1934 Aldama, El Símbolo Toledano I

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7
Aldama, Josae Antonio de,
1903-
El simbolo Toledano I
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in 2014

https://archive.org/details/elsimbolotoledanOOalda
MAY

PONTIFICIA UNIVERSITAS GREGORIANA

ANALECT A GR EGORIANA
VOL. VIL

EL SIMBOLO TOLEDANO I.

SU TEXTO, SU ORIGEN

SU POSICION EN LA HISTORIA DE LOS SIMBOLOS

POR

J. A. DE ÁLDAMA, S. I.

MAESTRO AGREGADO A LA FACULTAD DE TEOLOGÍA


DE LA PONT. UNIVERSIDAD GREGORIANA

ROM AE
APUD AEDES PONTIFICIAE UNIVERSITATIS QREOORIANAE
PlAZZA DELLA PlLOTTA

1934
IMPRIMI POTEST

Romae, 5 octobris 1934.

P. RAPHAEL BlTETTI,
Praep. Prov. Rom. S. J.

IMPRIMATUR

Romae, 5 octobris 1934.

t Iosephus Palica,
Archiep. Philipp., Vic. ger.
PROLOGO
. El presente estudio reproduce con algunas modificaciones la

Memoria presentada en 1933 para obtener el título de Maestro


agregado a la Facultad teológica de la Universidad Gregoriana
de Roma.
Con ello queda indicado cuáles puedan ser sus pretensiones
y sus ilusiones. Un trabajo de este género no puede aspirar nunca
a ser nada definitivo ; tiene que contentarse sólo con dar como en
un primer esbozo las líneas generales de estudios posteriores.
En nuestro caso hay una dificultad más. Cualquiera que
conozca un poco la literatura de los Credos y el estado en que ac-
tualmente se encuentra la investigación de esos sagrados restos de
la antigua literatura cristiana, sabe de sobra lo inseguro del ter-
reno que pisa el investigador apenas se aventura más allá del sím-

bolo Apostólico, del Niceno y hasta cierto punto del Atanasiano.


La falta de monografías definitivas en la materia, y el particular
carácter de esas piezas literarias, anónimas en gran parte y sin
fecha casi siempre, van sembrando de dificultades el camino de la

investigación, hasta el punto de impedir no pocas veces el juicio


seguro del conjunto.
A iluminar algunos aspectos de esa literatura simbólica, flor
de la literatura cristiana antigua, van encaminadas estas líneas.
Antes de terminar séame permitido satisfacer aquí al deber
de gratitud para con mi venerado Profesor, el R. P. José de Ghel-
ünck, a cuyo consejo y dirección se debe en gran parte el presente
estudio. Tampoco es posible dejar de dar desde aquí las gracias al

R. P. Julián Zarco Cuevas, al Sr. Director de la Biblioteca de


Fulda, y a los RR. PP. Silva-Tarouca, A. Esteller, A. Valle,
A. Cuadrado y P. Henry, que con su amabilidad nos han hecho
asequible la consulta de numerosos manuscritos.

Fiesta de la Purificación de Ntra. Sra.


2 de Febrero de 1934
El autor.
1

INDICE

PARTE I

El problema crítico

o
Capítulo I . El problema crítico del símbolo Toledano, a través de

la investigación i

Capítulo 2o . La transmisión manuscrita 12

Capítulo 3°. Texto crítico y estudio comparado de las dos redacciones


del Símbolo 26

o
Capítulo 4 . Solución integral del problema 44

PARTE II

El problema histérico-dogmático

Capítulo I
o El problema histórico-dogmático del símbolo Toledano
. 1

a través de la investigación 69
o
Capítulo 2 . El esquema simbólico del Toledano 1, y su posición cu
la historia de los símbolos 76

Capítulo 3 o
. La distinción de las Personas Divinas 97
o
Capítulo 4 . Las procesiones divinas 1 1

Capítulo 5o . El problema de la consustancialidad 132

Conclusión 146

APÉNDICE I. Fide Hieronymi Presbyteri 14H

Apéndice II. Cronología de los símbolos Toledanos .... 150

Apéndice III. La creación en el símbolo Toledano 1 157


SIGLAS

CSEL = Corpus scriptorum ecclesiasticorum latinarían.

DTC — Dictionnaire de Théologie catholique (Vacant).


Jaurn. th. St. — The Journal of Theological Studies.
MG,ML — Migne, Patrología graeca, Patrología latina.

MGH — Monumento Germaniae Histórica.


Rech. se. reí. ~ Recherches des science religieuse.

Rcv. Ben. — Revue Bénedictine.


RHE = Revue d'Histoire écclesiaslique.
SBWA — Sitzungsberichte der Wiener Akademie der Wissen-

schaften, phil.-hist. Kl.

Schol. — Scholastik.
TU — Texte und Untersuchimgen.
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du «Libellus in modum Symboli» de l'évéque Pastor (RHE, 29 [1933]

74 8i).
J. A. de Aldama, El símbolo «Clemens Trinitas». Notas para su texto y
su historia (Gregorianum, 14 [1933] 485-500).
S. Augustinus, Opera omnia (edic. de los Maurinos; ML, 39, 2175-2176
sobre todo).
H. Brewer, Das sogenannte Athanasianische Glaubensbekenntnis, ein Werk
des hl. Ambrosius. (Forschungen sur christl. Literaiur- und Dogmen-
geschichte, IX, 2; Paderborn, 1009).
A. E. Burn, The Athanasian Creed and its early commentaries (Texts and
Studies, IV; Cambridge, 1896).

A. E. Burn, An Introduction to the Creeds and to the Te Deum. Lon-


dres, 1899.
C. P. Caspari, Ungedruckte... Quellen sur Geschichte des Taufsymbol und
der Glaubensregel. Cristianía, 1869, 1875.
C. P. Caspari, Kirchenhistorische Anécdota nebst neuen Ausgaben patristi-

scher und kirchlich-mittelalterliche Schriften. Cristianía, 1883.


Codex Canonum ecclesiasticorum et Constituí orum Sanctae Sedis Aposto-
licae. Es la colección canónica Quesneliana, editada por Quesnel en su

edición de S. León (París, 1675) y reeditada después por los hermanos


Ballerini (cf. ML, 56, 359-747).

Collectio Canonum ecclesiae hispanae. Es la colección canónica Hispana, edi-


tada por F. A. González (Madrid, 1808) ;
puede verse en ML, 84.

J. A. Davids, De Orosio et S. Augustino, Priscillianistarum adversariis. La


Haya, 1930.

J. Duhr, Le «De fide » de Bachiarius (RHE, 24 [1928] 5-40, 301-331).


J. Duhr, A propos du «De fide» de Bachiarius (RHE, 30 [1934] 85-95).
L. Fischer, Sahagún und Toledo. Eine Liturgiegeschichtliche Studie auf
Grund spanischer Handschriften (Gesammelte Aufs'átze zur Kultur-
geschichte Spaniens; Spanische Forschungen der Gorresgesellschaft, I,

3; Munster, 1931, 286-306).


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P. Fournier, Histoire des collections canoniques en Occident. París, 1930 ss.

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X

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A. y L. Hahn, Biblwthek der Symbole und Glaubensregei der alten Kirche.


a edic.) tíreslau,
(3 1897.
F. Kattenbusch, Das apostuiische Symbol. Leipzig, 1894, 1900.
K. Kuenstle, Eine Bibliothek der Symbole und llieologischer Traktalc zur
Bekampj uny des Priscillianismus und westyotischen /irianismus aus
dem 6. J ahrhundert. {Forscliungen zur chrisll. Lileratur und Dogmen-
yeschichte, 1, 4; Maguncia, 1900). \

K. Kuenstle, Antiprisctlliana. Üogmenyeschichlliche Untersucliungen und


Texte aus dem Streite yeyen Priscillians Irrlehre. Friburgo, 1905.
H. Lietzmann, Die Anfánye des Glaubensbekcnntnisscs {Festgabe A. von
Harnack zum 70. Geburtstay daryebracht ; Tubinga, 1921).
E. Mangenot, L'origine espaynole du Filioque {Rcvue de l'Urient Chrcticn,
11 U906J 92-101).
J. 1). Mansi, Sacrorum Conciliorum nova ct amplissima collectio. Florencia,

1748 ss.

S. Mf.kki.e, Das Filioque attf dem Tolelanum 447 (Theoloyische Quar-


talschrift 75
U893] 408-429).
G. Morin, Pastor el Syayrius, dcux ccrivains perdus du cinquiéme siécle

(Rev. Bén., 10 (1893) 384-394)-


G. Morin, Ee Symbole d'Athanase et son premier iémoin, Saint Césaire
d'Arles {Rev. Bén., 18 [1001] 337-3(>3).

G. Morin, E'oriyine du Symbol d'Athanase (Journ. th. St., 12 [1910-1911]


182-187).
G. Morin, Eludes, Textes, üécouvertes, I. París, 1913.
G. Morin, E'origine du Symbole d'Athanase : témoignaye inédit de S. Cé-
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H. Quentin, Jean Dominique Mansi et les grandes collections cottciliaires.

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J. Saenz de Aguirre, Collectio máxima Conciliorum omnium Hispaniae et

Novi Orbis. Roma, 1693.


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E. Schwartz, Das Nicaenum und das Konstantinopolitanum auf der Synode
von Chalkcdon {Zeitschrift für neutest. Wissenschaft, 25 [1926] 38-88).
J. Stiglmayr, Athanase {le prétendu Symbole d'), {Dict. d'Hist. et geogr.
éccles., TV, 1341-1348).
C. H. Turner, Ecclesiae Occidentalis Monumento iuris antiquissima. Ox-
ford, 1809 ss.

A. Wilmart, Les «Tractatus» sur le Cantique attribués á Gregoire d'El-


vire {Bttlletin de Litterature ecclésiastique, de Toulouse, 1006, 233-299).
A. Wilmart, La tradition des opuscules dogmatiques de Foebadius, Gre-
goire Illiberitanus, Faustinus (SBWA, 159 [1908] 1).
PARTE I

El problema crítico

/
I
CAPITULO I

El problema crítico del símbolo Toledano I,

a través de la investigación

Entre los numerosos problemas de alto interés científico que


ofrece el símbolo Toledano I, ninguno ha atraído tanto a los inves-

tigadores como el problema de la autenticidad del símbolo. Cuatro


siglos hace ya que viene agitándose sin cesar, si bien es verdad que
actualmente, con más
menos derecho, se da por resuelto en defi-
o
nitiva. A grandes líneas vamos a trazar la historia de las investi-

gaciones a que dicho problema ha dado lugar \


De la multitud de manuscritos que contenían al Símbolo,
había pasado éste sin discusión a las primeras ediciones conciliares
como Regida fidei del primer Concilio Toledano, celebrado contra
2
los Priscilianistas el año 400 . Pero la edición de Crabbe suscitó
ya la duda, en vista de lo anacrónico e incongruente que aparecía

1
Esta historia no se ha escrito hasta ahora ;
pueden verse algunos ele-

mentos en Kuenstle, Antipriscilliana, 26-28, 40 y en en E. Mangenot, L'ori-


gine espagnole du Filioque (Revue de l'Orient Chrétien, IX (1006) 92-101).
2
J. Merlin, Tomus primus quatuor Conciliorum Generalium, quadra-
ginta sepfem conciliorum provincialium authenticorum... (París, 1524). En la

edición de 1530, que tengo a la vista, t. I. fol. CV. La tercera edición (1535)
ha pasado a la Patrología de Migne; cf. ML 130, 436-438. L. Surii, Tomus
primus Conciliorum omnium, tum generalium, tum provincialium atque par-
ticularium... (Colonia, 1567), I, 523 s. Sobre estas ediciones, véase H. Quen-
tin, Jean Dominique Mansi et les grandes collections conciliaires, 7-1 1,

17-19.

1
:

2 CAPÍTULO I

el título del Símbolo 3


. En efecto, véase como figuraba éste en las
primeras ediciones :

Regulae fidei, contra omnes haereses, quam máxime contra Priscillia-

nistas, quas episcopi Tarraconensis, Carthaginensis, Lusitani et Baetici fe-


cerunt ex praecepto papae Leonis, et ad Balconium episcopum Galliciae
transmisserunt. Ipsi etiam et suprascripta viginti Canonum capitula sta-
tuerunt in Concilio Toletano 4
.

Ahora bien, si el Símbolo se había compuesto por mandato de


San León ya Papa, era imposible datarlo de antes del año 440,
fecha de su ascensión al Pontificado. ¿Cómo, pues, atribuirlo al
concilio Toledano del 400? La duda evidentemente se imponía;
pero el editor franciscano se contentó con suscitarla, dejando la
B
solución a los especialistas .

Para éstos, no pasó el problema desapercibido. Ya en 1575 nos


dice el docto Juan B. Pérez, posteriormente Obispo de Segorbe

Iam pridem doctorum hominum coniectura est, hoc Concilium consta-


re ex duobus diversis, nempe Toletano I sub Arcadio, et alio quadraginta
post annis celebrato... 6 .

3 P. Crabbe, Concilla omnia tam generalla quam partlcularla, ab Apo-


stolorum temporibus in hunc usque dlem a sanctlsslmls Patribus celébrala...

(Colonia, 1538), I, fol. CCLXIIII ; en la edición de 1551, I, 449. Cf. Quen-


tin, 1. c, 12-17.
1
Cf. Suritjs, 1. c, 523. Más adelante veremos que esa manera de leer
el título, entonces ordinaria, no reproducía en realidad el texto primitivo.
5
« Relinquitur... decisio ac concordatio profundius scrutanti » (1. c).
0 Concilla Hispaniensia impressa, collata cum vetustis codicibus manu-
scriptis; obra inédita, que puede verse en el manuscrito Val. lat. 4887, fol.

143 1".
Se trata de los trabajos que llevó a cabo Juan B. Pérez por mandato
del entonces Obispo de Cuenca, D. Gaspar Quiroga, para preparar la edi-

ción del Decreto de Graciano emprendida por Gregorio XIII. Estos tra-

bajos, cuyos resultados se contienen en los manuscritos Vat. lat. 4887 y


Val. lat. 4888, pueden verse descritos por el mismo Pérez en el prólogo de
su obra y por el Obispo de Cuenca en la carta a Gregorio XIII con que
acompañaba ésta última. Ambos documentos fueron publicados por los
Ballerini, De
tum editis tum ineditis collectionibus et collectori-
antiquis
bus canonum ad Gratianum usque (Venecia, 1757; en el tercer tomo de su
edición de las obras de S. León) I-CCCXX (cf. ML 56, 235-237); pero ya
antes habían sido publicados (tomándolos no del ejemplar vaticano, sino
de otro español), por Saenz de Aguirre, Collectio máxima Conciliorum
omnium Hispaniae et Novi Orbis (Roma, 1693), I, 20-22. Cf. Maassen,
Geschichte, 671-672 y los Ballerini, 1. c.
HISTORIA DEL PROHLEMA CRÍTICO 3

No sabemos a quiénes pueda referirse, como no sea a sus pro-


pios amigos, entre los que ocupaba un lugar preferente el célebre
Antonio Agustín. Para nosotros, es ése el primer conato de solu-
ción del problema, y por lo mismo presenta especial interés, tanto
más cuanto que ejerció posteriormente notable influjo 7 .

La solución propuesta era la siguiente. En las Actas del llama-


do Concilio I de Toledo, hay que distinguir cuatro partes : La
Constitutio Concilii, o sea los 20 Cánones, el Símbolo con los ana-
tematismos que le siguen, las profesiones de fe o Exemplaria pro-
8
fessionum, y la sentencia final o Exemplar dcfinitivae sententiae .

a a a
De esas cuatro partes, la I , la 3 y la 4 pertenecen al Concilio
Toledano que Pérez prefiere poner en 405 en vez de 400; la 2 a
I,

parte pertenece a un Concilio posterior, de 447, celebrado según él


en Aquae Caelenae, ciudad de Galicia (Orense), Concilio que por
9
lo mismo llama Concilium Celinense vel Aquicelinense .

7 A pesar de que la obra de Juan B. Pérez quedó inédita, sin embargo


influyó poderosamente en las ediciones Conciliares preparadas por Baluze y
Séenz de Aguirre ; cf. Ballerini, i. c.

8 Las dos primeras partes encontraban en las Actas del Toledano


se
desde las primeras ediciones ; en cambio las otras dos, que Pérez transcri-
bió del códice Emilianense (cf. Vat. lat. 4887, f. I44 r i47 r ), acababan de ser
editadas por Ambrosio de Morales, Crónica general de España, I (Alcalá,
1574). Pueden verse en Mansi, III, 1004-1007.
9 Véase el texto íntegro « Iam pridem doctorum hominum coniectura
:

est, hoc Concilium constare ex duobus diversis, nempe Toletano I sub Ar-

cadio, et altero quadraginta post annis celebrato, nempe Celenensi sub Leo-
ne Papa in oppido Aquis Caelenis, ut initio huius Concilii additum cerni-
tur, praesidente S. Turibio Asturicensi episcopo. Nam ut constat ex epístola
Leonis ad Turibium et initio primi Concilii Bracarensis, iusserat Leo sua
epístola data Callipio et Ardaburi consulibus, ¡d est anno Christi 447, ut
Turibius in Gallaecia Concilium celebraret adversus Priscillianistas ; hic
autem dicitur congregatum in Gallaecia conventu Lucensi et municipio Cae-
lenis. Quod oppidum in Gallaecia ponunt Ptolemaeus et Antoninus, qui
Aquas Caelinas vocant; et nunc esse Orense Urbem, episcopatu insígnitam,
tum ex itinerario Antonini, tum ex balneis natura calidis suspicari licet.
Quis autem non videat non potuisse idem Concilium et Toleti et in Gal-
laecia haberi. Itaque et tempus et locus dúo esse concilia produnt; sed
quía utrumque adversus Priscillianistas coactum est, simul ambo coníuncta
puto. Ergo ita distinguenda erunt, ut viginti illa capita cum suscriptionibus
XVIITI episcoporum ad hoc Concilium primum Toletanum pertineant, quod
Stilicone consule celebratum est; assertio autem fidei sit alterius Concilii
4 CAPÍTULO I

Así parecía definitivamente resuelto el problema. Claro que


esta solución no tenía en cuenta la alusión al Concilio Toledano
con que termina el título ;
pero este nuevo elemento se enlazó pron-
to con los otros datos del problema sin cambiar sustancialmente
las soluciones, que se orientaron todas en la dirección de Pérez.
En ella está francamente Baronio, que sin embargo repre-
senta una solución especial. Según él, hay que distinguir dos Con-
cilios Toledanos, celebrados en 400 y 405 a ninguno de los dos ;

10
pertenece la Regula fidei Esta se debe atribuir a un Concilio
.

del 447 desdoblado también él por dificultades políticas en otros


dos, probablemente de Toledo y de Lugo. Las últimas palabras del
título del símbolo (« Ipsi ctiam... ») se pusieron fuera de sitio al

juntarse las Actas de los cuatro Concilios u .

Como fácilmente se podía suponer, la autoridad excepcional


de Baronio decidió la cuestión durante casi un siglo, contribu-
yendo sin duda a afianzarla la conformidad sustancial de los gran-
12
des eruditos españoles de la época, tales como García de Loaisa
l8
y Antonio Nicolás . Así no es de extrañar que la solución en sus
14
líneas generales se repita en los autores de entonces , y encuen-
15
tre eco prolongado en las ediciones conciliares .

Caelinensis... [Ad primum autem pertinet] abiuratio haeresis priscillianicae


facta ab episcopis Dictinio et Symphosio ;- et concilii sententia de commu-
nione quibusdam episcopis vel reddenda vel neganda... » (Vat. lat. 4887,
f. I43 r -i44 r ). El manuscrito Vat. lat. 4888 contiene una Conciliorum Hispa-
niensium Chronologia, compuesta por el mismo Pérez y editada después
por Saenz de Aguirre (I, 22-24) y por Florez II, 195-203). Allí se lee : año
447: [Conc] « Aquiceliaense vel Celinense, habitum Aquis Caelinis in Gal-
laecia». Para la fecha asignada por Pérez al Concilio véase la Chronolo-
gia, 1. c.
10 Baronius, Afínales ecclesiastici, ann. 405, XLIII-LIV; en la edi-
C.
ción de Mansi (Luca, 1738- 1756), VI, 493-497.
11 I-XXIV; en edición citada, VII, 604-611.
Ib., ann. 447. la
12 Collectio Conciliorum Hispaniae... (Madrid, 1593), 65.
13 Bibliotheca Hispana vetus, 1. cp. 5. n. 143-160; (en la edición de
2,

Madrid, 1788, t. I, 173-178) La obra fué editada después de la muerte de


;

su autor por el Cardenal Sáenz de Aguirre (Roma, 1696).


14 Así ya en Belarmino, De Concilio, 1. 2, cp. 8, ad 11; en P. Pithou,

Historia controversiae veteris de Spiritu Sancto, editada postumamente por


F. Pithou en Codex Canonum vetus Ecclesiae Romanae (París, 1687). De
este último depende Petau, De Trinitate, VII, cp. 2. n. II.

15 S. Bini, Concilio generalia et provincialia... (Colonia, 1606), I, 6o6s;


HISTORIA DEL PROBLEMA CRÍTICO S

Entre tanto, Quesnel había aportado en 1675 nuevos datos


para la solución del problema. La colección canónica que tomó
su nombre al ser editata por él como apéndice a las obras de S.
León 16 ofrecía el texto de nuestro símbolo en una recensión algo
,

distinta, y no como Regla de fe del Concilio Toledano, sino como


17
« Libellus Augustini de fide catholica contra omnes haerescs » .

En realidad, la atribución del símbolo a S. Agustín no era nueva,


pues se encontraba ya de antiguo entre los sermones que corrían
18
con el nombre del Doctor de Hipona ;
pero no sabemos que este
hecho lo hubiera notado nadie antes de Quesnel. De todos modos,
la idea era sugestiva y Quesnel no la dejó caer en el vacío. Su
punto de partida mismo de Baronio, con quien defiende la
es el

existencia de tres Concilios Toledanos en 400, 405 y 447 a más del


celebrado en Galicia este último año. El Símbolo tal como está en
las Actas Conciliares, es sin duda del Toledano de 447. Pero ese
texto no es sino una acomodación a las presentes circunstancias
hecha por los Padres del Concilio, de un Símbolo anterior, cuya
forma primitiva nos transmite Quesneliana y que probablementela
19
es obra genuina de S. Agustín Así quedan bien armonizados .

cf. II, 503 s... Coleti, Sacrosancta Concilla ad regiam editionem... (Venecia,
1728 ss), II, 1475S. Mansi, Amplissima Collectio Conciliorum (Florencia),
1748 ss), III, 1001-1004, 1015-1019, 1 161 s ;
VI, 491SS. Sobre estas coleccio-
nes, véase Quentin, i. c. 21-24, 54"58, 75ss.
16 El título que a la colección Quesneliana dió su editor es Codex Ca-
npnum ecclesiasticorum et Constitutorum Sanctae Seáis Apostolicae. Se en-
cuentra la colección en 5". Leonis Magni Papae I opera omnia (París, 1675),
II, 3-242; según la nueva edición de los Ballerini, puede verse en ML 56,

359-747
17 Es el capítulo 40 de la Quesneliana (Quesnel, II, 140-141 ; ML 56,

5S5-587).
í8 En las antiguas ediciones era el sermón 129 de Tempore, titulado
De fide recta;' así, por ejemplo, en la edición de Erasmo (en la reedición
de París, 1555, IX, 191-192). Los Maurmos rechazaron la autenticidad del
sermón y relegaron éste al apéndice, donde aparece con el número 233 y el

título De fide catholica I (V, 382-384; ML 39, 2175-2176).


19 La solución completa de Quesnel está dispersa por las varias notas
y disertaciones de su edición de S. León. Véase sobre todo Dissertationcs
mi 5. Leonis M. Pontificis Romani opera. In Cod. Canonum et Const. SS.
Apostolicae. Dissert. XIV. De variis fidei Libellis in antiquo romanae ec-
clcsiae códice contentis, VIII (Quesnel, II, 722-726; ML 56, 1053-1057). Cf.
;;

6 CAPÍTULO I

los nuevos datos con la solución fundamental entonces corriente

y precisa hacer resaltar como un paso decisivo, la consideración


y comparación de los dos textos del Símbolo, siquiera en Quesnel
no está aún sino iniciada y mezclada con hipótesis ciertamente
inadmisibles.
Sin embargo, por lo pronto el nuevo camino abierto no pros-
peró. Los autores de la época siguen la orientación de Baronio,
modificándola más o menos en puntos accidentales, pero deján-
2ft
dola intacta en lo sustancial .

Más aún, sin abandonar del todo esa orientación, se vuelven


por entonces de nuevo los ojos de los investigadores hacia el Con-
cilio de 400. La atribución del símbolo a ese Concilio, que parecía
ya una causa perdida, encuentra defensores no vulgares en las edi-

ciones conciliares del Cardenal Sáenz de Aguirre y de Ludovico


21
Rayo , y tiene poco después un paladín tan denodado como

In epístolas Leonis M. Papae I, variae lerdones, notae, observationes, ad


ep. 15 (II, 824-833; ML 54, 1323-1341). Quesnel apunta la conjetura de que
el símbolo agustiniano fué traído de Africa a Roma por S. León cuando
éste aún era acólito del papa Zósimo, y quedó guardado allí hasta que pasó
a la Quesneliana (colección oficial de la Iglesia romana, según Quesnel)
en 447 fué mandado por S. León ya papa a España, donde se le retocó se-
gún la carta del mismo pontífice a Santo Toribio; así bien se puede consi-
derar a S. León como autor del nuevo símbolo. Las últimas palabras del
título se pueden entender de una nueva confirmación de los cánones del 400,
hecha por los Padres del 447.
20 Así Pagi (Critica historico-chronologica in Anuales ecclesiasticos
Baronii, ann. 405. XII-XVII; en la edición de los Anuales hecha por Mansi,
VI, 493-497), para quien el símbolo es de un Concilio celebrado en tiempo
de S. León, no se sabe dónde de la variedad de los textos sólo concluye
;

que el símbolo fué interpolado posteriormente. Así también Tillemont (Me-


moires pour servir á l'histoire écclesiastique des six prerniers siecles. L'hé-
résie des priscillianistes ," en la edición véneta de 1732, VIII, 524, 7o6s),
R. Ceillier (Histoire genérale des auteurs sacres et écclesiastiques..., XIV,
624-626), etc. El último rechaza expresamente la atribución del símbolo a
S. Agustín.
Sáenz de Aguire, Collectio máxima Conciliorum omnium Hispa-
21

Para Sáenz de Aguirre, en el año 447 no hubo sino una nueva


niae, III, 25S.
promulgación del símbolo de 400, hecha por mandato de S. León. L. Batus,
Summa Conciliorum omnium (en la edición de Padua, 1723, II, 110. 113.

149-151). Hardouin, (Conciliorum collectio regia máxima, [París 1714-1715],


I. 093, !0i9), había dejado la solución en suspenso; véase el índice, a los
años 405 y 447.
;

HISTORIA DLL PROBLEMA CRÍTICO 7

erudito en el docto historiador eclesiástico de España, P. Enrique


22
Elórez . Para todos ellos, la Regla de fe pertenece decididamente
al año 400 la Regla de fe tal; y como se contiene en las Actas del

Concilio, no como la transmite la colección Quesneliana. Por lo de-

más, un nuevo concilio del año 447 volvió a aprobar el Símbolo


del 400 añadiendo tal vez, dice Flórez, el último anatematismo.
>

Esta nueva aprobación explica bien el supuesto anacronismo del


23
título .

Pero la reacción a favor del 400 no tuvo gran éxito. La co-

rriente más general siguió en la dirección de Baronio 24 hasta que ,

con los dos hermanos Ballerini vino a darse un nuevo paso hacia la
solución del problema.
Pedro y Jerónimo Ballerini, los dos egregios investigadores
de las colecciones canónicas, merecen un puesto de honor en la his-
25
toria literaria de nuestro símbolo . Para ellos el punto de par-
tida está en la doble tradición textual indicada ya por Quesnel
sólo que el camino que elTos siguen es distinto. Sin duda hay que
ver en el Quesneliana y en el sermón pseudoagustiniano
texto de la

la fuente del Símbolo de Toledo pero esa primera redacción es ;

imposible atribuirla a S. Agustín. En cambio es muy probable


que se deba al Concilio del año 400. De él pasó a las Actas conci-
liares, y sobre ella compusieron los Padres del Concilio de 447 el

nuevo Símbolo. El que en las Actas actuales no se encuentre sino

22 España sagrada, VI (Madrid, 77-129.


1 751),
23 L. c, 92-95.
24 Véase, por ejemplo, Cacciari, Exercitationes in universa S. Leonis
M. opera. De priscillianistarum haeresi et historia, líber unicus (Roma, 1751),
263-272; puede consultarse en ML 55, 1044- 1054. Cacciari impugna espe-
cialmente la teoría de Quesnel referente a la existencia del símbolo en la
Quesneliana y entre los sermones de S. Agustín.
25 En las notas y disertaciones con que acompañaron la reedición ques-
neliana de S. León (ML 54-56). Véase sobre todo : Observationes in disserl.
XIV. Quesnelli, de libellis in códice insertis (ML 56, 1067-1076); De epi-
slolis deperditis tum S. Leonis ad altos, tum aliorum ad S. Leonem, ac de
aliis monumentis ad epístolas pertinentibus, dispositis ordine chronologico,
dissertatio (ML 54, 1217-1234); P. Quesnelli variae lectiones, notae et ob-
servationes in epístolas S. Leonis M., ad cálculos m subiectis adnotationibus
revocatae, ad ep. 15 (ML 54, 1323-1341, en las notas).-
;

8 CAPÍTULO I

este último, se debe al colector de la Hispana, a quien hay que


26
atribuir también las incongruencias del titulo .

Esta nueva solución ofrecía especiales garantías de acierto.


En ella parecían armonizarse bien los diversos datos del problema,
y el conjunto se presentaba sólido* y perfecto. Sin embargo no
27
prosperó . Si se exceptúa a Gams, para quien no sólo el Símbolo es
2S
del 400, sino que en 447 no se celebró Concilio alguno , la so-

lución predominante en el pasado siglo, siguió siendo la que de un


modo o de otro se venía repitiendo desde Baronio y Juan B. Pé-
rez : el Símbolo no es del 400, sino del 447. Así sobre todo Hefele
en su Historia de los Concilios, con el influjo que se podía espe-
29
rar '.

Párrafo aparte merece un último conato en la línea de Flórez


y Gams, a fines del siglo pasado. En su estudio sobre Prudencio,
Rósler tentó solucionar nuestro problema desde un punto de vista
del todo nuevo. Partiendo del supuesto de que la razón principal
|para no admitir el Símbolo como obra del año 400 era la presencia

26 Observationes in dissert. XIV, II (ML 56, 107OS).


27 Sólo recuerdo haber visto a Maassen (Geschichte der Quellen und
der Litteratur des kanonischen Rechts, 217, 395s), que recoja la solución
de los Ballerini.
28 Kirchengeschichte von Spanien, II, 391 s, 457ss, 478S. La negación
de un concilio año 447, cuya existencia desde el
el siglo XVI parecía ase-
gurada, veremos después que no cayó en el vacío.
29 Covciliengeschichte, II' 2 306-308; Hefele-Leclerq, II, 122S,
78,

480-487. El influjo de Hefele se ejerció en gran parte a través del Enchiri-


dion de Denzinger (véanse las nueve primeras ediciones hasta 1900), y a tra-
vés de Hahn (Bibliothek der Symbole, 3 , 168), cuya mente dudosa e impre-
cisa parece inclinarse más La frase de
a esta solución, a pesar del título.
Hahn (1. c, nt. 299) que seguramente por errata de un número atribuye a
Quesnel la opinión de que el Símbolo es de 444, véase cómó se retiene inve-
rosímilmente en 1930 per Seeberg (Lehrbuch der Dogmengeschichte, III 4 ,

63S) : « Ebenso steht sie (die Formel Filioque) in dem Glaubenbekenntnis


einerSynode zu Toledo, — bei Hahn 3 S. 210, wahrscheinlich um 444...».

Cuanto a los historiadores eclesiásticos españoles del pasado siglo, es cu-


riosa la posición por ellos tomada. Como era natural, se inspiran sobre
todo en Flórez y defienden la atribución del Símbolo al Concilio de 400.
Sin embargo admiten otro símbolo compuesto el 447, que no tenemos datos
para identificar. Cf. La Fuente, Historie eclesiástica de España 2 ,
I, 213S
II, 65-70. Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles (edic.

de Bonilla Sanmartín), II, 95-98.


HISTORIA DEL PROBLEMA CRÍTICO 9

30
en él de la partícula Filioque , ataca directamente este funda-
mento. En efecto, Prudencio, que escribía hacia el 400, conocía sin
duda la partícula. Si, pues, escribía antes del Concilio, era el eco
de la doctrina entonces corriente en España, y consiguientemente
nada tiene de particular la presencia del Filioque enel Concilio

del 400 si escribía después, es obvio pensar que él usa la partícula


;

porque su uso está sancionado por una asamblea episcopal. Si se


tiene en cuenta el trato de Prudencio con los Obispos y su inter-

vención en la historia eclesiástica de su tiempo, llega casi a certeza


histórica la afirmación de la existencia del Símbolo con el Filioque
en el 400. Pero, ¿y el título? Lo inseguro del texto le quita valor
documental. De todos modos, es preferible atribuirle a su autor lo
contradictorio que en él hay, a concluir por él solo contra lo que
se prueba históricamente. Por lo demás, Gams ha demonstrado que
no hubo ningún Concilio el año 447. Así Rósler 31 .

La impugnación no se dejó esperar grandemente. Impugna-


ción detallada, comprensiva, un tanto intemperante, que debemos
a la pluma del futuro editor goerresiano de Trento, Sebastián
Merkle. Según él, la hipótesis de Rósler y Gams es del todo invero-
argumentos son inconsistentes, y en cambio todo confluye
símil, los

a probar la existencia del Concilio del año 447. Antes de esa fecha
es imposible colocar la composición del Símbolo. Suponiéndole de
32
ese año, todo admite una explicación adecuada .

Como se ve, las hipótesis fluctuaban indefinidamente ; era un


indicio de que no se había llegado a obtener la realidad histórica.
Por eso no es de extrañar, que en el último decenio del siglo pa-
sado un cambio del todo inesperado mudase radicalmente el pro-
blema y las soluciones. Un nuevo período iba a comenzar en la

historia literaria del Símbolo.

30 Realmente este argumento de crítica interna se había utilizado con


frecuencia; pero nunca había obtenido la importancia crítica que le atri-

buye Rósler. Por cuanto llevamos escrito se ha podido ver, que el proble-
ma se suscitó y seguió girando ante todo alrededor del título del Símbolo.
31 Der Katholische Dichter Aurelius Prudentius Clemens, 363-369. Las
soluciones que propone Rósler para deshacer los anacronismos del título
tendrán su lugar más adelante.
32 Das Filioque auf dem Tolctanum 447 (Theologische Ouartalschrift,

75 [!893] 408-429). Creemos inútil venir al detalle de la refutación; la idea


general que damos en el texto parece bastar aquí.
IO CAPÍTULO I

En efecto, hasta ahora se había buscado la solución en la

distinción de dos Concilios (años 400 y 447), se había retrasado


la composición del Símbolo hasta mediados del siglo V, se había

tentado, con poco éxito por cierto, buscar fuentes, y a base de


ellas se había ideado una solución intermedia que atribuía una
primera redacción al 400 y una segunda al 447. Pero todo ello
había sido alrededor de un problema interno ; lo que se había que-
rido explicar era los anacronismos y contradicciones "con que se
introducía el Símbolo en las Actas Conciliares del Toledano I.

En adelante el problema de la autenticidad iba a subsistir; pero


bajo otra luz, en otra perspectiva ; los antiguos aspectos del pro-
blema iban a pasar a segundo término; el problema no nacerá
más en las Actas del Concilio, sino en documentos extrínsecos a
ellas, Fué hacia 1893 cuando de dos partes a la vez, por caminos

distintos e independientes surgió la nueva perspectiva. En sus


prolongadas y fecundas investigaciones sobre la antigua literatura
cristiana dom Germán Morin 33
, y en las suyas sobre el Símbolo
34
Apostólico el Dr. Kattenbusch ,
tropezaron con unas líneas de
Gennadio en que se describe por menudo un « Libellus in modum
35
Symboli », obra de un cierto obispo Pastor . Pero precisamente
la descripción parecía coincidir del todo con los caracteres de nues-
tro símbolo. Dom
Morin y Kattenbusch concluyeron la identidad
del supuesto Toledano con la obrita de Pastor. El Concilio de 447
para dom Morin no se celebró jamás, para Kattenbusch exigía
36
especial investigación y estudio .

Así se presentó la nueva teoría, originada fuera de las Actas


del Concilio y que por lo mismo veía en éstas un aspecto secun-
dario y de poco interés.
Desde entonces, mayormente por los trabajos de Künstle,
37
para quien el problema estaba así definitivamente resuelto , la

33 Pastor et Syagrius, deux écrivains perdus du cinquieme siecle (Rev.


Ben., 10 [1893] 387-390).
34 Das Apostolische Symbol, 407S.
I, 158,
35 Cf. Gennadio, De viris illustribus, 77 (76); (edic. Richardson, TU,
XIV, 1, 87; ML 58, 1103). Sobre el título original de la obra de Genna-
dio, véase A. Feder, Die Emtstehung wnd V erbff entlichung des gennadia-
nischen Schriftstellcrkatalogs (Schol., 8 [1933] 218-220).
3B Ambos insinúan que si el Concilio de hecho se celebró, podría haber
compuesto Pastor el Símbolo para el Concilio. En el mismo sentido Burn,
An Introduction to the Creeds, n6s.
HISTORIA DEL PROBLEMA CRÍTICO

solución propuesta se ha ido imponiendo en la historia de la


38
literatura cristiana antigua , punto de que ya en 1913
hasta el

pudo afirmar de ella dom Morin, que estaba admitida universal-


mente 39 .

En realidad, ése sigue siendo el estado actual de la investi-


gación. El llamado Símbolo Toledano hoy no es sino el Libcllus
del Obispo Pastor, falsamente atribuido al primer Concilio de
Toledo.
Una mirada retrospectiva a la historia descrita hasta aquí
hace ver por lo pronto, que a la complejidad del primer período
ha sucedido una simplicidad y homogeneidad absoluta en el se-
gundo. Pero occurre preguntar, si esa homogeneidad no se habrá
conseguido a costa de algunos datos del problema y con descuido
de algunos elementos aportados por diversas investigaciones. En
efecto, la nueva solución, hoy general, tiene aún que explicar cómo
la obra de Pastor sin transmitirse jamás con su nombre, se ha con-
servado sólo y siempre dentro de las Actas del Concilio Toledano.
Pero además, se impone abordar el problema en toda su ex-
tensión. Es imposible olvidar el símbolo de la Quesneliana y el

sermón pseudoagustiniano ; no se puede prescindir de las rela-

ciones de esas piezas con nuestro símbolo, ni del título de éste.


Y todo eso está descuidado en la solución actual. Es decir, que
se impone una revisión completa y un estudio detallado a base de
la transmisión manuscrita del Símbolo. Ese será, pues, el camino

que habremos de seguir en los siguientes capítulos.


37 Antipriscilliana, Eine Bibliothek, 31-33. La teoría de
30-35, 40-43;
Künstle fué impugnada por N. Nogrue, Un nuevo libro sobre la España
visigoda (RF 2 [1002, T] 65-67).
38 Denzinger, Enchiridion Symbolorum, a partir de la edición décima
(1008), por influjo directo de Künstle (cf. supra, nt. 20); Cavallera, Thc-
sanrus doctrinae christianae, 723; Bardenhewer, Geschichte, III, 414S;
Schanz, Geschichte der rómischen Literatur, IV, 1, 384 s ;
Tixeront, Precis
de Patrologie, 309; Moricca, Storia de la letteratura latina cristiana, II,

624; Amann, Pastor, DTC 11, 2241-2242; Hefele-Leclercq, Histoire des


Concites, IT, 482-484; Duchesne, Histoire ancienne de l'Eglise, III, 587;
Fünk-Bihi meyer, Kirchengeschichte, I, 185; Babut, Priscillien et le Pri-
scillianisme, 17; Batiffol, La Siége apostolique, igs; Z. García Villada,
Historia eclesiástica de España, I, 2, 143 (véase sin embargo, 134, nt. y
136S) ; J. A. Davids, De Orosio et S. Augustino..., 68-72; A. D'Alés, Pris-
cillien (Rech. se. reí., 23 [1933] 17, 174).
39 Études, Textes, Découvertes, I, 31, 41.
:

CAPITULO II

La transmisión manuscrita

Para encontrar una base firme sobre la que cimentar la so-


lución de nuestro problema critico, precisa ante todo hacer el

estudio de la transmisión manuscrita. Para llevarlo a cabo, hare-


mos la reseña completa en lo posible de los numerosos manuscritos
que contienen el Símbolo, pero agrupándolos dentro de las di-
versas colecciones canónicas o simbólicas, a que cada uno perte-
nece. El cuadro general que éstas presentan, es el siguiente
1) Colección Hispana, pura (H).
2) Colección Hispana Gallica (HG).
3) Colección Hispana de Aulun (HA).
4) Colección Pseudoisidoriana (I).

5) Colección Hadriano-Hispanica (HH).


6) Colección manuscrita de St. Amand (T).
7) Colección Hadriano-St. Amand (HT).
8) Colección Quesneliana (Q).
9) Cod. Augiense XVIII (k).

10) Cod. Ambrosiano D 268 inf. (M).


11) Cod. Berolinense 78 (B).
12) Cod. Bonifaciano 2 (F).
13) Cod. Mazarino 627 (P).
En dichas colecciones y manuscritos aparece el Símbolo de
diversos modos, cuya descripción damos a continuación, cuanto
parece bastar para nuestro intento.
;

I.A TRANSMISIÓN MANUSCRITA 13

i. Colección Hispana, pura (H). Contiene el Símbolo en las


Actas del Concilio Toledano I, a continuación de los 20 cánones
1
conciliares :

Manuscrito de Lugo, s. IX : destruido en el incendio del


Escorial de 1671. Hemos podido reconstruir su texto con la ayuda
del manuscrito Vat. Lat. 4887, en que Juan B. Pérez reunió las

variantes del códice.


Roma, Bibl. Angélica 1091 (Cod. Passioneo), s. IX-X
membr., 184 p., (370 X 326), a dos columnas. El Símbolo está en
las páginas 33-34 2 .

Roma, Vat. Palat. lat. 575, s. IX-X; membr., 158 f., (370 X
260). Procede del Monasterio de S. Martín de Maguncia. El
Símbolo en el fol. V -5 V 3
4 .

Escorial e I 13, s. IX-X; perg. 135 f., (365 X 260), a tres


columnas. El códice empieza actualmente al fin del canon 7 del
Concilio I de Toledo. Pero el mal estado del folio 1 hace que prác-
4
ticamente sea inútil para nuestro intento .

Madrid, Biblioteca Nacional, Mss. 1872, 345 f. s. X in. ;


perg.,
Perteneció a García de Loaisa y después al Monasterio de S. Vi-
cente de Plasencia. El Símbolo está en f. I2ÓV -I27V5 .

Escorial d I 2 (Alveldense o Vigilano), s. X ;


perg., 429 f.,
(455 X 325), a dos columnas. Procede del Monasterio de S. Martín
de Alvelda, donde lo escribió Vigila el año 976. El Símbolo, f.

r v 6
143 bis -i43 bis .

1
Sobre esta colección, cf. Maassen, Geschichte der Quellcn und der
Literatur des canonischen Rechts, 667-716. La colección fué editada por
F. A. González, Collectio Canonum ecclesiae hispanae... (Madrid, 1808). Esta
edición, que había sido preparada por el P. Burriel a base de manuscritos
españoles, puede verse reproducida en ML 84.
2 H. Narducci, Catalogus Codicum
manuscriptorum praeter graecos
et orientales, in Bibliotheca Angélica... (Roma, 1893) 454 s -

3 Stevenson-De
Rossi, Códices Palatimi latini Bibliothecae Vaticanae,
I (Roma, 1886) 186-100.

4
G. Antolin, Catálogo de los códices latinos de la real Biblioteca del
Escorial, II (Madrid, 1911) 28-31.
5
Maassen, Geschichte, 669. Z. García Villada, Paleografía española
(Madrid, 1923) 113.
6 Antolín,
Catálogo, I, 368-404.
.

1-1 CAPÍTULO II

Escorial d 1 1 (Emilianense), s. X ex. ;


perg., 476 f. (455X300),
a dos columnas. Proviene del Monasterio de S. Millán de la Co-
golla, y fué escrito en 992. El Símbolo, f. I3i r -I3i v '

Escorial e I 12 (Loaiseo-Carvajaleo), s. X-XI ;


perg., 323 f.,

(370X325), a dos columnas. El Símbolo, f. I07 r -i07 v 8


.

Urgel, Archivo Catedral, s.X-XI 292 f., -en fol. max 9


;
.

París B. N. lat. 3850, s. XVII; 390 p., (345 X 195). Es una


10
transcripción del Urgelitano ; el Símbolo, f. I5i v -I52 v .

Toledo, Bibl. Capitular XV 16, s. XII; 315 f., en fol. max.,


a tres columnas. Terminado en 1034 n .

Toledo Bibl. Capitular XV 17, s. XI ex. ; 389 f. Escrito en


12
1095, tal vez del anterior .

13
Gerona, Archivo Catedral, 389 f. s. XI ;
.

Sin duda deben quedar otros manuscritos de esta colección,


14
que aún no han sido clasificados .

2. Colección Hispana Gallica (HG) : es una modificación de


la Hispana pura y contiene el Símbolo en el mismo sitio que ella,

es decir en las Actas del Concilio Toledano Actualmente sólo


se conserva de esta colección el manuscrito :

Viena, Hofbibliothck 411 (olim, Iuris Can. 41), s. IX-X ;

membr., 314 f., en fol. max. Procede de Ambras. El Símbolo está


16
en el f. ioi r -i02 v .

7
Antolín, Catálogo, I, 320-328.
8 Antolín, Catálogo, II, 17-28.
9 Maassen, Bibliotheca latina iuris canonici manuscriba (SBWA, 56
[1867] 165).
10 Maassen, Geschichte, 690.
11 Maassen, Geschichte, 669. Cf. Hinschius, en Zeitschrift für Kir-
chenrecht, 3, 133.
12 Maassen, Geschichte, 66os.
13 Maassen, Geschichte, 670. Maassen, Bibliotheca (SBWA, 56 [1867]
I57ss). Flórez, España sagrada, XII, i88ss. Flórez-Risco, España sagrada.
XXVIII, 59-
14 Juan B. Pérez en el prólogo del manuscrito citado habla de los
manuscritos de Oviedo, del monasterio de Juan de Sahagún, de S. Zoilo S.

(León), de S. Pedro de Montes, del Salvador de Oña, etc.


15 Sobre esta colección, cf Maassen, Geschichte, 710-716; Sejourné,
Saint Isidore de Séville, 428-431.
1fi
Maassen, Geschichte, 668. Turner, Ecclesiae Occidentalis Momc
: ;

I A TRANSMISIÓN MANUSCRITA

3. Colección Hispana de Autun (HA) : se formó sobre la an-


teriory como ella contiene el Símbolo en las Actas del Concilio
de Toledo 1: Está hoy representada por el manuscrito
.

Roma, Vat. lat. 1341, s. X ex.; membr., 189 f., (390 X 310),
a dos columnas. Proviene de Autun, de donde toma el nombre
r v 18
la colección ; el Símbolo está en el fol. Ó3 -Ó3 .

4. Colección Pseudoisidoriana (I) : formada sobre las prece-

dentes, presenta el Símbolo también en las Actas del Concilio To-


ledano. Pero, como se sabe, no todos los manuscritos de esta co-
lección nos trasmiten las Actas Conciliares, ni por lo tanto nues-
VJ 20
tro Símbolo . Van a continuación los manuscritos que lo tienen :

Roma, Vat. Ottobon. 93, s. X in. ;


membr., 151 f., (320X230),
21
a dos columnas. El Símbolo está en el fol. 68 V -Ó9 r .

Roma, Vat. lat. 630, s. X ;


membr., en dos volúmenes, 321 f.,

(426X331), a dos columnas. El Símbolo, f. I3i r -i3i v22 .

menta iuris antiqnissima, I, i, 2, 155. El manuscrito de Strasburgo citado


por Maassen no existe ya; cf. Sejourné, 5". Isidore, 428.
17 Sobre
esta colección, cf. Maassen, Pseudoisidorianische Studien
(SBWA, 109 [1885] 8oiss).
18 Von Dobschuetz, Das Deere tum Gelasianum (TU, 38, IV [1912]
E.
167). Otros manuscritos de que habla Coustant (Epistolae Romanorum Pon-
tificum, I, 140) hoy no existen ya ; cf. P. Fournier, Histoire des collections
canoniqucs en Occident, I, 138-141 ;
Sejourné, Saint Isidore, 432S.
19 Sobre esta colección, cf. P. Hinschius, Decretales pseudoisidoria-
nae et Capitula Angilramni (Leipzig, 1863) ;
Fournier, Histoire, I, 127 ss.

La colección fué editada por Hinschius en la obra citada; pero esa edición
es original sólo para la parte de las Decretales ; en el texto de los Concilios
se reproduce la edición de González (cf. ib., p. CCXXXVIII), es decir la
Hispana pura. Para conocer el texto que de las Actas Conciliares da la
Pseudoisidoriana es necesario acudir a la edición de Merlín, reproducida
en ML 130.
20 Los tomamos en su mayoría de la citada obra de Hinschius.
21 Hinschius, XV, 43; XXI. Sobre edad del manuscrito,
la cf. Maas-
sen, Pseudoisidorianische Studien (SBWA, 108 [1884] 1064).
Hinschius, XV, 44; LXI-LXIV. Según él, es del s. XI-XII in.
22

pero véase Von Dobschuetz, Das Decretum Gelasianum (TU, 38, IV, 160)
y Vatta so- Fr anchi de' Cavalieri, Códices Vaticani latmi, I (Roma, 1902)
476. Cf. Mommsen, en MGH, Chronica Minora, I, 563.
[6 CAPÍTULO II

Angers, Bibl. de la ville 354, s. XI ;


membr., 191 f., en 40 23 .

Chartres, Bibl. de la ville 140, s. XT membr., 362 f., en


;

24
íol .

Vendóme, Bibl. de la ville 91, s. XI ;


membr., 197 f., en
25
fol. .

Milán, Ambrosiana A 87 inf., s. XI; membr., 222 f. El


Símbolo, f. I53 v -i54r .
26
.

57. Omér, Bibl. de la ville 189, s. XII in. ;


membr., en dos
27
volúmenes, 176. 172 f., en fol. .

Boulogne sur mcr 115, s. XII; membr., 297 f., en fol.


Boulogne sur mcr 166, s. XII en dos volúmenes, 305
; f.,

28
en fol. .

París, B. N. lat. 3853, (ol. Teller. Remens. 263), s. XII;


membr., 279 f. (500 X 345). El Símbolo está en el f. 111-112.
París B. N. lat. 14314, (ol. S. Vict. 184), s. XII; membr., 264
f., (500 X 340). El Símbolo, f. io2 -io3 v2 °.
r

Londres, King's library 9 B XII, (Mus. Brit.), s. XII;


membr., 272 f., (130 X 80).
Londres, King's library 11 D VIII, s. XII; membr., 249 f.,

(170 X 110) 80
.

Londres, Cottonian. Claud. D IX, s. XII ;


membr., 233 f.,

S1
en fol. .

