Correo Proletario COMPLETO

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Correo Proletario: selección de artículos a 50 años del Golpe

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Periódicos Correo Proletario, 1973-1976, escritos en Chile y exilio
durante la dictadura.
Recuperados como material de patrimonio histórico por diversas
individualidades a lo largo del tiempo (Freno de Emergencia,
Biblioteca La Tendenciosa).
Transcripción terminada por Colapso y Desvío, en septiembre de
2022, y publicada en septiembre del 2023 en
https://colapsoydesvio.noblogs.org/

Correo Proletario © 1973 tiene


licencia de Attribution-ShareAlike
4.0 International (CC BY-SA 4.0)

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Dedicado no sólo a quienes participaron en la recuperación del
material, desde una necesidad de mantener la vigencia de los debates
en torno a la institucionalidad, el reformismo, y las salidas
revolucionarias, aun en tiempos de crisis, sino también a quienes,
desde una época tan compleja como el periodo gobierno UP- golpe de
Estado, intentaron mantenerse como una tendencia de
ultraizquierda apartidista ahí donde todo exigía la militancia
autoritaria. Todxs nosotrxs, que conformamos esta constelación a-
histórica de recuperación, somos parte de este documento.

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Contenido
CORREO PROLETARIO N°1 ................................................................. 11
1. EDITORIAL. .............................................................................. 11
2. SEGURIDAD NACIONAL ¿PARA QUIÉN?.................................. 15
3. COMENTARIO SOBRE DOS CARTAS OBRERAS ........................ 23
4. LA LUCHA DE CLASES EN CHILE BAJO EL GOBIERNO DE LA
UNIDAD POPULAR .......................................................................... 34
5. LOS DISCURSOS DE FlGUEROA Y ALLENDE Y LAS TAREAS DE
LOS OBREROS REVOLUCIONARIOS ................................................. 51
6. CUT-CORDONES-COMANDOS................................................. 59

CORREO PROLETARIO N°2 ............................................................... 69


7. EDITORIAL ............................................................................... 69
8. Chile en el mundo ................................................................... 78
9. Apuntes sobre el proceso portugués ................................... 146
10. Liberación de los presos ................................................... 151
11. Corresponsales obreros .................................................... 156
12. Cuatro entrevistas ............................................................ 160

CORREO PROLETARIO N°3.............................................................. 164


13. EDITORIAL ......................................................................... 164

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14. ACERCA DE NUESTRA NOCIÓN PARA UN ORGANIZADOR
COLECTIVO.................................................................................... 173
15. ENCUESTA ......................................................................... 188
16. ENTREVISTA… ................................................................... 194
17. Correspondencia: ............................................................. 217
18. ESTADO DEL MOVIMIENTO OBRERO................................ 222
19. NOTAS PARA EL ESTUDIO ACTUAL DE LA CUESTIÓN
AGRARIA ....................................................................................... 284
20. FRENTE A CIERTAS CRÍTICAS ............................................. 300
21. GOLPE DE ESTADO EN ARGENTINA .................................. 309
22. NOTAS ACERCA DE LA LUCHA DE CLASES EN CHILE ......... 320

CORREO PROLETARIO n°4 .............................................................. 335


23. LA POLÍTICA SINDICAL EN CHILE ....................................... 335
24. NOTAS PARA EL ESTUDIO ACTUAL ................................... 414
DE LA CUESTIÓN AGRARIA (2) ...................................................... 414

BOLETIN CORREO PROLETARIO .................................................... 437


25. INFORME DE LA REUNIÓN REALIZADA EN PARÍS LOS DÍAS 7,
8 Y 9 DE MAYO DE 1975. .............................................................. 439
26. CONSIDERACIONES EN TORNO AL PROGRAMA DEL CURSO
DE FORMACIÓN POLÍTICA. ........................................................... 448
27. INFORME DEL GRUPO DE INGLATERRA ............................ 469
28. INFORME DEL GRUPO DE ITALIA ...................................... 482

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29. NOTAS SOBRE NUESTRA CONCEPCIÓN DE ORGANIZADOR
COLECTIVO.................................................................................... 513

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CORREO PROLETARIO N°1
SANTIAGO DE CHILE, 1 ᵃ QUINCENA DE SEPTIEMBRE DE 1973 -
N° 1 – E° 15.-

1. EDITORIAL.

"CORREO PROLETARIO'" surge en una etapa política crucial para los


intereses de la clase obrera y del proletariado en general. Una etapa
en que reaccionarios y reformistas por un lado y demagogos e
irresponsables por el otro, preparan y condicionan una ofensiva que
supone derrotar al movimiento obrero, detener su lucha legendaria y
destruir sus organizaciones sindicales.

Esta situación política en la cual surge, da su significado y el contenido


de sus tareas a "CORREO PROLETARIO".

Ahora bien, durante estos últimos años han aparecido decenas y


decenas de periódico dirigidos por pequeños núcleos de
revolucionarios o por partidos tradicionales de la izquierda, y todos
ellos se han hecho llamar "prensa obrera”. Aclaramos que este
"CORREO PROLETARIO" no es estrictamente expresión de lo que
nosotros y la experiencia histórica de la lucha proletaria denomina
PRENSA OBRERA.

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La prensa obrera y todas las formas superiores de prensa
revolucionaria no son los resultados de los buenos deseos de grupos
o partidos, más o menos revolucionarios, que contengan o no en sus
filas a trabajadores. Prensa obrera es la que los trabajadores
financian, discuten y aportan en sus contenidos, y por la cual están
dispuestos a desarrollar los sacrificios necesarios para asegurar su
continuidad y su misma existencia. Financiamiento obrero y
corresponsales obreros son sinónimos de prensa obrera. Si no se dan
ni estos requisitos la prensa obrera, sencillamente, no existe.

"CORREO PROLETARIO" es más bien lo que su nombre quiere


señalar: un correo en el que podrán expresarse todos los sectores
posibles del movimiento obrero y discutir públicamente los
problemas políticos que surgen en el actual periodo y las tareas que
permanentemente se desprenden.

En "CORREO PROLETARIO" se discutirán, sin duda, todos los


problemas políticos que hoy enfrenta el movimiento obrero, pero
entendiendo que esa discusión, que permite el libre juego de
posiciones, única forma en que históricamente se desarrolla el
movimiento obrero revolucionario, contiene y entronca con lo que
hoy día para nosotros es la tarea central al interior de ese movimiento
obrero: la formación de una tendencia con claros objetivos políticos.
Una tendencia que agite y levante la autonomía e independencia de

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la clase, la unidad entre la lucha económica y política, en suma, la
lucha contra quienes sólo buscan en el movimiento obrero sacar su
tajada electoral, ya tea en el plano parlamentario como sindical.

Tarea importante será entonces la lucha política contra quienes


permiten, sin combatir, la existencia de sectores ideológicamente
reaccionarios, o de sectores claramente reformistas. Se trata de que
la organización de los trabajadores, por encima de toda otra
consideración, se nuclee como movimiento obrera revolucionario que
busca y desarrolla en cada fase de la lucha social de los trabajadores
la manera de conquistar el poder y construir el socialismo.

En el surgimiento y desarrollo de una tendencia como ésta, deben


encontrarse las posibilidades materiales de ganar y conducir al
conjunto de la clase obrera tras objetivos revolucionarios. En la
conformación de una tendencia como ésta deben encontrarse
también las condiciones materiales de construcción del partido de
vanguardia del proletariado.

Pero una tendencia no puede surgir tan sólo a partir de una labor de
agitación y propaganda, ya que ello no bastaría. Se precisa el cauce
orgánico a través del cual se vaya conformando y perfilando esta
tendencia. La iniciativa surgida en algunos sectores obreros, de

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formar CÍRCULOS OBREROS, nos parece el cauce adecuado a los
propósitos descritos.

Estos Círculos permiten, en un período determinado, formar los


cuadros obreros, llenar de contenido las principales consignas,
desarrollar los primeros niveles de aparición de políticas específicas
en cada fábrica, y de dirección en ellas por parte de los Círculos.

Explicar y perfilar en cada instante la necesidad de esta tendencia al


interior del movimiento obrero, robustecer y ayudar en su desarrollo
a los primeros Círculos Obreros, son las tareas principales de
"CORREO PROLETARIO" a través de todo el país.

En la realización de estas tareas, este periódico cederá paso


seguramente a los propios órganos de difusión y discusión
proletarios surgidos al calor de la organización de la clase.
Esperamos contribuir, entonces, al resurgimiento poderoso
de la Prensa Obrera chilena, entroncada a los futuros cauces
organizativos de la clase revolucionaria.

_______________________________________________________

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2. SEGURIDAD NACIONAL ¿PARA QUIÉN?

Por Aureliano Buendía

Cuando en los primeros días de Agosto la Unidad Popular aceptó


dialogar con la Democracia Cristiana, no se trataba simplemente de
eliminar las posibilidades de un golpe militar y de encontrarle una
salida democrática a la crisis que afecta a nuestro sistema económico
y político, tal y como lo explicó Allende, sino que fuerzas más
profundas eran las que empujaban a estas conversaciones.

Agosto se abrió con una serie de angustiosos llamados desde distintos


sectores de la burguesía clamando para que se efectuara un diálogo
entre los sectores democráticos del país y el Presidente de la
República. Bajo esta puesta en escena, Aylwin, el representante de la
burguesía, acudió a La Moneda tratando de asegurar el armónico
desarrollo del capitalismo en el país.

Las conversaciones con Allende versaron fundamentalmente en cómo


encarar las tareas burguesas más urgentes que reclamaba el deterioro
económico nacional. A saber:

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1. — Reglamentar el Área Social, mediante la aprobación de la
Reforma Constitucional Hamilton-Fuentealba.

2. — Evitar el despilfarro en la Administración Pública y en las


relaciones de ésta con el proceso económico directo (CORFO,
ODEPLAN, etc.) realizando un mayor control sobre los funcionarios
—los llamados mandos medios— otorgando esta facultad a las Fuerzas
Armadas.

3. — Controlar severamente a aquellos sectores de la izquierda, de


la clase trabajadora, de los estudiantes y pobladores donde el simple
mandato de los partidos de la Unidad Popular ya no surtiera efecto.

4. — Buscar la solución a todos los problemas gremiales que,


comenzando por el paro de camioneros, ya comenzaba a afligir a la
población del país.

5. — Establecer las bases para el desarrollo coherente y armónico


del capitalismo en el país, promulgando y ejecutando una serie de
medidas que acompañaran a la Reforma Constitucional y asegurara
su cumplimiento.

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Al revisar todos estos puntos podemos entrever que la UP ya había
desarrollado al máximo todas las posibilidades que le entregaba su
programa y que la burguesía, la fuerza que le permitió cumplir todas
estas medidas a lo largo de tres años, asegurándole a Allende primero
la Presidencia y luego su permanencia en el cargo, ahora le pedía
cuentas por lo hecho y trataba de encauzarlo por un camino que
permitiera reconstruir lo dañado y repartir los beneficios
conseguidos en forma más “equitativa”.

En pro de la “defensa del gobierno de los trabajadores y de la


continuidad de los cambios”, las conducciones reformistas alabaron
el espíritu cívico de los participantes en el diálogo, haciéndole creer a
la clase trabajadora que éste era en beneficio suyo. Así lo manifestó
Figueroa en la reunión convocada por la CUT el jueves 9 de Agosto,
el mismo día que los Jefes de las Fuerzas Armadas integraban el
gabinete ministerial. Nuevamente la ideología burguesa, aquella que
habla de la Seguridad Nacional, los altos valores de la democracia
chilena, las tradiciones cívicas del pueblo, etc., se imponía en el seno
del movimiento obrero. Y, nuevamente, esta ideología era llevada
hasta la clase trabajadora a través de los partidos que se dicen sus
representantes.

Los allanamientos y la preparación del terreno para justificar


represiones contra aquellos sectores más claros y más dinámicos de
la clase obrera, tomaron en las últimas semanas una mayor atención

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por parte de los explotadores. La táctica ultraizquierdista e
irresponsable de quienes se sienten dueños de la clase trabajadora
favorecían estas maniobras.

Una entrevista concedida por Fuentealba a la revista socialista-


mirista CHILE HOY (N.° 62) aclara perfectamente este punto. Dice el
representante de la DC: “No hay dentro de la Democracia Cristiana ni
siquiera un sector que esté dispuesto a apoyar a los militares para
derrocar al gobierno. Además, personalmente, opino que eso es una
tontería, porque creo que las condiciones actuales de nuestro cuadro
político hacen de quien se atreva a propiciar un golpe de esta
naturaleza fracase, o en- el golpe mismo, o después, como gobierno.
Porque los problemas son de otro orden y no se solucionan con
gobiernos fuertes ni con dictaduras de ninguna naturaleza. Aquí hay
que incorporar realmente al pueblo al proceso de cambios y, como
digo, hay que conducir este proceso de una manera racional, desde
el Gobierno, mediante una legislación que fije las reglas del
juego”. (Los subrayados son nuestros).

Con una extraordinaria claridad, este “progresista” vocero de la


burguesía explica todos los procesos que vive y que puede vivir
nuestro país:

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1) Respecto a la posibilidad de un golpe de estado, el problema
consiste en si existe o no acuerdo sobre la mejor forma de
“racionalizar” el reparto de capital y cómo sacar la mayor cantidad de
utilidades de su posterior reinversión. Para ello se necesitan leyes, se
necesita fijar las reglas del juego.

¿Quién las determina, el pueblo, la clase trabajadora, los obreros, los


campesinos? ¡No, por supuesto que será el Parlamento! ¡Por supuesto
que el máximo organismo donde están representados los intereses en
bloque de la burguesía! ¿Alguien piensa que en el Congreso se fijarán
reglas revolucionarias para el desarrollo capitalista del país? ¿Alguien
cree que la burguesía establecerá las bases revolucionarias del futuro
de Chile?

2) Los trabajadores deben participar. “Hay que incorporar al pueblo


al proceso de cambios”. Es decir, deben participar, deben ser
incentivados, deben producir más y... finalmente deben ser
conducidos desde el gobierno. ¿Participación? ¡Claro, pero sin
romper con la conducción burguesa!

Ahora bien, si esto no ocurre, es decir, si a los trabajadores les da por


transgredir las reglas del juego burgués, desobedecer las leyes con
que la clase dominante tratará de sujetar las reivindicaciones
históricas del proletariado, si intenta organizarse en forma autónoma

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e independiente de las conducciones reformistas, pequeñoburguesas
y burguesas ¿qué cree el señor Fuentealba que sucederá? ¿Cuál es la
participación a que su Partido, representante de los intereses de la
burguesía, se refiere?...

La respuesta, desde luego, que no debemos esperarla del próximo


número de CHILE HOY; la respuesta ya está en la calle, en las
fábricas, la respuesta ya la están sufriendo los trabajadores: la
Reforma Constitucional fue aprobada por la UP, los militares
entraron al gabinete, los mandos medios entregados a su discreción,
el “compañero Presidente” ya lanzó amenazas contra los grupos o los
trabajadores que “no comprenden las peculiaridades del proceso” y
que protestan por las brutalidades cometidas en los allanamientos
militares, por las represiones en Magallanes, Concepción, Valparaíso,
Quillota, Limache, Santiago, etc. ¿Alguien espera aún respuestas?

Mientras tanto, los camioneros lanzan sus últimas bocanadas en


defensa de sus intereses como propietarios individuales. La propia DC
en su proyecto de Reforma Constitucional señala en el rubro de
empresas expropiables, punto 4, que deben convertir en estatales
todos los transportes aéreos, marítimos y terrestres, sean estos
de pasajeros o carga. Esto corresponde a la defensa de un interés
tradicional de la burguesía, como es proteger y garantizar totalmente
la continuidad del ciclo productivo y distributivo de las mercancías;
medida que, por otra parte, casi todas las burguesías

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latinoamericanas ya han cumplido: en Argentina, Brasil, Perú, etc., la
distribución de los productos energéticos como petróleo, bencina,
parafina, se cumple con flotas camioneras fiscales que aseguran la no
interrupción del aprovisionamiento de la energía motriz en las
industrias.

Sin embargo, un sector de la propia burguesía, que toma la iniciativa


para proceder a formar la Empresa Estatal del Transporte Terrestre,
es la que ahora lucha junto a los camioneros defendiendo sus
intereses económicos y convirtiendo a la huelga en un movimiento
político. ¿Por qué? ¿A qué se debe esta “alianza entre enemigos”?
¿Por qué ni siquiera se acepta la mediación de militares y la burguesía
hace causa común con los transportistas?

La respuesta la hallamos de nuevo en las expresiones de Fuentealba.


El problema sigue siendo la Reforma Constitucional, la
racionalización del proceso, la fijación de las reglas del juego. La
burguesía no acepta estatizaciones que afecten a sus bolsillos, no
admite despilfarros, no admite que se farreen la plata sin control ni
cortapisas todos los pequeñoburgueses que viven el ahora o nunca.
La burguesía está de acuerdo con la EE.TT., pero hecha por ley,
fijando las reglas del juego en el Parlamento. Y mientras esto no
suceda, agudizará cada vez más la crisis, atacará la designación de
cualquier Ministro, alentará el terrorismo y lanzará a las Fuerzas
Armadas contra aquellos sectores de la clase obrera que, poniendo en

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cuestión todo el sistema de explotación vigente, se planteen expropiar
camiones y pasarlos al área social. Para enfrentar ese serio peligro,
están las Fuerzas Armadas. Mientras los camioneros discuten
tranquilamente con los militares cómo desalojar recintos, cómo
requisar uno a uno cada camión, cómo otorgar garantías por las
máquinas, bastó que los trabajadores de la conservera Bozzolo de
Quillota salieran a la calle a protestar por la pasividad del gobierno
frente a los desmanes de los camioneros, para que apareciera un
batallón de la Escuela de Caballería, con todos sus pertrechos de
guerra, y disolvieran violentamente la concentración de los obreros.
Un día después, el General Ruiz abandonaba el Ministerio de Obras
Públicas con gran revuelo de la burguesía. Se remecía el gabinete de
“la seguridad nacional”...

Cabe preguntarse entonces, ¿la Seguridad Nacional de quién? ¿De los


trabajadores? ¿De la clase obrera que asiste desarmada políticamente
al reacomodamiento de las clases dominantes con la plena
participación de las conducciones reformistas y pequeñoburguesas de
la Unidad Popular? ¿Quiénes son los que obtienen garantías y
seguridad nacional con las medidas de la UP si no es la burguesía, si
no es el desarrollo del capitalismo estatal? ¿Qué significa que los
partidos de izquierda adhieran a este concepto si no es porque ellos
son los portadores de la voz de los capitalistas en el seno del
Movimiento Obrero?

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La clase trabajadora, en cada fábrica, en cada asamblea, en cada
reunión, debe plantearse seriamente una respuesta decidida frente a
los peligros que se le avecinan: ¿Quién representa hoy en el país los
intereses independientes y autónomos del Movimiento Obrero?
¿Dónde está la organización surgida del seno del proletariado que le
puede responder con voz propia, y no traída desde afuera, al reto
permanente planteado por el sistema de explotación capitalista?

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3. COMENTARIO SOBRE DOS CARTAS OBRERAS

Por Campos

Hace cerca de un mes, el compañero Alejandro Alarcón, Consejero


Nacional de la Central Única de Trabajadores, envió una carta pública
al Consejo Ejecutivo de la CUT y a toda la clase trabajadora.

El hecho que provocó el envío de esta carta fue el intento de la


Comisión Política del MIR de separar al c. Alarcón del cargo que, con
los votos de miles de trabajadores de todo el país, ejercía en la Central
Única.

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En este documento se plantearon algunos problemas que
encontraron eco inmediato en el seno del movimiento obrero,
alcanzándose a generar un proceso de discusión entre distintos
sectores de trabajadores.

“Para nosotros —planteó Alarcón— sólo es la clase obrera la que


debe destacar de sus filas a los mejores luchadores, elegirlos
democráticamente como sus dirigentes y removerlos cuando lo
considere necesario. Nosotros cuestionamos la relación que hoy
existe entre el movimiento sindical y los partidos políticos.
Creemos que el movimiento sindical debe agrupar al conjunto de
los trabajadores sin distinción de partidos, con el objeto de
defender nuestros intereses contra la clase capitalista”.

Detrás de estas declaraciones, se esconden en realidad algunos de los


problemas más importantes que enfrenta la clase trabajadora en el
momento actual.

Creemos que sectores significativos del proletariado chileno están


tomando conciencia de que los partidos políticos han estado
trasladando sus métodos y políticas sectarias y viciadas hacia la
organización sindical, y han transformado finalmente a ésta en
sucursales o cajas de resonancia de las camarillas que dirigen los
partidos.

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Esos partidos —por muy revolucionarios que se autodenominen—
han trasformado la organización clasista de los obreros en un furgón
de cola de sus intereses, utilizando a la clase trabajadora para la
consecución de sus fines particulares de poder. Para esto, actúan
impune e irresponsablemente en nombre de los trabajadores,
inventando políticas que supuestamente “representan” los intereses
del proletariado y desarrollando una línea de politización burguesa
del movimiento obrero.

La “politización burguesa” del movimiento obrero, denunciada esta


vez por el compañero Alarcón, significa que todos los principios de la
democracia obrera son pisoteados y traicionados por las direcciones
pequeñoburguesas de los partidos. La elaboración de tácticas y
estrategia política supuestamente de la clase trabajadora, han sido y
son elaborados a espaldas de los trabajadores mismos por políticos
profesionales, en reuniones de pasillos, en las salas de las sedes de
partidos y en el parlamento burgués. Toda una capa social de
burócratas, políticos, parlamentarios, ideólogos, etc., profitan de una
“representación” que los trabajadores les entregan, siendo en verdad
ellos nada más que un sector más de la sociedad y el “orden” burgués.

Resultado de estos hechos y de esta realidad es, entre otras cosas, que
la lucha económica y la lucha política de los obreros hayan sido

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separadas artificialmente por quienes sólo tienen como objetivo
principal sobrevivir como casta política dentro de la sociedad.

Cuando se nos afirma que a través del sindicato estamos defendiendo


nuestros intereses económicos y como militantes de los partidos nos
estamos expresando políticamente... ¿se nos quiere dar a entender
que ambas cosas son diferentes? Cuando, por ejemplo, se nos dice...
que debemos batallar por el aumento de la producción en vez de
presentar pliegos, porque así lo indican nuestros intereses políticos,
¿debemos creerlo? ¿o debemos cuestionar a quien así nos habla
porque nos parece extraño que estemos defendiendo mejor nuestros
intereses justamente en la medida en que estamos siendo más
explotados y mientras menos cosas podamos comprar con nuestros
salarios?... Y si alguno nos responde que ahora es distinto, que ahora
no trabajamos para el patrón sino para la Patria, o que si tenemos
patrón y éste nos hace trabajar es un patrón patriota... ¿debemos
entender que la clase obrera es ya dueña de la Patria y decide todo lo
que se hace con todo lo que se produce? ¿Debemos entender que ellos,
los políticos profesionales, se tomaron el poder por nosotros, y
mientras ellos disfrutan del poder, nosotros debemos seguir
trabajando como mulas? ¿Nosotros trabajando y ellos haciendo
política? Eso no lo entendemos, sencillamente.

Entendemos que nosotros, la clase obrera, estamos en un pantano, y


estamos colocados en una situación de subordinación respecto de las

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direcciones de los partidos reformistas, burgueses y
pequeñoburgueses. Sólo podremos salir del pantano y desarrollar
nuestra propia alternativa de poder sacudiéndonos de las direcciones
oportunistas y ajenas a nuestros intereses socialistas y
revolucionarios. En resumen, impulsando, a partir de ahora, una
actividad política autónoma, libre de tutorías extrañas.

Hay que señalar que todos los partidos que hoy se dicen
“organizaciones proletarias” son históricamente responsables de la
poca representatividad y de la estructura esencialmente burocrática
y vertical de la organización sindical chilena.

Como plantea el compañero Alarcón en la carta: “¿Para qué van a


ingresar a los sindicatos los trabajadores que no militan en los
partidos políticos, si no tienen posibilidad alguna de expresarse
y elegir a sus dirigentes, ya que por decreto estatutario los cargos
directivos de la CUT pertenecen a los partidos?”.

Cosa parecida ocurre con los obreros que militan en los “partidos de
izquierda”. ¿Tienen ellos posibilidades de expresarse e influir, ya sea
en los niveles sindicales o partidarios? ¿No ocurre que siempre las
decisiones importantes son tomadas a sus espaldas por los altos
dirigentes de los partidos, que además en la mayoría de los casos no
son obreros? El papel del militante obrero queda reducido a lo

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doméstico y local, a tareas aisladas. Nunca puede influir, ni en las
cuestiones “sindicales” ni en las “políticas” en lo que respecta a la real
influencia organizacional.

Pero estos son hechos que tienen explicaciones históricas, no son


producto de actitudes individuales o de desviaciones aisladas. Esto
tiene que ver con el carácter de los partidos políticos de la izquierda
chilena y con el carácter de la organización sindical chilena.

Nosotros, la tendencia obrera que aquí escribe, planteamos muy


claramente que frente a tal estado de cosas, tenemos el deber de
reaccionar. Esta no es cuestión, como lo plantean algunos
oportunistas, de que la CUT “necesita reestructurar algunas de sus
funciones de acuerdo al actual período”. Aquí la clase obrera, todo el
proletariado, tienen la palabra. La madurez política de la clase
trabajadora chilena, tantas veces manoseada y traicionada, debe
expresarse en el desarrollo de una actividad que sea el reflejo directo
de los intereses sociales y materiales de todos los trabajadores, una
actividad política libre, democrática y autónoma.

Por eso, nosotros estamos de acuerdo con nuestro compañero


Alarcón, una de las tantas víctimas del manoseo de las camarillas,
cuando plantea que “el nacimiento en Chile de un partido
revolucionario de la clase obrera será el producto de la lucha de

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los trabajadores, de la vanguardia que éstos generen en la lucha
de clases, y no de la “claridad” y “justeza política” de una
dirección que pretende actuar desde fuera del movimiento
obrero imponiendo sus criterios. Toda imposición de políticas y
criterios organizativos venidos desde fuera de la clase, devienen
en la formación de sectas, de mayor o menor influencia en la
clase, pero que nunca serán capaces de abarcar al conjunto de la
clase obrera y desplegar sus enormes energías revolucionarias”.

Creemos, sin embargo, que esto no significa la exclusión de las


organizaciones de la clase obrera de aquellos militantes o sectores
sociales que, no perteneciendo a las filas del proletariado, se han
decidido por la revolución socialista. Por el contrario, creemos que la
clase obrera cuenta objetivamente con aliados que son también
reprimidos y explotados por la sociedad capitalista y que, en esa
medida, no teniendo nada que perder, son un contingente más para
la revolución.

Muchos de los más grandes revolucionarios de la historia no han sido


proletarios de origen, pero su papel consistió fundamentalmente en
integrarse al movimiento proletario y aportar allí su experiencia
intelectual o su capacidad organizativa.

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Esto no significaba, como ocurre hoy en Chile y en muchas partes del
mundo, que los llamados “partidos proletarios” estuvieron
enteramente dirigidos por capas sociales distintas y ajenas al
proletariado, capas que se arrogan nuestra representación y que
fabrican partidos, grupúsculos o grandes sectas, apoyados en nuestra
debilidad orgánica o en la posibilidad que muchas veces tienen de
corromper dirigentes obreros.

La alternativa de la revolución anti-capitalista y anti-imperialista se


funda hoy en Chile sobre la base de la organización clasista que
exprese la actividad real del proletariado enfrentado a la ofensiva
patronal y burocrática. El destino de la clase obrera no se decide en la
mayor capacidad de maniobras ejecutadas en las cúspides del estado
burgués. Allí se podrán decidir muchas cosas, por ejemplo cómo
superar la actual crisis del capitalismo chileno, pero jamás se decidirá
la revolución ni nada que se le parezca. ¡Nadie podrá seguir
engañándonos con esto!

Allí en los pasillos y salones de los partidos y del palacio de gobierno


burgués, se han estado decidiendo, por ejemplo, “las normas de
participación de los trabajadores” en las empresas llamadas “del área
social”. En relación con esta materia, oportuno es difundir una
importante carta que un antiguo dirigente sindical comunista de El
Teniente enviara en días pasados a sus compañeros de trabajo.
Represivo cerco de silencio por parte de la “prensa popular” merece

30
este documento redactado por un militante del movimiento obrero.
Ningún proletario que no lea El Mercurio, ha podido leer la siguiente
carta:

Compañeros obreros:

He querido escribir estas líneas para decirles mi pensamiento


con respecto al Consejo de Administración de El Teniente. Me
dirijo a ustedes, porque fueron ustedes quienes me eligieron
para que los representara en el Consejo. Yo acepté gustoso esta
representación porque creí que algo podría aportar para mi
clase, para la Empresa y para los trabajadores en general. Pero
casi al llevar un año de funcionamiento el Consejo, he visto que
los obreros no tenemos nada que hacer en esta faramalla, que no
hay tal participación, que el cargo es meramente decorativo. La
clase obrera está siendo engañada, y no fue por esto por lo que
la clase luchó durante muchos años. Hoy vemos con asombro
cómo elementos oportunistas y pequeños burgueses se han
entronizado en la conducción de la Empresa sin tomarnos para
nada en cuenta a los obreros, pues siguen las mismas injusticias
y privilegios que cuando estaban los gringos. Agréguese la mala
administración, los escándalos, el burocratismo, etc.

31
Por esto creo que los obreros no podemos seguir siendo
comparsas en todo este camino de deterioro por el que atraviesa
la empresa. Nosotros los obreros creemos que la participación
no es el “arreglarse los bigotes” de unos pocos en algunos
puestos menores, como creen algunos tecnócratas que han
repartido puestos como quien da algunas migajas para
conformar.

No hay un real poder de decisión de la clase obrera, pues en las


mismas reuniones del Consejo los acuerdos ya están cocinados y
sólo hay que decir amén. Y la clase obrera, la que debe ser
vanguardia del proceso revolucionario, está relegada al papel de
espectador y de elemento de decoración.

Por todo esto es que hago formal renuncia, ante ustedes, del
cargo de consejero que ingenuamente los obreros aceptamos,
pero en el cual no podemos seguir, pues nos estaríamos
autoengañando.

La renuncia al cargo de Consejero no impedirá que sigamos


luchando y sirviendo a mi clase de siempre, pues mis
convicciones revolucionarias siguen siendo hoy más fuertes que
nunca. Es esta actitud marxista la que me ha obligado a tomar
esta decisión.

32
Compañeros, espero que ustedes sabrán comprender esta
actitud, que me ha sido dictada por mi conciencia.
Fraternalmente

ROBERTO CORDOVA S.

Rancagua, Agosto 1973

La actitud de este compañero es un ejemplo para quienes pensamos


que a lo último que la clase obrera puede renunciar es a su derecho a
la verdad. Cuando ella pone en práctica su derecho a la autonomía
política e ideológica, comienza ya a operarse de las direcciones
políticas burocráticas y oportunistas, que chantajean y reprimen, que
son autoritarias, que responden sólo ante sí mismas.

Creemos que está a la orden del día para el proletariado, la tarea de


impulsar su organización político-sindical para la defensa de sus
intereses de clase, para desarrollar una ofensiva que no descanse en
la irresponsabilidad y aventurerismo de unos cuantos líderes sueltos,
sino en su propia y extraordinaria fuerza.

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4. LA LUCHA DE CLASES EN CHILE BAJO EL GOBIERNO
DE LA UNIDAD POPULAR

Por Antonio Soto

¿Qué está ocurriendo en Chile? ¿El enfrentamiento entre la UP y los


partidos de oposición es una manifestación de la lucha de clases del
proletariado contra la burguesía, o una lucha entre distintas
fracciones de la burguesía, una de las cuales pretende asumir la
representación del proletariado? Para responder estas preguntas
debemos buscar, detrás de las declaraciones de los partidos y sus
dirigentes, detrás de los intereses materiales que se defienden. Los
politiqueros nunca dicen la verdad. Nadie que aspire a una banca de
senador o diputado puede decir, por ejemplo —al menos en la
situación que se vive en nuestro país, en el que las grandes masas
tienen aspiraciones socialistas— que defiende los intereses de los
capitalistas contra los trabajadores (hasta Patria y Libertad dice estar
contra el capitalismo). Si el que habla es un político UP no dirá que
quiere evitar la lucha de clases, desviando por el camino de la
conciliación para defender la estabilidad del capitalismo (aunque
veremos enseguida que en los momentos de grave crisis el mismo
Allende se ve obligado a decirlo con bastante claridad). La clase obrera
tiene que aprender a descubrir por detrás de las declaraciones de los
políticos los verdaderos intereses de clase que estos defienden, y para
eso no hay mejor modo que contrastar esas declaraciones con los
hechos y, en especial, con los hechos económicos. Como decía Lenin,

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a los reformistas hay que mirarles las manos cuando hablan, no
prestar tanta atención a sus palabras sino a lo que hacen.

CARÁCTER DEL GOBIERNO UP

En su discurso del 25 de Julio ante la CUT, Allende hizo una


declaración sorprendente por su crudeza: “ESTE PAÍS VIVE UNA
ETAPA CAPITALISTA”. Por una vez, sus palabras coincidían
rigurosamente con los hechos. La necesidad de recomponer su
acuerdo con la DC lo obligaba a dejar de lado toda la verborragia
“revolucionaria” y a llamar a las cosas por su nombre. En efecto, la
UP no ha tocado las relaciones de producción capitalista, sólo ha
desarrollado el capitalismo de estado dentro de los límites propuestos
—como veremos más adelante— por el partido más representativo de
la burguesía industrial chilena, la DC; aunque para engañar a las
masas le haya puesto al sector estatal de la economía capitalista el
atractivo nombre de “Área Social”. Para constituir este sector
perjudicó a algunos monopolios internacionales y capitalistas
chilenos, lo que siempre hace cualquier gobierno capitalista cuando
incorpora al Estado las empresas que —para posibilitar un mejor
desarrollo del capitalismo en los países dependientes— no deben
continuar en manos privadas. Si echamos un vistazo a todos los
países de América Latina, veremos que muchos gobiernos capitalistas
hicieron lo mismo, y eso no convirtió a Perón, Getulio Vargas, Paz
Estenssoro y otros, en “revolucionarios proletarios”. Al contrario,

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creó las condiciones para un nuevo desarrollo del capitalismo
nacional y una alianza más ventajosa para la burguesía y el
imperialismo. Los obreros argentinos, brasileños, bolivianos y otros,
están pagando hoy las consecuencias de sus ilusiones reformistas y
nacionalistas.

Lo que diferencia a las estatizaciones socialistas de las burguesas, es


el tipo de Estado que las efectúa y quién tiene el control y la gestión
de las empresas. Que el Estado chileno es un Estado burgués (el único
tipo de Estado proletario posible mientras exista el imperialismo es la
dictadura del proletariado), lo han reconocido en sus discursos y
declaraciones todos los líderes de los partidos de la UP; y hoy ya nadie
puede llamarse a engaño sobre quién administra las empresas
estatales (ver, por ejemplo, la carta de renuncia de un obrero
comunista a la administración de la mina El Teniente, publicada en
este número).

Por otra parte, el gobierno ha pagado miles de millones de dólares de


indemnización a los monopolios extranjeros y nacionales, en
infinidad de casos en condiciones más ventajosas que las que rigen
habitualmente en el mercado internacional. Un estudio de los
investigadores del Instituto de Economía de la Universidad, todos
ellos de la UP, detalla estas indemnizaciones, pero nadie lo ha dado a
publicidad porque hay un punto en el que están de acuerdo todas las
fracciones de la burguesía chilena, las opositoras y la UP: preservar

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las buenas relaciones con el capital financiero internacional y
mantener al proletariado ignorante de estas tratativas leoninas con el
imperialismo, para que no sepa que una de las fuentes de sus actuales
padecimientos reside en la enorme sangría de divisas que han
significado para el país las indemnizaciones. Cuando la clase obrera
esté en condiciones de efectuar un balance de todo lo que le ha
costado este experimento llamado “Vía chilena al socialismo” será
demasiado tarde1.

La política del gobierno en el campo (ejecución de la Reforma Agraria


Democristiana), ha fortalecido al capitalismo agrario. Ha eliminado
la clase terrateniente, los propietarios que viven de la renta de la
tierra, pero les ha dado todas las facilidades para convertirse en
capitalistas agrarios (explotadores de la plusvalía producida por los
obreros rurales). Les ha dejado 80 hectáreas de riego básico y todos
los bienes de capital (instalaciones, herramientas y maquinarias) y
encima los ha indemnizado por las tierras expropiadas. En estas
condiciones, la mayor parte de los antiguos terratenientes se han
convertido en modernos capitalistas agrarios que han concentrado
las máquinas y herramientas en una extensión menor de tierra pero
aplicando métodos intensivos de explotación y contratando obreros
rurales. Ha desaparecido el terrateniente improductivo, para dejar su

1
Cuando este trabajo estaba redactado, Almeyda y Orlando Letelier
viajaron a Lima para entrevistarse con enviados del gobierno de EE.
UU. para arreglar todos los asuntos pendientes, INCLUSO LAS
INDEMNIZACIONES A LA KENNECOTT Y ANACONDA.

37
puesto al capitalista “productivo”, que hace trabajar bajo su mando a
los obreros rurales. Durante el gobierno de Frei las luchas de clase
obrera contaron con el telón de fondo de una amplia movilización de
campesinos pobres e inquilinos que luchaban por la tierra. Hoy,
gracias a “su” gobierno, la clase obrera ha perdido este aliado. Con la
Reforma Agraria UP-DC, los antiguos campesinos pobres e inquilinos
se han transformado en pequeños propietarios rurales, es decir, todo
punto de vista indiferente si los títulos de propiedad de la tierra son
individuales o se entregan en forma colectiva a las cooperativas y
asentamientos, en ambos casos se entrega la tierra en propiedad
privada, individual o cooperativa, al campesino), y los pequeños
propietarios rurales son elementos hostiles al proletariado y su
revolución y la fuente principal que abastece al mercado negro de
alimentos.

Nosotros partimos de los hechos económicos, comprobables,


indesmentibles y ellos muestran que, bajo el gobierno UP, Chile es el
paraíso de la mediana y pequeña burguesía, industrial, agraria y
comercial, y de los funcionarios: la burocracia burguesa del Estado.
El gobierno de la UP, por su gestión económica, es el gobierno de la
mediana y pequeña burguesía y de la burocracia burguesa.

Un análisis de la política financiera de la UP, que publicaremos en


nuestro próximo número, lo muestra aún más claramente.

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EL BLOQUE HISTÓRICO QUE GOBIERNA CHILE DESDE
NOVIEMBRE DE 1970

El Gobierno de Frei fue el primer intento de la burguesía chilena de


efectuar algunas reformas que posibilitaran el desarrollo del
capitalismo que, como lo han demostrado ya varios economistas,
estaba relativamente estancado. Las reformas debían darse en dos
campos: “modernizar” el campo, obligando a los terratenientes a
convertirse en capitalistas agrarios y creando una amplia clase de
pequeños propietarios rurales para aumentar la producción agrícola
e incorporar al mercado de consumo capitalista a las masas rurales;
y recuperar parte de la plusvalía que, en lugar de convertirse en
capital chileno, se llevaban las empresas imperialistas del cobre,
hierro, carbón, salitre, y otras. Para cumplir este programa el
gobierno de Frei tuvo un obstáculo insalvable: el control de su aparato
político y económico estaba en manos de la alta burguesía chilena,
tradicionalmente aliada al imperialismo y a los terratenientes, y
limitaba, suavizaba, todo intento de reforma audaz que pudiera
lesionar sus relaciones con sus aliados. Así la Reforma Agraria avanzó
muy poco y se pudo llegar sólo a los intentos de “chilenización” del
cobre.

El “Programa Básico de Gobierno de la Unidad Popular”, en el


capítulo “La construcción de la nueva economía”, planteaba:

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“El proceso de transformación de nuestra economía se inicia con una
política destinada a construir un área estatal dominante, formada por
las empresas que actualmente posee el Estado más las empresas que
se expropien. Como primera medida se nacionalizarán aquellas
riquezas básicas que, como la gran minería del cobre, hierro, salitre
y otras, están en poder de capitales extranjeros y de los monopolios
internos. Así, quedarán integrando este sector de actividades
nacionalizadas las siguientes:

1) La gran minería del cobre, salitre, yodo, hierro y carbón mineral;

2) El sistema financiero del país, en especial la banca privada y


seguros;

3) El comercio exterior;

4) Las grandes empresas y monopolios de distribución;

5) Los monopolios industriales estratégicos;

6) En general, aquellas actividades que condicionan el desarrollo


económico y social del país, tales como la producción y distribución
de energía eléctrica; el transporte ferroviario, aéreo y marítimo; las
comunicaciones; la producción, refinación y distribución del petróleo
y sus derivados, incluido el gas licuado; la siderurgia, el cemento, la
petroquímica y química pesada, la celulosa, el papel.

Todas estas expropiaciones se harán siempre con pleno resguardo del


interés del pequeño accionista.”

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Y más adelante, en el apartado “El área de propiedad privada” dice:
“Estas empresas en número serán la mayoría. Así, por ejemplo, en
1967, de las 30.500 industrias (incluyendo la industria artesanal),
sólo unas 150 controlaban monopólicamente todos los mercados,
concentrando la ayuda del Estado, el crédito bancario y explotando
(?) al resto de los empresarios industriales del país vendiéndoles cara
la materia prima y comprándoles baratos sus productos”.

A dos años y medio de gobierno, la UP no ha cumplido y nada parece


indicar que cumplirá, con este programa de reforma burguesas. Una
parte importante de los seguros, el comercio exterior, las grandes
empresas y monopolios de distribución, el transporte, el gas licuado,
la química pesada, la celulosa y el papel, continúan en manos
privadas.

En el segundo párrafo que citamos se fija el número aproximado de


empresas que pensaba expropiar la UP (150), afirmando que
explotaban' a los 30.350 empresarios privados restantes. ¡Pobre
burguesía nacional explotada! ¡En esta ideología al gusto de la
burguesía transforman el marxismo los burgueses, masones y
burócratas de la UP!

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Como vemos, era todo un programa burgués nacionalista, que
coincidía, en todos sus términos con las necesidades de la burguesía
chilena. Este programa era prácticamente idéntico al levantado por la
DC. Para ahorrarnos extensas citas veamos solamente lo que dice
Corvalán en “Corvalán 27 horas”, editado por Quimantú: “Está claro
que la candidatura de Tomic se perfiló como una candidatura
antiderechista”, y más adelante: “El reconocimiento de la victoria de
Allende, en consecuencia, no es un simple acto de generosidad de los
democristianos, como algunos de sus dirigentes han querido
presentarla”.

¡Por supuesto que no! Aquí el único acto de generosidad fue el del
proletariado que le prestó a la enclenque burguesía chilena su fuerza,
su vigor, para que cumpliera con sus objetivos de clase.

Por último Corvalán dice: “Pero me parece que todavía más impor-
tante y de gran influencia en los acontecimientos posteriores a la
elección fue el hecho que la candidatura de Tomic haya levantado la
consigna de la nacionalización por ley del cobre. El cobre fue
nacionalizado por ley constitucional”, (pág. 60).

Por otra parte el alto mando del ejército de Chile, como una buena
parte de sus similares latinoamericanos, venía orientándose en una
tendencia nacionalista similar, ya antes de 1970. Ver, por ejemplo, los

42
documentos del alto mando y los estudios efectuados por la Rand
Corp., y la Fundación Ford, publicados en el número 21 de la revista
“Causa ML”.

Como dice el inefable Corvalán, el apoyo de la DC en el Congreso


Pleno a la candidatura de Allende no fue un “simple acto de
generosidad.

Los burgueses son muy prácticos y no se dejan amedrentar por la


fraseología “socialista”, incluso la usan. Hoy, todo dirigente burgués
que se respete en el mundo se proclama “socialista”. Naser y todos los
dirigentes del medio oriente, Perón, Velasco Alvarado y tantos otros.
La burguesía nacional necesita, para cumplir con sus objetivos
nacionalistas, para regatear con su socio imperialista, el apoyo, la
fuerza del proletariado. En Bolivia, Brasil, Argentina, Perú, etc.,
consiguió ese apoyo (hoy, algunos de esos países tienen un “área
social” tan grande como la chilena) creando nuevos movimientos
nacional-populistas. En Chile lo intentó primero con Ibáñez, luego
con Frei, fracasó porque la clase obrera chilena permaneció fiel a su
ideario socialista y a los partidos que considera como “suyos”. Era
necesario entonces, para cumplir ese programa, un bloque, un
acuerdo, con esos partidos.

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La burguesía ha creado un organismo destinado a constituir los
bloques de clases y fracciones de clases que necesita para cumplir sus
objetivos, para resolver pacíficamente los antagonismos de clase y
garantizar que la lucha de clases no se escape de su control. Ese
organismo es el parlamento. Esto es el ABC del marxismo pero en
Chile constituye o una novedad o no se saca de aquí las conclusiones
inevitables porque los demócratas pequeño-burgueses del PS y el PC
han enfermado de “cretinismo parlamentario” a amplios sectores de
nuestra clase obrera y a la totalidad de nuestra intelectualidad. Es allí,
en el parlamento donde se constituyó el bloque de clases que hoy
todavía gobierna el país. Fue en octubre de 1970 y se llamó “Estatuto
de garantías democráticas”, documento por el cual su excelencia, don
Salvador Allende Gossens, fue elevado a la primera magistratura de
la República.

LA “LUCHA DE CLASES” DESDE 1970 HASTA HOY

El acuerdo DC-UP, permitió que la alta y mediana burguesía,


representadas por el PDC y la mediana y pequeña burguesías UP, a
las cuales debe sumarse, distribuida en ambos partidos, la burocracia
burguesa del Estado (civil y militar), cogobernaran el país con el
apoyo de la clase obrera. La astucia diabólica de la “Democracia
Cristiana”, consiste en lograr que la UP ponga la cara en el
enfrentamiento con algunos monopolios extranjeros y nacionales,
para pasarlos al Estado burgués, mientras ella, la DC conserva su base
social burguesa y, aprovechando las contradicciones que desata el
“proceso de cambios”, la amplía en sectores campesinos y obreros

44
preparándose para recuperar en gloria y majestad el gobierno en
1976 o antes. Al mismo tiempo establece las alianzas que considera
necesarias con el partido de los terratenientes en crisis y de otro
sector de la alta burguesía, el PN, para mantener el “proceso de
cambios” dentro de los límites que convienen a la burguesía.

La existencia de este bloque ha sido reconocida por el mismo Allende,


cada vez que ha señalado que la permanencia y estabilidad de su
gobierno se debe a la “lealtad” de las FF. AA. (y carabineros e
investigaciones, por supuesto) y a la “vocación democrática del
partido mayoritario de Chile”, el PDC. Cada vez que las
contradicciones desatadas pusieron en peligro la estabilidad del
gobierno, los DC corrieron a fortalecerlo, provocando la irritación de
los sectores de la alta burguesía que consideran la existencia del
gobierno UP, perjudicial para sus intereses. Así ocurrió en Octubre de
1972 (dejemos de lado la fraseología anti UP de la DC destinada a
conservar su base social y veamos: no hay en ese mes crítico una sola
declaración golpista del PDC, al contrario, este partido hizo esfuerzos
por limitar las movilizaciones y usarlas para obtener, dentro del
bloque, concesiones para su propia política), y después del “tancazo”
de junio del 73, (diálogo Allende-Aylwin).

Este bloque cuenta con inmejorables condiciones internacionales,


para desarrollarse. Se produce en momentos en que la “coexistencia
pacífica” entre el imperialismo y los llamados países socialistas se ha

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transformado en abierta colaboración y mutuo acuerdo para el
reparto de zonas de influencia en el mundo. Los líderes de ambos
bloques están interesados en eliminar todos los conflictos de clases en
el mundo para dedicarse a comerciar y obtener mutuas y ventajosas
inversiones. Mientras la URSS invita a las compañías imperialistas en
su territorio, presiona a los partidos comunistas para que eviten
“romper el equilibrio” mundial de fuerzas (luego de treinta años de
heroicas luchas el pueblo vietnamita se ha visto obligado por las
presiones de sus “amigos” y la falta de asistencia militar a aceptar una
tregua y una nueva partición de su territorio; la guerrilla palestina es
atacada, aislada y debilitada por los gobiernos aliados a la URSS en
medio oriente; Cuba ya no fomenta guerrillas en Latinoamérica y
establece buenas relaciones con cuanto gobierno burgués populista
existe; China se incorpora a la coexistencia luego del viaje de Nixon a
Pekín, etc.). El acuerdo de los PC con los partidos democristianos y la
iglesia católica juega un papel preponderante en todos los países
donde estos partidos existen, tienen alguna importancia y por tanto
posibilidades de influir: en Alemania Willy Brandt cuenta con el
apoyo de ambas fuerzas, en Italia surge una nueva alianza entre ellas,
en Uruguay y Argentina integran un frente electoral común. Pocos
días antes del “tancazo” se produjo en Italia una reunión de la que
participaron Fuentealba y las direcciones del PC y el PDC italiano para
“discutir” la situación chilena ¡mientras en Chile algunos idiotas útiles
de la ultraizquierda creían en la inminencia de la guerra civil o la
insurrección proletaria!

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Este bloque de fuerzas se asienta sobre una situación inestable, de allí
su carácter tan contradictorio. En primer lugar para cumplir con los
objetivos de su programa la burguesía, necesitó del apoyo de la clase
obrera. Pero, ¡estos obreros son tan díscolos e indisciplinados, tan
economicistas! En lugar de limitarse a tomar las fábricas y fundos que
desde sus escritorios, con compás y tiralíneas, habían planificado los
burócratas para “abrir el camino al socialismo”, procedieron a la
“ocupación indiscriminada”, y, como resultado de ello, en lugar de las
150 fábricas que debían integrar el “área social”, según el programa
UP, o las 91 según los acuerdos de caballeros establecidos
posteriormente entre los aliados, ya se han tomado más de
trescientas. La imposibilidad de los reformistas de “meter en vereda”
a los obreros, su renuncia a reprimirlos para no perder su base social,
constituye una de las fuentes de roces entre los aliados del bloque y
de allí que la principal exigencia DC sea la de imponer la paz y el orden
social, cosa que “su excelencia” quiere hacer mediante el
convencimiento y continuas declaraciones a la “conciencia de clase”,
pero que los DC prefieren encomendar a las FF. AA. y sus brutales
métodos represivos. La lucha de clase de los obreros no ha
encontrado la posibilidad de expresarse en forma independiente, a
través de un partido propio, de extensión nacional, pero se ha
manifestado en forma impetuosa cada vez que los obreros han podido
escapar al control de sus direcciones o aprovechar los resquicios que
la coyuntura política les ofrecía (como sucedió el 29 de junio, cuando
los reformistas muertos de susto, les pidieron que se tomaran las
fábricas para defenderlos; hoy todavía están luchando por
recuperarlas para devolvérselas a “sus legítimos propietarios”).

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Por otra parte, sectores numerosos de la burguesía y en especial de la
pequeñoburguesía “han perdido la paciencia”. Cumplido a fines de
1971 el programa de nacionalizaciones y de reforma agraria que el
capitalismo necesitaba para su mejor desarrollo, estos sectores
desataron su sostenida ofensiva que se viene desarrollando desde la
“marcha de las cacerolas” hasta hoy día. Esta ofensiva se basa en tres
factores:

1) la política económica de la UP que reseñamos más arriba permitió


a estos sectores acumular una cantidad de dinero sin igual en la
historia de Chile, pero para que este dinero se transforme en capital
(se destine a comprar medios de producción y fuerzas de trabajo) es
necesaria tranquilidad social, los nuevos ricos no se deciden a
transformarse en capitalistas industriales por la amenaza
permanente de la clase obrera que sobrepasa los límites que quiere
fijarle la UP, se dedican entonces a acumular dólares o mercancías,
pero conscientes de que esta es una solución transitoria. Nadie tiene
más interés por terminar con el capital especulativo que la propia
burguesía que necesita del orden social para reproducir su régimen.
Gracias a la UP, miles de pequeños comerciantes e industriales
enriquecidos avizoran la posibilidad de lograr su sueño: convertirse
en respetables capitalistas, se vuelven entonces enfurecidos contra la
clase obrera y el gobierno UP, como la serpiente que muerde la mano
que la alimenta.

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2) Sectores burgueses importantes se sienten amenazados por el
bloque. Por ejemplo los transportistas (Ver artículo de A. Buendía en
este número.)

3) Como clase, el proletariado chileno está más indefenso que nunca


para resistir la ofensiva burguesa. En primer lugar, porque ha
tomado como su tarea fundamental la producción, dejándole el
campo de la lucha política a las fracciones de la burguesía y al ejército;
sobre todo a partir de octubre, mes en que el reformismo presentó
como un triunfo lo que fue una derrota del movimiento obrero que a
partir de entonces quedó confinado a las fábricas y a la producción,
mientras la lucha política y el gobierno quedaban en manos de los
militares burgueses. En segundo lugar, porque el reformismo ha
culminado su labor de desorganización del proletariado con una
política salarial destinada a contener la inflación, bajando el salario
real de los trabajadores; esto ha separado a los obreros politizados de
las masas, los ha llevado a convertirse en vulgares “patos blancos” y
ha arrojado y arrojará a contingentes de masas bajo la influencia de
la DC, que ahora, en la oposición, puede permitirse el lujo de apoyar
las demandas económicas. ¡Total sabe que los Intereses generales de
la burguesía están bien resguardados por el gobierno!

La lucha desatada por la pequeña burguesía contra el gobierno está


fortaleciendo dentro del bloque de clases, la posición de la alta

49
burguesía que aprovecha toda la energía desplegada por las masas
pequeñoburguesas opositoras en las movilizaciones, los justos
reclamos salariales de los obreros, los intentos golpistas de la
oficialidad reaccionaria, para conquistar la hegemonía del bloque de
clases, para cercar a la UP y forzarla a cumplir su labor de gendarme
del movimiento obrero. Desde 1970 hasta el 29 de junio de 1973, la
pequeña burguesía y la burocracia burguesa de “izquierdas” tuvieron
hegemonía en el bloque y retrocediendo, haciendo concesiones una
vez al movimiento obrero, otra a la alta burguesía, lograron imponer
su política. Pero la pequeño burguesía no puede dirigir los destinos
de un país capitalista por mucho tiempo, sólo puede hacerlo cuando
la burguesía necesita de su “radicalismo” para impulsar reformas o
engañar al movimiento obrero. Cumplido el programa de reformas,
la alta burguesía arrojará a la pequeña como un limón exprimido o la
obligará a arrastrarse hasta 1976 cumpliendo fielmente su programa
de estabilización, ordenamiento y paz social. Los días del Allende
imponente, seguro de sí, bravucón, han terminado, para, al finalizar
su mandato, verlo convertirse en un viejito inseguro, dócil al mandato
de sus amos.

En este trabajo hemos "analizado el fenómeno principal que


determina las luchas de clases en el período de gobierno UP: la
existencia de un bloque de clases y sectores de clases burgués,
pequeño burgués, burocrático y campesino, al interior del cual se han
dado las luchas principales y en las cuales la clase obrera ha sido
utilizada para conseguir los objetivos de otras clases. Este no nos

50
permite todavía comprender cada uno de los fenómenos ocurridos,
para los cuales nos proponemos hacer un análisis especial en los
próximos números, pero es el fenómeno central que nos permite
comprender el fracaso de la “revolución del vino y la empanada”,
fenómeno que deforman cuidadosamente los panegiristas del bloque
de clases.

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5. LOS DISCURSOS DE FlGUEROA Y ALLENDE Y LAS


TAREAS DE LOS OBREROS REVOLUCIONARIOS
DISCURSOS EN PLENARIO DE FEDERACIONES, UNCTAD

Por Antonio Soto y Alejandra

El análisis de estos discursos nos permite comprender cómo engañan


a la clase obrera estos pretendidos “revolucionarios” de la U. P., que,
en momentos de crisis del gobierno, quieren usar a los trabajadores
para mantenerse en el poder. Ocultas en una fraseología
revolucionaria, falsamente obrerista, encontramos las verdaderas
ideas que forman el pensamiento político actual de la UP y de los
dirigentes UP de la CUT.

51
Allende, tras señalar la dificultad del momento político, reclama
serenidad para evitar dos grandes peligros: “la distorsión de nuestra
economía y la crisis político institucional del país”. ¿Qué quieren decir
“nuestra” economía, “nuestro país”? ¿Acaso la clase obrera ha
tomado el poder? ¿Acaso la burguesía no se sigue enriqueciendo a
costa de la clase trabajadora? El comienzo del discurso nos pone sobre
aviso y, en adelante, quien lea con atención, verá claramente qué lejos
está Allende de hablar en nombre de los intereses de la clase obrera.
No sólo reconoce que se han devuelto las industrias tomadas el 29 de
Junio, sino que se compromete a arreglar la situación de las 20
empresas que quedan en situación “irregular”.

Reconoce que, acusando al Presidente ante el Congreso, la oposición


podría cambiar el gobierno de manera constitucional, o sea, que
aceptaría abandonar el gobierno si se lo manda el Parlamento
"burgués”, al que tanto criticaba.

Persistiendo con el engaño de negar ante las masas el carácter


represor de las Fuerzas Armadas, y el hecho de que éstas lo presionan,
junto con las fuerzas de oposición, se prepara para convertirse en
títere de un gabinete militar.

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Para justificar la colaboración con la DC dice que ésta es el partido
mayoritario y “democrático” de Chile. ¿Pensará que los obreros han
olvidado la represión durante el gobierno de Frei?

Al manifestarse contra el armamento popular, prepara el camino


para la aplicación de la “Ley de Control de Armas”, que exige la DC.
Ley que, por supuesto, se aplica contra la clase obrera y no contra los
grupos de derecha, que actúan con toda impunidad.

Al decir que “el poder popular debe depender del gobierno”, incurre
en una flagrante contradicción anti-obrera, pues, si no debe haber
dualidad de mandos, la clase obrera queda en manos de esa misma
institucionalidad que permite la destitución “legal” del gobierno.
Apoya así los conceptos de Figueroa, en el sentido de subordinar
todos los órganos autónomos de la clase obrera a las directivas de la
burocracia de la CUT. En una forma cobarde y típicamente estalinista,
acusa a todos los que se oponen a su política (por la izquierda) de ser
pagados por la CIA y aunque dice estar dispuesto a dialogar con los
grupos “equivocados”, la realidad es que está decidido a “garantizar
la tranquilidad y el orden social”, es decir, la explotación de los
obreros por los burgueses, en una etapa que, en el mismo discurso ha
calificado como capitalista. La única forma que tienen los burgueses
de garantizar “el orden social” es reprimir las protestas espontáneas
de las masas.

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En su intento de seguir confundiendo a la clase obrera y
tranquilizando a la burguesía, Allende dice cuánto le duele ver las
colas para el pan. Y, por eso, la solución para esas colas, es terminar
“con ese economicismo absurdo, camaradas”. La clase obrera tendrá
que aceptar, si el “compañero” Presidente se lo pide, para que su
compañero Presidente y todos los de su calaña sigan viviendo como
burgueses, con sus cargos de senadores y diputados, tendrá que
aceptar un reajuste ¡¡¡por debajo del alza del costo de la vida!!! “No
sólo de pan vive el hombre” dice con insolencia de burgués quien
seguramente no conoce lo que significa la ausencia de pan en una
mesa obrera.

Este ramillete de confusiones y mentiras, al que se agrega la intención


de asustar a la clase obrera con la guerra civil, se complementa con el
discurso de Figueroa. Este no habla para esclarecer o informar a la
clase trabajadora. Habla para responder “al llamado” del Cardenal
Silva Henríquez y las ideas centrales de su discurso son tan contrarias
a los intereses de los obreros como las de Allende. La CUT intentará
apoderarse de los cordones y otras organizaciones autónomas de la
clase y terminar con su independencia, ya que debe haber “unidad,
en los mandos”. Figueroa se indigna con quienes afirman que los
comunistas están contra la Ley de Control de Armas. En realidad, los
comunistas “sólo quieren llenar los vacíos de esta Ley”, que les servirá
para reprimir a la Izquierda.

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Para Figueroa, las tareas de los obreros en el período actual son: la
primera, una tarea que los burgueses hace siglos vienen
encomendando a la clase obrera: producir y producir; y segunda,
controlar la distribución. Así, el reformismo, servidor de la burguesía,
quiere desviar las energías de la clase obrera de la lucha de clases y
apartarla de la lucha por la socialización de los medios de producción,
haciéndole creer que, si se controla la distribución, se “modera” la
explotación.

LAS TAREAS DE LOS OBREROS REVOLUCIONARIOS

El proletariado chileno debe, ante todo, comprender que la UP ya no


puede avanzar un paso sin quebrar la legalidad burguesa, y que no
piensa hacerlo. Las tareas democráticas antiimperialistas que faltan
(expropiación sin pago de todas las empresas imperialistas,
desconocimiento de la deuda externa, ruptura con la OEA y todos los
pactos militares que vinculan a Chile con los Estados Unidos) sólo
pueden cumplirse por una revolución socialista dirigida por la clase
obrera. Mientras la clase obrera no rompa con sus direcciones
burguesas y pequeñoburguesas (UP) cuyo máximo líder ha jurado
“garantizar el orden social”, no habrá revolución socialista.

Hoy, es tarea primordial de los obreros revolucionarios defender la


autonomía e independencia de los órganos que espontáneamente han

55
surgido (cordones, comandos comunales, etc.) y de todos los que
surjan más adelante. Hay que explicar pacientemente a todos los
obreros que el plan del reformismo es atarlos a la CUT para tenerlos
controlados y garantizar a la burguesía el desarrollo de esta “etapa”
capitalista. La única forma de evitarlo es desarrollar
permanentemente la democracia obrera en estos organismos que han
surgido espontáneamente, y llegar a acuerdos con todos los obreros
que estén dispuestos a defender la autonomía de la clase, sean
socialistas, comunistas, democristianos, miristas, etc. Pero, en este
acuerdo por la defensa de la autonomía proletaria, los obreros
revolucionarios plantearemos siempre, en primer término, el
problema de la revolución socialista y el poder obrero así como la
cuestión de la propiedad de los medios de producción.

En segundo lugar, hay que terminar con el engaño de la batalla de


la producción. Esta fue la política central de los partidos comunista
francés e italiano, después de la guerra, gracias a la cual la burguesía
europea reconstruyó su economía destruida y hoy continúa
explotando al proletariado. La batalla de la producción, cuando aún
no se ha tomado el poder, y los obreros no pueden decidir qué se hace
con el producto de su trabajo colectivo, significa, para la clase
trabajadora, aceptar la disciplina capitalista. Mientras los obreros
trabajan para el capital, los burócratas y los burgueses hacen política,
los estudiantes hacen huelgas, los camioneros paran el país. Con el
esfuerzo de su trabajo, con la entrega de sus horas de esparcimiento
en el trabajo “voluntario”, lo único que hacen los obreros es aumentar

56
la plusvalía, fortalecer a su enemigo el capital y a sus órganos de
represión, el Ejército, el Estado.

Al mismo tiempo que se termina con este engaño, hay que luchar por
la defensa y aumento del salario real. La revolución socialista tiene
como objetivo realizar la dignidad, la felicidad y el bienestar de las
grandes masas de explotados de la sociedad. Mientras no se haya
hecho esa revolución, mientras los obreros no decidan ellos mismos
la economía y la política a seguir, nadie tiene derecho a pedir a los
obreros ningún sacrificio de su bienestar, por otra parte tan escaso.
Y quien llama “economicistas” a los obreros que luchan por mejorar
su nivel de vida no tiene nada que ver con los intereses de la clase
trabajadora. En su manía descarada de confundir a las masas, estos
falsos revolucionarios tergiversan la crítica leninista al economismo,
que era una crítica dirigida a los pequeñoburgueses que opinaban que
los obreros no tenían que hacer política, sino sólo luchar por sus
reivindicaciones económicas. Para Lenin y para todos los marxistas
revolucionarios, es indispensable unir las luchas económicas de la
clase con sus luchas políticas, para poder dirigir a las masas atrasadas
conduciéndolas al logro de sus justas aspiraciones y deseos. La CUT
y la UP están empeñadas en solucionar la crisis económica a
costa del trabajo de la clase obrera y no expropiando a la
burguesía explotadora. Frenando las luchas de los trabajadores por
sus salarios, la UP ha dividido a la clase y ha permitido a la DC llevar
a cabo una política demagógica en varios sectores. Los obreros
revolucionarios deberán estar presentes en todas las huelgas,

57
explicando a sus compañeros que, mientras se acumulan fuerzas para
hacer la revolución, la única forma de disminuir la explotación,
fortalecer a la clase obrera y debilitar a los capitalistas, es luchar por
un aumento del salario real y por el control de los precios. Sólo así la
clase obrera logrará la unidad, y la unidad y la conciencia constituyen
la fuerza de los trabajadores revolucionarios.

Dentro de la lucha por la defensa y el aumento del salario real, ¿qué


papel juega el control de la distribución? Los obreros revolucionarios
deben controlar la distribución y los precios, principalmente para
impedir que los capitalistas aumenten los precios, cada vez que se ven
obligados por las luchas de la clase, a aumentar los salarios.

Pero este control será limitado mientras no se haya destruido el


estado burgués y mientras los medios de producción estén en manos
de los capitalistas. La distribución capitalista es una consecuencia
directa de la propiedad privada de los medios de producción, que
garantiza la propiedad privada de las mercancías que “distribuye” el
comerciante, mayorista o minorista. Por lo tanto, mientras exista el
capitalismo, el comerciante podrá eludir el control y vender a precios
de mercado negro. Todas las propuestas reformistas, aunque se
hagan con “buena intención”, son derrotadas por las leyes del
mercado. De nada valen las campañas morales, pues no hay peores
inmorales que los propios funcionarios y burócratas de la UP que
ganan sueldos fabulosos y predican el ascetismo a los obreros,

58
campesinos y pobladores; y porque el socialismo se construye con
hombres comunes, que se corromperán si el régimen les ofrece las
posibilidades.

Otra tarea importante es oponernos a la represión contra los


destacamentos autónomos del proletariado. Los obreros deben
prepararse para una etapa de represión, afianzando sus
organizaciones autónomas y controlando las maniobras de la
burocracia.

Por último, es tarea de los obreros revolucionarios defender este


gobierno, frente a la ofensiva patronal, que ha sido elegido por la
mayoría de los trabajadores, y que aunque no es un gobierno obrero,
es un gobierno democrático y sólo la clase obrera tiene derecho a
derrocarlo, cuando tenga fuerzas suficientes para instaurar el Poder
Obrero.

________________________________________________________

6. CUT-CORDONES-COMANDOS

Por Alejandro Alarcón

59
Queremos destacar la importancia de los Cordones Industriales y los
Comandos Comunales en su relación con la CUT y por tanto, como
herramientas de lucha de nuestra clase.

Trataremos de explicar, en general, su origen, los sectores que la


forman y su importancia en la lucha obrera, pero ateniéndonos solo
a la realidad objetiva y no a los mitos creados en torno a estos
organismos.

Las más importantes de las causas que generan los Cordones serían:
1) La deficiencia y vacíos de nuestras organizaciones tradicionales, y
aquí tendríamos que analizar el carácter de la CUT; 2) Las ofensivas
patronales; y 3) La integración a la lucha de nuevos sectores del
proletariado.

LA CUT

La Central Única nace con gran esfuerzo y sacrificios de los


trabajadores chilenos por darse una organización en la que se unan y
sea interpretado el conjunto de las trabajadores, ya que
anteriormente habían sufrido divisiones por culpa del sectarismo de
los partidos políticos de izquierda, por ejemplo la división de la
C.T.Ch., en 1946 (una fracción comunista y otra socialista).

60
Felizmente los esfuerzos y sacrificios por la unidad culminaron
exitosamente cuando se convocó a un Congreso Constituyente de la
Central Única con fecha 2 de Enero de 1953, llamado por
Federaciones, Confederaciones, Agrupaciones y Sindicatos de ese
entonces. Del resultado del Congreso nace la CUT con una declaración
de principios en la cual se cuestiona totalmente el sistema capitalista
y la propiedad privada. Se plantea la construcción del socialismo. La
unidad y organización del conjunto de los trabajadores, sin distinción
de partidos ni credos políticos, es un gran avance y un cambio
cualitativo para la lucha histórica de los trabajadores de este país.

Analizando la trayectoria de la CUT, su papel como vanguardia de la


clase trabajadora, nos damos cuenta que su período más combativo
corresponde al ejercicio de la presidencia de su fundador y más
destacado dirigente, compañero Clotario Blest. Después de su
renuncia, la CUT se fue convirtiendo en una parcela política de los
partidos mayoritarios. Consecuencia de ello fue que la CUT perdió
cada vez más la capacidad para organizar al conjunto de los
trabajadores.

Durante el período actual, la CUT aparece absolutamente


subordinada a la UP y al gobierno, y por tanto, al estado burgués. Esto
provoca que la CUT no es capaz hoy de colocarse a la cabeza
audazmente de cuanto conflicto social enfrenten los trabajadores, a
fin de tener la posibilidad de entregar una conducción. Esto tiene por

61
resultado que sectores sociales ajenos a la clase obrera metan su cuña
y arrastren a sectores de trabajadores, demagógicamente,
produciendo divisiones en el movimiento de trabajadores.

Durante el actual período, la CUT incluso modificó sus estatutos y


declaración de principios, entregando el control total de su
organización a los partidos. Por ejemplo, éstos sacan y ponen los
dirigentes de la CUT, de acuerdo a sus intereses políticos, pasando
por alto la autonomía de los trabajadores.

La CUT ha derivado actualmente en una organización burocrática y


vertical en la relación entre la dirección y las bases, y no está a la
altura de los acontecimientos que la lucha de clases genera en Chile.
Por ejemplo, no logró desarrollar las tareas de las CUT comunales,
dejando grandes vacíos de conducción.

Resumiendo, la CUT hoy día, en los hechos, no ha respondido a las


necesidades históricas de autonomía y poder de la clase trabajadora.

OFENSIVA PATRONAL

Los trabajadores hemos sufrido grandes golpes y ofensivas de la


reacción chilena. Y sin lugar a dudas, una de las más serias fue la de
62
Octubre del año pasado. A partir de entonces, esta situación se
agudiza. En esa coyuntura, la clase obrera sobrepasa las expresiones
políticas y sindicales y espontáneamente se coloca a la altura de los
acontecimientos. Pero en tanto la ofensiva patronal tiene reflujos, los
partidos y la CUT tratan nuevamente de poner bajo su control este
deslizamiento autónomo de la clase. Esto tiene relación directa con el
surgimiento de los Cordones. Aquí comienza a plantearse la polémica
acerca del paralelismo sindical.

INTEGRACIÓN DE NUEVOS SECTORES

Sectores importantes de los trabajadores, de la pequeña y mediana


industria, muchos de ellos ni siquiera afiliados a la CUT, se integran
de manera importante a la lucha económica y política en este período,
aunque, no pensamos que este hecho haya creado ya las condiciones
de una actividad homogénea del conjunto de la clase, y haya superado
la larga historia de organización restringida, burocrática y vertical.

CORDONES Y COMANDOS

La suma de estas fundamentales causas, que están relacionadas entre


sí, a nuestro entender, determina el surgimiento de los Cordones
Industriales y Comandos Comunales.

63
Nacen, por un lado para llenar los vacíos de conducción de la CUT y
por otro, tratando de unir al conjunto de los trabajadores
territorialmente, en respuesta clara y precisa a la ofensiva de los
patrones, como quedó demostrado en Octubre y posteriormente,
aunque con menos fuerza.

Hoy día vemos a los Cordones y Comandos como la expresión más


importante de las luchas autónomas de las clases explotadas. Pero no
hacemos mitología. Mientras Cordones y Comandos no sean la real
expresión de la autonomía de clase y de la democracia proletaria
correrán siempre el riesgo de convertirse de hecho en un apéndice
más de la estructura tradicional de organización, por mucho que
subjetivamente queramos ver otra cosa en ellos.

En cuanto a los Comandos Comunales, o gérmenes de Poder, lo más


importante en ellos es la potencial alianza entre la clase obrera y los
otros sectores del proletariado. Sin embargo, aunque las
movilizaciones de sectores de estas capas proletarias han sido
significativas, la acción superestructural de los partidos que
"postulan" ser vanguardia, han hecho toda una mistificación del
papel que realmente en la práctica han jugado, lo que ha conducido a
pensar que estos Comandos están hoy convertidos en una amenaza
permanente para el poder burgués, hecho que no es real. Aquí
nuevamente hemos visto la actividad estrecha y superestructural de

64
los partidos, hecho que ha convertido a los Comandos en cualquier
cosa menos en órganos de poder del proletariado.

Una de las grandes tareas de los Cordones Industriales y Comandos


Comunales, para que vaya cristalizando el surgimiento del poder de
las grandes mayorías proletarias y que signifique la toma de
conciencia de lo que pueda realizar dicho poder, es la unidad de todos
los sectores proletarios a través de los problemas concretos, como son
los problemas económicos y sociales por los cuales atravesamos. La
unidad de todos los sectores de la clase, la unidad de nuestros
problemas económicos, sociales y políticos, es la condición de nuestro
triunfo.

Pero todas estas son tareas de los propios trabajadores, los viejos
dirigentes y los trabajadores jóvenes que hoy se suman a las luchas
de nuestra clase. Así estaremos desplegando una gran fuerza en
nuestras organizaciones, donde debe primar el respeto entre
trabajadores y nuestra propia democracia. Esto no podrá ocurrir
mientras estemos subordinados a direcciones políticas o partidos
ajenos a la clase, que supuestamente "representan" nuestros
intereses y asumen por nosotros nuestras propias tareas.

Crearemos una relación distinta (entre los partidos políticos y las


organizaciones de la clase, y generaremos un movimiento
revolucionario capaz de alterar y crear hechos políticos en favor de
nuestros objetivos. Esto es la Revolución Socialista.

65
Esta es una tarea dura, ya que necesitamos superar una nueva
ofensiva e intentona de aquellos partidos de "izquierda" que hoy
devuelven industrias, permiten el allanamiento militar de las
fábricas, con consecuencias graves e ignorando el verdadero sentir de
los trabajadores.

Sean Cordones, sean Comandos, sean Consejos, lo importante es el


contenido de las tareas asumidas y no. el nombre que adoptan las
organizaciones. Ese contenido estará dictado por la dirección
Revolucionaria autónoma de los trabajadores mismos.

CORREO PROLETARIO

REPRESENTANTE LEGAL:
SERGIO ZORRILLA F.

Imp. Bío-Bío – Santiago


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CORREO PROLETARIO N°2
Número 2 -Año 1975 -Noviembre

7. EDITORIAL

Agosto de 1973. La crisis política, económica y social chilena se


encuentra frente a una exigencia de definiciones. El Gobierno de
Allende toca fondo. La amenaza del golpe militar tiene al proletariado
en guardia desde hace unos meses. Ni la UP cree ya posible seguir
utilizando sus tradicionales espacios de maniobra: la alianza de clases
que apoya al Gobierno se quiebra después que la DC se pone
definitivamente, al lado de quienes quieren derrocarlo. Los militares
preparan el baño de sangre a vista y paciencia de todo el país: allanan
fábricas todos los días, asesinan obreros…

En este período se publica en Santiago el primer número de CORREO


PROLETARIO (COP) y comienza rápidamente su circulación por
fábricas, cordones industriales y poblaciones populares. En su
primera página explica los objetivos que persigue como publicación
independiente, expresando la actividad de tendencias revolucionarias
en el movimiento obrero (MO) chileno.

69
Estas corrientes, que impulsan la autonomía de clase y de
independencia política del movimiento proletario chileno, habían
recobrado su fuerza, sobre todo, a partir de la crisis revolucionaria
del 72, y mostraban el desarrollo de una honda crisis entre la clase
obrera y los partidos o grupos que proclamaban expresar sus
intereses. A partir de este período los obreros conscientes comienzan
a percibir, con más claridad que nunca, que los partidos políticos y
las estructuras sindicales no expresaban las aspiraciones que
deducían de su enfrentamiento con el capital y de su desafío al poder
del Estado burgués. Esta ‘anomalía’ fue reconocida con pánico por la
burguesía, la que, desde ese momento, se dedicó casi exclusivamente
a exigir garantías de control sobre el MO, quien escapaba a cualquier
manejo burocrático. Como consecuencia de este proceso comienza,
entonces, a profundizarse la crisis que invade la sociedad. La
burguesía activa sus gremios, agudiza la lucha social directa. La crisis
de representatividad política cubre al conjunto de las clases, síntoma
inequívoco de que un sistema estaba derrumbándose.

En este contexto, COP nacía recogiendo una tradición viva al interior


del movimiento popular chileno. Nacía en ese dramático momento
como un impulso a la organización y a la lucha proletaria, promovía
el desarrollo de los Círculos Obreros Revolucionarios, analizaba al
calor de aquella lucha los problemas de la organización obrera y se
proponía existir como periódico solo hasta el momento en que las
organizaciones de la clase obrera comenzaran a publicar docenas de

70
COPs., estructurando una auténtica prensa obrera alrededor de lo
que comenzaba a ser una poderosa vanguardia revolucionaria obrera.

Desde el interior del MO se planteaba, entonces, el problema de la


organización, no ya como la necesidad inmediata ‘de crear el partido
del proletariado’, intentos que iban a terminar siempre en la
formación de grupos que resolvían todo antes de resolver nada, o de
grupos ‘muy consecuentes’ desde el punto de vista de un compromiso
político, pero que no representaban las condiciones objetiva de un
proceso. Por el contrario, estos replanteamientos, que correspondían
al estado real de ánimo de una vanguardia y de una clase, se dirigían
a la necesidad de desarrollar un organizador político y social capaz de
responder a las inmediatas exigencias del momento y del futuro: la
organización de la lucha económica y política de la clase obrera, como
la forma de resolver la crisis a su favor.

Como instrumento de organización, COP expresaba la actividad de


una tendencia en crecimiento al interior del MO, a la cual se
incorporaban militantes y dirigentes proletarios, de fábricas y
cordones de todo el país, conscientes de la naturaleza viciada de la
Central Única de Trabajadores (CUT) y de la necesidad de
transformarla o construir una verdadera organización de lucha
anticapitalista. Se integraban a esta voluntad de reorganizadora los
jóvenes obreros de la gran industria, quienes junto a los herederos de
los revolucionarios del salitre, del carbón, del cobre, expresaban, y

71
expresan, esa vocación histórica del proletariado chileno: la lucha
contra el capital, su economía y sus instituciones, la transformación
revolucionaria de la sociedad, la construcción del socialismo.

Colocado al centro mismo de la profunda crisis que conmovía a la


sociedad chilena, el proletariado tenía ante sí, solamente, la
alternativa política, ideológica y orgánica que provenía de la pequeña
burguesía, de partidos cuyos proyectos políticos no superaban los
marcos de la ‘gran reforma’ del capitalismo chileno. El ala izquierda
de este sistema político estaba constituido por un ‘brazo armado’, que
siempre habló de socialismo, pero que estuvo, por razones históricas,
separado del movimiento real hacia el socialismo.

Frente a este hecho, que explica, por otra parte, el desenlace del
enfrentamiento de setiembre 73 la clase obrera y el proletariado en
general fue tomando conciencia, cada vez más, de la separación
artificial que el reformismo establecía entre lo social y lo político, la
lucha económica y sus consecuencias políticas, en resumen, fue
constatando la crisis de los partidos.

El desarrollo de las tendencias que comenzaban a impulsar una


discusión que condujera a nuevas perspectivas, en un período de
avance de la ofensiva obrera sobre el control de las fábricas, de
constitución acelerada de organismos de clase diferentes, respondía,

72
entonces, a un movimiento real. De desafío y cuestionamiento de la
relación establecida entre los partidos políticos y las clases sociales,
cuestionamiento que no nace de la cabeza de los ‘revolucionarios
profesionales’, sino de la lucha de clases misma.

Ahora bien, a la crisis de los partidos no respondía creando otro


partido, se respondía provocando una seria de hechos políticos, los
cuales se deducían de un proceso objetivo de reorganización de las
fuerzas sociales en una perspectiva, para la clase obrera, de
independencia política. La crisis de dirección en el bloque proletario
no se resolvía agregando otro polo de representación política, por el
contrario, se resolvía reforzando las tendencias que transformaban
una clase obrera disgregada en una clase capaz de entregar una
alternativa propia de la fuerza a la crisis generalizada del conjunto de
la sociedad. Todo esto como pasos necesarios en la perspectiva de la
construcción de una tendencia revolucionaria al interior del MO
chileno.

La contrarrevolución burguesa, encarnada en el golpe militar,


infringió una dura derrota al proletariado, asesinó a miles de obreros
revolucionarios, repletó las cárceles de militantes proletarios, golpeó
a toda la clase a través de una represión masiva -que dura aún-
uniéndola a una agresión económica casi sin precedentes en la
historia de la lucha de clases de nuestro país. Todo esto en función de

73
los intereses inmediatos y estratégicos de la burguesía en orden a
cambiar radicalmente la relación entre capital y trabajo.

Este proceso represivo golpeó, en igual medida y con igual fuerza, a


nuestra tendencia. El análisis y recuento de este periodo, de sus
consecuencias y de las nuevas condiciones que crea para la lucha
obrera, constituye, en parte, el material de discusión y análisis que
comienza a entregar este segundo número de COP, que aparece,
finalmente, después de dos años en que nuestra suerte y nuestras
dificultades se confunden con las de la totalidad de los trabajadores
chilenos: la miseria, la cárcel, el exilio…

Este nuevo período de COP corresponde a las necesidades que nacen


de las características del proceso de organización de las fuerzas
proletarias en Chile. Pero, además, corresponde a la necesidad de
acumulación de experiencias comunes con el MO internacional, del
cual hemos estado separados, buscando la discusión sobre Chile en la
perspectiva de enriquecer nuestro pasado y de aportar lo que los
trabajadores crearon en Chile.

COP, como expresión orgánica del proceso de reorganización del


proletariado chileno, busca ser un organizador colectivo e influir
sobre diversos fenómenos. Las características del actual periodo de la
lucha contra la dictadura del capital en Chile, obligan al MO a una

74
doble actividad: por una parte enfrentar los problemas inmediatos de
su organización, por otra, la necesidad de retomar críticamente su
propia experiencia. Dos necesidades que se condicionan y que exigen
una clara conciencia, educada en la lucha cotidiana y en el estudio
organizado de las experiencias históricas del MO en el mundo. En la
base de esta exigencia está la necesidad histórica de superar los
antagonismos y la separación establecida por las clases dominantes
entre la teoría y la práctica política. Superación que para el
proletariado significa, precisamente, el camino hacia la destrucción
de la sociedad de clases.

La dependencia política se confunde con la dependencia ideológica.


Los fracasos y las derrotas deben ser explicados desde el punto de
vista de una nueva relación entre la teoría política y la práctica
revolucionaria. Nueva relación que rompa con una de las tantas
causas de la derrota del MO chileno. Los fracasos y las derrotas son el
precio necesario que se paga antes de alcanzar la victoria. Siempre
que exista la capacidad para asimilar críticamente el significado de
aquellas derrotas. Quienes condujeron a la derrota y a la masacre en
Chile nada dicen, nada explican. Solo responden con grotescos
malabarismos verbales a una exigencia concreta de explicación. Solo
los más descarados, que son unos cuantas, han llegado a acusar al
proletariado por su ‘extremismo’ y ‘economicismo’, de ser culpables
del fracaso de sus proyectos. Después de todo, esta historia no es
nueva. Los demagogos profesionales de la política de la mentira,

75
después de hablar durante años de socialismo y revolución, huyeron
acusando al proletariado de creerle sus propias mentiras.

Ahora vemos que comienzan a inventar nuevas farsas. Ya nadie les


creerá…

EL SOSTENIMIENTO DE CORREO PROLETARIO

El financiamiento para la producción de COP (impresión, distribución,


correspondencia, etc.) recae, hasta este instante, sobre los hombros de
sus militantes, los cuales no se encuentran en buenas condiciones
económicas, por razones obvias. Las próximas publicaciones de COP
y su circulación dependerán, cada vez más, de los aportes que
recibamos de nuestros militantes, de los trabajadores que se
encuentren en posición de hacerlo y de todos aquellos que comprenden
el sentido de la lucha que hoy reiniciamos.

Sabemos que nuestra tarea no es fácil. Y que cumplir con los objetivos
propuestos significa no sólo la participación económica, sino también,
y fundamentalmente, la política. Pero en esta etapa de nuestro
desarrollo, el sostenimiento de COP y de lo que él representa en
términos de las metas que tenemos por delante es fundamental.

76
No queremos apelar a los compañeros con las usuales exclamaciones
sobre la prensa independiente de la clase obrera. Después de las
experiencias que nos ha tocado vivir, dejemos que las páginas de COP
hablen por sí mismas.

Cualquier aporte económico, por mínimo que sea tendrá su valor y


cumplirá su papel en el combate político del que debemos ser
partícipes.

