The Tragedy of Felix and Jake (Romance MM) - J. Da

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TABLA DE CONTENIDO

Dedicatoria
Nota De La Autora
Una Nota De Félix
Pues... Tal Vez No Estoy Bien
¿Podemos Apagar Los Recuerdos? El Viaje Por Ellos Apesta.
No Bromees Con Los Snacks
¿Este Delantal Hace Que Mi Polla Se Vea Gorda?
Besa Aquí
En Episodios Anteriores De... Probablemente No Debería Hacer Esto Pero Voy A Hacerlo De
Todas Formas...
Aguanta Un Jodido Segundo (Hola. Soy El Jodido Que Debes Aguantar)
¿Quién Invitó A Los Policías A La Fiesta?
Mi Último Día En La Tierra
Las Cinco Etapas De La Tensión Sexual
¿Quieres Ir Al Infierno Juntos?
Daddy Issues (Y No Del Tipo Sexy)
El Fino Arte De Volverme Loco
Nuevo Plan: A La Mierda.
A De Amante (Y De Sexo Anal) (Perdón. Sigue Leyendo)
Si No Dejo De Hablar, ¿Seguirás Pensando Que Soy Sexy?
¿Una dona?
No sé qué está pasando pero es mucho
Sí, decidido. Nunca volveré a ducharme solo
La diversión nunca dura, ¿verdad?
Manual de instrucciones sobre cómo cagarla
¿Una cama de coche de carreras ayudará en esta situación?
Mi hermano, el héroe
Soy Capricornio
El mejor día de mi vida (hasta ahora)
Querido Félix de catorce años
Debería haberme quedado en la cama
Nosotros (no) estaremos bien. ¿Cómo podemos estarlo?
Esto es tocar fondo. Ahora a levantarse.
Esto se siente como el final
Por supuesto, estamos sangrando
Básicamente me comí una dona con este chico y me enamoré, memorias
La Tragedia de Nosotros
Agradecimientos
Sobre la Autora
Copyright @ 2023 por J. Daniels
Reservados todos los derechos
Este libro es un trabajo de ficción. Los nombres, personajes, lugares, eventos y otros
elementos representados aquí son producto de la imaginación del autor o se usan
ficticiamente. Cualquier parecido con personas o hechos reales es coincidencia.
Diseño de portada por Hang Le
Formato interior por Allusion Publishing
Edición por el editor de mi hermano

Traducción al español NO OFICIAL por fans y para fans sin fines de lucro. Por favor, apoyen al
autor comprando su historia en las plataformas oficiales y no difundan por redes sociales como
Instagram, TikTok, Twitter, etc.
TABLA DE CONTENIDO
Dedicatoria
Nota de la Autora
Una Nota de Félix
Pues... Tal Vez No Estoy Bien
¿Podemos Apagar Los Recuerdos? El Viaje Por Ellos Apesta.
No Bromees Con Los Snacks
¿Este Delantal Hace Que Mi Polla Se Vea Gorda?
Besa Aquí
En Episodios Anteriores De... Probablemente No Debería Hacer Esto Pero Voy A Hacerlo De
Todas Formas...
Aguanta Un Jodido Segundo (Hola. Soy El Jodido Que Debes Aguantar)
¿Quién Invitó A Los Policías A La Fiesta?
Mi Último Día En La Tierra
Las Cinco Etapas De La Tensión Sexual
¿Quieres Ir Al Infierno Juntos?
Daddy Issues (Y No Del Tipo Sexy)
El Fino Arte De Volverme Loco
Nuevo Plan: A La Mierda.
A De Amante (Y De Sexo Anal) (Perdón. Sigue Leyendo)
Si No Dejo De Hablar, ¿Seguirás Pensando Que Soy Sexy?
¿Una dona?
No sé qué está pasando pero es mucho
Sí, decidido. Nunca volveré a ducharme solo
La diversión nunca dura, ¿verdad?
Manual de instrucciones sobre cómo cagarla
¿Una cama de coche de carreras ayudará en esta situación?
Mi hermano, el héroe
Soy Capricornio
El mejor día de mi vida (hasta ahora)
Querido Félix de catorce años
Debería haberme quedado en la cama
Nosotros (no) estaremos bien. ¿Cómo podemos estarlo?
Esto es tocar fondo. Ahora a levantarse.
Esto se siente como el final
Por supuesto, estamos sangrando
Básicamente me comí una dona con este chico y me enamoré, memorias
La Tragedia de Nosotros
Agradecimientos
Sobre la Autora
PARA CUALQUIER PERSONA QUE ALGUNA VEZ HA AMADO A UN ADICTO.
NOTA DEL AUTOR
Querido lector/a,
No estoy seguro de por dónde empezar con esto. Este libro ha estado en mi mente durante
años y lo he pospuesto una y otra vez, sin saber si estaba lista para escribirlo o no. Esta no
es una lectura fácil, y ciertamente no fue fácil de escribir. Verás, la realidad es dura y, a
veces, fea, por lo que normalmente mantengo mis historias en el lado más ligero. Si estoy
usando un libro para escapar de la realidad, quiero que todos sean felices y estén
enamorados y que tengan muy pocos conflictos que los aleje de su final felices por siempre
(HEA). Pero las historias como esta, las historias donde hay dos personas que luchan juntas
a través de tragedias y otras cosas terribles, estas historias son importantes, reales y
necesarias.
Siento que he querido escribir esta historia desde siempre.
No sé lo que es ser una persona adicta. No tengo esa experiencia, y espero no tenerla
nunca. Pero sé lo que es amar a una persona adicta. Y lo que es dejar de amarla.
También he sido testigo de cómo alguien puede amar a otro incondicionalmente cuando
sería mucho más fácil no hacerlo. Y la fuerza que se necesita para hacer eso es
inmensurable.
Cuando finalmente estuve lista para escribir este libro, el mundo cambió. Vino la
pandemia, tuve un bebé, mi salud mental dio un giro mientras navegaba por estar atrapada
dentro de casa con un recién nacido y la soledad que sentía. Además de eso, tuve una
recuperación posparto extremadamente difícil que duró casi un año, y no pude dedicarme a
esta historia de la manera que quería y como se lo merecían Jake y Félix, porque ellos se
merecían ganar, y yo quería asegurarse de que ganaran. Para hacer eso, tuve que alejarme
un poco.
Haberme ido del mundo de los libros fue aterrador. Pero regresar es más aterrador (y
en algunos días, absolutamente lo es). Este libro es diferente de mis otras historias, pero
aún soy yo, ¿sabes? No puedo evitar ser graciosa (está en mí). Pero espero hacerte reír,
sonreír y que tú corazón se acelere. Y estoy agradecida con todos los que lean esta nota
porque eso significa que todavía estás aquí conmigo.
No puedo agradecerte lo suficiente por quedarte.
Si bien este libro se enfoca en la adicción y la recuperación, hay otras cosas que les
suceden a nuestros chicos y algunos temas que se abordan fuera de página, y quiero
prepararte para cualquier cosa que pueda ser difícil de leer.
Aquí hay una lista de advertencias de contenido para cualquier persona que pueda
necesitarlas:

Consumo de drogas
Abandono de los padres
Idea suicida
Pérdida de niños
Amo esta historia con todo mi corazón. Amo a estos chicos, nuestros chicos (espero que
también los consideres tuyos). Quiero agradecerte, querido/a lector/a, por elegir este libro
y seguir confiando en que yo te daré algo hermoso. Espero que pienses en esta historia
mucho después de que termines de leerla. De verdad lo deseo.
Gracias por leer,
Jessica
Esta es una historia de amor.
Caótica,
complicada
y un poco fea a veces.
También está hecha de cosas mágicas como besos en la frente.
Es nuestra tragedia.
El amor todo lo vence, joder,
Félix <3
PUES... TAL VEZ NO ESTOY BIEN

JAKE

Estoy segura de que lo viste venir. Sabes lo miserable que he sido. Si


hubieras estado más cerca, las cosas serían diferentes. No puedo seguir
haciendo esto. Ya nunca nos vemos. Dale sí está aquí. Él está aquí y tú no.
Solo pasó. Lo siento. Lo siento mucho, Jake. Te amo. Solo te deseo lo mejor.

Katie

Arrugo el papel de cuaderno dentro de mi puño. Siento mi cuerpo temblar.


Con la mandíbula apretada, me giro hacia la pared, llevo mi mano libre hacia atrás y
golpeo mis nudillos contra la pared, una y otra vez hasta que veo una mancha de sangre.
Esa perra. Esa estúpida puta perra.
—¡Vete a la mierda! ¡Vete a la mierda! ¡Vete a la mierda! —rujo.
Lanzo su mierda al suelo y atravieso mi habitación. Le doy la vuelta a la mesita en la que
guardo las cosas de mierda de ella que me regaló. Fotografías enmarcadas y recuerdos de
viajes por carretera y estupideces que no significan nada. Dos años de mentiras. Dos años
que se suponía que se convertirían en más, pero solo pasó. Dale sí está allí. Yo no. Ella se lo
follará. Ella le regalará fotos enmarcadas y días que se convertirán en dos años.
Que se vaya a la mierda. A. La. Mierda.
Lanzo todo al suelo y lo aplasto debajo de mi bota.
El escritorio que comparto con mi compañero de habitación, ese mismo pedazo de
mierda que dijo que Katie no parecía el tipo de persona que lidiaba bien con las relaciones a
distancia, es el siguiente.
Que se vaya a la mierda él también por predecir un carajo.
La madera contrachapada barata se parte cuando golpea el piso, y la computadora
portátil que yo usaba para Skype se estrella contra la pared después de que la lanzo.
Ella me dijo que me amaba a través de una llamada en ese portátil. Se corrió viendo
cómo yo me corría. Me sonreía en la pantalla y me decía que se moría por terminar la
escuela para poder mudarse aquí.
Ella mintió.
Ella terminó conmigo y me deseó lo mejor y se folló a su vecino y...
—¡VETE A LA MIERDA!
Agarro mi cama por el borde y la lanzo lo más lejos que puedo. Arranco el cable del
teléfono de la pared y tiro el auricular.
Había comprado esa mierda solo por ella. ¿Por qué diablos la necesitaría ahora?
La compra de Walmart choca contra la puerta.
Golpeo la pared de nuevo. Sigo moviéndome por toda la habitación. Sigo caminando y
pateando mierda y rompiendo todo lo que puedo hasta que me obligo a detenerme antes de
aplastar mis huesos.
Con el pecho agitado, miro mi destrucción en la habitación.
Mis manos tiemblan.
Mi piel arde y pica, y siento que estoy en llamas.
Agarro mi cabello y cierro mis ojos con fuerza mientras el alivio hace agua mi boca y
corre por mi sangre.
El subidón que podría obtener para quitarme todo esto está justo ahí en mi bolsillo.
Solo necesito cogerlo.
Es sencillo. Es fácil.
—Hazlo, —me susurra al oído el mejor sentimiento del mundo.
Solo necesito adormecerme por un día, una hora o un minuto. Necesito dejar de sentir
esto.
Necesito olvidarla.
Necesito olvidar lo que ha hecho.
Necesito, necesito, necesito, necesito.
Mi teléfono está en mi mano y un número que no debería saber está en mi pantalla, y
apenas puedo verlo a través de las lágrimas en mis ojos.
Quiero esto.
Odio esto.
Mi mano en mi pelo tira. Puedo sentirme mejor ya. Mis dedos tiemblan.
Voy a hacerlo.
Tengo miedo.
Voy a hacerlo.
No sentiré nada en una hora.
Me odiaré a mí mismo mañana, pero primero me sentiré bien.
El subidón es mejor que el bajón de después. Pero lo vale. Siempre lo vale.
Puedo ver al hijo de puta de Dale en mi cabeza. Él tocándola. Besándola Follándose a la
chica a la que pensé en comprarle un anillo. Lo veo estrechándome la mano y diciéndome
que vigilará lo que es mío.
Él está sonriendo. Ellos están sonriendo. Él se está llevando todo lo que tengo.
—Solo una vez más, —me dice mi recuerdo favorito.
Ella me ama. Tirado en el suelo borracho y lleno de cocaína hasta el culo. Ella siempre lo
hará. No hay nadie más que yo para ella.
Katie ya no se siente así. Ella no me amará nunca más. Ella nunca me amó.
Nunca.
Mi espalda golpea la pared y me deslizo hasta el suelo. Casi tiro mi teléfono al otro lado
de la habitación. Agradezco a todo lo que existe que no lo hice.
—¿Qué tal, hombre? —La voz áspera en mi oído suena feliz de saber de mí. Él está
sonriendo.
Quiero matarme.
—Necesito tu ayuda, —digo con voz rasposa. Mi garganta se siente como si se estuviera
desgarrando.
—Voy ahora. —Su tono cambia a algo que me asusta. Algo que he escuchado más veces
de las que puedo contar—. Dame dos minutos y salgo por la puerta, Jake. Espera. Ya voy.
Mi hermano está en camino.
Las lágrimas caen por mis mejillas.
Dejo caer la cabeza y empiezo a sollozar.

Mi hermano tarda seis horas en llegar.


Estoy sudando y temblando y demasiado asustado, y pasaron seis horas hasta que él me
llama porque no lo dejo entrar. No abro la puerta. Olvidé por qué está aquí.
¿CJ?
Hostia puta. Hola.
Está gritando por mí, y suena tan asustado como yo estoy (estaba), y no lo entiendo,
pero luego entra a la fuerza en mi habitación, embistiendo con su hombro contra la puerta
hasta que la madera se parte y se separa del marco. Entra a trompicones.
Sonrío porque amo a mi hermano y lo extraño.
Me río porque mi puerta ya no existe.
—Hermano. Estás puto loco, ¿lo sabías?
Mi voz suena lejana, pero no tanto como la de CJ.
Yo vivo en Carolina del Sur y él en Alabama, y ya nunca nos vemos, pero él está aquí
ahora. Mi hermano mayor.
Se queda allí, mirando los restos de lo que fue mi habitación. Me mira y maldice.
—¿Qué? —Pregunto—. Ven aquí, hombre. Ven aquí.
Sonrío de nuevo, y arrastro las palabras. Me siento bien ahora. Genial, en realidad. Estoy
tan feliz de ver a mi hermano, quiero llorar.
CJ finalmente corre hacia mí.
No sé por qué, pero estoy en el piso del baño, y estoy tan jodido que no me l evanto. Él
tiene que agacharse para ponernos cara a cara.
—Jake. Joder, ¿qué pasó?
Está palpando mis bolsillos y las baldosas debajo de mí.
¿Qué está haciendo? ¿Qué está buscando?
—Qué. No pasó nada... vamos. Para. —Trato de poner mis brazos alrededor de él—. Ven
aquí. Dame un abrazo.
—¿Qué diablos tomaste?
—¿De qué estás hablando?
—¡Jake! ¡Joder! —Él agarra mis hombros, sacudiéndome fuerte—. ¿Qué. Tomaste?
Sonrío, pero él no, y quiero reírme en la cara de CJ. Él debería estar feliz. Yo estoy feliz.
¿Por qué no lo está?
Parpadeo.
Mi hermano se ve miserable y yo me siento como un puto dios.
—Jake.
—¿Qué?
La cara de CJ está a centímetros de la mía, y está asustado.
No. Está aterrorizado. Puedo verlo ahora.
Se me corta el aliento y ya no estoy sonriendo. Olvidé cómo hacerlo.
Porque finalmente recuerdo lo que hice y por qué está él aquí.
Recuerdo lo que tomé.
Mi mano se abre y le muestro el frasco vacío.
—Oh, mierda, —grazno.
La oxicodona1 de mi compañero de habitación.
Las escondió en el escritorio. No lo sabía, pero las encontré. Estaban a un metro y medio
de mí, en el suelo, el cajón en el que las guardaba se rompió y traté de ignorar el frasco. De
verdad.
Lo hice una hora.
Y luego otra.
Enterré mi cara en mis manos y grité. Caminé por la habitación.
Cuatro horas.
Mi piel sudaba y picaba.
Cinco horas. Casi seis.
Pensé en irme y nunca volver, pero tal vez...
Tal vez no necesitaba irme. Tal vez ni siquiera era algo que quisiera tomar.
Solo tenía que revisar, solo un vistazo. Un vistazo, y podría olvidarme de ellas. Podría
relajarme. Tal vez podría incluso respirar.
Solo necesitaba un vistazo.
Seis horas.
Me tomé todas las putas pastillas de ese frasco.
—Lo intenté, —digo, con la voz quebrada—. No quería, CJ. No quería.
—Lo sé.
—Te estaba esperando, y luego las encontré. Casi lo logré. Casi lo logré, CJ, pero seis
horas. Te tomó seis horas.
—Lo sé. —CJ suena tan devastado como yo me siento—. Lo siento. Ey. —Sostiene
suavemente mi rostro, presionando su frente contra la mía—. Lo siento mucho, Jake.
Lágrimas llenan mis ojos.
Mi hermano es bueno. Él es tan bueno Él hará cualquier cosa por mí. Dejará lo que sea
que esté haciendo y conducirá 700 kilómetros en el segundo en que lo necesite. Romperá
los límites de velocidad. Derribará puertas. Lo que sea.
Incluso se culpará a sí mismo por esto, pero él no es el hermano que necesita ayuda. Él
no es el adicto. El jodido soy yo.
Él no lo es. Nunca ha sido él.
—No es tu culpa, —le digo.
—Debería haber conducido más rápido.

1
La oxicodona es un fármaco de la familia de los opioides, que se utiliza para el tratamiento del dolor
moderado a intenso, se vende en los Estados Unidos sólo por prescripción. Es altamente adictivo y una droga
de abuso común. La oxicodona oral tiene aproximadamente el doble de potencia analgésica que la morfina y
en altas dosis puede ocasionar problemas de respiración graves o que pongan en riesgo la vida.
—No. Una mierda. —Dejo caer el frasco y rueda por el suelo. Aparto sus manos de mi
cara—. No dejaré que te sientas culpable por esto. No puedes sentirte culpable por esto, ¿de
acuerdo? No puedes.
—¿Cuántas tomaste?
—No sé. —Mi cabeza se siente pesada, demasiado pesada para levantarla más, y la dejo
caer contra la pared—. No sé cuántas había. No las conté.
—Mierda.
Me empiezo a reír.
No sé por qué, pero todo me vuelve a dar risa.
—Rompiste mi puerta, idiota.
Creo que quiere sonreírme, pero no lo hace. Se ve demasiado triste para sonreír.
—Katie rompió conmigo.
Las cejas de CJ se levantan, pero solo por un segundo.
—Lo siento.
—Ahora se folla a Dale. Genial. Da igual. Ni siquiera me importa. —Flexiono mi mano y
pienso en golpear otra vez la pared, pero no puedo levantarla—. Tengo mucho miedo,
¿sabes?
—Lo sé.
—La cagué, CJ.
—Está bien. Ey. Está bien. —Levanta mi barbilla, obligándome a mirarlo—. No me iré a
ninguna parte. No te dejaré. Resolveremos esto.
—¿Qué debo hacer?
—Necesitamos llevarte a una reunión.
—Sí. —Asiento, me gusta la idea. Es tan inteligente—. Sí, está bien. Eso funcionará.
—¿Tienes una aquí?
—No.
Él suspira.
—Mierda, Jake.
—¡No he necesitado ir a ninguna! He estado bien. Lo sabes.
—Pensé que te estabas reportando con la gente. Se supone que debes hacerlo.
Le doy una patada, lo cual es jodidamente tonto porque CJ probablemente tiene al
menos quince kilos de músculo más que yo y fácilmente podría patearme el culo, pero estoy
enojado porque él está enojado.
Por lo que lo hago de todos modos.
—Vete a la mierda, ¿sí? —No se mueve ni un centímetro—. ¡He estado limpio durante
siete años! Deja de hablarme como si fuera un drogadicto.
—Eres un drogadicto.
—¡La cagué una vez! ¡Quítate de mi vista!
—Y dónde irás, ¿eh? ¿Quieres que te deje así? ¡Ni siquiera puedes ponerte de pie! Sin
mencionar lo que le hiciste a tu habitación. Este lugar parece una mierda.
—No está tan mal.
—¿No está tan mal?
Se pone de pie entonces, cerniéndose sobre mí como un idiota enorme.
No sé cuándo llegó a ser tan grande.
No es mucho más alto que yo. Pero sus brazos, pecho y hombros son enormes. Es
jodidamente intimidante.
Y luce estúpido.
Pero no le digo eso porque, repito, son quince kilos de músculo. No quiero que me
pegue.
—Tu escritorio está destruido. Ambas camas. Tu portátil. Hay agujeros en las paredes…
—Oh, no. Llama a la policía. Le di un puñetazo a una pared.
Él me mira.
—¿Y tu compañero de habitación, eh? ¿Qué crees que va a pasar, Jake? ¿Has pensado en
las consecuencias de tus acciones? ¿Qué pasa si un oficial militar te encuentra? ¿Luego qué?
—Ay no, aquí vamos. Aquí vamos. Ya salió el oficial Tully. —Le doy la vuelta—. Chúpame
la polla, cerdo del gobierno. ¿De verdad crees que yo te necesito a ti? Pues no. Estoy bien.
—Estás drogado hasta el culo.
Me da igual. No lo necesito.
—Vete a la mierda tú, —escupí—. Que se vaya a la mierda mi compañero de habitación.
Y que se vayan a la mierda los polis. Seguro me delatarás con ellos de todos modos. Apuesto
a que quieres hacerlo.
Puta policía militar. Todos pueden comerse una polla.
CJ me mira como si estuviera loco.
—Juro por Dios que tienes que dejar de hablar antes de que te pegue.
—Tú tienes que dejar de hablar, —me quejo, mirando al suelo y rezando para que no
me escuche.
CJ suspira y maldice por lo bajo, pero no me dice nada más.
No durante varios minutos, al menos.
Y cuanto más tiempo está callado, peor me siento y más triste me pongo.
Él condujo 700 kilómetros para salvarme. Una puerta cerrada no podía mantenernos
separados. Él haría cualquier cosa por mí en este momento, sé que lo haría, y le estoy
diciendo que se vaya a la mierda y tratando de echarlo. Desearía que no estuviera aquí para
no tener que verme así, otra vez, porque ya me ha visto así antes y yo se lo prometí, le
prometí que era la última vez que les robaba a nuestros padres para drogarme y mi propio
hermano, mi propia sangre tuvo que arrestarme. Le juré que ya no jodería más mi vida, la
de él y la de ellos. Que iba a mejorar. Y dijo que sabía que yo podía hacerlo, que creía en mí.
—Haré cualquier cosa por ti, Jake.
Lloré en su hombro cuando me dejó en rehabilitación, sonrió y me dijo que estaba muy
orgulloso de mí, y todos los años me llama y me dice lo mismo.
—Estoy orgulloso de ti, hermanito.
Y estoy tan jodido en este momento, que ni siquiera puedo pararme a su lado.
—No, no, no, no. —Dejo caer mi cabeza entre mis manos mientras las lágrimas caen por
mis mejillas. No puedo creer que hice esto—. CJ, —sollozo.
Sus brazos están a mi alrededor antes de que pueda decirle cuánto lo siento. Me deja
llorar en su cuello, aunque es asqueroso, y es como si la última conversación ni siquiera
hubiera sucedido porque él no me va a dejar, no necesito hacer esto solo.
—Va a estar bien, Jake, lo prometo, —dice, y le creo.
Ya me siento mejor porque mi hermano mayor está aquí. Él sabe que puedo hacerlo.
Y cuando me dice que lo resolveremos, asiento con la cabeza y lo abrazo con más fuerza.
Es todo lo que puedo hacer.
Todo va a estar bien. Me vuelve a prometer. Y él nunca ha roto sus promesas.
Yo cometí un error. Un pequeño error.
—Todo estará bien, Jake.
Lo estará. Sé que sí porque CJ se asegurará de que lo esté. Él siempre se asegura de todo.
—¿Qué…carajo…? ¡Dios santo! ¿Estás de broma, hombre?
El cuerpo de CJ se pone rígido.
No puede saber quién es, nunca conoció a mi compañero de habitación, pero lo sabe.
De alguna manera, él lo sabe.
Y me deja en el suelo para intentar explicar la situación y salvarme el culo. Se levanta y
se mueve, y sus voces chocan.
CJ justifica lo que he hecho (Dios, amo a mi hermano) y mi compañero de habitación
gritándole y tratando de llegar a mí (joder, te reto a que lo hagas), y ambos están
hablando/gritando a la vez, es confuso, y Dios, mi mano se ve jodida.
Probablemente no debería golpear nada más.
—¡Eres un pedazo de mierda! —grita mi compañero de habitación, tratando de pasar a
mi hermano—. Siempre te he odiado, ¿lo sabías? Vete a la mierda, ¡quítate de en medio!
¡Dios! ¿Ves lo que le hizo a mis cosas? Estás muerto, Tully. ¡Estás bien puto muerto!
Me río. No puedo evitarlo. Mi compañero de habitación no tiene ninguna posibilidad
contra mi hermano.
—Ah, y por cierto, me follé a tu chica el año pasado. Sí. ¿Quién se ríe ahora, hijo de puta?
Mi compañero de habitación me sonríe ampliamente.
Me levanto en un movimiento rápido, y creo que CJ me lo permite porque mi hermano
podría detenerme si realmente quisiera.
O tal vez está demasiado conmocionado/atónito de que finalmente me levanté y me
moví o estaba demasiado concentrado en mantener a mi compañero de habitación alejado
que no tiene tiempo de darse la vuelta y agarrarme antes de que lo golpee, justo en el
cartílago, destrozándole la nariz a ese hijo de puta.
—¡Jake! ¿Qué carajo? —CJ ruge.
—¿Qué? —le grito.
Mi hermano siempre está preocupado por mí. Tal vez él piensa que mi mano está rota
ahora. Debería revisarla.
Me miro los nudillos.
Están magullados e hinchados, pero me siento muy bien.
Ah, y también sé por qué.
Miro a mi compañero de habitación por encima del hombro de CJ.
—Apuesto a que desearías que yo no hubiera encontrado tu alijo, hombre, porque
parece que te dolió.
CJ me grita de nuevo, pero yo solo río y lloro. Se siente tan extraño hacer ambas cosas.
Pero al menos puedo estar de pie ahora, y no creo que mi mano esté rota, así que buenas
noticias para todos.
¿Y mi compañero de habitación? ¿Ese imbécil?
Está sangrando por toda la alfombra y escupiendo amenazas a medida que la sala
comienza a llenarse con más personas, todas ellas de su lado.
—Eres un idiota, Tully.
¿Qué cojones? ¡Él fue quien se folló a mi novia!
Y luego ese idiota se fue a delatarme, y por un momento, creo que es lo más divertido
que he escuchado.
—Me va a denunciar. Oh, no. —Me río a carcajadas, chocando los hombros con mi
hermano.
Espero a que esté de acuerdo conmigo. Escucho bien esperando oír el bajo estruendo de
su risa. Sigo esperando.
—Jake, —dice, suplica, porque eso es lo que parece que está haciendo. Ahora está
asustado. Probablemente yo también debería estarlo.
Me río lo suficiente por los dos.
Realmente no me entero ni me aterrorizo hasta horas más tarde, cuando toda mi mierda
está empacada en la parte trasera de la camioneta de mi hermano, y estamos saliendo de la
base en la que he estado durante cinco años, y me doy cuenta de que nunca volveré aquí
porque no puedo.
Ahí es cuando me doy cuenta.
Y paso las siguientes seis horas llorando y queriendo morir mientras repasaba todo lo
que hice y cada palabra que mi hermano le dijo a mi sargento cuando le rogó que pasara
por alto este pequeño error.
—Mire todo lo que él ha hecho por vosotros. ¡Mire todo lo que él ha hecho por su país!
¡Tres viajes! Él os ha dado todo. Por favor, no le hagáis esto. Por favor.
Su voz se quebró en ese momento, yo la escuché.
Lloro con más fuerza y me hago un ovillo en el asiento.
—Todo va a estar bien, Jake, —me dice CJ una y otra vez, y quiero creerle como siempre
le creo, pero ¿cómo puedo hacerlo?
Estoy sin trabajo y sin hogar.
Soy un adicto que acaba de perder siete años de sobriedad.
Soy un (ex) infante de marina que ha sido dado de baja sin honores.
Y quiero drogarme, otra vez. Ahora mismo, a pesar de que mi vida ha terminado por
eso.
Así es como realmente sé que estoy jodido.
¿PODEMOS APAGAR LOS RECUERDOS? EL VIAJE POR
ELLOS APESTA.

JAKE
He querido ser soldado desde que tenía seis años.
Mi padre había estado en el ejército antes de que yo naciera y recuerdo haber
encontrado sus medallas en el sótano y haber visto fotografías antiguas de él con su
uniforme. Le rogaba que me contara historias sobre todo lo que hizo y cada país en el que
había estado, y yo me sentaba allí pensando: Vaya, mi papá es increíble. Quería hacer las
mismas cosas y viajar a los mismos lugares y matar a todos los malos otra vez, los mismos
que él mató, porque yo tenía seis años y eso era lo más genial que me había contado.
Supongo que querer ser soldado es una etapa por la que pasan muchos niños, pero para
mí no fue solo una etapa.
Ese Halloween y todos los Halloween posteriores, siempre me vestí completamente de
camuflaje con la cara pintada de verde.
Excepto por ese año después de la demostración de seguridad contra incendios en mi
escuela.
Le rogué a mi madre que me llevara de regreso a la tienda porque ahora iba a ser
bombero. Un soldado no, mamá. No son tan geniales. Nunca quise volver a ser soldado.
Hasta el año siguiente a ese cuando mi hermano recibió un rifle de aire de regalo por
sus trece años y me dejó dispararlo una vez, y fui tan pero tan bueno, a pesar de que él no
diría nunca que lo fui. Pero di en el blanco antes que él, así que tenía que saberlo.
La suerte de principiante ni siquiera es algo real. Nunca había oído hablar de eso.
Me jacté y le dije a CJ que iba a ser soldado, como papá. Yo tenía nueve años, y
simplemente lo sabía. Y lo recuerdo mirándome, realmente mirándome, como si yo fuera el
hermano mayor genial que él querría seguir, y como si acabara de dar en el blanco en mi
primer intento (porque en verdad lo hice), y él realmente me admirara por ello.
Estaba orgulloso de mí por primera vez, yo pude verlo.
Y quise ser soldado más que nunca cuando eso sucedió, porque quería que mi hermano
siempre me mirara de esa manera.
Entonces tuve que arruinar completamente el momento diciendo:
—Si realmente quieres ser policía algún día, será mejor que aprendas a disparar. Como
yo.
Le sonreí tan amplio en ese momento.
Me escoció el brazo durante días después de que me golpeó. De hecho, pensé que se me
iba a caer, y entonces, ¿cómo se suponía que iba a sostener un arma ahora? Soy diestro.
Esa era mi mayor preocupación.
Pero finalmente mi brazo dejó de dolerme, y CJ finalmente dio en el blanco, y nos
volvimos más cercanos a medida que crecíamos.
Lo ayudé a conseguir su primera novia cuando tenía catorce años (algo que él negará
para siempre, pero que me usó como cebo para hablar con esa chica en la piscina ese
verano cuando me salvó de “ahogarme”, a pesar de que yo había estado en el equipo de
natación durante años y solo estaba flotando boca abajo porque me gustaba asustar al
salvavidas).
Me dio mi primer sorbo de su cerveza cuando yo tenía doce años.
Lo encubrí cuando papá encontró la botella de vodka muy diluida con agua cuando se
preparó un trago una semana después de que CJ y sus amigos vomitaran por toda la
terraza.
Yo tenía trece años y tenía curiosidad por saber a qué sabía. Y odié tanto el sabor que tiré
la mayor parte en el lavabo. En verdad solo bebí un poco. Lo prometo.
Esta era la mentira que le había dicho para que mi hermano no fuera asesinado.
Y más tarde esa noche en verdad yo tenía mucha curiosidad, así que bebí de la botella
nueva bastante pensando que en algún momento me gustaría el sabor. Solo me detuve
porque me vomité encima.
Nunca me gustó el sabor.
CJ se graduó de la escuela secundaria y yo me fumé un porro en su fiesta con un chico
con el que él iba a la escuela.
Mi hermano lo echó cuando nos encontró en mi habitación y dijo que ni siquiera le caía
muy bien el chico, pero a mí sí porque la marihuana era increíble.
Estaba estúpidamente feliz y abracé a mi hermano mayor con todo lo que tenía. Lo
amaba tanto, tanto, y no podía esperar para comenzar la escuela secundaria y graduarme
como él.
CJ se rió de mí y me hizo ir a la cama para que nuestros padres no me encontraran
rodando por el suelo. Se quedó conmigo hasta que me dormí. Ya ni siquiera le importaba su
fiesta.
Él me amaba tanto.
Era el mejor hermano mayor. Y yo era el mejor hermano menor. Lo dijo más de una vez.
Lo ayudé a entrenar para la prueba de aptitud física de la academia de policía. (La pasó
con puta excelencia.)
Me ayudó a estar sobrio antes de tomar mi SAT 2. (Probablemente yo lo hubiera hecho
mejor si las hubiera hecho borracho).
CJ se convirtió en policía y me eligió a mí para que le pusiera su placa durante la
ceremonia de graduación, que fue grandiosa.
Podría haber elegido a cualquiera, pero me eligió a mí.
Yo estaba muerto de los nervios y realmente no quería estropearlo, esto era algo muy
importante para él, y las cuatro cervezas que bebí no estaban haciendo lo que pensé que
harían, así que un amigo mío me ayudó con dos líneas blancas de magia.
Mi mundo se abrió ese día, y todo cambió.

2
Abreviatura de Scholastic Aptitude Test: una prueba que se realiza en los EE. UU. para medir las
habilidades de los estudiantes antes de ir a la universidad.
Tenía dieciocho años cuando me enamoré de la cocaína.
Tenía dieciocho años cuando les robé a mis padres y me echaron de la casa en la que
había crecido.
Tenía casi diecinueve años cuando mi hermano (y mi compañero de habitación) me
convenció de ir a mi primera reunión y salí a los cinco minutos porque yo no era como
ninguno de ellos. Yo no era un adicto. ¿Por qué diablos necesitaría estar ahí?
Tenía diecinueve años y medio cuando tuve una sobredosis y vi llorar a mi padre por
primera vez. Me partió en dos. Me quedé durante una reunión completa después de eso.
Tenía veinte años cuando me despidieron de otro trabajo de mierda en el que en
realidad no quise nunca trabajar. (¿Quién quiere llenar estantes para siempre? Yo no).
Tenía veinte años cuando robé pastillas de la casa de mi abuela en Acción de Gracias.
(Ella ya no necesitaba Vicodin3. Su cadera se había curado).
Tenía veinte años cuando me encontré con mis padres para almorzar y ni siquiera me
miraron. (Ellos sabían de las pastillas.)
Tenía veinte años cuando vendí su televisor para poder drogarme por última vez. (Ya
no me metería más drogas, estaba harto de ellas, de verdad. Lo prometo.)
Tenía veinte años cuando mi hermano lloró después de meterme en la parte trasera de
su coche de policía. Mis muñecas sangraban por las esposas. (No podía sentir nada.)
Tenía veinte años cuando encontré el rifle de aire comprimido de CJ en su armario, y él
me encontró a mí, sosteniéndolo contra mi pecho mientras yo lloraba en el suelo porque
recordé ese día y cómo él me había mirado como si estuviera orgulloso, y no me había
mirado igual desde entonces. Recordé querer algo más, algo diferente a drogarme. Voy a ser
soldado, como papá. Recordé los disfraces de Halloween, las prácticas de tiro y las medallas
de mi padre. Y cada recuerdo me hizo sentir miserable. Me odié a mí mismo.
Tenía veintiún (horas después de eso) cuando mi hermano me dejó en rehabilitación.
Veintiuno cuando dije basta, y él dijo que creía en mí, y ambos nos hicimos promesas.
Veintiuno cuando mis padres me miraron a los ojos en su primera visita y lloré porque
ambos se veían muy cansados, pero me amaban. Nunca dejaron de hacerlo.
Así que yo no lo dejaría de hacer tampoco.
Noventa días limpio y estaba en casa, mis padres me mudaron con ellos de nuevo. Y
habría extrañado a mi hermano, pero lo veía todo el tiempo, él se aseguraba de eso.
Iba conmigo a las reuniones (yo era un completo adicto y pertenecía allí, con el resto de
ellos).
Iba conmigo al gimnasio (yo iba a ser soldado, sin importar qué. A menos que no
pudiera poner en forma mi débil cuerpo).
Vino corriendo cuando me encontré con los “amigos” que no podía volver a ver, y lo
llamé porque, por primera vez en seis meses, extrañaba el subidón, y yo iba a ir a beber con
ellos. Pero tampoco lo hice, por CJ. Él estaba ahí.
Él estaba ahí, conmigo, pasando por eso, y tan condenadamente orgulloso que nunca
cometí un desliz ni una sola vez.
Yo tenía veintitrés años y llevaba dos años limpio, en ese momento me alisté. Ya era un
infante de marina.

3
Este medicamento combinado se usa para aliviar el dolor moderado a intenso. Contiene hidrocodona (un
analgésico opioide) y acetaminofeno (un analgésico no opioide).
Finalmente.
Finalmente.
Estaba feliz y me sentía bien, y mi familia estaba orgullosa de mí.
CJ se trasladó a Alabama, y yo fui destinado a Carolina del Sur, y me gustaba estar allí.
Me encantaba lo que estaba haciendo. No quería consumir, así que ya no necesitaba
reuniones.
Estaba concentrado.
Estaba preparado y jodidamente listo para ir a Afganistán la primera vez que me
enviaron.
La segunda vez, un poco menos.
La tercera vez, sinceramente, ya me molestaba. ¿No podían enviar a otra persona? ¿Por
qué a mí?
Pero tenía que volver con Katie, así que dejé de quejarme y pensé en ella. Solo en ella.
Y después de siete años y tres viajes y toda la mierda que vino con ellos, aún no quería
consumir. Lo había superado.
Tenía veintiocho años cuando descubrí que nunca lo superaría.
Mi nombre es Jake Tully y soy adicto.
NO BROMEES CON LOS SNACKS

JAKE
TRES SEMANAS DESPUÉS

Parpadeo mirando hacia el techo mientras la emoción literalmente embiste contra las
paredes de mi dormitorio. Risas profundas y pequeños chillidos emocionados. Su felicidad
está por todas partes. Me siento rodeado por ella.
Mi hermano va a ser papá.
Riley, mi cuñada, nos compartió la noticia hace veinte minutos mientras colgaba boca
abajo sobre el hombro de CJ. Me sonrió detrás de una cortina de cabello rubio y me
preguntó si estaba listo para ser el tío Jake, y no pude hablar. No dejaba de pensar, joder,
wow, y esto va a cambiar todo porque necesitarían su habitación de invitados para un bebé,
¿verdad? ¿Dónde más lo pondrían?
Un bebé.
De él. De ella.
Joder, wow.
Traté de actuar jodidamente normal y responderle a Riley, realmente lo intenté.
Quería decirle que sí y que sí, que yo estaba listo para serlo y felicitarlos a ambos, pero
en vez de eso, me preguntaba a dónde yo iría y si debería empezar a empacar ahora o
esperar.
Me preguntaba si CJ lo mencionaría o si lo evitaría hasta que yo entendiera la indirecta.
Me preguntaba si yo podría lograr esto, mi sobriedad, sin su supervisión. Me
preocupaba que no pudiera.
Mis pensamientos me estaban volviendo loco, y deseaba que mi hermano todavía
tuviera cerveza en la casa. Probablemente ayudaría mucho en este momento.
O champán, porque deberíamos brindar por esto, juntos. Como hermanos normales.
Sin embargo, eso nunca sucederá, ¿verdad?
CJ dejó de actuar como un maníaco y de observarme atentamente como siempre lo
hacía hasta que asentí con la cabeza y sonreí, haciéndole saber que estaba bien. Y yo lo vi
exhalar porque en realidad había estado conteniendo la respiración.
Se preocupa demasiado. Por supuesto que me alegro por ellos. ¿Por qué no me
alegraría?
Llevó a Riley a su dormitorio, y allí es donde probablemente se quedarán, y yo
probablemente debería salir de aquí. Por varias razones.
Uno: Estoy seguro de que les gustaría follar como celebración, y creo que a todos nos
gustaría que yo no estuviera presente en eso.
Dos: quiero mostrarles que en realidad estoy normal y feliz con su noticia. Un regalo
probablemente transmitiría ese mensaje.
Y tres: ¿Cerveza? ¿Champán?
Necesito encontrar un grupo de ayuda. Una reunión. Ahora.
Me pongo mis zapatillas y le envío un mensaje de texto a CJ mientras camino hacia mi
auto, porque si no lo hago, sé que se preocupará o posiblemente incluso me pers iga. Y no
quiero arruinarles esta noche.

Iré a una reunión. Estoy bien. Estoy feliz por ti.

Me quedo feliz cuando él no responde.


La farmacia más cercana tiene una selección bastante decente de cosas de bebés, y
encuentro un zorro de peluche naranja y blanco que creo que es lindo, así que lo compro
junto con un paquete de condones y algunos Newports4.
La abuela que está en la caja me mira divertida mientras escanea mis compras.
—El zorro no es para mí —anuncio, tratando de hacerme lucir mejor.
A ella no le importa
Después de subirme a mi auto, dejo el suave peluche en el asiento del pasajero y busco
reuniones cercanas en mi teléfono.
Son casi las nueve. El estacionamiento está oscuro y casi vacío.
Después de cinco minutos de búsqueda, encuentro una reunión en una iglesia luterana a
unas cuadras de distancia y me siento aliviado. Podré llegar allí antes de que comience.
Pero mi corazón salta dentro de mi pecho.
Honestamente, las reuniones me asustan muchísimo. Incluso en las que he estado
acompañado por mi hermano.
No sé por qué me pongo así. Nunca me levanté y hablé en ninguna de ellas, y nadie pudo
obligarme, pero de todos modos estuve nervioso durante todo el viaje hasta allí.
Y luego estoy parado afuera de la puerta abierta y exhalando humo por encima de mi
cabeza, y mis dedos tiemblan cuando levanto la mano para dar otra calada. Intento ignorar
la incomodidad.
Sé que necesito esto. Sé que necesito estar aquí, y tal vez sea porque todavía no he
encontrado una reunión a la que quiera volver, lo que me tiene estancado.
Se supone que debo sentirme bienvenido y cómodo. Estoy rodeado de gente que me
entiende, pero ¿en verdad me entienden?
Nunca he hablado con nadie antes de estas cosas. Y no porque no quiera.
—¿Entras, amigo?
Me giro hacia la voz a mi espalda, apuesto a que no está dirigida a mí, y un hombre
negro mayor con entradas y una barba oscura y poblada sonríe desde la puerta. Me hace
señas con la mano para que entre.
Me muevo demasiado rápido.
—Sí. Sí. —Apago rápidamente el cigarrillo debajo de mi zapato y lo sigo adentro.
4
Newport es una marca estadounidense de cigarrillos mentolados.
—Un placer recibirte, —dice, dándome una palmada en la espalda.
Mi garganta se siente hinchada.
Asiento con la cabeza cuando no puedo decirle algo también, y lo miro mientras camina
hacia el frente de la habitación. Le pregunta a la multitud si todos están listos para
comenzar.
Voces murmuradas responden, y busco un asiento libre. Es una reunión repleta.
Hay seis filas de sillas plegables de metal, unas quince de profundidad, y rápidamente
me siento en la que está abierta en la parte trasera de un extremo.
Estoy más cerca de la puerta, y eso podría no ser bueno.
—Tú puedes, —susurro, apretando mis manos entre mis rodillas. Necesito quedarme
Necesitas esto. No seas cobarde.
Siento que me miran y levanto la mirada hacia la fila.
Un hombre de unos cuarenta o cincuenta años está sentado a cuatro sillas de distancia.
Su barba de chivo está encaneciendo y tiene un tatuaje de una araña en el cuello,
arrastrándose desde debajo del cuello de su camisa. El detalle es genial. Esa puta cosa
parece de verdad.
Siento un tirón y mis ojos son atraídos a su lado, porque la araña en su cuello no es lo
que me mira.
Sino el chico sentado a su lado.
Creo que es más joven que yo, tal vez el más joven del lugar, y lleva puesto uno de esos
gorros holgados calado hasta las orejas a pesar de que hace treinta grados a finales de
septiembre. La camiseta que lleva puesta tiene las mangas cortadas y abiertas aún más, a lo
largo de su costado, y como está sentado hacia adelante con los codos apoyados en las
rodillas, puedo ver los tatuajes que cubren su caja torácica y toda su cara mientras me
sonríe, a mí.
Creo que he entrado en la reunión más amistosa del planeta.
Aparto la mirada y me siento, escuchando al hombre que me guió aquí.
Se presenta (su nombre es Mac) y da la bienvenida a los nuevos sobrevivientes (yo), y
en serio me siento bienvenido cuando algunas personas reconocen mi asistencia con
miradas cálidas y pequeños saludos. El del gorro me sonríe de nuevo. Y luego la gente se
pone de pie y habla entre ellos, desviando la atención de mí.
Mis oídos se sienten más agudizados de lo que creo haberlos tenido antes.
Cuando termina la reunión, me quedo, algo que nunca sucede. No sé por qué me quedo.
Pero en lugar de salir por la puerta, me encuentro de pie frente a la mesa a lo largo de la
pared trasera que está cubierta de cajas de donas.
Levanto una tapa y luego otra. Y otra. Miro dentro de todas.
Vacías.
—Deben haber estado buenas —murmuro.
—Sí.
Me vuelvo mientras el chico del gorro se acerca a la mesa.
—Mac siempre lo arma en grande cuando se trata de snacks, nunca decepciona, —dice
—. Si algo aquí se siente mal o incómodo puede hacer que la gente huya, y él lo sabe. Él sabe
bien lo que hace. Siempre habrá lo mejor aquí. Excepto el café. No bebas nunca el café. Es
asqueroso. Tan asqueroso como lo es cagarse en los pantalones, está a ese nivel. Mac no es
quien nos lo proporciona, así que no le digas nada al respecto. Es un tema doloroso. La
iglesia se lo proporciona, o algo así. Conoce a la señora... No lo sé. Pero volviendo a la
importancia de la calidad de los alimentos, es bastante importante. En serio, muy
importante. La gente no sabe lo importantes que son los snacks. Una vez fui a una reunión
al otro lado de la ciudad y no te miento, tenían chips de pita rancios, hummus y ya. ¡Más
nada! —Se ríe solo—. En serio, ¡¿qué?! ¿A quién diablos creen que atienden? Somos adictos.
Somos seres humanos repugnantes. Queremos drogas. Drogas sucias y repugnantes. Y si no
podemos tener drogas, queremos azúcar y cualquier otra cosa que sea mala para nuestro
cuerpo. ¿Es tan dificil de entender? En verdad, lee un puto libro al menos. Joder.
Lo miro y parpadeo hasta que mi mente se actualiza hasta su última frase.
—Entonces, ¿es un problema localizado? —Pregunto—. O, como nación, lo hacemos mal
por completo en lo que se refiere a los snacks para los adictos.
El chico del gorro sonríe.
—Todavía no tengo pruebas, pero creo que esto es preocupante. Un problema de costa
este a costa oeste.
—Joder. Eso es un poco triste.
—Es trágico. No hay suficientes personas preocupadas.
—Al menos lo entendieron aquí.
—Sí. —Su sonrisa es audaz y me observa mientras se rasca la mandíbula—. Pues...
¿Tienes que estar en algún lugar ahora mismo?
No tengo idea de por qué me pregunta esto.
—Oh. No.
—Bien. Te compraré una dona. Hay un lugar que las vende al final de la calle.
Lo observo pasar a mi lado.
Bueno, a la mierda. Tengo bastante hambre.
Lo sigo afuera.
—Soy Félix, —dice una vez que me levanto a su lado.
—Jake.
La acera es estrecha y chocamos con los hombros más de una vez. Mi mano roza la suya.
—Lo siento, —le digo, moviéndome para darle un poco de espacio.
—Está bien. —Me mira con curiosidad—. Y, ¿cuánto tiempo llevas limpio? ¿Días?
¿Horas?
—Tres semanas.
—Tío, genial. Deberías estar sonriendo ahora mismo. ¿Por qué no sonríes?
—No tengo mucho por lo que sonreír. Confía en mí.
—No. Detente. Espera un minuto. —Su brazo se eleva mientras da un paso adelante y
gira, obligándome a detenerme para no chocar contra él—. Tres semanas es increíble. En
serio. Incliso tres días es increíble. Tienes que entender eso.
Suspiro y meto mis manos en los bolsillos de mis jeans.
—Estuve limpio durante siete años. Tres semanas no significan nada para mí.
—¿Entonces un año tampoco significaría nada para ti? ¿Ni dos años? ¿Y cuando llegues
a los seis años? ¿Tampoco será lo suficientemente bueno para ti porque joder, no son siete,
verdad? No es la gran cosa. Solo estarías haciendo algo increíble durante seis años enteros.
—Él niega con la cabeza—. No puedes pensar así, Jake. Confía en mí. Un día es un día. Joder,
cuenta una hora o incluso un minuto. Lo que sea necesario para seguir adelante.
—Suenas como un padrino5.
De repente se ve complacido.
—Mmm.
—¿Mmm qué?
—Vamos. Necesito azúcar antes de que podamos entrar en todo eso.
Lo observo girar y caminar adelante.
—¿Todo qué?
—¡Mueve el culo y verás!
Mi ceño se frunce.
Por lo general, le diría que se vaya a la mierda y me iría a casa. Son solo donas. Y no
estoy seguro de estar de humor para jugar cualquier juego que este tipo tenga en mente. No
lo conozco, y no le debo un carajo.
Pero lo sigo de igual forma.
Siento como si tuviera que hacerlo.
Estamos sentados uno frente al otro en una mesa en un restaurante destartalado que
nunca antes hubiera mirado dos veces, y Félix se regodea porque me dijo que estaba
subestimando este lugar y que era un completo idiota por juzgar algo basándome
únicamente en la apariencia, lo que no tenía absolutamente ningún sentido para mí porque
es un restaurante. No una persona. Pero se está regodeando de todos modos, sonriendo con
aire de suficiencia mientras se inclina hacia atrás después de tirarme la servilleta arrugada
a la cara.
La lanzo de vuelta sobre la mesa, frunciendo el ceño.
—¿Cuántos años tienes?
—Veintitrés. —Las comisuras de sus labios van hacia abajo. Se ve preocupado de que no
me guste esa respuesta. Y empiezo a sentirme mal por siquiera preguntar—. ¿Por qué?
—Solo me preguntaba. ¿Y el gorro?
—¿Qué quieres decir?
—Hace calor. ¿Por qué lo usas?
Ahora en verdad me siento mal, porque él se estremece, Félix realmente se estremece
como si lo hubiera amenazado, y joder, odio tanto esa reacción. Me siento como un imbécil,
y este tipo no ha sido más que amable conmigo.
Luego se encorva en la cabina mientras se ajusta y reajusta el gorro, bajándolo más
hasta que la mayor parte del cabello oscuro debajo queda oculto.
—Um. Mi cabello a veces... —Su voz es tan débil ahora—. Más bien... Tiene la audacia de
no querer quedarse quieto en mi cabeza o algo así. No sé.
—Mira. No quise decir eso de la forma en que sonó. —Sostengo su mirada y espero que
escuche lo que en verdad quiero decir—. No te queda mal ni nada. Solo tenía curiosidad al
respecto.
Golpea con el dedo una chispa de su dona que estaba sobre la mesa.
—Está bien.
—Lo digo en serio. Me gusta tu gorro.

5
Un padrino (en inglés “sponsor”) es quien hace todo lo posible, dentro de los límites de sus
conocimientos y su experiencia personal, para ayudar al principiante a alcanzar y mantener la sobriedad
dentro de los círculos de rehabilitación de adictos.
No sé qué más decir, pero no tengo amigos aquí (ni en ningún otro lado), y creo que tal
vez este tipo podría ser uno, y me siento un poco desesperado por asegurarme de que no se
vaya y nunca vuelva a hablarme.
—¿Sí? —pregunta, sonando mucho más joven que de veintitrés años.
—Sí. Lo digo en serio.
Se quita el gorro y un revoltijo de profundos rizos castaños se derrama sobre su frente y
cuelga sobre sus orejas.
Eh.
Su pelo me parece bien. No sé por qué insiste en taparlo, pero me da igual.
Félix pasa rápidamente sus dedos a través de él antes de volver a ponerse el gorro en la
posición en la que lo tenía antes de que me convirtiera en un enorme imbécil, doblado en la
parte posterior de su cabeza para que el cabello se asome alrededor de su cara. Luego se
sienta más cerca de la mesa y deja caer los codos allí, y yo inclino la cabeza para admirar los
tatuajes que decoran sus antebrazos.
Símbolos, animales y palabras en diferentes fuentes. Todo en tinta negra sólida.
—Yo me hice este, —dice.
Lo miro a la cara y luego hacia abajo cuando señala el gorrión en el dorso de su muñeca
derecha.
—¿Tú… te tatuaste? ¿De verdad?
Él sonríe.
—Sí. Es lo que hago. Ya sabes, mi trabajo.
—Guau.
—¿Tienes tatuajes?
Niego con la cabeza.
Su ceja se levanta.
—¿Quieres tener?
—Oh-
—Hostia puta. Puedes sonreír.
Una risa brota de mi boca, y juro por Dios que cualquiera pensaría que acabo de
alegrarle el día a Félix. Se ve muy orgulloso de escucharme reír.
—Muy bien, pues, me han dicho que es bueno compartir nuestro pasado porque ambos
probablemente podríamos conectar, así que yo comenzaré. —Hace crujir los nudillos—.
Redoble de tambores, por favor.
Me río en silencio.
—Mmm. En realidad nunca tuve la mejor vida hogareña. Nada parecido a una sitcom6, te
lo aseguro. Mi papá es un drogadicto y un borracho, así que me dejó beber con él cuando
tenía diez años. Pensó que era gracioso cuando me emborraché.
—Yo tenía doce años. Mi hermano me dejó probarlo.
—Mi papá también fumaba marihuana todo el tiempo, pero no me metí en eso hasta los
once.
—Yo trece —digo, señalándome.

6
Es un tipo de serie televisiva cuyos episodios se desarrollan regularmente en los mismos lugares y con
los mismos personajes.
—Y luego, joder, me daba igual lo que sea que me metiera, ¿sabes? Coca. Me encantaba
la coca.
—Sí, —gruño.
—Pero ya soy lo suficientemente hiperactivo, así que una vez que descubrí los
tranquilizantes me calmé por primera vez en mi vida, ese fue el tope. El Xanax sacudió mi
mundo. Los analgésicos también. Me los comía como si fueran M&M's.
Asiento, recordando el sabor de la Oxicodona.
—¿Por qué esa mierda tiene que ser tan buena?
—No es justo.
—Realmente no.
Nos sonreímos el uno al otro.
—¿Y tú qué haces? ¿Cuál es tu trabajo? —pregunta, y creo que sabe que tenemos que
pasar a otro tema antes de que pasemos de recordar a desear y querer, porque él trata de
tronarse los nudillos de nuevo, como si estuviera ansioso, pero ninguno de ellos truena.
Siento que una sonrisa se me escapa de la cara.
—En la construcción, —prácticamente gruño.
—¿Y eso no es lo que quieres hacer?
No, para nada. Pero es un trabajo y estoy agradecido por ello.
Eso es lo que quiero decirle, lo que intento decirle, porque no quiero que la gente sepa
nunca que pasé de ser un militar activo a ser un puto perdedor sin trabajo. Es vergonzoso.
Odio siquiera pensar en ello. No quiero que nadie lo sepa. Ni siquiera los que ya lo saben.
Desearía que no fuera real.
Así que, realmente no puedo explicar por qué lo empiezo a bombardear con la historia
completa del Volumen Uno de Las Grandes Cagadas de Jake Tully. Pero una vez que empiezo,
no puedo parar.
Le digo todo a él.
—…y luego dijo que siempre me ha odiado, ¡¿qué?! ¿Qué diablos le hice? Digo, excepto
por robar sus pastillas y romper la mayoría de sus cosas, pero todo eso lo hice una sola vez,
así que eso no explica todo su puto problema conmigo.
—Parece que solo quería hacerte sentir mal, tal vez no lo dijo en serio, ¿no crees?
—No, claro que creo que lo dijo en serio. —Una risa se atrapa en mi garganta—. Si
estuviéramos bien, probablemente no se habría follado a mi novia.
—Espera, —dice Félix—. ¿Qué?
—Él se la folló.
—¿Cuándo?
—No sé. Tal vez la última vez que ella vino a visitarme. Tal vez una de las otras veces...
en algún momento en el lapso de dos años. Joder, tal vez sucedió más de una vez, y no me
dijo más porque le rompí la nariz después de eso, y luego no pudo hacer mucho más que
gemir de dolor y sangrar.
—Bien, —dice Félix, su tono casi reverencial.
—Luego fue y me delató con la policía militar y no había nada que yo o mi hermano
pudiéramos hacer. Y ahora esa mierda se queda en mi registro permanente para siempre.
Tengo tres viajes y ni siquiera puedo afirmar que soy veterano. Soy básicamente una
vergüenza.
Cierro los ojos contra las palmas de mis manos mientras estos deseos de vomitar me
recorren.
Podría culpar a las tres donas que comí, pero sé que esa no es la razón por la que de
repente quiero vomitar.
Mi vida es la razón.
Trago la bilis que cubre lentamente mi garganta. Y cuando Félix permanece en silencio,
dejo caer mis manos y lo miro de nuevo y descubro que solo me está mirando, como si no
supiera qué responder.
Y supongo que lo entiendo. ¿Qué le dices a alguien para tratar de hacerlo sentir mejor
cuando no hay absolutamente nada que pueda hacer eso?
Pero entonces, entonces, Félix me sorprende al responder con lo último que espero que
alguien se quede de ese resumen.
—Y, ¿solo lo haces exclusivamente con chicas o…
Parpadeo. ¿Qué?
—¿Qué? —Pregunto.
Se sonroja furiosamente.
—Uh, digo, ¿solo sales con chicas o no…?
—¿De dónde viene eso?
—Bueno, al principio, dijiste que tu novia rompió contigo.
—Sí. ¿Y?
—Y después dijiste que se folló a tu compañero de cuarto. Al menos una vez.
—Sí, lo recuerdo. ¿Y?
—Solo me preguntaba si eres exclusivamente heterosexual. Ahora. O en algún
momento.
—Exclusivamente heterosexual, —repito lentamente—. Sí.
Se encoge de hombros, como si fuera obvio por qué se estaba preguntando si solo salgo
con chicas. Como si esta es y debiera ser la única cosa importante que la gente debería
preguntarse después de escuchar la historia de cómo perdí siete años de sobriedad y
terminé en Ruxton, Alabama.
—No importa, —dice rápidamente—. Eso apesta, Jake. Todo lo que acabas de decir.
Siento mucho que te haya pasado. Y tu compañero de habitación es un puto imbécil. No hay
excusa para lo que hizo. Te merecías un amigo mejor que ese.
Todavía me pregunto cómo diablos nuestra conversación dio un giro hacia mi
sexualidad, así que no asiento, aunque quiero hacerlo. Él sí es un puto imbécil. Pero ahora
Félix empuja su cuarta dona a medio comer por la mesa hasta que empuja mi plato, y ahora
estoy demasiado distraído para preguntarle por qué le importa lo que me gusta.
—Ten. Puedes comerte el resto, —dice.
Estudio la dona.
—Estoy bien.
—No. Quiero que la comas.
—Estoy bien. Ya me comí tres.
—Sí, pero yo me comí tres y media. Te falta la otra mitad.
Y porque por alguna razón, creo que sería bueno si ambos comiéramos la misma
cantidad fraccionaria (cállate, sé que es raro), y porque probablemente a él le gustaría
tanto como a mí (¿por qué me importaría lo que le gusta a él? No tengo que responder eso),
tomo la media dona y me la trago en dos bocados.
—Y ahora estamos parejos. —Él sonríe tan, tan amplio.
Chupo el glaseado de chocolate de mi pulgar.
—Yey.
Su risa es agradable.
Sí, podría haber respondido fácilmente a esa pregunta sobre mi sexualidad.
—Entonces. Hablemos de padrinos, —dice, manteniéndonos enfocados.
—Está bien.
—¿Tienes uno?
—No. ¿Y tú?
Él asiente.
—¿Viste a ese tipo con el que yo estaba sentado?
Pienso por un momento.
—¿El del tatuaje en el cuello?
Sus ojos se agrandan antes de dejar caer su cabeza contra la cabina, gimiendo.
—El tatuaje en el cuello. —Lo observo tragar—. Ungh. Nunca dejará de ser sexy.
Me río un poco.
—Lo que digas.
—¿Qué? Lo es. —Me mira como si estuviera loco por pensar algo diferente—. De todos
modos. Se llama Dean. Es un padrino increíble. Lo ha estado haciendo durante años.
Además, es un artista del tatuaje increíble. Me enseñó todo lo que sé.
—Entonces, ¿debería... pedirle que sea mi padrino?
—¿Qué? No.
—Oh. No. —Eh. Bueno—. Nunca he tenido un padrino antes. ¿Así no es cómo funciona?
Se inclina hacia adelante.
—¿Nunca has tenido un padrino antes?
—No.
—¿Estuviste limpio durante siete años sin un padrino?
—Sí.
—Eso es genial, Jake. Maldición.
—Realmente nunca fui a reuniones antes. No me gustó ninguna. Nadie hablaba
conmigo.
Él frunce el ceño.
Y ahora sueno realmente patético. Excelente.
—No es que no me gustara ninguna de ellas solo porque nadie me hablaba. Era más que
eso.
Félix no me acusa por mi mentira.
—Aún así. ¿Nadie hablaba contigo? ¿Ni siquiera un hola?
—No.
—Qué montón de imbéciles.
—Supongo.
—No. En serio. ¿Quieres otra dona? Puedo comprarte otra.
—Oh. No. Está bien.
—¿Estás seguro? Yo como mucho cuando estoy triste.
—No estoy triste.
—Bueno, ahora yo lo estoy. —Su voz es tan tranquila ahora—. No puedo creer que
nadie te haya hablado. Eso es tan horrible. Se supone que somos una puta comunidad,
acogedora y solidaria. Y te trataron como un montón de perras de secundaria.
Sinceramente, estoy molesto por eso.
—Félix, está bien.
—Jake, realmente no lo está.
Nos miramos el uno al otro.
Ladeo la cabeza y me pregunto de dónde diablos salió este tipo. ¿Por qué está tan
molesto por esto? ¿Y por qué me molesta que él se moleste?
¿Qué carajo?
Qué giro tan extraño ha tomado mi vida.
Estoy fuera de la cabina antes de que pueda pensar dos veces sobre lo que estoy
haciendo y vuelvo con otra dona de glaseado de chocolate con chispas de arco iris. (Chispas
de chocolate no porque ¿cuál es el punto, Jake? Ni siquiera puedes verlas).
La dejo frente a Félix y tomo asiento.
—Ten. Deja de estar triste.
Es tímido cuando mira hacia arriba.
—Gracias.
—De nada.
—Bien. Padrinos.
Cierto. Eso.
—Dean no aceptará a nadie más. —Se lame el glaseado de su labio—. Por lo que él no
puede ser.
—¿Y Mac? —Pregunto. Él dirige las reuniones. ¿Por qué no patrocinaría a la gente
también?
—Mac sería uno bueno.
—Es a quien debería preguntar, entonces. ¿No?
—O…
—¿O?
Félix aparta el plato vacío (Dios santo. Comió rapidísimo) levanta la barbilla, y solo está
esperando que diga lo que ahora es tan obvio.
No sé por qué no vi a dónde iba esta conversación o por qué no pensaría en él por mi
cuenta.
De hecho, me siento un poco mal por no decir esto antes.
—¿Tú?
Su rostro se ilumina.
—He estado esperando que alguien me lo pida desde que cumplí mi año hace cuarenta y
siete días. Porque sé que seré el mejor padrino. Digo, es lo que soy. Me importa mucho. Y a
veces la gente realmente no me entiende por eso. O piensan que soy pegajoso o lo que sea,
pero no es eso. Me gusta estar cerca de la gente. Esa conexión. La siento más que otros,
creo. Entonces, sé que me importará tu sobriedad tanto como la mía. Será así de
importante. Y estaré ahí para ti cuando me necesites. No importa la hora que sea o lo que
esté haciendo. Estaré allí, Jake. Y me comunicaré contigo todos los días cuando me
despierte y todas las noches antes de dormir, y me aseguraré de que estés bien. Siempre me
aseguraré de que estés bien. Te llevaremos a siete años de nuevo. Sé que lo haremos.
Miro su mano que está encima de la mía, y me pregunto cuándo la puso ahí y si los
tatuajes en sus dedos dolieron. Pero solo me pregunto todo eso por un segundo, porque
estoy abrumado por lo mucho que deseo que él sea mi padrino.
Creo que será el mejor. Creo cada palabra que dice. Tiene un año de sobriedad detrás,
así que ¿por qué no?
Además, me lo está prometiendo, al igual que CJ.
Eso tiene que significar algo.
Puedo elegir a cualquiera. Pero Félix es la principal razón por la que volveré a esa
reunión. Entonces, debería ser él.
Félix está asintiendo incluso antes de que se lo pida, pero todavía digo las palabras de
todos modos. Me parece que es lo correcto.
—¿Quieres?
Se inclina hacia atrás y luego se mueve a través de la mesa.
—Dame tu teléfono.
Lo saco de mi bolsillo y empiezo a dárselo cuando veo el mensaje de CJ en la pantalla. Lo
leí rápidamente.

Llama si me necesitas

—¿Quién es CJ? —Félix pregunta, tomando el teléfono de mí.


—Mi hermano.
—¿El mismo con el que estás viviendo?
—Sí.
—Él te apoya. Eso es bueno.
El calor se extiende debajo de mi piel.
—Sí. Él es el mejor. Va a ser papá.
—¿No jodas? Eso es genial. —Félix mantiene sus ojos en el teléfono mientras ingresa su
número, supongo. ¿Qué más estaría haciendo con él?— ¿Se acaba de enterar?
—Sí. Su esposa se hizo un montón de pruebas.
—Deberías llevarle flores.
Lo miro.
—¿Debería?
—Ella va a ser la que haga todo el trabajo. Tu hermano tuvo un orgasmo y se relajará
durante nueve meses. No ella. Probablemente le gustaría algo lindo. —Se encoge de
hombros—. No sé. Las flores son lindas.
Trato de pensar en un lugar por aquí que venda flores en medio de la noche. ¿Una
gasolinera, tal vez?
—Voy a tener que mudarme, —le digo—. Cuando llegue el bebé. Estaba estresado por
eso antes.
Sus ojos se levantan y me miran.
—¿Sí?
—Sí.
—¿Querías consumir?
—Quería beber. Eso por lo general conduce al consumo.
—¿Cómo te sientes ahora? ¿Todavía quieres beber?
—No.
—Bien. Resolveremos todo el asunto de la mudanza. No te preocupes por eso ahora.
—Está bien.
Está bien. ¿Es así de simple?
Su teléfono suena debajo de la mesa y me doy cuenta de que Félix acaba de enviarse un
mensaje de texto desde mi teléfono. Luego me devuelve el mío y me pregunta—: ¿Estás
listo para salir de aquí?
—Estoy jodidamente seguro de que no quiero otra dona.
—Oh. ¿En serio? Yo sí que podría comerme otra.
—¿Qué? —Lo miro boquiabierto mientras ambos nos ponemos de pie.
Es un poco más bajo que yo, flaco y pálido. Esos tatuajes se destacan demasiado contra
su piel.
—Te comiste cuatro, —digo—. Más la mitad de una. ¿No estás lleno?
—No. Nunca.
—Dios.
Se ríe cuando lo sigo afuera, y caminamos juntos en la acera.
—¿Tienes algún pasatiempo? —él pregunta.
Trato de darle una pulgada de espacio caminando parcialmente sobre la hierba, pero
me agarra del codo y tira de mí hacia donde estaba. Nuestros brazos se rozan
continuamente.
—No realmente, —digo.
—Necesitas uno.
Lo miro.
—¿Necesito un pasatiempo?
—Joder, sí. Tener mucho tiempo en tus manos no es algo bueno. No para nosotros.
Necesitas ocuparte.
—Oh. —Me rasco la nuca—. Mierda. ¿Tienes alguna sugerencia?
—¿Qué tal la pintura?
—No soy artístico en absoluto.
—¿Y?
—No sé. No creo que me interese.
—¿Hornear? —él sugiere.
—¿Dices galletas y esas cosas?
—Sí. Galletas y esas cosas.
—Nunca he horneado nada en mi vida.
—Pero podrías. —Él me sonríe. Apenas puedo verlo, está muy oscuro afuera—.
Inténtalo. A ver si es lo tuyo. Si no es así, encontraremos otra cosa.
—Bueno.
Supongo que me dedicaré a la repostería.
—Jake el repostero. Horneando con Jake. —Félix se ríe de sí mismo—. Oh, sí. Esto
totalmente te queda. Puedo sentirlo.
Lo observo mientras mira al frente. Creo que todavía está sonriendo.
Y me siento un poco desanimado por no poder verlo.
¿ESTE DELANTAL HACE QUE MI POLLA SE VEA
GORDA?

JAKE

Ya cuando encuentro una gasolinera con flores de aspecto decente y regreso a la casa de mi
hermano, es cerca de la medianoche. Y no puedo decir que me sorprende cuando encuentro
a CJ esperándome. Honestamente, me sorprendería si no me hubiera esperado.
—Es tarde, —dice.
Está preocupado. Siempre está preocupado.
—Lo sé. —Cierro la puerta principal tan suavemente como puedo cuando veo a Riley
dormida en los brazos de CJ. Están acostados en el sofá.
Me quedo allí con torpeza sosteniendo un zorro de peluche y un ramo de rosas. No
tengo ni idea de qué hacer con ellos.
La risa de CJ es baja, baja la cabeza para susurrarle al oído a Riley y la aparta de su
pecho cuando ella se despierta. Su sonrisa es tan malditamente brillante cuando me ve.
—Ay, Jake. ¿Me compraste flores?
—Sí. Y un zorro —digo—. Para el bebé. Pensé que era lindo.
—Es tan lindo. Oh, Dios mío. —Ella toma las flores primero, llevándolas a su nariz para
olerlas—. Gracias. Ya nunca recibo flores.
Lentamente miro a CJ.
—¿Qué?, —gruñe—. Pensé que habías dicho que dejara de darte flores.
—Yo nunca dije eso.
—Dijiste que eran caras, y que deberíamos ahorrar...
—Me dabas flores dos veces por semana. Eso es caro. —Se encoge de hombros,
aplastando al zorro contra su pecho—. Pero las flores ocasionales no son caras. Nunca diría
que no a eso.
—Sí, hermano. Ella nunca diría que no a las flores ocasionales.
Él me frunce el ceño.
No puedo evitar sonreír.
—Gracias de nuevo, Jake. Esto fue muy dulce de tu parte. —Riley se pone de puntillas y
me besa en la mejilla.
—Por nada.
CJ se pone a mi lado y me desordena bruscamente el cabello mientras Riley entra en la
cocina.
—Gracias por hacerme quedar mal. Cabrón.
—Cuando quieras. —Me río cuando me empuja.
—¿Estás bien? —él pregunta.
Asiento con la cabeza.
—Encontré una reunión que me gustó. Volveré.
—¡No jodas! Genial.
—También tengo un padrino.
Dios, la sonrisa en su rostro en este momento.
CJ me jala en un abrazo aplastante.
—Eso es bueno. Eso es tan bueno, Jake. —Y por primera vez en tres semanas, no me
siento como un completo fracaso.
Luché contra su agarre, mis ojos picaban.
—Ya te estás ablandando y el bebé ni siquiera ha nacido todavía.
—No hay nada blando en mí, hermano. —Sus brazos se flexionan y me aplastan con más
fuerza.
—Bruto.
Acordamos hablar más sobre eso mañana después de que Riley insta a CJ a acostarse y
me bosteza para decirme—: Buenas noches.
Los sigo por el pasillo y me detengo en el baño, meo y me lavo los dientes, y luego cierro
la puerta del dormitorio detrás de mí y desvistiéndome hasta quedarme en calzoncillos
después de vaciar mis bolsillos.
Palmeo mi teléfono mientras me siento en el borde de la cama.
Hay algunos mensajes de Félix enviados hace cinco minutos y el que él mismo envió
desde mi teléfono mientras estábamos en el restaurante.
Dejo mi teléfono en silencio y luego leo.

Félix por aquí.

hola :)

solo reportándome
sabías que las pegatinas de frutas son comestibles? qué loco es eso

la fda7 reguló el pegamento. así que puedes comerlas

eso es tan raro. Digo, tengo hambre todo el tiempo, pero no para comerme
una puta pegatina de fruta.

Me río mientras me estiro, con la cabeza en la almohada y el teléfono encima de mí.

eso es raro

gracias por reportarte

7
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, sigla en inglés) asegura que los alimentos,
medicamentos, cosméticos, instrumentos médicos y productos para los consumidores sean seguros.
Él está escribiendo antes de que termine, lo que significa que estaba esperando para
asegurarse de recibir noticias mías esta noche. Supongo que eso es lo que se supone que
debe hacer un padrino. Aún así, lo aprecio.

quieres ir a una reunión conmigo mañana?

sí cuándo?

a las 2

mismo lugar?

no pero es un buen lugar. por lo general tienen unos cupcakes que son la
bomba

porque eso es lo que importa

:)

envíame la información y ahí estaré

ok

buenas noches

Miro la pantalla durante al menos un minuto completo, la luz es lo suficientemente


fuerte como para hacerme entrecerrar los ojos en la habitación oscura, y no sé por qué creo
que es un poco extraño que Félix me diga buenas noches, pero lo siento así.
Tal vez porque la última persona que me envió un mensaje igual fue Katie.
Amigos a los que nunca les debí haber enviado algo así.
Mi hermano nunca me envía mensajes de buenas noches, incluso si estamos chateando
y sabe que me voy a la cama.
Tampoco me lo dice nunca ahora que vivo con él. Simplemente reconocemos lo que está
sucediendo y luego tomamos caminos separados.
Estoy sobrepensando demasiado esto. ¿Por qué estoy sobrepensando demasiado esto?
¿A quién le importa un carajo?
Le respondo porque no es gran cosa.

buenas noches

Y solo porque es Félix.


Es mi padrino/amigo (creo que somos amigos). Pero como también es mi padrino, él es
importante. Más importante que otros amigos que he tenido.
Si tuviera otros amigos en este momento y me dieran las buenas noches, probablemente
no me importaría lo suficiente como para responder porque a ellos no les importaría.
Con Félix, importa. Sé que sí.
Pero en realidad le respondo principalmente porque no quiero que Félix piense que soy
un imbécil.
Y porque también me importa. Porque él es importante (como mi padrino).
Y a mí me molestaría si él no me respondiera.
Santo Dios.
Maldiciéndome por actuar tan raro con esto, joder, me doy la vuelta y me obligo a cerrar
los ojos, esperando que el sueño se apodere de mí.
Y no pienso, para nada, en mensajes de buenas noches. O en sonrisas en la oscuridad.
Joder.

Estoy lleno de harina por todas partes.


Además, hornear es mucho más complicado de lo que pensé que sería.
Es estúpidamente complicado.
¿Cómo diablos sabes si una bandeja para hornear galletas es antiadherente? Porque
tienes que saberlo, la temperatura del horno depende de eso, ¿y no sería más fácil si
pusiera ANTIADHERENTE en la puta bandeja? ¿En parte de abajo o algo? (No lo dice. Ya lo
comprobé.) ¿Pero no tendría más sentido si lo pusiera? ¿Cuánto tiempo ha estado la
humanidad haciendo galletas? ¿A nadie se le ha ocurrido esa genial solución todavía? O tal
vez los imbéciles de Nestlé podrían haber creado una receta que no dependa de la
adherencia de la bandeja para hornear galletas, y así yo no necesitaría adivinar y luego
equivocarme quemando el primer montón que metí al horno porque la temperatura estaba
veinticinco grados demasiado alta.
De todos modos, mi segundo intento se ve mucho mejor. Hasta comestible.
Tú puedes, Jake.
—Algo se está quemando, —anuncia CJ mientras camina por el pasillo. Se detiene en la
entrada de la cocina—. ¿Qué estás haciendo?
Miro la bandeja de galletas que acabo de sacar del horno y que todavía sostengo frente a
mí.
—Tejiendo un suéter.
—Oh, estás bromista hoy.
—Toda mi vida es una puta broma. —Suspiro y niego con la cabeza cuando CJ se acerca
—. No sé por qué dije eso. No quise decir eso.
Dejo la bandeja de galletas y me quito los guantes para horno, arrojándolos sobre el
mostrador.
—Hay harina por todas partes, —dice mi hermano.
—Lo sé. Lo limpiaré.
Aprieta la parte de atrás de mi cuello.
—¿Por qué estás horneando?
—Necesitaba un pasatiempo. Félix me lo sugirió.
—¿Félix?
—Mi padrino.
Coge una de las galletas que todavía tengo que tirar de mi primer intento y la golpea
contra el borde del plato.
Tin. Tin. Tin.
Él arquea una ceja y sonríe.
—Todo debería ser antiadherente. Una sola opción. ¿Para qué dificultar las cosas? —me
quejo
—Lo que sea que eso signifique. —Riendo, me da otro apretón en el cuello antes de
soltarlo. Da la vuelta a la isla de la cocina y pregunta—: ¿Quieres ir al gimnasio conmigo?
Miro la hora en el microondas.
—No puedo. Voy a ir a una reunión pronto.
—Eso es bueno.
—Sí. Habrá cupcakes…
Él me mira.
—¿Qué? Los snacks son importantes en estas cosas. Son determinantes en una reunión.
—Habló el repostero. —Él sonríe, volteando las llaves de su camioneta alrededor de su
dedo.
Sigo su mirada y miro el delantal que llevo puesto.
Está adornado con flores. Estoy seguro de que es de Riley.
—He aceptado esto por completo y no me arrepiento de nada. Puedes irte a la mierda.
CJ se ríe y me encuentro sonriendo ahora también.
—¿Vas a volver para la cena? —él pregunta
—Probablemente.
—Llámame si no, ¿de acuerdo? Déjame saber lo que estás haciendo.
—Lo haré.
—Está bien. Hasta luego.
—Hasta luego.
Se dirige hacia la puerta.
Miro la masa que aún queda en el bol y me aprieto el delantal.
—Y claro que sí, soy repostero.

Félix me está esperando afuera de la iglesia de St. Matthew, con el gorro bajo y una
sonrisa en su rostro, y me doy cuenta de que lleva otra camisa que tiene los lados
recortados, mostrando la caligrafía que corre por su caja torácica.
Cuando me acerco lo suficiente, no puedo evitar leerlo.
—¿“You Are My Sunshine”8?
Levanta el brazo para mirarlo él mismo.
—Bastante dulce, ¿verdad? Mi mamá me la cantaba. Murió cuando yo tenía siete años.
—Mierda. Lo siento.
—Está bien. Tú no le diste cáncer.
Le entrego la bolsita de galletas que traje para él.
—Ten. Hice demasiadas.
Cuatro docenas, para ser exactos.
No se cual es mi problema.
Félix saca una de las galletas y la huele. Dos bocados y desapareció.
—Aw, —dice, con la boca llena y migas en los labios—. Hiciste un buen trabajo, Jake.
—¿Cierto? No tuve ningún percance ni nada.
Guau. Soy tan mentiroso.
—¿Te gustó hornear?

8
En español “Eres mi rayito de luz”. Es una canción.
—Sí, bastante. Sin embargo, es un poco raro.
—¿Por qué?
—Simplemente no esperaba que me gustara tanto.
—Mm. Están buenas. —Saca otra y la devora—. En serio, realmente buenas.
Parpadeo, y esa también desaparece.
—Comes como si no hubieras comido en días.
—Más bien treinta minutos. Acabo de comer tres perritos calientes y unos veinte
nuggets.
—¿A dónde diablos va todo?
—Principalmente a mi polla.
Lo miro. ¿Acaba de decir...?
—¿Qué? —Pregunto.
Él se desmorona.
—No sé. Supongo que tengo un metabolismo rápido.
—¿Acabas de decir que la comida va a tu polla?
—Sí. ¿No sería genial si también pudieras subir de peso en tu polla? Digo en vez de tu
panza, tu polla se hace más grande. Y luego tienes que bajarlo de alguna manera. Pero no
follando. Eso no funcionaría. Realmente necesitarías ejercicios de aislamiento9 para ese
músculo.
Estoy sin palabras. No tengo palabras en este momento.
—Te lo estás imaginando, ¿no? —él pregunta.
Echo mi cabeza hacia atrás.
—No me estoy imaginando tu polla.
—No digo mi polla. Solo una polla anónima que aumenta de peso.
—No, —digo con firmeza, porque no.
Es jodidamente extraño.
—Es difícil no imaginarlo. Digo, ahora es todo en lo que estoy pensando... en serio, mi
polla sería tan grande.
—Dios. Eso es jodido.
—Es gracioso. No creo que sea jodido.
—Tienes que dejar de hablar de pollas grandes.
—Porque te lo estás imaginando…
—Sí, —casi grito—. Está bien, ¿sí? ¿Cómo no me lo voy a imaginar? ¡No te callas! Y ahora
tengo la imagen en mi cabeza de un tipo ejercitando su polla con mancuernas. Lo siento,
señora. Quiero decir, Hermana. Okey. Sí, probablemente no debería hablar así frente a una
iglesia. O más bien nunca. Tienes razón... Mierda. Eso fue tan jodidamente incómodo. Oh,
eres un tremendo idiota. Te odio.
Félix está casi doblado por la mitad, agarrándose el abdomen mientras su risa resuena a
nuestro alrededor.
Cuando inclina la cabeza hacia atrás para mirarme, veo lágrimas en sus ojos.
Empiezo a reír también. No puedo evitarlo.
Lo empujo hacia la puerta y avanzamos juntos a trompicones.
9
Un ejercicio de aislamiento muscular es aquel que involucra una sola articulación y recluta un número
limitado de músculos, con el fin de estimular al máximo esa zona. Y uno de los más populares e ilustrativos es
el curl para bíceps, diseñado para bombear sangre en tus brazos.
—Imbécil —susurro.
—Ella probablemente esté rezando por ti en este momento.
—Probablemente.
—Joder, eso fue gracioso.
Entramos en la habitación, y Félix me dice que tome dos asientos antes de dirigirse a la
mesa de snacks, y eso hace que la risa siga temblando dentro de mi pecho.
Porque la polla se curva cuando levanta una mancuerna. Una polla poniéndose en forma.
No puedo dejar de pensar en eso ahora.
Todavía me da risa incluso después de estar sentado. No puedo recordar la última vez
que me reí tanto.
—Toma. —Me da un cupcake después de tomar asiento a mi lado—. ¿Todavía estás
pensando en eso?
—Cállate —gruño, con los dientes apretados—. No sé qué me pasa.
Su hombro tiembla contra el mío.
Estamos sentados cerca. Estas sillas son demasiado estrechas, supongo. Todo está
alineado.
Brazos, caderas, muslos.
El peso de él se siente constante.
Y cuando me acomodo lo más mínimo, él se acomoda también. Cualquier espacio que
acabo de crear desaparece.
—¿Qué? —pregunta cuando lo miro.
Sus ojos marrones parpadean y luego vuelven a parpadear. Hay glaseado azul en su
labio. Y juro por Dios, él parece preocupado de que le diga algo como qué estás haciendo o
por qué sigues tan cerca de mí. Tal vez esté nervioso. Recuerdo que hizo lo mismo ayer en la
acera cuando traté de darle un poco de espacio, y quiero preguntarle. Quiero saber por qué
sigue haciéndolo. Quiero que sepa que en realidad no me molesta, solo tengo curiosidad
sobre por qué lo hace.
Quiero decirle que para mí no han sido solo chicas exclusivamente.
Pero Félix se ve preocupado, y no sé si debería decir algo sobre eso, así que no digo
nada.
—Jake. —Pasa su lengua sobre el glaseado, y trago tan jodidamente fuerte. Juro que esa
monja probablemente lo escuchó.
—¿Mm?
—¿Estás bien?
No puedo responder esa pregunta porque alguien toca el micrófono y comienza la
reunión. Ambos miramos hacia adelante y nos comemos nuestros cupcakes. Me salvé de
tener que responder, y creo que estoy agradecido, aunque estoy seguro de que hubiera
estado bien.
Hace mucho calor aquí de repente.

Más tarde esa noche, estoy en mi habitación buscando en Google cosas sobre
adicciones.
12 pasos para su recuperación y 14 razones por las que estar limpio mejora tu
vida.
Leí diferentes guías para la sobriedad, consejos y trucos, y estúpidas citas de motivación
que en realidad no son estúpidas en absoluto.
Son un poco cliché, pero da igual.
¡Funciona Si Trabajas En Ello!
Mierda así.
Estoy revisando una publicación de blog que un tipo escribió sobre cómo superar su
adicción cuando llega un mensaje de texto de Félix. Hay una imagen adjunta.

hola :)

Miro la foto que envió.


Es Félix en un espejo.
Sostiene el teléfono de manera que la mayor parte de su rostro está tapado. Solo puedo
ver un ojo y la mitad de su boca, el comienzo de una sonrisa. Sus rizos están desordenados
en su frente. Está en un dormitorio. Su dormitorio.
Me envió una selfie.
¿Quizás no fue su intención enviarme eso?

querías enviarme eso?

Bueno. No fue un error.

te diré por qué la próxima vez que te vea

no me puedes decir ahora?

es una larga historia

entonces?
tengo que levantarme temprano. me voy a la cama

Joder.
Yo también tengo que levantarme temprano. Muy temprano. Tengo que estar en la
tienda a las cinco. Debería acostarme ahora para no estar completamente muerto mañana.
O peor aún, llegar tarde. El cuñado de CJ me contrató como un favor y no puedo cagarla en
este trabajo.
Y, sin embargo, estoy dispuesto a quedarme despierto y escuchar esta larga historia.
Hay una razón por la que Félix me envió una selfie. Y estoy intrigado.

no puedes darme la versión corta?

cómo estás tú? sigues bien?

estoy bien
bien te lo digo mañana :) buenas noches

Jodeeeer. ni siquiera una PISTA?

hola?

FÉLIX

hola :)

cuál es la versión corta de la historia?

prefiero contarte todo

entonces, cuéntame

después

o ahora

*bosteza* estoy muy cansado buenas noches

de verdad

joder bien buenas noches

estás arrugando el ceño. apuesto a que lo estás arrugando

SOLO DIME

te llamo?

sí da igual

Respondo al comienzo del primer timbre.


