por haber omitido Su Existencia
van a colgarme por aludir a un Dios
[desmemoriado
a un Dios que se volvió triste
desde que no recuerda cómo amasó al hombre

Van a colgarme del árbol favorito de Judas


por cada grito que no le supe oír a Dios
Van a colgarme de la cuerda donde
[siete misterios
se vuelven siete veces siete pecados capitales

36
V

¡Qué Dios tan triste tengo frente a mí!


Qué Dios tan callado ahoga mi voz
Qué Dios tan doliente viene a perdonar
los escándalos de mi vejez
Qué Dios tan pobre
tan huérfano
tan sin hijos como yo
Qué Dios tan verbo de hueso y carne
tan mío y de otros
tan sin Él
Qué Dios
tan Dios

37
Rendición de cuentas

Me pregunto:
¿quién se divierte
con nuestros sobresaltos?
José Emilio Pacheco

Quién sabe cuánto más deba buscar la otra orilla


sin volver a naufragar en el aire,
sin volcar la espalda sobre otra espalda
para encontrar que nadie sabe de mí,
ni reconoce el ruido que mis tentaciones hacen.

Quién sabe cuándo voy a beber el agua


que los peces del río dulce me han negado,
sin conocer mi sed
ni haberse diluido entre mis dedos.

Quién sabe cómo voy a rendir las cuentas


por el fruto que di a morder
después de tanto tiempo,
por los dados que arrojé cada treinta y tres soles
sobre la misma culpa
y los nuevos talentos que perdí en la apuesta.

Quién sabe

38
Con el vaho de Dios

Hay espejos
que debieron haber llorado
de vergüenza y espanto
Pablo Neruda

Protégeme, Señor:
amanecí poeta
amenazo con reventar las vísceras del alma
soltar el aullido de mi entraña
desconjugar Tu Verbo hasta la excomunión
y hacer que de mi vientre nazca una voz
menos caduca

Hace siglos
Señor
que amaneciste a la intemperie
alguien quiso entonces tejer para ti
[todos los versos
con la mirra, el oro y el incienso como señal
[de luz
para sí mismo
y hoy siento que me estoy pareciendo
[a ese alguien
por eso te pido
Señor
que me protejas
que no muevas mano alguna para el tatuaje
de amanecer poeta
mea culpa

39
que me lleve a amanecer así
con tu sentencia para mi negra voz
mea culpa / mea culpa
Tengo urgencia, Señor

de escribir el verbo único en modo infinitivo
de tener conciencia severa e infinita
[–para recuperarte–
Tengo urgencia de ganar una batalla
en la que no me he inscrito
para decir palabras malsonantes
para estar a la altura de los árboles suicidas
Urgencia por describir con llanto
la sonrisa de una madre cuando sabe
que su hijo murió en la cruz sin madera
de los niños-sicarios
Urgencia de crear una línea irreverente
en la que Tú seas el centro, Señor
y yo tu imagen de luz
coqueteando con los verbos
Amanecer poeta es algo así
como pintar con grafiti la pared
de la conciencia
tatuar el silencio con la voz y el nombre
de Dante
Salomón
y Benedetti
abrazados a Vallejo –el César–
y sus sus «heraldos negros»
gritar con ellos en todos los idiomas
y una sola lengua Señor

40
la de la sangre de tus siete llagas
la de tu rebeldía en el templo / por qué no, Señor
tiritar de miedo al oír Tu Palabra
y humedecer los espejos con el vaho de Dios
que eres
para que Tu Voluntad se haga
y yo
no sea poeta.

41
Tic-tac, sin retroceso

Agua de vida, purifícame


Viento de mi alma, enséñame a volar
Fuego del amor, quema mi temor,
Madrecita tierra, volveré a tu hogar.
(Mantra maya)

Soy el filo mellado de la hoja


En mí habita la sombra de todos los eclipses
Soy la cara oscura del espejo
Madriguera soy en donde habitan los roedores
[de la luz
y la voz toda de los que mordieron a pedazos
[el sepulcro.

Soy el sueño inconcluso de mis padres,


el lugar común de un lenguaje común.
Soy un trozo de corteza
en aquel árbol que creció torcido
y se desdice
se borra
se deja llevar al fuego lento de un cuerpo
también común y compartido.

