Tesis Magíster Francisca Cornejo Versión Digital
Tesis Magíster Francisca Cornejo Versión Digital
Tesis Magíster Francisca Cornejo Versión Digital
Facultad de Filosofía
Instituto de Estética
Primeramente doy las gracias a mi profesora guía Valeria de los Ríos, de quien
recibí muchísimo apoyo a través de sus lecturas, correcciones, recomendaciones
bibliográficas y su actitud propositiva y a la vez comprensiva para el desarrollo de mi
tesis.
También quisiera dar las gracias a directores de las películas que analicé: Teresa
Arredondo, Joaquín Cociña y Antonia Rossi. Les tres tuvieron una gran disposición para
responder mis preguntas en relación a la producción de ciertas escenas de sus obras.
Además Teresa asistió a mi defensa de tesis, lo que me fue muy grato.
Gracias, por supuesto, a mis profesores co-tutores Oscar Cabezas y Pablo Corro,
con quienes tuve el gusto de tener clases en el Magíster de Estéticas Americanas y
aprender sobre temáticas y reflexiones que me inspiraron y motivaron a elegir el presente
tema de estudio. Asimismo doy las gracias a Laura Jordán por haberme introducido
amablemente a los análisis de cine y sonido y recomendarme lecturas para el desarrollo
de mi tesis.
Por último quiero agradecer a todas las personas que me dieron ánimos para
terminar este ciclo de estudios, es decir, mi familia y amistades.
Índice
2. Resumen ....................................................................................................................7
3. Antecedentes .............................................................................................................8
3.2 Postdictadura, cine chileno y memorias de violencias políticas del pasado reciente.
......................................................................................................................................14
4. Problematización .......................................................................................................22
6. Metodología ................................................................................................................27
9. Conclusiones .............................................................................................................142
5
Lo que más llamó mi atención de las películas mencionadas son los usos de su
materialidad. En menor o mayor intensidad, yuxtaposiciones de sonidos e imágenes como
desfiguraciones de la representación tensionan los límites entre realidad y ficción,
presentes y pasados, humanos y animales, cultura y naturaleza o personas vivas y
desaparecidas. Se trata de expresiones inestables de los recuerdos, deformaciones
materiales explícitas en tanto conjugaciones de las violencias políticas del pasado
reciente, indefinidas y afectantes. Rozan el vacío, o simplemente caen a su abismo para
morir y nacer, nacer y morir.
6
2. Resumen.
Abstract
In the contemporary chilean films El eco de las canciones (2010), La casa lobo (2018)
and Las cruces (2018), whose main topic is the political violence of the recent past, certain
materialities acquire an indeterminate, intra-active, and vital character. These dense
presences, which I called “limit materialities”, are manifested through diverse
juxtapositions between sound/voice and image. The present research sought to understand
the relationship of these sensitive configurations with bodies and memories, through a
thematic analysis that included, at times, my aesthetic experience as a spectator. Finally,
this thesis concludes that “limit materialities” resignify memories and bodies through
their indeterminate and disruptive nature of reality as updates to an unfinished transition.
7
3. Antecedentes.
1
¿Nos enfrentamos ante una “transición a la democracia” inacabada? Distintos investigadores como Tomás
Moulian, Nelly Richard y Claudio Fuentes, entre otros, han planteado su continuidad más allá del año 1990.
Según Moulian (2017), la transición tras el fin de la dictadura militar operó como sistema de trueques en
que la estabilidad fue comprada por el silencio, táctica de apaciguamiento como un “blanqueo de Chile”.
De esta manera, se mantuvo complicidad respecto a mantener un modelo económico impuesto durante la
dictadura militar (Moulian, 2017). Por su parte, Richard (2018) afirma que este equilibrio político-social
falso de consenso e imposición del neoliberalismo marcó una transición de más de treinta años, hasta su
ruptura anti-neoliberal a través del movimiento estudiantil del año 2011. Este último hito expresaría una
contraposición de lo público y lo privado en su cuestionamiento a la mercantilización social como el fin de
la transición (Richard, 2018). Desde una perspectiva distinta, Fuentes (2021) plantea que el hito de
noviembre de 2019 en que, en el contexto del estallido social, las principales fuerzas políticas aceptaron la
demanda social de cambiar la Constitución, da inicio a lo que podríamos pensar como el cierre del proceso
de una transición inacabada.
8
implicó, en palabras de Manuel Antonio Garretón (2012), “(…) la represión y el
aplastamiento de las organizaciones obreras y sindicales urbanas” (p. 75).
9
Emergen en este tiempo el individualismo asociado a la globalización, el consumo
y el trabajo (Rubio, 2016), en medio de la imposición del modelo y su potente impacto
en el mercado laboral (Salazar, 2012). En dicho contexto, a partir de fines de los años ‘90,
los movimientos sociales comienzan a hacerse cada vez más notorios, a través de distintas
manifestaciones públicas. Actores sociales como mapuches en 1999 y estudiantes
secundarios en 2006, entre otros, se hacen visibles por medio de protestas que demandan
cambios en el sistema (Sotomayor, 2019). Se consagra, de esta manera, un rechazo
generalizado a las instituciones gubernamentales y los partidos políticos, lo que, de
acuerdo a Ruiz (2019), plantea redefiniciones en la política. La ruptura entre un
descontento acumulado asociado a los abusos del mercado en el ámbito del trabajo,
vivienda, educación, salud, bienes y servicios, medioambiente y soberanía indígena,
sumado a la incapacidad de las elites políticas para responder a las crecientes tensiones
sociales, genera condiciones que posibilitan una acción colectiva (Sotomayor, 2019).
Durante el año 2010, junto al cambio de mando que marca el inicio del regreso de
la derecha al poder, dos catástrofes sacuden y conmocionan al país. En el mes de febrero,
un terremoto de alta intensidad y un posterior maremoto azotan al centro-sur de Chile
(Centro Sismológico Nacional, 2016) y, en el mes de agosto, producto de un derrumbe y
negligencias estructurales en un yacimiento de la mina San José en la comuna de Caldera,
33 mineros quedan atrapados en sus profundidades, hasta ser rescatados 33 días después
del desastre (Arraiza et. al, 2013). Ambos episodios, altamente mediáticos, marcan una
estética particular del gobierno de Piñera. En el caso del terremoto, Nelly Richard (2010)
plantea una contra-apropiación del gobierno de la memoria de violencias políticas en los
usos del término “desaparecidos” y la realización de velatones, así como también otros
actos simbólicos en torno a la tragedia.
10
convocatoria posterior al fin de la dictadura: las protestas de estudiantes de educación
superior (Ruiz, 2019). Las demandas son negadas de manera persistente por Piñera, quien,
según Salazar (2012), demuestra un giro en la política chilena, una “involución
conservadora” que no acepa, en palabras del autor, “(…) el juego interno de la libertad,
la participación y la soberanía” (p. 25). Lo mismo ocurre ante movimientos como
diversificaciones de la protesta estudiantil, vinculados a otros abusos públicos de las
instituciones entre las que destacan, en la opinión ciudadana, los fondos de pensiones
(AFP), las instituciones de salud previsional (ISAPRE), las farmacias y las clínicas
(Sotomayor, 2019).
El gobierno de Piñera finaliza con una derecha debilitada que pierde las elecciones
presidenciales de 2014 ante Michelle Bachelet, representante de una ex Concertación
cuyo nombre cambia a Nueva Mayoría e incluye al Partido Comunista (Ruiz, 2014). En
el ámbito discursivo, la coalición integra la movilización social, prometiendo reformas en
el área de la educación y una nueva constitución (Ruiz, 2019).
Este gobierno, de acuerdo a Ruiz (2019), estuvo marcado por distintos casos de
corrupción generalizados que dejaron a la vista, siguiendo al autor, “(…) la extendida
colonización del empresariado criollo sobre los partidos políticos de ambos lados del
espectro” (p. 349). Los casos de financiamiento ilegal a políticos de la minera
SOQUIMICH, controlada por un familiar del ex dictador Pinochet, y los negocios ilícitos
del hijo de la presidenta, terminaron con la confianza ciudadana puesta en Bachelet (Ruiz,
2019). Respecto a las reformas de gobierno, éstas no fueron implementadas debido al
lobby empresarial hacia distintos políticos, lo que terminó en muchísima inversión a la
educación privada y el fracaso en la redacción de una nueva constitución (Ruiz, 2019).
En 2017, las elecciones para una nueva presidencia dan por ganador, por segunda
vez, al empresario Sebastián Piñera. Tras su llegada, como plantean Sergio Verdugo y
Jorge Contesse (2018), una nueva constitución desaparece por completo en la agenda
política, de acuerdo al desinterés manifiesto de la derecha en la promoción de este
proyecto (Verdugo y Contesse, 2018). Por otra parte, según los autores, las
manifestaciones sociales parecen menos preocupadas por la promoción de este cambio
(Verdugo y Contesse, 2018).
11
En el año 2018, mujeres universitarias a lo largo de todo el país comienzan una
movilización masiva en torno a la visibilización de discriminación y trato desigual de
mujeres y diversidades sexuales (Reyes-Housholder y Roque, 2018). Según Catherine
Reyes-Housholder y Beatriz Roque (2018), se trata de una “tercera ola de protestas
feminista” (p. 191), continuidad de movimientos anti-patriarcales previos que, de acuerdo
a destacadas académicas como Teresa Valdés y María Emilia Tijoux, es la movilización
feminista más grande de la historia de Chile (Sequel, 2018; citado en Reyes-Housholder
y Roque, 2018).
‘Chile despertó’, se escuchó a coro en las calles. Una nueva sensibilidad se articuló
en medio de un clima de violenta represión por parte de las autoridades. En respuesta a
esta crisis social, partidos de izquierda y derecha resuelven la realización de un plebiscito
para aprobar o rechazar la redacción de una nueva carta y la elección del órgano escritor
de la misma: una Convención Constitucional o Convención Mixta (Matus, 2020).
Mientras tanto, las movilizaciones continúan en las calles.
En marzo de 2020, las protestas masivas se ven interrumpidas por la llegada desde
China del virus Covid-19 y la declaración de un Estado de excepción que, en primera
instancia, implementó cuarentenas focalizadas en la Región Metropolitana, para luego
extenderlas al resto del país. Ante la posibilidad de dispersión del virus, se decide
posponer el proceso constituyente desde abril a octubre del mismo año (Servicio Electoral
de Chile, 2010a). Finalmente, el 25 de octubre de 2020 se lleva a cabo la histórica
votación que tiene como resultado la imposición del apruebo frente al rechazo con un
78,27% de las preferencias, mientras que un 78,99% se inclina por la definición de una
12
Convención Constitucional para redactar la constitución (Servicio Electoral de Chile,
2010b).
13
3.2 Postdictadura, cine chileno y memorias de violencias políticas del pasado
reciente.
14
La restauración de la democracia significó, según Ascanio Cavallo, Pablo Douzet
y Cecilia Rodríguez (2007), un cambio en las condiciones del cine chileno, lo que permite
hablar de un “cine post-autoritario” o “de la transición”. Este último se identifica con una
disminución respecto al ambiente represivo en torno a la creación artística, lo que
posibilita el regreso al país de directores exiliados, el estreno de películas antes
censuradas o extraviadas durante años y el surgimiento de nuevos realizadores que ponen
en escena “los olvidados” o “marginados” del sistema construido en el régimen militar
(Campo contra Campo, 2014).
15
Hacia los años 2000 el número de estrenos nacionales aumenta de manera
considerable. Algunos hitos que promovieron la producción cinematográfica fueron la
creación de la Asociación Gremial de Documentalistas de Chile, la realización del
Festival Internacional de Documentales de Santiago en 1997 (De los Ríos y Donoso,
2016; Fuente-Alba y Basulto, 2018), la creación en 2002 por la Corporación de Fomento
de la Producción (CORFO) de CHILEDOCS, empresa abocada al desarrollo y
comercialización de documentales en el extranjero (De los Ríos y Donoso, 2016) y la
publicación en 2004 de la Ley Nº 19.981 de Fomento Audiovisual (Ley del Cine),
mediante la que el Estado se compromete al apoyo, promoción y fomento de la creación
audiovisual nacional por medio de la creación del Consejo del Arte y la Industria
Audiovisual y la creación del Fondo de Cultura Audiovisual (Parada, 2011).
Por otra parte, entre fines de los ’90 y principios del milenio, diversas escuelas de
cine a lo largo del país comienzan a tener sus primeros egresados, surgen el video digital
y multi-salas de cine que permiten a cineastas jóvenes tener mayor acceso a difusión
comercial (Flores, 2009) y se generaliza el acceso a plataformas multimediales como
youtube, lo que permite la mezcla, apropiación y acopio de materiales diversos (Corro,
comunicación personal, junio 2021). Esto último impulsa nuevas creaciones en las que se
observa un debilitamiento de los procesos de representación, el que ya observábamos en
los mecanismos de cautela post-autoritaria en el cine de los años ’90 (Corro,
comunicación personal, junio 2021).