—¿Qué?
Su risa es amortiguada.
—Estás arrugando el ceño mucho en este momento.
—¿Podrías decírmelo para que pueda dormir?
—¿No podrás dormir si no te lo digo?
—¿Qué? No, no lo sé. —Acomodo la almohada debajo de mi cabeza—. Probablemente
no. Me molestará.
—Bien. Pero recibirás la versión corta. Realmente necesito dormir.
—Sí, bueno, yo también.
—Te diré la versión larga otro día.
—Excelente. Maravilloso. —Golpeo la cama a mi lado cuando no habla durante seis,
siete, ocho segundos—. ¿Podrías decírmelo ya? ¿Qué estás haciendo?
—Poniéndole suspenso, —susurra.
—Voy a colgar.
—No, está bien bien. Dios. Siento que estoy hablando demasiado de esto y pensarás que
soy estúpido. —Se aclara la garganta. Escucho el chirrido de un colchón—. Está bien,
versión corta: no siempre he tenido la mejor autoestima, y las selfies son algo que hago
ahora porque me ayudan. Es una cosa de terapia. Y se las envío a la gente porque eso
también me ayuda. Con mi confianza y esas cosas.
No sé qué esperaba que dijera Félix, pero eso es probablemente lo más alejado.
—Bueno. Tienes derecho a una pregunta y luego me voy a la cama, —dice.
¿Una? ¿Eso es todo?
Tengo al menos cinco ya preparadas.
—Joder, —murmuro—. Oh. Dame un minuto.
—No pienses demasiado en esto. Solo pregúntame algo. Rápidamente. Ir.
—¿Por qué no te gustas tú mismo? ¿O por qué no te gustabas antes?
—Ah.
—¿Qué?
—Me sorprende que esa sea la pregunta.
—Bueno, lo es. —Me siento frunciendo el ceño—. ¿Por qué? ¿Qué debería preguntar?
—No sé. Estoy cansado. —Él bosteza en el teléfono—. ¿Ves?
—Tengo la sensación de que lo estás exagerando.
—Tal vez. De todos modos, siempre he sido un chico flaco, súper pálida, nunca he
podido broncearme. En serio, nunca. Lo he intentado. Yo era larguirucho y torpe en la
escuela secundaria, y me hicieron bullying por eso. Mi cabello no ayudaba.
—¿Qué le pasa a tu cabello?
—Bueno, no está tan mal como antes, pero solía ser muy rizado y sobresalía por todos
lados, un desastre. Los niños solían bromear y decir que parecía que me había
electrocutado. Siempre he tenido el cabello estúpidamente rizado.
Pienso en el gorro. Su gorro. Y la forma en que lo hice sentir ayer por eso.
—No hay nada malo con tu cabello, Félix. Es lindo. ¿Bien?
Lo digo demasiado rápido. No tengo ninguna posibilidad de evitarlo.
Y no estoy seguro de que me hubiera detenido de decirlo de todos modos.
—¿Lindo? —él pregunta.
Mierda.
—Ya debería colgar.
—¿Acabas de decir que mi cabello es lindo, Jake?
Él está sonriendo. Probablemente con picardía. Puedo oírlo en su voz.
—Ambos tenemos que levantarnos temprano. Y estoy cansado. Muerto de cansancio. —
Fuerzo un bostezo.
—Siento que estás fingiendo.
No le digo tal vez como él lo hizo conmigo. Yo hago lo que quiero.
Bostezo de nuevo.
—No. Estoy tan cansado. Me estoy quedando dormido mientras hablo contigo. El
teléfono casi se me cae de la mano…
—No voy a olvidarlo, —promete.
—Impresionante. Buenas noches.
Cuelgo mientras él se ríe.
BESA AQUÍ

JAKE

Veo a Félix el martes por la noche cuando nos encontramos en una reunión, y no pasó por
alto que ha decidido no usar el gorro. Él sabe lo que siento por su cabello ahora porque
compartí mi opinión muy, muy fácilmente, y me prometió que no lo olvidaría. Pero incluso
si no supiera nada de por qué no lo tiene ahora, la primera vez que nos vemos después de
esa última conversación, el rubor que cubre toda su cara y se extiende por su cuello cuando
me acerco me habría dado una pista.
Tímidamente confiado. Creo que así es Félix.
No digo nada cuando me levanto frente a él. Solo le entrego la bolsita de
snickerdoodles10.
Sí, ahora sé cómo hacer snickerdoodles. Sorprendentemente, no son tan complicadas.
Y sí, estoy adquiriendo el hábito de compartir galletas y mierdas con Félix. Pero todo
esto de hornear fue idea suya. Yo solo nunca hubiera pensado en hacer esto. Tiene sentido
compartirlas con él.
—Entonces, ¿te sientes de alguna manera en este momento? —pregunta, masticando un
snickerdoodle. Se quita un rizo de los ojos.
Mierda.
Pensé que tal vez si le daba de comer, se distraería y olvidaría todo lo que le había
dicho.
Pongo los ojos en blanco y me quejo.
—Quiero un nuevo padrino.
Su sonrisa es tan jodidamente arrogante.
—No, no es verdad. Quieres tocar mi cabello.
—Eso... no. —Niego con la cabeza.
¿Quiero tocarlo?
—No sé. Creo que sí, Jake.
—¿Sabes lo que es realmente una lástima por estar en recuperación? —Pregunto—. No
puedes culpar de lo que dices al alcohol o a las drogas. No hay nada detrás de lo que
esconderse.
—Lo sé. —Y Félix sonríe aún más.
Mátame.
10
Las snickerdoodles son un tipo de galletas de azúcar hechas con crémor tártaro y bicarbonato de sodio,
rebozadas en azúcar y canela.
—¿No es súper genial?
Lo agarro por el codo y lo arrastro adentro.
Y él solo se ríe.

Pues al parecer ser un puto maestro de los brownies aparentemente es algo bueno.
—Jake, —gime Riley, rompiendo pedazos calientes y pegajosos y metiéndoselos en la
boca.
Ella ha estado sentada en la isla de la cocina, mirándome y esperando probar todas las
delicias.
Sus palabras. No las mías.
—¿Puedes dejar de decir su nombre así? —CJ pregunta desde el sofá.
El volumen de la televisión aumenta.
—Estoy tratando de actuar como una dama en este momento, pero honestamente, solo
quiero meter toda mi cara en la sartén. —Riley se chupa el chocolate de los dedos—. Dios.
En serio. ¡Eres un puto maestro de los brownies, Jake!
¿Lo veis?
—Nunca más se te permite vivir en otro estado. No te dejaré, —añade, sonriendo
mientras agarra otro pedazo. Ella toma un bocado y golpea el mostrador—. Jake.
—Si sigues diciendo su nombre así, cariño, hoy mismo le haré sus maletas.
Me río. También Riley.
—No sé qué es lo divertido, —se queja CJ—. Estoy hablando completamente en serio.
Suena el timbre justo cuando termino de poner todas las cosas que he ensuciado en el
lavavajillas.
—Voy yo, —digo.
—Bien, porque no me voy a mover de este lugar. —Riley sigue comiendo.
—Ey. Tráeme uno de esos. —CJ me observa mientras me muevo hacia la puerta—. Jake.
Un brownie.
—CJ. Jódete.
—¿Qué?
Riley se ríe a mi espalda.
—Necesito abrir la puerta, —le digo. Probablemente sea Félix.
Sé que lo es.
Sugirió que fuéramos juntos a la reunión y se ofreció a pasar a recogerme, y me ha
estado enviando mensajes de texto cada cinco a diez minutos, actualizándome sobre cada
uno de sus movimientos.

termino mi último tatuaje, limpio y salgo

terminé de limpiar

acabo de salir

hay un poco de tráfico :(

solo veo luces de freno

esto es tan lentoooo


sabías que los elefantes miran a los humanos como los humanos miramos a
los cachorros?

ellos piensan que somos lindos

amo eso

ok tráfico despejado dios mío

estaré allí en 10

tal vez 15

no 10

casi llego

en 5

el gps dice 1 km

aquí estoy :)

Una vez que comenzó a sonar el timbre, dejé mi teléfono en el mostrador. Solo lo sentí.
También ignoré las miradas curiosas de Riley.
Mi hermano silenció la televisión y murmuró algo sobre alquilar un U-Haul 11 mientras
se ponía de pie y estiraba los brazos.
Abro la puerta.
Félix sonríe mirando mi delantal (el de Riley), y ahí es cuando recuerdo que todavía lo
llevo puesto.
—No digas nada de esto —digo mientras lo desato rápidamente y me lo saco sobre mi
cabeza.
Él entra.
—Hola.
—Hola.
—Te ves bien con estampados florales.
—Te dije que no dijeras nada.
—Jake, tengo que hacerlo.
Suspiro mientras cierro la puerta detrás de él.
—Nada gorro hoy igual, ¿eh?
—No.
Él está prácticamente brillando en este momento.
—Hola. —Riley saluda desde su asiento—. Soy Riley.
—Hola, —dice Félix—. Oh, felicidades por las noticias del bebé.
—¡Muchas gracias!
—Ese es mi hermano CJ.
CJ se acerca, extendiendo su mano, y puedo decir por la tensión en su mandíbula que
está pensando demasiado en algo.
—Dios. ¿Cuántos años tiene?
Joder, lo sabía.

11
Es una compañía estadounidense de alquiler de equipos de mudanza y almacenamiento.
Félix suelta la mano de CJ y me mira.
—Ah. Ambos me preguntaron eso.
Miro a mi hermano.
—¿Puedes al menos decir hola primero? La gente normal dice hola.
—El apretón de manos implicaba el hola. —Me da una mirada extraña—. ¿Qué te pasa?
—Nada. ¿Qué te pasa a ti?
—Tengo veintitrés años, —dice Félix.
CJ me mira fijamente.
—¿Qué? —Pregunto.
—Encantado de conocerte, Félix, —dice mi hermano que de repente no sabe cómo
actuar con gente nueva, lo que estoy seguro fue bastante difícil para él. Hace un gesto hacia
el pasillo con la cabeza, manteniendo sus ojos en mí—. ¿Puedo hablar contigo?
Excelente.
—Félix, ¿quieres un brownie? Jake los hizo. —Riley sonríe desde su asiento—. Están tan
deliciosos.
Observo a Félix unirse a Riley en la isla y a CJ desaparecer por el pasillo.
Pues ahora sí estoy seguro de que no le voy a dar ni un puto brownie. Ni una migaja.
—¡Jake! —CJ grita.
Hago una bola con el delantal y lo tiro sobre el sofá, caminando tras él.
—Voy, papá.
—No seas un imbécil, —gruñe cuando entro en su habitación.
—¿Yo? Tú eres el que está siendo un imbécil.
Cierro la puerta antes de que se diga nada más. No quiero que Félix escuche lo que sea
por lo que está a punto de gritarme.
—¿En serio? ¿Cuál es tu problema? Eso fue tremendamente grosero.
—No, no lo fue. Tú estás actuando demasiado sensible por alguna puta razón extraña.
¿Por qué?
—Él es mi padrino. Y mi amigo. No quiero que sienta que no puede venir aquí.
—¿Solo porque le pregunté cuántos años tiene? —CJ señala la pared en dirección a la
cocina—. Ese chico apenas aparenta dieciocho años. ¿Y él es tu padrino?
—Sí.
—¿De verdad crees que es una buena idea?
—Sí.
Sus ojos se estrechan.
—¿Qué cojones? ¿Por qué estás actuando tan a la defensiva?
—Te lo dije. —Mis uñas se entierran en mis palmas—. Él no es solo mi padrino. el es mi
amigo. El único que tengo ahora. Y realmente me importa lo que pienses, CJ, aunque
desearía que no fuera así. Quiero que te agrade. ¿Sabes lo importante que es esto para mí?
Nunca he tenido un padrino antes. Necesito este. Y la estás cagando por todas partes.
Santo Dios. Ni siquiera debería necesitar explicarme. Él sabe lo serio que soy acerca de
mi sobriedad.
Le prometí que esta será la última vez que le prometa que así permaneceré.
CJ toma una respiración profunda y la suelta lentamente.
—Mira. Lo siento si crees que estaba siendo grosero. Y sabes que esto no es solo
importante para ti. También es importante para mí. Es solo que... es joven, Jake. Esperaba
que tu padrino fuera mayor que tú.
—No creo que eso importe. No hay un reglamento al respecto.
—Estoy bastante seguro de que hay pautas, al menos. Solo quiero asegurarme de que
será bueno para ti.
—Él lo es. —Mi voz es firme. Fuerte—. Él anima las reuniones. Es fácil para mí hablar
con él. Se preocupa por mí constantemente. Félix es bueno. Confía en mí. Tienes que confiar
en mí. Y ha estado limpio durante más de un año.
CJ piensa en esto por un momento, y yo nunca antes me había considerado una persona
ansiosa, pero estoy empezando creer que ahora lo soy.
—Está bien, —dice.
Siento que la tensión abandona mis hombros.
—¿Está bien?
—Sí.
—¿Estarás bien con él?
—Mientras tú lo estés.
—Lo estoy. —Mi respiración es acelerada, y mi puto pecho duele como si hubiera
estado corriendo sprints—. ¿Y puedes hacerme un favor y no actuar como un policía
durante cinco minutos? Solo actúa genial.
—Soy genial. —Lanza su pesado brazo sobre mis hombros, tirando de mí contra su
costado—. Dios. Relájate, ¿quieres? Estás actuando como si él hubiera pasado a buscarte
para una cita.
Siento mi pulso acelerado, pesado y caliente debajo de mi piel, y empiezo a retorcerme
para escapar.
—Yo no. Tú sí.
¿Qué?
—¿Qué? —él pregunta.
—Nada. ¿Podrías dejar de decir cosas que no son ciertas? —Finalmente salgo de debajo
de su brazo y abro la puerta—. Oh. Y no te daré ningún brownie. Imbécil.
Me sigue.
—Y una mierda.
—Riley, esos brownies son para ti —digo mientras entro en la cocina—. Y para el bebé.
Listo. Para nadie más.
—¡Yey! Los compartí con Félix.
—También son para él.
Félix se ve tan jodidamente feliz. —Están de muerte, Jake. Como las galletas.
—Voy a comer algunos de esos brownies, —gruñe CJ, prácticamente empujándome a un
lado. Se detiene en la isla y su cuerpo se pone rígido—. Cariño, ¿qué estás haciendo?
Riley se para con la bandeja y retrocede lentamente.
—Lo lamento. Te amo. Más que nada. Pero llegaste demasiado tarde.
—¿Te los comiste todos?
—¡No fui yo sola! Félix se comió cuatro. —Ella señala su vientre—. ¡Y... hola! ¿Te
olvidaste? Estaré comiendo por dos ahora.
—¿Toda la bandeja desapareció? —CJ se abalanza sobre ella y ella chilla cuando él le
rodea la cintura con los brazos y la levanta del suelo—. Dámela. Quiero las migajas.
—¡No! ¡También son mías!
—Deberíamos irnos, —le digo a Félix—. Esto probablemente se va a poner raro. Y luego
sexual.
—Déjame comértelos, —susurra CJ.
—O sexual y luego raro.
—¿Qué pasa si llegas a casa más tarde y encuentras migas en tu cama? —Félix parece
bastante complacido con esta posibilidad. Se levanta del taburete—. Joder. ¿Te asustarías?
—Tío. Sí. ¿Por qué me dirías eso? —Observo a CJ llevar a Riley por el pasillo, la bandeja
de brownies en el aire—. ¡Mantente fuera de mi habitación!
—¡Técnicamente no es tuya! —CJ me grita en respuesta.
Realmente necesito mudarme.
—A la mierda mi vida. —Cojo mi teléfono y lo guardo en el bolsillo delantero de mis
jeans—. ¿Listo? —Yo le pregunto.
Félix se ríe.
—Sí. Tienes la frente muy arrugada en este momento.
—Esta es mi cara normal. —Camino con él hasta la puerta.
—Tu cuñada es dulce.
—Sí.
—Y tu hermano está buenísimo.
Tropiezo al salir de la casa y me encuentro con Félix.
—Mierda. —Mi tobillo rueda en el borde de la acera y casi me caigo en la hierba.
—¿Qué pasa? —él pregunta.
—Nada. Solo... olvidé que había un escalón allí.
¿Está buenísimo? ¿Qué cojones?
Félix sigue mirándome mientras caminamos hacia su coche, puedo sentirlo, y como
prefiero no darle la oportunidad de explicar todas las formas en que CJ le parece atractivo
(¿en serio?), cambio de tema.
—Mi hermano no hornea una mierda.
¿Qué estoy haciendo?
—Supongo que entonces no tendrás que preocuparte de que te vuelva más ancho el
delantal.
Lo miro indignado.
—Él no es mucho más ancho que yo.
—Okey.
—Él no lo es. —Me olvido de las treinta libras de músculo que siempre exhibe
descaradamente las 24 horas del día, los 7 días de la semana y me mantengo firme en mi
argumento—. Quiero decir, sí, es un poco más alto, y tal vez hace press banca un poco más
que yo. Apenas un poco más. Pero le he ganado. —Recuerdo el pasado, muy pasado—. No
recientemente... pero ha sucedido.
—Si tú lo dices.
Félix se sube a su coche, de alguna manera lo hace de una forma que me dice que piensa
que le estoy mintiendo en este momento, y luego me quedo mirando absolutamente nada
más que el puto cielo.
Entro y doy un portazo.
—Oh, las arrugas se profundizan.
—¡Es mi cara! —Hago cualquier cosa menos fruncir el ceño cuando lo miro.
Su risa es silenciosa mientras se apoya en la puerta, con la cabeza inclinada hacia la
ventana, y noto algo brillante y claro que se asoma por debajo del cuello de su camisa.
—¿Qué es eso? —Pregunto, tocando el borde con mi dedo.
Félix toma aire, su pecho se contrae. Aparto mi mano.
—Oh. Eso. —Se aclara la garganta—. Me tatué hoy. Dean lo hizo por mí.
—¿Qué es?
—Um. Solo palabras.
—Palabras, ¿eh? Qué descriptivo.
Me mira con tanta timidez, con tanto cuidado, que la risa muere en mi garganta.
—¿Qué? —Pregunto.
Félix asiente una vez, el movimiento casi imperceptible, como si hubiera decidido algo,
y luego se baja la camisa y quita la cinta, mostrándome las palabras grabadas en la piel
justo encima de la clavícula. Todo mayúsculas y la tinta más negra.

BESA AQUÍ

—Oh, —digo.
—Sí.
—Eso son. Palabras. Son palabras.
—Te dije.
Humedezco mis labios secos y siento mi polla palpitar cuando Félix observa el
movimiento de mi lengua como si fuera la cosa más interesante del mundo para él.
—Probablemente deberíamos irnos, —le digo—. Antes de que lleguemos tarde.
Miro por el parabrisas delantero, mi cerebro susurra besa aquí besa aquí besa aquí.
—¿Te gusta? —él pregunta.
Cierro los ojos con fuerza.
No debería responder. No soy estúpido.
Esto realmente no debería pasar. Esto entre nosotros no debería pasar.
Pero no me he follado a nadie en meses y mis sentimientos con ese tatuaje me están
haciendo arrepentirme de los jeans que estoy usando, y tengo miedo de que si no respondo,
simplemente me pregunte de nuevo, y si miento, buscará la verdad.
Y que Dios me ayude si tiene gana de buscarla.
Y así es él.
Félix quiere tanto que me guste este tatuaje que puedo oírlo en la tensión de su voz. Se
pondrá triste si no digo algo. Estará más triste si soy indiferente.
—Claro, —digo.
Claro suena seguro.
No es un sí.
Ni un joder, sí .
Ni un no tienes idea de lo mucho que me gusta.
—Bien. Eso es bueno.
Su voz es gruesa. Me pregunto si otras partes de él lo son.
Joder, mátame.
Mantengo mis manos en mi regazo durante todo el viaje de veinte minutos.

Estamos sentados en la última fila en la reunión de Mac, comiendo donas mientras


escuchamos a todos hablar excepto nosotros, eso parece (no me gusta hablar de mí, y
supongo que Félix a tampoco) cuando mi teléfono vibra en mi bolsillo.
Me limpio las manos en mis jeans antes de sacarlo.
CJ me envió un archivo adjunto.

Tenías razón. No necesita ser mayor que tú.

Descargo la imagen y escaneo el artículo: Factores a considerar al elegir un padrino.


La mayoría son de sentido común.
Tenga en cuenta la sobriedad de su padrino (si parece feliz y contento) y cuánto tiempo ha
estado sobrio y cuántos otros ahijados tienen. Sigo leyendo, aunque realmente no me está
dando información nueva, pero los voy marcando a medida que avanzo. Llego al final del
artículo. El último factor está en negrita. ¿Por qué no todos?
Considere el género de su padrino.
Hojeo el párrafo y siento que me rechinan los dientes ante la información que pensarías
que es nueva para mí, según mi reacción al leerlo.
Sugiere elegir un padrino del mismo sexo (qué anticuado) para limitar la posibilidad de
interés sexual.
Advierte que los enredos románticos pueden causar complicaciones no deseadas entre
padrino y ahijado, y es mejor evitar los emparejamientos con riesgos de tentaciones.
No está prohibido. Esto no es una regla.
Pero se desaconseja enfáticamente, y estoy tan enojado por leer esto, tan
irracionalmente enojado, no tiene sentido.
Un adicto necesita anteponer su sobriedad, por encima de todo. Nada puede ponerla en
peligro. Nada debería complicarla.
Y el sexo complica las cosas. Los sentimientos complican las cosas.
Es por eso que yo sabía que no debería buscar involucrarme con nadie nuevamente
hasta que hubiera pasado limpio más tiempo.
Es por eso que me he abstenido de reconocer abiertamente mi atracción por Félix, ni
siquiera permitiéndome coquetear cuando creo que él ha coqueteado conmigo.
Es por eso que he dudado con las respuestas y reacciones y me convencí de cómo
empiezo a sentirme.
Es por eso que no me lo he follado ya, porque Dios sabe que he querido hacerlo.
Y estoy apretando mi mandíbula tan fuerte en este momento que me duele.
Odio este artículo. Odio leer esta advertencia. Odio todo lo relacionado con estar limpio,
la adicción y la debilidad.
Pero no odio las drogas.
En este momento, las quiero.
—Ey. ¿Estás bien? —Félix susurra.
Se está inclinando más cerca de mí, si es que eso es posible, porque estamos apretados
muy firmemente, los dos, y necesito que él retroceda.
Debería decirle eso.
No.
—Me alegro de estar aquí ahora mismo —digo en su lugar, y él lo entiende. Félix sabe a
lo que me refiero, porque él también es adicto.
Me pregunto si los adictos podrían tener una relación juntos en algún momento.
E inmediatamente saco ese pensamiento de mi cabeza.
EN EPISODIOS ANTERIORES DE... PROBABLEMENTE NO
DEBERÍA HACER ESTO PERO VOY A HACERLO DE
TODAS FORMAS...

JAKE

El trabajo manual es una gran distracción cuando te quieres follar a alguien que en serio no
deberías.
Pero el trabajo solo consume ocho horas de mi día. Y cuando acabo (¡ja!), por lo general
me encuentro con Félix más tarde en una reunión o hablo con Félix por teléfono cuando
llama para reportarse o miro sus selfies por mucho más tiempo del que debería.
Salimos todo el tiempo y definitivamente él está coqueteando conmigo en persona y por
mensajes de texto, pero he actuado como si no supiera que eso es lo que está pasando.
Estoy fingiendo no darme cuenta. Confía en mí.
Pero estamos juntos, constantemente juntos, porque él es mi padrino. Porque es mi
amigo. Y porque a los dos nos gusta estar cerca el uno del otro.
Y todo eso está bien, lo está, mientras no pase nada más.
Puedo lidiar con los impulsos. He lidiado con ser un adicto durante años, y este deseo
que he estado sintiendo no es muy diferente a la compulsión por consumir.
Sé que no puedo ceder, ni siquiera un poco, lo que incluiría imaginar esos rizos y esa
sonrisa tímida y la forma en que me mira como si necesitara que sucediera más entre
nosotros mientras me masturbo en la ducha.
Pero bueno, ¡eso lo he hecho!
Me las he arreglado para mantener a Félix fuera de mi cabeza cuando lo he necesitado,
durante los momentos más tentadores, así que no estoy preocupado. Para nada. Tengo el
control.
¿Quién es Félix? ¿De qué rizos me hablas? Los emojis de corazón no significan nada. Los
recibo de la gente todo el tiempo.
Sí, él me envía emojis de corazón. Los de la vieja escuela. Ya sabes: <3
Y no, no se los devolveré. Ni reconoceré que he recibido alguno.
¿Puedes verlo? Estoy bien. No pasará nada más. Nadie necesita preocuparse. Tengo el
control.
Sigue leyendo para descubrir lo mentiroso que soy.
¿Tienes idea de lo difícil que es mantener tus chats privados para ti mismo cuando estás
metido en la parte trasera de una camioneta de trabajo con otros dos tipos, los cuales pesan
ciento diez kilos cada uno? ¿Y tú eres el del medio?
Es difícil.
No es que tenga nada que ocultar, y que se vaya a la mierda cualquiera que piense
decirme algo.
Simplemente no me gusta compartir mis cosas privadas.
¿Y recuerdas lo que dije sobre Félix coqueteando por mensajes de texto?

puedo llevarnos en coche esta noche?

por favor?

mi coche dejó de oler a ti y apesta mucho :(

Nadie puede leer esto excepto yo.


Y vaya que él es atrevido, ¿verdad?
Para alguien que se sonroja más que nadie que haya visto, Félix coquetea por mensajes
de texto como un campeón.
Supongo que es más fácil si no lo miro fijamente a los ojos, si lo hago el mundo que nos
rodea podría arder y ni siquiera me daría cuenta.
No es que yo lo haga.
—¿A quién le estás enviando mensajes, Tully? ¿A tu noooviaaaaa?
¿Mencioné que también estoy rodeado de un montón de viejas chismosas que hablan
tanto de coños que uno pensaría que a les empezó a salir vello púbico hace poco?
—A nadie —le gruño a Miguel, el hijo de puta a mi izquierda—. Y deja de apoyarte en
mí, pedazo de mierda.
—No me estoy apoyando, —dice, mientras el bastardo se apoya aún más, acercando su
rostro a mi pantalla—. Esto es apoyarse. Oh, alguien quiere un pedacito de Jakey. ¿Qué vas a
responder?
—Santo Dios. —Lo empujo contra la puerta del coche tanto como puedo—. Esta será la
última vez que me siente aquí entre vosotros, idiotas.
—Me ofende eso, —dice Héctor. Está a mi derecha.
—Bien, —respondo bruscamente.
Para ser honesto, no me importa Miguel o Héctor. Realmente quiero un asiento
diferente ahora mismo.
—Pero en serio, ¿vas a dejar que te pase a buscar o qué? —Héctor intenta quitarme el
teléfono de la mano—. ¡No la dejes esperando! Joder. Déjame manejar esto. Sé cómo hablar
con las damas.
—Toca mi mierda y mueres.
—¿Sabes qué? Última vez que comparto mis taquitos caseros contigo, Jake.
—¡Ni siquiera me diste ninguno!
—¡No, pero lo pensé!
—Idiotas, callaos la boca.
Miro a Jason cuando él me mira desde el asiento del pasajero.
Es un trabajador como el resto de nosotros, así que que se joda si cree que puede
hablarme como si fuera mi superior.
—Eso fue grosero —pregunta Héctor.
—Cierto. —Miguel dice y choca puños con Héctor frente a mi pecho.
—Dije, callaos la boca, —escupe Jason—. Y te quedarás ahí sentado hasta que te diga lo
contrario, Tully, —agrega con una mueca—. Ahí es donde perteneces. Con los otros
rechazados.
Oh, entonces quiere que le den una paliza. Genial. Lo capto.
Le sonrío al idiota.
—¿Qué diablos acabas de decirme?
—Lo siento, pero ¿por qué yo soy un rechazado? —pregunta Miguel.
Héctor se sienta un poco hacia adelante.
—Sí. ¿Te importaría explicarte?
Jason pasa su mirada con ceño fruncido entre ellos.
—Solo miraos los dos. Santo Dios.
—¿Qué pasa con ellos? —Gruño, y lo reto a que me dé más detalles.
—¿Necesitamos jugar el juego del silencio? —pregunta Reed, dirigiendo la camioneta
hacia el camino de grava que conduce a la tienda.
Lo observo mirar de soslayo a Jason.
Estoy bastante seguro de que mi jefe, y cuñado de CJ, odia a este hijo de puta casi tanto
como yo.
De hecho, no creo que nadie extrañaría a Jason si él, no sé, ¿fuera enterrado bajo un
bloque de concreto en algún extraño accidente de trabajo?
Cruzo los dedos.
—Ya sabes, —continúa Jason, con un poco de arrogancia en su voz ahora que vuelve a
mirar hacia adelante—. Entiendo todo el asunto de la igualdad de oportunidades, pero
¿vergüenza para nuestro país? Eso es bajo. Esto es Estados Unidos de América, Reed.
Cualquiera que sea expulsado del ejército debería ser expulsado de los Estados Unidos. No
que le den palmaditas en la espalda mientras les dan un puto trabajo.
Y yo seré el que conduzca el camión de cemento.
—¿Quieres decirme eso de nuevo en la cara, perra? —Pregunto, sentándome hacia
adelante.
—Sí, Tully. Creo que quiero.
Antes de que este pequeño imbécil rubio pueda darse la vuelta y recibir un golpe en el
culo, Reed pisa los frenos y nos lanza a todos hacia adelante.
Miguel y Héctor se golpean contra los asientos y maldicen en español.
—Si te escucho decir algo así otra vez, estás despedido, —le gruñe Reed a Jason—.
¿Entendido?
Jason se aleja de él, mirando hacia la ventana.
—Claro.
—Claro, —se burla Miguel, riéndose por lo bajo junto con Héctor hasta que Reed les
devuelve la mirada—. Oh. Lo siento jefe.
—Sí, jefe. Lo siento, —dice Héctor—. Te daré algunos de mis taquitos mañana, ¿de
acuerdo?
—Dices eso todas las semanas, Héctor, y aún no has compartido tus taquitos conmigo.
—Tengo tanta hambre que lo olvido siempre.
Reed, Miguel y yo nos reímos de Héctor mientras el camión avanza de nuevo.
Sí. No son tan malos.
Jason, por otro lado, sigue haciendo pucheros como una perra.
Niego con la cabeza, acercando el teléfono a mi cara tanto como puedo sin bizquear.
—¿Qué le responderás? —Miguel susurra.
Lo ignoro y finalmente le envío a Félix mi respuesta.

puedes conducir

Fue el por favor que envió. Me ganó.

<3

Héctor jadea en mi oído.


—Emoji de corazón. Oh, vaya.
Lentamente giro la cabeza y él está tan cerca de mí que casi chocamos la nariz.
—Héctor.
Él sonríe, la barba de chivo temblando.
—¿Sí, Jake?
—Aléjate de mí.
—No puedo. Estamos metidos aquí como sardinas.
—Sí, lo sé. Pero puedes ocuparte de tus propios putos asuntos y retroceder un poco.
—Sí. Puedo hacerlo.
—Excelente.
—Pero no quiero.
—Yo tampoco, —dice Miguel, y juro por Dios, él está tan cerca de mí ahora como
Héctor.
Y aunque casi no quiero tocar su rostro con mi rostro, no puedo dudar más cuando
comienza a respirar contra mi nuca.
Jodidamente asqueroso.
Miro a Miguel y él sonríe. Sus cejas gruesas y negras tiemblan.
—Ha pasado mucho tiempo, Jake, —dice, jadeando. Joder—. Necesito tanto un coño. No
me he dado un gusto en meses.
—¿Y? ¿Qué carajo tiene eso que ver conmigo?
—¡Estoy viviendo indirectamente a través de ti! Pensé que era obvio.
—Igual yo, —dice Héctor.
—Ambos sois idiotas. —Arqueo mis caderas lejos del asiento y vuelvo a guardar el
teléfono en mi bolsillo delantero.
Realmente lo son. ¿Ninguno de los dos prestó atención al nombre de Félix en la parte
superior de la pantalla?
No conozco a ninguna mujer que se llame Félix.
Una vez que estamos estacionados en la tienda, salimos de la camioneta y tomamos
nuestras loncheras de la parte trasera.
Estoy a medio camino de mi coche cuando un agudo silbido detiene mis pasos y gira mi
cabeza.
Héctor y Miguel me hacen señas para que me acerque.
—¡Qué! —grito.
—¡Es viernes, Jakey! —Miguel grita—. ¡Sabes lo que te voy a pedir!
Sí.
Este es mi quinto viernes trabajando para Tennyson Construction, y el quinto viernes
consecutivo que me invitarán a salir después del trabajo.
—¡No digas que no! —Héctor grita—. ¡Siempre dices que no!
Él tiene razón.
Nunca he salido con ellos. Decir que no es más fácil para mí. No necesito preocuparme
por dónde quieren pasar el rato y si habrá bebida de por medio.
Algunas personas no respetan la sobriedad.
Espero que Miguel y Héctor no sean de esa clase de personas, y evitar situaciones como
esta a veces es mejor que saberlo.
—¡No puedo! —les digo
—¡Vamos, Jakey! Somos nosotros. ¿Tanto nos odias?
Observo con más atención cuando Miguel se pasa el dedo por debajo de los ojos.
Guau.
—¿Acabas de limpiarte una lágrima falsa? —Pregunto, caminando hacia ellos—. Estoy
conmovido, Miguel. En serio.
—¿Quién dice que era falsa?
Su sonrisa dice que era falsa.
—Yo también puedo llorar si eso ayuda. —Héctor saca el labio inferior.
—Dios. Mirad. —Suspiro cuando los alcanzo—. No os odio, aunque ambos necesitáis
dejar de volveros locos cuando estoy mensajeándome con gente.
—No con gente. —Miguel parece tortuoso—. Con amigas. —Él mueve las cejas.
Simplemente niego con la cabeza.
—Solo me imagino que va a haber bebida involucrada cuando paséis el rato, y yo no
puedo beber. Estoy en recuperacion, no puedo beber en absoluto. —Me encojo de hombros
—. Por eso no puedo ir. Gracias por invitarme, pero no puedo estar cerca de eso.
Miguel y Héctor se miran.
—¿Qué? —Pregunto.
Héctor pone su mano en mi hombro. Su expresión es seria.
—Eso es noble, Jake.
—Sí. Noble, —repite Miguel.
—No sé qué queréis decir con...
—También es algo de lo que no tienes que preocuparte con nosotros, —continúa Héctor
—. Porque solo pasamos el rato y comemos. Y mientras puedas comer, también puedes
pasar el rato.
—Lo más importante para nosotros es la comida, —dice Miguel—. Y la empresa.
—La empresa es importante, —agrega Héctor.
Miguel levanta el dedo.
—Pero principalmente la comida.
—Entonces, ¿no bebéis? —Pregunto.
—Oh, sí bebemos. —Héctor deja caer su mano—. Pero nuestras calorías del viernes por
la noche están reservadas para pizza y alitas.
—Y a veces mozzarella para picar.
Miro entre los dos.
—¿Vuestras calorías del viernes por la noche?
¿Quién habla así?
—Ambos estamos inscritos en Control de Peso Corporal, —comparte Miguel.
—¿En serio?, —le pregunto a Héctor—. ¿Taquitos? Comes mierda frita todos los días.
Oh, la culpa. Está escrita en toda su cara.
—Estamos vagamente inscritos, —aclara rápidamente—. Necesitas encontrar lo que te
funciona para no darte por vencido, y esto es lo que funciona para nosotros.
Me río y niego con la cabeza.
—Vamos, Jakey. Pasa un rato con nosotros. ¡Como amigos! No te presionaremos para
que bebas.
Héctor asiente con la cabeza.
—Sin presión. No de nosotros.
Pienso en esto.
—Amigos, ¿eh?
Mierda.
No trato de sonar todo tonto y esa mierda, pero sería bueno si tuviera más de un amigo.
Y técnicamente eso podría cambiar esta noche. Tengo un par de horas para pasar el
rato. Mi reunión no es hasta las nueve de todos modos.
Además, dijeron que no beberían. Tendré que ignorar a todos los demás que lo hagan.
—Si necesitas irte, te vas, —dice Miguel, leyendo mi mente.
La sonrisa de Héctor es tan amplia y esperanzada que le devuelvo la sonrisa.
Asentí con la cabeza antes de decir que iré con ellos, y luego me protegí de sus abrazos,
esquivando los brazos y balanceando las loncheras.
Dios, espero no arrepentirme de esto.

Me arrepiento de esto.
Me arrepiento mucho de esto.
Pero no por beber ni nada por el estilo.
Estamos en un restaurante de temática deportiva en la parte concurrida de Ruxton, y
Miguel y Héctor se aseguran de conseguir una mesa para nosotros lo más lejos posible del
bar.
También están con vasos de refresco.
Por lo que no hay problemas hasta ahora.
Hemos estado comiendo y hablando de cosas al azar, desde el trabajo hasta mi
sobriedad, en lo que han mostrado un sorprendente interés de apoyo. Y hasta hace unos
diez minutos, me sentía jodidamente feliz de estar aquí con ellos.
Luego, Miguel me preguntó si soy un “power bottom”12 de la nada, casi me atraganto
con el bocado de corteza que estaba tragando y derramé mi propio vaso de refresco en mi
regazo, lo que llevó a Héctor a tratar de secar mis jeans con montones de servilletas y luego
preguntando con aire de suficiencia si eso me estaba provocando cosas.
Sí. Eso pasó.
Y mientras esperan a que yo responda, han decidido tener su propia conversación sobre
tops13, bottoms14 y twinks15, porque ¿por qué no?
—¿Qué hace a uno ser un power bottom y no solo un bottom normal, Héctor? ¿Tienes
idea?
—Creo que todo se trata de cómo mueves las caderas, Miguel. Ya sabes, cuando eres el
pasivo.
—Sí. Eso suena bien.
—Yo sería un power bottom, segurísimo.
—Seguro que sí. Puedo imaginármelo.
—Me pregunto, ¿todos los twinks son pequeños? ¿Podría serlo yo también?
—No. Creo que eres demasiado grande para eso, amigo mío.
—Bueno, puedo tener esperanza. Realmente lo podré lograr con esto del Control de
Peso Corporal.
—Claro. Tal vez ser en tu futuro puedas ser un twink.
—Aunque no soy gay. Creo que tendría que ser gay.
—O al menos heterocurioso.
—Y no creo que tenga curiosidad.
—Aparte de querer saber todo sobre ser un power bottom, tampoco creo que lo sea.
Pero si tuviera curiosidad, creo que sería un top.
—Oh, mira Miguel. —Jake se golpea la cabeza contra la mesa—. Tal vez esté listo para
respondernos ahora.
—Sí, Héctor. Creo que está listo.
Lentamente levanto la cabeza.
—¿Qué diablos está pasando ahora mismo? ¿Por qué me preguntáis si soy un power
bottom? ¿De dónde vino eso?
Miguel ladea la cabeza.
—Um. ¿Por tus mensajes con Félix? Supuse que era obvio.
—Muy obvio, —dice Héctor.
¿Qué?
—¿Obvio? Ambos preguntaban qué le iba a decir a mi chica. Y todo lo de vivir
indirectamente a través de mí porque ambos no habíais probado un coño en meses.
¿Sabíais que no estaba hablando con una chica?
Héctor agarra otra porción de pizza del centro de la mesa.
—No conozco a muchas chicas que se llamen Félix, Jake.

12
Cuando quien es penetrado en las relaciones sexuales es especialmente agresivo o enérgico durante las
mismas.
13
Top es quien penetra/activo.
14
Bottom es quien es penetrado/pasivo.
15
Término del argot gay inglés que describe a hombres homosexuales jóvenes que apenas superan la
mayoría de edad o que aparentan esto, atractivos, esbeltos y usualmente carente de vello corporal.
—Yo tampoco, —dice Miguel.
—Entonces, ¿por qué lo llamasteis chica en la camioneta?
Miguel casi parece herido.
—Jake. No sacamos del clóset a la gente. Eso está mal.
—Sí, Jake. Eso está mal.
—Nosotros no te haríamos eso. Es por eso que estamos haciendo nuestras preguntas
ahora. Con solo nosotros aquí.
Miro a Miguel y a Héctor. Mis nuevos amigos.
Nunca hubiera imaginado que estaría aquí, con ellos, hablando de esto, nunca.
Mi nueva vida es tan jodidamente extraña.
—No voy a responder la pregunta del power bottom, —digo.
—Maldita sea, —murmura Héctor.
—Es demasiado pronto para eso, —dice Miguel, mordiendo un palito de mozzarella—.
Esta es la primera vez que salimos juntos. Ya llegaremos. Puedo esperar.
—Nunca tendremos esa conversación, —le digo.
Héctor levanta la mano.
—Sí, Héctor. ¿Por qué levantas la mano?
—Porque tengo una pregunta.
—Yo también. ¿Por qué estoy aquí?
Héctor se ríe.
—Buena, Jake.
—¿Cuál es tu pregunta, Héctor? —pregunta miguel
—Me preguntaba si Félix es tu novio. ¿Y cuándo podemos conocerlo?
—Yo también me pregunto eso, —dice Miguel.
Ambos me miran.
Suspiro mientras mis hombros bajan.
—No. Él no es mi novio. Somos amigos.
—Oh. De eso se trata. —Miguel chupa la salsa marinara de su dedo—. ¿No te gusta el
compromiso, Jakey?
—¿Por qué no? —pregunta Héctor.
—¿Qué? No. No es eso. No estoy en contra del compromiso. De hecho, me gusta mucho
estar en una relación. Pero Félix también es mi padrino. Y eso es lo que necesito que sea. Él
no puede gustarme.
—Pero te gusta. —Héctor asiente con la cabeza, sabiendo mi respuesta incluso antes de
que la diga—. Y a él le gustas tú. Le gusta cómo hueles.
—Es verdad. Ambos lo leímos en tu teléfono.
Aprieto los dientes.
—Dejad de leer las mierdas en mi teléfono.
—No cambies de tema, Jake. Estamos hablando de por qué no te puede gustar Félix. No
sobre por qué leemos tus mensajes de texto cuando estás sentado a nuestro lado. —Miguel
se limpia las manos—. Estás bien con el compromiso. Y a Félix le gusta cómo hueles.
—No importa eso. ¿Bien? Nada de eso importa. —Amontono las servilletas empapadas
que he tenido en mi regazo y las arrojo sobre la mesa. Mis jeans aún están húmedos.
Fantástico—. No va a pasar nada con Félix. No importa lo mucho que coquetee conmigo por
mensajes.
Héctor silba bajo.
—El bebito puede coquetear por mensajes.
—Él realmente puede, —estoy de acuerdo, para mi sorpresa.
—Tenemos que conocerlo. —Miguel hace un movimiento con la mano—. Invítalo. Dile
que venga, Jake. Si es tu amigo, también puede ser nuestro amigo.
Héctor se enciende.
—Sí. Este trío acaba de convertirse en un cuarteto.
—Un cuarteto de power bottoms, —dice Miguel con entusiasmo.
—Parad de hablar, —gruño, pero rompo a reír por lo ridículo que es todo esto. Y no
puedo negarlo—. Dios. Realmente me gustais. Eso apesta.
—Ay, Jakey. Tú también nos gustas.
—Eres nuestro favorito en el trabajo, —dice Héctor.
Y joder, se siente extrañamente bien escuchar eso.
—Bien. Lo invitaré.
Tomo mi teléfono de la mesa y le envío un mensaje a Félix.

quieres venir a pasar el rato conmigo y unos chicos con los que trabajo?

—¿Qué le dijiste? —pregunta miguel


—Solo le pregunté si quería salir y pasar el rato con nosotros. Oh. Él está respondiendo.
—Estoy un poco nervioso. ¿Por qué estoy nervioso? —Héctor agarra su cuarta
rebanada, la dobla por la mitad y se la mete en la boca.

sí :)

dónde estás

—¿Que dice?
Le muestro la pantalla a Miguel, y él jadea, todo dramático.
—Esa cara sonriente, —susurra.
—Él siempre hace cosas lindas como esa. Bueno. Déjame decirle dónde estamos.

Bar deportivo Shuckey's

ok

nos vemos pronto

<3

Miro hacia arriba y sonrío.


—Él viene.
Miguel y Héctor chocan los cinco y vuelvo a estar feliz por salir con ellos esta noche.
Al menos, durante otros diez minutos.
Porque la felicidad nunca dura conmigo, ¿verdad?
—Bueno, mira a quién tenemos aquí.
Jason se interpone entre las sillas de Miguel y Héctor, y me enojaría verlo aquí incluso si
no estuviera bebiendo una pinta justo en frente de mí.
Como un imbécil.
—¿Qué estáis haciendo los homos todos juntos? Y Dios. ¿Cuánta comida pediste, gordo
de mierda?
Mis ojos se estrechan.
—Discúlpate. Es para todos nosotros —dice Héctor con suficiente articulación, no
puedo evitar sonreír—. Ahora vete. Déjanos solos.
—Sí, Jason. Vuelve a la barra. No te queremos aquí.
Jason mira de reojo a Miguel.
—Bueno, yo no os quiero en mi país. Me iré si os váis. ¿Qué tal eso?
—Vete a la mierda, hombre —gruño—. En serio. Vete.
—¿Ah, sí? ¿Yo, Tully?
Realmente odio que me provoquen.
—Sí, tú, —le digo, haciendo un puño en mi regazo—. O tendré que levantar tu pequeño
cuerpo y arrojarlo por una ventana.
—Ja. Hazlo, Jake, —dice Héctor.
—Ya lo veremos, hijo de puta. Intenta tocarme.
—¿Crees que no lo haré? —Me paro entonces, harto de esta mierda—. Vete antes de
que te rompa por la mitad. Esta es tu última advertencia.
—Hola, Jake.
Se me revuelve el estómago cuando escucho esa voz, y todo lo que puedo pensar es
joder, joder, joder, ahora no.
Miro a Félix donde está parado a unos metros de distancia, justo detrás de Héctor y
cerca de Jason, demasiado cerca, y en el momento en que lo hago, la sonrisa desaparece de
su rostro.
—¿Qué ocurre? —él pregunta.
—¿Quién diablos eres tú? —Jason frunce el ceño, mirando entre Félix y yo.
—Félix, ven aquí, —le digo.
Él no escucha.
—Yo soy Félix. ¿Quién eres tú?
—Aww. Es lindo, Jake, —dice Miguel, el pánico inunda su rostro al instante—. Oh,
mierda. Quiero decir, ¡está aquí! Félix está aquí, Jake. ¿Has visto? —Se ríe nerviosamente.
Mis labios se presionan fuertemente juntos.
No puedo enfadarme con Miguel ahora mismo. Sé que fue un accidente.
Y además, creo que Jason podría ser lo suficientemente tonto como para que esa
tapadera funcione.
Pero Félix no es tonto.
No puede mirarme lo suficientemente rápido, sus ojos se agrandan con asombro y
esperanza real, y hay tanta emoción en su rostro, quiero sacarlo de aquí ahora mismo y solo
mirarlo. Quiero disfrutar de la forma en que me mira y decirle que sí a todo lo que está
pensando, porque seguro que su imaginación está corriendo con ese piropo y
comprendiendo por qué Miguel diría algo así.
He estado hablando de él.
He estado hablando de él y de nosotros. Esa posibilidad.
Y honestamente, no me importa que Félix sepa esta verdad. Realmente no importa
ahora. Solo desearía que fuera la única persona que lo descubriera.
Jason no es tan tonto como parece.
—¿Lindo?
La inflexión se desvanece en segundos, y luego Jason se vuelve inteligente por primera
vez en su vida y se da cuenta de algo por sí mismo sin la ayuda de otros, y se está riendo.
De mí. De Félix.
Deja su vaso vacío sobre la mesa y se frota las manos.
—Por supuesto. Dios, lo sabía, joder. Sabía que había algo más en ti que no me gustaba,
Tully. ¿Este es tu novio? ¿Te folla cuando llegas a casa del trabajo? ¿Te atragantas con su
polla? Mierda, probablemente te encante, ¿verdad, maricón?
Me acerco.
—Cierra tu puta boca.
—En realidad, estoy soltero. —Félix le sonríe a Jason, como si se sintiera halagado, y
todo lo que puedo hacer es mirarlo, porque qué carajos—. Digo, tú y yo podríamos salir si
quieres.
Mi boca se abre.
Joder. Oh, joder.
—¿Qué?, —grita Jason. Inmediatamente se ve enfermo.
—Sí. Tienes unos labios de muerte y yo como que estoy... joder. Probablemente me
darías una buena mamada. La tengo medio dura solo de pensarlo. —Félix se palmea su
entrepierna y casi me atraganto con la lengua—. Vamos. Déjame follarte un poco la boca. Te
gustará.
Jason se acerca y agarra a Félix por su camiseta, pero lo juro, solo logra sujetarlo por
medio segundo porque yo estoy allí, interponiéndome entre ellos, levantándome frente a la
cara de Jason y agarrándolo por la garganta.
Veo a Jason entrar en pánico, siento a Félix a mi espalda y a Miguel y Héctor de pie por
el rabillo del ojo mientras la multitud a nuestro alrededor se da cuenta de lo que estoy
haciendo.
Y aunque hay demasiados ojos sobre mí, demasiados testigos de lo que estoy a punto de
hacer, no puedo dejar pasar esto y alejarme.
Tocó a Félix. No pienso en este momento.
En realidad, eso no es del todo cierto.
Estoy pensando en no joderme la mano de forma permanente, así que en lugar de
golpear a Jason, voy por otra opción.
Lo agarro por la camisa con ambas manos, tiro de él más cerca y luego golpeo mi cabeza
contra la suya, rompiéndole la nariz y haciéndolo gritar.
Los putos maricones que suelta al maldecir apenas se escuchan por encima de sus
gemidos de perra y el gorgoteo de la sangre que sale por su cara y gotea dentro de su boca.
Pero aún así los escucho, y eso me enoja aún más.
Entonces, agarro su hombro y tiro de él antes de arrojarlo sobre la mesa que todos
hemos dejado libre.
—¡La pizza! —Héctor chilla, y creo que habla en serio.
La multitud estalla, empujando más cerca para ver qué ha pasado, y alguien nos grita
que salgamos de aquí porque...
—¡Están llamando a la policía, Jake!
Es Miguel.
Está señalando al tipo detrás de la barra que tiene un teléfono en la oreja, y todo en lo
que puedo pensar es en Félix cuando siento una mano envolviendo mi muñeca, porque sé
que es él incluso antes de darme la vuelta.
Necesito sacarnos de aquí.
—Tenemos que irnos, —le digo, agarrando su mano.
Se aferra a mi antebrazo mientras lo jalo a través de la multitud, empujando a la gente
que no se mueve hasta que finalmente salimos por la puerta.
Y luego estamos corriendo.
Estamos uno al lado del otro ahora, y la mano de Félix está sudorosa, pero me está
agarrando con la misma fuerza.
Lo miro a la cara.
Me sonríe como si no le preocupara en absoluto la amenaza de la policía. Ni siquiera lo
más mínimo, y es tan inesperado que lanzo una carcajada.
Esto es tan jodido.
Cuando escucho sirenas, lo empujo hacia un callejón para sacarnos de la acera y fuera
de la vista.
—Mierda —dice, acercándose a mí mientras me recuesto contra la fría pared de
ladrillos.
Ambos estamos jadeando.
Y luego se aferra a mi cara, sus dedos suaves como plumas mientras me inspecciona
como si realmente le importara.
—No puedo creer que hayas hecho eso. ¿Te lastimaste la cabeza?
—No. Sabía lo que estaba haciendo.
—¿Por qué lo golpeaste?
—¿Por qué crees?
Félix está de pie entre mis piernas separadas y como estoy encorvado contra la pared y
ya no estoy en toda mi estatura, estamos a la misma altura.
Está cara a cara conmigo y a centímetros de distancia. Está demasiado cerca.
—¿Puedes decirlo? —él pregunta.
Su toque se mueve más abajo, sobre mi mandíbula y por los lados de mi cuello, hasta
que sus manos descansan sobre mis hombros.
Dejo caer mi cabeza hacia atrás y solo lo miro. Es todo lo que parece que puedo hacer.
Y realmente desearía haber elegido un callejón que tuviera algo de luz.
Estoy confiando en la puesta del sol que se desvanece justo en este momento, y no es
suficiente. Hay demasiadas sombras. Todo es más oscuro. Demasiado oscuro.
Sus ojos se ven negros en lugar de marrones, y los rizos en su frente lo hacen ver más
pálido de lo que sé que es, y esos putos tatuajes en todos sus brazos no son lo
suficientemente nítidos para que yo los distinga.
¿Alguna de sus camisetas tendrá mangas? Empiezo a preguntarme qué cojones hace
cuando hace más frío en Alabama.
Tal vez me pida una de mis sudaderas con capucha para usarla.
—Jake.
—¿Mm?
Pero no importa la poca luz que tenga en este momento porque escucho a Félix tragar
antes de que me pregunte de nuevo.
—¿Puedes decirlo? ¿Por favor?
¿Puedo decirlo?
Sí. Puedo decirlo muy fácilmente.
—Él te tocó. Nadie te toca.
No como yo te toco. No como lo que estoy haciendo en este momento extendiendo la
mano y agarrando su delgada cintura, y puedo tratar de convencerme de que estoy
permitiendo retenerlo en este momento, para evitar que se acerque más, pero sé que soy
un mentiroso.
Y que Dios me ayude cuando no estoy impidiendo para nada que Félix se acerque más.
Dejo que presione sus caderas contra las mías, como un imbécil, y yo no giro mi cabeza
cuando se acerca tan lentamente, dándome suficiente tiempo para protestar antes de que
su boca toque la mía.
Sus labios están cálidos y mojados.
Él gime, y es tan suave, un sonido tan débil, quiero estallar.
Félix me besa como si estuviera pidiendo permiso, y yo se lo doy. No lucho contra él
para nada. Pero no permito que suceda nada más que eso.
Estoy rígido e inamovible contra sus labios.
No me presiono hacía él ni abro mis labios a su lengua.
No permito que mis dedos se claven en su cintura cuando siento la flexión de mis
manos.
Me trago mis propios ruidos, me quedo allí y lo acepto. No le doy nada a Félix a cambio,
porque recuerdo por qué no puedo.
—¿Jake?
Su aliento es caliente. Lo quiero todo sobre mí.
Giro la cabeza y fuerzo su boca hacia mi mejilla.
—No podemos hacer esto, Félix. Sabes que no podemos.
Lo acomodo suavemente lejos de mí.
Y espero que proteste, o al menos discuta conmigo. Quiero que lo haga. Pero él sabe que
es cierto tanto como yo.
—Sí, —dice, y suena tan derrotado que en realidad duele escucharlo. Se peina los rizos
que cayeron delante de sus ojos—. Esto apesta mucho. No tienes idea.
—Oh, sí que tengo.
—No puedo creer que estés interesado en mí.
Mierda. Él realmente está diciéndolo en serio.
Parpadeo, haciendo una pausa y realmente considerando mi próximo movimiento, y
luego me separo de la pared y me le acerco. No puedo llegar a él lo suficientemente rápido.
—La única razón por la que no te he follado todavía es porque eres mi padrino.
Sus ojos se agrandan, y se mueve hacia atrás mientras yo me muevo hacia adelante
hasta que su espalda queda plana contra la pared de ladrillos opuesta.
Y luego puedo finalmente, finalmente acercarme a él.
Lo encierro, con las manos a cada lado de su cabeza.
Nuestras frentes se tocan, y ese es el único contacto al que cedo.
—¿De verdad? —Félix pregunta, mirándome fijamente.
—Sí.
—¿Has pensado en eso?
—Sí.
—Yo he pensado en follarte a ti. —La comisura de su boca se levanta. Tan tímidamente
—. También de la otra manera, pero… ¿me dejarías? ¿Me dejarías follarte, Jake?
—Probablemente.
Toma aire.
—¿En serio?
Está preguntando como si esto realmente pudiera suceder, y no puedo culparlo por la
esperanza en su voz.
Le respondo como si fuera una posibilidad real.
—No deberíamos estar hablando de esto —digo.
—¿Por qué no? Hablar no es hacer.
—Dile eso a mi puta erección.
Sus ojos se abren y luego miran hacia abajo, enfocándose.
—No lo hagas —le suplico, preocupado de que extienda la mano y me toque.
Mi moderación es limitada.
—Mierda. Desearía que me hubieras devuelto el beso —dice, encontrando mi mirada.
Su tono es melancólico—. Ese fue nuestro único momento para ser tontos, y no lo tomaste,
puto santo. Ahora nunca sabré lo que se siente besarte de verdad. Y eso me mata.
Cierro los ojos, gimiendo bajo en mi garganta.
—Mierda. Eres malo.
—Lo lamento. No estoy tratando de serlo.
Dios.
Me inclino para verlo mejor.
—Yo solo... —Félix inclina tímidamente la cabeza—. No puedo creer que tú también me
desees.
¿Recuerdas lo de la moderación y el control que tenía hace unos minutos?
Ja.
Mis manos ahuecan su suave rostro y lo inclino hacia arriba mientras me muevo,
trayendo su boca justo donde la quiero.
Y sé que Félix no esperaba esto porque jadea justo cuando nuestros labios se rozan. Los
labios se separan lo suficiente para que pueda meter mi lengua entre ellos.
Joder. Por supuesto que es así de bueno.
Sabe a algo dulce azucarado (no me sorprende) y quiero que se abra más y que deje de
actuar tan sorprendido y tímido y se mueva conmigo, porque si este es el único otro
momento que vamos a tener, quiero todo lo que él puede dar. Y Félix debe sentir mi
urgencia, porque inclina su cabeza hacia un lado y se abre, su propia lengua explorando tan
descaradamente ahora.
Nos besamos más profundo. Más firme. Cambiando de inclinación. Nuestras cabezas se
mueven hacia adelante y hacia atrás y hacia atrás otra vez. Aprendemos los métodos del
otro tan rápido que ya no puedo decir si me estoy moviendo a su forma o a la mía.
Simplemente se convierte en nosotros, la forma en que nos besamos.
Y Félix no es tímido aquí. Está tomando tanto como yo.
Y joder, realmente puede besar.
Le digo eso y él sonríe antes de meter su lengua dentro y frotarla contra la mía tan bien
que pierdo el aliento por un segundo.
Entonces mis manos están en su cabello y sus rizos son tan suaves y lo suficientemente
largos, realmente puedo agarrarlos, y creo que sí, esto va a ser relevante ahora. Me
preocupa lo que quiero decir, porque esta sesión de besos profundos me tiene más duro de
lo que recuerdo haber estado en toda mi vida.
Pero es solo un beso. Eso es realmente todo lo que estamos haciendo. Nada más. Por lo
que estamos bien.
Todo está bien.

Todo no está bien.


Porque no puedo evitarlo. Realmente no puedo.
Cuando Félix arquea sus caderas lejos de la pared, buscando las mías, deslizo un brazo
alrededor de su cintura y lo tiro más cerca, y ambos gemimos en el segundo en que
nuestras pollas se frotan.
Él está duro también.
Lo empujo contra la pared de ladrillos y embisto, solo una vez, y casi me corro. Mis
bolas se sienten tan jodidamente pesadas y Félix no deja de chuparme la lengua, y sigo
pensando que en cualquier momento esto será todo, nos separaremos y le daremos fin a
esto, y es increíble lo rápido que soy para silenciar esos pensamientos cuando gime dentro
de mi boca.
—Jake. —Está sin aliento entre besos—. Ayúdame.
—¿En qué te ayudo? —pregunto, y luego pierdo la cabeza cuando baja la mano entre
nosotros y tira de sus pantalones de chándal hacia abajo, lo suficiente como para que yo
pueda distinguir el pesado rebote de su polla en la oscuridad.
Puta puesta de sol. Todo son sombras y apenas puedo ver. (Probablemente es algo
bueno.) Pero puedo escucharlo rogar que yo lo toque y puedo sentir su mano cuando trata
de guiar la mía.
—Félix, —le advierto.
—Lo sé. Lo sé. Eso es demasiado, ¿verdad?
—Sí. —Regreso mi mano a su cintura y lo beso un poco más. ¿Por qué no?
—Lo haré yo igual, —dice.
—Eso es... —Gimo cuando me muerde el labio—. Igual de malo. Por favor, no lo hagas.
—Puedes hacerlo también. Lo haremos juntos.
Gran idea.
—Mala idea. —Beso su mejilla y su mandíbula, volviendo a su boca.
—¿Por favor?
Me alejo un poco, y cuando gime sin mi boca sobre él, miro hacia abajo y maldigo.
Apenas puedo distinguir el rápido movimiento de su mano.
—Ya estoy cerca, —dice—. ¿Crees que puedo ganarte?
Una apuesta. A la mierda
Miro hacia la pared, con la frente presionada al ladrillo. No puedo verlo.
Pero mi polla también está afuera ahora.
Y aunque no me permitiré el placer de ver a Félix masturbarse, sé él que me está
mirando, porque me lo dice.
Y está tan jodidamente feliz por eso.
Con la espalda contra la pared, mantiene la cabeza girada y los ojos bajos y me dice que
no puede esperar para verme cuando me corra.
Cierro los ojos e imagino tantas cosas.
Él masturbándome en mi lugar, su lengua en mis bolas y lo apretado que se sentirá su
agujero. Lo hacemos todo dentro de mi cabeza. Porque en realidad nunca haremos más que
esto. Y lo juro, esta es la única vez que me permitiré imaginármelo.
Lo digo en serio.
No volveré a pensar en esto nunca más.
—Tengo tantas ganas de follarte ahora mismo, —dice Félix, su voz es más respiración
que sonido—. Deseo que pudieramos.
—Yo también.
—Dilo. ¿Puedes decirlo?
—No tienes idea de lo mucho que quiero follarte, Félix. Es todo en lo que pienso.
—Jake.
—Nunca antes me he follado a un chico.
—Oh, Dios mío, ¿en serio? Oh, dios, mi polla. Joder. Joder. Me corro, Jake. Oh, joder. Me
corro.
Eso lo lleva al límite, ser el primero para mí.
¿Qué tan caliente es eso?
Mis caderas tiemblan, cada músculo se tensa mientras Félix continúa gimiendo y
maldiciendo, y no puedo aguantar más.
Lo sigo, solo unos segundos detrás. La pared de ladrillos está cubierta con mi semen. Me
tambaleo un poco sobre mis pies.
—¿Nunca te has follado a un chico antes?
—No, —jadeo, recuperando el aliento. Doy un paso atrás de la pared y me subo mis
jeans aún húmedos, cubriéndome.
—¿Por qué no?
Le sonrío.
—Suenas decepcionado.
—Oh, para nada. De hecho, es emocionante pensar que yo sería el primer chico con el
que estés.
—Félix, —le advierto.
—Lo sé, lo sé. Pero, ¿por qué no lo has hecho?
—Simplemente no sucedió. Siempre estuve en una relación con una chica, y si no lo
estaba, no tenía la oportunidad.
—Oh. Pensé que ibas a decir porque estabas en el ejército.
—No. A la mierda eso. Uno de los tipos con los que tonteaba también se alistó. Habría
hecho más si él lo hubiera querido. —Me encojo de hombros—. Él no quiso. Por lo que
paramos.
—Lo lamento.
—¿Por qué lo lamentarías? —Casi me río.
—No sé. Sonaba que era lo correcto que decir. Obviamente no lo lamento mucho. —Él se
ríe, este sonido cálido y ronco, y luego mira hacia el asfalto mientras se agarra su nuca—.
Pues... Esto fue genial. Estoy muy contento de que haya sucedido.
—Félix.
Él me mira, y por mucho que no quiera recordárselo a él o a mí mismo, digo mis
próximas palabras sabiendo que tengo que hacerlo.
—No podemos hacer esto de nuevo.
—Lo sé.
—Deseo que pudieramos.
Simplemente asiente con la mirada baja y no creo que vaya a responder.
Pero luego me mata.
—Seríamos tan geniales juntos. Sé que sí.
Cierro los ojos mientras este dolor en mi pecho quema y quema, y si la vida no deja de
joderme pronto, voy a perder la cabeza.
—Todo está en nuestra contra, —digo—. Seríamos una tragedia, Félix. Esto no
funcionaría.
Su sonrisa es confusa.
—¿No estás de acuerdo? —pregunto, y qué jodido es que en realidad espero que no lo
esté.
—No. Sí estoy de acuerdo. —Se acerca y me da un (último) beso en la boca—. Solo sé
que eso no me detendría.
AGUANTA UN JODIDO SEGUNDO (HOLA. SOY EL
JODIDO QUE DEBES AGUANTAR)

FÉLIX

Jake me desea. Él me desea tanto como yo a él.


No podemos ser nada, pero creo que a él le gustaría que sí pudiéramos.
Yo sé que a mí sí.
Y aunque no debería pasar nada más, no cambia cómo me siento.
Estoy feliz.
Estoy tan jodidamente feliz.
Pero también, ¿qué carajo? ¿Por qué la vida no puede ser buena? Después de años y
años de mierda, ¿no puedo tener ni esta única cosa?
Realmente no creo que esté pidiendo demasiado.
La vida se trata de equilibrio, ¿verdad? Sé que hay un equilibrio, y cuando crees que las
cosas van bien, por lo general es cuando sucede algo malo. Al igual que cuando estás a
punto de rendirte, un pequeño rayo de luz ilumina la oscuridad. Y a veces tendrás mucho
de lo bueno y un poco de lo malo, pero luego tendrás mucho de lo malo y poco de lo bueno.
Se nivela. Debería ser justo.
No lo es. Al menos no para mí.
De acuerdo, sí, soy un exagerador crónico, y cuando digo que la vida no es justa, solo me
estoy enfocando en todas las cosas malas. Pero créeme, hay muchas cosas malas.
Montones.
Tantas que cuando termines de escucharlas, pensarás wow, son demasiadas cosas malas
para una sola persona, Félix. No exageras para nada. Y tienes razón. ¿Por qué no puedes
tener mi esta única cosa?
Colócate el cinturón de seguridad. Y no digas que no te lo advertí.
Razones por las que mi vida es (principalmente) Injusta / Todo Lo Malo
Resumido:
Perdí a mi madre cuando tenía siete años, dejándome con alguien que nunca debería
haber sido padre.
Era pequeño y estaba triste todo el tiempo y traté de vincularme con mi papá porque
era todo lo que me quedaba, pero yo no le gustaba. (Sus palabras.)
Era tímido y me costaba hacer amigos. Nunca me invitaron a ninguna fiesta de
cumpleaños. Y los otros niños se aseguraron de que supiera que no estaba invitado.
Mi papá me ayudaba a decorar para Navidad. Luego desaparecía durante días y lo
extrañaba. Nunca habían regalos debajo del árbol. (Realmente no me importan los regalos
ahora, pero era pequeño y me importaban en ese momento).
Me molestaban todos los días en la escuela secundaria y a los maestros no les
importaba. A mi papá no le importaba. A nadie parecía importarle.
Me enganché a las drogas, y mi papá pensó que era divertido.
Lily Wetzel me besó cuando tenía catorce años y yo no quería que lo hiciera, pero lo
hizo porque quiso, robándome mi primer beso. Debería haber sido para Nicolaus Moss. Creí
que le gustaría.
Dos meses después, Nicolaus golpeó mi cara contra un casillero cuando le di mi segundo
beso (no le gustó), a pesar de que él inició el beso tanto como yo. Me llamó feo y asqueroso
y nunca lo olvidé.
Mi papá desapareció de nuevo. No lo vi por dos meses. Casi me muero de hambre.
Tenía quince años y era más alto (por fin), y aprendí a arreglarme el pelo. Pero los
chicos no me miraban. Las chicas tampoco me miraban. Ya no me gusta mucho mi pelo.
Tenía dieciséis años y todo el mundo sabía que soy gay, aunque nunca se lo dije a nadie.
(Siempre deberías salir del clóset cuando estés listo).
Tenía dieciséis años, pero dije que tenía dieciocho cuando el tipo que me vendía cocaína
me pidió que le tocara la polla. Me folló y no fue bueno ni dulce ni nada de lo que yo quería
que fuera. Pero creí que podría amarlo algún día si realmente lo intentaba. Cuando le envié
un mensaje de texto de nuevo, no respondió. Descubrí que tuvo una sobredosis.
Tenía diecisiete años y conocí a un chico lindo en un club que me sonreía cuando
hablaba. Follamos y fue bueno y dulce y todo lo que yo quería que fuera. Sus padres nos
pillaron en su sótano. De repente había un cartel de SE VENDE frente a su casa. No pude
despedirme.
Tenía diecisiete años y mi padre me dice que irá a mi graduación. Y aunque está
borracho, le creo. Él nunca se apareció.
Tenía dieciocho años y me odiaba. Creo que aún me odio.
Tenía diecinueve años y ya nunca veía a mi padre.
Tenía veinte años y me enamoré por primera vez. Pero él era “heterosexual” y casado y
me escondía. Creí que podía estar bien siendo su secreto. Rompió conmigo en mi
cumpleaños.
Tenía veintiún años y siempre estaba drogado. Empecé a creer que tenía un problema.
En mi primera reunión, conocí a Lawrence. Tenía cincuenta años y era divertido, y dijo
que será mi padrino. Estoy limpio desde hace un mes y no puedo esperar para decírselo,
pero él ya no vino a nuestra próxima reunión. Descubrí que estaba muerto. Heroína.
Tenía veintidós años y me enganché a los analgésicos. Pero ya no quería ser así.
Busqué otra reunión porque no podía volver a la anterior y conocí a Dean. Me lleva a
comprar donas después de que se acaba, porque llegué tarde y se acabaron los snacks, y
creí que le gustaba el azúcar tanto como a mí. Tenía los mejores tatuajes y era dueño de su
propia tienda. Me gustó al instante. Le pregunté si alguna vez había probado heroína. (La
probó. Lo había probado todo.) Le dije que no le iba a permitir que muriera porque lo
quería como mi padrino.
Tengo veintitrés años y llevo más tiempo limpio que nunca. Tengo mi primer trabajo de
verdad. Y mi primer amigo de verdad. Estoy feliz.
De acuerdo, excepto por lo último en el que les digo todo lo increíble que me ha pasado,
¡miren todo lo malo! ¿Dónde está mi recompensa? ¡Sufrí durante años!
Entonces, no creo que sea completamente irrazonable de mi parte quejarme de que Jake
está fuera de los límites.
Apesta. Apesta tanto.
¿Qué pasa si él es el indicado? ¿Qué pasa si se supone que nos juntemos de esta manera
para que podamos contarles a nuestros hijos (Charlie y Cassie) sobre esto y ellos puedan
decir algo como “Cuéntanos la historia otra vez, papá. ¡Es tan única! ¡La amamos!”. Y solo
porque a un imbécil sabelotodo se le ocurrió la regla de no involucrarse románticamente
con tu padrino/ahijado, Jake y yo nunca nos juntaremos ni nos enamoraremos ni nos
casaremos ni tendremos a Charlie y a Cassie a través de gestación subrogada usando el
semen de ambos para que así cada uno de nosotros tenga un hijo que se parezca a nosotros.
Hay una pequeña posibilidad de que realmente haya pensado en nuestro futuro juntos.
En mi defensa, no elegí los nombres de nuestros hijos hasta después de que tuve la
lengua de Jake en mi boca y supe que él estaba interesado en mí.
Por lo que no es tan raro.
Supongo que podría superar esto, superarlo y seguir adelante. Seremos amigos y nada
más. ¿Por qué torturarme con desear a alguien que se supone que no debo tener?
U, opción dos, podría hablar con alguien que conoce los entresijos de ser un padrino tan
bien que seguramente sabrá si estas supuestas reglas son flexibles de alguna manera.
Esta persona también me ama como a un hijo (todavía no ha dicho esas palabrasm, pero
la intención es clara) y sin duda apostará por el equipo Fake16 (Félix y Jake) porque mi
felicidad de por vida es importante para él.
¿Te sorprende que me incline hacia la opción dos? No deberías sorprenderte.
De pie en el porche, le sonrío a María, la esposa de Dean, cuando abre la puerta
principal y me saluda con su delantal.
Inmediatamente pienso en Jake.
—Félix. Hola.
—Hola.
—Dean no me dijo que ibas a pasar por aquí esta mañana. —Ella sostiene la puerta
abierta para mí, y entro.
—Lo daré una sorpresa, —le digo—. ¿Está bien que esté aquí? Sé que es temprano.
—Por supuesto. Eres bienvenido aquí en cualquier momento. Tú lo sabes. —María se
pone de puntillas y tira de mí para abrazarme.
Es aplastante, sus brazos encerrándome tan fuerte contra su pequeño cuerpo. Es un
abrazo de madre.
Me encantan los abrazos así.
Sonrío mientras me alejo.
—Hueles a jarabe.
—Me pillas haciendo tostadas francesas. —Ella me guiña un ojo—. Llegas en el
momento justo.
Se me hace agua la boca.

16
Es la unión de sus nombres pero también significa “falso” en inglés. XD
Las tostadas francesas de María siempre vienen con helado opcional. Ella es una diosa
en la Tierra.
—Delicioso, —digo.
—Dean está en el patio con Carsen. Te avisaré cuando el desayuno esté listo. —Ella
aprieta mi mano antes de alejarse, entrando en la cocina.
Atravieso la sala de estar y me detengo ante la puerta de cristal.
Dean está sentado en una silla, de espaldas a mí, mientras observa a Carsen correr por
el patio.
—Buenos días, —digo, saliendo.
Dean me mira por encima del hombro.
—Debería haber sabido que aparecerías cuando desayunamos helado.
—Sí. Qué lástima por ti por no anticipar esto. —Acerco una silla y me siento a su lado,
estirando las piernas. Espero tres segundos. Cuatro—. Buenos días para ti también, Félix.
Con la boca torcida, sorbe su café, el vapor desaparece en su bigote canoso.
—Buenos días, Félix.
—Te extrañé anoche en la reunión.
—Esa pieza en la que estaba trabajando se retrasó. No cerré hasta pasadas las diez.
—Lo sé. Solo quería que supieras que te extrañé.
—Pero aun así fuiste. Eso es lo que importa.
—Yo también te extrañé, Félix.
—No te voy a decir eso.
—Está bien. Ambos sabemos que lo estás pensando.
Dean suspira, negando con la cabeza.
—A veces me olvido de lo joven que eres, y luego hablas.
—Me amas.
—Te tolero.
—Me amas tanto como amas a Carsen.
—Ni siquiera de cerca.
—Llorarías en mi funeral.
La taza que Dean levanta se detiene a una pulgada de su boca.
—Si digo que te extrañé, ¿dejarás esto?
—Sí.
—Yo también te extrañé, Félix.
—Aw. —Le sonrío, haciéndolo reír.
—Me preocupo por ti —dice en voz tan baja que casi creo que estoy escuchando cosas.
Siento mi cara sonrojarse.
—Lo sé.
La puerta se abre detrás de nosotros y María sale, ofreciéndome mi propia taza.
—Siete de azúcar y crema extra, ¿verdad, cariño?
—Estoy tan enamorado de ti. En serio —le digo, tomando un sorbo. Tarareo mientras el
calor calienta mi garganta—. Es perfecto.
—Siete de azúcar, —murmura Dean—. ¿Cómo es que no tienes diabetes?
—¿Eh? —Pregunto.
—¡Carsen! —María llama—. Ven a ayudarme un minuto por favor. Necesito que
pruebes el tocino.
—¡Está bien! —Carsen me choca los cinco cuando pasa corriendo y sigue a María dentro
de la casa.
—Está creciendo, —le digo.
—Cumplirá tres el próximo mes.
—No solo vine aquí para desayunar.
—Está bien. —Dean sonríe.
Me siento derecho.
—¿Ya lo sabías?
—Te conozco bastante bien, Félix. Y supongo que lo que sea que hayas venido aquí para
hablarme, tiene que ver con ese tipo que estás apadrinando.
—¿Cómo sabes que tiene que ver con Jake?
—Porque siempre lo mencionas cuando estamos juntos. Por lo general, solo te lleva un
minuto.
—No es así.
En realidad, creo que sí.
Pero él es tan... todo.
—Todavía no lo has mencionado, así que asumo que sucedió algo.
—Como…
Oh, ¿qué tan genial sería si Dean adivinara lo que pasó con Jake anoche y me dijera lo
feliz que está de saberlo y cuánto esperaba que sucediera?
Eso en serio me alegraría el día.
—No lo sé, —dice con desconfianza—. ¿Ya no lo estás apadrinando? ¿Consumió?
—No. Nada de eso. Él es asombroso.
—¿Lo es?
—Lo está haciendo increíble. Es tan bueno estando limpio. Quizás sea el mejor en eso.
—Evito su mirada y miro mi taza—. Um, pues hipotéticamente, digamos que un padrino
quiere salir con su ahijado.
Dean maldice por lo bajo.
—Y ese padrino está bastante seguro de que su ahijado también quiere salir con él. Lo
cual nunca sucede. Digo, ese padrino no tiene ese tipo de suerte.
—Félix, —me advierte Dean.
—Y digamos también que ese padrino hipotético ha estado esperando desde siempre
conocer a alguien que lo entienda, ¿sabes? Alguien que lo haga sentir bien consigo mismo.
Alguien con quien se siente realmente cómodo. Y que se hagan amigos muy rápido y se rían
y simplemente, bueno, se divierten mucho juntos y todo es perfecto. Es tan perfecto, Dean.
Pero también están realmente dedicados a mantenerse limpios.
—¿Estás seguro de que esto es hipotético?
—Sí. Completamente. —Me giro en mi silla para enfrentarlo, con la rodilla doblada
contra el brazo de metal—. ¿No estaría bien si salieran? Porque podrían apoyarse
mutuamente. Saben con qué está lidiando la otra persona, lo saben mejor que la mayoría,
por lo que serían los mejores compañeros a lo largo de la vida y la sobriedad. ¿Sabes? ¿No
crees?
Está negando con la cabeza antes de que termine de hablar.
—¡Y también tienen una química increíble! —Esto tiene que ser dicho—. Digo, el sexo
que tendrían sería jodidamente impresionante. Todo el mundo puede verlo. Se besaron y
fue como ver a Dios.
Dean entrecierra los ojos.
—Como ver a Dios. ¿En serio?
—Sí.
—Pensé que dijiste que esto era hipotético.
—¡Lo es! Me refiero a un dios hipotético. Sabes que no soy religioso.
—Entonces, no besaste a Jake.
—Oh. No, sí que lo hice.
—Félix.
—Bien. Lo confieso. —Empujo mis rizos hacia atrás—. Esa historia… es sobre Jake y yo.
—¿De verdad? No jodas. —Dean inclina la cabeza hacia atrás y se pellizca el puente de
la nariz—. ¿Por qué siempre me duele la cabeza cuando estamos juntos?
—No sé. Probablemente no esté relacionado.
—Creo que ya sabes lo que voy a decir.
Mis cejas se levantan.
—¿Que deberíamos tener una relación y tú serás mi padrino en la boda?
Él me mira.
—Sé serio.
—Lo soy. Sabes que te pediría que seas mi padrino. Y Carsen sería el que llevara el
anillo. —Bebo mi café, imaginándolo—. También sería el mejor amigo de Charlie y Cassie.
Digo, todos tienen nombres que comienzan con C. Este cuento de hadas prácticamente se
escribe solo.
—¿Charlie y Cassie?
—Mis hijos. A través de gestación subrogada, por supuesto.
—Está bien. Tienes que dejar de hablar y simplemente... déjame pensar un minuto.
Santo Dios.
Dean se recuesta en su silla, mirando hacia el patio abierto.
Imito su posición, pero en lugar de abrir las piernas, me siento con las piernas cruzadas.
Es cómodo para mí. Tomo un sorbo de café y observo cómo las nubes se mueven por el
cielo.
—Tienes una vista tan bonita —digo, dándole solo treinta segundos de silencio. Tal vez
ni siquiera eso.
Pero en verdad es bonita.
Su casa da a tierras de cultivo, acres de cultivos y campos abiertos, sin vecinos en millas.
—¿No tienes la misma vista? —él pregunta.
—Aunque no es tan bonita. —Lamo el café de mis labios—. Tienes una familia con quien
compartirla.
—Félix. —Su voz es tensa.
—¿Ves lo maravilloso que sería si yo tuviera un amante con quien ver el amanecer?
—No juegues con mi cariño por ti.
—Pero soy tan bueno en eso.
Dean se inclina hacia adelante y deja su taza vacía en la piedra junto a su silla antes de
apoyar los codos en las rodillas. Me mira.
Si no lo conociera tan bien como lo conozco, temblaría por estar bajo su intenso
escrutinio.
Dean es absolutamente intimidante.
Él es alto. Musculoso. Tiene una barba de chivo increíble. Ese tatuaje en su cuello es
jodidamente espeluznante, pero también caliente. Principalmente caliente.
Pero no tiemblo porque es mi amigo.
—Antes de que digas algo, ¿puedo agregar una cosa? —Pregunto.
—Claro.
—Quiero que pienses en María.
Sus ojos se suavizan, y el bastardo no puede evitar sonreír.
—Siempre pienso en ella.
—Ugh. Joder, qué sexy eres.
—Ve al grano, Félix.
—Bien. Quiero que pienses en lo que estoy pidiendo teniendo en cuenta la idea de que
María es una adicta. ¿Seguirías con ella? ¿Si ambos estuvieran en recuperación?
El piensa por un momento.
—Me gustaría, sí.
—Bueno. ¿Pero seguirías con ella?
Dean se muerde el labio.
—Lo harías. —Yo sonrío—. Lo harías, ¿verdad? Por lo tanto, no es una regla inamovible.
Jake y yo podríamos estar juntos.
—He conocido adictos que han tenido una relación sentimental entre ellos, así que sí, si
eso es lo que me estás preguntando, ustedes dos podrían estar juntos.
Mi jodido corazón canta.
—Estoy tan contento de haber venido aquí. Y no solo porque estoy a punto de comer
helado.
—Sabes que estoy a punto de golpearte con un gran puto pero, ¿verdad?
—Por favor, no lo hagas. —Me estremezco—. Esto iba tan bien…
—Creo que funciona cuando ambos tienen años de sobriedad, —continúa, como un
imbécil. (No lo digo en serio. Él es maravilloso.)—. Años, Félix. E incluso así, ¿sabes lo fácil
que es para ambos cagarla? Casi acabas de cumplir tu primer año y Jake está recién limpio.
Y las relaciones pueden volverse jodidamente complicadas. A los adictos no les va bien
cuando las cosas se complican. Tú y Jake, lo siento. Sé que quieres que te dé permiso para
esto, o al menos mi bendición, pero no es una buena idea.
—Pero tal vez nosotros seamos diferentes, —digo. Sueno roto—. Tal vez nos apoyemos
y seamos mejores juntos en vez de hundirnos entre nosotros.
—¿De verdad quieres arriesgar tu sobriedad por un tal vez?
Espero escucharme gritar que sí y ponerme de pie frente a él y discutir porque deseo
esto demasiado, y me sorprende cuando no lo hago. Renuncio al deseo tan fácilmente.
Supongo que en el fondo sé que Dean tiene razón. Probablemente siempre he sabido
esta estúpida verdad. Solo necesitaba escucharlo decirla.
María nos llama adentro para desayunar.
Dean se pone de pie, pero yo no me muevo. Y cuando pone su mano en mi hombro y me
aprieta, tengo que parpadear para quitarme las lágrimas.
—Vamos, —dice.
Lo sigo adentro.
¿QUIÉN INVITÓ A LOS POLICÍAS A LA FIESTA?

JAKE
Una ducha mirando mi mano derecha mientras pienso en Félix: 1
Yo: 0
Mira. No soy perfecto.
Frotando una toalla sobre mi cabello mojado, entro a la habitación y veo mi teléfono
encendiéndose en la cama.
Después de cerrar la puerta, cruzo la habitación y abro el mensaje de Félix.

buenos días

Mi ceño se frunce cuanto más espero. ¿Eso es todo?

estás bien?

sí por qué?

ningún emoji como este :)

ni selfie

ningún dato curioso aleatorio

solo buenos dias? eso no es propio de ti

Señalaría que también falta cierto emoji de corazón, pero después de anoche,
probablemente sea una buena idea si ya no lo hace.

oh, lo siento

:)

el 7% de los adultos cree que el chocolate viene de vacas marrones

putos idiotas

estás seguro de que estás bien?

no sé

no sé o sí?
sinceramente no estoy bien

estoy enojado por esta estúpida regla de “no relaciones”

dean dijo que ambos deberíamos tener años de sobriedad ambos antes de
que nos juntemos y sé que tiene razón, pero qué diablos, Jake?

no puedo dejar de pensar en ti o en lo que pasó anoche

y no quiero enviarte una selfie en este momento porque no me gusta cómo


me veo

lo siento

Me siento en el borde de la cama y miro el teléfono. Releo sus mensajes.