A mi entraña no la nombran otras manos


y ésta, mi desnudez, pasa de largo entre la furia
de mi propio deseo y calla,
hasta morder el reptil que se tragó mi vientre
con su infertilidad y su silencio.

42
Sobrevive en mí la nostalgia de Tonantzin
lloviendo sobre Itzcalli.
Me recorre la infidelidad oculta de Malintzin
en el escándalo de la vejez.

Nadie me reconoce
Nadie sabe de mis sueños
ni de la terquedad con que aparecen
–aun en el insomnio– mis padres
cuando me soltaron de su mano
y me heredaron el olvido de la sangre.
Él: con el cuento de que «hubo un rey
que vivía»
en no recuerdo dónde,
ni cuando
ni con quién.
Ella: buscándome en su diestra
confundiendo nuestras líneas de la vida
con las del amor y el adulterio.
Por mi ventana no entra ya ninguna luz
y mi pecho
por más que se reclina para ver llegar a alguien
es tan sólo un remedio
una réplica del marco
por donde se asomó mi cara
inventando un retrato para el amor
que se tardó en llegar.
La memoria se revuelve generosa
va y viene
viene y va

43
Me desarraigo
soy un murmullo en el río redondo
que ha perdido su afluente.
Soy el ti-tac de mi destiempo
tic-tac
tic-tac
tic-tac sin retroceso.

44
Mujeres más
mujeres menos
Todas en un espejo

Tengo más de siete vidas


a pesar de los gatos.
Yamilé de Cuba

Hago de todo para seguir viva.


Duermo
y mi sueño es gaviota sin freno
que le escribe a su cuerpo.

Me alimento.
Lo que me da vida
son pedazos de luz que aderezan mi voz
y afianzan mis pasos.

Me vuelvo espejo de todas las que como yo


sobreviven a la intemperie de una página
que las espera
les grita las reclama.

Soy mujer y basta


es suficiente para decir que más que una
soy dos
y tres
y muchas
y todas las que en una hoja en blanco
sostienen su destino.

47
Eva, la de siempre

Le abrirás tu puerta igual que tus brazos


de par en par
lo dejarás que entre hasta tu corazón
te colme de palabras parecidas a siempre
a que sólo la muerte habrá de separarlos
porque sin el aliento tuyo
él no sabrá vivir

II

Hará que sientas


que goces de placer
que lleves tus sueños más allá de lo irrompible
que te vistas con prendas de artificio
elegidas por él.

III

Cuando la vanidad lo colme


hará que multiplique su sangre
y tu nombre será después del suyo
en la sentencia de los siglos
y más siglos para él

48
IV

Tendrás días rojos de frío en tus entrañas


esperarás otro calor aprendiendo a no llorar
cuando camines / a espaldas suyas / callada
con los grifos del tiempo en tu cara
y un destino untándose cada vez más
a sus pies

Ajustarás tu paso al paso de él


y serás su doble cuando no vuelva a hablar
su árbol cuando pierda la sombra
su raíz cuando el tronco suyo esté en riesgo
[de secarse
y estarás como el hombro mustio
a tiempo
para que llore en ti la devastación
[de su canto viril.

Epílogo

Erguido él
dolida tú
caminarás otra vez hacia la puerta
la abrirás como antes
de par en par
reconocerás a tu verdugo

49
y entonces
sin cuestionarlo
volverás a comer del fruto compartido
para gozarte en el pecado único
y a largo plazo
de ser por voluntad muy tuya
y a gusto pleno:
Eva.

50
Briseida

No he podido crecer
y la luz me agota hasta cerrar el día.
Creo que me faltó el impulso de unos brazos
que de niña me lanzaran al cielo
o tal vez se posó en mi cabeza la mano
[del tiempo
antes del tiempo
para que ni la voz del aire
conociera mi palabra
ni la medida de ella.

51
Penélope

Quién nace en tu sueño de mujer despierta.


Quién te roba el púrpura y te deja el hilo
para que incolora salgas de Ítaca y vayas
[por tu amado hasta Circe
hasta las sirenas emisarias del tiempo
[que se desliza
en tu reloj de agua.

Quién se refugia en tu noche tejedora


[de insomnios,
en tu luna,
buscadora de pájaros del buen presagio,
cantadora de música que suena a mar
y trae pasos de un guerrero,
ése
con olor a hombre anciano
con sabor a tallo
goteando savia nueva.