16
producir sentidos a través de un enfrentamiento a un abismo desde la “extraña superficie
del cine” (p. 54).
Entre las películas chilenas cuya temática central son las violencias políticas del
pasado reciente, estrenadas entre 2000 y 2009, destacan las ficciones Machuca de Andrés
Wood (2004) y Tony Manero de Pablo Larraín (2008), así como también los
documentales Estadio Nacional (2001) de Carmen Luz Parot, I love Pinochet de Marcela
Said (2003), En algún lugar del cielo de Alejandra Carmona (2003), Salvador Allende
“Vive en la memoria” de Patricio Guzmán (2004), El astuto mono Pinochet y La Moneda
de los cerdos de Bettina Perut e Iván Osnovikoff (2004), Actores secundarios de Jorge
Leiva y Pachi Bustos (2004), Héroes Frágiles de Emilio Pacull (2006), La ciudad de los
fotógrafos de Sebastián Moreno (2006), Reinalda del Carmen, mi mamá y yo de Lorena
Giachino (2006), Calle Santa Fe de Carmen Castillo (2007), Mi vida con Carlos de
Germán Berger-Hertz (2009) y La quemadura de René Ballesteros (2009).
Por otra parte, películas destacadas cuya la temática central son las violencias
políticas durante el pasado reciente, entre 2010 y 2019, en el ámbito de la ficción, son
Post Mortem y No de Pablo Larraín (2010; 2012), Las niñas Quispe de Sebastián
Sepúlveda (2013), Allende en su laberinto de Miguel Littin (2014), El Club de Pablo
Larraín (2015), La casa lobo de Joaquín Cociña y Cristóbal León (2018) y Araña de
Andrés Wood (2019). Por otra parte, en el ámbito documental destacan El edificio de los
chilenos de Macarena Aguiló y Susana Foxley (2010), El eco de las canciones de Antonia
Rossi (2010), Ni toda la lluvia del sur de Paulo Vargas (2010), Nostalgia de la luz de
Patricio Guzmán (2011), La muerte de Pinochet de Bertina Perut e Iván Snovikoff (2011),
Allende mi abuelo Allende de Marcia Tambutti (2015), El botón de nácar de Patricio
Guzmán (2015), Venían a buscarme de Álvaro De la Barra (2016), El patio de Elvira
Díaz (2016), Las cruces de Teresa Arredondo y Carlos Vásquez (2018), La cordillera de
los sueños de Patricio Guzmán (2019) y Haydee y el pez volador de Pachi Bustos (2019).
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Por último, cabe mencionar que en el inicio de esta nueva década se estrenaron el
documental Cantos de represión de Marianne Hougen-Moraga y Estephan Wagner
(2020) y la ficción Matar a Pinochet de Juan Ignacio Sabatini (2020).
En esta misma línea, Pablo Corro (2012) afirma que existe un interés progresivo
por argumentos de asuntos de aparente insignificancia, modos creativos como “poéticas
débiles” que rechazan el relato épico de acuerdo a una preferencia por, en palabras del
autor, “(…) las acciones a baja intensidad, el interés por los segundos planos, a la
reivindicación del sonido como dimensión rica en sugestiones y refractaria a las
literalidades, al gusto del fuera de campo como margen deliberado para la intervención
imaginaria del espectador” (p. 217). Películas de ficción vinculadas a las violencias
18
políticas del pasado reciente como Machuca y Tony Manero son ejemplos de esta línea
argumental (Corro, 2012).
19
ineludible desnaturalizar su carácter disruptor a través de un análisis que vaya más allá
de sus aspectos formales. En dicho sentido, se hace inexcusable indagar respecto a cómo
las formas articulan memorias hegemónicas o locales a través del foco en la subjetividad.
20
cintas súper 8 en El eco de las canciones (Corro, 2020), cartas, fotografías y animaciones
como imágenes poéticas en El edificio de los chilenos (Gallardo, 2015) e imagen, luz y
color en Tony Manero, Post-mortem y No (Corro, 2013). Estos estudios revelan cómo la
materialidad es una fuente expresiva de miradas postdictatoriales al pasado reciente y, en
consecuencia, de memorias sociales fragmentadas contemporáneas.
21
4. Problematización.
Nos enfrentamos a una realidad disociada del pasado reciente que, de acuerdo a
Rubio (2016), se ha reforzado a través un imaginario histórico-social construido en
democracia, en que imagen y cultura globalizada han debilitado imaginarios colectivos.
En dicho contexto me pregunto respecto a la diversidad de recuerdos en torno a los
tiempos de un pasado violento, imaginaciones que habitan más allá de la representación
oficial de la memoria.
22
La cordillera de los sueños, La casa lobo o Las cruces, nuevas formulaciones expresivas
audiovisuales como reflexiones en torno a memoria, territorio y/o cambios tecnológicos.
23
como imaginarios de una niñez que pervive en quien evoca el pasado a través de imágenes
de la ciudad de Santiago.
Por otra parte, La casa lobo es una ficción inspirada en Colonia Dignidad, ex
enclave autoritario cuyo líder fue el psicópata alemán Paul Schäfer. Al comienzo de esta
película, un remontaje de archivos de origen desconocido recrea un “video institucional”
narrado por una voz masculina alemana-chilena. Este video, que no sabemos si es ficticio
o real, muestra la vida aislada y supuestamente idílica de la colonia. Una vez finalizada
esta primera parte, la película da paso, a través de la técnica stop motion, a la historia de
María, una mujer que escapa junto a dos cerdos de los horrores de la colonia y se interna
en una casa que tiene vida propia.
24
incluye el orden de la materia animada, configuración sensible que, al momento en que
disputa el orden de “lo dado”, es política (Bennett, 2010).
25
5. Objetivos e hipótesis.
Con el fin de dar luces respecto a esta interrogante y objetivo, se propone la siguiente
hipótesis:
- “El uso de “materialidades límite” en las películas La casa lobo, Las cruces y El
eco de las canciones, manifestado a través de sonido/voz e imagen, resignifica
cuerpos y memorias de violencias políticas del pasado reciente, a través de su
carácter indeterminado y disruptivo de lo real como actualizaciones de una
transición inacabada”
26
6. Metodología.
Decidí incluir en esta tesis la escritura en primera persona como una manera de
rescatar la intimidad en mis palabras, gestos corpóreos que nacieron en medio de tantas
horas de soledad frente a la máquina. De esta manera me permito des-objetivar el proceso
investigativo al incluir, de manera intermitente, mi subjetividad en medio de esta trama
reflexiva.
Para analizar las estéticas y formas en las “materialidades límite”, identifiqué sus
transformaciones y trasposiciones en asociación a sonidos/voces e imágenes, conjunto
que me permitió definir conceptos comunes en consideración de su relación con cuerpos,
memorias y violencias políticas del pasado reciente.
27
7. Marco teórico-conceptual.
28
de las aproximaciones “más textuales” enmarcadas en el “giro cultural” para la
comprensión de la sociedad contemporánea.
29
dualismo o la reconciliación dialéctica a través de la reconsideración de las nociones de
cambio, causalidad, agencia, tiempo y espacio cruzadas por la materialidad en tanto “(…)
un exceso, fuerza, vitalidad, relacionalidad o diferencia que hace que la materia sea activa,
auto-creativa, productiva, impredecible” (Coole y Frost, 2010, p. 10). Su presencia
ineludible nos afecta, reconfigura y consume (Coole y Frost, 2010). Bennett (2010), en
relación a la “vitalidad” de las cosas, afirma que estas actúan como cuasi agentes o fuerzas
dotadas de trayectorias, propensiones o tendencias propias. Son una gama de poderes no
humanos que circulan tanto alrededor como dentro de los cuerpos humanos, posibilitadas
de crear o destruir (Bennett, 2010).
Las unidades ontológicas primarias, según Barad (2003), no serían las “cosas”
sino que fenómenos como reconfiguraciones, enlazamientos y relaciones, y sus unidades
semánticas no serían las “palabras”, sino prácticas material-discursivas a través de las que
se definen límites. A través de este enfoque, la autora ofrece una elaboración materialista,
naturalista y posthumanista respecto a la performatividad, que posiciona a la materia
como participante activa en medio del devenir del mundo en su “intra-actividad” en pleno
curso (Barad, 2003).
31
a través de un poder “impersonal”. De esta manera, la agencia de las cosas produce efectos
en los cuerpos de acuerdo a su capacidad de actividad o respuesta (Bennett, 2010).
32
La adscripción no dualista en el concepto de Bernini (2016) remite a una
“performatividad posthumanista”, dada, según Barad (2003), la incorporación de nuevas
categorías de entendimiento más allá de las separaciones cartesianas entre lo real y lo
ficticio. La constitución fragmentada de este relato denso deviene en, como plantea la
autora, una intra-actividad que, en el caso del corpus de películas elegido para esta
investigación, se manifiesta en “materialidades límite” como fuerzas auto-creativas que
reconfiguran el canon de la representación.
Una primera “cosa”, conocida como “Mac Guffin”, remite a un lugar vacío,
pretexto cuya función es permitir la marcha de la historia (Žižek, 1994). En palabras de
Žižek (1994), “(…) es totalmente indiferente y, por necesidad estructural, está ausente”
(p. 11). Su significación es pura autoreflexión, un hecho que significa una importancia
33
vital para los personajes de la historia sin que revista mayor importancia en la trama
(Žižek, 1994).
34
dimensiones a las que es necesario atender de acuerdo a sus re-significaciones intra-
activas de lo real.
35
7.2 Entre cuerpos y poder. Indiferenciaciones de lo (no) humano.
Según Foucault (2002), el panóptico puede ser utilizado como máquina para hacer
experiencias, modificar comportamientos, encauzar o reeducar conductas individuales.
Se trata de un lugar de privilegio para la experimentación sobre humanos y el análisis de
las transformaciones que se pueden obtener de los mismos (Foucault, 2002). Desde la
torre central, se puede espiar a los empleados y juzgarlos continuamente para la
modificación de su conducta, mediante la imposición de distintos métodos (Foucault,
2002). Sus mecanismos de observación permiten eficacia y capacidad de penetración
respecto al comportamiento humano como un “modelo generalizable de funcionamiento;
una manera de definir las relaciones del poder con la vida cotidiana de los hombres”
(Foucault, 2002, p. 189).
36
Aun cuando Bentham ideó el panóptico pensando en la prisión como una
institución cerrada sobre sí misma, según Foucault (2002), esta figura de tecnología
política debe desprenderse toda especificidad. Se trata de un modo de implantación de los
cuerpos en un espacio, distribución de los individuos a través de una organización
jerárquica y disposición de centros y canales de poder que puede ser utilizado en
hospitales, talleres, escuelas, prisiones (Foucault, 2002). Podrá ser utilizado, siguiendo
al autor, siempre que “(…) se trate de una multiplicidad de individuos a los que haya que
imponer una tarea o una conducta” (Foucault, 2002, p. 190).
Para explicar este nuevo “tipo de realidad” y “modelo de verdad” panóptica, Gilles
Deleuze (2014), a través de una reinterpretación de la teoría panóptica de Foucault, afirma
la existencia de una “máquina abstracta”, es decir, un mapa de fuerzas que funciona través
de uniones primarias no localizables efectuadas en el tejido de agenciamientos que
producen. Para el funcionamiento de esta máquina es necesario que la multiplicidad sea
restringida en el espacio (Deleuze, 2014). Ésta siempre concierne, como planteó
previamente Foucault, a materiales no formados y a funciones no formalizadas ni
finalizadas, unidas en un funcionamiento no interrumpido carente de un uso específico
(Deleuze, 2014).
37
El concepto de biopolítica se relaciona con lógicas y racionalidades modernas del
control de las poblaciones como un derecho sobre la vida y la muerte a través del “hacer
vivir” (Foucault, 2000). Se trata, según Gabriel Giorgi (2014), de un campo propio de la
modernidad en que existe un control y administración cada vez más intensa, diferenciada
y abarcativa del ciclo biológico del cuerpo y las poblaciones. Ciertos cuerpos y formas de
vida expresarían o no lo viviente, representando los últimos un decrecimiento o, de
manera directa, una amenaza (Giorgi, 2014).
38
relaciones sociales a través de la comprensión imaginativa de la opresión (Haraway,
1991).
Bajo esta misma lógica, hibridaciones entre ciudad y máquina están presentes en
las películas El eco de las canciones y Las cruces. Este concepto de indistinción entre
humanos y máquinas ha sido trabajado por Jonathan Crary (2015), a través de la idea de
la ciudad que nunca está totalmente apagada y, por lo tanto, no existe un verdadero
descanso al habitarla.