23 Hinschius, XII, 15; XXs. Haenel, Catalogus manuscriptorum..., 28.


24 Hinschius, XIII, 20; XX. Rosard de Miauville y Chasles, Ca-
talogue des manuscrits de la bibliotheque de la ville de Chartres (Chartres,
1884) 14.
2s Hinschius, XIII, 26; XXI.
20 Maassen, Pseudoisidorianische Studien (SBWA, 108 [1884] 1064S).
27 Hinschius, XII, 16; LXIV. Catalogue general des manuscrits des
bibliothéques publiques des departements, III, 100.
28 Hinschius, XII, 17-18; LVIII. Mommsen, MGH, Chronica Minora,
I, 569.
29 Hinschius, XI, 4-5; LVIII. Camus, Notices et extraits des ma-
nuscrits de la Bibl. Nationale, VI, 273, 282SS, 288ss.
30 Hinschius, XIV, 35-36; LXXIIIss. Warner and Gilson, Catalogue
of western manuscripts in the Oíd royal and King's Collections, I (1921)

29OS, 358.
31 Hinschius, XIV, 33; LXXIIIss. A Catalogue of the manuscripts
in the Cottonian library deposited in the Britisch Museum (1802) 197.
LA TRANSMISIÓN MANUSCRITA '7

Lincoln, Bibl. Catedral B 2 3, s. XII ex.; membr., 222 f.,

32
en fol. .

París, Corps legisl. B 19, s. XII ex. - XIII in. ;


membr.,
s
358 f., en fol. \
Montpellier, Bibl. École de médecine H 3, s. XII ex. - XIII
34
in. ;
membr., en dos volúmenes, 218. 206 f., en fol. .

Roma, Vat. lat. 631, s. XIII ex. ; membr., en dos volúmenes,


466 f., (426 X 301). El Símbolo, f. I45 r -i45 v 3n
.

Roma, Vat. lat. 1340, s. XIII ;


perg., 390 f., (400 X 270),
a dos columnas. El Símbolo, f. i09 v -no r36 .

Montpellier, Bibl. École de médecine H 13, s. XIV ;


membr.,
3r
197 f., en fol. .

París, B. N. lat. 1563 (ol. Colbert. 1567), s. XIV ex. - XV


38
in. ;
membr., 274 f., en fol. .

Roma, Bibl. Casanatense D. III 16, s. XV ;


cart, en fol. 39
.

París, B. N. lat. 3858 (ol. Colbert. 628), s. XV; membr.,


149 f ., en 4o 40 .

Londres, King's library 11 D IV, s. XV; membr., 229 f.,

(170 X 110)
Venecia, S. Marcos IV 48 (XCIV 3), s. XV; cart., en fol.

Venecia, Zanetti 168 (XCIV 3), s. XV; cart., en fol.


42
.

32 Hinschius, XIV, 39; LXXIIIss. Haenel, Catalogus manuscripto-


rum, 801.
33 Hinschius, XII, 13; LXVII ss. Camus, Notices, 284, 289SS.
34 Hinschius, XIII, 21 LXVIIss. Pertz, Archiv, VII, 193. Catalogue
;

general des manuscrits des bibl. publiques des départements, I, 287.


35
Hinschius, XV, 50; LVIII. Vattasso, Catalogus, I, 477S.
36 Hinschius, XV, LXVIIss. Pertz, Archiv, V, 338. Para la
51 ;

edad del manuscrito, cf. Von Dobschuetz, Das Decretum Gelasianum, (TU
38, IV, i66s).
37 Hinschius, XIII, 22; LXVIIss. Pertz, Archiv, VII, 195.
38 Hinschius, XI, 10; LXXIII ss. Catalogus codicum ma/nuscriptoruni
bibliothecae regiae, IV, 152.

Hinschius, XV, 54; XXXIX.
40 Hinschius, XI, 11; XXXIX.
41 Hinschius, XIV, 37; XXXIX. Warner and Gilson, Catalogue,
I, 3S6s.
42 Hinschius, XVI, LI, LXVIIss. Bi.ume, Bibliotheca
61, 63; libro-
rum manuscriptorum itálica (Gottinga, 1834) 16.

2
;,

[8 CAPÍTULO II

5. Colección Hadriano- Hispánica (HH) : Es la Hadriana con


la adición de los Concilios de Africa, las Galias y España; todos
ellos lomados de la Hispana pura. El Símbolo ocupa el mismo
43
lugar que en ésta :

Roma, Vat. lat. 1338, s. XI-XII ;


membr., 268 f., (350X240),
a dos columnas. El Símbolo, f. I3i -3i3r v
.

6. Colección manuscrita de St. Amand (T) ; así llamada por


la procedencia de su principal manuscrito. Contiene el Símbolo
44
en las Actas del Concilio Toledano :

París, B. N. lat. 3846, (Teller. Remens. 262), s. IX; membr.,


266 f., (360 X 265). Procede del Monasterio de S. Amand, dióces.
de Tournai. El Símbolo está en el f. I93 r -i93 v .

París, B. N. lat. 4555, (Colbert 3368), s. X; membr. 199 f.,

(330 X 250), a dos columnas. El Símbolo, f. 128-129.


7. Colección Hadriano-St. Amand (HT) : Formada por la

fusión de la anterior con la Hadriana 45 :

Berlín, Kónigl. Bibl., Hamilton 435, s. VIII ex. - IX in.

membr., 260 f., (370 X 260). El Símbolo, f. 181-182.


8. Colección Quesneliana (Q) En esta antiquísima colección, :

'Je cuyo origen tanto se ha disputado, ya no se encuentra nuestro


símbolo entre Actas conciliares, sino entre otros símbolos con el

título : Libellus Augustini de fide catholica contra omnes hae-


46
rcses, que forma el capítulo 40 de la colección :

43 Sobre esta colección


y el único manuscrito que la representa, cf.
Maassen, Geschichte, 454; Le Bras, Le développement des collections cano-
nisques jusq'au milieu du IX siécle, (que es el capítulo preliminar de Fouk-
nier, Histoire, I) 103SS.
44 Sobre' esta colección y sus manuscritos, cf. Maassen, Geschichte,
780-784, 536.
45 Sobre el códice Hamilton y su colección, cf. Hinschius, Die kano-
nistischen Ilandschriften der Hamilton' schen Sammlung in Kupfedstich-
Kabinett des kónigl. Museums zu Berlín (Zeitschrift für Kirchengesclucliti'
ó [1883-1884] 193-246); Maassen, Pseudoisidorianische Studien, (SBWA, 109
[1885] 824SS).
46 Sobre esta colección, cf. Maassen, Geschichte, 486-500; Le Bras,
Le développemenl..., 2ós ;
Silva-Tarouca, Beitrage zur Ueberlieferungge-
schichte der Papstbriefe des IV., V. und VI. Jahrhunderts (Zeitschrift für
kathol. Theologie, 43 [1919] 660-662); Turner, Ecclesiae Occidentalis Mo-
numento inris antiquissima, I, 2, XI-XII. Damos el título según la edición
: ;
:;

LA TRANSMISIÓN MANUSCRITA ig

Arras, 644, s. VIII-IX; membr., 213 f., (310 X 200). Pa-


rece transcrito de un manuscrito del s. VI. El Símbolo, en
r v4T
f. 78 -79 .

Einsiedeln, Klosterbibliothek 191, s. VIII-IX ; VI. 233 f.,

48
en fol. Está incompleto. El Símbolo, f. 82 .

Viena H ofbibliothek 2141, (ol. Iuris Canon. 39), s. IX in.

171 f., en fol. Proviene de Fulda.


París B. N. lat. 3848 A (Trecopitheano), s. IX; membr.,
244 f., (283 X 200 ). El Símbolo, f. 8i v -82 r .

París, B. N. lat. 3842 A (Thuaneo ; ol. Colbert 962), s. IX-


X ;
membr., 191 f., (300 X 243). El Símbolo, f. 76-77.
París, B.N.lat. 1454 (Mazarin. Reg. 4241), s. IX-X ;
membr.,
248 f., (305 X 260). El Símbolo, f. ioo v -ioi r .

Viena H ofbibliothek, 2147 (ol. Iuris Canon. 42), s. X-XI


229 f., en fol.
49
Oxford, Colleg. Oriel 42, s. XII ; 220 f., en 4 0 .

9. Karlsruhe XVIII (Augiense), (k), s. IX 90 f., en


in. ;

fol., a dos columnas. Según la descripción de Künstle s0 fué ,

escrito entre 802 y 806 por Regimberto, bibliotecario del Monas-


terio de Reichenau. Contenía primitivamente
1) Exposiciones del Padre Nuestro.
2) Símbolos y exposiciones de la fe.
3) Una
colección canónica según Künstle, ;
la Hispana
pura.

de los Ballerini (cf. ML 56, 585) ; el título original en Q parece debió ser
« Libellus de fide catholica, contra omnes haereses». Véase más abajo el

texto crítico.
Duchesne, Le Líber Pontificalis, I, XIV; Turner, 1.
47 Schwartz,
c. ;

Acta Conciliorum Oecumenicorum, I, 5, 2, XIIII.


48 G. Meier, Catalogas Codicum mamu scriptorum, qui in Bibliotheca
monasterti Einsiedlensis O. S. B. servantur, I (Einsiedeln, 1809) 15OS Sobre
este manuscrito y los siguientes, cf. Maassen, Geschichte, 487-490; Turner,
1. c. I, 2, XXII; 1, XTT; Schwartz, 1. c.

49 véase también Coxe, Catalogus codicum manuscriptorum qui in


Collegiis aulisque Oxoniensibus hodie asservantur (Oxford, 1842) 4, 1.

W. Levison, Analecta Pontificia, 1. Neue Bruchstücke der Quesnellschen


Sammlung (Papsttum und Kaisertum... 138-140) habla de otros nuevos
fragmentos de esta colección ;
pero entre ellos no está el capítulo 40.
1,0
Eine Bibliothek, 1-6, 8s, 25.
;

20 CAPÍTULO II

4) Fragmentos litúrgicos sobre la Misa.


5) Cánones del Antiguo y del Nuevo Testamento.
6) Libros penitenciales.
Hoy números 1-2 y un fragmento del 5.
sólo conserva los
Nuestro símbolo aparece separado de los anatematismos, con el
título: Regula fidei catholicae Concilii Toletanac Civitatis (f. 14').

Los anatematismos llevan el título : Incipiunt nonnullae excerp-


tae scntentiae de synodicis constitutionibus Spanensis provinciac
sub anathemate prolatac, contra eos qui perverse de divinitatc
sen-tiunt (i. jo r ). Es el único caso que conocemos de separación
entre el Símbolo y los anatematismos.
10. Milán, Ambrosiana D 268 inf. (M), s. IX; membr., 36 f.

Procede de S. Columbano de Bobbio. Contiene obras de S. Am-


brosio ;
pero las preceden tres Símbolos, entre ellos el nuestro
-i v )
r
( f . i bajo el título: Incipit (Libellus) Regula fidei catholicae
51
Jíieronymi presbytcri contra omnes haereses .

11. Berlín, Kónigl. Bibl. 78 (ol. Philipps 1671), (B), s. IX;


perg., 121 f., (280 X 180), a dos columnas. Proviene del Monas-
terio de Fleury, y perteneció a la biblioteca jesuítica del Colegio

de Clermont. Es una colección de símbolos y tratados trinitarios.


Entre aparece nuestro símbolo v r
ellos (f. Ó3 -64 ), bajo el epígrafe:
52
Incipit expositio fidei catholicae S. Augustini .

12. Fulda, Landesbibliothek, Bonif aciano 2 (F), s. VIII in.

143 f., (284 X 190). Colección de símbolos y tratados. El nuestro


(f. 56 r ), titulado: Regula fidei catholicae contra omnes haereses,
53
Hieronymi .

13. París, Bibl. Mazarine 627 (P), s. XII-XIII ;


membr., 226
í., (260 X 190), a dos columnas. Obras genuinas y apócrifas de

51 Reifferscheid, Die Ambrosianische Bibliothek in Mailand (SBWA,


67 [1871] 476).
52 V. Rose, Verzeichniss* der lateinischen Handschriften der kónigl.
Bibl. Kuenstle, Antipriscilliana, 130-132.
zu Berlín, I, 14OSS.
53 Von Dobschuetz, Das Decretum Gelasianum (TU, 38 IV 139S).
Scheder, Die Códices Bonifatiani in der Landesbibliothek zu Fulda (Fcst-
gabe sum Bonifatius-Jubilaeum, Fulda, 1005). La colección simbólica de los
f. i4 Y -Q/ v es la misma que contenía antiguamente el Cod. Sessoriano 77
(Bibl. Vittorio Emanuele, Roma), según las referencias de Pitra (Analecta
sacra, II, 484SS) y de Wotke (S. Eucherii Lugdunensis... ; CSEL, 31, VIIss);
cf. Von Dobschuetz, 1. c, 171S.
LA TRANSMISIÓN MANUSCRITA 21

San Agustín. Nuestro símbolo entre ellas (f. I5 v -i6v ) : Incipit ser-
5i
vio Sane ti Aurelii Augustini de fide .

Tal es la transmisión manuscrita del símbolo Toledano I. Bre-


vemente : El Símbolo se nos transmite :

a) En las Actas del Concilio Toledano : en H, HG, HI,


HH, T, HT.

b) Fuera de las Actas del Concilio Toledano :

1) Bajo la atribución de S. Augustín : en Q, B, P.


2) » » » » S. Jerónimo : en F, M.
El Augiense (k) puede reducirse al primer caso. Porque, si

bien es verdad que allí no están las Actas del Concilio, pero es
claro que el texto está tomado de la colección Conciliar que seguía
en el manuscrito, como lo prueba entre otras cosas el título que
55
se le dió al Símbolo .

Si examinamos más de cerca la transmisión del texto dentro


1

de las Actas del Concilio, fácilmente concluiremos que toda ella

depende de la colección H. En efecto, la Hispana pura (H), que


existía ya en el siglo VII, obtuvo gran difusión en las Galias y
en los países Renanos ya desde el siglo VIII. Pero en las Galias

sobre todo, al transcribirla se la desfiguró con erratas y equivo-


caciones hasta un grado inconcepible ; ese texto defectuoso se re-
presenta en la Hispana Gallica (HG). Al mismo tiempo se la

mezcló con otras colecciones canónicas, dando origen a nuevas


colecciones (T, HT, HH). A mediados del siglo IX, los refor-
madores francos dieron un texto nuevo de la Hispana, en el que
a más de añadir algunas piezas apócrifas, se pretendía corregir
los múltiples defectos de HG; tal fué la llamada Hispana de Autun
(HA). Sobre ella se basaron después en gran parte las falsifica-

ciones y transformaciones que originaron la famosa Pseudoisi-


doriana (I). Así, pues, como se ve, toda la transmisión manus-

54 A. Molinilr, Catalogue des manuscrits de la Bibliotheque Maza-


rme (París, 1885) I, 274-276.
55 El texto del Símbolo reproducido por el Augiense es tan semejante
al del códice Vat. Palat. lat. 575, que ambos parecen proceder de un mismo
arquetipo.
:

¿2 CAPÍTULO II

crita del Símbolo dentro de las Actas Conciliares, depende de


S6
la Hispana pura . Podría determinarse así
57
:

H(k)

HO T
/ \ /
HA HT

A pesar de estas dependencias, no hemos e-reído deber limi-


tarnos a H ; ya porque las otras colecciones podrían de suyo a
pesar de sus faltas representar un texto del Símbolo más antiguo
que el de los manuscritos que conservamos hoy de H, ya porque
extendiendo así más el radio de nuestro estudio, tenemos la ven-
taja de poder seguir la historia del texto a través de sus varia-
ciones y falsificaciones. Por eso, este mismo criterio seguiremos
en el capítulo siguiente, al dar el texto crítico de nuestro símbolo.
Nos queda por examinar en particular la transmisión manus-
crita independiente de las Actas Conciliares. Hemos de notar
ante todo que como nuestro conato de clasificación de manuscri-
tos en este punto es el primero, por fuerza habrá de ser incom-
pleto e imperfecto. Desde luego se ve en los manuscritos citados
una doble tradición, que atribuye el Símbolo aAgustín (Q, S.

B, P), o a S. Jerónimo (F, M.). No nos interesa ahora el valor que


se deba dar a esas atribuciones ; lo único que recogemos aquí es
la doble tradición manuscrita.
Los Maurinos en su edición de S. Agustín anotaron que no
habían encontrado nuestro, símbolo entre los manuscritos de las

obras del gran Doctor Africano 58


. En realidad el códice de la
59
Mazarina (P) lo contiene . Pero como ese manuscrito es de

5« Sobre estas vicisitudes de la Hispana, cf. Fournier-Le Bras, His-


toire, I, 67SS, looss, 138SS.
El esquema en general coincide con los datos de Fournier y Le
57

Bras. Alguna modificación nos ha impuesto el estudio particular del texto


de nuestro símbolo. Véase el aparato de nuestro texto crítico.
58 ML 39, 2175.
59 Véase el conjunto de obras que van en P con el nombre de S. A-
gustín
: :

LA TRANSMISIÓN MANUSCRITA 23

fecha reciente, queda por averiguar de dónde proviene en él el

sermón pseudoagustiniano. Tal vez haya que admitir el influjo

de la Quesncliam que sospecharon los Maurinos. Por lo demás,


el colector añadió a los anatematismos genuinos del Simbolo
otros varios que nada tienen que ver con él, pues pertenecen al
60
Tomus Damasi . El error es explicable por la semejanza de la

•materia y de la forma. Más difícil es establecer una dependencia


cierta entre B
y Q. La semejanza que existe entre ambas colec-
ciones simbólicas es innegable 81 Por otra parte se sabe que la .

Quesneliana se propagó mucho en las abadías benedictinas de las


62
Galias ;
por lo que sería fácil admitir su influjo en el manus-
crito de Fleury (B). Este influjo nos parece más admisible aún,
si se consideran las diversas transmisiones del título del Símbolo

B : Expositio fidei catholicae Sti. Augustini.


í a) Libellus Augustini de fide catholica contra otnnes

^
haereses.
~ '
jb) Libellus de fide catholica contra omnes haereses
1 Augustini.

f. 2, S. Augustini, De Fide ad Petrum.


f. nv , S. Augustini, De Fide et Symbolo.
f. I5 V , Nuestro símbolo.
f. i6 r , Sermón pseudoagustiniano 242.
f. I7 r , Dos fragmentos de S. Agustín.
f. I7 V , Sermones pseudoagustinianos 237, 238, 239 y 118.
f. 2Q r , S. Augustini sermo contra Judaeos, Paganos, Arianos.
Cf. Molinier, 1. c. ;
Kuenstle, Atitipriscilliana, 155; pero el símbolo
que este último señala como « epístola S. Hieronymi ad Cyrillum », no es
otra cosa que la Fides Pelagii (Hahn, 209).
60 Turner, Ecclesiae Occidentalis Monumento inris antiquissima, I,

288SS.
61 Compárense los símbolos de ambas colecciones
Q : • B :

Nos Patrem et Filium... (Hahn, 203). Fides S. Gregorii Thaum. (Hahn,


Nos Patrem credimus... (Hahn, 202). 185).
Credimus unum D. P. omnipot ... Nos Patrem credimus (Hahn, 202).
(Hahn, 189). Nuestro símbolo.
Nuestro símbolo. Nos Patrem et Filium... (Hahn, 203).
62 Cf. Silva-Tarouca, Beitráge, (Zeitschrift für kathol. Theologie, 43
[1919] 66os).
:

24 CAPÍTULO II

El carácter del título en B, es claramente el de una abrevia-


ción, que puede suponer bien cualquiera de las formas del título
en y. En cambio en éste la atribución del Símbolo a S. Agustín
parece estar añadida en la forma b, y de ella introducida después
definitivamente en la forma a. En realidad la forma b nos la

transmiten los manuscritos más antiguos.


Por estos datos nos inclinamos a creer que originariamente
no existía en Q esa atribución a S. Agustín ; escrita después al
margen, pasó definitivamente al texto del título, y de aquí a B

y a P. Así el origen de esta primera tradición manuscrita radi-


caría en Roma 63 .

De la tradición que atribuye el Símbolo a S. Jerónimo po-


seemos datos aún más fragmentarios. Una comparación de los tí-

tulos en F y M, semejante a la que acabamos de hacer, nos da el

siguiente resultado
F : Regula fidei calholicae contra omnes haereses Hiero-
nymi presbyteri.
M Regula fidei catholicae Hieronymi presbiteri contra
:

omnes Iwereses.
Es un caso análogo al anterior. También aquí la atribución
jeronimiana en el Bonifaciano (F) parece ser una adición poste-
rior, que en el Ambrosiano (M) ha sido ya recibida en el texto.

Se podía concluir también aquí que originariamente no existía.


El Ambrosiano proviene de Bobbio, y se distingue por la reunión
de tratados de S. Ambrosio que hacen corona a nuestro símbo-
64
lo . Pero precisamente ese mismo caso se repite en el Bonifa-

63 Que la Quesneliana proviene de Roma, como ya lo dijo Quesnel


mismo, parece se admite hoy generalmente ; cf. Silva-Tarouca, Nuovi Studi
sulle antiche lettere dei Papi, I, p. 14OSS. ; cf. p. ioss. ; Le Bras, en Fournier,
¡listoire, I, 26s. No queremos decir que la atribución misma a S. Augustín
provenga de Roma, sino que allí hay que colocar el origen de esta primera
serie de manuscritos.
64 D. Ambrosii confessio fidei (Hahn, 202).
Nuestro símbolo.
Eiusdem ^Hieronymi) libellus de Trinitate.
El De Fide ad Gratianum, de S. Ambrosio.
El De Incarnatione et sacramento, de S. Ambrosio.
Eiusdem libellus fidei.

Epistola de pudicitia et castitate.


I.A TRANSMISIÓN MANUSCRITA 25

6n
ciano . ¿ Podría concluirse de ahí, que esta segunda serie de
manuscritos representa una tradición del Norte de Italia?
Es todo lo que al presente podemos decir de la transmisión
manuscrita que nos da el Símbolo independientemente de las
66
Actas Conciliares. En esquema podría expresarse así :

Q
B M
Al llegar aquí se impone ya una comparación entre el grupo
de manuscritos, que transmite el Símbolo en las Actas del Con-

cilio Toledano y el que lo transmite fuera de las mismas Actas.


El resultado de esta comparación es de un interés sumo y fun-
damental para nuestro trabajo. Salta a la vista que esos dos gru-
pos de manuscritos nos dan dos distintas redacciones del texto.
En el primer grupo (H, HG, HA, I, T, HT, HH) el Símbolo pre-
senta entre otras características constantes y exclusivas de estos
manuscritos, la más notable y saliente que es la anexión de 18
anatematismos. En cambio en el segundo grupo (Q, B, P, F, M)
los anatematismos son sólo 12, correspondientes en la sustancia
y casi siempre hasta en la redacción a los 12 primeros del grupo
67
anterior . Esta constancia en la diversa transmisión del texto
es ya un indicio de gran valor. Pero no es el único. Sólo que para
apreciar la realidad de las dos redacciones precisa tener a la vista

y comparar los dos textos, como haremos en el capítulo siguiente.


65 La colección del Bonifaciano, que un tiempo se encontraba también
en el códice Sessoriano, es la siguiente
El De Spiritu Sancto, de S. Ambrosio.
Testimonia de Patre et Filio et Spiritu Sancto.
Símbolo Niceno.
Símbolo Constantinopolitano.
Nuestro símbolo.
La Explanatio Symboli, atribuida a S. Ambrosio.
66 No queremos afirmar una dependencia directa de los manuscritos
nombrados, sino sólo de los tipos de , manuscritos que ellos representan.
67 Ya hemos notado más arriba que a estos 12 anatematismos se aña-
den en P algunos otros tomados del Tomus Darnasi.
CAPITULO III

Texto crítico y estudio comparado de las dos


redacciones del Símbolo

La necesidad de fijar un texto del Símbolo antes de conti-


nuar nuestro trabajo Tanto más, cuanto que habre-
es evidente.
mos de recurrir por fuerza a detalles de fraseología y a compa-
ración de expresiones, que suponen un texto seguro y crítico.
En realidad, ese texto no existe. La redacción más breve (de
12 anatematismos) ha sido editada según algunos manuscritos de
la Quesneliana (no ciertamente los mejores), por Quesnel y los Bal-

lerini También se editó independientemente, no sabemos de qué


manuscritos pero desde luego de algunos pertenecientes al tipo P,
entre las obras de S. Agustín 2
. En las citadas ediciones de la

Quesneliana se mezclaron infelizmente las variantes de esta redac-


ción con las de la otra redacción más larga ; en cambio los Mau-
rinos con más sentido crítico se contentaron con comparar en su
3
edición agustiniana los dos textos conocidos de la redacción breve .

La más larga (la de los 18 anatematismos) ha seguido en sus


ediciones las vicisitudes mismas de las ediciones conciliares. Las
primeras ediciones estaban basadas sobre manuscritos de la Pseu-
doisidoriana 4 García de Loaisa y Sáenz de Aguirre usaron al con-
.

trario los códices de la Hispana pura que pudieron encontrar en

1
Cf. cp. I, nt. 16.
2 Cf. cp. I, nt. 18.
3 Véase, por ejemplo, ML 56, 585-587; 39. 2175-2176.
4 Cf. Quentin, Jean Dommique Mansi, 7ss.
TEXTO Y ESTUDIO DE LAS DOS REDACCIONES -7

España "'.
De Loaisa dependen Labbe y Baluze 6
; de Aguirre,
Hardouin, que sin embargo adujo ya variantes de otros códices
7
inferiores en valor a los españoles . Esta innovación vino a unirse
con la tradición representada por Baluze, en Mansi ;
quien la enri-

queció aún más mezclando sin disernimiento los manuscritos de la

Pscudoisidoriana, sobre todo italianos, con los de la Hispana pura,


8
transmitidos en ediciones anteriores . De ahí el poco valor del
texto de Mansi. Una vuelta al antiguo texto depurado, supone la
edición de González ; la cual, si bien es verdad que usa solamente
manuscritos de la Hispana pura, no cuenta sin embargo entre ellos
9
sino sólo los españoles . Por el contrario, de escaso valor es el

texto que da Hahn donde


; sobre la base de Mansi se mezclan otra
10
vez sin distinción las dos redacciones del Símbolo . Algo seme-
jante ha hecho Künstle, que da la preferencia en su edición al

manuscrito de Reichenau u .

Con lo dicho creemos que se puede apreciar la necesidad de


establecer un texto suficientemente crítico y seguro. Las condiciones
a que ese texto ha de responder, son las siguientes. Ante todo pre-
y separar cuidadosamente las dos redacciones del
cisa distinguir

Símbolo. Pero además, dentro de cada una de ellas, sobre todo de


la más larga, es necesario no mezclar sin distinción los manuscritos
de las diversas colecciones canónicas.
A estas normas nos atenemos en nuestro texto. Por las consi-

deraciones hechas en el capítulo anterior, preferimos para la re-


dacción más larga el testimonio de los manuscritos de la Hispana
pura, dando en el aparato crítico las variantes introducidas por
las colecciones posteriores. Para la redación más breve, ningún ma-
nuscrito nos ofrece un texto a que se deba siempre dar la prefe-
rencia; por eso nos servimos de todos para restituir en lo posible
lo que creemos fué el texto primitivo. En ambos casos el texto pre-

5
Cf. Loaisa,VII-XV; Sáenz de Aguirre, I, 4sg.
6 Véase el aparato crítico de ambas ediciones.
7 Hardouin, T, 989S.
8 Quentin, I. c, 85ss.
9 Véase el prólogo de González a su edición (ML 84, 15. 24).
10 Hahn, Bibliothek der Symbole, 168.

11 Antiprisrilliana,
43-45. Denzinger, Enchiridion, (ed. 1032), 19-38, re-
produce el texto de Künstle con alguna que otra acertada modificación.
28 CAPÍTULO III

ferido lo acreditan todos los manuscritos de que no se anota nada


especial en el respectivo sitio del aparato crítico.
He aquí los manuscritos que hemos
y que creemos utilizado 12

bastar abundantemente para nuestro intento, ya que representan


todas las colecciones canónicas y simbólicas antes enumeradas

1. Colección Hispana pura=^H:


1 = Lugo.
p — (Passioneo), Roma, Bibl. Angélica 1091.
v = Roma, Vat. Palat. lat. 575.
111 — Madrid, Bibl. Nacional 1872.
t = Toledo, Bibl. Capitular XV, 17.

a — (Alveldcnse), Escorial, d I 2.

c === (S. Millán de la Cogolla), Escorial, d I 1.

e =* Escorial e I 12.

u = (Urgel) París, Bibl. N. lat. 3850.


k — Karlsruhe XVIII (Augiense).

2. Colección Hispana Gallica — HG


Viena, Hofbibliothek 411.

3. Colección Hispana de Autun = HA:


Roma, Vat. lat. 1314.

4. Colección Pscudoisidoriana — 1

o = Roma, Vat. Ottobon, 93. v1 = Roma, Vat. lat. 630.


pi = París, B. N. lat. 3853. v2 = Roma, Vat. lat. 631.
p
2
= París B. N. lat. 14314. v3 = Roma, Vat. lat. 1340.
a = Milán, Bibl. Ambrosiana A 87 inf.

5. Colección Hadriano-H is pánica = HH


Roma, Vat. lat. 1338.

12 El texto del manuscrito de Reichenau (k) lo tomamos de la trans-


cripción hecha por Künstle (1. c); sobre el códice de Lugo (1), véase lo
dicho en el capítulo precedente.
:

TF.XTO Y ESTUDIO DE LAS DOS REDACCIONES 29

6. Colección de St. Amand=T:


r = París, B. N. lat. 3846. c = París, B. N. lat. 1455.

7. Colección Hadriano-St. Amand = HT:


Berlín, Kónigl. Bibl., Hamilton 435.

8. Colección Quesneliana = Q:
w 1
= Viena, Hofbibl. 2141. p
1
= París, B. N. lat. 3848 A.
w 2
= Viena, Hofbibl. 2147. p
2
= París, B. N. lat. 3842 A.
a = Arras, 644. p
1
= París, B. N. lat. 1454.

10. Berlín, Kónigl. Bibl. 78 = B.


11. Fulda, Landesbibl., Bonif aciano 2 — F.
12 Milán, Bibl. Ambrosiana D 268 inf. = M.
13. París, Bibl. Mazarine 627 = P.
Para la descripción de los citados manuscritos véase el capí-
tulo anterior.
He aquí, pues, el texto crítico del Símbolo en sus dos re-

dacciones.

Redacción más larga : Redacción más corta

Incipiunt Regulae fidei catholicae Tit. Regula fidei catholicae contra omnes
contra omnes haereses, et quam ma- haereses.
xime contra Priscillianos, quas epi-

scopi tarraconenses, carthaginenses,


lusitani et baetici fecerunt, et cum
praecepto papae Urbis Leonis ad Bal-
conium episcopum Galliciae transmi-
serunt. Ipsi etiam et supra scripta
viginti canonum capitula statuerunt
in Concilio Toletano.

Incipit regula Htp, HA, loa, HH. Tit.Incipit libellus de fide catholica con-
Incipit regulae HG. Regula (— inci- tra omnes haereses Augustini, Qa w 1

pit) Ip 1 p 2 v 1 v 2 v 3 Hks. catho- , I


— w2 p1 . Incipit libellus Augustini de
licae Hl, Ip!p 2 catholicae contra + fide cath. c. o. haer. Qp 2 p 3 Incipit
Priscillianos Ht
I


et Hl, HA, Ioap 1
|
expositio fidei cath. S. Augustini B.
.

p2 v i v 2 v 3 > HT
Priscillianistas Hlv,
I
Incipit reg. fid. cath. contra o. haer.
HA, Iov 1 p 1 p 2 v 2 v 3 a quam Hva Hieronymi presbyteri F. Incipit reg.
cet, HG, HH, Trc, HT. quas —
I

HA (2« mano, libellus) fid. cath. Hieron.


Iov 1 p 1 p 2 v 2 v 3 a carthaginenses
]
— presb. c. o. haer., M. Incipit sermo
Hvu fecerunt ex praecepto HA, Iov 1
I
S. August. Aurelii de fide P.
pi p2 v 2 v 3 a fecerunt et cum
prece
30 CAPÍTULO III

Credimus in unum verum Deum, Pa- ' Credimus in unum verum Deum,
trem et Filium et Spiritum Sanctum, Patrem et Filium et Spiritum San-
visibilium et invisibilium factorem, ctum, visibilium et invisibilium fa-
per quem creata sunt omnia in ceolo ctorem, per quem creata sunt otnnia
et in térra. in coelo et in térra.

Hunc unum Deum, et hanc unam esse 2 Hunc unum Deum, et hanc imam
divinae substantiae Trinitatem. esse divini nominis Trinitatem.

Patrem autem non esse ipsum Fi- 3 Patrem non esse Filium
lium; sed habere Filium, qui Pater sed habere Filium, qui Pater non sit.

non sit.

Filium non esse Patrem ; 4 Filium non esse Patrem


sed Filium Dei de Patris esse natura. sed Filium Dei esse natura.

Spiritum quoque Paraclitum esse, 5 Spiritum quoque Paraclitum esse,

qui nec Pater sit ipse nec Filius; sed qui nec Pater sit ipse nec Filius; sed
a Patre Filioque procedens. a Patre procedat.

pro Hl Urbis Romae Htv, Iv 1 + Tit.

— |
,

HH. urbis Iop 1 p 2 v 2 v 3 Leo- |

nis +
et Hu, HA, Iov 1 p 1 p 2 v 2 v 3 a |

canonem, Ht retulerunt in Conc. Tol.


Ht |
Concilium Toletanum Ht
|

|

contra omnes haer... Toletano, +
Concilii Toletanae civitatis Hk
Toletano + De Xto, Hs ; en He está
al margen y se refiere a la segunda
parte del Símbolo.

Deum verum Htvk. Deum + omni- 1 Credimus unum Deum Patrem ora-
potentem Ip 1 p 2 v2 v3 per quem |
nipotentem et Filium et Spiritum
omnia facta sunt Ip 1 p 2 v 2 v 3 per . Sanctum F.
quem facta... Trc, HT.

— hunc... Trinitatem, He. — hunc, 2 et + in F


—hanc, Hvk, HG, HA, Iop 1 p 2 v 1 v 2
v3 a, HH.

Filium ipsum HA, Iov 1 p 1 p 2 v 2 v á i sed... sit F. |


habere + et F |
qui
a non est Iv 2
|
Pater noster (?) .
|
+ (2a mano) quia (I a wio«o)Qw 1 w2 .

Tr, HT
en Te borrado. ;

non est Iv 2 |
naturam Hm, HG, Tr, 4 Et Filium..., F |
sed Filium de eius
HT en Te corregido
; Filium deinde
|
natura, Qp 2 p
3
|
naturam (corregi-
Patris Tr, en HT ; Te corregido |
do), Qw 1
.

de Patre esse natum Mvk, HH.

— esse Trc |
Paraclitum esse Hvk, 5 ipse, F procedit, B, F.
HH
¡

HG, HA, Iov 1 ap 1 2 2


p v v
3
, |

sit Pater HT.


:

TF.XTO Y ESTUDIO DF. LAS DOS REDACCIONES 31

Est ergo ingenitus Pater, genitus 6 Est ergo ingenitus Pater, genittis
Filius, non genitus Paracütus, sed a Filius, non genitus Paraclitus, sed
Patre Filioque procedens. a Patre procedens.

Pater est cuius vox haec est audita '


Pater est cuius vox haec est audita

de eoelis meus in: Hic est Filius de coelis : Hic est filius meus di-

quo bene complacui; Ipsum audite. lectas in quo bene complacui;' Hunc
audite.

Filius est, qui ait: £¡70 a Paire e.ri- 8 Filius est, qui ait : Ego a Patre exivi
vi et a Deo veni in hitnc mundum. et a Deo veni in hunc mundum.

Paraclitus Spiritus est, de quo Fi- 9 Paraclitus ipse est, de quo Filius ait

lius ait : Nisi abiero ego ad Patrem, Nisi abiero ad Patrem, Paraclitus
Paraclitus non veniet ad vos. non veniet ad vos.

Hanc Trinitatem, personis distin- )0 Hanc Trinitatem, personis distinctam,


ctam, substantiam unitam, virtute et substantiam unam, virtutem, potesta-
potestate et maiestate indivisibilem, tem, maiestatem indivisibilem, indif-
indifferentem. ferentem.

7: Mt. 17, 5; 2 Petr. 1, 17; Cf. Me. 3, 17.


8: Cf. lo. 16, 28.
9: lo. 16, 7.

— est... procedens, Hm genitos F,


|
6 Ingenitus Filius (corregido), B.
Tr non genitus + ñeque gignens
Hp
I

I
— a HH.

cui uox Hce haec He, Trc, HT I


— |
' haec est, F audita
[
+ est, F |
est
meus Tr, HT en Te añadido ; haec, Qp 2 (corregido) |
coelo, Qp 2
meus + dilectus HA, lo quo + p
3
B dilectissimus, F quo +
mi-

j | I ¡

mihi Hlct, Iov 1 p 1 p 2 v3 | hi, B. Qa (2 a mano) |


complacuit,
bene loa complacuit Hct, HG,|
HA, B, F.
Iov 1 p 1 p 2 v 2 v 3 HH, Tr, ,
HT ; en
Te corregido.

— qui ait Tr, HT ; en Te añadido. a i°, Qw 1

est Spiritus He, HH. est — HG, 9 est ipse Qp 2 , P |


nisi + ego, B |
Ha-
HH, Tr, en Te añadido HT ;
|
ego biero, B, F.
abiero Hv, Ip 1 p 2 v 2 v3 HH, HT
— ad vos Hvk, HG, HA,
,

Ioav 1 p 1
|

p
2
v2 v3 , HH.

distincta HT substantia Hipe, HA, 10 substantia F, P (2


a mano) una una

| |

Ioav 1 p 1 p 2 v 2 v 3 Trc, ,
HT |
uni- F. unitam unam P |
virtutem, po-
cam Ip 1 p 2 v 2 v 3 . unitatem HH |
testatem F. veritate F maiestate |

maiestatem Hm. F |
invisibilem B, P. invisibili F.
5
J- CAPÍTULO III

Praeter hanc, nullam credimus divi- 11 Praeter illam nullam divinam esse
nam esse naturam vel angeli, vel naturam vel angelí, vel spiritus, vel
spiritus, vel virtutis alicuius, quae virtutis alicuius, quae Deus esse cre-
Deus esse credatur. datur.

Hunc igitur Filium dei, Deum, na- 12 Hunc igitur Filium dei, Deum, na-

tum a Patre ante omne omnino prin- tum a Patre ante omne omnino prin-
cipium, sanctificasse uterum Mariae cipium, sanctificasse in utero Beatae
Virginis, atque ex ea verum homi- Mariae Virginis, atque ex ea verum
nem, sine virili generatum semine, hominem, hine viri generatum semi-
suscepisse; ne, suscepisse;

Duabus dumtaxat naturis, id est dei- 13

tatis et carnis, in unam convenienti-


bus omnino personam, id est Domi- id est dominum Iesum Christum.
num nostrum Iesum Christum.

Nec imaginarium corpus, aut phan- 14 Non imaginarium corpus, aut for-

tasmatis alicuius in eo fuisse ; sed ma sola compositum, sed solidum.


solidum atque verum.

Hunc et esurisse, et sitisse, et do- ,5 Atque hunc et e surisse et sitisse et


luisse, et flevisse, et omnes corporis doluisse et flevisse et omnia corporis
iniurias pertulisse. exitia sen sisse.

Post hanc HH — esse 2° Hl, Iv' 11 — illam, B nullam + credimus, F,



|
I

pi
p 2 V 2 V 3_ M I
Virtus, P I
quae B |
esse
Deus F.

Virginis Mariae Hc, Iop 1 p 2 v 2 v 3 a. 12 — igitur P I


sanctificatum Qp 2 p
3
|

Virginis Mariae F |
genitum semi-
ne F.

susceptis duabus... Hv, HH |


— na- 13 est Deum Qw 1 w 2 p 1 p3 , B.
turis Tr, HT ; en Te añadido j
Id
est duabus... Hm.

infantasmatis Hu alicuius Ip 2 |
— 14 — non imaginarium F |
aut (I a ma-
— sola
¡

fantasmatis corpus Ip 2 +
sed so- | no), ad (2 a mano) Qw* |
F |

lum atque verum Hv, HH. fuisse forma + sed aliam F.


ad solium atque verum Hk, HG.

— et 2° Hv et sitisse Tr, HT; en 15 atque + virum (?) F, M


atqi Qa
— —
I
|

+ M
|

Te añadido |
sitisse et sedisse Hv, et r° B et sitisse F, do-
HH — et
¡ |

¡
flevisse Iv 2 |
omnis Hpae, luisset F I
flesse F.
HA, Iov 2 I
omnes + absque peccato
Hv, HH.
; ;

TEXTO Y ESTUDTO DE LAS DOS REDACCIONES 33

Postremo, a Judaeis crucifixum et 16 Postremo crucifixum, mortuum et se-

sepultum, et tertia die resurrexisse pultum, tertia die resurrexisse;

Conversatum postmodum cum disci- 17 Conversatum postmodum cum disci-

pulis suis; pulis

Quadragessima post resurrectionem 18 Quadragesima die ad coelos ascen-


diem ad coelum ascendisse. disse.

Hunc Filium hominis, etiam Dei Fi- 19 Hunc Filium hominis, etiam Dei Fi-
lium dici ; Filium autem Dei, Deum, lium appellari ; Filium autem Dei,
hominis Filium appellare (sic). Deum, Filium hominis non (sic) vo-
cari.

Resurrectionem vero futuram huma- 20 Resurrectionem vero humanae cre-

nae credimus carni. dimus carnis.

crucifixum + mortuum Hk |
— et 16 postremum Qa (7
a mano), B.
2 U Ht.

postremo dum cum... Ht |


+ quadra- 17 et conversatum F cunsatum Qp 1 |
|

ginta dies Hv, HH. conversatum + esse B discipolis |

Qa (I a mano).
quadragesima die Hv die... qua- |
18 — quadragesima die Qaw w 2 p p 2 1 1

dragessima Hk et quadragessima |
p
3
,
B, P |
in coelis F ascendisset
|

Hl, HA, Ip 1 p 2 v 3 a, Te dies He |


Qaw w 2 1
p 1 p2 p3 , B. P |
quem mis-
diem Hm
(I a mano). sit dum ad coelis ascendisset Qaw 1
w p 1 P quos missit dum ad coelos
2
, |

ascendisset B antequam mitteret |

Spiritum Sanctum, quem missit dum


ad coelos ascendisset Qp 2 p 3 .

Fil. autem Dei, Dei, Fil. hominis... 19— etiam... hominis Qaw 1 w 2 p 1 B, P
Ht. Hunc hominis etiam Dei F.,
F. {por non), B
nunc hominis I o |

et F. Dei, hominis F. appellamus HA, + vocari veraciter credimus vel con-


Iov 1 p 1 p 2 v 2 v3 a. Hunc F. hominis, fitemur Qp 2 p 3 etiam... vocari —
3
etiam F. Dei, et F. Dei etiam hom. Qp 2 p .

F. appellare Hl. Hunc F. hom. etiam


Dei F., Deum omnis creaturae appel-
lare Hk. — dici HG, Te — autem

| |

Te |
Deum Te
Dei Te |
et F.
|
appellamus Te appellasse Ht (2a |

mano) hunc + autem Hv, HH



\
|

|
dici... HH + et
appellare Hv, |

Deum omnes appellamus Hv, HH |

D., F. autem Dei Deum omnis appel-


lamus Hv. HH D., F. autem Dei
|

Deum omnis appellare HG.

— humanae Hk |
humanae + mane- 20 veram Qaw w 2 1
p 1 p 2 p3 ,
P |
carnis
re Hyk, HH
credimus
|
+ omnis credimus B.
Hk I
carnis Hlvk, HA, HH Iov 1
1 2 Te.
p p a,

3
; ;

34 CAPÍTULO III

Animam autem liominis non divinam 2t Animam autem hominis non divinam
esse substantiam, aut Dei partem esse substantiam, aut Dei partem
sed creaturam dicimus divina volún- sed creaturam divina volúntate non
tate creatam. prolapsam (?)

Si quis autem dixerit aut crediderit, i Si quis ergo dixerit atque crediderit,

a Deo omnipotente mundum hunc a Deo omnipotente mundum hunc


factum non fuisse atque eius omnia factum non fuisse atque eius omnia
instrumenta; anathema sit. instrumenta; anathema sit.

Si quis dixerit vel crediderit, Deum 2 Si quis dixerit atque crediderit, Deum
Patrem eumdem esse Filium vel Pa- Patrem eumdem Filium esse vel Pa-
raclitum anathema sit.;
raclitum anathema sit.
;

Si quis dixerit vel crediderit, Dei 3 Si quis dixerit atque crediderit, Deum
Filium eumdem esse Patrem vel Filium eumdem esse Patrem vel Pa-

Paraclitum ; anathema sit. raclitum; anathema sit.

— autem Hv, HH |
divinae esse 21 Sic Qaw 1 w 2 p 1 p 2 p 3 B, P, sed , |

substantiae, Iov 1 p 2 p 2 v j
Hl, HA, creatura a divina volúntate probata
a adivinam esse...
|
aut Dei HG — |
F |
...volúntate probatam M.
partem Hv, HH. aut Dei patrem, Ht,
HG, Tr, HT
en Te corregido, aut
:

Dei patris HA, Iov 1 p 2 v 3 a di- —



|

cimus... creatam Hv dicimus |

HA, Iop 1 p 2 v 2 v 3 Dei volúntate |

HA, Iop 1 p 2 v 2 v 3 divinam Hm. |

NB. Casi en todos los manuscritos An. NB. En los manuscritos no se mi-
se numeran los anatemat., pero de meran los anatematismos.
diverso modo.

— autem Hvk |
aut condiderit HH ¡
i
ergo confessus fuerit et crediderit P»

omnipotenti Hl. omnipotentem Hm, ¡


omit. anatem. F.
Te (I a mano) eius ómnibus Tr,

\

HT |
omnia Ht.

confessus fuerit et crediderit


dixerit atque crediderit Htv s. q. |
2 s. q.

atque crediderit vel dixerit Hu (?) 1


B |
eumdem + esse Qp |
patrem
vel. condiderit Filium atque HH |
+ omnipotentem P (I a mano) \

Paraclitum Htv Filium et vel... ]


+ omit. F.
Iv 2 Los anat. 2 y 3 invertidos en
|

Iv 1 p 1 p 2 v 2 v3 .

— Dei Hvl, HA, Iov 1 ap 1 p 2 Dei |


— 3 s. q. confessus fuerit et crediderit...

Filium Hk, crediderit HG


pa- |
+ B ¡
omit. F.
raclitum HG, Hk vel condiderit |

HH En Te todo el anat. está aña-


|

dido al margen superior.


TEXTO Y ESTUDIO DE I.AS DOS REDACCIONES

Si quis dixerit vel crediderit, Para- 4 Si quis dixerit atque crediderit, Pa-
clitum vel Patrem esse vel Filium ; raclitum Spiritum vel Patrem esse
anathema sit. vel Filium ; anathema sit.

Si quis dixerit vel crediderit, carnem 5 Si quis dixerit atque crediderit, ho-
tantum anima a Filio Dei fuis-
sine minem Iesum Christum a Filio Dei
se susceptam anathema sit. ; assumptum non fuisse; anathema sit.

Si quis dixerit vel crediderit, Chri- 6 Si quis dixerit atque crediderit, Fi-
stum innascibilem esse; anath. sit. lium Dei, Deum, passum : anathema
sit.

Si quis dixerit vel crediderit, Deita- 7 Si quis dixerit atque crediderit, ho-
tem Christi convertibilem fuisse vel minem Iesum Christum, hominem,
passibilem anathema sit. ; impassibilem fuisse; anathema sit.

Si quis dixerit vel crediderit, alte- 6 Si quis dixerit atque crediderit, al-

rum Deum esse priscae legis, alterum terum Deum esse priscae legis, alte-
evangeliorum ; anathema sit. rum evangeliorum; anathema sit.

vel condiderit HH |
— Paraclitum 4 s. q. confessus fuerit et crediderit,
HG I
esse vel Patrem vel Filium Ip l B |
omit F.
p
2 v3 .

— vel crediderit la |
—a Hpmc. 5 s. q. confessus fuerit et cred... B |

Filium Dei ad Deum assumptum M


I
Christum + adsumptum {borrado)
Qw 1
I
Christum+ hominem impassi-
bilem adsumptum {borrado) Qw 2 |

omit. F.

vel condiderit
crediderit HH |
+ i s. q. confessus fuerit et crediderit
Deitatem Christi Hv Hv
inuxibi- Fil. Dei Deum + putativam carnem

| |

lem Hl esse TR, HT, Te {l"


I
habuisse et in sola eum deitate pas-
mano) El anat. está añadido en
\ sum, an. sit B |
omit. F.
Ht después del anat. 6 sigue en al-
;

gunos códices si q. d. vel cr., Deita- :

tem Christi innascibilem (HG, Iv 1 ,


Hk) nascibilem (HA, lo ap 1 p 2 v 2
v3 ,
HH) esse. anat. sit; cf. RHE,
29 (1933) 74-81.

esse lo {I a mano) |
aut Hk. 7 s. q. confessus- fuerit et cred... P |

omit. F.

vel condiderit HH | alium Deum. 8 s. q. confessus fuerit et cred... B |

Te, HT. quis + ergo F prisci B. |


36 CAPÍTULO III

Si quis dixerit vel crediderit, ab al- ! Si quis dixerit atque crediderit, ab


tero Deo mundum factum fuisse, et altero Deo mundum fuisse factum,
non ab eo de quo scriptum est quam ab illo de quo scriptum est
principio fecit Deus coelum et ter- In principio fecit Deus coelum et
ram; anathema sit. terram; anathema sit.

Si quis dixerit vel crediderit, cor- 10 Si quis dixerit atque crediderit, cor-
pora humana
non resurgere post pora humana non resurrectura post
mortem; anathema sit. mortem; anathema sit.

Si quis dixerit vel crediderit, ani- n Si quis dixerit atque crediderit, ani-
mam humanam Dei portionem vel mam humanam Dei portionem vel
Dei esse substantiam ; anathema sit. Dei esse substantiam; anathema sit.

Si quis dixerit vel crediderit, alias 12 Si quis aliquas Scripturas, praeter


Scripturas, praeter quas ecclesia ca- quas catholica ecclesia recepit, vel
tholica recipit, in auctoritate haben- in auctoritate habendas esse credide-
das vel esse venerandas; anathema rit, vel fuerit veneratus; anathema
sit. sit.

An. Q: Gen, i, i.

vel condiderit HH alterum HH 9 s. q. confessus fuerit et cred... B


— Deo
|
|

HT
¡

HH, Trc, |
fuisse factum quis + ergo F crediderit alterum |

loa fuisse + anathema sit lv 2 et Deum mundum... F.


~~
|
I

non He (I
a mano), nisi He (2a ma-
no) ab eodem quo Hvk, HG, HA,
loa,
I

HH I
— Deus Hp |
En HT,
después del anat. 9 sigue el 12; des-
pués, 10, 11, 13...

10 s. q. confessus fuerit et cred... B |

surrectura 1 w2 p 1 Qw
p2 p 3 .

vel condiderit HH — humanam Hl ll s. q. confessus fuerit et cred... B


— —
|
¡

I
fortiorem HG |
vel 2 0 la. portionem + esse F |
Dei esse F.

vel condiderit HH |
aliquas Hv, 12 recipit Qp 2 p
3
, F. B. (2 a mano) |
vel
HA, Iv 1 v 2 v 3Te a
, (I mano) |
ec- I
o +
quae Qp 2 p 3 actoritatem |

clesia + scripta HH recepit Iv 2 Qw 2 p 1 p 2 p 3 habenda, Qw 1 w 2


HG — recipit
| , | |

Trc, HT respicit habendam Qp 1 habendae sunt Qp 2



| |
I

HH I
auctoritatem HG habendas | p
3
veneratus fuerit F
|
vel fue- |

esse vel venerandas Hu (?) vel rit veneratus B + Explicit regula



| |

inesse venerandas Trc, HT |


vel fidei catholicae (?) contra omnes
esse venerandas He. haereses, Hiernoymi presbyteri et
monachi M
+ si quis non dixerit
|

semper Patrem... P.
TEXTO Y ESTUDIO DE LAS DOS REDACCIONES 37

Si quis dixerit vel crediderit, Deita- 13

tis et carnis unam esse in Christo


naturam ; anathema sit.

