ÉTICAS MATERIALES y FORMALES

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ÉTICAS MATERIALES (DE LA FELICIDAD O LA VIRTUD):

1) EL EUDEMONISMO ARISTOTÉLICO (FELICIDAD Y PRUDENCIA).

Todos actuamos movidos por unos fines (ética teleológica). Para el ser humano, el fin último al
que aspirar, el bien supremo es la felicidad. Para ello hemos de desarrollar nuestras virtudes
para alcanzar la excelencia (aquello que nos es propio). Ser bueno y virtuoso conduce a la
felicidad. Hay que desarrollar tanto las virtudes éticas (prácticas, pasionales), como las
dianoéticas (intelectuales; prudencia y sabiduría, propias del alma).

Hay que ponerlas en práctica (con perseverancia, dedicación y fuerza de voluntad), para
convertirlas en hábito. No debemos caer en excesos ni defectos a la hora de tomar decisiones
(encontrar el término medio) y adquirir la virtud de la prudencia. Solo seremos felices si
disfrutamos de la actividad más propia del ser humano, la intelectual (vida contemplativa).

2) EL HEDONISMO: EL DISFRUTE DE LOS PLACERES.

Epicuro propuso alcanzar la felicidad centrándonos en la búsqueda del placer y evitando el dolor.
Hay que distinguir los diferentes tipos de placeres y guiarnos por la prudencia (algunos no son
naturales ni necesarios). La felicidad máxima estaría asociada a alcanzar:

-la ataraxia (paz interior y tranquilidad, evitar el dolor, vencer nuestros miedos)

-autarquía (libertad interior para elegir qué placeres merecen la pena)

3) ESTOICISMO E IMPERTURBABILIDAD.

Zenón de Citio (Grecia), Epicteto, Séneca, Marco Aurelio (Roma). El mundo está gobernado por
una razón universal (logos), que determina el destino. Una persona sabia o virtuosa no se rebela,
lo acepta, sabe que es inevitable. Hay que renunciar a cualquier emoción y a las pasiones. Los
deseos y pasiones separan al ser humano de su felicidad. La virtud (y con ello la felicidad) estaría
en el autodominio.

4) EL UTILITARISMO.

Bentham y Stuart Mill (S. XIX) El placer y el dolor no están asociados a la felicidad propia, sino
en relación con toda la sociedad. Principio de utilidad: las acciones buenas son útiles y generan
la felicidad del conjunto, la mayor felicidad para el mayor número.

S. Mill pensaba que la distinción entre los placeres tenía que ser cualitativa (hay placeres
mejores que otros). La felicidad individual también es imprescindible, se puede disfrutar de una
libertad plena siempre y cuando se respete el principio del daño (que tu libertad no dañe a otras
personas)

Es una ética consecuencialista; la acción se juzga por sus consecuencias (independientemente


de las intenciones o la virtud de quien la realiza). Aunque también se habla de que hay modelos
de actuación que podrían generalizarse, convertirse en regla (utilitarismo de la regla) y otros,
no.
ÉTICAS DEL DEBER Y LA JUSTICIA (FORMALES):

1) LA ÉTICA DEL DEBER KANTIANA:

Si no podemos ejercer nuestra libertad, nos encontramos en una minoría de edad.


Comportarnos como seres humanos es un deber moral siempre y cuando lo hagamos
basándonos en nuestra racionalidad. Solo las acciones “por deber” son incondicionalmente
buenas, es lo que cualquier persona debería hacer en una situación semejante. Las acciones no
son buenas o malas, sino la voluntad que las realiza y mi acción no es plenamente moral a no
ser que siga un imperativo categórico (no hacer algo porque voy a conseguir otra cosa a
cambio).

No se trata de alcanzar la felicidad, sino de ser libres, seguir nuestra razón de manera autónoma
y cumplir la ley moral universal: hacer lo que cualquier ser racional debería hacer, no utilizar
nunca a otro ser humano como un medio y actuar como si estuviésemos en un reino de los fines
donde todos nos respetamos y actuamos como sabemos que debemos hacerlo. Los seres
humanos no son intercambiables y no debemos utilizarlos en nuestro propio beneficio porque
tienen dignidad (el imperativo categórico conoce esto y lo respeta).

2) ÉTICAS DIALÓGICAS:

Habermas y Apel. En España, la ética de mínimos de Adela Cortina. Una acción es moralmente
buena cuando se cumple un deber que ha sido fijado de forma colectiva. Su fundamento se
encuentra en el consenso, que debe nacer de un diálogo racional entre todas las personas
afectadas:

-que sea público e inclusivo, sin ningún tipo de coacción

-que todos tengan igualdad de condiciones y oportunidades de participación

La persona moralmente buena es la que tiene actitud de diálogo y está dispuesta a tener como
normas aquellos mínimos establecidos por ese diálogo racional.

3) LA ÉTICA DEL CUIDADO:

Finales del S. XX. Somos seres vulnerables, necesitamos el cuidado de los demás. Históricamente
este cuidado lo han realizado las mujeres en el ámbito privado y no ha sido valorado.

Carol Gilligan reivindicó esta tarea y se interesó por el desarrollo de la conciencia moral desde
un punto de vista femenino. Existe una moral que da mucho más valor a las relaciones
interpersonales, los vínculos emocionales y la responsabilidad del cuidado. Debemos construir
una ética orientada a los seres humanos en particular (seres vulnerables, con límites y
vinculaciones con los demás) El mundo es una red de relaciones en la que nace la solidaridad y
responsabilidad hacia los otros a quienes debemos evitar el daño, proteger y cuidar. También
hay preocupaciones sociales y ambientales.

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