39
La indiferencia humano-máquina remite al concepto de “utopía panóptica”, que,
según Castro (2009), representa el sueño de una “sociedad de cuerpos dóciles” (p. 169)
en el que cada uno de los espacios, públicos o privados, se exponen a la vigilancia y el
control. El corpus de películas elegidas para esta investigación refiere a este concepto no
como una dominación total, sino que como parte de un todo material intra-activo en que
naturaleza, lugares y cuerpos conviven con el poder y, a momentos, lo transgreden.
40
La indeterminación entre humano y no humano a través de “materialidades límite”
es transversal al corpus de películas elegido para esta investigación. Su análisis implica
la inclusión, además, de otras manifestaciones específicas cruzadas por estas
indistinciones, las que serán incluidas en las particularidades de cada caso.
41
7.3 Memoria y materialidad. Mitos de una postdictadura.
Cada memoria individual, como plantea Maurice Halbwachs (2004), nace en una
memoria colectiva, la que tiene como soporte un grupo limitado en el espacio y el tiempo.
Esto genera diversas interpretaciones respeto al pasado de acuerdo a la existencia de
distintas maneras de concebir, por ejemplo, fechas de conmemoración pública que están
sujetas a conflictos y debates (Jelin, 2002).
42
en que rememoración e imaginación se confunden en un devenir-imagen cuyo carácter es
objetal pues nos acordamos de “algo” (Ricoeur, 2000).
Respecto a la relación entre memoria y olvido, Marc Augé (1998) plantea que ésta
es la misma que aquella entre la vida y la muerte, en que la muerte adquiere un sentido
sutil y cotidiano de la vida misma. Esto también ocurre con la memoria y el olvido en que
este último es componente propio de la memoria (Augé, 1998).
43
El análisis de Ricoeur nos permite pensar en la memoria como un acto creativo
corporal que redefine tiempo y espacio a través de ciertas materialidades, las que permiten
evocar acontecimientos del pasado y transformarlos. Atendiendo a que la historia puede
apropiarse de lugares de memoria y modificarlos, deformarlos y modelarlos (Nora, 2008),
los actos performativos son cruciales para el recuerdo de los hechos pasados. Es así como,
siguiendo a Nora (2008), existen arranques y devoluciones, vaivenes en los que memorias
particulares reclaman su propia historia.
El corpus de películas elegido para esta investigación nos muestra este reclamo a
través de la materialización de la memoria autoritaria en los cuerpos. Sus secuelas
irreflexivas, según Jelin (2002), son “huellas en la memoria”. En la ciudad podemos
encontrar la materialización de estas huellas en lo que Macarena Silva y María Fernanda
Rojas (2004) definen como “piezas de la ciudad artefacto”. Estas piezas materiales de la
ciudad, siguiendo a las autoras, tienden a la desaparición por medio de su demolición,
simulación, desconocimiento, aislamiento, apropiación y ocultamiento (Silva y Rojas,
2004). Respecto a este último punto, José Santos (2016) afirma que la desaparición de
estos lugares pueden identificarse a partir de tres dimensiones: ontológica (material),
sensorial (percepción) y epistemológica (saber). Estas categorías se relacionan entre sí
como diferentes alternativas, entre las que la más radical es la desaparición
epistemológica (Santos, 2016).
Como revisamos hasta acá, la relación entre materialidad y memoria es frágil. Este
hecho es manifestado en las películas El eco de las canciones, La casa lobo y Las cruces
como una reflexión respecto a memorias y olvidos desde la dimensión mítica de las
violencias políticas. Nos enfrentamos, de esta manera, ante un mito de la postdictadura
que atraviesa sus narrativas y estéticas.
44
¿A qué se refiere el mito de la postdictadura? Antes de dar respuesta a esta
pregunta, quisiera explicar brevemente qué es un mito. Según Claude Lévi-Strauss
(1997), es una estructura permanente de carácter histórico y ahistórico a la vez, como
objeto absoluto sincrónico y diacrónico que cambia en el tiempo. Respecto al carácter
transformador del mito, el antropólogo plantea lo siguiente:
45
La memoria, siguiendo a Richard (2010), no es solamente el pasado ni el recuerdo.
Ésta designa una zona de asociaciones tanto voluntarias como involuntarias entre el
pasado y el presente, concibiendo ambos tiempos como formas incompletas en las que se
enlaza lo consumado y lo aún no realizado (Richard, 2010). Se trata de enlaces simbólicos
y temporales entre “estratos de experiencia” antes sumergidos en el trauma, fundidos en
una contigüidad nueva de tiempos y espacios a través de archivos, conversaciones,
fotografías o lugares como un registro de opuestos de “(…) lo nacional y lo familiar, lo
heroico y lo cotidiano” (Richard, 2010, p. 152).
46
7.4 De afectos, cosas y límites colectivos.
Según Fernández (2000), en medio de los afectos que se relacionan al origen nos
encontramos con las conmemoraciones, aniversarios, fiestas y rituales, a partir de los que
una sociedad o ciudad vuelve a desarrollarse o a expandirse. Aquí están los afectos que
“(…) pueden denominarse de creación, descubrimiento y conocimiento, que equivalen a
la presenciación de la aparición de lo desconocido y lo nuevo” (Fernández, 2000, p.44).
47
Y es que, siguiendo al autor, la realidad colectiva proviene de la nada, de un lugar que no
está dentro de ella sino más allá, pues “La creación, el conocimiento y el descubrimiento
son, de alguna manera, la posibilidad de vislumbrar ese más allá del espacio y el tiempo:
atisbar el infinito” (Fernández, 2000, p.44), como un punto de fuga que quita el aliento y
renueva el mundo en el que vivimos (Fernández, 2000).
Por otro lado, aquello que roza el límite exterior es “(…) la destrucción de la
sociedad y de sí mismo” (Fernández, 2000, p.46). Aquí se acaba la colectividad, y las
pasiones ubicadas en esta frontera son del orden de la ansiedad, el miedo, la angustia o la
desesperación, como la desolación de la pérdida de la comunidad (Fernández, 2000, p.46).
Se trata de la sensación de quedar fuera, como una expulsión del territorio y los
sentimientos que lo habitan, como sucede en guerras civiles, crisis económicas, mentiras
o dictaduras (Fernández, 2000, p.46).
Hasta aquí hemos revisado la relación entre afectividad, cuerpo y sociedad a través
de las formas y sus límites. Ahora bien, para comprender los procesos de transformación
y circulación entre sujetos, cosas y afectos en el marco de la experiencia colectiva y,
específicamente, en el corpus de películas que convoca esta tesis, a continuación integro
a este diálogo a la teoría política de las emociones en Sara Ahmed.
48
lo anterior, la autora afirma que los sentimientos no residen ni en sujetos ni en objetos,
sino que son producidos como efectos de la circulación de objetos, lo que nos permitiría
pensar sobre la “socialidad” de la emoción (Ahmed, 2015).
El miedo al “mundo”, de esta manera, funciona como una violencia presente que “(…)
encoge los cuerpos y los coloca en un estado de temerosidad” (Ahmed, 2015, p. 117),
moldeando la manera en que habitan el espacio. Esto se relaciona con la dimensión
temporal entre miedo y objeto (Ahmed, 2015). El miedo se aproxima a nuestros cuerpos
cuando el objeto cercano es una experiencia vívida desagradable, anticipación de daño o
herida que nos proyecta desde el presente hacia el futuro (Ahmed, 2015).
Las emociones son importantes para la política. Según Ahmed (2015), pueden
mostrarnos cómo el poder moldea las superficies de los cuerpos y los mundos,
alineándolos con y contra otros. Como afirma, Jaques Rancière (2009), la estética tiene
una dimensión política, expresada a través de repartos de lo sensible que determinan el
lugar de cada persona en el mundo. Pero este mandato es relativo pues, como plantea el
autor, la emancipación de este reparto fijo y desigual puede producirse a través de la
distribución de otras configuraciones sensibles (Rancière, 2009). Esto último es
manifestado en las películas El eco de las canciones, La casa lobo y Las cruces a través
de distintas “materialidades límite”.
49
Como he mencionado en secciones anterior, el concepto “materialidad límite” refiere
a manifestaciones densas presentes en el corpus de películas analizado en esta tesis,
rasgos indeterminados, intra-activos y vitales de acuerdo a su carácter liminal y agencial.
Su presencia disputa el orden de lo representado como formas que crean y destruyen,
tensiones entre realidad y ficción, presentes y pasados o humanos y animales y entre otras
distinciones.
Sonido/voz
Sonidos y voces son materia protagónica en las películas que convoca esta
investigación. A continuación quisiera referirme a su relación material, espacial y
significativa, así como también sus características asociadas al ámbito del cine.
El sonido llena el espacio. Según Noel García (2005), sus límites con el cuerpo
son confusos e indiscernibles, lo que genera que, en muchos casos, el sonido llene un
espacio de tal manera todos sus elementos se conviertan en el mismo. Como planea Le
Breton (2017), el sonido traspasa fronteras en su viaje por espacios como rastro sensible
de un objeto, hilo que une al movimiento del mundo.
50
su ruido inverosímil característico del Estado postindustrial que, como afirma Clara Garí
(2005), “transforma las acústicas del control en un gigantesco aparato que emite ruido y
a la vez en un gigantesco radar capaz de escucharlo todo” (p. 4).
51
de la causa/fuente (Chion, 1993). Lo anterior se relaciona con el concepto de acusmática,
el efecto de misterio sobre el aspecto de la naturaleza del sonido en el cine (Chion, 1993).
52
voz sin cuerpo es inherentemente siniestra y el cuerpo al cual se le asigna no disipa del
todo su efecto fantasmal” (Dolar, 2007; p. 77).
El sonido como voz acusmática, según Chion (1993), crea un efecto de misterio
sobre el aspecto de su fuente y su naturaleza, sus propiedades y poderes de acuerdo al
escaso poder narrativo del sonido en relación a su causa. Esto se une al carácter no
diegético de la fuente que, siguiendo al autor, se sitúa en un tiempo y un lugar ajenos a la
situación evocada (Chion, 1993).
53
La voz de la conciencia, siguiendo a Dolar (2007), puede ser ética o desviación.
Desde el psicoanálisis, la desviación adquiere el nombre de superyó, y, de acuerdo a
Lacan (1966), “(...) es por sobre todo una voz y muy vocal, y sin más autoridad que la de
ser la voz gruesa” (Lacan, 1966, p. 684; citado en Dolar, 2007, p. 120). Es un exceso que
funciona como transgresión de la ley, en las reglas obsenas que se constatan en el susurro,
la insinuación y el confinamiento de la voz (Dolar, 2007).
Por otra parte, la voz autoritaria es aquella que pone en entredicho la letra y su
autoridad (Dolar, 2007). La voz reemplaza a esta última, la suplanta y manifiesta un
desborde que es fuente y pedal inmediato de violencia (Dolar, 2007). Por ejemplo, la voz
de Adolf Hitler es la que suspende, convierte y realiza la ley en una coincidencia entre
zoé y bios, lo que apunta a la biopolítica como la fagocitación de la letra y lo sagrado
(Dolar, 2007). Para Dolar (2007), es en esta liquidación en que aparece la vida desnuda
referida por Agamben, es decir, la vida en que quien sea puede matar con impunidad a
través de las voces que producen acontecimiento, cuya justificación es ser la unidad y
deseo de la Nación (Dolar, 2007). Su posición estructural es igual a la de la soberanía, lo
que significa “(…) suspender la validez de la ley e instaurar el estado de emergencia”
(Dolar, 2007, p. 145).
Pero ¿Qué ocurre con el sujeto en esta relación? De acuerdo a Dolar (2007), el
sujeto se vuelve tal a través de la lealtad al núcleo foráneo, voz que no puede ser silenciada
del todo por la interpelación ideológica. Mientras tanto, la distancia existente entre ambas
voces abren el lugar de lo político (Dolar, 2007, p. 147). Como plantea Dolar (2007),
“(…) la voz puede ser producida por máquinas, de modo que allí se abre una zona de
indecidibilidad, de un entredós, una intermediación que será uno de sus rasgos
primordiales.
54
Imagen.
La siguiente sección considera teoría asociada a dos tipos de imagen, ambas presentes
en el corpus de películas que nos convoca: imagen archivo e imagen animación. La
presencia intermitente de estas materialidades a través del montaje remite a indistinciones
entre realidad y ficción, en asociación a las violencias políticas del pasado reciente
chileno.
- Imagen archivo.
Según Edgardo Castro, en su libro “El vocabulario de Michel Foucault”, las reglas
del archivo estarían definidas por límites y formas de decibilidad, conservación, memoria
en la formación discursiva, reactivación de enunciados anteriores y apropiación. En tanto
literatura oculta y empolvada, como afirma Foucault (2002b), el archivo no intenta repetir
lo que ya se ha dicho ni eclipsarse en su origen, sino que reescribe una transformación de
lo que ha sido y escrito el objeto como descripción sistemática de un discurso-objeto
(Foucault, 2002b). Y es que la huella del documento expropia lo que, de acuerdo a Tello
(2016), “radica en la singular experimentación de un trastrocamiento del archivo, y, con
ello, de un pensar lo impensado hasta ahora en el archivo” (p. 39).