Los envíos de dinero deben hacerse por giro postal internacional a:

CORREO PROLETARIO

60 Welbeck St.

Londres -W 1 M 8 JN

Inglaterra.

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77
8. Chile en el
mundo
Lo ocurrido en Chile
a partir del 70, y
después del 11-9-73,
se ha convertido en un punto de referencia para Gobiernos y partidos,
organizaciones patronales y sindicales, burguesía y proletariado.

El Partido Comunista Italiano, el más poderoso de occidente, refuerza


su política estratégica del “compromiso histórico” con la burguesía
italiana y europea a partir de “los trágicos sucesos de Chile”. El
laborista Wilson incluye dentro de sus promesas electorales el
desarrollo de una política de aislamiento a la Junta Militar. Kennedy
mueve al Partido Demócrata yanqui y se autopromociona a través de
una violenta campaña contra Pinochet. Echeverría busca erigirse en
líder del reformismo latinoamericano rompiendo relaciones
diplomáticas con Chile. La ONU recibe y publicita toda clase de
denuncia contra el gobierno chileno; sus organismos regionales
desatan una campaña contra la violación de los derechos humanos en
Chile. En Francia, partidos y sindicatos desarrollan una discusión de
largo alcance sobre el significado del proceso chileno. En Australia,
Gran Bretaña, Holanda, Suecia, el movimiento obrero (MO) comienza
a desarrollar, desde el mismo 11 de setiembre, acciones de boycot

78
contra la Junta, levantando las consignas del internacionalismo
proletario y manteniendo una actitud firme, a pesar de las presiones
ejercidas para que el boycot no supere el nivel de las simples
declaraciones. En fin, la izquierda mundial coloca el caso chileno
como un punto de referencia obligado en sus análisis, documentos y
publicaciones. La gran prensa europea también se ocupa con
dedicación a publicitar y analizar el significado de las consecuencias
del derrocamiento de Allende. Obviamente, este fenómeno no es
casual, ni responde meramente a una preocupación humanitaria
frente a la carnicería cometida por el ejército chileno. La reacción
mundial al golpe de estado que derroca a la UP tiene un significado
político, el cual adquiere contenidos y dimensiones diversas,
dependiendo de dónde, cómo y cuándo se expresa.

No son seguramente pocos los obreros, que dentro o fuera de Chile,


puedan deducir de este “movimiento internacional de solidaridad” la
existencia de un conflicto de intereses entre “países progresistas y
países reaccionarios”, entre dos sistemas, entre la democracia y el
fascismo. En este sentido el reformismo contribuye a encubrir el
verdadero significado de la presencia del “caso chileno” en el mundo.
A él le interesa falsificar el auténtico carácter de lo que allí ocurrió

79
Lo que primero nos salta a la vista, por ejemplo, es preguntarnos por
qué ocurre esto por Chile y no por Indonesia. Creemos que podemos
acercarnos a una respuesta desde varios puntos: Chile aparece como
uno de los desenlaces posibles a que la actual crisis del capitalismo
puede conducir. En segundo lugar, la movilización del proletariado
chileno viene a conectarse con las aspiraciones y luchas actuales del
MO en el mundo, entregando un cúmulo de experiencias, cuya
importancia se realza por la ubicación histórica del proceso: desde la
segunda guerra mundial el MO chileno es uno de los primeros que
pone en cuestión el orden capitalista occidental, en un proceso
prolongado y complejo, abriendo un periodo de enfrentamientos
entre el capital y el trabajo al interior de la crisis internacional del
capitalismo. Desde aquí comienzan a desprenderse lecciones que son
‘asimiladas’ en forma diversa.

Un dato central que emerge de lo ocurrido en Chile, ante los ojos de


la “izquierda tradicional” y de un grueso sector de la burguesía
internacional (sobre todo aquellos sectores sometidos a constante
presión de parte de la clase obrera) es el fenómeno del desequilibrio
político y social que en un momento determinado rompe los
proyectos que persigue un tipo de reforma del capitalismo. Este punto
de ruptura, que en Chile se visualiza muy claramente en la existencia
de un MO independiente de los aparatos políticos tradicionales, se
proyecta en la conciencia de quienes, aparentemente, se sitúan lejos
“del lugar de los hechos”, de un modo distinto, entregando, por

80
ejemplo, enseñanzas a los partidos políticos, a los gobiernos, a las
grandes organizaciones sindicales.

Para la burguesía, fundamentalmente, el carácter del enfrentamiento


de clases que tiene lugar en el periodo 70-73 es el de un episodio real
del combate a muerte entre el proletariado y la clase dominante. Y,
como dijimos, esto ocurre en momentos en que todo el sistema se
debate en una crisis de la cual quiere salir envolviendo al conjunto de
las fuerzas sociales, buscando un punto de equilibrio negociando,
sobre todo, a costa de los trabajadores.

De este modo, las lecciones son claras: hay que explicar la terrible
derrota de la clase obrera chilena. Las consecuencias y conclusiones
que la burguesía, a través de sus partidos y de su prensa, esgrime de
cara al MO son por lo tanto didácticas: “Esto es lo que ocurre cuando
se traspasan los límites”. Y en la denuncia del “fascismo chileno” esta
burguesía rescata, entonces, un elemento fundamental de
propaganda para su propia política de opresión encubierta.

También, para lo que constituye el lamentable presente de lo que un


día fue el movimiento comunista, es indispensable sacar enseñanzas.
Para ellos lo importante es el mismo dato que para la burguesía: la
ruptura del control económico y político del MO. La cuestión
planteada en Chile tiene para esta izquierda, sobre todo para esta

81
izquierda “comunista” europea, una importancia fundamental. Las
potencialidades explosivas de la crisis en Europa encierran una etapa
crucial de definición histórica: evitar posibles desenlaces
revolucionarios y controlar férreamente la lucha económica de los
trabajadores. Francia, Portugal, España, Italia, Gran Bretaña, son los
ejemplos más descarados.

En este sentido, el golpe de Pinochet, viene como anillo al dedo. Esta


izquierda puede reproducir a nivel mundial la propaganda de la
reforma y la democracia burguesa, a través de la denuncia del
fascismo, esta vez en un contexto político y económico
completamente distinto al de los años 30. (“La tragedia se repite como
farsa…”).

Pero, además, esta izquierda se encuentra con un problema


ciertamente complejo. Tiene que aparentar creerle a la UP sus
explicaciones de la derrota y el fracaso de sus proyectos en Chile. Y
de esta contradicción no se sale fácilmente. No es sencillo, en efecto,
explicar cómo un gobierno progresista, que tiene casi un 50% de
apoyo electoral propio, con una oposición democrática con más del
30% de votación, protegido por las “FFAA más democráticas y
profesionales de América Latina”, que gobierna un país dotado de un
sistema político modelo en todo el mundo, es derrotado por cuatro
traidores que en un día y medio hacen desaparecer a “los partidos
obreros más desarrollados de América”, encarcelando a cerca de

82
20000 militantes y asesinando a más de 30000 obreros y
campesinos, para instaurar, finalmente, una de las dictaduras más
sangrientas que se haya conocido este siglo.

De la contradicción se sale como se puede. La imagen y la propaganda


de la represión le sirve al reformismo “izquierdista” para demostrar,
exactamente, las mismas cosas que la burguesía internacional: la
culpa de todo la tiene el “espontaneísmo” de los obreros. El punto de
ruptura se sitúa en el “economicismo descontrolado”, Si no se pueden
controlar esos factores se sufre las consecuencias. Naturalmente, esta
propaganda se agita en forma más o menos encubierta, ya que sirve
para obscurecer inteligentemente la realidad.

Consecuencia del carácter que adquiere lo ocurrido en Chile, se


impulsa una campaña política de solidaridad internacional, como
apoyo político a ciertos sectores y como campaña de solidaridad con
los trabajadores chilenos, quienes han sido asesinados, torturados o
enviados al exilio.

83
El desarrollo de la C. de S., entendida como una de las formas en que
se manifiesta la presencia de Chile en el mundo, atravesó distintas
fases, que nos demuestran, una vez más, los intereses políticos de las
clases, las que utilizan los instrumentos que una situación
determinada les proporciona.

La inmediata reacción al golpe -que mostró ante los ojos del MO


internacional el espectáculo de una represión de clase contra clase, de
un salvajismo comparable a las peores épocas de la represión
burguesa en Europa- provino de los trabajadores. Portuarios, obreros
de los astilleros, obreros de la gran industria bélicas, obreros del
transporte, sabotean y boicotean a la Junta, mostrando su solidaridad
con la clase obrera chilena. Esta fase de la solidaridad se confunde con
el desarrollo de un vasto movimiento de masas en las principales
ciudades del mundo capitalista. Movimientos que en parte surgían
espontáneamente o impulsados por los sectores más radicalizados del
MO y estudiantado. En resumen, en un primer momento se
desarrolla todo un periodo de actividades e iniciativas que ligan, en
los hechos, algunos de los contenidos de lo que significaba la
represión antiobrera en Chile: así como las posibilidades inmediatas
de respuesta y organización de la resistencia proletaria. Con objetivos
de agitación y propaganda obrera y revolucionaria, esta movilización
demostró, ante todo, el carácter de clase que adquiría el proceso
represivo después del enfrentamiento del MO contra el capitalismo
chileno. En la base de estas luchas estaba la agudización de la crisis

84
del capitalismo -”la crisis de la energía”- que permitió empalmar
reivindicaciones inmediatas con la problemática chilena.

Posteriormente esta fase de la solidaridad comienza a cambiar,


condicionada por varios procesos. La socialdemocracia persigue
instrumentalizar el significado de lo acontecido en Chile en el sentido
ya descrito. La burguesía internacional continuará no tan solo
aceptando, sino apoyando, la denuncia general contra Pinochet y la
represión, pero ya no aceptará que la actividad solidaria del MO
internacional ponga en peligro las bases fundamentales de la relación
existente entre burguesía y movimiento sindical entre sus partidos y
los de la oposición de “izquierda”. Este cambio aparecerá
condicionado, y calzando perfectamente con los intereses de la
burguesía, por la política del reformismo chileno y mundial, ya no
más interesado en resaltar aspectos incómodos de la “tragedia
chilena”, encubriendo lo que constituía el gradual aflojamiento del
“aislamiento económico de la Junta”. Esta es la coyuntura,
precisamente, en que la socialdemocracia europea comienza a
resolver problemas centrales de la crisis a costa del MO (Gran Bretaña
sería el caso más cristalino), con la colaboración activa de la izquierda
chilena que le sigue todos sus pasos tácticos. En este sentido, por
ejemplo, juega la gira que continuamente realiza el grupo dirigente
de la burocracia sindical de la UP a fin de convencer a los obreros
británicos, australianos, suecos, etc. de la inconveniencia del boicot,
argumentando de que no se puede “incrementar la miseria de los
trabajadores chilenos” (!).

85
La política de alianzas delineada por la UP, sus esperanzas de
embarcar a la “burguesía democrática chilena” y específicamente, a
la DC, en un frente patriótico para “derrocar a la Junta”, es un factor
de primer orden en la aplicación de una determinada política para las
campañas de solidaridad, donde ya el MO, a esta altura, comienza a
jugar el mismo papel que ha jugado siempre en las políticas de esta
“izquierda”: el de una masa que de ser manipulada e
instrumentalizada para presionar a determinados sectores o
“personajes” (Frei).

El cuadro se completa, entonces, dándole un contenido preciso a la


solidaridad con un país y no con una clase (“con los chilenos”), con
un estado, no con un proceso social, lo que los lleva, además, a
desfigurar todo lo que tenga relación con la actual política
desarrollada por la Junta, presentándola como un “cúmulo de
errores”, no como la política concreta de una clase.

La campaña por la restauración de la democracia burguesa en Chile,


lo cual se enfrenta a la propia opinión de la burguesía “democrática”
chilena, aparece ante los ojos del MO europeo en una dimensión

86
distinta, porque éste la visualiza desde su propia crisis al interior de
la democracia burguesa, a través de sus luchas contra dicho sistema
político. Y este es otro de los aspectos que caracteriza la actual
campaña de solidaridad: la progresiva desaparición de las masas y de
la clase obrera propiamente tal, reemplazada por las burocracias de
todos los partidos, desde socialistas y comunistas, pasando por las
más reaccionarias socialdemocracias, hasta la DC, expulsada del
poder por Pinochet y, súbitamente, convertida en demócrata y
antigolpista. Hoy la solidaridad con Chile, país sumido en el
obscurantismo, se maneja desde oficinas en Berlín, Caracas, Roma,
París, etc., y adopta la máscara de la Resistencia Patriótica, sellando
la alianza melancólica entre la burguesía liberal y una pequeña
burguesía sin destino en Chile.

No desaparece, sin embargo, el movimiento de clase. Liderizado por


el MO internacional, extrae sus propias conclusiones sobre el ejemplo
de Chile. La crisis capitalista mundial establece hoy las condiciones
para el desarrollo de una discusión que replantee una estrategia a
través del análisis de experiencias como la chilena. En este sentido, la
historia del MO internacional de cuenta de la existencia de problemas
comunes. El proceso de reorganización del MO chileno recoge las
enseñanzas de su propia historia y de la historia de la lucha de clases
en el mundo contra la dictadura del capital. La presencia de Chile, el
ejemplo de su clase obrera, toma cuerpo en el combate contra el
capitalismo a nivel internacional. La solidaridad de los trabajadores
de todo los países se encarna, también hoy, en la ayuda concreta a las

87
futuras luchas del proletariado chileno, a la resistencia obrera en
Chile.

________________________________________________________

La política económica de la junta

Desde el 11 de septiembre del 73, la UP y el MIR han repetido con


insistencia una serie de ‘verdades’ sobre el proceso económico
generado en nuestro país después del golpe militar: ‘El carácter
contrarrevolucionario y brutal de Pinochet y sus secuaces ha
conducido a la entrega de las riquezas básicas de Chile al capital
foráneo’, ‘la burguesía monopólica y el imperialismo disfrutan de
todo el apoyo y privilegios que puede otorgar el régimen’, ‘el Estado
ha cedido lo conquistado en años de lucha, desde los principios de
siglo hasta la UP’, ‘sectores enteros de nuestra industria han sido
arrasados gracias a la estupidez mostrada por los militares en el
manejo y la administración de vetustos conceptos económicos’, etc...
Las razones que se dan de porque ha ocurrido esto son muchas y
variadas: ‘la rapacidad y antipatriotismo de la burguesía’, ‘la política
antichilena de la Junta’, ‘la torpeza de los militares que los ha llevado,
finalmente, al aislamiento nacional e internacional’.

88
Aunque el conjunto de estas afirmaciones entregan material más que
suficiente para esclarecer las conclusiones políticas a que se arriban
por este camino, nuestra intención no es enfrentarlas en el terreno
en que ellas se sitúan: slogans y recetas que ocultan el verdadero
proceso capitalista que tiene lugar en Chile y sus profundas
implicancias políticas. Creemos que el análisis de los dos años de
política económica militar tiene una importancia fundamental: es a
partir de la comprensión de los procesos que hoy se desarrollan en
Chile, de sus vinculaciones con la historia de nuestro país, de sus
efectos institucionales, de las forma en que afectan y modifican a las
clases, en otras palabras, es a partir de nuestro acercamiento a la
realidad, al movimiento social concreto, que estaremos en
condiciones de sacar conclusiones políticas válidas de cara a la tarea
central que los revolucionarios tienen hoy planteada en Chile: la
reconstrucción del MO.

Obviamente dicho acercamiento a la realidad no puede hacerse a


través de consignas o de ‘frases célebres’. No nos lleva a ningún lado
decir que la burguesía jamás ha sido patriótica; que a ella no le
preocupa ningún tipo de aislamiento mientras los niveles de ganancia
estén asegurados y que si, para proteger esto, es necesario llegar a la
matanza, no opondrá ningún reparo; o que menos le importa aún
levantar instituciones y ‘tradiciones’ durante años, para después
destruirlas en un día, si con ello logra aplastar a su enemigo de clase:
el proletariado. Y no basta con afirmar ‘estas verdades’ porque ellas
no tienen mayor sentido si no es en función de procesos concretos,

89
vinculados al movimiento real de las clases, y a la pugna por defender
sus respectivos intereses entre el capital y el trabajo.

Hoy en Chile hay algo más que cuatro generales entregando el país al
capital extranjero. De la misma forma que también hay algo más que
el puro y simple capital extranjero explotando la fuerza de trabajo de
obrero…

Nuestra intención es entregar una visión de las tendencias que hoy se


desarrollan al interior del capitalismo chileno y sus conexiones con el
movimiento general del capitalismo como sistema mundial,
analizando las causas así como las conclusiones políticas que de esto
se desprende.

Por la amplitud del tema, problemas de espacio y el carácter de


discusión política que el artículo tiene, tendremos que someternos a
ciertas generalizaciones. En el futuro éstas deberán ser tratadas como
discusiones particulares.

90
A lo largo de los problemas históricos que el capitalismo chileno ha
tenido, en términos de asegurar su propia reproducción, fue la
burguesía la primera que se dio cuenta que ella debía poseer el cobre,
los recursos naturales y sus respectivos procesos de industrialización,
concentrándolos en manos del Estado, para generar un proceso de
acumulación capitalista en su propio provecho (ver: ‘Quiénes
Somos’).

Pero el periodo conducente al logro de estos fines (comenzado en


1964) se vio enfrentado por una movilización independiente de la
clase obrera, que rompió con todos los planes y amenazó,
precisamente, la propia existencia del capitalismo chileno.

Fue en el plano político donde ni la DC, ni la UP, pudieron asegurar


la reproducción del capital.

Es importante, entonces, revisar la coyuntura final de dicho periodo,


donde la lucha de clases condujo a la ruptura de la institucionalidad
política.

En los meses de abril a septiembre del 73, el MO ‘retrocedió’ del


campo de la lucha política al de la lucha económica. Los pliegos de
peticiones que se preparaban para octubre-73 (más de 1500)

91
comenzaron a canalizarse, en algunos casos, a través de los cordones
industriales, y, en otros, a coordinarse por una sola rama de
producción. Tal ocurrió, por ejemplo, en el cobre, donde por primera
vez en su historia, las cinco minas presentaron un pliego unificado de
peticiones, al igual que en la rama textil y en la construcción.

Con las reservas agotadas, el capital existente destinado a la


especulación o al mercado negro, la paralización de las inversiones y
el descenso acusado del producto nacional (1), el hecho de que los
trabajadores pidieron un 300% de aumento salarial (2) significaba,
ni más ni menos, que la ruina del Estado burgués chileno en términos
económicos y políticos. Porque dicha lucha económica cruzaba la
existencia de una vanguardia obrera, que abría la perspectiva de la
construcción de la autonomía del MO, con imprevisibles resultados
ante el estado de quiebra del sistema capitalista chileno. La
profundización de la lucha y la independencia alcanzada por el MO
en el último año del proceso popular (contraofensiva de octubre,
creación de los cordones industriales, resultado de las elecciones de
marzo-73, pliegos pidiendo el 300% de aumento en contra el criterio
de la UP que imponía un máximo del 100%, etc.) impidió cualquier
tipo de acuerdo entre la burguesía y la UP: el problema a esa altura
era el descabezamiento de la clase obrera, y en particular, de su
vanguardia, obstáculo insalvable que le impedía a la burguesía
chilena su propia reproducción como clase. Allí, en setiembre de 1973,
apenas 20 días antes de los pliegos se presentaran, vino el golpe
militar.

92
Golpe que asumió, inmediatamente, el cariz de una doble respuesta:
1) A una particular etapa de la lucha de clases (descrita) y 2) a los
problemas que impedían el desarrollo de la burguesía (crisis del
capitalismo chileno). En el primer aspecto, el golpe satisfacía los
intereses generales de la clase dominante. En el segundo, no: Después
de haberle infligido al proletariado una de las derrotas más terribles
de la historia del capitalismo, en que ninguna forma de salvajismo ha
sido dejada de lado, la burguesía chilena entró a jugar un papel al
interior del proceso que se da en el capitalismo internacional,
rompiendo, a la vez, con todas aquellas barreras locales que trababan
esta posibilidad, resolviendo las contradicciones existentes entre la
clase dominante.

Las enormes ganancias obtenidas por los capitalistas durante 1971-


1972, vía pago de nacionalizaciones expropiaciones, o por su
ubicación en sectores agresivos de la economía en relación al
amplitud operada en el mercado interno, sufrieron la doble
coyuntura del creciente estancamiento económico y de la agitación y
actividad política de la clase obrera. La burguesía destinó su capital a
la especulación, no invirtiendo y reproduciéndolo en el mercado

93
negro. De esta manera: 1- Multiplicó sus ganancias líquidas, 2- atacó
al MO en los niveles de consumo diaria, 3- pequeños capitalistas,
tanto en su participación en el mercado negro como en la abstención
de invertir y 4- la UP, para no perder base entre ‘las capas medias’,
lanzó una inflación voluntaria, aumentando el déficit fiscal a través
de emisiones inorgánicas y tratando de mantener, -cosa que no pudo-
la relación entre precios y salarios.

Inmediatamente después del golpe, el capital chileno enfrentó un


Estado casi en la bancarrota, sin reservas, con una deuda enorme y
poseedor de un conjunto de industrias la mayoría de las cuales se
encuentran al centro del proceso de estancamiento por el que hoy
atraviesa tanto el sistema capitalista chileno como internacional
(textiles, plásticos y otra gran cantidad de ramas menores). Por si
fuera poco, Pinochet y su banda venían montados en un movimiento
contra revolucionario, destinado a aplastar al MO y a todo lo que, de
una u otra manera, hubiera establecido -permitido- las condiciones
de la lucha de clases desarrollada en los años previos.

Bajo estas condiciones, la derrota política de la clase obrera se


convirtió, desde el primer día del golpe, en una derrota económica.
La Junta congeló los salarios (prohibió la presentación de los pliegos
el mismo día 11), y, a la vez, devaluó el escudo y los precios de los
productos de consumo básico en un 400%, en un esfuerzo por
terminar con el mercado negro y con las ‘lacras de la UP’. El hecho

94
concreto que esto último significó la ruina de cientos de medianos y
pequeños capitalistas que se encontraron, repentinamente, con una
gran masa de dinero (líquido) inservible, una aguda restricción del
mercado interno y marginados de cualquier posibilidad de reinvertir
en el mejoramiento de sus propias unidades productivas o del
subsidio público. Pero también hubo sectores de la misma burguesía
que sufrieron el golpe de la devaluación en iguales términos.

De los poseedores de capital especulativo tan solo aquellos que lo


tenían ‘institucionalizados’ (SINAP, por ejemplo) han sobrevivido
más tiempo a este tipo de ataques.

Todos estos sectores, entonces, ya comenzaron a ser ‘desplazados’ o


a ‘aislar’ a la Junta desde los primeros días de la contrarrevolución: la
rápida erosión de su poder económico los colocó fuera de los planes
de la ‘reconstrucción’. Es en este sentido que debe verse el proceso de
aislamiento tan mentado: son ellos los aislados y los destinados a
desaparecer rápidamente. En el capitalismo de hoy día, y en las
condiciones en que éste pugna por establecerse y reproducirse en
Chile, no hay lugar para ellos. Y no olvidemos que estos sectores
estaban organizados políticamente en la DC y en la UP.

95
Los únicos que estaban en condiciones de responder a las necesidades
del capitalismo chileno eran el capital nacional vinculado al capital
extranjero o el capital extranjero mismo.

Ellos habrán perdido en el jugo de la especulación durante la UP, pero


tenían el respaldo de las grandes corporaciones y estados capitalistas
para reponer pérdidas rápidamente, o, por su ubicación en la
industria en relación al mercado existencia todavía en Chile, pueden
recuperarse vía las condiciones de explotación de la mano de obra que
hoy se institucionaliza en el país. De todas maneras, este capital, es el
único que está en condiciones de mantener un nivel de inversiones
adecuado a las características del mercado interno y que asegure las
condiciones mínimas de la reproducción de la mano de obra (niveles
de subsistencia del obrero y su familia), pero no en la perspectiva de
salvar a la ‘industria nacional’, como veremos más adelante.

No por casualidad, cuando Pinochet ofreció las industrias estatizadas


al sector privado (casi todas ellas con maquinarias viejas y
administradas a pérdida), quienes pudieron responder
inmediatamente fue este sector del capital. La condición impuesta por
la Junta de hacerse cargo de las deudas contraídas durante el período
de la UP excluyó a todo un sector capitalista (la gran mayoría
‘nacional’ económicamente y DC políticamente), que ni tenían los
recursos para hacerse cargo de dichas deudas, ni tenían mercado
interno lo suficientemente amplio que les asegurara un retorno de las

96
ganancias adecuado a las necesidades de las industrias
(reinversiones, tecnología nueva, etc.) y que, por último enfrentaban
un crédito controlado y restringido (3).

En resumen: desde el día del golpe, la Junta y la burguesía dirigieron,


por medio del control financiero, una competencia aguda y una
selección natural, destruyendo a un conjunto de capitalistas y dejando
funcionando a los más ‘consecuentes’, a los más hábiles, etc. Mientras
este proceso no termine, el capital continuará reprimiendo a los
trabajadores, asegurando que su capacidad de respuesta sea nula
frente a las tensiones que este período genera. El problema es saber
por qué esto se ha dado así.

Después del golpe de Chile, entra a buscar una respuesta ‘nacional’ a


las nuevas características que adopta el capitalismo hoy en día, pero
en retraso con relación a otros países del continente (Brasil,
Argentina, Venezuela, México).

En la etapa actual del desarrollo del capitalismo, los Estados que


poseen capitales, las corporaciones más poderosas y el capital en

97
general, no están interesados en la incentivación de una débil
industria manufacturera, en países que ni les dan garantías de
estabilidad política, ni posee un mercado interno suficientemente
amplio. Sus inversiones se dirigen, fundamentalmente, a la
extracción e industrialización de materias primas donde pueden
aplicar tecnología intensificada que permita la reproducción del
capital (4).

Chile hoy da garantías políticas. Al capital no le importa el precio de


dichas seguridades, si estas son producto del aplastamiento de la clase
obrera, después de un combate revolucionario que casi termina con
la propia existencia del sistema. Y, aún más, cuando estas seguridades
refuerzan las posibilidades de un retorno de las ganancias del capital
invertido en el corto, mediano y largo plazo.

Porque lo cierto para este capital es que, durante el período de la UP,


los proyectos existentes de inversiones tuvieron que suspenderse
hasta que la ‘etapa de peligro’ fuera superada. Aquellos capitales que,
con Allende y antes con Frei, trataban de establecerse en la
prospección minera, aprovechamiento de desperdicios mineros,
construcción de refinería de cobre, proyectos agro-industriales, etc.,
no pudieron hacerlo porque la lucha política de la clase obrera no les
daba ninguna garantía. Hoy allanado el camino por la bota militar, se
lanzan a una competencia feroz entre ellos mismos por la conquista
de los enclaves mencionados (5).

98
EE.UU. poseía antes, por ejemplo, una porción fundamental del
mercado del hierro y acero chileno. Después del golpe, sin embargo,
son los japoneses quienes desplazan a los americanos. Por un lado,
financian el reequipamiento técnico de la CAP (pero no para cumplir
las mismas funciones de antes). Por el otro lado la NKK Kawasaki,
Nippon Steel, Sumitomo y Kobe firman un acuerdo preliminar para
comprar 32 millones de tons. de bolas de hierro entre julio-78 y
diciembre-85. Pero como Chile produce preconcentrados y su
industrialización origina un alto grado de polución, Mitsubishi
reducirá dicho mal en Japón construyendo una planta para producir
bolas de hierro de Chile. Un crédito para tal efecto ya ha sido firmado.

Las reservas forestales y las reservas mineras aún no explotadas (6)


están al centro de las inversiones tanto en el capital nacional como
extranjero. Japón piensa construir una planta de celulosa de fibra
corta como parte del complejo maderero de Panguipulli en el cual
CORFO también está invirtiendo.

Como es lógico, la explotación agrícola también está afectando este


movimiento de capitales; CORFO acaba de destinar cerca de 3500
millones de escudos a una serie de proyectos destinados a la
producción de alimentos para reproducir la mano de obra (consumo
nacional) y para la exportación.

99
Los brasileños están interesados en la instalación de plantas
hidroeléctricas en el sur de Chile, como destino más factible es la
energía nuclear (7).

Este movimiento de capitales en cuanto tendencia, ya le está dando al


país una determinada ubicación en el mercado internacional de
capitales. Chile no es más la exclusiva del capital norteamericano. Su
mercado hoy es el mercado de todos los capitales, sean estos del
centro de sistema, o de países menos desarrollados (bienes de capital
brasileño, argentino, mexicano, etc.). La burguesía chilena a través de
la masacre del MO, y su aplastamiento como fuerza política, de su
reducción a los niveles más bajos de subsistencia, intenta resolver la
crisis del capitalismo chileno al interior de la crisis general del
capitalismo. [...]

Y en este sentido no da un paso atrás. El estado chileno habrá


renunciado a jugar el papel que ya la burguesía le había designado en
1964. Pero hoy lo han bajado a otras condiciones. Hoy lo hace
eliminando a todas aquellas capas que trababan dicho desarrollo. Lo
central para el capital, hoy en día, es que sea la burguesía chilena la
propietaria de los recursos naturales, a través del Estado, que provea
una mano de obra sumisa, y que asegure las condiciones políticas y
económicas de la reproducción del capital. Dicho de otro modo: que
sean las burguesías locales las propietarias de las materias primas a

100
través del Estado. El abandono de determinado sector industrial no
se hace por “maldad” o torpeza. Sino porque en la aplicación de
capitales y tecnología intensificada a la extracción de materias primas
y su industrialización donde está asegurada una alta tasa de ganancia,
por las características que asume el capitalismo hoy en día.

Para hacer esto, la Junta y la burguesía han tenido que destruir las
bases sociales de la DC y la UP. Con respecto a la DC arruinando a
pequeños y medianos capitalistas, incluso a sectores burgueses,
además de un amplio sector que la DC compartía con la UP: la
burocracia estatal. 200.000 cesantes en la administración pública
desde el día del golpe han rebanado casi de cuajo la potencialidad
política de ambos sectores entre la pequeña burguesía.

A la vez el MO sigue sufriendo los efectos de una derrota política y


económica tremenda, La lenta agonía de todo un sector industrial
prolonga y profundiza los caracteres de dicha derrota, Allí, también
la UP, que ya había perdido a amplias secciones del MO a través de
sus movilizaciones independientes, recibió el puntillazo: las bases
políticas de la agrupación reformista se han reducidos a cifras
dramáticas (8). No es una casualidad, entonces, que las únicas

101
posiciones que la UP haya podido producir surjan en el interior, sin
ninguna representatividad en Chile y sin posibilidades, por lo tanto,
de influir en los eventos que allí ocurren. Y no es casualidad,
tampoco, que la UP y la DC (el sector arruinado) tarden dos años en
producir algo como el acuerdo de Berlín, que no sólo significa nada
en Chile, sino que corresponde al último intento de paralizar la
discusión política en el único lugar donde ellos existen: el exilio.
Mientras nos quieren hacer ver el Chile que más les conviene. Sus
economistas clásicos de izquierda le dicen que el reciente descenso de
la inflación se debió a que la política “criminal” de la Junta arruinaba
a medianos y pequeños capitalistas e incluso, a algunos “peces
gordos”; cuando es, precisamente, lo que se está buscando (9). Peor:
para la UP y el MIR la quiebra de las industrias es el aumento de las
condiciones revolucionarias (!), proclamando que lo mismo hecho de
la otra manera (a la UP) habría sido mucho mejor. Tratan de ignorar
que este proceso se ha dado sobre determinadas condiciones
materiales y que el proyecto sigue latente, que ha tomado una
racionalidad y que la burguesía ha resuelto una serie de problemas
desde el punto de vista de la lógica capitalista, eliminando al
reformismo (o estalinismo) definido como la corriente que conduce a
la industrialización masiva, y cuyo proyecto, que es también el de la
burguesía, es llevado por el proletariado hasta sus últimas
consecuencias. Por lo tanto, es este quien sufre una sangrienta
derrota para que aquello, ahora sí, se pueda implementar.

102
Esto nos conduce directamente a la pregunta: ¿Por dónde pasa la
lucha política hoy en Chile? Pasa, centralmente, por la capacidad y
posibilidad de que, en función de procesos económicos y políticos, la
clase obrera se desarrolle desde su estado como clase que trabaja y se
reproduce, hasta el nivel político que le permita alcanzar su
autonomía. Esto se expresa a través de todo aquello que le posibilite
a la clase obrera desarrollar niveles mínimos de lucha contra el
capital, que la conduzcan a su unificación, en la perspectiva de una
táctica y estrategia revolucionaria.

La tarea de la reorganización de la clase obrera chilena, por las


condiciones del capitalismo chileno, por la experiencia acumulada
hasta 1973, por el grado de independencia y autonomía conquistado
en dicho período, por el carácter de la vanguardia que allí apareció,
se logrará a través de un proceso de características revolucionarias.
Pero debido al estado en que se encuentra la lucha política y social
hoy en Chile y al estado en que se encuentra la propia clase obrera,
dicha tarea pasa hoy por la creación de una tendencia política al
interior del MO.

Notas

(1) Reservas Internacionales 1970-3 (millones de dólares)

103
Octubr Diciem Diciem Diciem Setm
1970 1970 1971 1972 1973

Banco 344.7 332.7 98.0 -113.8 -216.3


Central
Chile

Bancos -4.5 -10.5 -54.7 -179.8 X


Comerci
ales y
estatales

TOTAL 340.2 322.2 34.3 -293.6 X


RESERV
AS

X= Información no disponible

Fuente: Banco Central de Chile

Producto Nacional Bruto (variación porcentual)

Promedio 1966/70 1971 1972 1973(*)


anual

104
1 Total de 3.7 8.3 1.6 -5.7
PNB

2 Sectores
PNB 2.5 5.1 -3.6 -16.1
a. 5.0 1.7 -6.5 0.6
Agricultura 3.3 12.9 3.1 -8.4
(**) 1.4 9.5 -10.6 -28.1
b Minería 4.1 7.9 4.6 -1.7

c. Industria
d.
Construcció
n

e. Otros
sectores

(*) Dato preliminar (**) Incluye ganadería y pesca

Fuente: ODEPLAN, Banco de Chile, Instituto nacional de Estadísticas,


CODELCO.

105
(2) Los pliegos trataban de alcanzar el índice del costo de vida,
superior al 300%. Pero tan importante como esto es que los
trabajadores le anunciaron a la UP (y por ende a la burguesía
también) que el incumplimiento de las peticiones solo tendría como
respuesta la huelga hasta el fin...

(3) Este proceso se agudizó de tal manera que la Junta tuvo que
ofrecerle a los obreros la industria textil Bellavista-Tomé, en un
intento por regular el empleo. Sin descontar la dosis de demagogia
que tal paso conllevaba.

(4) Casi todos los créditos que han ido a Chile desde el golpe han
estado dirigidos hacia la agricultura, la minería o la pesca. Tanto en
sus aspectos primarios (cultivos, extractivo) como en lo referente a
su industrialización. Además de los créditos para la compra de
alimentos y operaciones comerciales.

(5) Danielle Hunebelle publica ‘Internacional Letter’, dirigida a los


empresarios de todo el mundo, a un costo de 10000 dólares el
ejemplar. Allí se especifican las mejores áreas de inversión en
distintas zonas del planeta, las condiciones a que dicha inversión se
ve sometida, intereses, competencia, etc. El número de marzo del 74
está dedicado a Chile. En él hay dos informes confidenciales cuya
elaboración debe haber llevado unos cuantos años. El primero, está

106
dedicado a las reservas de cobre no explotadas: su ubicación, reservas
estimadas de metal, contenido estimado de cobre y producción
potencial de cobre fino. El Abra, por ejemplo, en Antofagasta, podría
entregar hasta 6 millones de toneladas de cobre fino. El segundo
informe se refiere a los depósitos de desperdicios de cobre. De
Chuquicamata se estima, por ejemplo, que se podría recuperar cerca
de tres millones de tons. de cobre fino. Diversas compañías
americanas, canadienses, japonesas y alemanas ya tenían intereses
en estos proyectos antes del golpe. Pero solo ahora tienen las
garantías necesarias para invertir.

(6) A lo señalado en la nota anterior habría que agregar los intentos


que hace la CORFO para abrir inversiones en la industrialización de
las sales mixtas del desierto de Atacama, en el aprovechamiento de
sulfuros y fosfatos para producir fertilizantes en Ventanas y la
explotación del carbón en Magallanes. A esto se añadiría las
prospecciones que Brasil lleva adelante para la extracción de gas.

(7) El Centro de Estudios Estratégicos de Gran Bretaña ha declarado


que en los próximos 20 años 10 países poseerán la bomba atómica:
además de Argentina y Brasil, el quinto en la lista es Chile.

(8) Fernando Bobadilla, Presidente de la Federación Nacional de los


Trabajadores Textiles, declaró a Ercilla en julio que, de una fuerza

107
laboral normal de 130000 trabajadores, la rama textil se ha reducido
a menos de 70000.

Hirmas declaró que cerraba por seis meses, Sumar les dio vacaciones
forzosas a cerca de 3.800 trabajadores. Rayon Said anunció que desde
agosto cerraría la fábrica por 60 días.

En la construcción, de su presidente, Hugo Cuevas, afirmó que en la


segunda mitad del 74 había 9.300 trabajadores dedicados a 420
proyectos. Al final de los primeros seis meses del 75 quedaban 2.250
obreros.

La tendencia es semejante en otros sectores de la industria, pero de


ellos no se tienen datos muy precisos.

(9) Raúl Sahli, presidente de la SOFOFA, le declaró a ‘¿Qué Pasa?’:


“La economía social de mercado debe aplicarse en toda su amplitud.
Si hay industriales que se quejan de esto que se embromen. Yo no les
voy a defender. Como industrial no tengo tejado de vidrio y por eso
acepté esta presidencia. Aunque sé cuando termine voy a tener más
enemigos que Allende”.

________________________________________________________

108
¿Quiénes somos?

El presente artículo debe tratar de explicar quiénes somos. Cuáles son


nuestras formulaciones políticas para el actual período. Qué es lo que
nos diferencia de una serie de organizaciones y qué, por tanto, nos
empuja a organizarnos de una manera independiente, con
concepciones orgánicas propias. Artículo de por sí difícil, ya que
debemos de evitar escollos, que nos aparecen en el camino, los que
nos pueden conducir a expresarnos de una manera diferente a la que
hemos propuesto.

Estas dificultades son muy concretas: en primer lugar este artículo no


quiere explicar un conjunto de fenómenos y, entre ellos, nuestro
propio proyecto político, en forma sectaria, esto es, sin aceptar
problematización. En segundo lugar, el tratar de explicar varios
procesos nos obliga, dado el espacio de que disponemos, a una cierta
esquematización y, por lo tanto, a privilegiar un tipo de análisis sobre
la totalidad de los elementos que lo componen. Trataremos, sin

109
embargo, de evitar que esto pase a llevar la realidad. En tercer lugar
la referencia a nuestra existencia anterior no quiere decir que
hayamos sido un partido o un gran grupo, ya que apenas fuimos un
mínimo proyecto orgánico. Esto último trataremos de aclararlo
contando la historia del grupo en aquel período.

Pero definir quiénes somos, cuáles son nuestras formulaciones


políticas, es referirnos al proceso vivido antes del golpe.

¿Por qué? Porque nuestras concepciones surgen en dicho período y


se expresan con claridad en la lucha del movimiento obrero (MO). En
otras palabras, nos comprendemos como surgiendo de un proceso de
maduración cuyo punto de arranque es la crisis del capitalismo
chileno.

Lo anterior nos obligará a desarrollar el presente artículo desde


varios tópicos, tales como el carácter de la Unidad Popular (UP), su
proyecto político y económico, la actitud del MO, etc. Pero
considerándolos no como el acontecer de hechos fortuitos y
anecdóticos, sino como proceso político, como resultado de las
relaciones establecidas al interior del sistema capitalista chileno - a
través de una aguda lucha de clases - entre las fuerzas del capital
(burguesía) y el trabajo (clase obrera). Y esto tiene una importancia
central. Porque ya va siendo hora que, sin complejos ubiquemos la

110
experiencia chilena en su lugar, como punto de referencia
probablemente mucho más rico que el rompimiento de la estabilidad
capitalista, sea por la lucha del campesinado, o por la extraordinaria
y repentina irrupción el MO y estudiantil francés en mayo-68, que
tanta literatura ha producido, por contraste con los tres años de lucha
del MO de Chile, casi el único lugar del sistema capitalista occidental,
en los últimos 30 años, donde la clase obrera ha atacado, en conjunto,
con organizaciones propias, el poder burgués desde una real
perspectiva de éxito revolucionario.

También va siendo hora de que nuestras discusiones sobre el partido,


la táctica, la estrategia, etc. se restrinjan a un campo muy preciso, es
decir al de la crisis revolucionaria, en donde teoría y práctica se
confunden.

Aclarar esto es de suma importancia, porque lo que nos conduce a


convertirnos en tendencia tiene una historia que no nos es única, sino
que es similar a partidos a la de aquellos que se desarrollan al interior
de los partidos de izquierda, cómo tendencias políticas, antes del
golpe de Estado. Hoy tratan de expresarse de una manera confusa,
no llegando a generar una línea política, ya que el camino que los debe
conducir a esta definición no está pavimentado por la práctica política
que hoy puede hacerse -con el MO derrotado- para ellos el problema
pasa previamente por la teoría, que no asegura la posibilidad de
desarrollar dicha línea política. (La teoría por sí sola no asegura
nada). Para explicar cómo nosotros resolvemos esta contradicción
volvamos al proceso de lucha de clases que nos generó, extrayendo

111
las lecciones que nos permiten avanzar hacia la elaboración de
concepciones políticas y orgánicas.

Es un lugar común decir que la clase obrera chilena se distingue de


otras por su combatividad ejemplar. Lo que es cierto y resalta más al
comparar su historia con la de otras en América Latina y otros países.
Pero dicha afirmación nada nos dice sobre porqué, hasta el golpe de
Estado, la clase obrera se ha presentado en la lucha política con tanta
soltura y eficacia, generando coyunturas políticas a lo largo de su
historia. Muchas de las explicaciones corrientes al respecto no son
valederas. Ya que si ellas se refieren a la debilidad de la burguesía
chilena, ello no se lo pone en relación con otros países: por qué Chile
y no Perú. Y cuando se enfatiza el poderío orgánico del MO tampoco
se explica por qué Chile y no Argentina.

Sobre todo si observamos que la organización de la clase obrera


chilena en sus primeras centrales, como en la CUT, no abarca, a lo
sumo roza, el 30% de los trabajadores. Y mucho menos ha sido capaz
de desarrollar poderosas organizaciones regionales y locales, que se
fueran sucediendo hasta la organización nacional (comparemos esto
con Córdoba).

112
Nosotros tampoco podemos dar una respuesta satisfactoria a este
problema, permanece como una de las cuestiones que una actividad
colectiva en el campo de teórico y práctico debe desentrañar. Máxime
cuando la historia de dicho período deberá mostrar la existencia de
una vanguardia del MO, ausente, como una constante, durante el
período de la UP. Esto explicará gran parte de las debilidades que
permitieron la derrota.

A pesar de esto, el MO logra, con las otras capas del proletariado,


generar una coyuntura durante los últimos años del gobierno de Frei
que está en la base del triunfo de la UP. Dicha coyuntura empieza con
el toque de clarín de los obreros del cobre; ellos son quienes, a través
de su huelga, desenmascaran el carácter represivo y anti-obrero del
gobierno DC.

Como sobre este período ya hay mucho escrito y existe un cierto


consenso, nos interesa destacar un par de elementos: la crisis del
capitalismo y el nivel de movilización y conciencia del MO.

La crisis del capitalismo es generalmente citada por todo el mundo,


pero, hasta donde sabemos, pocos han tratado de definirla con
claridad. Lo cual es natural. La mayoría de las explicaciones nos
hablan de una crisis en la dirección de la burguesía, lo que para

113
nosotros no es posible sin crisis del capitalismo, a no ser que esos
sectores coincidan con la interpretación que el PC da de los
fenómenos políticos y sociales que están en la base de la UP, esto es:
que hay movilización del MO por la existencia de una política
“perversa” de la burguesía, conduciendo a la división de esta en dos
grandes fracciones. A nosotros, en cambio, nos parece claro que dicha
crisis existe y que, más aún, se profundiza durante el gobierno de
Frei. Es esto lo que permite entregar una base material a la división
de la burguesía y la movilización de clase. El capitalismo chileno tiene
una historia que no tocaremos. Pero hay una característica que salta
a la vista durante casi toda su existencia: su incapacidad de
acumulación. Lo cual impide su reproducción. Ambos fenómenos,
que surgen de la estructura del capitalismo chileno, han sido
reducidos por la subvención constante del Estado, en términos
financieros y económicos, permitiendo la expansión del sistema:
organizando los mecanismo de intervención para resolver la falta de
acumulación donde ésta se produce e impidiendo el descenso de la
tasa de ganancia con una composición orgánica superior a la media.

Pero esta restricción en la acumulación y la reproducción del capital


entra a ser resuelta por el capital extranjero al final de la década del
50. Este se ubica en determinados sectores según el desarrollo de las
fuerzas productivas: Penetra 1/Donde el aparato productivo se
reproducía con gran dificultad. (Fibro-química Hoechst, Briones-Mc
Kee, Compañía UTA, etc.) 2/Donde éste no existía (Xerox, Remington
Rand Chile Ltda., Fabrica Española de Magnetos –FEMSA-) 3/Donde

114
era necesario desarrollar una actividad económica para asegurar
dicha reproducción (Banco Osorno y la Unión Deutsche
Sudamirakanishe Bank-Dresdner Bank-, Fondo Crecinco –Intl.Bsic
Economy Corp.-etc.) y 4/Donde aseguraba el proceso de ventas del
producto (Hucke S.A., Eperva S.A. – ambos de W.R Grace-Mobil Oil
de Chile, etc.). Esta situación le permite a ciertos capitales
reproducirse y ser competitivos, pero la mayor parte de los sectores
llamados tradicionales de la burguesía siguen marcando el paso,
aunque son directamente amenazados por el avance de estos
capitales más agresivos hacia el control de Estado, de los créditos de
éste y de su destinación. Estos es para nosotros una primera etapa de
la crisis de la década del 60: es decir la urgencia por resolver esta
contradicción al interior de la burguesía que produzca un capitalismo
chileno competitivo en el exterior (entendiendo que para nosotros
crisis no quiere decir holocausto del sistema, sino que la incapacidad
de seguir reproduciendo el capital bajo determinadas condiciones).
Este es gobierno de Frei. El cual se combina con una coyuntura
internacional: la tendencia por parte de los capitales a invertir en la
industrialización de las materias primas, dejando en manos de los
estados la propiedad de sus recursos naturales. El proyecto que
representaba la DC fracasa. Es incapaz de resolver, por un lado, el
proceso de concentración de capitales que provengan de estas
materias primas en poder del Estado y de eliminar las sangrías
fiscales (el problema agrario) y, por el otro lado, de profundizar la
quiebra de sectores capitalistas en crisis, retomando esa masa de
capital que le permitiera la reorientación del capitalismo chileno.
Dicho fracaso es el de la imposición de una fracción de la burguesía

115
como dominante, y el fracaso en el intento de supresión de los
sectores en crisis para reubicarlos posteriormente. Y a otra etapa en
la crisis del capitalismo.

Con respecto al MO, también todo el mundo hace notar el constante


proceso de radicalización, expresado, claramente, en el número de
huelgas; en el tiempo que éstas duran y en la forma cómo estas se
desarrollan. Lo anterior también es válido para el conjunto de los
sectores que conforman el proletariado. Sin embargo, quisimos
detenernos en el MO para definir la relación entre el estado de su
conciencia y la UP y, por lo tanto, el posterior desarrollo de la
actividad práctica del proletariado durante el gobierno de Allende.

Las movilizaciones de la clase obrera surgían por reivindicaciones


económicas y salariales. Los momentos más álgidos de estas lucha
son como respuesta a las maniobras del gobierno DC, quien, incapaz
de resolver sus contradicciones, trató de provocar el ahorro forzoso
en la clase obrera (lucha contra los Chiribonos).

Lo anterior está copiosamente probado por encuestas que cualquiera


puede encontrar. Sin embargo, hay sectores que critican a la UP
tomando en cuenta luchas anteriores del MO internacional,
insistiendo en la existencia de una corriente obrera a partir de la cual
era posible desarrollar una alternativa al programa reformista. No

116
creemos que esto haya sido así. Efectivamente, en aquel período
surgieron contradicciones entre sectores de la clase y dirigentes de la
CUT y el PC que no alteraban radicalmente el contenido de las
reivindicaciones de los trabajadores. Contradicciones que surgían por
dos causas. Por un lado, a medida que el fracaso de la DC, se hacía
patente, un proceso de endurecimiento ganó las esferas del partido
DC respecto de las luchas de los trabajadores, lo que se expresaba en
represiones a movilizaciones callejeras y en la negativa a negociar las
huelgas, tratando de derrotarlas por efecto del tiempo. Las huelgas se
contaban por centenas. Esta masificación presentaba dos aspectos
interesantes. Uno de ellos es que sobrepasaban los organismos
burocráticos de la CUT. El otro es que a esta ola de lucha se integran,
por primera vez, sectores obreros y campesinos sin experiencia
sindical. Ambos factores generan sus consecuencias desde el punto de
vista de las actitudes del MO, las que tendientes a desbaratar los
objetivos del gobierno, endurece la situación política, entrando en
contradicción con el PC, quien temía no poder llegar a las elecciones.

Dichas contradicciones no llegan a tomar cuerpo en una corriente


alternativa a la UP. A los sumo radicaliza al sector de combate,
mientras el resto ve en el programa de la UP, una posibilidad de
aliviar sus condiciones de existencia, desplazando al gobierno que lo
reprimía. Por ello creemos que entre el programa de la UP y el estado
de conciencia del MO había una identificación. Y es sobre esta base
que es necesario entender la relación entre ambos hasta fines del 71
y comienzos del 72. Aunque dicha identificación no puede negar un

117
hecho, que se hará patente con el transcurrir del tiempo: la absoluta
incapacidad de la CUT para responder a una clase que se pone en pie
de lucha durante un período más o menos largo.

En el campo agitado de la lucha de clases, en medio de una crisis que


comienza a golpear las puertas del aparato institucional, con los
rumores ya olvidados por la historia de grupos derechistas
abiertamente golpistas, la UP gana las elecciones. Para nosotros la
definición de la UP pasa por tres componentes, que se desplazan unos
con otros hasta llegar a los días cercanos al golpe, cuando ya no es
expresión de casi nada. Por un lado, mirada desde lejos y al calor de
la experiencia de sus tres años, la UP se nos aparece como un
vehículo, a través del cual el MO se desarrolla orgánica y
políticamente. ¿Por qué? Porque la aplicación del programa
presupone la existencia de la fuerza de la clase, supone una
correlación de fuerzas favorable. Tiene que permitir el desarrollo de
la clase en cuanto movimiento, tiene que eliminar
momentáneamente la función represiva del Estado capitalista, a
quien busca representar en una nueva perspectiva. Por eliminar ha
de entenderse, solamente, evitar su aplicación, ya que el golpe de
Estado demuestra que la UP fue capaz de mantener intacta dicha

118
fuerza represiva, a pesar de los niveles alcanzados por la lucha de
clases.

A su vez, la UP es expresión de las fuerzas que la componen. De los


sectores que busca influir, respecto de los cuales define su política y a
los que abre sus filas partidarias, entregándoles los cargos
burocráticos del Gobierno.

Por último, la UP es expresión de su programa. Sobre el cual nos


detendremos para intentar definir qué es el reformismo UP.

Brevemente hemos establecido qué entendemos por la crisis del


capitalismo chileno. Hemos hecho lo mismo con respecto del
programa de gobierno de la Democracia Cristiana. Ambos elementos
de análisis los hemos destacado por lo que significaban en sí, como la
relación que se establece entre ellos y el programa de la UP. Y esto
porque pensamos que la UP se ubica como la superación del
programa DC, no en el sentido del socialismo, sino en el de resolver
los problemas del capitalismo chileno, de manera tal de permitirle a
éste entrar en una etapa diferente de desarrollo. El reformismo se nos
aparece como la fuerza política que logra agrupar tras sí al MO, en la
perspectiva de la industrialización y de los capitales de Estado.
Tratemos, pues, de explicar y probar esto.

119
La UP busca la concentración en manos del Estado de una serie de
actividades, fuera de aquellas que ya son atributo de él. En primer
lugar, la extracción de materias primas. En segundo lugar, las
actividades económicas que subsisten gracias a los créditos del
Estado. En tercer lugar, los mecanismos que regulan las leyes del
mercado, es decir, de los monopolios que se oponen entre el
productor y el consumidor. En cuarto lugar, la superación de la
sangría fiscal. Y por último, un cierto control de los mecanismo
financieros, a través de los cuales se quiere utilizar una capacidad de
ahorro existente, impidiendo que ésta se empleada por los sectores
que se pretende nacionalizar.

Este proceso de concentración en manos del Estado, medianamente


aplicado, provoca la siguiente situación equívoca: por un lado, desde
el plano ya visto de la crisis del capitalismo, aparece como una
solución. Por lo menos desde el punto de vista jurídico: 1) Concentra
en manos del Estado las actividades enumeradas anteriormente,
eliminando fracciones del capital incapaces de solucionar el problema
de la acumulación. Los convierte en capitales de Estado,
combinándose y planificando en conjunto, estableciendo las bases del
Estado acumulador, quién, en un acuerdo con el capital extranjero y
la fracción dinámica de la burguesía genera las bases para un
capitalismo chileno expansivo. 2) Establece una relación favorable
para las industrias que han resuelto el problema de su reproducción,
dándoles tratos preferenciales; por un lado, estabiliza, en la medida
de lo posible, el valor de la fuerza de trabajo, por el otro, congela los

120
precios de las materias primas que intervienen en el proceso
productivo de dichas industrias (incluso, por ejemplo, la electricidad).
A esto se une, además, la decisión de implementar a través de la
CORFO una política de importaciones en términos preferenciales. Por
último, tiene que poner todo el peso de Estado al servicio de una
futura política competitiva en el campo exterior.

Este es el programa económico de la UP, el cual coloca a la burguesía


mencionada y al capital extranjero como sus aliados objetivos.

¿Cómo se desarrolla la situación equívoca a que hacíamos mención?


Los sectores que toman en sus manos el programa UP, lo hacen sobre
la base de una correlación de fuerzas que no favorece a la burguesía.
Lo que genera una respuesta desde sus diversas fracciones según el
estímulo que las enfrenta. Si lo que está en juego es la posibilidad de
aumentar la cuota de plusvalía, su respuesta es positiva, se aumenta
la producción. Si la tendencia es regresiva, se reacciona con el
sabotaje. Y si el problema es la inversión, se espera que existan
mejores condiciones políticas que aseguren el resultado final. Lo que,
de alguna manera, la conduce a organizarse en un frente único,
aceptando ubicarse detrás de la ofensiva de los sectores capitalistas
más perjudicados.

121
En el medio de esta contradicción se desenvuelve la lucha del MO. Lo
que, paulatinamente, crea las condiciones de unificación entre
sectores del MO, los que se diferencian entre sí por el tipo de capital
a través del cual se convierten en obreros.--

Pero ¿Qué es para nosotros la unificación del MO? No es la creación


y existencia de una central única de trabajadores que representa las
reivindicaciones inmediatas de la clase en un momento determinado.
No es el aumento y simple sumatoria de obreros revolucionarios. Es
un proceso mucho más complejo, que supera la primera posibilidad
y genera las condiciones para el desarrollo de la segunda.

Pero la existencia de dicho proceso, que sólo hemos nombrado, no


surge de la intencionalidad política partidaria, a pesar de que esto es
importante y tiene consecuencia, como veremos al analizar la derrota,
sino que es el producto de una serie de procesos objetivos, que
posibilitan, históricamente, la maduración de una crisis
revolucionaria.

122
El MO es el producto social que surge del desarrollo del capitalismo.
Las contradicciones que este conlleva ubican al MO como su
sepulturero. Esto será así, solamente a través de un proceso político
en el que los trabajadores se expresen como clase, resolviendo
orgánica y políticamente las tareas de la destrucción del sistema. Esto
supone que en el lapso histórico en que se desarrolla la lucha por la
revolución, se destruye la división social del trabajo, la que encadena
al obrero a su máquina, a su taller, a su fábrica, a su rama productiva.
Es así como él se ve a si mismo y al mundo y desarrolla su lucha
reivindicativa contra el capital. Destrucción que implica la unificación
de las reivindicaciones concebidas ahora como reivindicaciones
generales de toda la clase, abriendo el camino hacia la crisis
revolucionaria. Pero, como vemos, ahora ya no hablamos solamente
del MO, sino que hablamos que también se moviliza el conjunto del
proletariado. Más aún el MO desarrolla organismos de clase que
concretizan este proceso sobrepasando a sus propias organizaciones
“unitarias” anteriores, las que han surgido y se han desarrollado en
medio del fraccionamiento antes citado. Su destino es el
desaparecimiento o su “conversión” a la nueva situación creada, Este
proceso se dio en la clase obrera chilena. Su comienzo se ubica a
finales del 71 y comienzos del 72. La falta de concretización de dicho
proceso tendencial explica, en gran parte, la derrota infringida por el
golpe de Estado.

Ya hemos señalado la existencia de una identificación entre las


reivindicaciones y el estado de conciencia del MO con el programa

123
UP. Desde la instalación del gobierno hasta las fechas mencionadas
no hay una actividad independiente de los trabajadores. Su lucha se
confunde con el cumplimiento del programa económico de la UP. De
hecho, hay sectores del proletariado que desarrollan una actividad
independiente (Rayon-Said, Bellavista-Tomé, Indumet, sectores
campesinos). Pero el comienzo del desequilibrio creado por la política
de la UP, la constatación de sus debilidades y conciliaciones, el
proceso de burocratización generado alrededor de la nueva gestión
del Estado (Interventores, cuoteo, repartija indiscriminada, etc.), el
creciente sabotaje de sectores de la burguesía su contraofensiva, que
comienza a ganar las calles, la prensa y las radios, coloca a la clase
obrera frente a la siguiente situación: por un lado, desciende el salario
real, vía la inflación y el mercado negro, (véase la estadística siguiente
de los cambios en el salario real)

1971 1972 1973

Cambios de 24.6 -17.4 -54.8


diciemb. a dic

Cambios entre los 26.2 -2.8 -42.7


promedios para el
año

Número índice, 126.2 122.6 70.4


base
1970=000

(Fuente: OEA)

124
(…) y, por el otro, sus intereses son abiertamente atacados por la
burguesía. Esto genera un doble proceso al interior del MO: aumenta
la lucha reivindicativa y aparece una Izquierda Obrera (IO). Esta
representa a sectores de la clase que, sin desprenderse de la
dominación ideológica de la UP, inicia una actividad política
independiente como respuesta a la coyuntura mencionada, lo que
conduce al desbordamiento y agotamiento del programa de la UP por
la izquierda. Los ejemplos sobran: son obreros del PS de Sumar,
obreros de izquierda, en general, de Elecmetal, Hirmas, Indumet,
Copihue, Comandari, Cristalerías Chile, Pesqueras de San Antonio,
etc. Esto genera un proceso contradictorio. La mayoría del MO lisa y
llanamente comienza a romper su identificación con la UP luchando,
centralmente, por la mantención de sus reivindicaciones. La IO
también busca una solución al descenso real del salario, pero no a
través de los partidos, sino que en la propia actividad de clase. Para
ella la clave de los problemas que hemos hecho mención es el control
de los medios de producción, en los cuales se asienta el poder y la
actividad política de la burguesía. La historia no está hecha por/para
los esquemáticos, nos mostró una vez más que la lucha económica y
política no pueden ir separadas. Menos en un período como el que
comentamos.

La lucha económica se desplazó del pliego de peticiones al control de


la fábrica: el Estado pagaba allí mejores sueldos y toda una fracción

125
del capital –medianos y pequeños capitalistas no podían pagar las
alzas de salarios que impidiera un ascenso real de ese.

Es de aquí que aparece el cordón industrial (CI). Pero la existencia del


CI plantea una pregunta que no se la hemos escuchado ni a la UP, ni
al MIR ¿Por qué la clase obrera mejor organizada de América Latina
(AL), como una central sindical única, organizada en los dos partidos
obreros más grande del continente como una “izquierda
revolucionaria” que se ve a sí misma como la superación de toda una
etapa de lucha en AL, porqué, repetimos, la clase obrera buscó su
organización como movimiento político y económico en el CI?
¿Cuáles son las implicaciones de que no bastaran las organizaciones
citadas? ¿Qué importancia tiene esto para la lucha revolucionaria en
nuestro continente y a nivel mundial? A las dos primeras preguntas,
responderemos inmediatamente. La tercera está en la base de nuestra
actividad política.

El CI es la expresión histórica de un proceso de unificación. Antes


definimos esto en términos abstractos. Ahora aparece explicado por
la actitud práctica del MO a fines del 71 y comienzos del 72. A esta
altura de la lucha de clases no le sirve ni la CUT ni los partidos,
quienes nacen, precisamente en el fraccionamiento de clase. Los
trabajadores se conectan en el cordón Cerrillos por encima de la CUT
y de las ramas industriales a las que están afiliados. Allí vemos
industria textil con industria metalúrgica, industria alimenticia con

126
industria electrónica, pequeña industria con mediana y gran
industria. Por otro lado, el CI tiende a desarrollarse como vehículo
que expresa los avances autónomos del MO.

Pero hemos visto a qué coyuntura responde la clase obrera y qué


consecuencias genera su actividad. Sería interesante, sin embargo,
que nos permitan la entrada masiva del puntualizar las condiciones
favorables proletariado en la vida política del país: 1/La continuidad
en las movilizaciones desde el año 67; 2/Simultaneidad de la
movilización en diversos sectores del proletariado; 3/Consecuencia
de los dos fenómenos anteriores, la aparición de nuevos cuadros
políticos en la vanguardia de la clase, lo que supera la debilidad que
produce el cuasi-estancamiento de las fuerzas productivas; y 4/Algo
que se dio claramente en Chile: la incapacidad del Estado capitalista
para ejercer su función represiva, por lo menos, durante un largo
período.

El proceso de unificación del MO sufre un impulso extraordinario a


medida que transcurre el año 72, alcanzando un punto culminante
durante la crisis de octubre.

127
Definiremos dicha crisis de una manera global, para profundizar
respecto a sus efectos en el seno del proletariado.

La crisis de octubre es el resultado de una ofensiva de la burguesía.


Se expresan allí sus fracciones, los propietarios pequeñoburgueses y
las llamadas capas medias, las que han comenzado a sentir también,
violentamente, el problema de la disminución real del salario. Para la
burguesía el marco está dado por el rápido descenso de la producción
y las consecuencias que ello tiene para sus intereses. Para los sectores
afectados por el proceso de la UP la crisis de octubre es el momento
en que la acumulación de fuerzas y de movilización reaccionaria
permite cuestionar al gobierno, pensando en una alteración definitiva
de su política. Para los sectores interesados en las transformaciones
del sistema capitalista, la correlación de fuerzas y la ofensiva le
posibilita buscar la reorientación y plena participación del Estado
capitalista, reformado jurídicamente por la UP y dirigido por su
burocracia. Para ambos sectores aparece, muy claramente, que la
crisis de octubre ha de ser, también y sobre todo, el punto de partida
para la detención de la movilización del MO.

El impacto provocado por dicha ofensiva, el híbrido carácter de la UP


en los meses anteriores a octubre, la burocratización de sus partidos
y el estado de avance constante del proletariado; generan, sin
embargo, una situación diferente a la esperada por los estrategas de

128
la clase dominante. La ausencia de un Estado y de una política
respecto a dicho desafío plantea el conflicto en su exacto lugar, es
decir entre el capital y el trabajo. Con la diferencia gigantesca de que
la huelga era la huelga del capital. Era su negativa a cumplir su
función social. Y como el obrero y el proletario, existen como
hombres solamente en tanto son obreros, campesinos, etc. Entonces
era su propia existencia la que estaba en juego. Lo que en las
condiciones descritas era una provocación a la actividad, nivel de
iniciativa y confianza que el conjunto del proletariado venía
desarrollando en el último período.

Dicho conflicto unifica con una rapidez increíble al MO sobre la base


de dos o tres tareas muy concretas: 1/ La normalización de las
actividades productivas, tomándose las fábricas, lo que conlleva un
extraordinario avance sobre el control del aparato productivo. 2/Pero
dicho proceso de normalización se extiende a diversas esferas de la
economía, entre ellas, las que tienen que ver con el consumo popular,
distribución, y la normal circulación del transporte público. Dicho
proceso de unificación comprende al conjunto del proletariado. Pero
quedó establecido desde un comienzo, por la fuerza de los hechos, el
papel hegemónico y de vanguardia del MO con relación al resto de las
capas populares. Todo lo anterior permite definir la crisis de octubre
como un proceso rápido, en donde las condiciones para el desarrollo
de la autonomía de la clase se comienzan a visualizar como una
posibilidad real. O, lo que es lo mismo, por la combinación de los
procesos hasta aquí descritos, la crisis de octubre manifiesto los

129
síntomas del desarrollo de una crisis revolucionaria. ¿Qué
entendemos por esto? El establecimiento de una correlación fuerzas
que le permite al proletariado construir su autonomía política e
ideológica, generando una vanguardia al interior del MO que, sobre
la base de este proceso, lo conducirá a plantearse el problema del
poder. La vanguardia de la clase desarrolla y profundiza los CI en este
período, aportando, a la vez, todo su esfuerzo a la construcción e
implementación de los prematuros organismos de doble poder: los
Comités Coordinadores de Trabajadores.

La ofensiva de los trabajadores derrota a los sectores más


recalcitrantes de la burguesía y al conjunto de la ofensiva del capital.
Pero al mismo tiempo, al producir la normalización, permite la
recuperación de la UP, la que no olvida su pánico ante la ofensiva
burguesa y los rumores de golpe de Estado. Octubre, además,
profundiza aún más la crisis del capitalismo. A esta altura los capitales
de Estado, en cuanto proceso acumulador y de expansión a través del
Estado, se estaba quedando en proyecto, lo que conduce a una
creciente paralización del sector privado. Por si fuera poco, la UP
sufre uno de los precios más bajos del cobre en el mercado mundial,
junto con un deterioro acusado de la balanza de pagos. La UP no sólo
es incapaz de avanzar hacia el Estado acumulador, sino que convierte
a éste en despilfarrador. Lo regresa a su viejo papel redistributivo. Es
por esto que el terror de los capitalistas ante la contraofensiva del MO,
combinado con la búsqueda de un acuerdo que les permita recuperar
y desarrollar prácticamente lo realizado por el proyecto capitalista de

130
la UP, le permite a la burguesía y a la burocracia UP cerrar el período
de octubre con la derrota de la clase obrera.

O, lo que es lo mismo, la primera ofensiva generalizada de los


trabajadores, quienes paso a paso habían conquistado sus primeros
niveles de unificación, creando los primeros niveles de unificación,
creando los elementos básicos de autonomía política, es derrotada.

Las condiciones del acuerdo UP-Burguesía, a través del Estado, trata


de ser definido en el resultado electoral de marzo 73. Allí la burguesía
esperaba legitimar una correlación de fuerzas que le permitiera
imponer sus criterios. Pero la radicalización del proletariado produce
un resultado sorpresivo para los capitalistas y... para la burocracia
UP, la cual baila de alegría por el 44% obtenido en las urnas. Esto le
hace suponer al PC, y a los sectores más cercanos a él, la posibilidad
de ganar tiempo en las perspectivas de un acuerdo más ventajoso,
pretendiendo permanecer como burocracia del capitalismo chileno.
Pero la crisis del capitalismo no perdona. Su profundización, a través
de la lucha de clases le presenta a la burguesía una sola alternativa:

131
romper con los sueños, de la pequeña burguesía UP y preparar, como
única salida, el golpe de Estado.

Golpe de Estado que, sin embargo, no será solamente la respuesta a


esta crisis, sino que, además, al riesgo que implica la lucha
revolucionaria encabezada por la clase obrera.

El análisis anterior sirve de marco a lo que nuestro subtítulo anuncia.


Esto es, a la actividad del MO y del conjunto del proletariado desde la
crisis de octubre hasta el golpe de Estado.

La derrota de la clase en la crisis de octubre tiene un claro significado.

*Se recompone la función represiva del Estado: Gabinete con los


generales.

*Se desarrolla una política preventiva: no pueden haber más tomas


de fábricas.

*Se ataca directamente a la expresión material del avance de los


trabajadores: se devuelven las fábricas tomadas durante el paro
patronal.

*Se establece una política de precios con la intención de terminar con


el mercado negro: en los hechos, se disminuye el salario real, ya que
el proletariado debe pagar más por los únicos artículos que puede

132
comprar a través de los organismos creados por su propia
movilización.

*Se trata de burocratizar la movilización independiente de la clase


obrera: los partidos de la UP y el MIR pretenden incorporar a los CIs
a la CUT (lo más sorprendente es la acusación que el MIR lanza a los
CIs: paralelismo sindical).

*Finalmente, los objetivos que la burguesía, la UP y el MIR le dan a


las elecciones vacían de contenido a los Comités Coordinadores de
Trabajadores, los cuales desaparecen.

Pero ¿Por qué fue derrotado el MO en la crisis de octubre? Sólo hay


una clara respuesta: por su incapacidad para generar una
contraofensiva. Dicha incapacidad tiene dos explicaciones: la política
de los partidos de dentro y fuera de la UP que restan sectores del
proletariado en la perspectiva de esta contraofensiva; pero lo
sustancial es el segundo elemento: la ausencia de una vanguardia
adecuada a los requerimientos que dicha contraofensiva exigía,
debido a la correlación de fuerzas que se le enfrentaba. La historia de
la unificación de la clase obrera hasta la crisis de octubre se expresaba
a través de sectores de trabajadores que, en tres o cuatro provincias,
permitían empujar al conjunto de la clase a romper con su
identificación con el programa de la UP, desarrollando una política
independiente. El día que la burocracia y sus partidos abren junto con
la burguesía un período político que le permita solucionar sus
intereses, pasando previamente por la destrucción de la ofensiva del

133
MO establece que la unificación, que se venía dando por la alianza de
determinados sectores del proletariado, se torne insuficiente para
desatar otra ofensiva. Porqué la única forma de derrotar dicha
correlación de fuerzas era replanteando el conflicto en su exacta
dimensión, es decir, entre clases que se oponen antagónicamente. No
queremos decir con eso que los obreros debían armarse o adoptar
una política revolucionaria marxista –lo que hubiera sido
extraordinario- sino que, dada la etapa por la que atravesaba el
conflicto social y político, el proletariado respondiera generalizando y
masificando la lucha económica. Lo que aseguraba el desarrollo de
una política independiente de la clase, profundizaba los elementos
conducentes a una crisis revolucionaria y creaba las condiciones
materiales para el desarrollo de sus organismos, con los cuales se
planteara, paulatinamente, el problema del poder. Para lograr todo
esto era necesario o paralizar el país o controlar el equilibrio político
y social entre las clases desde los centros de decisión y reproducción
del sistema en su conjunto. Lo que equivale a decir que sectores
específicos debían entrar a funcionar de una manera decisiva. Nos
referimos al enclave minero: los obreros del cobre, del salitre y del
carbón. Porque la estructura del capitalismo chileno, las
características de su desarrollo, establecen que el conjunto de las
relaciones sociales de producción (es decir, la propia reproducción del
país) gira alrededor del enclave. Desde donde surge el MO que,
históricamente, ha encabezado las luchas contra el capital. El
fraccionamiento de la clase obrera a que hicimos mención
anteriormente también se expresa en el aislamiento burocrático que
la CUT les impone a los obreros del enclave, conectándolos con el

134
resto de los trabajadores solamente a través de lo que se llama el
plenario de federaciones. Instancia orgánica que en el período que
comentamos es utilizada por la UP como auxiliar en la
implementación orgánica y política de su programa. Este fenómeno
se agrega al hecho objetivo de que son las ciudades en donde la
confluencia de distintos sectores del proletariado en lucha permite
adquirir un mayor nivel de conciencia. El aislamiento geográfico del
enclave, con una concentración urbana de determinadas
características, con el peso burocrático de la CUT, impide el encuentro
de la vanguardia surgida en el impulso de los cordones con la
vanguardia histórica del proletariado chileno. Unión que habría
permitido desencadenar las condiciones para el desarrollo ascendente
independiente del MO. Lo que mirado desde el punto de vista del
golpe, plantea dramáticamente el problema de los ritmos de esta
lucha, la que comienza a desarrollarse, nuevamente, después de
marzo-73, de una manera aislada, pero generando condiciones para
dicho encuentro.

La crisis de octubre provoca, por lo tanto, una división al interior de


la clase: entre los que se manifiestan en lucha puramente
reivindicativa y económica y los CIs. Estos tratan desesperadamente
de mantener su organización ante los embates de la burocracia, la
represión del Estado capitalista y el avance de la ofensiva burguesa.
Pero, a la vez, la lucha económica, en la condición de los procesos
descritos, es también política; ataca las posibilidades de subsistencia

135
del Estado capitalista, de la burguesía y del conjunto del sistema. Las
estadísticas sobre el movimiento huelguístico en esta etapa confirman
de sobra lo anterior.

La lucha de los trabajadores del cobre, después de marzo-73,


desenmascara el carácter represivo y capitalista del Estado dirigido
por la UP. Esta intenta dividir a los mineros (elecciones en
Chuquicamata y la Exótica) pero sólo consigue que dicha experiencia
sea el antecedente de que, por primera vez en la historia de las cinco
grandes minas, se presente un pliego único de peticiones, en agosto-
73. Sintomáticamente, los mineros piden un aumento salarial del
300%, al que se unen los sindicatos textiles y de la construcción en
Santiago y el resto del MO quien prepara la presentación de 1500
pliegos similares para octubre-73 a través de los CIs. El mensaje fue
claramente recibido por la burguesía. Las conclusiones son obvias no
es necesario escribirlas aquí. Se produce el golpe de Estado. Kornilov
ganó. Es decir, la represión burguesa triunfa en medio del proceso de
unificación y autonomía de la clase obrera. Ahora entendemos,
medianamente, lo que el golpe produjo. La represión constante de la
burocracia UP contra la lucha independiente de la clase, su
desbandada después del golpe, permite que las FFAA y la burguesía
continúen dicha tarea, pero bajo las condiciones ahora, de la
contrarrevolución: de una manera masiva, a sangre y fuego. Ni la
doble cantidad de armas existentes hubieran cambiado la actitud de
la UP. Esta no era expresión de la valentía o la cobardía, sino de sus
objetivos políticos y económicos. Uno de los pocos mártires de la

136
dirección UP que murió en combate, Salvador Allende, dejó
claramente establecido, a través de sus palabras y actos, el
comportamiento de un hombre que dirigió, consecuentemente, la
aplicación del programa reformista: cae defendiendo los principios
del honor, de la democracia burguesa, de una constitución, en fin, que
sellaba jurídicamente la centenaria explotación de la clase obrera.
Muere defendiendo la casa de los presidentes. Pero ¿Quién pudo
haberle exigido que combatiera junto con los trabajadores en los
cordones industriales, si estos eran la negación de lo que
representaba? Nadie. Ni siquiera los obreros se lo exigieron.

Pero los que le pidieron a la UP, durante tres años, que cumpliera con
su programa, sin comprender la profundidad de la actividad política
de la clase trabajadora, también fueron consecuentes durante el
golpe. Primero le demandaron a la UP que combatiera y como,
obviamente, ésta no lo hizo, retrocedieron para proteger su partido.
Siguieron sin comprender que en el estado de conciencia y
organización de la clase obrera se encontraba la única respuesta
posible al golpe militar….

Afortunadamente el largo rodeo que hemos dado para llegar hasta


aquí nos permite ser concisos en este punto.

137
Proveníamos de distintas organizaciones políticas de la izquierda
chilena, aportando los contenidos problemáticos que surgían de la
falta de adecuación entre estas organizaciones y el proceso
encabezado por el MO. Falta de adecuación entre estas organizaciones
y el proceso encabezado por el MO. Falta de adecuación que no
provenía, tan sólo, de lo incorrecto de su línea política, sino que,
además, de la absoluta incapacidad orgánica para enfrentar el
proceso mencionado. Lo anterior se manifestó en un flujo de
militantes hacia fuera de los partidos, a partir, centralmente, de la
experiencia de octubre. En aquel momento, gracias a la actividad
desarrollada por los trabajadores, aparecen una serie de discusiones
que son reprimidas por las distintas burocracias, o, a lo sumo, dejan
sin respuesta a las interrogantes.

Comenzamos a reagruparnos sobre la base de un análisis negativo de


nuestra experiencia pasada, tratando de entender, realmente el
proceso; pero desde una perspectiva que asegurara, por un lado, una
comprensión global de lo que estaba ocurriendo y sentara, por el otro,
las bases de nuestro accionar político. Para lo cual, todo nuestro
esfuerzo orgánico se centró en la construcción de una tendencia
revolucionaria al interior de la clase obrera. Como una forma de
asegurar, no desde el exterior del MO, sino como una corriente que
nace y se desarrolla en su interior, íntimamente ligada al carácter que
adopta la lucha de clases, la culminación de su autonomía antes
citada: nos definimos, pues, como un grupo que buscaba desarrollar

138
las corrientes autónomas del MO. En este sentido se ubica nuestro
trabajo y nuestra relación con los trabajadores en Santiago y en el
Norte del país, fundamentalmente, en Chuquicamata. Es desde esta
perspectiva que aparece en agosto- 73, el primero número de
CORREO PROLETARIO.

Pero nuestra implantación reconoce dos niveles. Uno orgánico,


agrupando en el trabajo político a aquellos que se vinculaban
directamente a COP. Otro inorgánico, es decir, referido a los sectores
que, si bien se manifiestan, nunca llegan a integrarse en el aspecto
anterior, en términos de una relación orgánica-política. Esto nos
conduce, además, por el necesario lugar que ocupaba entre nosotros
la discusión política, a no resolver antes del golpe de Estado una serie
de tareas orgánicas que nos hubiera evitado ser barridos de un
plumazo.

Todo el mundo dice que Chile entrega lecciones a los revolucionarios.


Todo el mundo dice que Chile es una experiencia que debe ser
integrada a la historia del MO internacional.

Pero ninguno de los partidos, a pesar de que se colocan a sí mismos


como una alternativa para ser seguida en Chile, nos han dicho cuáles

139
son esas lecciones. Ni porqué esa experiencia puede tener el derecho
de ser estudiada por la clase obrera y los revolucionarios de todo el
mundo, como uno de los elementos constitutivos de su lucha contra
el capital.

Nada nos sorprende más que la “discusión” que se produce en


organizaciones llamadas de izquierda revolucionaria genere políticas
para Chile sin tomar en cuenta la experiencia acumulada por nuestro
MO en los últimos años.

Nada nos sorprende más que se hable de la construcción del Partido,


de las características que las organizaciones de masa deben tener, sin
hacer mención a las condiciones reales de existencia del proletariado
hoy en día. Y a la conexión que esto tiene con su pasado mediato e
inmediato. En cambio, se recita, en discusiones estériles, lo que Mao,
Lenin u otros dijeron sobre el particular.

Nada nos sorprende más, que quienes dicen tener un trabajo en Chile,
afirmen una y otra vez que la clase obrera se expresa, desarrolla y
organiza en sus organizaciones tradicionales –PC y PS-, como si el
MO no tuviera historia y la derrota de septiembre no hubiera
significado nada.

140
Nada nos sorprende más que se hable de 30000 muertos, de miles
apresados, torturados y encarcelados, de las condiciones terribles en
que hoy día nuestro proletariado vive, y se insista, a la vez, sobre el
permanente mejoramiento de las condiciones revolucionarias.

Nada nos sorprende menos que el acuerdo de Berlín. Por ello es que
hemos debido, necesariamente, ajustar cuentas con la experiencia
aniquilada a sangre y fuego por el golpe de Estado. Por lo menos en
una serie de cuestiones centrales. Por ello es que, además, en este
mismo período, hemos tratado de avanzar en una serie de aspectos,
entre ellos, el de las condiciones materiales en el que hoy se
desenvuelve la lucha de clases en Chile (ver: “La política económica
de la Junta”).

Por ello, también: 1/Creemos que la lucha por la revolución, hoy en


Chile, pasa por la reorganización del MO. Pero dicha reorganización
no surgirá como el producto combinado de la lucha de los
trabajadores y del sistema político que a través de la democracia
burguesa, ha explotado al proletariado chileno durante decenas de
años.

2/ la reorganización del MO será la obra de él mismo. Lo que le


permitirá separarse, en el camino, por la decisión de combate que ello
implica, de los sectores que demagógicamente buscan la

141
reorganización de la clase como algo que le permite subsistir
políticamente. Ellos, necesariamente, deben concluir un acuerdo con
una fracción de la burguesía para abrir las puertas a una forma de
sociedad que el golpe enterró. 3/ Pero las tareas conducentes a la
reorganización precisan de una tendencia revolucionaria, surgida del
seno de los trabajadores –por lo tanto compuesta, centralmente, por
obreros- que superando las debilidades, sobrepase las barreras y
prepare y desarrolle las tareas políticas que permitan la alteración de
la actual correlación de fuerzas en la consecución del objetivo citado
en el punto 1/. 4/ Pero si es a través de esta tendencia revolucionaria
como se reorganiza la clase, ésta debe evitar la repetición de lo que
debilitaba al MO. Debe evitar, por ejemplo, la reproducción mecánica
de la CUT, lo que desde el punto de vista de la tendencia se expresa
como la exigencia práctica y teórica de superar el pasado. 5/ Esta
tendencia la concebimos no como partido; por varias razones: porque
tenemos una concepción de la construcción de esta que presupone la
asistencia de obreros de vanguardia, los que participan activamente
en su fundación y desarrollo. En segundo lugar, porque la actividad
política no comienza o termina solamente con el partido. Además, un
partido supone un nivel de obligaciones que no estamos en
condiciones de cumplir exitosamente en las actuales circunstancias.
Lo que no quiere decir una falta de deseo, sino más bien, la existencia
objetiva de una derrota de la clase obrera. Porque el partido se
prepara a sí mismo para desarrollar una agitación y una política. Y la
tendencia, en cambio, busca preparar, a veces de una manera
inorgánica, con propaganda, consignas, a pequeños organismos
donde se desarrolla la reflexión y la aparición de nuevos cuadros.

142
Digamos que el partido se prepara para actuar bajo determinadas
condiciones y la tendencia prepara éstas. Y su desarrollo, el cambio
en sus apreciaciones tácticas y programáticas, está dado por lo que
suceda al interior de la clase, sin necesidad de competir con otras
organizaciones que puedan nacer de la clase (esto significa que
hablamos de LA TENDENCIA, como única y exclusiva).

La tendencia enfrenta las obligaciones que surgen del período. Y en


las condiciones actuales éstas se caracterizan por la coordinación de
los sectores desperdigados al interior del MO. Por la búsqueda de una
reflexión crítica de su experiencia pasada y por expresar claramente
lo que a cada instante pasa. Siendo capaz de no caer en el
voluntarismo y, más bien de construir en donde no queda nada, antes
que preocuparse por destruir determinadas organizaciones, que el
peso de los hechos hacen que entren en crisis. 6/Pero ¿dónde están
las condiciones para que esta tendencia se desarrolle? En la existencia
de una vanguardia que no ha sido asesinada, la cual sobrevive en las
fábricas, espera su liberación en los campos de concentración o, ya
liberada, anda dando tumbos sin poder organizar su lucha contra la
burguesía. Y, además, en los sectores revolucionarios que, en su
proceso crítico y autocrítico, son capaces de cuestionar su pasada
actividad política, poniendo al servicio de la construcción de la
tendencia una experiencia que abarca los errores que es necesario no
repetir. 7/ El desarrollo de una tendencia en las condiciones
anteriormente enumeradas surge íntimamente ligada a la
experiencia pasada, como su comprensión y superación, no como

143
retraso o estancamiento, por ejemplo, con relación a la participación
del MO en la lucha política. En aquellos que no entienden esto se
puede producir una serie de desviaciones. La que más nos preocupa
en este momento es el obrerismo. ¿Cómo aparecería esto? Como la
intención de dividir a pequeños burgueses y proletarios del MO, en la
lucha por la construcción de la tendencia revolucionaria.
Reivindicación, por un lado correcta, en el sentido que es la pequeña
burguesía UP la que dirige el proceso 70-73. Pero por el otro,
incorrecta, ya que no comprende que las tendencias autónomas del
MO son la combinación de una serie de elementos, detrás de los
cuales se encuentra la crisis del capitalismo. Expliquémonos: para
nosotros el partido y el proyecto tendencial que buscamos hoy
concretizar no emergen de la unión entre el socialismo y el MO
espontáneo (entendido esto último como reflejo casi primario de la
clase), en la cual los intelectuales aportan el socialismo como ciencia
desde fuera de la lucha de clases. Muy por el contrario, pensamos que
solo la clase obrera es capaz de segregar sus formas de lucha, así como
sus objetivos. La experiencia histórica del MO es expresión de sus
aspiraciones, de sus decepciones y, sobre todo de sus fracasos más
que de sus victorias. Sobre la base de estas experiencias se desarrolla
la organización que, buscando en la historia la causa de sus derrotas,
interpreta de cerca el desarrollo del capitalismo y genera su ideología,
ayudando a la clase obrera y contribuyendo a su maduración. Pero
esto está mirado desde la gran perspectiva de la historia, desde el
balcón construido por los teóricos revolucionarios, quienes aparecen
al interior de la confrontación entre las clases y nos permite observar
la experiencia del MO internacional con continuidad.