Bueno, esto apesta.
No solo la situación, porque sí, entiendo que esté enojado por eso. Todo el asunto es una
mierda.
Félix no tiene idea de lo enojado que estaba al leer esas pautas la otra noche. Es como si
alguien dijera “Sí. Estás haciendo un gran trabajo con tu sobriedad y todo, pero vete a la
mierda por querer a alguien después de haberlo arruinado tanto. Por pensar que te mereces
a alguien. Todavía eres demasiado perdedor y sabemos que lo arruinarás. Quédate solo y
limpio, imbécil.”
Es jodidamente frustrante. Es suficiente para llevar a cualquiera de vuelta a su adicción.
También odio cómo esto está afectando a Félix.
No lo quiero triste, si así es como se siente. Asumo que así se sentirá si no quiere
enviarme una selfie hoy.
Y joder, ¿y si esta estúpida regla provoca una tensión entre nosotros que jode nuestra
amistad?
¿Qué pasa si me abandona porque ya no puede estar cerca de mí?

estás enojado

no contigo

siento haberle dicho a Dean. solo queria su consejo

no estoy enojado por eso

vas a estar bien con que no salgamos?

tengo que estarlo

Félix no dejes de hablarme por esto. Por favor

Mis putas manos comienzan a temblar.

yo nunca haría eso jake


Estoy a punto de responder con un eufórico gracias y tal vez una estúpida carita
sonriente (que no creo que sea estúpida en absoluto si viene de Félix) cuando la puerta se
abre después de un golpe rápido y CJ irrumpe en el habitación.
—Dios, —gruño, mirando mis calzoncillos. Eso es todo lo que llevo puesto—. Podría
haber estado desnudo. ¿No puedes esperar a que te diga entra? Mi polla podría haber
estado fuera.
Se acerca donde estoy sentado, cruzando sus brazos sobre su pecho gigante y
cerniéndose sobre mí. Prácticamente gruñe.
Oh, mierda. Conozco esa mirada.
—¿Quieres explicarme por qué un amigo mío fue llamado a Shuckey's anoche porque
estalló una pelea y se mencionó tu nombre?
Ladeé la cabeza.
—¿Hay alguna posibilidad de que creas que esto es una coincidencia?
—No.
—Bueno, estoy bastante seguro de que Jake es un nombre común.
—Tully. Un tipo seguía diciendo Jake Tully.
—Claro que sí. Pequeña perra —murmuro por lo bajo.
—Jake.
—Un tipo con el que trabajo se estaba pasando, ¿vale?
Dejo el teléfono a mi lado y termino de secarme el cabello antes de tirar la toalla al otro
lado de la habitación en el cesto.
—¿Uno de los chicos con los que saliste?
—No. Un puto idiota homofóbico racista, Jason. Él también estaba allí y empezó a joder.
—¿Por qué?
—¡No lo sé! Tiene un problema conmigo.
—Si es así, lo ignoras y listo. —La voz de CJ se hace más fuerte para igualar la mía—. No
reacciones a una mierda como esa. Vamos, Jake. No es necesario que te metas en peleas.
—Puso sus manos sobre Félix. No voy a ignorar eso.
Las cejas de CJ se levantan, parte de esa ira se desvanece.
—¿Él está bien?
—Sí. ¿Crees que dejaría que le pasara algo?
—¿Por qué fue tras Félix?
No dudo en decirle el resto a mi hermano. No hay razón para hacerlo.
—Félix lo incitó un poco.
—¿Por qué?
—Porque Jason escuchó a uno de los chicos con los que estaba ahí decirme algo de que
Félix era lindo, y luego ese imbécil comenzó a decir mierdas sobre que Félix era mi novio.
Se estaba riendo de nosotros. Y antes de que pudiera hacer que se atragantara con sus
propios dientes, Félix dijo que quería follarle la boca a Jason. Estaba tratando de hacer que
Jason se sintiera incómodo. Jason lo agarró y yo reaccioné.
—¿Qué le hiciste?
—Le di un cabezazo y lo lancé sobre una mesa.
CJ asiente después de escucharme, con una expresión en blanco en su rostro. Luego se
rasca la mandíbula, y juro por Dios, parece que quiere sonreír en este momento.
—No tomes esto como que voy a tolerar que te metas en peleas, pero parece que ese
tipo se salió con la suya fácilmente.
—Seguro que sí.
Jason sigue caminando, supongo. Definitivamente salió bien de ahí.
Mi hermano se sienta a mi lado en la cama y se inclina hacia delante, con los codos
apoyados en las rodillas.
Lo veo mirar fijamente a la alfombra.
—¿Qué? ¿Estoy en problemas o algo así?
—Podrías haberlo estado si los dos testigos oculares no hubieran dicho que la pelea fue
instigada por Jason.
Miguel y Héctor.
Joder, amo a esos tipos. Debería hornearles algo. Apuesto a que les gustaría eso.
—¿Entonces qué pasa? —Pregunto—. ¿Por qué te ves así?
—¿Así cómo? —Mantiene la mirada baja.
—Como si estuvieras a punto de darme malas noticias o algo así.
CJ niega con la cabeza.
—Yo solo… esa mierda que dijo Jason. No sé por qué no hemos hablado de esto antes.
Hablamos de todo.
Oh. Eso.
—¿Pensaste que no podías hablar conmigo sobre esto? —Él me mira y joder, en
realidad parece herido—. Sé que has besado a chicos. Al menos a uno. Nunca te olvidaré
corriendo a casa después de la escuela cuando tenías trece años y diciéndome que Hunter
Symonds besaba de muerte.
¿Qué?
Mi ceño se frunce.
—Yo nunca dije eso.
—Sí lo dijiste. —Él sonríe, jodidamente arrogante por ello también—. Me dejaste
estupefacto. No me importaba, solo estaba sorprendido. Pero nunca dijiste nada más al
respecto, y luego saliste con chicas. Seguí esperando que trajeras a un chico a casa o que al
menos me hablaras de que te gustaban, pero eso no sucedió. Supongo que me olvidé de eso.
Mi mente se abre. No puedo evitar sonreír.
—Hunter Symonds. Joder. Él sacudió mi mundo.
Los ojos de CJ se agrandan y se ríe profundamente desde el fondo de su pecho.
—Me alegro de que te haya gustado.
—Me pregunto qué pasó con él.
—¿Podemos hablar de esto ahora? ¿Simplemente sacarlo todo?
—¿Por qué? —Fuerzo la preocupación en mi voz—. Hostia puta. ¿También quieres
follarte chicos?
Golpea su hombro contra el mío.
—Estoy siendo serio, joder.
—Lo siento. Sí. Podemos hablar sobre eso. —Me inclino hacia adelante, imitando su
posición, y escojo un lugar en la alfombra para concentrarme—. Solo he salido con chicas,
pero no porque me gusten más ni nada. Siempre me han atraído los dos. Nunca llegué tan
lejos con un chico. Realmente nunca tuve la oportunidad.
—¿Hunter fue el primer chico al que besaste?
Asiento con la cabeza.
—No creo que hubiera muchos niños donde vivíamos en Tennessee que estuvieran
fuera del clóset o siquiera tuvieran curiosidad, por lo que no volvió a suceder por un
tiempo. Las chicas querían salir conmigo, y yo también me sentía atraído por ellas, así que
salí con ellas. Y todas las relaciones en las que he estado siempre duraron un tiempo. Nunca
he estado soltero tanto tiempo.
—Entonces, ¿nunca has estado en una relación con un chico?
—No. He tonteado con algunos, pero nada más.
—¿Y Félix?
Hago crujir mis nudillos.
—¿Qué pasa con Félix?
—Jake.
Nuestros ojos finalmente se encuentran, y Dios, estoy enojado de repente.
—Leíste esas putas pautas antes de enviármelas, ¿verdad? Sabes que no podemos, mi
sobriedad es lo primero. No voy a cagarla, CJ. Te lo prometí.
—Sé que no lo harás, —dice con severidad—. Mira. No te voy a mentir. Me alegro de que
no estés buscando nada con él. ¿Dos adictos en una relación? No creo que sea una buena
idea.
—Sí. Sé que no lo es —gruño, levantándome de la cama.
Me acerco a la cómoda a lo largo de la pared, saco un par de jeans y me los pongo. Cojo
una camiseta a continuación.
¿Cuántas veces necesito que me taladren la cabeza? ¡Mierda! Estoy tan harto de oír
hablar de esto.
—Ey.
—¿Qué?
No lo miro de inmediato, pero luego escucho el chirrido del colchón y sé que está de pie
y moviéndose, así que finalmente me doy la vuelta, metiendo mis brazos en las mangas.
—Estoy bien. Simplemente no quiero hablar más de esto.
—Está bien. —CJ suena cauteloso.
Se detiene a un pie de distancia, y en realidad parece preocupado por mí.
—No tengo ganas de consumir en este momento si eso es lo que estás pensando. Estoy
bien.
Necesito tranquilizarlo. Lo último que necesito es que CJ enloquezca por Félix y me
moleste para cambiar de padrino. Eso no pasará.
—Si no estás bien, me lo dirás, —dice, haciéndolo sonar como si no tuviera otra opción
que contarle las cosas, pero sé que no es así como quiere que tome esto.
CJ quiere que sepa que siempre puedo acudir a él, sobre cualquier cosa.
—Sabes que lo haré.
—Bien.
Está más tranquilo ahora, y eso me consuela.
—¿Qué vas a hacer más tarde? Salgamos esta noche. —Su tono cambia a algo
esperanzado—. Reed va a recibirnos y a más gente para una noche de juegos. Buena
comida y buena gente. Deberías venir.
Me tomo dos segundos para pensar en eso.
—No estoy seguro de querer salir con mi jefe. Honestamente. Eso suena como que
apestaría para mí.
Especialmente después de anoche.
Mierda. Me pregunto si él lo sabe.
¿Tal vez estará emocionado de que le haya roto la cara a Jason? ¿Me dará un aumento?
Qué jodidamente tonto sería eso.
—Vamos. Reed es genial. Lo suficiente. —CJ se ríe. Sé que le gusta molestar a su cuñado
—. ¿Tienes una reunión más tarde?
—Hay una a las nueve al que estaba planeando ir.
—Pasa el rato con nosotros primero. Quiero que conozcas a mis amigos. Hazlos tus
amigos. Sería bueno tenerlos de tu lado.
—¿A qué hora vas?
—A las seis.
Realmente no tengo ganas de hacer esto, pero CJ apreciaría que fuera, y ¿cuándo me
pide algo? Normalmente soy yo el que le pide favores.
Me encojo de hombros.
—Bueno. Supongo que iré.
Además. No tengo ningún otro plan antes de mi reunión. Sé que Félix está trabajando.
—Bien. —CJ se acerca y aprieta mi hombro—. Y la próxima vez que le rompas la cara a
un imbécil, avísame.
Sonrío.
Si Jason está involucrado, definitivamente habrá una próxima vez.

Más tarde esa noche, sigo a CJ y Riley a la casa de Reed y me estaciono al final del
camino de entrada, evitando que alguien me bloquee la entrada.
No sé cuánto tiempo planean quedarse esta noche, y es posible que yo tenga que irme
antes que los demás.
¿Y qué tan molesto es pedirle a la gente que mueva sus coches? Odio hacer esa mierda.
También es vergüenza sin razón.
CJ le da una palmadita en el trasero a Riley cuando los alcanzo en la parte trasera de su
camioneta, y ella camina adelante, guiándome por el camino.
La casa está completamente decorada para Halloween, pero nada que dé miedo.
Los inflables están anclados en el patio: un fantasma de dibujos animados con ojos de
gran tamaño y Mickey Mouse disfrazado de vampiro. Sus ojos brillan. Las telarañas cubren
los arbustos debajo de las ventanas. Dos calabazas talladas se exhiben en el porche, y una
tercera más pequeña tiene el nombre Layla pintado en blanco.
—¿Reed tiene una hija? —Pregunto, poniéndome detrás de mi hermano.
—Sí, —responde Riley. Ella toca el timbre—. Y también otro en camino. Un niño. Beth
tiene fecha para este mes.
—Nuestro grupo sigue creciendo, —dice CJ, su mano cubriendo el vientre de Riley.
La puerta se abre y un chico que reconozco vagamente de la boda de CJ nos saluda.
Es un poco más alto que mi hermano pero lo iguala en volumen.
Apuesto a que es policía. La mayoría de los amigos de CJ lo son.
—Ben, ¿recuerdas a mi hermano Jake?
CJ se hace a un lado, dejándome espacio para entrar detrás de él, y le doy la mano.
—¿Cómo estás? —Yo digo.
—Bien. No puedo decir lo mismo de ese tipo al que le diste una paliza.
Me estremezco, soltando su mano.
—Mierda. ¿Fuiste tú el que recibió la llamada?
—Sí. —Él se ríe—. Estoy seguro de que tu hermano te gritó por eso, pero
¿honestamente? Ni siquiera podía soportar escuchar a ese idiota, así que entiendo por qué
lo golpeaste. Se quejó más que mis hijos. —Un niño corre hacia Ben, tirando de su camisa y
pidiendo una caja de jugo, y Ben lo levanta—. En un minuto, colega.
El niño se sube a él como si fuera una pieza de equipo de juegos. Colgando un bíceps con
las manos y enlazando los tobillos alrededor de su cuello. Comienza, da volteretas hacia
atrás y aterriza de pie en una pose de superhéroe.
Maldición. Eso es realmente impresionante.
—¿Este es tu hijo menor? —Pregunto.
—El del medio. —Ben señala la sala familiar abierta donde todos parecen estar
reunidos—. Mi esposa, Mia, tiene a mi hijo menor allá. Lo está alimentando. Y mi hijo mayor
está junto a ella.
Noto a la mujer sentada en el extremo del sofá con una manta cubriendo su pecho. Dos
pequeños pies patean debajo de la tela. Un niño mayor está sentado a su lado y ella le
sonríe cuando le muestra algo en su teléfono.
En el otro extremo del sofá, una mujer pelirroja sostiene a un niño de piel aceitunada
oscura y rizos muy claros en la cabeza. Sostiene una pelota de fútbol de juguete y mira a
una niña pequeña jugar en el suelo a unos metros de distancia. Ella es rubia y pequeña.
Cuando derriba una torre de bloques y chilla de alegría, el niño sonríe.
Detrás del sofá, CJ tiene su brazo alrededor de Riley mientras hablan con Reed, una
mujer que asumo es su esposa muy embarazada, y otro chico. Está sosteniendo a una niña
en sus brazos. Ella parece ser la más joven aquí.
Dios.
Cuando CJ dijo que su grupo estaba creciendo, lo interpreté como que alguien más aquí
tenía un hijo, o tal vez más de un hijo. Honestamente, no esperaba que todos tuvieran hijos,
pero parece que los tienen.
Y después de hacer un conteo rápido, rápidamente me doy cuenta de que yo soy el
extraño.
Todo el mundo parece estar acoplado.
—¿Quieres algo de beber? —pregunta Ben—. Puedo traerte un refresco cuando él tenga
su jugo.
Aunque no es mi intención, inmediatamente me pregunto si CJ les pidió a todos que se
abstuvieran de beber frente a mí esta noche.
Estoy seguro de que todos saben que soy un adicto. CJ es cercano a ellos, así que ¿por
qué no hablaría de mí? Y entiendo por qué mi hermano pediría este favor porque yo haría
lo mismo por él, pero lo odio.
Me hace sentir que la gente no puede disfrutar cuando estoy cerca. O que realmente no
debería estar aquí.
—Sí. Claro —digo—. Beberé lo que sea.
Ben se aleja, cargando a su hijo sobre sus hombros, y yo solo me quedo incómodo unos
segundos antes de escuchar mi nombre.
—¡Jake! —CJ me llama.
Camino por la sala familiar, paso por encima de juguetes y niños pequeños, y le
devuelvo la sonrisa que Mia me da cuando nos miramos a los ojos.
—Hola, Jake, —dice ella—. Soy Mía. Me alegro de que pudieras venir.
La mujer pelirroja saluda y se presenta como Tessa.
Creo que ambas están felices de verme, pero también hay algo más allí, como si ambas
estuvieran preocupadas de que les allane su botiquín.
Ignoro lo que creo que estoy viendo y les devuelvo el saludo antes de moverme
alrededor del sofá. Estoy de pie junto a Riley.
CJ hace un gesto con su mano libre.
—Esta es Beth, la esposa de Reed. Luke y su hija, Sarah. Ella es la bebé del grupo.
—Por ahora, —dice Beth, guiñándole un ojo a Riley antes de poner su atención en mí—.
Hola, Jake.
—Hola.
Luke mueve a su hija para que su cuerpo descanse sobre su antebrazo, liberando su otra
mano para que pueda estrecharla.
—¿Cómo estás? —pregunta, evaluandome con la mirada, como si estuviera buscando
algún indicio de algo.
Oh, sí. Se nota que es policía.
Y a pesar de que somos iguales en tamaño y probablemente podría derribarlo, no
respondo como el imbécil que puedo ser a veces y le digo que estaría mejor si no me
estuviera mirando como si fuera un criminal.
—Bien, —digo en su lugar.
—¿Cómo está Jason? —pregunta Reed, con una puta sonrisa de suficiencia en su rostro.
Es tan inesperado de ver que suelto una carcajada.
—No estoy despedido, ¿verdad?
—No. Él sí. Escuché lo que dijo anoche. Voy a enlatarle el culo a primera hora del lunes.
Finalmente buenas noticias.
Beth golpea su pecho.
—Los niños. Nada de palabrotas.
Reed mira lentamente de ella a Luke y al bebé en sus brazos.
—Tiene seis meses. Dudo que su primera palabra sea culo.
—Tu hija está a un metro de distancia. Tal vez su próxima palabra sea culo.
—Me sorprende que ya no lo sea, —dice Riley—. Escuché que Reed lo pide lo suficiente.
—¿Qué?, —dice Reed.
—¿Qué hace Reed? —Ben se une a nosotros sin su hijo, dándome una botella de cerveza
de raíz mientras bebe una... ¿caja de jugo?
—¿Estás bebiendo una caja de jugo? —pregunta CJ.
Ben se encoge de hombros, apretando la caja hasta que sorbe aire.
—Ooh. Compraron las buenas, —dice Luke antes de alejarse.
—¿Él va—sí. Va a la cocina a buscar una caja de jugo. —Reed suspira y se vuelve hacia el
grupo—. Compré refrescos para los adultos. Bella forma de actuar a tu edad, Benjamin.
Ben le lanza una mirada cortante.
—Compraste cerveza de raíz y cerveza de jengibre.
—¿Qué pasa con eso?
—No vi ningún helado en tu congelador, y no tengo malestar estomacal.
—La gente bebe cerveza de raíz sin helado. Yo la bebo todo el tiempo. Y la cerveza de
jengibre no es solo para problemas estomacales.
—No, pero por lo general es por eso que la gente la compra.
—Bueno, estaba en oferta.
—Realmente odio admitir esto, pero estoy bastante seguro de que ganas más que yo.
Vete a por el precio completo la próxima vez.
—Bueno. Además, compré la de jengibre para Riley en caso de que tuviera náuseas. Soy
un buen hermano y tal.
—Oh, gracias Reed. —Riley le sonríe.
—De nada.
—Tienes como treinta cajas de jugo ahí. Tomé una.
Luke se acerca y le entrega a Ben otra caja de jugo.
—Gracias, hombre.
—¿En serio? —pregunta Reed.
—¿Qué? Tienes las buenas, Reed —dice Luke, tragando su jugo—. ¿Y quién se va a
beber la cerveza de jengibre? ¿Viene tu abuela a la noche de juegos?
—También hay cerveza de raíz.
—No tienes helado.
Giro la tapa y tomo un trago, viendo a Reed reconocer lo que estoy haciendo con
exuberancia.
—¿Ves? Jake disfruta de la cerveza de raíz. ¿Verdad, Jake?
—Claro.
Riley se ríe.
—Odia la cerveza de raíz.
Reed me mira, con la boca entreabierta.
—No.
No lo niego. Pero sí digo: —La beberé con helado.
CJ se ríe a carcajadas.
—¿Quieres una caja de jugo? —pregunta Ben.
—Compraron las buenas, —dice Luke.
Reed lanza sus manos al aire.
—¿Estamos listos para jugar algo? —pregunta Mia, levantándose del sofá mientras hace
eructar a su hijo.
Retrocedo y observo cómo todos se congregan en la sala familiar.
Las sillas se traen de la cocina y se distribuyen a ambos lados del sofá, y los niños que
pueden sentarse o jugar solos se trasladan al piso.
Ben se sienta con Mia y su hijo menor en un extremo del sofá, Luke se sienta junto a
Tessa y ambos prestan toda su atención a Sarah. CJ y Riley toman dos sillas una al lado de la
otra, Reed y Beth hacen lo mismo, lo que deja un asiento libre al otro lado del sofá junto al
chico mayor que todavía está jugando con su teléfono.
Tomo asiento y espero a que todos decidan qué tocar primero. No me meto en la
discusión.
—Hola. Soy Nolan.
Miro al niño.
—¿Qué tal?
—Eres el hermano de CJ, ¿verdad?
—Sí. Soy Jake.
—Jake, ¿puedo preguntarte algo sobre las chicas?
Me rasco la nuca. Oh, Dios.
—¿No preferirías hablar con tu padre sobre esto?
—Él está ocupado. Y ahora tengo preguntas.
Creo que es demasiado joven para preguntarme algo sobre sexo, así que me imagino
que sus preguntas no deberían ser demasiado difíciles de responder.
—Está bien.
—Genial. —Se gira de costado en su silla y mantiene el teléfono en su regazo—. Ya estoy
tratando de hacer planes para la Navidad porque mi mamá dijo que es bueno ir de compras
temprano y no sé qué regalarle a mi novia. Este es el primer año que le compro algo, así que
es muy importante. No quiero estropearlo. Y no se me ocurre nada. ¿Qué le regalas a la
persona que amas cuando ya le has dado tu corazón?
Me atraganto un poco con la cerveza de raíz, lo que hace que Nolan me dé una palmada
en la espalda.
—Gracias. —Toso contra mi puño—. Lo siento. Oh. ¿Cuántos años tienes?
—Ocho.
—Pareces mayor.
—Soy alto para mi edad.
—¿Tienes ocho años y ya le diste a alguien tu corazón?
—Sí. —Él me mira—. ¿Por qué no? Nos vamos a casar. Tan pronto como podamos.
—¿Tienes ocho años y sabes con quién te vas a casar?
—Lo sé desde que tenía seis años.
Espero a que sonría o me diga que es broma. ¡Solo tengo ocho! ¡No puedo saber eso
ahora! Y él no hace nada de eso. Este chico va completamente serio, y por alguna extraña
razón que no entiendo en absoluto, creo que realmente le creo.
—Bien. ¿Qué le gusta? —Pregunto.
Él sonríe un poco y mueve las cejas.
—¿Además de estos hoyuelos?
—Pilluelo.
—Sí. Lo sé.
—Sí. Además de tus hoyuelos. —Me río. Que niño mas interesante.
—A ella le gustan las cosas rosadas. La brillantina. El baile. BTS. Cosas que dibujo para
ella. Cupcakes. Ella realmente ama los cupcakes.
—Horneale unos.
—Ella vive en Chicago. Tendría que enviárselos.
—¿Tienes una chica que vive en Chicago? ¿Una chica de verdad? ¿Ella realmente existe?
—Sí. No fue difícil.
No tengo ninguna respuesta a eso, pero joder, estoy impresionado.
—¿Por qué no le dibujas algo si sabes que le gusta?
—Porque eso es lo que siempre hago. —Él cuelga la cabeza hacia atrás—. Y no quiero
que se canse de ellos. ‘¿Otro dibujo, Nolan? ¿Eso es todo lo que tienes?'
—¿De verdad crees que ella dirá eso?
Se encoge de hombros, manteniendo su atención en su regazo.
—Está bien. Mira, —digo, llamando su atención de nuevo—. Probablemente no soy la
mejor persona a la que preguntar porque creo que nunca he sido tan bueno dando regalos,
pero creo que se trata más de la intención. Y, por lo general, algo personal, como un dibujo,
es más importante para las personas que algo que compras en una tienda. ¿Alguna vez has
intentado dibujarla?
Se sienta un poco más derecho.
—No. ¿Crees que a ella le gustaría eso?
—Si la dibujas como tú la ves, sí, creo ue le gustará.
—Entonces, básicamente, como la chica más hermosa de toda la existencia. Así es como
debería dibujarla.
Yo sonrío.
—Sí. Así.
—Genial. Me siento mejor sobre esto ahora. Gracias, Jake.
—De nada.
—¿Tienes novia?
Niego con la cabeza.
—Ya no.
—¿Novio?
La botella se detiene en el aire y lo miro de reojo antes de tomar un trago rápido.
—No. No tengo novio tampoco.
Un silbido agudo corta el aire y luego CJ se mueve hacia el centro de la habitación.
Saluda a la pequeña rubia antes de mirar al grupo.
—Está bien. Jugaremos Pictionary17 primero. Formaremos parejas. Nolan, vas con Jake.
Nolan se desploma en su asiento.
—No quiero jugar Pictionary. Ese juego es tan viejo.
—Jake necesita un compañero, Nolan, —dice Mia.
—Está bien, —le digo, inclinándome cerca—. Yo tampoco quiero jugar.
—¿Qué? —CJ me frunce el ceño—. ¿Por qué no?
—Solo miraré. Está bien.
—Jake, deberías jugar, —dice Riley.
—No es gran cosa. De todos modos, no puedo dibujar ni mier- nada. —Miro a Mia, con la
esperanza de no haberme pasado demasiado frente a su hijo, ya que él es el que realmente
me está prestando atención.
—Estás bien, Jake, —dice ella, riéndose un poco—. A diferencia de Reed.
Reed levanta la cabeza.
—¿Eh?
—Todos escuchamos que lanzaste la bomba con C.
—¿Quieres decir culo? —Nolan se ríe contra su mano.

17
Pictionary es un célebre juego de mesa creado por Rob Angel que consiste en adivinar una palabra a
través de un dibujo hecho en papel.
—Nolan, —le advierte Ben.
El niño que Ben sostenía antes se para frente a CJ y golpea el aire.
—¡Culo! ¡Culo! ¡Culo!
—Cul...oh —la pequeña niña rubia arrastra las palabras, manteniendo su concentración
en la torre de bloques que está construyendo.
Todos miran a Reed.
—Oh, vamos. En todo caso, deberíais culpar a Nolan en este momento.
—Lo escuchó de ti, —dice Mia.
—Sin embargo, no creo que lo haya dicho tan alto.
—Suficientemente alto. —Ben se bebe toda su caja de jugo y la aplasta en su mano.
Reed entrecierra los ojos.
—¿Eso es Super Ponche de Frutas? ¿Te bebiste otra, Ben?
—Son realmente pequeñas.
Me río cuando estalla una discusión entre Luke y Ben sobre sus sabores favoritos,
ambos ignoran a Reed, quien vuelve a pedir a los adultos de la casa que dejen las cajas de
jugo para los niños y ¿por qué nadie puede beber la cerveza de jengibre? No es solo para
problemas estomacales y ancianos. Es aún más divertido cuando CJ regresa a la sala de estar
con un brazo lleno de cajas de jugo y se las da a todos menos a los niños.
—¿Que les pasa a todos ustedes? —pregunta Reed.
Mi bolsillo vibra, y a ciegas saco mi teléfono mientras CJ comparte sus puntos de vista
sobre Bondad de Uvas, el sabor que se termina en tres segundos.
Miro la pantalla, esperando ver un mensaje de alguien programado en mi teléfono, pero
el mensaje fue enviado desde un número que no tengo en mis contactos.
Al menos, ya no.

Lo siento mucho, Jake. Escuché lo que pasó.

Estás bien?

No reconozco el número de Katie, porque quién se sabe el número de celular de alguien


de memoria, ese es el punto de los contactos, pero sé que es ella quien me envió un
mensaje. Y quiero llamarla y gritarle a esa perra por todo lo que ha hecho.
No solo por la ruptura de la nada, sino por follarse a mi compañero de habitación al
menos una vez, por mi recaída, el despido deshonroso que me perseguirá por el resto de mi
puta vida. Puedo muy fácilmente culparla por todo.
Y quiero hacerlo.
Estoy enojado y no quiero estar más aquí. No siento que pertenezco a este grupo. No
tengo nada en común con ninguno de ellos, excepto con CJ.
Estoy rodeado de familias que tienen prioridades diferentes a las mías, y que están
peleando por las cajas de jugo porque probablemente les dijeron que no trajeran alcohol, y
no tengo a nadie con quien juntarme para jugar más que con un niño de ocho años que ya
sabe con quien se va a casar, porque estoy solo.
Quiero salir de aquí.
Necesito salir de aquí y follarme a alguien. Si no lo hago, tengo miedo de lo que haré.
Tiro de CJ a un lado y le digo que no tengo muchas ganas de estar aquí. Que me agradan
todos, pero estos son sus amigos, no los míos. Que no tengo ni una puta pareja y que el
resto sí.
Es lo único que puedo decir, porque si él sabe sobre el mensaje, me descubrirá, y de
ninguna manera me dejará irme de aquí solo.
Ignoro lo enojado que está y la mirada triste en ciertos rostros cuando anuncia que me
voy, y salgo, escribiéndole mi respuesta a Katie mientras camino hacia mi coche.

Borra mi número puta


MI ÚLTIMO DÍA EN LA TIERRA

FÉLIX

—Por séptima vez, te ves bien.


Frunzo el ceño en el espejo de la tienda hacia Dean y sigo jugando con mi cabello, que
no se ve nada bien.
Lo amo, pero es un mentiroso.
¿Qué diablos hacen mis rizos? Necesito mi gorro. No puedo creer que lo dejé en casa a
propósito. Tenía demasiada confianza al salir de casa esta mañana.
Pero eso es lo que sucede cuando el chico más sexy que jamás hayas visto te mete la
lengua en la garganta y luego te dice que desearía poder seguir haciéndolo.
Empujo mis rizos hacia atrás e intento sujetar todo mi cabello con una mano,
asumiendo que podré encontrar una banda elástica por aquí en alguna parte, pero los
frontales simplemente caen sobre mi frente nuevamente. No es lo suficientemente largo.
Lo cortaría todo si alguien no lo encontrara lindo.
El zumbido de la máquina de tatuar vuelve a detenerse.
—Félix.
Nuestros ojos se encuentran en el espejo.
—Necesito un sombrero o algo así. ¿Tienes algún sombrero aquí?
—¿Cuándo me has visto usar un sombrero?
—Deberías tener algo cerca en caso de que yo necesite uno.
—Ah, okey. Luego lo hago.
Lentamente me doy la vuelta y lo miro boquiabierto.
—¿Acabas de ponerme los ojos en blanco?
¿Cómo se atreve? No pensé que Dean pudiera.
Dean me ignora por completo y sigue trabajando en la espalda del chico que no ha
escuchado toda esta conversación, gracias a los auriculares que lleva puestos. Es el único
cliente que queda en la tienda y el último que tomaremos esta noche. Cerramos en treinta
minutos.
Y tengo muchas ganas de enviarle una selfie a Jake antes de que nos vayamos. Me gusta
cómo se ve mi cara con esta iluminación.
Pero no mi puto pelo.
Veo la sencilla sudadera con capucha gris oscuro que Dean guarda aquí para cuando la
tienda se enfría.
Está colgando de uno de los ganchos junto a la puerta, y ya la estoy cogiendo cuando le
pregunto si me la puede prestar para la noche.
—Eres el mejor, —le digo, caminando hacia el espejo de nuevo.
—Todavía no he dicho nada.
—Pero me la prestarás, ¿verdad?
—Claro, Félix. Lo que es mío es tuyo después de todo.
No puedo decir si está siendo sarcástico o no, pero sé que Dean siempre quiere lo mejor
para mí y eso obviamente incluiría permitirme usar algo de él para sentirme bien conmigo
mismo, así que elijo creer que está siendo sincero.
Me cubro la cabeza con la capucha hasta alrededor de mi cara para que la única parte de
mi cabello visible sea el frente que cae sobre mis cejas. No se ve mal ahora que el resto está
cubierto, así que no lo meto demasiado.
—Está bien, —me digo a mí mismo, preparando mi teléfono activando el modo de
cámara.
Jake quería una selfie esta mañana. No, en realidad no dijo esas palabras, pero
realmente creo que desearía que le hubiera enviado una.
Creo (tal vez, con suerte) que le gustan.
Y antes, cuando nos enviábamos mensajes de texto, simplemente no sentía que le
gustaran.
Me senté en mi coche después de desayunar con la familia de Dean y estaba haciendo
pucheros.
Le dije a Jake que estaba enojado por la regla de “no relaciones”, pero creo que solo
estaba triste. ¿Y quién quiere tomarse una selfie cuando está triste? ¿Quién se siente
realmente bien consigo mismo cuando tiene ganas de llorar?
Lo pensé mucho hoy.
Me concentré en mi trabajo y borré cuatro tatuajes geniales, pero aún así lo pensé.
Y llegué a la decisión de que no voy a hacer pucheros nunca más, porque ese look no se
me ve nada bien.
Además, ¿cuál es el punto? No hay nada que pueda hacer para cambiar nuestra
situación.
Tengo el control de cómo dejo que las cosas me afecten. Eso lo aprendí en terapia.
Y elijo no dejar que esto me deprima. Porque no importa cuán mierda e injusto parezca
esto, todavía hay una verdad muy importante.
Jake también me desea.
Y estoy muy feliz de saber eso.
Tan feliz que decido sonreír un poco en esta selfie.
Coloco la cámara frente a mi cara para que Jake sepa que estoy sonriendo, aunque no
podrá ver la mayor parte de ella. Solo la comisura de mi boca y mi mejilla levantada que
forma un ligero hoyuelo. Él también puede ver mis ojos, y creo que es obvio que estoy feliz
si los mira.
Pero realmente espero que no lo haga.
Me miro en el espejo y tomo la foto, y luego se la envío con un mensaje.

nos vemos pronto :)


También se la envío a Dean porque sé que odia las selfies y los mensajes de texto, y creo
que será divertido cuando lo vea más tarde.
Dean apaga la máquina y toca al tipo en el brazo para que se quite los auriculares y dice:
—Está bien, hombre. Terminamos, —cuando el tipo le devuelve la mirada—. Ve a
comprobarlo.
Me hago a un lado y me pongo al lado de Dean. Y observo su rostro mientras el tipo
divaga sobre lo jodidamente genial que es el tatuaje.
—Hombre, quedó fenomenal. Definitivamente voy a volver aquí por más. —Está
extasiado y Dean se ve muy orgulloso de sí mismo.
Golpeo mi codo contra el suyo.
—Eres muy genial.
Dean me mira por el rabillo del ojo, y no paso por alto la forma en que su boca se tuerce.
Espero poder ser tan bueno como él algún día.
El tipo paga y se va, y yo ayudo a Dean a limpiar su estación ya que yo ya limpié la mía.
Él también irá a la reunión esta noche, y estoy emocionado de que él y Jake finalmente
se conozcan.
—Te agradará —digo mientras limpio la silla—. Sé que sí.
—Deja de hacer que parezca que estoy a punto de conocer a tu novio.
—Eso no es lo que estoy haciendo, para nada.
Bueno. Tal vez lo sea. Un poco.
Hago una bola con las toallitas limpiadoras y las tiro a la basura.
—Le diría lo mismo sobre ti, y no eres mi novio. A pesar de que nos veríamos tan lindos
juntos.
—Detente.
—Podría gustarme la diferencia de edad. Solo digo.
—Félix.
—Bien. Bien.
Meto la mano en mi bolsillo y saco mi teléfono. Jake aún no ha respondido.
Han pasado veinte minutos desde que le envié esa selfie.

estás bien?

—¿Listo? —Dean pregunta mientras apaga las luces.


—¿Eh? —Miro hacia arriba. Ya está de pie junto a la puerta—. Oh. Sí, vamos.
Mantengo mi teléfono afuera y lo sigo al salir.

Estoy sentado al lado de Dean en la última fila, y la dona en mi regazo aún no ha sido
tocada porque la reunión comenzó hace cinco minutos y Jake todavía no está aquí.
Mis dedos tiemblan cuando le envío un mensaje.

dónde estás?
Ignoro el mensaje inicial de Mac sobre la fuerza y la perseverancia y miro mi teléfono.
Me muerdo el borde de la uña del pulgar.
¿Qué mierda? ¿Dónde está? Me estoy volviendo loco. Él me diría si no pudiera venir,
¿no?
La puerta se abre y finalmente puedo respirar cuando veo a Jake entrar en la habitación.
Lleva vaqueros y una camiseta azul oscuro que está arrugada, lo que me parece muy
sexy por alguna razón. No sé por qué.
¿Tal vez porque así es como se vería en el piso de mi habitación después de que se lo
arrancara?
No es el momento, Félix.
Jake me busca, viendo dónde estoy en un lapso de dos segundos, y se ve jodidamente
arrepentido por llegar tarde y por hacer que me preocupe, porque estoy seguro de que
puede notar cuán aterrorizado estaba y todavía lo estoy parcialmente.
Me siento tenso, aunque estoy lleno de alivio.
Se aprieta en la fila y se sienta a mi lado.
—Lo siento, —susurra.
Me deslizo más cerca hasta que nos tocamos, y hablo igual de suave.
—Está bien. Ten.
Jake toma la dona que agarré para él, mirándome como si quisiera sonreír, pero no
puede.
—Gracias. —Sus ojos caen a mi pecho y brazos—. Llevas mangas.
—¿Eh?
—Nada.
—¿Estás bien?
Él asiente, tomando un bocado. Su lengua atrapa el glaseado de chocolate en su labio.
—¿Dónde estabas? —Pregunto.
—Me retuvieron.
—¿Te retuvieron dónde?
—No importa. —Mira hacia mi regazo—. ¿Por qué no estás comiendo?
Tomo el bocado más grande, porque me encanta el chocolate glaseado y he estado
muriendo de hambre durante quince minutos y creo que a Jake le gusta verme comer como
lo hago (o tal vez me estoy imaginando cosas), pero luego recuerdo la selfie que envié y que
nunca respondió.
Me dejó en visto.
Me hundo un poco más en mi silla y miro al frente. Siento mi estómago caer.
—¿Qué? —Jake susurra, notando cada pequeño detalle.
Trago mi bocado.
—¿Qué pasa?
—Nada.
—Félix.
—No me devolviste el mensaje.
—Oh. Mierda. Lo siento.
—Te envié una selfie, y tú no...
—Shh, —dice Dean, dándome un codazo.
Me meto el resto de la dona en la boca mientras Jake saca su teléfono y lo observo con el
rabillo del ojo hasta que hace clic en la selfie, agrandando mi cara en la pantalla, y entonces
estoy totalmente obsesionado con todo lo que Jake está haciendo, por eso casi me ahogo
cuando guarda la imagen en un álbum de fotos que está etiquetado con mi nombre.
Él guarda mis selfies. Cada una.
Él tiene un álbum de fotos completo dedicado a MÍ.
Hostia puta, joder.
Oh, Dios. Eso me gusta demasiado.
Estoy demasiado concentrado en no atragantarme que no veo nada más de lo que Jake
hace, y luego mi teléfono vibra en mi bolsillo y lo saco, y él me está torturando ahora. Eso es
exactamente lo que está haciendo. Él quiere que yo sufra. Porque Jake me envía algo que
nunca antes había enviado. Algo que solo yo envío.

<3

Parpadeo hacia mi teléfono mientras el calor se eleva desde mi cuello hasta mi cara.
Estoy ardiendo ahora, y tengo muchas ganas de quitarme esta sudadera con capucha o
al menos bajarme la capucha para no cocinarme, pero mi puto cabello probablemente se ve
peor que antes, así que no puedo.
Me siento allí y sudo y creo que me muero un poco.
No puedo creer que guarde mis selfies.
En un álbum, separado de todas sus otras fotos.
Joder, eso me hace sentir bien.
Jake y yo nos sentamos allí y escuchamos, y no susurramos más a pesar de que tengo
preguntas que estoy demasiado aterrorizado para hacer de todos modos, así que
probablemente sea mejor que Dean esté aquí y amenazando en su presencia.
Cuando termina la reunión, no presento a Jake para nada como si fuera mi novio.
—Dean. ¡Dean! Este es Jake. —Agarro su mano e inmediatamente la suelto—. Um. Este
es mi Jake. Quiero decir, vaya, es… él es el chico que estoy apadrinando. —Le doy una
palmada en la espalda demasiado fuerte y Jake se tambalea hacia adelante—. Lo siento.
Este es mi amigo Jake. Su nombre es Jake. Ya lo sabías. Este es él. Aquí está él.
—Félix, —dice Dean, luciendo preocupado.
—¿Estás bien? —Jake me pregunta.
—¿Mm? —Muerdo mi labio y asiento—. Estoy genial. Simplemente haciendo
presentaciones completamente normales. Como una persona normal. Ja. ¿Cuándo he sido
normal? Bueno, ahora mismo, aparentemente.
Jake se ríe por lo bajo mientras Dean niega con la cabeza.
—¿Cómo te va, Jake? —Dean extiende su mano—. Es bueno conocerte finalmente.
—Sí. A ti también.
—Sé que Félix es tu padrino, pero si alguna vez tienes dificultades y él no está
disponible, no dudes en comunicarte conmigo.
—Oh. Está bien. Gracias.
Le doy a Dean una mirada dura.
—¿Qué? —dice.
—Nada, —me quejo, mirando mis botas gastadas. Supongo que fue amable de su parte
ofrecerlo.
Innecesario. Pero bueno.
—Jake, ¿puedo hablar con Félix a solas por un minuto antes de salir?
—Sí. Claro.
Levanto la cabeza y veo a Jake caminar hacia la mesa de snacks. Entonces miro a Dean
cuando lo encuentro mirándome a mí.
—¿Qué?
Cruza los brazos sobre su pecho estúpidamente ancho.
—Deja de actuar así.
—¿Así cómo?
—Como si acabara de robarte a tu novio.
Mi mirada se agudiza aún más.
—Así no es como estoy actuando.
—Sí, lo es. Y pensé que ya habíamos hablado de esto.
—Simplemente no quiero que piense que debería ir contigo en lugar de conmigo.
—¿Por qué pensaría eso?
—Porque tú eres genial y has estado sobrio desde siempre, y ahora ustedes dos son
prácticamente mejores amigos.
—¿Qué?
—Sé que estoy siendo estúpido, ¿vale? —Me acerco y bajo la voz—. Solo... quiero que
piense que soy el mejor padrino, y si te habla de algo, lo que nunca tendrá que hacer porque
siempre estaré disponible, pero si lo hace, verá lo genial que eres y cuestionará lo que está
haciendo conmigo.
—No deberías preocuparte por eso. Eres demasiado cercano a él.
—En verdad no me preocupo por eso. Y no, no lo soy.
Dean ladea la cabeza.
Yo la mía.
—No me gusta que peleemos.
—No estamos peleando.
—Por favor, déjame devolverte tu sudadera con capucha el lunes. Realmente no puedo
quitármela ahora mismo.
Su perilla tiembla.
—Estoy seguro de que tu cabello se ve bien, Félix.
—Estás loco si crees que me arriesgaré.
—Prométeme que tendrás cuidado con Jake. Y que vendrás a mí si lo necesitas.
—Lo prometo.
—Puedes devolverme la sudadera el lunes.
—Te amo tanto que quiero vomitar. —Lanzo mis brazos alrededor de él, lo aprieto por
un segundo y luego lo suelto—. Qué gran primer abrazo.
—Realmente no nos abrazamos. Solo me quedé aquí.
—Sentí el abrazo de tu cuerpo.
—Nunca vuelvas a decir eso.
—Sonó sexual. Me percato ahora.
—Me voy, —dice mientras me da la espalda.
—Adiós. —Le sonrío a pesar de que no puede verme, y luego me dirijo hacia Jake—. Ey.
Ve a Dean cruzar la puerta.
—Lo abrazaste.
—Nos abrazamos. Fue mutuo. —Toco la capucha, asegurándome de que aún cubra todo
lo que quiero que cubra. Podría haber cambiado durante ese abrazo epico—. Entonces. —
Solo dilo. Dilo antes de que te acobardes—. ¿Quieres venir a mi casa y ver una película
conmigo?
Y nada de acurrucarnos, ni siquiera pensar en acurrucarnos.
Bueno. Podemos pensar en ello.
Jake gira la cabeza y la luz se refleja en la ínfima capa de barba que tiene a lo largo de la
mandíbula. (Vaya, necesita más).
—Nunca he estado en tu casa, —dice.
—Trágico, ¿verdad? Arreglemos eso.
Él sonríe un poco tímidamente, evitando mi mirada.
—Sí, vale. —Se mete las manos en los bolsillos—. Me he estado preguntando cómo es tu
casa.
Siento mis ojos agrandarse.
—¿En serio?
—Sí.
Eso es caliente.
—¿Por qué? —Pregunto, esperando que su razonamiento sea algo sorprendente que
nunca olvidaré mientras viva.
—No lo sé, —dice.
—Oh.
—Pero me alegro de que finalmente me invites para que pueda verla.
Oh.
Mi lengua trabaja lentamente dentro de mi boca. No puedo formar ninguna palabra
además de “Ungh”, y realmente no creo que sea una palabra.
—¿Qué?
—Me alegro de invitarte a ti también. —Meto mis manos en el bolsillo de la sudadera
con capucha a pesar de que me estoy derritiendo en esta cosa—. ¿Quieres seguirme?
Sígueme.
No espero a que Jake responda y, en su lugar, salgo por la puerta al aire de la noche.
Jadeo cuando la brisa fresca golpea mi rostro, y respiro profundamente, manteniendo
mi rostro inclinado hacia el cielo.
Nieve en octubre. Eso es todo lo que deseo.
Jake se ríe cuando se pone a mi lado.
—¿Por qué no te quitas eso antes de que te desmayes?
Intenta tirar de la capucha hacia atrás, pero rápidamente me alejo.
—No, no lo hagas —suplico, sujetando la capucha contra la parte superior de mi cabeza
mientras retrocedo otro paso—. Estoy bien. Es octubre. En verdad no tengo calor.
El sudor gotea en mi ojo, y parpadeo para quitar el escozor.
Mierda. Él vio eso.
La sonrisa desaparece de su rostro, y luego mira el cabello pegado a mi frente y por
encima de él, los rizos que sabe que están ocultos, y lo veo, en el momento exacto en que se
da cuenta de por qué estoy usando esta sudadera con capucha.
Sus cejas se juntan y luego se separan, y una mirada suave cubre su rostro a medida que
se acerca más y más, sus manos se levantan cuando estamos a solo unos centímetros de
distancia, y tengo que recordarme a mí mismo que debo respirar cuando Jake desliza la
capucha hacia atrás, sus palmas ásperas rozan mis sienes y los toques de sus dedos van a lo
largo de mi cuero cabelludo.
El aire fresco asalta mi cabeza, mis oídos y mi nuca. Se siente tan jodidamente bien.
Pero sé cómo debo lucir, probablemente ahora peor ya que estoy chorreando sudor, y
casi retrocedo y me alejo, tirando de la capucha para esconderme. Quiero tanto hacer eso.
—No la necesitas, —dice Jake, y juraría que es un lector de mentes si no supiera lo
asustado que probablemente me veo ahora.
Fuerzo un trago, el aire corriendo por mis labios.
—¿Cómo se ve?
—Como tú. Como tu cabello. —Mete sus dedos a través de él una vez más, y lo hace con
más fuerza, así que sabe que lo sentiré (para siempre)—. No se ve mal, Félix. Lo prometo.
¿Bien?
Asiento con la cabeza, pequeños tirones rápidos.
—Bien.
—¿Quieres quitarte la sudadera con capucha ahora?
—Sí. —Me la quito tan rápido que casi me mareo—. Dios. Me estaba muriendo.
—No estaba tan caliente allí, ¿verdad?
No, tú lo estabas.
Guardando mis selfies en un álbum separado.
Enviándome emojis de corazón de la vieja escuela.
Ya sabes, básicamente destruyéndome.
—Bueno, es una sudadera con capucha gruesa —digo, lo cual no es toda la verdad, pero
está cerca—. Olvidé mi gorro. Entonces... —Me rasco la nuca.
Jakes se lame los labios.
—Creo que extraño el gorro.
—¿De verdad?
—No lo sé. Un poco.
Nos hace señas para que empecemos a caminar, y me pongo a su lado.
Por supuesto que me pondré ese gorro cuando lleguemos a mi casa. Voy a usar esa cosa
toda la noche.
Nos dirigimos hacia el estacionamiento en la parte trasera del edificio, y ahora me
siento muy bien.
La temperatura de mi cuerpo se está enfriando.
Jake viene a mi casa por primera vez.
Los dos pensaremos en acurrucarnos mientras nos sentamos juntos y bien cerca, hasta
que nos demos cuenta de lo seguros que pueden ser los abrazos y nos rindamos a ellos.
Nosotros dos. Al mismo tiempo.
Extiende su mano hacia mí mientras yo la extiendo hacia él, y luego nos damos cuenta de
que no hay suficiente espacio en el sofá para acurrucarnos cómodamente mientras miramos
la película, y decidimos juntos mover las cosas al dormitorio. Y es tan perfecto y mi cama es
tan suave, pero el cuerpo de Jake es tan duro y es la combinación perfecta para hacer que
durmamos los dos. No podemos evitarlo. Solo pasa. Y ambos nos despertamos sonriendo con
nuestros brazos alrededor del otro (bueno, él alrededor de mí porque me gusta acurrucarme
contra su pecho) y sin remordimientos, y es tan bueno que decidimos hacer esto algo semanal.
Se convierte en nuestra rutina. Todos los sábados por la noche, nos abrazamos y nos
dormimos juntos, hasta que ambos hemos estado sobrios durante años y podemos ser más
ahora, finalmente, y luego se convierte en una cosa de todas las noches. Incluso después de
que lleguen Charlie y Cassie. Mi cama también es lo suficientemente grande para ellos. Nos
aseguramos de eso.
—¿Por qué estás sonriendo? —Jake pregunta, interrumpiendo mi ensoñación.
—¿Eh? —Parpadeo para enfocarlo y me doy cuenta de que estamos parados al lado de
mi coche. ¿Llevamos mucho tiempo aquí?
Estoy estacionado al final del lote, y ni siquiera recuerdo haber caminado hasta aquí.
—¿En qué estabas pensando?
—En nada, —miento—. En donas.
Jake niega con la cabeza.
—No era nada. Y tampoco donas. Estás desviando.
—No es así.
—Dime en qué estabas pensando.
Ja. ¿Y morir de pura vergüenza? No, gracias.
—En realidad no lo recuerdo —digo, sacando mis llaves—. Pero probablemente donas.
Todavía tengo hambre.
No es mentira.
Me observa con atención.
—Si adivino, ¿me dirás si tengo razón?
Echo mis hombros hacia atrás. Desafío aceptado.
—Nunca adivinarás.
—¿Tiene algo que ver con Charlie?
¿Qué?
—¿O Cassie?
¿QUÉ?
Siento que la sangre corre hacia mi cara y susurro.
—¿Cómo sabes acerca de ellos?
—¿Es por ellos?
Esto no puede estar pasando. No puede ser posible.
Pero qué tal si…
—Oh, Dios mío. Bueno. He leído sobre este fenómeno y siempre pensé que era una
tontería y que era completamente inventado, pero tal vez no lo sea. Tal vez dos personas
puedan soñar lo mismo. Hostia puta. Hostia puta. —Me acerco a Jake—. ¿Qué edad tienen
en tus sueños? Porque toenen como, cuatro y seis en los míos. ¿Ambos son rubios? La
misma madre sustituta, ¿verdad? ¿Charlie tiene un ceceo muy dulce que nos dicen que
corrijamos con un logopeda, pero ignoramos a nuestro médico porque a ambos nos
encanta? —Agarro sus hombros—. ¡Es increíble! ¡Cuéntame todo lo que has visto!
Jake me mira en completo silencio durante demasiado tiempo y me doy cuenta de mi
error de inmediato.
—Dije Charlie y Cassie cuando estaba mirando al vacío, ¿no? —Pregunto.
—Sí.
—No tienes idea de quiénes son, ¿cierto?
—Cierto.
—Sí. Ya me lo imaginaba. Eso es asombroso. —Rápidamente abro mi coche y me
sumerjo adentro, cerrando la puerta con fuerza—. ¡Necesito cancelar esta noche! —Grito
por encima del sonido del motor arrancando—. ¡Voy a fumigar mi casa por pulgas! ¡Me
olvidé! ¡Lo siento mucho! Hablamos mañana, ¿vale?
Salgo del estacionamiento y acelero.
LAS CINCO ETAPAS DE LA TENSIÓN SEXUAL

FÉLIX

¿Hay alguna forma de seguir apadrinando a alguien sin volver a verlo en persona?
Eso espero, porque dejaré mi trabajo y me convertiré en un ermitaño, y realmente no
quiero romper mi compromiso con Jake.
Simplemente no puedo mostrar mi cara en público.
Ahora, sé que algunas personas podrían decir: “Wow, Félix. Estás exagerando por
completo”, pero apuesto a que estas personas nunca han mirado fijamente a la persona que
les gusta y le han contado sus secretos más profundos y personales que la involucran con
gran entusiasmo, secretos que involucran su futuro juntos como si fuera algo seguro que
ambos ya se han comprometido, para que se vayan a la mierda con sus opiniones y me
dejen solo en mi soledad. Quiero enterrarme profundamente bajo tierra.
Pero, ¿qué comería allí abajo?
Golpeo mi cabeza contra el volante una última vez solo por el placer de hacerlo antes de
finalmente salir de mi coche.
Son poco más de las diez y el cielo está negro y sin estrellas. Los grillos cantan en los
campos a mi alrededor.
Son los únicos que me dan la bienvenida a casa.
El sensor de movimiento sobre el porche detecta mi movimiento, y el reflector se
enciende, iluminando el camino de tierra mientras camino hacia la casa.
Estoy casi en los escalones del porche cuando la grava cruje en la distancia. Es un
sonido inesperado que detiene mi paso.
Soy la única casa en varios kilómetros y el único camino de entrada para hacer ese ruido
lo suficientemente fuerte como para que yo lo escuche, y conduje a casa lo suficientemente
rápido como para que nadie pudiera seguirme.
Doy media vuelta y observo los faros a medida que se acercan.
Me esfuerzo por distinguir el vehículo y quién podría ser (está demasiado oscuro para
saberlo, y los faros casi me ciegan) hasta que el coche gira donde se abre el camino de
entrada y se estaciona detrás de mi coche, y luego pienso seriamente en correr en cualquier
dirección. No importaría. Solo lejos. Muy muy lejos.
—No, —susurro cuando mi miedo se confirma por completo, y Jake sale del coche.
Lo miro mientras camina hacia mí.
—Pero conduje muy rápido, —le digo cuando está lo suficientemente cerca. Demasiado
rapido. ¿Cómo me siguió?
—Yo también, —responde con frialdad. Mira por encima de mi cabeza—. No parece que
tu casa esté siendo fumigada de pulgas.
—¿Cómo fue-
—Te perdí en un momento, pero no hay nadie más por aquí, así que supuse que eras tú.
—Oh.
Jake se detiene justo en frente de mí.
—Bonita casa.
—Gracias.
Nos miramos, y me inquieto y espero a que él mencione lo que dije en el
estacionamiento y me cuestione hasta que esté demasiado avergonzado para vivir, o que al
menos me pregunte por qué lo dejé allí y por qué obviamente mentí sobre la necesidad de
cancelar nuestros planes, pero Jake no dice nada de eso.
Él tampoco me mira como si hubiera perdido completamente la cabeza al planear
nuestro futuro juntos.
¿En verdad va a actuar como si esa conversación nunca hubiera sucedido? No puedo ser
tan afortunado.
—¿Quieres que me vaya? —él pregunta.
No espero esa pregunta.
—¿Qué?
—¿Quieres que me vaya? —Saca las llaves de nuevo—. Sé que no querías que te
siguiera, pero pensé que estarías bien una vez que llegara aquí. Si no me quieres aquí, me
iré.
—No, te quiero aquí —digo rápidamente—. De verdad, yo solo... —Froto una mano por
mi cara. También podría confirmar lo que estoy seguro de que él ya sospecha—. Estaba
avergonzado. Hace un rato. Más bien directamente mortificado, por razones de las que
realmente no quiero hablar. Jamás. Y no quiero sentirme así delante de ti. Me preocupa
sentirme así ahora.
—¿Te estoy haciendo sentir así en este momento?
Me tomo un momento para pensar realmente en cómo me siento.
¿Estoy nervioso por la presencia de Jake después de lo que acaba de pasar? Sí.
Hace cinco minutos, ¿consideré seriamente no volver a verlo nunca más? Oh, sí.
Pero, ¿realmente quiero que se vaya ahora que finalmente está aquí?
Si Jake estaba haciendo alguna de las cosas que pensé que estaría haciendo una vez que
nos volviéramos a ver, estaría tan avergonzado ahora como lo estaba en el
estacionamiento.
Pero ni siquiera creo que me esté sonrojando en este momento.
No lo saca a colación ni me hace preguntas sobre Charlie y Cassie ni busca más detalles
secretos.
Jake no está dándole importancia a esto. Está actuando como si nunca hubiera pasado.
Mierda. ¿Qué tan genial es él?
—No, —respondo finalmente—. No me siento así. Me sentí así, pero ahora estoy bien.
No necesitas irte. Por favor, no te vayas.
—No me iré.
Sonrío tan grande. No puedo evitarlo.
—Bueno, bienvenido a mi casa.
Jake vuelve a guardar sus llaves y subimos los escalones uno al lado del otro. Me deslizo
más cerca hasta que nuestros brazos se tocan.
—Tu casa no es lo que imaginé, —dice.
—¿Qué imaginaste?
—No una vieja granja en medio de la nada. —Me mira abrir la puerta—. ¿Cultivas tu
propia comida, Granjero Félix?
—Sí. —Me río—. Toneladas de comida. Tengo mis propias vacas y esa mierda también.
Empujo la puerta para abrirla y entro en la casa, encendiendo las luces. E l piso de
madera cruje bajo mi peso.
Jake me sigue adentro.
—En realidad, solía haber un montón de animales aquí cuando mi mamá era pequeña.
Caballos. Cerdos. Ovejas. —Lanzo mis llaves sobre la mesa y señalo el mostrador—. Ahora
solo somos Bella la Perra, y yo.
—¿Qué? —Jake da un paso a mi alrededor para mirar dentro de la cocina—. Oh. Tienes
una gata.
—No. No es una gata. —Cierro la puerta—. Tengo una compañera de casa maliciosa que
odia a todos, especialmente a mí. En serio, Jake. No te acerques demasiado. Detente. Yo no
la acariciaría. Ella no es normal. Ella... ronroneará y se inclinará hacia ti porque así es como
suele reaccionar al afecto. ¿Qué carajo?
—¿Qué?
—¡Ella odia que la toquen! —Doy un paso más cerca y luego me congelo a mitad de
camino en la cocina cuando escucho un bufido—. ¿En serio? Yo te alimento, psicópata. ¿Soy
la razón por la que estás viva y dejas que un extraño te acaricie?
Jake le rasca el cuello y le pasa la mano por la espalda.
—A ella parece gustarle. Ven. ¿Quieres subir? —Se da palmaditas en el pecho, y mi
mandíbula se abre cuando Bella trepa por su cuerpo y deja que Jake la sostenga como si
estuviera acunando a un recién nacido—. Oh. ¿Te gusto? Tú también me gustas.
Bella le da toques con las patas en la cara y Jake sonríe como si la adorara.
Y si alguien se lo pregunta, nunca he tenido celos de un animal. Ni una sola vez.
—Ojalá me miraras a mí así —murmuro.
—¿Qué? —Su cabeza se levanta.
—Nada. —Abro el gabinete de snacks y rebusco—. ¿Qué te apetece ver? Me inclinaba
por un documental de Netflix. Algo realmente turbio. Pero si prefieres ver una película,
también está bien.
—No me importa. Puedes escoger.
—¿Palomitas?
—Claro.
—La TV está en la habitación de al lado. Si quieres ir a sentarte, haré un bol de snacks.
Jake cruza la habitación y dobla la esquina, y vislumbro la cola de Bella mientras se
enrosca alrededor de su espalda, como si ella también lo estuviera agarrando.
Perra.
Agarro el tazón más grande que puedo encontrar y empiezo a llenarlo con snacks al
azar mientras las palomitas de maíz explotan, hasta que veo mi cabello en el reflejo del
microondas, y luego recuerdo lo mucho que estaba sudando hace unos minutos y salgo
corriendo del habitación y subo las escaleras.
Saludo a Jake cuando estoy a mitad de camino, gritando—: ¡Ya vuelvo! —y— ¡Solo
bájala si estás harto de ella! —porque Bella no se acurrucaría en su regazo mientras vemos
una película, sobre mi cadáver. Ese es mi lugar.
O, al menos, siento que la opción debería estar disponible.
Irrumpí en mi habitación, me arranqué la camisa y la tiré al suelo de camino al baño.
Me inclino sobre el lavabo y me echo agua fría en la cara y la cabeza.
Humedezco un trapo y lavo mis axilas. Mierda. Espero que no me haya olido ya.
Vuelvo a aplicarme desodorante y aprieto mis rizos con una toalla para que no goteen, y
sigo jugando con mi cabello mientras agarro otra camisa y salgo corriendo de la habitación.
Estoy vestido cuando llego al final de las escaleras, y me doy cuenta de que Jake me
mira fijamente.
—¿Qué?
—¿Acabas de lavarte el pelo?
—¿Algo así? No quería oler a sudor. —Limpio una gota de agua de mi mejilla.
—No me quejaría si así fuera.
Oh, en serio.
Miro a Bella cuando levanta la cabeza del muslo de Jake, mirándome como si estuviera
interrumpiendo su precioso tiempo juntos (ya quisiera ella), y luego vuelvo a la cocina,
tomo las palomitas de maíz del microondas y las tiro en el bol. Mezclo los snacks para que
todo se distribuya uniformemente.
Y me pongo el gorro antes de regresar a la sala de estar.
—¿Qué quieres beber? —Le pregunto a Jake, entregándole el bol.
Sus ojos alcanzan mi cara y luego más arriba.
—Cualquier cosa menos cerveza de raíz.
—Solo la compro si tengo helado de vainilla.
—Sí. Eres normal.
—¿Gracias? —Me río.
—Bonito gorro.
Me sonrojo tan rápido que es ridículo.
Entonces me doy cuenta de que Bella se acurruca aún más en el regazo de Jake.
—En serio. Solo empújala. Ella puede lidiar con eso.
—Ella está bien, —dice Jake, sosteniendo el bol contra su pecho para no colocarlo
encima de Bella, y Dios no lo quiera, molestarla.
Bella y yo nos miramos a los ojos.
La miro de nuevo antes de salir de la habitación y regresar con dos vasos de Coca-Cola.
—Hay tantas cosas aquí, —dice Jake con asombro, pescando con el dedo entre los
snacks—. Pretzels. M&M's. Oreo. Pensé que solo me estabas dando un tazón de palomitas
de maíz.
—Um, ¿dirás aburrido? —Me siento a su lado y sonrío cuando Bella salta, luego me
inclino hacia adelante y dejo nuestros vasos en la mesa de café—. Me gustan los snacks
salados y dulces con palomitas de maíz. Y los M&M se derriten y cubren todo en el tazón. Es
bueno. Confía en mí.
Tomo el control remoto del otro reposabrazos, pongo Netflix y empiezo a desplazarme.
Y cuando no siento el contacto que necesito sentir, me deslizo hasta que lo siento.
—Me gusta el contacto, —le digo, en caso de que tenga curiosidad.
El calor de su brazo contra el mío es tan correcto. Nunca quisiera moverme.
—Puedo decirlo, —dice Jake suavemente. Mastica los snacks.
Mantengo mis ojos en la pantalla.
—Me hace sentir bien. Me gusta el contacto. Oh. Han añadido algunas cosas nuevas aquí.
Muchas opciones. ¿Ves algo que te guste?
—Sí.
—¿Cuál?
Giro la cabeza cuando no responde y, joder, me mira directamente y sonríe mientras
mastica.
Jake me está coqueteando. No puede ser. ¡No puede ser!
Se refiere a mí, ¿no?
Quiero que solo lo diga para no volverme loco preguntándome en mi mente. Y cuando
no lo hace, quiero preguntarle, pero tengo miedo, demasiado miedo. No podría dejarme
abierto a ese tipo de rechazo si me equivoco, así que no digo nada ni reconozco lo que creo
que quiere decir.
Vuelvo a mirar la televisión y pretendo que este pequeño momento entre nosotros
nunca sucedió, porque no puede suceder de todos modos. Ambos lo sabemos.
—Esto se ve bien, —digo, haciendo clic en algo, cualquier cosa.
Ni siquiera leo la descripción antes de reproducirlo. Solo me importa ahogar los latidos
de mi corazón. Me preocupa que Jake pueda oírlo.
Sostiene el tazón entre nosotros y yo agarro un puñado.
—¿Vives aquí solo? —él pregunta.
—Sí. Bueno, mi papá aparece a veces, pero no lo he visto en mucho tiempo. —Me meto
un pretzel en la boca y lo sigo con unos cuantos M&M—. Sé que es una casa grande para
una sola persona, pero mi mamá me la dejó cuando murió. Ha estado en su familia desde
siempre. Y me recuerda a ella, así que no creo que me vaya a mudar nunca.
—No deberías. Se está bien aquí. Es tranquilo.
—A veces demasiado tranquilo.
Siento que me mira.
—Está comenzando. Shh —digo.
Nuestros dedos se tocan cuando ambos vamos por la misma Oreo.
—Puedes quedártela, —dice Jake.
Le encuentro otra y se la entrego a ciegas, y los dos los mordemos al mismo tiempo.
Apuesto a que eso significa algo, susurra mi mente.
Lamo las migajas de mis labios y finjo que no lo escucho.

¿Creo que la película fue buena?


Honestamente, he estado un poco distraído.
Una vez que el bol está sobre la mesa y Jake apoya su mano en su muslo, me concentro
en él y bloqueo todo lo demás, porque estamos sentados tan cerca que su dedo meñique
también toca mi muslo. Apenas, pero es suficiente. Y sigue moviéndolo de lado a lado,
frotando suavemente el mismo lugar en mis jeans una y otra vez, pero no me mira ni sonríe
a la televisión o nada, así que no creo que se dé cuenta de que lo está haciendo. Y solo
quiero decirle que ponga toda su mano sobre mí o se detenga, pero tampoco quiero volver
a hablar nunca más y dejar que esto continúe sucediendo para siempre.
Pero luego aparecen los créditos, y Jake estira los brazos por encima de él, y estaría
furioso por la falta de contacto, excepto que ahora su camisa se está subiendo y veo su
abdomen duro, y sus abdominales tienen abdominales, y no estoy enojado por esto en
absoluto.
Pero algo le pasa a mi cerebro. Hace un cortocircuito o deja mi cuerpo por completo,
porque dejo escapar la pregunta más ridícula que le he hecho a alguien.
—¿Quieres quedarte a dormir?
Sueno como si tuviera cinco años y le pidiera a mi mejor amigo que se quedara a pasar
la noche, pero nunca pude hacerlo.
Nunca tuve un mejor amigo, así que solo puedo imaginar cómo habría sonado.
Pero estoy seguro de que Jake se reirá de mí en cualquier momento y pasará. Los dos
tenemos veintitantos años y los hombres adultos no suelen tener pijamadas (a menos que
sea sexual y todos sabemos que eso no puede suceder), así que espero el rechazo que sé
que se avecina.
—Um.
Um.
Eso es todo lo que dice. Él está considerándolo…
Vaya, ¿de verdad quiere quedarse?
Decido que sí, Félix, ¡quiere quedarse a dormir! Jake solo necesita un poco de aliento. Un
pequeño empujón para tomar esta decisión.
Y yo soy justo el hombre para darle una mano. (O mi boca18. Jaja.)
—Es muy tarde, —le digo—. Y no es que no tenga espacio aquí. Hay dos camas extras. O
el sofá. Yo duermo en una king.
Ambos nos miramos rápidamente, y no puedo creer que le acabo de decir lo grande que
es mi cama y lo fácil que cabemos en ella.
¡Ese no es el tipo de estímulo que necesita!
—Oh. Pero digo, las otras dos camas también son buenas. Y creo que el sofá es cómodo.
En realidad, nunca he dormido en él, pero se siente bien para sentarse. Además, puedo
prepararnos el desayuno por la mañana. Creo que soy bueno en eso.
La comisura de su boca se levanta.
—Me gusta la idea del desayuno.
Joder, sí, le gusta. JODER, SÍ, LE GUSTA.
—¡Bien! —Mis ojos se abren cuando se ríe de mi arrebato—. Um. Entonces, deberías
quedarte. Quédate, Jake. Porque es tarde. Y porque tengo espacio. Y bueno, porque a los dos
nos gusta desayunar.
Se inclina hacia un lado y saca su teléfono.
—¿Qué estás haciendo? —Pregunto.
—Hacerle saber a mi hermano que no iré a casa esta noche.
Salto del sofá.

18
Aquí Félix hace un juego de palabras al decir “I am just the man for the job” (lit. “soy justo el hombre
para el trabajo”), y le sigue con “blow or otherwise” (lit. “una mamada o de cualquier otro tipo”), siendo “blow
job”, “mamada” en inglés. Lo adapté para que tenga sentido en español.
—Iré a preparar tu habitación. —A la mitad de las escaleras, me detengo y lo miro—.
Quieres una habitación, ¿verdad? ¿No el sofá?
—Claro.
—Es lo que pensaba. Solo quiero asegurarme de que tengas una buena almohada.
Corro escaleras arriba.
El dormitorio frente al mío tiene la cama más grande y, a menos que Jake quiera
meterse en mi antigua cama, me imagino que querrá quedarse con esta.
Doy la vuelta a la colcha y huelo las sábanas, asegurándome de que estén bien ya que
nadie duerme aquí y lo mantengo listo en caso de que me despierte milagrosamente con
una familia o algo así, y luego me acuesto y pruebo la almohada.
Se siente suave como una pluma contra la parte posterior de mi cabeza.
El piso cruje cuando Jake camina por el pasillo, y rápidamente me siento cuando se
detiene en la puerta.
—Esta es buena. —Saco las piernas de un lado y me pongo de pie—. ¿Necesitas algo?
¿Un pijama? ¿Una manta extra?
¿Que te chupen la polla?
¡Félix!
—No. Estoy bien, —dice.
—Esto es emocionante para mí. Nunca antes había tenido una fiesta de pijamas. —Me
sonrojo instantáneamente cuando Jake claramente no entiende por qué lo digo—. Um. —
Miro al suelo hasta que se me enfría la cara—. Hay un baño al final del pasillo. Pasaste por
él. Guardo cepillos de dientes extra que me dan en el dentista, para que puedas usar lo que
quieras. Y creo que eso debería ser todo. —Nuestros ojos se encuentran de nuevo—.
Supongo que te veré en la mañana.
—Está bien, Félix.
Asiento una vez y luego doy un paso alrededor de él, cruzo el pasillo y me dirijo a mi
habitación. Cierro la puerta sin mirar atrás.
E inmediatamente me arrepiento.
Mierda. Debería haberle dicho buenas noches o al menos despedirme con la mano. Algo.
Y me molesta.

hola :)

Me subo a la cama después de cepillarme los dientes y quitarme la ropa y me tapo con
las sábanas hasta el pecho. Mantengo el teléfono encima de mí mientras sigo escribiendo.

esta noche fue divertida

me alegro de que me hayas seguido a casa

Espero y espero. No creo que me responda, pero mi corazón se acelera cuando aparecen
las pequeñas burbujas de texto.

yo también
te gustó la pelicula

sí?

porqué el ?

era basicamente una porno

¿Qué?
¿Qué mierda puse?

lo fue?

no la estabas viendo?

simplemente no recuerdo el sexo

fue bastante explícito

en serio?

estuvieron follando durante la mayor parte de la película Félix.

cierto

sexo hetero?

qué? sí

iugh

WTF no lo estabas viendo

sí la vi!

bueno, en verdad no

por qué no? que estabas haciendo

comiendo y pensando en cosas

qué cosas?

no sé, cosas al azar

había mucho sexo. No puedo creer que no hayas visto nada.

te soy sincero, me alegro de haberme distraído si no era más que sexo hetero

jajaja

quieres quedarte despierto toda la noche?

Estoy bastante cansado

oh ok genial también

mañana podemos follar si quieres

Casi dejo caer el teléfono en mi cara.


***salir19

Quise decir que podemos pasar el rato

mierda

jajajajajaja dijiste follar quieres follarme

cállate

claro que podemos follar mañana :)

podemos follar pasado mañana también si quieres

no vas a dejar pasar esto

imposible

buenas noches Félix

buenas noches follamigo!

Entierro mi cara en la almohada y sonrío.

19
Jake confunde una letra en inglés convirtiendo la palabra “hang” (“salir”) con “bang” (“follar”).
¿QUIERES IR AL INFIERNO JUNTOS?

JAKE

Me despierto con tres mensajes de texto de mi hermano y una llamada perdida, todos
enviados muy temprano esta mañana.
También tengo un mensaje de Tinder que elijo ignorar y leer los de CJ en su lugar.
Está asustado porque me quedé fuera toda la noche, a pesar de que le dije dónde estaría
y le pedí que no se preocupara. Le aseguré que estaba bien. Probablemente todavía esté
enojado porque me fui en la noche de juegos con sus amigos, y realmente no tengo ganas de
que me grite ahora (o más bien nunca), así que mantengo mi respuesta breve.
También miento, para que no intente obligarme a hablar en este momento.

Estoy bien, pero mi teléfono está casi muerto. Lo apagaré

me reportaré más tarde

Mi batería está a poco menos del cincuenta por ciento, y podría dejarlo encendido, pero
conozco demasiado bien a mi hermano. Llamará aunque le acabo de decir que no
contestaré.
Lo apago justo cuando comienza a responder y lo dejo caer sobre la cama.
El reloj de la pared me dice que son poco más de las ocho.
Me rasco el pecho desnudo y miro hacia abajo a la sábana alrededor de mi polla.
Sé que no debería, no aquí, no ahora, pero mi mano se mete debajo de mis bóxers antes
de que pueda detenerme, me muerdo el labio y la agarro. Mis ojos se cierran mientras
arqueo mi cuello.
Me arde la piel y esto tiene que ser rápido, cómo no lo va a ser, con Félix en la cabeza y
en la misma casa.
Me desperté tan jodidamente cachondo.
Dejo que mi polla golpee con fuerza mi abdomen y espero que pueda oírlo. ¿Qué tan
jodido es eso? Félix podría sorprenderme en cualquier momento, y pienso en lo que
sucedería si lo hiciera.
No deberíamos, pero lo haríamos. Ahora mismo, yo lo haría. Ni siquiera dudaría.
Me lo follaría a pelo si me dejara.
Lo quiero tanto. Es una pena hacer lo correcto.
Por favor que entre. Por favor que entre. Por favor que entre.
Froto mi pulgar sobre una vena palpitante. Aprieto, jadeando de alivio. Me masturbo
más fuerte y embisto con mis caderas en el aire cuando imagino cómo se sentiría correrme
dentro de un chico por primera vez, y luego, dentro de mi mente, Félix me dice que es su
turno de follarme, y mi culo aprieta con deseo. Mi abdomen se estremece. No puedo
recuperar el aliento.
Joder, estoy cerca. Estoy tan cerca.
Mis bolas hormiguean y apenas me bajo los calzoncillos a tiempo. Hay un chorro de
semen en mi pecho y abdominales y estoy gimiendo su nombre, y lo único que lamento es
que esto no se desarrolló como secretamente quería.
Y eso es jodidamente loco.
Todavía me río en silencio de lo jodido que estoy después de limpiarme y vestirme.
Sé que Félix está despierto. La puerta de su dormitorio está abierta y puedo oler tocino
cuando salgo al pasillo. Me pregunto a qué hora se levantó.
Me detengo en el baño y tiro los pañuelos que usé, y luego bajo las escaleras.
Bella está acurrucada en el último escalón y extiendo la mano para acariciarla. Ella
ronronea y lame mi palma.
—Buenos días, —le digo—. ¿Todavía te gusto hoy?
Ella se inclina hacia mi mano.
—¿Jake? —Félix grita.
—Sí. Estoy despierto.
Dejo a Bella y doblo la esquina, congelándome cuando entro a la cocina, y la palabra
joder pasa por mi mente por dos razones completamente diferentes.
Primero, la mesa está cubierta con comida.
Panqueques apilados y montones de huevos revueltos, suficiente tocino para diez
personas, salchichas, gofres y rollos de canela. Félix cocinó lo suficiente para un pequeño
ejército.
Y luego está Félix.
Dios. Félix.
Está parado en el fregadero, enjuagando algo.
Está de espaldas a mí y solo lleva pantalones de chándal grises. Nada más.
Y Dios, nunca había querido follarme a alguien tanto antes.
Tiene la piel pálida decorada con tatuajes negros y extremidades delgadas y hoyuelos
en la espalda baja tan marcados. Y me acerco porque jodidamente tengo que hacerlo,
deteniéndome cuando está justo a mi alcance, y extiendo mi mano hacia él, la yema de mi
dedo traza el gran ala de mariposa que abraza el hueso de la cadera que sobresale.
Félix jadea y se pone tenso cuando lo toco, y yo digo—: Lo siento —y—, Dios, Félix —y
— ¿No te dolió?
Y traga audiblemente y dice—: Sí —y— puedes tocarlos todos si quieres —y es tan
jodidamente valiente para decirme eso, sabiendo que no debería.
Miro sus tatuajes mientras bajo mi mano.
—Voy a mirar, —le digo.
—Está bien.
Su piel está marcada en lugares aleatorios.
Un corazón con una daga atravesándolo en la parte posterior de su cuello. Las palabras
Trate con Cuidado recorriendo su espina dorsal. Una calavera en un omóplato y una rosa
floreciente en el otro. Hay un juego de tres en raya y las palabras Nos Vemos Pronto y una
tirita con Con Amor, Mamá escrita en tinta. En su otra cadera, una mariposa a juego.
Tiro suavemente de su codo, haciendo que Félix se gire para mirarme.
Entonces, en voz tan baja, dice—: Hola, —cuando nuestros ojos se encuentran, y sus
mejillas están ardiendo de color rojo brillante.
—Hola, —le respondo.
Su cabello está desordenado por el sueño, rizado sobre sus ojos y jodidamente adorable.
Y es tan tímido al dejarme hacer esto, probablemente se sonrojará más tarde solo de
pensarlo, pero Félix aún puede recostarse contra el fregadero y agarrar el borde de la
encimera y posar como si supiera lo sexy que es.
Miro su pecho y abdomen y la marca de sus bíceps, y ni siquiera puedo prestar atención
a los tatuajes que lo cubren. Aún no. Miro el cuerpo debajo de ellos.
Definitivamente es más delgado que yo, pero Félix tiene músculos. Bien marcados, como
si los estuviera flexionando sin siquiera intentarlo. Y joder, sí, me gusta mucho. Sus
abdominales están tallados y sus pectorales se tensan cuando cruza un tobillo sobre el otro,
y los tatuajes en sus brazos se extiende sobre las venas que sobresalen y se abultan.
Paso a sus tatuajes.
Tiene un árbol con raíces podridas en su pectoral. La balanza de la justicia está en un
lado de su ombligo y un cupido disparando una flecha está en el otro. Hay animales al azar:
una cabeza de lobo, un zorro con una cola esponjosa y un panda de aspecto caricaturesco.
Seis flores más decoran su torso. Diferentes tipos. El nombre de Dean está escrito sobre su
cadera.
—Hice que me lo hiciera, —dice Félix con orgullo—. Actuó como si yo fuera tonto por
quererlo, pero lo atrapé sonriendo para sí mismo cuando estaba limpiando.
—Tienes muchas flores.
—A mi mamá le gustaban las flores.
Miro el tatuaje de BESA AQUÍ durante un segundo más de la cuenta y humedezco mis
labios secos. Luego bajo mi mirada a la cintura de sus pantalones de chándal y los tatuajes
que se asoman por debajo.
No puedo decir lo que está escondiendo. Casi le pido que los baje y me deje ver.
Pero entonces Félix mete la mano en sus pantalones, se ajusta la polla, y se ríe con una
risa ronca, diciendo—: Joder. Bien podrías estar tocándome. —Y ahora sé que se está
poniendo duro.
Pedirle que me muestre los tatuajes peligrosamente cerca de su polla es lo último que
necesito hacer.
—¿Tienes hambre? —él pregunta.
¿Por comida? No ahora mismo. Pero le digo que sí tengo.
Félix nos sirve un poco de jugo de naranja y nos sentamos uno frente al otro.
—Apenas puedo verte —digo, inclinándome alrededor de la torre de panqueques.
Casi escupe el jugo y se limpia una gota de agua de la barbilla con el dorso de la mano.
—Siempre preparo demasiada comida, —dice—, como mucho. Y las sobras son buenas.
Pero si alguna vez vuelvo a tener una familia algún día, estaré listo, así que tal vez no sea
malo que lo haga.
Un dolor agudo pulsa dentro de mi pecho.
Joder, eso me pone un poco triste.
Félix vive solo en esta casa grande y probablemente así haya sido por un tiempo,
considerando lo ausente que parece estar su padre, y cocina grandes comidas para una sola
persona cuando está claro que desearía no estar solo.
—Estás frunciendo el ceño, —dice, llevándose huevos a la boca—. No-oh.
Rápidamente relajo mi rostro y Félix se ríe de mí.
—Aw. Incluso cuando te esfuerzas por no fruncir el ceño, sigues frunciendo el ceño,
Jake.
—Cállate —digo, cogiendo tres panqueques y deslizándolos en mi plato—. Iba a darte
un cumplido, pero olvídalo.
—Dime.
—No.
—¿Por favor?
Lo observo sacar el labio inferior y suspiro. Joder. Eso es lindo.
—Todo esto se ve muy bien, —le digo—. Huele bien también.
Se sienta derecho, y su sonrisa llega a sus ojos.
Echo jarabe en mi pila, la corto y descubro que la comida de Félix no solo se ve bien.
También sabe jodidamente bien.
Sirvo una porción de huevos en mi plato y tomo un poco de tocino, sonriendo cuando
Félix lame el glaseado de su panecillo de canela antes de darle un mordisco. No me
sorprende que así lo coma.
—Entonces, Jake, —dice con seriedad.
—Entonces, Félix, —chupo el jarabe de mi labio.
—¿Vamos a follar hoy o qué?
Le pongo los ojos en blanco y se ríe a carcajadas, inclinando la cabeza hacia atrás.
—Oh, Dios. No pensé que podría decir eso con una cara seria. —Se ve irritantemente
orgulloso de sí mismo.
—Debería decir 'sí, Félix, eso haremos', solo para ver qué harías.
—Oh. No, no deberías. Empezaríamos ahora mismo si dijeras eso. —Se come un trozo
de tocino.
—Sabes que no podemos.
—Sí, pero lo haríamos.
Nos miramos a los ojos, los dos esquivamos la mirada del otro y miramos hacia abajo al
mismo tiempo y joder, estamos tan jodidos. Somos una bomba de tiempo haciendo tic-tac.
Al menos uno de nosotros debería tener algo de sentido común, pero yo me masturbé en la
casa de Félix y gemí su nombre, rogándole que me escuche, y él admite que no tendrá
fuerza de voluntad si se le da la oportunidad de que nos liemos, y ¿se supone que debemos
mantener nuestras manos quietas durante años?
Esta “regla” no es simplemente una estupidez. No es razonable.
Me meto los huevos en la boca, miro hacia arriba y veo a Félix doblar un panqueque por
la mitad y atiborrarse la boca con él.
Está respirando pesadamente por la nariz y mirando fijamente a la mesa, y me pregunto
si está prediciendo cuánto tiempo más esperaremos antes de que suceda lo inevitable.
Tic.
Tic.
Tic.
Minutos después, se aclara la garganta.
—Um. Sin embargo, vamos a pasar el rato, ¿verdad? Dijiste que podíamos.
Lo miro de nuevo.
—Sí. Claro.
—Está bien.
—¿Que quieres hacer?
—Yo suelo ir a ver a mi mamá los domingos. ¿Podemos hacer eso primero?
No espero que sugiera eso, y me toma demasiado tiempo responderle.
—No tenemos que hacerlo, —dice rápidamente.
—No. Podemos.
—Está bien. Puedo saltármelo esta semana. Pasaremos el rato aquí.
—Félix. Vamos a ver a tu mamá. Es domingo. Eso es lo que vamos a hacer.
Traga su jugo.
—Está bien. Muchas gracias.
El tenedor que estoy llevando a mi boca se congela a centímetros de mi cara, y tengo
que obligarme a permanecer en esta silla y seguir comiendo y no actuar por mis putos
sentimientos, porque me acabo de dar cuenta de lo mucho que me gustan las variaciones
del humor de Félix.
Cuando está siendo un sabelotodo y juguetón, haciéndome reír con mensajes de texto o
donas en un restaurante.
Cuando se vuelve profundamente confiado y explota su sexualidad.
Me daría curiosidad incluso si no me gustaran los chicos.
Cuando es lindo y hace pucheros, y cuando coquetea tan fácilmente, como si ni siquiera
se diera cuenta de que lo está haciendo.
O ahora mismo: cuando es serio y sensible y se siente tan jodidamente agradecido por
las cosas más pequeñas.
Me atrae Félix de la forma más básica y biológica. Él hace que mi polla se ponga dura.
Eso es suficiente para querer estar cerca de él, incluso si no es mi padrino o amigo.
Pero creo que es más que eso.
Me gusta él. Quién es y cómo actúa. Me gusta lo suficiente como para cambiar mis
planes en el último minuto.
Me gustaría incluso si nunca follamos.
Y eso… podría ser un problema.

Félix se ofrece a llevarnos al cementerio, y creo que probablemente sea lo mejor. Estoy
demasiado atrapado dentro de mi cabeza para concentrarme en escuchar instrucciones y
seguirlas.
Haría que nos perdiéramos. Nunca llegaríamos al cementerio, y entonces Félix tendría
que saltarse una semana y esperar hasta el próximo domingo para visitar a su mamá.
Y luego me sentiría mal y querría consolarlo de alguna manera, y lo que comenzaría
como un abrazo inocente sin duda nos llevaría a tontear, en medio de lo cual le diría cuánto
me gusta y cómo me está empezando a gustar mucho, y luego pasaremos de “no poder
follar“ a “poder follar-nos”20. (¿Cómo puedo hacer bromas en este momento?) Entonces,
que Félix conduzca es absolutamente lo que debe suceder.
—¿Estás bien? —pregunta cuando estoy demasiado callado y raro.
No he dicho una palabra en todo este viaje. Ni siquiera hablé cuando paramos en una
gasolinera para comprar flores. Simplemente lo seguí adentro y afuera, como un bicho raro.
Los sentimientos son tontos. Desearía nunca haberlos sentido.
—Sí, —digo—. Solo estoy pensando.
—¿Sobre la muerte?
Claro. Iremos con eso.
—¿Qué tipo de cáncer mató a tu mamá?
Félix reduce la velocidad y se detiene en un estacionamiento.
—Comenzó en sus pulmones y se extendió a sus ganglios linfáticos. Murió ocho meses
después de que se lo encontraron. Es una locura. No pensé que las personas pudieran tener
cáncer de pulmón si nunca fumaban.
El paquete de cigarrillos en mi bolsillo delantero derecho se siente pesado e incómodo.
Casi nunca fumo y aún no lo he hecho frente a Félix, pero ahora mismo me arrepiento
incluso de haberlos comprado.
Estaciona y apaga el coche, y ambos salimos.
—¿Puedes darme unos minutos? —pregunta, mirándome a través del capó.
—Sí. Por supuesto.
Me apoyo en el lateral del coche y cruzo los brazos sobre mi pecho mientras Félix
camina delante.
No me sorprende que quiera hacer esto solo. Nunca he tenido que visitar a nadie en un
cementerio, pero imagino que es algo que querrías hacer en privado.
Lo observo esquivar marcadores enterrados en el suelo y zigzaguear entre lápidas altas
hasta que se detiene en medio del cementerio y se sienta en la hierba. Se quita el gorro y se
revuelve el cabello, y luego su boca se mueve.
No puedo oírlo. Está demasiado lejos. Y cuando Félix agacha la cabeza y arranca el
césped, me siento mal por mirarlo de la forma en que lo estoy haciendo. Como si estuviera
invadiendo su tiempo con ella.
Me doy la vuelta y cuento la grava delante de mis pies.
Probablemente debería llamar a mis padres pronto. Ambos me han dejado mensajes,
transmitiéndome su preocupación y ofreciéndome apoyo, y soy demasiado cobarde para
devolverles la llamada.
Sé que CJ los mantiene actualizados, así que no me siento tan mal por eso.
Aún así. Estar aquí, me hace pensar que debería.
Minutos después, escucho que Félix se acerca y giro la cabeza.
Se acerca a uno de esos cubos de basura con forma de barril de metal y tira flores
muertas dentro. Luego se mueve en mi dirección, con el gorro puesto y el rostro sombrío.
Cuando llega al frente del coche, veo las lágrimas en sus ojos y las que manchan sus
mejillas cuando me mira y dice—: Está bien. Estoy listo para irnos a casa.