En el cine, el uso de archivos a través de remontajes nos transporta a pensar en, como
afirma François Niney (2015), “una máquina para re-montar el tiempo” (p. 48),
acto/materialidad presente en películas de posguerra de directores como Chris Marker y
Harun Farocki (Niney, 2015). Esta idea se relaciona, por un lado, con que el montaje
55
permite la producción a partir del tiempo fragmentario “real” de un “nuevo tiempo ficticio
coherente”, vale decir, el tiempo del relato cinematográfico (p. 48).
Por otra parte, el sentido del remontaje está en que su proyección reactualiza el
presente respecto a un momento del pasado (Niney, 2015). De esta manera, el cine
inaugura, en palabras de Niney (2015), “(…) una nueva dimensión de la historia y de la
memoria, al agregar al mundo actual un mundo paralelo de reaparecidos” (p. 48).
Entonces, la voz que retoma los archivos no es como un narrador “objetivo” y anónimo
sino que es como una voz propia, “(…) personal, poética o analítica” (Niney, 2015, p. 48)
que dialoga con el espectador, a quien dirige las re-tomas de visiones como huellas
confusas por descifrar.
“(…) hacer justicia a los resistentes desconocidos, a las víctimas de las guerras, a las
revoluciones frustradas, a las pequeñas felicidades omitidas, a los espectros que nos
atormentan todavía, es esclarecer nuestro porvenir respecto de sus legados, pero
igualmente respecto de sus posibles desaparecidos y susceptibles de reactualizarse”
Niney, 2015, p. 49
Esta idea remite, como afirma Niney (2015), a la oposición del tiempo espiral al
tiempo lineal de la historia como una mirada del progreso, a través de “redes de imágenes”
en tanto memorias reflexivas respecto a un tiempo del que nos vemos como herederos.
Por su parte De los Ríos (2019), de acuerdo a su lectura del autor, plantea que el remontaje
implica “(…) una nueva forma de reinscripción y relectura de esas imágenes, que se
vuelven necesariamente autoreflexivas” (p. 50).
56
plano que en primera instancia se nos aparece como un registro informativo, se vuelve,
de pronto, subjetivo, visibilizándose corporalmente en el límite de la vida”
- Imagen animación.
Según Samuel Viñolo y Jaume Durán (2013), la interacción entre stop motion e
imagen referencial es donde cobra pleno sentido la orientación de la animación hacia lo
siniestro. A diferencia del dibujo animado, esta técnica se interrelaciona con la imagen
referencial al mismo nivel y posibilita la acentuación de aspectos, en palabras, de los
autores, “(…) más grotescos y oníricos presentes en la imagen híbrida, debido a la
contradicción que se establece entre el realismo material de los modelos animados y el
extraño onirismo que produce la mezcla entre stop motion y elementos no animados” (p.
41).
57
características psicológicas de la infancia. Según Ivelic (1996), quienes viven la
experiencia de la niñez establecen una relación profunda con los dibujos animados. Esto
guarda relación con el juego simbólico como una actividad propia de esta etapa, en que
se puede hacer libremente como si una cosa fuese otra (Ivelic, 1996). A través de esta
asimilación, en palabras del autor, “(…) queda abierta al mundo interior de la niñez: los
animales y plantas y hasta los seres inanimados, como si fueran seres inteligentes, hablan
y conviven con el pequeño telespectador” (Ivelic, 1996, p. 56).
58
8. Transformaciones de la materia.
59
8.1 Capítulo 1. Indeterminación epistémica. Remontaje, postdictadura y
(des)mitificación material.
Esta indefinición puede ser expresada a través del remontaje que, según De los
Ríos (2019), “(…) implica una relación explícita entre las imágenes y su proceso de
producción” (p. 49). Y es que el remontaje, siguiendo a la autora, como nueva forma de
reinscripción y relectura de las imágenes, es un trabajo de memoria capaz de intervenir el
tiempo (De los Ríos, 2019).
60
En el inicio de las tres películas observamos una intervención de archivos
históricos y familiares como un quiebre que sitúa las narrativas en el tiempo de la
postdictadura. El uso de archivos audiovisuales como materializaciones fundantes
permiten desmitificar, desarmar y tensionar el presente, por medio de cruces simbólicos
en los que sonidos/voces e imágenes del pasado reciente se deshacen y expanden como
realidades fracturadas. Esto último se manifiesta en una aproximación creativa a la
materialidad que, como plantea la teoría posthumanista, evita el dualismo o reconciliación
dialéctica a través de nociones de cambio, agencia, tiempo y espacio (Coole y Frost,
2010).
En las tres películas nos enfrentamos ante lo que Richard (2010) explica, en
relación a la postdictadura, como “junturas simbólicas y temporales entre estratos de
experiencia antes sumergidos en la profundidad del trauma y que se funden ahora en una
nueva contigüidad de tiempos y espacios” (p. 152). Se trata, siguiendo a la autora, de una
memoria que pasa por archivos, conversaciones, fotografías y visitas a un lugar para
volver a conectar los registros de lo nacional y familiar, heroico y cotidiano (Richard,
2010).
Los siguientes subcapítulos analizan los usos del archivo en cada película, de
acuerdo a sus especificidades y puntos comunes en torno a la indeterminación epistémica
entre ficción y realidad evocada a través de “materialidades límite”, (des)mitificaciones
de un tiempo fracturado.
61
8.1.1 Recuerdo por qué me fui entre el barco y el fascismo.
Patricio Carvajal: “Lo del suicidio era falso. Ahora acabo de hablar con el
edecán naval, comandante Grez, quien me dice que ellos, los tres edecanes
se van a retirar de La Moneda y que vienen hacia el Ministerio de Defensa.
Le encargué que instara al jefe de Carabineros que rindiera sus tropas
porque iban a ser bombardeados”
Una de las últimas palabras audibles de este diálogo, en medio de un fondo negro,
es “bombardeos”. Esta expresión lingüística y sonora remite a la amenaza del fin de la
sociedad, ánimo destructivo como rozamiento, en la teoría afectiva de Fernández (2000),
del límite exterior de la forma. Se trata de un afecto propio del golpe militar en contra del
gobierno de la Unidad Popular por fuerzas militares y civiles, el inicio del fin de la
comunidad democrática hasta entonces erigida.
63
Las voces aparecen como signos que, como plantea Ahmed (2015), se pegan a
“ciertos cuerpos”. Si las emociones son sociales, podemos pensar el ánimo destructivo en
las voces como un afecto, según Ahmed (2015), producido por la historia, lo que implica
la negociación de las fronteras entre el yo y los otros (Ahmed, 2015). Este sentimiento
circula de acuerdo a imaginarios de la nación o una comunidad en que los otros pasan a
ser una amenaza para mi existencia (Ahmed, 2015).
La “otra voz” recuerda su exilio de Chile siendo niña junto a su familia y expresa:
“Despierto sin abrir los ojos. Debe ser de noche con una luna roja y brillante. Algo
apareció mientras dormía. Algo más complicado que los sueños”. Mientras tanto la
imagen del documental resiste en un cuadro negro como la reminiscencia de lo oculto e
inconsciente. Las voces fascistas, en su remontaje, ya no son lo que fueron. Ahora son
otro cuerpo, otra escucha como consciencia que despierta en un recuerdo resquebrajado
y vívido, resonancias de una ausencia. La huella en el cuerpo es el vaivén entre el mal
sueño y la vigilia, reencarnación a través de la imagen archivo límite que transforma su
escucha junto a una ventana abierta.
64
Según Chion (1993) la voz aísla como instrumento solista mientras los demás
sonidos la acompañan. En la narrativa audio-visual estos “otros sonidos” se hacen
presentes como resonancias de la voz, indeterminaciones epistémicas y memorias
nómadas que se posan en distintos tiempos en medio de espacios y materialidades
presentes.
La irrupción de la voz de quien fue una niña chilena al momento del golpe militar,
intercepta una memoria archivística monumental como un recuerdo íntimo y familiar. Lo
anterior también se materializa en la aparición de otros archivos audiovisuales, material
fílmico que expresa, desde un espacio epistémico indeterminado, el recuerdo de infancias
y nostalgias en relación a una política dictatorial.
65
de lo histórico. Esto último resuena y se expande en las imágenes de los cuerpos de una
familia que viaja en un barco, las gaviotas y el mar como una memoria archivística local
acompañada por la voz en off de la narradora, que a la vez se expande en las voces de los
generales como encarnaciones fragmentadas del exilio.
66
En El eco de las canciones nos encontramos ante un cruce entre la cita histórica y
la ritualidad privada. La ficción en la memoria de la experiencia se explicita en un devenir
en tanto asociación libre, manifestada en una voz y un archivo familiar de desconocida
procedencia. El archivo, de esta manera, es reinterpretado más allá de los límites y formas
de decibilidad, como plantea Foucault (Castro, 2004), pues ya no intenta repetir lo que ya
se ha dicho ni se eclipsa a su origen (Foucault, 2002b). Entonces el “archivo” no refiere,
siguiendo a Foucault, al conjunto de documentos que guardan las culturas como
memorias y testimonios del pasado, ni tampoco a la institución a cargo de su
conservación, sino que se trata de un “sistema de condiciones históricas de posibilidad de
los enunciados” (Castro, 2004, p. 38). Estas posibilidades se manifiestan en la película a
través de su expansión por medio de su deformación.
Esta deformación del archivo y su transformación liminal tiene relación con una
estética como estilo característico del cine de exilio. Según Hamid Naficy (2001), estas
películas utilizan estructuras narrativas fragmentadas, multilingües, epistolares y
autoreflexivas, críticas yuxtapuestas cuyos personajes, materia y temas “(…) involucran
viaje, historicidad, identidad y desplazamiento; estructuras del sentimiento disfórico,
eufórico, nostálgico, sinestésico, liminal y politizado” (p. 4).
67
Patria y exilio son manifestados a través del remontaje audiovisual de archivos
que muestran, por un lado, una familia desconocida que viaja a través de un paisaje
idílico, que podría ser o no un mar o laguna glaciar en Chile y, por otra parte, el cruce de
las voces de la junta militar y Pinochet como resonancias paranoicas, recuerdos
fragmentados e inciertos de la expulsión de sus cuerpos. La atemporalidad y el tiempo
histórico se cruzan en la intimidad, la experiencia material límite como recuerdo y
acontecimiento.
El exilio como ruptura simbólica y material resuena en la voz de los militares, acto
de control y persecución como archivo monumental panóptico y mitológico que atraviesa
las superficies de los cuerpos a través de las siguientes palabras, enunciadas por el
dictador Pinochet:
La voz de guerra gravita en torno a la estructura del mito católico del pecado
original de acuerdo a una moral judeo-cristiana, resignificación de los acontecimientos
políticos de la época. Se alza en su enunciación el sonido de un nuevo mito impuro que,
como sugiere Pineda (2010), remite a la coexistencia entre mitos cuya génesis son
estructuras externas. Los demonios son, esta vez, los cuerpos de la Unidad Popular, el
enemigo interno que debe ser expulsado.
68
fuerza trascendente y omnipotente. La junta militar, en su resignificación del mito,
comparte la potestad divina de Dios de expulsar los demonios del paraíso terrenal, en su
calidad de intermediarios entre el mundo de arriba y el mundo de abajo.
“¿No fue una extradición? ¿No fue un exilio?”, pregunta la voz del dictador,
mientras las imágenes de material fílmico muestran el mar y los barcos, las banderas
chilenas y los cuerpos cuyas superficies, de acuerdo a sus inclinaciones y/o
participaciones políticas (o no), fueron saturadas en odio y rechazo. Deben extirparse de
la patria, según declara el sonido de un mandato omnipotente vivo en las memorias de la
narradora.
Vuelven los recuerdos de las marcas del odio en medio de los mares como
despojos de lo humano. Es en este momento cuando se enuncia el título del documental
en el azul roto, desolación de la pérdida de la comunidad desnudada en la voz de los
militares que resuenan en la transparencia del agua y su memoria. Es el límite del fin de
la forma que, de acuerdo a Fernández (2000), “Se trata de la sensación de quedar fuera,
como una expulsión del territorio y los sentimientos que lo habitan” (p. 46). Una dictadura
habita este espacio límite. Al mismo tiempo las imágenes y sonidos de los barcos, los
viajes familiares, los animales y el mar transitan como comunidad errante hacia ninguna
parte. Así, el viaje a lo desconocido refunda la vida familiar como una creación de una
posibilidad más allá del espacio conocido.
69
Según Naficy (2001), una característica del cine de exilio es la presencia de
lugares de transición, espacios transnacionales como fronteras, túneles o vehículos. En El
eco de las canciones el agua, el barco y el mapa representan este espacio liminal en el
que se funden la patria y el exilio, el paisaje idílico y la escucha esquizofrénica de los
militares en medio de un devenir nómada. Este espacio expresa, como plantea Nacify
(2001), no solo un viaje físico sino que también búsquedas profundas como reflexiones
respecto a las políticas de identidad.