144
Lo que no significa olvidar los períodos de retroceso, los períodos en
que el reformismo agrupa a la clase obrera tras de sí, los períodos de
barbarie en que la clase obrera es abatida brutalmente. Período en los
cuales, sobre todo este último, las tácticas que pretenden establecer
las mejores condiciones para el desarrollo de la lucha revolucionaria
tiene el accionar de la clase obrera como trasfondo, pero son
ejecutadas por sus sectores de vanguardia, por los sectores más
avanzados del proletariado, por los revolucionarios en general,
quienes armados con la ideología anteriormente mencionada,
permite el avance de la clase obrera.

Y esta realidad se opone a la del obrerismo, el que establece una


diferencia tajante por la incomprensión de las leyes de la lucha
política, que nos vienen dadas por la estructura del sistema
capitalista.
--Lo escrito es nuestro proyecto. Su aplicación es el combate que hoy
reiniciamos, otra vez, a través de CORREO PROLETARIO.

________________________________________________________

145
9. Apuntes sobre el proceso portugués
El 25 de abril de 1974 el régimen fascista más viejo del mundo se
desplomaba ante el pronunciamiento militar de un grupo de oficiales
de mandos medios.

El golpe no fue una simple reacción ante la dictadura de Caetano.


Desde la década del sesenta, la burguesía portuguesa se asentaba en
un proceso de acumulación de capital a través de una intensificada
explotación de la clase obrera. Mediante la represión mantuvo a esta
desorganizada, impidiendo que luchara por mejorar sus condiciones
de vida. Las luchas obreras estaban condenadas a desenvolverse en
condiciones penosas, teniendo, casi siempre, como consecuencia la
muerte, la prisión, la clandestinidad o el exilio. Esto, unido al
desempleo oculto de las zonas rurales, le posibilitó a la burguesía la
utilización de una mano de obra barata. Los capitalistas portugueses
no se vieron en la necesidad de aumentar su capacidad productiva
aplicando nuevas y avanzadas tecnologías, ya que esto lo compensaba
con el bajo costo de la mano de obra y la obtención de las materias
primas en las colonias, a precios ventajosos. (Lo que la condujo a
reproducirse con una baja composición orgánica de capital.)

146
Pero las guerras coloniales y la emigración masiva de los trabajadores
rurales hacia Europa, reduciendo considerablemente el ejército de
reserva con que el campo había tradicionalmente provisto las

El 25 de abril rompió de una forma brusca la estructura política


portuguesa, abriendo el camino hacia el resquebrajamiento y
disolución de las relaciones de producción capitalistas. Esta
disolución se ha llevado a cabo de una manera progresiva a lo largo
de estos últimos 18 meses, provocando una completa desarticulación
de los mecanismos de acumulación en que se asentaba el sistema
capitalista portugués. Esto ocurrió a través de las reivindicaciones del
MO, después del 25 de abril, que tendrían profundas consecuencias a
nivel de la producción y el consumo. Los aumentos de salarios que en
algunos sectores industriales fueron del 200%, provocaron una
violenta alteración a nivel de la producción, conduciendo a muchos
medianos y pequeños empresarios a la quiebra ante la imposibilidad
material de atender las reivindicaciones obreras. La respuesta de los
trabajadores ante los cierres de fábricas fue su ocupación.

Por otro lado, la inversión de capital se paraliza en otros sectores, ya


que la tasa de ganancia era 0.0 en diciembre del 74.
A causa del aumento salarial, creció el poder de compra del
proletariado portugués. Muchos artículos de consumo -azúcar, carne,

147
cereales, trigo, etc.- tuvieron que ser importados, con lo cual se
agravó el déficit de la balanza comercial

En el marco de esta crisis se desarrolla la lucha política en Portugal.


La característica de la lucha revolucionaria de la clase obrera es que
hoy comienza a abarcar todo el país. Los trabajadores no toleran por
más tiempo condiciones miserables de vida. En casi todas las ciudades
existen las Comisiones de Moradores, cuyos objetivos son luchar por
casas decentes, facilidades y servicios para toda la comunidad local.
En las fábricas los trabajadores han elegido Comités como sus únicos
portavoces. Como es lógico, en algunas zonas la lucha está mucho
más avanzada que en otras. En la industrial Setúbal ya se ha creado
un Comité de Lucha elegido por las comisiones de trabajadores,
soldados y moradores. Estos organismos unitarios caracterizan la
lucha de los dos últimos meses en relación con los procesos
anteriores: la participación de la clase obrera en la lucha política y
económica se profundiza a través de un proceso de unificación. Cada
intento de la burguesía buscando detener estas corrientes, en el
fondo, ha funcionado como detonador de una mayor movilización y
organización de las clases (ocupación militar de los medios de
comunicación en manos de los trabajadores, voladura de Radio
Renascenza, etc). Sin embargo, lo que está alterando definitivamente
el cuadro político, es el propio desequilibrio del capitalismo

148
portugués, que trata hoy de resolver el problema de su reproducción
en medio de un creciente proceso de movilización y organización de
la clase. En estas últimas semanas la burguesía trata de implantar un
programa de "austeridad": racionamiento de los productos de
consumo básico, control de precios, congelación de salarios, término
de cualquier negociación de los pliegos de peticiones en las industrias
y disminución en un 15% de los salarios más altos. Hoy, para la clase
obrera portuguesa, la lucha económica comienza a confundirse con
la lucha política y la organización de la primera servirá para impulsar
aún más la segunda y viceversa.

Por otra parte, la burguesía portuguesa ha intentado, en todos y cada


uno de los seis gobiernos, mermar la capacidad combativa del MO,
pero se ha encontrado sin instrumentos efectivos para llevar a cabo
estos propósitos. A cada uno de estos intentos, sean ellos aplicados
por la ley o por la fuerza militar, ha seguido un proceso de
radicalización que ha estrechado, aún más su margen de maniobra.
La burguesía está perdiendo la última posibilidad de darle solución a
sus problemas por la vía "democrática". En su seno se está llevando
a cabo un proceso de unificación, cuya única salida, sea por el carácter
que tiene la lucha de clases, sea por la crisis del capitalismo, es la
represión masiva contra el MO y las fuerzas del proletariado, como
única manera de asegurar su existencia como clase.

149
Pero lo que expresa este su deseo precisa de condiciones materiales.
¿Están dadas estas? No, si vemos la urgencia que para la burguesía
tiene imponer la contrarrevolución. El ejército, instrumento a través
del cual intentó imponer su política, ha entrado definitivamente en
crisis. Parte de sus oficiales y soldados están ahora organizados en el
Soldados Unidos Vencerán (SUV), que nace el 4 de setiembre,
estableciendo un programa unitario de lucha junto con el MO,
buscando impulsar una ofensiva de clase de carácter autónomo.

Pero esto no quiere decir que la burguesía se encuentre desarmada.


Ella aún tiene bajo su influencia a determinadas unidades del ejército
y, en este aspecto, mantiene la capacidad de desmovilizar las últimas
promociones de reclutas en las FFAA. Sin olvidar que hoy puede
utilizar la fuerza política y militar de los refugiados ingleses. Y, en
última instancia, tiene el apoyo de la burguesía internacional.

Unas últimas palabras sobre el Movimiento de las FFAA (MFA). Los


oficiales del 25 de abril procedían casi todos de la burguesía. La
mayoría de ellos sólo querían terminar con el fascismo y las guerras
coloniales. Querían terminar con el régimen político, pero no con el
sistema capitalista. En esto se acercaban a todos los partidos de los
diferentes gobiernos de coalición que se han formado desde entonces:
la defensa de la democracia.

Fueron necesarios los intentos de golpe del 28 de setiembre y del 11


de marzo para que se depurara el movimiento de los capitanes.

150
Con el recrudecimiento de la lucha de clases las En agosto-75 aparece
el documento Melo Antunez, alrededor del cual se polariza la derecha
del MFA. Días después aparece el documento del COPCON, en donde
se aglutinan los sectores revolucionarios del MFA, profundizándose,
a partir de ahí, las divisiones en el seno del MFA Pero ahora ya como
consecuencia de las abiertas confrontaciones de clase, que desde el 11
de marzo se sostienen en cada fábrica, fundo, pueblo, ciudad.

El documento del COPCON, en líneas generales, proponía el


desarrollo de los órganos autónomos de clase, tales como Asambleas
Populares. Comisiones de Trabajadores, Moradores, etc. Estos
últimos aceptaron el documento inmediatamente. Hoy, sus principios
son llevados a la práctica superados, por el SUV.

La clase obrera portuguesa construye hoy su destino. Pero al igual


que la chilena, lo hace de una manera original, incorporando nuevas
lecciones a la lucha histórica del movimiento obrero internacional.

______________________________________________________

10. Liberación de los presos


Cuando en Noviembre de 1974 la Junta de Pinochet, presionada por
sectores de la “opinión pública internacional” y por el boicot de
sectores del movimiento obrero internacional, decide comenzar a
publicar las listas de presos políticos “autorizados a abandonar el
país”, dentro de los campos de concentración, la noticia se recibe con

151
una cierta indiferencia, porque se sabía que el anuncio correspondía
a una actitud demagógica.

Sin embargo, se suponía, correctamente, que un pequeño número de


detenidos, los más antiguos y los más “importantes”, resultarían
beneficiados con esta posibilidad de ‘exilio voluntario’.

Tres meses después de publicada la primera lista de 100 “liberados”,


el 80% de ellos continuaba en el campo de Tres Álamos en Santiago.
¿Qué estaba ocurriendo?

1.- La Junta continuaba negociando las salidas, esperando recibir


desde el exterior algunas ventajas a cambio de la liberación de
algunos peces gordos del régimen de la UP.

2.- Para la mayoría de los expulsados resultaba imposible conseguir


una visa de entrada en algún país.

3.-Los pocos que habían logrado salir por esta vía eran quienes
podían hacer valer su calidad de profesionales, científicos o dirigentes
políticos “importantes”. Los obreros, campesinos, militantes de base,
continuaban presos, con su decreto de expulsión en el bolsillo.

En los meses sucesivos a Febrero del 75, la Junta decide deshacerse


de una determinada cantidad de presos, por razones diplomáticas y
152
por razones logísticas (falta de espacio). Para ello adopta una doble
política:

1. Asesina a una cantidad de presos, poco conocidos pero “peligrosos”,


y sobre todo sin una “opinión pública” detrás. 2. Plantea nuevamente
la salida de los presos más antiguos por la vía de la expulsión del país.
Y, nuevamente, quienes comienzan a salir de este modo son aquellos
presos que tienen fáciles contactos en el exterior, “dirigentes”
políticos, ex-burócratas internacionales y algunos profesionales. En
resumen, los mismos de siempre, los que no pierden nunca.

Frente a estos hechos, y más allá de lo que significa un análisis y una


opinión acerca de la política mercantil de la Junta con los presos
políticos, CORREO PROLETARIO llama a levantar al interior del
movimiento obrero internacional una determinada política de
solidaridad con aquellos detenidos que hoy aparecen expulsados del
país y, por lo tanto, con la posibilidad concreta de abandonar las
cárceles. Planteamos que, en función de las necesidades de la
reorganización del movimiento obrero chileno, la máxima prioridad
en este sentido es la liberación, precisamente, de los obreros y, en
general, de todos los proletarios encarcelados por la Junta.

La Dictadura chilena acumula presos políticos para tener


posteriormente la posibilidad de negociarlos a cambio de mejorar sus
relaciones diplomáticas y económicas con el exterior. Esta política,
increíble demostración del carácter de mercaderes de carne humana

153
de estos carniceros que gobiernan Chile por cuenta de la burguesía y
por imposición del capital, debe ser denunciada sistemáticamente.

Pero también debe ser denunciada la actividad de las burocracias que,


aceptando este negocio, lo hacen fundamentalmente para reforzar su
política externa en función de la llamada campaña de solidaridad con
Chile y, por la vía de la negociación, lograr la liberación
exclusivamente de sus “cuadros políticos” y dirigentes, que
garanticen una determinada actividad en el extranjero. La UP
continúa negociando a alto nivel, la salida de sus “jerarcas”,
desentendiéndose, completamente, incluso de sus propios militantes
anónimos. Dentro de los campos, los obreros y campesinos, los
militantes de base, ven desfilar hacia las puertas de salida
precisamente a quienes los condujeron a la cárcel: los ex-ministros,
ex-diputados y ex-senadores. Sus ex-dirigentes.

Por otra parte el MIR, en sus documentos en el exterior, considera de


máxima prioridad conseguir la salida de sus “profesionales de la
revolución”, el problema global de una vanguardia obrera presa lo
deja indiferente.

El movimiento obrero internacional, especialmente aquellos sectores


de mayor conciencia de clase e independencia, debe, por un lado,
ejercer su influencia en el sentido de actividad una campaña de

154
solidaridad con los obreros y campesinos presos en Chile,
desarrollando en este sentido una campaña política con un claro
contenido de clase, y, por el otro, denunciar la conducción de la
campaña burguesa y pequeñoburguesa que se limita a lanzar grandes
llamamientos en favor de algunas personalidades.

La libertad de todos los presos políticos de Chile no dependerá,


seguramente, de los llamamientos más o menos demagógicos, sino
de la posibilidad de la única alternativa en Chile a la dictadura del
capital: la revolución proletaria. Los presos sometidos a la tortura y
el encierro por la burguesía chilena tienen, eso sí, la permanente
ayuda y solidaridad de sus hermanos de clase dentro y fuera del país.
Esta solidaridad y esta ayuda son parte hoy del movimiento que
prepara la reorganización de las fuerzas proletarias en Chile.
Saquemos de las cárceles a los obreros que podamos, exijamos la
libertad de todos los presos políticos, no permitamos ni aceptemos el
juego de la Junta militar, que está de acuerdo con dejar irse a quienes
no tienen destino ni futuro político y considera a un obrero consiente
como su principal enemigo, ahora y en el futuro.

________________________________________________________

155
11. Corresponsales obreros
CORREO PROLETARIO sin corresponsales obreros no puede llevar a
cabo la tarea que le incumbe como organizador colectivo.

Esto es válido también, en un grado menor, respecto de los


corresponsales en general y de los chilenos que hoy están en el exilio.

El porqué de lo anterior se desprende, naturalmente, de la línea


política que el organizador colectivo busca expresar y de las
condiciones a través de las cuales esta ha de desarrollarse. La
reorganización del MO chileno, como eje central de la lucha por la
revolución, no se logrará por la simple sumatoria de militantes
revolucionarios. Será, necesariamente, la propia acción de la clase
obrera quien, uniéndose con los sectores que conforman el
proletariado, logre alterar la actual correlación de fuerzas en que la
represión a partir del golpe de estado, la dejó.

156
Pero una acción política, que es el resultado de la actividad de muchos
sectores y, fundamentalmente, en determinados períodos, de un
pequeño sector del MO que se desgaja como vanguardia, pasa,
previamente, por la clarificación de su estado real: de la estructura
del sistema capitalista que lo define y coloca los límites de su acción
política y del nivel de su conciencia.

Esta situación general abstracta es mucha más valedera el día de hoy


cuando de lo que se trata es de la reorganización del MO y, sobre todo,
cuando hay alteraciones fundamentales en la estructura de la clase
obrera, producto del rumbo tomado por el capitalismo chileno.
Situación diferente, desde luego, a aquella que condujo a la creación
de la CUT y, en el gobierno de Allende, a los cordones industriales.
Esta alteración puede ser descrita y explicada de muchas maneras,
pero sólo una de ellas nos lleva a avizorar la reorganización del MO,
esto es, cuando el propio MO es el que participa directamente en su
producción. Los corresponsales obreros ya se justifican en esta
perspectiva. Pero más aún. La lucha por la reorganización del MO es
hoy, más que nunca, un combate. No tan solo concebido como un
enfrentamiento con la Junta Militar. Sino, que además, éste será un
combate contra la pequeña burguesía, desplazada hoy por la Junta de
sus lugares de privilegio (Estado, burocracia partidaria, etc.) y cuyo
proceso de empobrecimiento la lleva a buscar en el MO la fuerza que
le permita cambiar la situación, en términos generales, y su situación
particular, en términos personales.

157
Pero hay un tercer combate. Es contra aquellos que no asimilan las
lecciones del golpe y que, mecánicamente, buscarán la reorganización
del MO bajo los mismos principios en que esto se daba antes del 11 de
setiembre.

Lo cual es consecuencia de su incapacidad para entender el papel que


juega el MO en la lucha política por la revolución. Para combatir al
conjunto de estos sectores no basta la “claridad ideológica”, ni la
“claridad de la historia de las revoluciones”. Es necesario estar al
interior del MO, no de una manera marginal -a través de un caudillo
o de un dirigente-, sino que concretamente, como tendencia, que se
expresa de una y mil maneras, definiendo los límites, las líneas de
demarcación entre una posición y otra, a través del combate
descarnado. Allí es donde se inscribe el organizador del colectivo. El
le da permanencia a estos combates. Los corresponsales obreros
existen y se multiplican en cuanto a expresión de esta lucha política.

Pero ser un corresponsal obrero no significa escribir como un


periodista, ni tampoco relatar las diarias penurias por las que pasa la
clase obrera. Ser corresponsal obrero significa expresar la situación
real de la clase y los combates que ésta desarrolla. Pero para esto hay
que ser capaz de aplastar una cierta mitología, o si no ella nos aplastas
a nosotros: aquella que dice que lo válido en política es lo acabado, lo
completo, los análisis globales, y no la pequeña información que
sumada a otras, puede producir un diagnóstico global.

158
Porque entendemos que entre la práctica diaria del MO y su vida
política hay un fraccionamiento que solo se recompone bajo
determinadas circunstancias -que no son las de hoy- es que creemos
que, para asegurar la existencia de los corresponsales obreros, es
necesario la elaboración de una encuesta.

Es sabido que no hay política sin instrumentos que la lleven a cabo.


En este sentido los corresponsales obreros para desarrollarse
precisan de un instrumento que se llama encuesta.

¿Qué entendemos por encuesta? Primero, cada análisis global se


divide en distintos elementos. Segundo, cada elemento expresa una
realidad separada de otra, pero que se relacionan y se influyen
mutuamente. Tercero, la encuesta busca recomponer este análisis a
partir de la realidad, entendida como la vida cotidiana del MO, como
individuo que trabaja y se reproduce y como movimiento que busca
su reorganización política.

Cada CORREO PROLETARIO será, por lo tanto el control de cómo


marchan los corresponsales obreros o, lo que es lo mismo, de cómo
se desarrolla en la práctica la noción de organizador colectivo.

O, lo que es lo mismo, si COP expresa una tendencia al interior del


MO, y es un camino político viable.

159
* Definida la noción corresponsal obrero, el próximo número de COP
contendrá la encuesta.
________________________________________________________

12. Cuatro entrevistas


Para graficar aún más lo dicho en QUIENES SOMOS, creemos que es
interesante reproducir aquí cuatro entrevistas publicadas en “Punto
Final”. La pregunta común es ¿Qué piensa de los Cordones
Industriales?

La entrevista de Víctor Toro le fue hecha a él sólo. Las otras se


incluyeron en artículos sobre el poder popular y los cordones
industriales.

He aquí las respuestas.

Los subrayados son nuestros.

Hernán Ortega, socialista presidente del Cordón Cerrillos:


“Los cordones deben velar por el máximo de capacidad de
organización de la clase trabajadora, para preparar la clase para
enfrentar cualquier tipo de situación, ir asumiendo tareas necesarias

160
para el desarrollo del proceso. Los cordones pueden ser útiles en el
sentido de que el gobierno intérprete la inquietud de los trabajadores
de que las tareas de gobierno sean convertidas en tareas de masas.

Creemos que la solución al problema de la economía está en ir


captando y controlando al máximo los centros producción”.

Víctor Toro, jefe de la Comisión Nacional Sindical del MIR:


“A nuestro juicio, los cordones industriales tienen una debilidad como
órganos de poder popular. Agrupan sólo a un sector de los
trabajadores y se limitan a cumplir un papel que muy bien puede
corresponder a una CUT departamental o provincial, si su
dirección no estuviera controlada por reformistas o demócratas-
cristianos”.

Manuel Álvarez Rojas, independiente, presidente de un sindicato


obrero y dirigente del cordón O’Higgins:
“Cuando los trabajadores nos movilizamos es para combatir reales
injusticias provocadas por la burguesía. Desde este punto de vista,
consideramos que no es crearle problemas al Gobierno -como muchos
dicen- intentar solucionar nuestros problemas en la base misma. Lo
que a veces ocurre es que dirigentes de la CUT, por su falta de contacto
con la base, llegan a acuerdos a muy alto nivel con los cuales la masa
no se siente interpretada. En los cordones industriales, por ejemplo,

161
tratamos de suplir esta falta de contacto que, objetivamente se
produce entre los dirigentes de la CUT, y la base. En los cordones
participamos dirigentes sindicales de base. Nuestros sindicatos están,
a la vez, afiliados a la respectivas federaciones y a la CUT: pero los
cordones están demostrando en la práctica que son instrumentos que
recogen con mayor agilidad las iniciativas que surgen en la base y que
sirven para crear conciencia y mantener movilizada a la clase obrera”.

Carlos Aguilar, independiente del cordón Vicuña Mackenna:

“El cordón es un germen de poder popular en la medida en que la


clase no tiene otros organismos en este momento donde sean los
trabajadores los que estén determinando el qué hacer para
avanzar en la construcción del socialismo en Chile. Cuando los
trabajadores se plantean y logan el paso al Área Social de algunas
empresas o impulsan o implantan soluciones directas para resolver el
desabastecimiento, tales como la canasta popular y los almacenes del
pueblo, ello significa que con sus movilizaciones y con la organización
de los cordones rompen con toda la burocracia, rompen contra los
organismos de la patronal, se transforman en un organismo de poder
dual, en un organismo que acumula fuerza suficiente para ejercer
poder popular en ese sector y frente a ese problema específico. Pero en
la medida de que los cordones son organismos nuevos, no pueden
pretenderse que todos los obreros y trabajadores tengan
conciencia de que esos organismos son embriones de poder
popular. Esto se está demostrando a los ojos de los trabajadores, día

162
a día, y depende de la actividad misma que desarrolle el cordón
industrial.”

CORREO PROLETARIO, como organizador colectivo, espera entrar


en contacto con todos aquellos compañeros que, de una u otra
manera, quieren participar en el debate político que reiniciamos y
en las tareas que de esto se desprende.

Toda correspondencia debe ser dirigida a: CORREO PROLETARIO;


60 Welbeck Street; Londres-WlM. Inglaterra.

163
CORREO PROLETARIO N°3
AÑO 1976-MAYO

13. EDITORIAL

El CORREO PROLETARIO Nº3 aparece con retraso respecto a los


planes fijados en el número anterior. La causa se encuentra
fundamentalmente en nuestra falta de experiencia, lo que nos
impidió dar cumplimiento a los plazos previamente anunciados.
Trataremos de establecer, a partir de este número, una cierta
periodicidad.

El periodo que va corrido desde la aparición del CORREO pasado


hasta el actual, ha estado lleno de acontecimientos. Entre ellos, se
cuenta el verdadero baile de ilusiones que desató la publicación de
ciertos rumores a través de un diario sensacionalista inglés, que hacía

164
referencia a un supuesto teórico estallido de las contradicciones
interburguesas, particularmente al interior del Ejército. Sobre este y
otros problemas se explaya el actual CORREO.

La diferencia entre el CORREO Nº2 y el Nº3 es fácilmente


comprobable por el tipo de preocupación y problemas que cada uno
aborda.

El anterior estaba fundamentalmente preocupado de ajustar cuentas


con la experiencia pasada. Es decir, ser capaces de definir cómo
entendemos la experiencia vivida durante el gobierno de la UP. Ahí
se refutaban y se combatían una serie de afirmaciones y actitudes
dadas tanto en el plano de los análisis del carácter de la política
económica de la Junta y de la reproducción del Movimiento Obrero
como clase, como en el plano de la toma de posiciones entre las cuales
destacamos la referente a la solidaridad que una gran parte del
movimiento obrero europeo generó. En suma, el CORREO pasado fue
la presentación de una serie de contenidos que al interior de la
Tendencia Correo Proletario se vienen acumulando después del golpe
de Estado.

El CORREO actual se propone clarificar una serie de problemas que


juegan un papel importante en la consecución de nuestros objetivos,
es decir, en la perspectiva de la construcción de una tendencia

165
revolucionaria al interior de la clase obrera buscando producir la
reorganización del conjunto de la clase. Esto se expresa
fundamentalmente por la insistencia en tratar de comprender una y
otra vez, desde diferentes ángulos, el carácter de la lucha hoy en Chile,
de definir las condiciones estructurales de la clase en las actuales
circunstancias alteradas por la aplicación del programa de la Junta y
que permitirá un cierto tipo de respuesta y no otra. Se trata de volver
a insistir que detrás de la política de la Junta hay una lógica que
implica que ésta no se debilita por causa de sus propios actos, ya que
por el contrario en estos últimos meses entró a borrar de un plumazo
el chantaje sostenido durante mucho tiempo por personajes de la
democracia burguesa.

En suma, se trata de clarificar cuales son los objetivos que pensamos


que este, como periódico, debe cumplir y llevar a la práctica,
estableciendo a la vez nuestra concepción de las alternativas de la
lucha política.

Entre las críticas que el CORREO Nº2 recibió, estaba aquella de no


haber abordado el conjunto de problemas que todo periódico que
pretende participar en la lucha política debe plantearse. Algunos,
expresando esta idea, nos han dicho: No es mala la idea de publicar
un periódico, pero en el fondo el que ustedes han hecho no expresa
con claridad una política y no se sabe a qué objetivo sirve. Sin plan -
nos dicen- no hay periódico. Y por esto ha de entenderse la definición

166
de una serie de problemas, tales como programa, estrategia, táctica,
etc. Sólo sobre la base de estos se puede fundar la pretensión de hacer
política ya que la política -pareciera- exige posiciones radicales,
inclaudicables.

Nos interesa examinar esta crítica global al periódico, aún cuando


este número de CORREO cada una de ellas, separadamente,
encuentra una explicación. (Ver Respuesta a Determinadas Críticas,
Organizador Colectivo y otros artículos).

Se nos dice entonces, que no es posible hacer política revolucionaria


sin haber resuelto estos problemas, con mayor razón si estos no son
expuestos de una manera radical, para poder así entrar a ganar las
masas. ¿Es que acaso esto es cierto?

Si examinamos con esta perspectiva los tres años de gobierno de la


UP, parece ser que nos encontramos con una serie de sorpresas, entre
las cuales sobresale por ejemplo el hecho de que una serie de
organizaciones de izquierda hicieron política sin tener ni un pro-
grama, ni una estrategia ni una táctica (a no ser que se entienda por
programa un cúmulo de vaguedades a propósito del capitalismo
chileno y por, estrategia y táctica la repetición mecánica de dos o tres
líneas generales. Aquél programa, aquella estrategia y aquella táctica
encuentran un triste fin ante la realidad de Septiembre, donde se

167
revelan como elucubraciones hechas al exterior de una realidad y de
una discusión concretas, donde se revelan incapaces para enfrentar
el golpe.)

El único programa que primó en ese entonces, de una manera que


muy pocos podrán negar, fue el de la UP, que no podría ser
exactamente descrito como un programa revolucionario.

Es decir, que en los hechos no tan solo podemos comprobar que la


acción política por parte de sectores que no tienen un programa, es
posible, sino que además perfectamente comprobable. Esto conduce
inmediatamente a un interrogante de cierta envergadura: ¿Cómo
puede decirse que el único programa que primó fue el de la UP y decir
sin embargo, al mismo tiempo que se dio un proceso con
características revolucionarias? ¿Hubo o no aplicación de una política
revolucionaria?

A nuestro entender hubo. Y también se dio un programa fuera de la


UP. Aquel que surgió de la lucha de los trabajadores. Y hubo también
una política revolucionaria que consistió fundamentalmente en la
expresión en la acción de las masas, que al luchar por mejorar
condiciones de venta de su fuerza de trabajo, fue quemando etapas,
superando debilidades y planteandose la lucha a otro nivel. En esto
ha consistido la política surgida al interior de una crisis del sistema,

168
que la clase profundizó y condujo a la real posibilidad de una salida
revolucionaria. Esto es la expresión histórica de una realidad
concreta, a saber, que tanto las condiciones como el contenido
material de una política revolucionaria no se encuentran sino en el
M.O. No es otro el sentido de la crítica de Marx a Hegel y su
concepción de la política y el Estado. Para este último, el individuo
desaparecía en la idea, aparecía como un predicado de ésta. En Marx,
se trata precisamente de definir las clases y los individuos como el
centro de preocupación del Estado, más aún, como la expresión y el
contenido del capitalismo. ¿Qué dice esto? Nos parece que en el
conflicto político, la clase obrera no puede encontrar sus objetivos
programáticos a partir de un mediador que se situé a su exterior, que
la elaboración de un programa, de una estrategia o de una táctica no
tienen sentido sino se encuentran en función de las necesidades
concretas del sujeto histórico. Por ello reafirmamos que las con-
diciones de destrucción del capitalismo están dadas en la simple
existencia de la clase obrera, la que produce, cuando se provoca el
estallido del conflicto, su organización. Y provoca el cuestionamiento
del sistema de dominación.

Todo lo anterior nos conduce a decir que el socialismo no puede ser


introducido desde fuera del M.O. Es expresión de sus luchas y comba-
tes contra el capital, es la forma de cooperación que engendra en los
trabajadores la lucha por la destrucción de la propiedad privada. Y si
el socialismo aparece como introducido desde fuera del MO, es que

169
lisa y llanamente se confunde la ciencia con el socialismo y no que
este último se haya vuelto más concreto y claro.

Sobre esta base podemos intentar una respuesta a la crítica que se ha


dirigido a Correo. En rigor, es posible hacer política sin adoptar
posiciones “radicales", inclaudicables. La política no es sino la tarea
de poner en pie al MO, quien será en última instancia el que defina el
terreno y el contenido de lo programático, la estrategia y la táctica. Es
por lo tanto posible plantearse un camino en la definición práctica de
la política, que consista, no en un proselitismo endémico, no en el
programa que busque ganar la clase para "la" causa - como algunos
dicen - (no en el camino que la clase obrera ha seguido en muchos
'lugares sin que nada cambie, enfrentándose a la irrefutabilidad
histórica de los hechos) sino un camino que consista en la solución
permanente de los problemas que traban su desarrollo y que impiden
quebrar la mano a los patrones en una lucha reivindicativa y política.

En los hechos, la crítica pareciera ser hecha de una manera semejante


al tipo de fraseologías que se repiten sin mayor justificación, de una
manera mecánica, utilizando un método detrás del cual se esconde en
muchos casos una incapacidad real de recrear el análisis sobre las
condiciones a través las cuales el MO se reproduce. Esta fraseología y
esta repetición mecánica implican una concepción de la política que
se diferencia poco de la política burguesa.

170
Lo anterior no quiere decir que olvidemos que nuestros primeros pa-
sos en política fueron dados teniendo como eje esta metodología,
como tampoco olvidamos que esta metodología ha sido agitada en
muchos lugares del mundo. Pero las derrotas que ha venido sufriendo
la clase en estos lugares, el comportamiento de los que han tratado
de resolver y enfrentar el problema político sobre el caballo del
formalismo, nos llevan a constatar la apertura de una cierta crisis. La
realidad no ejerce sino, el papel crítico de esta metodología y refuta
estos análisis mecánicos.

En el caso nuestro, el de los revolucionarios, chilenos, es sorpren-


dente ver cómo esta ideología, que justificó una y mil brutalidades,
antes del golpe, se obstina en explicar lo pasado y planifica lo futuro
sin cambiar en nada el carácter de sus concepciones, como si la
derrota no hubiera existido. Sobre esto, la mínima revisión sobre lo
dicho por la mayor parte de las organizaciones antes del golpe de
Estado, permitiría demostrar que por un lado marchaban análisis y
por otro, la realidad que se imponía trágicamente. En este sentido,
conviene señalar, antes de terminar, que CORREO no expresa tan
solo la voluntad de un grupo de compañeros que se han propuesto a
conformar una tendencia revolucionaria al interior del MO y ayudar
a su organización, sino que además a un grupo que se propone hacer
política de una manera consciente, tratando de resolver en el camino
el conjunto de interrogantes políticas que el golpe de Estado deja
abierto.

171
EL SOSTENIMIENTO DE CORREO PROLETARIO

El financiamiento para la producción de COP (impresión, distribución,


correspondencia, etc.) recae, hasta este instante, sobre los hombros de
sus militantes, los cuales no se encuentran en buenas condiciones
económicas, por razones obvias. Las próximas publicaciones de COP
y su circulación dependerá, cada vez más, de los aportes que
recibamos de nuestros militantes, de los trabajadores que se
encuentren en posición de hacerlo y de todos aquellos que comprenden
el sentido de la lucha que hoy reiniciamos.

Sabemos que nuestra tarea no es fácil. Y que cumplir con los objetivos
propuestos significa no sólo la participación económica, sino también,
y fundamentalmente, la política. Pero no en esta etapa de nuestro
desarrollo el sostenimiento de COP y de lo que él representa en
términos de las metas que tenemos por delante es fundamental.

No queremos apelar a los compañeros con las usuales exclamaciones


sobre la prensa independiente de la clase obrera. Después de las
experiencias que nos ha tocado vivir, dejemos que las páginas de COP
hablen por sí mismas.

Cualquier aporte económico, por mínimo que sea tendrá su valor y


cumplirá su papel en el combate político del que debemos ser
partícipes.

172
Los envíos de dinero deben hacerse por giro postal internacional a:

CORREO PROLETARIO

60 Welbeck St.

Londres -W 1 M 8 JN

Inglaterra.

________________________________________________________

14. ACERCA DE NUESTRA NOCIÓN PARA UN


ORGANIZADOR COLECTIVO

INTRODUCCIÓN

En este tercer número de CORREO PROLETARIO, hemos juzgado


necesario detenernos en algunas consideraciones relativas a los
objetivos políticos de CORREO y a la manera cómo entendemos la
actividad propagandista al interior del Movimiento Obrero (MO).

173
No buscamos reproducir aquí viejas discusiones abstractas acerca del
carácter de la “prensa revolucionaria”. Más bien nos interesa definir
el rol que juega un periódico que responde a las características de
organizador colectivo en la presente coyuntura de la lucha de clases
en Chile.

Buscamos hacer explícita la noción de organizador colectivo que


CORREO PROLETARIO, pretende desarrollar, destacando el lugar
que ocupa la tarea del periódico dentro del conjunto de nuestra
actividad como tendencia.

El análisis del rol que cumple el periódico, por un lado como


organizador político y social del MO, y por el otro, como “cronista” de
la lucha económica y política de los trabajadores, será enfrentado
desde el punto de vista de la situación política al interior de la cual el
periódico despliega su actividad.

La manera como entendemos nuestra tarea propagandista y la noción


de organizador colectivo que buscamos desarrollar aparecerán
íntimamente ligadas a la apreciación que tenemos de la coyuntura
política abierta por el golpe de Septiembre. Examinaremos además
la actitud de la prensa de los partidos de la izquierda frente a los
acontecimientos originados por el golpe militar. Esto nos permitirá
definir nuestro organizador colectivo por la vía de la diferenciación

174
con otras concepciones de prensa. Por último, haremos algunos
alcances acerca de nuestra política de Corresponsales Obreros,
esbozada en el N| anterior de COP.

¿Por qué el MO chileno necesita hoy un organizador colectivo? ¿A qué


necesidades espera éste responder?

Para responder estas interrogantes debemos referirnos brevemente


a la situación dentro de la cual cobra vigencia la tarea del Organizador
Colectivo. Esto es, el carácter que asume la lucha de clases que tiene
lugar hoy en Chile.

SITUACIÓN DESPUÉS DEL GOLPE. DERROTA DEL MO

Vivimos un período marcado por una profunda derrota del MO. Esta
no se trata de una simple derrota táctica como ciertos sectores no
cesan de repetir desde el mismo 11 de Septiembre. No se trata
tampoco de una derrota aislada, dentro de los muchos combates que
la clase obrera ha librado y librará aún contra sus opresores. Mucho
menos la derrota de Septiembre puede ser entendida como la
apertura de nuevas condiciones que vienen a despertar la conciencia
de los trabajadores, en orden a diferenciar claramente sus amigos de

175
quienes buscan su perdición, como algunos sectores delirantes de la
izquierda lo han proclamado.

La contrarrevolución burguesa infringió al proletariado chileno una


de las más severas derrotas de toda su historia contemporánea.

Junto con asesinar, encarcelar y torturar miles y miles de obreros y


militantes revolucionarios, la dictadura capitalista ha impuesto a la
clase obrera nuevas y draconianas condiciones de venta de su fuerza
de trabajo. Este hecho altamente significativo, se encuentra a la base
de la formulación del nuevo modelo de desarrollo económico
patrocinado por la Junta, el que busca resolver desde el punto de vista
del capital, la crisis que afecta el desarrollo del capitalismo.

La otrora “democrática” burguesía chilena demostró que no se


detienen ante nada cuando se trata de salvar el régimen capitalista.
Además del conjunto de atropellos cometidos hasta hoy, acometió y
destruyó sistemáticamente una a una todas las organizaciones de
clase que el MO y otros sectores del proletariado fundaran tras largos
decenios de combate.

La CUT, máxima expresión del grado de centralización alcanzado por


el movimiento sindical chileno, es disuelta sin mayores trámites

176
durante los primeros días del golpe. Sus militantes y sus dirigentes
perseguidos y encarcelados, Los sindicatos y federaciones sindicales
sólo son permitidos a condición de actuar dentro de los límites
impuestos por la Junta. Los Cordones Industriales, jóvenes
organismos de coordinación y lucha del MO, sufren los primeros el
embate de la represión y desaparecen luego y junto a las condiciones
que las generaron.

El fraccionamiento y la dispersión se hacen presentes. A esto se


agrega la liquidación de los pocos mecanismos de información y
discusión que existían al interior del MO.

Hoy día, la derrota económica y política del MO de las condiciones


objetivas que en el pasado hicieron posible su movilización. Es decir,
por un lado, la ya citada destrucción de sus organismos de clase: y
por el otro, en las expulsiones masivas de obreros de las industrias
con la consecuente reducción del espacio en que estos negocian las
condiciones de venta de la fuerza de trabajo, la que ha llegado a
alcanzar uno de los niveles más bajos que su historia de lucha haya
conocido en este siglo.

Lo anterior es el resultado, no solo, de la iracunda reacción de un


sector fascista de la burguesía apoyado por los militares, sino la
aplicación consciente de una política económica que busca

177
centralmente imprimir una nueva orientación al desarrollo del
desfalleciente capitalismo chileno. Vigorizar el proceso de
acumulación -seriamente comprometido por varias décadas de lucha
social intensa- abriendo así una nueva etapa de expansión del
capitalismo chileno.

DERROTA Y REORGANIZACIÓN

A través del golpe, la burguesía buscaba alterar radicalmente la


correlación de fuerza entre ella y el MO y el restablecimiento de la
plenitud de las funciones del estado, como garante supremo de los
intereses del capital. En este sentido es que entendemos la derrota del
11 de septiembre y sus consecuencias posteriores. Sin embargo, la
derrota del MO no puede ni debe significar, para él, la vuelta a sus
cuarteles de invierno en espera de un mesiánico ‘partido de la
revolución’ que venga a arrancarlo de su letargo y a conducirlo
nuevamente contra el enemigo de clase.

El actual período plantea al MO, el problema de su reorganización.


Reorganización que estará inevitablemente condicionada por el
carácter del capitalismo que lo define como clase (al MO) y por la
suerte que este desarrollo capitalista le depare en el futuro a los
importantes contingentes obreros hoy golpeados por el desempleo,
(particularmente de la gran industria dónde se ha localizado

178
históricamente la vanguardia del MO). Los ritmos del proceso de
reorganización estarán inevitablemente dictados por los límites
concretos que le imponen al MO las nuevas condiciones de
reproducción como clase, por un lado, y por el otro, por la capacidad
de éste muestre para resistir y superar esta etapa oscura, en que su
destino mismo como clase se halla en juego.

El nuevo orden político y económico entablado por la Junta barrió con


todas las condiciones que posibilitaron, en el pasado, el avance
revolucionario de los trabajadores hoy día cualquier contraofensiva
de parte de éstos impensable. El problema de la revolución no está a
la orden del día, a menos que se crea que éste problema puede ser
resuelto mediante la actividad de un partido o Frente Único,
independientemente del estado real del MO, independientemente de
si éste es capaz o no de generar un proceso con características
revolucionarias.

A nuestro entender, la lucha por la revolución en Chile cruza por la


reorganización del MO. Para el conjunto de la izquierda, la
reorganización del MO no es un objetivo central en este período. La
importancia de esta cuestión para ellos está dada exclusivamente en
función de la utilización que puedan hacer del MO en la perspectiva
de resolver el problema de su reinserción dentro del nuevo orden
político vigente hoy en Chile. (Ver artículo “Lucha de Clases en

179
Chile”). Los bloques y alianzas con sectores de la burguesía “no
fascistas” se explican en esta perspectiva.

Para nosotros el problema del proceso de reorganización del MO es


el único capaz de generar condiciones dentro de las cuales puede
desenvolverse una situación con características revolucionarias.

La reorganización del MO no será la obra de ningún partido. Esta sólo


puede ser el resultado de la actividad de los trabajadores mismos. Sin
embargo, las tareas que conducen a la reorganización del MO,
precisan de la existencia de una Tendencia Revolucionaria
estructurada a su interior, una tendencia que busque centralmente
ayudar a la creación de las condiciones dentro de las cuales el MO
puede superar sus debilidades actuales en la perspectiva de alterar la
correlación de fuerzas impuestas por el golpe.

La Tendencia busca fundamentalmente el desarrollo de las tareas que


conducen a la reorganización del MO. Estas tareas se desarrollan
desde el interior mismo del MO. No creemos posible alcanzar el
objetivo de la reorganización situándose al exterior de los procesos
que el MO genera permanentemente como resultado de su lucha
diaria contra los patrones y el Estado.

180
A diferencia de los partidos que buscan imponer sus programas y
estrategias al MO, la Tendencia se nutre de los contenidos, programas
y métodos de lucha que el propio MO segrega en la lucha por sus
reivindicaciones inmediatas y estratégicas. El proceso de
reorganización debe rematar en la emergencia de nuevos organismos
de clase que facilitan el paso hacia etapas superiores de organización
y lucha.

LA PRENSA DE IZQUIERDA

Precisadas ya algunas de las cuestiones que nos interesaba destacar,


dejaremos hasta aquí el análisis de las condiciones dentro de las
cuales la tarea del periódico adquiere significación. Pero antes de
entrar a abordar la cuestión del organizador colectivo, echaremos un
breve vistazo sobre la prensa de los partidos de la izquierda chilena y
su actitud frente a la nueva situación creada después del golpe.

Nos excusamos de repetir aquí el análisis de las posiciones que los


partidos de la UP y el MIR han venido desarrollando desde el 11 de
Septiembre del ‘73. Creemos que éste ha sido abordado ya en otros
artículos de este mismo número. Nos ocuparemos pues del tipo de
prensa que la izquierda chilena produce y los objetivos políticos que
la inspiran.

181
Esto nos parece importante porque históricamente el MO chileno se
ha nutrido, en razón de sus características organizacionales, siempre
de la información y los análisis que acerca de su propio desarrollo y
luchas le han entregado la prensa de los partidos.

La utilización de la herramienta del periódico ha permitido


tradicionalmente el ejercicio de un riguroso control político e
ideológico de los partidos sobre el MO.

Toda la actividad que desarrolla el periódico, en los sectores de


izquierda, ha aparecido siempre subordinada a las necesidades del
desarrollo del partido. Partiendo, naturalmente, del supuesto de que
el “partido de la revolución” está ya fundado y que opera al interior
de la lucha de clases. Su presencia es incontestable. En consecuencia,
una de las tareas principales del periódico consiste en hacer
comprender a los obreros que el partido es su vanguardia política y,
por lo tanto, que es necesario luchar por reforzarlo y consolidarlo en
su seno.

De allí a la dictación burocrática de los objetivos tras los cuales se han


de movilizar los trabajadores, sus reivindicaciones y sus tácticas de
lucha sólo hay un paso.

182
Colocado entre el partido y la clase, el periódico, cómo lo entienden
generalmente los partidos, no es otra cosa que una mera correa
transmisora de las órdenes de éste al MO.

La información y los análisis que este tipo de prensa entrega a la clase


obrera son manipulados, filtrados, en función de la relación que el
partido intenta entablar con el MO. Es la concepción de la relación
entre partido y clase que estos sectores manejan, la que define el
carácter de su prensa.

Los periódicos de estos partidos se caracterizan por colocar al centro


de sus preocupaciones, no los problemas que suscita la actividad del
MO, al que más bien buscan dirigir y manipular, sino aquellos que
plantea el desarrollo del partido, como entidad ajena al MO.

En este sentido nos explicamos la increíble indiferencia del conjunto


de estos sectores por el análisis objetivo de las condiciones, al interior
de las cuales, sus periódicos explican su actividad propagandística.

Coherente con la idea de que el “partido de la revolución” está ya


construido y que, solo, resta preparar las “condiciones subjetivas”, la
prensa de izquierda, desarrolla permanentemente la sola agitación.

Desde el mismo 11 de Septiembre, las publicaciones de la UP y el MIR,


tanto en Chile como en el exterior, dan muestras de un singular
triunfalismo en el análisis de las perspectivas de la lucha de clases. No
cesan de anunciar la bancarrota de la Junta, la que según ellos, se
debilitaría día a día. Por otra parte, insisten, a través de diarios,
revistas y panfletos, en urgentes llamamientos a los trabajadores, a
oponerse al régimen militar “fortaleciendo amplios frentes

183
patrióticos contra el fascismo, los unos “saboteando la producción,
desarrollando propaganda armada y plegándose a la resistencia”, los
otros. No se considera que el Movimiento Obrero chileno haya
enfrentado una dramática coyuntura, donde su sobrevivencia misma
como clase se encuentra en peligro.

Lo anterior muestra cómo la prensa de estos sectores busca


desarrollar la agitación a cualquier precio, olvidándose de que la
agitación, como forma de propaganda, presupone la existencia de
determinadas condiciones, al interior de las cuales, viene a instalarse
la actividad agitativa. Esto es, la presencia de un MO organizado y en
pie de lucha contra sus opresores. Condiciones éstas, que están muy
lejos de ser las imperantes hoy en Chile.

Los periódicos de la izquierda son enteramente producidos por


equipos de publicistas y escritores profesionales, sin ninguna
conexión con la lucha social real, o conectados con ella
burocráticamente, a través de un partido.

No es sorprendente entonces que el tipo de periódico que estos


sectores elaboran para el MO, no pase más allá que de ser un vulgar
amasijo de anécdotas acerca de la crueldad de los militares, matizado
con comentarios superficiales sobre la evolución de la situación
política.

184
Ningún análisis serio, que conduzca a explicar las causas de la derrota
o el estado actual de la lucha de clases, es posible encontrar entre sus
páginas.

El movimiento obrero chileno, ha madurado en la lucha, como pocos


lo imaginan. Pretender, que es posible seguirlo nutriendo de
consignas vacías o de literatura política barata, es un gran error, una
gran muestra de desprecio hacia la clase obrera que fue capaz de
construir en contenido, a lo largo de la historia social
latinoamericana.

EL “CORREO” COMO ORGANIZADOR COLECTIVO


A partir de los elementos entregados anteriormente, podremos
definir con mayor propiedad nuestra noción de organizador colectivo.

Que el CORREO sea un organizador colectivo es un problema


eminentemente práctico. Por el tipo de objetivos que éste se plantea,
por la manera como lo hace, creemos que esto puede efectivamente
concretizarse. Organizador colectivo se entiende en dos sentidos: En
un primer lugar, Organizador Colectivo para nosotros, ya que es la
tarea central, a través de la cual es posible generar una discusión, que
nos permita enfrentar el análisis de la situación actual, lo que nos
permitirá conectarnos directamente con los destacamentos de

185
vanguardia del MO, y por lo tanto, concretizar una tendencia
revolucionaria al interior del mismo.

En segundo lugar, porque busca convertirse en un Organizador


Colectivo para el conjunto de la clase, ya que busca resolver por la vía
de la discusión y del análisis, de la permanencia de una tarea que
entre a profundizar los distintos cambios que se operan en la
estructura capitalista, es decir, a derribar los obstáculos que entraban
el desarrollo del MO.

El papel del organizador colectivo se define también por la búsqueda


de la coordinación de las luchas del MO, de la profundización de las
condiciones que permitan desgajar una táctica y un programa de
combate y lucha. Se define además por la popularización de las
iniciativas existentes y de las que se vayan desarrollando al calor de
la lucha por la satisfacción de las necesidades inmediatas. Se define,
en fin, por la lucha ideológica que desarrolla contra las tendencias que
no conducen a la reorganización del MO.

CORRESPONSALES OBREROS

Lo anterior se concretiza con la noción de Corresponsales Obreros.

186
Sin Corresponsales Obreros, los objetivos del periódico, como
organizador colectivo del Movimiento Obrero no pueden ser
alcanzados. El Organizador Colectivo, como herramienta en la lucha
por la reorganización del estado real del MO. Los Corresponsales
Obreros surgen de aquellos sectores del MO, que, a pesar de
encontrarse limitados en su práctica política, están en condiciones de
difundir su experiencia de lucha cotidiana.

________________________________________________________
_____

187
15. ENCUESTA

Ya nos hemos referido en otros lugares al papel que juega la encuesta


en nuestra noción de organizador colectivo, y de nuestra política de
Corresponsales Obreros, lo que nos ahorra abordar de nuevo el
problema.

También hemos señalado en otros lugares la importancia que tiene la


encuentra desde el punto de vista del análisis y del conocimiento de
la situación presente. Sin embargo, conviene aclarar que en términos
prácticos la respuesta a una encuesta de este tipo no será
necesariamente inmediata y lo más probable es que tengamos que
conformarnos durante un largo tiempo con un tipo de respuesta más
bien espaciada, lo que obviamente no permitirá formarse un
panorama claro de la situación del MO en su totalidad. Tendremos
que conformarnos con respuestas parciales, lo que no consideramos
grave ya que a estas alturas sobre muchos problemas existe una
buena cantidad de material estadístico que se está publicando.

Ahora, independientemente de que la existencia de una serie de


estadísticas, nuestra encuesta no quedará invalidada por el hecho de
que no se concretice su objetivo de recopilación de estadísticas de una
manera inmediata. En la medida que el material llegue, será
publicado, lo que permitirá constantemente abrir ciertas discusiones

188
y permitirá además comprobar una serie de tendencias esbozadas en
diagnósticos anteriores.

Por lo demás, la apertura de una correspondencia bajo la perspectiva


de un diagnóstico permitirá comprobar y delimitar con cierta claridad
dos problemas: por un lado, el real estado de ánimo que se da en los
sectores obreros que se plantean la necesidad de un trabajo en las
condiciones que hoy se dan: y por otro lado, la validez de muchos
análisis también comprobado, aquellos hechos por ciertas
organizaciones de izquierda, que tienden permanentemente a
exagerar los acontecimientos.

La presente encuesta viene a concretizar además algo que habíamos


dicho en el número pasado, cuando nos referimos al chantaje que
tiende a consolidar el control de la pequeña burguesía sobre el MO.
La encuesta presenta, de cierta manera, un análisis que se
descompone en una serie de preguntas buscando mostrar en última
instancia que gran parte de lo que se dice en política vuelve a su lugar
de origen, a los problemas que surgen en la vida diaria de los
trabajadores.

Además, varias preguntas hechas en la encuesta buscan obtener


respuestas claras sobre una serie de problemas concretos que
históricamente han permitido el desarrollo de una teoría política de

189
la clase obrera. Por ejemplo, se pregunta en varios lugares cuál es la
relación entre obrero cesante y obrero no cesante. Esto apunta a una
relación muy común hoy en Chile. Pero esta relación que hoy es
común, expresa lo que de una u otra manera los clásicos de la lucha
del MO han señalado como el estado de la competencia al interior del
MO. Por ello es que desde el próximo número nuestra sección de
corresponsales obreros enfrentará junto a la información que puede
ir llegando, el análisis de los problemas políticos y teóricos que se
desprenden de nuestra encuesta.

Hay un último problema. La idea de Encuesta no nos pertenece. Ya


Carlos Marx se la planteó en el siglo pasado. Nosotros la hemos
estudiado y hemos extraído de allí algunas de las preguntas textuales
que él hacía, ya que creemos que aún son válidas.

CONDICIONES DE TRABAJO OBRERO

1: ¿En qué trabaja?

2: La fábrica donde trabaja, ¿pertenece a un capitalista o a una


sociedad por acciones?

3: ¿Número de personas que trabajan en su fábrica?

4: Además de los obreros que trabajan normal y regularmente, ¿hay


otros que sólo trabajan determinados períodos?

190
5: ¿Su fábrica trabaja fundamentalmente para el mercado local,
nacional o para la exportación? ¿De qué manera afecta esto la
continuidad del trabajo?

6: ¿Número de horas que trabaja cada día: y días de trabajo de la


semana?

7: ¿Qué tipo de contrato lo liga a su patrón? Diario, Semanal,


mensual, etc?

8: ¿Cuáles son las condiciones del anuncio del término del contrato,
por su parte y por parte del patrón?

9: En su rama, ¿el trabajo es por temporada o se mantiene el mismo


nivel durante todo el año? Si es por temporada, ¿de qué vive cuando
no trabaja?

10: ¿Le pagan por tiempo de trabajo o a trato?

11: ¿Le pagan más por el trabajo extra?

12: Si le pagan a trato, ¿cuál es la tarifa? Si está en una industria en


la cual el trabajo se mide por la cantidad o el peso, ¿cómo es el pago?
¿Acostumbran estafarlo con una parte de lo que ha ganado?

13: ¿Cuál es el promedio diario y semanal de su salario en efectivo?

14: ¿Qué salarios cobran las mujeres?

15: ¿Cuál ha sido el salario más alto en su fábrica durante el mes


pasado?

16: ¿Le pagan el salario constante y sonante o de otra manera?

191
CONDICIONES DE VIDA DE LOS OBREROS

17: Intente establecer un presupuesto de ingreso y de gastos


semanales y anuales suyo y de su familia.

18: ¿Cuántos cesantes hay en su grupo familiar, incluidos los


allegados? ¿Desde cuándo están cesantes? ¿En que trabajaban
anteriormente?

19: Para poder vivir estos dos últimos años, ¿ha tenido que
endeudarse? ¿A cuántos meses de salario equivale su deuda?

20: ¿Cómo se ayudan los obreros en estas condiciones difíciles?

21: ¿Cuáles son los cambios más importantes ocurridos en relación a


la semana corrida, el desahucio, la jubilación, el seguro social?

LA POLÍTICA DE PATRONES

22: ¿Cuántos obreros y empleados han sido despedidos de su


industria los últimos dos años? ¿Qué razones han dado los patrones?

23: ¿Han sido reemplazados los obreros despedidos?

24: Si no han sido reemplazados, ¿qué efecto ha tenido su cesantía


sobre la producción, sobre los turnos, sobre los horarios de trabajo?

192
25: ¿Tiene una idea del destino actual de los obreros despedidos de
su fábrica? ¿Cuántos de ellos han encontrado otro trabajo?

26: Si han encontrado, ¿ha sido en la misma rama de producción?


¿En otra ciudad?

27: Los obreros cesantes de tu localidad, de tu industria, ¿tienden a


organizarse? ¿Cómo?

28: ¿Cómo ha funcionado tu fábrica después del golpe? ¿Ha estado


cerrada? ¿Cuánto tiempo? ¿Por qué motivos?

29: ¿Los patrones han introducido cambios en la industria


modernizando equipos, maquinarias o secciones completas? ¿Qué
efecto ha tenido esto sobre la producción? ¿Sobre el empleo? ¿Sobre
los salarios?

30: Tu industria perteneció al Área Social, ¿quiénes son los patrones


hoy en día?

31: Si la fábrica ha cambiado de dueño, ¿hay diferencia entre la


política de los patrones actuales y la de los anteriores?

32: ¿Hay algún sistema especial de vigilancia sobre los obreros de tu


fábrica? ¿En qué consiste? ¿Quiénes cumplen esta tarea? ¿Cómo se
relacionan los obreros con estos equipos de vigilancia?

33: Lo que pasa en tu fábrica respecto de los puntos anteriores, ¿es


algo que sucede de la misma manera en otras industrias de la
localidad?

193
LA LUCHA DE LOS TRABAJADORES

34: ¿Existe sindicato en tu industria? ¿Los obreros se consideran


representados por él? Si no, ¿por qué? ¿Qué tipo de reivindicaciones
levanta hoy tu sindicato?

35: Si no existe sindicato, ¿por qué no existe? ¿Nunca existió o fue


disuelto? ¿Por qué?

36: A falta de sindicatos representativos de los trabajadores, ¿qué otra


forma de organización utilizan los trabajadores? ¿Cómo se piensa
defender sus intereses?

37: ¿Ha habido huelgas en tu industria desde Septiembre de 1973?


¿Cuáles fueron las causas de las huelgas? ¿Qué duración tuvieron?
¿Qué resultados se obtuvieron? ¿Tuvieron el apoyo de otros obreros?
¿De dónde?

38:¿Ha habido otra resistencia a la política de los patrones?¿ Cuáles?

39:¿Los trabajadores de tu empresa han discutido el Código del


Trabajo o el Estatuto Social de la Empresa que quiere aplicar la
dictadura militar? ¿Cuáles son los puntos esenciales que han
interesado a los obreros?

________________________________________________________
_____

16. ENTREVISTA…

194
Abraham Rojas, 56 años, miembro fundador de la CUT. Dirigente
de la Confederación del Transporte, dirigente nacional de la
Federación de taxistas: Militante por más de 20 años, del Partido
Comunista, hasta después del Golpe.

P. ¿Cuál era a su entender, el nivel de la lucha sindical el año ‘72?

En lo que se refiere de la lucha sindical en el ‘72, la verdad, es que, en


ésta cuestión uno no puede partir de 1972, podríamos partir desde
1970, año en que nosotros llegamos en el gremio a casi el 36% o 40%
de trabajadores de parte del gobierno de la UP. Nosotros en la
federación teníamos dos representantes de cinco y eso lo seguimos
manteniendo hasta el congreso de Antofagasta en el año ‘71, al cual
nosotros llevamos una quina de compañeros candidatos, para ganar
ese congreso, que eran muy conocidos del gremio, como luchadores
y autores de la ley 17.620 que beneficiaba a los trabajadores del
transporte.

LAS REIVINDICACIONES DE LOS TRABAJADORES DEL


TRANSPORTE

Esta ley, llamada de “renovación total y permanente”, contemplaba


reivindicaciones sentidas por el gremio y contemplaba puntos tales

195
como: la renovación de material, tanto de vehículos como de
repuestos dejaba de hacerse a través de particulares y solamente se
iba a importar a través de la CORFO, y un 20% de los vehículos iban
a ser distribuidos solamente a los compañeros no dueños.

En cuanto al derecho a jubilación y a la asignación familiar, pues la


ley destinaba un 17% para crear nuestra Caja de Seguros. Los
trabajadores del transporte nunca tuvimos ningún tipo de seguro,
había casos de viejos transportistas se quedaban muertos dentro del
auto porque al no tener jubilación tenían que trabajar siempre.

Estos y otros puntos de la ley se iban a ir implementando junto con


el desarrollo de los planes económicos que tenía el gobierno para la
industria-automotriz. Esta ley fue aprobada en los primeros meses
del gobierno de Allende.

La aprobación de esta ley significó una gran victoria para nosotros


porque esto era el inicio de la eliminación de la explotación capitalista
de parte del sector de la burguesía importadora ya que dejábamos de
ser nosotros la vaca lechera de estos sectores. Para demostrar esto
hay muchos ejemplos: una casa importadora de los Matte-Alessandri
había sido el agente comercial de los vehículos importados desde los
Estados Unidos y aparte de las enormes ganancias que obtenían de
esta operación, obligaban a los compradores a firmar letras en

196
dólares lo que significaba que los compañeros jamás terminaban de
cancelar sus autos y vivían acogotados por las deudas. Con la venta
de repuestos hacían otro tanto. Además siempre actuaron
impunemente ya que contaban con la protección del gobierno DC. y
del Alessandri, incluso se llegaba a comprar a los dirigentes sindicales
del transporte para comprometerlos en sus escandalosos negociados.

Y en todas estas luchas que yo menciono esa quina de dirigentes que


llevábamos como candidatos al Congreso de Antofagasta del 71 se
habían destacado como los más consecuentes y los más
representativos de los intereses del gremio.

EL CONGRESO DEL AÑO 71 EL PARTIDO Y LOS TRABAJADORES

Por lo tanto, a ese congreso llegábamos nosotros, los trabajadores de


izquierda en muy buenas posiciones para ganarlo. También
estábamos luchando en esos momentos por la cuestión de la
distribución directa de los repuestos, estábamos en la mejor posición
que pudimos haber logrado en el gremio del transporte porque el
transporte siempre fue un gremio difícil para nosotros. Llega el día
del congreso y solamente de los delegados de izquierda teníamos 80,
todos militantes. Ahora, ¿qué cantidad de delegados necesitábamos
para ganar las elecciones? Esta cantidad era de 104, o sea, que
asegurando los 104 delegados ganábamos las elecciones del gremio
esto era fácil lograrlo porque contábamos con el apoyo de amplios
sectores de trabajadores del transporte sin partido, ya que como

197
ustedes saben, todos los gremios tienen alrededor de un 80% de
hombres sin partido que lo siguen a uno porque ven que uno es
consecuente, que es serio, que es honrado y que lucha
permanentemente por las reivindicaciones. ¿Pero qué pasa? Estos
compañeros son rechazados por la comisión nacional sindical de mi
partido, la que propone a otros cinco que no conocía ni Cristo con lo
cual queda Juan Jara solo con todo su equipo y sin oponentes de peso.
Resultados: de los dos dirigentes que ya teníamos allí nos quedamos
sin ninguno y la Federación de Taxis que al próximo año, el año del
paro de Octubre, le correspondía la presidencia de la confederación
del Transporte, quedó en manos de Juan Jara.

Esto nos significó un tremendo enfrentamiento con nuestros partidos


que nos dijeron, como en el caso del encargado de la comisión
nacional sindical del PC que eso era un acuerdo de los comités
centrales de los partidos comunistas y socialistas, y yo no vengo aquí
compañeros a discutir con ustedes, y esta huevada es así”. Si se
hubiera hecho lo que decía la base del partido, que recogía a su vez el
sentimiento del gremio, nosotros hubiéramos tenido la dirección del
gremio de taxis en 1971. Entonces con esta situación que se creó,
quedó la federación libre con Juan Jara y todos los sediciosos arriba
tranquilos, lo que les permite pasar por encima de los acuerdos del
gremio del año 70 que se oponía a la formación de una confederación
del transporte. ¿Y por qué nos oponemos? Porque a excepción de la
federación de taxis que era la única agrupación de trabajadores del
transporte, es decir, de chóferes, las otras eran de dueños, de

198
patrones. Basta solamente con leer sus nombres, como por ejemplo
“Sindicato de dueños de camiones”, etc. y que, por lo tanto, no
permitían la participación de los choferes o trabajadores. Y así nos
pilló el paro de Octubre en las peores condiciones en que podíamos
estar dentro del gremio y sin embargo apechugamos y les ganamos
la pelea.

Nosotros de todas las maneras continuamos luchando por las


reivindicaciones del gremio. Para combatir el mercado negro y la
inflación que nos golpeaba, logramos intervenir una cooperativa
distribuidora de repuestos, logrando así la distribución directa de los
mismos, nos confrontábamos constantemente con el gobierno
tratando de hacerles ver sus políticas erróneas, tratando de obtener
solución a nuestras reivindicaciones reales. Por ejemplo, para
establecer el gobierno su política automotriz aceptó nuestra idea de
crear la Comisión Automotriz en donde participaban cinco
representantes de gobierno, uno de las FF.AA. y tres por la CUT (dos
del transporte y uno del metal). En los inicios de esta comisión surgió
inmediatamente la polémica acerca del área económica en que esta
debía ubicarse. La posición nuestra fue unánime, esta debería estar
en el área social, por muchas razones que expusimos en la Comisión.
1) por la defensa de las conquistas de los trabajadores del complejo
automotriz, que habían sido explotados por los capitales extranjeros;
2) por el desarrollo tecnológico del país y de los trabajadores de esta
industria armadora, existían 19 trabajadores para abastecerlos con
partes y piezas. CORFO-MECÁNICA de los Andes. Según nuestros

199
informes, al producir con toda la capacidad instalada era capaz de
abastecer a toda América Latina con cajas de cambio y trenes traseros,
etc. Finalmente fuimos derrotados por los representantes de
gobierno y fuimos duramente criticados por nuestros partidos,
quienes permiten así la continuación de la entrada de los capitales
extranjeros en la industria automotriz, a través del área mixta.

LA REIVINDICACIÓN DE LOS TAXISTAS ANTES DEL PARO DE


OCTUBRE

P. ¿Cómo se inicia el Paro de Octubre y cuál fue la respuesta de los


sindicatos?

R. recuerdo que el paro de Octubre se inició por una serie de


inoperancias de la Subsecretaría de Transportes que obstaculizaba la
aplicación de la ley N° 17.620. La inflación que nos perjudicaba y que
creaba reivindicaciones de carácter económico. La historia es la
siguiente: anteriormente al paro, los viejos pedían una “caída de
bandera” de E°5 el gobierno solo daba E°4, decían que las
reivindicaciones debían tener un límite porque ellos iban a luchar
contra la inflación e iban a mantener el precio de los insumos. Los
primeros en plantear estas críticas fuimos nosotros los dirigente más
comprometidos con la izquierda (nosotros vimos la experiencia del
aparato sindical de la DC. Durante el gobierno de Frei, por estar

200
amarrados políticamente a su gobierno se veían obligados a oponerse
a las reivindicaciones de sus bases, ganándose el repudio de ellas y
sonando como “tarro viejo” en posteriores elecciones sindicales y a
nosotros nos querían arrastras al mismo terreno) por lo tanto nos
agarramos a patadas con la UP, con la DIRINCO, con el ministerio de
economía, en todas partes e inclusive con el propio Chicho. Le
dijimos: -bueno, podemos pelear en el sindicato que 4 es más que 5,
pero ¿a base de qué? ¿Porque somos allendistas? porque somos de la
UP?, Aquí tienen que darnos razones para la clase trabajadora-.

Las razones y compromisos que se nos dieron fueron (y eso lo


exigimos por escrito porque por escrito tendríamos que
preguntárselo a la asamblea nacional del gremio) la caída de bandera
se dejaba en E°4,- pero con el compromiso de que el gobierno
detuviera todo tipo de alzas, con respecto al sector. En otras palabras,
se detendría el alza del dólar, nosotros encontrábamos que eso era
una utopía, pero…ellos estaban haciendo esa política y nosotros les
dijimos; - si ustedes se comprometen a eso, allá uds. Pero, ¿qué pasó?,
esto funcionó los primeros meses, pero después no. Y vino entonces
la arremetida del gremio por sus reivindicaciones y nosotros no nos
hicimos a un lado sino que sumamos y las impulsamos.

Esto no nos afectaba solo a nosotros los taxistas. Cuando se produce


el alza de bencina, aceite, neumáticos, etc. afecta también a los demás
gremios del transporte, por lo que se generaliza el descontento en el
sector.

Mientras ocurría todo esto, nosotros vemos como los “cabeza de


huevo” se nos empiezan a chantar, (nosotros les decíamos cabeza de

201
huevo a los burócratas exquisitos vinculados a las altas esferas de
gobierno). Tratábamos de convencerlos que las reivindicaciones eran
reales y venían los huevones de la comisión técnica, de las comisiones
sindicales y venga reuniones…total que andábamos medio enfermos
de reuniones y las reivindicaciones, cuando salían, salían a goteras,
los neumáticos se los entregaban a unos sindicatos y a otros no. Hay
ahí una historia, recontra cochina con eso de los neumáticos.
Mandamos unos viejos camuflados a hablar con el interventor de
INSA que dijo muy frescamente ser socio de todas las distribuidoras
de neumáticos particulares del país (su secretario también) por lo
cual querían hacer siempre la distribución a través de los particulares
en vez de distribuirlos directamente a los sindicatos. Ellos operaban
de la siguiente manera: le entregaban los neumáticos a los
distribuidores privados recargándoles un 35% sobre el precio oficial
y si Uds. entienden que cada sindicato compraba entre 20.000 y
40.000, pueden imaginarse el negociado que estos burócratas hacían

El MOMENTO EN QUE LA DERECHA SE MONTA EN EL PARO

Bueno, toda esta mierda se iba acumulando y todas estas


reivindicaciones que tenía el gremio, las capitaliza la DC el PN y Patria
y Libertad, lo que coincide con el trabajo que estaba haciendo Vilarín
más la CIA. que estaba pagando E°12.000, - diarios a los camioneros
que tenían hasta 12 toneladas y a los choferes les pagaban E° 1.000 -

202
(Cuestión que nosotros sabíamos de antemano y se lo comunicamos
a los partidos de la UP.)

Insisto que todo este conjunto de problemas los aprovechó Juan Jara
quien llamó a reunión de federaciones para discutir los problemas
existentes que eran reales y serios ya que el gobierno no pudo
mantener su promesa de detener las alzas en este sector. A la hora de
la votación del paro se aprobó por unanimidad, incluso los
simpatizantes y militantes de la UP no pudieron objetarlo. Cuando
llegó la hora de contar los votos en la asamblea, en contra del paro
solo hubieron 3 en contra, del 40% que teníamos entre los miles de
afiliados con que contaban estas federaciones… tal era la situación en
la que nos había puesto la inoperancia e incumplimiento del gobierno
a nosotros los dirigentes sindicales de izquierda.

A la semana de declarado el paro, llamamos a una reunión, porque se


generó esta reunión a los sectores que querían revisar el asunto del
paro.

LA CONTRAOFENSIVA DE LOS TRABAJADORES

Esa era la cuestión, llamábamos para discutir sobre el paro. Se sabía


de antemano que quienes estábamos en la reunión, era la gente de la
UP., buscando apoyo en la base. Llegaron 18 sindicatos de los 24 que
había en Santiago. Se abre la gran discusión sobre la cuestión del paro
y se llegó a lograr algunos acuerdos para detenerlo ya que detrás de

203
éste, había maniobras políticas para derrocar al gobierno de la UP, y
nosotros, los trabajadores de la UP, no íbamos a permitirlo.
Estábamos finalizando esa reunión cuando Schnake se hizo presente
justamente en el momento en que estábamos tomando el acuerdo de
salir a trabajar. Después de informarle de lo que pasaba ahí, nos dijo:
-“Puta que interesante, yo tengo que ir precisamente a una reunión
de gabinete en estos momentos”- y se fue. Nosotros pensamos,
bueno, váyase a su reunión de gabinete. Y nos quedamos ahí
firmando un documento que lanzamos a la prensa, radio y televisión,
cuando al rato, aparece la ministro del trabajo (Mireya Baltra) y el
subsecretario de gobierno (Suarez).

Dijeron que el gobierno daba toda clase de apoyo a los compañeros


que estuvieran trabajando. Y se comienza a trabajar.

De allí nos fuimos directamente al ministerio del interior el que


prácticamente lo tomamos y empezamos nosotros mismos, los
trabajadores del transporte a poner en práctica nuestras iniciativas
que fueron las siguientes:

Que los gobernadores, intendentes, alcaldes, delegados, etc. llamaran


de inmediato a los trabajadores ahí mismo. A los trabajadores de la
UP, a los que quisieran trabajar y organizarse como movimiento
nacional de recuperación gremial que se llamó MOPARE y así surge
el MOPARE y así se desarrolla en forma nacional. Y se toman una
serie de medidas más; que a los cabeza de huevo no se les ocurrían.

204
Toda esta actividad la desarrollábamos sin olvidar las
reivindicaciones que eran legítimas y que habían motivado el paro
aunque estábamos conscientes de que su logro iba a tomar tiempo.
Es así como surgen en ese momento los nueve puntos, entre ellos los
más importantes eran: Reconocimiento del MOPARE como
organismo de los trabajadores. Los compañeros pedían también
ocupar las máquinas paradas y salir a trabajar y respecto a las
máquinas que se fueron movilizando se pedía que quedaran en las
manos de los compañeros como propiedad cooperativa. Los
trabajadores no planteaban la cosa como cuestión de propiedad
particular. Entendíamos además que los vehículos tomados no se les
debían devolver a los momios porque entregárselos era darles armas
al enemigo para que nos volviera a cagar.

Que si las máquinas se echaban a perder y había posibilidades de


arreglarlas, que se las arreglaran. Que si a los compañeros les volaban
las máquinas, como a muchos se lo hicieron, se las devolvieran, que
si algunos compañeros iban a sufrir represalias de la parte patronal,
que se les aseguraran el trabajo. Estas medidas pedíamos nosotros
además de otras, como el asunto de que los vehículos que fueran
llegando no fueran repartidos ni por la Subsecretaría del Transporte,
ni por el Ministerio de Obras Públicas. Nosotros planteábamos que
fueran repartidos solamente por la CORFO, que la CORFO trajera los
vehículos tal como lo hizo con los dos mil taxis cuya distribución debía
comenzarse posteriormente al paro. O sea, nosotros queríamos que
se diera un determinado porcentaje por cada sindicato de vehículos y
que el sindicato se los distribuyera a sus afiliados de la siguiente
manera: En una asamblea general se veía cuáles eran los compañeros

205
que tenían más derecho, bajo una base de reglamentación que se
determinaba por su antigüedad en el trabajo, por la cantidad de años
que tenía el vehículo. De ésta manera eran los trabajadores, ellos
mismos los que veían quienes tenían derechos y hacíamos
responsable a la Directiva. La Directiva era la única responsable de la
correcta aplicación de la distribución. Otros puntos tenían que ver
con la vida de los compañeros, porque no se olviden que tuvimos 17
muertos. Además también el derecho al servicio social, derecho a
jubilarse, a tener casa propia, conseguir becas, para los estudiantes
hijos de transportistas, en la universidad. El asunto casas, porque la
CORMU no nos tomó nunca en cuenta. El gobierno acuerda apoyar
los 9 puntos.

PERO AÚN LA CLASE OBRERA NO HABÍA DICHO LA ÚLTIMA


PALABRA.

En un momento en que la cuestión era cada vez más dramática, en


las industrias las materias primas se estaban agotando, se estaba
terminando el combustible, las máquinas funcionaban a petróleo, se
quedarían sin él. Era una guerra civil en forma, de parte de los
momios, lo tenían bloqueado todo. Incluso el gobierno estaba
pensando en qué industrias se pararan primero… pero aún no estaba
dicha la última palabra por la clase obrera. A estas alturas las 91 ya
habían cagado todas, porque había cerca de 500 empresas tomadas
por los compañeros, habían surgido ya por todos lados los cordones

206
industriales, al lado de nuestro sindicato había una fábrica que los
compañeros solos las hacían funcionar.

Nosotros, los sectores trabajadores conscientes, pertenecíamos al


cordón centro, cooperábamos con los compañeros de los cordones
con la movilización. Los compañeros choferes del gremio y de los
otros sectores apechugaron sacando las máquinas a trabajar. Nos
tomamos las máquinas e incluso tomamos en nuestras manos la
protección de los camiones con combustibles que eran
continuamente atacados por los fascistas. Hubo momentos en que
sectores de trabajadores de taxis, por ejemplo, iban armados para
acompañar a los camiones.

Todo esto por iniciativa del grupo de base de compañeros de


izquierda del transporte (me acuerdo en ese tiempo andaba Schnake
ahí donde nos reuníamos y nos decía, -puta que bueno que nos estén
sacando la chucha porque, así andamos como dos potos en un calzón,
porque andábamos a puras patadas. Bueno, el asunto era así, se
estaban dando una serie de luchas, muchos sindicatos habían vuelto
al trabajo. A estas alturas había 18 de los 24 sindicatos trabajando (en
Santiago).

La vuelta al trabajo de la mayoría, de los sindicatos de Santiago la


habíamos logrado con la lucha ideológica que hacíamos todos los días,

207
porque en los sindicatos había diariamente asambleas en las que
nosotros apoyábamos las reivindicaciones del gremio (entrega de
repuestos, neumáticos, etc.)

DERROTA DE JARA Y COMPAÑIA

El último viernes del paro se llegó al acuerdo de llamar a una nueva


consulta del sindicato, nosotros en ese momento estábamos sacando
un diario que se llamaba el MONA-TAXI (sacamos 60.000
ejemplares) donde se denuncian los objetivos que estaban detrás del
paro.

Este diario lo hicieron los viejos de la UP., un diario esclarecedor de


la base de trabajadores del transporte.

El asunto es que el día de la asamblea general pusimos a unos


compañeros a distribuir el diario, discutiendo y aclarando los
problemas de la política automotriz. Por suerte ya habían llegado los
2.000 vehículos de los Andes, (acerca de los cuales el gobierno
prometía prontamente iniciar su distribución) La cooperativa de
distribución de repuestos también estaba caminando. Se denuncian
las maniobras de Juan Jara; aclarábamos también en el diario e
insistíamos que no era un paro de los trabajadores y esto se notaba,

208
por ejemplo con los aplausos que estos recibían de la gente del barrio
alto y claro, había que fijarse en quién te aplaude. Bueno, comienza la
reunión, todos los huevones con su diarito debajo del brazo y resulta
que en este sindicato se reunían alrededor de 3.500 a 4.000 personas
y además gente de otros sindicatos.

Empieza la reunión y se arma la pelotera, el paro cronológicamente


estaba por terminar, es decir había que terminarlo, ganar la vuelta al
trabajo, en el sindicato más duro, el de Juan Jara; Los viejos se estaban
dando cuenta de carácter del paro, además les recordábamos de lo
que había pasado con el gobierno de Alessandri donde no les
entregaron ni una tuerca mohosa, lo del gobierno de Frei donde les
entregaron autos pero les quitaron hasta la casa y más encima tenían
que andar escondidos a causa de los embargos. Todo eso lo pusimos
en el diarito, todo eso que les he dicho aquí sobre las reivindicaciones
más sentidas del gremio.

En esta primera parte de la reunión, donde quedó la escoba, Jara se


sentó entre la asamblea y no subió al presídium con los dirigentes,
para hacerse el víctima. Sus partidarios rompían el diario, yo los
contaba, más o menos unos 300 a 400 diarios los destruyeron, pero
no calculaba que por lo menos debían quedar unos 3.000 en la
asamblea. Además pedían que Jara subiera a la mesa, antes de eso
habían pedido la cabeza del único dirigente sindical de la UP que había
allí, o sea yo, pero esto no prosperó más allá de las rechiflas y de los

209
aplausos que se llevó, yo lo huevié diciéndole, - chucha de tu madre
te fuiste de puro aplauso no más. Todo esto ocurría ya al final del
paro, donde nosotros estábamos echando toda la carne al asador. Ahí
se dio cuenta de que había una serie de reuniones de dirigentes a
escala regional, nacional, etc. Y allí se da la nueva votación para saber
si seguir o no seguir en el paro. Los huevones de la DC sabían que la
tenían perdida por todas las cuestiones que estábamos haciendo
nosotros y la votación la ganamos, pero estafados. La votación a favor
nuestro fue de 5 a 1, precisamente, en el sindicato de Juan Jara que
era el más duro. Y era duro porque en los estatutos de esta federación
se decía que un dirigente nacional que perdiera una elección en su
propio sindicato, quedaba inmediatamente cuestionado como
dirigente.

LA UP REACCIONA EN CONTRA DE LOS TRABAJADORES EN


LUCHA

Y ahí viene la gran traición, resulta que le ganamos la pelea al


enemigo pero la UP nos dio por el culo porque le entregó cadena
nacional a Juan Jara y de esto es testigo todo el país y esto no es una
huevada sobre la cual yo me esté mandando las partes. Pero esto de
la cadena nacional que le dan a Juan Jara, autorizado por el
Subsecretario del transporte y que se las sacó después con que fue el
compañero Allende, esa porquería la oyó después todo el país. Le
ganamos al enemigo pero el amigo adentro nos sacó la chucha. O sea

210
que salvan a Jara como dirigente en 1971, con las medidas de la UP,
en las elecciones del Congreso de ese año y lo salvan también los
chuchas su madre hasta en Octubre, porque el güeon de Jara estaba
lo que se llama cagao. Y esto no termina allí sino que después de esto
a la Ministra del Trabajo la cambian, al subsecretario de Gobierno lo
nombran Ministro y desde ese momento nos cierran las puertas y ya
no nos miran para nada y nos vuelven la espalda, los partidos de la
UP, el Gobierno, todos los chucha de su madre.

Y después de que ganamos el paro, los 9 puntos se los meten en la


raja. Por un lado, los vehículos que estaban llegando y que se suponía
que una parte de ellos tenían que ser entregados al MOPARE, no se
los dieron al MOPARE, no le entregaron nada, todo va para las manos
de Vilarín y la Cía. teniendo presente que nosotros les dijimos que
vehículo que le entregaran a los momios era vehículo que teníamos
en contra de nosotros, la clase trabajadora, pero hacen todo lo
contrario, a los compañeros a los cuales los fascistas les habían
destruido sus vehículos se quedaron a patas y los compañeros
choferes se quedaron cesantes como producto de la represalia
patronal en su contra (alrededor de 6 mil). Teníamos sindicatos
completos de cesantes. Los dueños de las fábricas no les dan más flete
a los camioneros que trabajaron durante el paro, etc., y no nos quería
escuchar ningún chucha de su madre, pobres viejos…Al compañero
presidente de la Federación de Choferes lo expulsan de su partido
también (el PC) por exigir el cumplimiento de los acuerdos.
Desgraciados, cabrones.

211
P. ¿Y qué hicieron entonces los trabajadores?

R. Cuando fuimos a ver a la Ministro del Trabajo que funcionaba


durante el paro, tuvo que reconocernos que la actitud del Gobierno
era la conciliación más asquerosa con la burguesía y la obligamos a
llamar por teléfono a la comisión Política de su partido para exigir
una explicación. Le respondió el Subsecretario General del Partido
(Chino Díaz) que frente a nuestras reclamaciones (a las cuales en ese
momento ella tuvo que adherir) le respondió que se cuidara porque
le podía costar su puesto de Ministro, etc.

LO TRABAJADORES REACCIONAN

Entonces, la pelea que habíamos ganado se transforma en una


derrota real para nosotros, porque se nos cierran las puertas en todas
partes. No así el ánimo de lucha que en los compañeros seguía latente.
Prueba de ello es que nosotros, después del paro, hicimos dos
asambleas nacionales en el sector, donde llegaron más de 500
delegados de todo el país, solamente de taxistas. Pero ahí continúa el
sabotaje de la UP y mi partido, pero ya abiertamente. No llegó
ninguna autoridad del gobierno al Congreso que estábamos
celebrando en la UNCTAD. Se buscaba darle una estructura nacional
a la organización de los transportistas que surgió durante el paro y
que se organizó en todas partes: ciudades, pueblos, villorios, donde
habían: taxistas, camioneros, autobuseros, etc. Más de 80 mil

212
compañeros que combatieron durante el paro. Por cada cien
compañeros se mandaba un delegado.

Al representante de la CUT tuvimos que ir a buscarlo prácticamente


a patadas, como sería que en la primera asamblea tuvimos que
quejarnos oficialmente a la CUT. Además, el grito que estábamos
pegando se estaba oyendo ya afuera en la calle, ninguno permitió que
sus autoridades fueran. La UP y la CUT nos acusaban de estar
haciendo paralelismo sindical, divisionismo en la clase, etc. Pero esto
no era así porque esta organización era de carácter político y en todos
los gremios en Chile habían muchos que eran políticos, que
pertenecían a los diferentes partidos, y había otros que eran de
izquierda sin pertenecer a ningún partido, todos tenían derecho a
participar en ésta organización, así era la convocatoria. Ahora,
nosotros nunca planteamos formar otra federación, no, en ningún
momento. Pero los burócratas nos atacaron de esa manera y esas
eran las razones que ellos daban porque la convocatoria sólo llamaba
a los sectores de los trabajadores de acuerdo con un gobierno de los
trabajadores. A mí, la derecha me acusaba por estos asuntos y mi
partido me lo vetaba. Cuando me acusaron en la Federación y en mi
sindicato yo les respondí: Que se pre el compañero que diga que no
pertenece a un partido, o que no tiene colores de un partido; yo les
voy a vetar aquí que todas las tardes se vayan Juan Jara con José
González y otros a reunirse al PDC o no lo ven ustedes compañeros,
o no les ven sus autos afuera de los locales de esos partidos políticos.
Osea que el enemigo entendía la cuestión pero mi partido no lo
entendía ni la UP en su conjunto tampoco.