Si quis dixerit vel crediderit, esse 14

aliquid quod se extra divinam Trini-


tatem possit extendére ; anathema sit.

Si quis astrologiae vel mathesiae 15

(sic) aestimat essec redendum ; ana-


thema sit.

Si quis dixerit vel crediderit, coniu- IS

gia hominum, quae secundum legem


divinam licita habentur, execrabilia
esse; anathema sit.

Si quis dixerit vel crediderit, carnes IJ

avium seu pecudum, quae ad escam


datae sunt, non tantum pro castiga-
tione corporum abstinendas, sed exe-
crandas esse; anathema sit.

Si quis in his erroribus, Priscilliani


sectam sequitur vel profitetur, ut
aliud in salutare baptismi contra se-
dem sancti Petri faciat ; anathema
sit.

13 vel condiderit HH |
in Christo esse vel condiderit HH |
divinam legem le

Hvk, HA, Ioav 1 v2 p 1 p2 v 3 , HH |


He I
licite Hv, HH |
licitam Hm |

et Deitatis et carnis humanam esse licethabentur HG, Hk (I a mano)


Christo esse naturam HG. I
habere HA, Ioav 1 p 1 p 2 v 2 Hk
licet ,

a
(2 mano).

14 vel condiderit HH — |
se Hp |
— se
extra div. Trin. Iv 2 | ostendere Ip 1 vel condiderit HH |
pecodum Hma- 17

ce, HG, Trc (I a mano), HT havium |

He I
HA, Ioav 1 non-
dandae HG, |

15 quis +dixerit He, Tr (I a mano) c, tandum lo castigationem Hm,


|
HG |

HT I
+
dixerit vel cred. (I a HG castigatione hominum HA, Iv 1 p 1 (I a
mano) astralogiae Ht mathesi HG,
\
|
mano) p 2 v 2 v 3 Hk abstinendas
, ]

Ioav 1 p 1 2 v 2 v 3 Te (2a mano), ma-


p , + esse Iv 3 (I a mano) execratas Hl.
thematicae Hv, HH. mathematicis
Hk. materiae Hl. extimat Hvlpma |
quis + dixerit Hp |
— his Hvak, HH 18

ceut, Trc, HT
exsistimat HA, Ioav 1
|
I
in errore Iv 1 aut p 1 p 2 v2 v 3
ad |
+
p
1
p 2 v 2 v3 Te (2a mano), HH.
, Hp aliut Hmc. aut aliud Htv, HH
— aestimat Hc^
|

I
I

salutari baptismo HA, Ioap 1 p 2 v 2


v 3 Te (2a mano), salubre Hp
, bap-
tizatus HH I
faciens Hv, HH.
|

|

faciat Hl.
: :

38 CAPÍTULO III

Por el texto que precede se ha podido fácilmente observar la


mismo símbolo. La
constancia en transmitirse dos redacciones del
distinciónmás saliente está en el diverso número de anatematis-
mos; pero, como veremos al instante, existen otras muchas notas
y peculiares de cada una. Prescindiendo ahora del
características
títuloy de algunas pequeneces, véanse estas variantes en un cua-
dro comparativo

A) Pasajes exclusivos de la redacción larga :

1) La partícula F ¡Hoque en la procesión del Espíritu


Santo, dos veces (n. 5, 6).

Duabus dumtaxat naturis, id est deitatis


2) « et carnis,
in imam convenientibus omnino personam » (n. 13).
3) « Si quis dixerit vel crediderit Christum innascibilem
esse, anat. sit » (an. 6).

4) « (Si quis dixerit vel crediderit Deitatem Christi) con-


vertibilem fuisse.... » (an. 7).

5) Los anatematismos 13-18.

B) Pasajes exclusivos de la redacción breve :

1) « Mortuum » (n. 16).

2) « Si quis dixerit atque crediderit hominem I. C, ho-


minem, impassibilem fuisse, an. s. » (an. 7).

3) « Qui solus Deus verus est » (an. 9).

C) Pasajes comunes, pero redactados de distinto modo:

Redacción breve Redacción larga:

(n. 2) « Hanc unam esse divini no- (n. 2) « Hanc unam esse divinae
minis Trinitatem ». subslantiae Trinitatem ».

(n. 3) « Patrem non esse Filium ». (n. 3) « Patrem non esse ipsum Fi-
lium ».

(n. 4) « Filium Dei esse natura ». (n. 4) « Filium Dei de Patris esse
natura ».
TEXTO V ESTUDIO I)E LAS DOS REDACCIONES

(n. 10) « Sustantiam unani ». (n. 10) « Substantiam unitam ».

Virtutem, potestatem, maie- Virtute el potestate et molé-


statem indivisibilem... ». stale indivisibilem... ».

(n. 12) « Sanctificasse in útero M. (n. 12) «Sanctificasse uterum M. V.,

V., atque... hominem... susce- atque... hominem... suscepis-


pisse ». se ».

(n. 14) « Non imaginarium corpus aut (n. 14) « Nec imaginarium corpus aut
forma sola compositum, sed phantasmaiis alicuius in eo
solidum ». fuisse, sed solidum atque ve-
rum ».

(n. 15) «Omnia corporis exilia sen- (n. 15) « Omnes corporis iniurias per-
sisse ». tulisse ».

(n. 19) « Hunc Filium hominis etiam (n. 19) « Hunc Filium hominis etiam
Dei Filium appellari; Filium Dei Filium dici; Filium au-
autem Dei, üeum, Filium ho- tem Dei, Deum, hominis Fi-
minis non vocari ». lium appellare ».

(n. 21) « Creaturam divina volúntate (n. 21) « Creaturam dicimus divina
non prolapsam (?)». volúntate creatam ».

(an. 3) « üeum Filium, eumdem es- (an. 3) « Dei Filium, eumdem es-

se... ». se... ».

(an. 5) «.Hominem lesum Christum a (an. 5) « Carnem tanium sine anima


Filio Dei assumptum non a Filio Dei fuisse suscep-
f uisse... ». tam... ».

(an. 6) « Filium Dei, Deum, pas- (an. 7) « Deitatem Christi convertibi-


sum... ». lem fuisse vel passibilem... ».

Tal es el cuadro que nos ofrece el estudio comparado de am-


bas redacciones.
La constancia con que todos los manuscritos transmiten la

mayoría de las variantes notadas, y desde luego todas las que son
características, nos sirve para determinar hasta qué punto las re-

dacciones breve y larga se diferencian entre sí. Claro que esa cons-
tancia excluye la casualidad y el azar.
Decimos las redacciones breve y larga; porque no hemos que-
rido prevenir la cuestión, que ahora ya se impone examinar, de
la prioridad entre ambas redacciones. Es decir, ¿ cuál es la más
40 CAPÍTULO III

antigua? Silo es la breve, naturalmente habrá que tomar la larga

por una explicación suya retocada y aumentada. Si al contrario,


tendremos que la breve es un compendio abreviado de un símbolo
anterior. Se comprende, que de resolver esta cuestión en un sen-
tido o en otro, cambian los datos para la solución del problema ul-
terior de la autenticidad del Símbolo. ;Cuál es, pues, la realidad?
El análisis detallado de las variantes anotadas nos decide por
la prioridad de la redacción más breve.
Un primer indicio para ello lo forma la partícula Füioque.
Veremos más adelante, que la autenticidad del Füioque en nues-
13
tro símbolo ha sido largamente discutida . Ahora nos basta re-
cordar el testimonio de los manuscritos aducidos en el aparato crí-
tico. Todos los manuscritos de la redacción larga, sin excepción,
contienen la partícula; y todos los de la redacción breve la omiten.
Se impone, pues, la conclusión cierta, de que el Füioque es ge-
nuino en la redacción larga, pero en cambio no se hallaba en la

breve. Este es el hecho. Ahora bien, la ausencia de la partícula


en un documento es de suyo señal de antigüedad, si no hay razones
especiales que la justifiquen de otra manera. Tales razones *en
nuestro caso no existen. Nótese que la transmisión manuscrita de
la redacción breve remonta ciertamente al menos a fines del si-
glo V. De este tiempo es la Quesneliana 14
, donde aparece el

Símbolo sin el Füioque. Como por otra parte independientemente


de la Quesneliana se nos ha transmitido la misma redacción tam-
bién sin Füioque, hay que concluir, que en el siglo V ciertamente
no existía la partícula en el texto de dicha redacción. Este dato
es de importancia. En efecto, ¿ puede suponerse en el siglo V una
razón para omitir el Füioque, suprimiéndolo en una fórmula en
que se encontraba? Una razón semejante tendría sentido en los
siglos IX o X, cuando las disputas doctrinales con los Griegos
ocasionaron más de una vez tales supresiones. Pero en el siglo V
eso no tiene sentido. Es, pues, una conclusión que se impone, el

que la ausencia de la partícula Füioque en la redacción breve es


una prueba de la mayor antigüedad de esta redacción.

13 Cf. parte II, cp. I.

14 Cf. Silva-Tarouca, Beitráge... (Zeitschr. für kath. Theoi, 43 1910]


f

662). Le Bras en Fournier, Histoire, I, 27. Los manuscritos de Einsiedeln


y de Arras parecen suponer un arquetipo del siglo VI.
;

TEXTO Y ESTUDIO DE LAS DOS REDACCIONES 41

Un segundo indicio nos lleva a conclusión idéntica por parte


de las fórmulas cristológicas del Símbolo. Entre los pasajes ex-
clusivos de la redacción larga, encontramos una confesión explí-

cita de la dualidad de naturalezas y unicidad de persona en


1S
Cristo, que falta absolutamente en la breve . Si a esa diferen-
cia fundamental, a la que corresponde el ana'íematismo 13 también
16
nuevo , se añaden otras más de detalle, como los anatematismos
17
5 y 6 de la redacción larga , se concluirá fácilmente, que esta
redacción pertenece a un tiempo en que la cristología ha venido
18
a primer término , mientras que la redacción breve no presen-
ta aún ese carácter definido. Es decir, que también por este con-
cepto tenemos el resultado anterior, la mayor antigüedad de la

redacción breve.
Igual conclusión obtenemos si consideramos el número de los
anatematismos. Fácilmente se concibe que los anatematismos 13-18
estén añadidos. En cambio presenta dificultades insuperables la

hipótesis de una supresión posterior de esos anatematismos. Nó-


tese que la doctrina en ellos condenada no está contenida en los
anteriores; y que por otra parte es genuinamente priscilianista.
Supuestos estos dos datos, realmente la supresión es difícilmente
admisible. ¿Qué razón la habría motivado?

15 « Verum hominem... suscepisse, duabus dumtaxut naturis, id est dei-


talis et carnis, in imam convenientibus omniiio personam...» (n. 12-13). El
mentido de « dumtaxat » en este texto no es «solamente-», sino « sin em-
bargo»; en latín ambos sentidos los tendrían también las palabras tantum-
modo, solum. Véase un ejemplo semejante en la fórmula Clemens Trinitas:
« Et ideo si quis Filium Dei qui sicut veré Deus ita verus homo, absque pec-
cato dumtaxat... » (Cf. Gregorianum, 14 [1933] 488).
16 « Si quis dixerit vel crediderit, Deitatis et carnis imam esse in Chri-
sto naturam... ».

17 An 5: carnem tantum sine anima a Filio Dei fuisse susceptam...


en vez de hominem Iesum Christwn...
18 No queremos decir que esas fórmulas, cada una de por sí, sean de
tiempo posterior; sino que el conjunto de ellas significa una mayor aten-
ción dada a las cuestiones cristológicas ; lo cual sí es característico de una
época más reciente. Esto vale aun de la alusión al Apolinarismo, herejía que
tiene estrecha relación con el Eutiquianismo ; cf. Vqisin, L'Apollinarisme
(Lovaina, 1901) 132SS y Lietzmann, Apollinaris von Laodicaea (Tubinga,
1904) 37ss.
:

42 CAPÍTULO III

Por úllimo, el estudio detallado de los pasajes que se redac-


tan de distinto modo en ambas redacciones nos confirma plena-
mente en la prioridad dada a la redacción breve. El carácter que
esos pasajes presentan en la redacción larga es abiertamente un
carácter de retoque, de correción, de mayor claridad. Véanse al-
gunos ejemplos

(n. 2) « Unam divinae substantiae Trinitatem » ; en vez de « unam


divini nominis Trinitatem ».

(n. 3) « Patrem non esse ipsum Filium » ; en vez de « Patrem non


esse Filium ».

(n. 4) «Filium Dei de Patris esse natura»; en vez de «Filium Dei


esse natura».

(n. 14) « Nec imaginarium corpus, aut phantasmatis alicuius in eo


fuisse, sed solidum atque nerum »
en vez de « non imagina- ;

rium corpus, aut forma sola compositum, sed solidum».

(n. 15) « Omnes corporis iniurias pertulisse», en vez de « omnia cor-


poris exitia sensisse ».

(n. 21) « (Animam) creaturam dicimus divina volúntate creatam»;


en vez de « creaturam divina volúntate non prolapsam », o
algo semejante.

(an. 7) « Deitatem Christi convertibilem fuisse vel passibilem... » en


vez de los dos anatematismos 6-7 de la redacción breve : « Fi-
lium Dei, Deum, passum»; « hominem lesum Christum, homi-
nem, impassibilem fuisse... » 19 .

19 La traducción de estos dos anatematismos , es


«Si alguien dice o :

cree que el Hijo de Dios, en cuanto Dios, padeció, sea anatema»; «Si al-
guien dice o cree que Jesucristo Hombre, en cuanto hombre, fué impasible,
sea anatema ». Esa manera de expresar el sentido particular que se quiere
dar a una frase es característica sobre todo de la redacción breve (en algu-
nas ocasiones ha pasado también a la larga), y es menester tenerla presente
para fijar el valor de algunas frases. Véanse otros ejemplos : (n. 12) Hunc
igitur Filium Deum, natum a Patre...
Dei, — en cuanto Dios... (n. 19)
Filium autem Dei, Deum, Filium hóminis non vocari = en cuanto Dios...
Este último pasaje es difícil. Proponemos la siguiente interpretación: El
Hijo del Hombre
puede llamar también Hijo de Dios; pero en cambio el
se
Hijo de Dios, en cuanto Dios, no se puede llamar Hijo del Hombre. La re-
dacción larga ha suprimido el non en la última frase pero consúltese el ;

aparato crítico y se verá hasta qué punto se han complicado las variantes
de esa frase en la transmisión manuscrita.
TEXTO Y ESTUDIO DE LAS UOS REDACCIONES 43

Todos estos indicios y consideraciones convergen hacia un


mismo resultado, Por eso la fuerza del conjunto es notable y de
hecho nos impone la conclusión ya enunciada, es decir, que la

redacción breve precedió a la larga ;


que ésta última es una segunda
redacción del Símbolo hecha sobre aquélla, que es la primera.
Esta conclusión, que como se recordará, la habían propuesto
ya Quesnel y los Ballerini, aunque sin probarla 20 queda así histó- ,

ricamente establecida con solidez y constituye un nuevo paso fir-


me hacia la solución total de nuestro problema.

20 Véase cp. I, 5-8.


p.
: ;
;

CAPITULO IV

Solución integral del problema

El resultado obtenido en los capítulos anteriores nos pro-


porciona ya una base sólida para la solución de nuestro problema,
al mismo tiempo que nos da un medio de apreciar el valor de las
otras soluciones propuestas.
El hecho de una doble redacción del Símbolo es necesario
explicarlo si se pretende dar al problema una solución integral.
Pero además, hay que explicarlo de modo que la redacción breve
sea la más antigua y la larga esté compuesta sobre ella.
Recordemos esquemáticamente las soluciones que se han pro-
puesto, para ver qué se debe pensar de ellas
I) Dos Concilios, años 400 y 447 = el Símbolo es de 447.
II) Dos Concilios, años 400 y 447 = el Símbolo es de 400
el 447 se confirma.

III) Un Concilio, año 400 = el Símbolo es suyo.

IV) Un Concilio, año 400 = el Símbolo, del Obispo Pastor.


V) Dos Concilios (400, 477) y dos redacciones correspon-
1
dientes del Símbolo .

Es claro, por lo dicho, que ninguna de las cuatro primeras


soluciones puede admitirse como suficiente, completa y definitiva

esto vale aun de la 4


a
,
que hoy realmente es universal. Ninguna
de ellas tiene cuenta con el hecho probado de las dos redacciones
del Símbolo.
a
;Qué se debe pensar de la 5 solución propuesta, la de los
Ballerini? Los datos que hasta el presente poseemos se explican

1
Para los detalles de estas soluciones y sus defensores, véase el cp. I.
:

SOLUCIÓN INTEGRAL DEL PROBLEMA 45

bien en ella. Más adelante veremos si no hay otros elementos que


sea preciso también tener los ojos, y de que ella no da cuenta
al menos expresamente.
Por lo pronto, una solución integral y completa del problema
exige que se investiguen los puntos siguientes

1) ¿De quién es la primera redacción?


2) ¿De quién es la segunda redacción?
3) ¿Qué relaciones existen entre la segunda redacción y el Concilio
Toledano?

Estudiaremos por separado cada uno de ellos, añadiendo un


estudio particular de las otras fuentes, que además de la primera
redacción utilizó en su obra el autor de la segunda.

1. El autor de la primera redacción.

Hemos visto al hacer el estudio de la transmisión manuscrita,


que existe una doble tradición sobre el autor de la primera redac-
ción de nuestro símbolo. Un grupo de manuscritos se la atribuye
a S. Agustín, mientras otro grupo la pone bajo el nombre de
2
S. Jerónimo .

Cualquiera que esté algo familiarizado con la antigua litera-


tura cristiana a través de la Edad Media, conoce el escaso valor
que estas atribuciones tienen, cuando no se apoyan en otros argu-
mentos. Esto vale especialmente de los símbolos y reglas de fé,

género literario que por la brevedad de las piezas y por otras cir-

cunstancias se prestaba más a ello. Para poner un ejemplo, re-

cuérdese que sólo a S. Jerónimo se le han atribuido con poco o


ningún fundamento por lo menos otros cinco símbolos, a parte
3
del nuestro .

En el caso que nos ocupa el estudio de los títulos nos lleva


a creer que ni el nombre del Doctor de Belén ni el del Doctor de

2 Cf. cp. IT, 22-25.


p.
3 Tales Fides Damasi (cf. Kuenstle,
son: la Antipriscilliana, 45;
Morin, Rev. Bén, 21 [1904] is; Wilmart, Bulletin de littérature écclesiasti-
que, 1006, 298), el Libellus de Trinitate (cf. Hahn, 239), la Fides Pelagii
(cf.Kuenstle, Antipriscilliana, 84), la Fides S. Hieronymi presbyteri (cf.
Morin, Rev. Bén., 21 [1904] 3; An. Maredsolana, III, 3, 199S) y otra Fides
S. Hieronymi, que puede verse en el apéndice I.
46 CAPITULO IV

Hipona figuraban originariamente a la cabeza de la primera re-


dacción de nuestro símbolo. Ambas atribuciones en los manuscri-
tos más antiguos tienen un carácter de añadidura posterior inne-
gable. El título original debió ser : Regula fidei catholicae con-
tra omnes haereses \
Por lo demás, no sabemos que nadie hasta ahora haya querido
defender la atribución del Símbolo hecha a S. Jerónimo. En cam-
bio, no ha faltado quien haya reivindicado el Símbolo para S. Agus-
tín. Nos referimos a Quesnel, que lo pretendió demostrar con
detención, añadiendo una multitud de conjeturas 5
. En realidad,
las razones por él alegadas se reducen a sostener el testimonio de
los manuscritos (Quesnel no conocía la tradición jeronimiana), ya
que nada, dice, se opone a ello, puesto que tanto el estilo del Sím-
bol como su doctrina convienen con la dactrina y el estilo de
S. Agustín. Añádase la autoridad de los editores Lovanienses del
Santo al dar por genuino el sermón 129 de Tempore, que no es
6
sino la primera redacción de nuestro Símbolo .

El valor de estas consideraciones ha sido del todo desvirtuado


posteriormente. Claro está que la identidad de doctrina no es un
argumento decisivo, ya que no es ésta tan característica que no
se pueda señalar como la ordinaria y corriente en la teología de
la época mayormente que nada tiene de extraño
; la coinciden-
cia doctrinal entre un símbolo que impugnaba a los Priscilianistas

y el gran debelador de los Maniqueos se conocen : los lazos que


unen a éstos con aquéllos 7
.

Pero sobre todo, no se puede sostener que en el Símbolo se


encuentren las características del estilo agustiniano. El juicio de
especialistas tan competentes en la materia como los Maurinos,

4 Cf. cp. II, L c. y p. 29.


5 Qiunque dissertationes in Codicem canonum ecclesiasticorum et con-
stitutorum S. Sedis Apostolicae. Dissert. XIV, de variis fidei libellis...,
VIII, 3ss (ML 56, 1055). Cf. cp. I, p. 5.

6 Quesnel cita Pedro Lombardo (/// Sent.,


también las palabras de
dist. secundum quam rationem dicit Augustinus
21) : « si quis dixerit :

atque crediderit Filium Dei, Deum, passum, anathema sit », que reprodu-
cen el anatematismo 6o de la primera redacción del Símbolo.
7 Sobremaniqueísmo priscilianista, cf. Davids, De Orosio et S.
el

Augustino..., 141 s. Nótese además que S. Agustín en más de una ocasión


combatió el Priscilianismo ; cf. ib., 247-285.
:

SOLUCIÓN INTEGRAL DEL PROBLEMA 47

para quienes en el Símbolo muchas expresiones « Augustinum mi-


nas sapiunt »
8
, y como dom Coustant en particular que sostiene
« nihil essc Augustini » en el citado documento '',
debe ser deci-
sivo. Tanto más cuanto que las recientes investigaciones sobre la

terminología agustiniana han venido a confirmarlo plenamente,


consignando, por ejemplo, las dificultades teológicas que S. Agus-
tín encontraba en la aplicación a la Trinidad de la palabra « per-
10
sona » y lo raramente que él usa eh término « Paracletus » .

Por último la invocada autoridad de los Lovanienses queda


más que contrapesada con la de los Maurinos, que definitivamente
incluyeron el sermón aludido entre los falsamente atribuidos al

Doctor de Hipona 1
'.

No es, pues, de S. Agustín la primera redacción del Símbolo,


; De quién es ?

Creemos que se le debe restituir al Concilio Toledano del 400,


J2
como ya lo quisieron hacer los Ballerini, aunque sin razonarlo .

Los fundamentos que a ello nos mueven no podrán ser apreciados


en toda su integridad y fuerza hasta el final del presente capítulo.

Pero vamos a presentar ya aquí los más salientes.

Por las Actas del Concilio de 400 sabemos que los Padres de
aquel Concilio enviaron a Galicia una fórmula de fe, para que
fuera suscrita por los obispos gallegos. Véanse las palabras de las
Actas

« Accepta forma a Concilio missa, si subscripserint, etiam ipsi in coe-

8 Augustini opera, V, apend., serm. 233 (ML 39, 2175). Como ex-
presiones no agustinianas Maurinos las siguien-
del Símbolo señalan los

tes « hanc unam esse divini nominis Trinitatem » (n. 2), « non imagina-
:

rium corpus aut forma sola compositum » (n. 14), « et omnia corporis
exitia sensisse» (n. 15), « mundum hunc factum non fuisse atque eius
omnia instrumenta» (anat. 1); finalmente el uso frecuente del término
« Paracletus », en vez del de « Spiritus Sanctus ».

9 Epistolae Romaiwrum Pontificum, 505, 8.

10 Cf. Le mot «personne» dans les ccrits trinitaires de


R. Boic.elot,
Saint Augustin (Nouv. Revue Théologique, 57 [1930] 5-16). F. Cavalleka,
La doctrine de S. Augustin sur l'Esprit- Saint, á propos du De Trinitate
{Rech. Théol. Anc. et Médiev., 2 [1930] 365-367).
11 5".Augustini opera, V, apend., serm. 233 (ML 39, 2175).
112
Cf. cp. I, p. 7s. Ellos se contentan con darlo como « valde pro-
babile» (cf. Observationes in dissert. XIV Quesnelli, III, 3; ML 56, 1071).
: :

48 CAPITULO IV

lestis pacis contemplatione consistant... Si autem subscriptioncm formae


quam missimus non dederint, Ecclesias quas detinent non retineant » rt
.

Que esa « forma » se deba entender « fórmula », parece nece-


sario. Ante todo, consta que esa significación no es extraña a la
palabra forma 1
Pero además ésta por entonces
se encuentra
usada en ese sentido, sobre todo en documentos eclesiásticos ,r>
.

Se trata, pues, de una fórmula redactada por el Concilio, y que


se manda suscribir. El carácter de esa fórmula naturalmente de-
bió ser tal, que ella sola bastase para librar de toda sospecha pris-
cilianística a quien la suscribiese, ya que tal es el intento de la

suscripción que impone el Concilio. Era, pues, una fórmula doc-


trinal antipriscilianista. De todo lo cual se debe concluir que el

Concilio Toletano del 400 redactó y aprobó una Regla de fe o


Símbolo contra el Priscilianismo 16 .

Esta conclusión parece iluminar bien unas palabras oscuras


que se leen actualmente al principio de las Actas. La observación
1?
es de Flórez . El texto dice así

13 Exemplar definitivae sententiae, 7 (Sáenz de Aguirre, I IT, 28, XLV;


Mansi, III, 1006- 1007).documento mismo, cp. I, nt. 8. Su
Véase sobre el

autenticidad hoy se admite comúnmente cf. Hefele-Lf. Clerq, Histoirc ;

des Conciles, II, 123; Kuenstle, Antipriscilliana, 28s Davids, De Orosio ;

et S. Augustino..., 67S; García Villada, Historia, I, 2, 135S, 358. Que tanto


el Exemplar definitivae sententiae, como los correspondientes Exemplaria
professionum, pertenecen al Concilio de 400, véase en Flórez, España sa-
grada, VI, 96-112; Bap.ut, Priscillien, 291-293.
14 Cf. Thesaurus linguae latinae (Acad. Germán.) VI, 1066- 1087, «for-
ma». Entre las varias significaciones allí anotadas, la única que parece
encuadrar en el contexto es: .«regula, norma, praeceptum, lex ; formula
certis verbis concepta... ». \
15 Cf. o. c. Véase el siguiente texto de S. Inocencio, del año 405
« Post haec si quis adversus formas canonum .. tentaverint... [3] ;
quales
vero eligendi sunt in ordine clericorum evidens forma declarat, id est, qui
ab ineunte aetate baptizati [5]» fuerint... (ML 20, 486-493; 84, 671-674).
16 Estas consideraciones están inspiradas en Flórez, España sagrada,
VI, 8oss. El quiere deducir de ahí, que el Símbolo, es decir, la segunda
redacción tal vez sin el último anatematismo (cf. cp. I, p. 7), pertenece al
Concilio de 400. Eso es demasiado. Lo único que realmente se deduce es
que dicho Concilio compuso un símbolo antipriscilianista. Por lo demás,
en afirmar este último hecho coinciden los Ballerini, Flórez, La Fuente,
García, Villada...
17 Flórez, España sagrada, VI, 84.
SOLUCIÓN INTEGRAL DEL PROBLEMA 49

« Convenientibus episcopis... N. N., — omnes decem et novem isti


sunt qui et in aliis gestis adversus Priscilliani sectatores et haeresem, quam
astruxerat, libellarem direxere sententiam — , consedentibus presbyteris...,
I'atruinus episcopus dixit... » 18 .

Con ese paréntesis, que sin duda no pertenece a las Actas


primitivas, indica el colector posterior que los Padres del 400
no sólo hicieron los cánones, sino además en otras sesiones (« in
aliis gestis ») sentenciaron (« libellarem direxere sententiam ») en
la doble causa de los Obispos acusados de Priscilianismo (« adver-
sas Priscilliani sectatores ») y de misma priscilianista la herejía

(« adversus... haeresem, »). La quam


primera de estas astruxerat
dos « sentencias » se reconoce bien en el « Exemplar definitivae sen-
tentiae » de las Actas. La segunda parece requerir algo menos dis-
ciplinar y más doctrinal, algo así como una Regla de fe o un
símbolo antipriscilianista. Al menos en esta hipótesis, que antes
hemos deducido de otro texto de las Actas, se entienden bien "y
se iluminan con nueva luz les citadas palabras del colector
Compuso, pues, el Concilio Toledano de 400 un símbolo o
Regla de fe antipriscilianista. ¿Poseemos ese documento?.
En las Actas del Toledano I no hay más Regla de fe que la

segunda redacción de nuestro símbolo. Esta, menos tal como al

está en las Actas, no puede ser del 400, por el nombre de S. León
que allí se lee veremos más adelante que aun prescindiendo de
;

este dato, la segunda redacción del Símbolo es necesariamente


posterior 400 2 ". Es, pues, necesario tomar otro camino para
al

identificar el documento buscado. En realidad ése parece ser la


primera redacción, cuyo origen estamos investigando. Nada se
opone a esa hipótesis la cronología, ya que un estudio
de parte de
anterior ha demostrado mayor antigüedad de esta redacción la

sobre la segunda 21 Pero además positivamente hay indicios para


.

afirmar que la primera redacción es de hecho el símbolo com-


puesto por el Concilio de 400. El carácter antipriscilianista de la
misma es innegable ; hasta tal punto, que cualquiera que suscri-

18 ML 84, 327S.
19 Véase en el párrafo tercero de este capítulo una nueva confirmación
de la interpretación dada al paréntesis del colector.
20 Véase el párrafo siguiente.
21 Cf. cp. 3.

4
So CAPITULO IV

biese esa fórmula, con sólo eso no dejaba posibilidad de que pu-
diera sospecharse de su ortodoxia. Ahora bien, nótese que como
dijimos antes, tal tuvo que ser por fuerza el símbolo de 400.
Vamos a añadir una consideración, a título de conjetura. Se
sabe que los Padres del 400 enviaron su símbolo a Roma y a Milán,
para su confirmación. Nos lo dicen ellos mismos:

« Relicjui, qui ex provincia gallaeciae ad Concilium [non] convenerant,


et Symphosii scmper communione duraverant, accepta forma a Concilio
in

misso, si subscripserint... exspectantes pari exemplo, quid Papa qui nunc


;

est, quid Sanctus Simplicianus Mediolanensisr Episcopus, reliquique Ecclc-

siarum rescribant sacerdotes » 22 .

Pues bien, recordemos que en la transmisión manuscrita de


la primera redacción hemos encontrado una doble tradición que
radica precisamente en Roma y en el Norte de Italia
23
. ¿Podrá
verse en ese hecho un índice confirmativo de la hipótesis que pro-
24
ponemos? .

Una dificultad queda por resolver y es la ausencia total de la


primera redacción en las Actas Conciliares. Pero esta dificultad

no debe hacer fuerza. Si algo valiese, serviría igualmente para


probar que en el Concilio de 400 no se compuso ningún símbolo,
contra lo que las mismas Actas nos dicen.La solución hay que
buscarla en t
el carácter que actualmente presentan las Actas. Ya
hace tiempo se notó y se probó que éstas no se han conservado en
toda su integridad, sino abreviadas y sólo en algunos fragmentos

22 Exemplar definitivae sententiac, 7 (Sáenz pe Aguirre, TU, 28, XLV;


Mansi, ITT, 1006). Sobre este texto, cf. García Villada, Historia, I, 2,

135S. Las relaciones de la iglesia española con la de Milán en la cuestión


priscilianista son conocidas.
;23
Cf. cp. 2, p. 22-25.
24 Kuenstle, (Antipriscilliana, 67-70) ha propuesto una hipótesis sin-

gular, en lai que no sabemos que nadie le haya seguido, pero de la que
no podemos dejar de .decir algo aquí. Según él, hay que suponer que el

Concilio de 400, dada su importancia, compuso realmente un símbolo con-


tra el Pfiscilianismo. Ese símbolo no puede ser el que se encuentra en
la Actas (es decir, la segunda redacción ; Künstle no tiene en cuenta la

primera). Pero no por eso hay que darlo por perdido. Ese símbolo es en
realidad el que pasa por del Concilio Toledano IV. ¿Razones? a) Este
último símbolo no puede ser del citado Concilio (a. 633) : no había para
qué hacer entonces un nuevo símbolo ; de hacerlo, no se le hubiera dado
A

SOLUCIÓN INTEGRAL DEL PRORLEM 51

elegidos por el colector 25


. De ahí que la omisión de la primera
redacción, habiéndose incluido en las Actas la segunda, no puede
presentarse como un argumentó de especial fuerza ; se debe sólo
a la libre elección del colector. Hasta qué punto sea esto verdad,
se cmoprenderá mejor más adelante, cuando examinemos las re-

laciones de la segunda redacción con el Concilio Toledano.


Concluyamos, pues, que la primera redacción del Símbolo,
transmitida bajo los auspicios de S. Jerónimo y S. Agustín, no
es otra cosa que la Regla de fe antipriscilianista compuesta y apro-
bada el año 400 por los Padres del primer Concilio de Toledo.

2. El autor de la segunda redacción.

El estudio que sigue debe arrancar en la hipótesis sobre la


procedencia del Símbolo propuesta por Morin y Kattenbusch, que
como vimos es hoy general, pero que en realidad sólo puede refe-
rirse a la segunda redacción. Según esa hipótesis, el autor del Sím-
bolo no es otro que elObispo español Pastor, y el Símbolo no es
sino su Libellus in modum symboli parvus, de que nos habla Gen-

tanto color antipriscilianista, cuando ya no existía el Priscilianismo fi- ;

nalmente la decadencia científica del siglo VII era incapaz de producir


una pieza tan perfecta. El Concilio Toledano IV no hizo sino recitarlo
e incorporarlo a sus Actas, b) El símbolo es mucho más antiguo : porque
utiliza aún la primera redacción de la Fides Damasi, que se extendió po-
quísimo ; al contrario la segunda redacción se divulgó pronto y ya la uti-
lizó S. Febadio de Agen c) Luego puede bien atribuirse al Concilio de

400. ¿Qué pensar de esta demostración? Los indicios negativos, por servir
en la concepción de Künstle igualmente para todos los símbolos Toleda-
nos, los examinaremos despacio en el apéndice II; veremos que no tienen
una base sólida objetiva. La prueba positiva para la mayor antigüedad
del Toledano IV deseansa sobre una concepción de la Fides Damasi, que
como veremos nadie admite hoy. La que Künstle llama primera redacción
es sin duda alguna posterior. Fuera de eso consta que S. Isidoro conocía
la Fides Damasi (cf. De ecclesiasticis officis, II, 24 [ML 83, 817S], donde
el santo usa en un símbolo suyo la expresión « perfectum sine peccato
suscepit bominem », proveniente según Künstle de dicha Fides). ¿Porqué
no suponer que S. Isidoro fué el autor del Toledano IV, como presidente
que era del Concilio? Así lo ha afirmado recientemente Sejourné, Saint
ísidore, 114-117. Sobre toda la cuestión, véase Brf.wer, Das sogenannte
A Ihanasianische Glaubensbekenntnis, ioss.
25 Fi.órez, España sagrada, VI, 86-90.
52 CAPITULO IV

26
nadio . ¿Qué se debe juzgar de esta hipótesis? Léanse ante todo
27
las palabras de Gennadio :

« Pastor episcopus composuit libellum in modum symboli parvum, to-


tam poene ecclesiasticam credulitatem por sententias continentem. In quu.
intcr caeteras dissentionum pravitates, quas praetermissis auctorum nomi-
nibus anathematizat, Priscillianos cum ipso auctoris nomine damnat».

Los caracteres de la obrita que en esas líneas se describe real-


mente parecen convenir del todo a la segunda redacción de nues-
tro símbolo. Se trata en efecto de un « Libellns parvus » ; escrito
« in modum symboli » ; contiene « totam poene ecclesiasticam cre-
dulitatem»; enuncia la doctrina católica « per sententias», como
puede verse sobre todo en nuestra edición ; combate e impugna
« dissentionum pravitates », como que está dirigido « contra om-
nes haereses » ; y las combate e impugna « anatematizándolas » ; en
fin, omite ordinariamente los nombres de los herejes, con la única
excepción del nombre de Prisciliano en el anatematismo 18 (« si

quis in his erroribus Priscilliani sectam sequitur... »). Come se ve,


la coincidencia de lo que era el Libellns de Pastor con lo que es
nuestra segunda redacción se impone abiertamente. Pero con ella

no se impone menos la identidad que hay que establecer entre


esos dos documentos, y la conclusión históricamente sólida de que
el Obispo Pastor es de hecho el autor de dicha redacción. En este

sentido, la hipótesis hoy corriente se debe aprobar y sostener como


definitiva.
Pero nótese que esta hipótesis sólo puede referirse a la se-

gunda redacción del Símbolo, no a la primera. En la descripción


de Gennadio la más saliente es
característica tal vez el nombre
de Prisciliano señalado como único nombre de herejes registrado
en el Libellus. Pero precisamente ese detalle falta en la primera
redacción ; el nombre de Prisciliano lo consigna sólo uno de los
anatematismos añadidos en la segunda. Por eso hemos dicho que
la hipótesis hoy general debe sostenerse, en cuanto afirma que
Pastor es el autor de la segunda redacción de nuestro símbolo.
¿Quién fué ese obispo Pastor? Gennadio no nos ha dicho de

26 Cf. cp. i, io.


p.
27 De viris Mus tribus, 77 (76); ed. Richardson, TU, XTV, 1, 87 (ML
85, 1103).
SOLUCIÓN INTEGRAL DEL PROBLEMA 53

28
éi sino su cualidad de obispo. Pero Idacio habla de un cierto
obispo Pastor, consagrado obispo « in conventu Lucensi » (Lugo),
el año 433. Hoy se admite como cierta la identificación de esos dos
personajes 29
Como no vemos nada que se oponga a ello, tenemos
.

un nuevo resultado para la determinación del autor de nuestro


símbolo : es un obispo español de hacia mediado el siglo V. Sobre
la diócesis de Pastor, creemos que es sólidamente probable la hipó-
30
tesis defendida por Flórez e indicada últimamente por Katten-
31 32
busch ,
que asigna a Pastor la Sede episcopal de Palencia .

En último resultado, sabemos que el Obispo Palentino, Pas-


tor, a mediados del siglo V quiso componer un símbolo contra
los Priscilianistas, y se sirvió para ello de la Regla de fe que
contra losmismos herejes había promulgado el Concilio Toledano
del año 400. Sobre ella compuso su obra, que en realidad no es
sino una segunda redacción de aquel símbolo antipriscilianista.
Este resultado compagina bien los datos de la transmisión
manuscrita que nos ofrece dos redacciones del símbolo. Pero queda
por explicar cómo precisamente la obra de Pastor es la que se
nos ha conservado en las Actas Conciliares. Este aspecto del pro-
blema se ha descuidado modernamente, lo mismo que la existen-

cia de las dos redacciones.

3. La segunda redacción y el Concilio Toledano.

En absoluto, creemos que la sola semejanza entre ambas re-

dacciones del Símbolo podría explicar el error del copista o del


colector de la Hispana, quien tomando una por otra habría incluido
en las Actas del Concilio la redacción que no le pertenecía. Así

28 Chronicon, año ,433 (MGH, Chrónica Minora, II, 22).


29 Cf. Morin, Pastor Syagrius, Rev. Bén., 10
et (1893) 387-390;
Kattenbusch, Das apostolische Symbol, I, 407; García Villada, Historia
T, 2, 143S. la había ya propuesto Flórez, España sagrada,
Esta identidad
VIII, I2ss y más tarde Gams, Kirchengcschichte von Spanien, II, 466.
30 España sagrada, VIII, 12-16. Allí se resolvía
ya la dificultad que
puede surgir de la intervención del obispo de Lugo en la consagración de
Pastor.
31 Das apostolische Symbol, I, 158S, 407S.
32 Cf. Gams, Series episcoporum, 60.
: :

54 CAPITULO IV

quedaría resuelto integralmente el problema, si no existiesen otros


datos que es necesario tener también en cuenta.
Y ante todo el famoso titulo que de la segunda redacción
nos da concorde toda la transmisión manuscrita. Se recordará que
ahí nació el problema de la autenticidad del Símbolo y en ese
marco estuvo exclusivamente encuadrado por varios siglos. El
título dice así

€ (a) Incipiunt Regulae fidei catholicae contra omnes haereses et quam


máxime contra Priscillianos, ib) quas episcopi tarraconenses, carthaginenses,
lusitani et baetici fecerunt, (c)' et cum praecepto papae Urbis Leonis ad
Balconium, episcopum Galliciae, transmisserunt. id) Ipsi etiam et supra
scripta viginti canonum capitula statuerunt in Concilio Toletano >.

En esas palabras se nos dice que la segunda redacción de


nuestro símbolo (ai fué compuesta por los obispos de cuatro pro-
vincias eclesiásticas españolas (b), y transmitida por los mismos
a Galicia, (provincia no representada en la asamblea), en virtud
de un mandato de S. León papa (c). Es decir M , si suponemos
la verdad de esas palabras y unimos este nuevo elemento con las
conclusiones ya establecidas, diremos que los obispos españoles,
fuera de los gallegos, se reunieron en Toledo o en otro sitio (esto
no 440 y 461 (años del pontificado de San
lo dice el título), entre

León», y aprobaron e hicieron propio fe fecerunt >) el Símbolo del


año 400. nuevamente retocado y debidamente adicionado por el
Obispo Pastor de Palencia. Así queda explicado el título con
arreglo a los resultados ya obtenidos en las páginas anteriores.
; Tenemos más documentos que ilustren lo mismo? Desde
luego hay que citar y tener ante la vista la carta de S. León Magno
a Sto. Toribio de Astorga donde encontramos las siguientes
palabras

c Habeatur ergo inter vos episcopale Concilium, et ad eum locum qui


ómnibus opportunus sit, vicinarum Provinciarum conveniant sacerdotes, ut

33 Prescindimos por lo pronto de la última cláusula del título id),

según la mismos obispos habían sancionado los 20 cánones del


cual esos
año 400. De esta frase habrá que hablar más adelante detenidamente.
34 ML
$4, 746-754; 54, 677-692. La autenticidad de esta carta de S. León
al obispo de Astorga ha sido negada por Kuexstle (Antipriscilliana, 117-

126), cuya autoridad sedujo a Palmieri (Esfril-Saint, DTC. V. 805). Pero

hoy umversalmente se retiene por auténtica la carta cf. Silva-Tarouca. ;


A

SOLUCIÓN INTEGRAL DEI. PKOULEM 55

secundum haec quae ad tua consulta respondimus, plenissimo disquiratur


examine, an sint aliqui inter episcopos qui huius haereseos [es decir, del

Priscilianismo] communione sine dubio separandi,


contagio polluantur ; a
si nefandissimam sectam per omnium sensuum pravitates damnare nolue-
rint... Dedimus itaque litteras ad fratres et coepiscopos nostros Tarraco-
neses, Carthaginenses, et Lusitanos atque Gallaecos, eisque Concilium sy-

nodi generalis indiximus. Ad tuae dilectionis sollicitudinem pertinebit, ut


nostrae ordinationis auctoritas ad praedictarum Provinciarum episcopo de-
i'eratur. Si autem aliquid, quod absit, obstiterit quominus possit celebran
genérale Concilium, Galliciae saltem in unum conveniant sacerdotes; quibu*
congregandis fratres nostri Idatius et Ceponius inminebunt, coniuncta cum
eis instantia tua... » 35 .

En esta palabras manda S. León a los Obispos españoles que


se reúnan en Concilio para tratar una vez más de la cuestión
priscilianista ; a Sto. Toribio se le encarga transmitir ese mandato
a los demás. Pero previendo el caso de posible dificultades que
impidan el Concilio general, se añade que al menos se reúnan los
obispos de Galicia, donde la necesidad era mayor. Para este último
caso se comisiona a Sto. Toribio, junto con los obispos Idacio y
3<i
Ceponio .

Claro está que en las citadas palabras no se dice si el Con-


cilio de hecho se reunió o ho. Pero parece que esto se puede con-
cluir de la comparación entre la carta de S. León y el título de
nuestro símbolo. En este último se supone que los obispos de
España no gallegos se reunieron en Concilio por mandato de

Nuovi Studi sulle cuiticlic lettere dei Papi, I, 189. Babut, Priscillien et le

Priscillianisme, 17. Schanz, Geschichte der rómischen Litteratur 2


,
IV, 1,

385; IV, 2, 601. Bardenhewer Geschichte, III, 415S; IV, 621. García Vil-
lada, Historia, I, 2, 358. Batiffol, Léon 1 (DTC. IX, 24OS). Davids,
De Orosio et S. Auguslino, 71 s. Künstle con todos sus es fuerzos no ha
conseguido probar que la carta a S. Toribio supone los cánones del Concilio
Bracarense de 563, y no más bien al contrario. Es decisivo en este punto el
dato aducido por el mismo Künstle (I. c, 124), de que la discutida carta se
encuentra ya en la Quesneliana (cp. 71 ; ML 56, 743), es decir medio siglo
al menos antes del Concilio de Braga.
35 ML 84, 754; 54, 690-692. Seguimos el texto de la edición ballc-
riniana.
36 A estos dos obispos había escrito ya antes (según Bardenhewer,
antes de 440) el mismo S. Toribio sobre la cuestión priscilianista en Galicia.
Esta carta (ML 54, 693-695), cuya autenticidad ha sido también negada por
Kuenstle (Antipriscilliana, I2is), es igualmente genuina; cf. Bardenhe-
wer, Geschichte, 415.
se CAPITULO IV

S. León precisamente contra el Priscilianismo ; en la carta se


37
contiene ese mandato. En lo sustancial concuerdan ambos do-
cumentos. Parece, pues, obvio deducir que el Concilio mandado
por el Papa se celebró de hecho, y que a él alude el título del Sím-
bolo en su segunda redacción ; es decir a un Concilio posterior
a la mitad de 447, ya que la carta de S. León lleva la fecha de 21
de Julio de ese año.
Con eso tenemos más determinado el tiempo en que Pastor
compuso la segunda redacción, a saber en la segunda mitad del
año 447, y hallamos confirmado en lo sustancial el testimonio del
título.

Un tercer documento apoya la' hipótesis propuesta. En las


Actas del Concilio de Braga de 563 se nos refieren las s guientes :

38
palabras del obispo Lucrecio :

«Credo... vestrae beatitudinis fraternitatem nosse, quia eo tempore quo


in his regionibus nefandissima Priscillianae sectae venena serpebant, beatis-
simus papa Urbis Romae Leo... per Turibium notarium sedis suae ad syno-
dum Gallaeciae contra impiam Priscilliani sectam scripta sua direxit. Cuius
ctiam praecepto Tarraconensis et Carthaginensis episcopi, Lusitani quoque
et Baetici, facto ínter se concilio, regulam fidei contra Priscillianam haere-
scm cum aliquibus capitulis conscribentes, ad Balconium tune huius Braca-
rensis Ecclesiae praesulem direxerunt ».

Según este nuevo testimonio de las Actas Bracarenses, en


tiempo de S. León se celebraron dos Concilios antipriscilianistas
39
en España : una en Galicia y otro en otra parte que no se espe-

37 Una diferencia salta a la vista cuando se compara la carta de


S. León con el título del Símbolo. En aquélla se habla de los obispos tarra-
conenses, cartaginenses, lusitanos y héticos. Si suponemos que no hay omi-
sión o una falsa lectura en el texto de S. León (para decidirlo se requeriría
una edición crítica que no existe), se podría decir que en realidad acaeció
lo previsto por el Papa : la celebración de un Concilio general fué imposible,
tal vez por dificultades originadas en Galicia. Pero los obispos españoles
dieron al asunto una solución más completa que la propuesta en la carta a

S. Toribio : por una parte los obispos no gallegos y por otra


se reunieron
también los gallegos (como veremos), y se buscó la unión entre ambas reu-
niones mandando a éstos el símbolo aprobado por aquéllos. Esta hipótesis
concuerda ambos documentos. De todos modos en lo sustancial de ambos
no hay discrepancia.
38 ML, 84, 562S.
39 Idacio (Chronicon, año 445; MGH, Chronica Minora, II, 24) nos
:

SOLUCIÓN INTEGRAL DEL PROBLEMA 57

cifica ; en este último se aprobó una Regla de fe seguida de varios


anatematismos'10 ; esta Regla de fe se remitió después a Galicia.
Como se ve, es una mayor determinación de los datos suministra-

dos por S. León y por el título del Símbolo ;


pero en lo sustancial

convienen los tres documentos. Nótese que si estas palabras de


Lucrecio se dicen algo más de un siglo después de los aconteci-
mientos referidos, sin embargo se pronuncian en pleno Concilio,
como cosa de todos conocida y aun refiriéndose a los textos mismos
41
aludidos, que todos los presentes tenían delante .

La coincidencia de estos documentos nos da derecho para


establecer la hipótesis de que la segunda redacción de nuestro
símbolo fué compuesta por el Obispo Pastor para el Concilio del

447 o que
; al menos fué de hecho aprobada por el Concilio.
Una vez admitida esa hipótesis, que como se ve presenta ca- .

racteres de solidez, se explica bien el hecho de la transmisión ma-


nuscrita de nuestro símbolo. Naturalmente la segunda redacción
venía toda su autoridad de la aprobación del Concilio, y entre las
Actas del Concilio debía transmitirse a la posteridad.
Queda una dificultad por resolver, y es la que constituyen
las últimas palabras del citado título del Símbolo

« ipsi etiam et suprascripta viginti canonum capitula statuerunt in

Concilio Toletano ».

No cabe duda que el autor de esas palabras quiso indicar que


los autores de la segunda redacción son los mismos autores de los

habla también de un Concilio en Galicia; ¿se refiere a éste? No es fácil

determinar más la ciudad en que se reunió el Concilio ; se han señalado


Orense (Aquae Celenae), Lugo, Braga...
40 Que los « capítulos » se refieran a los anatematismos, resulta claro
en el mismo se
contexto. Allí dice después : « Lectum est exemplan f idei

(= la segunda redacción) cwm suis capitulis... Post lectionem capitulorum


omnes episcopi dixerunt : licet homm capitulorum lectio necessaria recensita
sit, tamen evidentius et simplicius ea quae sunt execrabilia, ita proposilis
cliam modo capitulis declarantur... ». (ML 84, 563). Es decir, que también
los Padres Bracarenses quisieron hacer por su parte unos «capítulos» se-
mejantes a los leidos. Ahora bien, que hicieron en realidad fueron 17
lo

anatematismos (ib., 563S) ;


después de los cuales añaden las Actas: « pro-
positis his capitulis... ».

" ML 84, 563.