20
La broma aquí consiste en un juego de palabras en inglés “everything but fucking” (lit. “todo menos
follar”) a “butt fucking” (lit. “sexo anal”). El intento de adaptarlo al español no fue muy bueno XD.
Y viéndolo y escuchando eso, no puedo preocuparme en lo que pueda resultar
abrazarlo.
Doy la vuelta al coche, le agarro la nuca y aprieto a Félix contra mí.
El abrazo es aplastante, y estoy tan feliz de estar aquí y poder hacer esto.
Mi brazo rodea su espalda, manteniendo a Félix en su lugar, y él se envuelve alrededor
de mi cintura y aprieta tan jodidamente fuerte, su rostro se frota contra mi cuello.
Se estremece en un suspiro y ambos nos abrazamos con más fuerza. Y lo único en lo que
estoy pensando es en cuánto necesitaba hacer esto.
Odio que su mamá haya muerto y que él la visite aquí todas las semanas.
Y realmente odio a su padre por no estar cerca. Félix está solo y no debería estarlo.
Finalmente le pregunto—: ¿Estás bien? —después de separarnos.
Él asiente y se limpia la cara. —Lo siento, lloré contigo.
—No me importa eso.
—Das buenos abrazos, Jake. Mierda. Por supuesto que sí. —Félix gime contra sus manos
—. Como que deseaba haberlo odiado. —Se sonroja furiosamente cuando volvemos a
mirarnos a los ojos—. Joder. ¿Puedes ser malo en algo?
Me río, caminando hacia mi puerta cuando él va a la suya.
—La próxima vez intentaré estropearlo. Tal vez lo terminaré demasiado pronto o algo
así.
—¿Va a haber una próxima vez?
Nos miramos el uno al otro.
—Sí, —decimos juntos, y luego los dos nos reímos y subimos al coche.
—Mierda. Estamos jodidos, —dice, poniéndolo en marcha—. Sabes que estamos
jodidos, ¿verdad?
—No sé. Sobrevivimos a un abrazo sin arrancarnos la ropa.
Me mira con escepticismo.
—Solo porque estamos en un cementerio y acabo de terminar de hablar con mi madre
muerta. Cambia la ubicación y me estaría doblado sobre el capó.
El calor corre hacia mi entrepierna.
Me recuesto en el asiento mientras las imágenes más vívidas asaltan mi mente.
—Probablemente deberíamos hablar de otra cosa.
—Bueno. Cambia de tema —dice, retrocediendo para salir del lugar de estacionamiento.
—No sé... eh. ¿Alguna vez has probado los hongos?
—¿Drogas? ¿En serio? ¿A eso es a lo que cambias el tema? ¡Somos adictos, idiota!
—Mira. Es difícil pensar en algo en este momento que no involucre meterte la polla.
Sale a la carretera principal y observo cómo se doblan sus manos alrededor del volante.
—Dios, tengo tantas ganas de hacer eso.
—Félix.
—Lo siento. Estoy tratando de pensar en otra cosa de qué hablar.
—Lo sé. Yo también.
Mi mente lucha por encontrar un tema al que agarrarse. Uno que no nos joda más de lo
que ya estamos.
Pero siempre se me ha dado muy bien hundirme bajo presión y hacer lo único que no
debería hacer.
Como contar cosas que no debería.
—Pensé en ti cuando me masturbé esta mañana.
Cierro mis ojos.
Ups.
—¿Qué te pasa? —Félix pregunta.
—Lo siento.
—Apestas en esto. Estoy muy contento de que me hayas dicho eso, pero apestas en esto,
Jake.
—Tal vez tú deberías cambiar el tema entonces. —Lo miro fijamente, arqueando las
cejas cuando no puede pensar en una mierda que decir que no sea algo de lo que no
deberíamos estar hablando—. ¿Ves? No es fácil, ¿verdad?
Agarra el volante, sus nudillos están blancos.
—Tengo un miedo irracional de estar en un coche con campos de maíz a ambos lados de
la carretera.
Parpadeo mirando su perfil.
—¿Tú qué?
—Lo sé. Sé que es raro. No puedo explicarlo. Pero me asusto si hay campos de maíz a
ambos lados cuando conduzco. Esa es una mierda de película de terror que no necesito en
mi vida.
—Hay muchas granjas por aquí.
—Lo sé, —dice, el miedo en sus ojos cuando me mira.
Me río en silencio.
—Bueno. ¿De qué más tienes miedo?
Gracias a Dios, Félix se hizo cargo de llevarnos a otro tema. Esta es una buena
distracción para nosotros.
—Globos frotándose entre sí, —dice con seriedad.
—Globos. ¿En serio?
—Ese sonido, el sonido chirriante que hacen los globos cuando se frotan. Me asusta
muchísimo. —En realidad se estremece—. Odio ese sonido.
—¿Algo más? —Me cruzo de brazos, la sonrisa más grande en mi rostro ahora. No
puedo evitarlo.
—Gente disfrazada. El océano. Osos. Arenas movedizas. Conducir sobre puentes muy
altos. El espacio. Puedo continuar si quieres.
—Por favor.
—Maniquíes. La máquina de devolución de bolas de boliche.
—Explica eso.
—Podría revertirse de alguna manera y succionar mi mano dentro del tubo.
Me mira como si estuviera loco por no haber pensado ya en esa improbable posibilidad.
—¿Eso realmente le ha pasado a alguien?
—No sé. Si no es así, ¡probablemente seré el primero!
Muerdo el interior de mi mejilla para evitar romperme a carcajadas en su cara.
Félix es completamente serio, y joder, es adorable.
—¿Eso es todo? —Pregunto.
Suspira, mira al frente y admite en voz baja—: El Triángulo de las Bermudas.
—Oh. —Mis cejas se levantan—. Wow. Bueno.
—La gente ha desaparecido, Jake, ¿y el FBI no está investigando este lugar? ¿Por qué
nadie habla más de esto?
—No sé, Félix. —Me rasco la nuca—. Al menos tú todavía te preocupas por eso.
—Bueno, alguien tiene que hacerlo.
Miro por la ventana y sonrío.
—Yo le tengo miedo a las agujas.
—No. —Suena horrorizado.
—Sí.
—Pero… quería hacerte tu primer tatuaje. Ya había elegido el lugar y todo.
—¿Te das cuenta de que nunca estuve de acuerdo con eso? —Frunzo el ceño y lo miro
—. Espera. ¿Elegiste el lugar? ¿Dónde?
—Um. —Se pasa los dientes por el labio inferior—. Tal vez deberíamos cambiar de tema
otra vez.
Oh, a la mierda con eso. Él lo mencionó.
Me inclino un poco hacia delante.
—¿Dónde, Félix?
—No es importante.
—¿Dónde?
—En tu polla.
Parpadeo, con la boca abierta.
—¿Disculpa? ¿Qué coño? ¿Estás loco?
—La gente se tatúa ahí. Yo personalmente no lo he hecho, pero se hace.
—¿Y qué es exactamente lo que tatuarías en mi polla?
Sus mejillas se sonroja instantáneamente y sugiere nerviosamente—: ¿Cambiamos de
tema?
—No.
—Realmente no deberíamos seguir.
—Dime. Necesito saber.
—¿Por qué? —Suena en pánico—. No es como si fuera a suceder ahora. ¡Te dan miedo
las agujas!
—Dímelo o cambio de tema. Y sabes lo malo que soy en eso.
—Mierda. —Golpea con los dedos el volante—. Oh. Podría estar dispuesto a
arriesgarme a eso.
—Bueno. Esta mañana no fue la primera vez que me masturbé pensando en ti. De
hecho, he…
—Félix estuvo aquí, —espeta.
Entrecierro los ojos hacia su perfil.
—¿Eh?
—Félix Estuvo Aquí, —repite—. Eso es lo que te tatuaría en la polla. Porque, bueno,
planeo estar allí. Más de una vez. —Él suspira pesadamente—. Mierda.
—Dios.
—Sí. Te dije que me dejaras cambiar de tema.
Disminuye la velocidad hasta detenerse en un semáforo en rojo y gradualmente me
mira, y nos miramos en silencio mientras ambos jadeamos, y este coche de repente es
demasiado pequeño para los dos. Necesito aire, y Félix debe estar pensando lo mismo,
porque mientras yo abro mi ventana, él enciende el aire acondicionado.
Entonces volvemos a mirar a la carretera a través de este espacio demasiado pequeño,
ninguno de los dos habla, y mi idiota decide cortar la tensión con el peor compromiso
posible.
—Puedes montarme todo lo que quieras, pero nunca me tatuarás. Al menos, no allí.
Félix traga audiblemente mientras mira fijamente mi boca y me dice con su voz más
segura—: Eso me parece bien.
—Bien. Me alegro de que estés de acuerdo con eso.
—Más que bien.
—Excelente. Yo también.
—Impresionante.
Nos alejamos al mismo tiempo.
—¿Cambio de tema? —él pregunta.
—Un poco tarde para eso, pero claro.
—Ya que has visto la mayoría de mis tatuajes ahora, ¿cuál te gusta más y por qué?
Besa aquí.
BESA AQUÍ
En lugar de responder, pretendo quedarme dormido.
—¿Jake?
Ronco, el lado de mi cara inclinado contra la ventana.
—Ah. Apuesto a que lo sé... te he pillado mirando el nuevo en mi cuello...
—Apestas en los cambios de tema tanto como yo.
—Um. No es verdad. Probablemente hablarías sobre la última vez que tuviste un mal
viaje con alguna sustancia o me preguntarías qué pienso del beso negro.
Mis ojos se abren.
—No respondas eso.
—Y luego yo diría, bueno, Jake, es curioso que deberías preguntar…
—No hablemos más.
—¿En todo el día? —Se ve desconsolado.
—No. En el resto del viaje en coche.
—Ah, okey. Eso es más o menos, dos minutos. Eso no es nada.
—¿Lo es? Porque creo que todavía estamos jodidos.
—Completamente. —Se ríe, realmente divertido ahora—. En verdad no quiero dejar de
hablar. Solo dime en qué estás pensando.
—Probablemente no debería.
—Sí deberías.
Me muevo incómodamente en mi asiento, siento la entrepierna de mis jeans de repente
demasiado apretada para estar de pie.
—Quiero besarte otra vez. —También podría reconocer lo malo que soy en esto ahora,
porque ¿por qué diablos no?—. Eso es lo que estoy pensando. Tus labios están justo ahí.
—Wow. De hecho, pensé que tal vez nos sacarías de esto.
—Ya ni siquiera me importa.
—A mí tampoco. —Félix se ríe—. Esta mierda es inevitable. Eventualmente vamos a
follar, así que, ¿qué diablos? También podríamos hablar sobre todo lo que queremos
hacernos el uno al otro.
—Exactamente.
—Y también quiero besarte de nuevo, así que no creas que es unilateral.
—No lo creí.
—Esto es divertido. Normalmente no estoy tan feliz los domingos. Creo que me
encantan las fiestas de pijamas.
Y eso, oír eso me jode aún más de lo que ya estoy. Y ya estaba prácticamente en mi
límite.
—Me alegro de que estés feliz, —le digo, en serio, y Félix me mira y sonríe.
Ni siquiera dos minutos después, está girando hacia el estrecho camino de grava que
conduce a su casa, y finalmente desvío la mirada de él y miro hacia adelante, notando el
estado de la puerta de entrada antes que él.
Me siento hacia adelante.
—Cerraste la puerta con llave, ¿verdad?
—¿Qué? —Lo ve ahora, apretando el acelerador—. Sí. Siempre hago.
—¿Alguien más tiene una llave?
—Ya no.
Félix se detiene junto a mi Honda y pisa los frenos, los dos salimos volando del coche al
mismo tiempo.
—Espera, —le digo, corriendo a mi coche y abriendo el maletero. Cojo un viejo bate de
béisbol que guardé en el maletero por nostalgia y luego corro a su lado—. Quédate detrás
de mí.
—Wow. Está bien.
—¿Qué? —Subimos poco a poco los escalones del porche.
—Nada. Simplemente, te estoy imaginando con pantalones de béisbol y eso realmente
me está poniendo cachondo.
Lo miro por encima del hombro.
—¿Puede haber alguien en tu casa esperando para asesinarte, y ahí es donde está tu
cabeza en este momento?
—Lo sé. Pero recordemos dónde estaba tu mente durante todo el camino a casa.
Realmente no puedes decirme nada por esto, Jake.
Niego con la cabeza, a pesar de que tiene toda la razón, y empiezo a avanzar de nuevo.
—Solo, por favor, quédate detrás de mí.
—No tengo problema con eso.
Llegamos a la puerta de entrada, y está claro que la persona no tenía llave y decidió
entrar a golpes.
El mango cuelga boca abajo ahora, apenas sujeto por un solo tornillo.
—Tu cerradura está rota. Vas a necesitar otra. —Empujo la puerta para abrirla por
completo y entro, apretando mi agarre en el bate en caso de que necesite golpear a alguien,
pero una mirada rápida alrededor de la cocina me dice que es seguro.
Y está completamente destrozado.
Todo lo que guardamos esta mañana ahora está de nuevo sobre la mesa y por fuera de
ella. Parte de la comida está en el suelo. La mayoría de los tuppers parecen vacíos ahora, o
al menos casi vacíos.
—Parece que tu asesino tenía hambre, —digo.
—Mis sobras, —se queja Félix, apoyando su barbilla en mi hombro—. ¿Y dejaron la
nevera abierta? Eso es jodidamente grosero.
Me empuja, patea las tapas de los tuppers y cierra la puerta.
Miro a la vuelta de la esquina hacia la sala de estar, con el bate levantado, pero también
está vacío.
Excepto Bella. Está dormida en el sofá.
—Tal vez solo robaron algo y se fueron, —sugiere Félix, acercándose a mí.
Oímos algo, un resoplido profundo y palpitante, y giramos la cabeza hacia las escaleras.
—No creo que se hayan ido —digo.
Félix se presiona contra mi espalda y agarra mi camisa con los puños mientras
empezamos a subir lentamente.
—¿Crees que es un oso? —susurra, con la voz temblorosa.
—No.
—¿Estás seguro? Podría ser un oso.
—No creo que un oso dejara comida para revisar tu dormitorio.
—A menos que esté cansado.
Estoy luchando contra una sonrisa.
—Eres muy lindo cuando tienes miedo.
—¿Gracias? Aunque prefiero no tener miedo. Y no ser comido.
—No es un oso.
Llegamos al rellano, me detengo y escucho el sonido de nuevo, pero luego nada.
Continuamos por el pasillo, el aliento caliente de Félix contra mi cuello y sus piernas
presionando contra las mías con cada paso que damos, y cuando llegamos a la puerta del
primer dormitorio, la abro con la punta del bate.
La cama doble está vacía.
—Esa es mi antigua habitación, —me dice Félix, mirando por encima de mi hombro.
—Linda.
—Sí. Realmente me gustaban los animales. Sin embargo, nunca los osos.
—Félix, te lo prometo, no es un oso.
Continuamos por el pasillo, revisando el baño a continuación. También está vacío.
Félix salta y se aferra a mí cuando se vuelve a escuchar el sonido de un resoplido.
Mucho más fuerte esta vez.
—Mierda, —susurra—. Mierda. Mierda. Mierda. Viene de mi habitación.
—Tal vez al oso le gustó más tu colchón.
Sus dedos se clavan en mis hombros.
—Prometiste que no era un oso, Jake.
—Lo sé. —Lo miro de nuevo—. ¿Mal momento para una broma?
—Sí. Obviamente.
—Lo siento.
Lentamente avanzamos lentamente hasta que estamos a un pie de distancia de la
puerta, y estiro mi mano detrás de mí y acomodo a Félix de mi espalda, diciendo—: Espera
aquí, —antes de girar mis manos a lo largo de la manija envuelta y apretar mi agarre.
Con el bate levantado, abro la puerta de una patada y entro a la habitación.
—¡Es un oso! —Félix grita—. ¿Debería correr? ¿Tú puedes correr? ¡Por favor, no te
dejes comer!
Me paro a los pies de la cama, dejando que la punta del bate toque el suelo.
—No es un oso.
Félix se acerca con cautela, asomando primero la cabeza por el marco de la puerta.
—¿Qué es?
—Es un vagabundo.
Le frunzo el ceño al vagabundo que ronca, respirando por la boca cuando percibo un
fuerte olor de él.
—¿Qué? —Félix entra rápidamente—. Oh, mierda. Es mi papá.
Mi cabeza gira a la derecha.
—¿Este es tu papá?
Oh, mierda.
—Sí. —Félix se tapa la nariz y la boca con la camisa—. Huele a él.
Observo detenidamente la cara del chico, tratando de ver algún parecido, pero aparte
de los rizos canosos que yacen en su frente, no se parece en nada a Félix.
Es robusto, con extremidades cortas y un torso ancho. Los ángulos de su cara son
demasiado agudos.
—¿Él irrumpió en la casa? —Pregunto.
—No tiene llave. Cambié las cerraduras hace seis meses.
Me levanto la camisa cuando el hedor se vuelve demasiado.
—¿Cuánto tiempo ha estado fuera?
Félix piensa por un momento.
—¿Un año y medio, tal vez? Realmente no llevo un registro de cuándo decide aparecer.
—Eso es jodidamente loco. ¿Desaparece tanto tiempo?
—A veces.
Félix se da la vuelta y sale de la habitación, y lo sigo caminando rápido.
Cierra la puerta cuando salgo y dice:
—Lo siento. Esto es realmente vergonzoso. —Recostándose contra la pared, se baja la
camisa y se cubre la cara con las manos—. Joder.
—No tienes que avergonzarte. No me importa.
—Él apesta, —dice Félix, bajando las manos. Se ve miserable.
—¿Quieres despertarlo?
—No. —Sus ojos se ven repentinamente pesados—. Yo… mierda. Quiero que te vayas,
Jake. Lo lamento.
Me estremezco y Félix se da cuenta, y espero a que se retracte y me diga que solo está
molesto en este momento y, por supuesto, quiero que te quedes, Jake, pero no lo hace.
Y no sé qué es peor: escucharlo pedirme que me vaya o saber que lo dice en serio.
—Oh. —Mi mano aprieta el bate—. ¿Quieres estar a solas con él? ¿Y si está jodido?
—Entonces me ocuparé de ello. Llamaré a Dean si es necesario.
Me obligo a no reaccionar, porque si bien eso tiene mucho sentido, todavía se siente mal
escucharlo.
—Okey. —Dios. Tengo el peor estado de ánimo ahora—. Bien. Supongo que me iré.
—Realmente quería pasar el rato contigo hoy.
—Sí. Yo tambien. —Retrocedo, sintiéndome como un imbécil por seguir aquí y por
querer ayudar—. No importa. Tengo que tratar con mi hermano de todos modos.
—¿Estás enojado?
—No.
No es mentira. No estoy enojado
Estoy... algo más. Realmente no sé qué.
—Bueno. —Él sonríe débilmente—. Te escribiré luego.
—Da igual.
—Gracias, Jake.
Me doy la vuelta y me voy.
DADDY ISSUES21 (Y NO DEL TIPO SEXY)

FÉLIX

Mi papá continúa desmayado la mayor parte del día.


No me sorprende. Probablemente esté borracho o durmiendo con una resaca infernal.
Es triste que después de tanto tiempo, todavía estoy seguro de que es el mismo tipo que he
conocido toda mi vida.
Dudo que una persona sobria hubiera irrumpido en mi casa, destrozado la cocina y
cagado en mi cama.
Mierda. No quiero lidiar con esto.
Limpio el desorden que hizo abajo y reparo la cerradura de la puerta lo mejor que
puedo.
Iría a la ferretería y compraría un reemplazo, pero quiero saber todo lo que me espera
en el momento en que mi papá se despierte.
Tiene dos estados de ánimo cuando está borracho: el malo y el tipo más feliz del mundo,
con ganas de fiesta.
¿Y sobrio? Es un gilipollas.
Son casi las cinco cuando me siento al pie de los escalones y apoyo la cabeza contra la
baranda. Estaba tan feliz antes, y ahora...
Estoy enojado porque mi día se arruinó y ansioso por lo que estoy a punto de encontrar.
Y por qué tratar de negarlo, extraño a Jake.
Se suponía que íbamos a tener todo el día, e íbamos a hacer, joder, cualquier cosa. Lo
que quisiéramos. Ni siquiera sé si él tenía algún plan para nosotros, pero no habría
importado. Habría sido feliz simplemente pasar el rato aquí.
Además de Dean, Jake es la única persona con la que he querido estar en mucho tiempo.
Una parte de mí desearía que todavía estuviera aquí, y que no estuviera tan preocupado
por lo que pensaría de mí después de encontrarse cara a cara con la única familia que me
queda.
Pero incluso si mi papá no apestara a mierda nueva con mierda vieja debajo, sé cómo es.
Sé cómo actúa con la gente, incluso si no está borracho o drogado.
Es un imbécil que trata de estafar y robar, y que solo se preocupa por sí mismo. Él no es
alguien que quiera presentarle a nadie.
Especialmente la gente que me importa.
21
Puede referirse al fetiche de llamar “Daddy” (lit. “Papi”) a la pareja o compañero sexual o a los traumas
paternos, en este caso es la segunda opción.
El sonido de una tos ahogada me hace temblar, y luego hay movimiento en el piso de
madera dura, pasos lentos y perezosos, y la ducha se abre. Los viejos caños gimen dentro
de las paredes.
Me quedo sentado durante otros cinco minutos, y luego me levanto sin fuerzas y subo
las escaleras.
Ahora o nunca.
El hedor es peor ahora que hace horas. Jodidamente increíble. Se me llenan los ojos de
lágrimas cuando entro en la habitación y la bilis se me revuelve en el estómago, y tengo que
inhalar y exhalar por la boca, con la camisa levantada hasta la nariz.
Ni siquiera miro la cama. Estoy seguro de que se ve mal.
Paso por encima de las botas tiradas y empujo la puerta del baño para abrirla. La
habitación está llena de vapor.
—Papá.
Hace gárgaras con agua de la ducha y escupe.
—Sí.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Qué agradable bienvenida a casa para tu viejo, Félix. Veo que cambiaste las
cerraduras.
—Sí. No ayudó mucho, ¿verdad?
El cabrón se ríe.
—Tráeme algo de ropa, ¿quieres? —él pregunta—. Y tira la que está en el suelo en la
lavadora por mí.
—Vete a la mierda. Lava tu propia ropa.
—Dios. ¿Cuál es tu problema?
—¡Irrumpiste en mi casa! La cocina estaba destrozada y luego te cagaste en mi cama.
Jodidamente apesta aquí. ¿Cuál crees que es mi problema?
—No me cagué en tu cama. Me cagué, y luego tomé una siesta. No pude llegar al baño,
chico. Eso pasa.
El agua de la ducha se corta y la cortina se abre.
Aparto la mirada hacia el suelo mientras él agarra una toalla y se la sujeta alrededor de
la cintura.
—¿Cuánto tiempo te quedarás esta vez? —Pregunto.
—El tiempo que yo quiera. ¿Qué te importa?
—Estoy limpio ahora. No puedes quedarte aquí si te vas a drogar. Ni siquiera beber. Lo
digo en serio.
Él resopla, pasa por encima de la pila de ropa sucia y pasa la mano por el espejo,
limpiando la condensación.
—No me digas que vas a esas reuniones de mierda.
—Eso es exactamente lo que estoy haciendo.
—¿Sí? ¿Te siguen follando el culo? ¿O también estás trabajando en doce pasos para
dejar de ser un maricón?
Mi mirada se encuentra con la suya en el espejo.
—No me provoques.
—¿Por qué? ¿Qué vas a hacer?
—Sacarte de aquí.
—La última vez que lo comprobé, niño, todavía vivo aquí.
—Mamá me dejó a mí la casa. Ha sido mía desde que cumplí los dieciocho.
—Eso dices tú. —Pasa mi desodorante debajo de sus brazos y mis dientes rechinan—.
No recuerdo haber visto ningún papeleo oficial. Muéstrame la escritura y saldré.
¿La escritura? Santo Dios. ¿Realmente va a hacer que busque eso ahora?
Mi cabeza comienza a palpitar. Por el hedor. Por esta conversación de mierda. Es difícil
saber.
—¡No uses mi puto cepillo de dientes!
Él se ríe mientras se frota los dientes rotos, la pasta de dientes gotea por su barbilla y se
derrama por todo el lavabo.
Estoy seguro de que no se molestará en limpiar eso.
—Oye. —Se vuelve hacia mí después de escupir y sonríe como si yo fuera un tonto al
que puede estafar fácilmente—. ¿Tienes efectivo encima? Dame unos de veinte. Por las
buenas.
Lo miro hasta que comienza a reírse, ese sonido enfermizo y siniestro, luego lo dejo allí
de pie.
En el pasillo, tiro de la cuerda de la puerta del ático y desdoblo las escaleras. Subo hasta
la mitad, alcanzo las cajas que puse aquí hace seis meses, y busco algo de ropa.
Entro de nuevo en el dormitorio y se los lanzo a la cara.
—Ten. Tienes que tirar esas sábanas. O llévalas a la parte de atrás y quémalas.
—Lo siento, niño. No es mi problema, —se burla—. Es tu cama. Tú la limpias. Dormiré al
otro lado del pasillo esta noche. Teniendo en cuenta que ahí fue donde colocaste la cama de
tu madre. Que Dios la tenga en su gloria.
—Y una mierda. —Sostengo la camisa contra mi cara cuando comienza a vestirse—. No
te vas a quedar en esa habitación, papá.
—Sí, Félix. Claro que sí.
—Duerme en mi antigua habitación. O en el sofá.
—No.
Agarrando la ropa contra su pecho, se mueve hacia mí, golpeando mi hombro con tanta
fuerza al salir de la habitación, que tropiezo de lado y tengo que morderme el labio para no
gemir.
—Pon la colada por mí, ¿quieres? —Él grita.
La puerta del dormitorio al otro lado del pasillo se cierra de golpe detrás de él, y el
bastardo pone la cerradura. El clic audible hace que mis manos se cierren en puños.
—¡Joder! —grito.
Salgo de la habitación y recojo todos los productos de limpieza que tengo.

Estoy jodidamente enojado.


Hago un traje de protección contra materiales peligrosos con bolsas negras de basura,
me pongo dos juegos de guantes de goma y me protejo los ojos de la asquerosidad con un
par de gafas que creo que usé para un experimento científico en secundaria.
No he odiado tanto mi vida en mucho tiempo.
Desnudo la cama y friego el colchón, rociándolo con desinfectante. Tiro las sábanas a la
basura, junto con la ropa que queda en el piso del baño.
Que se joda, no voy a lavar su ropa.
Limpio el piso donde él pisó, friego la ducha, enjuago y luego vuelvo a fregar, el fondo de
la bañera está cubierto de la suciedad y los excrementos más rancios, tan asquerosos que
tengo que detenerme dos veces para respirar.
No hay suficiente lejía en este mundo para que quiera tomar una ducha en este baño en
el futuro próximo, pero creo que lo desinfecté lo suficiente.
Tardo tres horas en limpiarlo todo, y estoy cubierto en sudor por este traje.
¿Y mi querido papá?
No vuelve a mostrar su rostro, y cuando lo escucho roncar como motosierra teniendo el
sueño más reparador que jamás haya tenido, tengo que convencerme activamente de no
derribar la puerta y pelear con él.
La última vez que lo hicimos, me dislocó la mandíbula y descubrí lo jodidamente buenos
que son los Percocet22.
Aunque creo que ahora estaríamos igualados en fuerza, no puedo arriesgarme.
Después de darme una ducha en el baño del pasillo, abro todas las ventanas de arriba a
las que puedo llegar. Necesito airear el hedor. Luego busco algunas sábanas viejas para la
cama de mi infancia y la arreglo para esta noche.
Voy a pasar el rato y probablemente a dormir una mierda, pero no puedo quedarme en
mi habitación todavía.
Pero el olor aún persiste en todo el segundo piso a las nueve en punto, así que salgo de
mi antigua habitación, tomo una almohada de repuesto y una manta del armario y bajo las
escaleras hasta el sofá.
Apago las luces y me desplomo sobre mi espalda, vistiendo nada más que un par de
pantalones cortos de baloncesto.
Todavía tengo calor por esas bolsas de basura, y los cojines de cuero me enfrían la
espalda y las piernas. Mantengo la manta enrollada debajo de mis talones por ahora.
Bella se pavonea por el respaldo del sofá, sus ojos brillan en la oscuridad.
—Vamos, —susurro, acariciando mi pecho como lo hizo Jake—. Sé amable conmigo esta
noche.
Me enseña el culo y salta al alféizar de la ventana.
—Perra, —murmuro.
Me doy la vuelta sobre mi costado y abro mis mensajes de texto.

ojalá tuviéramos otra fiesta de pijamas.

por qué te pedí que te fueras de todos modos?

Estoy jodidamente eufórico cuando veo a Jake respondiendo tan rápido. Lo único que
quería hacer desde que se fue era hablar con él.

No sé. por qué lo hiciste

mi papá es literalmente la peor persona que he conocido

ya no te acercarías a mí si lo conocieras
22
Es la marca comercial que vende la oxicodona.
sí, lo haría

:)

todavía está allí?

no sé cuanto tiempo se quedara

ok

estás ocupado?

no, por qué?

no estás escribiendo mucho

llamaste a Dean?

no, no hizo falta

sé que él es tu padrino, pero si necesitas llamar a alguien, quiero ser yo.

Me enojé cuando me pediste que me fuera Félix.

te dije por qué lo hice

sí y lo entiendo

estás enojado conmigo

No

pareces enojado

lo estoy un poco

por qué?

No podemos hacer esto Félix y yo te deseo

No está siendo más fácil

Suspiro y miro el teléfono, descansando mi cabeza en el interior de mi bíceps.


Él tiene razón. Realmente no es fácil.

yo tambien te deseo jake

mucho, joder

sé que tienes que llamar a Dean si pasa algo, pero puedes llamarme a mí
también? puedo al menos tener eso?

sí?

te llamaré también lo prometo

bien

dame un cumplido

qué?
he pasado horas limpiando mierda jake

por favor dime algo bonito

eres tan jodidamente sexy

especialmente en esos pantalones de chándal

La sonrisa en mi cara en este momento quiero que él la vea.


Me aseguro de que el flash esté encendido y le envío una selfie, y no me revuelvo el pelo
en absoluto antes de hacerlo.
Eso nunca ha sucedido antes.

joder

<3

odio terminar esto, pero tengo que hablar con mi hermano. acaba de llegar a
casa

OK

buenas noches felix

buenas noches jake

Me quedo dormido feliz (sorprendentemente) y duermo mejor de lo que pensaba.


El cuero gastado del sofá se ajusta a mi cuerpo y me sostiene como un abrazo, y creo
que podría haber dormido más si no hubiera un imbécil en mi cocina, golpeando mierda.
Un armario se cierra de golpe. Los cubiertos se estrellan contra el suelo. Y me pregunto
si vació todo el cajón y puedo imaginarme el desastre mientras me tapo la cabeza con la
manta.
—¡Estoy tratando de dormir! —grito.
Unos pasos pesados golpean el suelo hasta que mi padre se detiene en algún lugar de la
habitación y su voz es áspera cuando pregunta—: ¿Dónde está todo el alcohol, Félix?
Por supuesto, joder.
—Estoy limpio, papá. ¿Recuerdas?
—¿Ya ni siquiera bebes? ¿Qué clase de mierda es esa?
Él pisa fuerte las escaleras.
Molesto, tiro la manta y me siento, mis pies descalzos se sienten fríos contra la madera.
La lluvia golpea el techo y me mantiene lento y somnoliento.
Me encanta ese sonido.
Me froto la cara, bostezo contra mis palmas, y luego agarro la manta y la almohada y me
dirijo hacia las escaleras para prepararme para el trabajo, pero un ruido de la cocina me
redirige.
Me detengo tan pronto como doblo la esquina y entrecierro.
—¿Quién cojones eres? —Pregunto.
El tipo sucio y barbudo que está hurgando en mi refrigerador permanece encorvado
cuando me mira. Mete un puñado de panqueques desmenuzados en su boca.
—¡Sal de mi puta casa, tío! ¿En serio?
El tipo gruñe y se vuelve hacia la nevera, saca el zumo de naranja y le quita la tapa con
el pulgar. Esta gira en el suelo. Se endereza para tragar el jugo.
—¡Papá! —Grito.
¡Santo Dios! ¿Por qué esta es mi vida?
—¿Qué?, —ladra mi papá, pasando junto a mí, con una jarra de enjuague bucal en su
mano.
—¿Conoces a este tipo? —Pregunto.
—Sí. Este es mi amigo, Harold. Se quedará aquí por un tiempo.
¿Qué?
—Y una mierda. —Cuando Harold me devuelve la mirada mientras mastica un
panqueque, le digo—: Tío. Te tienes que ir. No te vas a quedar aquí.
—Esta también es mi casa, Félix. Se me permite traer invitados.
Papá toma una taza del gabinete, la llena con café (y derrama un poco sobre la encimera
mientras lo hace), luego le quita la tapa al enjuague bucal y llena su bebida.
Hago una mueca cuando lo bebe.
—Papá.
Toma asiento en la mesa, ignorándome.
—Trae ese plato de huevos aquí, Harold. La salchicha también.
—Papá.
Harold saca una silla y se une a mi padre, esparciendo las sobras que logré recuperar
anoche.
—Tu amigo no puede quedarse aquí, —le digo—. Esta es mi casa.
—Todavía estoy esperando ver la escritura, niño. —Papá vierte enjuague bucal en la
jarra de jugo de naranja y dice—: Ahí tienes, amigo mío. Bébelo todo.
Suelto con fuerza el aliento por la nariz.
—Qué bien, joder.
¿Quiere ver la escritura? La voy a buscar.
Salgo de la habitación y subo las escaleras, aliviado cuando el aire ya no me pica los
ojos.
Eso es lo único bueno de hoy hasta ahora. El hedor finalmente se ha ido. Gracias, joder.
La risa de ambos llena toda la casa, y es tan fuerte y sibilante. Ambos suenan enfermos.
Estoy tan enojado y ansioso que quiero patearles el culo.
También siento que podría romperme en pedazos y llorar en cualquier segundo, y si mi
papá ve lágrimas, será lo mejor para él.
Lo último que necesito en este momento es recibir maltrato.
Después de poner la manta y la almohada de repuesto que usé anoche en el armario del
pasillo, entro a mi habitación para vestirme.
Mi respiración se entrecorta y me doy cuenta de que soy un completo idiota.
¿Cómo pude olvidarme de cerrar la puerta?
Mi ropa está por todas partes. Los cajones de la cómoda volcados, y todo está fuera de
mi armario y arrojado por la habitación. Parece que mi padre buscó en todo lo que tengo.
Recojo el chip de sobriedad de un año que guardé en mi tocador y lo aprieto dentro de
mi puño, luego veo mi billetera abierta en la cama.
Antes de ducharme anoche, vacié mis bolsillos en la mesita de noche, como siempre lo
hago. Es un hábito. No pensé
Se lo puse tan fácil.
Probablemente no tenga sentido buscar el dinero que sé que tenía allí, pero me acerco y
lo hago de todos modos, y ya no está. No hay nada.
El imbécil también cogió mi tarjeta de crédito.
Parpadeo para evitar las lágrimas, más enojado conmigo mismo que con cualquier otra
cosa.
Era predecible, y me quedé dormido con una puta sonrisa en mi rostro sin una sola
preocupación, todo porque Jake me dio un cumplido por el que prácticamente tuve que
suplicar, cuando debería haber recordado quién es mi papá y cerrado mis cosas con llave.
Ahora, mi habitación está destrozada, tendré que cancelar mi tarjeta de crédito, porque
no hay forma de que la recupere, mi papá se está emborrachando con enjuague bucal y
brindándole habitaciones a vagabundos, el hedor de aquí no se ha ido del todo... todavía lo
huelo parado cerca de la cama, así que parece que también tendré que tirar este colchón.
No sé por dónde empezar a buscar la escritura de la casa y me preocupa no encontrarla
nunca. Tengo hambre y quiero mis putas sobras. Mi nuevo cepillo de dientes es basura
ahora. Estoy tan enojado que me está costando todo lo que tengo no echarme a llorar, y la
única persona a la que quiero llamar para que venga y esté conmigo en este momento ni
siquiera puede estar conmigo todo lo que quiero.
A la mierda todos.
A la mierda todo.
Y a la mierda estar limpio.
Ese último pensamiento me asusta tanto, mi respiración se vuelve superficial y una
cálida presión llena mi cabeza. Me siento en pánico.
Necesito una reunión.
Estoy maldiciendo a mi padre mientras cojo unos jeans y un viejo Henley del suelo, me
pongo una franela encima y dejo el resto de mi ropa donde está por ahora.
Me visto y me pongo calcetines, poniéndome las botas, los cordones amarrados, y tomo
mi billetera mientras busco mis llaves. También las dejé en la mesita de noche.
Llaves. Llaves. Llaves.
Busco en el suelo y debajo de la cama. Detrás de la mesita de noche. Alrededor del
lavabo del baño. Me agacho y sacudo mi ropa. Nada. Luego parpadeo hacia la puerta
abierta.
La casa está en silencio ahora.
—Mierda.
Salgo corriendo de la habitación y bajo corriendo las escaleras, gritando—: ¡Papá!
¡Papá! —Doblo la esquina y entro en la cocina.
Y la encuentro vacía.
Salgo de la casa a toda velocidad, salto del porche y aterrizo en el camino fangoso,
deslizándome en la mancha resbaladiza, y tiro de mi pelo húmedo mojado hasta que me
duele porque mi padre y su amigo vagabundo me robaron el puto coche.
Mierda. Mierda. Mierda. Mierda.
Quévoyahacerquévoyahacer.
Corro de regreso a la casa para tomar mi teléfono para poder llamar a Dean y contarle
lo que pasó y pedirle que me lleve a una reunión, ahora.
Por favor, podría hacer algo malo si no me llevas.
Y necesito llamar a Jake porque lo necesito, ya no me importa la puta regla.
Por favor, podría hacer algo si no me llevas.
Pero mi teléfono no está en el sofá donde debería estar y tampoco está escondido entre
los cojines.
Y ahora me doy cuenta de lo estúpido que soy porque le puse todo tan fácil.
Hay lodo por todas partes mientras camino y camino, porque no sé qué hacer ahora.
No tengo coche y el lugar más cercano está a kilómetros de distancia.
No tengo manera de llamar a las únicas dos personas que se preocupan por mí (¿o no lo
hacen?) porque nunca tuve un teléfono en casa (¿quién necesita ambos?).
Me muevo sin rumbo fijo y observo cómo los tablones de madera desaparecen bajo mis
pies hasta que el suelo se transforma en baldosas amarillas, y miro hacia arriba antes de
correr directamente hacia la mesa de la cocina que está cubierta de comida masticada, y
junto a la jarra vacía de jugo de naranja hay una polvorienta bolsita con una pastilla blanca
y una azul, y junto a ella…
...una línea de cocaína hecha solo para mí.
EL FINO ARTE DE VOLVERME LOCO

JAKE
—Jake. Oye. ¿Te vas a levantar?
Levanto la cabeza de la almohada y miro por encima del hombro a mi hermano.
Parpadeo para que mis ojos enfoquen.
CJ está de pie en la puerta de mi dormitorio, vestido para el gimnasio.
—¿Qué hora es? —Pregunto.
—Casi las nueve. Llegaste jodedidamente tarde. ¿Llamaste a Reed?
—Tengo el día libre. Ya me envió un mensaje.
—¿Por qué? ¿Por la lluvia?
—Sí.
—Debe estar bien. Me olvidé de ese pequeño beneficio del trabajo.
La lluvia cierra ciertos sitios de trabajo. Esta es la segunda vez que me despierto a las
cuatro en punto con un mensaje de de Reed sobre el clima, y aunque es genial tener un día
libre y volver a la cama, pierdes un día de pago.
Sinceramente, prefiero trabajar.
—¿Quieres ir al gimnasio conmigo? —pregunta CJ.
—Supongo, —murmuro.
Froto mi cara contra la almohada, bostezo, mi cuerpo se relaja y mis ojos se cierran de
nuevo.
La risa profunda de CJ me hace sonreír.
—Eres tan jodidamente perezoso, hermano.
—La lluvia me da sueño. Cierra la boca.
—Salgo en veinte. Si vas a ir conmigo, levanta el culo.
Cierra la puerta, y yo me quedo ahí por otro minuto o cinco antes de rodar y patear las
sábanas retorcidas.
Lanzo mis piernas por el costado de la cama y me siento, tomando mi teléfono.
Estoy esperando el mensaje de Félix de buenos días/reportándome como siempre,
porque él siempre me escribe antes de las nueve, pero no tengo ninguna notificación en mi
pantalla de bloqueo.
Tal vez él también duerma hasta tarde hoy.

ey :)

buen día
Espero un minuto a que Félix lea mi mensaje y responda, pero permanece en Entregado.
Mi polla comienza a ponerse dura en mis boxers cuando recuerdo su cuerpo ayer.
Lo imagino debajo de mí y sobre mí. Su piel pálida bajo mis sábanas.
Me desplazo hacia arriba y miro la foto que envió anoche.
Su sonrisa.
Dios. Es hermoso.

envíame una selfie por favor

Es la primera vez que he sido tan sincero y le pido una, y espero que eso lo haga sentir
bien, sabiendo lo mucho que quiero verlo ahora.
Me visto con unos pantalones cortos de baloncesto y una camiseta vieja, me calzo las
zapatillas de deporte y vuelvo a mirar el teléfono.
Mis mensajes todavía están en Entregado.
Después de detenerme en el baño, salgo a la cocina y encuentro a mi hermano sentado
en la isla, comiendo cereal.
—Me sorprende que te hayas levantado, Bella Durmiente, —bromea CJ, metiéndose
Raisin Bran en la boca.
—Pensé que te ganaría hoy.
—Oh, lo dudo, hermanito. —El idiota flexiona el brazo.
Hago una mueca.
—Sabes que te ves como un idiota enorme cuando haces eso.
—Pero todavía enorme.
Ambos nos reímos.
Me preparo un tazón de cereal (Fruity Pebbles. No una puta papilla para viejos como la
que él está comiendo) y me paro frente a él en el mostrador.
Mantengo mi teléfono afuera y lo miro mientras como.
Cuando la luz comienza a atenuarse y no puedo ver que los mensajes pasen de
Entregado a Leído, toco la pantalla una y otra vez.
Félix nunca me ha dejado en Entregado tanto tiempo.
—¿Qué pasa? —pregunta CJ.
—Nada. —Trago mi bocado—. Solo esperando por Félix.
—¿Esperando qué?
—Que él me envíe un mensaje.
CJ se sirve más cereal.
—¿Me pasas la leche?
Se la paso sin mirar.
—Jake.
—¿Qué?
—¿Qué pasa?
—Nada. Solo me pregunto dónde está.
Toco la pantalla de nuevo y frunzo el ceño, manteniendo la cuchara en mi boca mientras
levanto el teléfono para escribir.
Félix

estás bien?

Dejo el teléfono y me meto más cereal en la boca, y cuando siento que la leche gotea por
mi barbilla, la limpio rápidamente con el dorso de la mano y luego toco la pantalla
nuevamente.
Entregado.
Otro bocado. Mastico. Trago. Entregado. Otro bocado. Mastico. Trago. Entregado.
Si algo hubiera pasado con su padre, habría llamado. Lo prometió.
CJ se levanta y cierra la caja de cereal.
—¿Estás listo?
—Sí.
Inclino el tazón hacia atrás y trago la leche restante mientras mi hermano rodea el
mostrador, y mientras enjuaga su tazón y el mío una vez que lo paso, comienzo a marcar el
número de Félix.
La llamada se conecta en el tercer timbre.
—Ey.
Frunzo el ceño, sin reconocer la voz en mi oído. Es más profunda y acentuado.
—¿Quién es?
—Hombre, tú me llamaste. ¿A quién llamas?
—Félix. Tienes su teléfono.
—No, hombre. Este es mi teléfono.
—Y una mierda.
CJ se presiona cerca de mi lado.
—¿Qué pasa? —él pregunta.
Niego con la cabeza.
—¿Dónde está Félix? —Pregunto.
—Oye, no sé qué decirte.
—¿Por qué tienes su teléfono? ¿Quién coño eres?
—Oye, hombre. Un viejo malhumorado me vendió este teléfono. Ahora es mio. Lo
siento.
La llamada se desconecta.
—¿Qué pasa? —pregunta CJ.
Mi mente analiza la información que me acaban de dar mientras bajo el teléfono y lo
miro, y no tendría sentido, nada de esto lo tendría, si no hubiera ido con Félix a su casa ayer
después de visitar el cementerio, y si no supiera que ya no estaba solo en esa casa.
—Creo que su papá robó su teléfono y lo vendió.
Me giro para mirar a mi hermano mientras este sentimiento podrido y atormentador
pincha debajo de mi piel y se entierra ahí. Empiezo a sentirme mal.
—¿Por qué tendría que hacer eso? —pregunta CJ.
—Es un borracho y un drogadicto. Esa es razón suficiente.
—Mierda. Eso es jodido.
—Félix no lo ha visto en más de un año. Justo apareció ayer. Y ese imbécil vendió su
teléfono.
Trato de imaginar cómo sucedió, y las ideas más oscuras estallan dentro de mi cabeza.
Me imagino a Félix peleando y perdiendo, porque no se rendiría y renunciaría a su
teléfono, y aunque su padre no se veía como un tipo grande, eso no importaría si le tendiera
una emboscada a Félix de la nada.
Podría haber tenido ventaja fácilmente si Félix no se lo esperara.
Tal vez su padre esperó a que Félix se durmiera y se abalanzó sobre él antes de que
abriera los ojos, dejándolo inconsciente antes de que tuviera la oportunidad de despertar.
Félix podría estar magullado y sangrando sin forma de llamar a nadie para pedir ayuda, y
joder, ese pensamiento me vuelve loco.
Un adicto haría cualquier cosa y lastimará a cualquiera para obtener su próxima dosis
(yo lo sé). Y si su papá lastimó a Félix…
—Jake. —La mano de CJ cae pesadamente sobre mi hombro y aprieta.
Parpadeo para enfocarme.
—Tengo que ir. Necesito asegurarme de que está bien.
—Lo imaginé. Yo manejo.
Eso me sorprende, aunque probablemente no debería.
Supongo que luzco tan preocupado como me siento, y mi hermano es policía y seguro
que no es tonto, sabe en lo que nos podríamos estar metiendo. Dejando a un lado el hecho
de que el padre de Félix probablemente compró drogas o alcohol con el dinero que obtuvo
de la venta del teléfono, Félix podría estar seriamente en mal estado en este momento, y es
probablemente no sea una buena idea para mí encontrarlo sin alguien más sensato
conmigo.
Me importa un carajo cómo tomaré represalias.
Salimos por la puerta y nos subimos a la camioneta de CJ, y le indico dónde ir y le digo
que se dé prisa cuando creo que no está conduciendo lo suficientemente rápido y me quejo
de lo jodidamente largo que está siendo, a pesar de que va en ciento treinta en una de
setenta e ignorando los semáforos y recordándome lo resbaladizas que están las carreteras
por la lluvia. Pero no me importa
Estoy muerto de miedo, y mi hermano mantiene la calma.
CJ me deja gritarle, simplemente lo acepta, y me digo a mí mismo que le agradezca todo
lo que pueda cuando esto termine y que deje de pensar lo peor en este momento, pero los
quince minutos que me toma llegar allí se sienten como una eternidad, y yo soy un adicto
como Félix.
Sé lo que podría haber pasado si su padre trajera drogas a esa casa.
—Tienes que darte prisa, —le digo de nuevo—. Por favor. ¿Sí?
—Voy rápido, Jake.
CJ finalmente gira hacia el camino de entrada y acelera hacia la casa. El camino de tierra
está lleno de barro.
A través del parabrisas empapado por la lluvia, noto que el coche de Félix no está, y casi
le digo a mi hermano que se dé la vuelta hasta que veo la puerta principal abierta de par en
par.
Salgo de la camioneta antes de que se estacione e ignoro a CJ cuando me grita.
Salto al porche y me deslizo, irrumpiendo dentro de la casa y gritando:
—¡Félix! ¡Félix! —mientras miro frenéticamente a mi alrededor. Busco en la cocina y la
sala de estar y subo las escaleras mientras mi hermano irrumpe detrás de mí.
—¡Jake, espera!
Reviso el antiguo dormitorio de Félix, el baño y la habitación en la que me alojé hace dos
noches. Su dormitorio está destrozado, pero él no está allí.
—¡Félix! —Vuelvo a gritar.
Compruebo su baño, apartando la cortina de la ducha. La habitación apesta a lejía.
Bajo corriendo las escaleras y encuentro a mi hermano en la cocina. Está de pie junto a
la mesa.
—Él no está arriba, —jadeo—. ¿Hay un sótano? Deberíamos revisar el sótano.
—Jake, tienes que salir de aquí, —dice CJ con calma.
—¿Por qué?— Sigo su mirada hasta una bolsita abierta. Hay residuos blancos dispersos
al lado—. Oh, mierda.
Retrocedo dos pasos cuando quiero avanzar y mirar más de cerca, sentir lo blanco
debajo de la punta de mi dedo.
Probarlo y dejar que me encienda. Mis fosas nasales se ensanchan.
—Jake, sal de aquí.
—CJ…
Me mira a los ojos.
—¡Sal!
Salgo corriendo de la casa.
La lluvia es más fuerte ahora, y empapa mi camisa mientras piso fuerte hacia el camión
y me llena la boca cuando inclino la cabeza hacia atrás y grito.
Estoy tan jodidamente enojado con todos y con todo, y no puedo calmarme.
Debería estar yo allí. Debería ser yo quien siga buscando, y si CJ sale y me dice que
encontró a Félix en el sótano o en algún otro lugar que yo no pude comprobar, volveré a
entrar. No me importa lo que diga.
Y consumiré todas las drogas que pueda encontrar.
Me subo a la camioneta y cierro con fuerza la puerta.
El agua gotea por mi cara cuando agarro mi teléfono del tablero y lo reviso de nuevo,
esperando que Félix se comunique conmigo desde otro número. Pero todavía no hay
ninguna notificación.
Lanzo el teléfono al tablero y me froto la cara.
Se abre la puerta del lado del conductor.
—¿Bien? —Pregunto.
—No hay nadie allí, —dice CJ, subiendo—. Ben y Luke están en camino.
—¿Por qué?
—Porque hay drogas en la casa.
—No son de Félix.
CJ sostiene mi mirada.
—Tú no lo sabes, Jake.
—Sí, yo lo sé, joder. No son suyas.
No sé cómo puedo estar tan seguro, pero lo estoy. Esto fue su padre.
—Félix podría haber consumido, —dice—. No sabemos cuánto había allí.
Trago con dificultad, mirando hacia otro lado.
—Tenemos que encontrarlo.
—¿Y su padrino? ¿Tiene uno?
—Sí. Dean algo. Trabaja con Félix en un lugar de tatuajes. —Agarro mi teléfono del
tablero de nuevo y empiezo una búsqueda. Hay cuatro tiendas en Ruxton.
—Después de que los chicos lleguen aquí, las revisaremos.
Mierda. Vamos, rápido.
Mi pierna comienza a rebotar contra el asiento. Nunca me había sentido tan ansioso.
—Tenemos que esperar, —dice CJ.
—¿Qué tan lejos están?
—No sé. No debería ser mucho.
—Mira. Sé que esto es una mierda de protocolo y no puedes dejar las drogas tiradas,
pero no puedo quedarme aquí sentado. Félix podría estar en problemas, CJ. Su padre podría
haberlo lastimado. Y tus amigos podrían tardar un poco.
Él mira por el espejo retrovisor.
—O tal vez ya están aquí como se lo pedí.
Me doy la vuelta y entrecierro los ojos por la ventana trasera entre las gotas de lluvia.
Un coche de policía se detiene justo en frente de la casa.
—Espera aquí, —dice CJ, saliendo del camión.
Golpeo mi cabeza contra el asiento.
Solo le toma unos minutos transmitir la información y luego la puerta se abre de nuevo,
y CJ está de pie allí con Ben y Luke.
—¿Tienes alguna información sobre su padre? —Ben me pregunta.
—¿Cómo qué?
—Su nombre. Dónde podría estar ahora mismo.
—No. Yo no... joder. —Aprieto los dientes—. Ni siquiera sé el apellido de Félix. Solo saca
las drogas de aquí. No son suyas.
—¿Tienes seguridad de eso? —Luke parece escéptico.
—Ha estado limpio durante más de un año. Esto fue su papá. Sé que lo fue.
—Tu amigo podría haber cometido un desliz —agrega Ben, y sé que tiene justificación
para pensar eso, dadas las circunstancias, pero realmente no necesito que me recuerden la
preocupación que da vueltas dentro de mi cabeza.
—Tío, sé que eres un buen amigo de mi hermano y todo, pero cierra la puta boca.
—Jake, —advierte CJ.
—¡Esto es una pérdida de tiempo! ¡Santo Dios! ¿Qué importa de todos modos? Tal vez
cometió un desliz y esnifó una línea o consumió algo más. Su padre es el que lo trajo, ¿de
acuerdo? No os lo diré de nuevo. Creedme o no. Me importa un carajo. Haced vuestro
trabajo y sacad las drogas de aquí.
—Tendremos que interrogar a tu amigo, —dice Luke.
—¿Sí? Cómeme la polla.
Estoy jodidamente harto de esta conversación.
—¿Qué? —Luke se mueve para acercarse, pero Ben empuja una mano contra su pecho,
reteniéndolo.
Es algo bueno también.
—Para eliminarlo como sospechoso, Jake, —espeta mi hermano—. Qué carajo. Tienes
suerte de que sean Ben y Luke y no alguien más con quien no soy cercano. Te están
haciendo un favor. Deja de actuar como un imbécil.
Me alejo de todos ellos y miro por la ventana.
Si abro la boca de nuevo, a nadie le va a gustar lo que tengo que decir.
—Si aparece alguien mientras estamos aquí, te llamaremos, —dice Ben.
—Gracias, hombre. Os hablaré más tarde. —CJ se sube a la camioneta y cierra la puerta
—. Jake.
—¿Qué?
—Lo encontraremos.
Parpadeo fuerte cuando mis ojos comienzan a picar.

Mi suerte apesta.
No importa que Ben y Luke llegaran a la casa de Félix cuando lo hicieron, porque
ninguna de las tiendas de tatuajes en Ruxton abre hasta el mediodía. Y no entiendo eso. ¿La
gente no se despierta con ganas de tatuarse? Al menos uno de estos putos lugares debería
ofrecer horas de la mañana solo por cortesía común, y se lo digo a mi hermano. Me quejo
durante una hora mientras CJ nos lleva por todo Ruxton para matar el tiempo. Incluso
empiezo a odiar a Dean, que bien podría ser el salvador en todo esto, pero eso ya no
importa, porque es uno de esos vagos que se pasa las mañanas tonteando en lugar de
contribuir a la sociedad. Y no puedo esperar para ir la tienda donde esté y decirle
exactamente cómo me siento. Estoy tan irracionalmente cabreado por esto que empiezo a
hablar mierda de cualquiera que se haya hecho un tatuaje. Odio todo.
Pero luego (por supuesto) pienso en Félix, y no odio sus tatuajes o el hecho de que
tenga el talento suficiente para habérselos hecho él mismo, y paso de girtar a llorar, y existe
la posibilidad de que pueda ser bipolar.
Cuando finalmente es casi mediodía, CJ nos lleva a la tienda más cercana.
No hay señal de Félix o de Dean.
Vamos a la siguiente. Nada. Y la tercera. Nada. Nadie sabe quiénes son Félix y Dean, ¿qué
tipo de comunidad es esta? ¿Los tatuadores no se mantienen unidos? Ellos deberían, joder.
Apenas hablo ahora, solo respondo con un “bien” poco entusiasta cuando CJ intenta
convencerme de que Félix probablemente esté en la última y dice que estoy seguro de que
está bien, Jake. Nos detenemos frente a la cuarta y última tienda y la encontramos todavía
cerrada, aunque se supone que debe estar abierta, y apenas mantengo la calma.
Pero luego, CJ recibe una llamada de Luke: el padre de Félix apareció en la casa
mientras estaban allí y otro tipo estaba con él (no Félix) y ambos estaban tan drogados y,
oh, se pone mejor, el coche de Félix está destrozado ahora también. Su padre lo destrozó
tratando de escapar y lo chocó contra un árbol. El coche está devastado.
Y si eso no fuera lo suficientemente malo, el padre de Félix afirma que las drogas en la
casa no son suyas.
Las lágrimas inundan mis ojos mientras grito contra mis manos, y no sé qué hacer ahora
o dónde mirar, y estoy deseando no haber escuchado a mi hermano en esa casa, porque si
estuviera drogado ahora mismo, nada de esto me importaría.
No sentiría nada.
Pero estoy limpio y eso importa más que nada porque él importa más que nada. No
tiene sentido negarlo.
Y siento tantas putas cosas en este momento, me están aplastando.
—¿Qué hacemos? —pregunto, pasando mi antebrazo por mis ojos—. No sé que hacer.
Yo, él, Félix no es solo mi amigo. Él es más que eso. Le tengo cariño.
—Sí. Me estaba dando cuenta de eso. —CJ suspira—. Te daré una lección sobre eso más
tarde. Solo piensa que viene.
—Da igual.
Como si importara. No hay vuelta atrás ahora.
—¿Hay alguien más a quien Félix acudiría? ¿Tiene otros amigos?
—Solo sé de Dean.
—Su padre robó su coche… Supongo que Félix no habría caminado a ningún lado. Su
casa estaba a millas de distancia de cualquier cosa. —CJ se inclina hacia un lado y saca su
teléfono—. Tal vez lo pasaron a buscar.
—¿A quien estas llamando? —Pregunto.
—A Riley, —Me frunce el ceño—. Mira. Probablemente sea un callejón sin salida. Pero si
su papá lo lastimó, Félix podría haber hecho autostop para ir al hospital.
La respiración se aloja en mi garganta.
Riley es enfermera. Ella trabaja en el hospital principal de Ruxton, y sé que mi hermano
podría tener razón: hay una probabilidad del 50% de que Félix esté bien y no esté allí, pero
joder, ¿y si lo está?
Miro a CJ mientras se acerca el teléfono a la oreja.
—Ponla en altavoz.
Él no me escucha.
—Cariño, —dice en el teléfono—. ¿Me puedes hacer un favor? ¿Puedes revisar la sala de
emergencias y decirme si Félix apareció en algún momento hoy? Sí. No, no lo sabemos con
seguridad. Solo lo estamos descartando. Sin apellido. —CJ me mira—. Ella está
comprobando.
Hago crujir mis nudillos y espero.
—¿Por qué está tomando tanto tiempo? —pregunto, cuando probablemente no han
pasado ni dos minutos.
—Ella trabaja en un departamento diferente. Ella tiene que caminar hasta allí.
—Tal vez es malo. Puede ser malo y ella está tratando de pensar cómo decírnoslo.
—Es un gran hospital, Jake. Y ni siquiera se supone que deba buscar esta información
para dárnosla. Esto viola la privacidad, así que dale un respiro. Lo encontraremos.
¿Cómo? mi mente susurra.
—Ben y Luke también están buscando. Les di una descripción de Félix.
Me sorprende escuchar eso.
Y mierda. Me siento mal ahora por hablarles a ellos como lo hice.
Un poco.
Ese idiota de Luke se lo merecía.
Además, si la policía lo encuentra primero, interrogarán a Félix sobre las drogas. Eso es
todo lo que les importará y eso no debería suceder. Me importa un carajo el procedimiento.
No soy policía.
—Sí, cariño, estoy aquí.
CJ me mira a los ojos, escuchando a Riley mientras me esfuerzo por escuchar algo.
Realmente no puedo escuchar una mierda. ¿Por qué diablos no lo puso en altavoz?
—¿Qué? —Pregunto—. ¿Qué esta diciendo?
Él niega sutilmente con la cabeza.
—Él no está allí.
Me derrumbo contra el asiento, y es tan jodidamente extraño sentir alivio cuando en
realidad no debería sentirlo en absoluto. Aún no.
—Está bien, —continúa CJ en el teléfono—. Sí, si pudieras. Lo haré. Yo también te amo.
—¿Él no ha aparecido en absoluto? —Pregunto.
—No. Pero si aparece, Riley me llamará.
—Bueno. ¿Ahora qué? ¿Qué debemos hacer?
CJ guarda su teléfono.
—¿Honestamente? Creo que deberíamos volver a casa y esperar.
—¿Su casa?
—No. La mía.
—¿Qué mierda logrará eso?
—Él sabe dónde vives, Jake. Tal vez ahí es donde aparecerá. Joder, podría estar allí
buscándote ahora mismo. Y a menos que puedas pensar en algún otro lugar a donde ir, creo
que ahí es donde debes estar.
CJ se aleja de la tienda de tatuajes y se dirige en dirección a su casa, y se lo permito. No
discuto con mi hermano. Tal vez tenga razón.
Necesito que la tenga.
NUEVO PLAN: A LA MIERDA.

JAKE
Félix no nos está esperando en la casa.
Y sí, lo has adivinado. Estoy perdiendo la puta cabeza.
Ben y Luke se comunican con mi hermano dos horas después de llegar a casa. No han
visto ninguna señal de Félix por Ruxton, pero seguirán patrullando.
Riley llama una hora después de eso. Félix todavía no ha aparecido en el hospital.
CJ me dice que lo único que podemos hacer es esperar.
Como si necesitara un recordatorio de lo jodidamente inútil que me siento.
Para evitar desviarme por completo de los jodidos rieles, emprendo una maldita receta
de tarta (pie) desde cero, algo que nunca había hecho antes, y aunque parece estúpido y
completamente estúpido estar midiendo ingredientes y estirando la masa y haciendo
cualquier cosa además de buscar a Félix, necesito algo complicado para mantenerme
ocupado.
—¡Ay, vamos! —CJ le grita a la televisión. El juego de Alabama está en marcha.
Él también está ocupando su mente.
Continúo colocando tiras de masa para tartas y las entrelazo una encima y otra debajo
de la otra para la corteza superior, solo me detengo cuando se abre la puerta principal.
—Hola, cariño, —dice CJ, haciéndome saber que es Riley.
—Hola, bebé. Hola, Jake.
—Ey. —No levanto la cabeza.
Riley eventualmente entra a grandes zancadas a la cocina y se acerca a mí, inclinándose
alrededor de mi brazo para ver lo que estoy haciendo.
—Oh. Tiene buena pinta. ¿Qué tipo de pie es?
—De cereza.
—Me encanta cómo lo has trenzado.
—Gracias.
Ella aprieta suavemente mi brazo.
—Estoy segura de que está bien, Jake, —susurra—. Solo trata de mantenerte positivo.
No le respondo nada.
Riley camina por el pasillo y CJ la sigue.
Pinto la masa de la tarta con una mezcla de huevo y leche porque la receta me lo indica,
luego meto la tarta en el horno y pongo el temporizador.
¿Ahora qué?
¿Qué carajo voy a hacer durante cuarenta minutos?
Me tomo mi tiempo para limpiar el desorden, lavo a mano cada plato que usé y todo lo
demás que quedó en el fregadero. Limpio las encimeras y limpio la harina del suelo. Luego
cuelgo el delantal en el gancho junto a la despensa y compruebo el tiempo restante en la
estufa.
Veintiocho minutos.
Quiero gritar, mierda.
En cambio, saco uno de los taburetes y tomo asiento en la isla.
CJ eventualmente camina por el pasillo vistiendo su uniforme. Su turno empieza a las
cuatro.
—Sabes que te llamaré si descubro algo, —dice.
—Sí, lo sé. —Giro mi teléfono sobre el granito.
Alguien llama a la puerta, y CJ y yo nos miramos el uno al otro por un brevísimo
segundo antes de que yo salga volando del taburete, derribándolo y apresurándome a abrir.
Siento a mi hermano a mis espaldas. Él también se apresuró.
Ben y Luke están de pie en el porche.
—¡Dios, joder! —grito, golpeando a mi hermano mientras me alejo pisoteando.
Tomo asiento en el brazo del sofá y miro al suelo.
—Creo que estaba dirigido a ti, —bromea Ben.
—Probablemente, —gruñe Luke.
—No te lo tomes como algo personal, —dice CJ—. Todavía no hemos sabido nada. Está
un poco tenso.
—¿Tenso? —Levanto mis ojos—. Vaya que lo adornas.
Ben y Luke entran entonces, y CJ cierra la puerta detrás de ellos.
Ambos están secos, así que supongo que finalmente dejó de llover. Es curioso cómo ya
no he estado prestando atención al clima.
Apuesto a que un puto tsunami podría golpear y arrasar con la casa y ni siquiera
parpadearía.
Luke me mira.
—Tenemos a las otras unidades vigilando. No hemos sido solo nosotros. Si alguien lo ve,
lo sabrá.
Asiento con la cabeza una vez, y tal vez no necesite golpear a este tipo después de todo.
—Gracias. Soy consciente de eso.
Ben huele el aire.
—Joder. ¿Qué es ese olor?
—Estoy horneando una tarta.
Ben y Luke me miran fijamente.
—¿Qué? —Pregunto.
—Hornea mucho, —comparte CJ.
—¿De verdad? —dice Ben, con un interés genuino en su voz.
—Es por la sobriedad. Me mantiene ocupado.
Luke arquea una ceja hacia mí.
—¿Qué tipo de tarta?
—De cereza.
—Bien, —dicen Ben y Luke al unísono.
Mi mirada rebota entre los dos. CJ se ríe.
—¿Queréis un poco cuando esté lista? —Pregunto lentamente.
Se miran el uno al otro, luego me miran a mí, ambos asienten juntos.
—Sí, —dice Luke.
—Sí. Por supuesto que quiero, —comparte Ben.
—Ambos tendréis panza de papá, —bromea CJ.
—Vete a la mierda, —Luke se pasa una mano por su abdomen plano.
A Ben no parece importarle una mierda y palmea a CJ en la espalda, sonriendo.
—Tú eres el siguiente, Tully.
El timbre suena.
Ni siquiera me nuevo esta vez, me quedo exactamente donde estoy, no me levanto. Ni
siquiera cuando CJ me mira antes de abrir la puerta.
—Probablemente sea para Riley —murmuro—. O para uno de vosotros idiotas.
Me froto la cara mientras Ben dice—: Mierda, hombre. ¿Qué tal? —(lo dije) y Luke
saluda a quienquiera que sea con un “cuánto tiempo sin verte”, y en realidad me alegro de
no haber esperado que Félix volviera a aparecer aquí.
Ya estoy tan mal en este puto instante. No sé qué pasaría si me sintiera peor.
—Jake, —dice CJ.
Dejo caer mis manos y miro a Dean.
Hostia puta. Es Dean.
El aire se me escapa de los pulmones, me levanto del sofá y me muevo hacia él, y digo su
nombre, “Félix”, eso es todo lo que puedo decir. Quiero decir mucho más: ¿dónde está? y ¿lo
has visto? ¿está bien? Oh, Dios, por favor dime que está bien, pero no necesito preguntarle
nada a Dean, porque CJ se hace a un lado y luego estoy mirando directamente a Félix.
Me quedo estático.
Se ve cansado y muy triste. Sus ojos están rojos y húmedos y hay profundas ojeras
debajo de ellos. Su piel pálida de alguna manera lo está más, como si hubiera estado
despierto durante días. Parece más pequeño de lo que sé que es y nervioso. Muy nervioso. Y
sus rizos están más rizados que de costumbre y desordenados, pero jodidamente perfectos.
Debería decirle eso.
—Oh, Dios mío. Es Félix —dice Riley desde algún lugar detrás de mí.
Su voz me sobresalta y me acerco entonces y agarro a Félix por la camisa.
Él gruñe cuando lo tiro contra mi pecho y envuelvo mis brazos alrededor de sus
hombros y lo aprieto y digo.
—Eres tú. Gracias, joder.
Inhalo su olor. Huele a sudor y agua de lluvia.
—Jake.
Su boca se mueve contra mi cuello, y sus brazos están envueltos alrededor de mi cintura
con tanta fuerza.
—Lo siento, —dice.
—Está bien. Estás bien.
—Mi papá me robó el teléfono.
—Lo sé. Te llamé.
—No sabía tu número de memoria y no podía… Jake, no pude verte hasta ahora. Tuve
que esperar. Por favor, no te enojes conmigo.
—No me importa. Me alegro de que estés bien. Estaba tan jodidamente preocupado por
ti.
Félix nos separa para mirarme, y entonces me doy cuenta de que todos me miran, nos
miran, y no quiero hacer esto aquí.
Hay tantas cosas que quiero decir que aún no he dicho.
Y lo que sea que Félix necesite decirme, lo que sea por lo que parezca ansioso en este
momento, quiero que se sienta cómodo compartiéndolo.
No quiero que se contenga. Necesito que solo seamos nosotros.
—Vamos, —le digo, agarrando su mano.
Lo conduzco por el pasillo, pasando a Riley, que me sonríe en voz baja, y llevo a Félix a
mi habitación. Cierro la puerta detrás de nosotros.
—Jake, yo…
Agarro su rostro y bajo mi cabeza y presiono mi boca contra la suya tan jodidamente
suave cuando realmente quiero golpearlo contra la pared. Soy tierno y tímido porque creo
que necesito serlo, esto es lo más difícil que he hecho en mi vida, y mi lengua apenas lame
dentro de su boca cuando Félix inclina la cabeza, separa los labios y me besa como si me
estuviera enseñando un puto lección sobre eso.
Y soy tan mentiroso porque ahora, esto es mucho más difícil.
Una parte de mí se pregunta si debería dejar que esto suceda, siempre podemos hablar
después de follar, pero milagrosamente todavía soy capaz de contenerme.
Me inclino un poco para evitar llevarnos más allá del punto de detenernos, y
simplemente presiono mis labios en la comisura de su boca.
Félix agarra mis caderas y gime, su mejilla rozando la mía y su boca buscando más.
—Espera, —le digo, tirando hacia atrás para mirarlo.
Parpadea, enviando una lágrima por su rostro.
—Ey. —Lo atrapo con el pulgar—. ¿Qué pasó? ¿Puedes decirme?
Él asiente y me permite llevarlo a la cama.
Nos sentamos en el borde, nuestras rodillas se tocan y nuestras manos están en su
regazo.
Félix las mira como si nunca antes hubiera sostenido la mano de un chico, y lo entiendo.
Incluso si él lo ha hecho, yo no, y me gustaría poder sentarme aquí y mirar esta parte de
nosotros todo el tiempo que quiera porque también es fascinante para mí.
Sus manos son tan grandes como las mías, y su piel tiene callos en algunos lugares y su
agarre es más fuerte que el de cualquier chica que haya sostenido, y me gusta mucho.
Y cuando giro mi muñeca y entrelazo mis dedos con los suyos, tomándolos de la mano
como una puta pareja, sonrío un poco y él también.
—Um. Entonces, ¿quieres la versión corta? —pregunta, humedeciendo sus labios.
—Quiero saber todo lo que pasó. No me importa cuánto tardes en decírmelo.
—Está bien.
Félix comienza desde el principio, dándome todo lo que me perdí anoche después de
que me pidió que me fuera.
La conversación que tuvieron después de que su papá salió de la ducha, y lo horrible
que fue limpiarlo y todo lo que hizo, porque el piso de arriba todavía olía tan mal que Félix
tuvo que dormir en el sofá. Luego se despertó con un vagabundo asaltando su refrigerador
a quien su padre le ofreció una habitación, y ambos comenzaron a beber enjuague bucal
después de quejarse de Félix por no tener nada de alcohol.
Su habitación quedó destrozada en algún momento antes de que se despertara y su
padre le robó el efectivo, la tarjeta de crédito, las llaves del coche y el teléfono. Entonces
Félix encontró las drogas que quedaron solo para él.
—¿Crees que él quería que las consumieras? —Pregunto.
—Le dije que estaba limpio y se rió de mí por eso. Así que sí. —Se encoge de hombros
—. Él no dejaría una línea de cocaína solo porque sí. A mi papá le encanta esa mierda.
A quién no, casi digo.
—¿También dejó una pastilla? ¿Solo una?
—Sí.
—Parece que te estaba tendiendo una trampa.
—Padre del año.
Félix mantiene la mirada baja.
—¿Qué pasó? —Pregunto.
Se ríe un poco.
—¿Qué crees? Esnifé la línea y tomé la píldora.
La única forma en que reacciono a eso es acercándome más hasta que nuestros costados
se tocan ahora.
Hombros, brazos, muslos, pantorrillas, pies. Presiono a Félix de todas las formas que
puedo mientras sigo sentado a su lado.
Me dijo que le gustaba el contacto.
Y ahora, a mí también.
Su aliento se estremece.
—Gracias. Se siente bien.
—Sí. —En verdad se siente bien.
—Jake, no quería hacerlo, y no creo que lo hubiera hecho si toda esa mierda no hubiera
pasado, pero pasó. —Me mira entonces—. Fue demasiado para mí. Mi papá, se iba a quedar
allí. No pude lograr que se fuera. Quería pruebas de que la casa era mía y no sé dónde está
la puta escritura, nunca la he visto, y me hizo limpiar su mierda. Tuve que hacerlo. Y él no
me escuchaba. Le pedí que no durmiera en la vieja cama de mi mamá y lo hizo de todos
modos. Te lo dije, es la peor persona que he conocido. Luego encontré mi habitación tal
como estaba y no tenía dinero, e iba a ir a una reunión, sabía que tenía que hacerlo. Estaba
volviéndome loco, pero se fue con mi teléfono y no podía llamar a Dean ni a ti, y no podía
irme, y solo éramos yo y las drogas, y ni siquiera importaba qué píldora era. Esa
combinación podría haberme matado, pero soy un adicto y nos importa un carajo, ¿verdad?
Las pastillas son pastillas, y me las tragué jodidamente rápido.
Otra lágrima resbala por su mejilla y rápidamente la seca. Se ve absolutamente
destrozado.
—¿Cómo terminaste con Dean? —Pregunto.
—Vino a buscarme cuando no me reporté con él esta mañana. Me llevó a una reunión.
He estado en su casa todo el día. Habría venido aquí antes, pero no quería que me vieras
colocado.
—¿Alguna idea de qué era esa píldora?
—No estoy seguro, pero sentí que estaba muriendo de risa, así que, ¿tal vez éxtasis? —
Se atraganta con una risa.
—¿Es gracioso?
—Digo, me sentí genial. Acabo de tirar a la basura un año de sobriedad y no podía dejar
de sonreír al respecto. No tuve miedo hasta que se me pasó.
Suena un golpe en la puerta y CJ me llama.
—Sí. Entra.
Mira dentro de la habitación, y si ver a Félix ya mí sentados tan cerca como estamos y
tomados de la mano lo sorprende, mi hermano lo disimula bien.
—Ey. La alarma está sonando. ¿Que quieres que haga?
Me toma un segundo darme cuenta de lo que está hablando.
—Oh. Debería estar hecho. Puedes sacarlo.
—Me ocuparé de eso y luego saldré.
—Bueno. Oye. Gracias por todo lo que hiciste hoy.
—Sí. Por supuesto. —CJ cambia su mirada a Félix—. Me alegro de que estés bien.
Realmente lo volviste loco cuando no podía encontrarte. Lloró y todo. Fue realmente dulce.
Félix inmediatamente me mira.
—¿Era necesario decírselo? —Gruño, haciendo reír a mi hermano.
—Hasta luego, —grita, cerrando la puerta.
Empiezo a sonreír mientras Félix me mira fijamente.
—Cállate, —le digo.
—¿Lloraste?
—No fuiste el único asustado hoy.
—¿Me puedes decir que es lo que pasó? —pregunta en voz baja.
Finalmente lo miro.
—Te llamé cuando no me respondiste el mensaje de texto esta mañana y encontré a un
imbécil que dijo que tu papá le vendió tu teléfono. Pensé que tal vez tu papá te lastimó, y
luego no estabas en tu casa ni en las cuatro tiendas de tatuajes que revisamos, y Riley nos
llamaría si aparecías en la sala de emergencias, y sabiendo que era una posibilidad, que
podrías estar tan lastimado para terminar en el hospital era demasiado para soportarlo.
Además, no sabía dónde más buscarte. No pude llamarte. No pude hacer nada, así que CJ
nos trajo de vuelta aquí y me quedé atrapado haciendo una tarta para evitar salir y hacer
algo estúpido. No fue bueno.
Y el único comentario que tiene después de escuchar mi resumen es—: Oh, mierda. Me
encanta la tarta.
Me río. Se siente tan extraño hacerlo después de hoy.
—Vamos. Puedes comer un poco. —Me pongo de pie y trato de levantarlo conmigo.
Félix no se mueve.
—¿Qué ocurre? —Pregunto.
—Dean dijo que será tu padrino. Ya se lo pedí por ti.
La sonrisa desaparece de mi rostro y dejo caer su mano.
—¿Por qué harías eso?
—Porque ya no puedo ser yo.
—¿Quien lo dice? —Mi voz se eleva—. ¿Dean te dijo eso?
—No. Es una regla o lo que sea.
—Oh, a la mierda las reglas. Dios. Tienes que saber que me importan una mierda las
reglas en este momento, Félix. Acabo de tener mi lengua dentro de tu boca otra vez. Y si
sostener tu mano como si fueras mi novio no fuera una pista; te lo deletrearé: quiero que
seas mi novio.
Félix respira suavemente, y parece que quiere sonreír al escuchar eso, como si estuviera
ansioso por hacerlo, pero de alguna manera lo combate.
—Sabes que se supone que un padrino es alguien que tiene más tiempo limpio que tú, y
ese ya no soy yo. He estado limpio durante unas cuatro horas, Jake. ¿Cómo puedo ser tu
padrino?
—No lo sé. Haremos que funcione.
—¿Cómo? No arruinaré esto para ti.
—Sé que no lo harás. Es exactamente por eso que deberías ser tú. ¿Qué hubieras hecho
hoy si yo no me hubiera ido anoche? Si ambos hubiéramos encontrado esas drogas.
—Te hubiera sacado afuera y me hubiera asegurado de que no te acercaras a ellas.
—¿De verdad crees que podrías obligarme? Soy más grande que tú.
Su mandíbula se aprieta.
—Apenas.
—Lo suficiente.
—¿Y? —Félix se pone de pie entonces, empujándose contra mi pecho y empujándome
hacia atrás—. Si tuviera que noquearte, lo habría hecho, idiota. Te hubiera noqueado, Jake.
Te derribaría. Te encerraría. Cualquier cosa que necesitara hacer. Incluso si eso significara
que me tuviera que tragar todas las putas pastillas de esa casa, lo haría para que tú no
pudieras.
Me inclino hasta que nuestras narices casi se tocan.
—Y es por eso que tienes que ser tú.
Félix parpadea, un aliento tembloroso saliendo de su boca y bañando mi cara.
—Tienes que ser tú, Félix. —Mi voz es más suave ahora. Sueno como si estuviera
rogando—. Por favor.
Me mira a los ojos.
—Perdí tanto tiempo. Estoy empezando de nuevo, Jake. No puedo ser yo, debería ser
otra persona. Alguien como Dean. Cuatro horas no es nada.
—Eso no es lo que dijiste el día que nos conocimos, —le recuerdo—. Me quejé de
perder siete años y de que tres semanas no eran nada, y dijiste que tres semanas eran
increíbles. Que tres horas hubieran sido increíbles también. Así que cállate. ¿Estás
empezando de nuevo? Bueno, yo también. Podemos empezar de nuevo juntos.
—No se trata solo de eso. ¿De verdad vas a querer pedirme consejo y esas mierdas?
Obviamente no soy el mejor en esto. Ni siquiera dudé esta mañana. Vi la línea y esa pastilla,
sin saber qué era, y ni siquiera traté de alejarme.
—Sí, pero tú me habrías detenido. Y Dean te habría detenido si estuviera allí. Y joder,
¿sabes qué? Yo también. Te hubiera detenido, Félix. Podemos hacerlo juntos. No me
empujes hacia otra persona porque no crees que eres lo suficientemente bueno para hacer
esto. Sé que lo eres.
Mira hacia abajo y hacia otro lado mientras se rasca la nuca, pensando en esto como si
fuera la decisión más importante que jamás haya tomado.
Y ahora esos rizos están justo en mi cara.
—Tu cabello se ve tan jodidamente lindo en este momento. Necesito que sepas eso.
Su cabeza se levanta.
—¿De verdad?
—Sí.
—Ni siquiera le hice nada. —Con cautela toca los rizos que caen sobre su frente—. Y la
lluvia... ¿no tiene frizz?
—No. Es tan lindo. Tan pronto como te vi, quise decírtelo.
Su mejilla se hunde.
—No me empujes con Dean, ¿de acuerdo?
—Jake.
—No dudo que puedo hacer esto porque te tengo a ti. Esto es lo que funciona para mí,
Félix. O eres tú o no es nadie. Lo he logrado sin un padrino antes. Puedo hacerlo de nuevo si
tengo que hacerlo.
—Oh, ese es un puto golpe bajo. Sabes que no me gusta pensar que estás solo sin un
padrino.
—Sí, lo sé. Por eso lo dije.
Deja caer la cabeza hacia atrás, dejando al descubierto su cuello, y suspira.
—Joder, bien. —Cierra los ojos de nuevo—. Pero solo si estás seguro. De verdad
necesitas pensar en esto, Jake.
—Lo he pensado. Es mi elección, ¿verdad?
—Por supuesto que lo es.
—Entonces no tomes esa decisión por mí. Eso es una mierda, y lo sabes.
Él entrecierra los ojos.
—Solo estaba tratando de hacer lo que creo que es mejor, pero da igual. Ah, y también,
vete a la mierda. No eres mucho más grande que yo. Soy flaco pero tengo putos músculos.
Lentamente dejé que mis ojos se movieran por todo él, recordando cada ángulo agudo.
Félix traga ruidosamente.
—Um. ¿Jake?
—Sí.
—¿Recuerdas cuando estábamos tomados de la mano? ¿Lo recuerdas?
Le sonrío.
—¿Podemos volver a hacer eso y hablar sobre cómo quieres que sea tu novio? Digo,
¿podrías decirlo de nuevo? Estaba tan concentrado en el apadrinamiento que realmente no
llegué a disfrutar escucharte decir eso.
Rozo mis dedos contra los suyos. —Estoy harto de las reglas, Félix. Apesta tratar de
mantenerte sobrio cuando ni siquiera puedes follar con quien quieres follar.
—Más romance por favor. No soy un objeto.
Me eché a reír.
—Ya voy a llegar al romance, bebé.
Sus mejillas arden instantáneamente.
—¿Fue el bebé? —Bromeo, pasando mi nariz a lo largo de la suya—. ¿Te gusta?
—Sí. Es caliente.
—Entonces sé mi novio, y te llamaré así todo el tiempo.
—Ungh. —Félix deja caer su cabeza contra mi hombro—. Eso fue tan jodidamente
genial.
Tomo la parte de atrás de su cuello, giro la cabeza y presiono mi boca contra su oído,
susurrando:
—Entonces, ¿quieres?
Sus manos agarran mi cintura.
—A la mierda las reglas.
A DE AMANTE (Y DE SEXO ANAL)23 (PERDÓN. SIGUE
LEYENDO)

FÉLIX

¿Sabes qué es incluso mejor que drogarse?


Conseguir al chico que quieres.
Eso es tan jodidamente tonto.
Deberían hablar de lo bueno que es esto en las reuniones. Tal vez esto es lo que todos
los adictos necesitan escuchar, porque les garantizo que nadie querrá volver a consumir
drogas una vez que descubran lo bien que se siente.
—Probablemente deberíamos volver a salir. Ben y Luke quieren hablar contigo —dice
Jake, reventando la pequeña burbuja feliz en la que actualmente estoy flotando.
—¿Los policías? —Me alejo.
—Sí. Mi hermano los llamó cuando llegamos a tu casa y vio las drogas.
—Oh.
Mierda.
Realmente preferiría que no me arrestaran de nuevo. Esa mierda apesta.
—¿No puedo quedarme en esta habitación por el resto de mi vida? Tal vez se olviden de
que estoy aquí.
Evitar la cárcel no es la única razón por la que prefiero quedarme donde estoy. También
me gustaría mirar un poco a mi nuevo novio.
No es ningún secreto. Me gusta mucho mirar a Jake.
Honestamente, es una de mis cosas favoritas.
Sus rasgos son todos oscuros: cabello despeinado que es casi negro y cejas gruesas a
juego. Sus ojos son del marrón más profundo y bonito. Y mientras mi piel es blanca pálida,
la suya está ligeramente besada por el sol.
Me encanta que ambos seamos de cabello moreno, pero que el de Jake sea más corto y
liso, mientras que el mío se encrespa sobre mi frente y mis orejas. Los ángulos de su cara
son más afilados que los míos, aunque yo sea más delgado, y su nariz es perfectamente
recta mientras que la mía tiene un pequeño bulto que me quedó de un puñetazo que recibí
de mi padre cuando tenía doce años.
Jake es alto y tiene la constitución de un soldado, aunque ya no puede decir que lo es.

23
El original decía “B is for Boyfriend (And Butt-Fucking)” que es justamente lo mismo pero en vez de
amante, novio.
Es fuerte pero no demasiado voluminoso. Sus músculos son delgados y alargados, y se
ve increíble sin camisa.
Jake es la definición de libro de texto de la palabra sexy, y tengo suerte de que siquiera
me mire.
—Ey. —Toma mi rostro y levanta mi cabeza cuando empiezo a deprimirme—. Solo
quieren preguntarte mierdas sobre tu padre. Realmente no los conozco muy bien, pero son
amigos de mi hermano y él confía en ellos. No deberían molestarte tanto. Les dije que tu
papá fue el que tenía las drogas y no tú.
—¿Sabías que eran de él?
—Nunca lo dudé.
—Eso es... gracias. —Me trago la emoción que intenta ahogarme—. Por creer que no
haría eso. Eso significa mucho, Jake. No tienes idea de cuánto.
Él mira mis labios.
—Dices las palabras más lindas.
Hincho mis mejillas y me encojo de hombros.
—¿Qué estás haciendo? —él pregunta.
—Tratando de no sonrojarme de nuevo. Mi rostro acaba de volver a la normalidad.
—¿Y? Me encanta cuando te sonrojas.
—Oh. Bueno. Espera un momento, sí. Ahí tienes.
Él se ríe, dejando caer sus manos de mis mejillas ardientes.
—Sabes que arrestaron a tu papá, ¿verdad?
Jake es (finalmente) mi novio, ¿y ahora esto?
Y las buenas noticias siguen llegando.
—No, pero eso es genial. Ahora no tengo que tratar con él. ¿Encontraron mi coche?
Su rostro se tensa.
—Mierda. ¿Qué?
—Tu padre lo destruyó tratando de escapar de la policía.
—¡Oh, vamos! ¿En serio? — lDoy un paso atrás, agarrando mi cuello con ambas manos
—. Pero, ¿destrozado, destrozado?
—Estoy bastante seguro, sí.
—¡Por qué es tan idiota!
Camino frente a la cama de Jake, pensando en todas las formas en que me gustaría
causar daño físico a mi padre, porque desafortunadamente ya sé que el daño no será
cubierto por mi seguro.
—Esta es la segunda vez que hace eso, —digo.
—¿Él ha destrozado tu coche antes?
—Sí. Mi primer coche. Se colocó y lo condujo directamente a un lago.
—Dios. Tu padre apesta.
—Por favor, dime que él también salió mal. —Me detengo—. Digo, destrozado, que
nunca volverá a caminar el imbécil.
—Ni idea.
—Vamos a averiguarlo.
Agarro la mano de Jake y lo saco de la habitación y por el pasillo hacia el silencio
absoluto, lo cual no esperaba ya que ya me habían dicho que estaba a punto de ser
interrogado por la policía, que aparentemente conoce a Dean lo suficientemente bien.
Todos parecían felices de verse cuando llegamos aquí.
¿Por qué no estarían hablando en este momento?
Me detengo en la entrada de la cocina y encuentro a Riley sentada en la isla y a los
chicos en el sofá, y todos se están llenando la boca de tarta.
—Oh. Me olvidé de la tarta. —Lamo mis labios.
Jake se ríe en voz baja a mi espalda, luego me impulsa hacia adelante con una mano
suave y se mueve a mi alrededor. Abre un armario y toma un plato.
Me acerco al sofá y me paro junto al extremo en el que está sentado Dean, mirando
brevemente a los dos chicos sentados a su lado.
Pues Ruxton tiene un montón de policías sexys. Sexys del tipo fóllame ahora. Nunca he
tenido el placer de ser arrestado por uno.
Parece justo.
—Oye —digo, empujando a Dean con el codo—. ¿Cómo está?
Él levanta la vista de su plato.
—Está muy bueno. Sírvete un poco.
—Mi novio me está sirviendo.
Bien podría recibir la regañina ahora. Sé que vendrá.
Dean suspira, lamiendo el pegajoso relleno rojo de su labio. Niega con la cabeza y mira
hacia abajo.
—Santo Dios, Félix. De todos los días para hacer esto…
—Iba a suceder eventualmente.
—¿Y ahora te pareció el mejor momento? No sé por qué me pides consejo. Rara vez me
escuchas.
—Si vas a hablarle así, puedes largarte, —dice Jake, acercándose para pararse a mi lado.
Me entrega el plato manteniendo su mirada fija en Dean.
—¿Disculpa? —pregunta Dean.
—Está bien, —le digo a Jake—. Siempre somos así.
—¿Sí? ¿Así que regularmente te hace sentir como una mierda por las decisiones que
tomas?
—No me siento como una mierda en este momento. Excepto por todo lo de empezar de
nuevo con mi sobriedad. Pero estoy lidiando con eso.
Dean se pone de pie y, con voz tranquila y firme, le dice a Jake—: Tú y yo
probablemente deberíamos salir y tener una pequeña charla antes de irme, —y es entonces
cuando se vuelve intimidante para mí.
Jake ni siquiera se inmuta.
—¿Sí? Vamos entonces.
—Santo Dios. El pequeño de los Tully actúa como tú, —le dice el policía sentado en el
medio al otro policía, un poco menos musculoso pero de ninguna manera menos atractivo.
Un policía ligeramente menos musculoso gruñe alrededor de su bocado de pastel.
—Es probablemente por eso que me agrada.
Dean se mueve alrededor del sofá y coloca su plato en el fregadero. Luego veo a Jake
llevar a Dean a la puerta.
—¿Ahora? —Pregunto—. ¿Vais a salir ahora mismo para tener esta charla?
—Ahora, —dice Jake al mismo tiempo que Dean—. Parece.
La puerta se cierra detrás de ellos.
—Genial. Déjame aquí solo para que me asen a la parrilla. Mi grupo de apoyo es
magnífico.
Lentamente miro a los policías, quienes están mirándome como si no pudieran esperar
un segundo más para comenzar el interrogatorio.
—Hola. Soy Félix.
Ninguno de los dos habla.
—De todos modos, Jake dijo que mi coche está destrozado. ¿Hay alguna posibilidad de
que mi padre ahora esté completamente paralizado?
El policía súper musculoso levanta las cejas.
—Maldición. Eso es un poco duro, ¿no?
—Para nada.
Ambos me miran como si estuvieran esperando por un estoy bromeando. Espero que
tenga una vida larga y plena sin lastimarse nunca y creo que dejé de desear eso cuando
cumplí once años.
Corté un enorme trozo de tarta con el tenedor y me lo metí en la boca.
El policía un poco menos musculoso mira de su amigo a mí y dice—: Lo entiendo. Mi
papá fue un idiota borracho la mayor parte de mi vida.
—Genial. Reunión del Club de Padres de Mierda. —Como más tarta—. Maldita sea, esto
es realmente bueno.
—Tu padre no sufrió ninguna herida. Nada importante de todos modos.
—Pero mi coche está destrozado.
—Oh, sí.
—Impresionante.
Me paso el dorso de la mano por la boca y me estremezco cuando un latido en la cabeza
hace que mi visión vibre.
No tengo ni idea si es por hablar de mi padre o de estar recuperándome del colocón.
Hay una buena posibilidad de que puedan ser ambos.
—Sé que Jake ya os lo dijo, pero las drogas no eran mías. Apuesto a que mi papá dijo lo
mismo, pero es un mentiroso de mierda que ha sido arrestado más veces de las que
realmente lo he visto. ¿Lo pasasteis en vuestro sistema o lo que sea que hagáis?
El policía un poco menos musculoso toma su último bocado.
—Sí. Ha sido detenido.
—¿Hay alguna posibilidad de que recordara que es padre e hiciera lo correcto al deciros
la verdad? ¿O dijo que eran mías?
—Dijo que eran tuyas, —dice un policía súper musculoso—. También dijo que le
prestaste tu coche.
—Claro. Y después le di todo el efectivo que tenía, mi teléfono y mi única tarjeta de
crédito. Soy tan jodidamente generoso que pensaríais que él me amaba como a un hijo.
Rompo otro bocado con el tenedor y me lo meto en la boca.
—¿Consumiste alguna de las drogas? —pregunta un policía súper musculoso.
Trago antes de en verdad tener que hacerlo y toso en mi puño.
—¿Estoy bajo arresto en este momento?
—No.
—Entonces estoy bastante seguro de que no tengo que responder eso.
El policía un poco menos musculoso se pone de pie.
—Espera. —Doy un paso atrás—. ¿Te estás preparando para cachearme?
Arquea una ceja.
—¿Debería?
—¿Puedes?
—¿Qué?
Coquetear no va a funcionar. Entiendo.
—Lo siento. Mira. Soy un adicto. Nunca negaré eso. Pero no salí a buscar droga, lo juro.
Esas no eran mías.
El policía súper musculoso ahora también se para.
Sigue al otro a la cocina donde ambos se detienen en el fregadero, y ¿por qué los policías
siempre son tan inexpresivos y sin emociones cuando te interrogan? Es molesto.
—Podéis preguntarle a Dean. Conocéis a Dean, ¿verdad? Él es mi padrino. Él me conoce
mejor que nadie. Él responderá por mí.
La puerta de entrada se abre a mi espalda, pero estoy demasiado ocupado
defendiéndome para no pasar más tiempo en la cárcel como para darme la vuelta y
asegurarme de que las dos personas más importantes para mí no se hayan matado a golpes.
—No podéis creer nada de lo que dice mi papá, —continúo—. Sé que las drogas estaban
en mi casa, pero no eran mías. He sido arrestado dos veces por posesión. Buscadme si
queréis. Félix Fields. Puedo mostraros mi identificación. Cooperaré. Yo solo... ¿podríais tal
vez no hacerme más preguntas? No es que tenga nada que ocultar. Solo me pongo ansioso
con los policías. No es que tenga motivos para estarlo. —El tenedor traquetea contra el
plato cuando lo dejo caer accidentalmente—. No estoy nervioso porque soy culpable. Lo
juro.
—¿Qué pasa? —pregunta Dean, viniendo a pararse a mi derecha mientras Jake flanquea
mi izquierda.
—¿Estáis tratando de culparlo de esto? —pregunta Jake—. ¿Qué diablos? Tenéis a su
padre.
—No estamos haciendo nada, —dice el policía súper musculoso—. Empezó a mover la
boca así cuando le pregunté si tomó alguna de las drogas. Un simple no habría sido todo lo
que necesitaba escuchar.
Mis ojos se abren.
—¡Oh! Entonces no. No, no tomé nada. Y eso que dije antes sobre empezar de nuevo con
mi sobriedad, no tiene nada que ver con esto. Tuve un desliz al tomar otras drogas. No las
de mi casa.
Dean maldice por lo bajo.
—Félix, cómete tu tarta y deja de hablar.
—Sí, estoy feliz de hacer eso.
Jake se ríe por lo bajo y me observa tomar otro bocado.
—Deberíamos irnos antes de que escuchemos algo más, —dice el policía un poco menos
musculoso.
Me estoy cansando de estos apodos. Ni siquiera son creativos.
—¿Cuál es Ben y cuál es Luke? —Pregunto—. ¿Y cómo conocéis a Dean? ¿Lo habéis
arrestado?
—¿Por qué es eso en lo primero que piensas? —Dean me frunce el ceño.
—Porque me acaban de interrogar y tengo esa mentalidad. No sé.
—No te estábamos interrogando, —dice el policía súper musculoso.
—Lo sabrías si lo hiciéramos, —agrega el policía un poco menos musculoso.
—¿Cuál es cuál? Los he estado llamando policía súper musculoso y policía un poco
menos musculoso en mi cabeza.
—¿Por qué? —Jake me mira.
—Um. ¿Porque así es como se ven? Ambos son igualmente atractivos, y necesitaba
diferenciarlos de alguna manera. Gracias a dios tu hermano todavía no está aquí. Si hubiera
olvidado su nombre, habría sido un gran lío en mi cabeza.
—Sería el policía más follable, —dice alegremente Riley desde su asiento en la isla.
Jake me mira fijamente, casi como si estuviera esperando que mencione su nombre
ahora y discuta eso.
—¿Qué? No eres un policía —le recuerdo.
—Cómete tu tarta, Félix.
Mantengo mis ojos en él mientras tomo otro bocado.
Entonces habla el policía súper musculoso.
—Soy Ben. O policía súper musculoso. A mi esposa le encantará saber que me llamaste
así.
El policía un poco menos musculoso levanta la barbilla.
—Luke. A mi esposa le importa una mierda cómo me llamaste.
—¿Problemas matrimoniales? —Pregunto.
Luke parece confundido.
—Joder, no. Está loca por mí.
Oookey.
—Entonces, ¿cómo conocéis a Dean?
—Les hice sus tatuajes, —me responde Dean—. Aunque ha pasado mucho tiempo.
Ambos tenéis que volver.
—Te lo dije, quiero ponerme el nombre de mi hijo, —dice Luke.
—Definitivamente iremos pronto. —Ben mira a Luke y le pregunta—: ¿Estás listo para
irnos?
—Sí. Creo que hemos terminado de enloquecer al chico nuevo.
Ni siquiera discuto eso, aunque no diría que estaba enloqueciendo.
¿Al borde de mi primer ataque de pánico? Posiblemente.
Los detengo cuando llegan a la puerta.
—Esperad. ¿Cuánto tiempo va a estar mi papá encerrado? ¿Tenéis idea?
Por favor, que digan para siempre. Por favor, que digan para siempre.
—Depende del juez, —dice Ben—. Pero lo tenemos por posesión y conducir un vehículo
robado bajo la influencia, así que al menos un par de años.
—¿Tenía drogas encima cuando lo detuvisteis? —pregunta Jake.
Resoplo.
—Por supuesto que tenía. Me sorprendería si no las tuviera.
—Sí. Estaba cargado, —dice Luke—. Dudo que salga con menos de cinco años por lo
menos. No con su historial.
—Y supongo que no querrás pagar la fianza por él.
Frunzo el ceño a Ben después de meter el último bocado de tarta en mi boca.
—Oh. Joder, no Que se pudra.
—Es lo que pensaba. —Abre la puerta—. Está bien. Nos vemos pronto, Dean.
—Suena bien.
—Hasta pronto, —grita Luke.
Después de que la puerta se cierra detrás de ellos, empiezo a pensar demasiado.
—¿Debería haberles agradecido por no reportar que todas las drogas estaban en mi
casa? Quiero decir, apenas me cuestionaron en absoluto.
—Probablemente solo te incriminarías a ti mismo, —dice Dean—. Yo no lo haría.
Miro de él a Jake.
—Aunque me siento mal. Me acaban de hacer un favor y no me conocen.
—Ya les han agradecido. —Me quita el plato vacío—. ¿Ya acabaste?
—Sí. —Lamo cualquier resto de relleno de mis labios—. Deberías hacer más tartas.
Semanalmente si puedes.
—Me sumo a la petición, —dice Riley.
Jake sonríe antes de alejarse.
Doy la espalda a la cocina mientras me deslizo más cerca de Dean y bajo la voz para que
nadie más pueda escucharme cuando pregunto:
—Entonces. ¿Cómo fue la charla?
—¿Por qué no le preguntas a él?, —dice Dean a todo volumen.
Mi cara se incendia.
—Dios. ¿Puedes ser un poco más perceptivo, por favor? Obviamente estoy susurrando
por una razón.
Dean se frota los ojos. De repente parece exhausto.
—La charla salió bien. Todavía no creo que sea una buena idea, especialmente ahora,
pero eso ya lo sabías. Y tu novio sigue mi consejo tan bien como tú. Ustedes dos son
perfectos el uno para el otro.
—Gracias. Eso es lo que he estado diciendo.
—Estaba siendo sarc... ¿sabes qué? No importa. ¿Cómo te sientes ahora?
—Bien, supongo. —Estiro mi cuello de lado a lado—. Solo estoy cansado.
Probablemente podría tomar una siesta durante tres días seguidos.
—Ya no estás temblando, ¿verdad?
—No. Gracias, joser. —Le muestro mi mano firme—. Realmente odio eso. No sé cómo la
gente puede amar tanto las drogas estimulantes24.
—Probablemente no sea malo que te sientas así.
Me encojo de hombros.
—Da igual. Aún así las tomé.
Dean aprieta mi hombro.
Jake se acerca entonces, sus ojos demorándose en la mano de Dean hasta que la baja.
—¿Qué pasa?
—Félix está cansado.
Jake me mira.
—¿Quieres ir a acostarte?

24
Dentro de este grupo se encuentra la cocaína. Las drogas se clasifican en Estimulantes, Alucinógenas y
Depresoras.
Mis cejas se levantan.
—¿Qué? ¿Aquí?
Dean interrumpe antes de que Jake pueda responder.
—Necesito abrir la tienda en algún momento hoy. Puedo dejarte en mi casa en el
camino si quieres.
—¿Por qué? —Jake casi suena ofendido—. Puede quedarse aquí. ¿Cual es el problema?
—No es un problema. Solo tengo que volver y buscarlo después de que cierre esta
noche. Dormirá en mi casa hasta que podamos comprarle un colchón nuevo y arreglar su
puerta.
—O puede quedarse aquí hasta que eso suceda. —Jake me mira—. ¿Qué es lo que
quieres hacer?
—No me di cuenta de que tenía opciones. ¿Me acabas de invitar a pasar la noche?
—Sí.
—¿Hasta que tenga un colchón nuevo y esa mierda?
—Claro. ¿Por qué no?
—¿Se me permite hacer eso?
—¿Por qué diablos no se te permitiría?
—No sé. No es tu casa…
—¡Estoy bien con que te quedes! —grita Riley, y rápidamente miro hacia atrás para
atraparla saludándome antes de que desaparezca por el pasillo—. ¡Los shipeo25 mucho, por
cierto!
—Oh. ¡Gracias! —Me vuelvo hacia Dean—. Ella nos shipea. ¿Lo escuchaste?
—Odio saber lo que eso significa.
—Yo no. —Mi sonrisa es enorme en este momento. Guau—. De todos modos. Me
quedare aquí.
Estoy esperando un pequeño empujón, o al menos la mirada que Dean me da cuando
afirma que soy responsable de su dolor de cabeza, pero tal vez se dé cuenta de que no tiene
sentido tratar de disuadirme ahora que Jake y yo hemos decidido que las reglas pueden irse
a tomar por culo y entre nosotros también.
Dios, muerdo de ganas de llegar a esa segunda parte.
—Comunícate conmigo más tarde, ¿de acuerdo?
Dean pone su mano en mi nuca y la aprieta, y como se siente tan bien, definitivamente
lo cuento como nuestro segundo abrazo.
—Gracias por todo hoy, —le digo.
—No es nada. Tú lo sabes.— Extiende su mano hacia Jake—. Recuerda lo que dije.
—Tú también.
Observo cómo se sonríen el uno al otro mientras intercambian palabras silenciosas, y
tal vez todavía estoy un poco colocado que veo cosas que en realidad no están sucediendo
en este momento, pero no creo que lo esté, porque los celos que siento están justificados.
Sé exactamente lo que está pasando aquí.

25
“Shipear” es un anglicismo de la palabra “ship” que se utiliza para llamar a las parejas (de forma
romántica I no) formadas (generalmente por fans) de personas/personajes, sin necesidad de que sean
realidad.
—¿Y qué, vosotros dos sois mejores amigos o algo así ahora? —Paso mi mirada entre
ellos—. Ya tenéis pequeños chistes internos, ¿verdad? Eso es jodido. Y honestamente, un
poco hiriente.
—Alguien está celoso, —Jake tiene la audacia de decir.
Me pongo justo frente a su cara.
—Búscate tu propio mejor amigo. El mío es Dean. ¿Entendido?
Ignorando cualquier respuesta entre dientes que Jake me da, me doy la vuelta y me
alineo con Dean.
—Igual va para ti. Jake puede ser mi novio, pero también está en camino de convertirse
en mejor amigo, y quiero ser el suyo. Solo podéis ser amigos. No mejores amigos.
Dean pone los ojos en blanco y se aleja.
—Adiós, Félix.
—¡Lo digo en serio! ¡Quiero participar en todos los chistes internos!
La puerta se cierra detrás de él.
Resoplo y veo a Jake acercarse a mí con la sonrisa más satisfactoria en su rostro, y trato
de no reaccionar ante eso o ante la forma en que agarra mi cintura y presiona su frente
contra la mía, porque quiero asegurarme de que sepa lo serio que soy acerca de ser su
persona número uno.
—Quise decir lo que dije —me quejo, derritiéndome en él sin importar lo mucho que
trato de no hacerlo—. Me gusta que tú y Dean sean cercanos, solo quiero que tú y yo lo
seamos más. ¿Sabes?
—Bueno, no me lo quiero follar, así que ya lo venciste en esa categoría.
—Lo digo en serio.
—Yo también.
—Nunca he tenido un mejor amigo antes, ni he sido el mejor amigo de otra persona, y
sé que nunca seré el de Dean porque está casado y su esposa ocupa ese lugar, pero podría
ser el tuyo algún día, Jake, y sé que esto suena tonto y probablemente no entiendas por qué
esto es tan importante para mí, pero realmente nunca había tenido eso antes, ni siquiera
cuando era pequeño, y lo quiero tanto. Quiero ser esa persona para ti.
Se inclina ligeramente para mirarme mejor, y sus manos se amoldan suavemente a mi
cara.
—Voy a ser honesto contigo.
—Bien. Quiero que lo seas.
—Creo que todo el asunto del mejor amigo es estúpido, Félix.
Me estremezco.
—Aunque no es…
—Pero, —se apresura a decir—. Si alguien me preguntara hoy quién es mi mejor amigo,
le diría que eres tú.
—¿De verdad?
—Joder, sí. Y a menos que necesite comunicarme contigo, no voy a ir a Dean por nada.
Es un cabrón.
—Solo ama seguir las reglas.
—Pero me alegro de que lo tengas. Él es bueno para ti.
Jake se inclina de nuevo y une su nariz a la mía, y ahora me siento tan feliz.
Pero, joder, necesito dormir.
—Tu mejor amigo está muy cansado, —le digo a través de un bostezo.
—¿Vas a referirte a ti mismo como eso a partir de ahora? Avísame ahora si lo harás.
—Bueno, eso o novio. Estoy igualmente orgulloso de ambos títulos.
Entonces Jake sonríe, tan rápido que sé que es porque no puede evitarlo.
—Vamos, —dice, agarrando mi mano y tirando de ella.
Y creo que lo seguiría a cualquier parte.
SI NO DEJO DE HABLAR, ¿SEGUIRÁS PENSANDO QUE
SOY SEXY?

FÉLIX

Caigo de cara en la cama de Jake después de quitarme las botas y entierro mi cara en la
almohada, inhalando el leve olor a detergente.
—Mm. Realmente aprecias las sábanas limpias una vez que alguien se caga encima de
las tuyas.
Jake se ríe en algún lugar a un lado.
—Eso es tan enfermo.
—Y que lo digas.
—¿Cómo te sientes cómodo en este momento?
—¿Eh? —Giro la cabeza y lo miro desde detrás de mi cabello—. ¿Qué quieres decir?
¿Por qué no lo estaría?
—Llevas jeans. ¿Quién diablos duerme en jeans?
—Los tipos llamados Félix cuando están jodidamente destrozados. Si te molesta,
quítamelos.
—Oh, entonces va a ser así.
—Sí. Va a ser así.
Planta su rodilla en la cama, y creo que está luchando contra una sonrisa tanto como yo
en este momento.
—Date la vuelta.
—¿Cómo te sentirías si me movieras…
—¿Hablas en serio?
Asiento lentamente.
Jake comienza a gatear por la cama.
—Nunca antes había desnudado a otro chico.
Bueno. Imposible no sonreír ahora.
—En ese caso, probablemente debería advertirte...
—¿De qué?
Se arrodilla junto a mi cadera, de alguna manera deslizando sus brazos debajo de mi
cuerpo como un abrazo, pero de una manera que apenas me muevo, y luego suavemente
me gira hacia él y me hace rodar sobre mi espalda.
—¿Sobre qué? —repite una vez que estoy boca arriba, y mi abdomen se tensa cuando
tira del botón superior de mi franela.
—Esto podría ser increíble para ti, —le digo, nuestros ojos se encuentran cuando su
mirada se dirige a mi cara—. Lo de. Um. Todo sobre desvestirme. No estoy seguro de que lo
sea, pero realmente espero que sí.
Él sonríe.
—Y es posible que quieras tener sexo una vez que esté casi desnudo, pero estoy
absolutamente exhausto en este momento, y no creo que pueda darte mi juego A aunque
estoy muy motivado para hacerlo.
—¿Cuál es tu juego A? —pregunta, sin dejar de desabotonar mi camisa.
Sus dedos rozan mi abdomen y trago saliva.
—Um. Ya sabes. Mucha participación de mi parte. Ser activo mientras soy el pasivo. Ese
tipo de mierda.
—Ese tipo de mierda, ¿eh? —Abre la camisa y la empuja por mis hombros y mis brazos
una vez que me inclino—. Estoy emocionado por tu juego A.
—Yo también. No es malo.
Me incorporo para que también pueda quitarme el Henley, luego me desplomo sobre mi
espalda de nuevo y lo veo tirar las sábanas de la cama.
—No estaba planeando tener sexo contigo en este momento, Félix. Las paredes son
jodidamente delgadas.
—Entonces, ¿has escuchado a tu hermano teniendo sexo? Oh, mierda. ¿Qué pasaría si
los hubieras escuchado concebir? Eso es genial. Podrías contárselo a tu sobrina o sobrino
algún día.
—Sí. No voy a hacer eso.
Jake se mueve entre mis piernas como si estuviera a punto de chupármela, y aunque
realmente no creo que lo haga, no puedo evitar sentirme ansioso por eso.
Los latidos de mi corazón se apresuran y mi piel se calienta por todas partes, y es tan
repentino que me asusta muchísimo.
Me aclaro la garganta a pesar de que no es necesario, ganando la atención de Jake, y la
sonrisa temblorosa que le doy no se siente como la mía.
Pensarías que nunca antes me han chupado la polla, y sí me la han chupado. Tantas
veces. Me la han chupado hombres que apenas conocía y otros que no conocía en absoluto.
Completos extraños se han tragado mi corrida y nunca me preocupé así. Nunca me
pregunté si lo odiarían y me odiarían después de que terminara. Y no entiendo por qué
estoy entrando en pánico ahora cuando ni siquiera pasará, adónde diablos se fue toda mi
confianza, pero desearía nunca haber dicho nada sobre mi juego “A” (¿por qué diablos le
llamé así?), porque ahora que he hablado tanto, nunca estaré a la altura de las expectativas.
Jake me follará y luego me dejará.
Pensará que soy malo en esto.
Y luego seré responsable de arruinar su primera vez con un chico.
—Um. Sí. Supongo que podría ser algo raro para decirle a tu sobrina o sobrino. No sé
por qué dije eso.
Palmeo el colchón con nerviosismo y miro al techo e intento con todas mis fuerzas no
enloquecer más de lo que ya lo estoy.
—Muy raro.
—No soy raro. Son solo mis pensamientos. Mis pensamientos son raros. Yo no.
—Nunca dije que tú fueras raro...
—Querrías tener sexo conmigo ahora mismo si las paredes no fueran delgadas,
¿verdad? —Pregunto, y lo juro por Dios, mi cerebro está vibrando—. ¿Te gustaría hacerlo
conmigo y no solo porque soy tu novio y podrías sentirte obligado? Espera. ¿Todavía
quieres que sea tu novio? O nosotros, esto no es solo, digo, no vamos solo a follar, ¿verdad?
¿Todavía quieres salir conmigo?
Jake es mi novio. Era mi novio hace cinco minutos. Él todavía lo es.
Creo.
Mierda. ¿Somos solo mejores amigos ahora?
¿Por qué diablos hice que eso sonara más importante que que sea mi novio?
Parpadeo fuerte cuando la luz de la habitación se vuelve demasiado brillante, pero está
bien porque tal vez me duerma ahora que tengo los ojos cerrados y cuando me despierte,
seré normal otra vez.
Sé que este no soy yo. Yo no soy así. No pienso así (todo el tiempo). Ya no.
Es la cocaína y la pastilla. El bajón. Sé que es eso.
Mierda. Sé que es eso.
El botón de mis jeans está desabrochado, y cuando he contado hasta diez en mi cabeza y
Jake todavía no ha respondido ninguna de mis preguntas ni me ha hecho ninguna de las
suyas, finalmente abro los ojos y miro hacia abajo.
Y él solo me está mirando.
Gimoteo porque necesito que hable y gimo cuando mis ojos comienzan a nublarse y ya
no puedo mirarlo.
Estoy demasiado avergonzado y me duele ahora, en realidad me duele ver, así que
cierro los ojos de nuevo y me meto los dedos en las cuencas de los ojos y le digo—: Lo
siento, estoy un poco mareado —y— Por favor, no creas que soy raro.
—Te traeré algo. Espera —dice, y Jake no suena como si pensara que soy raro para
nada, pero podría estar ocultándomelo.
Creo que eso es lo que está haciendo.
Él tira de mis pantalones, incitándome a levantar mi trasero de la cama, y pateo mis
piernas para ayudar a desvestirme tanto como puedo mientras trato de no moverme
demasiado.
Y ahora solo estoy usando unos boxer y estoy medio duro y él puede notarlo, y estoy
seguro de que odia todo porque no me está tocando.
Y me tocaría si quisiera. ¿Cierto?
La cama se balancea cuando Jake se levanta, y una ola de náuseas me recorre.
Gimo, rodando sobre mi costado.
—¿Vas a vomitar? —pregunta a mi espalda.
—No lo creo. —Abrazo la otra almohada contra mi pecho—. Lamento que mi primera
vez en tu cama no sea lo que te mereces.
—Félix. —Jake suspira—. Cierra la boca.
—Sí. Está bien.
—No me digas esas mierdas. Sabes que así no es como me siento.
Él tira y mueve las sábanas, deslizándolas debajo de mi costado hasta que ya no estoy
acostado sobre ellas, luego me cubre.
—Lo siento, —me quejo, con la boca presionada contra la almohada.
—¿Por que lo sientes?
—Yo no soy así. Soy mejor que esto.
—Lo sé. Está bien.
—Okey.
—Vuelvo enseguida.
Abro los ojos en algún momento después de que Jake sale de la habitación, y me siento
aliviado cuando todo lo que tengo delante ya no se ve doble y puedo concentrarme.
Mi visión es clara y veo a Jake caminar alrededor de la cama, llevando un vaso de agua
con una pajilla y un bote de Tylenol.
—¿Quieres esto? —pregunta, levantando el bote.
Levanto la barbilla para hablar con claridad.
—Por favor.
Saca dos pastillas y me sostiene el vaso después de que me las trago sin necesidad del
agua. Hago esa mierda por costumbre. (¿Soy un puto drogadicto, o qué?) Sigo las pastillas
con un largo sorbo de agua.
Jake pone todo en la pequeña mesa al lado de la cama antes de estirar la mano por
encima del hombro y agarrar su camisa.
Él se la quita, y ni siquiera puedo disfrutar de la revelación lenta que me está dando. No
puedo mirarlo como quisiera. Ya no puedo mirarlo.
Me doy la vuelta y miro hacia la otra pared.
Las lágrimas llenan mis ojos porque soy tan jodidamente patético, Jake tiene que
cuidarme. No podemos simplemente pasar el rato y divertirnos, y ya olvidé cómo suena su
risa.
Apuesto a que está enojado. Porque hemos estado saliendo por dos segundos, y él no
me ha besado, ni me ha tocado, ni me ha follado, y sé que no es por las paredes delgadas.
Eso es una mierda. Estas son paredes normales.
Es solo un mentiroso que está enojado porque la cagué y ahora tiene que mimarme
como a un puto niño.
Aparto mi cabello de mis ojos y luego paso mi mano por toda mi cabeza, agarrando mis
estúpidos rizos. Se sienten tan feos. Quiero mi gorro, y desearía poder haberle hecho una
revelación lenta como Jake a mí. Ojalá pudiera tener la confianza. Tal vez entonces hubiera
reaccionado cuando me quitó la camisa porque apenas me miró.
Y ahora sé que definitivamente ha cambiado de opinión.
¿Sabes qué? Puedo responder mis propias preguntas.
Él no quiere que yo sea su novio.
Él no me desea. No de esa forma.
Seremos mejores amigos, pero nada más.
Ni siquiera puede decirme si todavía quiere eso. Ya no dice ni una puta cosa, y me
pregunto si dije algo malo y si ahora me odia. Me pregunto si debería irme.
Detente. Este no eres tú. Sabes que no lo eres.
Mi cuerpo está tenso y estoy flexionando cada músculo que tengo mientras discuto con
el veneno dentro de mi cabeza, y soy casi convincente.
Jake me desea.
Mi cabello se ve lindo.
No está enojado conmigo por haber consumido, y me follaría ahora mismo si pudiera. Él
desea hacerlo.
Quiero creer en eso.
Esta es la razón por la que los drogadictos se mantienen colocados, porque ¿quién
puede soportar sentirse así de deprimido todo el tiempo?
Aplasto la almohada contra mi pecho mientras me odio un poco más, y no siento que la
cama se hunda o que la sábana se mueva en absoluto, pero luego Jake está debajo de las
sábanas conmigo y se pega a mi espalda, y sus jeans tampoco están.
Sus piernas desnudas son cálidas y se doblan en la parte posterior de las mías, y su
brazo es sólido y está sobre mí y me sostiene mientras su otro brazo se desliza debajo de la
almohada que ambos estamos usando ahora, y agarra una de mis manos y entrelaza sus
dedos con los míos, sosteniéndola por el dorso, y no creo que me odie si hace esto.
Dejarme dormir en su cama es una cosa.
Acurrucarse es otra distinta, es otro nivel y no es algo que hagan los enemigos, y de
verdad nos estamos acurrucando.
Nunca me había sentido tan feliz y miserable al mismo tiempo.
—Yo sé lo que es esto, —dice Jake, con la boca enterrada en mi cabello—. Olvidas que
estoy tan jodido como tú, Félix, así que sé lo que sucede después de que desaparece el
subidón. Me encantaba la cocaína, ¿recuerdas? Esa paranoia de mierda mientras estás
tratando de dejarla. No necesitas explicármela, y no necesitas decirme que lo sientes, ¿de
acuerdo? He pasado por eso.
Sollozo, abrazando la almohada extra con más fuerza.
—Te deseo. Te voy a follar. Y no solo vamos a follar. No puedo creer que me hayas
preguntado esa mierda.
El aliento sale de mi boca.
—Yo no-
—Sé por qué lo preguntaste, ¿vale? Lo entiendo. Pero aun así me molestó escucharlo.
Solo porque eres tú, y creo que aceptarías eso de mí si eso es lo que yo te pidiera, y no
deberías, Félix. Te mereces más que eso. Y quién diablos sabe si algo de esto te llegará en
este momento, pero lo diré de todos modos. Si solo quisieras follar sin tener una relación
seria, yo lo haría. Odiaría no poder tener más de ti, pero lidiaría con ello. Tal vez dejaría de
desear tenerte como mi novio. Tal vez no. Pero tú estás...
—Espera, —me atraganto, interrumpiéndolo.
Suelto la almohada y me muevo en su agarre para aflojarlo, luego me doy la vuelta para
que quedemos cara a cara, nuestras frentes casi se tocan y nuestras piernas se enredan.
—Necesito mirarte. Yo... ¿qué ibas a decir?
Sus ojos saltan entre los míos, luego levanta la mano y toma mi mejilla.
—¿Tú qué?
—Nada.
—Sí, es algo. Dime.
—No estoy bien en este momento. He estado pensando en la peor mierda.
—¿De ti mismo?
—Y de ti. De nosotros.
Jake asiente una vez, y sé que lo entiende todo. Por qué está pasando esto y por qué
necesito que me valide.
Ventajas de salir con otro adicto.
Su pulgar acaricia mi mejilla.
—Estaba diciendo que estás loco si crees que alguna vez querría solo follarte. Contigo
no, Félix.
Trago saliva y lamo mis labios.
—Entonces, ¿sigo siendo tu novio?
—Sí.
—Y tu mejor amigo. Quieres ambos.
—Sí.
—Está bien, —me apresuro, el alivio me llena—. ¿Y las paredes son realmente
delgadas? ¿No estabas inventando una excusa para no tener que tocarme?
Sus cejas se juntan.
—Santo Dios. No. ¿Es eso lo que... a la mierda? Ven aquí.
Jake me acerca y me besa, ambos nos presionamos más firmemente y nuestras bocas se
abren al mismo tiempo.
Dulce alivio me llena, y es abrumador.
Jake inclina la cabeza y empuja su lengua dentro de mi boca, y estoy tan caliente y
adolorido por todas partes. Ya estoy gimiendo antes de que la mano en mi mejilla baje
entre nosotros y se deslice por mi abdomen y dentro de mis calzoncillos.
—Pensé que no podíamos follar ahora. —Mis ojos se cierran cuando agarra mi polla—
Sí. Así.
—No vamos a follar.
—Oh.
—¿Qué tan callado puedes estar? —pregunta mientras me acaricia.
—Muy callado, —jadeo, besándolo—. Oh, mierda. Por favor, haz que me corra.
—¿Estás bien? ¿Puedo hacer esto?
—Estaré bien. Solo no te detengas.
Trato de tocarlo mientras nos besamos, tiro con ambas manos de la cintura de sus
bóxers, pero él niega con la cabeza y hace algo con su lengua que me hace olvidar mi propio
nombre, y luego Jake se aleja y levanta su mano hacia rostro.
Me mira mientras se lame la palma de la mano.
Antes de que pueda agarrarme de nuevo, tomo su muñeca y meto sus dedos en mi boca,
lamiéndolos y chupándolos.
—Joder, sí. —Mueve sus dedos adentro y afuera, untando saliva en mis labios—. ¿Es así
como me la vas a chupar? Tan bueno y lento, ¿así?
—Mmm, sí. Provocándote hasta que hagas que me detenga.
Empujo su mano hacia abajo entre nosotros y me inclino cuando me agarra. Las cabezas
de nuestras pollas se tocan.
—Mis bolas están tan jodidamente llenas en este momento, Jake. Joder.
Lo beso profundamente, y es tan jodidamente descuidado y húmedo. Nuestra saliva
gotea por mi barbilla.
Jake actúa como si le encantara. Él la lame.
—Saca las sábanas, —dice, y lo hago mientras empuja hacia abajo mis calzoncillos para
que abracen mis muslos. Deja de besarme y mira hacia abajo mientras se masturba—.
Joder. Mira lo gorda que es esta polla.
Miro mi polla fijamente, moviendo mis caderas al ritmo de cada caricia. Cuando golpea
mi polla contra mi abdomen, gimo.
—Tan bueno. Sigue hablando, sigue haciendo... —Mi respiración se entrecorta—. Todo
lo que estás haciendo. No te detengas, Jake.
—¿Cómo me va a entrar esto en el culo, Félix? Vas a tener que abrirme bien para
lograrlo.
Oh, mierda. Esa puta imagen mental. Casi hace que me corra.
—Lo haré. Te abriré tan bien que rogarás porque te la meta.
—Quiero hacer esto mientras me montas.
—Yo también.
—Quiero masturbar esta gorda polla mientras me corro dentro de ti.
—Jake. —Clavo mis uñas en su brazo y muerdo su labio—. Joder. Hazlo. Hazlo ahora.
—No.
Estoy jadeando como maratonista ahora, jadeando en su boca entre besos.
—Sí. Tócame así.
Jake envuelve la cabeza de mi polla y me bombea allí, untando líquido preseminal por
mi eje.
—Dios. Estás palpitando muchísimo.
—Estoy cerca.
—Bien. Quiero tu corrida sobre mí.
—Oh, joder. Sí, la quieres. La quieres. —Me agarro a su cuello y me aferro a su puño—.
Desearía que me estuvieras llenando ahora mismo. Apuesto a que follas tan sucio.
—¿Así lo quieres?
—Solo te quiero a ti. Me siento tan vacío, Jake.
Saca su brazo de debajo de mí y escupe en su mano. Luego sigue masturbándome con la
izquierda mientras pasa la derecha por encima de mi cadera y me abre las nalgas.
Sus dedos resbaladizos se deslizan por mi raja y rozan mi agujero.
—Joder, sí. —Me muevo hacia atrás, dejándolo entrar en mí—. Más adentro. Dame dos.
Me besa mientras trabaja mi próstata como un maldito profesional, su lengua baja por
mi garganta y su mano tan apretada alrededor de mí.
Es el cielo.
Jake me está diciendo lo bien que se siente mi culo y estoy gimiendo tan fuerte que no
hay forma de que Riley no escuche esto.
Hace que sea más caliente cuando no me dice que me calle, y cuando Jake lame mi cuello
y me dice que muere de ganas de follarme bien duro contra el colchón, mi orgasmo golpea
como un tren de carga.
Jake nos aprieta juntos y ordeña mi semen en sus abdominales y pecho, su aliento
caliente y jadeante contra mi mejilla. Luego me besa dulcemente mientras me hace rodar
sobre mi espalda para poder montar a horcajadas sobre mi cintura, y obtengo el mejor puto
espectáculo de mi vida cuando se baja los bóxers lo suficiente como para agarrar su polla y
se masturba usando mi semen como lubricante.
Mi boca está abierta cuando dispara, y atrapo un poco en mi labio. Una recompensa que
saboreo y chupo mientras él me mira como si yo fuera la cosa más sexy que jamás haya
visto. Luego se derrumba encima de mí, y es pesado, pegajoso y perfecto.
Los dos nos quedamos allí y jadeamos.
—Entonces, definitivamente todavía me deseas, —digo secamente—. Lo entiendo ya.
Alto y claro.
Se aleja, y su sonrisa es perezosa y linda.
Jake rueda sobre su costado y ambos nos arreglamos nuestros bóxers, luego me tira con
él mientras se acomoda sobre su espalda, así que estoy parcialmente acostado sobre su
pecho.
—¿Estás mareado o algo así? —él pregunta.
—No. Solo muy cansado. —Bostezo y cierro los ojos, pasando mi pierna por encima de
su muslo—. ¿Quieres limpiarte?
—Joder, no. —Su brazo alrededor de mí se aprieta y presiona sus labios en mi cabeza—.
Eso fue lo más caliente que he hecho con un chico. Joder. Creo que podría ser lo más
caliente que no he hecho con nadie.
Me arde la cara y el cuello.
—¿Sí?
—Joder, sí. ¿Todas esas cosas que dijiste? Eres un pequeño monstruo.
El tono empapado de lujuria de su voz hace que me vuelva a correr sangre a la polla, y
estoy medio duro y casi listo para la segunda ronda.
—Necesitas dormir, Félix, —dice Jake, leyendo mi mente.
Hundo mi cara contra su pectoral y me quejo.
—Bien. ¿Pero puedes asegurarte de que no me duerma hasta muy tarde? Necesito
hablar con Dean.
—Sí. No te preocupes.
—Ey. —Levanto la cabeza y lucho por abrir los ojos—. ¿Qué fue todo lo que te dijo
cuando salisteis?
Jake gira un mechón de mi cabello alrededor de su dedo.
—Solo una mierda protectora que no necesitaba escuchar. Pero no me molestó.
Entiendo por qué es así contigo.
Bostezo de nuevo, haciendo que mis ojos se llenen de lágrimas, y dejo caer mi mejilla
contra su pecho.
—Sí. Somos cercanos.
—No sois cercanos como mejores amigos. No como tú y yo.
Estoy tan jodidamente feliz en este momento, podría morir.
—¿Puedes seguir haciendo eso con mi cabello? Se siente bien.
—También se ve lindo. Tu cabello es perfecto todo desordenado, justo así.
Dios. ¿Cómo supo que necesitaba escuchar eso?
Juega con otro rizo en la parte de atrás de mi cabeza.
—Duérmete ya, Félix.
—Cierra la boca. Ya voy.
Su risa es baja y retumbante, y lo último que escucho antes de dormirme.

Me despierto en una cama vacía y no tengo idea de cuánto tiempo he dormido, pero no
fue suficiente.
Todavía me siento agotado y mi dolor de cabeza ha regresado. Me golpea como si mi
cabeza fuera un tambor. Creo que eso es lo que me despierta.
Palmeo mi cabeza y rasco mi abdomen, y ahora tengo semen seco debajo de mis uñas.
Realmente necesito una ducha.
Me siento y paso las piernas por el costado de la cama, encorvándome. Mi estómago se
siente vacío y mis piernas rebotan.
Agarro el vaso de agua de la mesa y saco la pajilla para poder tragarla, limpiando las
gotas de mi barbilla con el dorso de mi mano.
Cuando la puerta se abre a mi espalda, miro por encima del hombro.
Jake entra con un sándwich en un plato.
—Ey. ¿Te acabas de levantar?
—Sí. ¿Cuánto dormí?
—Cuatro horas. Son casi las diez.
—¿Solo eso? —Me agacho y me subo los jeans, me los pongo y niego con la cabeza
cuando sostiene el plato frente a mi cara—. Déjame ducharme primero.
—Pero luego tienes que comer.
Pongo los ojos en blanco y digo—: Sí, querido. —Y me pongo de pie para subirme los
pantalones.
Jake camina a mi alrededor, sonriendo.
—¿Siempre estás así de malhumorado después de tomar una siesta?
—No estoy de mal humor. Estoy cansado y me siento como una mierda.
Miro su perfil.
Dios. Él debería saber exactamente cómo me siento. Ha pasado por esto antes.
—Estoy bromeando, Félix. —Jake me mira después de dejar el plato sobre la mesa, y
ahora los dos nos miramos fijamente—. Calma. O no te voy a besar.
—¿Qué? ¿Nunca más? —Su rostro está completamente en blanco cuando se encoge de
hombros—. Será mejor que me beses, perra imbécil. ¡Eres una de las únicas cosas buenas
que me quedan!
Una risa brota de su boca.
—¿Perra imbécil? ¿Qué coño?
—Mantengo lo que dije.
—Bien.
—Bien.
Jake se inclina hacia mí.
—¿Bien? Haz morritos, hijo de puta.
—No. Ni siquiera quiero ahora. —Giro la cara y sonrío cuando su boca aterriza en mi
mejilla—. Dios. Te dejé masturbarme una vez, y estás completamente obsesionado
conmigo.
—Bastante.
Agarra mi mentón y me obliga a girar la cabeza, y en ese momento es que lo beso con
todo lo que tengo.
—Vas a comer, —dice, arrastrando los dientes por mi labio—. Te obligaré si es
necesario, Félix.
—No hay que recurrir a la violencia. Comeré. —Me lamo donde me mordió para aliviar
el pinchazo—. Solo quiero ducharme primero.
La mirada de Jake recorre mi pecho y abdominales.
—Buena corrida.
—Gracias, imbécil.
—Dios. Eres un cabrón cuando estás en abstinencia.
Frunzo el ceño al instante.
—Ey. Está bien. —Me besa de nuevo—. Yo soy un completo bastardo cuando estoy
evitando consumir cocaína. Ojalá nunca tengas que ver eso.
—No lo haré.
—Suenas bastante seguro. ¿De verdad crees tanto en mí?
—Por supuesto que sí.
Su mirada se suaviza.
—¿Quieres un cambio de ropa?
—Sí. ¿Me prestas algo?
—No es necesario.
Jake camina a mi alrededor para llegar a su tocador, y me doy cuenta de que hay una
bolsa de lona encima con ropa desparramada.
Cojo mi Henley del suelo y me la pongo mientras Jake hurga en sus cosas.
Aunque apuesto mi testículo izquierdo a que Riley nos escuchó, no creo que ella
necesite ver la evidencia. Podría tropezarme con ella en el pasillo.
Vaya situación incómoda.
—Ten. —Jake me lanza una camiseta, calzoncillos tipo bóxer y un par de pantalones de
chandal.
Mi camiseta. Mi par de pantalones de chándal. Y definitivamente mis calzoncillos tipo
bóxer. Los reconozco al instante.
—¿Eh? —Lo miro boquiabierto—. ¿Cómo llegó esto aquí? ¿Fuiste a mi casa?
Antes de que pueda responder, una invitada no invitada se cuela en la habitación como
si fuera la dueña del lugar.
—¿Fuiste a buscar a Bella?
—No sabía si podría quedarse sola toda la noche. No sé mucho sobre gatos. Oh, hola,
bebé. —Jake se agacha y la acaricia cuando ella se frota contra su pierna—. ¿Extrañaste a
Félix? Está justo aquí, ¿ves? Él está bien.
—Oh, sí. Estoy seguro de que ha estado muy preocupada.
—Ella ya ha conocido a Riley.
—Entonces, ¿a ella le gustan todos menos yo? Eso es súper genial. Estoy tan feliz por
vosotros.
Inclina la cabeza hacia arriba y se ríe.
Me siento como si fuese a llorar. Estos cambios de humor no son fáciles.
Jake se endereza, apoyando a Bella contra su pecho.
—No estás enojado conmigo por traerla aquí, ¿verdad?
—No. Digo, ella me odia, pero eso fue muy dulce de tu parte.
—Esta perra imbécil puede ser jodidamente romántica.
Me río con lágrimas en los ojos, girando la cabeza para que no pueda ver cuando lleva a
Bella a la cama.
—¿Dónde está la ducha, Sr. Romántico?
—Cruzando el pasillo.
—Está bien. Vuelvo enseguida.
Salgo de la habitación de la forma más natural posible, no voy a tropezar otra vez, cruzo
el pasillo y logro cerrar la puerta del baño detrás de mí antes de que las lágrimas caigan por
mis mejillas.
Joder, joder. Necesito que esto termine.
Maldigo y limpio la humedad de mis ojos con dureza, luego me quito la ropa y tiro de la
manija de la ducha hasta que el agua pasa de fría a hirviendo.
Paso por debajo del chorro y dejo que golpee contra mi espalda.
Me quedo allí parado por una eternidad antes de comenzar a lavarme, y estoy de peor
humor cuando estoy seco y vestido.
Ah, y mi cabeza todavía me está matando, súper divertido.
Me quedo en el baño frente al espejo empañado hasta que me calmo lo suficiente.
Cruzo los dedos por no volver a maldecir a Jake ni llorar sobre él si dice algo lindo.
Sin embargo, no prometo nada.
En el momento en que lo busco y lo encuentro tirado en el sofá con Bella, creo que
finalmente estoy libre de cualquier ataque maníaco y estoy a medio camino de mi antiguo
yo sobrio.
—Ey —digo, desplomándome al lado de su pierna estirada. Resoplo por la bola de pelos
naranja en su regazo.
—Ey. —Jake baja el volumen de la televisión y arquea una ceja oscura hacia mí,
claramente divertido—. ¿Cómo fue la ducha?
—Bien. Caliente.
—Estás todo rojo y lleno de manchas. —Sus ojos recorren mi cara, cuello y brazos—.
Dios. ¿Cómo diablos soportas tantos tatuajes cuando tu piel es tan sensible?
—No todos los tatuajes duelen. Bueno, eso es mentira. Pero incluso si duelen, es un
buen tipo de dolor. Te gustaría.
Su risa está llena de sorpresa.
—Y una mierda.
—Ya veremos. Vas a dejar que yo te haga uno.
—Te dejaré hacerme muchas cosas, Félix, pero pincharme repetidamente con una aguja
no será una de esas cosas.
—Claro, —me estiro, y Jake se muerde el labio inferior de esa forma adorable y burlona
mientras niega con la cabeza.
Los chicos tan sexys no deberían ser adorables también. Es un poco injusto para
nosotros, la gente “común”.
—De todos modos. Sabes que me sonrojo muy fácilmente. Mi piel reacciona incluso si el
agua de la ducha está un poco tibia. Te acostumbrarás.
—¿Ah, sí?
—Sí. Quiero decir, probablemente tendremos más fiestas de pijamas ahora que estamos
juntos, así que seguramente me verás después de este tipo de duchas. Tal vez incluso te
unas a mí en una. Los novios hacen eso. —Me estremezco cuando un dolor agudo punza
profundamente detrás de mi ojo—. Ay. Cabrón.
—¿Estás bien?
—Sí. Solo el estúpido dolor de cabeza.
—Ten. —Jake saca el pequeño bote de Tylenol de su bolsillo y me lo arroja, luego se
sienta hacia adelante y toma un vaso de líquido ámbar oscuro del extraño baúl que se usa
como mesa de café. Me entrega el vaso y me explica—: Es té.
—Gracias.
—Comer también podría ayudar con el dolor de cabeza.
Sé que tiene razón en eso. La única comida que comí hoy fue ese trozo de tarta, y eso fue
hace horas.
Tomo dos pastillas más y las sigo con un sorbo de té frío, luego le devuelvo el vaso,
cambiándolo por el plato que me ofrece.
Rompo el sándwich sin molestarme en comprobar qué es, me lleno la boca con dos
bocados grandes y mastico rápidamente. Me lo trago, complacido por el sabor.
—Está bueno, —digo.
—Es solo jamón y queso.
—Es buen jamón y queso. —Doy otro gran mordisco y mastico, la mitad del sándwich
ya se ha ido—. Probablemente debería llamar a Dean y reportarme antes de que se haga
más tarde. ¿Me puedes prestar tu telephono?
—Ten. —Jake se mueve para buscar en su otro bolsillo—. Ya agregué algunos números
para ti.
Miro el teléfono que ahora está en mi regazo. ¿Agregó algunos números para mí?
—¿Esto es tuyo?
—No. Es tuyo.
—¿Qué? —Levanto mi cabeza, tragando mi bocado—. No me compraste un teléfono.
¿Me compraste un teléfono?
—Eso parece.
—¿Cómo? ¿Cuándo?
—Lo compré mientras dormías.
Parpadeo varias veces mientras mi boca se esfuerza por formar palabras.
—¿Qué? Jake.
—Félix.
—¿Me compraste un teléfono?
—Sí. Necesitabas uno.
—Tú, ¿fue caro? ¿Cuánto te debo?
—Nada. No te preocupes por eso.
—No. No, tengo que devolverte el dinero. Los iPhone no son baratos. Con Apple es como
comprar un coche a plazos. No vas a estar pagándolo por los próximos diez años por mí. Yo
lo haré.
—No, no lo harás. Ya lo pagué. Es tuyo.
Mi boca queda abierta.
—Oh, y recuperé tu antiguo número. Eso tomó un poco de trabajo, pero CJ ayudó.
Dejo el plato y el sándwich a medio comer en el baúl/mesa de café antes de q ue lo deje
caer, luego me hundo lentamente en el sofá.
Nadie había hecho algo tan bueno por mí antes, excepto tal vez Dean, y él nunca había
hecho nada fuera de las líneas de un padrino.
Definitivamente nada tan grande como dejarme dinero en efectivo.
Este teléfono parece más nuevo que el anterior. De ninguna manera fue barato.
Y Jake... me compró un teléfono y más. Me buscó mi ropa y cuidó de Bella. Él me cuidó.
Mierda. Voy a llorar. Sé que lloraré.
—Es uno de esos remodelados, Félix. No fue caro, ¿vale?
—Aún así. No sé qué decir además de gracias. —Mis palabras son temblorosas y suaves
—. Y eso realmente no parece suficiente.
—Es suficiente.
—Eres... gracias, Jake. —Lo miro y lo veo sonreír. Mis ojos se llenan de lágrimas—. Lo
siento. Yo... ya sabes...
—Lo sé.
—Espera. ¿Cómo conseguiste el número de Dean?
—Me lo dio cuando me sermoneó afuera.
—Oh. —Frunzo el ceño inmediatamente.
No te pongas celoso. No te pongas celoso.
—Dios. Por última vez, no estoy tratando de follarme a tu padrino —dice Jake, y es un
poco molesto lo perceptivo que puede ser—. Dean me dio su número para que tú pudieras
contactarlo, Félix.
—¿Ah, sí? No jodas.
La ceja de Jake se levanta, y si no está harto de mi mal humor a estas alturas, tiene que
estar cerca.
—Este no soy yo, —le recuerdo—. Sabes que no, ¿verdad?
—Sí. —Coloca su mentón en mi regazo—. Solo llámalo ya.
—S-Sí. Está bien.
Mierda. Está siendo demasiado indulgente en este momento.
En serio le debo a Jake la mejor mamada que pueda haber sido dada a alguien tan
pronto como me sienta lo suficientemente bien como para hacer una garganta profunda.
Saco los contactos, mis contactos, y solo hay dos números programados. Dean y Jake.
Quizás no agregó a nadie más. ¿A quién más necesitaría? (¿Tengo a alguien más que
agregar? Probablemente no.) Definitivamente no tengo un padre al que pueda llamar ni
ningún otro amigo.
Me limpio la cara.
—Está bien, Félix.
—Lo sé. Yo solo... es estúpido. No creo que necesite a nadie más, pero sería bueno si
tuviera opciones.
—¿De qué estás hablando?
—Nada. Me duele la cabeza.
Presiono el nombre de Dean y vuelvo a hacer una mueca cuando el dolor me punza
detrás del ojo izquierdo esta vez. Gimo y sostengo mi cabeza cuando se hunde más y se
extiende hasta la parte posterior de mi cráneo.
—Ven aquí. —Jake agarra mi codo y tira de mí hacia abajo, abrazándome contra su
pecho.
Presiono el teléfono contra mi oreja y veo a Bella ponerse de pie y estirarse antes de
saltar.
—Félix, —responde Dean en el segundo timbre.
—Ey. Estoy bien.
—¿Cómo me llamas desde tu número?
—Jake me lo devolvió. Y otro teléfono.
—Eso fue amable de su parte.
—Sí. —Parpadeo para limpiar las lágrimas de mis ojos—. Necesito volver a dormir. Solo
quería que supieras que estoy bien. Solo súper malhumorado y emocional. Tú sabes cómo
es. Y creo que Jake está a punto de dejarme.
—Santo Dios, —murmura mi futuro ex.
Estiro el cuello para mirarlo.
—¿Puedes quedarte con Bella después de que nos separemos? Creo que ella sería más
feliz contigo.
—Tienes que mantenerte alejado de la cocaína.
—Él no está equivocado, —dice Dean en mi oído, y juro por Dios, en realidad suena
divertido en este momento.
—Sí, lo se. Lo sé.
Cierro los ojos con fuerza y le suplico a un poder superior que me dé un alivio.
—Volveré a la normalidad pronto. ¿Verdad?
—Por supuesto que sí.
Y Dean está al frente del equipo Félix de nuevo. Probablemente ya no encontraría
divertido nada de lo que Jake dijera.
Eso en secreto me hace feliz.
—No te preocupes por el trabajo mañana, Félix. Tómate el día y habla conmigo.
—Está bien.
—Está bien. Hablaremos pronto.
—Adiós.
Estiro la mano detrás de mí y dejo que el teléfono caiga sobre el sofá.
—¿Estás listo para volver a dormir? —pregunta Jake.
—Definitivamente.
—Gracias, joder.
Y antes de que pueda preguntarle si preferiría que nunca volviera a despertar, porque
todos sabemos que así fue como mi químicamente podrido cerebro interpreta su
entusiasmo, Jake pasa su pulgar sobre mi mejilla expuesta de la manera más adorable,
como una mierda de película romántica, y no puedo recordar a alguien que se haya
preocupado tanto por mí antes.
¿Cómo algo tan maravilloso puede doler así?
—¿Quieres ir al dormitorio? —él pregunta.
—No. —Me acerco más—. No te muevas.
Cierro los ojos mientras Jake sube el volumen de la televisión hasta que está lo
suficientemente alto como para escucharse, y estoy tan cansado y débil que me dormiré en
cualquier momento. Especialmente cuando empieza a acariciar mechones de mi cabello
otra vez.
Es calmante, y bostezo tanto que me salen lágrimas.
Pero no puedo conciliar el sueño.
Me acuesto allí y trato de no moverme o inquietarme y solo esperar. Cierro los ojos con
fuerza cuando me irrito y aprieto la mandíbula, porque estoy demasiado cansado para esta
mierda, y si no duermo, mañana será peor que ahora, y no puedo lidiar con eso.
Y cuando los dedos en mi cabello finalmente dejan de moverse y la respiración de Jake
se vuelve más lenta, en realidad me enojo con él por poder dormirse tan fácilmente, y por
no quedarse despierto hasta que me duerma, aunque no se lo pedí.
Que ridículo. Soy un idiota.
Me deslizo por debajo de su brazo y me siento, levantándome del sofá.
Considero tomar otra ducha o dar un paseo mientras camino a lo largo de la sala de
estar. Tal vez debería seguir comiendo.
Me meto la mitad de lo que queda del sándwich en mi boca y bostezo alrededor del
bocado mientras sigo moviéndome. Me lo trago y termino el resto, y me trago el vaso de té.
Hay llaves de un coche en el maletero, y me detengo y las miro, mi mente acelera su
marcha.
Tal vez sean de Jake. Podría ir a dar una vuelta hasta que esté cansado (más cansado).
Tal vez podría parar en algún lugar y comprarle algo, porque ya es el mejor novio de todos,
y también merece regalos. Cosas dulces como él. Apuesto a que ni siquiera le importaría si
tomo prestado su coche. Lo traeré de vuelta.
Estoy emocionado ahora y feliz de nuevo.
Él va a estar tan sorprendido.
¿UNA DONA?

JAKE

Me despierto por una sacudida, la mano en mi hombro me sacude con fuerza hasta que mi
cabeza se levanta del respaldo del sofá.
—Jake.
—¿Mm? —Parpadeo para enfocar la habitación y encuentro a CJ cerniéndose sobre mí.
Todavía está en su uniforme—. Sí. ¿Qué?
—¿Dónde diablos está tu coche?
—¿Qué?
—Tu coche. ¿Dónde está?
Todavía estoy medio dormido cuando miro a mi lado, esperando encontrar a Félix
dormido en el sofá, pero él no está allí, e incluso entonces, sigo sin entender la pregunta de
mi hermano, porque ¿dónde estaría mi coche además de afuera donde lo dejé?
Me inclino hacia adelante y planto mis pies en el suelo, y mi cabeza comienza a
despejarse cuanto más tiempo miro el baúl donde dejé mis llaves anoche.
—Jake.
Mis llaves no están.
Salto sobre el respaldo del sofá, corro por el pasillo hasta mi habitación, y desearía estar
seguro de que Félix se levantó en algún momento de la noche para venir aquí y acostarse y
decidió no despertarme, pero no lo estoy. Una parte de mí ya sabe que no está en mi cama
incluso antes de que abra la puerta y lo confirme.
—Santo Dios. —Saco el teléfono de mi bolsillo mientras camino de regreso por el
pasillo, y me preocupo. Empiezo a preocuparme jodidamente rápido.
¿Adónde diablos iría en medio de la noche?
—Dime que ese niño no se llevó tu coche.
Me detengo en la cocina y frunzo el ceño a mi hermano mientras me llevo el teléfono al
oído.
—¿Niño?
CJ saca un Gatorade del refrigerador.
—Es joven, ¿no?
—No seas imbécil. Sabes su nombre.
—Como si eso importara en este momento. ¿Qué tal si nos enfocamos en el hecho de
que tu novio robó tu coche? Eso es bien jodido. ¿Adónde tendría que ir?
—¿Te callarías la puta boca por un segundo? No puedo oír nada.
La llamada suena por sexta y última vez antes de pasar al buzón de voz y, dado que Félix
aún no lo ha configurado, no puedo dejarle un mensaje.
Bueno. Empiezo a cabrearme.
—No te responde, ¿eh?
Mi hermano suena bien creído.
—Obviamente, —resoplo con burla—. ¿Me escuchas hablar con él?
Me froto la cara, mi otra mano agarra el teléfono a mi lado mientras trato de mantener
la calma, pero CJ insiste en expresar sus propias preocupaciones, y apesta que sean válidas.
—¿Por qué no te despertaría y te pediría que te llevara a alguna parte?
—No sé. Tal vez lo intentó.
¿Duermo tan profundo? No lo creo.
—¿No te preocupa que haya ido a comsumir?
—No. —Niego con la cabeza—. De ninguna manera. Él no lo haría. No se iría sin decirme
algo si así es como se siente.
—Porque tú lo conoces muy bien.
Mi mirada se agudiza.
—¿Qué cojones quieres decir?
—Exactamente lo que acabo de decir. No me importa cuánto te guste este tipo, Jake.
Apenas lo conoces y acaba de recaer.
—Estoy seguro de que tenía una buena razón para tomar prestado mi coche. Deja de
saltar a la peor conclusión posible.
—Préstamo implica consentimiento. Él te lo robó.
—Y robar implica que yo no se lo prestaría sin importar el motivo, así que cálmate.
—¿En serio? —Las cejas de CJ se levantan mientras se pasa el dorso de la mano por la
boca—. Entonces, si Félix quisiera drogarse, le darías tus llaves. Sin preguntas.
—¿Qué coño? ¿Dices esta mierda en serio?
—Sí, lo digo en serio. Es como si te despertaras y olvidaras que estás saliendo con un
adicto. Piensa, hermano. ¿Por qué no asumes que fue a consumir? Ese debería ser tu primer
pensamiento.
Lo es, no lo digo ni lo diré.
A su vez, defiendo a Félix.
—Félix no haría eso. No me hagas decirlo de nuevo. ¿Y, en serio? Le daría mis llaves, ¿sin
preguntas? Anda a que te follen.
—¿Qué?
Cuando CJ comienza a acercarse, hago lo mismo hasta que chocamos nuestros pechos.
—Estás actuando como un imbécil —le gruño en la cara—. Deja de intentar
convencerme de que presente cargos.
—Eso no es lo que estoy haciendo.
—Eso es exactamente lo que estás haciendo, oficial. Y no lo haré. Confío en Félix.
—Apenas lo conoces. Tal vez no deberías.
—Y tal vez tú deberías quedarte fuera de esto, ya que no recuerdo haberte preguntado
qué pensabas al respecto.
CJ respira pesadamente por la nariz, con la mandíbula apretada.
Sé que tiene más que decirme, porque mi hermano nunca se ha metido en mis asuntos,
pero antes de que pueda molestarme más por esto, la puerta principal se abre y ambos
miramos hacia ella.
Félix entra con una gran bolsa de regalo en una mano y una caja de donas en la otra.
Mira entre CJ y yo, de un lado a otro como si estuviera siguiendo una conversación, con
una suave mirada de inocencia en su rostro.
—Hola, —dice, sonriendo un poco—. ¿Una dona? —Él nos tiende la caja.
Mis hombros se relajan.
Joder, es lindo. Ni siquiera puedo enfadarme con él por preocuparme.
—¿Dónde diablos estabas? —Pregunto suavemente.
Félix cierra ciegamente la puerta con el pie.
—Puto insomnio. —Pone los ojos en blanco, acercándose—. No podía dormir. Pensé
que conducir ayudaría.
—Entonces, ¿vas y tomas el coche de mi hermano sin pedírselo?
—¿Te puedes callar? —gruño.
Félix se detiene abruptamente a unos metros de distancia, mira de CJ a mí, y está
preocupado. Está tan jodidamente preocupado ahora.
—No. No, Jake. No te enojes.
—No estoy enojado, —digo.
—Debería estarlo.
—Tío. —Le frunzo el ceño a mi hermano—. No te metas. No te lo diré de nuevo.
—Esto es... solo quería sorprender a mi novio, —le dice Félix a CJ, sosteniendo la bolsa.
Mi estómago da un pequeño y extraño vuelco, y de repente me siento más ligero.
Sí. Realmente me gusta escuchar a Félix llamarme su novio.
Y luego preguntaré por qué hay un Feliz Retiro impreso en el frente de esa bolsa.
—No pensé que le importaría si lo tomaba prestado, pero a ti te importa. Me doy
cuenta. Claramente te importa. —Félix parece inquieto mientras vuelve a sacar la caja de
donas—. ¿Una dona?
—No, —gruñe CJ, sonando como un idiota enorme.
Lo miro de reojo.
Está tan cerca de recibir la paliza de su vida que ni siquiera tiene gracia.
Félix baja la caja y me mira con timidez.
—Lo siento. Debí haberte preguntado si podía tomar prestado tu coche.
—No te preocupes por eso.
—¿Estás drogado? —Preguntas C.J.
—¿Qué cojones, tío? —Lo miro—. Ya basta. ¿Qué acabo de decir de que no te metas?
—Me mantendré al margen cuando él no esté durmiendo en mi casa. ¿Y por qué diablos
tú no preguntas si lo está?
—Porque sé que no lo está.
Mentira.
—No, no lo sabes. Solo esperas que no lo esté.
Verdad.
—No lo estoy, —dice Félix, y tengo que ocultar el alivio abrumador que siento al
escuchar eso—. Te juro que no lo estoy.
—¿Tienes otra pregunta? —me dirijo a CJ.
Y sueno tan engreído, pero que se joda.
Él arquea una ceja.
—Cuídate, hermanito.
Resoplo con burla hacia él mientras cierro la brecha entre Félix y yo, y sé exactamente
cómo molestar a mi hermano. Probablemente es lo que mejor sé hacer.
—¿Recuerdas esa vez que te pillé con Riley y sus tetas estaban afuera?
Mi sonrisa nunca ha sido tan cruel.
CJ se hincha de rabia y creo que podría matarme ahora mismo si no tuviéramos un
testigo.
—Um. ¿Debería dejaros solos? —Félix pregunta. Su voz tiembla.
—No, —gruño.
Miro a mi hermano y espero.
Si le dice a Félix que se vaya, enloqueceré.
Mi ceja se levanta en desafío cuanto más tiempo CJ permanece en silencio.
—¿Qué? ¿No tienes nada que decir ahora?
Observo que sucede algo bastante extraño.
Toda la ira y el odio que mi hermano se permite sentir por mí desaparece como un
interruptor apagándose, tan rápido que me pregunto si estuvo allí en algún momento, y lo
único que responde es un sombrío:
—Está bien, Jake, —y ¡guau!, parece decepcionado de mí ahora. Estoy familiarizado con
este aspecto.
Y casi me arrepiento de lo que he dicho.
—Me voy a la cama. No hagáis mucho ruido, —ordena CJ.
Lo observo salir de la habitación. Luego me vuelvo hacia Félix y murmuro:
—Qué idiota.
Sus ojos están muy abiertos.
—¿Viste a tu cuñada desnuda? —Félix pregunta en voz baja—. ¿Y se lo recordaste a tu
hermano mayor? ¿Quieres morir, Jake?
—En verdad no vi nada. Solo quiero que piense que sí.
—Eso es bastante jodido.
—Se lo merecía. —Empujo la bolsa en su mano—. ¿Qué es esto?
—Jake.
Félix parece preocupado cuando vuelvo a levantar la cabeza.
—¿Qué? —Pregunto.
—Lo siento. Realmente no pensé que te despertarías antes de que yo regresara. Estabas
prácticamente desmayado. Y de verdad quería que esto fuera una sorpresa. No robaría tu
coche.
—Está bien, —digo, porque ¿qué más puedo decir? Quiero olvidar esto—. ¿Puedo abrir
eso ahora o qué?
Señalo la bolsa.
Félix me lo tiende y dice—: No es mucho, —y— Tenía opciones limitadas. Todo estaba
cerrado. —Y luego, mucho más suavemente, agrega—: Joder. Espero que te guste.
Inclino la cabeza en dirección al dormitorio y sonrío cuando Félix muerde una dona
antes de seguirme.
Cuando ambos estamos adentro, cierro la puerta detrás de nosotros para que mi
hermano no se queje.
—¿A dónde diablos fuiste? —pregunto, ambos nos quitamos los zapatos.
Nos sentamos uno frente al otro en la cama.
—A la farmacia. Es el único lugar que estaba abierto tan tarde además de una
gasolinera. No tendrían lo que necesitaba.
Mira hacia arriba desde la caja abierta en su regazo, masticando lo último de la dona y
tomando otra.
—¿Un regalo por mi retiro?
Sus mejillas arden, y mira a la bolsa.
—Te dije que estaba limitado de opciones. Era todo lo que les quedaba.
Estallo de la risa y, a ciegas, meto la mano en ella hasta que las yemas de mis dedos
rozan un suave pelaje.
—¿Qué…
Cierro mi mano alrededor de lo que sea eso y lo saco, y ahora lo miro fijamente y trato
de no reírme mientras Félix cambia la caja de donas de su regazo a la cama y levanta el
costado de su camisa.
—Tenía que comprártelo, —dice, con voz tranquila y rápida—. ¡Mira! ¡Se parece al mío!
Miro del animal de peluche familiar en mis manos a la piel que está expuesta, y justo
encima de su dedo está el tatuaje en la parte inferior de sus costillas: el zorro con la cola
esponjosa. Es naranja y blanco, igual que el peluche, y no puedo creer que me haya
comprado exactamente el mismo.
—¿No es lindo? —Félix pregunta.
Asiento con la cabeza mientras le digo:
—Sí, —y creo que esto tiene que significar algo, porque podría haber elegido el búho
blanco hinchado o el león con la melena completa o algún otro juguete de bebé de peluche
que podrían haber tenido en venta en la farmacia desde que estuve allí, pero Félix eligió el
zorro, al igual que yo cuando buscaba un regalo para Riley.
Coloco el peluche en mi regazo y le sonrío.
—Gracias.
—De nada. —Su sonrisa es más grande—. Ahora siempre pensarás en mí.
—Ya lo hago.
Félix se sonroja, luego me empuja la bolsa más cerca.
—Hay más.
Mantengo mis ojos en él mientras saco lo siguiente que roza mi mano.
Es un libro de tapa dura. Le doy la vuelta y lo giro para leer la portada.
—Hornear Para Combatir El Alzheimer. —Levanto la cabeza, confundido—. Eh.
—Opciones limitadas, recuerda, —dice Félix—. Era esto o La Vuelta Al Mundo Con Pan
De Calabaza y no me gusta la calabaza.
Me vuelvo a reír.
—Pero, estaba pensando, se supone que todas las recetas aquí ayudan con la función
cognitiva y reducen el deterioro de la mente y no hay duda de que ambos tenemos al menos
un daño cerebral leve por toda la mierda que nos hemos metido en nuestros cuerpos,
entonces, estas las recetas pueden ser realmente buenas para nosotros. —Él golpea el libro
—. Podrías sanar nuestros cerebros con galletas y esas cosas, Jake.
Galletas y cosas.
Mi pecho se calienta.
—Sanar nuestros cerebros, eh, —reflexiono, hojeando algunas páginas—. No puedo
creer que me guste hornear.
—Pienso que es lindo.
Observo a Félix estirarse de lado en la cama y apoyar la cabeza en su mano, mientras
que con la otra levanta la tapa de la caja de donas, y juro que él mira cualquier cosa que
contenga azúcar de la misma manera que yo lo miro a él.
Recuerdo cuando antes estábamos acostados juntos, y lo jodidamente buena que es su
polla, y eso es lo último en lo que debería estar pensando en este momento.
Ambos necesitamos dormir.
—¿Cómo está tu dolor de cabeza? —Pregunto.
—Desapareció. Gracias a todo lo que existe. —Él lame el glaseado de chocolate de la
mitad de una dona—. ¿Estás seguro de que no quieres ninguna?
—No. Tengo que irme a la cama.
—Yo también.
—¿Crees que puedas dormir ahora?
Él asiente, con la boca llena, y cierra la caja antes de meterla contra su pecho y pasar su
brazo alrededor de ella.
Deja caer la cabeza hacia el interior de su brazo y cierra los ojos, y si fuera otra persona
acurrucándose con una caja de donas, probablemente pensaría que es extraño y le diría
algo, pero es Félix.
Nada de esto es extraño.
Pero no espero que se duerma tan rápido o que se duerma siquiera. Por eso sigo
hablando con él mientras me levanto de la cama y me desvisto hasta quedarme en
calzoncillos.
—Mi hermano puede ser un idiota prejuicioso, lo juro por Dios. Actúa como si fuera
mejor que todos porque nunca fue a rehabilitación.
Lanzo mi ropa a la esquina de la habitación.
—Me trata como si no pudiera manejar nada sin él. Déjame hacer las cosas solo, joder.
Si quiero tu ayuda, te la pediré.
Dejo la bolsa de regalo vacía en el suelo y levanto el libro de cocina. Lo coloco en la mesa
al lado de la cama.
—Y no importa lo que yo diga, él no me escucha. Siempre actúa como un policía. Ya viste
cómo estaba actuando, como si fuera un puto interrogatorio, imbécil. Solo tiene que actuar
normal por una vez.
Recojo al zorro y lo aplasto contra mi pecho, y no puedo quitarme la voz de mi hermano
de la cabeza.
Sigo escuchándolo interrogar a Félix y gritarle y acercándose cada vez más a Félix, que
se ve tan pequeño en comparación con CJ, y ¿cómo se atreve? Joder.
—Si vuelve a hablarte así, le romperé el cuello.
Cuando Félix no responde en absoluto, ni siquiera tratando de disimular una risa ya que
recuerdo muy claramente la lujuria con la que dijo tu hermano está buenísimo y es tan
grande y cómo Félix cree que CJ estiraría el delantal de Riley (mi delantal) si se lo pusiera
(y una mierda), giro la cabeza y me doy cuenta de que Félix se ha dormido con las donas
todavía pegadas a su pecho.
Finalmente se ve relajado ahora, y tal vez más cómodo que cuando dormía a mi lado.
Y todavía tiene glaseado en su labio, porque por supuesto que sí.
Saco mi teléfono de mis pantalones y tomo una foto de él, luego recojo la caja medio
vacía de donas y la llevo a la cómoda y me subo a la cama.
NO SÉ QUÉ ESTÁ PASANDO PERO ES MUCHO

JAKE

—Bueno. Vamos a comenzar, —dice Miguel en el momento en que hacemos una pausa para
almorzar al día siguiente—. Tienes mucho que contarnos, Jakey.
—Mucho, —repite Héctor con entusiasmo.
—¿Ah, sí?
Abro mi lonchera y me trago la mitad de mi Gatorade, luego saco mi sándwich y abro el
papel de aluminio y actúo como si no tuviera idea de qué están hablando ambos, ignoro a
Miguel cuando se sienta a mi lado. Estamos sentados en el portón trasero y Héctor hace
gestos salvajes en mi periferia. Tomo bocado tras bocado de mi sándwich y sonrío mientras
los ignoro, porque ¿cuántas veces me han molestado (en verdad no tanto) al meterse en
mis asuntos? Demasiadas que ya perdí la cuenta.
—Escúpelo, —suplica Miguel, su mirada implacable.
—¿Escupir qué, hombre?
—No hemos hablado contigo desde el viernes. Tres días de silencio, Jake. Lo que me
recuerda que realmente necesitamos intercambiar números de teléfono para que al menos
podamos enviarnos mensajes cuando estemos separados.
—Buena idea, Miguel, —dice Héctor.
—Gracias, Héctor. Eso pensaba.
—No os voy a dar a ninguno mi número de teléfono.
Eso es mentira.
Ya había pensado en hacer eso en el camino a la tienda esta mañana.
Quiero volver a salir con ellos fuera del trabajo y sería bueno si tuviera una forma de
comunicarme con ellos.
—Mensajes de amigos, Jake. Y somos amigos. Lo hemos establecido. —Héctor me mira
con cautela, acercándose a la parte trasera de la camioneta hasta que puede oler mi comida
—. Eso se ve bien, Jake. ¿Qué es?
—Pavo y queso.
—Mmm. ¿Qué tipo de queso?
Miguel espeta frente a su cara.
—Héctor, concéntrate. Estamos tratando de obtener información importante.
—Bien. —Héctor retrocede un poco y finalmente aparta su mirada del sándwich en mi
mano, arqueando una ceja cuando nos miramos a los ojos—. Ya hemos hablado de sexo, o
has olvidado todo lo que discutimos.
—No. Y no me lo recuerdes.
Si uno de ellos menciona algo sobre meterse una polla, me levantaré.
—¿Ves? ¡Somos amigos! —Héctor sonríe—. Los amigos también comparten jugosos
secretos de novios, y sabemos que tienes algunos.
—Realmente no sé de qué estás hablando.
—Jake, —gruñe Miguel—. ¡No nos hagas esto! ¡Necesitamos saber qué pasó!
—¿Que no os hagaqué? No tengo nada que deciros
Ah, pero sí hay.
Han pasado tantas cosas en tres días, y lo compartiré todo con ellos, lo haré.
Solo quiero divertirme un poco primero.
—¿Qué pasó después de que te fuiste la otra noche con Félix? —pregunta Héctor, y me
doy cuenta de lo mucho que quiere esta información por la forma en que ignora por
completo su el almuerzo. Por lo general, es el primero que termina de comer—. Siento que
pasaron muchas cosas, Jake.
—¿Lo sientes?
—Yo también, —dice Miguel—. Y joder, Jake. El bebito es lindo.
—Súper lindo, —agrega Héctor.
Lucho contra la sonrisa de mi vida.
Pero joder, tienen razón. En verdad está acertado.
Y así, mi mente vaga hasta Félix y cómo lo dejé esta mañana, completamente vestido y
muerto para el mundo. Nada de lo que hice lo despertó.
Trato de estar callado cuando me preparo para el trabajo, ya que normalmente soy el
único que se despierta tan temprano, pero me tropecé con mis botas de trabajo y le di un
cabezazo al tocador después de que Félix rodó de su espalda hacia su estómago y movió su
culo para que su polla se frotara contra el colchón, y como no podía dejar de mirarlo dormir
como un psicópata, tuve la suerte de ver que eso sucedía.
Y aunque maldije y gemí, sin mencionar el sonido que hizo mi cabeza al impactar contra
el mueble, Félix no se movió en absoluto.
—¿Que pasó aquí? —Miguel presiona su dedo contra la protuberancia del moretón
sobre mi sien.
Me encojo de hombros y me estremezco.
—Nada. Detente.
—¿Jason te lo hizo?
—¿Qué? —Le lancé una mirada—. Ese cagón no me tocaría.
—Estoy tan feliz de que haya sido despedido.
—Todo el mundo.
—¿Recuerdas el ruido que hizo cuando le abriste la cara, Jake? —pregunta Héctor.
Sonrío ante el recuerdo.
—Música para mis oídos, —dice Miguel, y te juro que nunca lo he visto más feliz.
Me hace pensar en todas las veces que Jason habló mierda. Siempre atacaba a Miguel y a
Héctor.
Maldito imbécil. Debería haberme enfrentado a él antes.
—Si alguien más os da problemas a alguno de vosotros, deben decírmelo. Yo lo
manejaré.
Miro entre los dos cuando ninguno responde, y me encuentro con unas expresiones
alegres.
—¿Qué? —Pregunto.
—¿Nos defenderías? —pregunta Héctor.
—Claro que sí. ¿Qué mierda de pregunta es esa?
—Una válida, —murmura, mirando la tierra.
¿Qué?
—¿Por qué? Pensé que eramos amigos.
Héctor hace un gesto con la mano, como diciendo “Miguel, explícate”, y sigue sin
mirarme.
—¿Estáis enojados conmigo o algo así? —Pregunto.
Miguel me pasa el brazo por los hombros y suspira.
—No, Jake. Nunca podríamos estar enojados contigo. Simplemente estamos
sorprendidos.
—¿Por qué?
—Bien. Simplemente no sabíamos si te agradábamos tanto como nos agradas a
nosotros.
—Bueno. Bien ahora lo sabéis.
—Oh, Jakey.
Descansa su cabeza contra la mía y aprieta su brazo alrededor de mí, ¿y solloza?
Le llamaría dramático si no me sintiera mal por ser un amigo de mierda y molestarlo
por eso.
Pero supongo que soy un amigo de mierda.
¿Y cómo están reaccionando los dos? Eso es todo para volverme blando.
El abrazo continúa por un rato, y no alejo a Miguel. Dejo que suceda este incómodo
abrazo de lado, a pesar de que soy plenamente consciente de cómo se ve esto y ya puedo
escuchar cada comentario tonto que los otros chicos me van a hacer más adelante sobre
esto, especialmente después de que un silbido corta el aire (que se joda quien lo haya
lanzado). La cuestión es que nunca me ha importado lo que piense la mayoría de la gente. Y
las bromas inofensivas vienen con el trabajo en la construcción.
Nos rompemos las bolas el uno al otro, y nunca he tenido problemas con nadie aquí
además del puto Jason.
Miguel me da un último apretón antes de dejar caer su brazo.
—Gracias, Jake. Lo necesitaba.
—No hay problema.
—La amistad es algo tan hermoso, —dice Héctor, su voz llena de asombro.
—Realmente lo es. ¿Y quién diría que Tully podría ser tan dulce? —Miguel se golpea el
pecho—. Yo no. Yo no lo sabía, Héctor. No estaba preparado para esta conversación. ¿Y tú?
—Yo tampoco. Guau, Jake.
—Con razón Félix quiere un poco, —dice Miguel, y ahora suena tan complacido consigo
mismo.
—Aquí vamos, —murmuro.
—Hablando de eso, será mejor que nos digas algo, Jake. Los amigos no guardan
secretos. Y si Héctor no come pronto, probablemente se muera.
Al escuchar eso, miro de Miguel a Héctor y al tupper que Héctor ahora sostiene frente a
él, sus ojos me suplican.
—Me estoy debilitando, —susurra Héctor—. Necesito... sustento.
Tomo otro bocado de mi sándwich y juro que su rostro palidece.
—Jake, —gime.
—Bien. Os contaré lo que pasó con mi novio.
Y ahí vino la reacción exagerada más grande de la historia. No es broma.
Ambos comienzan a vitorear a todo pulmón, tan fuerte que mis oídos empiezan a
zumbar, y luego me están abrazando y felicitándome antes de abrazarse y felicitarse entre
ellos (no puedo decir que estoy sorprendido por eso) y no hay manera que todos en este
sitio de trabajo y posiblemente en la ciudad de al lado no puedan escuchar la interpretación
de Hector de “Can You Feel The Love Tonight” de Elton John mientras canta el coro desde la
parte trasera de la camioneta.
—¡Cántala conmigo, Jake! —él grita.
Mi cara y mi cuello están ardiendo cuando miro hacia abajo en mi regazo, y pienso en
cómo Félix disfrutaría verme ponerme rojo.
Miro por encima del hombro cuando Héctor lanza mi nombre en la canción y casi me
atraganto.
Porque lo único más loco que Héctor dando una serenata a todo el mundo es Miguel
parado junto a él, ondeando con orgullo la bandera estadounidense gigante que
normalmente cuelga de una de las excavadoras. Ni siquiera estoy seguro de cuándo o cómo
consiguió eso.
—¡Amo este país! —grita.
—¡Miguel, qué coño estás haciendo!
La voz de Reed me hace girar la cabeza e interrumpe a Héctor en medio del coro, y
luego él y Miguel salen de la cama de la camioneta y se tambalean mientras intentan no
tropezar con la bandera o dejar que toque el suelo. Ambos corren con ella por toda el área
hasta donde Reed está parado y señalando a la excavadora.
—Idiotas, —murmuro.
Si los despiden, yo renuncio.
Saco el teléfono de mi bolsillo cuando vibra, y la sonrisa desaparece de mi rostro
mientras leo el mensaje de mi hermano.

Necesitamos hablar.

no

Sí, probablemente debería haber contado hasta diez o algo así antes de responder, pero
sé exactamente lo que va a decir CJ y realmente no quiero escucharlo.
Por lo que a mí respecta, puede tragarse sus prejuicios.
Hablaremos cuando esté listo.
Borro mis notificaciones, que incluyen dos alertas más de Tinder, y como ya obtuve
todo lo que quería de esa aplicación, ni siquiera me molesto en verificar quién hizo match.
Elimino la aplicación de mi teléfono.
Luego reviso mis mensajes con Félix y veo que todavía estoy en Entregado.
Bien. Él necesita dormir.
Guardo el teléfono en mi bolsillo y miro hacia arriba justo cuando Miguel y Héctor
regresan.
—¿Os acaban de despedir? —Pregunto.
—No. Pero esa es una preocupación diaria que tengo. —Miguel se seca el sudor de la
frente antes de volver a subirse a la puerta trasera—. Ahora. Espero que estuvieras a punto
de contarnos todo sobre tu nuevo amante, Félix.
—Solo dile novio.
—¿Qué signo es? —pregunta Héctor, y por fin está bien concentrado en su primer
taquito del día—. Recibí una vibra de Piscis muy fuerte la otra noche. El que todos sabemos
es el signo más romántico.
—Nadie sabría eso excepto tú —digo inexpresivo.
—Incorrecto, Jake, —agrega Miguel—. Y aunque estoy de acuerdo con Héctor, temo por
las tendencias reservadas de nuestro amado Félix. Es decir, si en verdad es un Piscis.
—Los adictos tienden a ser reservados, —comenta Héctor.
Se miran entre ellos de forma solemne.
Joder.
—¿Cómo diablos debería saber cuál es su signo?
—¿Por el cumpleaños? Hello. —Miguel se ríe—. Qué gracioso es, Héctor.
—Por eso lo amo, —dice Héctor.
—No es necesario tener esta información antes de empezar a salir con alguien, pero la
mayoría de la gente sabe preguntar, Jake.
—Ah, en serio. —Miro a Miguel—. ¿La mayoría de la gente?
Cada conversación que tenemos los tres es rara.
—Bueno, tal vez no la mayoría de la gente. Pero personalmente me gusta preguntar.
¿Verdad, Héctor?
—Sí. Absolutamente.
—Dios no quiera que el bebito resulte ser Géminis.
Héctor jadea tan dramáticamente.
—Jake, —suplica, con la mano agarrando su pecho. De repente se ve enfermo.
Me rindo.
—Oh, Dios mío, bien. —Paso una mano por mi cara—. Aunque no creo que signifique
una mierda, le preguntaré a Félix cuál es su signo.
—Eso es inteligente, Jake, —dice Héctor.
—Muy inteligente. —Miguel extiende su bolsa de papas fritas, ofreciéndome una.
—Gracias.
—De nada, Jakey.
Me meto la papa en la boca y observo a Héctor terminar su segundo taquito.
Y deberías ver la mirada de alivio en su rostro ahora mismo.
Esta tontería de mierda realmente le importa. A los dos. Y tal vez parte de su obsesión
con los signos de cumpleaños o como se llamen no tenga nada que ver conmigo, pero la
otra parte sí.
Me doy cuenta de que Miguel y Héctor solo están pensando en mí en este momento y si
el universo considera que Félix y yo somos compatibles porque quieren que seamos
compatibles. Nos están apoyando.
¿Y cómo diablos yo podría pensar que algo de esto es tonto o extraño?
Le sonrío a Héctor, y él inmediatamente me devuelve la sonrisa.
—Oye, Jake, —dice.
—Oye.
—¿Taquitos?
Niego con la cabeza. Luego miro a Miguel y ya me está sonriendo.
—¿Qué es lo que te tiene feliz, Jake? —él pregunta—. ¿Un cierto barco de ensueño
tatuado?
Una risa se atrapa en mi garganta.
—En verdad, —empiezo.
Héctor se acerca con un—: Oh, joder. Aquí vamos, —y Miguel está sentado de lado
ahora y dándome toda su atención, y ambos están muy emocionados de escuchar sobre
esto y felices por mí, por nosotros, incluso por ellos mismos porque Félix ahora es su amigo
basado únicamente en asociación.
—¡Él es nuestro nuevo mejor amigo, Jake!
Y me reiría de eso, pero ¿por qué diablos lo haría si en verdad se preocuparon por Félix
después de que les conté sobre su recaída y todo lo que su padre le hizo pasar?
Miguel y Héctor guardan silencio mientras continúo contándoles todo, y no me juzgan
para nada (aprende, CJ). Escuchan y preguntan por Félix, cómo está y si hay algo que
necesite, quieren ayudar, y me doy cuenta de lo jodidamente afortunado que soy de tener
amigos que se preocupen tanto.
Pero también me hace enojar más con mi hermano. Porque no ha preguntado por Félix,
¿verdad? Ni una sola vez.
Y antes de volver al trabajo al final de nuestro descanso, le envío otro mensaje de texto.

vete a la mierda

La camioneta de CJ ya no está cuando llego a casa más tarde esa noche, y eso es algo bueno.
Todavía no estoy listo para tener esa conversación que él quiere que tengamos y si me
insistiera en este momento, sé que diría algo de lo que me sería difícil retractarme.
Además, estoy cansado y me duelen los músculos, y todavía quiero patearle el culo.
Me calmaré en unos días y podremos hablar después de eso.
Félix me envió un mensaje antes cuando finalmente se levantó y me dijo que estaba
planeando un día de cuidado personal (sus palabras), lo que supuse que significaba que
estaría acostado y descansando, así que creo que estará pasando el rato en mi habitación
cuando entro a la casa. Tal vez incluso dormido de nuevo.
Sí, pero eso no es lo que está haciendo.
Detengo un pie dentro de la casa después de cerrar la puerta, y debe haber algo mal
conmigo, porque Félix está sentado en el sofá con un gorro de ducha floreado en la cabeza y
barro verde de dos tonos en las mejillas, la nariz y la frente, y hay hilo a su alrededor,
obviamente está tejiendo algo, y aún así quiero follármelo bien duro contra el colchón.
—¡Hola, Jake!
Tiene los ojos brillantes y su tono habitual pálido de piel, y está tan malditamente
emocionado de verme. Siempre lo está.
Es como volver a casa con un golden retriever.
Cruzo la habitación hasta que estoy de pie frente a sus piernas cubiertas por una manta,
y cuando inclina la cabeza para mirarme, apoyo mis manos detrás de él en el respaldo del
sofá, me inclino y lo beso.
—Hola —digo, flotando sobre su boca caliente.
—Hola.
—Te ves muy bien.
Félix parpadea, e incluso con cosas por toda la cara, puedo decir lo rojo que se está
poniendo.
—Tú te ves muy bien. —Sus ojos recorren mi pecho y vuelven a subir—. Yo me veo…
bueno, iba a decir ridículo, pero sé que no debería menospreciarme así. Digamos que otras
veces me he visto.
Niego con la cabeza, y cuando él asiente desafiante, lo beso de nuevo para que se
detenga.
Él suspira contra mí.
—¿Cómo te sientes? —Pregunto.
—Cachondo.
Sonrío.
—Sé directo26 conmigo.
—No puedo, tío. Lo único directo que soy es directamente gay —Me apunta con sus
dedos índices y me guiña un ojo, y ambos nos reímos ahora—. Hablando en serio. Estoy
mejor. Me siento bien.
Mi mente va directo al lugar más sucio posible, porque Félix logra eso en mí de una
forma tan perfecta, ¿cierto?
—Sí. Apuesto a que te sientes bien.
Sus ojos se abren como platos antes de que realmente lo escuche tragar.
—Pon tu mano en mi polla, Jake.
Miro hacia abajo, y estoy listo para masturbarlo aquí mismo y poner mi boca sobre él y
finalmente conocer su sabor, Dios sabe que quiero hacerlo, pero...
—¿Por qué estás cubierto de hilo de tejer? —pregunto en su lugar.
—Oh. Estoy haciendo crochet.
Félix levanta un parche cuadrado de hilo de punto entre nosotros. No es más grande
que una servilleta.
Lo miro.
—¿Se supone que debo adivinar qué es eso?
—Estoy haciendo una manta de bebé para Riley. ¿Qué mierda más sería?
—No sé. —Mi ceño se frunce—. No es como si hubiera entrado aquí esperando
encontrarte tejiendo.
—Haciendo crochet27.
26
Dice “straight” (lit. “heterosexual”; “directo”; “recto”; “totalmente” para enfatizar algo) en este contexto
se utiliza de forma en la que Jake le pide que se sincere y le cuente todo.
27
La diferencia entre “knitting” y “crocheting”, a pesar de que ambas se traduzcan con el verbo “tejer”, es
que la primera se hace con dos agujas más gruesas y rectas y la segunda solo con una más fina terminada en
—Es lo mismo.
—Oh. No lo es.
—Bueno. —Realmente no me importa—. ¿Esto algo que haces?
—Solía hacerlo cuando me tomé en serio estar limpio por primera vez. Era mi
pasatiempo. Aprendí por mi mismo. Tú horneas y yo hago crochet.
—Al parecer combinamos.
Él sonrie.
—A que sí.
Cuando Félix se rasca el gorro de ducha en la cabeza, finalmente me concentro
realmente en eso.
—No te cortaste el pelo, ¿verdad? —pregunto, tratando de ver a través de él.
—Por qué.
Él jadea, y sí, ya sé lo que está a punto de decir.
—Ay dios mío. Estás preocupado, ¿verdad?
—No, no lo estoy.
Mentira.
—¿Te molestaría si lo cortara?
—No.
Tal vez.
Él sonríe.
—Mierda. Estarías tan enojado que probablemente llorarías por eso. Ja ja. Marica.
—No. Solo rompería contigo.
—¿Qué?
—Cierra la boca. —Lo beso de nuevo y él gime cuando siente mi lengua—. Pero no lo
cortes, ¿de acuerdo?
Se ríe suavemente.
—No te preocupes. Es solo una mascarilla acondicionadora de coco y papaya. —Félix
cambia la forma de la gorra alrededor de su cara, empujándola más lejos de su frente—.
Riley dijo que hará que mi cabello sea voluptuoso.
—Voluminoso, —corrige ella, entrando en la habitación desde el pasillo.
Tiene el mismo barro verde en toda la cara, pero no tiene gorro de ducha. Su largo
cabello rubio está en trenzas.
Ella me sonríe.
—Hola, Jake.
Me enderezo.
—Hola.
—Voluminoso, —repite Félix, y prácticamente sonríe—. Oh, hombre. ¡Vas a estar tan
jodido, Jake!
—No sé de qué estás hablando —me quejo, pero sí, probablemente tenga razón.
Voluminoso suena como algo bueno.
Riley se une a Félix en el sofá y tiene cuidado con sus manos cuando se recuesta,
manteniéndolas levantadas y con los dedos separados mientras Félix coloca la manta sobre
su regazo para que ahora la compartan.

ganchillo.
—Gracias, Félix.
—¿Están casi secas? —pregunta, mirando sus uñas pintadas de negro.
—Creo que sí.
—Yo se las hice, —comparte Félix con orgullo—. ¡Nunca le había pintado las uñas a
nadie antes y lo hice genial, Jake!
—Tiene talento natural, —dice Riley.
Guau. ¿A él le gusta escuchar eso?
Sus grandes ojos me miran.
—Tengo una genial idea.
—¿Qué?
—Deberías dejarme pintar las tuyas alguna vez.
—Está bien.
—¿Sí?
—Si quieres. No me importa.
Félix sonríe como si esto fuera algo muy importante para él, y no lo entiendo, pero qué
carajo me importa si me pinta las uñas o no.
Creo que yo dejaría que él hiciera lo que quisiera conmigo.
Riley gruñe y cambia su peso en el sofá mientras presiona su mano contra su vientre. Su
respiración se agudiza, y su cara se ve incómoda.
—¿Estás bien? —Pregunto.
—Sí. Solo dolores del primer trimestre. —Deja caer la cabeza hacia atrás después de
otro segundo o dos y deja escapar un profundo suspiro—. Guau. Te ves muy serio en este
momento, Jake.
—Él siempre luce así.
—No, no luzco siempre así, —le digo a Félix antes de cambiar mi atención de nuevo a
Riley—. Y, ¿qué quieres que haga? ¿Reír?
—No. Por supuesto que no. —Ella sonríe suavemente—. Estoy bien. De verdad.
—¿Sí?
—Sí. Todos mis amigos me dijeron que los dolores son normales. Y suelen pasar
bastante rápido. No es gran cosa. Simplemente se siente como calambres menstruales
fuertes.
—Dios, nunca podría tener esa mierda todos los meses, —dice Félix—. Todo mi apoyo
para ustedes por aguantar menstruar. Nunca estaría limpio si periódicamente me sangrara
la polla.
Miro de Riley a Félix, quien se encoge de hombros como si eso fuera completamente
normal, luego miro de nuevo a Riley.
—¿Estás segura de que estás bien? —Le pregunto, y no solo espero que lo esté para no
tener que hablarle a mi hermano antes de lo que planeaba. Pero en parte es por eso.
—Estoy bien. Lo prometo.
—Yo obviamente no estoy bien. —Félix me mira.
¿Qué coño pasó ahora?
—¿Por qué no? —Pregunto.
—Oh, no lo sé. ¿Escuchaste lo que acabo de decir?
—¿Sobre tú con el período? Sí. Y planeaba ignorarlo.
—No. La parte sobre estar limpio. Dios. Necesito ir a una reunión más tarde. —Él
entrecierra los ojos—. Nosotros. Lo siento. Tenemos que ir a una reunión más tarde.
—Sí. Buena idea.
—Lo sé. Estoy lleno de esas.
Félix levanta el cuadrado tejido y comienza a trabajar en él, y maldición, ni siquiera
necesita mirar lo que está haciendo. El pequeño palo que está sosteniendo parece volar.
¿Y qué diablos, por qué encuentro eso sexy?
—Tengo que ducharme.
Doy la vuelta al sofá y me dirijo al pasillo antes de que Félix pueda molestarme con que
mi polla se está poniendo dura, porque lo está y él me molestará.
Será otro creo que tu cabello es lindo entre nosotros, y él comenzará a llevar hilo de tejer
con él a donde quiera que vayamos, y terminaré teniendo una erección en algún lugar que
no debería.
No, gracias. Él nunca se enterará de esto.
Me desvisto en el baño y arrojo mi ropa cubierta de suciedad en una pila en el suelo,
luego paso bajo el chorro y cierro la cortina detrás de mí.
Me lavo el pelo con el mismo jabón que uso para lavarme el cuerpo. Es lo que siempre
he hecho, cuando lo mantuve corto para los Marines, e incluso ahora que tengo el cabello
más largo en la parte superior, tiene sentido usar lo que ya tengo a la mano.
Después de enjuagarme, apoyo las palmas de las manos contra la pared y dejo caer la
cabeza bajo el chorro de agua para que me golpee la nuca.
Dejo que el chorro masajee profundamente el músculo donde duele.
La presión se siente bien, pero sé lo que se siente mejor, y odio saberlo. Ni siquiera
puedo recuperarme de un duro día de trabajo como una persona normal porque mi cerebro
quiere matarme.
¿Me puedes repetir cuál era la desventaja de consumir? Parece que no puedo
recordarla.
La oxicodona de mi antiguo compañero de habitación sabría increíble en este momento.
Un par de Percs me harían sentir genial (y al mismo tiempo nada en absoluto) y joder,
¿siempre va a ser esta mi vida?
La puerta del baño se cierra, y Félix dice, “Soy yo”, y yo me separo de la pared y abro la
cortina de la ducha tan rápido para poder verlo, eso es realmente todo lo que creo que
necesito. Porque él sabrá exactamente lo que estoy pensando y qué decir (siempre lo sabe).
Él es mi padrino sobre todo lo demás entre nosotros.
Pero hay todo lo demás entre nosotros...
Y Félix ya no sabe lo que estoy pensando porque ya no lo estoy pensando.
No cuando se quita la camisa y tira esa ridícula gorra de baño en el fregadero y se frota
la cara con un paño hasta que puedo ver el rojo que florece en sus mejillas mientras mira
fijamente, mi pecho y abdominales y más abajo, ni siquiera parpadea
Y ya lo quiero antes incluso de que se baje los pantalones de chándal, pero luego se baja
los pantalones de chándal, y ¿qué diablos me gustaba de las chicas cuando existe esto?
Se acerca mientras se masturba hasta ponerse duro y pregunta si hay espacio para los
dos, y yo creo que derribaría una pared solo para hacer espacio, pero no hay necesidad.
Me meto debajo del agua para que esta vuelva a golpearme la nuca en el mismo punto
estrecho, y sí, todavía se siente bien (solo que no tan bien), pero mi cerebro está demasiado
concentrado en Félix cuando se une a mí en la ducha que no recuerdo haberme sentido
mejor que ahora mismo, aquí mismo con él.
SÍ, DECIDIDO. NUNCA VOLVERÉ A DUCHARME SOLO

JAKE

—Necesito enjuagarme el cabello para retirarme el tratamiento, —dice Félix,


entrecerrando los ojos cuando algo de la mascarilla acondicionadora gotea en su ojo.
—Oh. Sí, claro.
Hay espacio aquí, pero no tanto, y nuestras pollas se frotan mientras nos deslizamos y
cambiamos de lugar.
Gimo y me muerdo el labio.
—Solo dame un segundo, Jake.
Y luego qué, casi pregunto, porque creo que estamos a punto de follar pero tal vez estoy
entendiendo mal toda esta situación.
Tal vez Félix solo vino aquí para cuidar de su cabello, y probablemente me habría
esperado si no hubiera dado la señal universal de “puedes unirte a mí si quieres” al abrir la
cortina de la ducha, pero lo hice, y luego captó la expresión de mi cara antes de que pensara
que la había enmascarado, y sabe exactamente dónde estaba mi cabeza (y todavía está) y
estamos a punto de tener la conversación que aún necesito.
Y no me quejaré si eso es lo que sucede a continuación.
Digo, claro. Follar para mantenerme limpio en lugar de hablar de cada pequeño
pensamiento destructivo que tengo parece mucho más divertido, pero estoy bastante
seguro de que todo el eslogan Funciona Si Trabajas En Ello no tiene nada que ver con tocar
una polla.
Si quiere hablar, hablaremos.
—Puedes tocarme, lo sabes, —dice Félix con toda la confianza del mundo.
Supongo que eso aclara el asunto.
Mis manos vuelan a sus caderas y se quedan ahí mientras él se arquea hacia el c horro
de agua, y no puedo evitar el bajo y apreciativo “Joder” que sale de mi boca mientras lo
miro.
Hace tres meses, si alguien me hubiera preguntado qué tipo de cuerpo busco cuando se
trata de hombres, no estoy seguro de haber tenido una respuesta para eso.
Pero ahora, simplemente señalaría a Félix. No hay otra forma en que respondería.
—Eres tan jodidamente caliente, —le digo—. Y ni siquiera lo sabes, lo cual es una
mierda. Deberías estar caminando por ahí todo el tiempo como si tuvieras la polla más
grande.
Félix mantiene los ojos cerrados bajo el rocío y sonríe de la forma más tímida.
—Lo que tú digas, —murmura.
Veo el agua correr a través de los profundos surcos en sus pálidos abdominales y la sigo
hacia abajo, donde finalmente puedo ver por primera vez el resto de sus tatuajes.
Tiene Club del Amor Propio escrito en negrita, letras de imprenta justo encima de su
pubis. Está medio oculto en su vello púbico oscuro y recortado.
Y juro que Félix no tiene idea de lo buena que es su polla, y probablemente por eso cree
que necesita ayuda para llamar la atención allí.
No la necesita.
De hecho, es malditamente casi imposible no envolver mi mano alrededor de él en este
momento, pero realmente quiero mirarlo primero.
Sus dos muslos están tatuados, y creo que acabo de encontrar mi ubicación favorita de
tatuajes en un chico. Esto es jodidamente sexy.
Su muslo derecho tiene el contorno de un gato que posiblemente podría ser Bella (será
mejor que Félix le empiece a gustar pronto) y un corazón descentrado con parches cosidos
encima de tres líneas negras que van por todas partes. alrededor de su pierna. Y en el
muslo izquierdo, hay una cara sonriente al revés y las palabras una hora limpio.
—Me gusta este, —digo, la yema del dedo trazando las letras minúsculas.
—¿Más que Besa Aquí? —él pregunta.
—Todavía no lo sé. —Hablando de...— ¿Ese está completamente curado?
—Sí. Por completo.
—Bien.
Doy un paso más cerca hasta que estamos unidos por todas partes y bajo mi boca a su
piel entintada, atrapando el agua en mi lengua mientras beso ese lugar con la boca abierta y
chupo hasta que estoy seguro de que he convertido la tinta negra en un moretón púrpura.
Félix se agarra fuerte a mi cabello y clava sus dedos en mi culo, y es tan jodidamente
presumido cuando gime en mi oído y dice—: Sabía que te pondrías como una puta por ese.
Lamo su cuello hasta su mandíbula.
—Me encanta cuando actúas así.
—¿Así cómo?
—Como si supieras lo bueno que estás.
Félix inclina la cabeza y parpadea lentamente, y tal vez sea porque le estoy diciendo y
haciendo que tenga más confianza en sí mismo, porque creo que debería, pero observo el
momento exacto en que pierde toda seguridad y se encoge.
Se aclara la garganta y encuentra un lugar interesante en la pared de la ducha,
enfocándose en eso en lugar de en mí, y desaparece el tono arrogante de su voz cuando (de
alguna manera) tiene el coraje de contarme—: Nadie me ha mirado nunca de la forma en
que tú lo haces. No es como si estuviera acostumbrado.
—No lo creo.
—¿Por qué coño me lo inventaría? Es vergonzoso.
—Oye. —Levanto su rostro, obligándolo a mirarme, y peino los rizos chorreantes de sus
ojos—. Todo en ti es sexy, Félix. Incluso tu nombre. ¿Me escuchas?
Sus ojos se duplican.
—Mi nombre.
—Sí.
—Dime la verdad. Félix es el nombre de un perro de dibujos animados, o ese niño en la
escuela primaria que es alérgico a todo y que nunca es invitado a fiestas de cumpleaños.
Historia real, por cierto.
—¿A qué eres alérgico?
Mierda. ¿No debería haberlo sabido?
¿Qué pasa si horneo algo y lo mata?
—A nada. No soy alérgico a nada. Eso no es… Mira, yo solo... —Rápidamente niega con la
cabeza—. Creo que soy un tipo de un aspecto promedio la mayor parte del tiempo, pero
entonces me miras de esa forma o me chupas el cuello de esa forma, y siento que podría ser
el activo contigo fácilmente cuando nunca lo he sido con nadie. No soy el puto héroe con el
nombre genial. Y me encanta oírte decir cuánto te gusta cuando soy así contigo, pero no
puedo ser así todo el tiempo, Jake. Mi estúpido cerebro no me deja.
—Bien. No siempre quiero que seas así.
—¿No?
—No. Joder, no. Me pone la polla dura cuando actúas así, pero esto también me la pone
durísima.
Hago un gesto entre nosotros, aunque habla por sí mismo. No he perdido ni un
centímetro de erección.
—Sí, pero también estoy desnudo, —dice—. Y una polla es un polla. Solo estás
reaccionando.
—Vete a la mierda. No estoy solo reaccionando.
—No te enojes conmigo. Solo estoy tratando de explicarte que no soy nada especial.
—Y nunca me convencerás de eso, así que cállate.
—Te callas tú la puta boca. Así es como me siento, ¿vale?
—¡No! No vale. Eso no vale, Félix. Sé que esto es algo en lo que tienes que trabajar y
puede que siempre lo sea, pero no creo que no seas nada especial o que seas solo otra polla
que me pone duro. Nunca he pensado eso sobre ti. Y sería una mierda novio si lo hiciera. De
hecho, te daré una paliza si alguna vez dejas que alguien te trate así.
Parpadea, dejando que su boca se abra.
—Eso fue realmente muy romántico, Jake. De una manera jodida. Pero aún así,
romántico. A mi corazón le gustó eso.
—En verdad no te golpearía. Dios. Espero que eso no sea algo que te ponga cachondo.
—No, no me pone. ¿O sí? —Se toma un segundo para pensar—. No. Fue solo la amenaza
de que me lo hagas, supongo.
—¿Qué? Eso no es mejor, Félix.
—Oh, Dios mío, estás arruinando el ambiente. Solo sigue.
—¿Arruinando el ambiente?
¿Habla en serio?
—Entendiste lo que quise decir, ¿verdad? —Lo aprieto un poco más—. Dime que
entendiste que solo era yo diciendo que no voy a aguantar que ni tú ni nadie que te trate
como una mierda. No voy a aceptar eso.
—Sé que eso es lo que querías decir.
—Bueno. Está bien.
—Ahora dime que tú entiendes que no puedo evitar lo que siento por mí mismo y que
sabes que lo intento, lo intento mucho, Jake, pero no puedo verme como tú me ves, y puede
que nunca me vea así, y tienes que aceptar con eso.
Ambos estamos jadeando ahora.
—Mierda. ¿De eso se trata esto? —Pregunto.
—Supongo.
—Félix.
Aparto mi cabello de mi frente con ambas manos y entrelazo mis dedos, deslizando mi
agarre hacia la parte posterior de mi cabeza y sosteniéndolo allí.
Mi puto cerebro duele.
—¿Sí? —pregunta, su mirada rebotando entre mis brazos flexionados y mi cara—. Mira,
nunca podría pararme así y verle como tú te ves. Podrías ser un puto modelo, Jake.
—Y tú podrías hacer que quiera chuparte la polla incluso si fuera hetero.
Se sonroja tan rápido.
—Guau. El mejor cumplido de la vida.
—Lo digo en serio. Ven aquí.
Se acerca más, y estiro mis brazos y lo agarro suavemente a los lados de su cara.
—Escúchame, ¿vale? —Espero que asienta con la cabeza antes de continuar—. Puedes
saber lo sexy que eres, o puedo recordártelo, realmente no me importa una mierda. Pero lo
que no vas a hacer es ponerte frente a mí y esperar que me quede aquí y lo a cepte. Estás
destrozando algo que es importante para mí, Félix. No hagas eso, joder.
Se estremece con un suspiro.
—¿Soy importante para ti?
—Más que nadie, sí.
—Incluso-
—Sí. Incluso más que mi hermano.
—¿En serio?
—Eres mi mejor amigo, ¿verdad?
Y ahí está esa sonrisa...
—Bien. —Se inclina y frota su nariz a lo largo de mi mandíbula—. Por supuesto que lo
soy, Jake. Y tú eres el mío.
—Yo te habría invitado a mi fiesta de cumpleaños. A todas.
Félix retrocede lentamente lo suficiente para que pueda mirar sus ojos oscuros y serios,
y ya no sonríe o ni siquiera está cerca de sonreír y me preocupo, empiezo a preocuparme
tan rápido de que haya dicho algo incorrecto.
Pero luego se endereza, ladea la cabeza y se lame los labios húmedos antes de
preguntarme—: ¿De verdad crees que mi nombre es sexy? —en ese tono presumido y
farisaico que hace que me duela la polla.
Y sonrío por primera vez en minutos.
Lo hago girar fuera del chorro y presiono su espalda contra la pared de la ducha. Y
cuando me inclino para besarlo de lleno, sin más tonteos, me pone una mano en el pecho y
me detiene.
—¿Qué?
—Contéstame, —dice.
—Sí, Félix. Creo que tu nombre es sexy.
Su mano se entrelaza en mi cabello, palmea la parte de atrás de mi cabeza, y se inclina,
sus labios contra mi oído.
—¿Quieres que te haga gemirlo, Jake?
Cierro los ojos cuando sus labios golpean mi garganta y gimo—: Joder, sí —Pero cuando
el calor de su boca baja y baja por mi pecho hasta la parte superior de mis abdominales,
inclino la cabeza y observo. Tengo que hacerlo.
Félix se pone de rodillas y bombea mi polla, y apoyo una mano en la pared y aprieto sus
rizos húmedos con la otra y lo sostengo justo ahí justo ahí cuando me lame las bolas.
—Ah, sí. Así.
—Déjame esta puta gran polla, —dice antes de acercarme a su boca y chuparme por
completo.
—¡Hostia puta!
Dejo caer mi cabeza contra mi antebrazo y mantengo mi otra mano sobre él, ya sea
agarrando su cabello sin apretar o ahuecando su mejilla. Lo observo con la boca abierta.
Y lo dejo moverse como quiera. No lo guío porque no tengo que hacerlo.
Félix sabe lo que hace.
Él chupa a lo largo de mi eje mientras bombea la punta con su puño apretado.
Él me hace garganta profunda y toca mis bolas.
Me masturba contra su lengua, con la boca abierta y listo para que dispare.
Su método de hacer una mamada debería estudiarse en las universidades y escribirse
en los libros de texto.
—Eres un puto sueño —digo.
Félix se aleja lentamente.
—Siempre hablas de la mía, pero joder, Jake. —Me masturba mejor que yo, y casi me
mata cuando dice—: Muero de ganas de que esto entre en mi culo.
—Yo también muero de ganas —digo, mis palabras son más aliento que nada—. Joder.
Más despacio.
—Mm. No creo que pueda.
—Estoy cerca.
¿Y qué mierda está pasando? Me la han chupado muchas veces y nunca me he corrido
antes de lo que quería.
Pero mi novio me la chupa como si se hubiera especializado en eso. Vaya suerte la mía.
Empuño mi eje y me masturbo lentamente, con los ojos cerrados mientras maldigo. Y
estoy tratando de aguantar, pero Félix no quiere salir de mi polla.
—Joder, lo chupas demasiado bien, —le digo mientras ordeño mi semen en su mejilla.
Gimo, viéndolo gotear—. Nunca se ha sentido así. Dios, Félix.
Él sonríe como si escuchar eso significa todo para él.
Cuando se pone de pie y vuelve la cara hacia el chorro, agarro su barbilla antes de que
pueda limpiarse, me inclino y lo lamo. Y apenas tengo tiempo para sentir mi sabor antes de
que Félix me agarre y me bese.
Gimo tan fuerte cuando chupa y chupa mi lengua, no puedo evitarlo, y ahora se está
riendo de mí.
—Qué sucio eres —dice, lamiendo dentro de mi boca—. Joder. Eres tan caliente, Jake.
¿Alguna vez has hecho eso?
—No.
—¿Te gustó?
—No sé. Tal vez.
Bajo mi mano y lo levanto, agarrando la parte inferior de sus muslos y guiando sus
piernas alrededor de mi cintura.
Él sonríe, deslizando sus brazos alrededor de mi cuello y aferrándose a mí con sus
extremidades fuertes y cálidas, y ambos nos inclinamos y nos besamos.
Lo empujo contra la pared.
Nos besamos y trituramos nuestras pollas juntas. Y no quisiera que esto parara nunca.
Nada de esto.
Creo que podría tontear así con Félix para siempre.
Estoy frotándome (mojado por el agua) contra él ahora, y se siente tan bien. Seguimos
besándonos. Esto continúa durante minutos y espero que nunca se detenga.
Pero luego se pone mejor, se pone mucho mejor, cuando Félix se arquea lejos de la
pared y gira sus caderas de una manera increíble, forzando mi polla debajo de la suya para
poder deslizarme a lo largo de su raja.
—Hostia puta, —gimo.
Separo sus nalgas y froto mi eje contra su agujero, e imagino lo que se sentiría follarlo.
Aquí mismo. Ahora mismo. Podría follar a Félix contra la pared y quizás Riley no nos
escuche.
El agua sigue corriendo y estamos al final del pasillo, no en la habitación de al lado, y
con mi polla tan cerca de su culo, ¿realmente me importa siquiera si ella nos escucha?
Me muevo hacia atrás y escupo en mi polla, frotándola con mi pulgar, para volverlo
resbaladizo. Luego agarro la base de mi polla para poder tener algo de control (sí, claro) y
vuelvo a meterme entre sus nalgas.
Abro mis piernas y me agacho más, manteniendo a Félix pegado a la pared mientras
presiono la cabeza de mi polla justo ahí.
—Sí , Jake, —gime—. Joder.
Está feliz, tiene los párpados pesados y la boca abierta. No puedo apartar la mirada de
él.
Tampoco puedo dejar de hacer lo que estoy haciendo.
Lo hago de nuevo. Y de nuevo.
Flexiono mis caderas y presiono, y luego empujo un poco en el tercer intento. Se desliza
dentro fácilmente gracias al líquido preseminal en mi polla, y algo estalla dentro de mi
cerebro cuando Félix se aprieta a mi alrededor y me abraza más fuerte que nada.
Pierdo el aliento. Él es demasiado jodidamente bueno aquí también.
Me doy cuenta de que hay cosas peores de las que quejarse, pero joder.
Y lo que comienza como solo un poco, solo la puntita, solo para finalmente sentir cómo
es esto, se convierte en algo imposible de detener.
Ni siquiera cuando me salgo un segundo para no volverme loco.
—Joder, Félix. Estás jodidamente apretado.
Presiono un beso en su frente y espero. Mi aliento caliente contra su piel. Solo necesito
un minuto.
Pero Félix gime como si me extrañara allí dentro y comienza a temblar como si
estuviera cerca, y ahora me está besando mientras entro de nuevo, un poco más profundo
esta vez.
¿Cómo es que se siente aún mejor?
—¿Estás bien? —Pregunto.
—Estoy genial, Jake. Demasiado bien.
Me río un poco y saco mi polla casi por completo de nuevo antes de volver adentro.
Entro más duro. Más profundo. De nuevo.
Creo que nunca me había sentido tan bien.
Pero en realidad no planeamos esto, y tal vez deberíamos haberlo hecho.
—Me detendré si quieres —digo, con las extremidades temblando—. Solo dime.
—Te mataré si lo haces.
Respuesta correcta.
Empujo mi lengua dentro de la boca de Félix cuando empiezo a follarlo de verdad, y es
difícil besar cuando ninguno de los dos puede dejar de gemir.
Porque estoy completamente adentro ahora, y Félix lo ama tanto.
Con mi polla enterrada en su culo, Félix hace los ruidos más calientes que he escuchado.
Entramos en un ritmo de embestidas y gruñidos, y descubro que me gusta sentir sus
dientes en mi cuello. ¿Quién lo hubiera sabido?
Cuando el agua se enfría, bajo mi mano y giro la manija hasta que está casi demasiado
caliente para soportarla. Le pregunto a Félix si puede aguantar la temperatura y él sonríe y
aprieta el culo.
Lo follo con más fuerza cuando la habitación comienza a empañarse.
—Joder, —dice Félix. Sus miembros se tensan y su cuerpo se estremece a mi alrededor
—. ¡Joder! Ah, pon tu mano en mi polla, Jake.
Escupo en mi palma y lo masturbo mientras lo sigo follando contra la pared. Yo tambien
estoy cerca. Creo que lo he estado todo este tiempo.
Entonces su culo se aprieta y grita, y es tan sexy verlo disparar y correrse por mí. Es
perfecto.
Pero es Félix, y te juro que siempre encuentra la manera de darme lo mejor de lo mejor.
Me dice que me siente y, por algún milagro, mantengo mi polla dentro de él mientras
nos bajo al piso resbaladizo de la bañera.
Empujo la cortina hacia atrás para que no se nos pegue y me estiro lo mejor que puedo.
El agua corre por la pared y se acumula debajo de mí.
Está apretado aquí (al igual que Félix) pero se las arregla para plantar sus pies al lado
de mis caderas. Hay suficiente espacio.
Luego arquea la espalda y se aferra a mis espinillas y rebota en mi polla.
Y mira eso…
Estoy gimiendo su nombre de la forma en que dijo que lo haría mientras me monta
hasta que me corro.
LA DIVERSIÓN NUNCA DURA, ¿VERDAD?

JAKE

Asomamos la cabeza al pasillo y miramos a ambos lados, asegurándonos de que esté


despejado.
No hay señales de Riley o de mi hermano. No hay ruidos tampoco.
La casa está tranquila.
—Vamos, —digo.
Tomo la mano de Félix y lo tiro hacia el pasillo, y tal vez sea porque nuestras pollas
todavía están fuera, pero todo es divertido para nosotros.
Nos reímos y nos agarramos, nuestras manos se deslizan sobre piel resbaladiza.
Intentamos movimientos de lucha libre y tropezamos con las paredes.
Luego le hago una llave de cabeza y me retuerce el pezón.
—¡Mierda! —Grito, y la mierdecilla se ríe más fuerte.
Yo también. Hay lágrimas en mis ojos ahora.
Juraría que estoy borracho o he consumido algo. ¿Cuándo fue la última vez que me
divertí tanto con alguien estando limpio?
Nos empujamos hacia el dormitorio, y logro cerrar la puerta de una patada antes de
correr hacia adelante y abrazar a Félix, levantándolo y arrojándolo sobre la cama.
Me acuesto encima de él y lo inmovilizo.
—Oh, hijo de puta, —dice, tratando de retorcerse.
Sonrío en su rostro.
Gruñe y se retuerce y finge odiar esto durante dos segundos antes de que su cuerpo se
afloje.
Luego sonríe y pasa su lengua por mi mejilla.
Me tambaleo hacia atrás.
—Tío.
—Bro, —se burla.
Ambos nos reímos a carcajadas.
Dejo caer mi frente contra la suya y muevo mis dedos en su cabello. Giro los rizos
suaves.
Todavía están húmedos, y nunca antes había jugado con el cabello de alguien así, no
como siempre parece estar haciendo con Félix, pero creo que le gusta tanto como a mí.
—¿Cómo se ve? —él pregunta.
Tan inseguro y preocupado.
Respondo sin dudarlo.
—Voluminoso.
Y oh, cómo sonríe.
—Déjame tomarte una foto. —Me levanto y salgo de la cama, ignorando los gemidos de
protesta de Félix—. Solo una. Vamos.
—Al menos espera hasta que esté completamente seco.
—No. Se ve bien ahora.
Agarro mi teléfono del tocador y regreso a la cama, sentándome a horcajadas sobre su
cintura. Sostengo el teléfono por encima de él.
—¡Jake! —grita mi hermano desde algún lugar dentro de la casa.
¿Ahora quiere tener nuestra charla?
Joder, no y que se joda él. Estoy ocupado.
—Deberías- —Félix comienza a decir, los ojos moviéndose hacia la pared.
—No. Sonríe.
Soy rápido con la aplicación de la cámara, pero Félix es más rápido. Y la primera imagen
que obtengo es una toma borrosa de sus brazos doblados que se levantan para bloquear su
rostro.
—Quítalos, perra, —le digo.
Mantiene los brazos donde están y me hace señas con ambas manos.
Suspiro y bajo el teléfono.
—Si realmente no quieres que lo haga, no lo haré, —le aseguro.
Yo nunca haría eso. No importa lo mucho que me gustaría una foto de Félix después de
el polvo de mi vida. Yo nunca lo obligaría.
¿Qué tan feo sería eso?
Félix se asoma por encima de su brazo y su voz se ahoga cuando dice—: Esto se siente
como un truco.
—No es ningún truco. No quiero que te sientas incómodo.
—Yo no lo haría, —se apresura a decir, y sus ojos parecen un poco de pánico ahora—.
Me gusta mucho que quieras tomarme una foto, Jake. Creo que es dulce.
Nos miramos el uno al otro por un respiro.
Entonces Félix se cubre lentamente la cara por completo de nuevo.
¿Qué?
—No sé qué diablos está pasando, —le digo—. ¿Quieres que te tome una foto o no? Me
estás confundiendo, joder.
Su pecho tiembla con una risa.
Y se está riendo...
—Oh. —Entonces hace clic—. Quieres ver lo mucho que lo quiero, ¿eh?
—Tal vez.
Félix está sonriendo mucho ahora. Puedo oírlo.
Joder, sí. Me encanta esta mierda juguetona.
—Vete a la mierda. Voy a tomar esa foto —prometo.
—Inténtalo, perra.
Levanto una ceja, mi cara iluminada con una sonrisa y sopeso mis opciones:
Podría moverlo fácilmente. Sujetar los brazos de Félix con uno de los míos y tomar
tantas fotos como quiera. No me costaría casi ningún esfuerzo.
O.
Me bajo de su cuerpo tan rápido; existe la posibilidad de que no anticipe lo que estoy a
punto de hacer. Y obligo a sus piernas a separarse.
Luego caigo de rodillas en el suelo entre ellas.
—Oh, sucio bastardo, —murmura.
Masturbo su polla blanda y beso su muslo tenso antes de llevarla hasta el fondo de mi
garganta.
Sus manos vuelan a mi cabeza, las yemas de los dedos se clavan ahí y la espalda se
arquea fuera de la cama cuando tengo arcadas.
—Joder, me encanta eso, —jadea.
Nos miramos a los ojos cuando él levanta la cabeza, y yo levanto el teléfono y me
detengo solo para decir—: Tú primero. Necesito una foto tuya.
Félix me quita el teléfono, sin hacer preguntas. Y sin que yo ruegue tampoco.
—Oh, Dios mío, eres tan sexy, —se precipita en un suspiro.
—Lo dice el chico más sexy que he visto.
Sus ojos se abren y gime.
Esto es importante, creo.
Luego se recuesta y sostiene el teléfono sobre su cara, manteniendo su otra mano en mi
cabello donde tira. Toma una foto con la boca abierta y jadeando, y otra con la cabeza
echada hacia atrás. Mi nombre vibrando en su garganta.
Trazo la vena de su polla con la lengua y lo veo levantarse para mirarme de nuevo. Él
gime mi nombre.
Luego apoya su peso sobre su codo, la cámara apunta lista, y ruega—: Chúpala bien.
Lo trago completo y él hace cinco fotos.
Sigo balanceándome sobre la polla de Félix, agregando mi mano y mastubándolo cerca
de la base. Es tan gruesa que me arden los labios cuando se estiran, pero puedo hacerle una
garganta profunda casi por completo, y le encanta. Gime tan fuerte que es todo lo que
escucho.
Entonces la puerta se abre de golpe a mi espalda y voy a asesinar a mi hermano.
—¡Qué carajo, hombre! —Grito, poniéndome de pie mientras Félix se sienta y maldice y
se apresura a cubrir su basura.
Me giro y doy un paso, preparándome para lanzarme contra este imbécil y golpearlo
hasta volverlo papilla.
¿Por qué carajos acaba de entrar sin llamar?
Pero me detengo en seco porque mi hermano tiene sangre encima. En su camisa y sus
manos.
Hay mucho rojo.
—¿Qué carajo? —Pregunto—. Santo Dios. ¿Qué pasó?
—Ponte tu puta ropa y ayúdame, —dice CJ, suplica con una voz quebrada y llena de
pánico.
Y nunca lo había oído así.
MANUAL DE INSTRUCCIONES SOBRE CÓMO CAGARLA

JAKE

La sala de espera del hospital está llena, y la mitad de las personas aquí están esperando
saber acerca de Riley. Reconozco a todos los de la noche de juegos en la casa de Reed.
Sin embargo, nadie está siendo tan amistoso como esa noche. Pero eso es
probablemente porque todos están muy preocupados. Yo también.
La sangre fluía de Riley.
Mierda. No puedo dejar de imaginarlo.
Conduje hasta aquí mientras CJ la cargaba en el asiento trasero de mi coche. Estaba
llorando y rogándome y gritándome que fuera más rápido. Intentó frenéticamente
mantenerla despierta.
Félix también lo intentó.
Se quedó girado desde el asiento del pasajero y sostuvo la mano de Riley. Siguió
hablando con ella sobre cosas al azar. Recuerdo escucharlo decir lo bien que se veían sus
uñas, y quise sonreír por eso, pero no pude.
Solo conduje. No había nada más que pudiera hacer.
No sabía qué decir. No pude tranquilizar a mi hermano. Ni siquiera sabía lo que estaba
pasando.
En realidad, eso es mentira.
Estoy bastante seguro de que todos lo sabíamos. Simplemente no queríamos tener
razón al respecto.
CJ fue llevado de regreso al área restringida con Riley cuando llegamos aquí, y el resto
de nosotros hemos estado sentados aquí por más de un hora. Ni siquiera podemos obtener
una maldita actualización, y creo que todos nosotros la hemos pedido. Incluso los policías.
La privacidad ni siquiera debería ser importante cuando todo el mundo es familia, y eso
es exactamente lo que son los amigos de mi hermano para él. Todos llegaron aquí tan
jodidamente rápido.
Las tres chicas están acurrucadas juntas en un rincón, sus sillas inclinadas para poder
abrazarse, mientras los chicos están de pie detrás de ellas, luciendo solemnes y apenas
hablando. Casi todo el mundo está sosteniendo a un niño.
Félix y yo estamos sentados en las sillas más cercanas a la estación de enfermería. Pensé
que era un buen lugar para estar.
No es que haya importado hasta ahora ya que nadie nos dice nada.
—Esto es una mierda, —digo lo suficientemente alto como para que la enfermera me
mire por encima de sus gafas.
La miro hasta que ella mira hacia abajo.
Félix me frota la espalda.
—¿Quieres un café o algo? Puedo ir a buscarlo.
Me inclino hacia delante, apoyo los codos en las rodillas y hago crujir los nudillos. Saco
sangre de debajo de mis uñas.
—¿Jake?
—No. Estoy bien. —Lo miro entonces—. ¿Crees que hay alguna posibilidad de que el
bebé sobreviva?
—No sé. Yo… —Félix niega sutilmente con la cabeza. Parece enfermo—. Había mucha
sangre, Jake.
Mierda. Es cierto.
¿Cómo podría alguien sobrevivir perdiendo tanta?
Ese pensamiento me da náuseas.
Dejo caer la cabeza, cierro los ojos y rezo por primera vez en mucho tiempo. Ni siquiera
sé si lo estoy haciendo bien o con quién diablos estoy hablando, pero si algo le pasa a Riley,
eso matará a mi hermano. Nunca se recuperará.
Entonces, rezo muchísimo. Se siente como lo único que debería estar haciendo.
—Jake. Mira. Oye.
Félix toca mi brazo hasta que levanto la cabeza, y cuando veo a CJ atravesar las puertas
corredizas que separan a todos los que no podemos saber nada de las personas que nos
importan, me pongo de pie de un salto y corro hacia él, encontrándolo a mitad de camino.
—¿Qué está sucediendo? ¿Qué pasó? —Pregunto.
Y luego todos preguntan más o menos lo mismo.
Félix y todos los amigos de CJ, todos se amontonan a nuestro alrededor y están igual de
desesperados por respuestas, por cualquier cosa.
Pero mi hermano solo me mira.
—¿Dónde estabas? —él pregunta, y yo le digo—: ¿Qué? —porque no puedo escucharlo
tan bien al principio, no con las voces de todos a mi alrededor.
Entonces, CJ lo repite.
—¿Dónde. Estabas?
Y me estremezco ante su tono.
—¿Qué quieres decir? ¿Cuándo?
—Cuando mi esposa se estaba desangrando en mi puta sala de estar. —Él se acerca—.
¿Dónde diablos estabas?
Su voz es tan temblorosa y lenta que me asusta un poco.
—Estaba en la ducha, creo. No sé.
—¿La viste cuando llegaste a casa?
—Sí.
—¿Y? —Se acerca de nuevo, y ahora estamos a solo medio metro de distancia.
Me trago la culpa que de repente está obstruyendo mi garganta.
—Y ella estaba bien. Ella solo estaba pasando el rato. Hablamos durante un par de
minutos. Parecía... ¿cansada, tal vez? Y se quejó de los dolores, pero…
—Entonces, mi esposa estaba sufriendo, ¿y no pensaste que yo debería saberlo?
Joder.
—Pensé que lo sabías, —me apresuro a decir—. No sé. Solo pensé que Riley te lo habría
dicho.
Las parejas comparten cosas importantes como esa, ¿no?
—Pero no lo sabías con seguridad, ¿verdad? Y no lo comprobaste, porque eso
significaría acercarte a mí y realmente preocuparte por alguien que no seas tú. O tragarte tu
puto orgullo por dos putos minutos, pero ¿cuándo has hecho eso, eh? ¿Cuándo has admitido
que algo es tu responsabilidad, Jake?
Wow. ¿Qué coño?
—Oye, hombre, relájate, —dice Ben, acercándose al lado de CJ y dejando caer una mano
sobre su hombro.
CJ lo sacude y me mira fijamente.
—Deberías haberme llamado y no lo hiciste, y quiero oírte decirme por qué.
Todo el mundo está en silencio ahora y mirando directamente a mí.
Tal vez todos necesitan escuchar esto porque todos se preguntan lo mismo.
Mierda. ¿Esto es mi culpa?
—No lo sé, CJ. —Mi mente está corriendo ahora—. Te lo juro, pensé que sabías...
—¿Por qué no me enviaste un mensaje para asegurarte? O me llamaste. ¿Por qué
cojones no me dijiste lo que le estaba pasando a mi esposa?
—¡Porque ibas a empezar a decirme mierdas sobre Félix, y yo no quería oírlas! ¿Feliz?
¡Joder! —Tiro de mi cabello—. ¡No quería hablar contigo! Pero lo habría hecho si Riley no
me hubiera dicho que estaba bien. ¡Me prometió que estaba bien!
—Ella se lo prometió, —dice Félix a mi lado—. Ella dijo que sus dolores eran normales.
—¿Estoy hablando contigo? —CJ gruñe.
¿Y qué es esa mirada de odio que le está dando a Félix ahora mismo? Que se joda.
—¿Qué coño? ¿Vas a decirnos si Riley está bien? —Pregunto—. Nadie nos dice nada.
Todos hemos estado preocupados, CJ. ¿Qué pasó?
Mi hermano se estremece y parpadea varias veces como si estuviera despejándose la
cabeza. Y creo que deja de mirarme como si me odiara.
Por lo menos temporalmente.
—Ella acaba de salir de la cirugía, —dice—. Perdió mucha sangre, pero pudieron
salvarla.
Un suspiro colectivo sale del grupo que nos rodea.
—¿Y el bebé? —pregunta una de las chicas.
CJ ni siquiera mira a quien acaba de hablar.
Mantiene sus ojos fijos en mí y niega débilmente con la cabeza.
—Joder, —gimo.
Agarro mi nuca con una mano mientras Félix agarra la otra y apoya su cabeza en mi
brazo. Me dice cuánto lo siente.
Sabía que había una gran posibilidad de que el bebé no sobreviviera, no con tanta
pérdida de sangre, pero parece que no estábamos preparados para perderlo. Como si
escuchar esta noticia fuera lo último que pensamos que escucharíamos.
Esto duele.
No puedo imaginar cómo se siente mi hermano en este momento.
O Riley. Joder. Probablemente esté devastada.
Me quedo allí y observo cómo el grupo se turna para consolar a CJ.
Las chicas lo abrazan y los chicos ofrecen sus disculpas. Reed se ve especialmente
destrozado, y recuerdo que es el hermano de Riley.
Espero mi turno para decir algo, lo que sea. Para ofrecer comodidad a la persona que
más lo necesita. Y todo el tiempo que todos hacen exactamente lo que yo quiero hacer, CJ
no aparta su mirada de la mía. Está enfocado.
No mira a nadie más cuando le hablan, y realmente no entiendo por qué.
Entonces, le pregunto—: ¿Qué?
Porque si tiene algo que decirme, debería decírmelo.
Sus ojos se estrechan y su pecho se hincha con el aliento que inhala.
Entonces me deja escucharlo.
—Eres un pedazo de mierda y siempre lo serás. ¿Te he dicho eso alguna vez?
Mi cabeza se sacude hacia atrás.
—¿Qué?
—No hagas esto, hombre, —le advierte Ben a mi hermano.
CJ no escucha eso y se acerca a mí, preguntando—: ¿Cuántas veces me has llamado para
ayudarte o sacarte de algo cuando estás a punto de cagarla o ya la has cagado, y yo dejo
todo lo que estoy haciendo, cada puta vez. Sin dudarlo. Estoy ahí para ti cuando sea, pase lo
que pase, incluso si te odio ese día, ¡estoy ahí! ¿Cuántas veces, Jake?
Abro la boca para decirle que no lo sé, pero me interrumpe.
—Mejor, no respondas eso, porque no es como si hubiera terminado, ¿verdad? —Se ríe,
y suena cruel—. Siempre habrá una próxima vez contigo. ¡Vas a cagarla de nuevo y me
llamarás para salvarte el culo, y lo haré! ¡Cada puta vez! Hermano mayor al rescate,
¿verdad?
—No la voy a volver a cagar.
—Esa es la puta mentira de mierda más grande que te he oído decir, yonqui. Ya estás
poniendo en riesgo tu sobriedad al follar con él. —Mira a Félix—. Y dado que él parece
tener prioridad para ti sobre todos, incluida tu familia, en realidad es solo una cuestión de
cuándo.
—¿De qué mierda estás hablando? ¿Qué familia?
—¡Mi puta esposa!
CJ está cara a cara conmigo ahora, estamos pecho con pecho, y puedo sentir su rabia y
todo el odio que me ha tenido desde siempre.
Lo había embotellado, y ahora está reventando con él. Nunca lo he visto de esta manera.
—¿Tú sabías que ella se sentía mal, y no hiciste una mierda al respecto, ¿verdad? —él
pregunta—. ¿Qué tan difícil es enviarme un puto mensaje? ¿Eres tan egoísta, Jake? Digo, ¿de
verdad yo no te importo una mierda?
El dolor en su voz hace que se me revuelva el estómago. ¿Cómo podía pensar de esta
manera?
—Por supuesto que me importas.
—¿De verdad? Porque mi esposa podría haber muerto. ¡Casi muere! ¡Y ella te
necesitaba!
Me golpea el pecho con tanta fuerza que me estremezco.
—Ella podría haber estado llamándote o gritando, y te lo juro por Dios, Jake, joder, te
juro que si descubro que estaba gritándote para que la ayudaras y tú estabas demasiado
ocupado chupándosela a tu precioso novio, Perderé la cabeza.
Félix se aleja de mí y se aleja de mi lado, sin duda sintiendo que de alguna manera es
responsable de lo que le pasó a Riley, y eso no está bien. Nada de esto está bien.
—Mira. Lo siento, ¿vale? Siento mucho lo del bebé y lo de Riley, CJ, pero debes tener
cuidado con lo que me dices. Acabas de llamarme yonqui y dijiste que básicamente voy a
recaer en cualquier momento. ¿Qué coño?
—Oh, Dios. Estoy muy contento de que estés escuchando, Jake. Eso hace que todo esto
sea mucho más fácil ya que no tendré que repetirme.
—¿De qué estás hablando?
Agarra la parte delantera de mi sudadera con el puño y tira de mí para que esté justo en
su cara.
—CJ, hermano… —dice Luke, envolviendo su mano alrededor del brazo de mi hermano.
CJ no debe sentirlo. Él no se mueve.
—Quiero que te vayas, —gruñe— Empaca tus mierdas y lárgate de mi casa, hermano, y
quiero que suceda esta noche.
—¿Qué? —Mis ojos saltan entre los suyos—. ¿Hablas en serio?
—¿Parece que estoy bromeando?
—¿A dónde se supone que debo ir? —Pregunto.
—No es mi problema. —Se acerca más—. ¿Escuchas eso, Jake? Ya no eres mi problema.
¿Entiendes lo que te estoy diciendo?
Me arranco de su agarre.
A la mierda esto.
—Sí. Lo entiendo. —Jadeo algunas respiraciones, tratando de calmarme, pero se siente
como una tarea imposible—. Esto es una mierda. No hice que Riley perdiera a su bebé, CJ.
¿Por qué me culpas por esta mierda? ¿Qué carajo te pasa? ¿Por qué no le tomas la mano a
Riley y te calmas? Probablemente te necesita a su...
El dolor estalla en mi mandíbula cuando CJ me da el golpe más fuerte que he recibido.
Gruño cuando soy derribado en las sillas que Félix y yo desocupamos.
—¡Dios, hombre! ¡Qué carajo! —Rujo sobre las sillas. Me froto la cara.
Félix se acerca para ayudarme a levantarme, pero la voz de CJ me impide alcanzarlo.
—Mantente limpio o no. Ya me importa un carajo lo que te pase, Jake.
Parpadeo hacia mi hermano y susurro—: ¿Qué?
¿De verdad acaba de decir eso?
—Cuando llegue a casa con Riley después de que se recupere, espero que no estés allí,
—continúa—. No vengas. No me llames. Y tampoco te acerques a ella. Me daré cuenta si lo
haces, y sabrás lo que es realmente recibir un golpe de mi parte.
Lo miro mientras el dolor en mi mandíbula amenaza con lágrimas.
O tal vez es lo que estoy escuchando lo que me tiene al borde del llanto.
—Ya no nos conoces. ¿Entendido? —CJ gruñe.
—Sí. Entiendo.
Ignoro la mano de Félix que todavía está extendida y me paro por mi cuenta.
—Hermano. —Escupo sangre a los pies de CJ.
Luego me doy la vuelta y salgo.
¿UNA CAMA DE COCHE DE CARRERAS AYUDARÁ EN
ESTA SITUACIÓN?

FÉLIX

Estoy de pie en la sala de espera después de que Jake se va, sorprendido y, sinceramente,
jodidamente cabreado. Y espero a que su hermano vaya tras él, o al menos que me diga que
no quiso decir nada de lo que dijo antes de ir tras él.
CJ realmente no quiso decir lo que dijo.
Él es más que un tipo decente, por lo que he deducido por Jake y he presenciado por mi
cuenta, las pocas veces que he estado cerca de él. Él es solidario y cariñoso y no un total
imbécil. CJ solo dijo eso por enojo. A veces pasa.
¿Quién no ha dicho algo de lo que se ha querido retractar de inmediato?
Entonces, me quedo ahí y le doy la oportunidad de hacerlo. De que arregle lo que acaba
de romper.
Pero CJ ni siquiera me mira. Nadie me mira.
Y sí, sé que hablar y decir cualquier cosa en este momento podría fácilmente lograr que
yo termine recibiendo un puñetazo en la cara, pero tengo que hacer esto. Él tiene que
saberlo.
—Lamento mucho lo que pasó, pero eso estuvo mal y lo sabes.
Y eso llama su atención.
CJ gira la cabeza y me mira. Su amplio pecho se agita con su respiración.
Creo que finalmente está a punto de decir algo. O posiblemente matarme aquí mismo.
Sinceramente, parece que podría hacer cualquiera de las dos cosas.
Hasta que el policía un poco menos musculoso se interpone entre nosotros.
Usaría su nombre, pero realmente me importa una mierda hacerlo en este momento.
—Deberías irte, —me dice, y suena como una orden.
Imbécil.
¿Los policías alguna vez se toman un día libre?
Lucho contra el impulso de poner los ojos en blanco.
Y luego, porque yo realmente (necesito) creerlo y también todos los demás, anuncio—:
Él se mantendrá limpio, —con la voz más segura que tengo. Me quedo allí hasta que miro a
los ojos a todo el grupo.
—Yo me aseguraré de que así sea, —agrego, y lo digo por CJ. Sé que todavía le importa.
Entonces salgo detrás de Jake.
Salgo corriendo del hospital y empujo a la gente hasta el estacionamiento, gritando el
nombre de Jake cuando lo veo cerca de la parte de atrás donde estacionamos.
Está casi en la puerta del lado del conductor, pero se detiene cuando me escucha.
—Conduciré yo —digo, interponiéndome entre él y el coche—. Déjame conducir, Jake.
No me mira mientras pone las llaves en mi mano. Tampoco me habla.
—Escucha. Tu hermano no quiso decir nada de eso. Solo está molesto, ¿sabes? La gente
dice estupideces cuando está molesta.
Jake no reconoce lo que acabo de decir. Mantiene la mirada baja.
—Nada de esto fue tu culpa, Jake.
Tomo el lado de su cara que no está adolorido e hinchado, y hace una mueca como si le
doliera. Veo una lágrima salir de su ojo.
—Bebé. Está bien.
Solloza y se aleja de mí antes de que pueda acercarlo, y lo veo moverse alrededor del
coche y subirse. Nuestros ojos nunca se encuentran.
Entonces la puerta se cierra de golpe y me estremezco.
Y yo sé que eso no fue él reaccionando a que lo llamé “bebé” por primera vez. Tampoco
es por eso que Jake se alejó de mí. Cosas más grandes están pasando en este momento. Esto
no tiene nada que ver conmigo, y lo sé.
Pero mi estúpido cerebro...
Dios. Vamos, Félix. Eres su padrino. Y su novio. Es tu responsabilidad decir las cosas
correctas que de alguna manera mejorarán esta situación de mierda.
No hagas esto por ti mismo.
Y no arruines esto.
Me meto en el lado del conductor y enciendo el coche, y trato de pensar en algo,
cualquier cosa, que decir mientras salgo del espacio y nos guiamos a través del
estacionamiento hacia la calle principal.
Algo del estilo de lo que diría Dean, porque ¿él no sería la mejor persona en este
momento? Probablemente.
(Jake no puede saber eso.)
Pero todo lo que me viene a la mente parece tonto e insignificante, como lo caliente que
aún se ve el rostro de Jake, a pesar de la hinchazón. O mejor aún, cómo eso de alguna
manera mejora su atractivo general.
Eso es tan jodido. No debería decirle eso.
Recibe más golpes. Me calienta.
¿Qué tal el hecho de que podemos ser compañeros de casa ahora? Porque obviamente
Jake se va a mudar. Incluso si tuviera otro lugar adonde ir, insistiría en que se quedara
conmigo después de lo que acaba de pasar. Y yo podría girar esto para que suene positivo y
prometedor.
¡Tendremos pijamadas todas las noches!
¡Piensa en todo el sexo!
Mis manos se tensan alrededor del volante.
¿Por qué soy tan terrible en esto?
—Te voy a llevar a buscar tus cosas, —finalmente me decido, porque compartir mis
planes obvios con Jake es mejor que cualquier otra cosa que haya estado pensando en decir
—. Puedes mudarte conmigo. No es que no tenga sitio, ¿sabes? Seremos yo, tú y Bella.
Mierda, probablemente le encantará esto. Ella tendrá un compañero de casa ahora que no
odia.
Miro y observo a Jake mirar por la ventana.
—Nos mudaremos y luego iremos a nuestra reunión. ¿Está bien?
Nada.
Ninguna respuesta. Ni siquiera un pequeño movimiento de cabeza, haciéndome saber
que está de acuerdo con esto o incluso escuchándome.
Aprieto los dientes y vuelvo a centrarme en la carretera.
No sé qué más decir. Todavía estoy absolutamente aterrorizado de decir algo
incorrecto.
Vaya padrino que soy.
No. ¿Sabes qué? A la mierda eso.
Puede que no sea tan bueno como Dean en momentos como este, y puede que nunca lo
sea, pero al menos sé lo que yo querría en este momento si fuera Jake.
Especialmente si venía de alguien que se preocupaba por mí.
Manteniendo mis ojos en la carretera, estiro mi brazo y agarro su mano, y estoy
completamente preparado para ser el único que está apretando en este momento. Lo que él
necesite que haga, lo haré.
Pero no soy el único. Para nada.
Y ahora sé que estoy haciendo lo correcto, porque aunque fui yo quien inició el contacto,
es Jake quien me agarra con mucha fuerza, nuestras manos unidas tiemblan, y sus uñas
desafiladas se clavan profundamente en mi piel.
—Va a estar bien, —le digo, apretando tan fuerte como él lo está haciendo ahora.
Nuestros ojos se encuentran, y un suspiro tembloroso lo deja.
—Te lo prometo, Jake.
Sostiene nuestras manos juntas en su regazo.
Estamos en silencio el resto del viaje.

No le toma mucho tiempo a Jake empacar sus cosas, o a mí juntar las pocas cosas mías
que él había agarrado para mí (cuando las cosas estaban jodidas, pero no tanto), y en una
hora, Jake se mudó de la casa de su hermano a la mía.
Después de estacionar, me acerco a la casa más lentamente de lo normal, y realmente
espero que Jake no se dé cuenta.
Es la primera vez que vuelvo aquí desde que recaí, pero no es la primera vez que me
siento incómodo al volver a casa.
Crecí sintiéndome así.
Pero aunque ya no estoy ansioso por la versión de mi padre a la que me enfrentaré,
dado que esta vez está encerrado para siempre (crucemos los dedos), me preocupa en qué
nos estamos metiendo Jake y yo.
No puedo olvidar lo que había aquí y lo que esnifé y tragué. Se me hace agua la boca con
el recuerdo.
Fue amargo y hermoso, y estoy aterrorizado de que la policía no haya hecho un barrido
lo suficientemente bueno.
Sin mencionar la inmundicia absoluta que dejó atrás mi querido padre. Este lugar
estaba asqueroso. La cocina sobre todo.
Muevo las bolsas de ropa en mis brazos para liberar mi mano y poder empujar la puerta
principal, sabiendo que debería abrirse sin mucho esfuerzo ya que papá rompió la
cerradura (qué gran tipo), pero me congelo cuando noto el picaporte nuevo y brillante.
El cerrojo y la manija han sido reemplazados.
Incluso la madera que se dañó parece estar reparada ahora. Ya no se mueve.
—Um. ¿Los policías arreglan las casas después de registrarlas en busca de drogas?
Jake llega a mi lado, deja caer una bolsa de lona a sus pies y murmura—: No. Eso lo hice
yo.
—¿Qué?
En lugar de elaborar, me roza y mete la mano en mi bolsillo para buscar sus llaves
mientras su otro brazo acuna a Bella. Ella ronronea y frota su cara contra su cuello.
Miro el labio partido de Jake. Pienso en besarlo.
—¿Qué hiciste tú? —Pregunto de nuevo.
—Esto. —Él inclina la cabeza hacia la puerta—. Lo arreglé el otro día cuando vine y
agarré tus cosas.
Su tono es tan jodidamente melancólico en este momento, que me mata.
—No tenías que hacer eso —digo—. Hubiera conseguido una nuevo eventualmente.
El hombro de Jake se sacude, como si esto no fuera nada. No es gran cosa.
Cuando puedo enumerar esto fácilmente en una categoría de las mejores cosas que han
hecho por mí.
—Joder, Jake. Gracias.
Él no responde ni reconoce mi aprecio, y observo mientras saca una llave nueva y
brillante del anillo y abre la puerta con ella.
Luego se hace a un lado, indicándome que entre primero.
Entro en la casa y pierdo el aliento.
La cocina ha sido limpiada, luciendo exactamente como siempre cuando mi padre no se
va de juerga y entra y me jode la vida. Todo está de vuelta en su lugar.
Y limpio.
La mesa y las sillas se han movido y limpiado, y cada pedazo de basura, comida y plato
se ha recogido, guardado o tirado.
No hay nada en el suelo que no debería estar allí.
No hay comida tirada en el mostrador. La mesa está limpia.
Lo que significa que no hay rastro de drogas. Ni bolsita de polvo blanco ni pastilla
perdida.
Y la casa huele… bien. Como desinfectante de limón.
Las baldosas viejas incluso tienen brillo.
Vuelvo a mirar a Jake después de que entra en la casa.
—Hiciste esto, ¿no es así?
De nuevo, se encoge de hombros.
—Jake.
—¿Dónde quieres que ponga mis cosas? —pregunta, evitando esta conversación y mi
mirada inquisitiva.
Mantiene su enfoque en Bella.
Tal vez no puede permitirse sentirse bien con esto en este momento, o bien con nada.
No después de lo que pasó hoy. Y lo entiendo, lo entiendo, pero Santo Dios...
—Tienes que dejarme agradecerte por esto, —digo, y el tono de mi voz, la
desesperación en ella, finalmente levanta la mirada de Jake.
Deja a Bella en el suelo cuando ella se estira y se mueve, luego se endereza para
mirarme.
—Tienes que saber cuánto te aprecio en este momento. Y cuánto significa esto para mí.
Porque no puedo actuar como si esto no fuera gran cosa, Jake. No sé cómo hacer eso.
Su nuez de Adán se mueve al tragar.
—¿Está bien? —Pregunto.
—Está bien.
—Gracias.
—De nada.
—¿Hiciste algo más? Dimelo ahora. Me preocupa lo que me hará otra sorpresa tuya.
Diré que creo que estoy enamorado de ti. Sé que lo haré.
Los ojos de Jake se mueven hacia las escaleras.
—Le pagué al basurero para que se llevara tu colchón para que no tuvieras que
preocuparte por eso.
—¿El que mi papá arruinó?
—Sí.
—Yo podría haber hecho eso.
—Ya has lidiado con suficiente. Y yo quería hacerlo. Me gusta hacer cosas por ti.
Nos miramos el uno al otro mientras algo cálido llena mi pecho. De repente me siento
increíble.
Sí, en serio se lo habría dicho.
—Eres dulce, Jake.
—No, no lo soy. Realmente me gustas.
Me río un poco, y Jake comienza a sonreír, permitiéndose finalmente sentir algo bueno,
pero cuando la herida en su labio se estira, maldice hacia el suelo en su lugar.
Dejo las bolsas de ropa cerca de las escaleras y luego me muevo hacia el congelador,
agarrando una bolsa de guisantes congelados de la puerta.
Me acerco a él y presiono suavemente el plástico frío contra su rostro.
—Gracias, —murmura, haciéndose cargo y sosteniendo los guisantes él mismo.
Da un paso a mi alrededor y recoge la bolsa de lona, luego se da vuelta y me da una
mirada que me dice que hemos terminado de reír y apreciar y casi sonreír, y en voz baja me
pregunta de nuevo dónde debe poner sus cosas.
Y yo soy el rey de los cambios de humor repentinos, así que no puedo decir n ada sobre
los suyos.
—Estaremos atrapados en mi antigua habitación esta noche —digo, levantando las
bolsas que dejé antes.
Lo sigo escaleras arriba, y cuando llegamos arriba, lo rodeo y abro la puerta de mi
antiguo dormitorio con el pie.
—Espero que estés bien con las camas de coches de carreras, —digo.
Y desearía estar bromeando.
La cabecera y el pie de cama de plástico grueso son de un azul marino desteñido con
rayas rojas de carreras. Este fue un regalo de cumpleaños de mi mamá.
Amaba esta cama, pero podría ser más pequeña que una cama twin.
Jake y yo tendremos que dormir uno encima del otro para que esto funcione.
Genial.
Hablando de…
Jake se acerca a mi espalda y habla por encima de mi hombro.
—¿Qué tiene la cama en la que dormí antes?
—Ahí es donde mi papá durmió la otra noche. No tocaría esa cama hasta que cambie las
sábanas.
—Entonces, ¿por qué no hacemos eso?
¿Qué?
¿No le parece bien dormir muy pegado a mí?
—No tengo sábanas extra y no tengo detergente —le espeto, entrando en la habitación
cuando el calor de él en mi espalda se vuelve irritante—. Lo usé todo para lavar la mierda
de papá. Y realmente no tengo ganas de salir corriendo a buscar más esta noche. Lo haré
mañana.
Dejo las bolsas en el suelo frente a la vieja cómoda.
—Relájate, —dice Jake—. Solo preguntaba.
Arroja la bolsa de lona y cae sobre la cama.
—Si no quieres dormir aquí conmigo, puedes dormir en el sofá, —le ofrezco.
Y mi sonrisa es tan jodidamente engreída.
—¿Es ahí donde quieres que duerma? —él pregunta.
—¿Es eso lo que acabo de decir?
Jake arquea una ceja mientras baja la bolsa de guisantes de su rostro, luego (finalmente)
da un paso dentro de la habitación, lo que estoy seguro es una gran dificultad para él,
considerando lo mucho que obviamente odia estar aquí, y antes de darme cuenta, estamos
pecho contra pecho y él está justo en mi cara.
—Quiero dormir contigo, —dice en voz baja. Ferozmente—. Dormiré en el sofá si estás
conmigo.
—Y yo quiero dormir aquí. Menos espacio. Más contacto.
—Bien.
—Bien. —Levanto mi barbilla y presiono suavemente mi boca contra la suya—.
Estúpido.
—Imbécil.
—Tú empezaste.
—Yo no empecé una mierda. Hice una pregunta.
—Sí, y fue una pregunta de imbécil. ¿Quién se queja de una cama de coche de carreras?
Golpeo su hombro mientras doy un paso alrededor de él para llegar a la puerta y salir
de esta apestosa habitación, pero me detengo a menos de un pie de distancia cuando Jake
agarra mi brazo.
Me doy la vuelta, y nuestros ojos se encuentran.
—¿Qué te pasa? —pregunta, manteniendo su control sobre mí.
Mi pecho se agita cuando obligo a mi respiración a salir de mi nariz. Cierro mis ojos.
—Félix.
Necesito una reunión.
Cuando miro a Jake de nuevo, su cara es jodidamente suave y triste, y me odio un poco
más.
—Lo siento, —digo.
—No lo sientas. Está bien.
—Tenemos que traer el resto de tus cosas y luego tenemos que irnos.
—¿Qué te tiene nervioso?
—No sé. Creo… creo que es solo hoy. Sigo tratando de decirte todas las cosas correctas,
y sé que no lo estoy haciendo, y odio eso. Joder, lo odio. Y que se joda mi papá, hombre. Él
sigue arruinando mi vida. Ni siquiera podemos dormir en una cama de tamaño normal por
su culpa.
—¿Necesitas llamar a Dean?
Una risa se atrapa en mi garganta.
—¿Odias preguntarme eso?
—No. —Sus fosas nasales se ensanchan—. Sí.
Sonrío, luego niego con la cabeza.
—No. Con seguridad estará en la reunión. Hablaré con él cuando lleguemos allí.
Jake asiente una vez y aprieta mi brazo antes de soltarme.
—No hiciste una pregunta de imbécil. No quise decir eso.
—Y tú no me estás diciendo las cosas equivocadas.
Se me corta el aliento, y realmente espero que no me esté diciendo eso para que no me
rinda y caiga rendido28 en sus brazos.
Pero es todo lo que puedo pensar en hacer.

28
Es un juego de palabras con “give up” (“rendirse”) y “give in” (“entregarse”).
MI HERMANO, EL HÉROE

JAKE

La primera pelea en la que me metí, perdí.


Tenía doce años y era flaco, pero eso le venía bien a Matt Cummings, y el pequeño
imbécil lo sabía. Llevó con él al campo detrás de nuestra escuela, a dos de sus amigos que ni
siquiera esperaron a que yo golpeara a Matt antes de saltar y comenzar a golpearme.
Me gané dos ojos morados y lloré de camino a casa.
La mentira que di como explicación fue que un balón de baloncesto me golpeó en la cara
en el gimnasio, y mis padres se lo creyeron.
¿Por qué no me creerían? Yo no era bueno en los deportes.
Mamá me apretó la mano y papá me dijo que me pusiera hielo en la cara después de la
cena, y luego cambió de tema.
Pensé que era libre y que nunca tendría que compartir mi vergüenza.
Mi hermano no se dejaba engañar tan fácilmente.
Vino a mi habitación después de la cena y me preguntó qué pasó realmente y más
específicamente, quién me golpeó, y no pude mirarlo mientras le decía la verdad.
Mi hermano tenía dieciséis años y era más grande de lo que jamás pensé que yo sería.
Nunca llegó a casa con un ojo morado y probablemente nunca llegaría con uno, y yo
perdí mi primera pelea y lloré por eso como un bebé.
CJ me dijo que lo siguiera después de escuchar lo que realmente sucedió, y me llevó a la
parte sin terminar de nuestro sótano donde pasaba la mayor parte de su tiempo después de
la escuela, cuando no se quedaba después para hacer deporte. (Él los practicaba todos.)
Había pesas en el piso de concreto y un saco pesado colgada, y me mostró cómo
sostener mi puño para que no me rompiera el pulgar, y cómo golpear realmente a alguien,
para que supiera lo que estaba haciendo si lo alguna vez me metía en otra pelea. Me mostró
cómo defenderme si alguna vez me superaban en número.
Y cuando le dije que no podía esperar para mostrarle a Matt Cummings y sus amigos
idiotas lo que había aprendido, CJ sonrió y se mostró orgulloso de mí, y recuerdo sentirme
muy bien a pesar de lo mucho que me dolía la cara.
Al día siguiente en la escuela, aceché los pasillos en busca de mis enemigos con los
puños cerrados y listos. Quería que la segunda ronda ocurriera antes de la campana de la
mañana y frente a toda la escuela.
Los vi frente a un grupo de casilleros y avancé. Grité el nombre de Matt y levanté los
puños.
Se dio la vuelta para mirarme. Todos lo hicieron.
Y se veían jodidos.
La nariz de Matt estaba sangrando a través de los pañuelos que sostenía contra su cara.
Y sus amigos llevaban labios rotos a juego. Los tres tenían sangre en sus camisas.
Y los tres me miraban aterrorizados.
Se alejaron, tropezando unos con otros después de murmurar disculpas.
Debo haberme visto tan rudo. Morís de ganas de decirle a mi hermano.
Esa noche, durante la cena, se sentó frente a mí donde siempre se sentaba, y miré sus
nudillos ensangrentados y lo escuché contar su propia mentira a mis padres cuando
buscaban una explicación.
Entonces esperé hasta más tarde y fui a su dormitorio por la verdad, aunque creo que
ya lo sabía.
—¿De verdad crees que dejaría que se salieran con la suya?
—Eres mi hermano, Jake. Siempre te protegeré.
SOY CAPRICORNIO

FÉLIX

Me despierto sin el peso del cuerpo de Jake sobre el mío, y es demasiado temprano. Lo sé
incluso antes de rodar sobre mi costado y colgarme de la cama para ver la hora en mi
teléfono.
Son justo después de las dos de la mañana.
Mi primera reacción es enloquecer, porque estoy luchando tanto como él y sé
exactamente lo que me gustaría estar haciendo en este momento en lugar de dormir, y si
Jake no está en la cama conmigo, hay una buena posibilidad de que él esté haciendo una o
algunas o todas esas cosas.
Y me levanto de la cama tan jodidamente rápido que tropiezo al salir de la habitación y
me golpeo la cara con el borde de la puerta.
—¡Mierda!
Gimo y sostengo mi mano contra mi ceja mientras palpita.
Luego bajo corriendo las escaleras, deteniéndome en la parte inferior cuando huelo algo
de chocolate horneándose.
La luz de la cocina está encendida. Y aunque no hay señales de Jake después de buscar
en el primer piso, no estoy tan asustado como hace unos minutos porque horneó, y eso
tiene que significar lo que espero que signifique.
Abro la puerta principal y suspiro de alivio cuando lo encuentro sentado en los
escalones del porche.
Está sin camisa y fumando.
—Huele increíble ahí dentro —digo, tomando asiento a su lado y deslizándome hasta
que nuestras caderas y hombros se tocan.
Me derrito contra su costado.
Jake observa la ceniza arder en el cigarrillo que sostiene.
—Entonces, esta es la razón por la que tu coche huele a humo…
Me mira con ojos cansados.
—No puedo luchar contra todo.
—¿Estabas tratando de dejarlo?
Él asiente ligeramente.
—Después de que me hablaras de tu mamá, pensé en dejarlo para siempre. Rara vez lo
hago de todos modos.
Presiono brevemente mis labios contra su hombro desnudo.
—Eso es muy dulce de tu parte, pero no tienes que hacerlo.
—Lo sé.
Jake da una larga calada, luego apaga el cigarrillo en el escalón antes de tirar el cogollo
por un costado en la hierba.
El humo se arremolina y se hincha entre nosotros después de que él exhala, y
estúpidamente pienso en lo divertido que sería compartir un porro con él.
Y nunca dejaré de pensar eso, ¿verdad?
Me froto la cara con dureza y luego lo miro de nuevo.
—¿Qué horneaste? —Pregunto, necesitando cambiar de tema. Además, tengo
curiosidad.
Y hambre.
—Pastel de chocolate, —dice.
—Oh, joder, sí. Eso dará en el clavo.
Una risa sacude su pecho y Jake finalmente me sonríe.
Pero es descolorida y frágil y se ha ido demasiado rápido, y ahora ya no me mira.
Mira hacia la oscuridad.
Pongo mi mano en su brazo que está apoyado en su rodilla y finalmente le pregunto—:
¿Estás bien? —cuando ya sé que no lo está. ¿Cómo podría estarlo?
—No realmente, —dice en voz baja.
—Háblame.
—No sé cómo estar limpio sin mi hermano, —admite Jake, y su voz tiembla—. Él
siempre ha estado ahí para mí, y no sé si puedo hacer esto sin él, Félix. ¿Qué pasa si no
puedo?
—Yo creo que puedes.
—Pero, ¿y si no puedo?
Tiro de su brazo, obligándolo a girarse hacia mí para poder ver su rostro.
—Mírame.
Lo hace.
—No estás solo, —le digo—. Nunca estarás solo, ¿de acuerdo?
—No sabes cómo se siente esto.
—Perdí a la única persona en el mundo a la que yo le importaba algo. ¿Recuerdas?
Nadie se preocupa por ti como la familia, y nunca tuve eso cuando estaba tratando de estar
limpio y mantenerme limpio, porque mi padre obviamente nunca contó. Así que sí. Lo sé.
Pero ahora te tengo a ti y tengo a Dean y... y te tengo a ti.
Mi corazón salta.
—Y creo que esto podría ser lo más grande que me haya pasado. Se siente diferente —
admito.
Los labios de Jake se abren, y quiero su reacción al oírme decirle eso más de lo que
quiero cualquier droga en este momento, pero hacer girar esto sobre mí es lo último que
debería estar haciendo.
Primero soy su padrino. Tengo que serlo.
—Tienes a tus padres, —digo—. Y otra familia que no conozco, pero tienes gente que se
preocupa por ti, Jake. Y eso incluye a tu hermano. A él le importas. Lo sé.
—Escuchaste lo que dijo. Esa mierda de mantente sobrio o no.
—Yo escuché a alguien que estaba asustado y herido arremeter contra otra persona, y
creo que CJ sintió que podía hacer eso contigo porque eres su hermano y siempre serás su
hermano, sin importar lo que diga.
—Si eso es cierto, es jodido.
—Lo sé, pero… acaba de perder a su bebé. Y Riley podría haber muerto. Estaba... un
poco enojado. ¿Sabes? Realmente no creo que haya querido decir lo que dijo. Pero sí creo
que CJ sintió que podía descargar su dolor contigo por lo que eres para él.
El dolor llena los ojos de Jake, y se aparta de mí de nuevo.
—No quiero hablar más de esto.
—Está bien.
Retiro mi mano de su brazo y comparto algo que no estoy seguro de que deba decirle a
Jake ni a nadie (especialmente a Dean), pero simplemente sale de mi boca.
—No voy a pensar en que no superarás esto, porque si tú no lo haces, entonces yo no lo
haré.
Jake me mira.
—Vete a la mierda. No me hagas cargar con eso.
—¡No es lo que quiero decir! No estoy diciendo eso para tratar de hacerte sentir
culpable y mantenerte limpio. Es sólo... es la verdad. Yo también tengo miedo. Tienes que
pelear esto conmigo, Jake. No puedes dejar de luchar contra esto. ¿Está bien?
Ahora estoy nervioso y respiro mucho más rápido que antes.
Y lo estoy haciendo sentir culpable, pero estoy desesperado.
Nunca me arrepentiré de lo que le acabo de decir si eso le salva la vida. No importa lo
jodido que sea.
Nos miramos el uno al otro y no estamos sentados cerca y tocándonos tanto como me
gusta, ya no. Jake debe haberse movido en algún momento, y ahora podría arrepentirme de
haberle dicho eso.
—Lo siento, —digo—. No te enojes conmigo. Solo olvida que dije eso. No quise decir
eso.
—Cierra la boca. Me siento igual.
Parpadeo sorprendido, luego contengo la respiración cuando Jake extiende la mano y
roza suavemente mi ceja con el pulgar.
—¿Que pasó aquí? —él pregunta.
—Oh. —Mis mejillas se sonrojan—. Me caí sobre la puerta.
—¿Cuándo?
—¿Hace como diez minutos? Me levanté viniendo a buscarte. Salí de la cama demasiado
rápido y tropecé. Estaba preocupado de que tú estuvieras… Solo estaba preocupado.
Parece que Jake quiere sonreír, pero se pone de pie antes de que pueda decir si l o está
realmente o no, lo que apesta para mí.
Pero luego extiende su mano y me insta a tomarla con un suave pero posiblemente
irritado “Vamos”, y ¿cómo diablos se supone que debo actuar ahora?
Todavía tengo miedo de haber empeorado las cosas, pero Jake no dice que haya sido así.
No dice nada mientras nos lleva de vuelta al interior de la casa y a la cocina,
deteniéndonos en la nevera.
Luego deja caer mi mano para sacar la misma bolsa de guisantes congelados que usó
antes y la presiona suavemente contra mi cara.
Y ambos empezamos a reír.
Es agradable.
—Probablemente no me veo tan sexy como tú, —le digo.
El ceño de Jake se frunce con confusión, así que señalo el moretón en su rostro.
—¿Crees que me veo sexy así? —él pregunta.
—Um. Sí. Joder, sí.
Una pequeña sonrisa tira de sus labios, da un paso hacia mí y se inclina para presionar
un suave beso en mi boca, pero no dejo que termine ahí.
Dejo caer la bolsa de guisantes y agarro la parte posterior del cuello de Jake,
manteniéndolo inmovilizado contra mí mientras abro mi boca alrededor de la suya, y estoy
totalmente comprometido a forzar mi lengua dentro y persuadirlo de este mejor y más
necesitado beso, pero nuestras lenguas se encuentran y se enredan.
Y ahora Jake me está besando de esa forma mejor y más necesitada, y lo es todo para mí.
Nos paramos en mi cocina y nos besamos como si nunca hubiéramos follado o hecho
algo más que besarnos.
Se siente nuevo y conmovedor especial en la forma en que siempre se ha sentido besar
a Jake, pero diferente. Esto es diferente.
Ambos somos lentos, perezosos y gentiles, tímidos con nuestras manos, y cada toque se
siente importante.
Entonces Jake se mueve un poco y pisa la bolsa de guisantes, y la bolsa revienta tan
fuerte que ambos saltamos y empezamos a reír de nuevo.
—Vaya forma de matar el ambiente, —bromeo.
—Mierda, —dice, inclinándose para recoger la bolsa—. Yo, eh, te compraré más
guisantes.
Tira la bolsa al fregadero.
—En realidad, solo son buenos para las bolsas de hielo, —le digo—. De hecho, odio
cómo saben. Nunca los como.
—Entonces, ¿solo tienes guisantes congelados en caso de que tropieces con una puerta?
Finjo una mirada furiosa hacia él, y él sonríe.
Luego presiona un beso en mi frente antes de alejarse. Lo veo caminar hacia el horno.
Y solo dejo pasar esa pequeña broma barata porque me encantan los besos en la frente.
Son mágicos.
Solo los he recibido de Jake. Y mi mamá, creo. Pero esta fue la segunda vez que Jake lo
hizo.
De espaldas a mí, puedo ocultar el rubor en mis mejillas que sé que está ahí, y lo
observo sacar un cuchillo del cajón y deslizar el molde para pasteles frente a él.
Corta y coloca en el plato un trozo del pastel que ha hecho, y creo que haría cualquier
cosa por Jake, pero de repente me muero de hambre y no soy el mejor para compartir.
—Es mejor que cortes dos pedazos, —sugiero.
Jake se da la vuelta después de ignorar mi sugerencia (sé que lo dije lo suficientemente
alto), llevando el plato.
Se detiene cuando está cerca y lo sostiene entre nosotros, mostrando el único pedazo
que cortó para que lo compartamos.
Y tiene forma de corazón.
Un corazón ligeramente destrozado y jodido.
Los bordes están irregulares, rotos y desordenados, y un lado es definitivamente más
grande que el otro. Hay migas por todo el plato.
Pero Jake hizo esto para mí, por su cuenta, sin que yo se lo pidiera.
Lo amo más que nada.
—Esto es muy romántico, —le digo.
—No precisamente. Se ve horrible.
—Estoy sintiendo muchas cosas en este momento y ninguna de ellas es vergüenza por
lo desordenado que se ve esto.
—Entonces, ¿te gustan las cosas desordenadas?
—Me gustas tú, así que sí.
Me sonríe. Luego me entrega el plato.
—No te preocupes. No te haré compartir nada —dice.
—No viene al caso, pero me casaría contigo.
Jake se ríe casual y despreocupadamente, como si supiera que estoy bromeando.
Meto la mayor parte del pastel en mi boca para no poder admitir que es broma, y miro a
Bella cuando se desliza a mi lado, ronroneando por un pedazo.
—Estás loca, perra —murmuro alrededor de mi mordisco—. Aleja tu culo malvado de
mí.
Jake no tarda un segundo en levantarla.
—La malcrías —gruño.
—Alguien tiene que hacerlo.
Mis ojos se elevan lentamente hacia su rostro.
—¿Qué?
Quizás la boda pueda esperar.
Quiero que sepas que no he hecho nada más que cuidarla bien. Le doy sólo la mejor
comida. La dejé vagar libremente por la casa. Incluso la rescaté de un refugio donde la iban
a sacrificar.
—¿De verdad?
—Sí. Le salvé su linda vida. Deberías haberla visto. Lucía sola y asustada y yo estaba solo
y asustado. Sentí que hacía lo correcto. En ese momento. No lo sé. Pero cada vez que trato
de abrazarla así, cada vez que trato de mostrarle afecto, ella se aleja de mí. Y lo más
probable es que estaría muerta si no fuera por mí, así que, ¿qué coño?
—Shh. No escuches eso, cariño.
Pongo los ojos en blanco cuando Bella ronronea y se acaricia contra la cara de Jake.
—Tal vez eres más una persona de perros, —dice.
—Imposible. Soy Capricornio.
—Oh, Santo Dios. —Él se ríe.
—¿Qué?
—Nada. —Jake sonríe y me mira terminar el resto del pastel—. Se suponía que tenía
que averiguar cuál era tu signo. Tenía la intención de hacerlo ayer.
—¿Por qué? —pregunto, chupando las migajas de mis dedos.
—Héctor y Miguel querían saberlo. Estaban hablando de si éramos buena pareja o algo
así, y les dije que te preguntaría, pero luego se me olvidó cuando llegué a casa porque me
sonreíste…
Hace una pausa, baja a Bella y me da toda su atención de nuevo antes de continuar.
—Cuando entré a la casa ayer, tu sonrisa era tan malditamente grande, y siempre haces
eso. Siempre me miras como si yo no fuera un fracaso en todo o siquiera incapaz de meter
la pata. Tienes mucha esperanza en mí, Félix, y estás feliz solo por tenerme cerca, y no solo
porque no estoy consumiendo si estoy contigo. Eres la primera persona que me mira así.
Fuerzo el último bocado de pastel por mi garganta antes de que me atragante y lamo las
migajas de mis labios.
—¿Importa menos si no lo hago a propósito? Porque solo estoy reaccionando al verte.
—No. Importa más. —Jake se acerca hasta que el plato que estoy sosteniendo presiona
la piel de su abdomen—. Importa más que todo. Que todo. Y tú tambien.
Lo miro a los ojos, observándolos saltar entre los míos.
—Este momento se puso pesado, —afirma.
—Sí. Tu lo hiciste.
—Hay más que podría decir, pero no sé si debería.
—¿Por qué?
—Porque mi sobriedad debería ser lo más importante para mí, y no estoy seguro de que
lo siga siendo.
Cierro los ojos, dejando que esas palabras penetren en mi corazón. Sabiendo lo que
significan.
Y sabiendo lo mal que está esto. No debería querer escuchar eso.
—Sí. —Me aclaro la garganta y lo miro de nuevo—. Sí, tengo el mismo problema.
—Lo sé.
Mi cara se llena de calor.
Y ahí murió mi intenso de no ser tan obvio. Pensé que lo escondía mejor.
Aparto la mirada y exhalo una respiración profunda.
—Joder.
—Todo irá bien, Félix.
Me doy la vuelta inmediatamente y asiento con la cabeza, diciéndole—: Sí, lo sé, —
cuando no lo creo.
Y apesta. Apesta tanto porque esta cosa maravillosa que ambos acabamos de admitir
podría arruinarnos.
—Dámelo. —Jake toma el plato de mí y lo coloca en el fregadero. Luego cubre el molde
para pasteles con papel de aluminio antes de caminar hacia atrás y tomar mi mano—.
Vamos. Volvamos a la cama.
Estamos en silencio en el camino de arriba y de nuevo en el baño, donde estamos uno al
lado del otro en el lavabo mientras nos cepillamos los dientes, y callados mientras nos
metemos en la cama después de deshacernos de nuestra ropa, y atribuyo nuestro silencio a
lo tarde que es (o temprano), y lo agotados que debemos estar los dos.
Pero yo lo sé bien.
Jake se acomoda con su cabeza en mi pecho, y paso mis dedos por las puntas de su
cabello, como él siempre lo hace conmigo, y me quedaría dormido si nuestras posiciones
estuvieran invertidas, pero no pido cambiar.
Estoy contento con quedarme despierto y no volver a dormir nunca más, porque creo
que Jake está enamorado de mí.
EL MEJOR DÍA DE MI VIDA (HASTA AHORA)

JAKE

Aprendí todo sobre reemplazar de adicciones cuando fui a rehabilitación.


Era un tema del que se hablaba mucho. Nos advirtieron al respecto. Incluso dijo que la
mayoría de nosotros probablemente ya estábamos reemplazando nuestras adicciones y ni
siquiera nos habíamos dado cuenta.
Esa suposición me cabreó, pero me dio igual. Mantuve la boca cerrada y escuché.
Escuché historias sobre drogadictos en recuperación que se engancharon a
medicamentos recetados después de que un médico les recetara algo para la ansiedad.
Conocí a alguien en rehabilitación que se dedicó al juego después de estar limpio.
Alimento. Drogas. Alcohol. Sexo. Dinero.
Cualquier cosa que encienda el “centro de placer” de tu cerebro corre el riesgo de pasar
de ser un deseo a una necesidad a esta obsesión peligrosa y compulsiva que se apodera de
ti y luego arruina tu vida.
Y luego eres solo otro cuento con moraleja. Otra historia de terror que alimentan a
todos los que ingresan por primera vez a rehabilitación.
Eres el alcohólico que se jugó hasta el último centavo y perdió a su familia.
Eres el drogadicto que se convirtió en adicto al sexo y le contagió una ETS a su esposa
porque no pudo aguantarse.
Pensé que todo era un montón de mierda en ese momento, y todavía lo pienso. En su
mayoría.
Nunca he deseado nada de la forma en que deseo drogarme.
Pero cuando estoy sobre Félix con mi polla enterrada en su culo, no estoy seguro de
poder decir eso nunca más.
—Me estás matando, —le digo con voz ronca contra su oído, lamiendo el pabellón—.
Nunca olvidaré cómo se siente esto. Cómo te sientes.
—Bien. Sigue follándome.
Deslizo mi boca hasta su cuello, donde lamo y chupo su piel empapada de sudor y
muevo mis caderas con pequeñas embestidas rápidas.
—Dios, sí, —gruñe—. Amo eso. Amo todo lo que me haces.
Félix renuncia a masturbarse para agarrar mi cabeza y mantenerla en su lugar y gime
como si nunca hubiera sentido nada mejor.
Mi mano cubre con la que él se sostiene en la cabecera de plástico, y la otra aprieta con
fuerza alrededor de su cadera.
Luego me echo hacia atrás lo suficiente para mirar bien mientras lo follo.
—Ah, mierda. ¡Joder, Jake!
Su espalda y su cabeza se inclinan antes de apoyar ambas manos en la cabecera y
empujar hacia atrás.
Jadeo ante el ligero cambio de ángulo y me aferro firmemente a sus dos caderas ahora,
mis palmas y dedos casi cubren las alas de sus tatuajes de mariposa, y disminuyo mis
movimientos para no estallar y joder esto.
Pero ya hace mucho que perdí este juego.
Porque no me atrevo a cerrar los ojos, no puedo.
Y es levantar la cabeza y ver esa mirada destrozada en el rostro de Félix viéndome con
las pupilas dilatadas y las mejillas sonrojadas y sus bonitos rizos sobresaliendo y pegados a
la frente.
O.
Mirar hacia abajo y ver cómo mi polla desaparece en el agujero más perfecto del mundo.
No importa. ¿Sabes qué? A la mierda renunciar a uno por el otro o peor, prescindir de
ambos solo para no correrme en unos minutos como un puto adolescente virgen.
Que vea cuánto amo esto.
Nos miramos a los ojos cuando Félix hace lo que estoy esperando que haga, y sus labios
granate están resbaladizos y probablemente saben como el lubricante sabor sandía que me
frotó porque no podía dejar de chuparme la polla cuando ya lo tenía echado.
—Me encanta chupar pollas, Jake. Me encanta.
Y odio muchas cosas, pero la idea de que Félix se la chupe a otra persona que no sea a
mí saltó directamente al primer lugar de esa lista.
Entonces, nos apresuré. Tuve que hacerlo.
En lugar de comerme un culo por primera vez en toda mi vida, me salté todos los juegos
previos excepto para preparar su agujero para tomarme.
Luego le di la vuelta, me introduje y llegué justo a donde estamos ahora.
Es hora de corregir mi error.
Félix protesta con este gemido miserable y pequeño cuando me salgo por completo y
comienza a bombear su polla con movimientos rápidos.
—Deja esa mierda, —digo mientras me muevo un poco hacia atrás sobre mis rodillas
para darme algo de espacio para trabajar.
—¿En serio? —jadea, mirándome—. Vete a la mierda, Jake. Quiero correrme.
Me inclino y abro sus nalgas y me río en voz baja cuando Félix quita la mano de su polla
tan rápido y empuja hacia atrás, deseando esto y susurrando, “ohdiosmíosíporfinporfavor”,
todo al mismo tiempo.
Luego lamo desde sus apretadas bolas hasta su agujero que florece abierto contra mi
lengua, y creo que veo estrellas.
—Joder, sí —gimo, lamiendo su culo—. Sabía que me encantaría esto. Joder. Pero sin
lubricante la próxima. Quiero saborearte a ti, Félix. No una pua fruta artificial.
—Eso depende de ti, hombre. O haz que tu polla sea más pequeña o mete tu lengua
antes.
—Debería haberte despertado así. Joder, esto es bueno.
Mi lengua se arremolina alrededor del apretado anillo.
Félix agacha la cabeza y gime, largo y profundo.
—Nunca me quejaré si eso es algo que quieres hacer. Hostia puta. ¿Cuánto coño has
comido?
—La cantidad suficiente.
Una pausa, y luego—: Ew, Jake.
Empieza a reírse un segundo antes que yo.
—Esto es mejor, —le digo a través de una sonrisa.
—Bueno.
Apostaría mi vida a que la cara de Félix está del tono más brillante de rojo, y decido que
ya no seré una perra con el sabor.
Me trago la sandía y escupo y me doy un festín en su culo.
—Oh, hostia puta. —Félix se deja caer sobre sus codos y empuja mi cara más
profundamente entre sus nalgas—. Dios. Eso es increíble, Jake.
Escupo en su agujero y lo unto con la yema de mi pulgar.
—Sí, —sisea.
—Voy a meter mi lengua dentro de ti, y luego necesito follarte. Ya me tienes tan
jodidamente cerca.
—Yo también. Estoy goteando por todos lados.
Gimo cuando la punta de mi pulgar presiona dentro.
—Más —jadea Félix, meciéndose contra mí para forzar mi pulgar más profundo—.
Hazlo. Hazme todo.
Saco mi pulgar de él y observo cómo se arruga su agujero. Le doy otra buena y lenta
lamida.
Luego le meto mi lengua.
Y es un milagro que yo termine con mi polla en su culo porque Félix dispara su corrida
por toda la almohada mientras lo follo con la lengua, y es una de las cosas más calientes que
he visto.
—Joder, sí. —Escupo en su agujero de nuevo, manteniéndolo bien húmedo.
Luego me subo rápidamente sobre él y metí mi polla con una fuerte embestida mientras
Félix gime hasta el final de su orgasmo, y tres fuertes embestidas después, me corro.
—Mierda, —jadeo—. Hostia puta. Eres perfecto.
Beso por toda su columna vertebral, mis labios saborean el sudor sobre su tatuaje
Trate con Cuidado, y pienso para mí mismo que se atreva alguien a no hacerlo.
Luego entierro mi nariz en su suave cabello y pregunto—: ¿Estás bien?
Y todavía huele a esa mascarilla acondicionadora tropical.
—Sí, —dice Félix. Él también está sin aliento—. Estoy genial, Jake.
Sonrío y me desplomo sobre mi costado y me doy la vuelta sobre mi espalda tanto como
puedo, porque la barandilla lateral de plástico duro se clava en mi omóplato y me mantiene
en ángulo.
A la mierda esta puta cama estrecha. Hoy le pediré un colchón nuevo.
Félix arroja su almohada manchada de semen al suelo y tímidamente me mira como si
no supiera la cantidad de carga que disparó, luego rápidamente se deja caer a mi lado sobre
su abdomen, se estira y apoya la cabeza en su antebrazo.
Me mira a través del pequeño espacio. Pestañas oscuras rozan su mejilla después de
cada parpadeo lento.
—¿Qué? —Pregunto.
Y sonríe un poco.
—¿Cómo sabes que estoy a punto de decir algo?
—Conjetura afortunada. ¿Qué es?
Un largo suspiro lo deja, y se queja,
—Matará el ambiente. Es una de esas conversaciones…
¿Una de esas?
—¿Es serio? —Pregunto.
—Sí.
—Bueno, solo escúpelo entonces. Dios.
—Disculpa por querer mantenernos en el resplandor post sexo.
Se empuja hasta los codos y estudia sus uñas romas, e incluso con la amenaza de esta
conversación que mata el ambiente, no puedo dejar de sonreírle.
—Bueno. Pues, sé que puede parecer estúpido mencionar esto ahora, pero tu semen
está saliendo de mi culo por segunda vez y nunca hablamos sobre usar condones o cómo
nos sentimos al no usarlos, y sí. Solo pensé que tal vez querríamos cubrir eso.
Lentamente se encuentra con mis ojos de nuevo.
—Oh. —Parpadeo con sorpresa y esa sonrisa se ha ido hace mucho ahora mientras miro
mi polla mojada—. Oh, mierda. Lo siento.
—¿Por que lo sientes? —él pregunta.
Busco a tientas los calzoncillos que tiré antes, los enrollo y me limpio, diciendo—: Solo
sentí que era lo correcto para decir...
—Sí, pero también es mi culpa. Literalmente lo acabo de pensar. No es como si me
hubiera guardado esta conversación solo para que me follaras sin protección, Jake. Y sé que
tú tampoco. Hemos estado realmente metidos en esto que sentimos entre nosotros y no
pensamos. —Hace una pausa y luego pregunta—: ¿Verdad? ¿Hemos estado de verdad bien
metidos en esto ambos?
—Definitivamente. —Lanzo mis boxers al suelo—. Por supuesto. ¿Por qué preguntas
eso como si no supieras cuánto me gustas?
—Hábito, supongo.
Me trago mi molestia.
—Bien. Yo creo que estoy limpio —digo.
Rápidamente lo miro de nuevo y observo sus ojos agrandarse con pánico.
—Debería estarlo. Probablemente lo estoy.
—¿Probablemente, Jake?
—Me follé a mi ex a pelo. Fui fiel todo el tiempo que estuvimos juntos, pero ella se folló
a mi compañero de habitación y a quien sea. Así que sí. Probablemente.
Tan feliz de estar pensando en esto de nuevo. Me olvidé casi por completo de Katie y el
compañera de habitación que debería haber matado.
—Oh. —Félix se estremece, de repente luciendo más arrepentido ahora que nada—.
Bien. El compañero de habitación.
—Sí.
—Tu ex apesta.
—Iré a hacerme la prueba hoy. Ella es la única que me preocupa.
Podría callarme y guardarme esta siguiente información porque no importa y
probablemente no debería importar, pero ¿y si Félix descubriera esto por su cuenta de
alguna manera?
Probablemente sea mejor viniendo de mí.
—Me acosté con una chica hace unas semanas, —le digo, y rápidamente su expresión se
tensa—. Usé condón. Y no fue nada. No significó nada.
—¿Cuándo fue? ¿Me conocías?
—Sí, pero aún no éramos nada.
El dolor llena sus ojos, y levanto mi mano.
—Ey.
—Siempre hemos sido algo, —dice en voz baja—. Al menos, para mí, lo éramos.
Luego se aleja de mí y se levanta de la cama.
—No hagas esto. Vamos. Eso no es lo que quise decir. —Me siento y observo a Félix
ponerse los pantalones—. Fue cuando ambos estábamos luchando contra esto. Contra
nosotros. Cuando te convertiste en mi padrino por primera vez. Y me enojé con mi ex, y yo
solo... necesitaba follarme a alguien que no fuera ella. No significó nada.
Félix se endereza y me mira.
—Entonces, ¿por qué no me follaste a mí? Si tanto lo necesitabas... y sabías que yo
estaba dispuesto. ¿Por qué no a mí?
—No podría follarte, Félix. ¡Ese fue el por qué elegí a una chica cualquiera de una
aplicación! No podía tocarte. No podía desearte, y te deseaba mucho. Te deseé en el
segundo que te vi.
Su pecho se agita, y humedece sus labios.
—¿De verdad?
—Sí.
—¿El primer segundo que me viste?
Lucho contra una sonrisa y asiento.
Félix se sonroja al instante y mira al suelo. Luego se rasca la parte posterior de la
cabeza, susurrando—: No puede ser.
Y me mata que nunca se vea a sí mismo como yo lo veo.
Me muevo y me levanto de la cama, acercándolo y tocándole la cara. Levantándola. Beso
su boca, demorándome cuando comienza a devolverme el beso.
—Siento haber herido tus sentimientos —digo—. Solo pensé que deberías saberlo.
—Bien. Gracias por disculparte. Y por decírmelo. Me alegro de que haya sido horrible
para ti.
—Nunca dije-
Cubre mi boca con su mano.
—Voy a fingir que no pudiste correrte con ella y que fue la peor experiencia sexual de tu
vida, y esta es la última vez que hablaremos de eso. Asiente si estás de acuerdo.
Sonrío contra su mano. Y luego asiento.
—Bien. —Me destapa la boca—. Um. Entonces, no siempre he sido inteligente con
respecto al sexo, pero me hice la prueba hace unos meses y solo has sido tú desde entonces.
Mientras tú estés limpio, yo debería estarlo.
—Bien. —Mi mandíbula se aprieta.
—Estaremos bien, —dice Félix, envolviendo sus cálidos brazos alrededor de mi cuello, y
suena tan seguro ahora y ya no se preocupa por nada.
Ojalá los sentimientos fueran contagiosos.
—Tal vez debería dejar que me tatues eso.
Y no estoy hablando en serio en absoluto, pero Félix respira hondo y de repente se ve
tan feliz, esperanzado y orgulloso.
—Mierda —murmuro, sonriéndole.
—¡Nos haremos unos iguales, Jake! Joder. Amo esa idea.
Me besa y los dos nos reímos ahora, pero nuestras bocas todavía saben a lubricante.
—Puta sandía —me quejo, limpiando sus labios y luego los míos—. Hoy compraré uno
sin sabor. Ni una fruta más.
—Estoy tan feliz de que te guste comer culo, Jake. ¿Estoy brillando? Siento que estoy
brillando.
—Cierra la boca. —Me río.
Recojo la camisa que usé ayer y me limpio las manos con ella.
—Esperar. ¿Vas a trabajar hoy? —Félix pregunta—. Pensé que entrabas súper
temprano. ¿Qué hora es?
Félix se acerca a la pequeña ventana y usa su dedo para levantar la persiana.
—Bien. Ha salido el sol. ¿Estás jodido? —Me mira.
—Llamé anoche. No tenía ganas de lidiar con esa mierda hoy.
Encuentro mis pantalones de chándal a medio camino debajo de la cama y me los
pongo.
—Oh. Lo entiendo, —dice Félix—. Ayer fue mucho. Probablemente necesites el día libre.
Y no es una mala idea asistir a una reunión hoy. ¿Sabes?
—Estaba pensando lo mismo. —Nuestras miradas se encuentran por unos segundos—.
¿Qué harás hoy? ¿Tienes que trabajar?
—Sí. —Él frunce el ceño—. Realmente no puedo cancelar. Tengo dos citas y ya pusieron
dinero.
—Está bien. Podemos ir juntos a una reunión esta noche.
—Está bien.
Félix sonríe fácilmente, luego su cabeza se inclina un poco y sus ojos se estrechan, y de
repente siento como si estuviera buscando una señal.
—¿Qué?
—Estás actuando bien, pero ¿lo estás? —él pregunta—. ¿Cómo te sientes ahora después
de lo que pasó con tu hermano?
La risa se me atasca en la garganta, lo cual es una reacción tan extraña al escuchar l a
mención de CJ después de todo lo que pasó ayer y lo jodido que ha estado mi estado de
ánimo por eso, pero decidí algo de la noche a la mañana.
—Yo nunca haría lo que él hizo —digo—. No me importa lo enojado que esté o lo jodido
que esté por algo, nunca le haría esto a mi hermano. ¿Él no cree que pueda permanecer
sobrio? ¿A él no le importa si lo estoy o no? Que se joda. Le demostraré que está
equivocado. Es un pedazo de mierda y no lo necesito de todos modos. Y pega como un
blandengue.
Ignoro el dolor en mi mandíbula.
Félix tira de sus hombros hacia atrás y se estira, y puedo decir tan fácilmente lo mucho
que quiere señalar lo fuerte que caí cuando recibí ese golpe ayer, pero elige concederme
esta.
—Me alegro de que sepas que puedes hacer esto, Jake.
—Tú también lo harás. Superaremos esto.
Y lo creo ahora.
—Estaremos bien, —dice Félix.
Ah, mierda.
La sonrisa en su rostro en este momento es cegadora.
Mueve las cejas al salir del dormitorio y le grito.
—¡Nunca accedí a ese tatuaje!

Dejo a Félix en su tienda y luego conduzco hasta la mitad de la ciudad para ir a una
reunión en una iglesia metodista en ruinas, y no importa cuán decidido esté a probar que
mi hermano está equivocado, todavía es difícil hacerlo. Todo.
Estar aquí y quedarme en mi asiento y relacionarme con completos extraños.
No conozco a nadie, y nadie me da la bienvenida o incluso mira en mi dirección.
¿Y los snacks? Ja.
Vaya situación. Ni siquiera hay una mesa preparada.
Es una puta broma.
Pero me quedo los noventa minutos completos, y estoy bien al final gracias a Félix y sus
mensajes de texto.

si tienes un conejillo de indias en Suiza, te pueden arrestar

TE PUEDEN ARRESTAR JAKE

se considera maltrato animal porque son sociales y pueden sentirse solos

dios mío, amo eso

como va la reunión

buenos snacks?

cómo estás

te extraño <3

dean te envía saludos

me pregunto si mi novio sabe lo lindo que es déjame preguntarle

jake

sabes lo lindo que eres

Hay una imagen adjunta.


Félix está parado frente a un espejo en lo que asumo es el baño de la tienda de tatuajes.
Veo parte de un lavabo. El grifo curvo de latón.
Y esta vez no está cubriendo ninguna parte de su rostro con el teléfono, así que puedo
ver su sonrisa completa y sus mejillas levantadas y ambos ojos mirándome fijamente, y yo
le devuelvo la mirada.
Hostia puta. Ese es mi novio.
Qué suerte tengo.
Su teléfono está frente a su pecho y su otro brazo está doblado y escondido detrás de
ese puto gorro, el que no estaba usando cuando lo dejé, pero estoy tan contento de que lo
esté usando ahora.
Combina muy bien con su sonrisa y mi vieja sudadera con capucha por la que corrió
dentro de la casa después de salir al frío de octubre con una de sus camisas con mangas
cortas y aullando sobre sus pezones congelándose.
Me río del recuerdo y guardo la foto en el álbum de fotos de Félix.
Y establecí la imagen como mi pantalla de bloqueo antes de comenzar a escribir mi
respuesta.

hola <3

Suiza parece divertido

La reunión estuvo bien pero no hubo snacks

Probablemente no vuelva a esta y definitivamente no debería

Quién diablos no pone snacks?

Estoy bien

Te extraño

Me encanta esa foto tuya

Devuélvele los saludos a Dean o lo que sea me vale verga

Está bien si me paso por allá? Tengo tiempo hasta mi próxima reunión.

Cierro nuestros mensajes de texto y busco la información sobre el otro lugar que
visitaré hoy, y la única otra reunión que haré sin Félix.
Con suerte, no apestará como la que está terminando actualmente.
Hablando de ella.
Levanto la vista mientras se dan los comentarios finales, y tan pronto como la mujer
que dirige este espectáculo de mierda despide a todos, me levanto de mi asiento y salgo por
la puerta.
¿Sin putos snacks? ¿En serio?
Estoy a cuatro metros de la iglesia, no más que eso, cuando paso junto a un chico que vi
en la entrada.
—Ey, hombre. ¿Qué pasa? —pregunta, levantando la barbilla cuando me acerco.
Está apoyado contra el edificio como si tuviera todo el puto día para hacer eso.
Se ve relajado. Casual. Con las manos en los bolsillos de su abrigo.
—Nada, —murmuro, y sigo caminando.
—Ey. ¿Qué necesitas?
Miro hacia atrás, pensando que no puede estar hablándome y queriendo asegurarme,
pero ahora se ha alejado del edificio y ahora está frente a mí y concentrado solo en mí.
No hay nadie más alrededor todavía.
Dejo de caminar entonces.
—¿Qué?
—Dije, ¿qué necesitas, hombre? Vamos a ver.
Saca las manos de los bolsillos, y luego hay bolsitas de píldoras, polvos y hierba, al aire
libre y frente a mi cara.
Y creo que mi corazón se detiene.
—Probablemente tengo algo de lo que quieres si estás aquí, ¿sabes lo que estoy
diciendo?
Luego sonríe, y sus dientes están marrones y rotos.
Mi visión se nubla.
—¿Hablas jodidamente en serio? —Rujo y cargo contra el tipo, lo agarro por el abrigo y
lo golpeo contra la pared de piedra.
Gruñe y trata de alejarse, pero presiono mi peso contra él y le grito en la cara.
—¿Estás vendiendo mierda aquí? ¿ Qué cojones te pasa? ¡La gente aquí está tratando de
limpiarse!
—¿Sí? ¿Por qué crees que estoy aquí, hombre?
Y luego tose y comienza a reírse. Suena enfermo y sibilante.
Me alejo de él y retrocedo, creando espacio antes de que no pueda.
Sus manos están llenas, y quiero todo lo que tiene.
—Joder, —jadeo, tirando de mi cabello—. ¡Joder!
Hay murmullos a mi espalda, y rápidamente miro a mi alrededor.
Algunos otros de la reunión se han reunido. Nos están mirando a él ya mí, y aunque la
mayoría no parece saber qué diablos está pasando, un par de ellos lo saben.
Lo conocen.
No están sobrios por elección, y no lo estarán mucho más por su apariencia.
—Está bien, hombre, —dice el distribuidor, atrayendo mi atención de nuevo—. Está
todo bien. Tal vez la próxima vez. ¿Bien?
Mete las manos en los bolsillos y vuelve a apoyarse contra el edificio de esa manera
relajada e informal.
Porque está a punto de hacer una matanza y lo sabe.
Retrocedo, con la mano temblando mientras saco mi teléfono, pero Félix está justo ahí
en la pantalla.
Sonriente. Feliz. Sobrio.
Y sus textos también están ahí.

siempre puedes pasar por aquí. muero por verte! <3

NO HUBO SNACKS?!?!

SAL DE AHÍ JAKE


Me río, de forma fuerte y desagradable, y probablemente luzco jodidamente
trastornado.
Luego le doy la espalda a este idiota y a todos los que todavía están esperando que le
compre.
Y me alejo.
QUERIDO FÉLIX DE CATORCE AÑOS

FÉLIX

Estoy tan malditamente enamorado.


He releído mis mensajes con Jake tantas veces que he perdido la cuenta.
Me desplazo por ellos todo el tiempo, cada segundo libre que tengo. Es una de mis cosas
favoritas que hacer.
Incluso hice capturas de pantalla de todos ellos y guardé las imágenes en mi Google
Drive (escúchame) porque ¿qué pasa si me bloquean mi inicio de sesión de Apple o me
piratean o algo que sea igualmente terrible, y tengo que crear una nueva sesión, y luego
pierdo todas mis conversaciones con Jake para siempre porque no las guardé?
¿Arriesgarme a perder esto?
Emojis de corazón y te extraños y cumplidos de Jake que me hacen sentir tan bien
conmigo mismo?
Haría cualquier cosa, cualquier cosa para guardar esto.
¿Quién hubiera sabido que la vida podría ser tan buena?
Ojalá pudiera contarle al Félix de catorce años, sobre este chico llamado Jake que ama
cuando lo beso y que ni siquiera soñaría con golpearme la cara contra un casillero.
Me diría a mí mismo que me aguante y espere. Me diría que mejoraría.
Al Félix de catorce años le hubiera venido bien un poco de esperanza.
Más bien una tonelada de esperanza.
Apenas salió de una pieza.
Recuerdo esa actividad que tuvimos que hacer en inglés de primer año en la que se nos
pidió que predijéramos nuestro propio futuro.
¿Dónde Estaré En Cuatro Años?
Y recuerdo estar tan adormecido y somnoliento por el Xanax que tragué antes de la
clase. Apenas podía levantar la cabeza del escritorio. Parpadeé ante la tarea de mierda que
veía borrosa.
Pensé que era la mayor pérdida de tiempo.
Escuela. Vida. Esto.
Pero mis compañeros de clase se agitaron a mi alrededor, susurrando sus objetivos
para después de la graduación. Estaban emocionados de soñar y vivir.
Yo quería dormirme y nunca despertar.
Entonces, escribí mi respuesta de una oración, y luego me desmayé con la mejilla
aplastada contra el escritorio y la baba acumulándose en mi boca.
Probablemente estaré muerto

Esa respuesta me envió directamente a la oficina del director y me valió una llamada
telefónica a casa, y recuerdo reírme cuando el director dejó un mensaje para mi papá. Él
llevaba semanas desaparecido.
Y yo no me metería en problemas porque a nadie le importaría lo que me pasara.
Entonces comencé a llorar porque a nadie le importaría lo que me pasara.
Y luego me enviaron al consejero porque obviamente algo andaba mal conmigo. Quiero
decir, mierda.
El Félix de catorce años, nunca pensó que nunca tendría nada ni a nadie y ni siquiera
podía imaginar estar vivo a los veintitrés. Podía enumerar razón tras razón por la que su
vida apestaba, y yo no podía hacer eso ahora.
¿Dónde Estaré En Cuatro Años?
Vivo. Quiero estar vivo y con Jake.
Quiero esto para siempre.
Levanto la cabeza cuando se abre la puerta de la tienda y sonrío al ver a Jake entrar
aunque no parezca estar del mejor humor del mundo, pero lo parece.
Tiene los ojos brillantes y radiantes, muestra los dientes rectos mientras sonríe, y dice
—: Hola, —de esta manera dulce y feliz cuando se acerca al mostrador detrás del cual estoy
sentado, y ¿cómo puede un saludo tan simple hacer que mi corazón se acelere y se sienta
tan pesado en mi pecho?
¿Qué es esta magia?
—Hola, —le respondo.
Y espero que sus sentimientos sean tan grandes como los míos. Espero eso más que
nada.
Aparto mi teléfono mientras Jake presiona las palmas de sus manos sobre el mostrador
y se levanta para inclinarse sobre él para poder colgar sobre el costado y besar la parte
superior de mi cabeza.
—Bonito gorro, —murmura antes de volver a ponerse de pie.
Lo que yo daría por una tienda repleta en este momento. O al menos otra persona
además de nosotros. Sinceramente, desearía que el mundo hubiera visto lo que me acaba
de pasar.
¿Demostraciones públicas de afecto? Soy un gran fan.
—Gracias, —digo, girando en mi taburete. De repente estoy lleno de la mejor energía.
—No vas a creer lo que me acaba de pasar, —dice Jake.
—Espera. Primero. ¿Dónde crees que estarás dentro de cuatro años?
—¿Cuatro años específicamente?
—Sí.
—No sé. Limpio. Contigo. Haciendo lo que queramos. Esa es una pregunta jodidamente
extraña. ¿De donde vino?
Dejo de girar y miro a Jake mientras el latido de mi corazón llena mi cuerpo, y empiezo
a sobrecalentarme. Tan rápido, mi cabeza, cara y cuello están hirviendo porque en cuatro
años, mi novio seguirá siendo mi novio. Él acaba de decir esas palabras exactas.
¡Él desea exactamente las mismas cosas!
—Hostia puta. Mira lo rojo que estás. ¿Estás sudando? —Jake se inclina un poco para
examinarme—. ¿Qué coño, Félix? Quítate la sudadera.
—Nunca, —gruño, agarrando las cuerdas y apretando el material alrededor de mi cuello
—. Moriré en esto, gracias. Nunca antes había robado la sudadera con capucha de un novio,
y podría ser lo mejor que haya hecho. Junto a mi sobriedad. Está muy cerca, Jake.
—Puedes quedártela. No me importa. Parece que te vas a desmayar. —Sus ojos se
mueven por todo mi rostro, y ahora se está riendo de mí—. Nunca has estado tan rojo
antes. Santo Dios.
—Bien. ¡No esperaba que dijeras eso! Mi novio es un maldito poeta. ¡Mierda! —Aflojo el
cuello de la sudadera con capucha antes de que, de hecho, me desmaye, y me quito el gorro
en su lugar—. ¿Revisión de cabello? Sé honesto.
Estoy seguro de que se ve peor que nunca. No lo he arreglado en horas.
Los ojos de Jake se suavizan.
—Está perfecto. No lo toques.
—Pero debo hacerlo.
—No lo hagas.
Me siento sobre mis manos (o lo que sea), me deslizo más abajo en el taburete y
suspiro.
Nunca antes había pensado en alguien como de ensueño, pero creo que Jake es de
ensueño.
Solo mira las cosas que me dice.
—Quiero hacerte sentir tan bien como tú me haces sentir. ¿Qué puedo hacer?
Se apoya en el mostrador, apoyando los codos en su peso, y dice—: Mantente con vida.
Ladeo la cabeza.
—Joder. ¿Eso es todo? Hablo en serio, Jake. Dime qué puedo hacer. Tiene que haber algo
que te haga perder la cabeza.
—Ya lo hiciste, idiota.
—¡Pero ni siquiera lo estoy intentando! Solo estoy... siendo yo.
Su risa es tranquila y cálida.
Y dejo escapar lo único que se me ocurre decir.
—Estoy tan enamorado de ti. Hostia puta.
Jake parpadea y luego vuelve a parpadear.
Y eso es todo ¡No le está pasando nada más a su cara!
Instantáneamente se convierte en una estatua que probablemente perdió todo
sentimiento por mí en el momento en que le conté mi secreto más profundo.
Qué.
Mierda.
Acabo.
De.
Hacer.
—Joder, —susurro—. ¿Hay alguna posibilidad de que no hayas oído eso?
Sé que es una posibilidad remota, pero tal vez el corazón de Jake está latiendo tan fuerte
como el mío en este momento, el ruido llena sus oídos y ahoga solo frases específicas.
Como mi primera declaración de amor de novio.
Pero entonces las cejas oscuras de Jake se levantan, y toma una respiración lenta y
profunda y se frota la cara y se pasa las manos por el cabello, y todavía está inclinado hacia
adelante y apoyado en el mostrador y mirándome fijamente con la boca escondida ahora
detrás sus dedos entrelazados.
¿Está sonriendo? ¿Enojado? ¿Murmurando amenazas de muerte? ¡Quién carajo sabe!
Entonces, pregunto—: ¿Qué te pasó antes de venir aquí? ¿De qué me querías hablar? —
Porque tal vez cambiar de tema evitará que desee haber dicho otra cosa y evitará que Jake
tenga que responder.
¿Y la puta calefacción está a treinta grados aquí? Creo que mi sudor está sudando.
Jake deja caer los brazos sobre el mostrador con las manos aún entrelazadas, y su
rostro está sombrío cuando finalmente habla y me dice—: Había un distribuidor en esa
reunión de la que acabo de llegar.
Me siento derecho y me deslizo hasta el borde de mi taburete.
Mi latido del corazón no era nada antes.
—¿Qué? —digo—. ¿Estás bromeando?
—No.
Cubro sus manos con las mías.
—Hostia puta. ¿Qué pasó?
¿Sin snacks y un distribuidor?
Este lugar debería ser quemado hasta los cimientos.
—Fue jodidamente loco. Ese imbécil estaba dando vueltas afuera, esperando. Creyendo
que podría vender mucho allí. Se me acercó cuando iba caminando a mi coche y yo quería
todo, Félix. Todo lo que él tenía. Pero retrocedí, saqué mi teléfono y…
Jake mira hacia abajo y sonríe con una sonrisa diminuta, luego levanta los ojos y me
mira directamente.
—Y vi esa foto que me enviaste. La puse como mi pantalla de bloqueo. Y te miré
fijamente y leí tus mensajes, y simplemente me alejé de él. Fue increíble. Yo nunca he hecho
eso. Nunca pude antes. Y luego entro aquí pensando que tal vez hoy sea el mejor día de mi
vida por lo que pude hacer, y tú dices que estás enamorado de mí.
La respiración se queda en mi garganta.
Aparto mis manos y me siento lentamente.
—Um. ¿Lo hice? No creo que eso haya sido lo que dije.
—Cierra la boca. Acabo de escucharte.
—Bien. Hace un millón de grados aquí. Todos podríamos estar alucinando.
—Quítate la sudadera.
—Primero muerto.
—Bien. —Niega con la cabeza entre risas—. ¿Quieres saber cómo hacerme sentir bien
todo el tiempo?
—Si se trata de quitarme la sudadera, entonces no.
—No es así.
—Bueno. entonces sí. Dímelo y empezaré a hacerlo.
Su sonrisa es lenta y hermosa.
—Existe, Félix.
—¿Qué?
—Solo necesito que existas. Quédate aquí conmigo. Eso es todo. Eso es todo lo que
tienes que hacer.
Y hablo en voz tan baja cuando respondo—: Eso no es suficiente, —porque tengo miedo
de que Jake me escuche y cambie de opinión, y luego empiece a pensar con sentido. Creo
que tiene que hacerlo.
Soy solo yo.
Pero Jake mantiene su sonrisa mientras dice—: Me haces sentir mejor que cualquier
droga que haya probado.
Y creo que podría estar teniendo un golpe de calor.
—¿Qué? —Yo susurro.
—Me escuchaste.
—Está bien, pero ¿por qué mi cuerpo hace esto? Esto tiene que ser lo que se siente en el
infierno.
Me quito la sudadera y la coloco en mi regazo y, por primera vez en mi vida, no me
arreglo el cabello ni pienso en arreglarlo.
Estoy demasiado concentrada en Jake y en nosotros y este momento podría ser el
momento. El que nunca pensé que tendría.
—Lo siento. Sí. Te escuché. Pero, ¿puedes decirlo una vez más? —Pregunto—. ¿Por
favor?
—Me haces sentir mejor que cualquier droga que haya probado. Y he probado muchas
drogas, Félix.
—Bueno, ¿has probado la heroína? Porque escuché que eso es jodidamente asombroso.
Puedes preguntarle a Dean al respecto. Está en la parte de atrás.
Rápidamente me abanico en la cara.
—¿Estás jodidamente loco? —él pregunta—. ¿Qué diablos? ¿De verdad acabas de
decirme eso?
—¡No quise decir eso! ¡Estoy nervioso! —Farfullo, y Jake es todo sonrisas otra vez—.
¡Mira lo que me estás haciendo! ¿Y no te oyes? Creo que estás diciendo que me amas
también, pero nadie nunca me dijo eso además de mi mamá. Aunque sé que Dean me ama,
pero esto es diferente. ¿Entiendes?
—Si él te ama como yo, tenemos un problema.
Vaya
—Bueno. Guau. Estás diciendo que me amas. Hostia puta. Eso es. ¡De verdad es!
Doy una vuelta completa en mi taburete, y Jake se ríe.
Y sonrío más.
—Hostia puta. Me amas, Jake.
—Sí.
—Siempre me pregunté cómo se sentiría esto.
—Es bueno, ¿verdad?
—Sí. ¡Es todo! Ey. Ambos estamos teniendo los mejores días de nuestras vidas hoy. Mira
eso.
Sus cejas se levantan.
—Probablemente deberíamos hacernos tatuajes a juego o algo así. Lástima que no te
gusten ese tipo de cosas.
Mi boca se abre.
Y su sonrisa en ese momento me hace desmayarme. K.O.
Me levanto del taburete, agarro la mano de Jake y lo arrastro a lo largo del mostrador
conmigo hasta el borde, y luego lo tiro a través de la habitación y hacia mi estación,
mirándolo para decirle—: Será mejor que estés hablando en serio. Quiero decir, estás
hablando en serio. ¿Verdad? Por favor, no bromees conmigo.
—Lo mencioné, ¿no?
—Sí. Pero le tienes miedo a las agujas.
Nos detenemos en mi silla, y luego Jake aparta mi cabello de mi cara antes de inclinarse
y besar mi frente.
Magia.
—También tenía miedo de decirte que te amo, y salió bien, —dice, torciendo con el
dedo los rizos que caen sobre mi oreja—. ¿Te asustaste más que yo? ¿Recuerdas todo lo que
sudé?
—Hace calor aquí, —gruño, y él se ríe en voz baja—. Y sí, todavía necesito quedarme
con tu sudadera. No me molestes diciendo que te la devuelva.
Los ojos de Jake se mueven entre nosotros.
—¿Dónde está?
El brazo que tengo escondido detrás de mi espalda se tensa, y aprieto mi agarre
alrededor del algodón suave y gastado.
—¿Dónde está qué? —Lo desafío.
Jake sonríe y desliza su mano alrededor de mi cuello para jalarme contra él, y nos
besamos como si estuviéramos enamorados.
Porque adivina qué?
Lo estamos. :)

Horas más tarde, estamos sentados en la misma mesa en la que nos sentamos antes en
el restaurante destartalado que tanto amo, y Jake no ha tocado su dona (mientras que yo
voy por la tercera) porque no se deja de mirar la tinta en su antebrazo. Y le he preguntado
cuatro veces si se arrepiente de algo porque hacerte tu primer tatuaje es algo importante, y
no puedo evitar preocuparme de que secretamente desearía no habérselo hecho, pero no
es así en absoluto.
Lo ama (sus palabras). Y me ama (todavía no estoy acostumbrado a eso).
Los dos nos los pusimos en el mismo lugar en el borde exterior de nuestro antebrazo
izquierdo después de que Jake me examinara en busca de espacio disponible, y aunque
nuestros tatuajes se ven iguales, no pueden serlo.
Porque yo escribí su Estaremos Bien y él escribió el mío, y hoy descubrí que mi novio
solo escribe en mayúsculas.
Eso es lindo, ¿verdad?
Pero nuestros dos tatuajes están en tinta negra fina y son del mismo tamaño.
Una promesa permanente.
—¿Cuánto tiempo hasta que pueda quitarme esta mierda de película adhesiva? —
pregunta Jake, hurgando en el borde—. Realmente quiero verlo.
—Le daría otra hora. Luego nos las quitaremos.
Salpico agua sobre la mesa y vuela al regazo de Jake.
Finalmente me mira.
—Entonces. ¿Cuál va a ser tu próximo? —Pregunto.
Y se ve tan adorablemente confundido hasta que señalo su brazo.
—¿Mi próximo? —Niega con la cabeza y finalmente toma la rosquilla espolvoreada con
arcoíris de chocolate helado que había olvidado, y la muerde—. Nunca volveré a hacer eso.
Esto fue algo de una sola vez.
—No digas eso. Te ves tan sexy con un taguaje.
Hablo completamente en serio.
Miro su lengua mientras limpia el glaseado de su boca, y rápidamente mi polla
comienza a hincharse.
—Pero pensé que estábamos de acuerdo con ese tatuaje de Félix Estuvo Aquí, —digo, y
de alguna manera me las arreglo para mantener una cara seria.
Jake traga ruidosamente su bocado.
—¿Cuándo diablos acepté que me tatuaras la polla?
—¡Lo recuerdas!
—Recuerdo esa loca conversación, sí. Pero no recuerdo haber accedido a ello.
—Oh. Espera. —Toco mi sien—. Así es. Tatuarla fue un rotundo no.
—Muy firme.
—Pero aceptaste dejarme montar tu polla cuando yo quiera. Ese fue el compromiso que
sugirió.
Él asiente, lamiéndose los labios.
—Soy un tipo inteligente.
Me inclino sobre la mesa, acercándolo tanto como puedo mientras permanezco en mi
asiento.
—Y lo quiero, Jake, —digo—. Lo deseo.
Sus cejas se levantan.
—¿Ahora?
—Ahora.
—¿Aquí?
—Aquí.
—¿Baño? —él sugiere.
Ambos volteamos la cabeza y miramos al otro lado de la habitación donde se encuentra
el único baño, y luego Jake se limpia las manos con una servilleta mientras yo termino la
última mitad de mi dona (no te debería sorprender), y ambos estamos sonriendo y
deslizándonos hasta los extremos de nuestros asientos, estamos tan emocionados de follar
en un lugar público. (¡Logro!)
Pero luego la puerta se abre y una mujer mayor sale, rociando ambientador en la
habitación oscura hasta que la lata se vacía.
Mi nariz se arruga.
Lentamente miro a Jake y descubro que ya me está mirando, y si alguna vez hubo una
expresión que transmitiera la frase, te juro por Dios que si me obligas a follarte allí, te
mataré, Jake la lleva ahora.
Y nos echamos a reír juntos.
—Jodidamente enfermo, —dice Jake, moviéndose hacia atrás en su asiento—. Yo
también estaba listo para ir.
—Igual. Mi polla está tan triste ahora.
—¿Lo está?
—Está llorando, Jake.
Inclina la cabeza y me observa, luego empuja su plato sobre la mesa, apartando el mío
vacío y me ofrece la mitad restante de su dona.
—Esto ayuda —digo, la tomo y me la meto en la boca—. Mm. Pero creo que necesito
otra de tamaño completo. Ya vuelvo.
Deslizo el plato vacío fuera del camino, y luego salgo de la cabina y cargo el mostrador
donde presiono mis dedos y mi cara contra la pantalla de vidrio, y creo que esta vez
probaré un nuevo sabor. Porque, ¿por qué no?
Es un día especial, después de todo.
—Tomaré una rellena con Nutella, —digo, volviendo a la cabina—. Qué suerte tiene la
dona, ¿no? Debería ser yo quien sea rellenado.
Me dejo caer en mi asiento y sostengo el plato, mostrando mi selección, pero Jake tiene
la cabeza gacha y su atención enfocada como láser en su regazo.
—¿Qué pasa? —Pregunto.
Me mira, y sabría que algo anda mal incluso si su mandíbula no estuviera apretada con
fuerza y no pudiera escuchar su respiración lenta y dificultosa entrando y saliendo por su
nariz, porque Jake ha estado sonriendo todo el día y ahora él se ve más alejado de eso.
Desliza su teléfono sobre la mesa.
—Léelo.
Cambio mi plato por el teléfono y hago clic en la pantalla, iluminándola para poder leer
el mensaje de texto que aparece.

Hola Jake, soy Riley

Siento hacer esto por mensaje, pero tu hermano no me deja tranquila el


tiempo suficiente para llamar y sé que en realidad no quiere que hable
contigo. Está siendo estúpido con esto. Sé que está dolido, pero no creo que
esté siendo justo contigo.

Por favor, no te sientas culpable por lo que pasó. No fue tu culpa Jake. El bebé
no habría sobrevivido sin importar lo que pasara y tú no tienes la culpa en
absoluto, ¿vale?

Lamento mucho lo que está pasando entre tú y CJ. Sé que se dará cuenta de
que está equivocado y arreglará las cosas. Te prometo que intentaré hablar
con él.

Extraño tus dulces. En serio DE VERDAD los extraño

Y a ti por supuesto

Ambos te amamos y esperamos que estés bien.

Comunícate si necesita algo.

Termino de leer, luego miro al otro lado de la mesa a Jake.


—Este es un buen mensaje, ¿verdad? Riley está bien y dijo que nada de eso fue culpa
tuya, lo cual ya sabíamos. Aún así es amable de su parte para decirte eso. —Le devuelvo su
teléfono—. ¿Qué me estoy perdiendo? ¿Por qué te ves enojado?
—¿Mi puto hermano sabe que yo no hice nada malo y todavía no me habla?
Jake empuja su teléfono lejos y luego desliza su brazo sobre la mesa, despejándola y
enviando platos vacíos y mi dona intacta por los aires.
—¡Qué cojones! —él ruge
Nuestros ojos se encuentran, y su rostro se apaga inmediatamente.
—Mierda, —susurra antes de levantarse de su asiento.
Observo a Jake limpiar el desorden en el piso y disculparse con el personal detrás del
mostrador, y se siente tan mal por lo que ha hecho que se disculpa por tercera vez a pesar
de que está seguro de que no es necesario.
Luego mete un billete de veinte dólares en el frasco de propinas después de pagar dos
donas más rellenas de Nutella.
—No tenías que hacer eso —digo.
Se vuelve a sentar y desliza los platos frente a mí, y su voz suena tan pequeña cuando
dice—: Lo siento, Félix.
—Está bien. Lo entiendo.
—Simplemente no puedo creer que me esté haciendo esto.
Observo a Jake presionar su espalda contra la mesa y restregarse las manos con dureza
por la cara, y ahora está mirando a cualquier parte menos a mí.
Mira por la ventana y mira su tatuaje y estudia la mesa que está vibrando ahora porque
no creo que Jake pueda mantener su pierna quieta.
—Jake —digo.
Él no me responde.
Y empiezo a sentirme mal.
Consigo una bolsa para mis donas para poder llevarlas y agarrar la mano de Jake. Lo tiro
fuera de la cabina.
Me aferro a él en el camino a su coche y durante todo el camino a casa, y trato de no
estremecerme cuando aprieta mis nudillos demasiado fuerte. No puedo soportarlo.
—Estaremos bien, —sigo diciéndole.
Y sé que me escucha, pero me preocupo.
Me preocupa.
No duermo nada esa noche.
Y si me encuentro con CJ en cualquier lugar, creo que podría matarlo.
DEBERÍA HABERME QUEDADO EN LA CAMA

JAKE

Félix empuja mi cara contra su entrepierna y arquea sus caderas lejos de la cama,
obligándome a hacerle una garganta profunda cuando comienza a disparar, y está tan
jodidamente exhausto por haber estado despierto toda la noche preocupándose por mí que
arrastra las palabras y se notan pesadas por el sueño. Apenas tiene coherencia.
—Ja-oh. Joder ge-ah. Ga, sí. Sí.
Su semen cubre mi garganta, y me paro un poco para tragar dos veces y lo masturbo en
mi boca hasta que termina. Luego lamo la punta de su polla.
—Eres —jadea, luchando por mantener la cabeza erguida para poder mirarme—.
Bueno. Guau.
Félix se derrumba pesadamente sobre el colchón y murmura algo sobre el hormigueo
de su polla.
Sonrío y beso su tatuaje de Club del Amor Propio, luego me empujo hacia atrás sobre
mis rodillas y trepo sobre él, poniéndome de pie al lado de la cama.
—No, —gime, alzando la mano a ciegas, ya que ni siquiera puede mantener los ojos
abiertos—. Déjame. Chupártela. Fóllame la boca.
Se pone de costado y hace un gesto hacia su boca, y juro que ronca un poco.
—Ya estás medio dormido. No voy a follar la boca de un cadáver.
—Pero-
—No. Tienes que irte a dormir. —Me inclino y beso su mejilla, apartando los rizos de su
rostro—. Estoy bien. Si no fuera así, te lo diría.
Sé que por eso se quedó despierto toda la noche.
Cuando sonó la alarma de mi teléfono a las cuatro en punto para el trabajo, esperaba
que Félix se quedara dormido, pero se sentó como si hubiera estado despierto durante
horas y detuvo el sonido de la alarma antes de que levantara la cabeza.
Y una mirada a su rostro me dijo por qué fue capaz de hacer eso.
Parecía exhausto y ansioso y como si se sintiera un poco enfermo, y cuando le pregunté
si estaba bien, ignoró mi pregunta y me preguntó lo mismo.
Buscó respuestas en mi expresión. Se puso en mi cara y no saldría de ella.
Y no dijo por qué se veía tan cansado ni admitió que se quedó despierto toda la noche
porque estaba preocupado por mí. Félix no quiso confirmar lo que yo ya sabía.
Apuesto a que si (cuando) yo tenga que hacer esto de nuevo, también me lo ocultará.
Sé que yo haría lo mismo. No admitiría nada. No quisiera que Félix se sintiera mal.
Porque yo me siento mal.
No se la chupé por esa razón. Eso es jodido.
Su erección matutina estaba justo ahí, y quería chupársela hasta que se corriera.
Todavía no había tenido la oportunidad de hacerlo.
Pero probablemente dormirá muy bien ahora. Lo que sea. No fue calculado.
—Jake, —murmura Félix, su cara se gira hacia la almohada cuando rueda sobre su
abdomen.
Observo su culo redondo y pálido durante tres segundos completos antes de sacar la
sábana debajo de él y cubrirlo, y le aseguro de nuevo, diciendo—: Te prometo que estoy
bien, —porque sé que luchará contra el sueño y que yo me vaya hasta que se convenza.
Su único ojo fuera apenas se abre para mirarme, y luego levanta su brazo doblado de la
almohada, mostrándome su nuevo tatuaje, y su dulce voz suena tan cansada cuando
pregunta—: Estaremos bien, ¿verdad?
Y realmente desearía que me lo dijera en lugar de necesitar que yo se lo diga.
Porque estoy mintiendo. He estado mintiendo toda la mañana.
—Estaremos bien.
Félix deja caer el brazo sobre la almohada y gira la cabeza.
Agarra el zorro de peluche con el que dormí anoche y lo aplasta contra su costado, y
juro que nunca antes había visto a nadie dormirse tan rápido. Está roncando en segundos.
Casi vuelvo a la estúpida cama de carreras con él que no es estúpida en absoluto. Me
gusta lo pequeña que es y lo cerca que tenemos que estar en cada posición.
Creo que ayudó anoche.
También considero seriamente llamar para pedir el día (otra vez), pero será de nuevo.
No puedo hacerlo dos días seguidos.
Saco algo de ropa de mi bolso y me dirijo al baño para ducharme, y tengo que apurarme
debido a la mamada y los minutos anteriores cuando Félix trató de interrogarme, pero
honestamente me importa un carajo si llego tarde.
Con la forma en que me siento, deberían estar agradecidos de que vaya.
Aún así, me apresuro a vestirme, y no me demoro como quisiera cuando vuelvo a la
habitación para asegurarme de que Félix todavía está dormido, y después de agarrar mis
llaves y mi teléfono, salgo por la puerta y conduzco hacia el comercio.
Llego diez minutos tarde, pero los camiones todavía están aquí, así que creo que estoy
bien. No me preocupo
Aparco, luego camino hacia donde están Héctor y Miguel debajo de uno de los focos.
El sol aún no ha salido, pero nos dicen que estemos aquí tan jodidamente temprano.
Qué imbécil hizo esa regla.
—Buenos días, Jakey, —dice Miguel, sonriendo detrás del vapor que sale de su taza de
viaje—. ¿Y dónde estuviste ayer? ¿Jugando a las casitas con tu ?
Héctor sonríe.
—Oh. Apuesto a que eso hizo.
Joder, qué me jodan.
Lo último que quiero hacer es hablar sobre dónde he estado y todo lo que ha pasado
desde el martes, y genial. Ahora estoy pensando en eso de nuevo.
Mi estado de ánimo va de mal en peor, y desearía que Jason todavía trabajara aquí para
poder darle una paliza a alguien sin que a nadie le importe.
Realmente debería haber vuelto a la cama con Félix.
—Estaba enfermo, —digo, porque tengo que decirles algo o seguirán molestándome y
terminarán cabreándome—. No fue gran cosa, ¿de acuerdo? Y estoy aquí hoy, así que lo que
sea.
Miguel mira de Héctor a mí.
—¿Estás bien, Jake?
—Estoy bien.
—Porque si no estás bien…
—¡Acabo de decir que estoy bien! —Exploto, mirando a Miguel y luego pasando esa
mirada a Héctor cuando parece listo para abrir la boca—. Santo Dios. ¿Es un maldito
crimen estar enfermo? Me pedí un día. Joder, dejad de estar encima de mí.
Me alejé con los puños apretados, con la esperanza de que eso evite que tiemblen y
sabiendo que no lo hará, porque han estado así desde anoche.
Y se me corta el aliento cuando me doy cuenta de lo que eso significa.
—Estás bien, estás bien, —me digo a mí mismo mientras me agacho debajo de la puerta
de la bahía parcialmente abierta y me muevo a la tienda para poder ir al baño.
Probablemente me sentiré mejor una vez que me salpique un poco de agua fría en la
cara.
Siento la piel tirante y caliente, y me subo la manga mientras camino y miro la promesa
de Félix. Lo escucho decirlo dentro de mi cabeza.
—¡Hola, Jake! ¿Puedo verte un minuto? —Reed llama desde su oficina que está justo al
lado del taller.
Dejo de caminar y maldigo y me bajo la manga.
Fueron diez malditos minutos. Será mejor que no me regañe por llegar tarde una vez.
—Sí —murmuro, y me detengo en la entrada y meto las manos en el bolsillo de mi
sudadera con capucha y me muerdo la lengua para no desafiarlo a que me despida.
Reed toma asiento en la esquina del escritorio.
—Escucha.
Siento que se me acelera el pulso mientras la sangre se precipita hacia mis oídos, y
entiendo cada palabra de esta excusa de mierda para despedirme hoy.
Los trabajos están hechos.
No hay suficiente.
Fui el último en entrar y el primero en salir.
—Te llamaré cuando las cosas mejoren. Eres un buen trabajador, Jake.
Sonrío y ladeo la cabeza.
—Esto tiene que ver con mi hermano, ¿no? Sé que es así.
—No.
—¿CJ te dijo que me despidieras ya que ahora es un puto imbécil?
Reed me estudia, y juro que si me pregunta algo sobre mi sobriedad, le romperé los
dientes.
—Esto no tiene nada que ver con CJ, —dice, y wow, mira como miente—. Tiene que ver
con las razones que acabo de decirte. Ahora mismo no hay suficiente trabajo, Jake. Lo
lamento. Esto no es personal.
—Está bien. Seguro que no.
Me estiro hacia atrás y aprieto la tensión que está palpitando en mi cuello mientras mis
ojos pican con la amenaza de lágrimas.
Y me mataré antes de dejar que el puto cuñado de CJ me vea llorar, porque ellos son
familia y yo no.
Entonces, que se joda.
—Escucha-
—Lo entiendo, hombre. Está genial —digo, riéndome un poco—. Quiero decir, no lo
está, pero simplemente no me importa. Lo siento.
Las cejas de Reed se levantan.
—Mira. No te molestes en llamarme. Este trabajo es una puta broma. Tienes que
saberlo. Y cuando llames a mi hermano después de que me vaya, dile que dije que se vaya a
la mierda.
Le doy la vuelta a Reed con ambas manos y salgo de la habitación.
—¡Oye, Jake! —grita detrás de mí—. ¡Jake!
Estoy a mitad de camino a través del lote de grava cuando siento humedad en mis
mejillas, y Miguel y Héctor me están llamando ahora y me preguntan a dónde voy, pero no
puedo decirles porque no lo sé.
Félix está durmiendo y necesita permanecer así, y si aparezco, preguntará qué estoy
haciendo allí y se quedará despierto preocupándose aún más por mí, y no puedo permitir
que haga eso. No puedo.
¿Y ahora qué? ¿A dónde voy? ¿A quién puedo acudir? No tengo a nadie.
Estoy sin trabajo y sin hogar (prácticamente), y ahora también estoy básicamente sin
amigos.
Probablemente no vuelva a ver a Miguel ni a Héctor nunca más. No es como si fuéramos
a trabajar juntos nunca más. Y además, les grité sin ninguna razón y actualmente estoy
ignorando sus llamadas cuando el nombre de Miguel aparece en mi pantalla, porque
presiono ignorar y luego apago mi teléfono para poder concentrarme en conducir y salir
del estacionamiento sin golpear cualquier cosa y no parar.
No puedo parar. No puedo.
No puedo llamar a mi novio.
No puedo llamar a mi hermano.
Lo único que puedo hacer, no debería hacerlo.
Pero no hay nada más. Joder, no hay nada.
Todavía no ha salido el sol, y todo adicto sabe que las cosas más maravillosas suceden
entre el anochecer y el amanecer.
Estaremos Bien
Las palabras me queman en el brazo mientras conduzco.
Y nunca debí haberme mudado aquí, porque Ruxton, Alabama, tiene licorerías las 24
horas y traficantes que nunca duermen.

Estoy sentado en mi coche, estacionado, con las llaves en la mano, pero no salgo porque
sé que no debo hacerlo.
Él no me quiere aquí. Me dijo que no viniera nunca más.
Sé que no soy el mejor hermano. De hecho, creo que podría ser el peor. Soy un imbécil
por defecto y realmente jodidamente egoísta. No soy tan bueno en esto como lo es CJ y
siempre lo ha sido, pero quiero ser mejor.
Quiero ser como él. Creo que siempre lo he querido.
Y luego me río hasta que se me llenan los ojos de lágrimas porque la idea de que yo sea
policía me parece de lo más divertido.
Pero tal vez, ¿no lo es?
Tal vez si me mantengo limpio y sigo yendo a las reuniones y dejo de ser un puto
imbécil con todos, especialmente con mi hermano, tal vez pueda volver a tener una carrera
real, y ¿sería tan malo ser policía?
Podría arrestar a los traficantes en lugar de mantenerlos en el negocio.
¿Qué jodidamente genial suena eso?
Finalmente sentiría que tengo un propósito, porque no me he sentido así desde que dejé
Carolina del Sur, y sé que eso no ha ayudado a mi sobriedad.
Ese trabajo de construcción siempre fue temporal para mí, así que tal vez Reed me hizo
un favor.
Ahora puedo concentrarme en todo lo que necesito hacer para prepararme para esa
prueba de aptitud física, y tal vez CJ me ayude a entrenar como yo lo ayudé a él. Apuesto a
que lo hará.
Solo necesito salir del coche y empezar a disculparme.
Pero joder, estoy nervioso y preocupado de que no me escuche. Básicamente he sido un
imbécil con él desde que llegué aquí y durante la mitad de nuestras vidas. Él no me debe
nada.
Y siento que estoy arriesgando todo al salir del coche, y no entiendo por qué, pero creo
que tal vez CJ ha estado esperando que yo haga esto, porque la puerta principal se abre
cuando estoy a la mitad del camino de entrada, y luego mi hermano sale de la casa, y
aunque se ve medio dormido y casi tan enojado como la última vez que lo vi, también se ve
aliviado.
Porque estoy aquí, colgando de un hilo que se deshilacha, pero aún en pie.
Él sabe que estoy limpio.
—Hola —digo, deteniéndome en el camino que conduce al porche y dándonos uno que
otro metro de espacio.
CJ toma asiento en el escalón y se encorva hacia adelante, con los codos apoyados en las
rodillas, y me observa hacer crujir todos los nudillos antes de finalmente decir—: Reed
llamó.
Me encojo de hombros, esperando eso.
—Me despidió.
—No, no lo hizo. Fuiste suspendido.
—Eso es básicamente lo mismo.
—No. Joder, no lo es, y tú sabes que no lo es. Te contratará de nuevo cuando sus trabajos
se recuperen.
—Sí. Lo dudo. Básicamente le dije que se fuera a la mierda.
—Eso escuché.
CJ niega con la cabeza, cierra los ojos y piensa en sus próximas palabras antes de
dármelas.
Me paro allí y espero, y ahora me siento con ganas de vomitar.
—¿Cuándo vas a crecer, Jake? —pregunta, y mi cabeza comienza a latir con fuerza—.
Todavía actúas como ese pequeño gilipollas engreído que arresté... ¿qué, hace siete años?
¿Recuerdas aquel día?
—Por supuesto que sí, —me burlo—. Fue jodidamente horrible.
—Sí. Fue horrible para mí. Porque tuve que tratarte como un criminal y olvidar quién
eras para mí, y hombre, te odié por eso.
Trago bilis mientras se arrastra por mi garganta.
—Lo sé. CJ, lo sé, y lo siento. Pero por eso estoy aquí…
—He intentado odiarte mucho a lo largo de los años, Jake, —dice CJ, actuando como si
no me escuchara—. Y sigo pensando, ya sabes, tal vez si él sabe que lo odio, tal vez entonces
él entenderá lo que me está haciendo cada vez que consume, y finalmente dejará de
intentar quitarme a mi hermano.
Mis ojos comienzan a lagrimear, y todo está tan borroso ahora. Apenas puedo ver.
—CJ.
—Porque todo lo demás que hago, nada de eso funciona. Nada de eso. He intentado
conseguirte ayuda. Te he amado. Te lo he suplicado Te he arrestado. Pero eres demasiado
jodidamente egoísta. Amas drogarte más que a nada ni a nadie, y no te importa que esto me
mate. Si algo te pasa, me matará, Jake. ¿Por qué eso no te detiene?
—¿De qué estás hablando? —Pregunto, y mi voz suena tan extraña dentro de mi cabeza.
Hace eco.
—No sé cómo ayudarte. Lo he intentado. Lo he intentado y no puedo… No sé qué más
hacer.
—¿Qué quieres decir? —Doy un paso más cerca, pero no me muevo en absoluto—.
Mírame. Estoy aquí, CJ. Estoy bien.
—Te amo, —dice, poniéndose de pie.
Y no puedo respirar.
No entiendo por qué no puedo respirar ahora.
—Te amo, pero te voy a odiar por esto, Jake. Lo digo en serio.
Las palabras de CJ se hunden dentro de mi cabeza y hacen que mi cerebro arda como si
estuvieran hechas de ácido, y no lo veo entrar a la casa porque todo lo que sigue es muy
confuso. No puedo dejar de llorar, no puedo. Y CJ desaparece tan rápido que no sé si alguna
vez estuvo realmente allí.
¿Dónde está?
¿Dónde estoy?
¿CJ?
Estoy gritando y moviéndome, necesito correr, necesito ir a buscar a mi hermano y
decirle que lo amo y rogarle que no me odie porque no puedo soportar saber que me odia,
pero no puedo moverme. Me siento demasiado pesado y ya no puedo escuchar mi propia
voz porque Félix está gritando por encima de mí.
—¡Jake! ¡Jake! ¡Mierda! ¡No, no, no, no, no! Joder, ¡por favor! ¡Espera, está bien!
Los dedos se introducen dentro de mi boca y me ahogan, se meten en mi garganta hasta
que el vómito corre por mi cuello, y mi hermano me va a odiar por esto. Ahora me odiará
para siempre.
¿Qué he hecho?
—¡Vamos, Jake!
Tengo arcadas hasta que no puedo respirar.
Oh, Dios. No puedo respirar.
Estoy boca abajo en el agua de nuestra piscina favorita y me hago el muerto para que mi
hermano pueda salvarme e impresionar a su estúpida novia. Haría cualquier cosa por él.
Estoy flotando.
Me estoy ahogando.
¿Dónde está? ¿Dónde está CJ? Se supone que me sacará porque, “Eres mi hermano, Jake.
Siempre te protegeré.”
Se sentó al otro lado de la mesa frente a mí con los nudillos ensangrentados.
—¡JAKE!
Condujo setecientas millas y derribó mi puerta.
¿Dónde está?
—¡Jake, por favor!
Félix grita.
Estoy sentado en mi coche con las llaves en la mano.
Me pregunto si él sabe lo mucho que luché.
—¡Te amo! ¡Por favor! ¡Te amo!
Te amo, Félix. Realmente te amo.
Me hundo hasta el fondo donde está tranquilo y oscuro.
NOSOTROS (NO) ESTAREMOS BIEN. ¿CÓMO PODEMOS
ESTARLO?

FÉLIX
UNA HORA ANTES

Mi teléfono suena y suena, y estoy tan jodidamente cansado que sigo ignorándolo hasta que
finalmente se detiene y puedo empezar a quedarme dormido y a soñar, pero
inmediatamente comienza a sonar de nuevo, esta tiene que ser la tercera o cuarta vez, y
nadie me llama así.
A menos que…
Mis ojos se abren de golpe, me doy la vuelta, me cuelgo del costado de la cama y jalo mi
teléfono del piso para desconectarlo del cargador, y creo que acabo de doblar las puntas
que aún están atascadas en el tomacorriente.
—Joder. ¿Sí? ¿Hola? —Respondo, sentándome tan rápido que la habitación da vueltas.
—¡Félix! ¿Jake está contigo?
—¿Qué? —Creo que reconozco la voz—. ¿CJ?
Y luego me grita al oído—: ¿Sabes dónde está Jake? ¿Está contigo?
—No. Él está en el trabajo. ¿No? Él... se fue al trabajo. Él debería estar allí.
Comienzo a vestirme con cualquier ropa que pueda encontrar en el suelo. Me subo los
calzoncillos y pellizco el teléfono entre el hombro y la oreja mientras pregunto—: ¿Él no
está ahí? ¿Qué está sucediendo?
—No lo sé. ¡Mierda! Lo suspendieron. Reed acaba de llamarme y no puedo
comunicarme con mi hermano. Su teléfono está apagado.
—¿Qué?
¿Lo despidieron? ¡Qué coño!
—Mierda. ¡Joder! —CJ grita, y luego escucho una voz suave en el fondo y reconozco a
Riley—. Félix, ¿dónde está? ¿Adónde iría ahora mismo si no está contigo?
—No sé. No sé. Um. Joder. Espera. Déjame asegurarme de que no está aquí.
Me pongo la sudadera de Jake y tomo la sudadera con capucha que le robé al salir de la
habitación, me la pongo y mi corazón se atasca en mi garganta mientras busco en las otras
habitaciones y grito—: ¡Jake! ¡Jake! —y él no me responde, pero tal vez no pueda, así que
todavía reviso en todas partes.
Los otros dormitorios. Ambos baños. El armario del pasillo que es lo suficientemente
grande como para desmayarse. El puto ático.
Subo la escalera y asomo la cabeza en el pequeño espacio de acceso, pero no hay nada
más que cajas y polvo.
—Mierda. Espera, todavía estoy comprobando —le digo a CJ mientras bajo corriendo las
escaleras—. ¡Jake!
Corro por la casa, buscando cada centímetro del primer piso y gritando—: ¡Jake! ¿Estás
aquí?
Y no hay nada, ninguna señal de él en ninguna parte, y luego salgo corriendo y
esperando, rezando, pero el porche también está vacío. No está sentado en el escalón y
fumando como yo deseaba que estuviera, y su coche ya no está.
—Él no está aquí —digo, agarrando mi cabello y tirando—. Joder. CJ, yo…
CJ grita y maldice y le dice a Riley que llame a Ben y Luke—: Ahora. ¡Joder, ahora
mismo! —y es un policía que tiene amigos policías, y ellos tienen recursos y probablemente
saben todo sobre esta ciudad y dónde buscar.
Estoy seguro de que han arrestado a drogadictos, delincuentes y traficantes, y deberían
conocer cada esquina y cada callejón y cada…
Jadeo en un respiro.
—Jake fue a una reunión ayer y había un traficante en ella —digo, y no sé cuándo
empecé a llorar, pero ahora tengo la cara mojada.
—¿Dónde?
Y CJ suena como un asesino.
—Um. Mierda. Oh. —Me paso la mano por la cara—. Fue en una iglesia metodista, creo.
Espera.
Busco a tientas el teléfono, casi lo dejo caer. Estoy temblando mucho, pero finalmente
afirmo mis manos y puedo hacer una búsqueda rápida, y aunque solo estoy obteniendo
información muy limitada ya que nunca he estado en esta reunión antes, reduzco la
ubicación a dos posibilidades.
—Bueno. Es Good Shepherd en East Twenty-Second Street o St. Matthew's en East
Thirty-Fourth. Me dijo que estaba en el medio de la ciudad y estas dos están en el medio.
Tiene que ser una de estas.
Corro de vuelta al interior de la casa para agarrar mis zapatos.
—Primero iré a Good Shepherd, —dice CJ, y puedo escuchar el motor de un coche
arrancando—. Gracias, Félix.
—Yo iré directamente a St. Matthew's. Solo avísame si lo encuentras.
Llegué al segundo piso.
—Probablemente deberías quedarte allí. Tú no sabes...
—No me digas qué mierda hacer, hombre —le espeto—. Lo amo. Yo voy.
Cuelgo a CJ mientras me pongo mis botas gastadas, ignorando cómo me pellizcan los
pies ya que no tengo calcetines a mi alrededor y no tengo tiempo para buscar un par, y en
mi camino de regreso por las escaleras, intento llamar a Jake.
La llamada va directamente al correo de voz y ya no puedo sentir mis dedos. Mis manos
se están adormeciendo.
—Él está bien, está bien, —jadeo, y estoy palpando mis bolsillos y mirando alrededor de
la cocina en busca de qué, no sé, porque ya no tengo las llaves del coche, ¿verdad? y le dije a
CJ que yo ayudaría a buscar a Jake y ¿cómo diablos se supone que voy a hacer eso sin un
coche?
Querido papá,

Te odio más que nunca, puto pedazo de mierda.

Entonces alguien llama a la puerta, y lo sé, solo sé que es Jake porque estaremos bien,
nos lo prometimos.
Abro la puerta y mi corazón se parte por la mitad.
Son dos tipos que no conozco, y están usando camisas de trabajo a juego y balanceando
un colchón entre ellos, y nunca he estado más frustrado y confundido en mi vida.
—¿Entrega para Félix? —dice el del sombrero al revés. Su sonrisa es torcida.
Y yo digo—: ¿Qué? —porque no pedí un colchón nuevo. No he tenido tiempo de hacerlo.
—No pedí un colchón.
El otro tipo levanta una factura y me la pone en la cara.
—El pedido fue realizado por Jake Tully. Nos dio esta dirección para la entrega. Míralo
por ti mismo.
Tomo la factura de él y parpadeo para limpiar las lágrimas de mis ojos mientras leo
rápidamente el pedido de un nuevo colchón tamaño king con cubierta de espuma
viscoelástica (él quiere hacer recuerdos en esta cama juntos, oh Dios, mi maldito corazón).
Y la firma de Jake en la parte inferior es tan caótica y linda que creo que me la tatuaré en
alguna parte.
—¿Dónde quieres esto? —pregunta el chico del sombrero al revés, levantando mi
cabeza.
—Oh. —Doy un paso hacia un lado y miro las escaleras—. ¿Último dormitorio a la
izquierda? Gracias. Gracias.
Llevan el colchón dentro y se dirigen a las escaleras, y están a mitad de camino,
gruñendo y bromeando sobre quién lo puede levantar más alto, y no sé qué carajo estoy
haciendo, pero luego miro por la puerta principal y noto que su camión de reparto está
detenido frente a la casa con el motor aún en marcha.
Y me pregunto si ciertos delitos pueden pasarse por alto.
A la mierda
Suelto la factura y corro.

Llamo a Dean de camino a St. Matthew's porque lo necesitaré, sé que lo necesitaré, pero
no puedo estar seguro de si se reunirá conmigo allí o si me escuchará, porque este camión
es manual y nunca he tocado una palanca de cambios en mi vida, y cuando se conectó la
llamada, tiré el teléfono en el asiento del pasajero para poder cambiar a una velocidad más
alta mucho más tarde de lo que debería.
Y no puedo creer que acabo de robar un camión.
De tal palo, tal astilla, supongo.
Me detengo tres putas veces y quemo por completo el embrague, no hay duda en mi
mente de que soy muy malo en esto. Y me toma cerca de veinte minutos hasta que veo el
letrero azul y blanco de la iglesia metodista de St. Matthew y el antiguo edificio de piedra
que alberga a los creyentes que no creen en proporcionar snacks a los adictos (no es el
momento, Félix), y doblo la esquina sobre dos ruedas y a la izquierda en el estacionamiento
ubicado en la parte de atrás, donde veo el coche de Jake.
Y Jake, sentado dentro.
—¡Jake! —Grito mientras salto fuera del camión, y arranco corriendo.
Me doy cuenta de que dejo mi teléfono en el asiento, pero no puedo volver a buscarlo
una vez que llego al coche de Jake, porque puedo verlo ahora, con la cabeza inclinada hacia
atrás, la boca abierta y los ojos cerrados con una botella de algo en su regazo.
Parece vodka, y no me responde por muy fuerte que grite.
Abro la puerta de un tirón y lo saco del coche y lo tiro al pavimento, gritando.
—¡Jake! ¡Jake! ¡Mierda! ¡No, no, no, no, no! Joder, ¡por favor! ¡Espera, está bien!
Lo acuesto de espaldas y le limpio un polvo marrón claro de la nariz y qué diablos es
esto, y hay espuma en las comisuras de su boca.
Pero está respirando. Todavía está respirando.
Miro a mi alrededor en busca de ayuda, y no hay nadie. No hay nadie.
—¡Alguien ayúdeme! —Grito.
Entonces Jake hace un sonido de asfixia y más espuma burbujea en su lengua y labios, y
lo hago rodar hacia un lado y le meto los dedos en la boca y la garganta, porque necesito
que vomite lo que sea que haya tomado.
Hago que se atragante y ahora estoy llorando tan fuerte que no puedo respirar.
—¡Vamos, Jake!
Él sigue con arcadas, y luego el vómito cubre mi mano y gotea sobre el pavimento en
trozos viscosos y marrones. Vomita de nuevo, más esta vez.
—Vale —gimoteo, limpiándole la boca lo mejor que puedo—. Está bien. Está bien. Estás
bien.
—¡JAKE!
Giro la cabeza cuando escucho el grito de CJ, y cruza el estacionamiento tan rápido que
sale volando, y luego se arrodilla sobre Jake y llora y lo jala hacia su regazo.
—Mantenlo de lado —digo, luchando contra el agarre de CJ lo mejor que puedo—.
¡Podría ahogarse! ¡Mantenlo arriba!
—Jake, —gime CJ, limpiándole la cara y acunando su cabeza—. ¡Está respirando! Sigue
respirando, ¿vale? ¡Quédate conmigo, Jake!
—Tienes que llamar al 9-1-1. No tengo mi teléfono.
—Ya lo hice. Ellos vienen. —CJ me mira directamente y está aterrorizado. Oh, Dios—.
¿Qué tomó? ¿Lo sabes?
Rápidamente niego con la cabeza, murmurando—: N-No. Hay vodka. En algún lugar. Y
tenía cosas marrones en la nariz. No lo sé-
CJ llora, enterrando su rostro en el cabello enmarañado de su hermano y comienza a
gimotear cosas que no entiendo.
—Le diste a ese blanco primero, ¿lo recuerdas? Yo estaba tan celoso... Quería presumir y
tu fuiste mejor que yo, y pensé que eras genial. Quería ser como tú. Mi hermanito. ¿Y
recuerdas esa vez que fingiste ahogarte para que pudiera salvarte y obtener el número de
esa chica? ¿Recuerdas eso, Jake?
Limpio la humedad de mis mejillas y agarro el brazo sin fuerzas de Jake, y sigo
buscando a alguien que nos ayude.
—Estoy aquí, ¿vale? —dice CJ—. Te salvaré de nuevo, Jake. Lo prometo.
Parpadeo, enviando más lágrimas por mi rostro, y luego el movimiento me llama la
atención cuando alguien sale sigilosamente del costado de la iglesia y estoy tan agradecida
de verlo, me siento eufórica y grito—: ¡Ayuda! ¡Ayúdanos!
Y la persona ve lo que pasa y sé que me oye, pero no se mueve.
Nos miramos a los ojos, y los de la persona se agrandan, y reconozco algo en ellos.
Porque yo quiero lo que esa persona tiene, ¿no?
Se me corta el aliento.
—CJ, —digo, agarrando su hombro y sacudiéndolo—. ¡CJ!
Y cuando finalmente levanta la cabeza, sigue mi mirada aterrorizada y no necesito decir
a quién estamos mirando porque CJ sabe, debe saberlo, porque está volando de nuevo por
el estacionamiento, como antes.
Sostengo la cabeza de Jake en mi regazo y lloro.
Es todo lo que puedo hacer para no seguirlo.
CJ le persigue y atrapa, tirándole al suelo y levantándole por su abrigo que
probablemente esté lleno, y cada vez que le golpea la cabeza hacia atrás con el puñetazo
más fuerte que he visto en mi vida, CJ le levanta de nuevo para pegarle más fuerte con su
puño.
Escucho sirenas y rezo para que vengan por Jake y no por mí (¿el robo de autos me dará
cuántos años?) y tengo tanto miedo por nosotros mientras CJ ruge en la cara del traficante.
—¡Qué le diste! ¡Joder, dime!
Toco la cara y los labios de Jake y ahora apenas siento su aliento.
Está pálido como yo. Oh, mierda, lo estoy perdiendo. Y pienso en ese polvo marrón y sé lo
que es, oh dios, sé lo que es 29, y grito cuando su cuerpo se pone rígido y comienza a
sacudirse y agarrarse contra el pavimento.
—¡Jake, por favor!
Lo levanto y me aferro tanto de él como puedo y lo acuno en mi regazo. No sé qué más
hacer, y estoy llorando por él.
—¡Te amo! ¡Por favor! ¡Te amo! —Mis lágrimas caen sobre sus mejillas sin color.
Está más pálido que yo. No, no, no, no.
Me agarro a su mano. Lo llevo a mi boca para besarlo, y él está sosteniendo algo.
Tres pastillas rosas blanquecinas.
Jake continúa convulsionando mientras la ambulancia ingresa al estacionamiento y hay
dos autos de policía detrás. Sus neumáticos chirrían.
Los policías salen corriendo y atacan a CJ, y los paramédicos me rodean.
Sostengo las pastillas en mi mano.
“No voy a pensar en que no superarás esto, porque si tú no lo haces, entonces yo no lo
haré.”
Estaremos bien ahora. Lo prometimos.

29
Para quien no tenga conocimiento general sobre drogas, la heroína es una de las drogas más poderosas
y peligrosas que puede causar adicción y/o sobredosis con solo un uso. Generalmente es de color blanco pero
existe la heroína "impura" de variaciones de color marrón (Brown Sugar Heroine o Heroína Azúcar Moreno) y
es la que generalmente se encuentra en el tráfico callejero.
ESTO ES TOCAR FONDO. AHORA A LEVANTARSE.