Quién pulsa igual que tú el silencio


como quien pulsa la vida en un revés
y un derecho
un revés y un derecho que carcome la sangre
donde gotea tu vaso invertido,
tu vaso perfecto de soledad perfecta
con la que estás medida por los cuatro costados.

52
Quién jugará con tu silencio,
el silencio que a un grito pleno te heredó Eva
a pesar de Lilith.

53
Circe
Canto en cinco tiempos

Introito

El océano aguarda,
con un olor a sexo espera al hombre,
lo busca
lo espía
lo llama en la oración del Ángelus
y te ofrece flores nuevas
que brotan de arrecifes en coral dormidos.

Tu perfil se ofrece
un color luna baña tu desnudez
y con la espuma, una ola te ciñe el cuerpo
Eres sol
eres la sima donde otro sol penetra y te bendice
con estallido nuevo que traspasa el agua

Eres ir y venir del mar en celo,


llegas embrujando el invierno
para que no tarde
el que viene de un jardín de llanto a descifrar
[tu alma
y el alma de las que perdieron el derecho
a ser amadas por él.

54
Vuelve tu canto y el de todas las sirenas

II

Mudo y sordo habrá de ser el que esperas


mudo, sordo y con las manos atadas
con el cuerpo ungido al tiempo de lágrimas
con la tristeza adherida a la piel
y la soledad brillando como espejo

III

Eres selva de agua


conversas con todas las auroras
a las que te han encadenado,
piensas en los altares que el mar te ofrece
para que lo retengas
para que sea tuyo
nacido de ti con todo el poder de tu canto,
esclavo de ti
de tus abrazos de agua-madre
sometido por ti
día y noche
lleno de ti
de tu carne y de tu polvo
de tu luz y de tu muerte
de tus llagas y perfumes que de ellos brotan

Vuelve tu canto y el de todas las sirenas

55
IV

Eres cuna, casa, refugio,


fuego que lame los sentidos de él
la armonía de él en su cuerpo
el frío de él que te busca para que dejes tu calor
en la herida que trae por compañera
y lo abrigues
lo dejes que se cobije en ti
que te llame con el amor que nadie te llamó
que se recueste a la mitad de tus senos
que viaje por tu bullicio de mujer a tiempo
que abra con cualquiera de sus llaves
tu puerta principal y domine la tormenta
que te crece por dentro.

Vuelve tu canto y el de todas las sirenas

Eres hierba de aguamar, Circe amada:


¡Crece
despunta tus tallos
hazte florecer
vuélvete fruto sin prohibir
y no dejes que se vaya!

56
Árbol en desierto
A las muertas de Ciudad Juárez

Marca una cruz


y clava tu voz en ella
marca tu cruz
y eres mujer de clavos sin madera

El árbol suena a muerte viva


a cruz-madera
a madera-cruz-madre-niña
a mujer verano
mujer guía
mujer tiempo
mujer poema

El árbol suena a maquila sin voz


huele a resina seca
a fe y quebranto que repite el eco
en la herramienta muda

Cuál es tu historia de árbol en desierto


¿acaso cruz en espera?
Cómo es tu grito de verano libertario
¿acaso el cruce de una calle por andar?
Con cuál color tu canto se hizo himno
¿acaso fue el color de un disparo
[que te veía crecer
y sabía de ti
de tus pasos
de la fuerza de tus sueños?

57
Todo suena a ti floreciendo en la sequía
a ese sol que sabe a la madera de tu voz
al fruto sembrado con tu grito
al regazo de mujer en que te veo hija
semilla
madre
amanecer
surco
tierra y viento nuevo
sienes de luz y pensamiento justo
ojos mirando extenso y alto
pasos hollando el camino-mujer-camino-vida
espalda donde la carga ajena a ti
era tan leve como el grito y el dolor
que no quisiste para otros

Cuál es tu historia
¿la que repite el viento por los cientos de cruces
que habitan el desierto?
¿La que escribe tu nombre con el número equis
como quedó escrito el de tu hija
y el de tu hermana laboral de doble tiempo?
Cuál
sino la misma historia escrita cada día
en las redes cibernéticas
donde se grita sin conciencia
de papeles impresos
que son ya papeles de retrete
y en la voz de todos los nortes y sures de la tierra
donde se guarda la verdadera historia
para los libros que los niños sin juguetes
aprenden ya a escribir.