;

58 CAPITULO IV

42
cánones del año 40o . La noticia tomada así ofrece dificultad;
y por lo menos en lo que se refiere a Pastor es falsa 43
. Realmente,
no es fácil resolver la dificultad, sobre todo porque no sabemos
de cuándo datan en la Hispana y en las Actas del Concilio esas
44
palabras . Pero esa última cláusula tiene todas las caracterís-
ticas de una adición posterior, es decir no pertenece al primitivo
título del Símbolo. A falta de otros indicios, podemos bien supo-
ner que esas palabras se deben al colector de la Hispana; que en
nuestro caso ciertamente no sólo coleccionó las Actas preexistentes,
sino que también las abrevió, dándonos sólo parte de ellas. Parece,
pues, qüe en las Actas primitivas se hallaba ante todo la primera
redacción de nuestro símbolo, y a continuación los 20 cánones con
los otros documentos del Concilio de 400 ; todo bajo el epígrafe del
Concilio de Toledo. Después de estas piezas Conciliares, simple-
mente añadida sin más explicaciones se encontraba la segunda
redacción del Símbolo con el título actual, pero sin su última
cláusula. El colector, que tendía abiertamente a abreviar, tomando
por único símbolo de un mismo Concilio ambas redacciones, eli-

gió la que le pareció más completa y perfecta y dejó la otra. Así


no nos dió sino la segunda y en el sitio que le correspondía a ésta
omitió simplemente la primera. Pero para suplir la omisión, por
una parte aludió al principio de los 20 cánones al símbolo del año
45
400 añadiendo el paréntesis que comentamos más arriba , y por

42 Se ha propuesto otra explicación, según la cual las palabras « ipsi


ctiain» se deben entender «los obispos de estas mismas diócesis», no «los
mismos obispos personalmente»; cf. Roesler, Aurel. Prudentius Claucas,
j66s. Pero la explicación parece dura, y se diría que las palabras exigen
otra cosa ; cf. Merki.e, Das Filioque auf dem Toletanum 447 (Theol. Quar-
ialschrift, 75 [1893] 40Qs).
43 Pastor, según los datos de Idacio, fué consagrado obispo en 433.
44
En este punto apenas hay dos autores que concuerden. Flókkz
{España sagrada, VI, oos) quiere que estas palabras sean de un colector de
fines del siglo V o principios del VI, pero desde luego anterior al Concilio
de Braga. Los Ballerini (ML 56, 1071 ; 54, 1336, nt.) proponen diversas
conjeturas, sin decidirse por ninguna. Gams (Kirchengeschichte, II, 478,
4 5 7 s) Roesler (Aurel. Prudentius, 3Ó8s) atribuyen el título todo a
y con él

S. Martín de Braga. Según Merkle (Das Filioque, Theol. Quartalschr.. 75


¡1S93] 413S) el autor del título es posterior al Concilio Bracarense. Pareci-
damente, Kuenstle (Antipriscilliana, 30-32).
45 Véase pág. 48S. Es decir, así como en el título con las palabras « ipsi
SOLUCIÓN INTEGRAL DEL PROBLEMA 59

otra aludió a los mismos 20 cánones en el título del Símbolo de 447


añadiendo la cláusula de que tratamos ahora. Como si quisiese in-
dicar que el lugar propio de la Regla de fe no era el lugar eu
que él la daba, sino delante de los 20 cánones ; lo cual era cierto de
la primera redacción, no de la segunda ;
pero él las había tomado
por un solo símbolo.
Esta hipótesis podrá parecer tal vez más ingeniosa que pro-
bable. Pero en realidad es la única que armoniza bien todos los
datos que tenemos. Al fin ésa es la mejor prueba de una hi-
46
pótesis .

Como se ve, el estudio de los documentos nos ha llevado a


admitir la existencia de dos Concilios, uno Toledano del año 400,
y otro del año 447, que, aunque no consta, parece no hay dificultad
en suponer fuera también Toledano. Así se explicaría mejor que
el colector los haya mezclado y reducido a uno.
Sin embargo, hoy es opinión casi universal, la que niega que
el Concilio del 447 convocado por S. León Papa llegase de hecho
47
a celebrarse . ;Qué razones puede haber para ello? Es el último
punto que tenemos que examinar.

cliaiu... » quiere el colector establecer la unión que existía entre el Símbolo


(— primera redacción) y los Padres del 400, así también al principio de los

cánones con las palabras « omnes decem et novem isti sunt qui... », quiso in-

dicar el sitio preciso que el Símbolo (— primera redacción) ocupaba en las

Actas. Cf. ML 54, 1336, nt.


46 Hay otra hipótesis ciertamente más sencilla, según la cual las últi-
mas palabras del título significan sólo una nueva confirmación de los cánones
ya establecidos el 400 (cf. ML, 56, 1057). Pero, ¿sufre esa explicación la

cláusula de que se trata?


47 Cuanto antes era general el admitir la existencia del Concilio de
447 (J. B. Pérez, Baronio, Pagi, Quesnel, Ceillier, Tillemont, Flórez, Caccia-
ri, Ballerini, Hefele, Maassen, Merkle... ; cf. cp. I), tanto parece serlo hoy
la opinión contraria. En ella están decididamente después de Gams (Kirchen-
(¡eschichte, II, 478) y Roesler {Aurel. Prudentius, 363-369), Morin (Pastor
el Syagrius, Rev. Bén., 10 [ 1893] 387-390), Kuenstle (Antifriscilluuia. 30-
35). Battffol (Le Sie<rc aposlolique, 193S; Léan l, DTC, IX, 241). Otros ,S'.

muchos se expresan ya con duda; cf. Hefele-Le Clercq (Hisloire, II, 481S,),
Bahut (Priscillien et le Priscillianistne, 17), García Villada, (Historia, l,
2, 136S), Davids (De Orosio et S. Augustino, 72), "A. d'Alés (Priscillien.
Rcch. se. Relig., 23 I1933] I7s). Aquí como en tantos otros puntos de nuestro
trabajo, es fácil reconocer cuánto influido en la historia literaria de la
6o CAPITULO IV

Nótese ante todo, que si no se admite la existencia de un


Concilio el 447, es necesario rechazar como apócrifos o interpo-
lados lo mismo el título del Símbolo, que el citado texto del Con-
cilio Bracarense. En realidad esta consecuencia necesaria la han
visto los autores que niegan el Concilio ; y no es precisamente una
recomendación de su hipótesis. Los documentos hay que expli-
carlos, no suprimirlos según parezca. Es decir, que las razones que
decidan contra la existencia del Concilio han de ser tales y de
tanta fuerza que puedan contrapesar bien las consecuencias crí-
ticas que arrastra consigo la negación. Es una nota preliminar que
se impone.
En realidad, la única razón de peso contra la existencia del
Concilio, que ha decidido a los autores citados, es el silencio de
Tdacio. En efecto, ldacio, el célebre historiador español de la época,
contemporáneo de los acontecimientos, que intervino más de una
vez en la cuestión priscilianista, ldacio, que habla expresamente
de la carta de S. León a Sto. Toribio y de la actividad de éste con-
tra el Priscilianismo, no dice ni una palabra de un Concilio cele-
brado en 447 por cuatro provincias eclesiásticas de España. Su
48
silencio es decisivo el supuesto Concilio no existió jamás
; .

La verdad es que el silencio de ldacio tiene una gran fuerza,


hasta el punto de constituir una seria dificultad contra la hipó-
tesis que hemos propuesto. Pero no exageremos. ;Es que basta el

silencio de un autor, por ilustre que sea, para desechar en virtud


de él como apócrifos los documentos positivos históricos que exis-
ten en contra? Parece sin duda injusto por sólo eso admitir que
Lucrecio de Braga no tenía fundamento ninguno para decir lo que

antigüedad cristiana del siglo IV y V las conclusiones enunciadas por


Künstle.
48 Así Gams y Roesler; y modernamente MoRiN y Kuenstle en los
pasajes citados en la nota anterior. Véase por ejemplo la manera cómo pro-
cede el último (1. c). Los documentos a favor del Concilio son: a) El texto
de la carta de S. León a S. Toribio esa carta es apócrifa, b) El título del
;

Símbolo; es de un colector posterior, inspirado en las palabras citadas del


Bracarense. c) Las Actas del Concilio de Braga; como se trata de un testi-
monio de 120 años después de los acontecimientos, sería preciso se apoyase
en otros documentos de la época ; ahora bien, esos no existen, a pesar de que
poseemos la crónica de ldacio, donde no podía faltar la mención del Con-
cilio si de hecho se hubiera celebrado. Luego el Concilio no existió.
SOLUCIÓN INTEGRAL DEL PROBLEMA 6i

49
decía , a pesar de que alude expresamente a las Actas de To-
50
ledo como conocidas de todos ; o suponer que el título no eb
sino una ficción' de Martín de Braga, para sacar partido a favor
51
de su construcción poética del Primado Son in-
Bracarense .

convenientes que provienen de aceptar como suprema norma deci-


siva el silencio de Idacio. Lo obvio parecería proceder inversa-
mente ;
aceptar los documentos que existen, y según ellos tratar
de explicar el silencio del famoso historiador. Y aun si no se
llegase a obtener una explicación satisfactoria de éste, no por eso
parece se debería negar el valor demostrativo de aquéllos.
Se ha querido desvirtuar el valor del silencio de Idacio,
haciendo notar que ese camino nos llevaría demasiado lejos. De
fiarnos tan a ciegas de él, tendríamos que negar la existencia
de los Concilios de Constantinopla, Efeso, Calcedonia, Zaragoza
52
(en 380), Arlés y Roma (en 444-445). Idacio no los nombra .

Esta consideración tiene su fuerza ;


pues no es del todo exacto,
53
como se ha respondido ,
que Idacio sólo quiere escribir una
crónica de España, no una historia universal de la Iglesia. Recuér-
dese que él habla de S. Juan Crisóstomo, de S. Paulino, de S. Ci-
rilo; que trata de muchas herejías no españolas; que expresamente
indica en el prólogo su intención de completar la crónica de Eu-
54
sebio y S. Jerónimo . Sin embargo, es cierto que tratándose
de un Concilio español y antipriscilianista su silencio es menos
explicable.
También se ha intentado explicar este silencio suponiendo
que en el Concilio de 447 o en su convocación se mezclaron inte-
reses y maneras de ver personales, contrarias a las de Idacio. Su

49 Kuenstle, Antipriscilliana, 32S.


50 ML 84, 562S : « Credo... vestrae beatitudinis fraternitatetn nosse...

(véase el texto más arriba, pág. 56)... Unde quia et ipsum praescriptae fidci
exemplar cum suis capitulis prae manibus his habemus,... recitetur... Lectum
est exemplar fidei cum capitulis suis, quae ne prolixitatem facerent, his ges-
tis minime sunt inserta... ».
51 Gams, Kirchengeschichte, Roesler,
II, 457; Aurel. Prudentius
366-369.
52 Merkle, Das Fílioque auf dem- Toletanum 44? (Theol. Qitartalschr.,

75 [1893] 424-426).
53 Kuenstle, Antipriscilliana, 33.
r' 4
Chronicon, ... MGH, Chronica Minora, TT, 13S.
;

62 CAPITULO IV

r,r
silencio sería una venganza disimulada •
'. La cosa es posible, pero
no hay otros indicios para probarla positivamente.
Un camino más sencillo parece que podría proponerse. Se
sabe que para este período de su crónica (427-468) Idacio no uti-
lizó otras fuentes ni documentos, que sus propios recuerdos y
56
experiencias . Ahora bien, como la crónica la escribió su autor
"
,7
en edad ya avanzada , nada tiene de extraño que la memoria
del buen anciano sufriese de cuando en cuando lagunas y oscuri-
dades. Mas aún, tal vez se puedan señalar positivos indicios de
ello. Los Maniqueos de que año 445, ¿no son en rea- él habla el

lidad los mismos Priscilianistas que se citan dos años después? r,s .

Además, en el resumen que Idacio nos da de la carta de S. León


a Sto. Toribio, no nos dice nada del Concilio que el Papa manda se
r' 9
celebre; ;no es realmente un olvido?Por qué no extenderlo a ¿

la celebración misma del Concilio? Al menos esta explicación puede

Ss Mekkle, 1. c. Kuenstle (¿4ntif>riscilliana, 34) quiere excluir esta


explicación, haciendo notar que Idacio habla con gran estima de S. Toribio.
Pero en absoluto el conflicto podía haber sido con los otros obispos, no
necesariamente con el de Astorga.
j*8 El mismo Idacio (Chronicon, pról., MGH, Chronica Minora, II, 14)
nos dice sobre las fuentes de su obra: « Quae, fideli suscipiens cordis in-
tuitu, partim ex studio scriptorum, partim ex certo aliquantorum relato,
partim ex cognitione quam iam lacrymabile propriae vitae tempus ofTen-
dit, quae subsequuntur adiecimus. Quorum continentiam gestorum et tem-
porum, qui legis ita discernes : ab anno primo Theodosii Augusti in annum
tertium Valentiniani Augusti, Placidiae reginae filii, ex supra dicto a no-
bis conscripta sunt studio, vel ex scriptorum stilo, vel ex relationibus in-

dicantum. Exin, inmérito adlectus ad episcopatus officium, non ignarus om-


nium miserabilis temporis aerumnarum ... ». Es decir, que para los años
377-427 utiliza fuentes escritas y orales ;
para los años 427-468 se vale
de su propia memoria. Cf. Bardenhewer, Geschichte, IV, 633.
57 El mismo nos dice (1. c, MGH, 13), que escribe « ut extremus pla-

gae, ita extremus et vitae». En realidad Idacio debió nacer hacia el año 300;
la Crónica se escribe hacia 467. Cf. Bardenhewer, Geschichte, IV, 632S
Feórez, España sagrada, IV, 300SS.
~'
8 S. León en la carta a S. Toribio habla repetidas veces de la rela-
ción existente entre los errores priscilianistas y los maniqueos; cf. ML
54. 682. 683. 689. 600.
59 Véase el texto « Huius (Leonis) scripta per episcopi Thoribi dia-
:

conem Pervincum contra Priscillianistas ad Hispanicnses episcopos defe-


runtur. Inter quae ad episcopum Thoribiutn, de observatione catholicae fi-
SOLUCIÓN INTEGRAL DEL PROBLEMA 63

sólidamente sostenerse, cuando se compagina bien con los docu-


mentos positivos históricos existentes a favor del Concilio.
Es decir, que hasta ahora no creemos se hayan traído argu-
mentos decisivos contra la existencia del Concilio de 447 ; en cam-
bio quedan en pie los testimonios que la afirmam. Concluyamos,
pues, que la segunda redacción de. nuestro símbolo, preparada por
el obispo Pastor a invitación tal vez de Sto. Toribio para el futuro
Concilio de 447, fué de hecho aprobada en éste y por lo mismo
insertada en las Actas Conciliares.

4. Fuentes secundarias de la segunda redacción.

El resultado del párrafo anterior, y aun toda la solución que


damos al problema de la autenticidad del Símbolo, recibien una
luminosa confirmación con 'el estudio de las demás fuentes que
sirvieron a Pastor para su trabajo. Por eso vamos a investi-
garlas aquí.
El análisis de las adiciones y cambios introducidos por Pas-
tor en el Símbolo de 400 descubre como fuentes que él tenía delan-
te, los restantes documentos Conciliares del 400 y la carta de S.
León a Sto. Toribio. Nada más natural, si se trataba de una revi-
sión de aquel Símbolo hecha para un Concilio que se iba a celebrar
por un mandato de S. León contenido en la citada carta.
En efecto, en las Actas Conciliares del 400 parecen estar ins-
piradas las adiciones sobre la doble naturaleza de Cristo (n. 13 y
anatem. 13) y sobre su « innascibilidad » (anatem. 6). Para lo pri-
00
mero, léase el siguiente texto de las Actas :

Dictinius episcopus dixit : ... Hoc ... in me reprehendo, quod dixerim


unani Dei et hominis esse natnram ».

61
Para lo segundo, compárese el siguiente texto :

« Symphosius episcopus dixit : Iuxta id quod paulo ante lectum est in

membrana nescio qua, in qua dicebatur Films innascibilis ... ».

dei et de haeresum blasphemiis disputatio plena dirigitur, quae ab aliqui-


bus Gallaecis subdolo probatur arbitrio». {Chronicon, año 447; MGH, Cró-
nica Minora, II, 24).
60 Exemplar professionum (Sáenz de Acuirre, TIT, 26s; Mansi, III,

1004) .

61 Exemplar professionum (Sáenz de Aguirre, III, Mansi, TIT,


27;
1005) . Sobre este punto se hablará detenidamente más adelante.
i

64 CAPITULO IV

La carta de S. León fué utilizada más largamente por Pastor.


En ella creemos encontrar la inspiración para la mayor parte de
las adiciones, y cambios hechos.
i ) Partícula Filioquc (n. 5, 6). Compárese: « alius sit qui ge-
nuit, alius qui genitus est, alius qui 62
de utroque processit » .

2) La identidad entre el Hijo de Dios y el Hijo de Hombre,


expresada con mayor claridad y fuerza (n. 19). Compárese: « ideo
(sostenían los Priscilianistas) unigenitum dici filium Dei, quia
63
solus sit natus ex virgine » .

3) El cuerpo y el alma de Cristo, expresados con más relie-

ve (n. 14; anat. 5). Compárese: « Christum Dominum in vera ho-


minis natura natum non credunt, sed per quamdam illusionem
ostentata videri volunt, quae vera non fuerint » M .

4) La «creación» del alma (n. 21). Compárese: « Nihil om-


nium creaturarum est, quod non in exordio sui ex nihilo creatum
65
sit » . El contexto trata del alma humana.
5) Anatematismo 14: la expansión de la divinidad. Compá-
rese : « Ineptum vanumque commentum de extensione quarumdam
ee
virtutum ex Deo » .

6) Anatematismo 15: la astrología. Compárese: « Fatalibus


67
stellis et animas hominus et corpora opinatur obstringi » .

7) Anatematismo 16: licitud del matrimonio. Compárese:


68
« Nuptias damnant et procreationes nascentium perhorrescunt .

La fuente inmediata del anatematismo 18, (sobre el bautis-


mo), es más dudosa. Se podría sospechar que fué una carta de
S. León a Balconio, carta perdida hoy. pero de cuya existencia
69
se conservan indicios .

62 S. Leo M., ep. 15, ad Turib., 1 (ML 54, 68os). También sobre esto
trataremos después.
63 Ib.
3 (ML 54, 68os).
«* Ib. 4 (ML 54, 682, 6oos).
65 Ib.
5, 10 (ML 54, 682s, 684S).
66 Ib. 2 (ML 54, 681).
67 Ib. 11 (ML 54, 684S).
«e Ib.
7 (ML 54 683S).
e9 En el manuscrito de Verona 61, se lee el siguiente título : « ex epís-
tola Leonis ad Balconium », al que no sigue texto ninguno. Pero en el ma-
nuscrito de Luce 590 se añade el resumen : « ternam mersionem fieri in bap-
tismo ». Cf. Maasen, Geschichte, 659S.
:

SOLUCIÓN INTECRAL DEL PROBLEMA

Finalmente no hemos podido determinar la fuente inmediata


del anatematismo 17, sobre el uso de carnes en la comida.
Así se ve cómo hizo Pastor su obra de retoque y ampliación
del Símbolo de 400. Este símbolo formaba siempre la base del
suyo, ni lo cambiaba sino ligeramente, y sólo para dar mayor
claridad a las expresiones. Lo que se añadió era para completar
la serie de errores Priscilianistas, teniendo sin duda en. cuenta
además la atmósfera cristológica en que se vivía entonces. Como
el Símbolo se preparaba para un Concilio antipriscilianista, en
ningún sitio mejor se podía inspirar Pastor que en el anterior
Concilio de igual carácter y en el tratado que con igual destino
acababa de llegar de Roma. Añadimos en un cuadro de conjunto
las fuentes secundarias de Pastor

(n. 5. 6.) Partícula Filioque . . S.León a Sto. Toribio, 1.


(n. 13) Dos naturalezas en Cristo Exemplar Profcssionum.
(n. 14) Realidad del cuerpo de
Cristo S. León, 4,17.

(n. 19) Identidad entre el Hijo


de Dios y el Hijo del
Hombre ....... » » 3.

(n. 21) Creación del alma humana » » 5,10.

(an. 5) Expresión especial del al-

ma de Cristo .... » » 4,17.

(an. 6) Innascibilidad de Cristo Exemplar Professionum.


(an. 13) Dos naturalezas en Cristo » »

(an. 14) Expansión de la Divinidad S. León, 2.

(an. 15) Astrología » » 11,14.

(an. 16) Matrimonio » » 7.

(an. 17) Uso de carnes .... ?

(an. 18) Rito bautismal .... S. León a Balconio.

Este .resultado de las fuentes secundarias utilizadas por Pastor


es, como decíamos, una confirmación de la solución que al proble-
ma hemos dado. Porque es natural que Pastor utilizase esas fuen-
tes si se supone que su símbolo se concebía como una ampliación

del Símbolo de 400 detinada a recibir su autoridad de un Concilio


como aquél.

5
66 CAPITULO IV

* * *

Resumamos, pues, todo nuestro trabajo para la solución del


problema crítico. La historia de las soluciones propuestas a lo largo

de cuatro siglos nos ha enseñado ante todo que las vacilaciones de


los autores, como las oscilaciones en los datos mismos del proble-
ma, requerían para poder ser apreciadas completa y seguramente
un estudio detenido de la transmisión manuscrita del llamado
Símbolo Toledano.
Ese estudio nos ha dado por resultado una doble redacción del
Símbolo con caracteres peculiares y constantes para cada una. Te-
níamos la base sólida para una solución integral del problema.
La comparación de esas dos redacciones entre sí, cuyo texto
crítico nos ha sido preciso fijar antes, nos ha llevado a la conclu-
sión de que el Símbolo, editado primero en una forma más breve,
fué después reeditado con adiciones y retoques de importancia.
Partiendo de ese resultado hemos podido determinar más ade-
lante que la primera de esas dos redacciones se debe al Concilio
Toledano del año 400 ; la segunda, compuesta por el obispo de Pa-
lencia Pastor en 447, o se hizo ya desde luego para el Concilio (tal
vez Toledano) de ese año, o al menos parece que fué en él recibida

y aprobada.
Esta solución, que tiene cuenta con los diversos datos que
hay que armonizar, parece ser la única solución integral del pro-
blema. Los elementos dispersos que la componen, no son nuevos
en su mayoría; la síntesis parece serlo.

i
PARTE II

problema histérico-dogmático
CAPITULO I

El problema histórico-dogmático del Símbolo


Toledano a través de la investigación

Puede decirse con razón, que el problema crítico del símbolo


Toledano I ha absorbido casi por completo el trabajo y la investi-

gación de los que al estudio de dicho símbolo se han consagrado.


Sólo aisladamente se han tocado problemas de otro género, como
serán los muchos que ofrece la famosa Regla de fe desde el punto
de vista histórico-dogmático.
El Símbolo se ha utilizado, es cierto, para caracterizar los
errores priscilianistas. Pero apenas se ha hecho más. Resumiremos
lo que en esto hemos encontrado.
La presencia en nuestro símbolo de la famosa partícula Fi-
lioque para expresar la procesión del Espíritu Santo no podía me-
nos de atraer la atención de los investigadores. Así fué desde an-
tiguo ;
pero más bien lo que en la partícula quería verse era un
criterio para decidir de la autenticidad misma de la Regla de fe.

Es decir, que el interés histórico-dogmático aun en este caso estu-


vo en segundo término. Por lo mismo, lo que más se discutía era la

genuinidad del Filioque en el Símbolo. Ya Baronio quiso defender


la genuinidad aludiendo a la carta de S. León a Sto. Toribio, donde
el sabio historiador vió el origen de la partícula, que según él des-
1
de entonces quedó oficial en España .

En cambio para Quesnel el asunto era mucho más complejo.

1 Annales ecclesiastici, ann. 447, XIX-XXIV (edic. de Mansi, VII, 610 s).

Cf. Petau, De Trinitate, VII, cp. 2, n. II.


70 CAPITULO. I

El Filioque, en efecto, no se leía en lo que para él era el texto pri-


mitivo del Símbolo, es decir, la primera redacción 2
. De donde
concluyó sin más que era una interpolación posterior 3
.

Como tal la miró también Ceillier 4


. Por el contrario Flórez
no vió dificultad ninguna en admitir que la partícula fuera ge-
5
rmina en el símbolo del 400 , mientras que el carmelita Cacciari
el mismo año defendía contra Quesnel la manera de ver de Raro-
G
nio Con más acierto hablaron los
. Ballerini, para quienes el
7
Filioque es una de las adiciones hechas en 447 al símbolo de 400 .

Pero cuando la cuestión de la genuinidad del Filioque en el

Toledano llegó a su punto más agudo, fué cuando en 1886 apareció


la obra de Rósler sobre Prudencio. Más arriba hicimos notar, que
según Rósler la dificultad capital por la que no se quería admitir
la autenticidad del Símbolo (léase 2 a redacción) como obra del Con-
cilio de 400, era la presencia en ella del Filioque, que se creía más
bien inspirado en la carta de S. León. Esta dificultad quiere desha-
cerla Rósler, pretendiendo probar que el Filioque se encuentra ya
en las obras de Prudencio escritas hacia el 400. Es decir, que nada
tiene de particular hallar en el Concilio una fórmula que entonces
mismo no faltaba en Prudencio ; y por lo tanto la partícula es ge-
8
nuina en el Símbolo de aquel Concilio .

Al libro de Rósler consagró especial estudio Merkle, dedicando


un largo artículo a la cuestión del Filioque y sus relaciones con el

2 Véase el texto crítico (pág. 305) y el cp. 0


3 .

3 Dissert. XIV in Cod. Canonum, de Libellis fidei, VIII, 2 (ML 56,


lo^). Es curioso que Quesnel rechaza la partícula como interpolación pos-
terior, porque supone que el Símbolo es de S. Agustín en cambio precisa- ;

mente en el Doctor de Hipona se ha querido ver la fuente inmediata del


Filioque.
4 Histoire genérale des auteurs sacres et ecclésiastiques..., XIV, 624-626.
Como para él la Regla de fe (sin más distinciones) es del 447, resulta que el

Filioque sería posterior aun a esa fecha. Esta manera de ver no está tan
clara en Quesnel.
5 España sagrada, VI, 02-95. Recuérdese que para Flórez el Símbolo
es de 400.
u Exercitaciones in universa S. Leonis M. opera. — De Priscillianista-

rum haeresi et historia, cp. 15 (ML 55, 1048 s).

7
Observationes m dissert. XIV Quesnelli, II, III (ML 56, 1071).
8 Aurelius Prudentius Clemeñs, 363 ss.
;

HISTORIA DEL PROBLEMA HISTÓRICO-DOGMÁUCO 71

Toledano. El Filioque no está en Prudencio; las frases equivalen-

tes no indican sino que la doctrina, (no la fórmula), era general


en la teología de la época. La tesis de Rósler es, pues, inconsistente

y el Símbolo precisamente por contener la debatida partícula, apar-


9
te de otras muchas razones, no puede ser del 400 .

Al principio del presente siglo la cuestión del Filioque en


nuestro símbolo toma el .carácter que hoy se suele dar como defi-
nitivo, gracias al influjo de Künstle. Para él la partícula es sin
duda genuina a mediados del siglo V en la pluma del obispo Pas-
tor ; se sabe que Künstle no considera más que la segunda redac-
10
ción . Pero Künstle ha creído encontrar el Filioque en España
ya antes de terminar el siglo IV, desde la llamada Fides Damasi
que él atribuye al año 380 n . El influjo decisivo del profesor ale-
mán en este punto puede verse comparando con sus conclusiones
12
los estudios más modernos sobre el Filioque .

Tal es a grandes rasgos la historia de los trabajos a que ha


dado lugar la célebre partícula trinitaria, en conexión con nuestro
símbolo.
Otro aspecto histórico-dogmático del Toledano que se ha in-

vestigado algo, es la « innascibilidad » de Cristo condenada en el

anatematismo 6 o de la segunda redacción. Esta cuestión al contra-


rio de la anterior se ha tratado más bien desde el punto de vista de
la historia de los dogmas. Künstle ha visto en la doctrina de la « in-

9 Das Filioque auf dem, Toletanum 447 {The o lo gis che Quarlalschrifl,
75 [1893] 408-429).
10 La fecha que da Künstle al símbolo de Pastor es 400-450 (cf. Anti-
priscilliana, 68, 218). Para la genuinidad del Filioque en el mismo, cf. ib.,

43. 123.
11 La Fides Damasi procede en la opinión de Künstle del Concilio de
Zaragoza (380) ; cf. Antipriscilliana, 54. Por eso llama la atención leer en
el aparato crítico de dicho símbolo (ib., 48) : « Pater genuit Filium, non
volúntate (nec necessitate, sed natura), stammt aus Agustinus, De Trini-
tate, XV, 22». Anterior también a 400 es, según Künstle, el Atanasio (ib.,

2 33> 2 35) ; el llamado Toledano IV es del 400 (ib., 68) ; ambos tienen « a (ex)
Patre et Filio ».

112
Véase, por ejemplo, E. Mangenot, L'origine éspagnole du Filioque
(Revue de l'Orient chrétien, 11 [1906] 96 ss); A. Palmieri, Filioque (DTC,
V, [1913] 2309S); E. Krebs, Filioque, (Lex. fiir Theol. und Kirche, III
[1931] 1039). Con más cuidado se expresa Cavallera, Thesaurus, 284 s.
72 CAPITULO I

nascibilidad-» de Cristo, y en la frase « Filius imiascibilis est »,

la expresión concreta y popular de los errores trinitarios priscilia-


nistas, el « Schibboleth » del Priscilianismo, el punto céntrico de

su herejía 13
. Todo ello se ha de entender como una negación
de la generación eterna del Verbo, no en la dirección arriana, sino

más bien en la línea ebionístico-sabeliana de Marcelo de Ancira


14
y Fotino de Sirmio .

Después de Künstle, Babut ha consagrado unas páginas al mis-

mo problema de la « innascibilidad ». El decidido defensor de


Prisciliano y su secta no descubre ni de lejos un posible paren-
tesco de éstos con Marcelo y Fotino ;
para él, el sentido más pro-

bable del « innascibilis » priscilianista es, que la existencia de


Cristo no había comenzado in tempore; pensamiento, dice él, com-
pletamente ortodoxo, falseado, por los enemigos del priscilianismo
l5
al dar a la frase un sentido fotimano .

Por último es necesario decir aquí algo de las investigaciones

más generales de Künstle, tántas veces citadas, y que tan a la

mano tendremos que tener en lo La obra de Künstle,


sucesivo.

(el Antipriscilliana sobre todo, porque Eine Bibliothek der Sym-

bolc no es sino su preparación y su base crítica), supone un esfuerzo


de investigación y de concentración hacia un punto de elementos
dispersos, que no tiene nada de vulgar. Precisamente eso, y el
colocar problema sobre todo en
el el estudio de los símbolos y fór-

mulas de fe, es lo que ha hecho la fortuna literaria de Künstle;


desde hace 30 años en la historia de los dogmas como en teología
histórica se vive largamente de él y de su obra. El mayor valor
de ésta, (y es precisamente el punto que en este lugar nos interesa
más), está en que se trata de una investigación preferentemente
simbólica ; es decir, donde tienen el primer puesto esa multitud
de símbolos españoles, tan poco estudiados, pero de tanto interés
para de los dogmas. Es innegable el mérito de Küns-
la historia

tle en haber acometido el primero con extensión y


amplitud, y

hasta ahora el único, el inmenso trabajo de encuadrar en su ver-


dadero marco histórico todo ese material riquísimo casi inexplo-

13 Antipriscilliana, 130 s.

14 Ib., 140 s.

15 Priscillicn et le Priscillianismc, 264-267.


HISTORIA DEL PROULEM A HISTÓRICO-DOGMÁTICO 7.3

10
rado. Podrá no seguirse sus conclusiones ;
pero el mérito de
iniciador le quedará siempre.
La obra de Künstle no se concreta al símbolo Toledano. Se
refiere a toda la literatura priscilianista y antipriscilianista, con
preferencia a la literatura simbólica.

Como una de las piezas más notables pertenecientes a esta


literatura, nuestro símbol tiene su puesto en la obra. En ella

queda encuadrada la Regla de fe Toledana (el símbolo de Pastor,


dice Künstle), en una teoría sobre las características de los símbolos
antipriscilianistas. Esto equivale a una interpretación histórico-
dogmática del Símbolo en su conjunto, donde se hacen resaltar
además de los puntos sobre el Filioque y la innascibilidad que en
párrafos anteriores hemos tocado, otras diversas fórmulas trini-

tarias, cristológicas y escatológicas, junto con determinadas apre-


,T
ciaciones sobre la contextura misma del Símbolo . Es el único
estudio en que se ha pretendido colocar nuestro símbolo en su
verdadero marco histórico ; por lo mismo, era preciso dejarlo aquí
consignado.
Con la obra de Künstle se enlaza el problema que nosotros
queremos investigar. No que coincida con el de Künstle ;
pero sí

16 Nosotros mismos nos veremos precisados a abandonarlas en bas-


tantes ocasiones. Dos defectos fundamentales hay a nuestro juicio en las
investigaciones de Künstle, defectos que le llevan demasiado frecuentemente
a resultados insostenibles. El primero es el cariño excesivo con que desde un
principio miró el códice Augiense XVII l y su colección simbólica; ese
cariño ha dado por fruto una preferencia del testimonio de ese manuscrito
sobre todos los demás, que la mayor parte de las veces resulta injustificada.
El segundo defecto es más grave consiste en
; la interpretación de los docu-
mentos que maneja, leyéndolos siempre con ojos priscilianistas o antiprisci-
lianistas. Esta visión unilateral de documentos complejísimos, iniciada en

Eine Bibliothek des Symbole, pero acentuada mucho más en Antipriscilliana,


y llevada adelante hasta el fin sin miedo a la cronología ni a la paternidad
establecida hace tiempo de numerosas obras literarias, ha producido, según
la frase de dom De Bruyne (Rev. Bén., 23 [1906] 304), una verdadera revo-
lución en el estudio de los símbolos. Por lo demás, este último defecto radical
de la obra de Künstle lo notaron ya desde el principio De Bruyne (/. c),
Babut (Priscillien ct le Priscillianisme, 17), etc.
17 Esta teoría está dispersa por todo el libro compárense, por ejem-
;

plo, Antipriscilliana, 49-54, 66, 84-87, 88-91, 103-116, 135-141, 163-170, 185 s,

192-194, 196-202, 217-221.


74 CAPITULO I

que a ninguno se le acerca tanto. Nosotros abordamos el estudio


del símbolo Toledano, como Künstle, desde el doble punto de vista
simbólico y antipriscilianista pero nos diferenciamos del inves-
;

tigador alemán, en .que preferimos el primer aspecto al segundo.


La razón fundamental está en que el antipriscilianismo de nues-
tro símbolo es reconocido de todos; en cambio el matiz particular
que su fórmulas puedan ofrecer desde el punto de vista de la

literatura simbólica no parece esté suficientemente estudiado.


En efecto, es un hecho que se impone a cualquiera que pe-
netre un poco en la literatura simbólica, que los símbolos Tole-
danos, a pesar de sus mutuas diferencias, forman entre sí un
núcleo con características bastantes para determinarlo, ya sea eri

su estructura externa, ya en el colorido de su fórmulas ; núcleo


que, se extiende a otros muchos símbolos, como veremos. Si se
comparan un momento estas fórmulas con la del Símbolo Apos-
tólico, por ejemplo, sorprenderá sin duda no sólo la mayor exube-
rancia de expresión, sino además ese tono menos histórico y más
abstracto, con que los conceptos se van vaciando poco a poco en
moldes de precisión didáctica, de intención expositiva, que culmina
en los símbolos Toledanos XI y XVI, verdaderos tratados teoló-
gicos perfectos. Ahora bien, ¿cómo se ha hecho ese tránsito dentro
de la literatura de los símbolos?; ¿cómo se ha iniciado esa tendencia
característica de los símbolos españoles? Si miramos el problema
así propuesto a través de la teoría de Künstle, la solució sería,
que ese tránsito y ese cambio los provocó en España el Priscilia-
nismo. ¿Es exacta esa solución?
Ese problema, que, como se ve, se reduce al origen de un
tipo especial de símbols, lo ponemos concretamente en el Tole-
dano I, porque nos parece encontrar en él una base histórica sólida,

que no nos ofrecen otras piezas simbólicas. Pero nosotros no pode-


mos investigar el problema en toda su amplitud. Nos concretamos
al estudio de la parte trinitaria del Símbolo. La razón de escoger
esta parte es que precisamente en las fórmulas trinitarias es donde
e! núcleo de símbolos que estudiamos tiene mayor significación
histórico-dogmática. Recuérdese, por ejemplo, el uso constante que
de los símbolos Toledanos hacen los teólogos en el tratado de Tri-
nitate. Sin embargo, no omitiremos un estudio de carácter más
general, por creerlo indispensable para nuestro trabajo.
HISTORIA DEL PROBLEMA HISTÓRICO-DOGMÁTICO 75

Investigamos, pues, concretamente, qué puesto pertenece histó-


ricamente al Toledano I, (hablamos de ambas redacciones), sobre
todo a sus fórmulas trinitarias, dentro de la literatura de los

símbolos. Lo que equivale a decir, cuáles son sus precedentes lite-

rarios e históricos.
El resultado que obtengamos nos dará algo más que la mera
inteligencia de este símbolo ; iluminará además todos los otros
que convienen con él en un conjunto de características comunes.
CAPITULO II

El esquema simbólico del Toledano I, y su posición


histórica en la literatura de los símbolos

Antes de examinar en detalle la parte trinitaria de nuestro


símbolo y las diferentes fórmulas que la componen, parece ne-
cesario un estudio de conjunto del mismo, fijando su posición
histórica con relación a otros símbolos conocidos ; ese estudio nos
dará una base sólida sobre la que edificar toda nuestra investiga-
ción posterior.
Para obtenerlo nos vamos a detener en el esquema que pre-
senta el Símbolo, en su estructura y armazón exterior, que él tiene

de común con un gran número de piezas literarias similares, sobre


las que necesariamente habrá de fijarse nuestra consideración.
Un primer carácter ofrece el esquema del símbolo Toledano I,

que por no ser de particular importancia trataremos brevemente


antes de entrar en el estudio detenido de lo que constituye pro-

piamente esquema de nuestro símbolo nos referimos a la unión


el :

de los anatematismos (12 o 18 según las diversas redacciones) con


1
el cuerpo mismo del Símbolo .

Anteriormente al nuestro (es decir, antes del 400), sólo hemos

1 Que los anatematismos pertenecen y pertenecieron siempre al Sím-


bolo se prueba con toda la trasmisión manuscrita (cf. parte I, cp. 2o );
la única excepción que conocemos (ib., p. 20) no lo es en realidad, porque en
ese caso se ve que los anatematismos están separados por el colector para
unirlos con los del Concilio de Braga (cf. Kuestle, Eme Bibliothek, 8, 25).
EL ESQUEMA DEL TOLEDANO I 77

encontrado dos símbolos que ofrezcan también anatematismos : la

fórmula primera de Sirmio (a. 351) y el Tomus Damasi (ca. 379).

En éste último se añaden los anatematismos al Símbolo Niceno


2
algún tanto variado ; en aquélla primera, a un símbolo nuevo .

¿Se inspiraron ahí los Padres Toledanos del 400? No habría


Tomus Damasi, ya que am-
dificultad en admitirlo, sobre todo del
bas fórmulas eran conocidas en España por esa época 3 Más aún, .

veremos que las semejanzas con el Tomus Damasi recurrirán re-


petidas veces en el curso de nuestro estudio.
En cambio sería difíc.l asignar un lazo real entre nuestro sím-
4
bolo y las fórmulas ariminenses que nos conservó S. Jerónimo ,

dado sobre todo el carácter doctrinal de este último documento \


Eo que sí creemos es que este uso de añadir anatematismos a los

símbolos tiene su primer origen en el Símbolo Niceno. Precisa-


mente el anatematismo Niceno xovg óé kéyowaq..., (tvade|x«TÍ^ei

¡\ xuüoUxii... éxxA/noíu, es el que sirve de unión entre el símbolo


propriamente dicho y los anatematismos, tanto en la fórmula sir-
miense come en el Tomus Damasi 6 Ese indicio y el hecho de .

que el Símbolo de Nicea introduce una nueva era en la literatura


simbólica, nos inclina a ver en el Niceno el origen de esta clase
de símbolos con anatematismos.
Sea de esto lo que fuere, lo que más nos interesa es el esquema
que presenta en el Toledano I el símbolo propriamente dicho. Eso
es lo que vamos a estudiar ahora detenidamente.

2 El Tomus Damasi en Turner, Ecclesiae Occidcnialis Monumenta


Inris antiquissima, 1, 283 ss. La fórmula sirmiense en Hahn, Bibliothek der
Symbole, 160.
3 £1 Tomus se propagó extraordinariamente, y más de una vez en
unión con textos españoles, como veremos. La fórmula de Sirmio se conocía
en España al menos a través de la traducción de S. Hilario {De Synodis, 38;
ML 10, 509).
4 Altercatio Luciferiani el Ürthodoxi, 17-18 (ML 23, 170-171).
3
Mucho menos parece haber relación entre Toledano y los anate-
el

matismos de Ancyra (a. 538), ya que éstos no están unidos a un símbolo sino
separados de por sí; cf. S. Hilario, De Synodis, 12-26 (ML 10, 489-500).
fi
Un caso parecido y que podía mirarse como un estadio intermedio,
no lo da la fórmula de Filipópolis (a. 343); cf. Hahn, 158.
7« CAPITULO II

7. Clasificación de los esquemas simbólicos.

Para ver el puesto que el esquema del Toledano ocupa en la

literatura simbólica, fuerza es clasificar de algún modo los di-

versos esquemas de símbolos. Esta clasificación, que no hemos


visto hecha hasta ahora, no podrá ser de un rigor matemático, sino
que habrá de entenderse de un modo moral y aproximativo, ya
que otra cosa nos llevaría demasiado lejos teniendo que dividir y
subdividir muchos de los esquemas indefinidamente T
.

Esquema I: fórmula trinitaria simple :

Credo in Deum Patrem...


et in I. C. ...

et in Sp. St. ...

Este esquema es más hipotético que real. Sin embargo, con


alguna modificación (es decir, con la adición de una cláusula final
8
breve), se da por ejemplo en algunos símbolos egipcios .

Esquema II: fórmula cristológica simple:


Credo in I. C.
natum...,
passum...,
mortuum...
También este esquema, correspondiente y como paralelo al
anterior, puede llamarse hipotético los ejemplos que de él se
;

H
conocen más que a la literatura simbólica ,
pertenecen al género
10
de la liturgia» eucarística .

7
En esta clasificación, al referirnos a Hahn, damos en general los sím-
bolos con la denominación que allí tienen, sin querer por eso aprobarla ni

prejuzgarla. Creemos que de esta manera se facilita la verificación.


8 Cf. Rev. Bén., 26
(1009) 140- 141 42 s; Hahn,
H. Lietzmann, Die ;

Anfánge des Glaubensbekenntnisses, 226 ss). El símbolo de Eunomio (Hahn,


190), que presenta un esquema parecido, es el resumen de un símbolo mayor.
9 Véanse el « Símbolo de unión » antioqueno del año
433 (Hahn, 170)
y las profesiones de fe de Calcedonia, a. 411 (Hahn, 146 s) y Constantinopla,
a. 681 (Hahn, 149). Estas piezas conservan ya poco del carácter de símbolos.

Lo mismo vale de otras fórmulas, como la de Leporio (Hahn, 138, 139) y


la conocida con el nombre de S. Athanasii de Incamatione Verbi (Hahn, 195).
10 Cf. Lietzmann, c. 239-241, donde se dan ejemplos de las Consti-
/.

tuciones Apostólicas y de la liturgia Mozarábica.


:

EL ESQUEMA DEL TOLEDANO I 70

Esquema III: fórmula trinitaria desarrollada abstractamente


Credo in Deum, P. et F. et Sp. St. ...

Pater non est Filius...

Tres Pensonae..., unus Deus...


Este esquema presenta múltiples variantes. Su nota caracte-
rística consiste en la declaración más extensa del misterio Tri-
nitario por medio de contraposiciones de los conceptos ; esta de-
11
claración sigue a la simple confesión del Misterio .

Esquema IV: fórmula trinitaria desarrollada históricamente en


o 12
el 2 artículo, y con una cláusula final :

Credo in Deum Patrem...


et in I. C. qui natus est...,

passus...,

mortuus.
et in Sp. St. ...

Sanctam Ecclesiam...
Este es el esquema del Símbolo Apostólico (Romanum vetus)

y se repite frecuentemente en la literatura simbólica; la explica-


ción está en el hecho de que son muchos, sobre todo en Occidente,
13
los símbolos que se fundan en el Apostólico . Con algunas va-
riantes, es decir sin la clausula final, y con adiciones de carácter
más abstracto que histórico en el 2 o artículo, se encuentra este

11 Cf. Fides Faustini (Hahn, Fides S. Ambrosii episcopi (Hahx,


202),
203), «Clemens Trinitas» (Denzinger, 17 s; Gregorianum, 14 [1933] 487 s),

de todas las cuales fórmulas hablaremos más adelante. Véanse también el

símbolo Toledano III (Hahn, 177) y el de Ulfila (Hahn, ig8).


112
Designamos con el nombre genérico de « cláusula final », la última
parte, que en elSímbolo Apostólico y en el Romano se va desarrollando poco
a poco, y con la que se terminan muchos símbolos después de la confesión de
la Trinidad o la Encarnación. Contra de diversos miembros según los di-

versos símbolos; la Iglesia, el bautismo, el perdón de los pecados, la resu-


rrección de la carne...
13 Hahn, 17-20, 23-30, 32-93, 95-99, 101, 103, 113, 119-133, 137 ; donde
se reproducen las diversas formas del símbolo bautismal en las diferentes
Iglesias.Véanse además los símbolos de Arrio (Hahn, 187), de Charisio, a.
431 (Hahn, 221), De Teodulfo de Orleans, s. IX (Hahn, 242), el Constan-
tinopolitano (Hahn, 144) y las varias fórmulas antioquenas del año 431
(Hahn, 153, 154, 156), etc.
: ; ; ; ; ; ;

No CAPITULO II

mismo esquema en el Niceno y en una multitud de símbolos que


dependen de él
u .

Esquema V : fórmula trinitaria como la del esquema III, con clá-

usula final; a continuación fórmula cristólogica equivalente,


con nueva cláusula final:
Credo in Deum, P. et F. et Sp. St...

non tres Déos...


Sanctam Ecclesiam...
Credo in I. C...,
natum, passum...
una persona..., duabus naturis...

Remissionem peccatorum...
Esquema en que se funden las fórmulas del Til y el IV éste ;

último más bien según el rhodelo del Niceno. Aparece de cuando


en cuando con más o menos modificaciones 1S .

Esquema VI: a) fórmula trinitaria como en el esquema III;


b) fórmula cristológica correspondiente
c) cláusula final
Credo in Deum, P. et F. et Sp. St...

Non tres déos...


Filius incarnatus est...

duabus naturis..., una persona...


passus, crucifixus, mortuus...
Ecclesiam catholicam...
Es el esquema del Toledano I, y por lo mismo lo examinaremos
más despacio. A parte del nuestro, hemos podido reunir los siguien-
tes símbolos de este esquema, con los que sin duda la enumera-
ción no será todavía completa :

14 Hahn, 142 s. Así por ejemplo el símbolo de Capodocia según Au-


xencio (Hahn, 134), el de Eusebio (Hahn, 188), el de S. Atanasio (Hahn,
194), el de Germinio de Sirmio (Hahn, 192), el de S. Basilio (Hahn, 196),
las fórmulas del de Filipópolis, a. 343-344 (Hahn, primera y la
158), la

cuarta de Sirmio, a. 351 y 359 (Hahn, 160, 163), las de los sínodos de Nike
a- 359 (Hahn, 164), Rimini, a. 359 (Hahn 166), Constantinopla, a. 360
(Hahn, 167), Roma, a. 380 (Hahn, 199), etc.
ls Véase por ejemplo los símbolos de las Iglesias armenia y egipcia
(Hahn, 138, 139).
EL ESQUEMA DEL TOLEDANO I 81

El Libellus fidei (= Fides Romanorum, Fides Foebadii) y


1G
la Fides Damasi; s. IV .

1T
Fides Hieronymi; ca. 381 .

Símbol reproducido por Baquiano y Rufino ca. 400 1S ; .

Una serie de símbolos pelagianos de Pelagio, Celestio, Julián :

,!)
de Eclana y Teodoro de Mopsuestia ;
417-428 .

20
Símbolo de Gennadio .

21
El Quicumque o símbolo Atanasiano .

22
Símbolo del Papa Pelagio I ; 557 .

2n
Símbolo de S. Gregorio Magno ; 590 .

16 Hahn, Hablaremos de ellos más largo.


189, 201, 200.
17 Inédita en cuanto sabemos texto en el apéndice I. De
; la crono-
logía hablaremos más abajo.
18 Baquiario, De fide (ML 20, 1025-1028; Hahn, 208); Rufino, Apo-
logía ad Anastasium (ML 21, 624-625).
19 Hahn, El falta en Hahn; puede
209, 211, 215, 216. de Celestio
verse en ML 48, 408-505 la reconstrucción del mismo hecha por Garnier. El
símbolo de Teodoro de Mopsuestia, de cuyo texto latino ha dado una edi-
ción recientemente Schwartz {Acta Concüiorum oecumenicorum, I, 5, 23-

25), es en cuanto sabemos el único símbolo oriental que verdaderamente


pertenezca a este esquema. Hay otros que tienen analogías con el ; cf. Hahn,
197 (de S. Gregorio de Nisa), 204 (de Apolinar), 233 (de Sofronio de Jeru-
salém). Sobre los símbolos pelagianos, cf. Garnier, De libellis scriptis
ab auctoribus et praecipuis defensoribus haeresis pelagianae ; es la quinta
entre las 7 disertaciones, que como apéndice II acompañan a su edición de
Mario Mercator (París, 1673); está reproducida en ML 48, 445-536. Cf.
Bardenhewer, III, 319; IV, 514, 516. Sobre el símbolo de Julián de Ecla-
na, cf. A. Bruckner, Julián von Eclannm, sein Leben und seine Lehre. Ein
Beitrag sur Geschichte des Pe iagianismus (TU, XV, 3; Leipzig, 1897) 31 s;
quien contra la opinión hoy corriente niega que dicho símbolo sea de Ju-
lián y lo atribuye a unos obispos italianos que lo remitieron al Patriarca de
Aquileya, Agustín (404-434).
20 Hahn, 239. Sobre la cronología hablaremos después.
21 Hahn, 150. Texto crítico hecho por Turner, Jonrn. th. St., 11
.

(1909-1910) 401 -411. Sobre la fecha de composición, más adelante.


22 Hahn, 229; MGH Epistulae, III, 78 s. La autenticidad no parece
dudosa (cf. Silva-Tarouca, Nuovi Studi, I, 61, nt. 1), a pesar de que Pitra
habiéndolo encontrado anónimo, lo atribuyó al Papa Vigilio (cf. Spicile-
gium Solesmense, IV, XII ss); en esta edición de Pitra se ha unido con el
Símbolo un fragmento de otra carta del mismo Papa (cf. MGH Epistulae,
III, 82, nt.). Cf. Kattf.nbusch, Das apostolische Symbol. II, 808 s, nt. 76.

,
23 Hahn, 231. La autenticidad la discutiremos más adelante.

6
82 CAPITULO II

Símbolos de los Concilios Toledanos IV (633), VI (638), XI


(675), XVI (693)
*
Símbolo de los Sínodos de Milán y Roma, y de S. Agatón ;

2r'.
680
El Libcllus de Trinitate; s. VII ar>
.

Símbolo de Paulino de Aquileya; 794 27 .

2H
Símbolo del Sínodo Forojuliense 796-797 ;
.

a9
Símbolo de Alcuino ; 802 .

80
La Crcdulitas cliristiana verissima; VIII-IX
s. ,

Varios símbolos Carolingios ; s. VIII-IX 81 .

Varios símbolos germánicos ; s.

Tal es el cuadro general de los símbolos pertenecientes a este


esquema 3:í
. Que estos símbolos forman entre sí una unidad lite-

24 Hahn, i 68, 179, 180, 182 (ML 84, 531-536). Para la cronología, cf.

apéndice II.