La voz del archivo aparece como un fantasma, un remontaje cuya apuesta permite
comprender lo indecible mirando hacia atrás. De esta manera, como plantea Niney (2015),
es posible reactualizar el porvenir a través de una visión opuesta al tiempo histórico y
lineal que hace justicia a las víctimas de la violencia política, por medio de imágenes que
proponen una memoria reflexiva y subjetiva del pasado más allá del archivo como
depositario unívoco de los hechos.
70
es posible a partir del material fílmico o VHS entrecortado cuya expresión, en medio de
la voz de los militares y/o la voz en off, permite una comunidad imaginada.
72
8.1.2 Ruidos de la ruina. Máquina abstracta y espectros.
73
La voz explica el desastre ruinoso a través del imaginario de una ciudad escindida,
fuera de sí. Su escucha revela la incongruencia de los hechos invisibles y, por tanto,
incomprendidos en su magnitud. Como afirma Szendy (2015), “(…) la escucha está
atormentada por lo que ella no es” (p. 8), como una súplica que rastrea e intenta
comprender la extrañeza de manera testimonial, nacida en el punto cero de la catástrofe.
El sonido del desastre es una escucha incierta como sonido fundante del
argumento de la película, remontaje archivístico que persevera en lo horrible. Vuelvo a
escuchar el ruido del avión que sobrevuela el palacio de gobierno y observo un cuadro
negro en el que, mediante un texto de letras blancas, inscribe la desaparición de 19
trabajadores en Laja y San Rosendo, la mayoría trabajadores de la Compañía
Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC).
74
este caso, remiten a la explotación maderera, extractivismo y desaparición de cuerpos
trabajadores.
Los sonidos de las máquinas establecen un vínculo histórico que une al Chile de
la postdictadura con el de la dictadura como una des-mitificación que, como plantea
Moulian (1997), tiene como idea fuerza el “Chile admirado”, exaltación triunfalista para
suscitar un sentimiento de “orgullo patriótico”. De esta manera, el sonido del bombardeo
expresa a la dictadura en el génesis de la “etapa terrorista de la dictadura revolucionaria”
(Moulian, 1997, p. 146). Esta fase, según Moulian (1997), es aquella “(…) en la que el
derecho, que define lo prohibido y lo permitido, y el saber que define el proyecto, se
imponen privilegiando los castigos” (p. 171).
Si antes lo humano constituía las partes de la máquina, esta última pasa a funcionar
a través de su ausencia. La máquina abstracta casi y muda y ciega (Deleuze, 2014)
irrumpe como impresión y manifiesto de lo técnico y depredador que desnuda, de manera
incipiente, la pregunta por los cuerpos desaparecidos en Laja y San Rosendo. Se expresa
a sí misma en los sonidos de la coacción abstracta, manifiesto cinematográfico atemporal
de una indeterminación epistémica entre lo documentado el día del golpe militar y un
registro extractivista presente.
75
y da sentido a una escucha presente. Se trata de una apertura a los enigmas de la
anticipación de la ruina y su eterno retorno, significación vívida del recuerdo y devenir
presente, desvelo como crisis temporal propia de la postdictadura que, según Richard
(2010), incluye a una parte resentida que continúa vibrando en la memoria. Suena
entonces el eco de los sistemas de vida, comunidades y pensamientos destruidos por la
dictadura militar.
76
El humano está ausente, lo que muestra su indeterminación y desaparición como
fuerza de trabajo, reemplazado por máquinas de acuerdo a los avances tecnológicos en el
ámbito de la producción. De esta manera, la máquina abstracta se muestra a sí misma en
su carácter depredador que no solo arrastra responsabilidad en los asesinatos y
ocultamientos de los cuerpos de sus trabajadores a comienzos de la dictadura militar, sino
que también los despidos en razón de los cambios en los modos políticos y de producción
originados en este mismo tiempo.
77
De acuerdo a Déotte (2004), los cuerpos de la desaparición arrastran invisibles su
superficie imaginaria de enemigos internos aniquilados, ausentes y presentes por parte de
los aparatos represivos del terrorismo de Estado. Sus cadáveres no pueden ser vistos ni
tampoco la historia de su final, como un despojo de todo sentido que es externo a la
memoria de acuerdo a su condición de indecibles (Déotte, 2004).
Los cuerpos indecibles de la desaparición son las vidas que, como expone Butler,
no merecen un duelo, como una necesidad para la declaración de una guerra en contra
del “terrorismo” y la justificación de una recuperación del terror más que su repetición
(Butler, 2002). De acuerdo a esta idea, Ahmed (2015) reflexiona respecto a cómo estos
cuerpos podrían convertirse en un símbolo de la injusticia perdida.
En las primeras escenas de Las cruces nos encontramos ante la máquina como
articulación entre distintas imágenes y sonidos, registros que complejizan la memoria en
a través de la deformación de la imagen de un archivo histórico. Se trata de una noción
posthumanista no dual que reconsidera, como plantean Coole y Frost (2010), las nociones
en torno a la materialidad. Esta última aparece como auto-creativa cuya presencia afecta,
reconfigura y consume (Coole y Frost (2010) a través cosas híbridas que evocan, de
acuerdo a las “cosas” hitchcockianas en Žižek, el “vacío de lo Real” en el misterio, la
imposibilidad del goce a través de su movimiento.
78
de una postdictadura en su carácter de lo que Gilles Deleuze y Félix Guattari (2002)
llaman “máquina de guerra”, es decir, una combinación entre fuga e invención, deserción
del aparato del Estado como búsqueda por escapar al orden de representación. En Las
cruces la memoria encapsulada en el bombardeo a la Moneda escapa al absolutismo
cerrado de los hechos aislados, enlazándose a otros tiempos y espacios.
79
bombardeo a la Moneda o el de la máquina forestal como inter-subjetividades atravesadas
por espectros o “los espantos”. Estos últimos, de acuerdo a Silvia Schwarzbök (2016)
“(…) podrían ser- si se los lee con Marx – los muertos que pesan como una pesadilla
sobre la conciencia de los vivos. No obstante, existen en tiempo presente” (p. 140).
Los cambios en el mundo del trabajo, de acuerdo a López (2013), son efectos
perdurables impuestos durante la dictadura en los ámbitos político, económico, laboral,
80
cultural y social entre los que se identifica la invisibilización del movimiento obrero. Lo
anterior se relacionaría con los cambios en el mundo del trabajo debido “(…) a la
imposición del neoliberalismo y la reestructuración laboral y productiva, a los anuncios
de la desaparición de la clase obrera, la extinción de los sindicatos, el auge del empleo
inmaterial, la flexibilidad y la precariedad laboral” (p. 14), lo que habría llevado a la
desaparición de la identidad y subjetividad asociadas a trabajadores y su orgánica interna.
81
8.1.3 El video institucional y el desarme del mito fascista.
82
Junto a la voz en off se escuchan voces cantadas, un coro melódico de voces
angelicales como expresiones de la infancia. Éstas acompañan la presentación de una miel
llamada “la colonia”, destacando su “(…) inigualable sabor y textura”, cuyos orígenes
son expuestos a lo largo de sucesivos archivos. De esta manera comienza un viaje
audiovisual hacia el sur de Chile, (des)representación del mito del nacionalismo y
colonialismo alemán en el país. Nos enfrentamos ante un cine de la indeterminación que,
en términos de Bernini (2016), no tiene interés por definir la manera en que se ha captado
el mundo.
83
articulación de una “materialidad límite” en el tiempo indeterminado de una
postdictadura. De esta manera, en palabras López (2007), “(…) la ficción desafía a la
función figurativa de la imagen fílmica como recurso para mostrar el horror. Esta clausura
de la imagen refuerza el sentido de la ausencia y del vacío de la imagen mimética” (p.
85). Se trata de una distancia temporal ante la irrepresentabilidad del hecho histórico cuyo
resultado es “(…) la configuración de imágenes contaminadas por el tiempo, por lo
documental histórico y por el presente” (López, 2007, p. 84).
84
pasado y el presente concibiendo ambos tiempos como formas incompletas en las que se
enlaza lo consumado y lo aún no realizado (Richard, 2010). Los videos expuestos
aparecen entonces como una memoria, resonancia de un tiempo indeterminado que va
más allá de un discurso institucional o la voz oficial de las víctimas. Se trata de un collage
como expresión estética de “materialidades límite”, cuyo carácter presentista imagina a
través de representaciones de un pasado como un fragmento de una identidad en crisis
irreconocible en “lo oficial” o “lo dicho hasta aquí”.
85
Siguiendo a Marín (2010), un motivo de interés estético-ideológico en el
nacionalsocialismo alemán fue la representación de la naturaleza y de la vida rural, la
primera en la pintura o el cine como transmisión de la pureza y despertar un sentimiento
de infinitud y superación ante fuerzas superiores y la segunda en tanto revelación de las
esencias tradicionales del campesino alemán (fertilidad, trabajo, honestidad) y el
potenciamiento de la tierra-madre a la madre-patria. De esta manera, en palabras del
autor, “(…) con la representación de este mundo rural idealizado, de una felicidad
arcádica, se plasma un apego a la tierra del pueblo alemán” (Marín, 2010, p. 97), lo que
es acompañado por las teorías nazis de la pureza racial en las que, por medio del arte y
medios audiovisuales, “(…) la belleza física debía convertirse en una prueba de la
supremacía natural del pueblo alemán” (Marín, 2010, p. 97).
86
Los videos también muestran niñes, mujeres y ancianos como símbolos de
Colonia Dignidad por medio de la mirada de su líder, la cámara como extensión de sus
ojos y su cuerpo que recorre invisible y omnipresente los rostros capturando y
produciendo el mito de la felicidad. Su no-rostro perdido me invita a pensar en su mente
a partir de lo infinito en su desconocida presencia, el atisbo creativo como posibilidad de
la existencia de un líder criminal vigilante dueño de los cuerpos que habitaron la colonia.
Otra estética mítica de los cuerpos de los colonos está presente en la voz en off y
su relato idealizado del lugar y en el acompañamiento de fondo de un coro melódico de
voces infantiles. La voz en off evidencia la marca de un cuerpo vivo en quien persiste un
acento alemán como un “grano en la voz”, en términos de Barthes (1986), en medio de
su relato en español. Éste revela, desde una subjetivación ficticia del personaje, la
migración expresada en la performatización del relato, la corporalidad materializada en
una escucha.
Pero esta materialización está escindida. Como plantea Dolar (2007), la voz como
objeto es también una ruptura según la suposición de su vínculo con la presencia que
mantiene unidos cuerpos y lenguajes. Es aquí cuando surge el acontecimiento, el mito
fundante de la voz descarnada. La presencia acusmática de la voz es aquella cuya fuente
no se ve (Chion, 1993), que busca un origen, un cuerpo, y aunque lo encuentra, éste no
funciona del todo (Dolar, 2007). Al escuchar la voz en off pienso en esta imposibilidad,
en que este sonido y lenguaje es Paul Schäfer, un espía, el perro pastor o el anciano junto
a las ovejas. Es y no es como incierta posibilidad de un cuerpo anónimo.
87
separación de la que depende que éste adquiera un cuerpo de nueva clase. El espíritu
podría, entonces, estar en su totalidad en la voz dotada de manera repentina de aura y
autoridad y cierta divinidad (Dolar, 2007).
El sonido como voz acusmática, según Chion (1993), crea un efecto de misterio
sobre el aspecto de su fuente y su naturaleza, sus propiedades y poderes de acuerdo al
escaso poder narrativo del sonido en relación a su causa. Esto se une al carácter no
diegético de la fuente que, siguiendo a Chion (1993), se sitúa en un tiempo y un lugar
ajenos a la situación evocada. De esta manera, la narrativa se complejiza en torno a la re-
creación de un multiverso escenificado en la ruptura y remontaje en el que la voz tiene el
poder del misterio de la visibilidad mítica.
Por otra parte, las voces acusmáticas del coro encuentran un eco posible en la
presencia de imágenes de niñes cantando como una estética de armonías y alegrías que
son fundamento de la comunidad. Se trata de voces como cuerpos escindidos significados
en su potencia. En este caso su afectividad se moviliza y materializa a través de su carácter
barroco.
88
Al escuchar las voces cantadas de niñes me siento atrapada en un sentimiento de
ambivalencia, esta vez en relación a la especificidad de los actos de pedofilia y maltrato
infantil en Colonia Dignidad, contrapuestos a los imaginarios expresados en las imágenes
y sonidos del documental. Percibo la realidad y la ficción del video como una sátira que
mezcla en mí temor, enojo y risa como percepciones de lo ridículo, lo horrible y lo trágico
en torno a un imaginario de la violencia política en el lugar.
Mientras tanto, los cuerpos lejanos y escindidos de niñes como voces angelicales
siguen resonando en cada imagen de la comunidad: en la miel, en los cuerpos, en los
animales, en los kuchenes y en los paisajes, materializaciones de una estética metafísica
vinculada a la paz celestial. Es una música empática, la que, según Chion (1993), expresa
de manera directa su participación en las emociones de la escena, adaptando su ritmo,
tono y fraseo en función de códigos culturales, en este caso, asociados a la alegría, la
emoción y el movimiento de los cuerpos arios. Por otra parte, su carácter anempático se
relaciona con la apreciación externa de la película, en consciencia de los crímenes
cometidos en el lugar.
89
A través de distintas materialidades, esta primera parte de la película busca, como
plantea Barad (2003) respecto a las miradas posthumanistas, un relato denso como
materialización de cuerpos humanos y no humanos, prácticas material-discursivas que se
constituyen en la comprensión de un universo intra-activo agencial. Es aquí donde
confluyen relaciones, materialidades que, de acuerdo a Žižek (1994), son “fragmentos de
realidad” y no así la realidad misma. Se trata de restos como ficciones que entretejen
relaciones no estructuradas, cuya irrupción destruye el equilibrio en la relación entre
sujetos (Žižek, 1994).
90
8.1.4 Hacia un nuevo mito. Efecto negativo y sonoridad fotográfica.
Las imágenes archivo presentes en la película Las cruces son impresiones de las
fotocopias de la carpeta judicial, que luego se escanearon y se invirtieron a negativo a
través de una técnica digital (Teresa Arredondo, comunicación personal, marzo 2021).
Respecto a lo anterior me pregunto lo siguiente: ¿Puede haber fotografía sin cámara
fotográfica? y ¿Una imagen fotocopiada y escaneada es una fotografía digital?
91
letras blancas como textos informativos respecto a la matanza. Este montaje remite a una
narrativa que expone los hechos de manera lineal, recorrido que es destemporalizado a
través del acompañamiento de voces y el efecto negativo en su color.
92
Pero la expansión de la imagen emancipada de su referente no termina en el efecto
negativo. Voces de habitantes del territorio declaman sus contenidos cual poema trágico
como expresión presentista de los hechos. Sus sonoridades espectrales expresan un
devenir de postdictadura, multi-tiempo y multi-verso que interpela lo cerrado en la
historia. La conjunción entre voces y efecto negativo generan un extrañamiento respecto
a la fotografía, ruptura espacio-temporal del archivo. Este nuevo objeto re-elabora el
acontecimiento a través de su virtualidad escindida.
Los ruidos van y vienen. Tras unos segundos la imagen del archivo judicial
desaparece para dar paso a un cuadro de texto que introduce un nuevo hito del caso: seis
meses después de la desaparición de los trabajadores de Laja y San Rosendo se nombra
un ministro en visita para investigar los hechos. La máquina abstracta resuena junto a
estas palabras como omnipresencia que no se separa de los cuerpos de la desaparición, de
acuerdo a su implicancia en el caso revelada en el archivo tergiversado. Entonces aparece
en el relato la imagen de una carta anónima al ministro, la que da cuenta de un giro en el
93
caso en medio de una transición entre el ruido de la máquina y el suave sonido de unos
pájaros.
94
pero emergiendo de las noches más oscuras de la memoria, nos atormenta, alentándonos
a recordar las muertes de las que todavía somos responsables” (Cadava, 2015, p.58). Son
los restos de las glorias y horrores de un pasado reciente.
95
obra audio-visual que explicita, por medio de distintos elementos estéticos, la impunidad
sobreviviente.
96
La película explora a través de la “materialidad límite” una apertura respecto a
distintas significaciones de la memoria. La fuerza del recuerdo está, de acuerdo a Piper
et. al (2013), en su “(…) carácter productor de sujetos, relaciones e imaginarios sociales”
(p. 20), lo que le otorga el poder de ser fuente de transformación social. Esto último ocurre
en tanto estas prácticas tensionen las versiones hegemónicas que imperan y determinan
el orden social (Piper et. al, 2013). Esta tensión está presente en Las cruces en la
escenificación de la fotografía/voz como resignificación mitológica, transformación de lo
“original” como reconocimiento de un duelo vivo y oculto a lo oficial en las memorias.
97
8.2 Capítulo 2. Cuerpos y poder. Máquinas, monstruos y vívidos recuerdos.
El panóptico, según Foucault (2002a), más allá del “ver sin ser visto” implícito en
el aparato carcelario de Bentham, puede ser entendido como una máquina para hacer
experiencias y modificar conductas, a través de un sistema de vigilancia desde el que se
puede espiar y juzgar los cuerpos. Es una figura de tecnología política, modelo de
funcionamiento generalizable como forma de definir relaciones de poder en la vida
cotidiana de las personas (Foucault, 2002a).
98
la extrañeza exhibicionista entre máquinas y monstruos. El poder material de las
violencias políticas pervive en distintos cuerpos como huella en la memoria, en términos
de Jelin (2002). En dicho sentido, la materialidad en la memoria de un período autoritario
se manifiesta a través de la fabricación de realidades en un entramado tanto discursivo
como objetual, indeterminado de acuerdo a su desubicación entre recuerdos y olvidos.
99
8.2.1 La celulosa ruidosa es una máquina panóptica.
Se trata del ruido del extractivismo, el que, según Pfeiffer (2018), es un proceso
de extracción desmesurada de los recursos naturales y exportación de éstos fuera del país,
cuya crítica radica en la contaminación que genera su explotación. La celulosa, vinculada
a la empresa multinacional CMPC, manifiesta este sentido a través de su presencia
invasiva como presión en el ecosistema de Laja y San Rosendo, intervención material
radical.
100
personas solitarias bajan una calle cercana la industria, cuyo sonido de pasos sobre el
pavimento se confunden con el ruido sobresaliente y desbordante que los atraviesa.
101
territorio se presenta a través de imagen y sonido, superficie de los cuerpos desde una
lógica disciplinaria en que el poder es el espacio público como disolución de lo local. Se
trata de una máquina abstracta en tanto utopía panóptica (Castro, 2009), es decir, un
esquema panóptico que se difunde en el cuerpo social (Foucault, 1995; citado en Castro,
2009).
Esta utopía se hace efectiva a través de un ruido de la máquina que cumple una
función de alarma. La alarma, según García (2005), es un fragmento sonoro sin sentido
propio y de repetición cuya lógica y función es generar un punto de inflexión, enunciar
algo y reclamar movimiento. El ruido de la máquina podría asimilarse al de una alarma
de acuerdo a su carácter continuo en el tiempo como una manifestación de la máquina
abstracta que enuncia el funcionamiento y control constante e ininterrumpido de la
industria. La máquina abstracta, según la lectura de Deleuze (2017) de Foucault, se
actualiza, integra y diferencia en su efecto o, más bien, su efecto la actualiza, integra y
diferencia existiendo una correlación recíproca entre causa y efecto. La ciudad no duerme
en el funcionamiento ininterrumpido de la máquina celulosa, la que actualiza su presencia
e integra la experiencia de los habitantes como materialización densa del capitalismo a
través de una relación panóptica con los cuerpos del territorio.
La celulosa nunca deja de funcionar, como una privación del sueño prolongada
que, como afirma Crary (2015), ha sido y es utilizada como método de tortura. Los efectos
de esta práctica tras breve tiempo, de acuerdo al autor, son psicosis y después de varias
102
semanas daño neurológico (Crary, 2015). Asimismo, la falta de sueño puede conducir a
un estado extremo en que las personas se vuelven indefensas y obedientes como un
despojo de sí mismos por parte de una fuerza exterior que destruye al individuo (Crary,
2015).
Como plantea García (2005), los límites entre cuerpo y sonido son muy confusos
e indiscernibles y, en muchos casos, el sonido llena un espacio de tal manera que todos
los elementos de éste se convierten en el mismo (García, 2005). En Las cruces, la máquina
indistingue sonido y espacio, “composición sonotópica”, en términos de García (2005),
que se enuncia a sí misma e inaugura nuevas maneras de acontecer. El cotidiano es la
máquina como una renovación y actualización del control. El ruido es la ciudad y su
arquitectura moderna y, como plantean Carles y Palmese (2004), ésta pareciera no
responder a las costumbres y características particulares de una comunidad.
103
Esta hibridación entre máquina y ciudad como “materialidad límite” produce una
nueva relación sonora con el entorno. A pesar de esto, no desaparecen el paisaje y otras
dimensiones de los cuerpos en la ciudad. El sonido de las aves y el viento en los márgenes
o los pasos de les habitantes locales revelan la presencia de otras formas de vida que co-
habitan junto a la celulosa.
104
8.2.2 Recuerdo a mi depredador. Huella y voz superyoica.
Los efectos del poder acústico sobre los cuerpos y espacios también están
presentes en la película La casa lobo. El sonido en su carácter omnipresente y vigilante
se muestra a través de una voz grave de acento alemán, que fue antes manifestada en el
“video institucional” como la personificación abstracta del “humilde pastor” de la
colonia.
La voz del lobo vuelve a escucharse por primera vez desde el “video institucional”
mientras María ve televisión sentada en un sillón junto a los cerdos. El sonido grave les
envuelve y les hace deshacerse y desaparecer. La voz llama a María, mientras en la
105
televisión aparece la imagen de un lobo de mirada penetrante. ¿Dónde está María? ¿Es la
voz una presencia exterior no visible o se trata de su conciencia materializada en los
objetos de la casa?
La voz gruesa del lobo es una presencia densa constante en la película. Vaporosa
y efímera, quiebra, desarma y hace desaparecer el cuerpo de María y los cerdos mientras
llama a la protagonista insistentemente, le pregunta de qué está hecha su casa y le recuerda
que “(…) en un verdadero hogar no debe entrar ningún extraño”. Su presencia es un
punto de inflexión que se materializa en la enunciación de la voz y los sonidos
distorsionados de la televisión como máquina vigilante que contiene su mirada. Nos
enfrentamos, cómo en el ruido de la celulosa en Las cruces, a un objeto cuya presencia
es, en términos de Žižek (1994), imposibilita el goce a través de su masiva opresión.
La presencia del lobo a través del sonido, como plantea Dolar (2007) para la voz
del superyó, es un agente moral con el que se está por debajo de las expectativas. Lo
anterior reduce al sujeto al sentimiento de culpa. Su exceso funciona como la transgresión
de la ley, reglas obscenas que se constatan en el susurro, insinuación y confinamiento de
la voz (Dolar, 2007).
106
Las reglas de la comunidad de la colonia se concentran en lo excesivo en la voz
del lobo. La prohibición de salir del enclave o dejar entrar a extraños se enuncia por medio
de una indeterminación acusmática traducida en la presencia abstracta del “pastor” de la
comunidad y la consciencia de María.
107
peligro e inseguridad al futuro, condición esencial para la dominación de la población en
su conjunto (Lemke, 2011).
Esta descomposición de la figura del sujeto a través del relato animal es una
temática presente en la narrativa kafkiana. Aguilar (2009), a través del análisis de ésta,
puede darnos algunas luces respecto a la figura del lobo en la película. En la mayoría de
los cuentos de Franz Kafka, según la autora, los protagonistas son seres metamorfoseados
que se han transformado en animales o han sufrido cruzamientos con éstos (Aguilar,
2009). Lo anterior remite al concepto de identidad humana que, en la narrativa del autor,
expresa el sentimiento del individuo moderno gestante en que lo animal se sitúa al mismo
nivel que lo humano (Aguilar, 2009).
108
suspendido en un tiempo, porque el lugar se transforma en tiempo mismo” (Aguilar, 2009,
p. 3).
En lo que respecta a La casa lobo y la voz que asedia a María, nos encontramos
ante una presencia antropomorfa en su significado atribuido a la forma invisible de un
lobo. Si pensamos en esta acústica envolvente como la conciencia de la protagonista,
podemos entrever su animalidad en relación a la ambigüedad de la subjetividad
materializada en el cruce entre el mundo humano y no humano en los personajes. La voz
del lobo, en su primera aparición junto a María, la llama mientras ella se deshace y se
transforma en un pájaro encerrado en una jaula. Su voz se apaga para escucharse
netamente la voz de su depredador como una suavidad siniestra y ambivalente.
109
La sumisión se percibe en el silencio del ave, mientras la voz del lobo se apodera
de su cuerpo y los objetos de la casa. La animalidad es la expresión de María como una
sujeta que, a pesar de haber escapado del lugar físico de su opresor, no puede deshacerse
del mismo pues el sistema está impregnado en su cuerpo. Esta paradoja se relaciona con
lo que Aguilar (2009) identifica en la obra de Kafka como un lugar inubicable en que
“(…) el ser está en el mundo sin poder justificar por qué está en esa plataforma y de qué
forma está” (p. 4).