58
Variaciones
desde una misma sangre
1. Otra vez cualquier historia

Me trajeron a vivir a una ciudad antigua


donde la cantera se quebró a mitad de siglo
y mis pasos niños dejaron de dialogar con el agua
cuando corría por las calles de mayo
y la tierra sin asfalto

La casa que habité era idéntica al canto


[del barrio
con la fe al rojo vivo de un afilador
cuando giraba su vida entre hojas
tijeras y metales mellador por el sueño
[inconcluso
de la santa patrona y el silbato laboral

Entre ellos aprendí que dos más dos era la suma


[de mis padres
mis hermanos y las aulas que se abrían
[a mi razonamiento
aunque yo cerraba la mente porque
[mi libertad era primero

A ritmo de danzón, mambo y bolero


bailé mi adolescencia, me arraigué al amor
[y perdí el paso
porque mi casa, mi barrio y mi ciudad
[se fueron.

61
2. He visto huir de mí la cordura
cuando el amanecer llega
He roto el hilo del pudor cada verano
y cada noche escucho cómo canta de placer
[mi cuerpo

3. En mi pecho se refugian peces de agua dulce


se pasean desde mi grito de placer
hasta el júbilo de la cuaresma rota
por culpa del anzuelo que empiezo a morder
a estas alturas

4. Tengo luz nocturna en la garganta


pájaros de viento nuevo vuelan desde mi voz.
Es otoño y las luciérnagas cantan en silencio
la canción de la jaula sin puerta ni barrotes
en la que vive mi sangre-ave de artificio

5. Me visto de agua
para recorrerte el cuerpo
y dejarme beber por cada uno de tus poros;
de aire para acariciar tu vuelo
de fuego para purificar el miedo
que tienes de perderme
y de tierra para envolver el último
de tus silencios.

6. A golpe de cincel
Me he quedado en la trastienda del tiempo
mutilando a golpe de cincel las horas
los días

62
y cada día bisiesto que me cuenta los segundos
con el hacha mellada
sin piedad
sin música
cayendo despacio
certera y contundente
hasta la oquedad de mis huesos

7. Mi mano se resiste a callar la mordedura


de una hoja de parra que anda y anda
persiguiendo la sombra-niña del deseo,
dibujando perfiles de piel-ceniza
[en mis paredes
oscilando un doble filo de guadaña sin muerte
en las noches de luna
sin orgasmos
ni eclipses
que me aguarden

8. Lo siento
No hay lustro que me apague
y menos lustro de bisiesto.
Todo es contradictorio en un solo grito:
el aire,
el sol
la cara variante de la luna
la redondez del mundo
las órdenes de Dios.
Todo se contradice menos la forma de engañar
que tiene el tiempo
él se contradice en su eternidad
y se duerme en la palabra.

63
9. Mi madre protegía de mis ojos
[sus gardenias
de mis manos los cristales de su boda
de mis sueños sus jardines vende-siempre
y acomodaba mis pasos cuando empecé a oír
[su canto.

Yo cuidaba mi voz ara que no dañara el fuego


que calentaba el tiempo de ella y mío;
pero una noche recé
recé mucho
mucho
para que a ella no le doliera más su tiempo
y al día siguiente, se vistió de fiesta y se fue,
llevándose la canción de los cristales
[sin romper
y el olor de sus gardenias vivas.

Parafraseando a
Enriqueta Ochoa

10. Ya estoy lista, ¡Señor!


desarráigame de esta noche aún temprana
desarráigame
antes de que mi casa se vacíe.

64
Los con sentido
Sin permiso y sin limosna

A qué equivale hablar


sino a correr el propio riesgo
de morder las ideas
y tragarse la esperanza de ser oído
aunque el tono incoloro del verbo sea eso
una tenue culpa de no saber guardar silencio

A qué equivale la palabra


a qué
no a cuánto
a qué
¿a hacer que parpadee la voz del inconsciente?
¿a cambiar el rumbo del pensamiento ajeno?
¿a estrujar el alma y hacer que revoloteen
[las crines
de nuestro fuero interno
y de ese libre albedrío que nos da permiso de ser
o mejor dico de lucir nuestro ego
azul y rosa?