26 Hahn, 183, 184, 236. Estos tres símbolos, tal como se conservan,
suponen ciertamente el Concilio Constantinopolitano II (a. 553) y están en
evidente relación con el Constantinopolitano III (a. 680); basta comparar
los textos para convencerse de ello. El símbolo de Milán, separado de las
Actas del Concilio, lo editó dos veces Mai (Scripturum veterum nova col-
li'ctio, VII, 161 y Nova Bibliotheca Patrian, I, 463), tomándolo del ms. Val.
;

lat. 5755. De tal separación no se sigue, como quiere Kuenstle (Antipris-

cilliana, 11 11 12) que el símbolo sea anterior al Concilio.

^ Hahn, 239. primero por Caspari (Kirchen-


Este símbolo, editado
instorische Anécdota, no se debe confundir con la Fides S. Hie-
I, 308-310),
ronymi publicada por dom Mortn (Rev. Bén., 21 [1904] 3; An. Maredsolana,
11 1. 3, 199*)- Sobre la fecha asignada, cf. Caspari, c, XXVI y Katten- /.

(¡usch, II, 402 s, nt. 74. Sobre la falsa atribución a S. Jerónimo, cf. Caspa-
ri, /. c, XXV, nt. 3.
27 ML 99, 159S.
28 ML 99, 293 ss; Mansi, XIII, 842-844. Sobre la fecha del símbolo,
cf. Hefele-le Clercq, III, 1093.
29 El texto, en su obra de Fide S. Trinitatis (ML, 101, 56-58).
3° Editada por Fischer, Sahagún und Toledo (Gesaminclte Aujs'átze
sur Kultargeschichte Spaniens. Spanische Forschitngen, 3 [1931] 296 — s,

nt. 38). Sobre este símbolo, véase Gregorianum, 14 (1933) 497-500.


31 Hahn, 243, 244, 240.
32 Hahn, 100, 102, 104-107, 109-112, 114, 117. Cf. ib., 94-
33 Hemos propuesto la cronología que nos ha parecido más probable.

No todas las fechas se admiten por todos. En el párrafo siguiente discutire-


mos algunas que nos interesan más.
EL ESQUEMA DEL TOLEDANO I 83

raria, es evidente. Las características son tales y tan constantes,


que no se explican por un azar. El centro de esa unidad literaria

hay que ponerlo en España ; no sólo porque los principales entre

esos símbolos son españoles, sino también por la influencia que


éstos han ejercido £n los demás. Sin embargo, no es éste lugar de
extendernos en exponer más lo dicho. El punto que aquí nos toca
investigar es más bien, qué puesto ocupa nuestro símbolo dentro
de ese esquema simbólico.

2. Posición del Toledano I dentro del esquema simbólico VI.

Como quiera que lo que buscamos ahora es sobre todo ver si

se puede determinar el símbolo o los símbolos que han influido en


el esquema del Toledano I, ante todo hemos de excluir los que son
cronológicamente posteriores a la primera redacción del nuestro,
ya que la segunda ha conservado simplemente el esquema de la

anterior.
Excluidos, pues, los símbolos posteriores al 400, no nos que-
dan como posibles fuentes simbólicas del Toledano, sino el símbolo
reproducido por Rufino y Baquiario, la Pides Hieronymi, y el
conjunto de fórmulas enlazadas con los nombres de Fides Damasi
y Libellus fidei. De cada uno de estos símbolos habrá que examinar
en particular el posible influjo. Pero lo dicho supone nuestra cro-
nología. Como hay otros símbolos de este esquema que algunos au-
tores creen ser anteriores, se impone tratar ante todo este punto.
Entre los símbolos citados más arriba Künstle ha negado la

genuinidad de los atribuidos a 5". Gregorio Magno y a Gennadio.


Ambos son para él piezas anteriores, españolas y antipriscilianis-
8 *.
tas Hoy, después que se ha demostrado que la Definitio eccle-
siasticorum Dogmatum es realmente de Gennadio, no queda razón

34 Antipriscillicma, De
113-116, 102-106. la atribución a S. Gregorio
parece haber dudado ya Kattenbusch (II, 807, nt. 74). El símbolo de Gen-
nadio ya se lo había negado a su autor Caspari (Kirchenhistorische Anéc-
dota, I, XXTI
pero para dárselo a un autor del s. VIH. Esta última teo-
s),

ría la refutóBrewer, Kommodian von Gaza (Forschwtgen sur christl. Lite-


ratur- und Dogmengeschichte, VT, 1-2; Paderborn, 1006) 217-226; cf. Tur-
NER, en Journ. th. St., 8 (1907- 1008) 111, nt. 1.
84 CAPITULO II

para dudar tampoco de la autenticidad de su símbolo 35


. Sobre
ei de S. Gregorio, la crítica interna de Künstle no creemos haya
conseguido debilitar siquiera los argumentos externos a favor de
la genuinidad M De
. todos modos, el punto es más bien secun-

dario para nuestro intento, porque Künstle pone en la mitad del


siglo V la composición de la Fides Gennadii; ni creemos, aunque
expresamente no lo dice, que adelante mucho más la de la Fides
S. Grcgorii. Así, pues, aun en la teoría de Künstle serían poste-
riores al 400. Eso nos basta aquí.
No se puede decir otro tanto del Quicumque o Atanasiano. Se
sabe cuántas han sido las tentativas hechas para datar este famoso
símbolo y a cuántos y cuán diversos autores se ha atribuido 3T .

Hoy está definitivamente probado que el símbolo existía ya an-


tes del año 542, pues S. Cesáreo de Arlés, que murió en esa fecha,
lo conoció y utilizó m . Pero en realidad existen al presente dos

35 Künstle supone en efecto que el autor del símbolo se inspira en


los Dogmata ecclesiastica. Nada más natural si es uno el autor de ambas
obras. Sobre la genuinidad hoy indiscutible de la última, véase Morin, Le
Líber Dogmatum de Gennade de Marseille frobleme qui s'y rattachent
et

(Rev. Bén., 24 [1907] 445-455); cf. Bardenhewer, TV, 596-598. Las se-
mejanzas de expresión que encuentra Künstle entre el símbolo de Gennadio
y los símbolos españoles se explican bien admitiendo que estos últimos
eran conocidos de Gennadio; consta por ejemplo que conocía la 2 a redac-
ción del Toledano I.

M El símbolo, citado ya por Juan diácono (Vita S. Gregorii, 22; ML


75, 87 s; sobre esta obra, cf. Bardenhewer, V, 288), lo reproducen los me-
jores manuscritos (cf. MGH Epistulae, II, p. VIII ss); si los Maurinos lo
pusieron en el apéndice del epistolario de S. Gregorio (cf. ML 77, 1327) no
es porque dudasen de su autenticidad, pues dicen expresamente lo contrario
(cf. ML 75, 283), sino porque no era precisamente una carta (cf. MGH
Epistulae, II, p. XXIX); lo mismo parece valer de la omisión del símbolo
en la edición que del Epistolario del Santo da MGH. Cuanto a la crítica

interna de Künstle, nótese que los textos afines por él citados, o son de hecho
romanos, o al menos eran conocidos en Roma. El Filioque (« et Filio ») no
debe extrañar aunque el símbolo sea romano, pues no se trata de un sím-
bolo oficial de aquella Iglesia.
37 Véase Kuenstle, Antipriscilliana, 205 s y Theol. Revue, 5 (1906)
201-205; Brewer, Das sog. Athanasianische Glaubensbekeimtnis, 2-7; Stigl-
mayr, Athanase (le prétendu Symbole d'), Dict. d'Hist. et Geogr. éccles.,

IV, 1341-1348; Bardenhewer, III, 59; Rauschen-Altaner, 205.


38 Cf. Morin, L'origine dn Symbole d' Athanase : témoignage inedit de
EL ESQUEMA DEL TOLEDANO I 85

núcleos de hipótesis : el primero se concentra en los últimos años


39
del siglo V, o primeros del siglo VI ; y el segundo se remonta
hasta las postrimerías del IV* 0
. Como se ve, esto último nos toca
de cerca aquí. ¿Qué decir, pues, de estas hipótesis? La multitud de
teorías propuestas casi únicamente a base de comparación de tex-
tos, parece demostrar suficientemente que ese camino no basta. 1

Las fórmulas del Quicumque son las ordinarias en la teolgía la-


tina desde el siglo IV por lo mismo no caracterizan ni un autor,
;

ni una época determinada ; si no es posible con el tiempo apoyarlo


en consideraciones de crítica externa, (como lo ha hecho con éxito
recientemente dom Morin), el método seguido no parece dar más
de Creemos con todo que las hipótesis que giran alrededor del
sí.

500 tienen mayor probabilidad. Sin embargo, como las otras no


están apodícticamente excluidas, nos queda siemper la posibilidad
de que el Quicumque haya influido en el esquema del Toledano.
Pero entre estas teorías hay que hacer una distinción. Una cosa
es en efecto la hipótesis de Brewer, (S. Ambrosio autor del Sím-

S. Césaire d' Arles (Rev. Béiu, 44 [1932] 205-219). Se sabe que a fines del
siglo XIX por razones más polémicas que científicas se defendió como época
de composición del Quicumque el siglo IX. Muratori (1698) lo atribuyó a
Venancio Fortunato (t 601) y Morin (191 1) había sugerido el nombre de
S. Martín de Braga (t 580), cuando no creía poderse afirmar que S. Cesá-
reo de Arles lo conoció.
39 Ya de antiguo había señalado esta fecha Quesnel (1675), indicando
a Vigilio de Tapso. Modernamente se dan los dos nombres de S. Ful-
gencio de Ruspe (t 532), así Stiglmayr (1925) y Lapeyre (1929), y del
mismo S. Cesáreo de Arlés (t Morin (1901, 1913), Cooper-Mars-
542), así
din (1903), Lejay (1906). Hoy Morin cree más probable que el símbolo no
es del mismo S. Cesáreo, sino de otro Arelatense contemporáneo, o poco
menos.
40 Antiguamente habían atribuido a un escritor de
lo las Galias de
380-450 Usher (1647) y Kollner (1837), y a S. Hil ario de Poitiers (t 367)
Speroni (1750). Recientemente, fuera de la última tentativa de Pasté (1932)
de atribuirlo a S. Eusebio de Vercelli (a. 362), las dos teorías más impor-
tantes son las de Künstle, que da el símbolo por de un autor antipriscilia-
nista de 380-400, y la de Brewer (1909), aprobada después por Seeberg
(1923) y Burn (1925), que lo asigna a S. Ambrosio (a. 382-383). Autores
de la primera mitad del siglo V se habían señalado antes S. Vicente de
Leríns (t ca. 450), Hilario de Arlés (t 449), Honorato de Arlés (429),
etc. El P. García Villaüa (Historia, II, 2, 157 s), parece inclinarse a la
opinión de Künstle.
:

86 CAPITULO n

bolo, año 382-383), y otra la de Künstle (autor antipriscilianista,


a. 380-400). Ni la una ni la otra nos parecen poseer la verdad 41 .

Pero es innegable que las razones de Künstle son menos consis-


42
tentes, como el mismo Brewer lo ha demostrado .

Sea de esto lo que fuere, aun supuesta la existencia del Qui-


cumque antes del 400, nos parece que se habría de negar su in-
flujo en el esquema del Toledano. Basta leer ambos símbolos para

ver el distinto carácter que presentan : el Toledano es una pro-


fesión de fé, el Atanasiano es más bien una exposición de la doc-
trina cristiana ; éste tiene un tono más didáctico, aquél conserva el

tono genuino de los símbolos. De aquí la diversa contextura de


ambos, dentro de las líneas generales de un mismo esquema sim-
bólico :

Toledano : Quicumque
Credimus in unum verum Deutn... Quicumque vult... opus est ut...
Hanc Trinitatem... Praeter hanc, nul- Vides... catholica haec est, ut... vene-
lam credimus... remur... Qui vult ergo..., ita de
Trinitate sentiat.
Hunc Filium Dei (credimus) sancti- Sed necessarium est... ut lncarnatio-
ficasse... Hunc et... nem credat. Est ergo fides rec-
Kesurrectioncm... credimus... ta ut...

Hace est fides catholica...

Se ve que el tono del Atanasiano es doctrinal y- catequético, con


ese estilo de catequesis popular que tanta eficacia recibe del
43
ritmo .

Ahora bien, si suponemos que el esquema del Toledano está


inspirado en el del Quicumque, ¿cómo se explican las notables dife-

41 Sobre la hipótesis de Brewer, véase Morin, Rev. Bcu., Bullctin, 1

(19211928) n. 586, y Rauschen-Altanek (edic. 1931) 296 (cf. Rauschen-


'
Wittig, edic. 1921, 216).
42 Das sogennantc Athanasianische Glaubensbckcnntnis. 8ss. El pre-
tendido carácter antipriscilianista, sobre el que ya había llamado la aten-
ción Burin (The Athanasipn Creed, LXXV-LXXV1I, y An Introduction lo
llie Crecds, 142-145), no e"s sino una reminiscencia en el sur las Galias de
los símbolos y fórmulas que corrieron en los siglos IV-V.
43 Sobre este carácter del Quicumque. véase Morin, Le Symbole
d'Athanase et son premier témoin, Saint Ccsaire d'Arles (Rev. Bcn., 18

[1901] 339) y Brewer, /. c, 103. Así no extraña que la primera vez que
aparezca sea en manos de S. Cesáreo de Arles.
EL ESQUEMA DEL TOLEDANO I 87

rendas que entre ambos existen en el tono general, en el enlaza-


miento de las partes, en la cláusula final, etc...? Mayormente si

se tiene en cuenta que en todos estos respectos se aparta el Qui-


cumque de los demás símbolos del esquema VI, hasta el punto de
que apenas conserva otra cosa común con ellos, que la confesión
del Misterio de la Encarnación después del de la Trinidad. Hasta
la cláusula final del esquema falta en él. Por todo lo cual, aun en
la hipótesis improbable de una mayor antigüedad del Quicitmque,
su influjo en el esquema del Toledano parece debería absoluta-
mente negarse.
Nos quedan, pues, símbolos 400 y que por lo anteriores al

mismo han podido influir en la y esquema del nues- structura


tro, el reproducido por Rufino y Baquiano, la Fides Hicronymi

y el Libcllus fidei con la Fides Damasi.


Baquiano y Rufino reproducen un mismo símbolo, cuyas ca-
racterísticas nos le muestran ciertamente posterior a 379 (Tomits
Damasi), pero tal vez no muy posterior 44
.
¿ -Influyó ese símbolo
45
en el Toledano ? Difícil es responder a esta pregunta. Indicio

positivo de influjo no hay ninguno. Pero la cosa no es imposible.


Sin embargo, los Padres del Concilio sabemos mandaron al Papa
su propia Regla de fe, esperando la aprobación pontificia. Esto
parece más bien indicar que el Símbolo Toledano era original.

Tampoco podemos decir nada definitivo sobre el posible indu-


jo de la Fides Hicronymi. Este símbolo en cuanto sabemos inédito,

** Se sabe que las relaciones literarias entre Rufino y Baquiano han


sido presentadas recientemente de muy distintas maneras. Expliqúese el

hecho como se quiera, a nosotros nos basta aquí notar que ambos reproducen
un mismo símbolo con adiciones particulares de cada uno, ya sea que el

símbolo se dé como original de Baquiario, ya sea que ambos lo recibiesen de


Roma o de otra parte. Cf. Duhr, Le «De fide» de Bacharius (RHE, 24
I1028] 5-40, 301-331); Lamrert, Bachiarius (Dict. d'hist. et géogr. é'ccl, VI,
60 s) ; D'Alés, Priscillicn (Reck. se. relig., 23 [1933] 170; Duhr, A pro pos
du «De fide» de Bacharius (RHE, 30 [1034] 85-95).
Que Rufino no influyó es claro, porque la Apología es de fines del
400; cf. Cavali.era, Saint J eróme, l, 260, nt. 3. De Baquiario en especial
nada podemos decir cierto, ignorándose aún de una manera segura la fecha
de composición del De Fide. Pero el símbolo, tal y como está en Baquiario,
presenta un esquema tan complicado, que difícilmente se podría en él haber
inspirado el sobrio y elegante esquema del Toledano.
5 55 :

88 CAPITULO II

cuyo texto damos en el apéndice I, lo hemos encontrado en una


colección simbólica, que según todos los indicios es antiarriana 4íi
.

La atribución a S. Jerónimo no parece se deba admitir. La fecha


de composición de la Pides creemos que anda alrededor del año
381 ; así nos lo persuade el estudio del texto, por una serie de in-
4T
dicios, en cuyo detalle no podemos entrar aquí . Tampoco en
este caso hay una razón positiva que nos lleve a afirmar el influjo
de este símbolo en el esquema del Toledano. Pero tampoco la hay
para negarlo, si no es el que la Fides Hierunymi, que por otro lado
no creemos ser española, parece haber conseguido muy corta di-
fusión, a juzgar por lo escasamente que se ha transmitido.
Con lo cual los términos del problema se contraen al conjunto
de fórmulas representadas por el Libellus fidei (Fides Romano-
rum, Fides Foebadii) y la Fides Damasi.
Es conocido de sobra lo complejo y complicado del problema
que signíficam esas fórmulas en la literatura de los símbolos. El
autor o autores de ellas, que ha dado origen a multitud de hipó-
4S
tesis , su texto mismo, transmitido en diversas redacciones y
49
hasta hoy no editado aún críticamente las mutuas relaciones ,

4,1
Se contiene en el ms. Vat. lat. 1328. Véase la colección
f. 41 r Expositio fidei catholicae a S. Gregorio Maiore (Hahn, 185).

f. 415 1 Incipit fides Hieronymi


"
presbyteri.
f .41 V Incipit expositio fidei catholicae secundum S. Ambrosium
contra Arríanos (Hahn, 203).
f. 4 V Incipit
expositio fidei catholicae secundum Faustinum epi-
1

scopum (Hahn, 202).


47 La Fides supone ciertamente no sólo el Libellus fidei, sino también

el Tomus Damasi; en cambio no conoce aún el Constantinopolitano (a. 381).


48 Se han dado los nombres de S. Gregorio Nacianceno (Ballerini), Rufino

(Brevver), Febadio de Agen (Kattenbusch), el Concilio de Zaragoza en 380


(Kiinstle), Vigilio de Tapso (Caspari), Gregorio de Elvira (Quesnel, Wil-
mart), etc. La cuestión del autor está en gran parte unida con la del famoso
tratado De Fide atribuido a diferentes autores, y con la de los 12 libros
pseudoatanasianos De Trinitate; véase la bibliografía sobre estos puntos
en Baroenhewer, III, 309, 57 y Schanz, IV, 1, 307-309.
49 Sobre la transmisión manuscrita del texto, lo mejor que se ha escrito

son las breves notas de Wilmart en Bulletin de Literature ecclésiastique,


1006, 297-209, nt. El Libellus fidei con un nombre u otro se ha editado mu-
chas veces; cf. Hahn, 189 (201). El mejor texto existente es el de Burn,
An Introduction to the Creeds, 2i6s que sin embargo es aún «provisorio»,
EL ESQUEMA DEL TOLEDANO I 89

de esos símbolos entre sí y con otros símbolos, relaciones que se han


"

calificado de verdadero « enigma » u todo exige una investiga-


,

ción fundamental, que naturalmente nosotros no podemos hacer


aquí. Por eso no nos queda otro camino que presuponer las con-

clusiones que hoy se suelen admitir, a saber: 1) Dos son las prin-

cipales redacciones entre todas esas fórmulas el Libcllus fidei (al


que se reducen lá Fides Romanorum y el símbolo de Febadio),
y la Fidcs Damasi (Fidcs S. Hieronymi) ; 2) ésta última depende
de la primera; 3) el Libcllus fidei es de Gregorio de Elvira 51 .

Esto supuesto, véanse las semejanzas que existen entre los


7' 2
esquemas de nuestro símbolo y del Libcllus fidei :

Toledano : Libellus fidei '.

1. a) Credimus in unum verum Üeum... 1. a) Credimus in unum Deum...


b) Patrem non esse Filium... b) Nec eumdem qui ipse sibi P...

c) Est ergo ingenitus Pater... c) Patrem qui genuit...


d) Hanc Trinitatem... d) Unum tamen Deum...

a juicio de Wilmart (1. c). De la Fides Damasi, también editada frecuen-


temente Hahn, 200), ha dado una edición crítica el mismo Burn, o. c,
(cf.

245. Cf. Kuenstle. Antipriscilliana, 47SS.


50 Cf. Kattenbusch, II,
402, nt. 71, 755. También Burn ha incluido la
Fides Damasi en su capítulo de « Unsolved problems » (o. c., 241-255).
Kuenstle (Antipriscilliana, 4Q-58), que cree haber resuelto definitivamente
el problema, pretende que la Fides Damasi es la redacción primaria y que
las demás, posteriores al 380-400 (suponen según él el Ouicumquc), son adap-

taciones populares de aquella; la cual se hizo contra el Priscilianismo (pro-


viene del Concilio de Zaragoza de 380), y forma la base de toda la litera-

tura simbólica antipriscilianista. Sobre toda esta concepción, a la que ten-


dremos quel aludir muchas veces, véase Wilmart en los pasajes citados en
la siguiente nota.
65 Cf. Wilmart, Bulletin de Literature ecclcsiastique, 1906, 207-290, nt.,

y Shwaw, 159(1908) i8s; Bardenhewer, III, 399. Para las dificultades su-
scitadas por Brewer (Das sog. A thanasianische Glaubensbekenntnis, 155-
178), véase H. Moretus (Bulletin de Literature ecclcsiastique, 1909, 365-368).
52 Para el Libcllus fidei nos referimos siempre al texto de Burn ci-

tado en la nt. 49. Hablamos directamente del Libellus fidei y no de la Fides


Damasi por las siguientes razones: 1) En todo nuestro trabajo veremos que
el Toledano tiene más relación con aquél que con ésta 2) el Libcllus nos ;

ofrece un sólido fundamento histórico que no encontramos en la Fides


Damasi ; 3) esta última estamos persuadidos de que no es tan antigua como
se cree ; desde luego, la tenemos por posterior al 400.
90 CAPITULO II

2. a) Hunc igitur Filium Uei... homi- </) Credimus I. C, Dominum no-


nem... susccpisse... strum... natum... ex Virgine M...
b) Hunc et esurisse et sitisse... b) Hunc eumdem adimplesse le-

gem.
c) Postremo a Iudacis crucifixum... c) Passum, crucifixum...
3. Resurrectionem... credimus... Ani- 3. Exspectamus... remissionem pec-
mam... hominis... creaturam dici- catorum... resuscitandos..., ac-
mus... cepturos proemium...

La comparación que acabamos de hacer descubre semejanzas


notables no sólo en las líneas generales del esquema (Trinidad -

Cristología- cláusula final), sino también en la manera


de concebir
y explicar cada una de las partes que lo forman, en la mutua
unión de las partes entre sí. en la orientación interna de ambos
símbolos. Todo esto ya de por sí inclinaría a pensar en una depen-
dencia entre el Toledano y el Libellus Fidei.
Pero hay otros indicios. El Libellus Fidci es un símbolo espa-
ñol, se debe a la pluma de un autor entonces renombrado, y de
hecho sabemos que ya junto con De Pide de Gregorio de El-el

vira, ya con De Trinitate, obtuvo una di-


los libros luciferianos

fusión verdaderamente sorprendente. Más aún, su autoridad llegó


a ser tal desde el principio, que hasta se propagó unido con el To-
mus Damasi (ca. 379) en una misma tradición manuscrita. En
esta autoridad concedida al Libellus tuvo su origen el sitio pree-
minente que más adelante encontró en las colecciones canónicas
53
y simbólicas donde recurre tan frecuentemente .

De todo lo cual se puede deducir con fundamento sólido, que


difícilmente desconocían los Padres Toledanos del 400 el Libellus
fidei,símbolo español, de ilustre autor, grandemente difundido y
de autoridad extraordinaria. Recuérdese que ya antes notamos las
relaciones del Tomus Damasi con nuestro símbolo, y no se olvide
que el Libellus se propagó con el documento damasiano. Todo ello

recibirá aún mayor confirmación en los capítulos siguientes.


Ahora unimos con estos indicios externos las grandes
bien, si

semejanzas que encontramos antes fy que veremos confirmadas

53 Sobre todo esto, véase Wilmart en los pasaje* citados. Sobre los
libros luciferianos De Trinitate, véase Saltet, Fraudes litteraires des schis-
matiques Lucifcriens aux lV e et Ve siécle (Bulletin de Literature ecclé-
siastiquc, 1006, 315-326).
EL ESQUEMA DEL TOLEDANO I 91

después), concluiremos finalmente que el esquema del Toledano 1

se ha inspirado en el Libcllus fidei. Es decir, que en este punto los

Padres Toledanos no crearon nada, sino que buscaron en la tra-

dición propia española no ciertamente antipriscilianista, sino an-


tiarriana, el modo y los medios con que redactar su símbolo contra
los nuevos herejes.

3. Los orígenes del esquema simbólico Trinita/rio-cristo.lógico.

La conclusión obtenida en el párrafo anterior nos suscita un


nuevo problema, el origen mismo del esquema simbólico VI, que

estudiamos. En efecto, hemos visto que ese esquema no ha nacido


contra el Priscilianismo ; existía antes. ¿ Se puede determinar qué
circunstancias lo hicieron nacer? Con ello daríamos un gran paso
para la interpretación misma de las fórmulas trinitarias comunes
a todas esta clase de símbolos.
Entre los que pertenecen al esquema VI (« trinitario-cris-
tológico »), el más antiguo que hemos encontrado es el Libcllus
5
fidei *, como
probablemente alrededor de 360-361 y cier-
escrito
55
tamente antes de 379 por Gregorio de Elvira, como parece hoy
definitivamente probado™. Pero Gregorio de Elvira, ¿creó ei
nuevo esquema, o lo tomó de otro símbolo anterior? Nos parece

r>4
Véase la lista puesta en el párrafo i° y las precisiones cronológicas
añadidas en el 2". Aun en la opinión (pie hace del Quicumqúe una obra
de S. Ambrosio, se supone que su composición es de 382 a 383 (cf. Bkewek,
Das sog. Athanasianischc Glaubetisbckenntiiis, 45S). El símbolo griego con-
servado por Teodoreto (Historia eclesiástica, V, 9; edic. del Corp. Bero-
linense, 229; ML
82, 1216), y que en esa hipótesis se da por fuente del

Atanasiano, no es tampoco anterior a 382 y probablemente depende ya del


Libcllus fidei enviado a Constantinopla junto con el Tomus Damasi; cf.
WlLMAKT, SBWA, /. C.

5r>
Cf. WlLMAKT, /. C, í, IÓ-20.
5*
el mismo que el de tratado De Fide\
El estilo del Libellus fidei es
hay además entre ambos relaciones íntimas de trasmisión manuscrita. Ahora
bien, hoy se admite como probado por Wilmart, que el De Fide pertence
a Gregorio de Elvira; Bardenhewek, y Schanz citados en la
cf. nt. 48.
Por lo demás el estudio del presente párrafo aportará una nueva confir-
mación a la tesis de la identidad de autor.
;

92 CAPITULO II

se puede afirmar que él lo creó, y por lo mismo que el origen de


nuestro esquema está ligado con las luchas antiarrianas.
La prueba brota espontánea de la comparación entre el Libel-
lus fidei y el tratado De Pide del mismo Gregorio de Elvira 57
.

Vamos a hacerla analizando antes de por si cada uno de los dos


documentos.
El Libcllus fidci es un símbolo que consta de tres partes 58
:

a) Parte trinitaria: Credimus in unum Deum P... et in


unum... F., et in Sp. St...

b) Parte cristológica : Credimus I. C... descendisse de coelo...


c) Cláusula final: Exspectamus... resuscitandos nos...

Estas tres partes se presentan íntimamente unidas entre sí

y formando un todo armónico. La tercera no es sino la continua-


ción de la segunda, es decir la extensión lógica y cronológica de
la vida de Jesucristo :

Exspectamus inhuius ¡norte el sanguine inundatos,


remissionem peccatorum consecutos,
resuscitandos nos in his corporibus et in eadem carne
qua nunc sumus,
sicut et ipse in eadem carne qua tiatus,
passus et mortuus est, et resurrexit
et animas cum hac carne, vel corpora nostra;
accepturos ab eo, aut vitam aeternam... aut sentcntiam...
aeterni supplicii.

En esa concepción, el perdón de los pecados se expresa en cuanto


es fruto de la redención de Cristo, la resurreción de la carne, en
cuanto se hace según el ejemplar de Cristo, el judicio final, en
cuanto es el supremo acto que cierra el ciclo de los misterios de
Cristo. Así el final del símbolo está orientado del todo hacia la

segunda parte.
Ésta tiene un carácter especial de unión con la primera, que

57 Si constase cierto del Lucif enanismo de Gregorio de Elvira, se po-


dría decir que nuestro esquema nació en un medio lucif eriano. Sobre ese
punto ciertamente dudoso, véase García Villaua, Historia, I, 2, 53S. Lo
que es cierto es el influjo literario de Gregorio de Elvira en las obras lu-

ciferianas, gracias a la alta estima en que le tenían sus autores ; cf. Saltet,
/. c. (Bullctin de Literahire écclesiastique, 1906, 315-326).
58 El texto en Burn, An Introduction to the Creeds, 2i6s.
;
: ;

EL ESQUEMA DEL TOLEDANO I 93

es preciso hacer resaltar. Consiste este carácter en subrayar sobre


todo la identidad personal entre el Verbo y Jesucristo, entre el

Hijo de Dios y el Hijo de María; y en hacer ver que la Encarna-


ción no ha traído al Verbo ni cambio ni detrimento. Esta idea
central de la segunda parte del símbolo tiene una íntima relación
con la consubstancialidad de las Divinas Personas, centro de la

primera :

Credimus, I. C. Dominum nostrum, Dci Filium,


per ciuem omnia facta sunt quac in coelo et quae in térra, visibilia...,

propter nostram salutem descendisse de coelo,


qui numquam desierit esse in coelo;
natum de Spiritu Sancto ex Virgine Maria, Verbuin caro factum,
et

non amissit qnod eral sed coepit esse quod non eral,
non demulatum, sed Deum permanentem,
etiam hominem natum, non putavimum sed veré, non aerium sed...,
ita verum hominem, nt vcrum Deum

u/nwm eumdemque vero hominem et verum Deum intelligitnus;


ita ut venan Deum, verum hominem fuisse nullo modo ambigimus con-
fitendum.
Hunc enmdem I. C..., passum..., mortuum...

Se ve la intención del autor que una y mil veces vuelve sobre


el mismo punto : se trata de sostener la verdad de la Encarnación
y la pasión sin detrimento de la divinidad de Jesucristo, o lo que
es lo mismo, excluyendo todo cambio verdadero del Verbo Divino
alnacer y morir en el tiempo. Así toda esta segunda parte se une
íntimamente a la primera, como veremos. Porque la idea de ésta
es la confesión explícita y clara de la Divinidad de las tres Per-
sonas, salvando por una parte el abismo de la multiplicidad de
dioses, y por otra el no menos peligroso de suprimir la distinción
real de las Personas en la Trinidad

Credimus unum Deum, Patrem... et in unum


in Filium..., et in Sp. S.;'
non tressed... unum Deum
Déos, ;

non sic unum Deum quasi solitarium..., sed...


unum lamen Deum, quia...

Es decir : no hay que urgir la pluralidad de Personas hasta


el punto de sacrificar la unicidad de Dios; pero tampoco hay que
urgir la unicidad de Dios tanto, que se destruya la pluridad de
las Personas.

/
94 CAPITULO II

Tal es, analizado en su contextura interna, el Libellus fidei.


El misterio trinitario si se trata especialmente en una de las

partes, embargo decirse que orienta todo el símbolo.


puede sin

La cristología en él no es un misterio más, sino un misterio cuya


expresión se impone desde el punto de vista trinitario.
Si nos detenemos ahora a analizar de igual modo el tratado
De ¡idc veremos al momento la semejanza de composición e
r,,>
,

inspiración que entre ambas obras existe.

El tratado se abre con un prólogo ; y después de proponer el

asunto de que va a tratar, es decir que hay que retener la expre-


sión 5|ióóv0iov contra el Arrianismo (cp. i), defiende este término
ante todo por la gran importancia que ha alcanzado ya con la

controversia arriana (cp. 2), sin que hayan de tenerse en cuenta


las argucias contrarias, fundadas en el silencio de la Escritura
y en la noción filosófica de « substancia » (cp. 3-6). Pero al mo-
mento se previene la dificultad : ni hay que interpretar lo dicho
sobre la divinidad del Verbo de manera que se crea afirmamos
varios dioses (objeción arriana contra los ortodoxos) ; sin embargo,
también hay que evitar el escollo opuesto, de no ver ni distinguir

sino una sola Persona en la Trinidad (interpretación sabeliana) ;

ambas cosas hay que precaverlas (cp. 7). Dando un paso más ade-
lante, aborda el autor la cuestión de la Encarnación del Verbo
en la que él ve la « causa del error », « el origen de la herejía
arriana », su secreto más íntimo (« ut omne mysterium haeresis
arianae traducam »). Esta parte, que es muy característica en el

tratado De Fide, plantea el problema así : « (Eilius) si de Patris...

esset substantia, numquam fieri posset ut ante assumptionem aut


visibilis aut mutabilis cerneretur ;
quin potius, in aequalitate qua
Pater est permansisset, ex cuius substantia erat... Accedit, quod
cum illapsus est in Mariam.... aliud utique ex illa quam quod vene-
60
rat,natum est...» . Se ve la objeción arriana: si el Verbo es

Dios como el Padre, debe ser como él invisible, inmutable, « in-

convertible » ;
pero de hecho el Verbo no lo ha sido, como lo

demuestra la Encarnación. La objeción es conocida. Pero lo inte-

58 El texto puede verse en ML 17, 579-598; 20, 31-50; 62, 440463,


466-468.
«° De Fide, 8; ML 20, 45.
EL ESQUEMA DEL TOLEDANO I 95

resante es que para Gregorio de Elvira en ella está el núcleo del


arrianismo, y por eso dedica él lo restante del tratado a la cristolo-
gia con su amplia extensión hasta el juicio final, pero orientándola
toda hacia la divinadad de Jesucristo y consustancialidad del Hijo
con el Padre (cp. 8).
Compárense ya los resultados obtenidos en el análisis del Li-
bellus y del De Fidc. En ambos casos tenemos el problema trini-

tario propuesto bajo las mismas preocupaciones salvar la unici- :

dad de Dios (contra la objeción arriana), y al mismo tiempo la


pluralidad de las Personas (contra la interpretación sabeliana) ;

hay positivo empeño en no descuidar ni un aspecto ni el otro" 1


.

En ambos casos hemos encontrado también, después de la parte


trinitaria, una segunda parte cristológica orientada toda hacia
la consustancialidad del Verbo, y redactada con el propósito claro
de expresar la Hijo de Dios y del Hijo
identidad personal del

de María y sus derechos divinos guardados sin detrimento alguno


ni mudanza. Por último, en ambos casos la escatología se da como
62
el término natural y obvio de la vida de Jesucristo .

Este hecho es de suma importancia. Se trata de un mismo


autor, que aborda los mismos problemas dos veces en distintos
contextos, pero de la misma manera. Es decir, que estamos ante
una concepción particular de Gregorio de Elvira, ante una espe-

01
Sobre el aspecto antisabeliano, nótese que algunos habían encon-
trado expresiones de sabor sabeliano en la primera edición del De Fidc,
como el mismo Gregorio nos lo dice en el prólogo de su segunda edición:
«quia unius Dei vocabulum diximus, personas negasse putamur... » (ML 20,

32). La objeción de Sabelianismo lanzada contra los ortodoxos fué fre-


cuente en la controversia arriana, tanto en Oriente como en Occidente.
Véase un ejemplo unido con Gregorio de Elvira, en la Fides Faustini:
«quia pravo ingenio quídam sub illius [sel. Nicaenae] fidei confessione
impía verba commutant, nobis invidiam facientes quod velut haeresim Sa-
bellii tueamur... » (Hahn, 202). Si se tiene en cuenta el texto que precede
de Gregorio de Elvira y que la objeción de Sabelianismo era general, 110
hará fuerza la difficultad que contra la autenicidad de la Fidcs Faustini
ve Kuenstle (Antipriscilliana, 64) precisamente en esas palabras.
La importancia particular que da el Libellus fidei a la verdad y
realidad de la resurrección de la carne, se ilumina bien con el siguiente
pasaje del De Fidc, cp. 3: « sicuti et illi haeretici qui resurrectionem carnis
negant, ad decipiendas animas simplicium, vae, dicunt, bis qui in carne non
resurgunt... ). (ML 20, 39).
96 CAPITULO II

cialmanera de ver los grandes problemas teológicos de su época.


La manera de ser íntima de esa concepción, el porqué de esa ma-
nera de ver, nos lo dice claramente el tratado De Fide, escrito
antes que el Libellus fidei. Hay que concluir que éste último se
ha concebido tal cual es, precisamente para dar una expresión
breve y concreta a esa manera de ver y a esa concepción. Diríase
que Gregorio, deseando exponer en un corto símbolo lo que él creía
fundamental y de más fondo en la lucha antiarriana, símbolo que
diera a la vez prueba de ortodxia y sirviera para precaver a sus
fieles de las argucias contrarias, concibió y creó un nuevo esquema
simbólico, siguiendo la tradición Nicena que abría una nueva
era en la literatura de los símbolos al menos en Occidente 63 Ese .

esquema se nos ha transmitido en el Libellus fidei. Cuya orienta-


ción por consiguiente es del todo antiarriana ;
cuya composición
no está basada directamente en el símbolo Apostólico, sino inspi-
rada más bien en el Niceno.
Con este último resultado tenemos una base histórica no sólo
para el complicado problema de la Fides Damasi, sino lo que es
más importante para todo ese conjunto de símbolos que se calca-
ron directa o indirectamente en el esquema del Libellus fidei.
Esquema, que aun antes 400 se divulgó ya 64 que en el 400
del ,

recogido por los Padres de Toledo pasó de antiarriano a antipris-


cilianista, como más adelante de antipriscilianista iba a conver-
tirse en molde oficial de las profesiones de fe españolas a través
de la Edad Media, influyendo también por ese camino en otras
muchas regiones, gracias al influjo de la Hispana,

63 El amor a Nicea y su símbolo es notable en Gregorio de Elvira.


Todo el De Fide lo prueba. Pero además, el símbolo Niceno encabezaba
el tratado, que en su segunda edición termina con estas palabras : « (Nicae-
nae Synodi) tractatum scimus contra omnes haereses invicta veritate op-
positum... » (ML 20, 50). Sobre los lazos que en la transmisión manuscrita
ligan el De Fide con el símbolo Niceno, véase Wilmart, SBWA, /. c. 17SS.

La herencia literaria de Gregorio la recibieron los luciferianos. Véanse las


palabras de la Fides Faustini: « Sufficiebat fides conscripta apud Nicaeam
adversus haeresim arianam ; sed quia pravo ingenio quidam... » (Hahn, 202).
Sobre la autenticidad de esta Fides, cf. Bardenhf.wer, TTT, 476; Schanz,
IV, 307 ; y lo que diremos en el capítulo siguiente.
64 Se encuentra ya, como hemos visto, en la Fides Hieronymi y en
el símbolo que reproducem Baquiario y Rufino, etc.
; ; ; : ; . :

CAPITULO ITI

La distinción de las Personas Divinas

Después del estudio de conjunto que precede, tócanos ya en-


trar en el análisis detallado de las diversas fórmulas trinitarias de
nuestro símbolo. Para mayor claridad damos ante todo las líneas

generales de esta parte del Símbolo, añadiendo los términos corres-


pondientes de la Teología actual.

[n. i] Credimus
in unum verum Deum, P. et F. et
Simple profesión de fe en
Sp. St.,
el Dios verdadero.
visibilium et invisibilium factorem,
per quem creata sunt omnia...

\n. 2] Hunc unum Deum,


Proposición
et hanc unam esse divinae substan-
unicidad- trinidad
tiae Trinitatem.

fn. 3] Patrem autem non esse F..., sed...


7. Trinidad :

[n. 4] Filium non esse P..., sed...;


Distinción de Personas por
jn. 5] Spiritum..., qui nec P. sit... nec F„
relaciones de origen;
sed...

[n. 6] Est ergo ingenitus P.,

genitus F.,
por procesiones
non genitus Paracl., sed... proce-
dens...

|n. 7] Pater est cuius vox... I


por las diversas designacio-
[n. 8] Filius est qui ait...
nes de la Escritura;
[n. q] Paraclitus Sp. est de quo F. ait...

[n. 10] Hanc Trinitatem... 2. Unicidad


[n. 11] Praeter hanc, nullam... ! Consustancialidad.

7
: : ; ; : ; :

98 CAPITULO III

Si vale un esquema, podríamos decir así

Credimus in Deum verum [n. i],


qu¡ et nnus est et trvnus [n. 2] ;

quia
u) tres sunt Personae Divinae, distinctae
relationibus [n. 3-5],
processionibus [n. 6],
designationibus Sacrae Scripturae [n. 7-9] ;

b) hae tres Personae, ipsaeque solae


sunt consubstantiales [n. 10-11].

Se advierte fácilmente que la idea fundamental gira alre-


dedor de los dos puntos que constituyen el Misterio Trinitario
Unicidad - Trinidad.
Se expresa el Misterio con particular empeño de no caer ni
en la multiplicidad de dioses, ni en la negación de Personas. Para
evitar esto último se acude a las relaciones de origen; para evitar
lo primero, se profundiza en la consustancialidad de las Personas
1 )ivinas.

Por eso vamos a investigar por separado las diversas fór-


mulas :

1) de la distinción de las Personas;


2) de las procesiones y origen de las Personas
3) de su consustancialidad.
Al mismo tiempo tendremos en cuenta los anatematismos que
a esto se refieren.

Empecemos por las fórmulas con que se expresa la distin-

ción de Personas

A) [n.3] Patrem autem non esse ipsum Filium;


sed habere Filium, qui Pater non sit.

[n. 4] Filium non esse Patrem;


sed Filium Dei de Patris esse natura,
[n. 5] Spiritum quoque Paraclitum esse, qui nec Pater sit ipse nec
Filius
sed a Patre Filioque procedens.
B) [n. 6] Est ergo ingenitus Pater;
genitus Filius
non genitus Paraclitus, se da P. Filioque procedens.
:

DISTINCIÓN DE LAS PERSONAS DIVINAS 99

[n. 7] Pater est, cuius vox hace est audita de coelis:


« Hic est Filius meus, in quo bene complacui ;
Ipsum audite ».

[n. 8] Filius est, qui ait:


« Ego a Patre exivi, et a Deo veni in hunc mundum ».

[n. 9] Paraclitus Spiritus est, qxio Filius ait:


« Nisi abiero ego ad Patrem, Paraclitus non veniet ad vos ».

C) [anat. 2] Si quis dixerit vel crediderit,


Deum Patrem enmdem esse Filium vel Paraclitum, anath. sit.

[an. 3] Si quis dixerit vel crediderit,


Dei Filium eumdem esse Patrem vel Paraclitum, anath. sit.

[an. 4] Si quis dixerit vel crediderit.


Paraclitum vel Patrem esse vel Filium, anath. sit.

Con una simple mirada se aprecia la importancia que da nues-


tro símbolo a la distinción de las Divinas Personas, y la insisten-
cia con que se detiene en expresarla. Es fácil distinguir

1) Fórmulas negativas [A y D]
2) Fórmulas positivas:
a) por la relaciones [A],
b) por los orígenes o procesiones [B],
c) por los textos de la Escritura que significan verdadera alte-

ridad [C].

Vamos a ver estas fórmulas más de cerca, dejando las que


se refieren a las « procesiones », para el capítulo siguiente.
En la literatura simbólica comenzó a expresarse la distinción
de las Personas Divinas con la mera y simple profesión de fe en
1
cada una de ellas por separado. Así en el Símbolo Apostólico :

rhcTeúü)
elq 0sóv Ttaxéga JiavToxQátoQa,
xai si? Xqiotóv 'Iriooijv tóv Ylóv aírtov tóv (aovoveví")...

x<xi Eiq TLvevyLu "Ayiov.

1
Hahn, 18, 122; Denzinger-Umberg (edic. 1932), 2, 9. Así también en
la fórmula antiquísima (a. 150-180) que nos transmite el libro Le Testament
en Galilée de Notre-Seigneur Jésus-Christ (Patrología Orientalis, IX, 3; cf.

Schmidt, Gespriiche Jesu mit seinen Jüngern nach der Auferstehung TU, ;

43). Igualmente en una fórmula antigua litúrgica de Egipto (Dict. d'Archeol.


chrét. et de Litcrature, II, 2, i882ss). Ambos símbolos, que ahora se suelen
aducir como confirmación de la teoría que ve el origen del Romamim vetus
en la fusión de dos fórmulas distintas una trinitaria y otra cristológica, pue-
den consultarse en Denzinger, i.
: :

IOO CAPITULO III

O en la forma oriental

nioteúofAEv
elg eva 8eóv jtateou jtavTOxoáTooa,
Jtoir|rí|v ovgavov xai yr\q, ÓqutüW te xai áooÚTojv,
xui el<; eva xúqiov 'It]ooí3v Xqigtov, tóv Ytóv xov Beoü,
tóv (xovoYevf)..,,

tov ex roí) IlaTOos yevvTjBévTa....


Beóv áXiiBivóv, jtqó jtdvTCDV tóav aíwvcov...,
xai elg ev "Ayiov IIveí3u.u, tóv IIaQáxta)Tov.

Estas fórmulas del Símbolo Apostólico encierran en germen


todas las explicaciones posteriores. Pero ese germen, apreciable
sobre todo en la forma oriental, que estaba destinada a dar su
fruto a través del Niceno en la literatura simbólica, hasta ahora
está oculto en la mera designación de las Personas, con térmi-
nos ciertamente relativos, pero nada más.
El Niceno y el Constantinopolitano tampoco se expresan más
2
detenidamente en el problema de la distinción de la Personas .

Al menos desde este punto de vista. Porque desde otro aspecto ín-
timamente relacionado con él, claro es que sus fórmulas son ya más
explícitas. Nos referimos al origen de la segunda Persona más
explicado en ambos, y al de la tercera más expuesto en el Constan-
tinopolitano. Claro está, que insistir en la generación del Hijo y
en la procesión del Espíritu Santo, era hablar de las distinciones
existentes entre las tres Personas. Pero siempre el punto de vista
no era directamente el que ahora estudiamos :!
.

Un paso más en la mayor declaración de las fórmulas, se ad-


4
vierte en el Libellus fidei con sus diversas recensiones , en la

Fidcs Faustini 7
'

y en la Fides Hieronymi*. cuyos textos damos


a continuación

2 Hahn, 142, 144; Denzinger, 54, 86.


!
Lo mismo vale de otros muchos símbolos de la controversia arriaría,
compuestos directamente sobre el Niceno, y de los que nada se dice en el

texto.
4 Burn, An Introduction to the Creeds, 216, 245; Hahn, 189, 200, 201.

Véase lo dicho más arriba sobre estas fórmulas.


5 La Fides Faustini plantea muchos problemas que aún no han sido
resueltos de un modo definitivo. El texto puede verse en Hahn, 202. Editada
por Quesnel (1675 y 1700; cf. Schoenemann, Bibliotheca, I, 550) e inde-
:

DISTINCIÓN DE LAS PERSONAS DIVINAS IOI

Libellus fidei: Fides Damasi: rides Faustini rides Hieronymt:

Credimus... Credimus... Credimus... •

Non tres déos, Non tres déos,


sed...unum...Deuin.. sed...unum... Deum..
Non sic unum Deum, Non sic unum Deum, Nos Patrem
quasi solitarium; quasi solitarium;
credimus, Non tamen ut sit P.

eumdem qui non sit ipse qui Filius, ñeque


nec eumdem qui ipse nec qui ipse
sibi P. sit, ¡pse et F. sibi P. sit, ipse et F.
F., sed habe«t F. ipse qui P., ñeque
Filium de se quia aut P. aut F.
...genitum... sit Sp. St. Sed Pa-
[qui Et F. credimus trem qui dixit... Fi-
Sed Patrem verum, sed Patrem esse qui qui non sit lium qui sit... primo-
genuit F. verum..., genuit; Filium esse P., sed habeat genitus...
non creatum, qui genitus sit. Patrem, de quo
sed genitum... sit genitus.
OJJ. V C 1 U OullL t Ll 1 11 . . .
,
O (-' . VCIU Oil IIL 1 U 111 , Et Sp. Sanctum Spiritum St.,
non ingenitum..., non genitum ñeque.., credimus, qui ex Patre
non creatum, nec..., non creatum ñeque.., qui sit veré subsistens
sed Patris et Filii. sed de P. proceden- Spiritus Dei. sit.

[tem.

En estas fórmulas se descubre una imitad literaria caracterís-


tica, que parece indicar un núcleo de símbolos, al que podríamos
llamar « símbolos luciferianos » 7
. En ellos es una señal caracte-
rística la fórmula negativa :

pendientemente también por Montfaucon (Diarium Italicum, a. 1702; cf.

Kuenstle, Antipriscilliana, 63), tuvo ya un puesto en la edición de las


obras de Faustino en 1678 (cf. Schoenemann /. r.) ; la edición quesneliana
la refundieron los Ballerini (Venecia, 1757) en Migne está en las obras de ;

Faustino (ML 13, 79 s), de Lucifer (ML 13, 1049 s) y en la colección Quesne-
liana (ML 56, 582). El problema fundamental de este símbolo es el problema
del autor. Kuenstle (Antipriscilliana, 62-65) lo ha hecho obra de un teólogo
español antipriscillianista desconocido. Hoy generalmente se admite la atri-

bución a Faustino; cf. Bardenhewer, III, 476; Schanz, IV, 1, 305 s; Mo-
ricca, II, 1, 180. A Faustino se lo atribuyen, además de los mss. de la

colección Quesneliana, el Augiense XVIII, el Berolinense 78, el Val. lat. 1328;

a «Fausto» el Fuldense Bonif aciano 2; a Ambrosio el Ambrosiano d 268 .S".

inf. Nos parece que apenas se puede dudar de que el autor es un luciferiano
de hacia 380 (cf. Gregorio de Elvira, De Fide, conclusión; ML 20, 50). De
ahí que no hay razón para dejar a un lado el testimonio de la casi totalidad
de los mss. Las razones alegadas en contrario por Künstle no parecen proba-
tivas (cf. supra, cp. 2°, nt. 61) y las que pretenden descubir un autor anti-
;

priscilianista se fundan en su teoría general sobre los símbolos antipriscilianos


ü El texto en el apéndice I. Sobre el autor y la fecha de composición,
cf. supra, cp. 2°, pág.
La expresión se funda en que el Libellus fidei, si no es de autor luci-
7

feriano, almenos es de quien tuvo gran influjo en el Luciferianismo. La Fidcs


Faustini es ciertamente luciferiana. La Fides Hieronymi parece pertenecer al
:

I02 CAPITULO III

nec eumdem qui ipse sibi Pater sit, ipse et Filius (Libel-
lus fidei, Fid. Damasi).
Patrem... qui non sit Filius; ct F. qui non sit P.; et Sp. St...

i Fid. Faustini).
non... ut sit P. ipse qui F., ñeque F. ipse qui P., ñeque...
(Fid. Hieronymi).
Véase a la luz de esos textos la fórmula negativa correspon-
diente de nuestro simbolo
Patrem... non esse ipsum F...; F. non esse P...; Sp... qui
nec P. sit ipse nec F... [n. 3-5 ].