La voz del superyó, como plantea Dolar (2007), es una parte del padre que no está
muerta, materialización de la ley perversa que une cuerpos y lenguajes sin ser ninguno de
los anteriores. Esta falta común es encarnada en la voz, enunciación como posición
ambigüa entre la lingüística y la ética (Dolar, 2007). La voz expresa la perversión de la
posición ambigua entre el lobo y María, enunciación de la moral distorsionada cual padre
ambivalente que no alcanza a coincidir ni con él ni con ella. Su presencia invisible viene
más allá de María como si fuera su propio vacío.
Las propiedades del sonido recaen en la voz del lobo como una “materialidad
límite” que indistingue el mundo externo del interno. Pero si el sonido de nuestro
cotidiano, según Domínguez (2015), permite advertir el mundo externo y descubrir “la
experiencia de lo otro” como un elemento importante para la “(…) conformación de la
110
identidad y la génesis de la diferencia” (p. 99), en La casa lobo ocurre lo contrario. La
voz que asedia a María indetermina los límites entre el yo y el otro como una deformación
de la identidad de la protagonista, cuyo cuerpo ya no cabe en la definición de lo humano
y lo no humano al converger en sí misma la casa, las figuras de papel y cartón, la pintura
en la pared, el lobo, un ave y el pastor, entre otras formas. Se trata de una indistinción
como performance que, según Karen Barad (2003), permite repensar noción y relación
entre prácticas discursivas y fenómenos materiales. La materialidad se alza como
revelación de la (re)configuración del mundo y posibilidad de diferencia en tanto
sustancia intra-activa y agencia (Barad, 2003).
La voz del lobo revela en María una situación existencial. Como plantea Aguilar
(2009) respecto a la metamorfosis humana-animal en la obra de Kafka, espacio y tiempo
marcan esta relación en que el individuo está imbuido en la soledad, el vacío, la
incomunicación e incertidumbre. Aquí la arquitectura es ajena y diferente, en medio del
vacío en que todo referente ha sido borrado y el tiempo está suspendido en lo absoluto de
sujeto y objeto en estado puro (Aguilar, 2009).
111
Esta última interpretación coincide con la identidad desfigurada de María que, a
momentos, se expresa en la voz del lobo como manifestación audible de su propio cuerpo.
Este estado se ha convertido en su prisión luego de la transmutación de su cuerpo y
valores en el abandono de la colonia, ruptura fundamental en que la voz humana pasa al
plano de lo no humano. La implicancia de este tránsito es la pérdida de la representación
estética y discursiva en la voz del “video institucional” al principio de la película, la que
encarna el mito del bien y del mal en el “pastor” de la colonia. Éste se presenta como una
moral que no ha traspasado los límites de la humanidad, aun cuando su discurso es
portador de un arraigado colonialismo. En su resonancia aparenta el bien como una
máscara, la que es incendiada a través de su metamorfosis.
La voz del lobo habla desde fuera de lo humano como exceso de la razón. Su
estética transfigura este espacio de significación y permite dilucidar lo animal en el
aislamiento de María. La mujer se ha vuelto presa de su propio cuerpo y pareciera no
existir posible escapatoria. Su búsqueda de libertad resulta un desencuentro con los
efectos del poder, perversión de su forma disociada en la que persiste la insistencia de la
voz persecutora, corriente de pensamiento moral que no se corresponde con su animalidad
ajena y extraña.
112
La crudeza de la relación ambivalente entre María y la moral se manifiesta a través
de la “materialidad límite” en la voz del lobo. Su vocalización gruesa marca la
persecución que nace en la perversión de la igualdad que, como afirma Hannah Arendt
(1999), considera “anormal” a quienes son diferentes a la mayoría “normal”, lo que
implica un peligro social inminente. Huella en su memoria, la anormalidad pervive en el
cuerpo de María como una latencia de la desintegración de sí.
113
8.2.3 Ecos materiales de una infancia en dictadura.
114
1963; citado en Ricoeur, 2000). En El eco de las canciones las múltiples imágenes se
superponen entre sí generando una forma intra-activa (Barad, 2003), la que permite pensar
en cómo sus distintas materialidades evocan múltiples fragmentos de realidad.
115
material íntimo infantil tras los autoritarismos televisivos que controlan el ir y venir de
los cuerpos del exilio.
En El eco de las canciones, los dibujos animados revelan su íntima relación con
una memoria de infancia en que la protagonista es encarnada en personajes que atraviesan
distintas experiencias simbólicas. La figura animal, humana, los objetos y la naturaleza
se muestran como alegrías, desastres y reinvenciones, (re)configuraciones materiales de
la experiencia de exilio.
La materia, como afirma Coole y Frost (2010), tiene un carácter vivo que implica
explorar la naturaleza y la relación de ésta en el ámbito de las estructuras socio-políticas
en la vida cotidiana. Las “materialidades límite” animadas, en relación a lo anterior, son
recuerdos creativos que expresan los efectos de las estructuras de violencias políticas del
pasado reciente. La animación se confunde con las experiencias de una infancia en
dictadura, de acuerdo a su carácter de materialidad “vital” que la hace, siguiendo a las
autoras, “activa, auto-creativa, productiva, impredecible” (Coole y Frost, 2010, p. 10). Su
presencia en medio del sentimiento de exilio responde, asimismo, a una biopolítica
afirmativa que, según Balza (2013), representa un monstruo nuevo que intenta articular
nuevas versiones productivas de sí.
116
sensación inexplicable en medio de estas escenas. Se trata de un sentimiento asociado a
una memoria imaginaria como marca de un no-reconocimiento. Las imágenes expresan
esta fantasía de infancia en el cuerpo de quien vive la extrañeza del recuerdo como historia
fragmentada. La niñez pervive en las películas como pensamiento abstracto y sentimiento
profundo, capa de la conciencia que se entremezcla con imágenes presentes.
117
imágenes de la ciudad de Santiago. La animación dibuja una ciudad de rostros sonrientes
para luego desaparecer y reaparecer en la capital. Acto seguido, repentinamente, aparecen
imágenes y sonidos de un tornado. Palmeras se desraízan y vuelan por los aires junto a
cosas y una persona que ha sido desnudada por el viento.
118
Respecto al acto de evocar, según Ricoeur (2000), es el “(…) advenimiento actual
de un recuerdo” (p. 46), en que el esfuerzo de la rememoración convierte una
representación esquemática de imágenes yuxtapuestas entre sí. Este acto está presente a
lo largo de El eco de las canciones como una búsqueda que, siguiendo al autor, es una
lucha en contra del olvido (Ricoeur, 2000). La estética fragmentada de la película busca
reconocer la ciudad de Santiago, aquella que la voz protagonista habitó siendo niña. Su
sueño y despertar son la reminiscencia de lo oculto en el cuerpo que emerge en la
memoria.
119
cruce y transformación de “materialidades límite”, re-elaboración de las formas y
actualización del acontecer cotidiano.
El recuerdo como imagen televisiva remite a una figura biopolítica positiva del
monstruo, en términos de Balza (2013), subjetividad de una infancia indeterminada que,
aun cuando su cuerpo es afectado por el poder de la dictadura militar, logra manifestar su
identificación personal en las animaciones. Surge como organismo-máquina híbrido que
transgrede las fronteras (Balza, 2013) a través de la imagen. En dicho escenario, las
fronteras entre lo humano, dibujos animados, animales o máquinas se confunden para
manifestar la presencia activa e híbrida de una posibilidad de memoria en la búsqueda de
la niñez cyborg. Este último término, según Haraway (1991), refiere a la existencia
indefinida, revolución de las relaciones a través de un entendimiento imaginativo respecto
a la opresión.
120
8.2.4 Entre naturaleza y cultura. Cruces y el tránsito de los muertos.
121
El tiempo se detiene para mostrar las contradicciones entre el progreso en la
máquina forestal y las responsabilidades en torno a la matanza de Laja y San Rosendo.
La imagen que sigue a los distintos ángulos de las ruinas de la maestranza es un texto
blanco sobre un fondo negro. Sus palabras revelan las sospechas en torno a la muerte y
desaparición política de los trabajadores de la CMPC en manos de carabineros a partir de
una lista negra realizada por la empresa.
Según Georg Simmel (1958), en la ruina de un edificio, obra de arte que muere,
crecen otras fuerzas y formas de la naturaleza. Se trata de lo que aún vive del arte en la
ruina y lo que de naturaleza ya vive en ella, como el surgimiento de una unidad
característica. Es un todo cuya presencia ya no está basada en la intencionalidad humana,
sino que en su profundidad junto al funcionamiento de las fuerzas naturales que crecen de
manera inconsciente y desde una raíz común (Simmel, 1958). Siguiendo al autor, la
fascinación de la ruina está en que ésta aparece como un producto de la naturaleza
(Simmel, 1958). Las fuerzas que dan forma a una montaña a través de las condiciones
ambientales actúan en los viejos muros (Simmel, 1958), como ocurre en el caso de la
maestranza.
122
El no progreso se manifiesta y recuerda la matanza a través de la materialidad, la
presencia ausente en los fierros oxidados, la destrucción y la resistencia en un edificio
vacío. No se habita, no funciona. Los humanos lo han dejado a la suerte de las fuerzas
naturales mientras la máquina del progreso marcha incesante ¿Podemos detenerla? Las
imágenes de la ruina sugieren que sí. Invitan a la sospecha a través de la marca del pasado,
la memoria que se actualiza en este objeto de indistinción que se ha fundido en algo nuevo
ubicado entre naturaleza y cultura material.
Otra “materialidad límite” que evoca una indistinción entre naturaleza y cultura
son los cementerios. Como escribió Leopoldo Torres (1919) a principios del siglo XX,
estos lugares son manifestaciones cimentadas en el ansia humana de perdurar en el tiempo
y no desaparecer del todo. Las imágenes del cementerio de Yungay, cuyo fondo sonoro
es la voz de una mujer que lee el informe de exhumación de este lugar, nos revelan un
espacio de indistinción en que pervive la presencia de los desaparecidos. La ausencia
humana y el silencio nos invitan a apreciar fusiones entre naturaleza y cultura a través de
tumbas, cruces y árboles que manifiestan un paisaje de abandono y muerte en medio de
la vida vegetal. Este relato se une a aquel enunciado en las voces que leen los archivos,
resonancias del territorio que evocan los cuerpos de la desaparición a través de una re-
interpretación del documento imagen.
123
La voz de la mujer relata la declaración de un trabajador del cementerio en que
afirma que los restos de los cuerpos de los trabajadores fueron trasladados en un camión
del ejército hacia el sur este lugar, donde fueron enterrados. Asimismo declara la presencia
de huellas de neumático, restos de cables y zapato industrial en el sector, y, días
posteriores, un fuerte olor a muerto y velitas y flores que fueron retiradas por la policía.
La enunciación de estas pruebas materiales resuena en medio del vacío en las imágenes
del cementerio. Se trata de la materialización de lo oculto, las pruebas del horror que son
invisibles más no ausentes en el silencioso lugar.
Este silencio de duelo revela una indistinción entre naturaleza y cultura, la tensión
de los límites de la biopolítica y el progreso indolente. La ausencia humana, la hierba que
crece o la basura que se degrada junto a la tumba, el movimiento de los árboles y el musgo
en un muro revelan esta ambigüedad. En esta atmósfera la voz de fondo enuncia los
hechos de la desaparición en medio de cruces, tumbas, hierba y silencio, como
“materialidades límite” que resuenan en el informe de exhumación. De esta manera el
cementerio, espacio de duelo a los desaparecidos, se hace parte del entramado material
que contiene y actualiza las memorias de las violencias políticas de la dictadura.
124
fenómeno visual como un resultado involuntario debido a la utilización de latas de
película 16 mm vencidas para la grabación (Teresa Arredondo, comunicación personal,
marzo 2021). Esto provocó la presencia de “Manchas” o “interferencias” en medio de los
paisajes de la película, las que decidieron mantener como parte del filme (Teresa
Arredondo, comunicación personal, marzo 2021).
Las “interferencias” o “manchas” en la imagen, “materialidades límite”, evocan
una estética de quiebre en que los hechos revelados a través de lecturas al archivo judicial
son la enunciación de una verdad dolorosa, información afectiva que desestabiliza la
imagen del cementerio, tiñéndola en extrañeza.
Por otra parte, las cruces adquieren especial relevancia en la película, marcas de la
presencia de la muerte en el territorio. Son parte fundamental de la geografía de un
cementerio, como se aprecia en el remontaje de dibujos del informe de exhumación en
medio de las imágenes del lugar. Son los hitos de la presencia, las puertas del rito en torno
a su deceso y entierro. Su significado se opone al rito no consumado de la muerte en los
cuerpos desaparecidos, el duelo irresuelto dada su marginación a una fosa común perdida,
declaración material de su no existencia. Esta paradoja se manifiesta en las imágenes
quebradas en “machas” e “interferencias” y voz que re-encuentra los cuerpos
desaparecidos. Lo anterior también se aprecia, al final de esta secuencia, en la imagen de
una gran cruz blanca sobre una estructura erigida en donde el mapa imagen archivo marcó
la ubicación de la fosa.
