Erizo 6
Erizo 6
Erizo 6
« Son muy bonitos», dijo la mujer, casi sin pensarlo, mientras abría el regalo
Debemos ayudar a los adolescentes a ignorar las voces denigrantes de quienes les
rodean y a escuchar su voz interior, la voz que les dice: «¡Puedes hacerlo! Sabes que
puedes». En esos momentos vislumbran quiénes son en realidad, y alguien que ha
tenido esta visión no volverá a ser el mismo.
El piloto de la estufa de gas de Jerrick se estropeó hace poco. Para ponerla en
marcha, Jerrick tenía que usar un encendedor que prendiese la llama. Los
adolescentes son como esa estufa. Esa voz en su interior, la voz que les pero tuvo
una mala experiencia con un entrenador». Y le contó toda la historia.
El nuevo entrenador dijo: «Envíemelo para las pruebas».
Entré en el equipo con dificultades, pero a medida que la temporada avanzaba
mejoré. Y entonces sucedió que, durante un partido, el equipo estaba en una situación
de vida o muerte. Las bases estaban ocupadas y era mi turno para batear. Pensé que
el entrenador iba a sacar a un bateador emergente en lugar de a mí, pero no lo hizo.
Se acercó, me rodeó con su brazo y dijo: «Stefan, puedes hacerlo. Soy tu entrenador y
estaré contigo todo el tiempo. Puedes hacerlo».
Me dirigí hasta la plataforma y el lanzador lanzó la bola. No la saqué de la cancha,
pero le lancé una bolea tan profunda al centrocampista que permitió que el corredor
de la tercera llegara a la base. Nuestro equipo ganó el partido.
Debemos ayudar a los adolescentes a ignorar las voces denigrantes de quienes les
rodean y a escuchar su voz interior, la voz que les dice: «¡Puedes hacerlo! Sabes que
puedes». En esos momentos vislumbran quiénes son en realidad, y alguien que ha
tenido esta visión no volverá a ser el mismo.
El piloto de la estufa de gas de Jerrick se estropeó hace poco. Para ponerla en marcha,
Jerrick tenía que usar un encendedor que prendiese la llama. Los adolescentes son como
esa estufa. Esa voz en su interior, la voz que les dice que pueden conseguirlo, puede
apagarse ocasionalmente por culpa de las voces degradantes que la rodean. Cuando eso
sucede, debemos convertirnos en sus encendedores y darles apoyo positivo hasta que
vuelvan a oír esa voz interior.
¿Cómo saber si te estás ganando la confianza de tu erizo? A veces, aun después de que
hayas conseguido agarrarlo, puede hacerse una bola. La clave en esta situación es ¡no
tener miedo! Después de unos minutos, el erizo se desenrollará y comenzará a explorar,
y será entonces cuando sabremos que estamos en el camino hacia una relación de
confianza.
¿Cómo pueden los padres saber si los adolescentes están ganando confianza en sí
mismos? Si los adolescentes empiezan a servir a los demás y a cultivar una preocupación
saludable por los otros; si empiezan a disminuir los efectos de los sentimientos
negativos hacia sí mismos, y si se aceptan a sí mismos al empezar a comprender su valía
única e individual, sabremos que los adolescentes están en el buen camino hacia un
conocimiento sano de quiénes son realmente. Con los erizos y con los adolescentes,
nuestros pacientes esfuerzos valen la pena. Nuestros hijos adolescentes pueden llegar a
reconocer su extraordinaria valía y potencial.
Invitaciones a la acción
¿Cómo puede ayudar a los adolescentes a reconocer su propia valía? He aquí algunas
ideas sobre las que pensar:
Jerrick participó en una competición estatal. Dos amigos y él fueron escogidos para
representar a la escuela. Tenían que ofrecer una presentación con sus ideas para crear
una infraestructura urbana respetuosa con el entorno, y a continuación participar en
una sesión de preguntas y respuestas. Aunque estar delante de tanta gente daba miedo,
así como no saber qué preguntas iban a hacerles, Jerrick y sus amigos lo hicieron bien.
Su escuela lo hizo mejor que nunca aquel año, y aquello ayudó a que los presentadores
se sintieran especialmente bien con su trabajo.
Cuando unos meses después Jerrick y sus amigos entraron en el instituto,
descubrieron que, después de las clases, los chicos populares no perdían el tiempo en
las aulas de ciencia. A los tres presentadores les seguía gustando la ciencia, pero por
culpa de la presión de sus compañeros escogieron seguir por caminos distintos en el
instituto. Aunque al acabar la secundaria tenían la autoestima bien alta, todos tuvieron
que luchar contra su baja autoestima durante el período de adaptación al instituto.