213
LA VICTORIA SE TRANSFORMA EN DERROTA

Al finalizar el paro el Gobierno se transforma en un aplastador de las


organizaciones de los trabajadores que surgen al calor del paro. No
diríamos que era una represión en el sentido clásico que nosotros
conocemos sino que represivo en el sentido de que aparte de que
teníamos que luchar contra la DC, en PN y P y L, también nosotros
nos veíamos golpeados por dentro, podríamos decir, en nuestra
propia casa, por las organizaciones de Gobierno y sus partidos. Uno
de los que supo de esta lucha porque nosotros desesperados de toda
esta mierda exigimos una reunión de la UP y el Gobierno para
reclamar en contra de su oposición a las organizaciones del
transporte que surgían para impulsar el proceso revolucionario
chileno, ellos querían que esto no se desarrollara, pero se desarrolló
igual.

EL PARTIDO COMUNISTA Y LOS TRABAJADORES DEL


TRANSPORTE

Por otro lado, nosotros, los militantes PC, nos enfrentamos con los
mismos problemas al interior de nuestro partido. Por ello citamos a
más de 75 compañeros comunistas del transporte y pedimos reunión
con la Sindical Nacional. En esa reunión quedó la cagada. Nosotros

214
los que hacíamos cabeza nos quedamos callados para que la Dirección
Nacional del partido pudiera escuchar que era lo que decía la base del
Partido, que por supuesto se daba cuenta de todos los problemas
existentes. Al mismo tiempo nos preparamos para el Congreso del
Partido donde esperábamos hacer oír nuestras quejas que eran
iguales en todos los frentes sindicales del Partido y barrer con las
mafias dinásticas que controlaban toda la vida del Partido, colocando
a sus familiares, amigos, etc., en los puestos de decisión que afectaban
el sano desarrollo de una política de clase.

El rompimiento con el PC se va produciendo paulatinamente a contar


de la experiencia de Octubre. Después de esta fecha era típico ver
entre los compañeros de las bases plantearse esta cuestión. Además,
había muchos compañeros que no esperaban más y se iban. Otros
eran expulsados acusados de muchas cosas. Generalmente estas
acusaciones no eran - según ellos - de tipo político sino morales. De
lo que se trataba era de ocultar a la base los problemas políticos que
estos compañeros planteaban. Muchos como yo creíamos que todo
esto se debía a la existencia de “malos funcionarios” que informaban
torcidamente a las direcciones y que, por lo tanto, se pondría
encontrar remedio en la discusión con los organismos del partido que
fuera necesario. Hubo momentos en los cuales estaba totalmente
dispuesto a renunciar. Me costaba creer que ya no había nada que
hacer dentro del Partido.

Después del 11 de Septiembre no había duda y si se trataba de seguir


dentro era solamente para ajustar cuentas con los responsables de la
derrota que hasta el día de hoy no dan la cara. El 11 de Septiembre es

215
fundamental porque uno pudo constatar cuánta razón tenía la clase.
Es increíble todo lo que se les advirtió a las vacas sagradas. La clase
obrera y el proletariado fueron engañados una y otra vez. Cuando nos
juraban, por ejemplo, que habría resistencia, armas, etc., después de
que nosotros pedíamos luchar revolucionariamente. Los resultados
estaban ahí, no necesito comentarlos… Siguen sin dar explicaciones y
cuando alguien se las pide lo expulsan o nos culpan a nosotros de no
haber comprendido el “proceso”, que “íbamos muy rápido”, que los
dirigentes sindicales del partido no supimos cambiar nuestro viejo
estilo (el de impulsar las luchas de la clase obrera), por el del
Gobierno. Y “que con todo eso entorpecimos los planes del Gobierno
y del partido”. Hoy en el exilio, cuando uno se encuentra con los pocos
obreros que hay (porque no han implementado ninguna política seria
para sacarlos, sólo se preocupan de sus incondicionales que se callan
a cambio de un pituto), lo primero que le preguntan es si “salió con
el permiso del Partido”.

Pero muy diferente es la reacción de la clase obrera internacional, la


que, al enterarse de lo que fue la verdadera lucha de la clase obrera
chilena, comienzan a ver más clara la necesidad de solidaridad
internacionalista con sus compañeros de clase. Es más, algunas veces
llegan a integrar en su quehacer diario parte de la experiencia de
lucha de la clase obrera chilena en contra de su sistema de
explotación.

P.¿Qué conclusiones extrae ud. de lo anteriormente dicho?

216
R. Y ahora, mientras nosotros no nos sacudamos del lastre que nos
arrojó la derrota, mientras no hagamos un esfuerzo serio por asimilar
nuestras mejores experiencias de lucha, no podremos reentender
nuestra organización y lucha contra el sistema capitalista. Y creo que
eso ha comenzado ya a realizarlo nuestra clase obrera. Esto es un
proceso lento pero que se abre paso entre nosotros. Ahí está nuestro
desafío a nuestra capacidad de revolucionarios, la de participar en la
reorganización de nuestra clase tratando de evitar la repetición de lo
que anteriormente nos llevó a la derrota.
________________________________________________________
_____

17. Correspondencia:

A continuación, reproducimos una de las cartas recibidas como


respuesta al COP n°2. Por razones de espacio, algunas secciones han
sido eliminadas sin cambiar el contenido de la carta. COP se propone,
en lo sucesivo, mantener esta correspondencia y enriquecerla junto a
los compañeros que decidan participar en la discusión.

A pedido del compañero que ha enviado esta carta, su nombre es


mencionado.

Compañeros:

217
Reciban calurosa felicitación por el esfuerzo emprendido en CORREO
PROLETARIO N°2 para describir y analizar el proceso chileno en
1970-73. Es importante tener muy claro y presente que la experiencia
de los cordones industriales es el paso más decidido que el MO chileno
haya dado en la marcha hacia su unificación y su autonomía.
Permítasenos también manifestar nuestro acuerdo en general con la
descripción que CORREO PROLETARIO hace de la crisis del
capitalismo chileno, del programa económico de la UP (que en
principio algunos de sus mentores definieron como revolucionario y
después, poco a poco, cambiaron su definición), y de la campaña
internacional de solidaridad.

Hay, sin embargo, algunos juicios en vuestra publicación que – sin


entrar en este momento a definir su validez o falsedad- aparecen sin
una justificación, ni siquiera parcial en el encadenamiento de análisis
que ustedes hacen. Este problema, que me sorprendió a mí y supongo
que también a otros debe ser considerado con cuidado debido a que
la maquinaria propagandística de los interesados ha inducido la
“opinión pública” internacional (incluida ahí también la clase obrera
en Europa occidental), a creer ciertos hechos totalmente
contradictorio con esas afirmaciones que ustedes hacen.

Hojeando el número antiguo de una publicación de un sector de la


oposición contra Pinochet en el extranjero (Chile-América N°8-
9,1975, ROMA), he descubierto algunas cosas que confirmarían esos
juicios, aparentemente “discutibles” , que ustedes hacen. Son cosas
que no me habrían llamado la atención de haber caído en mis manos

218
vuestro “CORREO PROLETARIO n°2. Por eso, y para darles a conocer
lo que descubrí.

Respecto al proyecto o programa económico de la UP, “chile-


América” trae un artículo de Alexis guardia, socialista y asesor
económico de allende, donde se nos informa que en la reunión del
alto mando de la UP en El Arrayán (1972,febrero) la “dirección
económica” entrego un balance de la situación económica donde se
dice que “… el crecimiento industrial, trataremos nosotros de
deducirlo, no en el mercado externo, por lo menos en el corto o
mediano plazo, como lo muestra la política cambiara y muchos otros
elementos. Quedan solamente entonces, las industrias pesadas y de
insumos intermedios y el crecimiento vertical “ o, en términos de
Vúskovic, concentrados, excluyente y extranjerizante). La experiencia
posterior demostró que la alternativa elegida era efectivamente la
última. Es lo que muestra por ejemplo, la decisión en torno a la
licitación automotriz, que no tiene nada que ver con la “transición al
socialismo”, como David Barkin ha demostrado (ver, por ejemplo, el
artículo de Barkin: “The Chilean Road to Socialism” editado por Dale
Johnson - Anchor Doubleday Bock, Nueva York, 1973). Esta decisión
es incompatible con una distribución del ingreso relativamente más
igualitaria, tiende a exacerbar las desigualdades existentes (inversión
pública en calles y carreteras, etc.), compite con otras alternativas por
la asignación de recursos escasos (de modo notable con el
mejoramiento del transporte público), incentiva valores capitalistas
de consumo, y su única justificación está en la posibilidad que ofrece
de permitir toda una etapa de desarrollo industrial (capitalista)
estructurada alrededor del automóvil. A pesar de todo, la dirección

219
económica de la UP trató de implementar la decisión automotriz
contra viento y marea.

Otra cosa que el inefable Alexis informa es que el PC en Agosto y


Septiembre del ‘72, “provoca un aumento general de salarios sin
distinción de tramos de ingresos y, enseguida, frena y retarda las
alzas de precios de los productos de empresas del Estado.” Lo primero
es congruente con la línea del PC de “no aliarse a las capas medias”.
Lo segundo, además de una muestra de voluntarismo antiiflacionario
ridículo, dadas las condiciones existentes, hiere de muerte a las
perspectivas de acumulación de las empresas del Estado, sobre las
cuales estaba basado el modelo de desarrollo económico de mediano
y largo plazo de Vúskovic (“el excedente generado por las empresas
del APS- Área de Propiedad Social”), y por esto Guardia lo recuerda
tan rencorosamente. Después de leer el artículo, la afirmación de
ustedes, cuando dicen que el programa económico de la UP por un
lado intenta establecer “las bases del estado acumulador, quien, en un
acuerdo con el capital extranjero y la fracción dinámica de la
burguesía, genera las bases para un capitalismo chileno expansivo”,
y por lo tanto “coloca a la burguesía mencionada y al capital
extranjero como sus aliados objetivos”, no se puede desestimar sin
darle por lo menos una “segunda vuelta”. Esto también arrojaría
nueva luz sobre los esfuerzos del PC para sellar una alianza con el
PDC. La luz proporcionada por la existencia de una base objetiva
(programática por lo menos, sino todavía real para esa alianza.

Respecto al tipo de prisioneros que a la UP interesa rescatar desde el


exterior de Chile, véase la lista de la Comisión Investigadora de la

220
ONU publicada también por “Chile América”. Los dirigentes
formados al calor de la lucha de los años 1970-73, que se jugaron por
la unificación y autonomía del MO, los verdaderos dirigentes de los
Cordones Industriales, los obreros avanzados de las fábricas de los
Cordones o de fábricas estratégicas geográficamente o por el tipo de
producción, brillan por su ausencia. Busqué inútilmente en todas las
categorías. Según las organizaciones querellantes, según el Gobierno,
ejecutados muertos en enfrentamientos con la policía, muertos
tratando de escapar, presos, liberados de paradero desconocido, etc.,
al asesinado dirigente de SUMAR, Adrián Sepúlveda, Presidente del
Consejo de Delegados (es decir, de una organización nueva, de las
muchas que los obreros empezaban a dar entonces) en la industria
textil más grande de Chile y situada en el corazón de una de las dos
mayores concentraciones industriales en Santiago. Inútil. No figura.
¿Quizá porque no era dirigente del sindicato o de algún organismo
afiliado a la CUT? ¿Quizá porque no pertenecía a cierto partido
político determinado?

Otra vez, felicitaciones por el esfuerzo desplegado para


desenmascarar una situación donde (como dice el teórico español
Claudín para referirse a Alemania antes de la Revolución de 1948)
“ilusiones de un pueblo políticamente virgen y fraseología de una
casta profesional a mil leguas de la masa trabajadora parecen
conjugarse admirablemente.” Por lo menos en una primera etapa. Lo
que pasa después es totalmente diferente. Les deseamos mucha
perseverancia y mucha suerte para contribuir a la claridad de los que
alguna vez creyeron, o todavía creen, en la alianza de la burguesía
liberal y de la pequeña burguesía sin destino Chilena, alianza que no

221
puede ser sino melancólica dada su absoluta falta de perspectiva.
Los saluda fraternalmente.

________________________________________________________
____

18. ESTADO DEL MOVIMIENTO OBRERO

Movimiento obrero y lucha de clases: 1

CUESTIONES METODOLÓGICAS

A pesar del tiempo que ha transcurrido desde el golpe de


Estado y de la instauración de la Junta Militar, creemos que hay una
serie de interrogantes que permanecen sin respuesta. Estas
interrogantes surgen a partir de una serie de hechos que permanecen
inexplicados y surgen además como reacción inevitable al vacío
dejado por los análisis de la izquierda chilena. Como consecuencia
lógica, estas interrogantes comienzan a deslizarse al interior de la
izquierda en todos sus niveles y sectores, provocando el creciente
escepticismo de sus militantes, que desconfían ya del optimismo que
se viene derrochando desde el 12 de septiembre. Obviamente, los

222
miles de cesantes, los torturados, los detenidos, la mantención de los
campos de concentración, aparecen como una realidad demasiado
difícil de transformar, en el campo de la teoría, para presentarlas
como el “mejoramiento de las condiciones estratégicas”.

En el presente artículo trataremos de enfrentar algunas cuestiones


metodológicas, como manera previa de resolver algunas de las
interrogantes más importantes. Estas cuestiones metodológicas
tienen que ver con los instrumentos conceptuales que permitirán dar
una caracterización adecuada del estado del MO, de la fase por la que
cruza, de la existencia de un período en el que predomina la derrota
o el repliegue. Estas serán desarrolladas además en la perspectiva de
dar una solución a las siguientes preguntas que trataremos de
responder en el presente periódico. Estas son:

¿Cuál es el estado del MO hoy?

¿Cuál es la correlación de fuerzas que define el actual enfrentamiento


entre el proletariado y la burguesía?

¿Cómo se relacionan y responden a estas realidades algunas de las


políticas propuestas por ciertos sectores?

Previamente, sin embargo, conviene hacer algunas advertencias. En


primer lugar, cuando hablemos del MO, lo haremos en referencia
específica al MO chileno, y, por lo tanto, a las condiciones al interior
de las cuales este se ha desarrollado como clase. Por otro lado, para
desarrollar estas cuestiones metodológicas, nos vemos obligados de
hacer referencia a algunos documentos de la izquierda chilena de

223
manera de establecer una comparación que necesariamente deberá
restringir el campo de nuestra definición.

ALGUNAS AFIRMACIONES DE LA IZQUIERDA CHILENA

¿Cómo han definido ciertos sectores la coyuntura abierta con el golpe


de Estado? ¿Qué características han destacado en el MO para poder
levantar posiciones optimistas frente a la dictadura? ¿Cómo justifican
estos partidos la teórica existencia de “mejores condiciones
estratégicas”?

En la mayoría de las declaraciones de los documentos de algunos


partidos se ha insistido en que esta es una fase abierta con la derrota
del MO. Pero obviamente, se agrega que, más que de derrota,
convendría hablar de una fase de repliegue abierta por la existencia
de una “derrota transitoria”.

“Se equivocan aquellos” —dicen— que quieren ver al MO derrotado,


ya que este se encuentra intacto y más aún, conserva su conciencia
latente.

Solo los desertores han huido. Probablemente juegue un papel en


contra de la clase obrera, la dispersión que el golpe ha generado. Pero
esta tenderá a solucionarse, como parte de la acción que las
organizaciones en Chile plantean.

224
“¿Cómo no formular hipótesis optimistas” —nos preguntan— si la
historia del MO contribuye de una manera decisiva a formarse ideas
optimistas? No en vano el MO chileno tiene el papel que tiene.

Sus organizaciones se originaron a fines del siglo pasado y se


perfeccionaron sin cesar. Los militares se romperán los dientes “con
la fuerte tradición y expresión de las masas por canales diversos,
particularmente una fuerte vida sindical y una tradición enraizada de
partidos políticos. Estas tradiciones pesan en el presente como un
factor de unidad de millones en pos de la renovación democrática”. Y
esto, por supuesto, dicen los documentos, se expresa en la realidad y
es factor constituyente de la caracterización del período, es decir, del
triunfo a medias de los militares. Porque “(…) el movimiento popular
chileno y sus partidarios han demostrado en este período crítico su
enorme fuerza, organización y convicción revolucionarias. Fortaleza
—claro está— adquirida en más de cien años de duras luchas en contra
de la explotación y por los derechos del pueblo.” O la frase siguiente,
que lo dice con mayor claridad aún: “La clase obrera y el pueblo
chileno, si bien han sufrido una derrota de proporciones el 11 de
septiembre, no están resignados a su suerte, ni son incapaces de
luchar. Ya lo demostraron ayer los obreros de vanguardia, los
militantes de la UP y el MIR, los que se batieron el 11 de septiembre
contra los gorilas”. Por eso es que, “apoyados en la marcha objetiva
de la lucha de clases en Chile y no sólo en el voluntarismo del
partido, el MIR puede informar a los trabajadores de todo el mundo
que la resistencia popular chilena gana terreno día a día. La clase
obrera y las masas populares se reorganizan para la lucha y ya

225
resisten organizadamente aquí y allá las arbitrariedades del
régimen.”

Frente a las nuevas condiciones que se abren, existen algunas frases


que bien podrían calificar de antología. El PC, en uno de sus primeros
documentos, señala: “Las condiciones para reimpulsar la
movilización de las masas son mayores cada día. Los atropellos y
abusos proliferan. La situación de las masas es cada vez más
angustiosa. Todo ello obliga a una actividad más y más intensa de sus
intereses y nosotros los comunistas con nuestros aliados y todos los
antifascistas, nos proponemos hacer mucho más.” Sobre este
particular también, en el Documento Nº 4 del MAPU, se expresa:
“Existen mejores condiciones estratégicas para enfrentar este desafío
histórico. Hoy cambian las condiciones estructurales que contradicen
las bases objetivas en que se desarrolló el MO chileno; no existe
aparato de negociación, no existe legalidad. Hoy el camino del
pacifismo se ve frenado por la realidad. Hoy hay un quiebre del
Movimiento Obrero con la estrategia anterior; surge un nuevo tipo
de organización…”

Reteniendo estas frases, que trataremos de comentar en el presente


periódico, veremos si es posible un análisis alternativo.

DOS ELEMENTOS BÁSICOS PREVIOS DE ANÁLISIS

Dos problemas nos llaman previamente la atención.

226
1) Se repite reiteradamente que lo que sufrió la clase obrera fue una
derrota transitoria que abrió como consecuencia un período de
repliegue al interior del cual se acumulan fuerzas para salir del
“impasse”. Es una derrota que no tiene carácter de absoluto, como
algunos podrían creer. Más bien, parece ser que ni siquiera ha habido
la intención en algunos de definir la existencia de una derrota. ¿Qué
quiere decir esto?

Simplemente, pareciera que para algunos existe o es posible


establecer una diferencia entre derrota transitoria y derrota absoluta,
entre una fase de repliegue, con o sin acumulación de fuerzas, y una
derrota. Aunque se trata de un lugar común, habría que señalar que
la derrota absoluta del MO no existe, que no puede haberla mientras
el capitalismo exista y se vea obligado a reproducirse y a crecer
económicamente entregando permanentemente los medos a la clase
obrera para que ésta se desarrolle y amenace su fuente de poder.
Habrá períodos, por supuesto, durante los cuales el MO, fruto de su
organización y combatividad, al interior de una crisis del sistema
capitalista, sea capaz de desarrollar una lucha política en contra de la
burguesía, que lo conduzca poco a poco a resolver el problema de la
dirección del país y del Estado. Pero habrá también momentos en que
la relación entre el Capital y el Trabajo se altera de una manera
negativa para la clase obrera, en la cual la burguesía, a través de
mecanismos políticos y militares coloque al MO en un estado en que
le niegue incluso el derecho a negociar con sus patrones, le impida
entrar a disputar, aunque sean pequeñas migajas de la plusvalía
obtenida en la producción capitalista. Se le niega al proletariado la
posibilidad de organizarse como clase, de tener sus propios

227
dirigentes, de expresar en resultados que nacen de la lucha
reivindicativa este lento avance hacia etapas superiores.

Es por eso que conviene dejar bien en claro que la derrota del MO
existe, y cuando se da ni es transitoria ni es un repliegue. Es un
proceso al interior del cual la clase obrera ve alteradas las condiciones
a través de las cuales se reproduce y lucha. Su constatación y análisis
no responden a una exigencia puramente intelectualista. Pertenece al
ABC el hecho de que solamente a través de una adecuada definición
del período puede desprenderse una adecuada línea política. Los
sectores que se niegan a reconocerla no expresan más que el temor
de encontrarse ante una realidad que niegue la eficacia y el carácter
pretendidamente revolucionario de su política. El decir que las
circunstancias actuales en que el MO ha de reproducirse son más
favorables a las pasadas, tiene que justificarse con un análisis que
determine la inexistencia de una derrota.

2) Otra cosa que llama la atención es la referencia constante hecha a


la historia del MO. Se pretende arrancar la combatividad y el
heroísmo del momento histórico en que se produjeron y de las
condiciones que los engendraron. Porque es cierto que el MO chileno
ha desarrollado combates heroicos contra la burguesía, como otros
sectores obreros en América Latina. Pero esto no como el fruto de un
crecimiento decisivo al nivel de la conciencia solamente, sino que más
bien como la acumulación de condiciones que en determinados
momentos han permitido al MO entrar a cuestionar el sistema de
dominación, y generar una vanguardia. Por ello es que suenan tan
falsas las afirmaciones que tienden a identificar claridad política del

228
MO y actividad revolucionaria de este. La claridad y la lucidez puede
mover solo a pequeños sectores, pero el MO se integra a la lucha
política por condiciones radicalmente diferentes a aquellas de los
sectores pequeñoburgueses.

Extraemos de la historia del MO una serie de enseñanzas, que otros


se han negado a sacar, impidiendo que una serie de errores se
produzcan. Hay aquellas que precisamente dicen relación con las
condiciones de combatividad y eficacia en la lucha del MO. En este
sentido, bástenos señalar tres de ellas que han influido
tradicionalmente, en conjunto o separadamente, en cada momento
de la actividad combativa o de reorganización del Movimiento
Obrero.

Estas son: El aumento de la fuerza de trabajo; que en los hechos


tiende a cambiar cuantitativamente la correlación de fuerzas,
situación que puede hacerse realidad en cualquier momento (esto
dice relación fundamentalmente con la cercanía que hay entre
desarrollo del Capitalismo y desarrollo del MO).

En segundo lugar, una situación relativa de pleno empleo, que


permite no tan solo eliminar factores negativos en la perspectiva de
la organización del MO, tales como la competencia, etc., sino que
objetivamente como capaz de generar un impulso en el desarrollo de
las organizaciones sindicales que encuentran en la posibilidad de
satisfacción de reivindicaciones salariales, un gran aliciente (Esta
situación, por razones obvias, cambia el carácter de la negociación
permanente del salario obrero).

229
Y, en tercer lugar, la confluencia en el espacio y el tiempo, de la lucha
de otros sectores del proletariado, que posibiliten el enfrentamiento
con la burguesía a través de los distintos sectores y fracciones que la
componen, agregándole a cada sector aislado del proletariado una
fuerza que le viene de quienes se manifiestan como sus sectores
aliados.

Estas tres características operan también al interior de nuestro


análisis acerca de la derrota y de las perspectivas de superación. Y si
bien no intentaremos justificarlas, son fácilmente comprobables en
cualquier historia del MO chileno y palpables, por ejemplo, en el
período que se extiende desde la masacre de Santa María hasta la
fundación del PC por Recabarren.

¿CÓMO DEFINIR EL ESTADO ACTUAL?

El problema consiste ahora en saber de qué manera la instauración


de la Junta, y la permanencia de ésta, genera determinadas
condiciones, que, desde el punto del MO, pueden llamarse de derrota.
Es claro que la manera de acercarse a esta definición no puede estar
marcada por el subjetivismo, tal como el optimismo a secas o la
incorrecta interpretación de la historia del MO. Tampoco nos parece
un método adecuado el querer aplicar de una manera mecánica los
análisis que puedan surgir de un antiguo dirigente de un proceso

230
revolucionario o los análisis de la Internacional Comunista, que, si
bien pueden dar luces, dibujar tendencias, no resuelven el problema
de una clara caracterización del período.

Nos parece que, en el estado actual, a falta de otro método, debe


definirse en relación con la historia inmediata del MO, es decir, con
la experiencia que este genera entre los años 70 y 73, y, además, con
su historia no tan reciente, que entrega luces sobre la estructura del
MO. La comparación, la constatación de la presencia o ausencia de
determinadas características que permitían al MO desarrollar una
lucha constante por la emancipación social y política servirá para
medir, no de una manera ideologista, el estado actual, los límites al
interior de los cuales puede moverse la lucha del MO, y las tareas que
pueden de una u otra manera, intentar resolver la situación actual.
Poder concluir cuál es hoy la situación, qué es lo que ha cambiado,
qué es lo nuevo, lo positivo, lo negativo, etc. Eso es lo que trataremos
de hacer a continuación.

PERÍODO DEL 60 AL GOLPE

Movimiento obrero y lucha de clases: 2

231
Ya hemos dicho que la historia del Movimiento Obrero se hace
necesaria para lograr definir la etapa por la cual éste cruza hoy.
Hemos elegido a partir del año 60 porque de alguna manera creemos
que hay una cierta continuidad desde esta fecha hasta el golpe de
Estado. En rigor, podríamos haber elegido desde el momento de la
fundación de la CUT. Pero como no es nuestro objetivo escribir una
historia del MO, sino simplemente establecer una comparación,
hemos decidido partir del año 60.

Examinaremos en primer lugar ciertas características estructurales


del MO durante la década del 60 para, posteriormente, mostrar de
una manera esquemática la etapa previa al golpe de Estado.
Advertimos una vez más que estas notas que se dan a continuación
no pretenden ser una descripción acabada de los acontecimientos que
se generaron en este período.

LA DÉCADA DEL ‘60

Analizar este período nos es difícil. Conspira sobre todo la falta de


material, tanto el que no está escrito como el que lo está, ya que este
último se ha hecho sin el ánimo de problematizar la historia del MO,
limitándose a relatar un conjunto de hechos que se ligan de una
manera superficial.

La década a la que haremos mención en la búsqueda de determinadas


características estructurales es extremadamente rica en

232
acontecimientos y consecuencias. Sin ningún sentimiento
chauvinista, nos parece que esta década permite que el Movimiento
Obrero chileno sea estudiado no tan solo al interior de un proceso
nacional. Veamos pues una serie de puntos.

1) Ciertos acontecimientos retratan globalmente el carácter de este


período.

Cinco huelgas generales.

1960….7 de noviembre

1964….10 de abril

1966….11 de marzo (Sucesos de El Salvador)

1967….23 de noviembre (Chiribonos-San Miguel)

1970….8 de julio (Contra la represión-Pte. Alto)

Además, entre 1960 y 1969 se produjeron 6.956 huelgas. De entre


ellas, 1.368 fueron legales. El 62% del total de huelgas se produjo
entre 1966 y 1969. Sólo el 19% de éstas fueron legales. Estas pocas
cifras, en cuanto a dimensión, hablan por sí solas.

2) Una serie de análisis acerca del significado que tienen ciertas cifras
para determinar la radicalización de la lucha de clases y otras
características similares han sido ya hechos. Por ejemplo, la

233
diferencia entre las huelgas legales e ilegales ha atraído una serie de
escritos, lo que nos permite ahorrarnos todo comentario.

Para introducirnos en nuestra reflexión sobre las características


estructurales del MO en este período nos referiremos sólo a las
huelgas generales, tratando de establecer una cierta periodicidad y
descubriendo al mismo tiempo el proceso que se genera al interior
del MO y que desemboca, entre otras cosas, en los acontecimientos
que se producen a partir del 70. Previamente, sin embargo,
señalemos que de las dos primeras huelgas generales poco sabemos.
Recordamos, sin embargo, que la huelga general del 7 de noviembre
fue antecedida por combativas huelgas y movilizaciones callejeras, lo
que desató al interior del MO y la CUT una lucha por saber qué línea
primaba en la organización de los trabajadores. Si aquella de algunas
de las Federaciones o Sindicatos que en aquel período buscaba
movilizarse hasta las últimas consecuencias contra el plan de
austeridad de Alessandri, o si aquellas de algunos sectores de
militantes al interior de los trabajadores y al exterior de éstos, que
buscaban orientar al conjunto del MO en la perspectiva política de sus
organizaciones y los procesos prescritos por la sociedad burguesa. La
lucha terminó con la marginación casi por la fuerza de Clotario Blest,
antiguo dirigente de los trabajadores y que durante nueve años se
había mantenido a la cabeza de la CUT.

3) Cada huelga general sirve para reconstruir paso a paso la historia


del MO en los años anteriores al 70. Cada una abre y cierra un período
resolviendo a cada momento una serie de debilidades y trabas que se
levantaban en su camino.

234
Así, por ejemplo, la huelga del 66 marca el comienzo de la ofensiva
generalizada del MO contra el gobierno y el Estado Capitalista
encabezado por la DC. Esta ofensiva tiene, entre otras, dos
características que queremos destacar ya que las encontraremos más
adelante. La primera de ellas es que el detonador es un conflicto
liderado por la Confederación de los Trabajadores del Cobre. La
segunda es que esta ofensiva pone nuevamente en marcha la
actividad de la izquierda chilena, golpeada aún por el triste resultado
electoral de 1964.

La huelga general del año ’67 se produce en pleno auge de la lucha


del MO, en momentos en que los conflictos se desarrollan sin mayor
problema y son capaces de resistir y vencer en muchos casos la
política de asfixiamiento de la DC y de los patrones. Hay en este
período una acción mutua entre las huelgas de cada sindicato y
federación y la huelga general. La primera permite la segunda y la
segunda permite que la primera cambie de carácter, se plantee de
manera más agresiva y sea capaz de quebrarles la mano a los
patrones y al gobierno. Esta huelga retrata claramente el estado del
MO, el carácter de su organización, el nivel de su acumulación de
fuerzas, la decisión de combate. Expresa los primeros síntomas de
una lucha política porque gracias al apoyo masivo que suscita, es
capaz de aplastar una política del conjunto de la burguesía y de
arrebatar una serie de conquistas que permitirán su reproducción
como clase en mejores condiciones. Las acciones que se producen
anterior y posteriormente a este paro general, marcan además el
comienzo de la simultaneidad en la lucha de una serie de sectores. Sin
ir más lejos, el mismo 23 de XI, mientras los trabajadores combatían

235
en San Miguel y Barrancas, y en muchos otros sectores, se combatía
además frente al Instituto Pedagógico. Por último, el paro del año ’70
se produce al interior de un proceso político, de características
particulares. Como consecuencia, coloca la relación entre la clase
obrera y el estado, entre la política y la clase obrera, en una nueva
dimensión. De paso podemos agregar que el grupo móvil y la función
represiva del Estado, no desaparece los primeros años de la UP por
obra y gracia de la generosidad de uno y otro de los sectores de la UP,
sino que son los combates de la clase trabajadora, y su decisión de
lucha, los que imponen esta política.

4) Es cierto que muchos han insistido sobre las causas que originaron
la lucha de los trabajadores, sobre la capacidad de estos de enfrentar
a la burguesía en múltiples terrenos. Pero, de una u otra manera,
estas explicaciones son poco claras y no nos satisfacen. Veamos, pues,
si somos capaces de entender el problema de una manera diferente.
Es decir, de encontrar algunas de las causas que originan esta
combatividad.

A.- Según las estadísticas que tenemos, hay un primer dato


interesante que apunta hacia el carácter que tiene la relación de
fuerzas en el plano de las cifras. Entre 1960 y 1967, la mano de obra
aumenta en un 39,4% aproximadamente. Los sectores más
favorecidos son los textiles (6,5%), equipos de transporte (5,9%),
productos metálicos (3,3%). Es decir, que, entre el 60 y el 67 hay
objetivamente una alteración en la relación de fuerzas al interior del
Estado Capitalista (no poseemos cifras del 67 al 70).

236
B.- Esto se conjuga con un creciente proceso de centralización al
interior del MO, que es robustecido además por tres factores. 1) el
aumento de la fuerza de trabajo, 2) el aumento de conflictos, y 3) el
aumento de sindicatos.

C.- Como producto de los combates efectuados, los años 59, 60 y 61,
la CUT, las Federaciones y otros tipos de organización de los
trabajadores, se estructuran, se afirman y se consolidan. El tercer
Congreso de la CUT, independientemente del giro político
burocrático que pueda habérsele impuesto, implica, mirado desde la
historia del MO, un avance desde el punto de vista organizativo. Esta
organización de la clase, tiene cierto éxito al integrar esta nueva
fuerza y a otros sectores del proletariado, al proceso organizativo.

En la constitución de clase para sí misma, se avanza paulatinamente


y mucho más lejos de lo que se cree.

Los porcentajes de estas cifras son superiores a lo que se piensa,


porque figuran como socios de sindicatos aquellos trabajadores que,
fuera de haberse sindicalizado, estaban en condiciones de hacerlo
según la prescripción del Código del Trabajo.

237
PORCENTAJES ENTRE LA FUERZA DE TRABAJO DE CADA GRUPO DE
ACTIVIDADES ECONÓMICAS Y EL NÚMERO DE SINDICATOS EN
CADA UNA DE ESTAS ACTIVIDADES.

TOTAL DE FUERZA PORCENTAJ


DE TR. SOCIOS ES

Agricultura y 929.000 260.913 28%


Pesca
128.000 61.558 48%
Minería
604.000 216.230 35,7%
Industrias
191.000 21.753 11,5%
Manufac.
27.000 14.948 55%
Construcción
339.000 61.102 18%
Electricidad, Gas,
A. 164.000 59.389 36,5%

Comercio 765.00 47.529 6,2%

Transporte,
Comunic.

Servicios

Total Parcial 3.147.000 743.332 Porcentaje


de
Varios 208.000
Sindicalizaci
Total Global 3.355.000 ón por Sector
Económico.

238
Fuente: PUNTO FINAL, Agosto de 1972

D.- El proceso de generación y práctica de la vanguardia es


extremadamente complejo y rico. Distinguimos una vanguardia que
de alguna manera encontramos presente en toda la historia del MO,
desde sus orígenes, en los primeros intentos de organización nacional
y centralizada. Estos son los trabajadores de los campamentos
mineros, los trabajadores del cobre, salitre, carbón, textiles,
metalúrgicos. Es claro que estos terminan incluso mucho antes de su
proceso de centralización.

Estos sindicatos están presentes junto a las Federaciones en la década


del ’60, no tan solo actuando, sino que la mayor parte de las veces
cargando sobre sus espaldas los períodos de reflujo o anunciando los
períodos de avance. Aquí se nos vienen a la memoria dos ejemplos:
La heroica huelga del Carbón en la época de Alessandri y la lucha de
los trabajadores del Cobre que culmina con los sucesos del
“Salvador”. Estos sectores, con su sola presencia, por el papel que
juegan en la economía, ponen en jaque al gobierno y dan el carácter
de nacional a cualquier lucha. Pero, obviamente, esta presencia
está asegurada por dos factores:

En primer lugar, por la posibilidad real de actividad sindical en cada


uno de estos sindicatos, y segundo porque a pesar de que la correa
burocrática que existía al interior de la CUT, más que facilitar,
entorpecía el encuentro de la vanguardia con el resto del MO. Esta

239
coordinación estaba asegurada por el carácter del período y de las
luchas obreras.

Pero la historia de la vanguardia obrera en este período no


corresponde solamente a este sector cuyas características acabamos
de examinar y que además pueden profundizarse por un estudio
detenido de las estadísticas que entregaremos.

Efectivamente, como producto del desarrollo capitalista que altera el


desarrollo industrial, aparece toda una gama de sectores obreros.
Estos se reproducen al interior de las fábricas con una tecnología y
una alta composición orgánica del capital y con una producción
destinada al consumo de sectores medios y altos. Estas fábricas no
agrupan grandes cantidades de obreros y en estos prima el elemento
joven y sin experiencia sindical.

Integrados a la lucha global del MO, su combate se manifiesta


particularmente difícil dada la baja de ventas industriales que se
produce desde el ’67 al ’70. Su lucha es contra los stocks de las fábricas
capitalistas y contra la represión del gobierno de Frei al servicio de
estos sectores patronales, todo lo cual genera una masa de
trabajadores que no tienen otro recurso que responder redoblando
su constitución como clase organizada y ligándose a las luchas de
otros sectores del MO y del movimiento de masas en general, para
obtener la fuerza que le es negada por los altibajos de la producción
capitalista. De una manera casi instintiva y espontánea, estos obreros
comprendieron que a la competencia les era posible responder con la
cooperación de los trabajadores en lucha.

240
Hasta aquí este punteo esquemático del MO en la década del 60.

DEL ’70 al ‘73

El 4 de septiembre de 1970, la clase obrera y el proletariado


conquistaron el terreno para luchar por su emancipación política.
Pero el golpe de Estado y las condiciones al interior de las cuales se
desarrolla la lucha de la clase obrera, atestiguan que al desafío no se
respondió en su totalidad ni adecuadamente. En el Número pasado
de CORREO, expusimos de alguna manera lo que pensamos podrían
ser algunos de los datos más importantes de la derrota. Tratamos de
explicar allí ciertas debilidades estructurales que fueron, dado el
conjunto de las condiciones políticas imperantes en Chile,
importantes en la derrota.

Sin embargo, bien vale detenerse una vez más sobre algunas de las
causas que produjeron la derrota y que de cierta manera esbozamos
en el CORREO pasado.

En Chile se dieron muchas, por no decir casi todas las condiciones,


para que el MO junto al proletariado, pasada a una etapa diferente de
su desarrollo y de su reproducción como clase.

Pero, ¿qué pasó? ¿Por qué esta experiencia fue incapaz de coronarse
con éxito? ¿Cuál fue la causa?

241
Una serie de sectores han creído encontrar en la ausencia del “Partido
Revolucionario” la causa fundamental de la derrota. Nosotros no
estamos lo suficientemente convencidos de esta explicación. Sobre
todo porque, entre otras cosas, es una especie de consigna que se agita
sin ninguna autocrítica, ya que la mayor parte de los que reclaman
este derecho, estuvieron presentes en Chile y fueron incapaces de
construir una organización con cierta seriedad. Sin embargo, como
esta explicación aparece aceptada por muchos militantes de la
izquierda chilena que se han negado a pensar seriamente su propia
experiencia, veamos, antes de responder lo que nosotros creemos son
las respuestas a las preguntas planteadas, qué quiere decir esta
explicación que privilegia al partido por sobre toda otra explicación.

Empecemos pues: En este sentido, si efectivamente hubiera faltado el


“partido”, ¿para qué específicamente hubiera faltado? Obviamente, a
esta pregunta podrá responderse diciendo que hubiera faltado para
construir un proceso con características revolucionarias. Ya que, en
ese caso, fuera de negar la práctica realizada por el MO en los meses
anteriores al golpe, se entraría a dar una explicación de los
acontecimientos del 11 de septiembre similar a la explicación de la UP.
Es decir, que el golpe de Estado fue contra la UP y no contra el MO.

Ahora bien, si no era un proceso con estas características que el


“partido” debía llevar a la práctica (puesto que ellas se daban
independientemente de este “partido”), ¿cuál era la necesidad de este
“partido”? Seguramente se dirá que, como la experiencia lo
demuestra, el “partido” hubiera sido necesario para justamente

242
coronar de una manera exitosa el proceso generado antes del golpe.
Es decir, para conducir a las masas a la victoria.

Pero como queremos entender claramente, veamos lo que quiere


decir la anterior afirmación. Por ello es que podemos, meditando en
voz alta, decir si el partido hubiera faltado para coronar el proceso
iniciado con una victoria. Ahora, sí había una posibilidad de victoria,
¿cómo poder separar esta posibilidad de la victoria misma? De
ninguna manera, ya que no creemos que esta separación pueda tener
lugar. Como tampoco puede haberla de una manera tajante entre la
victoria que el “partido” hubiera trabajado y conducido a buen
término, y los hombres que construyeron la posibilidad para que esta
se diera. Es decir, que en tanto existe una crisis al interior del sistema
y una clase obrera que con su práctica construye un proceso con
características revolucionarias, debe haber “partido” o si no éste se
convierte en una utopía similar a los desvaríos de los militares que
juegan con la estrategia y la táctica. Ahora, si este es o no
revolucionario, parece ser que depende del éxito de la revolución, lo
que invalida a muchos de los que se justifican agitando la bandera del
“partido revolucionario”. Ahora, una vez llegado a este punto, nos
parece que los que reducen todo a la ausencia del “partido
revolucionario” tienen, para salvar su coherencia, tres caminos:
aceptar la existencia del “partido” o de los partidos en Chile, pero con
líneas equivocadas, o no aceptar la presencia de una crisis
revolucionaria, o colocar una vez más el “partido” como decálogo
inalcanzable por nosotros los subdesarrollados.

243
Como las dos últimas no nos interesan, es decir, nos parecen
perfectamente inalcanzables para nuestro entendimiento, preferimos
detenernos un poco en la primera.

Si el “partido” existía, pero con línea equivocada, ¿Cómo definirla?


Para esto no nos quedó otra alternativa que seguir dos caminos. El
primero nos condujo al pasado y como pensamos que una línea
adecuada hubiera permitido no tan solo cagar una buena cantidad de
tinta, sino que construir partido y desarrollarse al interior de las
masas, encontramos que esto de la “línea equivocada” parece
envolvernos a todos y particularmente a los mitómanos del “partido
revolucionario” que no fueron capaces de salir de su estado
grupuscular. Y segundo, preguntamos y luego escuchamos, sobre
todo a los internacionalistas del partido revolucionario: ¿y qué
obtuvimos? La historia de una teoría que se mantiene pura, porque
no está presente en ninguna parte, y una serie de recetas culinarias
acerca de la audacia y otra serie de frases que son buenas para todo y
para nada.

En resumen, poco nos convence las explicaciones que reducen la


causa de la derrota a la ausencia del partido revolucionario, por todo
lo anterior, y porque además creemos que otra es la causa de lo
pasado.

Por ello es que debemos preguntarnos, una vez más, ¿por qué fuimos
derrotados? ¿Cuál fue la razón principal? Creemos que una de ellas
es que faltó la dirección. Pero no aquella en la que piensan la mayor
parte de los militantes de la izquierda chilena, no aquella que
construye el aparato burocrático y genera las condiciones para que el

244
Estado Mayor de la Revolución piense que prepara aparatos
especializados para teóricamente detener la represión de la
burguesía.

Tampoco pensamos en aquella dirección que entrega el “programa”,


ya que este consiste para nosotros en el conjunto de caminos que se
abren al MO cuando gracias a su lucha se pone de pie, conquista su
unificación, descubre quiénes son sus amigos o enemigos, y paso a
paso construye su liberación como clase, que es lo que a nosotros nos
interesa.

Nos faltó una dirección que coordinara en el momento necesario, que


centralizara las fuerzas para aplastar justo en el lugar necesario la
contraofensiva militar burguesa (cuando se escriba un texto acerca
de la experiencia militar de la revolución chilena se aclarará mucho
más lo que tratamos de decir, ya que se verá cómo el golpe, en
términos militares, no fue una operación terriblemente grande. Bastó
para derrotar a la izquierda chilena, que prefirió escudarse detrás de
la represión que se desató contra el MO, para salvaguardar el partido
para otros combates. Lo triste es que igual fueron golpeados y sin
grandes combates).

Pero entonces, ¿quiere esto decir que faltó la dirección porque no


hubo partido? No, ya que el partido estuvo presente de la única
manera que es posible. Esto es, como clase, que por la fuerza de su
práctica pone en juego al conjunto de la sociedad dictándole sus leyes,
sus objetivos y sus contradicciones. Como partido independiente de
la clase que se diferencia prácticamente de las otras.

245
Pero, ¿por qué no hubo dirección en el momento adecuado? En
primer lugar, porque la burguesía resolvió el problema de su
dirección al mismo tiempo que la obtención de una fuerza militar que
le sirviera para aplastar al proletariado (fuerza que, por lo demás, no
era numéricamente decisiva, como hemos dicho antes). Y, en
segundo lugar, más importante aún, porque la vanguardia no fue una
constante en el proceso. No se situó ni en el lugar geográfico ni
económico específico. Se expresó en mil combates y se esparció en
mil lugares, dispersando también la experiencia. Mientras en un lado
se combatía al reformismo, en el otro se enfrentaba a la burguesía y
viceversa. Solo cuando la unificación comenzó a concretizarse, solo
cuando la organización comenzó a acordarse con esta nueva realidad,
solamente ahí comenzó a vislumbrarse un principio de solución. Al
calor de los primeros síntomas de autonomía, al interior de las nuevas
formas orgánicas estructuradas al interior de un programa del
conjunto de la clase, la dirección empezó a tomar cuerpo. Justo el día
en que el cataclismo se vislumbró, la burguesía golpeó.

Mientras el desarrollo capitalista en la Rusia zarista agrupó a la


vanguardia en determinadas ciudades y más aún en determinados
barrios, en Chile, la esparció a lo largo del país.

Esto bien vale como introducción para entrar al análisis concreto del
MO en este período. Entendemos que aún se plantean algunas dudas
que se tratarán de resolver en los números siguientes.

1) Desde el punto de vista de la organización de la clase obrera, hay


claramente dos procesos. Está, de un lado, el aumento en el número
de los sindicatos. De otro lado, el paulatino intento de generar al

246
interior de estas mismas formas orgánicas nuevos mecanismos que
la hagan más fuerte y capaz de resolver las luchas del proletariado
adecuadamente. Ambos fenómenos se interrelacionan.

En lo que se refiere al aumento de sindicatos, hay una serie de


factores que permiten explicarlo. Por un lado, la legitimidad real que
el sindicato comienza a adquirir a través de las luchas de los
trabajadores. Esto, además, como expresión de la alteración de la
correlación de fuerzas, permite a los trabajadores exigir una serie de
reivindicaciones a la burguesía. También hay la integración de una
serie de nuevos sectores a la lucha por mejores condiciones de vida;
que explican también este crecimiento de los sindicatos.

Clotario Blest, es un artículo en Punto Final, señala que el aumento


de sindicatos es del 3,4% durante el año ’71, y del 18,8% en el primer
semestre del ’72, fenómeno que va acompañado de un interesante
proceso de diferenciación al interior de estas formas orgánicas
llamadas sindicatos.

Sobre el particular, Clotario Blest, en el mismo artículo (agosto ‘72):


“Un fenómeno digno de mencionarse es el que se refiere al número
de sindicatos y socios de los sindicatos industriales como
profesionales. Desde el año ’66, el número de sindicatos profesionales
era notoriamente superior al de los industriales (1.664 los primeros y
979 los segundos). Esta relación se mantuvo con variantes
accidentales hasta el año ’70, en que el número de sindicatos y el
número de socios de sindicatos profesionales es superior al de los
sindicatos industriales: Los primeros (profesionales) con 2.180
sindicatos y 254.000 socios, y los segundos con 2.030 sindicatos y

247
142.900 socios. En el año 72 (primer semestre) esta diferencia se
acentúa mucho más aún, como puede comprobarse en el cuadro que
se acompaña. La causa de este fenómeno puede encontrarse en el
hecho de que los trabajadores y empleados se han formado conciencia
de que los sindicatos masivos, como son los profesionales, son mucho
más eficaces en la lucha gremial, ya que se forman un solo frente ante
los explotadores. El sindicato industrial, o minisindicato, es mucho
más débil en su acción. Evidentemente, esta teoría es relativa, ya que
los sindicatos industriales de la gran industria son bastante eficaces
en la lucha, pero estos “grandes” no son muchos en el país.”

Por lo tanto, no tan solo hubo aumento de sindicatos, sino que se


avanzó en la centralización de las organizaciones obreras. En lo que
se refiere al segundo fenómeno, es decir, la creación de nuevas formas
orgánicas, a través de las cuales la clase obrera puede resolver sus
problemas, podemos señalar que dicho proceso encuentra la
explicación en varios factores. Ya hemos dicho que las cifras de
sindicalización en Chile son engañosas, ya que, si bien muestran
efectivamente el número de sindicalizados, el porcentaje no
corresponde necesariamente al conjunto de la fuerza de trabajo, sino
que fundamentalmente a aquellos quienes el Código del Trabajo
permitía la sindicalización. Por lo tanto, en estas circunstancias, hay
un sector del MO numéricamente importante que busca expresarse
orgánicamente y hay también un proceso de crecimiento de la lucha
de tal nivel que el MO ya no puede expresarse a través de sus
organizaciones. Al calor de estos problemas se desarrollan los
Cordones Industriales. De estos dijimos en el CORREO pasado: “El
Cordón Industrial es la expresión histórica de un proceso de

248
unificación”. Antes definíamos esto en forma abstracta. Ahora
aparece explicado por la actitud práctica del MO a fines del ’71 y
comienzos del ’72. A estas alturas de la lucha de clases no le sirve ni
la CUT ni los partidos, quienes nacen precisamente en el
fraccionamiento de la clase. Los trabajadores se conectan en el
Cordón Cerrillos por encima de la CUT y de las ramas industriales a
las que están afiliados. Ahí vemos industria textil con industria
metalúrgica, industria alimenticia con industria electrónica, pequeña
industria con mediana y gran industria.”

Esto, por lo demás, no quiere decir otra cosa que organización y lucha
comienzan a fundirse.

Ambas aparecen como inseparables porque pasar de una etapa de


lucha a otra exige esta unión. Esta realidad se confirma en la
respuesta al paro de octubre.

2) Por lo fundamental, la lucha que se entabló entre el proletariado y


la burguesía en este período tiene el carácter de política. Porque la
agitación y movilización de los trabajadores no afectó tan sólo a una
fábrica o a una rama de la industria, sino que, al conjunto de los
trabajadores, los que arrancaron por la fuerza de esta movilización y
de su acumulación de fuerzas, mejores condiciones de venta de su
fuerza de trabajo arrebatando además de manos de los capitalistas, la
propiedad de muchas fábricas, estableciendo en principio nuevas
leyes y normas respecto de su organización y programa. También se
movilizó para arrancar de las manos de la burocracia y de la pequeña
burguesía la dirección de las fábricas y del proceso que creía suyo. Se
movilizó para construir su unificación, acumular fuerzas desde un

249
nivel que le permitía la estructura de clases del capitalismo chileno y
además se movilizó para tratar de generar una dirección que surgiera
del interior de la propia clase obrera. Lucha política, porque su
movilización y el alcance de sus luchas estuvieron al centro de toda
acción política, de todo partido. El problema central de toda política,
el de saber cómo destruir la dominación de una clase por otra, no fue
más un asunto de pasillos, sino que la expresión de una lucha abierta.
Esto no quiere decir que los políticos no actuaran. Al contrario, quiere
decir que, al hacerlo, no pudieron evitar de pensar de una manera
diferente a lo usual. Ya no se trataba de la triquiñuela ni de la
campaña electoral ni del desbancamiento de un dirigente para
reemplazarlo por otro, sino que el problema consistía en cómo
obtener una fuerza suficiente para aplastar aquella que los
trabajadores habían desarrollado en su lucha.

Hemos dicho que esta lucha tenía dos ejes: Reproducirse como clase,
acumulando fuerzas y quemando etapas, fenómeno de cierta manera
ya visto. Y por el otro lado, la disputa por saber a qué precio se vende
la fuerza de trabajo, cuáles son las reivindicaciones que por la vía de
la lucha se van obteniendo.

Mirado desde el segundo ángulo, constatamos que en los dos


primeros años el salario se mantuvo en el nivel que expresaba su
fuerza, salario que expresaba una serie de fenómenos conexos, tales
como: la situación de casi pleno empleo, la casi nula competencia y la
casi cero determinación por una masa de cesantes desde fuera de la
fábrica.

250
PODER DE COMPRA DE LOS SALARIOS:

ÍNDICE DE ÍNDICE DE ÍNDICE DEL


SALARIOS: PRECIOS: PODER DE
AÑO
1968=100 1968=100 COMPRA

1968 100 100 100


OCTUBRE
135 127 106
1969 “
206 172 120
1970. “
297 192 154
1971 “

Fuera de estos indicadores, hay otros para los cuales no poseemos


datos, pero que expresaban, creemos, también claramente el nivel de
los combates desarrollados. Sobre este particular, señalamos, por
ejemplo, las asignaciones familiares, los bonos de producción, las
gratificaciones, etc. Normalmente, la crisis de octubre merece punto
a parte desde la perspectiva del análisis que desarrollamos en este
momento. Ahí se hace patente esta realidad de presión y movilización
de los trabajadores. Las reivindicaciones sufren una alteración,
desplazándose hacia la búsqueda del control de las fábricas. Antes de
que esta crisis se desatara, la movilización de los trabajadores había
dado como resultado la petición de que 167 empresas fueran
intervenidas o requisadas, de las cuales solo 43 (26%) formaban
parte del plan de requisición del gobierno. En octubre del 72, 65

251
empresas son integradas al área social, elevando el número total a
232. De estas 65 empresas, solo 9 formaban parte de los planes del
Gobierno.

Digno también es de anotar las movilizaciones de los trabajadores


posteriormente a la crisis de octubre y fundamentalmente aquellas
que tenían por objeto la liquidación del plan Millas, que buscaba
enfrentar y aplastar las movilizaciones obreras cuyos resultados
hemos citado.

3) Ya hemos insistido en la íntima relación que hay entre movilización


de la clase obrera y aquella del conjunto del proletariado. En este
período, esta relación se desarrolla en el espacio y el tiempo y logra
concretizar una serie de acuerdos en determinados momentos que
son importantes para el desarrollo de la lucha.

Esta relación se desarrolla al interior de un proceso que los unifica,


pero, además, cada sector tiene su propia especificad. En este sentido,
una breve estadística del Movimiento Campesino habla por sí sola.

CENTRALIZACIÓN ORGÁNICA CAMPESINA:

AÑO Nº SINDICATOS Nº SOCIOS

1955 22 1877

1956 31 2380

252
1957 31 2397

1958 28 2030

1959 20 1656

1960 18 1424

1961 22 1831

1962 22 1860

1964 23 1706

1965 58 3832

1966 197 10.373

1967 217 11.485

1968 457 83.657

1969 550 108.967

1970 616 114.180

1971 713 148.885

1972 925 247.194

Desgraciadamente, señala Clotario Blest en el mismo artículo


anteriormente citado, la centralización de estos trabajadores se ha
dado a través de Confederaciones que han tomado cada una un color

253
político, lo que jugó, en determinados momentos, directamente en
contra de una real centralización.

Al lado de estos sectores campesinos, es necesario citar a otros cuyas


movilizaciones son ampliamente conocidas, tales como los
pobladores, las Juntas de vecino, las JAPS, etc.

Una serie de otras precisiones sobre este período han sido ya dadas
en el CORREO pasado, lo que nos ahorra profundizar más sobre este
período. Se verá además que gran parte de las características que
vimos en el primer período comentado, permanecen presentes en
este.

ESTADO ACTUAL

Movimiento obrero y lucha de clases: 3

Ya hemos visto cómo se ha caracterizado el estado del MO en relación


al período abierto por el golpe de Estado. Para algunos, este período
está caracterizado por la existencia de una derrota transitoria.

También hay una definición del período en quienes elaboraban


determinadas políticas que se proponen al MO. Así, por ejemplo,

254
aquellos que piensan que el MO necesita recuperar la confianza
perdida el día del golpe, tienen una concepción determinada del
período. Así, los que se plantean como objetivo reagrupar la
vanguardia anterior del MO, formulan a su vez una caracterización
del período. Lo mismo se puede decir de aquellos que hablan del
mejoramiento de las condiciones estratégicas.

Trataremos pues, frente a las posiciones anteriores, de establecer


nuestras propias posiciones y tratar de ver también si las
anteriormente citadas resisten un examen de la realidad.

En términos generales, de manera de introducirnos a nuestro


análisis, nos parece que la derrota puede definirse como la
desaparición de ciertas condiciones que anteriormente jugaban a
favor del MO. Veamos cómo esto puede concretizar en un análisis.

GOLPE DE ESTADO Y DERROTA POLÍTICA

Como resultado del golpe de Estado, hay evidentemente una derrota


del MO que no está formalmente cuestionada por nadie, excepto,
claro está, por ciertos análisis que se han hecho sobre otros
problemas y que entran en contradicción con la definición antes dada.

Esta derrota política (para nosotros la palabra política tiene un


significado distinto del que tiene para muchos sectores de la izquierda
chilena) corresponde a la desaparición de las condiciones que

255
generaron el nivel de enfrentamiento entre las clases en Chile, antes
del golpe de Estado.

Ya que la presencia de una lucha política encabezada por los


trabajadores era expresión de una serie de condiciones favorables a
la movilización del MO, condiciones entre las cuales se contaban por
ejemplo: la posibilidad de un proceso constante de coordinación y
centralización, la presencia simultánea de varios sectores proletarios
en lucha, etc., etc.,; además de las condiciones normales de
reproducción como clase, que habían sido conquistadas a lo largo de
toda la historia del MO y particularmente en la década del ’60. Y
entonces pensamos que son precisamente estas condiciones las que
en primera instancia eliminó el golpe de Estado, por obra y gracia de
los militares.

Veamos este problema de más cerca. Examinemos de manera breve


el estado de las organizaciones de los trabajadores, la situación de los
dirigentes sindicales y de las actividades sindicales. (Tomamos como
base el Informe de la OIT sobre Chile).

La situación de las organizaciones máximas de los trabajadores, tales


como la CUT y buena parte de las Federaciones, es la siguiente. En lo
que respecta a la CUT, esta fue lisa y llanamente disuelta. Sus
dirigentes fueron presos o perseguidos o torturados. En lo que
respecta a las Federaciones, la situación es también clara, aunque en
algunos casos presenta cierta ambigüedad. La posibilidad de
reconocimiento de ellas está aplastada de cierta manera hasta la
promulgación del nuevo Código del Trabajo. En una serie de casos se
acepta que funcionen, aunque estrictamente regidas por el carácter

256
de actividades que acepta la Junta. En este sentido hay un buen
ejemplo: No hace mucho, en uno de los sindicatos del Cobre, uno de
los dirigentes denunció, ante una asamblea que escuchaba una cuenta
acerca del resultado de ciertas peticiones presentadas a la Junta, que
se les había pedido que justificaran la ausencia de una solución a estas
peticiones. En la madrugada este dirigente recibió la “visita” de
algunos militares y fue obligado a abandonar el mineral. En lo que
respecta a los sindicatos, la situación es poco clara, no porque la
información pueda demostrar que su estado es mejor que el de la CUT
o las Federaciones. El criterio adoptado con ellos depende mucho del
[ilegible] de la benevolencia de los patrones, los que pueden
aprovechar la ocasión para ajustar cuentas viejas.

Donde la información es clara (lo que permite además tener una


cierta imagen de lo que pasa con el sindicato), es en la dirección de
las diferentes organizaciones sindicales. Sobre este particular, el
informe de la OIT señala: “En lo que concierne a unas 60
organizaciones de base, con respecto a las cuales la Comisión ha
podido reunir informaciones precisas, se ha comprobado que una
tercera parte de estas continúa con las comisiones directivas de antes,
la mitad posee comisiones parcialmente modificadas debido a que
han quedado vacantes ciertos cargos o que nuevos dirigentes fueron
designados en reemplazo de los anteriores; el 20% restante tiene
comisiones totalmente distintas”. Se agrega posteriormente que:
“Dado que el total de los cargos sindicales ha sido aproximadamente
de 35.000 en todo el país, la Comisión no posee datos suficientes que
le permitan fijar cifras precisas en cuanto al número de cargos
sindicales que quedaron vacantes a raíz del cambio de régimen. Sin

257
embargo, sobre la base de lo reseñado anteriormente y de las demás
informaciones analizadas en el capítulo respectivo, considera (la
Comisión) que la proporción es manifiestamente mayor a la señalada
por el Gobierno y posiblemente llegue al doble”.

Interesante es ver que los medios que la Junta y los patrones


utilizaron para deshacerse de los dirigentes sindicales, fueron
múltiples. El Informe de la OIT señala que “muchos de los dirigentes
fueron despedidos de sus empleos, perdiendo así sus cargos”. “Estos
despidos se produjeron principalmente entre septiembre y diciembre
del ’73 y, en menor medida, en los primeros meses del ’74”. Entre las
causas invocadas, fuera de la acusación de participación en la UP, se
utilizó el Decreto Ley Nº 32 que permitía “que un dirigente podía ser
despedido no solamente por haber participado en el planteamiento
de conflictos artificiales y luego en la toma de la empresa, sino que
también por haber dirigido en épocas anteriores una huelga
auténticamente profesional, aunque ilegal por distintos motivos, o
sea, el tipo de huelga que era más frecuente en Chile.

Este texto hizo posible la adopción de sanciones contra dirigentes y


trabajadores a causa de conflictos terminados hacía un cierto tiempo,
sanciones de las que habrían escapado por motivos políticos u otros
bajo el régimen anterior. También ofreció a ciertos empleadores la
ocasión de ejercer represalias.”

A partir de esa breve visión ya podemos preguntarnos nuevamente


qué es lo que provocó la derrota política al interior del MO, qué es lo
que el golpe de Estado impuso a los trabajadores.

258
El golpe de Estado borró de un día para otro el nivel de organización
alcanzada por los trabajadores que permitía no tan solo tener un
cierto nivel orgánico a partir del cual se pudiera resolver cierto tipo
de problemas. La organización parecía además una herramienta que
permitió a los trabajadores en diversos períodos resolver la debilidad
que le era dictada por la estructura del capitalismo chileno. Con el
golpe, en cambio desapareció la coordinación entre los sindicatos.
Los dirigentes sindicales dejaron de ser protegidos por el fuero
sindical, lo que en cierta medida era la supresión de una garantía que
aseguraba la soberanía en las posiciones que los sindicatos
levantaban.

Todo lo anterior aparece con más claridad si agregamos además lo


hecho por la Junta en el plano de las actividades sindicales. Se
suspendió el derecho al pliego de peticiones, la negociación colectiva,
es decir, una serie de mecanismos que le permitían a los trabajadores
acumular fuerzas y avanzar por sobre las posiciones de los patrones.

Pero además esta “derrota política” provocó otras consecuencias. No


tan solo descoordinó los sindicatos, reprimió a los dirigentes
sindicales; quitó el fuero sindical, cuestionó la existencia misma del
sindicato. Además, preparó las condiciones para la puesta en
marcha del programa político y económico de la Junta, programa
que comentaremos a continuación.

Previamente eso sí, no podemos dejar de acordarnos de aquellos que,


frente a la derrota sufrida por el MO, han querido levantar un
programa tendiente a recuperar la confianza perdida por el MO. Y
sobre todo nos acordamos, porque pensamos que este programa

259
tendría sentido bajo ciertas condiciones muy particulares. Este
programa tendría sentido si la estructura del MO generada por el
capitalismo se hubiera mantenido intacta; si los sindicatos como
organismos de base ni hubieran sido golpeados a fondo y si por lo
menos ciertas luchas y reivindicaciones obreras tuvieran aún algún
cauce legal. Solamente ahí tendría sentido tratar de generar una
experiencia desde determinados sectores del MO, de determinadas
fábricas, que tuviera como efecto la destrucción de la barrera de la
ignorancia frente a la cual el MO se encontraría; es decir, que tenga
por efecto el reencuentro del MO con su fuerza.

Desgraciadamente, como ya lo hemos enunciado, la situación actual


no tiene tan solo estas características. Ni siquiera hay sectores
burgueses que desde una u otra tribuna puedan clamar para obtener
cierta justicia para los trabajadores. Por ello podemos concluir aquí
que la derrota política puede ser la derrota de una línea, de un partido
o de varios, de la vanguardia del MO en un período específico y la
situación no es aún grave. Pero otra cosa es cuando la derrota es
elaborada por la burguesía como un proceso que acosa, destruye y
agudiza la falta de posibilidad de una respuesta obrera.

JUNTA MILITAR Y DERROTA

260
Durante mucho tiempo se pensó que la Junta estaba liquidada, que
no expresaba un programa adecuado para el desarrollo del
capitalismo chileno. La izquierda en su conjunto no dejó de anunciar
en reiteradas oportunidades la destrucción de la Junta a causa del
estallido de las contradicciones interburguesas, expresión por lo
demás de la incapacidad de Pinochet y cía. de convertirse en los
representantes de la burguesía.

“CORREO” fue uno de los primeros en denunciar este estilo de


análisis, tratando de demostrar que detrás de las acciones económicas
de la Junta había un plan que de una u otra manera se estructuraba
lógicamente con ciertas tendencias expresadas en el desarrollo del
capitalismo a escala mundial. Y esto era importante porque se
trataba de descubrir que detrás de la política de la Junta, detrás
de la fijación de precios, de la política de libre competencia, de la
detención del déficit fiscal, del control de la inflación, había una
política estable que provocaba consecuencias negativas para el
MO y que profundizaba más aún la derrota política provocada el
11 de septiembre.

La mayoría de las organizaciones políticas, con una ceguera


irresponsable, se han negado a integrar esta realidad en sus análisis
políticos, evitando, por lo tanto, la constatación del estado hoy del
MO. Por el contrario, han mostrado, tanto el hambre como la miseria,
la cesantía como la inflación, de una manera demagógica, fuera del
contexto de un análisis económico y político serio que permita darse
cuenta de la relación que existe entre el programa de la Junta y MO,
negándose a considerar lo que es ya una experiencia común en

261
muchos países latinoamericanos, a propósito de la miseria de la
dictadura, pensando, a diferencia de ciertos clásicos del MO, que hay
en la miseria aguda, mejores condiciones para el desarrollo político
del MO. Nosotros no negamos que en las condiciones actuales el MO
no puede enfrentar a la Junta y derrotarla, pero en ningún momento
que las nuevas condiciones creadas por el programa económico de la
Junta sean positivas para la resolución de las tareas políticas y
económicas del MO.

En este sentido, pasaremos a examinar cómo, además del 11 de


septiembre, desde el punto de vista político y organizacional es
afectado el MO por la aplicación del programa económico de la Junta.
Veamos si hay o no profundización del proceso impuesto por el golpe
de Estado.

(Gran parte de los materiales que utilizaremos a continuación son


extraídos de revistas como “MENSAJE”, “ERCILLA” y otras).

Como causa de la desactivación de la industria, (Ver Artículo sobre el


Campo) se ha producido una serie de fenómenos en la conformación
de la fuerza de trabajo en el nivel de la organización y en el nivel de
las posibilidades de negociación entre el trabajo y el capital, que
examinaremos.

En lo que se refiere al número de la fuerza de trabajo es posible


constatar una disminución sorprendente. Ésta, provocada desde los
primeros meses posteriores al golpe de Estado, se ha seguido
desarrollando casi sin interrupción. En una publicación chilena
editada en Alemania Federal, llamada “Sí Compañero”, se puede

262
encontrar la siguiente estadística, que, a pesar de no ser
completamente exacta, da una imagen más o menos clara.

FEDERACIÓN AFILIA DESPEDI DESPEDI TOTA %


Y/O SINDICATO DOS DOS AL DOS AL L
19/12/73 15/2/74

Federación 45.000 12.000 6.000 18.000 48,


Nacional de 0
Trabajadores de
la Salud

Federación 18.000 6.000 2.000 8.000 44,


Profesionales y 4
Técnicos de la
Salud

SUTE 130.000 15.000 11.000 26.00 20


(Educación) 0

Unión de 16.000 3.500 - 3.500 21,


Obreros 9

263
Municipales de
Chile

Fed. Nac. Textil 35.000 7.000 8.000 15.000 42,


9

Federación 35.000 12.000 - 12.000 34,


Nacional de 3
Trabajadores del
Metal

Fed. Nac. Indus. 125.000 15.000 15.000 30.00 24


de la Const. y la 0
Madera

ETC 8.000 1.800 - 1.800 22,


(Transportes del 5
Estado)

Confed. Nac. de 35.000 4.000 700 4.700 13,


Trabajadores del 4
Cobre

Fed. Nac. Minera 65.000 15.000 5.000 20.00 30,


0 8

Fed. Obrera Nac. 12.000 800 - 800 6,7


del Cuero y
Calzado

264
Asoc. Nac. de 7.000 1.000 - 1000 14,
Trab. de 3
Impuestos
Internos

Fed. Nac. de 8.450 400 100 500 5,3


Trabajadores
Eléctricos

Fed. Ind. 27.000 497 703 1200 4,4


Ferroviaria

Fed. Nac. 16.000 1.200 - 1200 7,5


Bancaria

Periodistas 4.500 600 - 600 13,


3

TOTAL 596.950 95.797 48.503 144.30 24,


0 6

Fuente: Revista “Sí Compañero”

Además, en los últimos meses del año pasado, un articulista de


MENSAJE señalaba:

265
“Si nuestras estimaciones fueran válidas, resultaría que en el país
habrían más de 600.000 desocupados. 1.900.00 carecería de un
ingreso estable”. Señalando a continuación que “A estos habría que
agregar el de los miles de trabajadores que laboran sólo en jornadas
parciales o se hayan en vacaciones de invierno obligatorias. En esta
situación se encuentran, por ejemplo, los 16.000 obreros y empleados
de la Minería del Carbón, que han debido interrumpir su trabajo
durante dos semanas ante la enorme acumulación de Stocks. Hay que
tener en cuenta que los trabajadores que se encuentran en vacaciones
forzosas, pierden las primas de producción que en algunos casos
representan una parte importante de la remuneración global”.

En términos puramente estadísticos, el articulista de MENSAJE


agrega que el porcentaje de desocupación llegaría en Septiembre al
19%. Todo lo anterior, además, pasa a ser confirmado por la
publicación de un artículo en una ERCILLA de Febrero de 1976:
“Según la encuesta, la ocupación manufacturera metropolitana acusó
una baja trimestral de un 1,8%, que, aunque aparenta ser poco
significativa, es alarmante si se considera el aumento de la producción
y de las ventas. En este momento, en la desocupación, la mayor
incidencia del 4,2% la tuvo la gran industria, mientras en la
mediana sólo se manifestó en un 0,6%, y en la pequeña, al revés,
bajó en un 0,5%”. La situación del desempleo sigue siendo grave con
relación al año anterior, porque en este sector la baja fue de un 11,7%”.
Y se agrega posteriormente: “En la ocupación se verifica una
sostenida disminución de los índices, tanto a nivel nacional como
metropolitano, lo que indicaría un claro aumento del índice de
cesantía si el fenómeno sigue igual… Por lo tanto, con respecto al

266
último trimestre del 74, la desocupación aumentó en un 12,8% a nivel
nacional, y en un 14,7% en Santiago”. Tal es la situación en términos
de cesantía. Veamos ahora, antes de sacar conclusiones, cuál es la
situación respecto del salario. Un articulista de MENSAJE señala:
“Cálculos fundados en los artículos de primera necesidad dan otros
resultados, particularmente en el primer semestre del 75 han seguido
encareciéndose en una proporción mayor que la que señala el índice
de precios. Según ellos, el costo de la vida para las clases modestas ha
crecido en 582% en este último año. Confrontando estas cifras con las
del aumento de remuneraciones tenemos una pérdida neta en el valor
real de los salarios mínimos que se cifra en un 17,9%”.

267
AÑO ÍNDIC PÉRDIDA ÍNDIC PÉRDIDA
E VALOR E VALOR
ADQUISITIV ADQUISITIV
O O
(Sept. (Sept.
‘73=10 ‘73=10
0) 0)

Septiembre 100 0% 50 50%


‘73

68,6 31,42% 34,3 65,7%


Septiembre
‘74
56,8 43,22% 28,4 71,6%

268
Septiembre
‘75

Esta estadística conduce al articulista a decir lo siguiente:


“Concluimos pues nuestro balance de esta política económica diciendo
que los salarios mínimos desde Septiembre del 73 han perdido un
43,2% de su poder adquisitivo de sustentación”. Señalando que
respecto de los años ’71 y ’72, la caída de los salarios modestos es de
un 70%.

CONSECUENCIAS DE LA CESANTÍA: LO QUE EXPRESA EL


SALARIO

269
1) Lo que salta a la vista al observar con una cierta atención las
estadísticas, es, el nivel de castigo que la política económica de la Junta
ha propinado al MO. Se observa el nacimiento de un ejército de
reserva donde éste no existía.

Si tomamos el número de cesantes a Septiembre del ’75 y lo


comparamos al número de afiliados que tenían los sindicatos
hasta el año ’70, nos daremos cuenta de que estas cifras son casi
iguales, sobre todo si se agregan los semicesantes. La cesantía
implica un ejército de reserva en determinadas ramas de la
producción, lo que implica de hecho la existencia de mejores
condiciones para la explotación capitalista.

Como resultado de este ejército de reserva, nace la competencia entre


los trabajadores. Esta se encuentra presente en los orígenes del MO
europeo y, por todo lo que conocemos, aparece como una traba difícil
de superar si no se combate por medio de la cooperación de los
trabajadores, lo que precisa de determinadas condiciones políticas
para concretizarse. La mayor parte del proletariado industrial
chileno, entre ellos los que denominamos vanguardia, no han
conocido casi la existencia de una situación como la que se ha
descrito. La política económica de la Junta agudiza aún más las
condiciones de derrota impuestas al MO después del 11 de
Septiembre.

Señalemos, además, solamente al pasar, cuán irresponsable nos


parecen, a la luz de las cifras, las afirmaciones del MIR tratando de
explicar la falta de rapidez en la construcción de los Comités de
Resistencia y similares, por la simple ausencia de una experiencia

270
clandestina del proletariado. Esto nos parece el puro y simple
reemplazo de los datos objetivos por interpretaciones subjetivas.

2) En el salario se expresa claramente la situación anteriormente


descrita. El salario, más que nunca, está determinado desde el
exterior de la organización del MO. Por una parte, por una masa de
cesantes que está dispuesta a reemplazar a los obreros no conformes
con el salario y además porque el patrón, gozando de amplias
garantías, no tan solo puede reemplazar a un obrero por otro, sino
que una parte o la totalidad de ellos durante un tiempo, en virtud de
la acumulación de stocks. Este es el ejemplo de los trabajadores del
Carbón anteriormente citado.

3) En estas condiciones, se puede constatar además la mantención del


proceso iniciado contra los sindicatos. Estos, debilitados por las
medidas tomadas en su contra por la Junta, ven disminuir sus filas
por el aumento de la cesantía y por la incapacidad de poder resolver
los problemas más apremiantes de los trabajadores. En lo que se
refiere a los dirigentes sindicales, la situación es similar a la de los
sindicatos. Sin fuero que los proteja, están sometidos a una serie de
alternativas poco elásticas: O recoger, de la manera más combativa,
las reivindicaciones de los trabajadores y entonces ser expulsados de
sus lugares de trabajo y de sus cargos, gracias a las nuevas
disposiciones vigentes; o ponerse al servicio de los patrones,
separándose irremediablemente de los trabajadores, o mantenerse
indiferentes respecto de las luchas que se provocan, ya sea para
cuidarse de los riesgos o porque desarrollan una línea política al

271
exterior del MO y son aún incapaces de trasladarla al corazón de la
lucha de los trabajadores.

ACTUAL ESTRUCTURA DE LOS TRABAJADORES

Ya hemos hecho referencia a la estructura del MO; hemos definido


incluso la vanguardia como dependiendo de esta estructura, es decir,
como dependiendo de las condiciones generadas por el capitalismo
chileno. Ahora se trata de ver si esta estructura ha sido alterada por
los cambios políticos y económicos introducidos por la Junta.

Pero, como afortunadamente ya hemos visto una serie de cambios


provocados por la Junta al interior del MO, bien podemos
restringirnos al análisis de la vanguardia y por ahí entrar a clarificar
de qué manera se han en adecuado las condiciones presentes una
serie de características estructurales que hemos de alguna manera
detectado desde los años ’60 hasta el golpe de Estado.

¿Qué era la vanguardia durante la mayor parte de la década del ’60 y


durante una parte del período abierto después del triunfo de la UP?
Fundamentalmente, un conjunto de sectores obreros ubicados en
lugares estratégicos de la producción, en sectores donde se había
generado una gran inversión y en fábricas o lugares de extracción de
mineral donde se había concentrado una gran cantidad de
trabajadores. Estos sectores, en su mayor parte pioneros de
organizaciones obreras, fueron sin duda también uno de los primeros
en completar la centralización de los trabajadores en la rama
industrial que les correspondía, generando de hecho una relación

272
diferente entre el capital y el trabajo en el lugar respectivo, una
relación también diferente entre los trabajadores y el Estado
capitalista y obviamente un panorama distinto en los conflictos de los
trabajadores y en los intentos de fundar, desarrollar y consolidar una
organización nacional de la clase obrera.

La fuerza entonces, la obtenía la organización centralizada del


número de socios del sindicato y del lugar ocupado en la producción,
como obviamente también, de la decisión de lucha y de la
combatividad. Aquí se encuentran los trabajadores agrupados con la
Confederación Nacional de Trabajadores del Cobre, la Federación
Nacional Minera, la Federación Textil, la Federación Nacional de
Trabajadores de la Salud, etc.

Pero también señalamos anteriormente que en los años ’67 y ’68 hace
su aparición, en las luchas de los trabajadores, un grupo de un
determinado sector de la economía chilena. Como lo dijimos, estos
tienden a agruparse y a participar en las luchas reivindicativas de una
manera diferente a los anteriormente nombrados. Su fuerza no está
dada por el número de socios de cada sindicato, ni por el papel que
juega en la producción, ya que, por ejemplo, en el año’68 fueron
directamente tocados por la disminución de las ventas de
determinados productos, lo que los puso en contradicción directa con
los stocks. Su fuerza está dada por la existencia de un proceso general
de luchas obreras, al interior de las cuales ellos se movilizan tomando
la cabeza en lo que se refiere a las reivindicaciones y a la
combatividad. Una sola fábrica en huelga de estos sectores no era

273
capaz de poner en jaque un gobierno o quebrar la mano a los
patrones.

¿Qué pasó con ambos sectores después del golpe? Veamos el


problema con más detención.

LA VANGUARDIA DESPUÉS DEL GOLPE

Sin ninguna duda, la vanguardia en su conjunto ha sido afectada por


la cesantía, la baja de los salarios, la represión, la competencia, etc.
En lo que se refiere a la cesantía, recordemos tan solo un ejemplo, lo
que acabamos de decir, y más aún recordemos que “la mayor
incidencia (de la desocupación) de un 4,2% la tuvo la gran industria
mientras en la mediana, sólo se manifestó en un 0,6% y en la pequeña,
al revés, bajó en un 0,5%”. Veamos este problema por separado.

1) Fácil es pensar que la vanguardia que se localizó y dio vida a los


Cordones Industriales, entró posteriormente al golpe de Estado en un
proceso de destrucción. ¿Por qué? Porque centralmente, fuera de la
cesantía y demases, este sector precisa, para desarrollarse y
organizarse, de una situación política diferente, de un MO diferente
al de hoy. En suma, de un proletariado en lucha al interior del cual
esta vanguardia, compuesta por obreros jóvenes y especializados, se
desarrolla y trata de dar una cierta conducción. Desgraciadamente,
no es el caso el día de hoy.

274
2) Por lo que respecta a los obreros constituidos en las grandes
federaciones y campamentos mineros, la situación es también de
cierta manera clara. Si nos acordamos, veremos que gran parte de la
fuerza de estos sectores se daba por el elevado número de los socios
de sus respectivos sindicatos y por el papel estratégico jugado en la
producción. En función de esto, podemos constatar dos tipos de
fenómenos. El primero de ellos es la cesantía, que ha mermado
considerablemente, y en algunos casos de una manera sorprendente,
la cantidad de socios de los sindicatos y federaciones. Sobre este
particular, basta mirar con cierta atención las cifras de las estadísticas
dadas. A pesar de que en ella pueden encontrarse ciertas
insuficiencias y errores, y además que está en retraso con la cesantía
actual, se puede constatar claramente lo dicho anteriormente. Por
ejemplo, el 42% de cesantes en la Federación Textil, el 30% en la
Federación Nacional Minera, el 34% en la Federación Nacional de los
Trabajadores del Metal, etc., etc. Además, una serie de cifras últimas,
tales como la semi-cesantía de los 16.000 trabajadores de las minas
del Carbón, los 1.875 trabajadores de ENDESA, los 900 trabajadores
de FENSA y MADEMSA, que se han retirado voluntariamente (ver
MENSAJE). Es decir, que la cesantía ha afectado de una manera
decisiva la organización de los trabajadores de vanguardia,
reduciéndolas a una mínima expresión e impidiendo la
posibilidad, en este período, de la organización de todas las
fuerzas productivas engendradas por el capitalismo.

Además, la política económica de la Junta ha alterado la importancia


de una serie de sectores, lo que, agregado a la contracción del
mercado como a la disminución de las ventas industriales, abre las

275
puertas a la competencia, no tan solo entre los trabajadores, sino que
también entre estos y los stocks acumulados. Tomando en cuenta el
problema de las ventas solamente, se observa el problema de los
textiles y de otras ramas que han sido afectadas también.
Desgraciadamente, para estos sectores obreros no se ha abierto el
mercado internacional, que a lo menos puede asegurarles el derecho
al trabajo. Pero están también los trabajadores que no están
profundamente tocados por la cesantía. Creemos que este puede ser
el caso de los trabajadores del Cobre, que, en la estadística dada, han
visto disminuir sus efectivos sindicales precisamente porque una
gran cantidad de sectores entró a trabajar por favores políticos y de
otro tipo. La Junta aquí entró lisa y llanamente a operar con criterios
de racionalización. ¿Qué pasa aquí entonces? Fundamentalmente, se
ha descargado el peso de la represión.

En resumen, hay vanguardia del MO sólo sobre el papel, ya que


las condiciones impuestas por la Junta la han debilitado y,
agregando la represión, le han impedido dar una respuesta.
Claro está que conviene hacer la advertencia que para nosotros la
vanguardia está entendida no como la adhesión de un obrero o varios
de ellos a un partido político, sino que más bien como la presencia de
la capacidad y de una combatividad suficiente que le permita estar a
la cabeza de las luchas del resto de los trabajadores, y en la medida de
lo posible, estar permitiendo el desarrollo de la lucha de estos.

Por lo tanto, podemos concluir: Con todos los datos que poseemos,
podemos señalar que las condiciones de debilidad estructural del MO
(si se le compara con otros trabajadores de otros países) impuestas

276
por las características del capitalismo chileno, se han profundizado.
Estructuralmente, el MO es más débil que ayer y sufre aún las
consecuencias de una derrota que se profundiza permanentemente
por la aplicación de la política de la Junta. Además, esta debilidad se
hace más patente cuando el tipo de respuesta que tiene que dar para
salir del estado en que se encuentra no tiene los estadios intermedios.
Es decir, cuando en los hechos la posibilidad de concretizar su lucha
económica, es a la vez la capacidad para concretizar su lucha política.
Sobre este particular, bastaría leer una que otra declaración de los
capos de la Junta, para darse cuenta que el centro de su política le
permite plantearse precisamente como dirección de la burguesía, el
que la pone precisamente en contradicción con el MO y con cualquier
tipo de organización que éste levante. Ya que no ha nacido aún una
organización del interior de los trabajadores que no se plantee la
lucha por mejores condiciones de salario y de disminución de la
explotación.

En las condiciones actuales, la lucha económica debe ser política, no


porque una anteceda a la otra (pretensión que mueve a la risa cuando
se escucha hablar de programa máximo y programa mínimo) sino
que porque la única manera de imponer sus reivindicaciones
elementales tendrá que ser el producto de un choque frontal con la
política actual de los milicos y la burguesía, choque del cual el
proletariado saldrá victorioso, si y solamente si, resuelve por medio
de una serie de procesos de luchas reivindicativas la coordinación con
otros sectores del proletariado, aumentando al mismo tiempo su
fuerza.

277
Antes de terminar estas notas, no podemos dejar de consignar,
además, lo superficial que nos parece la idea de algunos, de reagrupar
la antigua vanguardia del MO. Sobre todo porque esto lo predican
como la solución de las soluciones. Superficial porque continúan
utilizando la palabra vanguardia en condición que creemos que esta
tiene, desde el punto de vista de la elaboración de una línea política,
siempre el carácter de actual, lo que obviamente nos prueba que estos
sectores no se han aún desprendido de sus hábitos militaristas.
Porque obviamente, ¿de qué manera estos sectores (que ya no se
encuentran en su mayoría en el campo de la producción y que más
bien engrosan las filas de los cesantes) pueden expresarse
políticamente? ¿Cómo, sino militarmente y desde el exterior del MO?
Porque no se pretenderá que estos sectores salgan a desfilar, ya que
un solo destacamento del antiguo grupo móvil bastaría.
Evidentemente, esta es una posición que no nos parece aún muy
clara.

PALABRAS FINALES

Habíamos pensado responder a todas las preguntas planteadas al


comienzo de esta serie de artículos, pero desgraciadamente no
pudimos hacerlo porque la explicación previa resultó más larga de lo
previsto.

278
Sin embargo, no podemos terminar el presente artículo sin antes
expresar algunas ideas que el CORREO enfrentará y desarrollará en
sus próximos números.

1) En primer lugar, nada nos sorprende más que el carácter de las


reivindicaciones propuestas al MO por una gran parte de las
organizaciones políticas. Por ejemplo, a la luz de lo dicho en los
artículos anteriores, nada parece más irresponsable que el llamado al
sabotaje que en un principio el MIR lanzó a los trabajadores. Si estos
hubieran llevado a cabo esta idea, los patrones habrían tenido
inmediatamente la posibilidad de reemplazarlos por otros
trabajadores cesantes. Además, lo más probable es que los
trabajadores no involucrados se hubieran visto obligados a denunciar
a los sospechosos (desgraciadamente, a diferencia de muchos
revolucionarios “profesionales”, la mayoría de los trabajadores tienen
que alimentar a su familia).

Lanzar una consigna de este tipo retrotrae a la lucha de los


trabajadores a períodos que no creemos que sean los que hoy se dan
en Chile. Por un lado, esta consigna se asemeja a aquellas que fueron
lanzadas en los orígenes del MO europeo, es decir, a las primeras
reacciones de los trabajadores cuando estos destruían las máquinas,
tratando así de impedir el avance avasallador del capitalismo que
buscaba reemplazarlos con la técnica, reacción por lo demás fallida.
Y por otro lado se asemeja también a aquellas consignas lanzadas
contra el invasor extranjero. Pero ambas son incapaces de convertirse
en la expresión de lo que hoy sucede en Chile.

279
En el fondo, la misma incomprensión es manifestada por las
organizaciones que firmaron la Declaración de Berlín, cayendo de
paso en la demagogia y el quietismo. Mueven a risa las
reivindicaciones propuestas al MO. Pensar que este puede
recomenzar su reorganización luchando por salarios equivalentes al
100% del costo de la vida, para de allí alcanzar otras etapas superiores
desde el punto de vista de sus objetivos, es no sacar lecciones de la
historia del MO. Porque si nos detenemos en ella, nos daremos cuenta
que la lucha por salarios iguales al costo de la vida y otras garantías,
han coincidido con la presencia de la casi totalidad de las condiciones
que permitían su movilización y el desarrollo de otro tipo de tareas.

Seguramente podrán respondernos que la táctica de los


revolucionarios autoriza y recomienda la agitación de determinadas
consignas que el MO podrá poner en práctica en años posteriores. Y
puede que tengan razón, ya que no lo sabemos cuando se dice de una
manera tan general. Pero en Chile, hoy por hoy, esto no es válido.
Porque no es la agitación la que hace falta, no es convencer al MO de
querer luchar por mejores salarios. No es tampoco recordarle que
está reproduciéndose en condiciones miserables. De lo que se trata es
precisamente, no tanto de convencer, sino que más bien de poder, de
aplicar una táctica que paso a paso genere otras condiciones y permita
a los trabajadores salir de la situación en que se encuentran. El
programa, hoy por hoy, no puede justificar a cada grupo político
frente a los otros, ni tampoco servir de puente para alianzas y
bloques, sino que más bien para realmente ayudar a la clase en la
perspectiva de su reorganización.

280
2) La mayor parte de los partidos y grupúsculos coinciden en una
cosa, a saber, que al MO se le reorganiza desde fuera, que es necesario
construir un bloque a partir del cual se profundice un cauce para el
desarrollo de las luchas obreras, construir un aparato, un
instrumento, independientemente de que éste se dé fuera de la
participación del MO; para luego atacar a la Junta en diferentes planos
(por ejemplo, el desarrollo de la propaganda armada) y permitir el
desarrollo de la lucha de los trabajadores sin mayor problema.

Esta posición pareciera partir de un supuesto constatado


empíricamente: el supuesto de la debilidad de los trabajadores. Este
supuesto lleva inevitablemente a pensar que el MO se revela incapaz
de superar la derrota, lo que no corresponde, en primer lugar, ni
con la historia del MO y menos aún con lo que va corrido de la
experiencia en la lucha contra la Junta. Solo la acción decisiva de
los destacamentos de vanguardia de la clase obrera ha permitido que
la actividad de los partidos pueda entrar en una etapa masiva de
desarrollo. Tanto a fines del siglo pasado como a comienzos de este,
así como en los acontecimientos que se produjeron durante la década
del ’60, prueban que solo la acción del movimiento de masas provoca
los cambios fundamentales y abre un cauce para la acción de los
partidos. Sobre este particular, siempre se ha hablado de la famosa
relación dialéctica existente entre partido y clase obrera. Nosotros no
negamos que esta exista, aunque creemos que esta fórmula se
transforma y se ha transformado con facilidad en una mistificación
que cree explicarlo todo y en rigor no explica nada.

281
Además, normalmente se dice que las masas no son sino capaces de
llegar hasta una determinada etapa de la lucha entre los explotados y
los explotadores. Más aún, muchos hoy se quejan de que los
trabajadores en Chile son capaces de llevar adelante nada más que
una lucha económica, negándose a desarrollar otro tipo de trabajo
que permita un combate contra la Junta, de características diferentes.
Esto no es sino la consecuencia de lo que piensan que la lucha política
ha de ser aportada desde fuera del MO, que la lucha política ha de ser
consagrada por la participación decisiva de los partidos en la lucha de
clases. Esto no pasa de ser una falsa interpretación de lo que hoy es
la lucha económica en Chile y de lo que es la lucha política. Si la lucha
económica hoy fuera posible en diversos sectores, de manera de
replantearle a los milicos la lucha con las características antes del
golpe, no nos cabe duda de que esta lucha, manifestada en todas
partes, se convertiría de la noche a la mañana en una lucha política.
La reorganización del MO, a partir de sus combates y reivindicaciones
pondría necesariamente en cuestión la actual Junta. Porque la
coherencia y la capacidad de la Junta para mantenerse en el poder y
definirse como alternativa de dirección de algunos sectores
capitalistas, reside precisamente en su política de control del MO,
reside en la capacidad durante el actual período (por lo menos) de
impedir que el MO reaccione de una manera masiva, expresando la
decisión de una clase que defiende sus intereses.

De otra manera, es necesario clarificar el carácter de las


movilizaciones de los trabajadores durante este último tiempo en
Chile, definir de qué manera los portuarios, los mineros, los
trabajadores de la construcción y de todas partes, han combatido a la

282
Junta, definir de qué manera ha surgido el ingenio que ha superado
al ingenio, definir la creación política del activista de la revolución. En
todas y cada una, está presente la actividad de la clase (Ver
EDITORIAL), está presente la práctica que busca de a poco desgajar
un programa y ajustar las cuentas a Pinochet.

Todo lo dicho anteriormente nos reafirma una serie de rasgos


esbozados en el CORREO pasado. Lo válido en el actual período es
trabajar en la perspectiva de la reorganización del MO, es ligar cada
una de las luchas aisladas a este gran objetivo que debe definir la
actividad de los revolucionarios. Pero, ¿de qué manera? ¿Cómo
superar las debilidades impuestas al MO por el capitalismo chileno?
¿Con qué vanguardia? ¿Con qué tipo de organizaciones? Esperamos
tratarlo en los próximos números de CORREO.
________________________________________________________
_____

283
19. NOTAS PARA EL ESTUDIO ACTUAL DE LA CUESTIÓN
AGRARIA

A través de estas notas COP tiene la intención de ir entregando


materiales relativos a la discusión que ha comenzado a desarrollarse
al interior de la Tendencia sobre la cuestión agraria. Estos materiales
no tienen otra pretensión que mostrar el estado de la reflexión sobre
temas que deben ser profundizados. Por diversas razones nos ha
parecido bueno comenzar por la actual etapa para la agricultura
chilena iniciada después del golpe de Estado, no tanto para insistir
sobre lo que ha sido la corta coyuntura sino para enfatizar las líneas
tendenciales. Con esto venimos en cierto modo a complementar el
análisis económico aparecido en COP N° 2.

En realidad, la política de la Junta Militar replantea el rol de la


agricultura en la misma medida en que replantea el modelo de
industrialización nacional al cual aquella había servido por largos
años (industria manufacturera, industria de substitución). La Junta
Militar no llega al poder para salvar esta industria sino más bien para
derribar las barreras locales que se oponían a las nuevas exigencias
del capitalismo internacional, el que parece haber asignado ya un
papel bien específico a nuestra economía en el abastecimiento de

284
materias primas, tanto antiguas como también otras que no son
tradicionales. En este esquema, la industria manufacturera nacional
entra a ser desestimulada e incluso desactivada, de tal manera que
por este camino Chile se convierte no sólo en el mercado de todos los
capitales que buscan rentabilizarse en base a nuestros recursos
naturales, sino que también se convierte en el mercado de todas las
mercancías extranjeras hasta el nivel en que lo permita la demanda
interna.
Esta economía “abierta” tendrá como una de sus exigencias mayores,
de aquí para adelante: mantener el equilibrio de la balanza comercial
y de pagos. Es allí donde nos parece que está el primer imperativo
para la agricultura en esta nueva fase. Queremos decir con esto que
ella deberá trabajar prioritariamente en función del mercado
internacional. Cumplir este objetivo significa que como rama de la
economía, la agricultura entra a funcionar en dos direcciones
distintas pero enteramente complementarias: De una parte,
abriéndose paso firmemente por primera vez después de más de
treinta años, hacia el mercado internacional, con productos de
exportación, donde el predominio corresponde a productos no
tradicionales, y de otra, haciendo un esfuerzo destinado a minimizar
en lo posible la evasión de divisas que provoca la importación de
alimentos.
La traducción de todo esto, en el campo, debe provocar con el tiempo
una estructura de cultivos y de productos que responda a las
exigencias, una estructura más compleja desde el punto de vista de
los objetivos productivos. En este sentido, es cierto que no todo es
innovación, pues en realidad ciertos lineamientos en términos de

285
transformación de la estructura tradicional han venido esbozándose
desde la época del gobierno DC, solamente que sin llegar a plasmar,
impedidos por la incapacidad política tanto de aquella como de la UP,
para avanzar hacia un modelo de desarrollo de nuevo tipo. Del mismo
modo que no fueron capaces políticamente de asegurar la
reproducción del capital a la escala del conjunto de la economía.

Si bien es cierto que el tiempo transcurrido entre el golpe militar y


hoy, está lejos de representar un periodo de normalidad en el
funcionamiento de la economía, no es menos cierto que los datos más
gruesos del desarrollo agrícola de los últimos dos años, así como las
políticas e instrumentos puestos en marcha por la Junta, permiten
comprobar el desarrollo de una estructura de producción compuesta
de tres grupos.
-Un grupo de cultivos que son esenciales en el consumo de la
población y que son, por lo mismo, de gran demanda. tales son el
trigo, la remolacha, el arroz y los cultivos industriales para la
producción de aceites;

-Un grupo de cultivos destinados a producir para la exportación -


frutales en primer término, pero también ciertas legumbres y
hortalizas. Este grupo podría ser seguido en el futuro por ciertos
productos de la ganadería, especialmente lácteos;

-El resto de los productos agropecuarios donde habría que distinguir


aquellos que podrían ser estimulados en el futuro en función de
cambios en la estructura actual de la demanda interna (algunos
consumos para sectores de ingresos medios) o en función de
expectativas de exportación.

286
Durante varios decenios en el primer grupo hubo cultivos que fueron
discriminados en el precio específicamente porque constituían un
segmento fundamental en la dieta popular, es decir que sobre ellos
recaía la exigencia de la reproducción barata de la mano de obra
industrial (trigo, remolacha). Su carácter de componentes
importantes en la dieta no ha cambiado pese a la restricción actual de
la demanda interna. Lo que ha variado es que van a entrar a ser
producidos en condiciones más favorables de precios a los
agricultores. Así, por ejemplo, uno de los productos más favorecidos
por la decisión de hacer llegar los precios agrícolas al nivel
internacional de precios, ha sido el trigo. Y en conjunto son los
productos que posteriormente han visto evolucionar sus precios
paralelamente al aumento del costo de la vida. Todo esto gracias al
poder comercializador del Estado en relación al cual se ha hecho jugar
una política de precios de sustentación. En este grupo de productos
el ahorro de divisas puede llegar a ser considerable (en el caso del
azúcar, esto ya es absolutamente demostrable).

En el grupo de los productos para la exportación, hay que ver su


significado en términos históricos. Allí hay que ver el comienzo de la
reincorporación de la agricultura en el mercado internacional
muchos años después del término de las exportaciones cerealeras de
nuestro país, esta vez respondiendo a la nueva estructuración de la
división internacional del trabajo. Esta vez se trata de productos
mediterráneos, de calidad, se trata de productos de estación,
requeridos en los mercados de los países desarrollados (recuérdese
que la mediterraneidad de Chile Central corresponde al hemisferio
opuesto). Las ventajas comparativas para Chile parecen estar

287
aseguradas sobre la base de una agricultura de riego intensivo.
Naturalmente, también se destina una parte a países de América
Latina.

El tercer grupo podríamos calificarlo de “problemático” en la medida


en que no viven de una situación ambigua derivada de la actual
coyuntura, sino que de una situación que no podrá ser definida en el
mediano plazo. Es bien evidente que la suerte de los productores
agrícolas se definirá en el futuro no tan solo a partir de su posición
social como productor (productores capitalistas, productores
familiares de diferentes capas), sino que igualmente de la adhesión
de los agricultores a tal o cual grupo de productos. Desde este punto
de vista es también posible constatar que el reajuste que se opera en
la agricultura determina una división del trabajo entre los
productores, la que en líneas generales sería:
-En los productos de exportación de Chile Central, las explotaciones
capitalistas (fundos y “reservas”) han ganado ya la delantera a todos
los otros productores, incluidos parceleros capitalizados y asentados.
-En las producciones industriales y en la ganadería lechera del Sur
del país (Sur del Biobío) encontramos de nuevo en posición de
predominio a los fundos y reservas.
-En una serie de producciones que no son estimuladas y parece difícil
que vayan a serlo en el corto plazo. Aquí encontramos la mayor parte
de los pequeños agricultores, es decir, productores familiares no
capitalizados. Están vinculados también a estos productos una buena
parte de las explotaciones del llamado sector reformado.

288
Algo que es necesario tener muy en cuenta es que la debilidad de lo
que hemos llamado cultivos “problemáticos” (muchos de los cuales
atraviesan por una franca crisis, y de los cuales algunos van a ser
estimulados con el tiempo) no se encuentra, como hay la tendencia a
pensar, en la existencia de un desestímulo coyuntural, sino que
estamos aquí en presencia de un fenómeno que consiste en la
adaptación de la estructura de productos a lo que será también una
estructura diferente de toda la economía nacional y con ello a la nueva
distribución de ingresos que parece que entra a definirse por un largo
periodo.

Respecto de lo que veníamos afirmando, no vamos a entregar una


estadística profusa. Solamente nos parece que basta aludir al
comportamiento de ciertos índices. Así, por ejemplo, las estadísticas
comparativas de siembras entre los años agrícolas 1973/1974 y 74/75
señalan aumentos sustantivos en las superficies de trigo, arroz,
remolacha, maravilla y raps; mientras han disminuido las papas, el
maíz, la cebada, la avena y el centeno. Por su parte, en el campo de
los productos de exportación hay aumentos históricos en la
exportación de fruta fresca (la que pasa del 12,4 millones de dólares
en 1974 a 33 millones en 1975 lo que, unido a las otras exportaciones
agropecuarias, permite llegar el 1975 a exportar más de 70 millones
de dólares. La restricción de la demanda interna juega un papel en
esta situación, pero no puede hacer perder de vista que se trata de un
hecho cualitativamente diferente en relación a nuestro mercado de
productos agropecuarios.

289
NUEVO DESARROLLO

DEL CAPITALISMO

AGRARIO

Cualitativamente diferente porque un nuevo desarrollo del


capitalismo agrario está en marcha en nuestro país. Si esto no fuera
cierto no podría explicarse el incremento de la producción
agropecuaria en el periodo 74/75 (según cifras que fluctúan entre el
2% y poco más de 4%), periodo que marca la segunda más grande
recesión de la economía chilena en 50 años, con un descenso del
producto bruto de entre un 10 y un 15%, y con disminuciones de
producción enormes en diferentes ramas decisivas (-25% en la
industria, -35% en la construcción, -9% en las minas).En realidad, lo
anterior no puede sorprender a nadie, puesto que las condiciones
habían sido preparadas de antemano para este despegue de la
agricultura. No es ninguna novedad decir que la Reforma Agraria
preparó este camino, como por lo demás había ya ocurrido con la
Reforma Agraria mexicana.

Lo que sí parece ser novedoso en el caso chileno, es que el reajuste


operado en la propiedad agraria se realiza con una gran racionalidad
capitalista, en el sentido de la búsqueda de una escala de operaciones
para las explotaciones capitalistas que puedan optimarse como
óptimas. En efecto, casi el 50% de la mejor tierra útil del país no
solamente es encuadrada por explotaciones de gran homogeneidad

290
de tamaño, siguiendo el modelo que los agentes de la Reforma
Agraria han dado en llamar la “empresa agrícola moderna”, sino que,
más aún, estas propiedades capitalistas se reajustan sobre la base de
los mejores recursos físicos, de fertilidad de suelo, del mismo modo
que descentrando el capital fijo de las grandes explotaciones que
fueron expropiadas (recuérdese este proceso de saneamiento
operado en las “reservas” de los propietarios).

Fuera del cambio de estructura que significa lo anterior, por supuesto


incluidos los cambios en el sistema de trabajo, la DC primero y la UP
después, habían preparado las condiciones económicas y técnicas,
para una rápida recuperación de la agricultura capitalista. En efecto,
es bien conocido cómo en el periodo de Frei se dio un lugar
privilegiado a este sector en las inversiones (equipamiento,
infraestructura) del mismo modo que en el crédito y en la asistencia
técnica. Es así que los cambios más significativos en la utilización de
ciertas “tecnologías modernas”, particularmente tractores y semillas
mejoradas, se habían producido en el siguiente orden de importancia:

-Primero, en las reservas.

-Segundo, en los fundos no tocados todavía por la Reforma Agraria,


y sólo en tercer lugar, los asentamientos.

Es indudable que pese a todas las quejas expuestas en la prensa de la


burguesía durante el gobierno de Allende, no hubo descapitalización
en las empresas capitalistas, pues sí una cierta inseguridad reinaba
entre algunos propietarios, ello era compensado por las expectativas
de un mercado enormemente ampliado, y luego, por el desarrollo de

291
un interesante mercado negro. Es cierto también qué tan importante
como lo anterior serán los enormes beneficios logrados en la
especulación comercial y financiera por los propietarios “afectados”
por la reforma, los cuales se libraron a toda suerte de especulaciones
en los años 72 y 73. En resumen, capitalización de las explotaciones
de una parte y capital financiero disponible de la otra.
La Junta Militar se va a encargar de crear un nuevo contexto social y
económico para completar esta potencialidad acumulada. Es en este
sentido que hay que interpretar el
FIN A LAS VELEIDADES conjunto de sus políticas actuales. En
efecto, el análisis de sus COLECTIVISTAS políticas de precios,
de crédito, su política sobre la tierra, etc., conduce a interpretar esta
nueva fase de la agricultura con aquella en la que se abandonan los
objetivos populistas de la Reforma Agraria (campesinismo) para
vigorizar por todos los medios las explotaciones capitalistas y la
rentabilidad de la agricultura a la escala de la economía global.
En este sentido, el capitalismo agrario en Chile continúa a
desarrollarse dentro de su tendencia histórica ya conocida: la gran
explotación capitalista, sólo que esta vez en claro proceso de
racionalización.

Un decreto reciente del Ministerio de Agricultura que modifica la ley


de la Reforma Agraria 16640, viene a “permitir” la disolución de las
empresas comunitarias, es decir, de los asentamientos que se habían
constituido como propiedad colectiva, con lo cual jurídicamente viene
a reforzarse el principio de la propiedad privada de la tierra y, lo que
es más importante, a fortalecer las bases jurídicas de lo que se ha dado
en llamar “el mercado libre de la tierra”.

292
Otra resolución complementaria autoriza la venta de las propiedades
asignadas a los beneficiarios de la Reforma Agraria, con lo cual se deja
abierto el camino para una concentración de la propiedad salida de la
Reforma Agraria que parece será mucho más rápida de lo que podría
preverse, tanto más cuanto en las últimas semanas los responsables
del Ministerio de Agricultura han mostrado públicamente su
preocupación por la excesiva división de la tierra que vuelve
antieconómica las explotaciones y para quienes todo “lo relacionado
con la división de la tierra precisa de mucho estudio”. Todo parece
indicar pues, que un rápido proceso de formación de explotaciones
capitalistas de tamaño viable, dando paso a la creación de una nueva
capa de la burguesía agraria, amparada por la política oficial, entraría
rápidamente en desarrollo.

Se termina así el ciclo de las veleidades reformistas consistente en la


pretensión de estimular el desarrollo del capitalismo agrario a través
de diferentes variantes de la “vía campesina”, es decir, sobre la base
del estímulo de explotaciones de pequeños empresarios familiares
organizados más o menos colectivamente. Pretendiendo que sería
viable el auge de estas explotaciones en el seno del capitalismo,
coexistiendo con un sector capitalista agrario dominante y dinámico.

En suma, todos los esfuerzos reformistas no lograron crear sino una


capa minoritaria de asentados “capitalizados” cuya suerte, lo vamos
a ver, entra también a ser cuestionada en esta nueva fase.

Lo que fue el llamado sector reformado de la agricultura ha estado


desde el primer día del golpe de Estado, sometido a un profundo

293
proceso de desagregación o descomposición, de lo cual es posible
constatar algunos fenómenos:

-Una parte importante de los trabajadores agrícolas beneficiados han


sido obligados a devolver las tierras que se les había asignado Un total
de dos millones trescientos cincuenta mil hectáreas han vuelto a los
antiguos dueños, sea por el procedimiento de revocación de
expropiación, sea por la devolución de las “reservas”. Este proceso
que implica un 23% de la tierra expropiada debe haber afectado,
según nuestras estimaciones, entre 15 a 18.000 trabajadores
agrícolas;

-Otra parte de los antiguos asentamientos (más de 15 mil, según


diversas estadísticas) han recibido títulos de propiedad individual. En
realidad, sobre este proceso, debe señalarse que se ha producido una
sustitución de asignatarios por nuevos beneficiarios. En todo caso, se
trata de una sustitución por exempleados, mayordomos y capataces
de los antiguos fundos expropiados. Este proceso es indudable que ha
sido acompañado de un número de expulsiones de trabajadores
agrícolas difícil de estimar.

Desde ahora, los trabajadores de la tierra que reciben títulos entran,


en tanto que explotantes, en el mercado de los productos agrícolas. El
éxito de estos nuevos empresarios en la nueva división del trabajo en
pleno desarrollo, a la cual hemos hecho referencia en el comienzo,
aparece como más que dudoso y lo más probable es que el fenómeno
ya conocido en las antiguas zonas de colonización y reforma agraria
(Cajas de Colonización Reforma Alessandri) la concentración de las
parcelas, a pesar incluso de un marco cooperativo va a producirse

294
esta vez, a un ritmo más rápido, es decir, en un plazo más breve. En
todo caso, lo que es previsible también es que en el contexto general
de la política de todo este periodo, la generación de empresarios
capitalizados a partir de estas explotaciones, no podrá ser sino
cuantitativamente restringida.

Parece bueno señalar, en función de estas previsiones, que en los


llamados sectores reformados de la agricultura predominaban, hasta
el año 1973, ampliamente los cultivos extensivos. Las encuestas
llevadas a cabo sobre asentamientos, daban cuenta, en efecto, de
aumentos en los cultivos extensivos, disminución de los cultivos
industriales, aumento significativo en legumbres y hortalizas y una
muy leve progresión en frutas y viñedos. Es decir, que una buena
parte quedarán excluidos de las posibilidades de la exportación, de la
misma manera que otra parte de estos productores dedicados a las
legumbres y hortalizas, hayan reorientado ya o lo estén haciendo, su
explotación hacia cultivos más extensivos (crisis, por una parte, en el
mercado de las legumbres y de las hortalizas, ventajas de los cultivos
extensivos, principalmente el trigo). En este último caso, es obvio que
no podrían mantenerse ni mucho tiempo a causa de la baja previsible
de su productividad.

En fin, una masa de alrededor de 35 mil trabajadores agrícolas que


fueron beneficiados en los dos periodos de reforma agraria, se
encuentran hoy en pleno proceso de fraccionamiento, definiéndose
en términos de intereses heterogéneos: Unos que vuelven a la
condición de proletarios agrícolas (en condiciones seguramente más
difíciles, permanentes o estacionales), otros iniciando el camino del

295
productor individual. Estos últimos, sin embargo, en posiciones
diferentes para enfrentar la producción y la comercialización.

NUEVA COMERCIALIZACIÓN E INDUSTRIALIZACIÓN EN LA


AGRICULTURA

Es evidente que en el desarrollo del capitalismo agrario chileno la


persistencia de los mercados rurales tradicionales, el monopolio de la
comercialización por los comerciantes y usureros, han constituido
durante largo tiempo una traba importante al desarrollo del
capitalismo. Es por eso que en esta nueva etapa ellos deberán ir
desapareciendo para hacer lugar a los sistemas y mecanismos propios
de la economía en proceso de concentración capitalista.
En este terreno son varios los procesos que están en desarrollo. En
los primeros meses de 1975 se empiezan a formar los primeros
consorcios de comercialización, formados por los ALMACS y otras
firmas comercializadoras en sociedad con las cooperativas de
agricultores (agricultores capitalistas), lo cual desencadena una
concentración del aparato comercializador. Es decir, que en esta rama
de la economía, el nuevo modelo implementado por la Junta Militar
tampoco permitirá la sobrevivencia del pequeño y mediano comercio,
del mismo que se ha entrado a liquidar a la pequeña y mediana
empresa.

Dos fenómenos han de desencadenar sin duda este proceso. El


primero, la subsistencia y seguramente la proliferación de un

296
comercio marginal de productos agrícolas asociados a las capas más
pobres de la población, el cual podrá funcionar en base a que su solo
costo de operación será el costo del trabajo. El otro fenómeno es que
este saneamiento de los mercados rurales se hará mayormente no en
beneficio de los agricultores sino que de los consorcios de
comercialización en cuyos costos habrá que introducir ahora los
rubros de la promoción (calidad de los envases, etiquetas,
propaganda, etc.) de la asesoría a los agricultores, de los castigos a la
falta de calidad, etc.

Paralelamente a este mecanismo de saneamiento del mercado entran


a operar igualmente los mecanismos y sistemas promovidos por los
complejos agroindustriales. El nuevo rol que se le asigna a la
agricultura en el mercado internacional, indudablemente corre a
parejas con la necesidad del desarrollo de la industrialización de
productos agropecuarios, proceso que se pone en marcha con la
participación del capital nacional (cooperativas de agricultores,
consorcios de comercialización, etc.) y también del capital extranjero.

Hay que citar ya las nuevas plantas de Malloa, Peumo, Quinta de


Tilcoco, Temuco, Llanquihue. Adicionalmente, a los efectos de su
intervención en la comercialización de productos agrícolas, otro
efecto más, pasa a tener una gran importancia en relación al destino
de los distintos productores: La exigencia hacia los productores de
una capacidad de racionalidad técnico-económica cada vez más
elevada, a la vez que exigencia en relación a volúmenes de operación,
modificando constantemente los límites de la viabilidad de las
explotaciones.

297
Tercer aspecto del mismo problema vinculado a la comercialización,
hay que señalar la ampliación de las actividades de las cooperativas
de agricultores, a la vez que el proceso de concentración capitalista
que se opera en el seno de las cooperativas. Hay que señalar aquí la
absorción de las cooperativas campesinas (de los pequeños
agricultores) por las cooperativas agrícolas (de los capitalistas
agrarios) en el marco de las llamadas sociedades agropecuarias, cuyos
estatutos y procedimientos de organización han sido publicados en
los últimos meses.

Por otro lado, el proceso de concentración cooperativa a nivel regional


(Cooperativas regionales) y a nivel nacional (Cooperativas COPAC).

De todo este fenómeno de saneamiento de los mercados rurales y de


concentración capitalista en los aparatos de comercialización
agroindustriales, lo que parece importante destacar por ahora, es que
para un número más grande que nunca de explotantes familiares,
(sobre todo no capitalizados), lo que estará en juego de aquí para
adelante en el mercado de los productos agrícolas será en valor de su
propio trabajo, ni siquiera ya de su pequeño capital. Es bien evidente
que a estos agricultores tampoco el comercio marginal del que hemos
hablado podrá asegurarles un beneficio mínimo como para sobrevivir
en el mediano y largo plazo.

RUINA DEL SEÑOR “ASISTIDO”: PEQUEÑOS AGRICULTORES

La política de asistencia del INDAP había permitido la sobrevivencia


y aún la multiplicación de las más pequeñas explotaciones. Esta
política consistía en créditos a bajo interés (9% mientras los bancos

298
operaban a 20%); flexibilidad en el cobro de las amortizaciones,
facilidades en los procedimientos (vía administrativa). Hoy en día las
condiciones son distintas:
-El crédito ha vuelto a estar en manos del sistema bancario normal,
que está regido por el juego del mercado libre de capitales. El sector
está sometido a las mismas facilidades y restricciones que todos los
productores (créditos por pautas proporcionales a las siembras). La
INDAP no es más el intermediario a los bancos y cada agricultor pasa
a ser un libre competidor frente al sistema bancario, y no obtiene el
crédito sino gracias a su propio nivel de capitalización. Esto provoca
dificultades e impedimentos difíciles de vencer.

La comercialización de los insumos vuelve al sector privado y esta vez


no a precios “oficiales”, sino que a precios internacionales. Los
pequeños agricultores deberán mantenerse en los cultivos con pocos
insumos, justamente aquellos que no son privilegiados en el periodo
y deberán aún abandonar ciertos cultivos intensivos (caso de la viña).
El año 1975 ha sido crítico para los pequeños agricultores de arroz, de
papas, viticultores y de otros, cuyos precios no han seguido
paralelamente el curso de la inflación (todos aquellos que no han
tenido precios sustentados - trigo, oleaginosas, betarragas, maíz-, o
que no han estado en la primera línea de la exportación).

La asistencia técnica gratuita, a cargo de INDAP o del SAG, ha dejado


de existir.

En fin, las organizaciones cooperativas caen bajo el control de las


grandes cooperativas de agricultores (Sociedades Cooperativas, etc.)
y serán cada vez menos solidarias - nunca lo fueron en exceso - para

299
con los socios menos ricos y mucho más el instrumento de
transferencia del excedente campesino.

En esta nueva fase del desarrollo capitalista, la dominación más


profunda de la pequeña economía campesina exige la desaparición de
un gran número de pequeñas explotaciones y la búsqueda de los
tamaños óptimos en aquellas viables para la actual fase del nuevo
desarrollo. La jibarización de INDAP, el organismo tutelar de los
pequeños agricultores durante más de ocho años, y la vuelta de
aquellos a la condición de “concurrentes” en el mercado del crédito,
de los insumos, etc., son un aviso más explícito de la condena a
muerte de miles de unidades pequeñas
.___________________________________________________

20. FRENTE A CIERTAS CRÍTICAS

Gracias a conversaciones surgidas en la venta del CORREO, hemos


recolectado una serie de críticas, frente a las cuales nos interesa fijar
nuestra posición.

Obviamente no responderemos a todas las críticas que tal o cual


artículo pueden haber provocado. Porque no creemos que cada
artículo que el CORREO publica sea lo mejor que se ha escrito sobre
el tema que se examina. Y además porque nos guardamos el derecho
de examinar y responder otras críticas (o las mismas,
posteriormente, analizándolas en profundidad) al calor de hechos
comprobables para muchos, lo que impedirá de cierta manera la

300
repetición de discusiones estériles en que cae las sectas separadas del
movimiento obrero.

En primer lugar, distinguimos el tipo de crítica que abunda


normalmente y sin mayor reflexión en la boca de ciertos militantes
de los partidos de la izquierda chilena. Críticas que muchas veces son
el resultado del temor a la competencia, a la pérdida de uno o dos
militantes débiles, del temor de los sectores burocráticos de perder
sus posiciones de poder. Y, además, sobre todo del conjunto de sus
posiciones erradas.

Para ellos el CORREO pasado no se invalida como el resultado de


posiciones discrepantes a las suyas. Más bien, somos cuestionados
pura y simplemente por el hecho de existir. Porque obtenemos
nuestra justificación orgánica y política de la existencia anterior de la
izquierda chilena. Agregando que, si esta crítica no basta, entonces,
no podrá negarse que al habernos atrevido a lavar la ropa sucia fuera
de casa nos invalida con creces.

Pero existir en función de la izquierda sería aceptar que la “izquierda”


en la lucha entre capital y trabajo tiene carácter de principio, de
comienzo, incluso anterior a la lucha del movimiento obrero, como
provocándola. Lo que aparece como claramente falso.

Es cierto que las luchas sociales tienen una historia, en la cual ha


jugado un papel muy claro “la izquierda chilena”, papel que
seguramente tenderá a conservar. Pero esto no es más que expresión
de una lucha mucho más real, que es aquella que enfrenta al
proletariado y al capital y que genera a veces, como resultado, la

301
presencia de nuevas organizaciones que tratan de expresar de una u
otra manera las nuevas características que se desprenden de esta
lucha. De aquí lo ridículo de la acusación que se nos hace.

De la misma manera el lavar la ropa adentro o afuera, a pesar de ser


también un argumento débil esconde la idea que lo central es la lucha
que se da al interior de la izquierda. Que es aquí donde se define el
futuro de la lucha de clases y no en el enfrentamiento diario entre
obreros y patrones. Es decir que la izquierda es el principio, y por lo
tanto criticarla públicamente es debilitarla, y debilitarla es criminal,
sobre todo cuando son sus giros internos los que cambian la historia.
Lo que, fuera de ser falso, no se comparece con la realidad, ya que la
experiencia demuestra que después de la derrota, la “crítica y la
autocrítica” ha esquivado permanentemente el bulto, culpando de la
derrota al que está al lado. Lo que demuestra una vez más que no hay
ningún giro interno que sea capaz mínimamente de explicar lo que
pasó y mucho menos de explicar lo que pasó y mucho menos de
explicar lo que hoy pasa, y, por lo tanto, de ayudar a cambiar la
situación en la que hoy se encuentra el movimiento obrero.

En segundo lugar, hay una serie de opiniones, críticas, que se


expresan por un doble cuestionamiento, ambos ligados entre sí.

En el primero de ellos, se nos acusa de no haber hecho el balance del


estalinismo. Debilidad particularmente grave, ya que corresponde a
negarse a destacar uno de los problemas más importantes que hubo
de afrontar el proletariado en Chile. ¿Es cierto esto? No lo creemos.
Ya que si hacer el balance del estalinismo es mostrar el papel jugado
por el PC a lo ancho y largo de tres años de aguda lucha de clases. Es

302
mostrar la relación que éste mantuvo con las masas y
fundamentalmente con el movimiento obrero, en los diferentes
momentos en que se aplicaba el programa de la UP; si esto es así,
entonces, nosotros mostramos el estalinismo, lo dibujamos al interior
de un proceso, lo comprendimos sobre todo ligado con los problemas
que afectan al capitalismo chileno. Pero nada más (y esto afecta
probablemente la concepción del estalinismo).

Porque querer mostrar el atraso de las masas respecto a sus objetivos,


por la presencia del estalinismo, es lisa y llanamente tratar de salirse
de la experiencia chilena y dar una opinión crítica desde afuera,
porque es no comprender que este estalinismo colocó al marco de la
lucha de clases durante un primer período. Es decir, que colocó los
límites de las reivindicaciones y de las movilizaciones de las masas,
que la condujeron a su posterior radicalización.

Pero supongamos que haya que hacer un determinado balance del


estalinismo. Sobre todo, en la perspectiva de alertar a las masas y
evitar que estas caigan en sus brazos. Aceptemos pues, que el balance
adopte un carácter fundamental en la perspectiva de los combates
que se avecinan. Preguntémonos entonces, ¿es que la conciencia del
peligro, salva a las masas de caer en las garras del estalinismo? ¿O
del reformismo? No, porque la conciencia del peligro, sólo puede
salvar a un pequeño grupo de iluminados, pero no al movimiento
obrero, que irrumpe en la lucha política a través de reivindicaciones
y objetivos que bien pueden ser representados por cualquiera que
irrumpa en la lucha política sin tener una clara relación con la historia
pasada suya y del mundo, sino que expresando una fuerza presente

303
que es necesario comprender más allá que el estalinismo. Porque
aparece entonces, que no es el estalinismo lo más fundamental de la
experiencia pasada, sino que más bien el conjunto del movimiento de
masas, que, al romper con la UP y su programa, por su acción
práctica, genera las bases para el desarrollo de una lucha
revolucionaria, que se expresa claramente en los últimos meses antes
del golpe.

En estas circunstancias, la crítica del estalinismo como problema


central aparece como una caricatura de lo que en realidad fue el
proceso. Aparece como la fijación del análisis en una etapa que el
movimiento obrero superó gracias a su práctica. Es no descubrir la
potencialidad revolucionaria de las masas que es la gran conclusión
de los 3 años de la UP y una fuente de preguntas y respuestas de
mayor importancia.

De la misma manera se nos dice que no hacemos el balance de los


partidos, la crítica de cada uno de ellos y la repartición de
responsabilidades. Ante esto podemos decir, que nos reservamos el
derecho de analizar en números posteriores a los partidos en bloque
o a cada uno de ellos por separado. Aunque no podemos negar que el
no haber incluido la crítica de los partidos supone ya una cierta
estructuración metodológica. Y esto, porque las lecciones mayores no
las sacamos de la debilidad de los partidos, o de la estupidez o
cobardía de sus dirigentes, sino que como lo hemos dicho, de la
comprobación que el proletariado puede construir con su práctica
una alternativa revolucionaria.

304
Por lo demás, sólo partiendo de una perspectiva como la anterior, es
decir, en relación con la experiencia pasada, puede fijarse en concreto
(y no en relación, pura y simplemente a una teoría de construcción
del partido) el problema de la responsabilidad de cada partido y de
cada militante. Puede claramente desentrañarse, por qué militantes
revolucionarios pueden producir precisamente el efecto contrario al
deseado. Y a partir de allí sacar lecciones sobre los partidos en general
y cada uno por separado. Aunque obviamente evitando extraer
lecciones que conduzcan a establecer una nueva teoría del
conocimiento, a superar en el plano de lo abstracto todo lo erróneo,
lo inmaduro, lo inconsciente. A establecer todo un conjunto de leyes
que lo único que logran es reducir la experiencia a una simple
caricatura. Lecciones que a la larga son un pálido reflejo de lo
ocurrido.

Más bien creemos que es necesario volcar lo aprendido en la


elaboración de análisis y políticas que den cuenta del estado presente
de la lucha de clases en Chile. Que sean capaces, más que de construir
un partido a futuro, ayudar a resolver las trabas que debe enfrentar
hoy el proletariado en su lucha contra la dictadura.

En tercer lugar, se nos dice que Correo Proletario no tiene línea


política. Que no llama a la construcción de un frente revolucionario,
que no tenemos programa. ¿Qué podemos decir?

En primer lugar, por el simple hecho de existir, Correo expresa una


línea política. Por buscar abrir una discusión que sobrepase la
estrecha disyuntiva de la acusación mutua, de echarse la culpa unos
a otros. Y expresa una línea política no tan sólo porque los que

305
trabajamos en Correo lo queramos, pero porque surge al interior de
una realidad en donde la derrota y la desmovilización está presente,
en la cual, cualquier iniciativa que tienda a romper los marcos
estrechos y secretos de la polémica y de la lucha política, aparece
necesariamente como un camino político que dará sus frutos al correr
del tiempo. Además, esto está dicho pensando en aquellos que
resuelven el problema de una línea política en una pura construcción
abstracta, y por abstracto no ha de entenderse lo que parece una pura
construcción intelectual, sino que las consignas que se hacen pasar
por concretas, pero que no pasan de ser expresión de una línea que,
en el mejor de los casos, dadas las condiciones materiales de la lucha
de clases en Chile, es imposible cumplir. En este sentido piénsese en
consignas tales como el llamado a la huelga general hecho en
reiteradas oportunidades por algunos y compáresele con el estado del
movimiento obrero en épocas que pudo hacer huelgas generales e
imponer más de una política favorable al proletariado y se concluirá
necesariamente que esta política no tiene nada que ver con la
realidad. Esta línea aparecerá siempre como inaplicable y aplazada
permanentemente en el tiempo.

En lo que se refiere al frente único, o frente revolucionario, es cierto


que nosotros no hicimos en el Correo pasado ningún llamamiento. Y
esto no fue lisa y llanamente un olvido. Obviamente, si este frente
existe, bienvenido sea, pero no creemos que la reorganización se
concretizará por la acción de un grupo de revolucionarios o
reformistas. Será el movimiento obrero el que a través de sus
organizaciones y fuerzas vaya resolviendo este problema. Sobre este
particular se encontrará en este periódico más de una indicación.

306
Por lo demás en las condiciones actuales de mantención de la derrota
o de derrota táctica o de repliegue, como dicen los pedantes, lo central
es que cualquier trabajo se realice, en muchos lugares y muchos
sectores. Las condiciones para una centralización, actualmente, surge
solamente en la cabeza de los afiebrados o de los que no han
abandonado aún una estrategia de corte militarista.

Por otra parte, se nos dice que no tenemos programa, que no


definimos el carácter de la revolución, qué queremos, etc.

Una primera manera de defendernos de este tipo de crítica es


demostrando la falsedad de aquellos que creen que tener un
programa es levantar una serie de reivindicaciones que existen
independientemente de que puedan aplicarse o no. Pero eso ya lo
hemos hecho anteriormente.

Pero hay también otra manera de responder y esta corresponde a


definir con claridad lo que nosotros entendemos por programa, ya
que objetivamente, para nosotros, hay 2 maneras de entender qué es
programa.

Por un lado, entendemos por programa lo que hicieron Marx y Engels


en reiteradas oportunidades y fundamentalmente en el Manifiesto
Comunista, es decir, que, en el actual período, programa consiste en
definir con meridiana claridad cuál es el tipo de capitalismo que se
desarrolla hoy en Chile, cuáles son las relaciones que entabla con el
capitalismo a escala internacional, qué perspectivas se abren a futuro.
Entendemos también aquí el conjunto de los análisis que conciernen

307
a los problemas teóricos de la lucha de los trabajadores tanto en Chile
como en el mundo.

Esto es lo que hicimos en el Correo pasado, esto es lo que


pretendemos hacer en el actual y en los que vendrán posteriormente.

Es cierto que sobre algunos problemas no hemos podido ser claros,


pero esto es independiente de nuestro esfuerzo, ya que hay una serie
de problemas sobre los cuales desarrollamos una permanente
discusión. Por ejemplo, respecto a las tendencias actuales en el
capitalismo internacional que se relacionan con algunas de las
tendencias esbozadas en el último período por el capitalismo chileno.

Por otra parte, distinguimos otro tipo de programa que no es el


producto de descubrimientos que alteren anteriores formulaciones,
sino que más bien es el fruto de una actividad práctica de la clase
obrera del tipo de reivindicaciones a través de las cuales las masas
han construido su organización, del tipo de contradicción que su
movilización atrajo a la superficie.

Este tipo de programa nos corresponde definirlo más que de una


manera muy general y siempre en condiciones provisorias. Sobre el
particular, hemos tratado en el presente número una serie de
interrogantes.

________________________________________________________
_____

308
21. GOLPE DE ESTADO EN ARGENTINA

El golpe de estado en argentina, esperado por muchos, finalmente se


produjo. Por esta razón, hemos pedido a un compañero de una
organización argentina que comente los acontecimientos. Con la
309
publicación de este artículo, reafirmamos que el periódico sigue
abierto a las tendencias revolucionarias de América latina y de otros
lugares.

Ciertos apéndices de geopolíticos, que pululan En el populismo


pequeñoburgués, califican al golpe militar argentino como
“pinochetazo” y lo inscriben como parte de una contraofensiva del
“imperio” norteamericano frente a las tentativas de “liberación
nacional” latinoamericana. Las fuerzas del mal, atrincheradas
primero en el Brasil, se infiltraron en Bolivia, socavaron luego las
democracias acrisoladas en chile y Uruguay; corrompieron a los
ingenuos militares peruanos para apartarlos de la buena senda. Y
fueron por fin el golpe de gracia a la “cercada” argentina. Los “malos”
de la historieta han triunfado otra vez, como de costumbre, con
intrigas y malas artes, ya que los “buenos”, por definición, no se
equivocan nunca. Si sus sueños nacionales y populares producen
monstruos, deberá culparse solo a la crueldad del destino.

Dejemos a estos buenos señores pequeñoburgueses que se consuelen


descargándose mutuamente culpas y cargándose mutuamente de
medallas. Nosotros, revolucionarios comunistas, tenemos la
obligación de reconstruir la realidad sin adorno alguno porque
nuestra clase proletaria es mayor de edad, necesita materialismo
marxista y no fábulas para niños.

El golpe militar en argentina ha intensificado la represión en todos


los terrenos. Esto es innegable. Pero también lo es la continuidad
entre la política antiobrera del gobierno del “frente justicialista de

310
liberación” y el de sus herederos de uniforme. Los fascistas “liberales”
y los fascistas “nacionalistas” difieren en muchas cosas; pero no en lo
principal, en el mantenimiento de la dictadura burguesa sobre el
terror y la sangre. El golpe de estado fue dado por un ala de la
burguesía argentina contra otra ala de la burguesía argentina. Pero
esto no ha significado una guerra civil Inter burguesa, y ni siquiera
una división profunda en la clase dominante. Esto es así porque el
régimen institucional perfeccionado por la burguesía argentina hacia
1966 (y cuyo proceso de construcción viene de los años ´50) no fue
transformado sino en los aspectos más superficiales por el
nacionalismo burgués peronista.

El capitalismo argentino; a diferencia del chileno, podía prescindir del


populismo como

"reformador”, Las "reformas de estructura" necesarias para el


ulterior desarrollo de la acumulación ampliada fueron hechas en la
argentina entre 1935 y 1950, primero bajo una dictadura “liberal” y
después con una dictadura "nacionalista”, y al fin con el populismo
burocrático de Perón. Estos gobiernos nacionalizaron los servicios
productivos y la banca, forzaron la transferencia de capitales desde el
sector agroexportador hacia la industria y crearon el sistema de
capital monopolista de Estado y de proteccionismo estatal al capital
privado que caracterizaría la fase de acumulación capitalista
posterior. Perón se encargó de cabalgar el tigre de la combatividad
proletaria, encausándola a través del laborismo para servir las
necesidades de reforma del capitalismo argentino, expropiándola
luego de todo poder e independencia política para entregarla en 1953,

311
ya bajo control, al hambre insaciable de plusvalía del gran capital
monopolista.

La ideología común a los diversos componentes de la gran burguesía


monopolista es el "desarrollismo", osea, la identificación del proceso
de acumulación capitalista como contenido de la cuestión nacional.
En su proyecto la formidable fuerza económica del estado en
argentina sirve para orientar las inversiones internas y externas,
hacia la industria pesada y otros sectores considerados "críticos" para
transformar el país en una "potencia mundial". Al agro y a las
industrias de consumo reservan una continua reestructuración y
modernización, actuada mediante la concentración del capital y la
liquidación de los burgueses más débiles tendiente a aumentar su
“eficiencia” y a incrementar así indirectamente las ganancias de la
gran burguesía industrial y financiera que controla los resortes del
Estado.

Se trata de un proceso de acumulación forzada particularmente


convulsivo y violento, basado en la superexplotación más salvaje del
proletariado y en la recurrente liquidación de las franjas de burgueses
más débiles en una vertiginosa transformación de las relaciones de
clase y en una crisis social continua. Durante más de la mitad del
periodo "desarrollista”, la dictadura del gran capital industrial y
financiero se expresó a través de gobiernos militares directos; pero,
más importante todavía, con gobiernos militares o civiles, el régimen
fue institucionalizando un sistema integral de represión, un “Estado
policial" que constituye la forma política más a fina a la dictadura de
la élite monopolista de la burguesía. Este "Estado policial” y no las

312
formas transitoriamente parlamentarias o militares del poder, es el
verdadero enemigo de la democracia en la Argentina. En él las fuerzas
armadas, entendidas como "garantes de las instituciones" y como
principal estructura del Estado, (aun en el plano económico) cumplen
un papel decisivo y permanente que no fue suspendido ni aún en los
períodos "democráticos". Las fuerzas armadas, en tanto depositarias
del "interés histórico" del capitalismo argentino, constituyen el
corazón del régimen de dictadura del gran capital monopolista.

Cabe preguntarse porqué en los años 50, cuando los demás países
capitalistas modernos aprovechaban la coyuntura expansiva del
mercado mundial para lanzar experiencias social demócratas o
demócrata burguesas de participación de masas (Canadá, Australia,
Suecia, Noruega, Dinamarca, Italia, Austria, etc.) la burguesa
argentina haya elegido un esquema de acumulación que volvía
imposible la estabilidad de cualquier tipo de que se ha llamado el
"Pacto Social”.

Con Perón, en realidad, la burguesía argentina intento reacomodarse


en el nuevo esquema mundial de la postguerra. Pero Estados Unidos
la potencia hegemónica, rechazó esta posibilidad, mientras que los
imperialismos europeos, en defensa de sus propios intereses
proteccionistas, cerraban sus fronteras a los alimentos argentinos. La
burguesía argentina, aislada y bloqueada económicamente por las
grandes potencias, diseñó un proyecto de desarrollo relativamente
autárquico, basado en un continuo tira y afloja con el capitalismo
internacional destinado a forzar la puerta del Club de los poderosos.

313
Este contenido "nacional" del proyecto desarrollista llevo una y otra
vez a la crisis al movimiento de masas hegemonizado por la pequeña
burguesía nacional populista. En la perspectiva de una Argentina
capitalista, la estrategia del gran capital monopolista era
efectivamente la única posible: desarrollar la acumulación interior en
condiciones de aislamiento, y de negociar inmediatamente con el
sistema imperialista mundial implicaba la negociación, podía
soñarse, ni desarrollar un capitalismo aislado (el grado actual de la
internacionalización de las fuerzas productivas lo volvería imposible)
ni modificar las relaciones de fuerza en el sistema de hegemonía
dirigido por Estados Unidos(algo que ni siquiera la burguesía
francesa pudo lograr). La “negociación” a su vez, implicaba la
modernización y la racionalización del capitalismo nacional y por lo
tanto el revulsivo proceso desarrollista de expropiaciones y
superexplotación. A través de la ideología nacionalista, la resistencia
de masas a la supexplotación capitalista era canalizada en defensa de
los planes de la gran burguesía industrial y por lo tanto hacia el
reforzamiento del régimen del "estado policial" que es el portador de
dichos planes.

Nacía la dialéctica de la "traición”. La lucha democrática de masas


entrampada en la defensa del capitalismo nacional genera
continuamente su contrario, la dictadura terrorista, la negación de la
democracia; la lucha antiimperialista de masas, vaciada de contenido
comunista y proletario, refuerza un capital de Estado que no aspira a
otra cosa que a negociar nuevas condiciones de integración en el
sistema imperialista mundial da primera "traición" de ésta serie la
protagonizó el propio Perón; el movimiento pequeñoburgués se

314
volvió contra él por sus concesiones al capital imperialista y por la
creciente totalitarización del Estado que puso en movimiento. El
golpe militar de 1995 se proclamó democrático nacional: Pero retomó
y amplificó las políticas repudiadas en Perón, haciendo sufrir a la
pequeña burguesía su primer gran desengaño. El populismo no tardo
en trasgredir sus ilusiones sobre un nuevo líder nacional y popular:
Frondizi; en 1958 llegó al poder apoyado por un intenso movimiento
de masas. Pero también Frondozzi, puntualmente, “traicionó” a la
pequeña burguesía, la que quedó sin saber a qué santo
encomendarse. El democrático radical Ilia y la “mano fuerte'' de
Onganía despertaron sólo tímidos y breves “consensos”; el tierno
corazón populista de Onganía temía desengañarse de nuevo. Hay que
llegar hasta 1973 para encontrarse con el gran desengaño amoroso de
la historia de la pequeña burguesía argentina: el del gobierno del
Frente Justicialista de Liberación.

Para la mala conciencia populista, esta reiterada serie de traiciones de


sus partidos, frentes y dirigentes se explica por las inconfesables
maniobras del imperialismo norteamericano. Como buenos maridos
cornudos, los pequeñoburgueses consideran natural que los
traicionen, dada una adecuada dosis de seducción por parte del
villano Don Juan del Norte. Siempre, como los maridos cornudos, ni
se les pasa por la cabeza pensar que la causa de sus males está en ellos
mismos, en sus propias concepciones.

Prefieren imaginar que la virginidad de su democracia amada


sucumbe sólo por la violencia estupradora de los militares o por la
diabólica corrupción extranjera.

315
Con tales enemigos, la dictadura de la gran burguesía industrial y
financiera podría haber seguido aplicando sus planes “desarrollistas”
durante muchos años. Le bastaba establecer un juego político
“pendular” entre fases de aguda y violenta reestructuración
capitalista y otras de apertura y de recomposición del bloque social
burgués; entre fases de replanteo nacionalista, las reglas del juego con
las potencias hegemónicas del sistema imperialista y otras de
integración en el orden mundial. El mantenimiento inalterado de las
instituciones del Estado policial del control sobre las palabras
decisivas de la economía les garatizaba la posibilidad de suspender en
cualquier momento experiencias que se revelaran peligrosas para sus
intereses históricos. El proletariado, expropiado políticamente por
Perón el 1950 (por sus propios pecados de trade unionismo y
nacionalismo, por cierto) oscilaba entre frases de heroica resistencia
económica y sindical y fases de enganche como base de masas a la
ilusión pequeñoburguesa de turno, al Frente nacional y popular
contra el que debería luchar, puntualmente, pocos meses después en
defensa de sus conquistas mínimas.

En la industria automotriz de Córdoba, entre 1969 y 1971 comenzó,


sin embargo, a dar sus primeros y vacilantes pasos un nuevo
protagonista histórico: el proletariado revolucionario. Su primera
expresión era estrecha, limitada, casi defensiva: el clasismo no
cuestionaba el carácter político general del movimiento de masas;
llegaba apenas a reivindicas en él su propia independencia de clase,
su porfiada decisión de no subordinar su unidad anticapitalista a las
necesidades de una alianza interclasista nacional. El clasismo fracasó
en 1973, arrollado por la marea del populismo peronista y por las

316
esperanzas democráticas y parlamentarias cultivadas por la “nueva
izquierda”. Durante 1974 se debatió entre los golpes del terror fascista
lanzado por el “gobierno popular” y los sueños delirantes pero
siempre populistas del militarismo guerrillero. En 1975 la burguesía
intentó utilizar al proletariado como base de maniobras de un
enésimo “cambio de fase” del régimen. Pero la conciencia clasista
había madurado, la vanguardia obrera renació con fuerza, y consiguió
crear sus propias organizaciones de base, las coordinadoras, basadas
en la unidad anticapitalista. Esta vez los esfuerzos populistas por
reenganchar el movimiento a una perspectiva rentista (Partido
auténtico, candidatura Cámpora-Allende) se estrellaron contra la
desconfianza de la base, especialmente en el más maduro movimiento
obrero de Córdoba.

Los grupos socialistas, identificando claramente al enemigo en el


bloque burgués en su conjunto y no en sus componentes
extranjerizantes, consiguieron dar a este movimiento de vanguardia
un fuerte contenido de independencia de clase.

La dictadura del gran capital empeñada en una guerra de exterminio


contra las franjas radicalizadas de la pequeña burguesía (que al
recurrir a las armas habían vuelto muy peligroso el juego de vaivén)
veía con alarma crecer frente a sus ojos un nuevo enemigo
incomparablemente más peligroso: el proletariado revolucionario,
único protagonista de la historia capaz de arrancar de raíz su régimen
de dominación. Un proletariado al cual la crisis del nacionalismo
populista posibilitaba recorrer el camino de su propia independencia

317
de clase hasta asumir el partido de su interés histórico, el del
comunismo.

Bastaba al régimen para declararse en estado de emergencia.

No habría peor actitud para los revolucionarios que la de acuñarnos


en el triunfalismo, en el fácil exitismo, en el sueño de derrumbes
apocalípticos de la dictadura burguesa. La chispa de la independencia
de clase ha apenas prendido, es hoy una llamita pequeña y vacilante,
a la que algunos pisotones afortunados pueden todavía sofocar; No es
la hora aún del gran incendio, de la pradera en llamas. Nuestra clase
obrera tiene que desembarazarse todavía de los restos de influencia
nacional populista, consolidando su independencia de clase con la
conciencia comunista. Y todavía esto es insuficiente; para constituirse
en partido, nuestra vanguardia proletaria necesita proyectarse a nivel
nacional, desarrollar el propio bloque histórico que una a las masas
en el asedio del bastión capitalista.

Este bloque no puede cimentarse por medio de objetivos nacionales:


la cuestión nacional en la Argentina hace ya rato que perdió toda
progresividad histórica, todo contenido revolucionario. Su contenido
presente es el sueño reaccionario de grandeza de una burguesía
periférica, expansionista y explotadora, cuya prepotencia regional y
su servilismo mundial los revolucionarios tenemos la obligación de
denunciar implacablemente.

Tampoco puede consistir en una alianza obrera campesina porque el


agro argentino es capitalista y reproduce (en una fracción muy

318
reducida de la población total) las mismas contradicciones de clase de
las ciudades.

La dictadura burguesa se encuentra hegemonizada en la Argentina,


no por estratos arcaicos ligados a la propiedad territorial sino por la
élite más concentrada y moderna de la burguesía: el gran capital
industrial y financiero, con sus componentes nacional-estatal,
nacional privado y multinacional. En estas condiciones, la cuestión de
la democracia adquiere un contenido histórico cualitativamente
diverso de la “revolución democrática burguesa” del siglo pasado. El
enemigo de la democracia es ahora el desarrollo capitalista mismo,
personificado en la burguesía en sus expresiones más avanzadas, y
no ya los intereses contrarios al desarrollo del capitalismo.

A este enemigo no puede oponérsele otra cosa que la democracia


proletaria, entendida como reapropiación por parte de las masas de
todas sus necesidades físicas y espirituales, y de los medios necesarios
para satisfacerlas; de la reapropiación de su trabajo y de sus sueños
de su ser social y de su condición humana. Este bloque histórico
proletario debe unir contra la explotación capitalista a todos los
oprimidos, los vejados, los descontentos, las disciplinadas
vanguardias fabriles de los obreros de la gran industria deben hacer
suyas las reivindicaciones de los jóvenes condenados a la
desocupación, de los nuevos inmigrantes sin vivienda, de los artistas
censurados y reprimidos, de las mujeres discriminadas y condenadas
al embrutecimiento doméstico, de las víctimas de la cárcel, del
manicomio, del cuartel, de toda la humanidad martirizada y mutilada
por el “talón de hierro” capitalista.

319
De todos aquellos que, en el poder proletario, no tienen otra cosa que
perder que sus fantasías y prejuicios. Este bloque histórico es
sólidamente hegemonizado por el proletariado revolucionario, y es
capaz de unir todos los impotentes arroyuelos de indignación en un
solo torrente poderoso, realmente imbatible en la Argentina, donde
más del 80% de la población activa debe vender su fuerza de trabajo
para poder vivir.

Los revolucionarios comunistas tenemos hoy en la Argentina una


gran posibilidad histórica; la aprovecharemos sólo si tenemos la
voluntad necesaria para rechazar a quienes nos invitan a recoger las
banderas sucias de barro y sangre que la burguesía ha dejado caer y
levantamos en cambio, decididamente, nuestra propia bandera: la
roja del comunismo.

Miguel. A. García

________________________________________________________

22. NOTAS ACERCA DE


LA LUCHA DE CLASES EN CHILE

En nuestro número anterior (La Política Económica de la Junta, COP


2), se afirmaba que el golpe de Estado de Septiembre, realizado pocas

320
semanas antes de la presentación, por parte de la clase trabajadora,
de un pliego general de peticiones salariales, “asumía el carácter de
una doble respuesta, primero, a una particular etapa de la lucha de
clases y segundo, a los problemas que dificultaban en Chile el
desarrollo del capitalismo. En el primer aspecto, el golpe satisfacía los
intereses generales de toda la clase dominante. En el segundo, no”.

Es decir, por un lado, el golpe resolvía a través de la violencia armada


la derrota de un proletariado que amenazaba destruir las bases del
sistema, y por otro lado la burguesía buscaba, a través del golpe, una
salida a la crisis del capitalismo, que ella misma había definido como
una crisis provocada por un conjunto de trabas que dificultaban un
proceso de reordenación productiva y de integración “nacional” al
mercado mundial capitalista. En este último sentido, los intereses del
sector hegemónico de la burguesía chilena impulsaban
necesariamente, después de la derrota del proletariado, un proceso
de depuración que entraba en contradicción con la existencia misma
de otros sectores capitalistas. Los intereses inmediatos de los
primeros (gran burguesía agraria, monopolios industriales y de la
distribución, en general, capitalistas con fuertes vinculaciones con el
capital internacional) exigían el abandono a su suerte de los segundos
(burguesía media de desarrollo más reciente, pequeña burguesía
propietaria y funcionaria, en general, capitalistas más aislados y más
débiles).

Este proceso, que hemos comenzado a analizar en otros artículos,


provoca después del golpe un fenómeno que algunos han llamado de
“luchas interburguesas” y otros, “un proceso de gradual aislamiento

321
de la Junta”, pero sobre todo provoca una serie de hechos que
podemos caracterizar como de renacimiento de las expectativas de la
pequeña burguesía, después de un primer período de shock
provocado por la violencia de la caída.

Este renacimiento de expectativas que se expresa políticamente a


través de sectores mayoritarios de la UP y la DC, tiene su fundamento
en la suposición de que la “crisis económica desesperada por la que
atraviesa el país” implica directamente la crisis del régimen político
institucional y, por lo tanto, del bloque hegemónico burgués como tal,
ya que la crisis sería provocada por éste. De aquí surgen las premisas
de todos los “programas” alternativos que han comenzado a circular
de los “Frentes Antifascistas” y de todas las ilusiones
pequeñoburguesas.

Pero, ¿cuál es la relación entre régimen político y crisis capitalista hoy


en Chile?

LA HEGEMONÍA POLÍTICA EL CAPITAL

Antes de entrar a visualizar con mayor precisión el conjunto de


condiciones a través de las cuales la lucha política se da hoy en Chile,
como reflejo o no de la lucha de clases, dentro de qué límites, etc., es
importante distinguir dos elementos que determinan necesariamente

322
en estos momentos el proceso de recomposición de las fuerzas
sociales al interior de la sociedad chilena.

1) Las condiciones generales bajo las cuales se desarrolla la actividad


de las clases aparecen generadas por un proceso que se explica a
partir de la ruptura —tanto por parte del proletariado como por parte
de la burguesía— de las mediaciones políticas y estatales que
caracterizaron los últimos 40 años en Chile. Estas se habían visto
superadas, desde antes del golpe, como resultado del enfrentamiento
directo entre las fuerzas del capital y del trabajo, proceso que supuso
la crisis objetiva del régimen parlamentario. Este hecho lo reconoció
ayer y lo reconoce hoy el conjunto de la clase dominante chilena y
constituyó la base del proceso de unificación burguesa que culminó
con el golpe.

2) Como consecuencia de lo anterior, lo que la burguesía, y por boca


suya, el gobierno militar, llaman hoy la “nueva institucionalidad” no
es sino un producto histórico de una fase de la crisis del capitalismo
chileno, crisis estructural combinada a la vez con una crisis política
provocada por la ofensiva generalizada del proletariado sobre los
medios de producción en 1972-73. Esta “institucionalidad” viene a
sancionar, en el plano político, una nueva reestructuración del
aparato productivo y, por lo tanto, una modificación de las relaciones
entre las clases y entre éstas y el Estado.

La historia del capitalismo, ya sea en su fase originaria o en sus fases


avanzadas más o menos periféricas, nos demuestra que las formas de
dominación de clases se ejercen, en períodos distintos, de acuerdo a
la existencia de niveles de hegemonía; acuerdos, alianzas o

323
compromisos entre los diferentes sectores que detentan o apoyan el
control del poder político y económico. Y la existencia de estos
bloques hegemónicos expresa a su vez un determinado nivel de
desarrollo y de equilibrios en el proceso de producción y reproducción
del sistema, bajo condiciones materiales específicas.

En períodos de crisis revolucionaria, o sea, cuando la clase que


constituye el eje de una alianza revolucionaria amenaza las bases
materiales de sustentación del sistema dominante, el conjunto de la
sociedad sufre un proceso doble de desintegración y unificación,
movimientos contrarios que definirán los elementos decisivos para el
resultado del combate social. Así, el golpe de Estado en Chile, y la
posterior recomposición de la hegemonía del bloque dominante, sólo
podrán entenderse como la expresión de un proceso de unificación
burguesa que rompe, a través de acciones que culminan con el golpe
armado, el proceso contrario de unificación proletaria, derrotándolo,
disgregándolo, obligando a la clase trabajadora a someterse a la
dictadura del capital y a las leyes de su “reconstrucción”. Este triunfo
de la burguesía le permitirá, sin embargo, no sólo derrotar a su
enemigo principal —el proletariado organizado— sino además
recomponer todo su sistema de alianzas y por lo tanto el sistema
político, creando un nuevo bloque de acuerdo a las exigencias más
inmediatas del capital.

El doble triunfo de la burguesía chilena, le significó, por lo tanto, la


plena expropiación del poder político, permitiéndose en ese momento
una programación de las relaciones entre la política y la economía,

324
“aboliendo” la primera para convertirla en la política económica de la
clase que ejerce la dictadura capitalista.

La configuración de este bloque hegemónico capacita a la burguesía


para neutralizar y absorber las posiciones disidentes en su seno, ya
que no constituye ni un salto atrás ni un salto adelante respecto a las
tareas centrales que el conjunto de la clase capitalista se propone y se
ve obligada a enfrentar en una situación como la chilena.

Menos aún se puede pensar en la eventualidad de que un sector


homogéneo del capital (por ejemplo, una presunta “burguesía
industrial”) se coloque hoy día al margen o en contra del bloque
burgués. Todas las organizaciones patronales se han integrado
orgánicamente al proyecto político económico “de la Junta”. Los
personajes o grupos que disienten, expresan precisamente los niveles
de desplazamiento provocados por la competencia capitalista.

Este hecho, irrefutable, ha provocado que una gran parte de la


izquierda chilena, en su imposibilidad de justificar objetivamente sus
políticas, llegue a emitir concepciones tan absurdas como el
reconocimiento de una diferencia entre la burguesía “democrática”
de una burguesía “totalitaria”, abandonando ya a estas alturas
cualquier pretensión de materialismo en sus propuestas y programas.

LA PEQUEÑA BURGUESÍA AL ACECHO

325
Durante los últimos meses se acentuó el viejo rumor que recorre
periódicamente los espíritus de la mayoría de la izquierda chilena: “La
Junta está por caer, las contradicciones internas y la crisis económica
la tienen aislada, es cuestión de tiempo.”

No es nuestra intención contribuir a desengañar aún más a quienes


sufren una aguda melancolía de “los buenos tiempos”; será la lógica
implacable de la realidad, en este caso, la lógica del capitalismo, la que
desilusionará a quienes crean encontrar en estos momentos las
condiciones de un retorno a ocupar su espacio político en una
democracia “renovada” que administre ecuánimemente el
capitalismo chileno. (2)

Pero los tiempos no están para estas exquisiteces, como puede


constatar sin mucha dificultad quien revise la lógica del capitalismo
materialista. Para quien haya comprendido que la lucha y la feroz
competencia entre los grupos capitalistas es un fenómeno sin el cual
el capitalismo como sistema no podría entenderse, no puede resultar
novedoso que, en Chile, hoy, a pesar del general consenso al golpe y
a la liquidación del régimen parlamentario, los burgueses se peleen
entre ellos, mantengan o incluso acentúen sus diferencias respecto a
las consecuencias de las “elecciones” de Septiembre del 73.
Concediendo que personajes como Frei puedan ser considerados
representantes de sectores al interior del bloque capitalista.

En estos momentos se da en nuestro país la lucha económica y la


lucha política. Las condiciones y los marcos en que ellas se
desarrollan, el carácter político del proceso de recomposición de
fuerzas en Chile, no constituyen problemas para la “clase política”

326
izquierdista chilena, quien sólo ve ocupado su espacio y reacciona con
furor.

Vemos entonces a la izquierda tradicional chilena en el lugar que le


corresponde, en el papel que le toca jugar de aquí para adelante, junto
a los viejos burócratas “marxistas” argentinos, uruguayos y
brasileños: jugando en el vaivén de los acontecimientos políticos,
despolvando los viejos carteles con consignas frentistas, esperando la
primera y nunca posible oportunidad de apostar a favor de un
retorno de la alternativa “democrática” que restaure el capitalismo
civilizado y castigue a los gorilas antipatriotas.

El destino de esta clase “dirigente”, de los partidos que manejan, es


claro e inevitable: la definitiva transformación de los partidos de la
izquierda chilena en pura y simple expresión de la pequeña burguesía
desplazada de la escena política, es el resultado histórico de su
incapacidad para “resolver” el dilema de la lucha de clases.

La pequeña burguesía UP-DC sufrió una doble tragedia: una como


consecuencia de la otra. Primero se vio sobrepasada por la clase
obrera a la que quiso hasta el último momento administrar y a la que
ahora acusa como la culpable de sus desgracias, y después se vio
violentamente expulsada del poder, castigada por su ineptitud, por
parte de la burguesía que no perdona. Ya no eran más indispensables
para el desarrollo del capitalismo, no servían ya más para engañar a
la clase obrera.

La increíble pretensión de que la crisis del capitalismo chileno


conduzca hacia un retroceso a formas de hegemonía y poder

327
superadas por las necesidades mismas del capital, es resultado de la
forma de mirar el mundo característica de la óptica invertida de los
pequeñoburgueses y de sus políticos profesionales.

Esta pretensión surge de la confusión de la crisis del capitalismo (que


no es reconocida por la pequeña burguesía) con la llamada “crisis
económica”, a su juicio provocada por la política equivocada de un
gobierno, error que ella, la pequeña burguesía, se ofrece rápidamente
a corregir.

La misma óptica que califica el régimen político creado por la


burguesía como un fenómeno “anormal” y desquiciador de la
“seguridad y estabilidad nacional”.

Estamos ya sumergidos en el más chato y angosto mundo político


pequeñoburgués. Veamos cómo aparece el mundo “patas para
arriba”:

“En el interior de la DC, se desarrollan, con fuerza creciente,


posiciones que buscan encontrar una alternativa que asegure
estabilidad democrática y desarrollo independiente del país.

En estas condiciones, la unidad de la DC y la UP no sólo es


posible, sino que adquiere una máxima importancia. En la
Resistencia se manifiesta, al margen de las diferencias del
pasado, la unidad de los chilenos patriotas y demócratas.” [1]

328
“Formarán seguramente, parte del Frente Unitario, los
militares antifascistas y demócratas, los integrantes de las
fuerzas armadas que estén por la defensa y la integridad de
Chile” [2]

“(Es preciso demostrar a las masas)…que acometer una


perspectiva socialista crea un estado realmente independiente,
permite solucionar los problemas nacionales y el
aprovechamiento de las dimensiones geográficas del país”. [3]

“Y nosotros llamamos a los democratacristianos a no prestar


oídos a estas maniobras que sólo contribuyen a fortalecer al
enemigo común de esta hora. Muchos militantes de la DC nos
han señalado que su partido también desea el socialismo” [4]

“La dictadura fascista es antichilena, antinacional, y


realmente obedece a un diseño irreal que contradice
directamente el espíritu y el alma misma de los chilenos. Ella
es el producto de una ideología y de una manipulación
extranjera”. [5]

“(En el gobierno que reemplace a la Junta)… debemos afirmar


aquellas medidas de transformación abordadas por el

329
Gobierno de la UP, como son: el mantenimiento de la
nacionalización de la gran minería del Cobre y de otras
actividades productivas, asegurar garantías para los
empresarios medios, capas medias, sectores de la burguesía
nacional y de la pequeña empresa” [6]

Estas citas, escogidas al azar en la interminable serie de publicaciones


con las que la UP intenta convencer a la burguesía internacional de
su solvencia en materia de “salvar” la estabilidad y el desarrollo del
capitalismo en Chile, nos demuestran no tanto los errores de una
línea política o de una concepción de las alianzas, sino sobre todo, la
absoluta falta de correspondencia de estos juicios con lo que
verdaderamente ocurre en Chile, cuestión que se explica a través de
la comprensión del carácter de clase de quien los emite.

Los lazos que históricamente habían ligado a esta clase política


pequeñoburguesa con el proletariado quedaron definitivamente rotos
al ser destruido el sistema político que los hacía posible.

Este es el origen de su tragedia y la causa de sus increíbles desvaríos.

La profundización del proceso de separación de estos sectores


respecto de la lucha de clases en Chile, harán que los lazos vayan
desapareciendo definitivamente, y que sólo se puedan reconstruir
bajo otras formas.

LA HEGEMONÍA ANTIBURGUESA Y ANTICAPITALISTA

330
Los elementos señalados anteriormente nos conducen a afirmar que
la construcción de un bloque social revolucionario forjado en torno al
movimiento obrero, tendrá en Chile características distintas a las que
pudo haber tenido en períodos anteriores (1938-1970).

La derrota sufrida por la clase trabajadora en el ’73 es también la


derrota de las capas que permanentemente reproducían un cerco de
mediaciones entre el proletariado y el sistema político, logrando
(estas capas) a partir de cierto período, erigirse en dirección y
elemento central de delegación de la actividad política de los
trabajadores. Así, para el proletariado, la lucha económica contra el
capital y la lucha política contra el Estado burgués aparecía filtrada
por la presencia de una pequeña burguesía que utilizaba el combate
de los trabajadores para escalar posiciones a través de una lucha
política de la cual se declara, su vanguardia, “en un proceso que abra
las puertas a la construcción del socialismo”.

Nadie podría afirmar que las actuales condiciones de lucha obrera


corresponden a un “paso adelante” respecto a situaciones anteriores,
por ejemplo, bajo la democracia parlamentaria. Pero sí es claro que
se encontrará en condiciones diferentes, no tan sólo desde el punto
de vista de los métodos de lucha, sino sobre todo a partir de una
relación distinta con el aparato político estatal y con la misma
burguesía.

Las antiguas condiciones de enfrentamiento al capital y al Estado no


se reproducirán para la clase obrera, ni mucho menos como producto

331
de la lucha de la pequeña burguesía por lograr un régimen de
libertades civiles.

La disgregación de la clase política pequeñoburguesa, proceso dictado


por el capital, coloca el problema de las alianzas y de la construcción
de un “bloque asalariado” a partir de la lucha económica del
proletariado en su conjunto, única clase que no puede ser disgregada
y destruida sino solamente momentáneamente derrotada y sometida.
El rol político de la pequeñoburguesía cambia entonces radicalmente,
y estará definido por la propia posibilidad de subsistencia física de
este sector de la sociedad, cuyo núcleo fundamental ha sido
considerablemente reducido y una parte convertida en siervo fiel del
capital.

Por último, el proceso a través del cual el proletariado podrá pasar de


una fase de extensa y profunda lucha económica a la construcción de
una alternativa de poder, encuentra las condiciones de la
acumulación de fuerzas en la agregación de gigantescos
conglomerados de asalariados y sectores convertidos en propietarios
por el proceso de acumulación capitalista, con la posibilidad real de
que tal agregación de fuerzas se construya en torno al eje
fundamental que es la clase obrera, y detrás de un programa
socialista que refleje la fuerza adquirida por la hegemonía proletaria.

La situación actual no nos permite ser optimistas, ni cantar la derrota


y el derrocamiento de la burguesía en plazos breves. La crisis del
capitalismo chileno está desligada de los ciclos políticos del sistema
capitalista mundial, pero debe ser asumida por el Movimiento Obrero
que se coloque como tarea fundamental el problema de su propia

332
reorganización como fuerza social y política con vistas a su
enfrentamiento definitivo con el capital.

Esta es la perspectiva más ancha, menos sectaria, más realista que


puede plantearse el propio movimiento de los trabajadores. El
“realismo” y la “inteligencia” de la pequeña burguesía y sus políticos,
ya demostraron sus aptitudes.

333
334
CORREO PROLETARIO n°4
1976-SEPTIEMBRE

23. LA POLÍTICA SINDICAL EN CHILE

I. Introducción

El artículo sobre el Estado del Movimiento Obrero, aparecido en el


número anterior de CORREO PROLETARIO, tras mostrar la situación
material en que hoy se encuentra el proletariado chileno, el proceso
de profundización de la derrota sufrida en septiembre del 73, las
condiciones actuales de lo que fue la vanguardia de la clase
trabajadora en el período anterior, etc., finaliza abriendo una serie de
interrogantes: “Lo válido en el actual período es trabajar en la
perspectiva de la reorganización del movimiento obrero (MO), es
ligar cada una de sus luchas aisladas a ese gran objetivo que debe
definir la actividad de los revolucionarios. Pero, ¿de qué manera?
¿Cómo superar las debilidades impuestas al MO por el capitalismo
chileno? ¿Con qué vanguardia? ¿Con qué tipo de organizaciones?”
(pág. 11).

335
Este artículo es un intento de respuesta a dichas preguntas. A pesar
del tiempo transcurrido desde el golpe militar nos parece, sin
embargo, que muchos de los aspectos vinculados con esta
problemática quedarán todavía en la oscuridad, en la medida en que
entendemos que su dilucidación será el resultado de la práctica
económica y política del MO -y del proletariado en general-, y de la
capacidad que muestre la izquierda para retomar una de las
experiencias más ricas e importantes generadas por la clase obrera
de nuestro continente.

Nos parece que una de las formas de entrar a analizar los problemas
mencionados es tratando de poner en limpio las concepciones,
aparentemente diferentes, que han surgido en la izquierda chilena
desde el día del golpe. Veremos cómo las distintas posiciones que la
Unidad Popular (UP), el Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR) y otros grupos, han levantado con respecto a la caracterización
del período, las tareas que de él emergen, así como las estrategias que
se proponen a más largo plazo, son un resultado directo de lo que era
la práctica de estas organizaciones antes de 1973, así como de las
lecciones que ellas han extraído del período 70-73, de la derrota
sufrida y del proceso abierto después de ésta. Más aún: estas
posiciones, divulgadas en una gran cantidad de documentos,
encierran, en sí mismas, una visión de la historia de la lucha de clases,
de la clase obrera, en nuestro país y de su rol en la sociedad y, por
necesaria conexión una visión universal del proceso revolucionario.

336
Los porqués de la derrota

I. PC – PR – PS – MOC

Las posiciones levantadas con respecto al proceso chileno pueden ser


clasificadas en dos “bloques”. Uno abarca al Partido Comunista (PC),
Mapu Obrero y Campesino (MOC), sectores del Partido Socialista
(PS), Partido Radical (PR) y, últimamente, algunas corrientes del
Mapu. El otro englobaría a otros sectores del PS, Mapu, MIR, el apoyo
ideológico de la Izquierda Cristiana (IC), más algunos grupos
pertenecientes a una u otra parroquia internacional.

El primer bloque estableció, desde los primeros días del golpe, que los
principales problemas del proceso de la UP fueron:

1. La incomprensión por parte del MO del carácter del Gobierno


Popular, ya que obstaculizó la acción de éste mediante una persistente
lucha reivindicativa, paralizando prácticamente la implementación
del programa UP. Así se nos dice que “en contraposición a la política
económica revolucionaria, surgieron otras tendencias basadas en el
oportunismo, que implicaban la recrudescencia de hábitos
anarquistas y de conductas basadas en las tradiciones de la
politiquería burguesa. Entre los rasgos de esa otra tendencia
figuraban las concesiones al reivindicacionismo desenfrenado,
barnizado con frases revolucionarias, el desprecio a la lucha por la
producción y la productividad, la subestimación de la necesidad de

337
trabajar con planes, el culto al espontaneísmo y la voluntariedad. No
se trató sólo del reivindicacionismo desenfrenado, aunque éste tuvo
un papel muy importante. Además, influyeron la extensión
desmesurada del sector estatal, al violarse la política pactada por el
Programa Básico de Gobierno de la UP y promoverse la incorporación
al Área Social de pequeñas y medianas empresas, muchas de ellas no
rentables.”2

2. Por lo tanto, fue imposible crear el espacio político necesario para


que la estrategia del programa de la UP funcionara, es decir,
concretizar una alianza con aquellos sectores de la burguesía nacional
e internacional que estaban interesados “también” en que el
programa de reformas se cumpliera, alianza que arrastraría a la
pequeña y mediana burguesía, la cual disfrutaría de condiciones
económicas ventajosas gracias a “la derrota de los monopolios”. Esto
significó, a la vez, el alejamiento de los sectores leales del Ejército, lo
que volcó la balanza, definitivamente, en favor de los golpistas. “Las
concepciones y la política de la pequeña burguesía de izquierda no
entendieron nunca el carácter de la alianza que la clase obrera debía
construir en esta etapa del proceso revolucionario. Menospreciaban
permanentemente la alianza con la pequeña burguesía, y fueron, por
lo tanto, un factor de permanente distorsión en la política hacia esos
sectores. Esta incomprensión del carácter de la alianza tuvo su

2
Orlando Millas. miembro de la Comisión Política del PC: La
desestabilización de la economía: arma táctica del imperialismo, Revista
Internacional. Edición venezolana, núm. 31-32.

338
expresión en el terreno político, en una incomprensión pertinaz del
carácter político y de clases del partido Demócrata Cristiano (PDC).
Las incomprensiones respecto del PDC impidieron absolutamente
desarrollar en la UP una política que tendiera a sustraer al PDC de las
influencias del imperialismo y la burguesía monopólica expresada
por el freísmo, y que permitiera el desarrollo de los sectores
democráticos y progresistas en su interior…”3 (el subrayado es
nuestro. Aunque se culpe a la pequeña burguesía queda claro que fue
la clase obrera quien no “ayudó” a que la alianza mencionada tuviera
lugar: ya sea porque le hizo caso a la pequeña burguesía (?) o porque
no le hizo caso a los que escriben el documento).

3. Conclusión: es necesario crear el instrumento que esta vez permita


concretizar dicha alianza, sin cometer los mismos errores y, sobre
todo, superando la mayor debilidad del periodo anterior: la
inexistencia de una dirección revolucionaria que centralizara la
actividad política, que impusiera claramente los objetivos y que no
permitiera la acción anárquica y centrifuga. “Otro de los obstáculos
está en el sectarismo y en las cuestiones que hicieron difícil el manejo
de la UP, por ello es necesario el acentuamiento de su unidad
buscando una dirección política común y centralizada”.4 “El problema
principal que debemos superar es, pues, el de la construcción de una

3
Documento del Comité Central del Mapu OC: Las tareas del pueblo en la
hora presente.
4 B. Teplizki, PR., El fascismo será derrotado en Chile. Entrevista

concedida por los dirigentes de la UP. Revista Internacional. ed. cit.

339
dirección del movimiento popular homogénea y eficiente, clara e
imaginativa en lo estratégico y en lo táctico”.5 Pero una dirección no
puede existir sin movimiento a quien dirigir y en Chile, hoy, la vida
del “movimiento popular” está casi destruida. Para reavivarlo se
propone, entonces, un Frente Antifascista, a través del cual, y gracias
al cual, el problema queda resuelto. Si hay reconstrucción de los
partidos, lo habrá del frente y, por lo tanto, la clase obrera tendrá la
oportunidad de manifestarse, porque “la amplia alianza que
postulamos sólo podrá constituirse en la medida en que consolidemos
y desarrollemos un nuevo nivel en la unidad de nuestros partidos y
busquemos convergencias políticas y programáticas que se definan
contra la dictadura” (subrayados nuestros).6 Es decir, en la medida en
que los partidos políticos sean capaces de reconstruirse ellos y
conformar dicha alianza, la Junta será entonces enfrentada y la clase
obrera “después de conseguir la unidad de las fuerzas antifascistas,
abrirá el camino hacia un futuro mejor” (subrayado nuestro).7 Sin
embargo, la relación que se busca entre las masas y dicha dirección
es “dialéctica”, como muy bien se nos explica: “La necesidad de la
construcción de la unidad antifascista por la base (es la) única
garantía de su viabilidad y solidez: pero las masas no son un terreno
virgen, donde no haya huellas de las ideologías de los diversos
partidos, incluso burgueses… El trabajo de masas por abajo, que
ponemos en primer plano, no nos conduce a menospreciar el trabajo

5 J. Vega. Mapu OC. Ídem.


6 Documento de Berlín, 1975.
7 O. Millas, entrevista citada en la Revista Internacional.

340
y los acuerdos “por arriba” para asegurar el éxito de la política
unitaria… tenemos en cuenta que las insuficiencias de una dirección
única concordada por socialistas y comunistas y nuestros aliados, en
particular el PR como partido de masas, fue una de las claves de
nuestra derrota”.8

II. PS – MAPU – IC – MIR

Más tarde vamos a volver sobre estas concepciones. Veamos ahora las
del otro bloque.

El Mapu, sectores del PS, MIR, IC y otros grupos, coinciden en que a


lo largo del proceso de la UP (para algunos específicamente desde Lo
Curro)9 se impuso la conducción reformista, a la cual el MO estuvo
atado con eslabones de acero, sin poder romperlos. Por lo tanto, es
obvio que faltó un partido o dirección revolucionaria que revirtiera tal
situación. El MIR lo ha dicho a su manera desde los primeros días del
golpe: “Un breve balance de nuestra política en ese período (entre
marzo-73 y el golpe) nos indica que en general ésta fue correcta y
justa, y que nuestro problema fue una desesperada carrera contra el
tiempo por disputarle la conducción del movimiento de masas al

8 Sebastián González, miembro de la dirección del PC: Chile: lucha de


masas contra el fascismo. Revista Internacional. Edición chilena,
marzo 1976.
9 En Lo Curro se decidió la salida de Vuskovic del Ministerio de

Economía, pasando el PC a controlar importantes mecanismos


económicos estatales.

341
reformismo, meta de la que no estábamos lejanos a mediados de 1973
pero que no alcanzamos, (…) y para que el proletariado triunfara y en
ese caso conquistara el poder, era imprescindible que nosotros
asumiéramos la conducción del movimiento de masas. Esto, salvo en
algunas fases excepcionales del periodo, siempre se presentó como
difícil a corto plazo, plazo en que la clase dominante se propuso
resolver la crisis”10 (subrayados nuestros).

El Mapu, después de dejar establecida la dualidad de corrientes


políticas existentes al interior de la UP, achaca la derrota y, por lo
tanto, considera como la debilidad central del periodo 70-73, a que
“por su parte, la línea estratégica revolucionaria, prácticamente
inevitable hasta 1970, pero que comienza a gestarse y desarrollarse a
partir de la toma de conciencia respecto de las debilidades e
insuficiencias de la UP, no fue tampoco capaz de darle una conducción
alternativa al movimiento de masas y al proceso en su conjunto”.11
Esta idea la reafirma la Coordinadora de Regionales del PS (formada
después del golpe): “Lo que faltó, a nuestro juicio -y yo quiero hablar
francamente-, lo que faltó fue una dirección revolucionaria audaz,
valiente, capaz de pasar por encima de las leyes, de la Constitución de

10 La dictadura gorila en Chile y la táctica de los revolucionarios.


Documento interno del MIR del 25 de diciembre de 1973. Por otra
parte, no se entiende eso de “política general correcta” en relación con
los plazos del MIR y los de la burguesía.
11 La caída del gobierno popular y el nuevo periodo táctico. Mapu,

noviembre 1973.

342
la burguesía y colocarse al frente de las masas que querían
combatir”.12

Por lo tanto, si hubo derrota porque no hubo partido o dirección


revolucionaria, la tarea del momento es construirla. Es cierto que los
puntos de vista sobre cómo esa tarea se llevará a cabo difieren. Pero
hay unanimidad en que ésa es la tarea. Así, el Mapu, en una
declaración de principios publicada en Londres, puntualiza: “La lucha
ideológica tanto interna como entre diferentes tendencias del
movimiento obrero es un imperativo en el proceso de construcción
del Partido de la Revolución. Tal partido no será el producto de un
proceso meramente evolutivo, sino que será el resultado de la lucha,
de la confrontación práctica e ideológica entre las alternativas que se
le ofrecen al movimiento obrero. De ahí que la lucha ideológica no es
suficiente para ganarse el honor de conducir a las masas. Será
necesario, además y por sobre todo, que las masas se convenzan por
“experiencia propia”, que se vean obligadas a reconocer en tal o cual
partido a su vanguardia y estén dispuestas a seguirlo (el subrayado es
nuestro).13 Para el MIR, sin dejar de tomar el problema por la misma
esquina, esta alternativa ya está resuelta: “El partido revolucionario
del proletariado es un partido de vanguardia, un partido que armado
con el marxismo-leninismo y basándose en la experiencia

12 Entrevista al jefe de la Coordinadora Nacional de Regionales del


PS, 1 de febrero de 1976.
13 Revolución. Boletín número 1, diciembre de 1975. Participan el

Mapu, MIR e IC.

343
revolucionaria internacional y en las condiciones concretas de la
sociedad chilena, elabora un programa, una estrategia, una línea
política y una táctica correctas. Este programa, estrategia, línea
política y táctica han sido elaborados por el MIR a través de más de
nueve años de lucha”.14

Pero aquí volvemos a enfrentar los mismos problemas ya


mencionados más arriba: para que exista una dirección debe haber
un movimiento listo para ser dirigido. Y ese no es el caso hoy en Chile.
¿Cómo se lo pone en pie? ¿Cómo se lo reconstruye? Aquí es el Comité
de Resistencia quien se encargará de esta tarea. En la medida en que
estos partidos sean capaces de construir dichos comités, en la medida
en que se integren a ellos “todas las agrupaciones de izquierda”, en la
medida, entonces, de que crezcan y se reproduzcan, siendo capaces
de enfrentar a la Junta, en esta medida la clase obrera será capaz de
conquistar su hegemonía -incluso en el comité mismo- (aunque nadie
explica por qué), recobrará su confianza y se impondrá, nuevamente,
como clase revolucionaria conducida, ahora sí, por su partido
revolucionario.

¿Existen dos líneas?

Quizás deberíamos centrar el análisis, a esta altura, en el tipo de


existencia real de las fuerzas que proponen una u otra salida de cara

14 El Rebelde, número 102, página 10, diciembre de 1974.

344
a la situación que se vive en Chile. Pero creemos que esto se puede
abordar en otra ocasión. Por ahora, nos interesa dejar establecido lo
más claramente posible lo que nos parece ser el nudo gordiano de las
dos proclamadas líneas existentes en la UP y en el proceso del 70-73.
De lo visto hasta ahora se desprenden una serie de puntos
coincidentes en los análisis (y por ende en la práctica) de ambos
bloques.

1. EL problema central del período de la UP fue que ambos sectores


se vieron “atacados” por la actividad del MO. Para unos fue el
economicismo de la clase quien impidió que el programa se
cumpliera, aislando -lamentablemente- al proletariado de otras capas
sociales y abriéndole el camino al imperialismo y a los militares para
que terminaran con todo a sangre y fuego. Para otros, fue el
reformismo (¿economicismo también?) de la clase obrera, la
aceptación por ésta de la línea estratégica de la UP, la que debilitó el
proceso revolucionario. Ya que al seguir el MO bajo la férula del
reformismo y no haber logrado los revolucionarios hacerle cambiar
de actitud con el tiempo suficiente como para prepararse para el
golpe, la derrota se convirtió en algo inevitable.

2. Hay acuerdo, entonces, en que las masas eran inmaduras


políticamente. Ni llegaron a captar que el Gobierno Popular era de
ellas, por lo que debían someterse a sus necesidades políticas
mediatas e inmediatas; ni llegaron a darse cuenta (tomar conciencia)
que existían sectores revolucionarios bajo cuya conducción la victoria

345
o la derrota habrían sido, al menos, consecuencia de un
enfrentamiento global (el que tanto se prometió). Es cierto que las
masas avanzaron mucho “gracias a la iniciativa de los partidos y
sectores revolucionarios” (esta frase la han repetido hasta la saciedad
ambos bloques). Y es cierto también que muchas veces avanzaron a
pesar de los partidos (esto, generalmente lo reconoce sólo el segundo
bloque), pero de ejemplos como esos se deduce, precisamente, que
además de construir una dirección revolucionaria, ésta debe ser
férrea, para así evitar esos desbordes espontaneístas que, a fin de
cuentas, siempre terminaron diluyéndose en reivindicaciones de tipo
economicista (unanimidad en ambos bloques).

3. Por lo tanto, también hay acuerdo en que el problema central lo


constituyó el hecho de que nadie impuso “su” dirección o, dicho de
otra manera, al no aceptar la dirección de la UP o la de los sectores
revolucionarios, la clase obrera selló su destino: en un caso se aisló de
determinados sectores sociales, en el otro de los revolucionarios. De
todo esto algo nos queda claro: hubo un momento -un período- en
que la clase obrera ni se movió a través de -ni aceptó- la dirección que
expresaban los distintos partidos de izquierda y ellos en su conjunto.
El programa de la izquierda organizada en partidos políticos (y por lo
tanto su práctica política) y el programa del MO (y por lo tanto su
práctica política) no "coincidieron". La izquierda, sin embargo, a pesar
de ese aparente vacío de conducción, sólo atina a echarse las culpas
mutuamente, sobre las consecuencias que trajo la influencia de cada
bloque, pero considerando la actividad independiente de las masas

346
tan sólo como una eventualidad teórica y no de construcción de
dirección revolucionaria. En esto hay pleno acuerdo también. O el
partido conduce a las masas o éstas (y los “otros”) tienen la culpa de
lo que suceda.

Las soluciones

Si las lecciones extraídas del proceso guardan esta similitud de


contenido, lógicamente las conclusiones hacia el futuro no pueden ser
muy diferentes, como ya hemos avanzado.

Lo que también quiere decir que la visión de la lucha revolucionaria


y el papel que el MO juega en ella no son muy diferentes. Frente a la
derrota sufrida y al estado al que el capitalismo ha reducido a la clase
obrera chilena, surge de inmediato una tarea: el derrocamiento de la
Junta. Pero la clase obrera hoy no existe como movimiento político,
como la fuerza que se hizo presente durante la UP. ¿Cómo se resuelve
el problema, entonces? Mediante la construcción de un frente. Un
bloque propone un tipo específico de frente, sellando a su interior
alianzas con determinados sectores sociales. El otro bloque propone
también la creación de “otro” frente, con tales o cuales características
y virtudes. Podríamos detenernos aquí para analizar quiénes son los
que se incluyen en ambas proposiciones, si son los mismos o no. Pero
no lo hacemos porque consideramos que el problema no reside ahí.

347
Se nos dice que a través de un frente antifascista, o de los Comités de
Resistencia, o del frente único, se podrá enfrentar a la Junta Militar,
se logrará unificar los objetivos de los partidos, y serán los
instrumentos que reavivarán al proletariado, serán las herramientas
indispensables para la reconstrucción del MO. En otras palabras, de
la creación del frente, de su existencia física, depende la caída de la
Junta, y depende, por lo tanto, la existencia política de proletariado.
Sintetizando: a) no habrá reactivación del MO, sin la existencia de
estos frentes, b) estos frentes no existirán si no hay partidos políticos,
c) hay que reconstruir los partidos políticos para que la clase pueda
luchar. Conclusión: sin partidos políticos no hay actividad política del
MO (éste no tiene conciencia de los objetivos políticos de su lucha).

Esto lo expresa el MIR muy claramente, cuando dice en el punto 5 de


su Manifiesto de Mayo: “Desde setiembre de 1973 la mayoría de las
fuerzas de izquierda han coincidido en que las organizaciones
políticas que deben constituir la resistencia son, histórica y
objetivamente, los partidos que integraron antes la UP, sectores del
PDC y el MIR” (subrayados nuestros): para reafirmar en la pauta de
febrero de 1974 -dirigida a todas las fuerzas de izquierda y elaborada
por la Comisión Política-, punto 2, “es hoy una realidad la existencia
de un ancho sector del pueblo, que sin identificarse con los partidos
que gobernaron Chile en el pasado reciente, ni con sectores del PDC,
ni con el MIR, crece cada vez más en magnitud y en oposición a la
dictadura y progresivamente desarrollará su disposición a
incorporarse a la lucha contra la dictadura gorila. No abrirles un

348
cauce, o encarcelarlos en la sola posibilidad de incorporarse a los
partidos políticos, será en la práctica marginarlos de la lucha.15 3. Para
ello proponemos la constitución del Movimiento de Resistencia
Popular, al que pueden incorporarse todos los sectores del pueblo
organizado en Comités de Resistencia. ¿Cuál es la condición a través
de la cual esto se hará realidad? Está explicado en el apartado II, punto
1.” Después de establecer que para derrocar a la dictadura gorila es
necesario unir al conjunto del pueblo, a las fuerzas políticas de
izquierda y progresistas, el MIR dice que esto se logra como “el
máximo de unidad que hoy es posible concretar entre los partidos de
la UP, los sectores del PDC dispuestos a combatir a la dictadura y el
MIR”, reunidos en el Frente Político de la Resistencia. La proposición
es bien clara: hay sectores del pueblo que no están en los partidos;
encarcelarlos en la sola posibilidad de incorporarse a ellos es
“marginarlos de la lucha” (¿no sería más correcto expresar la idea al
revés, es decir, que son los partidos los que se marginarían de la
lucha?). Luego, si los partidos políticos no diseñan una política
correcta -un encarcelamiento incorrecto-, definitivamente hay
sectores que se marginarían de la lucha contra la dictadura, es decir,
serían incapaces de desarrollar esa lucha, o, puesto en los términos
de los objetivos colocados por el conjunto de la izquierda, si la tarea
es el derrocamiento de la dictadura, entonces esos sectores serían
incapaces de desarrollar la lucha política central que debe llenar el
presente período.

Subrayados nuestros. La inversión del mundo pocas veces ha sido


15

mejor expresada.

349
Y podemos decir que esta concepción no es exclusiva del MIR.
Expresada de una manera u otra, ella está en la base de la actividad
de los partidos políticos que integraron la UP, y, como hemos visto, a
pesar de lo acontecido, sigue rigiendo su actividad hoy, como lo hizo
en el pasado.

El papel de la clase obrera

Fuera de que el problema de la unidad es tratado permanentemente


con una fuerte dosis de misticismo y religiosidad, evitando por todos
los medios analizar los verdaderos problemas envueltos en tal
“demanda”, queremos destacar lo que ya nos parece que surge como
elemento central de las concepciones analizadas hasta aquí, en
relación a la pasada experiencia y a las tareas de cara al futuro.

No nos sorprende que, habiendo sacado las conclusiones de la derrota


expuestas más arriba, es decir, “encarcelando” la problemática del
periodo de la UP en una recíproca culpabilidad, por lo que uno u otro
bloque hizo o dejó de hacer, por lo que esto le significó a las
respectivas direcciones revolucionarias, por las dificultades que ello
creó para poder haber conducido el proceso en forma acertada, etc.,
etc., no nos sorprende, repetimos, que la práctica del movimiento
obrero, su actividad política independiente, su lucha como lucha y

350
acción de masas, resumiendo: su propia historia, haya sido olvidada
o, mejor dicho, no aparezca por ningún lado. No tiene nada de
extraño, desde luego, que quien permanentemente le propone
soluciones a la clase, quien tiene la desfachatez de acusar a ésta ya sea
de espontaneísmo (economicismo y anarquismo) o de
reivindicacionismo desmedido (economicismo y reformismo), quien
tiene la soltura para condenar al movimiento obrero porque este no
cumplió con tal o cual programa previamente diseñado, quien tiene
el desparpajo de desdeñar como simple espontaneísmo todas y cada
una de las coyunturas generadas por la actividad de la clase, gracias
a las cuales la experiencia de la UP duró tres años (y no por razones
de “muñeca”), no es extraño, decimos, que se hayan olvidado
totalmente de que en Chile existieron cordones industriales
(reivindicación ausente de todos y cada uno de los programas que se
“le ofrecieron” al movimiento obrero), que en Chile existieron los
Comités Coordinadores de Trabajadores. Por ello, no nos sorprende
tampoco que nadie, NADIE, en la izquierda hasta hoy haya intentado
levantar una estrategia (y por lo tanto una concepción de la
revolución) basada en el hecho fundamental de que el proceso
conducente a la creación de los cordones industriales dejó entrever en
Chile la capacidad del movimiento obrero para establecer condiciones
específicas de lucha, generando con su autoactividad las instancias
del combate, su ritmo, así como los medios para desarrollarlo y
profundizarlo, conquistando su independencia de clase como el
prerrequisito que prepara el terreno para la toma del poder (la "toma
de conciencia" de esta realidad debería llevar a la izquierda a tomar

351
otra actitud que la de ofrecedora de programas). Y ese proceso
fermentó dentro de las condiciones materiales creadas por la etapa
histórica del capitalismo chileno (y no de ningún otro capitalismo o
de otro tipo de antecedente histórico sobre las relaciones entre
clases). Y esto existió sin que existieran programas previos escritos,
sin la ayuda de los partidos políticos y, más aún, a pesar de éstos en
la mayor parte del proceso (lo cual no niega la actividad del militante
en dicho movimiento, lo que no es lo mismo que la actividad y posición
del partido frente a la acción de los obreros, frente a ese movimiento.
Miles de militantes en Chile conocimos el desgarramiento producido
entre la actividad política de los trabajadores y la nefasta “línea del
partido” u “orden del Comité Central, compañero”).

Resumiendo: para nosotros el problema del período no estriba en


saber si la DC -o parte de ella- por fin se aliará o no al PC o a la UP. O
si, por el contrario, el MIR, Mapu, IC y sectores del PS lograrán
conformar tal o cual tipo de frente. Cuando criticamos a quienes
proponen estos frentes no estamos "negándole" la posibilidad de
lucha a amplios sectores de masas. La cuestión es que para nosotros
el problema es aún más primitivo -si se nos permite el término-. Para
la clase no está en discusión tal o cual frente (mejor dicho, su
hipótesis). Lo que está en discusión -y lo está en el terreno de la
práctica, de la vida material de los trabajadores- son los procesos a
través de los cuales la clase obrera, por su posición única en el sistema
capitalista, se reconstruirá como tal, como movimiento político y
económico. Y esos procesos no surgirán ni han surgido gracias a la

352
capacidad política de determinados sectores o grupos marginales al
MO (aunque fracciones de estos militen en ellos) para proponerlos.
Aparecen como resultado directo de la actividad del MO y del
proletariado en el sistema capitalista, por las necesidades e intereses
que de ello emanan.

No negamos, entonces, la actualidad que puedan tener los partidos


políticos. Negamos su exterioridad a las condiciones en las cuales el
proletariado, en su conjunto, produce y se reproduce, y, por lo tanto,
su exterioridad a las capacidades políticas que los trabajadores
desarrollan en dichas condiciones. Son ellos los que le abren las
puertas a los partidos con su acción de masas, y no al revés.

Negamos los llamamientos apologéticos que, adornados con el ropaje


discursivo del marxismo, ven al MO como si fuera un montón de
arcilla, de materia inerte, que sólo adquiere vida cuando el alfarero
(en este caso los partidos con las concepciones arriba analizadas) la
moldea y le da forma. Chile -como tantos otros procesos
revolucionarios- mostró que el alfarero es la propia clase obrera. Y
que concepciones como esas, más que ayudarlo, obstaculizan su
lucha.

Si la tarea de hoy día es su reconstrucción -la del MO- ella no puede


ser vista en sus aspectos formales. Todo lo contrario, debe ser
colocada en su propia perspectiva histórica: definiendo el lugar que
ocupa la actividad económica y política de la clase obrera, colocando

353
en un primer plano su capacidad para alterar sus condiciones de vida
y generar los cambios sociales, potenciando dicha capacidad real por
encima de la imaginación o actividad de grupos o partidos que sólo
pueden ver al MO en cuanto se ven a sí mismos. Dicho de otra
manera, el problema estriba en cómo, respondiendo a qué
coyunturas, organizándose alrededor de qué necesidades originadas
por la estructura capitalista, etc., la clase obrera será capaz de ir
generando los procesos que la reconstruyan como movimiento
político y económico, que la pongan en pie de combate, creando las
condiciones para reconquistar su fuerza, la fuerza de su
independencia de clase, expresada ésta orgánicamente en las
relaciones del MO consigo mismo y con el resto del proletariado. Y
cuál es nuestro papel en ese proceso.

Pero podemos resumir aquí que volver a enfrentar la lucha política


en Chile (y para ese caso, allí donde la clase obrera se levante contra
el capitalismo) desde la perspectiva de las ideas dominantes durante
el periodo histórico previo -y particularmente durante la UP- o sea,
que la clase obrera debe ser dirigida, conducida, y debe aceptar los
programas que se le ofrecen si quiere derrotar a la burguesía, como
si ella fuera incapaz de generar por sí misma la actividad
revolucionaria, las instancias necesarias para la toma independiente
de decisiones políticas, sería reproducir, otra vez, una de las
verdaderas razones de la derrota, sería negarse a sacar las
conclusiones políticas que se desprenden de la naturaleza y

354
características de la lucha de clases, tal y como ella se nos presenta
históricamente. Es lo que trataremos de ver en el siguiente acápite.

II. Partido y clase

La clase obrera no actúa en un contexto ideal. Su fuerza no es


imbatible ni su capacidad de lucha “ilimitada”. Lo es si la comparamos
con la mediocre imaginación de quienes acuñan semejantes frases
mientras “preparan la revolución”. Pero no lo es si la comprendemos
como una fuerza material que existe, produce y se reproduce al
interior del sistema capitalista. Sistema que le da su fuerza, pero
también se la limita, que la mete en las fábricas, pero también la
desemplea, que la organiza o desorganiza, transformando la
composición de los trabajadores y la de sí mismo, por tanto, como
sistema; que la condiciona a través de las mil y una relaciones a que
la somete, comenzando desde el taller de la fábrica hasta en la vida de
relación familiar. Condicionamiento que, asumido por los obreros,
también altera sus propias condiciones de vida.

La clase obrera, entonces, no tiene una existencia independiente de la


del capitalismo que la contiene (y viceversa). Aún más, durante largos
períodos, ni siquiera puede reconocerse como clase. Ingresa a vender
su fuerza de trabajo y al proceso productivo como obrero individual,
como cientos de miles de obreros individuales. Es tan sólo a través de
luchas que se prolongan por años, que se encadenan en diversos y
contradictorios procesos, coronados por efímeras victorias y sellados,

355
la gran mayoría de las veces, por profundas derrotas, que los
trabajadores logran reconocerse entre ellos mismos como integrantes
de la misma clase, con semejantes intereses, necesidades,
aspiraciones y objetivos.

Por definición, este proceso no será nunca igual, a lo sumo mantendrá


una similitud que es necesario descubrir. Ya veremos porqué.

Las vías por las que el MO llegue a romper la competencia entre los
propios productores y logre quebrar la barrera de intereses
antagónicos particulares, para generalizar los comunes, estarán
determinadas por las particularidades de la sociedad capitalista de
que se trate, por las peculiaridades de su historia, por la interacción
de “otras historias” que se conectan entre sí y se influyen
mutuamente en períodos específicos. Sin embargo, estos aspectos,
que son fundamentales y que se olvidan con demasiada frecuencia,
no son los que justifican dichos tan populares como “nosotros somos
diferentes; nuestro pueblo es distinto; nuestra clase obrera no
aceptará -o sí- experiencias de otros trópicos, construiremos el
socialismo al ritmo de nuestro folklore y con el sabor del menú
nacional, etc., etc.” Al contrario, los problemas que esos aspectos
enfatizan están vinculados a las características orgánicas de la clase
obrera, su composición en distintas fases del desarrollo capitalista, su
capacidad para enfrentarlo masivamente en determinadas
coyunturas, su “aceptación de que la superexploten en otras, sin
mostrar el menor asomo de conciencia de clase” (excepto cuando la

356
evidencia es demasiado evidente. El tipo de situación mencionada en
la última frase ha sido entendido generalmente por la izquierda
latinoamericana como algo posible en el país vecino, no en el nuestro,
porque en nuestro país '”nuestra clase obrera jamás aceptará la
explotación sin resistir. Para eso estamos nosotros, para evitarlo...".16

Pero ¿cómo llegan los trabajadores a superar las barreras que los
atomizan y los antagonizan? ¿Cómo alteran aquellas condiciones de
existencia en que miles de intereses particulares prevalecen sobre sus
intereses generales? Y ¿cuáles son éstos y cómo los descubren? La
primera relación de los obreros con el capital fue -y sigue siendo- una
de sobrevivencia. Una sobrevivencia amenazada desde todos los
ángulos: necesidad de vender su fuerza de trabajo, inestabilidad
laboral, salarial, familiar, relaciones humanas humillantes,
deprivación de derechos, acumulación de deberes, etc. El precio de su
fuerza de trabajo y el salario que reciben por su venta nunca son
estables. El salario es una relación determinada por las respectivas
fuerzas de ambas clases, de obreros y capitalistas. En la medida en
que los primeros están desorganizados, en períodos de aguda
recesión, dominados por la superioridad política e ideológica de la
burguesía, ésta será capaz de imponer un salario que le permita
extraer ganancias más altas de la explotación de los trabajadores. Y
viceversa.

16
Cuántas insensateces han cometido y seguirán cometiendo los grupos y
partidos de izquierda que han convertido ese simple credo en un evangelio
para la acción… y el desastre.

357
Sindicato

Es frente a esa situación que el proletariado ha encontrado -y sigue


encontrando- los medios orgánicos para defender y sostener su
primer interés común frente al capitalista: el salario. Y dicha
organización -el sindicato- ha surgido, como no puede ser de otra
manera, desde la misma fábrica, creado por ellos mismos, que son, a
fin de cuentas, los primeros y más directamente interesados en
impedir que el nivel de sus salarios descienda por debajo del total que
se paga tradicionalmente en las diversas ramas de la industria, y que
el precio de la fuerza de trabajo descienda por debajo de su valor.17 De
esta manera, además, los obreros eliminan la competencia entre sí y
la oponen contra el capitalista.

Sin embargo, la creación del sindicato en las sociedades capitalistas -


o, para el caso, en el capitalismo- no implica un desarrollo único y
unilateral. Las relaciones que los obreros establecen entre ellos
mismos y con el resto de la sociedad capitalista no son, como ya
hemos dicho, siempre iguales. Pero, a la vez, las características del
capitalismo, su expansión a nivel mundial, su penetración en todos y
cada uno de los rincones del planeta (aunque en diferentes fases),
tiende no solo a universalizar las relaciones sociales de producción

17
Marx, El Capital, libro I, capítulo 6, pág. 143. Ed. Siglo XXI.

358
capitalista, sino también a unificar la actividad del MO,
estandarizando, en cierta forma, los métodos mediante los que
pretende mantener e incrementar la explotación de la mano de obra
y la reproducción del capital. Junto con lo anterior, aparece, pues, una
de las características más importantes del capitalismo hoy día -a
diferencia del siglo pasado-: la sindicalización masiva de la clase
obrera a través de los cinco continentes, afiliada a centrales sindicales
internacionales de distintos “colores”. Esto tiene un gran significado
de cara al carácter del enfrentamiento entre clases durante el siglo
pasado y comienzos de éste, y al que tiene hoy día. No se pueden
seguir sacando todavía las mismas conclusiones con respecto a ambas
épocas cuando elementos tan fundamentales como la participación
del Estado en el proceso capitalista, como un capitalista más pero con
un poder inmensamente mayor, la internacionalización del capital y
la organización del MO se han masificado a los niveles que hoy
conocemos.

Esto implica, por ejemplo, que los procesos a través de los cuales la
clase obrera enfrenta a la burguesía, se preparan y operan sobre la
base de la masificación de su actividad organizada a niveles
superiores a los conocidos, de manera que el sindicato, la
organización que contiene al MO en su “estado natural”, como ser
colectivo que genera y regenera el proceso productivo, pasa a jugar
un papel mucho más central e importante que en períodos anteriores.
No porque el sindicato por fin se haya decidido a “superar su frontera
economicista”, no porque el sindicalismo revolucionario haya

359
aparecido por milagro divino, no porque el sindicato ya “no integre a
la clase obrera al sistema”, sino porque la organización sindical
masifica la actividad del MO a niveles desconocidos históricamente,
la extiende en el ámbito internacional como antes, por razones obvias,
nunca pudo hacerlo. Allí donde llega el capital internacional con
inversiones productivas, llega también la organización de la clase.

En pocas palabras, hoy la clase obrera no existe en cinco o seis países


capitalistas, como sucedía a la vuelta del siglo pasado. Esto no quiere
decir que la revolución está a la vuelta de la esquine. Simplemente
queremos dejar establecido un hecho para conectarlo con la línea del
análisis que tratamos de desarrollar.

En la organización sindical la clase obrera va construyendo su propia


centralización, su autoconstrucción como clase que se opone a la
burguesía, especificando los intereses que la antagonizan a ella. Esto
quiere decir que el sindicato, en cuanto producto de la relación
obrero- capital, es la organización a través de la cual la clase obrera
primero expresa cada coyuntura histórica, ya sea como
profundización y extensión de su poder sindical, sea como
disminución de éste, o como sobrepasamiento de su esfera
organizativa.

El hecho de que durante largos periodos la actividad sindical se


burocratiza ha conducido al aparecimiento de varias teorías. Unas
más otras menos, pretenden cortar el pastel en dos, dejando a los

360
burócratas, malos, corrompidos; por oposición la lucha no
burocratizada, buena (a lo sumo engañada) de la base obrera. De ahí
a proponer instancias alternativas que la clase debe cumplir si quiere
evitar semejantes vicios, sólo hay un paso. Desde luego que estas
alternativas están llenas de conciencia “antiburocrática” y son,
además, intransigentemente revolucionarias (obvio es añadir que la
mayoría de estas alternativas se le ofrecen a la clase desde el exterior
de ésta y de su experiencia cotidiana).

Pero la burocratización sindical ni es un fenómeno permanente, ni


tan simple como generalmente se lo quiere presentar. La
burocratización sindical (al igual que el reformismo, con quien guarda
estrecha relación) es producto de aquellas fases del capitalismo en
que se profundizan -o estabilizan, lo que puede aunque haya crisis
económica- la división del trabajo en que se basa la sociedad
capitalista. La organización sindical por industrias o por ramas
industriales reproduce en el MO su propia división, nacida por su
ubicación específica en la industria y el taller; lo que lo fragmenta
económica, política e ideológicamente en diversas fuerzas, en
diferentes sectores, con diferentes intereses. Ello le permite presionar
de manera distinta sobre sus capitalistas o el conjunto de los
capitalistas (Estado), logrando soluciones aisladas a sus propias
necesidades -lo que puede comprender a miles y miles de obreros, sin
alterar que sigan siendo una fracción muy específica en relación al
conjunto de la clase y a sus diferentes sectores-. Burócratas y obreros,
pues, no forman dos polos opuestos que sea posible separar mediante

361
un simple ejercicio intelectual. Ambos se compenetran, se
interaccionan y actúan sobre intereses reales. Y esto refleja las
características de determinados períodos históricos del capitalismo.

El MO supera estos obstáculos tan sólo cuando se presenta en el


escenario de la lucha de clases como clase unificada. Pero ni esto se
logra en un día, ni tampoco es el resultado de un proceso pacífico,
evolutivo, lineal, que puede ser predeterminado de comienzo a fin (los
comienzos casi siempre se detectan al fin).

Lucha de clases

La clase obrera se moviliza, lucha, acumula fuerzas, obtiene victorias


y sufre derrotas en un incesante esfuerzo por solucionar sus
necesidades materiales. Es a partir de éstas que el MO se organiza,
pone en tensión a otras fuerzas sociales, genera desplazamientos de
clase que transforman el contorno de la sociedad, sus formas
políticas, su contenido ideológico. Y esas necesidades materiales no
son otras que las atingentes a su reproducción como individuo: su
subsistencia, su alimentación, vestimenta, habitación, etc. En la
medida que ésta se “asegura”, la reproducción adquiere otro
contenido, vinculado a la lucha por su dignidad, por su
reconocimiento como ser humano, por el mejoramiento de sus
condiciones de vida en el sentido más amplio de la frase. Pero debido
a las características del capitalismo, el problema de su subsistencia
siempre está presente porque siempre está amenazada por las

362
necesidades mismas de la reproducción del capital. Esto se expresa en
la actualidad constante de la lucha por el salario, entendido éste, como
dijimos antes, como una relación que expresa el balance de fuerzas de
las respectivas clases. Esto no quiere decir que la lucha del MO sea
siempre económica, reivindicativa (hemos recibido tantas pruebas de
esto a lo largo de su historia que ya no debería seguir siendo necesario
insistir sobre ello). En la medida en que dicha lucha lleva a la
confrontación contra el Estado, en que integra nuevos sectores de
explotados al combate, que incrementa y multiplica su movilización,
imponiendo la lucha económica como interés objetivo del conjunto
del proletariado, masificándola, la lucha se convierte en lucha política,
el movimiento se politiza. La lucha por el salario se expresa, entonces,
de otra manera, se traslada a otras esferas.

A lo largo de este proceso, los programas van surgiendo de la misma


realidad, realidad transformada por la creciente organización de los
obreros, por las nuevas posibilidades que esto abre, por el grado de
agudización que alcanzan sus enfrentamientos con la burguesía. A
cada nuevo período corresponden nuevas necesidades, las cuales
manifiestan las alteraciones en la composición económica y política
de la clase obrera y sus aliados, obligando a la implementación de
nuevas respuestas. Es dentro de esta dinámica que el MO va creando
las condiciones desde donde surgirán sus organismos propios, los
únicos aptos para enfrentar los nuevos desafíos y necesidades;
organismos que brotan de su experiencia y de la asimilación de ésta,
que extienden, masifican y colocan en una nueva perspectiva la acción

363
del movimiento de masas. Organismos que van expresando la
conquista de la independencia del conjunto del movimiento de la
clase, su autonomía política, en una palabra, la construcción de su
propia ideología por oposición a la burguesa.

Es dentro de estos procesos (que no se miden en meses o en un par


de años, sino como resultado de muchos años de cambios y
alteraciones en la estructura capitalista, de incremento de la fuerza
laboral, de la presencia de determinadas coordenadas históricas como
la conformación de sistemas e instituciones políticas, con sus
consecuencias en la psicología y rasgos culturales de la sociedad, etc.),
es dentro de estos procesos, pues, que se forman y desarrollan
diferentes grupos y partidos políticos, a partir del espacio político que
abre la actividad de la clase (generalmente, su vanguardia). Estos
partidos pueden interpretar correctamente diferentes coyunturas
económicas y políticas, integrando reivindicaciones objetivas de los
sectores de clase que ellos representan, estableciendo una correlación
efectiva entre sus programas y las diferentes fases y sectores del
movimiento. Este proceso de unificación de reivindicaciones se
refuerza y fortalece, fundamentalmente, durante los períodos en que,
dadas las condiciones del capitalismo que favorecen a la burguesía
(“booms”, estabilidad temporaria del sistema, condiciones laborales
excepcionales para una fracción de la clase obrera con respecto al
resto, etc.) ésta ejerce una hegemonía ideológica y política que, unida
a las consecuentes debilidades globales del MO, impide que éste
reaccione masivamente. De ahí que cuando la actividad de las masas

364
se reduce a hechos aislados y fácilmente sofocados, o descansa en la
acción de la vanguardia obrera, los partidos políticos refuerzan su
concepción de que sin partido no hay actividad política de masas,
tendiendo a universalizar una relación particular entre partido y
clase.

Nacidos bajo el imperio de la división del trabajo, de la fragmentación


política e ideológica del proletariado en el seno de la fábrica y fuera
de ella, de su esclavizamiento a la máquina y a la mercancía, de la
preponderancia de las ideas burguesas en el conjunto de las relaciones
sociales, dichos partidos se presentan y se ven a sí mismos como el
principio y el fin de la actividad política del proletariado (digamos, de
paso, que éste es un componente nada despreciable de la “tradición y
los rasgos culturales” de sectores de la clase obrera que la izquierda
tanto pondera). Gracias a su existencia exterior a las condiciones de
vida o de los obreros, es decir, a que el partido no aparece como una
creación de la clase (aunque sectores de ésta participen activamente
en él), sino para la clase, sus órganos de decisión pueden tener una
visión global del mundo mucho más amplia, más "comprensiva" que
la que es posible tener desde el centro de producción mismo. Lo cual
tan sólo enfatiza que la visión del mundo que prevalece es la de los
dirigentes y no la de los obreros. Los sindicatos, cuya existencia
manifiesta y expresa directamente la división del trabajo y las luchas
lanzadas por los obreros para superarla, crecen y se desarrollan
amparados en cánones semejantes a los de los partidos políticos
(muchas veces impuestos por la existencia de éstos en la organización

365
sindical), aunque con menos posibilidades de coordinar a diferentes
sectores sociales debido a su encadenamiento al centro de
producción. De ahí que, mientras esas condiciones persisten, su
“vuelo” ideológico sea más limitado que el del partido.

Clase

Basta, sin embargo, que cambien las condiciones en que produce y se


reproduce el proletariado (crisis del capitalismo con el MO en lucha)
para que el mundo se ponga pies arriba. Los programas de los
partidos comienzan a “engancharse” y “desengancharse” con la
actividad del MO según la intensidad de ésta, apareciendo cada vez
como más transitorios. La crisis de reproducción del capital,
agudizada por la movilización obrera, aumenta la posibilidad de lucha
de una serie de sectores del proletariado, abriendo grietas, incluso,
entre la burguesía.

Las organizaciones que durante períodos más o menos largos han


servido para proteger los intereses del MO de una determinada
manera, ahora cambian de contenido. Los sindicatos, que durante
dichos periodos han ido operando la centralización de la clase obrera,
defendiendo sus intereses económicos y los relativos a su vida en la
fábrica, ya sea mediante la negociación o la huelga, entran a jugar
otro papel. No es que el sindicato ya “no le sirva más a la clase”. Todo
lo contrario, generalmente las primeras manifestaciones de la crisis
encuentran en el sindicato su forma de expresión “natural”. Como

366
herramienta forjada en años de enfrentamientos que le ha permitido
al MO comprender dónde reside la fuerza de los capitalistas y ver a
éstos no como individuos aislados sino como una clase.

Lo que sucede ahora es que, en la medida en que la movilización


abarca a sectores más amplios del proletariado, en que la competencia
entre obreros se va eliminando -haciendo lo mismo, por lo tanto, con
los efectos ideológicos de la división del trabajo-, en la medida en que
obreros del metal entran en conflicto con el sistema junto con
mineros, obreros textiles, mecánicos, ya sea de la gran o pequeña
industria, etc., los sindicatos cambian también su naturaleza, o, para
decirlo de otra manera, comienzan a ser moldeados por la nueva
realidad creada por la actividad del MO, por la forma como éste
construye en el terreno orgánico su alianza con otros sectores del
proletariado.

En estos períodos la crisis capitalista es transformada por la actividad


de las masas en crisis revolucionaria: el MO traslada el conflicto desde
la fábrica a la calle, desde uno o varios sectores de la clase trabajadora
a la mayoría de los explotados, yendo de la lucha económica a la
política y multiplicando ésta, a su vez, en miles de nuevas luchas
económicas, unificándose en cada uno de estos combates,
coordinando sus acciones, agrupando con ello a nuevos y numerosos
sectores organizados y no organizados, con y sin experiencia previa
de lucha. Al proceso de centralización del capital, que también ha

367
envuelto a la clase obrera, ésta opone ahora la descentralización de su
actividad política.

El sindicato aquí ya se encuentra frente a un mundo diferente al que


enmarcó su actividad anterior. Allí donde pretende resistir a la nueva
dinámica, la propia clase obrera se encarga de marginarlo,
incorporando a la lucha a obreros que antes no estaban
sindicalizados, ampliando las bases de la movilización, desbordando
los límites del universo en que antes se movía el sindicato. El poder
de decisión se traslada desde la cúpula sindical a las asambleas de las
fábricas. Estas asambleas, que sólo pueden aparecer como producto
de la crisis y, por lo tanto, del carácter de la movilización de los
trabajadores en ese sector, profundizan, al mismo tiempo, dicha
crisis. Donde antes era posible gobernar al sindicato con los “viejos
sindicaleros” o con los militantes de partido (muchas veces son la
misma persona) que “se las sabían todas”, que se conocían “los
estatutos al revés y al derecho”, etc., ahora impera la ley de una
mayoría que se constituye -y se legitima- en sus propios lugares de
trabajo, en la fábrica o fábricas que se coordinan por encima de sus
respectivas ramas de producción u oficio, quebrando el orden
capitalista, disolviendo la competencia entre en obreros en unidad
contra los patrones, superando su fragmentación como seres
humanos en sus mismos orígenes, en el taller, lo cual expresa, a su
vez, la forma como los obreros se van constituyendo en clase.

Partido

368
La vanguardia del MO (los obreros organizados que conducen este
proceso, y no ninguna otra abstracción o especulación) va resolviendo
su vinculación con sectores atrasados de la clase, quienes sólo ven en
aspectos particulares de la lucha la posibilidad de su participación
activa, a través de la lucha económica. Ella juega en esos momentos
un papel muy específico, magnificando las reivindicaciones,
politizándolas de esta manera, unificando a la clase obrera en esta
dialéctica entre lucha económica, política y económica de nuevo. Los
sindicatos son ahora, y cada vez más, instrumentos de esa dialéctica
desatada -sobre todo- por aquel sector del movimiento que
manifiesta su independencia (su constitución como clase) expresando
su presencia política a través de sus propias organizaciones, abriendo
un periodo de lucha a vida o muerte por canalizar la crisis
revolucionaria a través de ellas. Estas organizaciones, si bien nacen,
tal y como dijimos, del aparato productivo, superan los marcos de éste
y su orden: su dinámica nutre y se nutre del conjunto de sectores que
conforman el proletariado, subordinándolos a la acción central del
MO, únicamente porque éste ha mostrado con su acción cómo
dependen de la estructura económica, del aparato productivo, la
globalidad de las relaciones sociales.

En estas organizaciones los obreros se reconocen como tales, por


encima de su militancia comunista o socialista, a pesar de los
continuos retrocesos -originados por las propias contradicciones de
la lucha de clase- que hace emerger, a veces con inusitada fuerza, “la

369
línea del partido”, la autoridad del “comité central”. En este proceso
nuevos sindicatos son creados, la participación sindical crece sin
cesar. Allí donde antes no habían sindicatos o su actividad había
dependido por años de un grupo de obreros y de burócratas, ahora
aparecen verdaderas centrales sindicales, quienes organizan la
actividad de todo un sector industrial, masificando su lucha, creando
nuevas condiciones para el desenvolvimiento orgánico de ésta. La
alteración de las relaciones sociales operada a través de una
convulsión económica y política de la intensidad y características
como las descritas, la acción central que allí desarrollan las nuevas
organizaciones de la clase, preparan el terreno en donde la toma del
poder aparecerá como algo posible, real, palpable, concreto. Le
aparecerá a las masas como un esfuerzo más, como un paso más
dentro de la práctica que viene desarrollando, como la única forma de
solucionar el conflicto entre clases. E implementará los pasos
necesarios en tal sentido. Así, una consigna que tantas acrobacias ha
sufrido en cerebros ardientes, será llenada con las formas históricas
creadas por la lucha del movimiento obrero y de la clase explotada en
general. Es de esta forma como la clase se constituye en partido.

Esto no quiere decir que ello se produzca espontáneamente, como


muchos pretenden enfatizar para potenciar su revolucionarismo.
Esto simplemente quiere decir que es en ese proceso, Y SOLAMENTE
EN ESE PROCESO, que la clase obrera destaca a sus elementos de
vanguardia (miles, no un cenáculo) con cuya actividad se fusionan los
intelectuales revolucionarios, estableciendo cauces materiales para

370
convertir en fuerza política masiva (y no tan sólo la de esa
vanguardia) la conciencia obrera desarrollada por la lucha. Y estos
cauces sólo pueden ser las organizaciones que, surgidas desde las
fábricas, expresan la actividad de los obreros, su poder de decisión
económica y política, coordinando cada uno y todos los pasos del
movimiento en la crisis revolucionaria, expandiendo su autoridad (en
cuanto actividad masificada de la clase) hasta el último hogar
proletario.

Los partidos políticos, hasta esa etapa o fase de la lucha de clases,


habían operado en el seno de un MO burocratizado. Lo cual no sólo
empuja hacia la propia burocratización del partido, sino que además
éste se encuentra envuelto en la dinámica generada como
consecuencia de sus mismos orígenes, ya que su militancia no entra
en la actividad política producto de sus necesidades materiales, sino
que por la comprensión de la existencia de esas necesidades. De ahí
que siempre estén en retraso con respecto a los obreros, quienes
“sienten” las crisis antes, reaccionan a ellas con mayor rapidez y al
vivirlas desde su centro de gestación, teniéndolos desde el principio
como los actores centrales de la lucha, despliegan una inesperada
energía e imaginación. De ahí que los partidos son sorprendidos con
tanta frecuencia por “las explosiones populares”, así como por la
facilidad con que la mayoría de las veces, éstas desaparecen de la faz
de la tierra.

371
El problema central, pues, de estos partidos durante la crisis
revolucionaria consiste no en integrar a sectores del MO a ellos en la
perspectiva de la construcción del partido, sino en la 18integración de
ellos en el MO en la perspectiva de la construcción de la clase como
objetivo sine qua non para el derrocamiento de la dominación
burguesa y la conquista del poder político por el proletariado.

Victoria o Derrota

Si durante los procesos arriba mencionados, prevalece la concepción


ideológica de que el objetivo de la lucha revolucionaria es la
construcción del partido de la revolución, entendido esto como la
posibilidad de victoria de determinados partidos políticos y, por lo
tanto, del cumplimiento de sus programas, sin alterar su visión del
mundo al tiempo que el MO lo altera con su acción, las consecuencias
son bien conocidas: o colaboran activamente en la derrota de la clase
obrera logrando atomizar, disgregar su actividad; o en la victoria de
la vanguardia de la clase, a quienes ellos influyen, convirtiéndolos en
el partido de la revolución. Pero al representar tan sólo a esa fracción
del proletariado, el partido triunfante tendrá que asumir, él mismo,
la actividad del conjunto de la clase obrera para poder hacer frente a
la dinámica generada por el triunfo, sin dejar de defender los
intereses particulares de la fracción que representa. Cualquier acto
independiente de la clase -aislado o no- amenazará de muerte esta

18
Cf.: Marx-Engels, Manifiesto del Partido Comunista.

372
situación, por lo que el “partido de la revolución” se verá sumergido
en luchas cada vez más radicalizadas que finalizarán o con su
desaparecimiento a manos de la revolución o la contrarrevolución, o
con su estabilización a costa de reproducir las condiciones históricas
que le dieron origen: la división del trabajo, la fragmentación
ideológica del proletariado, su neutralización total como fuerza
política. La reproducción, en una palabra, del marco social que
posibilitaba la relación burocrática entre partido y clase.

Victoria o derrota de la clase obrera en cuanto ésta lucha como tal -


por lo tanto, como partido- dependerá, pues, de las condiciones en las
que el conflicto social se desarrolla, dependerá de las fuerzas
económicas, políticas e ideológicas de los contendientes centrales en
la lucha de clases: capital y trabajo.

En caso de derrota, la pervivencia histórica de dicho partido


dependerá de la existencia material de la clase que lo construyó. Si las
derrotas significan meros retrocesos, podrán ser integradas y
superadas gracias a que, precisamente, continúa presente el partido
de la clase, o la propia clase activada políticamente, con sus
organismos propios.

Pero si la derrota significa destrucción de la clase y, por lo tanto, de


aquellas condiciones que posibilitaron la construcción de su
independencia, el partido también será destruido. El proceso de
aprendizaje y asimilación de la derrota será mucho más costoso y

373
difícil, ya que la derrota llevará aparejado el triunfo de una u otra
concepción ideológica del mundo, basada, primero y
fundamentalmente, en el enterramiento de los ángulos
revolucionarios del periodo previo. Es cierto que “de las derrotas se
deben sacar lecciones” y que de ellas “se aprende”. Pero ni el hecho de
la derrota significa que se vayan a aprender las lecciones del caso (ni
siquiera que se considere que las haya) ni la existencia del partido
garantiza que dichas lecciones sean identificadas e integradas, ya que
la derrota misma afecta a la clase como movimiento político y
económico, como partido, con todos los procesos que ello genera y
conlleva. Los partidos políticos que pretendieron conducir a la clase,
colaborando con más de un grano de arena en la derrota, tenderán a
reproducir las nuevas condiciones impuestas por la
contrarrevolución, enterrarán el pasado revolucionario de la clase
obrera, revivirán el propio y se dedicarán a “proteger la verdadera
llama de la revolución” en las nuevas y adversas condiciones, es decir,
los sagrados principios que no se cumplieron en el proceso pasado y
que deberán cumplirse en el que viene.

La Teoría a Chile o Chile a la Teoría

El cuadro que hemos trazado arriba, aunque abstracto, recoge los


aspectos fundamentales de la experiencia del MO chileno.
Reconocemos en dicho cuadro no solo una síntesis de la historia de la
lucha de clases en nuestro país, sino también sus conexiones

374
estructurales con la lucha del MO europeo y con los procesos
revolucionarios generados por la clase obrera en el mundo. Para
nosotros la UP fue, precisamente, el programa de diferentes partidos
que contenía las reivindicaciones necesarias para que fuera apoyado
por el MO. Dicho programa recogía objetivos económicos y políticos
que ya estaban siendo llevados adelante por la clase obrera. Por un
lado, como respuesta a un gobierno represor -el de la DC- en el cual
se habían depositado grandes esperanzas, pero que había fracasado
rotundamente. Por el otro, como respuesta a la crisis del capitalismo
chileno (ambos elementos, como no puede ser de otra manera, están
relacionados). A partir de 1966-67 la actividad del MO comienza
hacerse sentir en todos los planos: huelgas generales, combates
callejeros, toma de industrias, enfrentamientos con la policía, etc.

En ese período (con Frei en el poder) ya hay un aumento en la


sindicalización bastante sustancial, a la vez que en varias ocasiones se
desbordan las directivas de la Central Única de Trabajadores -CUT-
con ocasión de enfrentamientos con la patronal y las fuerzas
represivas. Esto último, sin embargo, todavía se da en forma aislada,
no como un proceso sistemático.19

19
Para un análisis detallado de este período y el de la UP ver Quiénes somos,
Correo Proletario 2, noviembre de 1975.

375
Durante la UP la integración de la CUT al gobierno sellaba la visión
que tenían los partidos políticos del proceso.20 Mientras esto ocurría
“por arriba”, la clase se organizaba “por abajo”. Donde no había
sindicatos, se creaban; donde antes participaba un n% de la
militancia en las discusiones del pliego reivindicativo, ahora la
asamblea decidía tomarse la fábrica. Pero, aún mucho más
importante, cada coyuntura crítica del proceso era contestada por la
movilización de la clase obrera, dándole una nueva naturaleza a la
organización sindical, organizando a sectores nuevos y ampliando la
base de movilización contra la burguesía. El sindicato ni fue superado,
como muchos decían, ni tampoco fue “no superado”, como otros han
sostenido (los primeros jugaron a la ultraizquierda con el MO, los
segundo sujetaron su política a la UP, como pasó con el MIR que
todavía seguía exigiéndole a la CUT el llamamiento a una huelga
general poco antes del golpe, cuando la CUT, como expresión de la
burocracia sindical, había sido diluida en un movimiento
reivindicativo de miles de pliegos de peticiones que se discutían en
tantos otros sindicatos y que se presentaban a través de los cordones
industriales (volveremos sobre esto en unas líneas más). El problema
central es que los sindicatos asumieron nuevas características. La

20
Valga como ejemplo el Estatuto de la CUT aprobado en los primeros meses
de la UP, el que establecía, entre otras cosas, que las elecciones para los cargos
sindicales se harían por listas de partidos y que, por ende, dichos cargos eran
propiedad de los partidos, quienes podían remover a “su” dirigente y
sustituirlo, aunque el designado no hubiera sido elegido. Las causales que se
enumeraban para hacer esto eran simplemente nominales, como más tarde se
demostró en casos concernientes al MAPU y al MIR.

376
primera y principal fue su crecimiento, basándose, sobre todo, en
sectores nuevos y combativos del MO. Por lo tanto la actividad sindical
fue alterada desde “abajo”. Si en períodos anteriores era posible un
determinado tipo de participación, ahora se producía otro,
sustancialmente distinto, como expresión histórica de las nuevas
relaciones establecidas al interior de la clase obrera y entre ésta y la
burguesía (desde luego que no nos referimos a las “nuevas
modalidades de participación” de que tanto les gusta hablar a la UP,
el MIR y la CUT, como la diseñada en el Estatuto que en tal sentido
confeccionaron el Gobierno y la CUT). Sobre los cimientos de la
organización sindical, pero rompiendo con sus límites, impuestos por
el aparato productivo, el MO creó los CI (cordones industriales) y los
vinculó con el resto del proletariado a través de los CCT (Contratos
colectivos de trabajo), apareciendo ambos organismos como la
respuesta masiva del proletariado industrial a la ofensiva burguesa de
octubre del 72. La clase obrera, entonces, enfrentó a la CUT en el
único terreno en que ello era posible: no en el de la discusión sobre si
la CUT era reformista o no, o si Figueroa era o no un verdadero
representante de la clase, o si los obreros aun creían en la CUT. No, la
clase obrera enfrentó a la CUT enfrentando a la burguesía. Cuando la
clase obrera se unificaba a través de su actividad, cuando la ola de
lucha reivindicativa se masificaba y se preparaba espontáneamente
como una de las formas de enfrentar por sí mismos las necesidades
del periodo, cuando los sindicatos sesionaban en asambleas
decidiendo el monto de las reivindicaciones y las medidas para
hacerlas efectivas contra la burguesía, contra el capital, participando

377
tanto la pequeña como la gran industria en la movilización, el MO
chileno no habló con la CUT, ni le pidió permiso, ni aceptó las
argumentaciones de la UP y el MIR. Preparó sus reivindicaciones para
ser luchadas a través de los Cl, a través de sus propias organizaciones.
Es más, allí donde no habían CI, como en la gran minería, los obreros
del cobre también alteraron los “viejos cánones” de la lucha sindical
y unificaron su lucha, presentando, por primera vez en la historia de
la minería chilena, un pliego único para las cinco grandes minas. La
CUT, que junto con los burócratas de la Corporación de Fomento
(CORFO), estaba preparando el plan económico del año 71, tuvo que
ir a presentarlo a los CI, donde se inició un debate por fábricas. Cosa
que por supuesto no hizo con el famoso plan de participación,
aprobado a comienzos del 71, cuando parte sustancial del programa
de la UP la clase obrera todavía no lo había agotado, y partidos y
organización sindical aún mantenían sus riendas con más o menos
firmeza.

Pasado y Futuro

Allí, en ese proceso histórico generado por la actividad económica y


política del MO, existió un programa, no recogido por aquellos
partidos que existían en cuanto constructores del partido de la
revolución, de la dirección revolucionaria o de la victoria
revolucionaria, cuyas recetas para lograr esto fueron pulverizadas por
una realidad bien distinta.

378
De ahí que dijéramos en el número anterior de Correo Proletario que
no podemos aceptar el argumento de quienes excusan la derrota
diciendo que en Chile no existió el partido revolucionario, porque no
podemos separar a los hombres que dicen esto de su propia práctica.
Ellos estaban allí y participaron en al proceso. Decir que no existió el
partido revolucionario es decir que no existió el partido
revolucionario que ellos habían pensado (lo cual constituye la esencia
del 90% de la teoría del partido revolucionario levantado por el
marxismo occidental y cristiano de los últimos 55 años).

Nosotros vemos a los Cl y los CCT como un proceso de superación de


toda una etapa, como la síntesis de la historia del MO chileno, como
el corolario con el cual remataba, en ese período, las diferentes luchas
con que le dio vida a la CUT y a los partidos políticos, para después
enterrarlos en el mismo momento en que la actividad masiva del
proletariado mostró su exterioridad a la clase y su incapacidad para
enfrentar las necesidades del nuevo periodo: el de la crisis
revolucionaria.

Los obreros chilenos, al cumplir con el principio que subyace en el


lema de fundación de la CUT, “la liberación de la clase obrera será
obra de ella misma”, abrieron el camino para el enfrentamiento entre
clases, cerrando, a la vez, las puertas a aquellas instituciones que
habían permitido la existencia y desarrollo de las particularidades
políticas de la sociedad chilena hasta ese momento. En setiembre del
73, entre otras cosas, muere toda una etapa histórica del MO

379
latinoamericano y chileno. Las derrotas infligidas por el capitalismo
desde 1971, son las derrotas, también, de toda una concepción de la
lucha de clases. Hoy, en medio de la secuela de terror y muerte que
aún impera en la mayoría de los países del continente, ya se plantean
nuevas tareas. Las perspectivas futuras dependerán de si estas tareas
se encaran como una repetición del pasado, introduciendo tan sólo
algunos cambios formales, o de si el movimiento obrero podrá
recoger su propia experiencia (y cómo) y volcarla en la lucha de clases
en cuanto superación de su historia anterior. Trataremos de ver, en el
siguiente acápite, cual es el estado de las fuerzas que pugnan por
eliminar esta posibilidad y las que tratan de construirla, hoy, en Chile.

III. Reconstrucción del Movimiento Obrero

A pesar de haber sido tratado “in extenso” en el Correo Proletario 3,21


tendremos que reincidir sobre los elementos más destacados de la
derrota económica y política sufrida por la clase obrera chilena. La
constante más visible desde las primeras horas del golpe militar, ha
sido la represión. Represión física y política. Muerte, desaparición,
encarcelamiento y tortura de miles de obreros y militantes de
izquierda, por un lado, y por el otro, supresión de las organizaciones
políticas que los representaban.

21
Nos referimos al artículo El Estado del Movimiento Obrero al cual nos
remitimos para un análisis detallado de la derrota y sus consecuencias.
Correo Proletario 3, mayo del 76.

380
Las organizaciones de la clase obrera, los Cl, los sindicatos, etc.,
desaparecieron de la noche a la mañana.

Pero, aunque éste ha sido el rasgo más saliente, el más publicitado, de


los últimos tres años, la destrucción de las organizaciones del
proletariado chileno no se ha conseguido simplemente por medio de
la represión o de los decretos-leyes. Ambos factores han sido las
plataformas sobre las cuales ha operado la reorganización del sistema
capitalista. Es este movimiento el que ha aplastado la fuerza
organizada de la clase, el que ha alterado sustancialmente las
condiciones de vida existentes hasta el 11 de setiembre del 73. La
represión y “la ley” han sancionado dicha reorganización, así como
ésta ha profundizado la represión y el mandato de dicha ley. En el
marco del capitalismo chileno ni la burguesía podía reorganizar sin
reprimir, ni reprimir sin reorganizar.

La dinámica de la derrota

La Junta Militar, desde los primeros días del golpe, entro a


"racionalizar" el sistema: privilegió a los capitales nacionales y o
extranjeros más poderosos y rentables, eliminó a la escoria, o sea, a
aquellos que vivían del sistema político, entendiendo por o tal a los

381
que profitaban de un tipo particular de Estado, producto histórico de
la estructura económica e institucional de los últimos 10 años.22

Durante un primer período este proceso se basó en la centralización


de capitales, en busca de una estabilización y de una mayor
acumulación, con el inevitable resultado de quiebre de industrias,
disminución de capital disponible, mayor concentración de éste en
unas pocas manos, destrucción de capital existente antes pero no
rentable, etc., creando en Chile, por primera vez en los últimos 50
años, un remanente de fuerza de trabajo, un ejército de reserva.23

A la vez, los capitalistas aumentan el trabajo de los obreros en activo,


lo que engrosa, también, las filas de la reserva, al tiempo que la
presión que ésta ejerce sobre aquellos, por el peso de la competencia,
obliga a los obreros que trabajan a trabajar más y a someterse a las
imposiciones del gobierno indiscutible del capital.

Donde ante habían organizaciones, hoy no hay trabajadores para


hacerlas funcionar. Donde hay trabajadores, o no existen las
organizaciones debido a la represión, o el castigo económico obliga a
la clase obrera a reproducirse en condiciones infrahumanas.

22
Para un análisis más detallado ver "La política económica de la Junta",
Correo Proletario # 2.
23
Quizás existió a principios de siglo, aunque no lo sabemos con seguridad.

382
Las poblaciones se han hinchado. Miles de desempleados han ido a
habitar su miseria. Si antes se empleaban en trabajos eventuales
(pololos), ahora la oferta de trabajo es muchísimo más grande y las
posibilidades se han restringido enormemente. Los resultados hoy se
los conoce con amplitud. Pero las consecuencias, a largo plazo, son
aún más dramáticas de lo que se pueda suponer. La masacre de los
días del golpe, los asesinatos posteriores, las torturas, los
desaparecidos, etc., serán un pálido reflejo frente a la sangría que el
capitalismo comete día a día, silenciosamente, en los propios hogares
de los trabajadores: subalimentación de miles y miles de niños,
dañando mentalmente de por vida a muchos de ellos, matando a
otros hasta por un simple resfrío debido a su debilidad física,
condenando a una vida de parias a miles de hombres y mujeres, sin
distinción de edad, de creencia religiosa o de color político.

Allí donde antes la pobreza organizaba la rebeldía, hoy conduce a la


humillación y a la desesperación; allí donde las necesidades movían a
la lucha, hoy se ahogan en el terror. Miles de cesantes esperan la
posibilidad de encontrar algún trabajo, de conseguirlo en cualquier
parte, aunque sea a costa del despido de otro compañero. Donde antes
había hermanos de clase, hoy, la dinámica del capitalismo los enfrenta
entre si y contra las mercancías que se acumulan sin salida al
mercado. El trabajador debe luchar denodadamente por mantenerse
en la fábrica, por seguir produciendo y reproduciéndose como obrero.
Fuera de ella le espera el hambre, la incertidumbre de los trabajos
ocasionales, la remota posibilidad de ser incluido en algún proyecto

383
que le permita ganar algunos pesos o de que sus hijos sean aceptados
en uno de los comedores populares. Dentro de la fábrica debe
mantener el puesto: sabe que miles de desempleados presionan
puertas afuera, por lo tanto debe aceptar las condiciones que le
impone el capital, o sea, rebaja de salarios, aumento de la jornada de
trabajo, no seguro social, ahorrar el pasaje del autobús y, para ello, ir
caminando hasta el trabajo, no protestar. Sabe de sobra que los
capitalistas hoy pueden despedir a la fuerza de trabajo total de una
industria y reemplazarla inmediatamente. Hay muchos que esperan
afuera y no hay organizaciones que los defiendan adentro. En otras
palabras, Chile hoy vive la contrarrevolución.

Estas son las condiciones generales de vida en nuestro país. La


posibilidad de que el MO mantenga el nivel de conciencia y de
combatividad anterior es impensable. El problema central, hoy más
que nunca, es la subsistencia. Pero esto se da bajo condiciones
específicas, con determinadas características en diferentes sectores,
las cuales determinan la estructura actual del MO, así como las
formas de su enfrentamiento con la Junta, con el gobierno del capital.

La política sindical de la Junta

Creemos que aún es pronto para trazar una historia detallada de lo


acontecido en el MO desde el día del golpe. Falta información sobre el
movimiento real del capital, así como de sus consecuencias y las de la

384
represión. Pero, dentro de estos límites, es posible verificar el estado
actual del MO, y de los signos que han ido emergiendo de su
reconstrucción.

Desde el mismo día del golpe se desató la cacería contra las


organizaciones del MO (ver informe de la OIT sobre Chile). Se
prohibió la negociación colectiva. Los sindicatos o fueron disueltos o
se disolvieron en la cesantía de sus miembros.24 Más adelante emitió
el decreto 198, sellando jurídicamente lo que las armas ya habían
conquistado: la prohibición de la actividad sindical excepto bajo las
condiciones señaladas en el mismo decreto (asambleas con militares
presentes, previo aviso a las autoridades y todos los etcéteras del
caso). Una cantidad considerable de delegados sindicales de izquierda
o desaparecieron en las cárceles o fueron asesinados, sin contar a los
que fueron dejados cesantes. Dentro de esta marejada (expresada con
todo su furor el mismo 11 de setiembre) los Cl dejaron de existir, tal y
como dejó de existir la clase que les dio vida, es decir, aquella que
generó el proceso revolucionario que terminó con el golpe. La Junta
escogió para sustituir a los dirigentes sindicales de izquierda, al
obrero más viejo. En otros sindicatos permanecieron sus antiguos
dirigentes, por lo general independientes, DC, y algunos de derecha.

24
Ver "Si Compañero"', boletín editado en Berlín Occidental, número 2.
Reproducido en Correo Proletario # 3, página 10. Aunque sin citar la fuente,
el pleno del PS celebrado en La Habana, mayo-junio del 75, declaró que el
75% de las organizaciones sindicales fueron puestas fuera de la ley desde el 11
de septiembre del 73. Tan sólo en la provincia de Santiago se canceló la
personería jurídica de 719 sindicatos industriales y 570 profesionales.

385
También se designó a un grupo de dirigentes “a dedo”. Muchos de
éstos apoyaron el golpe como una “saludable” salida al gobierno de la
UP y, desde el principio, se ofrecieron como oficiadores de buena fe
de la Junta, para convencer a la clase obrera -chilena e internacional-
de las bondades del nuevo régimen.

Pronto estos dirigentes se dieron cuenta que no necesitaban


convencer a nadie de nada: la propia reorganización del sistema se
estaba encargando de mostrarles la realidad a los trabajadores y a
ellos mismos.

En un breve lapso se encontraron con que la base sindical, que a ellos


los justificaba como dirigentes, cada vez se estrechaba más y más. No
solamente eso: al desempleo se unían los salarios de hambre y la
represión inmediata ante cualquier intento de vocear, simplemente,
la situación de los trabajadores. En estas circunstancias, cuyas
diferencias con las existentes antes del golpe nadie podrá dudar
ahora, no es de extrañar las formas como la clase obrera ha tratado
de enfrentar semejante ofensiva contrarrevolucionaria.

Aquellos dirigentes elegidos por sus bases, que en el pasado jugaron


un papel, pero no integrados a los objetivos de la UP, han tenido que
responder a la situación que se da en las fábricas y poblaciones. Si la

386
desaparición de industrias y la baja de la producción industrial sigue
al ritmo de finales del 75, comienzos del 76, sin que se entrevea el
recambio vía inversiones productivas, permitiendo a corto plazo una
absorción de la mano de obra, estos dirigentes se verán exactamente
en la misma posición de sus ex-afiliados: también serán ex-dirigentes
y no tendrán más remedio que integrarse a los sufrimientos
cotidianos del desempleado. Este hecho, unido a que muchos de ellos
fueron elegidos por la base en 1972 (aunque, en muchos casos, no
para los cargos que hoy detentan), a su tradicional actividad sindical,
y a que gran cantidad de sus afiliados participaron en la lucha del
período anterior en cuanto miembros de la clase obrera y no de un
determinado proyecto político, participando activamente con la
movilización de la clase en las coyunturas en que ésta logró romper
sus divisiones internas (octubre del 72, actividad en los Cl, etc.), los
ha convertido en interlocutores del MO. Aunque unos y otros
(dirigentes y dirigidos) saben que en las condiciones actuales no
lograrán tirar a la Junta (y que unos cuantos de estos dirigentes
buscan, desde luego, la perpetuación de ésta, como una forma de
perpetuarse ellos mismos en sus actuales posiciones).

Pero las condiciones materiales en que viven hoy los trabajadores no


permiten florituras teóricas. Si estos dirigentes son los únicos a
quienes se les permite hablar, si el capital todavía no los puede
destruir (ya veremos más adelante por qué), ellos son los que
hablarán y manifestarán el estado del MO y las posibilidades que éste
tiene de luchar contra la actual situación, de manera que éste pueda

387
ampliar el reducido espacio de que hoy dispone. Es absurdo hablar de
ellos como de dirigentes amarillos: son los únicos que el MO se puede
dar el lujo de tener, independiente de que “los odie o no”, o de que los
quiera cambiar o no (como algunos sectores de la izquierda dicen).
Aquí no se trata de buenos deseos, sino de la construcción de la fuerza
colectiva que hace entrever otros horizontes y la forma de alcanzarlos.

Es interesante seguir de cerca “los cambios” operados en algunos de


estos dirigentes a lo largo de los tres últimos años, que tan sólo
manifiestan, en el fondo, la forma como el capitalismo ha operado en
ese lapso y las diferentes fases por las que ha transcurrido.

Eduardo Ríos fue “ascendido” a presidente de la Confederación


Marítima de Chile (COMACH), es militante de la DC. Después del
golpe le pidió al movimiento sindical inglés, a nombre de la Junta, la
suspensión del boicot aduanero: “había que colaborar con el nuevo
Gobierno, para volver dentro a la normalidad institucional”. Sin
embargo, ya no es enviado a la última asamblea de la OIT sobre Chile
(junio 1975), a la vez que la COMACH -de más de 35.000
trabajadores- acuerda objetar la iniciativa del Gobierno con respecto
al nuevo Código del Trabajo, lo que no les pareció muy bien a los
militares, iniciando una andanada de arrestos contra el sindicato. Ríos
explico que “el Gobierno fundamenta las restricciones al movimiento
sindical por la politización excesiva de éste. El movimiento sindical no
puede ser amorfo, no puede carecer de ideas, principios doctrinarios
y filosóficos. No creo en el dirigente cien por ciento apolítico, y

388
quienes pretenden serlo son dirigentes personalistas. El movimiento
sindical no nació por generación espontánea, sino como defensa ante
el sistema capitalista, adoptando una posición contra éste... Y pese a
que casi siempre los sindicatos han estado controlados por el Estado,
los trabajadores siempre libraron grandes batallas contra los
gobiernos, con esto queda demostrado que la intromisión política no
es tan grande como se presume. Los partidos ni siquiera lograron
controlar a sus propios partidarios y estos se rebelaron contra el
control excesivo”. Con respecto al período de Frei, “peleamos con
nuestro partido (que estaba en el poder) siempre que cautelaba
nuestros intereses... pero participamos en huelgas que, aunque eran
contra los empresarios, repercutían contra el gobierno”. En relación a
la petición de levantar el boicot internacional, Ríos declaró que “la
posición de la COMACH se hizo muy difícil, porque adquirió
compromisos en el extranjero que no se han cumplido. El boicot de la
Federación Internacional del Transporte se suspendió bajo la palabra
de que en Chile se respetarían los convenios del trabajo y se
restauraría la actividad sindical... Difícilmente podríamos salir ahora
a explicar lo que ha pasado. Ahora la Junta habla de construir una
sociedad y a un hombre nuevo y nosotros hablamos de una situación
excepcional y de emergencia. Los empresarios han vulnerado
reiteradamente los convenios del trabajo, hay sectores de
empleadores que piensan que este gobierno es sólo de ellos. Proceden
arbitrariamente y prohíben a los afectados reclamar a la autoridad
(¡!). Es un error político grave debilitar a la estructura sindical. No
otra cosa se hace al desvincular al sindicato de su base, sacar la

389
organización del medio de trabajo, eliminar el derecho de huelga, el
fuero sindical y todas las conquistas obtenidas por los trabajadores.25

La competencia entre obreros -el estado general en que estos viven


hoy- impide por ahora que se avance más allá de lo que los dirigentes,
que la izquierda tilda de amarillos, han llegado. Estos dirigentes, en
el fondo, representan, precisamente, el nivel en que se encuentra el
proletariado en general. Ni la clase puede ir más lejos que depositar,
en estos momentos, su nivel de lucha y organización en esta
dirigencia, ni más cerca. En realidad, la actividad que desarrollan los
“nuevos” dirigentes de la clase obrera es un reflejo del nuevo orden
de cosas surgido del golpe. Representan el obstáculo que la
reorganización de la clase debe superar, entendido esto como el
proceso que lleve al movimiento de su actual dependencia de ese
orden, a su superación.

Sectores de estos dirigentes han tomado en sus manos la defensa de


los derechos que hoy pueden ser defendibles, pero que son además,
sin ningún lugar a dudas, como veremos, los que le permitirán a la
clase lograr lo anterior.

25
Entrevista aparecida en Ercilla número 2086, 23/29 de julio de 1975. Ríos
no será ese obrero revolucionario que la izquierda idealiza, pero ninguno de
los dos, ni Ríos ni la izquierda, podrá escaparse de la situación descrita en la
entrevista. Los subrayados son nuestros.

390
2

Fuera, pues, de las condiciones “naturales” que el capitalismo impone,


merece la pena detenerse brevemente en los intentos realizados para
institucionalizar el nuevo estado de cosas, exacerbar las divisiones en
el MO y romper su solidaridad de clase donde ésta comienza: en la
fábrica, en el taller. Quizá el ejemplo más claro en este sentido es el
nuevo Código del Trabajo.

Mediante este cuerpo legal la burguesía pretende sellar, en el terreno


de la ley, su hegemonía en el terreno económico. No pretendemos
realizar un análisis extensivo del articulado pero sí queremos
detenernos allí donde el capital ha escrito, sin dejar lugar a dudas,
dónde le duele la actividad del MO. La declaración del art. 213
permitiendo la constitución de sindicatos sin autorización previa es
negada por lo menos en otros siete artículos (219, 220, 221, 230, 215
último inciso, y 233), donde de una u otra manera se establecen
diferentes tipos de control o de alteraciones al principio, convirtiendo
a éste en la excepción a la regla. El art. 217 delimita los fines de los
sindicatos en once incisos, para terminar con un doceavo en el cual se
dice que se pueden realizar todas las actividades relacionadas con
estos fines siempre que no sean prohibidas por la ley. Advertencia que
no está de más si vemos que el inciso I dice que los sindicatos deben
“participar y celebrar contratos colectivos de trabajo”, los cuales están
prohibidos por el decreto 198. De ahí que la Junta quisiera promulgar
el código sin derogar el decreto, con lo cual otorgaba derechos no

391
solamente negados por la ley, sino por la propia imposibilidad del MO
de hacerlos efectivos de la única manera que ello es posible: a través
de su propia fuerza. Pero donde las ideas del capital se expresan más
claramente es en los artículos referentes a la huelga. Ésta queda
limitada a aquellas fábricas que negocian un contrato colectivo de
trabajo. No hay huelgas de solidaridad ni tampoco las puede haber en
las consabidas (que nunca nadie sabe cuáles son pero se las imagina)
“actividades estratégicas para la seguridad nacional o para la
estabilidad económica del país”. En medio de complicadas Comisiones
Negociadoras, Tribunales de Arbitraje, etc., el Código dispone que
para decidir la huelga se necesita el voto de la mayoría absoluta de los
trabajadores “interesados” en la negociación (art. 302). Para que se
haga efectiva se necesita la participación del 51% de los trabajadores
“interesados” (teniendo en cuenta que hay cinco días de diferencia
entre el voto y la iniciación de la huelga) (art.307). Pero basta que el
10% de los trabajadores “afectados” por la huelga lo pidan para que
se vote, otra vez, la posibilidad de someter el conflicto a arbitraje; para
que esto se acepte basta la mayoría de “los votantes” (art. 317). Es
decir, en solo tres artículos se piden cuatro diferentes mayorías y que
corresponden, además, a distintas partes del conflicto aunque ellas
sean obreras. No puede haber huelga de solidaridad, pero sí se puede
terminar una huelga por “solidaridad”, es decir por ser también
“afectados” por las consecuencias de dicha huelga. Y esta no es, desde
luego, la única forma de terminar el conflicto: “En el caso de huelga
en actividades que afecten la salud o las condiciones sociales o
económicas, o causen perjuicio a la colectividad o parte de ésta, o

392
afecten la seguridad del país, el Gobierno podrá ordenar la suspensión
de la huelga mediante decreto supremo fundado” (art. 335). Y un
poco antes se estatuye que “las respectivas Comisiones Negociadoras
tendrán las más amplias facultades para adoptar toda clase de
resoluciones y acuerdos relacionados con la negociación colectiva, sin
necesidad de consultar a sus representados... incluso acordar la
solución de la negociación colectiva en cualquier momento, aún
durante la huelga” (art. 296).

Pero mientras la burguesía está en condiciones de imponer sus reglas


del juego, está obligada a reconocer a la clase obrera al interior de un
proceso socioeconómico. Divide a los trabajadores para mejor
gobernarlos, pero los centraliza para mejor explotarlos. Y en esta
dinámica, ella también se ve sujeta a las leyes que sus propios
intereses le impone: Así como ayer destruyó las empresas pequeñas
y medianas no rentables, hoy tiene que potenciar la centralización del
capital, ya sea en manos del Estado (que aún controla el 50%, de la
economía chilena26 o de los grandes monopolios, buscando la
instalación de grandes unidades productivas (cobre, hierro, gas,
electricidad, complejos agroindustriales, maderero-papelero, etc.),
para lo cual el sindicato de empresa no tiene ningún valor desde el
momento en que el salario viene impuesto en relación a la

26 The Economist, 22 de mayo de 1976.

393
intervención del Estado ya como capitalista o como administrador de
capitales. De ahí que el Código del Trabajo proponga la formación de
sindicatos por rama productiva, que si bien hoy no pueden tener
mucho sentido, son un paso adelante en la formación de centrales
sindicales poderosas y, además, vincula a sectores de la producción
que antes permanecían separados de la estructura sindical de la CUT.
Quizá el mejor ejemplo de lo que decimos puede ser el cobre. Los
mineros han sido, tradicionalmente, la vanguardia histórica del
proletariado chileno. Es cierto que aquellas condiciones que los
pusieron al frente de la lucha contra el capital en diferentes etapas
anteriores hoy no están presentes. Sin embargo, el ataque de la
burguesía contra los mineros tuvo como límite las propias
necesidades del capitalismo chileno e internacional. Esto no significa
que allí se respetó la organización obrera. Al revés, el proceso de
racionalización fue distinto al operado en la gran industria (los
despedidos fueron, en su gran mayoría, empleados por la UP), por lo
que la Junta tuvo -y tiene- que mantener el orden a base de represión,
sin ningún otro tipo de mediación. Pero a la vez, las cinco grandes
minas se han fusionado en una única gran compañía, CODELCO, la
que se ha convertido en una de las más grandes productoras y
comercializadoras de cobre del mundo. Ello implica que
Chuquicamata, El Salvador, El Teniente, La Exótica y La Andina, han
concentrado su fuerza de trabajo (de la cual depende el 80% de los
ingresos del país) de tal manera que les permitirá a los mineros
incrementar su influencia en la lucha en términos extensivos e
intensivos.

394
4

Frente a una situación como la descrita, frente a las condiciones de


vida a que la clase obrera se ve hoy sometida, no dejan de parecernos
irónicos esos planteamientos de la izquierda (aquí también coinciden
“desde” el MIR al PC) que levantan como programa mínimo la lucha
por el “salario justo”. Como si esto (del salario, lo de justo dejémoslo
por ahora de lado) hubiera que recordárselo a los trabajadores, como
si hubiera que “concientizarlos” al respecto. Tan importante como la
lucha por el salario -que surgirá hoy en día una y millones de veces
en forma natural- es la lucha por conquistar los contenidos orgánicos
de dicha reivindicación, es decir, la fuerza necesaria para imponerla.
Porque cuando los trabajadores han conseguido algunos aumentos
mediante presiones o huelgas, han comprobado que diez días más
tarde la inflación los había hecho desaparecer. Por lo tanto, ellos
comprueban día a día que el problema no es el aumento mismo, el
problema no es la inflación por sí sola, el problema de fondo es que
no pueden mantener una lucha económica contra el capital bajo las
presentes condiciones, no contando con los medios que les permitan
imponer sus soluciones, de manera que, entre otras cosas, la lucha
por el salario no sea tan solo el ruego de una carta, sino una
conquista.

Pero para que esto sea posible, para que la lucha por el salario
empiece a tener un significado distinto al que hoy tiene, para que los

395
obreros puedan imponer una relación distinta a la existente, son
muchas las cosas que deben cambiar. La primera y más fundamental:
que el salario regrese a ser una relación entre la fuerza laboral
empleada y el capital. Hoy sin embargo, la relación predominante es
la existente entre la clase que trabaja y el ejército de reserva. Contra
más grande es éste, más fuerte es la presión que ejerce sobre la mano
de obra activa, más intensa la explotación por el capitalista individual
o colectivo, más bajo el salario. La burguesía tiene plena conciencia
de que la mantención de esta relación es la base que asegura los
niveles de la explotación actuales. Los trabajadores han tratado de
alterar las presentes circunstancias de diversas maneras, pero todas
ellas han expresado su debilidad actual, así como cuán lejos están
dispuestos a ir con tal de mantener una presencia obrera estable en
las fábricas. Tucapel Jiménez le decía a Ercilla (27-8-75) refiriéndose
a 5.000 obreros de Obras Públicas recién despedidos: “Lo que más
llama la atención es que ellos -los trabajadores- propusieron
alternativas. Primero, reducción en el pago de viáticos; segundo un
día de sueldo de todos los trabajadores de Obras Públicas; y, por
último, que no se les despidiera hasta octubre, para evitar los últimos
rigores invernales y tratar de conseguir trabajo en el campo. Pero los
que tomaron la medida ni siquiera aceptaron hablar con los gremios”.
Ernesto Vogel, vicepresidente de la ex-CUT y militante DC, decía en
el mismo artículo: “Son 1.870 los trabajadores que serán despedidos
antes del 31 de diciembre del 75 y el gremio le propone varias
iniciativas a los ejecutivos del Ferrocarriles. Primero, que la fecha de
tope de despido se cambie al 30 de marzo del 76, porque se acerca el

396
período de cosechas y vacaciones, lo que normalmente requiere,
incluso, turnos extra de los actuales trabajadores. Segundo, cambio
en el orden de prioridades de despido. Queríamos que la última
prioridad, personal que haya cumplido 30 o más años de servicio,
ocupe el primer lugar. Y que sigan los que presenten voluntariamente
su renuncia, los ingresados después del 31 de diciembre del 69 sin
cargas familiares y, por último, los solteros sin cargas. Normalmente
están renunciando 100 funcionarios al mes. Si al 31 de diciembre del
76 aún hay excedente (no deben quedar más de 22.050 según
decreto-ley) los organismos sindicales pagarán los sueldos y salarios
del resto por el tiempo que sea necesario27 (la Junta no acepto
ninguna de las ideas propuestas. La reducción de personal se llevó a
cabo según lo dispuesto por los militares: los más antiguos al final,
para evitar el pago de subsidios y de las jubilaciones, los jóvenes al
principio, porque “ellos pueden resistir mejor las actuales
condiciones”, o sea, el hambre).

En una serie de entrevistas con dirigentes sindicales publicada en


Ercilla (16 de julio del 75) Luis Alegría, presidente de los obreros del
plástico (6.000 afiliados), decía que “a pesar de que no han habido
despidos colectivos, la ley de los diez (despidos máximos al mes,
autorizados por la ley) se ha venido aplicando sistemáticamente. En

27
La izquierda, al igual que los economistas ingleses del siglo pasado, se
asombra al ver que los obreros sacrifican parte de su salario (y de su vida) en
favor de los sindicatos, en favor de crear las condiciones que les permita a éstos
subsistir. Cf. Marx, La Miseria de la Filosofía.

397
la actualidad el problema más grave es que los empresarios propician
reducciones de jornadas de trabajo y congelamiento de actas de
avenimiento como alternativa al despido. En algunos casos estas
soluciones se toman de común acuerdo y en otros se nos impone. En
otras ocasiones hemos aceptado la reducción de jornadas de trabajo,
con bajas de salario (esto es, pagando sólo lo proporcional a diez días
trabajados) porque con eso evitamos que diez trabajadores sean
echados por mes”. Y Ricardo Lecaros, presidente de los trabajadores
metalúrgicos, puntualiza de que si la situación se arregla “los únicos
que ganarán serán los empresarios, que contarán con una mano de
obra más barata que les permitirá, como ellos dicen, ‘competir con
los mercados internacionales’. Ellos dicen tener la obligación de crear
nuevas fuentes de trabajo, pero, por otra parte, despiden a los
trabajadores, reducen la jornada de trabajo, mandan a sus casas,
indefinidamente, a la gente”.

Pocas veces en la historia de Chile -si alguna- la burguesía ha


disfrutado de mejores condiciones para arrasar con el MO e
imponerle con toda su fuerza un marco de explotación como el actual.
Sin embargo, aún son muchos los que se preguntan el porqué de tanta
ferocidad, cl por qué de esa política de destrucción sistemática de
cualquiera de los rasgos que antes le fueron propios a la clase. Y por
qué, también, ésta hasta ahora ha logrado mantener algunos espacios
-muy reducidos, desde luego- desde donde hacer sentir su presencia.

398
Cada intento realizado por la clase obrera para volver a dotarse de
una cierta organización ha recibido una respuesta inequívoca de parte
de la clase dominante: más represión física, más represión
económica, más represión política, más represión ideológica. Quizás
una de las veces que esto último se expuso con más claridad fue
cuando, en una reunión celebrada en Viña del Mar el 5, 6 y 7 de junio
del 75, más de 200 dirigentes sindicales propusieron la formación de
una Comisión Nacional Sindical, como respuesta a una propuesta
similar del Gobierno. El Mercurio, diario vocero del capitalismo
chileno, respondió a la iniciativa explicando la necesidad de que
“exista, efectivamente, un mercado de los servicios personales con el
fin de que sea la competencia la que determine la relación que debe
haber entre las remuneraciones de las distintas actividades”; por lo
tanto, con la idea de una Central Nacional Sindical “preténdese crear
una estructura monopólica en el sector de prestaciones de servicios
personales asalariados”, ya que suprime la libertad de opción de las
personas mediante la prohibición de la existencia de competidores,
que en este caso particular, sería otro sindicato. “Esa organización
sindical -prosigue dicho diario- implicaría sepultar la naciente
libertad económica y sería el primer caso de otro grave y sostenido
proceso de politización de nuestra vida económica”.

