Aparato Circulatorio
Aparato Circulatorio
Aparato Circulatorio
La sangre sale del corazón y se distribuye por todo tu cuerpo, para, después, regresar de
nuevo al corazón. La sangre nunca está quieta, sino que circula, es decir, se mueve de
un sitio a otro, por una red de tubos flexibles que recorren todo tu cuerpo. Estos tubos
flexibles son los vasos sanguíneos.
Tu cuerpo está formado por miles de millones de células que, para poder vivir, necesitan
la energía que obtienes de los alimentos y el oxígeno del aire que respiras. Cada célula
produce, también, sustancias que no necesita, ‘basura’ que hay que eliminar. La sangre
es la responsable de recoger estas sustancias y de llevar el alimento y el oxígeno a todas
las células de tu cuerpo. Para realizar esta tarea, la sangre tiene que circular.
La sangre circula por unos tubos flexibles, de diferentes tamaños, que se llaman vasos
sanguíneos. Estos se distribuyen por todo tu cuerpo como si fueran una red de
carreteras, autopistas y caminos. Pueden ser de tres tipos: arterias, venas o capilares.
Las arterias son vasos sanguíneos que llevan la sangre que sale de tu corazón
hacia todas las partes de tu cuerpo. Las arterias se dividen en otras más
pequeñas, que se llaman arteriolas.
Las venas son vasos sanguíneos que llevan la sangre desde todas las partes de tu
cuerpo de nuevo hacia el corazón. Igual que en el caso de las arterias, también
hay venas pequeñas, que se llaman vénulas.
Los capilares son los vasos sanguíneos más pequeños que existen. Son los que
conectan las arteriolas con las vénulas. En los capilares se produce el
intercambio de sustancias entre la sangre y las células.
La sangre circula por los vasos sanguíneos, pero, para moverse, necesita algo que la
empuje.
¿Has sentido alguna vez los latidos de tu corazón poniendo tu mano en la parte
izquierda de tu pecho? Tu corazón tiene el tamaño del puño de tu mano. Abre el puño y
luego ciérralo con fuerza una y otra vez; tu corazón funciona de una manera parecida.
Sus paredes, formadas por músculo, se contraen y se relajan de forma rítmica. Tu
corazón trabaja sin descanso empujando la sangre para que se ponga en movimiento.
Otro lugar donde puedes sentir los latidos es en tus muñecas. El corazón empuja la
sangre hacia las arterias con fuerza. Esta fuerza se transmite, en forma de presión, por
las arterias. Esta presión es el pulso arterial, y se percibe con facilidad como un latido
en las arterias que están cerca de la piel. El pulso arterial se corresponde con los latidos
de tu corazón.
LA CIRCULACIÓN MENOR
La sangre del ventrículo derecho sale del corazón por la arteria pulmonar. Aquí
empieza la circulación menor. La arteria pulmonar se dirige hacia los pulmones, y se
divide en arterias cada vez más pequeñas, arteriolas, que, finalmente, se convierten en
capilares.
Los capilares se continúan con venas muy pequeñas (vénulas), que se convierten en
venas cada vez más grandes y que se dirigen otra vez al corazón. Ahora, llegan a la
parte izquierda. La sangre oxigenada entra en la aurícula izquierda a través de las cuatro
venas pulmonares. Aquí termina la circulación menor.
LA CIRCULACIÓN MAYOR
La circulación mayor comienza cuando la sangre del ventrículo izquierdo sale del
corazón por la arteria aorta. Esta sangre es rica en oxígeno; es sangre arterial. La aorta
es la arteria más grande del cuerpo. Se va dividiendo en arterias más pequeñas, que, a su
vez, se dividen en arteriolas, hasta formar, también, capilares que van a llegar a todas
las zonas de tu cuerpo.
Los capilares ceden a las células los alimentos y el oxígeno, y recogen las sustancias de
desecho. Ahora, la sangre pobre en oxígeno, la sangre venosa, debe volver al corazón.