La lucha de una de estas adolescentes contra la baja autoestima fue muy difícil. Como
era tan inteligente, empezó a ser el blanco del acoso de otros estudiantes. También se
metían con ella a causa de su peso. Poco a poco, dejó que las percepciones de los otros
empezaran a afectar a la imagen que tenía de sí misma. Empezó a pasar tiempo con otras
personas, a consumir drogas y alcohol y a saltarse las clases. Como no dejaba de meterse
en problemas, al final la cambiaron a otro instituto. Tristemente, aquella joven brillante
no fue capaz de estar a la altura de su potencial. Estuvo más cerca de ello en la
secundaria de lo que lo está hoy en día.
Para que los adolescentes tengan una autoestima elevada, necesitan desarrollar una
imagen de sí mismos positiva. Eso no quiere decir que tengan que ajustarse al estándar
de perfección de los medios de comunicación, de hecho no deberían hacerlo, pero tienen
que sentirse cómodos consigo mismos. Al ayudarles a entender la diferencia entre la
realidad y el ideal, a cuidar del bienestar de su cuerpo, a abandonar el hábito poco
saludable de compararse con los demás y a adoptar hábitos saludables en su lugar, los
adolescentes pueden empezar a cosechar los beneficios de tener una autoestima
elevada.
Bienestar físico
En una noche de marzo especialmente fría, Jerrick y su compañero de habitación, Chris,
decidieron ir a hacer unas canastas a una pista descubierta iluminada que quedaba
cerca de su apartamento. Ambos acababan de dejar atrás una semana muy ocupada y
necesitaban relajarse desesperadamente. Un intenso uno contra uno parecía el
remedio perfecto para tal situación.
Con una espalda dolorida, un labio hinchado y tras un par de horas de intenso
ejercicio, decidieron dejarlo (para consternación de Jerrick, que quería tomarse la
revancha con desespero después de que Chris le ganara bastantes veces). Volvieron a
casa caminando, haciendo bromas y divirtiéndose mientras intentaban hablar, pues
tenían la boca entumecida por el frío.
Después de una larga ducha caliente, Jerrick todavía estaba temblando. «Creo que
estoy pillando un resfriado», le dijo a Chris. «Me voy a meter en la cama temprano».
«Venga ya», bromeó Chris, «lo que pasa es que te sientes mal porque te he dado un
montón de palizas en la cancha».
Jerrick le siguió el juego: «Sí, eso es. Seguro que me encontraré mejor mañana por la
mañana cuando haya olvidado esta noche». Deseaba desesperadamente sentirse mejor
al día siguiente, pero tenía la sensación de que las cosas no iban a mejorar tan pronto.
A la mañana siguiente, Jerrick despertó con fiebre y un dolor de espalda intenso.
Tomó algo de medicación e intentó dormir, pero el dolor iba empeorando. Al rato tenía
también náuseas y deshidratación. Acudió a la consulta del médico y descubrió, para su
consternación, que estaba aquejado por la maldición familiar: piedras en el riñón.
Durante los días siguientes, Jerrick pasó la mayor parte del tiempo hecho un ovillo en
el sofá, excepto el día que estuvo en urgencias enganchado a un gotero. Al final las
piedras salieron (¡ay!) y pudo regresar a su vida normal.
Durante una cita de seguimiento, el doctor de Jerrick quiso conocer su estilo de vida
para intentar disminuir el riesgo de que desarrollara más piedras.
—¿Fuma usted o bebe alcohol? —preguntó el médico.
—No —respondió él.
—¿Bebe suficiente agua?
—Eso creo.
—¿Toma refrescos o café?
—Bueno, me tomo un par de latas de refresco al día. Me ayuda a mantenerme
despierto —respondió Jerrick.
Su doctor le explicó que había estudios que demostraban que tomar una lata de
refresco al día incrementaba el riesgo de padecer piedras en el riñón. Jerrick dejó de
tomar refrescos con cafeína desde aquel día y, por si acaso, empezó a beber más agua
todos los días. «Haría lo que fuera para evitar volver a tener piedras en el riñón», dijo.
Aunque Jerrick pensaba que estaba bastante sano —hacía ejercicio regularmente,
dormía lo suficiente y comía de forma equilibrada—, aquellas latas de refresco
contribuyeron a un dolor que desearía no haber sentido nunca. Esperaba notar
beneficios físicos por beber menos refrescos, y los notó. Lo que no esperaba, sin
embargo, fueron los beneficios mentales y emocionales que experimentó como
resultado directo de su cambio de dieta. Tenía un mayor control sobre su estado de
ánimo, mayor concentración y mejor energía desde que no bebía refrescos. Cualquier
cambio positivo en la salud aporta este tipo de ventajas. Los adolescentes necesitan
entender que comer de manera adecuada y cuidar de sus cuerpos no solo mejorará su
salud física, sino que dichos esfuerzos tendrán beneficios en su salud mental y
emocional. Afectará a cómo se sienten consigo mismos.