Tiempo es lo mismo que respuesta


Aprendes a guardar silencio con el tiempo
que te pone el índice haciendo cruz sobre
[los labios
para que te dure el grato sabor que deja
callar
pero no para siempre

67
el tiempo congela los sonidos
y se corre el riego de morirse mudo
por no saber que la palabra vale
cuando se escucha y crece
sin pedir permiso
ni limosna

68
Con la misma ropa

Cada noche nos quitamos la ropa


impregnada de ojos y conciencias ajenas.
La guardamos
para una segunda puesta.

Luego nos desprendemos de la otra


de la que tocó a fondo nuestra piel.
La dejamos junto a otros sudores
cerca de ese olor a pensamientos agridulces
que la carne tiene.

Así
amontonada, con la misma sonrisa
sabemos que es la sangre encendida
de una mañana que fue ayer
tan simétrica en la desnudez de hoy
que vuelve a desvestirnos.

Y cuando es otro día


el siguiente o cualquier otro
negociamos con el viejo perchero,
le asumimos la responsabilidad
sobre el coordinado que nos irá mejor
recién instalado en nuestra propia conciencia.

Con la ropa precisa, según nosotros,


salimos a barrer el tiempo
y a sudar otra vez
lo amontonado.

69
Aguaviento

Uno

Hay una barca en donde muere la memoria


donde arrulla Circe sus recuerdos
cada vez más seniles y graves.

Una barca sujeta al extravío,


al deleite de mecerse en la esperanza,
al goce moribundo de Penélope virgen
[y en vigilia
atada a la queja de los tiempos
al retardado goce de las llagas
con que Odiseo se negó a sí mismo.

Barca que abre los surcos del océano


sin hacer ruido ni espuma
sin chasquear el agua, abre las puertas
[del olvido
y se corona de ausencia.

Dos

Barca de mi niñez no complacida


nave de intento
cuna ceñida en remolino abierto:
ábrete ya hacia la nueva brecha
piérdete en el alivio del destiempo

70
recoge mis harapos consonantes
mis lunas descansando en tus junturas.

Barca de mi refugio adolescente:


llévate mi quietud a mar abierto
por los malestares de este cuerpo bienherido
que hiciste tuyo cada vez que el amor
lo sometió a tus naufragios.

Abre tu río, barca de aguaviento


silenciosa avanza
a oscuras
deja que el canto de los peces sea sacrilegio
[arrullo de cordura
para hacerme el amor
allá
donde cada provisión de caricias
donde cada armonía de nube y agua
sean la lúcida calma del destierro
que ha venido a sahumar mis tiempos
a desdibujarme
en el ritual con que cada ola te mece,
barca
desde este eco que soy
desde este recuerdo.

71
Eroticolúdicos
Prolongado ayuno

Yo te buscaba y llegaste
y has refrescado mi alma
que ardía de ausencia.
SAFO

Está usted desnuda, señora, me dijo con los ojos


y así empezó a besar mi espalda.
Extremo a extremo hizo temblar mis hombros
con la pura mirada
sin hablar
dejando que el camino del viento le ayudara
y bajé la vista.

Se desistió del pudor


Acercó el pensamiento hasta mi cintura
la acarició dejándome sentir así
de lejos.

Está usted desnuda, señora.

Se le agrietaron las manos al oír su voz:


déjeme tocarla
déjeme sentir que respiran sus poros
al escuchar mi piel acariciando
sus muslos.
No se recate, señora
quédese así
desnuda
esparciendo mi polen en sus ansias.

75
Míreme de frente
así
desnuda.

Deje que sus ojos se cierren mientras recorro


con las yemas de mi prolongado ayuno
su rostro de amapola
en floración.

Cuánta luz tienen sus pechos, señora


voy a alumbrar mi boca.
Cuánta lluvia en reserva hay en su piel
voy a beberla
cuánto grita su cuerpo mi querencia
voy a llenarlo de mí.

Venga.
Acérquese.
Traigo hierbas de muy temprano tiempo
para persignar su talle con el olor de ellas
para dejarle precisa la urgencia de mí
para que le modele mi deseo
a gusto suyo
y la bese con los labios
no con la mirada, como ahora.

Venga.
Así me dijo
y a mis cincuenta años
comencé a podar el pasto nuevo.

76
Dionisios
A las dos de la tarde

Ebrio por la espera y los vinos ingeridos


me tomó de la mano
me hizo suya con la sola mirada
a las dos de la tarde
de un viernes
que no supe si era enero
por el temblor de mi cuerpo
a las dos de la tarde
o era un mes sin nombre
sin hombre
a las dos de la tarde
cualquiera de estos días que vivo
desde ese sueño en que él
por la espera
me hizo suya cuando todos miraban en mí
piel-lagos hundidos
en la sumisión de mis aguas
de mi orgullo
de mi destejida tela
luego que me hizo suya
con todo y la pena de encontrarse ebrio
a las dos de la tarde.

77
En caso de extravío

Como a las mascotas:


colgaste tu nombre al cuello mío
para no perderme de ti
para sujetarme a tu antojo
lucir mi obediencia vestida de amor,
cubierta a medias por si acaso el frío
por si la sequedad de los jardines
por si la mordedura o los araños ajenos
a nosotros
–por si acaso–

La placa era de metal fingido


que brillaba desde lejos
–por si acaso–
y mi nombre también lucía sus siete letras
como el nombre de todo ser humano
con mayúsculas también
–por si acaso–

En el anverso del metal que me define


delineaste de perfil mi cuerpo,
mi paso a medias dibujado
dejando que mis muslos en vertical sonrisa
le dieran a mis piernas ese juego de lujo
con que a veces te atrapo al hacer el amor
–por si acaso–

78
De la cabeza a la cintura
fuiste generoso con las líneas:
mi boca aparece diminuta y fresca
ofreciendo un beso

Mi nariz tiene el rasgo griego con que sueño


que me sueñas.
Mi cuello es esbelto, justo para tus manos
cuando lo enredas con los labios y los dedos
que deslizas por mis hombros
por mi espalda
por mis senos
por el talle completo
que se vuelve temeroso cuando después de ti
sólo es eso:
la mitad de mi cuerpo
–por si acaso–

La otra mitad
o sea yo, de la cintura a los pies
resulta grato el broquelado que hiciste;
en él soy toda pudor
en actitud de espera
toda deseo en el discreto asomo
[de una entrega perfecta
con los brazos caídos
las manos abiertas a la altura debida
para sellar el hallazgo
o recibir la recompensa
por si acaso me pierdo
por si alguien me encuentra
–por si acaso–

79
Limosna

Lo que me quieras dar


eso recibo:
el manojo ciego de recuerdos en donde
[no aparezco
tu cansancio triste porque te persigo
el abrazo débil con que buscas en mí
lo que te dieron antes
la tenue seducción de tu sonrisa a medias
el enojo repentino con el que me despiertas
los diminutos temblores en tu alma ciega
[de pasado
el ritual nocturno al despojarte de la ropa
el goteo de una mentira que me dé consuelo
el susurro de tu paso en extravío
hasta mi soledad
Lo que me quieras dar
eso recibo
así sea el sobresalto del adiós
después de este verano.

80
En subasta

Y ahora
qué hago con este amor que nadie quiso
dónde lo pongo
a quién se lo ofrezco
con qué luna lo cobijo
a cuál sol se lo encargo para que lo seque
en la penumbra de esta larga noche
en que no muero.

Quién lo quiere
tan sin fiesta y turbado está
que ni a robar se atreve
un traje nuevo que lo vista o lo disfrace
de alegría
tan desguardado quedó, tan sin amparo
que hoy que lo llevé a la calle
y lo puse en subasta
nadie dijo: «esta mano es mía,
[haz un descuento».

Dónde lo dejo
a quién le grito: «ven por él»
si hasta el río que estaba quieto
echó a correr sus aguas
atropellándolas en su prisa
para huir de un amor
que nadie quiso.

81
Con derecho a morir

Hasta que se me sequen los sentidos todos


hasta que el polvo del polvo sea yo
hasta que la flor única que habite la tierra
se desvista toda y su tallo
no tenga más firmeza que el sustento
[y la esperanza
de resucitar en el desierto

Hasta que cada ángel deje de protegerme


y sea simplemente parte de mí
Hasta que todos mis miedos me den risa
y me cubran de tierra todo el cuerpo
será hasta entonces
cuando la música del aguaviento
dicte la orden de que tengo derecho
a morir
de soledad.

82
Todos los nombres

Invéntame otro nombre


si te gusta el de virgen
bautízame con él

María
Isabel
Magdalena
Ruth
Santana

Todos los nombres menos el mío que te pesa


No el que te acuse de engaño
no el que te recuerde mi olvido
ni aquel con el que confundiste la oscuridad
de otras manos que mienten con uñas
[de artificio
para dejarte sólo cicatrices en la piel.

Santifica con tu voz en mí


el nombre de tu madre
para que me bendigas
para que te persignes cuando me llames
[como a ella
y éste
con el que vivo y me nombran
déjalo que crezca con el viento de otoño
y se vaya

83
como hoja en sepia
harta de sol y aguaseca.

Invéntame otro nombre


uno que te parezca eterno y fresco
el de una piedra –aunque sea preciosa–
donde comulguen su dureza y mi dolor
saliendo de tus labios los siete signos
[de esmeralda
y tíñeme de verde la mirada
cuando me llames así
esmeralda de lluvia o de mar
de selva o de pasto donde quebré mis horizontes
y mis abandonos todos fueron para ti.

Grítame rubí si te queda sangre


para recordar que no pudimos ser dos
[como uno solo
y déjame romper tu nombre cuando diga el mío

Escoge para mí, si lo prefieres


el nombre de una flor que te haga recordar
la brevedad del tiempo que me queda
dime entonces azucena
rosa
alhelí
azalea
margarita
Mejor por ti decido
nómbrame amapola y aspírame
haz que mi aroma recorra tu sangre

84
llénate de mí
así
hasta la raíz de tus pecados
hasta la lentitud de tus neuronas
hasta el sin-entendimiento y la sin-razón
con que sabes contar cuando eres nada.

Invéntame otro nombre


porque éste que me dieron al nacer
ya lo gastaste en la traición
lo fuiste dibujando en otros cuerpos
lo has ido untando en las paredes de otra casa
lo condenaste a vivir tatuado en otra piel
y en otros pasos
que no te reconocen
porque nunca supiste cómo llamarles
y repetías mi nombre
en sus labios
y repetías mi nombre
en sus andanzas
y repetías mi nombre al dormir a su lado
y repetirás mi nombre ahora que te pido
que me inventes el nombre de la muerte
y me llames por amor
sólo ceniza.

85
Hasta la rendición

Otra vez para la gota de agua


en la memoria.

Este amor es un grito de la sangre


que nace en cada línea de silencio,
en cada sueño de las manos
en cada voz creciendo hacia tus pasos
sin perderse.
Este amor es la ceguera del pasado
la desmemoria
la pérdida y el fin de un antiguo dolor
que ya no vive en esta jaula-cuerpo
donde fui prisionera a medio claustro
esperándote
desde esa luz mitad hierro vertical
mitad viento
mitad sol que se completa en ti
para ser aire
vuelo
libertad.

Este amor es un planeta nuevo


en espera de todos los inventos
de todos los asaltos que buscan
la materia que lo forma.
Este amor es un corcel
una gacela
un mundo fáunico sin prehistoria

86
una flora silvestre que vive la aparente sequía
de mi piel
cuando anda en celo.

Este amor es así


un crío recién nacido y bautizado como natural
ilegítimo
propenso a morir
antagónico
malhabido
suicida
marginado
pero limpio
siempre limpio.
Y sólo basta quitarle el dique a nuestro río
para que este amor brote en cada gota de sol
y fluya
y se quiebre en los rayos de la luna.

87
Post-data

¿Y si mañana muriera?
Enhorabuena:
he limpiado mi casa
he puesto oídos a todos mis adentros
más allá de los muros.

He llegado a puerto libre con la música


[de mi conciencia
a todo lo que da
He puesto agua a las plantas de artificio
He dejado de tener miedo a las ratas
–ahora son ellas las que me temen–
He ahogado la huella de Narciso en sus aguas
y he tirado la última llave de mi doncellez eterna
Más aún:
He recibido el mejor regalo
que Dios me guardó para este día:

¡Cumplí sesenta y tantos años


y bailé conmigo
nada más conmigo
el danzón que más me gusta: ¡LIBERTAD!

Post-data
¡Ah, se me olvidó hacer el testamento!

88
Soneto iv

Devuélveme el amor que me robaste


si es que aún no lo has perdido
entre tantos otros que no entienden
que amores como el tuyo son de olvido.

No trates de fingir que no recuerdas


cuando trazaste mapas por los cantos
[de mi cuerpo
ni ocultes que fuimos viajeros
del más acalorado rojo de cruceros.