Los capilares se continúan con vénulas, que, a su vez, son cada vez más grandes y
forman venas. Después de recorrer un camino muy largo, la sangre vuelve al corazón.
Llega a la aurícula derecha a través de dos venas muy grandes, la vena cava superior y
la vena cava inferior. Aquí termina la circulación mayor.
Con el tiempo, igual que sucede con el resto de nuestro cuerpo, los vasos sanguíneos
también envejecen. Las paredes de las arterias se hacen más duras, y en ellas se pueden
depositar sustancias (aterosclerosis) que a veces llegan a obstruirlas (trombosis). En
ocasiones, por diversas causas, la presión dentro de las arterias se eleva (hipertensión
arterial) y puede hacer enfermar el corazón.
Las venas pueden ser incapaces de ayudar a que la sangre retorne al corazón
(insuficiencia venosa), sus paredes pueden hacerse más débiles y dilatarse (varices) o,
por diferentes razones, pueden también obstruirse (trombosis).
Para cuidar los vasos sanguíneos y el corazón, es muy importante llevar una vida sana,
hacer deporte con moderación y alimentarse de forma equilibrada. También debes saber
que el tabaco y el alcohol hacen mucho daño a tu corazón, a tus pulmones y a tus
arterias. ¡Una vida sana es imprescindible para que tus vasos sanguíneos y tu corazón se
mantengan fuertes durante muchos años!
SANGRE
No importa el lugar donde te hagas una herida ¡siempre sale sangre! Seguro que más de
una vez te has preguntado por qué tiene ese color tan rojo o para qué sirve ¿Sabías que
tienes entre 1 y 3 litros de sangre que recorren sin parar todos los rincones de tu cuerpo?
¿QUÉ ES LA SANGRE?
Cuando te das un golpe fuerte en la nariz o te haces una herida sale sangre. La sangre es
un líquido de color rojo que siempre está en movimiento. Si miraras una gota de sangre
con un microscopio te darías cuenta de que no solo es un líquido, sino que en él “nadan”
también otras muchas cosas.
Un poco más de la mitad de la sangre está formada por un líquido claro, de color
amarillento, que se llama plasma. El plasma contiene proteínas, hidratos de carbono,
grasas, vitaminas, minerales y otras sustancias, pero sobre todo una gran cantidad de
agua.
La otra mitad de la sangre está formada por células que flotan en el plasma. Existen tres
tipos diferentes de células de la sangre: leucocitos, eritrocitos y plaquetas.
Cuando nos sacan sangre para analizarla en el laboratorio decimos que nos han hecho
un análisis de sangre. Los análisis de sangre nos permiten conocer el número de células
y la cantidad de las sustancias que forman el plasma.
Imagina un medio de trasporte un poco especial que recoge las mercancías donde se
producen, luego las reparte por todas las casas y además se lleva todo lo que nos sobra o
no necesitamos.
Pues bien, la sangre se parece a ese medio de transporte; su función más importante es
recoger, transportar y repartir sustancias de un sitio a otro de nuestro cuerpo.
Además, la sangre transporta otras muchas sustancias o células que tienen funciones
muy importantes. Si te haces una herida y se rompe un vaso sanguíneo, la sangre lleva a
este lugar las células o sustancias necesarias para taponar la herida y evitar la pérdida de
sangre (coagulación). Si entra en tu cuerpo un microorganismo contra el que hay que
luchar, la sangre desplaza también hacia ese lugar las células o sustancias que van a
combatirlo (defensa).
Para poder realizar todas estas funciones, la sangre tiene que moverse de un lado a otro
de tu cuerpo, es decir tiene que circular, y esto lo hace impulsada por el corazón, dentro
de unos tubos que se llaman vasos sanguíneos (arterias, capilares y venas).