La comparación
Un joven que conocemos fue educado en casa durante la mayor parte de los años de la
escuela elemental, así que había tenido poco contacto con otros niños más allá de sus
propios hermanos. Debido a un cambio en las circunstancias familiares, aquel joven
entró en la escuela pública en séptimo curso. Se puede entender el choque que este
chico, recién salido de un ambiente cariñoso con poca negatividad, experimentó
mientras aprendía los pormenores de la escuela secundaria.
Un día, aquel chico llegó a casa y declaró: «¡No soy nadie!».
Su madre preguntó: «¿Por qué dices eso?». El chico explicó: «Algunos chicos de la
escuela se han reído de mi ropa y me han dicho que no encajo. Dicen que no soy nadie,
y eso es lo que soy. Llevo ropa heredada, mamá. Nadie va a querer andar con esto», dijo,
señalándose a sí mismo. El entorno nuevo y los nuevos compañeros del chico le habían
influido de forma negativa.
Por desgracia, muchos adolescentes se sienten igual porque se comparan con sus
compañeros. Dicen: «Mi ropa no es tan nueva como la suya», «no soy tan buena en
deporte como ella» o «su teléfono móvil es más chulo que el mío». Aunque cierto grado
de comparación resulta normal y puede ayudar a los adolescentes a empujarse a ser
mejores, demasiada comparación puede ser insana y es tóxica para la autoestima. Los
adolescentes que tienen peor imagen de sí mismos a menudo pasan la mayor parte de
su tiempo comparándose con los demás en las redes sociales y en la vida real.
Podemos ayudar a los adolescentes a concentrarse en encontrar lo bueno que hay en
sí mismos. Al hacerlo, los adolescentes aprenderán que hay una opinión que importa
más que las demás: la suya propia.
Apariencia
Aunque constantemente intentamos enseñar a los adolescentes que lo que de verdad
importa es el interior, no podemos cambiar el hecho de que basan gran parte de su
autoestima en su apariencia. Los jóvenes se atormentan con su piel y con su peso en un
extraño período de sus vidas, en una etapa llena de acné, en la que tienen falta de
coordinación en los miembros, llevan aparatos dentales y pegan estirones. Se centran
más en la lista de defectos ue se encuentran a sí mismos en lugar de fijarse en las cosas
que les gustan de sí mismos.
En la vieja película ¿Qué pasa con Bob?, el personaje Bob Wiley no deja de repetir: «Me
siento bien. Me siento fantástico. Me siento maravillosamente bien». Es su modo de
disimular cómo se siente respecto a la situación en que se encuentra, situación que la
mayoría diría que ni es buena, ni fantástica ni maravillosa. De un modo parecido, los
adolescentes a menudo fingen lo que piensan respecto a una situación diciéndose: «Me
siento bien. Me siento fantástico. Me siento maravillosamente bien». A pesar de ello, se
hace más difícil cuando intentan decirse a sí mismos: «Estoy guapo. Me veo estupendo.
Tengo un aspecto fantástico». Para ayudar a los adolescentes a sentirse bien con su
aspecto, debemos elogiar algo bueno sobre ellos de forma auténtica. Esto hará
maravillas con su autoestima. Todos tenemos cosas que secretamente nos gustan de
nosotros mismos, y cosas que no. Cuando los padres y otros miembros de la familia
validan las buenas, se compensan las actuaciones de aquellos que acentúan las malas.
Jerrick recuerda una ocasión en que fue a la boda de un familiar lejano a quien no
había visto en muchos meses. Sabía que algunos de sus sobrinos adolescentes estaban
pasándolo mal con los deberes y a la hora de hacer amigos, así que intentó prestarles
más atención y pasar tiempo con ellos. Cuando vio que el primero de sus primos entraba
por la puerta, se acercó a él y se dio cuenta de que llevaba una bonita corbata. Incluso el
nudo tenía la forma perfecta. Era evidente que aquel joven se había tomado su tiempo
para que quedara bien. Jerrick le dijo: «¡Me gusta tu corbata! Has hecho una gran
elección. ¡Se ve increíble!». La sonrisa y el «gracias» posterior de su primo hicieron saber
a Jerrick que su cumplido no había sido en vano.
Después de que el erizo empiece a explorar, podemos coger una golosina con una mano
y ofrecérsela con mucho cuidado. Al ofrecerle algo al erizo de vez en cuando mientras
lo sostenemos en los brazos, le ayudaremos a aprender a disfrutar de ser abrazado. A
medida que los adolescentes exploran el mundo cambiante que se extiende a su
alrededor, podemos ayudarles a sentirse mejor consigo mismos. Podemos recordarles
cómo distinguir lo real de lo ideal, y ayudarles a conseguir bienestar físico y a dejar de
compararse con los demás. Del mismo modo que ofrecemos golosinas al erizo, podemos
elogiar sinceramente a los adolescentes por su apariencia y sus logros, y de esta manera
empezarán a desarrollar una imagen positiva de sí mismos.
Invitaciones a la acción
¿Cómo ayudar a los adolescentes a sentirse mejor consigo mismos? He aquí algunas
claves cuya práctica marcará la diferencia: