Martinelli & Forasiepi - RevMACN - 23 (1) 109-113 - 2021

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José Fernando Bonaparte (1928-2020): un símbolo en el estudio

de los tetrápodos del mesozoico de Gondwana

Agustín G. MARTINELLI1 & Analía M. FORASIEPI2

1
Sección Paleontología de Vertebrados, CONICET-Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino
Rivadavia”. 2Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales, CONICET-Mendoza.

El 18 de febrero de 2021 se cumplió un año del fallecimiento del Dr. José Fernando Bonaparte.
“Bona” fue, sin duda, el principal impulsor de la paleontología de vertebrados del Mesozoico de
América del Sur. Si bien los fósiles de vertebrados mesozoicos eran conocidos desde el siglo XIX, el
abordaje teórico, la intensidad de los trabajos de campo propiciados por los novedosos descubrimien-
tos y los estudios científicos realizados por Bonaparte no tienen precedente en la paleontología sud-
americana, pudiéndose trazar un paralelo con lo que fueron los hermanos Ameghino, para el estudio
de los mamíferos cenozoicos argentinos, y Othniel C. Marsh y Edward D. Cope, para el desarrollo de
la paleontología norteamericana. Tal es así que el paleontólogo Robert Bakker se refirió a él utilizan-
do el apodo de “Master of the Mesozoic”.
Hijo de Héctor Elías Bonaparte Lacroix y Margarita Ibarrola, “Bona” nació en la ciudad de Rosario
el 14 de junio de 1928. Su padre era comerciante viajero y, luego de vivir en distintas ciudades del
país, su familia se instaló en 1939 en la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires. Allí despertó
su pasión por los fósiles; con poco más de 10 años conoció a Don Andrés Canessa, quien atesoraba
una colección de fósiles de mamíferos del Pleistoceno. Don Andrés era un reconocido naturalista via-
jero del Museo de La Plata que trabajó junto a Francisco P. Moreno, Florentino y Carlos Ameghino y
Clemente Onelli, entre otros, y fue catalizador para que la búsqueda de fósiles en las barrancas del
Río Luján y aledaños fuera la nueva actividad del joven Bonaparte. Luego de varios años de colecta de
material paleontológico y arqueológico, y con el objetivo de exponer sus hallazgos, “Bona” y sus ami-
gos y colegas de entonces, Italo y Octimio Landi, Albor Ungaro, Aníbal Cueto, Juan Arnaldo Pisano
y Rodolfo Capaccio, fundaron el 26 de octubre de 1947, en Mercedes, un museo que actualmente se
conoce como el Museo Municipal de Ciencias Naturales “Carlos Ameghino”.
En asociación con otros museos regionales, como el de Luján (con José A. Mignone) y el de San
Antonio de Areco (con Carlos Merti), realizaron viajes de campo, reuniones científicas y publicaciones
locales, además de un importante intercambio epistolar con paleontólogos de importantes institucio-
nes argentinas (e.g., Carlos Rusconi, Osvaldo Reig) y del extranjero. Aunque no poseía una formación
académica formal, el dinamismo y la visibilidad de Bonaparte fueron fundamentales para que el
destacado paleontólogo y biólogo evolutivo Osvaldo Reig lo invitara a formar parte de sus viajes de
campo y de la preparación de los fósiles triásicos de San Juan, en el recién formado Laboratorio de
Vertebrados Fósiles del Instituto “Miguel Lillo” (IML) de Tucumán en 1958. Inmediatamente, Reig
lo incentivó para dedicarse a la investigación, comenzando con el estudio de los cinodontes triásicos,
dando inicio a su carrera científica vinculada al Mesozoico. La interacción con Osvaldo Reig, Rodolfo
Casamiquela, Rosendo Pascual, Sergio Archangelsky, Rafael Herbst, destacados zoólogos, geólogos
y botánicos en Tucumán y los más sobresalientes paleontólogos y biólogos evolutivos extranjeros de
entonces, como Alfred S. Romer, George G. Simpson, Alan Charig, Brian Patterson y Ernst Mayr,
entre otros, le permitió absorber las bases teóricas necesarias para llevar adelante su actividad pa-
leontológica.
Bonaparte generó en poco tiempo una serie de publicaciones que le permitieron ingresar a la
Carrera del Investigador Científico y Tecnológico (CIC) del CONICET en 1963 y, posteriormente,
recibir de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) el título de Doctor honoris causa en 1974, en
particular por los estudios sobre la fauna triásica. Esto lo habilitó a ejercer como profesor en esa casa
de estudios, desde 1975 hasta 1984.
En 1978, “Bona” se trasladó a Buenos Aires, donde estuvo a cargo de la Sección Paleontología
de Vertebrados del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN) hasta
su jubilación en 2004. Luego de un corto plazo en el Instituto de Neurobiología de Buenos Aires y la
Fundación de Historia Natural “Félix de Azara” (Buenos Aires), volvió a Mercedes en 2007, conti-
nuando su labor desde el museo que él fundó y, en los últimos años, desde su propia casa.
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Fig. 1. José F. Bonaparte en el Laboratorio de Vertebrados Fósiles del Instituto “Miguel Lillo” (década de 1960).