La consecuencia que de esta comparación se desprende, es


que la fórmula negativa con que el Toledano expresa le distin-
ción de las Divinas Personas, es la misma que ya antes se encon-
traba en muchos símbolos antiarrianos del siglo IV. Verdad es
que en Toledano la fórmula es literariamente más perfecta; pero
el

de ningún modo se puede decir nueva. La que más parece acer-


cársele es la de la Fides Faustini.
La misma fórmula negativa recurre en los anatematismos 2-4
del Tomus Damasi 8 :

« anathematizamus... eos qui, Sabellii sequuntur errorem, eumdem dicen-


tes Patrem esse quem et Filmm ».

Realmente, si se mira sólo a la forma literaria, la fórmula


Toledana no parece ser sino una mayor explicación del anatema-
tismo damasiano.
Hemos restringido la afirmación a la forma literaria. Pero
en este punto es justo preguntar si históricamente hay un lazo
de dependencia que una los anatematismos toledanos con el del
Tomus Damasi, y las fórmulas antes analizadas con las correspon-
dientes de los símbolos « luciferianos ». Porque la mera semejanza
no basta para afirmar esa dependencia. Se requiere algo más.

mismo ambiente literario. De la Fides Damasi no queremos afirmar lo mismo,


porque más bien creemos que es una adaptación bastante posterior del Libel
lus. La consideramos aquí y en los restantes capítulos, por las afinidades lite-

rarias con los símbolos de que hablamos ; afinidades que por lo demás parecen
explicarse por su relación con el Libellus fidei, del que es una recen-
sión más moderna.
8 Turnkr, Ecclesiae Occidentalis Monumentu taris antiquissima, 1, 2.

1, 285 ;
Hahn, 199.
; ; : ; : :

DISTINCIÓN DE LAS PERSONAS DIVINAS I03

Planteamos el problema en términos generales, refiriéndonos no


a uno de los símbolos « luciferianos » en concreto, ni a todos ellos
en particular, sino más bien al tipo de símbolos que ellos repre-

sentan. Ahora bien, entendiendo así la cuestión, nos parece que


hay que sostener la dependencia entre el Toledano y esos sím-
bolos, como entre sus anatematismos y el damasiano. Para lo cual,

recuérdese que el análisis hecho en el capítulo anterior nos ha lle-

vado a igual conclusión, en cuanto se refiere a la estructura exte-

riory esquema del Símbolo. Si a ese hecho se une no sólo la gran


semejanza en las fórmulas de que ahora tratamos, sino además
una mayor perfección de las mismas en el Toledano, la hipótesis
de una verdadera y real dependencia parece se impone por sí

misma, ya que será extremamente difícil explicar este conjunto de


indicios por un simple azar. Sin embargo el peso que tienen estas
razones sólo más adelante se podrá apreciar en toda su realidad.
A las fórmulas negativas que hasta aquí nos han ocupado, si-
guen otras positivas que nos toca analizar ya. También éstas precisa
estudiarlas en el mismo conjunto de símbolos, que ofrecen analo-
gías sorprendentes con el nuestro :

Libell. fid.,
Fid. Damasi: Fid. Faustini: Fid. Hieronymi Toledano

Non sic..., Qui non sit..., Non ut sit..., Patrem non esse...,
nec." ñeque... ñeque... sed...
sed... sed... sed... Filium non esse...,
sed...,
Sp... qui nec... sit,

nec...,

sed...,

Así en todos estos símbolos por medio de una oposición con-


creta se introducen las fórmulas con que se pretende expresar po-
sitivamente la distinción de las Divinas Personas. Son fórmulas
que significan respectos diversos, relaciones opuestas ;
respectos y
relaciones que consisten en que unas Personas proceden de otras :

Lib. fidei: Fid. Damasi: Fid. Faustini: Fid. Hieronymi


Sed Patrem vtrum, Sed Patrem esse Patrem... qui Patrem qui dixit
qui genuit qui genuit; habeat Filium; eructavit cor meum
Verbum bonum...,
Filium verum: Filium esse qui Filium... qui... Filium qui sit...

genitus sit; habeat Patrem; primogénitas...


Sp. vero Sanctum, Sp. vero Sanctum, Sp. Sanctum..., Sp. Sanctum,
non iugenitum..., non genitum..., qui sit veré qui ex Patre
sed Patris et Filii. sed... procede ns. Spiritus Dei. subsistáis sit.
: : : : : : : ;

104 CAPITULO III

Véase la correspondencia del Toledano [n. 3-5] :

Patrem... non esse Filium ; sed habere Filium, qui Pater non sit.

Filium non esse Patrem ; sed Filium Dei de Patrís esse natura.
Spiritum..., qui nec P. sit ipse nec F. ; sed a Paire Filioque procedens.

También aquí las fórmulas fundamentalmente son idénticas


y como antes, de nuevo las fórmulas de nuestro símbolo significan
una mayor perfección en la forma y una mayor claridad en la
expresión de las relaciones. Este hecho viene una vez más a con-
firmar la conclusión obtenida antes; un indicio más, que sumado
a los anteriores hace ver cada vez con mayor evidencia las verda-
deras fuentes del Toledano.
Las fórmulas que éste ha tomado a la Escritura para expre-
sar la distinción de las Personas, también tienen su equivalente
en la Fides Damasi y en la Fides Hieronymi. Pero en este caso,
ni los símbolos de que se trata, ni los textos elegidos inducen a
pensar en un influjo positivo o dependencia. He aquí los pasajes
aludidos

Fides Damasi: Toledano Fides Hieronymi:

Quia scriptum est Pater est, cuius vox Patrem, qui dixit
Verbo Domini coeli haec est audita de coe- Eructavit cor meum
firmati sunt (id est, a li s : Hic est Filius Verbum bonum.
Filio Dei), el Spiritu meus, in quo mihi com- Filius. . . ostendente
oris eius omnis virtus placui; Ipsum audite. Apostólo
corum; et alibi: Emitte Filius est, qui ait Primogenitus univer-
Spiritum tuum; et crea- Ego a Patre exivi, et sae creaturae : quia
buntur, et... a Deo veni in hunc scriptum est: omnia per
mundum. Ipsum jacta sunt.
Spiritus est de quo Spiritum..., quia
Filius ait scriptum est : Spiritus
Nisi abiero Ego ad Deus est,' et : Patris et
Patrem, Paraclitus non Filii; et : unus Spiritus
veniet ad vos. serviens ei, per quem
semper et cum quo sem-
per est 9 .

La idea que nos da esta comparación es que los textos escri-


turarios están escogidos en el Toledano con mayor cuidado y con

9 Cf. para la Fides Damasi: Ps. 6; Ps. 103, 30. Para el Toledano:
32,
Mt. 17, 5; lo. 16, 28; lo. 16, 7. Para la Fides Hieronymi: Ps. 44, 2; Col. 1,

15; lo. 1, 3; 4, 24; Mt. 10, 20; Gal. 4, 6.


DISTINCIÓN DE LAS PERSONAS DIVINAS I05

mayor acierto, ya que se trataba de ver expresada en la Escritura


la « alteridad » de las Personas Divinas ;
para ello, nada mejor
que esos textos donde vemos a las Divinas Personas en acción que
connota diversos términos.
Tales son pues las fórmulas con que nuestro símbolo declara
de distintos modos y con insistencia notable la distinción que existe
entre las Divinas Personas. Para concluir este punto hemos de
notar las diferencias que en estos pasajes ofrecen las dos redaccio-
10
nes del Símbolo .

Símbolo del 400 : Símbolo del 447 :

Patrem non esse Filium... [n. 3] Patrem... non esse ipsúm


Filium.
Filium non esse Patrem, [11. 4] Filium non esse Patrem,
sed Filium Dei esse natura. sed Filium Dei de Patris esse na-
tura.

Es evidente que en ambos casos la intención del Obispo Pastor


no fué otra sino aclarar la idea contenida ya en el Símbolo. Así,
para expresar la no identidad entre el Padre y el Hijo [n. 3], la
palabra añadida ipsum excluía en la frase Patrem non esse Fi-
lium el sentido que absolutamente podría tener de innascibilidad
del Padre (Patrem non esse filium = Patrem non habere alium
patrem, seu esse ingenitum), y la coartaba a significar lo que de
hecho se quería expresar, la distinción personal entre el Padre
y el Hijo (Patrem non esse Filium = Patrem non esse eamdem
personam quae est Filius). Igualmente en el segundo caso [n. 4],

para explicar la relación de filiación en el Hijo, las palabras aña-


didas de Patris (esse natura), quitaban definitivamente a la frase
Filium Dei esse natura cualquier otro sentido, que en absoluto
podía tener (natura = non volúntate; natura = non adoptione),
y la circunscribía a decir lo único que se pretendía. Se ve que en
muchos casos Pastor se contentó con aclarar las fórmulas existen-
tes algo así como habían hechos los Padres Toledanos
;
del 400
con los anteriores símbolos antiarrianos.
Porque en realidad, esta es la última conclusión de cuanto
llevamos estudiado. En la distinción de las Personas Divinas los

10 Omitimos algunas variantes de menor importancia en los anate-


matismos 2-4, porque no tocan la cuestión de que ahora tratamos.
io6 CAPITULO III

autores dej Toledano no han creado fórmulas nuevas, como tam-


poco en la estructura del Símbolo inventaron un símbolo nuevo.
Recogieron simplemente la herencia de sus mayores. Lo cual hi-
cieron con tanta más facilidad, cuanto que encontraron que exis-
tían ya de antes fórmulas simbólicas precisas para condenar el

mismo error que ellos condenaban. En efecto, tampoco el Prisci-


lianismo innovaba en materia trinitaria; su herejía era una repe-
tición más o menos agudizada del Sabelianismo anterior. Pero
este Sabelianismo lo habían tenido ante los ojos los autores de
muchos símbolos antiarrianos, sobre todo de los provenientes de
un ambiente luciferiano. Las razones nos las han dado Gregorio
de Elvira y Faustino. Más aún, por más raro que parezca ver
condenar el Sabelianismo a los que más ardientemente luchaban
contra el arrianismo, es un hecho tan evidente, que basta hojear
la obra De Trinitate del gran campeón de la ortodoxia, S. Hilario,
para convencerse de ello Es decir, que las fórmulas que he-
mos estudiado son en su primer origen no antipriscilianistas sino
antisabelianas ; en concreto, refiriéndonos a los símbolos en que
nacieron, antiarrianas. Pasaron después a formar parte de los
símbolos antipriscilianistas, porque también el Sabelianismo for-
maba parte del Priscilianismo.
Pero hemos notado antes, que esas fórmulas aparecen ya en
nuestros símbolo más explicadas, más perfectas, y sobre todo ex-
puestas con mayor detención e insistencia. Este es el hecho cuya
explicación nos toca ya buscar.
La cual no creemos sea difícil. Al luchar contra el Arrianis-
mo, el punto crítico del problema no era la distinción de las Per-
sonas, sino su Divinidad. Por eso si las fórmulas referentes al

primer punto existían, par las razones apuntadas, sin embargo no


podían formar el centro de los símbolos. En cambio, al impugnar
el Priscilianismo. el núcleo en la cuestión trinitaria lo formaba
de hecho el Sabelianismo, es decir, el problema de la distinción

11
Véase por ejemplo el plan de toda la obra según sus mismas pala-
bras: «Máxime
ergo properamus [in opere toto], ex propbeticis atque evan-
gelicis praeconiis vesaniam eorum ignominiamque confundere, qui sub unius

Dei, sola sane utili ac religiosa praedicatione, aut Deum natum Christum
negant [los Sabelianos], aut verum Deum non esse contendunt [los Arria-

nos] ». De Trinitate, I, 16 s (ML 10, 36 s).


DISTINCIÓN DE LAS PERSONAS DIVINAS 107

de las Personas. Nada de extraño, que en los símbolos antiprisci-


lianistas, en el nuestro en concreto, ese problema ocupe el centro
de la parte trinitaria.
Hemos afirmado que la doctrina trinitaria del Priscilianismo
era esencialmente sabeliana. En realidad, sea lo que fuere del pri-
mitivo Priscilianismo, que aquí nos interesa menos, la realidad
de ese hecho en el Priscilianismo del siglo V está acreditada abun-
dantemente por los autores de la época.

Esa tradición la recoge e mediados del siglo VI el Concilio


12
Bracarense (a. 563) en el siguiente anatematismo :

Si quis Patrem et Filium et Spiritum Sanctum non confitetur tres Per-


sonas unius substantiae et virtutis ac potestatis, sicut catholica et apostólica
ecclesia docet ; sed unam tantum ac solitariam dicit esse Personam, ita ut sit

Pater qui Filius, ipse etiam sit Paraclitus Spiritus, sicut Sabellius et Priscil-
lianus dixerunt ; anathema sit.

Pero ya un siglo antes (a. ¿146-447) nos consta que juzgaba


13
lo mismo Santo Toribio, según las palabras de S. León Magno :

Primo itaque capitulo [entre los que Sto. Toribio transmitió al Papa],
demonstratur quam impie sentiant [los Priscilianistas] de Trinitate divina;
qui et Patris et Filii et Spiritus Sancti unam atque eamdem asserunt esse
personam, tamquam idem Deus nunc Pater, nunc Filius, nunc Spiritus San-
ctus nominetur; nec alius sit qui genuit, alius qui genitus est, alius qui de
utroque processit ; sed singularis unitas in tribus quidem vocabulis, sed non
in tribus sit accipienda Personis.

Igualmente testificaba S. Agustín (a. 415) respondiendo a


14
Orosio :

Priscillianus Sabelliatmm antiquum dogma restituit, ubi ipse Pater qui


Filius, qui et Spiritus Sanctus perhibetur.

Y en otra parte 15
:

De Christo Sabellianam sectam tenent [los Priscilianistas], eumdem


ipsum esse dicentes non solum Filium, sed Patrem et Spiritum Sanctum.

12 Anatematismo (ML 84, 563). I

13 S. León Magno, Epistula 75 ad Turibium, 1 (ML 54, 680 s).


14 Ad Orosium contra Priscilliamstas et Origenistas, 4 (ML 42, 671).
15
De liaeresibus, 70 (ML 42, 44). Sobre las fuentes de este capítulo 70,
cf. Davids, De Orosio et S. Augustino, 275-277.
.

io8 CAPITULO III

Como era de esperar, no es distinto el testimonio de Orosio 16


:

Trinitatem autem solo verbo loquebatur [Prisciliano], nam unionem


absque ulla cxsistentia aut proprietate asserens, sublato « et », Patrem, Fi-
lium, Spiritum Sanctum hunc esse unum Christum docebat.

La luz que estos textos arrojan sobre las doctrinas trinita-


rias del Prisciliánismo, ilumina bien los pasajes de libros prisci-
lianistas, en que esas doctrinas quedan envueltas en palabras y
giros tal vez no tan claros.
Así, por ejemplo, el tratado De Trinitate fidei catholicae,
editado por dom Morin. El estudio del tratado bajo este aspecto
lo ha hecho diligentísimamente el mismo editor, y no tenemos más
17
que referirnos a él .

Así también los llamados Prologi M onarchiani 18


, de los que
19
basta citar el siguiente pasaje :

Quarum omnium rerum tempus, ordo, dispositio vel ratio, quod fidei

necessarium est, Deus Christus est. Qui, factus ex muliere, factus sub lege,
natus ex virgine, passus in carne, omnia in cruce fixit, ut triumphans ea in

semetipso, resurgens in corpore, et patris nomen in patribus filio, et filii

nomen patri restitueret in filii s, sine fine, ostendens unum se cum patre esse,
qui unus est.

Es innegable que el pasaje es oscuro; pero los indicios de


una confusión de las Divinas Personas en Cristo (« Pancristismo »)
son numerosos.

16 Ad Aurelium Augustmwm Commonitorhim de errore Priscilianista-


rum et Origenistarum, 2 (CSEL 18, 154 s ; ML 31, 121).
17 I, 151-205. (Se editó primero en Rev.
Études, Textes, Découvertes,
Bén., 26 [1909] Véanse sobre todo las páginas 157-165.
255-280).
18 Editados en Wordsworth
y White, Novum Testamentum D. N. I. C.
latine secundum editionem S. Hieranymi. I. Evangelio (Oxford, 1889-1898),
15-17, 171-173, 269-271, 485-487; E. Von Dobschuetz, Studien sur Texts-
critik der Vulgata (Leipzig, 1884) 35-65; P. Corssen, Monarchianische
Prologe su den vier Evangelien (TU XV, 1; Leipzig, 1896). Estos, famosos
Prólogos en los que se quiso ver una prueba de que el Modalismo había sido
oficia! en la Iglesia Romana del tiempo de los Papas Zeferino y Calixto (cf.

Corssen, /. c ;
Harnack, Chronologie, T, 201-204, y en Sitcungberichte der
Akademic zu Berlín [1923] 51-57), atribuidos más tarde a Prisciliano (cf.
Chapmann, Notes on the history of the Vulgata Gospels [Oxford, 1008],
cp. 12, pag. 217), se dan hoy comúnmente por de origen priscilianista cf. ;

Bardenhewer, II, 614.


19 Prólogo a S. Mateo.
DISTINCIÓN DE LAS PERSONAS DIVINAS 109
/

El mismo eco tal vez con las mismas oscuridades, parece oirse
en los famosos doce tratados, publicados por Schepss en 1885 con
el nombre de Prisciliano, y que ciertamente o son suyos (como an-
tes se creía), o al menos de uno de sus más aventajados discípulos
20
(como ahora sostienen muchos). El autor de los Tratados, que
nos da la fórmula « unum et indifferentem sibi Deum »
Bl
, inter-
22
preta así la del bautismo :

Sicut scriptum est : « in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti»; non


tlicit « in nominibus » tamquam in multis, sed in uno; quia unus Ueus, trina
potestate venerabilis, omnia et in ómnibus Christus est.

23
El mismo autor se dirige a Dios con la siguiente plegaria :

Tu enim es Deus, qui... unus Deus crederis, invisibilis in Patre, visibilis

in Filio, et unitus in opus duorum Sanctus Spritus inveniris.

Por fin, parece descubrirnos toda su mente en las siguientes


24
palabras :

Sic se pro hominibus patientem intellegi Deum voluit in carne, ut si

sensus quaeratur in nobis, unus Deus est; si sermo, unus est Christus; si

opus, unus Iesus ; si natura quaeritur, filius est; si principium quaeritur, pa-
ter dicitur ; si creatura, sapientia est ; si ministerium, ángelus ; si potestas,
homo; si dignatio, filius hominis; si quod factum est per illum, vita est; si

quod extra illum, nihil.

Por último hay que consignar la cita en los Tratados del Com-
25
ma 1 oannaeum en sentido evidentemente sabeliano y pancristista :

Tria sunt quae testimonium dicunt in coelo : Pater, Verbum et Spiritus;

et haec tria unum sunt in Christo Iesu.

20 Sobre la primera atribución de los Tratados a Prisciliano, véase


la bibliografía en Schanz, IV, Ahora prefieren atribuirlos a Instan-
2, 378.
do, Morin (Rev. Bén., 30 [1913] 153), Schanz (/. c), Davids (De Orosio et
S. Augustino, 103) y últimamente D'Alés (Rech. de se. relig., 23 [1933]

29-33); retienen en cambio los derechos de Prisciliano, Bardenhewer (III,


Ergánzungen, 657 s), J. Martin (Hist. Jahrbuch, 47 [1827] 237-251), García
Villada (Historia, I, 2, 106 s), etc.
21 Tract. X; CSEL 18, 93, ¿7-
as Tract. II; CSEL 18, 37, 20-24.
23 Tract. XI; CSEL 18, 103, 15-20.
2" Tract. VI; CSEL 18, 75, 2-9.
25 Tract. /,' CSEL 18, 6, 7-9. Kuenstle (Das Comma ¡oannaeum)
vió en Prisciliano el interpolador del famoso Comma. Otros han querido
110 CAPITULO III

Hay que confesar que algunos de los textos citados, tomados


de por sí, no obligarían absolutamente a una interpretación sabe-
liana o pancristista. Pero el conjunto es otra cosa; sobre todo si

se tiene en cuenta que los Priscilianistas envolvían en frases equí-


vocas su verdadero pensamiento, y si no se pierde nunca de vista

la interpretación dada por los coetáneos, cuyos textos citamos an-


tes, Hay, pues, que concluir, que la doctrina trinitaria priscilianista
26
era en realidad sabeliana .

Con esto se entiende bien por qué en el Toledano I las fór-


mulas sobre la distinción de las Divinas Personas han pasado tan
a primer término y se han desarrollado con tanta detención e insis-
tencia. Era precisamente el punto en que había que insistir frente

al Priscilianismo que el Símbolo quería combatir.


Así, pues, las fórmulas creadas durante la lucha arriana, so-
bre todo en ambiente luciferiano, fueron recigidas por los Padres
Toledanos y aplicadas por ellos a la debelación del Priscilianismo.
En esta segunda etapa las fórmulas adquirieron una notable per-
fección, que las hizo quedar definitivamente en los símbolos es-
pañoles aun mucho después de que el priscilianismo había desapa-
l27
recido ya de España .

atribuirle al menos la interpolación de las palabras « In Christo Iesu ». Cf.


Lf.breton, Histoire du Dogme de la Trinité, I (edic. 7
a
, 1027), note K,
pág. 645-652. Lo que no parece se pueda negar es el tono pancristista que
reviste el Comma en los Tratados.
26 Sobre toda esta cuestión, véase Kuenstle, Antiprisciliana, 20-22;
Davids, De Orosio et S. Augustino, 130-141. El mismo defensor de Prisci-
liano, Babut (Priscillien et le Priscillianisme, 267-279) conviene en ello, si

bien se esfuerza en atenuar lo más posible el Sabelianismo priscilianista.


27 Nótese esto que es importantísimo para la interpretación de los sím-
bolos españoles posteriores.
;

CAPITULO IV

Las procesiones divinas

Las procesiones y orígenes en la Trinidad son inseparables


de la distinción de las Personas Divinas. Sin embargo existe una
razón especial para tratarlas por separado ;
porque nuestro símbolo
no sólo indica la procedencia de las distintas Personas al expresar
su distinción, como hemos visto, sino que además le dedica fór-
mulas especiales, que nos toca examinar ahora, ya sea en general
ya en algunos puntos particulares de interés para la Historia del
I )ogma.

/. Las fórmulas en general.

Los pasajes aludidos en el Toledano son los siguientes,,:

[n. 6] Est ergo ingenitus Pater


geni tus Filius;
non genitus Paraclitus, sed a Paire Filioque procedens,
I
an. 6] Si quis dixerit vel crediderit,
Christum innascibilem esse, anathema sit.

La perfección de esas fórmulas es clara. ¿Qué antecedentes


tuvieron en la literatura simbólica?
Como en el capítulo anterior, también aquí el Símbolo Apos-
tólico nos da sólo en germen las fórmulas posteriores. El origen
de las diversas Personas en ese símbolo se expresa casi únicamente
por los mismos nombres de las Personas, sobre todo en la segunda
1
y la primera :

1
Hahn, 17, 18, 122; sobre el valor histórico de la palabra povoYEvij, cf.

Kattf.nbusch, II, 593.


:

I 12 CAPITULO IV

Jiaxéga - ulóv avxov, xov novoyevf), tóv ex xov TIuxqoc, yev-


vr)8évT<x... - Jiveíj|ia...

Pero nada se dice más en particular sobre los mismos orígenes


o procedencias.
El paso decisivo en este punto, cuanto se refiere a la segunda
Persona de la Trinidad, lo dió el símbolo Nicenn 2
:

uíóv xov Qeov, yevvriOévTu ex xov Yluxoóq,


[iuvoyevf], Toirréauv ex rrjg ovouíc, xov Outoog,
0eóv ex 8eoü, qpójg ex (potó?, 6eóv uat)6iv<jv ex 6eoí uh)Qivov,
OU.OOVOIOV Tü) n«TQÍ...

En cambio para el origen de la tercera Persona, si bien no


z
faltan algunas fórmulas anteriores , sin embargo la fórmula de-
4
cisiva la dió o al menos la consagró definitivamente el Constan-
5
tinopolitano :

elg tó Ilvei3na tó "Ayiov..., tó ex xov Ylaoxbc, éx^opevófxevov...


Pero en estos símbolos no se encuentran aún las fórmulas
que también en este punto distinguen a los símbolos españoles.

2 Hahn, 142; Denzinger-Umberg, 54.


3 Como tales hay que citar la del Libellus fidei: « Spiritus Patris et
Filii » ; la del Tomus Darnasi en la redacción del Niceno que lo encabeza
« Et in Spiritum Sanctum... de substantia deitatis » (cf. Turner, Ecclesiae
Occidentalis Monumenta Iuris antiquissima, I, 2, 1, 283; Hahn, 109); y la
de la Fides Hieronymi : « qui ex Patre subsistens sit » (cf. apénd. I). Pero
aún falta la palabra clásica éxjropewnEvov, = procedentem.
4 En realidad el término Éwtoeeuóuevov, que de la Escritura (lo. 15, 26)

había pasado a Metodio (Fragmenta; Corp.


S. Berol., 521 : éxKOQEuxi]v vnó-
oxaoiv) y a S. Gregorio Nacianceno (Orat. 31 ; MG 36, 141 : éxjtooeuTÓv),
parece que hizo su primera aparición en la literatura simbólica en el símbolo
más extenso de que nos habla S. Epifanio en el Ancoratus (cp. 119; Corp.
Berol., 25, 148; MG 43, 235; Hahn, 126; Denzinger, 13), donde se dice:
áx xov Ilazgog ix,xoQ£VÓ)ie\ov ;
pero habría que probar que no ha habido
interpolación en el texto.
D Hahn, 144; Denzinger, 86. Que el Constantinopolitano pertenece de
hecho al Concilio de Constantinopla de 381 y no existía ya antes insertado
en el Ancoratus de S. Epifanio, parece haberlo demonstrado Schwartz, Das

Nicaenum und das Constantino politanum auf der Synode von Chalkedon
(Zeitschr. f. Neutest. Wissmsch., 25 {1926] 85-88).
LAS PROCESIONES DIVINAS "3

Para hallar algo semejante es preciso estudiar el mismo grupo


de símbolos que en el capítulo pasado iluminó las fórmulas del
Toledano

Libellus fidei (6): Fides Damasi (7): Fid. Faustini (8) Fid. Hieron. (9):
Patrem verum, qui Patrem esse qui Patrem credimus Ut sit Fllius uni-
genuitFilium verum, genuit... qui... Iiabeat Filium, genitus.
id est, Deum de Deo, de se sine initio ge-
lumen de lumine, vita nitum, non a se fa-
ex vita, perfectum ex Filium esse qui ctum... Filium.., qui et Pater solas in-
perfecto, totum a fo- genitus sit... habeat Patrem de genitus...
to, plenum a pleno; quo sit genitus...
non creatum, sed ge-
nitum, non ex nihilo,
sed ex P. unius sub-
stantive cum P
Sp. vero Sanctum, Sp. vero Sanctum, Spiritum Sanctum,
Deum, non ingeni- non genitum ñeque qui sit veré Spiritus
tum ñeque genitum, ingenitum, non crea- Dei.
non creatum ne fa- tum ñeque factum,
tum, sed de Paire proce-
sed Patris et Filii. dente™.

in
Al lado de esas fórmulas ,
hay que situar sin duda las del

Toledano, que tampoco aquí crea de nuevo. Lo único que hace es


perfeccionar las fórmulas, darles una forma más nítida y más
clara, y aprovechar ya las precisiones hechas por otros símbolos,
por ejemplo en el « procedentem » para el origen del Espíritu
Santo.
Como se ve, el resultado a que nos ha llevado el estudio ge-
neral de estas fórmulas no es distinto del obtenido en los capítulos
anteriores. En cambio, nos hemos de detener ahora en otras, que
o son nuevas, o al menos son de particular interés para la Histo-
ria de los Dogmas y para la literatura de los símbolos. Una de
ellas se refiere a la generación del Verbo ; otra a la procesión del
Espíritu Santo.

0
Burn, An Introduction to the Creeds, 216; Hahn, 189.
7
Burn, An Introduction to the Creeds, 245; Hahn, 200.
9 Hahn, 202.
9 Cf. apénd. I.

10 Conviene añadir fórmula de Baquiario, en


la las adiciones que él

hace al símbolo por él reproducido: «Pater ingenitus, Filius genitus, Spiri-


tus Sanctus a Patre procedens... » (Hahn, 208).
114 CAPITULO IV

2. La « innascibilidad » de Cristo.

El anatematismo 6o . nos introduce en toda la teología de la


« innascibilidad », de la que por fuerza tendremos que decir algo
ahora.
El término « innascibilis » ocupa un lugar importante en la

historia del Dogma Trinitario, como traducción del griego uyév-


vr\xoq, tan traído y llevado en las controversias dogmáticas del si-
11
glo IV . Esta traducción latina del discutido término parece
12
cierto que fué introducida por S. Hilario , con cuya autoridad
tomó pronto carta de ciudadanía en la literatura occidental, como
veremos.
'Ayevvnros tuvo su origen en la nomenclatura filosófica grie-
ga, y tanto en ella como en los primeros autores cristianos que lo

usaron, encerraba la idea general de « infecto », « sin origen »,

no coartándose por lo pronto a la idea restringida de « no engen-


drado ». Es decir, que afirmar la « agennesía » no era negar sólo
l3
el origen por generación, sino cualquier origen .

Pero ya desde el aparecer del Arrianismo, las insidias de los


herejes se parapetaron detrás de los equívocos a que daba lugar
esa doble significación de la palabra. OY8au.ev eva 6eóv jxóvov
14
úyévvriTov, decía Arrio , refiriéndose maliciosamente a la pri-

mera Persona de la Trinidad ; y por el mismo hecho, si sólo el Pa-


dre era uyevvnrog (= no engendrado = no hecho), al Hijo no
quedada sino ser simplemente « hecho » o creado.

11
Para la bibliografía, cf. Lebreton, ArENNHTOS dans la tradi-

tion philosophique et dans la littératnre chrétienne du deuxiéme siécle

(Histoire du Dogme de la Trinité, II, 635). Es claro que no pretendemos


dar una historia completa de la áYevvTjoía sino solamente trazar en líneas
generales los precedentes de nuestro anatematismo.
12 Cf. P. Stiegele, Der Agennesiebegriff in der grie chis che Theologie
des vierten Jahrhunderts (Friburgo, 1913), 64; Th. de Recnon, Études de
Theologie positive sur la Sainte Trinité, 3 a ser., étud. 16, cp. 4, párr. 2 (III,

1, 248S).
13 Cf. Lebreton, /. c, 635-647.
14 En (Hahn,
su símbolo 186). S. Hilario traduce: «novimus unum
Deum, solum infectum... » (De Trinitate, VI, 5; ML 19, 160).
;

LAS PROCESIONES DIVINAS "5

A partir de esta época, un trabajo lento y laborioso de depu-


ración del término áyévvr[Xoq se impuso a los defensores de la or-
15
todoxia , mientras entretanto la cuestión de la aysvv^oiu co-
menzaba a penetrar en la literatura de los símbolos, tan floreciente

por entonces.
El primer caso lo encontramos en el sínodo tenido por los
Eusebianos en Filipópolis 343-344), donde
(a. se añadió a la fór-

mula de fe el siguiente anatematismo ltí


:

xovq XéyovTug... aYevvntov inóv..., ávaOs^aTÍ'^ei fj... xuOoXixrj


ixxXr)aía.

Aquí aparece ya condenada la frase vlbq áyÉvvi]xoq. Pero,


¿en qué sentido? No hay duda que el anatematismo se dirige contra
Marcelo de Ancyra, para quien el Verbo no se podía llamar
« Hijo » en virtud de la generación eterna, sino sólo por la gene-
17
ración temporal y humana . Así, pues, condenar la frasevíógá-
yévviyzoq equivale allí a establecer la generación eterna del Verbo
o lo que es lo mismo, uyéw^xoc, en el caso vale tanto como « no
engendrado ». Nótese sin embargo, que Marcelo 18 no hablaba di-
directamente del « Hijo » (vloq) sino del « Verbo » (Aóyoi;).

15 Este trabajo de depuración se debe sobre todo a S. Atanasio (cf.

De Regnon, /. c, cp. 2, pág. 200-216; Stiegle, Der Agewnesiebegriff, 50-63).


16 Hahn, El símbolo de Filipópolis no es sino la 4 a fórmula de
158.
Antioquía (a. 341), con la adición de los anatematismos. Se conserva en tres

diversas versiones latinas (la de S. Hilario, De Synodis, 34; la de los Frag-


menta ex opere histórico, ser. A, IV, 2; la del códice de Verona), y en la
versión siríaca. El original griego se ha perdido; pero se puede reconstruir
con el texto griego de la 4 a fórmula de Antioquía (Hahn, 156) y con el de
la "ExBeoic. ¡xaxQÓotixo? (a. 345). Cf. Feder, en CSEL 65, XXXIX. Esta
última fórmula en Hahn, 159, que para la de Filipópolis sólo trae la ver-
sión de S. Hilario.Para las otras versiones, cf. CSEL 65, 67-73.
17 Que el anatematismo citado se escribió contra Marcelo,
se ve clara-
mente comparándolo con la carta sinódica de los Obispos reunidos en Fili-
pópolis. Esta no es sino una vehemente acusación contra Marcelo y S. Ata-
nasio ;
(véase el texto en S. Hilario, Fragmenta ex opere histórico, ser.

A, IV; CSEL, 65, 48-78). En efecto, el anatematismo añadido lleva también


el sello de esa doble acusación; a parte de lo que se refiere a Marcelo, es
imposible no ver un alusión a S. Atanasio en las palabras : « eos qui di-
cunt... quod ñeque... volúntate Pater genuerit Filium, anatliematizat sancta...
ecclesia ». Cf. Hefele-Le Clercq, I, 2, 817.
18 Cf. Stiegele, /. c, 43S.
n6 CAPITULO IV

Toda esta fórmula con el nuevo anatematismo se repite en el


sinodo antioqueno del año 345 lv Pero donde nuestra cuestión se .

trata especialmente es en la I a fórmula de Sirmio (a. 351) [an. 26] :

si tic, aYEVvrjTOV..'. AÉyoi tóv Yíóv, ojc; 8úo... uyévvr)Tu ta;yu>v xal
20
8úo Jtoiiov Oeoúg, ávcx0ep.u eotu) .

A pesar de lo que a primera vista pudiera parecer, el sentido


de ayévvijTog aquí es el de « ingénito, no engendrado », como se
deduce claramente de varios pasajes de la fórmula. Por la historia

del sínodo sabemos que se trataba de condenar a Fotino ; de hecho


se llegó a deponerle en él. Así es natural se condene la doctrina
que hace « nacer de María al Dios ingénito », como nos lo ilustra

bien elanatematismo 40 21 .

Lo mismo podríamos decir del anatematismo 17 de Ancyra


(a. 358), donde sin embargo no se encuentra la expresión vloqáyév-
22
vTycoi; . En otras fórmulas y símbolos se hace caso omiso de
toda la cuestión.

La conclusión que de todo lo dicho se desprende es que la ex-


presión vióq áyévvTjTO^ se condena en el sentido de los que supo-
nen ingénita a la segunda Persona de la Trinidad, admitiendo su
generación solamente en el tiempo y de la Virgen María.
Un nuevo período en la historia del término áyévveTOc; se

abre con la controversia contra los Anomeos, sobre todo contra


Eunomio. Pero este segundo período nos importa menos aquí, por-
que todo él gira alrededor de la uyevvr|0"iu propiedad personal
del Padre, como la yEvvn.aía lo es del Hijo
m .

19 Hahn, 159.
2H Hahn, 160, pág. 199.
21 Así lo dice también Stiegele, 1. c, 46. Véase el anatematismo 4: eí
tic, tóv aYÉvviixov fj [légoq atiToü éx Mugías Xéyeix yeye\\r\aQai To"K\ia,

áváÜEjia eotco. Anatematismo 10 : eí tu; 8eóv xal avOgamov tóv éx Magia?


XéyM\, tóv ay£vvT|TOv oíítoo voel, dvá6e(ia eotío. Cf. anatematismos 5,

14, 15, 16, 20. La conexión que los Obispos del sínodo veían entre Fotino
y Marcelo está patente en los anatematismos citados, lo mismo que en
el 6, 7, etc.
22 Hahn, 162. Cf. Stiegele, /. c, 48.
23 Sobre este período, cf. De Regnon, l. c, 217-245; Stiegele, /. c,
69- 102.
LAS PROCESIONES DIVINAS 117

Por eso vamos a estudiar ya más de cerca el término latino


« innascibilis », que es el que aparece en nuestro símbolo

[an. 6] : Si quis dixerit vel crediderit, Christum mnascibilem esse, ana-


thema sit.

Ya hemos dicho que esta manera de traducir el griego dyévvi]Toc


fué introducida en la terminología trinitaria por S. Hilario, pre-
cisamente en sus versiones de los símbolos griegos ;
por eso no
hemos podido prescindir de ellos.

Nótese ante todo, que el término « innascibilis » no sufre los

equívocos y la doble significación de ayevvriTog; más aún, con el

fin de quitar esos equívocos fué introducido por S. Hilario. Véase


cómo traduce los textos antes citados

Símbolo de Filipópolis, anat. 2: eos qui dicunt... innascibüem Filium..., ana-


thematizat... 24 .

Fórmula I a. de Sirmio, anat. 26 : Si quis innascibüem... dicat Filium, tam-


dúo innascibilia et dúo innata dicens dúos déos faciat... 25
quam... .

Anatematismo 17 de Ancyra: et si quis intemporalem Unigeniti Filii de


Patre substantiam ad innascibilis Dei essentiam referat, quasi Filium
Patrem dicens, anath. sit.
2S .

Se sabe que S. Hilario dió a todos estos anatematismos una


interpretación ortodoxa, a la que desde luego contribuyó no poco
la elección del término « innascibilis », pero que se perfiló en
los comentarios que el santo Doctor fué poniendo a dichas fórmu-
las. Así, por ejemplo, a propósito del anatematismo de Filipó-
polis :

Innascibüem quoque Filium sanctorum fides nescit, quia natura Filii

nisi ex nativitate non exstat 27


.

24 Así en De Synodis, 34 (ML 10, 507; Hahn, 158). En los Fragmenta


ex opere histórico y en la otra versión latina se dice : « ...non natum Fi-
lium... » (CSEL 65, 73).
2r>
De Synodis, 38 (ML 10, 512). Así también en los anatematismos 4,

10, 14, 15, 19, Los números de los anatematismos están alterados en S.
Hilario porque el 11 lo intercala entre el 23 y el 24.
26 De Synodis, 25 (ML 10, 499). Es el 12, porque S. Hilario omite los
5 primeros.
27 De Synodis, 37 (ML 10, 509).
: : ;

u8 CAPITULO IV

Y a propósito del de Sirmio

Filium innascibilem confiteri impiissimum est. lam enim non erit Deus
unus; quia Deum unum pracdicari natura unius innascibilis Dei exigit. Cum
crgo unus Deus dúo innascibiles csse non possunt cum idcirco Deus
sit, ;

unus sit, (Cum et Pater Deus sit, et Filius Dei Deus sit), quia innascibilitas
sola penes unum sit. Filius autem idcirco Deus, quia ex innascibili essentia
natus exsistat. Respuit ergo innascibilem Deum pracdicari fides sancta; ut
per unum innascibilem Deum, unum Deum praedicet ; ut naturam unigeni-
tam ex innascibili genitam essentia, in uno innascibilis Dei nomine complec-
tatur 28 .

Así, pues, para S. Hilario, se debe conservar el término « in-

nascibilis », sea lo que fuere de su origen ;


pero en ningún modo
se le ha de aplicar al Hijo, que « non est innascibilis, sed cointcm-
20
poralis » . Es decir, que para la Iglesia latina, el vlóg uyévvexoq
era ya definitivamente « Filius innascibilis » y como tal, debía sin
duda reprobarse.
El influjo de S. Hilario en la literatura cristiana latina fué
grandísimo, sobre todo, en la terminología trinitaria. Así leemos
ya en S. Febadio por los años 357-358

Ex Deo enim innascibili, Deus nascibilis exivit, unus ab uno, verus a


vero, plenus a pleno... 30 .

Poco después (ca. 360) los Padres del sínodo de París con-
fesaban :

ex toto atque perfecto innascibili Deo, totum atque perfectum... 31 .

Que también en España eran conocidas la obras de S. Hilario,

28 De Synodis, 60 (ML 10, 521).


29 De Synodis, 69 (ML 10, 526). Sobre el uso del término « innasci-
bilis» en S. Hilario, cf. De Regnon, /. c, cp. 4, pág. 246-259; Stiegele,
/. c, 63-68.
30 Líber contra Arianos, 11 (ML, Compárese con Fragmenta ex
20, 21).
opere histórico, ser. B, II, 11, 5: «in Deo qui innascibilis est, et in Deo qui
genitus est» (CSEL 65, 154). Sobre la dependencia que existe entre Febadio
y S. Hilario, cf. Fedee, Studien zu Hilarius von Poitiers, I, 119S (SBWA,
162 [1910] 4).
31 Epistula Synodi Parisiensis ad Orientales, Episcopos (CSEL 65, 44
Mansi, III, 357-359). En ella se nombra varias veces a S. Hilario, que fué
en realidad el alma del Sínodo. Cf. Feder, /. c, i2os.
: : : ;

LAS PROCESIONES DIVINAS 119

:!2
cutre otras cosas , nos lo atestiguan las siguientes palabras del
autor de lo Tratados Wirceburgcnses

Denique Deus noster, assumens carnem..., invisibilis cernitur, innasci-


bilis nascitur 33 .

El texto anterior nos lleva ya a la época y a la literatura

priscilianista, que es en realidad el verdadero marco histórico de


nuestro símbolo. En el cual hemos de notar entre todo, que se con-
dena el atribuir la innascibilidad a Jesucristo, no el atribuirla

también a la Divinidad, como ha querido algún editor reciente-


34
mente . Pero además hay que tener presente, que todo el ana-
tematismo que se refiere a la « innascibilidad de Cristo » se debe
a la pluma del obispo Pastor, que modificó el grupo de anatema-
tismos 6-7 de la primera redacción del símbolo

Ia redacción : 2a redacción

[Anal. 6] Si quis dixerit atque [Anat. 6] Si quis dixerit vel cred.,


cred., Filium Dei, Christum innascibilcm
Deum, passum; a. s. esse; a. s.

[Anat. 7] Si quis dixerit atque [Anat. 7] Si quis dixerit vel cred.,


cred. hominem Iesum Deitatem Christi con-
Christum, hominem vertibilem fnisse vel
impassibilem fuisse ; passibilem; a. s.
3S .

a, s.

Esta circunstancia de aparecer por primera vez el anatemati-


smo en la segunda redacción, nos plantea el problema de por qué
hizo esa adición Pastor y en qué fuente se inspiró para atribuir al
Priscilianismo dicha doctrina que condena. Pues en las fuentes
priscilianistas del año 400 no parece debía estar, ya que falta en la

32 La Obra
histórica » de S. Hilario la conocía ya Gregorio de El-
«
vira hacia año 358. Cf. Feder, Studien, I, 63.
el
33 Tratado VI (CSEL
18, 74). Hasta qué punto depende de S. Hilario

el autor de los Tratados, se puede comprobar fácilmente en el índice de pa-


sajes del Santo añadido por Schepss a su edición de Prisciliano (CSEL 18,

168). Esta dependencia es aún más clara en el Tratado VI, como aparece
ya en sus primeras frases (cf. Ib., 68ss).
34 Nos referimos al anatematismo intercalado por Kuenstle (Antipri-
scilliana, 64) entre el 6 y el 7. Cómo se originó ese anatematismo con el co-

rrer del tiempo y la incuria de los copistas, lo hemos escrito en otra parte
cf. «Deitas innascibilis » (RHE, 29 [1933] 74-81).
35 Cf. supra, pág. 35.
120 CAPITULO IV

primera redacción del Símbolo. ¿Se tratará de una evolución ope-


rada dentro del Priscilianismo? ¿Podrá decirse que los Prisci-
mediado el siglo V desarrollaron en el sentido de ne-
lianistas de

gar expresamente la generación eterna del Verbo, el germen con-


trario a toda operación interna trinitaria, contenido en la indis-
tinción absoluta de las Personas Divinas que defendió desde sus
orígenes el Priscilianismo?
No cabe duda que esto explicaría bien la aparición del nuevo
anatematismo en la segunda redacción del Símbolo. Pero esta hi-
pótesis no se coordina bien con otros datos históricos que posee-
mos. Desde luego, hasta el presente no ha sido posible comprobar
semejantes evoluciones doctrinales dentro del Priscilianismo. Pero
además, en el punto de que tratamos ciertamente no existió. Los
Priscilianistas del 400, y aun el mismo Prisciliano, sostuvieron di-
cha doctrina de la innascibilidad de Cristo, según nos lo dicen las
Actas del primer Concilio Toledano

Symphosius episcopus dixit : luxta id quod paulo ante lectum est in


membrana nescio qua, in qua dicebatur Filius ínnascibilis, hanc ego doctri-
nam quae aut dúo principia dicit aut Filium innascibilem, cum ipso auctore
damno qui scripsit. Omnes libros haereticos et máxime Priscilliani do-
. .

ctrinam, iuxta quod hodie lectum est, ubi innascibilem Filium scripsisse
dicitur, cum ipso auctore Comasius presbyter ex chartula legit
damno...
cum catholicam et Nicaenam fidem sequamur omnes, et scriptura recitata
sit, quam Donatus presbyter, ut legitur, ingessit, ubi Priscillianus innasci-
bilem esse Filium dixit, constat hoc contra Nicaenam fidem esse dictum
atque adeo Priscillianum, huius dicti auctorem, cum ipsius dicti perversi-
tate et quos male condidit libros cum ipso auctore condemno 36 .

Se trata en este texto de la abjuración hecha por el obispo


Sinfosio y el presbítero Comasio. ambos priscilianistas. Como se
sabe, no poseemos las profesiones de fe enteras, sino sólo unos
resúmenes (« excerpta ») de ellas; y aun esos resúmenes no como
se redactaron en el Concilio, sino como los arregló un colector pos-
terior. Pero aun así, queda en claro que la doctrina de la « innas-
cibilidad de Cristo » se atribuyó a Prisciliano y a sus secuaces ya
en el Concilio del año 400.
Con esto se acrecienta la dificultad del problema propuesto,

36 Exemplar projessionum (Sáenz de Aguirre, III, 27; Mansi, III,

1005).
:

LAS PROCESIONES DIVINAS 121

pues se pierde la posibilidad de suponer una evolución interna del


Priscilianismo en este punto, y se hace más raro no encontrar esta
doctrina legítimamente priscilianista en la Regla de fe del 400.
Creemos que hay que buscar la solución en el orden con que
se celebraron las sesiones conciliares de aquel año. La primera
sesión del Concilio se tuvo el dia 1 de Setiembre, según las Actas
« post habitum iam Concilium kal. Sept. ». En esa sesión se leyó

y aprobó la Regla de fe con los anatematismos, que había sido pre-


parada antes de empezar el Concilio. Así nos lo persuade el silen-
cio de las Actas en cuanto se refiere a lo que se hizo en esta sesión
y al día en que se aprobó el símbolo, junto con la distribución
particularizada que hacen las Actas de las otras piezas Conciliares
por las restantes sesiones del Concilio. Aprobada, pues, la Regla
de fe (= la primera redacción de nuestro símbolo) el día 1 de Se-
tiembre, se invirtieron los siguientes (2-5 de Setiembre) en exa-
minar judicialmente las causas de los Obispos acusados de Prisci-
lianismo. En la Iduum Septembris ») se
sesión del día 6 {«octavo
extrajeron de esas Actasmás extensas (« ex plenariis gestis »), los
resúmenes en que se contenía lo más sustancial de las abjuraciones
hechas por los Obispos acusados. En esta misma sesión el presbí-
tero Comasio presentó a los Padres un papel hasta entonces des-
conocido, en el que se decía que Prisciliano había enseñado la

« innascibilidad del Hijo ». Como era natural los Obispos suspec-


tos de Priscilianismo tuvieron que abjurar también de esta doc-
trina. Se nos han conservado las retractaciones de Sinfosio y Co-
masio, cuyo texto abreviado citamos .antes. Con esto, se había ter-

minado el proceso de los Obispos. Pero hasta entonces no se había


dado la sentencia final, que hubo de prepararse aún durante va-
rios días. Entre tanto en la sesión del 7 de Setiembre («sub die 7
Iduum Septembris »), se hicieron los 20 Cánones disciplinares, que
actualmente aparecen al principio de las Actas. Por fin, el 11

de Setiembre («sub diem tertium Iduum Septembris »), se leyó


la «sentencia definitiva», repitiendo su abjuración los Obispos
antes de la lectura de aquélla. Tal parece que fué el orden de las
37
sesiones Conciliares .

Sobre todo esto, cf. Fi.ókez, España sagrada, VI, 82 84. La interpre-
:

122 CAPITULO IV

Teniendo esto presente, se entiende bien por qué en el Sím-


bolo del 400 no se liabla de la « innascibilidad de Cristo ». Este
punto doctrinal no encontró eco en el Concilio sino cuando éste
estaba ya mediado (6 de Setiembre). Ahora bien, el Símbolo hacía
ya cinco días que estaba definitivamente aprobado. Se explica que
los Padres no quisieran tocarlo y que no se intercalase un nuevo
anatematismo. En cambio en las Actas se consignó la reprobación
de la nueva doctrina. Allí la leyó Pastor, que evidentemente te-
nía ante lo* ojos las Actas Conciliares al hacer su 38
Símbolo , y
comprendiendo la importancia del punto de que se trataba la in-
sertó en la redacción preparada por él, bajo la forma de un nuevo
anatematismo.
Tal nos parece ser el origen y las fuentes del anatematismo 6 o
de la segunda redacción, o símbolo de Pastor. Que la doctrina en
él condenada fué genuinamente priscilianista desde el principio,
se confirma con el texto antes citado de los Tratados Wircebur-
39
qenses .

Quédanos por ver en qué sentido sostenían los priscilianistas


la « innascibilidad de Cristo
y por consiguiente en qué sentido
»,

la proscribe nuestro símbolo. Hay en San León un texto que nos


puede dar luz en este punto

sermo [de la carta de Sto. Toribio a S. Léon] de-


Tertii vero capituli
signat,quod iidem impii [los Priscilianistas] asserant, ideo unigenitum dici
Filium Dei qnia solus sit natus ex virgine 40 .

tación de Babut (Priscillien et le Priscillianisme, 191 s) es gratuita e inad-


misible. Las Actas del 400 pueden verse en Sáenz de Aguirre, III, 26 ss;
Mansi, III, 1002-1007.
38 Cf.
pág. 63-65.
39
Cf supra, nt. 33. Sobre esta doctrina de la « innascibilidad de Cris-
.

to » ha fundado Kuenstle (Antipriscilliana, 135-141) toda la argumenta-

ción con que pretende probar el carácter antipriscilianista de la obra « Re-


gúlete Definitionum », atribuida a Siagrio. Si hemos de decir lo que sen-
timos, la demostración no nos parece concluyente. Siagrio no usa ni una
sola vez el término « innascibilis », mucho menos la expresión « Filius in-
nascibilis». El carácter antiarriano de las «Regulae» nos parece mucho
más claro. Desde luego, es exagerado decir « dass dieser Satz [= Filius
innascibilis] das Schibboleth des Priscillianismus bildete » (Ib., 139).
40 Epist. 15 ad Turibium, 3 (ML 54, 681).
:

1-AS PROCESIONES DIVINAS

Texto que el mismo S. León explica así

[Según los Priscilianistas], Dei Filius per id quod ex virgine ortus.


non per id quod ex Patre natus est, unigenitus praedicatur

Es decir, que para los Priscilianistas, la única razón de La fi-

liación de Jesucristo es la generación humana ; el único motivo


de llamársele « Unigénito » es el haber nacido de madre virgen,
« quia hanc nascendi conditioncm alius filiorum Dei nenio susce-
pit » 42 . O lo que parece ser lo mismo, que antes de esa generación
humana era uyevvqTog, y en el vocabulario corriente después de
S. Hilario, « innascibilis ».