Parecería que las conclusiones a que arriba el diario de la burguesía


son exageradas. Con el control que hoy ejerce la Junta, con el
exterminio que ha producido en el seno de la estructura sindical, con

399
el 10% de la fuerza laboral fuera del país,28 un desempleo que se dice
ha superado ya el 25%, los partidos políticos cortados de su base
social, su militancia perseguida, encarcelada, asesinada o fuera del
país, etc., ¿qué es lo que todavía temen? ¿La actividad política de los
obreros? ¿Qué clase de actividad política, entonces?

Precisamente la única que hoy puede darse, pero que reconoce un


antecedente que la burguesía está dispuesta a hacer desaparecer por
todos los medios. Es decir, utilizando todos los recursos estructurales
y superestructurales a su alcance. Y esa actividad política es la
solidaridad económica, por encima de las barreras que el capitalismo
le impone a la clase obrera. La posibilidad de generar movimientos
que no tienen a éste o aquel sindicato o fábrica en particular como
actores, sino que nuclea a sindicatos de diferentes ramas de la
producción, los cuales plantean soluciones no solamente para ellos,
sino que incluyen a los desempleados -al ejercito de reserva-, a otros
sectores del proletariado, que muestran, en fin, que están dispuestos
a sufrir hasta los límites de la vida misma con tal de protegerse entre
ellos, con tal de no romper el elemento básico de la solidaridad que
los une. Y el antecedente que esta solidaridad reconoce es,
precisamente, el Cordón Industrial: que no sólo reunió a diferentes
sectores de la clase, nucleándolos bajo el común denominador de
reivindicaciones únicas; que no sólo le abrió las puertas a la actividad
política de la clase, masificando su acción, sino que además vinculó

28 The Economist, número citado.

400
dicha acción a la del proletariado a través de los Comités
Coordinadores de Trabajadores expresando en ellos su dirección, su
hegemonía política y su solidaridad de clase, expandiendo su radio de
acción desde el seno de la fábrica hasta los hogares del proletariado.
De ahí que aunque la propia marcha del capitalismo tienda hacia la
división de los trabajadores, aunque la mera existencia del ejército de
reserva profundice dicha división, la burguesía chilena lucha también
contra el pasado del MO, contra todo aquello que de una u otra
manera implique la reproducción de las condiciones que le
permitieron a la clase obrera convertir su solidaridad económica en
una fuerza política.

La pervivencia de esta solidaridad tomó forma, desde los primeros


días del golpe, en un conjunto de reivindicaciones que se han ido
expresando en una serie de sectores del MO. Ellas han aparecido no
como resultado de la actividad de los partidos de la izquierda. Es más,
éstos no tienen nada que decir cuando 82 sindicatos, por ejemplo,
comprendiendo a sectores tan divergentes como textiles y
laboratorios químicos, calzado y cemento, teléfonos y marítimos,
mueblistas y curtidores, federaciones obreras y campesinas, de la
gran y pequeña industria, en fin, una verdadera federación libre de
sindicatos, entregan un programa de acción que, además, se vincula
al que hasta ahora han tratado de desarrollar las grandes federaciones

401
sindicales que aún están funcionando.29 La izquierda, frente a esto,
calla. No dice una sola palabra sobre el significado que tienen las mil
y una formas como la resistencia, LA RESISTENCIA con mayúsculas,
se ha venido trenzando en movimientos espontáneos que surgen ya
desde el seno del proletariado, ya desde el MO, pero manteniendo éste
su hegemonía, su débil hegemonía, por ser el único que puede
proponer soluciones a la actual situación. Soluciones, además, que
vinculan a diferentes sectores de la clase obrera no por su ubicación
en el proceso productivo, sino por el simple hecho de ser obreros
(carta citada en este punto, congreso de Viña, petición de rebaja de
salarios para mantener obreros trabajando, formación de
cooperativas para crear puestos de trabajo, compra de camiones para
distribución de productos, instalación de pequeños talleres con
abastecimiento asegurado, ollas populares en las poblaciones para dar
de comer a pobladores y a obreras de fábricas circundantes, ollas
populares en las minas sostenidas por los mineros para alimentar a
los cesantes, etc., etc.). Y nadie les ha dicho que deben hacer esto (es
más, lo hacen por su propia acción, y no por la de los partidos cuya
imposibilidad de actuar hoy en día es más que manifiesta). Nadie les
ha explicado que el salario es insuficiente como para que tenga que
darse cuenta de ello, y que la Junta les explota y les tortura. La clase
obrera no aprende de los debates que se producen fuera de ella, sino,
primero y fundamentalmente, a través del mundo que la oprime y

29 El texto de la carta, así como la lista completa de sindicatos


firmantes, han sido publicados en Chile-América, números 19, 20 y
21, junio-julio de 1976.

402
somete directamente, y a partir de ahí, ordena sus respuestas, las
organiza, las estructura. Quizá no lo haga en forma consciente,
tomando este concepto tal y como los militantes conscientes hacen
uso de él, pero con la conciencia de que cada paso busca averiguar
cómo es la realidad y hasta dónde ella le permite avanzar. Una
realidad de la que forma parte y a la que transforma con su acción:
hoy a este nivel, empujando a unos cientos al combate, resolviendo
“esos pequeños” problemas de los cuales depende su existencia,
organizándose, agrupando fuerzas a lo largo de semanas, meses y
años tras esos objetivos. Viendo cómo esas fuerzas pueden ser
destruidas por poderes que ella no controla o, en otros momentos,
cómo esas fuerzas crecen y los poderes de la clase enemiga no sólo no
las pueden destruir, sino que deben utilizar todos sus recursos para
enfrentar la amenaza.

La forma como esa fuerza del MO se ha ido expresando hoy ha


asumido diferentes manifestaciones. Por ser la última, queremos
enfatizar el programa levantado por las 82 organizaciones sindicales,
en la carta que le dirigieron al Ministro del Trabajo, a principios de
este año. Allí se expone: “...es indispensable que, previo a discutir
cualquier tipo de legislación que tienda a alterar la política económica
social, como lo es la Previsión, la dictación de un nuevo Código del

403
Trabajo, el Estatuto de Capacitación Profesional, etc., etc., se den los
siguientes pasos:

1. Restituir las libertades sindicales, derogando el decreto-ley 198.

2. Restituir el derecho a negociación colectiva y, por ende, el derecho


a huelga.

3. Respeto a los derechos adquiridos y conquistas de los trabajadores.

4. Garantizar la estabilidad del empleo, derogando las disposiciones


legales que permiten despidos colectivos, creando intranquilidad
laboral y abuso de los sectores patronales y que, además, inhiben a
los trabajadores, para hacer efectivos sus derechos, por temor al
despido o “que se les solicite su renuncia voluntaria”.

5. En materia económica: a) Cambiar en todas las actas de


avenimiento o convenios colectivos, la expresión “sueldo vital” por la
de “ingreso mínimo”. b) Control de precios para los artículos de
primera necesidad, que no sólo son los alimentos, sino también el
vestuario, medicamentos y educación. c) Severo control de costo, a lo
menos a todas las industrias que abastecen el mercado interno, con
el fin de evitar nuevas expectativas inflacionarias. d) Combatir la
fuerte cesantía existente, producida por la incapacidad del sector
privado para crear nuevas fuentes de trabajo, lo que afecta a miles de
hogares y golpea fuertemente a nuestra juventud, mediante planes de

404
inversión estatal en Obras Públicas, construcción de viviendas, etc. e)
Aumento sustancial, a partir del mes de mayo del presente año, del
mal llamado ingreso mínimo que en la actualidad no cubre las
necesidades básicas de una familia tipo (cinco personas), cosa
demostrada en varios estudios económicos realizados por distintas
organizaciones sindicales, las cuales coinciden en que éste no puede
ser inferior a la suma de 800 pesos; asimismo nivelar a lo menos con
el ingreso mínimo las pensiones y montepíos, con el objeto de impedir
que gran parte del sector pasivo siga viviendo en la miseria.”

Creemos que no se puede expresar en forma más clara en dónde el


capitalismo hoy le aprieta al MO. Y además, demuestra la exterioridad
a la clase obrera de la gran mayoría de los partidos y grupos que no
cesan de hablar de “derrota transitoria”, “derrota o repliegue táctico”,
de “situación defensiva táctica”, etc. Sólo se puede pensar en términos
de “ofensiva” y “defensiva”, por ejemplo, si se considera que si hubiera
voluntad de atacar se atacaría, pero como no existe esa voluntad, la
clase obrera, entonces, se defiende. Dicho de otra manera, como ellos
(los partidos) son los únicos que mantienen la voluntad de atacar y
ya han recibido demasiada evidencia de que los obreros no los
acompañan, entonces debe ser porque éstos se encuentran a la
defensiva. Pero como los trabajadores, en realidad, presentan estas
reivindicaciones como expresión de su fuerza actual, está claro que
para ellos no existen ni programas máximos ni mínimos, ni finales ni
intermedios, ni revolucionarios ni transitorios. Existe programa en la
medida en que existen necesidades que requieren una determinada

405
fuerza de la clase para conquistarlas, lo cual plantea, inmediatamente,
nuevas necesidades y desafíos. Hablar de programa máximo, como el
programa de la revolución (y además, de éste o aquél tipo de
revolución) o del programa transitorio, como la forma que debe
asumir determinado tipo de gobierno, con tal o cual peso de la
hegemonía de clase (medido en kilos, gramos y miligramos) nos
parece, de nuevo, la forma como la lucha de clases se viste en la cabeza
de la pequeña burguesía y de los burócratas: con el ropaje de la utopía.
El carácter “ofensivo” de las luchas que hoy pueden desarrollar
sectores del MO nos parece evidente. No lo serán desde la perspectiva
del “derrocamiento de la Junta”, o la “liquidación del sistema de
explotación”, o de la “instauración de un gobierno democrático-
popular-representativo”. Pero sí desde la perspectiva de vencer y
transformar la presente coyuntura, de alterarla, de superar todo lo
que en ella somete y reduce a la clase obrera al estado en que se
encuentra. Es decir, desde la perspectiva de la reconstrucción del MO.

Es dentro del cuadro general analizado hasta aquí que debemos


comprender dicha tarea.

Las luchas reivindicativas no enfrentan hoy a un capitalista


individual. Se presentan inmediatamente en la lucha pública contra
el conjunto de los capitalistas, contra el Estado. Pero para imponerse
en ella, el MO necesita de una fuerza que hoy no posee.

406
Para reconstruirla -para reconstruirse a sí mismo como clase- la
sindicalización juega un papel de primera línea. El sindicato es quien
agrupa a la clase trabajadora, la organiza v la prepara para la lucha, a
través de la lucha misma. Le va entregando los datos de la realidad,
establece las bases para la masificación de la lucha económica, o sea,
para la lucha política. Pero no creemos que esto sea posible a partir
de cualquier tipo de sindicato. Como dijimos al principio del presente
artículo, consideramos que los sindicatos son el producto histórico
que manifiestan una particular correlación de fuerzas, una historia
de la relación obrero-capital tanto a nivel nacional como
internacional. Por lo tanto no creemos que exista el sindicato ideal,
como una abstracción externa a la lucha de clases, y que siempre
cumple las mismas funciones sea en el lugar que sea.

La sindicalización hoy en Chile no puede ser igual que en el pasado,


por la precisa razón de que existe dicho pasado.

El movimiento de la clase debe recogerlo e integrarlo a su propia


actividad, a su lucha actual contra el capital.

Para nosotros esto se da cuando el MO es capaz de movilizarse más


allá de los límites de su industria, de su rama de producción, y
organizar un movimiento de solidaridad con otras fábricas, industrias
y oficios, nucleando con su actividad, incluso, a los desempleados, al
ejército de reserva, ya sea creando opciones para detener el nivel de

407
cesantía o soluciones para mitigar las presentes condiciones de los
desempleados, organizándolos y tratando de mantenerlos en pie de
lucha. No otra cosa son los procesos ya analizados.

Así, la lucha económica aparece respaldada por la acción del ejército


de reserva, ya que el sindicato lo organiza alrededor de los intereses
del MO, aumentando, por tanto, la fuerza de éste. En otras palabras,
esta es la vida que hoy palpita en el Cordón Industrial. Su
resurgimiento se nos aparece como el objetivo que la clase obrera ha
venido desarrollando, más débilmente que otra cosa, hasta ahora.

Pero en la medida en que la clase sea capaz de desarrollar más


iniciativas de este tipo, en que esto se exprese en formas más
avanzadas, tendremos entonces que el Cordón Industrial irá
definiendo su actividad en cada etapa, irá mostrando la fuerza que la
clase crea en cada enfrentamiento contra la Junta, enfrentando,
precisamente, al conjunto de los capitalistas, al Estado.

Sólo a través de la lucha de masas, entendida como la confrontación


entre clases, es que esto será posible. Para nosotros la sindicalización
no está entendida como un proceso acabado, en el cual aparecen todos
los obreros sindicalizados. Lo cual sería ideal. La fuerza sindical se
expresa por la capacidad de sectores de vanguardia de la clase para
arrastrar la lucha a capas más amplias de trabajadores, masificar sus
reivindicaciones, colocarlas directamente contra el Estado,

408
orientando, coordinando a sectores del proletariado que se organizan
más allá de las industrias, de los centros productivos.

Hoy los sindicatos en Chile se expresan a un nivel muy bajo


comparado con otros períodos, pero es la manifestación mínima y
máxima volcada en la pequeña y gran lucha contra la Junta, en la
posibilidad de resistir en algunas ocasiones y tener que aceptar las
imposiciones del capital en otras. Esta dialéctica, simplemente
muestra el verdadero estado del MO, de su debilidad actual, de su
dispersión, de la competencia entre ellos a nivel general, de las formas
concretas, en una palabra, que asume la derrota. Esta situación le da
los contornos históricos al nivel sindical que hoy existe en Chile,
estableciéndose un programa de acción que surge de esa misma
realidad. Los que hoy, por ejemplo, le exigen a la clase que luche por
reajustes de salario del 100% muestran, no sólo que escriben y
prescriben desde el exilio, sino que, mucho más esencial, siempre han
estado exiliados de la lucha de masas.

Se nos podrá decir que estamos elevando el sindicato al nivel del


partido. En general esta acusación la hacen los “marxistas-leninistas"
que están dispuestos a defender ese título siempre que no encuentren
en Marx algo que les contradiga su pasión por la construcción del
partido y por enseñarle al MO el camino de su salvación. Entonces,
dicen que aquí es donde se da la superación de Lenin. Sin embargo,
teniendo a mano la experiencia de la URSS y las polémicas que en
determinados periodos allí se dieron, es bueno recordar que cuando

409
fue entrevistado por el tesorero general de los sindicatos metalúrgicos
alemanes, Marx dijo que “si los sindicatos quieren llenar sus objetivos,
nunca deben ponerse en conexión con una asociación política o
hacerse dependientes de ella. Hacerlo así equivale a darle el golpe
mortal. Los partidos políticos, sin excepción, sean como sean,
entusiasman a la masa trabajadora pasajeramente, por una
temporada. En cambio, los sindicatos ligan a la masa de trabajadores
de una manera permanente. Sólo ellos están en condiciones de
representar un verdadero partido de clase y oponer un verdadero
baluarte al poder del capital”.30

Pero como hemos visto un poco más arriba, la reconstrucción del MO


no es tan sólo el aumento de su lucha sindical. Lo es desde la
perspectiva de su experiencia pasada. La vanguardia del MO -y éste
en su conjunto- no sólo ha sido desarticulada por la represión física
de la bota militar, y por la nueva situación económica y política.
También se añade a esto -y con tanto valor- la represión ideológica.
La derrota y la subsecuente acción de los partidos políticos de
izquierda (con su carrera por levantar programas particulares)
dejaron a los sectores dispersos de la vanguardia obrera sumergidos
en un vacío casi total, sin una explicación coherente frente al desastre
del 11 y sus consecuencias, que les hubiera permitido, entonces,
comenzar a superarlo: además de luchar por su subsistencia, por
asegurarla en tan adversas condiciones, el obrero está librado a su

30Marx-Engels, El sindicalismo. Teoría, organización, actividad.


Editorial Tala.

410
suerte -en esas condiciones- cuando pretende encontrar las razones
del golpe y del proceso que lo condujo al estado en que hoy se
encuentra. Su conciencia pasada y su práctica presente están
fragmentadas, cortadas, dificultando, aún más, su propia
reconstrucción.

La superación de ese estado no depende de la presencia de diversos


programas que, en el fondo, tan sólo justifican diferentes posiciones
políticas en confrontación con ellas mismas, pero no con la realidad
en la cual se debate la clase obrera.

El único programa que encuentra justificación es aquel que pretende


ayudar al conjunto de las fuerzas productivas a expresarse como
clase, dando los pasos necesarios en ese sentido.

A lo largo de los años que vienen junto con los que ya han pasado
desde que Pinochet tomó el poder, la clase obrera irá segregando una
vanguardia. Para que dicha vanguardia evite los errores del pasado
tendrá que aprender de él y volcar sus lecciones en la lucha. Y la única
forma de lograr esto será a través de una lucha ideológica sin cuartel,
contra todos aquellos que -por un interés u otro, ampliamente visto
en este artículo- pretenden enterrar el proceso revolucionario que
terminó el 11 de septiembre del 73, así como las verdaderas causales
de la derrota.

411
En la lucha ideológica en el seno del MO debemos participar
ayudando en la reflexión crítica que permite desentrañar el pasado y
comprender el presente, el marco de la actividad política antes y el
movimiento de la sociedad capitalista hoy.

Nuestra tarea en cuanto revolucionarios, pues, es trabajar junto con


el MO en su reconstrucción, es ayudar en la perspectiva de la lucha
ideológica que éste deberá mantener como base de la construcción de
su fuerza independiente, de su fuerza de clase, realizando una labor
de propagandista junto con los obreros de vanguardia. Entendiendo
por propagandista, entonces, a aquellos sectores de obreros e
intelectuales revolucionarios que, extrayendo su cuerpo de análisis de
su actividad práctica y reflexiva en la lucha de clases, les permite
incidir en ésta, no repitiendo consignas sin ningún contenido, sino
organizando, vinculando diferentes procesos, provocando
desplazamientos de fuerzas. Realizando su actividad de denuncia,
propaganda, análisis, etc., en el seno del MO, generando una
tendencia ideológica y política que, creada por los propios
trabajadores, les permite a estos, a la vez, profundizar la lucha
ideológica y concluir ésta en los instrumentos orgánicos que les
permita resolver sus objetivos políticos en cada coyuntura.

Dicho de otra manera, los obreros de vanguardia y sectores


revolucionarios tendrán que traer al primer plano las lecciones que
se desprenden de la actividad desarrollada en los Cordones
Industriales y en los CCT, potenciando los intereses comunes con el

412
resto del proletariado, cimentando su solidaridad económica entre
ellos, de manera que dentro de estos procesos, la capacidad de
combate de la vanguardia, su claridad política expresada en la
actividad tendencial desarrollada en el seno de la clase, le permita
actuar conscientemente en la lucha de clases.

Como hemos dicho en otra parte, la existencia de esta vanguardia está


basada en la existencia de obreros de vanguardia. Ellos, en las
condiciones actuales del capitalismo chileno, no existen. No en cuanto
sector que, destacado por el proceso de lucha, se pone al frente del
combate y lo conduce tanto por la fuerza que representan como por
la claridad ideológica que allí, como síntesis de su historia anterior,
logran.

Hoy, los obreros que conformaron la vanguardia en el período


anterior o trabajan bajo tales condiciones que les es prácticamente
imposible expresarse, o han sido desparramados ya por diferentes
centros productivos, ya fuera de ellos, o en las cárceles.

De todas maneras, si ellos no son capaces -junto con los intelectuales


revolucionarios- de crear esta tendencia política, de desarrollar este
combate ideológico: si las ideas predominantes de la izquierda se
imponen otra vez, sin que los militantes de los partidos sean capaces
de realizar el proceso crítico y autocrítico que las nuevas tareas
requieren (colaborando en la supresión de la verdadera historia de la
clase), si en la base de la movilización del MO vuelve a imponerse

413
aquella “verdad” tantas veces desmentida por la historia y por Chile
mismo, de que sin la ayuda del partido político no puede generar la
acción política, entonces la clase obrera chilena empezará otra vez de
cero. Como lo hace la española hoy o tendrá que hacerlo la alemana
en el futuro. A pesar de haber sido ambas protagonistas de uno de los
combates más feroces que el capitalismo occidental ha tenido que
enfrentar en los últimos sesenta años. Si esto vuelve a suceder así,
será porque el capitalismo y la izquierda basarán su actividad en la
clase obrera como si ésta fuera completamente nueva – lo que puede
ser cierto -, reproduciendo todo lo reproducible en ella, excepto su
propia historia.

24. NOTAS PARA EL ESTUDIO ACTUAL


DE LA CUESTIÓN AGRARIA (2)

El artículo anterior estuvo destinado a exponer un esquema de la


manera como vemos el rol de la agricultura chilena en la nueva fase
del desarrollo del capitalismo en nuestro país. Este esquema se aleja
sustancialmente de las tesis catastrofistas levantadas por los distintos
matices del reformismo de izquierda y también por la oposición
“democrática”. Para nosotros, la agricultura entra a ser objeto de un
nuevo trato en función de las exigencias de la centralización
414
aumentada del capital, exigencias que se plantean del mismo modo
que para el conjunto de la economía.
Al trato privilegiado que se otorga a las explotaciones propiamente
capitalistas (basadas en la extracción de plusvalía) se une el rol
también privilegiado que adquiere el capital monopólico en la
transformación industrial de los productos agrícolas (agro-industrias
o agro-alimentarias) y en la comercialización de los mismos. En fin,
una fase nueva para la agricultura cuyo signo será la explotación
exacerbada de las diferentes capas laboriosas del campesinado.

Esta vez vamos a ensayar de avanzar algunos elementos para calibrar


mejor las implicaciones económicas y sociales del nuevo modelo
capitalista, para precisar un poco más la posición de las diferentes
capas al interior del proceso económico. Más particularmente, esta
vez, nos ocuparemos de su significación para las explotaciones
familiares, es decir de las explotaciones de los llamados pequeños
productores, entre las cuales sin embargo vamos a tener presente la
existencia de las pequeñas y también de las medianas explotaciones.
Como no es el objeto de este artículo profundizar en la estructura
interna de las explotaciones familiares y los caracteres de cada
categoría, vamos simplemente a expresar la importancia de este
sector de nuestra agricultura a través del cuadro siguiente, con el cual
se comprenderá el interés que asignamos al problema, bien que los
valores monetarios nos parecen sobrestimados notablemente los
relativos a la producción.

415
POSICION DE LAS EXPLOTACIONES FAMILIARES EN EL
CONJUNTO DE LA AGRICULTURA (1965)

Explot. de Explot. de Total Total de % de


menos de más de explot. todas las
20 has. 20 has. del país explot.

Núm. de 186.700 44.150 230.850 253.450 91,08


explot.
Mano de 260.000 72.500 332.500 ---- 46,73 (del
obra total de la
familiar mano de
obra)
Capital en 930 850 1,780 5,490 32,42
millones
de Eº
(valor de
la tierra +
capital de
explotació
n)
Producció 460 340 800 2,050 39,02
n total en
millones
de Eº

416
Source: La reforme agraire chilienne pendant | Unite Populaire.
Annexes CIES. Montpellier.

Nada más ilustrativo para comenzar que seguir la crónica del año
1975 en lo que se refiere a los problemas agrícolas. El gobierno policial
se ufanaba entonces del aumento de la producción agrícola, del
incremento de las exportaciones, y no escondía su satisfacción porque
la agricultura respondía con más normalidad que la industria a las
nuevas exigencias, pero ese ambiente de satisfacción oficial fue
turbado por la protesta pública de una serie de sectores que asumían
la “representación” de los productores, y desde luego por el malestar
de un numeroso campesinado. Unos hablaron una vez más de “crisis
de la agricultura”, otros de quiebra de los productores, de la ruina de
la agricultura, etc. Para ver qué pasaba detrás de todo esto vamos a
tomar tres casos, tres problemas, tres “crisis” agrícolas que rinden
cuenta de cómo se establecen hoy las relaciones de los productores
con las industrias de transformación, con los aparatos de
comercialización y con la política oficial de precios.

La “crisis” del arroz

El 5 de octubre de 1975, El Mercurio decía que “los arroceros de las


provincias de O'Higgins, Colchagua, Talca, Linares y Ñuble, área
geográfica en la que obtiénese el 100% de la producción nacional,

417
dijeron estar afrontando pérdidas económicas que de prolongarse
obligarían a los pequeños agricultores y campesinos del sector
reformado (el subrayado es nuestro) cuya producción representa el
60% del total nacional a dejar de trabajar”. Lo anterior sucedía
justamente cuando la cosecha de arroz había sido excepcional: 120%
de aumento en relación con la cosecha del año anterior. En el centro
del conflicto estuvieron los molinos arroceros y los procedimientos
empleados con los productores para el pago de la cosecha. Nada mejor
que aprovechar la coyuntura para aumentar los beneficios de la
industria: los molinos decidieron pagar a plazo a una gran parte de
los productores, de tal modo que recién en el mes de octubre algunos
de esos productores empezaban a cobrar las entregas de cosechas
realizadas en marzo de ese año. El conflicto no pudo ya ser callado
por la prensa y entró a ser asumido por los dirigentes de los grandes
productores agrícolas.

Domingo Durán, Presidente de la Confederación de Productores


Agrícolas fue muy franco en señalar que no todos los productores de
arroz eran las víctimas de los molinos, indicando claramente con ello
la utilización de procedimientos discriminatorios. Pero escuchemos a
Durán: “Nos inquieta el problema porque a los medianos y pequeños
agricultores (gran casualidad ésta) no se les liquida sus cosechas y no
hay recursos para empezar de nuevo”. Gran casualidad también que
no se diga una palabra de la ausencia de problemas ente los grandes
productores. En todo caso Durán hablaba más francamente que las
resoluciones del Primer Congreso Nacional de los productores de

418
arroz, cuando enfatizando el conflicto con la industria arrocera decía
que “los tres mil quinientos productores de arroz están dispuestos a
combatir contra los excesos de la industria, cuyos ejecutivos están
mostrando una falta de patriotismo e ineptitud…”. En realidad ni falta
de patriotismo ni ineptitud, simplemente la exacerbación de prácticas
tradicionales en la explotación de los agricultores pequeños,
empleadas por la industria molinera, protegida esta vez por el sistema
policial al servicio del capital y estimulada por una política de
acumulación forzada, cuyo costo social lo pagan los que no tienen
capacidad de regateo. La industria arrocera, lo mismo que la industria
tomatera y otras, era ya conocida en los años 60 por sus prácticas
discriminatorias: pagos postergados y selectivos, incertidumbre en
los precios (en complicidad con el gobierno), penalidades exageradas
sobre el valor del producto. Todo ello determinaba que en
prácticamente todos los casos estudiados los pequeños agricultores
recibían precios netos considerablemente más bajos que el promedio
de todos los productores. Fletschner estimaba este castigo en 20%.

“Crisis” de la viticultura

Otra “crisis” y otra vez más las víctimas entre los agricultores
familiares. “En este momento se están arrancando viñedos que
producen jugos de alta calidad porque su costo de producción es muy
alto”, declaraban a la prensa las Cooperativas Vitivinícolas de Chile y
el Vicepresidente de la Confederación de Productores Agrícolas de
Chile. Luego agregaron que los más afectados eran los pequeños

419
productores (los que “además de los problemas de comercialización
que deben superar, están sometidos a los rigores climáticos”) y que
los únicos que habían logrado superar las dificultades de la
comercialización eran los productores agrupados en las cooperativas
vitivinícolas. Así, los representantes de los grandes viñateros,
aparentando defender los intereses de los pequeños viticultores,
ocultaban a medias y sólo a medias, el fondo del problema,
consistente en que la producción y comercialización del vino entra
también a ser objeto de importantes reajustes. La crisis generalizada
de los pequeños productores y la quiebra de un buen número de entre
ellos, denunciada por la prensa (Mensaje: “La situación de los
viticultores los condujo a arrancar entre 6 y 8 mil hectáreas de viñas”.
Número 247, Marzo-Abril de 1976), hay que interpretarla como una
condición que facilita este reajuste, en primer término facilitando el
control de la pequeña producción por las grandes cooperativas
vitivinícolas (en Chile operan 12 cooperativas vitivinícolas dominadas
por los grandes productores y entre ellas se cuentan algunas de las
más poderosas cooperativas del país). Todo parece indicar que había
muchos interesados en la quiebra de los pequeños productores, pues
todas las reacciones ante el problema se presentan tardíamente. Por
ejemplo, no se necesita ser muy avispado para descubrir la intención
con que el alza del vino fue decretada en septiembre del año pasado,
cuando todo el mundo sabía muy bien que ella no iría de ninguna
manera a favorecer a los productores independientes que no tienen
instalaciones para hacer stocks o tienen necesidad imperiosa de
dinero para subsistir pues ellos normalmente deben vender en mayo

420
o junio. El alza sólo favoreció como previsto a los fabricantes y
comercializadores.

Absorber la pequeña producción en sus propias cooperativas, “las


únicas que han logrado paliar las dificultades”, es pues el proyecto de
los grandes viñateros que se preparan a aprovechar la crisis de la
pequeña viticultura extendiendo el monopolio de la comercialización.
El punto 4 del Congreso Vitivinícola celebrado en los primeros días
de noviembre no deja lugar a dudas. En él se solicita “el otorgamiento
de un crédito de fomento a las cooperativas vitivinícolas para ampliar
la capacidad instalada y dar cabida a las producciones de pequeños
viticultores (subrayado nuestro) asegurando una mejor elaboración,
comercialización y la debida percepción de los tributos” (El Mercurio,
edición internacional, 3-9 de noviembre de 1975). Otros acuerdos
vienen en el mismo sentido.

Resulta por lo menos chocante que un Congreso convocado bajo el


signo de las dificultades de los pequeños viticultores no haya
adoptado ninguna medida para hacer posible una solución
independiente al problema de comercialización de los pequeños
productores, y se tiene la impresión que entre los congresales primó
la misma idea expresada por los dirigentes ya señalados, en el sentido
de que “por individualismo o egoísmo los pequeños viticultores son
incapaces de concretar su organización en cooperativas”.

421
Ampliación de los negocios de las cooperativas con su secuela de
acentuación del monopolio sobre el mercado interno y expansión de
las posibilidades de exportación, he aquí el leit motiv del Congreso de
Curicó. El punto 2 precisa mejor cuando solicita “El restablecimiento
de los créditos Warrants, como medio de regulación del mercado
interno y de asegurar reservas de vino de alta calidad para la
exportación”.

Pero la crisis de la pequeña viticultura deja también un campo abierto


a la expansión de los grandes viñedos y sobre todo a la intensificación
del cultivo. En este sentido el Congreso de Curicó fue igualmente
previsor al solicitar del gobierno “la agilización de los créditos
externos con el aval del Estado destinados a renovar y modernizar los
viñedos y a mejorar la elaboración y diversificación de los productos
de la uva y sus derivados”. Naturalmente es bien difícil que el Estado
policial vaya (SIC)

Vieja y nueva “crisis” de la papa

La ECA informó en septiembre de 1975 que se había tomado la


decisión de importar este producto conjuntamente con una
importación de cebollas (producto que tradicionalmente ha tenido en
Chile la misma consideración que la papa en la política agrícola
oficial), según el texto Oficial, “para regular el abastecimiento”.
En este caso fue la SNA quien salió en defensa de los productores
sosteniendo que la medida no se justificaba puesto que no existía un

422
verdadero déficit y declaró como “inconvenientes” las anunciadas
importaciones. En realidad de lo que se trataba era de desestimular
los precios internos, con lo cual se continuaba una práctica ya
tradicional respecto a uno de los productos de consumo popular,
procedimiento siempre exitoso dado el débil poder de negociación de
la mayoría de los productores. Como se sabe un alto porcentaje de la
producción nacional es realizada por los pequeños agricultores,
fundamentalmente en las provincias del sur, para los cuales
constituye una enorme ventaja este cultivo poco exigente en insumos,
de alta productividad en esas tierras y de importancia en el
autoconsumo familiar. Por estas razones, a pesar de los precios, los
agricultores siguen produciéndolo.

Los mecanismos empleados por ECA para mantener limitados los


precios, bajo el sedicente “poder comprador” del Estado eran muy
simples y entre ellos sobresalían dos: la apertura tardía de poderes
compradores locales cuando la cosecha se presentaba abundante e
importaciones masivas para bajar los precios en época de escasez
relativa. He aquí los por qué de la crisis permanente de los pequeños
productores de papas de Llanquihue, Osorno, Chiloé y otras áreas.

En el año que nos ocupa, 1975, ECA ha utilizado de manera flagrante


el segundo procedimiento, aún sin escasez. En el número anterior de
Correo Proletario dijimos que la papa iba a permanecer en esta fase
de reestructuración de la agricultura entre los productos no
estimulados, es decir, discriminados desde el punto de vista de los

423
precios, contando con la imposibilidad de cambiar de cultivos de un
numeroso pequeño campesinado.

La crisis permanente del pequeño campesinado va a continuar

Los tres ejemplos anteriores demuestran que el pequeño agricultor y


también los medianos agricultores familiares se encuentran hoy más
que nunca cazados en la malla de los intereses del capital y que la
crisis y la quiebra no son más que el cortejo que acompaña al nuevo
despegue del capitalismo y que los acompañará todo el largo tiempo
que será necesario para el fortalecimiento del sistema.

En la nueva estrategia capitalista la explotación del campo por la


industria adquiere ya un papel destacado y todo indica que allí se
situara uno de los canales principales de las transferencias de
capitales de un sector a otro. De esta nueva industrialización hemos
dado cuenta en Correo Proletario 3 de manera muy ligera.
Evidentemente es una estrategia que tiene futuro mirando lo que
ocurre con el desarrollo de las agroalimentarias a la escala mundial.
Las multinacionales de la agroalimentación no dejarán de estar allí
presentes.

La estrategia del capital industrial y comercial frente a la agricultura


fue expuesta (y bien cierto no sólo a nombre de los industriales
nacionales) en fecha tan temprana como noviembre de 1974 por Raúl
Sahli, presidente de la Sociedad de Fomento Fabril, y después se ha

424
venido perfilando nítidamente. Ningún pequeño o mediano
agricultor familiar podrá encontrar en las palabras de Sahli la
expresión de sus intereses de productores. “Estoy convencido -dijo en
esa ocasión- que en la agroindustria se encuentran posibilidades
insospechadas en el futuro, si el empresario privado se dedica con
imaginación y con empuje a este rubro productivo”. Y luego, “En vista
de ello la Sociedad de Fomento Fabril está impulsando un programa
nacional de desarrollo agroindustrial”. Con optimismo terminaba,
“Hasta tal punto vislumbro el real porvenir de la actividad
agroindustrial chilena que no creo pecar de optimismo si digo que de
ser desarrollada racionalmente, puede ser una fuente de recursos y
divisas mayor y más importante que el cobre”. Nadie puede dudar que
en una perspectiva larga esto puede ser una completa realidad; por
ahora el proceso está comenzando, y sin duda que crea ilusiones en
ciertos sectores, notablemente los medianos productores familiares,
es decir aquellos que cuentan con un capital de explotación más
importante y con explotaciones mayores.

Una parte de ellos, y también de los pequeños agricultores, entrarán


en la aventura de la “integración” con las empresas de la
agroalimentación, es decir, para producir bajo contrato en que las
condiciones son determinadas por la industria. Los contratos de
integración, por la larga experiencia conocida ya en Europa
occidental, marcan una división tajante entre las “explotaciones
viables” y las “explotaciones no viables”. Sólo las viables, es decir
aquellas capaces de responder con su tierra y su capital a las

425
condiciones impuestas, podrán hacer frente a los contratos. A través
de los contratos las empresas ganan por partida doble: con las
ventajas que ellas mismas realizan a los agricultores (insumos,
equipos) y con la adquisición de la producción a precios decididos
unilateralmente. Los agricultores integrados deberán resistir
bravamente las nuevas estrictas normas de calidad y productividad,
de plazos fijos, y deberán afrontar severas y variadas penalidades. En
fin el proceso típico a través del cual una buena parte del campesinado
europeo ha llegado a transformarse en un verdadero asalariado a
domicilio, obligado a producir tantos kilos diarios de puerco, de leche,
etc., etc. Y todo esto sin las ventajas del obrero industrial (vacaciones,
seguridad en el trabajo, previsión) y sin la seguridad de poder
continuar la explotación.

Por fin un día el agricultor “viable” dejará de serlo, después de haber


contribuido generosamente a la acumulación capitalista de las firmas,
sean éstas nacionales o extranjeras, Sociedades Anónimas o grandes
Cooperativas capitalistas (pues en la centralización capitalista, éstas
actúan como Sociedades privadas).

Que nadie se imagine que describimos un mundo de fantasías. Basta


con remitirse a lo que es la crónica diaria de la pequeña agricultura
en los países del Mercado Común Europeo y los países asociados. En
Francia, la crónica de las “crisis” es nutrida: en 1976, crisis de los
viticultores, crisis de los tomateros, crisis de los productores de frutas.
En realidad crisis de los pequeños y medianos productores familiares

426
con su cortejo de movilizaciones campesinas por la defensa de los
precios y que se saldan provisoriamente sobre la ruina de un número
importante de productores que abandona el terreno porque no es
más “viable”.

El negocio de las “firmas” agroindustriales es tan fabuloso que ellas


han devenido en el mundo desarrollado uno de los pilares más
dinámicos del capitalismo y uno de los instrumentos privilegiados de
la política de dominación de los monopolios imperialistas. Detrás de
cada “crisis agrícola” detectada en Europa Occidental puede siempre
encontrarse el interés de una firma multinacional.

En Chile el capitalismo se apresta a “racionalizar” la explotación del


campo y para ello no hay mecanismos diferentes a los anteriores. La
pequeña explotación familiar hará el gasto principal en esta
racionalización. Muchos pequeños y medianos productores son
conscientes que no pueden aspirar sino a la sujeción al capital; ellos
pueden contar con los dedos de la mano los explotantes familiares
que en los últimos 10 o 15 años de desarrollo agrícola (con reforma
agraria, con créditos, con poder comprador estatal, con cooperativas,
etc.) subieron hasta el umbral de la explotación familiar, allí desde
donde se puede, con suerte, pasar a la explotación capitalista, basada
en la explotación del asalariado, en la apropiación de la plusvalía. En
la nueva fase del desarrollo chileno van a desaparecer las
ambigüedades que han ocultado siempre la verdadera posición de la
explotación familiar en el sistema capitalista. Como en Europa los

427
campesinos chilenos se encontrarán cara a cara con su enemigo
principal, los mecanismos de la explotación capitalista aparecerán al
desnudo, como ya está sucediendo.

Intereses de los pequeños agricultores y de los capitalistas


agrarios

Los problemas afrontados por los pequeños y medianos productores


familiares en 1975 sirvieron para poner de manifiesto los intereses
principales y secundarios tanto de los productores capitalistas como
de los productores familiares. La defensa hecha por los
representantes de los patrones agrícolas de los pequeños y medianos
viticultores, productores de papas y arroceros puede ser analizada así:
a) la defensa de los agricultores afectados sólo fue de interés
secundario; b) lo que realmente les interesaba fue la defensa de
“todos los agricultores”; c) en la práctica la defensa de “todos los
agricultores” se tradujo en la defensa de los productores capitalistas
(fondos, reservas). Veamos todo esto más de cerca.

Primero el tipo de defensa implementado por los patrones. La SNA


declaró a propósito de la importación de papas y cebollas que no se
oponía a que se importen productos agrícolas, siempre que: a) se
cumpla con los requisitos sanitarios correspondientes (lo cual parece
obvio a cualquiera); b) que exista libertad que cualquiera pueda
importar y exportar productos agrícolas (importantísimo para los
socios de la SNA, pero no se ve de qué modo esto podría favorecer a

428
los pequeños productores); c) que se cancelen los aranceles
correspondientes: d) que se eviten los precios de “dumping” (al fin,
los precios); e) y que efectivamente exista déficit en el país que así lo
justifique. Evidentemente hay aquí la defensa de todos los
productores de papas, pero también es evidente la utilización del
problema para favorecer otros intereses capitalistas. Ninguna
mención de los productores pequeños, los más afectados.

En relación a los otros dos productos, el tipo de defensa


implementado por los patrones fue bastante parecido. Recuérdese la
preocupación de Domingo Durán por los pequeños y medianos
arroceros (“nos inquieta el problema”, “combatiremos duro a los
industriales antipatriotas”). Del mismo modo, la de los dirigentes
nacionales de la viticultura quienes convocaron un Congreso de
productores bajo el escándalo de la crisis de los pequeños viticultores,
pero cuyas resoluciones (hechas públicas en la semana del 3-9
Noviembre bajo la forma de 11 puntos sometidos al gobierno) no
contienen siquiera un acuerdo que se refiera específicamente a los
pequeños productores en quiebra. Detrás de todas estas posiciones y
actitudes de los capitalistas agrarios no hay ni más ni menos que la
lógica de los intereses de clase: la crisis profundizada de la pequeña
agricultura es utilizada por los grandes productores para mejorar la
relación de fuerzas en su favor en la pugna por mejores precios y por
el aumento de los sobrebeneficios (beneficio suplementario que los
productores más fuertes obtienen por encima de la tasa media de
beneficio).

429
A riesgo de simplificar las cosas, digamos que son los mecanismos de
la formación de precios según las leyes del mercado, los que están en
la base de los intereses de clase, los que determinan las oposiciones
de clase entre pequeños agricultores, productores capitalistas y
capitalistas industriales. En el mercado, el precio único que se
impondrá será aquel del productor que trabaja en las más malas
condiciones (poca tierra, poco capital, etc.) y para cuya producción
existe una demanda solvente. De aquí resulta que el productor más
fuerte, el “mejor colocado” obtendrá siempre el beneficio medio pero
además, el beneficio suplementario, lo que hemos llamado el
sobrebeneficio. Y aquí es justamente donde está la clave de la
“defensa” que hacen los grandes capitalistas de los pequeños
productores familiares.
Porque, ¿de dónde proviene el sobrebeneficio?

Evidentemente en primer término de la plusvalía extraída a sus


asalariados pero, y esto es lo que nos interesa por el momento, del
producto del sobretrabajo del pequeño agricultor (el sobretrabajo
siendo en este caso todos los valores producidos más allá de lo
estrictamente necesario para que el pequeño productor asegure su
existencia). Ahora, resulta que en la economía capitalista el
sobreproducto (sobretrabajo del productor directo + plusvalía) se
reparte en la economía del país proporcionalmente al capital total
empleado en cada sector y no proporcionalmente a las cantidades de
valor producidas en cada sector. De aquí que una transferencia neta

430
de capital-trabajo se produce favoreciendo a las grandes
explotaciones capitalistas, pues son ellas las que disponen del capital
técnico en una escala enormemente superior a las explotaciones
familiares (véase cuadro adjunto). La capitalización de las empresas
capitalistas en los últimos años ha sido ya señalada en Correo
Proletario 3.

Pero por lo mismo que esta distribución del sobrebeneficio se realiza


en función del capital técnico comprometido, cuando se trata de las
relaciones entre la agricultura y la industria (en tanto sectores de la
economía) es esta última la que es favorecida. Y es justamente por
esto que el precio de los productos agrícolas viene a ser la
reivindicación común de los productores capitalistas y de los
productores familiares y es por ello que en un momento dado los
capitalistas agrarios asumen la “defensa” de los pequeños
agricultores y estos últimos ven sus intereses confundidos con
aquéllos. Pero mientras en la pugna agricultura-industria los
capitalistas agrarios aumentan sus sobrebeneficios, el pequeño y
mediano agricultor alcanzará, lo más, a continuar la explotación. Por
eso es que los intereses comunes se acaban aquí y son solamente de
carácter secundario. Ello explica el tipo de defensa hecha por los
representantes del capital agrario en los casos descritos
anteriormente.

Esa defensa de la existencia de los pequeños productores marginales


estará siempre en el interés de los productores capitalistas pues para

431
la apropiación de los sobrebeneficios es necesaria la existencia de
productores marginales, colocados en peores condiciones que otros.
Pero esa defensa no puede comprometer los intereses de clase de los
capitalistas agrarios y es por eso que se explica el tenor de las
declaraciones del Congreso de Viticultores de Curicó o de la SNA, en
las cuales no existe alusión ninguna a medidas prácticas que permitan
mejorar la posición de los “peor colocados”. Y ello porque la única
reivindicación válida para estos últimos sería la aplicación de una
política selectiva, discriminatoria en su favor, lo que no está por cierto
en el interés de los productores capitalistas.

De todas maneras, y por si esta lógica llegase a ser olvidada por


algunos, allí está El Mercurio para recordarla. En su edición
internacional del 14-20 de julio de 1975 decía sin ambages: “lo
importante es que los grupos que sufren con la política económica no
consigan situaciones de privilegio o excepción porque éstas
comprometen el éxito del experimento global y facilitan nuevas
concesiones”. Nada más claro y más alertador para el futuro.

La defensa independiente de los pequeños agricultores

En el nuevo período, el desarrollo de las fuerzas productivas en


nuestro país y particularmente en la agricultura, ha de basarse
fundamentalmente en la intensificación del trabajo, lo que obligará a
una concentración y centralización de la fuerza de trabajo, más allá
de los estrechos límites de la explotación familiar. No serán muchas

432
las que podrán escapar a la ruina, comprendidos también los nuevos
pequeños propietarios de la reforma agraria.
Los precios de los productos agrícolas han estado y lo estarán más
que nunca de ahora en adelante, en el centro de los intereses
inmediatos y fundamentales de los pequeños agricultores chilenos,
pero para ellos es evidente que no se trata de precios en general, de
aquellos que interesan a los capitalistas agrarios. Es de precios bien
distintos, es de precios selectivos favorables, única manera de evitar
que su sobretrabajo pase a manos de los grandes productores, de que
se trata.

Conociendo que los capitalistas no estarán dispuestos a aprobar así


como así medidas selectivas de tal trascendencia, so pena de
renunciar a sus propios sobrebeneficios, y que por lo tanto la lucha
por los precios en la práctica va a significar la lucha por la
sobrevivencia en las condiciones aceptables para el capital (necesidad
de productores marginales), no cabe duda que los afectados se verán
tarde o temprano abocados al problema de buscar una solución de
carácter estratégico que cuestione los lazos de sujeción a las distintas
formas del capitalismo agrario, incluidos el capital agroindustrial y
los agricultores capitalistas.

Las posibilidades de lucha independiente que tienen los pequeños y


medianos productores en el período actual no son muy claras si
asumimos el punto de vista de las necesidades de una lucha política,
en tanto ella no puede ser sino política, en la medida que son intereses

433
fundamentales de clase los que están en juego. Y no lo vemos claro
teniendo en cuenta de una parte el pasado reciente de sus luchas y de
otra el estado actual de la reflexión teórica sobre el problema,
destinada a nutrir una política de clase. De ello nos ocuparemos en el
futuro.

Lo único que hoy parece claro es que en su lucha reivindicativa los


productores pequeños están en condiciones de superar una de las
ambigüedades principales del pasado (ambigüedad en primer
término de los que asumían su representación), aquella que consistía
en la pretensión de compensar la pérdida del sobretrabajo, apropiado
por los capitalistas, a través de la acción paternalista del Estado,
logrando apenas hacer sobrevivir la explotación. Hoy la política
paternalista del Estado se acabó, y con ella el mecanismo pseudo-
compensador.

434
435
436
BOLETIN CORREO PROLETARIO
1976 – Año I – N°I- Enero
Boletín publicado por el grupo Italia según los acuerdos tomados en
Bélgica en Agosto de 1975»

Este primer número de nuestro Boletín, más que cumplir con el


conjunto de objetivos orgánicos que se le asignaron cuando fue
acordada su publicación, responde a algunas necesidades propias del
periodo por el que atravesamos.

El material se ha seleccionado con el criterio de recopilar


documentalmente los principales acuerdos, discusiones y propuestas
que han caracterizado nuestro primer año de vida en el exilio, primer
año caracterizado por nosotros como un periodo de reorganización.

Creemos que de los contenidos de este primer número se deduce una


discusión que se pone como objetivo el resolver algunos de los nudos
más importantes, desde el punto de vista de la organización de la
Tendencia, que en este momento enfrentamos.

Esperamos que los próximos números del Boletín comiencen a ser ya


el reflejo de una actividad colectiva organizada. Para ello lo central es
la colaboración ágil de parte de todos los grupos, en la perspectiva de
crear un instrumento de documentación, información y discusión al

437
interno de la Tendencia, como también en la perspectiva de la
integración gradual de sectores del movimiento obrero y
revolucionario interesados en sumarse a un amplio proceso de lucha
ideológica.

Primer objetivo concreto: dar continuidad al Boletín. Un boletín


mensual, aunque reducido en cantidad de material comenzará a
garantizarnos este elemento de continuidad. Sacaremos un boletín
todos los meses

_______________________________________

438
25. INFORME DE LA REUNIÓN REALIZADA EN PARÍS LOS
DÍAS 7, 8 Y 9 DE MAYO DE 1975.

En el curso de esta reunión se abordan centralmente las principales


cuestiones relacionadas con el funcionamiento futuro de la
Tendencia.

En efecto, a más de un año del golpe militar y a algunos meses de


nuestras primeras tentativas de reagrupamiento, más o menos
desafortunadas, una serie de nuevas situaciones nos ponen delante la
necesidad de replantear los términos de dicho reagrupamiento, así
como las de definir las bases teóricas y políticas del funcionamiento
de la Tendencia. Substancialmente la reunión intenta dar un punto
de partida orgánico-político al debate de las cuestiones que dicen
relación con la conformación de una tendencia revolucionaria
vertebrada al interior del movimiento obrero chileno.

Condiciones para el surgimiento de una tendencia en el exilio

Después de cumplido un año de dictadura militar, obedeciendo al


imperativo de mejorar sus relaciones exteriores, la Junta ha
comenzado a expulsar centenares de prisioneros políticos y a acordar
salvoconductos a los militantes asilados en las embajadas extranjeras.
Estas medidas de expulsión están alcanzando, por su amplitud, a
importantes sectores obreros y campesinos que no gozan del apoyo

439
de los aparatos oficiales de los partidos de la UP. Las
nuevas hornadas de revolucionarios se diferencian sustancialmente
de las anteriores. Ya no son los burócratas aterrorizados que invadían
las embajadas, ni los funcionarios comprometidos en los turbios
manejos UP, ya que la pequeñaburguesía apitutada que desertaba
ante la bancarrota UP y MIR. Muchos de los que ahora están siendo
liberados bajo la presión internacional son cuadros obreros y
campesinos que ayer realizaron una experiencia política de gran
importancia y que al interior de los campos de concentración ha
mantenido una actitud de independencia respecto de los partidos y
formaciones de la izquierda tradicional.
Muchos sectores son portadores de la mejor experiencia vivida por el
movimiento obrero en mucho tiempo. Estos pertenecen a la
vanguardia obrera que hoy recapitula su experiencia, hacen el
balance y hoy continúan la lucha. El arribo de estos sectores al exilio
comienza ya a gravitar sobre la composición de clase de la emigración
chilena en el exterior.

Bancarrota de los partidos de la U.P. y el M.I.R.


La derrota del 11 de Septiembre y sus repercusiones al interior de los
partidos de la coalición UP ha esencialmente puesto de relieve la
histórica incapacidad de estos sectores para conducir el proletariado
a la revolución. Profundamente penetrados por la ideología
pequeñoburguesa, producto de esos intereses de clase y de esa
concepción del estado y las clases, y además corroídos por un

440
irreversible proceso burocrático, los viejos partidos de la izquierda
viven actualmente la mayor crisis de su historia.

Incapaces de dar un respuesta coherente siquiera a sus propios


problemas, impiden y esquivan sistemáticamente la realización del
balance crítico los tres años, reclamado por un número creciente de
sus propios militantes dentro y fuera de Chile. Cierran
arbitrariamente las puertas a la discusión y se comprometen
decididamente en la tarea de revitalizar viejas alianzas; dando así
nuevos impulsos a la colaboración con otros sectores de la burguesía,
y dando crédito así conscientemente a los sectores burgueses
golpistas hoy en desacuerdo con la política de la Junta. Pretenden
arrastrar de nuevo al movimiento obrero a la subordinación respecto
de las posibles contradicciones en el bloque dominante.

Estos hechos han precipitado y seguirán precipitando a considerables


sectores de estos partidos a adoptar posiciones de mayor
independencia respecto a sus direcciones y a buscar fuera de los
marcos políticos tradicionales el esclarecimiento de las cuestiones
fundamentales que se plantean actualmente al movimiento obrero.

El MIR, pisoteando los derechos más elementales de sus militantes,


coarta también la discusión, expulsando de sus filas a todo aquel que
discrepa. Levanta falsos problemas morales, descalifica
arbitrariamente a centenares de militantes, cuadros políticos
formados, la mayoría de ellos con vínculos en los frentes de masas,

441
mediante burdos artificios burocráticos. Estos compañeros
representan un contingente que, lejos de constituir una pléyade de
cobardes, busca su propia reinserción en las filas revolucionarias por
la vía del replanteamiento de las experiencias vividas. Estos sectores
están también hoy día en condiciones de incorporarse a las tareas de
reconstrucción de una tendencia revolucionaria al interior del
movimiento obrero.
Los hechos anteriormente señalados abren enormes perspectivas a la
realización de un trabajo en la emigración orientado hacia los sectores
mencionados.

Base social del surgimiento de una Tendencia Revolucionaria


implantada en el movimiento obrero.

El cambio cualitativo señalado en la composición de clase de la


emigración chilena a partir de 1975, así como la descomposición que
sufren los partidos de la UP y MIR, nos permiten plantearnos hoy en
día la necesidad de levantar un balance crítico de lo que fue el período
anterior, a partir, precisamente, de la incorporación a esta tarea de
los sectores más avanzados del proletariado chileno. Son estos
sectores los únicos capaces de emprender dicho necesario balance de
su propia experiencia y de la del conjunto de la clase. La existencia de
estos sectores, estén en los campos de concentración, en el exilio o al
interior en fábricas y minas y por lo tanto presentes en la lucha de
clases, es el factor central a considerar en toda tentativa de
recomposición del movimiento y por esta vía, eventualmente, en la

442
conformación de una tendencia revolucionaria que llegue a plantear
y a plasmar una dirección revolucionaria salida de la clase misma.

Estos sectores se ven hoy día sometidos a una doble amenaza. Por un
lado, la Junta Militar y sus aparatos represivos que hacen pagar un
elevado precio a los obreros por sus tentativas autonomistas, lo que
no les permite sino una vida política extremadamente difícil y
precaria al interior de los campos o en una rigurosa clandestinidad
fuera de ellos. Por otra parte los reformistas y centristas que, con su
característica política de reblandecimiento ideológico, buscarán
destruirlos políticamente a través de ganarlos con falsas promesas
demagógicas o a través de la simple delación. Esta situación será
particularmente grave cuando el reformismo consiga un relativo
fortalecimiento de sus aparatos burocráticos destinados a consagrar
las viejas alianzas, proyectos políticos ya planteados en sus actuales
documentos.

La tarea política del momento, en consecuencia, consiste en el


rescate político y material de estos sectores que representan
claramente la continuidad de una tendencia que estuvo presente en
el movimiento obrero en los tiempos de mayor ascenso de la lucha de
clases y que supo preservar su independencia de clase frente a la
hegemonía pequeñoburguesa de la dirección del proceso político
chileno. El arranque político de la Tendencia está, pues, íntimamente
ligado a la suerte de estos sectores sociales y políticos. Una tarea de
primer orden es para nosotros la liberación de los obreros presos. A
la política de la UP de agitar la libertad de los ex burócratas del

443
régimen y de los partidos, debemos oponer intransigentemente una
agitación por la liberación de los dirigentes y militantes del
movimiento obrero, cuya presencia, activa en los debates de la
emigración es condición indispensable para el desarrollo de una
tendencia revolucionaria sólidamente arraigada en el movimiento
obrero. '

La Formación Política.

El problema de la crisis de dirección política es un problema de


contenidos históricos y sociales. No es posible responder a la crisis
actual con viejas frases de cliché ni con fórmulas de dudosa validez.
Esta crisis es demasiado profunda como para seguir respetando los
viejos hábitos políticos. Son demasiadas las derrotas acumuladas por
el proletariado chileno y latinoamericano como para no enfrentar el
problema de manera seria y responsable. Es necesario eliminar para
siempre los métodos de la improvisación y el caudillismo. La
superación de una crisis de esta envergadura exige la apertura de un
amplio debate y de un periodo profundo de crítica en el seno de
nuestra tendencia y fuera de ella en los límites para nosotros posibles.
El esclarecimiento de las bases teóricas, políticas, sociales e históricas
del problema de la construcción del partido es uno de los elementos
centrales de las preocupaciones de los proletarios de vanguardia. Para
que esto se desarrolle en la medida de las exigencias planteadas y no
se convierta en una mera frase, la formación política y la discusión
política constituyen uno de los centros de nuestra actividad. Al
respecto, la Tendencia debería definir líneas concretas de trabajo.

444
Este esfuerzo deberá ser canalizado en la perspectiva de contribuir a
poner en pie una intelectualidad revolucionaria generada por la
propia clase obrera, capaz de dotar de contenido y dirección a la
Revolución socialista chilena.

El Periódico.
Finalmente, en el curso de las discusiones, se propone unánimemente
recomenzar la publicación del periódico.
La necesidad de un debate profundo al interior de la Tendencia,
tendiente a homogeneizar los niveles de su pensamiento político ya
dibujar con claridad los contornos de nuestra alternativa política y
orgánica, requiere de la existencia de un instrumento organizador
también en este periodo que garantice la participación del conjunto
de los compañeros en el proceso, de elaboración y sistematización de
los contenidos políticos de la Tendencia. El periódico abre por un lado
las puertas a la participación de este proceso a los distintos
compañeros y grupos que se reparten en los distintos países, y por
otro permite la incorporación a este proceso de otros sectores cuyas
posiciones son globalmente cercanas a las nuestras o cuya explicación
Histórica es la misma. El periódico permite, al mismo tiempo, la
detección de innumerables grupos o compañeros aislados en la
emigración, susceptibles de ser incorporados a las tareas que el
mismo periódico impondrá.

445
El periódico debe reflejar el desarrollo de la discusión política interna.
La participación directa de todos los militantes en la elaboración del
periódico será el camino más eficaz para garantizar el desarrollo
político de los militantes y para evitar viejas prácticas burocráticas,
haciendo posible que las definiciones políticas sean un producto
colectivo y no el producto de la actividad de dos o tres compañeros
más o monos ilustrados, sean estos obreros o no obreros.

El periódico se convertirá en última instancia en la expresión pública


de la Tendencia. Será el instrumento para disonar en el plano político
y orgánico la presencia viva de una corriente en el combate político.
Constituirá en cierto modo la herramienta de legitimación de la
Tendencia en el frente de la emigración y en la relación con las
organizaciones y corrientes del movimiento obrero internacional.

El periódico debe ser también el instrumento para desarrollar la


necesaria lucha ideológica ante el reformismo y con las otras
corrientes al interior del movimiento obrero.

La realización de un periódico es un instrumento de probada


eficiencia en la activación de una corriente tendencial, desde el punto
de vista organizativo. La publicación de un periódico y su mantención
nos coloca ante la inminencia de una serie de tareas en diversos
niveles (políticas, técnicas, teóricas y organizativas) con plazos
rigurosos. Esto obliga al montaje de un mínimo aparato orgánico,
cualesquiera que sean nuestras concepciones políticas.

446
El presente Informe constituye solo una apretada síntesis del
desarrollo de la reunión mencionada, reunión en la cual participaron
compañeros de dos grupos nacionales integrados a la Tendencia.

Al margen del Informe, el Grupo do Francia propone al resto de la


Tendencia el siguiente ordenamiento de temas de discusión para las
próximas reuniones programadas con la participación de otros
grupos:

-Carácter y Método de la Formación Política.

-Periódico.

-Política de desarrollo orgánico.

-Política de Relaciones con organizaciones chilenas.

-Política de Relaciones con organizaciones no chilenas.

-Problema de las vinculaciones con Chile.

-Proposición de una reunión ampliada con la participación de


compañeros de todos los grupos nacionales, reunión que enfrente
la discusión de los puntos arriba planteados.

París, Junio 1975

________________________________________________________

447
26. CONSIDERACIONES EN TORNO AL PROGRAMA DEL
CURSO DE FORMACIÓN POLÍTICA.

Urbano. (Francia)

El problema ha sido debatido en los dos encuentros tenidos en París,


y en la última de estas reuniones parecieron no haber quedado dudas
acerca del rol que se le atribuye, tanto en lo inmediato como en
perspectiva. De todas maneras, el problema presenta aspectos que
merecen que se siga profundizando en sus implicaciones posibles
para el desarrollo de la Tendencia. Por ejemplo, una cierta
imprecisión queda pendiente cuando unos hablan de "formación
política" y otros de "formación teórica". ¿Es que en ambos casos se
alude al mismo proceso formativo? Nosotros volveremos más
adelante sobre este punto, luego de echar un vistazo sobre lo que a
nuestro juicio ha sido la experiencia de los militantes en los partidos
de la izquierda chilena. Continuar el debate relacionándolo con
experiencias concretas nos permitirá por otra parte que no solamente
se esté de acuerdo en general sobre la importancia de la formación
teórica, sino que ella sea calibrada en toda su significación; práctica y
particularmente en lo que se refiere a la salud del movimiento
revolucionario.

En lo inmediato ha quedado de relieve el doble papel que puede y


debe jugar, la formación política en la partida y consolidación de la
Tendencia:

448
-Como factor organizador de los grupos o circuitos nacionales,
alrededor del cual poco a poco van a ir surgiendo tareas políticas
concretas.
-Puede decirse que esta tarea es a la organización de los grupos en
cada país lo que el periódico pretende ser para todos los grupos que
existen y van a surgir en diferentes países.

-Como herramienta fundamental en la homogeneización política


necesaria, hacia la cual deben encaminarse los distintos grupos. En
este sentido lo que es una necesidad en lo inmediato pasa a tener
importancia estratégica para la Tendencia, pues superar la fosa
creada entre la teoría y la práctica política es cuestión de vida o
muerte.
Y cuando decimos que es una cuestión de vida o muerte para una
Tendencia que se plantea ni más ni menos la tarea de contribuir a la
reorganización del movimiento obrero revolucionario, no estamos
exagerando nada. Y es en este instante precisamente que conviene
hacer un balance de lo que han sido las concepciones y las prácticas
de los partidos "obreros" chilenos en relación con el proceso
formativo de sus militantes. Nosotros vamos a llamar la atención
solamente acerca de ciertos puntos, sin entrar a un análisis fino que
solo podrá ser producto de una discusión colectiva.

La Subestimación de la Teoría y el predominio del Practicismo.

449
"A la clase obrera no se la educó políticamente", decía un compañero
en la última reunión de París (fines de Junio), y expresaba con ello el
problema de fondo de la crisis en el movimiento obrero
revolucionario, y a la vez sugería la pregunta obvia de por qué no se
la educó políticamente. La respuesta se anunció en la misma reunión,
cuando se hizo referencia a lo que se llamó la división del trabajo en
el partido y en el movimiento. Efectivamente es difícil encontrar
militantes de la izquierda chilena que no hayan constatado el
fenómeno de una manera directa: división del trabajo entre quienes
manejan la teoría y los que la desconocen, entre los que "hacen el
trabajo teórico" y los que hacen el trabajo práctico, entre los que
"crean o producen" las políticas para el movimiento obrero y los que
las ejecutan. Esta división de tareas tajante definía de manera clara la
posición de cada cual al interior del partido, destacándose de un lado
los dirigentes y de otro la masa del partido, los simples militantes. Si
para: esta masa de militantes del partido era subestimada o negada la
formación teórica, con tanta mayor razón lo era para la clase obrera.
He aquí cómo la concepción deformada del trabajo revolucionario en
los partidos de la izquierda negaba a la clase obrera las posibilidades
de la educación política. Sin embargo (y este es un problema que
deberá ser estudiado un día) en la historia del movimiento obrero
chileno las cosas al parecer no fueron siempre así, y el periodo más
interesante de estudiar parece ser aquel en que el movimiento obrero
hace sus primeras armas en la lucha organizada contra el capital, es
decir, cuando la clase obrera es capaz de destacar de su propio seno
sus cuadros dirigentes, en primer lugar Recabarren y Lafferte, pero a
quienes acompañaban muchísimos otros cuadros obreros,

450
autoformados en la doctrina revolucionaria. En cierto modo, si no se
trataba precisamente de una intelectualidad obrera, a lo menos hay
que aceptar que en aquel periodo surgió el embrión de una
intelectualidad obrera y que existían las condiciones para su pleno
desarrollo.

Lo cierto es que la concepción de la división del trabajo de la que


venimos hablando se definió cada vez más nítidamente a partir de los
años 38/40, es decir, a partir del Frente Popular.

El Monopolio de la Teoría por los Dirigentes pequeño-burgueses.

La política del Frente Popular parece haber contribuido


enormemente a la toma de posiciones por parte de la intelectualidad
pequeño-burguesa en los partidos obreros (aquí hay que establecer la
debida distinción entre PS y PC). Lo que aparecía hasta allí como
deformaciones de la vida partidaria susceptibles de ser corregidas a
base de una política proletaria, va a tomar las características de
hábitos adquiridos y se convertirán en la norma de la organización.

Esta pequeña burguesía en proceso de conquista de posiciones va a


encontrar (a juzgar por muchos indicios) una camada de dirigentes
del movimiento obrero vinculada a los sectores privilegiados de la
industria, los cuales aparecen dispuestos a compartir el liderazgo de
la clase obrera. De este modo, lo que comienza siendo la penetración
de una concepción pequeño-burguesa del partido y del trabajo

451
revolucionario, va a transformarse de una manera totalmente natural
en el predominio de esta ideología sobre el partido y sobre el
movimiento obrero.

En los partidos obreros chilenos la pequeño-burguesía ha dado tal vez


las mejores demostraciones de su complejo de "dirigir" a la clase
obrera, complejo nacido de su incapacidad históricamente
demostrada de dirigir el estado burgués, contrariamente a todo
cuanto sostiene una profusa producción sociológica que le reconoce
un rol "autónomo" en la gestión del estado capitalista. Lo que sí ha
demostrado sin lugar a dudas es capacidad para montarse en la
dirección de los partidos obreros.

En todo caso, las modalidades a través de las cuales se afirma el


control sobre los diferentes partidos son distintas, y puede ser muy
ilustrativo y aleccionador el estudio de estas modalidades.

Por ejemplo, en ciertos puntos esenciales es notoria la diferencia del


PC al MIR. Así, en el primero, el rol teórico es cumplido
orgánicamente por los dirigentes pequeño-burgueses enquistados en
el CC y en la CP, del mismo modo, que en las comisiones
especializadas su vinculación al partido es estrecha y constante, su
pensamiento concretado en tácticas concretas es sólidamente
asimilado por los militantes. He aquí una de las fuentes más
importantes del monolitismo partidario, basado paradojalmente en

452
una extrema división del trabajo. En el MIR se puede decir que el
problema se ha presentado bajo una triple división del trabajo:
teóricos-dirigentes-militantes. En efecto, la dirección del MIR
aparecía más moderna y tenía a su servicio una especie de
"inteligencia" cuya vinculación con la organización era
absolutamente inorgánica y pasaba por canales de tipo personal, a
veces exclusivos, entre sus componentes y la dirección del partido.
Las definiciones de políticas pasaban de este modo muy por encima
de lo que era la vida concreta y la experiencia política de los militantes
y de la clase. El partido en su conjunto solo recibía la noticia de los
cambios de timón que se decidían, y evidentemente las dificultades
eran serias para concretar las nuevas políticas, dada la división tan
tajante entre la “creación" de la política y la ejecución de la misma. El
MIR no lograba el monolitismo ideológico y político, no porque sus
dirigentes no lo desearan, sino porque la división del trabajo en su
seno superaba los límites posibles. Un proceso constante de erosión
acompaña su desarrollo como partido durante el gobierno de Frei
durante el gobierno de la UP y después del golpe militar.

La Formación Teórica: una Tarea Burocrática.


Como derivación de las concepciones y las prácticas que venimos
señalando, la formación teórica de los militantes no podía ser otra
cosa que una tarea burocrática y formal. Esto se expresaba en el PC
(donde la cuestión se tomaba "seriamente") en diferentes planos, en

453
su canalización orgánica a través de la Comisión de Educación,
organismo centralizador de los programas, calendarios, profesores;
en el método absolutamente tradicional de la relación profesor-
alumno, en la elección de los temas, normalmente los temas en boga
a escala del comunismo internacional (por ej. “el revisionismo
yugoslavo", "la traición china"). En fin, una tarea aislada de la
práctica política del partido y de la clase obrera, rutinaria y
desmoralizante para los obreros con inquietudes de formación
política revolucionaria.

Resultados: Una Cultura Política tipo "Informe Central".


Nos parece que esta designación contribuye bastante a definir el
resultado en términos de formación teórica a la escala del común de
los militantes. Importantes sectores de ellos solo se nutrían
teóricamente de los documentos internos del partido, de los informes
o discursos importantes de los dirigentes. En un nivel más elevado de
formación, una especie de cultura política de segunda o tercera mano
era cuidadosamente seleccionada por la burocracia de la "educación
política" y asimilada por camaradas más restringidos dentro de la
militancia. De ella se nutrían los activistas, los cuadros intermedios:
lo indispensable para una mínima flexibilidad en la aplicación de las
tácticas, pero absolutamente insuficiente para juzgar sobre la justeza
de una política global revolucionaria.

454
En el plano de las relaciones partidarias la pobreza de la formación
teórica tenía que traducirse necesariamente en la pérdida de iniciativa
de los militantes y en una relación de dependencia respecto de sus
dirigentes, en una renuncia involuntaria a la crítica de principios, a la
pérdida de vigilancia revolucionaria, y en el límite extremo, a dejar
libre el camino para la concentración del poder en el partido.

De aquí para adelante la función y la actividad de los militantes van a


estar orientadas a asegurar la presencia del partido en el frente de
masas, asegurar por encima de todo, y aun pese a la clase, la
influencia y el control del partido sobre ella. El militante deviene el
ejecutante fiel de una política cuyo objetivo central es crearse una
clientela política en la clase obrera, antes que en ayudar a la clase
obrera a desarrollar sus potencialidades para la conducción de sus
propias luchas. Aparte de esto en cada partido se irá definiendo el
prototipo del militante revolucionario, definiciones todas ellas
impregnadas de subjetivismo y de connotaciones morales.

La ausencia de una práctica teórica, en el proceso formativo de


los Militantes revolucionarios no puede sino conducir a la crisis
de las ideas y de la práctica revolucionaria.

Nosotros no tenemos ninguna pretensión de definir el tipo ideal de


militante, sólo nos interesa llamar la atención de lo que podríamos
llamar "la calidad revolucionaria”, es decir un conjunto de

455
condiciones que a nuestro juicio no pueden medirse sino con el rasero
de la eficacia, en la conducción de la lucha de los obreros contra el
capital. ¿Cómo ganar esta calidad que asegure este máximo de
eficacia? ¿Cómo lograrla en términos de los militantes individuales,
en términos de una tendencia revolucionaria en su conjunto, en
término de la vanguardia obrera?

Después de la revisión rápida de lo que ha sido la experiencia de la


izquierda chilena a nosotros se nos ocurre que os necesario referirse
a un proceso formativo complejo, dentro del cual es necesario
distinguir dos aspectos que deberían darse íntimamente ligados si
somos capaces de superar la crisis que hemos descrito: una práctica
política y una práctica teórica. No nos vamos a ocupar del tipo de
relaciones que en rigor debe establecerse entre una y otra, y vamos a
decir que la primera para efectos prácticos la entendemos en su
sentido restringido (en el sentido de una actividad política al interior
del movimiento obrero) y es en torno a la segunda que nos parece
importante debatir.

Cuando nos referimos a una práctica teórica nos referimos a un


proceso de reflexión que necesita para hacerse efectivo de la
existencia de dos condiciones de naturaleza diferente: una realidad
(la práctica concreta de los militantes) y un utillaje conceptual (las
categorías teóricas del marxismo). Es este proceso de reflexión
colectiva, si somos capaces de desencadenarlo en la tendencia, el que
permitirá la "creación" de la política, las definiciones estratégicas y
tácticas. Es este proceso de reflexión el único capaz de asegurar a la
clase obrera la superación de la crisis de dirección del movimiento

456
obrero. Es solo a través de este proceso que puede surgir de la clase
obrera una intelectualidad revolucionaria, la única capaz de dotar "de
contenido y dirección a la revolución chilena" (I Reunión París)

Nada más lejos de nosotros la pretensión de convertir a cada militante


obrero en un teórico del marxismo, pero sí de permitir que cada
militante obrero, que cada obrero de vanguardia se arme de la base
conceptual (las armas de la crítica n.d.l.R.) de la teoría revolucionaria
y de la lucha de clases. Ayudarlo a adiestrarse en la utilización de ese
utillaje en el análisis de su práctica concreta, a descubrir y describir
los fenómenos contradictorios, a buscar la superación teórica y
práctica de las mismas, a desarrollar su capacidad de análisis y su
espíritu crítico.

Asumir esta responsabilidad es lo que, a nuestro juicio, justifica


históricamente la organización y desarrollo de una tendencia y en
esto es donde se va a situar seguramente la diferencia esencial con
cualquier otro proyecto tendencial.

Condiciones que deben ser aseguradas por


los Grupos para la efectividad de la
formación teórica.
Las condiciones bajo las cuales este trabajo va a comenzar son más
bien desfavorables (pensando que todos entendemos que no se trata
de una actividad académica escolar). En primer lugar está la
dispersión internacional de los grupos y, frente a esto, la necesidad
de intercambio de las experiencias y de ir homogeneizando los

457
contenidos y los métodos. Un problema de enorme trascendencia y
que es necesario calibrar seriamente es que nuestro trabajo comienza,
con la reorganización de la Tendencia en el exterior y nos
encontramos aventados del escenario natural de la lucha de clases en
Chile. Independientemente de todo lo que hagamos en términos de la
ligazón a esa realidad, eso no podrá suplir la necesidad de contacto
material con el movimiento obrero. Otra cosa que debemos tener en
cuenta es la gran debilidad orgánica que caracterizará nuestros
primeros pasos en la reorganización en el exilio. Por todas estas
razones será necesario insistir en los siguientes puntos:

- La necesidad de asegurar (paralelamente a los otros tipos


normales de ligazón) la información permanente de la
situación política chilena, valiéndose cada grupo de sus
propios medios y contactos.
- La inserción de los componentes de la Tendencia en el
movimiento obrero de los respectivos países a través de
cualquiera de sus expresiones orgánicas
- Preocupación por hacer circular el resultado de la actividad
de cada grupo (centralización de información), como la
mejor manera de profundizar en el debate de las cuestiones,
y a la vez como la mejor forma de control colectivo de la
seriedad con que se lleva a cabo el proceso de formación de
los militantes.

458
A estas consideraciones generales en torno al problema de la
formación política y teórica, se agrega la Proposición de un Curso
Básico, del cual se programe la primera parte.

CURSO BÁSICO PARA LA FORMACIÓN POLÍTICA. Primera Parte.

De acuerdo a la reunión celebrada en París la última semana de Junio,


el gran tema a trabajar para el primer curso por los grupos es "El
Desarrollo del Movimiento Obrero", teniendo en cuenta la necesidad
de abordar dos bloques de materias: el origen y desarrollo del
capitalismo, y el origen y desarrollo del movimiento obrero.

Como se trata de analizar estos dos problemas desde el punto de vista


del marxismo, nosotros queremos proponer el siguiente proyecto de
Programa:

l. Cuatro Unidades de Materia, que serían: 1.Estudio de "La Crítica


del Programa de Gotha”; 2. La relación de la producción
capitalista a través de los tomas que plantea el texto
mencionado; 3. El desarrollo clásico del capitalismo; 4. El
Movimiento Obrero.

II. Trabajar con un número reducido de textos que a nuestro


juicio deberían ser: Carlos Marx, Crítica del Programa de Gotha. El
Capital, en los capítulos y títulos señalados más adelante. La Historia

459
del movimiento obrero europeo y un texto de ayuda, Salario, Precio y
Ganancia, Carlos Marx.

La Crítica del Programa de Gotha. Por qué pensamos que es correcto


partir con el estudio de este trabajo de Marx?

Primero, porque nos parece que toda la perspectiva de nuestro


trabajo es una respuesta a las deformaciones, a los falsos programas
revolucionarios.

Segundo, porque este trabajo es una excelente demostración de la


necesidad de ser rigurosos y sistemáticos en el lenguaje, en las ideas
y en los programas. Nuestra actitud se presenta también como una
respuesta a nuestras ligerezas y a las ligerezas de los demás, en
contraste con la rigurosidad que exige la lucha de clases.

Tercero, porque a través de pocas páginas, Marx hace una


demostración brillante de para qué sirve tener claridad (en este caso
para un programa político) en relación a las categorías
fundamentales de análisis.

Cuarto, porque en los títulos I y II nos parece que están las ideas
centrales para una unidad de materia que contribuya a explicar la
relación de producción capitalista.

Sin perjuicio de los hallazgos eventuales de los compañeros, nos


parece que el Programa podría quedar como lo detallamos más
adelante.

La Relación de Producción Capitalista

460
1: Trabajo, Trabajo útil, Trabajo social. El Capital. Libro I, Tomo I.
Capítulo VII: La Producción de valores de uso, la producción de
plusvalía. Capítulo VIII: El capital constante, el capital variable.

2: Propiedad de los Medios de Trabajo. El Capital. Libro, Tomo I.


Capítulo VI: La compra y la venta de la fuerza de trabajo. Capítulo X:
La Jornada de Trabajo, capítulo detallista pero que convendría leer
íntegro. En su defecto, los títulos Límite de la Jornada de Trabajo y
Lucha por la Jornada de Trabajo normal, deben ser leídos.

3: Producto del Trabajo. Valor del Trabajo. El Capital. Libro I, Tomo


I. Capítulo IX: La Tasa de plusvalía. El Grado de explotación de la
Fuerza de trabajo.

4: Intercambio entre Productores en la Sociedad Capitalista. El


Capital. Libro I, Torno I. Capítulo 2: De los Intercambios.

5: El precio de la fuerza de trabajo. El Capital Libro I, Tomo II.


Capítulo XIX: La transformación del valor o del precio de la fuerza de
trabajo en salario. Capítulo XX: El salario por tiempo. Capítulo XXI:
El salario a trato.

6: Conclusión del estudio, y discusión. Conclusiones metodológicas.


Conclusión en relación a varios teóricos. Conclusiones, a partir del
estado de avance del estudio, en torno a la lucha entre los capitalistas
y los trabajadores.

El Desarrollo del Capitalismo y la suerte de la clase obrera.


El Capital. Libro I, Tomo II. Capítulo XIII: La Cooperación. Capítulo
XIV: La división del trabajo y la Manufactura. Capítulo XV: EL

461
maquinismo y la gran industria: la prolongación de la jornada de
trabajo y la Intensificación del trabajo.

El Capital, Libro I, Tomo III. La ley general de la acumulación


capitalista.

________________________________________________________

En torno a las principales cuestiones planteadas en el documento del


compañero Urbano, se ha abierto ya una discusión en los diferentes
grupos. El próximo número del BOLETÍN publicará algunos textos,
incluido un documento en relación al tema de Intelectuales y clase
obrera, en preparación por el grupo Italia.

El siguiente Programa para el estudio de la cuestión del partido a


través del repaso de las diversas experiencias del movimiento obrero
internacional, ha sido propuesto por el compañero H. A través del
BOLETÍN reproponemos su disensión y su eventual aplicación, con
las correcciones y agregados que se consideren necesarios, en la
actividad de los grupos nacionales.
________________________________________________________

PROGRAMA Y BIBLIOGRAFÍA PARA ESTUDIAR LA CUESTIÓN


DEL PARTIDO.

El Programa está estructurado en seis unidades, contando con una


reunión de estudio semanal, siempre que a la misma los
participantes concurran con el material propiamente estudiado.

462
Cada unidad puede estudiarse y discutirse aproximadamente en un
mes. Al término de cada unidad debe hacerse una reunión para
discutir el problema en su conjunto y sacar las conclusiones
principales.

PRIMERA UNIDAD: EL PROBLEMA EN MARX Y ENGELS

A. En la época de la Liga de los Comunistas.

-Marx y Engels: “Manifiesto Comunista”, última parte.


-Franz Mehring: “Carlos Marx”, Capítulo 7: “Desterrado en Londres”.
-Engels: “Contribución a la Historia de la liga de los Comunistas”
(Este trabajo fue redactado en los tiempos de la II Internacional, de
modo que contiene opiniones de Engels muy posteriores a la época
de la Liga.)

B. En los tiempos de la Primera Internacional


- Introducción: Franz Mehring, Obra Citada, Cap. 11: “Los primeros
tiempos de la
Internacional”, los siguientes puntos:
a) Fundación.
b) Alocución inaugural y Estatutos.
c) La primera conferencia en Londres.
d) El congreso de Ginebra.
-Capítulo 13: “Apogeo de la Internacional”.
-Capítulo 14: “Ocaso de la Internacional”, los siguientes puntos: a) la
guerra civil en Francia, b) La Internacional y la comuna, c) la

463
oposición bakuninista, d) segunda conferencia de la Internacional en
Londres, e) la matanza de la discordia en la Internacional, f)
congreso de la Haya y g) Últimos estertores.
-Carlos Marx: “Manifiesto inaugural de la internacional”. Este punto
tiene importancia para el tema que se estudia porque se ve hasta
qué punto Marx dejaba de lado cuestiones doctrinarias para facilitar
la unidad de los sectores que conformaban el movimiento obrero.
También debe tenerse en cuenta para el estudio de la cuestión del
Programa.
-Carlos Marx: “Estatutos de la Asociación Internacional”.
-Correspondencia Marx-Engels: De Marx a Bolte, 12/11/71; De
Engels a Theodor Cuno, 24/1/72, de Engels a Bebe, 20/6/73, de
Engels a Sorge, 12/8/74, de Engels a Bebel, 18/3/75. Esta última
también es muy útil para estudiar la cuestión del programa y del
Estado.

SEGUNDA UNIDAD: LA RELACIÓN CAPITALISTA, SITUACION


DE LA CLASE OBRERA Y CONCIENCIA DE CLASE,
ESPONTANEIDAD Y TEORÍA.

-Carlos Marx, El Capital, Tomo I, Cap. «I, La Mercancía» Prestar


especial atención al punto 4 del subtítulo D: "El Fetichismo de la
Mercancía y su Secreto", pero sin descuidar el estudio de los puntos
anteriores, porque sin entenderlos es imposible comprender bien este
punto. Este capítulo, como todos los que damos en esta unidad, es
indispensable para cualquier discusión seria sobré el tema y han sido
permanentemente ignorados por todas las tendencias reformistas y

464
oportunistas. Hay que advertir que el texto es el más difícil de los
escritos por Marx, porque en él se condensa, en formas lógicas, toda
la evolución del intercambio mercantil a través de la historia, lo cual
constituye la mistificación del capital. Pero, si se vencen las primeras
dificultades, se penetra en el corazón mismo del pensamiento de
Marx, que ha permanecido ignorado para todo el marxismo vulgar.

-Carlos Marx, El Capital, Tomo I, capítulos XI: Cooperación, XII:


División del trabajo y manufactura, XIII: Maquinaria y gran industria,
En estos tres capítulos prestar atención a las consecuencias que tiene
par’ la relación capitalista: la conciencia del obrero y la situación
interna de la clase obrera, el desarrollo del "modo específico de
relación capitalista". De aquí y del texto siguiente se desprenden
varias cuestiones de principio a tener en cuenta para considerar
también la cuestión del programa.

-Carlos Marx, El Capital, Libro I, cap. (inédito), los siguientes puntos:


“Subsunción formal del trabajo en el capital"; "Subsunción real del
trabajo en el capital o modo de producción específicamente
capitalista"; "Mistificación del Capital".

TERCERA UNIDAD: LA CONCEPCIÓN LENINISTA DEL PARTIDO


Y DE LA DICTADURA DEL PROLETARIADO HASTA 1917.

A. Introducción: Antonio Carlo, "El Partido Revolucionario en. Lenin”


(Revista Pasado y Presente, N°2/3) (Este texto puede ser encontrado
en la edición original en Italiano).