Mejor dale a cada catorce de febrero


la prueba de lealtad que se merece
no escatimes mirar todo de frente.

Ahora que las redes del encuentro


me dicen que eres poca cosa
para que contigo comparta mi aposento.

89
Trociscos dedicados
A mi médico

Sí, cómo no:


que controle el colesterol
la bilirrubina
los triglicéridos y la alta presión,
me sentenció el médico esta mañana.
¡Ay de mí
si apenas puedo controlar el sexo
desde que me llegó la menopausia!

Al pasado pasado

Ya se volvió un círculo descarado


esto de no saber a cuántos amé
antes que a ti,
lo mismo da
diez, cinco, uno o sin cuenta
sólo que ya no es a ti
sino a tanto pinche pasado
al que más amo.

93
A una sábana

Botellita de Jerez
todo lo que suceda en ti
sucederá otra vez.

Al cuerpo nuestro

Amo mi cuerpo
casto y salvaje
cada vez que te amo.
Amo tu cuerpo cuando se gasta a gusto
entre el hervir de la savia temblorosa
de los cuerpos
degustándose.

A la mano izquierda

Ayer me persigné con la mano derecha


y tuve un mal día.

94
A María santísima

Sucede que en el templo


hoy puede uno persignarse
[con la mano izquierda
y que el ocho de diciembre es día de los zurdos
también de la Virgen de la Concepción.

Vaya usted a saber cómo fue


[que María Santísima
capturó en su vientre
al hijo de Dios para que celebren ese día

¡Rogad por ella!

A la comodidad y al gusto

No hay ritmo más exacto


que el que hacemos
al amar en el acto
ni hay compás más preciso
que amarnos
sobre el piso.

95
A un sabio

¿Follaje es follar
o faje?

A la luna

A la única luna que le temo


es a la del espejo.

A Alfonsina Storni

Siempre borrabas las huellas del aire


ibas de prisa
luna llena de sol te sorprendía
y bajabas los ojos hacia otra luna de agua
sin beber.

96
A la mantis religiosa

No soy una viuda negra


ni siquiera soy negra
menos viuda

¡Vamos!
no me he casado
ni me casaré
porque si de algo tengo la certeza
es que en la noche de boda que me pides
–sin acta nupcial–
los siete velos que me cubren
te quitarán las siete vidas de lo gato que eres.

A quien le quede

La hierba mala sonríe mientras crece


se oculta entre los cuatro vientos de la tierra
y en un descuido del hombre,
se filtra por sus poros,
llega hasta su sangre
y la convierte en mala leche.

97
A mi mejor amante

Quiero que a mis cenizas las bañen


con el blanco torrente de vida que me das
desde nuestra primera noche.

98
A los que bien escriben
Era un dios alado
un dio salado
un dios salado
un dios al lado

Mi cabeza estalla
mi cabeza es talla
mi cabeza está allá
mi cabeza está ya.

101
Para los renegados

1° Yo no escribo poesía para niños


porque los niños
son poesía.

2° No escribo poesía para el mes de mayo


porque en este mes
hay madres que aún buscan
a sus hijos.

3° Tampoco escribo poesía para los gatos


porque ellos se pierden entre los roedores
de mi inconsciente.

4° Ni voy a escribir un poema a mis manos


porque ellas están aprendiendo
a decir mi edad.

5° Y ya no escribo poesía
porque cuando quise hacerlo
me atrapó Narciso.

102
Epílogo breve
Olvidos

Yo venía tan de prisa


por la vida
que olvidé traer un hijo
al holocausto.

Penetración divina

Y lo único que he hecho


con mi cuerpo
es quitarle la hoja de parra
y pedirle a Dios
que me penetre.

105
Índice

23 / Hombre humo
45 / Mujeres más, mujeres menos
59 / Variaciones de una misma sangre
65 / Los con sentido
73 / Eroticolúdicos
91 / Trociscos dedicados
99 / A los que bien escriben
103 / Epílogo breve
Aguaviento, de Olimpia Badillo Iracheta,
se terminó de imprimir
en la ciudad de San Luis Potosí, S.L.P.,
en el mes de octubre de 2016, en los talleres de Roland Impresiones,
[Flor de Cerezo núm. 101-A, Col. Las Flores, C.P. 78364]
Se tiraron 500 ejemplares

También podría gustarte