Esta explicación, que se refiere directamente al tiempo en que


surge el nuevo anatematismo (y que por lo tanto parece dar el
verdadero sentido de éste), no podemos comprobar con otros do-
cumentos si corresponde al sentido que Prisciliano y sus primeros
secuaces daban' de hecho a su frase « Filius innascibilis », o si

representa la idea correspondiente a un período posterior. Pero es

indudable que tal concepción entra de lleno en el marco general


de las herejías priscilianistas sobre la Trinidad. El Sabelianismo
lleva consigo la negación de las actividades internas trinitarias,
que se reducen a producciones y orígenes 43 .

Si recordamos ahora la historia del vlbq áyévvTproi; habremos


de concluir finalmente que el Priscilianismo vino a renovar, ma-
44
tizándolos a su modo, los errores de Fotino y de Marcelo . Por
lo mismo, nada de extraño, que el Filius innascibilis de los sím-
bolos contra Marcelo y Fotino reaperezca en nuestro símbolo an-
tipriscilianista. En el cual, el anatematismo equivale a decir : « si

alguien sostiene, que Jesucristo antes de su generación humana


de la Virgen María, no ha tenido otra generación eterna del Padre,
como verdadero Hijo de Dios, sea anatema ».

41 Epist. 75 ad Turibium, 17 (ML 54, 691).


42 Epist. 15 ad Turibium, 3 (ML 54, 681).
43 Cf. S. Hilarius, De Trinitatc, T, 16 (ML 10, 3Ós). Es inadmisible
la opinión de Babut (Priscillien et le Priscillianisme, 264-267), que en boca
de los Priscilianistas establece la igualdad : Filius innascibilis = Filius sine
initio in tempore.
44 Así lo notó ya S. León « Quod utique non auderent Priscil-
(/. c.) :

üanistae dicere, nisi... Photini virus hausissent».


124 CAPITULO IV

3. La partícula « Filioque ».

La segunda fórmula que teníamos que estudiar de cerca se


refiere a la procesión del Espíritu Santo, y se condensa en la par-
tícula Filioque.

Naturalmente que no tratamos aquí la cuestión del Filioque


en todos sus múltiples aspectos. No nos referimos directamente a
la doctrina contenida en la partícula, ni al derecho con que fué
añadida al Símbolo Constantinopolitano. ni al tiempo, lugar y
demás adjuntos de dicha adición 45 .

Lo único que aquí nos interesa investigar es el origen de la

partícula dentro de la literatura de los símbolos. Para plantear


así el problema nos da pie el que muchos han afirmado ser nuestro
símbolo el primero que insertó el Filioque. ¿Es exacta esta con-
cepción ?

Recuérdese ante todo que aun en nuestro símbolo la auten-


46
ticidad de la partícula ha sido negada por no pocos autores .

Las razones que les llevaron a esa conclusión, fueron en parte


apriorísticas (pues suponían que el Filioque era una anacronismo
en aquella época), en parte fundadas en el estudio de los manus-
critos y ediciones conciliares, que no siempre reproducían la par-
tícula. De las primeras razones no tenemos nada que decir, si no
es que la investigación debe proceder inversamente. De la exis-
47
tencia del Filioque en los manuscritos ya expusimos antes los

45 Cuándo se insertó el Filioque en el símbolo Constantinopolitano, es


cuestión aún no resuelta. Recientemente se han escrito sobre este punto
unos artículos (I.a questione storica nella controversia del « Filioque », en
Civiltá Cattolica, 1929, IIT, 498-500; 1930, I, 313-316), en los que el autor
pretende probar entre otras cosas que el símbolo se recitó aún sin la par-

tícula en el Concilio Toledano III (a. 589). Podrá ser. Pero los razones

aducidas no lo persuaden. Los manuscritos que allí se citan en favor de


la omisión de la partícula pertenecen todos a la colección Pseudoisidoria-
na, en la que se fundan también todas las ediciones Conciliares anteriores
a 1593. Habría que haber examinado el testimonio indudablemente más
fehaciente de los manuscritos de la Hispana pura. Sobre ellos, véase la
nota todavía incompleta de Burn, Some Spanish MSS., of the Constanti-
nopolitan Creed (The Journ. th. St., 9 [1907-1808] 301-303).
46 Cf. supra, pág. 69-71.
*7 Cf. supra, pág. 40; cf. pág. 3OS.
: :

LAS PROCESIONES DIVINAS 125

resultados de nuestro estudio. Hasta el presente no conocemos nin-


gún manuscrito de la primera redacción del Símbolo, que inserte
la discutida partícula ; como tampoco hemos visto ninguno de la

segunda, que la omita. Es decir, que el Filioque es genuino en el

Símbolo de 447, pero ciertamente faltaba en el de 400. Esta con-


clusión puede "ser de importancia para determinar más el origen
de la célebre partícula y su inserción en los símbolos.
Para obtenerlo, comparemos ante todo las diversas fórmulas
con que en los diferentes símbolo se expresa la procesión del
Espíritu Santo, en cuanto hace ahora al caso. Con este método
apreciaremos pronto si antes de la segunda redacción de nuestro
símbolo(a. 447) ha habido algún otro en que se lea ya el Filioque.

Al mismo tiempo nos introduciremos en las fuentes que para esta


adición tuvo el Obispo Pastor.
Véase, pues, el cuadro que nos ofrecen los símbolos, cuando
se trata de la procesión del Espíritu Santo

A) Sin nombrar al Hijo


A Paire: Símbolo de Baquiario, ca. 40o 4 *.
Toledáno I redac-
ción), a. 400.
De Paire: Fides Damasi (?), ca. 500 (?).

Ex Paire: Fides Hieronymi, ca. 381 4 *. Símbolos de Pelagio j

Julián de Eclana, a. 400-450 50 .

B) N ombrando al Hijo :

A Paire el Filio : Quicumque, a. 500-540 31 . Símbolos de S. Gre-


gorio de Tours, ca. 59o 52 de Alcuino, a. 802 ; de-
;

Magno de Sens, IX s. in. 54 .

De Paire el Filio: Fides Damasi (?), ca. 500 (?). Símbolos de Vic-
tricio de Rouan, 05 de Gregorio Magno,
ca. 396 ; S. a.

59o 36 . Credulitas christiana verissima, s. VIII-1X "'


7
.

4S Hahn, 208.
49 Cf. 148.
pág.
50 Hahn, 209, 211.
51 Hahn, 150; cf. Hahn, 184, 229.
52 Hahn, 230.
53 ML 101, 56ss.
54 Hahn, 241.
55 Hahn, 207.
56 Hahn, 231.
57 Spanische Forschungen, Til (1931) 296S.
»

126 CAPITULO IV

Ex Paire et Filio : Símbolo de Gennadio, ca. 480 58 . Fórmula edi-


tada por Jacobi, a. 550-600 :,a
. Toledano IV, a. 633°".
A Paire et a Filio : Toledano 111, a. 589
ül
.

A Paire Filioque : Toletano 1 (2 a redacción), a. 447. Símbolo dt


°'¿
Paulino de Aquileya, a. 794 .

De Paire Filioque : Toletano VI, a. 638 63 .

Ex Paire Filioque : Toletano XVI, a. 693


U4 . Símbolos del Sínodo
ü:
Forojuliense, a. 796-797 '
; y de Teodulío de Ürleans,
s. IX in. 6li .

Ab utrisque : Toledano XI, a. 675 6 \

En el cuadro que precede se ve claramente que hay algunos


símbolos anteriores al de Pastor (a. 447J, en donde él pudo inspi-

rarse para la inserción del Filioque, al menos si sólo se atiende


a la cronología. Tal es ciertamente el símbolo de Victricio de
Rouan ;
según algunos autores, además la Fides Damasi, el Qui-
cumque, Toledano IV, y tal vez los Toledanos VI y XI ÜS Pe-
el .

ro estos últimos son sin duda alguna posteriores a la segunda


redacción de nuestro símbolo. Quedan anteriores solamente el de
Victricio deRouan, y tal vez (aunque no lo creemos probable), la

Fides Damasi. A los que hay que añadir para ser completos el

símbolo del Concilio de Seleucia-Ctesifonte (a. 410), del que pron-


to hablaremos. ¿ Se debe, pues, ver en estos símbolos o en alguno
de ellos la fuente del Filioque de Pastor?
La cuestión así propuesta supone no sólo que esos tres sím-
bolos son anteriores al 447, sino también, como es natural, que en
los tres existe genuinamente el Filioque en una o en otra forma.
En realidad el actual estado de la ciencia no nos permite decidir
con certeza de este punto. Del símbolo de Victricio no tenemos

r,s
Hahn, 240.
59 Hahn, 238.
00 Hahn, cf. Hahn, 245.
179; 244,
61 Hahn, 177.
B2 ML 99, 159S.
63 Hahn, 180.
" ML 84, 531SS.
fi5
ML 99, 293SS.
06 Hahn, 242.
67 Hahn, 182. Otras fórmulas análogas : « A Deo Patre per Filium
(Hahn, 192); «processit a Patre et accipit a Filio» (Hahn, 227).
SR Cf. supra, pág. 84 y el apéndice II.
: :

LAS PROCESIONES DIVINAS 127

razones especiales para dudar, aunque no hay edición crítica del


libro De Fide Sanctorum, donde se encuentra el símbolo. En esa
69
obra, escrita a fines del siglo IV (c. 396), se lee :

Unum [Deum] dixi, quia ex uno sicut Filius de Patre, ita Pater in

Filio; Sanctus Spiritus vero, de Patre et Filio, ita et Pater et Filius in


Spiritu Sancto... 70 .

Este texto creemos ser el símbolo más antiguo en que se enun-


cia expresamente la del Espíritu Santo del Padre y
procesión
11
del Hijo . La fuente inmediata de Victricio podría suponerse
que fué S. Ambrosio, si se tienen en cuenta las múltiples relacio-
72
nes literarias existentes entre Rouan y Milán .

En cambio, la autenticidad de la partícula en el símbolo de


Seleucia-Ctesifonte y en la Fides Damasi, es dudosa. El Concilio
de Seleucia-Ctesifonte se celebró en 410 por los Patriarcas sirios
orientales, para promulgar y aplicar a su Iglesia los cánones del
73
de Nicea . En la profesión de fe que hizo el Concilio, se lee

Confitemur etiam Spiritum vivum et Sanctum, Paraclitum vivum, qui


ex Patre et Filio, in una Trinitate, in una essentia, in una volúntate... 74 .

Al menos así leyó el pasaje Lamy. Pero sobre su autenticidad


7r
se discutió ya entonces grandemente '. La cuestión, en que no
7B
logró hacerse plena luz , es imposible que la resolvamos aquí.
Más complicado aún es el problema de la Fides Damasi. El
texto que nos da Künstle dice

R9 Cf. Bardenhewer, III, 403. El texto de la obra, en ML 20.


7U Así en ML 20, 446. Algo diferentemente en Hahn, 207.
71
Cf. Burn, An Introducción to the Creeds, 116.
72 Sobre estas relaciones, cf. Lebeuf, en el prólogo de su edición
J.

de Victricio (ML 20, 437-442). Sobre la existencia de la partícula « et Fi-


lio » en S. Ambrosio hablaremos pronto.
73 Las Actas se pueden ver en B. Chabot, Synodicon Oriéntale
J.

(Notices et extraits des manuscrits de la Bibl. Nailon., 37 [1902] 253-269).


74 Editada en siríaco por Lamy, Concilium Seleuciae et Ctesiphonti
habitum armo 410 (Lovaina, 1868) Cf. Mansi, Supplementum, I, 286.
75 Véase la bibliografía de esta controversia en Hefele-le Clerq, 11,

159-166.
76
Lamy, Le Concile tenu á Séleucie-Ctésifon en 410 (Coniptc rendu
du III Congres .identifique internation. des catholiques, [Bruselas, 1895],
deuxiéme seet, 250-276Í. En sentido opuesto, Chabot, c. 265, ni. 5, /.
128 CAPITULO IV

Spiritum vero Sanctum, non genitum ñeque ingenitum, non creatum


ñeque factum, sed de Patre el Filio procedentem...

I!urn en cambio lee

"'.
... sed de Patre procedentem...

¿Es auténtica la partícula « el Filio »? A favor de ella pue-


den citarse dos de los manuscritos más antiguos, a saber el San-
gallense 125 (s. VIII ; y el Leidense XVlil 67 F. (s. VII1-IX);

el testimonio del Augiensc XVIII no parece se pueda invocar


legítimamente. Contra la inserción de la partícula está, además
de otros muchos códices posteriores :s
, el Ambrosiano O 212 sup.
(s. VIII). Burn, que en su edición crítica tuvo a la vista estos ma-
nuscritos, creyó que la partícula no era original en el Símbolo.
Nosotros más bien nos inclinamos a pensar que lo era 79 .

Pero nótese que en la Fides Damasi es además dudosa la cro-


nología. Ya hemos aludido a ello antes 8
y aunque aquí nos es
"
;

imposible resolver el problema, la verdad es que se nos hace


muy difícil situar la época de su composición antes de fines del
siglo V 81
.

Así, pues, antes del 447 el símbolo de Victricio de Rouan


parece contenía ciertamente la partícula « et Filio » ; el símbolo
de Seleucia-Ctesifonte es muy dudoso la contuviera. ¿Pueden verse
ahí las fuentes de Pastor para su adición? 82
.

77
Kuenstle, Antipriscilliana, 47; Burn, An Introduction to thc
Creeds, 245. (Cf. Burn, The Athanasian Creed, 63). Hahn, 200 dice: «sed
de Patre Filioque procedentem ». Para los manuscritos, véase la edición
crítica de Burn, /. c.

78 Tales son el Sangallense 159 y los de París B. N. lat. 6184, 2076,


2341. Los dos últimos no se citan en Burn.
79 L. donde en
c. y pág. iiós, la historia del Filioque nada dice de
la Fides Damasi.
80
Cf. supra, pág. 87S El P. García Villada (Historia, II, 2, 159),
no hace sino seguir a Künstle cuando afirma que el primer símbolo donde
se lee el Filioque es la Fides Damasi.
81 Cf. El símbolo «Clemens Trinitas » (Gregorianum , 14 [1933]
485-500.
82 Aun suponiendo la anterioridad de la Fides Damasi con respecto a
nuestro símbolo, habría que negar su influjo. Desde luego, si la hubieran
conocido los Padres del 400 (Künstle supone que para entonces ya existía).
LAS PROCESIONES DIVINAS 129

Creemos que no, si se atiende a las circunstancias de lugar

y tiempo que rodean a ambos símbolos. Difícilmente se explica


que un símbolo de Siria influyese en el Norte de España en el
espacio de unos 35 años. Pero sobre todo, ese influjo de una lite-

ratura tan distinta hubiera dejado alguna otra huella de sí. Más
fácil sería admitir el influjo de Victricio de Rouan. Pero el tra-

tarse no de un símbolo a parte, sino de un trozo de una obra


mayor que no parece tuviera gran difusión, y la misma forma li-

teraria de la partícula (« et Filio », en Victricio, « Pilinque » en


Pastor) nos lo hacen muy poco probable.

Por eso nos parece más conforme a la verdad suponer que


Pastor no se inspira directamente en ningún símbolo para su adi-
ción del Filioque. Sin embargo, eso no es negar toda fuente
literaria.

En efecto, la procesión del Espíritu Santo « a Patre et Filio »

era doctrina corriente en la literatura latina de la época. Véanse


83
resumidos brevemente algunos datos más importantes :

(a. 356*360) — Patre et Filio (auctoribus) .... S. Hilario 84


ex utroque (accipiet) S. Hilario 83

(a. 381) — a Patre Filio (procedit)


et S. Ambrosio 811

(ca. 400) = ex utroque (missus) Prudencio 87

(ca. 404) — de utroque (procedens) .... Rufino 88


(ca. 416) = de utroque procedit) S. Agustín 80

(a. 428) = de utroque, ab utroque S. Agustín 90

difícilmente hubieran omitido la partícula en su símbolo; sobre todo si la

Fides era de procedencia española. Si por lo menos Pastor la hubiera cono-


cido, parece más obvio que en su adición (dado el modo con que él procedió
en estas ocasiones), hubiera conservado la misma forma « et Filio», sin
crear la nueva forma, que tan célebre se había de hacer después, « Filioque ».

83 No se puede omitir el texto clásico de Tertuliano : « Tertius... est


Spiritus, o Deo Filio» (Advers. Prax., 9; CSEL 47, 239). Véase también
ML 61, 650.
84 De Trinitate, II, 29 (ML 10, 69).
85 Fragmenta ex opere histórico, ser B, II, 11, 4 (CSEL 65, 153; ML
10, 656).
m De Spiritu Sancto, I, 11, 120 (ML 16, 762 s).

87 Cathemerinon, VI, 8 (ML 59, 832).


Symbolum Apostolicum, 35 (ML 21, 372).
88 Commentar. in
89 In íoannis Evangelium, trat. 99, 9(ML 35, 1890).
4 (ML 42, 770, 771, 784 s).
90 Contra Maximinum, Véase
14, 1; 17,

9
130 CAPITULO IV

Como se ha podido apreciar, la partícula Filioque estaba muy


preparada en toda la literatura latina de fines del siglo IV y prin-
cipios del V ; no sólo en S. Agustín, como con repetida exageración
suele escribirse. Por lo mismo, en cualquiera de esos autores pudo
91
inspirarse Pastor .

Sin embargo, la cosa nos parece ser más sencilla. Vimos antes
en efecto, que Pastor al hacer su nueva redacción del Símbolo tuvo
a la vista y utilizó en gran escala la carta de S. León a Sto. Toribio,
como por otra parte era muy natural. Más aún, pudimos compro-
bar que en ese documento pontificio se inspiran la mayoría de las
adiciones y de los cambios que Pastor hizo en el texto del Símbo-
9 '-.
lo Ahora bien, en esa carta leemos el siguiente pasaje : « alius
sit qui genuit, alius qui genitus est, alius qui de utroque proces-
sii» s:)
. ¿No parece obvio concluir que no hay que buscar más
lejos la fuente en que se inspira la adición de Pastor? Bajo la im-
presión del de utroque, era fácil añadir Filioque a quien encontró
ya en la primera redacción a Patre; sobre todo si se tiene en cuenta
que Pastor respetó lo más posible el primitivo texto del Símbolo.
Podemos, pues, afirmar, que el Filioque, bajo esta forma, no

también De Trinitate, XV, 26, 47 (ML 42, 1095). Sobre el pasaje de la

epist. 170 : « Spiritus quoque Sanctus, non sicut creatura ex nihilo est factus,
sed sic a Patre Filioque procedit, ut nec a Filio ñeque a Patre sit factus »
(ML Maurinos (ib., nt.), que la partícula Filioque
33, 749), escribieron los
faltaba en muchos manuscritos. Goldbacher en su edición (CSEL 44, 625)
no cita en su favor ni uno solo.
91
Menos probablemente en S. Ambrosio, si atendemos a la forma ex-
terna de su adición (Filioque -
et Filio). Especialmente ha querido establecer
relaciones literarias en este punto entre el Toledano y Prudencio, Roesler
(Uer katholi.sche Dichter Aurel. Prudentius Clemens, 363-369). Sin embargo
no se atreve a decir de quién es la prioridad ; recuérdese que para él la se^

gunda redacción del Símbolo es de 400.


9S Cf. supra,
pág. 65.
93 Epist. ¡5 ad Turibium, 1 (ML 54, 680 s). S. León emplea la misma
partícula Filioque, pero en otro sentido: «natura enim invisibilis et Patri
Filioque communis... ». (Serm. 75, 3 ; ML 54, 401). Cf. : « Patris Filiique sit

Spiritus..., cum utroque vivens et potens..., ex eo quod est Pater Filiusque sub-
sistens... » (Ib., 402); «non est a Patre Filioque divisus» (Serm. 77, 6;
ML 54, 415). A la luz de estos textos juzgúese de los argumentos con que
Klu nstle (Antipriscilliana, 123 s) impugna la autenticidad de la carta a
Sto. Toribio, precisamente por la presencia en ella de la partícula.
LAS PROCESIONES DIVINAS

aparece en la literatura de los símbolos antes de la segunda redac-


ción del Toledano I, es decir antes de 447. Y cuando aparece, es en

conexión directa y bajo el influjo de un documento romano y


pontiñcio, la carta de S. León Magno a Sto. To'ribio. Por último,
en la prehistoria de la partícula, (siempre dentro de la literatura
simbólica), se podrían distinguir los siguientes estadios:

1) Spiritus Patris el Filii Libellus fidei.


2) A {de, ex) Paire frocedens . . . (Bajo el influjo del Constantinopo-
litano), Símbolos de Baquiario, Ju-
lián de Eclana, y el Toledano I en
su primera redacción.
3) De Paire el Filio (Bajo el influjo de S. Ambrosio),
Símbolos de Victricio de Rouan.
4) A Paire Filíoque (Bajo el influjo inmediato de S.
León), Toledano I, en su segunda
redacción.

* * *

Para cerrar este capítulo hemos de recoger el fruto en él

obtenido. Por una parte, las fórmulas generales que hemos estu-
diado tampoco aquí son nuevas, sino que se encontraban ya en
símbolos anteriores antiarrianos. Por otra parte, hemos visto que
la nueva redacción del Símbolo hecha por Pastor insistió espe-

cialmente en la generación eterna del Verbo e insertó por primera


vez en un símbolo la fórmula Filioque (no « ct Filio », que ya
existía), bajo el inmediato y directo influjo de S. León.
:

CAPTTULO V
El problema de la consustancialidad

1. La consustancialidad de las Personas Divinas

Explicada ya la distinción de las Personas Divinas con la

precisión e insistencia que hemos visto, aludiendo expresamente


al principio y raíz única de esa distinción que son las procesiones
intratrinitarias, completa nuestro símbolo la exposición del Mis-
terio de la Trinidad con el problema fundamental : cómo siendo
tres Personas, sin embargo no son tres dioses, sino un solo Dios.
Claro está que este problema es el fondo mismo del altísimo Mis-
terio, y como tal no tiene explicación absoluta en la tierra. Pero
los símbolos nos dan las fórmulas rectas que al hablar de los Mis-
terios hemos de usar. Y en ese sentido podemos decir que nuestro
símbolo explica ese problema invocando la consustancialidad di-
vina. Tal creemos que es la manera legítima de enfocar este punto
de la Historia del Dogma Trinitario dentro de la literatura sim-
bólica. Véanse las fórmulas que nos toca ya estudiar

[n. io] Hanc 'Trinitatem [credimus esse]


personis distinctam,
substantiam unitam,
- virtute et potestate et maiestate indivisibilem, indifferentem.

Es decir, que de tal manera se han de confesar tres Personas


Divinas, que al propio tiempo no se suponga más de una sola sus-
tancia en ellas ; y por lo mismo, las Divinas Personas ni se pueden
separar o disgregar entre puede ver desemejantes en
sí, ni se las

el poder, potestad, majestad. En fórmulas de una teología poste-


: ; :

EL PROBLEMA UE LA CONSUSTANC1AHDA1J 133

flor, diríase que ahora considera el Símbolo las perfecciones abso-

lutas, comunes a toda la Trinidad, como hasta aquí había consi-


derado las relativas, peculiares y propias de cada una de las

Personas.
Las fórmulas del Símbolo, como se ve, son tan precisas y per-
fectas como lo pudieran ser las de la teología de hoy. Pero no se

puede afirmar que esas fórmulas fueran nuevas en la literatura

simbólica, que nos ofrece múltiples ejemplos de fórmulas similares


anteriores.
La más sencilla la encontramos en la Pides Hicronymi, que
tantas veces hemos citado y que nos dice con notable sobriedad

Confíteor Trinitatem in unitate perf ectam :

non persona unum Deum, sed substanlia


quia in sacramento fidei nostrae,
ita tres personae sunt, ne tres dii sint;
ita Deus unus, ne una persona 1
.

La misma explicación nos da con fórmulas más expresivas,


la llamada Fidcs S. Ambrosii

Nos Patrem et Filium et Spiritum Sanctum unum Deum confilemur,


ita ut in Trinitate, perfecta
et plenitudo divinitatis sit, et unitas potestatis.
Nam tres déos dicit, qui divinitatem [al. unitatem] separal Trinitatis...

Tres itaque formae, sed una potestas.


Ergo diversitas plures facit;
unitas vero potestatis excludit numeri quantitatem,
quia unitas numerus non est 2
.

Es decir, aunque hay tres Personas distintas, porque eso exige


!o que el símbolo llama « perfecta plenitudo divinitatis », siempre
queda a salvo la unicidad divina, porque eso impone « perfecta
unitas potestatis ». No ha faltado quien ha visto algún rasgo de
3
herejía en esta última espresión . Pero sin causa ;
pronto vere-

1
Cf. apénd. I.

2 Hahn, 203.
3 Kuensti.e, /Intipriscilliana, 60; cf. D'Alés, Priscillicn (Rech. de
se. relig., 23 [1933] 157, 174). También Morin (Rev. Bcn,, 30 [1913] 158,
not. 4) ha tenido este símbolo por priscilianistas. Pero precisamente el autor
de los Tratados Wirceburgenses no escribe «una potestas», sino «trina po-
: ; ;

134 CAPITULO V

mos qué frecuente es esa fórmula en la literatura de los símbolos.


Por ahora, basten las siguientes palabras de S. Ambrosio, en cuyas
obras se inspira evidentemente la Fides que lleva su nombre 4 :

Tres enim déos dicit, qui divinitatcin separat Trinitatis; cum üominus
dicendo: «Ite, baptízate gentes in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti »,
unius esse Trinitatem potestatis ostenderit. Nos Patrem et Filiutn et Spiri-
tum Sonctum confitemur; ita ut in Trinitate perfecta et plenitudo divini-
tatis sit el unitas potestatis 5 .

Fórmulas parecidas recurren en la profesión de fe de Ba-


quiano :

Hace per hoc tripartita coniwnctio et coniuncta divisio,


et in personis excludit unionem [= identitatem],
et in personarum distinctione obtinet unitatem*.

Y a renglón seguido, en el símbolo que reproducen lo mismo


Baquiano que Rufino

Credimus Beatissimam Trinitatem,


quod unius naturae est, unius deitatis,
unius eiusdemque virtutis atque substantiae
nec inter Patrem et Filium et Spiritum Sanctum sit ulla diversitas,

testas (CSEL 18, 37, 23), expresión que sin embargo tampoco es reprensi-
ble. En realidad esta Fides no es ni priscilianista ni heterodoxa, sino an-
tiarriana; cf. Brewer, Das sog. Athanasianische Glaubensbekenntnis, 15-25.
Desde luego toda la tradición manuscrita del título está conforme en ello
cf. El símbolo «Clemens Trinitas» {Gregorianum, 14 [1933] 494, nt. 33).
4 Cf. Brewer, c. /.

5 De Fide, I, 1, 10 (ML 16, 531). Cf. : «namque aliter, quomodo unum


Deum dicemus? Diversitas plures facit, unitas potestatis excludit numeri
quantitatem ; quia unitas numerus non est... » {De Fide, I, 2, 19; ML 16, 533).
6 Hahn, 208. El sentido de la frase « in personis excludit unionem »
es evidentemente « in personis excludit identitatem ». Ese empleo de la pa-

labra «unió» en la nomenclatura trinitaria es frecuentísimo en S. Hilario;


cf. De Trinitate, 4, 42; 6, 11; 7, 15; 8, 36... (ML 10, 128, 165, 211, 264).
Para él, el Sabelianismo se define «haeresis unionis » (De Synodis, 26; ML
10,500).Véase en el mismo sentido el pasaje del Sínodo de París: «detes-
tantes secundum Sabelli blasphemias ipsam unionem. Ita ut 110» unió di-
vinitatis, sed unitas intelligatur ;
quia unió sit singularis... » (Fragmenta ex
opere histórico, ser. A, I, 2; CSEL 65, 44; ML 10, 711). Sobre este punto
véase la nota de los Maurinos en la edición de S. Hilario, II, 102, nt. e)

(ML 10, I28s, nt. f).


: : :

EL PROBLEMA DE LA CONSUSTANCIALIDAD 135

nisi i|uod illc Pater est, hic Filius, et ille Spiritus Sanctus:
Trinitas in subsistentibus personis,
imitas m natura atque substantia'7 .

Existían, pues, fórmulas similares a las del Toledano en sím-


bolos anteriores a la primera redacción de éste ; al menos en sím-
8
bolos latinos .

Podría decirse que eran ordinarias en la literatura simbólica,


aun cuando ésta todavía no era antipriscilianista.

En todas estas fórmulas juegan dos ideas fundamentales


a) Las Personas Divinas no están separadas, sino unidas ; b) y eso
precisamente porque poseen una misma indivisible esencia ; de ahí
se sigue que son un solo Dios y no tres dioses. Estas mismas son
las idea que maneja nuestro símbolo

Hanc Trinitatem...,
a) substantiam unitam... indivisibilem,

b) indifferentem.

Ni en estos símbolos se utiliza algún otro elemento para ilus-

trar el problema de que tratamos.


Pero existían por aquella época otros símbolos en que apa-
recían además esos elementos diferentes, y es curiuso que precisa-
mente pertenecen al mismo grupo de símbolos que más arriba en-

contramos tan estrechamente ligados con el nuestro

Libellus Fidei 9 Fides Damasi 10 11


: : Fides Faustini :

Unum lamen Deum; Unum confitemur Unde et Divinae Tri-


Deum; quia Deus no- nitatis unam substan-
men est potestatis, non tiam confitemur ;'

proprietatis...

7
Hahn, 108; ML 21, 624S.
8 En los símbolos griegos, tal vez por su diferente contextura, son
menos frecuentes; cf. Hahn, 217, 233. En cambio, en los Padres griegos
estas ideas son frecuentísimas; cf. S. Atanasio, Tom. ad Antiochenos, 5s
(MG 26, 8oos); S. Basilio, Hom. 24, 5 (MG 31, 600) ; S. Gregorio Nacian-
ceno, Orat. 34, 16 (MG 36, 236), Oral. 16, 9 (MG 36, 441) ; S. Gregorio
Niseno, Quod non sint tres dii (MG 45, 125), etc.
® Burn, An Introduction to the Creeds, 216; Hahn, 189.
10 Burn, An Introduction to the Creeds, 245; Hahn, 200.
11 Hahn,
202.
U6 CAPITULO V

In hac Trinitate,
unum Deum credimus,
quia ex uno Paire, to- quia ex uno Paire, quia qualis est Pater
tum quod Patris est..., quod est unius cum secundum substantiam,
natus est Filius; et in Patre naturae, unius- talcm et genuil Filium;
Patre totum quod inest, que substantiae, et et Spiritus Sanctus, non
totum genuit Filium. unius potestatis. creatura exsistens, sed
Pater Filium generans, Spiritus Dei, non est
non minuit nec amissit alienus a substantia Pa-
plenitudinis suae deita- tris et Filii ; sed est
tem. eiusdem et ipse substan-
Totum autem quod tiae cum Patre et Fi-
Deus est Pater, id esse lio, sicut eiusdem dei-
et Filium ab eo na- tatis.

tum certissime confiten-


tes, cum Spiritu Sone-
to unum Deum piissi-
me confitemur.

En este nuevo grupo de fórmulas es preciso colocar también,


por lo que hace a este punto, el símbolo de Victricio de Rouan
Una deitas, una substantia;
quia unum principium et una perpetuitas... ;

quia ut alius de alio, ita alius in alio...


Ita huius Trinitatis deitas ex uno et in uno permanens...
Tres nominibus, uno principio, tres una perfectione,
tres
tres una deitate, tres uno lumine, tres una virtute,
tres una operatione, tres una substantia, tres una perpetuitate
quia ut tres ex uno, ita unitas in tribus 12 .

A poco que se consideren estas fórmulas, salta a la vista que


aquí ya no sólo se hace hincapié en la unicidad de sustancia para
iluminar el problema (como en el primer grupo de símbolos ci-

tado), sino que también dando un paso más, se busca la raíz de


esa unicidad de sustancia o naturaleza ; y se la encuentra en las

procesiones o producciones intratrinitarias. De ese modo, una


nueva luz viene a iluminar el problema.
Pero esas fórmulas no son sino el eco de los grandes escritores
de la época. Así Gregorio de Elvira

Tria nomina et tres personae unius esse essentiae, unius maiestatis, atque
potentiae credimus. Et ideo unum Deum confitemur, quia unitas maiestatis

12 Hahn, 207.
: : :

EL PROBLEMA DE LA CONS USTANCIAL1DAD 137

plurium vocabulo « déos » prohibet appellari. Denique Patrem et Filiura ca-


tholicenominamus; dúos autem déos dicere, nec possumus nec debemus.
Non quod Filius Dei Deus non sit, immo verus Deus de Deo vero; sed
quia non aliunde quam de ipso Patre Dei Filium novimus, perinde unum
Deum dicimus 13 .

En otros términos : la razón porque las tres Personas Divinas'


son un solo Dios, es la unidad de esencia ;
pero la razón porque
la esencia es una sola, es porque una Persona procede de la otra.

De igual modo S. Febadio

Tenenda est igitur, ut diximus, regula quae Filium in Patre, Patrem


in Filio confitetur ;
quae imam in duabus Personis substantiam servans, dis-
positionem divinitatis agnoscit. Igitur Pater Deus et Filius Deus, quia in
Patre Deo Filius Deus. Hoc si cui scandalum facit, audiat a nobis Spiritum
esse de Deo *4 .

Por último, no habla de distinta manera S. Hilario, verda-


dero maestro de ambos

Hinc est sola illa quae veré esse possit aequalitas ; quia aequalitatem
sola posset praestare nativitas. Aequalis vero nunquam ibi esse credetur,
ubi unió [— identitas] est; nec tamen ibi reperiretur, ubi differt. Ita simi-
litudinis aequalitas nec solitudinem babet nec diversitatem ;
quia omnis
aequalitas nec diversa nec sola est lñ .

O como escribe en otra parte

Patrem in Filio praedicare, quia nihil in se habet Filius a Patre dissi-


mile; Filium in Patre confiten, quia non est aliunde quod Filius est; mu-
tuam, sibi ac similem naturam non nescire, quia par sit ;
quod unus sit non
existimare, quia unum sunt... 16 .

Ni son sólo los Padres latinos los que así hablan. Más aún,
esta concepción es genuinamente griega. Iniciada ya por los Apo-
17
logetas, obtiene particular importancia en S. Atanasio y en

13 De Fide, proemio (ML 20, 33).


14 Liber contra Arríanos, 22 (ML 20, 30).
15 De Trinitate, 7, 15 (ML 10, 211). Sobre el sentido de «unió», cf.

nt. 6.
ll!
De Synodis, 64 (ML 10, 524).
17 Contra Arlanos, orat. IV, 1 (MG 26, 468). Nótese la expresión:
u.íct áQXT) weÓTT|To?. Cf. ib., orat. III, 15 (MG 26, 352s), Tom. ad Antio-
chenos, 5s (MG 26, 801,803), etc.
;

i¿8 CAPITULO V

ios ['adres de Capaducia En ellos parece se debe reconocer


la fuente de S. Hilario, pero sin olvidar a Tertulliano, a quien
10
debe no poco el Obispo de Poitiers . Esta concepción y estas
20
fórmulas, pasadas por la pluma de S. Agustín ,
llegaron a ser
clásicas en los símbolos Toledanos posteriores n .

Pero entre tanto en nuestro símbolo este ulterior examen del


problema y esta utilización de las procesiones divinas para ilus-
trarlo, no encontraron eco. Ya hemos notado que la cosa es tanto

más de entrañar, cuanto que no sólo eran generales esas fórmulas


en la literatura de entonces, sino que se leían en los símbolos que
más lazos literarios presentan con el Toledano. ¿Cómo se explica
este hecho?
Ante todo hay que tener en cuenta que, como el estudio com-
parativo de los símbolos abundantemente lo enseña, la evolución
literaria de las fórmulas simbólicas se representaría mal por una
línea recta que siempre progresa sin desviarse nunca. No siem-
pre los autores de símbolos posteriores mejoran las fórmulas de
los anteriores, aun de aquellos que tienen a la vista. Al contrario
los símbolos, mayormente los que no están compuestos directa-
mente para usos litúrgicos, presentan muy diversos caracteres, se-
gún los distintos adjuntos que rodearon su composición. Por lo
mismo no siempre perfeccionan las fórmulas anteriores. Más aún,
muchas veces omiten algunas de ellas, como menos conducentes al
fin que se proponían sus autores.
Precisamente ése nos parece haber sido el caso de Pastor.
Lo mismo para los Padres de Toledo que para el Obispo de Pa-

18 S. Basilio, Hom. 24, 4 (MG 31, 605609). Nótese: é'ou \iév y«0 ó
riaTv|o... píí^a xai irr\yi~[ xov YíoO xal roí 'Ayíov IIveú(iaTOi; (Ib., 609)
S. Gre. Nacianceno, Orat. 23. 7s (MG 35, 1158-1160), para quien también es
el Padre freórriToc; ápxií (Ib., 1160); S. Gregorio Niseno, De communibus
notionibus (MG 45, 180). Se entiende bien el sentido diverso en que escribió
Arrio hablando también del Padre : jfny-r) yaQ g'ati TiávTcov, ojote toéis eíoiv
wioo-túofic (Hahn, 186, pág. 256).
19 Advers. Prax., 2, 9, 10 (CSEL 47, 229, 239S). Cf. Novaciano, De
Trinitate, 30 (ML 3, 977).
20 De Trinitate, IV, 20, 29 (ML 42, 908) : « Totius divinitatis, vel si

melius dicitur deitatis, principium Pater est».


21 Toledanos VI y XI : « Fons ergo ipse et origo est totius divinitatis »
(Hahn, 180, 182).
:

EL rRORLF.MA DE LA CONSUSTANCIAI.IDAD 139

leticia, la doctrina de la unicidad de Dios en relación con la dis-

tinción de las Personas, si había de tratarse siquiera brevemente


como complemento necesario del Dogma expuesto, sin embargo
no se debía urgir con especial insistencia. Los priscilianistas, con-

fia quienes se redactaba el símbolo, no tenían ninguna dificultad


22
trinitaria para admitir la unicidad de Dios ;
precisamente su
error consistía en urgiría exageradamente, hasta no sostener otra
distinción de las Personas que la puramente nominal 23
. No ha-
bía, pues, para qué insistir contra ellos en la unicidad de natura-
leza ; bastaba aludir a ella en una sencilla exposición del dogma.
Ahora bien, téngase presente que los nuevos elementos que hemos
encontrado en el segundo grupo de símbolos, equivalían a insistir

en la unicidad divina, al proponer al Padre como única fuente y


origen de toda la Trinidad.
Tal nos parece ser la razón del silencio que guarda en este
punto nuestro símbolo y que a primera vista resulta extraño; no
había para qué insistir en ese aspecto cuando se combatía el Pris-
cilianismo. Pero antes de terminar este punto, no podemos omitir
la comparación entre Toledano y un anatematismo del Tomus
el

Damasi, que trata el mismo problema del mismo modo y por se-
mejante causa
Si quis non dixerit, Patris et Filii et Spiritus Sancti unam divinitatem,
potestatem, maiestatem, potentiam, unam gloriam, dominationem, unum
regnum atque unam voluntatem ac veritatem, anath. sit 24 .

Es imposible no notar aquí que el ternario demasiano

potestatem, maiestatem, potentiam,

ha pasado a ser en el Toledano,

virtutcm, potestatem , maiestatem

¿Mera coincidencia 25
? No lo afirmaríamos. Recuérdese que

22 Los Priscilianistas erraban tambié en la cuestión de la unicidad


de Dios; pero, como veremos en el párrafo siguiente, este error no era un
triteismo trinitario, sino un dualismo gnóstico o maniqueo.
23 Cf. supra, pág. 107-110.
24
Anatematismo 20 (Turner, Ecclesiae O ccidentalis Monumento inris
antiquissima, T, 2, 1, pág. 290; Hahn, 109).
25 El ternario no creemos reaparezca en los símbolos, si no es en el To-
ledano VI : « unius essentiae, virtutis, potestatis, maiestatis... » (Hahn, 180).
: :

I40 CAPITULO V

el Tomus Damasi nos ha salido al paso repetidas veces cuando


hemos ido indagando las fuentes de nuestro símbolo. Con este
hecho a la vista, es necesario reconocer que el anatematismo da-
masiano ha influido positivamente en la redacción de la fórmula
Toledana. Véanse los datos

Tomus Damasi : Símbolo del 400 : Símbolo de Pastor

Patris et Filii et Sp. Hanc Trinitatem, per- Hanc Trinitatem, per-


Sancti unam sonis distinctam, sub- sonis distinctam, subs-
potcstatem stantiam unam, tantiam unitam,
maiestatem virtutem, virtute
potentiam... potestatem, et potestate

maiestatem et maiestate,
indivisibilem, indiffe- indivisibilem, indi'ffe-

rentem. rentem.

En la primera redacción del Toledano se puede ver todavía


ia forma misma del anatematismo de Roma. Pero ya Pastor la

modificó algo. El ternario « virtutem-ptoestatem-maiestatem », que


antes se unía a « substantiam unam» por una simple aposición,
(sobreentendiéndose siempre, a lo que parece, la palabra « unam »),
ya queda claramente subordinado a la expresión siguiente (« in-
di fferentem »), por medio del ablativo. La razón del cambio pa-
rece ser sencilla ; una vez que Pastor había substituido por « sub-
slantiam unitam » el « substantiam unam » anterior, la construc-
ción antigua resultaba ya dura y aun oscura. Porqué se hizo el

cambio de «unam» en «unitam », es más difícil de explicar. Pe-


ro tal vez creyó Pastor expresar así más exactamente la « unici-
dad » trinitaria, que envuelve en su concepto la distinción real
2R
de las Personas .

Quedamos por estudiar más de cerca el ternario citado, estu-


dio que puede reducirse a la determinación del significado de « po-

26 Compárese : « Quod autem imago est, eo proficit ut Patrem Deum


Unigeniti Dei significet nativitas ;
significet autem, ut forma ipsa et imago
invisibilis Dei; et per hoc non amittat naturae unitam similitudinem » (S. Hi-
lario, De Trinitale, 7, 37; ML 10, 231). « Fidem veri, multiplici quidem
dispositione sublimem, sed unita unius Dei potestate venerabilem » (Tract.
Wirceb., trat. II; CSEL 18, 34, 16-18). « Pater Deus, Filius Deus, Spiritus
Sanctus Deus; haec unita substantia, unita virtus, imita natura» (Libellus
de Trinitate ;
Hahn, 239).
:

EL PROBLEMA DE LA CONSUSTANCIALIDAD 141

testas », que es el término que parece ofrecer dificultad. Porque


no parece se pueda entender « potestas » simplemente como sinó-
nimo de « virtus » o « potentia », ya que estas palabras también
se añaden allí. ¿Qué significa, pues?
Dijimos antes, que el término «potestas» se encuentra más
27
de una vez en los símbolos aplicado a la Trinidad . Hasta qué
punto es esto verdad, puede verse en los siguientes textos

Pides S. Atnbrosii (s. IV): In Trinitate perfecta et plenitudo divinitatis sit,

et imitas potestatis... Tres itaque formae, sed una potestas... Umitas


potestalis excludit numeri quantitatem... 28 .

Símbolo de Baquiario (s. IV) : Unius substantiae, unius potestatis, unius vir-

tutis 29 .

Símbolo de Pelagio (s. V in.) Filium ita esse aequalem Patri, ut nec tem-:

pore nec gradu nec potestate... inferior...' Spiritum Sanctum aequa-


lem... Patri et Filio, volúntate, potestate, aeternitate, substantia 30 .

Símbolo de Julián de Eclana (ca. 400): Tota Trinitas potestate deitalis et


substantiae unitate coniuncta est 31 .

«Ciernáis Trinitas» (s. V ex.): Unus fons, una substantia, Una potestas
est ».
Pides Damasi (s. V ex. -VI in.) : Deus nomen est potestalis, non proprietatis
... Unius cuín Patre naturae, uniusque substantiae et unius pole-
statis® 3 .

Símbolo de Pelagio I (555-561) : Unius essentiae sive naturae, unius vir-


tutis, unius operationis, unius beatitudinis atque unius potestatis'^.
Toledfino IV (a. 638) : ... Unius essentiae, virtutis, potestatis, maiestatis,
uniusque naturae 35 .

Toledano XI (a. 675): ... Una illis vel indivisa atque inaequalis deitas maies-
tas sive potestas 36 .

Sínodo de Roma (a. 680) : ... Una essentia, sive substantia vel natura, id est
una deitas, una aeternitas, una potestas 3T .

27 Cf. supra, pág. 133S.


28 Hahn, 203 ; cf. Kuenstle, Antipriscilliana, 50S.
29 Hahn, 208.
30 Hahn, 209. Cf. Hahn, 242 (símbolo de Teodulfo de Orleans).
31
Hahn, 211.
32 Kuenstle, Antipriscilliana, 65 Denzincer, 175. ;

33 Burn, An Introduction to the Creeds, 245; Hahn, 200.


34 Hahn, 229.
35 Hahn, 180.
3« Hahn, 182.
37 Hahn, 184.
:

142 CAPITULO V

Símbolo de Alcuino (a. 802) : Unius substantiae, unius essentiae, unius po-
testatis 3S .

Símbolo de Magno de Sens (s. IX in.): Unius essentiae, unius potestatis et


sempiternitatis m .

Símbolo de Rábano Mauro (a. 819): Unius essentiae, eiusdem potestatis et


sempiternitatis *°.

De estos ejemplos y otros que se pudieran citar, se colige que


« potes tas » en el lenguaje trinitario de los símbolos se usa como
sinónimo de « essentia » o de « substantia » pero siempre conser- ;

vando su matiz particular. El cual no parece ser otro que el de


algo que lógicamente se presupone a « virtus » y a « potentia •»,

algo en que éstas radicalmente se fundan y descansan, algo como


intermedio entre la sustancia y la virtualidad podríamos decir, ;

la sustancia en cuanto que contiene en sí misma esencialmente la

energía y el poder de obrar.


Esta significación creemos confirmarse bien con el uso que
del término « potcstas » hace S. Ambrosio, que la repite con gran
frecuencia y que debió contribuir no poco a su introducción en
41
el vocabulario teológico trinitario Así también se comprende .

el siguiente pasaje de S. Hilario, desconcertante tal vez a primera


vista

Unus est enim Deus Pater, ex quo omnia et unus Unigenitus Deus :

noster, per quem omnia; et unus Spiritus Sanctus, donum in ómnibus. Om-
nia ergo sunt suis virtutibus ac meritis ordinata : una potestas, ex qua om-
quam omnia; donum unum 42
nia; una progenies, per perfectae spei .

En el cual texto, « una potcstas » es sinónimo de « unus Pa-


ter », como aparece claro por el paralelismo de las frases. Pero esa
sinonimia no es de cualquier modo ; sino en cuanto el Padre es el

principio radical de todo, aun dentro de la Trinidad. Algo así


como en los símbolos posteriores se le llama « fons et origo totius
43
divinitatis » .

38 ML 101, 57.
:íB
Hahn, 241 ; cf. Hahn, 243 (símbolo de Leidrado).
40 Hahn, 244.
41 Ue Fide, 26; 112;
Cf. I, 1, 6. 7. 7. 9. 10; 2, 13. 19; 3, 5, 39; 17,

TI, 4, 34; III, 11, 81; 12, 94; IV, 3, 22; 8, 86; V, 15, 183... (ML 16, 527SS).
42 De Trinilate, II, 2 (ML 10, sos).
4:!
Toledanos VI y XI (Hahn, 180, 182). Sobre las fuentes de esta
fórmula, cf. supra, nt. 17-21.
EL PROBLEMA DE LA CONSUSTANCIALIDAD 143

Por último, encontramos también el término « potestas » apli-

cado a la Trinidad, ya en Tertuliano :

Tres dirigens, Patrem et Filium et Spiritum Sanctum ; tres autem non


statu sed gradu, nec substantia sed forma, nec potestate, sed specie, tinius
autem substantiae et uriTus status et unius potestatis ;
quia unus Deus, ex
quo gradus isti et formae et species in nomine Patris et Filii et Spiritus
Sancti deputantur **.

45
También aquí « substantia-status-potestas » son sinónimos ;

pero conservando cada uno de esos términos su matiz particular.


Tales son las fórmulas con que el Toledano cierra la exposi-
ción del Misterio Trinitario, invocando el principio fundamental
de la consustancialidad de las tres Divinas Personas.

2. La consustancialidad y el Monoteísmo

A ese aspecto positivo de la consustancialidad (las Tres Divi-


nas Personas son un solo Dios porque poseen una sola sustancia),
corresponde en el Símbolo otro aspecto negativo : fuera de las tres
Divinas Personas no hay nada ni nadie que se pueda llamar Dios,
porque nada ni nadie fuera de ellas posee la misma sustancia di-
vina :

[n. 10] : Hanc Trinitatem...


[n. 11] : l'raeter hanc, nullam credimus divinam esse naturam, vel an-
gelí, vel spiritus, vel virtutis alicuius, quae Deus esse credatur.

El sentido es : del mismo modo que las tres Divinas Personas


son un solo Dios, porque son consustanciales ; así también no existe
ningún otro Dios, porque no hay nadie más que sea consustancial
con ellas.

Este nuevo aspecto de la consustancialidad, que hemos llama-


do negativo, es propio de nuestro símbolo ;
que en esto como tam-
bién en el aspecto positivo, se deja guiar por su fin propio de com-
batir el Priscilianismo.

Porque en realidad el Priscilianismo non sólo era una especie

44 Advers. Prax., 2 (CSEL, 47, 22oss).


Cf. D'Alés, La théologie de Tertullien, 6q.
: :

144 CAPITULO V

de Sabelianismo, sino que recogía además en sí el Dualismo gnós-


tico o maniqueo. Nos lo dice expresamente Sto. Toribio, según el

cual los Priscilianistas decían,

quod diabolus nunquam fuerit bonus nec natura eius opificium Dei sit,

sed eum ex chao et tenebris emersisse, quia scilicet nullum sui habeat auc-
torem sed omnis mali ipse sit principium atque substantia 4<;
.

Es decir, que introducían un principio malo increado, para


explicar el origen del mal en el mundo.
Que este testimonio de Sto. Toribio no se refiere a un Prisci-
lianismo posterior más desarrollado, sino que representa lo que el

Priscilianismo era ya en sufc orígenes, nos lo dicen las Actas Con-


ciliares del año 400, donde se nos transmite la abjuración de Sin-
tosio

Iuxta id quod paulo ante lectum est in membrana nescio qua, in qua
dicebatur Filius innascibilis, hanc ego doctrinam, quae aut dúo principia
dicit aut Filium innascibilem cum ipso auctore damno qui scripsit 47 .

Estos dos principios son naturalmente opuestos entre sí ; a

uno de ellos se le atribuye la creación del mundo espiritual, al otro

la formación del mundo corpóreo. Los indicios de esto abundan


en el Símbolo

[anat. i] : Si quis dixerit aut crediderit,


a Deo omnipotente mundum hunc factum non fuisse,

atque eius omnia instrumenta ; anathema sit.

[anat. 8] : Si quis dixerit vel crediderit,


alterum Deum esse priscae legis,
alterum Evangeliorum ; anathema sit.

[anat. o] : Si quis dixerit vel crediderit,


ab altero Deo mundum factum fuisse,
et non ab eo de quo scriptum est :

« In principio fecit Deus coelum et terram », anathema sit *8 .

46 S. León Magno, Epist. 15 ad Turibium, 61 (ML 54, 683). Sobre los


indicios de Dualismo en
Tratados Wirceburgenses y sobre la contro-
los
versia levantada en torno a este punto, cf. Davids, De Orosio et S. Aligáis-
tino, 158-162.
47 Exemplar professionum (Sáenz de Aguirre, 27 Mansi, III, 1005).
;

48 Cf. los anatematismos 7 y 13 del Concilio de Braga del año 563


(ML 84, 563S).