JAKE

Las gotas de lluvia caen contra una ventana a cántaros, y en algún lugar cerca de mi oído,
un monitor emite un pitido. Y otro. Y otro.
Conozco este sonido.
Ritmo cardiaco.
Pulso.
Signos vitales.
Mierda, estoy vivo.
Gimoteo porque estoy tan jodidamente feliz. Y no puedo creerlo.
Estoy vivo.
Mis párpados se sienten pesados y tardan en abrirse, y todo está demasiado borroso
para ver, así que cierro los ojos y lo intento de nuevo.
Mi visión tarda una eternidad en aclararse, y es muy frustrante. Quiero ver dónde estoy.
Gruño y trato de frotarme los ojos, pero siento un pellizco en el brazo cuando trato de
doblarlo. Probablemente una vía intravenosa. Lo reconozco (desafortunadamente).
Entonces, levanto mi otro brazo y lo siento más pesado de lo que debería, cada parte de mi
cuerpo así se siente, pero puedo mover este brazo sin ningún dolor, y levanto mi mano a mi
cara y me froto los ojos con las yemas de los dedos, y ayuda. La habitación se materializa.
Pequeña. Beige y azul. Silenciosa.
Solo hay gotas de lluvia y dulces pitidos rítmicos y respiración.
Y mi cerebro late con todo eso.
Siento el tubo de oxígeno contra mi nariz. Me hace cosquillas y me irrita, y lo quiero
fuera, junto con esta estúpida vía intravenosa que me pellizca sin importar si doblo el brazo
o no, pero los dejo en paz (ahora sé que debo hacerlo).
Finalmente me harté de hacer las cosas a mi manera. Creo que tengo que estarlo.
He sobrevivido a mi segunda sobredosis.
¿Cómo diablos tengo tanta suerte?
¿Cómo?
¿Y cuántas oportunidades más tendré?
Creo que sé la respuesta a esa pregunta y me asusta muchísimo, y eso es probablemente
algo importante.
Cierro los ojos y respiro lo más profundo que puedo (de nuevo, ¿cómo diablos tengo
tanta suerte?), luego miro cuidadosamente alrededor de la habitación, tratando de no
mover demasiado la cabeza. Realmente no quiero vomitar.
Y por lo que me arde la garganta, diría que ya lo he hecho muchas veces.
Mi mirada se mueve de la ventana a mis pies envueltos en mantas alrededor de la cama
y se detiene de golpe cuando veo a mi hermano estirado en una de esas sillas reclinables de
hospital que son demasiado rígidas para reclinarse, sus brazos están cruzados sobre su
pecho y su cabeza está inclinada mientras duerme, profundamente, y es su respiración lo
que he estado escuchando, no la mía.
Y nunca había estado tan feliz de ver a alguien antes.
Extiendo la mano y me muevo tan lentamente que parece que nunca llegaré a él, pero
luego mi mano toca la rodilla de CJ, y otra vez cuando no se despierta, las yemas de mis
dedos golpean, y finalmente su cabeza se levanta y su los ojos se abren.
Me mira directamente, sorprendido, silencioso y completamente despierto.
Pero todavía está tan cansado (de esto), puedo decirlo.
Sus ojos están húmedos e inyectados en sangre con manchas oscuras debajo, y no se ha
afeitado en días, por lo que parece.
Nunca antes había visto a mi hermano con una barba poblada y quiero reírme de él en
este momento, porque hay motas pelirrojas mezcladas con el rubio sucio que le crece sobre
las mejillas y el cuello y es lo más inesperado, y yo quiero desesperadamente volver a ser
como solíamos ser antes de ir y joderlo todo, pero no puedo bromear con él ni siquiera
sonreír.
¿Y cómo puedo hacerlo de todos modos, cuando mi hermano tiene el aspecto que tiene;
tan jodidamente devastado y asustado, incluso ahora?
—Jake, —susurra.
Joder, podría llorar con sólo oírlo decir mi nombre.
—Hola. —Mi voz se quiebra y arde por usarla, y me estremezco al tragar saliva seca.
CJ sale disparado hacia adelante, deslizándose hasta el borde de la silla y agarra un vaso
de espuma de poliestireno con una pajita clavada en él de la bandeja con ruedas al lado de
la cama.
Me lo ofrece para que beba y dice:
—Bebe. Esto todavía debería estar frío.
Tomo dos sorbos y luego me alejo, apenas trago ese poco de líquido porque mi puta
garganta se siente como si estuviera cubierta de ampollas y mi estómago está tan hueco
que me duele.
—Oh, mierda, —gimo.
Las cejas de CJ se levantan, sus ojos cansados se agrandan y me mira como si oírme
maldecir fuera el sonido más maravilloso para él.
Pero algo sucede mientras lo veo dejar la taza a un lado, porque cuando me mira de
nuevo, ahora hay lágrimas en sus ojos y una gota desaparece en su barba.
Y yo le hice esto, ¿no?
—Lo siento, —me apresuro a decir, gimiendo a través del dolor que siento por lo que he
hecho, me esta consumiendo—. Lo siento mucho. Por favor, no me odies, CJ. Por favor. Sé
que me odias, y deberías hacerlo, pero por favor no lo hagas. Haré lo que sea…
Y ahora él está llorando abiertamente mientras se agarra a la parte inferior de su silla y
la tira lo más cerca de la cama que puede sin aplastando sus piernas para poder inclinarse
sobre mí y poner su cabeza en mi regazo y envolver sus fuertes brazos alrededor de mí.
Lo he visto así solo una vez antes, en un hospital diferente en otro estado, pero él y yo
seguimos así, y ¿cómo podría perdonarme por hacerle esto otra vez cuando le prometí que
no lo haría?
Estoy llorando ahora. No puedo parar.
Los brazos de CJ se tensan a mi alrededor mientras los míos lo envuelven tanto como
pueden sin sacar esta maldita vía intravenosa, y nos abrazamos y lloramos juntos, y
recuerdo tener veinte años y cómo me abrazó cuando me encontró en el suelo de su
armario.
Mi hermano mayor que era tan fuerte. En ese entonces también lloramos juntos.
—Lo siento tanto —digo mientras sigo limpiándome la cara mientras CJ deja que sus
lágrimas se absorban en la áspera manta del hospital.
Y luego ninguno dice nada más durante un rato. No estoy seguro de cuánto tiempo.
El tiempo se siente como si se moviera más lento dentro de estas paredes.
Pero luego los sollozos de mi hermano se vuelven más suaves como los míos, y me
concentro en el bip bip bip y el corazón sigue latiendo dentro de mi pecho hasta que
escucho su voz de nuevo.
—Dijeron que te despertarías, —me dice, con la cabeza vuelta hacia mí y los ojos
desenfocados. Él solloza—. Seguían diciéndome que estarías bien, pero yo estaba tan
jodidamente asustado, Jake. Santo Dios. Tenía tanto miedo de que nuestra última
conversación fuera que yo te dijera todas esas cosas, esas cosas terribles que no quise
decir. ¿Cómo pude…? —Hace una pausa, con el rostro contraído por la agonía—. Joder. Lo
siento. No quise decir nada de esa mierda. ¿Cómo podría decirte eso?
Mi aliento se estremece más allá de mis labios, y estoy aterrorizado de preguntarle,
pero tengo que saber.
—¿Me odias?
Creo que me odia.
Él debería odiarme.
Los ojos de CJ se disparan para encontrarse con los míos, y luego se sienta en el borde
de la cama y me aprieta, agarrando mi nuca y manteniendo nuestros rostros cerca.
—Nunca podría odiarte. Nunca. ¿Vale? Te lo juro, no quise decir nada de eso, Jake. Yo
solo estaba, joder. No hay excusa para las cosas que dije. Lo siento. No tienes idea de cuánto
lo siento.
CJ se ve tan miserable que me mata.
—Yo también lo siento —digo—. Por todo.
—Lo sé.
Mi labio tiembla tanto que tengo que morderlo. Y no puedo dejar de llorar.
Dios. ¿No puede la gente quedarse sin lágrimas?
CJ presiona su frente contra la mía y aprieta mi cuello, tratando de consolarme cuando
debería ser yo quien lo consuele.
—R-Riley, —murmuro.
—Ella está bien, —promete—. Todo está bien.
—Ella también debería odiarme.
—Nadie te odia. Ey. Nada de eso fue culpa tuya, Jake. Nada de eso.
Estoy jadeando, tratando de calmarme, y quiero escucharlo. Realmente escucharlo y
dejar ir esta culpa que he sentido por lo que se siente como días.
—He estado tan preocupado, CJ.
—¿Por qué?
—Realmente pensé que nunca volverías a hablarme.
—Vamos, —dice en tono de broma, pero sé que solo está tratando de aligerar el
ambiente—. Eres mi hermanito. Mi amigo. Dios, ¿sabes todo lo que haría por ti? Haría
cualquier cosa, Jake. Tú eres mi mejor amigo.
—Cualquier cosa. Como derribar puertas, ¿verdad?
Se inclina un poco y su boca suena.
—¿Crees que alguna puta puerta me detendrá si estás detrás detrás?
Siento el fantasma de una sonrisa tirar de mis labios.
Luego, CJ dice—: También joderé permanentemente a cualquiera que intente alejarte de
mí. —Y no tengo ni idea de lo que quiere decir con eso.
—¿De qué estás hablando? —Pregunto.
Suelta mi cuello y coloca su mano entre nosotros, mostrando sus nudillos que están
hinchados, magullados y cortados tan gravemente que parecen haber sido arrastrados
repetidamente a través de ladrillos, y en un tono casi lleno de asombro, dice—: Ese puto
traficante probablemente desearía estar muerto ahora mismo.
Se me corta el aliento.
Siento que mi estómago toca fondo y lucho contra el impulso de vomitar, dejando caer
mi cabeza contra la cama mientras el pánico se apodera de mi pecho.
—CJ, —gimoteo.
—Ey. —Se inclina de nuevo y dice—: Está bien. Todo va a estar bien. Lo prometo.
—¿Por qué estoy tan jodido? —pregunto, secándome las lágrimas de la cara—. Santo
Dios. ¿Qué pasa conmigo? ¿Por qué sigo haciendo esta mierda?
Veo a mi hermano abrir la boca y luego cerrarla de nuevo tan rápido, porque él no
entiende esto o a mí y nunca lo hará, ¿o sí? ¿Y qué me puede decir ahora mismo que no me
haya dicho ya cien veces?
—Ya no quiero ser así, —lloro—. Por favor, ayúdame. Por favor. Te necesito.
—Ven aquí. —CJ me tira suavemente hacia él y me abraza, besando un lado de mi
cabeza—. Haré cualquier cosa para mantenerte con vida, Jake. Lo resolveremos, ¿vale?
Asiento con la cabeza contra su hombro, y luego comparto la única cosa que he estado
postergando porque me asusta más que nada.
Más que estar en otro hospital y la mirada en el rostro de mi hermano cuando me
desperté por primera vez.
Más que cualquier droga que haya tomado.
Es mi último recurso, y si no puedo hacerlo o si no lo hago, moriré. Sé que lo haré.
No puedo posponer esto más.
—Creo que necesito volver a rehabilitación, —le digo.
Mi hermano acaricia suavemente la parte de atrás de mi cabeza.
—Yo también lo creo.
—Tengo miedo, CJ.
—Lo sé.
Vuelvo mi cara hacia su cuello y lloro.
—Eres mucho más valiente de lo que yo jamás seré —dice, abrazándome, y no hay
manera de que eso sea verdad—. Estaré orgulloso de ti pase lo que pase, Jake, pero sé que
puedes hacer esto. Sé que tú puedes.
—Tu mano parece rota por mi culpa.
—Sé curará.
—Me encontraste, —gimoteo—. Te prometí que nunca me encontrarías así de nuevo.
—Y yo te prometí que siempre estaría ahí para ti, y no lo estuve. Entonces, démonos un
respiro en esto. ¿Vale?
Asiento en su agarre.
—Y técnicamente, Félix te encontró primero.
Félix.
Oh, Dios, Félix.
Mi corazón comienza a latir con fuerza y mi pulso ruge. Te juro que jodidamente puedo
oírlo.
—¿Qué pasó? —Digo con urgencia, alejándome lo suficiente para mirar a la cara de mi
hermano—. ¿Él está bien? ¡Joder, dime que está bien, CJ! ¿Dónde está?
—Él está bien. —CJ mira el monitor—. Cálmate antes de que esa enfermera entre aquí y
me grite. Ella no es tan agradable como las demás.
—¿Dónde está?
—Él está aquí. Dios. Relájate.
Mis ojos se disparan hacia la puerta.
—¿Dónde?
—En la sala de espera, probablemente. Nadie podía hacer que ese chico se fuera. Si no
está aquí contigo, está acampado allá afuera. Riley dijo que se hizo amigo de todas las
enfermeras. Le sigue tejiendo mierda a todo el mundo.
Dios, lo amo tanto, joder.
De hecho, sonrío ante eso y murmuro—: Es hacer crochet. No tejer.
—Da igual. Mi bufanda nueva es un poco pequeña.
CJ regresa a la silla y se sienta hacia adelante con los codos apoyados en las rodillas, y
sus ojos se mueven constantemente entre el monitor y yo, su mandíbula se tensa al ritmo
de los pitidos, y he visto a mi hermano ansioso varias veces (y sobre todo por mi culpa)
pero realmente debe odiar a mi enfermera.
—Vale, —le digo.
Apoyo la cabeza hacia atrás y respiro lenta y profundamente, y no pasa mucho tiempo
antes de que los pequeños pitidos vuelvan a su ritmo rítmico normal.
CJ parece relajarse un poco y vuelve a concentrarse en mí. Luego se aclara la garganta.
—¿Qué? —pregunto, leyéndolo y sabiendo que tiene algo pesado que decir.
—Félix me dijo que te ama. Y yo le creo.
Cierro los ojos mientras el calor se mueve debajo de mis costillas.
No puedo creer que me arriesgué a no volver a sentir esto nunca más. ¿Qué diablos
estaba pensando?
—¿Dejaste que te hiciera eso?
Abro los ojos y veo a CJ hacer un gesto hacia mi brazo.
Mirando mi tatuaje, asiento.
—Le tienes miedo a las agujas, —reflexiona.
—Es importante para mí. Para nosotros. —Mi hombro se sacude—. Lo haría de nuevo.
Me alegro de habérmelo hecho.
—Tú lo amas.
Mi hermano no está preguntando.
—Más que nada, —le digo, mirando por encima y encontrándome con su mirada
directamente—. Más que a mí mismo, y sé que no debería, así que no me des un maldito
sermón sobre eso. No hay nada que pueda hacer. Nunca cambiaré cómo me siento.
—¿Es él la razón por la que vas a rehabilitación?
—En parte lo es. Sé que necesito estar allí.
CJ asiente solemnemente con la cabeza.
—Necesito que me digas lo que pasó —le digo—. Y luego ve a buscar a Félix por mí.
Necesito verlo.
Mi hermano cruza las manos frente a él y mira fijamente al costado de la cama.
Y trato de prepararme para esto, sabiendo lo que he hecho en el pasado y lo malo que
fue antes, pero no fue solo mi hermano quien me encontró esta vez, ¿o sí?
¿Cómo me preparo para lo peor posible?
—Él sabía a dónde irías, —comienza CJ, y sé que se refiere a Félix—. Lo llamé después
de que Reed me contara lo que pasó. Esperaba que estuvieras con él. Félix mencionó la
reunión a la que fuiste con ese... maldito pedazo de mierda que debería haber matado. De
todos modos. Tu novio casi consigue que lo arresten por robar un camión de reparto. Pero
sí. Él llegó a ti primero.
Mi mente diluida por las drogas tarda una eternidad en comprender esa información,
pero cuando lo hace...
Lentamente levanto la cabeza y gruño:
—Él hizo... ¿qué?
CJ asiente, se encuentra con mi mirada y se ríe en voz baja.
—En serio. Su excusa fue que no tenía coche y estaba tratando de salvarte la vida, así
que le dimos un pase. Afortunadamente, ordenaste ese colchón a la empresa de entrega
más comprensiva del estado. No presentaron cargos una vez que escucharon lo que sucedió.
—Dios. —Limpio la humedad restante de mis ojos—. Bueno. ¿Y luego qué?
—No lo sé, Jake. Llegué allí, te vi, vi a ese maldito traficante, y luego todo se volvió un
poco borroso.
Mi hermano se truena el cuello.
—Pero Félix te salvó la vida. Realmente creo eso. Los paramédicos te dieron esa mierda
que les dan a todos los que tienen una sobredosis, pero no sé si estarías aquí si Félix no
hubiera llegado primero. Te hizo vomitar, y no estoy seguro de que yo hubiera pensado en
eso. Tenía miedo, y al verte así… solo te abracé. No pude hacer mucho más.
Entonces mi hermano me mira directamente.
—No podría vivir si algo te pasa. Y tengo mucho por lo que vivir, Jake. Estoy tratando de
construir una familia con Riley, pero si no tengo a mi hermano… —Hace una pausa, con los
ojos inundados de lágrimas—. No lo lograré si tú no lo haces. Entonces, necesito que hagas
esto. ¿Vale? Necesito que venzas esto. Por mí, por Félix, por Riley y lo que tengo con ella...
Por favor, Jake. ¿Está bien? ¿Por favor?
Instantáneamente estoy llorando de nuevo, y maldigo.
—Vaya puta manera de hacerme cargar con la culpa, hermano. Dios.
—Ey. Vete a la mierda. —CJ se pasa el brazo por los ojos y yo hago lo mismo—. Llevo
cuatro días seguidos llorando.
¿Qué?
—¿He estado durmiendo durante cuatro días?
—Sí. Gracias por ser tan puto dramático. Como siempre.
Me río tan de repente que me arde el pecho.
—Ah, hijo de puta. Ve a buscar a Félix. Ya estoy harto de hablar contigo.
—¿Ah, sí? ¿Estás harto de mí?
CJ se pone de pie y, mierda, ahora me está sonriendo.
¿Cómo podría estar harto de eso?
Niego con la cabeza, sollozando, y él acaricia mi cabello.
—¿Me lo prometes, hermanito? —él pregunta.
Y asiento tan rápido, estoy tan seguro. Creo que con eso le doy el mejor regalo que
jamás haya recibido.
—Está bien. Déjame ir a buscar a tu futuro esposo, a cual, para tu información, mamá
solo se refiere a Félix así ahora. Está encantada de tener otro hijo. Así que, presta atención.
Mis ojos se abren.
—¿Mamá está aquí?
—Tuviste una sobredosis, Jake. ¿Qué crees? —dice CJ, deteniéndose en la puerta—. Ella
y papá tomaron el primer vuelo que pudieron.
—Mierda. —Me estremezco, imaginando la devastación en los rostros de mis padres la
última vez que los hice pasar por esto—. ¿Están ambos aquí ahora mismo? No los dejes
entrar todavía.
—Los llamaré tan pronto como salga de aquí. Están en casa con Riley.
Eso me da al menos veinte minutos. Treinta si mamá conduce.
—Oye, CJ.
Él vuelve a asomar la cabeza dentro de la habitación.
—¿Puedes llamar al lugar de rehabilitación por mí y empezar con el papeleo?
—¿Cuál?
Compartimos una mirada y asiento con la cabeza, decisión ya tomada, y la expresión de
CJ se suaviza.
Él no está esperando esto.
—¿Estás seguro? —pregunta en voz baja—. Depende de ti, y yo te apoyo sin importar
qué, pero es posible que Félix no entienda esto.
—Hazlo. ¿Está bien?
CJ deja caer la cabeza al comprender antes de cerrar la puerta detrás de él.
Descanso y cierro los ojos.
Y espero por Félix.
ESTO SE SIENTE COMO EL FINAL

FÉLIX

quieres escuchar algo loco?

urano originalmente se llamaba george

es una puta broma

QUIÉN COÑO FIRMÓ PARA QUE LO CAMBIARAN JAKE

podríamos tener un planeta llamado GEORGE

lo llamaré george, me vale verga

llámalo george conmigo

repusieron las máquinas expendedoras anoche

le doy a este lugar 3.5 estrellas por los snacks

no están mal, pero tampoco son estupendos

demasiadas opciones de frutos secos

estoy tan enamorado de ti

nunca me he sentido así por nada

por favor despierta

tienes que despertar tu puto culo jake, lo digo en serio

lo siento

lo siento mucho

no dormí mucho anoche


todos los amigos de tu hermano vinieron a verte

y todos son tan atractivos ¿por qué?

mierda, acabo de cargar a mi primer bebé!

eso fue aterrador

son las 2:37 a.m.

todavía no entiendo cómo encontré a alguien como tú

riley acaba de traerme un sándwich

ella dijo que me veía pálido

yo le dije que soy pálido

me dejó ducharme en la sala de descanso y me dio ropa

dejaste algunas cosas en su casa

adivina de quién es la polla que ahora está en tu boxer jake :)

te extraño

necesito que te despiertes pronto, sí?

te extraño

te extraño

te amo. te amaré por siempre

Tomo una captura de pantalla de nuestros mensajes de texto y los guardo en la carpeta
de Google Drive que he titulado “nuestra puta tragedia <3”, luego meto mi teléfono en el
bolsillo delantero de la sudadera con capucha de Jake (sí, obviamente todavía la llevo
puesta) y me hundo más en la silla acolchada de goma que básicamente he reclamado ya
que es la única en la que me he sentado durante cuatro días seguidos, y si este hospital no
pone una pequeña placa en algún lugar con mi nombre, honestamente estaré un poco
dolido.
Bien, vale. Tal vez no debería estar molesto por algo así, pero como dije, es el cuarto día
y lloré antes cuando mis Snickers se atascaron en la máquina expendedora, así que no
puedo prometer que no me volveré loco porque no me escriban una dedicatoria en la silla.
Ah, y también, he decidido que todo el asunto del equilibrio cósmico de la vida es una
mierda total.
Déjame explicar.
Mi vida fue buena y luego no lo fue por mucho tiempo, pero luego fue genial por un
tiempo (gracias a Dean y estar limpio) y luego maravillosa por muy poco tiempo (nuestra
historia de amor acababa de comenzar), y si Jake no se despierta y nunca tengo otro gran o
maravilloso momento, estoy seguro de que estaré bien.
¿Eso suena al menos algo convincente porque mira que intento que suene así?
¿No? Está bien. Estoy trabajando en ello.
He decidido que el universo no me debe nada y seguro que no le importa si mi vida está
equilibrada o no.
(Y todos podemos estar de acuerdo en que nunca se ha equilibrado. No realmente).
Y aún así, mira todo lo que he hecho:
He sobrevivido a una madre muerta y un padre cagado (literalmente) y una
adolescencia sin amigos.
He sobrevivido perdiendo gente y sin tener a nadie y sintiendo que nunca seré lo
suficientemente bueno.
He sobrevivido a la angustia y a este cabello.
He sobrevivido a la adicción.
Y cada día que vivo, puedo decir eso. Puedo enumerar todas esas cosas, y ¿no debería
ser suficiente para seguir adelante?
Quiero que Jake se despierte.
Lo quiero más que nada.
Pero si no se despierta, estaré bien.
Viviré y estaré bien (eventualmente). Por nosotros dos.

Me despierto de golpe cuando CJ se desploma en la silla justo a mi lado y golpea mi


hombro, y tiene los brazos tan anchos y gruesos que dudo que sea posible no chocar contra
mí cuando toma asiento.
Y no era mi intención dormirme ahora de todos modos, así que está bien.
—Hola, —suelto, limpiando el sueño de mi ojo.
CJ me mira mientras mi brazo pasa lentamente por encima del suyo, y luego sonríe
cuando mi brazo cae en mi regazo mientras él se apodera de nuestros reposabrazos y
realmente se estira.
Miro hacia abajo a mi brazo, luego a su brazo entre nosotros, y luego de nuevo a él.
Y le digo—: Deja de coquetear conmigo.
La risa de CJ es entrecortada y suave.
—¿Quieres que te devuelva el reposabrazos?
—¿Me lo vas a dar?
—¿Por qué no lo haría?
—No sé. ¿Por qué lo tomarías? Estaba cómodo.
—Simplemente te trato como familia. ¿No es eso lo que vas a ser?
—Claro, —digo lentamente. Mis ojos rebotan entre los suyos—. Estás actuando raro.
—¿Sí?
—Sí. ¿Quién viene solo a tomar un reposabrazos que está siendo usado?
—Chicos como yo.
—Ah. Entonces, ¿imbéciles?
Él ahoga su risa.
—Realmente debes amar ese reposabrazos, hermanito. ¿Es especial para ti o algo así?
—No quier- —Mi boca se cierra de golpe, y mis ojos se abren como platos—.
¿Hermanito?
La sonrisa de CJ es tan brillante ahora. Es raro.
Todo esto es raro.
—¿Qué? —dice.
Y yo digo—: No soy tu hermano. —Porque no lo soy. Son hechos.
No estamos emparentados y no hablamos como amigos.
No aún, de todos modos. Y tal vez nunca, pero definitivamente no aún.
Pero luego dice—: Lo serás, —de esta manera astuta y omnisciente, ¡y CJ sonríe ahora
todavía usando nuestros reposabrazos!
Y, ¡qué!
Empujo la capucha de Jake hacia atrás y libero mi cabeza de su cálido capullo porque
me estoy poniendo nervioso, lo que generalmente hace que me sobrecaliente y no sé cuál
es la política aquí de tomar dos duchas en un día cuando ni siquiera eres un empleado. Y
luego trato de arreglar mi cabello al azar sin los beneficios de un espejo, lo que
generalmente conduce a resultados desastrosos, pero Jake no puede verme, así que a quién
diablos le importa cómo se ve mi cabello.
Me rindo y lo dejo como está y dejo caer mi cabeza contra la silla.
Y luego congelo cada músculo de mi cuerpo y mis ojos se abren de nuevo porque CJ se
inclina hacia adelante y usa su dedo para arreglar algunos rizos que yacen en mi frente y
los que están sobre mi oreja izquierda, también los cepilla suavemente y dice—: No te
preocupes. Luce bien. Confía en mí.
Y esto es lo más extraño que existe, ¿verdad?
Nos miramos a los ojos brevemente y CJ me da una brillante sonrisa antes de alejarse,
reclinarse y actuar como si no me hubiera arreglado el puto cabello.
Lo miro de reojo y lo veo jugar con su teléfono.
—¿Qué está pasando? —susurro, y todavía estoy congelado contra la silla—. ¿Estoy
soñando? Oh, mierda. ¿Estoy muerto? No. No tomé esas pastillas. Estoy limpio. Estoy
completamente sobrio y perdiendo la cabeza. Por supuesto. Años de consumo de drogas. Mi
cerebro ha estado muriendo lentamente para siempre. Esto estaba destinado a suceder
eventualmente. Joder. ¿Qué pasa si pierdo funciones corporales a continuación y me cago
aquí mismo... oh no. Me estoy convirtiendo en mi papá.
—¿Sobre qué diablos estás divagando? —pregunta CJ—. Solo pensé que te gustaría que
tu cabello se viera bien ya que estás a punto de salir volando de esa silla.
—¿Y por qué haría eso? —Giro la cabeza y pregunto—: ¿Hay donas en la sala de
descanso?
—¿Cómo puedo saber si hay donas en la sala de descanso?
—Tenemos acceso.
—¿Quien lo dijo?
—Tu esposa.—m
Su mandíbula tic.
—¿Mi esposa te dio acceso a la sala de descanso?
—Sí. Me he estado duchando allí.
—¿Y comiendo donas?
—De vez en cuando las tienen. Comí algunas hace dos días.
—¿Qué carajo? A mí no me dieron donas…
—Tal vez Riley no te dio acceso a la sala de descanso. Solo a mí.
CJ ladea la cabeza.
—O tal vez ella quería que te hablara de las donas. ¿Ey, adivina qué? De vez en cuando
tienen donas en la sala de descanso, CJ. Quizá tengan hoy. ¿Debería salir volando de mi silla
e ir a comprobarlo?
—Creo que lo que voy a decirte es mejor que las donas gratis.
Y ahí está esa sonrisa de satisfacción otra vez.
Trago, y mi respiración sale en un estallido jadeante porque no puedo imaginar a dónde
va esta conversación, y me está poniendo jodidamente tenso.
Además, CJ me llamó hermanito, y lo amé demasiado, y me preocupa que nunca me
vuelva a llamar así.
Así que con cautela pregunto—: ¿Qué es mejor que las donas gratis? —y trato de
prepararme para cualquier cosa y todo.
—Mi hermano está despierto y esperándote, —dice CJ, sonriendo ahora.
Mi corazón se detiene.
Simplemente se detiene.
Y mira: CJ tenía razón.
Salgo de mi silla tan rápido, y esto es mucho mejor que las donas gratis y cualquier otro
snack que se haya inventado, y también—, ¡No puedo creer que te hayas sentado allí con
esa información y esperado años para decírmelo! —Grito por encima de mi hombro
mientras corro a través de la sala de espera—. ¡Estas loco!
—¡De nada por arreglar tu cabello! —grita en respuesta, y el bastardo se está riendo.
—¡Muchas gracias!
Tropiezo con las piernas extendidas de alguien y casi caigo de cara en el sucio linóleo,
pero me las arreglo para contenerme agarrándome del guardia de seguridad sentado junto
a las puertas de entrada y empujando cuando chocamos.
Me murmura algo acerca de reducir la velocidad y lo repite con firmeza cuando acelero,
pero mi hermano mayor es policía y podría aplastar a este tipo como un panqueque, así que
no necesito prestar atención, ¿verdad?
—¡Ey! —grita el guardia de seguridad, y ¿me está persiguiendo ahora?
Oh, mierda.
—¡Lo siento mucho, pero mi novio está despierto! —Grito antes de doblar la esquina y
desaparecer en el hueco de la escalera.
Subo las escaleras de dos en tres hasta que llego al nivel tres, donde está la unidad de
cuidados poscríticos, luego golpeo la puerta, la abro de un empujón y voy disparado.
Salgo corriendo por el pasillo y nunca he corrido tan rápido en mi vida, y ¿las sibilancias
son un signo de asma? Porque creo que podría tener asma.
—¡Jake!
Toso cuando llego a su puerta, mi respiración traquetea dentro de mi pecho, y la perilla
está resbaladiza en mi palma sudorosa mientras trato de girarla, y ¿todo tiene que ser tan
dramático para mí?
—¡Ya voy! —Grito, agarrando y girando la perilla y luego abriendo la puerta. Corro
adentro.
Veo a Jake.
Me congelo a los pies de la cama.
Cada vez que he estado en esta habitación, he llorado mi peso en lágrimas.
Me he imaginado las peores cosas posibles, y me permito imaginarlas una y otra vez
mientras me siento junto a su cama, una de esas cosas es no volver a ver a Jake mirarme de
nuevo, y el pensamiento me destrozaba cada vez que lo imaginaba. Porque nadie me ha
mirado como me mira Jake.
Las mamás no cuentan.
Esa mirada de estoy tan feliz de que existas.
Estoy seguro de que lo sabes. La mayoría de la gente lo hace.
Y cuando alguien te mira como si estuviera agradecido de que estés vivo y tener la
suerte de conocerte, es el mejor sentimiento del mundo.
He mirado así a mucha gente. Y con algunos quise, pero con otros no. Solo quería
obtener esa mirada a cambio.
La habría aceptado de cualquiera, y durante años, nunca la recibí.
He vivido tanto tiempo sin importarle una mierda a nadie ni se preocupen por mí, y
estoy seguro de que podría vivir más tiempo sin eso, pero no quiero.
Quiero importarle a alguien todos los días para siempre.
Y quiero que ese alguien sea Jake.
—Maldición. Tu cabello luce genial —dice, y su voz me abre de par en par.
Mi cara se calienta de oreja a oreja, y Jake mira mi sonrojo como si realmente no lo
hubiera notado.
—Yo también te he echado de menos —digo.
—¿Sí?
—Joder, sí.
—Entonces, trae tu lindo culo aquí antes de que intente levantarme.
Trago saliva y jadeo, y luego doy la vuelta a la cama, me subo al borde, hundo la cara en
su cálido cuello y lloro, con la mano agarrando la parte delantera de su estúpida bata de
hospital.
Huele a antiséptico, a sudor y a aire viciado de hospital, pero a la mierda. No me
moveré.
El brazo de Jake que no está atascado con una vía intravenosa me envuelve, y su mano
empuja debajo de la sudadera con capucha y frota la piel desnuda de mi espalda.
—Quiero tocarte —murmura, su pulgar acariciándome.
—Realmente no puedo abrazarte, —me quejo—. Tengo demasiado miedo de sacar algo.
—Mientras no sea el tubo metido en mi polla, a quién le importa.
Me río y me inclino lo suficiente para mirar su rostro que está más delgado de lo que
debería ser y pálido como el mío.
Beso sus labios secos y gime, flexionando la mano en mi espalda.
Luego presiono mi frente contra la suya y digo—: Me asustaste.
Jake suspira, mirando hacia abajo entre nosotros, y susurra—: Lo sé. Lo siento.
—¿En serio, Jake? ¿Heroína? Quiero matar a quien haya inventado esa mierda.
—Aunque tenías razón. Es jodidamente asombroso.
La mano envuelta alrededor de mi corazón aprieta tan fuerte que pierdo el aliento.
Intento apartarme, pero Jake me agarra del brazo y me mantiene cerca.
—Mierda. No debí haber dicho eso —gruñe—. Lo siento.
—Santo Dios.
—Lo habría hecho de todos modos, Félix. Nada me hubiera detenido. Esto no fue tu
culpa.
—Soy absolutamente el peor padrino de la historia.
—No, no lo eres. Cierra la boca.
Empiezo a secarme las lágrimas de la cara, pero Jake empuja mi mano hacia abajo y lo
hace él mismo, y sus pulgares me rozan las mejillas.
—Te traeré crema hidratante —me quejo.
—¿Qué?
—Nada. —Agarro sus manos y las sostengo entre nosotros y lo miro a los ojos,
preguntando—: ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?
—Como una mierda. Mi cabeza y mi garganta me están matando. Me duele el cuerpo.
Sigo queriendo vomitar. —Desliza sus dedos entre los míos—. ¿Cómo estás tú?
¿Consumiste?
Eso es lo que me está preguntando.
Niego con la cabeza.
—Estoy sobrio. Por poco. Pero estoy bien.
—¿Qué quieres decir con por poco. ¿Quieres consumir ahora? ¿Conmigo?
—No. No, estoy jodidamente extasiado ahora mismo. Pensé que nunca me volverías a
mirar. Estoy un poco entumecido por todo, creo. Realmente no he dormido mucho. No salí
del hospital.
—Eso escuché.
—Solo quiero decir, quería consumir. Y definitivamente podría haberlo hecho. Llevabas
encima un poco de Vicodin y lo encontré.
—Mierda.
Sollozo y me encojo de hombros.
—Te prometí que estaríamos bien. No lo tomé.
Los ojos de Jake se llenan de lágrimas.
—Oye —digo, acercándome y levantando su cabeza cuando él la baja—. No, no, no. Si
empiezas a llorar, voy a empezar yo de nuevo, y literalmente me acabo de detener. —Tomo
su rostro entre mis manos—. Estás vivo, Jake. Todavía puedes prometérmelo.
—Lo siento tanto.
—Lo sé.
—Si yo te hubiera encontrado así, habría tomado ese Vicodin. No puedo prometerte una
mierda.
Mi aliento se estremece.
—No creo que eso sea cierto, Jake.
—No, Félix. Te lo digo, lo hubiera hecho. Estoy realmente jodido.
Se recuesta, obligándome a dejar caer las manos, y se limpia la cara.
—Mierda. Estoy tan harto de llorar, —dice.
Sé que no hay nada que pueda decir para animarlo, pero hay algo bueno de lo que
podemos hablar.
—Las cosas están bien con tu hermano ahora, ¿verdad? —Pregunto.
Él asiente, la comisura de su boca se contrae.
¿Ves?
—Me llamó hermanito. —Y aquí vamos de nuevo con el rubor. Me aclaro la garganta,
luego agrego— Eso se sintió bien. Siempre he querido un hermano. Una familia.
Jake aprieta los ojos para cerrarlos.
—Él no tiene que llamarme así si es raro para ti.
—No es eso, —dice rápidamente—. Estoy feliz de que te haya llamado así. Solo tengo
que hablar contigo sobre algo.
—Oh. Está bien.
Toma una respiración profunda.
—Necesito volver a rehabilitación.
Parpadeo sorprendido y sonrío ante su expresión miserable.
—La rehabilitación no es algo malo, Jake.
—Sé que no lo es.
—Entonces, ¿por qué te ves así?
Su mirada cae de mi rostro, y no puedo evitar que mi estado de ánimo se hunda.
Algo esta mal.
—Quiero volver a la rehabilitación a la que fui antes, —dice, con voz temblorosa y suave
—. Simplemente creo que sería lo mejor para mí. Conozco ese programa y sé que puedo
hacerlo…
—Está bien. —Todavía no veo el problema—. Entonces eso es lo que haremos. Te
meteremos en ese.
Jake finalmente me mira de nuevo.
Y sé que no soy la persona más inteligente, pero me mira con mucho dolor y
preocupación en los ojos, y no entiendo.
No estoy en contra de la rehabilitación de nadie, ni siquiera mía. Si yo pensara que la
necesito, iría.
Entonces, ¿por qué Jake se ve tan nervioso en este momento?
—Si necesitas rehabilitación, entonces te llevaremos a rehabilitación, Jake.
—Félix, me voy a casa.
Veo una lágrima caer por su rostro.
—Casa, —tardo en decir como si nunca hubiera escuchado esa palabra antes.
Tiro del cuello de la sudadera mientras busco en mi memoria y en cada conversación
que hemos tenido.
¿Alguna vez hablamos de esto?
—Um. ¿Me puedes repetir de dónde eres? —Pregunto.
—Tennesse.
¿Dónde diablos...
—¿Qué tan lejos está eso? —Trato de imaginarme un mapa y no puedo, y desearía haber
prestado atención una sola vez en Geografía de décimo grado.
—Bastante lejos, —dice Jake.
—Lejos dónde, —presiono.
—Casi seis horas.
—Joder. —Observo los labios de Jake tirarse hacia abajo—. Bueno. Oye. Está bien.
¿Recuerdas esa mierda que dicen de la distancia y amar más a alguien porque nunca lo ves
o algo así? Y son sólo noventa días. Tres meses no es nada. Estará bien.
Jake niega con la cabeza y toma mis manos de nuevo.
—Necesito que esto funcione, Félix. No voy a tener otra oportunidad. Sé que no la
tendré.
—Y funcionará. Sé que lo hará. ¿Sabes cómo lo sé?
—¿Cómo?
—Porque he esperado toda mi vida por ti. Y por esto. Por nosotros. —Aprieto sus manos
—. Eres mi puta familia, Jake, y lucharemos contra esto. Juntos.
—Félix...
—Estaremos bien. Lo prometimos.
—No sé cuándo voy a volver.
Su agarre se aprieta para que no pueda soltarlo.
Y ahí está.
Finalmente, todo el dolor y la aprensión y esta extraña incomodidad entre nosotros
comienza a tener sentido, y ahora soy yo el que de repente está tan nervioso que podría
enfermarse.
—¿Estás rompiendo conmigo? —Pregunto.
—No, —se apresura a decir Jake—. No quiero romper. Nunca. Quise decir lo que dije
sobre nosotros dentro de cuatro años.
—Pero te vas. ¿Qué significa eso?
—No lo sé.
—Tú no lo sabes. —Estoy tratando de mantener la calma, pero ahora estoy jadeando—.
Bueno. Pero vas a volver eventualmente. ¿Sí?
—Cuando esté mejor, sí.
—¿Cuánto tiempo va a tomar eso?
—No lo sé.
—Santo Dios, Jake. ¡Di algo más!
Más lágrimas caen por sus mejillas.
—Félix...
—No puedo irme contigo. No puedo. Tengo mi trabajo, y no quiero dejar mi casa. Es lo
único que me queda de mi mamá. —Me limpio la cara con dureza con el puño de la manga
—. Mierda.
Y luego dice—: Lo sé. No te estoy pidiendo que vengas.
Y ahora, aquí es cuando duele.
Me desplomo hacia atrás, y ambos estamos llorando abiertamente y mirándonos
fijamente hasta que finalmente rompo el contacto visual y miro hacia el borde de la cama.
—Pero te amo —gimoteo.
—Yo también te amo. No voy a dejar de amarte.
—Se siente como si lo estuvieras haciendo...
Se siente como si ya lo hubieras hecho.
—Eres mi puta alma gemela, Félix, y ni siquiera creo en esa mierda.
Giro la cabeza y nos miramos a los ojos.
—Lo prometo, no dejaré de amarte, —dice Jake, su voz urgente—. Se supone que debo
estar aquí contigo. Sé que así es. Pero no creo que lo logre si no hago esto, y sé que es una
mierda de mi parte pedirte que esperes y estés conmigo cuando ni siquiera sé cuándo voy a
volver, pero te lo pido, Félix. ¿Sí? Te lo estoy pidiendo.
Estoy llorando mucho ahora. Ambos estamos llorando.
—Por favor, —suplica, extendiendo su mano para que la tome.
Lo miro mientras las lágrimas corren por mi rostro.
Es mi elección.
Jake me deja todo esto a mí, incluso si eso lo mata.
Mi respiración llena mis oídos.
Probablemente yo nunca elegiría la vida que he elegido.
El universo me jodió en cuanto a mi adolescencia, y seré un adicto hasta que me muera.
No hubo nada mejor que eso.
Perder a mi mamá no fue mi elección.
Tampoco lo fue estar atrapado con mi padre. Nunca lo elegiría.
No tengo idea de lo difícil que será esto para nosotros, pero creo que podría poner a
prueba mi sobriedad más que cualquier otra cosa por la que haya pasado.
Pero somos putas almas gemelas, y él ni siquiera cree en eso.
¿Yo necesitaba una elección? Probablemente no.
Entonces, tomo su mano y digo—: Necesito que me prometas que volverás...
Y con tanto alivio en su rostro, Jake asiente y dice—: Lo prometo.
—Y que no te vas a rendir, porque yo no voy a estar ahí. Voy a estar aquí. Solo.
Voy a estar solo.
Bajo la cabeza y empiezo a sollozar.
Jake acuna mi rostro y lo levanta suavemente, y me besa, diciendo—: No me voy a
rendir. Te lo prometo, —antes de abrazarme, y ambos seguimos llorando y abrazándonos
tan fuerte que el monitor suena como loco.
—Nunca volverás a estar solo, —dice, y yo le creo (quiero creerle).
Somos almas gemelas después de todo.
Pero Jake se va.
Y no sabe cuándo va a volver.
POR SUPUESTO, ESTAMOS SANGRANDO

JAKE
TRES DÍAS DESPUÉS

Me paro junto a la ventana con Bella acurrucada contra mi pecho y presiono mi boca en la
parte superior de su cabeza, observando cómo mi hermano avanza por el camino de
entrada y se estaciona frente a la casa de Félix.
El coche de Riley está muy cerca.
Y a pesar de que me envió un mensaje de texto cuando salió y le dije que estaría listo y
esperando, CJ sigue tocando la bocina durante tres pitidos largos y desagradables, y cuando
me ve, saluda como un niño pequeño desde detrás del parabrisas, usando ambas manos
como si no pudiera verlo.
—Idiota —murmuro, haciéndole una mueca.
Y cómo sonríe.
Me alejo y llevo a Bella hacia la puerta, y grito escaleras arriba.
—¡Está aquí!
—¡Ya bajo! —Félix grita.
Bella ronronea y frota su rostro contra mi cuello.
—Yo también te voy a extrañar —digo—. Pero si no eres amable con él mientras no
estoy, no te cargaré más. ¿Entendido? Deja de ser una maldita perra.
Ella me muestra su trasero y luego salta hacia abajo mientras Félix baja corriendo las
escaleras con esa bolsa de regalo de Feliz Retiro. Hay algo dentro otra vez.
—Bueno. Estoy listo, —dice.
Y lleva ese gorro como el primer día que lo conocí, y otra sudadera mía. Básicamente
confiscó la mitad de mi guardarropa.
Las despedidas apestan.
—Creo que deberías tener un perro —digo, tratando de distraerme de la inminente
soledad con la que estoy a punto de ser golpeado—. Y no me vengas con esa mierda de,
pero soy Capricornio, Jake. Consigue un perro. Uno que ladre y te avisa cuando los imbéciles
se detienen frente a la casa.
Félix ladea la cabeza.
—¿Un perro grande?
—Yo no compraría uno pequeño. Bella probablemente lo mataría.
—¿Oh, de verdad? Pensé que mi gata era tan dulce y para nada una perra, Félix. ¿Qué
pasó? —Sus ojos se estrechan—. Oh, no puede ser. ¿Te mostró su trasero…?
Mis ojos se desplazan hacia Bella, donde se encuentra a unos metros de distancia, y me
quejo—: Estoy seguro de que no quiso decir nada con eso.
—Y una mierda, —se ríe Félix—. Oh, joder. Ahora nos odia a los dos.
—Ella no me odia.
Me agacho, extiendo mi mano y le hago señas para que se acerque silbando entre
dientes, y eso suele funcionar siempre, pero Bella no se mueve.
¿Y ella solo me mira de reojo?
Me levanto de nuevo.
—Da igual. Consigue un perro.
Félix contiene su risa.
—Está bien, Jake. Nos conseguiré un perro.
Nos. Nosotros.
Quiero que siempre haya un nosotros.
Lucho por ello, tanto como lucho por mí mismo.
Dios. No puedo creer que casi le compro un anillo a Katie. Debería llamar a mi antiguo
compañero de habitación y agradecerle por follársela y joder todo ese plan.
Realmente pensé que lo tenía todo.
La vida era más fácil en algunos aspectos, pero no tuve el apoyo hace meses como el que
tengo ahora con Félix y mi hermano, y las reuniones que encontré, con compañero de
habitación o no, eventualmente habría tenido un desliz.
Puedo garantizarlo.
Y no estoy seguro de que Katie se hubiera quedado a mi lado. Pero eso no es culpa de
ella.
Yo soy un poco gilipollas. Y eso es cuando estoy limpio.
Soy peor cuando no lo estoy.
Y esta vida no es para todos.
—¿Listo para partir? —Félix pregunta, cambiándose la bolsa a una mano.
Da un paso más cerca y toma mi mejilla con la otra y rasca sus dedos contra la barba
que me ha pedido que me deje desde que salí del hospital.
A Félix le gusta.
—¿Más regalos? —Pregunto, mirando la bolsa. No puedo decir lo que hay en ella—.
¿Eso es más de mi mierda? Creo que empaqué lo suficiente.
—No. Y no mires. Guardaré esta sorpresa durante las seis horas completas. —Deja caer
la mano y da un paso a mi alrededor para abrir la puerta—. Vamos antes de que mi
hermano mayor se enoje y vuelva a tocar la bocina.
Sonrío.
Sí, así es como Félix se refiere ahora a mi hermano. La única forma en que se refiere a él.
Dudo que use su nombre nunca más.
Agarro mi bolsa de lona y sigo a Félix afuera, donde está parado frente a la camioneta de
CJ con mi hermano y Riley. Y los tres me miran tan de cerca y con tanto cuidado mientras
me acerco, como si estuvieran preocupados de que pueda cambiar de opinión sobre esto y
salir corriendo en cualquier dirección.
Entiendo la preocupación.
También la odio.
—Bonita bufanda, —le digo a mi hermano, con la esperanza de desviar la atención hacia
él.
CJ me mira fijamente mientras Riley aprieta el nudo azul debajo de su barbilla.
—¿No es increíble? —ella pregunta—. Combina perfectamente con su uniforme.
—Así es, —digo.
—Muero de ganas por la mía, —agrega ella.
Félix sonríe desde el otro lado de mi hermano y le dice—: Estoy trabajando en ella.
Debería terminarla pronto.
—¿Como te sientes hoy? —pregunta CJ, todavía mirándome de cerca y con cuidado e
ignorando a todos los demás.
No hay forma de distraerlo. No cuando se trata de mí.
Y me encanta importarle a mí hermano lo suficiente como para que se preocupe. Ojalá
no le diera motivos para hacerlo.
—Estoy bien, —digo—. Listo para partir.
Riley da un paso adelante, con los brazos extendidos y una suave y triste sonrisa en su
rostro ahora.
—Ven aquí, Jake.
Me agacho y la abrazo con mi brazo libre.
—Puedes hacer esto, —dice ella—. Sé que puedes.
—Gracias.
Aprieta mi cuello, luego se inclina hacia atrás y me besa en la mejilla antes de alejarse y
dejar caer la cabeza para que no pueda ver las lágrimas en sus ojos. Pero sé que están allí.
CJ lanza su brazo alrededor de ella y la tira contra su costado, y Riley discretamente se
limpia la cara.
Sé lo afortunado que soy de tener la familia que tengo. Tener padres y un hermano y
una cuñada que no se darán por vencidos conmigo. Y Félix está incluido.
Él entiende esta vida mejor que nadie.
Lo miro mientras mi hermano se despide de Riley y Félix sonríe cuando nos miramos a
los ojos, y recuerdo estar tan nervioso ese primer día en la reunión de Mac y mirar hacia
abajo en la fila de sillas pensando en irme cuando capté la atención de este chico.
Me miró como si estuviera feliz de que yo estuviera allí y me sonrió como lo está
haciendo ahora.
Me mantuvo sentado allí.
—¿Listo? —pregunta mi hermano, interrumpiendo mis pensamientos.
El aire frío me pica en la nariz cuando respiro profundamente y luego asiento con la
cabeza y le digo—: Sí. Vamos.
CJ asegura mi bolso en la caja de su camioneta mientras camino por el lado del pasajero
detrás de Félix, y entiendo el encanto de los autos antiguos y lo jodidamente genial que es
conducir uno, pero el viejo Chevy de mi hermano no tiene un asiento trasero.
Lo que significa que vamos a estar todos apilados al frente, sentados hombro con
hombro en el banco.
Me hubiera gustado un poco de privacidad con Félix en este viaje de seis horas.
Siento que mi ansiedad aumenta y me aclaro la garganta varias veces, con la esperanza
de aliviar un poco la opresión en mi pecho.
—¿Estás bien? —Félix pregunta después de que me subo y me siento a su lado.
Asiento con la cabeza, luego observo cómo mete la bolsa de regalo debajo del asiento lo
mejor que puede y la bloquea con las piernas, y cuando me mira, mis cejas se levantan.
—Estás aplastando mis donas, —le digo.
Y santo cielo, se sonroja tan rápido. Está pálido y luego rojo. Toda su cara está roja
ahora, pero en verdad fue un pensamiento al azar, no iba en serio.
Dudo que sean donas. Quiero decir, podrían ser, conociendo a Félix. Es por eso que
descarté esa conjetura.
¿Estoy en lo cierto?
—¿Quién dice que son donas? —Sus palabras son apresuradas y ya no me mira—. O
algo que se coma. Nunca dije que tu sorpresa fuera comestible. ¿Has mirado, Jake?
—No.
—No te creo. ¿Cómo pudiste adivinar eso?
—Entonces, ¿son donas? —sonrío
—¡No! Deja de adivinar.
Me inclino y beso su mejilla mientras mi hermano sube.
—Gracias por las donas, —le digo.
—Oh, Dios mío, cállate, —se queja Félix—. No son donas.
—Creo que sí son.
—¿Va a haber una discusión así durante las seis horas? —CJ pregunta, cambiando a
reversa—. Porque si me piden que me ponga del lado de alguien, será el de mi hermanito.
Siempre.
—¿Qué? —Coloco mi mano en el tablero y me inclino hacia adelante mientras
retrocedemos para dar la vuelta—. ¿No te pondrás de mi lado en nada? Acabo de salir del
hospital, imbécil.
—Lo siento, Jake, —CJ se encoge de hombros, sin parecer arrepentido en lo más mínimo
—. Es más agradable que tú. Y la última vez que lo comprobé, nunca me has hecho una
bufanda.
CJ le sonríe a Félix (que nunca se había visto tan feliz) y luego cambia a primera, avanza
y le toca el claxon a Riley antes de doblar por el camino de entrada.
Me acomodo contra el asiento y miro por el parabrisas.
Aunque me alegro de que mi hermano y Félix sean cercanos (especialmente porque yo
no estaré cerca), necesito asegurarme de que una cosa quede clara.
—Félix es mi mejor amigo —gruño—. No el tuyo, CJ. Así que ni siquiera pienses en
ocupar mi lugar mientras no estoy o te patearé el trasero.
Lo sé. Sueno absolutamente ridículo.
No hay forma de que pueda golpear a mi hermano. Finalmente he aceptado esa verdad.
¿Todo lo demás que dije?
Lo digo en serio. Cada palabra.
Félix se mueve a mi lado mientras la risa tranquila de CJ llena la cabina.
—Cierra la puta boca, —me quejo—. Solo sígueme la corriente. Necesito esto.
—No hay problema, hermanito. No cruzaré al territorio de los mejores amigos. Eso es
todo tuyo.
—Jodidamente bien, soy todo yo.
Mi teléfono vibra en mi bolsillo, lo saco y abro el mensaje de texto que Félix me acaba de
enviar.
siempre serás mi mejor amigo <3

Miro su perfil y sonrío justo cuando el teléfono vuelve a vibrar en mi mano.


Luego giro la cabeza y leo su siguiente texto.

Dios, voy a extrañar esa polla :)

—Santo Dios, —murmuro, presionando el talón de mi mano contra mi entrepierna—.


¿Estás loco?
—¿Qué pasa? —pregunta CJ.
—Nada.
Rápidamente escribo mi respuesta.

No me mandes mierda así ahora!

lo siento jajaja

hola son las 11:11

y?

pide un deseo

por qué

porque son las 11:11. duh

??

no lo entiendo

date prisa antes que el tiempo cambie!

PIDE UN PUTO DESEO JAKE!

Dios está bien

Ojalá fuera dentro de 4 años y no nos tuviéramos que despedir hoy

Siento ojos sobre mí y giro la cabeza, y Félix frunce el ceño.


—Dijiste que pidiera un deseo. —Me encojo de hombros—. Ese es el único deseo que
tengo.
—Sin embargo, no es una despedida, —dice, manteniendo la voz baja para que al menos
podamos pretender que somos solo nosotros dos en esta conversación—. Nunca nos
despedimos. Esto es solo... esto es un te veré pronto. Porque lo harás. Me verás el primer día
de visita y cada uno después de ese. Y cada vez que tenga la oportunidad de verte, lo haré.
Conduciré hasta ti, y oye, puedo hacerlo ya que mi novio me prestará su coche hasta que
regrese. Te visitaré cuando quieras, Jake.
—¿Qué pasa si quiero que lo hagas todo el tiempo? —Pregunto, con la misma suavidad
—. ¿Qué pasa si esto continúa por un tiempo y no vuelvo a casa por meses o más? Y tú
trabajas, Félix. ¿De verdad vas a conducir seis horas de ida solo para pasar un día conmigo?
—Conduciría seis horas solo para pasar una hora contigo.
Mi boca se cierra de golpe, cierro los ojos y respiro profundamente y dejo que el calor
que llena mi pecho se extienda.
—Necesitaba oírte decir eso. Gracias —le digo.
Y lo miro a los ojos de nuevo.
—Has estado preocupado por esto, eh, —dice.
—Entre otras cosas, sí. Estoy realmente jodidamente ansioso en este momento.
—Lo sé. Pero estaremos bien, ¿recuerdas?
Se sube la manga y me muestra el brazo.
Yo hago lo mismo y le muestro el mío.
Luego, Félix se inclina para darme un beso breve y deja caer su cabeza sobre mi hombro
mientras levanta su teléfono, abre nuestros mensajes de texto nuevamente, y veo que toma
una captura de pantalla de nuestra conversación más reciente y luego sube las imágenes a
una carpeta en su Google Drive.
—Hostia puta. —Me río.
Félix levanta la cabeza para mirarme y pregunta—: ¿Me viste hacer eso?
—Sí.
—Bueno. Déjame explicarte. Sé que es un poco raro, pero me preocupa perder todo lo
que hemos…
Cierra la boca y se queda mirando la pantalla de mi teléfono cuando le muestro mi
propio drive, y la única carpeta que he creado hasta ahora. Con su nombre.
—¿Crees que me arriesgaría a perder alguna de esas selfies que me enviaste? —
Pregunto—. Siempre hago una copia de seguridad de mi mierda. Bien. La mierda
importante, de todos modos.
—Ambos lo hacemos.
—Eso parece.
—¿Ves? Por eso somos putas almas gemelas, Jake. Y mejores amigos. —Rápidamente
gira la cabeza antes de agregar—: Lo siento, hermano mayor. Ese lugar nunca fue tuyo.
Me inclino hacia delante y le sonrío a mi hermano.
—¿Escuchaste eso? Nunca será tuyo, como yo dije.
CJ mantiene la vista en la carretera y murmura algo sobre las seis horas más largas de
su vida antes de encender la radio.
Kings of Leon llena el taxi.
Miro a Félix y descubro que ya me está mirando, sonriendo.
—Estaremos bien, —me dice, sabiendo que necesito escucharlo de nuevo.
Luego deja caer su cabeza sobre mi hombro y miro por el parabrisas, con la esperanza
de sentirme así de bien el resto del viaje.
Alerta de spoiler: no es así.

Mi ansiedad aparece en oleadas durante las próximas cuatro horas, y es la puta cosa
más molesta.
Un minuto estoy sonriendo y riéndome con Félix y al siguiente, estoy luchando por
respirar a través del dolor en mi pecho y me retuerzo las manos y giro la cabeza para que
nadie vea mis ojos llenos de lágrimas. Me siento bien un minuto y enfermo y mareado al
siguiente. En un momento durante el viaje, casi vomito.
Y aunque soy una mierda en ocultar lo que está pasando, todavía lo intento.
Cuando Félix busca en mi cara y me pregunta con o sin palabras, lo finjo. Estoy bien.
Debería haber comido algo esta mañana. A veces me mareo en el coche. Tal vez algo de lo que
estoy sintiendo son las drogas saliendo de mi sistema. Tal vez no. Solo sé una cosa.
Quiero esto y necesito esto, y estoy absolutamente aterrorizado de eso.
¿Qué pasa si no puedo volver a hacer rehabilitación?
Llevamos cinco horas cuando mi hermano sale de la autopista para cargar gasolina, y
opto por quedarme en la camioneta mientras CJ mira la bomba y Félix entra para orinar, así
que estoy solo cuando llega la próxima oleada de pánico.
Me froto la cara por milésima vez, luego dejo caer la cabeza contra el asiento y cierro los
ojos con fuerza.
Me concentro en mi respiración, dentro y fuera por la nariz. Respiraciones largas y
profundas que joden todo por mí. Nada de lo que hago ayuda.
No puedo evitar esto, y sé que empeorará cuanto más nos acerquemos.
¿Qué carajo voy a hacer?
CJ abre la puerta del lado del conductor y asoma la cabeza para preguntar—: Voy a
tomar algo. ¿Quieres algo?
Mi sonrisa es tan jodidamente falsa.
—Estoy bien.
La puerta se cierra justo cuando mi teléfono vibra en mi bolsillo, y con dedos rígidos, lo
saco y miro la pantalla, y realmente no creo en el destino ni en ninguna mierda romántica
pesada como esa, así que por favor explícame ¿cómo Félix sabe que lo necesito ahora
mismo?

puedes venir aquí por favor?

Salgo de la camioneta y corro por el estacionamiento, siguiendo a una pequeña tienda


detrás de algunas personas.
CJ ya está en la cola de la caja registradora y levanta la barbilla cuando me ve.
Le devuelvo el saludo y luego miro a mi alrededor en busca de Félix, escudriñando los
tres pasillos y no lo encuentro. Le envío un mensaje de texto.

donde estás

en el baño

Camino hacia la parte trasera de la tienda donde el letrero del baño cuelga del techo con
una flecha que apunta hacia un pasillo corto. Me deslizo por ella.
Choco con alguien que sale del baño de mujeres, me disculpo y abro la puerta del baño
de hombres. Doy un paso adentro.
Hay un tipo que termina en uno de los urinarios y... eso es todo.
—¿Félix?
La puerta del cubículo del medio se abre y él mira a su alrededor, sonriendo.
—Ey.
¿Y cómo es que ya me siento mejor?
Me acerco y él agarra mi muñeca y me jala dentro del cubículo, y tengo que envolver
mis brazos alrededor de él y básicamente colocarnos sobre el puto inodoro para que la
puerta pueda cerrar. Y ambos nos estamos riendo ahora.
—¿Qué pasa? —Pregunto, moviendo mis manos a su cintura.
Félix me mira y humedece sus bonitos labios.
Tiene los ojos brillantes y sonríe tímidamente como si tuviera un secreto que contarme,
y estoy tan feliz de que se haya quitado ese gorro hace un par de horas, porque su cabello
es un desastre de rizos y tan condenadamente perfecto.
Solo mirarlo me hace feliz.
Y luego está metiendo su mano entre nosotros y frotándose contra mi entrepierna,
palmeando mi polla a través de mis jeans.
Y ahora estoy muy feliz.
—Te quiero, —dice.
Gimo, empujando en su agarre.
—¿Tienes un fetiche con los baños públicos o algo así?
—Como si tú no quisieras que te chuparan la polla.
—Sí quiero, es solo que… —Inclino mi cabeza hacia la pared—. Sabes que no estamos
solos, ¿verdad?
Félix sigue acariciándome como si una audiencia no importara, y cuando me aprieta
justo y me lame la garganta, dejo de preocuparme por todo lo demás que no sea esto.
Me empuja hasta que mi espalda está contra la pared, y ambos trabajamos rápidamente
en mis jeans, desabrochándolos y abriéndolos mientras él besa mi cuello.
—Necesito esto, —le digo.
—Lo sé.
Empujo mis pantalones y bóxers hacia abajo lo suficiente y luego agarro su rostro con
ambas manos, levantando su cabeza para poder llegar a su boca.
—Me encanta besarte —digo, y cuando sonríe, trazo sus labios con mi lengua.
Félix gime y se abre.
Nos besamos duro y profundo, y pierdo el aliento cuando su mano se envuelve
alrededor de mi eje.
—Joder, sí, —estoy jadeando y mirando al techo y Félix me está acariciando y jugando
con mis bolas mientras me hace dos chupetones (al menos) por todo mi cuello.
—Fóllame la boca, ¿sí? —dice mientras cae de rodillas—. No seas gentil conmigo, Jake.
Hazme tener arcadas.
Lo observo con la boca abierta mientras me pajea contra su lengua. Paso ambas manos
por su cabello.
—Sí, —jadeo.
Él lame el líquido preseminal de mi polla.
—Dime que me amas, —dice.
—Te amo.
Se siente como la cosa más fácil que he dicho.
Félix lame a lo largo de la parte inferior de mi eje hasta la punta y luego me traga por
completo.
—Joder.
Sostengo su cabeza en su lugar y embisto en su boca húmeda y cálida. Golpeo la parte
posterior de su garganta cada vez. Y cuando sus ojos oscuros se humedecen y se atraganta,
saliva goteando de mi polla, sonrío a través de un gemido.
—Te amo —digo de nuevo, mi respiración entrecortada.
Félix no me quita los ojos de encima.
—No puedo perder esto. No puedo perderte, y estoy jodidamente asustado. —Me salgo
de su boca y luego me introduzco lentamente de nuevo—. Tengo mucho miedo, Félix.
Se aparta y sigue acariciándome.
—Lo sé. Has estado enloqueciendo todo el viaje.
—Estoy tratando de no hacerlo.
—¿Crees que te sentirás mejor después de correrte por mi garganta? —Gime alrededor
de la punta de mi polla como si fuera lo mejor que ha tenido en su boca.
Me tambaleo un poco.
—Dios, eres demasiado bueno en eso.
—Muero por tragarme tu corrida. Me encanta tu sabor, Jake.
—¿Sí? —Empujo suaves rizos de sus ojos y lo observo, con la boca abierta—. Eres
jodidamente hermoso.
Se quita y se ríe.
—Soy hermoso de rodillas, eh.
—Cierra la boca. —Agarro mi eje y pinto sus labios con saliva—. Eres hermoso todo el
tiempo. Y nunca he pensado eso de un chico. Pero de ti sí, Félix. Dios, te amo.
—Yo también te amo. —Él lame mis dedos y alrededor de mi eje—. Quita tu mano.
Déjame hacerte sentir bien, bebé. Puedo hacerte sentir tan condenadamente bien.
Bebé.
Mierda, me gusta eso.
Y me olvidé por completo de usar ese apodo en él y cuánto Félix quería que lo hiciera.
Pongo ambas manos en su cabello de nuevo y lo guío hacia mi polla, diciendo—: Abre
bien, bebé.
Sus mejillas se sonrojan y se levantan.
—Mírate sonriendo con la boca llena —digo, moviendo mis caderas. Gimo cuando
acaricia mis bolas—. Joder, sí. Juega un poco con ellas.
Me pajea la polla mientras lame mis bolas, mojándolas bien.
—Chúpalas —digo, y me arqueo lejos de la pared cuando se lleva una a la boca—. Así,
bebé. Mierda.
—Abre un poco las piernas.
Amplío mi postura unos centímetros.
—Eso es todo lo que puedo hacer. ¿Por qué?
Félix me mira a los ojos mientras sigue acariciando mi polla, llevándose la otra mano a
la boca, y lo veo chupar su dedo medio antes de que desaparezca debajo de mis bolas y
empuje entre mis nalgas, y envuelve sus labios alrededor de mí. mientras la yema de su
dedo roza mi entrada.
—Oh, mierda, —jadeo, mis muslos ardiendo contra el estiramiento de mis jeans—.
Hostia puta. Haz eso de nuevo.
Félix frota su dedo contra mi agujero y se menea en mi polla.
Nunca hemos hecho esto, no conmigo, y por qué diablos no.
Estoy maldiciendo su nombre y gimiendo mientras trato de follarle la cara y montar su
dedo, y todo se siente jodidamente bien.
—Estoy tan cerca, —digo, meciéndome en su boca.
Su otra mano se une así que me está acariciando y chupando, la presión y el calor
húmedo y Félix.
Dios, Félix.
Me mira como si yo le estuviera dando algo, y como si él pudiera hacer cualquier cosa
para seguir recibiéndolo.
—Te amo tanto, —jadeo—. No puedo perderte.
Niega con la cabeza y sigue chupando.
—Oh, Dios. Esto se siente increíble.
—Vas a dejarme tener este culo algún día, ¿verdad? —sale para preguntar, tragándome
de nuevo antes de que pueda responder.
—Lo que quieras. Te dejaré hacer lo que quieras. Te sientes tan jodidamente bie-ah,
joder. ¡Joder! —Me encorvo cuando su dedo me penetra, un brazo sale disparado y se apoya
en la pared opuesta—. Joder, joder. Mierda. Me corro.
Félix mete su dedo en mi culo y se provoca arcadas con mi polla, y cierro los ojos
aunque no quiero cuando mi orgasmo golpea dentro de mí, abrumador e inesperado.
Gimo cuando el primer chorro de semen baja por su garganta y tiro de su cabello
cuando traga alrededor de la punta de mi polla.
Mis ojos se abren rápidamente, miro hacia abajo y observo cómo lo traga todo con
lágrimas en los ojos, su dedo todavía trabajando dentro de mí. Y cuando se traga el final de
mi corrida, gime antes de salirse.
—Tan jodidamente bueno, —jadea, lamiéndose los labios.
Saca su dedo y me sonríe, dándole un último tirón a mi polla mientras me derrumbo
contra la pared.
—Ven aquí, —digo arrastrando las palabras.
Félix se pone de pie y dice—: Suenas bien relajado ahora.
—No creo que pueda moverme.
Levanto la vista cuando él besa todo alrededor de mi cuello, mis manos aún en su
cabello.
—Mm, —gimo, y mis ojos están tan pesados ahora.
—¿Fue bueno? —él pregunta.
—Creo que me chupaste los sesos a través de mi polla.
Su risa es cálida y dulce.
—¿Y tu dedo en mi culo? Dios.
Félix se recuesta y me mira directamente.
—Ahora sabes por qué lo amo tanto. Y cuando sea mi polla, realmente te volveré loco.
—Estoy seguro de que así será. —Acuno sus mejillas sonrojadas—. Eres bueno en esto.
—¿Dando mamadas? —Él sonríe—. Lo sé.
Me río y tiro de él para que podamos besarnos, y mi polla se sacude cuando me pruebo
en su lengua.
—Eres bueno distrayéndome —aclaro, hablando contra sus labios—. Y haciéndome
sentir mejor.
—Siempre lo intentaré, Jake.
—Lo harás, ¿verdad?
Él asiente suavemente y me besa una vez más antes de que finalmente nos separemos lo
suficiente, puedo subirme los bóxers y los jeans.
—Hablando en serio. ¿Te sientes mejor ahora? —él pregunta.
—Sí. —La presión en mi pecho se ha ido, y mis manos están firmes ahora—. Sí, me
siento mejor. Gracias.
—De nada.
—Será mejor que salgamos antes de que mi hermano venga a buscarnos —digo,
subiendo la cremallera.
—Bueno. —Félix abre la puerta y me mira antes de abrirla—. También soy muy bueno
chupando una polla, ¿verdad? —pregunta, como si no lo supiera ya.
Pongo los ojos en blanco.
—Sí, Félix. Eres el mejor.
—Aww. Eres tan dulce, Jake. Díselo a todos los que conoces, ¿vale?
Los dos nos reímos cuando tiro de él hacia atrás para que pueda abrir la puerta y luego
lo empujo fuera del cubículo. Lo sigo afuera.
Y ambos miramos al tipo que no debería estar todavía en los urinarios, pero lo está. Está
en el mismo lugar que estaba cuando entré aquí por primera vez.
Solo que ahora, está frente a los puestos y acariciando su polla corta y gorda mientras
su otra mano está metida debajo de su cuello redondo para poder jugar con su pezón.
—Tío, —gruño—. ¡Qué coño!
—¡Que rayos! ¡Guárdate la polla! —Félix dice.
Es mayor, probablemente rozando los sesenta, con una barriga grande y canas por toda
la panza y el pecho. Su barba es larga y descuidada, y su ropa está cubierta de grasa.
¿Y mencioné que su puta polla está afuera?
Quiero decir, lo entiendo porque fuimos ruidosos, pero aun así. ¿Que mierda?
El tipo mira de mí a Félix, y ahí es cuando este hijo de puta realmente gime.
—Yo soy el siguiente, —gruñe, sacudiendo su polla a mi maldito novio—. Ven a
chupármela, muchacho.
—Oh, mierda, —murmura Félix.
—¿Qué cojones acabas de decir? —Avanzo hacia este psicópata, listo para arrojarlo de
cabeza a un urinario, y él sigue masturbándose y mirando a Félix como si pudiera descargar
su carga con solo mirarlo, así que cuando me golpea con un gancho izquierdo mientras
sigue golpeando su polla, no me lo espero.
Tropiezo de lado y gimo, saboreando la sangre en mi boca.
Félix me mira con los ojos muy abiertos y luego cruza volando el baño.
—¡Nunca lo toques, me escuchaste! —ruge, balanceándose y lanzando un puñetazo en
la mejilla de este gilipollas.
El idiota se tambalea hacia atrás un paso, luego finalmente suelta su fea polla para
agarrar la sudadera con capucha de Félix.
Él tira de él cerca, y su puño se conecta con un lado de su cara, causando que Félix gruña
de dolor, y cuando el bastardo ladea su brazo hacia atrás para asestar otro golpe, lo
detengo golpeando su costado y clavándolo en las costillas.
Hace una mueca y gime, y lo golpeo de nuevo en el mismo lugar, esta vez haciendo que
se doble hacia adelante.
Félix se suelta de su agarre, y me pongo frente al tipo y golpeo su cuello redondo en el
hombro. Y con un puñetazo rápido, le doy justo en la nariz.
—¡Argh! —grita, cayendo de rodillas. La sangre brota de su rostro.
—Puto enfermo. —Le escupo al tipo, luego miro a Félix.
Está jadeando ahora y su labio está sangrando. Se pasa la mano por la boca,
manchándose de sangre.
—Mierda, —susurra.
—Voy a llamar a la policía, —amenaza el tipo, su voz ahogada por las manos que cubren
su rostro.
—Deberíamos irnos, —dice Félix, y ahora parece asustado.
Y no puedo evitar reírme.
—¿Qué carajo? —digo—. Tú y tu fetiche con baños públicos.
Félix también se ríe ahora.
Agarro el brazo de su sudadera con capucha y tiro de él hacia mí.
—Ven aquí. —Tomo su mejilla enrojecida.
Y Félix sonríe mientras bajo mi boca hacia la suya.
Nuestro beso tiene un sabor metálico y solo dura un par de segundos, porque el idiota
comienza a levantarse y a murmurar sobre presentar cargos, y yo tengo que ir a
rehabilitación, así que...
Agarro la mano de Félix y salimos corriendo del baño y corremos por la tienda, ambos
riendo todavía porque, por supuesto que esto nos pasaría a nosotros, y cuando salimos a
empujones, mi hermano sale a la mitad de la camioneta para gritar a través de la calle. lote.
—¡Qué demonios! Estaba a punto de entrar allí. —Sus ojos se estrechan cuando nos
acercamos—. ¿Ambos están sangrando?
—¡Tenemos que irnos! —Félix grita.
—Tiene razón. Métete en la camioneta —agrego, abriendo la puerta del pasajero. Me
subo detrás de Félix, empujándolo para hacer un poco de espacio.
—¿Qué diablos pasó? —pregunta CJ.
El idiota sale a trompicones y escanea frenéticamente el lugar, y sus malditos
pantalones todavía están desabrochados.
—Asqueroso, —murmura Félix.
—¿Qué coño, Jake? —Mi hermano se inclina hacia adelante y me mira.
—¿Qué? —Finjo inocencia—. Lo juro por Dios, él comenzó.
—¿Qué pasó?
—¿Podemos simplemente irnos? Te lo explicaré una vez que nos saques de aquí.
CJ (finalmente) se aleja de la gasolinera y nos saca del estacionamiento mientras yo
tomo algunas servilletas de la guantera.
Le entrego un par a Félix y ambos las sujetamos contra nuestras bocas sangrantes.
Y luego volvimos a la carretera y Félix se ríe en silencio a mi lado, y cuando lo miro,
sonríe con sangre en los dientes.
Dejo caer mi cabeza contra la suya y nos reímos juntos.
—¿Sabes que? Ni siquiera quiero saber, —dice mi hermano. Y ahora también se está
riendo—. Dios, Jake. Vamos a llevarte a rehabilitación.
No puedo dejar de sonreír ahora.
Eso suena muy bien para mí.

Finalmente llegamos al Centro de Adicciones y Recuperación de Tennessee, y aunque


me sentí muy bien durante el resto del viaje (a pesar del dolor en mi rostro), mi estado de
ánimo está bajando y no hay nada que pueda hacer al respecto.
Se acabó el tiempo.
Creo que esta despedida va a ser la más dura de mi vida.
Mis pulmones parecen encogerse mientras salgo del camión, lo que me impide respirar
por completo.
Todavía no puedo mirar a Félix o a mi hermano y evitar que saquen mi bolsa de lona del
compartimento que CJ guardó en él antes de pasar a la parte delantera de la camioneta.
Me quedo allí solo y miro la entrada por la que estoy a punto de atravesar. Una ráfaga
de viento me pica en la cara.
—Jake, —dice Félix a mi espalda.
Cierro los ojos ante la amenaza de lágrimas, luego me doy la vuelta para mirarlo.
Su gorro está de vuelta, tirado hacia abajo para que sus rizos se asomen alrededor de su
rostro. Y se muerde el lado del labio que no está hinchado y se esfuerza tanto por no llorar.
Niega con la cabeza y levanta la bolsa de regalo entre nosotros, como si algo allí pudiera
distraernos de lo que está a punto de suceder.
—¿Listo para tu sorpresa? —pregunta, y suena tan jodidamente miserable.
Dejo mi bolsa de lona y tomo la bolsa, y meto la mano dentro sin mirar.
Mi mano se cierra alrededor de una tela suave y gruesa.
Saco un gorro.
Es de punto (crochet) y del mismo azul que la bufanda de CJ.
Y miro a Félix y sonrío.
Se encoge de hombros y se seca una lágrima de la mejilla.
—No sé una mierda sobre el clima aquí, pero no quería que tu cabeza se enfriara , —
dice.
Lo pongo en mi cabeza y pregunto—: ¿Puedes arreglarlo? —mientras meto la mano en
la bolsa para sacar lo que queda, y Félix baja el gorro, de modo que cubre mis oídos
mientras saco un pequeño recipiente para llevar de su restaurante favorito.
De nuestro restaurante favorito.
—Tendrás que comer esto antes de entrar. Podrían confiscártelo. —Él resopla cuando
abro la tapa y dice—: No puedo creer que lo hayas adivinado.
Sonrío.
—Solo chispas de arcoíris, ¿verdad?
—Obviamente. Ten un puto gusto.
Dejo caer el recipiente en la bolsa y lo dejo a un lado, luego rompo la dona por la mitad
para que podamos compartirla, y Félix se traga la suya como de costumbre mientras que la
mía se acaba en dos bocados.
Cuando terminamos, Félix me mira, y yo lo miro a él, y ambos tratamos de sonreírnos,
pero ahora estamos llorando.
Y hay glaseado en su labio, porque por supuesto que lo hay.
Agarro la parte delantera de su sudadera con capucha y lo atraigo hacia mí, envolviendo
mis brazos alrededor de sus hombros y dejando caer mi cabeza junto a la suya. Inhalo las
puntas de su cabello.
Huele a casa.
—Estoy orgulloso de ti por hacer esto, —dice mientras nos abrazamos, apretando su
agarre alrededor de mi espalda—. Eres mi persona favorita en el mundo. Nada va a cambiar
eso, ¿de acuerdo?
—E-Está bien, —me atraganto.
—¿Dónde vas a estar en cuatro años, Jake?
—Limpio. Contigo.
Él asiente antes de inclinarse lo suficiente para besarme.
Nuestros labios rotos se presionan juntos, y nunca nada se ha sentido tan bien.
—Te amo —digo, sosteniendo su rostro ahora, nuestras frentes tocándose.
—Yo también te amo.
Limpio sus lágrimas con mis pulgares.
—Llamaré cada vez que tenga la oportunidad —digo.
—Y te visitaré todo el tiempo, —promete.
—Sigue yendo a las reuniones. Y habla con Dean y mi hermano si te apetece... por favor,
sigue con vida. ¿Vale? —Mi voz se quiebra—. Tienes que hacerlo, Félix. Por favor.
—Lo haré. —Solloza y atrapa algunas de mis lágrimas—. Cuatro años, Jake.
—Cuatro años.
—Te veré pronto, ¿verdad?
Lo beso una vez más, saboreándolo a él y esto. Luego me retiro y le digo—: Te veré
pronto.
Nos separamos, y cuando miro por encima del hombro, mi hermano me está esperando.
Me muevo alrededor de las bolsas y me acerco a sus brazos que me esperan.
—Oye, hermanito, —dice, apretando mi espalda—. Hemos estado aquí antes, ¿no?
Asiento y me aferro a él con más fuerza.
—Es más fácil esta vez, y tal vez no debería serlo. Pero puedo dejarte aquí porque sé
que puedes hacer esto, Jake. No tengo ni una puta duda. ¿Está bien?
—Tengo miedo, —murmuro.
—Lo sé.
—Necesito que cuides de Félix por mí, ¿de acuerdo? Él no...
—Lo tengo, Jake.
Y la voz de CJ no tiembla como la mía.
Cierro los ojos y me aferro a mi hermano un poco más, y luego digo—: Está bien. Estoy
listo.
Nos separamos, agarro mi bolso mientras CJ se acerca para pararse junto a Félix, y
cuando los miro, mi hermano tiene su brazo sobre los hombros de Félix.
Están juntos casual y cómodamente como si se conocieran desde hace años.
Y eso me permite alejarme de ellos, sabiendo que se tendrán el uno al otro mientras no
esté.
CJ grita—: ¡Te amamos, imbécil! —cuando estoy a la mitad de los escalones, me río y lo
tiro por encima del hombro.
La risa de mi hermano llena el aire.
Llego a la entrada, las puertas dobles por las que he caminado y salido antes.
Eso es todo.
Y Félix grita—: ¡Puedes hacer esto, Jake!
Suena tan seguro porque lo está.
Lo he hecho antes, y lo voy a hacer de nuevo.
Puedo hacer esto.
Abro la puerta y entro.
BÁSICAMENTE ME COMÍ UNA DONA CON ESTE CHICO
Y ME ENAMORÉ, MEMORIAS

JAKE
DOS AÑOS Y NOVENTA Y SIETE DÍAS DESPUÉS

Querido Jake,

Hola <3

No me odies, ¿de acuerdo?

No quiero escribir esto. Y casi no lo hago, pero tal vez sea bueno que lo leas algún día.

Tal vez no. No sé. Realmente no puedo creer que sea una buena idea, porque si estás
leyendo esto, entonces eso no es bueno para mí, ¿verdad?

Estaría jodidamente enojado si me hicieras esto, así que si estás enojado, lo entiendo.

Sé que dije cuatro años y realmente lo intenté. Lo hice. Sabes que lo intenté.

Sabes lo difícil que es esto.

No sé que pasó. Solo sé que no fue tu culpa, ¿de acuerdo?

Quiero hablarte de nuestra vida juntos, aunque no sucederá ahora. Pero lo he pensado
demasiado como para no compartirla contigo. Así que sigue leyendo, ¿de acuerdo?

Estamos limpios. (¡Lo hicimos!)

Y nos mantenemos limpios.

Trabajamos en ello todos los días. Juntos.

Te pedí que te casaras conmigo y dijiste que no porque querías pedírmelo tú (o alguna
mierda linda como esa) y ahora estamos casados.

Somos felices y follamos CONSTANTEMENTE.

Disfrutas que te de por el culo casi tanto como yo disfruto que me lo hagas tú :)

Tenemos un perro que les ladra a los imbéciles cuando llegan a la casa. Es enorme y se
acurruca más conmigo que contigo. JAJA (Pero él también se acurruca contigo) Por
supuesto que sí. ¿Quién no?

Todavía tenemos a Bella. Pero solo porque a los niños les gusta.

Ah, y tenemos hijos.


Charlie y Cassie. ¿Los recuerdas?

Ahora eres bombero. Y lo amas. Eres feliz.

Y sí, todo eso vino a mí durante un sueño húmedo.

Te ves tan sexy como bombero, Jake. En serio, guau.

Y estamos tan bien juntos. Siempre supe que lo estaríamos.

Eres la familia que siempre quise, Jake. Y aunque nunca nos casamos ni tenemos un
perro ni tenemos hijos, me has dado mucho. Y sé que morí feliz por ti.

Nuestra tragedia fue realmente grande, ¿no?

Dile a mi hermano mayor que lo extrañaré. A Riley también.

Siento no haber podido ser tan fuerte como tú.

Por favor supera esto. Hazlo por mí.

Estaré jodidamente cabreado si no lo haces.


Te amare (por siempre)

Félix

Levanté la cabeza del trozo de papel de cuaderno que tenía en la mano y contemplé las
lápidas.
Cuando parpadeo, las lágrimas caen por mis mejillas.
—Realmente te odio en este momento —digo, limpiándome la cara.
Luego miro a Félix mientras camina alrededor de una de las tumbas, y se congela
después de escucharme.
—¿Qué? ¿Por qué me odias?
—No puedo creer que me hayas dejado leer esto.
Arrugo el papel en mi puño mientras me empujo desde el capó de mi coche y lo arrojo al
bote de basura cercano.
Félix niega con la cabeza y sigue caminando hacia mí.
—Te dije que no lo leyeras.
—No, no me lo dijiste.
—Sí, jodidamente te lo dije. Dije, no leas eso, Jake. Vuelve a ponerlo donde lo encontraste
y vámonos. Se supone que nunca debes leer eso. Y dijiste, dice que es para mí, así que lo voy a
leer. —Se detiene frente a mí y ladea la cabeza—. ¿Recuerdas esa conversación? Sucedió
hace como cuarenta y cinco minutos.
—No. Nunca sucedió. —Lucho por sonreír, aunque mis ojos todavía están húmedos por
las lágrimas—. Quiero matar a Dean por hacerte escribir eso. Debería haberte escuchado.
—Te lo dije. —Félix ahueca mi cara y roza sus pulgares contra mis mejillas, atrapando
las lágrimas restantes—. Fue horrible escribirla. Especialmente porque te fuiste y no pude
verte después de escribirla. No me imagino leyendo algo así de ti. Pero supongo que fue un
buen ejercicio. Realmente me hizo pensar en todo lo que estaría perdiendo. ¿Sabes?
Él tiene razón.
¿Cómo podría arriesgarme a poner en peligro lo que es y será nuestro?
Haría cualquier cosa por nosotros.
Giro la cabeza y beso su palma.
—Todo lo que estarías perdiendo. ¿Como casarte?
—Claro. —Se aclara la garganta y deja caer las manos demasiado rápido mientras mira
a cualquier parte menos a mi cara—. Si eso es algo que quieres hacer… yo estaría bien con
lo que sea. No tenemos que dejar que todos sepan que soy tuyo o usar anillos a juego para
indicar nuestro amor y compromiso. Superaré el querer algo oficial como eso y
convertirme en una verdadera familia. No es gran cosa. Simplemente mi mayor sueño.
Sonrío.
—Tu mayor sueño, ¿eh?
—Puedo tener otros sueños. ¿Está bien?
—¿Entonces no debería pedirte que te cases conmigo?
Su cabeza se sacude y nos miramos a los ojos.
—Sí, jodidamente deberías. ¿Acabas de pedírmelo?
—No. Estamos en un cementerio…
Félix se encoge de hombros, tirando de las puntas de su cabello que ahora le ha crecido
hasta los hombros (y se ve tan jodidamente caliente).
Todavía es rizado y un desastre la mayor parte del tiempo.
Me encanta, es una locura.
—Yo diría que sí, Jake. Justo aquí entre los muertos. Solo digo.
Me río y luego levanto su barbilla mientras me inclino, tomando su boca en un beso.
Y dejo que se pregunte al no decir nada más al respecto.
No tendrá que esperar mucho más.
—¿Le dijiste a tu mamá sobre tu semana? —Pregunto.
Es domingo.
Estamos aquí todos los domingos.
Es lo primero que hacemos después de nuestro gran desayuno juntos que prepara Félix.
Solo que ahora lo compartimos con CJ, Riley y su hija de un año, Scout.
Es algo de familia. Puede que no lo entiendas.
—Lo hice, —dice Félix—. Y vi la tumba de mi papá. —Él rueda los ojos—. Amado esposo
y padre. ¿Puedes creer esa mierda?
—¿Le measte encima? Yo lo habría hecho.
Félix se ríe y niega con la cabeza.
—No. Era una mierda, pero tenía sus propios demonios. Tal vez hubiera sido un padre
decente sin las drogas y el alcohol. Tal vez no. Solo sé que no quiero odiarlo más. ¿Cuál es el
punto?
—Eres mejor persona que yo.
—Era adicto y alcohólico. Tenía una enfermedad, Jake, y esa enfermedad lo mató.
—Enfermedad o no, nunca fue bueno contigo. Él no era un padre.
—No, no lo fue. Pero puedo perdonarlo ahora. Tú también deberías.
—Es difícil para mí perdonar a alguien que tuvo todas las oportunidades de amarte y no
lo hizo. Eras solo un niño, Félix. Y si no estaba asegurándose de que no te sintieras amado y
no querido, te dejaba solo. Él debería haberte amado. Así que que se joda.
La sonrisa de Félix es lenta y tímida.
—Me amas como siempre he querido ser amado. Tú compensas todos esos años, Jake.
—Me besa—. Y yo diría que sí. Solo digo.
—No te propondré matrimonio en un cementerio.
—Técnicamente, estamos en el estacionamiento que rodea el cementerio.
—Todavía es jodidamente espeluznante.
—Espeluznante o romántico.
—Espeluznante.
—O-
Lo giro, lo callo, y envuelvo mis brazos alrededor de él por detrás, su espalda pegada a
mi frente.
Camino con él hasta el lado del pasajero del coche.
Félix se aferra a mí y sonríe cuando le beso el cuello. Su mejilla.
—¿Listo para ir a casa, bebé? —Pregunto.
Antes de que pueda responder, una enorme cabeza peluda marrón y blanca asoma por
la ventana trasera y nos ladra dos veces.
—Dunks está listo. ¿No es así, muchacho? —Félix pregunta, tomando la cabeza del
perro entre sus manos e inclinándose para que Dunks pueda lamer su rostro—. Aww. ¿Nos
tardamos mucho? No te preocupes. Recibirás abrazos extra cuando lleguemos a casa.
Dunk.
Abreviatura de dunking, “mojar” en inglés.
Compañero de la palabra dona.
Como mojar una dona.
Sí. Tenemos un San Bernardo llamado 'Dona'.
Puedes adivinar quién eligió el nombre.
Félix investigó la adopción de un perro el día después de que me registré en
rehabilitación. Le tomó casi ocho meses, pero finalmente recibió una llamada sobre un
cachorro abandonado que se encontró fuera de una estación de bomberos.
La estación de bomberos en la que ahora trabajo.
Pensé en convertirme en policía como mi hermano, y creo que lo habría hecho si no nos
hubieran pedido que escribiéramos sobre nuestros deseos de la infancia cuando tenía un
mes en rehabilitación. Pero recordé esa demostración de seguridad contra incendios en la
escuela y lo emocionado que estaba ese día y durante las semanas posteriores, y algo
dentro de mí hizo clic.
Entonces Félix vino a visitarme y dijo que había tenido un sueño húmedo en el que me
lo follaba mientras usaba mi equipo, y eso prácticamente tomó esa decisión.
Me quedé en Tennessee durante un año después de completar la rehabilitación.
Ese fue el año más duro de mi vida.
Me mudé con mis padres y trabajé con mi papá haciendo trabajos de mantenimiento en
el área. Me enseñó mucho, y sabía que sería bueno saber cómo hacerlo en la casa de Félix,
así que presté atención e hice todo lo que me dijo. Fue bueno para mi.
Iba a las reuniones todos los días. A veces dos veces al día. Seguí horneando.
Y cuando fui lo suficientemente fuerte y estaba instalado en mi sobriedad, finalmente
me mudé de vuelta a casa.
Con Félix.
Y luego tuve todo lo que quería, excepto una cosa.
Dean me refirió y garantizó mi carácter con el jefe de bomberos (que solo deja que Dean
haga sus tatuajes), y eso fue algo que no pedí pero que necesitaba absolutamente,
considerando mis antecedentes penales y la baja deshonrosa adjunta a mi nombre.
Félix tenía razón. Dean es bastante bueno.
Una vez que escuché que esta nueva carrera profesional no era una quimera, solicité el
examen e inmediatamente comencé a capacitarme. Y con la ayuda de mi hermano, pasé la
prueba de aptitud física con facilidad.
El examen fue difícil, pero también me fue bien en eso.
Nueve meses después, me gradué del Programa de Capacitación de la Academia de
Bomberos de Ruxton.
CJ colocó mi insignia en la ceremonia mientras Félix, Dean, Riley, mis padres, Miguel y
Héctor vitoreaban desde sus asientos.
Miguel lloró.
Hoy, tengo ochocientos veintisiete días limpio.
Mi nombre es Jake Tully y soy un adicto. Y siempre seré un adicto. Nunca superaré esto.
Pero seguiré yendo a las reuniones, y hablando con mi padrino (a quien le pediré que se
case conmigo), y lucharé hasta ganar.
Porque nosotros vamos a ganar.
LA TRAGEDIA DE NOSOTROS

FÉLIX
SEISCIENTOS TREINTA Y TRES DÍAS DESPUÉS
(CUATRO AÑOS EN TOTAL)

Querido lector,

Lo logramos :)

Jake + Félix Tully <3

EL FIN
Si usted o un ser querido está luchando contra el abuso de sustancias o la adicción,
comuníquese con la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias
(SAMHSA) al 1-800-662-HELP (4357). Esta línea de ayuda es gratuita, confidencial y está
abierta las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 365 días del año. (En Estados
Unidos.)
AGRADECIMIENTOS
A mi héroe favorito, el Sr. Daniels. Gracias por animarme a escribir este libro,
especialmente cuando pensaba que no podía. Te amo.
A Beth Cranford y Sarah Symonds. Gracias por leer esta historia primero y por todos sus
comentarios y ayuda. Los aprecio mucho a los dos.
Para Ellie, la mejor editora que existe. Gracias por siempre tomar mis historias y brindarles
su tiempo y cuidado.
A mi agente, Kimberly Brower. ¿Qué puedo decir que no haya dicho un millón de veces?
Gracias por todo lo que haces por mí.
A mis lectores, gracias. No puedo decir eso lo suficiente. Me animan, y estoy muy
agradecido por todos ustedes.
A cada blogger, instagrammer y booktoker que comparte mis historias, gracias. Agradezco
a todos y cada uno de ustedes.
SOBRE LA AUTORA
J. Daniels es la autora de bestsellers del New York Times y el USA Today, las series Alabama
Summer, Dirty Deeds y Sweet Addiction.
Mejor conocida por sus romances sexys de pueblo pequeño, su primera novela, Sweet
Addiction, se publicó por primera vez en 2014 y se convirtió en un éxito de ventas
internacional. Desde entonces, ha publicado más de diez novelas, incluida la serie Dirty
Deeds con Forever Romance.
Daniels creció en Baltimore y actualmente vive en Maryland con su esposo y sus tres hijos.
Ex tecnóloga radiológica de tiempo completo, comenzó a escribir novelas románticas
después de la universidad y rápidamente descubrió su pasión por ellas. Todavía la verás en
su bata de trabajo de vez en cuando, pero la mayor parte de su tiempo lo dedica a escribir
en estos días, una carrera por la que está eternamente agradecida.
Siempre una lectora ávida, Daniels disfruta de libros de todo tipo, pero prefiere el romance
(por supuesto) y la fantasía. Le encanta hacer senderismo, viajar, ir a la montaña los fines
de semana y pasar tiempo con su familia.
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