El despojo del cadáver significa, en el colectivo, una perturbación del tránsito del
muerto. Esto último se asocia al rito que, según Allué (1998), es la manifestación verbal
del pensamiento, parte integrante del mito que “(…) narra el viaje del alma después del
óbito” (p. 69). Pero este viaje abstracto, en el caso de las desapariciones, es interrumpido
en la ausencia del cadáver. Como plantea Allué (1998), el cadáver es el signo, el
referencial al que le son atribuidos significados que ayudan al sustento de las creencias
en torno a la vida y su desaparición, pues es la “reificación” de la muerte.
Las voces que leen los documentos de la carpeta judicial del caso de los
desaparecidos y las imágenes que tensionan la distinción entre naturaleza/cultura,
olvido/memoria, humano/no humano y/o vida/muerte nos revelan, poco a poco, el mito
en torno al cadáver como materialidad densa que habita un espacio-tiempo liminal. Este
último está constituido en y por aquellos lugares que fueron parte de su recorrido en medio
de su ocultamiento y posterior exhumación como quiebre en su existencia.
126
La desaparición altera los paisajes, deja su impronta como memoria del trauma en
la ausencia del cadáver. La muerte trágica desestabiliza la comunidad y su restauración
deviene, como plantea Allué (1998) para los cuerpos desaparecidos en las dictaduras de
Chile y Argentina, en la prolongación del trabajo de duelo más allá de lo previsible. La
película, de esta manera, materializa la experiencia suspendida en torno a lo que Agamben
(2000) refiere como la producción de lo humano como cadáveres, lo posible en lo
imposible en la muerte en la experiencia concentratoria en el campo.
127
del asesinato de los trabajadores. El agua que rodea el territorio de Laja y San Rosendo
se muestra en una vista panorámica que deja ver las casas, la celulosa y la maestranza a
través del movimiento pausado, continuo y lejano de la cámara. Éste permite un recorrido
por medio de arquitecturas ya conocidas de acuerdo a sus previas apariciones en la
película, esta vez articuladas con el sonido de la re-elaboración de la imagen archivo.
128
a través de la melancolía de la ausencia, el lugar como tránsito de los cuerpos asesinados
en dictadura.
129
manifiesta performáticamente de distintas maneras, esta vez en formas opuestas de
acuerdo al foco de su reividicación.
130
través de la confesión del teniente. Asimismo, expresa una indistinción entre el día y la
noche a través de la actividad ininterrumpida del lugar.
La noche es el momento del día en que los cuerpos fueron desaparecidos, el marco
social de la memoria, en términos de Halbwachs (2004), que evoca el plan de la matanza,
su ejecución y el ocultamiento de los cuerpos. La ciudad, en la película, se muestra como
la materia afectante límite que permite elicitar los crímenes contenidos en sus calles.
Después de la noche, el día revela los secretos del ocultamiento, el trágico tránsito
de los cadáveres y su hallazgo en olfato y boca de los perros. Esta memoria contrasta con
los paisajes en las imágenes, verdes y silenciosos, animales que cruzan un puente como
formas que nada parecieran tener que ver con el asesinato. Pero si lo tienen. Son la
indeterminación del tiempo, el pasado en el presente que evoca la tragedia. Los cuerpos
fueron escondidos en el bosque, relata la voz, espacio que antes fue la zona
correspondiente al retén de Yumbel y hoy es una plantación de pinos.
Aun cuando la celulosa, a través de su presencia, absorbe gran parte de los sentidos
del territorio, en ciertos lugares pervive el recuerdo del tránsito trágico de las víctimas de
la violencia política. Las flores viven y mueren en los lugares de memoria que las acogen,
para luego ser renovadas y constatar la presencia de los hechos. Según Nora (2008), estos
lugares de memoria nacen a través de una “vigilancia conmemorativa”, los que cuidan e
131
iluminan la verdad. Lo que defienden, siguiendo al autor, está amenazado, por ello la
necesidad de construirlos (Nora, 2008). La máquina vigilante y la ciudad indiferente
amenazan la verdad del caso, lo que reconfigura su materialización y recuerdo en medio
del paisaje.
Después de esta escena la cámara regresa a la región del Biobío y se posa sobre
cruces en medio de caminos al borde de bosques. Superpuestos al silencio de los paisajes,
cuencos tibetanos resuenan como un sonido de otro lugar, una ampliación de lo real a
través de su intensa frecuencia cuya vibración se asienta en todo mi cuerpo. De pronto se
muestran cincuenta cruces o más en medio de arbustos y árboles junto al sonido de
insectos. Son muchísimas muertes, pienso. Un sonido vibra en un tono bajo como la
profundidad del fin de la vida.
133
8.2.5 La materialidad siniestra animal.
134
la pintura o el fotograma. Lo anterior permite una apertura significativa a través del
movimiento. Ventanas, puertas, María y los cerdos se dibujan en los muros para luego
sobresalir de los mismos a través de figuras hechas principalmente de papel, cartón,
masking tape y/o alambre, entre otros materiales. Los motivos se deshacen y transforman
en nuevas superficies por medio de una estética de la deformación que permite entrever
indistinciones entre tiempos y espacios.
Según Silva (2011), las primeras sociedades “(…) se exaltaba la vitalidad del
animal como una experiencia, entre otras, de transición entre la vida y la muerte. Sobre
esta base se articulaban significados que progresivamente ampliaron el conocimiento
mítico acerca del mundo” (p. 53). Lo anterior es expresado en la película como una des-
mitificación de la colonia a través de la manifestación del horror contenido en lo humano.
Esto es posible a través de nuevos imaginarios ficticios que apuntan al rozamiento de la
vida con la muerte, lo liminal en la fisura material-animal como suspensión del continuo
de la vida condicionada por la violencia.
136
supervivencia sino que a una “constitución psíquica particular” en la que existe una
“pulsión de muerte” que necesita satisfacerse.
En la película los cerdos expresan esta relación. María los libera de la colonia en
donde su destino hubiese sido, probablemente, la muerte para su consumo. Mientras
habitan la casa, poco a poco se convierten en humanos. El simbolismo en la metamorfosis
podría plantear el aspecto simbólico en los cerdos en relación a su condición de seres
inferiores, encerrados y domesticados, quienes son rescatados y humanizados a través de
su convivencia con María. Solo entonces pueden dejar dicho estado de soledad e
incomunicación para encontrarse, en su materialización con forma de una niña y un niño,
con el lenguaje.
Este espacio liminal es una vida desnuda que, según Agamben (2006), no es ni la
vida animal ni la humana, sino que una vida separada, excluida de sí. Se trata de un estado
de ausencia en donde lo humano es actualizado constantemente (Agamben, 2006). Lo
animal es a la vez abierto y no abierto, zona de no-conocimiento más allá de la
diferenciación (Agamben, 2006). De acuerdo a lo anterior, la performance material límite
de la película permite aproximarnos a una nueva relación de lo humano más allá de las
apariencias discursivas de la moral de la sociedad occidental. La política del terror de
Colonia Dignidad inspira un teatro del horror a través de una ficción y no ficción a la vez,
escenario interno de realidades imaginarias pero no por ello inexistentes.
137
como objeto de juego, la confección de un vestido o los cuidados para con las figuras
frágiles de les cerdos/niñes, entre otras materializaciones biopolíticas que transgreden la
absoluta sumisión.
138
El anterior fragmento de la película muestra la disputa material entre distintos
planos de conciencia en María como manifestación de lo siniestro. De acuerdo a Freud
(1992), este último concepto remite a aquello evocado en el retorno de lo semejante,
distinción que aúna los conceptos del filósofo alemán Schelling “unhemlich”, es decir, lo
extraño y oculto que se manifiesta y está asociado a lo inquietante, fantasmal, pavoroso
y angustiante, y, por otra parte, “heimlich”, cuyo sentido puede ser lo familiar, íntimo y
amable pero también aquello que permanece oculto, secreto e impenetrable.
139
deja entrever la repetición de lo siniestro que, según Freud (1992), es una actividad
inconsciente dominada por un impulso que se sobrepone al principio del placer y puede
adquirir un carácter demoniaco.
Esta confusión hace emerger el mito originario del sufrimiento en la colonia, los
fantasmas interiores en María que la privan de vivir su autonomía. Cuando la casa
comienza a quemarse a través de una pintura negra, también lo hacen les niñes, quienes,
borradas las ropas de sus cuerpos, expulsan desde sus ojos y boca esta sustancia mientras
resuena el gemido profundo de cerdos rozando la muerte.
140
permanente de las huellas en su cuerpo, la enajenación de sus sentimientos como
experiencia pasada resignificada en el presente.
141
9. Conclusiones.
Esta tesis comenzó con la siguiente pregunta: ¿Cuál es la relación entre
“materialidades límite”, cuerpos y memorias de violencias políticas del pasado reciente
en las películas El eco de las canciones, La casa lobo y Las cruces?
“El uso de “materialidades límite” en las películas La casa lobo, Las cruces y El
eco de las canciones, manifestado a través de sonido/voz e imagen, resignifica cuerpos y
memorias de violencias políticas del pasado reciente, a través de su carácter
indeterminado y disruptivo de lo real como actualizaciones de una transición inacabada”
142
De esta manera, el corpus de películas analizadas en esta tesis escapa a la
repetición de las memorias, desanclaje realizado a través de su descontextualización
material, asesinato del referente e indefinición como re-elaboración de lo local. Esto
implica la expresión de ambigüedades entre cuerpos de verdugos y víctimas como
relaciones intra-activas en distintas “zonas grises”.
Una lectura interesante respecto al concepto “zona gris” en Primo Levi está
presente en la obra de Agamben (2000), quien plantea que en este espacio hay una
alquimia entre el bien y el mal en la experiencia concentratoria, gesto y ética cuyo foco
de interés se desplaza hacia el opuesto del superhombre en Nietzsche, el “infrahombre”
(más acá del bien y el mal y no así más allá del bien y el mal).
Lo que ocurre en el campo, espacio que puede ser asociado a los centros de
detención y/o tortura durante la dictadura militar chilena y/o Colonia Dignidad, es la
materialización de una afectividad colectiva, una marca sobre los cuerpos opositores (o
no) al régimen militar y/o quienes habitaron la colonia. El exterminio está presente en su
devenir cotidiano, violación a los derechos humanos que pervive como posibilidad y
retorno a través de la memoria evocada en el espacio material.
143
El mito del campo es transversal al corpus de películas analizado en esta tesis. En
este lugar el ser humano, siguiendo a Agamben (2000), lleva en sí mismo el sello de lo
inhumano, el caos que ya no es humano y en que está depositado el ser capaz de cualquier
cosa. Esta amenaza circunda los filmes a través estéticas que apuntan a lo absoluto como
un poder que se expande a través de una necropolítica. Esta última, según Mbembe
(2011), radica en una ficcionalización del enemigo por medio de la decisión de quién vive
y quién muerte, entendiendo que hacer morir y permitir la vida es el principal atributo de
la soberanía (Mbembe, 2011).
144
La experiencia estética densa en las “materialidades límite”, valga la redundancia,
no tiene límites. Su rozamiento con la destrucción y la creación de las formas motiva una
reflexión profunda respecto a nuestro espacio multi-situado, tiempos frágiles e
indeterminados que regresan como actualizaciones de una presencia imaginativa,
extrovertida y material contemporánea.
Como podemos apreciar, las marcas en el recuerdo de los cuerpos presentes en las
películas revelan la continuidad de la violencia a lo largo de los años. Esto se relaciona,
según, Lira (2010), con un tratamiento político a las violaciones a los derechos humanos
“(…) como si no hubiesen existido o, de haber existido, como el costo necesario de la
paz” (p. 15), lo que convierte a las sociedades, de manera metafórica, en “(…) ciegas,
sordas y mudas al dolor y el horror, donde las voces no resuenan porque no hay nadie que
escuche” (p. 15). Esta reflexión es atingente al contexto socio-político presente marcado
por la impunidad en la mayoría de los responsables de las violencias políticas del pasado
reciente, y, por lo tanto, la no reparación de las víctimas.
145
Las “materialidades límite” en los filmes citados exteriorizan esta inquietud a
través de melancolías críticas que muestran la fragilidad de la vida contemporánea. En
dicho sentido, las hibridaciones presentes entre humano, animal, máquinas, ciudades o
naturaleza son acontecimientos posthumanistas que revelan las transformaciones en los
efectos del poder sobre los cuerpos a través de panoptismos, biopolíticas y necropolíticas
vivas.
146
Esta transgresión del reparto no implica olvido ni tampoco la resolución forzada
de los duelos, sino que la expansión del recuerdo imaginario de las violencias políticas
del pasado reciente y, por lo tanto, el asumir que los sentimientos vinculados a este tiempo
indefinido no solo pertenecen a las instituciones o a voces autorizadas (como por ejemplo,
víctimas directas del horror), sino que pertenecen a la sociedad en su conjunto.
147
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