Tareas Del Diacono
Tareas Del Diacono
Tareas Del Diacono
Queridos diocesanos:
Aunque los primeros diáconos que conocemos y de los cuales habla el Libro de
los Hechos de los Apóstoles fueron elegidos para “servir a las mesas” (Hech 6,2) y
así facilitar la tarea de predicación de los Apóstoles, enseguida vemos que
algunos de ellos, como Esteban y Felipe, ejercen con elocuencia y sabiduría la
predicación. La evolución posterior del diaconado extendió definitivamente el
ministerio diaconal a la liturgia y a la predicación, además del ejercicio de la
caridad de la Iglesia para con los pobres y necesitados. Los obispos confiaron a
los diáconos tareas administrativas y de organización, llegando en la Iglesia
antigua a desempeñar un cometido relevante como colaboradores inmediatos,
confiándoles misiones de representación y organización y administración
eclesiástica.
Son acciones que realiza en virtud del propio ministerio recibido en la ordenación y
que le colocan en la presidencia de la asamblea cristiana según su grado. El
diácono carece de la autoridad magisterial de los presbíteros como colaboradores
inmediatos del Obispo, pues sólo por delegación de éste y de los presbíteros,
ejercen autorizadamente los diáconos la función de predicar. Los diáconos no
ejercen en ningún modo las acciones sacerdotales propias del Obispo y de los
presbíteros: oficiar la santa Misa y administrar el perdón de los pecados mediante
la absolución. En la liturgia el diácono aparece como ejecutor de la comunicación
entre la asamblea y el Obispo y sacerdotes que ofician. Corresponde a los
diáconos de modo propio procesionar el Evangeliario (libro de los evangelios) y
proclamar solemnemente el Evangelio, dirigir las preces litánicas y recitar las
preces de súplica en la asamblea, y disponer las ofrendas. Por tener confiadas
determinadas acciones caritativas y administrativas de la Iglesia, son ellos los que
en la llamada “elevación menor” de la Misa, mientras el Obispo o el presbítero
recitan la doxología o alabanza solemne con la que concluye la plegaria
eucarística antes del Padrenuestro, y elevan la Hostia consagrada, los diáconos a
su vez elevan el cáliz.
Queridos diocesanos:
Conviene ahora aclarar lo siguiente: 1º. Que nos diáconos permanentes son
clérigos y se distinguen de los diáconos transeúntes, en que estos últimos pasan
(“transitan”) por el diaconado camino del presbiterado, mientras los permanentes
no, pues como su nombre indica «permanecen» como diáconos. 2º. Los diáconos
permanentes no son sacerdotes, meta a la que aspiran los diáconos transeúntes y
que alcanzarán recibiendo el Sacramento del Presbiterado. 3º. Sin embargo, el
diaconado permanente es un verdadero sacramento, al ser participación del
Sacramento del Orden, que los diáconos reciben para el ejercicio no sacerdotal de
su ministerio propio. 4º. Hay que aclarar todavía que la disciplina de la Iglesia
latina exige para todos los diáconos transeúntes la observancia de la ley del
celibato sin excepción, pero no la exige para los diáconos permanentes. La
mayoría de ellos son, por esta razón, varones casados, verdaderamente probados
por la ejemplaridad de su vida matrimonial y familiar.