Desde el inicio de su carrera, Bonaparte fue capaz de llevar adelante tres aspectos fundamentales:
1) colecta y preparación de los fósiles; 2) publicaciones científicas y visibilidad internacional; y 3) di-
vulgación de la paleontología. A partir de la década de 1960, Bonaparte comenzó a realizar trabajos de
campo sistemáticos en distintas localidades, focalizándose en rocas mesozoicas del norte, oeste y sur
del país, y también de otros países (e.g., Brasil, Perú). Cada salida promediaba los dos meses, incluía
prospecciones en distintas localidades y unidades geológicas, y el recorrido de miles de kilómetros en
busca de material fósil. Por ejemplo, un viaje de Tucumán a Cerro Cóndor (localidad en el centro de
Chubut, donde se encontraron importantes restos del Jurásico) significaba ~2400 km de distancia
y, durante el trayecto, “Bona” y colaboradores iban descubriendo nuevas localidades y recolectan-
do material. Esta tenacidad resultó en el descubrimiento de numerosos sitios nuevos y fósiles que
abarcan desde el Triásico al Paleoceno, enriqueciendo las colecciones del IML en Tucumán y luego
del MACN en Buenos Aires. Sus descubrimientos también sirvieron para fomentar posteriormente
la creación de museos locales y enriquecer las colecciones provinciales, una vez sancionadas las dis-
tintas leyes de protección del patrimonio paleontológico, durante la década de 1990. Su desempeño
técnico no solo resultó en los trabajos de campo exitosos, sino también en la preparación de los es-
pecímenes colectados, el moldeado y copiado de los fósiles, y el montaje de los esqueletos. En cada
institución que trabajó, supo generar un espacio para la divulgación de la paleontología con el armado
de esqueletos y dioramas. En Tucumán, coordinó el montaje del aetosaurio Neoaetosauroides, los di-
nosaurios Herrerasaurus, Riojasaurus y Saltasaurus, y el dicinodonte Ischigualastia. En el MACN,
reestructuró la sala de Paleontología (previamente destinada principalmente a fósiles del Cenozoico)
con el montaje de los dinosaurios Patagosaurus, Piatnitzkysaurus, Carnotaurus, Amargasaurus,
Kritosaurus y Patagopteryx, así como de otros animales mesozoicos (Lagosuchus, Pterodaustro y
Caypullisaurus). Incluso, realizó numerosas reproducciones de dinosaurios argentinos que se expo-
nen en los principales museos del mundo y en exposiciones itinerantes de dinosaurios y otros reptiles
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Fig. 2. José F. Bonaparte en su casa, en la localidad de Mercedes, trabajando sobre el origen de los mamíferos (2015).

mesozoicos de Argentina, que dieron la vuelta al globo desde los años ‘90. En esta línea, supo conju-
gar también la escritura de varios libros de divulgación que relatan sus descubrimientos y son una
fuente documental de la revolución que estos hallazgos produjeron en el conocimiento de la fauna del
Mesozoico de América del Sur.
Su legado científico incluye más de 150 contribuciones, siete libros, el descubrimiento de numero-
sas localidades mesozoicas hoy clásicas en Argentina y Brasil, y el reconocimiento de aproximadamen-
te 70 especies nuevas de vertebrados fósiles (la mayoría de ellas aún válidas), incluyendo temnospón-
dilos, lepidosauriomorfos, ornitosúquidos, aetosaurios, “rauisuquios”, “esfenosúquidos”, protosúqui-
dos, notosuquios, pterosaurios, sauropodomorfos (incluyendo formas triásicas, jurásicas y cretáci-
cas), terópodos (incluyendo aves cretácicas), ornitisquios, dicinodontes, cinodontes traversodóntidos,
probainognatios no mamalianos y mamíferos mesozoicos y paleógenos. Entre las especies creadas
por “Bona” destacamos los lepidosauromorfos Cargninia enigmatica y Clevosaurus brasiliensis, los
ornitosúquidos Riojasuchus tenuisceps y Venaticosuchus rusconii, el aetosaurio Neoaetosauroides
engaeus, el “rauisúquio” Fasolasuchus tenax, el “esfenosúquido” Pseudohesperosuchus jachaleri,
el pterosaurio Pterodaustro guinazui, los sauropodomorfos Mussaurus patagonicus, Riojasaurus
incertus, Amargasaurus cazaui, Argentinosaurus huinculensis y Saltasaurus loricatus, los terópo-
dos Guaibasaurus candelariensis (aunque de posición filogenética aún incierta), Piatnitzkysaurus
floresi, Alvarezsaurus calvoi, Noasaurus leali, Abelisaurus comahuensis y Carnotaurus sastrei, el
ave Patagopteryx deferrariisi, los cinodontes Pascualgnathus polanskii, Chaliminia musteloides,
Riograndia guaibensis y Brasilodon quadrangularis, y los primeros restos óseos de mamíferos
mesozoicos sudamericanos Mesungulatum houssayi, Gondwanatherium patagonicum y Vincelestes
neuquenianus (el más completo conocido hasta ahora), entre otros. Algunos de estos taxones sobre-
pasaron el ámbito netamente académico y se instalaron en la cultura popular, compitiendo con los
vertebrados mesozoicos más famosos del hemisferio norte, ganando espacio en libros infantiles y
películas de ciencia ficción norteamericanas.
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Fig. 3 (pág. anterior). Algunas de las especies descriptas por José F. Bonaparte; de atrás hacia adelante: Ar-
gentinosaurus huinculensis Bonaparte y Coria, 1993, Pterodaustro guinazui Bonaparte, 1979, Saltasaurus lo-
ricatus Bonaparte y Powell, 1980, Amargasaurus cazaui Salgado y Bonaparte, 1991, Carnotaurus sastrei Bona-
parte,1985, Fasolasuchus tenax Bonaparte, 1981, Neoaetosauroides engaeus Bonaparte, 1967, Pascualgnathus
polanski Bonaparte, 1966, Gondwanatherium patagonicum Bonaparte, 1986, Patagopteryx deferrariisi Alva-
renga y Bonaparte, 1992, Clevosaurus brasiliensis Bonaparte y Sues, 2006, Riograndia guaibensis Bonaparte,
Ferigolo y Ribeiro, 2001, y Vincelestes neuquenianus Bonaparte, 1986. Dibujo realizado por Jorge L. Blanco.

Además de la descripción de nuevas especies y ocasionalmente clados enteramente nuevos,


Bonaparte desarrolló importantes interpretaciones sobre el aparato locomotor de los arcosaurios y
el origen de los dinosaurios, la evolución de la complejidad vertebral entre los dinosaurios saurópo-
dos, el origen de los mamíferos y su diversificación en el Cretácico, y la biogeografía del Mesozoico,
reconociendo las faunas laurásicas y gondwánicas, así como otras interpretaciones bioestratigráficas
y paleoecológicas de los variados grupos taxonómicos que estudió. Las colecciones paleontológicas
generadas por Bonaparte y su equipo fueron y son aún la base de numerosos estudios, incluso tesis
doctorales, y constituyen una referencia obligada para los estudiosos de las faunas de vertebrados del
Mesozoico de Gondwana.
Tras más de 70 años ininterrumpidos dedicados a la paleontología de vertebrados, Bonaparte re-
cibió numerosas distinciones por su trayectoria, como el Arnold Guyot Memorial Award de la National
Geographic Society (1989), el Forschungspreisträger de la Fundación Alexander von Humboldt (1992),
el Premio Konex (1993), el Premio Ángel Cabrera de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas
y Naturales (1994), el Premio al Mérito Paleontológico de la Asociación Paleontológica Argentina
(1996), la Medalla Romer-Simpson de la Society of Vertebrate Paleontology (2008) y el nombramiento
de Personalidad Destacada de la provincia de Buenos Aires (2012), entre muchos otros. Asimismo, nu-
merosas entidades dieron su apoyo a sus investigaciones y viajes de estudio (CONICET, Fundación
Miguel Lillo, John Simon Guggenheim Memorial Foundation, National Geographic Society, Field
Museum of Natural History, Deutsche Akademischer Austauschdienst, Universidad Autónoma
de Madrid, Alexander von Humboldt-Stiftung, Ligabue Foundation, Fundação Zoobotânica-RS,
Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico, etc.).
Bonaparte contó siempre con colaboradores, a varios de los cuales orientó en sus estudios acadé-
micos, que lo acompañaron en las tareas de campo, preparación, montaje, estudio y divulgación de
los descubrimientos. Entre ellos, destacamos a Galileo Scaglia, Martín Vince, Juan Carlos Leal, Jorge
Leal, Tomás H. Fasola, Roberto Cei, José María Chani, Roberto Fernández Larrinaga, Jaime Powell,
Orlando A. Gutiérrez, Miguel F. Soria (h), Fernando E. Novas, Luis M. Chiappe, Guillermo W. Rougier,
Rodolfo Coria, Leonardo Salgado, Jorge Calvo, Roberto Abel, Oscar De Ferrariis, Ignacio Garate
Zubillaga, Jorge F. Will, José Luis Gómez, Raúl Vacca, Pablo Puerta, Oscar Donadío, Adriana Albino,
Andrea Arcucci, Bernardo González Riga, Silvana Montanelli, Ubaldo J., Adrián, Carlos y Juan J.
Bonaparte, Sebastián Apesteguía, Marcelo Isasi, Daniel Hernández, Alejandro Kramarz, Diego Pol,
Santiago Reuil, Adrián Giacchino, Cesar L. Schultz, Marina Bento Soares, Yamila Gurovich, Jorge L.
Blanco, Fernando Chávez, Stella Alvarez, Rodrigo Paz, Agustín G. Martinelli y Analía M. Forasiepi,
entre muchos otros.
Su paso por el MACN dejó una huella imborrable, tanto por la incorporación en la colección de
la Sección de Paleontología de Vertebrados de valiosos materiales, la inclusión de dinosaurios en la
muestra permanente y los trabajos científicos que contribuyeron a la visibilidad de la institución en
todo el mundo. Bonaparte tuvo un espíritu incansable, inagotable y un tanto indomable. Nunca aleja-
do de la disciplina que lo apasionó, transmitió sus ideas y, por sobre todo, contagió su entusiasmo por
el trabajo. El momento de su muerte lo encontró escribiendo sobre las faunas del Triásico de América
del Sur y sus ideas sobre el origen de los mamíferos. El 18 de febrero de 2020 nos dejó un símbolo de
la paleontología de nuestro país.

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos a Esperanza Cerdeño (IANIGLA) y Cristo O. Romano Muñoz (IANIGLA) quienes


contribuyeron a mejorar el manuscrito original en el contexto de su presentación en las 34 Jornadas
Argentinas de Paleontología de Vertebrados, a Martín D. Ezcurra (MACN) y Federico L. Agnolín
(MACN) por la lectura crítica del texto, a Fernando Abdala (CONICET-Fundación Miguel Lillo) por
sus comentarios e intercambio de información y al Museo Municipal de Ciencias Naturales Carlos
Ameghino (Mercedes) por su apoyo.

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