Puede que alguna vez hayas leído u oído que se necesitan donantes de sangre, o que en
un hospital falta sangre. Cuando una persona dice que ha donado sangre significa que ha
dado parte de su sangre. Para poder donar sangre hay que ser mayor de edad y estar
sano. Se extrae casi medio litro de sangre, se analiza para comprobar que no tiene
sustancias perjudiciales y se guarda en unas bolsas especiales en un lugar llamado
banco de sangre. Donar sangre no es peligroso, nuestro cuerpo es capaz de recuperar
con rapidez la cantidad de sangre que hemos dado.
¿Pero para qué se necesita esa sangre y por qué es tan importante donarla? Si una
persona pierde mucha sangre, por ejemplo en un accidente grave, su vida puede estar en
peligro. Sin embargo, se puede salvar si recibe una transfusión, es decir si se repone la
sangre que ha perdido. Para ello, los médicos utilizan las bolsas con la sangre que la
gente ha donado. ¡Donar sangre puede salvar muchas vidas!
Si alguna vez te han operado, seguro que el médico ha preguntado a tus padres si
conocían tu grupo sanguíneo. La composición de la sangre es igual en todas las
personas y sin embargo hay diferentes tipos de sangre. La presencia o no en la
superficie de los eritrocitos de ciertas sustancias, nos permite diferenciar distintos tipos
de sangre.
¿Y por qué es tan importante conocer el grupo sanguíneo? Algunos grupos sanguíneos
no pueden mezclarse, esto significa que una persona solo puede recibir sangre de
algunos grupos determinados, no de todos. Por eso es tan importante conocer el grupo
sanguíneo antes de una operación y siempre que es necesario hacer una transfusión.
Las enfermedades de la sangre pueden aparecer a todas las edades y algunas son
hereditarias. Pueden afectar a las células sanguíneas o al plasma. Las causas son el
aumento o disminución del número de algún tipo de sustancia o de célula, o la
alteración de su forma o de su contenido. Así por ejemplo, las leucemias, una forma de
cáncer, son enfermedades debidas a un aumento del número de leucocitos en la sangre.
Las anemias son enfermedades relacionadas con los defectos en el número o la forma
de los eritrocitos de la sangre. En una hemorragia grave se produce una anemia por la
pérdida de sangre y por tanto de eritrocitos. Otra causa de anemia se debe a que la
cantidad de hierro que se toma con los alimentos es demasiado escasa para formar la
hemoglobina de los eritrocitos. Este tipo de anemia se puede evitar tomando alimentos
ricos en hierro y vitaminas, como legumbres, carne, huevos, pollo o pescado. Otras
enfermedades afectan a la coagulación, como la hemofilia, una enfermedad hereditaria
en la que se sangra con facilidad.
CORAZON
Cuando colocas tu mano sobre la parte izquierda de tu pecho, sientes un pequeño
golpeteo; es el ‘latido’ de tu corazón. ¿Sabías que, cada minuto que pasa, tu corazón late
unas 100 veces? ¿Sabías que, cada vez que lo hace, expulsa la sangre de su interior y la
empuja para que circule por todos los rincones de tu cuerpo? El corazón es el motor que
hace funcionar tu cuerpo.
Si pudieses mirar el corazón por dentro, verías cuatro cavidades, como cuatro
habitaciones con puertas para entrar y salir: dos arriba, las aurículas, y dos abajo, los
ventrículos. Las aurículas reciben la sangre que llega al corazón. Los ventrículos la
expulsan fuera del corazón.
Además, en el corazón existe una pared, un tabique, que lo divide, de arriba abajo, en
dos mitades, derecha e izquierda, que no se comunican. En cada mitad hay una aurícula
arriba y un ventrículo abajo.
La parte del corazón que queda a la derecha la llamaremos corazón derecho, que está
formado por la aurícula derecha y el ventrículo derecho. La parte que queda a la
izquierda la llamaremos corazón izquierdo, formado por la aurícula izquierda y el
ventrículo izquierdo.
La sangre entra en el corazón, pasa de una cavidad a otra y sale del corazón. Las
paredes que forman las cavidades del corazón están constituidas por un músculo muy
potente, el músculo cardiaco.
Hemos dicho que el corazón tiene el tamaño del puño de tu mano. Abre un poco el puño
y luego ciérralo con fuerza una y otra vez. Tu corazón trabaja de esta manera; sus
paredes se contraen y se relajan de forma rítmica. La contracción del corazón se llama
sístole. La relajación del corazón se llama diástole. Cada vez que tu corazón late, se
produce la contracción y la relajación de sus paredes.
Para que la sangre pase de una cavidad a otra o para que salga del corazón, las paredes
se contraen y empujan la sangre con fuerza. Al mismo tiempo que las paredes se
contraen o se relajan, las puertas entre las cavidades se abren o se cierran para dejar
entrar o salir la sangre. Estas puertas se llaman válvulas cardiacas. Cada puerta recibe
un nombre (válvula mitral, tricúspide, aórtica y pulmonar).
Los vasos sanguíneos que entran con sangre en el corazón se llaman venas. La vena
cava superior y la vena cava inferior llegan a la aurícula derecha; las venas
pulmonares, a la aurícula izquierda.
Los vasos sanguíneos que salen del corazón se llaman arterias. La arteria pulmonar
sale del ventrículo derecho; la arteria aorta, del ventrículo izquierdo.
Imagina una casa con una habitación arriba y otra abajo. A esta casa se entra por la
habitación superior, y, para bajar, se abre una puerta que está en el suelo. De la
habitación de abajo se sale por otra puerta. Esta casa se parece mucho a la parte derecha
o a la parte izquierda de tu corazón.
Al mismo tiempo, en la parte izquierda del corazón ocurre algo parecido. La sangre
llega por las cuatro venas pulmonares a la aurícula izquierda. La sangre llena la aurícula
izquierda y se abre otra puerta, la válvula mitral. A través de esta válvula, la sangre pasa
hacia el ventrículo izquierdo. Para terminar de llenar el ventrículo izquierdo, la aurícula
izquierda se contrae y empuja la sangre hacia su interior.
Cuando los ventrículos están llenos, las puertas entre las aurículas y los ventrículos se
cierran otra vez. Ahora, la sangre que ha llenado los ventrículos tiene que salir de ellos.
El ventrículo derecho y el izquierdo se contraen, abren otras puertas (la válvula
pulmonar y la válvula aórtica), y la sangre sale del corazón. La sangre del ventrículo
derecho sale por la arteria pulmonar y se dirige hacia los pulmones. La sangre del
ventrículo izquierdo sale por la arteria aorta y se dirige a todo el cuerpo.
Ahora tu corazón late unas 100 veces cada minuto, pero, cuando crezcas, lo hará un
poquito más despacio, entre 60 y 80 veces por minuto. Cada hora latirá unas 4.200
veces; cada día, unas 100.800 veces; cada año, unas 37 millones de veces. ¡Imagina el
número de veces que lo hará a lo largo de toda tu vida! Es muy importante que cuides tu
corazón, ¡su trabajo es agotador!
Algunos niños nacen con un defecto en el corazón que puede curarse con cirugía. Sin
embargo, la gran mayoría de las enfermedades del corazón afectan a las personas
mayores. Con el tiempo, igual que sucede con el resto de nuestro cuerpo, el corazón
también envejece.
Por esta razón, puede suceder que las paredes del corazón pierdan fuerza para contraerse
y bombear la sangre (insuficiencia cardiaca); puede que alguna zona no reciba el
oxígeno suficiente y deje de funcionar (infarto de miocardio); puede que las válvulas
cardiacas ya no abran ni cierren bien (ensanchamiento o estrechez de las válvulas del
corazón); o puede que el ritmo con el que el corazón se contrae se altere (arritmias).
Para cuidar el corazón, es muy importante llevar una vida sana, hacer deporte con
moderación y alimentarte de forma equilibrada. También debes saber que el tabaco y el
alcohol pueden hacer mucho daño a tu corazón, a tus pulmones y a tus arterias. ¡Una
vida sana es imprescindible para que tu corazón se mantenga fuerte durante muchos
años!