465
B. Lenin: “Una tendencia regresiva en la S.D. Rusa". Lenin: "Qué
Hacer". Lenin: "Proyecto de Estatuto del BOSDR". Lenin: "Un paso
adelante, dos pasos atrás", siguientes puntos: g) los estatutos del
partido, proyecto del c. Martov. h) Discusión acerca del centralismo
antes de la escisión entre los iskristas. i) El artículo primero de los
estatutos.
C. La Polémica con Rosa Luxemburg. Luxemburg: "Problemas de
Organización de la Socialdemocracia rusa". Lenin: “Un paso adelante,
dos pasos atrás".
D_. El Partido de Lenin en vísperas de Octubre del 17. Lenin, "El
Estado y la revolución", capítulos 1, 2, 3 y 5.

CUARTA UNIDAD: EL GIRO BUROCRÁTICO LENINISTA—


TROTSKISTA.

-Introducción: Massimo Salvatori: "Orígenes y Crisis del Sovietismo".


A. Lenin:" La enfermedad infantil del ’izquierdismo' en el
comunismo", puntos dos a cinco. Lenin: "El Renegado Kautsky y la
revolución proletaria". Lenin: "Tesis sobre la democracia burguesa y
la dictadura del proletariado".

-Trotsky: "Terrorismo y Comunismo". Trotsky: "Clase, Partido y


Dirección.”

-Segundo Congreso la Internacional Comunista (Textos publicados


por la colección Pasado y Presente N°43.): Estatutos de la

466
Internacional Comunista; Condiciones de admisión de los partidos en
la" I.C." Resolución sobre el papel del partido comunista en la
revolución proletaria; El movimiento sindical, los comités de fábrica
y de empresa. Tercer Congreso de la I.C. (publicado en la misma
colección, N°47). Tesis sobre la estructura, los métodos y la acción de
los partidos comunistas; Resolución sobre la organización de la I.C.
Cuarto Congreso de la I.C. Resoluciones sobre organización de la I.C.

B. La Polémica con la Oposición Obrera. Lenin en los Congresos del


partido y varios artículos en O.C. Tesis, discursos y resoluciones
acerca de los sindicatos y la Oposición obrera del X Congreso del
PCUS.

-Alejandra Kollontai: "L'Oposition Ouvriere", París 1969»


-La crítica de Rosa Luxemburg. "La Revolución Rusa, un examen
crítico".

QUINTA UNIDAD; PARTIDO, CONSEJOS Y DICTADURA DEL


PROLETARIADO EN ANTONIO GRAMSCI Y ROSA
.LUXEMBURG.

A. Luxemburg: "Huelga de Masas, Partido y Sindicato"; "¿Qué Quiere


la Liga Spartacus?" y Discurso en el Congreso de Fundación de la
L.S.".
B. Antonio Gramsci: "Consejos de Fábrica y estado de la clase obrera.
Los siguientes puntos: 3) Democracia Obrera. 5) Sindicatos y

467
Consejos. 9) El Partido y la Revolución. 6) El Consejo de Fábrica. 17)
Sindicatos y Consejos. 18) Dos Revoluciones. 19) El Partido
Comunista. 20) Capacidad Política y 21) El Movimiento de los
Consejos de Fábrica de Turín. Nota: Observar el giro de Gramsci hacia
el autoritarismo de los últimos tres artículos, motivado por la derrota
del movimiento metalúrgico de 1920 y por su decisión de
incorporarse a la III Internacional. Comparar con su posición muchos
años más tarde en: "Notas sobre Maquiavelo, sobre la Política y sobre
el Estado Moderno", apartado "El Partido Político”.

SEXTA UNIDAD: ESTADO ACTUAL DE LA POLÉMICA.

-"Teoría Marxista del Partido Político". Varios autores. Cuadernos P


y P del 7/12/38. "Consejos Obreros y Democracia Socialista".
Cuaderno P y P 33. "Economía Política y Acción Sindical". Cuaderno
P y P 44.

-Sobre la experiencia Yugoslava: "Democracia Overa y Burocracia, 20


años de autogestión", Editorial Materiales Sociales, B. Aires.

Como es lógico, esta Unidad queda abierta a todos los


materiales que los participantes descubran y consideren necesario
confrontar.

**********************************************************
Publicamos versiones de algunos de los Informes presentados a la
reunión amplia del 12,13 y 14 de Agosto de 1975, realizada en

468
Bélgica. Una parte del material escrito existente, recogido de
algunas discusiones tenidas en la mencionada Reunión, no se
publica, entre otras razones, por no estar en condiciones de claridad
suficiente como para fabricar un texto.
**********************************************************

27. INFORME DEL GRUPO DE INGLATERRA

Este Informe toma dos aspectos fundamentales: el trabajo realizado


al interior de la emigración chilena y las relaciones entabladas entre
la Tendencia y las distintas organizaciones inglesas.
En un comienzo, el número de refugiados chilenos en Inglaterra era
muy reducido, gracias a la política inglesa de cerrar las fronteras y la
embajada en Chile (me refiero a los primeros meses después del
golpe). Por esto, la campaña de solidaridad es llevada a cabo por seis
o siete chilenos que ya se encontraban con anterioridad en Inglaterra,
fundamentalmente un MAPU y dos MIR. Durante este periodo el
problema chileno es recibido con frialdad por parte de la izquierda
inglesa, ya que no entienden mucho lo que ha sucedido en Chile.

En estas condiciones, la Tendencia entra en contacto con


prácticamente todas las organizaciones de la izquierda británica,
excepto el PC. Fundamentalmente con la,S.W.(lnternational Socialist

469
Workers), con la Cuarta Internacional, Big Fíame y con C.O.I.
(Comunist Organization of de B.I.)

La I.S.W. es la organización con más coincidencias respecto a


nuestros planteamientos, aunque ellos no estaban integrados al
trabajo con chilenos. Cuando nosotros escribimos un artículo sobre
Chile se produce un cambio en la política de esta organización„ Se
da una discusión en la militancia porque se ve que Chile no era
solamente el producto del reformismo y comienzan a participar en
la campaña de solidaridad.

Desde el punto de vista de la presencia de los chilenos, se dan cuatro


periodos, al igual que en la mayoría de los países de Europa: en un
primer momento hay muy poca gente. En un segundo momento
llega toda la burocracia UP, en un tercer momento llega todo un
conjunto de gente que sale de Chile simplemente porque allá no
tienen de qué vivir, casi todos ellos sin ningún compromiso político.
Y en un cuarto momento, actualmente, llegan militantes políticos
desde los campos de concentración, que han participado en la
llamada Resistencia, o gente rechazada de otros países,
fundamentalmente de los "socialistas".
Las relaciones de la Tendencia con éstos chilenos han sido
fundamentalmente personales, por dos razones: por una parte hay
solo dos compañeros de la Tendencia en Inglaterra, y por otra parte
no se ha logrado establecer el funcionamiento de ningún grupo de
trabajo por no existir algunas condiciones. Las relaciones que se han
dado, han sido con la llamada Disidencia chilena, es decir con

470
aquellos que rechazan a la UP y al MIR, a partir De lo cual se
establece una relación permanente con ellos.

Por una parte se toma contacto con un socialista. Este compañero


se acerca a la Tendencia y plantea una serie de coincidencias.

Por otra parte se acerca un grupo de militantes comunistas,


encabezados por R. compañero que ha realizado dos años de
preparación política en la URSS, los cuales encabezan una disidencia
al interior de su partido a partir de 1970, específicamente con
ligazones al interior de las JJCC, inmediatamente después de la
subida de Allende al gobierno. Lanzan una serie de planteamientos,
llegando a controlar un buen número de regionales y seccionales.
Insunza los ataca en un Congreso de las JJ pero no los puede
derrotar porque la fuerza de la disidencia es grande, entonces
Corvalán hace el manejo de encontrarles la razón (que al gobierne
hay que verlo con "absoluta independencia de la clase obrera, que
es necesario defender la autonomía de la clase obrera, etc., que eran
los planteamientos disidentes). Una Vez terminado el Congreso, se
envían a estos compañeros a prepararse militarmente a la URSS ya
'que el enfrentamiento era inevitable.

Este compañero entrega entonces, a nosotros la historia de las


contradicciones que comienzan a producirse entré el PCURRS y el
PCCH. Según él, la URSS estaba convencida de que era
perfectamente factible la toma del poder por el PC y estaba
convencida que en Chile se podía instalar un régimen controlado
por el PC, lo que significaba, la destrucción de la derecha y de la

471
izquierda que se opondría, a este, proyecto. Estos compañeros
reciben instrucción militar en una escuela, en la que se abre,
especialmente para ellos (planteaban que era necesario armar al
partido y a la clase obrera porque el enfrentamiento era inevitable).
En esta escuela, que depende de la Academia de las Ciencias de la
URSS, son preparados especialmente en la forma de destruir el
poder judicial, las FFAA y el Congreso considerándose que ese
debería ser el eje de la estrategia del PC chileno. Cuando llegan de
regreso a Chile, convencidos de la realización de esa política, se
encuentran con que el partido les impide todo tipo de movimiento
y todo tipo de trabajo político. Finalmente se llega a una situación
tal en la cual estos compañeros tienen reuniones clandestinas con
los soviéticos en Chile. Uno de estos compañeros era dirigente
nacional del Transporte, y se encuentra en una situación muy
conflictiva con el partido porque plantea la integración de los
dirigentes sindicales del partido en la actividad de los Cordones y
plantea la actividad de estos últimos con absoluta independencia de
los partidos y de la CUT, razón por la cual el partido lo purga.

Con posterioridad al golpe de estado, estos compañeros llegan a


Cuba, y allí entran en todo tipo de conflictos con los cubanos. Por
ejemplo se integran a las brigadas de trabajo y comienzan a realizar
una discusión en torno a las conquistas logradas por los
trabajadores cubanos, mínimas incluso en relación con las logradas
por los trabajadores chilenos en las condiciones de la democracia
burguesa. Sostienen que los obreros cubanos son engañados y se
plantea entonces una situación grave. Las estructuras del partido

472
cubano hacen todo lo posible por cerrar esta discusión, lo que
produce una polarización de obreros chilenos residentes, MIR,
MAPU, Socialistas, Comunistas, que los lleva a enfrentarse con los
cubanos y con las propias estructuras de los partidos chilenos.
Finalmente unos 50 compañeros sostienen que nada se puede hacer
con la. UP y con el MIR, que el problema es presentar una nueva
alternativa que refle.je el nivel de conciencia de la clase obrera
chilena. Estos planteamientos le significan un enfrentamiento
global con los cubanos, quienes los acusan de ser agentes de la CIA,
y les tratan de corromper personalmente. Terminan expulsados de
Cuba y saliendo a través de la ONU, y llegando a Portugal, donde,
son encerrados en una isla frente a Lisboa. Finalmente, 5 de estos
compañeros llegan a Inglaterra, donde toman contacto con
nosotros, y se mantiene hasta el momento una buena relación sin
que hasta ahora estos compañeros se integren regularmente a la
Tendencia, supeditando su integración a una discusión política. En
este momento tienen la posibilidad de trabajar con el MAPU, uno de
ellos un dirigente sindical con 15 años de actividad en Chile, que
cuando viene Figueroa y el MAPU le ordena acompañarlo en una
gira por Inglaterra, se niega obstinada y repetidamente. Este último
compañero, junto con otros 5 MAPU, está interesado en conversar
formalmente con la Tendencia. Esta gente está en condiciones de
realizar una experiencia similar a la cumplida por nuestro grupo de
Francia. ‘El "'Militant” (trotskistas) que está interesado en crear sus
secciones internacionales, los quiere utilizar para crear su sección
chilena y les proponen financiarles una revista. Los compañeros
tienen claro el problema y están indecisos. Como la Tendencia no

473
les ofrece nada práctico por el momento, ellos piensan pasar por la
experiencia con el Millitant en términos de supeditar todo a una
continua discusión con ellos.

El compañero G. (chileno, trotsko, ex-MIR), que también participa


en esta revista, se acerca a la Tendencia para romper el cerco en que
se encuentra, en Irlanda, y viene con posiciones extremadamente
críticas hacia el trotskismo. Él propone la discusión con nosotros de
los artículos que eventualmente le publique el "Militant”. Este es el
estado de nuestra relación con los chilenos hasta este momento.

Las discusiones que hemos tenido con ellos, fundamentalmente con


los compañeros que provienen del PC, parten de un conocimiento
muy vago que ellos tienen hasta ese momento sobre la Tendencia.
La discusión se centra sobre la actividad que se había desarrollado
antes del golpe, haciendo un análisis de cómo veíamos en Chile la
situación del movimiento obrero y de cómo surge entonces la
Tendencia. En relación a esto, los compañeros están de acuerdo en
la caracterización de los problemas al interior de la clase obrera
chilena, y que estos problemas no estaban expresados en ningún
grupo. Nuestras condiciones orgánicas son para ellos
absolutamente claras, como es también claro el hecho de que
nosotros teníamos la razón antes del golpe, es decir que estas
posiciones no nacen después del golpe, sino antes, al calor de la
lucha de clases en Chile.

474
El segundo punto es el problema de las concepciones que ellos
tienen. Toda esta gente, exceptuando a G, cree que ni el MIR ni la
UP son capaces de dar una respuesta a nada en Chile, de que en
Chile aún hay reminiscencia de la traición del PC a la clase obrera y
plantean, en forma aún vaga, de que en Chile está el problema de la
construcción del partido revolucionario y que el gran fracaso que se
produce en Chile se explica por la ausencia del partido de la
revolución. Los compañeros están convencidos de que es necesario
estudiar, porque "los obreros fuimos engañados a causa de no
comprender lo que sucedía.” Ellos desde el 70 comienzan a plantear
que para que la UP triunfe, no puede dedicarse a frenar el
movimiento obrero que viene tirando desde el 67, cuando plantean
esto los destrozan. Desde este punto de vista ellos tienen una ex-
plicación histórica parecida a la nuestra.

En relación a su posible trabajo con el Militant en Inglaterra, ellos


tienen la intención del reagrupamiento, es decir, comenzar a
plantear una serie de cosas sobre Chile que les permita que una serie
de gente (que ellos saben que no es mucha) que estén en este
momento descoordinada y sin orientación y tragados por el
capitalismo en los diversos países donde viven, puedan ser
reagrupados y coordinados a través de esta revista que les financia
el Militant. Planteando un reagrupamiento sobre la base de una
interpretación política del proceso chileno, esto es lo que ellos
quieren hacer con la revista. En las discusiones con ellos, se advierte
en ellos una debilidad en lo que se refiere a la interpretación de

475
muchas cuestiones: hay todavía una cierta tendencia a
interpretaciones tradicionales, a querer demostrar que los milicos
ya eran sanguinarios, a querer demostrar el fracaso del PC, en fin,
a querer demostrar que la explicación de la derrota se da en las
traiciones. Ahora, la última vez que los vi, discutiendo, decidieron
cambiar el orientamiento de un artículo que habían empezado a
escribir sobre las FFAA chilenas. Ellos querían empezar por una
historia de las masacres, y comenzando a discutir el carácter del
proceso chileno ellos cambian el orientamiento del artículo. A partir
de esto plantean que la Tendencia no se puede marginar del trabajo
en esta revista, y que tiene que colaborar con ellos realizando un
trabajo práctico con ellos. Ellos leyeron el documento producido por
nuestro grupo de Francia y les pareció que planteaba las mismas
cuestiones que ellos vienen planteando desde que estuvieron en
Cuba.

Siguiendo con el problema de las relaciones con los chilenos en


Inglaterra, paso a la cuarta etapa de la emigración, que es cuando
comienzan a llegar compañeros con experiencia política. En este
momento llega también Alarcón, quien trae una lista de
compañeros presos en Chile, que se suponen, a partir de lo que dice
A., han trabajado con él al interior de los campos, a partir de lo cual
la Tendencia tiene que realizar un trabajo para hacerlos venir. Se
presenta la lista, en la cual se incluyen c. come Leopoldo García, a
los canales abiertos para lograr su salida de la cárcel. Con algunos
compañeros se presentan problemas graves, García Lucero en un
primer momento no quiere venir, posteriormente, cuando se realiza
una dura lucha por su venida, él llega, diciendo ser compañero de

476
A. Hay problemas para encontrarle alojamiento, (viene con toda la
familia) pero finalmente se le encuentra una solución. Todo esto nos
lleva a enfrentarnos a una serie de gente en Inglaterra defendiendo
la posibilidad de que este c. se quede en Londres y no lo tiren al
norte. Posteriormente, cuando llego a esta reunión, me entero por
el comp. J. que García Lucero, alias Filistoke, es un delincuente
habitual, traficante de drogas, y que estaba preso por esto y no por
otras razones (el cJ. lo conoció mucho en la cárcel).

El problema creado aquí puede tener, obviamente, consecuencias


graves para la tendencia, en Inglaterra al interior de los organismos
de solidaridad. Aquí me parece que existen claras responsabilidades.

Paso a informar sobre otra relación entablada aquí con chilenos. Se.
Se trata del compañero P., quien ha sufrido, resumidamente, la
siguiente experiencia: el 10 de Septiembre del 73 llega a una reunión
del secretariado regional del MIR (el compañero tenía altas
responsabilidades dentro del trabajo, militar del MIR.), reunión a la
que asiste toda la Comisión Política y los encargados nacionales de
trabajo en FFAA, entre los cuales está este comp. Estos últimos
informan a la C.P. que ellos tienen todos los indicios de un golpe
inminente, explican que sus contactos militares son inubicables, que
ninguno está en su casa y que esta es la primera vez que ocurre. Una
vez terminado su informe, se les insulta, se les dice que no
entienden nada, que no hay golpe y que la línea de los
acontecimientos es aquella descrita por Miguel.

Este compañero pide hablar con nosotros aquí y nos cuenta toda su
historia posterior en Chile, en la cual, sin que haya una sentencia

477
formal, el MIR lo condena a muerte porque él era uno de los
animadores de una fracción en Cartagena, en la cual están el Guatón
Elgueta, el Pepene etc. Cuenta que en Cartagena hay una oposición
y que intentan destruirlos, pero no pueden. Los c. movilizan gente
y este c. se niega a abandonar su trabajo en F. Siguen planteando
disidencia, en el sentido del repliegue, de que su tarea histórica él
MIR ya no la cumplió. Entonces el MIR lo abandona estando este
compañero buscado y señalado en los diarios como el más peligroso
mirista. Con mucha suerte se salva y llega a Inglaterra. Aquí
comienza a plantear que en Chile no existe la Resistencia, entonces
el MIR echa a correr que está loco y le tira toda una campaña,
entonces este compañero, muy afectado, se retira a Cambridge.

Este compañero le plantea a la Tendencia que el problema de Chile


tiene que revisarse a partir de los sectores revolucionarios que no
logran crear un verdadero partido revolucionario, y plantea
también que piensa escribir una carta a la militancia del MIR
explicando su caso. Nos pregunta nuestra opinión respecto de esto
y se concuerda con él en que sería mejor escribir una carta en otros
términos. El plantea que tiene contactos en Chile, pero que ellos tie-
nen un carácter aislado, por el carácter de trabajo que realizaba, lo
que lo aislaba de las cuestiones políticas y de masas. Dice que sus
contactos milicos están, absolutamente todos presos, y que todo eso
desapareció.

La crítica que él le hace al MIR es eminentemente orgánica, con un


inicio de crítica política.

478
Pasamos ahora al problema de las relaciones con los ingleses.

Como dije antes, cuando los compañeros de la ISW comienzan a


interesarse en la cuestión chilena, promueven un debate, forman un
comité junto con la Cuarta, y lanzan una manifestación el 5 de Mayo
del 74, que se convierte en la más grande manifestación política en
Inglaterra en los últimos 20 años, si se exceptúa una realizada, a su
tiempo, por el Vietnam. A partir de este momento se comienza a
desarrollar una relación nuestra con ellos, relación política
dificultosa, trabada por un lado por incapacidad nuestra para hacer
entender una serie de cosas y por otro porque tampoco ISW
entiende el problema de Chile. Fundamentalmente, la visión de ISW
es que en Chile está el fracaso del reformismo. A medida que vamos
iniciando una discusión con ellos, comienzan a interesarse en
nuestros planteamientos y se comienzan a crear actividades
conjuntas, pero que a veces se ven entrabadas por dificultades de
acuerdo. En ellos hace efecto también una violenta campaña del MIR
en contra nuestra... (dicen que la Tendencia es guerrillerista...) En
el proceso de discusión con esta organización se llega a una reunión
en la que participa el C. Marcos, reunión Amplia sobre A.L. en la
cual se plantea por primera vez el problema chileno en términos
nuevos.

Lo fundamental del trabajo que se hace con esta organización es con


su base, con los militantes locales y con organizaciones de base,
como el Runcan File, movimiento compuesto fundamentalmente
por obreros, lo que representa un movmiento sindical de base. A
través de ellos se logró que el problema de la salida del compañero

479
A. fuera puesto como de primera importancia, se logró que en la
política sindical de solidaridad el primer objetivo sea el de la salida
de los obreros presos, etc.

A medida que lleguen compañeros chilenos a Inglaterra se puede


establecer una mejor relación con estos militantes ingleses,
removiendo todo el problema de Chile en términos políticos. Estos
cuadros ingleses comienzan a girar hacia la Tendencia a partir de
una discusión que se sostiene con ellos y el compañero Marcos y a
partir de discusiones con la superestructura de la ISW. Estos
proponen la idea de sacar una edición en español de su revista, en
cuyo primer número vaya una entrevista al compañero Marcos,
cuestión que no llega a término porque este compañero no hace
llegar el texto de la entrevista. Se decide hacerle una entrevista al
comp. A., cosa que se hace. Por otra parte, la organización sindical
de la ISW invita a la Tendencia a realizar una gira por Gran Bretaña,
con la cual sería la primera vez que militantes de la izquierda
revolucionaria chilena hablarían y discutirían con la clase obrera
inglesa. Piden además una reunión entre los encargados
internacionales de IS con la participación de la Tendencia, a fin de
definir los términos de su propia discusión sobre la cuestión chilena.
Además, IS pide a la Tendencia la entrega de un Documento donde
se establezcan las características de nuestras posiciones y nuestro
trabajo, a causa de la confusión que ellos tienen respecto de
nosotros, creyendo algunos de ellos que somos un grupo de estudio
sin actividad política. Descubrimos además que la gente de ISW que

480
trabaja en los organismos de solidaridad con Chile, se pone como
objetivo ayudar a la recomposición de los partidos chilenos en el
exilio, cuestión que horroriza a la gente que trabaja allí y que está
más cerca nuestro. A partir de lo cual se plantea la necesidad de
nuestra presencia concreta en estos organismos y la explicación de
nuestras posiciones a los militantes ingleses que trabajan en ellas.

También hemos tomado contacto con el COBI, pequeña


organización de origen maoista, quienes a través de una discusión
con nosotros sobre Chile y la campaña de solidaridad, muestran
algunas posiciones concordantes y un interés en trabajar con
nosotros. Nos ofrecen escribir nosotros la revista CHILE HOY,
órgano de agitación de la cuestión chilena que se publica en
Edimburgo, revista que llega a las manos de todos los chilenos en
Gran Bretaña. Ellos controlan el movimiento de solidaridad con
Chile en esta ciudad, donde se encuentran algunos de los mayores
conglomerados obreros que han boicoteado a la Junta. Nos ofrecen
llegar a estas fábricas a discutir con los obreros ingleses.

Finalmente, durante el Congreso de la IS, hemos tomado contacto


con el PRP-BR portugués, a través de una conversación con un
miembro de su Comisión Politiza. A. través de la discusión con él,
nos damos cuenta que el compañero estaba bastante, bien
informado de la situación chilena, y con posiciones concordantes en
gran medida con las nuestras. Plantea una crítica al MIR, y nos
ofrece preparar un viaje nuestro a Portugal a fin de explicar
nuestras posiciones sobre Chile, cuestión que el compañero
considera muy importante para ellos en la medida en que en su país

481
se debe conocer lo que realmente ocurrió en Chile. El PRP-BR es la
primera organización portuguesa que comienza a trabajar en los
comités para la creación de los Consejos Revolucionarios en
Portugal. La burguesía acusa a Otelo de Carvallo de seguir la política
del PRP-BR. La relación con ellos quedó abierta.

(Informe presentado por el c .Aureliano.)

________________________________________________________
_____

28. INFORME DEL GRUPO DE ITALIA


(informe del c. Campos.)

Este Informe lo dividimos en dos partes. La primera abarca desde la


última reunión de la Tendencia en la que participamos en Chile, hasta
mi salida del país, informe que se presenta porque tenía el encargo
de hacerlo y porque interesa al resto de los compañeros. La segunda
parte abarca nuestra actividad como grupo en Italia propiamente tal,
actividad que encierra un periodo corto de tiempo, tres o cuatro
meses.

482
La última reunión en Chile se realiza el 25 o 26 de Septiembre del 73
en Santiago. A esta reunión se quedaron sin asistir algunos
compañeros, a causa de problemas derivados de la situación creada
para nosotros después del golpe, pero se acordó entregarles
posteriormente la información. En la reunión se hizo un somero
análisis de lo que estaba ocurriendo, se analizó el problema de la
seguridad de los militantes de la Tendencia y de nuestra absoluta
imposibilidad de sobrevivir coordinando una actividad clandestina,
situación que se preveía ya antes del golpe. Se preveía el peligro de
caer rápidamente, envueltos en un proceso represivo directo, sobre
todo dirigido a determinados compañeros. En aquella reunión se
decidió finalmente comenzar a apurar todos los preparativos
conducentes a un traslado a la Argentina, fuera legalmente o a través
de una embajada, con el fin de instalarnos por un periodo en ese país
y establecer una actividad política allí. La medida de salir se consideró
urgente, y ese mismo día se comenzaron a manejar las posibilidades
de encontrar refugio en una embajada para posteriormente pedir la
salida a Argentina. Hubo contactos con la embajada española, que no
da garantías, intentos de contactos, fracasados, con embajadas
centroamericanas, y finalmente, el día 27, un contacto con la
embajada suiza. El 28 de Septiembre, en un punto acordado nos reu-
nimos el compañero A., el comp. H., la compañera G. y yo. A las 3 de
la tarde nos dirigimos hacia el sector de la embajada suiza y
procedimos a chequear la posible vigilancia. Después de
aproximadamente un cuarto de hora, el compañero A. y yo entramos
a la embajada, situada en el tercer piso de un edificio. El objetivo

483
central era conseguir el asilo de un grupo de compañeros, aunque se
manejaba la posibilidad de quedar nosotros dos inmediatamente
dentro, dependiendo de las condiciones existentes. Una vez dentro y
al no existir problema visible alguno, nosotros tomamos la decisión
de quedarnos y al mismo tiempo organizar la traída del comp. M.
inmediatamente. Para ello, el comp. A. sale a buscar al comp. H que
nos esperaba fuera, a fin de ponernos de acuerdo para organizar con
él el resto de la operación. Posteriormente somos conducidos a la
oficina particular del primer Secretario de la Embajada, y éste,
reaccionando sorpresivamente en forma violenta, nos exige que
abandonemos inmediatamente la embajada. Después de tiras y
aflojas, al darnos cuenta que el tipo estaba dispuesto a echarnos como
fuera, decidimos salir. Una vez en la calle, habiendo caminado más de
una cuadra y acabándonos de poner de acuerdo para un punto el día
siguiente, somos rodeados por carabineros y luego llevados a la
comisaría más cercana. Acusación: estar buscando asilo político
porque merodeábamos en forma sospechosa los alrededores de una
embajada, Después de tres o cuatro horas de estar allí se nos traslada
en un bus al estadio nacional.
En el estadio somos introducidos a un camarín repleto de presos,
nos enteramos que pasarían varios días antes de ser interrogados
pues en el estadio hay más de 5 mil presos. Sin embargo la o.G.
produce hábilmente un escándalo y logramos en esta forma ser
inscritos para el interrogatorio del día siguiente, cuestión que
podría favorecernos dada la tremenda irracionalidad en que todavía
se desenvolvía el mecanismo de información y contrainformación.

484
Dedicamos la noche a preparar las declaraciones, y a prepararnos
para la sacada de cresta.

Allí se decidió responder vagamente en el interrogatorio, desligarnos


entre nosotros, en resumen, tratar de pasar "colados", objetivo que
no era, dada las circunstancias, muy difícil de conseguir.

El interrogatorio de aquel día resultó "tranquilo", pero se demoraron


casi todo el día solamente en nosotros, El C.A. fue medianamente
reconocido, el comp. H. era sospechoso por extranjero, yo resulté
sospechoso en base a puras vaguedades.

El carácter de la represión, en ese momento, tenía un objetivo


fundamental: tirar redes y arrestar a miles de personas, pues algo
quedaría de eso. Fábricas enteras llegaban a los camarines, el gran
porcentaje de los presos eran obreros. La vida adentro era mala, no
había prácticamente comida, torturaban a discreción y nadie sabía lo
que le pedía pasar. El Comp. H. y la comp. G. vienen liberados una
semana después de caer, en su calidad de extranjeros. El c. A. y yo
continuamos allí hasta principios de Noviembre. Todos los días salía
mucha gente en libertad, nosotros evidentemente ya a esa altura
estábamos identificados y no teníamos absolutamente esa
posibilidad.

El cuatro de noviembre, una semana antes que el compañero A.


saliera trasladado para Chacabuco, yo soy reunido con 22 presos más,
a los cuales se nos anuncia que hemos sido "elegidos" para un
tratamiento especial a causa del nivel de información y participación
política extremista que teníamos. De esos 23 presos, finalmente se

485
nos toma a 4, se nos mete en una camioneta de la FACH y se nos
traslada, vendados, a la Academia de Guerra en Las Condes (AGA).

En este lugar se me interroga intensivamente durante


aproximadamente una semana. El tema de la "conversación" se limita
a mi antigua militancia MIR, sobre lo cual la FACH tenía buena
información, se me hace referencia a una serie de gente, pero nada
de la Tendencia sale a la luz.

Posteriormente soy trasladado al Estadio Chile, nuevo campo,


poblado por un remanente del Nacional, los que no habían ido a
Chacabuco. En este campo permanezco ocho meses, hasta Junio del
74. Este campo tiene el carácter de un campo de tránsito, es decir,
aquí llegaban los recién arrestados y torturados para salir después de
un mes o dos a Chacabuco o la cárcel. Yo continúo bajo investigación
del DINA durante los ocho meses y por lo tanto no se me traslada Este
constituye el peor periodo desde el punto de vista de la vida cotidiana
de un preso. Se está encerrado, no hay aire, es estrecho, vigilancia las
24 horas del día, etc. La desmoralización es general, se está en
contacto inmediato con la tortura y la muerte. A causa de todos estos
factores, la organización de actividades es muy difícil. Con el pasar de
los meses y con una cierta adaptación a las condiciones, se logra
establecer un cierto nivel de actividades, discusiones políticas, etc. La
información de lo que sucedía en Chile y en el mundo prácticamente
no existía. Mantenidos en total aislamiento, solo después de cuatro
meses, se pudo ver por primera vez a un familiar durante cinco
minutos. En este periodo se reproducen las distinciones políticas y
sociales al interno del campo, aunque en parte atenuadas por la

486
solidaridad que, dada la situación de opresión constante, se
manifestaba entre los presos. Así, se distinguían al menos tres grupos
claramente: los comunistas, los socialistas de derecha y los apolíticos,
y por últimos los "extremistas", es decir, MIR, obreros ultras sin
partido y nosotros. Al interior de un grupo de más o menos diez
presos se establece una buena relación que se alimenta con discusión
política, aquí hay dos: trotskistas, algunos socialistas-miristas y los sin
partido. Esta relación se alimenta también en parte por la necesidad
de enfrentar entre personas más o menos homogéneas la dura
situación por la que se atravesaba.

En este periodo los pacos no permiten la organización de los presos,


como sucederá posteriormente en otros campos. Aquí no hay
reivindicaciones posibles que plantear, la mano es dura y sin
concesiones. Si se manifiesta en varios aspectos importantes de la
vida carcelaria, la división de las clases, por ejemplo, normalmente
los obreros se agrupan entre ellos, igual cosa los pequeñoburgueses,
lo mismo los burócratas adinerados, con raras excepciones. En todo
caso en este periodo no se desarrolla ningún fenómeno importante
desde el punto de vista de la polarización política, dado, que casi el
único conflicto importante que existe cotidianamente enfrenta al
conjunto de los presos con los guardianes.

En Enero llega el c. Patache al Estadio Chile. Después de algunas


semanas él se acerca y tenemos una cierta relación, que él mismo
trata de limitar al máximo porque no quería aparecer públicamente
muy vinculado a nosotros en ese momento.

487
El 18 de. Junio, del 74, se cierra el E. Chile y pasamos a inaugurar el
campo de Tres Álamos, donde yo permanezco solo quince días, pues
el 4 de Julio la DINA me "suelta" y soy trasladado a Chacabuco en un
transporte aéreo militar. En este campo, cuyas condiciones de vida
son por muchos aspectos superiores a la de los campos anteriores,
me encuentro nuevamente con el comp. A. y me voy a vivir a su
barraca, donde habita también el comp. Monardes y otros tres
obreros.

El campo de Chacabuco tenía características, para mí en ese


momento, nuevas. Había una gran cantidad de presos (cerca de mil),
existía organización de los detenidos, existía vida política activa, se
expresaban los sectores, había un poder y una oposición, etc. La
relación con los milicos era casi inexistente, solo durante las
formaciones de la mañana, y de vez en cuando, cuando existía un
allanamiento o un castigo general, los veíamos y los sufríamos, pero
en general nos dejaban bastante tranquilos. Bajo este aspecto,
Chacabuco se parecía más a un presidio común.
.

Era claro, en primer lugar, que en el campo se percibía una


continuidad con la sociedad chilena de antes del golpe. Con A.
comenzamos gradualmente a confrontar experiencias y a través de lo
que él me cuenta voy teniendo una idea más clara del carácter de la
vida en este, campo, que entre otras cosas tenía una característica
para muchos de los detenidos: de ahí se salía dentro de muchos años,
es decir, ahí se planificaba a largo plazo.
El estado general de desmoralización no es una novedad, las

488
condiciones de aislamiento de la civilización, por un lado, y el hecho
de que todo ello fuera la expresión de una derrota histórica por el
otro, era evidente, aunque se tratara de derrotas diferentes
dependiendo de qué sector la estaba sufriendo.

La reproducción, en términos políticos, de la situación anterior al


golpe era evidente en Chacabuco, incluso en lo que tiene que ver con
los métodos, con el ejercicio del poder interno y además, lo que era lo
más importante, con la presencia de los sectores sociales.

Se planteó entonces el problema de cómo enfocar, de cómo


desarrollar un trabajo político que correspondiera a esta nueva
situación, a esta especie de micro sociedad. Desde un primer
momento se da una discrepancia entre el compañero A. y yo, en el
sentido de que yo veía la posibilidad de montar una serie de
relaciones, o de desarrollar las relaciones que A. cultivaba desde hacía
ocho meses dándoles una expresión más orgánica, en el sentido de
comenzar a organizar un trabajo de discusión colectiva de los
problemas del campo, de la experiencia UP, de la experiencia del
golpe, etc.

Había por un lado una serie de compañeros, en su mayoría


obreros, que mantenían una relación personal con A., que
visitaban continuamente la casa etc., y con los cuales comienzo a
tener también yo una relación estrecha. Se trataba de obreros
socialistas o miristas o sin partido y algunos estudiantes como
Monardes.

489
Por otro lado, había una actividad mía en lo que se llamaba "Centro
Cultural" del campo, donde daba charlas sobre diferentes cuestiones,
por ejemplo psicología, charlas "legales" en un centro abierto, es decir
sin un contenido político explícito. Por otro lado, organizamos con el
c. Vitale un curso de historia de Chile al cual incorporamos a alguna
de la gente que tenía relaciones con nosotros.

Frente a todo esto, A. plantea que el trabajo nuestro dentro del campo
debe continuar desarrollándose a través de la relación individual, “sin
anteponer nombres ni organizaciones". Posteriormente, el comp.
Patache, que estaba también allí, nos explica su posición claramente
en términos de que él no va a realizar ninguna actividad política.

Yo no enfrento a los compañeros en ese momento y decido esperar


dos o tres meses, esperando que el fruto del trabajo individual de cada
uno de nosotros llegará a plantear por sí mismo la necesidad de
enfrentar la cuestión de otro modo. Se toma además la decisión de no
participar por ningún motivo, ni como grupo ni en términos
personales en los órganos de poder dentro del campo. El comp. A.
argumenta diciendo que la corrupción allí existente no se puede
denunciar porque se va a una pelea perdida de antemano.

A los tres meses de llegar yo a Chacabuco, los milicos anuncian que el


campo se cierra, y durante el mes de Octubre comenzamos a ser
evacuados. A. y P. son trasladados a Puchuncaví, yo a Ritoque, donde
llego el 30 de Octubre. El comp. Alarcón se responsabiliza de la tarea
de dejar ligado todo lo hecho en Chacabuco para recuperar los
contactos posteriormente.

490
Características de Chacabuco. Campo donde normalmente
permanecen cerca de mil detenidos, en su mayoría gente detenida en
los días posteriores al golpe, por lo tanto mayoría política UP. El 60%
de los presos son obreros o proletas.

El resto, estudiantes y burócratas, algunos de alto rango. También


alrededor de 30 periodistas de la UP, y por último cerca de 30
militantes de la IR, entre miristas, trotskistas y nosotros. Campo que
permite una cierta libertad de acción, las actividades son: deportes,
estudio, trabajo manual, actividades políticas de partidos y grupos y
por último, corrupción en gran escala (mercado negro de alimentos,
negociados, comercio etc.). La vanguardia presa, sectores del
movimiento obrero, se mantienen en general apartadas de la
actividad de los grupos y partidos, y nuestra relación con ellos no pasa
de ser una relación de tipo personal y amistosa, que sin embargo nos
demuestra en la práctica que gran parte de la identificación obreros-
burócratas UP está rota.

El campo de Ritoque tiene características diferentes: es más pequeño,


encierra a alrededor de 300 presos, incluidos los jerarcas de la UP,
Corvalán y Cía. Tiene la ventaja de
que, estando más cerca de Santiago, son posibles las visitas
semanales, la entrada de diarios, radio, etc., lo que produce un menor
aislamiento, junto con condiciones de vida mejores. Además la
composición de los presos comienza a cambiar. Desciende la
porcentual de obreros y militantes de base de los partidos, y

491
comienzan a llegar los caídos de la "resistencia", en gran parte
miristas, obreros o estudiantes, casi todos muy jóvenes.

A poco de llegar se organiza una especie de Consejo, de dirección


interno, en relación al cual los milicos (FACH) aceptan las elecciones
universales. Como producto del equilibrio de fuerzas entre la UP y la
IR, resulto elegido jefe de los presos, lo que quería decir entrar a
controlar la organización interna de las actividades y además, tener
la representación, de los presos ante los milicos. Un sector de los
presos (PC, parte del PS) continúa manifestando una actitud de
servilismo respecto a los milicos, y en algunos casos, de abierta
traición, llegando a la delación de determinadas actividades.

Como jefe del Consejo, trato de levantar un programa de actividades


que se logra sólo, en parte, saboteado por la derecha y con grandes
dificultades de implementación a causa de la ineptitud de la gente del
MIR. El objetivo nuestro allí era organizar el máximo de actividades
que tuvieran relación con cursos, discusión política más o menos
encubierta, reivindicar una serie de cuestiones frente a los milicos,
apoyar a quienes se planteaban en rebeldía, etc.

Después de tres meses presento la renuncia y me dedico trabajar con


un grupo de compañeros, MAPU y socialistas, además de dos o tres
militantes de pequeños grupos de IR. Con ellos logramos desarrollar
un buen trabajo de discusión y de estudio, aprovechando los pocos
textos que podíamos tener. Yo con ellos trabajé en cuanto Tendencia
y casi todos se mostraron comprometidos a realizar un trabajo
futuro, realizándose convergencias importantes. Desgraciadamente a

492
mí me sacan del campo intempestivamente pues me habían firmado
un decreto de expulsión inmediata del país y la noche que tengo que
partir a Tres Álamos solo puedo amarrar contactos muy vagos con
los diez o doce compañeros que seguramente estaban dispuestos a
trabajar con nosotros donde fuera. A ecto [transcripción textual] a
esta situación el hecho de que yo estuviera completamente aislado de
la Tendencia y no tuviera, por tanto, modo de conectar a nadie

Después de una semana en Tres Álamos y otra en Investigaciones, me


ponen en un avión y salgo hacia Italia.

-INFORME DE ITALIA.

Llego a Italia porque desde hacía seis meses la embajada italiana


presionaba por la liberación, y llego a la ciudad de Turín en razón de
contactos anteriores, hechos en Chile.

En Italia el problema de mis relaciones políticas a instaurar en un


plazo corto está marcado por la necesidad de responder a una
sensibilidad muy grande existente por la cuestión chilena. La
experiencia chilena se ve en Italia quizás de un modo más interesado
que en el resto de Europa, debido a que ligan lo qué sucedió allí en
forma directa con los problemas políticos italianos.

En este país existe una izquierda que en su conjunto cubre el 50% de


la fuerza electoral, y existe el partido comunista más fuerte de
occidente. A su vez, hay tres grandes organizaciones de izquierda

493
"extraparlamentaria" (Lotta Continua, Avanguardia, Operaia y
Partido de Unidad, Proletaria, Pdup o El Manifesto).

Cada una de estas tres organizaciones edita un diario (todos los


días) de circulación nacional: Lotta Continua, Il Quotidiano dei
Lavoratori y II Manifestó. Además existe un sector, más o menos
fuerte según la región, que agrupa distintas organizaciones y
periódicos, se llaman a sí mismos Autonomía Obrera. Además se
agregan los tres o cuatro grupos maoístas, los troskos y varios
pequeños grupos leninistas tipo secta. Al margen de todo esto existen
dos organizaciones de izquierda que practican la lucha armada, las
Brigadas Rojas y los Núcleos Armados Proletarios. Estos últimos se
dedican a los secuestros, asaltos de bancos, acciones ejemplares de
todo género, etc. Más allá de los partidos de izquierda y de izquierda
revolucionaria se desarrolla desde hace años un sector sindicalista
revolucionario, que edita revistas de estudio y de agitación, que se
caracteriza como marxista y que tienen diversos grados de influencia
en las zonas industriales del norte. Por último, existen tres
federaciones anarquistas y anarco-sindicalistas.

Nuestras relaciones se han desarrollado un poco con cada uno de


estos sectores, desde los sindicalistas comunistas de izquierda hasta
Lotta Continua. No hay espacio aquí para caracterizar seriamente las
diversas líneas políticas y bases de apoyo de todos estos
reagrupamientos, pero si para decir que en general este país vive un
periodo de prolongación atenuada pero persistente del 68, un periodo
de gran desarrollo, tanto de las organizaciones de tipo tradicional,

494
como de aquellas que buscan nuevas formas de expresión, sea a nivel
teórico, sea a nivel orgánico. Este proceso refleja dos procesos de
crisis paralelas; por un lado, una acentuada crisis política de la
burguesía y por el otro una crisis económica que, junto con la
británica, encabeza la lista de los países que hoy en el mundo del
capitalismo desarrollado pagan las consecuencias de la recesión.

Como decía anteriormente, el interés por la experiencia chilena es


grande en todo el arco mencionado, cada sector expresa inquietudes
diversas respecto al significado de lo ocurrido en Chile, y por ello
nuestras relaciones se desarrollan a ritmo rápido. Se participa en
foros, se realizan seminarios en la universidad, y por último se
constituye un grupo de estudios con obreros y profesores
universitarios de Lotta Continua, Pdup y sectores autónomos.

Nuestros planteamientos acerca de lo ocurrido en Chile vinieron a


llenar un vacío importante para muchos compañeros italianos,
quienes habían recibido medianamente las explicaciones de la UP y
las mentiras del MIR. A través de este proceso de discusión y
clarificación nacen espacios para nuestra actividad, se nos ofrece la
publicación de artículos y libros, se crean grupos de comp. dispuestos
a colaborar con la Tendencia en tareas específicas que se concretarán
con la llegada del periódico y otras actividades concretas que se les
puedan ofrecer.

495
Relaciones con chilenos en Italia.

No son muy fructíferas, ni tampoco fáciles de producir, en gran parte


a causa de las características de este país, cuya vida social, política y
económica se desarrolla en diversos centros muy distantes unos de
otros. No es el caso de Francia, que se agota casi en París o de
Inglaterra con Londres. Aquí hay por lo menos 5 capitales con igual
grado de desarrollo y presencia de la gente.

La gente está repartida (los chilenos) entre Roma, Bologna, Milano,


Torino, Genova, etc., por lo tanto el trabajo de posible coordinación
es difícil y requiere de muchos medios.

Los chilenos en Italia son casi todos llegados a través de la embajada,


creo que soy el único expulsado. Hay de todos los partidos, incluso
MIR que estuvieron en un momento expulsados pero igualmente
trabajan para ellos. Nosotros mantenemos relaciones con PS y MIR
en Torino, representados por dos comp. sin grandes inquietudes.

-INFORME SOBRE RELACIONES CON RUMANIA

Se establecen relaciones con un comp. socialista que vive en Rumania,


las que se ven interrumpidas en un momento determinado porque el
c. no responde a una carta nuestra. Posteriormente, otro comp.
socialista que está en Rumania conversa personalmente con nosotros.
Según informaciones, este c. es el más importante activista socialista
en Rumania. Su historia militante pasa por el PS, el MIR y después

496
nuevamente PS. EI declara tanto su ruptura con el reformismo como
con el MIR y busca implementar una política al interno de su partido.

Se mantiene con él una larga conversación, en la cual se le explica el


origen y el desarrollo de la Tendencia, así como sus planteamientos
centrales. La conversación se da en términos generales y se concluye
un acuerdo en términos de mantener una relación. El comp. pide
material de estudio, documentos, etc.

La actitud y los planteamientos del c. los encontramos positivos,


puesto que lo vimos interesado seriamente en las cuestiones que le
planteamos y declaró su interés real a continuar una relación con la
Tendencia, que en principio me fue responsabilizada a mí.

El c. informó sobre la situación de Ion chilenos en Rumania, sobre la


situación política general de ese país, etc. En general él presenta un
cuadro bastante negro de lo que es Rumania y de la situación de los
exilados chilenos.

Él llegó allí y comenzó a trabajar con un grueso número de


compañeros, pero el grupo se fue desgastando en función de las
condiciones existentes. Él dice contar actualmente con 10 comp.
serios y con perspectivas de desarrollo político. Gran parte del resto
se ha ido comprometiendo con la burocracia rumana.

El trabajo político de ellos en este país se ve dificultado por una


serie de factores: Rumania es un país lleno de presos políticos
disidentes, en el cual es muy difícil expresarse políticamente.

497
Mi impresión después de la conversación es que allí quedó una
posibilidad sería de relación con el grupo de este compañero.

Él personalmente plantea políticamente cuestiones generales. Dice


que en general está de acuerdo con nuestros planteamientos, pone
especial énfasis en la urgencia de la lucha contra el reformismo y su
influencia entre los exilados. Se declara dispuesto a comenzar a
trabajar con nosotros inmediatamente en cuestiones como el curso
de educación política. El y su grupo están trabajando, en este sentido,
con un programa que tiene muchas limitaciones a partir del hecho de
que cuentan con una muy reducida bibliografía. Por ejemplo,
estudian la historia de Chile en los textos de Encina. Nosotros
quedamos de acuerdo con él en comenzar a enviarle material
programático para enfrentar sus problemas en relación a los cursos
y grupos de estudio.

(Informe del c. Campos.)


________________________________________________________

28. TAREAS Y PERSPECTIVAS. (Intervención del c. Marcos)

La lucha revolucionaria hoy en Chile pasa por el conjunto de tareas


que permitan la reorganización del movimiento obrero. Este es
nuestro objetivo político central. Pero como objetivo político tiene que
concretizarse en las condiciones actuales en que se desenvuelve la
vida cotidiana de la clase obrera y el proletariado chileno. Y esta

498
manera de concretizarse es para nosotros, o así lo creo, la
construcción de una tendencia revolucionaria al interior del
movimiento obrero. Tendencia que sea capaz de actuar no tan solo
en aquellas tareas que conducen a su propia creación, sino que
además sobre el conjunto del movimiento.

Pero aquello que vemos como objetivo político central y lo que


creemos que pueda conducir a desarrollarlo (la Tendencia), no son
solamente objetivos políticas en abstracto, ya que en los hechos están
a la base de nuestra reconstrucción orgánica.

Todo lo anterior lo decimos en función de un superficial análisis de


las circunstancias políticas que hoy se dan en Chile y de ciertas
experiencias revolucionarias que antes de desarrollarse como tales
han conocido derrotas de magnitud similar a la del proletariado
chileno. Lo que se resume de una manera muy breve. Las condiciones
de desarrollo del capitalismo chileno hoy no provocan como
consecuencia un aumento de la fuerza productiva de la clase obrera
en relación a las otras clases de la sociedad. El proceso de desarrollo
del capitalismo que estuvo en la base de la recomposición orgánica
del proletariado ruso, que estuvo también en la base de la rápida
superación de la derrota del proletariado alemán, no parecen
permitir la recomposición orgánica del movimiento obrero chileno,
porque definitivamente nuestro capitalismo no tiene esas
características de desarrollo. Por lo tanto nuestra actividad política no
puede olvidar esas condiciones, debe partir de ellas, es decir de una
realidad que no podemos alterar ni falsear.

499
Construimos una tendencia porque es de ese nivel desde donde
debemos partir y no desde otro.

Sobre esta perspectiva real han de integrarse el conjunto de las


informaciones que aquí se han dado, sobre ella ha de buscarse el paso
concreto a una nueva etapa, nueva etapa que intentaremos definir,
en general.

¿Cuáles son las características que han de tenerse en cuenta desde el


punto de vista de nuestra perspectiva orgánica, de nuestras tareas, de
los mecanismos que tendremos que desarrollar para resolverlas?
Creo que fundamentalmente dos:

1) Está por un lado aquello que se desprende de la necesidad de


desarrollar una concepción general. Es decir, una serie de problemas
teóricos o no teóricos que hemos de resolver si queremos ser capaces
de desarrollarnos. Aquí cabe el problema, por ejemplo, del porqué
fuimos derrotados, cuáles fueron las debilidades que nos condujeron
a la derrota. Qué es estrategia, táctica, partido. Cuál es la relación
entré partido y clase. Qué expresamos nosotros en términos de
nuestro proyecto tendencial. En resumen, ser capaces de abrir y
mantener una discusión que nos dé normas a cada instante,
impidiéndonos repetir experiencias que ninguno de nosotros quiere
repetir.

500
2) ...Y por otro lado, los elementos que se desprenden
concretamente de lo que ha sido nuestra experiencia de
reconstrucción orgánica después del golpe de estado. Y aquí es
necesario distinguir una serie de factores que creo surgen de lo que
va corrido de tiempo, y que deben servir para hacer un análisis.

a) de qué manera se ha desarrollado nuestro intento de


reorganización en estos últimos meses. Sobre todo en el saber si ha
sido o no positivo,

b) qué tipo de problemas han surgido en el camino y cuál es su


significado.

Problemas en cierta medida graves, que hemos discutido en estos


días, y que tienen que desprender una manera de entenderlos y
analizarlos. Aquí, por ejemplo, podemos distinguir dos tipos de
problemas: los surgidos en torno al caso Patache (que dicho sea de
paso, en Chile no significaba nada importante pero que aquí por sus
implicaciones puede enfrentarnos a un problema) y los surgidos a
Tito y su gente de París.

Los problemas relacionados con Patache me parece que no se agotan


con la enumeración de hechos. Éstos hechos agotan el problema del
P. con nosotros, pero no los nuestros en relación a él y sus
implicancias. Porque en rigor se trata de saber si la actitud política de
P. no expresa a un sector del M.O.

Es decir, necesitamos saber si la actitud de Patache representa o no


un sector con el cual tendremos que enfrentarnos, y que a lo sumo es
capaz de representar en Io político un oscuro sentimiento de clase

501
contra una supuesta pequeñoburguesía, sentimiento que no
corresponde a lo expresado por la clase obrera en su experiencia
antes del golpe de estado (bajo esta forma). Porque si el P. representa
un sector, entonces hay que resolver el problema en términos
orgánicos, en el sentido de desarrollar una política que nos aclare por
donde ese sector va, cuáles son sus futuros pasos. Una política, en
resumen, que empiece a resolvernos este problema de saber qué es
nuestra clase obrera en el exilio, cuál es su conducta, qué pasa cuando
va al trabajo en condiciones absolutamente distintas de las anteriores
en Chile, si pierde o no el vínculo con el tipo de trabajo político que
hacía antes en Chile. Es también el problema del obrerismo. Porque
a mi entender la incapacidad del reformismo y del MIR en dar
soluciones, esta especie de vacío político, abre las puertas para que en
el exterior determinados sectores segreguen el obrerismo, pero no en
el sentido en que éste podría ser positivo, es decir, en relación con un
M.O que lucha y combate, sino en el sentido de separar, de dividir a
una serie de sectores obreros de sectores revolucionarios, impedir
que se produzca una relación de una vez por todas productiva. Es
necesario, en fin, desarrollar una clarificación del problema de la
pequeña burguesía, problema con el cual una serie de personas se
enjuagan la boca.

Por el lado del problema planteado por el Tito y su gente, la cosa es


más clara. Nuestra relación con él nos deja una clara experiencia. Las
posibilidades de trabajo con sectores del PS son y serán posibles
siempre, pero las características orgánicas del PS los dejan marcados
y tendrán siempre la tendencia a resolver los problemas políticos de

502
un modo no político. En el futuro creo que será mucho más difícil que
nos quieran pasar gatos, por liebres.

Las dos cuestiones anteriores nos conducen a una tercera: ¿Existe


realmente una base material y social para el desarrollo de nuestra
tendencia? ¿Es posible hoy construir una tendencia revolucionaria al
interior del movimiento obrero? ¿Es posible plantearse esta tarea en
el exterior? ¿Cuáles son las condiciones que impiden o posibilitan este
desarrollo?

Tales preguntas no creo que se puedan responder así como así. Si


bien no hemos logrado llegar hasta una serie de sectores, situación
que nos permitiría clarificar más esto, creo que es válido hacerse la
pregunta. Y en los hechos, para mí personalmente la respuesta era
más bien negativa hasta esta reunión, en la cual la situación planteada
por el informe de Aureliano y algunos balbuceos de la situación en
Bélgica, nos permiten ponernos en una perspectiva optimista. Y sobre
todo porque parece ser que diversos sectores del M.O comienzan a
preguntarse el porqué de la derrota ,empiezan a plantearse la
necesidad de un trabajo que tenga otras expectativas y que contenga
la riqueza de su propia experiencia, y no tan solo los trabajadores de
la llamada izquierda revolucionaria, cuestión de suma importancia,
porque estos sectores obreros ligados a la I.R. y ligados también con
nosotros, carecen en el exilio (criticable desde cierto punto de vista)
de la capacidad militante que los obligue después de la llegada a
Europa a tener una constancia y una continuidad. Todo lo contrario
de otros obreros militantes quienes, al margen del contenido de las
políticas a las cuales adhieren, son capaces de seguir desarrollando en

503
estas nuevas condiciones una actividad política. Si examinamos el
caso del c. P., nada nos sorprende más, por ejemplo, que su soltura
de cuerpo cuando en tanto militante de la I.R se separa de nosotros,
nada sorprende más que la irresponsabilidad suya en los juicios
políticos. Recordamos bien las relaciones que Marx y Engels tienen
con la emigración política alemana y francesa.

No somos ni Marx ni Engels, pero es importante examinar a la luz de


la experiencia histórica lo que puede llegar a ser la emigración política
y la emigración política obrera.

A mi entender, otro fenómeno importante que es necesario observar


es el de ciertos procesos que se están generando al interior de los
partidos. Por ejemplo, el hecho de que al interior del MAPU se
estructure una corriente debe movernos a desarrollar una política, lo
mismo con el MIR, y en lo referente al informe sobre los compañeros
de Rumania.

Por último, el problema de los problemas es enfrentar el trabajo hacia


Chile. Los informes que tenemos nos ponen sobre la pista de una
posibilidad real de trabajo y además sobre ciertos síntomas de
reorganización proletaria en Chile, sobre todo en sectores que
históricamente han desarrollado un papel de vanguardia. No
hablamos, claro está, del conjunto del M.O, sino que de sectores a
partir de los cuales es necesario pensar y desarrollar las tareas
conducentes a la reorganización, especialmente en aquellos sectores
donde la cesantía no ha caído con todo el peso sobre la clase obrera,
en donde el problema del ejército de reserva no se expresa como una
valla. Este proceso es mínimo, tibio, pero si buscamos construir una

504
tendencia y en un futuro estar en la reorganización del movimiento
debemos estar presentes desde ya. Y más aún si, por ejemplo, los
obreros del cobre, ayer considerados la aristocracia obrera, durante y
después del golpe han seguido manteniendo una actitud que ha
obligado a la Junta a instalar regimientos en los propios minerales.
Cosa parecida ocurre con los obreros del carbón, que levantan ollas
comunes y que logran de alguna manera romper las vallas que los
separan de los cesantes, desarrollando formas de organización que
colocan a la clase obrera como centro de una actividad de resistencia
económica. Todo esto no constituye hasta ahora una actividad de
gran envergadura, pero dadas las condiciones se transforma en un
laboratorio a través del cual la clase obrera busca formas de
organización posibles a través de las cuales desarrollar mínimos
niveles de combate. Por ello, si queremos resolver una gran cantidad
de problemas, debemos abrir y seguir desarrollando insistentemente
los pocos contactos y trabajo con Chile. Solamente en la perspectiva
de dicho trabajo podremos resolver correctamente el carácter de clase
de nuestra tendencia.

Todo lo anterior debe llevarnos a la proposición de tareas y de


periodos para cada esquema de tareas. Los informes destacan un
hecho central: que para la Tendencia existe una audiencia y un
espacio, que aun en los lugares donde no nos conocen existe un
interés. Que esto está provocado por un creciente vacío que no llenan
tan fácilmente ni el reformismo ni el MIR, es evidente.

Los intentos nuestros o espontáneos, en cada lugar, de dar una vida


política a la emigración, de abrir la discusión, corren en este

505
momento el riesgo de ser absorbidos y utilizados instrumentalmente
por los diferentes grupos que buscan burocráticamente crear sus
"internacionales", y por otro lado, morir por su falta de ligazón
concreta con la lucha de clases. A partir de esto, nuestra tarea
fundamental es salir a la lucha política, a la luz pública, desarrollar
una capacidad ofensiva, enfrentar de una vez por todas la polémica
ideológica con quien sea. Esto para producirse requiere de dos claves:
por un lado la existencia de una organización concebida a través de
los grupos nacionales con una ligazón asegurada, y por el otro lado,
el periódico. El periódico es lo único que nos garantiza una ligazón
con los sectores anteriormente señalados, y es lo único que nos
asegura la existencia de la tendencia como un organismo colectivo y
no como un reducido grupo de personas. El periódico entendido
sobre todo como el organizador colectivo.

506
****************************************

Terminamos con los documentos extraídos de las versiones de las


diversas intervenciones de la reunión de Bélgica, con la publicación
de algunos extractos de la discusión sobre el Periódico,

****************************************

29. Intervención (lectura) del comp. Campos.

¿Por qué la tarea de, publicar un periódico es una de las


fundamentales a enfrentar en el actual periodo de desarrollo de la
tendencia?

El “Correo Proletario" aparecido en Chile a fines de Agosto de 1973


debía cumplir en ese momento un papel de primera importancia para
las posibilidades de desarrollo político y orgánico de una tendencia
revolucionaria que crecía al interior del movimiento obrero. Nuestro
periódico, expresión de una situación determinada de la lucha de
clases, enfrentaba las tareas de propagar y discutir las políticas de la
autonomía proletaria al interior del movimiento y perseguía el
objetivo de convertirse en vehículo aglutinador de los sectores de la
vanguardia obrera y revolucionaria capaces de desarrollar una
alternativa orgánica, política e ideológica.

Hoy día, en este momento, a partir de las condiciones creadas por los
acontecimientos del golpe, la contrarrevolución y la derrota
proletaria, los objetivos de confundirse con una vanguardia que se

507
coloque como tarea fundamental la reorganización del movimiento
obrero siguen tan vigentes como antes, o mejor dicho, son objetivos
cuya necesidad fue confirmada por los hechos de la realidad.

Los problemas que enfrenta el proceso de reorganización de la


Tendencia se confunden hoy día con los problemas que enfrenta la
reorganización de la actividad revolucionaria proletaria en tres
frentes fundamentales, y en relación a ellos se explicará la necesidad
de la reconstrucción del "Correo Proletario":

- emigración chilena y latinoamericana.


- izquierda rev. y mov. obrero europeo y mundial
- clase trabajadora chilena

A casi dos años del golpe, los militantes de la tendencia se ponen como
objetivo en esta reunión, la reestructuración política y orgánica de la
tendencia, el salto a una nueva etapa, la superación de un periodo en
que las circunstancias nos han obligado a sobrevivir políticamente de
un modo aislado respecto de la lucha política y social. Para el
cumplimiento de estos objetivos, el periódico aparece como el
instrumento organizador capaz de impulsar el conjunto de tareas que
tenemos por delante.

En gran medida, esta reunión se ha presentado como una necesidad,


y a partir de esto se descarta que los contenidos puestos a la discusión
resulten ser solo un esfuerzo voluntarista por pasar de una etapa a
otra.

508
En éste momento, quienes necesitan un periódico chileno serio, de
información, de discusión, de análisis, no somos solamente nosotros,
sino, además, toda la emigración política chilena y latinoamericana,
la clase obrera en el exilio, y los sectores de vanguardia proletaria que
dentro o fuera de Chile se colocan frente a nuestros mismos
problemas, interrogantes, y tareas

Un periódico de la tendencia cumple en estos momentos dos objetivos


fundamentales:

a) Nos coloca gradualmente en una perspectiva de extensión, nos


organiza una posición y un espacio político hacia los sectores que
constituyen nuestros objetivos a movilizar y otorgar una determinada
vida política.

b) Se transforma en el instrumento orgánico para el cumplimiento


de nuestros objetivos de colectivización del trabajo y la discusión
política, instrumento alrededor del cual comenzarán a nacer una serie
de actividades específicas que nos permitirán afirmar una presencia
en la lucha política.

El Correo Proletario, en esta segunda etapa, definirá sus


características de acuerdo a nuestra capacidad de ligar ciertos
contenidos programáticos con la existencia de un movimiento real de
las clases. Sin embargo, en esta etapa inicial, el periódico deberá
constituir el arma de la crítica que nos vaya permitiendo, a partir de
ahora, avanzar en el sentido de nuestra propia clarificación y
homogeneización política como militantes.

509
Las tareas del periódico en tanto organizador colectivo han sido
discutidas por nosotros desde antes de la aparición del primer Correo.
Estas características se mantienen, sobre todo en lo referente a la
organización de la vida política, de la emigración chilena,
especialmente la emigración obrera, bajo las nuevas condiciones que
impone el enfrentamiento a las burocracias y a la corrupción,
elementos casi naturales de la vida de la emigración política. En este
sentido, la ligazón del periódico con un proceso de organización
política obrera deberá ser discutida como parte de los problemas
programáticos de la Tendencia en su conjunto.

Intervención comp. Aureliano.


La resolución de las tareas que implica el lanzamiento del diario, y
por lo tanto todo aquello que se desprende de la organización del
diario, significan fundamentalmente un nivel de acuerdos orgánicos.
Esto quiere decir que a partir de ahora, todos los problemas
relacionados con la vida de la tendencia y con los comp. que se
organizan al interior de la tendencia, van a tener su expresión
orgánica central en la tarea que significa sacar el periódico, lo que
significa un nivel de aceptación del cumplimiento colectivo de
aquellas tareas. La aceptación de la publicación del periódico significa
no la responsabilidad de determinados grupos en la publicación del
periódico, sino que, por primera vez, la generación de una práctica
colectiva de la tendencia, y la generación de resoluciones colectivas
como tendencia.

510
Seguir discutiendo en este momento sobre el papel que va a cumplir
el periódico me parece redundante, a partir de lo que ya se ha
discutido aquí al respecto. Sin embargo esto no significa que a medida
del desarrollo del trabajo, el periódico se irá revisando, se irá
revisando el carácter que tiene y él papel que deberá ir cumpliendo.

Yo creo que de partida, en concreto, se nos aparecen los siguientes


problemas: 1) El problema de la discusión, 2) el problema de
surgimiento de temas a través de las discusiones, 3) el problema de
la elaboración de esos temas, 4) el problema de la distribución del
periódico y 5) el problema del financiamiento del periódico. Esta es a
mi juicio la primera secuencia de tareas inmediatas que se presentan.

Intervención comp. Marcos.


A partir de estos planteamientos generales, se puede ya desarrollar
una discusión concreta sobre el problema del periódico. El primer
punto es, obviamente, la cuestión de la caracterización del periódico.
Sobre la base de lo discutido, el periódico tendrá determinadas
características en función de determinados objetivos, generales. El
segundo gran problema es el del financiamiento del periódico, y el
tercero, el problema de la organización del trabajo para sacar el
periódico, cómo se saca. Aquí se exige la precisión de determinados
criterios orgánicos. El cuarto tema es el de la discusión de los
contenidos del periódico.

511
Insisto que el problema de la caracterización no puede ser planteado
en forma solamente abstracta. Sobre esto, me remito a dos
fenómenos: primero, nuestros objetivos "internos" por llamarlos así,
segundo, están los sectores que plantea Campos, en los cuales hay que
definir prioridades: Chile, emigración chilena y latinoamericana y
mov. obrero europeo y mundial, en ese orden.

El periódico, en términos de caracterización, debe ser


fundamentalmente 1) Un periódico en el cual la anterior concepción
"técnica" (aspecto, diagramación, densidad) se mantiene, esto quiere
decir que reafirmamos la caracterización del periódico en cuanto
entra a la teoría, y a través de la teoría entra a la polémica ideológica
a todos los niveles. 2) El periódico, entra a conectarse directamente
con el problema de una elaboración política para Chile. 3) El periódico
se pone en referencia a los diferentes sectores políticos, a las
discusiones existentes allí dentro, es decir, es también nuestro
instrumento de "puesta al día" respecto a la vida política de los
sectores y los grupos.

________________________________________________________

512
El documento que publicamos a continuación
es presentado por el comp. Marcos a la
reunión de París del 18 de octubre pasado.

29. NOTAS SOBRE NUESTRA CONCEPCIÓN DE


ORGANIZADOR COLECTIVO.

Introducción. Concepción leninista de organizador


colectivo.

Preparando el artículo sobre los corresponsales obreros me vi


obligado a recurrir a determinada bibliografía, de manera de poder
situar el problema de los corresponsales obreros en una cierta
perspectiva histórica. Y dado que, o la bibliografía no es muy
abundante o la mía nos es muy acabada, tuve que conformarme con
el pequeño libro de Lenin en donde se recogen sus trabajos acerca de
la prensa, y en donde se tocan además otros problemas, como por
ejemplo el de los corresponsales obreros. Esto me conduce a
introducir con un pequeño resumen de la concepción leninista del
org. colectiva, sin el menor ánimo de escribir algo acabado al
respecto, ya que cualquiera que se asome a la temática se dará cuenta
de que se trata de algo más serio de lo que generalmente se cree, por
lo menos los bolcheviques gastaron una buena cantidad de tiempo y
de papel en la clarificación de estas cuestiones. Y esto era necesario
hacerlo, porque nuestra concepción de los corresponsales obreros
aparecerá siempre en estrecha relación con el problema del

513
organizador colectivo. Los corresponsales obreros surgen siempre
como consecuencia del problema del organizador colectivo y de la
noción que de ello se tiene, así como de la línea política que el
periódico busca aplicar.

Creo que es importante meditar sobre la concepción leninista de


organizador colectivo, ya que ello nos ayudará a establecer un marco
adecuado a nuestras concepciones sobre el problema. Por una parte,
nuestra política sobre los corresponsales obreros no ha sido lo
suficientemente discutida. Los corresponsales obreros, cuando han
existido, han respondido a un conjunto de problemas mucho más
profundos de cuando se deja ver nuestra discusión hasta ahora. Por
otro lado, no hay corresponsales obreros sin el periódico que
responda a las exigencias del organizador colectivo, que además
busca estar en relación con los objetivos políticos generales que se ha
asignado.

Nuestra discusión sobre el problema no puede ser abstracta, no puede


limitarse a la tradicional discusión acerca del carácter de la prensa
revolucionaria, sino que debe implicar el análisis de las condiciones
políticas que buscamos influir. De esto último se deduce el tipo de
prensa que vamos a sacar.

En general los periódicos de grupos revolucionarios responden a un


proceso que debe constituir una tradición superada por nosotros, es
decir, en la mera culminación de un esfuerzo orgánico. Creo que el

514
primer correo ya no fue expresión de esto, pero este segundo debe
alejarse completamente de esta nefasta tradición.

Trataremos, pues, de ubicar brevemente la noción de organizador


colectivo en Lenin, así como las etapas que pueden distinguirse en la
aplicación de aquel instrumento.

Si tomamos en conjunto los artículos del libro citado, podemos


distinguir dos etapas en donde la concepción del organizador
colectivo se da. Dos etapas en las cuales se habla expresamente de
organizador colectivo, y en donde el problema no es tan solo el de la
prensa revolucionaria en general o el de los problemas que tienen que
ver con la agitación y propaganda.

a) Hasta el "Qué Hacer” incluido. En el "Qué Hacer" y en los artículos


que lo preceden, Lenin se aboca a lo que él considera la necesidad de
construir un organizador colectivo: un órgano unificado y nacional
de los grupos socialdemócratas. La idea de organizador colectivo no
se desarrolla aquí más que en estrecha relación con la construcción
de la organización de los socialdemócratas en Rusia. ¿Sobre la base
de qué condiciones políticas generales se desarrolla la noción de
organizador colectivo? ¿Sobre qué supuestos teóricos y políticos ella
se sostiene?

Veamos la primera cuestión. Si tenemos confianza en lo que Lenin


dice, los años durante los cuales él escribe sus artículos están
caracterizados por el desarrollo del movimiento espontáneo del
proletariado industrial que comienza a unirse, a combatir a sus
opresores y a aspirar al socialismo. Proceso que va acompañado por

515
la rápida propagación de las ideas socialdemócratas en el mundo
intelectual y por el nacimiento y crecimiento constante de los círculos
obreros y socialdemócratas que aparecen por todas partes. Las
prisiones están llenas y los lugares de deportación tienen problemas
de superpoblación. Pero desgraciadamente — nos dice Lenin— por
otra parte, el rasgo central de nuestro movimiento es su
fraccionamiento, su división, su carácter artesanal. Los círculos
locales surgen, se desarrollan y trabajan unos independientes de los
otros. Este proceso espontáneo de la clase ha conducido a una etapa
crítica, una etapa que está entrando en contradicción con el
movimiento mismo, el que a pesar de ser espontáneo, manifiesta su
irresistible tendencia a la organización. Por ello es que: "en la fase en
que nos encontramos, la dispersión comienza a ejercer una acción
perniciosa y amenaza de comprometer al MO en una falsa vía: el
practicismo estrecho, separado de la teoría que ilumina el
movimiento en su conjunto, capaz de romper el lazo de unión entre
el socialismo y el MO de una parte y el movimiento espontáneo de la
otra".

Veamos ahora la segunda cuestión. Para nadie es un misterio que la


cita anterior, así como el entero “Qué Hacer” expresan una corriente
política frente a otras al interior de la socialdemocracia rusa. La
noción de organizador colectivo se desprende del conjunto de esa
política. Se expresa como una tarea que busca, precisamente, superar
las debilidades y avanzar en el objetivo de la construcción real de la
socialdemocracia. Socialdemocracia que no tiene un nivel de
organización acorde con el movimiento social antes señalado,

516
cuestión que se expresa en el no tener un periódico de carácter
nacional, y no lograr por ello una cierta continuidad. Se trata de
responder al problema de no contar con una organización de tipo
centralizada capaz de enfrentar los embates, de la represión.

Pero desde el punto de vista del organizador colectivo, no está puesto


enteramente el problema. La continuidad, el periódico, la centralidad,
pueden constituir elementos importantes pero no coincidentes con el
problema del organizador colectivo. Sobre todo, porque si nos
acercamos más a la polémica sostenida en torno a estos problemas,
nos daremos cuenta de que la continuidad no existía a causa de la
represión y no porque alguien no se pusiera como objetivo aquella
continuidad. Más aún, muchos de los que publicaban periódicos y
buscaban la continuidad, no coincidían con Lenin, más bien
levantaban posiciones diferentes, no en cuanto a negarse a la
construcción del partido, sino en la modalidad. Y frente al centralismo
de Lenin, levantaban la posición de construir fuertes organizaciones
locales antes que nacionales.

La respuesta de Lenin a estos sectores nos conduce a clarificar los


supuestos de la noción de organizador colectivo. Lenin señala que no
puede haber organización sin la presencia de los militantes y cuadros
que la forman y desarrollan. Pero estos cuadros son la comprensión
de un proceso, compresión que no cualquiera tiene, comprensión que
permite el desarrollo de un nivel de conciencia que no está dado,
según Lenin, en lo local, y que surge solamente sobre la base de una
comprensión global. El trabajo local, siempre limita al militante en
tanto éste tiene sólo una visión parcelada de la realidad, quedando así

517
cuestionado el trabajo local en tanto no se ve a sí mismo como parte
de un trabajo global. A esta diferencia entre trabajo local y nacional,
Lenin antepone otra, la diferencia entre lucha económica y lucha
política. En las huelgas y manifestaciones económicas el trabajador se
enfrenta con un patrón y no con el conjunto de la clase capitalista ni
con el estado. Su lucha no es política, es económica, por lo tanto no
conduce directamente a la construcción de la socialdemocracia.

Ante esta situación, nos señala la lógica leninista, nosotros


debemos enfrentar la tarea de construir una organización nacional
que supere todas estas debilidades. ¿Cómo será esto posible? Porque
ya hay una acumulación de cuadros. Y estos cuadros "en las
condiciones dadas, deben comenzar a incitar a pensar a la gente en
todo aquello, incitarlos a totalizar y generalizar hasta las menores
manifestaciones de efervescencia y de lucha activa". "Tales dirigentes
deben educarse en la apreciación cotidiana y metódica de todos los
aspectos de nuestra vida política, de todos los tentativos de protesta
y de las luchas de las diversas clases por sus diversos objetivos." Pero
tal tarea en una socialdemocracia débil sólo puede ser cumplida por
un periódico, que por tener dichas características es un organizador
colectivo. Desarrollando la propaganda, lleva a la práctica el siguiente
enunciado de Lenin: "La socialdemocracia no consiste únicamente en
servir al movimiento espontáneo; ella consiste en unir el socialismo
y el movimiento obrero." En esta etapa, el problema de los
corresponsales obreros se toma en forma superficial y general ("ellos
aportarán la información que nosotros seleccionaremos",
información que les servirá para generalizar las denuncias y para

518
totalizar una línea política).El corresponsal obrero representa lo
económico y local; yo en cuanto organización lo político y global.

En esta etapa, el problema de los corresponsales obreros aparece


obviamente planteado en forma general y superficial. El corresponsal
obrero mandará información, la organización la seleccionará con el
fin de totalizar y generalizar una línea política. El c.o. representa aquí
lo económico y local, el periódico central lo político y global.

b) La noción de organizador colectivo en los orígenes de la Pravda.

En general en este periodo encontraremos más material para


el problema de los corresponsales obreros. Y ello es natural, porque
la noción de organizador colectivo que aquí se levanta precisa de la
estrecha colaboración de los corresponsales obreros. ¿En qué periodo
estamos? Fundamentalmente en medio de una lucha tendencial al
interior del partido, lucha por el control de las políticas para la
vanguardia del M.O. Pravda es concebido como la tarea política en
torno a la cual se busca dar la pelea para arrancar "de las manos de
los oportunistas al M.O." En una serie de artículos escritos en el exilio,
Lenin llama con cierto dramatismo a la colaboración desde Rusia, a
romper con el círculo vicioso de los publicistas profesionales, a
producir un diario vivo. Nada es más claro a este respecto que la
siguiente cita: "Es necesario que los obreros comprendan la
naturaleza y el alcance de esta acción y organicen el trabajo en el lugar
de los hechos, de manera de poder determinar (a propósito de cada
cuestión de la propaganda socialista, de la agitación política del

519
movimiento sindical, del trabajo cooperativo, etc.) el límite donde la
socialdemocracia comienza a desviarse hacia la corriente
liquidacionista, liberal o semi anárquica, de manera de poder
mantener la acción del partido dentro de la vía justa, definida por
estos límites. Para nosotros una de las principales tareas consiste en
ayudar a los obreros a determinar estos límites para cada una de las
cuestiones concretas, sobre todo lo que tiene relación con la actividad
en Rusia.

Los periódicos anteriores a Pravda y éste último son organizadores


colectivos porque en torno a ellos se desenvuelve lo central del
combate político del periodo. Y aquí los corresponsales adquieren una
clara dimensión porque serán ellos los que fijarán los límites, y no de
cualquier cosa, sino de la propaganda política, o sea sobre lo que se
quiere convertir en la unión entre el socialismo y el movimiento
obrero. Y esta noción tiene pleno éxito en este último periodo. Basta
ver las estadísticas acerca de las colectas obreras para darse cuenta
que ellas no expresan un esfuerzo orgánico financiero, sino el
resultado de un combate político al interior de los sectores de
vanguardia del movimiento obrero.

Conclusión. 1) El organizador colectivo se expresa en Lenin como


línea política en un periodo determinado de la lucha de clases. Pero
no siempre el organizador colectivo y creación de línea política van
de la mano. Solo hay algunos periodos en que el periódico logra
concretar en torno a si, como tarea, la mayor parte de los objetivos
políticos buscados, o a lo menos los más importantes.

520
2) Los corresponsales obreros existen como problemática para
Lenin en la medida que éstos se relacionan con la noción de
organizador colectivo. Y tienen importancia si el éxito de la política
encomendada al periódico depende del éxito de la participación de
la clase obrera, sobre todo entendida bajo la forma de
corresponsales obreros.

3) Los problemas de táctica y estrategia juegan siempre un papel


destacado en el periódico de Lenin concebido como organizador
colectivo, y en la prensa revolucionaria en general.

EL CORREO y nuestra concepción de organizador colectivo

Nosotros definimos el CORREO como organizador colectivo


correctamente desde el punto de vista de nuestro desarrollo orgánico.
Es decir, como la tarea central detrás de la cual se ubican las demás.
Pero esto no basta. Es necesario saber si las condiciones políticas
permiten entender nuestro Correo como organizador colectivo, y a
partir de aquí definir exactamente su programa: qué es lo que va a
decir y por qué; cómo lo va a decir y cómo ve su propia superación,

1) En términos de la Situación política nosotros no nos encontramos


— a diferencia del periodo del "Qué Hacer"— con un mov. obrero que
espontáneamente, a través de sus luchas reivindicativas, culmina sus
huelgas enfrentando al estado y a los patrones generando así
condiciones para el nacimiento de una organización, para una

521
organización política. Tampoco nuestros intelectuales, si es que
alguna vez existieron, se expresan hoy en un "movimiento
irresistible" hacia el socialismo. Nosotros estamos aún en medio de
una derrota política, con una clase obrera reprimida, encarcelada y
asesinada. Las condiciones políticas sin ninguna duda son diferentes.
Tampoco creo que los supuestos políticos que nos conducen a definir
el Correo como un organizador colectivo, sean similares a aquellos
expresados en el "Qué Hacer". La experiencia pasada, en la cual
fuimos derrotados, nos ha dejado una gran cantidad de lecciones que
nos conducen a no coincidir plenamente con dichas concepciones. La
diferencia entre una organización local y nacional nos parece un
problema real para una organización que se plantea el problema de
paso de una etapa de lucha a otra en la cual se pone en juego el destino
de la propia organización. Pero dicho momento no llega, no es real,
sino que como expresión objetiva de la lucha del M.O. Lucha que, en
tanto encuentra sus bases materiales en el sistema capitalista no
establece diferencias tan tajantes entre lo local y lo nacional. Por otro
lado, mucho menos aún podemos compartir la diferencia entre lucha
económica y lucha política. Porque el estado no lo vemos diferente de
la burguesía, y sobre todo, porque no vemos la amenaza al sistema
capitalista expresada en las organizaciones políticas, sino en la acción
de la clase obrera, que al rechazar la autoridad burguesa a partir de
sus luchas más inmediatas, es capaz de generar procesos que
conduzcan al nacimiento de organizaciones revolucionarias.
Tampoco podemos aceptar la definición que Lenin da de la
socialdemocracia y del partido. El socialismo en Chile ganó mucho en
conocimiento, pero no por la presencia de intelectuales que unieron

522
sus conocimientos a la lucha obrera creando así un partido
revolucionario, sino más bien porque la clase obrera a través de su
propia práctica destruyó incluso el pedestal en que se sostenían los
"intelectuales revolucionarios". Tampoco pensamos que sea cierto
que el cuadro político se educa sólo en la globalidad y nunca en la
localidad. Además de que ésta en términos generales es una
afirmación riesgosa, es cierto que la comprensión global de un
episodio local de la lucha de clases puede desentrañar el conjunto de
las leyes que rigen, la acción política.

Nuestra no coincidencia con todos estos puntos parte mucho más de


una experiencia y de los hechos que de una amplia investigación
teórica. Podemos demostrar con hechos nuestro desacuerdo.

2) La situación actual no nos es favorable, y nos obliga a mantener


una política que probablemente para muchos, no sobrepasa el campo
de lo espontáneo e instintivo. Y ello no puede ser de otra manera.
Ante un movimiento obrero derrotado, separado de su pasado, sin
comprender exactamente lo que pasó, obligado a sacar conclusiones
unilaterales, no puede ser de otra manera. Con una represión que ha
destruido uno tras otro los baluartes organizativos del proletariado,
con una emigración en permanente estado de descomposición, lo que
para nosotros es grave, no podemos sino contentarnos con una acción
mínima.

Y esta acción mínima se llama para nosotros la construcción de una


tendencia revolucionaria al interior del movimiento obrero. Una
tendencia que busca la reorganización del M.O. Los supuestos de esta

523
política la definen como un punto de partida. Como uno de los pocos
puntos de partida que pueden ser válidos hoy en día.

Porque en los hechos nos constituimos como tendencia no porque


estemos absolutamente convencidos de que el partido no sirve más,
sino porque solamente hay condiciones para constituirse en
tendencia.

Y el objetivo de la reorganización del M.O solamente puede cumplirse


desde dentro del M.O y no desde fuera, lo que nos muestra que por lo
menos una importante característica de los grupúsculos no la
tenemos. Esto es estar separados de la problemática real del MO y de
la manera como éste va absorbiendo la derrota, el nuevo carácter del
desarrollo del capitalismo, y la propia visión política de sí mismo, en
condiciones nuevas y diferentes. Por otra parte, nuestra problemática
puede coincidir con la de un partido, pero desde otra perspectiva. La
tendencia no busca prepararse a sí misma, busca preparar a la clase.
Crece hacia afuera, no hacia dentro. Y su crecimiento se confunde con
el crecimiento del movimiento obrero en la perspectiva de su
reorganización. Seremos capaces de crecer solamente en tanto
expresión de un movimiento real.

3) Sobre la base de estos componentes, que son diferentes a aquellos


de Lenin, podemos de alguna manera intentar definir más
concretamente nuestro organizador colectivo. Ya dijimos que juega
un papel de primera importancia para nuestro crecimiento orgánico,
es decir, en términos de afirmar lo que tenemos en términos de

524
instrumento para eliminar las diferencias de comprensión que
subsisten en el pequeño grupo que hoy somos.

Pero además de todo esto, busca construir realmente la Tendencia,


provocar un reagrupamiento al interior del movimiento obrero. Pero
no de cualquier sector del movimiento obrero, sino de aquel que
objetivamente puede jugar un papel de vanguardia, de aquel que no
ha roto con el pasado, de aquel que se encuentra disperso sin poder
desarrollar su propia capacidad de hacer política después del golpe de
estado. De aquel que en el exilio anda dando tumbos, como fracción
de cualquier partido de izquierda y que no logra alcanzar su
maduración porque le falta esa práctica que le permita romper con
las telarañas que lo tienen aún amarrado a la mitología de los
partidos.

¿De qué manera se busca la reagrupación? No a través de proponer


un cambio de militancia, sino que más bien a través de la
comprensión, buscando la reagrupación como corriente social y
política que conduzca a explicar lo que pasó, lo que pasa hoy día y a
explicar y desarrollar las tareas que permitan dar continuidad en el
futuro a la lucha política revolucionaria en Chile.

Esto nos obliga a levantar un organizador colectivo que debe


convertirse en el centro de una preocupación política, el centro de una
lucha ideológica expresada en un camino político.

Todo esto debe ser respondido por el periódico. Lo ya hecho se ha


demostrado insuficiente como perspectiva. La tendencia comienza a
reagruparse, a organizarse con el periódico. Y si éste es capaz de

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convertirse en organizador colectivo, la tendencia tendrá reales
posibilidades de desarrollarse hacia otros niveles orgánicos y
políticos.

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