I
: :

EL PROBLEMA DE LA CONSUSTANCIALIDAD 145

A este Dualismo opone nuestro símbolo la noción de la consus-


tancialidad divina. Ese principio si es increado será Dios, si es Dios
será consustancial con las Divinas Personas. Ahora bien, la con-
sustancialidad divina la participan exclusivamente el Padre, el

Hijo y el Espíritu Santo.


Lo cual sirve para cerrar toda la parte Trinitaria del Símbolo
con una verdadera recapitulación, que se enlaza con las primeras
ideas de la Regla de fe. Al principio, en efecto, se había dicho,
uniendo esquemáticamente el Monoteísmo y la Trinidad

Credimus in unum verum Deum, Patrem et Filium et Spiritum Sanc-


tum, visibilium et invisibilium factorem... 4B .

Hunc, unum Deum ; et hanc, unam esse divinae substantiae Trinitatem...

De semejante manera se dice ahora para terminar

Hanc Trinitatem...
Praeter hanc, nullam credimus divinam esse naturam...

Así, pues, las fórmulas en que nuestro símbolo trata el pro-


blema de la consustancialidad divina, ofrecen un doble aspecto:
a) Aspecto positivo : la consustancialidad que une en una mis-
ma sustancia a las tres Divinas Personas, hace que éstas no sean
tres dioses ; es pues, la Trinidad un solo Dios.
b) Aspecto negativo : la falta de consustancialidad en todo lo

que no son las tres Divinas Personas, impide que alguien fuera de
la Trinidad sea Dios ; no hay, pues, más que un solo Dios.
Este segundo aspecto no sabemos se encuentre en otros sím-
bolos. El primero no sólo se encuentra, sino que, como hemos visto,

obtiene en muchos de ellos mayor desarrollo que en el Toledano.


Uno y otro hecho se explica bien, atendiendo a los errores Prisci-
lianistas que quiere combatir el Símbolo otra explicación no pa- ;

rece obvia.

49 Sobre estas fórmulas véase el apéndice TTT.


CONCLUSION

Vamos a resumir brevemente los resultados obtenidos. Dos


problemas principales han ocupado nuestra atención : el problema
dé la autenticidad del símbolo Toledano I, y el de su posición
en la historia de los Credos, el de su verdadera interpretación
y significado histórico.
Al problema de la autenticidad hemos dado una solución, que
completa la que hoy es corriente ;
para ello tiene en cuenta un
dato olvidado hacía ya tiempo, es decir la doble redacción de
nuestro Símbolo. De ambas redacciones hemos dado el texto crí-
tico, v sobre el estudio comparativo de los dos textos hemos deter-
minado la prioridad de la redacción breve sobre la larga. Por
último hemos asignado a aquélla el Concilio Toledano del 400 como
autor, reservando para el Obispo Pastor la composición de la

segunda, como preparativo inmediato del Concilio de 447.


El problema histórico-dogmático nos ha hecho estudiar de
cerca la interpretación histórica de los símbolos priscilianistas hoy
también corriente gracias a los trabajos de Künstle. Los resul-

tados obtenidos son contrarios a esa teoría. Las fórmulas simbó-


licas que se quieren dar como características de la controversia
antipriscilianista (las fórmulas trinitarias principalmente), no lo

son en manera alguna ; nacieron ya en la lucha antiarriana, sobre


todo en el círculo de autores luciferianos. Los símbolos antiprisci-

lianistas no hicieron sino tomar esas fórmulas anteriores y adap-


tarlas al fin que ellos perseguían. Esas mismas fórmulas, de día

en día explicadas y depuradas de su primer sabor polémico, fue-


CONCLUSION 147

ron más tarde cristalizado en los espléndidos cuadros de los di-

versos símbolos Toledanos.


Pero examen de este interesante problema nos ha abierto
al

horizontes más luminosos. No son sólo las fórmulas escuetas es ;

ya el mismo esquema simbólico, ese esquema tan característico en


los símbolos españoles, difundido largamente en la Edad Media

bajo el inmediato influjo de la Hispana. ¿Cuál es el origen de ese


esquema de símbolos « trinitario-cristólogico » ? Hemos creído en-
contrarlo en Gregorio de Elvira como adalid de la lucha antiar-
riana. Esta conclusión ilumina con una luz nueva el panorama

todavía bastante oscuro de los Credos españoles ; al mismo tiempo


es una conlirmación más de los resultados obtenidos en el estudio
de las diferentes fórmulas trinitarias.
: : ;

APENDICE I

Fides Hieronymi Presbyterí.

Este símbolo que hemos citado repetidas veces en las páginas


precedentes, se encuentra en el ms. Vat. lat. 1328, fol. 4i5 r 4i5 v .

Lo que pensamos de su autor y del tiempo de su composición,


queda dicho más arriba \ Aquí daremos el texto (en cuanto se
nos alcanza, inédito), según el manuscrito citado, que hasta el pre-
sente es el único que conocemos del símbolo.

Catholicam fidem ita profitemur :

Credimus in unum Deum Patrem et Filium et Spiritum


Sanctum.
Non tamen ut sit Pater ipse qui Filius, ñeque Filius ipse
qui Pater,
ñeque quia aut Pater aut Filius sit Spiritus Sanctus
sed Patrem qui dixit
eructavit cor meum Verbum bonum 2
;

Filium qui sit, ostendente Apostólo,


3
primogénitas universae creaturac ,

quia scriptum est


omnia per Ipsum jacta sunt 4 ;

Spiritum Sanctum, qui ex Patre subsistens sit,

1
Cf. pág. 87S.
2 Ps. 44, 2.

3 Col. i, is.
4 To. i, 3.
; : : : ; ; ! ; : ;
;

FIDES HIERONYM1 PRES1SYTERI

et Patri ac Filio coaeternus, eiusdemque substantiae,


quia scriptum est
Spiritus Dcus cst, et : Patris ct Filii, et : unus Spiritus
scrviens ci per quem semper et cum quo semper est 5
.

Incomprehensibilis quidem, sed fidelis ministerii sacramentum


ut sit Filius unigenitus et Pater solus ingenitus.
Filium ante existentia ( ?) saecula genitum ex Patre confíteor,
Deum ex Deo, totum ex toto,

perfectum a perfecto, aeternum ab aeterno,


hoc in cuneta et per cuneta quod Pater est
Quam blasphemum est in Filio Dei pleno,
confiten nativitatem et negare naturam
Confíteor Trinitatem in unitate perfectam,
non persona unum Deum, sed substantia
quia in sacramento fidei nostrae, Pater et Filius et Sp. St.
ita tres personae sunt, ne tres dei sint
ita Deus unus, ne una persona.
Reliquia in Filio Dei, dispensationis esse confíteor,
sicut Apsotolus ait

Magnum est mysterium pictatis


6
, ut qui manebat
Dei Filius, ex sancta Virgine hominis Filius nasce-
retur
permanens quod erat, et incipiens esse quod non erat
non ut Deus in hominem mutaretur,
sed ut homo transiret in Deum
ñeque ut degeneraret assumens,
sed ut nobilitaretur assumptus;
perstantem Filium in forma Dei,
accepisse formam servi 7
;

per quod factum obaedientem usque ad mortem, mortem


autem crucis, passum et crucifixum secundum scripturas,
omnem naturae nostrae sensum subiisse,
sine naturae potentioris iniuria
dum solvit mortem mortuus,

lo. 4, 24; Cf. Mt. 10, 20; Gal. 4, 6.

Cf. T Tim. 3, 16.

Cf. Phil. 2, 6s.


APENDICE II

cum poenam superat crucifixus,


dum vivificaturus occiditur,
dum resuscitans sepelitur.
Resurrexisse tertia die,

non dominum in hominem, sed hominem in Deum.


Per quadraginta dies cum discipulis diversatum,
ascendisse coelos
ad dexteram Dei Patris sedentem,
sperandum nobis, fide corporeae resurrectionis animatis,
ad vivorum mortuorumque iudicium
redditurum nobis in hoc in quo quisque gesserit,

aut bonorum praemium aut poenam malorum.

APENDICE II

Cronología de los símbolos Toledanos

Entre los muchos símbolos cuya cronología fué cambiada por


Künstle, ocupan un lugar preeminente los símbolos de los Conci-
lios Toledanos. Por eso hemos de ocuparnos ahora especialmente
de ellos.

Compárense ante todo la cronología ordinaria y la de Künstle

Künstle : Swtbolo : Cron. Ordinar.

Toled. I, a. 400. . . . « Secundum divinas Scripturas... » . . . Toled. IV, a. 633


Anónimo, a. 400-450 « Credimus et confitemur... » Toled. VI, a. 638
Anónimo, s. V « Confitemur et credimus sanctam... » Toled, XI, a. 675
Pastor, a. 440-450 «Credimus in unum verum Deum...» Toled. I, 400, 447

Por lo demás, Künstle admite que de estos cuatro símbolos el se-

gundo y el tercero fueron recibidos y aprobados después por los

Concilios Toledanos VI y XI respectivamente 1


.

¿En qué razones se apoya Künstle para introducir cambios


tan notables? Unas son de carácter general, que valen para todos

1 Kuenstle, Antipriscilliana, 68, 218, 71, 74.


CRONOLOGÍA DE LOS SÍMBOLOS TOLEDANOS

esos símbolos ; otras son especiales para algunos de ellos. Nada


hemos de decir aquí de las últimas, porque ya hemos hablado antes
de ellas -. Sólo examinaremos las primeras.
Pero hemos de notar, que todas ellas se reducen a criterios in-
ternos, mientras que en pro de la cronología tradicional milita toda
la tradición manuscrita 3
. Esta observación es de suma importan-
cia, si no queremos exponernos a errar definitivamente el camino.
Veamos ya, pues, las razones alegadas por Künstle.
El primer fundamento es que, según Künstle, ningún Concilio
hace nunca un símbolo si no es para combatir alguna herejía espe-

cial que se necesita impugnar particularmente 4 Sería, pues, ne- .

cesario hallar en España alguna herejía en el tiempo de esos Con-


cilios Toledanos a la que combatieran directamente sus símbolos.
2 Del Toledano I hemos hablado largamente ; del Toledano IV, cf. su-
pra pág. sos. Sobre el Toledano XI, urge Kuenstle (Antipriscilliana, 73)
la aussencia completa que en él hay de indicios que nos lleven a la época de

la controversia monoteleta. Pero lo único que eso prueba es que en España


esa controversia no había hallado eco. Más aún, de ese modo tendríamos
que rechazar como espurios no sólo el símbolo, sino todas las Actas de To-
ledano XI en que tampoco hay rastro de Monoteletismo. De esta contro-
versia se ocupó más tarde el Concilio Toledano XIV (ML 84, 505 ss), en
cuyas Actas se ve claramente que la cosa no tenía actualidad en España.
Los símbolos se han transmitido (prescindimos ahora del Toledano I),
3

por medio de la Hispana y de las colecciones que de ella dependen, entre las

Actas de los Concilios Toledanos. Para el Toledano XI ofrece eNms. Au-


giense XVIII un caso semejante al que examinamos más arriba (cf, supra,
pág. ...
y Kuenstle, Eine Bibliothek, 9). E. De Levis {Anécdota sacra ; ML
i 2. 9S3'9Ó8), que atribuyó el símbolo Toledano XI a S. Eusebio de Vercelli,
dice que lo había encontrado suelto « in tribus foliis membranaceis ». Claro
es que esas hojas podían formar parte originariamente de una colección ca-
nónica. La atribución del símbolo a S. Eusebio ha sido rechazada umver-
salmente ; cf. Bardenhewer, III, 487. También Mai (Nova Bibliotheca Pa-
trum, I, 462) dice que él había visto ese mismo símbolo sin nombre de autor
«in codicibus vaticanis»; pero no hace ninguna otra indicación que pudiera
orientar. Redactado ya todo este apéndice II, viene a nuestras manos el

nuevo volumen de la Historia del P. García Villada ; allí pueden verse


autorizadamente confirmadas la mayor parte de las consideraciones que si-

guen (cf. II, 2, I53-I55)-


4 Antipriscilliana, 69: «... Die [el Concilio de 633] gar keine Anlass
hatte, eine neue Regula fidei aufzustellen, da keine dogmatischen Streitig-
kciten zur Diskussion standen, die allein zur Aufstellung von Symboltexten
auf den Kirchenversammlungen Anlass gaben».
152 APENDICE II

Pero tal herejía no existió. Hay, pues, que concluir, que dichos
simbolos no están compuestos en los Concilios a que se les atribuye.

A lo más estarán después recibidos por ellos.


Sin embargo, no veo que Künstle nos haya dicho en ningún
sitio en qué consideraciones se funda ese principio general por él

establecido. El cual principio por otra parte no creemos se pueda


sostener, al menos en esa generalidad. Porque si prescindimos de
los Concilios ecuménicos, en los que ese punto se complica con
otros varios de no fácil solución, es lo cierto que al menos para
los Concilios Toledanos el principio no vale. Nótese que estos Con-
cilios tienen caracteres especiales que los distinguen de los de-
más "'.
Y en esto no procedemos a priori, como vamos a verlo in-
mediatamente.
De los 17 Concilios Toledanos de que poseemos las Actas, 12

nos dan alguna profesión de fe o símbolo, sea nuevo, sea el Cons-


tantinopolitano. Esta es precisamente una de la características
de los Concilios Toledanos. Véase el cuadro de los símbolos que
nos dan las Actas :

I, a. 400: Credimus in unum verum Deum = Símbolo propio.


Til, a. 589: Confiteamur esse Patrem = Símbolo propio 6 .

IV, a. 63,5 : Secundum divinas Scripturas ... = Símbolo propio 7 .

VI, a. 638: Credimus et confitemur = Símbolo propio 8 .

VIII, a. 653: Credimus in unum Deum Patrem =: Constantinopolit. fl


.

XI, a. 675 : Confitemur et credimus sanctam = Símbolo propio ln


.

XII, a. 681 : Credimus in unum Deum Patrem = Constantinopolit. 11 .

XIII, a. 683 : Credimus in unum Deum Patrem = Constantinopolit. 1E .

5 Z. García Villada, Historia, TI, 107-130.


1,

16
ML 84, 342S.Es el símbolo del Rey Recaredo al abjurar el Arrianis-
mo; tal vez fué compuesto por S. Leandro que presidía el Concilio. Allí se
recitaron también el Niceno y el Constantinopolitano (Ib., 345ss).
7 ML 84, 365-
8 ML 84, 393SS.
9 ML 84, 41 5s.
50 ML
84, 452ss.
11 ML 84, 470.
12 ML símbolo no está insertado en las Actas, dondes sola-
84, 489. El
mente se dice: « Symbolum Nicaeni Concilii. Credimus in unum Deum Pa-
trem omnipotentem etc. ». Por el contexto se ve claramente que no se trataba
del Niceno, sino del Constantinopolitano.
» »

CRONOLOGÍA DK LOS SÍMBOLOS TOLEDANOS 153

XIV, a. 684: = Costantinop. III

XV, a. 688 : Credimus in unum Deum Patrem — Constantinopolit. 14 .

XVI, a. 693: Credimus et confitemur omnium = Símbolo propio 15 .

XVII, a. 694: Credimus in unum Deum Patrem = Constantinopolit. 1B .

Como se ve, era costumbre general de los Padres reunidos en


Toledo comenzar sus sesiones con un símbolo o profesión de fe.

¿Por qué causa lo hacían y con qué fin? Tampoco eso hay que
determinarlo a priori, sino buscarlo en las Actas que nos lo expli-

can suficientemente. Véanse las razones que dan los mismos Padres
Toledanos, tal y como en las Actas de los diversos Concilios se
contienen :

IV: « Quoniam gene'rale Concilium agimus, oportet primum nostrae vo-


cissermonem de Deo esse, ut post professionem fidei sequentia operis nostri
vota quasi super fundamentum firmissimum disponantur. Secundum divinas
Scripturas... » 11 .

VI: « ... Nihil melius nihilque salubrius omnium [Patrum Concilii] in-

sedit animis, quam more synodi universalis, post solemnia perfunctae ora-
tionis, quod mente ruminabamus lingua manaremus, et quod corde crede-
bamus ore ructaremus... Quamobrem ex abundantia nostri cordis sit con-
fessio vocis, ut fides quam omnium mens intrinsecus gestat, in confessione
interpres lingua foras effundat. Itaque credimus... » 18 .

VIII : « ... Primae narrationis exortu, en verae fidei nobis tractatus oc-
currit, ut incipientes de illa primitus loqui, inde soliditatis auspicetur exor-
dium, unde sacrae sumpsimus nativitatis initum ;
quatenus assertionurñ no-
strarum forti praemissa sententia, quidquid subsequenter advenerit de actis
negotiorum, fortiori subsistere valeat serie decretorum J9 .

XI : « ... Non abunde caepimus babere sermonem, quam de nostrae fidei

púntate; ut quia initiandis ad beatam vitam hominibus haec prima semper


est via salntis, praevia quoque nostris fieret et institutis et praeceptis... 30 .

13 ML 84, 505-509. En este Concilio se reciben para España las deci-


siones del Concilio Constantinopolitano 111 (a. 680-681).
14 ML 84, 512.
15 ML 84, 531SS.
1« ML 84, 555.
17 ML 84, 364S. No sabemos por «qué escribió Künstle a propósito de
este símbolo : « Darum, steht er auch in der Einleitung und oline Verbíndung
mit dem Synodalverhandlung » (Antipriscillicma, 70). Las palabras copiadas
en el texto hacen ver la unión del símbolo con lo restante de las Actas.
i» ML 84, 393-
19
ML 84, 415.
2" ML 84, 451S. Añaden los Padres que ellos, siguiendo las huellas de
154 APENDICE 11

XII : « Habita primutn est de sancta Trinitate collatio, non quae novello
exarationis stilo definita patesceret, sed quae verbis simplicioribus sese pi-
gris sensibus patefacta monsfraret, ubi praemissa semper lectio praecederet
quod sequens expositio aperiret» 21
.

XIII: « ... Necessario institutionum exorsu prius de fide sanctae Tri-


nitatis sermocinationis nostrae caepit esse principium... » 22 .

XV: « ... Primum nobis illud ordine consequenti occurrit, quo primitias
nostri spiritus Domino consecrantes, collationis nostrae primordia a sanctae
fidei soliditate inciperent ordieíida... » 23 .

XVI : « ... At nunc, quoniam ad haec implenda nullum nostrorum sine


adiumento omnipotentissimae Trinitátis cernimus esse idoneum, ideo cons-
picuum satis et necessarium perpendimus, ut quia corde creditur ad iusti-
tiam oris autení confessio fit ad salutem, ipsius sanctae Trinitátis myste-
rium... proprii oris confessione promamus... quatenus universae definitiones
quae nostro affectu exstiterint editae, superpositae fundamento firmissimo
inconvulsae persistant et iustitiae robore subnixae saeculis infinitis per-
durent » 24 .

XVII : « Necessarius ordo deposcit, ut secundum Pauli vasis electionis


edictum, ante initiumquarumcumque causarum regnum Dei quaeratur qua- ;

tenus ea quae sequenter agenda sunt, iustissime opitulante Domino termi-


nentur. Ac proinde opportunum fore perspeximus fidei sanctae mysterium,
quod est salutis nostrae inconvulsibile fundamentum, ore proprio pandere
et ructatione cordis patule enarrare... » 25 .

Esta larga cita de textos ha sido necesaria para obtener por


una inducción lo más completa posible, la mente de los Padres
Toledanos al insertar los símbolos en sus sesiones Conciliares. El
resultado obtenido es claro : los Padres de Toledo tenían por opor-
tuno empezar sus deliberaciones con una profesión de fe. Poco a
poco se fué haciendo constumbre y regla lo que al principio no
era sino un piadoso deseo de imitar a los Concilios ecuménicos.
Pero antes y después, lo que en último término les animaba a

hacerlo, era el querer que todo el edificio de sus decretos y orde-

los Concilios ecuménicos, han querido componer una Regla de fe, « ita ut

quidquid per triduum de huiusmodi quaestionibus unicuique nostrum lec-


tionis memoria ministrasset, omni sobrietatis compendio simplici notaretur
stilo... » (Ib., 452).
21 ML 84, 470. Estas palabras son una alusión clara al símbolo del

Concilio precedente.
22 ML 84, 489.
23 ML 84, 512.
24 ML 84, 531.
25 ML 84, 555-
cronología UI¡ LOS SÍMBOLOS TOLEIIANOS 155

naciones se edificase sólidamente sobre el fundamento de la te


expuesta y confesada. Esto es lo que nos dicen las Actas ; de
herejes y herejías, ni rastro ni huella. Podemos afirmar con cer-
teza, que si el principio asentado por Künstle vale para algunos

Concilios, seguramente no vale para los Concilios Toledanos.


Sobre esta base, el que unos Concilios compusiesen un nuevo
símbolo y otros se contentasen con el Constantinopolitano, que era
oficial en la Iglesia, dependía ya del modo de ver de los Padres
reunidos, de su especial celo, de su afecto y ardor particular.
También eso nos lo indican las Actas. Porque los mismos Padres
Toledanos, que en ellas nos hablan expresamente del Constanti-
nopolitano como de un símbolo ordinario y oficial, en ningún sitio

aluden a que los otros símbolos los tomen de otra parte. Al con-
trario, los dan como propios y compuestos en el Concilio. Mientras
no se pruebe con certeza otra cosa, no hay razón ninguna para
dejar de creer sus palabras.
El segundo fundamento alegado por Künstle, es el carácter
Ahora bien, el Priscilianismo
« antipriscilia.no » de esos símbolos.
no existía « oficialmente » en España desde el año 653 (Concilio
de Braga). Por lo mismo es imposible que los Obispos del siglo VII
reunidos en Concilio, suponiendo que hubieran compuesto un sím-
bolo, lo hubieran compuesto contra el Priscilianismo, herejía de
más de un siglo antes 2K .

La debilidad de estas consideraciones queda suficientemente


clara en las páginas que forman el centro de nuestro trabajo. Toda
esa manera de ver supone que en los citados símbolos, muchas
fórmulas (sobre todo las trinitarias) son específicamente antipri-
scilianistas, hasta el punto de bastar por sí solas para caracte-
rizar los documentos donde se encuentran. Suposición que no se
puede sostener, desde momento en que nos consta que nacieron
el

en la controversia arriana, al igual del esquema mismo simbólico

en que se encuadran 27 Es cierto que después se utilizaron esas


.

mismas formulas contra el Priscilianismo, por ejemplo en el sím-


bolo Toledano I. Pero la razón única de ese. hecho está en que la
doctrina trinitaria priscilianista no hacía sino copiar los errores

26 Kuenstle, Antipriscilliona, 69, 73.


27 Cf. supra, pág. 146S.
156 APENDICE II

sabelianos impugnados en aquellas fórmulas. Las cuales, si es ver-


dad que aun después de muerto el Priscilianismo siguieron usán-
dose, lo fueron porque se había formado ya una tradición literaria

nacional en los símbolos Toledanos, tradición que es fácil consta-


tar examinando las dependencias que existen entre los símbolos
XVI y XI, XI y VI, VI y 1
28
Por el hecho de esa tradición, los
.

símbolos más antiguos constituían natural y obviamente las fuen-


tes inmediatas de los siguientes ; y por lo mismo, una serie de
fórmulas pasaban de los unos a los otros, intactas o más desa-
rrolladas, entre las que hay que contar sin duda en primer puesto
las trinitarias. Así no es extraño encontrar en el siglo VII fór-
mulas de siglos anteriores. Y sin embargo, basta estudiar con aten-
ción esos símbolos, para persuadirse de que esas fórmulas van per-
diendo de día en día su primer matiz polémico, y van revistién-
dose de un tono cada vez más dogmático y expositivo. Así se llega
a los tratados trinitarios de los símbolos Toledanos XI y XVI 29
.

Queda el último fundamento de Künstle, que es la decaden-


cia científica e ignorancia teológica del siglo VII, incapaz de pro-
ducir piezas literarias de tan alta perfección desde el punto de vista
3 ".
teológico
Notemos de nuevo que esta concepción es apriorística. Noso-
tros no podemos juzgar de la altura o decadencia científica de
una época, sino por los documentos que de ella nos quedan. Si esos
existen y los hechos se nos imponen, habrá que concluir que la

ignorancia teológica de aquel siglo no fué tan grande como se

cree. Pero además, no son en ningún modo desconocidos en las

ciencias eclesiásticas los nombres de S. Leandro, de S. Isidoro, de


S. Braulio, de S. Eugenio, de S. Ildefonso, de S. Julián, que por

28 Esta dependencia concede Kuenstle (Antipriscilliana,


la 71, 73, 218),
al menos en parte. Dentro de la misma tradición literaria está también el
símbolo Toledano IV. Sólo que en él hay que atender además e numerosos
influjos de las Galias.
219
Este carácter expositivo y doctrinal está en perfecta consonancia
con la manera de ser de los Concilios Toledanos y con las razones porque
se compusieron los símbolos según las Actas.
30 Kuenstle, Antipriscilliana, 69, 73S.
LA CREACIÓN EN EL SÍMIíOLO TOLEDANO I 157

aquellos tiempos florecieron 31


. Y nos consta abundantemente con
cuánto empeño y diligencia, con qué alta comprehensión y estima
se buscaban y copiaban, se conservaban y estudiaban en España
32
las obras de los Santos Padres, especialísimamente de S. Agustín .

Por otro lado, los monumentos litúrgicos de la época no nos dan


tampoco una mala impresión de la ciencia teológica de entonces.
Todavía más, aun prescindiendo de los símbolos, las Actas de los

mismos Concilios nos han conservado pruebas suficientes de que


el saber teológico español no estaba sumido en una decadencia tan

absoluta como se pretende Es decir, que los símbolos Toledanos


no se puede afirmar que estén fuera de su ambiente en los Con-
cilios españoles del siglo VIL
Con lo cual podemos concluir, que hasta el presente no se
han traído razones de peso contra la autenticidad de los símbolos
Toledanos. Como por otro lado a favor de ella está toda la trans-
misión manuscrita, es necesario retener como cierta la cronología
de antiguo establecida, y conservarle a cada Concilio el símbolo
con que figura.

APENDICE III

La creación en el Símbolo Toledano I

Hay entre las fórmulas del Símbolo Toledano I una que aun-
que no es directamente trinitaria, está en el Símbolo íntimamente
unida con las que hemos estudiado en nuestro trabajo. Por lo mis-

;il
El juicio que da Kuenstle (Antiprisciliiana, 69) de S. Isidoro, es
decir, que « ¡n alien Stücken Plagiator war » no necesita comentario. Cf.
Bardenhewer, V, 401-403; Z. García Villada, Historia, II, 2, 154.
:i2
Recuérdense los nombres de Braulio y S. Isidoro. Cf. J. De Ghex-
link, Diffusion, utilisation et transmission des écrits patristiques (Gregorui-
num, 14 [1933] 376s). Véanse también los Concilios Toledanos XV (ML 84,
513SS) y VIII (Ib., 421), donde se verá cómo se conocían en España las obras
de S. Agustín, de S. Ambrosio, de S. Cirilo, de S. Fulgencio, de S. Gregorio...
s3
Véanse por ejemplo las investigaciones teológicas de los Concilios
Toledanos XIV (ML 84, 508) y XV (ML 84, 513-520). Sobre la cultura teo-
lógica de esta época, cf. García Villada, Historia, II, 2, 141SS.
15« APENDICE III

mo hemos de dedicarle aquí unas lineas. Es la fórmula que se re-


fiere a la creación

[o, [] Credimus in unum vcrum Deiim, Patrem et Filium et Sp. St.,


visibilium et invisibilium factorem,
per quem creata sunt omnia in coelo et in térra...

Se sabe que en el Símbolo Apostólico (Romanum vetus) nada


se decía expresamente sobre la creación l
,
por más que su idea
se contenía ya en germen en el término griego navxoxQÚxojQ 2
, lo
que fué causa de que en las explicaciones del Símbolo y alusiones
al mismo fuese frecuente el hablar de la creación en conexión con
s
el primer artículo .

1
Denzinger-Umberg, Enchiridion, 2; Hahn, 17-23, 32-42, 53-63...
a Para la significación de la palabra jtavxoxQaxcop en el primer artículo
y su relación con la creación, véase Kattenbusch, II, 515-540. Sobre la
primitiva forma del primer artículo, son conocidas las opiniones de Har-
nack, (Zur Geschichte der Entstehung des apostolischen Symbohims, en
Zeitschr. für Theol. imd Kirche, 4 [1894] 130-166), según el cual el primi-
tivo artículo decía: Jtieaxeúoo 'el? é'va freóv Jtavxoxoáxopa ; y de Zahn (Das
apostolische Symbolum), que defendió la forma maxevat eíg fteóv jtaxéoa
jiavxoxpáxopa. Harnack, Materialen zur Geschichte und Erklárung des
Cf.
alten rómischen Symbols aus der christlichen Litteratur der zwei ersten
.1
' ahrhunderte (en Hahn, edic. 3 a , 369-373).
3 Así en 5". Justino repetidas veces : etg xóv Jtaxéoa xóW oXotx xai §£OJió-
ri]v Oeóv. Cf. W. Borne m ann, Das Taufsymbol Justin's des Martyrers {Zeit-
schr. für Kirchengeschichte, 3 [1879] 1-27). En S. Ireneo:elq eva -freóv Jta-
xéoa jravxoxpá copa, xóv jiejtoinjtóxa xóv oíipavóv xai xí)v vf]v. (Contra hae-
reses, edic. Harvey, I, 2 I, 90; edic. Massuet, I, 10 [MG 7 549]). « Cum
teneamus autem nos regulam veritatis, id est, quia sit unus Deus omnipo-
tens qui omnia condidit per Verbum suum... ». (Ib. Harv., I, .15 [I, 188];
Mas., I, 22, 1 [MG 7, 669]). «Unum Deum factorem coeli et terrae... » (Ib.,

III, 1, 2; Harv., II, 6; MG 7, 845). « In unum Deum credentes fabricatorem


coeli et terrae et omnium quae in eis sunt...» (Ib., Harv., III, 4 [II, 16] ;

Mas., III, 4, 2 [MG 7, 855s]).Eíg eva freóv Jtavxoxgáxopa, e| oí xa jtávxa...


a
xai eic, xóv 'Yióv... 81 o{¡ xa jiávxa.. (Ib., Harv., IV, 53, 1 [II, 2Óis] ;

Mas., IV, 33 7 [MG 7, 1077]). Lo mismo en Tertuliano: «Unum omnino


Deum esse, nec alium praeter mundi conditorem... » (De praescriptione hae-
reticorum, 13; ML 2, 31). «Unum Deum Dominum novit, creatorem uni-
versitatis... » (Ib., 36; ML 2, 60). «Deum unicum esse, qui universa condi-
derit... » (Apologeticum, 18; ML r, 434). « In unicum Deum omnipotentem,

mundi conditorem... » (De virginibus velandis, 1 ML 2, 937). En Novaciano ; :

« Credamus in unum Deum Patrem et Dominum omnipotentem, id est rerum


omnium perfectissimum conditorem... » (De Trinitate, 1 ML 3, 913), etc. ;
: :

LA CREACION EN EL SÍMBOLO TOLEDANO I 159

El Textus Reccptus del símbolo Romano ya nos da la fór-

mula *

Credo ¡n Deum Patrem omnipotentem, creatorem coeli et tcrrac...

Donde la creación se atribuye expresamente a la primera Per-


sona de la Trinidad, con una fórmula bíblica repetida de mil
'

modos en los escritos patrísticos


3
. No se puede dudar de que esa
fórmula pertenece al Textus Receptus 6
. Lo que es difícil deter-
minar es cómo entró en él, dificultad que proviene de lo poco estu-
diados que están aún los orígenes de ese símbolo. Suponer una
intención polémica, por ejemplo contra los Maniqueos, no tiene
fundamento sólido ~
. Según Kattenbusch, la adición se hizo espon-
táneamente, sin influjo directo del símbolo Niceno ni del Constan-
tinopolilano, ni de ninguno otro de los símbolos orientales; tal vez
haya de verse su fuente más o menos directa en Nicetas de Reme-
8
siana . Burn piensa que la fuente más probable es el símbolo de

Este último texto es característico para el valor y la extensión del término


« omnipotentem » (
= jtavTOxQaxooQ )en el símbolo Apostólico.
4 Denzincer-Umbero,
Cf. 6. Sobre el origen de este texto, cf. Katten-
busch, II, 759-874 y g66s; Burn, An Introduction lo Ihc Creeds, 233-240.
5 Gen. 1, 1. Sobre las citas patrísticas, véase la nt. 3.
fi
Cf. Hahn, 24-31, 43-52, 64-121 ; allí se dan símbolos de diferentes
Iglesias, pero mezclados de modo que no todos representan el Textus Re-
ceptus. La partícula sobre la creación tiene en latín generalmente la forma
« creatorem coeli et terrae » (Hahn, 24, 25, 29, 50, 66, 67, 72, 75, 77, 78, 80,

95,96, 97, 101, 103, 119). Otras formas: « saeculorum omnium et creaturarum
omnium conditorem » (P sendo- Ambrosio, Ib. 45): «universorum creatorem»
(S. Agustín, Ib., 47; Pseudo Agustín, Ib., 48; 5". Fulgencio, Ib., 49); « f ac-

torem caelestium omnium et terrestrium, visibilium et invisibilium » (Anó-


nimo s. VI, Ib., 52); «visibilium et invisibilium rerum omnium conditorem»
(Anónimo s. VI-VII, Ib., 64); «creatorem omnium visibilium et invisibilium»
(Teodulfo de Orleans, Ib., 69) « omnium creaturarum visibilium et invisi- ;

bilium conditorem» (Símbolo de las Iglesias de Irlanda, Ib., 76); « qui crea-
vit omnia » (Símbolo de las Iglesias de Germania, (Ib., 107). Estas fórmulas
distintas, en las que aparece claramente el influjo de los símbolos orientales,
no pertenecen generalmente al Textus Receptus. En griego la fórmula es de
una de estas formas : jt,oit|tt)v oiiQavoO xai yf\<; (Hahn, 24, 27, 30, 98) Si^-
uiouQyóv oijQavoü xai yf\q (Ib., 26, 30, xtkjtÍ|V oxiqíxvoü xai yr\q (Ib., 28, 43).
7 Kattenbusch, II, 876.
8 Kattenbusch, II, 875-878. El símbolo de Nicetas, en Burn, An In-

troduction to the Creeds, 255.


. ,

ióo APENDICE III

Nicea, aunque no se deba excluir del lodo a Nicetas 9


. En realidad
el influjo del Niceno no parece explicar completamente la adición
10
de la partícula .

Sea lo que fuere de su origen en el Textu Receptus, lo cierto


es que el dogma de la creación se venía expresando en los símbolos
bautismales orientales con una doble fórmula que merece especial
11
consideración :

rii(TTe.úo[i,ev

A) elg £VCt 0£ÓV, jraVTOXQÚTOQU,


TOV TÜ)V ájtávTOJV ÓQUTWV T8 XUl UOpuTO)V JtOlf)Tl'|V
-

B) xui ele; e'vu xúqiov Triaoüv Xqiotov . .


.

oí' oí) [xui] tu Jtúvta éyéveTO . .

En estas fórmulas se atribuye la creación no sólo a la primera


Persona de la Trinidad, sino también a la segunda. Pero de di-
verso modo : a la primera, de una manera como principal (jtoin-
tt¡v); a la segunda, de una manera como instrumental (oV ov).
Esto es característico en los símbolos orientales, de donde pasó
al Niceno y alConstantinopolitano, y por ellos a los diversos sím-
bolos de la controversia arriana 12 El origen de la segunda de esa
.

13
dos atribuciones [P>] hay que buscarlo obviamente en la Escritura .

9 Burn, An Itüroduction to the Creeds, 239-240.


10 El símbolo de Nicea no tiene en el primer artículo la fórmula « coeli
et terrae », sino dice: jtávTcov ÓQaxíov te xai uoqúxmv jtoir|Ti'|V (Hahn, 142).
Sus versiones latinas rara vez traducen « creatorem » ; cf. Turner, Ecclc.úae
Occidentalis Monumento Iuris antiquissima, I, 298-319.
11
No se conoce la forma exacta del símbolo oriental primitivo. Pero
la doble fórmula sobre la creación de uno o de otro modo ciertamente estaba
allí; cf. Hahn, 122-132, 137. Así también la Pides S. Hieronymi editada por
dom Morin (An. Maredsolana, III, 3, 199S).
12 Cf. Hahn, 142S. Así también en las fórmulas Antioquenas del año
341 (Ib., 153-156), de Filipópolis (Ib. de Antioquía del año 345 (Ib.,
158),

159), De Constantinopla en 360 (Ib., 167), en le primera y en la cuarta de


Sirmio (Ib., 160, 163), en la de Nike (Ib., 164), de Seleucia (Ib., 165)... Véase
también Hahn, 184, 187, 188, 190, 196, 199, 209, 211, 238, 242.
13 Cf. Coi, 1, 16: év avxü} éx.TÍa-dr\ xa ná\xa, év toíc; oíioavoíg xai ejii

Tf|5 yr\q, xa ógaxá xai tú áóoaTa. lo., 1, 3 : jrávTa 81' oútoíí éyéveTO. / Cor.,

8, 6: elg üeóq, ó HcmiQ, é.% ov xa ná\xa... xai elq kvqioc, 'lr\aovc, Xoiaxbq,
1

t.A CREACIÓN F.N EL SÍMBOLO TOLEDANO l 161

/A mediados del siglo IV es un hecho que los símbolos conte-


s
nían esa doble atribución al Padre (noir\x(\v) y al Hijo (8i ov)
14
dé distinto modo . Por ese tiempo, al crear Gregorio de Elvira
su nuevo esquema de símbolos trinilario-cristológico, (esquema
trabajado sobre el Niceno que tenía aquella doble atribución),
surgió el problema del sitio en que se debía insertar la creación
en el nuevo esquema. Porque en realidad toda la concepción neta-
mente trinitaria del esquema parecía no servir sino para dificul-
tar la inserción.
Gregorio de Elvira solucionó por su parte el problema omi-
tiendo simplemente la primera fórmula (jtoir|Tr¡v) y conservando
la segunda (6
1' oi>);pero no en la parte trinitaria, sino en la cris-

tológica del esquema. Así leemos en el Libclhis fidci n':

Credimus lesum Christum Dominum nostrum, Dei Filium,


per quem omnia facta sunt,
quae in coelis et quae in térra,
visibilia et invisibilia...

Esta primera solución al problema se repite en el Toledano IV


16
y hasta cierto punto en la Fidcs Damasi ;
pero no prosperó gran
cosa.
Lo más frecuente en los símbolos del nuevo esquema fué, o
17
simplemente omitir toda alusión a la creación , o conservar la
18
formula que se refería al Padre y omitir la otra .

Si' oú tcl núvtu. A este último texto se alude directamente en muchos de


esos símbolos, por ejemplo en el de las Constituciones Apostólicas: xtioti'|v
xai ot]H.iouoyóv ™v ájtávToov, é| oí ta jtávta, xal tiq xbv xúqiov..., 8i° oü
tú jiávxa... (Hahn, 129). En otros símbolos se alude más bien a Hebr., 1, 2:
Si' ou xal én:oLT|OEv xovq aíwva?, Cf. Hahn, 130, 131, 132.
14 Sin embargo no todos los símbolos contenían ambas fórmulas. Véan-
se por ejemplo los símbolos de Auxencio de Milán (Hahn, 134), de S. Gre-
gorio Taumaturgo (Ib., 185) de Ulfila (Ib., 198), de S. Patricio (Ib., 226),
de S. Gregorio de Tours (Ib., 230).
15 Burn, An Introduction to the Creeds, 216 ;
Hahn, 189, 201.
lu Hahn, 179. En Fides Damasi propiamente esta parte está omitida;
la

pero se alude a la creación con ocasión del texto -de la Escritura « Verbo :

Domini coeli firmati sunt... ».


17 Así en los símbolos de Baquiario (Hah^n, 208) de Pelagio I (Ib.,

229) y de S. Gregorio Magno¡ (Ib., 231).


18 Así en muchos símbolos germánicos (Hahn, 94, 107, 109, ms, 115-

1
: : :

IÓ2 APENDICF. III

Pero la solución del Toledano fué distinta. Véase su fórmula

Credimus in unum verum Deum, Patrem et Filium et Spiritum St.,

visibilium et invisibilium factorem,


per quem creata sunt otnnia in coelo et in térra...

Algo semejante se encuentra en e! símbolo de Victricio de


Rouan y de algún modo en los Toledanos III y VI 2 ".

Si se considera esta nueva manera de expresar el dogma de


la creación, salta a la vista que aquí se han unido en una las dos
fórmulas que de antiguo existían separadas en los símbolos :

A) Jtou]rf|V = factorem...
H) 8i° OV = perquem...

De este hecho sé deduce que los Padres del 400 tuvieron a la

vista algún símbolo en que se encontraban ambas fórmulas ;


por-
que la coincidencia no se explica fortuitamente, sobre todo si se
tiene en cuenta que la nueva fórmula Toledana presenta alguna
incongruencia por haber fundido en una las otras dos, como ve-
remos. ¿Se puede determinar en qué símbolo se inspiraron los au-
tores del Toledano? Nos parece que en el de Nicea

117), en la Credulitas christiana verissima (Spanische Forschungen, III,

296S, nt.). Una fórmula especial, pero del mismo género, usa la Fides Gen-
nadii (Hahn, 239) « et credimus Deum Patrem omnipotentem, per coomni-
:

polentem Filium suum condidisse omnia, quae sunt in coelo et in térra et


in mare, visibilia et invisibilia, coelestia atque terrestria, nt psalmista ait

Verbo Domini coeli firmati sunt... ».


19 « Sic credimus individuam Trinitatem, ante quam nihij potest affingi

nec mente concipi, per quam omnia visibilia et invisibilia, sive Throni sive
1 )ominationes sive Principatus sive Potestates. Omnia per Ipsum et sine illo

factum est nihil, qui pro salute generis humani... » (ML 20, 446; Hahn, 207).
20 Toledano III : « Haec enim sancta Trinitas, unus est Deus Pater et
Filius et Spiritus Sanctus, cuius bonitate omnis licet bona sit condita crea-
tura... » (Hahn, 177). Toledano VI: «Credimus... Trinitatem... creatricem
omnium creaturarum » (Ib., 180). Véanse también los símbolos del Pseudo
Jerónimo : « Factor Pater, fe*f actor Filius, factor et Spiritus Sanctus » (Ib.,

2 39). y de Gcnnadio : « Non tamen tres dii sed unus Deus, qui fecit... omne
quod est... » (Ib., 240).
; : ;

LA CREACIÓN EN EL SÍMBOLO TOLEDANO I IÓ3

Niceno : Toledano

Credimus in unum Deum P. omni- Credimus in unum verum Deum, P.


pot., > et F.,

visibilium et invisib. factorem visibilium et invisib. factorem,


et in unum Dominum I. C ,

per quem omnia facta sunt, per quem creata sunt omnia
sive quae in coelo, sive quae in t. in coelo et in térra...

Todos los elementos que andan dispersos por el Niceno, se


encuentran reunidos en el Toledano por mera yuxtaposición. Las
voces características, como factorem (== jToinrrjv) estaban ya en
las versiones del mismo símbolo conocidas en España, por ejem-
21
plo en las de S. Hilario . El cambio de facta en creata parece
explicarse obviamente por la inmediata repetición de factorem.
Así nos parece se aclaran históricamente los orígenes de la

fórmula sobre la creación que nos da el Toledano I. La cual es


sin duda más perfecta que las anteriores teológicamente hablando,
por atribuir la creación a la Trinidad toda, como obra divina
ad extra que es. Pero lleva en sí la incongruencia peculiar de atri-

buir a toda la Trinidad una fórmula que en la Escritura es exclu-


siva del Hijo (81' oí'). En lo cual parece cambiarse el sentido de
la partícula per (8 icé), dejando su matiz propio de instrumenta-
22
lidad ,
para usarse menos técnicamente como sinónimo de fac-
torem. En el primer sentido, « Pater creat per Filium » es la doble ;

atribución de los símbolos orientales. En el segundo, « Deus Tri-


nitas creat per seipsum » ; donde es imposible distinguir propia-
mente una doble atribución.
Por los demás, esta incongruencia de lenguaje no se sostuvo
en la literatura simbólica posterior.

'-'
S. Hilario, De Synodis, 84 (Hahn, 143) omite «sive».
22 Claro es que sentido no puede ser
el estrictamente instrumental
cí. Zorell, Lexicón graecwm Novi Testamenti (edic, 1931), col. 288 (5iú,
I, 4, b). Bajo este aspecto del cambio de sentido en la partícula per, hay
que citar también el símbolo de S. Victricio; véase el texto en la nt. 19.
INDICE ALFABETICO

Alcuino (su símbolo) 82, 125, 142. « Fides Faustini » 79, 95 nt. 61, 96

Anatematismos 41, 76S, 99, I15-II7, nt. 65, 100 nt. 5, 101-103, 113,

117-123, I39S, 144- 135-

« Fides Foebadii » Cf. « Libellus fi-


Baquiario (su símbolo) 81, 87, 96 nt.

161
dei ».
64, 113 nt. 10, 125, 134, 141,

nt.
« Fides Hieronymi presbyteri » 45
17.
nt. 3, 81, 87s, 96 nt. 64, iois, 103S,
Burn 86 nt. 42, 88 nt. 49, 89 nt. 50.
112 nt. 3, 113, 125, 133, 148-150.
52, 92 nt. 58, 100 nt. 4, 113 nt. 6.
« Fides S. Hieronymi presbyteri »
7, 124 nt. 45, 127 nt. 71, 128, 135
45 nt. 3, 82 nt. 26, 160 nt. 11.
nt. 9. 10, 141 nt. 33, 159 nt. 4. 8,
« Fides Romanorum » Cf. « LibellllS
160 nt. 9, 161 nt. 15.
fidei ».
Caspari 82 nt. 26, 83 nt. 34, 88 nt.
« Filioque » 40, 64S, 69-71, 124-131.
48.
Flórez 6s. 8, 48, 51, nt. 25, 53, 59 nt.
« Clemens Trinitas » 41 nt. 15, 77,
47, 62 nt. 57, 70, I2is.
141.
Gennadio (su símbolo) 81, 83s, 126,
Constantinopolitano (símbolo) 79S,
162 nt. 18. 20.
IOO, 112, 124, I52S, l6o.
Gregorio de Elvira 88 nt. 48, 89S,
« Credulitas christiana verissima »
91-96, 101 nt. 5, 118 nt. 32, 136S,
82, 125, 162 nt. 18.
147-
Faustino (su símbolo) Cf. Fides.
S. Gregorio Magno (su símbolo)
« Fides S. Ambrosü Episcopi » 79, 81, 83s, 125, 161 nt. 17.

133s, 141. « Innascibilitas » 114-123.

« Fides Damasi » 45 nt. 3, 51 nt. 24, S. Jerónimo: símbolos que se le

71, 81, iois, 103S, 113, 125-129, atribuyen 45 nt. 3 ; cf. Fides.

135. 141. 161. Kattenbusch 10, 51, 81 nt. 22, 82 nt.


i66 INDICE ALFABETICO

26, 83 nt. 34, 88 nt. 48, 89 nt. 50, Su evolución doctrinal interna
ni nt. i, 158 nt. 2, 159 nt. 4. 7.8. 120.

Künstle 1 nt. 1, ios, 19S, 23 nt. 59, Su dualismo 143-145.

27, 28 nt. 12, 48 nt. 13, 50S nt. 24, « Quicumque » (Símbolo Atauasia-
54 nt. 34. 55 nt. 36, 58 nt. 44, 59 no) 81, 84, 86s, 91 nt. 54, 125.

nt. 47, 60 nt. 48, 61, 62 nt. 55. Rufino (su símbolo) 81, 87, 96 nt.

7is, 72-74, 76 nt. 1, 82 nt. 25, 83- 64, 125, 141, 161 nt. 17.

86, 88 nt. 48, 89 nt. 50, 95 nt. 61, Seleucia-Ctesifonte (símbolo del

101 nt. s, 109 nt. 25, 110 nt: 26, Concilio) 126-128.

119 nt. 34, 122 nt. 39, 127 s, 133 Símbolos: diversos esquemas 78-

nt. 3, 146. 150-157. 83. Estudio del esquema trini-

« Libellus fidei » Si, 88-91, 92-94, 95S, tario-cristológico 83-91.

iois, 103, 112 nt. 3, 113, 135, 161. Origen del mismo esquema 91-96.
« Libellus de Trinitate » 45 nt. 3, Símbolo Apostólico 79, 99S, Ills,

82, 140. 158, 159-

« Luciferianos » (símbolos) 92 nt. Sínodo Forojuliense (su símbolo)

57, 101-103. 82, 126.

Morin ios, 45 nt. 3, 51, 53 nt. 29, Sínodos de Milán y Roma en 680.

59 nt. 47. 60 nt. 48, 82 nt. 26, 84 (sus símbolos) 82, 141.

nt. 35. 38, 85, 86 nt. 41. 43, 109 Toledano I (Concilio) : 47-51, 54-

nt. 20, 108, 160 nt. 11. 63, 120-122, 144.

Nicea (su símbolo) 77, 79S, 96, 100, Toledanos (símbolos) : Cronología
112 nt. 3, 152, 160, 161, 163. 150-157.

Pastor (su « Libellus in modum Tol. I: autenticidad discutida 1-11,

symbolirA ios, 51-53. 5/S, 63-65, 44s ; juicio de la solución actual

71 nt. 10, 73, 105, 1 19-122, 125- 11, 44; transmisión manuscrita
i.U. 138S, 140, 146. 12-25; existencia de dos redac-

Peliagio I (su símbolo) 81, 141, 161 ciones 25 ; ediciones 2Ós ; texto

nt. 17. crítico 27-37 < comparación de

Pelagianos (símbolos) 23 nt. 59, 45 ambas redacciones 38-43; autor

nt. 3, 81, 125, 141. de la primera 45-51 ; autor de la

Priscilianismo: Concilios contra él segunda, Pastor 51-53; aproba-

48-51. 53-63. ción oficial de la segunda re-

Su maniqueísmo 62. dacción 52-63 ; su interpreta-

La « innascibilidad » 71S, 119-123. ción histórico-dogmática según


Su sabelianismo 106-110, 139. Künstle 73; sus anatematismos
Su pancristismo io8s. 76s ; su esquema 80-91; fórmulas
INDICE ALFABETICO 167

para la distinción de las Perso- Tol. VI: 82, '126, 138 nt. 21, 142 ni.

nas Divinas 97-106; sú explica- 43, 162.

ción 106-110; dependencia del Tol. XI: 82, 126, 138 nt. 21, 141,

Tomus Damasi 102S ; fórmulas 142 nt. 43, 151 nt. 2. 3.

para las procesiones divinas 111- Tol. XVI: 82, 126.

113; la « innascibilidad » 117- 123; « Tomus Damasi » 23, 25 nt. 67, 77,

el « Filioque » 124-132; fórmulas 88 nt. 47, 90, 91 nt. 54, 102, 112

para la consustancialidad 132- nt. 3, 139S.

142; la consustancialidad y el Victrício de Rouan (su símbolo)


Monoteísmo 143-145; fórmulas 125-129, 136, IÓ2S.

para la creación 157. Wílmart 45, 88 nt. 48, 49, 89 nt. 50-

Tol. III: 126, 152, 162. 51, 90 nt. 53, 91 nt. 54-56, 96 nt.

Tol. IV: sos nt. 24, 82, 126, 141. 63.

ADDENDA

pág. 101, nt. 6: complétese la cita: cf. supra, cp. 2 0 , pág. 87S.
pág. 151, nt. 3: » » » cf. supra, pág. 76.
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